Vous êtes sur la page 1sur 8

Feria de ciencias: dos experimentos

de microbiología para niños (1)


JAVIER YANES 25 DE MAYO DE 2016



Caso típico: niños que llegan a casa con el anuncio de que tienen
que pergeñar un proyecto para una feria de ciencias del
colegio. Padres horrorizados que se lanzan a suplicar la intercesión de
San Google. Y de ahí salen los grandes clásicos: el volcán de
bicarbonato y vinagre, el huevo blando, los papelitos de pH,
experimentos con globos, cristalización, agua que se calienta, se enfría o
se desala, demostraciones variadas de los usos de la electricidad…

Placas con microbios sembrados de muestras ambientales. Imagen de J. Y.

Es cierto que rebuscando un poco se pueden encontrar otros proyectos


más originales y no tan trillados. Pero con el fin de ampliar un poco el
repertorio de dádivas de San Google, y por si a alguien le sirven, hoy y
mañana (puede que pasado mañana) voy a contar aquí los
experimentos microbiológicos que hemos hecho con mis hijos de 8
y 10 años.

Son proyectos sencillos, bonitos, didácticos y, sobre todo, son


experimentos reales, en los que el resultado no es del todo previsible: no
solo son versiones básicas de trabajos que se llevan a cabo en los
laboratorios de los mayores, sino que los niños tendrán la ocasión
de investigar algo que nadie antes ha hecho jamás (dado que nadie
ha tomado muestras en su casa de ustedes). Es decir, ciencia de verdad,
en talla XS. Es cierto que requieren un gasto; pero como siempre digo,
mucho menos que una equipación de fútbol. Es una cuestión de
prioridades y cada uno tenemos las nuestras, así que allá cada cual.

El primer experimento lo hemos titulado:

EL ZOO DE LOS MICROBIOS

Un dato para los pequeños que también sorprende a los


mayores: un estudiopublicado este año estima en un billón (un
millón de millones) el número de especies microbianas en la
Tierra. Teniendo en cuenta las que ya conocemos, esto significa que el
99,999% de ellas son aún desconocidas, y que la inmensa mayoría lo
serán siempre. Los microbios son un campo de plena actualidad; la Casa
Blanca acaba de lanzar una iniciativa de catalogación de microbiomas
que reunirá 500 millones de dólares de distintas fuentes.

Ya expliqué aquí que, frente a esa idea clásica de que los humanos
somos como una suerte de presidentes del consejo de
administracion de los seres terrícolas, en realidad somos el último
mono (nunca mejor dicho). Las últimas versiones de la taxonomía de la
vida terrestre nos sitúan a todos los animales (junto con los hongos) en la
minúscula ramita de los opistocontos, que les costará encontrar en esta
versión actualizada del árbol de la vida (pista: esquina inferior derecha).
La inmensa mayoría del ramaje de este árbol corresponde a bacterias y
arqueas (antes llamadas arqueobacterias). Y la cosa no para ahí: es
probable que andando el tiempo nos convirtamos en una pequeña
verruga del grupo de las arqueas, ya que descendemos de ellas.
El árbol de la vida. Imagen de Hug et al, 2016.

Esta introducción tiene como objetivo situar a las especies, nosotros y los
microbios, en el contexto de lo que realmente representamos en este
planeta. ¿Y dónde están todos esos microbios? En todas partes:
alrededor de nosotros, encima de nosotros y dentro de
nosotros. Pero no hay que asustarse: la mayoría de los que conviven
con nosotros son inofensivos o beneficiosos, y de hecho a un microbioma
sano le debemos nuestra propia salud. En este experimento vamos a
descubrir la diversidad microbiana que nos rodea y que habita también
en nosotros.

Materiales:

Placas de LB agar. El LB es un medio clásico para cultivar bacterias en


el laboratorio. Obviamente solo permite el crecimiento de unas cuantas
especies, pero es suficiente para admirar la biodiversidad de los
microbios. Se compone de triptona, extracto de levadura y sal. El agar,
una especie de gelatina vegetal extraída de las algas, se añade como
agente gelificante para dar un soporte sólido. Las placas petri estériles de
LB agar pueden comprarse por internet, por ejemplo aquí en eBay.
Tardan una semana larga en llegar y salen a un par de euros la placa (en
lotes de 10). Una vez que las reciban, consérvenlas en la nevera y
protegidas de la luz (vienen envueltas en papel de aluminio) hasta que
las vayan a utilizar.

Bastoncillos de algodón estériles. En este experimento necesitamos


esterilidad para asegurarnos de que las bacterias y hongos que van a
crecer en las placas proceden de las muestras que hemos tomado, y no
de contaminaciones. Las placas de eBay que he mencionado arriba
vienen con bastoncillos estériles, uno por cada placa.

Suero fisiológico estéril. Se vende en las farmacias en viales de


plástico monodosis.

Horno casero. Las placas se incubarán a 37 ºC, la temperatura


fisiológica. Mi horno es antiguo, no tiene un display digital y las marcas
de los mandos de control se borraron hace décadas. Aun así, logramos
calibrarlo fácilmente a 37 ºC con bastante exactitud y un poco de
paciencia. Metan dentro un vaso de agua con un termómetro y vayan
subiendo o bajando la rueda hasta que obtengan una temperatura entre
los 35 y los 38 ºC; mejor quedarse un poco corto.
Toma de muestra de la tecla A de un ordenador. Imagen de J. Y.

Una vez que tenemos los materiales, se trata de elegir los lugares que
vamos a muestrear para sembrar sus microbios en las placas y
observar qué crece. Nosotros elegimos esta lista de muestreos:
corporales (nariz, boca, heces), ambiente casero (tabla de cortar
alimentos, suelo, teclado de ordenador, tablet, pomo de puerta, váter,
yogur) y ambiente exterior (un estanque). Pero la imaginación es libre, y
hagan lo que hagan será algo nuevo: los microbiólogos han tomado
muestras de los ambientes de otras personas, pero no del de ustedes. Si
les apetece, prueben a experimentar: estornudar o toser en una placa,
lavarse las manos y luego poner los dedos sobre el agar…

Ahora toca tomar las muestras. Para los lugares húmedos, como la
boca, bastará con chupar bien el bastoncillo. Cuando se trata de lugares
secos, como el suelo o la tablet, la técnica consiste en humedecer el
bastoncillo con suero estéril y repasarlo con fuerza sobre un pequeño
pedazo de superficie, como un cuadrado de unos centímetros de lado. Es
importante girar el bastoncillo mientras se toma la muestra para que toda
su superficie se impregne de microbios. Y una vez recogida la muestra,
escurran el bastoncillo contra la superficie para eliminar la humedad
sobrante y no inundar las placas.

La parte escatológica: nosotros tomamos una muestra de heces para


que los niños aprendan en qué consiste lo que echamos fuera;
sobre todo, bacterias.Para no sembrar directamente las heces, lo que
no solo sería bastante repugnante sino que además contendría una
población demasiado abundante, lo que hicimos fue diluir: hundir la punta
de un palillo en la muestra y luego agitarla en un poquito de suero para
liberar su población microbiana. No es necesario un palillo estéril.
Después, remojen el bastoncillo en el suero con las bacterias
resuspendidas, y a sembrar.

Siembra de una placa. Imagen de J. Y.

Para sembrar las placas, háganlo de la siguiente manera (incluyo


foto). La placa se abre ligeramente con una mano, sin quitar del todo
la tapa, y con la otra mano se hace un zigzag con el bastoncillo
cubriendo toda la superficie del agar. Asegúrense también de girar el
bastoncillo mientras hacen la siembra, y procuren no hablar o respirar
sobre la placa mientras la mantienen abierta. Marquen cada placa
escribiendo con un rotulador permanente de dónde procede la muestra.
Las placas se marcan en la base (no en la tapa), con letras pequeñas y
pegadas al borde circular para que no impidan visualizar las colonias.

Ahora, a incubar. Las placas se incuban en el horno a 37 ºC y boca


abajo, con la marca hacia arriba. De otro modo, la condensación de
humedad en la tapa podría dispersar los microbios si las gotas cayeran
sobre el agar.

Después de la primera noche de incubación, verán que sus colonias


empiezan a crecer: blancas, amarillas, anaranjadas, brillantes,
redondas, irregulares, con un diminuto cráter en el centro… Aunque
en este experimento es imposible identificar las especies, descubrirán
colonias de diferentes formas y colores, correspondientes a distintos
tipos de bacterias y levaduras. Los mohos, sobre todo verdes y blancos,
tardarán unos días más.

Idealmente cada colonia procede de un solo microbio, aunque este


experimento no pretende ser cuantitativo. Aun así, los resultados les
darán una idea de dónde hay mayores poblaciones de microbios. En
nuestro caso, la nariz y la tabla de cortar ganaron a todas las demás
muestras. Probablemente comprobarán, como en nuestro caso, que una
tablet o el teclado de un ordenador tienen una población microbiana
mucho más abundante que el interior de la taza de un váter limpio. En
cuanto a la mayor diversidad, juzgando solo por el aspecto y el color de
las colonias, la obtuvimos del teclado del ordenador.

Incubación de placas en el horno calibrado a 37 ºC. Imagen de J. Y.

Y por último, a anotar las conclusiones: dónde hay más microbios o


menos, dónde los hay de más tipos distintos, qué colores y formas
tienen las colonias…Acompañen la presentación con fotos y dibujos.
Seguro que los resultados les sorprenderán. Por ejemplo, si el
experimento ha salido bien, descubrirán que en la muestra de yogur no
ha crecido nada, a pesar del hecho conocido de que este alimento está
formado sobre todo por bacterias. El motivo es que las bacterias del
yogur no crecen bien en LB; crecen mejor sin aire, pero sobre todo
necesitan otros nutrientes y un medio más ácido.

Pueden incubar las placas durante varios días, incluso a temperatura


ambiente fuera del horno. Hay una norma: los niños no abren las
placas. En el LB no suele crecer nada peligroso, pero la precaución no
está de más. Si observan condensación en las tapas, pueden abrir las
placas y retirar el agua con una servilleta de papel, pero es mejor que
esto lo hagan los mayores. Para llevar las placas al colegio, séllenlas por
los bordes con papel celo para que no puedan abrirse.

Podrán contarles a los niños que experimentos como este se realizan en


los laboratorios de los mayores para muestrear la presencia de
microbios, por ejemplo en los hospitales, y para descubrir nuevas
especies. Naturalmente en estos trabajos de campo las muestras se
recogen con más rigor y se hacen análisis genómicos para identificar las
especies, ya que la gran mayoría de las bacterias no son cultivables,
mientras que otras requieren medios más complejos y sofisticados que el
LB. Pero el experimento les abrirá los ojos a la existencia de un
mundo microbiano que está en todas partes y que antes no podían
ni imaginar.

Mañana, el segundo experimento.

Algunos de los resultados. De izquierda a derecha y de arriba abajo, placas sembradas


con muestras de nariz, boca, teclado de ordenador, tabla de cortar, suelo y estanque.
Imagen de J. Y.

Vous aimerez peut-être aussi