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PSICOLOGÍA
MARCELA CARDENAS – DEIVIS VILLANUEVA
1 DE JUNIO DEL 2019
EL EMILIO O LA EDUCACIÓN
Autor: Jean-Jacques Rousseau
Lugar de publicación: Madrid, España
Editorial: EDAF, 1982
RESUMEN
El Emilio o la educación es una de las obras literarias más destacadas de Jean-Jacques
Rousseau especialmente en el ámbito educativo quien a través de una “educación natural”
nos enseña el método para formar hombres autónomos y auténticos. Rousseau nos muestra
las técnicas didácticas llevadas a cabo durante cada una de las etapas de Emilio, iniciando
con su infancia en el libro I, en donde la educación de los sentidos es esencial, en el libro II,
afirma que la educación física y la educación negativa aportan al aprendizaje; en la etapa de
adolescencia durante el libro III resalta la educación de la inteligencia, el aprender a escoger
lo que le sea útil para luego educarlo en el ámbito moral, sentimental y religioso en el libro
IV listo para iniciar en la sociedad, finalmente en el libro V Rousseau resalta la educación de
la mujer, su papel de esposa y madre, presentándonos a Sofía, la esposa ideal de Emilio.
GLOSARIO
No cabe duda que el Emilio cuenta con un gran contenido pedagógico en donde Rousseau
plasmó cada una de sus ideas en el ámbito educativo que deben seguirse para lograr formar
un individuo autónomo y autentico que sea capaz de aprender e interactuar con su entorno,
conservando siempre sus ideales y convicciones, resaltando además la importancia de la
educación natural como un ideal educativo esencial para el aprendizaje del hombre, este se
apoya de manera firme en la relación entre el hombre y el ambiente, podría decirse que
consiste en seguir al ritmo de la naturaleza, respetar cada una de sus etapas, sin apresurarse,
porque sería entonces prematuro, enseñar lo que corresponde de acuerdo a cada uno de las
etapas evolutivas del individuo, que los sentimientos que van naciendo, y los juicios que
eventualmente va creando el hombre cuando está en contacto con la naturaleza constituyen
el desarrollo integral de este, es por ello que Rousseau dividió la obra en cinco libros
adaptándolos a las diferentes edades de Emilio, el protagonista de esta historia, de manera
que el lector puede apreciar con más detalle el desarrollo del niño desde su infancia, durante
su formación hasta su adultez cuando ya es un ser humano racional, autónomo, libre
preparado para desenvolverse en la sociedad y todo lo que eso acarrea como contraer
matrimonio o ser padre.
En el libro I: la infancia de Emilio: en este libro Rousseau nos muestra los primeros años de
vida de Emilio, desde que nace hasta que empieza a hablar y caminar, etapa en donde aún
necesita el cuidado de su madre, recomienda que esta, le de todos los cuidados que el niño
necesita y hace una crítica a aquellas madres que no se ocupan de sus hijos y los dejan al
cuidado de alguien más. En esta etapa resalta la importancia de la actividad y la experiencia
para la educación mental y emocional del niño, más específicamente la libertad de
movimientos ya que entre más libertad, mayor será la experiencia que este podrá adquirir,
afirma que debido a que los niños no tienen suficiente fuerza para todo lo que requiere su
naturaleza, es conveniente dejarlos usar toda la que tienen y no darles aquello que pueden
obtener por sí mismos.
En el libro II: continuando con la infancia del niño, la cual se extiende hasta los doce años de
edad, cuando Emilio ya ha aprendido a correr, caminar y por supuesto a hablar. El autor
reitera que no es recomendable cuidar al niño de manera excesiva, ya que es necesario que
el niño se equivoque y comprenda el dolor, además el niño deberá tener un preceptor, es decir
un educador, quién lo acompañará durante varias etapas de su vida, el cual deberá impartir
una educación negativa, permitiendo que el niño tenga contacto directo con la naturaleza,
esto último, junto con la libertad de movimiento y el aprendizaje a través de los sentidos
educaran al niño durante esta edad, sin embargo conforme el niño va creciendo las
actividades físicas también cumplen un papel esencial en su desarrollo, dando como resultado
un niño libre, lleno de fuerza natural, habituado al dolor, inteligente y muy sano.
En el libro III: la segunda infancia de Emilio cerca a la adolescencia; en esta etapa las
actividades corporales pasan a un segundo plano y la educación intelectual prima sobre
cualquier otra, la exploración del ambiente siempre será una pieza clave, pero Emilio debe
empezar a aprender otras cosas, sobre todo a aprender a elegir lo que realmente es útil para
él, también se le debe inducir a escoger un oficio para que aprenda a sentir la satisfacción de
hacer algo por sí mismo, de tal manera que le permita desarrollar sus habilidades y
capacidades de hombre. El preceptor deberá sembrar ese interés por explorar y conocer lo
que el niño desee, sin miedo a que este se equivoque en el camino, también deberá despertar
en él, el interés por la lectura sin obligarlo, el autor destaca a Robinson Crusoe como una
lectura para comprender el valor del esfuerzo y el trabajo
En el libro V: la educación de la mujer; esta etapa gira en torno a la pareja ideal de Emilio.
Rousseau destaca las diferencias entre el hombre y la mujer, afirmando que la educación de
esta debe ser distinta, debe ser educada como una persona fiel a su esposo, en lugar de ser
ilustrada, es preferible que sea ignorante y sometida a su autoridad, sacrificándose por la
felicidad de su esposo; nos introduce a Sofía quien es preparada para ser una devota esposa
y madre encargada de todas las labores domésticas, Emilio toma la decisión de contraer
matrimonio, teniendo un hijo del cual termina convirtiéndose en su propio preceptor
preparándolo durante todas sus etapas como lo hicieron con él.
METODOLOGIA
Los temas de estudio se refieren esencialmente a los intereses y necesidades de los niños. El
juego, el movimiento, las experiencias vivenciales permiten a los alumnos satisfacer su
curiosidad, actividad y crecimiento. No existe materias ni programas, solo las experiencias
que el alumno necesite. Rousseau afirna que en la sociedad estaba el origen de todos los
males de su época, aunque algunos pensadores de su tiempo le criticaban el hecho de su
despreocupación por los procedimientos que se podrían emplear para terminar o minimizar
dichos problemas, pero admitiendo los efectos de la sociedad en que vive, Rousseau propone
como alternativa de solución, la vía de la transformación interna del hombre por medio de la
educación, de ahí que su papel en el desarrollo de las ideas pedagógicas sea de vital
importancia. En particular, los principios de la didáctica de Rousseau son los siguientes:
Enseñar por el interés natural del niño y nunca por el esfuerzo artificial, de ahí resulta que
sigan vigentes sus postulados de abandonar todo antes de fatigar al niño y de desgastar su
interés inútilmente, siendo preferible que aprenda poco a poco, a que haga algo en contra de
su voluntad y libertad.
Educación activa o auto activa, es la ventaja de aprender por nosotros mismos, pues no
debemos de acostumbrarnos a una servil sumisión a la autoridad de los demás, sino que,
ejercitando nuestra razón, adquiramos cada vez más ingenio para conocer las relaciones de
las cosas, conexionando nuestras ideas e inventando instrumentos; en cambio, adoptando
todo lo que se nos imponga, el espíritu se desenvuelve torpe e indiferente, como un hombre
siempre vestido y servido por sus criados, que a fin de cuentas pierde la actividad y el uso de
sus miembros.
CITAS TEXTUALES
Libro I
“Su primer sentimiento es de pena y de dolor. No encuentran más que obstáculos para realizar
los movimientos que les son necesarios, y más desventurados que un criminal entre sus
cadenas, hacen esfuerzos vanos, se irritan, gritan. ¿Sus primeras voces, decís, son llantos? Lo
creo sin dificultad: los forzáis desde el nacimiento, les ofrecéis antes que nada las cadenas,
como primer cuidado los atormentáis. Lo único que tienen libre es la voz, ¿cómo no se van
a servir de ella para llorar? Gritan por el daño que les hacéis, como gritaríais también vosotros
si os encontraseis encorsetados de la misma manera” (I, 22).
”El espíritu de estas reglas es dar a los niños más libertad verdadera y menos imperio, dejarles
obrar más por sí mismos y hacer que exijan menos de los demás. Así, habituándose desde
pequeños a subordinar sus deseos a sus fuerzas, les dolerá poco la privación de lo que no está
en su poder” (I, 44).
“No apresurarse a hacerles hablar, como si se tuviese miedo de que no aprendan por sí
mismos. Esta premura indiscreta produce un efecto directamente contrario al deseado. Tardan
más en hablar. Y la gran atención prestada a todo lo que dicen les impide articular bien, y
como apenas se atreven a abrir la boca, algunos contraen por toda la vida el vicio de
pronunciar y hablar de modo muy confuso, que les hace casi ininteligibles” (I, 47).
Libro II
“Existen excesos de indulgencia y de rigor que se deben evitar igualmente. Si les dejáis sufrir,
exponéis su vida y su salud y los hacéis infelices; si les ahorráis con excesivo cuidado todo
tipo de males, les preparáis una infelicidad grande y les hacéis delicados y sensibles,
teniéndoles fuera del estado humano en que tendrán que entrar a pesar vuestro. Por no
exponerles a algún mal de la naturaleza, os hacéis artífices de males que la naturaleza no
lleva consigo” (II, 59).
“La naturaleza quiere que los niños sean niños antes de ser hombres. Si invertimos este orden,
obtendremos frutos precoces, que no tendrán madurez ni sabor y que no tardarán en
corromperse; tendremos jóvenes doctores o niños viejos. La infancia tiene modos de ver, de
pensar y de sentir que le son propios, y nada es menos sensato que querer sustituirlos por los
nuestros. Antes se podría pretender cinco pies de altura para un niño de 5 años que un poco
de juicio para uno de 10 ¿Para qué serviría la razón a esta edad? La razón es el freno de la
fuerza, y el niño no tiene necesidad de tal freno” (II, 62).
“Es preciso, pues, ver al hombre en el hombre y al niño en el niño, dar a cada uno su puesto,
ordenar las pasiones humanas según la constitución del sujeto; hacer, en definitiva, por su
felicidad todo lo que podamos. El resto depende de causas que no están en nuestro poder”
(II, 53).
“Sólo hace su voluntad aquél que no necesita, para llevarla a cabo, de que los brazos de otro
ayuden a los suyos, de lo que se sigue que el mayor de todos los bienes no es la autoridad,
sino la libertad. El hombre verdaderamente libre quiere sólo lo que puede hacer, y hace lo
que le agrada. He aquí mi máxima fundamental. Aplicadla a la infancia, y surgirán de ella
todas las leyes de la educación” (II, 57).
”Antes de que los prejuicios e instituciones humanas alteren nuestras inclinaciones naturales,
la felicidad de los niños, como también la de los hombres, consiste en su libertad; pero ésta,
en los primeros, está limitada por su debilidad” (II, 57).
“La primera educación debe ser puramente negativa, consiste no en enseñar la virtud y la
verdad, sino en preservar el corazón del vicio y el espíritu del error. Si pudieseis no hacer
nada y no dejar hacer nada, si pudieseis criar a vuestro discípulo sano y robusto hasta los 12
años sin que supiese distinguir la derecha de la izquierda, a partir de vuestras primeras
lecciones, los ojos de su inteligencia se abrirían a la razón, sin prejuicios, sin hábitos, y nada
habría en él que contrariase el efecto de vuestros cuidados. En vuestras manos se convertiría
inmediatamente en el más sabio de los hombres, y comenzando por no hacer nada, habríais
obtenido un prodigio de educación” (II, 65).
Libro III
“Que no sepa nada porque se lo habéis dicho, sino porque lo haya comprendido por sí mismo;
que no aprenda la ciencia, que la invente. Si sustituís en su espíritu la autonomía de la razón,
él no razonará nunca, y no será más que el juego de las opiniones de los demás” (III, 130).
“Vuestro mayor cuidado debe ser alejar del espíritu de vuestro alumno todas las nociones de
las relaciones sociales que no están a su alcance; pero cuando la concatenación de los
conocimientos os fuerce a mostrarle la mutua dependencia de los hombres, en vez de
mostrársela por el lado moral, atraed primero toda su atención hacia las industrias y las artes
mecánicas” (III, 146)
Libro IV
”Las pasiones son el instrumento principal de nuestra conservación: es, pues, una tarea vana
y ridícula querer destruirlas, sería controlar la naturaleza, reformar la obra de Dios. Si Dios
mandase al hombre aniquilar las pasiones que le da, querría y no querría, estaría en
contradicción consigo mismo” (IV, 168).
“El amor de sí es siempre bueno, siempre conforme al orden. Estando cada uno encargado
de la propia conservación, la primera e incesante ocupación ha de ser la de vigilar por ella,
¿y cómo podría procurarla sin tomarse en ella algún interés?” (IV, 169).
“el cuerpo crece y tiene necesidad de toda su sustancia: la continencia está en el orden de la
naturaleza ( ..) Después de los 20 años la continencia es un deber moral, y es necesaria para
reinar sobre sí mismo y para ser dueño de los propios apetitos. Pero los deberes morales
tienen sus modificaciones, sus excepciones, sus reglas. Cuando la debilidad humana hace
inevitable una alternativa, de dos males preferimos el menor, y en todo caso es preferible
cometer un error que adquirir un vicio” (IV, 274).
Libro V
“Créeme, madre juiciosa, no hagas de tu hija un hombre, como para corregir a la naturaleza;
hazla una mujer y está segura de que así será mejor para vosotras y para nosotros” (V, 299).
“De estos principios se deriva, con la diferencia moral de los sexos, un nuevo motivo de
deberes y de conveniencia, que prescribe especialmente a las mujeres una escrupulosa
atención sobre la conducta, las maneras y el porte propio. Sostener vagamente que los dos
sexos son iguales y que sus deberes son los mismos es perderse en vanas declamaciones” (V,
297)
“Es un error distinguir entre las pasiones permitidas y las prohibidas, para concederse las
primeras y negarse las segundas. Todas son buenas cuando se es dueño de ellas, todas son
malas cuando nos esclavizan. La naturaleza nos prohibe extender nuestros deseos más allá
de nuestras fuerzas, la razón nos prohibe querer lo que no podemos obtener, la conciencia
nos prohibe no el ser tentados, sino el dejarnos vencer por las tentaciones (...) Todos los
sentimientos que dominamos son legítimos, todos los que nos dominan son criminales. Un
hombre no es culpable por amar a la mujer de otro, si tiene esta desventurada pasión sujeta a
la ley del deber: es culpable por amar a la propia esposa hasta al punto de sacrificar todo a
este amor” (V, 372).
No se pueda negar que el Emilio o la educación es una excelente obra y una guía para formar
seres humanos integrales, contiene muchas pautas que valen la pena emplear, sobre todo para
aquellos cuyo rol consiste en formar buenos individuos desde la niñez, al hacer una
investigación acerca del libro, pudimos notar que a pesar que sus ideas fueron pioneras en su
época no fueron muy bien consideradas y provocó numerosas críticas, sin embargo podría
decirse que era una reacción esperada puesto que Rousseau realiza una crítica a la crítica de
la educación de la que hablabas sus colegas de esa época y que quizás no iba a ser bien
recibida.
El autor explica de una manera interesante la evolución de Emilio, los métodos o las maneras
que él considera ideales para despertar en este y en los niños en general el gusto por aprender
y absorber conocimiento, nos pareció excelente la manera como se detiene en cada etapa no
solo ahondando en Emilio sino dando su punto de vista frente a la educación actual (en su
momento). Sus aportes pueden ayudar a formar ciudadanos capaces de tomar decisiones por
sí mismos.