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Año: 2012
A- ¿QUÉ ES LA PSICOPATOLOGÍA?
La palabra “psicopatología” proviene del término “patología” (del griego πάθος, patos,
“afección, dolencia, enfermedad” 1 y λόγος, logos, estudio, tratado) es la parte de la
medicina que estudia las enfermedades.
Desde un punto de vista médico, enfermedad (del latín infirmitas, que proviene de
infirmus, débil, no firme, firmus) es la alteración más o menos grave de la salud, un estado
de perturbación, trastorno o desviación de una o varias partes del organismo o de su
funcionamiento.
La psicopatología (del griego psyché, alma, patos, enfermedad, y logos, tratado o estudio),
es la parte de la psicología que estudia los fenómenos psicológicos que presentan
características patológicas.
1
El Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana de Corominas hace referencia al latín pati,
“sufrir, soportar, padecer”, de donde derivarían palabras como paciente (el que padece una enfermedad),
compasión (padecer con), etc.
¿Cuál es el objeto de la psicopatología? Esta disciplina estudia fundamentalmente:
A pesar de poder ser considerada como parte de la psicología, la disciplina que quizás más
ha contribuido al desarrollo de la psicopatología en los hechos ha sido la psiquiatría, que
es la parte de la medicina que se ocupa de las enfermedades mentales. La medicina es una
disciplina práctica, que se interesa fundamentalmente en el tratamiento de las
enfermedades; es “el arte de curar”. Para ello se vale de diversas ciencias (biología,
química, genética, etc.). La psiquiatría es la disciplina médica que intenta curar las
enfermedades que afectan la mente (esquizofrenia, paranoia, manía, etc.), utilizando los
aportes de diferentes disciplinas (neurología, genética, biología molecular), ocupando
entre ellas un lugar muy destacado la psicopatología.
Mondzain, en su artículo del Diccionario de Psiquiatría de Porot, nos dice lo siguiente: “La
psicopatología, etimológicamente ‘estudio de las dolencias del alma’, puede definirse
como una ciencia que toma su objeto de la Psiquiatría, y su espíritu, de la Psicología…
asume la misión de elaborar la observación psiquiátrica en teoría del conocimiento del
hecho psiquiátrico”.
En nuestro medio, José Rafael Paz nos brinda la siguiente aproximación: “La
psicopatología se constituye a partir de un campo: el de la relación humana en cuanto se
torna problemática. Es una disciplina teórica; su objetivo es construir sistemas
conceptuales que den razón en un ámbito específico de coherencia fenoménica: las
conductas anómalas… ¿Cuál es el universo natural de la psicopatología? Queda de hecho
limitado por los comportamientos anormales, definidos sobre la base de un criterio
‘social’, primario, de diferenciación, que toma como marco implícito de referencia un área
consensual de conductas medias y esperadas”3.
2
LORENZINI (1964), pág. 2.
3
PAZ (1973), pág. 15.
4
Karl Jaspers (1883-1969), eminente psiquiatra y filósofo existencial alemán, autor del clásico tratado
Psicopatología General (1913), donde utiliza el método fenomenológico para analizar las categorías
psicopatológicas.
5
JASPERS (1975), pág. 15.
Dice Paz: “(La psicopatología) es una disciplina teórica; su objetivo es construir sistemas
conceptuales… La clínica psiquiátrica, basada en las elaboraciones teóricas, en el contacto
con los pacientes y en un arsenal empírico transmitido frecuentemente ´de persona a
persona´, tiende a la modificación (curación de las anomalías psicológicas). Existe por lo
tanto una relación de complementariedad pero las diferencias son evidentes.
Esencialmente, la psicopatología recurre al plano empírico para verificar teorías. La
psiquiatría para curar anomalías” (op.cit., pág. 15).
- la psicopatología es una disciplina científica de tipo teórico (lo cual no quiere decir
que no puedan desprenderse de ella inferencias prácticas);
- es una parte de la psicología;
- estudia los temas que estudia esta última ciencia (la conducta, la personalidad) en
sus aspectos problemáticos, trastornados, perturbados, anormales, disfuncionales;
- en su desarrollo ha recibido el influjo de muchas ciencias y corrientes teóricas
(psiquiatría, neurología, sociología, antropología, filosofía, etc.);
La psicopatología comprende diversas partes que estudian los problemas referidos a los
trastornos mentales:
- la medicina general, sobre todo la psiquiatría, que en el siglo XIX fue estructurada
sobre el modelo de la medicina natural. Las investigaciones se centraban en: a) la
descripción clínica, minuciosa, de la sintomatología y el curso de la enfermedad
mental, y b) en la “caza” de lesiones orgánicas que explicaran las “enfermedades”
mentales. En otras palabras, la psicopatología era la descripción minuciosa y exacta
de los cuadros nosológicos, y se pretendía encontrar el origen del trastorno en
algún problema neurológico. La psicopatología era más bien una “neuropatología”.
El aspecto humano, psicológico, era casi totalmente dejado de lado. Lo que no se
comprendía era explicado por medio de conceptos tales como la “herencia” o la
“degeneración”. El método era anátomoclínico. Si bien esta concepción conserva
todo su valor en ciertas afecciones mentales cuyo origen es claramente somático
(encefalitis, demencias, etc.), y significó un avance con respecto a la concepción
mágico-religiosa- filosófica que hasta entonces había imperado en la
psicopatología, también es cierto que exageró el papel de la enfermedad somática
en las perturbaciones psicológicas, que llevó a querer explicarlo todo por
conceptos oscuros y pesimistas como los de “degeneración” y a una búsqueda sin
sentido de lesiones del sistema nervioso dejando de lado el aspecto humano y
dinámico del hecho psicopatológico (Cf. más adelante: nota sobre el modelo
médico).
- La psicología tradicional influyó más o menos en la misma época, aunque tuvo
consecuencias menos fructíferas de las que se habrían esperado. Volcada hacia los
fenómenos de conciencia, cultivaba el análisis reflexivo e intelectualista. El espíritu
era separado del cuerpo y dividido en facultades mentales bien ordenadas. Poco
extrajo la psicopatología de ella, salvo quizás la sistematización de los datos y el
uso de la introspección, el método entonces en boga, que tiene sus ventajas
precisas siempre que se lo tome en un sentido no excluyente y con un claro
conocimiento de sus límites.
- El behaviourismo o conductismo, a partir de Watson, fundamenta toda la
psicología en la adquisición por el aprendizaje de hábitos perniciosos aprendidos
por condicionamiento. Las corrientes objetivas acercaron a la psicopatología a la
experimentación científica y rigurosamente objetiva, pero también dejan de lado la
dramática humana al reducir el psiquismo a un funcionamiento mecánico privado
de subjetividad.
- El psicoanálisis revoluciona la psicopatología al introducir nociones tan
importantes como el sentido de toda la conducta, el inconsciente, el papel de los
conflictos y las defensas, el rol de la historia del sujeto en la determinación de su
enfermedad. Abarca en su comprensión tanto al hombre sano como al enfermo, a
la sociedad tanto como al individuo, supliendo las carencias de los enfoques
biologistas y conductistas. Sin embargo, al mismo tiempo que desde muchos
lugares se ha cuestionado su validez científica, por otro lado se le reprocha el
subestimar la importancia de lo descriptivo y lo clínico, con un sobreénfasis de lo
oculto y lo inconsciente.
- La llamada medicina psicosomática también ha influido sobre la psicopatología al
acentuar la profunda unidad entre mente y cuerpo, psique y soma.
- La fenomenología, a veces teñida de existencialismo y posturas filosóficas afines,
ha permitido apreciar hasta qué punto es importante la vivencia del paciente en la
determinación y manifestación de su enfermedad. La fenomenología es un
movimiento filosófico-epistemológico que pone el acento en la conciencia, en lo
que aparece (phenomenom = lo que aparece) y que propone el retorno al
pensamiento natural e ingenuo. Desde este enfoque, en la psicopatología se
trataria de comprender y describir –y no “explicar”- las vivencias conscientes de un
individuo: cómo él percibe su situación. Fue Jaspers uno de los pioneros de la
aplicación de la fenomenología a la psicopatología, sobre todo en su magnífica y
clásica obra “Psicopatología General”, ya mencionada, cuya primera edición fue
publicada en 1913.
Este modelo tuvo su apogeo en la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX, cuando
la psiquiatría y la neurología parecieron dar respuesta a la mayoría de los problemas
planteados por los trastornos mentales. El esfuerzo de los clásicos como Pinel, Esquirol,
Griesinger, Morel, Magnan, Kraepelin y de Clérambault, entre muchos otros, se dirigió
fundamentalmente a la elaboración de esquemas clasificatorios y a la profundización de
una semiología que se hizo cada vez más fina y precisa. En una época en que el médico
general debía aguzar sus sentidos (sin el auxilio de los modernos métodos de exploración
física de los que dispone el clínico actual) para efectuar un diagnóstico, y sin muchas
herramientas terapéuticas a su alcance, estos geniales psiquiatras de hospicio
desarrollaron una semiología cada vez más compleja, sutil y concisa, que es la base de la
actual.
Se han señalado muchas limitaciones de este enfoque médico de los problemas mentales
y se le han dirigido numerosas críticas que no reseñaremos aquí. Solo señalaremos -con
Saurí6- que se queda en el plano de la Mirada, de lo descriptivo, dejando de lado el de la
Escucha, de la palabra, que hace a la significación vivida, a los vínculos inconscientes, a la
dramática de la existencia humana.
6
SAURÍ, J. (1982), pp.11ss.
- La normalidad ideal o utópica. Dada una perspectiva ideal, es normal lo que se
acerca a ella. Por ejemplo, si “normal” es un ser humano autorrealizado, con un
funcionamiento biopsicosocial óptimo, totalmente integrado, flexible, creativo,
maduro, equilibrado, etc., lo anormal será lo que se aleje de este ideal. Desde este
punto de vista, quizás la mayoría de los seres humanos son anormales. Algún autor
decía, refiriéndose a esta forma de concebir la normalidad, que “el hombre normal
es una persona no sólo admirable sino también raramente existente”. Esta
acepción presenta la grave dificultad de que se basa en criterios ideales cuya
formulación depende de criterios subjetivos que pueden no estar consensuados
totalmente.
- La normalidad subjetiva. Es la forma en cómo un sujeto evalúa su propio estado de
salud, si “se siente normal”. Obviamente se trata de una forma muy impregnada
de subjetividad, y más aún tratándose de patologías mentales; en efecto, aquellos
afectados de trastornos más graves (por ejemplo, psicóticos) no se sienten
enfermos ni anormales (decimos que “no tienen conciencia de enfermedad”).
La enfermedad puede ser considerada una anormalidad, si entendemos por tal aquello
que se desvía del funcionamiento que suponemos “normal” en un organismo o sujeto en
relación a su supuesto funcionamiento “óptimo”. Pero acá deberíamos distinguir dos usos
diferentes de la palabra “anomalía”:
a) La anormalidad puede ser una simple desviación cuantitativa de una variable que
se distribuye en una curva normal, y que se considera patológica únicamente
cuando produce sufrimiento, discapacidad o algún otro tipo de perjuicio. Por
ejemplo, la inteligencia, que depende en gran parte de factores genéticos, se
distribuye normalmente. Esto significa que la mayor parte de la población tendrá
una inteligencia promedio, cercana a la media (si lo medimos en términos de CI,
puntajes entre 90 y 110 aproximadamente). Sectores más pequeños de la
población tendrán un CI superior a éste (más de 110) y otros inferiores. Una
persona superdotada será, desde este punto de vista un anormal (desde el punto
de vista estadístico), al igual que una persona que tenga, p.ej., un CI de 75.
¿Significa esta anormalidad que estamos frente a una enfermedad? En el caso del
superdotado, nadie lo afirmaría; se trata de una anomalía, pero no de una
patología. En el caso del menos dotado, tampoco podemos afirmarlo:
simplemente, la persona cae en un rango inferior en relación a la distribución
estadística del rasgo “inteligencia”. Son anomalías, pero no necesariamente
“enfermedades”.
b) La anomalía puede indicar la acción de una causa patológica en sí, en cuyo caso
siempre se trata de algo mórbido. Es el caso, por ejemplo, de que una infección
intrauterina afecte para siempre el desarrollo del cerebro de un feto, o la aparición
de una enfermedad degenerativa como el mal de Alzheimer. Los “procesos” que
veremos más adelante son anomalías sólo en este sentido.
Salud y enfermedad
También es muy difícil definir lo que es “sano” desde el punto de vista mental, ya que hay
múltiples criterios en cuanto a su determinación. Por ejemplo, para la OMS «La salud es
un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de
afecciones o enfermedades». Para Freud la salud mental era poder “amar y trabajar”: un
individuo es sano cuando puede realizar plenamente estas capacidades.
C- MÉTODOS DE LA PSICOPATOLOGÍA
7
Cf. Vallejo (2011), pág. 19.
El método básico, como en toda ciencia, es el de la observación, sobre todo externa
(extrospección) pero también interna (introspección): les debemos mucho a las
descripciones autobiográficas de personas que han estado enfermas mentalmente y que
han podido relatar sus experiencias.
Los tests son, como dice Pichot, situaciones mentales estandarizadas que sirven de
estímulo a un comportamiento. Participan de los métodos experimental y psicométrico y
pueden dar valiosas indicaciones auxiliares tanto en la investigación como en el
psicodiagnóstico (sobre todo en el diagnóstico diferencial) y en la psicoterapia (evaluación
objetiva de los progresos o regresos de los pacientes).
En los desarrollos el curso clínico es gradual y tiene una continuidad con la historia previa
del sujeto, cuya biografía no registra un corte brusco desde el cual podría señalarse el
comienzo de una enfermedad. Si hay una perturbación más marcada, lo es por
exacerbación de una forma de ser que el individuo tuvo "desde siempre".
Los síntomas de los desarrollos son comprensibles, en el sentido que las vivencias que los
caracterizan no son fenómenos totalmente extraños, sino que todo ser humano, en
principio, los ha experimentado en algún momento de su vida (miedo, angustia,
depresión, por ejemplo), aunque la intensidad de los mismos pueda ser distinta. Por otro
lado, hay un "encadenamiento lógico" de las vivencias que puede llegar a hacernos
entender que de tales premisas pueda llegarse a tal producto patológico; así, por ejemplo,
la búsqueda del orden de un obsesivo puede entenderse por su necesidad exacerbada de
control; o la aparatosidad teatral del histérico por el deseo de ser el centro de atención.
Ejemplos de desarrollos serían las neurosis, las caracteropatías, las psicopatías, las
paranoias (estas últimas una de las pocas psicosis ubicables entre los desarrollos, según
algunos autores), las reacciones anormales, las oligofrenias.
Los procesos son cortes bruscos en la biografía de un sujeto. Algo ocurre que la
continuidad de la vida psíquica se interrumpe; después de la emergencia del trastorno, el
sujeto ya no es "el mismo" que antes.
Algunos trastornos que pueden calificarse de procesos son las esquizofrenias, las psicosis
maníacodepresivas, demencias, psicosis orgánicas (exógenas), etc.
BIBLIOGRAFÍA
- COROMINAS, J., Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, 3ª ed., 11ª
reimpresión, Madrid, Gredos, 2003.
- DELAY, J., y PICHOT, P., Manual de Psicología, Barcelona, Toray-Masson, 2ª ed.,
1969.
- JASPERS, K., Psicopatología General, 4ª ed., Bs. As., Beta Editorial, 1975.
- LORENZINI, G., Psicopatología y Educación, Barcelona, Labor, 1964.
- PAZ, J.R., Psicopatología – Sus Fundamentos Dinámicos, Buenos Aires, Nueva
Visión, 1973.
- POROT, A., Diccionario de Psiquiatría, Barcelona, Labor, 1962.
- SAURÍ, J. Lecturas de la psicopatología, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1982.
- VALLEJO RUILOBA, J. (director), et al., Introducción a la Psicopatología y la
Psiquiatría, 7ª ed., Barcelona, Elsevier Masson, 2011.