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“No hay, en todo el curso de la literatura uruguaya, ninguna novela de amor que
pueda compararse con ésta. Y, desde su aparición, todo lo que la narrativa uruguaya ha
escrito sobre el amor, se ha empequeñecido” (en Cosse 1995: 41) señaló Graciela
Mántaras con relación a Solitario de Amor. En Solitario de amor no hay relato a la manera
tradicional de entenderlo. Graciela Mántaras observa que se trata de una historia
imposible de contar: “Lo más que puede decirse es que el narrador-protagonista ama a
una mujer llamada Aída” (39). En el mismo sentido Parizad Tamara Dejbord apunta que
en esta novela “se textualiza un discurso amoroso” (1998: 173). El esquema actancial es
sumamente básico y estático.
Testigo
Raúl
1“He intentado hacer una fenomenología de la pasión. Solitario de amor es un análisis psicológico del deseo”.
(Entrevista con Elvira Sánchez Blanke: internet)
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2 Diccionario de lingüística. Dirigido por Georges Mounin. Editorial Labor, Barcelona, 1979
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3 “El amor es una droga dura” será el título del libro publicado en 1999.
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Hay una sola casa en la vida de cada uno -dice Raúl, repartiendo las
cartas sobre la mesa para resolver un solitario -.Y es la casa de la
infancia. En ésa nos quedamos para siempre. Las demás sólo son
simulacros, sucedáneos. (36)
No hace falta agregar más. Lo que hay que destacar es la lucidez para aludir al
proceso primario en la relación del protagonista con Aída que nos retrotrae incluso a la
memoria pre-edípica e intrauterina. Debemos imaginar el mundo intrauterino o pre-
edípico gobernado por sensaciones táctiles, orales, gustativas. De acuerdo a Lacan sería
el gobierno del orden imaginario. La visión no se encuentra aún desarrollada y menos
aún, todo lo vinculado al orden simbólico, el orden del lenguaje.
Los ciegos no ven: reconocen. (...) Toco a Aída como un ciego (...) La
palpo como quien ha de (re)conocer antes de nombrar (17)
La imagen del ciego evoca la sensibilidad del bebé. El niño recibe los mensajes
del mundo cuando palpa a su madre. La madre es el territorio; es el mundo con el cual el
niño se relaciona sin intermediación alguna del lenguaje. Se suceden con voracidad
también algunas imágenes intrauterinas e incluso anteriores.
En este instante discursivo, el texto parece querer dialogar con el relato freudiano
de Totem y Tabú. Esta obra de Freud, fantaseosa para algunos e intuitiva para otros,
polémica por lo general, pone en relato una etapa capital de la hominización por la cual
el Homo sapiens deviene en animal social. Tal como lo explica Kristeva: “Freud apela a
una “historia monumental” o a una “realidad exterior” distinguida de la actividad psíquica
y no obstante inseparable de su significancia. (...) (Freud) multiplica las metáforas, y su
pensamiento no cesa de interrogar la historia primitiva como realidad exterior, rebelde a
la representación psíquica y más directamente del lenguaje” (1998: 106).
Consecuentemente Otto Fenichel refiere a que “la lógica del esquizofrénico es igual a la
del pensamiento primitivo, mágico (...) es la manera arcaica de pensar (...) el pensamiento
esquizofrénico se halla en pleno regreso de la etapa lógica a la prelógica” (Fenichel: 143).
Un último rasgo, solidario con los anteriores, es la desvinculación inversamente
proporcional que se produce entre el narrador y el resto de la sociedad en relación a su
identificación con Aída. Nuevamente asistimos a una paráfrasis del concepto freudiano
de la sociedad. Ha señalado Freud que el “espíritu gregario”, a diferencia del amor, no
obedece a una energía instintiva. El hombre se vuelve social para compensar
económicamente (hablamos de economía psíquica) la defraudación de no poder satisfacer
un instinto primario. Se conoce con el nombre de sublimación al desplazamiento de los
instintos socialmente censurados hacia otros medios de satisfacción con un valor social
positivo. En consecuencia, podemos afirmar con Freud que la cultura “reposa sobre la
renuncia de las satisfacciones instintuales (...) Si no se compensa económicamente la
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Estos rasgos han sido ordenados separadamente con el fin de simplificar nuestra
exposición pero conforman un solo fenómeno psíquico. Concluiremos con la siguiente
cita de Freud en la que aparecen reunidos los elementos antes mencionados en una serie
de oraciones. “En el psicótico acosado por los conflictos, el “yo” no emprende ninguna
actividad conducente a defenderse, “se deja estar”. Si el presente es displacente, el yo se
sume en el pasado. Si las nuevas formas de adaptación fallan, se refugia en otros más
antiguos, en los modos infantiles de receptividad pasiva e incluso, quizás, en los de la
vida intrauterina. Si una forma de vida más diferenciada se hace demasiado difícil, es
abandonada a cambio de una existencia que ya es meramente vegetativa. (1984: 474/75).
Todos éstos, elementos de análisis que nos ayudan a mantener un diálogo profundo con
la obra y a develar los enigmas del “Solitario de amor” que juega su protagonista.
BIBLIOGRAFÍA
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