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Temario para la Jornada de Oración y Adoración

25 de Octubre de 2014
1º Tema: El abrazo de la Misericordia de Dios

Hay algo que ningún ser humano podría negar. Me estoy refiriendo a uno de los
atributos de Dios que es la Misericordia. Al decirnos Jesús que el Padre es Dios
Misericordioso ha abierto las puertas a una nueva concepción. El Dios, que parecía
lejano y autoritario ha dado paso a una nueva manera de contemplar a Dios. Jesús
el Gran Revelador nos ha dicho que tenemos un Padre lleno de Misericordia que no
nos ha entregado a la soledad sino que se ha hecho compañía del ser humano. El
Nombre de Jesús ya nos muestra que esa cercanía y realidad. Dios no ha
abandonado al ser humano a su suerte sino que ha buscado, movido por el perdón
y la Misericordia, proporcionándole un Salvador que rescatara a la humanidad del
poder de la oscuridad y la condujera a la plenitud de la LUZ. Dios es LUZ.
“El amor de Dios es tan grande y tan profundo que no decae, aferra siempre
nuestra mano y nos sostiene, levanta y guía” (S.S. Francisco, La Iglesia de la
Misericordia).
Si leemos la Sagrada Escritura y concretamente el hecho de lo que dice el Apóstol
Tomás: “Entonces los otros discípulos le decían: ¡Hemos visto al Señor! Pero él les
dijo: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y meto el dedo en el lugar de
los clavos, y pongo la mano en su costado, no creeré ” (Jn 20,25) descubrimos en
este texto que Tomás experimenta lo que es la Misericordia de Dios. Esa
misericordia tiene un rostro y es el rostro del Hijo de Dios... el del Resucitado.
Tomás no se fia de lo que le dicen los otros apóstoles. El también quiere tener esa
experiencia que tuvieron ellos: él quiere encontrarse con el Resucitado, quiere poner
sus dedos en las llagas de Jesús, quiere meter su mano en el costado del Salvador.
Quiere tener una experiencia sensible de la resurrección del Maestro. ¿Cuantas
veces juzgamos la incredulidad de Tomás cuando en realidad el reclama “el
derecho” de encontrarse con el Resucitado. Si fijamos la mirada en la reacción de
Jesús ante tamaña exigencia descubriremos un rasgo característico en Jesús: la
Paciencia. Jesús no deja solo a Tomás en medio de su incredulidad. Vemos el rasgo
característico del amor maduro y adulto de Jesús. Ni le abandona por haber
dudado ni se toma revancha por no haberle creído a los demás Apóstoles. Al
contrario lleno de ternura y paciencia: corrige, anima y proclama una
Bienaventuranza. Ante esa experiencia de Misericordia Tomás exclama: Señor Mio y
Dios Mio. Fijémonos que lo hace de manera individual. La actitud misericordiosa de
Jesús ha arrancado de los labios de Tomás un bellísima oración de reconocimiento
del Señorío y el Poder de Dios. Tomás reconoce a Jesús como el UNICO MESIAS, el
Hijo Amado del Padre dejándose envolver por la misericordia divina. Se produce
un crecimiento en su fe... es más retoma la Alegría perdida por el desánimo de lo
que había ocurrido en el Gólgota. El mete los dedos en las heridas, mete la mano
en el costado de Jesús y por esos hechos es Sanado, Liberado, e Impulsado a
seguir recorriendo el Camino con una fe renovada. Ya ha tenido el regalo, la
experiencia y la certeza sobre la Persona de Jesús. Se ha convertido en un creyente
y como tal deberá dar razón de su fe y ser un testimonio de que Jesucristo está
Vivo.
Un segundo hecho lo tenemos en Pedro mediante un hecho ya conocido por todos
y que llamamos las negaciones (Cfr. Mt. 26,69-75). Pedro reniega de Jesús, dice no
conocerlo, lo niega clara y directamente. No dice la Sagrada Escritura de que forma
lo hace: lo niega, luego niega con juramento para, finalmente, negar y maldecir.
Lo niega: generalmente el pecado comienza de una manea muy sutil, es como una
serpiente que se muestra inofensiva, que juguetea, que seduce, es como si iniciara
un baile de seducción y que invita a danzar con ella.
Niega y jura: cuando ya se comienza a danzar con ella (diálogo que nunca
debemos hacer) comienza a envolvernos y a presionar con cierta suavidad,
siguiendo el rito de “seducción”. Sigue avanzando, seduciendo y abriendo otras
puertas para reafirmar su acción. Pedro no solo niega sino que jura. Ha comenzado
a caer. Cuando pecamos hacemos lo mismo que Pedro. Con tal de salvar nuestro
pellejo o no ser ridiculizados nos prendemos al pecado perdiendo, así, la Gracia
que nos hace libres.
Niega y maldice: la tercera negación nos muestra que Pedro ha llegado muy lejos.
Ha perdido los papeles porque tiene miedo. Teme por su vida. No está dispuesto a
pasar la misma suerte de Jesús. Comienza a gritar “yo no conozco a este hombre”.
Eso hacemos nosotros también cuando nos apartamos del Camino de Jesús. Es
terrible sentir vergüenza de “CONOCER A JESUS”. Si sientes vergüenza es la clara
muestra de que no eres libre.
Nosotros somos como Tomás y Pedro. Muchas veces actuamos así. Luego de actuar
de esta manera ¿con qué nos encontramos? Con la mirada de Jesús llena de Amor
y de Paciencia. Dice el Santo Padre Francisco que Jesús le dice a Pedro: “ Pedro no
tengas miedo de tu debilidad, confía en Mí”. Pedro al escuchar esas palabras
comprende y siente la mirada misericordiosa de Jesús y se arrepiente llorando
amargamente. Termino el tema diciendo no importa cuanto has pecado... Levantate
y regresa a la casa del Padre. No pierdas nunca la confianza en esa Misericordia
Infinita que quiere envolverte porque eres SUYO/A.

2º Tema: A la escucha del Espíritu

Hemos escuchado hace un momento dos experiencias tremendamente humanas


pero al mismo tiempo enriquecedoras al ver la Actitud de Jesús ante Tomás y
Pedro. Ahora bien Tomás y Pedro tienen, cada uno, una respuesta para esas
experiencias con Jesús. Uno dice “Señor mío y Dios mio” y el otro nos dice la
Sagrada Escritura “Lloró amargamente”. Ambas experiencias están, sin lugar a
dudas, movidas por el Espíritu de Dios. Ya la Sagrada Escritura nos dice que “nadie
puede decir Jesús es el Señor si no está animado por el Espíritu Santo” y nadie
puede llegar al arrepentimiento verdadero, aquel que involucra a la voluntad y al
corazón si no es iluminado por el Espíritu de Dios. ¿Esto por qué? Porque el Espíritu
de Dios es el Espíritu de la Verdad y solo Él nos puede iluminar para enseñarnos
adonde está la Justicia y Verdad... adonde está nuestra “verdad”. Esa que se esconde
a los ojos de los demás e incluso a nosotros mismos pero que el Espíritu del Señor
sabe de nosotros. El Espíritu de Dios nos ayuda a prepararnos para la confesión si
le pedimos nos haga recordar nuestros pecados porque como recién les dije
conoce “nuestra verdad, aquello que no es la Verdad de Dios; sino la verdad que
nos armamos nosotros mismos buscando justificarnos.
El Papa Benedicto XVI nos hablo del relativismo, de esa tendencia a considerar que
no existe nada definitivo y a pensar que la verdad deriva del consenso de lo que
nosotros queremos. Si nos preguntamos ¿Qué es la verdad? Diríamos que la Verdad
es Jesucristo, el Hijo Unigénito del Padre. El Espíritu Santo nos revela a Jesús, nos lo
muestra, nos lo hace presente. El Espíritu Santo es el don de Cristo Resucitado. Es el
enviado para ayudar, es el compañero de camino que durante toda nuestra vida
estará junto a nosotros. El nos recuerda las palabras que dijo Jesús y las inscribe en
nuestro corazón. Es el motor de nuestra vida cristiana porque la anima
permanentemente. Por medio del Espíritu Santo, Dios hace real la promesa de
Ezequiel (Ez. 36, 25 -27). Es el corazón el que debe convertirse a Dios y por eso,
cuando nos abrimos a la acción del Espíritu de Dios, Él transforma nuestro corazón,
lo acrisola, lo sana, lo libera, lo hace generoso. Él posibilita que surja el Hombre
Nuevo, el Hombre Espiritual y decrezca el hombre viejo, el hombre carnal.
El Espíritu de Dios nos guía al Encuentro Personal y Comunitario con Jesús y
también nos dentro de la Verdad haciéndonos entrar en comunión cada vez más
profunda con Jesús regalándonos la inteligencia de las cosas de Dios,
regalándonos sus dones.
Hoy el gran don que debemos pedir al Espíritu Divino es que nos acerque a Jesús,
que nos ayude a parecernos a Jesús, a aprender a vivir como Jesús, a sentir como
Jesús, a pensar como Jesús.
Sería muy bonito que tomáramos la decisión de dejarnos animar por el Espíritu
Santo. De levantar todo condicionamiento que le hayamos puesto, toda prohibición
que le hayamos hecho. Esta es la hora maravillosa que ha elegido Jesús para
hacernos caer en cuenta de la misión del Espíritu Santo en nuestra vida y en la
Iglesia: Santificar.
Hay veces que pensamos que la Santidad es para algunos elegidos, para los puros,
para los beatos, para los curas etc. etc. No mis hermanos la Santidad es para todos
los hijos de Dios porque Él nos ha llamado a la Santidad. Jesús nos dice “Sed
Santos como vuestro Padre es Santo”. Ahí está la llamada a la Santidad a todos y
cada uno de nosotros. Esa Santidad que, muchas veces, la vemos inalcanzable no es
imposible. Basta quererla y recibirla de Dios como un Don fruto de su Inmensa
Misericordia. Si Dios nos ha llamado a la Santidad, créalo firmemente, no lo dejará
solo porque Él sabe que Ud. con sus propias fuerzas jamás llegará a ser Santo, es
más ni siquiera podrá subir el primer peldaño de la Santidad. Solo el que es Santo
puede hacer Santos.
No tema embarcarse en el Camino de la Santidad, Ud. cuenta con los expertos en
la Santidad: Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo. No hay Santo que no haya
entrado en la Escuela de Dios, todos pasaron por ahí.
El Espíritu Santo da sentido a su vida cuando ella es vivida desde la Vida que Jesús
nos ofrece. Nuestra vida cuando es guiada por el Espíritu de Dios se vuelve fecunda
y se hace testimonio para que otros crean y se conviertan. El Espíritu del Señor nos
hace cristianos plenos, nos hace dependientes de Dios, nos lleva a vivir la filiación
con Dios, nos hace verdaderos Discípulos de Jesús.

3º Tema: Cristianos a tiempo completo


Cuando terminábamos el tema anterior les decía que el Espíritu del Señor nos hace
cristianos plenos, esto quiere decir nos hace Cristianos a tiempo completo. ¿Qué
es eso? Una invitación clara y un llamado profundo para vivir la Vida de Jesús en
todos los ámbitos y a toda hora. El cristiano es el hombre del comportamiento
evangélico, es el hombre de la Alegría, de la Caridad, del Servicio, de los buenos
modales, de las respuestas cariñosas, de las confrontaciones caritativas, de la
sonrisa fácil, de la atención a todo tipo de personas, de la manifestación sana y
correcta de los afectos, de la verdad, del respeto, de la toma de conciencia de su
debilidad y sobre todo del Amor Incondicional. Todo esto nace del Encuentro con
Dios. El Señor está siempre dispuesto a encontrarse con nosotros y en esté
encuentro se produce la comunicación de gracias, adquisición de fortaleza,
sabiduría dada por Él, resistencia a la tentación y al pecado, corte de ataduras,
sanación de heridas, retroceso de las fuerzas malignas y aumento de Gracia
Santificante entre tantas otros bienes espirituales.
Jesús nos invita a salir de nosotros mismos. Nos llama como a Abran a salir de
nuestra tierra y mediante la obediencia encaminarnos hacia adonde Él quiere. Nos
invita a la apasionante aventura del seguimiento de Jesús guiados por el Espíritu de
Amor.
Jesús nos da su ejemplo, el no se ha quedado en el “gozo” de saberse Hijo de Dios,
sino que ha venido enviado por el Padre a instaurar el Reino de Dios y lo comienza
haciendo muchos signos de sanación y liberación: el sana enfermos, libera a
quienes estaban esclavizados por el mal, resucita muertos, hace caminar a los
paralíticos, da la vista a los ciegos, limpia a los leprosos, expulsa demonios.
¿Cuantos de nosotros hemos sido sanados, liberados, resucitados. Cuantos hemos
vuelto a caminar, a oír, a volver a mirar? Y todo esto ¿por qué? Por que Dios se ha
hecho el “Dios con nosotros” en la persona de Jesús. Jesús ha sido a tiempo
completo el Hijo de Dios, el Salvador, el Enviado del Padre, el Unigénito. Nada de
se reservado... todo lo ha dado... hasta su propio Cuerpo y su propia Sangre para
alimentarnos tomando la decisión de quedarse entre nosotros.
Incluso cuando debe ir hacia la Cruz lo hace desde la entrega generosa confiando
absolutamente en el Padre. Él corresponde TOTALMENTE al Amor del Padre. Jesús
vive con radicalidad, a tope como dicen los jóvenes.
Este es nuestro camino, el tuyo, el mio, el nuestro. Es el CAMINO para llegar al
Padre de la mano de Jesús y María. Así como Jesús vivió con radicalidad también lo
hizo María Santísima y lo sigue haciendo. Nuestra Madre en las Bodas de Cana le
dijo a Jesús “No tienen vino” hoy, Ella , le avisa a Jesús adonde se encuentran sus
ovejas heridas, sus ovejas esclavas, sus ovejas sedientas y hambrientas, sus ovejas
necesitadas del Espíritu de Dios y porque les falta el Espíritu de Amor se
encuentran agonizando.
Queridos hermanos y hermanas: miremos a nuestro alrededor: ¡Cuantas heridas
inflige el mal a la humanidad: guerras, violencias, conflictos económicos que se
abaten sobre los más débiles, la sed de dinero... Jesús en la cruz siente todo el peso
del mal, y con la fuerza del amor de Dios lo vence y lo derrota en su Resurrección.
Jesús nos invita a iluminar a este mundo tan enfermo y tan herido con el ejemplo
de una vida Santa. Contamos con la ayuda de Dios para ello sabiendo que nunca
nos abandonará. Dejemos que Él nos ilumine con su Santidad y Sabiduría para ser
instrumentos de Dios, instrumentos de Salvación y de Amor en medio de un
mundo lleno de sufrimiento por haber dejado de lado a Dios. Que los Ángeles de
Dios y los Santos nos ayuden a volver y a elegir todos los días al Señor como el
Rey y el Dueño de nuestra Vida. Que podamos gritar al mundo “Que la Fuerza de
Dios, (Gabriel) nos regale la Medicina de Dios (Rafael), para gritar desafiantes
“¿Quién como Dios?” (Miguel). Quiera el Buen Dios que la Reina del Cielo, la
Esposa del Espíritu Santo, la Madre de Dios y Madre nuestra nos encamine hacia Él.

R.P. Lic. Carlos R. Álvarez


Religioso Camilo

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