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Publicado en línea: 23 marzo 2015
Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros
/fuerzas/armadas.html
Decreto citado en Jesús de León Toral et al., El ejército y fuerza aérea mexicanos, v. 2,
México, Secretaría de la Defensa Nacional, 1979, p. 363.
12 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Edwin Lieuwen, Mexican militarism. The political rise and fall of the revolutionary army,
Albuquerque, University of New Mexico Press, 1968, p. 44.
Para las discusiones sobre los artículos que tienen que ver con asuntos militares, véa-
se Juan de Dios Bojórquez, Crónica del Constituyente, México, 1938. Para la discusión del mi-
litarismo en el Congreso Constituyente y en el proyecto de Carranza, véase Félix F. Palavici-
ni, Historia de la Constitución de 1917, 2 v., México, 1938.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 13
Edwin Lieuwen, Mexican militarism..., p. 45.
Álvaro Matute, “Del ejército constitucionalista al ejército nacional”, Estudios de Histo-
ria Moderna y Contemporánea de México, v. vi, 1977, p. 162.
14 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
En dicho telegrama el gobierno del káiser proponía una alianza entre Alemania y
México en contra de Estados Unidos para recuperar los territorios perdidos en 1847. Luis
Cabrera, Obras Completas. V. 3. Obra política, México, Oasis, 1975, p. 466-468.
James W. Wilkie, La Revolución mexicana (1910-1976). Gasto federal y cambio social, Méxi-
co, Fondo de Cultura Económica, 1978, p. 135.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 15
Álvaro Matute, “Del ejército...”, p. 162-164.
16 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Pacificación en metálico
Hasta aquí hemos visto, a grandes rasgos, los esfuerzos que hicieron los
gobiernos posrevolucionarios para disminuir los efectivos de un ejérci-
to gigantesco. También hemos visto cómo los conflictos sociales y polí-
ticos dificultaban ese fin, tanto así que en determinado momento se tuvo
que ir en sentido contrario: aumentar los efectivos, aunque de manera
Álvaro Matute, Historia de la Revolución mexicana, 1917-1924. V. 8. La carrera del caudi-
llo, México, El Colegio de México, 1983, p. 143-146; Pedro Castro, Adolfo de la Huerta. La inte-
gridad como arma de la Revolución, México, Siglo XXI, 1998, p. 52-54; Edwin Lieuwen, Mexican
militarism..., p. 62.
10
Romana Falcón, Revolución y caciquismo. San Luis Potosí, 1910-1938, México, El Cole-
gio de México, 1984, p. 175-184.
18 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
11
Luis Ramírez Fentanes, “Breves notas acerca de una posible distribución de labores
en nuestras oficinas militares”, Revista del Ejército y de la Marina, diciembre de 1927, p. 908.
12
“Proyecto de Ley del Ejecutivo”, Diario de los Debates 1875-1997, 6 de julio de 1917.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 19
13
Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de divi-
sión Joaquín Amaro, 1926-1927, p. 13.
14
naw-mid, rg 165, caja 2511, 16 de septiembre de 1927.
20 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
15
Excélsior, 17 de octubre de 1923.
16
Ibidem, 28 de julio de 1926 y 17 de noviembre de 1926.
17
Él mismo había creado, en 1932, la Comisión de Estudios Militares dependiente de la
Dirección de Educación Militar de la Secretaría de Guerra, de la cual él era su jefe y que creó
como un antecedente de ese Gran Estado Mayor. La jugada política de Amaro era que él
fuese nombrado jefe del Gran Estado Mayor y, así, regresar al candelero de las grandes deci-
siones castrenses, para dejar de estar sólo como encargado de la educación militar. Sin em-
bargo, ese puesto nunca fue creado y tal vez por eso hablaba con conocimiento de causa al
hacer esa confesión. Teniente coronel Marshburn, 5 de junio de 1936, mid, caja 686, 2025-
259/554.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 21
pero debe tomarse en cuenta que nosotros también tenemos todo eso
y que el solo defecto estriba en que, en lugar de fundirlos en un solo
organismo para que su acción se coordine y se oriente hacia un fin
común, los tenemos diseminados y cada uno tirando por su lado. Por
ejemplo, el actual Departamento de Estado Mayor efectúa muchos tra-
bajos que debían corresponder al Estado Mayor General, la Comisión
Técnica otro tanto... Si se le quitan al actual Departamento de Estado
Mayor muchas funciones que son de mera tramitación (y al Estado Ma-
yor General no le corresponden), si se funde a la Comisión Técnica, si
se le dota de una sección de Topografía Geodésica, se puede hacer el
Estado Mayor General.19
18
Sólo como ejemplo, de todo el personal que trabajaba en las oficinas de la Secreta-
ría de Guerra, en 1930, había 22 generales mientras que en el Estado Mayor Presidencial
únicamente había 6; en la primera había 281 coroneles y tenientes coroneles; en la segun-
da, 46. naw-mid, coronel Gordon Johnston, 19 de mayo de 1930, G-1, 2025-259.
19
Mayor Ricardo Calderón Arzamendi a Secretaría de Guerra, Santiago de Chile, 1 de
agosto de 1929, act-aja, serie 0304, inv. 243, exp. 13, f. 83.
20
Con información del Diario Oficial de la Federación, naw-mid, 2025-367, 25 de julio
de 1925.
21
Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de divi-
sión Joaquín Amaro, 1924-1925, p. 31.
22 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
22
El presidente era Abelardo Rodríguez y el secretario Pablo Quiroga. Capitán Robert
Cummings al Departamento de Estado, 23 de junio de 1933, naw-mid, G-1, 2025-259/391.
23
El Universal, 6 de marzo de 1933.
24
Tenía un jefe y un subjefe, ambos generales, Juan Jiménez Méndez y Manuel Enrí-
quez, respectivamente; el departamento tenía cuatro secciones, cada una dividida en cuatro
mesas. naw-mid, rg 165, caja 2511.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 23
25
Alicia Hernández Chávez, Historia de la Revolución mexicana 1934-1940. V. 16. La mecá-
nica cardenista, México, El Colegio de México, 1981, p. 44.
26
El Universal, 5 de diciembre de 1934.
27
Ibidem, 6 de marzo de 1933.
28
El presidente Rodríguez y su secretario de Guerra, Lázaro Cárdenas, habían empren-
dido un trabajo arduo: el desarme de los agraristas en varias entidades del país, sobre todo
en Veracruz, en donde era cacique máximo Adalberto Tejeda, serio aspirante a la presiden-
cia; de ahí la rapidez con la que actuó el gobierno. El otro frente consistió en mandar comi-
siones de ingenieros que fueran respetadas, para el deslinde de tierras. El propósito era una
distribución ejidal de parcelas individuales, ya que varios gobernadores habían promovido
un reparto colectivo con el fin de tener clientela política segura y cohesionada. En cambio, el
reparto individual lo daba el gobierno central y, por tanto, a éste le debían la lealtad política.
Excélsior, 23 de noviembre de 1932.
24 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
29
Excélsior, 10 de agosto de 1924.
30
El Universal, 11 de diciembre de 1924.
31
El general Marcelino Murrieta, director del Colegio Militar en 1921, hablaba de esa
improvisación de la que no escapó Amaro años después: “Nuestra rudimentaria adminis-
tración militar actual no satisface las necesidades que está destinada a cubrir, precisamente
por la falta de un personal idóneo, capaz de interpretar su misión y llevarla debidamente a
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 25
Obregón, más que decir una verdad revelaba una voluntad por actuar:
“Se procedió desde luego a cesar a todos los empleados civiles así como
a los militares con carácter asimilado”.32 En ella mentía al sonorense, no
con el deseo de hacerlo pues éste tenía los contactos suficientes en el
ejército para conocer lo que realmente pasaba. Un ejemplo de esa dura
y terca realidad: en el Departamento de Justicia, Archivo y Biblioteca,
que con mucho era la dependencia con más empleados civiles, de un
personal de 429 generales, jefes y oficiales, había 416 asimilados y sólo
13 eran militares efectivos.33 El Departamento de Cuenta y Administra-
ción era el segundo con más asimilados: de un total de 88 oficiales que
trabajaban ahí 55 eran asimilados.34 A pesar de estos datos, no logré
conocer con certeza el total de personal asimilado que existía en aquel
momento (julio de 1925) pues, aunque tengo el dato de 553 elementos
en todo el ejército, la cifra no es creíble, ya que todavía en 1927 se habla-
ba de cesar a todo ese personal; a pesar de que se había hecho una de-
puración dos años antes, se calculaba que existían aún 700 asimilados
en todo el ejército.35 En 1931 se dio otra disposición que cesaba a todo el
personal asimilado.36 A pesar de estos esfuerzos la situación persistió,
pues una urgencia política no podía subsanar toda la mecánica, los en-
granajes internos que hacían funcionar a la secretaría y al propio ejérci-
to. Para cambiar las cosas se requerían tiempo y reformas, sobre todo en
la educación de jefes y oficiales y, en particular, la creación o las refor-
mas de distintas escuelas, entre ellas, la Médico Militar, la Militar de
Intendencia, la de Enlaces y Transmisiones y la Superior de Guerra,37
todas ellas creadas o reformadas en los primeros años de la década de
los treinta bajo el auspicio de Amaro, como director general de Educa-
ción Militar de la Secretaría de Guerra.
cabo. Los ensayos hechos en otras épocas no han prosperado, porque no se ha procedido
con método y orden y se ha pretendido improvisar oficiales de administración militar con
personal civil, desconocedor del medio o ignorante de los principios elementales del arte a
que se destinaban”. Revista del Ejército y de la Marina, febrero de 1921, p. 291.
32
Amaro a Obregón, 31 de enero de 1925, act-aja, serie 0303, “Correspondencia con
generales”, leg. 16, en proceso de catalogación, f. 12-15.
33
El propio jefe del departamento, el general y licenciado David Carrillo, era también
asimilado. De este personal, no todos laboraban en la capital del país ya que incluía a tribu-
nales y cárceles militares en los estados. David Carrillo a Amaro, act-aja, 6 de febrero de
1925, serie 0301, exp. 24, f. 49-60. Para julio de ese año se mantenían cifras similares: 367 asi-
milados y 12 militares regulares. Ninguna de estas cantidades incluye clases y tropa. 25 de
julio de 1925, mid, 2025-367/4.
34
Informe de la Oficina del Agregado Militar, 25 de julio de 1925, mid, 2025-367/4.
35
Excélsior, 16 de diciembre de 1927.
36
Ibidem, 7 de julio de 1931.
37
Luis Alamillo Flores, Memorias. Luchadores ignorados al lado de los grandes jefes de la Re-
volución mexicana, México, Extemporáneos, 1976, p. 421-425.
26 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Hemos visto, muy a nuestro pesar, que la referida orden sólo fue para
los de abajo, para los que no hemos tenido quien interponga sus influen-
cias, pues en la mayor parte de los departamentos de esa repetida Sría.
ha quedado mucho elemento civil y con altos grados y con carácter de
asimilados... Esta línea de conducta nos deja entender que ni hay mora-
lización, y que sólo fuimos víctimas unos cuantos, quizá los más necesi-
tados, Sr. Gral. que la ley sea pareja para todos, que no venga a nuestra
mente aquel viejo refrán, “el hilo se revienta por lo más delgado”.38
38
Robles y otros a Amaro, 23 enero 1925, aja, serie 0301, exp. 55, f. 23. Ante esta queja,
que seguramente no fue la única, Amaro ordenó hacer listas de asimilados que continua-
ban con labores dentro de la secretaría, pero sólo encontramos la del Departamento de
Justicia, f. 24.
39
Trabajaba en la Sección de Archivo del Departamento de Justicia. Excélsior, 9 de sep-
tiembre de 1925.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 27
40
Samuel Laguna a Amaro, carta sin fecha; en ella, aparte del tono general acusatorio,
denunciaba a Juan Vázquez “quien conoce perfectamente el archivo del departamento”.
act-aja, serie 0301, inv. 158, exp. 40, f. 1019-1021.
41
Los pagadores eran civiles pero eran empleados de la Secretaría de Hacienda, comi-
sionados en la de Guerra para esa función. En 1933, al crearse la dirección de intendencia, se
comenzó a sustituir a ese personal por militares efectivos. Robert Cummings, 17 de febrero
de 1933, mid, 2025-259/350.
42
Eugenio Martínez, jefe de Operaciones en el Valle de México, a Amaro, 19 de diciem-
bre de 1924, act-aja, serie 0301, inv. 186, exp. 68, f. 8-10.
28 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Caballería
Esta arma era la más importante del ejército que surgió de la Revolu-
ción. Las grandes batallas, sobre todo entre villistas y carrancistas, las
protagonizaron los dragones. Las grandes figuras políticas habían sur-
43
El sueldo anual entonces era de $19 764.00 ($9 882.00 usd). El del subsecretario,
$16 470.00 ($8 235.00 usd). Sin embargo, un general de división ganaba $13 176.00; en otras
palabras, el ministro sólo ganaba $6 588.00 más por ocupar ese cargo. Informe del mayor
Harold Thompson, 28 de febrero de 1928, mid, 2025-374/6.
44
A los $1 642.00 del sueldo se sumaban: $2 000.00 de gastos de representación; $3 000.00
de gastos de representación como director e inspector de las operaciones en el Valle de
México; $5 000.00 de gastos extraordinarios por el mismo concepto; $2 000.00 de forraje para
los caballos de su propiedad, además de una partida de “gastos imprevistos” que general-
mente no se comprobaban, usada para pagar el forraje de 49 caballos de los oficiales de su
estado mayor: $20 000.00 en total. Esta última cantidad no la incluyo porque supuestamente
era para elementos de su Estado Mayor. Contralor a Amaro, 11 de febrero de 1931, aja, serie
0307, inv. 297, exp. 9, leg. 14, f. 1002.
45
Dentro de estas disposiciones también se bajaron los pagos extras, pues los gastos de
representación bajaron un 50%. Excélsior, 20 de julio de 1931.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 29
46
Del escalafón publicado en 1932 pongo los nombres de generales procedentes de
caballería más relevantes en la milicia, y algunos, en la política. Divisionarios: Miguel M.
Acosta Guajardo, Joaquín Amaro Domínguez, Juan Andreu Almazán, Plutarco Elías Ca-
lles, Lázaro Cárdenas del Río (licencia ilimitada), Jesús Agustín Castro Rivera, Saturnino
Cedillo, Francisco Cossío Robelo, Genovevo de la O. Jiménez, Heriberto Jara Corona, Ana-
cleto López Morales, Manuel Medinaveitia Esquivel, Gildardo Magaña Cerda, Eulogio
Ortiz Reyes, Rodrigo Quevedo Moreno. Generales de brigada: Rafael Aguirre Manjarrez,
Manuel y Maximino Ávila Camacho, Donato Bravo Izquierdo, Jaime Carrillo, Abundio
Gómez, Anacleto Guerrero, Juan Jiménez Méndez, Benacio López Padilla, José Inocente
Lugo Gómez, Anselmo Macías Valenzuela, José Mijares Palencia, Francisco J. Múgica Ve-
lázquez, Lorenzo Muñoz Merino, Pánfilo Natera García, Enrique Osornio Martínez del
Río, Evaristo Pérez Rendón, Pilar Ramos Sánchez, Carlos Real Félix, Juan José Ríos y Ríos,
Genovevo Rivas Guillén, Espiridión Rodríguez Escobar, Juan Soto Lara, José Siurob Ramí-
rez, Juan Torres Sánchez, Fortunato Zuazúa Zertuche. Brigadieres: Francisco J. Aguilar Gon-
zález, Antonio Armenta Rosas, Alberto Bérber Flores, Arturo Campillo Seyde, Pascual Cor-
nejo Braun, José Cortés Ortiz, Rafael Cházaro Pérez, Enrique Espejel Chavarría, Tito Ferrer y
Tovar, Jesús Fuentes Dávila, Raúl Gárate Leglen, Mariano Garay Olguín, Antonio Gómez
Velasco, Arnulfo González Medina, Luis González Tijerina, Jesús Gutiérrez Cázares, Lindo-
ro Hernández Aldrete, Tirso Hernández García, Miguel Henríquez Guzmán, Félix Ireta Vi-
veros, Samuel Kelly Cano, José Lacarra Rico, Miguel Z. Martínez Rodríguez, Miguel Moli-
nar Simondi, Manuel Montalvo Alonso, Agustín Mustieles Medel, Ignacio Otero Pablos,
Pedro Piza Martínez, Arturo Ponce de León Díaz, Jesús Jaime Quiñones, Francisco Saave-
dra Brito, Bonifacio Salinas Leal, Salvador Sánchez y Sánchez, Adolfo Soto Quiñones, José
Suástegui Ramírez, José Tafoya Caballero, Elpidio Velázquez de Alva, Andrés Zarzoza
Verástegui, Alberto Zuno Hernández. Secretaría de Guerra y Marina, Escalafón general del
ejército...
30 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
47
La hoja de servicios de Abelardo Rodríguez Luján se encuentra en Diario de los Deba-
tes del Senado, 22 de noviembre de 1923. No era infrecuente que, cuando menos en el medio
castrense, el apellido materno fuese utilizado como una inicial, a la manera del middle name
norteamericano, de ahí la L en el nombre de Abelardo L. Rodríguez.
48
Comprendo que esos orígenes no determinan la importancia dada a una determina-
da arma del ejército en demérito de otras, pero sí influyen. Recordemos que ni Carranza ni
Adolfo de la Huerta tenían grados militares. Rodríguez inició su carrera como teniente en el
4º batallón de Sonora, a las órdenes del coronel Francisco R. Manzo, en 1913; en 1916 fue jefe
interino de la segunda brigada de infantería; al disolverse ésta, el coronel Abelardo Rodrí-
guez fue nombrado jefe del 53º batallón de infantería, cuerpo del que fue comandante hasta
1920, cuando fue ascendido a brigadier. Roberto Quirós Martínez, Vida y obra de Abelardo L.
Rodríguez hasta 1934, México, [s. e.], 1934, p. 44-70.
49
En ese año había 70 regimientos, con 340 hombres y 33 jefes y oficiales cada uno. La ca-
ballería tenía 22 690 máuser de 7 mm, 7 814 carabinas Remington, 5 648 carabinas Winchester,
9 518 sables modelo alemán y 6 135 modelo francés. Tenían 7 895 450 cartuchos máuser y
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 31
1 898 655 Winchester. Informe “El ejército mexicano”, coronel Gordon Johnston, 1 de febrero
de 1930, mid 2025-485/4.
50
Para datos de 1920: Jesús de León Toral et al., El ejército y fuerza aérea..., v. 2, p. 432,
450; informes de gobierno de Álvaro Obregón, primero de septiembre de 1922, 1923 y 1924;
Informe de Calles, Diario de los Debates del Senado, septiembre de 1925.
51
Jean Meyer, La Cristiada, v. 1, México, Siglo xxi, 1994, p. 148. A principios de año se
decía que ya se habían formado dos nuevos regimientos, el 82 y 83, que sustituían a los que
se habían mandado a Sonora para combatir a los yaquis. Excélsior, 8 de enero de 1927.
52
En octubre de 1926 se crearon dos regimientos regionales en Sonora y se fundaron
dos criaderos de ganado, el primero en Santa Lucía, Durango, y el segundo en Santa Gertru-
dis, Chihuahua. En 1927 se formaron los siguientes regimientos: 82º en la capital del país,
83º en Torreón, 84º en Zacatecas, 85º en Acámbaro, 86º y 87º en Puebla, 88º en Morelia, 89º en
Saltillo y el 90º en Tuxpan, Jalisco. Memoria presentada al H. Congreso..., 1926-1927, p. 74; ma-
yor Harold Thompson, 9 de agosto de 1927, mid, 2025-293/154.
53
Coronel Gordon Johnston, 16 de abril de 1930, mid, 2025-293/189. Johnston, 17 de
abril de 1931, mid, 2025-259/248.
32 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
54
Coronel Gordon Johnston, 20 de abril de 1931, mid, 2025-259/248.
55
Capitán Robert Cummings, 7 de febrero de 1933, mid, 2025-259/346.
56
Jalisco tenía siete regimientos y disminuyó a cuatro; el Distrito Federal, de cuatro a
uno; Michoacán de siete a cuatro; Veracruz, de diez a sólo cuatro regimientos. Capitán Ro-
bert Cummings, 10 de marzo de 1933, mid, 2025-259/357.
57
Cuatro años antes se había ordenado exactamente lo mismo. Excélsior, 6 de septiem-
bre de 1929. En 1927 el general de brigada Claudio Fox, jefe de operaciones militares en
Guerrero, aunque sabía de esa disposición y de que el general de brigada Adrián Castrejón
iba a dejar el mando del 80º regimiento para dedicarse a asuntos políticos, sugería a Amaro
que le diesen el mando de esa corporación y él prepararía un jefe para ésta, el cual estaría
muy agradecido por la distinción y así no existiría el peligro de alguna deslealtad; con un
cierto dejo de amargura, Fox comentaba: “Creo por demás hacer mención de los diferentes
Jefes de Operaciones que tienen mando de Cuerpo, porque ignoro los motivos o circunstan-
cias que en ellos concurran para ser acreedores a esa gracia”. Amaro le respondió que el 80º
no era posible mandárselo pues sería destinado a Jalisco, pero le mandaría el 65, cuyo jefe
era el coronel Lacarra. De esa forma, Amaro únicamente sustituyó un regimiento por otro,
aprovechó para quitarle el mando a un general de brigada y Fox, que quería lo mismo que
tenía Castrejón, se quedó con un palmo de narices al mandarle un regimiento, pero con un
comandante previamente designado (aunque dicho cuerpo dependería de la jefatura de ope-
raciones en Guerrero), 28 de junio y 9 de julio de 1927, act-aja, serie 0301, inv. 159, exp. 41,
f. 160-161.
58
Mayor Marshburn, 11 de enero de 1934, mid, 2025-259/428. Este cambio no incidió
mucho en el número de los efectivos totales de caballería; después de la reforma hubo 111
menos, entre jefes y oficiales, y 548 de tropa; en enero de 1933 había 20 116 elementos de
tropa de caballería y en marzo de ese año 19 568.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 33
59
22 de noviembre de 1922, mid, 2025-294/423.
60
Capitán Robert Cummings, 13 de junio de 1930, mid, 2025-259/213.
61
Teniente coronel Marshburn, 1 de octubre de 1937, mid, caja 686, 2025-259/615.
62
Fox compró en Texas 1 676 caballos y 295 mulas, por los cuales pagó $101 432.00
usd. Por su parte, el jefe de Estado Mayor de Amaro, Jaime Carrillo, compró también en
Texas 1 231 caballos y 1 498 mulas, a $163 391.00 usd. Carrillo a Amaro, 21 de abril de 1926,
act-aja, serie 0301, inv. 143, exp. 25, f. 58-59.
34 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
63
Amaro al teniente coronel Manuel Guerrero, en Nuevo Laredo, 29 de julio de 1925,
act-aja, serie 0302, leg. 11, en proceso de catalogación, f. 736.
64
Entre ellos Amaro, Andrés Figueroa y Espinosa y Córdoba. Excélsior, 13 de agosto de
1926.
65
En 1927 dirigían esos criaderos los tenientes coroneles Tereso Salas y Manuel Guerrero.
Ibidem, 11 de junio de 1927.
66
Se compraron en España 18 sementales de raza andaluza. Excélsior, 29 de octubre de
1926.
67
Informe de la oficina del agregado militar, 16 de septiembre de 1927, mid, rg 165,
caja 2511.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 35
68
J. F. Aguilar, “La reorganización del ejército”, El Demócrata, 9 de agosto de 1925. La
conferencia de Álvarez, a la que se le dio gran relieve, fue impresa en El Universal, 12 de
mayo de 1925.
36 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
69
M. Ramos a Amaro, 19 de septiembre de 1927, act-aja, serie 0301, inv. 204, exp. 86,
f. 110-113.
70
En 1925 hacendados de Hidalgo se quejaban de esa falta de pago. No sólo se pedían
pasturas a haciendas, también a ranchos y pequeños predios urbanos. Excélsior, 17 de marzo
de 1925.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 37
71
Capitán segundo Armando Barriguete, Roma, agosto de 1931. act-aja, serie 0304,
inv. 238, exp. 8, f. 82-91.
72
La prensa informaba que las autoridades militares estudiaban volver al sistema ante-
rior de 400 plazas, pues el nuevo hizo posible que muchos jefes que estaban en disponibili-
dad pudieran ser jefes de un regimiento. Excélsior, 29 de octubre de 1932.
73
Ex capitán de caballería Juan Sánchez Montalvo, “Algo más sobre la reorganización
de los cuerpos de caballería”, El Universal Gráfico, 22 de febrero de 1933.
74
El Universal, 6 de marzo de 1933.
38 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
75
Norman F. Dixon, Sobre la psicología de la incompetencia militar, Barcelona, Anagrama,
1991, p. 141-147.
76
En el discurso, el autor se ocupa extensamente de reseñar los hechos de la Gran Guerra
que, a su juicio, demostraban la enorme importancia de la caballería. Revista del Ejército y de
la Marina, enero-mayo de 1920, p. 24-31.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 39
77
Coronel de ingenieros Tomás Sánchez Hernández, Angers, Francia, 16 de marzo de
1931, act-aja, serie 0304, inv. 278, exp. 48, f. 422-489.
78
Idem.
40 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
79
Idem.
80
Palabras del secretario de la Defensa, julio de 1970, citado en José Luis Piñeyro, El
profesional ejército mexicano y la asistencia militar de Estados Unidos: 1965-1970, tesis de licencia-
tura en Relaciones Internacionales, El Colegio de México, 1976, p. 110.
81
Norman F. Dixon, Sobre la psicología..., p. 149.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 41
82
El Universal, 17 de septiembre de 1930.
83
Gilberto Limón llegó a ser secretario de la Defensa Nacional.
84
Mayor Thompson, 7 de septiembre de 1928, mid, 2025-293/186; Excélsior, 6 de sep-
tiembre de 1929; ibidem, 19 de septiembre de 1926 y 19 de abril de 1928; El Universal, 7 de
julio de 1930;
85
Blanca Torres, Historia de la Revolución mexicana 1940-1952. V. 19. México en la Segunda
Guerra Mundial, México, El Colegio de México, 1988, p. 138.
42 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Infantería
a formar dentro de las filas del ejército para la defensa e integridad del
territorio nacional”.90
El movimiento de Agua Prieta de 1920 resultó vencedor, entre otras
razones, por la alianza que logró con importantes facciones y grupos
armados anticarrancistas. Al incorporar a tantos grupos dentro del ejér-
cito, los sonorenses crearon un ejército de más de cien mil efectivos. Para
poder licenciar a una parte de éstos se crearon las colonias militares.
Tanto zapatistas como cedillistas conformaron las más importantes. En
su mayor parte eran soldados de infantería que combatían con tácticas
guerrilleras; en su mayoría eran campesinos y peones sin tierra que se
unieron a la Revolución. Como el soldado de infantería requiere menos
entrenamiento que el de caballería es más factible que aquél provenga
del campo, de una situación depauperada, mientras que éste de una
cultura ranchera. También por eso el soldado de infantería era más
proclive a crear lazos caciquiles con sus jefes. El caso de Cedillo es pa-
radigmático. Aunque éste era un general dentro del escalafón del ejér-
cito nacional, el control que ejercía en su región se basaba más en rela-
ciones clientelares que en un liderazgo castrense formal. De ahí que las
autoridades militares dejaran hacer y deshacer a Cedillo, siempre y
cuando les asegurara el control de una región de difícil acceso.
En el país existían grupos armados que no pertenecían al ejército,
eran mantenidos por gobiernos estatales, municipales o incluso por
corporaciones obreras y campesinas. En su mayoría, esos grupos eran
organizaciones de infantería. En el capítulo siguiente hablaremos más
extensamente sobre estas fuerzas. Los gobiernos posrevolucionarios,
ante la emergencia de un conflicto armado, usaban esas fuerzas: las
incorporaban momentáneamente dentro del ejército con la promesa de
darles tierras más adelante. Por esa razón no era necesario tener con-
tingentes de infantería tan numerosos, a pesar de ser el arma que más
bajas sufría. En 1921 el ejército tenía un total de 83 000 efectivos, de los
cuales 45 000 eran de caballería y 37 000 de infantería.91 Esta despropor-
ción se mantenía, entre otras razones, por cuestiones tácticas: en caso
de una rebelión era más fácil recurrir a unidades irregulares o, bien,
a la formación rápida de batallones regulares sin entrenamiento, pues
la tarea principal consistiría en vigilar poblaciones; aunque también,
según afirma Jean Meyer, en ocasiones los jefes militares ponían como
vanguardia a estas fuerzas y, así, formaban un escudo humano que
protegía al resto. Y es que muchos jefes y oficiales mexicanos sentían
90
Ibidem, p. 33.
91
Declaración del secretario de Guerra, Enrique Estrada, El Universal, 18 de marzo de
1921.
44 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
un gran desprecio por los agraristas, decían que eran cobardes e indis-
ciplinados. El mismo autor calcula que durante todo el conflicto criste-
ro (1926-1929) fueron movilizados entre 5 000 y 20 000 agraristas, la
mayoría de infantería.92 Con los acuerdos de paz y al lograr el ejército
sofocar la rebelión escobarista de 1929, muchas de estas fuerzas fueron
desarmadas ya que se convertían en factor de poder de gobernadores
o derivaban en bandas delictivas.
En la década de 1930, el país vivió por primera vez un largo perio-
do sin rebeliones ni guerra civil; a partir de ese momento las fuerzas
regulares de infantería comenzaron a equilibrarse con las de caballería,
y también el desarme de irregulares se convirtió en una política casi
permanente. Aunque como secretario de Guerra Lázaro Cárdenas se
encargó de llevarla a cabo, como presidente buscó integrar a los agra-
ristas en el ejército, como sus reservas; buscaba que dejaran de depen-
der de caciques, presidentes municipales, diputados, senadores o go-
bernadores para hacerlo directamente de la Secretaría de Guerra. Lo
anterior fue muy mal visto en el ejército pues se llegó a pensar, por el
ímpetu con que el presidente llevaba a cabo la reforma agraria, que
quería suplir al ejército con esas fuerzas campesinas.93
Volvamos al análisis del ejército regular: en el número de hombres
enlistados en la infantería, con respecto al de la caballería, hasta 1932
siempre llevó ventaja la segunda, pero a partir de febrero de ese año se
llegó a un empate con 22 000 por cada arma. En marzo se dio un ligero
aumento en la infantería: 22 410 contra 22 131. Para diciembre de 1935,
esa ligera ventaja se mantuvo.94 Hay que precisar que, a pesar de ser
más los hombres enlistados, el número de jefes y oficiales de caballería
era superior al de infantería: 3 385 contra 3 071 en marzo de 1932. Hacia
octubre de 1937, la infantería tenía 1 907 hombres más y, por el número
de efectivos, a partir de ese momento se convirtió en el arma más im-
portante del ejército mexicano.
92
Jean Meyer, La Cristiada, v. 1, p. 160; v. 3, p. 50-56.
93
Para tal fin se creó un nuevo departamento dentro de la secretaría: Departamento de
Reservas del Ejército, a partir del 1 de febrero de 1936. Se buscaba que sus elementos fuesen
campesinos que habían recibido tierras del gobierno. Se pretendía organizarlos en batallo-
nes y regimientos, con un coronel o general como jefe, y esas unidades dependerían de la
zona militar donde habitaban los ejidatarios. Como era difícil conformar esas unidades con
300 o 400 elementos, acababan por organizarse en unidades menores, compañías e incluso
pelotones. El responsable de la organización era el general Martín del Campo, 27 de octubre
de 1936, mid, caja 686, 2025-259/586.
94
Eran 22 588 de infantería, 21 519 de caballería; con respecto a jefes y oficiales, también
había un equilibrio, 661 contra 717 jefes de caballería, y 2 499 contra 2 570 oficiales, mid, 19
de diciembre de 1935, 2025-259/521; ibidem, 16 de febrero de 1932, 2025-259/277; ibidem, 4 de
marzo de 1932.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 45
95
Jesús de León Toral et al., El ejército y fuerza aérea, v. 2, p. 450.
96
“La reorganización del Ejército”, editorial de Excélsior, 14 de abril de 1921.
97
Memorándum de la División de Planes Militares, 28 de febrero de 1925, mid, caja
2510, G-2/242-9.
98
En palabras de Beristáin: “La sección es la unidad de maniobra de la infantería, es
decir, la que puede hacer concurrir hacia un mismo objetivo, varias unidades básicas de
combate o fracciones constituidas capaces de acción propia, atribuyéndoseles misiones dife-
rentes”. Táctica de infantería, p. 84. Informe, febrero de 1928, mid, caja 2511.
99
De éstos, en 1930 la infantería tenía 22 865, además de 1 862 rifles Enfield 7.65 mm,
1 215 Remington rusos y 818 carabinas Winchester; para los máuser, la infantería tenía 5 272 004
cartuchos; además contaban con ametralladoras: 92 Hotckins, 52 Colt y 48 Vickers. Informe
“El ejército mexicano”, coronel Gordon Johnston, 1 de febrero de 1930, mid 2025-485/4.
46 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
107
Revista del Ejército y de la Marina, enero de 1931.
108
En una disposición de 1934 podemos ver cómo la reorganización anterior no se ha-
bía llevado a cabo. M. B. Pattin, 25 de mayo de 1934, mid 2025-259/449.
109
Juan Beristáin, Táctica de infantería, p. 89.
48 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
110
Roberto Calvo Ramírez Treviño, La guerra de guerrillas, México, [s. e.], 1966, p. 23.
Aunque este texto es muy posterior al periodo aquí tratado, creo que refleja posturas y pre-
ocupaciones de antaño y que en la década de 1960 cobraron gran relevancia, pues efectiva-
mente comienzan a realizarse entrenamientos de este tipo. Este militar señala que “hasta
ahora, según tengo entendido, el estudio de la lucha guerrillera no se ha incluido en nues-
tras escuelas de formación ni en nuestros programas de instrucción... [Sería necesario] im-
partir en las escuelas de infantería y caballería del Colegio Militar un curso sobre la guerra
de guerrillas. El segundo sería, a nuestro juicio, iniciar también a los futuros oficiales de las
armas en el conocimiento teórico de operaciones de contraguerrilla... A medida que nuestra
Revolución avance y emancipe con la reforma agraria integral a nuestras grandes masas
campesinas... convendría impartir a nuestros ejidatarios y pequeños propietarios las nocio-
nes teóricas y prácticas de la guerra de guerrillas, a fin de que este gran sector social del
pueblo mexicano se encuentre capacitado para defender las regiones en las que vive y trabaja”.
Ibidem, p. 41-42.
111
Teniente coronel Gordon McCoy, 19 de diciembre de 1939, mid, 2025-635/3.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 49
112
Según un oficial del ejército mexicano había, entre generales, jefes, oficiales y tropa,
5 861 yaquis en servicio en varias unidades dentro y fuera del estado de Sonora; 3 983 juchi-
tecos en el Istmo de Tehuantepec; 979 chamulas en Chiapas; 432 mayas en Yucatán; 660 se-
rranos poblanos, 108 serranos oaxaqueños y 1 971 mixtecos en los estados de México y Que-
rétaro. R. Cummings, 20 de enero de 1933, mid, 2025-523/1.
113
Excélsior, 3 de junio de 1925.
114
Los oficiales acusados eran los capitanes Rodolfo Oriza, Secundino Campos, José
Barrientos, Isidoro López y Federico Anaya. El funcionario que envió Martínez fue el gene-
ral Ubaldo Garza. Amaro a Eugenio Martínez, jefe de operaciones militares en el Valle de
México, 31 de marzo de 1925, act-aja, serie 0301, inv. 186, exp. 68 f. s. n.
50 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
115
El jefe del batallón era el general Ascensión Escalante. Carolina Gómez, Pilar Rome-
ro y otras a Amaro, 6 de noviembre de 1925, act-aja, serie 0301, inv. 137, exp. 19, f. 219.
116
Excélsior, 12 de marzo de 1931.
117
En otra queja Juan Aguilar lo acusaba de haber pedido a cada uno de los empleados
$150.00 para una publicación, la cual nunca se hizo, y —razonaba— esos jefes no le iban a
dar de su sueldo, lo pedirían a los oficiales y éstos a su vez a la tropa. Aguilar decía que el
departamento era un nido de corrupción y se alegraba de que a Bravo Izquierdo lo hubieran
mandado como gobernador de Puebla. Juan Aguilar a Amaro, 1 de junio de 1927, act-aja,
serie 0301, inv. 137, exp. 19, f. 362.
118
El Universal, 7 de octubre de 1921.
119
Lo hizo el jefe de operaciones militares en la entidad, general Anatolio Ortega. Ibi-
dem, 20 de julio de 1923.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 51
Artillería
120
Excélsior, 1 de abril de 1930.
121
Fueron incorporados como batallones de zapadores, dependientes del Departamen-
to de Infantería, ya que no existía aún el arma de ingenieros. Coronel Alexander Macnab, 15
de noviembre de 1927, mid, 2025-259/121.
122
Por su parte, la caballería tenía 50 125 y la infantería 58 424. Edwin Lieuwen, Mexican
militarism..., p. 46.
123
Cifras de noviembre de ese año; la caballería tenía 36 000 y la infantería 25 000.
52 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
124
El Universal, 7 de agosto de 1922.
125
Ibidem, 27 de julio de 1922.
126
Sólo defeccionaron unas cuantas baterías que estaban en zonas donde dominaban
los rebeldes: Jalisco, Veracruz y Puebla. La costumbre mencionada ocasionaba que el total
de fuerzas de la jefatura de operaciones militares del Valle de México tuviera un alto por-
centaje de esta arma: por ejemplo, en 1926 había, entre oficiales y tropa, 4 536 de infantería,
3 960 de caballería y 1 706 de artillería. Davis, 4 de junio de 1926, mid, 2025-259/28.
127
Salvador Rangel Medina, “Pláticas de un soldado”, manuscrito.
128
Informe presidencial, Diario de los Debates del Senado, 1 de septiembre de 1924.
129
También variaba el armamento: el de campaña tenía cañones Chaumond-Mondra-
gón y Schneider-Canet, ambos de 80 mm, y el de montaña, Mondragón de 80 mm y Vickers
de 65 mm. El de campaña tenía 282 mulas y el de montaña 292. Informe, 1928, mid, caja 2511.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 53
Cuadro 1
Número de regimientos de artillería131
1921 8 0 8
1922 4 0 4
1924 5 1 6
1925 2 1 3
1926 3 1 4
1929 2 1 3
1931 1 1 2
1940 1 1 2
130
Las unidades de infantería y caballería usaban entre 15 y 60 mulas, mientras que las
unidades de artillería utilizaban entre 240 y 290. Tenían además 150 caballos para oficiales y
tropa. Cummings, 6 de junio de 1933, mid, 2025-259/386 y 394.
131
Únicamente se ponen los años en los que tengo datos de cambios en el número de
regimientos, aunque a partir de 1924 y hasta 1940 considero que los datos son correctos;
no pongo años anteriores a 1921 por no tener cifras. El Universal, 7 de agosto de 1922; In-
forme presidencial, Diario de los Debates del Senado, 1 de septiembre de 1924; E. Davis, 25
de mayo de 1926, mid 2025-259/9; Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secre-
tario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1924-1925, 1925-1926, 1926-1927 y 1927-
1928; Johnston, 10 de diciembre de 1929, mid 2025-259/186; Cummings, 26 de septiembre
de 1931, mid 2025-259/258.
132
E. Davis, 25 de mayo de 1926, mid 2025-259/9.
133
La baja y el alta de distintas corporaciones provocaba que personal de un arma pa-
sara a otra: en 1925, al desaparecer tres regimientos de campaña, 170 hombres pasaron a
servir en infantería y 2 113 a caballería. Al año siguiente, para formar de nuevo un 3º regi-
miento de artillería de campaña se utilizaron soldados de caballería. Se tenía planeado
formar un 4º regimiento debido a los conflictos en Sonora y en el occidente del país, pero
por motivos presupuestales esto nunca se realizó. En 1928, en los cuatro regimientos servían
17 jefes, 151 oficiales, 1 774 individuos de tropa, 496 caballos y 1 041 acémilas. Memorias pre-
sentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro,
1924-1925, 1925-1926, 1926-1927 y 1927-1928.
54 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
134
Quedaron, entonces, dos de campaña y uno de montaña, con un total de 1 608, entre
oficiales y tropa. Johnston, 10 de diciembre de 1929, mid, 2025-259/186. La prensa informa-
ba la revista de baja del 3º regimiento de artillería de campaña con 434 plazas, que comanda-
ba el general Manuel Ballesteros. La Prensa, 2 de noviembre de 1929. En julio de 1931 pasó
revista de baja el 2º regimiento de artillería de campaña, Cummings, 26 de septiembre de
1931, mid 2025-259/258.
135
Informe “La concentración de artillería”, Santiago de Chile, 31 de diciembre de 1929,
mayor Ricardo Calderón Arzamendi, agregado militar en Santiago de Chile, act-aja, serie
0304, inv. 243, exp. 13, f. 91-112.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 55
reparar.136 Por todo esto, la artillería tenía más personal en otras comi-
siones que en el servicio de su arma, lo cual era natural por las pocas
unidades de que se componía. En los dos regimientos servía, entre
jefes y oficiales, el 30% del total de los militares de esa rama. En cam-
bio, el 70% estaba en otras comisiones o a la espera de órdenes. Si lo
comparamos con otras armas con más unidades, estos porcentajes se
invierten. La infantería utilizaba en batallones al 60% de su oficialidad
y en otras tareas al 40%. La caballería tenía en los regimientos el 70% y
en otras comisiones el 30%.137 Lo anticuado del armamento y la cons-
tante disminución de unidades de artillería hacía poco atractivo el
mando de tropa; de ahí que una parte importante de su personal estu-
viera comisionado, entre otras, en la Comisión de Estudios Militares
de la secretaría, como profesores en el Colegio Militar o en la Escuela
Superior de Guerra, en el Departamento de Ingenieros, en el Estado
Mayor de la Secretaría de Guerra, en Establecimientos Fabriles o en la
Fundición Nacional de Artillería.138
El estado del armamento como síntoma de ese olvido es evidente.
En 1924 varios oficiales se quejaban de que toda la artillería de campaña
era la misma desde hacía muchos años, “sin que se haya prestado la más
ligera atención a los cañones para que puedan seguir prestando sus
servicios en buenas condiciones”; el secretario Serrano prometió resol-
ver el asunto.139 Al año siguiente el ingeniero militar Andrés Ortiz co-
mentaba “que la gran mayoría está totalmente inservible”; recordaba
que hacía veinte años los cañones Saint Chaumond-Mondragón llegaron
al país; a cada boca de fuego se le abrió “su historia”, que era el expe-
diente que indicaba los cuerpos donde había servido, los disparos he-
chos con granada, con cartucho y con salva, ya que los cañones eran de
acero templado y el metal se doblegaba insensiblemente en cada dispa-
ro hasta que no podía resistir más y, entonces, como se había visto mu-
chas veces en la capital, los cañones reventaban totalmente destrozados;
136
Por ejemplo, el 20 de mayo de 1926, el Departamento de Artillería fijó la dotación de
cartuchos que debía tener cada batallón de infantería y regimiento de artillería: 92 800 para
los primeros y 67 400 para los segundos. Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el
secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1925-1926, p. 63.
137
Estos datos son de noviembre de 1932: los jefes y oficiales de artillería en servicio
eran 85; en otras comisiones, 190; a la espera de órdenes, 11; y bajo proceso o sentenciados, 7.
El total de la tropa del arma de artillería era de 850. Por desgracia, el informe sobre caballe-
ría e infantería no desglosa los que estaban en otras comisiones o esperando órdenes. La in-
fantería tenía 3 045 jefes y oficiales; de ellos, en servicio del arma había 1 812; en otras comi-
siones o esperando órdenes, 1 233; la tropa ascendía a 21 000. La caballería tenía 3 326 jefes y
oficiales; en servicio, 2 360; en otras comisiones, 966; la tropa: 18 645. Cummings, 11 de
noviembre de 1932, 2025-259/327 y 330.
138
Así lo informaba el mayor Marshburn, 17 de enero de 1934, mid, 2025-259/433.
139
Los oficiales no quisieron dar sus nombres. Excélsior, 29 de agosto de 1924.
56 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Tal vez las duras expresiones de Ortiz tenían una intención que iba
más allá de mejorar las piezas de artillería. En ese momento en el ejér-
cito se discutía la pertinencia de utilizar un cañón fabricado e ideado
por uno de los más destacados generales revolucionarios, Arnulfo R.
Gómez, militar hecho y ascendido al calor de la pólvora; seguramente
era visto como intruso en algo que no le competía y de lo que finalmen-
te sabía poco. Este militar presentó el prototipo de un cañón al que
llamó, previsiblemente, cañón Gómez. El ingeniero Fausto Becerril pre-
sentó un estudio técnico sobre dicha arma en el que comenzaba por
recordar la historia de los cañones traídos y utilizados en nuestro país.
Decía que un grupo de técnicos franceses de artillería, tras ocho años
de estudios y pruebas, en 1897 fabricaron el modelo Saint Claire Devi-
lle, que hasta 1914 fue de uso reglamentario en el ejército francés; sin
embargo, al iniciar la Gran Guerra se dieron cuenta que ese modelo no
servía y fue sustituido por uno Krupp de diseño alemán. Lo anterior le
costó a Francia varios millones de francos y años de estudios y pruebas.
“Los modelos del cañón Gómez han costado algunos miles de pesos,
pero si se establece su eficacia, el dinero estará bien empleado”. A pesar
de reconocer la originalidad del diseño, el ingeniero destacaba que “tal
como está organizado, presenta graves defectos”.141 Sin duda que la
comparación con el caso francés resultaba devastadora para el general
revolucionario metido a inventor. El ejército continuó con el uso de los
viejos modelos franceses, mismos que Francia había desechado diez
años atrás. Durante la rebelión escobarista de 1929, los regimientos de
artillería ni siquiera tenían su equipo completo y mucho menos en buen
Fausto Becerril a Amaro, 23 de septiembre de 1925, act-aja, serie 0301, inv. 173,
141
Aviación
142
Tomás Sánchez Hernández al jefe del Departamento de Artillería, 31 de julio de
1929, act-aja, serie 0304, inv. 278, exp. 48, f. 16-38.
143
En 1931, el regimiento de montaña cambió los Vickers de 75 mm antiguos por caño-
nes Mondragón de 70 mm, que ya habían sido rechazados por obsoletos pero fueron repa-
rados “y ahora funcionan muy bien”. El regimiento de campaña continuó con los Chau-
mond-Mondragón de 75 mm, comprados en París en 1907. Cummings, 26 de septiembre de
1931, mid, 2025-259/258.
144
Estas cifras son reveladoras del desprecio que tenían las autoridades por la artillería.
Pero también hay que indicar que una parte importante de estas piezas eran ya inservibles,
por los años de servicio que habían dado; por ejemplo, en 1934 había en bodegas 21 cañones
Krupp de 75 mm de la época de Díaz; lo mismo los St. Chamound-Mondragón, de los cuales
había 5, y de los morteros Mondragón, 22. Sólo los Vickers de 75 mm tenían un número muy
reducido embodegado, 8 más 6 que estaban en reparación. Tres años después el mismo mate-
rial seguía en bodegas. mid caja 2514, 2025-G-36/17, octubre de 1934. Ibidem, 2724-G-56/18.
145
El decreto está fechado en Veracruz el 5 de febrero de 1915, pero surtió efecto hasta
noviembre de ese año, cuando los constitucionalistas ya eran dueños de la capital del país.
Isaac Díaz Araiza, “Cuando a México le nacieron alas”, Hoy, 18 de noviembre de 1939.
58 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
se compró el primer avión para uso militar en México. Santarini era ex-
perto en los motores italianos Anzani que eran usados en esa fábrica; fue
instructor de vuelo en la Escuela Militar de Aviación hasta 1920, año en
que fue despedido junto con el mayor Salinas. En la época carrancista
también fueron instructores y pilotos el rumano Jorge Puflea y el italiano
Leonardo Boni. La mayor parte de los pilotos mexicanos estudiaron en
Nueva York; el primer piloto graduado en México fue Samuel Rojas Ras-
so, quien piloteó en 1918 el primer avión construido totalmente en Méxi-
co, con motor bautizado con el nombre “Aztatl” y hélice “Anáhuac”.146
Esta rama del ejército fue creada durante la fase armada de la Revo-
lución. Por esa razón y por la novedad que representaba tuvo desde sus
primeros años una imagen de aventura romántica, de gran impacto y
prestigio en la sociedad y en las fuerzas armadas. Llegaba a pesar más
esa imagen aventurera que la de una cuidadosa preparación de sus pilo-
tos; tampoco había un proyecto realista y a largo plazo para crear una
auténtica fuerza aérea y no simplemente una serie de aviones organiza-
dos en “escuadras”, que en varias ocasiones no pasaban de cuatro apa-
ratos. El impulso para crearla fue más el esfuerzo personal del mayor
Alberto Salinas; cuando éste dejó el puesto, varios de sus directores ac-
tuaron también más por cuestiones personales y menos con base en una
estructura sólida y planificada que respaldara al personal y al equipo.
El propio Salinas, en extenso informe al presidente Calles, recorda-
ba esa característica y el desinterés de las autoridades:
146
El primer avión que fue usado en México con fines militares fue un Moran-Saulnier
con motor Anzani. Los pilotos que estudiaron en la “International Moissant” de Long Is-
land, Nueva York, fueron el propio Alberto Salinas, su hermano Gustavo Salinas Carranza,
Juan Pablo y Eduardo Aldasoro y Horacio Ruiz. El primer avión hecho en México, con fines
militares, fue diseñado y construido por el teniente ingeniero Juan Guillermo Villasana, con-
siderado el iniciador de la aviación civil en México. Idem.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 59
147
Alberto Salinas Carranza a Calles, San Antonio, Texas, 15 de mayo de 1926, ahjc,
caja 19, exp. 903, f. 11696-11726.
60 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
148
Idem.
149
El Universal, 1 de abril de 1921.
150
Se compraron once aviones Havilland y cuatro Lincoln. Enrique Plasencia de la
Parra, Personajes y escenarios de la rebelión delahuertista 1923-1924, México, Universidad Na-
cional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas/Miguel Ángel Porrúa,
1998, p. 248.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 61
151
Entre ellos el propio O’Neill y los comandantes Pablo Sidar, Rodolfo Fierro, Guillermo
Ponce de León, Samuel Rojas. Excélsior, 30 de marzo de 1924.
152
Salinas a Calles, 15 de mayo de 1926, ahjc, caja 19, exp. 903.
153
Declaración de un oficial que no dio su nombre. Excélsior, 6 de diciembre de 1925.
62 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
154
En 1923, uno de ellos falleció cuando realizaba una prueba sin permiso. Se trataba
del teniente Ramón Alcalá, quien había sido el único de cuatro aviadores que logró hacer el
viaje de la ciudad de México a Guadalajara. La prueba en donde perdió la vida fue en la que
hacía unas piruetas en la fiesta de la señorita Beatriz Tamayo, candidata a reina de la ciudad
de México; Salinas declaró que si los pilotos y cadetes reincidían serían dados de baja de la
escuela mas no del ejército por ser oficiales de éste; en otras palabras, perderían la oportuni-
dad de ser parte de la Fuerza Aérea. Ibidem, 13 y 14 de agosto de 1923.
155
Ibidem, 23 de octubre de 1925. Aunque la nota no registra los nombres, podría tratar-
se de socios comerciales de Salinas como eran los señores Ricardo Bravo, Ortiz Monasterio y
un ingeniero Aréchiga, quienes cobraban en el departamento y en la Escuela de Aviación.
También podría tratarse de un contratista, Claudio Cué, a quien Salinas usaba para comprar
material que desviaba para obras personales en Rancho Coapa y en la colonia Del Valle. Se
acusaba también a un señor Samuel Alexander de traficar con autos Gardner que el Depar-
tamento de Aeronáutica compraba a la National Auto Import, propiedad de Salinas; para
evitar presentar facturas con cantidades altas, que pudieran ser detectadas por la Contralo-
ría, los autos se compraban en partes; por ese hecho y por tratarse, al parecer, de material
antiguo se requerían nuevas refacciones que se compraban al señor Alexander, socio del
propio Gustavo Salinas. Carta con firma ilegible al general José Hurtado, jefe del Departa-
mento de Estado Mayor de la Secretaría de Guerra y presidente de la Comisión Inspectora
de Aviación, 7 de septiembre de 1925, act-aja, serie 0301, inv. 173, exp. 55, f. 190-191.
156
A la Escuela de Aviación de Brooks Field, Texas, se envió al mayor Alfredo Lezama
y a los capitanes Luis Farell y Eliseo Martín del Campo, Edward Davis, 23 de abril de 1926,
mid, caja 1026, 2657-G-36/23. Probablemente Alberto Salinas no estaba al tanto de ello, pues
en la misma época recomendaba a Calles mandar a cadetes mexicanos a Kelly Field y Brooks
Field, ahjc, caja 19, exp. 903.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 63
157
Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de divi-
sión Andrés Figueroa, 1934-1935, p. 46.
158
Miguel S. González a Amaro, 24 de febrero de 1926, act-aja, serie 0301, inv. 168,
exp. 50, f. 43-45.
64 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
159
Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de divi-
sión Joaquín Amaro, 1926-1927, p. 89.
160
Los aviones llegaron por barco a Veracruz y de ahí a la capital, donde fueron ensam-
blados en Balbuena. Thompson, 7 de abril de 1928, mid, caja 1027, 2257-G-58/17.
161
La fábrica de Tijuana se llamaba Compañía Constructora de Aviones de Tijuana,
fundada en noviembre de 1927, con un capital de $40 000.00. Su presidente era Flavio Rivera
y el principal accionista era Rodríguez. Al parecer los primeros diseños de aviones los hizo
un ingeniero norteamericano, William Waterhouse, y el propio Rivera. Tenía 12 mecánicos,
todos mexicanos, excepto un belga y un alemán. Thompson, 8 de abril de 1928, mid, caja
1472, 2537-143/1.
162
Los cuatro aviones entraron a Sonora y de ahí fueron usados por pilotos militares
para la campaña contra los cristeros. Excélsior, 28 de enero de 1928.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 65
163
Primero se dijo que la inversión que haría Rodríguez era de $3 000 000.00, después se
dijo que $1 000 000.00. Se comprometía a entregar 24 aviones el primer año, aunque antes se
había establecido como meta anual 50. Ibidem, 5, 16 de julio, 5, 26 de agosto, 15 de septiem-
bre y 25 de noviembre de 1928. Los motores eran de marca Wright, modelo Whirlwind,
Macnab, 15 de junio de 1928, mid, caja 1472, 15 de junio de 1928.
164
La opinión era del representante de una compañía de aviación en California, M. A.
Zúñiga, que comercializaba los motores Wright. Thompson, 15 de junio de 1928, mid, caja
1472, 2537-143/2.
165
La fábrica se llamaba Juan Azcárate S. en C., era la primera fábrica de aviones en
México y estaba en Balbuena, pero no en los talleres que ahí tenía la Secretaría de Guerra.
Excélsior, 24 de diciembre de 1929.
66 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
166
ahjc, caja 19, exp. 903.
167
Coronel James Reeves, 28 de febrero de 1925 y 4 de marzo de 1927, mid, caja 2510;
Johnston, 25 de julio de 1929, mid 2025-259/165.
168
Johnston, 31 de enero de 1930, mid, 2025-259/196.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 67
169
Excélsior, 24 de junio de 1930.
68 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
La última vez que Fierro fue jefe de la fuerza aérea solicitó al secre-
tario de la Defensa mayor autonomía: señalaba que la aviación militar
obtenía sólo el 4.3% del total de presupuesto para la secretaría, lo que
la dejaba imposibilitada para adquirir material aéreo
La preocupación profesional de los altos jefes del ejército, los lleva por
razón natural a inclinar su esfuerzo técnico y administrativo hacia las
fuerzas terrestres y abordar débilmente los problemas de la fuerza
aérea, por desconocerlos técnicamente, lo que pide un justo equilibrio
administrativo y funcional de las dos fuerzas armadas, que ocasiona,
además, un efecto negativo en la moral del personal componente de la
fuerza aérea mexicana.171
Ingenieros
170
Recorte, probablemente de Siempre!, en arfv. Las fechas de los hechos: circa 1935-
1936.
171
Fierro proponía elevar la fuerza aérea a nivel de subsecretaría, 19 de septiembre de
1959; en otra propuesta con la misma fecha, proponía que la Secretaría de la Defensa impor-
tase las refacciones directamente, sin intermediarios en la ciudad de México, y se ahorraría
mucho dinero; recordaba que los aviones tenían 17 años de servicio, y ya era un equipo des-
continuado. arfv.
172
Sánchez Lamego, conferencia en la Escuela Superior de Guerra, junio de 1936, act-
aja, serie 0501, exp. “Sánchez Lamego”, en proceso de catalogación.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 69
173
Mayor Ricardo Calderón Arzamendi, “Informe: Establecimiento Industrial de Inge-
nieros”, Madrid, 26 de noviembre de 1930, act-aja, serie 0304, inv. 243, exp. 13, f. 211-219.
174
Se trataba del Colegio Militar en Popotla; San Ildefonso, que en ese tiempo lo tenía el
ejército, después sería donado a la Universidad Nacional Autónoma de México; el cuartel de
San Diego; la cárcel de Santiago Tlatelolco, y el campo militar de Balbuena. Informe de Rafael
Aguirre Manjarrez, 9 de mayo de 1931, act-aja, serie 0301, inv. 123, exp. 5, f. 274-291.
175
Se creó por decreto presidencial, Diario Oficial de la Federación, 4 de marzo de 1933.
176
Lo formaban ocho coroneles, 15 tenientes coroneles, 15 mayores y cuatro capitanes.
Jesús de León Toral et al., El ejército y fuerza aérea..., v. 2, p. 425.
70 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
177
Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de divi-
sión Joaquín Amaro, 1924-1925, p. 30.
178
A. Macnab, 15 de noviembre de 1927, mid, 2025-259/121; Thompson, 5 de diciembre
de 1927, ibidem, 2025-259/124.
179
El 1º batallón de zapadores pasó a ser el 44º de infantería, cuerpo que había desapa-
recido, y no se había designado a otro batallón con ese número. Thompson, 22 de junio de
1928, mid 2025-259/143.
180
La avenida se llamó Francisco Serrano, quien era secretario de Guerra. Excélsior, 4 de
octubre de 1923.
181
La avenida uniría a Texcoco con la ciudad de México. Ibidem, 1 de abril de 1930.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 71
182
Ibidem, 15 de octubre de 1930, 25 de marzo y 28 de diciembre de 1931; El Universal,
4 de abril de 1932.
183
Cummings, 7 de abril de 1933, mid, 2025-259/366. Los batallones 11º y 50º pasaron a
ser los batallones 1º y 2º de zapadores. Del 11º era jefe el coronel de ingenieros Manuel Cravio-
to, de ahí que se prefiriera transformar este batallón. Del 50º era jefe el coronel Encarnación
Alfaro, quien con ése y otros cuerpos ya tenía experiencia en trabajos de ese tipo; por tanto, ese
batallón seguramente estaba mejor preparado para desarrollar labores de zapadores.
184
Cummings, 18 de mayo de 1933, mid, 2025-259/383. El Universal, 23 de febrero de
1933. Marshburn, 16 de enero de 1933, ibidem, 2025-259/430.
185
El batallón estaba al mando del coronel ingeniero Ramiro Pérez Quintanilla. El Uni-
versal, 17 de octubre de 1933.
72 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Luis Potosí, pues parte de esa entidad también fue afectada por el me-
teoro. Más tarde se acusó a su jefe de despojar a damnificados de sus
terrenos, con la excusa de construir colonias modernas.186 Al año si-
guiente, el 1º batallón de zapadores estuvo en Manzanillo tres años para
realizar mejoras en ese puerto y otras instalaciones que tenía la marina.
El otro cuerpo tenía su sede permanente en la ciudad de México, en el
cuartel de La Piedad.
Pero hubo otra razón más poderosa, aunque coyuntural, para fo-
mentar el arma de ingenieros. En el estado de Veracruz preocupaba el
radicalismo del gobernador Adalberto Tejeda, quien incrementaba
el reparto agrario en ejidos colectivos; la base social que tenía era muy
grande y poderosa, ya que muchos de los agraristas que simpatizaban
con él estaban armados; además, Tejeda era un potencial candidato a
la presidencia en las elecciones de 1934. Por eso, el presidente Abelardo
Rodríguez decidió terminar con el problema del radicalismo veracru-
zano a través de dos vías: el desarme de los agraristas, consumado por
efectivos del ejército, y un reparto agrario rápido y efectivo que divi-
diera a la base social de Tejeda. El reparto seguía una política opuesta
a la de Tejeda: se repartirían parcelas individuales, lo cual servía para
desmantelar la mecánica de cooptación tejedista y abonaba para un
cambio de lealtades hacia el gobierno federal. Aquí también usó al ejér-
cito: ordenó que ingenieros militares, con una escolta adecuada, hicie-
ran el trabajo de deslinde de tierras para su posterior otorgamiento o
restitución.187 Tal vez como compensación a los militares que partici-
paron, Rodríguez creó el Departamento de Ingenieros.
Entre las funciones de ese departamento estaba el encargarse de los
dos batallones de zapadores; realizar estudios técnicos y servicios de
ingeniería; mantener el Parque de Ingenieros; construir y reparar forti-
ficaciones, cuarteles, barracas; dar mantenimiento a las comunicaciones
militares; además tenía un servicio de geografía. Desde mucho tiempo
atrás se reconocía la necesidad de contar con cartas geográficas que
contuvieran información necesaria para uso castrense y para las obras
públicas en el país. El ingeniero Valentín Gama recordaba que la Co-
misión Geográfico Exploradora, que funcionó durante el Porfiriato,
levantó cartas muy buenas, pero que representaban sólo el 20% del
territorio nacional; otras que se hicieron después no eran más que “ma-
pas escolares que sólo dan una vaga idea de la orografía y de la hidro-
grafía del país”. Por eso proponía repetir lo que se hizo en el pasado:
186
Se trataba del coronel Manuel Cravioto; se acusaba también al gobernador Ildefonso
Turrubiates así como al jefe de Operaciones Militares, general Francisco Carrera Torres.
Ibidem, 20 de septiembre y 12 de noviembre de 1933.
187
Excélsior, 23 de noviembre de 1932.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 73
188
Ingeniero Valentín Gama, “La carta general de la República”, El Universal, 6 de
febrero de 1933. .
189
Edmundo de la Portilla, “Militares y paisanos”, ibidem, 22 de febrero de 1933. Belo-
na, diosa romana de la guerra. La palabra beligerante proviene de este nombre
190
Narno Dorbecker, “La carta militar de la República”, ibidem, 23 de mayo de 1933.
74 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Hemos visto hasta ahora las armas que tenía el ejército. Nos faltaría por
ver la marina y los servicios de las fuerzas armadas, como justicia, sa-
nidad e intendencia militar, así como también la educación en el insti-
tuto armado. Ahora abordaremos un tema muy importante, que es la
manera en que se organizaba el ejército en el territorio nacional.
La propia dinámica de la Revolución hizo que se integraran gran-
des unidades en los ejércitos revolucionarios. El ejército constituciona-
lista que creó Carranza para combatir la usurpación de Huerta estaba
conformado por siete cuerpos de ejército, que ocupaban todo el terri-
torio nacional. En términos militares, los cuerpos de ejército son forma-
ciones muy numerosas que incluyen fuerzas de las cuatro armas entonces
existentes: infantería, caballería, artillería e ingenieros; son superiores a
las divisiones y brigadas.193 Al ser derrotado Huerta, la escisión del vi-
191
Amaro a Eulogio Ortiz, 18 de marzo de 1925, aja, serie 0301, inv. 195, exp. 77, f. 51.
192
Cummings, 7 de febrero y 6 de marzo de 1933, mid, 2025-259/345 y 351.
193
Se trataba de los siguientes cuerpos de ejército: del Noroeste, con fuerzas de las enti-
dades de Sonora, Chihuahua, Durango, Sinaloa y Baja California; del Noreste, en Coahuila,
Nuevo León y Tamaulipas; de Oriente, en Puebla, Tlaxcala y Veracruz; de Occidente, en Jalis-
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 75
co, Colima, Michoacán y Distrito Militar de Nayarit; del Centro, en Zacatecas, Aguascalien-
tes, San Luis Potosí, Guanajuato, Querétaro, Hidalgo y Estado de México; del Sur, en More-
los, Guerrero y Oaxaca; del Sureste, en Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas. Decreto del
Primer Jefe, 4 de julio de 1913, citado en Jesús de León Toral et al., El ejército y fuerza aérea...,
v. 2, p. 372. En octubre de ese año, Pancho Villa recibió el nombramiento de jefe de la Divi-
sión del Norte por parte de Carranza. En la práctica, la formación de Villa tenía igual o ma-
yor número de soldados que los cuerpos de ejército, pero no se le quiso dar esa categoría.
76 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
194
Otras jefaturas de Operaciones que se limitaban a un estado, aparte de las menciona-
das, eran Hidalgo, Guanajuato, Aguascalientes, Veracruz (excepto la Huasteca y región del
Istmo), Estado de México, Guerrero, Valle de México, Tabasco y las de los distritos Norte de
Baja California, Sur de Baja California y Territorio de Quintana Roo. Michoacán y Querétaro
formaban una sola jefatura lo mismo que Yucatán y Campeche. La Jefatura de Operaciones
de Chiapas comprendía también el Istmo de Tehuantepec. Informe, Diario de los Debates del
Senado, 1 septiembre de 1919; Álvaro Matute, Historia de la Revolución mexicana 1917-1924. V.
7. Las dificultades de un nuevo Estado, México, El Colegio de México, 1995, p. 263-264.
195
Como subsecretarios u oficiales mayores encargados del despacho de la Secretaría
de Guerra y Marina estuvieron los generales Jesús Agustín Castro, Juan José Ríos y Francisco
L. Urquizo.
196
Como jefe se nombró a Joaquín Amaro, en octubre de 1920. Al año siguiente, a esta
jefatura se le añadiría la franja norte de Tamaulipas. Martha Beatriz Loyo Camacho, Joaquín
Amaro y el proceso de institucionalización del ejército mexicano, 1917-1931, México, Fondo de
Cultura Económica, 2003, p. 68, 76.
197
Su jefe, Eugenio Martínez, 3 de septiembre de 1920, ahsdn-Cancelados, exp. xi-111-
1-222, f. 765.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 77
198
Acuerdo de 12 de enero de 1922, ahsdn-Cancelados, xi-111-1-75, f. 270.
199
La 1ª comprendía Sonora, Sinaloa, Nayarit, Baja California Norte y Sur; la 2ª, Chihua
hua, Durango y parte de Coahuila (Región Lagunera); la 3ª, parte de Coahuila, Nuevo León y
norte de Tamaulipas; la 4ª, San Luis Potosí; la 5ª, parte de Tampico; la 6ª, Jalisco, Guanajua-
to, Aguascalientes, Zacatecas, Colima y Michoacán; la 7ª, parte de Veracruz; la 8ª, Queréta-
ro; la 9ª, Hidalgo; la 10ª, parte del Estado de México; la 11ª, Distrito Federal y parte del Es-
tado de México; la 12ª, Puebla; la 13ª, Morelos; la 14ª, Guerrero; la 15ª, parte de Oaxaca; la
16ª, Istmo de Tehuantepec (parte de Oaxaca, Tabasco y Veracruz); la 17ª, parte de Tabasco;
la 18ª, Chiapas; la 19ª, Yucatán y Campeche; la 20ª, Territorio de Quintana Roo. 1 de julio de
1922, Revista del Ejército y de la Marina, julio de 1922, p. 918-921.
200
Decreto del 29 de enero de 1923, para surtir efecto el 1 de marzo, Revista del Ejército y
de la Marina, febrero de 1923, p. 196-201.
201
En esta nueva división había una jefatura por cada entidad y por cada territorio,
además de crearse unas regionales: la 8ª, que incluía el norte de Tamaulipas, las Huastecas
de San Luis y Veracruz; la 11ª, en el Istmo de Tehuantepec, con municipios de Veracruz y
Oaxaca; 25ª, La Laguna, con municipios de Coahuila y Durango.
78 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
202
En julio de 1926 ya aparece esta nueva Jefatura de Operaciones Militares. E. Davis,
4 de junio de 1926, naw-mid, 2025-259/28; Thompson, 16 de agosto de 1926, ibidem, 2025-
259/98.
203
Se creó el primero de octubre de 1924, con lo que, así, Guerrero tenía dos jefaturas:
la 21ª y la 37ª. Esta última incluía los antiguos distritos de Unión, Galeana, Tavares, Allen-
de y Abasolo, Revista del Ejército y de la Marina, octubre de 1924, p. 812; Memoria presentada
al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1924-
1925, p. 37.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 79
204
La 25ª tenía su cuartel en Torreón, que era por excelencia la capital de esa región. (Su
último jefe fue el general de brigada Pablo E. Macías.) La jefatura tenía parte de Coahuila y
de Durango. Al desaparecer, el territorio coahuilense pasó a formar parte de la 6ª Jefatura de
Operaciones Militares, que tenía su cuartel general en Saltillo, pero al fundirse ambas jefatu-
ras la 6ª cambió su cuartel a Torreón. Idem. En ese tiempo, para combatir la Cristiada se for-
maban en el norte del país nuevas corporaciones, sobre todo regimientos de caballería. Así
vemos cómo en 1926 la 13ª tenía dos regimientos y un batallón, la 24ª (Durango) tres regi-
mientos y un batallón. Un año después, la 6ª y la 24ª contaban, cada una, con seis regimien-
tos y un batallón. Ibidem, E. Davis, 4 de junio de 1926, 2025-259/28; Thompson, 8 de julio de
1927, ibidem, 2025-259/83.
205
Su último jefe fue el general de división Genovevo de la O. Revista del Ejército y de la
Marina, enero 1927, p. 79. El 17 de noviembre de ese año se revivió esa jefatura con el mismo
número; se argumentó que las actividades rebeldes y de bandidaje de la zona de Puebla ha-
cían muy difícil un control efectivo de ese territorio. Macnab, 29 de noviembre de 1927, mid,
2025-259/122. En marzo de 1928 volvió a ser suprimida.
206
Recordemos que habían desaparecido, además de la 37ª, la 8ª, 13ª, 25ª y 35ª, y que al
desaparecer se eliminaba también el número.
207
En mayo de 1929, el jefe de la 35ª jefatura era el general Saturnino Cedillo. Johnston,
20 de mayo de 1929, mid, 2025-259/149.
208
La información que se daba a la prensa era con frecuencia inexacta, sobre todo en
cuanto al número de efectivos. Un año antes, en alusión a la rebelión delahuertista, se decía:
“Habiendo desaparecido las causas por las que la guarnición del Valle de México fue aumen-
tada el año pasado hasta tenerse en disponibilidad 14 000 hombres de las tres armas, lo que
nunca se había visto, se ha dispuesto que algunas corporaciones de caballería e infantería
80 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
mero era Veracruz con 6 060; le seguía Puebla con 3 188 hombres.209
Poco antes del golpe sólo en Sonora había más soldados, con un total
de 13 057, mientras que la 1ª tenía 8 910 y Jalisco 5 778, situación que
reflejaba la coyuntura militar.210
Como cada jefatura tenía su cuartel general en una población im-
portante, esa población, debido a su relevancia, tenía también una “je-
fatura de guarnición de la plaza”. Por costumbre, el general que enca-
bezaba la 1ª también era jefe de la guarnición en la ciudad de México.
Por el contrario, en las demás jefaturas de Operaciones Militares, los
jefes de guarnición donde residía el cuartel general de la Jefatura de
Operaciones eran militares distintos. Un ejemplo: en la 18ª, en Jalisco,
el jefe de operaciones era el general Jesús M. Ferreira, con cuartel gene-
ral en Guadalajara. En esa ciudad, el jefe de guarnición era el general
Lorenzo Muñoz.211 Cada jefatura de guarnición tenía una dependencia
llamada Mayoría de Órdenes, al frente de la cual estaba un mayor, un
salgan a cubrir los destacamentos establecidos en los estados y territorios del país. Actual-
mente la 1ª Jefatura de Operaciones Militares, que comprende el Valle de México y algunas
regiones cercanas, cuenta con una guarnición de 4 700 hombres. Este número es ya el nor-
mal”. Excélsior, 1 de diciembre de 1925. Lo cierto es que esa cifra de cerca de 5 000 efectivos
sería normal hasta la década siguiente.
209
El desglose de estos datos, por corporaciones, es el siguiente: 1ª jefatura: nueve bata-
llones de infantería, nueve regimientos de caballería, cinco regimientos de artillería (todos
los regimientos de esta arma tenían su sede fija en el Distrito Federal), un cuerpo de guar-
dias presidenciales (el attaché no incluye la policía en este desglose); 10ª (Veracruz): cinco
batallones y ocho regimientos; 34ª (Puebla): dos batallones y cuatro regimientos. E. Davis, 4
de junio de 1926, ibidem, 2025-259/28. En cambio, a fines de 1935, con un país en relativa
calma, en la 1ª Zona Militar había cuatro batallones (uno de zapadores), dos regimientos de
caballería, dos regimientos de artillería, con un total de 4 800 efectivos. Marshburn, 9 de enero
de 1936, ibidem, 2025-259/523.
210
La 4ª jefatura (Sonora)tenía 16 batallones de infantería, diez regimientos de caballe-
ría, un regimiento de artillería y seis aviones; la 1ª: siete batallones, cinco regimientos, cuatro
regimientos de artillería y 36 aviones (no incluye policía y no desglosa las guardias presi-
denciales); Jalisco: cinco batallones y ocho regimientos; Veracruz: cuatro batallones y ocho
regimientos, con un total de 4 544 efectivos; Michoacán: tres batallones y cuatro regimientos,
3 385 hombres; Coahuila: un batallón y seis regimientos, 3 224 efectivos; Guanajuato: un ba-
tallón y cinco regimientos, 2 990 hombres; Chihuahua, dos batallones y cuatro regimientos,
2 763 efectivos; Guerrero, un batallón y cinco regimientos, 2 637 hombres en total; Durango:
un batallón y seis regimientos, 2 632 efectivos; Puebla, dos batallones y tres regimientos,
2 355 hombres. En los totales se incluyen fuerzas irregulares, aunque el informe aclara que
no se conoce su número con exactitud. Las demás jefaturas de Operaciones Militares no pa-
saban de 2 000 efectivos; el promedio era de 1 500 aunque había jefaturas, como Quintana
Roo, con 200 soldados. Un batallón tenía en promedio 500 efectivos y un regimiento 400.
Thompson, 8 de julio de 1927, ibidem, 2025-259/83.
211
O en la 5ª jefatura, Chihuahua, el jefe era el general Marcelo Caraveo, su cuartel ge-
neral estaba en la ciudad de Chihuahua, de cuya ciudad era jefe de guarnición el general
Andrés Zarzoza. Listas elaboradas por el Departamento de Estado Mayor de la Secretaría de
Guerra, 12 de enero de 1927, act-aja, serie 0302, leg. 21, f. 1479-1481.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 81
216
1ª Jefatura de Operaciones Militares, Valle de México; 2ª, Distrito Norte de Baja Cali-
fornia; 3ª, Distrito Sur de Baja California; 4ª, Sonora; 5ª, Chihuahua; 6ª, Nuevo León y Coahui-
la, cuartel en Monterrey; 7ª, Sinaloa; 8ª, Nayarit; 9ª, Jalisco; 10ª, Durango; 11ª, Zacatecas; 12ª,
San Luis Potosí; 13ª, Aguascalientes; 14ª, Guanajuato; 15ª, Querétaro; 16ª, Hidalgo; 17ª, Estado
de México; 18ª, Morelos; 19ª, Puebla y Tlaxcala; 20ª, Tamaulipas; 21ª, Huasteca; 22ª, Veracruz;
23ª, Colima; 24ª, Michoacán; 25ª, Guerrero; 26ª, Oaxaca; 27ª, Istmo; 28ª, Chiapas; 29ª, Tabasco; 30ª,
Yucatán y Campeche; 31ª, Quintana Roo; 32ª, Los Altos, cuartel en San Antonio, Jalisco (en
octubre esta jefatura fue suprimida y su territorio pasó a la 9ª). Matías Ramos, subsecretario,
12 de junio de 1929, act-aja, serie 0301, inv. 204, exp. 86, f. 151-157.
217
Esto fue en marzo de 1930; se estableció su cuartel en Torreón e incluía la Región
Lagunera y, por tanto, a municipalidades de Durango y Zacatecas. Se le dio el mando al ge-
neral Jesús García Gutiérrez, Johnston, 17 de marzo de 1930, mid, 2025-259/198.
218
El cuartel se estableció en la capital, Tlaxcala, decreto de 15 de octubre, Revista del
Ejército y de la Marina, octubre de 1931, p. 819.
219
http://es.wikipedia.org/wiki/Quintana_Roo; Memoria presentada al H. Congreso de
la Unión por el secretario del ramo, general de división Abelardo L. Rodríguez, 1931-1932, p. 11. Por
decreto presidencial del 16 de enero de 1935 se restableció el Territorio de Quintana Roo. A
pesar de ello, la zona militar de Yucatán siguió incluyendo Quintana Roo y Campeche. En
1936 se creó una nueva zona militar para este último estado (33ª), mientras que la 32ª siguió
incluyendo a Yucatán y Quintana Roo.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 83
cala, de ser la 33ª se convirtió en la 32ª; así se logró una lista de 32 jefa-
turas que iba de la 1ª a la 32ª.220 Todavía existían municipios cuya
jurisdicción política era diferente a la militar; distintos decretos corrigie-
ron esto. Por ejemplo, Yurécuaro, Michoacán, pertenecía a la Jefatura de
Operaciones de Jalisco; un decreto ordenaba que esa población pasara
a formar parte de la jefatura de Michoacán.221
En 1933 vino un cambio importante aunque sólo se refiera a la no-
menclatura. Por decreto presidencial desapareció el nombre de Jefatura
de Operaciones Militares y, a partir de ese momento, se llamaría Co-
mandancia de Zona Militar. A los militares que las encabezarían se les
llamaría comandantes en vez de jefes. Al parecer, con este decreto se
quiso abolir la palabra jefe y por tanto jefatura, pues las también Jefaturas
de Guarnición pasaban a llamarse Comandancias de Guarnición y quie-
nes las encabezaban serían comandantes de guarnición. Las nuevas Zo-
nas Militares conservaban el mismo número y jurisdicción que las jefa-
turas de Operaciones Militares.222 La transformación terminaba con una
confusión de términos, ya que los jefes también son una categoría del
personal militar, que incluye los grados de mayor, teniente coronel y
coronel, categoría presente en la legislación y normativa castrense para
asuntos como ascensos y licencias, entre otros. Por su parte, el nombre
de Zona Militar era el que se había usado durante el Porfiriato, y que los
generales revolucionarios modificaron, con el espíritu lampedusiano de
cambiar todo para que todo permanezca igual. Otra razón para volver
a llamarlas Zonas Militares era que este término aludía menos a una
situación bélica y más a una de paz. También Huerta, cuando tuvo que
combatir al constitucionalismo, cambió el nombre de zonas militares por
el de divisiones de infantería.
El último cambio importante en el periodo aquí analizado se dio en
julio de 1935, aunque se limitó a la numeración de las Zonas Militares,
220
En las listas de marzo de 1932 aparece todavía así: 31ª, suprimida; 32ª, Coahuila; 33ª,
Tlaxcala. En las de abril: 31ª, Coahuila; 32ª, Tlaxcala. Cummings, 22 de marzo y 4 de abril de
1932, mid, 2025-259/287 y 290.
221
El 13 de mayo de 1932 Yurécuaro pasó de la 9ª a la 24ª jefatura. Cummings, ibidem,
2025-259/295. Los municipios de Acámbaro y Jerécuaro, del estado de Guanajuato, que per-
tenecían a la Jefatura de Operaciones Militares de Michoacán, pasaron a la de Guanajuato.
Decreto del 11 de septiembre de 1932, ibidem, 2025-259/312. Otro caso: el 28 de marzo de
1932 los municipios de Mazapil, Concepción del Oro y San Pedro de Ocampo (Zacatecas)
pasaron de la Jefatura de Operaciones en Coahuila (31ª), a la de Zacatecas (11ª). Cummings,
ibidem, 2025-259/283. El 5 de marzo de 1935 las poblaciones de San Juan de los Llanos, Ala-
triste, Teziutlán, Zacatlán, Huauchinango y Huejotzingo, Puebla, que pertenecían a la Zona
Militar de Tlaxcala (32ª), pasaron a la de Puebla (19ª). Marshburn, ibidem, 2025-259/488.
222
Decreto del 22 de abril de 1933 para surtir efecto a partir del 1 de mayo. Cummings,
ibidem, 2025-259/373.
84 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
223
El acuerdo presidencial fue del 10 de julio de 1935 y surtiría efecto a partir del 1 de
septiembre, quedando así las zonas militares: 1ª Zona Militar, Valle de México; 2ª, Territorio
Norte de Baja California; 3ª, Territorio Sur de Baja California; 4ª, Sonora; 5ª, Chihuahua; 6ª,
Coahuila; 7ª, Nuevo León; 8ª, Tamaulipas; 9ª, Sinaloa; 10ª, Durango; 11ª, Zacatecas; 12ª, San
Luis Potosí; 13ª, Nayarit; 14ª, Aguascalientes; 15ª, Jalisco; 16ª, Guanajuato; 17ª, Querétaro; 18ª,
Hidalgo; 19ª, Huastecas; 20ª, Colima; 21ª, Michoacán; 22ª, Estado de México; 23ª, Tlaxcala;
24ª, Morelos; 25ª, Puebla; 26ª, Veracruz; 27ª, Guerrero; 28ª, Oaxaca; 29ª, Istmo; 30ª, Tabasco;
31ª, Chiapas; 32ª, Yucatán y Campeche. (En 1936 se creó una nueva zona para Campeche, la
33ª. A fines de 1940 se creó la 34ª Zona Militar para el Territorio de Quintana Roo). Marsh-
burn, 1 de octubre de 1935, 2025-259/507.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 85
224
Amaro a Cárdenas, 14 de febrero de 1925, act-aja, serie 0301, inv. 141, exp. 23, f. 32.
Como jefe de operaciones en Jalisco, Lázaro Cárdenas se había limitado a solicitar que Sán-
chez pasara comisionado a esa jefatura, con el 19º batallón del que era jefe y que se encontra-
ba en Acapulco; Cárdenas argüía que muchos soldados y el propio Sánchez estaban enfer-
mos ya que ese batallón había estado en zonas palúdicas: Tabasco, Istmo y, últimamente, en
la costa de Guerrero; de ahí su petición para que todos pasaran a una zona más seca, como
Jalisco. Independientemente de que esto pudiese ser cierto, era una costumbre generalizada
pedir cambios y así tener unidades y comandantes más del agrado de los jefes de operacio-
nes. Un año después, Sánchez y el 19º batallón ya estaban con Cárdenas, pero en la Huasteca,
a donde el michoacano fue transferido. Ibidem, f. 90. En 1928, Amaro le dijo que se iba a
nombrar jefe de operaciones en el Estado de México al general Sánchez (f. 119), pero en rea-
lidad se le mandó a la Jefatura de Operaciones Militares de Guerrero.
86 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
razones: una muy frecuente era para que todos los generales y sus es-
tados mayores conocieran diversas regiones del país, su problemática
específica, su población, su economía, etcétera.
Habíamos señalado que cada Jefatura de Operaciones Militares
tenía un cuartel general, por lo regular en una ciudad importante: casi
siempre la capital del estado. Esa población tenía, a su vez, una jefatura
de guarnición. Estas jefaturas se erigían en centros urbanos importantes,
debido a su economía, o también en puertos, fronteras y cruces de vías
de ferrocarril de importancia. En cada Jefatura de Operaciones Militares
había de una y hasta cuatro o cinco guarniciones. En abril de 1918 había
36 jefaturas de guarnición en todo el país.225 En 1924, 45; en ese año se
les clasificó con tres categorías. De primera: únicamente la tenía la de
la ciudad de México. Jefaturas de guarnición de segunda: 24 plazas, y
de tercera 20 plazas.226 Es factible pensar que esa jerarquización tenía
que ver más con cuestiones administrativas y presupuestales que con
el personal destinado a cada una de ellas, ya que en muchas ocasiones
una plaza de tercera podía requerir más efectivos para su protección
que una de segunda. También, poco después se dispuso que para pla-
zas importantes sólo se nombrarían a generales brigadieres o de briga-
da para ver “su competencia en el ramo militar”; a coroneles o tenien-
tes coroneles les darían plazas menos importantes.227 Años después se
retomó la idea de dividirlas en categorías.228
225
Eran las de Monterrey, Atlixco, Tlaxcala, Tuxtla Gutiérrez, Tampico, Chicontepec,
Mazatlán, Mérida, Durango, Tepehuanes (Durango), Culiacán, Querétaro, Aguascalientes,
Puebla, Chihuahua, La Paz, Colima, Pachuca, Ciudad Victoria, Nuevo Laredo, Distrito Fe-
deral, Saltillo, Zitácuaro, Uruapan, Matamoros, San Martín Texmelucan (Puebla), Guanajua-
to, Zamora, Esperanza (Puebla), Morelia, Río Verde (San Luis Potosí), Cosamaloapan, Cal-
pulalpan (Tlaxcala), Ocampo (Tamaulipas), San Luis Potosí y Tuxpan (Veracruz). De ellas,
sus jefes: 14 eran coroneles, diez generales, ocho tenientes coroneles y cuatro mayores u
otros rangos menores. Revista del Ejército y de la Marina, marzo-abril de 1918, p. 213.
226
La información no hace referencia a diferencias entre la de primera, con las otras dos
categorías, y entre las de segunda y tercera; únicamente se establece un Estado Mayor más
numeroso para las de segunda. Guarniciones de segunda: Mexicali, Guaymas, Ciudad Juá-
rez, Monterrey, Nuevo Laredo, Matamoros, Tampico, Veracruz, Tehuantepec (se trata de
San Jerónimo, hoy Ciudad Ixtepec, Oaxaca), Villahermosa, Mérida, Culiacán, Mazatlán,
Guadalajara, Morelia, Ciudad Bravos (hoy Chilpancingo), Oaxaca, Tuxtla Gutiérrez, San
Luis Potosí, Celaya, Pachuca, Cuernavaca y Puebla. De tercera: La Paz, Saltillo, Piedras Ne-
gras, Ciudad Victoria, Orizaba, Jalapa, Puerto México (hoy Coatzacoalcos), Campeche, Payo
Obispo (hoy Chetumal), Tepic, Colima, Manzanillo, Acapulco, Salina Cruz, Durango, Zaca-
tecas, Aguascalientes, Querétaro, Toluca y Tuxpan (Veracruz). Ibidem, octubre-noviembre
de 1924, p. 812-813. Después se añadieron otras guarniciones: Juchitán, Concepción del Oro
(Zacatecas), 10 de noviembre de 1925, act-aja, serie 0302, leg. 21, f. 1475.
227
Excélsior, 3 de enero de 1925.
228
Había tres categorías donde quedarían incluidas todas, excepto la del Valle de México,
que funcionaría como la Secretaría de Guerra lo estimara conveniente. De primera, a cargo
de generales de brigada: Guadalajara, Irapuato, Mazatlán, Puebla, San Luis Potosí, Torreón
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 87
238
Se suprimieron las guarniciones en las siguientes poblaciones: Aguascalientes,
Celaya, Colima, Cuernavaca, Chihuahua, Durango, Hermosillo, Jalapa, La Paz, León,
Monterrey, Morelia, Oaxaca, Orizaba, Pachuca, Querétaro, San Jerónimo, Tapachula, Te-
pic, Tlaxcala, Toluca y Zacatecas. El Universal, 10 de junio de 1933. De estas 22, sólo León y
Orizaba no estaban ubicadas en la misma población que el cuartel general de la zona mili-
tar correspondiente.
239
Las otras zonas militares en donde sus cuarteles generales siguieron teniendo guar-
niciones fueron: la 2ª en Mexicali, la 7ª en Mazatlán, la 9ª en Guadalajara, la 12ª en San Luis
Potosí, la 19ª en Puebla, la 20ª en Tampico, la 30ª en Mérida y la 31ª en Torreón. Antes de
esta medida había dos zonas militares en las que no había guarnición: la de la Huasteca,
con cuartel en Villa Cuauhtémoc, Veracruz, y la de Guerrero con cuartel en Iguala. En otras
palabras, de facto, los cuarteles de esas zonas militares ya ejercían las funciones de guarni-
ción. Cummings, 16 de junio de 1933, mid, 2025-259/390; Marshburn, 22 de enero de 1934,
ibidem, 2025-259/429. Para 1937, otras plazas que dejaron de tener guarniciones fueron:
Puebla, Mazatlán y Mérida.
240
La del Distrito Federal, Mexicali, Nogales, Guaymas, Agua Prieta, Ciudad Juárez, Oji-
naga, Nuevo Laredo, Matamoros, Mazatlán, Culiacán, Guadalajara, San Luis Potosí, Guanajua-
to, Puebla, Tampico, Ciudad Victoria, Veracruz, Manzanillo, Acapulco, Chilpancingo, Salina
Cruz, Puerto México, Tuxtla Gutiérrez, Frontera, Mérida, Progreso, Payo Obispo, Campeche,
Torreón, Piedras Negras y Saltillo.
241
Lista de generales de agosto de 1927, ibidem, 2025-259/95.
90 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Marina
242
Los jefes de guarnición en Monterrey, Torreón, Saltillo, Nuevo Laredo y Piedras Ne-
gras eran los generales Clemente Gabay, Cervera, Enrique Torres, Armando Escobar y el
coronel Perdomo, respectivamente. Distribuidos en esas cinco plazas estaban: el 25º batallón
del coronel Luis Villegas, el 38º del general Vicente Torres, el 2º regimiento del general [Leo-
poldo] Dorantes, el 17º del general Jesús García [Gutiérrez], el 57º del coronel Segura, el 68º
del coronel Julio Hernández Serrano y el 80º del coronel [Guillermo] Serrato. Balch, 23 de
noviembre de 1929, naw, rg 59, 812.20/80.
243
Lázaro Cárdenas, jefe de operaciones en la Huasteca, recomendaba al general Ernes-
to Aguirre Colorado, quien había colaborado en esa jefatura pero deseaba que le diesen el
mando de alguna corporación. 16 de enero de 1926, act-aja, serie 0301, inv. 141, exp. 23,
f. 70. Pedro Almada, jefe de operaciones en Puebla, recomendaba a su mayor de órdenes, el
coronel Miguel Anaya Molina, para encabezar el 71º regimiento que se encontraba en ese
estado, el cual quedó acéfalo tras la muerte de su jefe. Amaro respondió que el general Ca-
lles había recomendado al coronel Juan Jaime Hernández para ese regimiento, a quien final-
mente se nombró. 30 de mayo de 1930, ibidem, serie 0301, inv. 124, exp. 6, f. 241, 245.
244
Eran los buques Libertad e Independencia, de 517 toneladas de desplazamiento, y el
México y el Demócrata con 663 toneladas. Enrique Cárdenas de la Peña, Semblanza marítima
del México independiente y revolucionario, v. i, México, Secretaría de Marina, 1970, p. 211.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 91
245
Eran dos corbetas-escuelas, Zaragoza y Yucatán, cinco cañoneros, Bravo, Morelos,
Tampico, Veracruz y Demócrata, y dos transportes de guerra, Progreso y Oaxaca. Estos buques
se mandaron a hacer unos en Nueva York y otros en Génova. Mientras tanto se había perdi-
do el México y se dio de baja al Libertad y al Independencia. Dos años después también se des-
cartaba al Oaxaca, y en Inglaterra se adquiría un nuevo transporte de tropa: General Guerrero.
Ibidem, p. 214-215.
246
Eran el acorazado Anáhuac, botado en 1899, con 3 162 toneladas de desplazamiento,
los cañoneros Agua Prieta y Nicolás Bravo, botados en 1878 y 1904, con 1 200 toneladas, los
guardacostas Tampico, Covarrubias, Guaymas, Acapulco, Mazatlán, Mayo, con antigüedad de
ocho años en promedio y 500 toneladas, y el transporte Progreso, botado en 1905, con 1 585
toneladas. Ibidem, v. ii, p. 262-263.
247
Los fabricados en España: seis guardacostas nombrados del G-24 al G-29, y los caño-
neros Guanajuato, Querétaro, Potosí y Durango. Además del viejo Nicolás Bravo y los barcos
auxiliares Veracruz y Mazatlán. Fueron dados de baja del servicio el Progreso, Acapulco, Tam-
pico y Anáhuac. Ibidem, v. i, p. 267-269.
248
Dos transportes, cuatro cañoneros y trece guardacostas. Loc. cit.
92 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
que nunca lo permitiría; que los buques que se tenían eran viejos e inúti-
les y que incluso algunos de los nuevos que se adquirían no servían para
nada; que la marina de guerra se caracterizaba por su falta de disciplina,
de espíritu de cuerpo, por ser golpista y extranjerizante. Se volteaba a ver
a naciones como Japón, Inglaterra y a otras no tan lejanas como Brasil, y
la comparación desmoralizaba a todos. Antes de exponer cómo estaba
estructurada la armada, así como algunas de sus peculiaridades, vere-
mos a grandes rasgos algunos de los hechos que propiciaban este sen-
timiento bipolar o, si se prefiere, esta leyenda negra.
En 1879 en el vapor de guerra Libertad, anclado en Tlacotalpan, y
ante la ausencia de su comandante, algunos oficiales y marinos se re-
belaron en contra del gobierno de Díaz, tomaron el control del buque
y levaron anclas. Pronto fueron perseguidos por otro buque y los rebel-
des capturados fueron trasladados a Veracruz. Ahí el gobernador, ge-
neral Luis Mier y Terán, en lugar de esperar a que fuesen juzgados en
consejo de guerra, los mandó matar. De ese evento surgió la leyenda
de la supuesta orden de Díaz al gobernador: “Mátalos en caliente”.
Aunque el evento es recordado por la brutal respuesta del gobierno,
también demeritaba el prestigio de la armada.
El artículo 32 de la Constitución de 1917 establecía que en tiempos
de paz ningún extranjero podía servir en el ejército. Más explícitamen-
te señalaba que para pertenecer a la marina de guerra se requería ser
mexicano por nacimiento, lo mismo que para ser capitán, piloto y pri-
mer maquinista en la marina mercante mexicana. Este máximo orde-
namiento entró en vigor el 5 de mayo de aquel año, por lo cual se tu-
vieron que hacer las adecuaciones necesarias para cumplirlo. Los
primeros barcos que acataron esa disposición lo hicieron el 1 de junio
de ese año, por lo cual, tiempo después se eligió esa fecha como Día de
la Marina. El primer barco que zarpó con bandera mexicana y, por
tanto, acatando el ordenamiento constitucional lo hizo dos días des-
pués.249 Estos hechos provocaron cierta euforia nacionalista que conte-
nía, sin duda, una buena dosis xenófoba.
En septiembre de 1923 se creó el Comité en pro de la Marina de
Guerra, que por suscripción pública reuniría fondos para esa causa.250
249
Ese primero de junio tomaron posesión de sendos buques, mercantes y de guerra,
los capitanes José del Carmen Solís, Armando Ascorve, Luis G. Pliego, Luis Hurtado de
Mendoza, Agustín Cendrero, Alberto J. Pawling, Agustín Guillén y Rafael Aguirre Castaña-
res. El primer viaje que acataba el artículo 32 fue del capitán Izaguirre, a bordo del buque
mercante Tabasco, el 3 de junio, de Veracruz a Progreso. Enrique Cárdenas de la Peña, Sem-
blanza marítima ..., v. i, p. 243-246.
250
Además del secretario de Guerra, Francisco Serrano, lo conformaban Carlos B. Ze-
tina, Carlos Delmar, Carlos Fernández y Antonio Ramos Pedrueza. El Universal, 7 de sep-
tiembre de 1923.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 93
[Varela] fue quien trazó los planes del crucero Patria de infausta me-
moria para los bondadosos donantes mexicanos, que con gran entu-
siasmo recibieron la idea y que con el mismo correspondieron econó-
micamente... [Creemos] que se obró equivocadamente, pues se
comenzaba por dotar al país con un buque que no necesitábamos, pues
no hubiera servido más que para decoración de alguno de nuestros
puertos. Don Lorenzo de Zavala decía hace 100 años, comentando la
adquisición del navío Asia por el gobierno mexicano de aquel entonces,
que no le sirvió a la nación más que para causarle gastos y que dicha
251
El proyecto era del capitán Illades. Excélsior, 1 de octubre de 1923.
252
El Demócrata, 16 de marzo de 1925.
253
“Una marina de guerra”, Excélsior, 11 de noviembre de 1926.
94 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Durante los años siguientes hubo todo tipo de planes para reestruc-
turar la armada pero sólo quedaron en el papel y algunos de ellos se
hicieron como una forma de expiación. Cuando finalmente se elaboró
un plan para adquirir distintos buques en España, la reacción de diver-
sos sectores de la sociedad no se hizo esperar; tanto se hablaba de na-
cionalismo que parecía ilógico e incluso antipatriótico que los barcos
no se construyeran en México. El gobierno del presidente Abelardo
Rodríguez mostró gran entusiasmo por este proyecto, en parte obra del
secretario de Guerra, Lázaro Cárdenas, y del jefe del Departamento de
Marina, general Miguel S. González. Al contrario de otras ocasiones,
ahora la sociedad no se mostraba tan entusiasta. Para esa operación, el
presidente Rodríguez firmó un acuerdo que daba facultades y autono-
mía al jefe del Departamento de Marina para que resolviera el aspecto
técnico del asunto, que era la base fundamental para tomar la decisión
financiera. Pero Miguel S. González era general del ejército con larga
carrera en caballería y —según un reportaje— prescindió de los conse-
jos de los marinos más experimentados de la armada.258
El congreso ferrocarrilero pedía que los barcos se construyeran en
puertos, astilleros y diques mexicanos para así poder formar la marina
mercante y de guerra, dado que millares de obreros, específicamente
ferrocarrileros, se encontraban sin trabajo. Ante el entusiasmo de esa
asociación, el gobierno respondía con pesimismo: “No existe la posibi-
lidad de una verdadera armada, ni estar aumentando constantemente
las unidades navales, por lo que existe el peligro de que vuelva a que-
dar sin trabajo un gran número de hombres que llegan a especializarse
en un ramo, a los que después se dificultaría mucho el encontrar traba-
jo.” 259 Un país sin industria quedaría al garete si construyera astilleros
sin tener toda la infraestructura industrial adecuada. El comodoro
Manuel Escudero enfatizaba que
de los comodoros, la marina no es sino un montón de palos y sin embargo cuesta a la nación
$1 800 000.00 al año. Si en efecto no sirve para nada, lo mejor es suprimirla... El jurado de los
comodoros más bien parece un pleito de comadres”. El Universal, 20 de diciembre de 1930.
258
Miguel S. González no sólo se encargó de la marina, en 1925-1926 fue jefe del Depar-
tamento de Aeronáutica y en 1929-1930 encabezó el Departamento de Artillería de la misma
Secretaría de Guerra.
259
F. X. Gaxiola, Excélsior, 18 de noviembre de 1932.
96 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
El caso es que desde 1876 hasta 1920, la Armada nacional fue dirigida
en su organización, tanto administrativa como técnica, por el jefe del
260
“Propaganda patriótica y nacionalista para la marina nacional”, ibidem, 18 de no-
viembre de 1932.
261
Un reportaje periodístico señalaba que la industria naval española era la décima
mundial; así estaba el ranking: Inglaterra, Italia, Alemania, Francia, Japón, urss, Estados
Unidos, Austria, Chile y España. La base para establecer esa lista era que el país tuviera los
recursos industriales y materiales, además de personal especializado; el nivel industrial de
España era muy bajo. El Día, 12 de febrero de 1936.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 97
no cuenta con un buque que surque el océano para que sea el pabellón,
emblema de la patria, y la nación jamás supo que esa fantástica inver-
sión de su tesoro haya producido el más módico rendimiento. [...] Los
presupuestos asignan tres mil pesos para viajes de instrucción; únicos
viajes en que nuestra bandera ha llevado la representación nacional
hasta los confines ¡del golfo de México! [...] No han sido los nautas los
que han gobernado nuestras naves..., han sido audaces aventureros de
la intriga, que lanzados al azar de la política han empuñado el timón
de esa nave para conducirla a través del mar proceloso del presupuesto.
[De esos 66 millones] las partidas más considerables fueron para care-
nas, para subvenciones a líneas de vapores, para primas a los construc-
tores navales, para ampliación de arsenales, para compra de artillería,
para fomento y vigilancia de la pesca, etcétera. [Todo ello con poco o
nulos resultados. El ramo de marina sigue dividido], mejor dicho, des-
integrado para que cada una de las secretarías que en él pone su mano
destructora, mantenga perennemente el caos que vela a la marina
nacional con el misterio de la grandeza del océano.263
262
“El Estado Mayor de la armada nacional”, Revista del Ejército y de la Marina, julio de
1923, p. 784.
263
Leopoldo H. Aceves, “La marina nacional”, ibidem, enero de 1921, p. 18-20.
98 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
264
Lectura del proyecto, Diario de los Debates del Senado, op. cit., 14 de marzo de 1921.
265
Ibidem, 6 de abril de 1921, senador G. Lanz Galera. Otros promotores de este departa-
mento fueron José J. Reynoso y Del Valle. La propuesta para crear éste y otros departamentos
administrativos, así como para modificar algunas secretarías de estado, fue aprobada por el
Senado en la sesión del 7 de abril de 1921, pero nunca se puso en vigor.
266
Davis, 25 de mayo de 1927, mid, 2025-259/79. Estos datos sólo muestran el personal
que laboraba en la secretaría; el total del personal en ese año era: 15 oficiales generales, 44 je-
fes, 117 oficiales, 140 cadetes, 45 profesores y 750 clases y marinería, pertenecientes a los
cuerpos de: guerra de máquinas, ingenieros navales e infantería de marina. Enrique Cárde-
nas, Semblanza marítima..., v. i, p. 267.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 99
267
Formados por un contraalmirante, 8 comodoros, 26 jefes, 401 oficiales y 1 481 mari-
neros. Ibidem, p. 269.
268
La 1ª jefatura, con cuartel general en La Paz, tenía jurisdicción en las costas de Baja
California, Sonora, Sinaloa y Nayarit; la 2ª, cuartel en Acapulco, con jurisdicción desde San
Blas hasta la desembocadura del río Suchiate; la 3ª, cuartel en Tampico, abarcaba la costa
noreste; la 4ª, cuartel en Puerto México, costa sureste, a partir de la desembocadura del río
Coatzacoalcos hasta Payo Obispo. Ibidem, p. 268.
269
Comprendían los litorales del Pacífico y del Golfo: 1ª, con cuartel en Veracruz; 2ª, en
Ciudad del Carmen; 3ª, en Isla Margarita (Bahía Magdalena); 4ª, en Acapulco. Teniente de
fragata Enrique Carrera Alomia, “Reorganización de la armada nacional”, Revista del Ejército
y de la Marina, diciembre de 1936, p. 1017.
100 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Justicia militar
Ya hemos visto las armas que formaban las fuerzas armadas en el pe-
riodo que comprende este estudio. Ahora veremos los servicios. Uno
270
Adrián Montero Palma, “Revolución armada, revolución de la educación militar”, en Mi-
llada Bazant, María Teresa Bermúdez Bañuelos, et al., La evolución de la educación militar en
México, México, Secretaría de la Defensa Nacional, 1997, p. 218, 239-241; Memoria presentada al H.
Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1924-1925, p. 102.
271
El nombramiento de Cárdenas y el decreto sobre la marina son de septiembre de 1942.
Stephen Joseph Weager, The Mexican army, 1940-1982: The country comes first, tesis de doctora-
do en Historia, Palo Alto, Stanford University, 1992, p. 194.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 101
272
Antonio Saucedo López, Teoría jurídica del ejército y sus lineamientos constitucionales,
México, unam, 2002, p. 61.
102 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
273
En octubre de 1921 cesaron a 600 asimilados y se anunciaba que para inicios del si-
guiente año serían despedidos todos los empleados asimilados de la Secretaría de Guerra y
de otras dependencias militares. El Universal, 24 de diciembre de 1921.
274
Excélsior, 3 de diciembre de 1926.
275
Ibidem, 16 de diciembre de 1927.
276
Ibidem, 7 de julio de 1931.
277
El Departamento de Cuenta y Administración tenía 55 asimilados de un total de
88 jefes y oficiales. Diario Oficial de la Federación, 25 de julio de 1925. Considero que los datos
son inexactos pues, si así hubiera sido, el problema de los asimilados se reduciría únicamen-
te a 387 jefes y oficiales asimilados, de un total, en todo el ejército, de 14 916. Si estos datos
reflejaran la realidad del ejército, el problema sería mucho menor, para tanta insistencia so-
bre el mismo o, bien, únicamente se hubiese tratado de un problema de los departamentos
de Justicia Militar y del de Cuenta y Administración. Otra razón para dudar de las cifras
es que, por ejemplo, en Sanidad Militar no aparece ningún elemento como asimilado, lo cual es
prácticamente imposible.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 103
que en el ejército habría militares de tres clases: 1. De guerra: “son los que
técnicamente se educan para el mando y el servicio de las unidades com-
batientes”; 2. De servicio: “son los destinados a los servicios especiales
del ejército”; y 3. Auxiliares: “son los que prestan sus servicios transito-
riamente en cualquiera de los cuerpos o dependencias del ejército”.
Como la misma ley señalaba que uno de los servicios especiales del
ejército era el de justicia militar, se podría entender que sus jefes serían
del segundo tipo de militares, sin embargo, como señalaba José Inocen-
te Lugo, en esa ley se tuvo en mente que el jefe y el subjefe del servicio,
así como el presidente del Supremo Tribunal Militar, fuesen desempe-
ñados por militares de guerra de alta graduación, “pues la presunta
moralidad de estas personalidades garantizará la fiel observancia de la
ley en el funcionamiento de los tribunales”.278 En importantes círculos
castrenses se compartía esa opinión. Amaro, al comunicarle al ex pre-
sidente Obregón sus planes al frente de la secretaría, señalaba que para
Justicia nombró al “licenciado David Carrillo, padre del general Jaime
Carrillo e ilustrado letrado michoacano, de quien se esperan por su
rectitud de criterio y conocimientos, muy buenos frutos”.279 Pero aquél
informaba poco después sus logros, los cuales resultaban poco alenta-
dores: de un total de 429 generales, jefes y oficiales, 416 eran asimilados
y sólo 13 eran militares efectivos.280
Dentro del Departamento de Justicia funcionaba una Procuraduría
General de Justicia Militar. El procurador era nombrado por el presi-
dente, de quien dependía por conducto de la Secretaría de Guerra; era
también el consejero jurídico de la secretaría.281 Debía tener el título de
abogado y experiencia profesional. En el periodo aquí tratado, el pro-
278
Proyecto para crear el servicio de justicia militar, José Inocente Lugo, 11 de diciem-
bre de 1928, act-aja, serie 0301, inv. 179, exp. 61, f. 101-104.
279
Amaro a Obregón, 31 de enero de 1925, act-aja, serie 0303, “Correspondencia con
generales”, leg. 16, en proceso de catalogación, f. 12-15.
280
Entre los militares efectivos pongo sólo los de rango alto y medio: general Gabriel
Gavira, presidente del Supremo Tribunal Militar, general y licenciado Trinidad Sánchez B.,
presidente de la Primera Sala, coroneles José Aguilar, Alfredo Serratos, Othón Ruiz Sando-
val, Otoniel Rodríguez, Jesús J. Celis, teniente coronel Clicerio Torres García, capitanes pri-
meros Félix Zamora, Julio Espinosa y Javier Andonasegui. El jefe del departamento, general
y licenciado David Carrillo, era asimilado. De este personal, no todos laboraban en la capital
del país ya que incluye tribunales y cárceles militares en los estados. David Carrillo a Ama-
ro, aja, 6 de febrero de 1925, serie 0301, exp. 24, f. 49-60. Para julio de ese año se mantenían
cifras similares: 367 asimilados, 12 militares regulares. Ninguna de estas cifras incluye clases
y tropa. 25 de julio de 1925, mid, 2025-367/4.
281
Aunque la Ley Orgánica del Ejército de 1926 en su artículo 11 establecía que el pro-
curador de Justicia Militar sería el consejero jurídico de la secretaría, de facto quien ejercía
esa facultad era el jefe del Departamento de Justicia Militar. Fue hasta 1933, cuando Octavio
Véjar Vázquez era procurador militar, que esa facultad comenzó a ser ejercida conforme a la
ley mencionada. El Universal, 17 de enero de 1933.
104 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
282
En 1921, el procurador era el licenciado Carlos Trejo y Lerdo de Tejada. En 1922, el
licenciado Lorenzo Roel. En 1925, el general de brigada asimilado y licenciado José Gaytán.
En 1926, con iguales grados, José Inocente Lugo. En 1930, Carlos Francoz. En 1931, José Án-
gel Ceniceros. En 1932, Octavio Véjar Vázquez.
283
“Reglamento del servicio de justicia militar”, Revista del Ejército y de la Marina, marzo
de 1930, p. 261-262.
284
Roberto Olagaray, “Los consejos de guerra extraordinarios”, ibidem, marzo de 1923,
p. 313-317.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 105
285
En muchos casos en realidad se trataba de asesinatos. Por lo general se acusaba a un
grupo de civiles de “conspiración”, “connivencia con rebeldes”, entre otros cargos hechos
casi siempre cuando esas personas ya habían sido ejecutadas. Los ejemplos más escandalo-
sos fueron los que realizaron los generales Alejandro Mange, en Nayarit, Benito García, en
Colima, Gabriel Barrios, en Tamaulipas, Ferreira, en Guadalajara. Excélsior, 26 de octubre de
1926, 13 de septiembre de 1926, 8 de marzo de 1927, 4 de abril de 1927.
286
Felipe Armenta, “Del consejo de guerra al jurado popular”, Revista del Ejército y de la
Marina, febrero de 1931, p. 83.
287
Aunque se le conoció como “jurado militar”, el nombre usado en las leyes militares
fue el de “consejos militares”, y los había ordinarios y extraordinarios. Para los primeros, el
jefe de guarnición de cada población, donde la autoridad había previsto que hubiese este
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 107
En ese tiempo fue muy común argumentar que los jefes y oficiales
comprendían mejor todos los aspectos de un delito o falta porque cono-
cían perfectamente la vida castrense, y no iban a adentrarse en especula-
ciones sobre la interpretación de un código militar. Un ejemplo fue el del
soldado Abraham González Lomas, acusado de deserción; al ser interro-
gado negó el delito y dijo que lo habían echado por tener tuberculosis:
tipo de juicios, tenía la obligación de formular cada mes una lista de los jefes y oficiales hábi-
les de las distintas corporaciones residentes en su zona; de esa lista se haría el sorteo de los
siete miembros; éstos deberían tener igual grado o mayor que el del acusado; el presidente
sería el de mayor jerarquía y, si hubiese varios con el mismo grado, el de mayor antigüedad.
Artículos 30 a 33 de la Ley Orgánica de los Tribunales Militares. Proyecto de José Inocente
Lugo y José Ángel Ceniceros, marzo de 1928, act-aja, serie 0301, inv. 179, exp. 61, f. 50-59.
288
El jurado fue contra el soldado José Martínez Cabrera por insubordinación con vías
de hecho, al lesionar a un superior que tenía el rango de cabo. El presidente fue el teniente
coronel Ernesto Guevara Hernández. La sentencia fue de prisión por un año. El Universal,
24 de julio de 1929.
108 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Pasó poco tiempo para que esta forma de la justicia fuese puesta en
duda dentro de la esfera castrense. Comenzaron a ser frecuentes —tal
como ocurría en el ámbito civil— las sentencias absolutorias. El agente
del Ministerio Público Militar, Olea y Leyva, acusaba dos años después:
No sólo existe una simple tendencia por absolver, sino otras de mayor
gravedad, que afectan no sólo al jurado, sino también a la moralidad y
a los destinos sociales del ejército mismo. Lo que principió siendo una
ingenua tendencia de conmiseración hacia los reos ha llegado a conver-
tirse en la más descarada y execrable complicidad de algunos jurados
con los procesados, pues existen ya ligas formadas, verdaderas mafias
de jefes que abarcan a casi todos los miembros de alguna arma del ejér-
cito, que tienen la consigna de sus colegas para absolver, sea quien fue-
re el delincuente, y de dar cuenta a sus compañeros de haber votado así,
con el insano propósito de hacer fracasar la institución del jurado militar
y quitarse de encima la que estiman pesada carga de juzgar...290
289
Ibidem, 9 de marzo de 1932.
290
Teófilo Olea y Leyva, “El jurado militar en el segundo año de establecido en el ejér-
cito mexicano”, Revista del Ejército y de la Marina, agosto de 1931, p. 637.
291
El general Abundio Gómez mandó una circular que amenazaba con exigir responsa-
bilidades a los jefes y oficiales que, al ser insaculados para jurados, no asistían, cosa que
ocurría con mucha frecuencia, lo que afectaba la procuración de justicia. El Universal, 20 de
julio de 1930.
292
Fue promulgado en agosto de 1933 para entrar en vigor el 1 de enero del siguiente
año. Ibidem, 18 de septiembre de 1933.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 109
293
Excélsior, 17 de julio de 1931. Para el jurado, véase El Universal, diciembre de 1930.
294
Éstos eran: coronel Demetrio Zúñiga Adame, jefe del 37º regimiento; teniente coro-
nel Ignacio Herrera Bravo, del 17º regimiento; y con el mismo grado, Ignacio Villegas Oro-
peza, subjefe de 28º batallón, Federico Bonilla López y Jesús Ramírez Montes. Todos ellos
fueron habilitados como generales de brigada durante el jurado. Como podemos apreciar,
de facto estos jefes estaban juzgando a un superior. Excélsior, 24 de febrero de 1932. Al revi-
sar su caso, San Martín fue condenado a 20 años de prisión, Cummings, 1 de julio de 1932,
mid, 2025-G-489/24.
295
La prensa comentaba que Olea y Leyva habían tenido un “papel bastante airado en
los debates, no obstante que se había ya dado cuenta de la absoluta parcialidad del tribunal,
y en previsión de que se dictara un veredicto absolutorio, hizo notar el grave peligro en que
se encontraba la justicia, y pidió que se tomara en cuenta esta circunstancia, para evitar
que las personas agraviadas con el mayor Gámez Rodríguez fueran a hacérsela por su pro-
pia mano, decepcionadas de que no se les impartió la que habían solicitado por la vía legal”.
Excélsior, 19 de noviembre de 1932.
110 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Ibidem, p. 55.
297
298
En ese momento estaban en vigor la Ley Orgánica del Ministerio Público y Cuerpo
de Defensores Militares, la Ley Orgánica de los Tribunales Militares y la Ley de Procedi-
mientos Penales en el Fuero de Guerra que señalaban como de aplicación supletoria al Có-
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 111
para una justicia menos improvisada y, sobre todo, más eficaz. Porque
una cosa son las leyes, las circulares, las disposiciones, los reglamentos,
y otra su aplicación. La justicia castrense era todo menos justa, pues no
hay peor justicia que aquella que no existe. La realidad de las cárceles
militares era la de infinidad de presos acusados de diversos delitos que
podían estar en prisión durante años por una transgresión que tenía una
pena máxima de seis meses. Estos casos se encuentran en la prensa de
toda la década de 1920 y con menor frecuencia en la de la década si-
guiente. En 1922 había alrededor de 5 000 procesados militares que aún
no recibían sentencia.299 Como la mayor parte de la legislación del fuero
era del Porfiriato, y en ella se establecía la facultad de jefes de guarni-
ción, entre otros, para consignar hechos punibles, muchos jefes lo hacían
indiscriminadamente al imputar como delito lo que era una simple fal-
ta. Lo más común era acusar a un soldado de deserción cuando se tra-
taba de la ausencia de un día al cuartel.300 Esa facultad la desempeñaban
a pesar de que el artículo 21 de la Constitución de 1917 establecía que
solamente el Ministerio Público estaba facultado para perseguir y con-
signar. De ahí que en numerosas ocasiones la Secretaría de Guerra emi-
tiera circulares recordando a jefes con mando de tropa esa norma cons-
titucional. Lo kafkiano de la administración de la justicia —aquí trato la
militar, aunque la civil adolecía de males parecidos— hacía que fuese
un problema de “suma cero”, en el cual todos perdían. Cuando se pro-
cesaba a un militar, le seguían pagando parte de sus haberes; por lo
regular era el 50%. Esa situación continuaba durante todo el proceso. Si,
por decir, se dilataba dos años en ser llevado a juicio y sentenciado, al
encontrársele culpable se le daba de baja y ya no se le pagaba nada. Pero
si era declarado inocente debían sufragarle el 100% de sus haberes. De
esta forma, el erario perdía por cada día que un reo permanecía en pri-
sión sin ser juzgado. El reo perdía tiempo en la cárcel, sobre todo si re-
sultaba absuelto o si la sentencia en su contra resultaba menor al perio-
do que llevaba encarcelado. Cuando Ceniceros era procurador militar
se encontró con numerosos casos que eran tan viejos que incluso el
delito ya había prescrito, y tuvieron que ser sobreseídos.301
Intendencia militar
mitaciones en la impartición de justicia —y en la civil tal vez sea peor— continúan actual-
mente. Según un informe de la Secretaría de la Defensa Nacional, de 2000 a julio de 2007 se
contabilizaron 6 502 uniformados llevados a juicio por delitos militares así como del fuero fe-
deral y común. De este número de integrantes del ejército hay un general brigadier, 36 coro-
neles, 60 tenientes coroneles, 65 mayores, 70 capitanes primeros, 300 sargentos primeros, 811
sargentos segundos, 1 367 cabos y 2 654 soldados. En el ejército se considera clases y tropa
a sargentos, cabos y soldados, que suman 5 132; como se puede ver, aún existe un mayor nú-
mero de clases y tropa procesada, con respecto a jefes y oficiales, ya no digamos generales. Lo
anterior se debe a que, proporcionalmente, son mayores en número, pero también a que el
62% del total de esta lista corresponde al delito de deserción, el cual comete con mucha mayor
frecuencia la tropa. El mismo informe señala que la mayoría de los delitos —abandono del
servicio, falsificación de documentos, agresiones, fraudes, robo, homicidios— merece cárcel;
pero por falta de capacidad carcelaria se imponen penas mínimas y sólo ingresan los procesa-
dos por homicidio, violación, narcotráfico y otros crímenes graves. Del total de reos procesados
en el fuero, 699, sólo 125 han recibido sentencia. Las cárceles militares que actualmente tiene la
Secretaría de la Defensa Nacional son: el Campo Militar Número 1 (Distrito Federal), y las de
Mazatlán (Sinaloa) y Zapopan (Jalisco). Este informe fue obtenido a través del Instituto Fede-
ral de Acceso a la Información Pública, Reforma, 27 de julio de 2007.
302
No se dice qué faltas ni el resultado del juicio. El Universal, 11 de julio de 1934.
303
Con el paso de los años, la tendencia fue la de disminuir el poder de esta dependen-
cia, el cual se basaba en dos factores: el político, pues fue manejada por líderes obreros de la
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 113
307
Su nombramiento fue en enero de 1934. Pueden verse sus opiniones sobre el ejército
norteamericano en Rafael Aguirre Manjarrez, “Observaciones y sugestiones para el servicio
de intendencia general del ejército”, Revista del Ejército y de la Marina, junio de 1933, p. 3-20.
308
Miguel Fuentes, “La administración militar y su importancia”, ibidem, enero de 1927, p. 32.
309
Ibidem, enero de 1928, p. 82.
310
Tiempo después, en 1935, el Departamento de Establecimientos Fabriles desapare-
ció y la mayoría de sus dependencias pasó a la Secretaría de Guerra (en una dependencia
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 115
313
Diario Oficial de la Federación, 23 de agosto de 1933.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 117
314
Ésta fue una de las razones por la cual el general Pablo Quiroga, secretario de Guerra,
recibía “con relativa frecuencia solicitudes de altos jefes, pidiendo que los pagadores civiles
en el ramo de Guerra que, por disposición del presidente Rodríguez, y por razón de econo-
mía, están siendo sustituidos por elementos militares suficientemente preparados, continúen
con esos mismos empleos con grados de asimilados. Se pide se abstengan de seguir pidiendo
esto, por la penosa necesidad de negar su solicitud, pues se trata de un decreto presidencial,
desde hace tiempo dado y del que no se ha podido dar cumplimiento por completo. Los mili-
tares que tengan estas comisiones se les exigirá fianza crecida, se garantizará que respondan
por las cantidades que habrán de manejar”. El Universal, 1 de agosto de 1933.
315
Véanse las propuestas de Aguirre Manjarrez para lograr esto; varias fueron tomadas
en cuenta en el reglamento. “Pagadores militares para el ejército”, Revista del Ejército y de la
Marina, abril de 1933, p. 2-9.
316
R. Aguirre Manjarrez, “Instructivo a pagadores”, ibidem, mayo de 1933, p. 2-13.
118 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
317
Salvador S. Sánchez, “El servicio de intendencia”, ibidem, octubre de 1926, p. 866.
Amaro le decía a Luis Montes de Oca, contralor general de la nación, que el auditor en
318
San Luis Potosí, Jorge Degatau, “pone toda clase de obstáculos a la administración de las corpo-
raciones de dicho Estado, dando lugar a suponer en él una oculta enemistad con el ejército”; a él
—continuaba— le constaba la honorabilidad del general Saturnino Cedillo, 25 de febrero de
1926, act-aja, serie 0307, leg. 28, f. 2016. Existían otras diferencias, la mayoría por partidas que
excedían a las cantidades establecidas en el presupuesto; por lo general eran las partidas de gas-
tos extraordinarios y de gastos imprevistos, ejercidas por distintas jefaturas de operaciones o
también en las oficinas del secretario (entre 1929 y 1931; se encuentran en ese mismo archivo).
319
M. Lizama, Revista del Ejército y de la Marina, enero de 1926, p. 56-63; mayor Luis Ra-
mírez Fentanes, ibidem, febrero de 1928, p. 153-156; Aguirre Manjarrez sobre Francia, ibidem,
marzo de 1933, p. 64-72; teniente coronel de intendencia Pedro López Malo, ibidem, septiem-
bre de 1935, p. 2-11; sobre la intendencia en el ejército español, mayor Ricardo Calderón
Arzamendi, act-aja, serie 0304, inv. 243, exp. 13, f. 191-197.
320
Incluso, el total del presupuesto para la secretaría disminuyó de 1933 a 1934. Para
aquél fue de $56 308 875.00 y para éste de $55 049 600.00. Marshburn, 31 de agosto de 1934,
mid, 2025-538/2; ibidem, 23 de octubre de 1935, 2025-581/1.
321
El Universal, 8 de febrero de 1934. Antes de esta fecha, las oportunidades para for-
mar administradores e intendentes eran muy pobres, pues se limitaban a la Escuela de In-
tendencia que existía dentro del Colegio Militar.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 119
Sanidad militar
322
Mayoral Pardo, “xix Aniversario de la Escuela Médico Militar”, Revista del Ejército y
de la Marina, abril de 1934, p. 270-276.
323
Ibidem, marzo-abril de 1918.
324
Fueron los siguientes: 42 jefes, 142 oficiales, 40 enfermeras y 5 médicos civiles. Infor-
me del presidente, Diario de los Debates del Senado, 1 de septiembre de 1918; Revista del Ejérci-
to y de la Marina, mayo-junio de 1919, p. 374.
325
Los hospitales militares clausurados fueron los de Tehuacán, Matamoros, Colima,
Culiacán, Chilpancingo, Piedras Negras, Zacatecas y Payo Obispo (hoy Chetumal). Revista
del Ejército y de la Marina, mayo-junio de 1919, p. 375.
120 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
326
La Escuela de Veterinaria fue creada en junio de 1920 con un proyecto del general
Enrique Osornio; se buscaba reducir la mortandad en el ganado del ejército; se impartía,
además del ya señalado, un curso de mariscalía para sargentos primeros comisionados en
regimientos, para que después de esa preparación tuviesen mayores aptitudes para el cui-
dado del ganado. Con el tiempo, para el curso de veterinaria se aceptó el ingreso de alum-
nos civiles procedentes de la Escuela Nacional de Medicina Veterinaria de la Universidad
Nacional. La escuela fue suprimida en enero de 1938. Adrián Montero Palma, “Revolución
armada...”, p. 226, 240.
327
Los hospitales estaban localizados en Hermosillo, Chihuahua, Tampico, Monterrey,
Veracruz, Villahermosa, Mérida, Tapachula, Morelia, Guadalajara, Tepic, Guaymas, Duran-
go, San Jerónimo, Jalapa, San Luis Potosí, Puebla, Celaya, Cuernavaca, Mazatlán, Querétaro,
Aguascalientes, Zacatecas y Pachuca. E. Davis, 9 de junio de 1926, mid, 2025-259/32.
328
En Saltillo, Tierra Blanca (Veracruz), Tlaxcala, Iguala, Toluca, La Paz, Payo Obispo,
Orizaba, Navojoa, Oaxaca, León y Acapulco.
329
Los oficiales debían pagar $1.50 diarios y los soldados y clases $1.00.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 121
330
En 1927, el subjefe era el coronel cirujano Daniel Duano Salinas y los jefes de sección
—todos cirujanos, excepto el teniente coronel Luis L. Ibarra, que se desempeñaba como far-
macéutico— eran: teniente coronel José A. Garrido, coronel Ignacio D. Moreno y mayor
Laureano Ramírez Díaz. Thompson, 30 de agosto de 1927, mid 2025-259/99.
331
Además de los asimilados había un general de brigada (Osornio), tres brigadieres,
278 jefes, 710 oficiales y 1 242 de tropa, lo que arrojaba un total de 2 523. En ese momento
había 22 hospitales militares, 14 enfermerías, 12 puestos de socorro y 39 secciones sanitarias.
Revista del Ejército y de la Marina, septiembre de 1921; Informe del presidente, Diario de los
Debates del Senado, 1 de septiembre de 1922.
332
En ese año, el total de efectivos en sanidad militar era de 3 085. De ellos, el personal
técnico (médicos, enfermeras) era de 689, entre jefes y oficiales, y 250 de tropa; el administra-
tivo, 137 jefes y oficiales; servicio de ambulancia, 128 jefes y oficiales; personal total de tropa,
1 731; estudiantes de la Escuela Médico Militar, 150. 25 de julio de 1925, mid, 2025-367/4.
333
El total de efectivos de las fuerzas armadas era de 61 040. Davis, 12 de julio de 1926,
mid 2025-259/35.
122 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
334
La explicación del agregado se debe a que sus superiores lo cuestionaron, pues unos
datos que él daba (8 de agosto de 1930) no correspondían con los que aportaba anualmente
la Secretaría de Guerra (31 de julio de 1930). Cummings, 12 de enero de 1932, mid, 2025-
259/270.
335
Diversos informes en mid.
336
El jefe del regimiento de tren-ambulancia, radicado en el Distrito Federal, era el ge-
neral Agustín Mustieles Medel. El personal consistía en: 1 general, 4 jefes, 21 oficiales, 311
de tropa, 22 caballos y 8 mulas. Si comparamos el personal de una unidad de caballería, lla-
ma la atención la diferencia de jefes y oficiales: en un regimiento de caballería había 109,
en un batallón de infantería 190 y en un regimiento de artillería 88. Marshburn, 5 de no-
viembre de 1934, mid 2025-259/474; 2025-259/501. El 23 de octubre de 1934 fue creada la
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 123
338
Éstos estaban en Veracruz, San Luis Potosí, Monterrey y Hermosillo; todos se ubica-
ban en edificios propiedad de la nación, excepto el de Hermosillo, que pertenecía al gobierno
del estado pero desde hacía nueve años se lo arrendaba al gobierno federal, siempre con
fines militares. Cummings, 12 de enero de 1932, mid, caja 2511.
339
Le seguían Oaxaca, Puebla, Tampico y Villahermosa; todos eran propiedad federal,
excepto el último, que pertenecía al gobierno de Tabasco, que sin costo lo prestaba a la Se-
cretaría de Guerra. Idem.
340
Aguascalientes, Cuernavaca, Irapuato, Mazatlán, San Jerónimo, Torreón y Tapachula.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 125
341
En ese año fueron ascendidos, entre otros, algunos profesores de esa escuela: los
mayores médicos cirujanos Leónides Andreu Almazán y Gustavo Baz Prada pasaron al gra-
do superior. General E. Osornio, Informe de labores, 16 de noviembre de 1928, aja, serie
0301, inv. 196, exp. 78, f. 208-217.
342
Informe de E. Osornio, 18 de noviembre de 1930, aja, serie 0301, inv. 196, exp. 78,
f. 297. El reglamento de la escuela, en Revista del Ejército y de la Marina, mayo de 1925, p. 455-
467; Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de división
Joaquín Amaro, 1924-1925, p. 157.
343
Excélsior, 24 de diciembre de 1925.
126 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
344
Ponía el ejemplo de su hermano que era teniente, quien después de haber enfermado
de paludismo y quedar mermada su salud fue enviado a otra zona palúdica. Calderón a Ama-
ro, Santiago de Chile, 16 de noviembre de 1929, act-aja, serie 0304, inv. 243, exp. 13, f. 94.
345
Excélsior, 20-22 de febrero de 1927.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 127
Educación militar
El Colegio Militar
346
Ibidem, 27 de julio de 1931.
347
Decreto firmado el 1 de enero de 1920, la apertura fue el 5 de febrero. Revista del Ejér-
cito y de la Marina, enero-mayo de 1920, p. 14-18.
348
Informe del director de la academia para el año escolar de 1919. Ibidem, enero-mayo
de 1920, p. 18-24.
128 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
349
Excélsior, 17 de enero de 1921.
350
Al iniciar 1920 la Escuela de Infantería tenía 60 alumnos, Caballería 162, Artillería
46, Ingenieros 29, Estado Mayor 10 y Administración 9, ente jefes, oficiales y civiles. Revista
del Ejército y de la Marina, enero-mayo de 1920, p. 24. Algunas de esas escuelas habían nacido
fuera del seno del colegio, como la Escuela de Aplicación de Caballería creada en 1919 por
iniciativa del coronel Javier Echeverría, jefe del departamento de esa arma (en la Secretaría
de Guerra) y su primer director; al reabrirse el colegio dicha escuela se incorporó a éste.
Adrián Montero, “Revolución armada...”, p. 218.
351
Esto ocurrió desde su apertura en febrero de 1920 hasta junio de ese año. En ese mes, por
breve tiempo, pasó a depender directamente del Departamento de Estado Mayor de la secretaría,
lo que significaba pérdida de jerarquía en el organigrama. Es muy probable que esta medida se hu-
biese debido a la actitud de lealtad al presidente defenestrado, pero en febrero de 1921 el colegio
volvió a tener el rango de departamento. Revista del Ejército y de la Marina, febrero de 1921, p. 285.
352
El 1 de enero de 1920 Carranza firmó el acuerdo para abrir el colegio; este acuerdo
retomaba el decreto expedido el 5 de diciembre de 1910 y anulaba, así, el decreto del 3 de
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 129
356
Excélsior, 16 de abril de 1925; ibidem, 31 de agosto de 1925. Al cerrarse, cesaron al di-
rector, general Manuel Mendoza, y se encargó la dirección, para que hiciese la remodela-
ción, al general e ingeniero Amado Aguirre. Como subjefe fue nombrado el general Francis-
co del Arco. Ibidem, 2 de octubre de 1925.
357
Citado en Ricardo Calderón Arzamendi, “El Colegio Militar de México y su función
social”, Revista del Ejército y de la Marina, junio de 1927, p. 460.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 131
363
Acosta a Amaro, 23 de agosto de 1926, ibidem, f. 78-79.
364
G. Gavira, Alocución, 17 de marzo de 1926, ibidem, inv. 164, exp. 46, f. 167-175.
365
Luis Alamillo Flores, Memorias. Luchadores ignorados..., p. 248. La época de este suce-
so debió ser 1925 pues dice haberse quejado con el coronel De la Vega. Es muy probable que
Limón tuviera aprecio por este profesor (era ingeniero) y que lo conociera bien cuando fue
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 135
director del plantel entre 1928 y 1931. Roderic Ai Camp, Generals in the Palacio. The military in
modern Mexico, Nueva York, Oxford University Press, 1992, p. 140.
366
Revista del Ejército y de la Marina, septiembre de 1933, p. 50-59.
367
En 1934 ingresaron 14 civiles y 20 militares de tropa. En ese año se graduaron 106 cadetes,
59 de infantería, 39 de caballería y 8 de artillería; también terminaron cursos de formación 8 oficia-
les de infantería, 12 jefes y oficiales de caballería y 3 oficiales de marina. Memoria presentada al H.
Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de división Andrés Figueroa, 1934-1935, p. 45.
136 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Escuelas de tropa
368
General Nazario Medina, “Instrucción de la tropa”, Revista del Ejército y de la Marina,
agosto de 1931, p. 581.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 137
369
Ibidem, enero-febrero de 1919, p. 5-10.
370
Zuno era jefe del 24º regimiento, con cuartel en Tulancingo, Hidalgo. El Universal,
13 de enero de 1922.
371
Donato Bravo Izquierdo, Un soldado del pueblo, Puebla, Editorial Periodística e Im-
presora de Puebla, 1964, p. 151.
372
Excélsior, 25 de junio de 1922.
373
Se hablaba de un total de más de 50 000 hombres de tropa. Ibidem, 12 de octubre de
1923.
138 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
374
Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de divi-
sión Joaquín Amaro, 1924-1925, p. 27.
375
Excélsior, 12 de noviembre de 1928.
376
Informe, 3 de noviembre de 1928, act-aja, serie 0307, leg. 10, f. 756.
377
De hecho así se reconocía, pues debido a esos conflictos “es muy difícil determinar
o, mejor dicho, contar con un número estable de alumnos en las escuelas de tropa... fácil-
mente puede deducirse que la estadística escolar en los planteles militares no ofrece ni po-
drá ofrecer una base fija, mientras no termine la movilización de las tropas”. H. Congreso de
la Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1927-1928, p. 30.
378
Ibidem, 1926-1927, p. 37.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 139
cían mucho por cuestiones normales del servicio como, por ejemplo, las
revistas de equipo, vestuario y armamento dos veces por semana; otro
problema era que rara vez la corporación estaba completa, ya que se
mandaban destacamentos a guarnecer distintos lugares, y durante ese
tiempo los soldados no recibían clase alguna; por si fuera poco, los que
podían asistir sólo lo hacían los primeros días y la asistencia disminuía
con el paso de los días y las semanas; el informante estaba seguro de
que, para mantenerse en su puesto, los directores de los establecimientos
hacían estadísticas de asistencia mucho mayores a las reales:
379
Profesor Bulmaro Guzmán a Gabriel Gavira, 3 de noviembre de 1926 (esta carta fue re-
mitida a Amaro). aja, serie 0301, inv. 164, exp. 46, f. 324-326. Véase una crítica sobre los males
del influyentismo para el buen desempeño de estas escuelas, en Excélsior, 9 de junio de 1925.
140 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
380
Cárdenas a Amaro, 29 de abril de 1930, aja, serie 0301, inv. 141, exp. 23, f. 211.
381
Coronel Rubén García, “Inauguración de la escuela Hijos del Ejército”, Revista del
Ejército y de la Marina, septiembre de 1935, p. 30.
382
Véase Elizabeth Salas, Soldaderas en los ejércitos mexicanos. Mitos e historia, México,
Diana, 1995.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 141
383
Nazario Medina, “Propósitos y tendencias de la Secretaría de Guerra acerca de la
instrucción de la tropa”, Revista del Ejército y de la Marina, agosto de 1931, p. 580-582.
384
Excélsior, 6 de junio de 1931.
142 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
385
J. Amaro, “La Revolución y la educación militar en México”, Revista del Ejército y de
la Marina, noviembre de 1933, p. 9-10.
386
Subteniente Luis Alamillo, “Necesitamos escuelas de clases en nuestro ejército”, ibi-
dem, abril de 1921, p. 511.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 143
En esa tarea que Amaro reconocía que estaba por hacerse ya no sólo
se buscaba acabar con el analfabetismo en la tropa sino imbuirle una
conciencia social y también la de ciudadano. En su visión de la nueva
educación para el ejército, la escuela representaba el extremo de un
péndulo, mientras que el otro sería la Escuela Superior de Guerra.
Como hemos señalado al comentar diversos temas sobre el ejército
mexicano, numerosas medidas que se decían “definitivas” o bien “las
más adecuadas”, poco tiempo después se cambiaban por otras que en
muchos sentidos eran opuestas a las originales. Así sucedió con la Es-
cuela de Clases, que pasó de ser vista por el alto mando como “la escue-
la normal elemental” para la educación del soldado, a ser una institu-
ción de aplicación, en la cual aprenderían los métodos y sistemas más
modernos de su arma, comprendidas las de infantería, caballería y ar-
tillería. Con este nuevo lineamiento, la Escuela de Clases (que sólo exis-
tía en el papel) pasó a formar parte de una nueva dependencia: la Es-
cuela Militar de Aplicación, de la cual habría una para las tres armas
señaladas; como fue planeada para jefes y oficiales, la Escuela de Clases
se degradaba a un “curso de cabos y sargentos para el ejército nacional”
dentro de ese mismo plantel.388 Seis meses después se dio marcha atrás
en la fusión, se dispuso nuevamente la creación de la Escuela de Clases
y se nombró director al coronel de caballería Miguel Badillo Vizcarra,
pero el reglamento aprobado por Amaro decía que “la enseñanza que
se imparta será eminentemente práctica, descartando de los planes de
estudio, todas aquellas materias que no sean de inmediata aplicación
en el medio militar”.389 Se olvidaba así la finalidad formativa para los
cabos y sargentos, que a su vez debían educar a los soldados. De esta
forma se reconocía que debían ser los oficiales de las corporaciones del
ejército los que dieran la educación primaria a la tropa.390
387
J. Amaro, “La revolución y la educación militar en México”, ibidem, noviembre de
1933, p. 10.
388
“El gobierno mexicano crea la Escuela de Aplicación”, ibidem, junio de 1933, p. 3.
389
Miguel Badillo Vizcarra, San Joaquín, Tacuba (ex convento donde comenzó a fun-
cionar la escuela), 1 de enero de 1934, act-aja, serie 0401, exp. “Reglamento interior y
funcionamiento Escuela de clases”, en proceso de catalogación.
390
J. Amaro, “Cómo se educa al ejército”, Revista del Ejército y de la Marina, agosto de
1932, p. 13-23.
144 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Ibidem, p. 433. El plan que reproduce Alamillo es copia casi textual del plan de estu-
395
dios dado a conocer en 1934 por él mismo, excepto comentarios del estilo de “a pesar de que
han pasado muchos años, sigo pensando igual”, y las citas anteriores que reflejaban la pers-
pectiva del paso del tiempo. Véase Revista del Ejército y de la Marina, marzo de 1934, p. 1-11.
146 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
todo en la relación que los liga con el mando, porque aunque la táctica
de cada una de las armas, la importancia de cada servicio, la especia-
lidad de cada materia, constituyen, sin duda alguna, las bases elemen-
tales de los conocimientos que en la Escuela se impartan, no pueden
por sí solos, aisladamente, representar todo el saber que en ella se
adquiera. Es necesario, por consiguiente, coordinar el empleo de todas
las armas, la importancia de todos los servicios, las relaciones de cada
396
Luis Alamillo Flores, Memorias. Luchadores ignorados..., p. 428.
397
Ibidem, p. 429.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 147
398
Ibidem, p. 430.
399
Ibidem, p. 430-431.
400
Véase el discurso que pronunció Calles como parte del “Ciclo de información para gene-
rales del ejército nacional”, en la Escuela Superior de Guerra, El Universal, 2 de febrero de 1934.
148 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
El decreto establecía la obligación de cumplir esos dos años de acuerdo con el tipo de
402
escuela: a los del Colegio Militar, Escuela Militar de Aplicación y Escuela de Clases, en batallo-
nes y regimientos; Escuela Naval, en unidades navales; Médico Militar, en secciones sanitarias
de unidades de tropa y navales; Escuela Superior de Guerra, en los estados mayores de tropa,
especiales y Estado Mayor del Ejército. También hacía obligatorio para los egresados del Cole-
gio Militar pasar directamente a la Escuela de Aplicación y, concluido el curso, los dos años
con la tropa, mientras que a la Escuela Superior de Guerra “sólo podrán ingresar los jefes y
oficiales que hayan cursado con éxito los estudios de la Escuela Militar de Aplicación y hecho
la estancia en los cuerpos de tropa a que se refiere el artículo 1º”, el cual prevenía que fuese al
egresar. De ahí que el espíritu del decreto es que se cumpliese con los dos años, ya fuese antes
o después de realizados los estudios. Incluso, otro artículo establecía que el diploma de Estado
Mayor no se entregaría después de aprobar los tres años de estudio sino al cumplir los dos
años con la tropa. También es evidente la importancia que se daba a la Escuela de Aplicación
cuya finalidad era principalmente práctica: dar los conocimientos útiles para el mando y para
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 149
407
Este ejercicio lo hace Roderic Ai Camp en Generals in the Palacio..., p. 162.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 151
408
J. Amaro, “Cómo se educa al ejército”, Revista del Ejército y de la Marina, agosto de
1932, p. 13-23.
409
Adrián Montero, “Revolución armada...”, p. 239-242.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 153
410
Decreto de 29 de octubre de 1936, Revista del Ejército y de la Marina, marzo de 1937,
p. 257-258.
411
En este documento quien más interviene es Beteta; las preguntas o comentarios de
Cárdenas son parcos o, bien, se refieren a otros temas. Memorándum de conversación, Igna-
cio Beteta y Lázaro Cárdenas, 11 de agosto de 1934. act-aja, serie 0401, en proceso de cata-
logación, 13 f.
154 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
El presupuesto tan alto del ramo militar fue una de las preocupaciones
más acuciantes de los gobiernos posrevolucionarios, cuando menos de
su retórica. Durante las décadas de 1920 y 1930 se insistía en que la Re-
volución pasaba por la etapa de la reconstrucción, en la cual se mejora-
ría la situación de las masas. Pero esto era imposible de lograr si del
total del gasto del gobierno se destinaba un 70% —inclusive un 40% era
aún muy alto— a las fuerzas armadas. De ahí las políticas adoptadas
—con mayor o menor éxito— para disminuir sus efectivos. Buena parte
de la prensa veía al ejército como un peso muerto que impedía el creci-
miento económico del país. En 1921 se decía que “el presupuesto de gue-
rra ha sido hace años una vorágine, un abismo que ha tragado lo mejor
de la sangre del contribuyente”; a causa de éste se habían elevado en un
80% las rentas para los inquilinos; el gobierno se veía urgido a incremen-
tar impuestos para pagar los gastos castrenses, lo cual influía en el au-
mento de precios y arrebataba “de las mesas el pan para darlo de mu-
nición al soldado. Es él, en muy buena parte, el que ha encarecido las
mercancías y la vida toda en desmesuradas proporciones”.412
Para mostrar lo oneroso de este gasto eran frecuentes las compara-
ciones con otros países:
412
“No hay que cejar ni un punto”, Excélsior, 15 de enero de 1921.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 155
es del 74% en tiempos ordinarios, sin contar los decretos que para
aumentar gastos se expiden continuamente, ni mucho menos las gue-
rras civiles y cuartelazos, como el último que significó un alza del 20%
en el presupuesto total y un 40% del de guerra. Cada alemán contribuía
para el sostenimiento del ejército con $5.49 [pesos], cada mexicano
debe sacar de su raquítico bolsillo $18.00 con ese objeto. Antes de la
Revolución era $2.00 lo que importaba per capita.413
413
El editorialista toma la cifra de 60 000 efectivos para hacer sus cálculos, que es la ofi-
cial que se daba en ese momento; para la comparación con otros ejércitos aclara que se basa
en el presupuesto proyectado para 1924, sin tomar en cuenta las modificaciones al alza que
tuvo el ramo de Guerra por la rebelión delahuertista. “La ‘desgeneralización’ de México”,
ibidem, 12 de agosto de 1924.
414
Se comentaba un estudio hecho por The Economist. Excélsior, 26 de octubre de 1929.
415
Douglas W. Richmond, La lucha nacionalista de Venustiano Carranza 1893-1920, México,
Fondo de Cultura Económica, 1986, p. 218.
156 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
416
Luis Cabrera, Obras completas, v. 3, p. 416-417.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 157
417
James W. Wilkie, La Revolución mexicana (1910-1976)..., p. 24-25.
158 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
fue de alrededor del 30% y subió hasta el 37.3% en 1929 con Portes Gil.
A partir de 1930 (30.9%), la disminución del presupuesto ejercido para
las fuerzas armadas fue progresiva, ya sin subidas abruptas, para lle-
gar a un 20.9% en 1935. Esa tendencia continuaría, excepto en 1940 y
1941 (19.7% y 19.1%), hasta llegar a un 6.5% en 1963, durante la admi-
nistración de Adolfo López Mateos. Con Gustavo Díaz Ordaz, el pro-
medio de todo el sexenio fue de 2.63%418
Es importante señalar que Wilkie tomó en cuenta no sólo el presu-
puesto asignado a la Secretaría de Guerra y Marina sino también a
Establecimientos Fabriles, que hasta 1935 fue un departamento autó-
nomo destinado a fabricar armamento, municiones y uniformes para
los militares. En el año indicado, esa dependencia desapareció y las
tareas que realizaba se les asignaron a la Secretaría de Guerra y Marina,
en un departamento que se llamó Materiales de Guerra. De tal forma,
la totalidad del ramo militar quedó en esa secretaría, hasta 1940, cuan-
do se creó la Secretaría de Marina. A partir de entonces, para conocer
el total del presupuesto destinado al ramo militar se deben sumar los
presupuestos de la Secretaría de la Defensa Nacional y los de Marina.
El presidente de la República, como jefe del ejecutivo y por tanto con
la facultad de elaborar los proyectos de presupuesto de cada año, que
debían ser aprobados por una dócil Cámara de Diputados, y como co-
mandante supremo de las fuerzas armadas que le otorga la Constitu-
ción, tenía en sus manos un arma política de gran fuerza que ningún
presidente desaprovechó. De ahí que en el análisis de los presupuestos,
durante la mayoría de los años aquí tratados, vemos cómo el proyecta-
do siempre era superior al ejercido. En otras palabras, en la negociación
de los presidentes con los jefes militares, los primeros prometían desti-
nar mayores recursos de los que finalmente les daba, con lo cual lograba
calmar las ingentes peticiones de recursos que les llegaban a los presi-
dentes o a sus ministros de Guerra. Por lo ya dicho, me parece más re-
levante mencionar los años en donde esa tendencia se invirtió: cuando
la asignación ejercida fue mayor que la proyectada. Esto sucedió en
1922, cuando se proyectó para el ramo de Guerra un 40.8% del total del
presupuesto y se ejerció un 46.4%. La explicación puede estar en que en
ese año los recursos militares no fueron discutidos en la Cámara de
Diputados, debido a la pugna de Obregón con los diputados del Partido
Liberal Constitucionalista, quienes procuraron obstruir las propuestas
del ejecutivo; estos diputados llegaron a presentar a fines de 1921 un
proyecto para transformar el sistema presidencialista por uno parlamen-
418
Guillermo Boils, Los militares y la política en México (1915-1974), México, El Caballito,
[s. a.], p. 103.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 159
419
Georgette José Valenzuela, El relevo del caudillo. De cómo y por qué Calles fue candidato
presidencial, México, El Caballito, 1982, p. 56-57.
420
El Universal, 22 de mayo de 1924.
421
En esos años, según datos oficiales, se logró la formación de diversas corporaciones
sin afectar el presupuesto de Guerra, mediante ahorros que se hicieron en ese mismo ramo:
los regimientos de caballería 82º al 90º, con gastos de haberes por $421 594.00 y los batallo-
nes 53º al 61º, por $506 845.00: se pagaban por ahorros por $2 725 941.00 logrados en los pri-
meros seis meses de 1927, Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del
ramo, general de división Joaquín Amaro, 1926-1927, p. 117.
160 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
de Guerra, Enrique Estrada, señalaba que no era tan difícil lograr una
disminución, pues
422
Enrique Estrada, “Importante informe...”, Revista del Ejército y de la Marina, septiem-
bre de 1921.
423
Oficio del subjefe del Departamento de Marina, Luis Schaufelberger, 8 de noviem-
bre de 1929, act-aja, serie 0302, leg. 23, f. 1626.
ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS 161
424
Teniente coronel de intendencia Pedro López Malo, “La Intendencia, fuente de vida
del ejército”, Revista del Ejército y de la Marina, septiembre de 1935, p. 2-3.
425
Como una de las metas era la disminución del ejército, sobre todo en los rangos me-
dios y altos, siempre se procuraba mostrar que en un año de labores se reducía su número.
De ahí que el borrador que Amaro escribió al concluir la administración callista, señalaba
que el 30 de noviembre de 1928 había 3 610 jefes (coroneles, tenientes coroneles y mayores),
mientras que la Memoria de la secretaría indicaba que el 1 de agosto del mismo año el ejérci-
to tenía 1 913 jefes, para resaltar que en un año se logró una reducción de 42 jefes. Sin embar-
go, el borrador indica un número muy superior con respecto a la Memoria: 1 697 jefes más.
Debido a que los informes de gobierno y las Memorias de la secretaría tenían una marcada
finalidad política, preferí —cuando tuve los datos— basarme en los informes de los agrega-
dos militares norteamericanos. Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario
del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1927-1928, p. 44; Informe, 3 de noviembre de 1928,
serie 0307, leg. 10, 750-757.
162 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
las cifras; de ahí que considere que los datos más confiables sean los que
el agregado militar norteamericano daba a Washington. Uno de ellos,
H. E. Marshburn, señalaba que la información que mandaba a los de-
partamentos de Estado y de Guerra era más exacta, puesto que era
obtenida —de manera confidencial— por el mismo personal que la
elaboraba en el Departamento de Estado Mayor de la Secretaría de
Guerra, y era igual a la que tenía el secretario en turno; esta aclaración
la hacía al inquirírsele acerca de discrepancias existentes entre los datos
numéricos de las Memorias de 1934 y las cifras que él daba; sus superio-
res se lo hicieron notar y le pidieron explicaciones: éste señalaba que
las Memorias publicadas daban cantidades que se adecuaban a la retó-
rica oficial y no siempre a la realidad.426 Por esas razones, en el presen-
te trabajo doy mayor credibilidad a los números que aportaban los
agregados norteamericanos. Otro ejemplo que ayuda a confirmar mi
decisión es el siguiente: en las Memorias, al referirse a efectivos existen-
tes en un mismo momento, se ofrecen totales distintos:427 entre 1926 y
1927 el arma de infantería formó once nuevos batallones, unidad que
tiene alrededor de 400 efectivos. La información la daba la propia Se-
cretaría de Guerra; sin embargo, la misma fuente indicaba una dismi-
nución de efectivos de esa arma, lo cual resulta inverosímil por lo antes
indicado.428 El lector atento notará esas discrepancias en las cifras de
los cuadros. En el cuadro 1 del apéndice (Total de fuerzas armadas, por
efectivos) procuré basarme, siempre que encontré los datos, en fuentes
norteamericanas. En cambio, en los cuadros de cada arma, debido a que
por lo regular desglosan cuántos coroneles, capitanes, etcétera, había,
utilicé las Memorias.
426
En ese año, de un total de 8 840 elementos, entre generales, jefes y oficiales, 756 eran
“auxiliares” y personal de Transmisiones que el attaché no incluyó. Teniente coronel H. E.
Marshburn, 26 de diciembre de 1934, mid, 2025-259/477.
427
En la Memoria de 1926-1927, p. 68, se indica que el total de efectivos del arma de infan-
tería el 1 de agosto de 1927 era de 632 jefes, 2 436 oficiales y 21 260 de tropa. La Memoria presenta-
da al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1927-1928,
p. 51, para la misma fecha asienta: 634 jefes, 2 562 oficiales y 27 213 de tropa. Debido a que entre
1926 y 1927 se formaron 11 batallones nuevos, con 400 efectivos, aproximadamente, me parece
evidente que las cifras más confiables sean las de la Memoria de 1927-1928, por lo cual es la que
utilizó en el cuadro que desglosa las cifras de coroneles, mayores, etcétera, de esa arma.
428
En agosto de 1926 había 22 922 efectivos mientras que en julio de 1927 eran 21 260. Es
justo señalar que no siempre existían discrepancias de ese calibre. En el mismo periodo, la
caballería creó diez nuevos regimientos; ello se vio reflejado en un aumento de efectivos del
arma: 24 693 en 1926 y 29 737 en 1927. Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secre-
tario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1926-1927, p. 68 y 76.
Enrique Plasencia de la Parra
Historia y organización de las fuerzas
armadas en México, 1917-1937
México
Universidad Nacional Autónoma de México,
Instituto de Investigaciones Históricas.
2010
416 p.
(Serie Historia Moderna y Contemporánea, 52)
ISBN 978-607-02-2092-0
Formato: PDF
Publicado en línea: 23 marzo 2015
Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros
/fuerzas/armadas.html
Excélsior, 16 de enero de 1921.
Se mencionaron como implicados al coronel Alonso Márquez Muñoz, tenientes coro-
neles Lucio L. Medina y José W Cervantes, mayores Estanislao Martínez, Eduardo Hernán-
164 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
coroneles para abajo, tenían despachos falsos y, por tanto, fueron dados
de baja. La investigación que llevó a descubrir este gigantesco fraude
fue hecha por el coronel Julio B. Uranga, jefe del Estado Mayor de la
guarnición de la ciudad de México. El caso lo llevó el juez de instruc-
ción militar Luis López Tolsa. En menor escala —o tal vez más correc-
to decir: sin que saliera a la luz pública—, este tipo de fraudes continuó.
En 1925 se informaba que durante seis años se pagó a ocho individuos
que se hacían pasar por generales, sin que las autoridades militares lo
hubieran detectado antes. Se decía que después de Agua Prieta hubo
muchos militares falsos, que eran descubiertos después de uno o dos
años, cuando sus superiores se daban cuenta que no tenían ningún
conocimiento sobre la milicia. En 1933, el coronel Carlos R. Benavides,
pagador general de las oficinas superiores de la Secretaría de Guerra,
defraudó $68 000 000.00 al falsificar vales para pagos de coroneles y de
tenientes coroneles inexistentes.
El caso de la sucursal ponía al descubierto no sólo un fraude monu-
mental sino algo más importante: la dificultad de los gobiernos posre-
volucionarios para controlar a un ejército formado no por militares pro-
fesionales sino por caudillos con el nombramiento de generales, cuyos
seguidores conformaban su oficialidad y tropa. Es importante señalar
que en altas esferas gubernamentales se fomentaba este tipo de actitu-
des: los famosos “cañonazos de 50 mil pesos” no sólo eran parte de la
picaresca mexicana, también consistía en toda una mecánica de corrup-
ción y de compra de lealtades. El obregonismo denunciaba la corrupción
que imperó durante el régimen de Carranza y no le faltaba razón al
hacerlo; el caso de la sucursal lo ponía en evidencia, pero también mos-
traba cómo esa práctica continuó y quizá se perfeccionó con los sono-
renses. Desde el movimiento de Agua Prieta hubo constantes denuncias
sobre manejos poco escrupulosos de fondos públicos. La Contraloría
General de la Nación le requería al general Eugenio Martínez $400 000.00
dez Barba y Mariano Pineda, capitanes Heliodoro Santa, Ángel Ramírez y Carlos Degollado
y teniente Germán Hernández, así como a varios civiles. El Universal, 15 de agosto de 1921.
Entre los militares dados de baja se mencionan al coronel José Perdomo, tenientes co-
roneles Israel Medina, Eladio Peña y Luis Medina, además de 27 mayores, 38 capitanes pri-
meros, 34 capitanes segundos, 23 tenientes y 6 subtenientes, El Universal, 31 de marzo de
1921. Más adelante se añadieron los nombres de los coroneles Martín Rentería y José Rebo-
llo, los tenientes coroneles Arturo Flores, Ricardo Alvarado y Adolfo Lazcano, Excélsior, 27
de abril de 1921.
Sólo se dan tres nombres: los generales Manuel J. Castro, Celso Castro y P. Nicolás
Zárate. Los ocho defraudaron un total de $2 419 020.00. Excélsior, 4 de diciembre de 1925.
Lo hacía en complicidad con un glosador, Ignacio Dosamantes, de la Tesorería de la
Federación. La nota enfatiza la sorpresa por el largo tiempo en que pudieron hacer estos
fraudes así como la facilidad para llevarlos a cabo. El Nacional, 27 de julio de 1933.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 165
Colonias militares
Eugenio Martínez a Enrique Estrada, 6 de marzo de 1921, ahsdn-Cancelados, exp. xi-
111-1-222, f. 2159.
El Universal, 19 de marzo de 1921.
En 1910 había 35 000 habitantes en la región; en 1921, 5 000. Romana Falcón, Revolu-
ción y caciquismo. San Luis Potosí, 1910-1938, México, El Colegio de México, 1984, p. 177-178.
166 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Estas palabras reflejan el anhelo por dejar una época convulsa. Ba-
sado en un proyecto de los generales José Siurob y Gildardo Magaña,
Obregón le dio vida legal a las colonias agrícolas militares.10 La reali-
zación del proyecto se facilitó porque el general Enrique Estrada, secre-
tario de Guerra en ese momento, y el de Agricultura, Antonio Villarreal,
así como el propio Siurob, pertenecían al Partido Liberal Constitucio-
nalista, el más importante e influyente en los años de 1920 y 1921. El
decreto establecía tres tipos de colonias: para generales, para jefes y
para oficiales. Esto se hizo para evitar que la colonia funcionara como
una corporación del ejército, que con un orden jerárquico mal entendi-
do provocara abusos por parte de los militares de mayor grado sobre
los de menor rango. En la práctica, no hubo colonias sólo para genera-
les, jefes u oficiales ya que era común que la propuesta de una colonia
partiera de un general, quien se llevaba a gran parte de los que habían
servido con él como jefes, oficiales y tropa.
Sólo podían ser colonos los militares que pertenecían a la Primera
Reserva del Ejército, la cual fue creada por Obregón para generales,
jefes y oficiales excedentes en las fuerzas armadas. Los miembros de esta
reserva recibían la mitad de sus haberes y se les daba libertad de resi-
dencia y de movimiento; no tenían comisión alguna. Los colonos favo-
recidos no podían enajenar sus lotes hasta que los hubieran pagado
totalmente, pero sí podían heredarlos a sus familiares, lo cual los con-
vertía en una especie de ejidatarios. Los colonos recibirían títulos pro-
visionales de sus lotes que pagarían en anualidades, hasta por veinte
años; al completar el pago obtendrían el título definitivo. Se contem-
plaba que el primer año los colonos recibirían el 50% de su haber, el
segundo el 40% y el tercero el 30%. Un asunto muy importante era
la Secretaría de Guerra una partida de $1 000 000.00 para adquirir fincas, predios rústicos e
implementos agrícolas para los colonos que formasen las colonias agrícolas militares. El 30
de septiembre de 1921, Obregón firmó las “Bases reglamentarias para la compra-venta de
parcelas para colonias agrícolas militares”, ambas citadas en Carlos Martínez Assad, Los re-
beldes vencidos. Cedillo contra el estado cardenista, México, Fondo de Cultura Económica, 1990,
p. 228-238.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 167
11
“El personal de las colonias agrícolas militares conservará su dependencia de las le-
yes y autoridades militares mientras no reciba patente de licencia absoluta, en los términos
prescritos por la Ley”, citado en ibidem, p. 229.
12
Antonio García de León, Resistencia y utopía, v. 2, México, Era, 1994, p. 131-133, 258.
13
Además de la colonia mencionada, llamada “Emiliano Zapata”, en San Nicolás,
Chiapas, Cal y Mayor proponía crear otras cuatro. Ibidem, p. 258.
168 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
14
En esa región operaba el general Cástulo Pérez. Héctor Luis Zarauz López, Revolu-
ción y contrarrevolución. Rebeliones en contra de los gobiernos revolucionarios en el Istmo de Te-
huantepec (1916-1924), tesis de doctorado en Historia, ffyl/unam, 2005; El Universal, 19 de
octubre de 1921.
15
Una nota de periodico señalaba que el gobierno federal acababa de comprar, en
$1 000 000.00, la hacienda del Agostadero, en Veracruz, al señor Adrián Carranza, con 4 300
hectáreas, y que sería destinada a formar una colonia militar. El Universal, 10 de diciembre
de 1922.
16
Ibidem, 28 de octubre de 1921.
17
Fue la hacienda azucarera de San Ignacio Actopan, de 120 000 hectáreas, adquirida
por el gobierno federal en $220 000.00 a Emanuel Amor. El Universal, 31 de octubre de 1922.
18
Se trataba de las colonias formadas por el general Francisco Carrera Torres. Excélsior,
25 de abril de 1922.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 169
cuarteles”.19 Las colonias, más allá de que funcionaran bien o mal, eran
un mecanismo más para disminuir los efectivos del ejército. Hacia di-
ciembre de 1920, 2 000 oficiales y 19 000 soldados habían sido licencia-
dos para estas colonias.20 También contribuían a impulsar la idea de
que el ejército, que combatió en una guerra fratricida, podía transfor-
marse en una fuerza productiva. El mismo germen que hizo posible esa
guerra terrible era también el que traía la paz. La revolución armada
surgió del mundo campesino, por tanto la paz debía regresar al mundo
agrario. Ése era el mayor atractivo del proyecto y, en grado menor, sus
resultados en cuanto al número de militares desmovilizados o a la pro-
ductividad de las colonias. Este proyecto reflejaba también el concepto
de reparto agrario que tenían los presidentes sonorenses: la pequeña
propiedad como unidad fundamental para el país.
Los generales Cedillo y Francisco Carrera Torres fueron de los pri-
meros en establecer colonias militares. En 1921, la prensa informaba de
seis colonias en Tula, Tamaulipas, cada una formada por cien hombres,
entre jefes, oficiales y tropa.21 En 1926 el secretario de Guerra, Joaquín
Amaro, visitó esas colonias y quedó muy satisfecho de su funcionamien-
to.22 Pero los vecinos, propietarios agrícolas e incluso los mismos solda-
dos opinaban muy diferente sobre el papel de Carrera Torres. Según
relata Romana Falcón, este militar amasó una notable riqueza; monopo-
lizaba el ixtle, cobraba alcabalas por el paso de camiones en su zona de
influencia y regenteaba casas de juego; cuando era jefe de operaciones
en San Luis Potosí obligaba a los soldados a trabajar en sus tierras como
peones; la mayoría de estos negocios la compartía con Cedillo.23 El enor-
me poder de éste no se debió únicamente a las colonias militares; puede
decirse que ése fue su origen. Gracias al control que tenía tanto en el
ámbito civil como en el militar, los conflictos entre colonos y ejidatarios
eran arreglados fácilmente en su feudo. Las disputas surgieron desde
que se llevó a la práctica el sistema, finalmente peleaban por los mismos
bienes: fincas rústicas, haciendas y terrenos pertenecientes a la nación.
Una de las primeras ocurrió en 1921; el entonces empleado de la Comi-
sión Nacional Agraria, Marte R. Gómez, señalaba que el jefe de la colonia
El Naranjo, teniente coronel Mateo Hernández, se quejaba de que un
grupo de campesinos pedía tierras aledañas a las de sus colonos. Gómez
19
Publicado en The Nation de Nueva York y reproducido en El Universal, 5 de noviem-
bre de 1921. En febrero de 1921, 4 000, entre oficiales y tropa, se unieron al programa de
colonias militares.
20
Jorge Alberto Lozoya, El ejército mexicano, México, El Colegio de México, 1984, p. 57.
21
Excélsior, 16 de julio de 1921.
22
El Universal, 5 de enero de 1922; Excélsior, 25 de abril de 1922; ibidem, 11 de julio de 1926.
23
Romana Falcón, Revolución y caciquismo..., p. 198-201.
170 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
24
Marte R. Gómez, Historia de la Comisión Nacional Agraria, México, Centro de Investi-
gaciones Agrarias, 1975, p. 232-233.
25
El Universal, 19 de febrero de 1935.
26
Firmado el 16 de julio de 1936, citado en Carlos Martínez Assad, Los rebeldes venci-
dos..., p. 223-227.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 171
27
Citado en ibidem, p. 150.
172 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
rebelión) y, por tal motivo, les fueron cancelados sus títulos de propie-
dad.28 En el ocaso del cardenismo, el secretario de Agricultura, José C.
Parrés, recordaba a los colonos que en los diversos asuntos que tuvieran
que tramitar dejaran de llamarse miembros de la “colonia agrícola mi-
litar” tal o cual porque el carácter de las colonias era estrictamente
agrícola.29 Esta minucia semántica nos muestra la fuerza evocadora que
tuvo el proyecto de las colonias militares, el cual hacía soñar a los ex
combatientes en un mundo ideal, bucólico, donde vivían en paz con su
entorno, libres de la servidumbre porfirista. Por supuesto, era sólo un
sueño porque las ataduras y la explotación continuaron por parte de
las autoridades cedillistas que les quitaban porciones de sus cosechas
y, cuando dichas autoridades desaparecieron, los líderes ejidales y las
autoridades locales y federales hicieron lo mismo.
El grupo sonorense que llegó al poder en 1920 sabía que las colonias
militares no podían ser la única vía para reducir un ejército gigantesco;
se tenían que crear otras instancias pero, sobre todo, la autoridad mili-
tar debía ser más estricta a la hora de reconocer los grados militares.
28
Ibidem, p. 141-142, 199-201.
29
Ibidem, p. 141-142, 208.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 173
30
Excélsior, 8 de diciembre de 1920.
174 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Cuadro 2
Primera reserva 1921-1925 31
31
Ibidem, 20 de febrero de 1921 y 12 de enero de 1922; Informe de gobierno, 1 de septiem-
bre de 1923, Diario de los Debates 1875-1997; Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por
el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1924-1925, p. 40.
32
Cifras del jefe del Departamento de la Primera Reserva, Luis Medina Barrón, que
incluían: 2 generales de división, 40 de brigada, 106 brigadieres, 200 coroneles, 226 tenien-
tes coroneles, 274 mayores, 294 capitanes primeros, 131 capitanes segundos, 164 tenientes
y 143 subtenientes, que hacían un total de 148 generales, 700 jefes y 732 oficiales. Excélsior,
20 de febrero de 1921.
33
Cifras del subsecretario de Guerra, encargado del despacho, Francisco Serrano, que
incluían 4 generales de división, 38 de brigada, 91 brigadieres, 234 coroneles, 215 tenientes
coroneles, 276 mayores, 323 capitanes primeros, 247 capitanes segundos, 236 tenientes y 234
subtenientes, que hacían un total de 133 generales, 725 jefes y 1 040 oficiales. Ibidem, 12 de
enero de 1922.
34
Había 110 generales, 800 jefes y 1 370 oficiales, Informe de gobierno, 1 de septiembre de
1923.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 175
taría, señalaba que jefes y oficiales que estaban en servicio activo ha-
bían pasado “por legiones a la primera reserva, y ahora hacen falta
urgentemente tenientes y subtenientes para distintos batallones y re-
gimientos”; una solución era llamar al servicio activo a los que tuvie-
ran esos grados y estuvieran en la Primera Reserva.35 Lo anterior nos
indica que había un alto grado de improvisación en las medidas que
se tomaban.
La rebelión delahuertista, iniciada en diciembre de 1923, tuvo como
motivo principal la coyuntura política de la sucesión presidencial. Sin
embargo, el crecido número de militares que se unió a ella también
puede explicarse por otros motivos: fue muy importante el anteceden-
te de Agua Prieta, una rebelión que se ganó con gran facilidad y con
bajo costo de sangre, lo que llevó a creer que otro movimiento similar
contaría con la misma suerte. A esto hay que añadir el descontento que
había entre los militares a causa de las medidas tendientes a disminuir
un ejército que aumentó desproporcionadamente a raíz de Agua Prieta.
Por eso una buena cantidad de militares que se encontraba en el limbo
de la Primera Reserva se unió al delahuertismo: muchos sabían que no
tenían los méritos suficientes y que su futuro inmediato era la baja o la
degradación; si la rebelión triunfaba asegurarían su permanencia y,
muy probablemente, un ascenso. Lo anterior explica el número signi-
ficativamente menor de militares que formaba la Primera Reserva cuan-
do ésta desapareció en enero de 1925, pues aquellos que se levantaron
en armas un año antes fueron dados de baja.36 También sucedió que
jefes y oficiales en la Primera Reserva fueron llamados al servicio activo
debido a la repentina escasez de personal ocasionada por el movimien-
to rebelde. Se ha dicho que Obregón ya esperaba el movimiento ar-
mado y que prefirió dejarlo estallar para saber con qué elementos
contaba. Pero eso no significaba que no actuara. El contraalmirante
Hilario Rodríguez Malpica sustituyó a Medina Barrón como jefe de la
Primera Reserva, por ser más confiable que el general ex felicista.37 La
medida también podía tener otra explicación: en un principio, los mi-
litares que pasaban a la Primera Reserva eran los zapatistas o ex felicis-
tas, de ahí la importancia de tener un general vinculado a éstos. Pero
cuando el traslado de militares a la reserva se hizo más generaliza-
do, con elementos revolucionarios, éstos cuestionaron la presencia de
35
Excélsior, 1 y 14 de abril de 1922.
36
Al disolverse la Primera Reserva, estaba formada por 4 generales de división, 20 de
brigada, 51 brigadieres, 116 coroneles, 83 tenientes coroneles, 152 mayores, 178 capitanes pri-
meros, 158 capitanes segundos, 80 tenientes y 83 subtenientes, sgm, Memoria 1924-1925, p. 40.
37
El Universal, 2 de septiembre de 1923.
176 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
38
Cuando en el Senado se analizó la ratificación del grado de general de división de
Luis Medina Barrón se señaló que, cuando era jefe de la Primera Reserva, muchos elementos
“auténticamente revolucionarios” estaban muy disgustados por la presencia de un felicista
en ese cargo; el Senado acabó por no reconocerle grado alguno a este militar. El Universal,
2 de octubre de 1930.
39
Excélsior, 8 de agosto de 1924.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 177
40
Ibidem, 12 de agosto de 1924.
41
Ibidem, 7 de enero de 1925.
42
El último jefe de la Primera Reserva fue el general José Juan Méndez. Ibidem, 21 de
enero de 1925.
43
Al desaparecer la Primera Reserva, causaron baja en el ejército 143 coroneles, 138 tenien-
tes coroneles y 254 mayores. Total: 535 jefes. Revista del Ejército y de la Marina, junio de 1925.
178 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
44
Excélsior, 12 de febrero de 1921.
45
Se dijo que esos 101 elementos en tres años habían defraudado a la nación $660 000.00.
El Universal, 10 de marzo de 1921.
46
La oficina del agregado militar norteamericano informaba de un capitán de nombre R.
Germán, de origen sonorense, cuyo padre al parecer era alemán, Gehrmann, pero castellanizó
su apellido. Este capitán, según esa fuente, era de los primeros militares que hablaban del
tema, aunque muchos civiles ya lo hacían abiertamente. 7 de agosto de 1924, mid, caja 2517.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 179
47
Casi siempre que se mencionaban quejas por excesos, omisiones o errores de las
autoridades castrenses, los quejosos evitaban que sus nombres apareciesen en la prensa.
El Universal, 6 de febrero de 1925.
48
J. I. Lugo, jefe del Departamento de Estado Mayor a Amaro, 22 de junio de 1928, act-
aja, serie 0301, inv. 179, exp. 61, f. 33-35.
180 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
49
Salvador Rangel Medina, “Pláticas de un soldado”, galeras originales con la siguien-
te información: v. i, México, Universidad Autónoma Metropolitana, 1996 (Colección Cultura
Universitaria 80), p. 103. La copia que tengo ya estaba formada para su publicación pero,
según me comentaron, finalmente el general Rangel Medina decidió no publicarlas.
50
El Universal, 27 de mayo de 1921. Treviño nos da luz sobre esta disposición que es del
31 de diciembre de 1920 (la cual rectificaba la circular del 15 de mayo de 1916), misma que
ordenaba la baja en el ejército de todos los ex federales que prestaron sus servicios al gobier-
no de Huerta y se incorporaron al ejército constitucionalista después del 8 de julio de 1914.
Excélsior, 16 de junio de 1921.
51
Sin embargo, el subsecretario Serrano afirmaba que, en algunos casos, la comisión
que presidía Treviño había actuado con ligereza en algunos casos y con rigorismo en otras.
El Universal, 3 de agosto de 1921.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 181
52
Ibidem, 9 de agosto de 1921.
53
Fue el caso de Juan Salazar. Ibidem, 16 de noviembre de 1921.
54
Oficio del general José Fernández Ramírez, subjefe del Departamento de Estado Ma-
yor, 22 de diciembre de 1925, act-aja, serie 0308, leg. 17, f. 1143.
55
Los artículos a que hago referencia son los siguientes: 3º: “Los ascensos otorgados por
el general de división Pablo González, sólo se considerarán válidos hasta capitán primero,
siempre que dichos ascensos hayan sido conferidos antes del 28 de febrero de 1917; 7º: “Que-
dan sujetos a revisión todos los ascensos, a partir del 1o de enero de 1920, conferidos por el
extinto presidente C. Venustiano Carranza, o aquellos que por conducto de la Secretaría de
Guerra, se hubieren otorgado, con objeto de ratificar los que, por méritos en el ejército, fueren
acreedores a ellos”; 18º: “Los ex federales que se han incorporado después del 8 de julio de
1914, se les aceptará en el seno del actual ejército hasta con la antigüedad del 1o de enero
de 1916, y se les deducirá el tiempo, servicios y ascensos de la usurpación”; 28º: “Sólo se to-
marán en consideración los nombramientos o certificados expedidos por los generales de di-
visión Emiliano Zapata, Francisco Villa, Genovevo de la O, Manuel Peláez, Marcelo Caraveo,
Pedro Gabay, Panuncio Martínez, Juan Andreu Almazán, Gabriel A. Carballo, Guillermo
Meixueiro, Higinio Aguilar, Eulalio Gutiérrez, Gildardo Magaña, Luis Medina Barrón, y de
brigada, Roberto Cejudo y Enrique Brena“. Circular número 68, “Disposiciones generales para
la comprobación de los servicios y empleos de los miembros que forman el actual ejército”,
21 de noviembre de 1923, Revista del Ejército y de la Marina, noviembre de 1923, p. 1278-1281.
182 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
56
Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de divi-
sión Joaquín Amaro, 1924-1925, p. 52.
57
Gabriel Gavira Castro, antes de incorporarse a la Revolución, ya militaba en las filas
del antirreeleccionismo en Veracruz. Por esa actividad fue apresado y el 20 de noviembre de
1910 intentó dinamitar el cuartel de San Antonio, de ese estado. Escapó y en mayo de 1911
inició su carrera militar. Sirvió bajo las órdenes de los generales Pablo González, Cándido
Aguilar, Jesús Carranza y Álvaro Obregón. En 1919 presidió el consejo de guerra que conde-
nó a muerte al general Felipe Ángeles. De ese hecho, además de los antecedentes menciona-
dos, seguramente provenía su aversión a la elite castrense de origen porfirista, la cual era
encabezada por los ingenieros militares y los mandos del arma de artillería. Fue presidente
del Supremo Tribunal Militar durante varios años.
58
Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de divi-
sión Joaquín Amaro, 1924-1925, p. 54; ibidem, 1925-1926, p. 32. En años posteriores ya no se
informa de esto.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 183
59
La Tercera Comisión de Guerra del Senado estaba formada por Azuara, José Ma-
queo Castellanos y Alejandro Martínez Ugalde; el dictamen que elaboraron proponía re-
chazarle los grados de general, pues la mayor parte de su carrera combatió, primero, a la
Revolución, a las órdenes inmediatas de Higinio Aguilar, y luego se opuso al constitucio-
nalismo. Se unió a Agua Prieta en 1920. Proponían dejarlo como teniente coronel. Excélsior,
28 de octubre de 1925.
60
El gobierno central terminó por reconocer a Matías Rodríguez. Ibidem, enero a marzo
de 1925.
61
Ibidem, 2 de diciembre de 1925. Poco después, el Senado rectificó y reconoció como
gobernador a Pérez Treviño. Ibidem, 29 de diciembre de 1925.
62
Ibidem, 28 de octubre de 1925.
63
Ibidem, 29 de octubre de 1925 y 20 de diciembre de 1925.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 185
En el ejército, más que en cualquiera otra parte, hacen falta los técnicos
que sepan organizar y mandar: El buen éxito de un coronel no depen-
de de que sea partidario fervoroso del Artículo 27 de la Constitución,
sino de que mueva a su regimiento con agilidad y ligereza. Buen ge-
neral no es el que dice patrañas en los clubes, sino el que sabe manio-
brar en los campos de batalla. Napoleón solía decir: “yo no hago a los
mariscales, los hace la victoria”. El senador Jesús Agustín Castro, más
avanzado que Bonaparte, pretende que los generales emerjan del her-
videro brutal de las pasiones políticas.66
64
Ibidem, 29 de octubre de 1925.
65
Ibidem, 31 de octubre y 1 de noviembre de 1925.
66
Ibidem, 23 de diciembre de 1925.
67
De hecho, en el mismo dictamen le reconocieron los grados de coronel, brigadier,
general de brigada y de división. Diario de los Debates del Senado, 14 de octubre de 1927.
186 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
68
Dictamen de la Tercera Comisión de Guerra, Arturo Cisneros Canto y A. Meneses.
La comisión de 1925 estaba formada por Jesús Azuara, José Maqueo Castellanos y Alejandro
Martínez Ugalde. Diario de los Debates del Senado, 13 de octubre de 1927.
69
Ibidem, 16 de noviembre de 1926.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 187
derosos. Por eso era tan difícil dar de baja a generales y jefes, y profe-
sionalizar al instituto armado.
Volvamos al caso de Gabay. En algunos círculos militares, el punto
más importante no era el predominio de un criterio político sobre uno
técnico sino las atribuciones del Senado. Un reportero recogió opiniones
en la Secretaría de Guerra; una de ellas decía: “No necesitamos que
el Senado intervenga para enviar a sus casas a los malos elementos del
ejército. Numerosos generales, jefes y oficiales contra quienes había car-
gos fueron ya separados del servicio activo”.70 Debido a que la ratifica-
ción del Senado era, por así decirlo, la culminación de un nombramien-
to militar, en algunos círculos castrenses se veía ésta como una
intromisión en un asunto tan delicado, podría decirse íntimo, como eran
los nombramientos y reconocimientos de grados. La facultad de la rati-
ficación existía en la Constitución de 1857 y el espíritu de la misma era
la de contener al ejecutivo, por las experiencias de golpes de Estado y
dominio del militarismo en el pasado inmediato; la de 1917, por el con-
trario, refuerza el poder presidencial, y la facultad de ratificación que-
daba limitada con la fracción xvi del artículo 89 que dice que, cuando el
Senado no esté en sesiones, el presidente podrá hacer los nombramien-
tos, a reserva de someterlos después a la aprobación de esa cámara.
Como el receso de ésta era de aproximadamente ocho meses, la facultad
de validar nombramientos hechos por el ejecutivo se reducía a una sim-
ple ratificación de un nombramiento ya ejercido.71
En 1924, Fernando Iglesias Calderón intentó sin éxito derogar aque-
lla fracción. En 1966 se reformó para que, en caso de que estuviese en
receso, la aprobación la hiciera la Comisión Permanente, y así se diera
mayor peso y vigencia a la instancia legislativa.72 Al finalizar el periodo
obregonista, el senador Vito Alessio Robles señalaba ese problema, al
discutirse el dictamen que ratificaba los grados de coronel, brigadier y
general de brigada de Arnulfo R. Gómez; el senador Góngora cuestio-
naba el procedimiento, pues Gómez ya había sido nombrado divisio-
nario y, por ello, había que incluir ese grado en el acuerdo; ante esto,
Alessio argumentaba:
en esto hay una corruptela que hay que procurar evitar en lo posible.
El Ejecutivo puede expedir nombramientos provisionales, según la
Constitución, mientras está en receso el Senado; pero es el hecho
que nos están llegando nombramientos seguidos, expedidos en el
año de 1916, de coroneles, generales brigadieres y generales de bri-
gada; y es necesario procurar que termine esto cuanto antes; es decir,
opino que, conforme a la Constitución, el Ejecutivo no pueda ascen-
der a un individuo en el Ejército a general brigadier, mientras que
el Senado no haya ratificado el despacho de coronel y así sucesiva-
mente, y no aprobar este chorizo de nombramientos, porque es inútil
entonces, es ilusoria la facultad del Senado; basta con que el Ejecutivo
tarde seis o siete años el envío de esos expedientes, para que la facul-
tad del Senado sea completamente ilusoria y nos estemos haciendo
tontos solos.73
73
Ibidem, 17 de octubre de 1924. El grado de divisionario le fue ratificado a Gómez en la
sesión del 27 de noviembre de 1924. El presidente lo había ascendido pocos meses antes: el
28 de julio, fecha de su patente.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 189
74
Se trató de José Domingo Ramírez Garrido (quien se rebelaría al mes siguiente),
Áureo L. Calles, José Amarillas y Aarón Sáenz. Ibidem, 16 y 14 de noviembre de 1923.
75
Los grados de coronel y general brigadier a: Anatolio Ortega, Manuel J. Celis, Enri-
que Nájera, Julio García, Abraham Carmona, Manuel J. Contreras, Abelardo L. Rodríguez,
Ramón V. Sosa, Federico Berlanga, Miguel S. González y Donato Bravo Izquierdo. Ibidem,
2 y 17 de octubre de 1924.
76
Jesús J. Madrigal, Juan Jiménez Méndez, Arnulfo R. Gómez, José Juan Méndez, Jesús
M. Ferreira, Francisco Manzo, Manuel Laveaga, Enrique Osornio y Agustín Maciel. Ibidem, 2
y 17 de octubre y 27 de noviembre de 1924.
77
Ibidem, 2 de octubre de 1924. A Juan Andreu Almazán le ratificaron los de brigadier,
general de brigada y general de división. Ibidem, 3 de octubre de 1924. En 1926 a Gildardo
Magaña le ratificaron los cuatro grados. Ibidem, 15 de octubre de 1926.
78
De un total de 30 divisionarios, 124 generales de brigada y 237 brigadieres que for-
maban la plana mayor del ejército, Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secreta-
rio del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1927-1928, p. 43.
79
Como en el mismo dictamen se ratificaban dos grados, de hecho hablamos de 242 rati-
ficaciones a los siguientes generales: Francisco Bórquez, Eduardo Hay, José J. Obregón, Enri-
que Torres, Miguel Valle, Rafael L. de Mendoza, Román Yocupicio, Salvador S. Sánchez, Ubal-
do Garza, Teófilo Álvarez, Carlos Real, Crisóforo Vázquez, Manuel M. Aguirre, Sebastián
Barriguete, Benito Bernal, Edmundo Durán, José Luis Amezcua, J. Félix Lara, Antonio Ar-
menta, Juan Felipe Rico, Juan N. Celis, Francisco del Arco, Ignacio Leal, Octavio Galindo,
Rafael R. Navarro, Pedro León, Guillermo Moreno Palma, Antonio Ancheta, José María Do-
rantes, Agustín Olachea, Regino González, José R. Suástegui, José Beltrán, Mariano Garay,
Tranquilino Mendoza, Francisco Téllez, Rafael Aguirre, Arturo Bernal M., Ernesto Griego,
190 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Domingo G. Martínez, Encarnación Vega Gil, Crisanto E. Quintero, Evaristo Pérez, José Gam-
boa, Pedro Caloca, Enrique Díaz González, Agustín Mustieles jr., Antonio Gómez Velasco,
Luis Alcalá, Manuel J. Limón, Virginio Torres, Francisco Olvera, Manuel R. Moncada, Adolfo
Bonilla, Félix Ireta, Jesús García, Miguel Molinar S., Pedro Sosa, Anselmo Macías Valenzuela,
Luis L. Ibarra, Salvador Fuentes, Ezequiel Martínez Ruiz, Ildefonso Turrubiates, Manuel F.
Enríquez, Teodoro Elizondo, Santiago Nogueda, Ignacio Otero Pablos, Agustín de la Vega,
Tirso Hernández, Arturo Campillo Seyde, José María Rodríguez Farías, Ernesto Sánchez
Méndez, Moisés E. Vidal, Alberto Bérber, Arturo Ponce de León, Miguel Z. Martínez, José
Zamora, Manuel Moreno Bernal, Juan Antonio Acosta, Gregorio Núñez, Pedro Torres Cortá-
zar, Andrés Zarzoza Verástegui, Eduardo Arrieta, Agustín L. Martínez, Ricardo Michel, Pe-
dro Piza Martínez, Jesús Santos Mendiola, Leopoldo Rabate, Tito Ferrer y Tovar, Lindoro
Hernández, Benjamín J. Silva, Benigno Abundes, José R. Botello, Manuel Ballesteros, Luis
González Gutiérrez, Juan García Anzaldúa, Enrique R. Navarro, Porfirio Cadena, Ildefonso
Castro, José María Leyva, Félix González, Juan Zertuche, Alberto Zuno Hernández, Román
López, José Inocente Lugo, Leobardo Ruiz, Manuel G. Ulloa, Julio Hernández Serrano, Arturo
L. Alatorre, Guilebardo E. Ávila, Samuel A. Kelly, Francisco Saavedra, Francisco R. Durazo,
Juan L. Cardona, Manuel C. Lugo, Alberto Orozco, Every González V., José C. Dávila, Ra-
món de la Vega, Francisco García Peña, José Mijares Palencia, Armando Escobar S. y Juventi-
no Espinosa S., en las sesiones del 13, 24, 27 y 28 de septiembre, 8, 22 y 24 de octubre, 26 y 29
de noviembre, 6, 7, 13, 17, 19 y 28 de diciembre de 1928. Diario de los Debates del Senado.
80
Estamos hablando de 204 ratificaciones a: Andrés Figueroa, Antonio Ríos Zertuche,
Pedro J. Almada, Laureano Pineda, Lázaro Cárdenas, Roberto F. Cejudo, Adrián Castrejón,
Juan José Ríos, Rodrigo M. Talamantes, Rafael Sánchez, Juan Soto Lara, Juan Domínguez, Ro-
drigo Quevedo M., Alfredo Martínez, Juan Torres S., Manuel Medinaveitia, Juan Gualberto
Amaya, J. Trinidad Cervantes, Matías Ramos, Benacio López Padilla, J. Félix Bañuelos, Miguel
Piña jr., Pascual Ortiz Rubio, Vicente Domínguez, Espiridión Rodríguez, Benigno Serrato, Lo-
renzo Muñoz, Eustaquio Pardo, Agustín Mora, Pablo Quiroga, Lucas González, Roberto Mar-
tínez y Martínez, Francisco Artigas, Julián C. Medina, Gilberto R. Limón, Jaime Carrillo, Pablo
Díaz, Pablo Rodríguez A., Arnulfo González, Rafael Vargas, Fortunato Zuazúa, Clemente Ga-
bay, Alejandro Mange, Vicente González, Ignacio C. Enríquez, Genovevo Rivas Guillén, Bru-
no Neira, Miguel Orozco, Silvestre Pinal, Alfonso Rodríguez Canseco, Anatolio B. Ortega, Es-
teban Baca Calderón, Ernesto León, Rodrigo Zuriaga, José Cavazos, Ernesto López Real, Teodoro
Escalona, Rafael Moreno O., Jesús González Lugo, Máximo García, Eduardo C. García, Alber-
to Cuevas, Joaquín V. Casarín, Luis Alberto Guajardo, Pilar R. Sánchez, Mariano Arrieta, Lino
Morales y Ramón V. Sosa, en las sesiones del 13, 24, 27 y 28 de septiembre, 8, 22 y 24 de octu-
bre, 26 y 29 de noviembre, 6, 7, 17, y 28 de diciembre de 1928. Ibidem.
81
Hablamos de 28 ratificaciones a: Marcelo Caraveo (13 de septiembre de 1928), Pafnun-
cio Martínez (27 de septiembre), Fortino Ayaquica (28 de septiembre), Francisco Cossío Robe-
lo (8 de octubre), Saturnino Cedillo, Jesús M. Aguirre (22 de octubre), Jesús Agustín Castro (26
de noviembre), 13, 27 y 28 de septiembre, 8 y 22 de octubre, 26 de noviembre de 1928. Ibidem.
A Miguel M. Acosta le ratificaron los grados de brigadier, general de brigada y de división.
82
General de brigada: Federico Berlanga, Manuel Pérez Treviño, Amado Aguirre, Ma-
nuel Mendoza, Julio García, Donato Bravo Izquierdo, Antonio A. Guerrero, Miguel S. Gonzá-
lez, Evaristo Pérez, Encarnación Vega Gil, Ernesto Aguirre Colorado, 28 de septiembre, 22 y
24 de octubre, 26 de noviembre y 28 de diciembre de 1928. Ibidem; general de división: Jesús
M. Ferreira, Jesús M. Aguirre, Lázaro Cárdenas, Abelardo L. Rodríguez, 13 de septiembre,
22 de octubre y 26 de noviembre de 1928. Ibidem.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 191
83
Coronel y general brigadier: Jesús Fuentes Dávila, Gabriel Barrios, Nazario Medina,
Cristóbal Rodríguez, Miguel González Figueroa, Benito García, Gabriel R. Cervera, Anacle-
to Guerrero, Juan R. Vargas, Gregorio Osuna Hinojosa, Juan José Baños, Francisco Aceves
Mateos, Gregorio Morales Sánchez, José Cortés Ortiz, Manuel Ayala, Andrés G. Castro, Rey-
naldo Nuncio, Manuel Álvarez, Francisco A. Martínez, José C. Rojas, Manuel Montalvo, 27
de septiembre, 2 y 7 de octubre, 25 de noviembre de 1929. Ibidem.
84
Éstos fueron: Rodolfo Díaz de la Vega, Amado L. Cristo, Enrique Ortiz R., Adolfo
Pérez Caro, Manuel Maldonado, Joaquín Martínez Íñiguez, Leobardo Tellechea, Fernando
Hernández Carbajal, Rafael Huanaco Méndez, Pascual Fuentes Ruiz, Leopoldo Treviño
Garza, Otoniel Rodríguez López, Arturo Villanueva Galeana, Rafael Granja Lizárraga, Ze-
ferino Gutiérrez Cervantes, Gregorio Delgado Ibarra, Ángel Quiroz Guijarro, Carlos Valdés
Armenta, Anastacio Meneses Bonilla, Arturo Jiménez de Lara, Vicente Escobedo Mercadi-
llo, Benjamín Morett Parra, Francisco A. de Novoa Arce, Alberto Franco Saldaña, Miguel
Orrico de los Llanos, Primitivo J. Ramírez Pelayo, Odón L. Durán Valdivia, Virgilio López
Villers, Rodolfo Loaiza Tostado, Jesús Ramírez Quintanilla, Cristóbal Limón López, Felipe
Montiel Jasso, José L. Aguilar Silis (sic), Tomás Sánchez Hernández, Elías Rojas Vázquez,
Jesús Vargas Márquez, Alfonso L. Hernández Barrera, Enrique Gracida Flores, Felipe Pára-
mo Piedra, Manuel Medina Chávez, Francisco M. Cárdenas, Luis Villegas Flores, Carlos
Reyes Avilés, Ismael Carmona Vega, José Muncio de la Cruz, José María Rodríguez Her-
nández y Manuel V. Quiroz Lozada, 5 y 11 de noviembre, 5, 18, 23 y 29 de diciembre de
1930. Ibidem.
85
Véanse las sesiones del 3, 8, 23 y 29 de septiembre, 15 de octubre, 4, 9, 16, 23 y 27 de
noviembre, 2, 9, 14, 21, 22 y 23 de diciembre de 1931. Ibidem.
86
Les ratificaron los grados de coronel y brigadier a: Celestino Gasca, Timoteo Oliva-
res, Norberto Rochín, Luis Caballero, Antonio Cerna Zertuche, Rodolfo Escamilla Mancera,
Ruperto García de Alba, Juan A. Castelo Encinas, Zenón Ávila Márquez, Jesús Gutiérrez
Cázares, Raúl Gárate Leglen, Enrique Zertuche González, Florentino García Carreón, Pas-
cual Cornejo Braun, Luis Bobadilla Camberos, Gaspar de la Garza Ruiz, Evodio Cortés Bra-
vo, José Tafoya Caballero, Fausto Carrera Torres, Leopoldo Ortiz Sevilla, Severiano Pineda
M. , Manuel Fernández Escobar, Joaquín Romero Frausto, Bonifacio Salinas Leal, Juan Anto-
nio Domínguez Amaro, José Ramírez Lara, Luis González Tijerina, Eulogio Hernández Lara,
Alberto A. Cabañas Guevara, Eduardo E. Andalón Félix y Luis L. Benavides. Los de coronel,
brigadier y general de brigada a: Porfirio Cadena Riojas, Domingo Arrieta, Manuel Arena
192 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
López, Víctor Romo y Romo, Samuel M. Santos, Julián Blanco y Manuel Navarro Angulo; el
de general de brigada a: Rafael Navarro Cortina y José Mijares Palencia; el de divisionario a:
Alejandro Mange Toyos y Pedro Jorge Almada Félix. Ibidem.
87
24 de octubre de 1928. Ibidem.
88
El senador hablaba del dictamen que ratificaba el grado de coronel a Tomás Sánchez
Hernández, pues según Altamirano ese militar había colaborado con Victoriano Huerta. A
causa de este dicho, el dictamen fue retirado para su estudio. Ibidem, 11 de septiembre de
1930. Poco después se presentó un nuevo dictamen ratificatorio que fue aprobado por el
pleno el 18 de diciembre de 1930.
89
El dictamen que presentaba ese acuerdo fue presentado en septiembre de 1924. Al
parecer esto agilizó el rezago que había en la Secretaría de Guerra, y también en las comisio-
nes de Guerra del Senado, que no tenían los documentos necesarios para elaborar los dictá-
menes. Con estas mejoras, era ya innecesaria la presencia del secretario; así lo explicaba el
senador Vito Alessio Robles, 9 de diciembre de 1924. Ibidem.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 193
90
Dictamen de la primera Comisión de Guerra, A. Valadez, Pablo Valdez Ramírez, R.
Loaiza, en el cual no se concede lo que solicita Guerra y Marina y, por tanto, queda en vigor la
ratificación de Rodríguez Hernández. Dictamen aprobado en la sesión del 23 de septiembre
de 1931. Ibidem.
91
Reglamento elaborado por Rodolfo T. Loaiza e Ignacio Bermúdez, aprobado por
unanimidad. Ibidem, 8 de octubre de 1931.
194 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
92
Gonzalo N. Santos, Memorias, México, Grijalbo, 1984, p. 471-473; Diario de los Debates
del Senado, 11 de noviembre de 1930.
93
Ante esto fueron más notorios los que callaron que los que hablaron, pues para re-
batir esa grave acusación sólo lo hicieron el propio Castellanos, que lo negó, y Manuel
Carpio, líder del bloque radical, quien presuntamente buscaba atraer a su bancada a Caste-
llanos. Carpio votó a favor del dictamen. 16 de noviembre de 1926. Ibidem.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 195
94
Artículo 6º de la Ley Orgánica del Ejército. Sobre la obligación de ser ratificado por
el Senado para ser considerado “personal jerárquico activo” de las fuerzas armadas, véase el
artículo 11 de la misma ley.
95
Por ello el jefe del Departamento de Justicia, general José Inocente Lugo, recomenda-
ba a Amaro que se emitiese un acuerdo presidencial por el cual —si había presunción de
que los oficiales, jefes y generales que tuvieran la patente respectiva se hubieran valido
de documentos falsos o datos inexactos o con dolo para obtener la patente—, su caso fuese
consignado al procurador general militar para que ejerciera la acción penal correspon-
diente, 4 de julio de 1928, act-aja, serie 0301, inv. 179, exp. 61, f. 30-31.
96
Jefe del Departamento de Estado Mayor a Amaro, 22 de junio de 1928, act-aja,
serie 0301, inv. 179, exp. 61, f. 33-35.
196 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
97
Estos datos no hacen referencia a los coroneles. Gabriel Gavira a Amaro, 2 de octubre
de 1926, act-aja, serie 0301, inv. 164, exp. 46, f. 299.
98
Andrés Figueroa, jefe del Departamento de Caballería a Amaro, 2 de enero de 1925,
act-aja, inv. 158, exp. 40, f. 9-10.
99
David Carrillo, jefe del Departamento de Justicia de la secretaría, no encontró ele-
mentos para fincar responsabilidades ante esta acusación contra la Comisión Revisora del
Departamento de Caballería, cuyo jefe era el general Andrés Figueroa, 23 de agosto de 1926,
act-aja, serie 0301, inv. 142, exp. 24, f. 508-509.
100
Carta de J. Espinosa de los Monteros, militar de caballería, y Candiani, de infantería,
a Calles, 29 de marzo de 1925, ahsdn-Cancelados, exp. xi/111/1-114, f. 440-44.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 197
103
Abel Fernández a Amaro, ibidem, 3 de septiembre de 1926, serie 0301, inv. 164, exp. 46,
f. 308-315
104
Excélsior, 8 de febrero de 1925. En el caso de Azuara, éste aclaró que él ya estaba reti-
rado de la milicia. Ibidem, 7 de febrero. Quienes siguieron en activo fueron los hermanos
Ávila Camacho, Ramón de la Vega y José Beltrán.
105
El oficio lo firmaba el jefe de la comisión, general Juan Jiménez Méndez, 28 de enero
de 1925, dirigido a Amaro, citado en Gustavo Abel Hernández Enríquez, Manuel Ávila Ca-
macho. Biografía de un revolucionario con historia, v. 1, México, Gobierno del Estado de Puebla,
1986, p. 87.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 199
106
Oficios del general José Fernando Ramírez, 10 de octubre y 7 de diciembre de 1925,
act-aja, serie 0301, inv. 173, exp. 55, f. 182, 211.
107
Excélsior, 31 de mayo de 1931.
108
Ibidem, 8 de noviembre de 1931.
109
Información oficial señalaba que de 31 divisionarios, sólo dos no tenían reconocido
el grado; de 134 generales de brigada, tres faltaban de ser reconocidos, mientras que los 248
brigadieres ya habían sido reconocidos por la Comisión Revisora. No se hace alusión a gra-
dos inferiores. Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general
de división Joaquín Amaro, 1926-1927, p. 51.
110
Oficio del general Gabriel Gavira, jefe del Departamento de Estado Mayor, 22 de
enero de 1927, act-aja, serie 0301, inv. 164, exp. 46, f. 373.
111
Jefe del Departamento de Estado Mayor a Amaro, 22 de junio de 1928, act-aja,
serie 0301, inv. 179, exp. 61, f. 33-35.
112
Aquí sólo pongo los que estaban en servicio activo, pues aquellos que estaban retira-
dos, inválidos y con licencia eran muy pocos, 30 de septiembre de 1926, act-aja, serie 0301,
200 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
inv. 164, exp. 46, f. 298. En el arma de caballería había, en servicio activo, 3 814 con patente,
333 en trámite y 344 no reconocidos, 4 de octubre de 1926. Ibidem, f. 301.
113
Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de divi-
sión Abelardo L. Rodríguez, 1931-1932, p. 10.
114
El Universal, 3 de septiembre de 1933.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 201
o por otros motivos que la ley determine, excepción hecha de los casos
de rebelión, sedición o deserción en campaña, en los que el militar
autor de tales delitos, sin perjuicio de la responsabilidad que se le exi-
jan conforme a la Ley Penal Militar, será dado de baja por orden ex-
presa del C. Presidente de la República o del Secretario de Guerra y
Marina, mediante la sustentación de un breve expediente administra-
tivo, en que será oído el parecer del C. Procurador de Justicia Militar.
115
Ibidem, 16 de noviembre de 1933. El artículo 4o de la ordenanza de 1911 dice a la le-
tra: “Ningún general, jefe u oficial podrá ser destituido de su empleo, sino por sentencia del
tribunal competente, ni separado del ejército, sino por enfermedad que lo inutilice para el ser-
vicio, o por otro motivo que la ley determine; excepción hecha de los auxiliares [asimilados],
que podrán ser puestos en receso [baja] cuando el gobierno lo estime conveniente”. Esta
misma normativa preveía el reingreso de personal dado de baja por sentencia de tribunal
competente, sólo como soldado, y “sólo en caso de guerra extranjera” (artículo 918).
202 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Ascensos
116
Manuel Ávila Camacho firmó los acuerdos que le devolvían el grado de brigadier a
Villanueva Garza, 1 de agosto de 1944, ahsdn-Cancelados, exp. xi/111/1-565, f. 957; a Ra-
mírez Garrido, en mayo de 1942. Ibidem, exp. xi/111/1-283, f. 634. Este último seguía en ac-
tivo en 1957 como jefe de zona militar en Campeche; en ese año había cumplido 70 y había
quejas por su indolencia, desde 1952, debido a su avanzada edad. En 1957 pasó a personal
para tramitar su retiro del servicio activo.
117
Acuerdo presidencial de 5 de enero de 1945, ahsdn-Cancelados, exp. xi/111.2/1-
149, f. 1905, 1908, 2096.
118
Acuerdo presidencial, 15 de diciembre de 1941, ahsdn-Cancelados, exp. xi/111/1-
75, f. 607. Como Estrada era director de Ferrocarriles Nacionales, apenas había reingresado
pidió licencia para seguir desempeñando ese puesto, f. 606-608.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 203
119
Todas fueron publicadas en el Diario Oficial de la Federación el 15 de marzo de 1926.
Las otras eran la Ley de Recompensas y Ascensos del Ejército y Armada Nacionales, la Ley
de Disciplina y la Ley de Retiros y Pensiones.
204 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
120
Sólo cuatro tenientes coroneles fueron ascendidos al grado superior; estas cifras
corresponden al periodo entre agosto de 1926 y julio de 1927. Memoria presentada al H. Con-
greso de la Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1926-1927, p. 67.
121
La ordenanza, en cambio, exigía que hubiesen transcurrido dos años para los rangos
de subteniente a capitán primero y tres para los de mayor a general de división, artículo 876.
Sobre los ascensos de Almada, mid, caja 2510, 11 de mayo de 1942.
122
Excélsior, 11 de noviembre de 1927.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 205
Adolfo Montes de Oca, Agustín Mora, Alberto Bérber, Daniel I. Peralta, Enrique Torres,
Anacleto Guerrero, Genovevo Rivas Guillén, Juan García Anzaldúa, Manuel M. Aguirre,
Francisco Durazo, Manuel Madrigal, Félix Ireta, Héctor I. Almada, José Luis Amezcua, Agus-
tín Olachea, Eduardo Rivero, Luis de la Sierra, Miguel Molinar S., Armando Escobar, Eliseo
Martínez López, Francisco Flores, Félix Lara, Benjamín Silva, Carlos Real, Samuel Kelly, Mi-
guel Valle, Benito Bernal, Ignacio Leal, José Álvarez, Donato Segura, Agapito Lastra, J. Jesús
Arvizu, J. Fernando Ramírez, J. Felipe Rico, Anselmo Armenta, Octavio Galindo, Armando
Garza Linares, Domingo Martínez, Arturo Ponce de León, Francisco Llamas Sánchez, Antonio
A. Ochoa, Juan Aguirre Escobar, Juan Bautista, Luis Alcalá, Felipe Gracia Cantú, Román Yocu-
picio, Ezequiel Martínez Ruiz, Jesús San Martín, Manuel Álvarez, José Riverón, Ramón Cara-
zo, Crisóforo Vázquez, Antonio Armenta, Abelardo Acosta, Manuel R. Moncada, Rafael López
de Mendoza, Manuel Moreno, Pedro Figueroa, Alberto Montaño, Manuel Nafarrete, Josué
M. Benignos, José R. Suástegui, Ildefonso Turrubiates, Tranquilino Mendoza, Juan Celis, An-
tonio Medina, Carlos Rodríguez Malpica, Fortunato Tenorio, Dizán Gaytán, Manuel Leoaria,
Eliseo Páez, Francisco del Arco, Federico Barrera, Edmundo Durán, Óscar Aguilar, Ascensión
Escalante, Francisco Goñi, Manuel G. Ulloa, Francisco García Peña, Francisco J. Híjar, Agus-
tín de la Vega, Filiberto Villarreal, Salvador S. Sánchez, Eulogio Hernández, Domingo Martí-
nez, Luis González Tijerina, José Martínez Castro, Manuel Montalvo, Agustín Mustieles, Rey-
naldo Nuncio, Luis Buitimes, José C. Dávila, Francisco Zepeda, Sebastián Barriguete, Ageo
Meneses, José Pérez Salazar, Leopoldo B. Rizo, J. Dolores Aguirre, Jesús Palomera López, Al-
berto Zuno Hernández y José Martínez Castro.
125
Fueron dos divisionarios, ocho generales de brigada y 52 brigadieres, Revista del
Ejército y de la Marina, varios números de 1924.
126
Cummings, 6 de junio de 1933, mid, 2025-259/396; ibidem, 4 de abril de 1933, 2025-
259/364; ibidem, Mac Nab, 9 de diciembre de 1927, 2025-293/168.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 207
127
Aunque revisé las listas, con nombres y causas de la baja en la Revista del Ejército, los
datos de las Memorias de la secretaría me parecen más confiables, pues contabilizan las bajas
hasta agosto de 1925. En esta última fuente, el motivo que se da es “por orden superior”, que
en la mayor parte de los casos, es de suponerse, se debe a haberse levantado en armas. Revista
del Ejército y de la Marina, marzo-abril, mayo-junio, septiembre, octubre-noviembre de 1924.
En todo ese año sólo viene una lista para jefes y oficiales de infantería (julio-agosto) dados de
baja: 27 coroneles, 23 tenientes coroneles y 25 mayores. Memoria presentada al H. Congreso de la
Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1924-1925, p. 72.
128
Dados de baja entre 1925 y 1926. Ibidem, 1925-1926, p. 50.
129
En el mismo periodo, por ingreso o reingreso, de coronel a subteniente sólo hubo 425
individuos, lo que contrasta con las 2 551 bajas “por orden superior”. Ibidem, 1924-1925, p. 71.
208 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
En total, en esa arma sólo ascendieron 17 jefes y 163 oficiales. Ibidem, 1925-1926, p. 61.
130
132
Adrián Cravioto a Amaro, 6 de julio de 1929; Amaro a Cravioto, 9 de julio, act-aja,
serie 0302, leg. 7, f. 431-432.
133
Es necesario precisar que Roberto Cruz ya era visto como un rebelde en potencia
(antes de que Calles se reuniese con los principales generales del ejército en septiembre de
1928), por las reuniones que tenía con otros militares desafectos; por tanto, más allá de cues-
tiones reglamentarias, las respuestas de Amaro reflejan esa circunstancia; sin embargo los
números de postergados que daba la autoridad muestran claramente ese problema. Roberto
Cruz era jefe de operaciones en Morelia y las peticiones son de septiembre a noviembre de
1928: se le dijo que, con respecto al teniente coronel de infantería Salvador G. Galindo, su
ascenso postergaría a 135 tenientes coroneles del arma; el del capitán primero de infantería
Manuel Torres Valdez, postergaría a 144; el del coronel de infantería Luis Rueda Flores Ca-
bello, quien llevaba casi cinco años en el empleo, postergaría a 41 coroneles. act-aja, serie
0301, inv. 150, exp. 32, f. 71-81, 40-44, 96-98. También el general Francisco S. Carrera pedía
desde Tampico el ascenso del jefe de guarnición, coronel Felipe Murguía, pues llevaba siete
años en el empleo. Se le dieron las mismas razones, pues Murguía ocupaba el número 24 en
el escalafón. Carrera a Amaro, 6 de mayo de 1927. Ibidem, inv. 137, exp. 19.
134
Cárdenas lo hacía a nombre del general Tranquilino Mendoza, comandante del 50º
regimiento, que había actuado en Jalisco, Colima y Michoacán. Cárdenas a Amaro, Zamora,
23 de febrero de 1929. Ibidem, serie 0301, inv. 141, exp. 23, f. 158-159.
135
Manuel Gamio a Amaro, 23 de enero de 1925. Gamio era subsecretario de Educación
Pública. Amaro le contestó que ya se había dado el acuerdo para el ascenso del capitán pri-
mero Javier Gamio. Ibidem, serie 0307, leg. 1, f. 5-7.
210 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
136
Divisionarios: Arnulfo R. Gómez, Francisco Serrano, Jacinto B. Treviño y Luis Gutié-
rrez; generales de brigada: Alfredo Rueda Quijano, Carlos Vidal, Miguel Peralta, Miguel
Alemán, Humberto Barros, Horacio Lucero, Gustavo Salinas, Manuel J. Celis y Adalberto
Palacios; brigadieres: Filiberto Villarreal, Manuel G. Espinosa, Tiburcio Rivera, Donato Se-
gura, Héctor I. Almada, Fortunato Tenorio, Antonio Medina, Óscar Aguilar, Luis González
Gutiérrez, Rafael Castillo, Arturo Lazo de la Vega, Luis P. Vidal, Agapito Lastra, Luis M.
Hermosillo, Daniel Peralta y Carlos Rodríguez Malpica. Revista del Ejército y de la Marina,
octubre de 1927.
137
A brigadieres: Arturo Bernal Navarrete, Miguel Z. Martínez, Manuel Ballesteros
García, Anselmo Macías Valenzuela, Manuel Lugo y Manuel Limón. A generales de briga-
da: José San Martín y Gilberto Limón. A divisionario: Jesús M. Aguirre. Para jefes y oficia-
les, fueron promovidos al grado superior, entre otros, los mayores Leónides Andreu Alma-
zán, Erasmo González Ancira, Salvador González Reynoso, Gustavo Baz Prada, José García
Márquez, R. Leyva Mancilla, el capitán primero Ignacio M. Beteta y el capitán segundo Luis
Alamillo. Excélsior, 20 de noviembre de 1927, 23 de enero de 1928, 1 de febrero de 1928.
138
José Gonzalo Escobar, Jesús M. Aguirre, Francisco Manzo, Francisco Urbalejo, Mar-
celo Caraveo y Roberto Cruz.
139
A divisionarios: Benigno Serrato, Anacleto López, Eulogio Ortiz, Rodrigo Quevedo,
Lucas González y Rodrigo Talamantes; a generales de brigada: Nazario Medina, Agustín
Olachea, Anselmo Macías, Manuel y Maximino Ávila Camacho (a estos dos por su activi-
dad contra los cristeros). Excélsior, 14 de abril de 1929, 20 de mayo, 6 de septiembre.
140
La Prensa, 2 de noviembre de 1929.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 211
Pero, compañero Caloca, lo que usted quiere con espíritu teórico es que
contáramos con un ejército que estuviera estrictamente completo y li-
mitado en su cuadro de generales, coroneles y jefes... Usted que cono-
ce quizá mejor que yo la psicología de nuestro ejército, su integración,
sabe que eso no es posible en los actuales momentos. Nuestro ejército
no se ha formado como se formó, por ejemplo, el ejército de Suiza o el
de la República francesa, mediante un estudio de Estado Mayor, me-
diante una verdadera tradición institucional, llenando los puestos de
oficiales con hombres sacados de las escuelas militares o con gentes
que han hecho un largo servicio y así se va llegando a un plano en que
no se da un ascenso mientras no haya un hueco... Nuestro ejército está
compuesto por todos los militares de los matices revolucionarios que
han luchado durante los últimos 18 años... Su idea es enteramente jus-
ta y sería provechoso adoptarla; pero siempre que al irla poniendo en
práctica se fuera haciendo poco a poco, quizá otorgando menos ascen-
sos, hasta tener un cuadro de generales, de jefes y oficiales que se ajus-
te estrictamente a las necesidades del ejército. Es más, esto se va ha-
ciendo poco a poco, a medida que nos vamos desenvolviendo en
periodos más estables, más pacíficos.141
El informe del agregado Marshburn no dice los nombres de estos opinantes, mid,
142
143
Había 22 generales de división, 145 de brigada y 278 brigadieres. A los primeros se
les pagaba $13 176.00 anuales, a los segundos $9 223.00 y a los terceros $6 588.00. A los solda-
dos, $512.40. En febrero de ese año, el total de efectivos de las fuerzas armadas era de 76 243,
de los cuales 62 639 eran soldados, 12 837 oficiales y jefes y 445 generales. Thompson, 7 de
febrero de 1928, mid, 2025-259/129; Thompson, 28 de febrero, mid, 2025-374/7.
144
El total del ejército era de 34 050, la tropa 30 366, jefes y oficiales 3 595 y generales 89.
Véase el interesante estudio de este autor sobre la proporción de jefes y oficiales con respec-
to a la tropa, y de efectivos del ejército con respecto al número de habitantes del país, entre
1884 y 1930. Mario Ramírez Rancaño, “Una discusión sobre el tamaño del ejército mexicano:
1876-1930”, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 32, julio-diciembre de
2006, p. 35-71.
145
Otros casos de generales de brigada que tenían ese grado, en 1932, y cuyo último
ascenso (a brigadieres) había ocurrido muchos años antes: Gabriel Gavira Castro fue nom-
brado general brigadier en 1915; Pánfilo Natera García, en 1913; Juan José Ríos y Ríos, en
1916; Fortunato Zuazúa, en 1915. Escalafón General del Ejército: Cerrado hasta el 31 de enero de
1932, México, Talleres del Departamento de Estado Mayor, 1932, 272 p.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 213
146
12 de febrero de 1942, mid, caja 2510.
147
Los que tenían ausencia ilimitada eran Obregón, Calles, Arnulfo Gómez y Francisco
Serrano; esperando órdenes o en puestos públicos: Cándido Aguilar, Miguel Alemán, Forti-
no Ayaquica, Cesáreo Castro, Roberto Cruz, Isaac Ibarra, Heriberto Jara, Pafnuncio Martí-
nez, Luis Medina Barrón, Manuel Peláez, Armando Pesqueira y Jacinto B. Treviño. Thomp-
son, 16 de agosto de 1927, mid, 2025-259/90. Al año siguiente las cifras eran similares para el
mismo número de generales: diez con licencia ilimitada, ocho a la espera de órdenes o en
otros puestos públicos y once en comisiones militares. Thompson, 23 de junio de 1928. Ibi-
dem, 2025-259/144.
148
Cummings, 4 de abril de 1933. Ibidem, 2025-259/364.
214 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
149
La información fue tomada de un informe de junio de 1926 y otro de octubre de 1937.
La disminución más significativa se dio por la rebelión escobarista, pues en junio de 1928 ha-
bía 140 de brigada y 265 brigadieres, mientras que en agosto de 1929, 92 y 184 respectivamen-
te. Datos sacados de los informes inteligencia militar, mid, clasificación general: 2025-259.
150
El Universal, 12 de enero de 1932.
151
El total de jefes era de 1 120, los oficiales, 3 468, y la tropa, 30 665. En filas servían 299
jefes, 2 427 oficiales (70%) y 29 836 de tropa. En comisiones diversas: 674 jefes, 698 oficiales y
829 de tropa. En el Departamento de Caballería de la secretaría servían 106 jefes, 171 oficia-
les y 153 de tropa. En los dos criaderos de ganado: 4 jefes, 21 oficiales y 267 de tropa. Proce-
sados y sentenciados: 4 jefes, 60 oficiales y ninguno de tropa. Inválidos: 33 jefes, 91 oficiales
y 306 de tropa. Desgraciadamente éste es el único año (y sólo en caballería) en que las Memo-
rias ofrecen datos que permitan conocer cuántos efectivos servían en filas, y cuántos en otras
comisiones. Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de
división Joaquín Amaro, 1927-1928, p. 62-65.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 215
152
Memorándum de conversación, Ignacio Beteta y Lázaro Cárdenas, 11 de agosto de
1934. act-aja, serie 0401, en proceso de catalogación, 13 f.
153
Aunque el acuerdo, y una circular que lo complementaba, daba preferencia a los
que tenían la mayor antigüedad en cada empleo, por arma y por servicio, los exámenes eran
fundamentales, por lo que los oficiales más jóvenes, pero que ya llevaban años en el mismo
grado, eran los más beneficiados. Diario Oficial de la Federación, 30 de abril de 1936; circular
número 21, Revista del Ejército y de la Marina, abril de 1936, p. 268-269.
154
Capitán segundo de infantería Rubén Darío Somuano López, “La promoción 1936”,
Revista del Ejército y de la Marina, noviembre de 1936, p. 907-908.
216 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
155
En esa promoción de 1936 fueron ascendidos: en infantería, al grado siguiente, 151
capitanes primeros, 151 capitanes segundos, 169 tenientes y 175 subtenientes; llegaron a
ser oficiales 127 sargentos primeros. En caballería fueron ascendidos: 170 capitanes prime-
ros, 140 capitanes segundos, 150 tenientes y 150 subtenientes; llegaron a ser oficiales 57
sargentos primeros. En artillería fueron ascendidos 174 oficiales. En aviación fueron as-
cendidos diez capitanes primeros, trece capitanes segundos y 31 tenientes. Memoria 1936-
1937, p. 35-42.
156
Diario Oficial de la Federación, 8 de julio de 1937.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 217
157
La licencia extraordinaria se concedía a aquellos que sin tener aún el derecho al reti-
ro: 1) llegaban a la edad límite para el retiro que establecía el artículo 3 de la Ley de Retiros
y Pensiones. 2) quedaban inútiles para el servicio. 3) por enfermedad, después de seis me-
ses, no estaban aún aptos para regresar al servicio, artículo 84 de la Ley Orgánica del Ejérci-
to, Diario Oficial de la Federación, 15 de marzo de 1926.
218 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
158
Artículo 41: “A los que desempeñaren cargos de elección popular, de la Federación,
se les abonará todo el tiempo que duren en éstos, y a los que fueren electos para cargos de
elección popular, de los Estados, no tendrán derecho al abono de tiempo, se les descontará
de su antigüedad todo el que duraren en el desempeño de dichos cargos y deberán solicitar
permiso de la Secretaría de Guerra y Marina para aceptarlos”.
159
En la fuente que manejo aparece que 73 tenían licencia ilimitada, pero eso no signifi-
ca que los demás no la tuvieran, pues los 41 restantes eran gobernadores, jefes de policía,
senadores, etcétera; 21 tenían puestos en los gobiernos de los estados y 20 en el gobierno
federal, o como diputados o senadores federales: entre los gobernadores estaban: Heriber-
to Jara, Donato Bravo Izquierdo, Manuel Pérez Treviño y Fausto Topete; jefes de policía:
220 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Roberto Cruz y Jesús Palomera López; senadores: Eulalio Gutiérrez. Thompson, 16 de agos-
to de 1927, mid 2025-259/94.
160
Excélsior, 28 de mayo de 1927.
161
La nota no daba nombres pero hablaba de alrededor de 100 jefes y 300 oficiales. Ibi-
dem, 26 de junio de 1926 y 21 de mayo de 1926.
162
Con licencia: Álvaro Obregón, Pablo González, Salvador Alvarado, Cándido Agui-
lar y Jacinto B. Treviño. Los que estaban en activo: Benjamín Hill, Cesáreo Castro, Francisco
Murguía, Manuel M. Diéguez y Jesús Agustín Castro. Álvaro Matute, “Del ejército constitu-
cionalista al ejército nacional”, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, v. vi,
1977, p. 157-160.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 221
163
Fuentes militares señalaban a la prensa que de nada servía que altos jefes se separa-
ran del ejército “si los que seguían en grado y que aun conservan mando de fuerzas, se dedi-
caban a hacer activa propaganda en su favor, utilizando los elementos que tienen a su dis-
posición y con los que harán presión formidable en el ánimo de los contrarios al candidato
que goza de sus simpatías”. Excélsior, 21 de mayo de 1926.
164
Los que finalmente quedaron en el puesto fueron Pérez Treviño, Matías Rodríguez
y Abundio Gómez. Ibidem, 2 de diciembre de 1925, 3 de marzo; El Universal, 17 de septiem-
bre de 1921.
165
En julio de 1929 había 32 divisionarios, 115 generales de brigada y 225 brigadieres,
de los cuales con licencia ilimitada, respectivamente, eran 4, 4 y 8. Licencia temporal tenían
3 divisionarios, 5 de brigada y 4 brigadieres. En julio de 1930 había 31 divisionarios, 123 ge-
nerales de brigada y 233 brigadieres, de los cuales tenían licencia ilimitada: ningún divisio-
nario, 3 de brigada, y 6 brigadieres; licencias temporales para 4 divisionarios, 5 generales de
brigada y 6 brigadieres. Memoria presentada al H. Congreso de la Unión, por el secretario del
ramo, general de división Joaquín Amaro, 1929-1930.
222 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
sentido, las fuerzas irregulares eran útiles, aunque también podían ser
un dolor de cabeza constante porque dependían de caciques y goberna-
dores, quienes las utilizaban también para sus propios fines políticos. La
normativa castrense protegía a los militares regulares de ser dados de
baja. El artículo 4º de la Ordenanza decía que “ningún general, jefe u
oficial podía ser destituido de su empleo sino por sentencia de tribunal
competente, ni separado del ejército, sino por enfermedad que lo inuti-
lice para el servicio, o por otro motivo que la ley determine”. La mayoría
de las bajas que se daban —fuera de las otorgadas a petición del intere-
sado— era por acuerdo del secretario del ramo o del presidente de la
República, ya fuese por sedición, por no habérsele reconocido persona-
lidad militar o por otro motivo que rara vez pasaba por la justicia cas-
trense, en aras de hacer más expedito el proceso. Ya hemos visto que esto
motivó un amparo resuelto favorablemente por la Suprema Corte, en
favor del afectado en 1933. Si la Secretaría de Guerra, sobre todo en la
década de 1920, hubiese cumplido estrictamente con su propia norma-
tiva, difícilmente hubiese logrado disminuir los efectivos del ejército.
Otra forma de disminuir los efectivos, aunque sin beneficios presu-
puestales, era el retiro. La ordenanza lo definía así: “Retiro es la situa-
ción a que pasan los militares con goce de pensión vitalicia y sin prestar
servicios, en virtud de haber llenado los requisitos de ley o encontrarse
en alguna de las condiciones que marca esta ordenanza” (artículo 55).
Prevé dos tipos de retiro, el voluntario y el forzoso. El primero era al
arbitrio del interesado que cumpliese con un número determinado de
años de servicio (25 como mínimo). A más años, aumentaba el porcen-
taje del sueldo que se le pagaría como pensión vitalicia:
25 a 29 50
30 a 34 60
35 a 39 75
40 o más 100
168
Artículo 56: “i) Por tener 25 años de servicios sin llegar a 30, en cuyo caso, la pensión
vitalicia que corresponde será de un 50% de pago del haber señalado al empleo que disfruta
el interesado al obtener el retiro, siempre que en dicho empleo tuviere lo menos dos años;
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 225
Grado Años
Generales de división 70
Generales de brigada 68
Generales brigadieres 65
Coroneles 60
Tenientes coroneles y mayores 56
Capitanes primeros y segundos 50
Tenientes y subtenientes 46
pues de otra manera, será considerado para el pago, en el empleo inmediato inferior. ii) Por
30 años de servicio, sin llegar a 35, cuya pensión será de 60% de pago, en las mismas condi-
ciones de tiempo de empleo que las señaladas para el retiro por 25 años. iii) Por 35 años de
servicios, sin llegar a 40, cuya pensión será de 75% de pago, en las mismas condiciones
de tiempo de empleo que las señaladas en las fracciones i y ii. iv). Por 40 años o más de ser-
vicios, cuya pensión será del sueldo íntegro, exigiéndose solamente para obtenerlas, en este
caso, que el interesado tenga, cuando menos, un año en el empleo”.
169
Además, si ya contaba con 35 o más años de servicios, sería ascendido al grado in-
mediato superior, y con ese grado se le otorgaría el retiro; para los generales de división en
esa circunstancia, se les otorgaría una pensión igual a su sueldo más un 25% (artículo 62).
170
La Ley de Retiros y Pensiones de 1926 (artículo 11) era un poco más generosa: de 15
a 19 años, dos años; de diez a catorce, 18 meses; de cinco a nueve, un año. La ordenanza
226 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
20 a 24 50
25 a 29 70
30 a 34 75
35 o más 100
daba con 15 a 19 años de servicios, dos años; 10 a 14, un año (artículo 65). Ambas considera-
ban el tiempo mínimo para obtener el retiro: 20 años.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 227
171
Retiro del servicio activo, 1 junio de 1948; murió dos años después; Francisco Urba-
lejo Cerda nació en Vícam, Sonora, el 4 de octubre de 1862. Los otros tres mencionados se
unieron a la rebelión delahuertista de 1923, mientras que Urbalejo a la escobarista de 1929.
ahsdn, exp. xi/111.2/1-149, f. 2096, 2954, 2349.
228 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
172
La señora Camila Zamora Rodríguez fue consignada, pues recibía la pensión de su
difunto esposo, el capitán Francisco de la Parra; la viuda volvió a casarse en 1929 sin informar
de ello a la Secretaría de Guerra, y siguió cobrando la pensión, lo cual estaba prohibido. Excél-
sior, 14 de octubre de 1932. En otro caso, la viuda del general Baltazar Téllez Girón era benefi-
ciaria de la pensión, ella murió en 1933 y el hermano de este general, el coronel Miguel Téllez,
siguió cobrándola al ocultar la muerte de la viuda. El Universal, 4 de noviembre de 1934.
173
Para los deudos de los militares pensionados, este proyecto indicaba que gozarían
de dos terceras partes de la pensión. Octavio Véjar Vázquez, “Explicaciones sobre el proyec-
to de ley de retiros, pensiones y auxilios del ejército y armada nacionales”, Revista del Ejército
y de la Marina, agosto de 1930, p. 606-613.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 229
De esos casos aquí sólo menciono uno, el cual afectó los ingresos
de una buena parte del personal del ejército y que nunca se concretó:
177
Teniente coronel de infantería Adrián Vargas Sandoval, “Ideas acerca del fondo
militar de auxilio mutuo”, ibidem, agosto de 1929, p. 611-618.
178
Loc. cit.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 231
las aportaciones que se dieron para construir un gran casino militar con
tres días de haber para todos los generales, jefes y oficiales.179 Hay in-
finidad de ejemplos que sólo afectaban a los efectivos de un batallón o
regimiento, con finalidades tan variadas como mejoras en los cuarteles,
fiestas de cumpleaños para algún comandante o, incluso, para apoyar
a una reina de carnaval.180 Seguramente estos argumentos sirvieron
para que la autoridad desechara el proyecto y dejara a cada individuo
del ejército la libertad de tomar o no un seguro de vida. Garza Quiño-
nes, nada tonto, de forma paralela a su proyecto se asoció con una
compañía privada de seguros que diseñó un seguro para militares; este
jefe comenzó a aparecer como agente oficioso de la aseguradora. Para
1932, decía, el 10% del personal de mando del ejército ya tenía su segu-
ro de vida con la compañía La Latinoamericana. En uno de sus boleti-
nes de propaganda, dicha empresa exponía las inquietudes que con
mayor frecuencia expresaban los militares: una era la desconfianza de
que los fondos fuesen administrados por algún organismo castrense;
preferían uno civil, ya fuese público o privado; otra era qué hacer en
caso de una rebelión. Una empresa privada resolvía ambas inquietudes
ya que ella estaría ajena a toda influencia política y, por tanto, obligada
a pagar tanto a leales como a rebeldes el valor de su póliza.181 Así ocurrió
durante la rebelión escobarista:
La póliza que ofrecía esta compañía sólo cobraba una cantidad ex-
tra si el militar era enviado a una campaña militar, a diferencia de otros
seguros que tenían cláusulas de profesiones para aquéllas de mayor
riesgo, y por ello la prima anual subía, mientras que en este plan sólo
179
Excélsior, 6 de junio de 1930.
180
El general Manuel Maldonado Sonora, jefe del 36º batallón, descontaba una parte de
los haberes a soldados y oficiales como contribución a bandas de música, y en una ocasión
para promover a una reina de carnaval. Ibidem, 12 de marzo de 1931.
181
Carlos Garza Quiñones a Amaro, 16 de mayo de 1932, act-aja, serie 0405, serie
“oficiales”, exp. “Garza Quiñones”, en proceso de catalogación.
182
Boletín mensual, La Latinoamericana, Compañía de seguros sobre la vida, mayo de 1932.
232 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
183
Se tenía que pagar $1.25 por cada mil del seguro contratado. Si la póliza era de
$5 000.00, tenía que pagar $5.25 de extra prima.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 233
Deserciones
184
El Universal, 14 y 26 de septiembre de 1926.
234 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
1926 9 421
1928 28 000
1929 21 214
1930 9 000
1931 7 784
1932 10 958
187
Juan Jiménez Méndez, jefe del Departamento de Caballería a Amaro, 10 de octubre
de 1927, act-aja, serie 0301, inv. 174, exp. 56, f. 38.
188
De hecho, el general José Suástegui seguía al frente del 63º regimiento en 1930, aunque
ese año se trasladó con esa corporación a Teziutlán, Puebla, 1 de octubre de 1930, mid, 2025-259.
189
Jean Meyer, Enrique Krauze y Cayetano Reyes, Historia de la Revolución mexicana,
1924-1928. Estado y sociedad con Calles, v. 11, México, El Colegio de México, 1981, p. 64.
190
Excélsior, 19 de abril de 1927.
191
Se trató del soldado Jesús H. Carranza, del 72º regimiento. Ibidem, 3 de marzo de
1927. En el Valle de México, en sólo diez días se detuvo a 52 desertores, a los que se haría
consejo de guerra. Ibidem, 3 de septiembre de 1927.
236 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
192
Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de divi-
sión Joaquín Amaro, 1926-1927, p. 63.
193
Excélsior, 21 de agosto de 1927.
194
Ibidem, 26 de noviembre de 1926; Jean Meyer, La Cristiada, v. 1, México, Siglo XXI,
1994, p. 153.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 237
195
Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de divi-
sión Joaquín Amaro, 1928-1929, p. 66-68.
238 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
196
Excélsior, 12 de marzo de 1931.
197
Ibidem, 17 de abril de 1931 y 16 de marzo de 1932.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 239
198
Vicente Blasco Ibáñez, El militarismo mejicano, México, inehrm, 2003, p. 52-53.
199
Para mostrar cómo influía el hecho de no tener secretario de Guerra, basta revisar
algunas disposiciones que serían impensables con un secretario en funciones: Juan José Ríos,
oficial mayor encargado del despacho, ordenaba a todos los jefes con mando de tropa que
no habría movimiento alguno de altas o bajas de jefes y oficiales, sin previo acuerdo del
presidente, circular del 4 de mayo de 1918, Revista del Ejército y de la Marina, septiembre-oc-
tubre de 1918, p. 887.
240 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Para la actuación de Amaro y Álvarez en esos años, 1921-1923, véase Martha Beatriz
201
Loyo Camacho, Joaquín Amaro y el proceso de institucionalización del ejército mexicano, 1917-
1931, México, Fondo de Cultura Económica, 2003, p. 75-113.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 241
202
En el periodo aquí tratado, con excepción de 1930-1931, las memorias de la Secreta-
ría de Guerra no informan nada sobre el emp, pues dependía de la presidencia. Véase Memoria
presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro,
1930-1931, p. 73-74.
203
Estado Mayor Presidencial, El Estado Mayor Presidencial. Cumplir con institucionali-
dad, México, [s. e.], 2006, p. 15; sobre la Ley Orgánica, véase Martha Beatriz Loyo Cama-
cho, Joaquín Amaro y el proceso..., p. 137-142.
204
El Estado Mayor Presidencial..., p. 96.
242 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
205
En un festival organizado por la Secretaría de Educación Pública destacaban los baila-
bles yaquis hechos por soldados de Guardias Presidenciales. El Universal, 12 de febrero de 1923.
206
Opiniones sobre este batallón y su jefe, en Excélsior, 17 de abril de 1922 y El Univer-
sal, 28 de septiembre de 1922.
207
Excélsior, 13 de noviembre de 1927.
208
Fue noticia en la prensa cuando sufrió una caída de su caballo, jugando polo en el
campo de Chivatito. Ibidem, 18 de octubre de 1928. Ya como coronel se le encomendó ese
regimiento. El Universal, 6 de febrero de 1930.
209
Excélsior, 7 de abril de 1926; El Universal, 18 de febrero de 1930. A raíz de su acciden-
te tuvo que ir, como tantos otros políticos y militares del régimen, a tratarse a una clínica en
Rochester, Nueva York, que Calles tenía en gran estima; a su regreso le encomendaron ese
regimiento, el cual tenía Gilberto Limón, quien fue nombrado director del Colegio Militar
en diciembre de 1928. Excélsior, 21 de febrero de 1929.
210
Estuvo como jefe del 1º regimiento de Guardias Presidenciales, de 1929 a 1932. A
partir de esa fecha, como jefe del 10º regimiento. En 1933, una comisión especial que calificó
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 243
a todas las corporaciones del ejército destacaba al 10º regimiento, según informe del general
Donato Bravo Izquierdo. El Universal, 1 de junio de 1933.
211
Los dos batallones de línea, el 24º y el 44º, los dirigían los coroneles Manuel Lugo y
Manuel Limón, y los regimientos de línea, el 15º y el 10º, Anselmo Macías y De la Torre.
Thompson, 9 de septiembre de 1927. 2025-259/104; Excélsior, 13 de noviembre de 1927.
212
Los jefes de estas corporaciones, todos coroneles, eran: Juan de la Torre Villalbazo, Ar-
nulfo Palomera López, Alejando Chávez Oviedo y Felipe Montiel Jasso. Del personal del emp, el
jefe era el general Agustín Mora; oficial mayor, el teniente coronel José López Iglesias; jefe del
Detall, el teniente coronel Salvador Mota Velasco; secretario particular, el coronel E. Hernández
Cházaro. Había ocho jefes como ayudantes y doce como agentes secretos. El total del personal
era: 6 generales, 46 jefes, 150 oficiales y 1 606 de tropa. Los cuarteles de los batallones se encontra-
ban: el del 1º, en Chivatito; el del 2º, en Molino del rey; de los regimientos: el 1º, en Tacubaya
(San Diego), y el 2º, en Tacuba (San Joaquín). Johnston, 19 de mayo de 1930, mid, 2025-259/211.
213
El Universal, 12 de febrero de 1930.
244 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
214
Lo mismo sucedió con el 1º y 2º regimientos de Guardias Presidenciales, que pasa-
ron a ser el 10º y 16º regimientos de línea. Excélsior, 17 de marzo de 1931. El jefe del 10º era
De la Torre Villalvazo, y del 16º el coronel Pedro López Tafolla; de infantería, el jefe del 44º
el coronel Alejandro Chávez Oviedo, y de igual grado, para el 52º, Felipe Montiel Jasso.
215
Hay que precisar que, independientemente del cambio de denominación, había regi-
mientos y batallones comisionados como Guardias Presidenciales, que lo eran desde 1927. En
1932 se eligió a los 27º y 29º batallones, y a los 3º y 26º regimientos; sus jefes, los coroneles José E.
Medina Tinoco y Tomás López Galván, general Bonifacio Salinas Leal y general Félix Ireta Vive-
ros; la prensa decía que fueron seleccionados por la calidad de su organización, disciplina y en-
trenamiento. El Universal, 2 de julio de 1932; Cummings, 11 de julio de 1932, mid, 2025-259/301.
216
De 75 regimientos que había pasó a haber sólo 42. En marzo de 1933, en las listas sólo se
encuentra el 10º de Juan de la Torre, en Tlalpan, aunque al mes siguiente ya aparece en Teotihua-
cán. (De cualquier forma, no tenemos datos sobre si aquel regimiento era en ese momento de
Guardias Presidenciales). El Distrito Federal antes tenía cuatro regimientos. mid 2025-259/357.
217
Roderic Ai Camp, Generals in the Palacio. The Military in Modern Mexico, Nueva York,
Oxford University Press, 1992, p. 194. En 2006 ese cuerpo tenía tres batallones de infantería,
dos batallones de policía militar, un grupo de caballería (que en la actualidad es la única
unidad montada del ejército), una compañía de ingenieros, una de sanidad, una sección de
transmisiones, una batería de honores, una banda de música y, además, el 24º batallón de in-
fantería de marina de Guardias Presidenciales y el Grupo Aéreo de Transportes Presidencia-
les. En marzo de ese año, el personal del emp se conformaba con 11 generales, 174 jefes, 402
oficiales y 821 de tropa, lo cual muestra una exagerada presencia de mandos y poca de tropa;
tal vez ello se deba a las funciones especiales de esta dependencia; además tenía 45 policías y
410 civiles. El Estado Mayor Presidencial..., p. 50-51, 97-98.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 245
218
Excélsior, 31 de mayo de 1928. Según este diario, Álvarez usó el nombre del presi-
dente para que el jefe de guarnición en Ciudad Juárez dejara pasar 22 cajas con “documen-
tos secretos”, pero que en realidad eran artículos de seda.
246 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
219
El embajador recordaba que la Conesa había estado implicada también en la banda
del automóvil gris, como amante del general Mérigo. Decía que la ostentosa vida de Álvarez
“no podía coger por sorpresa al general Calles, quien a pesar de sus alardes de puritanismo
y de austeridad, no sólo no es él mismo un modelo de probidad ni mucho menos, sino que
tolera abiertamente los mayores y más públicos alardes de fastuosidad de quienes son o han
sido sus ministros, como Morones, como Luis León...” Marqués de Rialp, 31 de mayo de
1928, amae, sección política, leg. H-2565, n. 149. Otros supuestos implicados eran varios
comerciantes de origen español: Jorge Camil, Luis y Alfonso Scherer, Luis Reynoso y Alfon-
so Rosell. Excélsior, 2 de junio de 1928.
220
Las personas acusadas eran Pablo Meneses y el coronel Jesús Vargas, entre otros.
El Universal, mayo-junio de 1931. Ríos fue nombrado el 17 de junio.
221
Después de la salida de Eulogio Ortiz en los primeros meses de 1930, fueron desig-
nados como jefes de operaciones en el Valle de México, sucesivamente, los generales Abun-
dio Gómez, Pablo Quiroga, Nazario Medina y Pedro J. Almada.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 247
222
Incluso, poco antes de terminar el sexenio, en 1952, se pidió su promoción a general
de brigada, misma que fue rechazada en el Senado. Roderic Ai Camp, Generals in the Pala-
cio..., p. 176-199.
223
Luis Gutiérrez Oropeza, Los presidentes de México y el ejército (1934-1994), mecanoes-
crito inédito, 1996, p. 14-15.
248 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
224
Excélsior, 21 a 24 de agosto de 1923.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 249
225
Ibidem, 20 de enero de 1924.
226
El Universal, 19 de octubre de 1933.
227
Excélsior, 1 y 29 de octubre de 1926.
228
Ibidem, 3 de julio de 1925.
229
Jean Meyer, La Cristiada..., v. 1, p. 149.
250 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
230
Mayor Adrián Vargas Sandoval, “Aliémonos para purificar nuestros reglamentos”,
Revista del Ejército y de la Marina, junio de 1929, p. 481-482.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 251
231
Excélsior, 19 de junio de 1926.
232
Ibidem, 4 de mayo y 26 de agosto de 1925.
233
Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de divi-
sión Joaquín Amaro, 1927-1928, p. 30.
234
Para la ley de 1926, los artículos que regulaban el reclutamiento eran aquellos del
13 al 16, mientras que para la de 1900 eran los artículos 12 a 15. Diario Oficial de la Federa-
ción, 26 de marzo de 1926; Memoria de la Secretaría de Guerra y Marina, presentada al Congreso
de la Unión, por el secretario del ramo, general de división Bernardo Reyes, 1900-1901.
252 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
235
Además de la altura mínima, había un diámetro mínimo, medido con los brazos ex-
tendidos: para infantería, 1.50 metros; para caballería y zapadores, 1.62; para artillería, 1.65.
Reglamentación del Servicio de Reclutamiento, Thompson, 13 de septiembre de 1927, mid,
2025-410/3.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 253
236
Reglamentos de reclutamiento: 12 de marzo de 1930, 1 de mayo de 1933 y 21 de abril
de 1934. Ibidem, 2025-521/4 y 8.
237
Me parece interesante desglosar los datos, tal como aparecen: yaquis, en todo el ejér-
cito: un general de división (José Amarillas), 6 de brigada, 14 brigadieres, 365 jefes, 608 ofi-
ciales y 4 867 de tropa; juchitecos, en la región del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca: 5 genera-
les de brigada, 16 brigadieres, 311 jefes, 566 oficiales, 3 085 de tropa; chamulas, en San
Cristóbal de las Casas, Chiapas: 26 jefes, 105 oficiales, 648 de tropa; mayas, en la región
maya, Yucatán: 2 jefes, 22 oficiales, 408 de tropa; serranos, en la sierra de Puebla: un general,
9 jefes, 32 oficiales, 618 de tropa; serranos, en la sierra de Oaxaca: 2 jefes, 4 oficiales, 104 de
tropa; mixtecos, en el Estado de México y Querétaro: 33 jefes, 98 oficiales y 1 140 de tropa.
Cummings, 20 de enero de 1933, ibidem, 2025-523/1.
238
Reglamento de Reclutamiento, abril de 1937, ibidem, 2025-521/15.
254 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
239
Cummings, 22 de noviembre de 1932, ibidem, 2025-521/1.
240
Véase Martha Beatriz Loyo Camacho, Joaquín Amaro y el proceso..., p. 133-136.
241
La Confederación General del Trabajo era la central que en 1921 se oponía radicalmen-
te al smo, y la que mayor poder tenía en ese tiempo. El Universal, 11 de noviembre de 1924.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 255
242
Ingeniero N. Dorbecker, “El Servicio Militar Obligatorio”. Ibidem, 9 de mayo de
1933.
243
La obra de José Enrique Rodó, El que vendrá, es citada por Gustavo A. Salas, “Una
oportunidad para el servicio militar obligatorio”, Excélsior, 23 de agosto de 1926.
256 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
244
Rubén García, “El Lic. Luis Cabrera y el servicio militar obligatorio”, El Universal, 29
de diciembre de 1933.
245
Rubén García, Excélsior, 1 de agosto de 1925.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 257
Una de las críticas al smo era que fomentaba una casta militar que
había provocado tantos problemas en el pasado. Para sus defensores
era al revés, pues la obligatoriedad era el mejor antídoto para prevenir
esto: los conscriptos no estarían ahí por dinero o por apego a ciertos
jefes, estarían por patriotismo. Los generales Ignacio Morales Zaragoza
y Plutarco Elías Calles —de origen federal el primero, constitucionalis-
ta el segundo—, creían que era el mejor sistema para evitar faccionalis-
mos y revueltas castrenses.246 Rubén García usó por más de diez años
la frase “militarización, no militarismo”, entendiendo por la primera
“la divulgación de las prácticas y reglas de la ciencia y del arte militar
en la población de un país”, en tanto que la segunda es el predominio
del elemento castrense en la gobernabilidad de un país.247
Los que se oponían al smo decían que el voluntariado había servi-
do al país y si éste se viese envuelto en un peligro extremo, como una
invasión extranjera, el patriotismo afloraría y el pueblo en masa se alis-
taría para defender a la nación. Para refutar el argumento, Rubén Gar-
cía y otros recurrían al triste ejemplo de la guerra de 1846, con el país
invadido y el pueblo ajeno a todo ello. Con datos de Francisco Bulnes
señalaba que en la guerra con Estados Unidos, por cada 10 000 habitan-
tes sólo se enrolaron 75 mexicanos. En otros países en guerra extranje-
ra, las cifras no diferían mucho: en 1859, por cada 10 000 habitantes
empuñaron las armas 75 austriacos; en 1870-1871, 229 franceses; en
1898, 330 españoles.248 Así quería demostrar que el reclutamiento vo-
luntario fracasó estrepitosamente y tanto México como Austria, Francia
y España perdieron sus respectivas guerras contra Estados Unidos,
Francia, Prusia y Estados Unidos. Un elemento del pasado reciente al
que se aludía constantemente era cómo la Primera Guerra Mundial
había cambiado radicalmente el concepto de ejércitos en conflicto, pues
con la “guerra total” ya no eran ejércitos sino naciones enteras las que
se enfrentaban. Aunque México no pretendiera involucrarse en ningún
conflicto, debía estar preparado para éste y el smo daría a toda la po-
blación esa preparación.249 Ésa fue una de las razones por la cual se
246
Ibidem, 2 de febrero de 1921.
247
Coronel Rubén García, “Militarización; no militarismo”, Hoy, 14 de mayo de 1938.
248
Ruben García, (Excélsior, 1 de agosto de 1925) con datos de Francisco Bulnes, Porve-
nir de las naciones latinoamericanas.
249
En 1933, los países que tenían el Servicio Militar Obligatorio eran, entre otros: Alba-
nia, Argentina, Bélgica, Chile, Colombia, Dinamarca, España, Suecia, Noruega, Francia, Sui-
za, Italia, Rusia, Grecia, Guatemala, Rumania, Holanda, Polonia, Paraguay, Perú, Siam, Ja-
pón; de los pocos que no lo tenían: Gran Bretaña y sus colonias, Estados Unidos, además de
las potencias derrotadas tras la Primera Guerra Mundial: Alemania, Austria, Bulgaria y
Turquía. R. García, “El profesor Aurelio Manrique y el servicio militar”. El Universal, 7 de
diciembre de 1933.
258 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
250
Martín Gabriel Barrón Cruz, “La Guardia Nacional: disyuntiva constitucional”, en
Martín Gabriel Barrón Cruz, Carlos Silva y José Arturo Yáñez Romero, Guardia nacional y
política preventiva: dos problemas de seguridad en México, México, Instituto Nacional de Cien-
cias Penales, 2004, p. 13-78.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 259
251
La Ley del Servicio Militar es del 19 de agosto de 1940. Diario Oficial de la Federación,
11 de septiembre de 1940. El decreto que la puso en vigor fue del presidente Manuel Ávila
Camacho, el 3 de agosto de 1942.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 261
Fuerzas irregulares
252
Véase Felipe Ávila Espinoza, “Los conflictos internos en el zapatismo”, en Gumer-
sindo Vera Hernández et al., (coord.), Los historiadores y la historia para el siglo xxi: Homenaje a
Eric J. Hobsbawm. 25 años de la licenciatura de historia, México, Escuela Nacional de Antropolo-
gía e Historia, 2006, p. 401-427.
262 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
253
Excélsior, 23 de noviembre de 1923; El Universal, 27 de noviembre de 1923.
254
28 de noviembre de 1918, Diario de los Debates del Senado.
255
5 de diciembre de 1917, ibidem. La primera petición, que no fue aceptada por indefi-
niciones de la misma, fue la del gobernador de Hidalgo, el 19 de octubre de 1917. Cuando se
corrigió fue aprobada el 20 de diciembre de ese año.
256
Senador Daniel Guzmán, 5 de diciembre de 1917, Diario de los Debates del Senado.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 263
257
José Inocente Lugo, 28 de noviembre de 1918, ibidem.
264 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
258
La petición de Hidalgo la redujeron a 1 500, 20 de diciembre de 1917; al gobernador
de Durango le dieron 1 000, 28 de diciembre de 1918; autorización a Veracruz, 26 de diciem-
bre de 1917. La autorización para Sonora, 20 de diciembre de 1917. Ibidem.
259
Mark Wasserman, “Chihuahua. La política en una etapa de transición”, en Thomas
Benjamin y M. Wasserman, Historia regional de la Revolución mexicana. La provincia entre 1910-
1929, México, Conaculta, 1992, p. 306-309.
260
El Universal, 13 de mayo de 1921.
261
Ibidem, 3 de noviembre de 1921.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 265
Sánchez, líder agrarista de gran poder en Puebla, que también era res-
paldado por los obreros textiles de Texmelucan. En la entidad había un
gran descontento por la poca tierra que se había repartido. Sánchez y otro
cacique de esa entidad, el general Manuel Montes, aprovecharon la co-
yuntura de 1920 para unirse al aguaprietismo y combatir a Carranza. A
Sánchez esto le abrió las puertas de la gubernatura ya que contaba con
el apoyo de la Confederación Regional Obrera Mexicana (en adelante
crom), de Calles y de Obregón, pero tenía la abierta oposición de hacen-
dados, comerciantes y grupos católicos de la entidad. Sánchez estableció
un ambicioso programa de reformas sociales, impulsado con más im-
puestos. Esto generó una aguda polarización en todo el estado.262 En la
capital, los comerciantes organizaron una manifestación de protesta por
el alza de impuestos, durante la cual el general Fortunato Maycotte, jefe
de operaciones militares en la entidad, fue vitoreado al descender de su
auto y al saludar a la concurrencia; agentes de la policía, apostados des-
de varios edificios, dispararon a donde estaba el general, sin consecuen-
cias, pero ello provocó gran escándalo y un conflicto entre el gobernador
y Maycotte. Aquél ordenó concentrar a fuerzas sociales del estado en la
capital, como muestra de su desconfianza en las fuerzas federales. Las
autoridades militares amenazaron con sujetarlas a la ordenanza del ejér-
cito. Por su parte, la mayoría de la diputación local presentó una inicia-
tiva para derogar las fuerzas regionales, pues ya para ese momento re-
sultaban innecesarias y hasta contraproducentes ya que, como no se les
pagaba a tiempo, cometían atropellos contra particulares. Además, el
gobernador había aumentado esas fuerzas a 6 000 hombres, cuando sólo
tenía autorizadas 2 500 plazas.263 En Atlixco, Sánchez mandó al general
zapatista Fortino Ayaquica para que repartiera tierra de algunas hacien-
das, lo que benefició a campesinos del lugar y también al coronel Dona-
ciano Morales, jefe de las defensas sociales en esa población.264
Tanto Sánchez como Múgica tuvieron que pedir licencia a su cargo
en 1922, por el descontento generado en esas entidades y por la presión
del gobierno federal, pero particularmente debido al descontento en el
ejército, pues ambos tuvieron graves diferencias con los jefes de opera-
ciones: Sánchez con Maycotte y después con Gustavo Elizondo, y Mú-
gica con Enrique Estrada, Alfredo García, Aureliano Sepúlveda y Clau-
dio Fox. En este caso, Obregón argumentaba que la animadversión
contra esos generales mostraba que ellos llevaban órdenes de no entro-
meterse en política, pero al parecer la agenda de Múgica era involucrar-
262
Véase Raymond Th. J. Buve, “Tlaxcala. La consolidación de un cacicazgo”, en Tho-
mas Benjamin y Mark Wasserman, Historia regional de la Revolución mexicana..., p. 325-368.
263
El Universal, 13 y 16 de diciembre de 1921.
264
Excélsior, 21 de febrero de 1922.
266 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
los en ella, para que hiciesen también campaña contra los hacendados
y la Iglesia.265 Implícitamente acusaba a Múgica de seguir las políticas
que el ejército rojo realizaba en Rusia en ese tiempo.
En estos conflictos, una parte de la sociedad consideraba que esas
milicias debían ser controladas o de plano desarmadas. Sin duda que
el caso más emblemático fue el de Veracruz. El coronel Adalberto
Tejeda comenzó su corta carrera militar en el ejército constituciona-
lista, gracias al conocimiento de la Huasteca veracruzana. Bajo su
mando estaban profesionistas y comerciantes de la zona, clase media
o acomodada como él (entre ellos Samuel Kelly Cano, de ascendencia
escocesa, hijo de un militar porfirista); para Romana Falcón y Soledad
García, Tejeda
265
Ibidem, 25 de abril de 1922.
266
Romana Falcón y Soledad García, La semilla en el surco. Adalberto Tejeda y el radicalis-
mo en Veracruz (1883-1960), México, El Colegio de México, 1986, p. 72-73.
267
El término licenciamiento es muy vago, aunque se entiende que se trata de una baja
en el ejército. En el caso de Kelly debió ser una licencia ilimitada, pues más tarde regresó al
activo; fue jefe de guarnición en Tapachula y Aguascalientes entre 1929 y 1932, Marshburn,
14 de febrero de 1934, mid, 2025-497/50. Para la formación y desarrollo de esta guardia
véanse Heather Fowler Salamini, Movilización campesina en Veracruz (1920-1938), México,
Siglo xxi, 1979, p. 111-121 y Romana Falcón y Soledad García, La semilla en el surco...
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 267
Nunca he desconocido que el ejército tiene algunos malos jefes que in-
terpretan torcidamente su papel y que se hacen acreedores a un enérgi-
co correctivo, pero en el caso de Veracruz no han sido los miembros del
ejército los que tiraron la primera piedra y se ha tratado hace mucho
tiempo de soliviantar al espíritu público contra el ejército nacional,
no solamente contra los miembros de él radicados en Veracruz ni contra
determinados jefes, como lo comprueba el acuerdo que tomó la Cáma-
ra del Estado declarando que el ejército nacional es una plaga social.269
268
Para este hecho, y en general sobre el conflicto entre Tejeda y Sánchez, véase Soledad
García Morales, La rebelión delahuertista en Veracruz (1923), Xalapa, Universidad Veracruzana,
1986, p. 33-56.
269
Obregón a Víctor E. Góngora, tesorero del gobierno del estado, marzo de 1923, cita-
do en ibidem, p. 50-52.
268 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
270
El Dictamen, 25 de marzo de 1923, citado en ibidem, p. 52.
271
El Universal, 20, 31 de marzo, y 3 de febrero de 1923. En el caso de Hidalgo, en reali-
dad no fue una decisión del gobernador sino un dictamen de la Cámara de Diputados, con
mayoría del Partido Cooperatista, para cancelar la autorización de organizar una fuerza
de hasta 1 500 hombres, al considerar que Azuara las usaba con fines políticos; éste aceptó
disolverlas y dejar sólo una escolta de 100 hombres. El Universal, 27 de noviembre de 1922.
272
Ibidem, 16 de marzo de 1923.
273
Excélsior, 23 de noviembre de 1923.
274
Quien lo sustituyó, Froylán Manjarrez, había ordenado suprimir la partida de
$500 000.00 para defensas sociales que tenía Sánchez. El Universal, 16 de marzo de 1932.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 269
275
En Oaxaca, Amaro señalaba esta irregularidad que perpetraba el gobernador, gene-
ral Onofre Jiménez, y pedía al jefe de operaciones, general Claudio Fox, que se lo hiciera sa-
ber, puesto que peligraba la tranquilidad de la entidad; Fox le respondió que ya le había
señalado la inconveniencia de nombrar a ex delahuertistas como jefes de tropas estatales,
pero Jiménez le respondió que era una forma de tenerlos controlados y se negó a rectificar
su decisión; meses después Jiménez fue depuesto y sustituido por Genaro Vázquez, 27 de
marzo y 5 de abril de 1925, act-aja, serie 0301, inv. 159, exp. 41, f. 30-31.
276
Heather Fowler Salamini, Movilización campesina..., p. 69-70.
277
Romana Falcón y Soledad García, La semilla en el surco..., p. 167.
270 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
281
Johnston, 1 de julio de 1930, mid, 2025-259/215.
282
El Universal, 8 de mayo de 1924.
283
Según la prensa, el desarme había sido casi total en San Luis Potosí, Durango, Zaca-
tecas y Nuevo León, pero no así en Puebla, Jalisco y Veracruz, donde casi no se había dado.
Excélsior, 20 de julio de 1924.
284
Ibidem, 11 de septiembre de 1925 y 10 de junio de 1926. El jefe de operaciones en
Oaxaca, Claudio Fox, le informaba a Amaro que toda la entidad estaba armada, que ningún
jefe de operaciones se había preocupado antes por incautar armas; calculaba que las fuerzas
serranas armadas, la mayor parte fieles al ex gobernador Onofre Jiménez, ascendían a 8 000,
16 de enero de 1926, act-aja, serie 0301, inv. 159, exp. 41, f. 111.
285
Excélsior, 1 de septiembre y 9 de octubre de 1926.
272 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
289
Para un análisis del papel social, político, económico y militar de los agraristas du-
rante la Cristiada, véase Jean Meyer, La Cristiada..., v. 3, p. 57-91.
290
El Universal, 29 de diciembre de 1928.
291
Excélsior, 26 de junio de 1929.
274 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Cuadro 3
Fuerzas irregulares 1930 293
292
Tan no se cumplía esa disposición que en 1931 el Senado recibió una propuesta de
comunidades agrarias de Veracruz, San Luis Potosí y Estado de México para militarizar a
todos los agraristas del país, y así contar con una reserva para el ejército. En su petición se-
ñalaban que la Revolución les había favorecido con tierras, por ello era justo retribuirle con
disciplina y servicios. Ibidem, 4 de octubre de 1931.
293
Estos datos provenían de la Secretaría de Guerra; sin embargo, se basaban más en el
número de armas que se habían repartido a los agraristas, sin considerar la cantidad de
agraristas previamente armados. Con excepción de algunos estados que tenían sus propias
armas y, por tanto, la autoridad federal carecía de la información sobre el tipo de arma y
número de municiones, todas las demás eran propiedad de la Secretaría de Guerra, que las
otorgaba en calidad de préstamo. Los gobiernos de cada entidad debían respaldar en efecti-
vo el valor de las armas entregadas por la federación. En esta tabla se abrevia “Remington,
modelo ruso, calibre 7.62 milímetros”. Johnston, 22 de agosto de 1930, mid, 2025-259/222.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 275
Cuadro 3. Continuación
Cuadro 4
Fuerzas Irregulares 1932 294
294
Estos datos provenían de la Secretaría de Guerra, pero con información actualizada
que, a petición de la misma, fue dada por los gobernadores de los estados y por ello, según el
agregado militar, era más fidedigna que la de 1930; sin embargo los gobernadores, en los in-
formes solicitados, señalaban que era prácticamente imposible dar cifras exactas de los agra-
ristas armados en sus entidades. Cummings, 20 de septiembre de 1932, mid, 2025-259/312
276 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Cuadro 4. Continuación
Como se puede ver, las cifras que poseía la misma Secretaría de Gue-
rra contienen datos imposibles de creer ya que señalan menos de 500
agraristas en Veracruz. Esto habla del caos que imperaba en esas orga-
nizaciones y de la dificultad para controlarlos, pues ni siquiera se cono-
cía su número.
Al comienzo de la década de 1930, con una paz incierta, pero paz al
fin, una de las preocupaciones del régimen era el uso político que se daba
a los agraristas. Saturnino Cedillo incidía no solamente en la política de
San Luis Potosí, también en otras entidades y en la política nacional. En
1931, el general Saturnino Osornio, hombre fuerte en Querétaro que ha-
bía ayudado con 5 000 agraristas durante la Cristiada, logró la guberna-
tura de su estado gracias a una movilización de agraristas queretanos y
de otras entidades el día de la votación, que incluso desafiaron al ejérci-
to, el cual amagaba para que no entraran a la capital del estado, para así
preservar un cierto espíritu democrático. Ya en el poder, los atropellos
cometidos por los agraristas de Osornio eran noticia en toda la prensa na-
cional.295 Desde 1926, cuando era presidente municipal de San Juan del Río,
tenía a sus órdenes un grupo de agraristas dedicados a robar ganado.296
295
Martha Eugenia García Ugarte, “Saturnino Osornio: remembranzas de una época en
Querétaro”, en Carlos Martínez Assad (coord.), Estadistas, caciques y caudillos, México, unam,
1988, p. 335-361.
296
“Caso típico de barbarie política”, Excélsior, 2 de diciembre de 1926.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 277
Sin embargo, para los gobiernos del Maximato, los agraristas más
temidos eran los de Veracruz, por su número y por la estrecha relación
que tuvieron durante un tiempo con el Partido Comunista, organismo
político que fue atacado duramente por esos gobiernos.
Durante el escobarismo, el general Jesús M. Aguirre, jefe de ese
movimiento en Veracruz, fue capturado por fuerzas agraristas al man-
do del general tejedista Lindoro Hernández y entregado a las tropas
federales. A decir de Falcón y García:
297
Romana Falcón y Soledad García, La semilla en el surco..., p. 187-188.
298
Ley promulgada el 24 de abril de 1929, citado en ibidem, p. 189.
278 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
299
Ibidem, p. 318-331.
300
Cummings, 17 de enero de 1933, mid 2025-293/195.
301
Había 1 737 rifles máuser de 7 mm; 2 871 Remington rusos de 7.62 mm; 28 Reming-
ton 7 mm; 919 Enfields; 2 296 carabinas Winchester 30/30; 6 618 carabinas máuser 7 mm.
Pistolas: 216 Colt 45; 1 432 de varias marcas y calibres. Municiones para rifles: 416 914; para
pistolas, 10 211. Cummings, 10 de febrero de 1933, mid, 2025-293/197.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 279
302
Excélsior, 12 de diciembre de 1932.
303
Decreto presidencial del 31 de enero de 1936. Dentro de sus atribuciones debía obte-
ner los nombres y las direcciones de todo el personal militar que estuviese en situación de
retiro, pues dicho personal, de acuerdo con la Ley Orgánica del Ejército, conformaba la pri-
mera reserva. Marshburn, 2025-259/529.
280 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
304
Marshburn, 23 de marzo de 1936. Ibidem, 2025-259/545.
305
Marshburn, 31 de enero de 1936. Ibidem, 2025-259/529.
306
Las siguientes son cifras de agraristas armados, por zona militar: Valle de México,
1 260; Baja California Norte, 210; Baja California Sur, 100; Sonora, 3 000; Chihuahua, 3 115;
Coahuila, 1 682; Nuevo León, 1 493; Tamaulipas, 1 870; Sinaloa, 1 702; Durango, 2 118;
Zacatecas, 1 919; San Luis Potosí, 3 122; Nayarit, 3 140; Aguascalientes, 2 113; Jalisco, 3 218;
Guanajuato, 3 216; Querétaro, 1 141; Hidalgo, 1 893; Las Huastecas, 3 217; Colima, 2 541; Mi-
choacán, 3 483; Estado de México, 3 168; Tlaxcala, 1 840; Morelos, 2 122; Puebla, 3 142; Vera-
cruz, 2 133; Guerrero, 1 862; Oaxaca, 2 512; Istmo de Tehuantepec, 832; Tabasco, 1 875; Chia-
pas, 2 114; Yucatán-Quintana Roo, 2 015; Campeche, 893. Marshburn, 27 de octubre de
1936, ibidem, caja 686, 2025-259/586; Ecker, 24 de noviembre de 1936, ibidem, 2025-
259/590.
307
Marshburn, 19 de enero de 1937, ibidem, 2025-259/599.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 281
308
La Secretaría de Guerra ordenaba que se diera armas sólo a ejidatarios, y que se des-
armase a los que estaban en contra de la política de reparto agrario del régimen. Marshburn,
18 de mayo de 1937, ibidem, 2025-259/605.
309
Para las alianzas entre hacendados y jefes militares véanse los trabajos de Hans
Werner Tobler, La Revolución mexicana. Transformación social y cambio político (1876-1940),
México, Alianza Editorial, 1994, p. 545-612; “Las paradojas del ejército revolucionario: su
papel social en la reforma agraria mexicana”, Historia Mexicana, v. xxi, n. 1(81), julio-sep-
tiembre de 1971, p. 38-79.
310
Edwin Lieuwen, Mexican militarism. The political rise and fall of the revolutionary army,
Albuquerque, University of New Mexico Press, 1968, p. 113-121.
282 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
311
Romana Falcón, Revolución y caciquismo..., p. 232-263; Martínez Assad, Los rebeldes
vencidos..., p. 29-50, 96-117.
312
Freehoff, septiembre de 1938, mid, 2025-259/666.
313
Teniente coronel Gordon H. McCoy, 8 de abril de 1940, ibidem, caja 686, 2025-
259/693.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 283
Todo buen ejército debe estar bien equipado, desde uniforme, armamen-
to reglamentario, municiones, etcétera. Durante la Revolución, la urgen-
cia por armar y equipar a una gran cantidad de hombres no dejaba más
opción que comprar el material y las armas en el extranjero, principal-
mente en Estados Unidos. Sin embargo, esto fue cada vez más difícil: en
1914 comenzó la Gran Guerra, que encareció todo el material bélico
producido en Norteamérica; en ese año Estados Unidos ocupó Veracruz
y prohibió las exportaciones de armas a México. En diciembre de 1915,
el gobierno norteamericano reconoció a Carranza como gobierno de fac-
to, con lo cual se reabría el acceso a armas y municiones; pero al año
siguiente Pancho Villa atacó Columbus, Nuevo México, que derivó en
la expedición punitiva y en un nuevo cierre de la frontera. Las tropas
del general Pershing se retiraron en 1917 porque Estados Unidos le ha-
bía declarado la guerra a Alemania; todo el material bélico, sujeto a ser
exportado, ya de por sí acaparado para apoyar a Gran Bretaña y Francia,
fue destinado totalmente al escenario europeo.315 En ese año, el ejército
constitucionalista se transformó en ejército nacional, que llevaba la im-
pronta de acabar con la lucha de facciones y de institucionalizar a las
fuerzas armadas.
Con esos antecedentes no sorprende que Carranza buscara acabar
con la dependencia hacia Estados Unidos. Durante el periodo precons-
titucional creó por decreto (16 de octubre de 1916) el Departamento de
314
José Luis Piñeyro, El profesional ejército mexicano y la asistencia militar de Estados Uni-
dos: 1965-1970, tesis de licenciatura en Relaciones Internacionales, El Colegio de México,
1976, p. 70-117.
315
Luis Cabrera, Obras completas..., v. 3, p. 466-468.
284 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
316
El artículo 11 de dicha ley definía las dependencias que quedarían bajo la adminis-
tración del Departamento Autónomo: “Fábricas Nacionales de Cartuchos; Fundición Nacional
de Artillería; Laboratorio de Municiones y Artificios; Fábricas Nacionales de Pólvora; Maes-
tranza Nacional; Almacenes Generales de Armas, Municiones y Equipos del Ejército; Fábrica
Nacional de Armas; Talleres de Aviación; Fábrica de Calzado; de uniformes; de curtiduría y
demás que se establezcan”, Diario de los Debates del Senado, 4 de junio de 1917.
317
Ibidem, 6 de julio de 1917.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 285
318
Ibidem, 7 de julio de 1917.
319
De éstas, la más antigua era la de pólvora, inaugurada en 1838 y destruida por las
autoridades castrenses, en 1847, para que no cayese en poder de los invasores; se restableció
en 1876 y se remodeló completamente en 1906. La Fundición data de 1846. La Fábrica de
Armas, de 1877. El Laboratorio Nacional de Artificios de Artillería, de 1910. La Fábrica
de Cartuchos, de 1908. Capitán segundo ingeniero artillero Fernando Cruz, Revista del Ejército
y de la Marina, diciembre de 1927, p. 901-905. El general de brigada Ignacio M. Beteta da fechas
ligeramente diferentes; algunas de las discrepancias en los años se deben seguramente a que el
primer autor buscó dar cuenta de las más antiguas, aunque sólo se tratase de talleres muy ru-
dimentarios, mientras que el segundo tomó como base establecimientos más en forma: la más
antigua era la Fábrica de Pólvora, de 1871; la Fundición de Artillería, de 1898; la Fábrica Na-
cional de Cartuchos, de 1907; la Fábrica de Armas, 1910; el Laboratorio Nacional de Municio-
nes y Artificios de Artillería, 1910; Garage Central, 1920; Fábrica Nacional de Cartuchos Nú-
mero 2, 1921. [Ignacio M. Beteta], Departamento de la Industria Militar, 1946-1952, México,
Talleres Gráficos de la Nación, 1952, p. 17, 20. La Fábrica de Vestuario fue inaugurada durante
la administración carrancista. “Los que visten al ejército”, Hoy, 6 de mayo de 1939.
320
Mayor ingeniero industrial Juan Zorrilla Flores, “Tecnología militar y movilización
industrial”, Revista del Ejército y de la Marina, julio de 1934, p. 79-107.
286 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
321
Diario de los Debates del Senado, 1 de septiembre de 1917.
322
La fábrica se estableció en Molino del Rey, capitán Robert M. Cambell, agregado
militar en México, 28 de agosto de 1917, naw, rg 59, 812.20/4.
323
Según las cifras de propio Carranza: 2 322 000 de cartuchos 7 mm; 1 400 000 cartu-
chos 30-30; 5 000 rifles 30-30; 1 000 rifles para trinchera con dotación de 600 000 cartuchos.
Diario de los Debates del Senado, 1 de septiembre de 1919.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 287
usted estas pieles que están arrumbadas, ¿hacemos zapatos con ellas”.
“Pues hágalos usted”. Y así era con la ropa y con todo. Cada vez que
el señor Carranza visitaba el establecimiento, se acercaban a él todos
los maestros y le pedían sus instrucciones; y no obstante que había un
jefe, cada uno de los empleados se convertía en jefe de aquella oficina;
y en esas condiciones era imposible que aquello marchara bien.324
324
Carlos B. Zetina, ibidem, 18 de octubre de 1920.
325
Otros nombramientos dados a destacados cromistas: Ezequiel Salcedo, director de los
Talleres Gráficos del Gobierno; Samuel Yúdico, jefe del Garage Central del Gobierno; Eduardo
Moneda, jefe de la Oficina Impresora de Estampillas; a partir de 1922 Ricardo Treviño fue nom-
brado jefe del Departamento del Trabajo de la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo. Barry
Carr, El movimiento obrero y la política en México, 1910-1929, México, Era, 1987, p. 132-134.
326
En 1922 había un proyecto para concesionar a particulares la producción de municiones,
al cual se opuso Morones. Informe del agregado militar, 11 de febrero de 1922, mid, caja 2514.
288 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
327
Esto ocurrió en septiembre de 1922 y el diario dejó de circular por varios días. Barry
Carr, El movimiento obrero..., p. 137-138.
328
Excélsior, 3 de febrero de 1921.
329
El senador Cravioto narraba a sus colegas una entrevista que tuvo con el presidente,
en la cual éste le explicaba la razón de su proyecto para que Fabriles pasara a depender de
Hacienda: las graves irregularidades que se cometían, sobre todo en la adquisición de mate-
rias primas. Diario de los Debates del Senado, 6 de abril de 1921.
330
Del 1 de febrero de 1921 al 31 de mayo de 1922 Fabriles conservó las siguientes de-
pendencias: Almacén Central de Materiales, Almacenes Generales de Vestuario y Equipo,
Fábrica Nacional de Vestuario y Equipo, Garage Central, Proveeduría General de Hospita-
les Militares y Planta Nacional de Curtiduría. En ese mismo periodo pasaron a depender de
la Secretaría de Guerra y Marina: Almacenes Generales de Municiones y Armamento, Fábri-
cas Nacionales de Cartuchos números 1 y 2, Fábrica Nacional de Pólvora, Fundición Nacio-
nal de Artillería y Laboratorio Nacional de Municiones y Artificios de Artillería. El 1 de junio
de 1922 estas dependencias regresaron a la administración de Establecimientos Fabriles. In-
forme de gobierno, 1 de septiembre de 1922; Diario de los Debates del Senado.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 289
331
El Universal, 1 de abril de 1921.
332
Senador Labastida Izquierdo, Diario de los Debates del Senado, 11 de septiembre de
1925.
333
Jefe del Departamento Confidencial al oficial mayor de Gobernación, 31 de enero
de 1924, agn-ips, caja 1969, f. 23; José Soto al jefe del Departamento Confidencial, ibidem,
7 de febrero de 1924, f. 37.
290 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
334
“Informe”, 1 de septiembre de 1923, Diario de los Debates del Senado.
335
Dictamen de las comisiones de Fabriles y Primera de Guerra, senadores F. Labastida
Izquierdo, José H. Ruiz, G. J. Huitrón, E. Gutiérrez y T. Fernández Ruiz, ibidem, 11 de sep-
tiembre de 1925.
336
Dichos almacenes pasaron a depender del Departamento de Artillería de esa secre-
taría el 11 de febrero de 1925. Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del
ramo, general de división Joaquín Amaro, 1924-1925, p. 76.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 291
337
Las renuncias de Morones y Gasca fueron anunciadas el 22 de julio de 1928, cinco
días después del asesinato de Obregón. Fue nombrado el general Miguel Piña, quien había
sido subsecretario de Guerra, pero al poco tiempo fue sustituido por Arturo Elías, primo del
presidente, el cual fue reemplazado en diciembre de 1928 por el general Juan José Ríos, has-
ta ese momento director del Colegio Militar.
338
En otros artículos de la ley quedaba claro que no sólo se trataba de armas y municio-
nes sino también de los materiales para sanidad militar, fábrica y almacén de vestuario y
equipo, por mencionar las más relevantes: Artículo 39: “Los servicios encargados de asegurar
la existencia de las tropas y sus aprovisionamientos, son: i) Servicio de Intendencia y Admi-
nistración Militar. ii) Servicio de Sanidad Militar“. Artículo 40: “El Servicio de Intendencia y
292 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Administración Militar tiene a su cargo: iii) Las subsistencias, vestuario, equipo, arreos ata-
lajes, transportes, etcétera.”
339
Memorándum del coronel James Reeves, Estado Mayor del Departamento de Gue-
rra, 8 de marzo de 1927, mid, 2257-G-44/21.
340
También se hablaba de 100 piezas de artillería, cuyo número no pudo ser confir-
mado. Edward Davis, ibidem, caja 1027, 2257-G-44/4. En la casa Herstal Lez de Lieja se
adquirieron 5 000 fusiles y 5 000 carabinas máuser con 50 000 cartuchos de 7 mm, que arri-
baron entre enero y abril de 1927, y fueron destinados a los regimientos 8º, 15º, 16º, 25º a
29º, 34º, 38º, 44º, 50º, 54º, 55º, 76º y los de Guardias Presidenciales, así como para los bata-
llones 7º, 12º, 14º, 15º, 18º, 24º, 35º , 36º, 48º, 50º y Guardias Presidenciales. Memoria presen-
tada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro,
1926-1927, p. 81.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 293
a Alemania, del excelente recibimiento del que fue objeto, que se ma-
terializó en importantes contratos con la empresa Siemens. El general
Rubio Navarrete, distinguido artillero del ejército porfirista, comentaba
que en los últimos meses (septiembre de 1926) el gobierno recibía, en
cada vapor alemán que llegaba a México, cargamentos con armas y
municiones, prácticamente de contrabando, para evitar las protestas de
otras potencias europeas y del gobierno norteamericano.341
Uno de los objetivos principales de la misión era adquirir maqui-
naria para distintas dependencias, entre ellas, la Fábrica Nacional de
Pólvora, que había sido reformada entre 1905 y 1907 por la compañía
alemana más importante en la fabricación de material bélico: la Krupp.
De ahí que Gasca recurriera a la misma compañía con el proyecto de
adquirir toda la maquinaria necesaria para modernizar los anticuados
métodos que se usaban. Este proyecto no se materializó como se quería,
quizá porque el abastecimiento principal aún provenía de Estados Uni-
dos. Los resultados, a dos años de su instalación —según informe del
agregado militar norteamericano—, eran magros: la máxima produc-
ción de pólvora era de cinco a siete toneladas por mes; además, el pro-
ducto final para ser introducido en los cartuchos no daba un resultado
balístico satisfactorio, lo cual iba en detrimento de la puntería de los
máuser a que estaba destinada y, por tanto, a la efectividad del arma-
mento. Los directivos decían que se producía pólvora más barata, a
$7.50 el kilo, pero este informe estimaba que en realidad era de $12.00.342
Otro de los proyectos era adquirir la maquinaria para modernizar la
Fábrica Nacional de Cartuchos, que antes de 1927 utilizaba maquinaria
norteamericana. Ésta fue adquirida a la firma alemana Ludwig-Loewe
& Co., a través de un agente llamado E. S. Ness. Pero dos años después,
ya cuando Gasca había dejado el puesto de director de Fabriles, el nue-
vo directivo, general Juan José Ríos, comenzó a solicitar a empresas
norteamericanas refacciones para esa fábrica. Además, el cobre y el zinc
que requería la fábrica eran adquiridos a empresas de ese país estable-
cidas en México. La fábrica debía ser capaz de producir un máximo de
100 000 cartuchos diarios.343 El último proyecto, comprado a la misma
firma representada por el señor Ness, fue maquinaria para la Fábrica
Nacional de Armas, para que pudiese producir rifles máuser de 7mm,
modelo austriaco de 1912. La fábrica debía ser capaz de producir 50
341
Carl Holt Smith, presidente de la Machinery Corporation S. A., ciudad de México, a
Mr. Derby, en Nueva York, 12 de julio de 1926, mid, 2257-G-44; reporte del agregado militar,
24 de septiembre de 1926, 2257-G-44/25.
342
Capitán Winfred Houghton, 6 de marzo de 1929, ibidem, caja 1027, 2257-G-44/28.
343
El cobre y el zinc se compraban a la Fábrica Peñoles, propiedad de la American Me-
tals Company. Gordon Johnston, 17 de mayo de 1929, ibidem, caja 1027, 2257-G-44/29.
294 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
rifles diarios. La misma fuente señalaba que, sólo por esta operación,
Gasca cobró una comisión de $500 000.00. Por los datos de estas fuentes
podemos ver que los problemas internos hacían casi imposible que el
país fuera autosuficiente en equipo bélico: en el momento en que se
elaboraban esos informes, el ejército tenía que enfrentar la rebelión
escobarista y la guerra contra los cristeros. Además, la industria nacio-
nal era raquítica, por lo cual se debía recurrir a países industrializados.
Cuando las relaciones entre los gobiernos de Calles y Coolidge mejo-
raron sustancialmente, el abastecimiento de materiales de ese país se
facilitó de nuevo e hizo innecesario, e incluso indeseable, recurrir a
potencias europeas, especialmente alemanas.
Los años en que la crom manejó los hilos en Fabriles fueron acom-
pañados de denuncias por corrupción o por simple incompetencia.
Como veremos, cuando se tocaba el tema de la industria militar cabían
más las críticas que los elogios. Cuando en 1921 las dependencias que
producían armas y municiones pasaron a Guerra y Marina, el general
David Johnson, jefe del Departamento de Artillería de esa secretaría y
encargado de la recepción de las factorías, encontró cuantiosos fraudes:
desde cartuchos de salva que eran enviados en vez de cartuchos de
verdad hasta intermediarios que sólo encarecían los productos.344 Vito
Alessio Robles señalaba algo similar y acusaba a Morones de sentirse
dueño y señor de Fabriles.345 Eran comunes las acusaciones de que des-
de sus almacenes se vendían armas y cartuchos a los cristeros.346 En un
ensayo, el capitán Fernando Cruz concluía que la industria militar esta-
ba peor que hacía cincuenta años, cuando se fabricaban cañones; ahora,
a pesar de contar con más recursos, “no se ha podido ni siquiera llegar a
construir un reducido número de cañoncitos de campaña, que son los
que más falta nos hacen, dada la especial configuración y topografía de
nuestro extenso suelo”. También se quejaba del raquítico papel que se
daba a los ingenieros militares, convertidos en simples inspectores de
calidad de los materiales de guerra, sin facultades para proponer me-
joras para las fábricas, bajar costos, etcétera.347 Los primeros ingenieros
industriales graduados del Colegio Militar comenzaron a ser comisio-
344
Excélsior, 10 de febrero de 1921.
345
El Universal, 15 de junio de 1923.
346
En Guadalajara el jefe de guarnición, general Lorenzo Muñoz, ordenó detener a la
señora Virginia Aguilar, quien llevaba un lote de cartuchos que le había proporcionado su
esposo, empleado de la Fábrica Nacional de Cartuchos. Excélsior, 9 de enero de 1927. En el
Senado se denunciaba que de Fabriles salía gran cantidad de parque para los rebeldes de
Jalisco. El Universal, 8 de diciembre de 1928.
347
Capitán segundo ingeniero artillero Fernando Cruz, “Debe provocarse el resurgi-
miento de la industria militar mexicana”, Revista del Ejército y de la Marina, diciembre de
1927, p. 901-905.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 295
348
[Ignacio M. Beteta], Departamento de la Industria Militar..., p. 21.
349
Mayor Luis Ramírez Fentanes, “El Departamento de Establecimientos Fabriles y
Aprovisionamientos Militares”, Revista del Ejército y de la Marina, marzo de 1929, p. 250-253.
350
Estas cifras son reveladoras del desprecio que tenían las autoridades por la artillería,
de lo que ya hemos hablado en el primer capítulo. También hay que indicar que una parte
importante de estas piezas ya era inservible, por los años de servicio que habían dado; por
ejemplo, había 21 cañones Krupp de 75 mm de la época de Díaz; lo mismo los St. Cha-
mound-Mondragón (5), y los morteros Mondragón, de los que había 22. Los menos viejos
eran los Vickers de 75 mm, de los que había ocho en bodega, pero seis estaban siendo repa-
rados. Tres años después el mismo material seguía en bodegas. Contrastan estos números
con rifles y carabinas almacenados en 1934: de 56 697 estaban en reparación 5 975. mid, caja
2514, 2025-G-36/17, octubre de 1934, ibidem, 2724-G-56/18.
351
Informe sin fecha ni emisor, citado en [Ignacio M. Beteta], Departamento de la Indus-
tria Militar ..., p. 25.
296 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
352
De diciembre de 1928 a junio de 1931 fue director Juan José Ríos, quien antes había
sido director del Colegio Militar, y al dejar Fabriles fue nombrado jefe del emp. De junio a
noviembre de 1931 fue director Pablo Quiroga, quien antes había sido jefe de operaciones en
el Valle de México, y al dejar Fabriles pasó a ser oficial mayor de la Secretaría de Guerra. En
noviembre de 1931, el general de brigada Gilberto R. Limón Márquez dejó la dirección del
Colegio Militar para encargarse de la de Fabriles; en enero de 1935 fue sustituido por Rafael
R. Navarro Cortina (ya no como jefe de Fabriles sino de la Dirección de Materiales de Guerra),
hasta entonces jefe del Departamento de Artillería de la Secretaría de Guerra. Al ser nom-
brados directores de Fabriles o de Materiales de Guerra, todos ellos tenían el grado de gene-
ral de brigada.
353
En 1920 la secretaría de guerra tuvo un presupuesto de $113 000 000.00 y Fabriles
de $19 400 000.00. Excélsior, 29 de diciembre de 1931. En 1931 el presupuesto para la secre-
taría fue de $69 895 362.00, y en 1932 de $54 617 951.00; en Fabriles de $11 330 954.00, y en
1932 de $6 135 934.00. Cummings, 28 de junio de 1932, mid, 2025-506/3. Cummings, 14 de
julio de 1933, ibidem, 2025-529/2.
SISTEMAS, MECANISMOS Y COSTUMBRES 297
354
En estas cifras sumo el sueldo por el cargo, los haberes por el grado de general de
brigada y los gastos de representación. Sé que sumar esto último no es estrictamente correc-
to pero debido a la enorme discrecionalidad con que se manejaban esos fondos me permití
hacerlo. De cualquier forma, desgloso las operaciones de acuerdo con ese orden: sueldo por
el cargo, haberes por el grado y gastos de representación, todo anual: subsecretario:
$13 958.00 + $7 812.00 + $10 800.00; inspector general: $2 520.00 + $7 812.00 + $20 322.00; di-
rector de Fabriles: $12 318.00 + $7 812.00 + 18 900.00. Cummings, 25 de mayo de 1933, 2025-
529/1; ibidem, 14 de julio de 1933, 2025-529/2.
355
El 25 de diciembre de 1934, el Senado aprobó el decreto que reformaba la Ley de Se-
cretarías de Estado, la cual en su artículo 5º definía las atribuciones de la Secretaría de Guerra
298 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
357
Diario de los Debates del Senado, 16 de mayo de 1938.
358
American Rifleman, marzo de 1942, citado en mid, caja 2513; informe del agregado
militar, 26 de noviembre de 1937.
300 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
359
La pistola “Obregón”, inventada por el mayor Alejandro Obregón, fue posterior al
periodo que tratamos en esta investigación. Aunque el primer prototipo data de 1933, fue
hasta el sexenio de Miguel Alemán que se construyó en serie. [Ignacio M. Beteta], Departa-
mento de la Industria Militar..., p. 88-89.
360
El autor señala que, además, el Departamento de Industria Militar vendió “20 tone-
ladas de acero y cierto número de toneladas de plomo... al judío alemán Hugo Frank y que
resultaron ser 10 000 mosquetones y 20 000 000 de cartuchos”, que presumiblemente eran las
viejas armas entregadas a cambio de los mosquetones Mendoza. Luis Gutiérrez Oropeza,
“Los presidentes de México”..., p. 17.
361
José Luis Piñeyro, Ejército y sociedad en México: pasado y presente, México, Universidad
Autónoma de Puebla, 1985, p. 78; José Luis Piñeyro, El profesional ejército mexicano..., p. 25-77.
362
El decreto fue publicado en el Diario Oficial de la Federación el 16 de abril de 1947.
Stephen Joseph Wager, The mexican army, 1940-1982: The country comes first, tesis de doctora-
do en Historia, Universidad de Stanford, 1992, p. 232-234.
Enrique Plasencia de la Parra
Historia y organización de las fuerzas
armadas en México, 1917-1937
México
Universidad Nacional Autónoma de México,
Instituto de Investigaciones Históricas.
2010
416 p.
(Serie Historia Moderna y Contemporánea, 52)
ISBN 978-607-02-2092-0
Formato: PDF
Publicado en línea: 23 marzo 2015
Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros
/fuerzas/armadas.html
Álvaro Matute, Historia de la Revolución mexicana 1917-1924. Las dificultades de un nuevo
Estado, v. 7, México, El Colegio de México, 1995, p. 104-107.
302 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Hernández a Carranza, 16 de mayo de 1919, citado en Gilbert M. Joseph, Revolución
desde afuera. Yucatán, México y los Estados Unidos, 1880-1924, México, Fondo de Cultura Eco-
nómica, 1992, p. 200.
304 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
José C. Valadés, Historia general de la Revolución mexicana, v. vi, México, Manuel Que-
sada Brandi, 1967, p. 146.
El ejército y la política 305
Diario de los Debates 1875-1997, 3 de octubre de 1919.
306 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Lo veía como un deber similar a cuando tomó las armas para de-
fender los derechos conculcados por Huerta. Establecía que uno de los
principales males estaba en la corrupción de parte del ejército, el cual
requería ser depurado; sin embargo hacía un llamado a aquellos ele-
mentos que
no hayan cedido a atractivos del oro ajeno y que no hayan violado los
fueros de la dignidad, a hacer del ejército una institución respetuosa y
respetada, y hacer que los desmanes cometidos por algunos de sus
miembros no signifiquen una responsabilidad para la corporación y sí
la base de un proceso para el que las cometa.
Citado en Ignacio A. Richkarday, 60 años en la vida de México, v. 1, México, Ares, 1962,
p. 493-512.
El ejército y la política 307
términos que las respectivas leyes establecían, el de las armas, los jura-
dos, los concejales y los cargos de elección popular; a pesar de esto, el
dictamen aprobado tácitamente consideraba que el servicio de las ar-
mas quedaba a voluntad del ciudadano:
Secretario de Gobernación Aguirre Berlanga al Senado, 8 diciembre de 1919, leído en
sesión del 10 de diciembre, Diario de los Debates del Senado. En este escrito se menciona el ar-
tículo 886, lo cual es erróneo, pues los artículos de la Ordenanza General del Ejército que
tratan sobre licencias van del 894 al 920.
10
El Universal, 9 de abril de 1920.
El ejército y la política 309
11
Luis Cabrera, Obras completas. V. 3, Obra política, México, Oasis, 1975, p. 514.
12
“El civilismo es algo más que una prenda de vestir”, El Universal, 22 de enero de 1920.
13
Loc. cit.
14
Álvaro Matute, Historia de la Revolución mexicana 1917-1924. La carrera del caudillo, v.
8, México, El Colegio de México, 1983, p. 78.
310 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
15
Para este proceso véase el excelente libro de Álvaro Matute, ibidem, p. 25-108; José C.
Valadés, Historia general de la Revolución..., v. vi, p. 252-282, 359-392.
16
V. Carranza, Manifiesto, mayo de 1920, citado en Ignacio A. Richkarday, 60 años en...,
p. 542-543.
El ejército y la política 311
17
El acuerdo de adhesión entre el jefe rebelde Fernández Ruiz y Obregón es del 6 de
febrero de 1920. Pedro Castro, Adolfo de la Huerta. La integridad como arma de la Revolución,
México, Siglo xxi, 1998, p. 89-97.
18
Al testificar ante el juez, Obregón dijo que comparecía por buena voluntad y no por
obligación, pues la Secretaría de Guerra no tenía autoridad para mandar a un civil a compa-
recer en un juicio militar, y él ya no tenía ningún grado. Luis L. León, Crónica del poder. En los
recuerdos de un político en el México revolucionario, México, Fondo de Cultura Económica, 1987,
p. 104-107.
312 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
echó mano de las fuerzas gonzalistas para combatir a los rebeldes obre-
gonistas, rehusaron entrar en combate y se sustrajeron a la obediencia
del Gobierno..., pudiera decirse que las sucesivas desobediencias se-
guían un programa bien modelado. Sin embargo, los llamados pronun-
ciamientos de las fuerzas de Cuernavaca y Cuautla no tuvieron pro-
piamente el carácter de insurrección sino que se asemejaban más a una
19
Obregón, Manifiesto, 30 de abril de 1920, citado en Ignacio A. Richkarday, 60 años
en..., v. 1, p. 531. Un mes antes, el gobierno de Carranza otorgaba un aumento de 15 centa-
vos diarios a los soldados del ejército, prometido desde enero, pero que se concretó hasta
el 30 de marzo como medida preventiva ante una inminente asonada militar. El Universal,
24 de marzo de 1920.
El ejército y la política 313
especie de huelga, supuesto que sin tomar una actitud agresiva contra
el Gobierno, se rehusaban a batirse.20
20
Carranza, Manifiesto, mayo de 1920, citado en Ignacio A. Richkarday, 60 años en...,
v. 1, p. 548.
21
José C. Valadés, Historia general de la Revolución..., v. vii, p. 1-21, 37-51; John W. F. Du-
lles, Ayer en México. Una crónica de la Revolución mexicana (1919-1936), México, Fondo de Cul-
tura Económica, 1982, p. 34-44; Álvaro Matute, Historia de la Revolución..., v. 8, p. 103-124,
130-133.
22
Herrero había estado bajo las órdenes del general rebelde Manuel Peláez. Fue amnis-
tiado por el general Francisco de P. Mariel, quien iba en la comitiva presidencial; por eso se
confió en él y también porque conocía muy bien la sierra poblana. Al parecer, el contacto
entre Herrero y Obregón era el general Agustín Basave y Piña, ex felicista que le había reco-
mendado amnistiarse y así seguir haciendo labor anticarrancista, pero en la política, apoyando
la candidatura de Obregón. Álvaro Matute, Historia de la Revolución..., v. 8, p. 133.
314 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
“huelga de los generales” fue el elemento que propició más que ningún
otro, el que cayera un presidente sin que para ello mediaran fuertes
combates y se derramara mucha sangre... El aspecto básico complemen-
tario fue el que aportaron los múltiples grupos rebeldes que operaban
en el país. La unificación de ellos por Obregón fue fundamental, toda
vez que pudo amalgamar a elementos tan dispares como los zapatistas
de Genovevo de la O con las guardias blancas de Peláez, para sólo
mencionar a algunos.25
23
El Universal, 10 de mayo de 1920.
24
John W. F. Dulles, Ayer en..., p. 43.
25
Álvaro Matute, Historia de la Revolución..., v. 8, p. 130-131.
El ejército y la política 315
26
Declaración del secretario de Guerra, Plutarco Elías Calles. El Universal, 3 de junio
de 1920.
27
Ibidem, 3 de junio de 1920.
28
Coronel Luis Amieva, jefe de la policía. Ibidem, 1 de junio de 1920.
29
Ibidem, 3 de junio de 1920.
316 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
30
El 3 de junio salieron fuerzas hacia Michoacán, Puebla y Estado de México, pues se
buscaba que en la capital quedaran sólo 4 000 hombres. Ibidem, 4 de junio de 1920.
31
Ibidem, 3 de junio de 1920.
El ejército y la política 317
32
De esto se acusaba al general Abelardo Rodríguez, en Tijuana, desde fecha tan tem-
prana como 1921, Excélsior, 26 de febrero de 1921. En 1925 la Secretaría de Guerra prohibía a
jefes y generales destacados en ciudades fronterizas valerse del puesto y de su influencia, ya
que protegían o se asociaban con personas que regenteaban casas de juego y en muchas
ocasiones los militares desatendían sus deberes para ocuparse de esos negocios. Ibidem, 24
de septiembre de 1925. De lo mismo se acusaba al general Agustín Olachea, jefe de guarni-
ción en Mérida, 14 de julio de 1924, agn-ips, caja 13, exp. 43. En junio de 1927, el presidente
Calles decretó el cierre de todos los garitos de juego en el país; sin embargo siguieron en
funcionamiento. El gobernador del Distrito Norte de Baja California, Abelardo Rodríguez,
controlaba o recibía participación de esos negocios y otros derivados de su condición fronte-
riza, sobre todo el contrabando, J. C. Caldwell a Calles, 24 de junio de 1927, ibidem, caja 13,
exp. 51. En San Luis Potosí, Saturnino Cedillo, jefe de operaciones en el estado, junto con el
gobernador Abel Cano, tenía participación en todos los negocios de juego de la entidad y las
autoridades militares solamente los clausuraban en noches en que los casinos perdían dine-
ro; las redadas llevaban el dinero confiscado a la jefatura de operaciones, misma que lo re-
gresaba al dueño nominal de muchos de estos juegos, un señor González Fajero, Agente 29,
13 de agosto de 1927, ibidem, caja 58, exp. 9. En Celaya el general Rodrigo M. Quevedo era
socio del garito más importante, junto con el presidente municipal de esa población, 25 de
julio de 1927, ibídem, caja 13, exp. 55. De lo mismo se acusaba al jefe militar en Durango, ge-
neral Francisco Urbalejo, quien controlaba las casas de juego de la capital del estado, 2 de
agosto de 1928, ibidem, caja 13, exp. 37. En Aguascalientes se informaba que el jefe de opera-
ciones recibía participación de algunos garitos e incluso se decía que la casa más importante,
“La Gitana”, daba dinero a los gobernadores y jefes de operaciones, entre ellos a Federico
Berlanga y Maximino Ávila Camacho; al agente de gobernación que fue enviado a clausurar
uno de esos lugares, el general Jaime Carrillo, jefe de operaciones en la entidad, le obstaculi-
zó su trabajo y cuando obtuvo la tropa y los gendarmes para cerrarlo, jugadores y dinero ya
habían salido del lugar, 28 de abril de 1932, agente Galindo, ibidem, caja 13, exp. 28.
318 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
33
El Universal, 13 de febrero de 1923. Para el caso de Coahuila véanse Luis Monroy
Durán, El último caudillo. Apuntes para la historia de México, acerca del movimiento armado de
1923, en contra del gobierno constituido, México, [s. e.], 1924, p. 211-219; Ernest Gruening,
Mexico and its heritage, Nueva York, Greenwood Press, 1968, p. 413-417; Martha Beatriz Loyo
Camacho, Joaquín Amaro y el proceso de institucionalización del ejército mexicano, 1917-1931,
México, Fondo de Cultura Económica, 2003, p. 90-91; Randall George Hansis, Álvaro Obre-
gón, the mexican revolution and the politics of consolidation, 1920-1924, tesis doctoral en Historia,
Universidad de Nuevo México, Albuquerque, 1971, p. 70-72.
34
Excélsior, 10 de noviembre de 1923.
El ejército y la política 319
35
Citado en Ernest Gruening, Mexico and its heritage..., p. 423.
36
El Universal, 13-17 de mayo de 1921.
320 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
El congreso local nombró a Sidronio Sánchez Pineda para sustituirlo. Ibidem., 13 de
38
marzo de 1922.
39
El Universal, enero-marzo de 1922.
El ejército y la política 321
Sin duda que el caso más famoso, y que llevó una carga de animad-
versión enorme, fue el del gobernador de Veracruz, coronel Adalberto
Tejeda, quien también utilizó fuerzas irregulares para incrementar su
poder, lo mismo que organizaciones políticas de obreros y campesinos.
Para frenarlo y menguar el radicalismo de sus políticas, Obregón apo-
yó a su representante militar en la entidad, general Guadalupe Sánchez,
hasta que éste se levantó en armas contra el gobierno federal, iniciando
la rebelión delahuertista.
En esa época el poder presidencial estaba muy lejos de tener la
omnipotencia que luego tendría. En algunas elecciones estatales, el can-
didato bendecido por el centro difería de aquel que apoyaban las fuer-
zas armadas destacadas en una entidad. En el Estado de México, el
favorito del centro era el general Abundio Gómez, mientras que el jefe
de operaciones, general José Amarillas, apoyaba al general Andrés Cas-
tro. Tras las elecciones se instalaron dos legislaturas; el edificio donde
se ubicó la castrista fue resguardado y protegido por las tropas de Ama-
rillas. El gobierno federal dejó hacer pero finalmente reconoció a Gómez
y a su cámara local.40
Similar al caso de Veracruz, en que se mandaba a un jefe de opera-
ciones para contrarrestar a un gobernador, fue el de Oaxaca. El general
Manuel García Vigil había ganado sin problemas la gubernatura; era
un miembro prominente del Partido Liberal Constitucionalista, mismo
que nominó a Obregón a la presidencia, pero después se volvió antio-
bregonista. De ahí que el presidente enviara al general Fortunato May
cotte. Pero ante la sucesión presidencial, al perfilarse la candidatura de
Calles, muchos jefes militares estaban sumamente resentidos, entre
ellos Guadalupe Sánchez y Maycotte. Este último se adhirió a la rebe-
lión, en mancuerna con García Vigil. Maycotte, en vez de contrarrestar
el poder de García Vigil, terminó por unirse a éste para desconocer al
gobierno de Obregón.
En Guerrero, donde el cacicazgo es endémico, las cosas funciona-
ban de manera un tanto diferente, y esto es extensivo al sur y sureste
del país. El jefe militar en la entidad era originario de la misma, algo
que el Ejecutivo federal buscaba evitar en otras entidades. El general
Rómulo Figueroa tenía bajo su mando toda la tropa de la entidad. En
la elección para gobernador trató de imponer a un incondicional suyo,
pero el candidato de Obregón, el licenciado Rodolfo Neri, ganó las
elecciones de 1921. Neri llevó a cabo una reforma agraria limitada, a la
que se opuso Figueroa, en alianza con los terratenientes locales —como
lo hacía Sánchez en Veracruz. Al igual que Múgica y Tejeda, Neri se
40
Ernest Gruening, Mexico and its heritage, p. 452-453.
322 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
41
La primera noticia sobre ésta apareció en El Universal, 3 de febrero de 1923; Georgette
José Valenzuela, El relevo del caudillo. De cómo y porqué Calles fue candidato presidencial, Méxi-
co, El Caballito, 1982, p. 18.
42
El Universal, 3 de junio de 1923.
324 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
43
Ibidem., 4 de junio de 1923.
44
Georgette José Valenzuela, El relevo del caudillo..., p. 24.
El ejército y la política 325
48
“El caso Proal”, El Demócrata, 24 de diciembre de 1924. La detención la hizo el coro-
nel Ruperto García de Alba, jefe de Estado Mayor de la Jefatura de Operaciones Militares en
Veracruz, cuyo comandante era Juan Andreu Almazán.
El ejército y la política 327
aprecia dos fases en esas luchas: 1924-1925, “cuando los callistas tratan
de asegurarse el control de los estados y se presentan conflictos relati-
vamente sencillos”; y el periodo 1926-1928, “cuando la política domi-
nante es el retorno abierto de Obregón a la vida pública”.49
En las elecciones de Hidalgo contendieron el coronel Matías Rodrí-
guez y Francisco López Soto; el primero apoyado por el Partido Laboris-
ta Mexicano, el segundo, por Antonio Azuara, gobernador en turno. El
jefe de Operaciones, Pedro Gabay, intervino en favor del primero al des-
armar a defensas sociales favorables a López Soto. Calles reconoció el
triunfo del coronel laborista.50 En Coahuila volvió a participar el general
Luis Gutiérrez contra el general Manuel Pérez Treviño, ex jefe del Estado
Mayor Presidencial de Obregón. Fue un caso insólito, ya que Calles re-
conoció al segundo y el Senado al primero, lo que muestra cómo el pre-
sidente gobernó con una minoría en las cámaras federales. Igual que
unos años antes, Gutiérrez tenía el apoyo —entre otros senadores— de
su hermano Eulalio. Un mes después de esta decisión, y por presión del
Ejecutivo, la cámara rectificó y le dio el triunfo a Pérez Treviño.51
El congreso local de Nayarit, en un camarazo típico de la época,
desaforó al gobernador Miguel Díaz y nombró al coronel Ismael Rome-
ro Gallardo. Se dieron actos de violencia por partidarios de unos y
otros, a tal punto que Calles acordó “dejar en plena libertad al gobierno
y habitantes de ese estado arreglar sus propios asuntos”, por lo cual
ordenó al general Matías Ramos Santos, jefe militar en el estado, aban-
donar la entidad con toda la tropa a su mando para así evitar que, al
inmiscuirse en conflictos locales, se culpara a la federación por esa in-
tervención, al mismo tiempo que se le pedía imparcialidad y garantías
para todos. El pánico generado por este anuncio provocó que los dipu-
tados que desaforaron al gobernador salieran del estado en huida y con
temores por su integridad personal. Sus suplentes devolvieron el pues-
to a Díaz. La amenaza de abandonar la entidad no era nueva y los
presidentes sonorenses la utilizaron en varias ocasiones, ya que se de-
jaba en completa indefensión a la población, que sabía de la violencia
de la que eran capaces agraristas, laboristas y fuerzas políticas locales,
además de la eterna plaga del bandolerismo. Podemos ver cómo esa
amenaza provocó de inmediato la caída de un gobernador, mismo que
culpó al general Ramos de inmiscuirse en la política de Nayarit. Rome-
ro Gallardo dijo que Ramos, “olvidándose de sus deberes de soldado,
se ha convertido en líder político, pues es nada menos que presidente
49
Jean Meyer et al., Historia de la Revolución mexicana, 1924-1928. Estado y sociedad con
Calles, v. 11, México, El Colegio de México, 1981, p. 183.
50
Excélsior, enero-marzo de 1925.
51
Ibidem, noviembre-diciembre de 1925.
El ejército y la política 329
52
Véanse Marjorie Ruth Clark, La organización obrera en México, Era, 1981, p. 102-109;
Jean Meyer et al., Historia de la Revolución mexicana, v. 11, p. 188-191; Excélsior, 29 de abril
de 1925.
53
Excélsior, 19 de diciembre de 1926.
54
La encabezaba el general Miguel S. González y el coronel E. Zertuche. La Casa Agui-
rre, dueña de muchas haciendas en el estado, fue la que obsequió el auto. Informe del agente
Trigos de la Secretaría de Gobernación, Tepic, 22 de enero de 1927, agn-ips, caja 1969 y 106.
55
Ortiz reconoció a Francisco Díaz Barrientos y el congreso a Isaac Díaz de León, por lo
cual el primero pudo gobernar unos cuantos días, hasta que Ortiz fue conminado por las
secretarías de Gobernación y de Guerra a que respetara la decisión del congreso. Excélsior,
4 de diciembre de 1926.
330 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
caída del gobernador, pero cuando ésta parecía retrasarse pidió permiso
a Amaro para ir a la capital
56
Ortiz a Amaro, Zacatecas, 13 de diciembre de 1925, aja, serie 0301, inv. 195, exp. 77,
f. 133.
57
Excélsior, 29 de enero de 1927.
El ejército y la política 331
58
El agregado militar E. Davis calificaba de fuentes confiables al referirse a las deudas
del ex presidente, 4 de abril de 1926, mid, 2657-G-622; sobre el alivio que representó la cam-
paña militar para los negocios de Obregón, Thompson, 2 de agosto de 1927, ibidem, 2657-
G-622/17.
332 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
59
“La no aceptación del Gral. Serrano”, El País, 1 de junio de 1926.
El ejército y la política 333
60
El agente que escribía a Tejeda informaba además de la amistad de Gómez con los
elementos menos radicales de la administración, principalmente con el ministro de Hacien-
da Alberto J. Pani y, en cambio, era enemigo de los más radicales, principalmente Morones,
18 de febrero de 1926, agn-ips, caja 106.
61
Juan Jiménez, “Tribuna del público”, La Prensa, San Antonio, Texas, 5 de mayo de 1927.
62
Juan Gualberto Amaya, Los gobiernos de Obregón, Calles y regímenes “peleles” derivados
del callismo. Tercera etapa. 1920-1935, México, [s. e.], 1947, p. 132-133.
334 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
natural que siendo los candidatos visibles hasta ahora, generales del
ejército, sus más fervorosos y entusiastas partidarios se hallen en las
filas de éste. Lo malo es que no siempre que ha ocurrido —¡y vaya si
han sido muchas veces!— los militares supieron renunciar a la superio-
ridad que les da la fuerza de que disponen, para ponerse en igualdad
de condiciones con los civiles, antes de entrar en la lucha política. El
militar que se ha sentido arrastrado hacia la política, ha preferido por
lo común ser político sin dejar de ser militar. Y ningún partido mejor
organizado, más homogéneo y manejable que una fracción del ejército,
sometida a su jefe por los férreos lazos de la Ordenanza. Con la venta-
ja, sobre todos los demás, de que en cualquier momento se puede
transformar, de máquina de expedir votos, en mecanismo de lanzar
balas, sin ningún esfuerzo particular por parte de quien lo dirija. Esta
supremacía es justamente la que se renuncia con dificultad. Ella es tam-
bién la que reduce a nada la importancia de las agrupaciones políticas
no integradas militarmente ni adiestradas en el arte de la guerra, cuan-
do se trata de resolver en última instancia una cuestión electoral.65
64
Artículos 40 y 41 de la Ordenanza General del Ejército.
65
“Ciudadanos ex armados”, El Universal, 21 de junio de 1927.
66
En julio de 1929 había 32 divisionarios, 115 generales de brigada y 225 brigadieres,
de los cuales con licencia ilimitada, respectivamente, había 4, 4 y 8. Licencia temporal la
tenían 3 divisionarios, 5 de brigada y 4 brigadieres. En julio de 1930 el ejército contaba
con 31 divisionarios, 123 generales de brigada y 233 brigadieres; de ellos tenían licencia ili-
mitada: ningún divisionario, tres generales de brigada y seis brigadieres; licencias tempo-
336 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
rales para cuatro divisionarios, cinco generales de brigada y seis brigadieres. Memoria pre-
sentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro,
1929-1930.
67
El 3 de octubre de 1927 fueron ejecutados los generales Francisco Serrano, Carlos
Vidal, Miguel Ángel Peralta, Daniel Peralta y Carlos V. Ariza; el mayor Octavio Almada y
el capitán Ernesto Méndez Noriega; los civiles Rafael Martínez de Escobar (periodista que
escribía con el pseudónimo de Rip-Rip), Otilio González, Alonso Capetillo, Augusto Peña,
Antonio Jáuregui Serrano y José Villa Arce; al momento de la aprehensión Francisco J.
Santamaría logró escapar. La orden fue ejecutada por el general Claudio Fox, quien estuvo
acompañado de los coroneles Hilario Marroquín y Nazario Medina, del teniente coronel
Carlos S. Valdez, del mayor José Pacheco y del capitán Pedro Mercado. Pedro Castro, A la
sombra de un caudillo. Vida y muerte del general Francisco R. Serrano, México, Plaza Janés,
2005, p. 186-190.
68
Esto ocurrió en Coatepec, Veracruz, el 5 de noviembre, a él y a su sobrino, el coronel
Francisco Gómez Vizcarra.
El ejército y la política 337
69
Jean Meyer et al., Historia de la Revolución mexicana..., v. 11, p. 141-144.
338 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
del ejército... Que todos los miembros del ejército nacional, conscien-
tes de su papel definitivo en estos instantes, se encierren en el concep-
to real y ennoblecedor de su carrera militar, en la que el honor y la
fidelidad a las instituciones legítimas deben ser norma fiel y guía cons-
tante; e inspirándose en los deberes que su alta misión les impone,
desoigan y condenen con toda energía las insinuaciones calladas y
perversas de los políticos ambiciosos que pudieran pretender arras-
trarlos y escojan, entre la satisfacción íntima del deber cumplido y el
reconocimiento de la República y el respeto del exterior, y una conduc-
ta de deslealtad, de traición real a la Revolución y a la patria en uno de
los instantes más solemnes de su vida; conducta que nunca encontraría
justificación ante la sociedad ni ante la Historia.70
70
Citado en Froylán C. Manjarrez, La jornada institucional. Parte primera. La crisis de la
política, v. 1, México, Talleres Gráficos Editorial y Diario Oficial, 1930, p. 26-38.
El ejército y la política 339
Con estas palabras dejaba implícito que la unidad del ejército era
sumamente precaria, al desaparecer el hombre indispensable. También
reconocía una realidad que, con los sucesos recientes, ya casi nadie
podía negar: las ambiciones políticas de los generales minaban el pres-
tigio, el profesionalismo y la incipiente institucionalización de las fuer-
zas armadas. De seguir por el mismo camino peligraba la propia insti-
tución y, por supuesto, la paz e integridad del país. También obligaba
a los que no estuviesen de acuerdo a manifestarlo libremente, pues la
reunión se planteó como una discusión libre sin las ataduras de la dis-
ciplina. Uno de los generales que con mayor entusiasmo apoyó el que
ningún militar buscase la presidencia provisional y la constitucional
fue José Gonzalo Escobar, quien pocos meses después se levantó en
armas; en esa reunión dijo: “En lo que respecta al ejército..., quiero
manifestar que los cuartelazos y las asonadas ya pasaron a la historia...
Considero que el ejército ha quedado definitivamente purgado”.
Sería ingenuo pensar que las palabras lo eran todo, en política eso
no lo ha sido ni lo será nunca. Calles no podía quedarse satisfecho con
los conceptos de Escobar o de otros que dijeron más o menos lo mismo.
El presidente ofreció —directa o indirectamente— a varios jefes puestos
públicos a cambio de su lealtad: a Escobar le prometió la Secretaría de
Industria en el gobierno que debía iniciar en febrero de 1930; Escobar
no aceptó. Con Juan Andreu Almazán, jefe militar en Nuevo León,
71
La versión taquigráfica de la reunión fue publicada dos años después. Froylán C.
Manjarrez, La jornada institucional..., v. 1, p. 42-69. Asistieron los siguientes generales que
eran funcionarios de la Secretaría de Guerra: Joaquín Amaro, Abundio Gómez, Juan Jimé-
nez Méndez, José Luis Amezcua; generales con mando de tropa: Gilberto Limón, de Guar-
dias Presidenciales, Agustín Mora, jefe de la guarnición de la capital, y los siguientes jefes
de Operaciones Militares: Divisionarios: Francisco Urbalejo, Juan Andreu Almazán, Fran-
cisco R. Manzo, José Gonzalo Escobar, Jesús M. Aguirre, Roberto Cruz, Lázaro Cárdenas,
Pedro Gabay y Jesús M. Ferreira; generales de brigada: Eulogio Ortiz, Alejandro Mange,
Francisco R. Berlanga, Juan Espinosa y Córdoba, José Juan Méndez, Anacleto López, Pedro
J. Almada, Evaristo Pérez, Matías Ramos, Andrés Figueroa, Heliodoro Charis, Rafael Sán-
chez, Francisco S. Carrera Torres, Jaime Carrillo, Antonio A. Guerrero y Rodrigo Talaman-
tes; también asistió el divisionario Saturnino Cedillo.
340 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
72
Gonzalo N. Santos, Memorias, p. 329-350.
73
John W. F. Dulles, Ayer en..., p. 374.
El ejército y la política 341
El Maximato
74
El general Meza, jefe del 1° regimiento de caballería, tampoco secundó el movi-
miento de Escobar en Coahuila. En Veracruz, a los pocos días de iniciado el movimiento,
los jefes del 13º y 44º regimientos, general Miguel Molinar S. y coronel Francisco de
P. Puga, abandonaron el movimiento. Froylán C. Manjarrez, La jornada institucional...,
v. 2, p. 12, 26.
El ejército y la política 343
75
Los personajes que corresponden a las figuras históricas reales son: José Guadalu-
pe Arroyo es Juan Gualberto Amaya, Trensa es Escobar, el Gordo Artajo es Francisco
Manzo, Canalejo es Urbalejo y Camaleón es Caraveo; datos tomados de Pedro Salmerón
Sanginés, Aarón Sáenz Garza, militar, político, empresario, México, Miguel Ángel Porrúa,
2001, p. 176-177.
76
Para julio de 1929 se había repartido más de un millón de hectáreas. Portes Gil le ex-
plicaba a Calles esa política: “yo tengo que dar más tierra de la que usted dio, porque se nos
viene encima una revolución dentro de tres o cuatro meses, y me considero en el deber de
demostrar a los campesinos que soy tan revolucionario como usted. Se me va a levantar
parte del ejército y yo voy a tener necesidad de que los campesinos sustituyan al ejército”.
Citado en Tzvi Medin, El minimato presidencial: historia política del Maximato, 1928-1935, México,
Era, 1983, p. 60.
344 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
77
Véase Alfonso Taracena, La verdadera Revolución mexicana (1928-1929), México, Po-
rrúa, 1992, p. 214 (Sépan Cuántos 616).
78
El Universal, 11 de marzo de 1929, citado en José Joaquín Blanco, Se llamaba Vasconce-
los. Una evolución crítica, México, Fondo de Cultura Económica, 1993, p. 153-154.
El ejército y la política 345
79
Mitin en la ciudad de México, 24 de marzo de 1929, Alfonso Taracena, La verdadera
Revolución..., p. 221-222.
80
José Joaquín Blanco, Se llamaba Vasconcelos..., p. 152-153.
81
Tzvi Medin, El minimato presidencial..., p. 83.
346 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Aquí podría añadir que esos dos militares le debían sus más impor-
tantes logros a Calles; de Amaro es indiscutible, como titular de la Se-
cretaría de Guerra, pero también de Almazán, por nombrarlo y mante-
nerlo como comandante de la importantísima jefatura de operaciones
en Nuevo León y al frente de la división más importante que combatió
al escobarismo. El argumento de Medin es interesante porque muestra
cómo los presidentes en México, al no tener todo el poder y control que
quisieran, recurrían a militares desvinculados de la política para tener-
los en puestos políticos destacados, ya que creían que con ello les serían
completamente leales. También muestra al ejército como uno más de
los instrumentos políticos de que dispone el jefe del ejecutivo.
Pero en esa coyuntura, con un presidente débil y a la sombra de un
caudillo omnisciente, se dio una dinámica muy peculiar en la cual los
secretarios de estado, legisladores federales y jefes militares eran utili-
zados por uno u otro para fortalecer su postura y, a veces, como instru-
mentos de chantaje. Un ejemplo fue el trabajo de espionaje a Calles que
orquestó el secretario particular del presidente, coronel Eduardo Her-
nández Cházaro; el Jefe Máximo recibía constantes visitas de políticos
y militares en su domicilio, mismas que preocupaban al presidente.
Calles se enteró de que era espiado y solicitó la renuncia del secretario
particular, a lo cual accedió Ortiz Rubio, aunque lo nombró jefe del
Departamento del Distrito Federal. Ante ese desafío al poder del Jefe
Máximo, éste telefoneó al presidente para decirle que “la mayor parte
de los gobernadores y jefes militares se encontraban distanciados de él
por culpa del espionaje a que los había sometido Hernández Cházaro”,
y le solicitaba la renuncia de éste. Al negarse, Calles le mandó decir que
grupos de diputados y senadores se organizaban para desaforarlo y así
evitar que el ejército —en obediencia al presidente— fuera movilizado
en contra del Jefe Máximo.83 Hernández Cházaro se vio obligado a re-
nunciar. Por fuerza la política se convertía en un juego de lealtades. Por
lo general se ha considerado que Amaro siempre le fue leal al presiden-
te, pero eso no descartaba que el secretario de Guerra fuese un callista
de hueso colorado. Ortiz Rubio se ocupó y se preocupó por tener de su
lado a Amaro; de ahí las constantes muestras de afecto y reconocimien-
to: ofrecía banquetes en su honor, lo acompañaba frecuentemente en
82
Ibidem, p. 79.
83
Ibidem, p. 91-95.
El ejército y la política 347
84
Después de pasar revista a las guardias presidenciales dio un banquete a Amaro al
que asistieron, entre otros, los generales Matías Ramos, Pablo Quiroga y Agustín Mora, Ex-
célsior, 6 de junio de 1930; en ceremonia multitudinaria, Ortiz Rubio y Amaro pasaron revis-
ta a los regimientos aéreos, a los de artillería, y entregaron banderas a un batallón de infan-
tería y un regimiento de caballería, El Universal, 1 de septiembre de 1930; en Tlalnepantla
estuvieron juntos en una fiesta hípica ofrecida por el 26º regimiento, al mando del general
Félix Ireta, paisano del presidente, ibidem, 10 de noviembre de 1930; para las fiestas septem-
brinas, en Balbuena pasaron revista a toda la tropa de la jefatura de operaciones del Valle de
México, alrededor de 12 000 hombres, Excélsior, 16 de septiembre de 1931.
85
Santos ofrece una versión diferente al negar que los contingentes vinieran de San
Luis Potosí y al asegurar que eran queretanos; el autor lo presenta como un asunto de prin-
cipios, de defensa del congreso sobre el pretorianismo y no como una instrucción de Calles,
aunque reconoce que éste se mostró complacido con el proceder del líder legislativo. Gonza-
lo N. Santos, Memorias, p. 463-470.
86
La Secretaría de Guerra, por conducto del jefe del Departamento de Caballería, señala-
ba, a manera de ejemplos, dos errores que había cometido el Senado: había ratificado grado de
coronel a Hermógenes S. Ortega, quien sólo tenía reconocido por la secretaría el de capitán segun-
do; de igual forma se ratificó el grado de coronel a Enrique Calleros, quien había sido dado de
baja por no poder comprobar sus grados y servicios. Excélsior, 23 de septiembre de 1931.
348 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
salida de este importante general, los otros tres divisionarios que tenían
un puesto en el gabinete acordaron que también renunciarían: Juan
Andreu Almazán, Saturnino Cedillo y Lázaro Cárdenas. Parte de este
arreglo consistía en que el sustituto de Amaro fuese Calles, quien al
tomar posesión dijo que
los motivos que han hecho que venga yo a asumir la jefatura del ejér-
cito nacional, a ocupar el puesto de secretario de Guerra y Marina... no
son desconocidos por ustedes; se deben a un acto de lealtad, de desin-
terés y de patriotismo del general Amaro, para allanar al gobierno de
la República el camino para poder resolver la crisis de carácter político
que se había presentado en el mismo y en cuya crisis el ejército nacional
no ha tenido ni tiene, en mi concepto, ninguna participación, porque
la institución, hasta el presente, se ha mantenido al margen de los acon-
tecimientos políticos.87
87
Ibidem, 17 de octubre de 1931.
88
El Universal, 31 de julio de 1932.
El ejército y la política 349
89
Emilio Portes Gil, Autobiografía de la Revolución. Un tratado de interpretación histórica,
México, inehrm, 2003, p. 663-664.
90
Tzvi Medin, El minimato presidencial..., p. 114.
91
Los titulares de la Secretaría de Guerra y Marina fueron los siguientes: Amaro, 1 de
diciembre de 1928 a 3 de marzo de 1929; Calles: 3 de marzo a 18 de mayo de 1929; Amaro: 18
de mayo de 1929 a 14 de octubre de 1931; Calles: 14 de octubre de 1931 a 31 de julio de 1932;
Abelardo Rodríguez: 1 de agosto a 3 de septiembre de 1932; Pablo Quiroga (subsecretario
encargado del despacho): 5 de septiembre a 31 de diciembre de 1933; Lázaro Cárdenas: 1 de
enero a 15 de mayo de 1933; Pablo Quiroga: 15 de mayo de 1933 a 15 de junio de 1935.
350 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
92
Tzvi Medin, El minimato presidencial..., p. 131-132.
93
Ibidem, p. 134.
94
Citado en ibidem, p. 145.
El ejército y la política 351
95
John W. F. Dulles, Ayer en..., p. 522.
96
Gonzalo N. Santos, Memorias, p. 514.
352 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
97
Alicia Hernández Chávez, Historia de la Revolución mexicana, 1934-1940. La mecánica
cardenista, v. 16, México, El Colegio de México, 1981, p. 96.
98
Ibidem, p. 102.
El ejército y la política 353
99
Ibidem, p. 96-105.
100
En Tabasco, el garridista Manuel Lastra Ortiz fue sustituido por el general Áureo L.
Calles (quien no tenía ningún parentesco con don Plutarco); en Durango el general Carlos
Real Félix, por el general Severiano Ceniceros; en Querétaro Saturnino Osornio, por el coro-
nel Ramón Rodríguez Familiar; en Guerrero el general Gabriel M. Guevara, por el general
José Inocente Lugo; en Sinaloa Manuel Páez, por el coronel Gabriel Leyva Velázquez y en
Sonora Ramón Ramos, por el general Jesús Gutiérrez Cázares. Alicia Hernández Chávez,
Historia de la Revolución mexicana..., anexo 2.
101
En diciembre de 1935 el Senado declaró desaparecidos los poderes en la entidad y se
nombró gobernador al coronel Enrique R. Calderón. Ibidem, p. 104.
354 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
102
El gobernador Benigno Serrato murió en un accidente aéreo a finales de 1934; este
general había suprimido las organizaciones campesinas locales que Cárdenas había creado
durante su gobierno, por lo cual muy posiblemente Michoacán hubiera sido una entidad
más en la que se hubiesen declarado desaparecidos los poderes; pero debido a ese accidente,
el gobernador interino, Rafael Ordorica, pudo terminar el cuatrienio y fue sustituido en 1937
como gobernador constitucional por Gildardo Magaña, quien comulgaba con las políticas
agrarias del presidente. El Universal, 4 de diciembre de 1934; Alicia Hernández Chávez, His-
toria de la Revolución mexicana..., anexo 2.
103
Raquel Sosa Elízaga, Los códigos ocultos del cardenismo. Un estudio de la violencia políti-
ca, el cambio social y la continuidad institucional, México, Plaza y Valdés, 1996, p. 309-310.
104
Declaraciones publicadas en la prensa el 12 de junio de 1935, citado en John W. F.
Dulles, Ayer en..., p. 583.
El ejército y la política 355
De esta forma daba a entender que eran cosa del pasado los tiem-
pos en que él, como presidente, había dado todo su apoyo a la crom
de Morones. Sin embargo, lo que sucedía era que el alumno seguía las
enseñanzas de su maestro: consolidar una base de apoyo leal al presi-
dente, que lo defendiera ante cualquier ataque, tal como había hecho
el grupo Acción de Morones por varios años. Durante el cardenismo, el
hombre fuerte del movimiento obrero era Lombardo Toledano y no
Morones. Con esas palabras —que parecen bastante imprudentes para
un político que no acostumbraba irse de la boca—, el Jefe Máximo
confiaba en su ascendencia sobre las fuerzas armadas, para que sus
jefes más destacados presionaran a Cárdenas y terminase la agitación
obrera. Él mejor que nadie sabía de la animadversión que existía entre
líderes obreros y jefes militares. Una de las características del carde-
nismo fue el enfrentamiento continuo entre unos y otros, que en los dos
últimos años de su administración llevaría a limitar la agitación obrera
y campesina, así como a frenar las huelgas y el reparto agrario.
Por otro lado, aludir al ejército como salvador de la Revolución era
recurrir otra vez a la imagen del gran hombre que calza de nuevo las
botas, pues así lo requiere la patria, tal como hizo Obregón en 1923 y
Calles en 1929. A posteriori es muy fácil criticar esas declaraciones, pues
ya sabemos que con ellas se ganó la animadversión de los líderes obre-
ros, quienes fácilmente encendieron los ánimos de su clientela política
para lanzarlos en contra del general sonorense, en un auténtico lincha-
miento político, mientras que Cárdenas observaba desde barrera de
primera fila un espectáculo que seguramente no dejaría de agradarle.
La metáfora anterior falla en un aspecto importante, ya que el pre-
sidente no se quedó de brazos cruzados: aprovechó el tono un tanto
golpista de esas palabras para actuar; en otra parte de las declaraciones,
Calles lamentaba la división de los revolucionarios, entre callistas y
cardenistas, y recordaba lo sucedido pocos años antes cuando se habla-
ba de callistas y ortizrubistas. A nadie escapaba lo desafortunado de
esa comparación que podía implicar una velada amenaza de que Cár-
denas terminaría por dimitir, igual que su paisano. Ante esto, Cárdenas
reunió al gabinete y pidió la renuncia a todos para poder sobrellevar la
crisis surgida por las palabras del Jefe Máximo.105 El manotazo sobre
la mesa funcionó para cambiar el signo de las simpatías de los políticos,
quienes, después de las declaraciones, habían salido en estampida a
felicitar a Calles; días después, ante el acto de firmeza presidencial hi-
cieron lo propio al ir a Los Pinos. De esta forma, el ala cardenista en las
105
Entre los renunciantes estaba Pablo Quiroga como ministro de Guerra; fue sustitui-
do por Andrés Figueroa y Ávila Camacho quedó como subsecretario.
356 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
106
Navarro Cortina estuvo como comandante de la 1ª zona militar poco más de siete
meses y su misión más importante fue la de informar a Calles que debía salir del país. Posi-
blemente por esa misión Cárdenas lo premió con la 2ª zona en el Territorio Norte de Baja
California y posteriormente con el gobierno de dicha entidad, 11 de agosto de 1936, Marsh-
burn, mid, 2025-489/184; John W. F. Dulles, Ayer en..., p. 604.
107
Citado en ibidem, p. 620.
El ejército y la política 357
108
Sobre el tema véanse Alicia Hernández Chávez, Historia de la Revolución mexicana...,
p. 106-118, 187-208; Marcela Mijares Lara, Los militares y el prm: la efímera existencia del cuarto
sector del partido de masas (1938-1940), tesis de licenciatura en Historia, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 2008.
109
El grupo Morelos, formado por varios oficiales que seguían en todo las indicaciones
presidenciales, estaba encargado de hacer labor política en favor del candidato favorecido
por el dedo presidencial: Manuel Ávila Camacho. Oficialmente este grupo no formaba parte
del sector para guardar las apariencias de imparcialidad, pero varios de sus miembros eran
parte del sector, como el mayor Alfonso Corona del Rosal y el teniente coronel Cristóbal
Guzmán Cárdenas. Otros miembros del grupo Morelos llegaron a ser secretarios de la Defensa:
358 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Formato: PDF
Publicado en línea: 23 marzo 2015
Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros
/fuerzas/armadas.html
En las filas del ejército nacional era una creencia generalizada que el
grado máximo al que podía aspirar un militar no era el de general de
división sino el de presidente de la República. Por supuesto que ese
grado castrense no estaba en ninguna ordenanza o ley militar, pero
tantos presidentes habían sido antes divisionarios, había ocurrido tan-
tas veces, que pocos dudaban de que la presidencia fuera uno más de
los derechos que les otorgaba su profesión. El militar tiene una concep-
ción un tanto exacerbada del servicio a la patria; por lo tanto era muy
natural que ese servicio, en su máxima expresión, fuera el de alcanzar
la jefatura de Estado. Esa vocación de servicio propia de la mentalidad
castrense, muy loable, en ocasiones servía como parapeto, esto es, ca-
muflaba las ambiciones personales de los militares. Hasta los más cí-
nicos (un Guadalupe Sánchez o un José Gonzalo Escobar) creían sentir
el llamado divino del pueblo para servirlo emulando a figuras angéli-
cas como José María Morelos, Benito Juárez o Francisco I. Madero. En
otras palabras, esa mentalidad era una forma de autoengaño casi per-
fecta, por la cual se justificaban los abusos, las tropelías o las alianzas
infames para llegar a ser presidente o para acceder a cualquier otro
puesto público.
La vida del soldado es inusualmente sacrificada; éste es un axioma
indudable. Pero de él se derivaba que esa vida sacrificada y estricta los
convertía en los más capacitados para gobernar. Creo que este fenóme-
no ayuda a entender el involucramiento del ejército en la política. Por
supuesto, no es la única razón; en este libro he señalado otras explica-
ciones: el alto presupuesto al ramo de guerra; la ausencia de organi-
zaciones políticas fuertes, por lo cual la institución más sólida para
hacer política era el ejército; la ausencia de una carrera militar entre los
principales y más conspicuos generales del ejército surgido de la Revo-
lución. Cuando en nuestro país hubo una carrera militar —en la reali-
dad, no en el papel de los reglamentos—, cuando el presupuesto militar
se llevaba un 20% en vez de un 46% y, sobre todo, cuando la estafeta
del poder político pasó de las fuerzas armadas al partido de Estado, las
cosas cambiaron radicalmente: se logró la domesticación de los gene-
rales. El cambio de nombre es sintomático de esa transformación. Des-
pués de la Segunda Guerra Mundial nadie podía negar las atrocidades
362 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Tzvi Medin, El sexenio alemanista. Ideología y praxis política de Miguel Alemán, México,
Era, 1997, p. 140.
epílogo 363
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Publicado en línea: 23 marzo 2015
Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros
/fuerzas/armadas.html
Hubo años en los que no encontré información desglosada de jefes y oficiales; en esos
casos pongo el total de ambos con la indicación correspondiente. Fuentes: 1916: Edwin
Lieuwen, Mexican militarism..., p. 46; 1917: Álvaro Matute, “Del ejército...”, p. 162; 1918: Ex-
celsior 22 de mayo de 1918 y naw (National Archives Washington), rg (Record Group) 59,
812.20/12 , Campbell, 30 de abril de 1918; 1919: Revista del Ejército y de la Marina, marzo-abril
de 1919, p. 289; 1920: idibem, septiembre de 1921; 1921: ibidem; 1923: Informe presidencial, 1 de
septiembre de 1923, en Diario de los Debates del Senado; 1924: Amaro, borrador de informe 3 de no-
viembre de 1928, act-aja (Archivos Calles-Torreblanca-Archivo de Joaquín Amaro), serie
0307, leg. 10, f. 751; 1925: Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del
ramo, general de división Joaquín Amaro, 1924-1925; 1926: naw-mid (Military Intelligence Divi-
sion), rg 319, 2025-259/40, Davis, 16 de agosto de 1926 y Memoria presentada al H. Congreso
de la Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1926-1927, p. 52; 1927:
naw-mid rg 319, 2025-259/82, Davis, 5 de julio de 1927; 1928: Memoria presentada al H. Con-
greso de la Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1928-1929; 1929: mid
2025-259/150 2025-259/170, Johnston, 4 de junio y 4 de septiembre de 1929; 1930: ibidem, 2025-
259/223, Cummings, 5 de septiembre de 1930; 1931: ibidem, 2025-259/257, Cummings, 11 de
septiembre de 1931; 1932: Ibidem, 2025-259/308, Cummings, 7 de septiembre de 1932; 1933: ibi-
dem, 2025-259/405, Pattin, 5 de septiembre de 1933; 1934: ibidem, 2025-259/464, Marshburn, 4
de septiembre de 1934; 1935: ibidem, 2025-259/504, Marshburn, 6 de septiembre de 1935; 1936:
ibidem, caja 686, 2025-259/521, Marshburn, 29 de diciembre de 1935; 1937: ibidem, 2025-
259/615, Marshburn, 1 de octubre de 1937.
368 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Cuadro 1. Continuación
Cuadro 2
Generales del ejército nacional
Fuente: 1916: Edwin Lieuwen, Mexican militarism..., p. 46; 1917: Matute “Del ejército...”,
p. 162; 1918: Excelsior, 22 de mayo de 1918 y naw rg 59, 812.20/12, Campbell, 30 de abril de
1918; 1919: Revista del Ejército y de la Marina, marzo-abril de 1919, p. 289; 1924: Memoria presentada
al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1924-1925; 1925:
ibidem; 1926: naw-mid rg 319, 2025-259/33, Davis, 17 de junio de 1926; 1927: ibidem, 2025-259/82,
Davis, 5 de julio de 1927; 1928: ibidem, 2025-259/146, Thompson, 29 de agosto de 1928; 1929:
Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín
Amaro, 1929-1930; 1930: ibidem, y mid, 2025-259/223, Cummings, 5 de septiembre de 1930; 1931:
ibidem, 2025-259/257, Cummings, 11 de septiembre de 1931; 1932: ibidem, 2025-259/308, Cum-
mings, 7 de septiembre de 1932; 1933: ibidem, 2025-259/405, Pattin 5 de septiembre de 1933. 1934: ibi-
dem, 2025-259/464, Marshburn 4 de septiembre de 1934. 1935: ibidem, 2025-259/504, Marshburn,
6 de septiembre de 1935; 1936: ibidem, caja 686, 2025-259/521, Marshburn, 29 de diciembre de
1935; 1937: Memoria de la Secretaría de Guerra y Marina. De septiembre de 1936 a agosto de 1937, pre-
sentada al H. Congreso de la Unión por el general Manuel Ávila Camacho, 1936-1937.
La diferencia tan notable en el número de brigadieres y generales de brigada del 1 de
agosto de 1924 al 31 de agosto de 1925 se debe a que al suprimirse la Primera Reserva la
mayoría de su personal fue dado de baja. En ella había 4 divisionarios 20 generales de briga-
da y 51 brigadieres, Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, ge-
neral de división Joaquín Amaro, 1924-1925, p. 40.
apéndice 369
Cuadro 2. Continuación
Cuadro 3
Fuerzas armadas por armas, servicios
y marina de guerra
Infantería
Hubo años en los que no encontré información desglosada de jefes y oficiales; en esos
casos pongo el total de ambos con la indicación correspondiente. Fuentes: 1917: Jesús de León
Toral et al., El ejército y fuerza aérea..., p. 431; 1918: Excelsior, 22 de mayo de 1918 y naw rg 59,
812.20/12, Campbell, 30 de abril de 1918; 1925: Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por
el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1924-1925; 1926: naw-mid rg 319, 2025-
259/40, Davis 16 de agosto de 1926 y Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el secreta-
rio del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1926-1927, p. 52; 1927: naw-mid rg 319, 2025-
259/82, Davis, 5 de julio de 1927; 1928: Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el
secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1928-1929; 1929: mid 2025-259/150, 2025-
259/170, Johnston, 4 de junio y 4 de septiembre de 1929; 1930: ibidem, 2025-259/223, Cummings, 5
de septiembre de 1930; 1931: ibidem, 2025-259/257, Cummings, 11 de septiembre de 1931; 1932:
ibidem, 2025-259/308, Cummings, 7 de septiembre de 1932; 1933: ibidem, 2025-259/405, Pattin, 5
de septiembre de 1933; 1934: ibidem, 2025-259/464, Marshburn, 4 de septiembre de 1934; 1935:
ibidem, 2025-259/504, Marshburn, 6 de septiembre de 1935; 1936: ibidem, caja 686, 2025-259/521,
Marshburn, 29 de diciembre de 1935; 1937: ibidem, 2025-259/615, Marshburn, 1 de octubre de
1937.
370 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Cuadro 3. Continuación
Caballería
Hubo años en los que no encontré información desglosada de jefes y oficiales; en esos
casos pongo el total de ambos con la indicación correspondiente. Fuentes: 1917: Jesús de
León Toral, El ejército y fuerza aérea..., p. 431; 1918: Excelsior, 22 de mayo de 1918 y naw rg
59, 812.20/12, Campbell, 30 de abril de 1918; 1924: Amaro borrador de informe, 3 de no-
viembre de 1928, act-aja, serie 0307, leg. 10, f. 751; 1925: Memoria presentada al H. Congreso
de la Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1924-1925; 1926: naw-
mid rg 319, 2025-259/40, Davis, 16 de agosto de 1926 y Memoria presentada al H. Congreso de
la Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1926-1927 p. 52; 1927:
naw-mid rg, 319 2025-259/82, Davis, 5 de julio de 1927; 1928: Memoria presentada al H. Congreso
de la Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1928-1929; 1929: mid 2025-
259/150, 2025-259/170, Johnston, 4 de junio y 4 de septiembre de 1929; 1930: ibidem, 2025-259/223,
Cummings, 5 de septiembre de 1930; 1931: ibidem, 2025-259/257, Cummings, 11 de septiem-
bre de 1931; 1932: ibidem, 2025-259/308, Cummings, 7 de septiembre de 1932; 1933: ibidem,
2025-259/405, Pattin, 5 de septiembre de 1933; 1934: ibidem, 2025-259/464, Marshburn, 4 de
septiembre de 1934; 1935: ibidem, 2025-259/504, Marshburn, 6 de septiembre de 1935; 1936:
ibidem, caja 686, 2025-259/521, Marshburn, 29 de diciembre de 1935; 1937: ibidem, 2025-
259/615, Marshburn, 1 de octubre de 1937.
apéndice 371
Cuadro 3. Continuación
Artillería
Hubo años en los que no encontré información desglosada de jefes y oficiales; en esos
casos pongo el total de ambos con la indicación correspondiente. Fuentes: 1917: Jesús de
León Toral, El ejército y fuerza aérea..., p. 431; 1918: Excelsior, 22 de mayo de 1918 y naw rg
59, 812.20/12, Campbell, 30 de abril de 1918; 1925: Memoria presentada al H. Congreso de la
Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1924-1925; 1926: naw-mid
rg 319, 2025-259/40, Davis, 16 de agosto de 1926 y Memoria presentada al H. Congreso de la
Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1926-1927, p. 52; 1927: naw-
mid rg 319, 2025-259/82, Davis, 5 de julio de 1927; 1928: Memoria presentada al H. Congreso de
la Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1928-1929; 1929: ibidem;
1930: naw-mid 2025-259/223, Cummings, 5 de septiembre de 1930; 1931: ibidem, 2025-
259/257, Cummings, 11 de septiembre de 1931; 1932: ibidem, 2025-259/308, Cummings, 7 de
septiembre de 1932; 1933: ibidem, 2025-259/405, Pattin, 5 de septiembre de 1933; 1934: ibidem,
2025-259/464, Marshburn, 4 de septiembre de 1934; 1935: ibidem, 2025-259/504, Marshburn,
6 de septiembre de 1935; 1936: ibidem, caja 686, 2025-259/521, Marshburn, 29 de diciembre
de 1935; 1937: ibidem, 2025-259/615, Marshburn, 1 de octubre de 1937.
372 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Cuadro 3. Continuación
Ingenieros
Aviación
Hubo años en los que no encontré información desglosada de jefes y oficiales; en esos
casos pongo el total de ambos con la indicación correspondiente. Fuentes: 1927: naw-mid
2025-259/124, Thompson, 5 de diciembre de 1927; 1928: Memoria presentada al H. Congreso de
la Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1928-1929; 1929: mid 2025-
259/150, 2025-259/170, Johnston, 4 de junio y 4 de septiembre de 1929; 1930: ibidem, 2025-259/223,
Cummings, 5 de septiembre de 1930; 1931: ibidem, 2025-259/257, Cummings, 11 de septiem-
bre de 1931; 1932: ibidem, 2025-259/308, Cummings, 7 de septiembre de 1932; 1933: ibidem,
2025-259/405, Pattin, 5 de septiembre de 1933; 1934: ibidem, 2025-259/464, Marshburn, 4 de
septiembre de 1934; 1935: ibidem, 2025-259/504, Marshburn, 6 de septiembre de 1935; 1936:
ibidem, caja 686, 2025-259/521, Marshburn, 29 de diciembre de 1935; 1937: ibidem, 2025-
259/615, Marshburn, 1 de octubre de 1937.
Hubo años en los que no encontré información desglosada de jefes y oficiales. En esos ca-
sos pongo el total de ambos con la indicación correspondiente. Fuente: 1926: naw-mid, rg 319,
apéndice 373
Cuadro 3. Continuación
Justicia
Cuadro 3. Continuación
Sanidad 10
10
Fuentes: 1921: Revista del Ejército y de la Marina septiembre de 1921; 1924: Memoria
presentada al H. Congreso de la Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro,
1924-1925; 1925: ibidem, 1924-1925; 1926: ibidem, 1925-1926; 1927: naw-mid rg 319, 2025-
259/82, Davis, 5 de julio de 1927; 1928: Memoria presentada al H. Congreso de la Unión por el
secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1928-1929; 1929: mid 2025-259/150, 2025-
259/170, Johnston, 4 de junio y 4 de septiembre de 1929; 1930: ibidem, 2025-259/223, Cum-
mings, 5 de septiembre de 1930; 1931: ibidem, 2025-259/257, Cummings, 11 de septiembre
de 1931; 1932: ibidem, 2025-259/308, Cummings, 7 de septiembre de 1932; 1933: ibidem,
2025-259/405, Pattin, 5 de septiembre de 1933; 1934: ibidem, 2025-259/464, Marshburn, 4 de
septiembre de 1934; 1935: ibidem, 2025-259/504, Marshburn, 6 de septiembre de 1935; 1936:
ibidem, caja 686 2025-259/521, Marshburn, 29 de diciembre de 1935; 1937: ibidem, 2025-
259/615, Marshburn, 1 de octubre de 1937.
apéndice 375
Cuadro 3. Continuación
Cuenta y Administración-Intendencia 11
Marina 12
11
Fuentes: 1929: mid 2025-259/150, 2025-259/170, Johnston, 4 de junio y 4 de septiembre
de 1929; 1930: ibidem, 2025-259/223, Cummings, 5 de septiembre de 1930; 1931: ibidem, 2025-
259/257, Cummings, 11 de septiembre de 1931; 1932: ibidem, 2025-259/308, Cummings, 7 de
septiembre de 1932; 1933: ibidem, 2025-259/405, Pattin, 5 de septiembre de 1933; 1934: ibidem,
2025-259/464, Marshburn, 4 de septiembre de 1934; 1935: ibidem, 2025-259/504, Marshburn,
6 de septiembre de 1935; 1936: ibidem, caja 686, 2025-259/521, Marshburn, 29 de diciembre
de 1935; 1937: ibidem, 2025-259/615, Marshburn, 1 de octubre de 1937.
12
Fuentes: 1921: Revista del Ejército y de la Marina, septiembre de 1921; 1927: Thompson,
11 de octubre de 1927, naw-mid 2025-259/110 y Memoria presentada al H. Congreso de la
Unión por el secretario del ramo, general de división Joaquín Amaro, 1926-1927; 1928: ibidem, 1927-
1928; 1929: ibidem, 1928-1929; 1930: ibidem, 1930-1931; 1937: Memoria de la Secretaría de Guerra
y Marina. De septiembre de 1936 a agosto de 1937, presentada al H. Congreso de la Unión por el ge-
neral Manuel Ávila Camacho, 1936-1937.
376 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Cuadro 4
Gastos militares (1869-1963) 13
13
James W. Wilkie, La Revolución mexicana..., p. 135-136.
apéndice 377
Cuadro 4. Continuación
Cuadro 5
G astos militares en pesos no deflacionados
(1869-1963) 14
14
Ibidem, p. 506.
apéndice 379
Cuadro 6
Salarios en las fuerzas armadas15
15
Las categorías salariales eran más complicadas pues se pagaba más a aquellos que
tenían trabajos calificados; por ejemplo, un maestro mecánico en aviación con el grado de
subteniente ganaba $3 367.00; un sargento herrador $1 390.00; un cabo operario de ametra-
lladora, $567.00. Harold Thompson, 28 de febrero de 1928, naw-mid 2025-374/6.
380 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Cuadro 7
Salarios en la secretaría de guerra y marina (1934) 16
16
Las cantidades eran por el puesto y no incluyen el salario mensual por el grado que
cada uno de estos militares tenía. Marshburn 25 de enero de 1934. Fuente: confidencial y
contactos personales, mid, caja 686, 2025-374/18.
apéndice 381
Cuadro 8
Militares en puestos políticos (1885-1988) 17
Años Porcentaje
1885-1888 55
1888-1892 51
1892-1896 44
1896-1900 34
1900-1904 30
1905-1910 26
1911 22
1911-1913 24
1913-1914 50
1914-1915 64
1914-1920 46
1920 35
1920-1924 40
1924-1928 34
1928-1930 29
1930-1932 32
1932-1934 33
1935 27
1935-1940 27
1940-1946 19
1946-1952 8
1952-1958 14
1958-1964 15
1964-1970 7
1970-1976 10
1976-1982 6
1982-1988 5
17
Roderic Ai Camp, Generals in the Palacio..., p. 67.
Enrique Plasencia de la Parra
Historia y organización de las fuerzas
armadas en México, 1917-1937
México
Universidad Nacional Autónoma de México,
Instituto de Investigaciones Históricas.
2010
416 p.
(Serie Historia Moderna y Contemporánea, 52)
ISBN 978-607-02-2092-0
Formato: PDF
Publicado en línea: 23 marzo 2015
Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros
/fuerzas/armadas.html
Archivos
* Las referencias que hago de este grupo documental fueron consultadas en dos forma-
tos: de una selección que se encuentra en nueve rollos de microfilm, y cuya guía está citada
en la bibliohemerografía; o bien, del total de este grupo documental, en papel, que se en-
cuentra en College Park, cerca de Washington. Cuando en las notas pongo el número de
caja, significa que las consulté en papel, de lo contrario indica que lo hice en microfilm. La
aclaración es pertinente, pues hay muchos documentos que no están microfilmados.
384 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Bibliohemerografía
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390 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Periódicos y revistas
Formato: PDF
Publicado en línea: 23 marzo 2015
Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros
/fuerzas/armadas.html
* Cuando fue posible saber el nombre completo de los militares que se incluyen en la
presente obra, así se escribieron en este índice, aunque en las fuentes y en el texto del trabajo
sólo se mencione un apellido. Se hizo así por la costumbre de aquel tiempo de sólo indicar el
nombre de pila y el apellido paterno. Entre otras ventajas, así se conocen mejor los parentes-
cos entre los militeres, como hermanos o primos que siguieron la misma profesión.
394 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Baja California Sur 74, 76, 77, 82, 84, Bonilla López, Federico 109, 196
87, 88, 99, 280 Bonillas, Ignacio 306, 310-312, 319,
Ballesteros García, Manuel 54, 71, 325, 331
190, 210 Bórquez, Francisco 189
Baños, Juan José 191 Bórquez, Jesús 205
Bañuelos, J. Félix 190 Bosque de Chapultepec, Distrito Fe-
Barba González, Silvano 271 deral 49, 132, 245, 285
Barragán, Juan 76, 239, 284, 302, 308 Botello Borrego, José R. 190
Barrera, Federico 206 Brasil 59, 92, 125, 144
Barrientos, José 49 Bravo Izquierdo, Donato 29, 50,
Barriguete, Armando 36, 37 137, 189, 190, 196, 197, 205, 219,
Barriguete Andrade, Sebastián 189, 243, 277
206 Brena, Enrique 181
Barrios, Gabriel 106, 191 Brooks Field, Texas 62
Barrón Cruz, Martín 258 Buelna, Rafael 323
Barros, Humberto 210 Buitimes, Luis 206
Basurto, Artemio 249 Bulgaria 257
Batallones Rojos 15 Bulnes, Francisco 93, 257
Baudoain, Roberto 113 Bustillo Oro, Juan 345
Bautista, Juan 206
Baz Prada, Gustavo 125, 210 Caballero, Luis 191
Becerril, Fausto 56, 57 Cabañas Guevara, Alberto A. 191
Bélgica 144, 257 Cabrera, Alfonso 262
Beltrán Moreno, José 50, 70, 189, Cabrera, Luis 155, 306, 312
198, 205 Cadena Riojas, Porfirio 190, 191
Benavides, Carlos R. 164 Calderón, Enrique R. 353
Benavides Navarro, Luis L. 113, 191 Calderón, Ricardo 54
Benignos, Josué M. 206, 354 Calderón Arzamendi, Ricardo 21,
Bérber Flores, Alberto 29, 190, 205 54, 118, 125, 126, 130, 131
Beristáin, Juan 42, 45, 47, 48 Calleros, Enrique 347
Berlanga, Federico 50, 189, 190, 205, Calles, Áureo L. 189, 353
317 Calles, Plutarco Elías 15, 24, 28-30,
Berlanga, Francisco R. 339 58, 62, 64, 76, 79, 81, 90, 133, 134,
Bernal, Benito 189, 206 157, 165, 170, 193, 213, 240-242,
Bernal Navarrete, Arturo 189, 210 245, 246, 257, 265, 267, 270, 289,
Berrones, Francisco 170 292, 294, 302, 311, 322, 325, 327,
Bertani, Francisco 336 328, 333, 334, 340, 343, 345, 346,
Beteta, Ignacio M. 153, 210, 214, 215, 347, 349, 352, 353, 356
245, 285, 300 Caloca, Lauro 211, 212
Blanco, Julián 192 Caloca Larios, Pedro 190
Blanco, Othón 94 Calpulalpan, Tlaxcala 86
Bobadilla Camberos, Luis 191 Cámara de Diputados 94, 113, 158,
Bonaparte, Napoleón 185 160, 201, 262, 268, 289, 290, 340
Boni, Leonardo 58 Cámara de Senadores 9, 98, 176,
Bonilla, Adolfo 190 183-185, 187-189, 192-196, 198,
396 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
200, 211, 247, 262, 268, 274, 294, Carrillo, David 25, 103, 196
297, 302, 305-308, 311, 318, 328, Carrillo Cáceres, Jaime 29, 33, 71,
340, 347, 353 103, 190, 205, 317, 339
Cambell, Robert M. 286 Carrillo Puerto, Felipe 303
Camil, Jorge 246 Casa del Obrero Mundial 15
Campeche 75-78, 82, 84, 86-89, 202, Casarín, Joaquín V. 190
274, 275, 280 Casillas, Rodolfo 38
Campillo Seyde, Arturo 29, 190 Castellanos, José Maqueo 184, 186,
Campos, Secundino 49 194
Canales, Cristóbal M. 113 Castelo Encinas, Juan A. 191
Canales, Tristán 94 Castillo, Rafael 210
Cano, Abel 317 Castillo Venegas, Leandro 247
Capdevielle, Blanca Nieves 112 Castrejón, Adrián 32, 190, 205, 354
Capdevielle, Enrique 112 Castro, Andrés G. 191, 221, 321
Capetillo, Alonso 336 Castro, Celso 164
Caraveo, Marcelo 80, 181, 190, 210, Castro, Cesáreo 75, 213, 220
319, 341, 343 Castro, Ildefonso 190
Carazo, Ramón 206 Castro, Manuel J. 164
Carbajal, Ángel 345 Castro Morales, Carlos 303
Carballo, Gabriel A. 181 Castro Rivera, Jesús Agustín 29, 76,
Cárdenas, Francisco M. 191 163, 184, 185, 190, 220, 222, 268,
Cárdenas del Río, Lázaro 7, 23, 28- 319, 353
30, 39, 44, 67, 68, 85, 90, 95, 96, Cavazos, Marcial 323
100, 115, 118, 140, 142, 151-153, Cavazos Echevarría, José 190, 205
157, 170, 171, 190, 191, 205, 209, Cedillo, Saturnino 17, 29, 43, 79, 84,
214, 216, 232, 245-247, 258, 260, 118, 151, 165, 167, 169, 170, 190,
277-282, 297, 298, 300, 339, 341, 248, 272, 276-278, 282, 317, 339,
342, 348-358 340-342, 347, 348
Cardona, Juan L. 190, 205 Cejudo, Roberto F. 181, 190, 311
Carmen Solís, José del 92 Celaya, Guanajuato 86, 88, 89, 120,
Carmona, Abraham 189, 205 317
Carmona Vega, Ismael 191 Celis, Jesús J. 103
Carpio, Fermín 181 Celis, Manuel J. 189, 205, 210
Carpio, Manuel 194 Celis Campos, Juan N. 189, 206
Carranza, Adrián 168 Cendrero, Agustín 92
Carranza, Jesús H. 235 Ceniceros, José Ángel 104, 110, 238
Carranza, Venustiano 7, 11-16, 30, Ceniceros, Severiano 353
57, 59-61, 74-76, 119, 127-129, Cerna Zertuche, Antonio 191
156, 157, 163, 164, 172, 173, 181, Cervantes, José W. 163
182, 188, 220, 238, 239, 241, 264, Cervantes Román, J. Trinidad 190
283, 284, 286, 290, 292, 300-314, Cervera Riza, Gabriel 90, 191
316, 318, 324, 325, 353 Chapultepec, véase Bosque de Cha-
Carrera, Francisco S. 209 pultepec
Carrera Torres, Fausto 191 Charis, Heliodoro 168, 205, 339, 347
Carrera Torres, Francisco 72, 84, Chávez, Agustín 205
167-170, 209, 339 Chávez Oviedo, Alejando 243
índice onomástico 397
Estado Mayor Presidencial 9, 19-21, Francia 56, 96, 144, 150, 254, 257,
34, 85, 100, 117, 148, 153, 238- 283
247, 284, 296, 300, 302 Franco Saldaña, Alberto 191
Estados Unidos 7, 10, 13, 14, 33, 41, Francoz, Carlos 104
57, 59, 60, 63, 64, 66, 73, 87, 91, Frank, Hugo 300
93, 96, 113, 144, 155, 257, 283, Frontera, Tabasco 89
286, 289, 292, 293, 300, 301, 316, Fuentes, Miguel 114
342, 358 Fuentes, Salvador 190
Estrada Rodríguez, Enrique 160, Fuentes Dávila, Jesús 29, 191
163, 166, 202, 227, 265, 268, 288, Fuentes Ruiz, Pascual 191
303, 310, 319, 322, 323 Fuller, John Frederick Charles 37, 39
Etla, Oaxaca 35 Fundición Nacional de Artillería 55,
Evans, Rosalie 271 284, 285, 288, 295
Fábrica Nacional de Armas 284, 285 Gabay, Clemente 17, 90, 190
Fábrica Nacional de Cartuchos 285, Gabay, Pedro 17, 181, 183-187, 328,
288, 294 339
Fábrica Nacional de Pólvora 285, Galindo, Salvador G. 209
288, 290, 292, 293 Galindo Rincón, Octavio 189, 206
Fábrica Nacional de Vestuario y Galván, Úrsulo 269-271
Equipo 114, 285, 288, 297, 298 Galván Galván, Guillermo 363
Fábrica Peñoles 293 Gama, Valentín 72, 73
Farell Cubillas, Luis 62, 67 Gamboa, José 190
Fernández, Abel 197, 198 Gámez Rodríguez, Julián 109
Fernández, Carlos 92 Gamio, Javier 209
Fernández, David 94 Gamio, Manuel 209
Fernández Escobar, Manuel 191 Gándara, Manuel 248
Fernández Ruiz, Tiburcio 298, 311 Garage Central 285, 287, 288
Ferreira, Jesús M. 80, 106, 189, 190, Gárate Leglen, Raúl 29, 191
205, 333, 339 Garay Olguín, Mariano 29, 189, 205
Ferrer y Tovar, Tito 29, 190 García, Alfredo 265, 319
Field Jurado, Francisco 289 García, Benito 106, 191
Fierro Villalobos, Rodolfo 10, 61, García, Eduardo C. 190, 205
67, 68 García, Juan M. 302
Figueroa, Pedro 206 García, Jesús 82, 190, 205
Figueroa, Rómulo 321, 322 García, Julio 189, 190, 205, 248
Figueroa Figueroa, Andrés 34, 67, 81, García, Máximo 54, 190
137, 190, 196, 205, 339, 353, 355 García Anzaldúa, Juan 190, 206
Flores, Arturo 164 García Barragán, Marcelino 40, 358
Flores, Francisco 206 García Cantú, Felipe 206
Fondo de Ahorro del Ejército 232, García Carreón, Florentino 191
282 García de Alba, Ruperto 191, 326
Fort Leavenworth, eua 144 García Gutiérrez, Jesús 82, 90
Fort Riley, eua 144 García Márquez, José 210
Fox jr., Claudio 32, 33, 87, 205, 265, García Naranjo, Nemesio 185
269, 271, 336 García Peña, Francisco 190, 206
índice onomástico 401
Nayarit 76, 77, 82, 84, 99, 106, 197, Olvera, Norberto 137, 336
212, 274, 276, 280, 328, 329 O’Neill, Rafael 60, 61, 288
Neira, Bruno 190 Ordenanza General del Ejército 81,
Ness, E. S. 293 183, 200, 201, 203, 204, 208, 209,
Nicaragua 247 211, 216-220, 222-228, 251, 252,
Nogales, Sonora 78, 87, 89 263, 265, 298, 308, 335
Nogueda Radilla, Santiago 190 Ordorica, Rafael 354
Noruega 257 Organización de las Naciones Uni-
Novoa Arce, Francisco A. de 191 das 8, 363
Nueva York, eua 57, 58, 64, 91, 168, Oriza, Rodolfo 49
242, 292 Orizaba, Veracruz 86-89, 120
Nuevo Laredo, Tamaulipas 71, 78, Orozco, Alberto 190
86-90 Orozco Camacho, Miguel 190
Nuevo León 32, 74, 75-77, 82, 84, 88, Orrico de los Llanos, Miguel 191
89, 168, 170, 240, 271, 274, 280, Ortega, Anatolio B. 50, 189, 190, 205
302, 314, 317, 318, 325, 339, 341, Ortega, Hermógenes S. 347
346 Ortega, Melchor 356
Nuncio Gaona, Reynaldo 191, 206 Ortiz, Andrés 55
Núñez, Gregorio 190 Ortiz R., Enrique 191
Núñez, José Manuel 245 Ortiz Reyes, Eulogio 29, 205, 210,
246, 329, 339, 342, 345, 353
O, Genovevo de la 29, 79, 173, 181, Ortiz Rubio, Pascual 30, 67, 71, 142,
222, 311, 314 144, 150, 151, 159, 190, 193, 243,
Oaxaca 48, 75, 77, 82, 84, 86, 87, 89, 245, 246, 310, 319, 341, 342, 345,
115, 120, 124, 125, 168, 194, 253, 346-350
261, 269, 271, 275, 276, 280, 309, Ortiz Sevilla, Leopoldo 191
311, 313, 314, 321 Osornio, Saturnino 276, 278, 347,
Obregón, Alejandro 300 353
Obregón, Álvaro 12, 13, 15, 24, 25, Osornio Martínez del Río, Enrique
28-30, 60, 61, 76, 103, 121, 129, 29, 120, 121, 124, 125, 189, 205
133, 156, 157, 163, 166, 170, 182, Osuna Hinojosa, Gregorio 191
213, 220, 239-241, 245, 246, 264, Otero Pablos, Ignacio 29, 190
265, 267, 287, 289, 291, 304, 305,
307, 311, 312, 315, 318, 322, 328, Pacheco, José 336
333, 334, 337, 345 Pachuca, Hidalgo 86, 87, 89, 120
Obregón, José J. 189 Padilla, Jesús M. 205
Ocampo, Tamaulipas 83, 86, 315 Páez, Manuel 353
Ochoa, Antonio A. 206 Palacios, Adalberto 210
Oficina Impresora de Estampillas Palomera López, Arnulfo 243
287 Palomera López, Jesús 206, 220
Ojinaga, Chihuahua 87, 89 Pámanes Escobedo, Aurelio 149
Olachea Avilés, Agustín 189, 206, Pámanes Escobedo, Fernando 149
210, 317 Pani, Alberto J. 333, 349
Olea y Leyva, Teófilo 107-110 Paraguay 257
Olivares, Timoteo 191 Páramo Piedra, Felipe 191
Olvera, Francisco 190 Pardo, Eustaquio 190, 199
índice onomástico 407
Talleres Gráficos de la Nación 287, Torreón, Coahuila 31, 79, 82, 86,
337 88, 89, 90, 109, 123, 124, 126,
Talleres Nacionales de Construccio- 341
nes Aeronáuticas 57, 286 Torres, Enrique 90, 189, 206
Tamaulipas 71, 74-78, 82, 84, 86, 88, Torres Avilés, Vicente 90
89, 106, 168, 170, 242, 275, 276, Torres Cortázar, Pedro 190
280, 317, 327, 351 Torres Fragosa, Virginio 190
Tamayo, Beatriz 62 Torres García, Clicerio 103
Tampico, Tamaulipas 71, 77, 86-89, Torres Sánchez, Juan 29, 190
94, 99, 120, 123, 124, 126, 209 Torres Valdez, Manuel 209
Tapachula, Chiapas 87, 89, 120, 124, Torre Villalvazo, Juan de la 41, 242-
266 244
Tapia, José María 246, 281, 356 Tratado de Versalles 292
Tehuacán, Puebla 71, 119 Tratados de Bucareli 289
Tejeda, Adalberto 23, 72, 266-270, Tratados de Teoloyucan 12, 14
277, 278, 321, 326, 333, 342, 349, Trejo y Lerdo de Tejada, Carlos
350 104
Tellechea, Leobardo 191 Treviño, Jacinto Blas 13, 163, 178-
Téllez, Francisco 189 181, 185, 210, 213, 220, 313,
Téllez, Miguel 228 315
Téllez Girón, Baltazar 228 Treviño, Ricardo 287
Tenorio, Fortunato 206, 210 Treviño Garza, Leopoldo 191
Teotihuacán, Estado de México Trotsky, León 291
244 Tula, Tamaulipas 169
Tepehuanes, Durango 86 Tulancingo, Hidalgo 137
Tepic, Distrito Militar de 86, 89, 120 Turquía 257
Tepic, Nayarit 87, 89, 120, 329 Turrubiates, Ildefonso 72, 190, 206
Tesorería de la Federación 117, 135, Tuxpan, Jalisco 31
155, 164 Tuxpan, Michoacán 264
Texas, eua 33 Tuxpan, Veracruz 86
Texcoco, Estado de México 49, 70, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas 86, 87,
81, 313 88, 89, 137
Texmelucan, Puebla 86, 265, 320
Teziutlán, Puebla 235 Ulloa, Manuel G. 190, 206
Tierra Blanca, Veracruz 120 Unión de Repúblicas Socialistas So-
Tijuana, Baja California 87, 317 viéticas 96
Tlacotalpan, Veracruz 92 Urbalejo Cerda, Francisco 202, 205,
Tlalpan, Distrito Federal 123, 131, 210, 227, 317, 339, 341, 343
244 Urdanivia, Mariano 113
Tlaxcala 50, 74, 75, 79, 82-84, 86-89, Urquizo, Francisco L. 76, 315
120, 163, 262, 275, 276, 280, 309, Uruapan, Michoacán 86
351
Tlaxcalantongo, Puebla 313 Valdés Armenta, Carlos 191
Toluca, Estado de México 86, 87, 89, Valdez, Carlos S. 336
120 Valdez, Juan G. 247
Topete, Fausto 205, 219, 341 Valle, Miguel 189, 206
412 HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN MÉXICO
Valle del Maíz, San Luis Potosí Villarreal, Antonio I. 165, 166, 322,
165 323, 343
Varela, Carlos 93 Villarreal, Filiberto 206, 210
Vargas, Jesús 246 Villasana, Juan Guillermo 58
Vargas, Juan R. 191 Villegas Flores, Luis 90, 191
Vargas Apezechea, Rafael 190 Villegas Oropeza, Ignacio 109
Vargas Márquez, Jesús 191
Vargas Sandoval, Adrián 229, 230, Waterhouse, William 64
249
Vasconcelos, José 343-345 Xochimilco 50
Vázquez, Crisóforo 189, 206
Vázquez, Genaro 269 Yocupicio, Román 70, 189, 206
Vázquez, Juan 27 Yucatán 49, 75-78, 82, 84, 253, 275,
Vázquez Santana, Higinio 133 276, 280, 302, 327
Vega, Agustín de la 190, 206 Yúdico, Samuel 287
Vega, Ramón de la 190, 198 Yurécuaro, Michoacán 83
Vega Fuentes, R. 144
Vega Gil, Encarnación 190 Zacatecas 31, 63, 73, 75-77, 82-84,
Véjar Vázquez, Octavio 103, 104, 86, 87, 89, 119, 120, 271, 275, 276,
110, 228, 229 280, 303, 310, 313, 319, 329
Velázquez de Alva, Elpido 29 Zamarripa, Isaías 303
Veracruz 13, 17, 23, 32, 52, 57, 64, Zamora, Félix 103
72, 74-78, 80, 82, 84, 86-89, 92, Zamora Martínez, José 190
94, 99, 120, 123-125, 129, 168, Zamora Rodríguez, Camila 228
182, 212, 231, 262, 264, 266-271, Zapata, Emiliano 181, 309
274-278, 280, 283, 286, 313, 314, Zapopan, Jalisco 112
321, 323, 326, 327, 332, 334, 336, Zárate, P. Nicolás 164
341, 342, 349, 350 Zarzoza Verástegui, Andrés 29, 190
Vicam, Sonora 227 Zavala, Lorenzo de 93
Vidal, Carlos 210, 336 Zepeda, Francisco 206
Vidal, Luis P. 205, 210 Zertuche Carranco, Juan 190, 353
Vidal, Moisés E. 190 Zertuche González, Enrique 191
Villa, Francisco 12, 13, 16, 29, 75, 76, Zetina, Carlos B. 92, 286, 287
168, 181, 231, 281, 305 Zimmermann, Arthur 14
Villa, Pancho, véase Villa, Francisco Zorrilla Flores, Juan 285, 297
Villa Arce, José 336 Zuazúa, Fortunato 29, 190, 212
Villa Cuauhtémoc, antes Pueblo Zubarán Capmany, Rafael 322
Viejo, Veracruz 88, 89 Zuno, José Guadalupe 268, 329
Villahermosa, Tabasco 86, 87, 120, Zuno Hernández, Alberto 29, 137,
124 190, 206
Villanueva Galeana, Arturo 191 Zúñiga Adame, Demetrio 109
Villanueva Garza, José 202, 323 Zuriaga, Rodrigo 190, 231