Vous êtes sur la page 1sur 28

TERAPIA NARRATIVA

HACIENDO SIGNIFICADO Y HACIENDO VIDAS (Catrina Brown, Tod Augusta-Scott)

INTRODUCCIÓN
Posmodernidad, reflexividad y terapia narrativa

Desde el punto de vista de la terapia narrativa, nuestras historias no simplemente nos


representas o sirven de espejo de nuestros eventos vividos, nuestras historias nos constituyen,
dan forma a nuestras vidas y relaciones. La metáfora narrativa transmite la idea de que nuestras
historias organizan, estructuran y dan significado a los eventos en nuestras vidas y nos ayudan
a hacer sentido de nuestras experiencias.

Los significados que le atribuimos a los eventos, nunca son singulares, individuales o
simplemente subjetivos, nunca están fuera de lo social, sino que tienen un significado
compartido o intersubjetivo dentro de un nexo cultural de poder y conocimiento.
No hay historias neutrales como tampoco existen oyentes neutrales.

Empezamos a observar áreas significativas de superposición en estas articulaciones culturales


de subjetividad de género o nociones de sí mismo. Nos quedó claro que el esencialismo de
género dado por sentado y con frecuencia los supuestos biológicos sobre el género y los
enfoques modernistas para comprender el poder producían limitaciones similares en nuestros
respectivos campos de trabajo. Deseamos evitar la producción de relatos subjetivistas (o
individualizantes) y despolitizados de problemas individuales al escribir lo social. (X)

A través de un lente posmoderno, se desafían las construcciones binarias "de uno u otro", que
restringen nuestra comprensión de historias sobre problemas individuales y la creación de
realidades alternativas, como negro/blanco, hombre/mujer, heterosexual/homosexual, cuerpo /
mente y yo / sociedad.
Reconocer que el conocimiento y el poder se unen en el discurso, desafiando la mirada relativista
(no se toma ninguna posición; todas las ideas se tratan como si fueran iguales) y, posteriormente,
los enfoques de terapia despolitizados.
(xi)

White y Epston (1990) preguntan: "¿Cómo organizan las personas su reserva de experiencias
vividas? ¿Qué hacen las personas con esta experiencia para darle sentido y darle sentido a sus
vidas? ¿Cómo se expresa la experiencia vivida? (xii)

Por producciones discursivas, nos referimos a los procesos sociales de "conversación" en los que
damos sentido. Cuando contamos o hablamos sobre la experiencia, el yo y la identidad, los
creamos: los formamos a medida que los hablamos. (xiv)
No hay un yo o una identidad estable, fija, conocible o esencial, como el yo y la identidad, ya que
el yo y la identidad sólo pueden surgir dentro de las prácticas lingüísticas, culturales y
relacionales.

UN LENTE POSMODERNO
A diferencia de la psicoterapia basada en construcciones modernistas de conocimiento, poder,
verdad, experiencia, emoción, razón, del “yo” e identidad, el lente posmoderno que da forma la
terapia narrativa da a conocer que estas construcciones fundamentales y centrales de la terapia
común se interrogan en vez de tomarlas como tal.

Para el posmodernismo, no existe una “verdad” universal descubrible que exista fuera de la
existencia humana. No hay un yo o una identidad estable, fija, conocible o esencial, ya que el “yo”
y la identidad sólo pueden surgir dentro de las prácticas lingüísticas, culturales y relacionales. La
verdad es solo parcial y localizada. Lo que damos por sentado que es verdadero, razonable y
normativo son, de hecho, construcciones sociales que emergen dentro de contextos sociales e
históricos y no pueden separarse de los procesos humanos de creación de significado. Por lo
tanto, el conocimiento nunca es inocente, sino que siempre está ligado a la cultura. (xv)

THERAPEUTISM
Los relatos dominantes de la adicción, los "trastornos" de la alimentación, la depresión y la
violencia, que se dan por sentado, a menudo están constituidas por discursos organizativos más
amplios que se basan en supuestos sobre la verdad, el conocimiento, el poder, la experiencia, el
yo, la identidad y el género.

Las historias dominantes a menudo presumen diversas “verdades” como que alcoholismo es
una enfermedad crónica primaria la cual requiere alcanzar abstinencia, que la depresión es
resultado de un “balance bioquímico” en el cerebro o por circunstancias opresivas de la vida, que
los “desordenes” alimenticios son causados por la influencia de imágenes de delgadez o por
vulnerabilidad genética. Estas historias están tan integradas, los clientes a menudo las
presentan como verdades entretejidas en sus relatos de sus experiencias, y el terapeuta que
desea legitimar las experiencias de los clientes deja intactas las presunciones fundamentales de
estas historias. (xviii)

Además, estas historias a menudo se basan en procesos profundamente conservadores de


individualizar y patologizar a las personas y a su autocontrol.

De acuerdo con White (2001), esta naturalización de la identidad plantea muchos peligros, ya
que "estas explicaciones naturalistas oscurecen los contextos de la vida de las personas, incluida
la política de sus experiencias.

CONSTRUCCIONISMO SOCIAL
Mientras nosotros somos creados por la vida social, además creamos vida social. Cuando
escribimos nuevas historias de nuestras vidas, vivimos nuevas historias. (xix)
Repensar al poder incluye desafiar las maneras en que ambos, terapeuta y cliente, mantienen
vivas las historias opresivas.

Para Foucault (1980) el poder opera tanto de manera restrictiva como constitutiva, por ejemplo
por medio de las historias de vida de las personas. Desde una perspectiva narrativa, podemos
ver esto claramente en la manera en que las personas internalizan los discursos sociales
dominantes como propios.
(xxii)

DISCURSOS DEL YO

Dentro de la terapia narrativa posmoderna, el yo es totalmente social; No hay sujeto


trascendental. El lente posmoderno revela que las reproducciones diarias y continuas de las
historias personales no son sagradas o intocables: de hecho, están implicadas en el poder.
Siguiendo a Foucault (1980), cuando hablamos de nosotros mismos, nos ponemos en el discurso
y, al hacerlo, recurrimos a los significados culturalmente disponibles. La reproducción de los
discursos sociales dominantes requieren de nuestra participación, y un vehículo poderoso de
participación es la narración de nuestras propias historias (self-stories). Al mismo tiempo, no
estamos sin agencia, por lo que podemos quebrantar esos discursos. Según Foucault:

Los discursos transmiten y producen poder; reforzandolo, pero también socavando y


exponiendolo, haciéndolo frágil (al poder) y haciendo posible frustrarlo. De la misma
manera, el silencio y el secreto son un refugio para el poder, anclan sus prohibiciones,
pero también aflojan su sujeción y proporcionan áreas de tolerancia relativamente
oscuras. (xxv)

La autovigilancia nunca es solitaria o privada, siempre involucra el juicio de una audiencia social
imaginaria. Las opiniones de la gente sobre sí mismos como personas incluyen cómo se
conceptualizan y donde ubican los problemas "psicológicos", que a la vez son influenciados a
través de muchos discursos institucionales y profesionales. Las conversaciones relacionales de
las personas con ellas mismas, "hablarse a sí mismas", están sujetas al acto de autovigilancia
interna (mirar, monitorear y juzgar).

En la práctica de la terapia narrativa se contrapone a esta visión, empeñandose a las creaciones


de comunidades de interés como sitios de resistencia al discurso cultural y profesional
dominante sobre las personas y los problemas, creando un medio para "re-recordar" seres
alternativos, y es crucial para una dialogo de esperanza para responder y reemplazar un diálogo
de desesperación. (xxvii)

Es importante destacar que, como nuestra experiencia existe dentro de un campo de


conocimiento y poder, ninguna historia está fuera del poder (Foucault, 1980; White & Epston,
1990). Las historias personales de experiencia se construyen a través de un proceso selectivo, que
incluye la información que se deja fuera.

La terapia está involucrada de manera constante y activa en la creación de significados, pero su


tarea asignada es también dar sentido a las historias personales que los clientes dicen que no
solo no funcionan, sino que a menudo refuerzan tanto las conclusiones de identidad negativa
como los discursos sociales dominantes. Es probable que adoptar una postura neutral ante tales
historias refuerce aún más las conclusiones de identidad negativa y el discurso social dominante.

Resucitar la voz subyugada de los oprimidos, marginados e incluso traumatizados significa


poner a la vista la voz reprimida. Descubrir conocimientos o experiencias subyugadas o
descalificadas a menudo significa tener que deconstruir las "descripciones delgadas" que
refuerzan las historias sociales dominantes y los discursos cotidianos que se dan por sentado y
que a menudo organizan los hilos narrativos de las propias historias personales.
En otras palabras, no hay un “yo” fuera del mundo social. Como el yo es en todo momento social,
no hay experiencias que no estén socialmente organizadas. La experiencia está siempre fundida
ideológicamente. (Fuss, 1989) (xxviii)

DECONSTRUYENDO LA HISTORIA

White y Epston propusieron el concepto de “externalización”:


es un enfoque de la terapia que incentiva a la gente a objetivizar y personificar los
problemas que ellos experiencias como opresiva. En este proceso, el problema se
vuelve una entidad separada y externa a la persona o relación adscrito como
problema.

El problema objetivado se ubica luego en el discurso al identificar las ideas y prácticas que
fortalecen y debilitan el problema. El proceso de externalización examina la influencia del
"problema" en el pasado, presente y futuro de la persona.
Al explorar la historia del problema, uno pregunta, ¿cómo aprendió la persona las ideas que
contribuyen a su historia y qué eventos en la vida de la persona han contribuido a la historia?

El objetivo es, entonces, descubrir la influencia del problema en la persona, el impacto / efecto
del problema en la persona y su vida, y luego ir más allá de la saturación del problema. El
problema se construye como el desempeño del conocimiento opresivo y dominante. (xxxii)

- ¿Qué te trae a terapia?


- ¿Cual ha sido el efecto del problema en el día a día?
- ¿Cómo el problema ha afectado las relaciones con tus cercanos?
- ¿Cómo el problema te ha afectado en cómo te ves a ti misme?
- ¿Cómo has sido recrutade en esta forma de verte a ti misme?
- ¿Recuerdas cuando apareció el probema por primera vez?
- ¿Puedes describir las veces que el problema ha estado presente?
- ¿Cómo otros han reforzado el problema?
- ¿Cuando el problema se ha mostrado más fuerte? ¿y más débil?

Luego de desenmascarar la historia, la influencia y efectos del problema en el proceso de separar


a la persona de la historia dominante, opciones y alternativas comienzan a emerger. Desde acá,
la terapia narrativa explora lo que las personas prefieren para si mismes y sus vidas. Esto es
llamado declaración de posicionamiento. Las preguntas de este tipo exploran la experiencia
de los efectos del problema y determina una postura preferida. Según White (1991):

Cuando las personas son separadas de las historias dominantes o totalizadoras que
constituyen sus vidas se vuelve más posible para ellxs orientarse a aspectos de sus
experiencias que desafíen esos conocimientos dominantes establecidos. (p.29)
(xxxiii).

SITUANDO EL CONOCIMIENTO Y
EL PODER EN LA ALIANZA
TERAPÉUTICA (Catrina Brown)
El proceso narrativo de la re-autoría de identidades requiere ir más allá de
simplemente contar y volver a contar historias a una deconstrucción activa de
discursos opresivos e inútiles.

Aprovechando la comprensión de Foucault de la inseparabilidad del conocimiento y


el poder, adoptó la postura terapéutica de que el conocimiento nunca es inocente y
el poder nunca es sólo una limitación. La postura terapéutica se aleja de la idea
binaria de que uno de los dos tiene conocimiento o no tiene conocimiento y uno
tiene poder o uno no. Al perturbar las construcciones binarias modernistas del
conocimiento y el poder, tanto el terapeuta como el cliente son sujetos encarnados
activos en el proceso terapéutico de la coautoría de identidades.

Deconstruyendo el discurso dominante: uniendo conocimiento y


poder
En su obra, Foucault (1980) aborda la posibilidad de una nueva política de la verdad y
una nueva política del poder. Para la práctica de la terapia narrativa y la
deconstrucción de historias es esencial la idea de Foucault de que "es en el discurso
donde el poder y el conocimiento se unen".

Según Foucault, "la verdad es sin duda una forma de poder"; El poder está así
constituido del conocimiento. Influido por Foucault, White y Epston (1990) sugieren
de manera similar que "siempre participamos simultáneamente en dominios de
poder y conocimiento"

Sin embargo, como nuestras experiencias vividas existen dentro de un campo o red
de poder y conocimiento, ninguna historia está fuera del poder. Sin embargo, según
Foucault, "donde hay poder, hay resistencia y, sin embargo, esta resistencia nunca
está en una posición de exterioridad en relación con el poder ..."
Foucault sugiere que "el discurso puede ser tanto un instrumento como un efecto
de poder, pero también un obstáculo, un obstáculo, un punto de resistencia y un
punto de partida para una estrategia opuesta". Los discursos, entonces como el
poder, pueden verse como constitutivos y limitantes. (5)

La objetividad ha sido expuesta como una ficción (Flax, 1990). (5)

Sostengo que es necesario desempacar y reconstruir las historias de los clientes más
que dejarlas intactas, ya que frecuentemente las historias que son llevadas a terapia
reflejan los discursos sociales dominantes y las relaciones de poder (Brown, 2003)

Necesitamos examinar cómo los clientes arman y construyen sus historias, qué ideas
son predominantes y qué alternativas se vuelven invisibles dentro de estas historias.
(6)

White describe la terapia como un proceso político que reconocer que las historias
son construidas socialmente e históricamente dependiendo de los discursos
culturales disponibles , por lo que la terapia narrativa está interesada en la
construcción de las historias más que en verdades inherentes.(6)

El proceso narrativo de externalizar la historia comienza por desempacar y situar los


orígenes sociales e históricos de las historias que se están contando. Dichas historias
no pueden ser separadas del poder, este proceso permite al cliente ver que la
historia en si no es fija, ni absoluta, visualizando así la existencia de otras
posibilidades. (7)
UNA UBICACIÓN SOCIAL DE LOS
PROBLEMAS
La inseparabilidad de la auto-vigilancia/audiencia se visualiza como un discurso primario
de los problemas. Las conversaciones que involucran la exploración de la autovigilancia /
audiencia se consideran un recurso importante para que los terapeutas exploren con los
clientes en terapia y se vean como sitios discursivos donde los problemas se pueden
resolver y los cambios pueden ocurrir. (133)
LAS TRADICIONES LINGÜÍSTICAS SON DIFÍCILES DE ESCONDER

Desde la cuna, aprendemos los códigos culturales por medio de la imitación: Copiamos lo
que vemos y escuchamos. Aprendemos de quienes aprendieron antes, como lavarse los
dientes, caminar, hablar un lenguaje y a adherirse a la ética y buenos modales de la cultura
dominante.

Formamos nuestra conversación y la forma en que actuamos y vemos el mundo a través


de una forma de karaoke fragmentada y internalizada del otro dominante, mientras hacen
lo mismo. Cantamos su canción del bien y el mal y catalogamos esto en versos culturales.
Nuestras prácticas de observación incluyen participar en un ritual de conversaciones
internas continuas con nosotros mismos (e imaginamos a otros) como una forma de
medirnos contra el mundo externo, tratando de determinar si encajamos y somos
aceptables y nos preguntamos si somos "normales". . La producción y reproducción de este
diálogo produce una gran variedad de experiencias buenas y malas.
Las conversaciones de problemas internalizados funcionan junto con un marco psicológico
y científico dominante y modernista de cómo se definen y explican el yo y los problemas.
Este conocimiento se promueve a través de muchos lugares discursivos (instituciones) y se
adhiere a la práctica psicológica de privatizar y localizar problemas dentro de los cuerpos
de las personas que vemos en la terapia (Law y Madigan, 1994)

Como miembros de la comunidad de lenguaje, estamos en constante relación e


interacción con este lenguaje exterior. Una de las formas en que interactuamos con este
lenguaje de nuestra cultura es dentro de la relación discursiva que tenemos con nosotros
mismos.
¿Tienes curiosidad por lo que se dice, cómo estás siendo representado, por quién y con qué
autoridad?
(134)

David Epston. Un día, mencionó que había estado entrevistando a mujeres jóvenes de todo
el mundo que luchaban con la comida desordenada. Observó que aunque sus "acentos"
eran muy diferentes de los demás, sus descripciones del lenguaje habitual y los rituales de
práctica en los problemas de anorexia y bulimia eran casi idénticos en relación.

El desempeño de la autovigilancia puede explicarse como el desempeño de mirar,


monitorear y juzgar a uno mismo. El monitoreo del "espionaje" del yo en sí mismo está
ligado entre sí en una relación dialógica con una audiencia activa posicionada
discursivamente en otra parte: nuestra experiencia de los pensamientos imaginarios o
recreados del otro mirando, vigilándonos y juzgándonos (el "otro" nos incluye a nosotros
mismos mirando a nosotros mismos). (Foucault, 1973)

Cuando experimentamos problemas dentro de una visión cultural socialmente discursiva,


se nos plantea hacer preguntas relacionales (¿estamos a la altura de las normas /
estándares sociales de lo que constituye la persona, el padre, el compañero, etc.?) Nuestras
conversaciones internalizadas con una audiencia percibida, que conecta y dirige hacia lo
que pensamos que el otro, que nos está vigilando y piensa en nosotros.
La conversación sobre el problema se enmarca dentro de la línea de la historia negativa
interiorizada del problema sobre nosotros, ya que el otro, que nos llena, nos ve. Si no se
controla, la discusión interna proporciona una importante plataforma discursiva para que
las ideas negativas sobre nosotros mismos fermenten y crezcan. La conversación
internalizada es también el aspecto principal de la conversación terapéutica como un
camino para el cambio. (Madigan, 2003).

Es a través de llegar a conocernos a nosotros mismos y nuestras identidades dentro del


marco discursivo de las normas culturales dominantes que respondemos a una visión
presionada, patologizada, torturada y totalizada de nosotros mismos y de nuestras
relaciones. (Diamond & Quinby, 1988).
Para construir un caso perjudicial contra una persona, la autovigilancia y la audiencia se
dan de manera negativa. (135)

La conversación de la audiencia internalizada se produce bajo el marco descriptivo


influyente del problema. Dentro de este contexto discursivo, la historia internalizada
negativa que se cuenta (se reproduce y se interpreta) puede ser muy convincente,
ayudando a la formación del discurso perjudicial del problema y las respuestas posteriores.
(136)

-¿¿Qué/quién constituye una audiencia para esta visión problematizada


particular de ti mismo?
-¿Quién es el portavoz? ¿Qué está diciendo esta persona?
-¿Cuál es el efecto de este dicho?
-¿Qué ideas culturales apoyan el dicho de este dicho?
-¿Esta audiencia lo separa de lo que se considera "normal"?
-¿Influye la conversación de la audiencia en las opiniones que tienes de ti
mismo?
-¿Estas cuentas imaginarias negativas que percibes que otros sostienen
afectan la forma en que realizas tu vida y cómo te relacionas con las
personas?
-¿Que significados la audiencia negativa apoya?
-¿Qué / quién constituye la audiencia alternativa que si le "apoya usted"?
-Si se diera a tu comunidad de interés la oportunidad de hablar, ¿qué dirían
de ti? ¿Por qué dirían esto?
-¿Cómo explicas la diferencia entre las historias de los "apoyos" de ti y las
historias de problemas en las historias que están borrando para ser
verdaderas cuentas?
-¿Cuáles son las principales influencias discursivas que afectan su sistema
interno de autovigilancia?
-¿Cómo esta audiencia se volvió tan poderosamente persuasiva y
seductora de ti?
-¿Cómo respondiste a la conversación? ¿Hay una historia de esta respuesta?
-¿Cuáles son tus pensamientos sobre esta respuesta? ¿Esta respuesta
histórica está sirviendo a sus mejores intereses?
-¿Cómo responde la autovigilancia / audiencia a una respuesta
autosuficiente y positiva?

CONVERSACIONES INTERNALIZANTES
Muchos clientes en terapia confiesan que las conversaciones de problemas internalizantes
son a menudo brutales, vergonzosas, castigadoras y culposas. Las conversaciones
involucran actos de lenguaje perjudiciales que reproducen efectos negativos horribles,
paralizantes y duraderos sobre cómo los individuos se ven a sí mismos (Butler, 1997)Las
conversaciones involucran actos de lenguaje perjudiciales que reproducen efectos
negativos horribles, paralizantes y duraderos sobre cómo los individuos se ven a sí mismos
(Butler, 1997)
Si no se controla, la conversación sobre el problema gana apoyo a través de las muchas
formas en que la cultura dominante apoya los puntos de vista no contextuales / no
discursivos que el proyecto psicológico tiene sobre los problemas. Este
emparejamiento entre la cultura dominante y la ayuda psicológica dominante asegura y
promueve una visión unilateral y patologizada de las personas. Las instituciones del
conocimiento, en este caso la terapia familiar y otras, se confabulan con estas prácticas
culturales/psicológicas al ofrecer a la persona dispositivos terapéuticos y farmacéuticos
específicos diseñados con la intención de que la persona pueda encontrar un lugar más
apropiado y popular dentro de las creencias culturales dominantes. con respecto a quién
él o ella debe ser. (137)

La atención se centra en la relación de poder, lo que sucede discursivamente entre las


personas y los discursos que moldean y dan forma. Este enfoque hacia las personas y los
problemas aleja a la mirada profesional de nombrar al individuo como el sitio del problema
(deprimido, obsesionado, anoréxico, etc.) y hacia un conjunto más amplio de discursos,
conocimiento dominante y relaciones de poder.

EL DESEMPEÑO DE LA COMUNIDAD
DISCURSO Y PODER

¿Quién tiene los derechos de narración de la historia que se cuenta? (Epston)


Su pregunta se refiere a la interconexión dialógica de nuestra identidad, el tema del poder
moderno y el sesgo no-neutral de las historias que contamos y nos cuentan sobre nosotros.
Michael White insistió en que las ideas y prácticas de poder y los efectos que estas
relaciones de poder tenían en las personas y las relaciones eran necesariamente parte
integral de la práctica de la terapia. (138)

ENTENDIMIENTOS DE TERAPIA NARRATIVA


Dentro de la terapia narrativa, la identidad del problema hablado no se considera un
"estado fijo", ni se encuentra dentro del cuerpo de la persona. Debido a esto, un terapeuta
narrativo intenta hacer transparente el estado de las políticas basadas en la identidad en la
vida del problema y resaltar los efectos que estas prácticas discursivas han tenido en la vida
de la persona y cómo la persona ha respondido históricamente (Law y Madigan, 1994)
De central importancia para quienes practican terapia narrativa es el producir
conversaciones de remembranza de “sí mismos alternativos” (o mejor dicho “olvidados” o
“no reconocidos” sí mismos) que han sido experienciados fuera del ámbito de un problema
de identidad específico.

El teorico y critico social Calhoun (1995) señala acertadamente que "la referencia
fundamental de la identidad es un discurso en la ubicación social". La localización de
problemas en el discurso social más amplio abre muchas posibilidades para la práctica.
Estas ideas guían el trabajo de práctica en la etapa inicial de desentrañar el control del
problema particular en la vida de una persona.

El trabajo del terapeuta debería proceder de la siguiente manera:


- Le terapeute ayuda a la persona a nombrar y localizar el problema y expandir la
descripción que incluye las ideas culturales más amplias respecto a lo correcto y lo
erróneo (¿Quién promueve la idea de perfección como una inscripcion normal
de la mejor personalidad posible?)
- Le terapeute cuestiona las formas de responder al problema y cómo le da sentido a
esta respuesta y busca lugares de resistencia.
- Al mismo tiempo, la terapeuta utiliza un lenguaje que situa al problema dentro de
ideas históricas e institucionales (que ha hecho la religión o la educación y su
influencia en las relaciones de género con el entrenamiento del
perfeccionismo?)
(139)

Una vez que el aparato dialógico que soporta el problema es localizado e historizado
(entendiendo de donde el problema , sea perfeccionismo, miedo, etc, provienen y qué es
lo que apoya al problema), podemos comenzar a construir una CONTRAMIRADA (Madigan,
2003) del problema preguntando cómo y a través de qué medios estas conversaciones
apoyan la vida del problema identificado. (como el miedo, el perfeccionismo funcionan
como sostienen el desorden alimenticio).

La CONTRAMIRADA de las ideas dominantes sobre las personas y los problemas brinda un
espacio conversacional para rememorar las formas en que ha respondido y resistido al
problema, redescubriendo las ideas y recuerdos alternativos de quienes fueron, quienes
son y en quien podrían convertirse.

La CONTRAMIRADA terapéutica trae consigo una práctica posestructuralista de las


personas y los problemas al ofrecer una re-examinación de una locación más amplia de las
conversaciones problemáticas y las instituciones que las mantienen. (Hoagwood, 1993). La
CONTRAMIRADA ofrece una coproducción discursiva de posibilidades generativas
involucrando una interpretación más abierta de las capacidades de la persona de formas
posibles de ser.
(140)

AUTOVIGILANCIA / AUDIENCIA
Una conversación interna de autovigilancia/audiencia es descrita por los usuarios como un
especie de trance. El problema le da a la audiencia imaginada la capacidad de comentar
de manera injusta todos los aspectos de la vida de uno.

El impacto a largo plazo de esas brutales conversaciones deben ser expuestas, situadas y
deconstruidas a fin de que el cambio ocurra. Un paso para deshacer estas conversaciones
debilitadas y internalizadas es comenzar a notar la conversación, el contenido y los efectos
del diálogo.
Algunas de las preguntas que se podrían realizar son las siguientes:
- ¿Por qué esta conversación injusta querría separarte de tu mejor conocimiento de
ti mismo y de las personas que te aman?
- ¿Crees que la separación de esta noción de ti misme ha cambiado los aspectos de
quien eres como persona?
- ¿a creado el problema una campaña de chisme sobre tu vida?
- ¿Hay alguna idea sobresaliente con la que haya crecido en relación con las
relaciones que actualmente le están impidiendo tener una visión diferente y quizás
más filosófica / realista de su situación?
- ¿Hay otros conocimientos particulares de psicología popular sobre las relaciones y
el género que parecen apoyar esta visión negativa de ti mismo?
- Si estuviera solo para hablar por sí mismo, ¿qué podría decir en favor a usted
mismo?
para que un problema sobreviva, debe interrelacionarse con las relaciones de poder de una
audiencia de apoyo dialógica dominante. Actuando a través de la mirada normalizadora
(Foucault, 1965), estas técnicas de poder nos ayudan a creer que conocemos los
pensamientos negativos de otros (creo que piensas ...)

Notando la retórica del problema, situando esta retórica dentro de las normas dominantes,
y localizando las historias del fracaso dentro de pautas institucionales de donde se originan
puede servir para curar y debilitar la conversación problemática y despertar una respuestas
alternativa. (141)
Los actos de contramirada sirven para contradecir a la audiencia (imaginada) del problema
al presentar relatos reales de testigos (otras personas) que tienen relación con la persona.

CONCLUSIÓN

Sin la relación continua con el "otro", nuestro "ser" sería invisible e incomprensible. El “otro”
nos da significado y comprensión de nosotros mismos. No somos pasivos; más bien,
respondemos a las interacciones y a los discursos de poder. Lo que se puede decir sobre
quienes somos y con qué autoridad se debate constantemente y se transmite a través de
nuestras tradiciones lingüísticas. La identidad, dentro del contexto de las instituciones de
la psicología moderna y la psiquiatría, pueden concebirse como una esencia de quien dices
que eres, a través de lo que dicen que puedes ser. Las conversaciones problemáticas se
dividen de la misma manera, a través de una conversación continua e interiorizada de lo
que pensamos que deberíamos ser según la cultura dominante y mediadas
relacionalmente a través de la conversación cultural interiorizada de lo que no somos. (146)

_____________________________________________________________________________________

DESAFIANDO EL ESENCIALISMO
DESTRONANDO LA VOZ SUPRIMIDA
(177)
Inspirado en el trabajo de Joan Scott (1992) y Dorothy Smith (1990), se cuestiona la
experiencia, como posteriormente el privilegio de la voz suprimida en la práctica
terapéutica. Dentro de este trabajo, la experiencia es una interpretación que necesita
interpretación (Scott, 1992). Se argumenta que la voz suprimida o descalificada está
ubicada dentro de las historias sociales dominantes, no escapa a lo social, y por lo tanto,
como todas las demás historias, debe desempaquetar. Si deseamos ir más allá de las
limitaciones del subjetivismo en el que se considera que el individuo es independiente del
mundo social, la experiencia debe ser asumida en el trabajo narrativo como totalmente
social.

La terapia narrativa enfatiza la resurrección de la voz suprimida, colocando la vista en los


conocimientos descalificados. Externalizar los discursos internalizados permite que emerja
el conocimiento suprimido. Es necesario aclarar que el resucitar la voz reprimida no quiere
decir el descubrir un “yo” real. (177)

Si bien la terapia narrativa alienta a las personas a adoptar una identidad preferida,
debemos recordar que esas preferencias no existen fuera de la influencia de la cultura.
como tal, la elección existe dentro de las oportunidades y limitaciones de la cultura y no
pueden ser individualizadas (Butler, 1993; Foucault, 1991)

White nos recuerda la importancia de desempaquetar tanto las cuentas positivas como las
negativas en caso de la identidad, ya que ninguna de las dos es evidencia del “yo real”. Tanto
el conocimiento dominante como el subyugado son socialmente construidos, de hecho la
existencia de una historia tiende a depender de la existencia de otra. (Foucault, 1980)

La reflexión terapéutica debe extenderse más allá de la resurrección de la voz suprimida


en razón de destronar la voz reprimida desde posiciones naturalizadas que lo privilegian
como autolimitante. (178)

LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA EXPERIENCIA


Hacemos sentido a nuestras experiencias por medio de historias que nos contamos a
nosotros mismos (Anderson, 1997). Según Anderson, “por medio de las conversaciones
formamos y reformamos nuestras experiencias de la vida; creamos y recreamos nuestros
significados y entendimientos, construimos y reconstruimos nuestras realidades y nuestros
“sí mismos”.

Gergen plantea “Lo que entendemos por experiencia del mundo no dicta en sí mismo los
términos por los cuales se entiende el mundo.” Además los términos en los cuales
entendemos el mundo son socialmente construidos, partiendo de la premisa que las
descripciones y explicaciones del mundo constituyen formas de acción social. Como tales,
están interrelacionadas con toda la gama de otras actividades humanas. (178)

“Lenguajizamos” nuestras experiencias depositándolas en el “ser” de cada une. El universo


simbólico permite la organización de significados dentro de la cultura, de modo que se da
por sentado en la vida cotidiana. Dentro de este proceso, los individuos se ven a sí mismos
como sujetos “en su naturaleza” en lugar de construcciones sociales. (Mead, 1977) Los
miembros de la sociedad se imaginan a sí mismos perteneciendo a un entorno
inherentemente estable y fijo el cual se mantienen desde el nacimiento hasta la muerte
(Berger & Luckman, 1967)

Para Gergen, “el lenguaje no es una imagen de lo real”. Si bien el lenguaje crea significados
compartidos, todas todas las historias sobre la vida social y la experiencia subjetiva implican
interpretación y reflejan los procesos sociales de creación de significado. No puede haber
experiencia fuera de las historias que contamos. El significado no es inherente a estos
momentos subjetivos. No es independiente de la vida social. (179)
PROBLEMATIZANDO LA AUTORIDAD DE LA EXPERIENCIA
Las prácticas terapéuticas modernistas a menudo predican sobre el valorar, validar y
legitimar la experiencia. Este enfoque atribuye un valor de verdad la experiencia,
privilegiando algunas “voces” validadas socialmente y prohibiendo otras.

Existen dos problemas con esta conceptualización de la experiencia, si, por un lado, la la
experiencia se toma en serio, se valora y se valida, a menudo es problemáticamente
esencializada, deshistorizada, universalizada y autorizada. Dentro de este enfoque, la la
experiencia se toma a simple vista, es tratada como un conocimiento incuestionable y
autoritario. Si, por otro lado, uno intenta volver a contar la experiencia, esto implica
descentrar y deslegitimar al "experto" o voz autoritaria del cliente.
La desautorización o el desafío de la autoridad inherente de la experiencia de los clientes
Es un alejamiento de la conceptualización problemática de la experiencia como esencial o
natural.

Scott (1992) plantea que la experiencia no es en sí misma explicativa. La terapia no es nada


si no es un sitio para la deconstrucción de la experiencia y, específicamente, el significado
de la experiencia de vida. La experiencia es "a la vez una interpretación y necesita
interpretación". (180)

Tenemos que atender las paradojas de la experiencia en donde la experiencia es a la vez


un obstáculo como un aspecto necesario de cómo podemos “conocer” el mundo. (Haug,
1992). La experiencia debe ser el comienzo y no el punto final de la investigación social.
Como la experiencia se "crea ideológicamente", debemos preocuparnos por la
organización social de la experiencia.

Desde una mirada posmoderna, la “experiencia”, interpretada como una función


modernista de unificar a los sujetos.

Desde una perspectiva posmoderna, la "experiencia", interpretada como una función del
sujeto unitario modernista, no puede proporcionar un acceso directo e incontaminado a la
realidad, ya que ya está determinada de manera discursiva. Según Haug (1992), los seres
humanos no pueden dar cuentas objetivas de sí mismos; Más bien, se los somete a
construirlas y transformarlas.

Podría decirse que, cuando no cuestionamos ni desempaquetamos estas historias,


reproducimos sin resolver la historia existente. Como tales, los discursos y las relaciones
sociales de opresión y dominación pueden simplemente ser reificados. Por ejemplo, si
legitimamos o validamos, dejando intacta la afirmación de una mujer maltratada de que
ella causó la violencia en su contra, ratificamos no solo su culpa, sino también las relaciones
sociales de dominación.
(180)
Aceptar esta narrativa por su valor nominal, como inherentemente autoritario y
autolimitante, puede en realidad constituir una práctica opresiva. En contraste con las
prácticas modernistas de naturalizar la experiencia y, por lo tanto, autorizar a los clientes
las interpretaciones de los eventos en sus vidas, la influencia posmoderna en la terapia
narrativa reconoce que a medida que las historias de experiencias se construyen
socialmente, no pueden ser intrínsecamente autorizadas o auto legitimadas.
Desde una visión narrativa posmoderna, estas historias de experiencias incluyen tanto
conocimiento subyugado como conocimiento dominante. Como las historias personales
que los clientes llevan a la terapia a menudo son opresivas y dañinas, no podemos dejar la
experiencia intacta. En los procesos narrativos de deconstrucción y reconstrucción de
historias de sí mismo, desestabilizamos tanto la experiencia como el yo. Siguiendo a
Bordieu al desempacar los aspectos cotidianos de la realidad dados por sentados,
"exorcizamos lo doméstico". (181)

EXPERIENCIA ESENCIALIZADORA: LA FICCIÓN DEL SUJETO TRASCENDENTAL


Para Jerome Bruner (2002), el “yo” es siempre un otro. No hay un “yo” fuera de los social: el
yo es completamente social. No existe un sujeto trascendental que escape del lenguaje
social, por lo tanto no hay un yo ni autonomo, esencial ni fijo o estable. Con el
posmodernismo se llegó a la “muerte del sí mismo(yo)”. Como problematiza Gergen:
- ¿De qué se trata nuestra caracterización del yo, las formas en que nos hacemos
inteligibles el uno al otro, que es tan importante para nuestras vidas?
En el mundo posmoderno nos hacemos cada vez más conscientes de que el objeto del
que hablamos no está "en el mundo"sino que son “productos de perspectiva”. Es por eso
que procesos como la emoción y la razón dejan de verse como esencias significativas
de las personas. Bajo las condiciones posmodernas, la persona existe en un estado de
construcción y reconstrucción continua, y se logra visualizar que como vemos el mundo
puede ser negociado.
Si no puede haber una historia "verdadera" o ningún "yo verdadero" y todas las historias y
construcciones del yo son discursivas, entonces debemos cuestionar seriamente nuestro
deseo bien intencionado de privilegiar a la voz reprimida de tal manera que sea tratada
como una verdad. Esencializar la experiencia se refiere a naturalizarla o tratarla como un
elemento fijo o dado de un ser "real" o natural. La experiencia esencializadora lo saca de su
contexto social e histórico. Es, entonces, tratada problemáticamente como si fuera una
verdad incuestionable.

En lugar de tomarlo en serio, se explora la construcción de experiencias como una forma


de politizar y cambiar los límites del esencialismo. (Fuss, 1989) (182)

- Significado es siempre múltiple, politico y cuestionable.

La terapia narrativa explora cómo se han organizado las experiencias de las personas a
través de la investigación de cómo las han narrado. (183)
Rechazo el determinismo social, ya que reduce a los individuos a productos sociales,
rechazando la agencia y el poder de cada une. White (2004) describe esto como
"indeterminación dentro de la determinación", y al hacerlo, está reconociendo la compleja
interacción entre los individuos y la cultura: "Las personas no reproducen pasivamente
estos conocimientos y prácticas culturales" (p. 101). No son simplemente títeres, en sus
interpretaciones y actuaciones de la vida social. (184)

RESURRECCIONAR Y DESTRONAR LA VOZ SUPRIMIDA: LA FICCIÓN DEL VERDADERO


YO

Foucualt (1980) nos recuerda que el silencio no está separado de lo hablado y que el saber
no está separado de lo desconocido. Las historias personales que emergen son un
compuesto de lo hablado y lo no dicho. Al desempacar las historias dominantes que los
clientes cuentan, muchos practicantes de la narrativa son sensibles a la exploración de las
formas en que se agrupan dichas historias. Los terapeutas exploran cómo las personas son
reclutadas en historias dominantes inútiles y la secuencia de eventos a lo largo del tiempo
que proporcionan el apoyo para tales historias. Como hay un interés significativo en alejarse
de las historias inútiles, a menudo son interrogadas a fondo. Además, White (2004), al
alejarse de la idea de las psicologías emancipatorias en busca del “verdadero ser
descubrible”, aconseja a los terapeutas que no vean la deconstrucción narrativa como un
mecanismo para liberar al "yo real":

Es en el contexto de estos malentendidos en el sentido de que las prácticas


narrativas se presentan como prácticas "liberadoras" que se considera que liberan a
las personas para vivir una vida que es más precisamente un reflejo de su "verdadera
naturaleza", o su "humanidad esencial". y de su "autenticidad". Creo que este
enfoque humanista de la terapia narrativa es bastante comprensible, ya que, en la
cultura occidental contemporánea, los discursos humanistas se han vuelto
omnipresentes en la conformación de nuestros entendimientos dados por sentado
de la mayoría de las expresiones de la vida. Estos entendimientos proporcionan
relatos naturalistas de la vida y la identidad. En ellos, la identidad se toma como
producto de la naturaleza, de la naturaleza humana; una naturaleza compuesta de
"esencias" o "elementos" que se encuentran en el centro de quién es uno. De
acuerdo con esta visión de la vida y la identidad, los problemas que experimentan
las personas son el resultado de fuerzas opresivas, represivas y distorsionadoras de
las esencias o elementos de la naturaleza humana. La solución a los problemas de la
gente que proponen estas nociones naturalistas es identificar, desafiar y deshacerse
de estas fuerzas opresivas, represivas y distorsionadoras para que las personas
tengan la oportunidad de ser más verdaderamente quienes realmente son, para que
así puedan. ser libres para vivir una vida que sea un reflejo más preciso de su
naturaleza humana. (189)

La problematización que hace White sobre la naturalización de la identidad sugiere que


los teraoeutas tienen que abandonar las creencias modernistas de que “descubriendo la
verdad trae libertad”. Le terapeute y cliente pueden trabajar juntos para re-autorizar una
identidad más positiva sin ir en búsqueda de “real yo”.

Buscar una descripción más amplia de las historias de las personas significa incluir aquello
que ha sido descalificado, marginado u oprimido, pero eso no significa que la inclusión
necesariamente deba ser privilegiada o naturalizada. La tensión entre la resurrección y el
destronamiento de la voz reprimida está en el corazón de este trabajo. (189)

CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA VIDA EMOCIONAL


La "en sí misma" encarnación de la emoción puede proporcionar un punto de entrada para
explorar el significado, en lugar de ser evidencia del descubrimiento de un real yo. En
cambio, debemos exponer cómo no son inevitables o universales, sino las cualidades
humanas subjetivas y privadas que existen fuera de las construcciones humanas de
significado. Las emociones son respuestas codificadas y encarnadas culturalmente a
eventos vividos, que, a su vez, dan forma a los eventos vividos.

Gergen (1991) señala que aprendemos respuestas aceptables a las emociones de los demás
y formas aceptables de expresar nuestras propias emociones.

El peligro en la terapia es que las emociones tienen autoridad; ellos gobiernan Como tal, la
experiencia emocional se considera inherentemente legítima o indiscutible. Sin embargo,
solo porque uno siente que algo es verdad no lo hace así. La experiencia se confunde con
la verdad cuando uno invoca experimentarse como la evidencia de la verdad. Escuchamos
que las personas cuestionan y apoyan las ideas de otros a través de los estatutos que
comienzan con "Basado en mi experiencia ..." Sin embargo, solo porque uno afirma que
algo es verdad no lo hace así.

La experiencia de las emociones son tanto discursivas como encarnadas. Hacemos sentido
a los eventos de nuestras vidas y nuestras respuestas emocionales por medio de las
historias que nos contamos. Las respuestas emocionales de hecho, son parte de las
historias que contamos de nuestros eventos de vida.

Aunque la razón y la emoción forman una construcción de oposición dominante dentro de


la cultura occidental, son inseparables entre sí. A menudo se los ve como opuestos entre sí,
en lugar de una sola cosa. Así como uno necesita las ideas de "adentro" para hablar de
"afuera", la razón y la emoción son confluentes. Lo que llamamos "emoción" informa la
razón, y lo que llamamos "razón" informa la emoción. Cada uno de nosotros nos ayuda a
dar sentido al otro. (190)

Reconociendo que la experiencia emocional es construida y performada, se puede


desempaquetar para explorar sus significados. Decisión, responsabilidad y agencia pueden
ser enfatizadas al cuestionar dicha experiencia emocional. Es posible explorar las
emocional como un ingrediente significativo en la construcción social de las historias que
las personas cuentan de sus propias experiencias. Las emociones tienen efectos “reales”
que no pueden ser ignorados, por lo que en terapia se hace primordial el hacer sentido de
las emociones más que reducirlas a esencialismos o normalizaciones.(191)

La vida emocional es tanto discursiva (socialmente construida, con significados


compartidos) y extradiscursiva (encarna efectos en la vida de las personas). A pesar de su
encarnación subjetiva en cada personas, las emociones nunca son reducibles a un mundo
privado interno.

No hay duda de que los mundos emocionales particulares, las realidades emocionales o las
subjetividades corresponden, sin ser reducidos, a posiciones particulares del sujeto, como
la raza, la clase o el género dentro de la cultura.

Desde una formulación modernista, conceptos como “experiencia” y “emoción” son


invocados sin cuestionarse, siendo claro que se requiere de reflexividad crítica en torno a
esos conceptos desde una mirada posmoderna.

En un tipo similar de lucha, la teória postestructural feminista ha lidiado con la forma de


tener una política de género sin esencializar o fijar la categoría de las mujeres. Butler (1992),
Riley (1992) y Alcoff (1988) discuten contra simplemente abrazar la paradoja del
esencialismo y el normalismo, por lo que la diferencia de sexo se enfatiza (esencialismo) o
se niega (normalismo).

Alcoff (1988) defiende una tercera posibilidad, la idea de "posicionalidad", como una salida
de este vínculo. Desde esta postura, la identidad se reconoce como un punto de partida,
pero también como una construcción. En este sentido, lo emocional se podría visualizar de
la misma forma, tomando la “experiencia” y “emoción” como un punto de partida mientras
que a la vez son construcciones sociales. Como bien plantea Gergen, “el vocabulario de la
vida mental está construido socialmente”.

White (2004) toma prestada la descripción de Bruner de la psicología popular como un


puente para negociar la construcción social de la vida emocional y como una forma de
involucrarse con estas construcciones culturalmente normativas dentro de las
conversaciones terapéuticas. La psicología popular, sugiere Bruner (1990), es la forma en
que la cultura interpreta "cómo funcionan los humanos" y las verdades cotidianas,
normativas o dadas por sentado sobre la mente humana.

CONCLUSIÓN

Si bien poner la voz suprimida o el conocimiento descalificado a la vista presenta la


posibilidad de historias alternativas, no son historias más verdaderas. Un proceso
terapéutico que busca descripciones gruesas en lugar de delgadas busca descubrir la voz
reprimida porque está oculta, no porque sea más verdadera. Esto significa que la historia
contada es más rica y gruesa, lo que permite la consideración de múltiples
interpretaciones para la creación de historias alternativas. La terapia narrativa
posmoderna necesita evitar reflexivamente el deslizamiento hacia la esencialización de la
voz resucitada como si representara el verdadero yo. Cuando la experiencia se
desempaqueta y se entiende como una historia o interpretación, la voz suprimida es
destronada. No podemos tomar historias de experiencias como "verdad", sino también
como historias que emergen dentro de la cultura. La voz suprimida, si bien es importante
y valiosa, no puede privilegiarse más allá de la indagación. (193)

ACABAR CON LA VIOLENCIA DE LOS


HOMBRES AL DESAFIAR EL
ESENCIALISMO DE GÉNERO (Tod
Augusta-Scott)
Mientras que la historia de poder y control del hombre contra su pareja mujer, es
muy importante notar que existen otras historias que son importantes a la hora de la
terapia. La terapia narrativa ayuda a apreciar las múltiples y a veces contradictorias
historias que ayudan al cese de la violencia.

Me preocupaba que reconocer el abuso de las mujeres pudiera mitigar la


responsabilidad de los hombres por haber usado una conducta abusiva. Ahora
puedo reconocer cómo las mujeres y los hombres son responsables de sus
elecciones. Al alejarme del pensamiento dicotómico (Derrida, 1980), pude reconocer
el poder y la impotencia de ambos hombres y mujeres, su experiencia de perpetrar
un abuso y ser víctima de abuso, y su responsabilidad por sus propias decisiones.
Reconocer esta complejidad me ha ayudado a escuchar las historias de los hombres
de manera diferente y ha ayudado a reescribir las historias de identidad de los
hombres que los hacen pasar más allá de las historias que los hacen esenciales y
totalizadores de género.(199)

ESTUDIANDO EXCUSAS Y JUSTIFICACIONES


A la hora de trabajar con hombres que han ejercido violencia a sus parejas mujeres,
se invita al hombre a estudiar y analizar cómo las excusas y justificaciones
mantienen la elección de comportamiento abusivo. (199)
Cuando el hombre comienza a culpar a su pareja, escribo la excusa en un bloc de
notas grande (o pizarra), luego se le invita al hombre a ser curioso respecto a sus
palabras. El anotar sirve para colocar el problema fuera de la persona
(externalización) centrando la conversación en las ideas base y no en el hombre
perse.
El hombre justifica el abuso y las expectativas de sus parejas a sí mismo invocando
relatos naturalistas del género (“Los hombres no lloran”, “Las mujeres son todas
iguales”). Estas historias tradicionales del género a menudo lleva a los hombres (y
mujeres) a esperar que la mujer sea quien tranquilice los problemas y sea la que
dirige la crianza. Como resultado, cuando el hombre hace uso de su
comportamiento abusivo, él culpa a su pareja por no haber solucionado el conflicto,
no haciendolo sentir bien (Jenkins, 1990).

Encuentro útil interrumpir este esencialismo de género al preguntar dónde


los hombres han aprendido estas ideas sobre mujeres y hombres:
● ¿Cuándo aprendiste la idea de que todas las mujeres están criando?
● ¿Qué aprenden las mujeres y los hombres de la sociedad sobre las
responsabilidades de las mujeres y los hombres en una relación?
● Si un hombre estuviera influenciado por estas ideas, ¿cómo podrían estas
ideas afectar la confianza, el interés y el respeto en su relación a lo largo
del tiempo?

A menudo las respuestas a esas preguntas llevan a una exploración de las


expectativas sociales de las relaciones entre hombres y mujeres. Los hombres son
invitados a explorar los efectos de justificar y excusar su abuso culpando a sus
compañeras. Al observar los efectos de esta idea, los hombres a menudo se vuelven
críticos con ella. (200)

Las siguientes preguntas ayudan a facilitar esta exploración:


● ¿Qué tan fuerte ha influido esta idea en tu vida: que tu pareja tiene la
culpa de tus decisiones respecto a realizar el abuso?
● ¿Dónde has dejado que esta idea te lleve?
● ¿Qué te ha impedido ver esta idea sobre tu pareja y sus sentimientos e
intenciones?
● ¿Qué efectos tiene la idea (que su pareja sea la culpable de la violencia
que ejerce él) tiene en una relación a largo plazo?
● ¿Cómo te ha impedido esta idea construir una relación más preferida
respecto al trato? (Jenkins, 1998)

Los hombres se distancian a sí mismos de la idea que “ella tiene la culpa” cuando
exploran la influencia de esta idea en sus decisiones. También realizo preguntas
externalizantes que resalta el cómo la idea de que su compañera es culpable de su
comportamiento abusivo le impide asumir la responsabilidad de su
comportamiento:
● Si un hombre quisiera detener su abuso pero pensara que su compañero
era el culpable, ¿trataría de controlarse o de controlarla?
● ¿La idea de que su pareja es la culpable aumenta o disminuye el
comportamiento abusivo y controlador con el tiempo?

Para continuar enfocándonos en la responsabilidad de sus actos, alejando al hombre


del culpar a otros se le realizan las siguientes preguntas:

● ¿Cómo estas ideas te han llevado a ver tu problema de control como si


fuera el problema de tu pareja?
● ¿Cómo esta idea te ha impedido tomar control de ti mismo?
● ¿Quién ha trabajado más duro para detener su abuso y prevenir la
violencia, usted o su pareja? (Jenkins, 1998)

Típicamente, los hombres mismos comienzan a resistir a la idea de que su


comportamiento abusivo es culpa de su pareja. Con este fin, les pregunto
directamente a los hombres: "¿De quién es el trabajo para detener tu violencia?"
(Jenkins, 1998) Cuando hago esta pregunta, la mayoría de los hombres dirán que es
su trabajo. En este contexto, puedo invitar a los hombres a reflexionar sobre cómo
pueden haber confiado previamente en sus compañeros para asumir la
responsabilidad de su propia violencia:

● ¿Quién ha estado estudiando su violencia y sus efectos más, hasta ahora,


usted o su pareja?
● ¿Quién necesita estudiar cómo funciona tu abuso?
● ¿Quién necesita estar pensando en los efectos del abuso?
● ¿Qué pasaría si siguiera dependiendo de su pareja para que haga su
trabajo por usted?
● ¿Podría manejar una relación en la que controle su propia violencia, o
necesita que su pareja trate de controlarla por usted manteniéndola
tranquila o "caminando sobre cáscaras de huevo" a su alrededor?
● ¿Desea tomar medidas para frenar a usted mismo o prefiere dejar que su
pareja siga tratando de detener el abuso por usted?

Al mismo tiempo que exploro los esfuerzos de los hombres para proporcionar
excusas o justificaciones para su comportamiento abusivo, podría pedirles que
hablen sobre lo que tendría que hacer una pareja para asumir la responsabilidad de
su propio comportamiento abusivo. Mientras el hombre habla (indignado) sobre el
comportamiento abusivo de su compañera, a menudo lo invito a desarrollar una
definición de responsabilidad usando a su compañera como ejemplo. A través de
este proceso de definición y exploración del comportamiento de las mujeres, los
hombres a menudo pueden articular lo que la mujer tendría que hacer para asumir
la responsabilidad de sus propias decisiones para interpretar el abuso. Hago las
siguientes preguntas:

● ¿Quién es responsable de detener el comportamiento abusivo de tu


pareja?
● ¿Qué pasaría si ella te culpará por sus decisiones de usar el abuso en la
relación?
● ¿Qué significaría si tu pareja pudiera disminuir la velocidad y pensar en
los efectos de su comportamiento en ti? (201)

Una vez que el hombre haya establecido la definición de responsabilidad, los invito a
aplicarlo a sí mismos y a ver lo que tendrían que hacer para asumir la
responsabilidad. (202)

Les pregunto “Quién es responsable de detener tu comportamiento abusivo?”, por


lo que la mayoría de los hombres no defienden un doble estándar, una definición de
responsabilidad para ella y otra para él. La mayoría de los hombres concluyen que
ambos tienen que asumir la responsabilidad y, con este fin, los hombres a menudo
afirman su compromiso de asumir la responsabilidad, ya sea que sus parejas lo
hagan o no. A veces los hombres están influenciados por la idea de que "no puedo
cambiar si ella no cambia". Para protegerlos contra esta idea, les hago a los hombres
las siguientes preguntas:

● Si tu pareja está siendo irrazonable o abusiva, ¿cómo puedes responderle


para que se acerque más a la relación que deseas?
● ¿Está diciendo que incluso si su pareja no está asumiendo la
responsabilidad y le está gritando que todavía valora la responsabilidad?
● Si ella decide ir por el camino de la "falta de respeto", ¿estás diciendo que
todavía quieres seguir tu propio camino de "respeto" en lugar de seguirla
por el camino de la "falta de respeto"?

La idea "no puedo cambiar si ella no cambia" lleva a los hombres a creer que para
detener su propio comportamiento abusivo, sus compañeras tendrían que detener
su comportamiento irrazonable o incluso abusivo. Cuando los hombres hacen esta
declaración, a menudo (equivocadamente) equiparan la responsabilidad de hacer
que una relación funcione con la responsabilidad de detener el abuso. Invito a los
hombres a distinguir entre los dos. A menudo estoy de acuerdo con la declaración
de los hombres: "se necesitan dos" para hacer que una relación funcione, y ambas
personas son responsables de contribuir a la relación de manera respetuosa. Pero si
no deja de lado su abuso, la relación no funcionará. Si ella no detiene su abuso, la
relación no funcionará, solo se necesita que él detenga su propia conducta abusiva.
(202)

GÉNERO
Mientras que antes creía que el género estaba construido socialmente, mi práctica a
menudo esencializaba el género como fijo, estático e inmutable (de Lauretis, 1985).
En lugar de ver a las mujeres y los hombres como biológicamente determinados, los
vi como socialmente determinados (Brown, 2001). Comencé a cuestionar el
esencialismo de género que influye en mi trabajo cuando me di cuenta de cómo mi
uso de la historia del poder y el control como una gran narrativa para explicar la
violencia de los hombres en realidad replicaba las ideas de género tradicionales: los
hombres son poderosos perpetradores y las mujeres son víctimas sin
poder(Augusta-Scott , 2003).

En un esfuerzo por resistir el esencialismo de género, ahora encuentro útil pensar en


el género como historias que se cuentan sobre mujeres y hombres. Pensar en el
género como historias también me permite reconocer que las personas son más
complejas y contradictorias de lo que sugieren las historias de género tradicionales.
Cuando hablo de "mujeres" y "hombres" no estoy hablando de cómo son las mujeres
y los hombres, sino más bien las historias que se cuentan sobre cómo son las
mujeres y los hombres.
Al pensar en el género como una historia, puedo alejarme del esencialismo y de la
universalización de mujeres y hombres.

Mientras que las historias de género no determinan a los hombres ni mujeres, si son
una poderosa influencia en las decisiones y comportamientos de las personas. Esta
distinción me permite explorar cómo mujeres y hombres participan, se ven
influenciados por y resisten las historias de género.
También me resulta útil entender el género como un performance (Butler 1990;
2004). Pensar en las historias de género como una práctica desafía la idea patriarcal
de que la masculinidad y la feminidad son identidades biológicas fijas, naturales e
inmutables. Al darse cuenta de que la "masculinidad", por ejemplo, es una práctica o
performance, me permite notar cómo tanto las mujeres como los hombres
practican el comportamiento que se construye como "masculinidad dominante".
Por ejemplo, al pensar en el género como una práctica o performance, puedo notar
cómo las mujeres practican la "masculinidad dominante"
.
Ahora me doy cuenta de que las historias de género influyen en estas relaciones de
múltiples maneras. Por ejemplo, las historias de género influyen en las decisiones de
los hombres para perpetrar el abuso para establecer el poder y el control sobre sus
parejas (Pence y Paymar, 1993).

Creando respeto y desafiando esencialismo de


género
Para que mis conversaciones fueran efectivas para abordar las prácticas
irrespetuosas de los hombres, también necesitaba examinar mi comportamiento
hacia ellos. (203)

Crear conversaciones anti esencialistas a menudo implica permitir que los hombres
hablen sobre sus experiencias de haber sido heridos.
.
Uno puede caer en replicar la masculinidad dominante negando la experiencia del
dolor de los hombres a través de desafiar y confrontar a los hombres de manera
opuesta.

Ahora, en lugar de interrumpir a los hombres, desafío el esencialismo de género que


influyó en mi práctica al prestar atención a la experiencia emocional de los hombres
que están siendo lastimados por sus parejas mujeres.

Los hombres desafían la masculinidad tradicional al hablar sobre sus experiencias de


ser lastimados, particularmente por las mujeres. Al compartir sus vulnerabilidades y
cuidar a otros hombres en el contexto de un grupo terapéutico, los hombres revelan
formas alternativas de ser.

Además, al experimentar relaciones de cuidado, los hombres pueden recrear estas


prácticas de cuidado con sus parejas. En lugar de participar en una confrontación de
oposición, ahora desafío a los hombres haciendo hincapié en la seguridad y el
respeto (Augusta-Scott, 2003). Como resultado de sentirse seguros y respetados, los
hombres a menudo son capaces de enfrentar comportamientos de los que se
avergüenzan y se sienten más vulnerables cuando discuten por primera vez.

Cuando desafío el esencialismo de género y oigo las experiencias de los hombres de


ser víctimas de abuso, generalmente ellos están listos para tomar la responsabilidad
de su propio abuso y los efectos de estos abusos en sus parejas. Es necesario
escuchar sus experiencias y no ser juzgados al minimizar sus propias experiencias de
ser violentados.
El enfoque dominante en el trabajo de “violencia doméstica” asume que si los
hombres hablan del comportamiento de sus parejas, estaría evitando
responsabilidad, por lo que estarían justificandose y excusándose de su propio
actuar (Pence & Paymar, 1993) (205)

Posicionamiento político
Mis creencias políticas centrales en este trabajo son que la violencia de los hombres
hacia las mujeres es opresiva; La violencia de los hombres está fuertemente
influenciada por el sexismo; y los hombres deben asumir la plena responsabilidad
por su comportamiento abusivo. (Pence & Paymar, 1993). Intento comunicar mi
política en conversaciones a través de mis preguntas y curiosidad en lugar de
imponer mi política a los hombres o pretender ser neutral.
A través de estas conversaciones, cuestiono reflexivamente mis propias políticas y
prácticas de una manera similar a la que estoy invitando a los hombres a hacer.
De acuerdo con el enfoque dominante con el que se trabaja la violencia de género,
anteriormente adoptaba la postura tradicional del experto en las conversaciones con
hombres. Adoptando esta posición me llevó a ser un interrogador, siendo lo más
parecido a un policía dentro de la conversación terapéutica (¿Le creo o no?) lo que
terminaba en que me enfocaba más en mi mismo que en lo que podría ayudar al
hombre y a su pareja.
Por ejemplo, si comenzaba a creerle al hombre podría ser porque estaba siendo
manipulado. Para evitar esos riesgos emocionales de creer o no a los hombres, los
consideraba de base deshonestos, lo que concluía en que no les creía sus relatos.

Contrario a mis intenciones el efecto de ser un policía y poner en duda la honestidad,


el hombre sentía esto por lo que terminaba negando o minimizando el abuso
perpetrado. Al alejarme de esta postura de policía me hizo cambiar de mirada y
tomar una posición más curiosa sobre sus ideas, los mensajes “implícitos” en su
discurso, viendo como una opción el ser honestos o no en la conversación, el
resultado es que la mayoría de los hombres comienzan a responsabilizarse por ser
honestos en la conversación mientras me preocupo por ellos; a menudo se dan
cuenta de que no estoy interesado en sí son honestos o no. Si eligen ser
deshonestos, los hombres a menudo se dan cuenta de que las únicas personas que
serán lastimadas o "engañadas" en la conversación por su deshonestidad son ellas
mismas. (206)

Primordialmente me enfoco en cómo podría serle de ayuda al hombre y a su pareja.


Este enfoque me permite el ser curioso sobre las contradicciones y complejidades
involucradas en las experiencias de hombres y mujeres, por lo que a menudo trabajo
con ellos, tanto en sesiones individuales como juntos.
A pesar de tener mi propia interpretación de la situación que se narra, mantengo
abierta la ambigüedad de la conversación, para así poder compartirlas a la pareja,
pero lo importante es enfocarse en la seguridad y en cómo pueden estar protegidos
de la violencia ambos.

En contextos de tribunales o protección a menores, es donde se impone la


necesidad de imponer la "posición de experto", esta práctica tensa la relación
terapéutica y, a su vez, obstaculiza los esfuerzos para detener su abuso. Esta tensión
es solo un ejemplo de los dilemas enfrentados en este trabajo. (207)

Neutralidad
No creo posible el adoptar una “postura neutral” como es planteado en la teorización
de la terapia familiar (Minuchin, 1974). No estoy sugiriendo que los terapeutas
prueben y acepten una “postura del no saber” como se ha planteado por varios
relativistas posmodernos. (e.g., Anderson, 1997). Esas posturas no toman en cuenta el
poder ejercido por el terapeuta, por lo que estaría siendo un reflejo de ideales
modernistas sobre la posibilidad de ser un ente objetivo libre de valores (Brown,
2003).

La ficción de la “objetividad” y la “neutralidad” no reconoce el poder institucional y


relacional que el terapeuta tiene inevitablemente para dar forma a estas
conversaciones terapéuticas colaborativas (Brown, 2001; White, 1992). Quiero
centrarme reflexivamente en cómo mis preguntas son moldeadas por mi propio
sistema de significados y políticas y cómo, a su vez, moldeo las respuestas de los
hombres por las preguntas que les hago. Tengo una agenda detrás de las preguntas
que elijo hacerles. Por ejemplo, mi agenda para que hablen del comportamiento
abusivo de sus parejas es reconocer su dolor y detener su comportamiento abusivo.
(208)

Conclusión
El discurso de violencia doméstica dominante se resiste a tener conversaciones con
hombres sobre sus experiencias sobre el comportamiento abusivo de sus parejas. En
parte, esto refleja el esencialismo de género que continúa influyendo en el campo de
la violencia de género.

Estas conversaciones permiten a los hombres cuestionar sus excusas y


justificaciones para abusar de sus parejas. También ayudan a resistir el esencialismo
de género, mediante el cual los hombres se totalizan a una identidad
unidimensional como "perpetradores" y las mujeres se reducen a una identidad
unidimensional como "víctimas".

El desafiar el esencialismo de género me ha permitido crear conversaciones que son


más reflexivas y empáticas para mujeres y hombres, pasando de las prácticas de
confrontación a las de invitación y de centrarme solo en mis ideas para colaborar
con miembros de ambos sexos. Al utilizar las preguntas y la curiosidad de forma
inesperada, el acceso a las historias de hombres sobre el comportamiento abusivo
de las mujeres se ha convertido en un componente importante en las
conversaciones para poner fin a la violencia de los hombres contra las mujeres.

Vous aimerez peut-être aussi