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En el caso de EE.UU., una vez asentada su hegemonía tras la segunda guerra mundial,
ésta fue disputada por la otra gran potencia mundial del momento, la Unión Soviética. Dentro
de la teoría del sistema-mundo, otras potencias anteriores, como Holanda, España o
Inglaterra, también vieron disputadas su hegemonía hasta que, en un momento histórico
determinado alguno de los candidatos a nueva potencia hegemónica reemplazaba a la
potencia declinante anterior. Este fue el caso de Gran Bretaña respecto a Holanda o de EE.UU.
respecto a Gran Bretaña.
La última disputa que tuvo lugar, entre EE.UU. y la Unión Soviética, rompía un poco el
esquema de la teoría del sistema-mundo, pues el enfrentamiento superaba el objetivo de un
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Licenciado y Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la UNED. Se pueden consultar otros
artículos y libros del autor en el blog : http://miradacrtica.blogspot.com/
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simple reemplazamiento de potencia hegemónica dentro de un mismo modo de producción
para situarse en un combate entre modos de producción diferentes. Sin entrar ahora a
discutir si el de la Unión Soviética correspondía a un modo de producción socialista, lo cierto
es que tampoco era capitalista (libre mercado, propiedad privada de los medios de
producción, etc.). En esa época, desde el campo comunista se señalaba que, inevitablemente,
la historia condenaba al fracaso al capitalismo y la derrota de EE.UU. estaba, por tanto,
establecida por la historia. No fue así, pero constituyó un dogma de fe en el campo comunista
hoy desaparecido.
Desde otro punto de vista, las disputas anteriores por el mantenimiento o reemplazo
de la potencia hegemónica adquirieron un carácter de guerras inter-imperialistas en las que
los distintos países luchaban por extender su poder mediante la conquista de territorios extra-
occidentales primero y, después, también de mercados. Esas guerras inter-imperialistas
alcanzaron su cénit en el largo período de guerras mundiales que se extendieron entre 1914-
1945.
En medio de esa pugna durante la guerra fría apareció otro bloque que ensayó
mantenerse al margen de ambas potencias con una política independiente, fue lo que se
conoció como Movimiento de Países no Alineados que, durante una época, tuvieron una
cierta influencia en la escena internacional.
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económico con la adopción de una gran parte de los mecanismos de funcionamiento del
capitalismo, aunque sin terminar de homologarse a él completamente. No es que no se
hubiesen dado otros éxitos de desarrollo capitalistas desde Estados dictatoriales, como
ocurrió en otras partes de Asia, al menos durante un tiempo, los tigres asiáticos o Japón, pero
lo característico de China son dos elementos que no estaban presentes en los otros casos, el
primero es que el Estado chino seguía controlado férreamente por un, al menos
nominalmente, partido comunista, el segundo es el enorme tamaño de China.
Trump ganó la presidencia con un discurso que, en relaciones exteriores, parecía que
iba a guiarse por dos objetivos, renegociar todos los acuerdos y alianzas económicas, y tender
al aislamiento apartando a EE.UU. de intervenciones en otras partes del mundo. El primer
objetivo se mantuvo, concretándose las amenazas en el rechazo al acuerdo con los países del
Pacífico, la renegociación del acuerdo con Canadá y México, y la guerra de aranceles con
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Europa, China y otras partes del mundo. Esto apunta a una cierta desglobalización, al menos
en el sentido multilateral que se había desplegado hasta ahora. El segundo objetivo fue un
espejismo, crecientemente la administración Trump fue extendiendo de nuevo las tendencias
intervencionistas norteamericanas, tendencias que se agudizaron con la recuperación para el
gobierno de antiguos neocons de la era Bush. La ruptura del acuerdo nuclear con Irán o las
amenazas a Venezuela han sido dos de las expresiones más claras de esta tendencia.
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EE.UU. y el resto de los países occidentales siempre han denunciado al gobierno chino,
en el aspecto económico, porque interfería continuamente en el desarrollo del libre mercado,
pero resulta que en este enfrentamiento con China la administración Trump está actuando
exactamente como el gobierno chino, poniendo a sus empresas nacionales al servicio de la
lucha por mantener su hegemonía mundial.
Para terminar es necesario señalar que las supuestas debilidades que se habían
señalado sobre EE.UU., su tendencia al declive, no se están confirmando en la práctica, por el
contrario, podemos interpretar la victoria de Trump como una oportunidad utilizada por el
establishment norteamericano para consolidar su papel de potencia hegemónica y quebrar el
desafío lanzado por el ascenso a potencia de China.