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Hunab Ku, el gran creador creó el universo para no estar solo.

Creó a los dioses y los dioses crearon


el mundo. Tepeu y Gugumatz crearon la tierra, los árboles y el sol con el don de la palabra, y hablaron
entre sí y decidieron crear al hombre.

Tepeu y Gugumatz dijeron Tierra y la tierra apareció, dijeron árboles y aparecieron


espontáneamente las semillas que germinaron y crecieron en segundos. Y así las montañas, los
glaciares, los pantanos, los ríos, los desiertos, la luz y la oscuridad salieron de las bocas de los dioses.
Y todo fue preparado para el ser humano.

Los dioses tuvieron dos intentos fallidos más: primero vino el hombre de barro que fue frágil,
hablaba y adoraba a los dioses, pero se quemaba con el fuego, se endurecía con el sol y se deshacía
con las lluvias. Los dioses deshicieron entonces a sus primeros hijos.

En segundo término los son creados los hombres de palo, extraídos de la madera de los árboles. Los
hombres de madera no tenían sentimientos, no eran capaces de ver más allá de si mismos, veían el
mundo como una herramienta que debía ser utilizada para satisfacer sus necesidades, no son
capaces de utilizar la palabra para adorar y agradecer a los dioses por la mismísima creación.
Entonces los dioses enviaron el Diluvio Universal (presente en todas las culturas) para destruir a
todos los hombres del mundo. Los sobrevivientes del diluvio fueron condenados a otra fin, sus
herramientas, hartas del abusivo trato al que habían sido expuestas por los egoístas seres de madera
se revelaron y destrozaron sus caras y mandíbulas, de esta manera fueron degradados a otra forma
de vida más primitiva, fueron convertidos en monos.

Fueron los animales quienes llevaron entonces a los dioses lo que estaban buscando, la materia de
la que nacería un ser capaz de venerarlos por el resto de sus días, un ser capaz de aceptar el don de
la palabra. La sustancia que las ratas llevaron ante los dioses era la mazorca del maíz.

Los dioses crearon entonces del maíz al primer hombre y la primera mujer. Ellos hablaron, vieron,
amaron, supieron, fueron dotados de sabiduría, alma, sustancia. Los dioses por fin consiguieron lo
que siempre habían querido. Por fin eran adorados, los hombres les hacían alabanzas en su honor.
Aquí los dioses vieron su propio error. Lo hombres de maíz sabían todo, veían todo. Estaban a la par
de los dioses en todo tipo de conocimiento. Se habían emocionado tanto con ellos que los habían
dotado de una sabiduría tan grande que pronto opacaría la de ellos mismos, y eso jamás lo
permitirían, ya que como dije los dioses mayas son orgullosos como los humanos. Entonces acotaron
la sabiduría del hombre, acotaron su visión, para que no vean más allá de lo necesario. Ya nunca
más vieron a los dioses a la cara, ya nunca más vieron la luz de la sabiduría, pero siempre recordarían
eso en sus corazones, y eso los impulsaría a seguir y a dar gracias a los dioses por las cosechas.

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