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(I)
En definitiva, la inercia de cualquier persona por conceder una parte de misterio o laguna de
conocimiento para así tener una parcela en la que mantener sus anhelos trascendentes en
un lugar seguro y exento de críticas.
Por ejemplo, la secta de la Cienciología usa para su publicidad un retrato de Albert Einstein,
en cuya boca ponen esa afirmación sobre lo desaprovechada que tenemos nuestra
herramienta de pensar. Una atribución, por cierto, que probablemente es otro mito.
Con todo, para ser justos, hay tres tipos de afirmaciones sobre nuestra capacidad cerebral
limitada (según los conocimientos que acabalen los que las pronuncian):
-En cualquier momento dado, sólo una de cada diez neuronas está en funcionamiento.
-El 90 % de las células cerebrales yacen inútilmente en el cráneo, donde no sirven sino de
lastre.
Sea cual sea la afirmación, se pasa olímpicamente por encima de los conocimientos de la
moderna investigación del cerebro. El origen de este mito quizá haya que buscarlo en el
norteamericano y padre de la psicología moderna William James, que tiene una cita original
que se parece bastante a lo hoy se repite:
Porque algo realmente asombroso de este mito es que, excepto la mencionada de William
James, no existe más bibliografía al respecto. Nadie podría encontrar jamás en un libro de
psicología o de fisiología del cerebro tal afirmación. Así que si el mito sigue gozando de tan
buena salud (¡lo repiten hasta los intelectuales que escriben columnas o salen por la tele!)
ello obedece probablemente al fenómeno psicológico llamado source amnesia, olvido de la
fuente, por el cual los humanos recordamos con facilidad los datos científicos nuevos, pero
vamos olvidando poco a poco de dónde los hemos sacado.
Vía | Cómo funciona la mente de Steven Pinker / Falacias de la psicología de Rolf Degen