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JACQUES CAMATTE

CONTRA LA
DOMESTICACIÓN: DE ESTE
MUNDO DEBEMOS SALIR.
Gemeinwesen Comunidad Ediciones
Territorios administrados por el Estado mexicano
Editorial nómada sin dirección de internet
gemeinwesen.ediciones@protonmail.com

Ningún derecho reservado. Toda la vida a liberar, te queremos


Jacques.

ISBN: recordando al compañero Bartleby preferimos no hacer-


lo.

Primera edición, inicios de 2018


1000 ejemplares

Burnin’ and lootin’


JACQUES CAMATTE

CONTRA LA
DOMESTICACIÓN: DE ESTE
MUNDO DEBEMOS SALIR.
JACQUES CAMATTE

PRÓLOGO
JACQUES CAMATTE
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

¿Qué/quienes somos?
Hola querido lector. Nosotros, a propósito de los mo-
tivos que nos impulsan para lanzar la presente edición
de textos que le presentamos, consideramos perti-
nente esbozar una presentación breve, a fin de des-
mitificar la imagen que se puede posar sobre nuestra
actividad nublando lo que interesa, verdaderamen-
te, de ella. Sabemos bien que no deberíamos iniciar
“deslindándonos” ya que se podría asumir como un
acto de cobardía, de esa cobardía de último minuto,
de quien se queda a pleno salto, de quien tras decir
“sí” termina reculando, de quien después de la rabia
trae las acusaciones. Cobardía de esquirol, vamos.
Pero nos deslindamos de una idea; más propiamente
de un conjunto de ideas que quien tiene este libro
entre sus manos podría formarse sobre nosotros. De-
jaremos algo claro, no somos un grupo político. La
política es una esfera separada del resto de la vida,
no queremos ser profesionales de la política. Ni aun-
que esta se revista de “antagonista”, sabemos que es
el mismo cadáver de los aparatos y dispositivos de
“responsabilidad” pero vestidos de negro y “asam-
blearios”. No somos un grupo político con respon-
sabilidades y funciones claras para sus miembros.
Carnets, reuniones programadas y círculos de lectura
donde los más avanzados educan a los tontos.
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CONTRA LA DOMESTICACIÓN

Tampoco somos un club de amigos que visten de ne-


gro, como si fuéramos una orden monástica militan-
te, que se reúne para charlar de una revolución que
nunca llega. O peor, para pretender producirla. No
creemos en las “estructuras informales” que se han
puesto de moda como revire extremo de la social-
democracia democrática y democratizante que viste
de negro. Las estructuras informales de acción y las
vanguardias especializadas y armadas son estructu-
ras burocráticas, se atienen al orden de este mundo, a
su normalidad, a su naturalidad.
Son rackets, gangs que le disputan la administración
de la carroña a los Aparatos estatales. Reproducen
la lógica de la pandilla en un mundo organizado en
torno a la balada de Al Capone. No tememos que
nos llamen delincuentes las estridentes voces de este
mundo. Que no queramos entrar a la lógica del en-
frentamiento mediado por las reglas del mundo del
capital no significa que no sepamos golpear o que
dejaremos que nos pasen encima. Sin ser especialis-
tas de la violencia devenimos partisanos de la vida
cotidiana. No nos verán en la niebla de la guerra por-
que no adoptamos formas híperviriles, trágicas, mi-
litantes, sacrificadas de “luchar”. Antes de que nos
señalen con el dedo y mencionen a los presos, desa-
parecidos y a los caídos sepan que peleamos también
en esta guerra civil mundial, sentimos sus violencias
golpeado nuestros cuerpos, moliendo nuestras men-
tes. La violencia, vileza y tristeza del mundo no nos
es ajena.
No queremos ser un grupo de difusión de ideas anár-

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JACQUES CAMATTE

quicas y de la comunización. No queremos vender


recetas de organización o teoría. No tenemos la úl-
tima novedad en el mercado de las baratijas ideoló-
gicas. No sabemos nada de ideologías. No nos ads-
cribimos a ninguna. Leyendo al Moro de Tréveris
entendimos que la ideología es pensamiento muerto.
No queremos cargar muertos. No queremos trabajar.
No somos una editorial autogestionada o una coope-
rativa, sabemos que esas formas ya no responden al
presente. No queremos introducirnos a la industria
cultural alternativa. No vendemos mercancías para
los que se compran la identidad del rebelde. Nuestro
trabajo no es hacer libros. No pretendemos liberar el
trabajo “haciendo lo que nos gusta”. El trabajo es una
situación de rehenes y nosotros no tenemos síndrome
de Estocolmo. Queremos dejar de ser proletarios, no
queremos “cultura proletaria”, no coreamos “orgullo
obrero”. La autosupresión del proletariado es la su-
presión del mundo de la mercancía.
Rechazamos la militancia, el sacrificio, los consen-
sos, el “es la mayoría y te callas”, el totalitarismo de
la democracia, el ejercicio de la violencia como otra
función burocrática informal o formal, la organiza-
ción, la autogestión de los restos de este mundo. No
queremos los fetiches de este mundo. Rechazamos
la noción burguesa, socialdemócrata y tercerinterna-
cionalista de “partido”. El partido no es un aparato
de burócratas. El partido no va a las elecciones. El
partido no se apodera de los gobiernos o Estados. No
se afilia al partido, este no lleva la contabilidad de
sus miembros. Se es el partido cuando nuestra espe-
cie lucha por librarse la de dominación. Cuando el

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CONTRA LA DOMESTICACIÓN

siervo mata al señor. Cuando el comunero quema la


casa del encomendero. Cuando el proletariado lucha
por quitarse sus cadenas. El partido es un punto de
enunciación y agrupación. El partido no tiene sedes,
emerge golpeado en cualquier geografía. El Partido
es conflictividad antipolítica que destruye el orden
de las cosas. Suyo es el Partido del Orden. El nuestro
el del desorden, la disolución, la sedición, el comu-
nismo, la anarquía.
Hasta aquí no se ha encontrado una pizca de hu-
mildad, afirmaciones totales, negaciones virulentas.
Arrogantes proletarios, no podemos ceder un milí-
metro ante un mundo que nos escupe en la cara a dia-
rio, que nos fuerza a llorar cuando no se nos ve, que
nos vende el amor como una atrocidad y las atrocida-
des como mercancías más, que valoriza todo. No po-
demos ser humildes en este mundo, con este mundo.
Somos seres sensibles, sensibilidades, cuerpos que
se encontraron y trascendieron el inmediatismo del
encuentro. Queremos ser-en-común. Eso nos pone
en conflicto con el Orden del Mundo. El capitalismo
nos ha hecho daño, mucho daño, a nosotros, a los que
queremos. Eso nos puso en marcha, nuestra sensibi-
lidad. El no saber que es disfrutar si no se está media-
do por una mercancía. El intuir que se puede disfru-
tar sin estar mediado por una mercancía. El saber que
de este campo de concentración liquido puede haber
una salida si todos los condenados cooperamos para
la revuelta.
Nuestro encuentro está estigmatizado por nacer en la
generación de la Utopía Muerta, del Fin de la Histo-

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JACQUES CAMATTE

ria, pero sobre todo, por negarnos a creer ese dogma


liberal – democrático, negarse a vivir en un litost per-
petuo es contravenir el orden dado como Destino, en
este campo de concentración que es la vida cotidiana
¿Quiénes de nosotros no temen el castigo al incen-
diario? En las tragedias griegas la pena por contrave-
nir el destino era la muerte. Ese destino es falso.
A la deriva nos encontramos, nos reconocimos y uni-
mos. Por fuera y en contra de los guettos ideológicos.
En el Partido, nuestro invariable Partido. Esta vez su
forma y contenido no es la de los revolucionarios pro-
fesionales que agitan en la fábrica Putilov, o la de un
grupo de artistas trágicos que arden prematuramente
al defender y sostener causas perdidas de antemano o
la de un club de fumadores de hashís “políticamente
comprometidos” que intentan descubrir el lenguaje
de los vasos comunicantes.
Esta vez la forma en la que se presenta es más similar,
por llamarlo de alguna manera, a un grupo de delin-
cuentes dialecticos que a los estridentistas mexica-
nos de principios del siglo XX. Delincuentes salidos
de los confines del campo de concentración del Fin
de la Historia no buscamos “apagar el sol de un som-
brerazo” sino acercar el sol a la tierra y volverla un
bello infierno. En los avatares de las eras humanas
podemos encontrar ciclos de luces y sombras, detrás
de este “iluminismo” de 100 watts que experimenta-
mos está, acechante, el sórdido sonido de una nueva
era oscura. Si buscamos el fuego es porque parafra-
seando a Goethe necesitamos “luz, más luz”.
Walter Benjamin pensaba que había que desactivar

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CONTRA LA DOMESTICACIÓN

el mecanismo explosivo, el detonador, que había


puesto el presente Modo de Producción dentro de
la humanidad. Cabe la posibilidad que ya sucedió
la detonación, que el tiempo presente sea la, aparen-
te, suspensión de la explosión. Porque el proceso es
muy largo, apenas percibible desde una simple vida
humana; que el Capital se halla cargado al planeta y
a todo lo vivo, que todo lo que existe ya sea un ri-
tual necrótico en honor al Moloch-valor ¿Saldremos
de este lugar donde nada permanece, nada envejece,
solo se pudre? No lo sabemos. Nietzsche escribió:
“Si seguimos contemplando el abismo, este a su vez
comenzara a mirarnos”. No responderemos con las
acciones del activista que busca llenar su vacío exis-
tencial con acciones erráticas. Actuaremos con for-
me el tiempo histórico nos lo exige.
A nosotros nos mantiene unidos el centralismo orgá-
nico, confluimos en un núcleo de invariables ideas
que pueden ser localizadas a la par de la experien-
cia que tenemos como especie en este planeta. Suena
exagerado ya que estamos acostumbrados a la lengua
del mundo-de-la-separación. Ser parte de una totali-
dad orgánica nos da miedo si esta idea no viene me-
diada por espiritualidad oriental barata, fast food del
espíritu. Nuestra totalidad es la que comprendemos
como delincuentes que leen a Hegel: como espacio
que nos contiene más allá de lo inmediato. La centra-
lidad orgánica se basa en lo siguiente: somos comu-
nistas ya que creemos en la vigencia del grito de los
campesinos insurrectos de hace cinco siglos: todo es
común. No queremos jefes ni gendarmes o cualquier
autoridad. Anarquía. Somos una comunidad de lucha

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JACQUES CAMATTE

en tránsito hacia la real comunidad humana, la Ge-


meinwesen.
Advertencia y presentación a la edición desde los
territorios administrados por el Estado mexicano.
Hacemos la advertencia al lector interesado, atento
y sagaz que busca referentes para analizar, aprehen-
der y comprender la totalidad de la realidad que se
ha construido alrededor de las relaciones sociales
que el modo capitalista de producción ha edificado.
Construcción histórica que ha recuperado toda acti-
vidad humana en su seno; que ha convertido todo en
mercancía, desde lo más minúsculo y efímero que
podamos percibir hasta lo más complejo y tangible
que podamos comprender. Esto es el capital como
comunidad material para la reproducción del valor.
Esta falsa comunidad creada en torno a la produc-
ción, circulación, intercambio y consumo de mercan-
cías nos separa de la vida. El tedio y cansancio que
rodea nuestras vidas no es un “orden natural e inmu-
table de las cosas”; ha sido edificado, como aparato
de ortopedia social, a lo largo del cruento pasar de
los siglos, desde que fuerzas sociales incontrolables
se autonomizaron y desencadenaron la dominación
y explotación de la humanidad en su totalidad. Nada
de esto es natural. Como dijeron algunos compañe-
ros: “lo verdadero es un momento de lo falso”. No
podía ser de otra manera si todo esto fue estructurado
a partir del espectral fetiche de la mercancía.
Esta fuerza espectral y omnipresente somete la exis-
tencia concreta de los seres humanos en el horror co-

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CONTRA LA DOMESTICACIÓN

tidiano de la producción, circulación, intercambio y


consumo de mercancías, y, sobre todo, en el someti-
miento alucinante del trabajo asalariado.
Este cuento de terror ha creado un sujeto autóno-
mo totalmente despersonalizado que ha quebranta-
do todo vínculo real humano, y lo ha lanzado a los
infernales ciclos de la creación en masa del circulo
tautológico del capital. Ni el mismo Dante Alighieri
imagino tal infierno. El infierno capitalista se vuelve
el mejor de todos los paraísos reales, posibles y de-
seables. Convirtiendo al sujeto viviente en un nigro-
mante que deambula como un muerto viviente que
solo vive reproduciendo las categorías de la civiliza-
ción ciudadana en la que caminan muertos: trabajo
asalariado, dinero, mercancía.
Las invocaciones necróticas de una existencia ca-
davérica y espelúznate creada para producir trabajo
muerto se presentan en una abstracción metafísica:
el proceso de autovalorización del valor. El modo de
producción capitalista avanza con su necrótico toque
de Midas subsumiendo lo vivo en lo muerto.
***
La propuesta de estos ensayos es profundizar en el
entendimiento de esta tierra quemada más allá de lo
inmediato, quebrando el marco de eso que se percibe
como realidad; realidad que no es sino un simulacro
creado por el modo de producción capitalista.
Traspasar el velo de la realidad significa oponerse vi-
rulentamente al mundo de la mercancía y a las distin-
tas conjuraciones ideológicas que dicen hablar por el
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JACQUES CAMATTE

proletariado; y que no han hecho otra cosa que misti-


ficarlo e integrarlo a la domesticación y la violencia,
es decir, al valor en proceso: omento ántropofagoci-
tante que metaboliza el capital para mantenerse con
vida y reducir con ello todo lo existente a sus desig-
nios.
El ser humano y la naturaleza se convierten, pues,
en mero valor. Peor, más trágico resulta: en puro
capital. El ser humano se deviene imagen y represen-
tación de la mercancía. Lo humano ahora se presenta
como un momento de la deshumanización.
Lo humano se expresa como capital dado que éste se
encarna y se antropomorfiza por medio de la terrible
tortura del trabajo asalariado. El capital reordena y
organiza a la humanidad en su totalidad. La totalidad
del capital se expresa constantemente en el avasa-
llamiento de las mafias organizadas para la adminis-
tración del valor. Rackets, gangs, mafias, diversas
burocracias se convierten en el alfa y el omega de
la configuración organizacional del proceso de valo-
rización que subsume a su dominación real a todos
los seres humanos y que se movilizan en relaciones
sociales estructuradas por la valorización del valor.
La lógica del capital, tras bambalinas, dirige la sinfo-
nía democrática que oculta a plena vista los horrores
de la vida cotidiana, se esfuerza por convencer a la
humanidad que este mundo es el único posible; el
Estado aparece como la principal formación social
de administración de la barbarie democrática. La de-
mocracia no es un campo donde podamos desarro-
llar nuestras acciones y deliberar nuestras ideas, la

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CONTRA LA DOMESTICACIÓN

democracia es un campo hostil para nosotros que ha


sido mistificado por los ideólogos y pretendidos re-
presentantes del proletariado, cuya pretensión es que
se les rinda pleitesía.
Contra todos estos reductos, fortificaciones y pues-
tos avanzados de la sociedad de clases se batieron
un grupo de irreductibles que provenían de las me-
jores expresiones históricas de la lucha de clases: la
Izquierda Comunista germano-holandesa e italiana;
estamos hablando del grupo nucleado en torno a la
revista Invariance y su principal animador Jacques
Camatte.
***
Editar los ensayos que componen esta compilación
que ha sido producto de un esfuerzo que se ha ido
tejiendo de manera internacional. No podía dejar de
ser de esta manera; la lucha por la transformación
del mundo es parte un esfuerzo del proletariado
como clase mundial, es decir, como comunidad
humana en vías de auto-suprimirse como clase, y
emanciparse a titulo humano del modo de produc-
ción capitalista.
La vida es hoy una perpetúa muerte. La humanidad
es hoy un rito del capital, cuyo despotismo reina en
todos los lugares y rincones del planeta. La humani-
dad sigue aceitando con su sangre el brutal mecanis-
mo de la relación social capitalista: los desplazados,
los asesinados, los desaparecidos, las vidas humanas
perdidas en la búsqueda y la ganancia de dinero. A
lo que se suma la destrucción de la naturaleza: ríos

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JACQUES CAMATTE

inundados por basura, tierras que han sido explota-


das hasta ser infértiles, minería a cielo abierto, ener-
gía nuclear que ha cobrado vidas humanas y ha des-
truido ecosistemas completos. Este es el paisaje de
la actual barbarie en proceso cuya denominación es
“Progreso”.
La situación actual hace que estos textos se manten-
gan vigentes, pues lo que sucede hoy en día es con-
secuencia de este modo de producir y reproducir la
vida. El capital desintegra los lazos comunes de los
seres humanos y los realiza solo en la medida de su
muta indiferencia, como productores de mercancías
aislados, como productores privados o excluidos del
mercado, como pauperizados que mueren cotidiana-
mente en el trabajo asalariado o relacionándose como
mercancías, y no como seres humanos.
Estas relaciones sociales han plegado a la humani-
dad a una mediocridad tan cretina, vil y nefasta que
pareciera no hay salida. Sin embargo estas relaciones
sociales entran en choque cuando lo humano aconte-
ce en las relaciones sociales mediadas por el dinero,
la mercancía, el trabajo, el valor, el poder o el Esta-
do. El ser humano se reconoce en su desnudez, en su
carencia, en su falta de sensaciones y de placer, en
la ausencia del goce real, no mediado por imágenes
pornográficas, grotescas, de una perversidad de lo
que socialmente se reprime.
Es por ello que reconocemos las aportaciones de Jac-
ques Camatte en tanto que agente de una época, y en
tanto que un ser humano que ha aportado a su especie
elementos para pasar a un estadio superior de reco-

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CONTRA LA DOMESTICACIÓN

nocimiento humano en tanto que especie.


La segunda humanización de la humanidad está aquí,
en este mundo, emergerá como homo-geimeinwesen,
como una humanidad que se reconoce en lo que de
común tiene: la existencia en el planeta tierra, en
sus sufrimientos compartidos, en sus odios comunes
a esta sociedad deshumanizante que reduce todo a
muerte, hambre, peste, violencia y guerra.
Los textos que presentamos a continuación son el es-
fuerzo histórico de seres humanos en su necesidad de
lucha y emancipación del capital. Los 12 textos con-
tenidos en esta edición han sido traducidos por una
comunidad mundial de lucha. Hablando en términos
regionales, esta ha sido la labor de compañeros de
los territorios administrados por los estados chileno
y español, especialmente de los colectivos: Germi-
nal, Comunización Ediciones, Hybris y el grupo edi-
tor del periódico Comunismo y Anarquía. Nosotros
nos sumamos a la difusión de estos textos de manera
impresa en nuestra región. Nuestra perspectiva no es
la de un grupo o editorial, sino de seres humanos que
luchan por emanciparse del capital y nada más. Y en
esta lucha dichos humanos se fortalecen como comu-
nidad humana, como una Geimenwesen.
Unos irreductibles que despliegan la posibilidad de
la Gemeinwesen, 2018.

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JACQUES CAMATTE

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CONTRA LA DOMESTICACIÓN

PRÓLOGO
EL CAPITAL COMO COMUNIDAD
Y SUS DESCONTENTOS

“La lógica moderna del gobierno, sea


cual sea, es estrictamente la administra-
ción controlada de lo peor, peor que sig-
nifica una intoxicación material e ideo-
lógica creciente, la irracionalidad difusa,
la libertad vigilada roída hasta los hue-
sos, hasta ya no poder ser más irrisoria.”

Confederación Universal de los


Amigos de la Verdad, 1986

Al igual que en el resto del mundo, en Latinoa-


mérica el último cuarto de siglo ha sido la época del
fracaso generalizado de todos los intentos por reini-
ciar el movimiento de emancipación social. El as-
pecto político de este fracaso es inseparable de su
aspecto existencial, y ambos expresan el éxito de la
clase capitalista en revolucionar ella y a su manera la
totalidad de las relaciones sociales, la vida cotidiana
y la conciencia. En Chile el resultado de esa ruina ha
sido, desde hace ya varias décadas, la instauración
de “un consenso totalitario a través del cual la apa-
riencia de una pacificación social definitiva coloniza
en las mentes todo el territorio de lo posible y el aún
más peligroso territorio de lo imposible”. 1 La corro-

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JACQUES CAMATTE

sión generalizada del instinto y del orgullo, es decir,


la universalización de la servidumbre, no podía dejar
de arrastrar consigo a los revolucionarios, cuya con-
ciencia en el momento más alto de la lucha de clases
apenas había llegado a ser indecisamente socialde-
mócrata. La reaparición, junto con el advenimiento
de la democracia, de diversas ideologías revolucio-
narias en sintonía con el autonomismo de los nuevos
tiempos, no ha hecho que el remedio sea mejor que
la enfermedad. Puesto que casi todos consiguen, tar-
de o temprano, obligarse a disfrutar del simulacro de
vida que la sociedad capitalista les mete en la boca,
las pretensiones revolucionarias al uso no pasan de
ser eso: meras pretensiones. Allí donde los proletari-
zados descontentos podrían plantearse revolucionar
sus condiciones de existencia habilitando medios
materiales y espirituales para una sociabilidad supe-
rior, casi siempre se conforman con representar esa
mutación en la esfera del arte y la cultura, o con re-
ducirla a alguna forma de separatismo feminista o
juvenilista, ámbitos donde el rechazo social se hace
inofensivo e incluso obtiene de vez en cuando algún
diploma. O peor: optan por convertirse, presos de una
nostalgia senil y entregados a una oscura vocación
sacerdotal, en militantes de vanguardia y en defenso-
res de una ideología. El espectáculo dispone, para el
despliegue de esa impotencia, de un sector previsto
para la producción de inconformismos domestica-
dos, apenas distinguibles de cualquier otra forma de
adhesión ciega al orden social. Allí, donde la frivoli-
dad y el pragmatismo se erigen en programa político,

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CONTRA LA DOMESTICACIÓN

y donde los activistas trabajan alegremente sin saber


para quién, el ideal de revolución, donde aún persis-
te, no suele producir más que la esperanza beata —y
por lo tanto estéril— en un “tercer asalto proletario”
que sería, contra toda evidencia, el triunfante y de-
finitivo. Se olvida, convenientemente, que para que
tal perspectiva llegue a hacerse realidad un día, hace
falta primero asumir lo que ya es y la urgencia de
transformarlo, y en consecuencia, hace falta abando-
nar toda esperanza. Pero lo que hoy se despliega por
doquier es un tipo de rechazo social que no afecta,
ni compromete ni cambia decisivamente la vida de
nadie; uno que, en cambio, deviene por una parte en
hostilidad generalizada, y por otra en una ética de
la ligereza que hace de mil pequeñas trivialidades,
incoherencias y enredos el fundamento novedoso del
mismo viejo Contrato Social: ése que une falazmente
a los que no conocen sino la separación, y que sólo
saben relacionarse entre sí como cosas. Es así que
los terriblemente inconformes, a cada vuelta de ca-
lendario y a pesar de lo mucho que se han agitado,
lo único que siguen teniendo en común es su despojo
y la libertad con que chocan azarosamente entre sí
como partículas sueltas de valor abstracto. Por últi-
mo, los variados goces de pacotilla que el mercado
de la entretención les ofrece a cambio de su pasivi-
dad, les oculta hora tras hora su propia deriva exis-
tencial, su acomodo a una realidad miserable que no
admite salida. Mientras esta base de envilecimiento
compartido no se cuestione, cualquier pretensión de
una política emancipadora no tiene derecho a esperar

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JACQUES CAMATTE

otra cosa que el desprecio de los esclavos: cualquier


respuesta que no haga añicos las ilusiones que los
individuos abrigan acerca de sí mismos y de sus re-
laciones mutuas, será irrelevante, porque en primer
lugar buscaba responder a preguntas fraudulentas.
Es a la demencia social interiorizada, a la destruc-
ción del espíritu humano y al proceso histórico que
las ha hecho posible, a lo que debe apuntar la crítica
que se quiere radical. Todo análisis del capitalismo
que omita este aspecto, simplemente viene a añadir
más ruido al estrépito de pseudocríticas con que la
comunidad del capital se ensordece, se justifica ante
sí misma y cree redimirse. No tiene sentido criticar
el capitalismo como si éste fuera nada más que una
realidad objetiva que es exterior a los individuos —
considerados como sus víctimas—, exterior a sus re-
laciones y a su vida cotidiana. Tal forma de ver las
cosas es inherente a la conciencia reificada, separa-
da del mundo por la fuerza disolvente del valor en
proceso. Para decirlo en términos del propio Jacques
Camatte, autor de la obra teórica que presentamos en
este libro: no se puede hacer la crítica del capitalismo
sin referirse al modo en que los individuos, en sus
relaciones mutuas, entran en simbiosis con un capital
que ha devenido comportamiento humano:
El capital vuelve esclavos a los hombres en el
nombre mismo de los hombres, ya que se ha antropo-
morfizado. Es claramente la dominación de la muer-
te, puesto que es siempre el ser ya transformado de
éstos el que les domina y que ellos contemplan. Es
un proceso siempre recomenzado: el capital penetra

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CONTRA LA DOMESTICACIÓN

en el pensamiento, la conciencia, y de esta manera


destruye a los hombres tal como habían sido produ-
cidos por siglos de sociedad de clases. La pérdida de
sustancia de los hombres es la pérdida de su antiguo
ser, que ha sido absorbido por el capital. Proceso que
llega a su fin: el capital ahora debe ir ya no a por
la dimensión pasada de la humanidad, sino a por su
dimensión futura: debe conquistar la imaginación. 2
Quienes hablan del capital como si fuese una fuer-
za exterior a nosotros, y no nuestra propia produc-
ción alienada, es porque no pueden imaginarse a sí
mismos siendo una fuerza exterior y hostil al capital.
Y puesto que no hay nadie a salvo del metabolismo
social alienante que nos contiene, en tanto podamos
considerarnos seres aún provistos de humanidad,
sólo podemos constituir esa fuerza y esa exterioridad
haciendo una crítica que es, al menos en uno de sus
aspectos, autodestructiva. Esta crítica es, obligatoria-
mente, el punto de partida de cualquier superación
posible de nuestro actual estado de cosas.

Un puñado de irreductibles,
primavera de 2016

Notas

[1] Nexo, revista de información e investigación sobre


las causas de la miseria social, Santiago, 1994. p. 4.
[2] Jacques Camatte, Errancia de la humanidad, 1973.

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JACQUES CAMATTE

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CONTRA LA DOMESTICACIÓN

Sobre esta edición

En este volumen hemos reunido todos los ensayos


de Jacques Camatte que actualmente están traduci-
dos al castellano, 1 siendo esta disponibilidad nuestro
único criterio al seleccionarlos para su publicación.
Incluimos, por lo tanto, textos que van desde 1961
hasta 1980, pasando así por alto la crítica planteada
por algunos compañeros que desestiman los escritos
de Camatte posteriores a 1975, por considerarlos ex-
presión de una supuesta “deriva hacia la metafísica
burguesa”. Más allá de lo problemática que pueda
ser esta caracterización, pensamos que sólo pueden
entrar en ese debate quienes dispongan de los textos
en cuestión, y hasta donde sabemos esta es la prime-
ra vez que éstos son publicados, aunque sea parcial-
mente, en un libro en castellano. En cualquier caso,
no hay que olvidar que los ensayos reunidos acá son
apenas una pequeña parte de la obra del autor, publi-
cada íntegramente en francés en la revista Invarian-
ce. 2
En cuanto a la pertinencia de publicar estos ensa-
yos, vale la pena citar parte de una reseña escrita a
propósito de la primera traducción de La mistifica-
ción democrática, hace un par de décadas:
El grupo que publicara Invariance debe ser consi-

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JACQUES CAMATTE

derado, a nivel mundial, como uno de los eslabones


cruciales en la reapropiación teórica y la afirmación
programática comunista. En efecto, dicho grupo y su
principal animador —J. Camatte— fueron durante
varios años, en especial durante la ola de luchas de fi-
nes de la década del 60 y principios de la del 70, uno
de los pocos núcleos comunistas que continuaron el
balance de la revolución y la contrarrevolución. […]
Gracias a los compañeros de Invariance, pudimos
conocer —¡no sólo nosotros, sino nuestra generación
de proletarios!— un conjunto de documentos históri-
cos de nuestra clase que de otra manera hubiesen per-
manecido ocultos o/e inéditos. En efecto, Invariance
publicó en su Serie I y en su Serie II, un conjunto
de textos de las diferentes fracciones que rompieron
con la Tercera Internacional en putrefacción, que se
conocen con el nombre de “Fracciones Comunistas
de Izquierda”. Textos de Bordiga, de Pannekoek, del
KAPD, de Gorter, de Sylvia Pankhurst, del “Com-
munist Labour Party”, del “Bureau de Amsterdam
de la Internacional Comunista”, de la “Internacional
Obrera Comunista”, etc. que permanecían inéditos o
totalmente indisponibles, circularon gracias a Cama-
tte y los otros compañeros de ese núcleo revolucio-
nario.” 3
También incluimos en esta recopilación, a modo
de apéndice, el artículo de Federico Corriente Jac-
ques Camatte y el eslabón perdido de la crítica social
contemporánea, el cual ofrece elementos de contexto
y sugerencias críticas que permiten comprender me-
jor la obra de Camatte y de Invariance.

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CONTRA LA DOMESTICACIÓN

Las versiones castellanas de los ensayos reunidos


en este libro provienen de diversas fuentes. Contra
la domesticación, Errancia de la humanidad, Bordiga
y la pasión del comunismo y Origen y función de
la forma partido fueron traducidos por el Colectivo
Germinal, 4 a quienes reconocemos su valiosa con-
tribución a un proyecto que veníamos postergando
por demasiado tiempo. La mistificación democrática
fue traducida por el Grupo Comunista Internaciona-
lista para el número 32 de su revista Comunismo, de
noviembre de 1992. En esa ocasión el GCI publicó
dicho ensayo con una serie de comentarios críticos
intercalados en el texto, que nosotros hemos omitido;
esa versión se puede leer en www.gci-icg.org/spani-
sh/comunismo.htm. Sobre la organización fue tradu-
cido por Carlos Lagos y Jorge Budrovich, para su
publicación en Correo Proletario número 2, Segunda
época, de 2008, así como en el sitio web www.comu-
nizacion.org. Los ensayos Transición y Violencia y
domesticación han sido traducidos por nosotros para
esta edición. De ambos textos se encuentran en in-
ternet versiones castellanas anónimas; nos habíamos
propuesto corregirlas por considerarlas deficientes,
pero terminamos rehaciéndolas casi por completo,
así que se trata en realidad de traslaciones diferentes.

La traducción de la obra de Camatte presenta al-


gunas dificultades, de las cuales queremos señalar
una que nos parece especialmente importante. Como
podrá advertir cualquier lector atento, el vocablo ale-
mán Gemeinwesen ocupa un lugar central en la teo-

27
JACQUES CAMATTE

rización de este autor. A menudo este término ha sido


traducido como “comunidad humana”, versión que
consideramos insuficiente porque reduce demasiado
su fuerza y su sentido original. Gemeinwesen designa
la comunidad tal como ésta se expresa subjetivamen-
te en cada individuo, es decir el modo en que cada
individuo subjetiva en sí mismo al ser social. Marx
afirmó en varios pasajes de sus Manuscritos de 1844
y en sus Anotaciones al libro de James Mill que, al
producir al individuo únicamente como singularidad
separada, la sociedad capitalista es la negación de la
Gemeinwesen; mientras que el comunismo constitu-
ye su realización múltiple y diversa. El advenimiento
de la Gemeinwesen supone, por tanto, la abolición de
la dicotomía individuo/comunidad y el despliegue de
la vida de los hombres y mujeres concretos como ex-
presión múltiple y diversa de un mismo ser colectivo,
de la verdadera comunidad humana. No conocemos
ningún vocablo castellano que exprese íntegramente
esta idea, por lo tanto hemos mantenido el término
en su lengua original, tal como han hecho Camatte y
otros autores en su momento.

Otro término que puede resultar problemático es


échappement, que el propio Camatte equiparó al
vocablo inglés “runaway”: huída desenfrenada, es-
cape sin control, desbocamiento. El término refiere
al movimiento de autonomización del valor, noción
desarrollada por Camatte a partir de su estudio de la
obra de Marx. Échappement designa la apoteosis de
ese movimiento, el período histórico en que la pro-

28
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

ducción capitalista en tanto lógica abstracta, lineal


y autorreferente, escapa de toda injerencia humana
determinando por su propia cuenta los contenidos y
formas de la socialización. Aunque la palabra “esca-
pe” escogida por los traductores del Colectivo Ger-
minal no logra expresar toda la fuerza del concepto
original, la mantuvimos a falta de otra mejor, ofre-
ciendo además esta aclaración.

Notas

[1] Con excepción de Comunidad y comunismo en


Rusia, texto que por su extensión constituye un libro
en sí mismo, y que fue publicado en castellano por
Zero Zyx, en 1975.
[2] http://revueinvariance.pagesperso-orange.fr
[3] Revista Comunismo # 32, noviembre de 1992.
[4] http://colectivogerminal.org

29
JACQUES CAMATTE

30
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

VIOLENCIA Y DOMESTICACIÓN

A propósito del devenir de la especie humana,


desde la comunidad inmediata hasta la comunidad
emergida de, e integrada en el cosmos

1 — La violencia aparece, se manifiesta en el


momento en que hay una ruptura de un proceso. Es
aquello que hace posible la ruptura, ya sea en el me-
dio físico, cósmico o humano. Recíprocamente, so-
bre todo en el ámbito humano, la violencia se ejerce
para defender la integridad del proceso amenazado.
Implica la puesta en marcha de energías más o menos
orientadas y, por tanto, la manifestación de fuerzas.

2 — La violencia tiene pues una realidad natural.


Es decir: se pueden constatar en la naturaleza fenó-
menos violentos. Sin embargo, es en las comunida-
des, en las sociedades humanas donde éstos tienen
una realidad verdaderamente significativa, porque
casi siempre se revelan como un objetivo deliberado
—reconocido o no— y porque ciertas agrupaciones
humanas intentan gobernarlos y manipularlos en su
provecho.

3 — Parece ser que en el momento en que hay ma-

31
JACQUES CAMATTE

nifestaciones de violencia, entran en juego fuerzas


considerables. Pero esto no es universalmente cierto:
puede haber violencia sin despliegue de fuerza. Así,
la no violencia de Gandhi, que no ejercía una acción
directa sobre el aparato económico político de la po-
tencia británica en la India, operaba de todas mane-
ras una violencia pura, porque frenaba el proceso de
producción global. La violencia legal expresándose
a través de las leyes codificadas, es otro ejemplo: las
leyes implican una violencia latente y potencial que
puede manifestarse si los individuos las rechazan,
mientras que, por otra parte, esta violencia se presu-
pone para poder establecerlas.
A la inversa, todo fenómeno que para manifestarse
deba ejercer una fuerza importante desplegando una
gran cantidad de energía, puede caracterizarse como
violento. No es, por tanto, obligatorio que consista
en una violencia en acto. Suponerlo implica un fallo
de sentido muy perjudicial para la comprensión de
las relaciones humanas.

4 — La violencia aparece en el devenir humano


como una determinación invariante, incluso si ella
no se expresa siempre del mismo modo. Opera en
primer lugar en el momento del corte/separación de
los hombres y mujeres respecto de la comunidad pri-
mitiva, lo que abre un proceso de individuación que,
en tanto negación potencial de dicha comunidad,
crea una violencia a la cual la comunidad responde
para detener el proceso, para inhibirlo.
Además, esa separación provoca un desequilibrio

32
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

tal que la comunidad no es capaz de autorregularse


y, por este motivo, hay una tendencia al crecimiento
de la población que pone en entredicho la estructura
comunitaria; de ahí emerge lo político y lo que será
luego el Estado. Las comunidades reaccionan con
violencia ante aquello que emerge, intentando des-
truirlo y tratando de impedir que se autonomice. Si
la violencia no llega siempre a la guerra —caso ana-
lizado por P. Clastres—, puede tomar múltiples vías,
en particular los obstáculos con que se intenta frenar
un proceso que niega la vida anterior.

5 — Las diversas rupturas del equilibrio en el me-


dio ambiente, debidas ya sea a fenómenos geológi-
cos —glaciaciones, variaciones del nivel de mar y
de los ríos, sismos y erupciones volcánicas—, o a la
actividad de los hombres y mujeres, obligaron a los
seres humanos a adaptarse y a adaptar su medio. Los
hombres devinieron cazadores, mientras las mujeres
inventaron la agricultura. Ulteriormente, la especie
ejercerá su violencia de otro modo, domesticando a
los animales y a las plantas.

6 — Un momento rebosante de violencia extre-


ma fue el del sometimiento de la mujer por parte el
hombre. A partir de ese momento el poder, la polí-
tica se autonomizaron, y a causa del crecimiento de
la población, de la división del trabajo, etc. hizo su
aparición el Estado, que vino tanto a reemplazar a la
comunidad como a representarla. Se trata así de la
violencia concentrada, su equivalente general. Sólo

33
JACQUES CAMATTE

en Occidente las clases se individualizan y hacen


surgir el Estado.

7 — A partir de este desarrollo se pueden señalar


tres modalidades en que la especie humana ha gestio-
nado la violencia, las cuales no han podido ser frena-
das ni abolidas.
a) La modalidad más o menos arcaica, operante
en las comunidades no divididas, donde la política y,
a fortiori el Estado, no han llegado a autonomizarse.
La violencia, allí donde existe de un modo cinético,
es un asunto de toda la comunidad.
b) El Estado administra la violencia, pero no se
autonomiza de la comunidad, que es despótica.
c) El Estado gestiona la violencia y da garantías
más o menos importantes a los individuos que no es-
tán autonomizados y le han delegado la violencia, el
poder, etc., a través de mecanismos muy complejos
y de hecho por la existencia de clases. Es la existen-
cia de estas últimas lo que dinamiza la violencia: de
ahí que para que exista convivialidad, se necesita un
mecanismo de conciliación que no concierne sólo al
Estado, sino al conjunto de los hombres y de las mu-
jeres: la democracia. Ésta puede ser caracterizada, a
este nivel, como un proceso de interiorización de la
violencia y por esto un motor esencial de la domes-
ticación.

8 — La domesticación es un proceso por el cual


la especie que lo sufre es arrancada de su proceso de
vida natural, y se sitúa bajo la dependencia del proce-

34
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

so de vida de otra especie. En el caso de los animales


y de las plantas se hablará de su explotación; en el
caso de los humanos, la domesticación —prolonga-
ción de la que se inflige a los animales— consiste
en la aceptación del orden establecido sin que haya
obligación —al menos en la fase final del proceso.
Es la eliminación de todos los instintos, de todas las
pulsiones.
Es, pues, un proceso de mutilación. Así, los hom-
bres y las mujeres no han podido yugular la violencia
desencadenada por su propio devenir —el momento
de la ruptura y del desencadenamiento de la violen-
cia puede ser la base de lo que en la representación
religiosa es el pecado original, la catástrofe inicial,
etc…— más que domesticándose —la civilización,
la educación y sus eufemismos.

9 — No se puede pues juzgar la violencia en sí,


sin referirse al otro fenómeno en escena desde hace
milenios y que tiende a reducir a la especie a una fase
de decadencia extrema: la domesticación.
Si se analizan las diferentes sociedades sólo desde
el punto de vista de la violencia, se pueden conside-
rar las de occidente, donde la democracia ha predo-
minado, como más humanas, mientras las de oriente,
donde reina desde hace tanto tiempo el modo de pro-
ducción asiático, serían más bárbaras, en el sentido
corriente del término. Es por esto que pude escribir:
“En lo que concierne a la democracia política, es
verdad que ha tenido el mérito de limitar los desbor-
damientos de la violencia” (Marx y la Gemeinwesen,

35
JACQUES CAMATTE

en Invariance, serie III, n°5-6, Mayo-Junio de 1968:


la revelación, p. 87); lo cual ciertamente no es válido
si se considera la enorme violencia ejercida sobre el
proletariado y los pueblos de color, más aun tenien-
do en cuenta su resultado fundamental: la domes-
ticación. La democracia no es realmente operativa
más que si se realiza a través de la domesticación,
consiguiendo reducir a los hombres y las mujeres a
unas partículas neutras. En consecuencia, podemos
preguntarnos si la democracia representa en realidad
alguna ventaja para la especie.

10 — De modo que para enjuiciar la violencia de-


bemos considerar el proceso de transformación que
ella efectúa, es decir el devenir que implica, lo que
la pone en relación con el proceso de alienación.
Ahora bien, esto no tiene que ser siempre necesa-
riamente negativo: la desposesión, el extrañamiento,
puede eventualmente permitir un progreso. Del mis-
mo modo, se puede decir que la violencia es positiva
cuando permite acceder a un modo de vida más feliz,
mientras que es negativa si nos obliga a vivir bajo
la dominación, la explotación, etc., y, a nivel indivi-
dual, se puede añadir que se vuelve exterior a noso-
tros, a nuestro proceso de vida, cuando nos impide
reencontrarnos con nosotros mismos.
Dándose la primera posibilidad, es evidente que se
puede reivindicar el uso de la violencia y que, enton-
ces, la dificultad consiste en poderla controlar.

11 — Actualmente, a escala mundial, existe una

36
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

convergencia entre la comunidad del capital, que


solo se pudo instaurar en Occidente a partir del mo-
mento en que el proceso de democratización, iguala-
ción, homogeneización e indiferenciación alcanzó su
cénit, y el modo de producción asiático. Sólo cuando
el capital se constituye en comunidad, teniendo éxito
en suplantarla, se puede escamotear la fase democrá-
tica para alcanzar la domesticación.
En todos los casos la violencia existe por doquier,
sólo que se encuentra absorbida en las instituciones
o bien enmascarada bajo la mistificación democrá-
tica. Sin embargo, nuestra época es la que, cada vez
más, presenta mayores dificultades para representar
no sólo la violencia actual, sino también la que se ha
ido acumulando a lo largo de los siglos. En el marco
de la comunidad del capital, la única solución es la
domesticación, que de hecho no es más que violencia
congelada, en tanto constituye más una inhibición
absoluta que una destrucción.

12 — La toma de posición frente a la violencia de-


pende de la percepción/comportamiento con respec-
to al proceso, a la ruptura y al fenómeno que la causa.
Sobre todo, se plantea la pregunta: ¿se trata de una
ruptura necesaria? Todo ello depende igualmente de
si se acepta o no la domesticación.
Ciertos etólogos, como Konrad Lorentz, conside-
ran que el Hombre es una especie que se auto-domes-
tica, y ven el proceso de domesticación, que es un
proceso de socialización —de hecho, de desposesión
de los individuos—, como positivo, pues permite eli-

37
JACQUES CAMATTE

minar la violencia por inhibición de la agresividad


que sería constitutiva de nuestra especie. Por este he-
cho, K. Lorentz tiende a exaltar los ritos, los roles
que constituyen al hombre social, poniendo cortapi-
sas e inhibiendo al ser humano.

13 — El proceso de separación de los hombres y


de las mujeres respecto de sus condiciones inmedia-
tas fue varias veces refrenado y se constituyeron co-
munidades más o menos estables. Con el capital este
proceso se reemprendió a gran escala, tanto en exten-
sión como en intensidad; es lo que Marx analizaba
diciendo que la separación es el primer concepto del
capital, mostrando hasta qué punto la violencia está
en la base de su desarrollo. Este proceso de separa-
ción, que alcanza a todos los aspectos de la vida hu-
mana, es lo que se persigue a todo lo largo del deve-
nir del capital; contrabalanceado, ciertamente, por un
proceso de unificación en el que hombres y mujeres
son reconstruidos a partir de sus mediaciones.
La violencia se ejerce en tanto que fenómeno de
desposesión, donde aquello que le fue expropiado a
los hombres y las mujeres, queda incorporado al pro-
ceso de vida del capital. Son los elementos que en
otro tiempo formaban parte de su propio ser los que
ahora dan forma a las mediaciones que les recompo-
nen como unidades separadas.

14 — La mayor parte del tiempo los hombres y las


mujeres han luchado contra esta opresión-despose-
sión sin reconocer su verdadera realidad. En conse-

38
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

cuencia, las revoluciones que se iniciaron en el siglo


XVI —actos de violencia por excelencia, pues bus-
caban destruir un proceso de la vida social para per-
mitir la instauración de otro— fueron provechosas a
la dinámica del capital, pues le permitieron eliminar
una serie de obstáculos que entorpecían su libre de-
sarrollo.
La liberación es violencia pues también consiste
en la destrucción de trabas que inhiben una cierta vo-
luntad de vivir, teniendo en cuenta que este proceso
aporta un empobrecimiento, pues los hombres y las
mujeres se liberan desposeyéndose, desnudándose
de diversas determinaciones, lo cual facilita su ulte-
rior domesticación.
Ruptura de un proceso, separación, revolución,
liberación, emancipación: todos implican violencia.
En el caso de la revolución, entendida como retor-
no a una forma de vida anterior, se presenta como el
fenómeno que ha de abolir aquello que produce la
violencia.
Es a propósito de las revoluciones que se ha jus-
tificado e incluso reivindicado el uso de la violen-
cia. Desde un punto de vista inmediato, esto es justo.
Los datos históricos prueban que siempre ha habido
brotes de violencia, difíciles de controlar porque se
encuentran arraigados en unos dominios profundos
inalcanzables, de los que ni se sospechaba su exis-
tencia.
Aparte del hecho de que la serie de revoluciones
ha llegado a su fin, rechazamos el proceso revolu-
cionario y la exaltación de la dinámica de liberación

39
JACQUES CAMATTE

porque éstos son, en definitiva, momentos y modali-


dades del acceso del capital a su dominación plena.
Lo que hemos afirmado es que es necesario encontrar
una vía para eliminar tanto la violencia como la do-
mesticación.

15 — La violencia también se reivindica como


medio para acelerar la aparición de la nueva socie-
dad, eliminando de manera draconiana todos los obs-
táculos a su nacimiento. No obstante, las diversas re-
voluciones han mostrado que fue imposible dirigir la
violencia, que esto sólo lo puede hacer una dictadura
muy estricta, feroz, lo cual va en contra del proyecto
revolucionario —aunque se intentó. Además, en la
actual comunidad del capital, saturada de violencia
latente, potencial y actuante, todo intento de condu-
cirla en una dirección dada está abocado al fracaso
por la fragmentación extrema de la humanidad.
Esto no es una condena del proyecto revolucio-
nario del siglo XIX, en particular el de K. Marx y
F. Engels. Ellos razonaban en una sociedad menos
evolucionada en la violencia que la nuestra, y en la
cual los seres humanos estaban menos separados que
hoy en día.
Hay que constatar por otro lado que ellos reivin-
dicaron su proyecto siguiendo una dirección deter-
minada. Ahora bien, dado que el capital ha devenido
comunidad, ese proyecto ya no es utilizable, no es
compatible con nuestra aspiración a una comunidad
humana.
En fin, no decimos que debamos evitar toda vio-

40
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

lencia, pero sí que podemos al menos evitar emplear


el mismo tipo de violencia que el capital.

16 — Así, en el curso de la historia se pueden de-


tectar dos modos de manifestación de la violencia:
la de los oprimidos, de los explotados que intentan
refundar una comunidad humana, y la de los domina-
dores, de los amos que quieren reactualizar siempre
la ruptura, la cual presentan como salida de la ani-
malidad, afirmando como principio de gobierno y de
poder que el hombre no es un animal y que es preciso
organizar a los hombres y a las mujeres de tal mane-
ra que no recaigan en la animalidad o en el caos. La
violencia se manifiesta en la voluntad, afirmada a lo
largo del tiempo, de querer organizar, dar forma al
caos, y todo esto se expresa en las diversas conductas
humanas —particularmente en el arte.
Dado que el principio de progreso —la salida de la
animalidad— ha sido interiorizado por todos, amos
y esclavos, explotadores y explotados, se comprende
que la dominación de los seres humanos haya podido
hacerse desde dos polos sociales, a partir de todas las
clases.

17 — Las diversas manifestaciones efectivas de


violencia se producen —surgen— sobre la base de la
actual comunidad del capital, pero al mismo tiempo
tienen una dimensión histórica que acrecienta su in-
tensidad. Se deben al hecho, a menudo señalado, de
que en el curso del tiempo las contradicciones han
sido englobadas pero no resueltas, siendo generado-

41
JACQUES CAMATTE

ras de una tremenda violencia potencial.

18 — La desintegración de la comunidad inme-


diata original provoca un trastorno inmenso, un sen-
timiento de inseguridad —el problema de la certe-
za de existir, de la presencia en el mundo…—. Los
hombres y mujeres buscan un marco, un mundo que
les de seguridad. Esta búsqueda les conduce a inhibir
o aniquilar cualquier manifestación que pueda poner
en cuestión el marco más o menos estable que se han
creado.
La violencia puede nacer simplemente de la desa-
parición de los límites, de las fronteras que enmarcan
el dominio espacio-temporal y representacional en el
que se alojan los seres humanos. En tal caso se pro-
duce un fenómeno de pánico y la energía, que antes
era canalizada, se libera brutalmente tendiendo a pro-
ducir un efecto creador-destructor, suscitando, como
por arte de magia, un nuevo marco de seguridad. Lo
que ahí se despliega es una actividad conjuratriz.
Este fenómeno de fuga se produce actualmente en
todas las agrupaciones humanas conmocionadas por
la introducción demasiado brusca del capital.
La violencia es un fenómeno que tiene lugar úni-
camente allí donde se tiende a la destrucción de un
cierto proceso de vida.
Se trata de una especie de locura —la locura re-
sulta de una violencia sobre el ser humano, y puede
ser ella misma una violencia que tiende a restablecer
o establecer un determinado proceso de vida— que
hay que distinguir de aquella que se pone en marcha

42
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

sobre la base de la expropiación total de los hombres


y de las mujeres por el capital. Los totalmente despo-
seídos devienen inútiles, no pudiendo ya, a causa del
desarrollo de la técnica, asegurar un vínculo armo-
nioso entre la actividad manual y la del cerebro; po-
seen una energía que no pueden desplegar, de modo
tal que la liberan en una “violencia ciega” —como
suele llamársele—, como la de esos jóvenes que se
aplican a destruirlo todo sin decir nada ni manifestar
ninguna reivindicación.
Los seres bloqueados, inhibidos en su proceso de
vida pueden llegar hasta la autodestrucción; la vio-
lencia afecta entonces al sujeto mismo que la des-
pliega.

19 — Los seres humanos han creado diferentes


medios para reencontrar la seguridad perdida. Si la
religión todavía tiene vigor (cf. el Islam), esto se debe
no solamente a su carácter comunitario, sino también
a que ofrece seguridad a los hombres y a las mujeres,
definiéndoles y enmarcando su dominio de vida. De
aquí el fanatismo religioso, engendrado por el miedo
a perder la seguridad. Ni siquiera hace falta cuestio-
nar el dominio de certeza que ofrece; basta la simple
duda para que quede en entredicho la utilidad de su
presencia en el mundo. La religión, sobre todo en oc-
cidente, pone a hombres y mujeres en un proceso de
vida dominado por la renuncia; no se es vegetal, ani-
mal ni humano. Es la reforma de la comunidad sobre
una base de total extrañamiento. En reacción a esto,
se comprende que tengan lugar diversas tentativas de

43
JACQUES CAMATTE

constituir religiones naturales.


La fuerza del Estado procede de los mismos ele-
mentos.
Este deseo de orden, de seguridad, se encuentra
también en la ciencia, que obtiene su fuerza del he-
cho de que determina a priori su dominio de validez,
las fronteras dentro de las cuales es operativa. La
ciencia tampoco está a salvo del fanatismo.
Además, la ciencia experimental está directamen-
te fundamentada en la violencia, puesto que su actua-
ción consiste en romper los diversos procesos físicos
o biológicos a fin de comprender sus mecanismos. Si
la religión desemboca en una violencia sobre hom-
bres y mujeres, la ciencia, en tanto que violencia so-
bre el mundo y los seres vivos, puede ahora con la
sociología y la psicología ejercerla también sobre los
seres humanos. Tal violencia se justifica apelando a
la superioridad del ser humano sobre los animales y
a la necesidad del orden.
En fin, por medio del arte los seres humanos han
buscado crearse un universo donde sean ellos la me-
dida de todas las cosas.

20 — La desintegración de la comunidad origi-


nal supone el surgimiento de la dicotomía exterior/
interior y, sobre todo, la dicotomía entre sí mismo y
otro, sobre la cual se fundamenta el problema de la
identidad de los dos puntos de vista.

a) Desde el sujeto, de uno mismo: en este caso la


identidad es sinónimo de originalidad, del conjunto

44
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

de caracteres que le determinan en su individualidad;

b) Desde el otro: se trata entonces de saber cuál es


su relación con uno mismo, cuál es su diferencia más
o menos grande, y si ésta es compatible, etc.
Es cierto que la cuestión de la identidad está to-
talmente ligada a aquella de la seguridad, porque el
surgimiento del otro, en su diversidad, puede poner
en entredicho la identidad de uno mismo, del sujeto,
lo que demuestra que el otro también se relaciona
con el proceso de individuación.
La afirmación de lo diferente siempre se ha perci-
bido como un fenómeno de agresión, como una ame-
naza a la identidad y al sentido de uno (cf. el caso de
la comunidad judía).
Es posible que la locura haya surgido con la frag-
mentación de la comunidad, pues el otro es un dife-
rente que pone en entredicho lo propio, y el loco es
aquel que amenaza a la comunidad. Ahora bien, el ser
que se individualiza, que emerge de su comunidad,
difícilmente consigue reencontrarse en ella después
de haber hecho esta incursión fuera de la comunidad,
la cual tiende entonces a rechazarle.
La violencia se manifiesta en todo el proceso de
identificación donde, gracias a un acto que permite
al individuo separarse de su medio original, hay ad-
hesión a una comunidad dada. Desde ese momento
existe el derecho a identificarse con ella, se ha adqui-
rido una identidad.
Este fenómeno se manifiesta parcialmente en la
iniciación: ruptura respecto de un estado anterior en

45
JACQUES CAMATTE

la iniciación primitiva; ruptura respecto de un modo


de vida anterior en el caso de los místicos (cf. el caso
extraordinario de Milarepa). La ausencia de inicia-
ción en el mundo actual hace que exista una cierta
cantidad de energía que se liberará de cualquier otro
modo.
En nuestros días, todo el proceso de vida ha sido
perturbado, machacado, deformado; es el resultado
de los fracasos en que los seres humanos, no sabien-
do encontrar una realidad donde ser felices, sólo sa-
ben existir destruyendo o destruyéndose; pues des-
truir es un simulacro de crear y de conjurar.
Esto es lo que se expresa en los diversos rackets
que se multiplican en la comunidad del capital —en
la formación, por ejemplo, de pequeñas micro-comu-
nidades a partir de modos de actuar diferentes que se
excluyen; de aquí la violencia y el triunfo de la co-
munidad del capital. Todo esto opera también en las
relaciones entre hombres y mujeres; de aquí el cues-
tionamiento de los roles que fundaban su identidad.

21 — La comunidad del capital se ha desarrollado


de modo tal que garantiza al individuo seguridad e
identidad, confiriéndole un cierto ser que puede de-
finirse como social para indicar su origen, y como
comunitario para señalar mejor en qué estado del de-
venir nos encontramos. Las mujeres y los hombres
sienten cada vez más que viven en un patíbulo y en
una abstracción —el desarrollo del capital supone y
va acompañado de un inmenso proceso de abstrac-
ción, otro modo de significar-realizar el proceso de

46
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

separación—, y que no pueden acceder a una reali-


dad más que a través de mediaciones; de ello surge
una violencia aparentemente irracional, inexplicable,
para destruir el ser social —que el personaje, el rol,
traducen de otro modo— que les aprisiona; con el fin
de encontrar una inmediatez a menudo difícilmente
definible.
Tal es la expresión de una violencia —en general
condenada— que se dirige contra una violencia ya
cristalizada y estructurada, pues está constituida por
la racionalidad de un mundo que se nos escapa, que
hace que uno se perciba a sí mismo como si hubiese
sido arrojado al mundo por una fatalidad a la que no
queda más que plegarse, como si todo estuviera ya
decidido desde que uno nace.
La reducción de la vida a una rutina absurda —y
lo absurdo contiene la violencia, ya sea que se ejerza
directamente sobre nosotros o tome un desvío— se
expresa muy bien en la expresión “metro, trabajo,
dormir” reservada para el adulto, y para la cual se
prepara al niño en la escuela. Sobretodo hoy en día
que, a consecuencia del movimiento de abstracción
cada vez más pujante, el período de infancia tiende a
reducirse. Los niños a los que se intenta hacer adqui-
rir muy temprano abstracciones difíciles se rebelan,
de diferentes maneras, a menudo insidiosas, derro-
tando a sociólogos y psicólogos.
Se nos impone un tipo de vida, una alimentación
que hemos de absorber a ciertas horas, una mane-
ra de vestirnos, etc. Se constriñe a todo el mundo a
proceder del mismo modo sin siquiera preguntar si

47
JACQUES CAMATTE

todo esto corresponde a la realidad de nuestros seres


biológicos.
En la medida en que el fenómeno de masifica-
ción-homogenización tiende a frenarse, la diversifi-
cación no lleva a que los individuos puedan espontá-
neamente afirmar su diversidad, sino que les lleva a
formar micro-comunidades (cf. parágrafo 20).
El lenguaje verbal presenta una estructura limitan-
te, reforzada, en tanto que lenguaje particular, por su
relación con el Estado. Nos atrapa e inhibe la crea-
ción. Para sobrepasar la violencia es necesario saber
qué son el hombre y la mujer, y comprender nuestras
raíces, así como descifrar la sedimentación de cono-
cimientos que se abstraen en una lengua dada, una
cultura, en la cual estamos deglutidos.

22 — Para los etólogos la violencia estaría en re-


lación directa con la agresividad humana y se mani-
festaría particularmente en la defensa del territorio.
Sin embargo, olvidan por completo estudiar la rela-
ción entre la seguridad y el espacio determinado por
un territorio que permite que haya una determinada
representación. No se trata de un simple fenómeno
de propiedad privada, sino de un asunto de represen-
tación, tal como se descubre cuando uno estudia la
cuestión desde los diferentes esquemas cosmogóni-
cos adoptados por el ser humano, así como las difi-
cultades que siempre ha habido para revocarlos —cf.
la lucha de la iglesia contra el esquema heliocéntrico.
En consecuencia, el crecimiento demencial de la
población no puede conducir más que a la domes-

48
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

ticación y al despotismo generalizado, pues en caso


contrario corre el riesgo de explosionar. Este aumen-
to tiende siempre a reducir el espacio disponible para
cada ser; de ahí, para Konrad Lorentz, la inevitabili-
dad de los encuentros generadores de violencia, en la
medida en que desaparecen o se debilitan los ritos de
evitamiento y jerarquización. Pero lo que es más de-
terminante es la imposibilidad, cada vez más acusa-
da, de representarse: los seres humanos no tienen ya
ningún asidero que se revela de un modo desgarra-
dor en el seno de todas las poblaciones urbanizadas,
en las que se pierde toda amplitud de perspectivas y
donde las pulsiones son castradas.
Al estar reducidos los hombres y las mujeres al
espacio y al tiempo, todavía tienen la posibilidad de
representarse a sí mismos; su expulsión del espacio
y del tiempo les reduce a partículas neutras, con lo
cual se vuelven dependientes del campo de vida del
capital: son domesticados.
Para eliminar las fricciones, lo que resulta mejor
es hacer a todas las personas idénticas, de ahí la ho-
mogenización actual —precedida por el fenómeno
de democratización—; por otra parte, para poder do-
minar, organizar, es necesario reducir a todo el mun-
do a la misma situación.
23 — Las otras soluciones para eliminar la violen-
cia desembocan también en la domesticación: tole-
rancia y relativismo. Tolerar se convierte en aceptar,
lo cual a menudo se materializa en la defensa —his-
tóricamente esto se debió a que los grupos humanos
no tenían fuerza para imponerse— de la posición de

49
JACQUES CAMATTE

los otros. El relativismo nace de la afirmación de que


no hay nada absoluto —ningún dogma—, y se so-
breentiende por la idea de que en el fondo todo es
posible, y por la duda sobre la validez a partir de la
cual se ha avanzado. En los dos casos se desemboca
en la aceptación; y sobretodo los adeptos a la tole-
rancia y al relativismo son igualmente partidarios de
la libertad. Ahora bien, es imposible limitar esto a un
campo restringido, por lo que en el límite —a menu-
do alcanzado— la libertad es el derecho a ser débil.
La tolerancia y el relativismo se fundan sobre el
principio de la justificación, que es un principio de
la aceptación de lo inmediato; es el florecimiento del
inmediatismo.
Para tolerar y hacerlo todo relativo —principio
de indiferenciación—, los hombres y las mujeres
han tenido que inhibir sus pulsiones, auto-limitarse,
expresarse con una intensidad débil, con retención,
hasta tal punto que el hecho de afirmar con fuerza su
modo de ser, lo que se piensa, etc. de un modo segu-
ro y determinado, es considerado como intolerancia,
incluso una violencia o un despotismo.
Esto es muy visible en la hora actual, en que gran
número de personas, traumatizadas por los nazis, el
estalinismo y otros terrorismos, consideran que hay
que aceptarlo todo y de una manera neutra (cf. Cio-
ran). La pérdida de pasión, la pérdida de energía se
considera como un ideal a alcanzar: cada vez hay
más suicidas vivientes.
Tolerancia y relativismo nacen como reacción
contra el despotismo; el movimiento antiautoritario

50
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

surgió en oposición al autoritarismo rigorista ligado


al despotismo del capital en su fase de dominación
formal de la sociedad. Él también ha tenido en cuenta
sólo una parte de la realidad, y ha terminado desem-
bocando en la domesticación. Pues la educación an-
tiautoritaria conduce a una dimisión de los progeni-
tores, que no proporcionan ya referencias ni marcos
globales para que sus hijos se desarrollen.
Esto supone una pérdida del potencial energético,
y no es sorprendente que las generaciones criadas se-
gún los principios antiautoritarios encuentren en la
droga una realidad más fácilmente accesible y que no
se escabulle; de ahí que todo esfuerzo resulta vano.
Pues el corolario de la pérdida de energía es la hui-
da ante el esfuerzo, presentado en todas partes como
algo coercitivo y violento.
La sociedad ‘‘permisiva’’ es la sociedad de la do-
mesticación.
Tolerancia y relativismo son parte integrante del
proceso de recuperación del capital, de tal modo que
resulta prácticamente imposible estar en contra, vol-
verse revolucionario; de ahí el recurso a la violencia
al que se entregan ciertos revolucionarios actuales,
el cual les permite al fin ser reconocidos como opo-
sitores.

24 — Conviene señalar los fenómenos que son ca-


racterizados como violentos sin que participen obli-
gatoriamente de una violencia, lo que no quiere decir
que ésta se encuentre totalmente ausente y que no
exista el riesgo de que opere. Pero querer disminuir

51
JACQUES CAMATTE

la intensidad de estos fenómenos para conjurar una


violencia hipotética e incluso imposible, es castrar
a los seres, domesticarlos. Mientras más se pretende
hacerlo, más pierden energía los hombres y las muje-
res, más se degeneran. Se olvida demasiado que vivir
es arriesgarse a morir.
Así, en el amor, muchos rechazan la pasión —al
hacer tal distinción entro en el terreno de esas perso-
nas, para poder explicarme—, porque piensan que es
violenta. ¡Es verdad!, así como es verdad que puede
haber violencia, no porque el ser no amado pueda
destruir a aquel que sí ama, sino porque cuando el
proceso de amor no se completa enteramente, puede
conducir a la locura.
La afirmación de uno mismo —en un mundo don-
de cada uno está terriblemente negado por la realidad
del capital, y donde la neutralidad tolerante tiene un
puesto de honor— con frecuencia es experimentada
por los otros como una agresión.
Estos fenómenos señalan la degeneración de la es-
pecie, ligada a la pérdida del territorio, del espacio,
a su sometimiento a un tiempo mecánico, a la pér-
dida de la dimensión cósmica, del vigor biológico,
por la pérdida de sus raíces, por la reducción de la
comunidad a la familia nuclear, a veces a menos que
eso. Se comprende entonces que haya personas —so-
bre todo después del fin del siglo XIX, en particular
Gobineau— tan asustadas por esta degeneración que
buscan una solución en el elitismo, llegando a des-
poseer a una multitud de seres de sus posibilidades,
negándolos e inhibiéndolos, elitismo que puede aca-

52
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

bar en racismo.

25 — Hay comportamientos humanos que se con-


sideran como neutros por así decir, y que de hecho
revelan una forma atenuada de violencia: un tipo de
inhibición que consiste en bloquear el devenir de un
proceso dado.
Cuando uno se entrega demasiado para ser reco-
nocido, para afirmarse, no percibe que su supuesta
entrega pone un obstáculo al devenir del otro. Esto es
lo que llamamos egocentrismo: un deseo de valora-
ción, de capitalización, etc. Ahora bien, hay una gran
tendencia hoy en día a que los humanos presuman
de mediadores necesarios y, a veces, absolutos. Esto
crea lazos de dependencia. Crear dependencia en el
otro es empezar a domesticarlo.
Esto es esencial en las relaciones del niño. Casi
todas las pedagogías, las educaciones, las instruc-
ciones, indican una violencia, pues no respetan el
proceso de vida del niño, que tiene su ritmo propio.
Revelan, en realidad, un afán de enderezamiento y
un amaestramiento.
Todas las formas de inhibición derivan del hecho
de que quienes las provocan tienen necesidad de ser
reconocidos, de afirmarse, etc. De hecho, muestran
siempre una tendencia a sobrecargar sus actos con
datos materiales e inmateriales —significaciones,
afectaciones….—. Son seres dependientes que no
pueden preservarse más que volviendo a los otros
dependientes. No pueden vivir la simultaneidad de
vidas que está más allá de la simple aceptación de

53
JACQUES CAMATTE

los demás. Es por esto que el silencio —momento


de calma y de densidad de asimilación del otro en su
situación en el mundo, en su relación cósmica y en su
intimidad, manteniendo al mismo tiempo la propia
realidad— deviene escaso en la comunicación entre
hombres y mujeres.
La dependencia corre paralela a la búsqueda de
autonomía, que por otra parte desemboca a menudo
en nuevas formas de violencia, dado que para hacerse
autónomos los hombres y las mujeres deben romper
sus propios procesos vitales. Esto puede ser positivo,
pero como esta autonomización opera al interior de
un medio individualista, queda absorbida en el pro-
ceso capitalista de separación de los seres humanos
y su reducción a partículas neutras. Esto lleva a la
soledad.
El peligro de la autonomía consiste en la destruc-
ción de toda posibilidad de Gemeinwesen.

26 — La comunidad del capital ha desarrollado


medios para integrar en su proceso a los hombres y
las mujeres, medios que no recuerdan a lo que común-
mente llamamos violencia, pues no ponen en juego
fuerzas directamente coercitivas, causantes de daños.
La más elaborada es el marketing. La publicidad es
uno de sus pilares. Es, como la moda, la seducción
del capital, y consiste en incitar en los seres humanos
una cierta sensibilidad, inducir un comportamiento
que les hace buscar los productos materiales o inma-
teriales que el proceso global del capital engendra.
La seducción es una violencia dirigida hacia los seres

54
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

domesticados; esto plantea, por lo mismo, el proble-


ma de su consistencia en las relaciones humanas aun
no infectadas por el capital.
En la moda entra en juego la imitación, fenóme-
no profundo por el cual hombres y mujeres buscan
modos de ser, conductas que les proporcionen un
asidero en el mundo. La perversión de este impulso
es una violencia ejercida sobre la especie. Los hu-
manos también buscan identificarse con un grupo y
separarse de la situación en que se encuentran en un
momento dado.

27 — Una forma de violencia que a menudo pasa


desapercibida y que por tanto es muy potente por-
que desarraiga a los hombres y a las mujeres de su
realidad, consiste en la interiorización del postulado
que afirma la imposibilidad del goce. Marx, con toda
la razón, consideraba este postulado como un rasgo
característico del capital. De aquí un doble fenóme-
no: por una parte, es necesario que los hombres y
las mujeres se conviertan en unos hastiados —faltos
de entusiasmo, con dificultad para dedicarse a una
cosa o a un ser—, ansiosos de ser curados mediante
diversas terapias psicológicas; por otra, debe incre-
mentarse la intensidad de los fenómenos que han de
engendrar el goce. Esto ocurre también con la agre-
sividad creciente del medio en que se vive. De aquí
esta situación contradictoria: cuanto más los seres
humanos se hacen neutros, faltos de energía y por
tanto incapaces de afrontar la violencia, mayores son
las cantidades de estimulación necesarias para que

55
JACQUES CAMATTE

accedan a las emociones. La necesidad de droga es


la mejor ilustración de esta impotencia para el goce.
El resultado es otra vez la destrucción de los seres,
su domesticación, pues dependen cada vez más de la
comunidad del capital. En este terreno que tiende a
invadir todo el campo de la vida, la violencia se ma-
nifiesta en forma de apariencia y no por su realidad;
tenemos así el espectáculo de la violencia que sirve
mucho a unos seres pasivos y dependientes.
Este análisis es igualmente verificable tomando el
caso del amor, en el cual interviene cada vez más
el sadismo y sobre todo —muy probablemente— el
masoquismo, los cuales traducen mejor la dependen-
cia de los seres. Sin embargo, es muy difícil determi-
nar la relación exacta entre la llamada perversión y
la violencia.
Mediante el crédito y la inflación los humanos son
arrastrados a la búsqueda de un goce nunca accesi-
ble, nunca gratificante.

28 — El terrorismo es la violencia exacerbada, es


por esto que incluye la posibilidad del exterminio,
de la destrucción. Fue preconizado —en la revolu-
ción de 1789— para defender un proceso iniciado.
Marx se inspiró en ello para teorizar la necesidad de
la utilización del terror rojo (cf. artículos de la Neue
Rheinische Zeitung [Nueva Gaceta Renana]).
Fue concebido igualmente —tanto por los revolu-
cionarios franceses como por Marx— como el único
método para acelerar la transformación revoluciona-
ria y disminuir la cantidad de violencia. Siendo esta

56
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

última considerada como partera de la historia, la


utilización del terror permitía reducirla a lo estricta-
mente necesario.
Se precisaba así de un medio para controlar el te-
rror, para evitar que se volviese autónomo; Robespie-
rre vio ese medio en la virtud, y Marx en la organi-
zación homogénea de un partido —que se concretizó
en Lenin y los bolcheviques.
La violencia revolucionaria necesita no sólo una
justificación —su objetivo: fundar un nuevo proceso
en el seno del cual los hombres y las mujeres podrán
al fin desarrollar su humanidad—, sino también una
mediación, mostrando de este modo su heteronomía.
Por otra parte, la virtud es un equivalente general,
como lo son Dios, la libertad, la justicia, etc. Deriva
de la violencia y la supone, lo cual ciertamente es el
destino de todo equivalente general, que sólo es posi-
ble en un proceso de reducción-abstracción.

29 — El terrorismo no alcanza solamente a aque-


llos a quienes toca directamente sino también a aque-
llos que no son tocados —puesto que es violencia e
inhibición a la vez. Hay efectivamente transmisión
de un mensaje que, en el caso de ser emitido por el
polo de poder, puede llevar una advertencia signi-
ficativa de que la revuelta es imposible y que toda
tentativa está abocada al fracaso y a una inmensa re-
presión —que no se puede romper el proceso—; en
caso de que proceda del polo revolucionario, exalta
la necesidad de romper, señala lo intolerable de estar
en una sociedad dada, muestra que el rey no es el rey

57
JACQUES CAMATTE

más que porque unos sujetos le reconocen como tal;


hace resurgir la “identidad” es decir la realidad pro-
pia de aquellos que son explotados, como ha señala-
do Frantz Fanon o el Black Power, particularmente
con su eslogan: “Black is beautiful”.
Es evidente que el terrorismo resalta la cuestión
del lenguaje —sobre todo en su dimensión inhibi-
dora—, de la comunicación entre el individuo y el
grupo, entre el grupo y la clase o el pueblo: es nece-
sario un acto de violencia que rompa, haga pedazos
una representación dada para que las masas accedan
a una cierta comprensión de la realidad —temática
de los populistas, la de quienes quieren despertar al
proletariado de su letargo, la de Mussolini conside-
rando a sus contemporáneos como cadáveres a los
que hay que echar cal viva para retornarles a la vida.
Sin embargo, como no hay rey, el terrorismo se
democratiza y deviene más mortífero, pues está obli-
gado a matar a un gran número de personas, para dar
un sentido y crear un centro de polarización de fuer-
za.
Es por esto que, actualmente, los mass media son
tan determinantes en la creación de una pasividad en
los hombres y las mujeres, para su domesticación.
En las zonas más evolucionadas de la comunidad del
capital, no hay necesidad de recurrir a la guerra para
domesticar: se vive con un terrorismo más o menos
interiorizado y letal.
En la comunidad del capital el terrorismo puede
surgir para crear diferencias a fin de restablecer los
flujos, dado que la igualación podría provocar el es-

58
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

tancamiento; los hombres mismos recurren a ello


para diferenciarse, para ser reconocidos. Además, en
el capital, no siendo más que representación, todo
deviene una cuestión de poder y este no puede apare-
cer más que a través de una manifestación de fuerza.
La violencia es, cada vez más, el alimento de este
mundo.
El terrorismo puede relacionarse también con el
fin de la política, la desaparición de ciertas reglas
aptas para controlar la violencia —la política ya no
gobierna nada.
El hecho de que la violencia revolucionaria, para
que sea operativa, devenga fácilmente en terroris-
mo, está determinado cada vez más por la pérdida
de energía de la gente, por su apatía; se requieren
fenómenos cada vez más potentes para emocionar-
les; pues mediante los mass media la gente está satu-
rada de violencia, que deviene una banalidad, como
con otras emociones: todo puede parecerles natural.
Ahora bien, el terrorismo debe hacer resurgir la rea-
lidad de sus determinaciones fundamentales, con tal
de que los seres humanos se vean obligados a tomar
posición acerca de a ellas.

30 — Algunos pensaron que el único modo de


evitar el despliegue de la violencia y del terrorismo
era intervenir solamente en el momento en que la
situación estaba ya madura. Se basaban en la teoría
de Marx de que un cambio social solo se puede pro-
ducir cuando las fuerzas productivas han alcanzado
un cierto grado de desarrollo, entrando en conflicto

59
JACQUES CAMATTE

con las relaciones sociales. El conjunto social es en-


tonces catapultado hacia un proceso de transforma-
ción, dado que la inmensa mayoría de la población
está concernida. No puede haber desbordamientos
de violencia. Esta es la perspectiva socialdemócrata,
que se puede localizar bajo su forma más moderada
en Kautsky y bajo su forma radical en Rosa Luxem-
burgo.
El gran problema era saber determinar el momen-
to de madurez. He aquí la necesidad de ser capaz de
esperar, que induce a frenar el deseo de cambio por
parte de los más desheredados. De aquí la formación
de la conciencia represiva y de una inhibición social
e histórica.
En este caso la intervención se reduce a muy poco:
la voluntad no tiene importancia y es considerada
como un defecto.
Esta concepción podría ser válida si el proceso de
vida del capital no tuviera consecuencias sobre el
comportamiento del obrero. Pero —y Marx lo puso
ya en evidencia en el Libro I del Capital— el obre-
ro tiende a ser domesticado puesto que considera la
dominación del capital como un fenómeno natural;
mientras que en una etapa posterior, cuando pasa
de ser simplemente un productor a ser un produc-
tor-consumidor, entonces ya ni siquiera es capaz de
considerarla como una dominación puesto que la ha
interiorizado, la ha integrado en su ser. Puede que la
intervención revolucionaria que deseaba Marx fuese
necesaria para escamotear esta fase, lo cual indica
que el capitalismo no desemboca obligatoriamente

60
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

en el comunismo: para que fuera así sería necesario


que los seres humanos fuesen todavía capaces de ac-
tuar, todavía llenos de furor revolucionario.
31 — A menudo, a lo largo de la historia ha habi-
do situaciones de liberación de la violencia, de terro-
rismo, etnocidios, genocidios, momentos de locura
colectiva. En nuestros días tal liberación se renueva
constantemente, a causa de la necesidad de aplastar
cada vez más violentamente la imaginación de las
gentes engullidas en la pasividad y desorientadas por
la evanescencia de los roles.
En general, se puede constatar que el terrorismo se
desarrolla durante el final de los períodos históricos,
cuando es difícil situarse. El final del siglo XIX —
época de los anarquistas individualistas— fue el ini-
cio del fin de la sociedad burguesa, fin que se realizó
plenamente con la guerra 1914-1918; el terrorismo
actual manifiesta la muerte potencial del capital. Se-
rán catástrofes diferentes a una tercera guerra mun-
dial, muy improbable, las que le destruirán realmen-
te.
El terrorismo brota, en este caso, de la imposibili-
dad de ir a la raíz del mal. En este momento en que
haría falta ir hasta la raíz de las cosas, la violencia
que busca abolir las causas del deterioro de la socie-
dad no alcanza su objetivo, derrapa y se pierde.

32 — Puesto que la salida del impasse actual no


se puede buscar dentro de la comunidad del capi-
tal, sino fuera de ella, es necesario abandonar este
mundo. Esto supone una intervención y por lo tanto

61
JACQUES CAMATTE

también una violencia, porque es necesario arrancar-


nos al proceso de vida dominado por el capital; re-
cíprocamente, es indudable que éste no podrá dejar
de intervenir en cuanto dicho fenómeno de deserción
haya alcanzado una cierta amplitud. La aparición de
una diferencia engendra violencia de la parte que se
siente amenazada: será preciso, pues, defendernos.
No se puede evitar la violencia, pero se puede, hay
que repetirlo, evitar ponerse en el mismo plano que
el capital. Nuestra violencia consistirá en ponernos
fuera de su ámbito, que es el único modo de llevar la
intervención hasta la raíz y privar así de fundamento
a una multitud de fenómenos de violencia.
Lo que sí se puede evitar es la domesticación.
Nuestra salida del mundo nos permitirá acceder a un
potencial de energía que será un inmenso potencial
de rechazo. Nuestro devenir será abolir la errancia
milenaria, para reencontrarnos en tanto que espe-
cie-phylum ante la realización del fenómeno reflexivo
de la vida, en simbiosis con los otros seres vivientes,
en el seno de la especie, en la incorporación-realiza-
ción de la individualidad-gemeinwesen, es decir, que
el hombre y la mujer vivirán en modalidades simul-
táneas e interpenetradas.

33 — Antes de señalar la posibilidad de un modo


de vida fuera del capital, hay que considerar la vio-
lencia como conducta humana en la naturaleza, es
decir como intervención por parte de la especie. Se
ha indicado que la caza, la agricultura, la cría de ga-
nado, la domesticación, son actos de violencia igual

62
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

que la intervención médica, científica, etc. A partir de


este punto el problema de la violencia se reduce al de
la validez de la intervención y, en consecuencia, de-
viene una cuestión terapéutica puesto que se emplea,
por regla general, sólo para paliar los inconvenientes
de una intervención que tuvo resultados negativos.
Esto sitúa con claridad el problema a investigar. Es
evidente que el rechazo a la intervención conduciría
a la especie a una pasividad que le llevaría a sumer-
girse en la naturaleza, lo cual no sería el retorno a
un estado primordial, sino una degeneración total. La
intervención debe hacerse conociendo los diferentes
procesos de la vida y, sobre todo, sin pretender susti-
tuirlos por sucedáneos ni prótesis. Esto proporciona
a la especie un campo de intervención que es creati-
vo en función de sus determinaciones propias, de las
cuales la más esencial es la reflexividad, la cual es
parte del fenómeno de vida global en la que debemos
permitirnos florecer.

34 — El fenómeno del nacimiento ilustra perfec-


tamente nuestra afirmación. Es un proceso que hace
pasar, de un modo continuo, al ser desde una vida
acuática a una vida aérea. Para esto hay una serie de
mecanismos que intervienen para permitir al feto, a
través de fases que se suceden en un orden riguroso y
con una duración determinada, su nacimiento como
niño humano. No hay violencia; lo cual no quiere de-
cir que el fenómeno no sea violento, es decir cargado
de una gran potencia, poniendo en acción una gran
cantidad de energía. En efecto, los esfuerzos del niño

63
JACQUES CAMATTE

para salir de la cavidad maternal, los de la madre


para expulsarle, no son en absoluto de una amplitud
débil. Pero la violencia no aparece sino hasta el mo-
mento en que se ejerce una oposición a ese proceso,
tal como se hace actualmente de un modo regular en
el parto.
La educación del niño, su instrucción, debería ser
también una transmisión sin violencia, es decir, ca-
paz de hacerle franquear los diversos momentos de
adquisición de la madurez sin arrebatarle su ritmo
de vida —lo que está indicado para el nacimiento, lo
está también para el destete, la pubertad, etc.—. Lo
que se necesita es una especie de iniciación, pero no
a la autonomía, sino a la realidad que no está nun-
ca parcelada, la realidad donde cada uno de nosotros
desarrolla su individualidad-gemeinwesen.
Pareciera que la iniciación, tal como se hacía en
sus orígenes, era un momento en que coexistían dos
fases de la vida del niño, de manera tal que en el cur-
so de esas sesiones donde todo se exacerbaba, éste
podía efectuar de un modo quizás no indoloro pero
sin violencia, el salto de una fase a la otra. La inicia-
ción contenía una representación de todo lo que iba a
sobrevenir, de ahí la posibilidad de que el niño tome
posición, se adueñe de lo que vendrá, efectúe un cier-
to aprendizaje. No se le coloca simplemente ante lo
desconocido, que podría aterrorizarlo.
Para evitar la violencia es necesario respetar las
relaciones entre filogénesis y ontogénesis. En el cur-
so de esta última, hay en parte recapitulación de la
primera. Es lo mismo que ocurre en las relaciones

64
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

entre individualidad y especie. A fuerza de querer


acelerar la sucesión de fases y escamotear algunas,
se producen seres mutilados. Por otra parte —y esto
es especialmente válido en el segundo campo (el del
desarrollo) —, si el proceso no se sigue en su totali-
dad provoca un “inacabamiento”, inducirá en el ser
inacabado una propensión a revivir el proceso a fin
de alcanzar su cumplimiento. De aquí la producción
de adultos inmaduros, totalmente dependientes de
una infancia más o menos lejana e incumplida.
En algunos casos el método de instrucción actual
triunfa y los niños alcanzan el extraordinario grado
de abstracción que reclama el desarrollo del capital,
pero esto es a costa de su afectividad, de su espon-
taneidad… Esto forma seres en los que toda sensi-
bilidad está atrofiada, y que por tanto son aptos para
convertirse en los jefes que la comunidad capital re-
quiere.

35 — Hay que acceder a la abstracción —reali-


zación perfecta de la reflexividad—, pero el camino
para llegar a ella debe ser más lento, pero sobretodo
debe ser particular para cada uno. Se debe adquirir
a través de modalidades que no excluyan nunca to-
mar en cuenta la totalidad. Los hombres y las muje-
res deben poder integrar las fases anteriores, que son
instantes de vida de sus predecesores, lo cual hace
que éstos no hayan vivido en vano y que se manten-
ga una continuidad real entre todas las generaciones.
La violencia es la interrupción de todo esto. Así, las
diferentes etapas en la adquisición de la lectura, de

65
JACQUES CAMATTE

la escritura, del razonamiento matemático, de las di-


versas lógicas, pero también de la historia, de la fi-
losofía, etc... —partiendo del saber separado actual,
pues está claro que ya no serán impartidos siguiendo
la división en disciplinas—, deben ser afrontadas de
una manera totalmente diferente a la de la actualidad.
Esto depende, por otra parte, de un modo de vida me-
nos abstracto que el actual.
Un ser que no ha alcanzado de una manera armo-
niosa los diferentes procesos que deben constituirlo
es un ser dependiente, y lo es más mientras no co-
nozca la raíz de su enfermedad, pues tal como hemos
señalado nuestro proceso de producción en tanto que
ser femenino o humano se remite a etapas muy an-
tiguas, que forman parte de la filogénesis. Por otra
parte, este ser dependiente a menudo recurre a la vio-
lencia para enmascarar la carencia que le corroe.

36 — En definitiva, la mayor violencia que ha pro-


ducido la especie, es la que ha ejercido sobre ella
misma, autonomizándose y volviéndose inadecuada
a su ser biológico. Este desajuste, que se ha vuelto
enorme, es lo que causa la necesidad de todo tipo de
intervenciones y de violencias.
La especie potencialmente frugívora, se ha trans-
formado en carnívora, después en omnívora domi-
nantemente carnívora, comiendo cada vez más pro-
ductos cocidos y transformados. La cocina es, de
entre los inventos que hacen posible la domestica-
ción, el peor, pues ha engendrado una multitud de
enfermedades que, a su vez, precisan la elaboración

66
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

de innumerables medicinas que, sobre todo en las


terapias más modernas, contribuyen a desarraigar a
los hombres y a las mujeres situándolos fuera de su
naturaleza.
El mismo proceso ha tenido lugar con la despo-
sesión del gesto, de la palabra, de la imaginación: la
especie técnica está privada de la tecnología —salvo
una minoría cada vez más reducida— debido a la la-
bor del capital y la de algunos que consideran que la
técnica es un mal.
La técnica no es, como pensaba Aristóteles, lo que
hace falta para corregir los errores de la naturaleza;
sino que es más bien el elemento fundamental que
permite reactualizar todo tipo de posibles realizados
por otras especies.
A través de la especie humana la vida no se desa-
rrolla, se empobrece.

37 — Acabar con la violencia implica abolir la


dependencia que reafirma la separación Sí mismo/
Otros y que consagra la violencia original, fundadora
del desarraigo, todo lo cual supone destruir el funda-
mento de la domesticación. Esto no quiere decir abo-
lir los vínculos entre los miembros de la comunidad
sino, al contrario, postula la necesidad de no estar
nunca más separados, porque la separación reclama
la producción de medios externos para restablecer la
unión. El término simbiosis puede evocar la aboli-
ción de la dependencia.
El rechazo de todo esto se expresa en la voluntad
de redescubrir el cuerpo —bloqueando la abstrac-

67
JACQUES CAMATTE

ción que exalta la separación—, que es voluntad de


pertenencia y de hacerse cargo; de aquí el rechazo
del poder médico y de toda terapéutica, y la búsque-
da de una alimentación sana, adecuada a nuestro ser
biológico, lo cual sobrepasa la problemática de la
agricultura biológica actualmente de moda.
Siempre existirá la posibilidad de violencia entre
los hombres y las mujeres, porque siempre seguirán
deviniendo. Este devenir no puede estar exento de
rupturas de procesos, pero la Gemeinwesen será ca-
paz de frenar el fenómeno de la violencia, así como
podrá frenar otros devenires alienantes.
Esto es esencial, porque por otra parte quienes teo-
rizan la no violencia afirman en realidad la pérdida
de voluntad, de energía en los hombres y las mujeres.
Con ellos desaparece toda capacidad de afirmación
y triunfa la evanescencia tolerante. Quien afirma la
abolición de la violencia destructiva no reivindica
una enervación o una debilidad; al contrario, afirma
una regeneración, una mayor aptitud para vivir fenó-
menos “violentos” fuera de toda monotonía.
La Gemeinwesen debe ser capaz de integrar pul-
siones de una gran energía, pues de lo contrario no
hace sino plantear una comunidad basada en un estilo
de vida utópico, donde todos los seres son idénticos y
armoniosos. La armonía es a menudo la ausencia de
vibración profunda.

38 — Para acceder a una comunidad humana in-


tegrada en el cosmos, es necesario romper con este
mundo. La mayor parte de los hombres y las mujeres

68
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

sienten que es necesario encontrar un camino dife-


rente al que hemos transitado hasta ahora, sólo que
tienen miedo de dar el salto, miedo cultivado por el
modo de vida que les ofrece la comunidad capital.
“Es aquí donde hay miedo, es aquí donde hay que
saltar”.
Ejerceremos algún grado de violencia sobre lo que
sea con tal de dar este salto. Cada uno ha de sobrepo-
nerse a su miedo y comprender la inmensidad de la
apuesta, entreviendo la vida futura. No podemos ya
seguir utilizando la eventualidad casi cierta de futu-
ras catástrofes para desplegar un discurso terrorista
que nos permita vencer la duda y el miedo.
Todos los hombres y las mujeres tomados indi-
vidualmente deben hacer el esfuerzo necesario para
hacerse cargo de sí mismos, para fundar una nueva
comunidad. Actualmente coexisten el viejo modo de
vida y la posibilidad de uno nuevo. El paso de uno
al otro es un proceso de nacimiento. Sin embargo,
dadas las innumerables contradicciones acumuladas
y no resueltas en el curso de milenios y la degene-
ración de la especie, está claro que la violencia no
podrá ser evitada. Pero no la reivindicamos. La cons-
tatamos, del mismo modo que somos muy conscien-
tes de que la dinámica de salida del capital es una
violencia contra su proceso global.

39 — Es necesario constituir un centro de vida-re-


flexión fuera de la violencia y de la domesticación.

69
JACQUES CAMATTE

OBSERVACIÓN TRANSICIONAL

El estudio de la violencia implica una toma de posi-


ción en relación a la evolución de la especie. Por eso de-
bemos abordar, a fin de realizarla, todos los aspectos de
la vida humana y femenina en los últimos miles de años.
De hecho, tan sólo la hemos rozado y no podemos ser
exhaustivos. En consecuencia, vamos a reexaminar esta
evolución desde ese punto de vista, dirigiendo nuestra
atención a la identidad, la abstracción, la representación,
el valor, la alienación. En lo que concierne a la abstrac-
ción, esto tiene una importancia considerable, ya que se
trata de realmente aprehender el movimiento de la vida
que se produce a través de la especie. Volveremos muy
particularmente sobre el momento del corte y su relación
con la inseguridad y con la temática del fin del mundo.
Hemos utilizado, para conducir nuestro análisis,
los conceptos de fuerza, de energía. Pero la búsqueda de
una representación diferente implica que tendremos que
poner estos términos en tela de juicio, por lo que pro-
bablemente seremos llevados más tarde a re-exponer el
fenómeno de la violencia.
Finalmente, la comprensión del texto que precede
presupone que se acepte el análisis de Marx en lo concer-
niente al devenir de las sociedades de clase, y que se ten-
ga en cuenta todos los textos publicados en Invariance,
muy particularmente Capital et Gemeinwesen, que apor-
ta los conceptos fundamentales ofrecidos en este estudio.

Jacques Camatte.
Agosto de 1980.

70
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

BORDIGA Y LA PASIÓN
DEL COMUNISMO

‘‘La pasión es la fuerza esencial del hombre que


tiende enérgicamente a alcanzar su objetivo’’.
K. Marx

Los hombres son producto de su época: algunos


son aptos para representarla, porque en su invarian-
cia su pensamiento se sobrepone a la ideología de la
clase dominante o expresa las acometidas de la clase
dominada; otros la dominan, porque son capaces de
percibir los momentos de discontinuidad a partir de
los que comienzan las nuevas fases del devenir de
un modo de producción dado —máxime los nuevos
modos de producción. En el primer caso tenemos
el pensamiento de lo continuo, en el segundo caso,
el de lo discontinuo. En otras palabras, tenemos el
pensamiento tradicional —en el sentido no peyora-
tivo— y el revolucionario. Raros son los hombres
aptos para pensar según las dos modalidades, ya que
no se trata de una dualidad que forme una yuxtapo-
sición espacial, sino que es una dualidad contradic-
toria. Con mucha frecuencia, el pasado, la tradición,
pesan como una pesadilla sobre los cerebros de los
vivos e impiden el surgimiento, la irrupción del pre-

71
JACQUES CAMATTE

sente y del futuro —que operan sin embargo en la


realidad— en el pensamiento. Esto es verdad tanto
en periodos de calma social como en periodos de tur-
bulencias revolucionarias, favoreciendo los primeros
más la expresión tradicionalista, y los segundos más
la expresión revolucionaria.
Amadeo Bordiga expresó perfectamente las ideas
dominantes del movimiento comunista tal y como se
desarrolló tras la revolución rusa y, al mismo tiempo,
ha expresado lo que es este movimiento convertido
en diafragma ideológico: el devenir real, es decir, no
interpretado por el bolchevismo o el leninismo, de
la sociedad. Pero su lucha contra las deformaciones
leninistas, trotskistas y estalinistas, inhibió en defini-
tiva su investigación. Su voluntad de no innovar en
absoluto, de limitarse a comentar, de probar que todo
había sido ya explicitado, le condujo a permanecer
dentro de sus límites. No es uno de esos hombres
que dan el pego porque consiguen presentarse como
siendo más de lo que son o porque las condiciones
históricas les han permitido ir como más allá de sí
mismos, llenándose de una sustancia que no les es
propia. Bordiga fue todo lo contrario. Él se limitó
voluntariamente, no produjo lo que tenía potencial-
mente en sí mismo. Por ello su obra, que apunta al
futuro, fue inhibida o enmascarada por una especie
de hermenéutica revolucionaria. Frenó constante-
mente su voluntad de definir la especificidad de la
época en que la dominación del capital se fortalecía
todavía más. De ahí, considerado a posteriori, el ca-
rácter trágico de su existencia.

72
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

Esta hermenéutica no se preocupa tanto de evi-


denciar el sentido oculto de palabras y textos, como
de restablecer el vínculo exacto entre proletariado
y teoría, vista como un conjunto de leyes que rigen
el devenir de la humanidad hacia el comunismo y
como descripción del mismo; es necesario, para Bor-
diga, desbaratar los falsos sentidos acumulados y los
contrasentidos que fundan todas las desviaciones de
la lucha proletaria. Gracias a la teoría, la concien-
cia inmediata de la clase puede tomarse en bloque
y arraigarse, por así decirlo, de forma instantánea.
Por desgracia, la simple hermenéutica no puede bas-
tar cuando hay que afrontar la novedad. Ahí está lo
complicado. Estudiar esto último puede conducir a
un enriquecimiento de la teoría. Ahora bien, dado
que la causa sería aquí una persona bien determina-
da, habría aún la posibilidad de personalizar y de dar
un nombre a un complemento teórico. Es necesario
eliminar la persona en tanto que sujeto. El partido
es el único órgano que debe y es capaz de llevar a
buen término la tarea de clarificación y de enriqueci-
miento —en un sentido bien delimitado. Es por ello
que sólo en el momento en que el partido comunista
internacional tomó una cierta importancia —aunque
siempre fuertemente minoritaria—, Bordiga salió un
poco de su hermenéutica.
La mejor manifestación de esto se encuentra qui-
zás en su teorización de los ‘‘productos semi-elabo-
rados’’:

Se ha expuesto así el material tal y como es.

73
JACQUES CAMATTE

Por lo demás, es coherente con nuestra firme


afirmación de que no hay nada de literario, es-
colástico o académico en nuestra forma de ope-
rar; no tenemos esquemas o programas oficiales
y no producimos textos elegantes y acabados,
pero avanzamos luchando entre los males y los
choques. Es por ello que hemos podido caracte-
rizarlos como productos solamente semi-elabo-
rados y casi en bruto, los cuales bastarían a los
camaradas para continuar adelante. Todo esto
está también en consonancia con nuestra doc-
trina, para la que el tiempo de descubrimientos
y de sistematizaciones luminosas es el del pro-
greso y no el de la torpeza gris y siniestra. No
pretendemos decir nada nuevo ni original, más
aún, rechazamos todo mérito que no sea el de
ser totalmente fieles al programa revolucionario
integral, bien conocido y claro para quien no ha
sido envuelto y enturbiado por el humo obsceno
de la traición.
El criterio de nuestra concepción de partido
—en períodos de dominación de la clase ene-
miga y, por desgracia, también en periodos de
defensa sin luchas reales de la clase amiga—
no aspira a un orden frío y profesoral de rigor
científico, sino que se alimenta sólo de una
convicción obstinada, incluso sectaria, imper-
meable a los rufianes del bando contrario. Este
criterio encuentra por lo demás un apoyo en la
conclusión de nuestra investigación, que pue-
de ser caracterizada menos como investigación

74
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

propiamente dicha que como reivindicación y


restauración de una fe inquebrantable que hace
caso omiso de las exactitudes, documentos y
modernizaciones imbéciles con las que nos in-
festan por todos lados los charlatanes.
Trabajamos con fragmentos y no estamos
edificando una enciclopedia comunista. Ello no
puede ser de otra manera, dado que nuestra obra
está condicionada por el alineamiento de la so-
ciedad enemiga y la deserción a decenas entre
las fuerzas de nuestro bando. […] Si fue impo-
sible establecer la enciclopedia cuando éramos
tan fuertes, no podemos pretender hacerlo cuan-
do estamos tan débiles; las tablas sobre las que
se han fundado los textos se han visto reducidas
a trozos cuya sustancia es rígida y poderosa,
pero cuyos desarrollos son a veces incompletos
y discontinuos. La revolución de las generacio-
nes venideras juntará los trozos que nuestros li-
mitados esfuerzos, pero no timoratos, ligan a la
trama del cuadro original ya perfecto hace más
de un siglo, como no dejaremos de repetirlo. [1]

No se trata, y hoy menos todavía, de hacer una en-


ciclopedia, sino de comprender el devenir de la socie-
dad actual, que sólo puede ser estudiado con la teoría
marxista en tanto que «trama del cuadro original», y
al mismo tiempo estar en condiciones de aprehender
las transformaciones operadas desde hace 50 años.
Aquí el método de los “productos semi-elaborados”
corría el riesgo de transformarse en un bricolaje teó-

75
JACQUES CAMATTE

rico: a medida que se produce un evento a menudo


inesperado, se ponen parches a la teoría con el fin de
hacerla encajar en la realidad. Es por eso que la her-
menéutica debía revelarse insuficiente.
Por otro lado, la revolución ha efectuado su rea-
parición y el momento que vivimos es discontinuo
en relación a la fase revolucionaria de 1917-1923. El
capital ha ido más allá de sus límites: efectivamen-
te, K. Marx había contado con ello, pero no lo ha-
bía explicado de forma exhaustiva. Actualmente hay
tantos camelos y tantas obscenidades teóricas como
hace diez años, pero la exigencia de un trabajo teóri-
co que se atreva a afrontar lo nuevo como tal es más
apremiante que entonces. En todo caso, no se trata de
descubrir una nueva teoría, sino de desarrollarla so-
bre la teoría surgida en 1848, lo que no implica para
ello la necesidad de exhibir un nombre cualquiera.
En definitiva, sobre este punto preciso, el discurso
de Bordiga, posible en un periodo de repliegue, es
totalmente inadecuado en el momento actual.
La hermenéutica de Bordiga es en cierta manera el
complemento de su visión profética —en un sentido
literal.

Hemos gritado tantas veces a aquéllos ávi-


dos de victorias políticas palpables, pero con-
tingentes, que somos revolucionarios no por-
que necesitemos vivir y ver la revolución en
nuestros tiempos, sino porque la vemos ya hoy,
para los diferentes países, para los ‘‘campos’’
y las ‘‘áreas’’ de evolución social en los que el

76
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

marxismo clasifica la tierra habitada, como un


acontecimiento ya susceptible de verificación
científica. Las seguras coordenadas de la revo-
lución comunista están escritas, como solucio-
nes de leyes demostradas, en el espacio-tiempo
de la historia. [2]

Defender la teoría es defender el elemento que


subsana el hiato creado por la contrarrevolución, la
zanja entre la última fase revolucionaria y la que está
por venir. Es la razón por la que este apóstrofe se
hace eco de una afirmación de 1960:

Es revolucionario —según nosotros— aquél


para el que la revolución es tan cierta como un
hecho ya sucedido. [3]

Y de la de 1952:

En consecuencia, el problema de la praxis


del partido no es la de saber el futuro, que sería
poco, ni de querer el futuro, que sería demasia-
do, sino de ‘‘conservar la línea del futuro de su
propia clase’’. [4]

A través de su hermenéutica y su profetismo, Bor-


diga afirma el gran potencial revolucionario de la
clase en el momento en que ésta libra su última gran
lucha. Se trata de conservarla y, si es posible, de ha-
cerla crecer; hay que recordar a la clase su misión
y simultáneamente criticarla de forma virulenta por

77
JACQUES CAMATTE

haber aceptado la dirección de jefes cobardes, pusi-


lánimes, traidores, y por entregarse al mercantilismo
y al inmediatismo de esta ‘‘sórdida civilización de
quiz’’ [5]; esta clase que ya no reacciona, como en el
siglo pasado, a la menor indignación revolucionaria,
que en cierta forma permite el asesinato y la masacre
de amarillos, negros, árabes, embrutecida como está
por un culto a Mammón [6] interiorizado.
Uno es prisionero en cierta medida de la causa que
abraza. Ésta libera y encadena, a veces paraliza e in-
hibe. En Bordiga, la vieja ‘‘problemática’’ del partido
se tiende sobre una amplia visión del partido como
clase [7], sobre la visión de una multitud humana en-
trando en revolución sin apelar a ningún gran hom-
bre o mesías, sin enaltecer a nadie. Toda reverencia,
sea cual sea, nos acerca a la tierra, a la tumba; la vic-
toria es imposible sin un enderezamiento completo.
Y es que en Bordiga encontramos irrupciones visio-
narias del futuro, la percepción de la totalidad de los
hombres, de la especie, de ahí su discurso multifor-
me y torrencial. De ahí también la utilización de un
lenguaje no expurgado, no estrictamente definido ni
estatalizado. Toma prestada una multitud de palabras
y expresiones de los diferentes dialectos italianos,
con el fin de hacer más expresivo su discurso, de la
misma forma que siembra sus escritos de locuciones
extranjeras que expresan de forma más clara lo que
quiere explicar y encarnan mejor su pensamiento, el
cual es el de un ser que escapa aún, aunque sea en
parte, al despotismo lingüístico del capital:

78
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

Ellos pueden inclinar sus frentes, incapaces


de todo rubor, hacia el mismo rebaño, los fal-
sos portavoces del proletariado moderno que
han tirado por la borda las verdades que, en un
Müntzer, tenían la potencia de hacer entrever
un K. Marx, un F. Engels, un V. Lenin. Estas
verdades de doctrina y de vida, de las que hoy
se reniega, son la guerra de clase y el exter-
minio del opresor, la dictadura del partido de
los oprimidos, el magnífico ciclo que va de la
fe —etapa no inútil hace dos mil años— a la
razón —etapa no inútil hace dos siglos— y a la
fuerza de clase que vence el saber de la clase
de los tiranos modernos, los vampiros de hoy,
la burguesía mercantil.
Más que la fe de la Edad Media y que la ra-
zón de las revoluciones liberales, deberá vencer
la dictadura de los ignorantes y de los misera-
bles que luminosa se erigió en los tiempos de
Lenin, durante los concilios de la revolución
comunista.
[…] No tenemos ninguna preferencia par-
ticular por el laicismo contra el clericalismo
papal. Solamente levantamos acta del paso
histórico de la fe a la razón. Pero deseamos y
prevemos también la derrota de la razón cien-
tífica, abyecta simonía de la forma capitalista,
y en esta siniestra atmósfera gritamos al pro-
letariado: ¡ni fe cristiana ni ciencia burguesa,
sino dictadura de tu fuerza virgen y bruta, de
tu fuerza que liberará un día al hombre de la

79
JACQUES CAMATTE

dictadura de todas las tinieblas!


Después será la luz. [8]
Los obreros vencerán si comprenden que no
debe venir nadie. La espera del Mesías y el cul-
to al genio, concebibles para Pierre y Carlyle,
son únicamente, para un marxismo de 1953,
una tapadera miserable de impotencia. La revo-
lución se alzará terrible, pero anónima. [9]

Bordiga busca siempre un apoyo en K. Marx y


cada vez quiere probar que éste ha tratado mejor la
cuestión particular que está afrontando él en ese mo-
mento. Sólo se permite aportar mejoras: en lo que
concierne a los tres casos del capítulo XVII del Ca-
pital, la conclusión de este primer libro Bordiga creía
encontrarla de hecho en el final del capítulo XXXII,
con la famosa frase sobre la expropiación de los ex-
propiadores, la rigurosa matemática simbólica, con
el fin de exponer mejor la obra de K. Marx. Siempre
necesita también exaltar la coherencia de la teoría,
incluso de la que llamaba la escuela marxista y que
sería mejor llamar partido histórico.
La voluntad de coherencia opera a veces como
una inercia. El discurso se cierra sobre sí mismo para
recuperar su punto de partida e incluir en él las dife-
rentes partes de tal suerte que se hagan compatibles
con el todo, no contradictorias. El discurso ya no está
abierto y hay como un miedo a la errancia. Sin em-
bargo, a través de esta hermenéutica tuvo la posibili-
dad de mantener el discurso teórico.
El impetuoso desarrollo del capital debía obligar a

80
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

Bordiga a ir al encuentro de estas posiciones. A partir


de 1957, tras el descubrimiento de los Grundrisse y
de los Manuscritos de 1844, sobre todo de los trabajos
preparatorios, hecho por mediación de R. Dangeville
—el cual tiene por ello un gran mérito, así como el
de haber traducido los Grundrisse al francés, incluso
si muy a menudo la traducción deja que desear—, se
planteaba el carácter no cerrado del discurso de K.
Marx. En dichos textos aparecen en efecto temas que
no habían sido tratados o habían sido abordados su-
perficialmente en la obra de K. Marx conocida hasta
entonces. Por otra parte, el reto del capital en la épo-
ca en que se producía el lanzamiento del Sputnik, su
voluntad de resolver las dificultades de su proceso de
vida en una indeterminación realizada al escaparse
de la atracción terrestre, de la gravedad humana que
lo limita, condujeron a Bordiga a superar su perspec-
tiva a veces cientifista y demasiado rígida en algunas
cuestiones.
Tenemos que aprehender a este revolucionario, a
este hombre de partido, en su vínculo con el futuro,
ya que vivió de éste más que cualquier otra persona
y sin embargo, simultáneamente, fue responsable de
la supervivencia de un pasado mistificador que ocul-
taba este futuro.

El marxismo es justamente, en esencia, una


previsión del futuro. El utopismo en sentido
estricto no es una previsión de futuro sino una
propuesta para modelar el futuro. [10]

81
JACQUES CAMATTE

Es por cierto en este último trabajo donde propor-


ciona una demostración magistral de su afirmación
sobre la previsión de la revolución rusa.

Cuando venció la gran revolución bolchevi-


que, la mayoría de los viejos camaradas y de los
neófitos, perplejos los primeros, inclinados los
segundos al entusiasmo, no dudaron en lanzar
sus alabanzas, convencidos como estaban de
que las afirmaciones teóricas del viejo K. Marx
y del viejo Engels habían recibido un golpe te-
rrible.
Los que aquí escribimos nos contamos entre
los pocos que, en la gloria del acontecimiento
victorioso que hizo temblar los cimientos del
mundo capitalista, no vieron más que la lumi-
nosa confirmación de una doctrina completa y
armoniosa, la realización de una espera larga y
difícil, pero cierta.
Tras más de treinta años llenos de aconteci-
mientos difíciles y menos propicios al entusias-
mo revolucionario, habiendo resistido el coloso
mundial del capitalismo la sacudida subterránea
y aún dominante tras la segunda y más bestial
guerra mundial, revisando el curso áspero y di-
fícil de interpretar y ligándolo —como reivin-
dica el marxismo que sabe hacerlo (renunciar
a ello supone admitir que se ha perdido toda
línea) — a la cadena de construcciones de dos
siglos o poco menos de dos siglos, nos senti-
mos cien veces más seguros de hecho de una

82
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

confirmación de la doctrina, más seguros de no


haber mascullado los estúpidos, precipitados,
presuntuosos y sobre todo cobardes mentís he-
chos a la línea inflexible que, una vez encontra-
da y aceptada, no puede ser transformada sin
traicionarla. [11]

Es larga la espera que preveía Bordiga para la re-


volución venidera. En 1957, con ocasión del 40 ani-
versario de la Revolución de Octubre, en 7 novembre
1917-57: Quarante années d’une organique appré-
ciation des évènements de Russie dans le dramatique
développement social et historique international,
pronosticaba una fase revolucionaria para 1975. En
1958, precisó:

Es bien evidente que no estamos en vísperas


de la tercera guerra mundial, ni en vísperas de
la gran crisis de entreguerras que sólo podrá de-
sarrollarse en unos años, cuando la consigna de
la emulación y de la paz haya desvelado su con-
tenido económico: mercado mundial único. La
crisis no perdonará entonces a ningún Estado.
Una sola victoria es hoy concebible para la
clase trabajadora: la victoria doctrinal de la
economía marxista sobre la economía mercan-
tilista común a americanos y rusos.
En un segundo periodo, la tarea para el par-
tido marxista mundial consistirá en la victoria
de organización, en oposición a los esquemas
demopopulares y democlasistas.

83
JACQUES CAMATTE

Es sólo en una tercera fase histórica —no


pudiendo ser inferior la unidad de tiempo a un
quinquenio— cuando la cuestión del poder de
clase podrá ponerse sobre la mesa. En estas tres
etapas, el termómetro será la ruptura de equili-
brio, en primer lugar y sobre todo —de lo que
los imbéciles bien quisieran excusarnos— en el
seno de los EE.UU. y no en el seno de la URSS.
[12]

Esto expresa al mismo tiempo la potencia y los


límites del pensamiento teórico de Bordiga. Los lí-
mites, porque el desarrollo de la revolución es conce-
bido aún según la vieja perspectiva y, por otro lado,
la terminología se muestra de una delimitación no
rigurosa: no hay economía marxista —desgraciada-
mente, esta expresión se encuentra con bastante fre-
cuencia en Bordiga, incluso en textos de gran valor
como Elementos de economía marxista—, sino una
crítica de la economía política, una crítica del capital.
Su potencia es la de haber señalado los puntos débi-
les determinantes del sistema capitalista mundial y la
de haber discernido la tendencia esencial del capital
a la formación de un mercado mundial. Aunque es
preciso añadir que, actualmente, éste ya no se pre-
senta bajo una forma puramente material, sino bajo
la forma difícilmente aprehensible del capital ficticio
que se invierte no sólo en el área occidental, sino que
se acapara cada vez más en los países del Este y que
tiende a englobar a China.
Nos hemos referido a esta previsión en nuestro

84
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

tratado difundido en mayo de 1968, L’être humain


est la véritable Gemeinwesen de l’homme [13], por
dos razones: primero, porque 1968 abre la nueva fase
revolucionaria; segundo, porque, de forma contra-
dictoria, Bordiga no ha reconocido la emergencia de
la revolución. La imposibilidad en que se encontró
de percibirla se desprende de su propia visión del de-
sarrollo de la reactivación revolucionaria. Es sobre
todo «el segundo tiempo» el que más padece la anti-
gua concepción: es necesaria una vanguardia incluso
si no se le da ese nombre. Se pierde así de vista que
el partido es la clase que se constituye en partido.
Las organizaciones que se quieren estructura de una
conciencia, sus depositarias, o si acaso las defenso-
ras de una teoría restaurada, terminan siempre por
ser superadas y se convierten en obstáculos para el
movimiento revolucionario.
Empleamos entonces esta cita con el fin de afir-
mar un elemento de continuidad en la discontinui-
dad operada por mayo. Con Bordiga se había podido
delimitar correctamente los puntos fundamentales de
la reactivación, afrontar el momento de su manifesta-
ción, pero el peso del pasado impedía que se pensara
este momento de la revolución en su nueva realidad.
El movimiento de mayo era necesario para mandar a
freír espárragos las antiguallas sobre la organización
y para reflexionar, incluso a nivel del rigor lingüísti-
co, sobre la expresión teórica. En mayo de 1968 lo
esencial fue la emergencia del comunismo, la mani-
festación anónima de la revolución a pesar de toda la
agitación recuperadora de los grupúsculos que se en-

85
JACQUES CAMATTE

contraban fuera del fenómeno, y ello incluso si dicha


emergencia tomó prestados algunos discursos inade-
cuados, por no expurgados de las antiguas creencias
democráticas. La explosión de mayo fue la afirma-
ción de un rechazo total de la sociedad del capital
y la apelación a una afirmación de los hombres, un
lanzamiento hacia otro tipo de comunidad. Así, mu-
chas de las afirmaciones-reivindicaciones de mayo
de 1968 —el fin de la política, la destrucción de toda
separación, el rechazo del militante-esclavo y mártir
(nosotros no tenemos ningún mérito, decía a menu-
do Bordiga)— estaban presentes en el discurso de
este último, pero estaban sustentadas por una visión
pasadista; el vínculo entre estas afirmaciones del fu-
turo y la praxis del momento se hacía a través de un
esquema ya superado de la revolución que retomaba
glorificándolos de manera acrítica todos los factores
de la revolución de 1917; de ahí su inmersión y su
ineficacia, que permitió su negación por parte de los
epígonos del partido comunista internacional.
Lo importante es esta afirmación del futuro, esta
no aceptación de la derrota, que sólo puede ser real
porque ha sido reconocida como tal. Esta certeza del
porvenir se desprende de la percepción del devenir
comunista de nuestra sociedad. El acto revoluciona-
rio futuro simplemente hará posible la plena conse-
cución de este devenir y lo hará efectivo.
La mayoría de los revolucionarios sólo lo son por
la revolución misma, son su encarnación inmediata,
o son si acaso la personificación de un discurso so-
bre la revolución. Por regla general, éstos piensan el

86
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

comunismo como algo que se sitúa obligatoriamente


más allá de un momento particular: la revolución. Lo
que entonces importa es esta última y no el comunis-
mo. Este último solamente permite proporcionar una
determinación a la revolución y evitar su confusión
con otros.
Para Bordiga, dado que la revolución es el choque
entre dos formas de producción, el modo de produc-
ción capitalista y el comunismo, hay que situarse en
relación a la totalidad de la nueva forma social.
No se trata de presentar la totalidad del ser hu-
mano, hombre social si alguna vez lo fue, dentro los
límites de lo que era posible en la época en que vi-
vió. Ser humano, es decir, hombre de partido, de un
partido cuyo programa es el comunismo. Queremos
simplemente presentar, afrontar la determinidad fun-
damental: su relación con el comunismo. Bordiga ha
dicho y escrito sobre K. Marx y F. Engels que toda
su obra había consistido en lucha para y descripción
apasionada del comunismo. Y ello contra toda afir-
mación según la cual K. Marx simplemente habría
descrito el capitalismo en su fase liberal —¡grazni-
dos de estos señores!—. Es el elemento fundamental,
gracias al cual Bordiga es siempre actual, contem-
poráneo. Esto no elimina otros aspectos pasadistas y
que participan de todas las preocupaciones erróneas
de una época histórica ya pasada.
Sin embargo, si esta afirmación es válida a lo lar-
go de su vida, sólo adquiere toda su validez bastante
más tarde y ello está ligado al desarrollo mismo del
movimiento proletario. Antes de 1914, no se encuen-

87
JACQUES CAMATTE

tran análisis notables por parte de Bordiga sobre el


comunismo. Se encuentra acaparado por la lucha
para enderezar, regenerar el partido: lucha contra el
frontismo, el electoralismo, etc.
Con la revolución rusa y el surgimiento de los so-
viets se afirma la tesis anti-gestionaria: el socialismo
es la destrucción de los límites de la empresa y su
inmediata implicación: no se trata de crear consejos
de fábrica que se modelan en cierta forma bajo las
formas de organización económica del capital para
dirigir la revolución, sino que es necesaria una orga-
nización que las niegue: el partido político de clase.

Sostener, como lo hacen los camaradas del


Ordine Nuovo de Turín, que los consejos obre-
ros, antes incluso de la caída de la burguesía,
son ya órganos no sólo de lucha política sino de
la organización económico-técnica del sistema
comunista, es además pura y simplemente un
regreso al gradualismo socialista. Se llame re-
formismo o sindicalismo, se define por el error
de creer que el proletariado puede emanciparse
ganando terreno en las relaciones económicas,
mientras que el capitalismo detenta aún con el
Estado el poder político. [14]

Aquí se afirma una invariante en el pensamien-


to de Bordiga, el antigradualismo: la revolución se
presenta como una catástrofe para el modo de pro-
ducción en vigor. Esto se acompaña del rechazo de
todo concretismo, que es de hecho la trampa en la

88
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

que caen los que creen poder tomar atajos históricos


y evitar la catástrofe.

El duro esfuerzo para continuar fiel a la im-


placable dialéctica marxista del proceso revolu-
cionario ha cedido a menudo a desviaciones, a
través de las cuales la acción de los comunistas
se ha extraviado y desmigajado en supuestas
realizaciones concretas y en la sobreestimación
de actividades especiales, o de instituciones
particulares, que debían constituir un puente
hacia el socialismo y no un aterrador salto al
abismo de la revolución, la catástrofe marxista
de la que debía surgir la renovación de la hu-
manidad.
El reformismo, el sindicalismo, el cooperati-
vismo no son de otra naturaleza.
Las tendencias actuales según las cuales cier-
tos maximalistas, ante las dificultades de des-
trucción del poder burgués, buscan un terreno
de realización, de concretización, un intento de
volver técnica su actividad, así como las inicia-
tivas que sobreestiman la creación anticipada
de órganos de la economía futura tales como los
comités de fábrica, caen en los mismos errores.
[15]

Durante todo este período su actividad se orienta


hacia la formación del partido que debe intervenir
directamente en las luchas en curso, ya sea para la
revolución en Italia, ya para el apoyo a la revolu-

89
JACQUES CAMATTE

ción rusa. En este plano teórico, hay una defensa de


esta última al mismo tiempo que un intento de fundar
qué es el movimiento en occidente. La pregunta por
el comunismo es abordada de forma indirecta, por
ejemplo, con ocasión de la crítica de un libro de Gra-
ziadei en el Ordine Nuovo de 1924, nº 3-6: La théo-
rie de la plus-value de K. Marx, base vive et vitale du
communisme.
O bien en tanto que táctica frente al movimiento
campesino —la cuestión agraria de 1921, donde se
afronta el problema de la transformación socialista
de la agricultura. Se encuentran ahí consideracio-
nes muy importantes en la materia, pero no hay una
auténtica descripción de la sociedad comunista. Se
queda en las relaciones sociales genéricas, muy im-
portantes, pero no se ven todas las transformaciones
que afectan a los hombres.
Es después de la segunda guerra mundial cuando
Bordiga afronta de manera más detallada la periodi-
zación post-capitalista e intenta definir de forma más
incisiva qué es el comunismo. ‘‘Pasando por encima
todo el ciclo, el comunismo es el conocimiento de un
plan de vida para la especie. Es decir, para la especie
humana’’. [16]
Bordiga reafirma aquí otra constante común a K.
Marx y a todos aquellos que operan con la ayuda de
la teoría producida por este último. ‘‘Nuestra fórmula
es abolición del salariado; hemos demostrado que la
fórmula de abolición de la propiedad privada de los
medios de producción, es una simple paráfrasis…’’
[17].

90
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

El socialismo es todo en la negación de la


empresa capitalista, no en su conquista por par-
te del trabajador. [18]

Después la polémica que se abre de nuevo en el


seno del partido comunista internacionalista sobre la
naturaleza social de Rusia y su devenir, obliga a re-
tomar la sucesión de estadios entre capitalismo y co-
munismo dada por K. Marx en la Crítica al Progra-
ma de Gotha. Sin embargo, en aquel momento hay
algo más: un intento de tomar en consideración el
desarrollo excepcional del capital desde el comienzo
del siglo XX.

a) Desinversión de capitales, es decir, desti-


nación de una parte más reducida del producto
a bienes instrumentales.
b) Elevación de los costes de producción
para poder dar, hasta la desaparición del sala-
riado, del mercado y de la moneda, pagas más
grandes por un tiempo de trabajo menor.
c) Rigurosa reducción de la jornada laboral,
al menos a la mitad de la actual, absorbiendo el
desempleo y las actividades anti-sociales.
d) Reducción del volumen de la producción,
con la ayuda de un plan de subproducción, que
la concentre en los sectores más necesarios;
control autoritario de los consumos, comba-
tiendo la moda publicitaria de aquellos que son
nocivos y nefastos; abolición de las actividades

91
JACQUES CAMATTE

que aseguran la propaganda de una psicología


reaccionaria.
e) Rápida ruptura de los límites de empresa
con la transferencia autoritaria no del personal,
sino de las materias de trabajo al plano del con-
sumo.
f) Rápida abolición de los sistemas de segu-
ros de tipo mercantil, para sustituirlos por la ali-
mentación social de los no-trabajadores a partir
de un nivel mínimo.
g) Paro de la construcción de casas y de es-
pacios de trabajo alrededor de las grandes ciu-
dades e incluso de las pequeñas, como punto
de partida hacia la distribución uniforme de la
población en el campo. Reducción de la velo-
cidad y del volumen del tráfico prohibiendo el
que resulta inútil.
h) Firme lucha por la abolición de las carre-
ras y los títulos, contra la especialización profe-
sional y la división social del trabajo.
i) Primeras medidas inmediatas para someter
al control del Estado comunista la escuela, la
prensa, todos los medios de difusión, de infor-
mación y las redes de espectáculos y de diver-
siones. [19]

La publicación del texto de Stalin Los problemas


económicos del socialismo en la URSS fue de nuevo
la ocasión de una redefinición de los diferentes esta-
dios. No hay grandes variaciones respecto al acta de
la reunión de Nápoles del 1 de septiembre de 1951

92
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

(Leçons des contre-révolutions, doubles révolutions


-nature capitaliste révolutionnaire de l’économie
russe, tesis 45).

Concluiremos la argumentación económica


con una síntesis de los estadios de la sociedad
futura, ya que es una cuestión en la que el ‘‘do-
cumento’’ de Stalin lleva a cierta confusión.
France-presse le ha acusado a este respecto de
haber plagiado el escrito de Nikolái Bujarin so-
bre las leyes económicas del periodo de transi-
ción. En realidad, Stalin cita varias veces este
escrito, valiéndose incluso de una crítica que le
hizo Lenin. Encargado de preparar el programa
de la Internacional comunista, el cual en con-
secuencia quedó en forma de proyecto, Buja-
rin tuvo el gran mérito de poner en primerísimo
plano el postulado anti-mercantilista de la re-
volución socialista. Después, en el análisis del
periodo de transición en Rusia, seguía a Lenin,
reconociendo que había que sufrir las formas
mercantiles durante la dictadura del proletaria-
do.
Todo queda claro si se señala que este esta-
dio analizado por Lenin y Bujarin precede los
dos estadios de la sociedad comunista de la que
habla K. Marx y de la que Lenin da una magní-
fica ilustración en un capítulo de El Estado y la
revolución.
El esquema siguiente podrá recapitular el di-
fícil tema del diálogo de hoy:

93
JACQUES CAMATTE

— Estadio de transición: el proletariado ha


conquistado el poder y debe dejar a las clases
no-proletarias fuera de la ley, precisamente
porque no puede ‘‘abolirlas’’ de un solo golpe.
Ello significa que el Estado proletario contro-
la una economía una de cuyas partes, siempre
decreciente, conoce la distribución mercantil e
incluso las formas de disposición privada del
producto y de los medios de producción —sean
éstos concentrados o dispersos. Economía aún
no socialista, economía de transición.
— Estadio inferior del comunismo o, si se
quiere, del socialismo. La sociedad ya ha con-
seguido la disposición de los productos en ge-
neral y los asigna a sus miembros por medio
de un plan de ‘‘contingentes’’. El intercambio y
la moneda han dejado de asegurar esta función.
Sólo puede concederse a Stalin que el intercam-
bio simple sin moneda, pero siempre según la
ley del valor, puede ser una perspectiva de en-
cauzamiento al comunismo; esto representaría
al contrario una suerte de recaída en el sistema
de trueque. La asignación de productos parte al
contrario del centro y se efectúa a su vez sin
equivalentes. Ejemplo: cuando estalla una epi-
demia de malaria, se distribuye quinina gratis
en la zona damnificada, pero a razón de un tubo
por habitante.
En este estadio no sólo es necesaria la obli-
gación del trabajo, sino también un registro del
tiempo de trabajo suministrado y un certificado

94
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

que acredite dicho suministro, es decir el fa-


moso bono tan discutido desde hace un siglo.
El bono posee la característica de no poder ser
acumulado. Toda tentativa de hacerlo supone
la pérdida de una cierta cantidad de trabajo sin
equivalente. La ley del valor queda enterrada
—Engels: la sociedad ya no atribuye ‘‘valor’’ a
los productos.
— Estadio del comunismo superior que pue-
de llamarse también, sin duda alguna, socialis-
mo pleno. La productividad del trabajo se ha
hecho tal que ni la constricción ni el régimen
de contingentes son ya necesarios —salvo ca-
sos patológicos— para evitar el malgasto de
los productos y de la fuerza humana. Libertad
a cada uno para tomar lo que sea para su con-
sumo.
Ejemplo: las farmacias distribuyen gratui-
tamente y sin restricción la quinina. ¿Y si al-
guien toma seis tubos para envenenarse? Será
efectivamente tan estúpido como aquellos que
confunden una infecta sociedad burguesa con
el socialismo.
¿A qué estadio ha llegado Stalin? A ninguno
de los tres. No está en el estadio de transición
del capitalismo al socialismo, sino en el de la
transición al capitalismo. ¡Cosa casi respetable
y que no tiene nada de suicidio! [20]

Hay un cierto absurdo en polemizar con Stalin,


como si éste, tras la derrota de la revolución, no hu-

95
JACQUES CAMATTE

biera adquirido el derecho de hacer lo que quisiera


con la teoría; sólo una lucha victoriosa podía resta-
blecerla. Es verdad que refutar a Stalin podía ser útil
para reafirmar los factores fundamentales, no falsifi-
cados de la teoría. La refutación de Stalin es así un
capítulo en la hermenéutica de Bordiga; era necesa-
rio por otra parte situar la necesidad de la mistifi-
cación y sus características. Sin embargo, no podía
dejar de plantearse la pregunta: ¿cómo era posible
que toda una nación debiera ponerse a hacer trampas
con la teoría marxista?, y, además, para Occidente,
¿podía ser válido aún en todo punto lo que K. Marx
había contemplado en el siglo XIX?, ¿no estaba ya la
sociedad más madura? Esto no se planteó.
Posteriormente Bordiga debía abandonar esta
polémica. Tuvo entonces la voluntad de plantearse
como afirmación positiva y reconocimiento del va-
cío, de la ausencia de todo movimiento revoluciona-
rio, fuera de algunos pocos grupos. Sin embargo, la
polémica ante otras corrientes había cesado hacía ya
tiempo.
Ésta se volvió desde entonces sobre sí misma; de
ahí el discurso convertido en diálogo en el que el
autor no desvela a su contradictor. ¡No al persona-
lismo! Bordiga decía estar contra la polémica, pero
para superarla habría sido necesario fundar algo que
fuera discontinuidad, crear un campo que el adversa-
rio pudiera difícilmente abordar, por estar ocupado
por el comunismo; esto se intentó hacer y contribuyó
a una cierta superación de la hermenéutica.
La polémica interiorizada fue a menudo justifica-

96
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

ción de uso interno. La izquierda no es un simple


movimiento cultural, un círculo de estudios, no re-
chaza la acción (cf. la posición ante los sindicatos).
Esto hace referencia fundamentalmente a O. Damen,
de la misma forma que lo que concierne al congreso
de Bolonia, la referencia a Lenin, la cuestión de la
táctica, etc.
Finalmente, había una necesidad de distinguir-
se de la izquierda germano-holandesa, del KAPD
en particular. A esto se deben los comentarios y los
ataques que resultan incomprensibles para quien no
conoce todas las vicisitudes de la izquierda italiana y
de Bordiga.
Hay un punto sin embargo en el que realmente la
polémica no está interiorizada, en el que se da una
manifestación no empañada por una justificación
cualquiera; es cuando se trata del comunismo.
En el Diálogo con los muertos no se retoma el es-
tudio de las fases post-capitalistas. Pero es a partir
del momento de la publicación de este texto cuan-
do se pone en primer plano el teorema siguiente:
el socialismo no se construye. Desde entonces no
se trata ya de refutar a Stalin o a sus sucesores res-
pondiendo negativamente a la pregunta de si existe
el socialismo en la URSS, sino de destruir la base
misma de esta pregunta. Construir el socialismo es
una afirmación de un claro estilo utopista que evoca
irresistiblemente las diversas propuestas de construir
la ciudad radiante. Esta implica un plan preestable-
cido, concebido y conocido únicamente por algunos
jefes, algunos genios, etc. En realidad, el comunismo

97
JACQUES CAMATTE

se desarrolla a partir de elementos que ya existen en


el modo de producción capitalista y sólo la actividad
de los proletarios al abatir el capitalismo permitirá
el devenir del comunismo hacia su plenitud. El par-
tido, para Bordiga, es en esta corriente una fuerza
que guía; aquél dirige un proceso que no ha creado
y sobre todo se opone a las direcciones que querrían
desviar la generosa fuerza del proletariado. Es a par-
tir de 1957, en particular durante la reunión de París
—cuya acta fue publicada con el título de Les fonde-
ments du communisme révolutionnaire dans l’histoi-
re de la lutte prolétarienne internationale— y con
ocasión del estudio de la polémica ruso-yugoslava,
cuando esto sea enunciado con mayor claridad aún.
En el primer texto ya mencionado, Bordiga retoma
en cierta medida lo que siempre ha afirmado contra
las diversas vías de acceso al comunismo; se encuen-
tran ecos de esto en sus artículos de 1920 sobre los
soviets, en los redactados contra la política de fundar
la actividad revolucionaria sobre la base de la em-
presa —durante la bolchevización de la IC—: ‘‘Las
organizaciones económicas del proletariado esclavo
son burdos sustitutos del partido revolucionario’’:

La bestia es la empresa, no el patrón que


ésta tiene a su cabeza. ¿Cómo escribir las ecua-
ciones económicas entre empresas, sobre todo
cuando las grandes asfixiarán a las pequeñas,
cómo hacerlo entre empresas de las que unas se
han apropiado de dispositivos de baja produc-
tividad y las otras de los de alta productividad,

98
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

entre aquellas que utilizan instrumentos pro-


ductivos ‘‘convencionales’’ y las que utilizan la
energía nuclear? Este sistema, erigido como el
resto sobre un fetichismo de la igualdad y de la
justicia entre los individuos y sobre un horror
burlesco del privilegio, de la explotación y de
la opresión, les será al contrario un medio de
cultura aún más favorable que la sociedad civil
habitual. [21]

El descubrimiento de los Grundrisse y de los


Manuscritos de 1844 marcó, ya lo hemos dicho, un
momento importante en la obra de Bordiga. No obs-
tante, en ese momento todavía no va a ir realmente
más allá de una hermenéutica. Refuta a aquellos que
piensan que el desarrollo de la automoción es una ne-
gación en acto de la teoría del valor de Marx. No ex-
trae sin embargo todas las consecuencias lógicas de
la afirmación de que el tiempo de trabajo vivo tiende
cada vez más a disminuir en el modo de producción
capitalista, que la actividad del obrero se convierte
casi en superflua. Deduce simplemente de ello que
el valor habrá sido destruido ‘‘doctrinalmente’’ antes
de que lo sea efectivamente en la lucha armada de la
revolución del mañana. Ahora bien, las afirmaciones
de K. Marx que han encontrado actualmente una ve-
rificación en las zonas capitalistas más desarrolladas
del globo implican que del día a la noche es posi-
ble destruir realmente el valor. Esto plantea también
la pregunta por la naturaleza del trabajo productivo
en la sociedad actual, el papel del proletariado en la

99
JACQUES CAMATTE

configuración clásica, una modificación de los esta-


dios post-capitalistas tal y como los había definido K.
Marx en la Crítica al Programa de Gotha, para una
época en la que el modo de producción capitalista es-
taba lejos de haber llevado a cabo lo que ha realizado
hoy en día. La demostración de Bordiga es de poca
amplitud en el sentido de que apunta a mostrar que el
proletariado no tiene ninguna razón para rechazar su
teoría, el marxismo, puesto que está absolutamente
verificada. No se preocupa lo suficiente del devenir
total del capital y del comunismo que está ligado a él.
De más profundidad era el momento de delimitar el
reformismo revolucionario de K. Marx que había sin
embargo evocado a propósito de la ley que reglamen-
taba la jornada laboral en el siglo XIX; ley reclamada
por K. Marx y por la cual, pensaba, el proletariado
debía luchar encarnizadamente, lo cual hizo. Definir
el reformismo revolucionario de K. Marx conlleva
plantear el del proletariado. Este reformismo era vá-
lido mientras que el capital no había completado su
dominación real. En efecto, lo que ello quiere decir
es que luchar por la jornada laboral, considerar que
el socialismo es la disminución draconiana de la du-
ración de ésta aunque el capital eche a los obreros a
la calle o cree trabajos artificiales no creadores de
plusvalía y que, en última instancia, ni siquiera la
realizan, sólo son necesarios para mantener el trabajo
como coerción. El capital ha desintegrado la jornada
vital del hombre. Se trata de rehacerla fuera del capi-
tal. Además, esta determinación de la jornada laboral
sólo existe porque hay que medir la actividad huma-

100
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

na; el socialismo es la destrucción de tal medición,


mientras que el valor, el capital, no pueden existir
sin ella. Esto no postula de ninguna manera que haya
que injuriar a los proletarios que reivindican una dis-
minución de la jornada laboral o de la vida laboral,
eso sería pedir que cese la contradicción del capital:
su tendencia a no poder arreglárselas sin los hombres
y al mismo tiempo a disminuir el tiempo de trabajo
incluido en una mercancía-capital. Tal reivindicación
es siempre una agresión al capital aunque cada vez
más pueda ser reabsorbida en el reformismo de este
último, que llega a reestructurar la semana de trabajo
y a repartir de otra forma el trabajo entre los dife-
rentes componentes de la sociedad. En sus orígenes,
al contrario, tal reivindicación desembocaba en un
refuerzo de la unificación de la clase y obligaba a
incrementar las fuerzas productivas estimulando el
mecanismo.
A partir de ahora se manifiesta que no se puede
considerar el movimiento hacia el socialismo a partir
de los estadios indicados por K. Marx. Hay que in-
dividualizar cómo el capital ha realizado de hecho el
estadio de transición y en cierta medida el socialismo
inferior. Para efectuar esta tarea, evidentemente hay
que hacer referencia a la obra de K. Marx, partir de
los Grundrisse y del libro III del Capital.
De la misma forma, Bordiga pudo asentar de for-
ma aún más sólida su antimercantilismo, varias ve-
ces afirmado en los períodos anteriores, por ejemplo,
en la reunión de Nápoles de 1952, Caractères non
mercantiles de la société socialiste, donde hizo un

101
JACQUES CAMATTE

comentario, que debería renovar varias veces, del


capítulo sobre el carácter fetichista de la mercancía.
Esta caracterización se repite como un leit-motiv en
la cuestión agraria, conjunto de fili aparecidos sobre
este asunto a finales de 1953, principios de 1954, en
Il Programma Comunista. De la misma forma, en
1963:

Con la ciencia, la técnica y el trabajo, ¿ex-


plotaría entonces el hombre la naturaleza? ¡Fal-
so! El vínculo racional entre el hombre y la na-
turaleza nacerá en el momento en que ya no se
hagan las cuentas y los cálculos de proyectos en
moneda, sino en grandeza física y humana.
Se puede hablar de explotación cuando un
grupo de hombres se explotan los unos a los
otros. Con las grandiosas construcciones del
mundo mercantil, los explotados se vuelven so-
lidarios de la empresa explotadora. En Longa-
rone, masas de personas habían sido empleadas
y había llovido masas de oro. ¿Tenía el ingenie-
ro que responder por haber hecho llover oro?
Es cierto que una parte del personal hizo huelga
ante la evidencia del peligro de derrumbe, pero
es también una enseñanza amarga la del obrero
que se rebeló violentamente cuando un apareja-
dor quiso apartarle porque su cojera le impedía
huir en caso de peligro, condenándolo a muerte.
Cuando la paga es elevada, el riesgo de muerte
del hombre es el aire normal que respira la so-
ciedad del dinero y del salario.

102
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

Todo el valle corrió el riesgo y ahora está


muerto. [22]

Aquí hay que notar también que no basta con decir


que el hombre dominará la naturaleza cuando ‘‘las
siniestras fuerzas sociales que nos someten a la es-
clavitud más que los millones de metros cúbicos de
piedras sepulcrale’’ hayan sido derribadas, sino que
el hombre podrá reconciliarse con la naturaleza como
afirmaba K. Marx en 1844. La voluntad de domina-
ción, expresión misma del despotismo del capital, no
ha conducido más que a la destrucción de la natura-
leza y a la manipulación de la naturaleza humana,
como sostenía justamente Adorno.
Actualmente todo es capital y, en consecuencia,
hablar de mercantilismo se muestra como una conce-
sión al pasado. Se puede replicar que Bordiga lo con-
sidera como fundamento del capital y no de forma
autónoma. Es verdad, pero en tal caso esa condena
padece de operar únicamente en la negatividad: defi-
nición del comunismo como sociedad no mercantil.
En cambio, cuando comenta las notas de K. Marx a
la obra de J. Mill, Bordiga supera esta negatividad y
se eleva a una visión de la totalidad. El comunismo
no conoce ni intercambio ni obsequio —añadimos
nosotros—, porque el obsequio no es más que un in-
tercambio diferido o todo lo más un momento inicial
de éste.
Bordiga denuncia de nuevo la producción por la
producción, el eslogan según el cual el socialismo
se caracteriza inmediatamente por el incremento de

103
JACQUES CAMATTE

las fuerzas productivas, el mito de la producción, el


del crecimiento indefinido del PIB [Producto Interno
Bruto] —que tiene como consecuencia la peor es-
clavitud de los hombres—; y define en antítesis el
comunismo como el modo de producción en que ‘‘el
objetivo de la sociedad no es la producción sino el
hombre’’. Ello le condujo inevitablemente a retomar
su tesis de que el consumo se convierte en consumo
para el hombre y que, correlativamente, surge la ur-
gencia de regenerar la especie, de desintoxicar a los
hombres.
La condena de la sociedad del capital reclamaba
el estudio de los modos de producción anteriores; la
puesta en evidencia, tras Marx, de su superioridad
sobre nuestra sociedad, imponía un nuevo enfoque
del comunismo primitivo definido como comunismo
natural, en cierta forma mito y poesía social. Con es-
tos trabajos, se abandonaba el estrecho marco en que
nos habíamos movido hasta entonces con Engels y su
obra sobre El origen de la familia, etc., marco en que
las sociedades africanas o asiáticas no podían tener
lugar más que al precio de descaradas distorsiones
de la realidad. No puede imputarse la culpa en su to-
talidad a Engels, que sin embargo había precisado en
su libro: ‘‘Por falta de espacio renunciaremos a estu-
diar las instituciones gentilicias que aún existen bajo
una forma más o menos pura en los pueblos salva-
jes y bárbaros más diversos, o a seguir sus vestigios
en la historia primitiva de los pueblos civilizados de
Asia’’. [23]
Simultáneamente, señalando el despojo sufrido

104
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

por el hombre a lo largo del desarrollo de las socie-


dades de clase, Bordiga fue llevado a reconsiderar el
vínculo de la ciencia moderna a la antigua con otras
formas de conocimiento humano, el arte y la religión.
Su interés en los mitos se vio aún más reforzado, los
cuales no fueron abordados desde la óptica reduc-
cionista de un estúpido materialismo histórico, sino
en tanto que potentes expresiones del deseo de los
hombres por recomponer su comunidad y de ir más
allá de los límites que les imponía el surgimiento de
las sociedades de clase. En cuanto a los mitos surgi-
dos en el seno de sociedades no clasistas, éstos eran
testigos de una alta concepción del vínculo del hom-
bre con la naturaleza. Puede tomarse como ejemplo
el mito de la inmortalidad. Con el advenimiento de
las clases, el hombre queda reducido a un individuo,
a una partícula aislada, y sufre en totalidad el peso
de este aislamiento-soledad; la muerte aparece como
realización perfecta de dicha soledad-separación;
hay que combatirla mediante la certeza de un más
allá donde se recree la comunidad, espejismo que le
permite mantener su continuidad. Para el hombre de
la sociedad futura, la inmortalidad ya no está situada
en un más allá de la muerte, sino al interior de la vida
de la especie, de la cual el individuo ya no está se-
parado porque el hombre social es al mismo tiempo
Gemeinwesen.
El antidemocratismo se refuerza al contacto con el
análisis de las obras de juventud, pero por desgracia
no se llevó a cabo un estudio exhaustivo del fenó-
meno democrático y, en consecuencia, el comunismo

105
JACQUES CAMATTE

como negación de la democracia fue más afirmado


que demostrado. Se redefine también la invariancia
como la permanencia de la solución de los enigmas
operada por K. Marx en 1844, y se retoma con fuerza
la afirmación por la cual el partido debe ser la an-
ticipación de la sociedad futura. Pero sobre lo que
queremos insistir es sobre la cuestión del anti-indi-
vidualismo, del anti-personalismo, que toma unas
proporciones inmensas, convirtiéndose en el eje de
toda la concepción del comunismo y el apoyo de la
actitud ante los periodos anteriores.
Bordiga demuestra que el individuo persona-ex-
cepcional no tiene ningún poder determinante. Hay
que aprehender la historia de la humanidad no como
un producto de la mano de individuos geniales, sino
como la obra de millones de hombres que han ope-
rado en la oscuridad durante milenios. En el fondo,
sólo los seres dotados de facultades poco comunes
pueden reconocer en sí mismos el devenir inmenso
de los millones de fuerzas que se cristalizan en su
interior en un momento determinado, y pueden así
darse cuenta de lo poco que incorporan de hecho a
la obra en acto desde el surgimiento de la especie.
Este anti-individualismo es afirmación del hombre
especie, de una especie en devenir, no de una simple
suma de individuos sino la syngaméion de la que ha-
bla Bordiga en Facteurs de race et de nations dans
la théorie marxiste (1953). Este concepto se elabora
a partir de la percepción de la importancia decisiva
e innegable de la acción de las masas, de la inmensa
multitud de proletarios, en el curso de las revolucio-

106
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

nes. Con ello se reafirmaba la existencia de los mi-


llones de seres que habían operado o que operan en
la dirección de la revolución. Bordiga no se hinchaba
con su propia obra sino que daba testimonio de la de
ellos, en el momento en que la contrarrevolución bo-
rraba, y tendía a hacerlo para siempre, los vestigios
de sus luchas. En este sentido era aún un profeta.
Bordiga tenía razón al denunciar la pasividad, la
neutralidad, de diversas moléculas humanas que en

un medio histórico no ionizado […] no se


orientan hacia dos alineamientos antagonistas.
En esos periodos muertos y repugnantes, la
molécula persona puede situarse en cualquier
orientación. El ‘‘campo’’ histórico es una por-
quería y a todo el mundo le da igual. Es en estos
momentos cuando la fría e inerte molécula, no
recorrida por una corriente impetuosa ni fijada
a un eje indefectible, se recubre con una especie
de corteza que se llama consciencia, se pone a
cotorrear afirmando que ella va a donde quiere
y cuando ella quiere, y eleva su inconmensu-
rable nulidad y estupidez a la altura del motor,
del sujeto causal de la historia. Pero cuando hay
ionización, entonces ‘‘el individuo-molécu-
la-hombre se rencuentra en su alineamiento y
vuela a lo largo de su línea de fuerza, olvidan-
do finalmente la patología idiota que siglos de
extravío han celebrado con el nombre de libre
arbitrio’’. [24]

107
JACQUES CAMATTE

Esta es la mejor prueba de que es el capital quien


reduce los hombres a su estado de moléculas, de que
les deja inexpresivos, sin capacidad de reacción, lle-
nos de su propia sustancia. El capital ha tomado de
los hombres su actividad y les da a cambio salario e
ideología. Cuanto más son despojados los hombres,
más fuerte es el capital. Por otra parte, éste reniega
de la teoría individualista-liberal y el fallo de Bordi-
ga es no tenerlo en cuenta: el fascismo fue la nega-
ción de los individuos con la exaltación de algunos
jefes necesarios, una suerte de equivalentes genera-
les espectaculares para los hombres esclavos del ca-
pital que deben dirigir. Por este hecho es imposible
teorizar sencillamente una negación del individuo,
porque ésta es una posibilidad en la formación de
una ideología totalitaria que sirva al mantenimiento
del despotismo del capital, santifica en cierta forma
la pérdida de energía de todos los individuos, que
deberían sublevarse contra el capital. La revolución
comunista, es verdad, llevará hasta el final la nega-
ción del individuo mencionado arriba, de la persona
como siendo supuestamente determinante en los pro-
cesos históricos, pero no será para poner en su lugar
al hombre colectivo que ya existe en la forma del
obrero colectivo, otra modalidad de existencia del
capital, si bien es la base del comunismo. Si se niega
a los hombres al negar los individuos, ¿quién hará
la revolución, dado que incluso en el partido estos
hombres-individuos continúan siendo unos ineptos?
¡La entidad partido, operador-alquimista capaz de
transformar una suma de ceros en un arquitecto de la

108
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

revolución!…
El peligro [...] de Bordiga es que mantiene su te-
sis de la negación del individuo hasta el comunismo.
Al negar finalmente el hombre en tanto que unidad,
el comunismo aparece desde entonces únicamente
como el triunfo de la especie.

En esta grandiosa construcción, se elimina el


individualismo económico y aparece el hombre
social, cuyos límites son los mismos que los de
la sociedad humana, mejor aún, los de la espe-
cie humana.

Bordiga interpreta entonces el hombre social de


K. Marx como la especie. Una prueba más de esta
identificación reside en el hecho de que más tarde,
para especificar que se ocupa del elemento unitario
humano, hablará del individuo social. Esto llama a
hacer dos apuntes. El individualismo es una teoría
absolutamente condenable y hay que destruirla, pero,
lo hemos visto antes, el capital mismo tiende a ha-
cerlo. Está bastante claro que no puede ser eliminado
después de la desaparición de su soporte normal, el
individuo, ya sea nulidad real —el proletario—, ya
nulidad inflada por las necesidades del capital —el
gran hombre actual, que, a ojos de los propios adep-
tos del capital, aparece cada vez más como un bufón
insignificante. Por otra parte, al anti-individualismo
de Bordiga no lo acompaña la eliminación de expre-
siones como ‘‘el genial Marx’’, ‘‘el gran Marx’’, ‘‘el
gran Lenin’’, etc. Se puede replicar a esto que tales

109
JACQUES CAMATTE

afirmaciones tenían por objetivo resaltar que actual-


mente no puede haber grandes hombres, grandes je-
fes, etc. Ello es incontestable. A comienzos de los
años 20, Gorter decía con razón que cuanto más po-
tente es la clase, menos necesidad tiene de jefes. Pero
ello no implica de ninguna forma que haya que teori-
zar, casi elogiar, la insignificancia de los hombres que
deben componer el vasto movimiento revolucionario
que abatirá al capital. Es necesario todo lo contra-
rio, sin hacerse ilusiones, porque sólo la revolución
les dará efectivamente la energía necesaria para des-
truir el monstruo del capital. Añadamos que para K.
Marx, el hombre social es aquello en lo que se con-
vierte el individuo en la sociedad futura, comunista.
Precisemos finalmente que hablar de una sociedad
comunista es una concesión a la comprensión inme-
diata; de hecho estará la Gemeinwesen (comunidad)
ser humano, que aún se puede aprehender de forma
inmediata hablando de especie humana, aunque éste
sea todavía un concepto demasiado zoológico, y el
hombre social. Este último no existirá en oposición
a la Gemeinwesen, puesto que al mismo tiempo el
hombre social será la Gemeinwesen, será a la vez in-
dividual y universal; si no, no se habría efectuado
aún ninguna superación, como se desprende clara-
mente de las notas de K. Marx a la obra de J. Mill:
El intercambio de la actividad humana en la pro-
ducción como intercambio de productos humanos en-
tre ellos es igual a la actividad y a la felicidad sociales.
Siendo el ser humano la verdadera Gemeinwesen de
los hombres, éstos crean, producen por su actividad

110
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

su ser, la Gemeinwesen humana, el ser social que no


es una potencia general abstracta frente al individuo
particular, sino el ser de cada individuo, su propia ac-
tividad, su propia vida, su propia felicidad y riqueza.
Aquella aparece por mediación de la necesidad y del
egoísmo de los individuos, es decir, es directamente
producida por la actividad de su existencia. No de-
pende del hombre que esta Gemeinwesen exista o
no, pero mientras que el hombre no se reconozca en
tanto que hombre y no organice en consecuencia el
mundo de forma humana, esta Gemeinwesen apare-
cerá bajo la forma del extrañamiento (Entfremdung).

De igual forma en los Manuscritos de 1844:

Sobretodo hay que evitar fijar de nuevo la


‘‘Sociedad’’ como una abstracción frente al in-
dividuo. El individuo es el ser social. La mani-
festación de su vida-incluso si no aparece bajo
la forma inmediata de una manifestación comu-
nitaria de la vida, llevada a cabo con otros y
al mismo tiempo que ellos- es por ello mismo
una manifestación y una afirmación de la vida
social. La vida individual y la vida de la especie
del hombre no son diferentes, aunque —y esto
necesariamente— el modo de existencia de la
vida individual sea un modo particular o más
general de la vida de la especie, o que la vida de
la especie sea una vida individual más particu-
lar o más general.
El hombre así, por más que sea un individuo

111
JACQUES CAMATTE

particular —y justamente es su particularidad la


que hace de él un individuo y una Gemeinwesen
(comunidad) individual real—, es, en la misma
medida, la totalidad, la totalidad ideal, la exis-
tencia subjetiva de la sociedad pensada y senti-
da para sí, del mismo modo que también en la
efectividad (Wirklichkeit) existe como contem-
plación y goce efectivo de la existencia social.

Así el hombre social (Gemeinschaftlicher Mensch)


es a la vez individuo y Gemeinwesen. Si se traduce
este último término por ‘‘ser social’’, es fácil identi-
ficarlo a continuación con el hombre social y, de esta
manera, esquivar una de las determinidades esencia-
les: la determinidad individual. La posición de Bor-
diga está preñada de regeneración del despotismo de
la sociedad, y por tanto del capital hecho hombre.
Finalmente, esta teorización tiene consecuencias
inmediatas en la concepción del partido, puesto que
éste es anticipación de la sociedad comunista. Dicha
concepción lleva a Bordiga a atribuir todo al partido
y nada a sus miembros, que no sólo no existen sino
por su mediación, sino que son elementos intercam-
biables sin más sustancia que la que les asigna el par-
tido, o su centro, como dirán más tarde los epígonos
retomando algunas observaciones de Bordiga. Ello
lleva a un psitacismo tanto más estúpido cuanto más
grande es el número de papagayos. Tal es evidente-
mente la caricatura a la que conduce inevitablemente
esta concepción cuando tiene la oportunidad de en-
carnarse.

112
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

No se puede luchar contra el capital en su terre-


no, el de la destrucción de los hombres. Por eso, el
partido sólo puede ser definido como el que insta-
la una nueva comunidad en la que los miembros no
pueden ser, y esto va de suyo, hombres sociales sino
seres con una profunda necesidad de luchar por la
apropiación del ser humano, realizable sólo tras la
revolución comunista, que hace efectivas las poten-
cialidades de nuestra sociedad.
Esto último es un ejemplo de la insuficiencia de
una hermenéutica que opere con la presuposición de
que las características de la sociedad comunista, cla-
ramente determinadas y antinómicas a las del capital,
vienen dadas por el surgimiento de la clase, lo cual
es cierto desde un punto de vista general pero no en
lo que concierne a los factores particulares. Ahora
bien, es a partir del particular que se pone en mar-
cha el devenir que trae variaciones. Así, en la fase fi-
nal del capital, que en cierta medida se puede llamar
decadente, éste imita la sociedad venidera y realiza
las reivindicaciones inmediatas del proletariado: ge-
neralización de la condición del proletario, sociali-
zación de la producción, instauración de planes de
producción, negación del individuo, dominación de
la naturaleza, etc. En cierta forma, bajo una forma
mistificada, hay una realización de la dominación
del proletariado y de ciertas medidas del socialismo
inferior. Afirmar que esta mistificación es simultá-
neamente destrucción de los hombres —el capital
no desarrollaría más que fuerzas destructivas— no
es suficiente, puesto que desde su origen el capital

113
JACQUES CAMATTE

destruye las dos fuentes de la riqueza: la naturaleza y


el hombre. Hay que determinar en qué medida el ca-
pital ha superado sus límites al convertirse en capital
ficticio y cómo esta fictividad repercute en el devenir
y la acción de la clase revolucionaria, es decir, hay
que precisar su naturaleza y redefinir su programa
inmediato. Sin llegar a delimitar esta fictividad, Bor-
diga abordó sin embargo esta tarea; he aquí por qué
su obra está sembrada de puntos de partida de nue-
vas investigaciones, que no encontraron desarrollo
porque fueron inhibidas por la inercia organizacional
del partido comunista internacional, cuya existencia
manifestaba la ambigüedad misma de la posición y la
obra de Bordiga.
Es esta tentativa la que, para nosotros, es esencial,
así como la descripción de todas las revoluciones que
sacudieron la humanidad y prepararon la que debe
venir al final de esta larga y dolorosa espera, ya vivi-
da en buena parte.
Algunos tendrán tendencia a clasificar la obra de
Bordiga entre las manifestaciones del dogmatismo
absoluto, en el esquematismo sectario, a pensar que
negaba en definitiva el devenir, a proclamar que ha-
bía infravalorado la dialéctica, etc., todo ello porque
no habrán comprendido un punto fundamental: si
hay ‘‘invariancia del marxismo’’ no es porque éste,
como teoría del proletariado, como comunismo, ver-
dad nacida en el siglo XIX, sea siempre válido, de tal
forma que la sociedad continuaría igual a sí misma
desde 1848 —desde entonces ya no se trataría, para
hacerlo triunfar, más que de recurrir a una agitación

114
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

adecuada gracias a una sólida organización—, sino


porque es una anticipación. El comunismo aparece
no sólo como solución del antagonismo proletaria-
do-capital que existía en el siglo XIX, sino también
para el que se presenta, con nuevas determinaciones,
entre el proletariado y el capital del siglo XX, porque
la teoría contiene la previsión de todo el curso del de-
sarrollo histórico del capital y las modalidades según
las cuales la maduración de las relaciones sociales
debía facilitar el devenir al comunismo. K. Marx ha
expresado la solución genérica y ha expuesto cuáles
eran las fases que la sociedad humana tenía que re-
correr para realizarla. No se trata únicamente de la
obra de K. Marx, sino de la de la clase proletaria que
mediante su lucha, su asalto al cielo, su revolución
radical, anticipó exteriorizándola la solución.
Para Bordiga la revolución, como el arte, es intui-
ción; por ello no conoce compromisos, sino que es
acometida fulgurante que debe trasformar todo para
llegar a su objetivo; sin ella, no hay anticipación. En
los periodos de repliegue contrarrevolucionario , la
tarea es la de mantenerse a la altura de la anticipa-
ción. De ahí la preposición revolucionaria —porque
echa abajo la vieja perspectiva— ‘‘el marxismo es
una teoría de la contrarrevolución’’, ya que se trata
de mantener la línea del futuro cuando todo el desa-
rrollo social en acto la niega de forma inmediata. Por
otra parte, cuando la acción ya no está ahí, sólo un
pensamiento reflexivo e intenso puede reencontrar lo
que la actividad de las masas había sabido descubrir
tras su generoso impulso. Correlativamente nace en-

115
JACQUES CAMATTE

tonces la posibilidad de que, como consecuencia, los


pensadores se tomen por los inventores, por los au-
tores de los descubrimientos arrancados por la mul-
titud de los hombres en lucha contra la clase adver-
saria, el orden establecido. En el momento en que lo
destruye, la clase explotada crea el campo en el que
podrá manifestarse la nueva visión, la comprensión
del nuevo organismo social. La anticipación implica
destrucción de todo lo que inhibe. La teoría permite,
en los periodos de reacción, mantener la continui-
dad revolucionaria en la medida en que mantiene un
potencial negador del campo de inhibición históri-
co-social.
He aquí lo que explica la aparente contradicción
del comportamiento de Bordiga al afirmar la prima-
cía de la teoría y exaltar al tiempo la actividad de los
hombres incultos, frustrados, ignorantes, los prole-
tarios, los representantes de la no-cultura, los únicos
aptos para llevar a cabo la revolución. Por desgracia,
no ha tenido suficientemente en cuenta que en una
ausencia prolongada de un movimiento revoluciona-
rio, la teoría misma podía ser negada, tanto directa
como indirectamente, mediante la introducción de
toda suerte de conceptos que le son extraños, o por-
que fuera paralizada, estereotipada. Por otra parte,
hay que señalar que el comunismo-teoría-anticipa-
ción, sin teoría, puede aparecer como una afirmación
mágica. Además, en el seno de esta anticipación, hay
momentos ya realizados, caducos irreversiblemente.
Bordiga había delimitado uno: la utilización de la
democracia. Ahora el movimiento revolucionario en

116
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

acto se mueve en la anticipación realizada y realizán-


dose. Hay que rehacer entonces la obra teórica pro-
funda para delimitar, a partir de este punto, el devenir
del momento real y anticipar su futuro.
La contrarrevolución opera destruyendo las fuer-
zas revolucionarias representadas por agrupamientos
de hombres, por partidos; a continuación lleva aca-
bo desde arriba, despacio y mistificándolas, las rei-
vindicaciones de estos últimos; cuando su tarea está
terminada y la revolución regresa inevitablemente,
no puede ralentizar el proceso revolucionario más
que sumergiendo a los nuevos revolucionarios en el
discurso reencontrado de la época anterior. Así és-
tos, en lugar de aplicarse a comprender la realidad,
creen ser más revolucionarios porque reactivan los
temas y las consignas de sus ancestros de hace 50
años. Los revolucionarios con ojos de anticuarios
no pueden ver en el movimiento actual más que las
luchas del pasado. Es el momento del adorno floral
de los diversos regresos a las variadas corrientes del
periodo de principios de los años 20, como puede
constatarse actualmente. Es indudable que habrá asi-
mismo un regreso intensivo a Bordiga debido a su
descripción del comunismo; pero un simple regreso
erraría su objetivo, ya que Bordiga no puede dar una
visión global, adecuada; ha vivido el momento del
paso del capital de su dominación formal a la real, y
ha conocido los movimientos revolucionarios que se
desarrollaron en el curso de esta transformación. Ello
le marcó unos límites: imposibilidad de cortar irrevo-
cablemente con el pasado —la III Internacional y sus

117
JACQUES CAMATTE

secuelas—, incapacidad de delimitar correctamente


el devenir del nuevo movimiento revolucionario, no
reconocimiento de las primeras manifestaciones de
éste a la sazón de los acontecimientos de mayo de
1968. No tener en cuenta esto sería traicionar la pa-
sión de Bordiga y la nuestra, que obligatoriamente
debe alcanzar su objetivo: el comunismo.

Jacques Camatte.
Enero de 1972.

Notas

[1] Acta de la reunión de Florencia de marzo de 1960:


‘‘Révolutions historiques de l’espèce qui vit, œuvre
et connait. Première séance: construction générale du
rude travail de notre mouvement’’, en Il Programma
Comunista, nº 8, 1960.

[2] ‘‘Relativité et déterminisme. À propos de la mort


d’Einstein’’, en Il Programma Comunista, nº9, 1955
y en Invariance, serie I, nº8.

[3] ‘‘Le texte de Lénine sur l’extrémisme, maladie


infantile du communisme’’ en Il Programma Comu-
nista, nº 19, 1960.

[4] ‘‘Propieté et capital’’, en Prometeo, serie II, pág.


126.
118
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

[5] El quiz es un juego de pregunta-respuesta, similar


al Trivial [N. del T.]

[6] Mammón es la personificación novotestamenta-


ria de la avaricia y del apego a los bienes materiales
[N. del T.]

[7] El haber afirmado que para Bordiga, en definiti-


va, el partido es la clase —evidentemente la clase en
tanto que sujeto— es quizá el único punto interesante
e importante del libro de A. De Clementi sobre Bor-
diga (ed. Einaudi, 1971, pág. 122).

[8] ‘‘L’idiote époque frontiste’’, en Il Programma


Comunista, nº 19, 1962.

[9] ‘‘Fantômes carlyliens’’, en Invariance, serie I, nº


5

[10] ‘‘Russie et Révolution dans la théorie marxis-


te’’, en Il Programma Comunista, nº 3, 1955.

[11] Ibid., punto 47, final.

[12] ‘‘Le cours du capitalisme mondial dans l’expé-


rience historique et dans la doctrine de Marx’’, fin del
punto 44, en Il Programma Comunista, n° 2, 1958.

[13] Cf. Invariance, serie I, nº 3, 1968

[14] ‘‘Pour la Constitution des Soviets en Italie’’, en

119
JACQUES CAMATTE

Il Soviet, n° 1, 1920.

[15] ‘‘Les buts des communistes’’, en Il Soviet, 1920.

[16] ‘‘Propriété et capital’’, en Prometeo, serie II,


pág. 125.

[17] Ibid., pág. 118.

[18] Ibid., en Prometeo, serie II, pág. 533.

[19] Acta de la reunión de Forli de 28/12/1952: ‘‘Le


programme révolutionnaire immédiat’’, en Invarian-
ce, n° 3, págs. 80-81.

[20] ‘‘Dialogue avec Staline’’, en Il Programme


Communiste, n° 8, pág. 24-25.

[21] Invariance, serie I, nº 3, pág. 62.

[22] ‘‘La légende du Piave’’, en Il Programme Com-


muniste, n° 26, pág. 17.

[23] L’origine de la famille, de la propriété privée et


de l’État, ed. Sociales, pág. 122.

[24] Structure économique et sociale de la Russie


d’aujourd’ hui, ed. Contra, t. 1, pág. 234-235.

120
BORDIGA Y LA PASIÓN DEL COMUNISMO

121
JACQUES CAMATTE

ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I:
Conciencia represiva – comunismo.

1. Despotismo del Capital

En el curso de su dominación real sobre la socie-


dad, el capital se ha constituido en comunidad mate-
rial y supera el valor y la ley del valor, que existen
en él en tanto que «superados». El capital realiza esta
superación de dos formas: (1) desubstancialización,
es decir, desvalorización: la cantidad de trabajo in-
cluido en el producto-capital disminuye enormemen-
te; (2) la relación de intercambio tiende cada vez más
a desaparecer, antes que nada en la relación salarial,
después en las transacciones económicas. Ahora bien,
el capital depende originalmente de la relación sala-
rial. Tenemos aquí la realización de su despotismo.
Mientras hay valor, es el capital quien lo distribuye.
El capital es capital en proceso. Ha adquirido esta de-
terminación con el surgimiento del capital ficticio, en
el tiempo en que la oposición valorización-desvalori-
zación aún tenía sentido, cuando el capital todavía no
había superado realmente la ley del valor.
El capital en proceso es el capital en constante
movimiento capitalizando todo, es decir, asimilando

122
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

todo y haciendo de ello su sustancia. Alcanzada su


autonomía, el capital es la «forma reificada» en mo-
vimiento. Adquiere una inmaterialidad. Renueva su
ser —vasto metabolismo que engloba los antiguos
intercambios o que los reduce a intercambios de tipo
biológico— absorbiendo a la totalidad de los hom-
bres en sus múltiples actividades actuales, por muy
parceladas que estén (es la razón por la que en cierto
sentido el capital empuja a los hombres a desplegar
su actividad más vasta y diversificada posible), lo
cual estos exteriorizan. Es la humanidad la que está
explotada; hoy más que nunca es aberrante: explota-
ción del hombre por el hombre.
En su estadio culminante, el capital es represen-
tación. Los momentos de acceso a ésta residen en
su antropomorfización, que es al mismo tiempo ca-
pitalización de los hombres (y que no excluye un
movimiento antagónico, obligando el capital a los
hombres a ser humanos) y en la superación del vie-
jo equivalente general —el oro—, al tener necesidad
el capital de una representación ideal, sin sustancia,
puesto que ésta inhibiría su proceso. El oro, si no está
aún completamente desmonetizado, al menos ya no
podrá cumplir su rol de patrón de cambio. Es la acti-
vidad humana capitalizada la que se ha convertido en
patrón de cambio del capital, hasta que esta antigua
dependencia desaparezca completamente, como está
haciéndolo ya. Esto presupone la integración de los
hombres en el proceso-capital y la integración del ca-
pital en el cerebro de los hombres.
El capital-representación se realiza a través y con

123
JACQUES CAMATTE

la consecución del siguiente movimiento histórico:


autonomización del valor de cambio, expropiación
de los hombres, reducción de la actividad humana
al trabajo y de éste al trabajo abstracto; esto último
se efectúa con el surgimiento del capital, que nace
sobre la base de la ley del valor. Autonomización del
capital mediante la domesticación de los hombres;
tras haber analizado-disecado-parcelado al hombre,
lo reconstruye en función de su proceso. La escisión
cuerpo-mente ha permitido transformar esta última
en un ordenador cualquiera que es posible progra-
mar según las leyes del capital. Es incluso a causa
de sus capacidades mentales que los seres humanos
están no sólo sometidos, sino que se convierten en
esclavos conformes del capital. Lo aparentemente
más paradójico es que el capital mismo reintroduce
la subjetividad que había sido eliminada tras culmi-
nar en él el valor de cambio. Toda actividad de los
hombres es explotada por el capital y se puede re-
tomar la frase de Marx: «Añadiendo un nuevo valor
al antiguo, el trabajo conserva y eterniza el capital»
(Fondements[1], t. I, pág. 137) de la siguiente forma:
toda actividad de los hombres eternize[2] el capital.
Con el capital-representación se produce una su-
peración de la vieja contradicción monopolio-con-
currencia: todo quantum de capital tiende a devenir
totalidad. La concurrencia es operante entre los di-
versos devenires a la totalidad. La unificación de la
producción y de la circulación es una necesidad; la
antigua oposición valor de uso-valor de cambio ya
no tiene razón de ser. Además, el consumo es una

124
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

utilización de productos materiales, pero sobre todo


de representaciones, que estructuran cada vez mejor
a los seres humanos en tanto que seres del capital y lo
renuevan en tanto que representación generalizada.
Los precios ya no tienen la misma función que en el
periodo de dominación formal, cuando eran represen-
taciones del valor; ya no son más que índices-puntos
de referencia de las representaciones del capital. La
gratuidad de los productos no es una imposibilidad.
El capital puede distribuir a cada individuo una cierta
cantidad de productos, la cual estaría en función de
la actividad reclamada, impuesta a dicho individuo.
Ello sería un despotismo aún más poderoso que el
actual. Los hombres llegarían a añorar el dinero que
les «concedía» la libertad de acceder a la diversidad
de productos.
A lo largo de su desarrollo el capital siempre ha
tenido tendencia a negar las clases. Esto ha sido fi-
nalmente realizado gracias a la generalización del
salariado y a la formación —como estadio de tran-
sición— de lo que hemos llamado la clase univer-
sal, conjunto de hombres y de mujeres proletari-
zados, conjunto de esclavos del capital. De hecho
este realiza su plena dominación mistificando en un
primer momento las reivindicaciones del proletaria-
do clásico, dominando al proletariado en tanto que
trabajador productivo. Pero hacer esto —que el ca-
pital dominara por medio del trabajo— suponía la
desaparición de las clases, ya que, simultáneamente,
el capitalista en tanto que personaje era eliminado.
De ahí la convergencia con el modo de producción

125
JACQUES CAMATTE

asiático (MPA). En el seno de este último, las clases


jamás pudieron autonomizarse; en el modo de pro-
ducción capitalista (MPC), las clases son reabsorbi-
das. Simultáneamente el Estado se convertía así en
la sociedad como consecuencia de la transformación
de las relaciones de producción, el salariado, en una
relación estatal; al mismo tiempo, al ocupar un rol de
mediación entre las distintas fracciones del capital,
el Estado se convertía también en una simple empre-
sa-racket[3].
La sociedad burguesa ha sido destruida y hoy sólo
existe el despotismo del capital. Los conflictos de
clase son reemplazados por luchas entre bandas-or-
ganizaciones, todas ellas modalidades de ser del ca-
pital. Como consecuencia de la dominación de la re-
presentación, toda organización que quiera oponerse
al capital es reabsorbida por él: es fagocitada.
Tenemos aquí el fin real de la democracia: ya no es
posible afirmar que haya una clase que represente la
humanidad futura, ni a fortiori ningún partido, nin-
gún grupo; lo que implica que no puede haber tam-
poco delegación de poder.
Que el capital es representación y que continúa así
porque está a tal punto dentro de la cabeza de cada
ser humano (interiorización de lo que había estado
exteriozado), es algo que aparece con toda su cru-
deza en la publicidad. El discurso publicitario es el
discurso del capital[4]; en él todo es posible, toda
normalidad ha desaparecido. La publicidad es la or-
ganización de la subversión del presente con el fin de
imponer un futuro en apariencia diferente.

126
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

Nos enfrentamos ahora al problema de per-


mitir al norteamericano medio sentirse moral
incluso cuando coquetea, incluso cuando gas-
ta, incluso cuando se compra un segundo o un
tercer automóvil. Uno de los problemas funda-
mentales de esta prosperidad es el de dar a las
personas la sanción y la justificación del disfru-
tar, el de demostrarles que hacer de su vida un
placer es moral, es decir que no tiene nada de
inmoral. Este permiso concedido al consumidor
de disfrutar libremente de la vida, la demostra-
ción de su derecho a rodearse de los productos
que enriquecen su existencia y le causan placer,
debe ser uno de los temas primordiales de toda
publicidad y de todo proyecto destinado a fo-
mentar las ventas[5].

Paradójicamente la disolución de la conciencia


que se puede percibir en manifestaciones como las
del MLF, del FHAR[6] o del movimiento anti-psi-
quiátrico (sólo posibles, por cierto, tras la obra de
S. Freud, W. Reich y tras el movimiento feminista
de principios de siglo) no corresponde a la manifes-
tación simultánea de una conciencia revolucionaria,
sino que es sólo testimonio del fin de la sociedad bur-
guesa fundada en el valor, en un tipo de cambio fijo,
lo que repercute en todos los niveles de la vida de los
hombres. Era el momento en que el equivalente ge-
neral se presentaba como antagónico a la circulación;
si se abandonaba, se perdía. El Estado debía obligar a

127
JACQUES CAMATTE

todos los sujetos a respetar esta normalidad fundada


en el tipo de cambio, el cual hacía posible la escala
de valores de la sociedad. La ley del valor aprisio-
naba a los hombres, les forzaba a ser estereotipos,
fijaba su modo de ser. El desarrollo más elevado de la
moral se manifestaba en el imperativo categórico de
I. Kant. Al absorber el capital el equivalente general,
convirtiéndose en representación de sí mismo, levan-
taba las prohibiciones y los esquemas rígidos. Desde
entonces los hombres están sujetos a su movimiento,
que puede desplegarse a partir del hombre normal o
anormal, moral o inmoral.
Asistimos hoy en día a la desaparición del hombre
finito, limitado, es decir, el hombre individual de la
sociedad burguesa; de ahí la exigencia apasionada,
cada vez más contundente, del ser humano libera-
do, es decir, del ser a la vez hombre social y Ge-
meinwesen. Pero por el momento es el capital el que,
insistimos, recompone al hombre, le da forma y ma-
terialidad; su comunidad le es restituida bajo la for-
ma del trabajador colectivo, su individualidad con-
siste en ser usuario del capital. Al ser éste indefinido,
consiente que el hombre acceda a un «más allá» de
la finitud mediante el establecimiento de un proceso
de apropiación jamás consumado, renovando a cada
instante la ilusión de una realización total.
El hombre a imagen del capital viene a no consi-
derar ningún momento como definitivo, sino como
movimiento de un devenir sin fin. Se trata del goce
otorgado pero siempre imposible. El hombre se ha
convertido en espectador sensible-pasivo y el capital

128
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

en un ser sensible-suprasensible. La vida del hombre


ya no es un proceso, sino un fenómeno lineal. Aspira-
do como está por el movimiento del capital, el hom-
bre ya no puede encontrarse «ante sí mismo». Esta
aspiración crea un vacío en él, una carencia que debe
colmar cada vez con representaciones-capital. Más
generalmente, el capital en proceso asegura su domi-
nación precisamente transformando todo proceso en
fenómeno lineal; así tiende a romper el movimiento
de la naturaleza, lo que conduce a la destrucción de
ésta. En la medida en que esta destrucción puede te-
ner consecuencias nefastas para su propio proceso, el
capital se ve obligado a adaptarse a la naturaleza: la
anti-contaminación.
Triunfa así aquello que ya había intuido Hegel:
la autonomización de lo no-viviente. Se trata de la
muerte en vida que había percibido F. Nietzsche,
cantado Rainer Maria Rilke y S. Freud casi insti-
tucionalizado —el instinto de muerte—, que Dada
exhibió bajo la forma artística bufonesca y que los
«fascistas» exaltaron: «Viva la muerte». El nuevo
movimiento feminista estadounidense lo ha señalado
con claridad:

El hombre ama la muerte. Le excita sexual-


mente, y como todo está ya muerto en él, ya no
aspira más que a morir[7].

La autonomización de la forma afecta a todos los


aspectos de la vida dominada por el capital. Todo co-
nocimiento sólo es válido si está formalizado, si es

129
JACQUES CAMATTE

carente de contenido. El saber absoluto es la tautolo-


gía realizada: es la forma de la muerte desplegándose
sobre todo conocimiento. El sistema de las ciencias
es su sistematización y la epistemología es en él re-
dundante.
En la era de su dominación real el capital efec-
túa un runaway —como dicen los cibernautas—, ha
escapade[8]. Ya no está controlado por los seres hu-
manos. (Los seres humanos podían, bajo la forma de
proletarios, representar una barrera para el capital, al
menos pasivamente.) Tampoco está limitado por la
naturaleza. Algunos procesos de producción, llevado
a cabo durante un ciertos periodos de tiempo, le lle-
van a entrar en conflicto con las barreras naturales:
aumento del número de seres humanos, destrucción
de la naturaleza, polución, etc. Pero ésta no es, teóri-
camente, una barrera que el capital no pueda superar.
Actualmente, existen tres posibles devenires para el
modo de producción capitalista (añadiendo la des-
trucción de la humanidad – hipótesis que no puede
ser ignorada):
En efecto, fuera de la destrucción directa de la hu-
manidad —hipótesis que no puede evadirse—, hay
tres devenires del MPC:

—Completa autonomía del capital: una uto-


pía mecanicista en la que los seres humanos se
convierten en simples accesorios de un sistema
automático, aunque siguen desempeñando un
papel ejecutivo.
—Una mutación del ser humano, o más bien

130
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

un cambio de especie: obtención de un ser per-


fectamente programable que ha perdido las ca-
racterísticas de la especie Homo Sapiens. Esto
no exige necesariamente un sistema automati-
zado, puesto que este ser domesticado a la per-
fección podrá hacer cualquier cosa.
—Locura generalizada: en el lugar de los
seres humanos, y sobre la base de sus actuales
limitaciones, el capital realiza todo lo que ellos
desean (normal o anormal), pero los seres hu-
manos no pueden encontrarse y el disfrute resi-
de permanentemente en el futuro . El ser huma-
no es arrastrado por el runaway del capital y lo
mantiene[9].

El resultado es finalmente idéntico: la evolución


del ser humano se interrumpe, en algunos casos an-
tes que en los otros. Esas posibilidades son límites
abstractos, tienden en realidad a desarrollarse simul-
táneamente y de forma contradictoria. Para conti-
nuar su proceso indefinido, el capital está obligado a
suscitar la actividad de los seres humanos, a exaltar
su creatividad. Y, para asegurar su eternización, el
capital tiene que actuar rápidamente. Se manifiesta
por tanto una restricción de tiempo y espacio, toda
ella ligada a la disminución de los recursos naturales
(que el sucedáneo de los productos sintéticos no pue-
de anular) y al crecimiento demencial de la pobla-
ción humana, causa de la desaparición de numerosas
formas de vida.
Se comprende así que reivindicar el trabajo o su

131
JACQUES CAMATTE

abolición es continuar en la problemática del capital.


Una y otra exigencia no salen del marco de su deve-
nir, de la misma forma que la generalización sin lí-
mite del deseo se convierte en movimiento isomorfo
a la indefinición del capital.
No hay ni puede haber decadencia del MPC. Cier-
tamente está la desintegración de la sociedad burgue-
sa, pero ello no nos ha proporcionado el comunismo.
Mejor aún, podemos decir que ha habido una cierta
afirmación de este último, pero en oposición a la so-
ciedad burguesa, no en oposición al capital, por la
buena razón de que no se había percibido su escape,
que sólo se efectuó totalmente con los movimientos
fascistas, nazis, de frente popular, del new deal, etc.,
movimientos de paso de la dominación formal a la
dominación real. Este comunismo creía afirmarse a
través de la socialización de toda actividad de los
hombres y por tanto la destrucción de la propiedad
privada, pero era de hecho el momento del acceso del
capital a la comunidad material.
La crítica positiva, humanista y naturalista co-
mienza con Feuerbach. En la medida en que son
menos escandalosos los escritos de Feuerbach más
segura, profunda y amplia es su influencia; son las
únicas obras, desde la Fenomenología y la Lógica
de Hegel, que contienen una verdadera revolución
teórica.
A diferencia de los teólogos críticos de nuestro
tiempo, he considerado que el capítulo final de esta
obra, una exposición crítica de la dialéctica hege-
liana y de la filosofía en general es absolutamente

132
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

esencial puesto que la tarea no ha terminado todavía.


Esta superficialidad no es accidental, puesto que el
teólogo crítico sigue siendo teólogo. Debe partir de
ciertos presupuestos de la filosofía aceptados como
autoridad o, si en el curso de la crítica y como resul-
tado de los descubrimientos de otros se han desper-
tado dudas en su mente respecto de los presupuestos
filosóficos, las abandona de una manera cobarde e
injustificada, hace abstracción de ellas y muestra, al
mismo tiempo, una dependencia servil hacia ellos y
un resentimiento por esta dependencia en una forma
negativa, inconsciente y enredada.
Observada más de cerca, la crítica teológica que
fue al principio el movimiento de un factor genui-
namente progresista no es más, en última instancia,
que la culminación y la consecuencia del viejo tras-
cendentalismo filosófico y especialmente hegeliano
deformado en caricatura teológica. Me dedicaré en
otra parte a describir, más extensamente, este inte-
resante acto de justicia histórica, esta Némesis que
ahora destina a la teología, que ha sido siempre la
parte infectada de la filosofía, a reflejar en sí misma
la disolución negativa de la filosofía, es decir, el pro-
ceso de su decadencia.

2. Crecimiento de las fuerzas productivas;


Domesticación de los seres humanos.

Si hay decadencia del MPC, ésta coincide con la


fase de revolución efectiva contra el capital. Por el
instante, hay una decadencia de los hombres desde

133
JACQUES CAMATTE

casi un siglo, decadencia ligada a su domesticación


por el capital; de ahí la incapacidad en que se en-
cuentra finalmente el proletariado de emancipar a la
humanidad. Hay siempre un crecimiento de las fuer-
zas productivas, pero son las del capital.

La producción capitalista sólo desarrolla la


técnica y la combinación del proceso de pro-
ducción social agotando al mismo tiempo las
dos fuentes de donde nace toda riqueza: la tierra
y el trabajo[10].

Siendo así, no tiene ningún sentido proclamar que


las fuerzas productivas de la humanidad han dejado
de crecer y que el MPC ha entrado en decadencia.
Ello refleja simplemente la incapacidad en que se en-
cuentran diversos teóricos de reconocer el escape del
capital y, en consecuencia, de comprender el comu-
nismo, la revolución comunista. Por otra parte, pue-
de decirse paradójicamente que Marx ha explicado,
descrito la descomposición de la sociedad burguesa
e indicado las condiciones de desarrollo del MPC,
una sociedad en que las fuerzas productivas podrían
desarrollarse libremente, ya que a menudo lo que
presenta como debiendo ser realizado por el comu-
nismo, lo ha sido ya por el capital.
Marx ha expuesto una dialéctica del desarrollo de
las fuerzas productivas[11]. Ha considerado que la
emancipación humana dependía del pleno apogeo de
las mismas; la revolución comunista —y por tanto el
fin del MPC— debía producirse cuando éste ya no

134
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

fuera «suficientemente amplio» para contenerlas. Sin


embargo Marx está encerrado en una ambigüedad:
por un lado, piensa que el hombre es un obstáculo
para el capital porque éste le destruye, porque le im-
pide su desarrollo en tanto que fuerza productiva y,
en ciertos casos, plantea que el capital puede escapar
a las restricciones humanas. Desde entonces, Marx es
llevado a postular una auto-negación del capital. Ello
supone el momento de las crisis, que son percibidas
por éste bien como momento de reestructuración del
capital (regeneración, lo que implica la destrucción
de los productos que inhiben el proceso total, lo cual
significa también que el MPC debe desaparecer),
bien como momento efectivo de destrucción.
En otras palabras, al proporcionar los elementos
necesarios para la comprensión de la dominación
real del capital sobre la sociedad, Marx no está en
disposición de producir su concepto; no ha llegado
a reconocer el escape del capital. Así, para él, el oro
queda como una barrera contra la cual el capital debe
tropezarse inevitablemente, la contradicción valori-
zación-desvalorización es determinante, el despojo y
el extrañamiento[12] de los proletarios podrían ser
un obstáculo al devenir del capital.
En el desarrollo de las fuerzas productivas se lle-
ga a una fase en la que surgen fuerzas productivas y
medios de intercambio que, bajo las relaciones exis-
tentes, sólo pueden ser fuente de males, que no son
ya tales fuerzas productivas sino más bien fuerzas
destructivas (maquinaria y dinero)…
Antes de continuar con esta cita, hay que señalar

135
JACQUES CAMATTE

hasta qué punto están atrasados los que proclaman


que el capital ya no desarrolla nada más que fuerzas
destructivas; ocurre que para Marx (en 1847) el ca-
pital es destrucción, lo cual será su afirmación cons-
tante.
…y, lo que se halla íntimamente relacionado con
ello, surge una clase condenada a soportar todos los
inconvenientes de la sociedad sin gozar de sus ven-
tajas, que se ve expulsada de la sociedad y obligada
a colocarse en la más resuelta contraposición a todas
las demás clases; una clase que forma la mayoría de
todos los miembros de la sociedad y de la que nace
la conciencia de que es necesaria una revolución ra-
dical, la conciencia comunista, conciencia que, natu-
ralmente, puede llegar a formarse también entre las
otras clases, al contemplar la posición en que se halla
colocada ésta[13].
La gran esperanza de Marx, como la de todos los
revolucionarios de su época, es el proletariado; es la
clase que mediante la lucha por su emancipación li-
berará a la humanidad. La obra de Marx es a la vez
explicación del MPC y del papel del proletariado en
su seno. He aquí por qué están ligadas teoría del va-
lor y teoría del proletariado, aunque no directamente:
La susodicha aplicación de la teoría de Ricardo —a
saber: que a los obreros, como únicos productores
efectivos, les pertenece el producto social integro, su
producto— lleva directamente al comunismo. Pero,
como indica Marx en las líneas citadas, esta conclu-
sión es formalmente falsa en el sentido económico,
ya que representa una simple aplicación de la moral a

136
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

la economía política. Según las leyes de la economía


burguesa, la mayor parte del producto no pertenece a
los obreros que lo han creado. Cuando decimos que
es injusto, que no debe ocurrir, esto nada tiene de co-
mún con la economía política. No decimos sino que
este hecho económico se halla en contradicción con
nuestro sentido moral. Por eso Marx no basó jamás
sus reivindicaciones comunistas en argumentos de
esta especie, sino en el desmoronamiento inevitable
del modo capitalista de producción, desmoronamien-
to que adquiere cada día a nuestros ojos proporciones
más vastas[14].
Marx no ha desarrollado, como Bordiga recuerda
a menudo, una filosofía de la explotación. Pero en-
tonces, ¿cómo va a ser destruido el MPC?, ¿en qué
consiste este «desmoronamiento» (aquí Engels, en
1884, da la razón a los que hablan de decadencia del
MPC)? No se precisa. Bien parece que, desde enton-
ces, el proletariado sea conservado en tanto que clase
necesaria para la destrucción efectiva, el definitivo
sacrificio del MPC; por lo demás, queda sobreenten-
dido que va estar forzado a hacerlo.

15. Bernstein había asumido bien este aspec-


to de la teoría de K. Marx; es por ello que se
puso a demostrar sobre todo que no había con-
tradicciones que condujeran a la disolución[15].
Pero ello le llevó a convertirse en el apologeta
de la vieja sociedad burguesa que el movimien-
to del capital iba a destruir, sobre todo a partir
de 1914; es por eso que de ninguna manera pue-

137
JACQUES CAMATTE

de aclararnos la situación actual.

Así como ha dado los elementos para la supe-


ración de la teoría del valor, Marx ha provisto los
elementos necesarios para la superación de la teoría
del proletariado: las dos teorías ligadas se justifican
la una a la otra. En los Grundrisse Marx exalta el
MPC, al cual considera como revolucionario. Si el
proletariado aparece con esta determinación, inves-
tido de este carácter, es en la medida en que ejecuta
las leyes internas del MPC. Esto ¬¬¬—declarémoslo
inmediatamente— no está expresado explícitamente.
El proeltariado está presente en el análisis; se postu-
la que su miseria debe empujarlo obligatoriamente a
rebelarse y, destruyendo el MPC, va a liberar lo que
hay de progresivo en él, es decir, la tendencia a la
plena realización de las fuerzas productivas.
En El Capital el proletariado ya no está conside-
rado como la clase que representa la disolución de la
sociedad, como el negativo en acción. Se trata allí de
la clase obrera, clase en definitiva más o menos in-
tegrada en la sociedad, que actualiza un reformismo
revolucionario: lucha por el aumento de los salarios,
contra el trabajo excesivo impuesto a mujeres y ni-
ños, lucha por la reducción de la jornada laboral.
Al final del Libro I, Marx explica que la dinámica
que conduce a la expropiación de los expropiadores
y al aumento de la miseria —y ahí hay que cuidarse,
como ya lo señaló justamente A. Bordiga, de la re-
ducción económica dada a este concepto— obligará
al proletariado a sublevarse contra el capital.

138
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

En el Libro II, así como en las Notas críticas al


Programa de Gotha, no indica realmente una discon-
tinuidad entre el MPC y el comunismo, sino que hay
siempre un crecimiento de las fuerzas productivas.
La discontinuidad reside en la inversión del objetivo
de la producción —inversión que está desfasada en
el tiempo respecto a la revolución—, que ya no debe
ser la riqueza sino el hombre mismo. Pero a partir del
momento en que ya no hay verdaderamente una dis-
continuidad fundamental entre el MPC y el comunis-
mo, es necesaria la voluntad para transformar a los
hombres, ya que ¿cómo si no invertir dicho objetivo?
He aquí el reformismo revolucionario de Marx en su
más vasta amplitud. La dictadura del proletariado, la
fase de transición —mientras que en los Grundrisse
es el MPC quien constituye esta fase, lo que tiene
una gran importancia para nuestro modo actual de
plantear el comunismo— son periodos de reformas,
de las cuales las más importantes son la reducción
de la jornada laboral y la utilización de un bono de
trabajo. Se debe señalar aquí, sin poder insistir más,
el estrecho vínculo entre reformismo y dictadura.
El proletariado se presenta como necesario para
conducir el desarrollo de las fuerzas productivas ya
no en torno al polo valor, sino en torno al polo huma-
no. Y aunque está el peligro de que el MPC integre al
proletariado, la crisis —y de esto abusaron diversos
marxistas—, al destruir sus reservas, lo reinstaure en
su carácter revolucionario y el movimiento de insu-
rrección contra el capital sea de nuevo posible.
Resulta de ello que la obra de Marx aparece en

139
JACQUES CAMATTE

gran medida como la verdadera conciencia del MPC;


los burgueses y tras ellos los capitalistas sólo han po-
dido, con la ayuda de diferentes teorías, exhibir una
falsa conciencia. Por otro lado el MPC ha realizado
el proyecto proletario de Marx; el proletariado y sus
teóricos, al continuar sobre el plano estrechamente
marxista, se encontraron en un momento dado en
competencia con los adeptos del capital. Este últi-
mo, al alcanzar la dominación real, sólo puede reco-
nocer la efectividad del movimiento y sancionar la
validez de la obra de Marx, reducida frecuentemente
al materialismo histórico. Pero cuando en Alemania,
a comienzos de siglo, los proletarios pensaban que
mediante su acción destruirían el MPC, no se daban
cuenta de que no tendían, de hecho, sino a autoges-
tionarlo. La falsa conciencia se apropiaba a su vez
del proletariado.
El materialismo histórico es la santificación de la
errancia en la que se ha hundido la humanidad desde
hace más de un siglo; el crecimiento de las fuerzas
productivas es la condición sine qua non de la libe-
ración. Ahora bien, por definición todo crecimiento
cuantitativo se mueve en la esfera de lo indefinido,
del falso infinito. ¿Quién fijará el «tamaño» de las
fuerzas productivas para determinar la llegada del
gran día? Es evidente que para Marx el movimiento
era doble y contradictorio: crecimiento de las fuerzas
productivas y de la miseria de los proletarios, de ahí
debía surgir el choque revolucionario. En otras pa-
labras, allí estaba la contradicción entre la socializa-
ción de la producción y la apropiación privada.

140
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

El momento en que las fuerzas productivas han al-


canzado el nivel deseado para que se pueda cambiar
el modo de producción, ese momento es entonces el
de la explosión del capitalismo. Dicha explosión des-
velaría la estrechez del mismo y su incapacidad para
englobar las nuevas fuerzas productivas, y por tan-
to haría patente el antagonismo entre estas últimas
y las formas capitalistas de producción. Ahora bien,
ya hemos dicho que el capital ha operado un escape,
ha integrado las crisis y ha conseguido asegurar una
reserva social a los proletarios. Ya no queda mucho
para la huida hacia delante: para unos, las fuerzas
productivas no están suficientemente desarrolladas;
para otros, ya han dejado de crecer. En los dos ca-
sos, toda la cuestión se resuelve bien organizando la
vanguardia, el partido, bien recurriendo a prácticas
inmediatas que susciten la conciencia.
El devenir de la errancia es también devenir en la
mistificación. Marx concebía esta última como el re-
sultado de una inversión de relaciones; así el capital,
resultado de la actividad del trabajador, va a aparecer
como siendo él mismo creador. La mistificación de-
riva en fenómenos reales; es la realidad en devenir la
que es mistificadora. Hay algo que está mistificado y
ello se hace a través de una lucha; el triunfo del capi-
tal es el de la mistificación generalizada. Pero dado
que, como consecuencia de su antropomorfosis, el
capital es ahora esta realidad producto de la mistifi-
cación, que es la única efectiva, se debe afrontar la
cuestión de otra manera: (1) siendo la mistificación
estable —tendencia a la eternización del capital—,

141
JACQUES CAMATTE

siendo una realidad, es vano esperar una desmistifi-


cación que nos devuelva a la verdad de la situación
anterior; (2) como consecuencia del escape del capi-
tal, esta mistificación se presenta como una realidad
verdadera y, por esto, se ha tragado su mistificación,
la cual ya no es operante. Tenemos entonces el des-
potismo del capital.
Mantener la mistificación como elemento ope-
rativo querría decir que los hombres podrían tener
ciertas relaciones reales, que serían mistificadas cada
vez. De hecho la mistificación ha operado en un mo-
mento dado y se ha convertido en realidad. Entonces
ya no puede ser más que en relación a un estadio his-
tórico, ya cumplido actualmente. Ello no elimina sin
embargo la importancia de conocerla, de estudiarla
con el fin de comprender el movimiento que culmina
en el estadio actual del MPC, y de percibir en el cur-
so de las edades, a los verdaderos actores.
La realidad mistificante-mistificada, así como la
realidad anterior que ha sido mistificada, deben ser
destruidas. Además la mistificación sólo es «visi-
ble», perceptible para aquellos que rompen —sin
ilusionarse con los límites de esta ruptura— con las
representaciones del capital, y para hacer esto la obra
de Marx tiene ciertamente una gran importancia,
pero presenta también una gran debilidad: no llega
a explicar toda la amplitud de la mistificación, como
consecuencia de no reconocer el escape del capital.
Antes, la revolución podía ser tan pronto como la
mistificación fuera revelada, el proceso revolucio-
nario era en cierta medida su destrucción; ahora, el

142
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

hombre ha sido absorbido no solo en su determina-


ción clasista, en la que fue atrapado durante siglos,
sino en tanto que ser biológico; es así una totalidad
que hay que destruir situándose fuera de ella. Ya no
podemos contentarnos con una desmistificación. La
rebelión de los hombres amenazados en su vida más
inmediata va más allá de la mistificación; se trata,
para empezar, de crear otra vida. Esto se plantea si-
multáneamente fuera del antiguo discurso del movi-
miento obrero y de sus antiguas prácticas, así como
fuera de la crítica que se deriva de ello, que la tacha
de simple ideología —siendo el hombre considerado
como un precipitado ideológico.

3. Conciencia Represiva.

La mistificación no opera en un solo sentido, es


decir, únicamente en la sociedad capitalista; la teoría
que lo explicaba no escapa a su control. La teoría
marxista, elevada al rango de conciencia del prole-
tariado, es en realidad una nueva figura de la con-
ciencia: la conciencia represiva. Debemos indicar
algunas de sus características dejando a un lado la
pregunta sobre si, históricamente, no fue toda con-
ciencia represiva.
El objeto de la conciencia represiva es su finalidad,
la cual ésta cree dominar. Como hay cierta distancia
entre esta finalidad y la realidad inmediata, la con-
ciencia represiva se vuelve teológica y perfecciona
las diferencias entre programa mínimo o inmediato y
programa máximo, futuro, mediato; pero cuanto más

143
JACQUES CAMATTE

se alarga el camino de su efectuación, más se erige


ella misma en finalidad y se reifica bajo forma de
organización, se vuelve encarnación de la finalidad.
Todo su trabajo consiste en hacer encajar la reali-
dad en su concepto, de ahí toda la sofística del desfa-
se entre momentos objetivos y momentos subjetivos.
La conciencia existe y, sin embargo, no puede ser.
Es justamente a causa de su incapacidad de ser que
debe negar, menospreciar lo que quiere manifestarse,
ser…
En otras palabras, la conciencia represiva existe
pero necesita de ciertos fenómenos, acontecimientos
para ser efectiva; como es en realidad un producto
del pasado, es refutada por cada acontecimiento ac-
tual; no puede entonces existir más que en polémica
con la realidad; se presenta en la refutación de todo lo
demás; sólo puede persistir quedándose en su forma,
haciéndose cada vez más totalitaria. Para ser operati-
va debe estar organizada: mística del partido, de los
consejos, en tanto que coagulación de la conciencia
despótica.
Todo movimiento inmediato que no reconozca
esta conciencia —y todo racketista político pretende
ser el verdadero lugar de la conciencia— está conde-
nado. La condena es también justificación: carácter
prematuro, impaciencia de los que se rebelan, falta
de madurez, provocación de la clase dominante; el
resto se completa con letanías sobre el carácter pe-
queño-burgués de los eternos anarquistas, sobre el
utopismo de los intelectuales o los jóvenes. La lucha
sólo es real si reactualiza la conciencia de clase, a tal

144
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

punto que algunos llegan a desear la guerra para que


se produzca por fin esta conciencia.
La teoría se vuelve conciencia represiva, el prole-
tariado es convertido en un mito; no en su realidad,
porque en todos los países en los que sólo hay una
dominación formal del capital este proletariado exis-
te claramente y constituye la mayoría de la pobla-
ción, así como en los países de la dominación real se
encuentra aún hoy un gran número de hombres y mu-
jeres en la situación de los proletarios del siglo XIX
—nos referimos a los trabajadores extranjeros— ,
pero como operador revolucionario, como clase que
debe liberar a la humanidad entera y así desanudar las
contradicciones económico-sociales. La actividad de
cada partido, de cada grupo, está organizada en torno
a este mito. El mito plantea los orígenes. Todo co-
mienza con la aparición de esta clase definida si no
como la única clase revolucionaria que ha operado
en la historia, al menos como la más revolucionaria.
Es lo ocurrido anteriormente se organiza en función
del surgimiento de esta clase y los acontecimientos
previos son secundarios en relación a los vividos o
creados por el proletariado. Este indica una conduc-
ta. Uno está salvado si es revolucionario, si no hay
que expiar la tara de nacimiento no proletario y ello
mediante diversas prácticas, que llegan hasta hacer
prácticas en las fábricas.
Ningún grupo alcanza la existencia revolucionaria
hasta que pueda exhibir uno o varios «auténticos»
proletarios. La presencia del hombre de manos ca-
llosas es la garantía, el certificado de autenticidad re-

145
JACQUES CAMATTE

volucionaria. El contenido del programa defendido


por este grupo, su teoría, o incluso sus acciones, no
tienen ninguna importancia, sólo cuenta la presen-
cia o ausencia del «prolo»[16]. El mito mantiene y
renueva el antagonismo entre intelectuales y trabaja-
dores manuales. Muchos consejistas hacen un culto
del anti-intelectualismo que les sirve de teoría y jus-
tificación. Pueden decir cualquier idiotez, ellos están
salvados: ¡son prolos!
Así como para muchos se deja de ser revoluciona-
rio si se abandona el partido, así sería imposible ser
revolucionario si uno no se reivindica del proletaria-
do, si no se pone en ridículo atribuyéndose virtudes
que se creen proletarias. La contrarrevolución termi-
na en las fronteras míticas que separan el proletariado
del resto del corpus social. Toda acción está justifica-
da en nombre del movimiento proletario; se actúa no
porque se tenga la necesidad de actuar, movido por
la rabia del capital, sino porque el proletario habría
reencontrado su base de clase: la acción y el pensa-
miento se desvelan mediante personas interpuestas.
Es así como, sobre todo después de 1945, el pro-
letariado clase revolucionaria se ha sobrevivido a sí
mismo gracias a su mito.
Un estudio histórico de los movimientos revolu-
cionarios proletarios pondría en evidencia el carácter
limitado de esta clase. Marx mismo desvela bien su
carácter reformista. En el fondo, de 1848 —el dere-
cho al trabajo— a 1917-1923 —pleno empleo y au-
togestión a través de las uniones proletarias— el pro-
letariado se rebela únicamente al interior del sistema

146
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

capitalista y ello tiende a desmentir las afirmaciones


de Marx en el artículo Glosas críticas marginales al
artículo: «El rey de Prusia y la reforma social. Por
un prusiano». Pero en aquel momento el proletaria-
do se manifestó realmente en tanto que sin reserva,
en tanto que negación total. Fue llevado a crear una
ruptura profunda que permitió comprender lo que
puede ser la revolución comunista y por tanto el co-
munismo. Marx tenía así razón; pero el MPC debe
obligatoriamente —para poder subsistir— aniquilar
la negación que le corroe. El proletariado que, como
dicen Marx y Engels en La ideología alemana, está
fuera de la sociedad, está cada vez más integrado en
ella; se integra en la medida que lucha por su super-
vivencia, para reforzarse; cuando más se organiza,
más reformista se vuelve. Llega incluso, con el par-
tido socialista alemán, a formar una contra-sociedad
que es finalmente absorbida en la sociedad del capi-
tal y el movimiento negador del proletariado se ha
terminado[17].
Kautsky, Bernstein, Lenin, ¿acaso no han reco-
nocido simplemente la realidad del movimiento
obrero cuando declaraban que había que unirlo al
movimiento socialista: «El movimiento obrero y el
socialismo no son en absoluto idénticos por natura-
leza» (Kautsky)?
La afirmación tan desacreditada de Lenin según la
cual el proletariado no puede, por sí mismo, más que
llegar a una conciencia trade-unionista, ¿no encierra
la verdad de la clase desde entonces sumisa al capi-
tal? En realidad sólo se la pudo criticar a partir de la

147
JACQUES CAMATTE

distinción, hecha por Marx en Miseria de la filosofía,


entre la clase objeto del capital y la clase sujeto. El
proceso por el que éste volvía a ser implicaba así una
conciencia desde fuera, exterior que, en un momento
dado, estaría preparada para encarnarse en el proleta-
riado. ¡La conciencia que viene del exterior es la for-
ma más reificada, más extrañada[18] de la conciencia
represiva! En consecuencia, no se trata de retomar el
debate para volver a Marx, sino de reconocer que el
ciclo de la clase proletaria ya ha terminado, por un
lado porque sus objetivos han sido realizados y, por
otro, porque ya no es determinante a escala mundial.
Hemos llegado al final de un ciclo histórico duran-
te el cual la humanidad —sobre todo la parte situa-
da en occidente— se convirtió en las sociedades de
clases. Lo hemos afirmado antes, el capital realiza
la negación de clases mediante una mistificación, ya
que mantiene los choques, los conflictos caracterís-
ticos y ligados a la existencia de clases. Pero es una
realidad, es el despotismo del capital. Es éste el que
necesitamos afrontar y no el pasado.
Prácticamente en toda la socialdemocracia se per-
cibía el divorcio entre el movimiento real, reformista
de la clase obrera y el objetivo socialista. Bernstein
proclama que había que adaptarse en definitiva de
forma clara y precisa y no hipócritamente —a la ma-
nera de la mayoría de socialistas—, es decir, hacer
proclamaciones revolucionarias para ocultar el com-
promise[19].
Paralelamente la dificultad de definir, de delimitar
la clase proletaria, era experimentada cada vez más

148
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

con más claridad. Era tal que a partir de principios de


este siglo casi todos los revolucionarios intentaron
definirla como un fenómeno de conciencia: R. Lu-
xemburg, Pannekoek de forma directa, Lenin, Trots-
ky de forma indirecta a través del partido, etc. La
revolución rusa no hizo más que volver más urgente
la necesidad de precisar lo que era la clase proletaria,
de ahí las tentativas de Korsh y sobre todo de Lukács
en Historia y conciencia de clase. Más tarde Bordiga
afirmará que la clase debe ser definida por el modo
de producción que tiende a instaurar. No puede en-
tonces ser clase para sí misma más que a partir del
momento en que actúa en función de ese objetivo,
en la medida en que reconoce su programa, donde
se encuentra descrito dicho modo de producción. La
clase existe cuando existe el partido, ya que sólo con
este último puede el programa tener una efectividad.
«Necesitamos aún un objeto, el partido, para prever
la sociedad comunista» (Bordiga: Reunión de Milan,
1960). En la medida en que los hombres y las mujeres
están preparados para moverse hacia el comunismo,
como pueden darse cuenta los jóvenes actualmente,
se constata que ya no se necesita el objeto partido.
En conclusión, así para los partidistas como para
los consejistas, la cuestión de la acción se resolvería
con frecuencia en encontrar un medio directo o indi-
recto para volver al proletario receptivo a su propia
conciencia. Ya que el proletario jamás es él mismo
hasta que su conciencia no le lleva a sí.

149
JACQUES CAMATTE

4. Comunismo

Así, lo que se derrumbó entre 1913 y 1945 fue


el reformismo revolucionario: hacer el socialismo en
continuidad con el MPC, sobre su base directa. Fue
el fin de la ilusión de poder dirigir el apogeo de las
fuerzas productivas hacia una vía distinta de la que
habían tomado. En efecto, se puede estar de acuerdo
con Marx al afirmar que desde 1848 el comunismo
era posible, porque justamente con la interrupción
del MPC todas las limitaciones sociales y naturales
han sido rotas y así es posible un libre desarrollo.
Pero la mentalidad de los hombres, sus representa-
ciones eran tales que en realidad no pudieron con-
cebir ni entrever un devenir semejante, parasitados
como estaban por el movimiento milenario del valor,
o acaso demasiado subyugados por las limitaciones
de sus viejas comunidades pervertidas, para poder
emprender un nuevo camino y alcanzar una comu-
nidad diferente. Los propios Marx y Engels conci-
bieron en definitiva el MPC como un momento ne-
cesario e inevitable que los hombres en su totalidad
debían conocer, vivir. Sólo las revueltas populistas
rusas y su voluntad de no tomar la vía capitalista hi-
cieron comprender a Marx su error. Pero esto no fue
suficiente. A partir del XIX, con la justificación de
la teoría marxista —teoría del proletariado—, la hu-
manidad se hundió por completo en su errancia: el
desarrollo de las fuerzas productivas.
Si ya no podemos aceptar esta teorización de

150
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

Marx sobre el papel de las fuerzas productivas, no


podemos tampoco estar de acuerdo con él tomando
un desvío. El capital vuelve esclavos a los hombres
en el nombre mismo de los hombres, ya que se ha
antropomorfizado. Es claramente la dominación de
la muerte, puesto que es siempre el ser transformado
de éstos el que domina y que ellos contemplan. Es
un proceso siempre recomenzado: el capital penetra
en el pensamiento, la conciencia, y de esta manera
destruye a los hombres tal como habían sido produ-
cidos por siglos de sociedad de clases. La pérdida de
sustancia de los hombres es la pérdida de su antiguo
ser, que ha sido absorbido por el capital. Proceso que
llega a su fin, el capital ahora debe ir ya no a por
la dimensión pasada de la humanidad, sino a por su
dimensión futura: debe conquistar la imaginación.
El hombre es de esta manera despojado, y tiende a
ser reducido a su dimensión biológica. El fenómeno
llega a las raíces. En otras palabras, el desarrollo de
las fuerzas productivas se presenta como algo que ha
sido necesario para destruir los antiguos esquemas,
los modos de pensamiento, las representaciones ar-
caicas que limitan a los hombres —esta destrucción
es ahora interpretada por filósofos como Foucault.
Puesta en cuestión su existencia puramente biológi-
ca, los seres humanos comienzan a sublevarse contra
el capital. Es a partir de ahí que todo puede ser re-
conquistado, a través de una creación generalizada.
Pero este devenir no es sencillo ni unívoco. El capital
puede aún aprovecharse de la creatividad de los seres
humanos, arrebatarles su imaginación, regenerarse y

151
JACQUES CAMATTE

resubstancializarse; es decir, la lucha es aquí de gran


importancia y proporciona toda su profundidad a la
alternativa: comunismo o destrucción de la especie
humana. Finalmente, no se debe olvidar que en el
curso de la errancia hubo diferentes movimientos re-
volucionarios que buscaron la salida; ahora pueden
manifestarse[20].
Se debe salir de la errancia y destruir la conciencia
represiva que inhibe el devenir hacia el comunismo.
Par ello es esencial dejar de percibirlo como prolon-
gación del MPC, dejar de pensar que basta con eli-
minar el valor de cambio y hacer triunfar el valor de
uso ya que, como hemos visto, esta dicotomía ya no
significa nada en nuestros días; por otro lado el valor
de uso está aún ligado al valor, pero centrado en el
principio de utilidad y no de productividad, ligado
por tanto a la dominación directa de los hombres, por
lo que es inseparable de la propiedad privada.
El comunismo no es un nuevo modo de produc-
ción[21]; es la afirmación de una nueva comunidad.
Por eso mismo es una cuestión de ser, de vida, aun-
que sólo sea porque se produce un desplazamiento
fundamental: de la actividad engendrada al ser vivo
que la ha producido. Hasta ahora los hombres y las
mujeres han sido enajenados de esta producción. En
el comunismo no van a convertirse en los dueños de
ésta, sino que van a crear nuevos lazos sociales entre
ellos que determinarán una actividad completamente
distinta.
El comunismo no es tampoco una nueva socie-
dad[22]. La sociedad nace con el fenómeno de la so-

152
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

metimiento de ciertas etnias por parte de otras o con


la formación de clases. La sociedad es el conjunto de
relaciones sociales que se erigen rápidamente desde
su papel de intermediarias al rango de déspotas. El
hombre en sociedad es el hombre esclavo de la so-
ciedad.
Con el comunismo, eliminada la división del tra-
bajo sobre la que ha podido implantarse el movi-
miento del valor —división que éste a su vez impulsa
y exalta— y la edificación de castas o de clases. El
comunismo es ante todo unión. No es dominación de
la naturaleza, sino reconciliación con ella, lo que su-
pone también que la naturaleza sea regenerada. Los
seres humanos ya no pueden considerarla simple-
mente como un objeto para su propio desarrollo, una
cosa útil, sino como un sujeto —pero no en el senti-
do filosófico— no separado de ellos, aunque sólo sea
porque la naturaleza está en ellos; se trata de llevar
a cabo de la naturalización del hombre y la humani-
zación de la naturaleza (Marx) y de terminar con la
dialéctica de sujeto y objeto.
Se desprende de esto una destrucción de la urba-
nización y la formación de múltiples comunidades
repartidas por toda la tierra, lo que implica a su vez
la supresión del monocultivo, otra forma de la di-
visión del trabajo, y una transformación completa
del sistema de comunicaciones: los transportes serán
disminuidos considerablemente. El modo de vida co-
munitario es el único que puede permitir al hombre
dominar su reproducción, limitar el aumento —ac-
tualmente demencial— de la población sin recurrir a

153
JACQUES CAMATTE

prácticas repugnantes: destruir a los hombres y a las


mujeres.
La dominación de un grupo humano sobre otro y
la sociedad de clases tienen su origen en la sedenta-
rización del hombre. Vivimos aún con los mitos en-
gendrados en el momento de este asentamiento en
un lugar cualquiera de nuestra tierra-madre: así los
mitos del país natal, del extranjero, mitos que limitan
la visión del mundo, que mutilan. Es evidente que
no se tratará, en reacción a esto, de volver a un no-
madismo tal como pudo ser practicado por nuestros
lejanos ancestros recolectores; los hombres y las mu-
jeres adquirirán otro modo de ser más allá del no-
madismo y del sedentarismo. Este último, conjugado
con la inactividad corporal, es la fuente primordial
de la práctica totalidad de las enfermedades somáti-
cas y psicológicas de los seres humanos actuales; una
vida activa y no asentada resolverá sin medicina ni
psiquiatría todas las dificultades.
El paso al comunismo implica una transformación
de la técnica, que no es algo neutro, sino que está de-
terminada por el modo de producción. En occidente,
en particular, los diversos modos de producción han
separado siempre a los hombres de la técnica; en su
origen ésta es sólo una modalidad de ser de los hom-
bres. Reivindicar una tecnología suave es reivindicar
una tecnología que sea de nuevo una prolongación
del ser humano y que ya no esté autonomizada al ser-
vicio de un ser opresor[23].
En el comunismo los seres humanos ya no pueden
ser definidos como simples usuarios; eso sería el co-

154
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

munismo concebido como un paraíso terrestre en el


que se dispone de lo que es con una inmediatez tal
que el hombre no se distinguiría en nada de la natura-
leza —el hombre, como hizo notar Hegel al respecto,
sería entonces un animal. En el comunismo los seres
humanos son usuarios, pero también creadores y pro-
ductores; allí el proceso total está reconstituido en un
nivel superior y esto vale para todo ser individual. De
la misma forma, en las relaciones interindividuales,
el otro no está considerado según una utilidad, que
sería una vez más un comportamiento utilitarista. En
el comunismo hay también reconciliación de sexos,
manteniéndose sin embargo separados; hombres y
mujeres perderán sus diferencias y sus rígidas opo-
siciones, producidas por miles de años de antagonis-
mo.
Estas pocas características bastan para compren-
der cómo se puede concebir el movimiento de acceso
a la comunidad humana.
Todos somos esclavos del capital. Comenzamos
a liberarnos en cuanto rechazamos percibirnos se-
gún sus categorías, es decir, en tanto que proleta-
rio, hombre de las nuevas clases medias, capitalista,
etc., puesto que liberarse supone dejar de percibir al
otro —en su movimiento de liberación— según estas
mismas categorías. A partir de ahí el movimiento de
reconocimiento de los seres humanos puede comen-
zar. Evidentemente es sólo el principio, amenazado
siempre por el fracaso, del movimiento de libera-
ción. No darse cuenta de ello sería negar la fuerza
del capital. Se trata de una dinámica que hay que per-

155
JACQUES CAMATTE

cibir. Todos somos esclavos; nuestro objetivo no es


convertirnos en amos aunque no haya esclavos, sino
abolir toda dialéctica del amo y el esclavo. No puede
realizarse este objetivo constituyendo comunidades
que, en su aislamiento, jamás son obstáculos para el
capital —quien incluso puede englobarlas con facili-
dad como posibles, como momentos de desvío en su
normalidad, lo que permite reconocerla como tal— ni
tampoco cultivando nuestro ser individual, en el que
finalmente se encontraría el verdadero hombre. En
realidad estas modalidades deben estar ligadas: per-
cibirse como ser humano sin atribuirse ridículamente
cualquier determinación es ya levantar el yugo de las
sociedades de clases.; tender a la comunidad es abso-
lutamente necesario; reafirmar la individualidad —
sobre todo en su modalidad temporal— es rechazar
la domesticación. Incluso como primer momento de
rebelión esto sigue siendo aún insuficiente, ya que el
ser humano es individualidad y Gemeinwesen. Sólo
ha podido ser reducido al estado inexpresivo actual
tras el despojo de su Gemeinwesen, posibilidad que
tiene cada hombre de englobar en sí el universal, el
conjunto de relaciones humanas y ello en el tiempo
total. Las diferentes religiones, filosofías, teorías, no
son sino sucedáneos de este componente esencial del
hombre. Al ser el comunismo la muerte de lo idén-
tico, de la repetición de lo mismo, todos los seres
se manifestarán en su identidad: cada uno afirmará
su Gemeinwesen. Ello supone que desde ahora nos
neguemos al despotismo de una religión, de una filo-
sofía, de una teoría.

156
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

Negarse al control de una teoría sobre uno mismo


no presupone rechazar toda reflexión teórica. Bien al
contrario, con ello se postula que el acto teórico no
es suficiente. La teoría puede reivindicar la reconci-
liación cuerpo-mente, pero se mantiene en los límites
de esta separación; es la vida total, es decir, el con-
junto de manifestaciones, es el ser total unificado lo
que debe tenderse a afirmar. Ciertamente, siempre es
necesario operar con la ayuda de los aportes de Marx,
por ejemplo, pero cada vez se vuelve más estúpido
proclamarse marxista. Además, y ello nos remite a lo
que habíamos dicho sobre la conciencia represiva, la
teoría puede convertirse en un simple pretexto para
la inacción. Al principio, la negativa a la acción pue-
de estar ampliamente justificada; sin embargo sepa-
rarse de la realidad conduce a menudo a dejar de per-
cibir los fenómenos nuevos que la elaboran. En ese
momento la teoría, en lugar de permitir un contacto
efectivo con la realidad, se vuelve un factor de sepa-
ración, de alejamiento, que se traduce finalmente en
un paso en falso, en una retirada del mundo. Esperar
es difícil, sobre todo cuando no quiere reconocerse
que los otros pueden llegar a la teoría sin nuestra in-
termediación personal, la de nuestro grupo o la de
nuestro partido. Ya que, hay que insistir en ello, la
teoría necesita como la conciencia una objetivación,
de tal forma que, aunque sea a nivel individual —tras
haber denunciado los rackets—, puede ocurrir que
sea la teoría la que se eleve al rango de racket. En
el sujeto que se quiere revolucionario, la teoría es
concebida como un despotismo: todo el mundo debe

157
JACQUES CAMATTE

reconocerlo.
Como consecuencia de la dominación que, desde
hace más de dos milenios, ejerce el espíritu sobre el
cuerpo, es evidente que la teoría es todavía una ma-
nifestación de esta dominación.
Es la totalidad de la vida la que se hace determi-
nante. Las diversas producciones anteriores son par-
celarias: arte, filosofía, ciencia. Indican en definitiva
los momentos del gran despojo de los seres humanos,
al mismo tiempo que la tentativa de remediarlo. No
se trata ya de realizar el arte o la filosofía, pues el ca-
pital ya lo ha hecho a su manera, sino de conquistar
un mundo diferente, de crearlo; un mundo donde por
fin todas las potencialidades biológicas de la especie
podrán desarrollarse plenamente. En este vasto mo-
vimiento, es vano querer presentarse como poseedor
de la verdad. En primer lugar porque la verdad, como
el valor, necesita una medida, un patrón, un equiva-
lente general, una normalidad, y por tanto un Estado.
Por otro lado, la verdad no es nunca sólo una verdad.
La inflación histórica de este concepto es paralela a
la destrucción cada vez mayor de los seres humanos.
No puede proponerse más que una vida diferente en
la que el gesto, la palabra, la imaginación, toda la
sensibilidad de los seres humanos ya no estén enca-
denados, en la que habrá una unión de cuerpo y men-
te, la única que puede eliminar todo asentamiento de
la locura. Es evidente que sólo se puede conquistar
esto con la destrucción del MPC. Es la humanidad
entera, percibida en el tiempo que es antagónico al
capital. La humanidad debe sufrir un profundo re-

158
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

volucionamiento[24] que la prepare para oponerse a


él; este movimiento es acto con la producción de los
revolucionarios.
La revolución no parte de un punto cualquiera de
nuestro ser, ni del cuerpo, ni del espacio, ni del tiem-
po; porque nuestra revolución, en tanto que apunta
a la reformación de una comunidad, es necesaria
desde el momento en que las antiguas comunidades
fueron destruidas. La reducción más perniciosa fue
justamente la de hacer de la revolución comunista un
trastorno que debía resolver únicamente las contra-
dicciones planteadas por el MPC. En realidad, la re-
volución comunista debe solucionar todas las viejas
contradicciones surgidas entre comunidades más o
menos primitivas y el movimiento del valor de cam-
bio, englobados ambos actualmente en el movimien-
to del capital (Asia y sobre todo África); más allá
de esto, el movimiento revolucionario es revolución
de la naturaleza, acceso al pensamiento, al dominio
del ser con la posibilidad de utilizar los centros pre-
frontales[25] que hay consenso en reconocer como
los soportes de la imaginación. La revolución tiene
una dimensión biológica y por tanto cósmica, consi-
derando nuestro universo limitado —el sistema so-
lar—; cósmica también en el sentido de los antiguos
filósofos y de los místicos. Ello quiere decir que esta
revolución no es sólo objeto de la pasión de nuestra
época, sino también la de millones de hombres, des-
de nuestros más lejanos ancestros al rebelarse contra
el movimiento del valor de cambio que concebían
como una fatalidad, pasando por Marx y por Bordi-

159
JACQUES CAMATTE

ga que, en su dimensión de profetas, sentaron testi-


monio de esta pasión inexpugnable por fundar una
nueva comunidad, una comunidad humana. Querer
situar la revolución es como querer fijarle una altura.
Saint-Just[26] declaraba que la revolución sólo po-
dría detenerse en la felicidad, mostrando con ello que
es falso querer juzgar a los hombres según los fac-
tores puramente histórico-materiales de una época
dada. El hombre jamás es un puro ser-ahí. Sólo puede
ser en la superación, y no simplemente lo que debe
ser superado (Nietzsche). Estructuralmente, biológi-
camente hablando, es superación porque es un ser de
una potencia excedente[27]. Dicho de otra forma, los
seres humanos son exploradores de lo posible que no
se contentan con lo realizable inmediatamente, so-
bre todo cuando esto les es impuesto. Pierden esta
pasión, esta sed de creación —porque hacer inventa-
rio de los posibles, ¿qué es sino inventar?— cuando
son envilecidos, extrañados[28], separados de su Ge-
meinwesen y por ello mutilados, reducidos a simples
individuos. Verdaderamente sólo con la dominación
real del MPC el hombre ha sido dejado atrás.
Todas las revoluciones de la especie (Bordiga)
son revoluciones que tienden a ir más allá del mo-
mento presente; más allá de lo que puede consentir
el desarrollo de las fuerzas productivas. Este más allá
de los posibles hace la verdadera continuidad entre
las generaciones humanas; por lo mismo, es la pers-
pectiva del comunismo concebida como destrucción
de las clases, del intercambio, del valor, la que hace
continuidad entre los los diversos revolucionarios: es

160
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

lo que hemos llamado, siguiendo a Marx, el partido


histórico.
La lucha contra esta reducción de la amplitud de
la revolución es ya una lucha revolucionaria. El lec-
tor no deberá sorprenderse si para sostenerla también
apelamos a autores clásicamente etiquetados como
religiosos, místicos, etc. Lo que nos importa es la re-
apropiación de una Gemeinwesen —y los seres pasa-
dos hacen parte de ella— que sólo puede efectuarse
verdaderamente tras la unificación de la especie, la
cual no puede concebirse más que asiendo en el cur-
so del tiempo la aspiración, el deseo, la pasión, la vo-
luntad de comunidad. El ser humano sólo puede ser
simultáneamente Gemeinwesen si la humanidad vive
en comunidad. Desde el momento que hubo frag-
mentación, nació la necesidad de recomponer una
unidad. En occidente esto se hizo de forma mediata y
coercitiva: el individuo fue definido por el Estado; el
saber fue medio de jerarquización y de justificación
del orden establecido; se entraba en el círculo vicioso
de práctica-teoría.
La revolución comunista es una revolución total.
Revolución biológica, sexual, social, económica, no
son sino determinaciones particulares; privilegiar
una es mutilar la revolución, que sólo puede ser en
tanto que totalidad.
Sólo se puede percibir la revolución comunista
asiéndola a través de la historia de los hombres y de
su paleontología, así como de la paleontología de to-
dos los seres vivos. Haciendo esto uno se da cuen-
ta de que si esta revolución es necesaria desde hace

161
JACQUES CAMATTE

mucho tiempo, sin embargo sólo es actualizable en


nuestros días. Antes la revolución era posible pero
no ineluctable. Había aún vías «humanas», en el sen-
tido de que consentían aún un desarrollo humano, y
en particular permitían la exteriorización de las fuer-
zas humanas. Ahora que todo ha sido exteriorizado y
arrebatado por el capital, dibujando otra vía fuera de
la revolución comunista, la negación total de los se-
res humanos, ahora es por ello necesario comprender
nuestro mundo actual, lo que es el despotismo del ca-
pital y el movimiento de rebelión que se ha desatado
contra él. Este acto de comprensión que se opera no
sólo de forma intelectual, sino también sensorial —la
rebelión es en buena parte rebelión de los cuerpos—,
sólo puede llevarse a cabo rechazando la errancia y
la conciencia represiva.

Comentarios a propósito de un recorrido.

Desde el principio hemos insistido en la cuestión


aclasista, comunitaria de la revolución comunista y
del movimiento que tiende hacia ella; hemos intenta-
do superar el restringido marco de una teoría clasista.
Para la izquierda comunista de Italia, el partido
no fue concebido como un agrupamiento inmedia-
to, limitado en el espacio y el tiempo, ni sobre todo
cerrado a diversas corrientes presentes al interior del
proletariado desde su surgimiento en la historia; era
una concepción no racketista, incluso si debía sufrir
inevitablemente el peso del racket y sucumbir a él.
He aquí por qué, en concordancia con Bordiga —

162
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

para señalar que la teoría no debía ser atribuida a un


individuo cualquiera, para situar de forma rigurosa
una impersonalidad concebida, en realidad, como
una suma de personalidades y por ello derivada de
aportes individuales, para ser compatible con la re-
volución anónima, no conducida por ningún gran
hombre o mesías— hemos hablado de la teoría del
proletariado, última clase de la historia.
Sin embargo, intuyendo la contradicción cla-
sista-aclasista, habíamos afirmado desde 1961[29]
que el partido debía ser el partido-comunidad (Ge-
meinwesen). Esta cuestión central de la comunidad
fue retomada entonces con ocasión del estudio del
movimiento obrero francés[30]. En «Le VI cha-
pitre inédit du Capital et l’œuvre économique de
Marx»[31], mostrábamos la dimensión, a nuestro
juicio, más total y totalizante de la obra de Marx una
vez que se le aborda a la luz de la cuestión de la co-
munidad y del movimiento del valor. El Capital apa-
rece como una parte, ella misma inacabada, de una
obra aún más vasta de la que es posible, a partir de
los manuscritos publicados desde hace algunos años,
reconstruir el proyecto total. Al hacer esto se cons-
tata que no es posible comprender el capital en sus
determinaciones históricas si nos limitamos a los dos
o tres siglos que nos precedieron.
El Libro I del Capital proporciona un estudio del
origen, en occidente, de este modo de producción,
así como algunas indicaciones fundamentales sobre
su acceso a la dominación, real en el proceso de pro-
ducción, formal en la sociedad, así como indicacio-

163
JACQUES CAMATTE

nes sobre su devenir. El movimiento de mistificación


inherente al devenir del valor de cambio comienza
mucho antes del MPC, y su consumación no es des-
crita por Marx aunque sí esbozada. Por otro lado,
nos damos cuenta que con el crédito, con el capital
ficticio, el capital puede dominar la totalidad de la
actividad humana; que como consecuencia de esto
ya no es únicamente el proletariado, es decir, la clase
que produce la plusvalía, quien es esencial para él,
sino el conjunto de la humanidad; de ahí que reto-
memos la expresión de Marx, la clase universal, para
designar la ampliación en cuestión. No obstante, la
ruptura planteada actualmente en la reivindicación
revolucionaria, expresada mediante una radicalidad
aún mayor —no se trata de mejorar la vida, de apro-
vechar las aportaciones del capital, sino de darle la
vuelta a todo— nos conduce a acotar la ambigüedad
de Marx, a la vez revolucionario radical en sus obras
de «juventud» e inéditas, y lo que hemos llamado
su reformismo revolucionario. Finalmente, una re-
flexión aún más apasionada sobre las bases mismas
del corte radical que se efectúa y sobre la opresión
aún más intensa del capital, nos conduce a delimitar
la dimensión biológica de la revolución no simple-
mente sobre el plano marcusiano, de una gran im-
portancia, en relación con la necesidad de una nueva
sensibilidad, sino sobre un plano que es paleontoló-
gico.
Desde entonces nos encontrábamos habiendo de-
sarrollado una serie de pensamientos, de posiciones
de Marx de forma más o menos autónoma, pero per-

164
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

díamos cada vez más una coherencia que sólo podía


salvarse al precio de una chapuza que corría el peli-
gro de agotar pronto sus trucos. Por ello se podían
desarrollar algunos aspectos particulares, pero pare-
cía que la totalidad de la obra de Marx se resistía a
hacerse efectiva hoy en día; era necesario entonces,
siempre en relación a un análisis del mundo moder-
no, hacer de nuevo una investigación sobre nuestro
propio recorrido, sobre nuestra lucha.
En cierto sentido hemos sistematizado la obra de
Marx que se presta al análisis de la dominación for-
mal del capital sobre la realidad, y hemos puesto en
evidencia todos los elementos que permiten definir
la dominación real. Sin embargo no hemos escapa-
do de su ambigüedad, es decir, hemos sido incapa-
ces de explicar exhaustivamente la autonomización
del capital, lo cual explica por qué, tanto en «Le VI
chapitre inédit du Capital et l’œuvre économique de
Marx» como en «La révolution communiste. Thèses
de travail»[32], hemos retomado su reformismo re-
volucionario y desarrollado una concepción del co-
munismo que no era posible más que sobre la base
de la dominación formal del capital. De ahí el paso
en falso, el desequilibrio de nuestra posición teóri-
ca: una afirmación muy radical en lo concerniente al
capital —constitución en comunidad material, desa-
parición de las clases— combinada con una posición
conservadora ligada al mantenimiento del esquema
clásico, que nos impedía reconocer plenamente el es-
cape del capital y asir el comunismo tal como se nos
ofrece ahora.

165
JACQUES CAMATTE

Pero no nos equivoquemos. Ello no quiere decir


que debamos abandonar estas categorías —clase
universal, capital ficticio—, ya que son explicativas
de momentos históricos particulares. Nosotros las
abandonamos como categorías actuales adecuadas
para caracterizar el devenir presente del capital. El
capital ficticio es insuficiente para significar el modo
según el cual el capital se manifiesta, porque el con-
cepto no expresa la autonomización total a la que
éste ha llegado; no permite tampoco rendir cuentas
de su inmaterialidad, que reordena todo su antiguo
ser. La clase universal puede explicar un momento
dado del movimiento objetivo de los hombres domi-
nados por el capital, pero no puede definir el modo
según el cual, hoy en día, los hombres están asidos
por él, todo lo cual condiciona la imposibilidad de
éstos para reagruparse de otra manera que constitu-
yendo rackets, la imposibilidad de percibirse en con-
juntos de una gran amplitud, como podrían serlo las
clases; por tanto la pérdida de determinaciones y el
despojo de un universo de clase en el que el indivi-
duo podía aún sentirse seguro. El desclasamiento fue
percibido como un infortunio a la vez por aquellos
que sufrieron el fenómeno como por aquellos que lo
constataron. Diversos autores como Marcuse o Tal-
heimer[33], entre otros, dijeron que el fascismo fue
un movimiento de desclasados. En efecto, el movi-
miento del capital a comienzos de este siglo abolió
los límites entre las clases, destruyendo sus sustra-
tos materiales. No pudiendo reconocerse ya en la
comunidad limitada pero protectora de la clase, los

166
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

individuos se lanzaron a pecho descubierto a un mo-


vimiento que les prometía la formación de una Volks-
gemeinschaft, de una comunidad popular. La mayor
parte de los autores se han lamentado por ello. Pero,
en lugar de desear la reafirmación de una clase re-
volucionaria y en lugar de hablar sobre la ilusión de
una comunidad en el seno del capital, habrían debido
predicar la completa desaparición de las clases y la
formación de la comunidad humana, gracias a la des-
trucción del MPC.
Hemos querido operar al interior de la obra de
Marx. En este sentido estamos de acuerdo con K.
Axelos:

Antes de emprender la crítica de Marx y an-


tes de intentar superarle, hay que comprender
lo que dice. El diálogo con su pensamiento y la
confrontación del mismo con la realidad histó-
rica mundial presuponen una larga meditación
a la vista de todo lo que es y se hace. Puesto
que la realidad no se deja separar de la idea tan
cómodamente, ni la teoría de la práctica[34].

En términos generales indicaremos los diversos


autores que han abordado antes que nosotros ciertos
problemas que afrontaremos en el curso de nuestro
recorrido de superación, no para una recuperación, o
para una polémica, ni para emitir un juicio de valor,
sino para sentar testimonio de una tentativa múltiple,
de un intento a menudo recomenzado por percibir el
movimiento actual en su dimensión real.

167
JACQUES CAMATTE

Al tomar en serio esta empresa y al evitar hacer


trampas cuando las dificultades nos llevan a dudar
brutalmente de algo que parecía sólidamente asegu-
rado, se es inevitablemente conducido, sobre la pro-
pia base de las aclaraciones teóricas de Marx, a cues-
tionar el esquema clásico: la revolución sólo puede
producirse si el proletariado se subleva contra la so-
ciedad del capital.
En los números precedentes de Invariance se ha
intentado colmar el retraso teórico, concebido como
derivado de una mala comprensión de la obra de
Marx, de una utilización parcial de ésta. La reanuda-
ción de su comportamiento teórico nos ha permitido
colmar efectivamente este hiato, pero ello no nos ha
permitido elevarnos sobre el nivel de nuestra época.
Para ello, hay que comprender las contradicciones
propias de ésta, lo que vuelve a llevarnos a que hay
que comprender las de Marx, abordado en su totali-
dad.

Jacques Camatte.
Mayo de 1973.

168
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

Notas

[1] Más conocidos en español como Grundrisse [N.


de T.]

[2] Sería mejor escribir perenniza el capital. Por lo


mismo, en lugar de «eternización» hay que poner
perennación del capital. Habiendo aparecido este en
un momento histórico dado, no puede convertirse de
ninguna manera en eterno [N. de A., 2007]

[3] Para la utilización de este término en Camatte


—que podría traducirse como ‘chantaje’— dejamos
aquí la explicación de Federico Corriente: «La voz
inglesa rackett se refiere, en principio, a cualquier
agrupación mafiosa dedicada al crimen organizado,
pero por extensión puede considerarse que encarna
el prototipo del modo de funcionamiento real y ne-
cesario de toda «organización» en el marco de la so-
ciedad existente. En Bordiga la noción de gang está
ligada a la crítica de la idea de la burocracia como
nueva clase dominante formulada por Chalieu-Cas-
toriadis. Theodor W. Adorno se interesó por primera
vez por esta cuestión en relación con la teoría mar-
xista de las clases en Reflexiones sobre la teoría de
las clases (1942), y volvió sobre ella en Individuo
y organización (1953), así como en Notas margina-
les sobre teoría y praxis (1969). También figura de
manera prominente en dos artículos publicados en
Internationale situationniste # 4 y # 7: “Gangland
et Philosophie” (1960) y “Geopolítica de la hiber-
nación” (1962). Existe un excelente y documentado

169
JACQUES CAMATTE

artículo (en inglés) al respecto, “Rackets”, de F. Pali-


norc en http://www.left-dis.nl/» (Federico Corriente:
Jacques Camatte o el eslabón perdido de la crítica
social, disponible en http://hommodolars.org/web/
spip.php?article5295 ). Hacemos una viva recomen-
dación de este artículo [N. de T.]

[4] Cf. el libro de Daniel Verres: Le discours du ca-


pitalisme, ed. de l’Herne. Se encuentran también ele-
mentos interesantes en las obras de Baudrillard Le
système des objets y Pour une critique de l’économie
politique, ed. Gallimard. [En español están publica-
das las dos obras de Baudrillard, no así la de Verres;
véase El sistema de los objetos y Crítica de la eco-
nomía política del signo en ed. Siglo XXI, N. de T.]

[5] Dichter, citado por Jean Baudrillard en Le systè-


me des objets, págs. 218-219 [pág 210 en Jean Bau-
drillard: El sistema de objetos (1969), ed. Siglo XXI;
tomamos de aquí la traducción. La cita de Ernest Di-
chter proviene de La estrategia del deseo, N. de T.]

[6] Mouvement pour la Libération des Femmes


(MLF) y Front Homosexuel d’Action Révolutionaire
(FHAR). El MLF fue un grupo no-mixto nacido en
1970 que, bajo el nombre de Féminisme, Marxisme,
Action (FMA), trabajó sobre la sexualidad femenina
y los vínculos entre la lucha feminista y la lucha de
clases y la anticolonialista. Su etapa de mayor activi-
dad fue a principios de los años 70, cuando organizó
intensas campañas por el derecho al uso de anticon-
ceptivos y por un aborto libre y gratuito. El FHAR

170
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

nacería como grupo independiente en 1971 a partir


de algunas militantes del MLF, debido a las dificulta-
des de este último para asumir en sus reivindicacio-
nes las luchas LGTB [N. de T.]

[7] Valérie Solanas: Scum (1971), ed. Olimpia [la tra-


ducción es nuestra, N. de T.]

[8] Hemos abordado el estudio de la autonomización


del capital en Le VI Chapitre inédit du Capital et
l’œuvre économique de Marx (1966), en particular
en las notas añadidas en 1972.
En un próximo artículo regresaremos más amplia-
mente sobre este tema, apoyándonos por una parte
en Marx para mostrar que éste había planteado el fe-
nómeno sin reconocerlo en su totalidad y, por otra
parte, haciendo un análisis del MPC actual. Ello nos
llevará también a volver sobre la definición del traba-
jo y su rol en el devenir de la humanidad. Esto último
fue abordado ya por G. Brulé en su artículo publica-
do en el número 2 de la serie II de Invariance: «Le
travail, le travail productif et les mythes de la classes
ouvrière et de la classe moyenne».
Globalmente puede decirse que el concepto de tra-
bajo es reduccionista; sólo engloba una parte de la
actividad humana, pero la reivindicación de su abo-
lición viene a destruir este resto de actividad, lo cual
es una exigencia utópica del capital. La reivindica-
ción comunista se sitúa sobre el plano de la vida hu-
mana, cuya actividad sólo es aún una modalidad de
expresión. El amor, la meditación, el soñar despier-
tos, el juego y otras tantas manifestaciones de los se-

171
JACQUES CAMATTE

res humanos son situadas fuera del campo de la vida


cuando nos dejamos cerrar en el concepto de trabajo.
Además, la definición de Marx según la cual el tra-
bajo es una actividad que transforma la naturaleza o
la materia para tal o cual fin, muestra que el concep-
to de naturaleza no puede ser, él tampoco, aceptado
como tal. En el tiempo de dominación del capital, el
hombre ya no está en contacto con la naturaleza —
sobre todo durante su trabajo—; entre la naturaleza y
él se encuentra el capital, o mejor dicho, el capital se
convierte en naturaleza.
En las obras llamadas «filosóficas», en cambio, Marx
plantea de forma clara la actividad total del hombre
y afirma que el comunismo no puede traducirse sim-
plemente en la liberación del trabajo. Esta posición
no desaparecerá completamente en el resto de su
obra, sino que sobrevivirá junto a la posición «refor-
mista revolucionaria» contenida en el Capital. Para
los marxistas, la cuestión se simplificó enseguida:
sencillamente exaltaron el trabajo. En Trotsky, por
ejemplo, ya no hay huella del discurso complejo de
Marx, sino más bien un muestrario del discurso de
la domesticación, del discurso del capital: «Toda la
historia de la humanidad es la historia de la organi-
zación y la educación del hombre social para el tra-
bajo, con el fin de obtener una mayor productividad»
(Terrorisme et Communisme, pág. 218, 10/18, París,
1963) [traducimos desde la cita en francés de Cama-
tte, N. de T.]

[9] Este devenir ha sido bien descrito y exaltado en


Le choc du futur, de Alvin Toffler, ed. Denoel-Gon-

172
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

thier [en español El shock del futuro (1995), ed. Pla-


za y Janés, N. de T.]

[10] Karl Marx: Le Capital, L.1, T.2, pág. 182 [tradu-


cimos desde la cita en francés de Camatte, N. de T.]

[11] Esto exige un estudio detallado que englobará


por cierto el del trabajo indicado en la nota 8. En
el artículo siguiente [se refiere a «Déclin du mode
de production capitaliste ou déclin de l’humanité»
(1973), Invariance, serie II, nº 3, N. de T.] lo esboza-
mos, siendo nuestra intención la de proporcionar des-
de ahora las primeras conclusiones a las que hemos
llegado. Analizaremos en particular en qué momento
se sitúa esta decadencia de la humanidad, cómo se ha
expresado, etc. Por otro lado, mostraremos el vínculo
íntimo entre el movimiento del valor y la dialéctica,
incluida la de las fuerzas productivas de Marx. El fin
del movimiento del valor y el del capital plantea el
fin de un modo de representación y destruye la auto-
nomización de este último. En particular la dialéctica
marxiana será totalmente superada.

[12] Traducimos «extrañamiento» por Entfremdung,


concepto que se traduce habitualmente en Marx
como «alienación», por fidelidad a la elección de
Camatte, quien emplea el término extranéisation en
lugar de aliénation, siendo no obstante más frecuente
este último en la lengua francesa [N. de T.]

[13] K. Marx y F. Engels: La ideología alema-


na [tomamos la traducción del texto disponible en

173
JACQUES CAMATTE

español en https://pensaryhacer.files.wordpress.
com/2008/06/la-ideologia-alemana1.pdf, N. de T.]

[14] F. Engels: «Préface» a la Misère de la philoso-


phie, Ed. Sociales, 1946, p. 18 [tomamos la traduc-
ción del texto disponible en español en https://www.
marxists.org/espanol/m-e/1847/miseria/001.htm, N.
de T.]

[15] Cf. en particular «Le mouvement du revenu dans


la société moderne» y «Crises et possibilités d’adap-
tation» dans Les présuppositions du socialisme et
les tâches de la social-démocratie, Rowohlt Verlag,
págs. 73 y siguientes [disponible en español en Ed-
ward Bernstein: Las premisas del socialismo y las
tareas de la socialdemocracia, ed. Siglo XXI].

[16] Prolo es la abreviación coloquial de «proleta-


rio» en francés [N. de T.]

[17] Lo que prueba que era imposible sostener un


discurso y un comportamiento clasistas y mantener
la tesis aclasista de la negación necesaria del proleta-
riado por sí mismo.

[18] En el original extranéisée, de la misma familia


léxica que extranéisation, cuya traducción justifica-
mos en la nota 12 [N. de T.]

[19] Cf. sobre esta cuestión el libro de H. Mueller


de 1892 Der KlassenKampf in der deutschen Sozial-
demokratie (1969), Verlagskooperative Heidel-

174
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

berg-Frankfurt-Hannover-Berlin (La lucha de clases


en la socialdemocracia alemana), que nos muestra
bien la dualidad-duplicidad de hombres como A. Ba-
bel, quien se expresaba como derechista en la tribuna
parlamentaria y como “izquierdista” en los meetings
obreros y que, por un lado, afirmaba que había que
esperar aún mucho tiempo antes de poder realizar los
principios del socialismo y, por otro, proclamaba la
próxima venida de ese mismo socialismo.
Este libro es interesante también porque se encuen-
tran allí posiciones que serán más tarde las del KAPD
(Partido Comunista Obrero Alemán).

[20] No hay en la historia una irreversibilidad ab-


soluta. Algunos posibles que se han manifestado
hace miles de años no han sido aún completamente
abolidos. La historia no es un Moloch devorador de
posibles que condena el devenir humano a un des-
pojo inevitable e irremediable. Si así fuera, entonces
la historia sólo sería justificación de lo devenido, al
cual muchos quieren reducirla para hacer de ella la
peor de los déspotas.
La filosofía de Hegel y su dialéctica de la superación
(Aufhebung), por tanto del movimiento que al mismo
tiempo abole y conserva, fue una tentativa de salvar
lo que los hombres habían producido en épocas an-
teriores. Hegel fue obnubilado por la problemática
de la pérdida de realidad, de la multiplicidad de ma-
nifestaciones, de posibles, etc., de ahí la importancia
en él del recuerdo —cf. en particular el capítulo de
«El saber absoluto» en La fenomenología del espíri-
tu.

175
JACQUES CAMATTE

El movimiento del capital, en cambio, abole el re-


cuerdo de sus etapas anteriores —mistificación y ma-
gia—, así como el de las fases de la humanidad, para
plantearse tal como es en el nivel más evolucionado
de su ser: una «forma reificada» —cf. el capítulo de
«Los ingresos y sus fuentes. La economía vulgar»
del libro IV del Capital, Marx-Engels, Werke, t. 26
(3).

[21] El concepto de modo de producción sólo es vá-


lido verdaderamente para el modo de producción ca-
pitalista, de la misma forma que el de clase no es
verdaderamente operante-operacional más que en
la sociedad burguesa. Se hará un estudio más pre-
ciso de esta cuestión poniéndola en relación con las
cuestiones indicadas en las notas 11 y 9. El concep-
to de producción es Marx es más o menos rico en
determinaciones. Se empobrece cuando se pasa de
los Manuscritos de 1844 y La ideología alemana al
Capital. Está en estrecha relación con el concepto de
naturaleza, así como con una cierta concepción del
hombre. Esto quiere decir que tenemos que vérnoslas
con un “factor” complejo, tanto más cuanto que sólo
se lo puede examinar en relación a la existencia de
comunidades comunistas iniciales y su disolución.
La separación del hombre de su Gemeinwesen es
un despojo absoluto. El hombre trabajador es el que
ha perdido una cantidad enorme de determinaciones
que formaban un todo cuando estaba unido a su co-
munidad.
Se trata de un proceso real de expropiación de los
hombres. Los que no comprenden esto no compren-

176
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

den qué es el capital. El hombre ha sido reducido


a un ser inexpresivo a través de la pérdida de sus
sentidos y la reducción de su actividad a un trabajo
cuantificado. El hombre hecho abstracto está ávido
de música porque ha conservado aún la sensualidad
ancestral, de ahí la moda del jazz y de las músicas
sudamericanas. El hombre reducido no tiene más que
un elemento de relación con el mundo exterior, la
sexualidad, que tiende a colmar el vacío de los sen-
tidos. De ahí efectivamente se produce una pan-se-
xualización del ser que Freud ha interpretado como
un carácter invariante de los hombres, mientras que
no es sino el resultado de su mutilación. ¿Qué puede
representar el inconsciente, sino la vida afectiva-sen-
sorial del hombre reprimido por el capital?, puesto
que el hombre debe ser domesticado, plegado a una
racionalidad que debe interiorizar. Esta racionalidad
es la del proceso de producción del capital. Una vez
realizado esto, el hombre es desposeído de esta vía
sensorial reprimida, la cual se vuelve objeto de cono-
cimiento, saber: ya es capitalizable. El inconsciente,
convertido en objeto de comercio, se vende en finas
rebanadas en el mercado del saber. El inconsciente
no ha existido siempre y sólo existe aún en tanto que
componente del discurso del capital; lo mismo puede
afirmarse sobre las perversiones humanas.
Reducido a la más perfecta inexpresividad, el hom-
bre tiende a hacerse comparable en todo punto a la
partícula elemental estudiada por la física nuclear, en
la cual se pueden encontrar los fundamentos de la
psicología del hombre capitalizado que se mueve por
los campos del capital.

177
JACQUES CAMATTE

[22] Es igualmente aberrante hablar de sociedad pri-


mitiva. Lo precisaremos al abordar de nuevo las co-
munidades primitivas. Sobre esto, si es verdad que
la obra de Marx es insuficiente para explicar su exis-
tencia, su desarrollo, así como su disolución, de la
misma manera es falso decir que peca por completo
de eurocentrismo, incluso de iluminismo, y que pa-
dece por tanto de los mismos errores que la teoría
burguesa. La mayoría de los que afirman esto no han
comprendido la cuestión de la comunidad en Marx y
reducen su obra a un simple materialismo histórico.
Lo que falta en Marx es un estudio detallado sobre la
forma en que surge “la economía” en las comunida-
des primitivas y provoca su disolución.
Añadamos, para terminar, que es cada vez más in-
exacto hablar de sociedad capitalista. Volveremos a
ello más adelante.

[23] En las comunidades primitivas los seres huma-


nos dominaban la técnica. En Occidente, en la socie-
dad de la Antigüedad, ésta tiende a autonomizarse y
es esto lo que temían los antiguos. La técnica impone
al hombre copiar la naturaleza; incluso si a continua-
ción puede encontrar un procedimiento que no se ha-
lle en ella, el hombre está sujeto a un deber-hacer, a
un saber-hacer, a un orden natural en cierto sentido.
Parece así perder toda capacidad de libre creación
(cf. al respecto los comentarios de J. P. Vernant en
Mythe et pensée chez les grecs, ed. Maspéro [en es-
pañol cf. Jean-Pierre Vernant (1993): Mito y pensa-
miento en la Grecia Antigua, ed. Ariel, Barcelona, N.

178
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

de T.]). Cuando los hombres ya no tuvieron miedo


de la técnica y aceptaron desarrollarla, asistimos al
mismo tiempo a su reconciliación con el arte, que
había sido despreciado en los últimos tiempos de la
sociedad esclavista. Fue en la época del Renacimien-
to, cuando los filósofos definían al hombre como un
ser que se hace (cf. Individu et cosmos dans la phi-
losophie de la renaissance de Cassirer, quien cita a
Nicolás de Cusa, Charles de Bovelles, Pico della Mi-
randola, Marsilio Ficino, etc. [en español cf. Ernst
Cassirer (1951): Individuo y cosmos en la filosofía
del Renacimiento, ed. Emecé. Buenos Aires, N. de
T.]). Pero el desarrollo de la técnica no ha llevado al
hombre hacia la naturaleza, sino que ha desemboca-
do en la expropiación del primero y la destrucción
de la segunda. El hombre pierde cada vez más la fa-
cultad de creación. En este sentido, ¡el miedo de los
antiguos no fue vano!
Así, a partir de los filósofos del Renacimiento, pa-
sando por Descartes y Hegel, hasta Marx, el hombre
es definido a través de la técnica (el hombre es un
fabricante de herramientas: Franklin) y de la produc-
ción. Superar a Marx nos obliga a reexaminar el «fe-
nómeno humano» desde la disolución de las comuni-
dades primitivas hasta nuestros días, y a repensar las
obras de los filósofos y economistas desde Aristóte-
les a Marx para comprender mejor cómo se perciben
los hombres en un periodo de dominación del valor
primero y después del capital, y cómo en consecuen-
cia —habiendo llegado ya nosotros al término del fe-
nómeno valor— podemos concebir la humanidad y
por tanto el comunismo.

179
JACQUES CAMATTE

[24] En el original révolutionnement, un neologismo


que Camatte establece, creemos, para alejarse del in-
mediatismo con que se concibe a menudo la revolu-
ción y significar así un proceso de más largo alcance,
tanto en un sentido temporal como antropológico [N.
de T.]

[25] Regresaremos a esta cuestión en un estudio so-


bre la dimensión biológica de la revolución.
[26] Louis de Saint-Just fue un joven revolucionario
jacobino —de apenas 22 años en el momento de la
toma de la Bastilla— y mano derecha de Robespie-
rre durante toda la primera etapa de la Revolución
francesa hasta el fin de la época del Terror, en la que
tuvo un papel predominante con la persecución de
oponentes políticos —tanto a su izquierda como a su
derecha— y tras la cual sería guillotinado, junto con
Robespierre y sus partidarios, dando fin con su muer-
te a una etapa de la Revolución [N. de T.]

[27] En el original surpuissant, que puede traducirse


de una forma literal como ‘superpotente’. Este térmi-
no, sin embargo, podría prestarse a equívocos, dando
a entender que el ser humano es un ser con mucha
potencia o fuerza. En lugar de ello, creemos convenir
con el sentido dado por Camatte al utilizar la expre-
sión «de una potencia excedente», ya que apunta a
que el hombre es un ser siempre excedente, proyec-
tado fuera de sí, fuera de lo que ya es —un producto
de los «factores puramente histórico-materiales» de
su época— hacia lo que puede hacer de sí. En esta

180
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

dislocación, en esta excedencia ontológica, se ubica


la posibilidad irreductible de la autonomía humana,
en los términos en los que la describe Cornelius Cas-
toriadis en La institución imaginaria de la sociedad
[N. de T.]

[28] Cf. notas 12 y 18 [N. de T.]

[29] «Origine et fonction de la forme parti» (1961)


publicado en Invariance serie I, n° 1 [traducción al
español disponible en www.colectivogerminal.org]

[30] Invariance serie I, n° 10. [De este número, está


disponible en francés el artículo «Caractères du
mouvement ouvrier français» (1959-1964) en la pá-
gina web de la revista: http://revueinvariance.pages-
perso-orange.fr/ N. de T.]

[31] Invariance serie I, nº 2. Este número, actualmen-


te agotado, aparecerá próximamente con notas escri-
tas en 1972 para una edición italiana: Gemeinwesen
et capitale (Dedalo, 1974) [disponible en francés en
la página web de la revista, cf. nota anterior, N. de T.]

[32] Invariance, serie I, nº 6 [disponible en francés


en la página web de la revista, cf. nota 29, N. de T.]

[33] Cf. Faschismus und Kapitalismus, Theorien


über die soziale Urszrung und die Funktion des Fas-
chismus (‘Fascismo y capitalismo. Teorías concer-
nientes a los orígenes sociales y la función del fas-
cismo’), Europaische Verlaganstalt, 1967.

181
JACQUES CAMATTE

[34] Kostas Axelos: Marx, penseur de la technique,


ed. de Minuit, pág. 302 [en español Marx, pensa-
dor de la técnica, ed. Fontanella, Barcelona, 1969,
disponible en https://fr.scribd.com/doc/291977503/
Kostas-Axelos-Marx-Pensador-de-La-Tecnica-1969
La traducción es nuestra, N. de T.]

182
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I

183
JACQUES CAMATTE

ERRANCIA DE LA HUMANIDAD II:

¿Decadencia del Modo de Producción Capita-


lista o Decadencia de la Humanidad?

Muchas veces se escribió y se pensó que el comu-


nismo florecería después de la destrucción del modo
de producción capitalista, el cual sería minado por
contradicciones propias tales que harían inevitable
su final. Sin embargo, numerosos eventos de este si-
glo nos han llevado, infelizmente, a considerar otras
posibilidades: el retorno de la “barbarie”, analizado
por R. Luxemburgo y toda el ala izquierda del mo-
vimiento proletario alemán, así como por Adorno y
la Escuela de Frankfurt; la destrucción de la especie
humana, como es evidente a cada día que pasa para
todos y cada uno de nosotros ; En definitiva, un es-
tado de estancamiento en que el modo capitalista de
producción sobrevive adaptando a su propia dinámi-
ca a una humanidad degradada que carece del poder
para destruirlo. Para comprender el fracaso de un fu-
turo que se pensaba inevitable, es necesario tomar en
consideración la domesticación de los seres humanos
implementada por todas las sociedades de clases, es-
pecialmente por la sociedad capitalista, y por tanto
debemos analizar la autonomización del capital.

184
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD II

No pretendemos tratar exhaustivamente todas


esas desviaciones históricas en unas pocas páginas.
Comentando un pasaje de los Grundrisse de Marx
podemos mostrar que es posible comprender la au-
tonomización del capital sobre la base de la obra de
Marx, y que al hacerlo podemos al mismo tiempo
ver la contradicciones en el pensamiento marxista y
su incapacidad para resolver el problema. El pasaje
es del capítulo sobre el proceso de circulación. Para
comprenderlo, debemos tener en mente lo que Marx
afirma brevemente antes de este pasaje:

El tiempo de circulación aparece así como


una barrera a la productividad del trabajo =
un incremento en el tiempo de trabajo necesario
= una disminución del tiempo de plustrabajo =
una disminución de la plusvalía = una obstruc-
ción, una barrera al proceso de autorealización
[Selbstverwertungsprozess] del capital. [1]

Aquí Marx hace una digresión extremadamente


importante:

Aparece aquí la tendencia universal del ca-


pital, que lo diferencia de todos los estadios
anteriores de la producción. Aunque por su
propia naturaleza es limitado, tiende a un desa-
rrollo universal de las fuerzas productivas y se
convierte en la premisa de un nuevo modo de
producción, que no está fundado sobre el de-
sarrollo de las fuerzas productivas con vistas a

185
JACQUES CAMATTE

reproducir y a lo sumo ampliar una situación


determinada, sino que es un modo de produc-
ción en el cual el mismo desarrollo libre, expe-
dito, progresivo y universal de las fuerzas pro-
ductivas constituye la premisa de la sociedad y
por ende de su reproducción; en el cual la única
premisa es superar el punto de partida [2].

Lo que hace que el capital sea una barrera para sí


mismo no se establece aquí, sino que se hace hincapié
en su aspecto positivo, en su aspecto revolucionario
(este aspecto revolucionario es recalcado en muchas
otras páginas de los Grundrisse y de El Capital): la
tendencia hacia un desarrollo universal de las fuerzas
productivas. Sin embargo, y esto es lo que nos intere-
sa aquí, el capital no puede realizar esto; esta será la
tarea de un modo de producción superior. El futuro
de la sociedad toma aquí la forma de un movimiento
indefinido, acumulativo.

Esta tendencia – que es inherente al capital,


pero al mismo tiempo lo contradice como for-
ma limitada de producción y por consiguiente
tiende a su disolución – distingue al capital de
todos los modos de producción anteriores e im-
plica, al mismo tiempo, que el capital esté pues-
to como un simple punto de transición.[3]

Por consiguiente, el capital se dirige hacia su pro-


pia abolición por medio de esta contradicción. Es
una lástima que Marx no mencione aquí que es lo

186
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD II

que entiende por “forma limitada de producción”,


ya que esto nos habría permitido “ver” claramente
que es lo que significa para él esa contradicción en
este caso específico. Esto condiciona la comprensión
de aquella afirmación de que el modo de producción
capitalista es una forma transitoria de producción.
Incluso sin una explicación de la contradicción, po-
demos entenderla de la siguiente forma: el modo de
producción capitalista no es eterno – un argumento
polémico de Marx contra los ideólogos burgueses.
Este es el contenido principal de su afirmación. Pero
existe otro argumento incrustado en las afirmaciones
precedentes: el modo de producción capitalista es re-
volucionario y hace posible la transición hacia una
formación social superior en la que los seres huma-
nos ya no estarán dominados por la esfera de la nece-
sidad (la esfera de producción de la vida material) y,
por lo tanto, en la que la alineación y el extrañamien-
to humano dejarán de existir.
Hoy, después de que el Marxismo se haya mani-
festado como una teoría del desarrollo, otra parte de
esta sentencia se vuelve fundamental: existe un con-
tinuum entre los dos periodos. ¿Qué es una transición
sino lo opuesto al quiebre? Este continuum consiste
en el desarrollo de las fuerzas productivas. De allí
resulta una relación vergonzosa, pero real: Marx –
Lenin – Stalin! Sin embargo, ese no es el tema que
estamos analizando aquí. Nuestro objetivo es deter-
minar en qué consisten las fuerzas productivas y para
quién estas existen, según Marx en los Grundrisse.

187
JACQUES CAMATTE

Todas las formas de sociedad, hasta el pre-


sente, han sucumbido por el desarrollo de la
riqueza o, lo que es lo mismo, de las fuerzas
productivas sociales.[4]

La riqueza reside en las fuerzas productivas y en


los resultados de su acción. Existe una contradicción
aquí que, de acuerdo con Marx, caracteriza la totali-
dad de la historia humana: La riqueza es necesaria y
por ello se la desea, sin embargo su desarrollo destru-
ye las sociedades. Por lo tanto, las sociedades deben
oponerse a su desarrollo. Este no es el caso del modo
de producción capitalista (y así destruye todas las
otras formaciones sociales existentes), el cual exalta
las fuerzas productivas, pero… ¿Para quién?
Por eso entre los antiguos, que eran conscientes
de ello, se denunció directamente la riqueza como
disolvente de la comunidad [Gemeinwesen]. El régi-
men feudal, por su parte, se desmorona por obra de
la industria urbana, del comercio, la agricultura mo-
derna (e incluso de ciertos inventos, como la pólvora
y la imprenta). Con el desarrollo de la riqueza – y
consiguientemente también de nuevas fuerzas y de
una relación más amplia entre los individuos – se di-
solvieron las condiciones económicas sobre las que
reposaba la comunidad [Gemeinwesen] y las relacio-
nes políticas entre los diversos elementos compo-
nentes de la entidad comunitaria que correspondían a
ésta: la religión en la cual se contemplaba idealizada
(y ambas se fundaban a su vez en una relación deter-
minada con la naturaleza, en la cual se resuelve toda

188
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD II

fuerza productiva); el carácter de las concepciones,


etc., de los individuos. El solo desarrollo de la cien-
cia – id est, de la forma más sólida de la riqueza,
tanto producto como productora de la misma – era
suficiente para disolver esta comunidad. Empero, el
desarrollo de la ciencia, de esta riqueza ideal y a la
vez práctica, es sólo un aspecto, una forma bajo la
cual aparece el desarrollo de las fuerzas productivas
humanas, id est de la riqueza. Desde el punto de vista
ideal bastaba con la disolución de determinada forma
de consciencia para matar una época entera. En la
realidad, esta barrera de la conciencia corresponde
a determinado grado de desarrollo alcanzado por
las fuerzas productivas materiales y en consecuen-
cia por la riqueza. Ciertamente, no sólo se operaba
un desarrollo sobre la vieja base, sino un desenvolvi-
miento de la base misma .[5]
Para Marx, las fuerzas productivas son humanas
(nacidas desde el ser humano) y existen para el ser
humano, para el individuo. La ciencia como una
fuerza productiva (y así también la riqueza, como
ya lo mostró Marx antes en los Manuscritos y en
La Ideología Alemana) está determinada por el de-
sarrollo de esas fuerzas que se corresponden con la
aparición de un gran número de externalizaciones,
un gran número de posibilidades de apropiarse de la
naturaleza. Incluso si toma una forma ambigua, el
florecimiento del ser humano es posible; es este el
momento en que, con el desarrollo de una clase do-
minante, los individuos pueden encontrar el modelo
de una de vida plena. Para Marx, el modo capitalista

189
JACQUES CAMATTE

de producción, al forzar el desarrollo de las fuerzas


productivas, hace posible una autonomización libe-
radora del individuo humano. Este es su aspecto re-
volucionario más importante.

El desarrollo más alto de esta misma base, (la


floración en la que esta se desarrolla; pero siem-
pre es, no obstante, esta base, esta planta como
floración; de allí el marchitamiento tras la flora-
ción y como consecuencia de la floración) cons-
tituye el punto en el cual ella misma ha sido ela-
borada en la forma en que es compatible con el
más alto desarrollo de las fuerzas productivas,
y por tanto también con el más alto desarro-
llo de los individuos. Tan pronto es alcanzado
este punto, el desarrollo posterior se presenta
como decadencia y el nuevo desenvolvimiento
comienza a partir de una base nueva. [6]

Existe decadencia porque el desarrollo de los in-


dividuos está obstruido. No es posible usar esta sen-
tencia para defender la teoría de la decadencia del
modo de producción capitalista [7], ya que podría
afirmarse que esta decadencia comenzó no en los ini-
cios de este siglo, sino por lo menos en la mitad del
siglo anterior; O bien tendría que demostrarse que la
decadencia de los individuos es simultánea a la deca-
dencia del capital, lo cual contradice aquello que po-
demos observar; Marx mismo explica repetidamente
que el desarrollo del capital va acompañado por la
destrucción de los seres humanos y de la naturaleza.

190
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD II

¿En qué momento el desarrollo de las fuerzas pro-


ductivas ha ido acompañado del desarrollo de los
individuos en las diferentes sociedades? ¿En qué
momento el modo de producción capitalista ha sido
revolucionario tanto para sí mismo como para los se-
res humanos? ¿Avanzan continuamente las fuerzas
productivas a despecho de la decadencia de los indi-
viduos? Marx dice: “…el mayor desarrollo aparece
como la mayor decadencia” ¿Si las fuerzas producti-
vas se estancan; entra en decadencia el modo de pro-
ducción capitalista? [8]
El balance de la digresión de Marx confirma que
la decadencia se refiere específicamente a los seres
humanos. Los individuos florecen cuando las fuer-
zas productivas les permiten desarrollarse, cuando
la evolución de los individuos va de la mano con la
evolución de las fuerzas productivas. Por medio de
la comparación con los periodos pre – capitalistas,
Marx muestra que el capital no es hostil a la rique-
za sino que, por el contrario, impulsa su producción.
De este modo, absorbe el desarrollo de las fuerzas
productivas. Antiguamente, el desarrollo de los seres
humanos, de su comunidad, se oponía al desarrollo
de la riqueza; ahora existe algo una especie de sim-
biosis entre ambos procesos. Para que esto sucedie-
ra, una cierta transformación fue necesaria: el capital
tenía que destruir el carácter limitado del individuo;
este es otro aspecto de su carácter revolucionario.

Hemos visto precedentemente que la propie-


dad de las condiciones de producción estaba

191
JACQUES CAMATTE

puesta como idéntica a determinada forma li-


mitada de entidad comunitaria [Gemeinwesen];
por tanto en las cualidades del individuo – cua-
lidades limitadas y desarrollo limitado de las
fuerzas productivas – [requeridas] para cons-
tituir tal entidad comunitaria [Gemeinwesen].
Este supuesto mismo era a su vez, y por su par-
te, el resultado de un limitado estadio histórico
de desarrollo de las fuerzas productivas; de la
riqueza así como del modo de crearla. El obje-
tivo de la comunidad [Gemeinwesen], del indi-
viduo – así como la condición de la producción
– era la reproducción de estas determinadas re-
laciones de producción y de los individuos, tan-
to aisladamente como en sus diferenciaciones y
relaciones sociales, en cuanto portadores vivos
de estas condiciones. El capital, pone la produc-
ción de la riqueza misma y por ende el desarro-
llo universal de las fuerzas productivas, la sub-
versión constante de sus presupuestos vigentes,
como supuestos de su reproducción. El valor no
excluye ningún valor de uso, y por tanto no in-
cluye ningún tipo particular de consumo, etc.,
de circulación, etc., como condición absoluta;
asimismo, cualquier grado de desarrollo de las
fuerzas productivas sociales, de la circulación
del saber, no se le aparece más que como barera
que se afana por superar. [9]

Este pasaje tiene consecuencias importantes. No


existe ninguna referencia al proletariado; este es el

192
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD II

papel revolucionario del capital que supera todas las


condiciones previamente existentes. Marx ya había
dicho esto de una forma más contundente:

Opera destructivamente contra todo esto, es


constantemente revolucionario, derriba todas
las barreras que obstaculizan el desarrollo de
las fuerzas productivas, la ampliación de las ne-
cesidades, la diversidad de la producción y la
explotación e intercambio de las fuerzas natu-
rales y espirituales.[10]

Estamos forzados a tomar una nueva perspectiva


de aproximación a la forma en que Marx sitúa la cla-
se proletaria en el contexto de una continua revolu-
ción generada por el desarrollo del modo capitalista
de producción. Lo que es inmediatamente evidente
es que el modo de producción capitalista es revolu-
cionario en relación a la destrucción de las antiguas
relaciones sociales, y que el proletariado es defini-
do como revolucionario en relación al capital. Sin
embargo, este es el momento en que el problema
comienza: el capitalismo es revolucionario porque
desarrolla las fuerzas productivas; el proletariado no
puede ser revolucionario si, después de su revolu-
ción, desarrolla o permite un desarrollo diferente de
las fuerzas productivas. ¿Cómo podemos distinguir
tangiblemente el rol revolucionario de uno respec-
to al rol revolucionario del otro? ¿Cómo podemos
justificar la destrucción del modo capitalista de pro-
ducción por el proletariado? Esto no puede realizarse

193
JACQUES CAMATTE

dentro del estrecho contexto económico. Marx nunca


encaró este problema porque estaba absolutamente
convencido de que los proletarios se rebelarían en
contra del capital. Debemos, por consiguiente, enca-
rar este problema si es que deseamos emerger de este
impasse creado por la aceptación de esa teoría que
decía que las relaciones de producción entrarían en
conflicto con el desarrollo de las fuerzas producti-
vas (fuerzas productivas cuyo postulado era existir
para los seres humanos, ya que si este no es el caso…
¿Por qué los seres humanos habrían de rebelarse con-
tra el capital?). Si las fuerzas productivas no existen
para los seres humanos sino para el capital, y si ellas
entran en conflicto con las relaciones de producción,
esto significa que esas relaciones no proporcionan la
estructura adecuada al modo de producción capita-
lista y, por tanto, puede haber una revolución que no
sea al mismo tiempo una revolución para los seres
humanos (por ejemplo, el fenómeno general que es
denominado fascismo). Consecuentemente, el capi-
tal escapa. En el pasaje que nosotros estamos exa-
minando, Marx hace una extraordinaria afirmación
sobre la dominación del capital:

Su propio supuesto – el valor – está puesto


como producto, no como supuesto superior que
se cierne sobre la producción. [11]

El capital domina el valor. Por tanto, puesto que


el trabajo es la substancia del valor, de esto se sigue
que el capital domina a los seres humanos. Marx se

194
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD II

refiere solamente de forma indirecta al presupuesto


del capital que es, simultáneamente, su propio pro-
ducto: el trabajo asalariado, particularmente la exis-
tencia de una fuerza de trabajo que hace posible la
valorización:

La barrera del capital consiste en que todo


este desarrollo se efectúa antitéticamente y en
que la elaboración de las fuerzas productivas,
de la riqueza general, etc., del saber, etc., se
presenta de tal suerte que el propio individuo
laborioso se enajena [sich entaussert]; se com-
porta con las condiciones elaboradas a partir de
él no como condiciones de su propia riqueza,
sino de la riqueza ajena y de su propia miseria.
[12]

¿Cómo puede ser esto un límite para el capital?


Uno podría suponer que una baja en el consumo por
parte de los trabajadores causaría una crisis, una cri-
sis fatal. Esta es una de las posibilidades; al menos
así lo parece en algunas ocasiones. Sin embargo,
Marx siempre fue reacio a fundamentar sobre este
tipo de terreno una teoría de la crisis, lo cual no le
impide mencionar esta baja en el consumo. Para
Marx el capital tiene una barrera porque despoja al
trabajador individual. Debemos tener en mente que
él está argumentando en contra de los apologetas
del capital y quiere mostrar que el modo capitalista
de producción no es ni eterno ni alcanza la emanci-
pación humana. En el curso de su análisis, llega al

195
JACQUES CAMATTE

punto de considerar la posibilidad de que el capital


escape al condicionamiento humano. Nosotros per-
cibimos que no son las fuerzas productivas las que
se han vuelto autónomas, sino el capital, ya que en
un momento dado las fuerzas productivas se vuelven
para el capital “una barrera que se afana por superar.”
Esto tiene lugar como sigue: las fuerzas productivas
ya no son fuerzas productivas de los seres humanos
sino del capital; ellas existen para el capital. [13]
El despojo (alienación) del trabajador individual
no puede ser una barrera para el capital, a menos que
para Marx eso significara una barrera en el sentido
de una debilidad; tal como una debilidad que podría
hacer al modo capitalista de producción inferior a
otros modos de producción, particularmente si con-
trastamos esta debilidad con el enorme desarrollo
de las fuerzas productivas que este impulsa. En la
obra de Marx existe una ambigüedad con respecto
al sujeto para el cual existen las fuerzas productivas:
¿existen para el ser humano o para el capital? Esta
ambigüedad da lugar a dos interpretaciones de Marx.
La interpretación ética (véase principalmente Rubel)
enfatiza la magnitud con la que Marx denuncia la
destrucción del ser humano por el capital, e insiste
vigorosamente que el modo de producción capitalis-
ta es solamente una etapa transitoria. La interpreta-
ción de Althusser y su escuela mantiene que Marx no
tuvo éxito en eliminar al ser humano de sus análisis
económicos, lo que refleja su incapacidad de aban-
donar un discurso ideológico. De allí se desprende el
problema de Althusser: situar correctamente un quie-

196
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD II

bre epistemológico en la obra de Marx.


Es posible salir de esta ambigüedad. Si el capital
logra superar esta barrera, conquista su completa au-
tonomía. Por ello es que Marx postula que el capital
debe abolirse a sí mismo; esta abolición proviene del
hecho de que el capital no puede desarrollar las fuer-
zas productivas para los seres humanos, mientras que
al mismo tiempo hace posible un desarrollo variado
y universal que solamente puede ser realizado por un
modo de producción superior. Aquí se encierra una
contradicción: el capital escapa del dominio de los
seres humanos, pero debe perecer porque no puede
desarrollar las fuerzas productivas humanas. Esto
también contradice el análisis de Marx sobre la des-
trucción de los seres humanos por el capital. En efec-
to, ¿Cómo pueden rebelarse unos seres humanos des-
truidos? Es posible, ignorando tales contradicciones,
considerar a Marx como un profeta de la decadencia
del capital, pero entonces eso dificultaría compren-
der la totalidad de su obra o nuestra actual situación
histórica. El fin de la digresión de Marx aclara estas
contradicciones.

Esta forma antitética misma, sin embargo, es


pasajera y produce las condiciones reales de su
propia abolición. El resultado es: el desarrollo
general, conforme a su tendencia y potencial-
mente de las fuerzas productivas – de la rique-
za en general – como base, y asimismo de la
universalidad de la comunicación, por ende el
mercado mundial como base. La base como po-

197
JACQUES CAMATTE

sibilidad del desarrollo universal del individuo,


y el desarrollo real de los individuos, a partir de
esta base, como constante abolición de su tra-
ba, que es sentida como una traba y no como un
límite sagrado. La universalidad del individuo,
no como universalidad pensada o imaginada,
sino como universalidad de sus relaciones rea-
les e ideales. De ahí, también, comprensión de
su propia historia como un proceso y conoci-
miento de la naturaleza (el cual existe asimis-
mo como práctico sobre ésta) como su cuerpo
real. El proceso mismo del desarrollo, puesto
y sabido como supuesto del mismo. Para ello,
no obstante, es necesario ante todo que el desa-
rrollo pleno de las fuerzas productivas se haya
convertido en condición de la producción; que
determinadas condiciones de la producción no
estén puestas como límites para el desarrollo
de las fuerzas productivas.[14]

Si este proceso concierne a los individuos, el ca-


pital tiene que ser destruido y las fuerzas productivas
tienen que servir para los seres humanos. En el artí-
culo, “La KAPD et le mouvement proletarien,” [15]
nos hemos referido a este pasaje para indicar que el
ser humano es una posibilidad, dando fundamento a
la siguiente afirmación: la revolución debe ser huma-
na. Esto no es de ninguna forma un discurso sobre
el ser humano concebido como un ser invariante en
todos sus atributos, una concepción que se limitaría a
ser meramente una reafirmación de la inmutabilidad

198
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD II

de la naturaleza humana. Pero es necesario señalar


que esto es aún insuficiente, y que el desarrollo de
las fuerzas productivas es precisamente el mismo de-
sarrollo llevado a cabo actualmente por el capital. El
límite de Marx es que él ha concebido el comunismo
como un nuevo modo de producción en el cual las
fuerzas productivas habrían de eclosionar y florecer.
Esas fuerzas son indudablemente importantes, pero
su existencia en un cierto nivel de desarrollo no basta
para definir al comunismo.
Para Marx, el capital supera estas contradicciones
englobándolas a todas ellas y mistificando la reali-
dad. El capital puede superar solamente en aparien-
cia su limitada base, su naturaleza limitada, la cual
reside en el intercambio de capital – dinero por fuer-
za de trabajo. El capital debe inevitablemente entrar
en conflicto con esta presuposición; de esta forma
es que Marx habla de la oposición entre apropiación
privada y socialización de la producción. ¿Apropia-
ción privada de qué? De plusvalía, la cual supone la
existencia del proletariado, y de esta forma también
de la relación salarial. Pero el desarrollo completo
del capital (y las propias explicaciones de Marx son
una preciosa ayuda para comprenderlo) realiza una
mistificación efectiva, haciendo al capital indepen-
diente de los seres humanos, capacitándolo para eva-
dir el conflicto con sus propios presupuestos. Podría
decirse, sin embargo, que el conflicto persiste como
resultado del proceso total: la socialización. Esto es
cierto. Más, la socialización de la producción y de
la actividad humana, el desarrollo universal de las

199
JACQUES CAMATTE

fuerzas productivas y por consiguiente la destruc-


ción del carácter limitado del ser humano: todo esto,
era solamente un fundamento posible para el comu-
nismo; no plantea el comunismo automáticamente.
Aún más, la acción del capital tiende constantemen-
te a destruir el comunismo, o al menos a inhibir su
emergencia y realización histórica. Para transformar
esta posibilidad en realidad es necesaria la interven-
ción humana. Sin embargo, Marx mismo demuestra
que la producción capitalista integra al proletariado.
¿Cómo podría la destrucción de los seres humanos y
de la naturaleza dejar de tener repercusiones sobre la
habilidad de los seres humanos para resistir el capital
y, con mayor razón aún, para rebelarse contra él?
Algunos podrían pensar que estamos atribuyendo
a Marx una posición que nos es convieniente. Citare-
mos un pasaje extraordinario:

Lo que justamente distingue al capital de la


relación de señorío y servidumbre es que el tra-
bajador confronta al capital como consumidor
y poseedor de valores de cambio, y que bajo la
forma de poseedor de dinero se convierte en un
simple centro de circulación – uno sus muchos
e infinitos centros, en la cual su especificidad
como trabajador se extingue.[16]

Una de las modalidades de reabsorción del poder


revolucionario del proletariado ha sido el exaltar su
carácter como consumidor, atrapándolo así dentro
del engranaje del capital. El proletariado deja de ser

200
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD II

la clase que lo niega; después de la formación de la


clase trabajadora esta se disuelve dentro del cuerpo
social. Marx anticipa a los poetas de la “sociedad de
consumo” y, como en otras instancias, explica un fe-
nómeno que se observa solamente más tarde y, ade-
más, falsamente, incluso pensando solamente en el
término con que se le denomina.
Las observaciones precedentes no nos llevan a una
concepción fatalista (esta vez negativa), tal como: lo
que sea que hagamos, no existe una salida; es dema-
siado tarde; o cualquier otro derrotismo irreflexivo
que podría generar un movimiento nauseabundo de
reforma del trabajo. Primero que todo, necesitamos
extraer una lección. El capital se ha escapado de las
barreras humanas y naturales; los seres humanos han
sido domesticados: esta es su decadencia. La solu-
ción revolucionaria no puede ser encontrada en el
contexto una dialéctica de las fuerzas productivas
en la cual el individuo sería un elemento de contra-
dicción. Los actuales análisis científicos del capital
proclaman una completa abstracción de los seres hu-
manos que, para algunos, no son nada más que un
residuo sin consistencia. Esto significa que el discur-
so de la ciencia es el discurso del capital, o que la
ciencia solamente es posible mediante la destrucción
de los seres humanos; la ciencia es un discurso sobre
la enfermedad del ser humano. Por tanto, es insano
fundamentar la esperanza de liberación sobre el te-
rreno de la ciencia. Esta posición es tanto más insana
cuando, como en el caso de Althusser, esta no puede
causar su propio quiebre, liquidar su propia “arqueo-

201
JACQUES CAMATTE

logía”, ya que ésta permanece leal al proletariado –


un proletariado tal que, según ésta posición, es sola-
mente un objeto del capital, un elemento dentro de
su estructura. Pero este ser humano inútil, destruido,
es el individuo creado por las sociedades de clases. Y
nosotros agregamos: el ser humano está muerto. La
única posibilidad para que surja otro ser humano es
nuestra lucha contra nuestra domesticación, nuestra
emergencia de ella. El humanismo y el cientificismo
(y los seguidores de la “ciencia ética” son los escla-
vos más absolutos del capital) son dos expresiones
de la domesticación de la humanidad. Todos aquellos
que abrigan la ilusión de la decadencia del capital
reviven las antiguas concepciones humanistas o dan
lugar a nuevos mitos científicos. Ellos permanecen
impermeables al fenómeno revolucionario que atra-
viesa nuestro mundo.
Hasta ahora, ambos lados han sostenido la opinión
de que los seres humanos hemos permanecido inal-
terados durante las diferentes sociedades de clases y
bajo el dominio del capital. Es por esto que el papel del
contexto social fue subrayado (el ser humano, quien es
fundamentalmente bueno, ha sido modificado positiva
o negativamente por el contexto social) por los filó-
sofos materialistas del siglo XVIII, mientras que los
marxistas enfatizaron el rol de un medioambiente con-
dicionado por el desarrollo de las fuerzas productivas.
El cambio no fue negado, y después de Marx se repetía
constantemente que la historia era una transformación
continua de la naturaleza humana. No obstante, se afir-
maba explícita o implícitamente que un elemento irre-
ductible continuaba permitiendo a los seres humanos

202
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD II

rebelarse contra la opresión del capital. Incluso el ca-


pitalismo mismo fue descrito de una forma maniquea:
por un lado, el polo positivo, el proletariado, la clase
libertadora; por el otro, el polo negativo, el capital. El
capital fue afirmado como una fase necesaria que tenía
que revolucionar la vida de los seres humanos, pero al
mismo tiempo fue descrito como el mal absoluto en re-
lación al bien, el proletariado. El fenómeno que emerge
actualmente no destruye en modo alguno la evaluación
negativa del capital, sino que nos obliga a generalizarla
a la clase que en otro tiempo se mostró antagónica al
capital y era portadora de todos los elementos positivos
del desarrollo humano, de la humanidad misma. Este
fenómeno es la recomposición de la comunidad y de
los seres humanos por el capital, el cual se refleja en
la comunidad humana como en un espejo. La teoría
del espejo [17] solamente podía aparecer cuando el ser
humano se convirtió en una tautología, en un reflejo
del capital. Dentro del mundo del despotismo del capi-
tal (esta es la forma en que la sociedad se nos presen-
ta hoy en día), ningún bien ni ningún mal pueden ser
distinguidos. Todo puede ser condenado. Las fuerzas
negadoras solamente pueden surgir por fuera del ca-
pital. Dado que el capital ha absorbido todas las viejas
contradicciones, el movimiento revolucionario tiene
que rechazar la totalidad del producto del desarrollo
de las sociedades de clases. Este es el punto crucial de
su lucha contra la domesticación, contra la decadencia
de la especie humana. Este es el momento esencial del
proceso de formación de revolucionarios, el cual es ab-
solutamente necesario para la producir la revolución.
Jacques Camatte.
Mayo, 1973.
203
JACQUES CAMATTE

Notas

Traducimos aquí las notas en el mismo orden que


el original de Jacques Camatte, sin embargo hemos
sustituido la referencia original de los libros de Marx
en ediciones francesas a las traducciones españolas
que hemos ocupado, y en algunas pequeñas ocasio-
nes correjido, para traducir las numerosas citas de
Marx que aparecen en este texto y que corresponden
a los escritos inéditos en la vida de Marx que fueron
denominados posteriormente como Grundrisse.

[1] Karl Marx, Elementos fundamentales para la


Crítica de la Economía Política (Grundrisse) 1857
– 1858, Vol II, Editorial Siglo XXI, p. 30.

[2] Ibid., p. 31 .

[3] Ibid., p. 31.

[4] Ibid., p.32.

[5] Ibid., p.32.

[6] Ibid., p. 33.

[7] Tal como lo hace Victor en Révolution Interna-


tionale No. 7, série 1, p. 4 del artículo “Volontarisme
et confusion.”
[8] Muchos autores han hablado del estancamiento
y decadencia de la producción entre las dos guerras
mundiales. Bordiga siempre rechazó la teoría de la

204
ERRANCIA DE LA HUMANIDAD II

decadencia del modo de producción capitalista como


una deformación gradualista de la teoría de Marx
(véase “Le renversement de la praxis dans la théorie
marxiste,” en Invariance No. 4, série 1.

[9] Karl Marx, Elementos fundamentales para la


Crítica de la Economía Política (Grundrisse) 1857
– 1858, Vol II, Editorial Siglo XXI, p. 33.

[10] Ibid., p. 33.

[11] Ibid., P. 33 – 34.

[12] Ibid., p. 34

[13] Esto es lo que Marx muestra cuando analiza el


capital fijo en los Grundrisse, y también en el Libro
I de El Capital donde analiza la transformación del
proceso de trabajo en proceso de producción del ca-
pital (véase también El Capital Inédito).

[14] Marx, Grundrisse, pp. 34.

[15] Invariance, Série II, No. 1.

[16] Marx, Grundrisse, pp. 420-421

[17] La teoría del espejo es una teoría postulada por


el psicoanalista francés Jacques Lacan según la cual
en la realidad no existe el otro, sino que todas las
relaciones personales son fundamentalmente relacio-
nes con uno mismo proyectadas hacia el exterior.

205
JACQUES CAMATTE

206
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

CONTRA LA DOMESTICACIÓN

Nunca antes la sociedad capitalista ha conocido


un período tan crítico como el que vivimos. Todos
los elementos de la crisis clásica existen en un esta-
do permanente, a excepción de una disminución de
la producción que sólo afecta, y de manera limita-
da, a ciertos países. Asistimos a la descomposición
de las relaciones sociales y de la conciencia tradi-
cional. Cada institución recupera para sobrevivir el
movimiento que la contesta —la Iglesia católica ya
ha dejado de contar el número de sus aggiornamenti
[1]—; la violencia y la tortura, que deberían sublevar
a los hombres, movilizarlos, están en pleno auge y
tienen un carácter endémico a escala mundial; ante
la tortura practicada actualmente, la ‘‘barbarie’’ nazi
aparece como una producción artesanal, arcaica. To-
dos los elementos se conjugan para que haya una re-
volución. ¿Qué es lo que inhibe a los hombres, qué
les impide utilizar todas estas crisis para transformar
los problemas debidos a la nueva mutación del capi-
tal, en una catástrofe para el mismo?
La domesticación realizada en el momento en
que el capital se constituyó en comunidad material
ha recompuesto al hombre que, al comienzo de este
proceso, éste había destruido-fragmentado. El capi-

207
JACQUES CAMATTE

tal lo ha recompuesto a su imagen en tanto que ser


capitalista, lo cual es complemento de su proceso de
antropomorfosis. Otro fenómeno íntimamente ligado
al anterior termina de acentuar la pasividad de los
hombres: la liberación del capital. Hay una pérdida
de control de los fenómenos económicos y aquellas
personas que se encuentran en la posición de influir
en ellos se dan cuenta de que son impotentes, de que
están completamente desbordados. A escala mun-
dial esto se traduce en una crisis monetaria [2], en
sobrepoblación, contaminación, agotamiento de los
recursos naturales. Estos dos fenómenos explican
que aquellos que profesan la revolución y que creen
poder intervenir para impulsarla o acelerar su llega-
da, reciten de hecho los papeles del siglo pasado; la
revolución se les escapa. Cuando hay una sacudida,
ésta se produce ajena a ellos. Deben entonces correr
detrás de la ‘‘revolución’’ para poder ser reconoci-
dos.
Los seres humanos se encuentran, en sentido es-
tricto, superados por el movimiento del capital sobre
el que no tienen, desde hace ya algún tiempo, ningún
poder. De ahí que para algunos la única solución sea
la huida al pasado a través de la búsqueda mística
(cf. la moda del zen, del yoga, del tantrismo, etc., en
Estados Unidos) y de los viejos mitos, el rechazo de
la ciencia despótica que rige de facto la totalidad de
la vida, así como el rechazo de la técnica; todo ello a
menudo acompañado por la práctica de la droga que
proporciona la ilusión de un acceso rápido a un mun-
do diferente del horror en que vivimos —peor aún que

208
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

el mundo sin corazón del que hablaba Marx en Crí-


tica de la filosofía del derecho de Hegel. Para otros,
la solución sólo puede venir dada por la ciencia y la
técnica. Es así como muchos adeptos al movimiento
de liberación de la mujer ven su emancipación en la
partenogénesis o la fabricación de bebés en probetas
[3]. Otros piensan poder combatir la violencia de-
sarrollando remedios contra la agresividad, etc. De
manera general, para estas personas, cada problema
encontrará su solución científica. Son por ello pasi-
vas, el hombre a sus ojos se convierte en un simple
objeto manipulable. Son incapaces de crear nuevas
relaciones interhumanas —y es entonces cuando se
encuentran con los adversarios de la ciencia—, y no
se dan cuenta de que una solución científica es una
solución capitalista, dado que elimina al hombre y
permite un control absoluto sobre la sociedad.
Así aquellos que quieren hacer algo se dan cuenta
de que no tienen ningún control sólido sobre la rea-
lidad. Cuando intentan ocultar este hecho, su impo-
tencia se ve aún más clara. Los otros, la ‘‘mayoría si-
lenciosa’’, se encuentran penetrados por la inutilidad
de la acción puesto que no tienen ninguna perspecti-
va. Su silencio no es mera aceptación, sino más bien
incapacidad de intervención. La prueba está en que
cuando son movilizados, no se movilizan por algo,
sino contra algo. Se trata de la pasividad negativa.
Es importante remarcar que los dos grupos no
pueden ser categorizados unos de derechas, otros de
izquierdas. La vieja dicotomía política ya no puede
seguir operando aquí. Es un elemento de confusión

209
JACQUES CAMATTE

importante porque, antes, aquellos que se reclama-


ban de la ciencia eran personas de izquierda, mientras
que ahora ésta es censurada por la nueva izquierda,
por ejemplo, en Estados Unidos. La dicotomía per-
siste en lo que concierne a los viejos agrupamientos,
los chantajes del pasado —partidos de izquierda y
derecha— pero, aquí, es realmente redundante; todos
de una manera u otra defienden en última instancia al
capital, siendo entre ellos los más activos los diver-
sos partidos comunistas, puesto que lo defienden en
su actual estructura científica, racional.
Todos, en tanto que existen, operan en un mismo
movimiento, que es el de la destrucción de la especie
humana. En efecto, tanto reducirla a un cierto núme-
ro de conductas pasadas como someterla a un me-
canismo tecnológico conduce a un mismo resultado.
Esta dualidad, en tanto que participa de un mismo
porvenir y lo funda, aparece en el momento en que
el MPC [4] comienza a dominar realmente el pro-
ceso de producción y se convierte en una fuerza en
el seno de la sociedad —a comienzos del siglo XX.
A los apologetas del capital se opone Carlyle, por
ejemplo [5]. Marx supone una superación: afirma la
necesidad del desarrollo de las fuerzas productivas
—por tanto, de la ciencia y la técnica— y denuncia
su efecto negativo inmediato en los hombres; para
él, ello conducirá a una contradicción tal que el de-
sarrollo de las fuerzas productivas sólo será posible
mediante la destrucción del MPC. Entonces los hom-
bres tendrán el mando: ya no habrá alienación. Pero
ello presupone que el capitalismo no podría autono-

210
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

mizarse de ninguna forma, que no podría escapar a


las determinaciones de la base socioeconómica sobre
la que se ha edificado: la ley del valor, el intercam-
bio capital-fuerza de trabajo, el equivalente general
riguroso, etc.
Ahora bien, el capital se ha autonomizado de su
base, a la cual sencillamente ha asimilado, y a partir
de ello ha realizado su liberación. De ahí el precipi-
tado desarrollo que desde hace varios años amenaza
a la humanidad y a su entera naturaleza. Ni siquiera
aquellos que mantienen un discurso eufórico y som-
nífero pueden ignorarlo. En cierta medida están obli-
gados a meterse en el terreno de los que preconizan
un discurso apocalíptico. El apocalipsis está de moda
porque nuestro mundo está en las últimas. Un mundo
en el que el hombre, por degradado, por lisiado que
esté, continúe como norma, como referente. Tras la
muerte de Dios, ha sido proclamada la muerte del
Hombre: tanto el uno como el otro ceden su lugar a
la diosa-sierva del capital: la ciencia, que se presenta
ahora en búsqueda de mecanismos para adaptar —
acomodación, integración— a los seres humanos y a
la naturaleza al modo de producción capitalista. Evi-
dentemente, los seres menos destruidos, sobre todo
los jóvenes, no pueden aceptar esta adaptación-do-
mesticación; de ahí su rechazo al sistema.
El proceso de domesticación se ha realizado a ve-
ces de manera violenta —acumulación primitiva—,
pero en la mayoría de los casos lo ha hecho de ma-
nera insidiosa, porque los revolucionarios aceptaban
el fundamento mismo del capital: el desarrollo de las

211
JACQUES CAMATTE

fuerzas productivas; y exaltaban la misma divinidad:


la ciencia. Así, la domesticación y la conciencia re-
presiva por poco nos fosilizaron en una actitud cen-
tenaria, paralizando nuestros gestos, estereotipando
nuestros pensamientos. Formábamos un ejército de
estatuas de sal vueltas hacia el pasado, incluso cuan-
do creíamos codiciar el futuro. Pero la vida irrumpió
y relanzó el movimiento, el avance hacia el comu-
nismo. En efecto no hubo producción de una nueva
teoría ni de nuevos modos de acción. Lo importante
fue aquello a lo que se apuntaba, el punto sobre el
cual se apoyó la contestación reivindicativa. No se
trataba de política, ni de ideología ni de ciencia, ni
siquiera social puesto que ésta fue rechazada en su
totalidad; se afirmó una exigencia vital a la vez con-
tra esta sociedad y desde fuera de ella: terminar con
la pasividad impuesta por el capital, reencontrar la
comunicación entre los seres, alcanzar una creativi-
dad liberada, una imaginación sin freno en el seno
del devenir humano.
Todo cambió y todo cambia a partir de mayo-junio
de 1968. Es la razón de que no sea posible compren-
der la insurrección estudiantil y su posible porvenir
sin hacer referencia a este movimiento.
Hemos caracterizado mayo-junio del 68 como lo
que manifiesta la emergencia de la revolución y he-
mos afirmado que a partir de él se iniciaba un nuevo
ciclo revolucionario. Sin embargo, lo habíamos he-
cho basándonos en un esquema clasista [6]. De esta
manera, afirmamos que el movimiento de mayo ten-
dría por resultado el traer al proletariado a su funda-

212
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

mento de clase. Además encontrábamos en los acon-


tecimientos de la época la confirmación del desarrollo
de la revolución según Marx. Primero intervienen las
clases, los estratos sociales más próximos a la comu-
nidad ya instituida, los más ligados objetivamente al
Estado, después las clases oprimidas que resuelven
de manera radical las contradicciones que los otros
estratos sociales intentaron reformar. El desarrollo de
la revolución inglesa, así como de la francesa, fueron
el sustrato de la reflexión de Marx. En el curso de
esta última, se dio en un primer momento la inter-
vención de algunos nobles —la famosa revolución
nobiliaria de antes de 1789— [7] que implicó-faci-
litó la lucha de los burgueses, al mismo tiempo que
ésta provocó el despotismo ilustrado, después fue-
ron los estratos burgueses menos ligados al Estado,
formando una especie de intelligentsia como señaló
Kautsky. Pero el fracaso de la reforma, la fractura al
interior del sistema y la subsiguiente caída de la mo-
narquía, impulsaron a los campesinos y a los bras-
nus [8] —el cuarto estado, el futuro proletariado—:
son ellos quienes finalmente operaron la discontinui-
dad y crearon la imposibilidad de todo regreso; sin
ellos la revolución hubiera sido, en tanto que cambio
de modo de producción, mucho más larga. En Ru-
sia hubo un desarrollo similar. Así, se puede decir
que los más oprimidos, que tienen objetivamente el
mayor interés para rebelarse —constituyendo para
algunos la verdadera clase revolucionaria—, en rea-
lidad sólo pueden ponerse en movimiento cuando el
derrumbe se ha producido en el seno de la sociedad,

213
JACQUES CAMATTE

donde el Estado ha sido considerablemente debilita-


do. A partir de este momento puede emerger alguna
perspectiva, aunque sólo sea a través de la constata-
ción de que la vida no puede volver a desarrollarse
como antes. Es entonces cuando se hace necesario
hacer algo. Este desarrollo es uno de los elementos
que contribuye a dar a toda revolución un carácter no
estrictamente clasista. Para la revolución comunista
esto será más acentuado, porque no será la obra de
una clase, sino de la humanidad rebelándose contra
el capital.
En el seno de aquello que en un momento dado
hemos nombrado como clase universal y que pode-
mos simplemente designar como humanidad —hoy
en día el conjunto de los esclavos del capital—, los
estratos sociales más próximos al capital —que an-
teriormente definimos como las clases medias y los
estudiantes— se han rebelado contra el sistema. Se
percibieron como estratos separados, en la medida
en que se proclamaron detonadores de un fenómeno
que debía revolucionar, impulsar al proletariado. La
revolución reapareció por tanto revistiéndose con ro-
pas viejas, embutida en viejos esquemas.
No obstante, el análisis clasista que realizamos
sólo estaba interpretando un fenómeno real, de ahí
también la posibilidad para los agentes esenciales de
que mayo se percibiese según esquemas antiguos.
En efecto fueron —y ello se verifica cada vez más—
los hombres y las mujeres que están determinados
a ocupar las funciones más estrictamente ligadas al
proceso de vida del capital y, sobre todo, que deben

214
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

justificarlo y mantener su representación [9], quienes


se rebelaron; pero esta revuelta es perfectamente re-
cuperable en tanto que se mueve en la vieja norma de
la lucha de clases: querer hacer renacer al proletaria-
do para que lleve a cabo su misión.
Es ahí cuando se desvela el impasse. El papel del
proletariado consistía en destruir el MPC con el fin
de liberar las fuerzas productivas encerradas en él,
no pudiendo comenzar el comunismo sino a partir
de este acto. Ahora bien, lejos de inhibirlas, el ca-
pital las exalta, puesto que no están hechas para el
hombre sino para él mismo. Entonces el proletariado
deviene superfluo. La inversión indicada más arriba
-posibilitada gracias al desarrollo de la ciencia- es
correlativa a la domesticación de los hombres, es de-
cir, a su aceptación del porvenir del capital teorizado
por el marxismo, apasionado defensor él mismo del
incremento de las fuerzas productivas. En el curso de
este desarrollo el proletariado en tanto que produc-
tor de plusvalor fue negado por la generalización del
salariado y la destrucción de toda distinción posible
entre trabajo productivo e improductivo. A partir de
este momento, lo que había sido designado, exaltado
como proletariado se convertía en el sostén más se-
guro del MPC.
¿Qué quiere este proletariado y qué quieren aque-
llos que hablan en su nombre o se contentan con
venerarle? El pleno empleo, la autogestión, es decir
la perpetuidad del MPC gracias a su humanización.
Para todos ellos, siendo el proceso de producción
racionalidad en acto, bastaría con hacerlo funcionar

215
JACQUES CAMATTE

para todos los hombres. Ahora bien, esta racionali-


dad es el capital.
La mitología del proletariado explica lo que he-
mos dado en llamar el populismo de Mayo, que es
más bien el proletarismo de Mayo: ir hacia el prole-
tariado, despertar sus virtudes combativas, recordar-
le su capacidad de abnegación; entonces huirá de sus
malvados jefes para seguir a los proletaristas por el
camino de la revolución.
Con Mayo del 68 comienza el tiempo del des-
precio y de la equivocación [10]. Nos equivocamos
porque no somos ‘‘prolos’’ [11] y equivocamos al
otro por la misma razón, mientras que cada uno se
equivocaba sobre el proletariado considerado como
la clase siempre potencialmente revolucionaria. Es
sólo en otra forma de expresar el impasse donde se
encuentra el movimiento instituido de contestación
de la sociedad. Pero ésta no se desveló clara y sú-
bitamente, ya que la fase de entusiasmo que siguió
a Mayo otorgó una cierta vida al movimiento con-
testatario permitiéndole así poner entre paréntesis
las cuestiones esenciales. Además, el conflicto de
mayo había hecho revivir, reemerger corrientes del
movimiento obrero que habían sido sepultadas en el
olvido, bajo el desprecio de los partidos instituidos:
el movimiento consejista en todas sus variantes, el
KAPD [12], o individualidades como Lukacs [13],
Korsch [14], etc. Esta resurrección del pasado era un
síntoma a la vez de la imposibilidad de control di-
recto sobre la realidad y de su incapacidad para en-
gendrar otras formas de lucha, otras aproximaciones

216
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

teóricas. Rehacer en el pensamiento un camino ya re-


corrido es todavía una forma de revuelta, puesto que
es no aceptar el dictado de lo simplemente sobreve-
nido. Ello puede ser el inicio de la búsqueda del mo-
mento en que se produjo la errancia de la humanidad;
primera tentativa para abatir la fatalidad que la lanzó
fuera de su vía humana, al infierno productivista.
Impasse es una imagen insuficiente, es decir, no
engloba en sí todos los elementos del desarrollo que
aquí se quieren reflejar. De hecho, es al término del
impasse, delante del muro, donde se encuentran los
diferentes grupos de esta vasta corriente; este muro
es el proletariado, su representación [15]. Los mili-
tantes pasan de un grupo a otro al mismo tiempo que
‘‘cambian’’ de ideología, llevándose cada vez en sus
maletas la misma dosis de intransigencia y de secta-
rismo. Algunos llegan a tener amplias trayectorias.
Van del leninismo al situacionismo para regresar a un
neobolchevismo pasando por el consejismo.
Todos se topan con este muro y son remitidos más
o menos lejos en el tiempo. Se trata del límite de un
conjunto práctico-teórico en el seno del cual es po-
sible hacer algunas combinaciones; así en Alemania
tenemos incluso trotskistas anti-autoritarios, trotskis-
tas korschistas [16], etc.
En el seno de estos grupos como en el de ciertas
individualidades sólo se encuentran aspectos negati-
vos, dado que aunque se han comprendido algunas
cosas todo se echa a perder por un espíritu chapuce-
ro, complemento espiritual de la combinatoria gru-
puscular…

217
JACQUES CAMATTE

Es evidente, como lo señalan los artículos prece-


dentes, que es imposible superar el obstáculo que
constituye esta representación del proletariado sin
volver a poner en cuestión la concepción marxiana
del desarrollo de las fuerzas productivas, de la ley
del valor, etc. No obstante, es el fetiche proletario el
que, como consecuencia de sus implicaciones prác-
tico-éticas, es el elemento que más peso tiene en la
conciencia de los revolucionarios. Abordar el fetiche,
reconocerlo como tal, supone derrumbar todo el edi-
ficio teórico-ideológico. ¡Menudo trastorno! Tanto
más cuanto que hay algo que no se dice: la necesidad
de cohesionar un grupo, de identificarse con él para
sentirse seguro, para tener la fuerza de enfrentarse al
enemigo. No es sólo el miedo a estar solo lo que se
manifiesta aquí —y por tanto también la comprensión
correlativa de la unión necesaria para crear la fuerza
que abatirá al MPC— sino que es también el miedo a
la individualidad [17], la incapacidad de afrontar de
manera ‘‘autónoma’’ las cuestiones fundamentales
de nuestra época. Se trata de una manifestación más
de la domesticación de los seres humanos que sufren
un complejo de dependencia.
Es a partir de aquí donde el movimiento estudiantil
—primavera de 1973— revela su importancia: lleva
a primer plano lo que en Mayo del 68 apenas se había
esbozado, la crítica de la consciencia represiva. Con-
siste en una figura de la consciencia que nació con el
marxismo en tanto que concreción de la solución del
devenir de la especie humana: la revolución proleta-
ria debe producirse cuando lo permita el desarrollo

218
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

de las fuerzas productivas. Se trata de una conscien-


cia legislante y represiva que opera para negar los
levantamientos de los hombres que son tachados de
prematuros, de pequeño-burgueses, de movimientos
de irresponsables, etc. Se trata en fin de la conscien-
cia en el seno de la reificación, ya que no puede sino
estar organizada; partidos, sindicatos, grupúsculos
son sus encarnaciones. Cada uno de ellos organiza la
represión contra aquellos que no están organizados o
que no lo están según sus propias leyes. La diferencia
entre estas organizaciones se mide por la cuantía de
represión que están preparadas para ejercer.
La crítica no aborda el mito del proletariado di-
rectamente, poniendo en cuestión a este último, sino
ignorándolo, tomándolo a broma. A partir del mo-
mento en que los jóvenes no han caído en la trampa
y no han ido a buscar a las organizaciones obreras
para hacer un frente unido a lo Mayo del 68, políti-
cos de todo tipo han intentado empujarlos hacia allí.
El PCF, el PS, el PSU, la CGT, la CFDT, etc., [18]
fueron corriendo a por los estudiantes de secundaria
a fin de ‘‘supervisarlos’’. Éstos, es verdad, renuncia-
ron a menudo a las manifestaciones unitarias y se ha
podido ver la mascarada política desplomarse sin de-
cencia alguna: los perros viejos de la política y las
viejas señoronas acartonadas del PCF y de la CGT
—descubriendo 5 años después de Mayo del 68 la
importancia política de la juventud— desfilan reivin-
dicando una prórroga para todos, ante el ojo burlón
de los jóvenes estudiantes. ¿Acaso la juventud se ha-
bía equivocado de cuerpo?

219
JACQUES CAMATTE

Hemos tenido motivos de mofa también cuando,


en el curso de los últimos acontecimientos, políticos
de diverso tipo volvieron a afirmar la primacía del
proletariado y declararon que el momento clave fue
la huelga de los O.S. [19], ya que no pueden concebir
una revolución si no es vestida de mono azul. Aho-
ra bien, los O.S. no planteaban nada que amenaza-
ra al sistema capitalista. El MPC ha aceptado desde
hace ya tiempo los aumentos salariales y, en lo que
respecta a las condiciones laborales, está dispuesto
a mejorarlas. La necesidad de abolir el trabajo en ca-
dena también se reconoce en ciertos espacios de la
patronal.
El movimiento estudiantil ha ridiculizado las ins-
tituciones y a los hombres que las defienden. El pre-
cio de la recuperación fue el ridículo del que hicieron
gala, a su pesar, todos aquellos que querían hacerse
llegar a ‘‘nuestros valientes jovencitos’’. Aquellos
que quisieron por el contrario oponerse de entrada
al movimiento y no lo consiguieron, se expusieron
también al ridículo al manifestar su decepción. Así
se lamentaban los hombres del gobierno: es con esto
con lo que debemos resolver las cuestiones pendien-
tes… Los jóvenes se comportaron como si nada de
esto existiera. De nuevo, como en Mayo del 68, se
reveló la incomunicación, lo inaprensible [20]. ‘‘No
estamos cerrados a argumentos, pero actualmente no
veo qué es lo que se desea’’ (Fontanet [21]). Una be-
lla ilusión la de creer que los jóvenes quieren dialo-
gar con ellos, oponerles argumentos. Se trata de una
sublevación de la vida [22], una búsqueda de otro

220
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

modo de vida. El diálogo no podía darse sino entre


los esbozos de realización, y no entre el orden social
y aquellos que se sublevan. Si hay aún alguna posi-
bilidad de diálogo, ello es debido a los balbuceos del
movimiento.
Lo que es fundamental, como ya lo hicimos no-
tar en Mayo del 68, es un fenómeno profundo: ‘‘la
inadecuación de la vida humana en el alba de su de-
sarrollo a la sociedad capitalista’’, que es la muerte
organizada bajo la apariencia de vida. No se trata ya
de la muerte como momento más allá de la vida, sino
de la muerte en vida, de la muerte como sustancia
de la vida; el hombre está muerto y no es sino un
rito del capital. Los jóvenes tienen aún la fuerza de
rechazar la muerte. Se rebelan contra la domestica-
ción, ellos son exigencia de vida. Es evidente que,
para todos aquellos que tienen la boca llena de tierra
y los ojos llenos de fantasmas, esta exigencia aparece
como algo irracional o en el mejor de los casos como
la exigencia de un paraíso por definición inaccesible.
La juventud es un mal para el capital porque es lo
que todavía no ha sido domesticado. Los estudiantes
se han manifestado tanto contra el servicio militar y
el ejército como contra la escuela, la universidad y la
familia. La escuela es la organización de la pasividad
del ser, incluso cuando en ella se practican métodos
activos, emancipatorios. Liberar la escuela sería libe-
rar la opresión. En nombre de la historia, de la cien-
cia, de la filosofía, el individuo es canalizado por un
corredor de pasividad, un mundo cubierto de muros;
el conocimiento, la teoría constituyen tantas barreras

221
JACQUES CAMATTE

infranqueables que impiden ver a los otros, dialogar


con ellos; el discurso debe tomar prestados deter-
minados canales y ya está. Al fondo del corredor se
encuentra la fábrica de la domesticación: el ejército.
Éste organiza al individuo con la voluntad de matar
al otro, lo cual estructura la dicotomía trazada en su
espíritu por la moral laica: la patria y los otros, todos
ellos enemigos potenciales. Al individuo se le educa,
se le adiestra para saber justificar lo injustificable:
matar hombres y mujeres.
No negamos que un fenómeno reformista también
se ha manifestado en el curso de las últimas agitacio-
nes antes de Pascua. Es sobre esto que puede implan-
tarse inmediatamente la recuperación, pero no es lo
que nos interesa, porque no nos proporciona ninguna
información sobre el movimiento real de la lucha de
la especie contra el capital. Como en Mayo del 68,
este movimiento superficial, que por otra parte no
puede llegar a la superficie sino empujado por una
agitación más radical, permitirá estructurar mejor el
despotismo del capital, realizar su ‘‘modernización’’.
La universidad, la escuela, son estructuras de-
masiado rígidas para el proceso global del capital;
igualmente ocurre con el ejército. Con respecto a
este último, es necesario señalar la estafa consistente
en oponer el ejército nacional al ejército profesional,
y desvelar el absurdo chantaje: si suprimimos el ser-
vicio militar tendremos un ejército profesional, un
ejército pretoriano, y entonces ¡cuidado con el fas-
cismo! De hecho, el sistema actual combina los dos:
hay un ejército profesional que educa, que adiestra al

222
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

contingente, al ejército nacional. Por otro lado, ¿qué


ha dado el ejército nacional tan alabado por Jaurès
[23]? La sagrada unión de 1914, es decir la sagrada
carnicería que todavía hoy se venera.
La rápida caducidad del saber, el desarrollo de los
medios de comunicación, han destruido la escuela. El
maestro, el profesor son, para el capital, seres inúti-
les. Éste tiende a eliminarlos —enseñanza programa-
da y distribuida por máquinas— de la misma manera
que tiende a eliminar la burocracia, elemento inhi-
bidor de la transmisión de información, fundamento
mismo de la movilidad del capital. La incomprensión
juega aquí un papel, en el sentido en que muchos de
los que plantean la necesidad de la vida están dis-
puestos a confiar la enseñanza a las máquinas. Por
regla general, aquellos que quieren la moderniza-
ción, proclaman su propia condenación en tanto que
seres que tienen una cierta función en esta sociedad;
estas personas reivindican su despojo. Incluso aque-
llos que predican el regreso al autoritarismo rígido de
antes de Mayo del 68 sufrirán la misma suerte, por-
que para hacer triunfar su reivindicación sólo pueden
apoyarse en el capital, ¡que se aprovecha entonces
tanto de la izquierda como de la derecha!
El despotismo del capital crea nuevos modos de
ser para las cosas que impone a su vez a los seres
humanos. Las características de estos modos de ser
son: la movilidad, lo efímero, la diversidad, al me-
nos aparente, la insignificancia. Estos modos de ser
están obligatoriamente en oposición con los viejos
comportamientos, las viejas actitudes y formas del

223
JACQUES CAMATTE

pensamiento. Las cosas son los verdaderos sujetos


e imponen su ritmo de vida a los hombres, les limi-
tan el sentido de su propia existencia, etc. Pero los
objetos, las cosas son movidas ellas mismas por el
movimiento del capital. Esta nueva opresión puede
provocar el estallido de un movimiento insurreccio-
nal contra él. Sin embargo, el capital puede a su vez
aprovecharse de esta subversión para consolidarse,
como ocurrió durante los primeros años de este siglo.
La revuelta del proletariado limitado al espacio de la
fábrica, en el plano de la producción, fue un elemen-
to favorable al capital para realizar su dominación
real: eliminación de los estratos inútiles a su proceso,
triunfo del pleno empleo, abandono de los esquemas
liberales, etc.
No queremos decir con esto que la revolución
debe nacer directamente de este conflicto, ni que son
los hombres y mujeres más conservadores los que
serán sus autores, pero queremos subrayar un hecho
importante: el capital debe dominar a todos los se-
res humanos y, para hacerlo, ya no puede apoyarse
únicamente en los viejos estratos sociales que se ven
a su vez amenazados. Borkenau [24] ya había com-
prendido este fenómeno:

La distancia desmesurada respecto a las re-


voluciones precedentes supone un hecho nuevo.
Hasta hace unos años, la revolución se apoyaba
generalmente en fuerzas reaccionarias, técnica
e intelectualmente inferiores a las fuerzas de la
revolución. La situación ha cambiado con el ad-

224
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

venimiento del fascismo. A partir de ahora, toda


revolución deberá afrontar muy probablemente
el ataque del aparato más moderno, más eficaz,
más despiadado que haya existido nunca. Ello
significa el fin de los tiempos en que las revo-
luciones evolucionaban libremente según sus
propias leyes. [25]

No se debe olvidar que, al trastornar constante-


mente el modo de vida, el capital es él mismo revolu-
ción. Lo cual lleva a replantear la naturaleza de ésta,
a darse cuenta de que el capital puede, para trastornar
el orden establecido, apropiarse de las fuerzas duran-
te las insurrecciones dirigidas contra la sociedad que
él domina [26]. Ahora bien, la incapacidad de pensar
teóricamente, de afrontar la realidad de su devenir
histórico es el resultado del proceso de domestica-
ción de los hombres; como la impotencia para arrai-
gar este pensamiento teórico en el devenir material
de nuestro planeta y de nuestra especie se debe a la
escisión sentidos-cerebro, a la vieja división trabajo
manual-trabajo intelectual —la cual se ve superada
por el capital en el mecanismo automatizado.
La revolución ya no es propiamente un sinóni-
mo de destrucción de lo antiguo, de lo conservador,
puesto que esto ya lo ha llevado a cabo el capital. La
revolución aparece como regreso a algo —una revo-
lución en el sentido matemático del término—, a la
comunidad; no a una forma de comunidad particular
que ya haya existido. La revolución se manifestará
en la destrucción de lo más moderno, lo más pro-

225
JACQUES CAMATTE

gresista, puesto que la ciencia es capital. Al mismo


tiempo ello será reapropiación de todo lo que haya
podido ser manifestación, tendencia a la afirmación
de un ser humano. No es necesario resucitar un dis-
curso maniqueo para aprehender esta tendencia: fue
ella la que supuso en el pasado un obstáculo para el
movimiento de autonomización del valor. Si el triun-
fo del comunismo supone creación de la humanidad,
haría falta para que esta creación sea posible que el
deseo ya estuviera apuntando a ella durante siglos.
No obstante, hoy todavía nada es fácil, ni evidente,
ni está exento de dudas. Se puede dudar de lo que es
humano después del colonialismo, del nazismo, más
tarde otra vez del colonialismo que intenta mante-
nerse pese a la revuelta de los países oprimidos —las
masacres y las torturas cometidas por los ingleses
en Kenia, por los franceses en Argelia, por los esta-
dounidenses en Vietnam, por dar algunos ejemplos
destacados—, así como en presencia de la violencia
bestial, endémica que causa estragos cotidianamen-
te. ¿No está la humanidad demasiado corrompida,
demasiado hundida en su ‘‘maléfica’’ errancia para
poder salvarse?
El movimiento estudiantil manifiesta el carácter
de la revolución comunista: la revolución a título
humano. En efecto, ha abordado —quizá no en toda
su amplitud— la cuestión de la violencia: rechazo
del ejército, rechazo del servicio militar, rechazo del
derecho de matar para todos. Los grupúsculos de iz-
quierda y de extrema izquierda, dejando fuera a los
anarquistas, predican la necesidad de aprender a ma-

226
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

tar porque creen poder ‘‘redirigir’’ la muerte contra el


capital. Ahora bien —y esto va para todos los extre-
mistas—, no se dan cuenta de que plantean de entra-
da la necesidad de destruir seres humanos para llevar
a cabo la revolución. ¿Cómo exaltar una revolución
poniéndola frente a un fusil? Aceptar el ejército por
la razón que sea es reforzar a todos los niveles la es-
tructura opresiva; es en particular situarse de nuevo
bajo el despotismo de la conciencia represiva. Según
ésta, hace falta reprimir el no-deseo de matar porque,
más tarde, éste será necesario —algunos exaltan in-
cluso esta necesidad. La conciencia me impone ser
inhumano con el pretexto de que un día, decretado
por un destino teórico, podré por fin metamorfosear-
me en humano.

Su preocupación [la de diferentes corrientes


de izquierda y de extrema izquierda, N. de A.]
en este asunto es evitar que se produzca una
convergencia entre la voluntad “burguesa” de
suprimir el servicio militar y el pacifismo liber-
tario sobre la base de la objeción de conciencia,
todavía más o menos latente en los jóvenes (T.
Pfister, en Le Monde de 11/03/1973).

La violencia es una circunstancia de facto de la


sociedad actual: se trata de destruirla. La revolución
es un desencadenamiento de la violencia: se trata de
dominar esta última y no de dejarla operar ciegamen-
te ni, sobre todo, de exaltarla y extender su campo de
acción. Estas afirmaciones, por justas que sean, son

227
JACQUES CAMATTE

insuficientes en la medida en que no precisan la na-


turaleza de la violencia, que está fundamentalmente
determinada por su objeto. La violencia que se debe
predicar, exaltar, es aquella que va dirigida contra el
sistema capitalista y no contra los hombres. Pero es
verdad: éste está representado por hombres, por tan-
to, la violencia alcanza al sistema a menudo a través
de ellos. Es ahí cuando se plantea la pregunta por sus
límites, si no continuaremos en el plano del capital.
El despotismo de éste último generaliza la violencia
contra los hombres; no puede mantener su dominio
sino enfrentando a los seres humanos entre ellos y,
para ello, los inviste de diferentes roles. Por otra par-
te, en el momento del conflicto, cada uno de los dos
campos presenta al otro como estando compuesto
de seres no-humanos —es así como los estadouni-
denses operaron aún frente a los vietnamitas. Sólo
se puede destruir a los hombres si, previamente, se
les despoja de su humanidad. Aceptar proceder de
la misma manera durante la lucha revolucionaria,
¿no es simplemente copiar los métodos capitalistas y
contribuir así a la destrucción de los hombres? Pero,
¿qué hace la gente de izquierdas cuando teoriza la
destrucción de la clase dominante —y no sencilla-
mente la destrucción de aquello que la soporta— o
la destrucción de los maderos —el único paco bueno
¡es el paco muerto!—? Si es verdad que se puede
hacer la identificación CRS=SS [27] a nivel de con-
signa, ya que traduce bien la realidad de ambos roles,
ello no basta para justificar una destrucción. Pues-
to que 1) ello impide toda posibilidad de minar el

228
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

cuerpo policial. Sintiéndose reducidos los policías a


un estadio infra-humano, se rebelan en cierto sentido
contra los jóvenes para afirmar una humanidad que
les es negada, ya que no es como máquinas de matar,
de reprimir, que ellos se ven a sí mismos… 2) Todo
CRS, todo madero es sin embargo un hombre. Es un
hombre con un papel bien definido, como todos no-
sotros. Es peligroso transferir toda la inhumanidad a
una fracción del cuerpo social y toda la humanidad
a otra. No se plantea ya, a partir de aquí, predicar
la no-violencia [28], sino definir rigurosamente qué
violencia se debe ejercer, cuál es su finalidad. Para
ello aún hace falta precisar: 1) no se pueden aceptar
las máscaras, los roles que nos son impuestos por el
capital; 2) hay que rechazar la teoría que postula que
aquellos que defienden el capital deben pura y sim-
plemente ser destruidos; 3) hay que evitar excusarlos
con el pretexto de que no son libres, de que es el sis-
tema el que produce maderos como produce revolu-
cionarios. La aceptación de esta última proposición
conduce o bien a la no-violencia, o bien a reducir a
los seres humanos a autómatas y por tanto a justifi-
car toda violencia ejercida contra ellos. Al contrario,
hay que enfrentarse a ellos como seres humanos. Si
de entrada se les niega toda posibilidad de humani-
dad, ¿cómo podremos hacerla aparecer después? En
realidad, la mayor parte piensa en la solución radi-
cal: eliminar a los otros, lo cual todavía es un mé-
todo de la sociedad de clases. Incluso en este plano
la revolución se afirma según su ser: una revolución
a título humano. En el momento del enfrentamiento

229
JACQUES CAMATTE

—puesto que es inevitable— con los diferentes indi-


viduos que sostienen el MPC, se trata de no reducir
al adversario a un estadio ‘‘bestial’’ o mecánico, sino
a plantearlo en su humanidad, la que cree poseer y
la que potencialmente puede reencontrar. El comba-
te concierne entonces también al dominio espiritual,
conciencial. Hay que evidenciar la mistificación de
la representación del capital, poner a estos seres en
contradicción, proporcionarles la duda.
Es en esta perspectiva en la que hay que abordar
el terrorismo. Su nocividad ha sido denunciada, pero
ello no basta. Aceptar el terrorismo es capitular ante
el poder del capital, porque no se trata sólo de la des-
trucción de hombres. El terrorismo apela a la muerte
para suscitar una hipotética rebelión. Se puede reco-
ger como tal, sin aprobación ni condena, pero no se
puede proponer como modo de acción. El terroris-
mo implica percibir el ‘‘muro’’ como un obstáculo
infranqueable, indestructible. Supone admitir la de-
rrota. Todos los ejemplos recientes lo prueban con
claridad.
Si se reconoce la dominación aplastante del capi-
tal, se debe reconocer que opera sobre todos nosotros.
No se puede decir que hay algunos grupos elegidos,
libres de su despotismo. La lucha revolucionaria, lu-
cha a título humano, debe reconocer también en el
otro lo potencialmente humano. La violencia debe
ejercerse sobre uno mismo —rechazar la domesti-
cación del capital, las explicaciones tranquilizadoras
y gratificantes— como se ejerce fuera de uno en el
conflicto con los chantajistas grupusculares, los ‘‘ca-

230
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

pitalistas’’, los diversos policías, etc.


Ello sólo adquiere todo su sentido si, simultánea-
mente, se produce un rechazo de los viejos métodos
de lucha. La importancia del movimiento estudian-
til consiste en haber puesto de relieve —como lo
hizo, en menor medida, el movimiento de Mayo del
68— que continuar utilizando los métodos habitua-
les conduce inevitablemente a la derrota. A partir de
Mayo se comprende que las manifestaciones-paseos,
espectáculos o fiestas, no conducen a nada. Agitar
pancartas, pegar carteles, distribuir octavillas, en-
frentarse a la policía, revela un ritual en el que ésta
última interpreta el papel del eterno vencedor. Se
hace entonces importante criticar en su raíz los mé-
todos de lucha para retirar el obstáculo que impide
la creación de nuevas modalidades de combate. Para
ello hace falta igualmente rechazar el viejo campo
de batalla: sea el espacio laboral o la calle. Mientras
se lleve la revolución a su propio campo, mientras
permanezca en el del capital, no habrá ningún des-
bordamiento notable, ningún salto cualitativamente
revolucionario. Y sin embargo es de eso de lo que se
trata ahora, porque si no la revolución se va a estan-
car, se va a atascar; la regresión nos acechará durante
años. Para renunciar a los viejos nodos de lucha del
capital, se requiere simultáneamente tender a la crea-
ción de nuevos modos de vida. ¿De qué sirve ocu-
par las fábricas —las de automóviles, por ejemplo—
cuando lo que hace falta es eliminar la producción?
¡Ocupar para gestionar! Así es como los prisioneros
del sistema toman sus prisiones, para poder gestionar

231
JACQUES CAMATTE

mejor su encarcelamiento. Una forma social nueva


no se funda sobre la antigua; son escasas las civi-
lizaciones superpuestas. La burguesía pudo triunfar
porque libró la batalla en su terreno, en las ciudades.
Esto es tanto más válido para el comunismo, que ni
es una nueva sociedad ni un nuevo modo de produc-
ción. Hoy no es en las ciudades, ni en el campo [29],
donde la humanidad puede librar el combate contra
el capital, sino fuera; de ahí la necesidad de que apa-
rezcan formas comunistas que serán las verdaderas
antagonistas del capital y los puntos de encuentro de
las fuerzas revolucionarias. Con Mayo del 68 apa-
recieron las exigencias de la revolución. El capital
tuvo que tomarlas en consideración. Por este hecho,
la contrarrevolución se vio obligada a remodelarse,
ya que no puede existir sino en relación a la revolu-
ción. La contrarrevolución intenta justamente limitar
el desarrollo de su adversario, pero no llega a hacerlo
porque éste se manifiesta como es en realidad, es de-
cir, irracional. La irracionalidad es el carácter funda-
mental de la revolución. Todo aquello que es racional
para el orden establecido es abarcable, recuperable.
Sin embargo, la revolución puede verse frenada si
permanece en el terreno de su adversario; está aún
encadenada. Sólo puede destruir sus ataduras y llegar
a su auge irreprimible conquistando el terreno en que
puede hacerse efectiva.
El objetivo de la revolución es alcanzar la comuni-
dad humana. Ya en su propio movimiento debe ma-
nifestarse este objetivo; no es posible utilizar los me-
dios de la sociedad de clases, inhumanos, para llegar

232
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

al mismo. De esta manera, es absurdo querer penetrar


en las instituciones existentes para hacerlas funcio-
nar al servicio del movimiento revolucionario. Ope-
rar de esta manera es permanecer en la mistificación
en tanto que proceso histórico que tiene su corolario
en el capital. Es necesario desvelar la mistificación
consistente en presentar al hombre como inesencial,
no determinante, inútil. En el sistema capitalista, en
efecto, el hombre se vuelve superfluo, pero es claro
que desde su emergencia el hombre como invariante
no ha sido aún destruido, si no, no existiría siquiera
la idea misma de revuelta y, desde el momento en
que la domesticación no asedia a la juventud, todo
es posible. He aquí por qué la lucha debe tender cada
vez a hacer reemerger el componente humano que
persiste en cada ser, lo que implica no caer en la
trampa de presentar a los hombres únicamente en su
apariencia-envoltura reificada. Ya que, incluso en el
caso en que el individuo llegue a un grado conside-
rable de reificación, convirtiéndose un autómata or-
gánico del capital, habría aún la posibilidad de hacer
estallar toda esta construcción. Aquí, se debe seguir
el viejo consejo de Marx: es necesario no sólo hacer
visible la cadena, sino hacerla vergonzosa. Cada ser
debe ser llevado a la crisis. En el enfrentamiento con
la policía, hay que tender no sólo a eliminar una fuer-
za represiva que obstaculiza el movimiento hacia el
comunismo, sino además a hacer estallar el sistema,
provocando al interior de los policías la reemergen-
cia de lo humano.
No se puede llegar a este resultado con la ayuda

233
JACQUES CAMATTE

de los viejos métodos de enfrentamiento directo, sino


con unos nuevos, como el que consiste en ridiculi-
zar las instituciones [30], que vuelve a llevarlas a la
trampa de su propia existencia.
Teorizar, generalizar tal método sería absurdo. Un
hecho es cierto, y es que este método fue eficaz y
puede serlo todavía, pero hará falta encontrar mu-
chos otros. El punto esencial es el siguiente: com-
prender que es necesario cambiar el campo de batalla
y los medios. Esta necesidad, por otra parte, ha sido
comprendida de manera limitada y a veces negativa:
la gente que abandona todo y se lanza al camino ex-
presa su voluntad de salir del círculo vicioso de las
luchas actuales.
La gente de izquierdas continúa en el famoso ciclo
de provocación-represión-subversión que debería, en
un momento dado, engendrar la revolución. Ahora
bien, tal posición es inadmisible porque conduce a
sacrificar a hombres y mujeres a fin de poder mo-
vilizar al resto. La revolución comunista no exige
mártires, porque no necesita exigir nada. El mártir
se convierte en un señuelo que debe seducir. Qué va-
lor tiene una revolución que toma la muerte como
señuelo. La muerte que se convierte en un elemento
esencial del proceso constitutivo de la conciencia es,
decididamente, difícil de transmitir. El paso de lo ex-
terior hacia lo interior es demasiado costoso, menos
mal que tenemos las soluciones temporales, los ata-
jos. Siempre hay alguien que muere en el momento
oportuno —a riesgo de facilitar su defunción— y se
va agitando su cadáver para atraer las moscas revo-

234
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

lucionarias.
La revolución comunista es el triunfo de la vida.
No puede de manera alguna glorificar la muerte o
pretender explotarla, lo que supondría entrar aún más
en el terreno de la sociedad de clases. Los muertos al
servicio del capital algunos los oponen o los susti-
tuyen por los que caen por la revolución: ¡el mismo
carnaval de carroñeros!
Este profundo error proviene del hecho de que la
revolución jamás se presenta como un fenómeno ne-
cesario de la amplitud de un fenómeno natural; pa-
rece que, en todo momento, la revolución depende
estrictamente de cualquier grupo pirotécnico de ex-
plosiones de conciencia. Ahora bien, en este momen-
to nos encontramos frente a la siguiente disyuntiva:
o se produce una revolución efectiva —pasaje de la
formación de revolucionarios a la destrucción del
MPC—, o se produce la destrucción, de una u otra
manera, de la especie humana. No puede ser de otra
manera. En el momento en que ésta se desencadene,
ya no será cuestión justificar cualquier cosa, sino de
tener la fuerza suficiente para evitar los excesos. Y
sin embargo, ello sólo puede hacerse si los hombres y
las mujeres tienden individualmente, antes de la ex-
plosión revolucionaria, a ser autónomos, a no depen-
der más de un jefe, y por consiguiente están prepa-
rados para dominar su propia revuelta. Está bastante
claro que esto sólo puede ser un fenómeno tenden-
cial. Sin embargo, el único medio para que esto ten-
ga una oportunidad de realización es terminar con el
discurso caníbal que presenta la revolución como un

235
JACQUES CAMATTE

ajuste de cuentas, como la exterminación física de


una clase o de un grupo de hombres. Si en verdad
el comunismo es una necesidad para la especie, no
requiere de tales prácticas para imponerse.
En general, gran parte de los revolucionarios du-
dan de la llegada de la revolución; para convencerse
de ella, la justifican, lo cual permite conjurar la es-
pera, pero muchas de las veces también enmascara
el no-reconocimiento de sus manifestaciones. Para
exorcizar la duda, se refugian en la violencia verbal
—un sustituto más— y en un proselitismo encarni-
zado, obstinado; lo cual permite mantener el proceso
de justificación: en cuanto se han hecho algunos re-
clutas, se toma como prueba de que las condiciones
son favorables y por consiguiente que hay que con-
tinuar con la agitación, y así sucesivamente… Agitar
es revolucionar, exportar la conciencia. No llegan a
comprender que el día en que llegue la revolución,
será porque ya no habrá nadie para defender el an-
tiguo orden. La revolución triunfa ya porque no tie-
ne adversarios. Lo que viene a continuación ya es
otra cosa y es entonces cuando vuelve a plantearse
el problema de la violencia. La necesidad del comu-
nismo es una necesidad para todos los hombres. El
momento en que la revolución explote será aquél en
que esta exigencia aparezca con mayor o menor cla-
ridad. Lo cual no quiere decir que, del día a la noche,
se despeje el viejo embrollo de la sociedad anterior.
Queremos decir con esto que los que lleven a cabo
la revolución serán tanto los hombres de izquierdas
como de derechas y que tras ella, una vez destruidos

236
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

los elementos superestructurales del MPC, frenado el


proceso de producción global, pero intactas todavía
las presuposiciones del capital, las viejas actitudes,
los antiguos esquemas, etc. tenderán a reaparecer, y
tanto es así que cada vez que la humanidad se en-
frenta a un nuevo momento, a una creación, lo hace
revestida del pasado, actualizándolo. Ciertamente,
la revolución comunista no se desarrollará como las
revoluciones anteriores, pero si este fenómeno tiene
una menor extensión, no dejará de ser por ello un
elemento integrante del movimiento post-revolucio-
nario. Este tenderá a consolidar, a fortalecer la co-
munidad humana —a darle otras dimensiones—, que
se manifestará ya en el curso de la revolución. Es
entonces cuando los viejos esquemas institucionales
pueden reaparecer —en los momentos difíciles— y
cuando incluso los elementos que quieran reafirmar
sus privilegios mediante el disfraz, tenderán a hacer
prevalecer las soluciones que les favorezcan. Otros
querrán reimpulsar la autogestión, pero no habrán
comprendido aún que el comunismo no es un nuevo
modo de producción, sino un nuevo modo de ser.
Es en este momento que el viejo método chantajis-
ta que procede por etiquetado deberá ser eliminado
para siempre. Habrá que comprender que el nuevo
puede surgir bajo el velo del pasado. Tener en cuen-
ta sólo las apariencias del pasado es equivocarse
por completo. No se trata de concebir el momento
post-revolucionario como la apoteosis de la recon-
ciliación inmediata, aboliéndose como por milagro
todo el pasado opresor. Habrá una lucha efectiva

237
JACQUES CAMATTE

para que el nuevo modo de ser de los hombres se


generalice. Es la modalidad de la lucha lo que está
puesto en cuestión aquí. Todo espíritu sectario, in-
quisidor, es un agente letal para la revolución; con
mayor razón aún, no cabrá plantearse el recurrir a la
dictadura clásica, porque se recompondría un modo
de ser de la sociedad de clases. No se puede superar
el momento de transición sino a través de una mani-
festación liberadora de los diferentes seres humanos.
Es la presión comunista, es decir, la presión de la in-
mensa mayoría de seres humanos al crear la comuni-
dad humana, lo que permitirá, lo que ayudará a supe-
rar los obstáculos, gracias a una afirmación de la vida
en la que ‘‘si suponemos al hombre como hombre y a
su relación con el mundo como una relación humana,
sólo se puede intercambiar amor por amor, confianza
por confianza’’ (Marx). Los casos de enfrentamien-
tos violentos sólo podrán ser excepcionales.
Pensar que es necesaria una dictadura es pensar
que la sociedad humana nunca estará preparada para
pasar al comunismo. Pero es largo, doloroso, difícil
llegar a este punto particular en el que se desvela la
mistificación, es decir, la comprensión de la errancia
de la humanidad, el hecho de que la humanidad se
haya comprometido con la vía de la destrucción y
que esto se debe en buena medida al hecho de que ha
confiado su destino a este monstruoso sistema auto-
matizado, el capital, la prótesis, como la llaman G.
Cesarano y G. Collu. [31]
Entonces, los hombres y las mujeres se darán
cuenta de que son ellos los componentes determi-

238
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

nantes, de que no pueden abdicar su poder sobre la


máquina, alienar así todo su ser, creyendo alcanzar
así la felicidad.
En el momento en que se alcanza este punto, todo
ha terminado. Será imposible volver atrás. Toda la
representación del capital se derrumbará como un
castillo de naipes. Al no tener ya el hombre al capital
en la cabeza, podrá reencontrarse y reencontrar a sus
semejantes; a partir de ahí la creación de una comu-
nidad humana es imparable.
La ideología, la ciencia, el arte, etc., a través de to-
das las instituciones y de las organizaciones, intentan
hacernos creer que en términos absolutos el hombre
es inesencial, que no puede hacer nada —y no un
hombre en particular, en una época concreta, sino el
hombre como invariante—, que si hemos llegado al
estadio actual es porque no podía ser de otra manera
desde el momento mismo en que aceptamos utilizar
y desarrollar la técnica. Hay una fatalidad ligada a la
técnica. Si el hombre no acepta esta última, no puede
progresar. Por tanto, sólo se pueden remediar algunos
males, pero no escapar a la espiral que constituye esta
misma sociedad. Lo determinante en esta trampa, la
inmovilización de los hombres, es la representación
del capital, que consiste en lo siguiente: representar-
se un proceso social racional como proceso social ra-
cional del capital, lo cual implica que el sistema no
puede entonces percibirse como opresivo, de ahí que
explicar sus aspectos negativos sea apelar a fenóme-
nos designados como extra-capitalistas [32].
Lo esencial es por tanto romper con el comporta-

239
JACQUES CAMATTE

miento que permite parasitar el cerebro humano me-


diante la representación del capital. Hay que acabar
con la mentalidad del criado, en la cual el amo es
el capital. Esto resulta tanto más urgente cuanto que
hoy en día la vieja dialéctica del amo y del esclavo
tiende a ser abolida en virtud la inesencialidad del
esclavo: el hombre.
La lucha contra la domesticación debe estar com-
prendida a escala mundial. Ahí también se erigen
fuerzas importantes; así, todos aquellos que ponen
en cuestión el esquema unilineal de la evolución hu-
mana, que contestan a la afirmación de que el MPC
podía haber sido un progreso en todos los países,
desmitifican la racionalidad a priori, universal, del
sistema capitalista.
Los países que, a los ojos de los profetas del cre-
cimiento, del despegue económico, son países sub-
desarrollados o en vías de desarrollo, son en realidad
países donde el MPC no consigue implantarse. En
Asia, en Sudamérica, en África, millones de hombres
no terminan de plegarse al despotismo del capital.
Su resistencia es a menudo negativa, en el sentido
de que son incapaces de plantear otro tipo de comu-
nidad. Ésta es sin embargo esencial para mantener,
a escala mundial, un polo de protesta humana que
sólo la revolución comunista puede transformar en
movimiento de constitución de una nueva comuni-
dad; además, cuando estalle la revolución, este polo
tendrá una influencia determinante en el proceso de
destrucción del capital.
En los países subdesarrollados se ha rebelado la ju-

240
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

ventud —en Ceylán, en la Madagascar de 1972, pero


también con menos fuerza en Senegal, en Túnez, en
el Zaire, etc.—, con discursos diferentes apuntan a
las mismas exigencias que en occidente. Así, desde
hace más de 10 años, la insurrección de la juven-
tud afirma su carácter fundamental: la antidomesti-
cación. Sin querer hacer de profetas, es importante
intentar discernir aquí alguna perspectiva. En Mayo
del 68, recordamos la previsión de A. Bordiga [33]
sobre una reactivación del movimiento revoluciona-
rio alrededor de 1968 y la revolución para el perio-
do 1975-1980. Mantenemos esta última ‘‘profecía’’.
Los últimos acontecimientos político-sociales y eco-
nómicos confirman esta previsión y diversos autores
han llegado a la misma conclusión. El MPC se en-
cuentra ante una crisis que lo sacude de arriba abajo.
No es una crisis al estilo de 1929, aunque pueden
encontrarse algunos de sus elementos; es una crisis
de transformaciones profundas: hace falta que el ca-
pital se reestructure para poder frenar las consecuen-
cias destructivas de su proceso de producción global.
Todo el debate sobre el crecimiento lo ha puesto cla-
ramente en evidencia, pero sus protagonistas creen
poder contener el movimiento del capital y afirman
que es necesario ralentizar el tiempo, desacelerar…
Es por ello que el único medio para el capital de no
seguir confrontado a la oposición de los hombres es
acceder a una dominación absoluta sobre ellos. Es
contra una dominación como esta, que se perfila con
claridad en el horizonte de nuestras vidas, contra la
que se erige el vasto movimiento de la juventud, el

241
JACQUES CAMATTE

cual comienza a ser comprendido, apoyado por di-


versos adultos.
Casi en todas partes hemos asistido a este ascen-
so revolucionario con la excepción de un inmenso
país, la URSS, que podría jugar un papel inhibidor
tal que la revolución podría verse frenada duran-
te mucho tiempo, contradiciendo nuestra previsión,
transformándola en un voto piadoso. Ahora bien, los
acontecimientos de Checoslovaquia y de Polonia, el
reforzamiento constante del despotismo en las repú-
blicas soviéticas indican, negativamente, que la sub-
versión tampoco está ausente allí; incluso si sólo nos
llegan débiles ecos. Hubo que reprimirla tanto más
violentamente en la medida en que había que impedir
la generalización del levantamiento. Por otra parte,
el movimiento de desestalinización juega —teniendo
en cuenta las diferencias históricas considerables—
un papel similar al de la revuelta nobiliaria de 1825,
remplazada por la de revuelta de la intelligentsia y
después por el movimiento populista en sentido am-
plio [34]. Pensamos por esto que hoy en día existe
una subversión que va bastante más allá de la opo-
sición democrática del académico Zakharov. Han de
tenerse en cuenta, fuera de esto, ciertas constantes
históricas. Es en Francia y en Rusia donde hemos
asistido a la generalización de fenómenos revolu-
cionarios de procedencia extranjera; es en estos dos
países donde han adquirido su mayor radicalidad. La
revolución francesa extendió la revolución burguesa
al continente europeo; la revolución rusa extendió la
revolución doble, al interior de la cual triunfó al final

242
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

únicamente la revolución capitalista. La revuelta es-


tudiantil no ha nacido en Francia, y es sin embargo
aquí donde pudo hacer tambalearse a la sociedad ca-
pitalista, que todavía hoy sufre sus consecuencias. En
la URSS no puede haber una sacudida revolucionaria
mientras no se hayan agotado las consecuencias de
la revolución de 1917: el conjunto de revoluciones
anticoloniales. Ahora que la más importante de ellas,
la revolución china, ha cerrado un ciclo, se va a ver la
apertura en la URSS del nuevo ciclo revolucionario.
Hay un desfase histórico importante entre la revo-
lución francesa y la revolución rusa, así como en lo
que se refiere al surgimiento del nuevo ciclo revolu-
cionario. En nuestra época, el despotismo del capital
es mucho más fuerte de lo que nunca llegó a ser el
del zar y, además, la santa alianza URSS-EE.UU. se
revela más eficaz que la del siglo pasado entre In-
glaterra y Rusia. El fenómeno puede verse retrasado,
pero no abolido; podemos prever que en la URSS la
dimensión ‘‘comunitaria’’ de la revolución será más
definida que en occidente, haciéndola progresar a pa-
sos de gigante.
En un período de total contrarrevolución, Bordiga
sólo pudo resistir a su efecto disolvente porque te-
nía una visión de la revolución venidera y sobre todo
porque desplazó el eje de reflexión sobre la lucha:
ya no interesarse únicamente en el pasado —simple
peso muerto en aquellos periodos— ni en el presente
dominado por el orden establecido, sino en el futuro.
Afirmó:
‘Sólo nosotros podemos instalar nuestra acción

243
JACQUES CAMATTE

sobre el futuro’’.
Ya en 1952 había escrito: ‘‘Se nos da mejor la cien-
cia del futuro que la del pasado presente’’ (‘‘Explo-
rateurs de l’avenir’’, en Battaglia Comunista, nº6).
Mantenerse de esta manera conectado al futuro le
permitió percibir el movimiento revolucionario ac-
tual —aunque no en sus características propias. A
partir de aquella época, la industria del futuro nació
y alcanzó una gran amplitud. El capital penetra en
este nuevo campo y comienza a explotarlo, provo-
cando una nueva expropiación contra los hombres y
reforzando su domesticación. Esta apropiación del
futuro distingue el MPC de otros modos de produc-
ción. Desde el principio, para el capital, la relación
con el pasado y el presente se revela menos impor-
tante que la relación con el futuro. En efecto el úni-
co intercambio revitalizante para él es el que realiza
con la fuerza de trabajo; la plusvalía creada, capital
potencial, sólo puede convertirse en capital efectivo
intercambiándose por trabajo futuro. Es decir que
en el mismo momento en que se genera la plusvalía,
ésta sólo tiene realidad si en un futuro, que no puede
ser más que hipotético y que no es necesariamente un
futuro próximo, hay manifestación de una fuerza de
trabajo. Si este futuro no se hace presente —a partir
de ahora pasado—, asistimos a su abolición: desva-
lorización por pérdida total de sustancia. Es claro por
ello que de entrada el capital debe dominar el futuro,
para que haya garantías de cumplimiento del proceso
de producción. El sistema de crédito le permite rea-
lizar esta conquista. A partir de entonces el capital se

244
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

ha apropiado del tiempo, el cual modela a su imagen,


el tiempo cuantitativo [35]. No obstante, a través del
intercambio con el trabajo futuro, es la plusvalía pre-
sente la que se realiza, se valoriza; con el desarrollo
de la industria del futuro encontramos la capitaliza-
ción del propio futuro. Dicha capitalización reclama
una programación del tiempo que se expresa de ma-
nera científica en la futurología. A partir de entonces
el capital produce el tiempo [36]. De ahora en ade-
lante, ¿dónde pueden los hombres situar sus utopías
y sus ucronías?
En las épocas anteriores, en que las sociedades do-
minaban el presente y, en menor medida, el pasado, el
movimiento revolucionario tenía para sí el futuro. Las
revoluciones burguesas y las revoluciones proletarias
debían asegurar el progreso, que sólo era posible por la
existencia de un futuro puesto en valor en relación a un
presente y un pasado que abolir. En los dos casos, de
forma más o menos acentuada, el pasado era el imperio
de las tinieblas y el futuro, el de las luces. El capital ha
conquistado el futuro. Ya no teme a las utopías, inclu-
so tiende a producirlas. El futuro es rentable. Produ-
cir un futuro es condicionar a los hombres, a partir de
ahora, en función de una determinada producción, lo
que supone la programación absoluta. El hombre, osa-
menta del tiempo (Marx) [37], es excluido del tiempo.
La dominación del pasado, del presente y del futuro
con la exclusión del hombre permite la representación
estructural en que todo es combinación de relaciones
sociales, de fuerzas productivas o de mitemas. Al con-
cluirse, la estructura elimina la historia. Ahora bien, la
historia es aquello que han hecho los hombres.

245
JACQUES CAMATTE

Se concibe a partir de ahí que la revolución comu-


nista debe no sólo plantear otro tiempo sino, sobre
todo, unirlo a un nuevo espacio. Ambos serán creados
simultáneamente en virtud de una nueva relación entre
los seres humanos y la naturaleza: la reconciliación.
Ya lo hemos dicho, todo lo que sea parcial es pasto de
la contrarrevolución. No es la mera totalidad lo que se
debe reivindicar, sino la unión de lo que ha sido sepa-
rado, mediatizado por el ser futuro: individualidad [38]
y Gemeinwesen [39]. Este ser futuro existe ya en tanto
que exigencia total y es esta exigencia la que mejor
expresa el carácter revolucionario del movimiento de
Mayo del 68 y del movimiento de estudiantes de se-
cundaria de la primavera del 73.
La lucha revolucionaria es una lucha contra la domi-
nación que se manifiesta en todo lugar, en todo tiempo,
así como en los diversos aspectos de la vida. Desde hace
5 años, la contestación invade todos los espacios de la
vida del capital. Ahora la revolución puede plantearse
su verdadero campo de batalla, en el que el centro está
por todas partes y la superficie en ninguna [40], tan in-
finita es su tarea: destruir la domesticación planteando
la infinita manifestación del ser humano por venir. No
es optimismo lo que nos dice que en 5 años comenzará
la revolución efectiva: ¡la destrucción del MPC!

Jacques Camatte.
Mayo de 1973.

Notas

[1] Aggiornamento es el término, popularizado du-

246
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

rante el II Concilio del Vaticano, que refiere a la ac-


tualización de los principios de la Iglesia católica
conforme a los nuevos tiempos [N. del T.]

[2] Lo que llamamos crisis monetaria no se refiere


simplemente al establecimiento de un nuevo precio
del oro, ni al rol de éste último, ni a la institución de
un nuevo equivalente general —un nuevo patrón—,
ni a la creación del cambio ‘‘convalidable’’ entre las
monedas nacionales, ni a la integración de las eco-
nomías del Este al mercado monetario —capital en
tanto que totalidad, Marx—, sino que se trata del rol
del capital bajo su forma dinero, y más precisamen-
te de la superación de la propia forma dinero, de la
misma manera que hubo una superación de la forma
mercancía.

[3] El presupuesto de tal absurda reivindicación es


una ilusión científica: la pretendida inferioridad bio-
lógica de la mujer. Se desprende de ello un impera-
tivo: la ciencia pone en evidencia una tara y es ésta
misma quien debe resolverla. De hecho, si ya no son
necesarios los hombres —partenogénesis— y por
tanto si no ya no hay necesidad de mujeres —culti-
vo de embriones en frascos o incluso cultivo de ova-
rios—, podemos preguntarnos: ¿es que es todavía
necesaria la especie humana? ¿No resulta superflua?
Estas personas creen resolverlo todo mediante la mu-
tilación. ¿Por qué no proponer la supresión del dolor
eliminando los órganos sensoriales? A volver super-
flua la humanidad es a lo que tienden todos aquellos

247
JACQUES CAMATTE

que quieren resolver las cuestiones sociales, huma-


nas, mediante la ciencia y la tecnología.

[4] Modo de Producción Capitalista [N. del T.]

[5] La lucha de los hombres contra el capital sólo ha


sido vista a través de un prisma estrictamente cla-
sista. Sólo aquellos que se reclaman activamente del
proletariado pueden ser reconocidos como los verda-
deros adversarios del capital, siendo el resto simples
románticos, pequeño-burgueses, etc. Incluso razo-
nando en términos clasistas, es limitar a una clase el
restringirla a las fronteras puramente clasistas, sobre
todo cuando ésta tiene por misión destruir las clases.
Es impedirle plantear su proceso de autodestrucción
el prohibirle tomar en consideración el discurso trá-
gico de ciertos hombres que se enfrentaron al capital
incluso sin percibirlo ni individualizar a su enemigo
—por ejemplo, Bergson. Ahora que esta problemá-
tica clasista ha perdido toda base sólida, es bueno
tener en cuenta el contenido del pensamiento y los
movimientos de derechas, siendo la derecha un mo-
vimiento de oposición al capital que quiere restaurar
un momento concreto del pasado. Así la corriente de
Acción francesa y después de Nueva Acción france-
sa reivindica, con el fin de eliminar los conflictos de
clase, el hiperindividualismo capitalista, la especula-
ción, etc., una comunidad que sólo puede ser garanti-
zada, según ellos, por la monarquía (cf. en particular
el concepto de ‘‘capitalismo’’ en los archivos de Ac-
ción francesa).

248
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

Parecería que toda corriente que se enfrenta al capi-


tal está obligada a plantear un componente humano,
cualquiera que sea, un componente profundamente
invariante en el que los hombres puedan encontrar-
se. Es la comunidad que los propios nazis quisieron,
junto con la Volksgemeinschaft [la ‘‘comunidad del
pueblo’’], instaurar-restaurar (cf. igualmente su ideo-
logía de la Urmensch, el hombre originario). Muchos
han malinterpretado, a nuestro juicio, este fenóme-
no y no han visto sino una afirmación totalitaria, de-
moníaca. Ahora bien, los nazis retomaban entonces
una vieja reivindicación teorizada por cierto por los
sociólogos alemanes como Tönnies o Weber. La Es-
cuela de Frankfurt y especialmente Adorno, por el
contrario, cayó en el peor democratismo por su inca-
pacidad para comprender este fenómeno y no pudo
darse cuenta de que la grandeza de Marx fue plantear
la necesidad de reformar la comunidad y haber re-
conocido que es el movimiento total de la especie el
que tiende a esta transformación.
Los problemas están ahí para todos, en su presencia
imperativa y en la urgencia de su solución. Desde
diversos horizontes políticos, los hombres tienden a
resolverlos. No son problemas que determinen el ca-
rácter revolucionario o contrarrevolucionario sino su
solución, sea o no efectiva. Incluso ahí se manifiesta
un elemento del pensamiento chantajista: habría en-
tonces cotos privados teóricos tanto para el bando de
derechas como de izquierdas, y entrar en una u otra
zona reservada supone automáticamente la atribu-
ción de una etiqueta. Por tanto, reificación, el objeto

249
JACQUES CAMATTE

es determinante, el sujeto es pasivo.

[6] Cf. la octavilla difundida en mayo de 1968 y pu-


blicada en el número 3 de Invariance, serie 1: ‘‘À
propos de la Semaine rouge: l’être humain est la vé-
ritable communauté (Gemeinwesen) de l’homme’’; y
el artículo de mayo-junio de 1968: «Théorie et ac-
tion», Invariance, serie 1, nº4, 1968.

[7] También llamada por el historiador Jean Égret ‘‘la


prerrevolución francesa’’, se refiere a la rebelión de
la nobleza y de los parlamentos provinciales contra
Luis XIV entre 1787 y 1788, motivada por el rechazo
a la reforma judicial y a las medidas fiscales propues-
tas por el rey para resolver la crisis financiera del Es-
tado. Ha sido leída por diversos historiadores como
una crisis institucional que preconiza la Revolución
de 1789 [N. del T.]

[8] Los ‘‘brazos-desnudos’’, también llamados


«sans-culottes», es el término que refiere durante la
Revolución Francesa a las capas populares que vi-
vieron un intenso proceso de radicalización, diferen-
ciándose de los jacobinos por su defensa de una de-
mocracia directa. El término empleado por Camatte,
frente al más conocido de sans-culottes, fue popu-
larizado por el historiador libertario Daniel Guérin,
—que a su vez lo tomó prestado de la Historia de
la Revolución Francesa de Jules Michelet— en su
libro Bourgeois et bras-nus. Guérin rompe en él con
la tradición robespierrista de la historiografía de la

250
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

Revolución, la cual entendía como ‘‘la fuente de dos


grandes corrientes del pensamiento socialista que,
a través de todo el siglo XIX, se perpetuaron hasta
nuestros días en una corriente jacobina autoritaria y
en una corriente libertaria’’ (La revolución desjaco-
binizada, 1957) [N. del T.]

[9] Nos referimos a los técnicos, intelectuales, polí-


ticos o economistas, como los miembros del Club de
Roma —S. Manholt, R. Dumont, H. Laborit, etc.

[10] Juego de palabras con le mépris (el desprecio) y


la méprise (la equivocación) [N. del T.]

[11] Abreviatura coloquial de prolétaire, proletario


[N. del T.]

[12] El Partido Comunista Obrero de Alemania


(KAPD por sus siglas en alemán: Kommunistischen
Arbeiter-Partei Deutschlands) nació como escisión
del Partido Comunista de Alemania (KPD) en 1920
durante la República de Weimar. Se caracterizó por
su rechazo del modelo leninista de partido y del mo-
delo soviético, al que consideraba una dictadura de
partido; apostando por la abolición inmediata del sis-
tema parlamentario y la instauración de la dictadura
del proletariado, fue uno de los partidos de mayor au-
diencia de la izquierda comunista de aquellos años.
Figuras representativas del mismo son Paul Mattick
y Otto Rühle [N. del T.]

251
JACQUES CAMATTE

[13] Georg Lukács (1885-1971) fue un teórico mar-


xista, gran estudioso de Hegel, de origen húngaro
pero de formación alemana. Comisario de Instruc-
ción Pública durante la efímera República Soviética
de Hungría (1919-1920), en un principio se mostró
próximo a las tesis luxemburguistas en la polémica
con Lenin y sólo tras el fracaso de la revolución hún-
gara y el inicio del proceso de sovietización de los
partidos comunistas europeos se aproximó a posturas
más leninistas. Tras un último intento, en sus Tesis de
Blum, de proponer un modelo de revolución distinto
al bolchevique, y al verse excluido por ello de los es-
pacios de decisión del Partido Comunista húngaro y
de la III Internacional, abandonó la militancia activa
y se confinó al estudio y la producción teórica [N.
del T.]

[14] Karl Korsch (1886-1961) fue un pensador y


militante comunista alemán. Inicialmente ligado al
KPD, del que sería expulsado en 1926, rompió con
el leninismo en 1923 en su libro Marxismo y filo-
sofía, y se unió a la oposición consejista alemana,
manteniendo contacto con el KAPD y el grupo ruso
Centralismo Democrático [N. del T.]

[15] El hombre no está constantemente sumergido en


la naturaleza, la existencia no está siempre unida a la
esencia, ni el ser a la consciencia, etc. De la separa-
ción nace la representación. A partir del momento en
que el tiempo es pensado en su irreversibilidad y por
consiguiente el sujeto pasado es separado del sujeto

252
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

presente, la memoria es determinante; la representa-


ción interviene. Tratar esta última llevaría por tanto
a reexaminar la filosofía y la ciencia, algo que hará
buena falta emprender algún día. Por el momento,
querríamos advertir al lector, que puede ser llevado a
hacer ciertas aproximaciones con afirmaciones seme-
jantes —en efecto, otros antes se han preocupado de
la importancia de la representación en las conductas
sociales: Cardan y la imaginación, los situacionistas
y el espectáculo; sobre el plano del saber, Foucault
ha analizado la importancia de la representación en
el siglo XVI; nosotros mismos lo hemos abordado al
estudiar la mistificación democrática—, de que em-
pleamos esta palabra en el sentido en que, siguiendo
a Marx (Vorstellung), la hemos utilizado para indi-
car, por ejemplo, que el valor debe estar representado
en el precio. En ‘‘À propos du Capital’’ (Invariance,
serie II, nº1) hemos indicado muy brevemente que el
capital llegaba a ser representación que se autono-
mizaba. Desde este momento no puede existir ver-
daderamente si no es reconocido por todos. He aquí
por qué los hombres deben interiorizar la representa-
ción del capital. La cuestión de la representación es
muy importante. En el momento en que deja de haber
unión inmediata entre el hombre y la naturaleza —si
es que ésta ha existido alguna vez— la representa-
ción se hace necesaria. Ella es apropiación de lo real
y medio de comunicación entre los seres humanos.
En este sentido, la representación no puede ser aboli-
da, no pudiendo existir el ser humano en una unidad
indiferenciada con la naturaleza. Es su autonomiza-

253
JACQUES CAMATTE

ción -otro modo de afirmación de la alienación- lo


que hace falta detener.

[16] Vid. supra (nota 14) [N. del T.]

[17] Esto ha sido puesto en evidencia por N. Brown


en Eros et Thanatos. El miedo a la individualidad no
basta para explicar el profundo fenómeno que empu-
ja a los seres humanos a dejarse encajar en un mol-
de, a identificarse con un ser-tipo, a ahogarse en un
grupo. El hombre tiene miedo de sí mismo porque
no se conoce. Le requiere por tanto un gran esfuerzo
poder conjurar los ‘‘excesos’’ que pueden perturbar
el orden social y el suyo propio. Parecería que las or-
ganizaciones sociales fueran demasiado frágiles para
poder aceptar el libre desarrollo de las potencialida-
des humanas. Con el MPC todo es posible en tanto
que elemento de capitalización, pero sólo es cada vez
un posible permiso; ello quiere decir que el indivi-
duo tiene una modalidad de ser normal o anormal;
la totalidad no existe sino en el discurso del capital,
inaccesible y pervertido.
Este miedo se refleja claramente en la mayoría de las
utopías en las que triunfa el despotismo de la racio-
nalidad igualitaria.

[18] El Partido Comunista de Francia, el Partido So-


cialista, el Partido Socialista Unificado y los sindica-
tos mayoritarios Confederación General del Trabajo
y Confederación Francesa Democrática del Trabajo.
El PSU nace en 1960 como un complejo de tenden-

254
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

cias heterogéneas —que van desde el anti-gaullismo


hasta corrientes anti-estalinistas y autogestionarias—
en reacción a la Guerra de Argelia y al apoyo del
SFIO (Sección Francesa de la Internacional Obrera,
antecedente del Partido Socialista), al golpe de Es-
tado de De Gaulle, situándose a medio camino entre
el SFIO y el PCF a lo largo de las décadas de 1960 y
1970 hasta su disolución en 1989, momento en que
se había convertido en un partido extraparlamenta-
rio. La CFDT estuvo ligada al PSU hasta los años 80,
cuando tomó una deriva centralista llegando a apo-
yar en 1995 la regresiva reforma de la Seguridad So-
cial que llevó a cabo el primer ministro conservador
Alain Juppé. Por su parte, la CGT continúa ligada al
PCF [N. del T.]

[19] Ouvriers Spécialisés, ‘‘obreros especializados’’,


era el nombre que se daba a los trabajadores en las
cadenas de montaje. La huelga más emblemática de
estos años fue la de los O.S. del automóvil en la fá-
brica Renault de Boulogne-Billancourt, entre mayo y
abril de 1973, donde la CGT y los grupos de ultraiz-
quierda tuvieron mucha influencia [N. del T.]

[20] Cf. el artículo de P. Drouin en Le monde de


27/03/1973, así como el libro de R. Tourneux, Le
mois du mai du général, que intenta glorificar la ac-
ción de De Gaulle pero que sólo llega a evidenciar
a qué punto el gran hombre fue desbordado por los
acontecimientos y no comprendió qué estaba pasan-
do.

255
JACQUES CAMATTE

[21] Joseph Fontanet (1921-1980) fue secretario ge-


neral del partido demócrata-cristiano Movimiento
Republicano Popular (MRP) y ocupó diversos car-
gos ministeriales a principios de los años 60, los pri-
meros bajo la presidencia de De Gaulle [N. del T.]

[22] Cf. el artículo de P. Viansson-Ponté en Le monde


de 31/12/1972. En 1964, P. Cardan había compren-
dido la importancia excepcional de la insurrección
de la juventud, pero la percibió como algo externo,
como una cosa que había que saber utilizar, lo cual
era el tributo ideológico pagado a la vieja concep-
ción de la conciencia inyectada desde el exterior. ‘‘El
movimiento revolucionario podrá dar un sentido po-
sitivo a la inmensa revuelta de la juventud actual y
hacer de ella el fermento de la transformación social,
si sabe encontrar el verdadero y nuevo lenguaje que
ésta está buscando y si sabe mostrarle una actividad
de lucha contra el mundo que rechaza’’ (Socialisme
ou Barbarie, nº35, pág. 35).

[23] Cf. L’armée nouvelle. La lectura de este libro


muestra a qué punto el ‘‘fascismo’’ no necesitaba in-
ventar teoría alguna, ya que ésta había sido ya pro-
ducida por la socialdemocracia internacional. Jaurès
quería reconciliar el ejército y la nación —¿y qué
quiso y realizó Hitler?—. Esto se llevó a cabo y, en
1914, los valientes franceses marcharon alegremente
a la carnicería. Qué diferencia entre el culto jauresia-
no de la patria: ‘‘Ésta hunde sus raíces en el fondo

256
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

mismo de la vida humana y, si así puede decirse, en


la fisiología del hombre’’ (ed. 10/18, pág. 268) Por
la época, más allá del Rhin, Bebel mantenía más o
menos el mismo discurso.

[24] Franz Borkenau (1900-1957) fue un pensador


iniciado en el marxismo y en el psicoanálisis, mili-
tante del KPD y agente del Komintern durante los
años 20. Tras presenciar la represión del estalinismo
a la CNT y el POUM durante la guerra civil españo-
la, y ser torturado él mismo por el PCE, se adhiere
al discurso anticomunista junto a intelectuales como
Raymon Aaron y Arthur Koestler, destacándose du-
rante los años 50 como estudioso de la Unión Sovié-
tica [N. de T.]

[25] Citado por Chomsky en L’Amérique et les nou-


veaux mandarins, ed. du Seuil, pág. 196 [Los nuevos
mandarines del poder americano, ed. Alianza, N. de
T.] [Traducimos la cita, como en el resto de casos,
directamente del texto de Camatte, N. del T.]

[26] El MPA [Modo de Producción Asiático] conoció


también diversos movimientos insurreccionales de
gran amplitud que lo regeneraron. Algunas revueltas
fueron incluso, según diversos historiadores, susci-
tadas por el propio Estado; la gran revolución cultu-
ral maoísta no sería sino una reedición. Estos hechos
confirman nuestra tesis mil veces avanzada sobre la
convergencia entre el MPC y el MPA.

257
JACQUES CAMATTE

[27] Las CRS (Compañías Republicanas de Seguri-


dad) es el cuerpo de policías antidisturbios en Fran-
cia [N. del T.]
[28] Ésta, por otro lado, sólo es una violencia lar-
vada, hipócrita; una manifestación de la incapacidad
del ser
[29] Es claro que la vieja oposición ciudad-campo ya
no existe. El capital urbaniza el planeta, es la minera-
lización de la naturaleza. Asistimos a nuevos conflic-
tos entre los centros urbanos y las zonas rurales allí
donde aún persisten algunos campesinos. Los centros
urbanos reclaman cada vez más agua, lo que lleva a
la construcción de un gran número de embalses a dis-
tancias que llegan a ser de 100 o a veces incluso 200
kilómetros. Esto provoca la destrucción de tierras
de cultivo fértiles, de caza o de pesca, pero además
contribuye a privar de agua a los campesinos, dado
que todas las fuentes son canalizadas para alimentar
el embalse o el canal de turno. Este conflicto puede
afectar a una misma persona, como a las que viven
en la ciudad y tienen una segunda residencia «en el
campo». En ello se puede ver que nos encontramos
bien lejos de la tradicional cuestión campesina; se
trata de una relación global de los hombres con la
naturaleza y de la puesta en cuestión de su modo de
ser actual
[30] Como hacen los psiquiatras estadounidenses
que se hacen internar voluntariamente en las clínicas
psiquiátricas para demostrar que no existe ningún
saber apto para definir la locura. Añadimos que la
locura actual es una producción necesaria del capital.

258
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

[31] Cf. Apocalypse et révolution, ed. Dedalo, 1973.


Este libro se presenta como ‘‘un manifiesto de la re-
volución biológica’’. Es de una gran riqueza de con-
tenidos que no se pueden resumir aquí. Los autores
también tratan la cuestión de la representación y la
simbología en las relaciones sociales (cf. nota 15).
Dejamos aquí dos pasajes que ilustran un poco su po-
sición: ‘‘Los comentaristas progresistas del informe
del MIT y de las propuestas de Mansholt se equivo-
can al afirmar que el capital no puede sobrevivir sin
incrementar continuamente la producción de mer-
cancías, sustrato de su valorización, si entienden por
mercancías únicamente las “cosas”. Poco importa la
naturaleza de la mercancía, si es una “cosa” en lugar
de una “persona”. Para que el capital pueda conti-
nuar reproduciéndose como tal, basta con que al inte-
rior de la circulación persista un momento en el que
una mercancía cualquiera asuma la tarea de cambiar-
se por A para seguidamente volver a cambiarse por
A’. Esto es, en teoría, perfectamente posible, siempre
que el capital constante, en lugar de ser invertido en
su mayoría en instalaciones aptas para producir ex-
clusivamente objetos, sea invertido en instalaciones
aptas para producir “personas sociales” —servicios
sociales y “servicios personales”— (pág. 82)
‘‘La coherencia suprema de lo ficticio es la de mos-
trarse, en definitiva, como representación perfecta
y por tanto como organización de las apariencias
perfectamente irreales; es la de realizarse en la se-
paración definitiva de lo concreto, en su propia des-

259
JACQUES CAMATTE

aparición sensible —lo ficticio es la esencia de toda


religión. Pero es sólo manifestándose como subjeti-
vidad consustancial al movimiento orgánico natura-
lizante, a su capacidad global en proceso, como la
especie podrá emanciparse definitivamente de la pró-
tesis, liberarse de lo ficticio y de las religiones. La re-
volución biológica consiste en la inversión definitiva
de la relación que ha visto a lo largo de la prehistoria
[todo el periodo que precede a la revolución comu-
nista, N. de Camatte] la corporeidad de la especie
sometida a la dominación de la máquina social; con-
siste en la emancipación de la subjetividad orgánica,
en la “domesticación” irreversible de la máquina en
todas sus modalidades de aparición posibles’’ (pág.
135).

[32] He aquí un ejemplo destacable: ‘‘En conclusión,


constatemos que la financiación del crecimiento prác-
ticamente no está garantizada por los mecanismos
propios del sistema capitalista. Éstos implicarían, en
efecto, que los particulares aceptan endeudarse para
tener liquidez, la cual emplearían en lugares de in-
versión no líquidos de una u otra empresa, por cuyo
crecimiento apostarían. Los nuevos fondos entrarían
así en la economía a través de la bolsa. Y las empre-
sas financiadas de esta forma por la bolsa, no ten-
drían necesidad de autofinanciarse. En ausencia de
inflación, el importe de la deuda de los particulares
sería equivalente al importe de los activos líquidos
necesarios para el crecimiento, y no más.
De hecho, para financiar el crecimiento, el sistema ca-

260
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

pitalista supone la existencia de apostantes dispues-


tos a perder en términos nominales el importe de su
apuesta, si se equivocaron al estimar el crecimiento
de una u otra empresa. Siendo insuficiente el impor-
te de estas apuestas, las empresas deben endeudarse
directamente mediante instituciones financieras. Este
mecanismo existe en sistemas no capitalistas [...].
En definitiva, con la existencia de tasas de interés,
de un precio del dinero no prestado (en el caso de la
colocación de activos líquidos) o prestado práctica-
mente sin riesgo de pérdida nominal (obligaciones),
el sistema capitalista no financia sino muy parcial-
mente el crecimiento, y genera así una inflación acu-
mulativa’’ (J. Fau, ‘‘Analyse de
l’inflation’’, en Le monde, 05/12/1972).

[33] Amadeo Bordiga (1889-1970) fue un teórico y


militante comunista, fundador del Partido Comunista
de Italia junto a Antonio Gramsci y Palmiro Toglia-
tti y su principal dirigente hasta su exclusión de la
dirección en 1925, por obra de la III Internacional,
debido a sus críticas a la orientación de esta última,
y finalmente del PCI en 1930 por su clara oposición
a Stalin. Es una de las figuras más importantes de
la izquierda comunista, junto con Rosa Luxemburgo,
Anton Pannekoek y Hans Gorter. Jacques Camatte
perteneció hasta 1966 al Partido Comunista Interna-
cionalista, del que Bordiga era uno de los principales
representantes [N. del T.]

[34] La revuelta nobiliaria de 1825 es también cono-

261
JACQUES CAMATTE

cida como el Levantamiento Decembrista, por pro-


ducirse en diciembre de 1825 durante el interregno
entre la muerte del zar Alejandro I y el juramento de
Nicolás I de Rusia. Fue llevada a cabo por los jóve-
nes oficiales del Ejército Imperial, miembros de la
élite aristocrática y admiradores del modelo de régi-
men liberal representado por Napoleón, con el obje-
tivo de iniciar una serie de reformas que permitieran
la liberalización de la economía rusa y la consecu-
ción de una monarquía parlamentaria. Tras su fraca-
so y la ejecución de sus líderes, las reivindicaciones
decembristas continuarían de la mano de las élites
intelectuales y finalmente serían recogidas y amplia-
das con vocación socialista por el movimiento de los
narodniki o populistas rusos en las décadas de 1860
y 1870 [N. del T.]

[35] Lo que caracteriza al capital no es tanto la afir-


mación cuantitativa y la negación de lo cualitativo,
sino la contradicción fundamental entre los dos, en
la cual el polo cuantitativo tiende a fundir toda cua-
lidad.
No se trata de desear la cualidad negando la cantidad,
como no se reivindica el valor de uso negando el va-
lor de cambio. Es necesaria una mutación total que
permita abolir toda lógica de la dominación. Puesto
que cualidad y cantidad están íntimamente ligadas
a la medición y el conjunto de ambas al valor. La
medición es tan operante al nivel del valor de uso
como al valor de cambio. En el primer caso, está en
directa relación con una dominación de los hombres:

262
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

los valores de uso miden la posición social, el peso


de opresión de un individuo particular. Existe un
despotismo del valor de uso tanto como del valor de
cambio y ahora del capital. En sus notas al libro de
James Mill, Marx denuncia el utilitarismo, filosofía
que reduce al hombre a su uso, pero donde el inter-
cambio tiende a autonomizarse.

[36] Sternberg lo ha expresado extraordinariamente


en Futuros sin futuro.

[37] ‘‘El hecho de que sólo sirva de medida del va-


lor la cantidad de trabajo independientemente de la
calidad […] supone que los diferentes trabajos han
sido nivelados por la subordinación del hombre a la
máquina o por la división extrema del trabajo; que
los hombres desaparecen ante el trabajo; que el pén-
dulo del reloj ha pasado a ser la medida exacta de
la actividad relativa de dos obreros como lo es de la
velocidad de dos locomotoras. Por eso, no hay que
decir que una hora de trabajo de un hombre vale tan-
to como una hora de otro hombre, sino más bien que
un hombre en una hora vale tanto como otro hombre
en una hora. El tiempo lo es todo, el hombre ya no
es nada; es, a lo sumo, la osamenta del tiempo’’ (K.
Marx: Miseria de la filosofía, ed. Siglo XXI, 1987,
pág. 21) [N. del T.]

[38] En la página web de la revista Invariance, donde


se encuentra éste y otros textos de Jacques Camatte
en versión original, encontramos en el ‘‘Glosario’’ la

263
JACQUES CAMATTE

definición de este concepto, que traducimos a con-


tinuación: ‘‘Individualidad: aptitud que se plantea
como momento de emergencia y unidad perceptible
del fenómeno vida. Para intentar evitar toda reduc-
ción, empleo [Jacques Camatte] el término indivi-
dualidad-gemeinwesen para indicar que no hay se-
paración entre los dos, separación que es a fortiori
oposición. La individualidad posee la dimensión ge-
meinwesen, por el hecho mismo de su emergencia,
no seguida de una separación, sino del mantenimien-
to de la participación en el fenómeno vida’’. Cf. en
http://revueinvariance.pagesperso-orange.fr/glossai-
re.html [N. del T.]

[39] Cf. ibid.: ‘‘Gemeinwesen: concepto muy utili-


zado por K. Marx y G. W. F. Hegel. Indica no sólo
el ser común, sino también la naturaleza y la esencia
comunes (Wesen). Es lo que nos funda y nos aco-
muna [nous accomune, nos hace comunes, nos hace
en común], participando del mismo ser, de la misma
esencia, de la misma naturaleza. Este es el modo de
manifestación de este ser participado.
Podría añadir una interpretación personal sobre ge-
mein. “Ge” es una partícula inseparable que expresa
la generalidad, el común, el colectivo. “Mein” indica
lo que es individual: mien [mío]. Así aflora subya-
cente la idea de una no separación entre lo que es co-
mún y lo que es individual; lo que implica el concep-
to de participación, en el que se percibe el sí mismo
en un todo que es como consustancial.
La Gemeinwesen se presenta entonces como el con-

264
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

junto de individualidades, la comunidad que resulta


de sus actividades en la naturaleza y en interior del
mundo creado por la especie, al mismo tiempo que
las engloba, dándoles su naturalidad —indicada por
wesen—, su substancia en tanto que generalidad —
indicada por gemein—, en un devenir (wesen)’’ [N.
del T.]

[40] Tal es la definición del infinito dada por Blanqui


—que modifica un poco la famosa frase de Pascal.
Cf. L’éternité par les astres, ed. La tête de Feuille,
pág. 119.

265
JACQUES CAMATTE

266
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

ES NECESARIO SALIR DE ESTE


MUNDO

Para situar la perspectiva trazada en «Contra la


Domesticación» y delimitar el mundo que es necesa-
rio abandonar, hay que especificar cómo es que sur-
ge su elemento determinante: el devenir del Modo
de Producción Capitalista (MPC). ¿Qué es lo que se
entiende por crisis del MPC? ¿Cómo se plantea el
devenir–ruptura con el MPC? Tales son las pregun-
tas que hay que responder. Voy a tratar solamente
con algunos puntos de forma breve, y seguramente
insuficiente, pero también necesariamente, ya que
esto nos permite dar gran coherencia a lo que se ha
venido publicando con anterioridad en esta revista.
Por otro lado, esto también nos permite situar la “su-
peración” de Marx tal como había sido prevista por
varios de los compañeros que escriben en la revista
“Invariance”, así como por aquellos que no publican
en la revista pero que transitan por un camino con-
vergente con el nuestro. Sobre todo porque a partir
del momento en que se afirma que Marx ha sido su-
perado, muchos de los que hacen tales afirmaciones
ni siquiera consienten en lanzar una mirada distraída
a su obra. Sin embargo, para mí la cuestión no se tra-
ta de la muerte de Marx, sino de mi propia vida en la

267
JACQUES CAMATTE

cual Marx es siempre esencial. No se trata de superar


a Marx para para poder afirmarse uno mismo, sino
de superarlo para estar en línea con una dinámica de
vida humana que tiende a desacoplarse del imperio
del capital. Digo esto pensando en las observaciones
de Adorno sobre los artistas recogidas en “Minima
Moralia”. Todos los artistas deben, en su corazón,
matar a su predecesor para poder afirmarse ellos mis-
mos; en otras palabras, debemos abandonar la prácti-
ca de asesinar a un mismo padre mítico.

Autonomización y escape del capital.

Lo escrito en El Capital, e incluso en los Grundris-


se, muestra que Marx tropieza con el capital a inte-
rés y la posibilidad de situarlo en la totalidad. ¿Cómo
podemos explicar el desarrollo del capital hacia la
totalidad por la mediación del capital a interés y, al
mismo tiempo, explicar el proceso de reproducción
global de acuerdo con lo establecido en el Libro II de
El Capital?
Es importante situar el punto en que Marx tropieza
para que podamos comprender de la mejor forma el
escape del capital. Asimismo, la relativa “indepen-
dencia” del estudio de la renta de la tierra en rela-
ción con el resto de la obra es también una muestra
significativa de la incapacidad de Marx para conce-
bir al capital en la totalidad de su devenir. Ya había
hecho surgir esta problemática cuando escribí sobre
la “terrestrialización” [1] de las leyes del capital,
afirmando que el capital puede ser explicado mucho

268
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

mejor sobre la base de la teoría de la renta de la tierra


que desde las leyes explicadas en los volúmenes I y
II de El Capital (todo lo que concierne al precio de
producción, a la igualación de la tasa de ganancia,
la baja tendencial de la tasa de ganancia). Marx, si-
guiendo en esto a Ricardo, era un marginalista, pero
no desde el punto de vista del sujeto individual, sino
desde el punto de vista del sujeto social porque la
marginalidad no depende del ser humano individual,
sino de una demanda social y global. Sin embargo,
para Marx la demanda no es una cosa extra – eco-
nómica, como a menudo tiende a considerarse, sino
un elemento operante dentro del sistema económico.
Hay algo en todo ello que se asemeja al problema del
valor de uso y es correcto que ambas problemáticas
estén vinculadas, e.g. en El Capital II, Moscú 1956, p.
147: ‘‘Con el desarrollo de la producción capitalista,
la escala de la producción está determinada cada vez
menos por la demanda directa del producto y cada
vez más y más por la cantidad de capital disponible
en las manos del capitalista individual…” En efecto,
Marx planteó la cuestión de saber hasta qué punto el
valor de uso es un fenómeno puramente económico
(véase. “Grundrisse”).

Las presuposiciones para la autonomización de la


forma – valor son:
1. Autonomización de los diferentes pro-
ductos del capital: ganancia, interés y renta de
la tierra. Hay entonces un movimiento de las
formas de plusvalía y la cuestión que se plan-

269
JACQUES CAMATTE

tea es saber cómo vincular los diferentes movi-


mientos autónomos, que se auto-autonomizan,
para que no culminen en la desagregación de la
totalidad.
2. La pérdida de substancia (desubs-
tancialización), es decir, el quanto de traba-
jo contenido en cada mercancía tiende a caer
continuamente (desvalorización). De allí la
contradicción entre valorización y desvaloriza-
ción que hemos analizado con frecuencia.
3. Desaparición del intercambio que tiene
relación con la generalización del trabajo asala-
riado y al hecho de que los trabajadores son re-
munerados de forma similar a otras categorías
profesionales.
4. El hecho de que el capital es capital cir-
culante y que, por tanto, debe siempre dominar
la esfera de la circulación para poder perpetuar
su existencia.

Ya hemos, en parte, tratado este problema de la


siguiente forma:

(a) autonomización del capital sobre la base


de sus propias presuposiciones, esto es, la con-
diciones creadas por el propio capital.

(b) el capital supera las dificultades indica-


das en más arriba (1.) gracias al desarrollo del
capital ficticio (incluso la contradicción valori-
zación/desvalorización). El capital ficticio pue-

270
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

de ser considerado como el tejido conectivo que


une los diversos capitales.

(c) El desarrollo total del capital como una


estructura finalizada y, mejor dicho, como co-
munidad material, permite el escape de esta fic-
ción porque va de la mano con el fenómeno de
antropomorfosis.

Me ví llevado a introducir el concepto de antropo-


morfosis después de leer la “Contribución a la Crí-
tica de la “Filosofía del Derecho de Hegel” escrita
por Marx. En mis comentarios para un estudio de la
democracia de 1962 – 63 (estos comentarios fue-
ron enviados a Bordiga en 1964, véase “Invariance”
Serie I, no. 1, postfacio de 1974), hacía notar lo si-
guiente:

En lo que concierne al vínculo de las haciendas en


la primogenitura, es necesario destacar dos elemen-
tos:

1) Lo que perdura es el bien hereditario, la


propiedad de la tierra. Es el elemento durade-
ro en la relación, su substancia. El amo de la
propiedad, su dueño, es un mero accidente. Las
diferentes generaciones de propietarios repre-
sentan la propiedad antropomorfizada (podría
decirse lo mismo de la antropomorfosis del ca-
pital, véase lo que dice Marx con respecto al
capital fijo…). La propiedad hereditaria de la

271
JACQUES CAMATTE

tierra, por así decirlo, hereda continuamente al


primogénito de la casa como un atributo atado
a ella. Cada primogénito en la serie de propie-
tarios de la tierra es la herencia, la propiedad de
la propiedad inalienable, la substancia predes-
tinada de su voluntad y de su actividad. El suje-
to es la cosa y el predicado es el ser humano. La
voluntad deviene en la propiedad de la tierra.

2) La cualidad política del dueño de la pro-


piedad es la cualidad política de su bien here-
ditaria, una cualidad política inherente a esta
propiedad hereditaria. De allí que la cualidad
política también aparezca también aquí como
una propiedad de la tierra, como una cualidad
que pertenece directamente a la naturaleza pu-
ramente física de la tierra.” (Marx/Engels ‘Co-
llected Works’ Vol.III, Moscow 1975, p. 106).

En la sociedad capitalista ocurre lo mismo, sola-


mente que esta vez en relación con el capital. La úni-
ca diferencia es que el capital convierte al ser humano
en una abstracción, esto es, toma todo su contenido,
toda su naturaleza material: la fuerza de trabajo, toda
substancia humana se vuelve capital. De allí la antro-
pomorfosis del trabajo [2]. Lo hace también en sus
vínculos con la sociedad civil, el conjunto de seres
humanos, puesto que necesita de individuos para
realizar su dictadura. Estos son los burócratas, los
tecnócratas, etc. El humano es ser humano abstrac-
to definido por la constitución. Además, no debemos

272
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

olvidar que el capital ha conquistado la totalidad de


la ciencia, toda la obra intelectual de la humanidad,
y domina en nombre de todo este conocimiento acu-
mulado. Al contrario del hombre de la sociedad feu-
dal, que era ante todo animal, el ser humano de la
sociedad burguesa es puro espíritu.
En la Serie I número 2 de Invariance en la cual pu-
bliqué El “Sexto Capítulo” inédito de El Capital y la
Obra Económica de Marx, así como en las Tesis so-
bre el capitalismo del n° 6. I, traté esta problemática
en torno a la autonomización del capital, así como en
trabajos posteriores, mientras que la Serie II núme-
ro 3 (a) contiene solamente las afirmaciones sobre el
escape del capital: por lo tanto, es mejor dar un paso
atrás para recentrar esta problemática y agotarla en la
medida de lo posible.
Hemos visto en el Libro I (de El Capital) que Marx
define el capital como valor en proceso, en el Libro
III y en los Grundrisse define al capital en tanto que
unidad de los procesos de producción y circulación
(véase Teorías Sobre la Plusvalía V. III), que es ésta
unidad en proceso; finalmente afirma que el capital
es capital en proceso. Es importante situar cada mo-
mento de esas determinaciones esenciales. Además,
debemos tener en mente que para Marx cada momen-
to del capital deviene en capital más o menos auto-
nomizado, que puede haber una contradicción entre
los capitales individuales y el capital global. Por otro
parte, el movimiento del capital se manifiesta como
la exteriorización de su relación interna, valor, apoyo
del capital avanzado y plusvalía (véase también en

273
JACQUES CAMATTE

una cierta medida la relación entre trabajo necesario


y plustrabajo, pero también en la que existe entre ca-
pital fijo y capital circulante).

Algunas aclaraciones para ilustrar mejor:

Es extremadamente importante comprender


esos aspectos del capital fijo y del capital cir-
culante como formas específicas características
del capital en general… (Grundrisse, 1973.9).

La totalidad de este pasaje es también la expli-


cación del momento particular del proceso total de
valorización del capital contiene en el la fase de des-
valorización. Así, el proceso total del capital es igual
a la unidad de producción y circulación, y puede
ser analizado simultáneamente como valorización y
desvalorización. Cómo el capital supera esta contra-
dicción si no por la exteriorización de un movimien-
to que plantea el capital ficticio, el cual tiende así
a negarse a sí mismo de una forma inmediata, a fin
de evadir el objetivarse (para evitar la objetivación),
porque esa alienación es entonces desvalorización;
toda objetivación es negación, esto es, desvaloriza-
ción.

“Como sujeto que domina [übergreifend] las


diversas fases de este movimiento, como valor
que en éste se mantiene y reproduce, como el
sujeto de estas transformaciones que se operan
en un movimiento circular [Zirkellauf] – como

274
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

espiral, círculo que se amplía -, el capital es


capital circulante. Por consiguiente el capital
circulante no es, por de pronto, una forma espe-
cial del capital, sino que es el capital en una de-
terminación más desarrollada, como sujeto del
movimiento descrito, el cual es el capital mismo
en cuanto su proceso de valorización [vewer-
tungs prozess]. Desde este punto de vista, pues,
todo capital es también capital circulante. En la
circulación simple la circulación misma se pre-
senta como el sujeto. Pero el capital está puesto
como sujeto de la circulación, y esta se halla
puesta como el verdadero ciclo vital de aquél
[Lebenslauf].”

El capital es, pues, en cada fase particular,


la negación de sí mismo en cuanto sujeto [sei-
ner als Suhjekt] de las diversas metamorfosis.
” (Grundrise, p. 131).

Cada mutación o metamorfosis del capital mone-


tario, del capital productivo y del capital mercantil
le da su sustancia. El capital se objetiva y adquiere
una forma objetivada, así se desvaloriza, se niega sí
mimo.

“Mientras permanezca en el proceso de pro-


ducción no es capaz de circular y, por tanto, se
encuentra virtualmente desvalorizado” (Ibid, p.
131)

275
JACQUES CAMATTE

Por otro lado, debemos tener en cuenta aquello


que hemos enunciado anteriormente. Marx explica
que alternando dos capitales, productivo y circulan-
te, el capital supera parcialmente la desvalorización.
De esta forma aparece mejor el estudio de la circula-
ción y del modo en que el capital supera la fijación.
Es entonces cuando el crédito, el cual permitía a la
producción continuar y luego superar la fase poste-
rior – o anterior – a la producción, deviene la forma
concreta del escape del capital y su autonomización.
El capital en la forma de crédito es capital en proce-
so.

Con ello se niega la autonomía del tiempo de


trabajo y se pone al proceso de producción mis-
mo como determinado por el intercambio (Ibid,
p.139).

Dado que el tiempo de trabajo ha sido negado, la


ley del valor no puede actuar como antes. Eso reper-
cute en el proceso inmediato de producción.

En ambos casos el tiempo de circulación sólo


se tiene en cuenta en la medida en que es la su-
presión [aufhebung], la negación del tiempo de
trabajo ajeno: ya sea porque interrumpa al ca-
pital en el proceso de la apropiación de aquél;
ya sea porque lo obliga a consumir una parte
del valor creado, y ello para ejecutar las opera-
ciones de circulación, esto es, para plantearse
como capital. (Ibid, p. 147).

276
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

El capital domina de esta forma la circulación y


tiene que hacer lo mismo simultáneamente con el
movimiento social. Aquí Marx ofrece otra determi-
nación de la antropomorfosis del capital, al cual con-
sidera como un único gran trabajador.

El capital mismo en proceso – o sea efectuan-


do una rotación – es considerado como el capi-
tal que trabaja, y los frutos que presuntamente
produce se calculan según el tiempo de trabajo,
o sea el tiempo total en que se cumple una rota-
ción. La mistificación resultante es inherente a
la naturaleza del capital. (Ibid, p. 155).

Hemos recordado una sección poco conocida de la


obra de Marx que trata sobre la autonomización del
capital y la circulación. El otro aspecto, concerniente
al proceso de producción, ha sido ya demasiado en-
fatizado (véase. “Invariance” Serie I número 2).
Recordemos que cuando nos desplazamos desde
la plusvalía a la ganancia, el capital entra realmente
en relación consigo mismo: el capital es a la vez su-
jeto y objeto (véase Hegel y La Fenomenología del
Espíritu) [3]. Se duplica en la relación consigo mis-
mo. En lo que respecta al capital a interés, Marx dice
que se trata de una sin contenido, una forma a–con-
ceptual y, al definir de esta forma el capital a interés,
retoma la comparación con el autómata que ya había
hecho en el capítulo del Libro I de El Capital “La
fórmula general del capital”. Marx escribió:

277
JACQUES CAMATTE

En la relación D – M – D la mediación es aún


mantenida. En D – D’ tenemos la forma más
incomprensible del capital, la más extrema in-
versión y materialización de las relaciones de
producción.(Teorías Sobre la Plusvalía, Vol. II,
p. 462).

Añade que es una “expresión irracional” que indi-


ca la completa demencia [Verrucktheit] del capital
(Teorías Sobre la Plusvalía, Vol. III, p. 456). Sin em-
bargo, también afirma:

Es, por consiguiente, especialmente bajo esta


forma que el capital existe como representación.
Este es el capital por excelencia. (ibid, p.455)

Al afirmar que el capital no es más que una repre-


sentación, nosotros no hacemos otra cosa más que
llevar a término una investigación iniciada por Marx
y cuyos elementos esenciales se encuentran ya en
la totalidad de El Capital. Por último, recordemos
aquello que ya ha sido señalado en Invariance Se-
rie II número 3 p.29 (b); que con el capital a interés
desaparece toda memoria del proceso de producción,
mientras que este permanece, aunque oscurecido, en
la etapa del capital – ganancia. Por lo tanto, habría
una especie de disolución del capital.

Si en la forma (Gestalt) final de la produc-


ción capitalista la ganancia es asumida como

278
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

algo dado, las innumerables transformaciones y


etapas intermedias a través de las cuales ha pa-
sado el capital son borradas y, por consiguiente,
la naturaleza del capital deviene irreconocible.
(ibid, p.486).

Ahora bien, para que el capital a interés pueda


existir la ganancia debe estar presupuesta.
Marx, por lo tanto, reconoce la realidad del capi-
tal automático, pero al mismo tiempo sus límites: su
dependencia del proceso de producción. El siguien-
te pasaje del Capítulo 24 del Libro III “El capital
a interés, forma alienada de la relación capitalista”,
ilustra mejor su pensamiento:

En el capital a interés aparece consumado el


concepto del capital como un fetiche, la idea
que atribuye al producto acumulado del trabajo
plasmado como dinero la virtud, nacida de una
misteriosa cualidad innata, de crear automáti-
camente plusvalía en una progresión geométri-
ca, de tal modo que este producto acumulado
del trabajo ha descontado ya desde hace mucho
tiempo, según el Economist, toda la riqueza de
la tierra presente y futura como algo que por
derecho le corresponde. El producto del traba-
jo pasado, el trabajo pasado mismo, está aquí
incrustado con una parcela de trabajo vital pre-
sente o futuro (véase una formulación similar
en Marx comparando el capital con un Mo-
loch). Por el contrario, sabemos que la conser-

279
JACQUES CAMATTE

vación y, por tanto, la reproducción del valor


de los productos del trabajo pasado, no es más
que el resultado de su contacto con el trabajo
vivo y que, por otra parte, el trabajo vivo exce-
dente permanece solamente durante la relación
capitalista, la relación social determinada en la
que el trabajo pasado se opone, independiente
y todopoderoso, al trabajo viviente.(Capital III,
p. [final C.24)]).

El capital no puede emanciparse del proceso de


producción donde el trabajo humano es el elemento
determinante. Eso es lo que Marx afirma cuando dice
que el límite de la tasa de interés no es cuantitativo
sino cualitativo porque depende de la tasa de ganan-
cia. De allí la polémica con Price, a quien le reprocha
el considerar al capital como un autómata mientras
que él mismo hace uso de esta comparación. En úl-
timo análisis, esta forma del capital resulta ser pro-
fundamente irracional para Marx, ya que no podría
desenvolverse libremente. Curiosamente, Marx toma
aquí la misma posición que Aristóteles. Este último
diferencia la economía, el arte de la adquisición de
riqueza, de la crematística o la adquisición de di-
nero; si la primera es natural, la segunda es contra
la naturaleza (como Marx mismo hace notar en su
anotación al píe sobre Aristóteles en el Libro I de El
Capital). Aristóteles señalaba una cierta irracionali-
dad del proceso, pero sólo lo sería en tanto que no
posee un “límite determinado” y que aparece como
una creación a partir de la nada. Toda reflexión sobre

280
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

la actividad económica, concebida en su sentido más


amplio, está atravesada por esta división entre acti-
vidad natural, ya que debe permitir a las personas re-
cuperar sus productos, así como una buena gestión, y
una actividad frenética que no tiene fin en sí misma,
sino que se presenta desde el principio como un esca-
pe (runaway), la adquisición de riqueza como tal por
el comercio, la usura, la especulación, etc.
Profetas y filósofos han condenado esta última;
los reformadores socialistas deseaban eliminarla por-
que pervierte el libre desarrollo de la ley del valor. O
bien eran incapaces de concebir la autonomización
de esta actividad, o sólo querían limitarla. Marx mis-
mo piensa que el capital en la forma de capital a in-
terés – es decir, en su forma irracional – no puede al-
canzar la autonomía porque depende definitivamente
del proceso de producción. Incluso si en el momento
de la manifestación de esta forma del capital todo
recuerdo del vínculo con éste último ha desapareci-
do. Sin embargo, hay otro elemento esencial en Marx
que lo diferencia de otros teóricos, quien demuestra
que la injusticia, es decir la explotación, continuará
mientras exista la ley del valor; en otras palabras, que
incluso al interior de la economía misma existe un
acto contra la naturaleza, y es allí donde se encuen-
tra la base real de la crematística. La expropiación
de plusvalía no puede justificarse desde un punto de
vista humano, este es el motivo principal de la obra
de Marx: mostrar que los diferentes autores y teóri-
cos solamente se han opuesto a las consecuencias del
mal, y no a la maldad misma. (Ellos quieren, ellos

281
JACQUES CAMATTE

proclaman, capital sin interés…). El punto de con-


vergencia entre ellos y Marx es la creencia compar-
tida de que esta forma de capital no podría autono-
mizarse, que esa forma aún podría permanecer bajo
el dominio de los seres humanos. Pero el capital ha
logrado romper con su dependencia del proceso de
producción y, por ende, con su dependencia de los
seres humanos, pero no de la forma en que los adver-
sarios de Marx (tales como Price) lo concebían, sino
porque el capital ha devenido en representación.
Y, como acabamos de evidenciar, Marx tiene éxi-
to en señalar este modo de ser del capital. En “In-
variance” Serie I número 2, hemos citado algunos
pasajes de las Teorías Sobre la Plusvalía en los que
Marx afirma que el capital deviene en una forma co-
sificada que absorbe las relaciones sociales y, de esta
forma, toda reminiscencia del proceso de producción
desaparece. El capital es, desde ese momento en ade-
lante, lo que ya era esencialmente en su forma an-
tediluviana de capital mercantil, la cual poseía una
existencia precaria (confiscación de bienes, asesinato
de usureros, etc.). Si el capital a interés es la forma
suprema del capital, uno puede verse llevado a creer
que esta forma tiende a afirmarse a sí misma muy
tempranamente, mucho antes de que emergiera el
MPC. Pero evadiendo la actividad humana no pue-
de desarrollarse realmente, porque entonces los seres
humanos aparecen al margen, o incluso antagónicos,
a este desarrollo. Para poder triunfar, tuvo primero
que someterse y, desde el interior, doblegar la fuerza
de los seres a sus exigencias. La evidencia históri-

282
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

ca demuestra que desde la más antigua civilización


(Sumeria), e incluso en áreas donde el MPC no pe-
netró sino hasta muy tarde con grande dificultades
(China), hubo elementos que podríamos llamar capi-
talistas, pero sería absurdo hablar de capitalismo o de
capitalistas. Es aquí cuando la periodización de Marx
en dominación formal y dominación real del capital
se vuelve fundamental; aun cuando se comprenda de
inmediato que esta periodización no es históricamen-
te rigurosa. Los elementos constitutivos del capital
pueden manifestarse muy tempranamente, pues-
to que el fenómeno de la autonomización del valor
de cambio, y por lo tanto la génesis del capital, o
más exactamente su presuposición, puede ocurrir tan
pronto como las antiguas comunidades hayan sido
destruidas. El capital era ya posible con la forma del
dinero, pero solamente pudo volverse efectivo bajo
ciertas condiciones que no volveremos a tratar. Aho-
ra queremos subrayar otro aspecto de esta cuestión.
Dada la unidad ciencia – capital operando dentro
del proceso de producción, y luego en la circula-
ción, la forma del capital portador de interés devie-
ne socialmente racional y no, como Marx pensaba,
irracional. Marx veía una alienación existente en la
forma del capital portador de interés; como si al to-
mar esta forma el capital perdiera todos sus aspectos
civilizadores y progresivos (algo en lo que insistió
con frecuencia) [4]. Algunos epígonos de Marx han
afirmado que el capital financiero es la forma última,
la forma parasitaria, del capital; y han comenzado a
teorizar en torno a una supuesta decadencia del ca-

283
JACQUES CAMATTE

pital (es necesario aclarar nuevamente que esto sólo


podía suceder como tal en la medida en que el ca-
pital financiero aun existía para los seres humanos,
es decir, cuando tenía que lidiar con pequeños ren-
tistas). Sin embargo, esa es realmente la raíz de la
incapacidad teórica para comprender el capital. No
hay que tratar de entender al capital mediante una de
sus formas, sino a través de la totalidad, de su ente-
ra estructura, por medio de su comunidad material
realizada. Luego, es posible comprender como el
triunfo de una forma dada modifica la totalidad del
capital. En lo que concierne al capital a interés, su
papel es esencial porque es por medio de esta forma
que, según Marx, el capital alcanza la totalidad. Pero
él lo plantea con una modificación esencial; lo hace
cuando el capital crea su propia representación, y por
tanto no más dependencia del oro, con mayor razón
frente a cualquier otra representación humana, pero
también no más dependencia de la materialidad tal
como se expresa en la composición orgánica del ca-
pital. De hecho, esta representación solamente puede
operar cuando los seres humanos han internaliza-
do el capital y hacen del capital su representación,
la mediación entre seres humanos y cualquier otra
realidad es el capital, y esto en su dinámica inicial,
expresada en la formula general del capital: C -> C +
^C. Así, el dogma de la creación de la nada no sólo se
ha generalizado, sino que también se ha vuelto pro-
fano. De hecho, podría afirmarse que la interacción
extrema entre humanos, es producto de que cada uno
de nosotros tiene que enfrentarse a los efectos capita-

284
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

lizadores de la actividad de los demás. Sin embargo,


aquello que permanece profundamente cierto en el
estudio de Marx es que desde ese momento todo el
recuerdo de la actividad humana desaparece. No so-
mos más que la actividad del capital.
La irracionalidad de ayer es la racionalidad de
hoy. Todo lo que era humano se vuelve irracional.
De allí la exigencia de una vida centrada en el hom-
bre y en la mujer, en la regeneración de la naturale-
za, en una reconciliación con la naturaleza liberada
de la demencia. El debate sobre la polución y los
límites del desarrollo lo demuestra ampliamente.
Dicho de otra forma: ¿cómo afecta el capital
portador de interés la totalidad del proceso? Si el
capital está más o menos autonomizado… ¿cómo se
plantean el proceso real y el proceso que se origina
de la nada? La especulación muestra acertadamente
que existe una discrepancia y, por tanto, muestra
que el capital no es una representación para todos
los seres humanos. Existen dos alternativas: o una
especulación generalizada o un dominio de la repre-
sentación, lo cual implica la programación de seres
humanos, la interiorización de una representación.
En el momento actual nos encontramos en una fase
intermedia (la crisis monetaria y el problema del oro
lo demuestran).
¿Será capaz el capital de mantener unidos sus
diferentes momentos que tienden a autonomizarse?
Pareciera sufrir el mismo proceso que sufre el ser
humano: la división, la separación…
Es este momento particular de la vida del capital

285
JACQUES CAMATTE

el cual provoca una exacerbada eclosión del de-


recho, puesto que los conflictos tienen lugar en el
campo de la propiedad, de esta o aquella porción del
capital, sobre la validez de tal o cual especulación,
sobre los medios legales para realizar cierto trato,
etc. Estafadores y personas decentes tienen nece-
sidad de los derechos fundados por el devenir del
capital. ¿Pero, puede lograrse este desarrollo del
capital sin el vestigio de un modo de vida humano
(domina al tomar prestados los elementos de una
sociedad en la que los seres humanos era determi-
nantes)?
En fin, si el capital se libera completamente…
¿en qué puede acabar sino en la aceptación – re-
presentación que hemos internalizado en nuestros
cerebros? Existe una suerte de disolución del ca-
pital, pero esta es también su mayor fuerza, la cual
plantea la necesidad de analizar en detalle todo lo
que el capital puede realmente ser, todo lo que los
seres humanos han invertido, conscientemente o
no, en la realidad capitalista. Las ideas que los seres
humanos construyen tienen aquí una gran importan-
cia, y no solamente porque se arriesgan a ser tauto-
logías en relación con la realidad misma. De hecho,
esta disolución del capital es también una especie de
“proyecto interno” – al menos a partir de un cierto
periodo – de alcanzar la autonomía, la liberación e,
incluso, la absoluta libertad [5]. Pero, si el capital
se ha despojado de toda materialidad y ha some-
tido a los seres humanos a su propio ser, ¿puede
aun sobrevivir? ¿No es esta una progresión dentro

286
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

de lo absurdo, o acaso un devenir imposible? Este


es, pues, el fin del capital, pero también es el fin de
las especies y, por ende, de la naturaleza. Esta es la
principal amenaza del capital que debe ser enfrenta-
da antes de que pueda llegar a su completa autono-
mía. Dicho de otra forma, no podemos, ni debemos,
llegar al final de ese “proyecto”.

Liberación-Emancipación: dualidad de la
errancia.

Los diversos estudios que hemos realizado, a


partir de Marx, sobre el capital, demuestran que el
desarrollo del capital es también el desarrollo de la
emancipación. Necesita liberarse de las viejas rela-
ciones y representaciones sociales. Tres elementos
deben ser concebidos simultáneamente: separación,
autonomización y abstracción.
Bajo su forma antediluviana el capital surge de
la autonomización de la relación circulante, la cual
puede ser encontrada en la forma que el capital
adopta en la época del mercantilismo, momento que
Marx ha denominado en los Grundrisse como la
“tercera función del dinero”.

El capital surge de la circulación y, por lo


tanto, el dinero como punto de partida… es al
mismo tiempo el primer concepto de capital.
(164) (p.253).

Sin embargo, como dice Marx en “El sexto ca-

287
JACQUES CAMATTE

pítulo inédito del capital”, esa solamente podría ser


un dominación formal del capital porque no existe
aún el dominio del proceso de producción. Para que
el capital pueda realmente surgir, tiene que haber
una separación de los trabajadores de sus medios de
producción. Esto es también lo que Marx denomina-
ba el primer concepto del capital. Ese es el punto de
partida de la creación del proceso de producción del
capital, de su dominación real sobre la producción y,
más tarde, sobre la sociedad. Este desarrollo conser-
va las etapas de los diferentes momentos en los que
el capital ha tenido que superar barreras para libe-
rarse y autonomizarse a sí mismo, y en cada una de
esas etapas existe una división entre los capitalistas y
el capital. No quiero volver sobre esto nuevamente,
puesto que ya ha sido tratado en Invariance Serie I
número 2. Lo que me preocupa ahora es hacer notar
la importancia fundamental del proceso de liberación
– emancipación – separación. El capital se libera a
sí mismo del ser humano y de la naturaleza, o, en
otras palabras, lo seres humanos se separan y liberan
a sí mismo por medio del capital. Gracias al capital
abandonan toda animalidad (véase Moscovici [c]).
Los seres humanos devienen abstractos y así lo ha-
cen también todas sus determinaciones histórico-na-
turales (Lo cual significa que durante el transcurso
de la historia, es decir el tiempo vivido por los seres
humanos en su diversidad, éstos han perdido sus di-
ferentes determinaciones).

Aquí dos observaciones históricas:

288
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

¿Hasta qué punto no es esta sino la secularización


(Verweltlichung), la profanización-mundanización,
de la religión cristiana que plantea un futuro libera-
dor en relación con la naturaleza, una redención? La
crítica de la religión cristiana bien podría ser también
la crítica del capital.
Podría constatarse que el movimiento de libera-
ción burguesa no es realmente puesto en cuestión por
el movimiento proletario; hay una continuidad entre
ambos.
Para Marx, en el fondo, la burguesía no sería capaz
de completar este movimiento de liberación (lo cual
es probablemente cierto) y, por otro lado, piensa que
el Modo de Producción Capitalista (y de esta forma
también la burguesía, puesto que Marx siempre razo-
na en términos de clases) es igualmente incapaz de
reconstituir una unidad, una comunidad. Esta clase
posee un papel destructivo (aquí revolución es igual
a destrucción), el papel del proletariado llevar esa
destrucción hasta final negándose a sí mismo. Otra
comunidad humana podría ser producida desde allí,
y Marx nos entrega algunos de sus delineamientos en
los Manuscritos de 1844 bajo la forma de una aspira-
ción por una nueva comunidad humana, el anhelo de
un nuevo ser humano. Sin embargo, hemos visto que
el capital se ha constituido en una comunidad mate-
rial… entonces hay que volver a comenzar nueva-
mente desde el principio! Es decir, debemos recon-
siderar el movimiento de liberación – emancipación.
Mientras no se perciba este último punto, se puede

289
JACQUES CAMATTE

evidenciar especialmente el proceso de separación,


que es en realidad un proceso de liberación. Debe-
mos estar separados de aquello que nos encadena.
Contra Las cadenas de la esclavitud, la burguesía
propuso la libertad, el desarrollo del individuo y la
democracia. A esta sociedad liberal, Marx opuso la
necesidad de emancipación, de liberación, es decir,
un movimiento que podría ser capaz de producir un
fenómeno que inicia con la separación y que, por sí
mismo, no puede ser definido ni como bueno ni como
malo; únicamente su conclusión podría, en definiti-
va, caer dentro de esta calificación.
Los proletarios permanecen en el terreno de la re-
volución burguesa. Tienen que darle fin, lograr lo que
la revolución burguesa no puede cumplir: la emanci-
pación del proletariado y, de esta forma, la emanci-
pación de la humanidad. Marx plantea, sin embargo,
que tal emancipación solamente puede consistir en la
negación del proletariado. La burguesía ha liberado
las fuerzas productivas de la misma forma que ha li-
berado al Estado y los individuos. Pero tal liberación
no puede ser real porque es solamente la liberación
de una clase en particular, la burguesía, y por otro
lado esta es tan sólo una liberación que sucede en la
esfera política y no en la esfera de la totalidad.
La problemática es redescubierta cuando afirma-
mos que la revolución consiste exclusivamente en la
liberación del comunismo cautivo dentro del Modo
de Producción Capitalista. Esta consistiría en la des-
trucción de una forma opresiva, en la liberación de su
contenido. Habría, pues, una inversión del fenómeno

290
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

que más adelante señalaremos, ya que aquí los revo-


lucionarios tenderían a actuar como los hombres de
la derecha. De todas formas, existe algo de verdad en
esta teorización. El capital es, ciertamente, una forma
que siempre se alimenta de contenido alienado (recu-
peración). Llega el momento, como sucede en todas
las revoluciones, cuando hay una ruptura, y todo se
colapsa. Cualquier evento puede ser el determinan-
te de esta ruptura. No obstante, este no puede ser el
punto de partida para otro modo de vida, a menos
que hombres y mujeres alcancen otra representación,
a menos que se sitúen a sí mismos fuera de la vieja
sociedad. Pero en el caso del capital, la lucha puede,
después de atravesar por un periodo breve o prolon-
gado de conflictos, ser recuperada.
No tenemos que fijar al comunismo como libera-
ción, puesto que el comunismo implica un inmenso
acto de creación para su liberación. El movimiento
comunista como una oposición recuperada por el ca-
pital, puede provocar el necesario desequilibrio, pero
no puede desencadenar la dinámica de una nueva
forma de vida. Además, esta problemática tiende a
dar crédito a la creencia de que el comunismo es so-
lamente posible sobre la base del Modo de Produc-
ción Capitalista. Sin embargo, el gran movimiento de
abandono del capital es únicamente posible de rea-
lizar si los seres humanos redescubren (y, entonces,
recuerdan) las diversas potencialidades en su pasado
de las cuales han sido despojados.
La liberación casi siempre se ha presentado como
una forma de pérdida de contenido. De hecho, el

291
JACQUES CAMATTE

sujeto que se emancipa debe desaparecer en su ser


inmediato, mientras mantiene los datos invariantes,
pero debido al peso del contenido, se produce una se-
paración entre la forma del contenido y la liberación
de este contenido, es decir, la autonomización (que
plantea, en germen, la disociación-spaltung, la esqui-
zofrenia). Esta es la base del siguiente fenómeno: la
izquierda era para la liberación [6] y la derecha para
la defensa del contenido, su mantenimiento.
Esto es particularmente cierto en el caso de las di-
versas religiones. Estas pueden perpetuar su existen-
cia en el tiempo únicamente en la medida en que pre-
servan algo de humanidad, una substancia humana
de otras épocas. La religión, quizás, solamente es po-
sible cuando las personas se han perdido a sí mismas.
Pueden así también entenderse la ambigüedad
existente en los movimientos de liberación nacional
y popular, ambos simultáneamente revolucionarios y
reaccionarios, de acuerdo a la vieja concepción. Pue-
de observarse en el movimiento anti – colonial, espe-
cialmente en algunos análisis de Franz Fanon sobre
Algeria. Sin embargo, esto también es cierto en el
caso de las acciones de los románticos y de Hegel,
así como para el folklore de los partisanos.
De esta forma el mecanismo de la alienación no es
destruido con la liberación, puesto que puede incluso
llegar a ser la apertura a una pérdida aún mayor, a
una pérdida de toda raigambre, la pérdida de cual-
quier vínculo profundo con el pasado, con la tierra,
etc., que finaliza con la vacuidad, la pérdida de refe-
rentes, la incapacidad de vislumbrar un nuevo modo

292
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

de existencia… Si un movimiento sólo busca la libe-


ración, es como si planteara también algo indefinido,
similar al movimiento del placer; debemos plantear
simultáneamente, por un lado, la liberación del tra-
bajo y, al mismo tiempo, su abolición como relación
social.
Hemos dicho que ese es un slogan capitalista por-
que el fin último al cual apunta es hacer del humano
un ser superfluo: capital viviente con todos sus cuer-
pos inorgánicos creados a lo largo de los siglos. De
la misma forma, hemos declarado que también hay
que considerar la destrucción del trabajo. En otras
palabras, hemos afirmado que debemos abordar esta
problemática por medio de otras presuposiciones. El
movimiento, la dinámica de realización de la comu-
nidad humana debe situarse por fuera de las repre-
sentaciones del capital. Para hacer esto, es necesario
re – pensar la totalidad del movimiento pasado:

1. Relación entre las diferentes especies


humanas antes del triunfo del Homo Sapiens.
2. Relaciones entre las diferentes comuni-
dades humanas; su disolución.
3. ¿Qué surge entonces?
4. ¿A qué accedemos?
5. ¿Qué perdemos? Y, también, ¿Qué es
lo que estaba potencialmente latente y podría
haber ocurrido pero siempre fue inhibido?
6. Es insuficiente decir que debemos unir
una forma emancipada con un contenido per-
dido, porque también hay un acto de creación.

293
JACQUES CAMATTE

Esto se percibe profundamente cuando senti-


mos que la especie humana ha sido horrible-
mente destructiva, violenta y agresiva…. y que
necesitamos una especie que esté en armonía
con la naturaleza.

Regresemos a Marx. Las siguientes citas están to-


madas de “Sobre La cuestión Judía”, texto publica-
do en el número especial de noviembre de 1968.

El límite de la emancipación política se


muestra, enseguida, en el hecho de que el Es-
tado se puede liberar de un límite, sin que el
hombre se libere realmente; el Estado puede ser
un Estado libre, sin que el humano sea un ser
humano realmente libre. (p. 152)

El hombre se emancipa políticamente de la


religión, cuando la destierra del Derecho pú-
blico al Derecho privado. Allí donde el hombre
se comporta como un ser a nivel de especie, en
comunidad con otros hombres –aunque sea de
un modo limitado, en una forma y ámbito parti-
culares–, la religión ha dejado de ser el espíritu
del Estado para convertirse en el espíritu de la
sociedad burguesa, del ámbito del egoísmo, de
la guerra de todos contra todos. La religión ha
dejado de ser la esencia de la comunidad para
convertirse en la esencia de la diferencia. Ella
vuelve a ser lo que fue en su origen: la expre-
sión de la separación del hombre con respecto

294
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

a la comunidad (Gemeinwesen), con él mismo


y con los otros hombres. Ahora no es más que
la confesión abstracta de una particularidad ter-
giversada, de una extravagancia personal, de la
arbitrariedad. El astillamiento sin límites de la
religión, por ejemplo en Norteamérica, le da in-
cluso externamente la forma de un aspecto pu-
ramente individual; se halla desplazada como
uno más al campo de los intereses privados y
desterrada de la cosa pública como tal. Pero no
hay que engañarse sobre los límites de la eman-
cipación política. La escisión del hombre en un
hombre público y un hombre privado, la dislo-
cación con que la religión abandona el Estado
por la sociedad burguesa, no es una etapa sino
la plenitud de la emancipación política. Ésta,
por consiguiente, ni termina con la religiosidad
real del hombre ni lo pretende..,(p. 24).
Es una lástima que Marx no haya definido la reli-
giosidad, pero es claro que tiene al protestantismo en
mente. Sin embargo, el Catolicismo persiste y vive
en la mantención de una comunidad. Desde luego,
la religión demuestra que la comunidad humana se
ha perdido, pero al mismo tiempo la religión mantie-
ne y continúa una comunidad espiritual determinada,
especialmente en el caso de religiones como la Cris-
tiandad, el Islam y el Judaísmo. En su “Introducción
a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel”
Marx afirma:

La religión es en realidad la conciencia y el

295
JACQUES CAMATTE

sentimiento propio que, o bien aún no se ha en-


contrado, o bien ya se ha perdido.

Marx indica bastante bien que la religión es un


sentimiento (más que una consciencia) de algo que
personalmente denominaría perdido, pero es al mis-
mo tiempo la formación de otra comunidad. Ahora
bien, esta comunidad religiosa puede ser actualmente
una alternativa al capital, limitada ciertamente, pero
operativa. Lo cierto es que al llevar a cabo sus dife-
rentes modernizaciones (agiomanienti) la iglesia se
destruye a sí misma, tiende a perder progresivamente
el recuerdo de la humanidad perdida.

La emancipación política es a la vez la diso-


lución de la antigua sociedad en que se basa el
Estado enajenado al pueblo: el poder soberano.
La revolución política es la revolución de la so-
ciedad burguesa.

«L’émancipation humaine sera seulement


accomplie lorsque l’homme individuel réel
réenglobera le citoyen abstrait et qu’en tant
qu’homme individuel il sera devenu être de
l’espèce dans sa vie empirique, dans son travail
individuel, dans ses rapports individuels : lor-
sque l’homme aura reconnu et organisé ses «
forces propres » comme forces sociales et qu’il
ne détachera plus de lui la force sociale sous la
forme de la forcepolitique.»

296
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

La emancipación humana sólo se logrará


cuando el hombre individual real, reabsorba en
sí mismo al abstracto ciudadano y, como hom-
bre individual, exista a nivel de especie en su
vida empírica, en su trabajo individual, en sus
relaciones individuales: cuando habiendo re-
conocido y organizado sus “fuerzas propias”
como fuerzas sociales, ya no separe de sí la
fuerza social en forma de fuerza política. (ibid,
p.168).

Podría citarse el pasaje en el que Marx dice que el


ser humano no está emancipado de la religión, sino
que más bien hay una emancipación de la religión
con respecto al ser humano.
Esta es precisamente la raíz del problema, ya que
la emancipación política termina en la formación de
individuos, por un lado, y, por el otro, con la for-
mación de instituciones: la emancipación social ter-
mina por pulverizar al individuo (el movimiento de
emancipación afecta a su propio ser; la emancipa-
ción sexual es la autonomización del sexo) y crear
la comunidad material del capital. La emancipación
política crea la sociedad burguesa, la emancipación
social crea la comunidad material del capital, su des-
potismo con una democracia plena y una esclavitud
generalizada (profunda convergencia entre el Modo
de Producción Asiático y el Modo de Producción Ca-
pitalista).
Por consiguiente, en el área occidental pueden
constatarse los límites del cristianismo: hubo eman-

297
JACQUES CAMATTE

cipación, pero también destrucción del paganismo y


de la magia del cuerpo; instauración de la absurda
dicotomía cuerpo/mente, espíritu/materia, etc. Des-
trucción de las comunidades; sin embargo, estos son
también los límites del marxismo.
Hoy existe una unificación de la especie tanto en
la totalidad histórica como en la totalidad espacial,
pero esta unión solamente puede llegar a operar si
la especie humana repiensa su papel en el cosmos.
También ha operado, por cierto, una unificación con
el cristianismo, cuestión que también había sido
planteada por el marxismo, pero tuvo que ser llevada
a cabo a través de luchas entre diferentes facciones
humanas. Por tanto, debemos deshacernos de una
suerte de apoyo a esos dos “proyectos” tanto como a
la Ilustración (Aufklärung); hay que plantear al mis-
mo tiempo las determinaciones conservadas por la
derecha y aquellas que se fundamentan sobre la iz-
quierda. Pero esto hay que hacerlo sin esconder el fe-
nómeno fundamental: los movimientos de la derecha
han querido conservar la sociedad, pero siempre con
el fin de perpetuar la dominación. Siempre han man-
tenido una naturaleza humana a despecho de su in-
humanidad, mientras que todos los movimientos que
uno podría denominar de izquierda han luchado con-
tra esta terrible deshumanización. La derecha man-
tiene aquello que podría ser humano exclusivamente
para unas pocas elites, acción que por sí misma des-
naturaliza su “proyecto humano”. Esta carencia de
humanidad se cristaliza en la disciplina, en el Estado
y sus variadas instituciones. De esta manera, recha-

298
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

zar la teoría del proletariado no implica negar el rol


revolucionario, humano, pero limitado en tiempo y
en espacio, de los proletarios que noblemente se han
levantado contra la dominación del capital. Sin em-
bargo, no proponemos una reconciliación que caiga
dentro de la famosa proposición de Bakunin acerca
de la reconciliación de las clases. Queremos exponer
la falsa conciencia tanto en un lado como en el otro,
el error en que de alguna manera incurren. Hay que
abolir el culto del pasado tanto como su iconoclasia;
para evidenciar que para aplastar el despotismo se ha
tendido no sólo a crear otros nuevos (por ejemplo, el
despotismo de la igualdad), sino que, por sobre todo,
a destruir todas las determinaciones humanas.
Citemos un caso preciso; la ciencia se ha desarro-
llado negando y rechazando la magia y las diferentes
ciencias ocultas: astrología, adivinanza, quiroman-
cia, etc., sin mencionar las ciencias relacionadas con
la parapsicología, etc. Es imposible que la dinámica
que tiende hacia el comunismo, la cual está evolu-
cionando cada vez más y más, pueda realmente po-
nerse en marcha sin prestar atención a esas ciencias
y a la nueva perspectiva que surge de ellas y su con-
frontación con la ciencia oficial. Este desarrollo de
la ciencia oficial sólo puede suceder cuando elimi-
na los problemas que denomina como “falsos” pero
que, paradójicamente, debe enfrentar (por ejemplo,
el estudio de la telepatía y la telequinesis en la URSS
y en USA).
Con Mayo – Junio de 1968 y el posterior movi-
miento que le siguió, muchas personas se liberaron

299
JACQUES CAMATTE

del militantismo, del culto al proletariado, la teoría,


su relación con la sociedad; de esta manera fue tam-
bién una liberación de los individuos (concepción de
su primacía), su abandono de la abnegación, etc. Sin
embargo, tenemos seres vacíos que se inflan a sí mis-
mos con cualquier cosa, personas libres de cualquier
referente pero incapaces de afirmarse a sí mismos y
de aprovechar el vasto movimiento humano y natural
de todos los recursos de la vida (cf. dominación de
la muerte). De ello resultan los aspectos negativos de
la contracultura, especialmente en aquello que con-
cierne a las drogas. Al respecto, es interesante notar
la relación contradictoria entre autonomización-inhi-
bición y liberación–alienación.
En lo que concierne al amor, por ejemplo, tenemos
la liberación de una función reproductiva. De hecho,
la destrucción de la familia implica simultáneamen-
te la liberación del amor como una función unifica-
dora que reúne a los seres humanos, ya sea para la
procreación o para mantener una cierta cohesión del
medio humano. Al mismo tiempo, esto da lugar a la
ilusión de que la represión y la inhibición de la se-
xualidad han sido destruidas. Puesto que solamente
se trata de la liberación de un acto particular, mujeres
y hombres jóvenes que han experimentado esta des-
composición pueden fácilmente jugar, entonces, su
papel como ciudadanas y ciudadanos procreadores.
Por último, liberación y autonomización están
vinculadas en la medida en que ambos son los mo-
vimientos de la degradación de los seres humanos,
en tanto que son fundamentalmente la pérdida de la

300
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

comunidad humana (Gemeinwesen). Marx ya había


evidenciado eso en Sobre la Cuestión Judía, porque
cada vez que existe el encarcelamiento del humano
dentro un molde parcelario hay una pérdida del pen-
samiento universal, el cual es un pálido reflejo de su
dimensión como Gemeinwesen. En general se afirma
una ilusión de la entrada a la participación – una acti-
vidad que quiebra la pasividad y la dependencia – sin
cuestionar como hacen los seres humanos para auto-
nomizarse a sí mismos, cuál es finalmente la función
de la autonomización. El ser gestionará el espacio
liberado, estando allí determinado por la función que
realmente se ha autonomizado (autogestión).
La ilusión es aún más grande en aquellos que, pen-
sando que han superado a Marx, dicen que la econo-
mía ya no es determinante (si es que alguna vez lo
fue, agregan). Es decir, solamente la lucha cuenta,
el ser humano siempre ha estado allí, presente en el
marco social y económico, así como en los actos co-
tidianos, etc., que siempre existirá una posibilidad in-
mediata y continua de emancipación, la cual se nece-
sita de la autogestión. Ahora bien, la participación es
superflua cuando el ser humano es Gemeinwesen (de
lo contrario sería como participar con uno mismo); la
dimensión universal le permite abarcar la totalidad
del mundo. Es por eso que todos aquellos que han
pasado por alto la determinación de la Gemeinwesen
(comunidad) han necesitado siempre un equivalente
general, una referencia, un coordinador-estabiliza-
dor, etc., porque en su caso todavía están tratando
con individuos, y estos involucran necesariamente al

301
JACQUES CAMATTE

Estado.

Emancipación, Crisis y Crítica.

No es suficiente rechazar las perspectiva de la libe-


ración – emancipación, sino que hay que cuestionar
igualmente los conceptos de crisis y crítica. La crisis
supone una capacidad de elección, una decisión que
es necesario tomar porque hay una situación difícil e
inusual. Esto es verdad tanto para el MPC como para
los seres humanos, sin olvidar la mutua interferen-
cia entre ambos. Entonces, ¿cuáles son las elecciones
posibles? Puede indicarse desde ya, que para el MPC
se plantea la problemática aparente de una elección
entre una producción material y una producción in-
material (cercana al crecimiento cero), pero esta es,
de hecho, el problema de la entrada a la dominación
absoluta del capital y las elecciones no son más que
ilusiones. Existe un riguroso determinismo que lleva
a una cierta realización, un determinismo que sola-
mente puede volver a ser cuestionado si los seres hu-
manos son capaces de romper con su domesticación.
Para los seres humanos la elección aparece como la
aceptación, o no, del crecimiento, como una puesta
en cuestión, o no, de la teoría de la necesidad del
desarrollo de las fuerzas productivas. Se plantea para
la humanidad la elección entre su proliferación des-
tructiva de la vida o la dominación-restricción de su
inhumana multiplicación cuantitativa, que permitiría

302
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

su perennización; renunciar a un cierto miedo a la


muerte que nos fuerza a buscar la vida en la exten-
sión esta vida: la multiplicación y la progresión de la
vida. La reproducción es una especie de miedo a la
muerte que los seres humanos viven en la extensión
vida pero no en la intensidad del vivir; esto se tradu-
ce en una incertidumbre acerca del mundo, como si
la especie humana aun no estuviese segura de poder
asegurar su existencia sobre el planeta. La intensidad
del vivir implica una reflexión de la vida acerca de sí
misma, un regocijo por la reabsorción de la vida den-
tro del sujeto viviente que ya no delega este disfrute
a otras generaciones.
Vinculado a la crisis, está el concepto de crítica;
ésta le permite encontrar la elección más favorable;
y, por lo demás, hay un estrecho vínculo entre am-
bas. La situación (periodo) crítica es una también
una situación de crisis. La crítica artística o literaria
aparece en este caso. Por otro lado, la crítica en el
sentido filosófico hace posible fundar y autonomizar
un nuevo campo de estudio, alguna cosa, una forma,
que establece el comienzo de un proceso, por ejem-
plo en Kant, pero también con Marx en lo que con-
cierne a la economía política (¿cualés son las condi-
ciones para un desenvolvimiento real de la fuerzas
productivas?). La crítica es aquí el propedéutico para
la ciencia.
Sin embargo, mientras se trate de hacer prevale-
cer un juicio, hay detrás de todo esto un concepto de
valor y una escala de valores. Por otro lado, es nece-
sario hacer triunfar una elección por sobre las otras

303
JACQUES CAMATTE

posibles, lo cual generalmente pasa luchando contra


otros seres humanos, de allí que la crítica engendre
la polémica. Especialmente si el punto es enmarcar
la obra de uno en la crítica de otro. Un ejemplo inte-
resante es la obra de Baudrillard: él obra simultánea-
mente como Marx y Kant al tratar de establecer un
nuevo campo de estudio y se comporta como todos
los polemistas; tiene que destruir a su padre, de allí
que su Contribución a la economía política del sig-
no no pueda ser bajo ningún caso una superación de
Marx (ni siquiera un comienzo), puesto que, después
de todo, no crítica en absoluto las presuposiciones de
Marx.
¿Cuándo surge esta crítica? Brevemente, y dejan-
do de lado toda la literatura clásica, en la que más
bien se encuentran preceptos y recetas para escribir y
hablar bien, podría decirse que comienza con al auge
de la burguesía, en el amanecer del Modo de Pro-
ducción Capitalista. Podemos definir la crítica, en to-
dos los casos, como una vía de acceso a una ciencia,
como la búsqueda de un método para hacer las cosas
bien, si, pero principalmente una ciencia se basa en
lo que produce, incluyendo al mismo tiempo la deli-
mitación de esta ciencia. La crítica creció con ampli-
tud hacia finales del siglo dieciocho, es decir después
de Kant, el filósofo que posiblemente sea quien más
haya planteado (en cualquier caso fue el primero en
hacerlo) las condiciones para la ciencia, sus límites,
etc. La ruta hacia la ciencia es, ciertamente, la crítica.
Actualmente, no es aberrante ver la crítica y la epis-
temología como parientes cercanos; la escuela de Al-

304
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

thusser trata de establecer una ciencia de la crítica y


separarla, como siempre lo dicen, de la ideología.
De esta forma, la crítica apareció desde el prin-
cipio como una disciplina que existía para dictar el
buen gusto, y para mantener las buenas usanzas, las
convenciones… (relación entre la crítica y el Esta-
do!)
Desde ese entonces se ha querido saber porque un
autor produjo más con respecto a un tema que con
respecto a otro, se ha querido estudiar su condiciona-
miento…
Antes la crítica formaba parte de un todo (en ese
entonces el todo era la filosofía) en el que estaba
incluida la estética, como es el caso de Hegel. Más
tarde esta fue separada y ahora se ha convertido en
sujeto de autonomización al devenir en una ciencia.
En eso consiste la obra de los marxistas y de los es-
tructuralistas (a veces no hay mucha diferencia entre
ambos): realizar esta reducción.
La crítica posee un vínculo innegable con la com-
petencia y, por ende, con la publicidad. Evidentemen-
te, con la inflación de las palabras surge la necesidad
de elegir, no por uno mismo, sino por medio de un in-
termediario que es el mediador entre mi persona y las
obras, y es este mediador quien debe guiarme a las
que se supone son buenas obras. Es interesante ob-
servar aquí la censura, no la censura directa, es decir
aquella que consiste en extirpar una parte del cuerpo
total de la obra, sino aquella censura que opera en
el cuerpo de mi ser, aquella que extirpa mi vínculo
potencial con ciertas obras que han sido criticadas,

305
JACQUES CAMATTE

puestas en duda y cuestionadas; y el descrédito es


una pendiente en cual es más fácil descender a lo que
en el crédito es subir.
La publicidad es la externalización positiva de la
crítica. Solamente da juicios positivos y favorables,
mientras que implícitamente desvaloriza a todos los
competidores. El ser humano es nuevamente despo-
seído, despojado. La publicidad juega un papel fun-
damental en el nivel de todas las mafias.
Todos esos elementos nos permiten sentar las ba-
ses para el rechazo de los conceptos de crisis y de
crítica…
Para retomar la crisis en curso – vista como una
crisis de la sociedad, crisis del MPC, algunos dirían
del capital – podemos aceptar un diagnóstico: vivi-
mos en un periodo de grandes agitaciones que ya se
ha hecho sentir en otras partes del mundo… Podemos
añadir que hoy estamos viviendo un periodo similar
al de los años 20s, periodo en el cual muchos pen-
saban que la revolución estaba en marcha, que era
posible, incluso inevitable, mientras que en la prác-
tica sus acciones permitieron la creación de la co-
munidad material del capital. Es decir, funcionaron
como elementos que permitieron el devenir hacia su
dominación real. En la actualidad, este es un período
en el que está en juego la posibilidad de que el capital
haga su acceso hacia una dominación más comple-
ta: el MPC tiende realmente a superar los obstáculos
heredados por las viejas instituciones y las viejas re-
presentaciones. De esta forma, por medio de las mul-
tinacionales y la ONU, se manifiesta hoy una tenden-

306
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

cia hacia la unificación, hacia la fundación positiva


de la comunidad del capital, la cual probablemente
solo podrá realizarse a través de los conflictos en los
que la izquierda y la ultraizquierda piensan que están
trabajando para la revolución cuando en realidad son
meros juguetes del capital; por ejemplo, las luchas
contra los Estados, la reivindicación del gratuidad…
En el curso este vasto proyecto que ya está en mar-
cha muchos fracasos son inevitables y crean la po-
sibilidad de múltiples intervenciones, pero esto sólo
podrá realizarse y tener alguna chance de éxito como
tal si las viejas representaciones que esclavizan a los
seres humanos son eliminadas. Solamente así podrá
florecer la comunicación entre los seres humanos,
puesto que ya no estarán congelados en roles estereo-
tipados, ni tampoco fijados en un modo de ser. Dado
que es evidente que sin una convulsión profunda que
afecte la famosa “base material” nada de esto es po-
sible, también está claro que sin un total rechazo de
las viejas representaciones los seres humanos serán
incapaces de iniciar una nueva dinámica de vida. Por
otro lado, la revolución sólo será posible si la gran
mayoría de los individuos comienza a autonomizarse
de sus condiciones materiales (aquello que se llama
“toma de conciencia). Desde este punto de vista, la
escuela holandesa, particularmente Pannekoek, tiene
el mérito de insistir sobre esta transformación nece-
saria en el curso de la revolución.
Antes de que se produzca una fuerte conmoción,
es necesario que la unión de los revolucionarios esté
cercana a su realización, que haya una manifestación

307
JACQUES CAMATTE

de una nueva solidaridad así como de una nueva sen-


sibilidad, pero ante todo una representación diferen-
te es indispensable. En caso contrario, la conmoción
solamente podría dar lugar a una violencia ciega in-
capaz de hacer emerger la afirmación de una nueva
forma de vida.
Por lo tanto, si se acepta la palabra crisis para des-
cribir la situación actual, es importante subrayar que
lo fundamental no es la crisis misma sino el hecho
de saber si las personas siempre la abordan según los
mismos esquemas. Eso no significa que debamos su-
cumbir a la teoría según la cual es necesario cambiar
primero de mentalidad. Se ve muy bien que las men-
talidades no son cambiadas por las intervenciones
intelectuales o colectivas (parciales, no totales) de
cualquier especialista en agitación. Sin embargo, es
evidente que un cierto desarrollo de una determinada
sociedad no lleva automáticamente hacia un espíritu
revolucionario. Por consiguiente, hay que lidiar con
la crisis actual en su particularidad y en las formas en
que ésta puede llegar a ser comprendida. El elemento
más grande de la crisis será (ya lo es, aunque débil-
mente) un comportamiento humano completamente
diferente y no domesticado. Es decir, no asfixiado
por la racionalidad. Hoy nuestro mundo está domi-
nado, conquistado, por el materialismo histórico; se
concibe al progreso como el desarrollo de las fuerzas
productivas; incluso aquellos que no profesan esta
teoría están impregnados por ella, es algo así como
un mínimo punto de referencia con la realidad; sin
embargo, para ellos, siempre será verdadera sola-

308
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

mente en lo que respecta a la esfera material, pero


nunca en lo concierne a la totalidad. Debemos, por
tanto, romper con esta racionalidad y con el mundo
que ella controla.

Crisis y actores del drama

No voy a abordar de una forma fenomenológica, a


falta de un término mejor, la crisis. De aquí en ade-
lante, el momento de ruptura e inestabilidad dentro
del Modo de Producción Capitalista, que Bordiga
había previsto para 1975, es absolutamente evidente
para todos. Así es que G. Barraclough escribió en el
“New York tribune”:

Estamos viviendo el final de una larga épo-


ca que duró cincuenta años, la época del neo
– capitalismo. Estamos comenzado un periodo
de reajustes radicales que inevitablemente nos
traerán maldad y sufrimiento (…) no existe so-
lución dentro del sistema.

De hecho, podemos esperar, en muy poco tiempo,


enfrentamientos violentos dentro y entre las nacio-
nes. Una revisión de los actores de este drama que
está comenzando a imponerse, es esencial (fuera del
capital mismo, en el cual intentaré situar en un artí-
culo venidero cuáles pueden ser los momentos de su
mayor impasse y debilitamiento).
Podemos indicar inmediatamente a los partidarios
del MPC, los economistas y los políticos. Aquí, es-

309
JACQUES CAMATTE

pecialmente con los primeros, hay una incapacidad


para comprender la crisis que va de la mano con la
ilusión de creer ser aun determinantes en el desarro-
llo de la misma. Uno puede plantearse la cuestión de
saber si, cuando se den cuenta de que no poseen nin-
guna importancia, de que el capital lo domina todo,
acaso no podrían ellos rebelarse también. Esto es
particularmente cierto para el caso de los ingenieros
y los alto directivos. Luego están los reformadores
del capital como Mansholt, Attali, el Club de Roma
y, en una medida muy diferente Ilich (Domenach lo
es en tanto que su análisis comienza a partir de este
último). Del mismo modo, dado que no cuestiona los
presupuestos capitalistas, lo es también MacLuhan.
Veamos, entonces, las Iglesias. Su papel es parti-
cular. Por un lado tienen que oponerse al capital en
la medida en que éste destruye todo lo que es huma-
no; en ese sentido las iglesias forman parte de una
dimensión humana porque tienden a conservar algo
que ha sido perdido, incluso si esto pervive hoy úni-
camente en la forma de recuerdo. Por otro lado, de-
fienden representaciones que están en total oposición
con el futuro necesario de la especie, por ejemplo, el
famoso “¡vayan y multiplíquense!” (véase la crítica
del MIT).
Sucede lo mismo con sus ambiguas contradiccio-
nes sobre el problema de la vida y la cuestión del
aborto. Sin embargo, el objetivo es intentar reducir
la población humana.
Las actuales corrientes del marxismo no cuestio-
nan en absoluto la dinámica del incremento de las

310
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

fuerzas productivas: PCs, PSs, izquierdistas diversos.


El movimiento ecológico y sus a menudo lamen-
tables límites dentro de éste mundo, como en Francia
(cf. El miserable fin de Dumont durante el carnaval
electoral). Las posiciones de Guele Ouverte son ge-
neralmente alentadoras (la mayoría de las veces son
de orden informativo), pero son limitadas en tanto
que no cuestionan realmente las presuposiciones del
capital. Lo mismo sucede con el movimiento comu-
nitario. En relación con esto, es importante analizar
las posiciones de los movimientos que defienden el
vegetarianismo (Vie Clare, por ejemplo), o también
el movimiento de la agricultura biológica.
No podemos hacernos ilusiones con respecto a
ellos porque solo ven una parte del problema y, a me-
nudo, están encerrados en un mecanismo mercantil
aun cuando expresen una cierta resistencia a la diná-
mica del capital. En la medida en que permiten que
un cierto número de humanos viva más naturalmen-
te (quizás hasta el punto de comenzar a cuestionar
la domesticación), pueden desencadenar un proceso
que los supere ampliamente, especialmente cuando
hay un cuestionamiento de la ciencia oficial como
en el caso de los miembros de la liga contra las va-
cunas, por ejemplo. Existen elementos similares en
las comunas ecológicas, en su creencia en una tec-
nología blanda, y también en la importancia del mo-
vimiento hippie y de los Yuppies (lo que demuestra
la importancia de los movimientos de contestación
de los jóvenes). Por último, los regionalistas tienden
a resaltar nuevamente ciertos elementos importantes

311
JACQUES CAMATTE

como la defensa de la naturaleza, de la agricultura


orgánica (sin hablar de un cuestionamiento esencial,
el Estado despótico), y, en la búsqueda de definir una
dimensión humana percibida en las diferencias, la
diversidad necesaria dentro de las especies, forman
un posible punto de partida para un cuestionamiento
más global. Sin embargo, no hay que olvidar su dua-
lidad, sobre todo su apego al pasado.
Al margen de estas corrientes, divergentes de la
actual sociedad existente, hay grupos marginales
(que tienen considerables diferencias internas) que
van desde marginales parasitarios a marginales más
o menos ascéticos, una suerte de anacoretas del siglo
XX. Sobre este aspecto, es necesario subrayar el pa-
rentesco entre marginalidad y monaquismo. El mo-
vimiento monástico institucionalizado fue un medio
para recuperar la marginalidad. Tenemos aquí una
cierta semejanza con el final del Imperio Romano.
Además, con un cierto ascetismo existe también la
búsqueda de una nueva forma de alimentarse, de re-
novación de la práctica del ayuno. A veces este mo-
vimiento se conforma con volver a las fuentes, otras
veces con explorar nuevas formas. Aquí se alcanza la
raíz misma del fenómeno, no de la negación del capi-
tal, que es insuficiente, sino más bien el escape de su
dominio. De hecho, los movimientos esenciales de
la discontinuidad en la especie humana son aquellos
en los que ha adquirido una nueva sexualidad (nue-
vas relaciones sexuales) y una nueva alimentación,
que va de la mano con una cierta concepción de esta
alimentación como un reflejo de la relación entre

312
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

los hombres y las mujeres. Es necesario comprender


conjuntamente el hecho de que la comida y la sexua-
lidad están profundamente conectados y determinan
el comportamiento humano, así como el comporta-
miento del ser humano en la naturaleza [7]. Existe
un tercer elemento que debemos considerar: la muer-
te. La dinámica que conduce hacia el comunismo no
puede desenvolverse realmente sin que los seres par-
ticipantes adquieran una nueva representación-con-
cepción de la muerte. Hay aquí otra vez un parale-
lismo con el fin del antiguo mundo; la oposición a la
representaciones cristianas y paganas de la muerte.
De esta forma, encontramos desde una perspec-
tiva diferente la dimensión biológica de la revolu-
ción. Reproducción, nutrición y muerte son todos
elementos esenciales (de alguna forma básicos) de
la vida. Esta es una problemática que no es exclusiva
de la vida de la especie humana, sino también de la
vida de otras especies; limitación de la reproducción
humana y depredación de las otras especies. Debe-
mos apuntar aquí que el capital puede realizar de una
forma monstruosa el sueño del así llamado humano
no – violento, tomando en cuenta el carácter quasi
– sagrado de todas las formas de vida, reemplazan-
do la comida orgánica por comida química, sintética.
Desde el momento en que se alimenta al ser humano
con pastillas, la cuestión del asesinato de los anima-
les no se plantea más, pero tal alimentación no es
probablemente ni posible ni necesaria (es decir, que
la posibilidad aquí es introducida por una necesidad)
más que solamente después de la destrucción de los

313
JACQUES CAMATTE

seres vivos animales y vegetales.


Todo aquello que hemos dicho hasta ahora no ha
sido una crítica, sino una simple constatación de lo
que es. No es al interior de las variadas formas de ser,
a favor o en contra del capital, que podremos encon-
trar la verdadera solución que nos permita transfor-
mar la crisis del Modo de Producción Capitalista en
una crisis revolucionaria. Tanto más porque la crisis
no es un movimiento excepcional durante el cual fi-
nalmente se descubre una posibilidad revolucionaria,
sino que puede ser el momento fundamental en el
cual se efectúa una mayor subyugación de hombres
y mujeres al Modo de Producción Capitalista.

Debemos salir de este mundo.

Es necesario abandonar este mundo dominado por


el capital que ha devenido en un espectáculo de los
seres y de las cosas. Un espectáculo en el sentido
en que lo interpretaba Pico de la Mirandolla cuando
afirmaba que el ser humano era el espectáculo del
mundo, y también su espejo [8]. El ser humano, en
realidad, no tendría ningún don especial. Todos los
dones habrían sido distribuidos entre todas las criatu-
ras vivientes, y el humano, que vino al último, habría
quedado totalmente desprovisto de ellos. Afortuna-
damente Dios tuvo piedad de él y le dio un poco de
todas las cualidades de todas las criaturas vivientes
y, de esta forma, se volvió el espectáculo del mun-
do. En él, todas las criaturas vivientes podrían, de
alguna forma, reconocerse a sí mismas, verse a sí

314
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

mismas actuando. Como resultado del proceso de


antropomorfosis, el capital deviene, a su vez, en es-
pectáculo. Asimila e incorpora dentro de sí mismo
todas las cualidades y facultades humanas, todas la
actividades de los seres humanos, pero sin nunca lle-
gar a poseer un contenido humano ya que en caso de
hacerlo se negaría a sí mismo por substancialización,
por inhibición de su proceso de vida.
Al aceptar las representaciones del capital, los se-
res humanos contemplan un espectáculo que es su
propio reflejo mutilado. Hace mucho tiempo que han
perdido el sentido de la totalidad.
Para escapar del dominio del capital es necesario re-
chazar todas sus presuposiciones que hunden sus raíces
en un pasado distante (momento de la disolución de las
comunidades primitivas) y, simultáneamente, podemos
superar la obra de Marx que es la expresión consumada
de su devenir hacia la totalidad, la estructura final del
valor que, con su mutación en capital, se ha constitui-
do a sí misma como comunidad material. Es necesario
concebir una nueva dinámica, el Modo de Producción
Capitalista no va a desaparecer tras una lucha frontal
de las personas contra su opresión actual, sino por un
inmenso abandono que implica un rechazo del camino
que la humanidad ha transitado por milenios. El Modo
de Producción Capitalista no va a entrar en decadencia,
sino que tiene que colapsar.

Jacques Camatte.
Agosto de 1974.

Notas

315
JACQUES CAMATTE

[1] En el original francés la palabra es “fonciarisa-


tion”, expresión que seguramente Jacques Camatte
ha tomado del lenguaje de la geología. En el Glosa-
rio (Glossaire) de la revista Invariance encontramos
la siguiente definición: “Dinámica económico-social
que plantea a la propiedad de la tierra como el ele-
mento determinante para alcanzar el poder, pues es
ésta la que permite fundar una clase dominante.”

[2] Fenómeno que se impuso en el proceso de diso-


lución del modo de producción feudal con la auto-
nomización de la forma feudal y el surgimiento del
artesanado. Se expresa a través del gran movimiento
artístico que comienza en Flandes e Italia, con la apa-
rición de la figura del ingeniero, con la afirmación de
la filosofía del hacer. Es uno de los componentes de
la génesis de la ciencia experimental.
Su influencia se hace sentir en el movimiento so-
cialista, especialmente entre aquellos que K. Marx
llamó socialistas ricardianos, en Proudhon, en el co-
razón Primera Internacional y también se encuentra
realmente en C. Marx, en F. Engels y su exaltación
del trabajo planteado como una actividad específica-
mente humana. Se encuentra en el desorden que es
causado por lo que hoy se llama el fin del trabajo.
Su complemento es la dependencia del trabajo a tal
punto que el ser humano es esencialmente definido
por él y sólo puede ser comprendido a través de él;
tenemos el Homo faber y la exaltación de la técnica,
el humanismo, así como el activismo (el movimiento

316
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

lo es todo).

[3] En Historia y Conciencia de la clase Lukács dice


que el proletariado debe convertirse en sujeto y ob-
jeto de la historia al adquirir su conciencia de cla-
se. Por lo tanto, ha reclamado para el proletariado
lo que el capital ya ha conseguido, demostrando así
que puede desarrollarse tanto desde su polo del valor
como desde su polo del trabajo (proletariado). Algu-
nos años más tarde Castoriadis, en ese entonces Car-
dan, y Potere operaio retomarán bajo otra forma la
misma teorización y contribuirán así a estructurar el
discurso del capital.

[4] En toda su obra Marx exalta el capital productivo,


es decir, el ciclo P-P’. Debido a que es a esa forma
que se vincula el desarrollo de la mecanización, de
la ciencia. En cambio, “condena” el capital a interés,
que no puede justificarse de ninguna manera en tér-
minos del desarrollo de las fuerzas productivas. Para
Marx parecería que el capital deja de ser progresi-
vo-progresista desde el momento en que el capital a
interés tiende a dominar en el proceso total del capi-
tal.
Los nazis, y muchas personas después de ellos, han
sostenido una posición similar: defender el capital
productivo y luchar contra el llamado capital finan-
ciero, la usura, etc. especialmente a partir del mo-
mento en que se vuelve internacional. De ahí también
su exaltación del proletario en tanto que trabajador
productivo. Así es como ellos han realizado la par-

317
JACQUES CAMATTE

te reformista de la obra de Marx, no la obra total,


especialmente en lo que concierne a su dimensión
revolucionaria. Para Marx el proletariado tenía que
ser suprimido junto con el MPC para que dar lugar
un verdadero desarrollo de las fuerzas productivas
para el ser humano.

[5] La fuerza de esta idea de autonomización, de


volverse independiente, debe buscarse en el pasado
lejano de la humanidad; ¿no habrá conocido un pe-
riodo donde fue profundamente dominada y oprimi-
da por las circunstancias ambientales? – o acaso uno
debería ver en ello un “escape” profundo del deseo
de creación… Se constata que el ser humano es el
animal más destructivo de la naturaleza; su única
especialización, según algunos, sería la agresividad
que le habría permitido sobrevivir. Sin embargo, las
comunidades antiguas sobrevivientes muestran un
equilibrio entre el ser humano y la naturaleza , re-
lación en la cual el ser humano no se plantea como
dominador de ésta última. Esto demuestra que situar
el momento en que la representación se vuelve autó-
noma en el ser humano y le separa de la naturaleza
es fundamental.

[6] Puede vincularse la reivindicación de libera-


ción-emancipación con la discontinuidad, mientras
que la reivindicación del contenido está relacionada
con la continuidad.
En la actualidad, se plantea la cuestión de liberarse
de las instituciones, de las costumbres y los modos

318
ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO

de ser; en otras palabras, habría que liberarse de las


formas mismas. Es importante señalar a este respecto
la relación con el arte pictórico que primero tuvo que
liberarse de las sugerencias de la naturaleza y luego
de las propias formas artísticas.

[7] En los próximos artículos de Invariance anali-


zaremos cómo la opresión-domesticación de los se-
res humanos se ha efectuado, y lo sigue haciendo,
no sólo por medio de la sexualidad, sino también a
través de la comida. Usando la obra de Makarius de-
mostraremos que los tabúes primero fueron alimen-
tarios y luego sexuales. A partir del momento en que
se produce la separación entre comida y sexualidad
se efectúa la autonomización de ésta última.

[8] Hay, además, un vínculo innegable entre el es-


pectáculo y el espejo. El espectáculo debe mostrar
a los seres humanos lo que son, o más bien lo que
deberían ser. Es un espejo más o menos deformante
de su ser inmediato.

319
JACQUES CAMATTE

320
TRANSICIÓN

TRANSICIÓN

De la dominación formal
a la dominación real del capital.

La crítica de la sociedad existente del capital tiene


que tomar como punto de partida la reafirmación de
los conceptos de dominación formal y dominación
real, como sendas fases históricas del desarrollo capi-
talista. Todas las demás periodizaciones del proceso
de autonomización del valor, tales como capitalismo
competitivo, monopólico, de monopolio de Estado,
burocrático, etc., abandonan el campo de la teoría del
proletariado, esto es, la crítica de la economía políti-
ca, asumiendo en cambio el vocabulario ejercido por
la ideología socialdemócrata o “leninista” codificada
por el estalinismo.
Toda la fraseología con que algunos pretenden
explicar “nuevos” fenómenos, no hacen sino misti-
ficar el advenimiento de la completa autonomía del
valor; esto es, la objetivación bajo la forma de una
comunidad concreta de la abstracción cuantitativa en
proceso.
El capital, en tanto modo de producción social, al-

321
JACQUES CAMATTE

canza su dominación real cuando logra reemplazar


todas las premisas sociales y naturales previas con
sus propias y particulares formas de organización,
las cuales median ahora la sumisión del conjunto de
la vida física y social a las necesidades reales de la
valorización. La esencia del Gemeinschaft (comuni-
dad) del capital es la organización.
La política, en tanto instrumento mediador del
despotismo del capital, desaparece en la fase de la
dominación real del capital. Después de haber sido
usada plenamente en el período de dominación for-
mal, se vuelve prescindible cuando el capital, deve-
nido ser total, logra organizar rígidamente la vida y
la experiencia de sus subordinados. El Estado, como
manager inflexible y autoritario de la expansión de
formas equivalentes en la relación social (Urtext),
se vuelve un instrumento elástico en la esfera de los
negocios. Consecuentemente, el Estado, o directa-
mente, la “política”, son menos que nunca el sujeto
de la economía y por tanto son menos que nunca los
“jefes” del capital. Hoy en día, más que nunca, el ca-
pital encuentra su propia fuerza real en la inercia del
proceso que produce y reproduce sus necesidades es-
pecíficas de valorización como necesidades humanas
en general. —La derrota del movimiento de mayo
del 68 en Francia fue la manifestación más clara de
este “poder oculto del capital”.
La economía reduce la política —el viejo arte de
la organización— a un puro y simple epifenómeno
de su propio proceso real. La deja sobrevivir como
museo de horrores, tal como el parlamento con todas

322
TRANSICIÓN

sus farsas o también en la rencorosa proliferación de


grupos “extra-parlamentarios”, que son todos idénti-
cos en cuanto a su organización formal o informal, a
la vez que compiten obscenamente en su verborrea
“estratégica”.
Los demás instrumentos ideológicos o de media-
ción parecen seguir el mismo destino. Durante el pe-
ríodo de dominación formal éstos seguían teniendo
una cierta apariencia de autonomía —filosofía, arte,
etc.—, como supervivencia de las épocas previas.
Toda aparente distinción entre la ideología y el modo
social de producción es ahora destruida y hoy, el va-
lor que autonomizado es él mismo su propia ideolo-
gía.
Tal como sucedió con el paso de la plusvalía abso-
luta a la relativa, el capital —en su movimiento cons-
tante hacia la expropiación total— ha roto todas las
conexiones técnicas y sociales del proceso de trabajo
previamente existentes, con tal de reunificarlas lue-
go como poderes intelectuales de la autovalorización
del capital; así hoy en día, al convertirse el capital en
un poder social total, éste propicia la desintegración
completa del tejido social y de sus conexiones men-
tales con el pasado, fomentando a la vez su recom-
posición en una unidad delirante, organizada por las
metamorfosis cíclicas cada vez más aceleradas del
capital; proceso en el cual todo se reduce a ingre-
dientes degradados de la extraordinaria síntesis del
valor que es la auto-valorización.
La dominación real del capital significa además
que al proletariado no sólo le son expropiados su

323
JACQUES CAMATTE

tiempo de vida y su capacidad mental, sino que el


tiempo de la circulación ahora prevalece sobre el de
la producción —a un nivel espacial. La sociedad del
capital crea una población “improductiva” a gran es-
cala, crea su propia “vida” en función de su propia
necesidad: fijarlos a la esfera de la circulación y a las
metamorfosis de la plusvalía acumulada.
El ciclo se cierra en una identidad: todo el tiempo
de los hombres es tiempo socialmente necesario para
la creación y circulación/realización de plusvalor.
Todo puede ser medido por las agujas de un reloj.
“El tiempo es todo, el hombre es nada. Él es, la ma-
yor parte del tiempo, el envoltorio del tiempo” (Karl
Marx, La miseria de la filosofía).
La cantidad abstracta en proceso (valor) se cons-
tituye como el modo social de producción y de vida
(comunidad material).
Las teorías del movimiento obrero se han ocupado
de este proceso sólo para mistificarlo. Para dar un
solo ejemplo: la absoluta subordinación del Estado y
su inserción en el proceso de valorización como uno
de sus momentos particulares es presentado como
exactamente lo contrario, es decir, como un “capi-
talismo de Estado”, con lo cual el capital no aparece
como un modo social de producción y de vida, sino
como un modo de gestión burocrática, democrática,
etc.
Una vez que arriban a este punto de vista, conci-
ben la revolución no como la abolición de una “exis-
tencia” y la afirmación de otra, sino como un proceso
político estatista en el cual la “organización” apare-

324
TRANSICIÓN

ce como el problema principal, o más aún, como la


panacea que lo resuelve todo. Aquí encontramos de
nuevo la concepción degradada de la revolución, que
ya no es vista como una relación mundial de poder
entre el proletariado y el capital, sino que inmediata-
mente como una cuestión de “formas” o “modelos”
de organización: el paso es muy corto.
No se puede explicar de otra forma la preponde-
rancia de tales categorías en el movimiento obrero
—capitalismo de Estado, burocrático, etc.—, cate-
gorías que sólo ponen entre paréntesis el ser real del
capital, afirmando la centralidad de uno de sus epife-
nómenos el cual es teorizado como su fase superior,
su última fase, etc.
Por el contrario, hay que permanecer en el terreno
de la crítica de la economía política —crítica de la
existencia del capital y afirmación del comunismo—
para entender la totalidad de la vida social en el pe-
ríodo de su reducción a un simple medio del proceso
de desarrollo de las fuerzas productivas autonomiza-
das.
La sociedad del capital, de hecho, se presenta a ni-
vel superficial como si estuviese dividida en campos
aparentemente opuestos, lo cual hace surgir descrip-
ciones separadas de los mismos —sociología, eco-
nomía, psicología, etc. La existencia de todos estos
“campos de investigación” sólo explica de manera
mistificada la realidad unitaria, totalitaria, creada
por el valor, el sacrum moderno, característico de un
proceso que va de la descomposición de una realidad
orgánica pre-existente hasta la fijación de diversos

325
JACQUES CAMATTE

elementos que son luego recompuestos y puestos en


uso por la creciente inercia social, creada por el opaco
y despótico movimiento de las fuerzas productivas,
las cuales crecen más allá de sí mismas y que nece-
sitan de la representación del verdadero movimiento
de cohesión de la totalidad social en su conjunto.
Por eso toda “teoría crítica” que quiera fundamen-
tarse haciendo hincapié en uno u otro sector termina
reduciéndose a no tener ni sujeto ni objeto.
Carece de sujeto en la medida en que el valor
como objeto abstracto en un ser material (Grundris-
se) rehúye toda determinación inmediata. En cuanto
a esta imperceptibilidad de las tendencias reales del
capital en la época de su dominación absoluta, hay
que decir que las manifestaciones más obvias y cega-
doras de fetichismo y mistificación de las relaciones
sociales producidas por tal desarrollo nos las sumi-
nistra el concepto —aceptado por todas las teorías
“innovadoras”, sean éstas críticas o apologéticas—
de “sociedad industrial” y su apéndice: la “sociedad
de consumo”.
Este concepto, que expresa una mistificación per-
petrada por el capital en las relaciones sociales, se
vuelve posible en tanto que la valorización —y las
necesidades vitales del capital— progresivamente
dominan el proceso de trabajo. Marx definió el pro-
ceso de trabajo como el intercambio orgánico entre
el hombre y la naturaleza, actividad intencional diri-
gida a la creación de valores de uso.
El capital tiende a presentar sus propias necesi-
dades generales como exclusiva e inmediatamente

326
TRANSICIÓN

idénticas a las de la humanidad, al punto de crear


una identidad cada vez mayor entre estos dos pro-
cesos. En efecto, dada la dominación real de su pro-
pia existencia, esta mistificación parece estar basada
racionalmente en que la sociabilidad, la conviven-
cialidad, las costumbres, el lenguaje, los deseos, las
necesidades, en una palabra, el ser social de los se-
res humanos, se han transformado nada menos que
en requerimientos de la valorización del capital, en
componentes internos de su propia reproducción am-
pliada.
Si el capital domina todo al extremo de poder iden-
tificarse con el ser social, pareciera, en este sentido,
como si hubiese desaparecido.
Este es el mayor fetichismo jamás producido por
el intercambio de valor en la historia de su propia au-
tonomización. Es de ahí que puede surgir una catego-
ría “neutral” como la de sociedad industrial. De este
modo puede desaparecer —y de hecho desaparece—
toda posible distinción entre el trabajo abstracto que
valoriza al capital —el proletariado— o que permite
la existencia total de su ser —las clases medias— y
la actividad humana útil tal como se desplegaba en
épocas precapitalistas.

Afirmamos previamente que el capital puede tener


éxito en presentarse como un sistema “racional”, o
al menos inevitable. Ahora hay que ver cómo intenta
retrasar o neutralizar la revuelta del proletariado en

327
JACQUES CAMATTE

su inmediatez, siendo ésta lo que constituye siempre


su potencial negación.
Dada la naturaleza minoritaria del proletariado en
las metrópolis del capital, el capital opera aislándolo
y circunscribiéndolo a un ghetto donde quede conte-
nida la violencia proletaria.
Hay que decir que la existencia del proletariado,
cuando éste se manifiesta como clase, presenta un
aspecto inmediatamente destructivo, como negación
positiva de la comunidad material y de todas las for-
mas de organización. Tal es la afirmación concreta
del comunismo y la realización de su teoría.
Podemos ver esta comunidad de acción no pre-es-
tablecida en las acciones del proletariado negro de
EE.UU. Éstas se constituyeron en base a la necesidad
vital de desbordarse y celebrar, y en la conciencia in-
mediata de la identidad de objetivos: unificación, en
una palabra, del movimiento real de la clase.
En consecuencia, apoyamos la producción de esas
condiciones que Marx, al momento de formarse la
Asociación Internacional de Trabajadores, había ya
descrito como momentos cruciales en la formación
del partido comunista mundial, como producto histó-
rico necesario de las contradicciones de la sociedad
del capital.
El momento más importante en la manifestación
práctica del comunismo lo constituye el desborda-
miento de la democracia, esto es, el rechazo de los
proletarios, cuando elevan sus propias necesidades
materiales al más alto nivel, a aceptar cualquier se-
paración entre decisión y acción, entre ellas la sepa-

328
TRANSICIÓN

ración entre ser y pensamiento sobre la cual, en el


pasado, se edificó la posibilidad de un “liderazgo po-
lítico” basado en los mecanismos de la democracia
directa (cf. soviets o consejos) o, más generalmente,
sobre la que se funda el mecanismo de la representa-
ción democrática-despótica en tanto viejo arte de or-
ganizar la sociedad: la política. Si la dominación real
es sólo la realización práctica-material de los presu-
puestos religiosos de la alienación, la revolución sólo
puede comenzar con la “realización de la filosofía”
en el sentido del fin de toda separación, que es la
esencia no distorsionada de todo lo que la revolución
ha afirmado, partiendo desde las metrópolis del “ca-
pitalismo más desarrollado”.
Este es el caso también en Europa: el movimiento
de mayo del 68 en Francia, o cualquiera de las gran-
diosas acciones del proletariado italiano en el norte o
el sur en el 69. Aquí los apresurados y diversos inten-
tos por “organizar” parecían condenados al fracaso,
tanto como sucedía en los EE.UU. después de cada
revuelta de cierta importancia. La razón es muy sim-
ple: esos grupos quieren “conducir políticamente” lo
que en realidad no es sino la completa negación de su
ser y de su ideología. Esto es: la forma organizativa
de “pandilla” por un lado, y la “política” por otro.
Hay que reanudar y aplicar a la base del tejido so-
cial el estudio riguroso de la “externalización de la
relación del capital en la forma de capital que genera
interés” y el consiguiente desarrollo del capital fic-
ticio: de ahí se comprende que los “cuerpos de ad-
ministración” en la fábrica y el Estado, o bien los

329
JACQUES CAMATTE

“políticos”, hayan asumido cada vez más la forma de


mafias/grupúsculos.
Dado este panorama general, uno no puede dejar de
observar que con la constitución del capital como ser
material y en consecuencia como comunidad social,
la persona tradicional del capitalista —el burgués—
se ha desvanecido totalmente y que toda “comunidad
humana” parcial está condicionada por el modo de
existencia de la comunidad material. Este modo de
existencia es posible porque el capital sólo es capaz
de valorizarse a sí mismo, de existir y desarrollar su
esencia si una parte de él, que también participa en el
movimiento general de autonomización, se relaciona
como movimiento parcial con la totalidad social y se
pone constantemente en comparación con el equiva-
lente general, es decir con el capital mismo. Necesita
de esta comparación (competencia/emulación) por-
que sólo existe para diferenciarse.
Sobre este trasfondo emerge un tejido social basa-
do en la competencia entre “organizaciones” rivales
(mafias).
Ahora los diversos “grupúsculos” no son más que
pandillas que compiten, que sólo tienen en común la
divinización de la miseria del proletariado, su equi-
valente general. “Tal como los demócratas han hecho
de la palabra pueblo (demos) algo sagrado, ustedes
han sacralizado la palabra proletariado” (Marx).

Al percibir que su “función” tiene una importan-

330
TRANSICIÓN

cia cuantitativa cada vez menor en el proceso de vida


total del capital, el proletariado puede hoy hacerse
consciente, de forma inmediata, de la inutilidad de su
esclavitud asalariada, y destruir así las cadenas que
lo atan al capital.
Puede anticipar su propia negación —que al ge-
neralizarse el trabajo asalariado ya opera bajo el rei-
nado del capital en forma mistificada— en toda la
realidad social: su desaparición es la desaparición
definitiva de las clases.
La separación del proletariado respecto del capital
supone que se constituya a sí mismo en “partido”,
personificando su auto-negación, lo cual implica la
formación de la Gemeinwesen (comunidad) que do-
minará el conjunto de lo autonomizado haciéndolo
trabajar para la satisfacción de las necesidades hu-
manas.
La teoría del partido —teoría del proletariado—
no se puede extraer de los denominados textos “po-
líticos” de Marx y Engels por sí solos, tales como El
Manifiesto, Las resoluciones de la AIT, etc., porque
esos textos consideran al proletariado especialmente
en su realidad inmediata y se refieren sobre todo el
partido formal de ese período como un dato ya dado.
El proletariado aún tenía que generalizar su exis-
tencia hasta abarcar el conjunto de la sociedad, pu-
jando por el desarrollo del capital y, si tomaba el po-
der y se constituía a sí mismo como clase dominante
(1871, 1905, 1917), todavía tenía que realizar tareas
que, con la contrarrevolución, fueron posteriormente
asumidas y completadas por el capital.

331
JACQUES CAMATTE

Hoy en día el partido es posible en su sentido his-


tórico (ver carta de Marx a Freiligrath, 1860). Toda
organización formal no puede sino ser rápidamente
reabsorbida en forma de mafia. Lo mismo pasa con
los otros grupos, estructurados o no, que se imponen
trabajar por la reconstrucción del partido o la crea-
ción de consejos.
El partido histórico sólo puede ser realizado por el
movimiento global del proletariado que se constituye
como clase, haciendo así posible la reunificación de
la especie humana, posibilidad que existe desde los
tiempos de la AIT.
Dicho movimiento sólo se puede comprender me-
diante el estudio de las obras de Marx (El Capital,
Grundrisse) donde definió y criticó en profundidad
el capital como modo de producción y de “vida”.
Sólo desde ahí puede uno explicarse integralmente
qué es el proletariado y su desarrollo en relación al
ser del capital.
Todas las demás explicaciones de la formación del
partido, como aquella que se funda en la teoría de la
conciencia inoculada desde el exterior, parten de la
negación implícita de la proposición según la cual el
proletariado realizará la teoría: es de esa forma que
mantienen la contrarrevolución.

Jacques Camatte & Gianni Collu.


1969.

Notas

332
TRANSICIÓN

[1] En esta traducción tuvimos en cuenta el texto


original en francés aparecido en Invariance, Año
2, Serie I, Número 8, en 1969, pero nos atuvimos
sobre todo a la versión inglesa publicada por Da-
vid Brown en Origin and function of the party form
1962: Essays by Jacques Camatte and Gianni Collu,
en 1977. Esta última difiere en algunos puntos del
ensayo original, pero tiene la ventaja de haber sido
organizada en párrafos más breves, y de estar dividi-
da en tres secciones, todo lo cual facilita su lectura.
David Brown introdujo además algunas adiciones y
modificaciones al texto, que nosotros hemos adopta-
do en esta traducción, por considerar que completan
y hacen más accesible el argumento planteado por el
autor. [N. d. T.]

SOBRE LA ORGANIZACIÓN

Las mafias (dentro y fuera del Estado) y el Estado


como mafia.

INTRODUCCIÓN DE JACQUES CAMATTE

Sobre la organización
La carta que publicamos a continuación (del
04/09/1969) permitió la disolución del grupo que
tendía a formarse en torno a las posiciones expues-
tas en la revista Invariance; abrió un debate y una

333
JACQUES CAMATTE

reflexión importantes que después se prosiguió, al-


gunas de cuyas conclusiones fueron expresadas en
«Transición», en el nº 8, serie 1, de la misma revista.
Si ciertas cuestiones suscitadas por esta carta fue-
ran tratadas en parte, otras apenas se rozaron. De ahí
la necesidad —dada la urgencia de romper de forma
cada vez más neta con el pasado— de publicarla. Así
el lector podrá apreciar mejor la evolución del traba-
jo ya realizado y del que queda por hacer.
Al ser un punto de ruptura (y por tanto de llegada)
a la vez que un punto de partida, esta carta contiene
cierto número de imprecisiones, germen de posibles
errores. Indicaremos la más importante en una nota.
Por otra parte, vista la imposibilidad en la que nos
encontrábamos de indicar «concretamente» el modo
de ser de los revolucionarios, una vez rechazada la
práctica del grupo, cabía la posibilidad de que se
interpretase el rechazo de la actividad grupuscular
como el retorno a un individualismo más o menos
stirneriano. ¡Como si en lo sucesivo la única garantía
fuese a ser la subjetividad cultivada por cada revo-
lucionario! Nada de eso. Era preciso, ante todo, re-
chazar la percepción de la realidad social y la praxis
ligada a ella en tanto punto de partida del proceso
de «racketización». Si, por tanto, nos retiramos to-
talmente del movimiento grupuscular fue, de mane-
ra simultánea, para poder trabar relación con otros
revolucionarios que habían realizado, por lo demás,
una ruptura análoga a la nuestra. Quisimos poner en
evidencia un fenómeno de convergencia. Ahora hay
una producción directa de revolucionarios que su-

334
TRANSICIÓN

peran casi inmediatamente el punto en el que noso-


tros tuvimos que romper con la realidad circundan-
te. Desde entonces existe una «unión» potencial que
quedaría en entredicho si no llevásemos a término, y
hasta el fondo de nuestras conciencias individuales,
la ruptura con la visión política. Dado que la esencia
de la política es la representación, eso quiere decir
que los grupos siempre andan procurando poner su
imagen a punto en la pantalla social. Siempre quie-
ren explicar su forma de representarse a sí mismos a
fin de ser reconocidos por algunos como la vanguar-
dia que representa a los demás, a la clase. Eso queda
de manifiesto en los famosos «lo que nos distingue»
de diversos grupúsculos en busca de reconocimien-
to. Toda delimitación es limitación, y eso conduce a
menudo a reducir esa delimitación, de manera bas-
tante rápida y drástica, a unos cuantos eslóganes re-
presentativos de cara al marketing «racketista». Toda
representación política es una pantalla, y por tanto,
obstáculo para una fusión de fuerzas. La representa-
ción puede producirse tanto a nivel de grupo como
del individuo, y replegarse sobre este último equival-
dría a remitirse al pasado.

***
«…“No me enojo” (según dice Heine) y
Engels tampoco. No damos un penique por la
popularidad. Como prueba de ello, citaré, por
ejemplo, el siguiente hecho: por repugnancia a
todo culto a la personalidad yo, durante la exis-
tencia de la Internacional, nunca permitía que

335
JACQUES CAMATTE

llegasen a la publicidad los numerosos mensa-


jes con el reconocimiento de mis méritos, con
que me molestaban desde distintos países; in-
cluso nunca les respondía, si prescindimos de
las amonestaciones que les hacía. La primera
afiliación, mía y de Engels, a la sociedad se-
creta de los comunistas se realizó sólo bajo la
condición de que se eliminaría de los Estatutos
todo lo que contribuía a la postración supersti-
ciosa ante la autoridad.»
Marx a W. Bold (10/11/1877)

«¿Se puede, en el mundo de los negocios y


de la burguesía, evitar el fango? Es allí donde
tiene su lugar natural. […] A mis ojos, la hones-
ta infamia o la infame honestidad de la moral
solvente […] no es nada superior a la abyecta
infamia que ni las primeras comunidades cris-
tianas, ni el Club de los Jacobinos, ni nuestra
difunta Liga han logrado eliminar de su seno.
Sólo cuando se vive en el medio burgués, uno
se habitúa a perder el sentimiento de la infamia
respetable o de la infame respetabilidad […]»
Marx a Freiligrath

Tras la constitución del capital en ser material, y


por tanto en comunidad social, el personaje tradicio-
nal del capitalista desaparece, el proletariado dismi-
nuye relativamente —a veces, de forma absoluta—,
y las nuevas clases medias se expanden. Toda comu-
nidad humana, por pequeña que sea, se ve condicio-

336
TRANSICIÓN

nada por el modo de ser de la comunidad material.


Este modo de ser se debe a que el capital no puede
valorizarse —ni, por tanto, existir ni desarrollarse—
a menos que una partícula de su ser, a la vez que se
autonomiza, se enfrente al conjunto social y se pon-
ga en relación con el equivalente socializado total, el
capital. Tiene necesidad de esta confrontación (com-
petencia, emulación), porque no existe más que por
diferenciación. A partir de ahí se constituye un tejido
social basado en la concurrencia entre «organizacio-
nes» rivales (rackets).

«Reproduce una nueva aristocracia finan-


ciera, un nuevo tipo de parásitos en la forma
de proyectistas, fundadores y directores mera-
mente nominales; todo un sistema de fraude y
engaño con relación a fundaciones, emisión de
acciones y negociación de éstas. Es una pro-
ducción privada sin el control de la propiedad
privada.»
(El capital, vol. III, p. 565, Ed. Siglo XXI)

«La expropiación se extiende aquí del pro-


ductor directo hacia los propios pequeños y
medianos capitalistas. Esta expropiación es el
punto de partida del modo capitalista de pro-
ducción; su ejecución es el objetivo de éste, y
más exactamente y en última instancia, lo es la
expropiación de cada uno de los medios de pro-
ducción, que con el desarrollo de la producción
social dejan de ser medios de la producción

337
JACQUES CAMATTE

privada y productos de la producción privada


y que sólo pueden ser ya medios de produc-
ción en manos de los productores asociados, y
que por ello pueden ser su propiedad social así
como son su producto social. Pero esta expro-
piación misma se presenta,, dentro del sistema
capitalista, en una figura antagónica, como la
apropiación de la propiedad social por parte de
unos pocos; y el crédito les confiere cada vez
más a esos pocos el carácter de meros caballe-
ros de industria.»
(Ibíd. p. 567)

En tanto sede del proceso de producción (la crea-


ción de valor), la empresa es un espacio que restringe
y fija el movimiento del capital. Éste, por tanto, ha de
superar esa fijación. Es preciso que la empresa pierda
ese carácter: se pasa entonces a la empresa sin pro-
piedad, pero que permite una apropiación mistificada
de plusvalor. Eso se hace realidad en esas empresas
en las que el capital constante es igual a cero, y en
las que sólo es necesario adelantar cierto capital para
poner en marcha el «negocio». A continuación apa-
recen empresas ficticias gracias a las cuales se desa-
rrolla la especulación más desenfrenada.

«En la actualidad el capital se presenta en


cada uno de sus momentos bajo la forma de una
“organización”. Tras esa palabra —converti-
da en sinónimo no de fraternidad en una lucha
abierta, como en los tiempos gloriosos de las

338
TRANSICIÓN

luchas obreras, sino de la ficción hipócrita del


interés común oculta tras el inexpresivo y anti-
nemotécnico nombre de la escurridiza empresa,
entre los especuladores, administradores, téc-
nicos, obreros especializados, robots y perros
guardianes, de los factores de la producción y
los estimuladores de la renta nacional— el ca-
pital sigue cumpliendo la inmunda función de
siempre, infinitamente más ignominiosa que la
del emprendedor que, durante el amanecer de
la sociedad burguesa, se cobraba en especie su
inteligencia, su coraje y su verdadero espíritu
pionero.»
La organización no es solamente el capitalis-
mo moderno despersonalizado, sino también el
capitalismo sin capital, porque no necesita ca-
pital alguno […]
La organización de negocios tiene su propio
plan. No establece firmas comerciales respon-
sables que disponen de activos, sino que pre-
senta una «sociedad piloto» provista de un ca-
pital ficticio, y si adelanta alguna suma, es sólo
para conquistar las simpatías de ciertas agen-
cias estatales, que han de examinar las ofertas,
las propuestas y los contratos.
Aquí queda de manifiesto, por otra parte, la
falsedad de la estúpida doctrina sobre la buro-
cracia de Estado o de partido, nueva clase do-
minante que oprime igualmente a proletarios
y capitalistas, a la vez que se desvela, bajo un
aspecto nuevo y diferente, la hipótesis ridícula,

339
JACQUES CAMATTE

que tan fácil resulta rechazar desde el punto de


vista marxista. Hoy día, el «especialista» es el
depredador, y el burócrata el miserable lame-
culos.
La organización difiere de la comuna de tra-
bajo (pura ilusión libertaria de la que no existe
ningún ejemplo en lugares determinados) en
que no hay paridad de prestaciones en el marco
de una obra común, sino que en cada empresa
hay una jerarquía de funciones y ventajas. Y no
podría ser de otra manera, cuando la empresa
tiene que presentar un balance lucrativo y goza
de autonomía en el ámbito del mercado. […]
[…] el Estado se alquila a organizaciones que
son auténticos gangs empresariales, de compo-
sición humana cambiante y escurridiza, en to-
dos los sectores de la economía, siguiendo un
itinerario que en todos los sistemas capitalistas
contemporáneos está marcado por las odiosas
formas que ha adoptado la industria de la cons-
trucción, que no tiene sede fija.»
Il programma comunista, nº 7, 1957

No sólo el Estado se alquila a gangs, sino que se


convierte él mismo en un gang (racket). No obstante,
siempre desempeña un papel de mediador.

«La monarquía absoluta, que era ya un pro-


ducto del desarrollo de la riqueza burguesa a
un nivel incompatible con las viejas relaciones
feudales, necesitaba, en conformidad con ello,

340
TRANSICIÓN

de un poder general y uniforme; debía ser ca-


paz de ejercerse éste en todos los puntos de la
periferia, en calidad de palanca material del
equivalente general, de la riqueza en su forma
de disponibilidad inmediata, forma en la cual
ese equivalente es por entero independiente de
relaciones particulares locales, naturales, indi-
viduales..»
Marx, Elementos fundamentales para la crí-
tica de la economía política, p. 124.

El Estado como equivalente general apareció, en


su forma pura, durante la época de florecimiento de
la ley del valor, en el período de la producción mer-
cantil simple. Bajo la dominación formal del capi-
tal, éste último aún no domina la ley del valor, por
lo que el Estado media entre éste y los restos de los
demás modos de producción subsistentes, así como
con el propio proletariado. En esta época, además,
el sistema de crédito no está lo suficientemente de-
sarrollado, y no ha engendrado al capital ficticio a
gran escala. El capital todavía tiene necesidad del
rígido patrón-oro. Tras el paso a la dominación real
del capital, éste crea su propio equivalente general,
que no puede ser rígido, como lo había sido durante
el período de la circulación simple. El propio Esta-
do tiene que perder su rigidez, y se convierte en una
banda mediadora entre los diferentes gangs, entre la
totalidad del capital y los capitales particulares.
En el ámbito político asistimos a la misma trans-
formación. El comité central de un partido o el núcleo

341
JACQUES CAMATTE

de una agrupación cualquiera desempeñan el mismo


papel que el Estado. El centralismo democrático no
hace más que copiar el mecanismo parlamentario co-
rrespondiente a la dominación formal del capital. El
centralismo orgánico, defendido de forma meramen-
te negativa, como rechazo de la democracia y de las
distintas formas bajo las que se manifiesta (sumisión
de la minoría a la mayoría, votos, congresos etc.),
vuelve a caer de hecho en la trampa de los mecanis-
mos sociales actualmente vigentes. De ahí, igual que
en el fascismo, la mística de la organización. Fue así
como el PCI (Partido Comunista Internacional) se
convirtió en una banda.
Este movimiento del capital se produce tanto más
fácilmente puesto que no topa con ninguna oposición
real en la sociedad debido a que el proletariado ha
sido destruido. El ser real de éste ha sido negado y
sólo existe como objeto del capital. Igualmente, la
teoría del proletariado, el marxismo, también fue
destruida, primero mediante la obra revisionista de
Kautsky, y luego a través de la obra liquidadora de
Bernstein. Esto se produjo de manera definitiva, pues
ningún asalto del proletariado ha logrado restablecer-
la desde entonces. Todo esto no viene a ser más que
otra forma de decir que el capital logró establecer su
dominación real. En efecto, para obtener este resul-
tado, el capital tuvo que absorber al movimiento que
lo niega, el proletariado, y constituir una unidad en
la que el proletariado no fuese más que un objeto del
capital. Esta unidad no puede ser destruida más que
por la crisis, tal como la describió Marx. De eso se

342
TRANSICIÓN

sigue que toda forma de organización política obrera


ha desaparecido. En su lugar, lo que hay son bandas
enfrentadas en una competencia obscena, auténticos
rackets rivales en su cháchara pero idénticos en su
ser.
La existencia de la banda deriva, por tanto, de la
tendencia del movimiento del capital a absorber sus
contradicciones, de su movimiento de negación y su
reproducción en una forma ficticia. En efecto, el ca-
pital niega, o tiende a negar, los elementos sobre los
que se erige —el individuo y la empresa—, pero en
realidad los resucita en forma ficticia. El ser de la
banda expresa claramente esa dualidad:

• El jefe que manda (y su camarilla) = ca-


ricatura del individuo tradicional.
• La forma colectiva = caricatura de la
comunidad basada en los intereses comunes.

Se produce, pues, una reabsorción del movimiento


de negación en la banda, que es la realización de la
apariencia. La banda también cumple, por otra parte,
otro requisito del capital: reemplazar todos los presu-
puestos naturales o humanos por presupuestos deter-
minados por el capital.
De cara al exterior, la banda política tiende a ocul-
tar la existencia de la «camarilla», ya que para poder
reclutar tiene que seducir. Se adorna con un velo de
modestia para mejor extender así su poder. Cuando
se dirige (periódicos, revistas y panfletos) a elemen-
tos exteriores, pretende que hay que ser comprensi-

343
JACQUES CAMATTE

ble y ponerse al nivel de la masa. Así pues, pretende


establecerse como mediación con la ayuda de datos
inmediatos. Considera a todos los que están fuera
como imbéciles, y para seducirlos, está obligada a
producir banalidades y estupideces. Al final, se deja
seducir por sus propias estupideces ella misma, y es
así como es reabsorbida por el entorno. No obstan-
te, otra banda ocupará su lugar, y sus primeros bal-
buceos teóricos estarán consagrados a atribuir todas
las fechorías y equivocaciones a la que la precedió,
buscando de esta manera un nuevo lenguaje a fin de
reanudar la gran práctica de seducción, pues para se-
ducir hay que aparentar ser diferente de los demás.
Una vez incorporado a la banda (lo mismo cabe
decir de cualquier tipo de negocio), el individuo que-
da ligado a ella por todos los resortes psicológicos de
la sociedad capitalista. Si demuestra tener capacida-
des, éstas serán explotadas inmediatamente sin per-
mitirle profundizar en la «teoría» que ha aceptado. A
cambio, se le otorgará un puesto en la camarilla y se
convertirá en jefecillo. Si no demuestra tener capa-
cidades, se efectuará de todos modos el intercambio
entre su adhesión y su deber de divulgar la posición
de la banda que acaba de adoptarlo. Lo mismo suce-
de en los grupos que pretenden huir de los paráme-
tros establecidos; el mecanismo de la banda tiende a
prevalecer igualmente debido a la diferencia de nivel
teórico entre los miembros que componen la agrupa-
ción. La incapacidad del individuo para afrontar él
solo las cuestiones teóricas lo lleva a refugiarse tras
la autoridad de otro miembro, que se convierte obje-

344
TRANSICIÓN

tivamente en jefe, o bien tras la entidad grupal, que


se convierte en una banda. En las relaciones con el
exterior, el individuo, en definitiva, usa su pertenen-
cia a la banda para excluir a los demás y distinguirse
de ellos, aun cuando no sea más que para protegerse
contra sus propias flaquezas teóricas. Pertenecer para
excluir; esa es la dinámica interna de la banda, que se
basa en una oposición, reconocida o no, entre el exte-
rior y el interior. Hasta los grupos informales recaen
en el racket político: es el caso clásico en el que la
teoría se convierte en ideología.
La adhesión a una banda deriva, en el caso de los
intelectuales, de la voluntad de identificarse con un
grupo que encarne cierto nivel de prestigio teórico,
y de prestigio organizativo en el de los sedicentes
hombres prácticos. El mecanismo mercantil, por lo
demás, interviene en la formación «teórica». Dada
la masa creciente de capital-mercancía ideológica a
realizar, hay que suscitar una motivación profunda
para que dicha mercancía se compre. Para eso, la
mejor motivación que hay es ésta: aprender y leer
más para estar por encima de la masa y distinguirse
de ella. Ostentación del prestigio y exclusión son la
manifestación de la competencia bajo todas sus for-
mas; lo mismo sucede en aquellas bandas que han
de presumir de su originalidad y de su prestigio para
atraer. De ahí el culto de la organización establecida
y la exaltación de las particularidades de la banda.
A partir de ese momento, ya no se trata de defender
una «teoría», sino de defender la continuidad de una
organización dada (cfr. el PCI[1] y su idolatría de la

345
JACQUES CAMATTE

izquierda italiana).
Lo más habitual, por otra parte, es que la adquisi-
ción teórica esté destinada a efectuar maniobras: por
ejemplo, justificar el acceso al puesto de jefecillo o
permitir la liquidación del jefecillo del momento.
La oposición interior-exterior y la estructura de la
banda desarrollan el espíritu de competencia al máxi-
mo. En efecto, dadas las diferencias de conocimiento
teórico entre los miembros, la adquisición teórica se
convierte en un elemento de la «selección natural»
política, lo cual no es sino un eufemismo para la di-
visión del trabajo. En el segundo caso se teoriza la
sociedad existente; en el primero, so pretexto de ne-
garla, se fomenta una competencia desenfrenada que
desemboca en una jerarquización aún más exacerba-
da, tanto más si tenemos en cuenta que la oposición
interior-exterior se reproduce en el interior de la ban-
da, pues por un lado está el núcleo central, y por otro
la masa de los militantes.
La banda política alcanza su paroxismo en aque-
llos grupos que supuestamente pretenden superar los
mecanismos de la sociedad actual: el culto del indi-
viduo, de los jefes y de la democracia. En realidad,
el anonimato —planteado simplemente como un
anti-individualismo— desemboca en la explotación
desenfrenada de los miembros de la banda en benefi-
cio de la camarilla dirigente, que obtiene prestigio de
todo lo que ésta produce. La defensa del centralismo
orgánico se convierte en generalización de la hipo-
cresía, que hace que se produzcan las mismas cochi-
nadas que en los grupos que reivindican el centralis-

346
TRANSICIÓN

mo democrático, pero negando que ése sea el caso.


Lo que mantiene una unidad aparente en el seno
de la banda es el chantaje de la exclusión. En efecto,
quienes no respetan las normas son expulsados entre
calumnias; el resultado es el mismo cuando son ellos
los que se marchan. Por otra parte, esto actúa como
chantaje psicológico sobre los que se quedan. Esto
se manifiesta, con ciertas diferencias, en los distintos
tipos de banda.
En los gangs de negocios, moderna forma de la
empresa, al individuo se le despide y se le pone de
patitas a la calle.
En las bandas delictivas (que expresan la reinte-
gración en la sociedad de la revuelta bajo su forma
inmediata, la delincuencia, pues el individuo aislado
ingresa en la banda porque no es lo bastante fuerte y
carece de protección), al individuo se le propina una
paliza o se le mata.
En las bandas políticas, se expulsa al individuo
entre calumnias que no son más que la sublimación
del asesinato. La calumnia justifica su exclusión o se
emplea para forzarlo a marcharse «por propia y libre
voluntad».
Es evidente que en la realidad los matices seña-
lados pueden darse en unos tipos de banda u otros.
Así como hay asesinatos vinculados a los negocios,
también hay ajustes de cuentas que desembocan en
asesinatos.
Así pues, el capitalismo es el triunfo de la orga-
nización, y ésta adopta la forma de la banda: es el
triunfo del fascismo. Así, en los Estados Unidos, las

347
JACQUES CAMATTE

prácticas gansteriles están asentadas en todos los ni-


veles de la sociedad, y en la URSS sucede lo mismo.
En el sentido formal, la teoría del capitalismo buro-
crático jerarquizado es un absurdo, pues la banda es
un organismo informal.
Teóricamente existe una alternativa: la exaltación
de la disciplina, la exigencia de la pureza militante
(cfr. el grupo Rivoluzione Comunista, que rompió en
1964 con el PCI en torno a la cuestión de la creación
de una verdadera elite de militantes, lo que no hacía
sino volver a sacar a la luz las posiciones del «ultra-
bolchevismo» considerado por Lukács como alterna-
tiva al partido de masas oportunista en el que se ha-
bía convertido el Partido Comunista de Alemania en
el espacio de dos años; cfr. «Consideraciones meto-
dológicas acerca de la cuestión de la organización»,
en Historia y conciencia de clase). Igualmente, en el
plano de la vida sexual, la alternativa a la disolución
de las costumbres es el ascetismo. Ahora bien, seme-
jante alternativa se mueve en el marco de la sociedad
capitalista. No está vinculada al ser de la clase ni, por
tanto, a su futuro. Además, al hacer abstracción de la
realidad, esa visión produce una brecha entre teoría
y práctica.
Todo eso no hace sino expresar la separación cada
vez mayor entre el individuo y la comunidad huma-
na, la miseria en el sentido de Marx. La formación
de la banda es la constitución de una comunidad ilu-
soria. En el caso de la banda de delincuentes, es el
resultado de la contención del instinto elemental de
revuelta en su forma inmediata. La banda política,

348
TRANSICIÓN

por el contrario, aspira a establecer esa comunidad


ilusoria como modelo para toda la sociedad. Se trata
de un comportamiento utopista sin ninguna base real,
pues los utopistas crearon comunidades —que fue-
ron todas absorbidas por el capital— que esperaban
que acabasen englobando a toda la humanidad me-
diante la emulación. Así pues, la frase del Manifiesto
Inaugural de la Primera Internacional, «la emancipa-
ción de la clase obrera debe ser obra de los obreros
mismos», es más válida que nunca.
En la actualidad, o el proletariado prefigura la
sociedad comunista y realiza la teoría, o bien sigue
siendo lo que la sociedad ya es. El movimiento de
mayo de 1968 fue el comienzo de esta prefiguración:
de lo que se deduce que el proletariado no puede re-
conocerse en modo alguno en una organización cual-
quiera, porque ya las padece bajo otras formas. El
movimiento de mayo lo demostró con claridad.
Al haber sido destruido el proletariado, su forma
de ser en la realidad inmediata es el propio proceso
del capital. En tiempos de Marx, el destino de los
partidos obreros que fueron fruto del movimiento in-
mediato del proletariado en la sociedad de la época
era insertarse en el juego de las reglas parlamentarias
burguesas. Hoy en día, cuando la comunidad aparente
constituida en el cielo de la política por los parlamen-
tos y sus partidos ha sido liquidada por el desarrollo
del capital, las «organizaciones» que reivindican al
proletariado no son más que simples bandas o cama-
rillas que, gracias a la mediación del Estado, desem-
peñan el mismo papel que todos los demás grupos

349
JACQUES CAMATTE

que se hallan directamente al servicio del capital. Se


trata de la fase grupuscular, en la que, a diferencia de
las sectas de la época de Marx, que tuvieron que ser
superadas por la unidad del movimiento obrero, es-
tos partidos y estos grupúsculos expresan la ausencia
de la lucha de clases. Se disputan los restos del pro-
letariado; teorizan la realidad inmediata de éste y se
oponen a su movimiento. En este sentido, cumplen
las exigencias de contención del capital. El proleta-
riado, por tanto, no tiene que superarlos, como en el
caso de las sectas, sino destruirlos.
La crítica del capital debe ser, pues, la crítica del
racket en todas sus formas, del capital como organis-
mo social, visto que se convierte en la vida real del
individuo y su modo de ser con respecto a los demás
(cfr. a ese respecto, Marcuse, El hombre unidimen-
sional, y Galbraith, El nuevo Estado industrial). La
teoría que critica esto no puede reproducir el racket.
Así pues, hay que elegir entre el rechazo de toda vida
de grupo o la ilusión de comunidad. A este respecto,
cabría reemprender la crítica formulada por Engels
en el congreso de Sonvillers (lo que decía en la época
sobre la Internacional se aplica hoy en día a los gru-
pos) haciendo el comentario siguiente: en la época
de Marx, el proletariado no podía llegar a negarse
a sí mismo (en el sentido de que, en el curso de la
revolución, debía erigirse en clase dominante: 1848,
1871, 1917). Existía realmente una separación entre
partido formal y partido histórico. Hoy, el partido no
puede ser más que el partido histórico; cualquier mo-
vimiento formal es la reproducción de esta sociedad,

350
TRANSICIÓN

y el proletariado está al margen. Ningún grupo puede


en modo alguno pretender realizar la comunidad sino
substituyéndose, en definitiva, al proletariado, que es
el único que puede realizarla. De ahí la introducción
de una distorsión que engendra ambigüedad teórica e
hipocresía práctica.
No basta con hacer la crítica del capital ni con afir-
mar que no existen vínculos organizativos; es preci-
so evitar reproducir la estructura de la banda, que es
el producto espontáneo de la sociedad. Es ahí donde
debe desembocar la crítica de la izquierda italiana y
de nuestro modo de ser desde la ruptura con el PCI.
El revolucionario no debe reconocerse en un gru-
po, sino en una teoría que no dependa de un grupo ni
de una revista, porque es la expresión de una lucha
de clases concreta. En realidad, el anonimato, que no
es la negación del individuo (negación que se produ-
ce dentro de la propia sociedad capitalista) se plantea
precisamente en este sentido. El acuerdo, ha de dar-
se, pues, en torno a un trabajo en curso que exige ser
desarrollado. Es por eso que los conocimientos teóri-
cos y la voluntad de adquisición teórica, no a través
del grupo, que se interpone como un diafragma entre
el individuo y la teoría, sino de forma autónoma y
personal, son absolutamente necesarios para evitar
que se repita la relación maestro-alumno (otra forma
de la contradicción espíritu/materia, jefe/masa) y que
se renueve la práctica del seguidismo.
Es preciso regresar a la actitud de Marx posterior
a 1851 frente a todos los grupos para entender cómo
romper con la práctica de los gangs:

351
JACQUES CAMATTE

— rechazo de toda reconstitución de un grupo, in-


cluso uno informal (cfr. la correspondencia Marx-En-
gels, las diversas obras sobre la revolución de 1848,
y panfletos como «Los grandes hombres del exilio»,
1852).
— mantenimiento de una red de contactos per-
sonales con los elementos que hayan alcanzado (o
estén en vías de alcanzar) el grado más alto de cono-
cimiento teórico: anti-seguidismo, antipedagogía; el
partido, en su sentido histórico, no es una escuela[2].
La actividad de Marx siempre consistió en poner
en evidencia el movimiento real que tiende al comu-
nismo y defender las conquistas del proletariado en
su lucha contra el capital. De ahí la posición de éste
en 1871, al desvelar el «imposible comunismo» en
la actividad de la Comuna de París o declarar que la
primera Internacional no era fruto de teoría ni sec-
ta alguna. Es preciso emprender la misma actividad
ahora. Las relaciones de todos aquellos que quieran
entrar en contacto con el trabajo presentado en esta
revista con el fin de desarrollarlo y asegurar una ex-
posición más detallada y precisa, cada vez más clara,
deben ser aquellas indicadas antes con respecto a la
obra de Marx, so pena de recaer de nuevo en las prác-
ticas gansteriles.
Por tanto, de esto también se deduce que es preciso
desarrollar una crítica de la concepción de «progra-
ma» de la izquierda comunista italiana, ya que esta
noción de «programa comunista» nunca se clarificó
de manera suficiente, como lo demuestra el hecho de
que, en un momento dado, reapareciera en el seno

352
TRANSICIÓN

de la izquierda la polémica Martov-Lenin, producto


en sí misma de la liquidación del concepto de teo-
ría revolucionaria de Marx en tanto reflejo de una
separación completa entre los conceptos de teoría y
praxis. Para el proletariado, en el sentido de Marx, la
lucha de clases es producción y a la vez radicaliza-
ción de la conciencia. La crítica del capital expresa
una conciencia ya producida por la lucha de clases
y se anticipa a su futuro. Para Marx y Engels, pues,
movimiento del proletariado = teoría = comunismo.

«El Sr. Heinzen se imagina que el comunis-


mo es una doctrina que procede de un principio
teórico central y saca conclusiones a partir de
aquí. El Sr. Heinzen está muy equivocado. El
comunismo no es una doctrina, sino un movi-
miento; no procede de principios, sino de he-
chos. Los comunistas no parten de tal o cual
filosofía, sino de todo el curso de la historia an-
terior y particularmente de los resultados reales
a los que se ha llegado actualmente en los paí-
ses civilizados. […]El comunismo, como teo-
ría, es la expresión teórica de la posición del
proletariado en esta lucha y la síntesis teórica
de las condiciones para la liberación del prole-
tariado.»
F.Engels, «Los comunistas y Karl Heinzen»,
artículo 2, MEW 4, pp. 321-322.

En realidad, para Marx, dado que el problema de


la conciencia venida del exterior era inexistente, tam-

353
JACQUES CAMATTE

poco existía ninguna cuestión de formación de mili-


tantes, de activismo o de academicismo; igualmente,
la problemática de la auto-educación de las masas
—en el sentido de los «comunistas de los consejos»
y consortes, falsos discípulos de R. Luxemburgo y
auténticos discípulos del reformismo pedagógico—
tampoco se planteaba. La teoría de Rosa Luxembur-
go sobre el movimiento de clase que encuentra en
la realidad misma las condiciones para radicalizarse
desde que comienza la lucha, es la más próxima a la
posición de Marx (cfr. su posición sobre la «creati-
vidad de las masas», que muestra que era capaz de
captar al proletariado más allá de su existencia inme-
diata).
Eso demuestra la necesidad de superar la forma
burguesa de percibir y concebir la realidad social y
de entroncar, como hizo Marx, con la demostración
de Hegel acerca del carácter mediato de toda for-
ma de inmediatez, pues es propio del pensamiento
«científico» aceptar el dato inmediato como el objeto
real del conocimiento sin percibir ni concebir la me-
diación que le subyace. Sobre la base de tal gnoseo-
logía, en la sociedad capitalista la apariencia social
se convierte en la realidad y viceversa. El ser real
del proletariado está oculto y la clase es percibida
en su forma de vida aparente. De ahí el problema
de la conciencia procedente del exterior y que todos
queden estupefactos y atónitos en el momento en que
el proletariado manifiesta su verdadero ser (1905-
1917).
Pese a estar mejor pertrechada en el ámbito de la

354
TRANSICIÓN

teoría del proletariado, en 1950 la izquierda comu-


nista italiana no llevó a cabo una ruptura definitiva
con su pasado de 1919-1926. Su crítica del trotskis-
mo, del comunismo de consejos, etc. no llegó hasta
la restauración integral de las nociones de partido
y de proletariado en Marx. De ahí que su posición
oficial y su esen

Notas

[1] Se trata del Partido Comunista Internacional (bor-


diguista). (N. del t.)

[2] Hablar de reanudar una actitud adoptada por


Marx en determinado momento de su actividad re-
volucionaria derivaba de la incomprensión profunda
de que la fase de dominación formal del capital había
terminado por completo. Ahora bien, Marx sólo tuvo
que tomar posición en aquel período. Por otra parte,
su comportamiento teórico en torno a la cuestión del
partido no fue tan rígida como indica la carta. Pero
lo más inaceptable de las afirmaciones anteriores es
que podrían abrir camino a una nueva teoría de la
conciencia venida del exterior por el rodeo de una
teoría elitista del desarrollo del movimiento revolu-
cionario.
El rechazo de toda organización no es una simple po-
sición anti-organizativa. Quedarse allí no dejaría de
ser la exteriorización de una voluntad de originali-
dad, un intento de destacarse como distintos y lograr

355
JACQUES CAMATTE

así atraerse cierto número de elementos… A partir de


lo cual volvería a desplegarse el proceso de racketi-
zación.
Nuestra posición sobre la disolución de los grupos
procede, por un lado, del estudio del devenir del
modo de producción capitalista, y de nuestra caracte-
rización del movimiento de Mayo, por otro. Estamos
profundamente convencidos de que el fenómeno re-
volucionario está en marcha y que, como siempre —
sobre todo en este ámbito— la conciencia sigue a la
acción. Esto significa que, en el vasto movimiento de
rebelión contra el capital, los revolucionarios adopta-
rán un comportamiento determinado —que no estará
garantizado de una vez por todas— compatible con
la lucha decisiva y determinante contra el capital.
Podemos prever el contenido de semejante organiza-
ción. Combinará la aspiración a la comunidad humana
con la afirmación individual, que es el rasgo distintivo
de la fase revolucionaria actual. Tenderá a realizar la
reconciliación del hombre con la naturaleza, pues la
revolución comunista también es una revuelta de ésta
última contra el capital; por otra parte, sólo seremos
capaces de sobrevivir mediante una nueva relación con
la naturaleza y conjurar así el segundo término de la
alternativa que se nos plantea en la actualidad: comu-
nismo o destrucción de la especie humana.
A partir de este momento, para comprender mejor este
devenir organizativo, a fin de facilitar y no inhibir lo
que haya de ser, es importante rechazar todas las for-
mas antiguas y tomar parte, sin apriorismos, en el vasto
movimiento de nuestra liberación. Este se desarrolla
a escala mundial, y es preciso eliminar todo aquello

356
TRANSICIÓN

que pudiera obstaculizar el cambio revolucionario. En


circunstancias dadas y en el transcurso de acciones es-
pecíficas, la corriente revolucionaria se estructurará no
sólo de manera pasiva y espontánea, sino dirigiendo
siempre el esfuerzo de reflexión hacia la cuestión de
cómo realizar la verdadera Gemeinwesen (el ser huma-
no) y el hombre social, lo que implica la reconciliación
de los hombres con la naturaleza. [Nota de 1972].

357
JACQUES CAMATTE

358
LA MISTIFICACIÓN DEMOCRÁTICA

LA MISTIFICACIÓN DEMOCRÁTICA

NOTA A LA EDICIÓN DEL SITIO WEB DE


JOHN GRAY FOR COMMUNISM

La Mistificación Democrática fue publicado por


primera vez en forma anónima, en la revista Inva-
riance, Serie I, n° 6 (abril-junio 1969). El artículo
había sido escrito como parte de una obra más ex-
tensa titulada La revolución comunista: Tesis de tra-
bajo, de la cual las primeras partes aparecieron en
dicha publicación. La numeración de los párrafos
corresponde a su ubicación dentro de ese texto. La
parte que publicamos aquí iba a ser originalmente la
sección de apertura (parte 5.1) de un capítulo sobre la
democracia. Iba acompañada de una parte numerada
5.2 consistente en una serie de “esquemas” - diagra-
mas que intentaban ilustrar las relaciones entre los
individuos y el Estado. Posteriormente Camatte ex-
plicó que esta segunda sección “había quedado in-
completa porque tendría que haber incluido un co-
mentario más detallado acerca de los diagramas, el
cual, recordemos, iba a escribir Bordiga”.
El plan original de las “tesis de trabajo”, tal como
fueran publicadas en Invariance Serie I, n° 5 (ene-
ro-marzo 1969), contemplaba una sección 5.3 dividi-

359
JACQUES CAMATTE

da en dieciséis partes, sobre la democracia y el movi-


miento proletario, y una sección 5.4 en nueve partes,
sobre la democracia y el fascismo. Éstas, al igual que
muchas otras secciones proyectadas para las “tesis de
trabajo”, nunca aparecieron. No obstante, a diferen-
cia de otras secciones no publicadas, éstas sufrieron
algunas modificaciones posteriores. En 1972 Cama-
tte reelaboró este material a la luz de la evolución de
su pensamiento. El resultado no fue publicado sino
hasta 1991. Se puede encontrar el original en francés
en el sitio del GCI. Esta traducción inglesa es una
versión modificada de la que hizo David Brown, y
que fue publicada originalmente junto a otros textos
de Camatte en Origen y función de la forma partido
(Londres, 1977).

***

El asalto del proletariado a las ciudadelas del capi-


tal no podrá hacerse con ninguna posibilidad de éxito,
sin que el movimiento revolucionario del proletaria-
do termine, de una vez por todas, con la democracia.
Esta es el último refugio de todos los renegamientos,
de todas las traiciones, porque ella es la primera es-
peranza de aquellos que creen sanear, revigorizar el
movimiento actual que está podrido hasta sus pro-
pios fundamentos.

360
LA MISTIFICACIÓN DEMOCRÁTICA

5.1 El fenómeno histórico general

"La vida social es esencialmente prácti-


ca. Todos los misterios que desvían la teoría
hacia el misticismo encuentra su solución
racional en la práctica humana y en la com-
prensión de esta práctica.”
(Marx, 8va Tesis sobre Feuerbach)

5.1.1 De una forma general, podemos definir la


democracia como el comportamiento del hombre, la
organización de éste cuando ha perdido su unidad or-
gánica original con la comunidad. Existe, entonces,
durante todo el período que separa el comunismo pri-
mitivo del comunismo científico.
5.1.2 La democracia nace a partir del momento
en que existe división entre los hombres y reparti-
ción del haber. Lo que quiere decir que nace con la
propiedad privada, los individuos y la división de la
sociedad en clases, con la formación del Estado. Por
ello se hace cada vez más pura en la medida en que
la propiedad privada se generaliza y que las clases
aparecen con mayor claridad en la sociedad.
5.1.3 La democracia supone un bien común, a re-
partir. En la sociedad antigua la democracia limita-
da presuponía la existencia del ager publicus y los
esclavos no eran hombres. En la sociedad moderna,
este bien es más universal —comprende un número
mayor de hombres—, más abstracta e ilusoria: la pa-
tria.

361
JACQUES CAMATTE

5.1.4 La democracia no excluye de ninguna mane-


ra la autoridad, la dictadura, el Estado. Por el contra-
rio, ella lo necesita como fundamento. Si no, ¿quién
podría garantizar el reparto, quien podría regular las
relaciones entre los individuos y entre éstos y el bien
común, sino existiera el Estado? En la sociedad capi-
talista plenamente desarrollada, el Estado se presen-
ta también como el guardián de la repartición desde
un punto de vista doble: impedir que la plusvalía sea
roída por el proletariado; garantizar que sea repar-
tida bajo la forma de ganancia industrial, ganancia
comercial, interés, renta, etc... entre las diferentes es-
feras capitalistas.
5.1.5 La democracia implica, por lo tanto, la exis-
tencia de individuos, de clases y del Estado; por ello
la democracia es a la vez un modo de gobierno, un
modo de dominación de una clase y el mecanismo de
unión y de conciliación.
En efecto, los procesos económicos, en su origen,
dividen a los hombres —proceso de expropiación—
que estaban unidos en la comunidad primitiva. Las
antiguas relaciones sociales son así destruidas. El oro
se transforma en una fuerza real que reemplaza la
autoridad de la Comunidad. Los antagonismos mate-
riales hacen enfrentar a los hombres de tal forma que
podrían hacer reventar la sociedad, hacerla inviable.
La democracia aparece como un medio de conciliar
los contrarios, como la forma política, más apta, para
unir lo que ha sido dividido. Representa la concilia-
ción entre la vieja comunidad y la nueva sociedad.
La forma mistificadora reside en la aparente recons-

362
LA MISTIFICACIÓN DEMOCRÁTICA

trucción de una unidad perdida. La mistificación era


progresista.
En el polo opuesto de la historia, en nuestros días,
el proceso económico ha conducido a la socialización
de la producción y de los hombres. La política, por
el contrario, tiende a dividirlos, a mantenerlos, como
simples superficies de intercambio para el capital. La
forma comunista se vuelve cada vez más poderosa en
el seno del viejo mundo capitalista. La democracia
aparece como una conciliación entre el pasado que
aún actúa en nuestro presente y el futuro: la sociedad
comunista. La mistificación es reaccionaria.
5.1.6 Frecuentemente se ha afirmado que en los
orígenes de la vida de nuestra especie, en el comu-
nismo primitivo, había gérmenes de democracia, al-
gunos afirman que incluso habían formas de ella. Lo
que existe es la incomprensión de que en la forma
inferior podemos encontrar gérmenes de la forma
superior, manifestándose esporádicamente. Esta “de-
mocracia” aparece en circunstancias bien definidas,
que una vez cumplidas se vuelve al antiguo modo de
organización; ejemplo: la democracia militar en sus
orígenes. La elección del jefe se efectuaba en un mo-
mento preciso y en vista de ciertas operaciones. Una
vez terminadas las mismas, el jefe era reabsorbido
en la comunidad. La democracia que se manifestaba
temporalmente era reabsorbida. Lo mismo se produ-
jo con las formas de capital que Marx llamó pre-dilu-
vianas. La usura es la forma arcaica del capital dinero
que podía manifestarse en las viejas sociedades. Pero
su existencia fue precaria porque la sociedad se de-

363
JACQUES CAMATTE

fendía contra su poder disolvente y la desterraba. Es


solo cuando el hombre es transformado en mercancía
que el capital puede desarrollarse sobre una base só-
lida y sin poder ser reabsorbido. La democracia solo
pudo manifestarse realmente a partir del momento en
que los hombres fueron totalmente divididos y que
ha sido cortado el cordón umbilical que los unía a la
comunidad; es decir cuando lo que existe son indivi-
duos.
El comunismo puede manifestarse a veces en esta
sociedad, pero es siempre reabsorbido. Solo podrá
desarrollarse verdaderamente a partir del momento
en que la comunidad material sea destruida.
5.1.7 El fenómeno democrático aparece con clari-
dad en el transcurso de dos períodos históricos: en el
momento de la disolución de la comunidad primiti-
va en Grecia y en el de la disolución de la sociedad
feudal en Europa Occidental. Es incontestablemen-
te en el transcurso de este segundo período que el
fenómeno aparece en su más gran amplitud porque
los hombres fueron reducidos realmente al Estado de
individuos y porque las relaciones sociales anteriores
no podían mantenerlos más unidos. La revolución
burguesa aparece siempre como una movilización de
masas. De allí el dilema burgués: como unificar las
masas, mantenerlas y fijarlas en las nuevas formas
sociales. De allí, la enfermedad institucional y el des-
encadenamiento del derecho en la sociedad burguesa.
La revolución burguesa es social con alma política.
En la revolución comunista, las masas ya fueron
organizadas por la sociedad capitalista. No buscarán

364
LA MISTIFICACIÓN DEMOCRÁTICA

nuevas formas de organización, sino que estructura-


rán un nuevo ser colectivo, la comunidad humana.
Esto aparece netamente cuando la clase actúa como
ser histórico, cuando se constituye en Partido.
Muchas veces, al interior del movimiento comu-
nista, se ha afirmado que la revolución no es un pro-
blema de formas de organización. Para la sociedad
capitalista, por el contrario, todo es problema orga-
nizativo. En los orígenes de su desarrollo, esto se re-
fleja en la búsqueda de buenas instituciones, al final
en la búsqueda de las estructuras más aptas para en-
cerrar a los hombres en las prisiones del capital: el
fascismo. En los dos extremos, la democracia está
en el corazón de la búsqueda: democracia política,
primero, social después.
5.1.8 La mistificación no es un fenómeno deseado
por los hombres de la clase dominante, no es un en-
gaño inventado por ellos. Si fuese así sería suficiente
una simple propaganda adecuada para extirparla del
cerebro de los hombres. En realidad, ella surge y se
alberga en lo más profundo de la estructura social, en
las relaciones sociales.

Es necesario que una relación social de pro-


ducción se presente bajo la forma de un objeto
que existe fuera de los individuos y que las rela-
ciones determinadas por las cuales éstos entran
en el proceso de producción de su vida social,
se presenten como propiedades específicas de
ese objeto. Es esta inversión, esta mistificación
no imaginaria, sino de la prosaica realidad, que

365
JACQUES CAMATTE

caracteriza todas las formas sociales del trabajo


creador de valor de cambio. (Marx, Contribu-
ción a la Crítica de la Economía Política)

Es entonces necesario explicar en que la realidad


es mistificadora y como esta mistificación, que era
simple al principio, se va acrecentando hasta alcan-
zar su clímax en el capitalismo.

5.1.9 En su origen la comunidad humana está so-


metida a la dictadura de la naturaleza. Aquella debía
luchar contra ésta para sobrevivir. La dictadura es di-
recta, y somete a la comunidad en su totalidad.
Con el desarrollo de la sociedad de clases, el Esta-
do se plantea como el representante de la comunidad,
pretendiendo encarnar la lucha del hombre contra la
naturaleza. Pero, dado el débil desarrollo de las fuer-
zas productivas, la dictadura de ésta es siempre ope-
rante. Dicha dictadura es indirecta, mediada por el
Estado y pesa sobre todo sobre las capas más desfa-
vorecidas. Cuando el Estado define al hombre, toma,
de hecho, como substrato de su definición al hombre
de la clase dominante. La mistificación es total.
5.1.10 En el capitalismo, tenemos un primer pe-
ríodo donde, aunque la burguesía haya tomado el po-
der, el capital no alcanza a ejercer más que una domi-
nación formal. Muchos resabios de las formaciones
sociales precedentes persisten, obstaculizando su
dominación sobre el conjunto de la sociedad. Es la
época de la democracia política donde se efectúa la
apología de la libertad individual y de la libre com-

366
LA MISTIFICACIÓN DEMOCRÁTICA

petencia. La burguesía las presenta como medios de


liberación del hombre. Esto es una mistificación por-
que “la competencia no emancipa a los individuos
sino al capital” (Marx, Grundrisse).

Se ve así cuán inepto resulta presentar la li-


bre competencia como el desarrollo postrero
de la libertad humana, y la negación de la libre
competencia como la negación de la libertad
individual y de la producción social basada en
la libertad individual, puesto que se trata sim-
plemente del libre desarrollo sobre una base li-
mitada - aquella de la dominación del capital.
Por este motivo, esta especie de libertad indi-
vidual es a la vez la abolición de toda libertad
individual y el sometimiento del individuo a las
condiciones sociales que revisten la forma de
potencias materiales, e incluso objetos superio-
res e independientes de las relaciones de los in-
dividuos. Este desarrollo de la libre competen-
cia proporciona la única respuesta racional que
se puede dar a los profetas de la clase burguesa
que la ponen por las nubes, o a los socialistas
que la cubren de oprobio. (Marx, Ibíd)

5.1.11
“Después de su victoria por las armas y por
el terror, la democracia y el parlamentarismo
le son indispensables a la burguesía para do-
minar una sociedad dividida en clases.” (Bat-
taglia Comunista N°18, 1951)

367
JACQUES CAMATTE

Había necesidad de una conciliación para poder


dominar, puesto que era imposible que la domina-
ción perdurase únicamente a través del terror. Des-
pués de la toma del poder, por la violencia y el terror,
el proletariado no tiene necesidad de la democracia,
no porque las clases vayan a desaparecer de un día
para el otro, sino porque el proletariado no es deten-
tador de máscaras, ni de mistificaciones. La dictadu-
ra es necesaria para impedir cualquier posibilidad de
reconstitución de la clase adversa. Además, la acce-
sión del proletariado al Estado es su propia negación
como clase, así como la negación de otras clases. Es
el comienzo de la unificación de la especie, de la for-
mación de la comunidad. Reclamar la democracia,
implicaría la exigencia de una conciliación entre las
clases, lo cual significaría dudar que el comunismo
es la solución de todos los antagonismos, que es la
reconciliación del hombre consigo mismo.
5.1.12 Con el capital el movimiento económico
deja de estar separado del movimiento social. Con
la compra y venta de la fuerza de trabajo, la unión se
opera, pero en base a la sumisión de los hombres al
capital. Este se constituye en comunidad material y
no hay más política, puesto que es el mismo capital
que organiza a los hombres esclavos.
Hasta este estadio histórico, existía una separación
más o menos neta entre producción y distribución.
En esa fecha la democracia política podía ser con-
siderada como un medio para repartir más equitati-
vamente los productos. Pero cuando la comunidad

368
LA MISTIFICACIÓN DEMOCRÁTICA

material es realizada, la producción y la distribución


están indisolublemente ligadas; los imperativos de
la circulación condicionan a la distribución. Ahora
bien, la primera no es más algo exterior a la produc-
ción, sino que por el contrario es, para el capital un
momento esencial de su proceso total. Es entonces el
mismo Capital que condiciona la distribución.
Todos los hombres cumplen una función para el
capital que, en el fondo, presupone su existencia mis-
ma. En relación a la ejecución de esta función, los
hombres reciben una cierta distribución de productos
por intermedio de un salario. Tenemos una democra-
cia social. La política de ingresos es un medio para
llegar a ésta.
5.1.13 Durante el período de dominación formal
del capital —democracia política— la democracia
no es una forma de organización que se opone como
tal al capital, sino un mecanismo utilizado por la cla-
se capitalista para llegar a dominar la sociedad. Es el
período en el cual todas las fuerzas al interior de la
sociedad, luchan para llegar a ese mismo resultado.
Es por esto que, durante un cierto tiempo, el prole-
tariado puede también intervenir en este terreno. Por
otro lado, las oposiciones se desarrollan también al
interior de una misma clase, entre burguesía indus-
trial y burguesía financiera por ejemplo. El parla-
mento es entonces una arena donde se enfrentan los
intereses diversos. El proletariado puede utilizar la
tribuna parlamentaria para denunciar la mistificación
democrática y utilizar el sufragio universal como
medio de organizar la clase.

369
JACQUES CAMATTE

Cuando el capital ha llegado a su dominación


real y se ha constituido en comunidad material, el
problema se resuelve: él se ha apoderado del Esta-
do. La conquista del Estado desde su interior no se
plantea más pues no es más que “una formalidad la
alta predilección de la vida popular, una ceremonia.
El elemento constituyente es la mentira sancionada,
legal de los Estados Constitucionales, que dice que el
Estado es el interés del pueblo o que el pueblo es el
interés del Estado” (Marx).
5.1.14 El Estado democrático materializa la ilu-
sión de que el hombre conduce la sociedad —de que
este pueda dirigir el fenómeno económico. Él pro-
clama al hombre soberano. El estado fascista es la
realización de la mistificación —en este sentido pue-
de aparecer como su negación—, porque el hombre
no es soberano. Al mismo tiempo, el Estado fascista
es por esto la forma real, declarada, del Estado capi-
talista: dominación absoluta del capital. El conjunto
social podía vivir sobre un divorcio entre la teoría y
la práctica. La teoría decía: el hombre es soberano;
la práctica afirmaba es el capital. Solo mientras que
este último no llegó a dominar de forma absoluta la
sociedad, había posibilidad de distorsión. En el Esta-
do fascista la realidad somete a la idea para hacerla
una idea real. En el Estado democrático la idea some-
te a la realidad para hacerla una realidad imaginaria.
La democracia de los esclavos del capital suprime
la mistificación para realizarla mejor. Los demócra-
tas quieren ponerla en evidencia cuando creen poder
conciliar al proletariado con el capital.

370
LA MISTIFICACIÓN DEMOCRÁTICA

La sociedad ha encontrado al ser de su opresión —


el que elimina la dualidad, la distorsión realidad-pen-
samiento— es necesario oponerle el ser libertador
que representa la comunidad humana: el partido co-
munista.
5.1.15 Esto explica por qué la mayoría de los teó-
ricos del siglo XIX eran estatistas. Pensaban resolver
los problemas sociales al nivel del Estado. Eran me-
diatistas. No comprendían que el proletariado debía
no solamente destruir la vieja máquina estatal, sino
que debía poner otra en su lugar. Muchos socialistas
creyeron que era posible conquistar el Estado desde
el interior, los anarquistas creyeron poder abolirlo de
un día para el otro.
Los teóricos del siglo XX son corporativistas por-
que piensan que se trata solamente de organizar la
producción, de humanizarla para resolver todos los
problemas. Son inmediatistas. Es una confesión indi-
recta de la validez de la teoría del proletariado. Afir-
mar que sería necesario conciliar al proletariado con
el movimiento económico, es reconocer que solo en
este terreno puede surgir la solución. Este inmedia-
tismo viene del hecho de que la sociedad comunista
es cada vez más poderosa al interior del mismo capi-
talismo. No se trata de hacer una conciliación entre
los dos sino de destruir el poder del capital, su fuer-
za organizada, el Estado capitalista, que mantiene el
monopolio privado cuando todos los mecanismos
económicos tienden a hacerlo desaparecer. La solu-
ción comunista es mediata. La realidad parece esca-
motear al Estado, hay que ponerlo en evidencia y, al

371
JACQUES CAMATTE

mismo tiempo, indicar la necesidad de otro Estado


transitorio: la dictadura del proletariado.
5.1.16 El devenir hacia la democracia social está
marcado desde el principio:

Mientras que el poder del dinero no era el


vínculo de las cosas y de los hombres las rela-
ciones sociales debían ser organizadas política
y religiosamente. (Marx)

Marx denunció siempre la superchería política y


puso al desnudo las relaciones reales:

Son, pues, la necesidad natural, las cualida-


des humanas esenciales —por enajenadas entre
sí que puedan parecer—, el interés, los que man-
tienen ligados a los miembros de la sociedad
burguesa; la vida burguesa y no la vida política,
constituye su nexo real. (La Sagrada Familia)

En apariencia, precisamente, el sistema es-


clavista de la sociedad burguesa es la mayor
libertad, por ser la independencia aparentemen-
te consumada del individuo; éste toma el mo-
vimiento desbocado de sus elementos vitales
enajenados —como la propiedad, la industria,
la religión, etc., movimiento al que no ligan ya
vínculos generales ni el hombre—, por su pro-
pia libertad, cuando en realidad es su servidum-
bre e inhumanidad consumadas. El derecho ha
sustituido al privilegio. (Marx, La sagrada fa-

372
LA MISTIFICACIÓN DEMOCRÁTICA

milia)
La problemática de la democracia no hace más que
replantear, bajo otra forma, la oposición falaciosa en-
tre competencia y monopolio. La comunidad mate-
rial integra las dos. Con el fascismo (= democracia
social), democracia y dictadura se integran también.
Por eso mismo es un medio de superar la anarquía.

La anarquía es la ley de la sociedad burgue-


sa emancipada de los privilegios que dividen, y
la anarquía de la sociedad burguesa es el fun-
damento del estado de cosas público moderno,
así como éste, a su vez es lo que garantiza esa
anarquía. Por mucho que ambos se contrapon-
gan, se condicionan recíprocamente. (Marx, La
sagrada familia)

5.1.17 Ahora que la clase burguesa, aquella que


dirigiera la revolución, que permitió el desarrollo del
capital, ha desaparecido, reemplazada por la clase
capitalista que vive del capital y de su proceso de
valorización, que la dominación de éste está asegura-
da —fascismo— y que por esto no es más necesario
la conciliación política, pues es superficial, sino la
conciliación económica —corporativismo, doctri-
na de las necesidades, etc.— son las clases medias
que se hacen las adeptas de la democracia. Solo que
cuanto más se refuerza el capitalismo, más se desva-
nece la ilusión de poder compartir la dirección con el
capital. No queda más que la reivindicación de una
democracia social a pretensión política: planificación

373
JACQUES CAMATTE

democrática, pleno empleo, etc. No obstante, crean-


do la asistencia social, tratando de mantener el pleno
empleo, la sociedad capitalista realiza la democracia
social en cuestión: la de los esclavos del capital. Con
el desarrollo de las nuevas clases medias, la reivindi-
cación de la democracia se pinta —solamente— de
comunismo.
5.1.18 Lo precedente concierne el área euro-nor-
teamericana, no es válida para todos los países don-
de por largo tiempo lo que predominó fue el modo
de producción asiático —Asia, África— y donde
dicho modo de producción predomina aún —India,
por ejemplo. En estos países, el individuo no ha sido
producido. La propiedad privada ha podido aparecer,
pero no se ha autonomizado, lo mismo sucede con el
individuo. Esto está ligado a las condiciones geo-so-
ciales de estos países y explica la imposibilidad en
la que se encuentra el capitalismo de desarrollarse,
mientras que no se haya constituido en comunidad.
Dicho de otra manera, solo cuando se haya llegado
a dicho estadio el capitalismo podrá reemplazar la
antigua comunidad y conquistar zonas inmensas. En
esos países, los hombres no pueden tener el mismo
comportamiento que los occidentales; la democracia
política es obligatoriamente escamoteada. No ten-
dremos otra cosa que la democracia social.
Es por esto que tenemos, en los países más traba-
jados por la implantación capitalista, un doble fenó-
meno: una conciliación entre el movimiento real y la
comunidad primitiva y otra con la comunidad futura:
el comunismo. De allí la dificultad para comprender

374
LA MISTIFICACIÓN DEMOCRÁTICA

estas sociedades.
Dicho de otra manera, una gran proporción de la
humanidad no conoce la mistificación democrática
tal como la ha conocido el occidente. Es un hecho
positivo para la futura revolución. En lo que concier-
ne a Rusia, tenemos un caso intermediario. Aquí el
capitalismo tuvo enormes dificultades para implan-
tarse. Para ello fue necesario una revolución prole-
taria. Allí tampoco la democracia política occidental
tuvo terreno para desarrollarse y podemos constatar
que ella no ha podido florecer. Tenemos, como en el
occidente actual, la democracia social. Desgraciada-
mente allí también, la contrarrevolución ha aportado
el veneno bajo la forma de la democracia proletaria
y, para muchos, la involución de la revolución debe-
ría buscarse en la no realización de ésta.
El movimiento comunista retomará su marcha re-
conociendo estos hechos y acordándoles toda su im-
portancia. El proletariado se reconstituirá en clase y
por lo tanto en partido, dejando atrás el margen es-
trecho de todas las sociedades de clase. La especie
humana podrá finalmente unificarse y formar un solo
ser.
5.1.19 Todas las formas históricas de democracia
corresponden a estadios de desarrollo donde la pro-
ducción era limitada. Las diferentes revoluciones que
se sucedieron fueron revoluciones parciales. Era im-
posible que el desarrollo económico pudiera realizar-
se, progresar, sin que se produjese la explotación de
una clase. Podemos constatar que desde la antigüe-
dad estas revoluciones contribuyeron a emancipar

375
JACQUES CAMATTE

una masa siempre mayor de hombres. De allí la idea


de que vamos hacia la democracia perfecta, es decir
una democracia que reagruparía a todos los hombres.
Por eso muchos se apresuran a afirmar la igualdad:
socialismo = democracia. Es cierto que se puede de-
cir que con la revolución comunista y la dictadura
del proletariado, hay una masa más importante, que
antes, de hombres que entran en el campo de esta
democracia ideal; que generalizando su condición de
proletario al conjunto de la sociedad, el proletariado
elimina las clases y realiza la democracia —el ma-
nifiesto dice que la revolución es la conquista de la
democracia. Sin embargo, es indispensable agregar
que este pasaje al límite, esta generalización, es al
mismo tiempo la destrucción de la democracia. Pues
paralelamente, la masa humana no queda reducida a
una simple suma de individuos todos iguales en de-
recho, sino en hecho. Esto no puede ser más que la
realidad de un momento breve de la historia debido a
una igualación forzada. La humanidad se constituirá
en un ser colectivo, la Gemeinwesen. Esta nace al
margen del fenómeno democrático y es el proletaria-
do constituido en partido que la transmitirá a la so-
ciedad. Cuando pasemos a la sociedad futura, habrá
no solamente un cambio cuantitativo, sino que será
un cambio cualitativo. La democracia “es el reino
antimarxista de esta cantidad eternamente impoten-
te, de transformarse en calidad”. Reivindicar la de-
mocracia para la sociedad post-revolucionaria es rei-
vindicar la impotencia. Por otra parte, la revolución
comunista no es más una revolución parcial. Con ella

376
LA MISTIFICACIÓN DEMOCRÁTICA

se termina la emancipación progresiva y se realiza la


emancipación radical. Esto implica también un salto
cualitativo.
5.1.20 La democracia se apoya sobre un dualis-
mo y constituye el medio para remontarlo. La demo-
cracia resuelve el dualismo entre espíritu y materia
equivalente a aquel entre grandes hombres y masas,
por la delegación de poderes; aquel entre ciudadano
y hombre, a través del boletín de voto, el sufragio
universal. En los hechos, so pretexto de acceder a la
realidad del ser total, hay una delegación de la sobe-
ranía del hombre al Estado. El hombre se desprende
de su poder humano.
La separación de poderes necesita su unidad y esto
se consigue siempre por la violación de una consti-
tución. Esta encuentra su fundamento en el divorcio
entre situación de hecho y situación de derecho. El
pasaje de uno al otro es asegurado por la violencia.
El principio democrático no es en realidad más
que la aceptación de un hecho: la escisión de la reali-
dad, el dualismo ligado a la sociedad de clases.
5.1.21 Se pretende muy frecuentemente oponer
la democracia en general que sería un concepto va-
cío, a una forma de democracia que sería la llave de
la emancipación humana. Pero ¿qué puede ser algo
cuya particularidad está no solamente en contradic-
ción con su concepto general, sino que debe ser su
negación? De hecho, teorizar una democracia parti-
cular —proletaria, por ejemplo— implica escamo-
tear el salto cualitativo. En efecto, o bien esta forma
democrática en cuestión está realmente en contra-

377
JACQUES CAMATTE

dicción con el concepto general, y entonces se trata


verdaderamente de otra cosa —¿por qué, entonces,
democracia?— o bien es compatible con este con-
cepto y no puede tener más que una contradicción
de orden cuantitativo —abarcar un número mayor de
hombres, por ejemplo—, y, en este caso no sale de
los limites aún si tiende a rechazarlos.
Esta tesis aparece frecuentemente sobre la forma:
la democracia proletaria no es la democracia burgue-
sa, y se habla de democracia directa para demostrar
que si la segunda necesita un corte, de una dualidad
—delegación del poder—, la primera la niega. Se de-
fine, entonces, la sociedad futura como la realización
de la democracia directa.
Esto no es más que la negación negativa de la so-
ciedad burguesa y no una negación positiva. Se pre-
tende también definir al comunismo a través de un
modo de organización que sería más adecuado a las
diferentes manifestaciones humanas. Pero el comu-
nismo es la afirmación de un ser, del verdadero Ge-
meinwesen del hombre. La democracia directa apa-
recería como un medio para realizar el comunismo.
Pero éste no necesita de tal mediación. El comunis-
mo no es una cuestión de tener, ni de hacer, sino una
cuestión de ser.

1969.

378
LA MISTIFICACIÓN DEMOCRÁTICA

379
JACQUES CAMATTE

ORIGEN Y FUNCIÓN
DE LA FORMA PARTIDO

PREMISAS GENERALES [1]

La tesis central que queremos afirmar e ilustrar es


la siguiente: es de su descripción de la sociedad co-
munista que Marx y Engels extrajeron los rasgos de
la forma partido.
Desde un punto de vista metodológico, intenta-
remos indicar en la medida de lo posible el vínculo
entre los diferentes trabajos de Marx, Engels y Lenin
con la izquierda comunista de Italia. En resumen, uti-
lizaremos todos los elementos de la escuela marxista,
además de un cierto número de puntos que serán in-
dicados pero no estudiados a fondo.
La lucha del embrión de proletariado en el curso
de la Revolución Francesa condujo a determinados
revolucionarios —Varlet, Leclerc, Roux, es decir, los
enragés [2]— a pensar que la revolución sólo se es-
taba haciendo en beneficio de una categoría de hom-
bres, que no tenía un carácter liberador universal.
Después, pero aún en la misma época, los Iguales [3]
volvieron a poner en cuestión la posibilidad de esta
revolución para emancipar a la humanidad; procla-
maron la necesidad de una nueva revolución que ya

380
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

no se regiría en nombre de la Razón (cf. la crítica de


Marx en La Sagrada Familia).
La teoría de la evolución universal de la Razón
y de su papel se encuentra en el sistema de Hegel,
que concluye la obra de los filósofos franceses y los
revolucionarios burgueses. Además, cuando el joven
Marx hace aparición en la escena política, el prole-
tariado ha crecido numéricamente y su fuerza en la
sociedad se ha incrementado. Es de la observación
de la lucha del proletariado como nace en Marx y
Engels la idea de que la solución ilustrada no es la
solución verdadera, la real, al mismo tiempo que ven
dónde se encuentra: en la lucha del proletariado. Se
dan cuenta de que no se puede resolver teóricamen-
te la cuestión de la emancipación de la humanidad,
porque no se ha planteado de manera práctica el pro-
blema. La liberación del hombre debe ser abordada
desde el campo de la práctica y se debe tener en con-
sideración al hombre real, es decir a la especie hu-
mana (cf. 8ª y 10ª tesis sobre Feuerbach). Armado de
esta intuición genial, Marx va a hacer la crítica del
sistema hegeliano. Había descubierto por qué la críti-
ca no funciona. Ataca al monstruo con un entusiasmo
delirante —Marx es el nuevo Edipo que resuelve los
enigmas. Cuando las cosas se ponen demasiado difí-
ciles, regresa al terreno práctico y espeta a la cara del
viejo Hegel la realidad: la existencia del proletaria-
do. Anteo moderno, para mantener el combate Marx
regresa siempre a tomar nuevas fuerzas del proleta-
riado, para cuya lucha propone una explicación —in-
tentaremos, tan a menudo como sea posible, subra-

381
JACQUES CAMATTE

yar este aspecto.


Marx era sensible a todas las luchas prácticas y
teóricas, también estaba al corriente de los trabajos
de otros combatientes como Engels, Moses Hess, los
socialistas franceses, etc. Es así como se producirá
finalmente esta combinación, esta integración histó-
rica: el marxismo, teoría del proletariado, teoría de
la especie humana, aparecerá con toda su fuerza en
plena fase de erupción del desarrollo de la sociedad
humana: la revolución de 1848, con el Manifiesto del
Partido Comunista.
El marxismo es por tanto el producto de toda la
historia humana, pero no podía nacer sino gracias a
la lucha proletaria, que “no tiene que realizar ideal
alguno, sino simplemente liberar los elementos de la
nueva sociedad que la vieja sociedad burguesa ago-
nizante lleva en su seno” [4].
Nuestro trabajo hoy es intentar explicar cómo la
intuición genial se hizo realidad: el programa comu-
nista; cómo este programa fue propuesto a la huma-
nidad por mediación del proletariado; cómo Marx y
Engels lucharon para que fuera aceptado por la orga-
nización proletaria —“La historia de la Internacio-
nal ha sido una lucha constante del Consejo General
contra […] las secciones nacionales” [5]—; cómo
triunfó en 1871 con la Comuna de París, lo que mos-
traba su necesidad absoluta —la necesidad traduce
su verificación, su validez—; nosotros estudiaremos
todo esto con el fin de precisar el origen y la fun-
ción de la forma partido. Finalmente, abordaremos
la cuestión con el siguiente razonamiento: la única

382
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

actividad que tiene realidad es la del programa, es


decir, su necesidad; para nosotros el capitalismo ya
no existe [6], sólo existe la sociedad comunista (cf.
los números del periódico Il Programma Comunista,
1959-1960, así como lo que se trató en Milán sobre
el siguiente tema: nuestra teoría es la única que pue-
de apoyarse sobre una acción de futuro).

ORIGEN DE LA FORMA PARTIDO

Para comprender la crítica hecha por Marx a la so-


ciedad burguesa, es necesario saber cómo ha evolu-
cionado el conocimiento humano. Fuera del periodo
del comunismo primitivo y de su degeneración —co-
mienzos de la sociedad de clases—, encontramos los
tres grandes momentos que siguen y, antes que nada,
los dos primeros:

1. Conocimiento mediado por Dios.


2. Conocimiento mediado por el hombre in-
dividual (período capitalista [7]; cf. las reunio-
nes de Florencia, Casal y Milán).

En este último caso se trata de saber qué es el


Hombre (cf. todos los tratados consagrados al Hom-
bre por los filósofos burgueses como Hume, Locke,
Helvétius, etc.). Se pasa de la definición abstracta
del hombre individual —que se caracteriza por la
razón— al problema de saber cuál es la mejor for-
ma de sociedad posible para que haya un desarrollo
óptimo de este hombre, por tanto, cuál es la mejor

383
JACQUES CAMATTE

organización social que garantizará el desarrollo más


racional posible de la humanidad, considerada como
la suma aritmética de todos los individuos que viven
en un momento determinado. Finalmente, dado que
el espíritu humano es perfectible, es necesario educar
a las masas para alcanzar la liberación del Hombre.
Al hacer una crítica implacable en los Manuscri-
tos parisinos [8], la crítica del Estado, la del Derecho
de Hegel —siendo el derecho el vínculo entre los in-
dividuos y entre éstos y el Estado—, en La cuestión
judía Marx destruye al monstruo hegeliano y llega a
aprehender el sentido real del movimiento de la so-
ciedad humana, del movimiento en su totalidad. La
humanidad en su conjunto tiende hacia el comunis-
mo, definido de la siguiente forma:

El comunismo como abolición (Aufhebung)


positiva de la propiedad privada en cuanto
autoextrañamiento humano, y a través de esto
como apropiación efectiva de la esencia huma-
na por y para el hombre; por ello retorno pleno,
consciente y efectuado dentro de toda la riqueza
del desarrollo hasta él, retorno del hombre para
sí en cuanto hombre social, es decir, humano.
Este comunismo es, como naturalismo consu-
mado = humanismo, como humanismo consu-
mado = naturalismo; es la verdadera solución
del antagonismo entre el hombre y la naturale-
za, entre el hombre y el hombre, la verdadera
solución de la lucha entre esencia y existencia,
entre objetivación y autoafirmación, entre liber-

384
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

tad y necesidad, entre individuo y género. Es el


enigma resuelto de la historia y se sabe que es
la solución.
El movimiento entero de la historia [9] es,
por ello, tanto la generación real de este comu-
nismo —el nacimiento de su existencia empí-
rica— como, para su conciencia pensante, el
movimiento comprendido y conocido de su de-
venir [10].

Encontramos ahora el tercer momento: el cono-


cimiento está mediado por el hombre social, por la
especie humana. Marx y Engels verán siempre desde
este punto de vista el mundo y la evolución social.
De un solo golpe el problema está resuelto. Marx
muestra el objetivo a alcanzar, la emancipación del
hombre, y muestra quién es el sujeto: la clase obrera
—la emancipación del hombre es su misión históri-
ca, su programa. Por ello es necesario precisar las ca-
racterísticas de esta clase y la relación que mantiene
con su programa.
La sola liberación (Befreiung), prácticamente po-
sible de Alemania, es la liberación del punto de vista
de la teoría, que presenta al hombre como la esencia
(Wesen) suprema del Hombre.

El hombre es la especie humana.

La cabeza de esta emancipación (Emanzipa-


tion) es la filosofía, su corazón el proletariado.
La filosofía no puede realizarse (verwiklichen)

385
JACQUES CAMATTE

sin la supresión (Aufhebung) del proletariado;


el proletariado no puede suprimirse (aufheben)
sin la realización de la filosofía. [11]

El carácter del proletariado es el de ser:

Una clase de la sociedad civil que no es una


clase de la sociedad civil, de un orden que es la
disolución de todos los órdenes; de una esfe-
ra que posee, por su sufrimiento universal, un
carácter universal, que no reivindica un dere-
cho particular porque no se ha cometido hacia
ella una injusticia particular, sino una pura y
simple injusticia, que no puede producir a título
histórico sino a título humano [12] [13], que no
está en oposición unilateral a las consecuencias
sino en oposición global a los presupuestos del
ser del Estado alemán, de una esfera, en fin, que
no puede emanciparse sin emancipar todas las
otras esferas y por ello emanciparlas a todas,
que, en una palabra, es la pérdida total del hom-
bre y sólo puede reconquistarlo a través de la
readquisición completa del hombre. La disolu-
ción de la sociedad en tanto Estado particular,
es el proletariado. [14]

La siguiente cita de La Sagrada Familia viene a


precisar lo que acaba de afirmarse:

Es verdad que, en su movimiento económi-


co, la propiedad privada se encamina hacia su

386
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

propia disolución; pero sólo lo hace por una


evolución independiente de ella, inconsciente,
que se realiza contra su voluntad, únicamente
porque produce al proletariado en tanto que
proletariado, la miseria consciente de su mise-
ria espiritual y física, la deshumanización cons-
ciente de su deshumanización y, por esta razón,
suprimiéndose ella misma. El proletariado eje-
cuta el juicio que, a través de la producción del
proletariado, la propiedad pronuncia contra sí
misma, de la misma forma que ejecuta el juicio
que el salariado pronuncia contra sí mismo al
producir la riqueza del otro y su propia miseria.
Si el proletariado consigue su propia victoria,
eso no significa de ninguna manera que se con-
vierta en el tipo absoluto de la sociedad, ya que
sólo saldrá victorioso al suprimirse a sí mismo
y a su contrario. Y entonces, el proletariado ha-
brá desaparecido tanto como el contrario que le
condiciona, la propiedad privada.
Si los autores socialistas atribuyen al proleta-
riado este rol mundial, no es en absoluto, como
sus críticos fingen creer, porque consideren a los
proletarios como dioses. Es más bien lo contra-
rio. En el proletariado plenamente desarrolla-
do, se hace abstracción de toda la humanidad,
incluso de la apariencia de la humanidad; en
las condiciones de existencia del proletariado
se encuentran condensadas, bajo la forma más
inhumana, todas las condiciones de la sociedad
actual; el propio hombre se ha perdido, pero al

387
JACQUES CAMATTE

mismo tiempo no sólo ha adquirido la concien-


cia teórica de esta pérdida, ha estado obligado
directamente, por la angustia a partir de ahora
ineluctable, imposible de paliar, absolutamen-
te imperiosa —por la expresión práctica de la
necesidad—, a revolverse contra esta inhuma-
nidad; es por todo ello que el proletariado pue-
de y debe liberarse a sí mismo. Pero no puede
hacerlo sin eliminar sus propias condiciones de
existencia, sin eliminar todas las condiciones
de existencia inhumanas de la sociedad actual
que se condensan en su situación. No pasa en
vano por la difícil escuela, pero fortalecedora,
del trabajo. No se trata de saber lo que uno u
otro proletario, o incluso el proletariado entero,
se representa momentáneamente como objeti-
vo; se trata de saber lo que el proletariado es y
lo que debe hacer históricamente conforme a su
ser [15]. Su objetivo y su acción histórica se le
han trazado de manera tangible e irrevocable,
en su propia situación existencial, como en toda
la organización de la sociedad burguesa actual.
Nos parece superfluo demostrar aquí que una
gran parte del proletariado inglés o francés ya
ha tomado conciencia de su misión histórica y
no cesa de hacer esfuerzos por dar a esta con-
ciencia toda la claridad deseada. [16]

Así, el problema del devenir del proletariado es


el de saber cómo serán resueltas la cuestión de las
clases y la del Estado, así como la organización de

388
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

la sociedad futura. Además, la burguesía tiende a


impedir la realización del vínculo orgánico entre la
clase y su programa, tiende a reducir al proletariado
a una clase de esta sociedad y, para hacerlo, a hacerle
abandonar su programa. Es aquí donde se sitúa teóri-
camente la cuestión del partido. Todas las cuestiones
no fueron superadas de forma separada, sino que la
respuesta les fue dada en bloque. Marx tuvo la intui-
ción de la sociedad futura. Del conocimiento de ésta
va a extraer la teoría del Estado y del Partido. Todo
el trabajo de Marx y de Engels consistirá en describir
esta sociedad futura y defenderla contra la sociedad
burguesa. El siguiente artículo, escrito en el Vorwäts
de París (07/08/1844) nos permitirá demostrarlo.

LA NATURALEZA DEL ESTADO

Marx analiza primero qué es el Estado:

Desde el punto de vista político, el Estado


y la organización de la sociedad no son dos
cosas diferentes. El Estado es la organización
de la sociedad. En la medida en que el Estado
reconozca anomalías sociales [Marx hablará a
continuación del antagonismo de clases, lo que
es más preciso, pero designa la misma realidad,
N. de Camatte], buscará la razón o bien en las
leyes naturales que ningún poder humano pue-
de doblegar [aquí la crítica permanente del mar-
xismo a la pretendida eternidad de la forma de
producción capitalista, N. de Camatte] [17], o

389
JACQUES CAMATTE

bien en la vida privada, que es independiente


del Estado, o bien en la inadecuación de la ad-
ministración que depende de él. [18]

Analiza a continuación los “males” de la forma


Estado y los remedios invocados.

En definitiva, todos los Estados buscan en las


deficiencias accidentales o intencionales de la
administración la causa y, posteriormente, en
las medidas administrativas, el remedio a todos
sus males. ¿Por qué? Precisamente porque la
administración es la actividad organizativa del
Estado. [19]

Encontramos ya aquí la crítica de la burocracia


que, hoy en día, algunos quieren presentarnos como
una clase. Vemos por otra parte el interés bien mar-
cado de Marx por las cuestiones de definición de
los mecanismos del Estado. Es en este sentido que
seguirá constantemente las medidas tomadas por la
Comuna de París. Para que el fenómeno burocráti-
co desaparezca, será necesario limitar la importancia
de la administración, simplificarla y, visto su vínculo
con la autoridad, impedir que la pertenencia a la ad-
ministración se vea acompañada de privilegios.
Marx aborda seguidamente las diferentes contra-
dicciones ligadas al Estado y hace una crítica de los
reformistas, que son aquellos que quieren curar los
males del Estado, por naturaleza incurables:

390
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

El suicidio es contra natura. El Estado no


puede creer por tanto en la impotencia intrín-
seca de su administración, es decir, en su im-
potencia. No puede descubrir en ello más que
imperfecciones formales y accidentales y esfor-
zarse en remediarlas. [20]

He aquí, definida con gran precisión, la posición


de los estalinistas y de diversos demócratas. Pero
Marx no se contenta con esto. Se burla de sus adver-
sarios mostrándoles su impotencia.

Si estas modificaciones se revelan infructuo-


sas, es que el mal social es una imperfección
natural, independiente del hombre, una ley de
dios, o bien la voluntad de los particulares está
demasiado corrompida para corresponder a las
buenas intenciones de la administración. ¿Y
qué particulares corrompidos? Los que murmu-
ran contra el gobierno desde que les limitó la
libertad, y le piden al gobierno que impida las
consecuencias necesarias de esta libertad. [21]

He ahí la crítica de los estalinistas, que piden un


poder democrático fuerte y que, cada vez que De
Gaulle restringe “las libertades” y aumenta por tanto
la fuerza del poder, “murmuran”; ¡no se ponen de
acuerdo sobre la forma del Estado!
Marx se ríe de estas ilusiones mostrando que el
Estado es el poder organizado de una clase que do-
mina la sociedad:

391
JACQUES CAMATTE

Ya que esta división llevada al extremo, esta


esclavitud de la sociedad civil, constituyen el
fundamento sobre el que reposa el Estado mo-
derno, de la misma forma que la sociedad civil
de la esclavitud constituía el fundamento sobre
el que reposaba el Estado antiguo. La existen-
cia del Estado y la existencia de la esclavitud
son inseparables. [22]

Marx llevará al extremo esta imposibilidad del re-


formismo al criticar la posición de A. Ruge, quien
declaraba:

La sofocación de los disturbios que estallan


en el funesto aislamiento de los hombres de la
Gemeinswesen (comunidad) y en la separación
de sus ideas frente a los principios sociales.
[23]

Lo que quiere decir que hay que utilizar el Esta-


do para realizar la liberación del proletariado, si no
queremos ir hacia la derrota. Esta posición será, de
hecho, retomada por Lassalle, Proudhon, Dühring,
etc. [24]
Marx responde analizando primero qué fue la re-
volución burguesa y todas las revoluciones:

Pero ¿no estallan todos los disturbios, sin


excepción, en el funesto aislamiento de la Ge-
meinwesen? ¿No presupone todo disturbio ne-

392
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

cesariamente este aislamiento? ¿Habría podido


tener lugar la revolución de 1789 sin este fu-
nesto aislamiento de los burgueses franceses de
la Gemeinwesen? Precisamente, la revolución
estaba destinada a suprimirla. [25]

LA VÍA PROLETARIA NO SE ENCUENTRA


AL INTERIOR DEL ESTADO

Sin embargo, ¿acaso los datos que tenemos sobre


la lucha del proletariado se plantean exactamente de
la misma forma? No:

Pero la Gemeinwesen de la que está aislado


el trabajador es una Gemeinwesen de una rea-
lidad, de una amplitud completamente distinta
a la Gemeinwesen política. La Gemeinwesen
de la que le separa su propio trabajo es la vida
misma, la vida física e intelectual, las costum-
bres humanas, la actividad humana, el ser hu-
mano. [26]

Aquí la crítica, porque es radical, se eleva a la to-


talidad. Ahora bien:

Ser radical es tomar las cosas por su raíz.


Ahora bien, para el hombre, la raíz es el hombre
mismo. [27]

La miseria del proletariado consiste en estar priva-


do de su naturaleza humana. Esta crítica desborda el

393
JACQUES CAMATTE

estrecho marco de la de Proudhon, que no es sino de


un miserabilismo racional y por ello un despropósito
frente a la verdadera miseria del hombre. Nuestros
estalinistas, con su teoría de la miseria absoluta, son
los auténticos hijos de Proudhon y de E. Sue (cf. la
crítica de Marx en La Sagrada Familia). La reivindi-
cación del proletariado se manifiesta en su voluntad
de reapropiación de su humana naturaleza y Marx
define el programa comunista: “El ser humano es la
verdadera Gemeinwesen del hombre” [28].
Lo que quiere decir que en la sociedad comunis-
ta ya no hay Estado; el principio de autoridad, el de
organización y coordinación entre los hombres, es la
especie humana. Es el regreso al comunismo primiti-
vo, pero integrando la evolución intermedia (cf. cita
precedente sobre el comunismo). Antes, la especie
humana estaba representada por una forma imperfec-
ta y parcial: el tótem, por ejemplo. Los hombres se
definían en relación a él, según su participación en él
(la moïra [29] de los antiguos griegos); su existen-
cia individual no estaba separada de la de la especie.
Cuando se estableció la sociedad de clases, la rup-
tura entre los dos se hace manifiesta y alcanza en su
punto máximo en la existencia del proletariado. Es
esta miseria la que Marx expresa en toda su univer-
salidad: la miseria proveniente de la separación de la
Gemeinwesen:

De la misma forma que el funesto aislamien-


to de este ser es infinitamente más universal,
más insoportable, más terrible, más lleno de

394
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

contradicciones que el hecho de estar aislado


de la Gemeinswesen política, así la supresión
de este aislamiento [los proletarios no pueden
adquirir una conciencia de clase más que lu-
chando y organizándose en partido, N. de Ca-
matte.] —e incluso una reacción parcial, una
sublevación contra este aislamiento— tiene una
amplitud infinita [30], como más infinito es el
hombre que el ciudadano y más infinita la vida
humana que la vida política. [31]

Cualquier filisteo, es decir, cualquier demócrata


vulgar pensará que el valiente Marx ha tomado todo
esto de su poderoso cerebro, porque para él, un filis-
teo cualquiera, la reflexión es producto de la corteza
cerebral y si no… ¡¡¡adiós a la división del trabajo!!!
Pero en realidad no es así. El proletariado es la viva
manifestación del pensamiento de Marx, de la enun-
ciación de la universalidad de la miseria y por tanto
de la universalidad de su liberación.

La revuelta industrial, por parcial que sea, al-


berga en su seno un alma universal. La revuelta
política, por universal que sea, disimula bajo su
forma colosal un espíritu estrecho. [32]

Si esto puede considerarse como una crítica al


blanquismo [33], es ante todo una dolorosa bofetada
a Proudhon, cuyas cogitaciones mezquinas descu-
brirán un día que la clase obrera no tenía capacidad
política [34] —que no podría entonces gobernar— y

395
JACQUES CAMATTE

le harán rechazar correctamente la lucha económica,


más tarde la lucha sindical —lo que defendían otros
anarquistas en aquel momento. Y Marx prosigue:

Ya lo hemos visto: incluso cuando sólo se


produjera en un solo distrito industrial, se esta-
blecería una revolución social desde el punto de
vista de la totalidad, porque supone una protes-
ta del hombre contra la vida inhumana, porque
parte del punto de vista de cada individuo real,
porque la Gemeinwesen de la que el obrero se
esfuerza por no ser separado es la auténtica Ge-
meinwesen del hombre, del ser humano. [35]

El proletariado tiene tendencia a oponer su propia


Gemeinwesen, es decir, el ser humano, a la del ca-
pitalismo, el Estado opresivo. Para conseguir llevar
a cabo esta oposición real, tiene que apropiarse del
ser humano. Y sólo puede hacerlo si se organiza en
un partido, que es la representación de este ser, su
prefiguración. Toda la vida de la clase y por tanto
del partido está dominada por el movimiento hacia
la apropiación de este ser. Aquí se encuentra la con-
ciencia de la misión del proletariado, expresada de
una forma precisa: la apropiación de la naturaleza
humana.

LA REVOLUCIÓN Y LOS ESTADOS

El descubrimiento del sentido del movimiento de


la sociedad humana, movimiento hacia la sociedad

396
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

comunista, es convergente con el redescubrimiento


del hombre, de ahí la manifestación simultánea de la
necesidad de apropiación de su naturaleza. Todo esto
define su programa.
Para precisar este último, Marx caracteriza a con-
tinuación la revolución burguesa: ‘‘Al contrario, el
alma política de una revolución constituye la tenden-
cia de las clases sin influencia política a suprimir su
aislamiento frente al ser del Estado y del poder. [36]
Los burgueses poseían, en la sociedad feudal, los
medios de producción, lo cual les proporcionaba una
fuerza que, por otro lado, no era reconocida por el Es-
tado. De ahí la necesidad de no seguir separados de
la Gemeinwesen. Es la razón por la que la burguesía
pidió la disolución de los diferentes estados —des-
de entonces, ya no se hablará más que de pueblo—,
porque la existencia de estos era la expresión de iure
de su alejamiento de facto. La burguesía proclamó
que todas los estratos sociales podían participar en
el Estado. De hecho, sólo pudieron participar los que
tenían propiedades (cf. las diferentes constituciones
y su análisis por parte de Marx); de ahí la voluntad
de la burguesía de dar una propiedad privada a to-
dos —aquí se encuentra su carácter utópico—, lo que
permitiría asegurar la Igualdad entre los individuos,
pero también daría la “conciencia de sí” a cada indi-
viduo. Por tanto esencialmente la burguesía ha rea-
lizado una revolución política. Nosotros proletarios
no podemos contentarnos con un tipo de revolución
como este, ya que su punto de vista “es el del Estado,
el de una totalidad abstracta que no existe más que

397
JACQUES CAMATTE

por la separación de la vida real, lo cual sería impen-


sable sin la contradicción organizada entre la idea
general y la existencia individual del hombre” [37].
El proletariado debe conquistar el poder, pero no
debe luchar por una forma del mismo supuestamen-
te más progresista que otra. Ahora bien, es lo que
hace cuando lucha por una fracción de la burguesía
y en contra de otra —democracia contra fascismo.
Su acción debe darse por fuera. Para llegar a hacer la
revolución, el proletariado debe abolir la oposición
entre individuo y especie, que es la contradicción so-
bre la que reposa el Estado actual —en tanto que hay
individuos, existe el problema de su organización en
la sociedad, el problema de la relación de su organi-
zación con las auténticas necesidades de la especie
humana. El proletariado no debe hacer una revolu-
ción de alma política porque esta “organiza entonces
una esfera dominante en la sociedad, a costa de la
sociedad” [38].
Después, y antes de pasar a la caracterización de
la revolución proletaria, Marx precisa: “Toda revolu-
ción invierte el antiguo poder: en este sentido, ella es
política” [39].
La revolución burguesa es, por tanto, una revo-
lución social cuando disuelve la antigua sociedad;
política cuando abate el antiguo poder político, pero
al reafirmar definitivamente el suyo —al menos eso
espera—, se reafirma únicamente como revolución
política. Ya que, para asentar su organización social,
la burguesía debía utilizar una organización política
que debía ser inseparable de ella, ¿por qué? Porque

398
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

los burgueses han hecho una revolución queriendo


realizar un tipo humano abstracto: el individuo se-
parado de la naturaleza y de la especie; porque que-
rían liberar a los hombres de las antiguas ataduras
feudales —interdependencia entre los hombres y con
la naturaleza. El problema era definir cuáles serían
los vínculos entre los hombres nuevos. Es la razón
de que formularan la Declaración de Derechos del
Hombre y del Ciudadano, que sólo fueron realizados
cuando la revolución desembocó en su terreno prác-
tico burgués, es decir, cuando ésta perdió toda espe-
ranza de liberar realmente a la humanidad (tras haber
aplastado el movimiento de los sans-culottes, cf. La
Sagrada Familia). Mientras que para el marxismo,
el hombre es la especie humana; el hombre social
mantiene un vínculo humano con la especie y un vín-
culo humano con la naturaleza —la dominación de
ésta. Es evidente que el Estado del proletariado no
será un organismo especial, regido por reglas bien
definidas, por un derecho cualquiera, sino que será el
ser humano. “Pero sin revolución, el socialismo no
puede realizarse. Es necesario este acto político, en
la medida en que haya necesidad de destrucción y de
disolución. Pero en el momento en que comience su
actividad organizativa, en que su propio objetivo, su
alma, el socialismo rechazará su envoltura política”
[40].
Aquí se encuentra ya expresada toda la teoría del
declive del Estado. La revolución lleva a cabo un
acto político para terminar con el mundo antiguo,
pero, a partir de ese momento, se orienta hacia la

399
JACQUES CAMATTE

instauración del reino de la humanidad sobre la na-


turaleza, del reino del hombre sobre el planeta; ya
no tiene necesidad de una fuerza política, puesto que
su problema no es el de gobernar a los hombres; la
especie gobierna, domina, posee. Tras la destrucción
de la sociedad antigua, la revolución comunista ten-
derá a afirmar el ser humano, que es la auténtica Ge-
meinwesen del hombre.

LOS PARTIDOS DEL PROLETARIADO

El trabajo posterior de Marx será estudiar cómo


puede realizarse esto. Es la razón por la que pasa-
rá a un estudio preciso de la sociedad y señalará las
grandes líneas de transformación: propiedad de la es-
pecie, destrucción del mercantilismo, etc. Precisará
todo esto en el Manifiesto, después a propósito de la
Comuna en La guerra civil en Francia —la cuestión
de la destrucción del Estado burgués y medidas para
limitar el arribismo, entre otras.
El partido representa entonces esta Gemeinwesen
[41]. No puede ser definido por reglas burocráticas,
sino por su ser, y el ser del partido es su programa,
prefiguración de la sociedad comunista, de la especie
humana liberada y consciente.
Corolario: la revolución no es una cuestión de
formas de organización. Ella depende del programa.
Sencillamente, ha sido probado que la forma parti-
do es la más apta para representar el programa, para
defenderlo. En ese caso, las reglas de organización
no se toman prestadas de la sociedad burguesa, sino

400
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

que derivan de la visión de la sociedad futura, lo cual


vamos a demostrar a continuación.
La originalidad de la forma partido, Marx la toma
de la lucha del proletariado. De entrada, éste se ma-
nifiesta como una nueva Gemeinwesen; manifiesta el
objetivo hacia el cual tiende: una sociedad en la que
ya no habrá propiedad privada, sino una propiedad
de la especie [42].

El proletariado clama inmediatamente, de


forma brutal, impactante, violenta y tajante, su
oposición a la sociedad de la propiedad privada.
La sublevación silesiana comienza precisamen-
te allí donde terminan las insurrecciones obre-
ras inglesas y francesas, con la conciencia de
lo que es la esencia del proletariado. La acción
misma tiene ese carácter de superioridad. No
se destruye sólo las máquinas, esas enemigas
del obrero, sino incluso los libros de cuentas,
los títulos de propiedad; y mientras el resto de
movimientos primero sólo se dirigen contra el
patrón industrial, el enemigo visible, este mo-
vimiento se dirige igualmente contra el banque-
ro, el enemigo oculto. Finalmente, ni un solo
movimiento obrero inglés se ha conducido con
tanta firmeza, superioridad y resistencia. [43]

Que se compare este gigantesco zapato de


niño del proletariado con el zapato gastado y
enaniforme de la burguesía alemana, y habrá
de predecirse una forma atlética a la cenicien-

401
JACQUES CAMATTE

ta alemana [cosa que se ha verificado amplia-


mente, ahora incluso debemos fundar nuestra
estrategia revolucionaria en la acción del pro-
letariado de este sector del globo: ¡invariancia
[44] del marxismo!, N. de Camatte.]. Debe ad-
mitirse que el proletariado alemán es el teórico
del proletariado europeo, tanto como el proleta-
riado inglés es el economista y el proletariado
francés el político. [45]

En cada uno de los tres casos, es la lucha de los


proletarios la que hizo la crítica de los diferentes as-
pectos de la actividad humana. El conocimiento no
nos llega directamente de los burgueses, como que-
rrían presentarlo algunos, nos llega de la lucha de
nuestra clase; no es una esfera particular de nuestra
actividad que nos llega pasivamente de la clase ad-
versa, es una cosa vibrante y apasionada que ha sido
arrancada por el proletariado a su enemigo de clase.
El joven Marx tenía muchísima razón al escribir que
las ideas del comunismo “que vencen nuestra inte-
ligencia, que conquistaron nuestra mentalidad, a las
cuales la razón ligó la conciencia, son cadenas de
las que no podemos deshacernos, que no se pueden
arrancar sin arrancarse uno mismo el corazón, son
demonios que el hombre sólo puede vencer some-
tiéndose a ellos” [46].
Marx integró entonces los tres datos y los trans-
mitió bajo la forma de tesis que forman el programa
comunista. Así, éste ha nacido de la lucha y es una
fuerza impersonal por encima de las generaciones

402
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

[47]. Marx y Engels fueron el sustrato de esta pri-


mera consciencia universal y nos lo transmitieron a
nosotros. Desde el principio, Marx hace ver que el
programa no es el producto de un individuo. Ello se
suma a lo que afirmamos: la revolución será anónima
o no será.
Pero este objetivo, esta liberación, es precisamen-
te hacia lo que tiende la sociedad en su conjunto;
también la liberación del proletariado es la de la hu-
manidad —afirmación constante del marxismo. El
programa nacido de la lucha no podrá ser afirmado
más que por la lucha. Esto nos lleva a considerar las
condiciones de la lucha contra el capital y, por tanto,
las del vínculo entre los proletarios y el programa;
nos hará falta separar claramente los periodos de re-
volución y de contrarrevolución. Los proletarios sólo
reivindican su misión cuando no tienen reservas (in-
tegremos esto en la dinámica de la sociedad, en la
lucha de clases: ¿acaso puede el capitalismo asegu-
rar una reserva al proletario, concederle una seguri-
dad? Cf. La Sagrada Familia). Todo ello está ligado
al problema de la crisis y los diferentes casos que
pueden presentarse están explicitados en las Tesis de
Roma, en 1922 [48].
De ahí se deriva una característica importante del
partido. Dado que éste es la prefiguración del hombre
y de la sociedad comunista, es la base mediadora de
todo conocimiento para el proletario, es decir, para
el hombre que rechaza la Gemeinwesen burguesa y
acepta la del proletariado [49], lucha por imponerla
y hacer triunfar al ser humano. El conocimiento del

403
JACQUES CAMATTE

partido integra el de los siglos pasados —religión,


arte, filosofía, ciencia. El marxismo no es por tanto
únicamente una teoría científica [50] —¡entre tantas
otras!—, engloba la ciencia y se sirve de sus armas
revolucionarias de previsión y de transformación
para llegar al objetivo: la revolución. El partido es
un órgano de previsión. Si no lo es, queda desacre-
ditado.

De la misma forma que el partido burgués


se desacreditó y provocó su lamentable final al
creer firmemente que con la “nueva era” el go-
bierno, por la gracia del príncipe regente, le ha-
bía caído del cielo, así el partido obrero se desa-
creditará todavía más si se imagina que, gracias
a la era bismarckiana o a cualquier era prusiana,
las alondras, por la gracia del rey, le caerán ya
asadas en la boca. Está fuera de toda duda que a
la ilusión fatal de Lassalle, al creer en una inter-
vención socialista de un gobierno prusiano [cf.
la crítica precedente a Ruge sobre la utilización
del Estado, N. de Camatte], le seguirá una des-
ilusión. Hablará la lógica de las cosas. Pero el
honor del partido obrero exige que expulse es-
tos fantasmas antes de que la experiencia haya
mostrado su vacuidad [las cursivas son nues-
tras, porque tenemos aquí correlativamente la
crítica de la teoría de la experiencia [51] que
siempre hemos rechazado, N. de Camatte] [52]

¿Esto, por qué? Porque: “La clase obrera es revo-

404
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

lucionaria o no es nada”. Lo que es el carácter esen-


cial del proletariado.

PARTIDO Y REVOLUCIÓN

Hemos precisado los vínculos entre el programa y


la clase, es decir entre Estado y clase. Hay que pre-
cisar ahora cómo se realizará el movimiento de libe-
ración: por la revolución. ¿Cuál será el carácter de
esta? La revolución será violenta [53].

Ciertamente la industria enriquece un país,


pero crea también una clase de desposeídos, de
pobres absolutos sin reserva alguna, que cre-
ce tumultuosamente; una clase que después ya
no puede ser abolida porque no podrá adquirir
jamás una propiedad estable. El menor contra-
tiempo en el comercio le quita el pan a una gran
parte de esta clase. ¿Qué le queda a esta gente,
sino rebelarse cuando se produce tales aconte-
cimientos? Por su masa, esta clase se ha vuelto
la más fuerte de Inglaterra y se volverá la des-
gracia de los ingleses ricos cuando haya tomado
conciencia de este hecho.
Ciertamente, todavía no la tiene. El prole-
tariado inglés comienza solamente a tener una
idea de su fuerza, y esto ha sido el fruto de la
sublevación del verano pasado. El carácter de
esta sublevación ha sido absolutamente desco-
nocido para el continente; se creía que tomaría
un carácter grave. Todo el asunto reposaba en

405
JACQUES CAMATTE

una ilusión: porque algunos patrones de fábricas


quisieron disminuir los salarios, todos los traba-
jadores de la industria de algodón, de carbón,
de hierro, creyeron amenazada su situación, lo
que no era el caso. Los huelguistas no tenían un
objetivo y no tenían la menor unidad en su ma-
nera de proceder. De ahí la indecisión en cuanto
hubo la menor resistencia de parte de las auto-
ridades y de ahí su incapacidad para superar el
respeto a la ley. Cuando los cartistas se hicie-
ron con la dirección del movimiento e hicieron
proclamar la Carta del pueblo ante la muche-
dumbre popular congregada, ya era demasiado
tarde. La sola idea directriz que animaba vaga-
mente a los trabajadores —y que reclamaban
también los cartistas— era la de una revolución
por la vía legal, una contradicción en los tér-
minos, una imposibilidad práctica cuya realiza-
ción condujo a la derrota de los trabajadores. Ya
la primera medida, tomada por unanimidad, el
parón de las fábricas, era violenta e ilegal. La
inconsistencia de todo el asunto habría podido,
desde el principio, aplastar el movimiento, si la
administración no hubiera sido cogida por com-
pleto de improviso, indecisa y sin medios para
actuar. Bastaba efectivamente con una débil
fuerza militar y policial para mantener atadas
a las masas. Se ha visto en Manchester miles
de trabajadores bloqueados por cuatro o cinco
guardianes que impedían el acceso. La revolu-
ción legal lo había paralizado todo. Así todo el

406
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

asunto quedó en nada; cada trabajador volvió a


su trabajo en cuanto había gastado sus ahorros y
no tenía nada para comer. La utilidad resultante
de todo esto para los desposeídos sin embargo
permanece: la consciencia de que una revolu-
ción por la vía pacífica es imposible y de que
sólo una revolución violenta de las condiciones
no-naturales existentes, un vuelco radical de la
aristocracia noble e industrial, puede mejorar
la suerte de los proletarios. El respeto a la ley,
propio de los ingleses, les retiene aún para ha-
cer una revolución violenta; pero a causa de la
situación descrita más arriba, no es imposible
que dentro de poco el proletariado al completo
no sea privado de pan, y el miedo a la muerte
por inanición sea más fuerte que el miedo ante
la ley. Esta revolución es inevitable; como todo
lo que pasa en Inglaterra, esta revolución no co-
menzará ni se efectuará por los principios, sino
por los intereses; sólo de estos intereses podrán
desarrollarse los principios, es decir que la re-
volución no será política sino social. [54]

Engels anticipa aquí las conclusiones de Marx


expuestas en los artículos del Vorwärts! de París;
por otra parte, caracteriza magníficamente cómo se
presenta el proletariado en ausencia de partido. Por
desgracia, el proletariado inglés no debía conseguir
separarse de la Gemeinwesen burguesa. Iba a produ-
cirse, al contrario, una suerte de alianza entre las dos
clases para la explotación del mundo.

407
JACQUES CAMATTE

Se sabe que en Inglaterra los partidos son


idénticos a las clases y a la jerarquía social,
que los Tories son idénticos a la nobleza y a la
fracción beata y rigurosamente ortodoxa del
alto clero; que los Whigs se componen de fabri-
cantes, comerciantes y dissenters [protestantes
no ligados a la Iglesia anglicana oficial, N. de
Camatte], en general la alta burguesía; que la
burguesía inferior proporciona los “radicales”
y que, finalmente, el cartismo toma su fuerza
de los trabajadores, los proletarios. Inglaterra
muestra así este hecho señalable: cuanto más
abajo se encuentra una clase y más “inculta”
es en el sentido tradicional del término, más se
aproxima al progreso y al porvenir. En general
es la característica de toda época revoluciona-
ria; así, por ejemplo, durante la revolución reli-
giosa cuyo producto fue el cristianismo, se veía
que “felices son los pobres”, “la sabiduría del
mundo se ha vuelto locura”, etc. Pero en nin-
guna parte este signo, anuncio de una gran re-
volución, se ha mostrado nunca tan claramente
marcado y fuertemente delimitado como en In-
glaterra. En Alemania el movimiento parte de
clases no sólo cultivadas, sino eruditas. [55]

Así queda respondida la famosa pregunta anarqui-


zante: ¿es necesario educar a las masas para organi-
zar la revolución?
De lo que acabamos de decir se deduce que el pro-

408
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

letariado sólo existe cuando es revolucionario, cuan-


do tiene su alma, su programa. El proletariado pro-
pone su Estado, es decir el ser humano, a la sociedad
burguesa. De lo contrario se envilece y su alma es
burguesa. Se convierte en una cosa de esta sociedad.
En ese momento, ya no tiene vida, porque su vida es
la revolución (cf. citas anteriores). Es la razón por la
que se dice en el Manifiesto: “El poder político es,
hablando con propiedad, el poder organizado de una
clase para la opresión de otra. Si el proletariado, en
su lucha contra la burguesía, se unifica (vereint) ne-
cesariamente en una clase, si se constituye en clase
gracias a una revolución y, como clase dominante,
elimina por la fuerza las antiguas relaciones de pro-
ducción, elimina con estos medios de producción las
condiciones de existencia del antagonismo de clases,
las clases en general y, con ello, su propia domina-
ción en tanto que clase” [56].
Clase, programa, partido y revolución, todo esto
está precisado. La clase sólo actúa y por tanto existe
cuando se constituye en partido, caracterizado por su
programa —que es su alma. El partido sólo puede
llegar a realizar su misión a través de una revolución.
Marx y Engels no se contentaron con una “intui-
ción”, sino que mostraron la realidad del programa.
Cada vez que la cuestión de la lucha revolucionaria
no era la cuestión central de su actividad, regresa-
ban a sus “estudios teóricos”, es decir a precisar el
programa. Descubrieron la ley general, la ley total, y
a continuación precisaron las leyes particulares. Es-
tos estudios no eran sólo un enriquecimiento, sino un

409
JACQUES CAMATTE

refuerzo potencial. Los llevaron a cabo en contacto


con la lucha proletaria: cuestión del Estado y de la
Comuna de París (cf. la explicación de Lenin en El
Estado y la revolución). Estos estudios permitieron
precisar la descripción de la sociedad comunista y
con ello también los métodos para llegar a ella, de
la misma forma que —mediante una extrapolación
al pasado— precisaron la evolución de la sociedad
humana: indicaciones sobre una sociedad donde no
había lucha de clases —comunismo primitivo—:
extrapolación que se revelará justa y que, por tanto,
perdió su carácter de extrapolación, tras la publica-
ción de los trabajos de Morgan, magistralmente uti-
lizados por Engels y Marx. Es en esta óptica que de-
bemos ver el trabajo de éste último sobre el capital.
Puede decirse que en esta obra hay tres momentos
esenciales: el del nacimiento del capital, el del ca-
pitalismo plenamente desarrollado y, finalmente, el
de la sociedad comunista [57]. Para desvelar el mo-
mento histórico en su devenir real, Marx opone estos
momentos sin advertir que pasa de uno a otro. Es
por ello que les fue tan fácil a los estalinistas teorizar
que El Capital no daba ninguna indicación sobre la
sociedad comunista.

EL TORMENTOSO CICLO DEL PARTIDO


MUNDIAL

Producto de la historia, el programa sólo podía na-


cer de la lucha del proletariado. Marx y Engels lo ex-
pondrían a la clase obrera y a la humanidad en 1848:

410
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

El Manifiesto del Partido Comunista. Lo expresarían


claramente en los estatutos de la AIT. Hoy se trata de
saber cómo se impuso, por qué en ciertos periodos el
proletariado lo abandona, cuáles son las condiciones
para que lo rencuentre. Este es el problema de la for-
mación del partido, el de su reconstrucción, que fue
resuelto en las reuniones de Nápoles y de Roma en
1951.
La primera fase del movimiento obrero es la fase
sectaria:

La primera fase en la lucha del proletariado


contra la burguesía está marcada por el mo-
vimiento de sectas. Tiene su razón de ser en
una época en que el proletariado no está aún
suficientemente desarrollado para actuar como
clase. Unos pensadores individuales hacen la
crítica de los antagonismos sociales y les dan
soluciones fantásticas que la masa de obreros no
tiene más que aceptar, propagar, poner en prác-
tica. Es parte de la naturaleza de estas sectas,
nacidas por iniciativa de algunos individuos, el
ser ajenas, cerradas a toda actividad real, a la
política, a las huelgas, a los sindicatos, en una
palabra al movimiento en su conjunto. La masa
del proletariado permanece indiferente o inclu-
so hostil a su propaganda. Los obreros de París
y de Lyon ya no querían más saint-simonianos,
fourieristas, icarianos, como los cartistas y los
trade-unionistas ingleses no querían más owe-
nistas. Las sectas, impulsoras del movimiento

411
JACQUES CAMATTE

en sus orígenes, se convierten en un obstáculo


en cuanto éste las supera; entonces se vuelven
reaccionarias, por ejemplo: las sectas en Fran-
cia y en Inglaterra, y en los últimos tiempos, los
lassallianos en Alemania, quienes, tras haber
obstaculizado durante años la organización del
proletariado, han terminado por convertirse en
meros instrumentos de la policía. En fin, estas
sectas representan la infancia del movimiento
proletario, como la astrología y la alquimia son
la infancia de la ciencia. Para que fuera posible
la fundación de la Internacional, era necesario
que el proletariado hubiera superado esta fase.
Frente a las organizaciones fantasiosas y an-
tagonistas de las sectas, la Internacional es la
organización real y militante de la clase prole-
taria en todos los países, ligados los unos a los
otros en su lucha común contra los capitalistas,
los terratenientes y su poder de clase organiza-
do en el Estado. [58]

Todo este periodo corresponde al de la contra-


rrevolución que sigue tras 1815, y en él se asiste al
máximo desarrollo de las sociedades secretas. Es por
ello que se dice en el Manifiesto: “Los comunistas no
se rebajan a disimular sus opiniones y sus proyectos”
[59].
Volveremos a esta cuestión con el estudio del
blanquismo, que es al mismo tiempo la cuestión del
vínculo de una minoría con la masa. Para que el pro-
grama pudiera ser defendido por una organización,

412
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

era necesario que el movimiento superara el estadio


indicado. Es entonces cuando se planteó la cuestión
de imponerlo. Por ello Marx y Engels lucharon paso
a paso en el seno de la AIT para hacerlo triunfar. Re-
cordemos una vez más la carta de Marx a Bolte: la
historia de la AIT es la de la lucha entre el Consejo
General de Londres y las secciones nacionales (cf.
un poco más arriba). Ello quiere decir que el partido
actuó al interior de la organización proletaria y, en
la conferencia de Londres de 1871, triunfó el parti-
do-programa:

Considerando:
que en el preámbulo de los estatutos se dice:
“La emancipación económica de la clase traba-
jadora es el gran objetivo final al que todo el
movimiento debe estar subordinado como me-
dio”;
que el Discurso inaugural de la Asociación
Internacional de los Trabajadores (1864) afir-
ma: “Los amos de la tierra y del capital explotan
siempre sus privilegios políticos para defender
y perpetuar sus monopolios económicos. Lejos
de servir a la emancipación de los trabajado-
res, continuarán poniendo por esta vía todos los
obstáculos posibles […] La conquista del poder
político se ha convertido en consecuencia en el
gran deber de la clase trabajadora”;
que el congreso de Lausanne (1867) ha de-
clarado: “La emancipación social de los traba-
jadores está ligada inseparablemente a su eman-

413
JACQUES CAMATTE

cipación política”;
que la declaración del Consejo General sobre
el supuesto complot de la Internacional france-
sa en la víspera del plebiscito (1870) contiene el
siguiente pasaje: “Según se establece en nues-
tros estatutos, todas nuestras secciones de In-
glaterra, del continente y de América tienen, in-
dubitable y expresamente, el deber de constituir
no sólo los núcleos de la organización de la lu-
cha del proletariado, sino que deben igualmente
sostener en sus países respectivos todo movi-
miento político que sirva para alcanzar nuestro
objetivo final, la emancipación económica de la
clase trabajadora…”.
Considerando además:
que la Internacional debe hacer frente a una
reacción desencadenada que aplasta sin pudor
toda tentativa de emancipación de los traba-
jadores y que se esfuerza por perpetuar por la
fuerza bruta la diferencia entre las clases y la
dominación política de las clases poseedoras
que ésta sostiene;
que contra la violencia colectiva de las clases
poseedoras el proletariado sólo puede actuar
como clase constituyéndose él mismo en par-
tido político diferenciado, en oposición a todas
las viejas formaciones de partido de las clases
poseedoras;
que esta constitución del proletariado en par-
tido político es indispensable para asegurar el
triunfo de la revolución social y de su objetivo

414
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

final: la supresión de las clases;


que la unión de fuerzas particulares, que los
trabajadores ya han realizado hasta cierto pun-
to mediante las luchas económicas, debe servir
igualmente de palanca para la masa de esta cla-
se en su lucha contra el poder político de sus
explotadores;
por estos motivos, la conferencia recuerda a
todos los miembros de la Internacional
que, en la situación de lucha del proletariado,
su movimiento económico y su actividad políti-
ca están indisolublemente ligadas. [60]

Además, la creación de la Primera Internacional


como la de la Segunda —ambas producto de la lucha
del proletariado— consistió también en el intento de
impedir que el proletariado cayera bajo la influencia
de los anarquistas y los reformistas. La Tercera Inter-
nacional se creará a su vez en plena lucha revolucio-
naria. [61]
Para comprender esto hay que abordar dos puntos:

1. Vínculo entre organización-partido y pro-


grama-partido [62].
2. ¿Cuáles son las situaciones, los momentos
favorables a la fundación del partido?

1. En su carta a Freiligrath (29/02/1860), Marx


precisó estos elementos: “Hago notar d’abord [pri-
mero]: después de que, a petición mía, la Liga fuera
disuelta en noviembre de 1852, jamás he pertenecido

415
JACQUES CAMATTE

—ni pertenezco— a ninguna sociedad secreta o pú-


blica; que por tanto el partido, en su sentido efímero,
dejó de existir para mí hace ocho años” [63].
Ello quiere decir: el partido en tanto que agrupa-
miento de hombres —organización. El vínculo con
el punto 2 se efectúa por medio de la pregunta ¿por
qué disolver esta organización? Marx responde ex-
plicando lo que es una fase de repliegue, una fase
contrarrevolucionaria.
Debemos enlazar orgánicamente esta respuesta
a las exposiciones de la reunión de Nápoles (1951)
sobre el marxismo, teoría de la contrarrevolución, y
sobre la naturaleza capitalista revolucionaria de Ru-
sia. En este último estudio, se había afirmado que
nuestro movimiento había conocido ya otros perío-
dos contrarrevolucionarios, que es por lo que no de-
bía ponerse la cuestión rusa en el centro de nuestra
actividad, lo que tarde o temprano podía desembocar
en una visión contingentista.
En esos periodos el partido se redujo a los pocos
camaradas que rechazaron de una u otra forma la vic-
toria de la clase adversaria, la cual muchos militantes
teorizan queriendo hacer algo a cualquier precio, a
fin de “salir de la situación”. Para Marx y Engels, la
historia no es más que una continua transformación
de la naturaleza humana, un período de repliegue no
puede generar buenos militantes. Los que quedan,
hay que protegerlos de la corrupción de este mundo
[64], lo cual no es nada fácil.

¿Acaso se puede, en medio de las relaciones

416
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

o del comercio burgués, escapar al fango? Es


ahí que ella está en su lugar natural.

[…] La honesta infamia o la infame honesti-


dad de la moral solvente […] no vale para mí un
céntimo más que la irresponsable infamia de la
que ni las primeras comunidades cristianas, ni
el club de los jacobinos, ni nuestra difunta Liga
han podido preservarse. Pero uno se habitúa en
el comercio burgués a perder el sentimiento de
la respetable infamia o de la infame respetabi-
lidad.

Ninguna utopía sobre el hombre; por tanto ningún


activismo; cordón sanitario en torno al partido, tal y
como fue clarificado en un Sul filo del tempo [65].
Esta retirada de la acción, voluntad deliberada de
rechazo cuando se da en un terreno burgués, puesto
que la acción del proletariado, autónoma, no es posi-
ble, hizo que Marx fuera “atacado repetidamente, si
no abiertamente al menos por inferencia, a causa de
esta inactividad” [66]. Como hemos dicho con fre-
cuencia: música de la contrarrevolución, palabras de
ayer. Hoy, nos encontramos en las mismas: se nos
reprocha nuestra “inactividad” porque rechazamos
lanzarnos al torbellino de la corrupción burguesa;
nuestra acción les es por tanto incomprensible.

POR QUÉ EL PARTIDO NO DESAPARECE


JAMÁS

417
JACQUES CAMATTE

Planteado esto, Marx precisa en qué consiste la


vida del partido. “La Liga, como la Sociedad de las
estaciones de París [noción internacional del parti-
do, N. de Camatte], como otras cien sociedades más,
sólo fue un episodio en la historia del partido, que
nace espontáneamente (naturwüchsig) del suelo
de la sociedad moderna” (las cursivas son nuestras
[Camatte]). La formación de la organización es un
producto de los antagonismos de esta sociedad. Si la
clase ha sido derrotada, si su organización de lucha
ha perdido su carácter revolucionario al rechazar el
programa, o bien si ha sido destruida en el curso de
un enfrentamiento armado, una nueva organización
reaparecerá espontáneamente: las oposiciones socia-
les desembocarán en su explosión en el escenario de
la historia: el partido reaparecerá.
El partido entonces no es únicamente esta noción
diferencial, esta organización cuya vida depende de
la suerte de la lucha de clases. ¿Cuál es su noción in-
tegral? “He intentado, además, despejar el malenten-
dido según el cual yo comprendería por “partido” una
liga muerta desde hace ocho años, o una redacción
de periódico disuelta desde hace doce. Entiendo el
término “Partido” en su amplia acepción histórica”
[67]. Es decir, esta prefiguración de la sociedad futu-
ra, el ser humano, que es la verdadera Gemeinwesen
del hombre.
Es el apego a este ser, en apariencia negado en los
periodos de contrarrevolución —de la misma forma
que actualmente la revolución parece ser, a todos y
cada uno, una utopía—, el que permite resistir. La

418
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

lucha por permanecer en esta posición es nuestra ac-


ción. En la sesión del Comité Central de la Liga Co-
munista del 15/09/1850, Marx decía:

Schapper no ha comprendido mi propuesta.


Tan pronto como mi propuesta sea adoptada,
nos separaremos, las dos fracciones se separa-
rán y las personas no tendrán ninguna relación
entre ellas, pero estarán en la misma liga y bajo
la misma autoridad. Podéis quedaros incluso
con la gran masa de miembros de la liga. En lo
que concierne a los sacrificios personales, yo he
hecho tantos como cualquiera, pero para la cla-
se y no para las personas. En lo que concierne al
entusiasmo, apenas es necesario para pertene-
cer a un partido que se cree que llegará al poder.
Siempre he hecho caso omiso de la opinión mo-
mentánea del proletariado. Nosotros nos con-
sagramos a un partido que, precisamente, por
su interés, no puede llegar al poder. […] Louis
Blanc [68] nos proporciona el mejor ejemplo de
lo que pasa cuando se llega demasiado pronto al
poder [69].

Más generalmente esta cuestión se vincula a la de


saber en qué condiciones puede haber una acción;
cuál es el lazo entre ésta y la conciencia, lo cual va-
mos a precisar a continuación. Anteriormente hacía-
mos notar que el hecho de desperdiciar inútilmente
energías en los periodos de repliegue, hipoteca el re-
encuentro histórico entre la organización del proleta-

419
JACQUES CAMATTE

riado y su programa integral.

Pero tales acontecimientos se preparan en


Rusia, donde la vanguardia de la revolución en-
tablará la batalla. En nuestra opinión, es esto y
su inevitable repercusión en Alemania, lo que
se debe esperar, y entonces vendrá el tiempo
de una demostración grandiosa y de la instau-
ración de una internacional [Engels dice aquí,
en otras palabras, lo que Marx ha explicado a
Freiligrath, N. de Camatte.], oficial, formal, que
no podrá ser ya una sociedad de propaganda
sino una sociedad con vistas a la acción. Esta-
mos firmemente convencidos de que no se debe
debilitar un medio tan excelente de combate
desperdiciándolo y gastándolo en un momento
relativamente tranquilo, en vísperas de la revo-
lución [70].

Sobre este último punto están de acuerdo todos los


marxistas. No hay más que acordarse de las luchas de
Lenin y del Partido bolchevique, la de Trotsky, todo
el trabajo de la izquierda para clarificar que, para no-
sotros, la insurrección es un arte.
Lo que se manifiesta tanto en los períodos de re-
volución como en los de repliegue, es la continuidad
de nuestro ser [71], la afirmación de nuestro “progra-
ma-partido” en su amplia acepción histórica.

RECHAZO DEL ANARQUISMO PARA SAL-


VAR EL PROGRAMA

420
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

Marx y Engels lucharon en el seno de la AIT para


hacer triunfar el programa —no su ideología per-
sonal, visión estrecha de los anarquistas y de todos
nuestros adversarios. El punto de fricción no estaba
en la visión final, todo el mundo quiere el comunis-
mo, incluso los burgueses (cf. Lenin en este asunto),
sino en el medio de llegar a él, en “la herramienta”
de la liberación: la dictadura del proletariado. Es la
reivindicación de ésta lo que caracteriza a los mar-
xistas (cf. la carta a Weydemeyer). Recordemos el
movimiento: la clase sólo actúa como tal cuando se
constituye en un partido representante de sus intere-
ses y, a través de ello —vistas las características de
esta clase—, los de la humanidad en su conjunto; el
partido conquista el poder, destruye el Estado bur-
gués; el proletariado se erige en clase dominante y
por tanto en Estado, cuya función ya no es política
sino social: conseguir que el ser humano sea la au-
téntica Gemeinwesen del hombre. La destrucción de
las clases es su condición sine qua non. He aquí el
punto de fricción fundamental con Bakunin.

Ella [La ‘‘Alianza’’] quiere ante todo la


igualación política, económica y social de las
clases, leemos en su artículo 2.
La igualación de las clases, en su sentido li-
teral, desemboca en la armonía entre capital y
trabajo que los socialistas burgueses han predi-
cado con tanta insistencia. El gran objetivo de
la Asociación Internacional de los Trabajado-

421
JACQUES CAMATTE

res no es la igualación de las clases —un con-


trasentido lógico, imposible de realizar— sino
al contrario la supresión de las clases; este es
el verdadero secreto del movimiento proletario.
[72]

Este secreto es conservado en el partido, que es la


disolución de todos los enigmas, por ende de todos
los antagonismos generados por la sociedad de cla-
ses [73].

Ella [la circular de la ‘‘Federación del Jura’’]


afirma que según los estatutos y las decisiones
del congreso de fundación, la Internacional no
es otra cosa que una “libre federación de sec-
ciones autónomas”, que tiene por objetivo la
emancipación de los trabajadores por los tra-
bajadores, “fuera de toda autoridad dirigente,
incluso si ésta es resultado del libre consenti-
miento”. Según esto el Consejo General no se-
ría nada más que un mero despacho de estadís-
ticas y de correspondencias. Esta base original
habría sido inmediatamente distorsionada, pri-
mero por el derecho concedido al Consejo Ge-
neral de completarse con la ayuda de nuevos
miembros y, después aún más, por la resolución
del Congreso de Bâle, que concedía el derecho
al Consejo General de suspender toda sección
hasta un próximo congreso y de arreglar pro-
visionalmente las diferencias hasta que dicho
congreso se hubiera pronunciado. Por ello se

422
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

habría concedido al Consejo General un poder


peligroso; la libre unión de las secciones autó-
nomas habría sido transformada en una organi-
zación jerarquizada y autoritaria de secciones
“disciplinadas”, de modo que “las secciones
estarían en las manos del Consejo General, que
puede rechazar a su arbitrio, admitir o suspen-
der sus actividades”.
Para nuestros lectores alemanes, que cono-
cen demasiado bien el valor de una organiza-
ción capaz de defenderse, todo esto parecerá
muy sorprendente…
Pero la lucha por la emancipación de la clase
trabajadora no es más, para Bakunin y sus com-
pañeros, que un simple pretexto: su verdadero
objetivo es otro.
La sociedad futura no debe ser otra cosa que
la generalización de la organización que la inter-
nacional se haya dado. […] Por tanto, debemos
velar por que esta organización se aproxime
todo lo posible a su ideal […] La internacional,
germen de la sociedad futura [armonía entre las
clases y entre trabajo y capital, recordémoslo,
N. de Camatte.], ha de ser desde ahora una co-
pia fiel de nuestros principios de libertad y de
federalismo y debe expulsar de su interior todo
principio que tienda a la autoridad y a la dicta-
dura [74].
Nosotros alemanes somos censurados por
nuestro misticismo, pero distamos de llegar a
tal misticismo. ¡La internacional, un modelo en

423
JACQUES CAMATTE

el que no habría más fusilamientos versalles-


cos, tribunales militares, ejércitos permanentes,
intercepciones de correo, tribunales penales de
Bruswick! ¡Precisamente ahora que debemos
defender nuestra piel con uñas y dientes, el pro-
letariado no debería organizarse en función de
la lucha que se le impone a cada día, a cada
hora, sino según las representaciones que cier-
tos espíritus quiméricos se hacen de una vaga
sociedad futura! Representémonos en lo que se
convertirá nuestra propia organización alemana
si se organizara según este modelo. […] Si a
los Stieber y sus comparsas, si a todo el cabinet
noir [75], si a todos los oficiales prusianos se les
ordenara entrar en la organización socialdemó-
crata con el fin de destruirla, el Comité, o mejor,
el Despacho de correspondencia y de estadís-
ticas, no debería en modo alguno defenderse,
¡ya que ello sería introducir una organización
jerarquizada y autoritaria! Y sobre todo, ¡nada
de secciones disciplinadas! ¡Nada de disciplina
de partido, ni de centralización de las fuerzas en
un punto, ni de armas de lucha! En fin, ¿a dón-
de iríamos con tal organización? A la cobarde y
servil organización de los primeros cristianos,
de esos esclavos que aceptaban con agradeci-
mientos cada patada y que, gracias a los hala-
gos, proporcionaron la victoria a su religión,
tres siglos después, es verdad. Es un método de
revolución que ciertamente no imitará el prole-
tariado. [76]

424
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

LAS DIFERENTES FASES DE LA VIDA DEL


PARTIDO

Ahora podemos precisar la vida del partido.

1. Fase de las sectas.

2. Desarrollo del partido durante el periodo 1840-


1848.

3. Período de repliegue que comienza en 1850.


Es preferible disolver la Liga por lo que acabamos
de decir, y porque no ha llegado el momento para el
partido de tomar el poder. La clase ha sido derrota-
da. “Si entonces hemos sido derrotados, no tenemos
nada más que hacer que volver a comenzar desde el
principio. El periodo de descanso, probablemente
muy breve, que se nos ha otorgado entre el final del
primer acto del movimiento y el principio del segun-
do, nos da afortunadamente el tiempo para una parte
verdaderamente necesaria de nuestra tarea: la inves-
tigación de las causas que han desatado irresistible-
mente el último levantamiento y que al mismo tiem-
po lo han llevado al fracaso; causas que no hay que
buscar en los accidentales esfuerzos, talentos, culpas,
errores o traiciones de algunos jefes, sino en el esta-
do social general y las condiciones de existencia de
cada una de las naciones afectadas por la agitación

425
JACQUES CAMATTE

revolucionaria” [77].
Esto vale para la involución que se manifestó en
1926. De ahí el error de Trotsky al creer poder re-
construir una Internacional. Esta involución nos ha
revelado todos los errores desvelados por Engels. En
lugar de un estudio sano, de un balance que habría
permitido preparar el próximo ascenso revoluciona-
rio, se fue a buscar la causa de la derrota en la traición
de los jefes, en los crímenes de Stalin, la pasividad
de las masas, la mala aplicación de las consignas (cf.
por ejemplo, la crítica de Trotsky al movimiento ale-
mán de los años treinta). Sólo nosotros hemos plan-
teado correctamente el problema y hemos declarado:
hemos sido derrotados, pero…

4. Reconstrucción del movimiento que se acelera


con la crisis de 1857. Marx y Engels estudian a fon-
do el porqué de la derrota. Su retirada de la Liga no
significa la aceptación de esta última. Al contrario, se
preocupan por saber si la revolución no podría des-
encadenarse en otro sitio: en India, en China, y venir
a radicalizar la lucha del proletariado en Occidente.
Lenin tendrá la misma posición; es también la nues-
tra.
1864. Fundación de la I Internacional. Se efectúa
en una fase de ascenso del movimiento proletario;
sólo las condiciones no eran exactamente favorables,
pero el proletariado tendía a superar su fase de las
sectas y se reclamaba de esta organización interna-
cional. Además, estaba el peligro anarquista. Ahora
bien, monopolizado por los anarquistas, el movi-

426
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

miento se arriesgaba sencillamente a caer en las for-


mas inferiores de lucha. Es por ello que Marx y En-
gels juzgaron esta fundación necesaria.
1871. El proletariado toma el poder. Las caracte-
rísticas de la Comuna serán analizadas en el estudio
sobre el movimiento obrero francés y en la cuestión
militar. En todo caso, la clase es derrotada y ello des-
de un punto de vista internacional.
Tanto en el nuevo periodo (post-1871), como en
el que se abrió tras 1850, la acción es sobre todo el
estudio teórico. En 1851 (13/02), Engels escribía a
Marx: “De qué servirán todos los chismorreos y to-
das las estupideces que el populacho de la emigra-
ción pueda hacer sobre ti, cuando tú les respondas
con tu Economía”.
El 29/11/1971 Marx escribía a De Paepe: “Ya le
había dicho en Londres que me planteaba a menudo
la cuestión de si no había llegado el momento de reti-
rarme del Consejo General. Cuanto más se desarrolla
la sociedad, más pierdo el tiempo, y después de todo,
tengo que terminar El Capital”.
Es verdad, había que dar a los trabajadores su he-
rramienta de combate.

5. En 1871, Marx hace un nuevo balance y pre-


cisa las condiciones de la lucha. Precisa el vínculo
entre la voluntad de los hombres y su acción. Precisa
que el partido-programa ha sido producido en un mo-
mento determinado de la lucha de la humanidad, que
la organización proletaria sólo puede desarrollarse
con una determinada amplitud de la lucha de clases,

427
JACQUES CAMATTE

es decir, para el reencuentro de la clase con su pro-


grama. En otras palabras, el partido no se forma por
la voluntad directa de los hombres. Se reconstruye en
determinados periodos [78]. Se trata de saber cómo
pueden los revolucionarios preparar las mejores con-
diciones para el regreso del partido al escenario de la
historia. Todo esto está explicado en el discurso de
Marx del 25/09/1871. “El gran éxito que ha corona-
do hasta el presente sus esfuerzos [de la AIT] debe
ser atribuido a circunstancias ajenas al poder de sus
miembros. La propia fundación de la Internacional
ha sido el producto de estas circunstancias y no de
los esfuerzos de los hombres que se habían dedicado
a esta tarea. No ha sido la obra de un puñado de polí-
ticos hábiles; todos los políticos del mundo juntos no
habrían podido crear las condiciones y las circuns-
tancias que fueron necesarias para el éxito de la In-
ternacional. La Internacional no ha entrado a escena
con una creencia particular. Su tarea ha sido la de or-
ganizar las fuerzas de la clase obrera, conectar y unir
los diferentes movimientos obreros. Las condiciones
que han dado a la asociación un impulso tan violento
son las mismas a las que los trabajadores están cada
vez más sometidos en el mundo, y ese es el secreto
del éxito. […] Antes de que tal transformación [la
eliminación de la opresión, N. de Camatte] sea posi-
ble, es necesaria una dictadura del proletariado, y su
primer presupuesto es un ejército del proletariado. Es
el deber de la Internacional organizar y unificar las
fuerzas de los trabajadores para el futuro combate”
[79].

428
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

6. 1871-1889. Período de reconstrucción del mo-


vimiento que desemboca en la fundación de la II In-
ternacional, la cual fue un poco “forzada”. En efecto,
fue reclamada sobre todo por los posibilistas y los
diferentes reformistas. Engels aceptó su fundación
para evitar que el movimiento mundial cayera en el
poder de éstos (cf. la correspondencia Engels-Lafar-
gue y la de Marx, Engels, Sorge y otros).
En 1889, el programa pasó por la prueba de la
práctica y salió de ella reforzado. La Comuna de
1871 ha permitido precisar la teoría del Estado. El
ciclo del movimiento proletario está terminado desde
entonces. Ningún fenómeno social puede ya “poner
en cuestión” el marxismo. Sólo quedaba la hipóte-
sis de una evolución no catastrófica de la sociedad y
por tanto la de una revolución pacífica. La guerra de
1914 mostró la vacuidad de todo ello.
La visión reformista sólo pudo imponerse por el
desarrollo del imperialismo, que desplazó las con-
tradicciones a los países colonizados. Ésta supuso
la derrota del proletariado en 1914. Sólo los grupos
que habían permanecido en las bases del programa
integral aseguraron la continuidad del ser humano =
partido-programa.

LA ÚLTIMA TEMPESTAD
CONTRARREVOLUCIONARIA

Los errores de táctica impidieron la reorganiza-


ción del proletariado en partido comunista mundial

429
JACQUES CAMATTE

[80]. Son los errores del frente único, de una visión


demasiado “urgida”, los que hicieron que el proleta-
riado ruso no pudiera tener la ayuda del proletariado
mundial. Esta táctica, en cierto sentido, reconocía la
derrota del proletariado occidental y la teorizaba. So-
bre estos errores se implantó la teoría de la contrarre-
volución. Aquí llegamos al estadio más difícil, más
largo y más doloroso del desarrollo del movimiento
obrero. La contrarrevolución triunfó bajo la másca-
ra de la revolución. Para poder apoderarse de ella,
no basta con meterse en el terreno de los “dirigentes
rusos” —error de Trotsky. No se debe considerar la
cuestión rusa como una cuestión central. La validez
del marxismo no depende de ninguna forma del éxito
o no de la revolución rusa, porque su verdad había
sido demostrada en cada una de sus partes. El éxi-
to de la revolución rusa sólo podía depender de la
victoria mundial del proletariado. Ahora bien, como
ha sido demostrado en diversas ocasiones, la victoria
del socialismo en Rusia dependía de la toma del po-
der de la parte occidental del proletariado. Si debía
haber una verificación, había que buscarla en nuestra
área occidental.
La continuidad no ha sido destruida. La Izquierda
ha defendido el programa. En todos los planos, teó-
rico, práctico o táctico, ha expuesto en toda su pure-
za los factores del mismo. Mejor aún, ha hecho un
nuevo requerimiento al ordenar todos los elementos
dispersos en el marxismo que, a causa de la lucha,
no habían podido ser ordenados de manera orgánica
en un conjunto de tesis que no pretendieran haber

430
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

encontrado algo nuevo, sino haberlos ordenado con


vistas a una lucha más eficaz. Éstas son las tesis de
Roma (1922), las de Lyon (1926) y todos los trabajos
sobre el partido.
El proletariado abandona su programa en los pe-
riodos de derrota. Éste ya sólo es defendido por una
débil minoría. Sólo el programa-partido sale siempre
reforzado de la lucha. El período que va de 1926 a
nuestros días lo prueba ampliamente.
Esta lucha se hace al evidenciar críticamente el
desenmascaramiento cada vez mayor que, en la prác-
tica, se han visto llevados a operar los rusos. Consis-
te en demostrar cómo se ven obligados a crear nue-
vas categorías para hacer encajar la realidad con sus
posiciones generales. Sabemos que las bases para la
fundación del partido comunista mundial sólo existi-
rán cuando el desenmascaramiento crítico y práctico
sea llevado hasta su término: la confesión [81]. Sólo
nosotros sabemos que el proletariado deberá arrancar
esta confesión en la lucha. Rencontrará entonces su
programa, hoy desnaturalizado, prostituido. Nuestra
tarea podemos presentarla a través de esta compara-
ción: Jesús cazó, a golpe de látigo, a los mercaderes
que estaban en el Templo; nosotros debemos cazar
a todos aquellos que venden su mercancía teórica
bautizándola como marxismo. Por ello, una vez más,
invariancia, es decir continuidad de nuestro ser hu-
mano = partido-programa.
Sólo abordando de esta forma el partido se pue-
de integrar la aparente oposición entre el hecho de
proclamar como posible la revolución comunista en

431
JACQUES CAMATTE

1848 y la afirmación de 1859 —ya indicada de otra


manera en La ideología alemana— de que toda for-
ma social sólo desaparece tras haber agotado todas
sus posibilidades.
Por medio de la revolución comunista es posible
abreviar la fase capitalista, que es una fase transitoria
desde el momento en que hay un desarrollo de las
fuerzas productivas tal que éste engendra una clase
que pueda apropiarse del ser humano. A partir de ese
momento el comunismo es posible. Enunciar esto no
es hacerse ilusiones sobre la capacidad de resistencia
de la clase adversaria, que puede aún llevar a cabo
“algunas realizaciones” que frenen el movimiento de
liberación al provocar el surgimiento del oportunis-
mo en las filas del proletariado. Sabiendo todo esto,
Marx y Engels pudieron preparar las tropas para la
retirada, después de la derrota. El resto de movimien-
tos pusieron o ponen todas sus fuerzas en la batalla
y son completamente destruidos. Es de esta visión
dialéctica que nace nuestra continuidad histórica (cf.
esta cuestión, que podríamos intitular anti-fatalismo
y anti-activismo en las tesis de Lyon, 1926).
En todo caso, actualmente hemos llegado al punto
señalado por Marx en que la forma social ha agota-
do todas sus posibilidades —al menos en una gran
parte del mundo. Saludamos con alegría el gran mo-
vimiento de expropiación que se desarrolla a escala
planetaria, ya que cuanta más amplitud tome, más
posible es la reapropiación de la naturaleza, más ac-
tual es el comunismo.

432
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

La función del partido se deriva de la lucha en la


sociedad actual y de la descripción de la sociedad
comunista.

I — Organización de los obreros, organización de


la fuerza y dirección de la violencia.

El movimiento político de la clase obrera de


manera natural tiene por objetivo final la con-
quista, para sí, del poder político. Para ello es
necesaria una organización previa, desarrollada
hasta cierto punto, de la clase obrera, como re-
sultado de sus luchas económicas.
Pero por otro lado, todo movimiento en el
que la clase obrera se opone, como clase, a las
clases dominantes, y se esfuerza por ejercer so-
bre ellas una presión desde fuera, es un movi-
miento político. Por ejemplo, el intento, en una
sola fábrica o incluso en una rama industrial,
de obtener de unos capitalistas individuales
por medio de huelgas, etc., una reducción de la
jornada laboral, es un movimiento puramente
económico; por el contrario, el movimiento que
intenta arrancar una ley sobre la jornada de 8
horas, etc., es un movimiento político. Y es así
como en cualquier lugar un movimiento políti-
co nace de movimientos económicos aislados
de los obreros, es decir, un movimiento de la
clase para hacer intervenir sus intereses bajo

433
JACQUES CAMATTE

una forma universal, bajo una forma que posea


una fuerza social vinculante universal. Si estos
movimientos suponen una cierta organización
previa, son, igualmente, un medio para desarro-
llar esta organización.
Allí donde el proletariado no ha progresado
todavía en su organización para emprender una
campaña decisiva contra el poder colectivo, es
decir, el poder político de la clase dominante,
necesita ser educado en este fin por medio de
una agitación incesante contra la actitud polí-
tica hostil de las clases dominantes. Sin ella, el
proletariado queda como un juguete en las ma-
nos de estas clases. [82]

El partido permite entonces la organización de la


clase. A continuación, se tratará el asunto de la dicta-
dura del proletariado:

Art. I. El objetivo de la asociación es el de-


rrocamiento de todas las clases privilegiadas y
su sumisión a la dictadura de los proletarios, en
la que la revolución permanente será mantenida
hasta la realización del comunismo, que será la
última forma de organización de la familia hu-
mana.
Art. II. Para contribuir a la realización de este
objetivo, la asociación constituirá lazos de so-
lidaridad entre todas las fracciones del partido
comunista revolucionario, haciendo desapare-
cer, conforme al principio de la hermandad re-

434
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

publicana, todas las barreras nacionales. [83]

Es esta dictadura la que permite destruir el Estado


burgués, lo cual impulsa la transformación social (cf.
Engels en Anti-Dühring). Esta dictadura es necesaria
históricamente, por tanto es “libre” [84]. Aquí de-
bemos precisar que no estamos a favor de cualquier
dictadura y que esta última es un medio; nos preocu-
pamos por saber contra quién debe ser hecha, contra
qué, en nombre de quién, en nombre de qué. Bajo
este punto de vista, se puede decir que sólo las dic-
taduras reaccionarias, que apuntan al mantenimien-
to de una opresión de clase, son autoritarias, porque
rechazadas por el hombre (no siendo necesarias a su
desarrollo y porque acaparan la Gemeinwesen para
explotarlo). La dictadura revolucionaria ya no es au-
toritaria, puesto que es aceptada por el hombre como
una liberación, puesto que esta nueva Gemeinwesen
tenderá cada vez más a identificarse con el ser huma-
no y, por ello, a desaparecer en tanto que fenómeno
ajeno al hombre. Lenin decía: la dictadura del prole-
tariado es la de la inmensa mayoría sobre la minoría,
por oposición a la de la clase burguesa. Por otro lado,
Marx ha demostrado en El Capital que esta última se
convierte siempre en dictadura del capital; por tanto
ella misma se vuelve exterior a la clase. En efecto,
durante el periodo revolucionario el poder dictatorial
de la burguesía había permitido el auge de la produc-
ción por medio de la destrucción de los obstáculos
ligados a la existencia feudal. Por este hecho, en sus
orígenes, el capital y su capitalista son idénticos y

435
JACQUES CAMATTE

la libertad de uno repercute en la del otro. En con-


secuencia, con la concentración capitalista, ligada a
la bajada tendencial de la tasa de ganancia, el capi-
talista tiende a separarse de su posesión y él, que era
el ser del capital, se convierte en su propiedad. El
capitalista en tanto que personaje desaparece: “Reco-
nocimiento parcial del carácter social de las fuerzas
productivas imponiéndose a los propios capitalistas.
Apropiación de los grandes organismos de produc-
ción y de comunicación, primero por medio de las
sociedades por acciones, después por medio de los
trusts, a continuación por medio del Estado. La bur-
guesía se revela como una clase superflua; todas sus
funciones sociales ahora son ocupadas por emplea-
dos remunerados” [85].
La libertad desaparece o, más bien, ya sólo es la
libertad del capital. Éste se vuelve una fuerza imper-
sonal al que sirve una burocracia —patología de las
clases—, la cual se convierte en la organización del
Estado moderno: dicho con otras palabras, el Esta-
do se vuelve Estado-capital con su administración
burocrática. Todos los individuos de esta sociedad
participan en el capital; deben recibir una ganancia
proporcional a la suma que han invertido. El Esta-
do moderno debe hacer respetar esta operación, esta
distribución. De ahí la escandalosa contradicción de
nuestra época: un Estado cada vez más opresor y la
demanda por parte de los individuos de que sea cada
vez más fuerte —la última crisis francesa, ligada a la
guerra de Argelia, es la undécima demostración. La
dictadura burguesa se ha convertido en una fuerza

436
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

monstruosa, extraña al hombre, impidiendo el deve-


nir de la sociedad que, en su totalidad, tiende al co-
munismo. El propio capitalismo tiende a desaparecer
(cf. el pasaje de Marx en El Capital [86] a propósito
del disfrute y las necesidades. Se debe ligar esto a la
teoría de las necesidades, que sería una teoría de los
atributos de la naturaleza humana).
Es contra esta dictadura que el proletariado debe
luchar. Su destrucción consiste en la supresión de la
enfermedad del hombre; la instauración de la dicta-
dura del proletariado es su regeneración por medio
de la apropiación de la naturaleza humana [87]. Así,
disolución de las antítesis individuo-Estado, indivi-
duo-especie, libertado-autoridad-necesidad.
La dictadura del proletariado le fue sugerida a
Marx por los acontecimientos de la revolución bur-
guesa, por Babeuf, por las luchas del proletariado
francés, con su forma específica, el blanquismo, sin
olvidar a Flora Tristán y la lucha de los obreros in-
gleses y alemanes.
Los obreros expresaban en el plano práctico la
exigencia teórica formulada por Marx en su crítica
a Hegel: quien tiene la fuerza tiene la razón. Recha-
zaron todos los métodos de lucha y aspiraron a una
forma de poder que pudiera permitir el parto de una
sociedad sin clases. Es importante notar que Marx
se apoya siempre en la realidad para establecer su
teoría (cf. el mismo método en lo que se refiere a la
cuestión del Estado y las enseñanzas de la Comuna).
De ahí se derivan:

437
JACQUES CAMATTE

a) El partido es una minoría de la clase.

b) Unificación del proletariado a escala interna-


cional para llegar a la toma del poder; carácter in-
ternacional de la revolución y el comunismo. “La
importancia del comunismo no reside en el hecho
de que sea una cuestión de nuestro tiempo y de una
importancia extrema para Francia e Inglaterra. El co-
munismo tiene una importancia europea…” [88].
El partido debe unificar la lucha y hacerle perder
su carácter limitado.

c) La lucha de clases es una guerra. Por tanto, es


necesario un ejército. Se plantea entonces la cuestión
de neutralizar a ciertos estratos sociales, la cuestión
de los aliados; hay que reservarse una base de replie-
gue en caso de derrota.
Tenemos, como ha subrayado Marx miles de ve-
ces, una pasión ardiente por el hombre y su libera-
ción; pero no por ello vamos a lanzarnos impruden-
temente, a cuerpo descubierto, a la batalla. Siempre
debemos intentar dominar la estrategia, el terreno
de la lucha. En caso contrario, nuestro adversario se
asegurará, tarde o temprano, del mantenimiento del
orden (cf. los anarquistas y su precipitación). Para
nosotros, la insurrección es un arte.

CARACTERÍSTICAS DEL PARTIDO


DEL MAÑANA

438
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

Dado que es la prefiguración de la sociedad comu-


nista, el partido no puede arreglárselas con un me-
canismo, un principio de vida, una organización que
esté ligada a la sociedad burguesa; debe llegar a cabo
su destrucción.

1. Rechazo del mecanismo democrático. Nuestra


posición es: el centralismo orgánico.

2. Anti-individualismo. El partido realiza la anti-


cipación del cerebro social. Todo conocimiento está
mediatizado por el partido, toda acción también. El
militante no tiene que buscar la verdad, ésta le es
dada por el partido (la verdad en el campo social; al
resto de campos no se podrá llegar más que después
de la revolución). Tendencia a realizar el hombre so-
cial.

3. Rechazo de todo mercantilismo y de todo arri-


bismo bajo la forma que sea. El vínculo entre los ca-
maradas, su manifestación entre ellos, debe inspirar-
se en el comentario de Marx al libro de James Mill;
toda actividad, toda manifestación debe ser la de la
afirmación de la alegría humana por la comunicación
con el otro y, aquí, con la sociedad futura.

4. Abolición de los antagonismos sociales, ligados


a las clases. En el partido sólo se conoce militantes
comunistas. En el plano práctico, ello corresponde
a la necesidad de implantación del partido sobre la
unidad habitacional y no sobre la unidad laboral.

439
JACQUES CAMATTE

5. El partido debe ser la disolución de los enigmas


y debe saber serlo. Debe presentarse como el refugio
de reposo para el proletario, el lugar en que se afirma
su naturaleza humana, de tal suerte que pueda movi-
lizar todas sus energías contra su enemigo de clase.

Es necesario precisar estas características, porque


permiten comprender mejor la función del partido;
permiten tener de él una visión integral.
El partido es esta fuerza impersonal por encima de
las generaciones [89]; representa la especie huma-
na, el ser humano que ha sido finalmente encontra-
do. Es la consciencia de la especie. Ésta no se puede
manifestar más que en ciertas condiciones. Durante
una situación revolucionaria, puede darse una rein-
versión de la praxis, lo que supone la reinversión de
todo el desarrollo actual y pasado [90]. El partido de-
cide la toma del poder, la destrucción de la sociedad
burguesa: termina la prehistoria de la humanidad. En
ese momento, todo converge: es el punto culminante
de la teoría por medio de la previsión exacta del mo-
mento favorable y de la acción —la insurrección es
un arte—; los dos fenómenos se suman; es la cons-
ciencia de la acción la que aparece, consciencia que
precede a la acción.
El marxismo es una teoría de la acción humana,
una teoría de la producción de la consciencia, pero
es al mismo tiempo reflexión sobre esta acción, so-
bre esta praxis. Por ello es consciencia de la acción.
Es consciencia producida. Por tanto, es la verdad

440
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

absoluta de la acción (reunión de Milán, 1960). En


consecuencia, podemos decir que es una guía para la
acción (porque es la acción organizada del proleta-
riado, el sujeto de la historia), una guía de la acción
humana que conduce a la liberación del hombre, ha-
cia su consciencia, hacia la sociedad comunista; es la
guía de la emancipación humana.

Jacques Camatte.
1961.

Notas

[1] Este texto se publicó, en su traducción italiana, en


1961 en el periódico Il Programma Comunista, nº13.
La versión original se publicó en 1968 en el nº1, se-
rie I, de Invariance. Volvemos a publicarlo aportan-
do algunas correcciones de carácter lingüístico, sin
modificar el contenido [Nota de Camatte, 2001].

[2] Los enragés (‘‘rabiosos, enfurecidos’’) fue un


grupo que se hizo notar tras la caída de Luis XIV en
1792 por sus intentos de sistematizar teóricamente
441
JACQUES CAMATTE

las reivindicaciones de los bras-nus o sans-culottes,


ala radical de la revolución. Defendían una demo-
cracia directa frente a la democracia representativa
propugnada por los jacobinos, así como medidas de
intervención estatal para la regulación de precios y
salarios y la redistribución de la riqueza [N. del T.]

[3] Les Égaux o los Iguales fue el grupo liderado por


François Babeuf que en 1796, en medio de la cri-
sis de subsistencias que seguiría tras la ejecución de
Robespierre, se conformó como organización clan-
destina para derrocar al Directorio y establecer un
régimen en que se aboliera la propiedad privada —
llevando más lejos las propuestas de los enragés, que
se limitaban a un mejor reparto de ésta— y estable-
ciera de manera definitiva la “comunidad de bienes’’.
Se trata de la llamada Conjura de los Iguales, que
fue rápidamente frenada por el gobierno y ejecutados
sus líderes. El modelo de organización de la Conjura
fue más tarde sistematizado por Filippo Buonarroti,
participante en la revuelta, y retomado por Auguste
Blanqui [N. del T.]

[4] K. Marx: La guerre civil en France, ed. Sociales,


pág. 46, MEW, t. 17, pág. 343. Esta cita fue añadida
en 1974 [N. de Camatte, 2001]

[5] “La historia de la Internacional también ha sido


una lucha constante del Consejo General contra las
sectas y los experimentos de diletantes que tendían
a echar raíces en la Internacional contra el verdadero
movimiento de la clase obrera. Esta lucha se ha libra-

442
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

do en los congresos y, mucho más aún, en las reunio-


nes especiales del Consejo General con las distintas
secciones’’ (K. Marx: Carta a Friedrich Bolte, 23 de
noviembre de 1971) [N. del T.]

[6] A. Bordiga: ‘‘Scienza economica marxista come


programma rivoluzionario’’, en Il Programma Co-
munista, nº 12-13, 1960 [N. de Camatte, 2001]

[7] Válido sobre todo para sus primeras etapas [N. de


Camatte, 2001]

[8] Más conocidos como los Manuscritos económi-


co-filosóficos de 1844 [N. del T.]

[9] Aquí suena como el comienzo de un manifiesto


comunista [N. de Camatte, 2001]

[10] K. Marx: Manuscritos de 1844, ed. Sociales,


pág. 87. Las traducciones de todas las citas de K.
Marx y F. Engels han sido revisadas por mí en 1974
[N. de Camatte, 2001] [Tanto en esta como en el res-
to de citas del texto, traducimos al español desde la
versión francesa de Camatte, N. del T.]

[11] K. Marx: Pour la critique de la philosophie du


droit de Hegel, en Invariance, serie I, nº especial de
noviembre de 1968, pág. 40, MEW, t. 1, pág. 391
[MEW o Marx-Engels-Werke hace referencia a las
obras completas en alemán de Marx y de Engels
editadas por el Institut für Marxismus-Leninismus,
adjunto al Comité Central del Partido Socialista Uni-

443
JACQUES CAMATTE

ficado de la RDA, entre 1956 y 1990. Entre 1973 y


1980, dirigida por Manuel Sacristán, publica la edi-
torial Grijalbo, como versión española de la MEW,
varios tomos de la colección llamada OME, N. del
T.]

[12] Aquí se impone otra oposición, otra pareja: his-


toria-humanidad. La afirmación implica que la huma-
nidad engloba la historia y que por tanto lo histórico
es una limitación de lo que es humano o, si se quiere,
una simple determinación. Con otras palabras, un fe-
nómeno histórico sólo puede estar englobado en el
fenómeno humano. En consecuencia, la importancia
del concepto de historia es variable. Su variabilidad
está en relación con aquello a lo que se opone [N. de
Camatte, 2001]

[13] Encontramos aquí la constante fundamental del


marxismo: el criterio para juzgar la verdad o el error,
es el de la especie; lo que nos interesa no es un hecho
transitorio, contingente, sino el ser humano, que es el
mediador de todo conocimiento y de toda acción. El
proletariado no funda su acción en la historia sobre
la posesión de un determinado número de medios de
producción, y por tanto sobre una posibilidad de libe-
ración parcial del hombre, sino sobre la no-posesión
de la naturaleza humana, de la que quiere apropiarse
y, por ello mismo, emancipar al hombre. [Bajamos
la nota de Camatte, originalmente en el cuerpo de la
cita entre corchetes, a la nota a pie para facilitar la
lectura, N. del T.]

444
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

[14] K. Marx: op. cit., pág. 390.

[15] Es la afirmación del miedo a lo inmediato —


que tiene su parte positiva, el anti-inmediatismo— y
la necesidad de protegerse de ello, al mismo tiempo
que se plantea la distancia entre el sujeto K. Marx y
su objeto, el proletariado. Éste está un poco infantili-
zado, puesto que se considera que no puede alcanzar
por sí mismo su ser, y saber lo que debe hacer histó-
ricamente. Es una variante del discurso paternalista,
cuya conclusión se formula así: es por tu bien [N. de
Camatte, 2001]

[16] K. Marx: La Sainte Famille, en Œuvres philo-


sophiques, ed. Costes, t. II, págs. 661-63, MEW, t.
2, págs. 37-38. Las cursivas son nuestras (Camatte).

[17] Es bastante elíptico. Significa que en el momen-


to en que los apologetas del capital tienden a pre-
sentarlo como un fenómeno natural y que, dado que
K. Marx rechaza aquí la justificación por vía de las
leyes naturales, hay una continuidad en su comporta-
miento teórico [N. de Camatte, 2001]

[18] K. Marx: Gloses critiques marginales à un arti-


cle: “Le roi de Prusse et la réforme sociale”. Par un
prussien, en Invariance, serie I, nº 5, pág. 96, MEW,
t. 1, pág. 401. Las cursivas son nuestras (Camatte).
Ahora, la vida privada se ha vuelto dependiente del
capital, que ha alcanzado su dominación sustancial y
su autonomización [N. de Camatte, 2001]

445
JACQUES CAMATTE

[19] Ibid., pág. 96, MEW, t. 1, pág. 401. Las cursivas


son nuestras (Camatte).

[20] Ibid., pág. 96-97, MEW, t. 1, pág. 401. Las cur-


sivas son nuestras (Camatte).

[21] Ibid., pág. 97, MEW, t. 1, pág. 402. Las cursivas


son nuestras (Camatte).

[22] Ibid. Las cursivas son nuestras (Camatte).

[23] Ibid., pág. 101, MEW, t. 1, pág. 406. Las cursi-


vas son nuestras (Camatte).

[24] La posición de nuestros enemigos es que el


máximo objetivo del partido no tiene sustancia “con-
creta’’, dado que los datos históricos concretos son
los Estados y los partidos que intervienen a través
del Estado; aquí se proporciona la respuesta justa: los
dos términos del antagonismo, Estado de ayer-parti-
do de mañana, se condicionan recíprocamente en su
realidad material y “científica’’ sin evocar ninguna
especie de mito (A. Bordiga)

[25] Ibid., pág. 101, MEW, t. 1, pág. 407. Las cursi-


vas son nuestras (Camatte).

[26] Ibid., pág. 101, MEW, t. 1, pág. 408. Las cursi-


vas son nuestras (Camatte).

[27] K. Marx: Pour la critique de la philosophie du


droit de Hegel, en Invariance, serie I, nº especial de

446
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

noviembre de 1968, pág. 35, MEW, t. 1, pág. 385.

[28] K. Marx: Gloses critiques marginales à un ar-


ticle: “Le roi de Prusse et la réforme sociale”. Par
un prussien, en Invariance, serie I, nº 5, pág. 101,
MEW, t. 1, pág. 408

[29] La moïra es la divinidad que representa el des-


tino en la Antigua Grecia, la porción de fortunios e
infortunios asignada a la vida de cada ser humano
y cuya no aceptación suponía la transgresión de las
leyes divinas, y por tanto el pecado de la hybris, que
cometieron tantos héroes en la mitología clásica y
por el que fueron castigados [N. del T.]

[30] Como ha podido comprobarse en los aconteci-


mientos de Mayo-Junio de 1968. Cf. ‘‘À propos de la
Semaine rouge: l’être humain est la véritable com-
munauté (Gemeinwesen) de l’homme’’, en Invarian-
ce, serie I, nº 3. [N. de Camatte, 2001]

[31] K. Marx: ibid. Las cursivas son nuestras (Ca-


matte).

[32] Ibid. Las cursivas son nuestras (Camatte).

[33] Ausguste Blanqui (1805-1881) fue un revolu-


cionario socialista francés, iniciador de una corriente
socialista en el siglo XIX que abogaba por una re-
volución llevada a cabo por un pequeño grupo de
revolucionarios profesionales, según el modelo ya
propugnado en la Conjura de los Iguales (cf. nota 3)

447
JACQUES CAMATTE

[N. del T.]

[34] Es un cargo injustificado, como todo cargo, con-


tra P. J. Proudhon. Si la capacidad política se sitúa en
la dinámica de liberación de la clase, parece evidente
que P. J. Proudhon finalmente tenía razón. Sin em-
bargo, una afirmación como tal escamotea la lucha
contra el capital, y las posibilidades que éste oculta
de englobar lo que le niega. En lo que se refiere a la
relación entre K. Marx y P. J. Proudhon, puede decir-
se que cuando un autor polemiza violentamente con-
tra otro, es porque muy probablemente constata un
parentesco demasiado grande con él y eso le molesta.
El libelo de René Berthier, Du système des contra-
dictions économiques au Capital — Hegel, Proud-
hon, Marx: essai d’épistémologie des fondements de
l’anarchisme, en Cahiers du groupe Février (Fede-
ración Anarquista, calle Amelot, nº 145, 75011 Pa-
rís) proporciona bastantes elementos esclarecedores
sobre la relación entre los dos pensadores. Efectiva-
mente, P. J. Proudhon aparece a menudo como un
precursor —concepto que sin embargo debe ser me-
jor definido— de K. Marx, y éste tendería a servirse
de G. W. F. Hegel para escamotearlo. [N. de Camatte,
2001]

[35] K. Marx: ibid. Las cursivas son nuestras (Ca-


matte). Todas estas citas del artículo de K. Marx
pueden ser utilizadas para mostrar que expresan una
aprehensión premonitoria muy potente de la especio-
sis-ontosis. Lo cual se puede constatar igualmente en
los Manuscritos de 1844 y en ciertos pasajes tanto de

448
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

La ideología alemana como de La Sagrada Familia.


Véanse especialmente los temas de la pérdida de na-
turaleza humana, de la separación del ser humano, de
la continuidad, la miseria, el sufrimiento y la afirma-
ción de un mecanismo inconsciente [N. de Camatte,
2001] En el original, spéciose-ontose. Encontramos
la definición que da el autor a ambos términos en el
“Glosario” de la revista —ahora virtual— Invarian-
ce, en la que se publicó el original de este y otros
muchos textos de Camatte: “Ontosis: fenómeno de
adaptación al modo de vida impuesto por la separa-
ción de la naturaleza, que lleva inevitablemente a la
represión parental. Es simultáneamente el resultado
de esta adaptación que funda al ser ontosizado. La
ontosis está constituida por un conjunto de fenóme-
nos inconscientes que fundan el comportamiento in-
consciente del hombre y de la mujer” y “Especiosis:
fenómeno isomorfo a la ontosis pero concerniente a
la especie. Aquello que la especie produce al efectuar
su devenir fuera de naturaleza” [N. del T.]

[36] K. Marx: ibid. Las cursivas son nuestras (Ca-


matte).

[37] Ibid. Las cursivas son nuestras (Camatte).

[38] Ibid.

[39] K. Marx: op. cit., pág. 102, MEW, t. 1, pág. 409.


Las cursivas son nuestras (Camatte).

[40] Ibid. Las cursivas son nuestras (Camatte).

449
JACQUES CAMATTE

[41] Esta afirmación —con variantes— es reiterada


varias veces en el texto. La dinámica de la represen-
tación permanece en el seno del capital, incluso si se
opone a éste. Ello significa el mantenimiento de la
separación, si bien tiene por objetivo suprimirla. Así,
al capital representante de la opresión, de la despo-
sesión, se opone el partido, representante de la Ge-
meinwesen por venir [N. de Camatte, 2001]

[42] En realidad, en la comunidad humano-femenina


por venir, la especie ya no será propietaria, ya que
esto perpetuaría la dominación sobre la naturaleza
[N. de Camatte, 2001]
[43] K. Marx: op. cit., pág. 98-99, MEW, t. 1, pág.
404. Las cursivas son nuestras (Camatte).

[44] En el “Glosario’’ (cf. nota 35), encontramos la


siguiente definición del término Invariance, ‘‘inva-
riancia’’, que da nombre a la revista fundada por Ca-
matte: ‘‘Invariancia: concepto de origen matemático,
utilizado por A. Bordiga para caracterizar el marxis-
mo. Es posible hacer diversas aproximaciones que
evidencian una permanencia al interior de un deve-
nir. En cierta medida, señala la imposibilidad de la
pérdida y puede, por ello, operar como soporte para
una afirmación ontósica’’ [N. de T.]

[45] Ibid., pág. 99, MEW, t. 1, pág. 405. Las cursivas


son nuestras (Camatte).

[46] K. Marx: Le communisme et la Augsburger “All-

450
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

gemeine Zeitung”, artículo públicado en la Rheinis-


che Zeitung el 16 de octubre de 1842, en Œuvres phi-
losophiques, ed. Costes, t. V, págs. 115-116, MEW, t.
1, pág. 108. Esta afirmación padece ampliamente la
dinámica de la ontosis [N. de Camatte, 2001]

[47] Puede aparecer como siendo simplemente lo


contrario del mecanismo inconsciente, varias veces
mencionado, que gobierna a sus espaldas a hombres
y mujeres [N. de Camatte, 2001]

[48] A. Bordiga: Tesis de Roma. Tesis sobre la tácti-


ca del Partido Comunista de Italia (1922) [N. del T.]
[49] Al no hacer esta definición del proletario refe-
rencia inmediata a la esfera de la producción, inten-
taba superar un obrerismo y un culto del proletario
como tal, que tenía presencia en todos los grupos
revolucionarios. No obstante, esta definición no ha
sido explicitada, desarrollada, incluso fundada, dada
la hostilidad ambiental ante tal aproximación [N. de
Camatte, 2001]

[50] En la medida en que se afirmaba que la ciencia,


es decir, la ciencia experimental, estaba directamente
en relación con el surgimiento de la burguesía, una
superestructura (por su dimensión estrictamente teó-
rica) del capital, yo rechazaba reducir el marxismo a
una ciencia. No obstante la toma de posición no está
claramente afirmada, puesto que hay glorificación de
las producciones científicas [N. de Camatte, 2001]

[51] A. Bordiga declaraba: nosotros no hacemos ex-

451
JACQUES CAMATTE

periencias. Ello me autorizaba totalmente y reforza-


ba mi posición anti-científica [N. de Camatte, 2001]

[52] K. Marx: Lettre à Engels del 18/02/1865, MEW,


t. 31, págs. 75-77.

[53] La posición de K. Marx sobre la violencia fue


bastante ambigua. En ciertos casos, afirmó que la re-
volución, producto de una imperiosa necesidad, de-
bía desarrollarse por así decir sin violencia, lo que
retomará R. Luxemburgo manteniendo la misma
ambigüedad. Aquí hemos privilegiado un aspecto de
esta posición. Al imponerse la revolución como mo-
mento soporte de percepción, tanto a nivel individual
como colectivo, de la conmoción inicial que funda el
traumatismo, incluía en ella la dimensión de confu-
sión que esto genera [N. de Camatte, 2001]

[54] F. Engels: Les crises internes, enviado de Lon-


dres el 30/11/1842 a la Rheinische Zeitung, publi-
cado el 10/12/1842, MEW, t. 1, págs. 459-460. Las
cursivas son nuestras (Camatte).

[55] F. Engels: Lettres de Londres, publicadas por


Schweizerischer Republikaner, el 16/05/1843, MEW,
t. 1, pág. 468.

[56] K. Marx y F. Engels: Le Manifeste du Parti com-


muniste, ed. Sociales, pág. 46.

[57] Afirmaciones de A. Bordiga: “Scienza economi-


ca marxista come programma rivoluzionario’’, en Il

452
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

Programma Comunista, nº 12, 1960 [N. de Camatte,


2001]

[58] K. Marx y F. Engels : Les prétendues scissions


dans l’Internationale, 1872, MEW, t. 18, págs. 33-
34.

[59] K. Marx y F. Engels : Le Manifeste du Parti


Communiste, op. cit., pág. 61.

[60] Résolutions des délégués à la Conférence de


l’Association Internationale des Travailleurs tenue à
Londres du 17 au 23 septembre 1871, MEW, t. 17,
págs. 421-422. Las cursivas son nuestras (Camatte).

[61] De hecho, el reflujo revolucionario ya se había


puesto en marcha [N. de Camatte, 2001]

[62] Este aspecto de la cuestión no ha sido muy de-


sarrollado ni por los partidarios de este texto ni por
sus críticos. Percibimos entonces que había la posibi-
lidad de evidenciar el peligro de una autonomización
del programa-partido [N. de Camatte, 2001]

[63] Las cursivas son nuestras (Camatte). Hubiera


sido posible, a partir de ahí, teorizar una oposición
partido efímero-partido perenne y ligarla a la afirma-
ción de la invariancia [N. de Camatte, 2001]

[64] En otras palabras, es durante los periodos contra-


rrevolucionarios cuando la organización puede tener
un interés para poder mantener un rechazo, persis-

453
JACQUES CAMATTE

tir, sobrevivir. Hagamos notar que la argumentación,


que apela a una tesis discutible de K. Marx sobre la
naturaleza humana, no es pertinente, ya que si existe
el cambio de la naturaleza humana, ¿cómo puede ser
entonces posible una revolución? Es necesario pos-
tular por ello que ésta cambia a su vez la naturaleza
humana. De hecho, a lo que se apuntaba era a que las
condiciones del medio determinan el comportamien-
to del hombre y su proceso teórico. Erigir un cordón
sanitario en torno al partido puede implicar un factor
organizativo [N. de Camatte, 2001]

[65] Sul filo del tempo es el título de una serie de 136


artículos escritos por A. Bordiga desde 1949 [N. del
T.]

[66] Tanto esta como la cita precedente forman parte


de la carta a Freiligrath, MEW, t. 30, págs. 488-495.

[67] Fin de la cita de la carta a Freiligrath [N. de


Camatte, 2001] Las cursivas son nuestras (Camatte).

[68] Louis Blanc (1811-1882) es considerado como


uno de los precursores de la socialdemocracia fran-
cesa. Habiendo participado en la II República y más
tarde en los principios de la III República, defen-
dió en esta última la continuación de la guerra fran-
co-prusiana e intentó mediar entre el gobierno y la
Comuna de París, apelando a la moderación de los
comuneros [N. del T.]

[69] MEW, t. 8, pág. 600. Este tema fue retomado

454
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

por los revolucionarios en la víspera de la Revolu-


ción rusa. Yo añadiría que en esta sociedad-comuni-
dad es peligroso ser conocido demasiado pronto [N.
de Camatte, 2001]

[70] Carta de Engels a J. P. Becker, 10/02/1882,


MEW, t. 35, págs. 274-276. Las cursivas son nues-
tras (Camatte).

[71] La dinámica de liberación-emergencia se impo-


ne como una puesta en continuidad, y la invariancia
la implica [N. de Camatte, 2001]

[72] K. Marx y F. Engels: Les prétendues scissions


dans l’Internationale, op. cit., MEW, t. 18, pág. 60.
Las cursivas son nuestras (Camatte). El tema de la
igualación política, económica y social de las clases
evoca el de la reconciliación de las clases que fue
desarrollado por otros teóricos. En todo caso, la re-
conciliación es una integración del negativo, del mal,
y se presenta como una superación (Aufhebung) que
apunta, más o menos conscientemente, a conservar
todo —a no perder nada. El tema de la reconciliación
no es nuevo, puesto que ya fue desarrollado, hace
varios siglos, con el nombre de apocatástasis [N. de
Camatte, 2001]

[73] Parece por tanto que, tras K. Marx, el enigma se


plantea como derivación de un antagonismo, de una
contradicción [N. de Camatte, 2001]

[74] Los anarquistas tenían razón al querer que la In-

455
JACQUES CAMATTE

ternacional se organizara en función de la sociedad


futura. Ello corresponde a la afirmación de que el
partido debe ser una anticipación de la sociedad co-
munista. La verdadera divergencia estaba entonces
en las cuestiones teóricas sobre el modo de acceder
a ella, por ejemplo, la supresión o igualación de las
clases [N. de Camatte, 2001]

[75] El cabinet noir en la versión de Camatte,


Schwarze Kammer en alemán y black room en in-
glés —en español se emplea la expresión francesa—,
designa el servicio de inteligencia, encargado de la
censura postal y de la criptografía, que se empleaba
en diversos países europeos [N. del T.]

[76] F. Engels: Le congrès de Sonvillier et l’Inter-


nationale, Volkstaat, 10/01/1872, MEW, t. 17, págs.
476-478. Estos comentarios tan polémicos, llenos de
acusaciones, muestran que de hecho fue Bordiga el
primero en afirmar que el partido debe ser una pre-
figuración de la sociedad comunista [N. de Camatte,
2001]

[77] F. Engels: Révolution et contre-révolution en


Allemagne, MEW, t. 8, págs. 5-6

[78] Esta frase fue añadida en 1974 [N. de Camatte,


2001]

[79] K. Marx: ‘‘The World’’, 15/10/1871, MEW, t.


17, págs. 432-433

456
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

[80] Esta afirmación entra un poco en contradicción


con lo que afirma Engels en la cita de Révolution et
contre-révolution en Allemagne, referida más arriba
[N. de Camatte, 2001]

[81] Esto entra un poco en contradicción con la afir-


mación según la cual la cuestión rusa no es una cues-
tión central [N. de A., 2001]

[82] Carta de Marx a Bolte, 23/11/1871, MEW, t. 33,


págs. 327-333.

[83] Société universelle des Communistes révolu-


tionnaires, 1850, MEW, t. 7, pág. 553.

[84] La idea subyacente es probablemente que lo que


es necesario históricamente se manifestará de forma
espontánea y por tanto libremente, en tanto que “em-
puje» necesario a un devenir dado [N. de A., 2001]

[85] F. Engels: Anti-Dühring, ed. Sociales, pág. 323,


MEW, t, 20, pág. 620. Las cursivas son nuestras (Ca-
matte).

[86] Ed. Sociales, libro II, t. 4, págs. 110-111


[87] Es una primera aproximación a la especiosis, in-
disolublemente ligada a la ontosis de cada uno y cada
una, y a la dinámica de liberación-emergencia [N. de
Camatte, 2001]

[88] K. Marx: Le communisme et la Augsburger


“Allgemeine Zeitung”, en Œuvres philosophiques, t.

457
JACQUES CAMATTE

5, op. cit., pág. 110, MEW, t. 1, pág. 105.

[89] Esta afirmación, no siendo claramente explici-


tada y fundada, podría ser el punto de partida de una
teorización de un despotismo de partido —cerebro
social— sobre sus miembros. Además en ese caso,
y en cierta medida, el partido se manifiesta como
lo opuesto al mecanismo inconsciente que actúa en
hombres y mujeres [N. de Camatte, 2001]

[90] La necesidad de una inversión de tendencia, de


una reinversión completa del comportamiento de
hombres y mujeres, es efectivamente necesaria para
que pueda realizarse la liberación-emergencia. Sin
embargo, al utilizar los conceptos de consciencia e
inconsciente, se continúa en la dinámica tradicional,
porque son los productos de la represión tanto a nivel
parental como social. La reinversión del comporta-
miento —correspondiente en cierta medida al de la
praxis teorizado por A. Bordiga— estará determina-
do por un vasto esfuerzo del pensamiento tanto en el
plano individual como en el plano de la especie [N.
de Camatte, 2001]

458
ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO

459
JACQUES CAMATTE

MAYO-JUNIO DE 1968:
EL DESCUBRIMIENTO[1]

En los textos que siguen, Mayo – Junio de 1968


es considerado como un momento de ruptura funda-
mental: la emergencia de la revolución, pero no la
revolución misma. Este enfoque involucra definir,
demarcar y predecir lo que será la revolución co-
munista en la fase de la dominación real del capital
sobre la sociedad; las revoluciones proletarias ante-
riores tuvieron lugar en la fase de dominación formal
[2]. Mayo – Junio de 1968 es considerado como el
prólogo de un vasto drama histórico que habría de
conocer sus actos decisivos muchos años después.
Los actores principales ya no son los mismos. En
1968, quienes intervinieron fueron los estudiantes y
las nuevas clases medias (todos los asalariados que
operan en el proceso de circulación del capital), fue-
ron ellos quienes sacaron a los proletarios de su letar-
go y les hicieron entrar en el escenario de la historia.
Desde ahora en adelante, el partido del mañana no
será más una reagrupación de aquellos que son es-
trictamente proletarios, sino que será la expresión de
una unificación más amplia. Esto nos lleva hacia la
reflexión sobre la formación de una inmensa clase de
seres humanos situados en oposición al capital por-

460
MAYO-JUNIO DE 1969: EL DESCUBRIMIENTO

que son esclavos asalariados. Simultáneamente, esto


involucra esclarecer el fenómeno de profunda prole-
tarización que está afectado a la sociedad existente,
puesto que el proletariado debe negarse a sí mismo
para llevar a cabo la revolución.
Sin embargo, la reflexión sobre el proceso de uni-
ficación de lo que podríamos llamar el sujeto revo-
lucionario resultó por poner en evidencia el fenóme-
no de racketización, que nos obligó al abandono de
cualquier práctica grupal formal o informal, pero no
postergó el análisis de Mayo-Junio de 1968, recono-
ciendo entonces su importancia[3].
El estudio histórico del movimiento obrero, com-
parándolo con el florecimiento revolucionario poste-
rior a mayo de 1968, demostró que lo que se mani-
festaba entonces era meramente la reafirmación de
algo que ya había ocurrido en los años veinte; esto
confirmó la discontinuidad de mayo de 1968, que re-
veló que no éramos contemporáneos de nuestra épo-
ca[4]. La originalidad de este momento parecía ser,
por tanto, la readaptación histórica, lo que explica las
modas salvajes, la vertiginosa difusión de las ideas
de W. Reich, la reivindicación de la muerte del arte
y su realización, las diversas tentativas por crear co-
munidades, el entusiasmo por una pedagogía no au-
toritaria (lo que ya se había manifestado en los años
anteriores), por la agricultura orgánica, la biodinámi-
ca, la antroposofía, más también la reafirmación de
lo sagrado, la fascinación por las ciencias ocultas y el
desarrollo de la denominada corriente irracionalista.
Podemos darnos cuenta hasta qué punto el triunfo

461
JACQUES CAMATTE

del fascismo bajo sus diversas formas, el del estali-


nismo, la devastación de la segunda guerra mundial
y las inhibiciones engendradas por la guerra fría ha-
bían causado un retroceso difícil de superar y que,
sin embargo, fue aniquilado dentro de unos pocos
años. Ello fue el producto de la introducción de otros
elementos, particularmente la ecología, incluyendo
el descubrimiento de la importancia de otros seres
vivos y, para algunos, al menos en los últimos años,
del agonizante problema de la sobrepoblación.
Mayo-Junio de 1968 y, sobre todo, los sucesos
posteriores aportaron un nuevo elemento: la mani-
festación de un punto muerto, de un impasse. La ca-
tástrofe permitió, de hecho, eludir los siguientes pro-
blemas: ¿existe aún un sujeto revolucionario? ¿Tiene
aún el proletariado una misión histórica que cumplir?
¿La revolución será o no será clasista? ¿Puede aún
haber una revolución?
La mascarada había sido tanto más completa en
cuanto que el movimiento fascista, ayudado por el
estalinismo, fue la realización de la dominación real
del capital sobre la sociedad. Lo que todavía no ha-
bía sido probado, vivido, pudo entonces parecer una
salida; tal como desde un punto de vista superficial,
la lucha contra el fascismo podría aparecer también
como una solución: puede aparentar ser el preludio
de la revolución.
Nosotros, por lo tanto, hemos concebido todo lo
que se manifestó después de mayo de 1968 bajo el
prisma de lo que ya se había desarrollado en la dé-
cada de 1920, llegando a la conclusión de que varios

462
MAYO-JUNIO DE 1969: EL DESCUBRIMIENTO

problemas fueron escamoteados en ese entonces y


que no debe pasar lo mismo hoy en día si no quere-
mos que sea en nuestra época que se realice el suici-
dio de la especie.
Hay que admitir que en Mayo-Junio de 1968, y so-
bre todo a partir de la agitación secundaria de 1973,
el punto muerto en que nos encontramos se manifes-
tó claramente visible: mientras más luchamos contra
el capital, más fuerte se vuelve. En consecuencia, los
años 1975-1976 marcaron un retroceso. Una y otra
vez la retórica revolucionaria izquierdista logró recu-
perarse de los acontecimientos en Chile, en Grecia,
la huelga de Lip [5], y la revolución en Portugal. Sin
embargo, en este último caso el impasse se manifestó
claramente visible una vez más. Los hombres y las
mujeres deben tomar consciencia de este callejón sin
salida para decidirse a abandonar las viejas represen-
taciones y tender finalmente a emprender una nueva
dinámica, una salida de este mundo.
Cabe señalar que 1975 marcó un punto de in-
flexión, pero no tan decisivo como se esperaba. En
efecto, la crisis se propagó, se instaló profundamen-
te; al mismo tiempo, en el plano político, los Estados
Unidos abandonan la península indochina, punto fi-
nal de la expansión del imperialismo estadouniden-
se, pero también de la agitación izquierdista. Por otra
parte, esta crisis, que nunca termina[6] y que nunca
llega a ser revolucionaria, es la expresión más obvia
del punto muerto en que uno se sumerge buscando
una contradicción decisiva en el corazón del capi-
tal; contradicción que supuestamente catapultaría al

463
JACQUES CAMATTE

sujeto potencialmente revolucionario hacia la revo-


lución.
El interés por esta crisis es diferente: desvelar el
impasse al destruir las viejas representaciones, las
viejas certidumbres, los apegos al pasado; poner en
movimiento a los seres porque sus viejas represen-
taciones se derrumban y no se puede vivir sin nada.
Aunque actualmente la mayor parte de los seres hu-
manos viven el vacío, la vacuidad (¡la realización de
lo universal!) de la que hablábamos en Escatología
y resurrección [7]. El vacío es el complemento de la
totalidad del capital que lo secreta y estructura. Eso
implica que esta crisis se resolverá – si no hay una
percepción generalizada del impasse – de una forma
positiva para el capital, es decir, mediante un fortale-
cimiento de su despotismo.
Esta percepción generalizada del impasse tiene la
oportunidad de imponerse porque los diversos obs-
táculos para un devenir diferente han sido abolidos:
el mito del progreso y del desarrollo de las fuerzas
productivas, el de la URSS como país del comunis-
mo, de China como modelo sustituto, etc., junto con
sus corolarios: la necesidad del partido, de una teoría
unitaria, global, válida para todos, de la transmisión
de la conciencia, de la violencia revolucionaria, etc.,
así como el mito de la ciencia neutral y benefactora
de los seres humanos ; y que la crisis de todas las
instituciones significa que ya no pueden ser polos
de desviación de las fuerzas humanas en revuelta, lo
que dejará el campo libre a la manifestación de los
diversos seres humanos.

464
MAYO-JUNIO DE 1969: EL DESCUBRIMIENTO

En una cierta medida, los eventos posteriores a


Mayo de 1968 constituyeron la confesión-revelación
que Bordiga esperaba de parte de los rusos y del sis-
tema capitalista mundial. La brecha entre la realidad
y aquello que se afirma tiende a desaparecer, en el
momento actual, porque ha devenido cada vez más
claro para todo el mundo que, por ejemplo, la URSS
no tiene nada de comunista. Esto se afirma incluso
entre los partidos que antaño tuvieron que defender
vigorosamente el comunismo de Moscú. Sin embar-
go, no hay una afirmación de la revolución tal como
la concebía Bordiga. En cambio, esto nos permite
comprender hasta qué punto puede llegar la errancia
y la perversión de los ideales más generosos. Perma-
necer dentro de este análisis nos llevaría solamente
a tocar la superficie del fenómeno; lo importante es
poner en evidencia que luchar en el corazón de la
dinámica del capital solamente nos puede llevar ha-
cia tales aberraciones. Ahora, de una manera más o
menos grotesca, con excesos en todas direcciones,
esta es una idea que tiende a imponerse en la actua-
lidad, incluso aunque a veces conduzca al triunfo del
derrotismo más absoluto, es decir, a pensar que la
transformación social no sería posible porque los se-
res humanos siempre necesitarán de un amo.
La irrupción de mayo-junio de 1968 sacudió pro-
fundamente – en un sentido literal – las mentes de
las personas. A tal punto que para explicarlo algu-
nos han apelado a lo irracional, a un resurgimiento
de un comportamiento “primitivo”. Mayo de 1968
habría consistido en una inmensa catarsis y, en con-

465
JACQUES CAMATTE

secuencia, también en una fiesta prodigiosa. Ambos


aspectos no pueden ser negados, pero no son más
que solamente epifenómenos. En realidad, se ha
afirmado la dimensión biológica de la revolución.
Personalmente diría, ahora, que se ha afirmado la
transformación que debe producirse para que nues-
tra especie continúe viviendo. Con el desarrollo del
capital – aunque el fenómeno estaba en marcha mu-
cho antes de que el capital se impusiera – los seres
humanos son despojados del gesto, de la palabra, de
la imaginación. Mayo de 1968 fue la exigencia de su
liberación-recuperación. La locura biológica en que
se está hundiendo nuestra especie fue descubierta; en
la medida en que los seres humanos han perdido el
gesto, puesto ya no operan para un “hacer” dado, se
vuelven inútiles para la producción material (e in-
cluso intelectual), están alienados por la pérdida de
la posibilidad concreta de crear y están encerrados
en esa incapacidad. A partir de este punto hay una
ruptura entre el sistema nervioso (proyección somá-
tico-motora y somático-sensible) y su agente normal,
la mano – una ruptura intolerable que debe ser aboli-
da. Incluso antes de 1968, especialmente en Suecia,
tuvieron lugar revueltas y disturbios reveladores: los
jóvenes bajaron por las calles, destruyendo todo a su
paso, sin ninguna reivindicación política, sindical o
de otro tipo. Expresaban lo inexpresable: la cárcel de
la locura y el deseo de liberarse de ella. ¿De dónde
procede esta locura? Con Mayo-Junio de 1968 sus
orígenes profundos han sido revelados.
La revelación atraviesa incluso el fenómeno de la

466
MAYO-JUNIO DE 1969: EL DESCUBRIMIENTO

recuperación que, desde mayo de 1968, ha adquirido


un amplio alcance. La publicidad ha comprendido
los deseos profundos de los seres humanos y, puesto
que debe esencialmente utilizar el lenguaje de la di-
versión, debe conocer precisamente el terreno sobre
el que opera. Los deseos de la comunicación, de na-
turaleza, de un ritmo más lento, a la vez más cósmico
y más humano, deben ser desviados hacia el consu-
mo del capital, ya sea bajo formas y representaciones
materiales para quienes poseen el capital-dinero o
sólo bajo la forma de representaciones para quienes
carecen de él [8].
La emergencia de esos deseos profundos, incluso
si están incorporados en representaciones que per-
manecen dentro de los marcos del capital, han puesto
al descubierto otro componente esencial de nuestro
mundo: el marxismo en tanto que consciencia repre-
siva. Es en todas partes del mundo la fuerza más efec-
tiva que se opone al ardiente deseo de vivir; el anar-
quismo, en sus formas individualistas y no-violentas
conserva aún una cierta carga de rebelión. Es gracias
al marxismo que el Modo de Producción Capitalista
(MPC) fue capaz de efectuar su transformación en
dominación real, de volverse universal. En efecto,
sin él el MPC no habría sido capaz de penetrar en
zonas como las que la URSS domina actualmente, en
China, o en los países africanos. En ese sentido, juega
el mismo rol que el cristianismo de cara al Imperio
Romano. La verdadera universalidad de ese imperio
fue en realidad llevada a cabo por la religión que, en
sus orígenes, había jurado su destrucción.

467
JACQUES CAMATTE

El fenómeno profundo es, como decíamos en 1968,


la búsqueda de la Gemeinwesen [9] y, podríamos de-
cir ahora, la búsqueda del ser y de la vida inmediata
por medio de la recuperación del gesto, del habla y
de la imaginación; esto se percibe en la atracción que
ejerce la artesanía en una multitud de jóvenes (recu-
perable por el capital, como ya hemos indicado) y en
las diversas tentativas de creación de comunidades
[10]. Por supuesto esto a menudo toma aspectos dé-
biles. Sin embargo, la crítica más severa – que tiene
razón en lo que concierne a lo inmediato – es incapaz
de intuir la aspiración profunda de los seres; olvidan
que no es posible eliminar de un sólo golpe e inme-
diatamente los fenómenos de la moda y el faddismo.
La afirmación de esta aspiración profunda, así
como su comprensión, se hacen difíciles a causa de
una percepción del mundo que ha sido pervertida por
el hecho de que los seres humanos se han convertido
en usuarios del capital. Están en un mundo donde ya
no hay ningún valor de uso o valor de cambio. Ellos
mismos son un modo de ser del capital. Como el ca-
pital, son una magnitud dada que debe aumentar. Ya
no podemos decir “realizan su valor” en la medida en
que esto todavía nos remite a la esfera del valor. Esto
se manifiesta de forma contundente en el mecanis-
mo de perversión de la revuelta. Consiste en ir cada
vez más hacia a la izquierda. Cada persona querría
estar más a la izquierda, más al extremo de quien
acaba de ser considerado como tal porque ha intro-
ducido algo en el llamado debate revolucionario; de
esta forma los revolucionarios ya no tienen tiempo

468
MAYO-JUNIO DE 1969: EL DESCUBRIMIENTO

para estructurar su revuelta, porque inmediatamente


se descubre, con burla, que carece de fundamento, de
veracidad, que hay algo más revolucionario que lo
que ellos acaban de afirmar. La teoría revolucionaria
se convierte, como el goce, en algo que no se alcanza
jamás. Nos sumergimos en lo indefinido y en la eva-
nescencia.
Por otra parte, en la actualidad, no sólo la vida se
transforma en conocimiento (Nietzsche), sino que
lo posible se transforma en objeto de saber. Varios
investigadores revolucionarios buscan nuevas ideas
y, tan pronto como perciben el menor sobresalto, el
estremecimiento de alguna cosa inusual, la afirma-
ción de la más pequeña idea original, la agarran, la
circunscriben, la teorizan, extrapolan todo que aque-
llo que pueda contener. O bien, sirve para revisar su
representación anterior. En todos los casos, se trata
de improvisar alguna cosa que sea operativa y se la
arroja al mercado. El autor de la intuición o de la
acción descubre que su impulso es vulgarizado, ca-
pitalizado. No pueden evitar sentirse disgustados por
lo que pudieron hacer e incluso por sí mismos. Las
posibilidades son transformadas en representaciones,
e incluso cuando los hombres y las mujeres son ca-
paces de realizar algo, y por lo tanto de vivir, tie-
nen un sentimiento de deja vu, el sentimiento de que
algo es banal, inesencial; que es algo que no vale
la pena. De allí el desaliento que se vuelve aún más
agudo cuando se dan cuenta de que con los diversos
elementos teóricos, con las diferentes posibilidades
de externalización que se nos presentan, hay infinitas

469
JACQUES CAMATTE

combinaciones.
Solamente al alcanzar otra dinámica, al adoptar
un marco de referencia distinto al capital, es posible
evitar toda esta perversión-destrucción. Y cuando los
fenómenos catastróficos inherentes al desarrollo de
nuestro mundo se verifiquen, los obstáculos abolidos
serán reconocidos como tales y los hombres y muje-
res se verán obligados a tener que elegir: permanecer
en la comunidad-capital o abandonarla. Se com-
prenderá entonces que fue con mayo-junio de 1968
que se dio a conocer esta alternativa.
Es debido a la ruptura que ha tenido lugar que po-
demos emerger de un pasado mítico, de un futuro
idealizado, indefinidamente proyectado, aparente-
mente cercano pero siempre relegado hacia el futuro;
que podemos ensayar todas las coordenadas del tiem-
po, encontrar el espacio y adoptar el comportamiento
que unificará el todo en una vida, desde ahora, fuera
de la del capital. .

Jacques Camatte.
Marzo 1977.

Notas

[1] Hemos traducido la palabra francesa «devoile-


ment » como descubrimiento, privilegiándola por
sobre otras posibles traducciones como « revelación
», «exposición », « desenmascaramiento », etc. La
palabra francesa hace referencia a la exposición o

470
MAYO-JUNIO DE 1969: EL DESCUBRIMIENTO

revelación de algo que se encontraba oculto o encu-


bierto por alguna especie de velo o máscara. En este
sentido, creo que la palabra descubrir, entendida li-
teralmente como el acto de des – cubrir, de quitar la
máscara o la cubierta a algo, reproduce correctamen-
te la expresión original de Jacques Camatte que hace
referencia al momento insurreccional de Mayo-Junio
de 1968 como la puesta al descubierto del impasse o
punto muerto en que nos hundimos al luchar según, y
dentro de, las dinámicas del capital [N. del T.].

[2] Véase Invariance, série I, n°6, Avril-Juin 1969 :


La révolution communiste : thèses de travail.

[3] Véase la carta del 4.9.1969 publicada bajo el tí-


tulo Sobre la organización en Invariance, série II,
1972. Durante mucho tiempo ha existido un proyecto
para publicar los textos de Adorno sobre la cuestión
de los rackets a fin de mostrar tanto los préstamos
que hemos hecho su obra así como lo que nos separa
de él. Espero ser capaz de asegurar esta publicación
en un futuro no lejano.

[4] Véase EL KAPD y el movimiento proletario, ar-


tículo de Invariance, série II, n°1, 1971. (Hay tra-
ducción al español del Colectivo Germinal : http://
colectivogerminal.org/2017/06/30/kapd-movimien-
to-proletario/ [N. del T.].

[5] Se conoce como « affaire Lip », o « asunto Lip


», a una gran huelga que llevaron a cabo los trabaja-

471
JACQUES CAMATTE

dores/as de las empresas Lip (una fábrica de relojes)


ubicada en Besaçon. Un movimiento de lucha increí-
ble, que duró varios años, movilizó a multitudes en
Francia y Europa (la mayor marcha convocó más de
100.000 personas), multiplicó las acciones ilegales
sin ceder nunca a la tentación de la violencia, im-
pulsó la imaginación y la búsqueda de la comunidad
hasta límites jamás alcanzados en ese entonces [N.
del T.].

[6] Sobre este asunto véase Invariance, série I,


n°6, 4.4. Développement du capitalisme et crises ;
série II, n°3, ¿Decadencia del modo de producción
capitalista o decadencia de la humanidad? (Hay
traducción al español realizada también por Edito-
rial Hybris: https://anarquiaycomunismo.noblogs.
org/post/2017/09/16/errancia-de-la-humanidad-ja-
ques-camatte-1973/ [N. del T.]) ; série II, n°5, Hay
que dejar este mundo (Traducción en proceso de edi-
ción final y de próxima aparición [N. del T.]); série
II, n°6, C’est ici qu’est la peur, c’est ici qu’il faut
sauter.

[7] Artículo contenido en el n° especial de Invarian-


ce de Noviembre de 1975 : Diálogo con Bordiga
(Hay traducción al español del Colectivo Germinal :
http://colectivogerminal.org/2017/07/06/jacques-ca-
matte-dialogo-bordiga-1988/#_ftn1 [N. del T.]).

[8] Véase sobre este punto la publicidad del Club


Méditerranée. La publicidad es el discurso concreto

472
MAYO-JUNIO DE 1969: EL DESCUBRIMIENTO

de la economía libidinal, de las máquinas deseantes,


etc.

[9] En el Glosario de la página de Invariance encon-


tramos la siguiente definición de Gemeinwesen:
“Concepto ampliamente utilizado por K.Marx y
G.W.F. Hegel. No sólo indica el ser común, sino tam-
bién una naturaleza y una esencia comunes (Wesen).
Es esto lo que nos funda y nos acomuna (nous acom-
mune), participando en el mismo ser, en la misma
esencia, en la misma naturaleza. Es el modo de ma-
nifestación de este ser participante.
Puedo añadir una interpretación personal sobre ge-
mein. Ge es una partícula inseparable que expresa la
generalidad, lo común, lo colectivo. Mein indica lo
que es individual: el mío. Así, la idea subyacente, la
idea de una no separación entre lo que es común y lo
que es individual; que implica el concepto de parti-
cipación en el cual uno se percibe en un todo que es
consustancial.
Gemeinwesen se presenta así como el conjunto de
las individualidades, comunidad que resulta de sus
actividades en la naturaleza y dentro del mundo crea-
do por la especie, al mismo tiempo que las engloba,
dándoles su naturalidad (indicada por wesen ), su
sustancia como generalidad (indicada por gemein),
en un devenir (wesen)”. [N. del T.]

[10] El siempre renovado proceso de cientificización


de Marx consiste en gravar en la ideología todo lo
que ha podido escribir sobre las comunidades, como

473
JACQUES CAMATTE

fue el caso de la alienación, lo que permitirá la bús-


queda de una nueva ruptura epistemológica.
Esto puede encontrar un gran eco y servir como un
garante teórico para rechazar cualquier intento de
construir una comunidad, especialmente porque en
la actualidad estamos asistiendo al desarrollo de pa-
tologías comunitarias. De hecho, muchas comunida-
des producen y teorizan un despotismo comunitario
absolutamente inadmisible, como es particularmen-
te el caso en la comunidad AA (Análisis y Acción),
que realiza el modelo antagonista, chino, del modelo
americano: el Club Méditerráneo.

474
J.CAMATTE Y EL ESLABÓN PERDIDO DE LA CRÍTICA SOCIAL CONTEMPORÁNEA

APÉNDICE

JACQUES CAMATTE Y EL ESLABÓN


PERDIDO DE LA CRÍTICA SOCIAL
CONTEMPORÁNEA

Federico Corriente

La obra de Jacques Camatte, que desde 1968 vie-


ne publicándose en las sucesivas series de la revista
Invariance [1], asombra tanto por la extensión, la ri-
queza y la variedad de su temática como por la esca-
sa difusión de la que a primera vista ha gozado. Por
sí sola, la serie I de la revista, consagrada en gran
parte a una colosal tarea de divulgación y análisis de
escritos inéditos o inasequibles del joven Marx y de
las izquierdas comunistas que rompieron con la IIIª
Internacional (el KAPD alemán, Gorter, Pannekoek,
Bordiga), bastaría para otorgar a Invariance y a su
principal animador un lugar muy destacado en el pa-
norama de la crítica social contemporánea. Si a esto
le añadimos el extenso e innovador estudio sobre el
célebre Capítulo VI inédito del Libro I de El Capital
publicado por aquellos años en las páginas de Inva-
riance bajo el título Capital et Gemeinwesen, ade-
más de pormenorizados y exhaustivos análisis sobre

475
FEDERICO CORRIENTE

la historia del movimiento comunista, la evolución


del capitalismo contemporáneo y los movimientos
de revuelta social más importantes de la época, la
perplejidad y el asombro ante el desconocimiento
que rodea a Camatte no pueden sino aumentar. De-
jando a un lado el papel que pueda haber desempe-
ñado la incomprensión pura y simple de sus escritos,
todo apunta a que el origen de este clamoroso silen-
cio radica en su implacable análisis de la lógica que
domina los “racketts” [2] militantes y su crítica no
menos terminante de la política, contenidos en textos
tan esclarecedores como Mai-Juin 1968: théorie et
action (1968), Perspectives (1969), De l’organisation
(1969) o Transition (1970). Por si fuera poco y como
motivo añadido de censura, estos escritos, ya de por
sí muy polémicos, fueron los primeros pasos de un
recorrido que, lejos de conducir a Camatte a una “re-
afirmación del programa proletario”, le llevaron a
proclamar su caducidad y a explorar no sólo las “vías
muertas” olvidadas de los procesos revolucionarios
del siglo XX, sino también la dimensión comunitaria
de todo el pasado de la especie humana.
Con todo, y a pesar del rechazo que han suscita-
do algunas de sus conclusiones más heterodoxas, lo
cierto es que la influencia de Camatte ha sido amplia
y muy variada. Toda la “ultraizquierda” francesa for-
mada a partir de mayo del 68 la acusa en mayor o me-
nor medida, y lo mismo cabe decir de las corrientes
verdes y primitivistas del anarquismo surgidas algu-
nos años después, ya en un contexto de claro reflujo
revolucionario (Fredy Perlman, por ejemplo, tradujo

476
J.CAMATTE Y EL ESLABÓN PERDIDO DE LA CRÍTICA SOCIAL CONTEMPORÁNEA

y publicó en 1975, bajo el título The Wandering of


Humanity, dos ensayos de Camatte en los que éste
se adentra en la cuestión de las “presuposiciones del
capital”, es decir, del milenario legado precapitalista
de domesticación de la naturaleza y del ser humano
que allanó el camino al despotismo del capital.) En
época más reciente, algunos integrantes de la llama-
da “corriente comunizadora” (y muy en especial gru-
pos como Théorie communiste y Endnotes), aunque
nieguen de raíz toda posibilidad de hacer “secesión”
de la relación social capitalista y por tanto rechacen
la exhortación camattiana a “dejar este mundo”, han
reconocido abiertamente su deuda con él.
A partir de su segunda serie, el rumbo emprendi-
do por Invariance -después de teorizar la superación
de la ley del valor y el consiguiente “abandono de
la teoría del proletariado”-, materializado en textos
como Communauté et communisme en Russie [3]
(1972), De la révolution (1972) Errance de l’huma-
nité - conscience répressive - Communisme (1973)
o La révolution russe et la théorie du proletariat
(1974), se aleja aún más de toda tentativa de resu-
rrección del “programa proletario”. Según Camatte,
las formas “autonomizadas” del capital (como el ca-
pital ficticio) han desembocado en la formación de
una “comunidad material” basada en la concurren-
cia de gangs rivales que ha reabsorbido la oposición
burguesía/proletariado. De ahí que, en lo sucesivo,
no exista otra oposición posible al capital que “a tí-
tulo humano” (tesis que, hasta cierto punto, coincide
con los análisis de Moishe Postone y del grupo Krisis

477
FEDERICO CORRIENTE

[4]).

EL FINAL DE UNA ÉPOCA

Mayo del 68 puso fin al ciclo histórico que comen-


zó en los años veinte con el triunfo de la contrarrevo-
lución en Rusia y Alemania, e inauguró el “segundo
asalto proletario contra la sociedad de clases” (deno-
minación que de entrada presenta el inconveniente
de reducir el nuevo ciclo a una reedición “corregida
y aumentada” del anterior). Ahora bien, este retorno
del proletariado al escenario de la historia, plasmado
en las sublevaciones de los guetos estadounidenses,
la proliferación de las huelgas salvajes en Europa y la
revuelta generalizada contra el trabajo y la coloniza-
ción de la vida cotidiana por la mercancía, coincidió
paradójicamente con el comienzo del fin de la afir-
mación autónoma de éste como clase. Al abarcar la
totalidad de la vida cotidiana, el nuevo movimiento
revolucionario suponía antes que nada un gigantesco
rechazo de la condición proletaria.
En Vers la communauté humaine (1976), Camatte
resume así la discontinuidad entre las dos épocas:
[…] Lo más importante inmediatamente era que
teníamos que vérnoslas con un movimiento revolu-
cionario que no planteaba una dimensión clasista,
que expresaba muy claramente, pues, la exigencia
indicada en Origine et fonction de la forme parti: una

478
J.CAMATTE Y EL ESLABÓN PERDIDO DE LA CRÍTICA SOCIAL CONTEMPORÁNEA

revolución a título humano.


[…] Podía considerarse, además, que la no afirma-
ción de un punto de partida clasista se desarrollaba
dentro de la dinámica de la revolución, ya que K.
Marx había insistido a menudo en que el objetivo de
ésta era la supresión del proletariado, por lo que la
madurez del movimiento que nació en mayo del 68
debía afirmarse en la medida en que la negación del
proletariado se iría imponiendo cada vez más. Así,
lo que yo consideré que debía de poner en primer
plano no era la autonomía del proletariado, de la que
tanto hablaba Potere Operaio, por ejemplo, sino su
negación.
El punto de partida del nuevo ciclo representaba
al mismo tiempo, por tanto, la crisis de las premisas
teóricas del ciclo anterior y de toda su problemática,
empezando por la concepción clásica que preconi-
zaba diversas modalidades de conquista del poder,
(ya fuese política o social) por parte del proletaria-
do [5]. Al mismo tiempo, sin embargo, el 68 susci-
tó un vigoroso retorno de lo reprimido en forma de
resurrección de los “mejores momentos” (los más
reprimidos) del ciclo anterior: el movimiento de los
consejos, el KAPD, los textos del joven Lukács y de
Karl Korsch, o el interés por la obra de Hegel y de
Wilhelm Reich. Según Camatte, aunque por un lado
se tratase de un fenómeno inevitable y saludable, por
otro era “indicio al mismo tiempo de la imposibilidad
de aprehender directamente la realidad y de la inca-
pacidad de ésta de engendrar otras formas de lucha
y otros enfoques teóricos” (Contre la domestication,

479
FEDERICO CORRIENTE

1973). En cualquier caso, para que la crítica pudiese


llegar hasta el fin y rechazar en bloque las insuficien-
cias del pasado, era preciso que la parte “invicta” del
proyecto revolucionario vencido regresara al presen-
te como a su propia casa.
Lo que la nueva época había puesto sobre el tapete
no sólo era la crítica en actos de la concepción jaco-
bina o “politicista” de la revolución, sino también de
toda noción de revolución arraigada en una proble-
mática de gestión, organización o emancipación del
trabajo:
La huelga general salvaje de mayo del 68 no pro-
dujo ningún órgano específico de gestión obrera. Du-
rante el largo “mayo rampante” italiano, los consejos
de fábrica y de zona, si bien pusieron de manifiesto la
capacidad de autoorganización de la clase de cara a
sus objetivos […], no tendieron en absoluto a apode-
rarse del aparato productivo. Y ni siquiera la huelga
insurreccional polaca de diciembre de 1970 manifes-
tó una tendencia autogestionaria clara, a diferencia
de lo sucedido en 1956 en Hungría [6].
La consecuencia inmediata fue la impugnación
paulatina del bagaje teórico de una generación que,
por reacción contra el estalinismo, había hecho de la
lucha contra la burocracia -fuese de Estado, de par-
tido o sindical- su prioridad fundamental. Este fue el
caso de la desaparecida revista Socialisme ou Barba-
rie (1949-1965) que desde sus orígenes había puesto
en primer plano el antagonismo entre proletariado y
burocracia, y que había considerado que la forma-
ción de consejos en Berlín Este (1953), la insurrec-

480
J.CAMATTE Y EL ESLABÓN PERDIDO DE LA CRÍTICA SOCIAL CONTEMPORÁNEA

ción húngara de 1956 y las huelgas antisindicales a


ambos lados del Atlántico confirmaban sus tesis.
A diferencia de lo que a primera vista podría pa-
recer, el punto de vista de S. ou B. seguía ligado a la
problemática trotskista, que situaba en Rusia (y en
la burocracia “obrera” en general) el centro neurál-
gico de la contrarrevolución. Basta con contrastar,
por ejemplo, los análisis realizados ya en 1947 por
la tendencia Johnson-Forest —grupo estadounidense
que, al igual que S. ou B., procedía de una escisión
del trotskismo— con el diagnóstico de Chalieu-Cas-
toriadis para darse cuenta de hasta qué punto este úl-
timo se había quedado en la superficie del fenómeno
“burocrático” [7]:
[…] en la actualidad el proletariado, llegado a una
fase superior, ha sacado la conclusión definitiva. Su
revuelta ya no se dirige contra la política y el modo
de distribución de la plusvalía, sino contra la mis-
ma producción de valor. Ha hecho su propia lectura
acerca del pivote sobre el que gira la comprensión de
la economía política. (The Invading Socialist Socie-
ty, p. 13)
Si en su momento la demostración del carácter ca-
pitalista de la sociedad rusa, realizada por S. ou B.
en el texto Las relaciones de producción en Rusia
(mayo-junio de 1949), había sido un instrumento de
clarificación teórica muy valioso, en la nueva eta-
pa abierta por mayo del 68 ya no bastaba con saber
que la URSS era capitalista: ahora, además, había
que poder explicar por qué lo era sin convertir las
consecuencias —la “burocracia” o “la ideología bol-

481
FEDERICO CORRIENTE

chevique”— en causas. El eje de la problemática se


había desplazado: ya no era tanto la naturaleza de
Rusia lo que importaba como la del propio capital
(y, en consecuencia, la del proletariado). En 1972, en
el posfacio a la reedición por La Vielle Taupe de Las
relaciones de producción en Rusia, Pierre Guillame,
antiguo miembro de Socialisme ou Barbarie, enume-
ró las consecuencias de analizar el régimen soviético
como un “capitalismo burocrático”:
[…] el programa anticapitalista fue reemplazado
por un programa antiburocrático en el que la auto-
gestión, la autonomía y la democracia desempeñaban
un papel determinante. Toda la concepción comunis-
ta quedaba desbaratada. […] La burocracia es una
amenaza, una tendencia humana permanente a la que
se opone otra tendencia humana, la autonomía [8].
A diferencia de S. ou B., grupo que por lo demás
ejerció una gran influencia sobre ella, la Internacio-
nal Situacionista fue ampliamente reconocida por la
revuelta de mayo y podía presumir de que las con-
signas de ésta le habían dado la razón. Ahora bien,
lo que la I.S. no logró entender jamás fue que este
“triunfo” se había debido por igual a sus virtudes que
a sus limitaciones (las suyas propias y las de mayo
del 68). Pese a haber introducido en las formas clá-
sicas del “programa proletario” contenidos que rom-
pían con él —la abolición sin transición del trabajo
salariado y del intercambio mercantil, de las clases y
del Estado— y a haber levantado acta de las noveda-
des más relevantes de la época [9], los situacionistas
fueron incapaces de desprenderse de dos concepcio-

482
J.CAMATTE Y EL ESLABÓN PERDIDO DE LA CRÍTICA SOCIAL CONTEMPORÁNEA

nes del ciclo anterior reducidas ya poco menos que


a conjuros: la reivindicación del poder absoluto de
los consejos obreros, y el correspondiente acceso del
proletariado (redefinido como clase casi universal de
todos los desposeídos del empleo de su vida) a una
teoría y a una conciencia supuestamente suyas pero
de las que se encontraba paradójicamente “separa-
do”. De ahí que la I.S., so pena de repetirse inde-
finidamente e incapaz de concretar más su análisis,
estuviera abocada a corto plazo a la crisis y a la di-
solución.
En efecto, la desventurada “cuestión del sujeto”
se estaba convirtiendo, a marchas forzadas y no por
azar, en el talón de Aquiles más visible con el que
iba a tropezar sin remisión el “nuevo movimiento”
surgido del 68. Así lo señalaría algunos años más tar-
de Eduardo Subirats en Una aproximación crítica a
‘Historia y conciencia de clase’ [10]:
[…] cuando en un contexto social determinado, en
el que no existe portador empírico de la resistencia
contra la reificación […] se invoca programática-
mente la categoría de proletariado, ésta se convierte
en un abstracto deus ex machina. Tal fue el caso del
uso del concepto proletariado por los situacionistas
[11].
Así pues, tanto para el Lukács de Historia y con-
ciencia de clase como para los situacionistas -que
también habían convertido a su modo al proletaria-
do en un sujeto universal abstracto- lo que definía a
éste no era su condición de “capital variable” en el
marco de las relaciones de producción capitalistas,

483
FEDERICO CORRIENTE

sino la oposición a la reificación. En cualquier caso,


conviene señalar que cuando —casi tres décadas más
tarde— Moishe Postone describió al sujeto históri-
co de Lukács como una versión colectiva del sujeto
burgués que se constituye a sí mismo y al mundo a
través del trabajo, no estaba haciendo sino comple-
tar el retrato, ya muy avanzado, trazado por Subirats:
“Lukács no sabe otorgar otros atributos empíricos a
su representación del proletariado que los del sujeto
clásico-moderno de la dominación.” (Contra la razón
destructiva, p. 137).
Así las cosas, si bien cabe sostener que la inde-
terminación del uso del concepto “proletariado” por
parte de la I.S. prefiguró la “revuelta de las minorías”
y la difusión de los conflictos sociales en el ámbito
de la reproducción, muy pronto se mostraría com-
pletamente incapaz de dar cuenta de ninguna manera
de la ausencia de “constitución de un sujeto social
entero que albergue la potencia crítica contra la to-
talidad reificada del sistema capitalista.” (Contra la
razón destructiva, p. 127)
Eso no significa, claro está, que en aquellos mis-
mos años no se estuvieran realizando ya importantes
esfuerzos teóricos (y no sólo por parte de Camatte,
que había realizado ya no pocas aportaciones a la
cuestión del proletariado “como sujeto y como re-
presentación”) por llegar al fondo de esa “ausencia”:
El proletariado no puede ser una clase, porque la
clase sigue siendo un modo de existencia social […]
La conciencia de clase es la conciencia de gentes que
compiten entre sí, que se combaten, pero que cierran

484
J.CAMATTE Y EL ESLABÓN PERDIDO DE LA CRÍTICA SOCIAL CONTEMPORÁNEA

filas frente al exterior, frente a lo que no es su clase.


[…] La clase es la unión de los concurrentes cuyo
interés general es idéntico y cuyos intereses particu-
lares se oponen entre sí. Es la guerra de todos los bur-
gueses contra todos los demás. Lo que la clase tiene
de particular en relación con cualquier otra existen-
cia social es que está constituida contra una exteriori-
dad por gentes exteriores a su vez las unas a las otras.
[…] Lo que el proletariado moderno tiene de parti-
cular es que no constituye una clase y no puede cons-
tituirla. Los proletarios no pueden combatirse entre
sí ni pueden combatir una exterioridad. Están abso-
lutamente separados y esa separación no deja nada al
margen de sí […] Cuando los proletarios combaten,
no combaten algo exterior, a otra clase; combaten esa
separación, combaten al proletariado [12].
Ya en 1948, C. L. R. James, en su artículo The
Revolutionary Answer to the Negro Problem in the
United States, se había inspirado en la postura de
Lenin sobre el derecho de autodeterminación de las
naciones para poner de manifiesto (en el contexto es-
tadounidense y en defensa del carácter independiente
y autónomo del movimiento por los derechos civiles)
la importancia de las divisiones internas en el seno
de la clase trabajadora (en este caso étnicas, a lo que
hubo que añadir a partir de la década de 1970 las se-
xuales y generacionales):
Lo que dice Lenin es que, aunque la fuerza fun-
damental sea el proletariado, aunque estos grupos
sean impotentes, aunque el proletariado tenga que
dirigirlos, de eso no se deduce de ninguna manera

485
FEDERICO CORRIENTE

que no puedan hacer nada hasta que el proletariado


los encabece en la práctica. Dice precisamente todo
lo contrario.
Mediante su agitación, su resistencia y las inicia-
tivas políticas que puedan emprender, estos grupos
pueden ser el medio a través del cual aparezca en
escena el proletariado.
No siempre ni en todas las ocasiones, y tampoco el
medio exclusivo, sino uno de ellos.
Por tanto, la “unidad” del proletariado no consti-
tuía de ningún modo el requisito previo de una acti-
vidad revolucionaria; todo lo contrario, dicha unidad,
como dirá Camatte en Le KAPD et le mouvement
prolétarien (1971):
[…] no puede concretarse sino como resultado de
una lucha tenaz y decidida, sin compromisos, contra
el capital y en cierta medida en el seno de la propia
clase universal.
De ahí a admitir implícitamente la relevancia po-
tencial de movimientos y luchas que no cuestionen
explícitamente el sistema capitalista (como podría
ser el caso, por ejemplo, de la “primavera árabe” y
de otros movimientos contemporáneos) no hay más
que un paso, lo que supone un destronamiento ulte-
rior del “proletariado como representación”, si bien
en un sentido diametralmente opuesto al que postu-
lan Postone y la “crítica del valor”, para los que ta-
les movimientos no constituyen, en el mejor de los
casos, más que “tentativas de modernización tardía”.
Para Camatte, por el contrario:
Afirmar que todo movimiento social revoluciona-

486
J.CAMATTE Y EL ESLABÓN PERDIDO DE LA CRÍTICA SOCIAL CONTEMPORÁNEA

rio no puede hacer sino alimentar la contrarrevolu-


ción a partir del momento en que en Occidente el
proletariado no hace nada, equivale a querer hacer
que todo gire en torno a Occidente, es eurocentrismo
o justificación del colonialismo, etc.… y sobre todo
es hacer poco caso del trágico impasse en el que se
encontrarán y se encuentran multitud de hombres y
de mujeres en las diversas zonas llamadas atrasadas.
Por último, expresa de la forma más aguda la inver-
sión de la proposición “el proletariado no tiene que
esperar a ningún mesías” a “el proletariado es el nue-
vo mesías al que hay que esperar”. (Vers la commu-
nauté humaine, 1976)
Pero volvamos a mediados de la década de 1970.
Al constatar que el nuevo “asalto proletario” entraba
en punto muerto, pero que al mismo tiempo la in-
subordinación se extendía a todas las instituciones de
la reproducción social (escuela, familia, cárcel, psi-
quiátricos) la mayoría de las corrientes radicales de la
época centraron su atención en estas nuevas formas
de lucha, lo que desembocó en la búsqueda continua
de “nuevos sujetos” situados de algún modo “fuera”
del sistema capitalista (no es casualidad que en esta
época se produjera el gran rescate y revalorización
de los movimientos de revuelta preindustriales), y a
oponer al proletariado —encarnación de la humani-
dad comunista futura— a la clase obrera, mera frac-
ción variable del capital. En ambos casos, según Ca-
matte, el resultado era el mismo:
Para permanecer fiel a un concepto de proletariado
que incluya la negatividad, hay que buscar en la so-

487
FEDERICO CORRIENTE

ciedad qué elementos se sublevan realmente contra


el orden establecido o que, por su modo de vida, re-
presentan la disolución de la sociedad existente. De
ahí la teoría de Marcuse acerca de los estudiantes y
de minorías como los negros en Estados Unidos, pero
también la teoría de distintos revolucionarios acerca
de los marginados y los excluidos del sistema, lo que
equivale de todos modos al abandono de la teoría del
proletariado bajo su forma clásica [13].
Así pues, en lugar de levantar acta de los límites
efectivos con los que había topado el movimiento
iniciado en 1968 y de buscar la explicación en la
propia evolución de la relación social capitalista y
la segmentación jerárquica inherente al proletaria-
do, se huyó hacia delante, interpretando las “nuevas
relaciones” establecidas en la vida cotidiana a tra-
vés de la liberación sexual, las comunas, la crítica
de la familia o diversas modalidades de delincuencia
como signos precursores de la “nueva sociedad” que
pugnaba por salir de las entrañas de la vieja y de la
presencia y arraigo cada vez mayores de la “autono-
mía”, verdadero “espíritu de la época”:
Los elementos de un mundo nuevo tienden a pro-
ducirse permanentemente a partir del funcionamien-
to mismo del sistema capitalista […] Las manifesta-
ciones más visibles de esta tendencia se encuentran
en las nuevas formas de la lucha de clases y en la ex-
tensión de los conflictos de clase a enfrentamientos
entre dominantes y dominados en todas las estruc-
turas de la sociedad […] Se pueden encontrar estas
formas diversas en la tentativa de abandono de los

488
J.CAMATTE Y EL ESLABÓN PERDIDO DE LA CRÍTICA SOCIAL CONTEMPORÁNEA

sindicatos, la organización subterránea de las luchas,


las tentativas de relaciones horizontales, las actitudes
nuevas de alumnos, mujeres, homosexuales, de obre-
ros ante el trabajo, etc.… actitudes todas que expre-
san la lucha de los interesados “por ellos mismos” y
“para ellos mismos” [14].
Sin embargo, las diversas componentes de esta ex-
plosión “autónoma”, que probablemente llegó a su
punto culminante en la Italia de 1977, no lograron
converger en ningún momento, y tras la descompo-
sición del movimiento (en forma de crítica de la vida
cotidiana, ideologías del deseo, feminismo y diver-
sos proyectos de sociedad alternativa) lo único que
dejó tras de sí fue la insistencia abstracta en la auto-
nomía, reducida a su vez a una mera forma despoja-
da de contenido. El callejón sin salida al que se vio
abocado el movimiento que había arrancado en 1968
era el siguiente: o enmascarar de un modo u otro los
problemas reales que planteaba la segmentación je-
rárquica del proletariado exaltando el “pluralismo”
de las nuevas formas de resistencia y proclamar que
en lo sucesivo el trabajo abstracto englobaba todas
las prácticas sociales (vías elegidas por el posmoder-
nismo y el triunfalismo posoperaísta), o apurar hasta
las heces el cáliz de la derrota y adoptar perspectivas
próximas al “abandono de la teoría del proletariado”
propuesto por Camatte (caso de los futuros fundado-
res de la Encyclopédie des Nuisances o de los pri-
mitivistas). De ahí que en Prolétariat et Révolution
(1975), éste ofreciera el siguiente balance histórico:
El punto de partida ya lo hemos indicado: situar

489
FEDERICO CORRIENTE

los límites de la teoría del proletariado en el plano


histórico, es decir, verificar por un lado cómo en el
transcurso de las luchas revolucionarias de este siglo,
el proletariado, en definitiva, no había propuesto un
modo de vida ni una sociedad distintos, sino que se
limitó a reivindicar una gestión diferente del capital,
por lo que su intervención se limitó a favorecer el
paso de la dominación formal a la dominación real
del capital sobre la sociedad en las zonas más avan-
zadas de Occidente y a reforzar su dominación a es-
cala mundial, permitiéndole penetrar en zonas donde
aún no había podido introducirse debido a resisten-
cias de orden tanto geográfico, como histórico o so-
cial. […] El estudio histórico adquirió por eso mis-
mo una dimensión distinta: verificar en qué medida
la mayor parte de los revolucionarios habían vivido
y luchado bajo la influencia de una cierta represen-
tación del proletariado como clase revolucionaria y
estaban impregnados a su vez de una representación
de “la sociedad comunista” que no era incompatible
con el ser del capital.

LOS INFORTUNIOS DEL FETICHISMO

En cualquier caso, varios años antes de hacer


este diagnóstico tan poco alentador, Camatte había
comprendido que había que reanudar la crítica de la
economía política adoptando una periodización que
captase el modo en que todas las esferas de la vida
social habían sido sometidas al proceso de conjunto
de reproducción del sistema capitalista:

490
J.CAMATTE Y EL ESLABÓN PERDIDO DE LA CRÍTICA SOCIAL CONTEMPORÁNEA

El punto de partida de la crítica de la sociedad del


capital actual debe ser la reafirmación de los concep-
tos de dominación formal y dominación real como
fases históricas del desarrollo capitalista. Cualquier
otra periodización del proceso de autonomización
del valor, tal como capitalismo de libre competencia,
monopolista, de Estado, burocrático, etc., abandona
el dominio de la teoría del proletariado, es decir, la
crítica de la economía política, y forma parte del vo-
cabulario de la praxis de la socialdemocracia o de
la ideología leninista codificada por el estalinismo.
(Transition, 1970)
El movimiento obrero había teorizado los epifenó-
menos de la subordinación del Estado al proceso de
valorización durante el tránsito a la dominación real
acudiendo a categorías como capitalismo de Estado,
capitalismo organizado o capitalismo burocrático,
que llevaban inevitablemente a su vez a concebir la
superación del capitalismo como un proceso funda-
mentalmente político en el que el problema esen-
cial era la organización[15]. A su vez, esto permitía
prescindir por completo de la incómoda realidad en
función de la cual, al no ser el capital otra cosa que
“valor en proceso», cualquier forma de organización
presuntamente destinada a trascender sus contradic-
ciones forzosamente ha de reproducirlas, cosa que, si
bien de forma limitada, ya había comprendido mu-
chos años antes la tendencia Johnson-Forest:
En cada etapa sucesiva, la degeneración del par-
tido proletario no sólo imita al capitalismo, sino que
ha de afrontar también, en mayor medida aún, las

491
FEDERICO CORRIENTE

contradicciones que lo desgarran. (The Invading So-


cialist Society, p. 13)
A esto había que añadirle, según Camatte, otra pe-
culiaridad del ciclo teórico que, coincidiendo con la
transición a la etapa inicial de la dominación real, ha-
bía inaugurado Lukács y cerraron los situacionistas,
a saber, la gran importancia otorgada a la crítica de la
mercancía y su fetichismo a expensas del análisis del
capital como totalidad. Si bien es innegable que la
mercancía resume efectivamente el modo de produc-
ción capitalista, en relación con fenómenos como las
crisis, las reestructuraciones y los puntos de inflexión
en la trayectoria del sistema, es imprescindible abor-
dar las mediaciones que asume. Al ser la producción
capitalista un proceso simultáneo de producción de
plusvalor y de reproducción de las relaciones socia-
les que permiten producirlo, es fundamental tener
presente el proceso —siempre conflictivo y en rea-
lidad muy poco “automático”— de acumulación y
valorización en conjunto [16]. Ahora bien, una teo-
ría de la crisis que pretenda tener su prolongación en
un “movimiento real que transforma las condiciones
existentes” sólo puede tener como “protagonistas”
a seres sociales dotados de determinaciones antagó-
nicas al capital (es decir, presupone una teoría del
proletariado), pues referida al individuo o a la hu-
manidad en general carece de sentido y desemboca
forzosamente en reediciones actualizadas del viejo
catastrofismo socialdemócrata susceptibles de des-
empeñar las mismas funciones [17].
Lo cierto, por lo demás, es que la historia de la

492
J.CAMATTE Y EL ESLABÓN PERDIDO DE LA CRÍTICA SOCIAL CONTEMPORÁNEA

teoría marxiana de las crisis representa algo más que


una simple sucesión de interpretaciones erróneas o
de esperanzas frustradas: también pone de manifiesto
un proceso de creciente concreción en la percepción
de la propia relación social capitalista. En contra de
lo que a primera vista podría parecer, existe una no-
table diferencia entre la teoría catastrofista clásica de
la IIª Internacional -que veía en las crisis el motor de
la revolución y de una toma de conciencia progresi-
va que habría de desembocar en la “lucha final”- y
la teoría de la “decadencia del capitalismo” elabora-
da por los elementos revolucionarios de la época del
“primer asalto proletario contra la sociedad de cla-
ses” (Lenin, Luxemburgo, Bordiga, el KAPD). Pese
a que ésta última también pone de relieve que los teó-
ricos marxistas seguían dominados por la perspecti-
va del capital [18], el solo hecho de vincular la teoría
de la crisis al debate sobre la organización como pro-
ceso inseparable del “movimiento real» en el marco
del debate sobre la huelga de masas abierto por la
revolución rusa de 1905 (en contraste con el fetichis-
mo organizativo del aparato del partido y el sindicato
socialdemócratas, que identificaba su propia super-
vivencia con el “avance del socialismo”) abrió una
primera gran brecha en la perspectiva mecanicista y
positivista del “marxismo ortodoxo”.
Por lo demás, la noción objetivista de economía
esgrimida en los debates de la “ultraizquierda” his-
tórica de la década de 1930 dejó intacta la vieja dis-
puta entre los partidarios del “desarrollo autónomo
de la subjetividad proletaria” y quienes creían que la

493
FEDERICO CORRIENTE

“conciencia revolucionaria” sólo podía ser inducida


por las crisis cíclicas inherentes al sistema capitalista
(personificada ahora en las figuras de Pannekoek y
Grossman). De ahí que después de la Segunda Gue-
rra Mundial, cuando el capitalismo entró en una de
sus fases de expansión más sostenidas, y ese objeti-
vismo se convirtió en una traba cada vez mayor para
comprender la nueva situación, aparecieran con toda
naturalidad minorías que concentraron su atención
en las novedades de la evolución concreta de la lucha
de clases en lugar de continuar siguiendo los altiba-
jos de una economía separada de ésta.
Ya en 1950, en State Capitalism and World Re-
volution, C.L.R. James, R. Dunayevskaya y G. Lee
habían señalado, en el transcurso de su análisis de lo
que acabaría conociéndose más tarde como “fordis-
mo”, que:
La propia coyuntura en la que se desarrollaba
ahora la lucha de clases tendía, pues, a desobjetivar
la concepción de la economía. Sin embargo, como
esa desobjetivación no llegó a término, engendró un
rechazo subjetivista del objetivismo que ponía en
primer plano al proletariado y lo transformaba en el
único factor activo del desarrollo del capitalismo y
sus crisis, “cosa que ya pensaba Chalieu-Castoriadis
cuando dijo que Marx se había olvidado de mencio-
nar la lucha de clases en El capital” (J. Camatte, Le
KAPD et le mouvement prolétarien, 1971).
Ahora bien, sostener que es la actividad autónoma
del proletariado la que provoca la crisis del capital
en lugar de insistir en que es la crisis de éste la que

494
J.CAMATTE Y EL ESLABÓN PERDIDO DE LA CRÍTICA SOCIAL CONTEMPORÁNEA

obliga al proletariado a reaccionar no supone aban-


donar la perspectiva objetivista, sino invertirla aña-
diendo a la objetividad una determinación subjetiva.
Y dado que seguían considerando la relación entre el
capital y la clase obrera como una relación de exte-
rioridad en lugar de como una relación contradictoria
de implicación recíproca, los teóricos “autónomos”
tendieron a desarrollar la noción de dos sujetos in-
dependientes -capital y trabajo- y en consecuencia,
la de la confrontación entre dos estrategias, lo que
suponía olvidar que
[…] No se trata de tomar partido por uno u otro
de los dos polos, sino de destruirlos a ambos. En ese
sentido, la autonomización de la clase obrera es una
reivindicación vacía si no se plantea en la perspecti-
va de su supresión. (J. Camatte, Le KAPD et le mou-
vement prolétarien, 1971).
No obstante, y aunque a veces hicieran un empleo
poco escrupuloso y sociologista de conceptos como
“composición de clase” y “recomposición” para des-
reificar categorías como la de composición orgánica
del capital, los teóricos “autónomos” las emplearon
para comprender mejor las formas de lucha y subje-
tividad que acompañan a una composición dada, así
como las causas concretas que motivaban el rechazo
o el declive de determinadas formas de organización.
En cualquier caso y en resumidas cuentas, “podría-
mos decir que así como el 68 puso de manifiesto
tanto las limitaciones como la validez de las ideas
situacionistas, el período de crisis y de actividad
revolucionaria en Italia durante la década de 1969-

495
FEDERICO CORRIENTE

1979 puso de manifiesto la validez y las limitaciones


de los obreristas y de la teoría de los autónomos”.
(Teoría de la decadencia o decadencia de la teoría 2ª
parte, Aufheben, 1994)
La evolución de Camatte y de Invariance, sin em-
bargo, siguió derroteros muy distintos. Al considerar
que la teoría del valor había quedado superada de al-
gún modo por el desarrollo del capital ficticio, tanto
la teoría de la crisis basada en ella como la teoría
del proletariado perdían todo fundamento. A partir
del momento en que se concluye que el capital se
ha “unificado” abstractamente y reabsorbido las cla-
ses, el único conflicto posible pasa a ser el existen-
te entre una humanidad abstracta y la “comunidad
material’’, cuya persistencia exige ahora una expli-
cación antropológica. A diferencia del pensamiento
revolucionario clásico, que atribuía la supervivencia
del capitalismo a causas exteriores al “sujeto revolu-
cionario’’ (el imperialismo, la socialdemocracia, el
estalinismo, etc.), Invariance la explicará en función
de la asimilación del “ser comunitario” de la humani-
dad (la Gemeinwesen) por el capital y abogará por la
“secesión” como premisa necesaria de la ruptura con
éste, lo que supone reemplazar los movimientos rea-
les de un proletariado internacional inmerso en pro-
blemáticas históricas muy concretas (una exclusión
social cada vez mayor, por ejemplo) por una revuelta
indeterminada de la “humanidad’’.
Ahora bien, como dice Ray Brassier en The Wan-
dering Abstraction [19]:
Existe una réplica inmediata a la explicación de

496
J.CAMATTE Y EL ESLABÓN PERDIDO DE LA CRÍTICA SOCIAL CONTEMPORÁNEA

Camatte: su apelación a una comunidad humana cu-


yas modalidades fundamentales de expresión han
permanecido constantes a lo largo de milenios de
transformación social y política es una abstracción
en el sentido más problemático del término. Camatte
presupone la existencia de un conjunto de faculta-
des de expresión humana que subsisten no sólo inde-
pendientemente del capitalismo sino de toda forma
de organización social […]. Sin embargo, atribuir
estas cualidades a la “vida” las vuelve indetermina-
das: dejan de ser categorías sociohistóricas o siquiera
biológicas para convertirse en los postulados de una
antropología especulativa. Es más, la defensa de la
comunidad frente a la sociedad se hace eco inadverti-
damente de un viejo tropo reaccionario: mientras que
la comunidad asegura que los roles sociales, los va-
lores y las creencias permanezcan firmemente arrai-
gados en las relaciones interpersonales, la sociedad
los pone en peligro instituyendo roles impersonales,
valores formales y creencias objetivas en función de
una interacción indirecta. Aquí la denuncia del des-
potismo del capital por parte de Camatte se confunde
con el repudio de la modernidad, forma codificada de
designar el alejamiento de la humanidad de su esen-
cia comunitaria.
Por otra parte, existe una segunda y más sustancial
objeción que oponer tanto a la tesis de Invariance
como a la “crítica del valor’’, a saber, que
[…] el proceso de fetichización, de autonomi-
zación del capital, es un proceso no realizable. En
consecuencia, el descubrimiento de Marx del doble

497
FEDERICO CORRIENTE

carácter del trabajo es efectivamente decisivo, pero


se trata de ver qué es lo que significa; el sentido de
este descubrimiento, que implica la necesidad de que
el fenómeno capitalista resulte desdoblado en una di-
mensión aparente y en una real, puede ser según mi
opinión sintetizado en la afirmación de que el feti-
chismo es ya en sí mismo contradictorio…[20]
El presupuesto tácito de todo el análisis de Cama-
tte acerca de la “antropomorfosis” y la formación de
la “comunidad material” es la identificación del mo-
vimiento aparente de autonomización del capital —
su reificación o fetichismo— con el movimiento real,
y en ese sentido, cabe señalar que Invariance hace de
una tendencia contradictoria un hecho consumado, y
que en consecuencia no reconoce suficientemente el
carácter abierto de la lucha constante que caracteriza
a ese proceso.

498
J.CAMATTE Y EL ESLABÓN PERDIDO DE LA CRÍTICA SOCIAL CONTEMPORÁNEA

499
JACQUES CAMATTE

NOTAS

[1] (http://revueInvariance.pagesperso-orange.fr/).
El nombre de la revista aludía a la “invarianza de
la teoría del proletariado”, una de las concepciones
centrales de la Izquierda Comunista italiana o “bor-
diguismo”. Cuando los detractores de Camatte y cía.
señalaron que “nada varía tanto como Invariance”,
éste y sus compañeros respondieron que “lo que es
invariante es la aspiración a redescubrir la comuni-
dad humana perdida», haciendo hincapié así en el
otro hilo conductor de sus investigaciones, la Ge-
meinwesen (comunidad) del ser humano.

[2] La voz inglesa rackett se refiere, en principio, a


cualquier agrupación mafiosa dedicada al crimen or-
ganizado, pero por extensión puede considerarse que
encarna el prototipo del modo de funcionamiento
real y necesario de toda “organización» en el mar-
co de la sociedad existente. En Bordiga la noción de
gang está ligada a la crítica de la idea de la burocra-
cia como nueva clase dominante formulada por Cha-
lieu-Castoriadis. Theodor W. Adorno se interesó por
primera vez por esta cuestión en relación con la teoría
marxista de las clases en Reflexiones sobre la teoría
de las clases (1942), y volvió sobre ella en Individuo
y organización (1953), así como en Notas margina-
les sobre teoría y praxis (1969). También figura de
manera prominente en dos artículos publicados en
Internationale situationniste # 4 y # 7, - Gangland et
Philosophie (1960) y Geopolítica de la hibernación

500
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

(1962). Existe un excelente y documentado artículo


(en inglés) al respecto, “Rackets”, de F. Palinorc en
http://www.left-dis.nl/.

[3] Resulta muy significativo que durante largos años


el único texto de Invariance traducido al castellano
haya sido Comunidad y comunismo en Rusia (Ma-
drid, Zero-zyx 1975), un estudio en profundidad de
la “cuestión rusa” (sobre la que Camatte venía in-
sistiendo desde hacía ya algún tiempo en que urgía
“cortar el cordón umbilical”).

[4] Al sostener que la lucha de clases es incapaz de


hacer otra cosa que reproducir el capitalismo y “mo-
dernizarlo” (lo que la convierte en un factor subor-
dinado y despojado de mayor interés histórico), la
teoría del “sujeto automático’’ de Postone y Krisis
también postula implícitamente como sujeto de toda
oposición potencial al individuo o a una humanidad
abstracta. Camatte, en cambio, considera la “antro-
pomorfosis” del capital como la etapa terminal de la
evolución de la relación social capitalista, por lo que
presta la máxima atención (al menos hasta que da
por consumado ese desenlace histórico) a todos los
avatares y altibajos históricos de esa lucha.

[5] Existe un evidente paralelismo entre la “crisis del


programatismo” (es decir, de toda noción de supera-
ción del capitalismo basada en la transformación del
proletariado en clase dominante) que inaugura mayo
del 68, y la oposición teorizada por los representan-

501
JACQUES CAMATTE

tes de la “crítica del valor’’ y la escuela de Postone,


entre un “Marx exotérico” (que critica el capitalismo
“desde el punto de vista del trabajo”) y un “Marx
esotérico” (que critica el trabajo en el capitalismo,
es decir, como elemento constitutivo de éste). No
obstante, hay una diferencia abismal entre explicar
ese punto de inflexión como consecuencia de la pro-
pia evolución histórica del sistema capitalista o in-
terpretarlo como una especie de deplorable extravío
engendrado por una lectura “errónea» ahora por fin
corregida. Ahora bien, cuando al comienzo de Les
Aventures de la Marchandise, Anselm Jappe plan-
tea la necesidad de “historizar la teoría de Marx, así
como el marxismo tradicional” relacionándolos con
“dos etapas históricas diferentes: la modernización
y su superación” (p. 12), no sólo da por supuesta la
validez de ambas nociones, sino que algunas páginas
más allá pasa por alto la oportunidad de historizar la
propia “crítica del valor” apoyándose en las fechas
que él mismo proporciona: “La crítica del valor tie-
ne sus antecedentes en los años veinte, en Historia y
conciencia de clase de G. Lukács y los Ensayos sobre
la teoría del valor de I. Rubin. Prosigue entre líneas
en los escritos de T. Adorno, y su verdadero naci-
miento se sitúa en torno a 1968, cuando en distintos
países (Alemania, Italia, Estados Unidos), autores
como H.-J. Krahl, H.-G. Backhaus, L. Coletti y F.
Perlman trabajan en torno a la misma cuestión.” (p.
20). Lo que conviene preguntarse precisamente es si
esas dos categorías fundamentales de la “crítica del
valor” —el “marxismo tradicional” y la “moderniza-

502
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

ción”— sobrevivirían a semejante historización.

[6] (Rupture dans la théorie de la révolution, textos


presentados por François Danel, Ed. Senonevero,
París 2003) Eso no impidió que las tendencias conse-
jistas de la época siguieran defendiendo tozudamente
el programa autogestionario e insistiendoen que la
autonomía de las luchas obreras, su autoorganización
al margen de los sindicatos y contra ellos, constituía
el criterio necesario y suficiente para decidir si éstas
iban o no por el buen camino. “De ahí el escándalo y
la sorpresa que causó en 1972 el texto de Jean Barrot
(Gilles Dauvé) Contribución a la crítica de la ideolo-
gía de ultraizquierda (Leninismo y ultraizquierda) y
el rechazo del que fue víctima su autor por parte del
medio consejista, que no podía tolerar esta crítica y
menos aún la tentativa de Dauvé de incorporar ele-
mentos de la teoría de Bordiga, al que dicha corrien-
te consejista redujo un tanto apresuradamente a un
teórico ultraleninista” (François Bochet, A propos de
quelques textes récents: Anselm Jappe, Jaime Sem-
prun, Robert Kurz, Jean-Marc Mandosio).

[7] Pese a que las concepciones de la tendencia Jo-


hnson-Forest (C. L. R. James, Raya Dunayevskaya y
Grace Lee) y las de S. ou B. eran muy similares, las
separaba una diferencia fundamental: para los prime-
ros la burocracia estalinista era “el fruto orgánico del
desarrollo alcanzado por el capitalismo y la forma
política correspondiente a la etapa final del sistema
capitalista, el capitalismo de Estado” (The Invading

503
JACQUES CAMATTE

Socialist Society, p. ii), de lo que se desprendía que


“el problema no se podía resolver a través del análi-
sis de las ‘burocracias’, sino a través del análisis del
capital”. (Ibíd., p. 16)
[8] Cabe situar aquí el acta de nacimiento de la “ver-
dadera escisión” entre las tendencias comunizadoras
contemporáneas y las mil y una “autonomías” que
fueron tomando el relevo de los anquilosados gru-
púsculos izquierdistas en la prédica de las virtudes
emancipadoras de la política radical y la democracia
pluscuamdirecta. Con el paso de los años, el falso
problema de la burocracia quedó cada vez más re-
legado debido a la convergencia de dos fenómenos
íntimamente ligados: la entrada del capitalismo en
su fase “neoliberal” (con el consiguiente hundimien-
to del “socialismo real”) y la conversión paulatina
de los antiguos izquierdistas al evangelio asamblea-
rio de la “horizontalidad” (acerca de esta “desburo-
cratización del mundo”, véanse los textos de Loren
Goldner bthp23.com/shorthistory(Sp).pdf, bthp23.
com/multicult(Sp).pdf, bthp23.com/poland(Sp).pdf
y bthp23.com/facingreality(Sp).pdf).

[9] “La juventud, los obreros, las gentes de color, los


homosexuales, las mujeres y los niños quieren todo
lo que les estaba vedado […] Cada parcela de un es-
pacio social cada vez más directamente conformado
por la producción alienada y sus planificadores, se
convierte en un nuevo terreno de lucha, desde la es-
cuela primaria y los transportes colectivos hasta los
asilos psiquiátricos y las prisiones”. (Tesis sobre la

504
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

Internacional situacionista y su tiempo, en Textos


situacionistas sobre los consejos obreros, Campo
Abierto, Madrid 1977)

[10] Ensayo incluido en Contra la razón destructiva,


Tusquets, Barcelona 1979.

[11] En torno a la misma época el ex teórico del MIL


(Movimiento Ibérico de Liberación) Santi Soler es-
cribía: “[…] todo aquello de los situs de que ‘Prole-
tario es quien carece de poder de decisión sobre su
vida y lo sabe’ que decía Debord, no es, pues, referir-
se a unas categorías sociales concretas […] sino nau-
fragar en el Maelstrom lukacsiano de la ‘conciencia
de clase’.”(Marxismo: señas de identidad, Ediciones
Libertarias, Madrid 1980, p. 71).

[12] Jean-Pierre Voyer, Une Enquête sur la nature et


les causes de la misère des gens, Champ Libre 1976,
pp. 111-113. O también, dicho de manera menos en-
revesada: ‘‘[…] Para ser una clase revolucionaria, el
proletariado tiene que unirse, pero ahora no puede
unirse más que destruyendo las condiciones de su
propia existencia como clase. La unión no es un me-
dio que haga más eficaz la lucha reivindicativa; al
contrario, no puede existir sino superando la lucha
reivindicativa; la unión tiene por contenido que los
proletarios dediquen todos sus esfuerzos a dejar de
serlo; es la impugnación por parte del proletariado
de su propia existencia como clase, la comunización
de las relaciones entre individuos. En tanto proleta-

505
JACQUES CAMATTE

rios, no encuentran en el capital, es decir, en sí mis-


mos, otra cosa que todas las divisiones del salariado
y del intercambio, y ninguna forma organizativa o
política puede superar esa división’’. (Roland Simon,
Unification du prolétariat et communisation, http://
meeting.communisation.net/archives/meeting-no-2/
les-textes-publies-6/article/unification-du-proleta-
riat-et )

[13] À propos de la dictature du prolétariat (1978)


(http://revueInvariance.pagesperso-orange.fr/dicta-
ture.html)

[14] Nuevo Movimiento, H. Simon, Échanges et


mouvement. Texto incluido en Apuntes sobre la au-
tonomía obrera, Ediciones Etcétera, Barcelona 1979,
pp. 3-6.

[15] En una nota de Les Aventures de la Marchandise


en la que critica el “acento, a veces obsesivo, puesto
por la izquierda radical en las cuestiones de organiza-
ción” y las vicisitudes de la definición de la burocra-
cia como clase explotadora y parásita, Anselm Jappe
señala muy acertadamente que “si bien exacta como
descripción, esta explicación habría podido apoyarse
mucho mejor en Robert Michels, en Wilfredo Pareto
o en Max Weber que en Marx”. (p. 181). Es más, Ja-
ppe evalúa en términos prácticamente “bordiguistas”
el “marxismo crítico” de las décadas de 1950 y 1960
(precursor directo del posoperaismo contemporáneo)
cuando subraya la “marcada tendencia” de esta co-

506
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

rriente “a reinterpretar la teoría de Marx a la luz de la


concepción burguesa de la democracia”, y añade que
“todas estas teorías tienen en común el no referirse
jamás a la crítica marxiana del valor y de la mercan-
cía, y menos aún les atribuyen un papel central”. (p.
25)

[16] “[…] si el antagonismo tiene algún significado,


en el corazón de la categoría [del valor] tiene que
existir un elemento de incertidumbre, de apertura.
Decir que las relaciones sociales son antagónicas
equivale a decir que se desarrollan a través de la lu-
cha, y que por tanto jamás pueden considerarse como
predeterminadas. Para entender al valor, por tanto,
debemos abrir por completo la categoría, entender
el valor como lucha, como una lucha de la que ine-
vitablemente formamos parte”. (J. Holloway, Crisis,
Fetishism, Class Composition, en Open Marxism,
p. 158). Uno de los rasgos distintivos de Postone y
del grupo Krisis es precisamente su negativa a reco-
nocer el carácter antagónico de dicho proceso, o al
menos que en ese carácter antagónico resida el resor-
te fundamental de su disolución, lo que conduce, si
no a negar todo carácter emancipador a la lucha de
clases, al menos a atribuirle una propensión fatal a
engendrar los chivos expiatorios necesarios para la
reproducción del sistema. Para Camatte, en cambio,
esta tendencia no surge de la lucha de clases per se,
sino de la lógica rackettista-gangsteril que tiende a
imponerse en toda “organización” constituida en la
sociedad existente, lo que, en el plano político, por

507
JACQUES CAMATTE

ejemplo, desemboca en un continuo proceso de “de-


puración de responsabilidades” (“civilizado” unas
veces y sangriento otras) como forma ficticia de re-
solver contradicciones insolubles.

[17] Acerca de las diversas funciones desempeñadas


por la teoría de la crisis en el movimiento obrero de
los siglos XIX y XX, véase el artículo de G. Marramao
Teoría del derrumbe y capitalismo organizado en las
discusiones del “extremismo histórico”, en ¿Derrumbe
del capitalismo o sujeto revolucionario? Ed. Cuader-
nos de Pasado y Presente nº 78, México 1978.

[18] “Que ‘las ideas dominantes de una época son las


ideas de la clase dominante’ no significa solamente que
esas ideas dominantes tienen la mayor difusión mate-
rial y son aceptadas por la mayoría de la gente; signi-
fica también que esas ideas tienden a ser admitidas -en
parte e inconscientemente- por los mismos individuos
que las combaten más violentamente.’’ (Cardan-Casto-
riadis, S. ou B. nº 27, Proletariado y organización)

[19](http://www.metamute.org/editorial/articles/wan-
dering-abstraction)

[20] Pier Aldo Rovati, La crítica del fetichismo en el


‘Fragmento sobre las máquinas’ de los Grundrisse, en
Progreso técnico y desarrollo capitalista, Ed. Cuader-
nos de Pasado y Presente nº 93, México 1982, pp. 209-
210.

PROCEDENCIA DE LOS TEXTOS

508
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

Violencia y domesticación: publicado en Invariance,


Año XIII, Serie III, Número 9, 1980. Traducido por
Comunización Ediciones.

Bordiga y la pasión del comunismo: publicado en In-


variance, Serie II, 1972, y posteriormente en Cahiers
mensuels Spartacus, Serie B, Número 58, 1974. Tra-
ducción del Colectivo Germinal.

Errancia de la humanidad ‘Conciencia represiva –


comunismo: publicado en Invariance, Año V, Serie
II, Número 3, 1973. Traducido por C. M., miembro
de Colectivo Germinal. Taducción a la que se le hi-
cieron unas ligeras modificaciones por parte de la
Editorial Hybris.

Errancia de la humanidad: ¿Decadencia del Modo de


Producción Capitalista o decadencia de la humani-
dad?’ , fue traducida íntegramente por l@s compa-
ñer@s de Editorial Hybris

Contra la domesticación: publicado en Invariance,


Año VI, Serie II, Número 3, 1973. Traducción de
Colectivo Germinal.

Es necesario salir de este mundo: publicado original-


mente en la revista Invariance (Serie II, 1974 bajo el
título “Ce monde qui’l faut quitter”. Traducción de
Anarquía y Comunismo.

509
JACQUES CAMATTE

Transición: escrito junto con Gianni Collu. Publica-


do en Invariance, Año 2, Serie I, número 8, 1969.
Traducción de Federico Corriente.

Sobre la organización: escrito junto con Gianni Co-


llu. Publicado en Invariance, Año 5, Serie II, Número
2. Traducción de Carlos Lagos y Jorge Budrovich.

La mistificación democrática: publicado en Invarian-


ce, Año 2, Serie I, Número 6, 1969. Traducción del
Grupo Comunista Internacionalista.

Origen y función de la forma partido: este ensayo


apareció por primera vez en italiano en la revista Il
programma comunista, en 1961. Volvió a ser publi-
cado en francés en la revista Invariance, Año VII, Se-
rie II, número especial de enero de 1974, junto con
un posfacio de ese mismo año. Traducido al castella-
no por el Colectivo Germinal [1]
Mayo-Junio de 1968: el descubrimiento”, publica-
do originalmente en la revista Invariance (Serie III,
1977) bajo el título “Mai-June: le devoilement”. Tra-
ducción de Anarquía y Comunismo.

510
CONTRA LA DOMESTICACIÓN

PRÓLOGO: EDICIÓN MEXICANA......................................................6

PRÓLOGO: EL CAPITAL COMO


COMUNIDAD Y SUS DESCONTENTOS...........................................19

SOBRE ESTA EDICIÓN..................................................................... 25

VIOLENCIA Y DOMESTICACIÓN.......................................................31

BORDIGA Y LA PASIÓN
DEL COMUNISMO..............................................................................71

ERRANCIA DE LA HUMANIDAD I: ................................................122

ERRANCIA DE LA HUMANIDAD II:...............................................184

CONTRA LA DOMESTICACIÓN.......................................................207

ES NECESARIO SALIR DE ESTE MUNDO.....................................267

TRANSICIÓN......................................................................................321

LA MISTIFICACIÓN DEMOCRÁTICA.............................................359

ORIGEN Y FUNCIÓN DE LA FORMA PARTIDO...........................380

MAYO-JUNIO DE 1968: EL DESCUBRIMIENTO...........................460

JACQUES CAMATTE Y EL ESLABÓN


PERDIDO DE LA CRÍTICA SOCIAL
CONTEMPORÁNEA..........................................................................475

511
JACQUES CAMATTE

6
19

25

31

71

122

184
207
267
321
359
380
460

475

512

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