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LETRAS
TEORÍA DE LA COMUNICACIÓN I
Cátedra Pedro Arturo Gómez
APUNTE DE CÁTEDRA
Aproximaciones al concepto de globalización
(revisión 2019)
Lic. Eva Fontdevila
Textos consultados:
INTRODUCCIÓN
Pretender sintetizar en pocas páginas qué entendemos como globalización parece una tarea osada.
Sin embargo, haremos el esfuerzo de trazar algunas ideas principales que nos permitan escapar a
miradas reduccionistas y definitivas. Tratamos en este texto de abrir algunos ejes centrales del
problema a partir de las contribuciones teóricas de autores incluidos en la bibliografía de la materia.
Los tres textos seleccionados por la cátedra se refieren a los fenómenos de la globalización desde
abordajes diversos.
Manuel Castells plantea centralmente el rol que Internet cumple en la concreción de un proyecto de
autocomunicación de masas, en el que se tensionan lo local y lo global, se ponen en juego las
variables económicas de gran escala, el comportamiento de los avances tecnológicos y las políticas
regulatorias del campo de la comunicación.
Luis Ignacio Sierra, por su parte, se propone evidenciar tensiones propias de tres conceptos o
discursos que considera “elementos constitutivos y clave de identidad de las sociedades del nuevo
milenio”: la globalización, el multiculturalismo y la comunicación. A lo largo del texto Sierra exponen
visiones contrapuestas de interpretación de los tres elementos, bajo su propia hipótesis, a saber: “solo
en la equilibrada, crítica y razonable interacción de reconocimiento dialógico de esta trilogía, se juega
la posibilidad de conformar una nueva sociedad multicultural que favorezca la dignidad y los intereses
de los seres humanos”. La alternativa de solución a las contradicciones entre los conceptos será
entonces, el reconocimiento dialógico intercultural.
Finalmente J. B. Thompson propone una interpretación acerca de la teoría del Imperialismo cultural,
y por qué no alcanza a explicar la complejidad de los fenómenos de la globalización. Propone, en
cambio, reflexionar en torno a la posibilidad de entender a la globalización como tensión entre la
“difusión globalizada de bienes culturales” y su “apropiación localizada”, es decir, mediada por usos,
interpretaciones y culturas locales.
Conviene asumir e incorporar que Globalización, como concepto y como conjunto de fenómenos y
procesos concretos es, a su vez, un conjunto de interpretaciones sobre aspectos políticos,
económicos, tecnológicos, sociales y culturales, todos los cuales conviven y ninguno de por sí explica
el problema.
DESARROLLO
Manuel Castells enfoca la cuestión de la globalización al explicar por qué Internet es una nueva forma
de interactividad ya que la comunicación se produce de “Muchos a muchos”, en “Tiempo real” y
“Punto a punto”. El autor considera Internet un fenómeno de autocomunicación de masas porque
tiene potencialmente una audiencia global, y porque uno mismo como usuario genera el mensaje,
define los receptores y selecciona contenidos.
En cuanto a los factores culturales de la convergencia, Castells sostiene que se dan al mismo tiempo
dos pares de tendencias contrapuestas: por un lado el desarrollo de una cultura global y múltiples
identidades, y por otro el ascenso del individualismo y del comunalismo.
Desde esta óptica, se están desarrollando redes horizontales de comunicación interactiva que
conectan lo local y lo global en cualquier momento, mediante redes horizontales multimodales que
intercambian muchos tipos de documentos (fotografías o proyectos cooperativos a gran escala como
Wikipedia).
Los medios –igual que las empresas- han experimentado la globalización, digitalización, creación de
redes y la desregulación.
Aunque a veces parezca lo contrario, los medios de comunicación no son globales, sino que son
nacionales o locales. Lo que es global, sostiene el autor, son las redes que conectan la financiación,
producción y distribución de los medios dentro de cada país y entre países.
Castells observa que se están conformando redes globales de empresas multimedia interconectadas
que se organizan en alianzas estratégicas con nodos dominantes que son mega corporaciones y se
sirven de empresas del ámbito nacional y local. Es decir que, para Castells, el capital está globalizado
pero los contenidos localizados o nacionalizados.
A este conjunto de fenómenos el autor lo visibiliza como Economías de sinergia, caracterizadas por la
integración de plataformas y productos para mejorar la rentabilidad. El sistema multimedial global
tiene como núcleo corporaciones de propiedad cada vez más concentrada, con capacidad de generar
diversos productos en una plataforma, diversas plataformas para cada producto y la segmentación de
audiencias. Por ello el éxito de los medios nacionales depende de su capacidad de sumarse a esta
red global
Para J. B. Thompson, por su parte, la globalización es un fenómeno cuyos orígenes pueden ser
trazados desde la expansión del comercio a finales de la Edad Media y a principios del período
moderno. Se manifiesta cuando: a) las actividades tienen lugar en un territorio global, b) las
actividades están organizadas, planificadas y coordinadas a escala global y c) las actividades
implican cierto grado de reciprocidad e interdependencia, están localizadas en diferentes partes del
mundo, se configuran de la misma manera y se influyen mutuamente.
Recién en el Siglo XIX las redes de comunicación se organizaron sistemáticamente a escala global.
Ello se debió en parte al desarrollo de nuevas tecnologías que permitieron disociar la comunicación
del transporte físico. Sin embargo, estaba igualmente vinculada a cuestiones económicas, políticas y
militares.
Finalmente, al analizar la globalización Sierra asume que existe un consenso generalizado acerca de
la existencia de un nuevo orden global. Como origen del fenómeno, expone posiciones que indican
sus comienzos en la conquista de América, como imposición de la visión occidental y otras que los
sitúan entre los siglos XV y XVIII con la expansión capitalista; pero sin dudas su cristalización se
ubica en el siglo XX.
Sierra caracteriza las interpretaciones sobre la globalización y destaca dos a las que contrasta
claramente.
- Por un lado la visión más generalizada, que identifica la globalización con la ideología
neoliberal capitalista del pensamiento único, y
- Por otro lado las apreciaciones críticas de dos investigadores latinoamericanos, Néstor
García Canclini y Renato Ortiz.
La visión neoliberal capitalista de la globalización entiende a esta desde el punto de vista económico,
de liberalización de los mercados, del libre flujo de bienes y servicios, en busca de la rentabilidad
ilimitada. En esta mirada, sólo sobreviven en el mundo global las economías “duras”, mientras el
tercer mundo está llamado a someterse a las políticas impuestas desde los organismos financieros y
multilaterales de crédito (BM, FMI, etc.) Se trata de una interpretación de la globalización que hace
eje en el poder imperialista de Estados Unidos, más específicamente de sus corporaciones que
dominan el mercado global (con su correlato de la homogeneización cultural).
Según Ignacio Ramonet, los monopolios mediáticos serían los únicos interlocutores de los
ciudadanos. En este escenario, los países se dividen entre los acreedores y los deudores, con la
consecuente proliferación de la exclusión social, económica y política de las mayorías.
Desde esta óptica, la globalización tendría 3 causas: la apertura económica, la liberalización de los
mercados de capitales y la revolución de las comunicaciones (la globalización es de base inmaterial,
basada en el desarrollo informático).
Los representantes de la otra visión, llamada crítica por Sierra, como García Canclini, sostienen que
si bien es innegable que formamos parte de una era global, la globalización no es ni un paradigma
científico ni social ni cultural, que pueda contrastarse con referentes empíricos; ni tampoco un
paradigma político porque no constituye un modo único de desarrollo.
Para García Canclini la globalización implica procesos contradictorios que relacionan de maneras
diversas lo local-global y lo local-local. Este autor rechaza tanto la visión neoliberal capitalista como la
posmoderna. En definitiva, si no hay una sola mirada sobre la globalización es porque el rasgo
fundamental de ésta es, precisamente, lo fragmentario. La globalización es un conjunto de procesos
al mismo tiempo de fragmentación y de homogeneización que reordenan las diferencias sin
suprimirlas. Parte de la complejidad reside en que en la globalización conviven la integración en
fenómenos transnacionales y procesos como la xenofobia y el racismo.
Para Renato Ortiz, por su parte, la globalización es una situación y un contexto histórico, que redefine
los grandes relatos: religión, mercado, ambiente, política. Para el autor, la globalización no es
sinónimo de homogeneidad, pero tampoco todo lo contrario, es decir, multiculturalidad y mundo
mosaico.
Ortiz propone superar esas visiones con una visión de la modernidad mundo a través de la
diversidad. Se refiere a “globalización” para la economía y la tecnología y “mundialización” para la
cultura, como concepción de mundo que convive con otras. También rechaza las visiones ideológicas
que identifican a la globalización con procesos impuestos por el mercado (como se ha visto en la
interpretación neoliberal capitalista). Los procesos de la globalización producen tanto
desterritorialización como re territorialización.
Pero también lo local influye en lo global porque las empresas locales tratan de colocar contenidos
locales en esas redes globales.
Thompson, por su parte, se pregunta cuál teoría puede explicar las pautas de la comunicación global
y esclarecer sus posibles consecuencias. Propone y critica la desarrollada por Herbert Schiller en
Mass Communications and American Empire publicada en 1969. Schiller sostiene que a partir de la II
Guerra Mundial se ha consolidado el predominio de Estados Unidos, quien basa su poderío en dos
factores clave: la fuerza económica, procedente fundamentalmente de las actividades de las
corporaciones transnacionales y la efectividad de las comunicaciones, que ha permitido a las
empresas norteamericanas y a las organizaciones militares tomar el liderazgo en el desarrollo y
control de los sistemas de comunicación. Schiller ejemplifica con el modelo comercial del sistema de
radiodifusión.
J. B. Thompson critica algunos puntos de esta tesis, que impedirían sostenerla en la actualidad.
Sostiene que la economía global se ha convertido en multipolar (Europa, Japón, etc. aparecen en
escena) y dice que afirmar que la invasión cultural electrónica corrompe las auténticas tradiciones y
culturas locales, es desconocer la cultura híbrida en perspectiva histórica. Frente a la afirmación de
Schiller de que los productos mediáticos importados afectan a los receptores haciéndolos más
consumistas, Thompson propone que el proceso hermenéutico de recepción y apropiación de los
productos mediáticos es un proceso social complejo en el que los individuos dan sentido activo a los
mensajes, adoptando varias actitudes hacia ellos y utilizándolos de manera distinta en el transcurso
de sus vidas cotidianas.
En su ensayo, Sierra propone quitar a los medios del centro de la reflexión sobre comunicación, y
plantearse el fomento de una comunicación intercultural intersubjetiva, deliberativa, tolerante y
respetuosa de la diferencia, basada en el respeto íntegro de la dignidad humana. El autor sostiene
que no se puede desconocer es la mundialización comunicativa, que transforma las categorías de
espacio y tiempo, bases de la heterogeneidad y la reciprocidad. Toma de Jesús Martín Barbero la
idea de que “aún atravesado por las redes de lo global, el lugar sigue hecho del tejido de vecindades
y solidaridades”. La diversidad cultural se entiende como exposición de unas culturas ante otras, en
un permanente ejercicio de reconocimiento de la diferencia y a una exigencia de respeto por aquello
que no es transferible o comunicable”.