Vous êtes sur la page 1sur 91

Síofltfxoin 3»

NUEVA CREACION

Í!lkB(áiWO%te
Cuando Mira 1 909 y 1910 llegaron a América Calina los primeros
del penteaostalismo, lejos estaban de suponer aquellas improvisa¬
das misioneras la magnitud que alcanzaría en pocas d eradas el movimiento
al que daban erigen. No existen cifras confiables sobre lo 'pobloácn pente-
coslnl' del continente, pero hasta decir que la Iglesia Evangélica saris hoy
uno minoría imperceptible sí na fuera por la presentía pen te costal.
No es posible entender al pontéeoste! i smo latinoamericano sin tener en
daré los to ratter isf ¡tas da su origen. Donald Dayton se atupo de esto
Inreo, y lo hate con meticulosidad admirable. Por rozones obvias, en su
investigarían na están presentes Latinoamérica ni to historic] actual del
movimiento penteceslal. Dayton ir abaja en la que sería la prehistoria del
pentecostalismo latinoamericano. Sin embargo, el lector descubrirá que
mucho de lo ocurrido en el pentecostulisma de América Latina sólo es
comprensible a partir de aquellas rakes teológicas que aquí se analizan y
que pueden sintetiza rae en túnica afirmaciones crista lógicas: Jesucristo
salva, sana, bautiza ron el Espíritu Santo y viene otra vez. El aporte de
Dayton en esta abra nos permite (ampielar el tundra que hasta ahora
habían pintada a medias los historiadores y sociólogos del pontéeosla lísmo.

DOMALO W DAYTON, reconocido a nivel mundiol tomo une de las


estudiosos más destacadas del pentecaslalisma, es outer de varios libros y
enseño en el Northern Baptist Theological Seminary de Chicago, Estadas
Unidas. NORBERTO SARACCü, pastor pentecosial orgertlina, es Direc¬
tor para América Latino de la Facultad Latinoamaritona de Estudios Teo¬
lógicas (FLET). Ambos san miembros de lo Fraternidad Teológica
Latinoamericana.

ihvUl B. El- k DMCO,


AN £
I11 X\» PUBLISHING
• (Trwmí Rapid!fCamktiilge

ISSN D-áDÿa-tnai-T
NUEVA CREACION

BUENOS AIRES
Gfi AND RAPIDS 9 78ÜS0Z 8D92tó
RAICES TEOLOGICAS
DEL PENTECOSTALISMO

por

Donald W. Dayton

Prefacio de Norberto Saracco

1991
MUEVA CREACION
BUENOS AIRES —Y GRAND RAPIDS
WILLIAM B. EERDMANS PUBLISHING COMPANY
Contenido
........... „ . , , ..
Prólogo a la edición castellana ** vü
Copyright © 1991 Nueva Creación
filial de WHL B. Eerdmans Publishing Co.
....
Prólogo . jdii

255 Jefferson Ave. S.E., Gruid Rapids, Mich. 49503 I. Hacia un análisis teológico del pentecostalismo . 3

Nueva Creación. JOSé Mármol 1734-06Q2)Roritfa II. Las raíces metodistas del pentecostalismo 17
Buenos Aires, Argentina
III. El aviva mi entonoLcamcricano
Título de la obra en inglés: de la perfección cristiana 37
Theological Roots of PcnteCostalism.
IV. El triunfo de la doctrina del bautismo
Copyright C 1987 The Scarecrow Press, Inc.
52 Liberty SC Boa 4167, Metuchcn, NJ, 08840 pcntccoslal del Espíritu Santo 55

Traducción de Elsa R. de Powell


V. El surgimiento del movimiento de sanidad divina 77

Todos los derechos reservadas


VI. El surgimiento del premilenarismo ... 99
All rights reserved EPILOGO. El surgimiento del pentecostalismo 123
Impreso en los Estados Unidos
Primed in the United States of America Notas ... 129
Reprinted 1996 Indice de personas 157
EX LIERIS ELTROFICAL Indice de temas .. 160
Libran1 of Congress Cataloging-In-Publication Data Indice biblico . , .. 163
Dayton, Donald W.
[Theological nots of Pentecostalism- Spanish]
Raíces teológicas del pentecostalismo / por Donald W Dayton;
prefacio de Noiterto Saraoco; [traducción de Elsa R. de Powell],
P GUI.
Translation of: Theological roots of Pentecostalcm.
Includes bibliographical references and indexes.

1. Pentecostalism

ISBN 0-8028-0921-9
History of doctrines. L Title.


270.8'2 dc2Q
BKI644.D3918 1991
91-9415
CIP
Himnos de Gloria
1 El Aposento Alto Prólogo a la edición
S. W.CtiflJH
Oirt Trme AHWT
Actos 2: <. CHíHII O.TILLMAH
castellana
4-
Mi * —I— '< /ÿuando entre 1909 y 1910 llegaron a América Latina los primeros tes*
I '‘-'•'timonios del pentecostalismo, lejos estaban de suponer aquellos im¬
- - --
1. En un a po-sen to al to, Coa a - ni ni -me itt vor,
2- Con n-IraciMlo de lot de loa De»-ccti-díó la gran rá hid;
- - provisados misioneros la magnitud que alcanzaría en pocas décadas el
movimiento al que daban origen. No contamos con cifras confiables so¬
- -
3. E* - te gran pa - der en ti guo E» del fiel ce -lea- te don;
bre la «población pentecostal» del continente, pero basta decir que la
-
4. Pió* e* - ti rr* ti * tu yen- do Es te gran Peb-tc eos tés,
t9-
- - - Iglesia Evangélica sería boy una minoría imperceptible si no fuera por La
presencia pentecostal. Qué decir del futuro inmediato, cuando es eviden¬
i=F T te una creciente pentecostalizadón en la fe y práctica de los otros secto¬
res del protestantismo. He aquí el riesgo y desafío de los cuales los
> ,I mismos pentccostalcs no son conscientes.
Los orígenes del pentecostalismo en América Latina se remontan a La
i t actividad de misioneros independientes que llegaron a estas tierras para

-- - --- - --
Cien -to veis te tt - Jit-n - ban La -
me sa. del Se flor,
pro* compartir la «experiencia» del bautismo con el Espíritu Santo. No vinie¬
To do* fue - han ti - za do*
Pro me ti do* Jo* cre-yen- tes
- Con el San te Es-pí ri tu.
De bu -miU de co-ta-jín.
ron enviados como paite de una estrategia misionera denominacional,
sino respondiendo a una inquietud personal o llamado divino (según sus
- - -
V el Es pí ri tu sus do - oes -
Nos re par - le o tra - propias explicaciones) originado en el momento de haber recibido el
* bautismo dd Espíritu Santo. Esta experiencia carisurálica era tan impor¬
T tante para ellos que formaba parte del mensaje salvtfico. Por ello, su ac¬
tividad inicial estuvo dirigida tanto a no creyentes (entiéndase católicos),
Coso
J _s como a miembros de las distintas denominaciones protestantes.
En otros casos, como en Chile, la iglesia pentecostal no nadó por la
prédica de algún misionero, sino por la búsqueda, de paite de ciertos
Dio* man- da tu grao po- der, Dio* man-da tn gran pe- der , líderes, de la vivencia pentecostal que irrumpía en otras latitudes.
£ #ÿ Más allá de las peculiaridades que podemos encontrar en la historia
*. e. de cada país, hubo un denominador común: la experiencia dd bautismo
con Espíritu Santo como algo separado de toda otra obra de gracia y per¬
fectamente identificablc a través de señales externas como la glosolalia.
Este fenómeno con antecedentes cercanos en el siglo XIX, como bien nos
muestra Dayton, se esparció como reguero de pólvora por Estados Uni¬
dos y el centro y norte de Europa en la primera década de este siglo. Des¬
Dios man -da tn gran po - der, A en - da «> - ra - ato, de allí llegó a América Latina.
Es imposible entender al pentecostalismo Latinoamericano sin tener
en claro las características de su origen. Entre ellas se destacan dos:
v-r

vii
RAICES TEOLOGICAS DEI,. PENTECOSTALJSMO PROLOGO A LA EDICION CASTELLANA

1. 0 valor de lo personal e individua] por encima de lo estructural o (liturgia, pertenencia de dase, capacidad moviliza dora, mensaje escapis¬
denominación al. ts, comunidad de refugio, etc.), podrían aplicarse a otros grupos religio¬
2. El valor de la experiencia espiritual por encima de la articulación sos y sólo revelan ciertas facetas de la realidad.
teológica. Ambos factores se hallan tan íntimamente relacionados entre Donald Dayton nos propone aquí un acercamiento distinto al fenóme¬
sí que se podría hablar de una relación de tipo circular. Es decir, uno es no pcntecostal: discernir las raíces teológicas que le dieron origen. Por
a la vez causa y efecto del otro.1a experiencia legitima el rol de quien la razones obvias, en su investigación no están presentes Latinoamérica ni
vive, mientras que por ello se constituye en el receptor de nuevas expe¬ la historia contemporánea del movimiento pcntecostal. Dayton trabaja
riencias. La autoridad deviene de algo que está más allá de toda estruc¬ en lo que sería la pre-historia del pcntecostalismo latinoamericano. Una
tura y por lo tanto la fidelidad está dirigida a la fuente de autoridad y no aproximación superficial a su investigación podría llevarnos a preguntar:
a las mediaciones humanas de ella. Los pioneros pentecostales que lle¬ ¿Qué tiene que ver esto con nosotros? ¿No es, acaso, diferente el pentc-
garon a América Latina respondían a una misión personal arraigada en costalismo norteamericano y europeo que el Latinoamericano? ¿No de¬
una experiencia espiritual. Por ello no plantaron una denominación, si¬ viene esa diferencia de los modos de inserción en contextos distintos? Si
no grupos aislados unos de Jos otros, identificados con sus fundadores, miramos atentamente descubriremos que mucho de lo ocurrido en el
con trasfondos denominación ales, gobiernos eclesiásticos y teologías dis¬ pcntecostalismo de América Latina sólo es comprensible a partir de
tintas, que tenían en común una misma experiencia espiritual. aquellas raíces teológicas.
En realidad, en los países de origen el pentecostaliamo naciente com¬ El trabajo de Dayton tiene la virtud de sintetizar en cuatro afirmacio¬
partía la misma confusa variedad- Pero en ellos el proceso de estructu¬ nes cristológicas las raíces teológicas comunes a toda Iglesia que se lla¬
ración tire más rápido. Surgieron entonces las grandes denominaciones ma pcntecostal: Jesucristo como salvador, bautaador con el Espíritu
pentecostales, con tas cuales Jas pequeñas iglesias de América Latina tra¬ Santo, sanador y rey que vendrá otra vez. Más allá de los matices propios
taron de vincularse. En algunos casos la iniciativa partió desde Estados de cada contexto o de los énfasis peculiares, siempre siibyaccn estos te¬
Unidos o Europa; en otros, desde las iglesias latinoamericanas. A las mas como un denominador común. Los pentecostales los llaman «el
unas las movía su pretensión hegemónica, a las otras la búsqueda de re¬ evangelio cuadrangular» o «el evangelio completo». Como bien muestra
conocimiento y estabilidad. Dayton, no son patrimonio exclusivo de los pentecostales ni han sido in¬
No fue sino hasta lines de la década de los cincuenta que el pcntccos- ventados por ellos, pero la manera de intcrrclacionarlos en su fe y prácti¬
talismo latinoamericano comenzó a tener una presencia significativa e ca, sí les pertenece. No son meras proclamaciones doctrinales sino
inició su etapa de crecimiento permanente. Ciertamente no fue casual experiencias de vida. La mayoría de los pentecostales no sabría siquiera
que esto coincidiera con la crisis de los gobiernos populistas y la forma¬ cómo explicarlas articuladamente pero sí darían testimonio de su vera¬
ción del proletariado urbano. Quizás por haber nacido entre negros y cidad a partir de sus vivencias personales. He aquí la clave hermenéuti¬
mujeres, o por haber llegado de la mano de inmigrantes, el pentccosta- ca del pentecostaliamo: Jesús salva, bautiza y sana porque me ha salvado,
iisnio echó raíces en medio de los desesperanzados y desposeídos. No bautizado y sanado a mí
fue una opción misionera artificial sino una simple realidad existencia!. Puestas a funcionar en el contexto de las masas desposeídas y necesi¬
No optaron por ser pobres: eran pobres. Desde esta condición de vida tadas de América Latina, estas doctrinas adquieren un valor particular.
millones encontraron un cambo para articular su fe y sus esperanzas. El evangelio es vivido en la radicalidad de su poder liberador y humaju-
¿Por qué en y a través del pcniecoslalismo? La respuesta es compleja,
zador. Los abordajes psicológicos y sociológicos al pcntecostalismo han
No desconocemos los intentos de explicación que se han esbozado, la desestimado o mal entendido tal dimensión. Por lo general se lo descri¬
mayoría de ellos desde una perspectiva sociológica o de la fenomeno¬ be como una «religión de escapismo» donde sus integrantes piensan más
logía de la experiencia religiosa. Sin embargo, tales acercamientos noson en el cielo que en los problemas concretos de la tierra. Hace algo más de
suficientes y la mayoría de ellos no logra entender la cuestión fundamen¬ vcblc años Christian Lalive d’Epinay lo llamó el «refugio o cielo (en su
tal ni responder la pregunta del porqué se ha dado este fenómeno masi¬ versión inglesa) de las masas». El error de tales interpretaciones radica
vo en el pentecostaliamo. Las causas que comúnmente se esgrimen en que no han sabido discernir el papel de protesta que tiene cierta him *

wit ix
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTI-COSTAI JSMO PROLOGO A LA EDICION CASTELLANA

nologfa y liturgia pentecostal. Una forma de subversión es negarles po¬ ¿amiento cabe perfectamente en una sociedad de opulencia y religiosa
der y autoridad a los dioses de este siglo. dad que necesita un justificativo teológico a su carrera desenfrenada por
De igual manera carece de importancia cuestionar la doctrina pente¬ la posesión de bienes materiales. Esto nos plantea, desde América Lati¬
costal de la sanidad divina a partir de negar la posibilidad del milagro, na, un doble problema. Por un lado, las iglesias y sus miembros tratan de
como lo hace cierta crítica liberal, o de aducir que tales manifestaciones reflejar un estilo de opulencia para demostrar que cuentan con la bendi¬
sobrenaturales quedaron confinadas a los primeros anos del cristianis¬ ción divina. Por otro lado, se acepta ingenuamente el correlato político-
mo, como lo hace derla teología conservadora. La negadón de lo suce¬ ideológico que sirve de sustento a este tipo de sociedad.
dido no lo anula; sólo lo deja sin explicar. Al igual que el ciego del El pentecostalismo latinoamericano está asumiendo, en su mayoría,
evangelio, la respuesta de un pentecostal será; «sólo sé que antes era cie¬ esta manera de ser. Ciertamente, como ya lo hemos dicho, no responde
go y ahora veo». Para un teólogo tal cxplicadón no es suficiente; para a una mera cuestión de imagen, sino a una radicalmente nueva concep¬
millones de latinoamericanos la sanidad divina ha sido y es la única po¬ ción de la fe y su eficacia. Plantea una forma de paraíso terrenal que apa¬
sibilidad de acceso a la salud. rece como un espejismo para millones que se debaten diariamente entre
Vemos, entonces, que las doctrinas cardinales del pentecostalismo se el hambre y la miseria. Las implicaciones son cclcsiológicas, teológicas y
encarnaron en las situaciones particulares del continente, confluyendo mistonológicas. Estamos asistiendo a la constitución de un pentccosta-
en esa síntesis única que es el movimiento pentecostal latinoamericano. lismo de clase media que deja la periferia de los pueblos y ocupa para
El aporte de Dayton, en este trabajo, nos permite completar el cuadro sus templos los mejores lugares de la ciudad. A diferencia de lo ocurri¬
que hasta ahora habían pintado a medias los historiadores y sociólogos. do en Estadas Unidos o Europa, este movimiento no acompaña al
Cabe preguntarnos si el pentecostalismo contemporáneo refleja las movimiento de la sociedad. En este caso, el nuevo pcntccostalismo repre¬
raíces teológicas y sociológicas que le dieron origen y han contribuido a senta un modelo de sociedad que está más allá de las posibilidades de su
su crecimiento. En un aspecto diríamos que sí, pues lo que hemos des- contexto. ¿Hasta dónde podrá distanciarse?
criplo hasta aquí continúa vigente. Al mismo tiempo, han emergido otras La predicación y el énfasis sobre la teología de la prosperidad, que
facetas que nada tienen que ver con su historia pero que determinan su acabamos de mencionar, han relegado a un segundo plano una de las
imagen actual. Continuando con el vocabulario botánico, no serían «raí¬ raíces fundamentales del pentecostalismo, el bautismo con el Espíritu
ces» sino «injertos», pero la savia de ambos ha producido un nuevo fru¬ Santo. Investigaciones recientes en iglesias pentecostales demuestran
to. Quizás la de mayor efecto sea aquella teología que ha vinculado las que menos de un 40% de sus miembros dice haber recibido el bautismo
bendiciones al progreso económico, identificando los valoresde la socie¬ con el Espíritu Santo con la evidencia de hablar en lenguas. A simple vis¬
dad de consumo con los del reino de Dios. Su punto de partida tiene que ta podría suponerse que no tiene por qué una cosa haber afectado a la
ver con la fe en un poder de Dios capaz de transformar cualquier situa¬ otra. Podría aducirse también, desde una perspectiva no pcntccostaf que
ción adversa, incluso la económica. La creencia en un Dios de poder al estamos asistiendo al desmoronamiento de una creencia equivocada. No
servicio del hombre no es nueva entre los pentecostales- Pero la manera es este el lugar para un debate teológico al respecten, pero nuestra hipóte¬
en que esto se ha desarrollado a partir de la década de los setenta en Es¬ sis es que se ha producido un cambio cualitativo que va de una espiritua¬
tados Unidos ha introducido elementos nuevos que entran en conflicto lidad individualista a una historicidad materialista de la experiencia
con la tradición pentecostal, aunque son aceptados acríticamcntc. Day- religiosa.
ton nos recuerda que la vertiente más importante del pentecostalismo También han sido afectadas, y por las mismas razones, las consecuen¬
está en los movimientos de santidad que se remontan al siglo XVIII y lle¬ cias prácticas de la escatología pentecostaL Dayton demuestra cómo la
gan a su máxima expresión en el xix. Una de las manifestaciones exter¬ creencia en la pronta venida prcmilc naria de Jesús era parte de las raíces
nas de la teología de la santidad era el estilo de vida austero. No obstante teológicas del pentecostalismo. Otros, como Anderson y FaupeL, a quie¬
ello, el pentecostalismo norteamericano, movido por las enseñanzas de nes el mismo Dayton cita, dirán que tal doctrina es parte integral del men¬
algunos de sus evangelistas más famosos, ha revertido esta tendencia y saje penteoostal. El sentido de urgencia que tal escatología supone ha
aceptado una relación causa-efecto entre bendición y riqueza. Tal pen¬ sido aceptado como una de las causas del crecimiento de la Iglesia Pcn-

x as'
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO

tecostaL Sin embarga, esta ha vanado en las últimas décadas. No ha ha¬


bido un cambio en el contenido de la doctrina, pero sí en su énfasis. Ya
no aparece como tema permanente ni es usada para presionar hacia la Prólogo
fe a los inconversos. Hoy el argumento pasa por lo que Dios hace aquí y
ahora por el ser humano. No se apela al paraíso futuro como alternativa
de la realidad adversa, sino a un presente paradisíaco. Es interesante no¬ T os estudiantes que tienen dificultades con lasfechas deacontecimien¬
tar la paradoja de que el movimiento religioso cristiano contemporáneo tos históricos suelen alegrarse cuando leen acerca del pentccos-
al que más se lo ha acvsado de escapista ha llegado a ser el más preocu¬ taltsmo en Norteamérica. Una forma de entender esta historia es
pado por lo terrenal, aunque camuflado en lenguaje y actitudes difíciles considerarla como un acontecimiento que «irrumpió» durante un servi¬
de desentrañar. cio de sanidad en Topeka, Kansas; ahí se escuchó a una tal señorita Ag¬
Las raíces de las que habla Dayton no son el producto de una serie de nes Ozman «hablar en otras lenguas», tal como lo hicieron los discípulos
afirmaciones teológicas elaboradas como un credo. No hay en el pente- de Jesús el primer día de Pentecostés cristiano. Este moderno aconteci¬
costalismo un origen teológico puntual y preciso. Por el contrario, nos miento tuvo Jugar la víspera de año nuevo, en 190Ü. El grupo que rodea¬
habla de caminos diversos, algunos de ellos transitados por más de un si¬ ba a la señorita Ozman y la escuchó hablar se volvió a reunir al día
glo, que confluyeron dando sostén y marco a una experiencia religiosa. siguiente, la primera mañana del flamante siglo XX. En estos términos,
Es importante, sin embargo, reconocer que el proceso no se detuvo la es fácil entender el pentecostalismo, precisamente como un fenómeno
noche de fin de año del 1900 en Topeka, Kansas. Siguió en lo que va del del siglo xx.
siglo XX enriqueciéndose y modificándose. En presencia de un movi¬ Desde la misma perspectiva, este libro trata acerca del siglo XIX, ya
miento tan dinámico como el pentecostalismo latinoamericano —o, pa¬ que allí se da la prehistoria del ahora conocido Movimiento Pentecostal
ra ser más exactos, los pentecostalismos latinoamericanos- podríamos que se extiende por todo el mundo cristiano y atrae tanta atención. Na¬
preguntarnos una vez más si sus rafees son las mismas que menciona Day- turalmente, toca al autor demostrar que este movimiento contemporáneo
ton. En parte sí, porque aquellas son también las nuestras, pero no to¬ es más complicado que si se tratara simplemente de ese asombroso re¬
das. El nos dirá en su conclusión que una cosa es el desarrollo histórico molino que agitó las hojas de la pequeña ciudad de Topeka, y del que
y otra las raíces que lo originan. Es cierto, pero no podríamos reconocer surgieron después otras maravillas. A Dayton le interesan las hojas —si
al pentecostalismo latinoamericano sólo a partir de Las raíces que Day- me está permitido usar esta metáfora- y también lo que está por detrás
ton muestra. ¿Qué de las vertientes litúrgicas autóctonas, Q del trasfon¬ de ellas, es decir, los árboles y las raíces. Nos muestra que hay muchas
do católico romano y su religiosidad popular, o de los ingredientes clases de arboledas, árboles y hojas, sin siquiera alejarse de los aconte¬
africanos en el Brasil? Tampoco podemos entender nuestros pentecos¬ cimientos ocurridos durante el cambio de siglo.
talismos sin saberlos ligados a aquellas teologías que Dayton desarrolla, Pero no sería justo ni apropiado decir que hasta ahora nadie ha nota¬
La obra de Dayton en las páginas que siguen no es un viaje en el túnel do ni la prehistoria ni la historia de este movimiento. Charles Edwin Jo¬
del tiempo. Es una invitación a conocer las corrientes que dieron origen nes publicó en 1974 una obra con 7,338 referencias, titulada Guide to the
a la denominación cristiana que más influencia tiene en este siglo. A pen- Study o}the Holiness Movement (Guía para el estudio del Movimiento de
t ecostales y no pentecostales debe hacernos reflexionar sobre las raíces la Santidad), y luego dejó otra pista en 1983, con su obra A Guide to the
que estamos preparando para la iglesia del mañana. Study of Peniecostalism (Guía para cl estudio del pentecostalismo). Aun¬
que allí agrega 9.S83 referencias, Dayton afirma que «estas bibliografías
Norberto Saracco no son, pqr supuesto, completas...» Esto sugiere, sin embargo, que el mo¬
Buenos Aires, agosto de 1990
vimiento es uno de los fenómenos más registrados y mejor preservados
dentro del cristianismo moderno.
¿Por qué, entonces, ha pasado tan inadvertido? Una opinión que
podría aventurarse es que la mayoría de los seres humanos, la mayoría

JtÜ JtJÜ
RAICESTEOLOGICAS DEL PENTECOSTALJSMO PROLOGO

de Los norteamericanos, Ja mayoría de Loa historiadores, y aim de Los his¬ Espíritu, o (como se verá con mayor claridad en las páginas siguientes)
toriadores de la religion norteamericana, jamás ha leído ni uno solo de antes de que ocurriera esta experiencia de la «lluvia tardía», no resultaría
estos miles de datos. Hasta hace poco, digamos una generación atrás, se pertinente, y restaría al carácter milagroso del derramamiento. Pero co¬
veía al pentccostalismo como un movimiento de analfabetos, «desequili¬ mo se ve claramente por la lectura de este libro, no les queda otra alterna¬
brados», «ignorantones», «taumaturgos», o «fanáticos bochincheros», tiva que aceptar que ya había llamas iniciales antes de que se extendiera
que estaban al margen de la cultura; quedarían allí, sin requerir ni tam¬ el fuego, y que ya habla Tafees antes de que se cosecharan los frutos. Por¬
poco dejar literatura de importancia. Todo eso ha cambiado. El pente- que Dayton posee tan vasta información y muestra tanto respeto, no
costalismo se ha extendido como agente de crecimiento cristiano en podrían haber elegido un historiador más a su favor, sin que por ello pier¬
Africa al sur del Sahara, crecimiento que podría convertirse en el foco da su actitud crítica.
más numeroso de esta generación, al menos en el cristianismo protestan¬ El pentecostal ahislórico terminará viéndose a sí mismo como otros
te. El pentccostalismo está en vigor dondequiera que el cristianismo cre¬ lo ven. Esto es, verá sus raíces como parte de la tradición wesleyana, ya
ce, En Norteamérica ha penetrado hacía el norte, a partir de sus enclaves que se nutre principalmente de la doctrina de la salvación de John Wes¬
¡nidales en el centro y eJ este de las regiones sureñas. Los bisnietos de ley, y de otros aspectos del movimiento de reforma nacido en suelo an¬
los fundadores sostienen programas multimillonarios de televisión y ca¬ glosajón. Por supuesto, no sou todos, ni cualquier wesleyano. Los que
sas editoriales, y son ahora figuras conocidas para los trece millones o tienen peso aparecen como parte de un momento y un contexto especí¬
más de televidentes que siguen Los programas de la «iglesia electrónica*. ficos, V aquellos que Dayton demuestra como determinantes tienen
Desde mediados de la década del sesenta no sólo han mejorado su ima¬ estampado uo sello de «norteamericano». También hace notar en el de¬
gen y apariencia, ai punto de que ya no son adecuadas las «teorías sobre sarrollo del tema su idea original de que entra en juego un derla tipo de
margin alidad» para explicar el fenómeno (como lo sugiere apropiada¬ «perfeccionismo*,
mente Dayton), sino que ahora son la clase media-alta no carendada del Muy rápidamente uno advierte que el peniccusLalismo es mucho más
catolicismo y algunos sectores del protestantismo tradicional los que tie¬ yen realidad algo distinto de «hablar en lenguas», Dayton demuestra que
nen movimientos pentecostales de importancia. al menos cuatro elementos —salvación, sanidad, bautismo en el Espíri¬
A medida que el movimiento extendía sus brazos y crecían sus cone¬ tu Santo y la segunda venida de Cristo- ti fusionan en sus fundadores.
xiones haciendo que el fenómeno se volviera más visible, también crecía Logra poner en evidencia que estos cuatro elementos juntos forman un
i a curiosidad. En este escenario se presentó Donald W. Dayton, cuya bi¬ todo con su propia lógica interna. Tirar de una hebra altera los demás y
blioteca personal de 4.000 títulos sobre d tema le dio una ventaja inicial. también$ todo, y Dayton las trabaja y entreteje elaboradamente a todas
Esto, más su trabajo bibliográfico anterior, le brindaron otro impulso im¬ juntas. La lógica se sostiene. Estas personas no eran unos ígnea aniones
portante. La Facultad de teología de Ja Universidad de Chicago uo podía incoherentes, dominados por el éxtasis. Trataban de confirmarlas cipe-
menos que agradecer que alguien con su trasfondo, conocimiento y ca¬ riendas, y aunque no llegaban a concordar entre aí —el Libro de Jones
pacidad los ayudara a explicar este movimiento de tanta importancia. El
haber trazado su prehistoria es uno de los resultados de este esfuerzo.
Servirá para desmitificar y tal vez volver a mitificar La visión del mundo
de la mayoría de Jos no pon tecostales que lean el libro.

enumera una lista de decenas de denominaciones que surgieron a partir
de esos comienzos , al menos podían no estar de acuerdo con quienes
quedaban enteramente fuera de su lógica.
Suele suceder que miembros de diversos movimientos se sienten ofen¬
Los cristianos peniccostales también encontrarán razones para con¬ didos por los esfuerzos académicos «reduccionistas», vale decir, con
sultar esta obra. Algunos de ellos, observa Dayton, DO quieren realmen¬ teorías o métodos que les dicen, y le dicen al mundo, que no son «más
te tener historia: son cristianos llenos del Espíritu que sostienen, entre que* esto o aquello. Los pentecostales no quieren ser «nada más que»
otras cosas, que este Espíritu simplemente descendió sobre sus antece¬ grntc caienciada que busca ser más favorecida por Dios por afirmar que
sores después de diecinueve siglos relativamente tranquilos, casi de la tiene el Espíritu, Ño son ni quieren ser «nada más que* gente margina¬
misma manera en que descendió en eJ Pentecostés original. Si es así, es¬ da que necesita un espacio en la sociedad. No son «nada más que* per¬
tudiar algo que hubiera sucedido con anterioridad a este descenso del sonas con traumas psico&exuales o confusiones teológicas. Es posible,

xiv iv
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAUSMO

por supuesto, hacer juicios de carácter sedal y psicológico para comple¬


tar un estudio sobre el pentecostalismo, del mismo modo que sería útil
para un estudio de la rama «alta* del anglicanismo o de cualquier otro
movimiento. Pero el pentecostalismo es «algo más», y ese algo más inclu¬
ye la teología que aquí se expone.
Uno podría decir de Dayton, como él lo dice de Jones, que su libro no
está «completo», y que no «completa» los libros de Jones. Sin embargo,
RAICES TEOLOGICAS
se trata deÿm trabajo de importancia, sin el cual comentaristas futuros
del pentecostalismo no podrán hacer un encuadre inteligente de los he¬
DEL PENTECOSTALISMO
chos. Nuevamente tenemos aquí una contribución acerca de la teología
y de los movimientos populares en el cristianismo, bajo la óptica de un
estudioso. Los pcntccostales hacen bien en señalar la importancia de
-
Dayton. Probablemente lo llamarían y sin duda lo harón si es que se
muestran perceptivos y lúcidos - otra «bendición» de los últimos días.
\ Martin E. Marty,
* Universidad de Chicago

V i
a 4
X
\ \ \
V
4
V
X \\ líA

xvi
El Evangelio Cuadrangular
CEFI'RIKHi; «MMi, flir É'Vflliril. klJllli'PÉ-
JLI.1L

TTI CAPITULO I
l.Cofl el Meo-tí-ie f-4wh de Píos, . IIi-bliE-
1 El es-t»n-d*r-!e HHM (Id Sdfl.jf, Coa i>
3. Coa el es -cu -do t?l4íe
ti» vi Cristo el Se-ftoe . - .Por sus

m
4-Hs-cá )o« monte* coa Te mi-nd. Con pw.o cantad.ÿ.. Y re¬

==s=; Hacia un análisis teológico


r
del pentecostalismo
"C11 Movimiento Pentecostal ha sido por lo general interpretado y es
-Ajusto admitir que ha sido un hecho natural- principalmente en —
d -bid si pan que vie-ne oí «lona proclamad,... Co-moÿd i-gvi

m
iw
términos de su rasgo más característico: la glosolalia o el «hablar en len¬
guas». Ha sido así tanto desde dentro como desde fuera del movimien¬
to. En su clásica apología del pentecostalismo, What Meaneth This?
(¿Qué significa esto?), Cari Brumbeck hace básicamente una defensa de
la práctica de la glosolalia.1 Del mismo modo, la literatura crítica se ha
fue por mí, muriendo en la CTUI. . indinado por b general a atacar al pentecostalismo con el epíteto de
el Sé-flor, d León de Ju41 . .
[e-van-tó, al do -4or vtftrió.
laa reinar, pronto vol ve *rá
. . Des-ce n -de-rá
«nuevo movimiento de lenguas», o «moderna glosolalia».1 Un estudio
wc*- tí -do de aparentemente más amplio del desarrollo redente, como el del autor

mátm
COROi
católico (filian McDonnell, Charismatic Renewal and the Churches (Li
renovación carísmitica y las iglesias), es esendalmcntc un panorama dc
las invest igadones psicológicas y sociológicas sobre la glosolalia.5
j Aunque por supuesto no carece de valor, un enfoque del pontéeos!a-
lismo de esta naturaleza tiene varias limitaciones. En primer lugar, la glo¬
Costo, Je-sús el Sal-va -dot. solalia no alcanza a describir el movimiento adecuadamente como para
9 ’J5* X? vic to-ña va. Et el Cu*-dran gu-lar, el Cuadran
da-Ues, í- quí sa -nan-do va.
jlrn», ho-nor y nu -jes -«0.
distinguirlo con claridad de otros movimientos religiosos. Hasta la re¬
ciente aparición del «movimiento carismáttco» o «ncopcni const al¡smo»
en el seno de las iglesias tradicionales, una definición asi servía para
distinguir las iglesias pentecostales dc las otras iglesias cristianas. Las
é% iglesias «pentecostales» eran aquellas cuyos miembros «hablaban en len¬

gu-lír, El E - vio -je -lio de po-der Jcÿ íúí saj.


guas». Pero la práctica de «la glosolalia es realmente un fenómeno reli¬
gioso generalizado»4 que aparece en una gran variedad de contextos. En
Non camérica, por ejemplo, la glosolalia apareció en grupos como los Ua -
mudos «shakers» y mormores del siglo XIX.5 A pesar de los rasgos en
común, tales movimientos sólo están lejanamente sin cu lados al pentccos-
lalismo. La glosolalia, por lo tanto, no puede por sí sola definir el pente¬
costalismo o distinguirlo plenamente de otros movimientos cristianos o
v», biu -ti - ia y t» -Oí ¡ Jesucristo rti - na - ni (El «i -n*-rí>
religiosos.
:m
t
3
RAICES TIPOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO HACIA UN ANALISIS TEOLOGICO

En segundo lugar, concentrarse de esta manera en la glosolalia por


parte de intérpretes del pentecoslalismo impide una adecuada compren¬
sión del movimiento al estimular las pretensiones ahistór icas de quienes En busca de un patrón común
sostienen que el pentecoslalismo surgió de la nada alrededor del año
1900, en una pequeña escuela bíblica cerca de Topeka, Kansas, bajo el Las limitaciones de los esfuerzos por interpretar el pentecostalismo
liderazgo del evangelista del Movimiento de la Santidad («Holiness Mo¬ principalmente en términos de glosolalia plantean la cuestión de la po¬
vement»), Charles F. Parham; o bien que surgió doce años más tarde en sibilidad de ofrecer un análisis alternativo que vaya más allá de la prácti¬
la misión entre los negros de la calle Azusa, en Los Angeles, según la ca de hablar en lenguas y alcance una comprensión más profunda de las
mayor credibilidad que se confiera a una u otra afirmación.6 Tanto los bases teológicas que sustentan dicha práctica. Más aún, Hacerlo de tal
críticos como, en menor medida, los apologistas del movimiento han cen¬ modo que permita al intérprete comprender la precisa relación teológi¬
trado mayormente sus ataques o defensas en establecer o negar una línea ca e histórica del pentecostalismo con otras tradiciones teológicas y ecle-
histórica para los que invocan y practican este «don del Espíritu» dentro siales anteriores vinculadas con él.
de la tradición cristiana. El haberse orientado de esta forma hada la glo- A primera vista, el esfuerzo por reducir la desconcertante variedad de
solalia distrajo la atendón de un cuidadoso análisis histórico y teológico tradiciones pentecostales a un patrón teológico común pareciera estar
de los desarrollos del movimiento en la última parte del siglo XIX, y esti¬ destinado al fracaso. Afortunadamente, sin embargo, gran parte déla va¬
múlese salto directo a movimientos anteriores, como el de los «irvmgi- riedad que muestra el pentecostalismo deriva de factores culturales, ta¬
les* de Inglaterra, de alrededor de 1830, entre los que surgieron prácticas les como divisiones raciales, o bien del vínculo que las une a un fundador
y afirmaciones teológicas similares a las de los pentecostales.7 cuyo liderazgo carismático produjo una facción determinada, que luego
En tercer tugar, la atención que se brindó a la práctica de la glosola- perpetuó sus prácticas y convicciones particulares.* Para nuestros pro¬
lia ha desviado a sus intérpretes de categorías teológicas de análisis. Se pósitos teológicos pasaremos por alto estos factores.
hanÿmpleado con más frecuencia categorías sociológicas y psicológicas.* Pero aun las afirmaciones de fe y doctrina de carácter formal dentro
I last a Ja rcuculí aparición de la glosolalia entre estratos culturales y del pentecostalismo reflejan una asombrosa variedad, y contienen no sólo
eclesiásticos de iglesias tradicionales, el fenómeno se entendió mayor¬ las doctrinas clásicas y comunes de la iglesia cristiana, generalmente am¬
mente como una respuesta anormal a alguna forma de «privación», ya pliadas por las diferentes adiciones de rasgos pentecostales (lenguas,
sea sociológica o psicológica. bautismo del Espíritu y otros) sino que a menudo afectan los «artículos
Aun cuando se han hecho intentos de análisis teológicos la concentra¬ de fe» sobre temas como el lavamiento de píes, las propiedades de la igle¬
ción de interés en la glosolalia ha reducido el análisis teológico, al res¬ sia, la utilidad de encuentros al aire libre, o la pertenencia a sociedades
tringir ct tipo de cuestiones que se toman en consideración. El resultado secretas y agrupaciones gremiales." Tampoco es conveniente confiar
ha sido que el típico análisis del pentecostalismo se ha centrado casi ex¬ siempre en este tipo de afirmaciones para lograr una comprensión teo¬
clusivamente en cuestiones sobre ncumatolqgíü, especialmente la doctri¬ lógica del pentecoslalismo. Son a menudo tomadas de otras tradiciones
na del bautismo del Espíritu Santo, y sobre los dones del Espíritu.9 eclesiásticas y teológicas que luego se expandieron en el ámbito pente-
Aunque es j*n dcowtido avance con respecto a las interpretaciones del costal, a menudo en un intento de afirmar una «ortodoxia» y continuidad
pentecostalismo que sólo loman en cuenta la glosolalia, todavía no cap¬ histórica con las tradiciones cristianas más clásicas. La «Afirmación de
ta, como veremos después, la lógica de su más com plcjaÿgcmlh aquella la verdad» de 1948 de la Confraternidad Pentecostal de Norteamérica,
que reúne los temas teológicos que al menos constituyeron el pontéeos¬ por ejemplo, fue tomada palabra por palabra de la «Declaración de fe»
la lismo original. Este rdtíudíáonismo en el tratamiento de la teología pen- enunciada cinco años antes por la Asociación Nacional de Evangélicos,
tecostal no sólo impide una plena comprensión del movimiento, sino que con excepción del artículo 5, que dice:
deja de lado la evaluación críLica de sus afirmaciones más distintivas.
Citemos que el evangelio compilo influye MDtkUd de intención y Ct vid». I* sa .
ntdad del cuerpo, y el bautismo cu ti Espíritu Sanio, con La evidencia inicial de ha¬
tter en «ras lenguas, por obra del Espíritu. u

4 5
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAL ISMO HACIA UN ANALISIS TIZOLOGICO

Esta afirmación sí nos proporciona derlas claves en la búsqueda de El movimiento «Sólo Jesús» deriva, tanto teológica como históricamen¬
una gestalt que reúna afirmaciones típicamente pentecostales, especial¬ te, de la segunda rama pentecostal de «las dos obras de la grada».
mente si se la amplía con otras claves que provienen del consenso de es¬
fuerzos por desarrollar una tipología de los grupos pentecostales. David
W. Faupel, al desarrollar el trabajo de predecesores como Klaudc Ken¬ Dos patrones en conflicto
drick y Everett Moore, divide las iglesias y los movimientos pentecosta¬
les en tres grupos, de acuerdo con sus temas teológicos distintivos’ La cuestión es, pues, desarrollar un análisis teológico del pentecosta-
1. Los que enseñan una doctrina de La santificación en la tradidón wes- lismo que sea característico de los dos grupos más importantes del
leyanadc la santidad (las «tres obras de la gracia». Son pentecostales que movimiento, y, de ser posible, que esto ayude a explicar por qué el pen¬
mantienen que la experiencia cristiana normalmente encuentra expre¬ tecostalismo se separó en estas dos corrientes. Pero enfocar demasiado
sión en un patrón de conversión, seguida de una « completa santificación» anticipadamente la tensión entre «las dos obras de la gracia» y «las tres
entendida como una experiencia posterior, y un posterior bautismo en el obras de la gracia», produciría un reduccionismo soteriológico no dema¬
Espíritu Sanio que capacita al creyente para testificar y servir, hecho evi¬ siado diferente del reduccionismo producido por centrarse anticipada¬
denciado por el hablar en lenguas). mente en la glosolalia. El artículo ya mencionado de la «Afirmación de
2. Los que reducen este patrón a «dos obras de la gracia», al unir las la verdad» de la Confraternidad Pentecostal de Norteamérica (PFNA),
dos primeras en una «obra acabada» que luego se va complementando usa la expresión «evangelio completo», y señala «la sanidad del cuerpo»
por un proceso gradual de santificación (lo cual significa un enfoque cen¬ al igual que La «santidad» y el bautismo del Espíritu Santo.
trado en la conversión)*ÿ un posterior bautismo del Espíritu Santo co¬ EJ término «evangelio completo» se usa frecuentemente dentro del
mo ya se lo ha definido. pentecostalismo y describe una constelación de temas parcialmente la¬
3. Los que sostienen una visión de la divinidad como «unidad», o «sólo tentes en el enunciado de fe desarrollado más ampliamente por la PFNA,
Jesús» (proclamando un «unitarismo evangélico» de la segunda Persona Los temas de «evangelio total» o «pleno» se hirieron explícitos de la si¬
de la Trinidad),'1 guiente manera en una declaración anterior:
Aunque la tercera de estas tres tipologías es en más de un sentido la
Duranie la Reform* Dio*ulilizAa Mi rtín Lulero y a oíros para re sla u rar e n el mu n -
verdaderamente novedosa, y merecería un análisis por sí misma,11 tam¬ do la Uortrin» de la justificación por La fe. Rn. 5.1. Mis larde el SeftoruG¿ a los her¬
bién resulta claro, al menos para nuestros propósitos, que se trata prin¬ manos Wesley y a «ros que penerteoenon al gran movimiento de santidad, para
cipalmente de un subgrupo del segundo tipo surgido de un problema restaurar ti evangelio de la santificacirin por la fe. Hechos 36.IB- Detjmís de esro,
usó a diversas personas para restaurar el evangelio de la sanidad divina por medio
subsidiario. El movimiento de la «Unidad* es una variante dentro del
de la fe (Stg. 544,15), y la doctrina de la segunda venida de Cristo, Hechos 1,11,
propio pentecostalismo producida por un esfuerzo literalista de armoni¬ Ahora el SeAorestí utilizando muchos testigos dentro del gran movimiento penle-
zar la fórmula bautismal trinitaria de Mateo 28.19, con el patrón usado costal para restaurar el evangelio del bautismo con el Espíritu Sanio y con fuego
más frecuentemente en Hechos (especialmente Hch. 2.38), es decir, el (Lucas 3.16; Hechas 13) y los signos que le seguirían. Marcos 1647, 18; Hechos 2.4;
bautismo en el nombre del «Señor Jesús» o «Jesucristo». En esta rama
_
10.44-46; 19.6; 1.1-2831 Gracias a Dios, ahora tenemos predicadores del evange¬
lio completo.11
del pentecostalismo la dificultad se resuelve por la afirmación de la
fórmula de Hechos 2,38 y pasajes relacionados, y con el argumento toma¬ Este pasaje sugiere los cinco temas incluidos en «el evangelio comple¬
do de Coloseoses2.9 de que Jesús es La plena manifestación de la deidad to», es decir, «las tres obras de la gracia» que caracterizaban a una de las
para esta presente dispensación. Aun cuando toca temas más amplios, corrientes, más otras dos: «la sanidad divina por la fe» y «la segunda ve¬
tales como la comprensión dispensacionalisla de la participación trinita¬ nida de Jesucristo». Estos dos temas adicionales pueden agregarse a tas
ria de Dios en la historia humana, y el problema mayor de relacionar la enseñanzas de cualquiera de las dos ramas del pentecostalismo y normal¬
obra del Espíritu Santo con la obra de Cristo, este grupo de ideas no ex¬ mente aparecen en pasajes que detallan una lista de temas distintivos del
presa nada que sea umversalmente característico del pentecostalismo. pentecostalismo. Esta constelación de temas se repite a lo Largo de toda
la tradición pentecostal.

ó 7
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO HACíA UN ANALISIS TEOLOGICO

El patrón aparece muy al comienzo, por ejemplo, cuando los alumnos recibido un Énfasis y una iluminación especiales por parte del Espíritu
del Bethel Bible College se esforzaban por alcanzar el último eslabón en Santo durante el actual avivamiento pernéeosla!*.* Este paLrón, sin em¬
la cadena de enseñanzas pent ccost ales. Como lo describe uno de sus pro¬ bargo, halla su expresión más clara todavía en el trabajo de Aimce Sem¬
fesores, Charles F. Parham: ple McPherson, la controvertida fundadora de la International Church
of the Foursquare Gospel (La Iglesia del Evangelio cuadrangular), cuyo
En diciembre de 1900 tuvimosel examen sobre el tema del arrepentimiento, la con mensaje básico es resumido por ella de la siguiente manera:
versión, la consagración, la santificación, la sanidad, y la pronta venida del SeAor.
Hablamos arribado a un problema «l nuestros estudios. ¿Qué de! segundo capítu¬ J«ús nos salva de acuerdoron Juan 3.16. Nos bautiza con el Espíritu Simo de acuer¬
lo de Hechos? Puse a lo* alumnos a trabajar diligentemente acerca de cuites eran do con Hechas lí.Oinnucsiiw cuerpos de acuerdo con Santiago 5.1445. Y Jesús
las evidencias bíblicas sobre el bautismo del Espíritu Santo.1® volverf de nuevos recibimos con él de acuerdo con 1 T«alooi«n*«4,l6-l7.:l1

Esta tarea provocó unos días después el incidente que dio origen a la
teología pentecostal, cuando la alumna Agnes N. Qzman «recibió el
El palrón común de los cuatro puntos
Espíritu Santo» y supuestamente habló cu el idioma chino.17
Un patrón similar aparece en la denominación de raza negra, llama¬ Tomaremos este último patrón de cuatro puntos como base de nues¬
da First Bapl izcd Holiness Church of God of the Americas (Primera Igle¬
tro análisis teológico e histórico. Aunque el patrón de cinco puntos es
sia de Dios de Las Américas Bautizada en la Santidad), que se fundó en
históricamente anterior y por lo tanto merece nuestra atención, el patrón
1926 por La fusión de varias otras, y cuyas raíces se remontan al año 1898. de los cuaLro puntas expresa con más claridad y de manera más transpa¬
La base de 1a unión, contenía los siguientes temas doctrinales entre sus rente la lógica de la teología pernéeosla!. Más aún, al estar contenida den¬
compromisos denominacionalcs: el arrepentimiento, la regeneración, la tro del patrón más complejo, posee el derecho de ser considerada, si DO
justificación, la santificación, el bautismo pentecostal, el hablar en otras históricamente, al menos lógicamente anterior al patrón de los cinco pun¬
lenguas según la operación de! Espíritu, h sanidad divina del cuerpo, y tos, Estos cuatro puntos son prácticamente universales dentro del movi¬
la segunda venida premilenaria de Cristo.1' Es posible encontrar este mis¬ miento, y aparecen, como hemos tratado de demostrar, en todas las
mo patrón en la Apostolic Faith Mission (Misión de Fe Apostólica), uno ramas y variedades del pentecosta!ismo,a mientras que el tema de la san¬
de los cuerpos más antiguos del pcnlccostalismo, que remonta sus oríge¬
tificación total es en última instancia característico tan sób de la rama
nes directamente al Avivamiento de la calle Azusa que hizo que el pen- «de la santidad». Optar por el patrón más simple de los cuatro puntos no
tecosialismo se conociera en todo el mundo.
significa ignorar la rama del pentecostalismo vinculada con el Movimien¬
...
Esta Iglesia coloca un gran énfasis sobre la necesidad de tener tres experiencias to de la Santidad. Las razones teológicas e históricas para su existencia
espirituales distintas y separadas, que obran en el corazón y en la vida: injustifica¬ se irán revelando a medida que trabajemos con el patrón más univcrsaL
ción, la ntniificaciún, y ti beotismo del Espíritu Settle Estas doctrinas q ue con¬
Debemos admitir de inmediato que lodos los elementos del patrón de
fie roen a 1* experiencia espiritual, junio con las enseñanzas sobre la sanidad divina.
la indúltenle segunda venida de Jesús (premi lena ría) „ proporcionan el sólido fun¬ los cuatro punios aparecen por separado o en diversas combinadones en
damento «rriiural sobre el que se basa la iglesia,1* otras tradidones cristianas. Aun el patrón completo de los cuatro pun¬
tos está de alguna manera anticipado, por ejemplo, en el «evangelio de
Este patrón es quizás más claro en la otra rama principal del penlc- los cuatro puntos» de A, B. Simpson, fundador de la Alianza Cristiana y
costalismo, en donde el segundo tema de la santificación se aparta para Misionera de fines del siglo xix, quien hablaba de Cristo como el «Sal¬
dar mayor Énfasis al «evangelio completo» como el «evangelio de los cua¬ vador, Santificados Sanador, y Rey esperado*.21 Pero el surgimiento de
tro puntos». El teólogo Stanley Horton, de las modernas Asambleas de este patrón es, de hecho, el último paso en el compleja proceso de desa¬
Dios, desarrolla en su manual de entrenamiento para la denominación, rrollo que culmina en el pentecostalismo. Su significado se aclarará más
Into All Truth (Hacia toda la verdad), las «cuatro enseñanzas fundamen¬ adelante en la historia- De todos modos es posible afirmar que este
tales: salvación, sanidad, el bautismo del Espíritu Santo, y la segunda ve¬ patrón de cuatro puntos nos proporciona un análisis del pentecostalis-
nida de Cristo», porque «estas cuatro enseñanzas fundamentales han

8 9
RAÍCES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO
HACÍA UN ANALISISTEOLOGICO

mo lo suficientemente característico de todo el movimiento como para camente.» Los pcntecostalcs leen los relatos de Pentecostés en Hechos
e insisten en que el modelo general de recepción del Espíritu Santo por
poder usarlo como base de un análisis histórico y teológico.
parte de la iglesia primitiva, especialmente como en algún sentido está
Se podrían ofrecer otros modos de analizar las cosas, pero el valor de
distanciada en el tiempo de La experiencia de Jesús que tenía la iglesia,
este análisis se demuestra 1) empíricamente, como hemos dicho, al apa¬ debe repetirse en la vida de cada creyente individual.
recer tan extendidamente en la literatura del pentecostalismo; 2) teológi¬ Al hacer esta afirmación, el pentecostalismo se coloca en una Larga
camente, como señalaremos de paso, por la manera en que permite
explicar la lógica del pensamiento pcntecostal; e 3) históricamente, co¬ tradición de una «hermenéutica subjetivista». Claude Welch, por ejem¬
mo lo demostrará este trabajo en su conjunto, al mostrar, quizás por pri¬
plo, señala que parte de la razón del vuelco hada la experienda subjeti¬
mera vez con claridad, las raíces de la teología pentecostaL va del pietismo fue la insistenda en que «el drama de la raza Creación, -
El significado más completo de cada uno de los elementos del evan¬
gelio «cuadrangular» se irá aclarando a medida que se rastree el surgí-

Caída y Redención debe ser revivido en cada creyente individual».
Dentro del pietismo, hablar del «verdadero nadmicnto de Jesucristo es
miento histórico de cada uno de ellos. Aquí nos preocupa demoslrar hablar de su nadmicnto en nuestros corazones, su verdadera muerte es
cómo estos elementos, unidos en una inequívoca constelación, expresan esa muerte en nosotros, su verdadera resurrección es el triunfo de La fe.»2*
la lógica íntima del movimiento. Aunque están presentes por separado
Los antecesores del pentecostalismo vinculados con el movimiento de la
«vida superior», durante el siglo XIX, utilizaban un acercamiento similar
en otras partes, estos cuatro temas se incorporan dentro del pentecosta¬
lismo de tal manera que se refuerzan unos a otros. La lógica característi¬ a las Escrituras al apropiarse de elementos de la Heilsgeschichte del An¬
tiguo Testamento de una manera devodonal. El éxodo de Egipto, la pe-
ca de este vínculo puede verse más fácilmente al analizar los tres primeros
nombres dados al movimiento: «Movimiento Pentecostal», «La Fe Apos¬ regrinadón en el desierto, el cruce del río Jordán para entrar en la tierra
prometida, se convirtieron en las etapas normativas de la peregrinadón
tólica» y «Movimiento de la Lluvia Tardía». Las tres expresiones apare¬
cen en el título que Charles F. Parham usa en su primer informe acerca espiritual desde la conversión hasta la «segunda bendición» («Tierra de
de este nuevo fenómeno: «La lluvia tardía: historia de los orígenes del Beulah»).»
movimiento apostólico original, o movimiento pcntecostal.»» William Mcnzies, historiador de las Asambleas de Dios, sugiere que
. el movimiento pen tecostaJ es ese grupo de seaai dentro de te iglesia cristiana que
se caracteriza por te creencia de que lo mencionado en Hechos 2 en el día de Pen
La hermenéutica penteco&tal tecostís no sólo señaló el nacimiento de la iglesia sino que describe una experien¬
cia al alcance de creyentes de todas las ¿pocas. Piensan que te evidencia de haber
Al analizar el primero de estos títulos, el «Movimiento Pentecostal», - -
pasado por te expene neis de ser investido* con poder «el bautismo del Espíritu
Santo» es el «hablar en otras lenguas según el Espíritu,-,».30
se revela cómo se unen entre sí los dos primeros elementos del evange¬
lio de los cuatro puntos, salvación/]ustilicación y bautismo del Espíritu Este análisis capta la afirmación central del pentecostalismo, e indica
Santo. Este patrón está basado en una hermenéutica propia: una mane¬ por qué lleva el nombre que tiene. La forma peculiar que tiene el moví
ra claramente pcntecostal de apropiarse de las Escrituras. En contraste miento de leer las Escrituras lo lleva a la conclusión de que, al igual que
con el protestantismo magisterial, que tiende a leer el Nuevo Testamen¬ en la iglesia primitiva, el creyente moderno se convierte en un discípulo
to según el apóstol Pablo, el penlccostalismo lee el resto del Nuevo Tes¬ del Señor Jesús y recibe la plenitud del bautismo del Espíritu Santo en
tamento por medio de la óptica de Lucas, especialmente con la visión del acontecimientos o «experiencias» separadas. De este modo los dos pri¬
libro de los Hechos. Comenta W. J. Hollenwegcn «...los penteco&talcs y meros elementos del evangelio de los cuatro puntos se vinculan entre sí
sus predecesores se apoyaron casi únicamente en el Evangelio de Lucas por una hermenéutica peculiar.
y en los Hechos de los Apóstoles.»23 Plantear la cuestión de la disponibilidad de la experiencia de Pente¬
Pero cambiar de los textos paulinos a los de Lucas es cambiar de un costés para cada generación es cuestionar implícitamente la validez de
género literario a otro, de un material didáctico a un material narrativo» los fenómenos registrados en forma manifiesta en el Nuevo Testamento:
Los textos narrativos son notablemente difíciles de interpretar teológi- no solamente los caminata tales como la glosolalia sino - lo que es aún

10 11
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAUSMO
HACIA UN ANALISIS TEOLOGICO

Itt de k* apóstoles, en Unto agí ni es de Dk» dotados de autoridad para fundv la


más difícil - la cuestión de la sanidad divina, también señalada en el Nue¬ iglesia. Su función se limitaba claramente a la igjetia apostólica, y iwcwariamtiile
vo Testamento como «un don del Espíritu». tuvieran que terminarse junto con ella.15
El pentecostalismo sostiene que los milagros literales de la sanidad
ocupan un lugar integral dentro del ministerio de Jesús, e insiste en que Los pcntecostales, sin embargo, afirman que si Dios es un Dios que
éstos pueden experimentarse en nuestra época porque son parte de la
no cambia,54 entonces la naturaleza de la iglesia apostólica debe scr, en
experiencia pospentecostal de la iglesia primitiva, tal como lo registra el este punto, normativa para todas las edades. Al afirmar que ellos esta¬
libro de Hechos. Estos milagros de sanidad no son solamente parte de la ban restaurando ios elementos sobrenaturales de la era apostólica, eí
salvación y del alivio que el evangelio trae a la humanidad, sino que son movimiento afirmaba ser, en efecto, «la fe apostólica», un nombre fre¬
una señal de confirmación para el creyente y un testimonio para el cuentemente usado por adherentes de los primeros tiempos y utilizado
incrédulo. Charles F. Parham escribía en 1902; en gran número de instituciones y revistas. Uno de sus defensores lo ex¬
presaba así en un libro publicado con cl l (lulo de The Apostolic Faith Res¬
Cristo no dejó a sus hijos que «rúo en él sin señales disriniriw que k* «ram¬ tored (La íc apostólica restaurada):
pafiarán part que el mundo supiera quiénes eran cristianos y quiénes rvo. Tampo-
ttmMndóáíUí siervos a predicar va gas teorías especulativas de un mundo venidero, En el mundo religioso de nuestros días hay pan actividad por parte del tspín-
Sino que les dio poder para aliviar a la humanidad: alimentando a los hambrientos, lu del Señor, actividad conocida bajo el nombre de Movimiento Pentecostal o de
vistiendo a los desnudos, sanando a los enfermos, expulsando demonios, hablando vía fe apostólica* ... Los hombres y mujeres de corazón sincero que forman este
en lenguas nuevas, confirmando la palabra para edificación propia —iodo en Cris¬ movimiento han tomado como meta retomar a la fe y a la práctica de aquellos her¬
-
to Jesús por medio de signos externos y Muirle*-” manos que servían a Dios antes de la apoetasía, Han hecho del Nuevo Testamento
la regla de su vida ... El Movimiento Pe ntectwtal „ , da un salto por sobre estos añas
ED esla cita, la palabra clave es «poder». Uno de los maestros prepen- intermedios, con el llamado de «HpJWrrtcu a p&nUcOílis* ... e*wt obra de Dice se
tccostales de la «vida superior», Andrew Murray, afirmaba: vincula directamente con la obra de Dios en los días del Nuevo Testamento. Edifi¬
cada por la misma mano, y sobre el mismo fundamento de los apóstoles y profetas.
Dondequiera que el Espíritu actúa con poder, allí obra la sanidad divina ... Si en siguiendo el mismo pal rón, y de acuerdo con el mismo pacto ... no reconocen la au¬
nuestros días sólo rara vez se ven curaciones divinas, podemos atribuirlo a que el toridad de ninguna doctrina o costumbre a menos que se la pueda remontar a esa
Espíritu no «té actuando con poder.® fuente originaria de instrucción de la iglesia, el SeAory los apóstoles, 55

Por lo tanto, si el «investimiento con poder» que sostienen los pente- Pór lo tanto, esta afirmación de un acceso directo a la experiencia de
costalcs es accesible para todas las generaciones, entonces el poder del Pentecostés conduce naturalmente a la afirmación de haber restituida la
Espíritu se manifestará en nuestros días con milagros de sanidad divina, «fe apostólica» y todos los elementos sobrenaturales mencionadas en el
al menos en las vidas de aquellos que verdaderamente hayan experimen¬ Nuevo Testamento, Entre ellos está la sanidad divina, la cual no sólo se
tado el bautismo de Pentecostés y sepan cómo buscar esas bendiciones. convierte en un regalo de Dios para sus hijos que padecen dolor, sino en
Al hacer esLa afirmación los pentecostalcs revelan un factor de «res¬ una señal de ta presencia del Espíritu para el creyente, y una forma de
tauración» que choca con el protestantismo clásico y su tendencia a ar¬ testimonio para el no creyente, en Ja obra de evangcfizaáón.
gumentar que los carismata y «los dones sobrenaturales del Espíritu»
cesaron al cerrarse la era apostólica. Un ejemplo de este modo de ma¬
nejar el elemento sobrenatural del Nuevo Testamento es Benjamin B. El Movimiento de la «Lluvia Tardía»
Warfield, un defensor de la vieja teología de Princeton, quien usó este
argumento para refutar los movimientos de sanidad prcpentecostales de La pretcnsión de haber restaurado la fe apostólica plantea algunas
fines del siglo pasado. Aunque Warfield admite, junto con los pernéeos- cuestiones apologéticas bastante serias para los pcntecostales. ¿Cómo es
tales, que «la iglesia apostólica era una iglesia típicamente forjadora de posible que algo tan infrecuente en la historia de la iglesia pretenda ser
milagros», Warfield insistía en que este estado de cosas era la manifestación esencia) de la fe y la práctica cristianas? Los pentecos-
tales tenían dos respuestas para esla pregunta. Algunos de sus adeptos
la caractcrírika peculiar y específica de la iglesia apostólica, y pertenecía par lo 1*0
lacxclusFratnenie a la era apostólica .. «loe dones eran parte di las crrdemria-
._
- forzando por lo general las evidencias hasta más allá de sus límites -
12 13
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAliSMO HACIA UN ANALISISTEOLOGICO

afirmaban que era posible «establecer una comunidad de fe y de prácti¬ de IR historia, como el medio por el cual Dios estaba preparando a su
ca»* al descubrir en la mayoría de los períodos de la iglesia a personas
•novia», la iglesia, para encontrarse con su Señor. La señora Mary B.
y grupos que tuvieron la experiencia de hablar en lenguas y de poseer Woodworth-Eticr, una figura un tanto olvidada en el pcntecostalismo,
otros dones del Espíritu. Pero también había otra respuesta a la objeción, describe su «llamado especial para esta tarea» en una visión:
que era más fiel a la lógica del pcntecostalismo, al menos en los comien¬ ... dar a la faradia de la fe su alimento a tiempo: dar el último llamado a los peca¬
zos del movimiento. Esta respuesta estaba vinculada a la doctrina de la dores gen liles, el último llamado la fiesta de bodas del Cordero, porque la espo¬
«lluvia tardía», una enseñanza que ilustra cómo la expectativa del inmi¬ sa esta a punto de entrar en su relación nupcial ... y lograr que los elegidos se
nente retorno de Cristo está ligada a los otros elementas del evangelio fortalezcan, sean fieles y verdaderos, que puedan ser ungidos coa el Espíritu San¬
to y coa poder, y sellados con el conecto conocimiento de su venida.*1
de los cuatro puntos.
En los primeros años, el pcntecostalismo solía conocerse con el nom¬ Pero más aliá de indicar d papel especial que el pcntecostalismo na¬
bre de «Movimiento de la Lluvia Tardía*. La clásica expresión de esta
47
ciente debía ejercer en los «últimos días», la doctrina de la «lluvia tardía»
doctrina aparece en The Latter Rain Covenant (El pacto de La lluvia también explicaba por qué los dones y las señales aparecían después de
tardía) de D. Wesley Myland.38 En el relato de Pentecostés en Hechos 2 tanto tiempo de «sequía». La señora Woodworlh-Etlcr explicaba: «Dios
se cita la profecía del libro de Joel, que dice que «en los últimos días» el dice que cuando venga Jesús, tendrán lugar estas mismas ‘señales y mi¬
Espíritu sería derramado sobre toda la humanidad. Los pcntecoslalcs, lagros’: los ciegos podrán ver, los demonios serán expulsados, las perso¬
naturalmente, se sintieron inmediatamente atraídos por el libro de Joel39 nas hablarán en lenguas, justo antes de su venida» 43 Estas «señales y
y por las alusiones en Santiago 5.7-8 y en otras panes de las Escrituras a milagros» no sólo ligan los temas cscatológicos con el conjunto total del
una lluvia «temprana* y «tardía». evangelio de los cuatro puntos, sino que el marco de «la lluvia tardía»
En Palestina la lluvia cae en dos estaciones principales: en la prima¬ transforma el gran problema apologético del pentecoslalismo en un im¬
vera acompañando la siembra, y en otoño para madurar la cosecha an¬ portante logro apologético.4* La larga sequía, desde tiempos posapostóli¬
tes de la siega. Este patrón de lluvias proporciona la imagen por medio cos hasta d presente, es vista como parte del plan dispensacional para
de la cual el pentecoslalismo entiende su propia relación con la iglesia todas las edades. Lo que más parecía hacer del movimiento algo ilegíti¬
apostólica y el inminente fin de la era. El primer Pentecostés del Nuevo mo —su discontinuidad con las formas clásicas del cristianismo - se ha
Testamento fue la «lluvia temprana», el derramamiento del Espíritu, convertido en su gran justificación.
acompañado por la «siembra» de la iglesia. El moderno pentccostalismo Esto es, por lo tanto, parte de la lógica interna por medio de la cual
es «la lluvia tardía», el derramamiento especial del Espíritu que restau¬ resulta coherente el evangelio de los cuatro puntos. El hecho de que la
ra los dones en los últimos días, como parte de la preparación para la lógica existe y que puede ser explicada de esta manera, confirma hasta
«siega», el retorno de Cristo en gloría. Myland insiste en que: cierto punto lo correcto de un análisis teológico que enfatice este patrón
ahora estamos en el Pentecostés de los gentiles: el primer Pentecostés comenzó la
distintivo de cuatro temas, es decir, su gestalt. Rastreando el desarrollo
iglesia, el cuerpo de Cristo, y éste, el segundo Pentecostés, uney perfecciónate igle¬ y el entrecruzamiento de estos temas, podemos comprender la génesis
sia para prepararla para el regreso del Sefior.40 histórica y teológica del pentecoslalismo, quizás por primera vez, al me¬
nos en detalle. Esta complicada historia constituirá el resto de La inves¬
Myland llegó a decir que las precipitaciones en Palestina habían tigación,
aumentado su frecuencia durante el rigió XIX, como parte de su argumen¬
to para trazar el paralelo con el surgimiento espiritual del pentecostalis-
mo, confirmando así su validez e indicando que el fin era inminente.41
Aunque el paralelo específico con las precipitaciones de Palestina
perdió su vigencia, la doctrina más amplia de la «lluvia tardía» propor¬
cionó la premisa que faltaba para La lógica del pentecoslalismo. Brindó
al movimiento un sentido de protagonismo en el acercamiento del clímax

14 15
¡Oh, Amor que Excede o Todos! 339
CHA*LES WUIEV. 1)W ITSS Lúvr tUvinr (Brefkrr). S7 37 •D CAPITULO II
Tr. J. fl- de Ííffor* JOHN ZuhíDCL. Uli'JiffE
Twitiib

Las raíces metodistas


1. ¡Oh, A - mor OIK CE CE - de i [u do». Don ¿el Fi drc Ge ki - üil.
2. ¡Ven, A mor. i a - da vi da. Mué « » - di in . d¡ m ción,
- del pcntecostalismo
S. fOh, A mor, nú te eja (ti De Ja i - ¡pe ti* te - titJ nal;
! J_ J J J J ,
J j C]i damos por sentado, aunque sea provisoriamente. Jo correcto de
análisis del pentecostalisibo basado on cuatro temas teológi¬
* cos, podremos entonces usarlos como claves para buscar las raíces de la
teología pentecostal. Naturalmente, una búsqueda de este tipo tiene sus
riesgos y sus problemas. Un peuiccostal consagrado hasta podría tomar¬

«o ro . -
rr r
no -
i

nrl
lo como blasfemia: si el movimiento no es otra cosa que la restauración
providencial por parte de Dios de la «fe apostólica», no es necesario bus¬
Pon ua t» IWI te - d** Y en -era no* ven i
car otras fuentes más allá de! Nuevo Testamento. Esta perspectiva tam¬
Cvái- ti - noi de mil de K - o Y de indar en m - U - (JArit
U - nc - la o - tre - tha - men- te Con <5 li ID fu - ln - mil bién tiende a enfatizar !a discontinuidad con lo que ha precedido ai
pcntecostalismo, y así sustraerlo de su contexto histórico in mediar o.
é =± J J J ii No es necesario menospreciar cu tcramcnic tales objeciones. El surgí -
r r r r 1 miento del pcntecostalismo fue parte de una lucha permanente por en¬
tender y hacer vital el mensaje del Nuevo Testamento para nuestro
tiempo. En ese sentido no deja de tener intuiciones de valor para el res¬
r 7 ir to de la iglesia. Sin embargo, hasta d surgimiento del Movimiento Ca-
rísmático y su rearliculación teológica de temas pcntccostales, estas
E - reí id, Jr sil t»m di to, To dü j rTmr y i- p* líirt;
Tú e! A3 fi y Ú - mt p St d: to do ivue*- tn> intuiciones no han sido a menudo ni elaboradas, ni expresadas cu térmi¬
Per - feo- cío - ni » d . di ralcui bra, ] - Id - mi- ni nuit tro u- dar. nos que pudieran hacerlas fácilmente aceptables en otros lados, No de¬
m jp] j j J J .j J ja de ser llamativo, sin embargo, que mientras el movimiento estaba
reafirmándolos elementos apocalípticos y escalológjcos a nivel popular,
r figuras como Albert Schweitzer y Johannes Weiss estaban señalando de
manera similar, pero a nivel académico, el descuido de tales temas por
parle de la erudición bíblica del siglo xi X ,
r [Jr r TT Por otra parte, aquellas preocupaciones podrían servir para advertir¬
nos que no debe ponerse demasiado énfasis en la continuidad de! pente-
Oí ja al to - ra jin q oe «* - fn.Tri - e - nw IU H| n - eidn. eostalismo con lo que esi aba sucediendo antes. Una mirada retrospectiva
Que tu gra-ái w pfo - It - ji 1 lo-ftn
Y que el il -*i w ma-piu-ti En tu nom z1 pro -tU -
ft.
A - men.
hace que las cosas se vean claras (quizás demasiado claras). La búsque¬
da de «antecede ni es» y de «raíces» podría desentrañar paralelos y con¬
J J J J
> tinuidades a costa del oscurecimiento de lo novedoso y de lo discontinuo.
Lo «nuevo» en el pcntecostalismo, especialmente en relación con sus an
7

17
RAICESTEOLOGICAS DEL PENTbCOSTAlJSMO LAS RAICES METODISTAS

Wilson ha presentado esta posición en su estudio «Puritan Doctrine of


teccsores inmediatos, es innegable; pero esta cuestión no debe dejar de
lado el esfuerzo por obtener una mejor comprensión histórica del surgi¬ the Holy Spirit- (La doctrina puritana sobre el Espíritu Santo), en el que
miento de las afirmaciones teológicas y doctrinales del movimiento. afirma que hay anticipos de la doctrina penteeostal en Richard Sibbes,
Pero aun cuando se acentuara la validez de este tipo de investigación, John Owen, Thomas Goodwin, Richard Baxter y otros puritanos que en¬
señaban «una obra del Espíritu» posterior a la regeneración y a la santifi¬
el punto de partida de la historia no es inmediatamente obvio. Los dife¬
rentes temas pentecostales pueden rastrearse hasta que se vuelven me¬ cación.4 Thomas Goodwin, por ejemplo, habla de un «sello del Espíritu»
nos y menos distintivamente pentecostales, y comienzan a lomar el sobre la base de Efcsios LI3-14, y lo relaciona con Pentecostés, afirman¬
aspecto de temas similares en las tradiciones cristianas más clásicas. Se do que «primero deben recibirlo a él (el Espíritu Santo] como Santifica
dor antes de que puedan recibirlo como Confortador», También afirma
-
ha propuesto una serie de puntos de partida en los últimos años. Es nues¬
tro deber tomar nota de ellos antes de elegir uno nuevo, que recoja estas que «ustedes que son creyentes, esperen una nueva promesa del Espíri¬
tu Santo como Consolador... encontrarán que los apóstoles, Hechos 1.4,
otras propuestas.
Algunos intérpretes1 han remontado las raíces del pentecostalismo a debían esperar la promesa del Espíritu; hagan ustedes lo mismo».1
la doctrina católica y anglocatólica de la confirmación, donde hay una Tales temas a menudo se combinaban dentro del puritanismo con un
tendencia a hacer una separación entre la recepción del Espíritu y el bau¬ renovado énfasis en la escatología y en «Ja gloria del último día» de la
tismo por agua. Se suele afirmar esto a partir de Hechos 8.14-17, un tex¬ iglesia. Estos temas se radicalizaban adoptando diversas formas de mi-
to clave para los pentecostales. La similitud con La posición penteeostal lenarismo, sobre todo en la periferia del movimiento.4 Es posible encon¬
puede advertirse en un defensor reciente de esa posición, como L. S. trar también en esta mezcla algunos anlidpos de las enseñanzas básicas
Thornton: del pentecostali&mo.
Otra fuente un tanto olvidada, pero posiblemente fructífera en rela¬
En Oála tes (+.6) (hay) una frase que recuerda que Pente«*l¿4 «u¡ conectado ción con las raíces del pentecostalismo, sería el pietismo. El pietismo
decidid»mente con u na segunda etapa de iniciación. «T por cuanto mu bijoy Dios
envió a vuestros corazones e] Espíritu de su Hijo ,.,»; la reüóón filial con Dios que
alemán tendía a romper la dialéctica luterana de stmtü justos el peecalor1
corresponde a nuestra humanidad fue establecida nuevamente por nuestra incor¬ al poner el énfasis en el hecho de que al obtener la gracia de Cristo uno
...
poración al Hijo de Dios encamado; y esto ocurrió en nuest ro bautismo Gracias podía «vencer» el pecado y el mundo, un tema común y crucial, como ve¬
a ese acto de nueva creación estamos ahora en condiciones de entrar en una nueva remos, en los años inmediatamente anteriores al surgimiento del pente-
etapa de restauración, reída rio indispensable de la primera. El Espíritu de su Hi¬ costalismo.* De igual modo, cuando se trata de rastrear el origen de la
jo es el complemento apropiado de aquella relación de hijos a la que ya hemos si¬
do admitidos,* doctrina de la sanidad, encontramos que el pietismo juega un papel de
suma importancia,9 J itrgen Moltmann ha observado que
Es difícil leer este y otros pasajes relacionados sin advertir algunos no¬
ya en el siglo XVII, la en de la ortodon» y el absolutismo, el pcnssmienlo apo¬
tables paralelos con La separación penteeostal entre conversión y bautis¬ calíptico y quiliásttco pasó porurt notable resurgimiento en la teología protestante.
mo del Espíritu Santo. El argumento para refrendar las raíces católicas Cometiió tn Holanda y en. Inglaterra, y Floreció 1 uep> plenamente en Wu rtembe rg
y anglocatólicas de la teología penteeostal tal vez se fortalece en el he¬ y Sajorna.10
cho de que aquellas tradiciones también han tendido a mantener un sen¬
tido de lo «milagroso» hasta el presente, no sólo dentro de su sistema Se refiere, naturalmente, al surgimiento del puritanismo y el pietismo.
sacramental, sino al afirmar ciertos milagros de sanidad (a menudo en
relación con su concepto de la naturaleza de la santidad [sainthood]), y
preservar ritos antiguos de exorcismo e imposición de manos sobre los La conexión metodista
enfermos.
Otros intérpretes han creído ver las raíces del pentecostalismo en el Sin embargo, estos clásicos anticipos del pentecostalismo son, hasta
puritanismo, y afirman que es posible trazar «una línea directa de influen¬ cierto punLo, líneas paralelas antes que fuentes reales o directas, aunque
cia a partir de las enseñanzas puritanas sobre el Espíritu Santo.»1 Garth no se pueden negar algunos casos de influencia directa." Nuestra histo-

18 19
RAICES TEOLOGICAS DEL PRVTECOSTAUSMO LAS RAICES METODISTAS

ría comenzará con el metodismo. En parte lo hacemos porque está cla¬ demasiado al calvinismo,11 el que es un verdadero heredero de la refor¬
ro que aquí podemos encontrar un hilo histórico que demuestra tener ma luterana;0 se le alribuye haber anticipado la orientación existen-
vínculos reales y desarrollos posteriores que culminan en el pentecosta- cialista y ética de la teología liberal,1’ haber echado raíces principalmente
lismo. El metodismo, por otra parte, se ubica de manera notable en el en la teología de los padres orientales;14 se lo ve como una forma de tra¬
punto de confluencia de los tres candidatos que acabamos de analizar, dición sinergista que se remonta a través de la reforma inglesa a la tradi¬
John Wesley estaba «vitalmente vinculado con el anglicanismo, con el ción del nominalismo,11 como un «protobarthiauo»,. ai menos en su
puritanismo y el piclismo», según el comentario de J ohn T. McNeill.11 crístologCa,16 y así sucesivamente. En cuanto a cclesiologfa, tanto la alta
Sin embargo, aun este punto de partida les parecerá extraño a quie¬ iglesia11 como ta baja28 dentro del angjicanismo, lo han reclamado para
nes conocen bien tanto al metodismo como a) pentccostalismo. Es ver¬ sí.
dad que los seguidores posteriores de aquellos puntos que hemos tratado La diversidad de opiniones nace en parte del carácter asistemático y
de aislar en el capítulo anterior intentarían reclamar a Wesley para su ad hoc del corpus wesleyano, y por el hecho de que su pensamiento se
causa: que enseñó el «premilenarismo»,11 que «era ortodoxo en cuanto desarrolló históricamente en su esfuerzo por canalizar las energías del
al tema de la sanidad divina»,14 o que distinguía entre aquellos que habían metodismo entre los dos fuegos, el del moralismo, y cl del antinomianis-
sido bautizados con el Espíritu Sanio y los cristianos comunes».15 Pero, mo. Pero también surge del carácter católico de las fuentes de Wesley, y
como veremos, todas estas afirmaciones, o bien están equivocadas, o son del hecho de que mezcló temas que eran aparentemente incompatibles
sumamente exageradas. Y aunque el metodismo y ese otro más amplio en una frágil gestalt que en un momento parece brindamos la evidencia
movimiento conocido como el «Avivamienlo evangélico» fueron fuentes de su genio, y en otras, sostenerse apenas por poco más que la mera fuer¬
fundamentales para una piedad orientada hacía la conversión que luego za de su personalidad y de sus convicciones. El resultado ba sido una
halló expresión en el pentccostalismo, no es fácil unir las doctrinas me¬ suerte de inestabilidad constitutiva en la que ct metodismo se ha desliza¬
todista y pontéeosla! acerca de la conversión. Wcsley se inclinaba más do de un lado a otro, o se ha dividido en fragmentos, cada uno de ellos
por hablar de que se debía «experimentar la gracia de la justificación», conservando sólo ciertas partes y temas de la visión original de Wesley.
y aun así su entendimiento de ella estaba fuertemente ligado a su com¬ Estas tendencias se intensificaron cuando se perdió el control, luego de
promiso con la eclesiología anglicana y con la teología sacramental (al la muerte de Weslcy, lo que permitió que el metodismo se separara del
punto de afumar la regeneración por medio del bautismo);14 además anglicardsmn. Estas tendencias sé vuelven particularmente significativas
tenía una doctrina de la salvación sumamente compleja, dentro de La cual en la mayor libertad del escenario norteamericano,
La conversión no era más que uno de los diversos «momentos» del pro¬ Este patrón de inestabilidad quizás sea más notorio en la eclesiología
ceso, de Weslcy. Al abreviar los -Treinta y nueve artículos» anglicanos y con¬
No es sorprendente, por otra parte, que una gran variedad de afirma¬ vertirlos en los «Veinticinco» del metodismo, Wesley conservó el referi¬
ciones cristianas se le haya atribuido a Wesley. Es probable que haya po¬ do a la iglesia en forma intacta, pero lo interpretó para indicar cosas
cas figuras de la historia de la iglesia que hayan generado tan diversas esenciales a la iglesia visible. Efl primer lugar la fe vital; sin ella, en efecto, no pue¬
opiniones acerca de su ubicación entre otras tradiciones cristianas. Esto de haber iglesia en absoluto, ni visible ni invisible. En segundo lugar la predtca-
se refleja claramente cnlre los estudiosos de Wesley, que parecen estar ción, y en consecuencia, el escuchar la pura palabra de Dios, sin la cual esa fe
de acuerdo en muy pocas cosas. En el escenario de las cuestiones socia¬ languidecería hasia morir. Y en tercer lugar, una debida administración de los sa¬
cramentos, los medios habitúate por los cuales Dios aumenta ta fe.M
les, por ejemplo, se ha atacada a Weslcy por haber debilitado el poten¬
cial revolucionario de La clase trabajadora inglesa,11 se lo ha alabado por En su preocupación por rescatar el potencial ecuménico de la posición
su contribución al «Avivamiento evangélico* como «la contrapartida in¬ metodista, Colin Williams ha sugerido que al subrayar estos tres puntos
glesa de las‘revoluciones democráticas' del siglo xvw»,1* y fue defendi¬ Weslcy ha tratado de mantener unidos los acentos propios de la -iglesia
do como el paladín de las «raíces wesleyanas del socialismo cristiano».1* libre» y su tradición, de I protestantismo clásico y del catolicismo, respec¬
Teológicamente, se ha visto a Wesley como «la reversión» hacia el cato¬ tivamente.10 De modo similar, Donald Durnbaugh usa los ejes de la tra¬
licismo dentro de la tradición protestante,® como quien se ha acercado dición, la Palabra y el Espíritu, para desarrollar un diagrama triangular

20 21
LAS RAICES METODISTAS
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAUSMO

glocatolicismo sobre la base de Los cuatro primeros siglos de La iglesia.En


sobre el cual ubicar las edcsiologfas. Para éi, «el terreno intermedio está
ocupado por aquellos movimientos que son inherentemente inesta¬ efecto, una de las mayores preocupaciones durante su experiencia en
bles»,” entre los cuales el primero es el metodismo, con su tendencia a Georgia fue la restauración rigurosa de lasprácticas y el orden eclesiásti¬
caer en
i formas más clásicas de vida de iglesia, o en contraste, radicali- co de las primeras etapas de la iglesia. Y en toda esta cuestión Wesley
zarse: hacia estilos de «iglesia libre» o más «neumáticamente» orienla- parecía querer apuntar no tanto al período bíblico sino a los «antiguos»
dos. a quienes dta. Wesley apelaba a los tres primeros siglos de la iglesia, a
Cualquicra sea la finalidad que se siga con relación a esta inestabili¬ los Padres anteriores al Concilio de Nicea y la iglesia preconstantinia-
dad dentro del metodismo -alabarla como un esfuerzo por parte del ge¬ na.* El carácter del primitivismo de Wcsley tenía, en este sentido, un ses¬
go más bien histórico, y no la apelación biblidsta al Libro de los Hechos
nio de Wesley por conservar un delicado equilibrio, o criticarla por su
incoherencia— todavía podría ser de ayuda para discernir que esc es¬ del pentecostalismo.
fuerzo de Wesley se sitúa en muchas maneras en un punto entre las Pero el primitivismo de Wesley sería profundamente transformado
tradiciones más clásicas (tanto protestantes como católicas) y las tradi¬ por su experiencia evangélica de 1738 y los acontecimientos e influencias
ciones más radicales. Debido a la tendencia del metodismo a afirmar una que la rodearon. Luke Keefer, Jr., ha sugerido que el «primitivismo ede-
u otra de estas tensiones, será provechoso revisar tres áreas en donde es¬ sial» de Wesley se transformó en una suerte de « primitivismo soteriológi-
tas cuestiones aparecen con particular referencia a los temas del pente¬ co».* De igual modo F. Ernest Stoeffler sugiere que «en adelante su
costalismo: el kit motif «primitivista» en Wesley, si es que se lo puede ecltsiología fue influida por el interés soteriológico, resultado directo de
adecuadamente llamar «un teólogo del Espíritu», y su comprensión de su propia renovación religiosa por influencia del pictismo.»5* Wesley si¬
los dones del Espíritu. guió siendo muy anglicano en su comprensión de la iglesia, pero según
Stoeffler, «la suya es una comprensión modificada que da lugar a la in¬
sistencia pietista en una reforma por medio de la restauración.»”.
Ese vuelco hacia un primitivismo soteriológico (que también pudo ha¬
El leit motif primitivista ber cambiado un tanto la normas hada un mayor empleo de las Escritu¬
ras, entre las fuentes antiguas) hace que Wesley se acerque más al
La nota primitivista en Wesley nos lleva inmediatamente a comparar¬
la con la preocupación pentccostal por la restauración de «la fe apostóli¬ pentecostalismo, no obstante lo cual las diferencias aún son muy impor¬
ca». Wesley se veía a sí mismo como un defensor de la «vieja religión» o tantes. Como veremos enseguida, Wesley no estaba interesado primor-
el «verdadero cristianismo primitivo»* Algunas de las razones para es¬ dialmenlc en la recuperación de los perdidos dones del Espíritu del
to se ven en un tratado que tuvo gran influencia sobre Wesley, desde los cristianismo apostólico o patrístico, sino más bien en normas de compor¬
primeros años como misionero en Georgia, luego durante los anos más tamiento y de conducta. El extracto de de Fleury atado más arriba con¬
formativos del movimiento de los avivamientos, hasta 1749 cuando pu¬ tinúa con tas siguientes palabras: «Es entre los primeros cristianos, por
blicó un extracto traducido. En la edición de Wesley de 77te Manners of lo tanto, que debemos buscar un patrón para la vida perfecta», una fra¬
the Ancient Christians (Las costumbres de tos cristianos primitivos), de se que bien resume la naturaleza del motivo primitivista en WesJey.
Claude de Fleury, las palabras iniciales son las siguientes:
En tanta la relíenlo ensilan» na a un invento del hombre tino tina abra <Je Dios, ¿Un «teólogo del Espíritu»?
recibió su mayor perfección at comienzo de ella. Pues nadie podría imaginarte que
kxs apóstoles fueran ¡guaraníes de alguna verdad necesaria o útil para la salvación.”
Este vuelco hacia lo soteriológico bajo el impacto de su experiencia
Matices bastante diferentes a los del pentecostalismo afloran de in¬ en Aldersgate y otras influencias que pesaron sobre él, nos plantea la im¬
mediato. En efecto, Wesley compartía sus preocupaciones - sobre lodo portante cuestión de saber hasta qué punto Wesley puede ser conside¬
en los primeros años— con los dirigentes de la alta iglesia anglicana de rado un «teólogo del Espíritu». Varios intérpretes han afirmado que es
su época, cuyo mayor énfasis apologético era afirmar las prácticas del an-

22 23
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECÜSTALISMO LAS RAICES METODISTAS

apropiado designarlo así, y es obvio que esta cuestión es muy importan¬ doctrina, al insistir en que tal experiencia no servía en absoluto para es¬
te para determinar la relación de Wesley con el pcntecostalismo. Aquí tablecer una doctrina, sino que era «suficiente ... para confirmar una doc¬
volvemos a plantear de otra forma la cuestión de la posición que Wesley trina en las Sagradas Escrituras».*5 Wesley rehusaba además separar este
ocupa en relación con el protestantismo clásico, orientado hada Cristo «testimonio del Espíritu» de los «frutos del Espíritu», y exhortaba a que
y la Palabra, y con tos movimientos más radicales orientados hacia el «nadie dé por sentado descansar sobre un supuesto testimonio del
Espíritu, tales como el quakerismo o el pcntecostalismo. Espíritu» que esté separado de sus frutos.4* Como veremos, este énfasis
Una vez nos encontramos con una división entre las opiniones de sobre los frutos del Espíritu es muy característico de Wesley, y a menu¬
los estudiosos, lo cual nos advierte de la complejidad del problema. Un do sirve para diferenciarlo de Los radicales.
buen número de intérpretes, especialmente dentro de la órbitade los mo¬ Pero aparte de esta doctrina de Ja seguridad y del testimonio interno
vimientos modernos de santidad de vida, pentecostalcs y carismálícos, del Espíritu Santo, con su orientación sotcriológica más acentuada co¬
han insistido en que Wesley es esencialmente un «teólogo del Espíritu» * mo resultado de un énfasis en b experiencia, Wesley es notoriamente
En la tesis de Norman Laurence Kellctt, por ejemplo, se analiza el sur¬ cristocéntrico en su forma de pensar, especialmente en contraste con de¬
gimiento del metodísmo bajo el título «John Wesley and the Restan ra¬ sarrollos posteriores dentro del Movimiento de la Santidad y del pente-
tion of the Doctrine of the Holy Spirit to the Church of England in the costalismo. Tanto el ideal mora) como la forma de la salvación están
Eighteenth Century» (John Wesley y la restauración de la doctrina del firmemente basados en Cristo. Cuando Weslcy deseaba describir a al¬
Espirit u Santo en la Iglesia Anglicana durante el siglo xvn i) 2* Otros, en guien «que es perfecto», a me nudo hablaba primero de «alguien en quien
cambio, se lamentan de que Wesley no haya vinculado su soteriología a habita la mente de Cristo y por lo tanto camina como El caminaba Y
una doctrina vital del Espíritu Santo.40 Weslcy incorpora el Sermón del Monte más plenamente en su visión de
Parte del desacuerdo nace de la terminología empleada, y de qué es la salvación que la mayoría de otros protestantes que extraen una sote¬
lo que debería designar la expresión «teólogo del Espíritu». El estudio riología a partir de Pablo48 y de igual modo a menudo define la perfec¬
de Kellett, por ejemplo, resulta ser realmente un estudiosobre la restau¬ ción en términos del resumen de la ley que hizo Cristo.
ración de los aspectos expcricnciales o experimentales del cristianismo, Harald Líndstrom habla de «la ubicación eríslocéntrica» de la doctri¬
durante el Avivarme nto evangélico. Si bien el vuelco en 1738 hacia la so¬ na de b santificación en Wesley.44 Y aun A. Skcvington Wood, que de¬
teriología y su consecuente énfasis en la experiencia dieron sin duda ma¬ sea hablar de Wesley como de un «teólogo del Espíritu», finalmente
yor peso a los temas vinculados con la obra del Espíritu,41 no queda claro indica hasta qué punto este énfasis se ve controlado. La razón, escribe
que este impulso haya sido suficientemente fuerte como para arrastrar a Wood, es que Wesley,
Wcslcy fuera del patrón del protestantismo clásico y su tendencia al cris-
sedaba menu de que la tarea específica del Espíritu Sanio es la de glorificar al H¡-
toccnlrismo. ...
joy «pilcar los beneficies de la redención de Cristo Precisa mente porque Wesley
Hay un punto en donde Wcslcy sí irrumpe en temas ncumalológicos comprendía a partir de las Escrituras el rol sustentador del Espíritu, su teología
más en consonancia con las tradiciones radicales. Uno de los mayores permaneció firme men te cristocdntrica.50
motivos por el cual se acusaba a Weslcy de ser un «entusiasta» era su
doctrina de la seguridad de la salvación, basada en la afirmación de que
existía una «inspiración perceptible*.43 Wesley ensenaba con cierta insis¬ Wesley y los dones del Espíritu
tencia que «el testimonio del Espíritu consiste en esa impresión interior
que reciben las almas de los creyentes por medio de b cual testifica el Este mismo patrón que lo hace acercarse a los temas más radicales de
Espíritu de Dios a su espíritu que son hijos de Dios* 43 la posición ncumncéntrica y a la vez permanecer cu el marco más clási¬
Wcslcy se daba cuenta de que su enseñanza hasta cierto punto lo co¬ co y cristocéntrico, se advierte claramente en la comprensión qne Wes¬
locaba del lado de los radicales, y comentaba: «si los quákeros sostienen ley tenía de Jos dones del Espíritu, uoa cuestión crítica dentro del
la misma inspiración perceptible que yo, me alegro; y no afecta para bien pcntecostalismo. Eo cierto seal ido Wcslcy fue poco sistemático e incom¬
ni para mal que b sostengan».44 Pero Weslcy se apresuró a calificar esta pleto en su tratamiento de la doctrina de los dones. Fue además iocon-

24 25
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO UVS RAICES METODISTAS

sccuentc ya que a veces regresaba a las conclusiones clásicas del protes¬


tantismo, y otras veces «desarrollaba creencias en respuesta a sus pro¬
pios supuestos teológicos».31 Por otra parte, Wesley discutía a capa y La doctrina de la salvación en Wesley
espada contra Conyers Middleton, que se mostraba escéptico con res¬
pecto a relatos pal ríslicos de dones milagrosos y extraordinarios. Wesley Finalmente llegamos a lo que fue probablemente el tema básico del
insistía, por el contrario, en que tales dones y milagros hablan continua¬ pensamiento de Wc&ley, su doctrina de la salvación. Aquí el énfasis está
do durante los tres primeros siglos.* en la restauración de la imagen de Dios por medio de las etapas de la
Wesley parece haber estado convencido, además, de que la «frialdad operación de La gracia. U n pasaje de Wesley nos ofrece un resumen con¬
espiritual» era la causa de que después de Constantino hubieran decli¬ ciso de este proceso:
nado losdones y milagros. Negaba que la causa fuera «porque ya no había La salvación com«nía con Vo que generalmente se suele llamar (y muy IMAMh-
necesidad de ellos, ya que todo el mundo se había vuelto cristiano». Wes¬ mente) la gracia preventiva-, incluye el primer deseo de agradar a Dios, el primer
ley ¡asistía mis bien en que el amor de los cristianos se había enfriado, atisbode luz con ce miente a su voluntad, y la primen leve y tmuilorii comwcién
«se había vuelto pagano y sólo le quedaba una formalidad sin vida».* de haber pecado contra él Todo calo revela cierta tendencia hacia Va vida; cierto
grado de salvación; un comienzo de rescate de la ceguera, del corazón indiferente,
Por otra parte, a pesar de la preocupación de Wesley por restaurar el tan insensible a Dios y a las casas de Dios. La salvación luego avanza por medio de
cristianismo primitivo y la especial normatividad que otorgaba a los tres la grada caminante, que en las Escrituras generalmente se llama arrepentimien¬
primeros siglos, en realidad mostró muy poco interés en la cuestión de to. Esta trae una mayor medida de conocimiento, y una mis plena liberación del
los dones espirituales. A los metodistas, es preciso admitirlo, se los acu¬ corazón de piedra. Después experimentamos la salvación cristiana propiamente di¬
cha, por medio de Va cual «por gracia» somos «salvos, por la fe», y que consiste en
saba a menudo de «pretender para sí casi todos los dones apostólicos, de estas dos grandes ramas: la justificación y Va santificación. Por medio de la justifi¬
manera plena y general, tal como se los poseía en la antigüedad».34 Wes¬ cación somos salvos de la culpa del pecado, y restaurados al favor de Dios; por me¬
ley negaba que esto fuera asi, pero dejaba lugar para una continuidad de diode la santificación somos liberados del pode r y la raíz del pecado, y resiau rados
lo milagroso en el sentido de que «Dios oye y responde a nuestras ora¬ a ta imagen de Dios. La experiencia, además de las (escrituras, nos demuestra que
esta salvación es tanto instantánea como gradual Comienza en el momento en que
ciones aun más allá del curso común de la naturaleza».* El interés de somos justificados por el amor santo, humilde, gentil y generoso de Dios por el
Wesley radicaba fundamentalmente en otra cosa: hombre- A partir de ese momento aumenta y «crece como un grano dc mostaza, el
cual al principio, es la mis pcqueAa de todas las semillas», pero después echa gran¬
Si este*dones del Espíritu Santo habían de peírmaneceren la Iglesia al través de las des ramas, y se convierte en un árbol muy grande. En otro instante, también, el co¬
edades, y sí serian devuelto* ó no, *1 aproximairse la r titilación de lódai las
cosas,
razón es limpiado de su pecado y experimenta un amor puro por Dios y el hombre.
ritos que no nos atabe decidir." Pero aun esc amor aumenta más y más, hasta que «crezcamos en todas las cosas en
aquel que es la Cabeza», hasta alcanzar «la medida de Va estatura de la plenitud de
Como se Insinúa arriba, el verdadero interés de Wesley no estaba en los Cristo».39
dones del Espíritu, sino en los frutos del Espíritu. Hace a menudo la dis¬
tinción, insistiendo en que: Algunas puntos de este pasaje merecen comentarios adicionales. En
primer lugar es necesario advertir la manera en que la comprensión wes-
No quiero decir que loa cristiano* reciben ahora el Espíritu Santo p*ra obrar mili- leyana de la salvación va más allá del tema forense de la justificación. Una
gros, pero sin duda que «reciben* y es más, «ton lleno* del Espíriti
poder ser llenos de k* frutos de ese bendito Espíritu*
de las características más salientes en el pensamiento de Wesley es el do¬
ble énfasis que aquí se expresa como «las dos grandes ramas» de la sal¬
Wesley creía que los dones extraordinarios recaían en algunos pocos. Su vación, «justificación y santificación». Albert (Duller sugiere que Wesley
preocupación era por lo que «el Espíritu Santo representaba para cada ha desarrollado un motivo «terapéutico» implícito en el anglicanismo, en
creyente, para su santificación y salvación personal»* el que la gracia no es vista principalmente como un perdón de base fo¬
rense, sino como una fuerza «sanadora» o « restauradora»,90 de modo que
—en palabras de Wesley— «por medio de la santificación somos res-
t jurados a ta imagen de Dios».
...

26 27
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALI5MO LAS RAICES METODISTAS

La doctrina wesleyana de la «total santificación» o «perfección cris¬ admiten que otras tradiciones cristianas esperan lá total santificación
tiana» es difícil de interpretar y se la ha enfocado desde distintos ángu¬ después de la muerte.® Wesley se preguntaba entonces si este estado
los. Una perspectiva útil es mirarla como una «escatologfa realizada»*' podía adquirirse antes, y gradualmente llegó a afirmar, como lo expresa
que expresa et «optimismo de la grada» de Wesley que equilibra su «pe¬ en 1767 en el apéndice a «Plain Account... »:
simismo de la naturaleza».® La salvación para Wesley consiste, por lo Creo que este instante es generalmente el instante de la muerte, el momento antes
tanto, en un reordenamicnto de la humanidad calda, dentro de la esfera de que el alma deje el cuerpo. Pero creo que puede ser diez, veinte, o cuarenta alto»
de esta vida. Wesley mismo se expresa así: «Y, en primer lugar, además antes. . ,
de cualquiera cualidad que tenga, es una salvación actual; es algo que se ...
Creo que sucede generalmente muchos afros después de la justificación; peni
podría suceder a los cinco iftos o a 1* cinco meses después. No conozco ningún ar¬
puede obtener y que de hecho adquieren en la tierra...».0 O en este otro gumento concluyente que lo contradiga.®
ejemplo:
Estas citas revelan hasta qué punto Wesley comenzaba a luchar con la
[1.a salvación|no et una bendición que ha de alcanzarse del otro todo de la lumba
. No es algo porvenir es una cosa actual, una bendición que por la misericordia meta de la «perfección» como el clímax de !a vida cristiana. Fue el pen¬
gratuita de Dios, ahora mismo poseéis-0 samiento wesleyano posterior el que relacionó tan fácilmente esta expe¬
riencia con el comienzo de la vida cristiana y la vinculó estrechamente
Es esta visión La que respalda la controvertida doctrina metodista de con la inidadón de la experiencia cristiana.
la perfección cristiana. Wesley calificó radicalmente la «perfección» que Había también una ambigüedad similar acerca de si debían ser sub¬
se puede esperar. No involucra «estar exento de la ignorancia, las equi¬ rayados los aspectos graduales o los instantáneos de la santificadón.
vocaciones, las debilidades ó las tentaciones»0 pero sí incluía un creci¬ Wesley afirmaba que dentro del proceso de La santificadón había un «mo¬
miento que lleva más allá del «pecado, cuando se lo define correctamente mento» de total santificadón:
(estoca, una transgresión voluntaria de una ley conocida)».66 Wcsley tra¬
taba de evitar la expresión «perfección sin pecado» porque implicaba la Si el pecado cesa antes de to muerte, debe haber en la naturaleza de las cocas un
incapacidad de pecar. Prefería en lugar de eso hablar en términos afir¬ cambio instantáneo: debe haber al menee un última momenta cuando todavía exis¬
te, y un primer momento cuando ya no,*
mativos de «la mente de Cristo», de total devoción a Dios, y de amor ha¬
da Dios y hacia el prójimo: Pero durante gran parte de su vida Wesley permaneció profundamente
Desde un punto de vina es pureza de intención dedicar toda la vida a Dios. Ea el
ambivalente acerca de dar prioridad a la «crisis» o al «proceso». Orville
dar a Dios todo nuestro corazón, es tener un solo deseo y propósito gobernando Walters ha estudiado esta cuestión y afirma que Weslcy superó esa Jim-
nuestros estadosde ánimo. Es dedicar, no una parte, sino todo: nuestra alma, cuer¬ bivalencia en 1772, y que desde esc momento subrayó el carácter ins¬
po, y bienes, a Dios, Desde el otro punto de vista, es tener toda la mente que hubo tantáneo de la segunda bendidón, aunque siempre precedida y seguida
en Cristo, permitiéndonos caminar como Cristo caminaba. Es la circuncisión del al¬ por un proceso de santificación gradual.71
ma de todo aquello que la mancha, toda corrupción interna y externa. Es la reno¬
vación del corazón a la plena imagen de Dios, la plenitud de la semejanza de aquel
que la creó Y aun desde otro punto de vista es el amara Dios con todo nuestro co¬
razón, y a ouestio prójimo como a nosotros mismos. Ahora bien, tómenlo en cual¬ El significado del «segundo momento»
quiera de estos puntos de vista que quieran (ya que no hay ninguna diferencia
sustancial).0
Por entonces comenzó la cuestión crudal que nos permite compren¬
Estas afirmaciones también son modificadas en Wesley por el carácter der cómo el pcntecostaüsmo puede estar reladonado con el metodismo,
ideológico de la perfección cristiana, es decir, hasta dónde esta visión un problema que causaría desasosiego a partes de la tradición wesleya-
de la vida cristiana servía como meta hacia la cual esforzarse y no como na durante más de un siglo. Una vez que quedó claro que en el pensa¬
el punto de partida en que se tornó luego en mucho del pensamiento miento de Wesley se enfatizaba este «momento» dentro del proceso total
«wesleyano* posterior. Varios pasajes en su escrito «Plain Account of de santificadón, se planteó si era apropiado describir esta experienda
Christian Perfection» (Sencilla descripción de la perfección cristiana)

28 29
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAUSMO I-AS RAICES METODISTAS

como un bautismo del Espíritu Santo, entendido en términos de imáge- uso de la frase «recibir el Espíritu Santo», insistiendo en que «la expre¬
nes derivadas del relato de Pentecostés en el Nuevo Testamento. sión en ese sentido no es escritura! ni tampoco totalmente correcta; por
Wesley mismo, aparentemente, se resistía a aceptar esta implicación cuanto todos habían ‘recibido el Espíritu Santo’ al ser justificados».76
posterior en sus sucesores, especialmente en el sucesor oficia], John Flet¬ Unos cuantos años después, Fletcher y Wesley parecen haber aclara¬
cher, el piadoso vicario de Madeley, y Joseph Benson, el amigo de Flet¬ do sus diferencias, y aparentemente habían hecho un acuerdo para que¬
cher y posterior editor de sus obras completas. dar en posiciones diferentes. Como lo expresa Wesley en sus propias
Esta discusión se puede reconstruir desde escasas alusiones presen¬ palabras;
tes en la Literatura de la época; los documentos claves ya no están a nues¬ Pared*re que nuestros puntos de vista respecto a la perfección cristiana son un po¬
tro alcance.71 Pareciera haber surgido en medio de otras cuestiones más co diferentes, aunque no opuestos. Es verdad que cada bebí en Cristo ha recibido
absorbentes, como la elección o la perfección, en La controversia con cal¬ el Espíritu Santo, y el Espíritu da testimonio junto con su espíritu, de que él es un
vinistas de comienzos de La década de 1770. Esa controversia finalmen¬ hijo de Dios, peto no ha Obtenido aún la perfección cristiana.77
te destruyó la alianza entre el ala más calvinista del mclodismo (los Fletcher también se volvió más sofisticado con respecto a sus diferencias
círculos que rodeaban a George Whiteñeld) y el ala más arminiana que con Wesley, y escribe a la señorita Mary Bosanquet, predicadora meto¬
rodeaba a Wesley y sus colaboradores. Estas luchas surgieron en el Tre- dista con la que luego se casó:
vecca College de Gales, una institución costeada por la Condesa de
Huntingdon, palrona de Whitcfield. El director, Joseph Benson, fue ex¬ No hago descansar la doctrina de la perfección cristiana sobre la amencia Je peca¬
pulsado por la condesa por sostener ideas armiiúanas, una medida que do, esto tí, la perfección de una paloma, o una oveja; ni tampoco en poder
Dios con rodar nuestrasfuerzas, por cuanto acoque lodos los gentiles y judíos jus¬
llevó a que su presidente, John Fletcher, presentara prontamente su re- tos lo han hecho; sino en la plenitud de ese amor superior, más noble, más cálido,
nuncia. y más poderoso, que el apóstol denomina el amor del Espíritu, O el amor de Dios
En una carta a Benson, Fletcher le informó que el Rev. Walter Shir¬ derramado por el Espíritu Santo a los creyentes cristianos, quienes, desde cidúde
ley visitó esa casa de estudios, y mientras estaba allí «hizo pedazos lo que Pentecostés, marchan hacia la perfección de la dispensación cristiana.7*
usted había escrito sobre el ‘bautismo del Espíritu Sanio’». Aparente¬ Aunque estas palabras parecerían una objeción explícita al punto de vis¬
mente en esta época Benson afirmaba que las personas debían experi¬ ta de Wesley, Fletcher deja en claro la diferencia;
mentar la «perfección» mediante un «bautismo pcntecostal del Espíritu
Santo», porque Shirley había discutido en contra de esa posición, argu¬ Usied podrá encontrar mis opiniones al respecto contenidas en los sermones del
mentando que «la profecía de Joel (Hechos 2) se había completado ya seftor Wesley sobre perfección cristiana y sobre cristianismo escriturad con esta so¬
la diferencia: que yo distinguiría más claramente entre el creyente bautizado con el
en el día de Pentecostés».77 poder pcntecostal del Espíritu Santo, y el creyente que, como ios apóstoles después
Weslcy parece haber compartido al menos algunas de las conviccio¬ de la ascensión del Seftor, no está aún Ueno de ese poder,79
nes de Shirley al respecto, porque un par de semanas antes le había pe¬
dido a Benson «qnc se abstuviera de enseñar la salvación universal y Wesley y Fletcher compartían muchas cosas, pero sus diferencias no
predicar sobre el último descubrimiento de Fletcher».74 Benson clara¬ eran meramente semánticas y terminológicas. Estas alusiones al conflic¬
mente se sentía tentado de creer en una «salvación final universal», pe¬ to revelan divergencias fundamentales que subyacen a lo que les es
ro La última referencia permanece ambigua. John Telford, el editor de común. En otro momento y bajo otras circunstancias estos pequeños ma¬
tas cartas de Wesley, sugiere que se refiere a la doctrina de Fletcher so¬ tices se volverían a acentuar y revelarían con más claridad esa am-
bre «recibir el Espíritu Santo».77 Unos meses antes Wesley se había mos¬ bigüedad heredada de la era del mclodismo clásico. Intentaremos hacer
trado preocupado por la manera de hablar de Fletcher sobre el hecho de un esfuerzo para discernir mejor estos sutiles matices, antes de retomar
la santificación total. Aunque estaba de acuerdo en que Fletcher acep¬ la historia del conflicto que se desarrolló en el escenario norteamerica-
taba todo lo que él (Weslcy) defendía - «una liberación total del peca¬ no.
do, una recuperación total de la imagen de Dios, el amar a Dios con todo
nuestro corazón, nuestra alma, y nuestra fuerza» - , Weslcy objetaba el

30 31
LAS RAICES METODISTAS
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO

mAs interesado en la promesa del retorno de Cristo, y habla frecuente¬


mente de ella en el contexto de otros temas.**
El patrón de las dispensaciones de Fletcher acentúa el papel del
Una línea divisoria crucial Espíritu Santo y subraya la suposición de que la era presente está de algún
modo caracterizada por la actividad del Espíritu Santo. Debido a que «la
Fletcher sentía que la clave para comprender su propio pensamiento dispensación del Espíritu está ahora en acción», no sería «justo tildar de
clave
debía encontrarse en su doctrina de las dispensaciones, un punto 'entusiasta' al ministro que predique esta dispensación».*5 Este énfasis
de diferencia con Weslcy. Aunque su posición no se desarrolló totalmen¬
de la estructura dispensadonalista de Fletcher empuja al metodismo más
te, Wesley parecería reflejar una postura más clásicamente protestante, lejos del enfoque endocéntrico, hacia un enfoque neumatocéntrico. De
que ve a la historia dividida fundamentalmente en dos períodos, por Cris¬ igual modo, cuando el esquema de las dispensaciones es aplicado al de¬
to, o quizás más precisamente por la redención lograda por su
muerte.
y del «pac¬ sarrollo espiritual del individuo, hay una tendencia a separar la recep-
Por esa razón, Weslcy podía hablar del «pacto de las obras* dón del Espíritu Santo del momento de la conversión, de una manera
to de la gracia* usando términos como «dispensación judía»
y «dispen¬
que comenzó a preocupar a Wesley. Fletcher no separaba el Espíritu de
sación cristiana*. El Espíritu Santo, naturalmente, desempeña un papel las etapas anteriores, pero sí enfocaba el papel del Espíritu en una ter¬
importante, lo mismo que Pentecostés, pero es el agente de Cristo y sub¬ cera etapa inaugurada por el bautismo del Espíritu Santo, de tal manera
aunque
sidiario de 6L Esto repite lo dicho anteriormente, a saber, que que provocaba este tipo de cuestiones. Cuando este esquema comenzó
Wcsley otorgaba mucho peso a la experiencia de recepción de gracia, la
a ser usado por personas de menor criterio, comenzó a acentuarse la ten¬
lo hacía básicamente desde un marco cristocéntrico. dencia hada ese tipo de separadón.
Fletcher, en cambio, veía la historia dividida en Des dispensaciones, Parte de lo que aquí está en discusión es un desplazamiento de las ba¬
cada una de ellas identificada con una de las personas de la Trinidad, y ses exegéticas. Es un hecho notable que, a pesar de la dedicación por
cada una de ellas caracterizada por una «gran promesa por parte de parle de Wesley a hablar de La «restauración» de la vida de la iglesia pri¬
Dios*.® La primera de ellas es la «dispensación del Padre», que antici¬ mitiva, sólo ocasionalmente se refiere al libro de los Hechos. Esta ausen¬
pa la «manifestación externa del Hijo». La «dispensación del Hijo» se cia se vuelve especialmente notable en los análisis acerca de la perfecdón
inicia con J uan el Bautista, y anticipa «la promesa del Padre», o el derra- cristiana y la santificación total. El estudio de las bases cxcgéticas del
mam iento del Espíritu Santo en Pentecostés. La tercera dispensación, la
pensamiento de Wesley llevado a cabo por W. E. Sanpter identifica
del Espíritu, anticipa el regreso de Cristo.*1 Estas dispensaciones no son treinta textos básicos: uno de EzequicL, tres de Mateo, diez de la litera¬
sólo una descripción del proceso salvífico o Heilsgeschichie., o las etapas tura paulina, tres de la epístola a los Hebreos, uno del libro de Santiago,
de la obra de Dios en la historia humana, sino también —y tal vez más dos del evangelio de Juan, y diez de la primera epístola de Juan.* El li¬
-
básicamente una descripción de las etapas del crecimiento espiritual
y el desarrollo por el cual debe pasar cada individuo.®
bro de los Hechos, junto con su referencia a Pentecostés, está conspicua¬
mente ausente.
Esta doctrina de las dispensaciones pone énfasis en el movimiento te- Obviamente la formulación de Fletcher, sin embargo, coloca el libro
lcológico de la historia de una manera que no es característica de Wes¬ de los I lechos en un lugar prominente. En efecto, de acuerdo con el Indi¬
lcy. Aunque Weslcy se refería a un clímax en la historia, como el juicio ce de los textos bíblicos, el libro de los Hechos se cita más que ninguna
final, su escatología estaba más orientada hacia La cuestión de la muerte otra fuente bíblica en sus obras completas. Así es que podemos detectar
y el destino de las personas.® La escatología en el sentido de la expecta¬ un desplazamiento importante en las bases cxcgéiicas, que podría indi¬
tiva de un inminente retorno de Cristo no juega en Wesley el papel que car incluso un desplazamiento desde la orientación paulina yjuanina, ha¬
muchos supondrían. Wesley, como ya lo hemos sugerido, está orientado
cia una luqueana. Sería fácil sobreestimar estas diferencias, pero esta
principalmente hacia una soleriologia; su enfoque es la apropiación de
perspectiva no deja de proporcionar algunas claves importantes acerca
la gracia en esta vida, y la restauración de la imagen de Dios en prepara¬
de los niveles profundos de la discusión.
ción para la muerte y la vida eterna. Fletcher, por su parte, está mucho

32 33
RAICESTEOLOGICAS DEL PENTECOSTAUSMO LAS RAÍCES METODISTAS

Aun podría afirmarse que la doctrina de Las dispensaciones tiene Pentecostal. Estos pasos no se dieron en el inicio del metodismo, en par¬
raíces expresamente luqueanas. Los estudiosde redacción en Lucas y los te por la resistencia de Wesley, y también por el
control que ejercía su
Hechos son un foco tormentoso de argumentaciones aún sin conclusio¬ influencia en ese contexto. Norteamérica proporcionó el
nes definitivas. Es conveniente notar, sin embargo, que Hans Conzel- esa transformación, y es a esa historia que ahora debemoscontexto para
volvernos.
mann propone en su The Theology o/St. Luke ((La teología de San Lucas)
una división tripartita de la historia similar a aquélla: el período de Is¬
rael, el período de Jesús, y el período de la iglesia y del Espíritu." Conzel-
mann, por supuesto, ve en esto una «desescatologizadón» de la historia
de la salvación en respuesta a la «tardanza de la parusía», mientras que
Fletcher, al usar este material, revela una intensificación de la orienta¬
ción escatológica. Pero el estudio de redacción de Conzelmann sigue ba¬
jo discusión,” y algunos encontrarían en Lucas patrones más acordes con
la lectura que Fletcher da implícitamente a los textos."
También surgen otros interrogantes de interés. J. E. Fison ha sugeri¬
do que «el Espíritu, en los Hechos, todavía es preeminentemente extáti¬
co» y que «la contribución más grande de Pablo fue darle prioridad a lo
¿tico sin disminuir un ápice el carácter sobrenatural y escatológico de
aquél.»*1Se ha objetado esta afirmación,*1 pero sugiere, no obstante, que
algunos de los matices que empezaban a surgir en Fletcher en contrapo¬
sición con Wesley podrían haber tenido su raíz en el grupo de textos a
los que cada cual dio prioridad. Esto es claramente asi cu algunos pun¬
tos, tales como el énfasis de Fletcher en el tema del «poder», aun en las
pocas muestras citadas arriba. Eduard Schweízcr sugiere que Lucas y los
Hechos se centran en el Espíritu y tienden a usar dyrumus [poder) ypneu-
rita [espíríluj casi como sinónimos, y que:

proftieuein [profetizar] es paz» L le romo la obi* niel Espíritu ...


SMo marginalmcnte encontramos expresiones que describen en forma mis gene¬
ral al Espíritu, como «I que mora continuamente en el individuo o en la comuni¬
dad.*1
No estamos sugiriendo, por supuesto, que Fletcher se desplazara tan¬
to en esa dirección; estaba demasiada controlado por el pensamiento
weslcyano. Pero estos temas típicos comienzan de hecho a aparecer en
su pensamie nto, y bajo circunstancias diferentes aqucllusque estaban ba¬
jo su influencia podían adoptarlos e intensificarlos, especialmente cuan¬
do la influencia de los patrones wesleyanos se hubiera debilitado por
diferentes razones.
El estudio de ese desarrolla histórico es el tema prioritario de este
análisis, y uno de los resultados más importantes del proyecto es que en
estos desplazamientos se manifiestan las raíces históricas de la teología

34 35
SALVACION E INVITACION
84 Por Es Contemplo Redención
H.C. B*UL
UBJ. P. Inin CAPITULO III
1 fe

r T + í
eoD-tem-plore-den-dón, La furo-t* ear -me -
-
«I
El avivamiento norteamericano de la
1. P« fe
vi-daeo-tre-goa mi }t J¿S, La* du das -el qui - - - mor!
tó;
2. Mi

4. ¡Oh,
-
3. ¡Cuan ¡B e * fa * ble go to ti.
gra-cia ut-ctl n de mi -
Dio*,
Sa
Pro Fun-do
-
* ber que tal

e* el
vo
a -
soy!
perfección cristiana
*ÿ
*-
E! metodismo habría de encontrar su verdadero destino en Nor-
— Ya a mediados del siglo Philip Schalf reconocerla
tcamérica. XIX,
que «en Norteamérica, el movimiento metodista fue —quizás de entre
todos los sectores del protestantismo, después del puritanismo— el de
mayor influencia eq la vida religiosa en general».1 Esto ya es, por sí solo,
un hecho singular, ya que por la época de la revolución norteamericana
Je * iüi no* da la sal
en
- -
tifie, Su
T* -
vi da dio por
lúa, Mú deu-du él pa
su -
mí.
(ó.
el metodismo en Norteamérica era todavía una secta marginal desorga¬
nizada, apenas con un pie en el Nuevo Mundo. Pero hacia 1820 los me¬
- --
Mí al-mago-u
Mí rey a quí es-- -
mi Je sút, Al de lo sé que
-
voy.
todistas ya habían alcanzado en uúmero de miembros a los bautistas cuyo
De mí Je sú*. vi - a de luí. Cor de to Re -den tur.
número estaba creciendo, y se estaban transformando rápidamente en la
-A
— 0.

V
denominación protestante más grande de Norteamérica en el siglo XIX.
En 1840 los metodistas superaban a los bautistas en una proporción de
10 a 6, y «en igual proporción a la membresía combinada de presbiteria¬
Ceno nos, congrcgacionalislas, episcopales, luteranos e iglesias reformadas»,7
es decir, los grandes forjadores protestantes de Norteamérica colonial.
La razón de este sorprendente crecimiento del metodismo es múlti¬
ple. El movimiento wesleyano llegó a Norteamérica en el momento de su
La film-te «o i - pial ha - tté. De vWi y lu* d niminíilí
mayor vigor. Sus evangelistas y obreros itinerantes que recorrían las re¬
* giones a caballo, sumados a los laicos y nuevos conversos, aumentaron
fácilmente sus fuerzas y se extendieron a lo largo del país, mostrándose
especialmente adaptables a La frontera que se expandía con la coloniza¬
ción del Oeste. Los motivos arminianos y perfeccionistas del metodismo,
tanto explícitos como implícitos, eran un Lrasfondo que congeniaba con
V r r T el deseo de expresar y aun alimentar el expansionismo optimista de la re¬
limrpUami! gión. El metodismo creció a tal punto como factor de influencia que los
¡Oh, tlo-ríi a Días, me lím-pdami. Me Um-pítiim, m*
intérpretes del siglo XIX suelen hablar de «la era metodista en Nor¬
JÉ. teamérica».3 Por Jo tanto lo que pasó en el ambiente metodista tuvo una
influencia mayor en la cultura que lo que generalmente se supone.
Pero «la era metodista en Norteamérica» significa más que el creci¬
miento de una denominación en particular que llegó a ser la más grande

37
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAUSMO EL AVIVAMIENTO NORTEAMERICANO

Aunque siempre fue una cuestión de importancia para el metodismo ini¬


del país; significa que bastacierto punto el metodismo sentó las bases pa¬ cial, hay un sentido en el que se puede afirmar que la predicación acerca
ra muchos otros grupos. Las ideas y prácticas del metodismo penetraron
de una «segunda bendición» se adaptó más a las condiciones espiritua¬
en otras denominaciones, especialmente del campo reformado. Los les de la segunda generación de creyentes.
grandes avivamientos del siglo XVI ll agregaron otro factor al debili¬
tamiento del calvinismo puritano y contribuyeron a lo que ha venido a
llamarse la «arminianización de U teología norteamericana».4 Este im¬
pulso, que culminó en el surgimiento de los avivamientos espirituales, se El surgimiento del Movimiento de la Santidad
unió con el floreciente metodismo para sentar las bases de la síntesis No es necesario resolver esta cuestión para reconocer, especialmen¬
evangélica religiosa y cultural que dominaría el ambiente norteamerica¬
no antes de la Guerra Civil. Así Timothy L. Smith puede describir la fuer¬
te en la década de 1830, un creciente énfasis en la perfección cristiana,
za religiosa dominante en Estados Unidos en vísperas de esos tiempos que produjo la «Cruzada de la Santidad», un factor descuidado pero im¬
portante en la vida religiosa norteamericana de mediados del siglo XIX.’
como una coalición de calvinismo con «avivamientos» y de «arminianis-
mo evangélico», es decir, una combinación en la cualdominaban las ideas Un anuncio de lo que iba a venir fue un breve libro publicado bajo el títu¬
lo de The Christian’s Manual; a Treatise on Christian Perfection, with Di¬
de tipo metodista, incluyendo la doctrina de la perfección cristiana.5
rectionsfor Obtaining That State (Manual del cristiano; un tratado sobre
El más influyente de los representantes calvinistas dentro del moYi-
la perfección cristiana y la forma de lograrla), publicado en 1825 por la
miento caracterizado por los avivamientos resultó ser el controvertido
Iglesia Metodista Episcopal.10 El autor era Timothy Merritt, un conoci¬
Charles Grandison Fume y, un defensor del nuevo estilo de despertar es¬ do pastor de Nueva Inglaterra, que vivía por entonces en Boston. «La
piritual llamado «New Measures» (Nuevas Medidas). Richard Carwar-
doctrina de la perfección cristiana era su lema favorito, y él mismo era
dinc afirma que este tipo de avivamientos surgió primariamente como
un ejemplo vivo de ella.»11 Esta preocupación to llevó en 1839 a fundar
efecto de la influencia de las prácticas c ideas metodistas en los círculos
presbiterianos y congregacíonal islas. Entre ellos se encontraban el uso la Guide to Christian Perfection (Guía para la perfección cristiana), des¬
del «banquillo de los angustiados», el estímulo que se le daba a las mu¬ tinada a transformarse más tarde, bajo otros editores, en el órgano prin¬
jeres para que hablaran y oraran en «reuniones mixtas», un tipo de pre¬ cipal del avivamíento para la santidad, especialmente en la medida en
dicación improvisada y más orientada hacia lo emocional, y cl giro hacia que halló expresión dentro del campo del metodismo.
una teología arminiana, todo ello fruto de temas y usanzas metodistas in¬ Mientras tanto, en Nueva York, la esposa de un médico, llamada Phoe¬
filtrándose en la cultura dominante.6 El clímax de este proceso puede be Palmer, y su hermana Sarah Lankford llegaron a la experiencia de la
verse en la adopción por parte de Fmney de puntos de vista casi weslc- santificación. Phoebe, para quien esta experiencia proporcionó la segu¬
ridad que otros encontraban en la conversión, se transformaría en la fi¬
yanos con respecto a la santificación, y el desarrollo posterior del «per¬
gura principal del Movimiento de la Santidad: inicialmente como líder
feccionismo de Oberlin», en la década de 1830.
Pero nuestro interés es enfocar las alternativas de la doctrina wesle- de las «Reuniones de los martes para la promoción de la santidad», que
yana de la perfección en el escenario norteamericano. El metodismo realizaron durante casi sesenta años en el hogar de los Palmer; luego co¬
cruzó el Atlántico en medio de los desarrollos teológicos dcscriptos en
mo editora de la revista que había fundado Merritt, con el nuevo nom-
bre de Guide to Holiness (Guía para la santidad), y finalmente conto
el capítulo anterior, y al hacerlo halló un suelo más fértil para el cultivo
de su doctrina peculiar, aunque no de inmediato.
evangelista itinerante, viajando no solamente por el nuevo continente, si¬
La cuestión ha sido muy debatida,7 pero seria justo decir que en los no también por Europa. Las reuniones caseras de los Palmer no eran
años iniciales «la perfección cristiana era una doctrina respetada pero muy diferentes de las reuniones cari&máticas caseras de La actualidad, y
no un rasgo dominante de la predicación metodista de aquella época».8 al ser imitadas, generaron hacia fines de siglo una vasta red de reuniones
John Peters ha sugerido que el contexto del avance de la frontera esti¬ de santidad. Las reuniones en el hogar de los Palmer, que habían empe¬
muló la necesidad de acentuar los mensajes «de salvación» entre los me¬ zado en 1835, se abrieron al sexo masculino en 1839, y se transformaron
todistas. Un análisis de la literatura de la época confirma esta conclusión.
en un centro de renovación de una versión de la doctrina de Wesley de

38 39
:
El, AVJVAMIENTO NORTEAMERICANO
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAL!SMO

...aunque no podríamos afirmar que te expresa nano metodista en todos tos pun¬
la perfección cristiana que alcanzó a lideres y obispos metodistas, y se ios de esta gran doctrina, «tamos satisfechos de que aquello que llamamos per¬
extendió más allá de las barreras dcnominacionales. fección cristiana se expresa cabalmente en esta obra.**
De manera similar, el avivamiento entre las iglesias reformadas se es¬
taba volcando en la misma dirección. El lema de la «santidad» penetra¬ El libro de Mahan había sido publicado por H. V. Degen, el subeditor
de Guide to Christian Perfection (Guía a la perfecdón cristiana), de raíces
ba en toda la literatura de la época. Las nacientes convicciones de
Nathaniel Taylor respecto de la «New Divinity» (Nueva Divinidad) que metodistas, y la cálida relación c interacción entre Oberlin y los Palmer
exponía por entonces en la Universidad de Yale llevaban naturalmente durante la década siguiente son un testimonio de las afinidades que
a preocupaciones concernientes a temas de la santidad y la santifica¬ existían. El grupo de autoridades en el Movimiento de la Santidad es alu¬
ción.13 Edward Beecher, cuyos padres, hermano y hermanas son tal vez dido en forma algo negativa en la expresión a menudo usada, q ue en esos
más conocidos, publicó seis sermones sobre «la naturaleza, importancia, círculos vinculados con la revista «ni Wesley, ni Fletcher, ni Mahan, ni
y los medios para la santidad en la iglesia», que fueron luego incorpora¬ Upham, sino la Biblia, la Santa Biblia, es lo primero y lo último, en todo
dos alAmerican National Preacher (El predicador nacional americano).1’ momento».19
Por su parte el ya conocido Charles G. Finney comenzó a volcarse hada La cultura ya había llegado a un clima propido para la explosión de
la tradidón wesleyana para hallar las pistas de una experiencia de santi¬ libros y revistas que difundieron la doctrina y la experiencia a lo largo del
dad, usando los temas antes de haber experimentado personalmente la mundo protestante de Norteamérica. El avivamiento de 1857-58, espe¬
«bendidón», en sus Lectures to Professing Christians (Conferencias para cialmente, «extendió los ideales de los Movimientos de la Santidad y de
cristianos profesantes), que alcanzaron gran repercusión al ser publica¬ la Perfecdón a otros países»* y marcó la cumbre del amplio impacto cul¬
das inidalmcnte en el New York Evangelistÿ y luego recogidas en forma tural del movimiento, antes de que se desintegrara en una variedad de
delibro en 1837» expresiones diversas, más tarde en esc mismo siglo.
Esta cuestión había surgido el año anterior, cuando un alumno del Durante la década de 1840, Horace Bushnell estuvo bajo la influenda
Oberlin College le hizo al presidente Asa Mahan esta inquietante pre¬ de estas corrientes, particularmente de losescritos del congregadonalis-
gunta durante una reunión: «Cuando miramos a Cristo para nuestra san¬ ta Thomas Upham, y su obra posterior muestra el impacto subyacente.11
tificación, ¿qué grado de santificación podemos esperar deél? ¿Podemos Al mismo tiempo, el presbiteriano W. E. Board man se veía atraído en
esperar que él nos santifique totalmente o no?».13 Esta pregunta lanzó a esa dirccdón.Su obra/figher Christan Ufe (Vida cristiana .superior)2 fue
Mahan y a Finney, este último profesor de teología de Oberlin, a la publicada en el clímax del avivamiento de 1858 y proporcionó a éste 'JIM
búsqueda de una santificación total, que culminó en su hallazgo de la nueva terminología que le permitió convertirse en «el primer tratamien¬
«bendidón», y el surgimiento del perfeccionismo en Oberlin, enseñanza to popular de este tema que se abrió paso en todas las denominaciones».2’
que se difundió de diversas maneras en el Oberlin Evangelist y por medio El metodista británico Mark Guy Pearse habría de comentar que gracias
de la influyente exposición de Mahan, en 77i¿ Scripture Doctrine of Chris¬ al libro de Boardman, «la despreciada doctrina de los primeros metodis¬
tian Perfection (La doctrina escritural de la perfecdón cristiana).1* tas se había convertido en la herencia gloriosa de todas las denomi-
El perfccdonismo de Oberlin era básicamente wesleyano en su for¬ nadones».2* A. B. Earle y otros bautistas llevaron la experiencia .i L-a
ma, aunque influido (implídta o explícitamente) por el contexto de la co¬ denominación después de su experiencia de santificación en 1859 2 El
rriente calvinista de «New Divinity», para dar mayor peso a la «ley moral» médico Charles Culfis, de quien nos ocuparemos en el próximo capítu¬
(un reflejo de la filosofía moral de Mahan y su tendeada al kantismo), y lo, incorporó temas similares en la iglesia episcopal.26
al «libre albedrío» (especialmente en Fmney, quien ponía el énfasis en
que el llamado a la perfección implica La capaddad para adquirirlo).
George Peek, editor del Methodist Quarterly Review (Revista trimestral Nuevas corrientes en teología
metodista), autor unos años después de un estudio similar,Scripture Doc¬
trine of Christian Perfection (Doctrina bíblica de la perfecdón cristiana),
lT Aunque estas corrientes posteriores muestran una creciente variedad
concluía con una reseña del libro de Mahan, que aclaraba: de expresiones y de terminología, la formuladón de la perfecdón cristia-

4Q 41
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAUSMO EL AVIVAMIENTO NORTEAMERICANO

na y la santificadón total, anterior a la Guerra Civil, siguieron siendo wes- un estado de grada en el que cada uno de los redimidos del Señor debía
leyanas en contenido. El trasfondo norteamericano, sin embargo, pron¬ vivirá.51 Apelando al versículo que dice que «el altar ... santifica la ofren¬
to comenzó a plasmar el pensamiento metodista en otras direcciones- El da», afirmaba que una vez que tiene lugar la «consagración», el creyen¬
impacto general sobre temas más amplios de la teología ya ha sido ana¬ te debía «ejercer la fe» y afirmar la plena santificación aunque no hubiera
lizado varias veces. Robert Chiles ha rastreado los matices cambiantes un sentimientode segundad que lo acompañara.32 Esta enseñanza tendía
implícitos en la americanización de la teología metodista, en términos de a evaporar la lucha espiritual que caracterizó al metodisrao del siglo
un desplazamiento sutil desde «la revelación a La razón», desde «el hom¬ xvin, estimulando una apropiadón inmediata de (a experiencia. Después
bre pecador al hombre natural», y de «libre gracia a libre albedrío».33 El de todo, «por cuanto os ha sido obtenida [por Cristo}, ya es vuestra. Si
crcdente énfasis sobre «el agente moral» y «el libre albedrío» se acen¬ no la recibís ahora, La demora no será de parte de Dios, sino totalmente
tuó en alguna medida durante el período por interacción con la doctri¬ vuestra».31
na de New Divinity mediada por las corrientes del avivamiento y del Estos temas aceleraron el cambio en el pensamiento de Garlee hada
movimiento perfeccionista de Obcrlin. un debilitamiento del carácter teleológico de la perfección, hadendo de
La doctrina de la santificadón total también tomó nuevos matices. El ella una experiencia más estrechamente vinculada con la conversión e
más notable fue la tendenda a resolver la tensión entre crisis y proceso iniciación cristianas.
que había habido en Wesley, por medio de un crcdente énfasis en el La enseñanza de Oberlin fue más compleja en este aspecto. Como
carácter instantáneo de la segunda bendidón, en términos de una «se¬ había surgido, dentro del contexto del movimiento New Divinity, con su
gunda obra concreta de la grada». Hasta derto punto este desarrollo ya énfasis arminiano, la teología de Obcrlin colocaba en sus comienzos mis
se había produddo en Inglaterra, no sólo en el Wesley de los últimos importancia en la posibilidad de la perfección que en los medios preri¬
años, sino particularmente en la obra de Adam Garlee, cuyo influyente sas por los cuales se podía obtenerla,* aunque la mayoría del cuerpo
comentario de la Biblia se publicó por primera vez en Norteamérica en¬ docente de Oberlin afirmaba haber tenido algún tipo de «segunda expe¬
tre 1811 y 1825.a Una colección póstuma de los escritos de Clarkc se pu¬ riencia». La cuestión se complicó por el agregado de la doctrina de «la
blicó en 1835 bajo el título Christian Theology (Teología cristiana). Allí simplicidad de La acción moral» que sostenía que la acción moral buena
Clarkc afirma que era inherentemente perfecta porque «la coexistencia del pecado y la san¬
tidad, como de dos estados morales opuestos, es imposible».33 Estos y
en ninguna pane «Je las Escrituras debemos buscar la santidad gradatim. Debemos otros desarrollos de la cuestión hirieron que la escuela de Oberlin se frag-
venir a Dios tanto para una instantánea y total purificación de todo pecado como mc niara. Mahan se inclinó cada vez más hacia el melodismo, y siguió de¬
para un perdón instantáneo. No existen el perdón urialim ni la purificación gra¬
datim en La Biblia. Es cuando el alma se ve purificada de todo pecado que puede sempeñando un papel en el desarrollo de la teología de la santidad,
crecer en La gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.3* mientras que Finney se fue retirando cada vez más de la doctrina wesle-
yana.
Este énfasis no sólo resuelve la tensión en el pensamiento wesleyano a Pero hay un nivel más profundo en el que el estilo de los avivamientos
favor de una crisis riño que debilita el carácter ideológico de la enseñan¬ de Fínney brindó apoyo a los desarrollos registrados en Palmer y otros
za de Wcsley y traslada la total santificación a un momento más tempra¬ en los avivamientos norteamericanas de santidad de vida. Esto se advier¬
no en la experiencia cristiana. Se toma el presupuesto antes que la meta te más fácilmente al comparar el sentido de inmediatez y pragmatismo
de la existencia cristiana normal. H. Ray Dunning ha sugerido que estos de Fínney con los lemas de los avivamientos det siglo xvin. Su insisten¬
desplazamientos en Clarke están acompañados por una tendencia a re- cia en la posibilidad de la salvación «ahora» y su exaltación del elemen¬
formular «el significado de la santificación en términos de ‘salvación del to humano para producir el avivamiento, obstaculizaron la preocupación
pecado’ antes que de perfección en el amor».® de Jonathan Edwards y sus seguidores por entender los avivamientos más
U na tendencia similar se refleja en el pe nsamie nto de Phoebe Palmer, como una «obra de Dios», y la conversión como de un «milagro», otor¬
conocida por su «teología del altar» que subrayaba la disponibilidad in¬ gado cuando Dios, en su tiempo, así Lo dispusiera.* En la expresión de
mediata de la segunda bendidón. En su propia lucha espiritual Uegó a William Warren Sweet, «Fínney hada de la salvación el comienzo de la
ver que «la santidad, en lugar de ser un logro más allá de su alcance, era

42 43
RAICES TEOLOGICAS t>EL PENTECOSTAUSMO EL AVIVAMIENTO NORTEAMERICANO

experiencia religiosa, en contraste con los avivamienios anteriores en los rizaría las postrimerías del siglo XIX. Pero el origen del avivamiento, y
que se hacía de la conversión una meta.” Esta es precisamente la dife¬ aun del perfeccionismo de Oberlin, fue ron Wesley y Fletcher, como las
rencia entre Wesley y Palmer, y marca hasta qué punto los nuevos mati¬ repetidas referencias lo demuestran. Las obras de Hetcher y de Benson
ces del tema de la santificación resultaron de la context ualizadón del aparecieron en Norteamérica, y compendios como The Christian 's Ma¬
pensamiento wesleyano dentro de) ambiente de los avivamicntos nortea¬ nual (El manual del cristiano) transcribían extractos de Fletcher junto a
mericanos. los de Wcsley.
Estos acontecimientos fueron el anticipo necesario de lo que habría Probablemente de mayor importancia para el desarrollo popular de
de seguir. Una ver. que el concepto de «crisis» despiara al de «proceso» la doctrina fue la amplia distribución de la biografía espiritual de Hester
y hace de la santificación pñmordialmcntc un acontecimiento que ocu- Ann Rogers, que estaba muy vinculada a Fletcher y que ocasionalmente
mea un punto preciso del tiempo —esto es, cuando la santificación ha usaba simbología pentecostal para describir la santificación*Otros usos
sido mayormente convertida en santificación total—, y una vez que el similares de lenguaje pentecostal aparecen ocasionalmente en la lite¬
Énfasis ideológico de la perfección cristiana se transforma en una expe¬ ratura temprana del metodismo en Norteamérica,*' aunque habitual-
riencia inicial que por lo general sigue inmediatamente después de la mente de un modo más genera), sin referencias concretas a la experiencia
conversión, ya se ha preparado el escenario para el surgimiento de la de la santificación. Tanto en el Obcrlin Evangelist como en el Guide to
fórmula pentecostal de la santificación total Este surgimiento se hizo pa¬ Holiness, el vocabulario empleado se usa generalmente para referirse a
tente a mediados de siglo, aunque algunas señales del cambio aparecie¬ despertamientos o «avivamicntos» de tipo general, para los cuales Pen¬
ron con anterioridad. tecostés es visto como el gran arquetipo, o para referirse a «ungimien¬
La razón por la cual este cambio no se dio antes, se explica mejor di¬ tos» especiales de los ministros y creyentes.
ciendo que el avivamiento norteamericano de la santificación total fue Hubo en Oberlin un brote especial dc lenguaje pentecostal en los al¬
absorbido, en parte, por el impulso perfeccionista enraizado en la cultu¬ bores del descubrimiento de la santificación total. Timothy Smith ha de¬
ra. La literatura anterior tiende a subrayar la idea de perfección por so¬ mostrado que Finney se fue desplazando en esa dirección en la serie de
bre otras expresiones posibles. Ya se ha visto esto en Guide to Christian conferencias que publicó en el Oberiin Evangelist en 1839 y 1840 42 Pero
Perfection y cl libro de Asa Mahan, Scripture Doctrine of Christian Perfec¬ no incorporó las imágenes pentccostales a su obra más formal y amplia¬
tion, como así también en el subtítulo del manual de doctrina cristiana mente difundida, yiews of Sanctification (Puntos de vista sobre la santi¬
de Timothy Merritt. También hemos mencionado el libro de George ficación)43, ni en su obra sobre teología sistemática, publicada unos años
Peck, editor del Methodist Quarterly Review, The Scripture Doctrine of después. Es más, A. M. Hills, un alumno dc Finney dc origen congrega-
Christian Perfection ,* Jesse, hermano dc Peck, también habría de defen¬ cionalista que resultaría el autor de la primera teología sistemática de la
der la perfección cristiana en su libro The Central Idea of Christianity (La Iglesia del Nazareno, se Lamentaría tiempo después de que «Finncy no
idea central del cristianismo),* aunque hada 1856 el libro mostraría la pudo conectar el logro dc la santificación con el bautismo del Espíritu
creciente preferencia por la terminología dc la santidad, como lo refleja Santo», aunque «a veces casi llegó a la verdad».44 Mucho después, en
el cambio dc título por el de Guide to Holiness. Y Phoebe Palmer, por 1871, Finney hablaría en la Asamblea Congregacionalista de Oberlin so¬
supuesto, refleja este patrón en la mayoría de sus escritos anteriores a fi¬ bre «el bautismo del Espíritu Sanio», pero sólo después de que la doc¬
nes dc la década de 1850. trina ya se había difundido ampliamente, sin los temas vinculados con la
santificación característicos del período anterior.43
Otros miembros del cuerpo docente de Oberlin fueron más explícitos
El surgimiento de las imágenes pentecostales en su énfasis sobre el Espíritu Santo en la santificación, y mucho más pro¬
pensos a vincular la experiencia con Pentecostés. Henry Cowles preparó
Es indudable que el impacto del perfeccionismo de Oberlin también en 1840 dos sermones cortos sobre «el bautismo del Espíritu Santo» pa¬
contribuyó a retardar el posible impacto de las ideas de Fletcher, con lo ra el Oberlin Evangelist. En el segundo llegaba a la conclusión de que
cual se postergó el vuelco hada la santificación pentecostal que caractc-

44 45
RAICES TEOLOGICAS DEI. PENTECOSTAIJSMO EL AVTVAMIENTO NORTEAMERICANO

d plan de la salvación con[em pía como su primer objelo la santificación la


de igle¬
sia; y usa el bautismo dei Espíritu Santo como el gran poder eficiente para llevar a
cabo la obra.4*
El vuelco hacia la retórica pentccostal
Un trabajo posterior de Cowles llevarla el titulo On Being Filled with the
Holy Ghost (Sobre cl ser llenos del Espíritu Santo).47 El camino para este vuelco estaba ya preparado. A partir de la idea
Pero quizás más interesante sea el trabajo de John Morgan, quien con¬ de la restauración, implícita en el concepto mismo de avivamiento, co¬
tribuyó con dos ensayos sobre el tema al primer volumen (1845) del Ober- menzó a crecer la preocupación por recuperar la vitalidad de la iglesia
lin Quarterly Review. El primero de ellos, titulado «La santidad aceptable
primitiva. Encontramos una ilustración al respecto en el polémico ensa¬
a Dios», 1c resultó tan convincente a Finney que lo incorporó en la pri¬ yo del bautista Henry C. Fish, publicado en 1855 por la Congregational
mera edición de su teología sistemática (1847) 41 En el segundo ensayo, Publishing House de Boston, bajo el títuloPrimitive Piety Revived (La pie¬
dad primitiva revitalizada). Se trataba principalmente de un llamado a
titulado «El don del Espíritu Santo», declaraba, sin embargo, que «el
bautismo del Espíritu Santo, en su plenitud penteco&tal, no debía restrin¬ reflexionar sobre cuestiones como «sencillez de intención, consagración
a Dios, una fe escritura!, negación de uno mismo por Cristo, sinceridad,
girse a la iglesia primitiva; es el privilegio compartido por todos los cre¬
yentes».4* Morgan también insistía en que «el bautismodel Espíritu Santo individualismo, (es decir, responsabilidad individual]»,® Este ensayo
ayudó a abrir el camino para el avivamiento de 1858 y le valió a su autor
es el privilegio propio de los santas [los creyentes]» y no debía confun¬
dirse con «la influencia del Espíritu de Dios por la cual los pecadores se un doctorado honoris causa de la Universidad de Rochester.» Fish pro¬
convierten a El».* ponía allí «un retomo a la escena de los días apostólicos, especialmente
Estos dos ensayos también reflejan el permanente problema de inte¬ del inolvidable Pentecostés», y preguntaba «¿por qué no podemos anti¬
grar el tema de la santificación y de la perfección al relato de Pentecostés. cipar el retorno de La época pentccostal? ¿Por qué no pueden los cristia¬
El primer ensayo ilustra el tema de la santidad sin ningún énfasis parti¬ nos de ahora ser ‘llenos del Espíritu Santo’ como lo eran en los primeros
cular en la obra del Espíritu Santo. En el ensayo posterior sobre el Espíri¬ tiempos?»14
tu Santo, ios temas sobre la perfección ya incorporan un énfasis en «el Naturalmente, Fish no tenía en mente la estructura del pensamiento
ungimiento de lo alto». wesleyano ni las más recientes versiones sobre la santidad, pero su obra
Pero el más amplio impacto de estas disquisiciones en Oberlin no llegó sin duda refleja el amplio y creciente interés en el Pentecostés y sus te¬
muy lejos, especialmente en esc momento, aunque después de la Guerra mas centrales, que eran la consecuencia natural del empuje revitalizador
Civil hubo una tendencia a volver atrás y apropiarse nuevamente de la li¬ de los «avivamientos». Pero aún más explícitamente pentccostal, tara
teratura de Oberlin.Timothy Smith ha señalado algunos paralelismos ais¬
en el lenguaje como en la orientación, fue otro libro muy popular publi¬
lados, tal vez derivados de los análisis de Oberlin, entre metodistas de cado el año siguiente (1856), que tuvo dieciocho ediciones en los siguien¬
comienzos de la década de 1840.51 Con la merma de la influencia de Ober¬ tes tres años. Se titulaba The Tongue of Fin (Lengua de fuego), escrito
lin sobre el naciente Movimiento de la Santidad y con el surgimiento de por el metodista británico William Arthur, luego adoptado como texto
Phoebe Palmer, quedaron relegados en el trasfondo. Ocasionalmente, en Chautauqua, que también anhelaba un avivamiento general que res¬
sin embargo, aparecen en la literatura metodista de la época y en Guide taurara Pentecostés para su época. Menos explícito que muchos escritos
to Holiness las imágenes penteco&tales y hasta la identificación de la san¬ posteriores, esta obra se preocupaba principalmente por los efectos de
tidad total con Pentecostés. El impacto más amplio de la doctrina de la un «nuevo Pentecostés» sobre la iglesia, y por venir de un trasfondo wes¬
santificación pentccostal puede fecharse aproximadamente en la ¿poca leyano evocaba para muchos la idea de la santificación pentccostal. El li¬
del avivamiento de 1857-58. bro de Arthur concluye con una oración:
Y ahora, adorable Espíritu, que procede del Padre y del Hijo, desciende sobre to-
iglesias, renueva el Pentecostés para nuestra época, y bautiza la gente en
*
... ¡oh. bautízalas de nuevo con lenguas de fuego! Corona este siglo XIX
con un nuevo avivamiento de la «religión pura y sin mácula» más grande que el del

46 47
EL AVTVAMIENTO NORTEAMERICANO
RAICESTEOLOGICAS DEL PENTECOSTAUSMO
cristiana» (concebida, naturalmente, como protestante) y obligó a tomar
siglo pasado, más grande que aquél del siglo I, más grande aue cualquier
«demos¬ en serio los problemas del pluralismo.
tración del Espíritu » que hay» sido otorgada a los hombres.*1 Las fuerzas sccuiarizadoras fueron ganando Impetu y forzaron a mu¬
chos - especialmente a aquellos que querían preservar intactos los esti¬
El avivamiento de los años 1857-58 no podía menos que aparecer co¬ los evangélicos anteriores a la Guerra Civil- a tomar una postura
mo la respuesta a esos ruegos. Al mirar atrás un par de años después y defensiva y reaccionaria. La industrialización y la urbanización crecien¬
reflexionar sobre el acontecimiento, el Guide to Holiness comentaría que tes complicaron el contexto social y acentuaron las diferencias de dase
«uno de sus gozosos resultados es que desde sus comienzos empezó a ha¬ en una sodedad que había estado a punto de abrazar la tendencia igua-
ber un interés más profundo entre el pueblo de Dios, en todas las denomi¬ litarista jacksoniana y evangélica.
naciones, sobre el tema de la santidad».** Este desarrollo se dio en medio
Las iglesias comenzaron a dividirse por cuestiones de dase. La movi¬
de una plétora de imágenes sobre Pentecostés, usadas para describir el lidad social ascendente del metodismo de mediados de siglo, por ejem¬
impacto del avivamiento. Un periódico comentaba que «los avivamien¬
plo, fue claramente uno de los factores que precipitó muchas de las
tos cubren ahora toda nuestra nación, alcanzando a todos los que están
divisiones, incluyendo divisiones en el movimiento de santidad, que bus¬
cerca, como ocurrió en el día de Pentecostés. Los ministros parecen un¬
caba mantener un contacto más cercano con las masas. En toda esta
gidos del Espíritu Santo y hablan con un nuevo poder y entusiasmo».17
atmósfera, la tendencia a dividirse en sectas se acentuó.
Otro informe de la época tenía por título «Pentecostés, o la obra de Dios
en Fíladcllia, A.D. 1858».a No es de extrañar que en esc contexto las co¬ Todos estos factores, y otros de índole teológica y exegética, conspi¬
rrientes de santidad que comenzaron a emerger se volvieran más y más
raron para provocar una gran transformación en el pensamiento wesle-
yano, por más esfuerzos que hicieran por preservar la tradición intacta.
al lenguaje penteco&tal piara proclamar su mensaje distintivo, norma que
En primer lugar, ese amplio optimismo cultural con su énfasis sobre
habría de dominar el resto del siglo a medida que el movimiento conti¬
el perfeccionismo, que había vuelto a despertar el interés por el pensa¬
nuaba abriéndose paso más allá de los confines del metodismo, y se di¬
miento de Wesley, comenzó a decrecer aun antes de la Guerra Civil. Se
fundía en gran parte de los avivamientos del resto del siglo XIX.
comenzó a ver que la vida era más compleja, y que la maldad estaba mu¬
Las razones de este desplazamiento son complejas, y la superación del
cho más atrincherada de lo que se suponía. Los defensores iniciales de
enfoque sobre la santidad pmr parte de la formulación más «pentocos¬
-la perfección cristiana», tales como Timothy Merritt y Henry Degen,
ial» de Fletcher, debe verse en el contexto de numerosos factores cultu¬
rales y teológicos.57 Y debemos advertir sobre la creciente complejidad editores del Guide to Christian Perfection, los fundadores de la abolicio¬
nista «Wesleyan Methodist Connection», y los primeros líderes y teólo¬
del contexto en que tenían lugar estos cambios.
gos del Obcrlin College, estaban todos entregados a un conjunto de
El avivamiento de 1858 debe haber sido el último de los grandes «des¬
pertamientos» de la «América Cristiana» que marcaría la totalidad de la valores que incluían el compromiso con el estilo de los avivamientos, la
vida cristiana perfecta, la abolición de la esclavitud, el pacifismo, la de¬
cultura. La Guerra Civil marca el comienzo del colapso de esc consenso
fensa de la mujer, y a menudo la creencia en un milenio inminente como
evangélico anterior a la guerra. Las contiendas en relación con la esclavi¬
tud no sólo dividen a las principales denominaciones sino que producen clímax de este impulso perfeccionista.
además otras fragmentaciones (tales como la abolicionista «Wesleyan Las nubes amenazadoras que presagiaban la Guerra Civil ya estaban
Methodist Connection» y la Iglesia Metodista Libre, grupos que luego formándose en 1840 y forzaban a la gente a enfrentar cuestiones conflic¬
serían absorbidos por el creciente Movimiento de la Santidad)- Nuevas tivas y angustiantes, tales como sí la resistencia pacífica era apropiada o
no, en tanto que la legislación federal y estatal adoptaba leyes contra la
teorías científicas, tales como las nuevas formas de fechar en geología y
las afirmaciones que Darwin hacía en su teoría de la evolución, hicieron fuga de esclavos, que parecían defender la odiada institución de la escla¬
aflorar nuevas tensiones que finalmente traerían como resultado las vi¬ vitud. El creciente espectro de hechos violentos obligaba a optar entre el
rulentas divisiones provocadas por la controversia entre fundamentalis- abolicionismo y el pacifismo. Al perderse el soporte cultural de la doc¬
las y modernistas, a comienzos de nuestro siglo. La inmigración, primero
trina de la perfección cristiana, se vieron obligados a expresar de otras
católica y luego judía, sacudió los cimientos del sueño de una «América

49
48
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAL!SMO
EL AVTVAMIENTO NORTEAMERICANO

maneras la doctrina y la experiencia que se habían tomado tan impor¬ dación Nacional de Campamentos para la Promoción de la
tantes para ellos. duye un capítulo escrito por George Hughes que
Santidad) in-
En segundo lugar, Donald Scott ha rastreado una «transformación en bosqueja «el estado de
la iglesia» en 1867 que hada necesario este
la devoción» durante las décalas de 1830 y de 1840, por la cual las igle- movimiento nuevo. Este
capítulo no sólo revela las credentes divisiones produddas
siasse alejaron de la responsibilidad pública para refugiarse en la devo¬ tiones como el formalismo, la prédica de la santificación, y por cues¬
ción privada, y pasaron «dd clima de Reforma, al clima de Refugio*. sino también las diferencias sociales y culturales otros temas,
Sugiere que alrededor de 1850 «las iglesias se habían transformado en tadas hada los pobres o hacia las clases altas, estilos
entre las iglesias orien¬
protegidas y aisladas islas de piedad».® Es evidente que algunos cambios institucionales y de-
vocionalcs divergentes, y otros problemas similares.
en la doctrina de la santidad demuestran estos cambios más amplios. El
hecho de que ya a comienzos de 1840 se cambiara el nombre de «Guide
to Christian Perfection » (Gió a la perfección cristiana) por «Guide to
Holiness* (Guía para la santidad) para La revista indica un reorde¬
Los movimientos de santidad eran cada vez más los
que no exdusivamente— de la experiencia de
la santificadón total Una de las diferencias más fidelidad —
portadores aun¬
a la doctrina de
notables entre los defen¬
namiento explícito de prioridades y matices, que de alguna manera re-
sores de la perfección cristiana (en la época anterior a la guerra,
espe-
dejan estas corrientes subyacentes más generales. Se sumó a ellas la
dalmente los del Oberlin College) y los proclamadores de la santiñicación
penteeostal posterior a la guerra, es el énfasis
creciente influencia de las reuniones caseras de Phoebe Palmer, quien dad», en contraste con la posterior búsqueda del
inicial sobre la «capari-
evadía involucrarse en los agios debates y peleas sobre cuestiones soda- Es posible que a fines del siglo XJX ya se viera la
«poder».
íes como la esclavitud (aunqÿsu labor dio un impulso a un estilo más fi¬ declínadón de la con¬
lantrópico de compromiso social).*1 —
fianza al menos en algunos círculos— en la capacidad
mano para enfrentar la credente complejidad sodal, y una del esfuerzo hu¬
Hay un sentido, entonces por el cual el giro hada una modalidad de consiguiente
búsqueda cada vez mayor de un «poder» que los
santidad más íntima y «espiritual» preparó el camino a un estilo más pen- capacitara para la si¬
tccostal, y este último bien puede verse en términos de una extensión y
tuación o los ayudara a mantenerse hasta que llegaran
La formuladón penteeostal de una santificadón total tiempos mejores.
radicalización de este despeñamiento ¡nidal tal vez acentuado por la ex- do un papel importante al hacer sentir con «poder»
puede haber juga¬
periencia apocalíptica de la Guerra Civil a quienes se veían
sin él es decir, un poder que fuera más allá del poder
También resulta tenladíf especular acerca de la importancia de las obviamente «espi¬
ritual» que buscaban sus defensores. Y quizás sería posible
tidad, pero es una cuestión que no ha sido investigada sufidentementc.
-
estructuras de dase y su impacto en c I desarrollo de las corrientes de san
radicalización de estos temasen forma paralela a la movilidad delectar una
Un gráfico del status económico sodal de los defensores de la santidad cendente de los convertidos al Movimiento de la Santidad de sodal las
des¬
postri¬
merías del siglo XIX. Estos factores también podrían
mostraría probablemente m descenso después de La Guerra Civil entre ayudar a explicar la
los comienzos cu la época interior a la guerra cu ciudades como Boston
forma de expresión y moderadón de los temas de santidad por
y Nueva York (donde la se¿»a del médico, Phoebe Palmer, agasajaba a vimientos que se incorporaron a la búsqueda de santidad pero esos mo¬
taban dispuestos a adoptar las ideas más que no es¬
profesores y obispos en sus reuniones de los martes, en una casa repleta radicales de pcrfccdón y
c rradicación del «pecado original» Al
de ayuda doméstica), y la movilidad social ascendente del siglo XX entre menos algunos observadores del
miembros de denominacictts como la Iglesia del Nazareno. Aunque no panorama han notado una correlación entre la
clase social y la radicalí-
se puede generalizar rígidmeetc un patrón de este tipo, es bastante cla¬ zación de las ideas de santidad.
ro que las iglesias del Movimiento de la Santidad desde la Iglesia Meto¬ Pero estos factores culturales y sociales no vacían de
dista Libre, fundada en i860, hasta la Iglesia del Nazareno, fundada a cuestiones teológicas enjuego. Los intérpretes posteriores,contenido las
te aquellos que surgieron inmediatamente especialmen¬
comienzos del siglo, hallara su ministerio especialmente entre los po¬ después de la corriente de la
bres y la dase media baja, rerecientemente end centro de las ciudades.5 santificación penteeostal, no se mostraban preocupados por la
cación, sino por el hecho de que hubiera lardado identifi¬
El informe de los primerttea torce campamentoÿ1867-72) de la «Na¬ tanto. Su problema era
«la manifiesta reticencia de Wesley a usar el
tional Camp Meeting Asstriaiion for the Promotion of Holiness» (Aso- término 'bautismo del
Espíritu’ en relación con la santificación»*4 y por
qué ésta había perma-

50
SI
RAICES TEOLOGICAS DEL FENTECOSTA L JSMO EL A VTVAMIENTO NORTEAMERICANO

nocido siendo la posición dominante hasta mediados del siglo XIX, Char¬ ovos contextos teológicos, especialmente éntrelos reformados, como su¬
les Brown, un importante teólogo del siglo XX de la Iglesia de Dios cedió como consecuencia del avivanúento de 1857-58. En ese contexto el
(Anderson, Indiana), una iglesia vinculada con el movimiento para la san- vocabulario de Pentecostés subordinó los lemas de la perfección de un
tidad, sugiere que -los primeros teólogos wcsleyanos se vieron tan des¬ modo tal que para muchos parecía afirmar su carácter primafacie bíbli¬
viados por los teólogos de profesión que no lograron poner el correcto co. Así, en 1874, Daniel Sleclc, que dos años antes había dejado su pre¬
énfasis sobre la doctrina del bautismo del Espíritu Santo»,® Más recien¬ sidencia de la Universidad de Syracuse para retornar al pastorado,
temente, Timothy Smith ha visto en el surgimiento de la santificarión pen- describiría en el Guide to Holiness su propia santificación como un bau¬
tecoslal la recuperación de un equilibrio correcto entre el agente divino tismo del Espíritu, y aconsejaría a todos los creyentes que
y el humano, que se vio amenazado, especialmente en Oberlin, por ti «*cn de discutir las Sutilezas) [odas La* interminables cuestione* sobre santifica¬
énfasis en el libre albedrío y la mediación humana.® Para estos teólogos, ción total o perfección cristiana, y clamen con fuerza a Dios por ei bautismo del
esta identificación era lo que la tradición wesleyana había venido buscan¬ Espíritu Santo. Esta «ciertamente una promesa para lodo* los creyente* en Jesús.
do desde 1770 en adelante. Ojalá que cada minis! ro y cada laico inquinen sobre la mane re de I legar ai aposen¬
to alto de Je ru salón y habite allí hasta que las lenguas de fuego descansen sobre su*
Al menos otros dos factores teológicos se revelan en la literatura de cabezas,®
la época con relación al cambio del que venimos hablando. Es posible
distinguir hada fines del siglo xix un vuelco radical hada temas sobre el Pero sea cual fuera la razón, es evidente que este cambio se produjo,
Espíritu y «lo espiritual», que fue tomando formas diferentes según el y simplemente arrastró a su paso a casi todos los que en distintos c¿m-
contexto: en el auge del esplritualismo, en el surgimiento de la ciencia pos continuaban enseñando la doctrina de una vida cristiana superior.
cristiana con su menoscabo de lo material, en el incremento de la filo¬ La historia del triunfo de la formulación pcntecostal será el tema del
sofía idealista en Norteamérica, y otros fenómenos más. En los círculos próximo capítulo.
teológicos más ortodoxos, el desarrollo se manifestó en una insistencia
cada vez mayor sobre la doctrina del Espíritu Santo. Al finalizar el siglo,
C. I. Scofield, el famoso editor dispensacionallsta de la Biblia Scofield,
señalaría:
EsLamí* en medio de un marrado rcsurpmientodel interés por la persona y laobrt
del Espíritu Sanio. Se han publicado mis libre*, manuales y tratado* sobre esc te¬
ma en los último* ochenta altos que en todo el liempo anterior desde que se inventó
la imprenta. En realidad, en los último* veinte artos se ha escrito mis y te ha dicho
más sobre la doctrina del Espíritu Santo que en los 181» artos anteriores.ÿ

Desde esta perspectiva, el vuelco del pensamiento wesleyano hacia la


santificación pcntecostal puede verse como una forma particular del cre¬
ciente interés general en el Espíritu Santo, dentro de los confines más li¬
mitados del Movimiento de la Santidad de fines del siglo XIX.
Pero ciertas ventajas apologéticas pueden haber ayudado a acelerar
la adopción de esta posición. La idea misma de la perfección siempre
había sido discutida. Innumerables sermones metodistas acerca de la
perfección seguían el patrón establecido por Wesley de distinguir clara¬
mente «en qué sentido los cristianos no son perfectos», antes de Intentar
una descripción de la meta que Wesley solía colocar ante sus oyentes.®
Este problema apologético se intensificó con la experiencia de la san¬
tificación total que se extendió más allá del melodlsmo hasta alcanzar

52 53
48 Pentecostés Para Todos
Back fd f’tnlecvil
H.W.CutMTIiu (.lualCII. La* Aeto» J: a.M Mu C. ti. Moren CAPITULO IV
d=± m
El triunfo de la doctrina del bautismo
4. CM ycn-t«, - to dos b.y, El granCon » 1» - - dor. Pentecostal del Espíritu Santo
fU-t T\espués de la Guerra Civil, las tradiciones vinculadas con las aviva -
micntos fueron cada vez más margin atizadas de la cultura norteame¬
f
-J =!
=
J- K ricana. Hacia fines del siglo XIX hubo movimientos sectarios masivos,
mayormente en la línea del Movimiento de la Santidad que se había in¬

No. Dl.u-d.ri San-to B* pí - - ri -tu, Qn. 11c


*

~ - n.
r
de _ <ÿ
dependizado o había sido expulsado del cuerpo mayoritario del metodis-
mo; aunque también hubo sectarismos parecidos que se manifestaron en
SLS.'i - fta
Y Las
f>

f
.— K

r
-g-
-* Iw *e - gui - rin. En o - tres ten - gnas
tradiciones paralelas. Lo que es interesante para nuestra investigación es
advertir hasta qué punto estas corrientes dentro de la tradición de los a-
vivamíentos, ya sea de dentro o de fuera de las iglesias mayoritarlas, es¬
taban dominadas durante este período por una u otra variedad de la
Coso doctrina dd bautismo pentecostal del Espíritu Santo. A esta altura, na¬
turalmente, todavía no se incluía la práctica de la glosolalia.
r Hasta ahora hemos visto el surgimiento de las imágenes pentecosta-

- - -deti -- ver-
les, tal como se presentó en el ala perfeccionista de los avivamientos an¬
gran vir - tud
díd.
Al ser que le e.

--
- -
ce le» tiri, Bs pí -ri--tu -
¿H» ve ní-do » tíí ¿Ha ve¬
tes de la Guerra Civil. Ahora tendremos que rastrear la enunciación de
por la íe. do don.
El pro me
- - h-j.
ha bl. rio - del Sé-ñor.
Promt re la doctrina explícita del bautismo del Espíritu Santo, y catalogar sus va¬
riaciones a medida que se difundía por medio de los avivamientos de fi¬
g « * * .g f—* -ÍTÿ nes del siglo XIX.
Los primeros libros que desarrollan una doctrina completa y auto-
=f i m oscíenle de la santificación pentecostal aparentemente aparecieron
A-
como consecuencia del avivamicnto de 1857-58. Phoebe Palmer, la fuer¬
1
za impulsora detrás del floreciente avivamicnto de la santidad dentro del
ni- do * ti -
El R* pi - ri-tu Cotno-la-dor ? (a tL) Dioaconveoorri metodismo, parece haber ido en esa dirección poco antes de la irrupción
del avívamiento, quizás bajo la influencia de William Arthur, quien esta¬
A- -* !* ba viajando por los Estados Unidos y corrigiendo las pruebas de impren¬
‘-TTrrírf ir-jr ta de su libro 77ie Tongue of Fire (La lengua de fuego), en el año 1855.5
Al menos los informes de la señora de Palmer desde Nueva York duran¬
te el otoño de 1856 muestran este desarrollo.ÿ como también sus infor¬
mes al Guide to Holiness durante los cuatro años que evangelizaba en
b*dijr (i ti»)
•1 umn-do de Rui Cuuulo Tragi el Con-» *

**- A a j

55
EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO
RAíCES TEOLóGICAS DEL PENTUCOSTALISMO

Palmer, éstos se sintieron intranquilos porque temían que provocara una


Gran Bretaña, desde 1859 a 1863. Hada fines de 1859 escribe, por ejem¬ controversia, y le sugirieron un editor calvinista.
plo: Pero Mahan deseaba que fuera una publicación metodista, como lo
en nuestro reuniones de la tarde afirmamos la necesidad absoluta para todos los había sido su libro Scripture Doctrine of Christian Perfection (La doctrina
creyentes, cualesquiera que sean, de recibir «la santidad del Señor», o en otro pa¬ bíblica de la perfección cristiana), y afirmaba que los presbiterianos no
labra», el pleno bautismo del Espíritu Sanio, como lo recibieron los ciento veinte estaban todavía preparados para publicar ese tipo de libros. Insistía,
discípulos el día de Pentecostés. Cientos de personas de diversos sectores y desde
millas de distancia se vuelcan a estas reuniones: y cuando el Dr Palmer da la invi¬
además, en que esos temas estaban siendo ampliamente discutidos más
tación a todos aquellos que con firmeza de te quieren barer suya de inmediato es¬ allá del metodismo, por lo que debía ser publicado, y los Palmer final¬
ta gracia, el altar de la comunión, que tiene capacidad -para unas sesenta personas, mente cedieron.1 La predicción de Mahan de que el libro «provocaría un
por lo general se llena de gente.5 nuevo interés en el tema» resultó correcta; al cabode doce años pudo in¬
En 1859 Phoebe Palmer escribió The Promise of the Father, (La pro- formar que el libro había «circulado ampliamente por Norteamérica,
Gran Bretaña, y todas las tierras de misión, además de ser traducido al
mesa del Padre), con el subtítulo de «Una especialidad olvidada en los
últimos días». Usaba el argumento de las lluvias tardías para defender el alemán y al holandés»,6
ministerio de la mujer. Al dar al término «profetizar» el significado de Mahan escribió en The Baptism of lite Holy Ghost que «la doctrina de
la santificación total se presentaba en su forma vieja y, sin embargo, nue¬
«predicar», el libro respaldaba el ministerio de la mujer (y obviamente
su propio ministerio), apelando a la profecía de Joel, citada en Hechos va».7 Pero el contexto de la exposición es más reformado que metodista,
2: «Derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuerírar no sólo en los ejemplos que usa y los fundamentos bíblicos más elabora¬
dos, sino también en el hecho de que los temas de «limpieza de pecado»
hijas profetizarán». El versículo también aparece en la tapa. Todo el li¬
bro estaba impropiado de los temas vinculados con Pentecostés: afirma se conceatran en un solo discurso. En efecto, las «consecuencias» del
que «un reconocimiento del bautismo pleno del Espíritu Santo, como «bautismo» se describen principalmente en términos de «permanencia y
una gracia para ser disfrutada en esta vida, es una doctrina que distingue poder*, o bien se expresan en formas más elaboradas, como 1) un des¬
pertar de nuestros «poderes naturales»; 2) «una vasta acumulación de po¬
al metodismo».4 Y la última mitad del libro es una descripción de su tra¬
bajo de cvangelización de santidad además de su trabajo como directo¬ der espiritual y moral para soportar y poder para llevar a cabo»; 3)
ra del Guide to Holiness, para terminar finalmente con un llamado a la •aprehensión de la verdad que transforma el alma»; 4) «la absoluta certe¬
experiencia mencionada. Están presentes los viejos temas, naturalmen¬ za de la esperanza»; 5) una más íntima «comunión con el Padre y con su
te, pero hay un nuevo énfasis en el uso del lenguaje característico del re¬ Hijo Jesucristo»; 6) «una profunda y permanente bendición espiritual» ; y
latode Pentecostés, una preocupación por recibir «poder», la «profecía» 7) una «unidad de Espíritu» entre los creyentes.1
esperada, etc. Hacia 1870 ya estaban sentadas las bases para el desarrollo futuro. La
El siguiente y crucial avance parecería ser un volumen apropiadamen¬ explicación básica de la doctrina había aparecido publicada tanto en
te titulado The Baptism of the Holy Ghost (El bautismo del Espíritu San¬
círculos metodistas como reformados. Desde este momento en adelante
to) escrito por Asa Mahan, ex presidente de Oberlin College, que fue la enseñanza del bautismo pentecostal del Espíritu Santo se difundiría
publicado en 1870 por los Palmer. Mahan había llegado a la presidencia profusamente en ambas ramas, o al menos en los círculos de los aviva-
de Adrian College en 1859, que por ese entonces estaba casi totalmente mienLos conservadores, aunque no siempre de la misma manera. Hubo,
bajo el control de la Iglesia Metodista Wesleyana, de la corriente perfec¬ en efecto, tres variantes de la doctrina que deben ser estudiadas: la co¬
cionista y a favor del abolicionismo, pero que luego quedó bajo el ala de rriente oficial del Movimiento de la Santidad y su doctrina de santifica¬
la iglesia Metodista Protestante. Aparentemente este libro estuvo en ges¬ ción pentecostal; una variante más radical del Movimiento de la Santidad
tación durante seis u ocho años antes de ser publicado, y fue el resulta¬ que dividía esta experiencia en dos obras separadas de la gracia; y final¬
do de conferencias dictadas en Adrian College que dieron ocasión a tres mente la forma que se volvió dominante en los círculos más reformadas,
períodos de avivamiento. Sin embargo, cuando Mahan lo ofreció a los al suprimir lo más distintivo de los temas wesleyanos y enseñar que el
bautismo del Espíritu era una «segunda experiencia diferente» de la gra-

56 57
EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO
anuales, y publicaba en 1895 sus enseñanzas bajo el título de Pentecostal
da, posterior a la salvadón, y con los fines de «ungir con Poder para el Papers; or the Gift of the Holy Ghost (Ensayos peni cerníales, o el don del
servido». Espíritu Santo).11 El metodista H. C Morrison, la figura más importan¬
te de las instituciones que ahora se conocen como Asbury College y el
Seminario Teológico de Asbury en Kentucky, cambió el título de su
La transición hacia la santificación pentecostal revista en 1897, de 77n? Methodist Herald (El heraldo metodista) a 77ic
Pentecostal Herald (El heraldo pentecostal), y en 1900 hizo un resumen
En los años posteriores a la Guerra Civil, el Movimiento de la Santi¬ de sus enseñanzas en un panfleto que circuló muchísimo, y fue traduci¬
dad adoptó cada vez más la formuladón pentecostal de la santificarión do al chino y al japonés, bajo el título de The Baptism with the Holy Ghost
total. La institudón más importante dominada por metodistas pero de (El bautismo con el Espíritu Santo).13
carácter interdenominadonal era la «Asodadón Nadonal de Campa¬ Estas tendencias estaban quizás más acentuadas en los grupos más
mentos para la Promodón de la Santidad», que convocó su primer cam¬ sectarios del movimiento, sectores que habrían de producir nuevas de¬
pamento en Vineland, Nueva Jersey, en julio de 1867. En la invitadón se nominaciones hacia fines de siglo. El quáquero Seth Cook Rees, una fi¬
expresaba el anhelo de que «pudieran realizar todos juntos un bautismo gura clave en la fundación tanto de la Iglesia Pentecostal del Nazareno,
pentecostal del Espíritu Santo».* Los sermones de ese evento incluían como de la Iglesia Peregrina de la Santidad, bosquejaría su visión por es¬
uno por Benjamin M. Adams, fundador de la Asodadón, sobre Hechos crito en The Ideal Pentecostal Church (La iglesia pentecostal ideal), en
1.8 («...recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu 1897.14 La biografía de su esposa apareció con el título de Huida A. Rees,
Santo ...»), En este sermón los temas sobre «poder* superan los temas the Pentecostal Prophetess (Huida A. Rees, la profetiza pentecostal).13 El
wcsleyanos tradidonales, aunque estos están también presentes.” Y el colega de ambos, Martin Wells Knapp, escribiría Liffitning Bolts from
informe de los primeros catorce encuentros que tuvieron tugar durante Pentecostal Skies (Relámpagos desde el cielo pentecostal).1* La •

los primeros dnco años llevó, significativamente, el título de «Días de po¬ casa publicó una serie de ediciones económicas bajo el nombre de «Bi¬
der en el templo del bosque». blioteca de la santidad pentecostal», la mayoría de cuyos volóme rjí: í'j

El informe del decimosexto campamento lleva el título de «Un mo¬ fleja una suerte de fijación por el tema pentecostal.
derno Pentecostés», y describe un sermón de William H. Boole sobre En enero de 1897, la revista Guide to Holiness and Revival Miscellany
Hechos 1.8, en el que da predominio al concepto de ser «investidos de (Guía a la santidad y miscelánea del avivamienlo) sustituyó la frase final
poder», como parte del «bautismo electrificante». Boole afirmaba allí por vida pentecostal en respuesta a
que «un bautismo det Espíritu Santo es una experiencia consciente, po¬
sitiva, específica, y de naturaleza instantánea. Aquí se dividen las aguas:
_
loe signos de loe tiempo*. que indican la ¿irrigación, la búsqueda y el ardiente
anhelo de lograr loe dones, gracias, y poderes del Espíritu Santo. «La idea pente-
el metodismo se sostiene o cae en este punto. Nuestra iglesia no ha en¬ coetal» está penetrando en el pensamiento y la aspiración cristianos más que nun¬
señado otra doctrina desde sus comienzos».11 Los temas pcntecostalcs ca y esperamos este afto contribuir algo para una mejor comprensión de loe
comienzan a surgir durante este periodo y en este contexto, aunque de hechos, esto es, «¿a dispensación del Espíritu Sanio.,u
manera callada; en parte, sin duda, porque ésta era el ala más clásica
La contratapa interna de ese mismo número anunciaba La nueva edición
dentro del Movimiento de la Santidad, y por esa misma razón influida
de «ese gran regalo pentecostal», el libro de Asa Mahan, 77ie Baptism of
por los lemas weslcyanos originales.
the Holy Ghost, aquel «trabajo realmente magnífico del Dr. Mahan so¬
Pero las semillas habían sido plantadas y crecerían durante el resto
bre el gran tema de esta época*.
del siglo a medida que la tradición de la santidad se alejaba más y más
Desde este momento en adelante, y hasta su desaparición DDOC CBB-
del metodismo y los líderes más conservadores del comienzo comenza¬
tro años después, la revista prácticamente vibró con el tema pentecostal.
ban a eclipsarse. Es en la década de 1890 cuando se refleja proba¬
Los sermones se publicaban en una columna que tema por título «El
blemente el clímax de este proceso y la explosión más fuerte de los temas
púlpito pentecostal», y los informes de las mujeres aparecían bajo el títu¬
pcntccostales. A esta altura S. A. Keen, de Ohio, estaba dando numero¬
sos «servicios pentccostales» en decenas de conferencias metodistas
lo de «La mujer pentecostal»; los testimonios, como «Testimonios pen¬

59
58
EL BAUTISMO DEI, ESPIRITU SANTO
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALJSMO

y cional de Campamentos con la afirmación de que «la dispensación del


tecomales». Todo, desde campamentos hasta coros, era «pcntecostal», Espíritu Santo fue iniciada después de la ascensión de Jesús, al caer so¬
las devociones privadas se realizaban en «la cámara pentccostal». Esto
bre los apóstoles y discípulos con su poder santíficador y de plenitud».10
es una muestra un tanto extrema de lo que generalmente ocurría en la Este vuelco hada temas pentecostalcs también puso en primer plano
mayoría de las líneas del Movimiento de la Santidad alrededor de la déca¬ varías cuestiones neumatológicas. Esto puede advertirse en el énfasis de
da de 1890. Mahan en los dones espirituales y el don de la profecía, o en las frecuen¬
Hasta la institudón más conservadora, la «Asodadón Nacional para tes referendas de Phoebe Palmer a las profecías.21 En años anteriores
la Promodón de la Santidad» (ahora bajo otro nombre), parece haber
«profetizar» se entendía más naturalmente como predicar o testificar,
seguido esta tónica. Su presidente, Charles J. Fowler, publicó un libro en
pero después del cambio se distingue una tendencia hada interpretado-
1900 titulado Back lo Pentecost (De regreso al Pentecostés) en el que afir¬
nes más sobrenaturales y «extáticas». Mahan, es derto, advertía que
maba que Pentecostés significaba piara él
«ningún lector cuidadoso de las Escrituras en este momento confundiría
K, que dNuevo Testamento quiere decir -y b que el mciodismo siempre enten¬ el don o promesa del Espíritu con cualquier don milagroso*,71 pero ya
de

dió «í , es» obra de la gracia que uno necesita después de la regeneración, pue¬
obtener, o lo que en teología se conoce como «Completa lantificaáón-.
y
para comienzos del siglo xx el concepto se había ampliado para incluir
tos dones «sobrenaturales» de la sanidad y de obrar los milagros. Scth
Por esta época las formulaciones de Fletcher habían prácticamente arra¬ Cook Rees estaba convenddo de que «las señales y milagros han reapa-
sado las explicaciones más wesleyanas acerca de la santificadón comple¬ reddocon cada avivamiento del Espíritu Santo».21 Aquellos que se man¬
ta. El Movimiento de la Santidad intentó retener el contenido de
Wesley tuvieron más cerca de la tradición wesleyana ponían el énfasis en las
en las nuevas formulaciones, pero no pudo. La formuladón pentccostal consecuencias éticas y las «gradas» antes que los dones del Espíritu, pe¬
tenía su propia fuerza, que empujaba hacia otras direcdoncs. ro el vuelco era cada vez mayor hacia «los dones espirituales y las gra¬
cias»,24 especialmente allí donde la fascinación por Pentecostés era más
intensa.
Fletcher otra vez

El vuelco hada «Pentecostés» trajo nuevamente a escena la doctrina ¿«Poder» o «santidad»?


de Fletcher sobre las dispensadones. Algunas señales de esto se advier¬
ten en Asa Mahan, quien, aunque prefería hablar de «los dos pactos* en Pero quizás el problema más difícil era integrar los motivosde la «per-
su libro Christian Perfection (La perfección cristiana), se refería a «la vie¬ fecdón» y la «limpieza» que venían de la tradición wesleyana, con el te¬
ja y la nueva dispensación». El libro del metodista Edward Davies The ma del «poder» que era dominante en los textos sobre Pentecostés que
Gift of the Holy Ghost; The Believer’s Privilege (El don del Espír itu San¬ estaban recibiendo mayor atención. A menudo los temas sobre «poder»
to: El privilegio del creyente) (1874), que fue leído mucho más allá de los simplemente superaban a los de la «santidad», como lo hemos sugerido
confines de su propia denominación, dedicó todo un capítulo a «Una bre¬ en varias ocasiones. El tradidonal Movimiento de la Santidad se esfor¬
ve historia de las tres dispensaciones» c incluyó un apéndice de Daniel zaba por preservar los temas clásicos en medio de los nuevos cambios en
Steele sobre «Las tres dispensadones», tomado de la revista Advocate of el vocabulario y la retórica.
Christian Holiness (El defensor de la santidad cristiana). Este último
esencialmente un resumen del tratamiento que Fletcher le da al tema en
es
— —
Una respuesta que se pone en evidencia, por ejemplo, en Phoebe
Palmer era hacerlos equivalentes, sugiriendo que «la santidad es po¬
$u obra The Portrait of St. Paul (Semblanza de San Pablo).*
der»,11 que «la santidad posee un poder todopoderoso que levantará a
Ensayos similares aparecieron cada vez en mayor número durante el cualquier iglesia que se esté hundiendo»,20 que «la pureza y d poder son
resto del siglo XJX, al punto que en la década de 1890 la doctrina estaba idénticos».12 Más típico era el esfuerzo por insistir en que Pentecostés
tan bien establecida que Phineas Bresee, luego un fundador importante había traído «santidad y poder», título del que fue quizás el libro más im¬
de la Iglesia del Nazareno, comenzaría su sermón en la Asodadón Na- portante del congregacionalisla A. M. Hills, quien había estudiado cu

60 61
RAICES TEOLOGICAS DELFBNTECOSTAUSMG EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO

Oberlin bajo Fumey y más tarde ocuparía la presidencia de universida¬ te en la literatura de mucho antes de la década de 1890, cuando la «he¬
des, de la iglesia del Nazareno, al llegar a ser el primer teólogo sistemáti¬ rejía de la triple bendidón» recibió mayor atención.
co de la denominación * En palabras de H. C. Morrison: «el bautismo El problema surgió ya en 1856 en el Guide to Holiness, Un lector no
con el Espíritu Santo purifica el corazón de los creyentes y los capacita identificado, que firmaba «J. D.*, preguntaba:
para el servido».B
Esta po&idón generalmente incluía la distinción entre los aspectos po¬ La santidad total, la santificación total, un o razón limpio, un amor perfecto, o una
sitivos y negativos de esa misma «obra», formulación que se volvió nor¬
plena salvación, ¿significan el bautismo pleno del Espíritu Santo? ¿Es posible que
una persona disfrute las bendiciones de una santificación total sin
mativa en muchos ambientes del Movimiento de la Santidad. Es así que
haber obtenido
aún la plenitud del Espíritu?*2
el teólogo nazareno E. P. EUyson más tarde reflejaría un consenso al ri¬
lar el Manual de la denominación, a efectos de que la santificación
total «J. D.» apelaba a la doctrina de Fletcher acerca de las dispensadores y
citaba a Fletcher porque «no debemos contentarnos con estar simple¬
sea realizada por el bautismo del Espíritu Samo y abarque en uiu experiencia la mente limpios de pecado; debemos estar llenos del Espíritu».” Estas
limpieza de pecado en el corazón y la presencia permanente del Espíritu Santo
al
morar en el creyente, dándole poder para la vida y el servicio,® cuestiones que refleja la revista parecen haber surgido en parte como
respuesta a la observación empírica de que muchos que afirmaban estar
Este doble efecto podía desarrollarse de manera más elaborada y un tan¬ «enteramente santificados» parecían carecer del apropiado «poder es¬
to diferente, como lo hace el teólogo Russell R. Byrum, de la Iglesia de piritual». Otros tenían por su parte una experienda personal que avala¬
Dios (Anderson, Indiana): ba tal separación. Así Arthur S. Clibbora, que luego llegó a ser el yerno
de William Booth, fundador del Ejército de Salvación, le escribía a Asa
La Biblia enseña no sólo dos obras de la gracia - la prime ra de ellas comúnmente
descripu como corve ratón, y la segunda una obra especial de Dio* en el corazón
Sino que también enseíla claramente una doble fase de cada una de
cias. La primera obra, la de la conversión, incluye tanto la

estas experien¬
justificación como la
Mahan, por entonces director de la edición británica de la revista Divi¬
ne Ufe (Vida divina):
en su misma naturaleza, aunque ambas se Poco * poco la luz nació en medio de la oscuridad, y comencé a sentirme más y más
regeneración, las cuales son diferentes
reciben al mismo tiempo ... la segunda obra incluye no sólo una limpieza perfecta sometido a Cristo y desprendido del yo y del mundo. Después de un tiempo de COIQ-
del corazón de la depravación heredada sino el bautismo del Espíritu Santo-11 pteu consagración (alrededor de cuatro aftas después de aquel llamado), durante

la cual se me hizo estar dispuesto a ser un «loco» por Cristo renunciar al yo, al
mundo, a la reputación, y darme enteramente a él. darme a mi mismo a
su servi¬
cio— recibí el bautismo del Espíritu.3*
La enseñanza de «las tres bendiciones»
Otros colocaban tanto énfasis en la limpieza de vida como prepara¬
Este consenso, sin embargo, no fue fácilmente obtenido ni se mantu¬ ción para el bautismo, que al menos se daba por sentado un orden, si es
vo sin esfuerzo, y la cuidadosa elección de las palabras refleja una que no una separación, en el proceso. Al predicador bautista de la san¬
incómoda polémica contra una variante de esa posición que surgió hada tidad, A. B. Earle, le hicieron la siguiente pregunta durante una confe¬
cl final del siglo XIX, aunque se había anticipado anteriormente. Un gru¬ rencia: «¿Es posible que una persona tenga un corazón limpio sin el
po, para el cual la síntesis citada resultaba demasiado sencilla, defendía bautismo del Espíritu Santo?». El respondió que «un corazón limpio es
en su lugar una triple obra, o «tres bendiciones»: la que ocupaba el se¬ una preparación para el bautismo del Espíritu Santo».”
gundo lugar en la posición dominante del Movimiento de la Santidad se Asa Mahan parece haber considerado las mismas distinciones y ha¬
dividió a su vez en dos bendiriones diferentes. Este grupo, sin embargo, blaba ocasionalmente de la santificación total y del bautismo del Espíri¬
los líderes del Movi¬
i'.i
' presenta una facción «fanática», como creían tu Santo como de dos doctrinas o dos experiencias, y no una. En Divine
miento de la Santidad de entonces y de ahora. Apuntaba a la dificultad Life sugiere la metáfora de vaciar un recipiente y luego llenarlo para in¬
fundamenta] de expresar la teología wesleyana con apariencia pcntecos- dicar que «la pureza es una cosa; el poder, algo totalmente distinto». El
tal, dificultad que ha aflorado, como hemos visto, toda vez que se hacía sentido de la distinción era aparentemente subrayar el orden por el cual
el intento. La permanente lucha con este problema se refleja claramen- «el primer hecho es condición precedente e inmutable, y siempre viene

62
RAICES TEOlXKilCAS DEL PENTliCOSTALISMO El, BAUTISMO DEL, ESPIRITU SANTO

antes de la última experiencia», de modo que quienes


buscaban el bau¬ en cuanto a la cuestión del pecado, queda definitivamente resuelto en
interior in¬ de la gracia; el perdón y la santificación. El bautismo
tismo «no debían olvidarse de orar con fe por la purificación
con el Espíritu
fuego aporta ungimientos, especiales, apoyos ocasionales y profundas asmo con
y
M iluminacio¬
dispensable para la recepción de ese don inefable». nes íntimas.45
De igual modo el metodista Asbury Lowrcy, director de la edición nor¬
«¿Podemos tener una Sin embargo, aunque lrwin parece estar hablando de un solo bautismo,
teamericana de Divine Life, contestó a la pregunta co¬ tenía, con todo, dos partes, e lrwin cayó en la costumbre ir
dispensación del Espíritu Santo después de la santificación y luego, de agregan¬
una dispensación mayor y más poderosa de la do una experiencia espiritual sobre otra. Esto se puso de
mo complemento de ella, manifiesto mu¬
naturalmente al estado de un corazón puro?», con un cho más tarde en la constitución de «La iglesia de la santidad
que corresponde de los
enfático «sí». Lowrcy explicaba que bautizados con fuego» donde, entre los artículos que se refieren a la jus¬
tificación y a la santificación, figuran estos dos:
total, es la de re-
la obra del Espíritu Santo, hasta llegar al punto de la santificación
purifica y refina; la segunda da po¬ Creemos ade mis que el bautismo del Espíritu Santo se obtiene por un
novar,y la del bautismo, capacitar. La primera definido ac¬
opera interiormente y restituye la imagen de Dios en el corazón; to de fe por paite del creyente plenamente purificado, que
der. La primera se apropia de él (Hch.
U segunda obra exte nórmente, y al tocara la sociedad, la santifica.
La primera pu¬ 1.5; 2.1-4, 38; Le. 11.13, Hch. 19.6).
ella un sacerdote y
rifica y hace de la persona un santo; la segunda unge y hace de Creemos además que el bau tismo con fuego es una definida experiencia
escritura!,
un rey poderoso en Dios, pata destrucción de fortalezas.17 que se obtiene por fe por paite del creyente llenodel Espíritu (ML 3.11;
Le. 3.16;
Ap. 15.2; SaL 104.4; Hch, 21-4; He. 1229; Ez. 1.4-14; 102-7; Is. 33.14;
6.1-8).44
El argumento concluyente de Lowrey de la necesidad de que los santifi¬
bondadoso, Sin embargo, ya por ese entonces lrwin estaba promoviendo
cados recibieran el bautismo era que Cristo, que era «santo, mos adicionales de «dinamita», «lidita» y «oxidita».45 Pero en
bautis¬
bau¬
puro, y apartado de Los pecadores, sin embargo buscó y recibió el 1900 se
tismo del Espíritu».711 El evangelista George D. Watson, que predicaba descubrió que alentaba «abiertamente un pecado grosero», por lo cual
po¬ fue separado, y junio con él cesaron los excesos.
la santidad a fines del siglo pasado, a veces llegó a aproximarse a esta
sición, y usaba igualmente el ejemplo de Cristo para refutar a aquellos Más interesante desde el punto de vista teológico, sin embargo,
otro círculo de personas que comenzaron a defender tres
fue .....
que, como Phoebc Palmer, sostenían que «la santidad es poder».” bendiciones.
Otras personas se inclinaban a hacer la distinción en base a las pala¬
El metodista Simon P. Jacobs, presidente de la
«Asociación de la santi¬
bras de Juan el Bautista referidas a Cristo; «él os bautizará en
Espíritu dad» del sudoeste norteamericano, entendía que la
doctrina «no ortodo¬
Pope en xa» de la santidad pe ntecostal era un desarrollo reciente y
Santo y fuego» (Mt. 3.11). De allí concluía el reverendo Edwin afumaba:
el
Divine Life que «el bautismo de fuego es diferente del bautismo con Si la pureza de corazón y el bautismo pcfliccosial del
Espíritu Santo, y es un bautismo para el cual el bautismo del Espíritu San¬ cias idénticas e inseparables, entone» nadie antes de
Espíritu Santo son expe ríe n-
Pentecostés pudo haber teni¬
to es la preparación».* do pureza de corazón. Pero no fue así. Esto le resulta claro a]
lector de U Biblia . La
Cuestiones similares preocupaban a los lectores de la revista Way of pureza de corazón eIBlia tanto bajo la dispensación mosaica
cas. Hs más, todos los que escriben aceita de la santidad
como la de los patriar¬
Faith (El camino de la fe), que comenzó a publicarse bajo ia dirección menta tanto la doctrina como los testimonios acerca
citan del Antiguo Testa¬
de J. M. Pikc después de 1890, en Columbia, Carolina del Sur. Es pro¬
de la pureza de corazón.
Todos aceptarían que el Seftor vivió en perfecta pureza durante
los treinta años
bable que la persona más importante que adoptó estas ideas haya sido el previos a recibir la investidura personal del Espíritu
Santo (Le, 32122).
bautista Benjamin Harden Irwin, una figura clave en el proceso hacia el
Por lo unto, la investidura del Espíritu Santo, o el bautismo
del Espíritu Santo, y
la pureza perfecta del corazón no son idénticos ni están
pcntecostalismo, en virtud de su labor como fundador de la iglesia deno¬ tados.
inseparablemente conec¬
minada «Fire-Baplized Holiness Church» (La iglesia de la santidad de En consecuencia, una persona, al ser limpiada de todo
pecado (1 Jn. 1.7), no fue
los baúlizados con fuego).41 Irwin no dejó muchos escritos,41 pero pro¬ por ello necesariamente investida con el Espíritu Santo*
yectó sus enseñanzas personalmente o a través de pequeños tratados. En¬ Preocupaciones un lauto similares muestra R. C. Horner, un sectario
señaba que evangelista canadiense, a quien tres denominaciones pequeñas reclaman
como su fundador.47 Habiendo escrito una refutación del ataque de Je-

64 65
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO EL &ALTT1SMO DEL ESPIRITU SANTO

rcmíah Boland a Wcsley y la teología de la segunda

tendió claramente que Wesley no había —


conectado
bendición en la Igle¬
sia Metodista Episcopal,4® Homer que había leído bien
la
a Wcsley en¬
santificación con — cuarenta días de espera hasta que llegó el Espíritu fueron,
prolongado «avivamiemo de la santidad».94 Y como le
de hecho, un
resultaba
ble negar que Wesley carecía de poder espiritual, se le presentabaimposi¬
blema de discernir cuál había sido el patrón de su experiencia
el pro¬
Pentecostés: Esto lo solucionó adoptando la sugerencia de
espiritual.
congínuo, y sabia que a Nchemiah Burwash, un
Wcsley enseñaba que la sanlüad era salvarse del pecado erudito metodista de Canadá, deque Wesley había sido
llegada de la purificación. Co¬ «totalmente san¬
los discípulos no se les había pedido queesperaran
la
sido hechas pidiendo por la sanlificacióa total tificado cuando él suponía haberse convertido», y amplió el
ra llegar a la conclusión de que «cuando recibió lo que él análisis pa¬
leccionó y citó oraciones que habían (ocian con¬
indicio de que estas oraciones
del pueblo de Dios, pero no dio ningún llamaba la
testadas el día de Pentecostés.49 ‘santificación plena’ debió haber sidoel bautismo del Espíritu Santo, co¬
Wesley mejor que la corriente
mo lo recibieron en Pentecostés».19
Se podría decir que Homcr entendía a Como anticipo de lo que trataremos más adelante,
a una elabo¬
mayoritaria del Movimiento de la Santidad. Su resistencia debemos
además que la actividad de B. H. Irwin y R. C. Horner, los dos notar
ración pentecostal de la santificación total le permitió
preservar los te¬
de la santidad, res más prominentes de la «tercera bendición», iba acompañadadefenso¬
mas wesleyanos de manera más original en su explicación de la mostraciones del Espíritu» y fenómenos físicos más impactantes que los
de «de¬
aunque muestra una tendencia a subrayar el aspecto instantáneo que aparecían en otras partes del Movimc nto de
norteame¬ la Santidad.
santificación de una manera característica delos movimientos tido ambos representaban una nueva radicalización de En este sen¬
Homcr, los dos tomos de Bi¬ las tendencias
ricanos. La afirmación teológica básica de más amplias del Movimiento de Santidad y aun del
ble Doctrines (Doctrinas bíblicas),50 se aproxima más
al pensamiento de metodismo. Irwin era
de su elabo¬ una figura controvertida no sólo por su doctrina del
Wesley, sobre todo por la forma en que subraya la totalidad sino por el hecho de que «sus reuniones se
bautismo de fuego
preventiva, el arre¬ caracterizaban por los gritos,
rado proceso de la gracia, comenzando con la gracia total, hasta las danzas en él Espíritu, el caer en trances, y muchas
pentimiento y la justificación, la santificación, la santificación Pente¬
otras
nes».1® Los testimonios incluidos en los informes de los manifestacio¬
de
el punto de comenzar a desarrollar los temas característicos «tercera ben¬
Festivales
costales anuales que se celebraban en Canadá, bajo la dirección Pcntc-
costés, como consecuencia de su posición respecto de una Horner, revelan un patrón más mermado pero todavía
de R. C.
dición». intenso.97 «Las
«poder pa¬ manifestaciones físicas - postrarse, entrar en éxtasis, prorrumpir en
Horner había llegado a esta tercera experiencia buscando sa— eran comunes» en Las actividades ri¬
hacía clamar por po¬ iniciales de Horner entre los
ra salvar almas» luego de que «el perfecto amor me metodistas, y contribuyeron a la actitud de censura que
Para
der para alcanzar a las masas que se perdían, y llevarlas a
Cristo». precipitó su ale¬
jamiento de ellos.3* Horner y sus seguidores
respondían con su clásica
él, esta apelación a las prácticas origínales del metodismo, con
publicaciones co¬
... gracia especial pira ganar almas ha sido el elímenlo sobresaliente
de mi expe¬ mo Wesley on Postration (Wcsley y la postración), o
y las puso en actividad, Spirit (Manifestaciones del Espíritu).99 Demostrations theof
riencia. Convocó todas las potencias dormidas de mi alma en
la viña del Seflor.”
dando energía a todas mis facultades pan servir eficazmente

fueron
Muchos de los argumentos de Simon P. Jacobs referidos arriba contra La doctrina del «bautismo del Espíritu Santo»
Homer, y usados para discutir en
tomados por los seguidores de
de la doctrina de la santificación pentecostal.51 Homer se sintió compro¬ en los avivamientos
metido a defender su posición junto con otros líderes del Movimiento de
e históricas. Los líderes prin¬ Hubo, sin embargo, una tercera variante del
la Santidad sobre la base de fuentes bíblicas bautismo del
por probar que los
cipales del Movimiento de la Santidad se esforzabanPentecostés,99 Santo a fines del siglo XIX que apelaba a los «avivamientistas» Espíritu
mien¬ más cono¬
discípulos no habían recibido la santificación hasta cidos de la época, especialmente aquellos que declaraban una mayor
eviden¬ fi¬
tras que Horncr afirmaba por su parte que los discípulos daban delidad a la Lradición teológica reformada. Esta variante fue suprimiendo
Pentecostés, y que los cada vez más los elementos metodistas presentes en las enunciaciones
cias de poseer la santificación plena antes de

66 67
EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO
RAICES TEOLOGICAS DEI. PENTECOSTALISMO

importancia al tema de la santificación total*, y «se le oyó decir» :


originales de la doctrina, inclinándose en favor de temas como
«investir¬ q uc «no:
bautismo del creía en una 'segunda bendición’». Más tarde los alivió la noticia de que
se de poder para el servicio». De este modo la doctrina del
Espíritu Santo se difundió en los avivamientos de fines de
do que ha pasado en gran medida inadvertido.
siglo de un mo¬ —
Moody «había cambiado sus ideas» supuestamente en conexión con la
lectura cuidadosa de la autobiografía de Charles G. Finney— y «ahora
exponía con decisión el bautismo del Espíritu Santo como el privilegio
se cncuen-
Nuevamente cabe decir que las raíces de este desarrollo de todo el puebk) de Cristo*® Sin embargo, estos observadores pueden
tran en la teología de Obcrlin. Mientras que Mahan se
inclinaba cada vez
los temas de haber leído más de lo que realmente hay en estos informes. El sermón
más hacia el metodismo, Finney parece haberse alejado de de Moody desde Norteamérica transcripto e incluido en esa obra
¡nidal en la década de 1840,
la santificación total después de un período sa toda la estructura del «bautismo pentecostal del Espíritu
expre¬
de vista más
que puede describirse como el más wesleyano. Los puntos Santo», pe¬
ro principalmente como una «investidura de poder», aunque existen
maduros sobre este tema se encuentran probablemente en un apéndice
(El referencias a la «limpieza total» y al «librarse del pecado».
a la edición inglesa del libro de Mahan Baptism of the Holy Ghost Si tales informes son exactos, los temas acerca de la limpieza pare¬
bautismo del Espíritu Santo). Hay un ensayo de cuatro capítulos titula¬
pen¬ cerían haber desaparecido al poco tiempo. En un informe de
do «La investidura de poder», donde se empica el clásico lenguaje 1877 acer¬
ca de «Los discursos doctrinales» de Moody, se incluye uno titulado
tecostal para estimular la búsqueda de «la investidura de poder de lo bautismo del Espíritu Santo para el servicio», que comienza así;
«El
alto», definida exclusivamente como «la condición indispensable
para
llevar a cabo la obra» que Cristo le encomendó a la iglesia en la GranCo¬ En cieno temida, y hasta cierto punto, el Espíritu Santo mora en cada creyente ;
pe¬
misión. No hay referencias acerca de «santificación» o «limpieza en es-
» ro hay otro don. que puede llamarte el dtm del Espíritu Santo para el servicio. Eli¬
porque
ta experiencia pentecostal, aunque muestra cierta preocupación
te don , me parece, es ente lamente diferente de la
conversión y la seguridad o certeza
«consagra¬ que la acompañan. Dios tiene un gran número de hijos que
el período de preparación y de «espera* debería incluir la carecen de poder, y la
razón es que carecen del don del Espíritu Santo para el servido.®
ción».® Esta es la forma doctrinal que encontramos en las enseñanzas de
sucesores de Fmney, como Dwight L Moody, R. A, Torrcy y J. Wilbur En el libro ampliamente difundido de Moody, Secret Power (Poder se¬
Chapman. creto), que se publicó en 1881,® se muestra una posición similar,
aunque
Un año cruda! para Moody fue 1871. Su auditorio en Chicago quedó un poco más atemperada.
destruido por el gran incendio en el momento en que el predicador iba Moody tenía un don para evitar las controversias, y mantenía sus ex¬
dos
a ser lanzado a un ministerio internadonal. En esas circunstancias presiones públicas, como sugieren algunos, deliberadamente
vagas, so¬
mujeres redentemente «santificadas», que luego se unieron a la Iglesia bre todo si se trataba de cuestiones polémicas. Por cierto que se
cuidaba
Metodista Líbre, comenzaron a sentir «una carga» por Moody, porque de caer en el vocabulario característico del Movimiento de la Santidad,
de
presentían que «carecía de lo que los apóstoles habían redbido el día y se mostraba reticente a hablar en público de su experiencia de 1871,
Pentecostés».*1 Cuando se acercaron a Moody para contarle acerca de aunque a veces cedía en conversación privada. Pero su enseñanza
regularmente con él todos los acer¬
sus oradones, él las invitó a que oraran ca de «una investidura especial de poder pentecostal para el
servido*
viernes. Sus oraciones le provocaron una sed muy grande en el alma y co¬ parece haber sido un tema relativamente constante en sus predicaciones,
menzó «a llorar y clamar como nunca antes. Realmente llegué a sentir y al parecer «no cambió significativamente entre mediados de la
década
que no deseaba vivir si no podía tener este poder para el servido»,® La de 1870 y fines de la de 1890».“
York,
lucha llegó a su fin cuando Moody caminaba por lascalles de Nueva Si Moody era ambiguo y se mostraba reticente en estos temas, su su¬
a punto de zarpar para Inglaterra. cesor fue todo lo contrario; estos temas dominaron el ministerio de
No hay evidencia clara acerca de cuándo esta experiencia comenzó a Reuben A. Torrey,® quien refleja un sorprendente estrechamiento del
tener influenda sobre la predicación de Moody. La gente del Movimien¬ enfoque del «bautismo del Espíritu Santo». Torrey no dejaba tugara
du¬
to de la Santidad escuchaba atentamente sus sermones para descubrir das de que una de las prindpalcs razones «por las cuales Dios usó D.
a
indicios de su posídón con respecto a lo que ellos sostenían. Los obser¬ L. Moody» era que «tenía una especial investidura de poder de¡o alto, un
vadores de su labor en Gran Bretaña advirtieron que no «daba esperial bautismo claro e inequívoco del Espíritu Santo». También aseguraba que

68 69
EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTEÜOSTAUSMO

Pero Torrey sería eclipsado como líder de avivamicntos a comienzos


Moody, cuando enviaba a Torrey a predicar, insistía por lo general
en del siglo XX por J. Wilbur Chapman, educado en Obcrlin y despertado
creo que la
dos temas para sus sermones; «Diez razones por las cuales Moody
cspiritualmente bajo el ministerio de Moody en 1878.7* Su propia posi¬
Biblia es la Palabra de Dios» y «El bautismo del Espíritu Santo».* ción con respecto a los lemas que hemos estado investigando puede ver¬
Torrey
murió en 1899, año en que se inició cl Moody Bible Institute, con 1890 se en su libro Received Ye the Holy Ghost? (¿Habéis recibido el Espíritu
como autoridad. Pero resulta claro que a mediados de la década de Fu¬ Santo?), publicado en 1894 y dedicado a Moody.75 Chapman
desarrolló
Torrey ya comenzaba a ser conocido por obras como How to Obtain en su libro todos los temas de la tradición Moody/Tonrey, pero sugiere
Baptism
llness of Power (Cómo obtener la plenitud del poder)* y The que «cada hijo de Dios ha recibido el bautismo del Espíritu Santo» y que
With the Holy Spirit (El bautismo con el Espíritu Santo).70 Las enseñan¬ Pentecostés representa un «llenamiento» posterior. Chapman escribiría
zas de esta última obra se resumen en cuatro proposiciones, que se repi¬ al año suiguicntc la introducción a un libro similar escrito por el
reveren¬
ten constantemente en los escritos de Torrey; do Ford C. Ottman, titulado Have Ye Known the Holy Ghost? (¿Habéis
... bautura- conocido al Espíritu Santo?).7* Ottman fue posteriormente el autor de la
1. ...que hay numerous formas de nombrar esta experiencia en la Biblia
dos ron el Espíritu Samo llenos
„ del Espíritu Santo ... investidos de poder de lo biografía de Chapman.
...
alto reeibir et Espíritu Santo el don del Espíritu Santo... distinta, de la que
Todas estas ilustraciones indican lo difundida que estaba la doctrina
2. —que el bautismo del Espíritu Santo es una experiencia clara y del bautismo del Espíritu Santo en la atmósfera de los avivamientos
es posible saber sí se la ha recibido o no- de
su obra de re- fines de rigió y comienzos del siglo XX, y hasta qué punto estas figuras
3. El bautismo del Espíritu Santo es una obra separada y distinta de
llegaban al público por medio de sus libros sobre el tema.
el ser¬
AElbWmodel Espío,u Samo siempre está conectado con el testimonio y
vicio71
Esta última proposición está dirigida específicamente contra «una El movimiento de Keswick
línea de enseñanza que presenta un grupo muy sincero pero equivocado, Antes de avanzar más deberíamos observar un desarrollo paralelo c
que ha colocado toda la doctrina del bautismo del Espíritu Santo bajo interconectado: el surgimiento, a fines de siglo, del llamado Movimien¬
una mala reputación». Esta controvertida enseñanza era que «el bautis¬ to de Keswide y sus enseñanzas. «Keswick» fue la forma que
mo del Espíritu Santo es la erradicación de la naturaleza pecaminosa», tomó el
Movimiento de la Santidad y de «la vida superior» en Gran Bretaña, prin¬
o, en otras palabras, la doctrina de la santíficadón pernéeosla). Torrey cipalmente entre los anglicanas evangélicos, aunque su infl tienda
admitía que «sin duda es tarea del Espíritu Santo limpiarnos de pecado», de ser mucho más grande P La obra de figuras como Charles Finney,
habría
pero esto no es «el bautismo del Espíritu Santo».73 Mahan, W. E. Boardman, Hannah Whitall Smith y su esposo,
Asa
Al hacer estas afirmaciones Torrey tenía en mente sin duda a A. M. Robert
Pearsall SmiLh, Charles Cullis, y otros,7* impulsó la formación de un gru¬
Hills, su compañero de la Universidad de Yalc que había predicado el po en Oxford, en 1874, que se conoció bajo el nombre de «Union Mee¬
sermón para su ordenación como pastor. Los dos habían servido en pas- ting for die Promotion of Scriptural Holiness» (Unión para la promoción
torados más o menos próximos, y se habían ayudado mutuamente en su de la santidad escritura!),74 y al año siguiente tuvieron una reunión de
búsqueda espiritual, pero ya por el año 1900 se encontraban en campos ocho mil personas en una «Convendón para la promoción de la
totalmente opuestos en relación con d significado del bautismo del santidad
eseritural» en Brighton.10 Estas y otras fueizas se unieron para formar
Espíritu Santo. Hills coincidía en las tres primeras proposiciones, y sólo movimiento que culminó en una serie de convenciones anuales en cam¬
un
difería en la cuarta. Torrey afirmaba que los efectos dd bautismo del pamentos, en la dudad de Keswick, Inglaterra, comenzando en
Espíritu Santo se referían a «ser investidos de poder para el servicio», Estas convendones se transformaron en un centro importante de espiri¬
1875.
mientras que Hills insistía en «la santidad y el poder». Para Hills, cual¬ tualidad evangélica a fines de siglo, estrechamente asodado con obras
quier cosa menos que eso era «El rechazo de Pentecostés» (Pentecost misioneras como las de la China Inland Mission, y otras que la imitaron.
Rejected), título de su refutación a Torrey.7*

71
70
RAICESTEOLOGICAS DEL PENTECOSIALISMO EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO

La teología de Keswick ocupó un territorio a mitad de camino entre


los movimientos de santidad y los avivamicntos de Norteamérica, que
acabamos de tratar.*1 En contraste con Torrey y Moody, la enseñanza de Los últimos recursos: Simpson y Gordon
Keswick estaba más centrada en la segunda bendición como respuesta al
pecado, pero, por otra parte, no se sentía cómoda con el perfeccionismo Con el surgimiento de este patrón nos hemos acercado a U gestalt de
de las enseñanzas del movimiento norteamericano de santidad. La ma¬ las afirmadones teológicas que constituyen el penlecostalismo. El resto
yor diferencia entre estas dos enseñanzas puede advertirse cu los rótu¬ de este estudio se ocupará de investigar el surgimiento de los dos últimos
los que usaban para clasificarse mutuamente: los maestros de santidad temas de Simpson: su énfasis en la curadón divina y la segunda venida
eran los «erradicadonistas», mientras que los maestros de Keswick eran de Cristo. Antes de hacerlo necesitamos estudiar más cuidadosamente
los «supresionistas», con rcladón a la naturaleza pecadora. La enseñan¬ las enseñanzas de Simpson y de Gordon acerca del Espíritu Santo.
za de Keswick no fue tan precisa como la de los otros grupos y no cae en La exposición de Simpson sobre la santificadóo en 1890 es difícil de
los patrones que hemos identificado; aun lo distintivo de la «segunda ex¬ catalogar. La experiencia se describe en términos de «separación del pe¬
periencia» quedaba a menudo atenuado o se lo calificaba. cado», «dedicación a Dios», «conformidad con la imagen de Dios y con
Tampoco existe un patrón uniforme con rcladón a la doctrina del la voluntad de Dios», «amor a Dios y a toda b humanidad». No hay mu¬
Espíritu. Mahan dirigía seminarios muy concurridos sobre el tema dd cho énfasis en una segunda bendición, pero Simpson usa un lenguaje que
bautismo del Espíritu Santo tanto en las reuniones de Oxford como en implica un momento de «consagración» o «total entrega» que trae como
las de Brighton.*2 Pero estas enseñanzas pronto pasaron a segundo pla¬ resultado el ser «habitados interiormente por Jesús».*3 Esto también in¬
no, y se hizo más característico hablar de «b plenitud del Espíritu», o de volucra una permanencia especial del Espíritu comparable a Pente¬
«la vida llena del Espíritu» en una forma más restringida y a menudo más costés. «Del mismo modo en que al terminar el tabernáculo el Espíritu
cristocéntrica que la que caracterizaba a los movimientos de Nortcaméri- Santo descendió y tomó posesión de él», así también «aquel que vino con
L„L. poder sobre los discípulos el día de Pentecostés viene sobre ti y sobre mí
Kcswick, sin embargo, fue importado a los Estados Unidas por Moo¬ cuando estamos totalmente dedicados a él, tan realmente como si lo
dy, quien además invitó a sus convenciones en Northfield de comienzos viéramos descender desde lejos para posarse en nuestro hombro*.96
de la década de 1890 a figuras como F. B. Mcyer, un londinense que re¬ Las enseñanzas de A. J. Gordon muestran una mayor influencia di¬
gresó cinco veces durante esa década; Andrew Murray, el pastor de la recta de Oberlin. Se cita a John Morgan en el prefacio a The Two-Folá
Iglesia Reformada Holandesa de Sudáfrica; H. W. Webb-Peploe, un Ufe (La vida de dos dimensiones) como una influencia decisiva, y tam¬
clérigo anglicano; y G. Campbell Morgan, un bautista de Inglaterra. Es¬ bién se citan b obra de Finney y su conversión, incluyendo referencias a
tas personas tenían mucho en común con figuras norteamericanas cata¬ su bautismo del Espíritu Santo en un anáfisis del «poder para ser hijos y
logadas como «de Keswick*, talcs como A. B. Simpson, el presbiteriano el poder para servirle». A partir de un «nuevo estudio de los Hechos de
que fundó la Alianza Cristiana y Misionera, y A. J. Gordon, el bautista los Apóstoles», y de una «nueva experiencia por medio de los avivamien-
de New England cuya obra se conoce principalmente por el actual Gor¬ tos», Gordon concluye que
don College y el seminario teológico Gordon-Conwell.
Escrituras parecerían enseñar que hay un segundo nivel en el desarrollo espiri¬
En el escenario norteamericano, esta unión entre el movimiento bri¬
[as
tual. diferente y separado de la conversión: a veces muy separado de ella en tiem¬
tánico de Keswick y los avivamicntos norteamericanos produjo una im¬ po, y a veces en forma casi contemporánea con ella; es una etapa a la que nos
portante constelación de figuras (especialmente Simpson, Gordon y elevamos por una renen-arión especial del Espíritu Santo, y no meramente par el
Torrey, y aunque no era norteamericano, Andrew Murray),*3 quienes proceso de crecimiento gradual.
pusieron el énfasis en temas que tenían en común, aunque sólo A. B.
Pero ya para mediados de la década de 1890 ambos autores habían se¬
Simpson llegó a defender un evangelio de cuatro puntos.*4 Simpson se in¬ guido la tendencia de la mayoría de los movimientos de «vida superior»
dinaba por presentar «al Señor Jesucristo en su cuádruple ministerio: a dar más énfasis al papel del Espíritu Santo. EL libro ampliamente di¬
como Salvador, Santificadoÿ Sanador, y Rey esperado». fundido de Gordon, The Ministry of the Spirit (El ministerio del Espíri-

72 73
RAICES TEOLOGICAS DEI. PENTECOSTAJ JSMO EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO

lu), apareció en 1894. En la introducción, F, B. Meyer sugiere que si las ra la mecha. Pero antes de ocuparnos de eso, debemos investigar rápi¬
verdades del libro «son grabadas a fondo en la constitución mental y es¬ damente el surgimiento de la sanidad divina, y el énfasis premilenario en
piritual de los siervos de Dios „ la era terminarla con un Pentecostés La inminencia de la segunda venida de Cristo. Los siguientes dos capítu¬
mundial»." La exposición de Gordon en este librocoloca un mayor énfa¬ los estarán dedicados a esa tarea.
sis en el Espíritu, y desarrolla una doctrina de la consagración dentro de
ese contexto y no a la inversa. Después de un análisis de Pentecostés,
Gordon sugiere que, «aunque el bautismo del Espíritu Santo fue dado
de una vez para siempre en el día de Pentecostés», «no debemos concluir
de allí que cada creyente haya recibido este bautismo»." El «don del
Espíritu» es una operación posterior, es «una bendición adicional y se¬
parada» cuyo propósito es «nuestra capacitación para un servicio más
efectivo en la iglesia de Cristo».* Aunque hay una tendencia a acercar¬
se a la línea de Moody/Torrey, Gordon, como la tradición general de
Keswick, retiene mayor número de temas sobre la santificación en su for¬
mulación,
Se pueden detectar tendencias similares en Simpson, quien dedicó dos
años a enseñar acerca del Espíritu Santo, y en 1895 y 1896 produjo dos
volúmenes titulados The Holy Spirit; or, Powerfrom on Higjfi (El Espíritu
Santo o el poder de lo alto). Aquí la transición es más radical, especial¬
mente en el segundo volumen, que se basa en el Nuevo Testamento. Des¬
pués de un capítulo sobre el significado del propio bautismo de Jesús,
Simpson trata el bautismo del Espíritu Sanio y sus muchas consecuen¬
cias. La parábola de Jesús sobre las vírgenes fatuas y sabias es interpre¬
tada en términos de dos tipos de creyentes que se distinguen por el
bautismo del Espíritu. «Representa la diferencia entre los apóstoles an¬
tes de Pentecostés y los apóstoles después de Pentecostés.*91 La parábo¬
la de los talentos es interpretada para enseñar que hay «una investidura
Pentecostal de poder para el servicio».
Lo que queremos señalar con todo esto es que a mediados de la déca¬
da de 1890 casi todas las ramas de los Movimientos de la Santidad y de
«vida superior» del siglo XIX, además de los avivamicntos de este periodo
en general, estaban enseñando una variante, de algún lipo u otro, del bau¬
tismo del Espíritu Santo, aunque con algunas diferencias importantes en
matices y significados. La fuerza de penetración de los lemas penlccos-
tales se demuestra además por la publicación de una serie de himnarios
muy populares usados en los avivamicntos, durante la última década del
siglo XIX y la primera del siglo XX. Se publicaron por lo menos seis de ta¬
les himnarios y se los usó ampliamente en estos movimientos.
No es por lo tanto un accidente que el pcntecostalismo haya surgido
cuando surgió. Todo lo que se necesitaba era una chispa que encendie¬

74 75
SlSlDAO DIVINA

182 La Tierna V02


j. a. STiKtEiow CAPITULO V
w Ü HlWT*»
-X

l, La átr- W
r ¿el Sil -«-dar Na* ha
b
- Hate-ri*
6
tw mo. - n - da. El surgimiento del movimiento
li-bri-do;
J_ Gm-fi - 1 tú en 111 Son -dad, Del mal
- - de sanidad divina
i. L« ior- doi o - -
y«l, óc i« ven, je
r
su* a quien los 11 na;

L /~\ui2ás más característico del pentecostalismo que la doctrina del


\¿ Espíritu Santo sea el hecho de llevar a cabo milagros de sanidad di¬
vina como parte de la salvación de Dios y como evidencia de la presen¬
cia de poder divino en la iglesia. Las raíces de esta enseñanza son
Complejas y difíciles de remontar, en parle por el problema de distinguir
entre las supersticiones de la piedad popular, la tendencia de los cristia¬

- íd -
»l mé - di ce dea-mar Que di *
ÍOi muer-to* vi di.
-
- nos de todos los tiempos a rogar por la liberación de las angustias y el
O
Tu f* te ni vi, ve - ert ¡raí, Je
y 30- din bien. Me-
sús
dian
- -
te ha si na - do.
u su Pa la - bri. -
infortunio, y La variedad de doctrinas bien enunciadas acerca de la posi¬
bilidad de sanidad divina en respuesta directa a la fe del creyente. Pero
Loa eo - joa li¬
por medio de las pistas de fuentes históricas que hemos descubierto en
relación con el desarrollo de la doctrina del bautismo pentccostal del
Espíritu, es posible delinear el surgimiento de esta doctrina y compren¬
der cómo emergió del mismo avivamiento de los temas sobre la perfec¬
Cono ción de vida.
No podemos ocupamos de resolver aquí las muchas preguntas com¬
V plicadas acerca de cómo entender la validez permanente de este tema de
ír La sanidad en la tradición cristiana. El pentecostalismo - no importa
E1 tie- 0* M - da po - tes-lid, Fnerde *a-nii cuen-íer - "te -did i

cómo se contesten estas preguntas consideró que restauraba una preo¬
£ £ £1 cupación de la iglesia primitiva que había sido dejada de lado.
Los debates acerca de la exacta naturaleza y el papel de la sanidad en
la iglesia primitiva continuarán sin duda por un tiempo. Morton Kelsey,1
que se apoya en buena medida cu la obra de Evelyn Frost,1 afirma que la
iglesia primitiva se caracterizaba por un ¿nfasis en la sanidad que estaba
vinculado de diversas maneras con la valoración positiva del cuerpo, tal
como se refleja en el lugar de importancia que se le da a la doctrina de
Lie- no d* gra y bon-dad E! Sal - vi-dor hen-di - tn. la resurrección corporal, una doctrina «realista» de la expiación que sub¬
rayaba la victoria de Cristo sobre los poderes y las fuerzas del mal que
£
* inciden en la vida humana, y un modelo de la redención que destacaba
los efectos terapéuticos de la gracia, especialmente en cuanto es apro¬
v piada por los sacramentos. Estos temas aparentemente se fueron per-

77
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTEOOSTAUSMO MOVIMIENTO DE SANIDAD DIVINA

¡ni ana; los milagros de ciaban estas operaciones milagrosas; lo cual resultó una gran
diendo después de instaurarse la iglesia constant ventaja para la pro¬
pagación del evangelio; pero las supersticiones mágicas de La iglesia
ejemplar, y el un¬ romana, que
sanidad se relegaron al papel de signos de santidad de diveisas maneras intentan imitar aquellos actos inimitables
del soberano poder
gimiento de los enfermos con aceite, se transformó en el
sacramento de de Dios, han sido un deshonor para la religión cristiana4
la extremaunción. Kelsey, preocupado por establecer
ciertos temas pla¬
en el surgimien¬ El desarrollo extremo de esta posición tuvo lugar probablemente en
tónicos en el lenguaje de Jung, coloca un énfasis especial el
calvinismo de la «vieja escuela* de Benjamin B, Warfield, en el siglo XIX,
to de las cosmovisioncs aristotélica y moderna,
menos abiertas a modelos
de los hechos. quien usaba esta doctrina para atacar a varios «sanadores» prcpcntccos-
de intervención divina desde fuera del orden natural talcs de fines de siglo, como ya lo hemos señalado.7
La polémica protestante en contra de la supuesta
«superstición* de
el número de
los católicos, junto con la cuestión vinculada de disminuir
los sacramentos, contribuyó a fortalecer esta tendencia.
No favorecía a
apareciera Wesley y la sanidad divina
Martín Lulero, por ejemplo, que uno de los versículos claves
en el libro de Santiago; Nuestra investigación acerca de la doctrina pentccostal del bautismo
sacramento, ni se aplican las
Porque Cristo no hizo del ungimiento coa aceite un del Espíritu dirigió nuestra atención más bien hacia las
tradiciones per¬
Ya que en esos días se acostumbraba a me¬
palabras de Santiago a l# época actual. fe, co¬ feccionista y metodista, y especialmente hacia la figura de John Wesley.
la oración sincera de
nudo a curar los enfermos por medio de un milagro y Aquí también tendremos que volvernos en esa dirección, y
mo hemos visto en Santiago y en Marcos ó.5 nuevamente
descubrimos una evidencia ambigua.
Algunos sugieren que Lutero cambió de opinión hacia el
final de su vi¬ Wcslcy estaba profundamente influido por el puritanismo, pero
señala¬ tam¬
da.4 Los defensores posteriores delas doctrinasde la sanidad hanla salud bién estaba en tensión con él. Más aún, por influencia de sus padres, era
do a menudo el episodio en el que Felipe Melanchton recuperó un producto de la tradición de la «alia» Iglesia Anglicana, con su tenden¬
que Lu¬
gracias a las oraciones del propio Lutero; pero hay poca duda de cia a preservar la doctrina de lo milagroso. También estaba preocupado
lero consideraba la sanidad divina como un tema de
menor importancia, por restaurar, como hemos visto, las prácticas de la iglesia
del protestantismo, anterior al
y esta actitud caracterizó a gran parte Concilio de Nicea. Tal vez aún más conflictivo puede haber sido el im¬
Si algo ha hecho la tradición reformada fue relegar el don de sanidad pacto de los quákeros8 y del pieüsmo, a los que
volveremos más adelan¬
a otras épocas. Juan Calvino, comentando acerca de la extremaunción te. Ya hemos señalado la ambivalencia de Wcslcy al
intentar restaurar la
en relación coa Santiago 5.14-15, insistía por ejemplo en que obra sobrenatural del Espíritu Santo en la iglesia primitiva, y
al mismo
... pero tiempo rechazar los dones y «operaciones sobrenaturales» sobre la gra¬
Santiago hablaba para el tiempo en que la Iglesia gozaba óe esta bendición cia y la transformación ética. Aquí tendremos que investigar más
asiste en todo
nosotros experimentamos lo contrario Nuestro Schor ciertamente cuida¬
tiempo a los suyos, y les socorre en sus
enfermedades, ni mis ni menos que en liem- dosamente la relación de Wesley con las enseñanzas sobre la sanidad que
ojos de todos
pos pasados, cuando es menester. Peto no hace demostración a los aparecieron posteriormente.
estas viitu rdes y de los demis milagros que obraba por manos de los apóstoles;
Sus tímidos defensores declararían más tarde que «John Wesley
es que este don e ra temporal, y también porque en parte ha pe recido por era
y la razón ortodoxo en relación con la sanidad divina*,* aunque el episodio que
la ingratitud de ios hombres.5
traían a colación más a menudo para dar apoyo a esta afirmación era la
de
Si se produjo algún cambio fue que esta ubicación «dtspcn&acionai» historia de la «curación» instantánea de un dolor de cabeza de Wcslcy y
la sanidad en la era apostólica se volvió más rígida, y se convirtió en la la renguera de su caballo, que le permitió «continuar con la predicación
posición asumida formalmente por la tradición reformada. Así, el puri¬ del evangelio». Pero el cuadro es mucho más complejo, y es difícil
distin¬
tano John Owen hace una distinción entre dones ordinarios extraordi¬
y guir la forma que hubieran tomado sus convicciones en una
etapa poste¬
narios, y relega los últimos a la época de la revelación: rior. Wcslcy no estaba por encima de las supersticiones de su tiempo, y
se refería a fenómenos espirituales que hoy no se tomarían en cuenta, co¬
La tazón de estas operaciones extraordinarias en casos extraordinarios parece
ha¬
que presen¬ mo Jeffery, el fantasma que vivía en la rectoría de Epworth, y otras expe-
ber sido la de estimular la fe poderosa que se despenaba en aquellos

78 79
MOVIMIENTO DE SANTO AD DIVINA
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTEOOSTALISMO

so¬ salud— que podía esperarse para esta vida. Si en verdad podemos ser
riendas psíquicas.16 Su curioso pero ampliamente difundido manual y restaurados espiritualmcnte a la plena imagen de Dios, ¿hasta qué pun¬
elemental)11 también resulta extraño
bre Primitive Physic (Medicina to podía esperarse la restauración física, ya que la enfermedad esen últi¬
moderna, pero
hasta superstidoso a juzgar por criterios de la medicina ma instancia una consecuencia del pecado de Adán?
se podría afirmar que el manual de Wesley empleó lo mejor de la cien-
remedios del folclore popular. Y Estas cuestiones no ocuparon el interés de Wesley con la intensidad
da médica de su época junto con otros
que serían luego investigadas en el siglo siguiente. Para tratarlas será ne¬
médicos que lucraban con su profesión y de¬
aunque Weslcy criticó a los cesario agregar unos cuantos temas más. Y para comprender éstos ten¬
oponía
jaban de atender a los pobres, es sabido que en ningún sentido se dremos primeramente que volvernos al pietismo.
a la denda médica.
se
Sin embargo, es verdad, como Morton Kelsey y otros defensores
apresuran a señalar, que el diario de Wesley a menudo mendona acon¬
tecimientos que hoy se considerarían curadoncs milagrosas.12 En
esto, La influencia del pietismo
sin embargo, y dejando de lado la forma en que estas experiencias pue¬
más moderna, es preriso Es posible que el pietismo haya sido una de las influencias más impor¬
dan ser comprendidas desde una perspectiva tantes en el surgimiento de la doctrina de la sanidad divina.15 Es muy
notar el nivel de reticenria y ambivalencia que el propio Wesley demos¬ probable además que represente la fuerza que dio forma al pensamien¬
traba con respecto a esos temas. Lejos de ser la suya una actitud como
la
fe», guardaba derla distanda, como lo to de Wesley en este aspecto. El realismo bíblico del pietismo y la orien-
de los modernos «sanadores de tadón pastoral junto con la creencia en la continuidad de los milagros
ilustra por ejemplo el siguiente fragmento de su diario, el 20 de didem-
produjo una doctrina de sanidad por medio de la oradón y la fe. Esto
brede 1742: puede notarse en varios de los comentarios de i. A. Bengcl en su
que el sellar
obra
Cuando llegué me dijeron que el doctor había dicho que no esperaba Gnomon of the New Testament (Gnomon del Nuevo Testamento), ese
Mcvnck viviera hasta la mañana siguiente. ... Unos cuantos nos jumamos
a orar comentario popular que llegó a ser la fuente prindpal de las Explanatory
(sólo menciono el hecho); antes de terminar había recuperado el sentido y el ha-
sucedió por causas naturales; pero yo pte- Notes on the New Testament (Notas explicatorias sobre el Nuevo Testa¬
bla. No me opongo» que se diga que esto
mento) de Weslcy. Bengcl comenta en reladón con Marcos 16.17:
fierodecir que se debió al poder de Dios.°

Cuando se lo cuestionaba acerca de estos y otros informes, Wesley repli¬


Aúnen nuestros días la fe nene para cada creyente un poder escandido de
carácter
milagroso: cada resultado que surge de nuestras oraciones es realmente milagroso,
caba; «Pero, ¿qué es lo que prueba todo esto? No que yo pretenda tener aun cuando ese carácter milagroso no sea evidente; aunque ese poder
un don por encima de otros, sino solamente que creo que Dios ahora es¬
milagroso ya
nose ejerce en muchas personasen nuestros días, tanto por su debilidad
espiritual
cucha y contesta las oradones, aun por encima del curso común de la na¬ como por la decadencia del mundo. No es —como dicen muchos- poique
sia, una vez plantada no necesita la continuidad de tos milagros,
la igle¬
turaleza».14 aunque sin duda
los primeros milagros del Nuevo Testamento le «dieron» al
Pero, como veremos, más importante para lo que vendría después fue Schor Jesucristo «un
nombre imperecedero» (tí Isaías büii.12). Los milagros eran en el
probablemente el énfasis que Wcsley ponía en lo que hemos llamado un
comienzo los so¬
portes y puntales de La le: ahora también son el objeto de la fe. En
icon berg, un
modelo «terapéutico» de la grada y de la salvadón. La gracia era la cu¬ pueblo de Wirtembcrg (trece domingos después de La Trinidad,
1644 d-C), una
ra para la enfermedad del pecado, y la doble naturaleza de la salvadón muchacha de 20 años de edad tenú las piernas un paralizadas que apenas
podía
arrastrarse con la ayuda de muletas; al escuchar la predicación del obispo (se
en Wesley (justificación y santificación) era a menudo dcscripta como la maba Raumeic r) aceros det poder milagroso del nombre de Jcsds, de pronto
lla¬
se pu¬
«doble cura». La firme convicdón de Weslcy acerca del poder de Dios so de pie y recuperó el uso de sus piernas.16
para restaurar la creadón caída, arroja una nueva luz sobre su pieocu-
pación por la salud física (lo que se evidencia no sólo en el manual de Bengcl comenta acerca de Santiago 5.14-15 que «originalmente, el úni¬
Primitive Physic, sino también en su preocupación por el cuidado de la co objetivo del ungimiento era la curadón milagrosa» y que
salud y los dispensarios para pobres). Esto contribuiría finalmente a sus¬
citar preguntas más insistentes acerca de cuál era el alcance de los bene¬
ficios de la grada - con reladón a la sanidad y la rccuperarión de la

SO SI
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAUSMO MOVIMIENTO DE SANIDAD DIVINA

aun párete tuber sido instituido por Dio* con este propósito: que siempre perma¬
neciere en la iglesia, como un ejemplo de lo* otros dones, del mismo modo que
una
porción de! maná guardada en el arca era prueba del antiguo milagro.17 Desarrollo en Inglaterra y en Norteamérica
Ambos comentarios aparecen resumidos en las Explanatory Notes de
En Inglaterra el trabajo de George Müller, uno delos primeros miem¬
Wesley.
bros de un grupo de los «Plymouth Brethren» (hermanos libres), atraía
Estos temas no eran los más dominantes en el pietismo, y se mantenían
la atención internacional. Combinaba el trabajo en orfelinatos del pietis-
restringidos, pero estaban presentes y se manifestaban en diversas for¬
ta August Hermann Francke (1663-1727) de Halle, Alemania, con los
mas que incluían un interés por la posesión demoníaca y el exorcismo."
Para lo que hace a nuestro tema, la manifestación más significativa de es¬ nuevos principios de «la obra de fe» de Johannes Evangelista Gossner
ta cuestión es la obra de Johann Christoph Blumhardt, un pielista «tar¬
(1773-1858) de Berlín.23 Müller, que había nacido en Prusia y estudiado
dío» del siglo xtx.
en Halle, Alemania, fundó en 1835 en Bristol, Inglaterra, el orfelinato
Se conoce a Blumhardt por su grito de batalla «Jesús es Vencedor» por el que tanto él como sus métodos alcanzarían amplia notoriedad.14
(expresión de la que se apropiaron Karl Barth y otros dentro de la teo¬ Preocupado porque las instituciones cristianas dependían de «personas
logía contemporánea), que expresaba su sentido de una permanente lu¬ inconversas de prestigio y dinero», y del énfasis cu sus exagerados infor¬
cha victoriosa de Cristo con las fueras del mal y el pecado en el mundo. mes sobre el éxito obtenido, con el fin de ganar apoyo económico, Müller
Sostenía que «la causa de la enfermedad es fundamentalmente el peca¬ hizo el voto de no buscar jamás fondos sino trabajar, en cambio, median¬
te «la oración y la fe», creyendo que Dios satisfaría sus necesidades. Las
do» y que por lo tanto «el perdón de pecados y la sanidad están en ín¬
tima relación».19 Este conjunto de convicciones llevó a Blumhardt a historias que circulaban acerca del orfelinato a menudo señalaban que
esperar la sanidad, o al menos una mejoría de la salud, en respuesta al en cada una de las extremas y frecuentes necesidades por las que pasa¬
evangelio. Su sentido de la realidad y del poder del mal también le per¬ ban, el Señor les proporcionaba exactamente lo que necesitaban, muchas
mitían alentar ideas acerca de la posesión demoníaca, y se volvió un fo¬ veces hasta el último centavo que requerían y en el momento mismo en
co de controversias sobre el caso de Gottlicbin Díttus, una joven de que el desastre era inminente. Müller defendía la necesidad de ser «im¬
Móttlingcn cuya «posesión» fue vencida bajo el ministerio de Blumhardt, portunos en la súplica», y de tener confianza en que recibirían la respues¬
y lo llevó a proclamar «Jesús es Vencedor » como lema.® ta a la oración. Insistía en que no se trataba de un don especial de fe sino
El Kampf de Blumhardt en Móttlingcn tuvo amplia notoriedad, y atra¬ de una experiencia común al alcance de todo cristiano.
jo la atención de quienes buscaban su ayuda. Estos pedidos, sumados a En Norteamérica, el evangelista Charles G. Finney comenzaba a de¬
su propio interés, lo llevaron en 1852 a Bad Boll, un manantial de aguas fender «la oración vencedora» o «la oración efectiva». Una de sus «nuc-
minerales en Württemberg donde estableció una comunidad para aque¬
llos que buscaban ayuda espiritual y física.21 Un hogar similar estaba
-
vas medidas» -que provocó cierta polémica para los avívamientos fue
la práctica de orar para la conversión de pecadores específicos o de «me¬
formándose bajo el ministerio de Dorothea Trudct en la aldea suiza de ros profesantes de la religión». Era característico de su estilo el conven¬
Mánnedorf, sobre el lago Zurich, a pesar de la resistencia local, incluso, cimiento de que todo fracaso del despertar religioso se debía a fallas
persecución y multas por sus pretcnciones de curaciones y milagros.12 humanas ames que a la voluntad misteriosa c inescrutable de Dios (co¬
Los informes de la obra de Trudel y de su sucesor, Samuel Zeller, y tam¬ mo era la convicción normal del «Gran Despertar» espiritual del siglo
bién de Blumhardt, comenzaron a circular durante la década de 1850 por anterior). Del mismo modo, Finney insistía en que para que la oración
el mundo de habla inglesa, en donde un desarrollo de otro tipo había lle¬ fuera «victoriosa» uno debía «orar por algo específico», «orar con fe», y
vado nuevamente la atención a «la oración de fe». «esperar obtener la bendición de Dios». Entre los ejemplos de Finney
estaba la historia del misionero jesuíta Francisco Javier, que oró tan fer¬
vientemente por la sanidad de un enfermo que éste recobró la salud.
Finney estaba convencido de que «tal fe siempre alcanza su objetivo».
Si no se obtenía, esto era una indicación de que se estaba fuera de la vo-

82 83
RAICES TEOLOGICAS DELTENTECOCTAUSMO
MOVIMIENTO DE SANIDAD DIVINA

versidad de entrenamiento de la fe) anunciada en 1876, incluía entre los


luntad de Dios o no se oraba realmente «con fe». Esta posición llevó a primeros miembros del cuerpo docente, del que Cullis mismo era presi¬
Finney a sugerir que Cristo había orado en el huerto simplemente para dente, a Líderes del Movimiento de la Santidad como W. E. Boardman,
no morir antes de ir a la cruz, y de que Pablo no había orado realmente A. B, Earle, Daniel Steele y William McDonald. El propósito de su pe¬
«con fe» al pedir que se le quitara «el aguijón de la carne* Finncy no riódico Times of Refreshing (Tiempos de renovación), fundado en 1879,
se echó atrás en sus conclusiones pese a las acusaciones de sus oponen¬ era «presentar a Jesús como un salvador pleno y perfecto», una meta que
tes de que esto colocaba a la oración en una «base de causa-efecto» que se cumplía, en parte, informando sobre Las actividades y los encuentros
permitía «la manipulación de Dios». del Movimiento de la Santidad.
Faith Cures (Curaciones por fe), una publicación de 1879, cuenta
cómo Cullís se fue desplazando en dirección a las curaciones por fe:
«Curación por fe»
Durante varios artoe mi mente se había cuestionado ante Dios acerca de si sería
Con estos acontecimientos se preparó el escenario para Charles Cu¬ no su Juntad que la Obre de Fe en la que me había colocado se extendiera pare
llis, un módico homeópata anglicano de Boston, quien «hizo más que abarcar la curación de las enfermedades, y también el alivio de 1st miserias de les
afligidos.18
ningún otro por lograr que la iglesia prestara atención al tema de la sa¬
nidad por fe durante el siglo pasado».a La muerte de su esposa despertó El texto clave de Santiago 5,14-15 impulsó a Cullis a inquirir entre los
en CuÜis una búsqueda espiritual por hallar «un ánimo más dispuesto y «creyentes verdaderos» acerca de «las ocasiones en que sus oraciones
un medio más apropiado para canalizar mis ingresos». En parte esto tenía por la sanidad corporal habían sido contestadas». En medio de su
que ver con la verdad de la Biblia en cuanto a «apropiarme yo mismo de búsqueda, cayó en sus manos un libro sobre Dorothea Trudcl. De inme¬
las promesas». Cullis respondió con el voto de que aceptaría «cada pre¬ diato sacó una versión propia y ampliada del hbxo,H y en 1873 hizo su
cepto y cada promesa de la Biblia como propios, tal como si mi propio propia peregrinación a Mánnedorf; luego anunció en su informe anual
nombre, Charles Cullis, estuviera escrito en ellos*. Poco después, el 19 «el llamado que le vino por parte del Señor de acercarse a él y usar su fe
de agosto de 1862, al leer 2 Tesalonicenses 2.13, Cullis se preguntó acer¬ para orar por la sanidad de los enfermos».80 La obra comenzó a exten¬
ca de la santificación total, y «pedí a Dios que me santificara totalmente derse, y Cullis la promocionó en una serie de convenciones en centros
por el Espíritu» y destruyera «lodo egoísmo c incredulidad de mi co¬ , -.11:11 > el de Framingham, Massachusetts;
Old Orchard, Maine; y final¬
razón» P mente en Intervale, New Hampshire, en donde se tuvieron que ampliar
El llamado para su nueva tarca le vino unos dos años después, cuan¬ los edificios para poder recibir a las multitudes.
do comenzó a pensar en la fundación de «un hogar para tuberculosos in¬ El importante papel de la doctrina de la santidad en cuanto a radica¬
curables e indigentes» comprometido con el «principio de fe» de George lizar y facilitar el surgimiento de «las curas por fe» se advierte aún más
Muller. Hacia fines de siglo esta nueva obra había crecido hasta incluir claramente en aquellos que seguían a Cullis en su obra. El presbiteriano
un programa extenso de publicaciones, una escuela de diaconisas, hoga¬ W. E. Boardman, cuyo libro Higher Christian
res para enfermos de la columna y de cáncer, una iglesia, varias misiones
Life (La vida cristiana su¬
perior) había jugado un papel tan importante en extender la doctrina de
urbanas de rescate, un programa para misiones al extranjero, una univer¬ la santidad más allá del metodisrao, y cuya revista Fúith Work (Obra de
sidad para negros en Virginia, y otras actividades. fe) publicitaba la obra de Charles Cullis, describía el desarrollo de su
Como hemos visto, Cullis llegó a ser uno de los principales líderes del propia experiencia en estas palabras:
Movimiento de la Santidad que se produjo como secuela del avivamien-
Hace más de iKmta «lias, cbtz después de mi conve rsiófl, el Sehor se me reveló co¬
to de 1857-1858. Su trabajo estaba ligado al Llamado a una «experiencia mo mi constarle comparte ro, mi Salvador de muchos peradas, y nw llevó aceptar¬
espiritual superior» de santificación total, especialmente en las «reunio¬ lo y descansar en él en cada momento de liberación diaria, y para guardarme
nes de consagración» de los martes. Su fundación Witiard Traci Reposi¬ consiamemcntr en perfecta par, tan ciertamente como ames se me habrá revelado
tory, se transformó en la principal casa editora de literatura sobre la y me habrá llevado a aceptarlo como el Salvador que me perdonó y llevó mi peta
-
santidad en las décadas de 1870 y 1880.Su « Faith Training College» (Uni- do. La nueva lúa que entonces llegó a mi alma fue maravillosa ...y una de las casas

84 85
RAICESTEOLOGICAS DEL PENTECOSTAliSMO MOVIMIENTO DESANIDAD DIVINA

que me llegó
i con másfueiraydulzuit loe el oficio di nuestro towiadowSeftor®" nidad Carrie F. Judd fundó «Faith Rest Cottage» en Buffalo en 1882, y
mo Sanador. en 1880 escribió The Prayer of Faith (La oración de fe), que tuvo varias
reediciones privadas. También fue publicado en Norteamérica por Fle¬
El doctor Robert McKilliam, un médico que leyó el manuscrito del libro ming H. Revell, el importante editor vinculado con los avivamicntos de
de Boardman, The Lord that Healeth Thee (El Señor que te sana), agre¬ Moody, yen Inglaterra por el Christian Herald, además de ser traducido
gaba una nota al pie de página observando: al menos a cuatro idiomas europeos. Después de casarse con George
Una interesante progresión de manifestaciones de tí mismo por parte del Seftor a Montgomery se mudó a San Francisco, y luego a Oakland, donde fundó
su hijo. Primero, como el Salvador que expía y perdona nuestro pecado; luego co¬ el Hogar de Paz, y finalmente se volcó al pcntecosialismo como errase-
mo La permanente presencia del Liberador de nuestro pecado presente por medio cuencia del avivamicnto de la calle Azusa.
de su poder, y el guardador de nuestra paz de corazón; y finalmente como el libe¬ La revista de Carrie Judd Montgomery, Triumphs of Faith (Triunfos
rador de todas las consecuencias del pecado y tic toda la herencia de carne
la pe¬
cadora, la enfermedad, etc. Algo parecido a esto, creo yo. siempre habrá de de la fe), «una publicación mensual dedicada a la sanidad por fe, y a la
encontrarse en la experiencia de aquellos que están comenzando a comprobar la promoción de la santidad cristiana», refleja una mayor identificación con
plenitud de Dios en Cristo.9 el ala metodista del Movimiento de la Santidad en Norteamérica. El pri¬
mer editorial tiene reminiscencias de la teología del altar de Phoebe Pal¬
Boardman llegó a la conclusión, por lo tanto, de que la sanidad por fe mer
cra«ella misma parte del evangelio»13 y de la redención que se podía ob-
tener de Cristo. El texto bíblico crucial para Cullis había sido Santiago Muy simple y sencilla es nuestra participación en la obtención de tas promesas he¬
5.14-15; para Boardman fue el Salmo 103, en especial los versículos 2 y chas por Dios, y este apropiarse por lo ft es mucho más fácil de llevara cabo de lo
que la mayoría de nosotros está dispuesto a creer Nuestra pane es sencillamente
3: «Bendice alma mía a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. reconocer nuestra oración como ya contestada, y la parte de Dios es hacer que ti
El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus doleu- contenido de lafe se vuelta rtal. No se trata de sentir la fe, sinode actuar en fe...
cías.- Especialmentc importante era para él el paralelismo hebreo
del Si constantemente damos por sentado que nuestra naturaleza pecadora está muer¬
versículo 3, que Boardman entendía como una unión entre «perdón» y ta. no sentiremos ya la necesidad de prestarle atención, y Dios hará que el conteni¬
a ampliarse los temas de la tradición wesle- do de nuestra fe se vuelva una realidad para nosotros...
«sanidad». Aquí comienzan Y a mis queridos lectores inválidos, permítanme decirles que lo que es verdad de
yana con relación a la restauración. «Nuestra plenitud en El no puede esta hermosa bendición espiritual es igualmente verdad respecto de la
sanidad físi¬
realizarse hasta que nuestra fe dé la bienvenida a aquel en quien mora la ca. gracias al «Médico divino». Cristo llevó sobre si nuestras enfermedades y no
total plenitud, la fuente de nuestra plenitud de vida y de salud en el cuer¬ sólo nuestros pecados. Y si podemos consideramos libres de lo uno, ¿por qué no
de lo otro?*
po tanto como en el alma.»3*
Aunque se trasladó a Inglaterra, Boardman siguió en contacto con Cu¬ En estas columnas apareció el desarrollo más sistemático de la ana¬
llis y otros líderes de las corrientes de sanidad de Norteamérica, la ma¬ logía entre la sanidad espiritual y la física, en la serie titulada «Gospel
yoría de los cuales fueron invitados por él a asistir a las «Conferencias Parallelisms; Illustrated in the Healing of Body and Soul» (Paralelismos
Internacionales de Sanidad Divina y Verdadera Santidad», en Londres del evangelio: ilustrados por la curación de cuerpo y alma), por R. L.
(1884). Poco antes de eso Boardman había comenzado con la señora de Stanton, quien antes había ocupado la presidencia de la Universidad de
Michael Baxter y Charlotte C. Murray un hogar, «Bethshan», que final¬ Miami (Ohio), y era moderador de la asamblea general de la Iglesia Pres¬
mente necesitó una sala para alojar a seiscientas personas en las reunio¬ biteriana. Montgomery mis tarde publicó estos artículos en forma de li¬
nes de santidad y sanidad, los miércoles por la tarde. La señora de Baxter bro, y llegaron a constituir una importante defensa de la doctrina de la
érala esposa del editor de la influyente publicación Christian Herald (He¬ sanidad por fe. Stanton afirmaba que «la expiación de Cristo sienta las
raldo Cristiano), y ella misma solía escribir sobre el tema de la sanidad.” bases tanto de la liberación del pecado como de la liberación de la en¬
La sanidad y la sanlidad se conectan aún más estrechamente en la obra fermedad; se ha hecho una provisión completa para ambas».17 Stanton
de Carrie Judd Montgomery, una mujer episcopal que por la influencia apelaba al mismo paralelismo hebreo que estaba en la base del pensa¬
de la señora de Edward Mix, una mujer de color, se volvió muy pronto miento de Boardman —aunque esta vez como se encuentra en Isaías
disdpula de Cullis y parte de la red de personas que promulgaban la sa-

86 87
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSIALISMO MOVIMIENTO DESANIDAD DIVINA


533-5 y se cita en Mateo 8.16-17 para argumentar que «la sanidad
los enfermos era una de las bendiciones que la expiación de Cristo
de
esta¬
la segunda figura en importancia, después de Charles Cullis, como líder
del creciente Movimiento de la Sanidad por fe.
La obra más importante de Simpson sobre el tema, The Gospel Hea¬
ba destinada a proporcionar».* of
ling (El evangelio de la sanidad), era principalmente una antología de
Aquí volvemos a ver que «para lograr la plena renovación del hom¬
tratados que habían circulado ampliamente antes de hacerse la colección
bre, es esencial que el remedio propuesto contemple su sanidad corpo¬
en 1885. Su tratamiento del tema no se diferencia demasiado de los otros
ral tan ciertamente como su sanidad de alma»*Tales argumentos llevan
en este período, excepto quizás en su enfoque sobre Jesucristo y su «ple¬
a las conclusiones que sostenían los rcstauracionistas:
nitud» como la clave tanto para la santidad como para la sanidad. Esto
cristiandad,
cuando te restauren la fe y la práctica primitivas de la iglesia en toda la puede verse especialmente en una colección posterior de escritos sobre
y se ponga «la sanidad de los enfermos» y «la predicación del reino» sobre el mis- el tema, The Lord of the Body (El Señor del cuerpo). Parte de la pr L'lVJ-
mo plano de nuestro deber y n uestro privilegio, la iglesia podrá esperar «que
el
Señor trabaje con ella» y confirme la palabra con tos «signos que seguían»,
te hasta pacida de Simpson en este punto parece haber sido «ocuparse de lo po¬
restaurar la fe y el poder perdido de La iglesia a su antigua medida. sitivo» y evitar cuestiones como la erradicación del pecado. En vista de
lo que acontecería después, es importante advertir el carácter radicalde
sus enseñanzas. En primer lugar, la sanidad estaba ofrecida en la expia¬
«La sanidad como parte de la expiación» ción:
La redención encuentre tu centro en la cruz de nuestro Seftor Jesucristo y es allí
Estos desarrollos en la doctrina de la sanidad sentaron las bases para que debemos buscare! principio fundamental de la Sanidad Divina, que descansa
una nueva enseñanza, conocida como «la sanidad en la expiación». Las en el sacrificio expiatorio. Esto sigue necesariamente del primer principio que aca
-
dos figuras con las cuales terminamos el capitulo anterior son también hamos de afirmar. Si la enfermedad es un resultado de la caída, debe ser incluida
prominentes en este tema: A. B. Simpson y A. J. Gordon. en La expiación de Cristo, la cual llega «tan lejos como se encuentre la maldición».4*
En 1881, bajo el ministerio de Charles Cullis en Old Orchard, Simp¬ En segundo lugar, en su libro anterior Simpson argumentaba en con*
son, que por entonces estaba a cargo de la Iglesia Presbiteriana de la ca¬ Lra del empleo de «medios» (por ejemplo, médicos y remedios) a favor
lle 13, en la ciudad de Nueva York, se convenció de la realidad de la de la sanidad divina:
«sanidad divina» (como él prefería llamarla), aunque varias experiencias
anteriores lo habían preparado para eso 41 Unos cuantos años más tar¬ Si esa es La forma en que Dios cura, entonces otros métodos deben ser los
métodos
de, quizás en ocasión de la convención convocada por Boardman en Lon¬ humanas, y debe haber algún riesgo en repudiar deliberadamente el primero para
abrazar el segundo ... parecí hijo de Dio* que confía y obedece, so hay otra mane¬
dres, Simpson describiría esto como una de las tres grandes experiencias ra mis excelente que aquella p rescripta claramente en su Palabra.44
religiosas trascendentales de su vida:
Uno de los colegas más próximos, y quien compartía el mismo espíri¬
Hace unos veintisiete años estuve durante un periodo de diez Ineses sumido en la
mayor depresión, hasta que salí de ella tan solamente por la fe en Jesús como mi tu que alentaba Simpson, fue Adoniram Judson Gordon. Como pastor
Salvador. Unos doce años atrás caí en otra profunda experiencia de auiocondena. de la Iglesia Bautista de la calle Garendon en Boston, Gordon elaboró
y salí de eso creyendo en Jesús como mi Santifkador Después de ahos de enseñan¬ su propia enseñanza sobre la sanidad, un tanto en diálogo con las doctri¬
za de Jesús y de esperar en él, el Señor me mostró hace cuatro alio* que era su ben¬ nas que comenzaban a surgir con Mary Baker Eddy y la ciencia cristia¬
dita voluntad ser el Salvador completo no sólo de mi alma sino de mi cuerpo
también.42 na, pero es evidente que compartía la mayoría de los rasgos de la
tradición de la santidad- En los comienzos de la década de 1870 Gordon
Simpson abrió más tarde la «Casa de la Bendición» (Bcrachah Home), se asoció como uno de los directores de «la obra de fe» de Charles Cu¬
en 1884, y comenzó «la reunión de los viernes» con un auditorio lleno en llis. Unos años más tarde, durante la campaña de D. L. Moody en Bos¬
el Gospel Tabernacle de la ciudad de Nueva York. Por medio de estas ac¬ ton, en 1877, Gordon presenció varias curaciones instantáneas y superó
tividades y otras obras en lugares como Old Orchard, Simpson llegó a ser sus reservas iniciales acerca de esa enseñanza.

89
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAUSMO MOVIMIENTO DE SANIDAD DIVTNA

que la expiación es instantánea en su aplicación a la injusticia o deprava¬


Una obra muy popular de Gordon, Tbe Ministry of Healing (El minis¬ ción interior*.47 Esto se convirtió en el modelo para la sanidad, porque
terio de la sanidad), alienta el mismo espíritu y comparte lasmismas fuen¬ «la expiación proporciona al cuerpo todo lo que ella proporciona al al¬
tes del pensamiento de Cullis. El capitulo acerca del testimonio de las ma*.* FOT lo tanto «aquel que encuentra en Jesús la limpieza perfecta
Escrituras comienza con la afirmación de que «en la expiación de Cris¬ de su alma y el poder que lo guarda de todo pecado, puede con igual co¬
to parecería estar puesta la base para la fe en la sanidad corporal».41Gor¬
herencia colocar su cuerpo bajo esta misma salvación maravillosa».*
don evitaba cuidadosamente mencionar las doctrinas de la erradicación
Este patrón resultó cierto en la experiencia del propio Carter: «Co¬
del pecado y de una «segunda bendición», características del Movimien¬
mencé a creer que mi Maestro Divino no sólo habla llevado sobre sí mi
to de la Santidad, pero hace un paralelo muy evidente entre santificación
pecado, sino que también habla cargado con mis enfermedades, y que yo
y sanidad como la doble obra del Espíritu, cuyos beneficios pueden, al
podía, por fe simplemente, librarme de ellas tanto como de lo otro*.50
menos parcialmente, ser obtenidos en esta vida. Gordon vela dos «co¬ Tampoco tenía Carter reservas en unlversalizar su experiencia:
rrientes de bendiciones que emanaban del ministerio personal del Señor,
una corriente de sanidad, y una corriente de regeneración; la una para la Es un hecho notable que nadie que se sepa ha buscado el poder sanador para el
recuperación del cuerpo, y la otra para la recuperación del alma».44 In¬ Cuerpo sin recibir un bautismo espiritual distinto; y ade mis, toda aquella persona
sistía en que ambas eran válidas durante la totalidad de la dispensación conocida por el autor que fue trueramenie curada corporal mente (y fueron mu¬
chas) es o ha llegado a ser creyente y a profesar una entera santificación del alma.11
del Espíritu.
Tal vez un barómetro más adecuado para medir el desarrollo de las
doctrinas de la sanidad fuera el Capitán R. Kelso Cárter, un socio de A.
B. Simpson durante los primeros años de la Alianza Cristiana y Misione¬ Reconsideración de la cuestión
ra. Carter, alternativamente presbiteriano metodista, era matemático,
novelista, criador de ovejas y médico, al mismo tiempo que uno de los Hada fines de siglo, sin embargo, Carter llegó a modificar un tanto las
más grandes defensores de la sanidad por fe. Carter afirmaba haber si¬
ideas que había expresado en su libro. En 1897 publicó por medio de una
do curado de una «tenaz enfermedad del corazón» bajo el ministerio de casa editora del Movimiento de la Santidad, Christian Witness Company,
Charles Cullis en 1879, y estaba relacionado con muchas facetas de su algunos conceptos en los que se retractaba, en un libro con el título de
«Faith Healing»: Reviewed After Twenty Years (La sanidad por fe: Revi¬
ministerio. En 1882 Carter y un hombre llamado George McCalla hicie¬
ron un llamado conjunto convocando a la primera convención sobre el sión hecha después de veinte años). En este libro mantenía las doctrinas
generales sobre la sanidad, pero se retractaba de dos afirmadones de su
lema. El libro de Carter, The Atonement for Sin and Sickness (La expia¬
ción del pecadoy de la enfermedad), que tenía como subtítulo «Una sal¬ libro anterior: l) que la sanidad estaba clara y automáticamente inclui¬
da en la expiación de modo que cualquier enfermedad que continuara
vación plena para el alma y el cuerpo» (1884), fue una de las primeras
defensas populares. Parte del papel que tuvo Carter, además de La agi¬ existiendo era una señal de que existía pecado o falta de fe; 2) que el uso
de «medios» (ayuda médica y remedios) debía ser evitado porque re¬
tación que estas cuestiones provocaban en una amplia audiencia cultu¬
presentaba falta de fe.
ral, aparece ilustrada por el hecho de que se pidió a Carter que tomara
la defensa del debate sobre la cuestión de la sanidad por fe, auspiciado La razón de este cambio fue muy concreta. El 1 de marzo de 1887, el
por la revista Century, en 1887. día en que se publicaron los ensayas en la revista Century, Carter quedó
El libro de Carter, tal vez más que ningún otro, refleja claramente que postrado con «un at aque de cansancio cerebral». Durante tres años luchó
la doctrina de la sanidad tenía raíces en el Movimiento de la Santidad. por recuperar su salud, hasta que finalmente un médico lo convenció de
Los das primeroscapitulas defienden la base que la expiación provee pa¬ que debía probar una medicina que resultó el remedio correcto y le per¬
ra el «perdón de todo pecado pasado» y «la limpieza de todo pecado mitió volver a su trabajo. Al año siguiente presenció un nuevo «récord
congénito», antes de desarrollar la base bíblica para «la sanidad del cuer¬ de reuniones en las que muchas almas se convirtieron y muchos creyen¬
po, tal como está provista en la expiación». Carter cita a varios autores tes se consagraron a una vida supe rior», lo cual loconvenció de que había
wesleyanos para afirmar que «sólo desde la perspectiva wesleyana se cree tomado la decisión correcta.

90 91
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAUSMO MOVIMIENTO DESANIDAD DIVINA

Esta experiencia hizo que Carter volviera a indagar en la Biblia, don¬ na de santificación total, permaneció un tanto ambivalente en relación
de descubrió una «deliciosa sensación de libertad» ya que «no volvió a con estas corrientes. Esto se refleja particularmente en la posición de los
. I UCT que debía revolver délo y tierra en busca de una razón para cada líderes de la National Holiness Association (Asociación Nacional de la
dolor y cada malestar que se presentara. No debía pensar que por estar Santidad). John Inskip, el primer presidente de la Asociación Nacional
padeciendo algo, uno fuera un pecador». Los pasajes como los del libro de Campamentos, había experimentado la sanidad mientras trabajaba
de Job se volvieron más significativos, y comenzó a advertir la sensatez con William McDonald en una reunión en una iglesia metodista de Bos¬
de una higiene general del cuerpo y de «normas para la salud». Y lo que ton, en 1871, y estuvo dispuesto a publicar para Cullis un informe de es¬
fue más importante, el hecho de que no hubiera milagros de sanidad ta experiencia en 1879.M Aunque esta carta no refleja ningún compromiso
quedó relegado a la voluntad inescrutable de Dios, no obstante lo cual directo con la doctrina de la sanidad por medio de la expiación, Inskip
Carter continuó ungiendo a los enfermos con aceite.s Teológicamente informaba estar
deseaba ahora posponer algunos de los efectos de la expiación, que an¬ contento por la oportunidad de unirse a las filas de los fanáticos que creen en el
tes había querido establecer como inmediatos: mítodo de Dios para curar a U gente y que piensan que las Escrituras dicen lo que
expresan literalmente, es decir, que *la oración de Te salvará al enfermo, y el Sehor
Que la expiación de Cristo cubre la enfermedad lanío como el pecado, no es sino k> levantará».55
decir que los efectos tienen una nú común. No hubo error en decir eso, ni lo hay.
Pero afirmar que rodar los resultados de U expiación están ahora al alcance de los En 1892 William McDonald, que hasta cierto punto estaba relacionado
cristianos en esta vida es un grave error ... podemos equivocamos, y de hecho nos con Cullis, publicó un libro, Modem Faith Healing (La moderna sanidad
hemos equivocado, al esforzamos por apropiamos en este momento presente de
algunos de los frutos finales de ese sacrificio.*5 por fe), que tomaba en lo fundamental la posición del segundo libro de
Carter, en el sentido de que «la respuesta especial a la oración es el fun¬
En lugar de la anterior doctrina radical de la sanidad incluida en la ex¬ damento correcto [de la sanidad], y no la provisión general de la expia¬
piación, Carter comenzó a enseñar que la sanidad era «un favor espe¬ ción para todos los creyentes».56 Una posición similar fue tomada por
cial» que a veces se dispensaba, y a veces se negaba, según «la suprema David Steele, también relacionado con Cullis y su obra. Steele rechaza¬
voluntad de nuestro Señor». ba la doctrina de la sanidad en la expiación, y defendía la dislindón WC5-
Carter también proporcionó un interesante resumen de las diversas leyana entre «la gracia de la fe y el don de la fe». Se inclinaba a
doctrinas sobre la sanidad existentes a comienzos de siglo, y distinguía
entre la posición «extrema» de su libro anterior («sanidad en la expia¬ considerar el deseo intenso por los dones del espíritu de la ¿poca moderna en lu¬
gar de esas gracias del Espíritu abarcadas por U caridad de la que habla 1 Conn-
ción») y el punto de vista más moderado de «la providencia especial» de tíos riii y de la que se ha dicho correctamente que es «el mayor de los dones en el
su libro posterior. Informaba que Cullis nunca había sido tan extremista mundo», no como señal de progreso espiritual sino más bien corno una declinación
como muchos de sus seguidores; siempre había administrado remedios, en la vida divina.57
y seguía sufriendo de una grave afección cardíaca, aunque en sus predi¬
caciones a veces daba la impresión de tener una posición extrema. De A.
B. Simpson se decía que ocupaba «prácticamente» una posición similar, Desacuerdos en la National Holiness Association
después de que «los misioneros más santos no pudieron hacer frente a
la fiebre africana puramente por la fe», lo cual lo puso en crisis a él ro¬ Los líderes nacionales de la rama mis metodista y conservadora in¬
mo también a la Alianza Cristiana. Carrie Judd Montgomery «no desea tentaron mantener esta posición durante las décadas siguientes, prohi¬
que nadie intente ninguna modificación de la teoría», pero su esposo pa¬ biendo que se discutiera sobre este tema (y el premilcnarismo) en
decía de mala salud, y ella misma usaba anteojos. reuniones auspiciadas por la Asociación Nacional para la Santidad. Por
Estas figuras constituían la corriente principal y el liderazgo mis ejemplo, Asbury Lowrcy se oponía a tratar el premilcnarismo y las doc¬
conspicuo del Movimiento de la Sanidad. El movimiento definido más trinas extremas sobre la sanidad en la revista Divine Ufe, preocupado por
estrictamente como de «la santidad», si bien había provocado de alguna la posibilidad de que «se distrajera la atención de la santidad de vida por
manera las enseñanzas de la sanidad por la radicalización de su doctri¬ meras novedades y se elevara la cura del cuerpo por encima de la cura

92 93
RAICESTEOLOGICAS DEL PENTECO5TALJ5MO MOVIMIENTO DESANIDAD DIVINA

del alma».5* Hada Cues de siglo el Christian Witness (Testigo cristiano) El ensayo de Mahan sigue el mismo patrón de ideas, tanto exegéliea co¬
todavía luchaba por preservar «la posición original y correcta del moder¬ mo históricamente, que se encuentra en la mayoría de los defensores de
no Movimiento de la Santidad con relación a la doctrina de la sanidad la sanidad divina en las postrimerías del siglo XIX.
por fe»» es decir, La posición de Carter en su segundo libro.5* Hacia fines de siglo, cierto énfasis en la sanidad divina era común al
Pero esta posición no era fácil de conservar. A medida que el Movi¬ Movimiento de la Santidad, especialmente en círculos más radicales, en
miento de la Santidad se extendía a lo Largo del país durante el resto del donde el impulso se acentuaba. En 1895 W. B. Godbey, un evangelista
siglo pasado y se multiplicaba en numerosas asociaciones locales, el con¬ de Kentucky, autor de un comentario de varios volúmenes sobre el Nue¬
trol del liderazgo nacional se fue debilitando, y con él la resistencia a la vo Testamento que circulaba ampliamente, observaba que
inclinación de la doctrina de la santidad de desbordarse en variantes de
desde el surgimiento del movimiento de la santidad se ha hecho un común hablar
la teoría de la sanidad. Por ejemplo, en el sudoeste del país, se informa- de la unidad divina, que no resulta ya una cuestión controvertida, to
he observa¬
ba: do una y otra vez en los últimos veinticinco anos entre lectores cándidos de la Bi¬
blia. Está llegando rápidamente a ocupar un luga r de reconocimiento y aprecio por
Con la llegada de ta doctrina de la santificación total también ha venido la doctri - pane de la iglesia.*3
na de la sanidad divina. Una verdadera marea de curaciones físicas barrió el país ...
Había servicios de sanidad en casi todas las reuniones masivas, en donde los enfer¬ Godbey también sugería que «a medida que la iglesia se ilumine y avan¬
mos eran llevadas al frente pare que se orara por ellos y se los ungje re.60
ce hacia las cimas de la enlera santificación, el reconocimiento del om¬
Este informe, sin embargo, condenaba los extremos, como el negarse a nipotente sanador se volverá tan común como en los tiempos del Nuevo
la medicación. La tendencia a sustituir La santidad por la búsqueda de cu¬ Testamento.64
ración, y, lo que no deja de ser interesante, se oponía especialmente a la En 1897 Seth Cook Rees elaboró su visión de The Ideal Pentecostal
obra de B. H, Irwin y sus infructuosos intentos de curar a una mujer inváli- Church (La Iglesia Pentecostal ideal), que incluía como su tema central
da. «El poder del Señor presente para sanar* (título del capítulo 15). Aquí
Pero es evidente que a pesar de estas diferencias el Movimiento de la afirmaba que la preocupación acerca del fanatismo no debería hacer que
Santidad como tal incluía el énfasis en la sanidad en casi todas sus rami¬ la gente descuidara la sanidad:
ficaciones. Se podría ejemplificar esto extensamente, pero bastan algu¬ Ahora bien, que algunos han llegado a excesos indefendibles, y aun al fanatismo
nos casos. Ya en 1862 B. T. Roberts, fundador de la Iglesia Metodista respectodc U unidad divina, no cabe duda, pero, ¿no puede decirse esto igualmen¬
Libre, escribía un editorial en su revista Earnest Christian and Golden te de experiencias muchísimo más importantes? Es probable que no
haya ni un hom¬
Rule{El cristiano sincero y la regla de oro) sobre cl tema « El Señor, nues¬ bre en todas nuestras prisiones q ue haya llepdo all f por haber falsificado
un cobre.
Del mismo modo, el diablosólo falsifica tas cosas buenas, mandadas por Diosy or¬
tro sanador», y citaba la mayoría de los pasajes que luego se volverían denadas por él. Y cuanto más valioso sea lo genuino, tanto más elaborada traba¬
importantes, para demostrar que «había una conexión entre el pecado y ayt
jada será la imitación. No rechacemos el oro porque hay un poco
de cob re en
la enfermedad» 61 A lo largo de los años hubo varías referencias en esta circulación.
revísta al mismo tema, una de las más importantes fue el artículo de Asa Cuando llegó Pentecostés «el poder del Sellar estaba presente para salvar».
Ayudémonos unos a otros en la fe. Eso es ser mucho más semejante a Disto que
Mahan, quien se interesó en el tema a raíz de la curación de su esposa. romper liemos los brotes de fe en Dios y en su poder y deseo de sanar.61
Mahan apela al clásico versículo de Mateo 8.16-17 para defender algo
que se parece mucho a la doctrina de la sanidad en la expiación. Hacia fines de siglo, la sanidad divina era un tema que debía incor¬
porarse en declaraciones oficiales y semioficiales de fe. En 1901, por
Si el hecho di que Jesús llevó nuestros pecadas en su cuerpo sobre el madero es
una razón válida por la cual debemos confiar en que él perdonará núcenos peca ejemplo, la General Holiness Assembly (La Asamblea General de la San¬
dos, el hecho de que «él llevó nuestras enfermedades» es una razón igualmente val i • tidad), en Chicago, adoptó una declaración de fe doctrinal que contema
da por la cual ahora debemos confiar en él para que cure nvcsi ras enfermedades. entre sólo seis puntos, el siguiente:
Tenemos la misma base de la revelación tamo en un caso como en el otro.61
5 Deseamos declarer como pane de nuestras creencias, que ka oración de
Te sana
al enfermo, y que si el pueblo de Dios se pusiera a la altura de los requerimientos

94 95
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAUSMO MOVIMIENTO DE SANIDAD DIVINA

neolüizmemaní» para la vida de santidad, incluyendo particularmente


a sus cuer¬ El señor Hugh Craig, de la filial de Oakland Branch, preguntó: «¿No seria más sa¬
instancias maravillosas de sanidad divina serían mucho más bio que el objetivo de la Asociación fuera la promoción no sólo de la enseñanza es-
pos para el Señor, las ge¬
nume rosas de lo que ahora son. Dios se na así más engrandecido y el testimonio entumí acerca de la santidad, sino la enseñanza escritura! acerca de la
salvación y
neral de la iglesia seria mucho más efectivo en el mundo.** la sanidad divinas?».
El señor Dowie respondió: «Na Yo soy tan partidario de querer la salvación como
Entre el ala más radical del Movimiento de la Santidad, la promoción
de cualquiera pero esta asociación no te ha Formado para promover esa labor, no
y importa cuín importante sea, porque inmediatamente entraña en conflicto con
la sanidad divina habría de volverse un tema que suscitaría un orgullo iglesias... Por supuesto, un presídeme regional tab na que no puede, y que
las
un énfasis especiales. En 1901 la publicación Guide to Holiness llevaba seria incorrecto, internar evitar que un miembro diga que cree en la
además
venida del
anuncios como los siguientes: Señor, que quiere ser totalmente santijteado-, pero el objeto de la asociación es
promover la doctrina de la sanidad por medio de lajeen Jesús ... este es el punto
EIC*mpsmento Harvest Home, de la rama pcntecostal. tendrá lugar en
lndianápo- en el que diferimos de la Alianza Cristiana, cuyo lema es 'Cristo nuestro
inclusive, Será un centro de reu¬ Salvador,
lis, Ind., desde el 20 de julio hasta el 5 de agosto Cristo nuestro Santificadar. Cristo nuestra Sanador, y Cristo nuestro Rey que vie¬
en la
nión para una santidad radical. Una ocasión de regocijo para los creyentes ne’.»
sanidad divina y la segunda venida de Crista Una verdadera ciudad de carpas.
Habrá alrededor de 100 predicadores y obreros misioneros presentes.*7 Más tarde, las discusiones revelarían hasta qué punto la teología de la
santidad se encontraba detrás de estas enseñanzas:
Todo esto significa que para comienzos de siglo la mayoría de las co¬
rrientes que habían adoptado la doctrina del bautismo pcntecostal del Mr. Morgan; «...DO creo que las iglesias (cagan una patente sobre La salvación; no
Espíritu también habían comenzado a enseñar algunas de las variantes creo que U Asociación Nacional para la Santidad tenga una patente sobre la santi¬
dad divina. Todo hombre que haya nacido de nuevo tiene el derecho de
de la sanidad divina.® El tercer punto del evangelio de los cuatro puntos predicar a
Cristo; todo hombre que haya sido santificado totalmente tiene el mandato de pre¬
estaba firmemente establecido. Pero antes de entrar a considerar el cuar¬ dicar la gran salvación en toda su plenitud, y yo bendigo a Dios que puedo hacerlo
to, debemos primero analizar un nuevo desarrollo. cada día ... pero estoy a favor de lodo lo que resguarde esta Obra del
escándalo».
Nuestro argumento hasta ahora ha sido demostrar que el surgimien¬ Mr. Dowie: «Amén ... siempre hemos enseñada que no podemos obtener la sani¬
dad sin la salvación, y uno no puede obtener la total santificación sin tener además
to de la doctrina de la sanidad fue en gran medida una radicalizadón del la salvación y la sanidad. Nadie quiere lim itar el testimonio y volverlo
ridículo, pe¬
énfasis perfeccionista sobre las enseñanzas de la santidad. Lo hemos tra¬ ro no puedo asumir la organización de una nueva iglesia. Sólo puedo ayudarlos a
tado de demostrar no solamente al trazar su evolución histórica, sino al formar una Asociación para la Sanidad Divina y sólo eso».w
mostrar que la conexión está presente en cada una de las principales ma¬
Este debate revela cómo hasta la Asociación para la Sanidad Divina
nifestaciones del Movimiento de Sanidad de fines de siglo. Los historia¬ de Dowie hablaba desde un contexto más amplio: cl del ethos de la san¬
dores del pentecoslalismo y en general del Movimiento de Sanidad, han tidad, y también en diálogo con la Alianza Cristiana de A. B. Simpson, y
sugerido que fue John Alexander Dowie, de Zion City, Illinois, quien ini¬ la Asociación Nacional para la Santidad. Pero los debates de esta con¬
ció la doctrina de la sanidad dentro del pentecoslalismo. vención también reflejan de qué modo, por medio de Dowie, se estaban
Nuestra respuesta a esto es que esta posición ignora el hecho de que alejando los temas de la sanidad de sus raíces soteriológicas en la re¬
las doctrinas sobre sanidad ya estaban ampliamente difundidas antes de
dención, para afirmarse de una manera más típicamente pentccostal. La
Dowie. También ignora hasta qué punto el propio Dowie revela qitie sus
sanidad se vuelve una manifestación del «poder» peniecostal. y una evi¬
enseñanzas estaban enraizadas en la misma radicalizadón del Movimien¬
dencia de que Dios también estaba «testificando juntamente con ellos,
to de la Santidad, aunque él también mostraba una lendcnda a extraer con señales y prodigios, y diversos milagros y dones del Espírit u Santo».70
las doctrinas de la sanidad de su contexto de santidad, y darles una base
teológica ligeramente distinta. Este cambio se evidencia claramente en
el informe de la reunión de la fundación de la Internationa} Divine Hea¬
ling Association (Asociación Internacional para la Sanidad Divina), en
1890, que Dowie dominaba. Los debates en esa reunión dieron como re¬
sultado los siguientes intercambios:

96 97
3 í'»sY'ef«2rv“ S. Jornal*:
CAPITULO VI

W i/
-- - - .
di a * le . ore cuando
Cr« to - -
«l ve - rá,
- ior

“ “
t. Yo es • pe ro el
, 2. La gs
i 3. Lie
-
ve ni d»
- -
* rio loa
de Je - ni*
-
«-
can tos a Si óu
-
pe nay mu ene
rá el re-nje

- -
BJ £0 "
e e» te mw-Ao
ericen
* *“ ’
«'
J*“ “
ri El surgimiento del premilenarismo
I 4. El peca do,
S== cando en 1914 un grupo de pentecostalcs se reunid para formar lo
B '-'que se conocería como I as Asambleas de Dios, la denominación pen-
tccostal de blancos más grande de los Estados Unidos, se regocijaba no

----
sólo en el impacto internacional de su movimiento, sino también en «la
- - -- - -
rá; j Oh, qué
y no* a rre b* ta - dor; To da


mundo pronto profecía que se ha vuelto tan importante para este pan avance, a saber,
fue* Tendrá al namp-r* po-bre mondo p< ca m Put* co¬
rw * fli- Kc
Y
-
eB to-do el aau-to
y
a es-te
-to monte
o* con Je- tú* por
aan-to*
-
na da da ña ni a-ce rán, Cm da
siempre reí na-
a i 4 »
- - % - 'que Jesús vuelve pronto’ a este viejo mundo de la misma manera en que
lo dejó para preparar su reino milenario»-.1 Algunos de ellos, como Ro¬
Mir-ti-re» 44* * * 4 4 xr L—*=* bert Mapes Anderson y David William Faupel, sostenían que este tema
es, en efecto, el factor integrador del mensaje pentccostal.1
Este motivo cscatológico ciertamente impregnó La literatura inicial del
* " -
movimiento, se ha mantenido en primera línea en períodos claves como
sucedió durante el avivamiento de la «Lluvia Tardía» de la década de
9
* 5 ™ * -í 4r *
vtn-ga al

--
*
go - ao e*
lá grima K en-ju-ga-
- rá por nuestro
el- mi da: El qne Cristo ven-ga al
te pe-o-u-mien-to a mi
Salvador; Cuando CrUto
Cristo vto-gi at
cn-ton-ces, todos par igual. Cuando Cristo ve n-ga al
1940, aparece en el Movimiento Carismático católico donde los temas
del pentecostalismo clásico en su mayoría se transformaron, a raíz de un
DO ce- rán a Dios,
,
-I - -
al «na go za rá de par
| I
perfec
I » *
f ** *
ta, *in a- fin, Cuando
b j J*|jt
nuevo contexto teológico, y caracteriza a los «primos lejanos» más dis¬
tantes del pentecostalismo, como son las iglesias independientes del Afri¬
ca. Merece al menos, como lo hemos señalado en el primer capítulo, un
? 5 * * al
P t> lugar entre los cuatro lemas que definen la gestalt pcntccostal y sus afir¬
de luz. Cuando Cristo venga
-
D.S. rtmoí en la* nn-bcm con loa án-ge les maciones teológicas más características, Al mismo tiempo presenta un
DQH
desafío a la tesis general que ha ido emergiendo de este estudio: que el
linaje histórico del pentecostalismo debe trazarse en primer lugar en la
tradición del Movimiento de la Santidad a lo largo de! siglo xtx y más in¬
miando o -Ir* ves! I0h1j«ú.
vendráÿ directamente desde los temas del metodismo y tal vez antes de eso, en el
píetismo y el puritanismo.
La historia nos lleva a esperar un vínculo entre lo e&catológíco y lo

mundo o- tf* vez,


h
_St
neumatológico en movimientos como el pentecostalismo. Aquellos mo¬
vimientos que experimentan más intensamente la infusión personal del
Espíritu Santo parecieran anhelar más ardientemente el retorno de Cris¬
to y una transformación cósmica correspondiente en el orden mundial.
ED cierto sentido esta conjunción se halla presente en el texto bíblico más
-
Sí. Je sút ven-dri al "¿‘do o -ti- vez; usado por los pentccostales, En la narración de Pentecostés (HCíL 2),
por ejemplo, Pedro cita al profeta Jocl para señalar que lo que acababa

99
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAUSMO EL SURGIMIENTO DEL PREM1LENAR1SMO

dorando el dispe nsacíonalisroo pre mile naris!a como una de las raíces del
de suceder era el derramamiento del Espíritu Santo profetizado para los
pensamiento pentecostal moderno.14
ült irnos días, N. Q. Hamilton observa que la escatología y d Espíritu San¬
No deseamos negar enteramente la fuerza de este argumento, pero es
to se encuentran daramentc conectados en los escritos de Pablo, donde
preciso calificarlo en varios aspectos. En primer lugar, DO está tan claro
«es el Espíritu el que salva la distancia entre el presente y el futuro».5
que la cscatología pentecostal, con su énfasis en la inauguración de «un
Ya sea por la influencia de textos bíblicos que mantienen la referen¬
cia en común, o por algún dinamismo similar en la experiencia, lo cierto nuevo orden, con el advenimiento de la lluvia tardía» y «la restauración
es que hallamos que los movimientos de la historia más vinculados con de los dones espirituales* como preludio del regreso de Cristo, encaje
los temas del Espíritu tienen una particular fascinación por los temas tan fácilmente en las categorías díspensarionalistas como se ha dado a
proféticos y apocalípticos. Es así que el montañismo vinculó estrecha¬ veces por sentado. Generalmente ha sido premilcnarista en cuanto a la
mente lo neumalológjco y lo escatológico.* Del mismo modo, aunque con espera de un reino milenario que debía inaugurarse con el inminente
contenidos diferentes, Joachim de Fiorc anticipaba una nueva era que se retorno de Cristo, pero contradecía cosas distintivas del dispensadoua-
caracterizaría por su vínculo con la tercera persona de U Trinidad.5 Es¬ lismo al adoptar periodizaciones diferentes de la historia humana (ge¬
tos temas se fusionan claramente en el Movimiento de Irving, en el siglo neralmente tripartitas), al aplicar muchas profecías del Antiguo
xix.* O bien, mirándolo desde otro ángulo, cabe advertir que la secuen¬ Testamento a la iglesia, al apropiarse de forma más directa de algunos
cia de «conferencias proféticas* en los Estados Unidos a fines del siglo pasajes (el Padrenuestro, el Sermón del Monte, etc,), que los dispensa-
XIX fue interrumpida por una conferencia sobre el Espíritu Santo, el úni¬ cionalistas relegan al reino milenario, entre otros." Estas evidencias su¬
co tema al que se le permitió introducirse en el tradicional patrón de fas¬ gieren que el tema escatológico pentecostal posee su propia dinámica,
cinación escatológica.7
Al reflexionar sobre este fenómeno, Emil Brunner ha comentado:

aunque este tema podría fundirse o quizá más correctamente expre-
sarse— con una variedad de esquemas e.scat ológicos que van desde el
dispensacíonalismo hasta el «Israelismo británico» que circuló en la flui¬
...podemos trazaren la historia de U cnsiiandad una esperie d* ley, que cuanto mis da cultura popular evangélica de fines del siglo XIX.
Vitalmente está presente la esperanza en la relean, eMO ti, cuanta mis poderosa- También existe el peligro de una distorsión cultural e historiográfica
mente está presente en el la la vida del Espíritu de Dios, linio mis urgente es M ex¬
pectativa de la venida de Cristo. De modo que la plenitud de la posesión del Espíritu
al tratar estos lemas. Las fuentes escritas más accesibles y a menudo las
y la urgencia de la espera siempre te encuentran juntas, como lo estaban en la co¬ reflexiones teológicas mejor articuladas sobre la escatología pentecostal
munidad primitiva * se producen precisamente en aquellas alas del movimiento más afines -
cultural y teológicamente- al fundamcntalismodispensacionalista. Es¬
Si acentuamos «los hechos, se podría muy fácilmente concluir que el tas tradiciones, como las vemos agruparse en las Asambleas de Dios, han
vuelco a la doctrina del Espíritu Santo a fines del siglo XIX involucraba, tomado su membresía mayormente de círculos fundamentalistas, y a lo
casi necesariamente, un giro hada la cscatología. Luego observaríamos largo de los años se han asimilado por lo general a esa culLura teológica.
el impacto credente del movimiento prcmiknario del siglo XIX desde sus Aunque es preciso hacer otras investigaciones, hay cierta evidencia de
orígenes entre los «Plymouth Brethren» (Hermanos libres) de Inglate¬ que a medida que nos alejamos de estas corrientes e ingresamos en las
rra, en especial entre los seguidores de John Nelson Darby, pasando por ramas del pcntecostalismo vinculadas con el Movimiento de la Santidad,
su impacto más amplio en Norteamérica, en la serie de conferencias so¬ o en ¡os grupos pcntccostales negros, o de otras ramas étnicas, tanto me¬
bre lo profético que comenzaron en 1878, hasta llegar finalmente al sur¬ nos se expresa su escatología en las formas características del pensamien¬
gimiento de «Institutos bíblicos» a fines de sigjo, que se convirtieron en to dispensadonalista. Este hecho nos sugiere que no deberíamos dar por
el modelo de las instituciones educacionales del pentcco5talismo,, Nues- sentado tan rápidamente que la escatología pentecostal es meramente la
Xiigeslali pentecostal sería entonces el producto de una «afinidad selec¬ asimilación de los lemas emergentes del dispensacionalismo.(i
tiva» entre una neumatología de fines de siglo y esta nueva escatología.
Por otra parte, aceptar inmediatamente la tesis de que la escatología
En efecto, en la medida en que se intentó la explicación de este fenóme¬ pentecostal es tomada de la escatología dispensación alista modificaría
no, se lo ha hecho prindpalmcntc siguiendo estas mismas lincas, consi¬
los resultados de nuestra pesquisa en lo tocante a la raíz de los dos pri¬

100 101
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAUSMO EL SURGIMIENTO DEL PREM1LENARJSMO

la transformación que tuvo lugar dentro del avivamicnto perfeccionista,


meros temas, el bautismo del Espfritu Santo y la sanidad divina. Bien y, finalmente, descubramos la nueva forma de la escatología que domina
podría ser que nuestra hipótesis necesitara ampliarse con un mayor re¬
conocimiento de fuentes más pluralistas de las que hemos sugerido. Pe¬ las corrientes de fines del siglo XIX.
ro antes de adoptar esta solución más obvia, necesitamos examinar más
atentamente las tradiciones a las que nos ha llevado la investigación de
los capítulos anteriores, para ver si la emergencia de la escatología pon¬ lnfluencias píetistas y puritanas
téeosla! no es acaso el producto de una dinámica interna a estos movi-
mientas. La escatología pentecostal, tal como surgió a fines del siglo XIX, re¬
La pesquisa, a primera vista, parece destinada al fracaso, porque la presentó un alejamiento de los esquemas conceptuales que habían do¬
tradición metodista y la del Movimiento de la Santidad no se han mos¬ minado a lo largo de dos años las corrientes religiosas con las que se
trado históricamente interesadas en la escatología o bien se han inclina¬ encontraba más vinculada. El puritanismo y el pietismo, por ejemplo,
do hacia una escatología posmilenaria, a menudo considerada como lo contenían una propuesta de «reforma* cuya lógica implícita era el opti¬
opuesto a la premilenaria, no sólo en virtud de su expectativa de un mi¬
mismo acerca del futuro y la posibilidad de cambio. Aunque la escato¬
logía puritana era más variada, miraba en general a un «día final de
lenio que antecede al retomo de Cristo (lo cual toma su regreso menos
inminente), sino porque proporcionaba una visión más «terrenal» de la gloria* para la iglesia, o bien hacia (para usar el título de un volumen de
esperanza escatológica, capaz de sentar las bases para una transforma¬ 1678 de sermones de John Howe) The Prosperous State of the Christian
ción social y sus compromisos culturales más amplios. Pero si examina - Interest Before the End of Tíme (El próspero estado del interés cristiano
mos más atentamente los patrones cscatológicos de las corrientes que antes del fin de los tiempos).14
han caído bajo nuestra observación al intentar buscar las raíces de lo dis¬ Desde la perspectiva del penlecostalismo es interesante advertir que
tintivo del penlecostalismo, vemos que se revelan una dinámica y una la gloria del día final se entendía generalmente como vinculada a un de¬
temática internas de estos movimientos, que no sólo ayudan a explicar el rramamiento especial del Espíritu Santo, Pero desde la visión puritana
surgimiento de la escatología pentecostal, sino que arrojan luz. sobre de¬ se esperaba un colapso del papado, la conversión de los judíos, y unacra
sarrollos más amplios del movimiento. A medida que este argumento se de éxito para las misiones, que sería de cáracter milenario. Poco a poco
vaya desarrollando, estaremos más propensos a ver el surgimiento de la esa visión fue tendiendo hacia lo que ahora llamamos posmilenarismo,
escatología pentecostal como un desarrollo paralelo (u ocasionalmente en que se identificaba esta era con el milenio descrípto en Apocalipsis
como un antecedente) del surgimiento del pentecostalismo, aunque, na¬ 20. En esta visión se anticipaba el retorno de Cristo, pero no de manera
turalmente, también será posible ver una dinámica común y gran canti¬ inminente a causa del esperado período de gloria de los últimos días que
dad de intercambios. tenía que ocurrir antes de aquel evento. Como veremos luego al examinar
Entrar en el enmarañado laberinto histórico de la visión escatológica los acontecimientos en sucio norteamericano, los períodos de «avi-
y milenaria termina por disuadirnos de la idea de reconciliar opiniones vamiento» acentuaban la esperanza de que esta era ya estuviera amalle -
contrarias, o de discernir patrones en su desarrollo. Es más, muy poco ciendo.ls
del trabajo erudito que se ha hecho hasta ahora indagó las cuestiones que El pictismo también apuntaba para el futuro de la iglesia hacia una cs-
nosotros hubiéramos indagado; o cuando formularon esas mismas cues¬ peranza de «tiempos mejores*; el coasenso sobre este punto es más am¬
tiones, los trabajos han sido acríbeos y apologéticos.13 A pesar de estas plio de lo que a veces se ha notado. El pietismo, como hemos tenido
dificultades, se puede trazar una línea amplia de desarrollo que, no im¬ ocasión de advertir en otros puntas, tendía a alejarse de la clásica dialécti¬
porta cuán simplificada, alcanza a iluminar el surgimiento de la escato¬ ca luterana entre el bien y el mal, con su énfasis en la justificación, des¬
logía pentecostal. Nuestro bosquejo requerirá que, como en los capítulos plazando el acento al individuo en la regeneración y la santificación, y
anteriores, examinemos brevemente el puritanismo y el pietismo, nos de¬ destacando en el plano histórico lo individual, y la esperanza superior de
tengamos en el metodismo inicial, prestemos atención a la unión de esta una era de tiempos mejores en el futuro.14 Philipp Jakob Spener anunció
tradición con el movimiento norteamericano de los avivamientos, veamos esta convicción en su fía Desiderio y se explayó sobre el tema en su Se¬

102 103
EL SURGIMIENTO DEL PREMILENAIUSMO
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAUSMO

ya lo hemos sugerido. Cuando generó ciertas controversias a raíz de la


hauptung der Hoffnung künfftiger Besserer Zeiten (La afirmación de la es¬ publicación de las predicciones de Bengel, respondió en una caita en
peranza para futuros tiempos mejores) en 1693. También Spener espe¬ 1788:
raba La caída de Roma y la conversión de los judíos, pero se sentía menos
indinado que los puritanos a pronunciarse explícitamente como «mile¬ No dije nada, ni mis ni menos, en la iglesia de Bradford, con relación al Tin del m un •
nario» (o «posmilenario*) en la descripción de esa era mejor que prece¬ do, ni tampoco di a conocer mi propia opinión, salvo k> «guíenle: que Bcngcliut
había expresado como opinión suya, no que el mundo acabaría, sino que en el alio
dería el regreso de Cristo.17 1&3Ó comenzaría el Riño milenario de Cristo. No tengo absolutamente
Sin embargo fue el gran erudito bíblico del píetismo John Albert Ben- ninguna opi
nión personal al respecto. No puedo afirmar nada sobra este punta Estos cálculos
gel quien, fascinado por el Apocalipsis, intentó fechar estos hechos con están muy por encuna de mi alcance, fuera de mi visión. Sólo tengo una cosa de la
mayor precisión. Su trabajo sobre profecía y cronología produjo un sis¬ mal ocuparme: salvar mi alma y la de aquellos que me escuchan/’
tema cronológico que coordinaba estos «tiempos más favorables» con el Y como hemos ya afirmado, la soteriolqgíade Wcslcy era una especie de
surgimiento del pielismo, la fundación de las Sociedades Bíblicas, y el «cscatologfá realizada», que ponía el acento en la continuidad entre la
apogeo de la obra misionera. Su fecha para este periodo era aproxima¬ salvación experimentada en su vida y la gloria aún por venir. Aunque
damente 1617-1836. La última de las fechas marcaría el clímax de un Wesley podía mencionar y afirmar hechos vinculados con un «último
período de tribulación y la derrota de la «Bestia» en el retomo de Jesu¬ tiempo» (la segunda venida, el juicio, y otros), tendía a relegarlos a un
cristo, lo cual inauguraría el milenio propiamente dicho.
futuro vago y distante que no influía demasiado en esta vida. Su verda¬
Bcngel es algo ambiguo, si lo juzgamos por criterios posteriores, por
cuanto esperaba tiempos mejores tanto antes como después del retomo -
dero interés era saber cuánto de la salvación que otras tradiciones re¬
legaban al délo- podía experimentarse en esta vida. La forma en que
de Cristo, Esta visión cobró mucho peso gracias a la obra de Bengel ti¬ trata la posibilidad de una santificación total pareciera alentar una visión
tulada Gnomon.'* en la que no se da mayor peso al inminente regreso de Cristo.22 Refleja
más bien su desagrado hada las especulaciones de tipo escatológico y
apocalíptico.
Wesley y Fletcher en direcciones diferentes No todos Los seguidores de Wesley tenían la misma inclinación, sin
embargo, George Bell, poco después de su conversión al znctodismo,
Aunque Wesley era heredero de todas estas corrientes, tanto en lo es- anunció el fui del mundo para el 23 de febrero de 1763, lo cual provocó
calológico como en otros temas resulta extremadamente difícil interpre¬ el inmediato repudio de Wesley,
tar su pensamiento. Tanto los posmilcnartos como los prcmilenarios lo M Briba más significativo para nuestro estudio es el pensamiento de
reclamarían entre sus antecesores.14 Mucho depende de la hermenéuti¬ John Fletcher. Ya hemos sugerido la importancia que tendría la doctri¬
ca empleada, y especialmente de cuáles textos se toman como normat i- na de las dispensaciones de Fletcher, que utilizaba tanto para interpre¬
Vi'S. SJ aquellos en los que simplemente trasmite la tradición
' recibida, o
recibe mayor amplitud. La tar el progreso de la experiencia espiritual individual como de la historia
aquellos en los que el acento teológico propio
upon the New Testament (Notas expli¬ de la raza. Ambas siguen un proceso que pasa por la dispensación del
obra de Wesley Explanatory Notes
Padre, la del Hijo, y la del Espíritu Santo. En la historia humana tos pun¬
cativas sobre el Nuevo Testamento), por ejemplo, es a menudo un K-J- tos de demarcación están señalados por Juan el Bautista y Pentecostés.
men de Gnomon, la obra de Bengel, como ya lo hemos indicado, y sus En el desarrollo espiritual de la persona, las experiencias claves son la
comentarios sobre el Apocalipsis incorporan asimismo gran parte de la conversión y la recepción especial del Espíritu, asociada con la santifica¬
obra de Bengel Erklárte OJfenbanmg (El Apocalipsis comentado). Wes- ción total. Ya hemos bosquejado Ja tensión que había entre Wesley y Flet¬
Icy mismo no tenía opiniones fuertes sobre estas cuestiones, pero expre¬ cher en relación con los puntos de este esquema y la importancia que
sa cierta cautela al transmitir la visión de Bengel, y advierte que «no túvola manera en que Fletcher formulaba estos temas para el futuro sur¬
defendería cada uno de los puntos expuestos».2® gimiento de la doctrina del bautismo del Espíritu y la terminología pen-
En realidad, estas cuestiones le resultaban de escaso interés a Wesley, tetostal que se asociaba con ella.
cuyo foco de interés era mucho más exclusivamente soteriológico, como

104 ws
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAJJSMO EL SURGIMIENTO DEL PREMILENARISMO

Lo importante a esta altura es el significado de esta diferencia para la Los relatos de Pentecostés de Hechos (y quizás la teología de Lucas
escat ología . Fletcher estaba más predispuesto a hacer especulaciones so¬ en su totalidad) tienden a vincular la escatología con la ncumatología,
bre estos temas, y su tendencia se refleja en su doctrina sobre las dispen¬ como ya lo hemos señalado. Cuando estos versículos se convierten en la
saciones. En la obra que se publicó después de su muerte, Portrait ofSt. clave hermenéutica por medio de la cual se lee toda la Escritura, esta ten¬
Paul (Retrato de San Pablo), Fletcher afirmaba que cada dispensación dencia se refuerza. También podría suceder que al poner el énfasis de
tiene su correspondiente promesa de bendición. Así, «bajo la dispensa¬ este modo sobre Pentecostés, se subrayara la discontinuidad de los dos
ción del Padre, la gran promesa era aquella que presentaba la manifes¬ testamentos.
tación visible del Hijo». Bajo la dispensación del Hijo, se dio otra Wesley y otros metodistas menos indinados hada la retórica pentc-
«promesa para el ejercicio de la fe y de la esperanza ... con relación a La costal podían apropiarse con más facilidad de modelosde piedad del An¬
plena manifestación del Espíritu Santo». Esto, naturalmente, se cumplió tiguo Testamento, especialmente de figuras como la de Noé o Abraham,
en Pentecostés. Finalmente, bajo la presente dispensación del Espíritu cuyas vidas se describen como «perfectas a los ojos de Dios». Sin embar¬
Santo, tenemos «la promesa de la segunda venida de Cristo, ’para reco¬ go, cuando la piedad cristiana se torna más una cuestión de ser llenos del
ger el trigo en el granero, y quemar la paja con fuego qu c nunca se Espíritu que descendió en Pentecostés, las aplicaciones del Antiguo Tes¬
acabará'». Fero como las dispensaciones también reflejan etapas de cre¬ tamento se vuelven un poco más difíciles, y hay paralelamente una
cimiento espiritual tendencia a leer el Antiguo Testamento principalmente como una anti¬
cipación del evento de Pentecostés, lo cual refuerza una lectura bíblica
...
cu» venida de Criuo, que por muchas es tenida en menos es un esperada por básicamente centrada en el modelo profeda/cumplimicnto. Y -espero
aquellos que viven bajo la dispensación del Espíritu, que «tín constantemente -in¬
ticipando y apurando la llegada del día de Dios».13
que sin forzar demasiado la idea— es igualmente posible distinguir un
énfasis mayor sobre la soberanía divina que en los patrones wesleyanos
Tales pasajes en Fletcher tienen decididamente un tono no-weskya- de cooperación con La iniciativa divina.
no. Y cualquiera haya sido la razón, Fletcher parece haber anticipado un Los textos claves en el relato de Pentecostés sugieren que la posición
inminente regreso de Cristo en la generación siguiente, si es que no en la básica del cristiano era la de «esperar y velar» hasta que descendiera el
suya. En un momento dado predijo el retorno de Cristo entre 1750 y1770, ungimiento de lo alto. Tanto en la visión personal como en la escatológi-
y aconsejó a Wesley prestarle más atención a estos temas y no ser tan se¬ ca, la idea clave es «descenso» e «irrupción» desde el más allá, idea más
vero con aquellos que deseaban investigar estas cuestiones.* En 1775 es¬ característica de una mentalidad apocalíptica; además, está un tanto en
cribió nuevamente a Weslcy defendiendo los esquemas escatológicos de contraposición con el patrón orientado hacia el crecimiento gradual del
un «gran maestro en divinidades, del extranjero» coa quien había esta¬ posmilenarismo, o del desarrollo hacia la perfección cristiana. Todas es¬
do conversando.13 tas variaciones se orientan hacia motivos fundamentalmente pentecosta-
Pero más importante aún que la visión conceptual de Fletcher o el uso ks
concreto que le daba a su doctrina de las dispensaciones es el hecho de Estos asuntos, naturalmente, se anticipan un tanto a la historia. Pero
que poseía tendencias o una lógica propia capaz de desarrollarse cada en cuanto a la escatología, y también en lo tocante al surgimiento de la
vez más hada el pcnlecostalismo, una vez liberada de circunstancias de doctrina del bautismo pe mecos!al del Espíritu Santo, debemos notar el
tiempo y lugar. Como hemos sugerido, se hada de Pentecostés un hecho significado de los puntos de diferencia entre el pensamiento de Fletcher
de la historia de la salvación comparable con la venida de Cristo, al me¬ y el de Weslcy. Nuevamente las ideas de Wesley habrían de dominar al
nos en cuanto marcaba una nueva dispensación, además de constituir el metodismo durante un siglo. Pero cuando el patrón pcntccostal de Flet¬
suceso deftnitorio de la presente era de la iglesia. Combinada con un cher se hizo más notorio hacia fines del siglo XJX, su doctrina de las dis¬
énfasis sobre otras promesas vinculadas con ella, como lo hizo Fletcher, pensaciones también comenzó a pesar.
esta visión conceptual puede servir para acentuar el tema cscatológico y Cualquiera haya sido la intención de Fletcher con respecto a esta doc¬
en otras formas más sutiles también presiona en esa dirección. trina, resulta claro que la terminología en sí actuó como un puenle hacia
el dispensacionalismo de fin de siglo. Fletcher se volvió un nombre venc-

106 107
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAUSMO EL SURGIMIENTO DEL PREMILENARJSMO

rado entre los antecesores del dispcnsadonalismo, aunque por otra par¬ ci nuevo mundo, la gloría de la iglesia del último día, por la cual habían
te se lo conocía tan poco que se lo describía un tanto anónimamente como suspirado los puritanos:
«un tal señor Fletcher* que enseñaba cierta «doctrina dispcnsadonalís- En ventad, a menudo he dicha, como lo digo abara, que vela en loe reciente* #v¡-
ta».3 vamienlo» religiosos el anticipo de kit glorióte* tiempos profetizado* en las Escri¬
Pero fue el pensamiento de Wesley el que marcó el tono durante un turas, y que esto* eran kx primeros albores de la luz, y el comienzo de la
obra que,
-
siglo tanto en escatología como en el vocabulario referido a la santifi¬ al progresar y seguir adelante, traería al fin la gloria de la iglesia de los últimos días


cación total y avanzó en dirección contraria. El énfasis propio de Wes¬
ley en la perfección cristiana es clave en esta cuestión. Su soteriología
y el reino de Cristo sería establecido en todas panes y afirmado en paz, como
continuación del milenio,3
individual, con su acento en una escatología «realizada» o «anticipada», C. C. Goen ha sugerido en un artículo notable que Edwards se basó
afirmaba un cierto nivel de victoria sobre el mal en esta vida. Esta sote- eo la exégesis de Daniel Whitby y Moses Lawman, de Inglaterra, para
riología perfeccionista tendía asimismo hacia una visión social optimista, desarrollar una visión posmilenaria que marcaba «un nuevo punto de
El resultado fue una posición ambigua que podía fácilmente desplazar¬ partida» de la escatología norteamericana.29 Esta visión estaba lejos de
se hacia el posmilenarismo, como lo revela la siguiente cita: lo que se desarrollaría después en el pentecostalismo. En muchos senti¬
dos, Edwards suena más como su contemporáneo Wesley. Por un lado,
Y ex apropiado para iodos aquellos que aman su venida que oren para que se aprc-
si re el tiempo para que su reino de gracia llegue pronto y domine lo* reinos de
la Edwards no se sentía atraído hacia las dones sobrenaturales:
tierra; que toda la humanidad, al recibirlo romo rey, y creyendo verdaderamente
MJ nombre, pueda ser llena de su rectitud, su paz, su gozo, con santidad y
felici- No espeto una restauración de esos done* milagrosos cuando se acerque el tiempo
da-i. hasta ser sacada de aquí" y llevada a Su reino celestial, el reino de gloria que es glorioso de la iglesia, ni la deseo: creo que no agregaría nada a la gloria de aquello*
La continuación y perfección del reino de la gracia sobre 1» tierra.r momento*, sino más bien le restaría. Por mi parle preferiría antes disfrutar por un
cuarto de hora de la dulce influencia del Espíritu, que me muestra la divina belle¬
Weslcy estaba tan orientado hada la soteriología que sus seguidores za espiritual de Jesús, Su gracia infinita, su amor que se en liega a la muerte, y pro-
mi el ejercicio santo de la fe y el amor divinos, la serena complacencia y el
podían combinar un esquema básicamente wcslcyano de salvación con
.

humilde gozo en Dios, que lenct visiones y revelaciones por todo un afto.w
'¡‘I.! variedad de escatologías sin sentir que lo traidonaban. Pero el

acento básico del pensamiento de Wcsley era probablemente mejor in¬ Por otro lado, la visión de Edwards era posm¡leñaría, y esperaba una lle¬
terpretado por esquemas de pensamiento menos apocalípticos y más gada más gradual, aunque inminente, de la era milenaria anterior al re¬
posmilcnarios. Así, aunque Wcsley mismo no adoptara consrientemcn- torno de Cristo.
tc una línea milenaria, ayudó a liberar tendencias que se desplazarían en El significado que Edwards tiene para nuestra historia pareciera ser
esa dirección, Este desarrollo tuvo lugar principalmente en Norteaméri¬ su contribución a la expectativa de un milenio literal, y a generar una tra¬
ca, en donde el metodismo habría de encontrar un hogar cspcdal y un dición de ideas milenarias que crecerían y se fortalecerían en el siglo si¬
contexto que permitiría a las teudendas arminianas y perfeccionistas un guiente. Aquellos que seguían la tradición de Edwards cultivaron y
desarrollo más libre. retinaron esta doctrina. Joseph Bellamy preparó un notorio sermón so¬
bre el tema que sería agregado como apéndice a los escritos de Edwards,
y Samuel Hopkins publicó A Treatise on the Millennium (Un tratado so¬
Corrientes milenarias en los avivamienlos bre el milenio) en 1793.11
Por lo tanto, cuando el metodismo llegó a Norteamérica y comenzó a
Las corrientes de avivamicnto en Norteamérica ya habían desarrolla¬ mezclarse con los movimientos locales de despertar espiritual, a comien¬
do una tradidón milenaria. Los períodos de avivamiento a menudo son zos del siglo XIX, se encontró ya con una doctrina formal del milenio. Las
vividos por los partidpantes como inicio de una nueva era de bendidón tendencias perfeccionistas del metodismo tuvieron rienda suelta en la
cspcdal por parte de Dios. En los grandes avivamienlos del siglo XVIII, nueva y optimista nación, y a su vez aceleraron y aumentaron las expec¬
Jonathan Edwards había comenzado a preguntarse si los avivamientos tativas posmilcnarias. Este proceso tuvo lugar principalmente en el per¬
bajo su ministerio no serian el comienzo del milenio que Dios traería en feccionismo de Oberlin, el cual, como hemos visto, representaba de mu¬

m 109
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTA1.ISMQ EL SURGIMIENTO DEL PREMILENARISMO

chas maneras una síntesis del metodismo y los movimientos americanos la guerra, La explotación y la esclavitud quedarán derrotadas; quedaría
de a viva mientos. Esta nueva síntesis inmediatamente «arminianizó» ra¬ un sistema de gobierno civil; predominará un recto conocimiento de
dicalmente las tradiciones de Nueva Inglaterra, haciendo que La inaugu¬ Dios; Dios estará presente en su pueblo como nunca antes; el Espíritu
ración del milenio dependa del esfuerzo humano; en el apogeo del Santo llegará en «inmensas y gloriosas efusiones»; la piedad y la santidad
segundo «Gran avivamiento», entrelazaría los temas de la perfección estarán difundidas ampliamente; la «gran masa de personas será cristia¬
cristiana, la reforma social y La expectativa milenaria. na», incluyendo la conversión de los judíos y «grandes multitudes de gen¬
Charles Finney no llegó a enunciar totalmente sus expectativas mile¬ tiles»; la hipocresía y las disputas ya no dividirán a las iglesias.11
narias, pero su punto de vista está implícito en muchas afirmaciones, co¬ Luego Cowles se ocupaba del tiempo del comienzo del milenio. Des¬
mo la que hace a propósito de una reforma social: pués de rechazar varias teorías destinadas a predecir la fecha exacta, optó
en cambio por intentar distinguir la mano de la providencia en los succ-
Ahora, IB gran urea de IB iglesia es reformar el mundo; dejar de lado todo tipo de sos de la historia. Entre las señales de «alguna profunda acción penetran¬
pecado. La iglesia se organizó originalmente pan ser un cuerpo de reformadores. te en los vastos elementos de la atmósfera social y moral» señalaba que
La misma profesión del cristianismo implica la profesión, y virtualmcnte el com¬
promiso, de hacer todo lo posible pan reformar el mundo. La iglesia cristiana fue
-
designada pan hacer avances decididos en todas las direcciones levantar su vea
cl coaorimknio está ene ndiéndosc por el mundo; el conocimiento perteneciente

-
y pone r ioda su energía en lugares altos y bajos para reformar a los individuos, a
Las comunidades, y a los gobiernos, y no descansar hasta que el Reino y la grande¬
a casi cualquier tema en lomo al mejoramiento <Jc la sociedad, y ala mulliplicación
- —
de tas comodidades humanas. I JS artes y las cié neis* pioneras del milenio están
preparando el camino para que los hijos de Dios posean la tierra. Los recientes
za del Reino bajo la faz del ciclo sean dados a los sanios del Dios Altísimo, y hasta
iniquidad sea desalojada de la tierra.
n avances en las artes gráficas son de tal magnitud que pueden considerarse milagro¬
que toda forma de sos. Nada podría ser más evidente para demostrar que Dios está preparando este
instrumento pan su propio uso, convenir al mundo, y sostener el milenio ... El co¬
Fimiey solía decir que «si la iglesia cumpliera con su deber», el milenio nocimiento geográfico ha abierto la faz de la tierra a Ias ojos del cristiano ... Dios
llegaría en «seis meses» o «tres años», o en un breve lapso que haría del ha brindado a las naciones cristianas un acceso increíble a los paganas. Sin mencio¬
evento una cuestión muy inminente. Pero Finney era radicalmente wes- nar U facilidad de alcanza ríos que permite el comercio, las relaciones diplomáticas
Icyano en el sentido de que su Systematic Theology (Teología Sistemáti¬ de Europa y de nuestro propio país han abierto inmensas porciones del mundo pa¬
gano al evangelio ... Dios ha enaltado la influencia de las naciones cristianas, y so¬
ca) estaba tan orientada hacia la salvación que nunca llegó a desarrollar metido la influencia de las paganas ... Dios ha asegurado la paz general del mundo
formalmente la doctrina del milenio. Aparentemente les dejó esa tarca civilizado.
a otros colegas de Oberlin.
El Oberlin Evangelist era el órgano más importante que propagaba la Estos y otros desarrollos religiosos paralelos convencieron a Cowles de
visión de Oberlin. Entre las metas comúnmente anunciadas estaba la de que «estamos ampliamente justificados en hacer nuestros planes sobre
«llamar la atención de los cristianos al hecho de que el milenio habrá de esta base: el milenio está a la vista ».5T Los ensayos pasan luego a tratar
consistir en la total santificación de la iglesia» -,s La propagación del Mo¬ otros temas: la restauración de los judíos, el destino de los impíos, si los
vimiento de la Santidad parecía anunciar la llegada del milenio, tal como mil años eran literales o figurativos (Cowles optaba por el segundo K n -
en el siglo anterior los avivamientos con Edwards habían creado una ex¬ lido), etc. Para nuestros propósitos bastará llamar la atención sobre un
pectativa similar. En 1841 el Oberlin Evangelist incluyó una serie de vein¬ tema más.
titrés ensayos de Henry Cowles sobre el milenio. Cowles entendía que la iglesia tenía un papel en cuanto a introducir
Cowles reflejaba la reforma y el fermento de la época, y observaba la el milenio. Polemizaba con aquellos que «piensan que Dios inauguraría
«ebullición de los elementos morales y sociales del mundo, portadores el milenio por una suerte de milagro, y básicamente sin ninguna partici¬
de un cambio inusual» que parecía sugerir que «el presente es, o al me¬ pación humana». Creía que esto era un «terrible error. Si toda la iglesia
nos está llegando a ser, una era del estudio de la profecía» .** Cowles afir¬ lo creyera y actuara en consecuencia, nunca tendríamos el milenio al fi¬
maba que un inminente milenio era la respuesta obvia a los anhelos de nal de los tiempos». Estos temas con matices arminianos se confirman
todos, y dedicó cinco ensayos a delinear el estado social y religioso du¬ por el ataque a esos puntos de vísta teológicos (calvinistas) que desalen¬
rante el milenio: el reino de Cristo reemplazará los imperios del mundo; taban «el celo y la eficiente labor de la iglesia»:

110 111
EL SURGIMIENTO DEL PREMTLENARJ5MO
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTA14SMO

..que la salvación es posible jólo par» los elegióos - que el hombre no pueda sea
ha¬ Será más fácil comprender esta sugerencia si examinamos el paralelo
cer nada sino esperar el tiempo de Dios para su conversión - que la salvación bíblico de cómo la visión profética del Antiguo Testamento se transfor¬
-

una cuestión del destino y no de la libre elección que Dios hace su obra solo Ha y
no solicita la participación de ios cristianos que Dio* no quiere que se salve nsi-
maba a menudo en una posterior visión apocalíptica del mundo. Uno de
los esfuerzos recientes que más nos ayudará para comprender este desa¬
no aquello* que de hecho salva.3* rrollo se encuentra en el trabajo de Paul Hanson. Define la «escatología
E1 resultado fue colocar una responsabilidad sombría sobre la iglesia; profética» como
tanto la iglesia niegue su participación, así también retardará el Mi¬ la perspectiva religiosa que enfocad anuncio profético a la nación del plan divino
lenio».* El último de los ensayos de Cowlcs es un vibrante llamado a la para Israel y para el mundo que el profeta había visto desplegarse en los planes di¬
acción, con el consejo de «esperar grandes cosas», de «esperar grandes vinas, y que ¿I traduce en términos de historia concreta, política real, e instrumen¬
cambios», y de esperar oposición a «los cambios en los sentimientos y re¬ tación humana; esto es, el profeta interpreta, para el rey y pata d pueblo, cómo los
formas en la acción». Se debe «vivir como si tal milenio estuviese a la planes dd consejo divino se llevarán a cabo dentro del contexto de la historia de Su
propio pueblo y de la historia del mundo.41
puerta, y a la espera de nuestra cooperación para ingresar con toda su
luz y su amor».40 Por otro lado, «la escatología apocalíptica»
Esto, entones, es una muestra de la visión milenaria que dominaba las
tradiciones, a las cuales nuestras investigaciones iniciales en busca de las enfoca la revelación (generalmente de nalu releía esotérica) que reciben los elegi¬
dos con relación a la visión cósmica de la soberanía de Jehová - especialmente en
raíces teológicas de] pcntecostalismo nos llevaron. El problema para lo tocante a su acción de salvar a los fieles - , revelación que lo* visionario* ya han
nuestra tesis es que esta posición es muy diferente de la escatología que dejado mayormente de traduciren términos de historia concreta, política real e ins¬
encontramos en el pcntecostalismo. En realidad, representa lo que ge¬ trumentación humana, debido a su visión pesimista de la realidad que emerge de
neralmente se considera como lo opuesto a la teología prcmilenaria que las desoladoras condiciones postexilicas.42

domina los comienzos del pentccostalismo. Hanson distinguía en los profetas preexílicos hasta Segundo Isaías un de¬
¿Habremos sido desviados por las pistas que cu los otros temas diri¬
licado equilibrio profótico entre «la visión del reino cósmico y su traduc¬
gieron nuestra atención al perfeccionismo de Oberlin como quizás la ción a términos históricos»; la «tensión vital entre visión y realidad que
clave del puente entre el metodismo y el pentccostalismo? No necesaria¬ está en el corazón de una religión genuinamenle ética».4* La escatología
mente. Hay una forma de reconstruir la relación entre posmilenarismo y es el punto de continuidad cuando La profecía comienza a volverse apo¬
prcmilcnarismo que hace de la visión radicalmente optimista de Oberlin calíptica, a medida que la tensión entre La visión y la realidad comienza
un paso decisivo en el camino que Ueva de uno baria el otro. a romperse, cuando la experiencia del mundo no puede ya vincularse con
la visión religiosa. A pesar de las diferencias entre «la forma de la osea
tología profética y la apocalíptica, debemos señalar que la visión eaen
Lo profético contra lo apocalíptico cial de una restauración sigue siendo la misma en ambas, la visión del
pueblo de Jehová restaurado en tanto comunidad santa en una Sion glo¬
Esta teoría supone la aparentemente paradójica afirmación de que fue rificada».44
precisamente el ala más radical del posmilenarismo que cvcntualmenlc Para Hanson, entonces, lo apocalíptico es un esfuerzo por mantener
se sintió más tentada a adoptar la posición premtlenaria. El posmilena¬ intacta esa visión, ante una nueva realidad histórica que requiere un
rismo, especialmente en su versión radical de Oberlin, prometía más de análisis más pesimista del curso de la historia y del potencial de la instru¬
lo que podía cumplir. Provocó esperanzas y enseñó a tener expectativas ment alidad humana. La respuesta es transferir la responsabilidad de lle¬
de un milenio inminente que nunca se materializó. El optimismo se di¬ var a Cabo la restauración, a una voluntad divina suprahistórica.
solvió en desesperanza. La única forma de sostener la esperanza del La transición de la escatología posmilcnaria a una escatología premi¬
milenio era rcacomodar radicalmente la cronología en términos del prc¬ lenaria del siglo XIX, en Norteamérica, se ilumina enormemente a la luz
milcnarismo. de este análisis. En efecto, se trata en gran medida de un desplazamien¬
to desde el profetismo ético al apocalipticismo ahistórico. Por cierto que

112 113
RAÍCES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAUSMO
EL SURGIMIENTO DEL PREMILENARI5MO

do lugar a un impulso más liberal en la interpretación del cristianismo, y


significó un cambio de interés de lo profético a lo apocalíptico en las
Escrituras. Las tendencias arminianas y perfeccionistas elevaron las aun a su abandono. Todo esto tenía lugar en el contexto de una urbani¬
expectativas posmilenarias precisamente en el momento en que los acon¬ zación y una industrialización agresivas, que a menudo castigaban a los
protestantes de zonas rurales, quienes debían migrar del centro y del sur
tecimientos comenzaban a quitarles la base de sustentación histórica. La
de los Estados Unidos a las ciudades, poco después del impacto dejado
tensión entre visión y realidad comenzó a desintegrarse bajo el peso de
por los avivamientos.
conflictos internos que se creaban a raíz de fuertes expectativas irrealis¬
tas, y bajo ataques externos la historia lomó nuevos rumbos que insis¬ Para muchos, la visión posmilenaria se tornó impensable dentrode es¬
tentemente, y cada vez más, acentuaron el abismo entre la esperanza te contexto. En lugar de que el mundo se estuviera volviendo cada vez
milenaria y las experiencias históricas concretas. La única manera de mejor, muchos veían una declinación progresiva y un mundo que se volvía
mantener la esperanza milenaria además de su inminencia, era poner las cada vez peor. En efecto, las batallas literarias entre los posmilenarios y
piezas de esta visión escat ológica en una nueva configuración. Se con¬ los premilenarios a menudo señalaban una cuestión empírica: ¿Era el
servó la esperanza milenaria al colocar el regreso de Cristo antes del mi¬ progreso o la declinación la mejor descripción de la dirección que toma¬
lenio para constituirlo el evento extraordinario que salvaría el creciente ba la cultura? Los posmilenarios y sus aliados más próximos, los defen¬
abismo entre la esperanza y la realidad histórica. sores liberales del progreso, apelaban (como Cowles lo hacía en una cita
anterior) al mayor nivel de alfabetización, al avance de las misiones, al
crecimiento de la ciencia y del comercio, etc.
Una visión cambiante Los prcmilenarios eran los que comenzaban a tener dudas acerca de
estos sueños. Observaban la misma escena que se desarrollaba ante sus
Casi tan pronto como logró enunciarse, la visión posmilenaria de ojos pero hacían otra lectura. En 1878 comenzaron en Nueva York una
Oberlin comenzó a mostrar grietas y fallas. A medida que transcurrían serie de conferencias sobre profecías en defensa del premilenarismo que
las décadas de 1840 y 1850, comenzaron a crecer las tensiones internas, siguen realizándose actualmente. En 1914, en la Conferencia de Profecía
como, por ejemplo, cuando el compromiso de Oberlin con la abolición Bíblica realizada en Chicago, hubo un panel de discusión con participan¬
tes que reflejaban la dinámica que había operado en su conversión al pre¬
de la esclavitud entró en conflicto con su compromiso con la no violen¬
cia. No pasó mucho tiempo hasta que sus simpatizantes, especialmente milenarismo, significativamente, en la mayoría de los casos, a partir del
durante la Guerra Civil, tuvieron que optar entre la paz y el abolicionis¬ posmilenarismo. Entre los más típicos estaba el testimonio del reveren¬
mo. Estas opciones parecían posponer el milenio. La vida se volvió mis do Howard W. Pope del Instituto Bíblico Moody:
Ll'.ill plcja, y el mal parecía más intransigente delo que se pensaba
al prin-
cipio.
Esta verdad acerca de la venida premilenaria de nuestro Señor vino a mi en dos eta
pos, probablemente porque no era capar de recibirla de una vez. Cuando me gra¬ -
Después de la Guerra Civil, el posmilenarismo de los avivamientos re¬ dué en la Universidad y en el Seminario Teológico de Yale, nuestro instructor en
teología dedicó al tema dos trates, y nos dijo que esa creencia era una ilusión ino¬
cibió un golpe mortal tras otro. Las grandes olas de inmigración después fensiva que sostenían ciertas personas llamadas «adventistas»,..
de fines de la década de 1840 impusieron un nuevo pluralismo que abar¬
caba grandes contingentes de católicos (para muchos «avivamienlistas» Pero hate alrededor de veinte años, cuandoera pastor [congregastona list J] en Nue¬
el aumento del «romanismo» sólo podía aumentar las bases para el «an¬ va Inglaterra, estaba estudiando el tema general de las misiones, y llegué
ll< a lacon-
d ustón de que este mundo jamás sena convenido por medio de tes agencias que
ticristo»). También llegaron nuevas formas de protestantismo (tales co¬ operan en te actualidad. Recordé que Nueva Inglaterra ya había tenido una opor¬
mo los luteranos alemanes, que no encajaban con facilidad en el ethos tunidad,yaque había gozado del evangelio duran te unos desdemos cincuenta años;
de los avivamientos ni en el del antialcoholismo), y finalmente grandes y sin embargo no había dudad, pueblo o aldea en toda Nueva Inglaterra en donde
contingentes de judíos y de otras religiones no cristianas. Al mismo tiem¬ la totalidad de las pe nonas hubieran llegada a te convenida. Esto llegó a parecer-
po se dio el surgimiento de la crítica bíblica y de nuevas ciencias (el au¬ ...
roe un hecho desalentador Descubrí que en los últimos den años de obra misio¬
ne ra cerca de tres millones de paganos se habían convertido al cristianismo. Pero
ge de la geología, el darwinismo, etc.) que sacudieron los puntos de vista durante ese mismo lapso habían nacido unas treinta millones de personas, que
tradicionales sobre las Escrituras y sobre los orígenes del hombre, dan- habían vivido y muerto sin jamás haber oído de Cristo. A ese ritmo, pensé: ¿cómo

114 115
EL SURGIMIENTO DEL PKEM1LENARISMO
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAlJSMO

viiHwa poder alcanzar la neta? Llegué a b (ppdusión de que se trataba de un ca¬


que se aproximaba estaba signado no por el progreso sino por la decli¬
lo sin «pcrtrtfit; q« este mundo jamás Sí convertiría WÍ Llegué a esa raodu- nación,4*
sión sin referencia alguna i I* Cfisefianja pre milenaria-1* Este cambio habría de requerir la sutil adaptación de visiones ante¬
riores, Mientras que la visión posmilenaria habla anticipado la conver¬
A medida que crcdao estas convicciones, Pope se Fue predisponiendo a sión del mundo, las esperanzas ahora se limitaban a una evangelización
adoptar un tiempo después, U posición premilenaria. mundial con mucho mayor pesimismo acerca del porcentaje de respues¬
El cambio radical que tuvo Lugar en el seno de los avivamicnlos tas, La evangeli zadón, lejos de ser una herramienta para transformar la
evangélicos principales entre Charles G. Finney y Dwight L. Moody es cultura, se volvió cada vea más un proceso para llamar a los «pocos ele¬
uno de los desarrollos más interesantes de la escena religiosa del siglo gidos» que debían ocuparse de la tarea de ser testigos mientras se pre¬
XIX. Basta comparar el explosivo optimismo de Fínney, citado más arri¬ paraban, como una novia, a recibir al Esposo.
ba, con esta expresión segura de Moody, medio siglo después: Como quiera que expliquemos el fenómeno, es evidente que esta nue¬
La venida prerrilenariz de Crisio significa que él llegará into del milenle: na habrá va visión escatológica arrasó el movimiento conservador de los aviva-
milenio hasta que él llegue. Eso a escritural. Much* gruí# tiene la idea de que d micntos de Fines del siglo jax, y con pocas excepciones llegó a ser la
milenio llegará gradas a lw teléfonos, los máquinas de vapor, tos na nsatlániicos posición dominante en casi lodos los grupos donde se defendían tanto el
veloces, y lodai las aplicaciones de la moderna civilización. Se imagj nan que eslas
bautismo pentecostd como las doctrinas de sanidad por la fe. Esto apa¬
cosas incrin el milenio, y que aJ final del milenio. Cristo regresará, Pero lo
tu ral taque Cristo solverá mies. Tiene que venir ante* dt Su reilíode mil ahuS, Es rece con mayor claridad en la línea mayoritaría de losavivamientos. Don¬
tu venida la que inaugurará el milenio. Si la. visión (wynilCMFÚ fuera correcta,
¿en de había habido resistencia hacía las doctrinas de sanidad divina (co m .ÿ

dónde debería í-Otnemar e| milenio? Pin cierto que a Jn iw ha llegado, [ti perecería en los círculos de Moody y Torrey), no aparece ya ninguna indecisión.
estar certa. Miren 9 t randies. Cira tus millones sumidos en la degradación y el pe¬
cado. Mimo a nueslro gran país, con SUí ciudades como Chicago, «Mí anarquiélái
Moody abrió el camino y sentó el tenor de esta cuestión,4* Otros lo si¬
y comunistas propagando su doctrina. Si el mundo ha de mejorarse primero, esia- guieron rápidamente. A. B. Simpson y A, J. Gordon , por ejemplo, eran
mOS todavía muy lejos del milenio- Pernio que está prtíenley a |a vista es La muel¬ firmes defensores de esta doctrina.
le, es el pecado*

Sentimientos muy parecidos se expresarían en la (segunda) conferen¬


cia proíética de 1886. Decía A, T. Pierson, un líder misionero muy cono¬ El prem ilena rismo en el Movimiento de la Santidad
cido, y defensor del prtmilenarismo:
En este aspecto, sin embargo, el ala metodista de las corrientes de la
¿Cuál « el verdadero carácter de nuestra tiviliziciáfll Mis vale que cnÍRilltiWK santidad no mostró mayor resistencia. El premileuarismo, lo mismo que
Ice hechos. Eí ponenlceaen cuanto a las irtuenctones, los descubrimiento», las em¬ la sanidad, fue una de las doctrinas más resistidas por los líder» de la
presas, los logros. Pera es porte Alosante ntc mundana. Awítl,yí(t algunos luga¬ National Holiness Association (Asociación Nacional para la Santidad),
res. se muestra monstruosamente negadora de Dios, dtóíifiartic de Dios Li ...
filosofía ahora florece en un panleémo refinado y poélií o, abien se ha vuelto mi¬ Figuras como G, W. Wilson” y Daniel Steele polemizaron insistentemen¬
le rialista, 0 sutilmente racinnalisla, o absurda minie agnóstica. La ciencia constru¬ te contra las nuevas doctrinas en varios de sus libros.
ye sue siman» evolucionistas y deja fuera al Dios persona] ... Hambres «uno Steele era particularmente activo en estas polémicas. Observó que
Strauss y Roían, Hegel y Conti#, Goethe y Kant, Mill y Spencer, Darwin y Huxley,
aquellos que provenían de la tradición reformada eran más proclives al
Matt hew Arntád y Theodore Pafhersoit ejemplos de hombres que le deben la edu -
f ación, el refinamiento, la Cultura, a la misma fe eral Lana que ala«n - TcpnUÚC ll prcmilcnarismo, tal como lo revelaban las estadísticas recogidas cnuc los
forma más madure de la civilización mundial, pero rf# din madura e ría jwdrirfu - - convocados y asistentes a las conferencias sobre profecía. Sentía que las
y esa terrible anarquía que CS el resultado final del ateísmo amenaza hoy mismo «JO nuevas doctrinas eran una afrenta a los temas característicos dd meto-
disolver la sociedad ... Nuestra edad de OrCuKIÍ lejos de preanunoár Siquiera la
dismo:
promesa del milenio.*ÿ

Este análisis le rminó por elaborarse y desarrollarse como una letanía co - Pedí mas entender que un cihiniíu i raditional , que ere# en I# gratis I rpesisi ¡ble.
pueda aceptar tira doctrina; pera crino un aiminkno, ensenado t exaltar la liber¬
mente dt los «males del siglo» y tie «las señales de los tiempos*. El Final tad humana y el poder persuasivo de í mensaje evangélico para la rentwucióil de la

116 117
RAICESTEOLOGICAS DEL FENTECOSTALISMO
EL SURGIMIENTO DEL PREWILENAJUSMO

drc era un predicador metodista - pero cuando el Señor me bautizó con el Espíri¬
voluntad mediante la obra del Espíritu Santo que aplica la verdad, asentida por el tu Santo y con fuego, en 1868. él ciemó el metodista, junto con el masón, el miem¬
intelecto, y a rechazar la salvación por simple soberanía divina, puede aceptar ta
bro del club del Odd Fellow, el presidente de la universidad y el candidato al
idea milenaria del triunfo universal de Cristo, sobrepasa mí pobre imaginación.51 episcopado.54
Esta correlación también fue observada por otros® y nos permite expli¬ George D. Watson, un evangelista del sur de los Estados Unidos y au¬
car por qué el ala metodista del Movimiento de la Santidad logró resis¬ tor prolífico (frecuentemente sobre lemas cscatológjcos, y la necesidad
tir más tiempo la presión, al punto de que aun en el siglo XX, cuando A. de que La «novia» santa se prepare para encontrar al «esposo»), cambia
M. Hills escribió la primera teología sistemática del movimiento, se en¬ de parecer alrededor de 1896:
frentó con un dilema en este punto. Congregacionalista educado en Ya¬
le y Obcrlin, era firmemente posmilenario, pero su denominación, la Durante veinte o treinta aSos de mi vida acepté la vieja doctrina católica, aceptada
recientemente formada Iglesia del Nazareno, era predominantemente por la mayoría de los protestantes, de que la segunda venida de Cristo sería des¬
pués del milenio, y durante el tiempo del juicio final. Luego, por algunos años me
premilenaria. Resolvió el problema al producir una teología sistemática sentí intranquilo con esa visión de tas cosas, poique veía muchas panes de las Es¬
con dos cscalologías, una posmilenaria suscripta por él, y una premile- crituras que no hallaban una interpretación razonable dentro del marco de esa vie¬
naria escrita por un líder de esa corriente.55 ja ledrik.
Pero hasta Steele mostraba los signos del cambio que se produciría
A comienzos de IB96 comencé orar muy fervientemente para que el Espíritu San¬
en el Movimiento de la Santidad hada fines del siglo xix. La doctrina de to me iluminara las páginas de tas Escrituras que hablaban sobre este tema. Das o
Fletcher sobre las dispensaciones aparece frecuentemente comentada en tres semanas después el Espíritu, de manera sorprendente, comenzó a abrir en mi
los trabajos de Stccle, y estas exposiciones solían publicarse en diversas mente, del libro del Apocalipsis, las parábolas de Jesús y otras Escritures, que ha¬

revistas del movimiento. Ya hemos señalado el llamado que Steele hizo blaban sobre c] regreso prcmilenano de Cristo, y esta luz sobre el tema no ha de¬
jado de aumentar desde entonces.51
para que se adoptara el vocabulario de Pentecostés.
En donde ya estaban estas ideas en forma germinal, la transición al Alrededor de la década de 1890, W. B. Godbey sostenía que el Movi¬
posmilenarismo se dio en forma natural. Del mismo modo que el posmi- miento de la Santidad era mayormente de convicción prcmilenaria:
lenarismo puede verse como el correlato soda! de la doctrina de la san¬
tificación total —tanto en el énfasis de ambos en cJ papel del agente Algunos exclamaban: «¿Mirad, allí viene!» Lo he estada gritando durante veinte
años. IQué hermoso torrente de luz que está inundando el mundo sobre este lema!
humano como en el proceso de transformadón gradual que culminaría
en la derrota del pecado y del mal en la sociedad, desde dentro de la his¬
Sólo dos años atrás el hermano Carradine recibid luz al respecto y comenzó a prt
d icario, y el Dr. Watson predicó su primer sermón sobre este tema, y durante los
-
toria—, también puede verse el premilcnarísmo como el correlato social

de la doctrina del bautismo del Espíritu Santo con el énfasis de ambos
en el hecho instantáneo de la transformadón, el agente divino, y la res¬
últimos años ha habido una constante revelación sobre estas cosas. No existe
de cada mil hombres santificados que no esté esperando el pronto regreso del
Señor.16,

puesta humana de «esperar y velar» hasta la llegada de la bendición, y En 1897, Martin Wells Knapp, el editor de la revista God's Revivalist,
de la «bendita esperanza». anunció una nueva política, al indicar que
Así, hada mediados de la década de 1890, los líderes del ala más
radical del Movimiento Metodista de la Santidad se habían vuelto pro¬ la meta de la revista es presentar la experiencia pentecostal como la base de una ge¬
pulsores de esta doctrina. Este cambio podría ser ejemplificado profusa¬ na doctrina bíblica que es un incentivo pan esta vida o un resultado de la misma.
-
nuine renovación de la vida en el individuo y en la iglesia, y no dejar de lado ningu
mente, pero bastarán algunos casos. W. B. Godbey revela algunas de las lisiamos totalmente persuadidas de que una de estas doctrinas es ta de la segunda
luchas que tuvieron que pasar los líderes en reladón con esta doctrina: venida de nuestro Señor, como se la enseña en el Nuevo Testamento, y que toda
experiencia pentecostal plena incluye esta expectativa pentecostal de la venida del
Un gran evangelista de ta santidad le dijo at hermano Pickc't: «Soy un potmiiena- Rey. Si bien nose sustituye en ningún sentido de la palabra la obra santificado» de
rio». En respuesta al requerimiento del hermano Picfcclt de que diera ta razón, di¬ Cristo, sin embargo deseamos llamar la atención sobre ella, concediéndole su lugar
jo: «Tengo que ser posmilenario pare poder ser metodista». Cuando me lo dijo el apropiado en estas columnas, y tal vez te dediquemos por un tiempo una mayor
hermano Picfcclt me caucó mucha pena, porque me había alegrado de que ese her¬ atención de la que hubiéramos querido, pata reparar la negligencia del pasado.17
-
mano, lo mismo que yo, te hubiera alejado del metodismo. Nací metodista mi pa-

118 119
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO

Es así que para comienzos de siglo, al menos el ala más radical del
Movimiento de la Santidad habla incorporado este tema a su teología.
La santificación no era ya - como lo había sido para Obcrlin medio si¬
glo antes- una parte de la transformación del mundo obrada por Dios,
ni su modo de inaugurar el milenio. Como expresarla C. W. Ruth en su
predicación durante una campaña: «¿Qué es el movimiento de la santi¬
dad sino un llamado de Dios a su pueblo a ponerse el vestido de bo¬
das?».38
Con este desarrollo se había terminado de preparar el escenario pa¬
ra el surgimiento del pentecostalismo. Casi todas las ramas de los avivá¬
rmenos de fines del siglo XIX estaban enseñando de una manera o de
otra todos los temas básicos del pentecostalismo, con excepción de la ex¬
periencia de la glosolalia o «el hablar en lenguas».

120
102 Poder Pentecostal
ftUlHMKrtAwi'
Acto. Ut M cniiemi>|'
B.C.BAU.
S=J EPILOGO
r
1. - -- ni - mu
O ni jun 'to
- dm -
- di - mo» con
la enu. Pc
btz - lo des -ecu- dir,
fer-cor;

Me-dinn-te íc y o - ra-d6n, B1 qne


2. Cual Tí fue-go o Ten T*J, |Ohl
de - lo Tri hri -
TO
a- ri»,
i.
4. Des-tru-yecl e - go - is - mo, (i, Y - ms to-do mal; El surgimiento del pentecostalismo
uestra invest igadón de las rafees teológicas del pcntecostali&mo nos

ha llevado nuevamente al comienzo. En el primer capítulo de este li¬
bro afirmábamos que solamente poniendo entre paréntesis el fenómeno
conocido como «hablar en lenguas» podríamos entender la naturaleza
* J -í S'' del pentecostalismo desde una perspectiva teológica y colocarlo en su
(¡t-eún
T-
tu di -tb«, oh, Je
Y pueda hoy en ca - da
- sús. -- -
Man da el Coc-ao H dar.
oi*l Su tem-plo e*-t* ble «r. contexto edesial y teológico. Entonces nuestro análisis nos llevó a la iden¬

-- - --
Ven, vi vi
|
fl - ca-mn a
J t
_
Et san -to fue-go bn- rt*. ha
- -
jar Y no» a v» -r4*.
qui, Con fue-go ce Ie*-tl*J.
fT »
tificación de cuatro temas cristológicos que definían la gestalt del pensa¬
miento y ethos pentecoslal es: Cristo corno Salvador, como Barnizador
en el Espíritu Santo, como Sanador, y como el Rey que viene. Esta des¬
cripción se confirmó por medio de la explicación lógica que subyace al
f uso de estos temas en la retórica pcntccostal.
Oon Este cuádruple análisis ahora se ha confirmado en la medida en que
£ nos ha permitido una descripción de los procesos históricos y teológicos
en los que surgieron estos Lemas y se unieron hasta formar la tradición
Sí. man-da o-tí* lluvia, lOh buen s*l - v* doc I Y con
tu gran penlecostal. El primer tema ubica cl pentecostalismo dentro de la tradi¬
-«-J—m— r~J J £ ción de los avivamicntos que apuntaban a la conversión del individuo. El
mSs i
T
segundo tema es d que proporciona la clave, y los capítulos 2, 3 y 4 fue¬
ron dedicados a trazar la evolución de la doctrina wesleyana de la santi¬
ficación total hasta convertirse en la doctrina penlecostal del bautismo
4- -L
J 4 del Espíritu. Hada fines del sigla XIX, el movimiento de los avivamien-
e~~r a ar tos populares norteamericanos, el movimiento específicamente vincula¬
do con la santidad y la atmósfera más amplia de espiritualidad que ponía
fue -go, t-Tt-n- no*, Se - ñor, ¡Obd da - no* la llovía, del
el acento en «una vida cristiana profunda», estaban impregnados de la
+ÿ
t i rJ.J retórica pent ccost al y diversas variantes de la doctrina del bautismo pen-
tccoslal del Espíritu Santo.
1 T Con este bosquejo ya aclarado, el resto de la historia termina de con¬
A i
formarse. Se hace evidente en e! capítulo 5 que el surgimiento de la sa¬
nidad por fe, si bien tenía raíces más amplías, puede verseen gran medida
como la radicalizadón de la doctrina de la santidad instantánea, en la
Con-ao - la - dor. - Tí - va
A -
tu i-gle-sia, con po-dtr, ce le.-tial. cual las consecuendas del pecadofi.e., la enfermedad) tanto como el pe¬
A O.
IrJ cado mismo son superados por la expiadón y derrotados en esta vida.
vr v- Del mismo modo vimos en et capítulo ó cómo la lógica interna y las trans-
© cop-v rif lit 1940. Renewal. Rodchcjvcr Hitt-Mad owner.

123
RAICES TEOLOGICAS PEL PENTECOSTAUSMO EL SURGI MIENTO PEL PENTECOSTAlJSMO

formaciones del tema de la santidad durante el siglo XIX se fueron vol¬ de nuest ro Señor», el altar estaba aba notadode personas que buscanban U salva¬
cando hacia la cuestión del premilenarismo de modo que aproximada¬ ción-1
mente en 1900 este tema se unió con los otros para producir el «evangelio Martin Wells Knapp estimulaba a «aquellos que desean desparramar
cuádruple» o «completo», que se encuentra en el corazón del pentecos- las buenas nuevas de un evangelio pleno a que lo hagan mediante la cir¬
talismo. culación de este folleto» que contenía «los chispazos eléctricos» de la
Una vez que se pudo identificar esto, es asombroso advertir hasta qué «batería pentecostal».2 Dos años más tarde, en las mismas reuniones,
punto estos temas parecerían penetrar en el evangclicalismo popular y abundaban las expresiones como «Yo sé en quién he creído. El Señor es
el fundamentalismo de fines del siglo XIX En efecto, se podría argumen¬ mi Salvador, Santificador y Sanador, es el Rey que viene».1
tar que toda la red de instituciones y movimientos vinculados con «la vi¬ En efecto, cuando el pentccostalismo surgió algunos años después, los
da cristiana superior» constituía hacia comienzos de este siglo una suerte líderes del Movimiento de la Santidad reconocieron que era solamente
de combustible prepentcco&tal que esperaba la chispa que faltaba para el donde lenguas lo que lo separaba de sus propias enseñanzas. Por ejem¬
encenderse. Se podría ilustrar este hecho ampliamente. Unos pocos plo, el reverendo B. W. Kuckabee, editor del PentecostalAdvocate (una
ejemplos bastarán. revista próxima a los orígenes de la actual Iglesia del Nazareno), comentó
Hada fines del siglo pasado, el Movimientode la Santidad propiamen¬ después de haber conocido a algunas personas «que hablaban en len¬
te dicho estaba interesado no sólo en la reforma pentecostal de la doc¬ guas» una carta de un amigo donde 1c señalaba que
trina wesleyana sino también, y más específicamente a pesar de los —
esfuerzos del liderazgo a nivel nacional por oponerse a desviaciones del predican el evangelio completo, y ponen énfasis en el ministerio de la santidad y
enfoque central - en los temas del evangelio «cuádruple». Hallamos una también en la universalidad de la invitación del evangelio. Enseñan con gran con¬
viva ilustración en los informes de las reuniones que tuvieron lugar en tu Santo, como una preparación pare ese momento de éxtasis. Enseñan la sanidad
-
vicción el regreso inm¡nenie de nuestro Señor y la necesidad de se r [leños del Espíri

Cincinnati durante un campamento en Salvation Park Camp, uno de va¬ divina; en realidad es ct evangelio completó, tal coma lo conocemos, coa el agrega¬
rios encuentros de este tipo. En esta serie de volúmenes que aparederon do del don de lenguas.4
bajo el título de Electric Shocks from Pentecostal Batteries (Choques
Al final del capítulo 4 notábamos que hacia 1890, A. B. Simpson, la fi¬
eléctricos de las baterías pentecoslales) aparecen los cuatro temas que
gura principal detrás de la Alianza Cristiana y Misionera, que estaba a
hemos desarrollado en nuestro estudio como parte del príndpio organi¬
zador de los informes. En el prefacio a la edidón de 1900, Martin Wells
mitad del camino entre las corrientes estrictamente «de la santidad» y
los promotores más amplios de un avivamiento premilcniario de fines de
Knapp dtaba las palabras de Seth Cook Rccs:
siglo, había enunciado su enseñanza en un evangelio de «cuatro puntos»
Hemos nudo en el ministerio del evangelio de Cristo durante veintisiete aftas, y expresado en el lema «Cristo nuestro Salvador, Cristo nuestro Santifica
este campamento ha sido lo mis próximo a un «regreso a Pentecostés* de lo que dor, Cristo nuestroSanador, y Cristo nuestro Rey que viene». Esto es una
jamé* hemos presenciada; no parque hayan encontrada k salvación o ¡a santifica¬
ción alrededor de quinientas ptison» en estas diez días, ya que en algunas opor¬
formulación obviamente muy próxima a la pentecostal, que sólo requie¬
tunidades hemos visto mayor número de personas en igual lapso. Pero nunca antes re cambiar el segundo punto por «Cristo el Barnizador con el Espíritu
hemos visto una obra tan profunda y satisfactoria como la que se llevó a cabo aquí Santo». A mediados de la última década del siglo XIX, Simpson se incli¬
Las conversiones y santificaciones fueron mis claras, definidas y evidentes. No me¬ naba, especialmente en sus estudios bíblicos, hada un lenguaje más
nos de cien personas fueron ungidas para obtener sanidad, según el capítulo 5 de explícitamente pentecostal. No nos sorprende por lo tanto que cuando
Santiago; y una gran proporción recibió el testimonio instantáneo y definido en su
cuerpo de que habían sido sanados Tal ver en igual proporción que aquellos que surgió el pcntecostalismo algunos observadores creyeran que se trataba
buscaban y recibieron el testimonio de su sanidad, fueron loe que buscaban y reci¬ de una división interna en la Alianza Cristiana y Misionera.
bieron salvación . En este campamento, el Espíritu Santo ha dejado nuevamente sin
efecto la vanidad de aquellos que afirman que permitir un lugar a la sanidad den¬
Pero estos mismos cuatro temas también pueden encontrarse aun¬
que un tanto suavizados- en el evangelicalismo popular de comienzos

tro del Moví mien to la Santidad, va en detrimento de la «santidad». Conocemos bas¬
tante ct trabajo que se hace en los campamentos, y nunca he mes asistido a un de siglo, más vinculado con las iglesias reformadas. Ya nos hemos refe¬
campamento en donde se advirtiere a la gente que éstas eran «desviaciones» que rido a varios de los libros de Adoniram iudson Gordon, una figura líder
tuvieran el poder que aquí se manifestó. Después de predicar acerca del «Retomo

124 125
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAU5MO EL SURGIMIENTO DEL PEKTHCOSTAIiSMO

detrás del evangelicalismo de Nueva Inglaterra. Para ver su grado de tos estremecimientos podía realmente saber lo que era el Espíritu San¬
compromiso con los temas dd evangelio de los cuatro puntos sólo tene¬ to*.7
mos que observar sus libros más importantes; The Ministry of Healing or, Cualquiera sea Ja razón, hada fines de siglo los líderes más modera¬
Miracles of Cure in AH Ages (El ministerio de la sanidad o milagros de dos del Movimiento de Ja Santidad estaban ya advirtiendo en contra de
curación en todaslas edades), (1882); The Twofold Ufe; or, Christ's Work preocuparse excesivamente por buscar señales físicas y emotionales. Así,
for Us and Christ’s Work in Us (La vida en dos niveles o la obra de Cris¬ en 1891, el metodista Asbury Lowrey, al escribir en las páginas de la re¬
to por nosotros y la obra de Cristo en nosotros), (1883); Eeee Venit (He vista Divine Life, contraponía la clásica doctrina wesleyana de la seguri¬
aquí que 61 viene), (1889); y 77ie Ministry of the Spirit (El ministerio del dad contra la actitud de «esperar cualquier signo exterior», en un ensayo
Espíritu), (1894). También hemos notado que un patrón similar puede titulado «Evidencias de la plena salvación*.1 La cuestión estaba eviden¬
distinguirse en Los escritos de R. A. Toney, presidente del Moody Bible temente flotando en el ambiente, y no deberíamos sorprendemos de que
Institute a fines del siglo pasado y comienzos de éste, y que hoy se recuer¬ al finalizar el siglo ya se la prese niara explícitamente. Una vez que la cues¬
da en parte por sus apasionadas polémicas en contra del pentecostalis- tión salió a la luz, el relato de Pentecostés en Hechos, especialmente des¬
mo. El evangelicalismo popular de aquella época estaba realmente aun de la lectura de ciertos textos paulinos en 1 Corintios 12-14, proporcionó
milímetro del pcntecostalismo. una respuesta a medida: la «evidencia de hablar en lenguas desconoci¬
Esa pequeñísima diferencia era la experiencia de hablar en Lenguas das».
como evidencia de haber recibido el bautismo del Espíritu Santo. Este El fenómeno de hablar en lenguas DQ era desconocido en esa época.
fenómeno no era un aspecto natural de las corrientes que hemos anali¬ Numerosas investigaciones de los antecedentes de la práctica pentecos-
zado en este estudio, y es, en efecto, un significativo novum que coloca tal contemporánea han compilado listas de informes de manifestaciones
al pcntecostalismo a cierta distancia de otros movimientos «de vida su¬ ocurridas cada vez con mayor frecuencia, desde 1870.* Algo que puede
perior». Sin embargo, la cuestión de esta «evidencia* ao era enteramen¬ ilustrar estos brotes, aunque no ha sido incluido en estas listas, es el epi¬
te nueva ni enteramente extraña a estos círculos. sodio que tuvo lugar en 1881, durante un campamento para la santidad
Desde la época del puritanismo y del metodismo, la cuestión de la se¬ en el centro de los Estados Unidos.
guridad de la salvación había estado en primer plano. La preocupación Ua <Já, en medio de un gran sermón, una mujer de Cirro! County, profesante de
propia de Wesley acerca de la presencia de frutos morales del Espíritu la sa ni ¡dad, cayó al sucio en medio del pasillo, Ello en sí DO dio que pensar, ya que
como un testimonio de confirmación representaba una influencia mode¬ caerse de vez en Cuando es algo que uno puede esperar que suceda. Pero lo que na¬
radora en sus enseñanzas, pero su disposición a hablar de un «testimo¬ die esperaba que sucediera, sucedió en este casa Varias hermanas tuvieron que
ocuparse para que no ofreciera un cspcctícujo poco edifícame. Inmediatamente
nio directo del Espíritu Santo» fue un punto importante para que se lo comentó a anicular una serie de palabras que rimaban, y a cantarlas con una ex-
acusara de «entusiasta».5 Esta preocupación apareció de diversas mane¬ iraAa melodía. Siguió haciéndolo basta que el servicio se arruinó y todo el campa¬
ras durante el siglo XIX y a menudo terminó radicalizándose junto con mento se transformó en un alboroto. Aunque parejea e* itabo, el publicóse dividió.
los otros desarrollos que hemos venido observando. Algunas decían que era una repetición de lo que sucedió en Fcnittoafs, cuando
hablaron en lenguas desconocidas. Pero iodos las predicadores que esiabirt pré¬
En Phoebe Palmer y los comienzos del Movimiento de la Santidad, es¬ senles, sin excepción, opinaron que era cosa del diablo. En el campa memo las opi¬
tos temas estaban atemperados, aunque sí había controversias acerca del niones estaban bul divididas que tuvieron que manejar las cosas con extremo
papel del «testimonio» como evidencia de haber recibido «la bendi¬ cuidada®
ción*‘ Hacia fines del siglo XIX, sin embargo, las cuestiones acerca de
«la evidencia» comenzaron a ocupar un primer plano. Aunque induda¬ Este incidente ilustra el hecho de hablar en lenguas y también anticipa
blemente se trata de un caso extremo, Hannah Whitall Smith dejó un in¬ la diversidad de interpretaciones que provocaría la práctica unas déca¬
forme acerca de un tal doctor R, en escritos que fueron publicados das después.
después de su muerte, que afirmaba que «el bautismo del Espíritu San¬ Vale la pena advertir que estos incidentes ocurrían en muchas partes,
to era una cosa física, que provocaba deliciosos estremecimientos desde aparentemente sin vinculación entre sí. Parecen haber surgido espontá¬
la cabeza hasta los pies, y que nadie que no hubiera experimentado es- neamente en muchos contextos. En Suecia, por ejemplo, Lewi Pethnis,

¡26 127
RAJ CBS TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO

que luego fue el líder más impórtame del pentecostalismo en ese país,
informó acerca de una experiencia similar en 1901 Aunque era bautis¬
ta, en su juventud, Pethms había oído acerca de la doctrina del bautismo
del Espíritu Santo por boca de unos oficiales del Ejército de Salvación. Notas
Esto le suscitó la pregunta de si esa experiencia era también para el día
de hoy. Tiempo después, en 1902, regresaba a bordo de un ferry de una por un lado, y por el OUii, li se busca
reunión de oración en casa de unos propulsores noruegos de la -expe¬ U primera declaración com pida de la
teología pentccostal, O Su primer im¬
riencia de la santidad», en donde se había hablado acerca de la vida cris¬ Capftulo I pacto a nivel ra undiat. El interés teoló¬
tiana profunda y de la sanidad divina. Mientras caminaba por la cubierta gico de la presente obra nos obliga a
del barco y oraba, tuvo una experiencia en la que «por influencia de un 1 Cirl Brumbcek, What Meanelh This?: acentuar el enfoque tn el primer he¬
gran poder que llenó la totalidad de su ser, comenzó a balbucear pala¬ A Pentecostal Answer to a Pentecostal cho. Para esta cuestión, ver Leonard
Question, Gospel Publishing House, l-ovctt, «Black Origins of the Pente¬
bras que no entendía»." No fue sino cinco años más tarde, cuando le lle¬ Springfield, Mo., 1946. costal Movement», en tynan, Aspects
garon noticias de los avivamíentos de la calle Azusa en Norteamérica, 2 Ver la bibliografía cn Horaces. Ward. of Pentecostal- Charismatic Origins,
que Pethrus recibió los conceptos que le permitieron interpretar su ex¬ Jr., «The Anti-Pe ntecosti I Argu¬ pp- 123-141.
ment», en Vinson Syr an, ed„ Aspects
periencia como el Haber «hablado en lenguas», es decir, signo visible de 7 Véase esta tendencia en el cap.
haber recibido el bautismo del Espíritu Santo. of Pens ecostal- Charismatic Origins, tecedents of Modern Pentecosta-
Lngos Internationa], Plainfield, N. J,, lism», en John T. Nicho!,
Así podemos entender mejor el contexto en el que, como decíamos eu 1975, pp. 99-122. Puede advertirse la Pentecostalism, I960, reimpreso por
el capítulo 1. un evangelista independiente del Movimiento de la Santi¬ equivalencia entre pentecostalismo y Logos International, Plainfield, N. J,
dad, llamado Charles Fox Parham, describió un incidente en el Instituto glosóla lia, por ejemplo, en una de tas 1971, bajo el título 77>c Penteooslals,
primeras criticas, hecha por el lutera¬ pp, 18-24, un tratamiento usual típico
Bíblico Bethel, de Topeka, Kansas, de esta manera: no H. J. Stolee; aunque publicada ori¬ de la historia del movimiento. Esfuer¬
ginalmente como PenitcOslalism, zos más recientes tratan los desarro¬
En diciembre de 1900 teníamos tos exámenes sobre los lemas de] arrepentimiento,
Augsburg, Minneapolis, 1936, se htzn llos de fines del siglo pasado en más
la conversión, la consagración, la santificación, la sanidad, y la pronta venida del una reimpresión en una edición no
Seflor. Habíamos llegados un punto difícil de nuestros estudios. ¿Qué pasaba con detalle. Ver especialmente Frederick
modificada en 1963. bajo el título Dale Bruner, A Theology of the Holy
el segundo capítulo de Hechos"? ... Pusca k* alumnos a estudiar diligentemente so¬
Speaking in Tongues. Spirit, Wm, B. Eerdmans, Grand Ra-
bre iodo lo que constituyera una evidencia blWki del bautismo del Espíritu San¬
3 Kilian McDonnell, Charismatic Rene¬ ptdsr1970,pp. 3J-SÍ y el apéndice rela¬
to. ü
wal and the Churches, Seabury. Nut- cionada; Vinson Syrian). The Holiness
va York. 1976, la mejor guia en Pentecostal Movemet in ye Untied
Fue esta tarca, al menos de acuerdo a los informes posteriores, la que existencia actualmente para la cre¬ States, Wm. B. Eerdmans, Grand Ra¬
algunos días después llevó a Agnes N. Ozman a «recibir d Espíritu San¬ ciente Li ten tura social cient ¡Tka sobre pids, 1971; y cl ensayo de 1975 citado
to», y supuestamente a hablar en el idioma chino. Este acontecimiento el tema de la gl-osola lia. más arriba de George 11. Williams y
4 JohnT. Bunn,«Glos5olalia in Histori¬
suele tomarse como el comienzo del pentecostalismo. cal Perspective», en Watson E Mills,
Edtlh Waldvogel, «A 1 Itslory of Spea¬
king in longues and Related Gifts».
Este libro deja muchas preguntas sin contestar. Sería tentador perse¬ ed„ Speaking in Tongues: Lei's Talk que ya contiene anticipos de la diser¬
guir el desenlace de muchos lemas identificados en este volumen; por About It, Word Books, Waco. Tex . tación doctoral de Waldvogel. «The
ejemplo, el surgimiento de la doctrina de una santificación como «obra 1973, p, 46, Overcoming Life"; A Study in the Re¬
acabada», que dividió al pentecostalismo en grupos a favor o en contra 5 George II. Williams y Edith Waldvo¬ formed Evangelical Origins of Pcnte-
gel, «A History otf Speaking in Ton¬ costalism», tesis para el Ph. D. dc la
de ella. Pero este y otros temas vinculados son parte de la historia y no gues and Related Gifts», en Michael Harvard Divinity School, 1977. tin la
de la prehistoria del pcnLeoostalísmo, Pertenecen a un estudio de la His¬ Hamilton, Cd„ The Charismatic Mo- Literatura que subraya al Movimiento
toria teológica del movimiento, y no a la búsqueda de sus raítTf teológi¬ Eeidmans.GrandRa. de Irving como anteceden re están. An¬
cas. puls. 1975, especialmente pp. ÍI-S9. drew Lamíale Drummond. Edward
6 Elsie lema commucriido depende de Irving und Hís Orele, Including Some
íi « quieren subrayar los orígenes Considerations of the ' Tongues Mme-
blanco* o negros del pentecostalismo, men! ' in the Light of Modem Psycho-

128 129
RAíCES TEOLóGICAS DEL PENTECOSTAUSMO NOTAS

Buenos Aires, 1976, Faith Movement, Tri-5tate Printing. 21 Raymond L. Gear ha reunido IDS escri¬
logy, James Clarke, Londres. 1937;
12 El enunciado completo esté en Nicho!, Joplin, Mo,, 1930; nueva edición, Hun¬ tos dc Airnce Semple McPherson cn
Larry Christenson, «Pentecostalism’s
Pcnlecostalism, pp, 4-5. Níchol usa ca¬ ter Priming, Joplin, Mo, 1969, pp. 51- torno a este patrón bajo el nombre de
Forgotten Forerunner», en Synan,
le hecho para clasificar al pentecos- 52. Ver ese mismo patrón en una de The Four-Square Cospel. Foursquare
Aspects of Pentecostal— Charismatic
talismo como un subgrupo del sus propias predicaciones, el sermón Publications, Los Angeles, 1969, p. 9.
Origins, pp. 15-35, un resumen de A
fundamentalismo norteamericano, o titulado «Earnestly Contend for the Ver la forma similar de expresar La
Message to the Charismatic Move¬
evangelical ismo. Paith Once Delivered to the Saints», doctrina pernéeosla! en Gran Bre¬
ment, Dimension, East Weymouth,
Mass., 1972; y Charles Gordon 13 David W. Faupel, The American Pen¬ en Robert L. Parham, compilador, Se- taña, en el trabajo de George Jeffreys,
tecostal Movement: A Bibliographical l rcted Sermom of the Late Charlee f, fundador de la Elim Foursquare Gos¬
Strachan, The Pentecostal rheology
Essay, en las publicaciones bibliogrᬠParham, Sarah E. Parham, Co-Foun- pel Alliance, cuyas enseñanzas apare¬
of Edward Irving, Darton. Longman den of the Original Apostolic Faith
and Todd, Londres, 1973. ficas ocasionales de la Biblioteca B. L cen en The Miraculous Foursquare
Fisher, número 2, Biblioteca B. L Movement, 1941, pp. 9-22. Gospel— Doctrinal, voi. 1, Elim Pu¬
8 Hay una investigación de la literatura
existente en la obra dc McDonnell, Fisher, Seminario Teológico Asbury, 17 Así sc informa en cl ensayo de Par¬ blishing House, Londres, 1929, espe¬
Wilmorc, Ky, 1972, siguiendo la línea ham, «The Latter Rain», y mis exten¬ cialmente el capítulo 1, pp 1-11, De
Charismatic Renewal and the
'ÿ

Churches, un esfuerzo par refutar las del trabajo anterior de Everett L. samente en Agnes N. Orman modo similar, D. Wesley Myland, en
teorías del factor «carencial» en el sur¬ Moore, «Handbook of Pentecostal laBerge, What Cod Hath Wrought, The Latter Rain Covenant and Pente -
Denominations in the United Stales», Herald Publishing, Chicago, sin fecha. costal Power with Testimonies of
gimiento del pentecostalismo.
tesis de maestría, Pasadena College, 18 Se rita esta afirmación en Religious Heatings and Baptism, Evangel Pu¬
9 Lata tendencia se pone en evidencia,
1954, y Klaude Kendrick. The Promi¬ Bodies: J9J6,uo4. 2, parte I, U. S. Go- blishing House, Chicago, 1910; reim¬
por ejemplo, en la mejor interpreta¬
ción teológica del penlecostalisrao es¬ se Fulfilled.- A Hiltsry of the Modern verment Printing Office, Washington, preso con otra numeración por A N.
Pentecostal Movement, Gospel 1941, p. 696. Ver la declaración de fe, Trotter, de Billings, Missouri, Temple
crita hasta el momento, Theology of
the Holy Spirit, de Bruner. Esta tesis Publishing House, Springfield, Mo., mis extensa pero similar, y sin una Press, Springfield, Mo„ 1973, informa
1961. cláusula acerca de La segunda venida. que se lo enfrentó en la reunión de un
dc la Universidad de HamburgO con¬
siste casi enteramente en una extendi¬ 14 Fate análisis fue proporcionado por en el primer número de Apostolic campamento con el saludo: «¿Qué
David Reed, «Aspects of the Origins Faith, setiembre de 1906, órgano de la está haciendo? ¿Todavía predicando
da exégesis de los textos pertinentes
de Hechos y las Epístolas a las Corin of Oneness Pentecostal ism», en Misión de la caite Azusa y su líde r ne- el evangelio de tas cuatro panes?», p_
(ios. Ver también James D. G. Dunn. Syrian, Aspects of Pentecostal-Cha¬ gio, W. J. Seymour. Se han publicado 119.
Baptism in the Holy Spirit, SCM rismatic Origins, un anticipo de la te¬ los primeros números de Apostolic 22 Se puede hallar este patrón fuera del
sis doctoral: «Origins and Faith en Fred T. Corum. Like As of Fi¬ pentecostalismo tradicional, en los
Press, Londres, 1970; igualmente
Allenson, Naperville, 111-, 1970, y Wes¬ Development of the Theology of One¬ re, Wilmington, Mass.. 1981, y se pue¬ moví mientes ra Asmáticos o «neopen-
tminster, Filadelfia. 1977. ness Pentecostal ism in the United de ver el temo de la declaración en un teco&tales» y quizás en manifestacio¬
10 Estos factores se mencionan en las ha¬ States», tesis pare cl Ph. D. de la Uni¬ apéndice de Hollcnweger, El Pente- nes del tercer mundo como las de
versidad de Boston, 1978. Además de costalismo, pp. 4S3s.
bituales invest ¡{¡aciones sobre el pen¬ ciertas iglesias africanas inde¬
tecostalismo, tal vez más claramente las investigaciones tradicionales, dos 19 A Historical Account of the Apostolic pendientes- La creencia en la sanidad
en Synan, The Holiness-Pentecostal informes desde dentro del movimien¬ FuitA. Trinitarian- Fundamental divina está muy extendida y bien
to pueden ser de ayuda: Fred J. Fos¬ Evangelistic Organization, Apostolic podría ser más característica de CMOS
Movement in the United Stales.
11 La colección más completa de este ter, Thing It Hot Strange. Pentecostal Faith Mission Headquarters, Port¬ movimientos que la glosolalia- El es-
Publishing House, St. l-ouis, 1965. y land, Oregon, 1965, pp. 20-21, donde tudio sociológico dc Joseph H- Fichter
material está en W. J. llotknwcger.
Handbuch der Pfingstbewegung. edi¬ Frank J. Ewart, Phenomenon of Pen¬ se delinean sus «fundamentos doctri¬ sobre el Movimiento Carismático
ción privada, Ginebra, 1965-1967. tecost, Herald Publishing House, nales». Las «doctrinas de Cristo,como católico no sólo indica la importancia
Esta teas de diez volúmenes ha sido Houston, 1947; edición revisada, él Las predicó» aparecen con una lista de la creencia en la cu ración divina, si¬
depositada por el autor en las princi- World Aflame Press, Hazelwood. de versículos como textos de prueba. no que encuentra, entre otros factores
palcs bibliotecas dclmundo.yestá dis¬ Mo., 1975. bajo los títulos de Salvación, Justifica¬ «heterodoxos» de los grupas de ora¬
15 H. S. Malthy, TV Reasonableness of ción, el Bautismo del Espíritu Santo, ción y renovación, que una mayoría de
ponible cn micrafilmc dc la American
Theological Library Association. Se Hell, Santa Cruz, Calif., 1913, pp. 82- Sanidad divina, y la Segunda Venida, km partid pames concucrdan cn que
han publicado extractos en diversos 83. pp. 31-22. «aceptar a Jesús como mi Salvador
idiomas: inglés, francés, alemán y es¬ 16 Charles F. Parham, «The Latter 20 Stanley Horton. Into.Ill Truth:.4 Sur¬ personal significa que ya soy salvo», y
Rain», publicado por segunda vez cn rey Of the Course and Content of Di¬ que «la segu nda venida de Cristo es in¬
pañol, con contenidos diversos. La
vine Revelation, Gospel Publishing
edición española apareció bajo el títu¬ Sarah E- Parham, The Ufe of Charles minente», Ver su Catholic Cull of the
lo El Pentecostalismo. la Aurora, F. Parham , Founder of the Apostolic House, Springfield, Mo.r 1955, p. 13. Paraclete, Sheed and Ward, Nueva

130 131
NOTAS
RAÍCES TEOLOGICAS DEL HÜSmiCt)5TAlJSMO

Jos tsfueizra de la apologín vía Crítica vilal ¡ración radical del Movimiento de
York, 1975, cap. 3, Hpectalme nte p. IB7G, Yale University Press, New Ha¬
pentícoslal par j ustifiair el interno. la Lluvia Tardía en la dócada de 1940,
44. La doctrina del bautismo del ven. 1972, p. » 37 vtf íThí Wonderful Hiítoiy of lile
29 Quizás el paradigma máximo de este peto retuvo algunos lemas mis am¬
Espíritu Santo tambiín ha sido lleva¬ Ulltl Rain», por la Srta. I JJian This-
patrón común es Martin Wells Knapp, plitude escatokigia Estos detá m.4 los.
da a las iglesias tradicionales, pero a Hethwaire, uíM de los primeros infOT-
(J»f qfÍKí'pl into CmSMU'iif, Leseara podrían indicar que el factor esca-
esta altura, especialmente end ealoli- mesde los estucos que sucedieron en
in Spiritual Giugrapliy, McDonald tcldgico no es tan integral a la lógica
cismo, ha habido un esfuerzo por cri¬ la Escuela Bíblica Reí he I de diaries P.
ticar esta doctrina enegóticimcnie y and Gill, Boston, 1B69; y una sene di Pentecostal como los oíros. NiJ*
edicionesy reimpresiones posteriores.
Pwfeam, en el cap, 3 de The Life of Bloc h-Hoe 11 , por eje mplo, dice que el
sustituir ti pies iones como «libe ra¬ Charier Parham, pp. 57-ófl. idííer
30 Menziea piopotw. Cita definición, en Lema es im portante pero no crucial, en
ción del Espíritu* por ot ras. Sabir: es¬ Saín i'ranfei era una mista puOl ¡ca¬
Anointed m Serve, Gospel Publishing The Pentecostal Movement, UnÉverSÉ-
te punto, ver, por ejemplo, Simoo da desde 1908: T- 0. Barrad. ín the
Túgwell, O.P., DM You Recen* Ihf House, Springfield, Me, 1971, ps 9, la tetsforiaget, Oslo, 1964, pp, 154-156,
Days of the letter rtttin, Srmpkin. Eí más probable que la orientación
SpiñiT, Paulist Fres*, Nueva York, historia más reciente d* la deftom ¡na¬
ción penieCMtól blanca más numero¬ Marshall. Hamilton. Kent, Undies, apocalíptica haya sido el primer ele¬
1972; igualmente, Darton, Longman 1909.
sa. Esta definición tamblín es mento en sucumbir a la presión de la
and Todd, Londres, 1972,
33 D. Wcdcy Mybnd, The Loiter Rain institucional ¡¿ación en esos movi¬
23 AR Simpson, The Four-Fold Gos¬ adoptada por Fmpel, The American
Covenant and Pentecostal Power. mientos. rtobcrt Mapcs AnJcrüOn
pel, Gospel Alliance Publishing, Nue¬ PerUteostal Movement, p. 9,
11 A Voice Crying in the Wilderness,
39 Ver, por ejemplo, Aimer Sempíe ífrma que la cKaKdopa es, en efec-
va York, 1925, Un prefacio remonta d
McPherson, Luí and Restored, Fours¬ 10. el elemento central en el mensaje
tema uno* cuarenta aftas atrás. Otras cuana ed-. Joplin Printing, para Ro¬
quare Bookshop, I J* Angeles, una pcmccostal. en HBOFI of tlír Oiiirtte-
/[guras de fine* del siglo XIX que re¬ bert Parham, Joplin, Mil., 1944, pp-44-
elaborada interpretación deli hi Hora rited: The MvL'ng of American Pinte -
velan fascinación por variaciones de 45- Este libro se publicó por prime ra
dt la iglesia yel proceso por el Cual Uta conmista. Oxford University Press.
Uito de citas cuatro temas, incluirían veten 1902.
fe apostólica* « «pendida y eacon tra - Nueva York. 1979, «p.5. Y David W.
a ft, A-Tbrrey, Andre* M u rray y A. J . 32 Andrew Murray, Divine Healing,
da» en términos de la* imágenes
Gordon, aunque siempre sin la gl-OSO- Christian Alliance Publishing, Nueva Faupclestá i I-Atando de demostraren
profdtica* tomadas Jt i libro de Joel, su tesis actúa Interne en preparación.
¡alia. York. 1900, p, 26
33 d»(irtjírff¡[ Mirodri, Charles Scrib¬ especialmente ios pasaje* previos y en la Universidad de Birmingham, [li¬
7A Eí titulo del capitulo 7, por t1 propio posteriores de| eitadotn Hecho* 2-
ner'* Sons, Nueva York, 19 1 R reim¬ gia terra, que el lema de la lluvia [anlía
Parham, en The Lift of Charles F.
preso por Banner OÍ Truth, Londres, 40 MyLsnd. 7he Latter Rain Covenant, p. es la clave para comprender el peme-
Parham.
mpp- 5-6. Este libro también ha 101. costalismo. LoqueyoinlentQ probar
25 Eí PeiUetvrwUsmo, pp. 324-325. 41 Arrúmenlo basado en la artilla de
j parecido bajo cl iflilw Miracles: aquíesque la escálolügía es uno de los
26 lee critico* del peqlccostaliSmO, es¬ lluvia* agregada a la edición original,
Yesterday tsnd Today, Tree and fal¬ elementos í recia les, pero no el tema
pecialmente desde las tradiciones donde te indica que «cuarenta y tres
se, Wm. R- Eerdmans, Grand Rapids, centmi dej pentecostaluimo.
clásicas del pmlestani ismO. han ¡den- por ciento más de lluvia cayó entoe los
lificadn esta en ocasiones romp la fa¬ 1953.
34 Esta formulación suele ser explícita. aóo< IfiWj 1900 que La que cayó enrre
lencia mis grave de La exíges-is y La lo* afta* IBófly UTO», p. 95.
hermenéutica pcnltHHblcs que co¬ Ver. por eje mpkj, Maltby, The Reaso¬
mienza con textos narrativos más bien nableness of Hell. p. 84: Sfi(fíf¿ Ser¬
42 Woodworlh-Etter, Signs atW Won- Capitulo II
mons of the Late Charles f. Parham. ders, pp. 189-I9Q.
que didácticos, en I** Escrituras. Ver, 43 Ibid., p.535.
!ui rah E. ftrWcp, IR B. F- I a™n- 1 Ver James D. O, Dunn. «iSpinl-Hap-
por ejemplo, John R- W. Stott, Sed -H A pcsardeesL* demostración de la ne¬
(t. The.Apostolic Fdirh Restored. Gos¬ tism and FtníCCOílíliSmi-, en el SroJ-
Hems del Espíritu Santa, Uaribe, Mm-
cesidad de la escatologia y de la doc¬ íiih Journal of Theology 23,
mi y Sun Jos¿, 1977, pp. 13sa. pel Publishing I louse, St. Louis, 191b,
trina de la lluvia tardía a la lógica nómembre de 1970, pp, 397-4UT. !OE
27 Uno de lo* pOtt» esfuerzo* por enfo¬ pp. 13-14: Mrs, M B. Woodvrortli-El-
ler, Signs and Wonders. Publicación
inherente dei pe ntecostilrsmo, que¬ textos represe relativos de esta tradi¬
car Las animaciones pen recosíales en dan alguno* interrogantes al reipeCtu.
láminos de esta cuestión el el de Gíh pmmda, ludiAnupolis. 1516, pp. 192- ción aparecen en Bmne r, A Theology
193. Nb hay, como Semencina* máílmbí, of the Holy Spirit, en una * nota exien
don D. Fee, «Hermeneutic* and His¬ ningún * nieulosoíi ro cscatoirgíaen la
35 Lawrence, TTieÿpoifíiírr Fiu'lh Reiio- dida*, pp. 134-183,
torical Freer ilrnl -A Major Problem
red.pp.lM2. primera dec la ración de ijuitdic 2 L. S. Thormcm, Confirmation: its
in Pentecostal Hermeneutic*», en faith de |9CKk (ver nóla 18, arriba). I J
Russell P. Sputter, ed-. Pe r rperlpiTj on 36 /bid., p. 12. 1-awrertCt tta aparente- Place in the ñjptistnal Mystery, Da¬
mcnle uno de los primer» que K
doctrina de la lluvia [ardía, electiva¬ ne Press. A- and G Black. Londres,
the New Penteeostaliim, Biker,
mente, comentó a perder vigencia en 1954
Grand Rapid*, 1976, pp LlS-132,
2S Claude Wetch. Frofeiírmí Thought in
the Nineteenth Century, yol, I. 1799-
mostró dispuesto * desarrollar esa
linea, lo Cual concentró rápidamente
e I meroen ic n I O pe nteCostal jurarespa-
rece r más íaróe. sin Embargo, en la re- -
3 Dunn. Spirit -Baptism and Pc mecos -
talism». p. 39S, Bruner Sugiere que ti

132 133
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAI JSMO SOTAS

puritanismo serva un íica fértil para 1968, p. 185. Founder. Epwonh, Londres, 1926, y da* Ryan de 1977, en Asbury Theolo-
futuros estudios sobre los antecedcn- 11 Esiees especialmente cierto, «move¬ Umphrey Lee, John Wesley and Mo¬ gical Scminaiy, «John Wcsley and ihe
remos mis adelante, acerca del pietis dern Religion, Coltesbuíy, Nashville, Radical Protestant Traditions».
les del pentecosialismo en A Theology
mo. 1936. 29 «An Earnest Appeal lo Men of Re¬
of the Holy Spirit, p 37, n- 5- 24 Ver la ahora famosa nota extendida
4 Garth Wilson, «The Puritan Doctrine 12 El capitulo titulado «Evangelicalism» ason and Religion», 17+1, sec. 77, aho¬
of the Holy Spirit: A Critical Chapter en John T. McNeill, Modem Christian número 26 de las páginas 9-10 de la in- ra en una edición critica en la nueva
in the History of Doctrine», tesis doc¬ Movements, ed. revisada. Harper Tor- traducción al libro de Albert G Oui- versión de Oxford de las obras com¬
ciiboob, Nueva York, 1968, p 91, ler, ed,, John Wesley, Oxford pletas de Wesley, Worts, vol. II, Ge¬
toral. Toronto School of Theology,
1978. 13 Ver, por ejemplo, Nathaniel West, University Press, Londres, 1964. rald R. Cregg, Clarendon, Oxford,
5 Thomas Goodwin, The Worts of Tho- John Wesley and Premtllemialism, 25 Ver Albert G Outler, «Methodism's I97S.
mas Goodwin, vol.l , que contiene una Pentecostal Publishing, Louisville, Theological Heritage» en Paul M. Mi¬ 30 Ver Colín Williams, John Wesleys
«Exposición del primer capitulo de la 1894, El nombre de Wesley se incluía nus, Jr , cd., Methodism i Oeirrrry in Theology Today, Abingdon, Nashvi-
frecuentemente entre las listas de an¬ an Ecumenical Age, Abingdon, Nas¬ Ue, I960, cap. 9 y «péndiee.
Epístola a los Elotes». James Nicho),
tecedentes premilenarias en las «con¬ hville, 1969, ppL 44-70. 31 The Believer's Church: The History
Edimburgo, 1661, pp. 238, 247.
6 Para analizar estos temas, ver Peter ferencias sobre profecía», y entre
otros defensores del premilenarismo
26 John Deschner, Wesley's Christo-
logy. An Interpretation, Southern
and Character of Radical Protestan
tism. Macmillan, Nueva York, 1968.
-
Toon, ed., Puritans, the Millennium
and the Future of Israel: Puritan Es¬ de fi nes del siglo XIX, Methodist University Press, Dallas, 32 « A Letter to a Roman Catholic», 1749,
chatology 1600 to 1660, James Gar¬ 14 W. B. Godbcy, Spiritual Gifts and I960, no sorprende que sea original¬ sec. 15, puede encontrarte en diversas
lee, Cambridge, Inglaterra, 1970. Graces, God's Revivalist Office, Cin¬ mente una tesis dirigida por Kart ediciones, y también en Outler, John
7 Ver este lema en C. John Weborg, cinnati, 1895, p. 37. Barth. Wesley, p. 498. Expresiones como
«The Eschatological Ethics of Ben¬ 15 W. J. Hoilenweger, The Pentecostals. 27 Especialmente en loe sucesos que si¬ esas, sin embargo, son frecuentes en
ge)», una ponencia presentada a la sec¬ SCM Press, Londres; y Augsburg, guieron al Movimiento de Oxford a Ti¬ Weslcy.
ción sobre pietumo de la American Minneapolis, 1972, p. 21. nes del siglo XIX y como parte de 33 John Wesley, The Manners of the An¬
Academy of Religion, San Francisco, 16 Ver, por ejemplo. John Cbongnahm recientes conversaciones sobre la cient Christians Extracted from a
29 de diciembre de 1977. Esta ponen¬ Cho, «John Wesley's View on Bap¬ unión entre anglicanas y merodistas French Author, segunda edición, Felix
tism», Wesleyan Theological Journal en Gran Bretaha. Ver para el primero Farley, Bristol, 1749.
cia se incluyó posteriormente en la te¬
7, primavera de 1972, pp 60-73. «un viejo metodista», John Wesley in 34 Ver Oulkr. John Wesley, pp, 9-10.
sis doctoral «Johann Aíbrr-cht Berigel:
Personal and Ecclesial Piety and the 17 Ver E. P. Thompson, The Muting of Company with High Churchmen, 35 Luke Keefer, Jr, en un trabajo de se¬
Literature of Edification in the Let¬ the English Working Class, Pantheon, cuarta edición. John Hodges, Lon¬ minario titulado «The Primitivistic
Nueva York, 1964, passim. dres, 1871: para el segundo, quizás A. Note in John Wesley» , 1975, un estu¬
ters to the Seven Churches in Revela¬
18 Bernard Semmel, The Methodist Re¬ B. Lawson, John Wesley and the dio preliminar a su tesis doctoral:
tion 2 and 3», tesis doctoral,
volution, Basic Books, Nueva York, Christian Ministry, SPCK, Ixmdres, «John Wesley, A Disciple of Early
Universidad de Northwestern y Ga¬
rrett-Evangelical Theological Semi¬ 1973, p vii, 1963. Christianity», Temple University,
nary, 1983. 19 Robert Hughes 111, «The Wesleyan 28 Especial mente en el contexto del me- 1982,
8 Obsérvese que este tema aparece aun Roots of Christian Socialism», en todismo norteamericano, profunda¬ 36 F. Ernest Stoeffler, «Tradition and
en el título de la tesis de Edit h Wald • Ecumenist 13, mayo-jumo de 1975, pp. mente influido por las svivamienlas, Renewal in the Eoricsroiogy of John
vogel, «The 'Overcoming Life’: A 49-53. que encomió su expresión más radical Wesley», en Berod Jaspert y Rudolf
Study in the Reformed Evangelical 20 Maximin Fielte. John Wesley In the en la tradición «avivamemista» de la Mohr, eds., Traditio-Krisii-Rcnova-
Origins of Pentecosialism», tesis doc¬ Evolution of Pentecostalism, Sliced santidad que surgió del metodismo a tio BUS thevleigischcr Scht, N. G. El-
toral, Harvard Divinity School, 1977. and Ward, 1-ondrcs, 1937. fines del siglo XIX. Ver. por ejemplo, wen Veriag. Marburg, 1976, p. 305.
9 Ver. por ejemplo, lot comentarios so¬ 21 George Croft Cell. The Rediscovery of W. H. Fitrhctl, Wesley and His Cen¬ 37 Ibid,, p. 306,
John Wesley, Henry Holt, Nueva tury: A Study in Spiritual Forces, Ea¬ 38 Para esta afirmación, hecha desde dis¬
bre Santiago 5.14-15 de Johann Al¬
York. 1938. ton and Mains, Nueva York, 1906. tintas perspectivas y con diferentes
brecht Bengel, Gnomon of the New
Testament, vol, 5, séptima cd,, T. and 22 Ver cl l raba jo dc Franz Hildebrand! Para un estudio más reciente que vin¬ matices, ver, por ejemplo, Robert G.
T Clark., Edimburgo, 1877, pp. 39-41, en Christianity According to the Wes¬ cula a Wesley con las eclesiologías Tuttle, Jr., que habla desde el Movi¬
y Endrc Zstndcly, Krankheil und Ha¬ leys, Epworth, Londres. 1955 y From «del ala de izquierda», ver Howard A. miento Caru mítico de la tradición
lting im alteren Pielismus, Zwinglt Luther to Wesley, Lutterworth, I xvn- Snyder, The Radical Wesley and Pat¬ merodista unida, en un trabajo inédi¬
dres, 19S1. terns for Church Renewal. IntcrVar- to preparado para la United Metho¬
Veriag, Zurich, 1961
10 Jurgen Moltmann, Hope and Plan¬ 23 Ver George Eayrs, John Wesley: sity, Downers Grove. III., 1981, que dist Commission on the Charismatic
ning , Harper and Row, Nueva York, Christian Philosopher and Church incorpora material de sus Conferen- Movement (Comisión sobre el Movi-

134 135
RAICES TEOLOGICAS DEL RENTECOSTALJSMO NOTAS

miento Carónritico de la Iglesia Me¬ Wulcyan PerfetlkHiksrn, 1770-1776», 44 Carta a «Jobn Smith», fechada el 25 de Londres, 1829. 7. p. 27.
todista Llnidaj. Algunas alusiones a su. Wesleyan Theological Journal 1$, pri¬ mano de 1747 en John TcLTord, ed_, 54 Tornado de William Warburton
posición aparecen en The Partakxri, mavera de ITfiO, pp. fpM7, Smith Sí The Letters of the Rev. John Wesley, Obispo de Gloucester. The Bori™
Abingdon. Nashville, 1974, y otros en bau mis en una rdírtftcia general a A. M., Epwoith, Lend res, 1931, 2, p.
la abra de] Espíritu Sanio y el usa más
of Croce: or. The Office and Opera -
John Wetlty: Ms Lift ¡ttrd Thought, 90
Zondcrvin, Grand Rapids, 1978; mis (Encía! dc lot « i mdge nes pe nKcacla-
Jic*JUT of the Holy Spirit ¡'indicated
45 «til tea i monto del Espíritu; Discurso from the Insults or JnjiJrfiJy and the
desde >4 comente oficial dt f meiodis-
mo.vírlycuipu M Surtey.Jr, The

Les » ninguno de los cuales se niega
en «le estudio- pap» afirmar que el
IÍ», Sec- V, prir. 2, Sermones por et
Rev. Juan Wesley, ¡, pp. 244-245.
Abases of Fanmiciim, i T62, en ei In-
forme dc Richild Green, The Works
Wort, of the Holy Spirit: A Study i.i Espíritu ti más central y dele manían¬ 46 Ibid., pit, \ p 358.
Wesleyan Theology, Abingdon, Nue¬ le de 10 que JluCtl po estudio admitiría.
of John and Charles Wesley: A Biblio¬
47 tonel prefacio de John y Charles Wes- graphy, CL H. Kelly, Lomliti, 1869, p.
vo York, 1962; desde dent rode) rrmv Smith, sin embargo, no ahratiza a de¬ Icy, rivmrti and Sacred Poems, Felix ¡23
mienlo nortee me rica no para ta mostrar que km casos que ¿chala son Fariey, Bristol, 1742, reimpreso porG- 55 Ver la respuesta de Wesley «al DE.
santidad, ver Charlea W. Carter, The tan ¿VD-acíerijíioMÓe Weiky íOrtSO 61 Osbom, ed., The PoeHeal Works of Warbunon, Obispo de Gloucester)..
Person and Ministry of the Holy Spi¬ implica, [a discusión que siguió a es¬ John and Charles Wesley, Wesleyan fechad* ti 26 dc noviembre de 1762, en
rit: A Wesleyan Pttsptdhe, Baker, ta cuestión o amigada por Roto L Methodist Conference Office, Lon¬ la edición dt Telford de Las cartas de
Grand Rapids, 1974; y desde el bri¬ Staples en «The Current WesLeyan dres, 1869, 2, p. 46. Wesley, Letters, 4, pp, 325-384. la rita
tánico «Evangelical Methodism', A, Debate bn the Baptism with [he Holy 48 Caloñe de IOS cuarenta y cuatro ser¬ es de |4 edición de Sugden, L p- 93,
SkcvingtoiL Wood, «.John Wesley,
Ihcnlngiin of the Spirit» an Theolo¬
Spirit-, ponencia circulada en forma
particular en mareo de 197?, y por

mones bjstCOd dc Wesley junto COSI
sus Explanatory Holes on the Set*
56 Sermón 4, «El Cristianismo según las
Sagradas Escrituras», Introducción,
gical Renoval 6, judio-julio de 1977, Thomas A. Langford en Proeticat Di- Testament, lit base doctnnil del melo- par. J Sermones por el Rrv, Juan
pp. 26-34. vinity: Theology in the Wesleyan Trú- dtsmo— están dedicados a una e> po¬ Ifairy, l,p. 81.
39 Norman Laurence Kelleti, tesis doc¬ dirían, Abingdon, Nashville, i 9S3, pp. sición sobre el Sermón del Monlc, y 57 «A Fart her Appeal tu Men of Reason
toral, Brandéis University, 1975. 14I-I4J. Ambos lulCitl tienden a siguen inmediüiarnentedespuísde los and Religion», parte 5, Sección 28, en
4D W. E, Sanpter, por ejemplo, adviene concordar con Ja lectura presentada sermones sobre el nuevo nacimiento. la edición de Jadíscn de Las obras de
que Wesley no alcanzó a «viaculaT La en «le trabajo. 49 ] la raid Lrndst rom, Wesley and Semi - Weilty, 6, p. 107.
doctrina [del perfecto amor} k> sufi¬ 41 Este parecería «rtl punto central de flautera, Epsvorth, Londres, I9S0, p. 58 Sermón 14 1, «The Holy Spirii*. pane
ciente «m la CtuZ y el Espíritu Santo, La respuesta de William Amett a 153 3. en la edición dc Jackson de las obras
como lo hace Pablo», The Path to Per¬ McGonigk enalbe Role of the Holy 50 Wood, «John WesJey, Theologian oí de Wesley, 7, p.5l4.
fección, Abingdan-CokeSbuiy, Nueva Spirit in Hmire Sanctification in Ihe the Spirit-, p. 26, 59 Sermón 35, «On Working Out Our
York , 1943. L na pe rSpeCI iva similar te Writings or John Wetltp, in AsJrury 51 James Gordon King, Jr„ «A Brief Own Salvation', parte 2, sec. ],tn La
sostiene en «Pncu mato logical No¬ Icmimrisn 29, abril de 1974, pp, 3-23. Overview of Historie Beliefs Lo Gifts edición de Jackson de las obras de
menclature in Early Method ism», de La cuestión no es si Wesley le otorga¬ of the Spirit », p. 14. l-jie rrabajd inédi - Wesley, ó. p-5w.
Herbert McGonigle, en Wesleyan ba un papet sol c riokigiem al Espíritu to fue plisen lado en ía JK unión de la £6 Vci AEbtri Outler, Theology in the
Theological Journal 9, primavera de -
San In -hr Cual Obviamente hace fi¬ Sociedad para Estudios Peatecosu- Wesleyan Spirit, Tidings, Nashville,
1973, pp, 61-72- Esta posición, con La no si el papel que se le da al Espíritu Ics.en 1977, y anticipa La tesis doctoral 1925, especialmente pp. 52ss.
Cual este estudio está fundamental¬ Sanio es tal que SI convk rtE en el cri¬ en preparación, en La Universidad de 61 Ver el uso de este té muño en David
sol Icüiógko en donde gira su penaa-
mente de acuerdo, ha sido vigorosa¬ Nueva York. Cubic. -Pe rft filón in Wesley and ITcrt .
mente criticada por Timothy L- Smith m rento, 52 Verla capta de Wesley al doctor íjjn- citen 1 naugural OT Teleulogical en e|
en una serie de ensayos escritos, d ta¬ 42 El Trabajo más impértanle de esta ytts Middleton, fechada el 4 de julio WVjfceon Theological Journal, 11.
puis de la formulación de «te an H I ¡sis doctrina es el de Arthur S. Yates, The de 1749, enl*edición drTelford dc tas primavera de 1976, p, 26.
yen parteen respuesta a imimaciones Doctrine of Imninor, With Spectal cartas de Wesley, Letters, 1. pp. 312- 62 Estos lármino* Wfl usados por E.
públicas de sus resultados. Su trabajo Reference Jo John H'íilry, EpMrth, 388, en respuesta a Middleton en f ree Gordon Rupp, PrinerjMÍífiej and Po-
ha sido resumido mejor en «The Doc- Londres. 1932, Inquiry ¡nio the Minicufaui JWEJJ vieis, Epworth. Londres, 1952, cap, 5.
trine OÍ The Sanctifying Spirit in John 43 «El Lcslimonio del Espífilui Discurso Which A rf Supposed to Hint Subsis¬ Al Sermón 1, -I-a salvación por ia fe»,
Wesley and John Fletcher», Preaÿ D», Set. V, pár. I, Sernutnes por ti ted in |he Christian CJtureJi, Mlitby Sec. II, pár. 1, Óermoviej por ef fltv.
ttar'j Magazine 55, septiembre -no¬ Rev. Juan Wesley, Versión cactellana
and O». Londres, 1749. Juan riejLí’i, |, p. jf).
viembre de 1979, pp. 16*17 y 54-58. de P. A. Rodríguez, Iglesia Metodista
53 Sermón 89, «The More Excellent 64 Sermón 43, «La Via Escrituraria de la
Una ampliación de este ensayo se ha Episcopal del Sur, N'aitivilk, 1907, [, Way», Int roduorióti, par. 2, en Tho¬ Salvación», Sec. 1, par. I. Sermones
publicado con el Ii1 ulo dlow John p. 244. mas Jackson, ed,, 7hr Works of the por el ír», Juan Westey. II, p. 366,
Fletcher Decante the Theologian of Rev, John Wesley A- M-, John Mason,

JJó 137
RAJCEK TFJOIJOGICAS DEL FENTÍlGOSTAUSMO NOTAS

65 Sermón 40. «La Peffemíei Cristis- Spirit in John Wesley and John Flet¬ Si Este bosquejo pertenece a Fletcher.
na», See- 1, pár.9, Sermones, II, p. 302- cher» y «He™ John Fletcher Became The Portrait of Jit. Paul. pp. 166-169-
66 La dislinrtófi (entie «pecado* propia¬ the Theotogitn of Wesleyan Ferfec- B2 Ibid., pp. 170-173.
mente dichos» y pecado* «impropia¬ tiemisnt, 1770-1776», pem sobre la ba¬ S3 Asfen cl Compend of Wesley 's Theo¬ Capítulo [II
mente dichos») es impórtame para se apart ntemenlc leoiógjca de que logy, editado por Robert W. Burner
Wesley, la referencia viene de «A WtiiíyfiCi podrí» haber querido decir y Roben E, Chiles, Abingdon, Nueva 1 Philip Schaíf.-imerím.1 A Síetch of its
Plain Account of Christian Felfee - tito. )ÿ» que ante» habla usado la ex¬ York. 1954, se prese ma airrtrnineii- Political, Soda! arul Religious Cha¬
t¡on».sec. 1), en la edición de Jackson presión «lleno del Eiipirita» en una te el ptniiim ie n to de Wesley en este racter, Charles Scribner, Nueva York.
de sus Obras, It, p- 396. pane de su correspondencia con Flet- JMtftfO, enfocando las cuestionessobit 1 855, edición Crilica e d i tada por Fe rry
67 «A Plain Account. see. 27, en la Edi¬ dur, f i n lihtrninpiiu ctiUca. Esto da «el destino humano», «la vida eterna», Miller, Harvard University Press,
ción de Jack&Ofl de las obras de Wes- por sentado que el uso de tales expre¬ y de más. Ver asimismo la perspectiva Belknap Press. Cambridge, 1961, p.
ley, 11, p. 444, siones tomo «llenos del Espíritu» de¬ similar de William SliaasDq, «Wes¬ 137.
68 Ver el análisis de esta cuestión en Cu¬ ben necesaria mente implicare! 6*0 d£ ley's Doctrine of ¡he Last Things», 7 Wijiihjup.? Hudson, «"Hie Methodist
bic. «Perfect ion in Wesley and Flet¬ imágenes pcnteoocLatesy una dotl riña London Quarterly and floibom Hr- Age in America», Methodist History
cher*, pp. 22-37. del bautismo del Espíritu Sanio. La view 2», julio de 1959, pp. 240-749. 12, abril de 1974, p, H,
69 «Brief Though*» bn Christian Perfec¬ necesidad de cite supuesto no es ob¬ 64 Ver, par ejemplo, el I ralamxmto del 3 Ibid. Usos anteriores de esta expre¬
tion», agregado a «Plain Account of via en absoluto. Por lo tamo he segui¬ lema en lletcher, An Htjual Chert, en sión aparecen citados en el artículode
Christian Perfect ion*, en la edición de do la linea de Telford. tas Obras completas de Fletcher, 2, pp. C. G Goen, «The Methodist Age' en
Jackson de las obras de Wesley, 11, p. 76 Ca rta de John Wesley1John Fletcher, 262-264, 0 en tu Letter on the Prop he¬ American History» Religion in [Jfr
446. lechada e] 28 de diciembre de 1770. ats, 4, pp. 238-249. 34, otofto de 1965, pp. 562-572.
70 «Minares of Several CbnverUTitliiS», reimpresa en la editsin de Telíortl de 85 Fletcher, The Portrait of St. Paul, p 4 Ver, por ejemplo. James E- Harni llOú,
tn la edición de Jackson de las obra* las carta; de Wesley, Letters, 5, pp. LE] «Academic Orthodcsy and I he Armi¬
de Wesley, E, p. 329, 2J4-2IÍ. 86 Sangster, The Path lo Pfÿíecviprt, cap. nia ti icing of American Theology»,
71 Orville S. Walters, «The Concept of 77 Carta de John WeSleyaJohn Fletcher, 5, pp. 37-52 IMrjlíyan Theotogical Journal 9, pri¬
Attainment in John WesJe/s Chris¬ fechada el 22 de mareo de 1775, reim¬ 87 Hans Ctmzelmann, The Theology of mavera de 1974. pp. 52-59.
tian Perfection», Methodist History presa en Telford, rjtu/1,6, p. 146. St. Lida, [larpdr and Brothers, Nueva S Timothy L. Smith, Pruruolism and &>-
10, abril de 1972, pp. 12-29 73 Canada John Fletcher a Mary Rwan- Vari, I960, p. 1». riof Reform in Mld-hlineteemh - Cen¬
72 Se han hecho todas los esfuerzos po¬ cjuet. fechada *17 de niltIO de 1778, 88 Este debate aparece resumido en £s- tury America, Ahingjdon, Nueva York,
sibles para liiealirar estos materiales, reimpresa en Tyejman, Wt stcy'i De- Chatoiogy in Luíe. de E, Earle Ellis, 1957, pp. 32-33.
pero el rastreo de los archivos del nt- lifjurol Jtireuwr, p. 411. Feiiras, Fdadelíla, 1972- 6 Richard L'aiwardine, «The Second
lodismo británico y La corresponden¬ 79 Ibid. 89 Ver especialmente Fred (J. Frauds, Great Awakening in the Urban Ccn-
cia con Frank Baker -el principal Este modiode entender las dispensa - •Eschatology and History in Luke- tens: An Examination of Methodism
bibliógrafo de Los Wtilty» no han clones se presenta más acabada mente Arlst, Journal of the American Aca¬ and the 'New Measures’», Journal of
podidobrindar más que lo que se ob¬ en la Obra de Fletcher, of S- demy of Religion 37, marro de 1969. American History J9. setiembre de
tiene rtagmeniariamenle de las bib JW, reimpresa en The Worlu of the pp. 49-63, Francis enfatira el signilica- 1972. pp. 327-340,
grafías publicadas)- de las ediciones de flewtrend John Wesley, reimpresión, dodc la profecía Je Joel pats la inter¬ 7 Este material ha sido analizado por
las cartas. Schmul Publishers, Salem. Ohio, 1974. pretación de Lúeas, tomo una Allan Cbppedge en «Entine Sanctifi¬
73 Gaita de John Fie letter a Joseph Den- En la literatura secundaria, el mejor «meditación escafoiógica sobre Joel*. es tion in Early American Methodism:
son, fechada el 22 de marzo de 1771, t ri 1 a mie ntndecslas curst ianesapare- 90 J. E. Fison, The Messing of the Holy 1812-1835», Wesleyan Theological
reimpresa en ihdlry'j Designated CC en John Allan Knight, «John Wi¬ Spirit. 1-enigma ns. Green, L-ondres, Journal 13, primavera de 1975, pp. 34-
Successor, de Luke Tjvrmsn, H odder lliam Fletcher and the Early 1950, p. lil. VI
and HdHiÿiloit, Londres, 1882, pp. Methodist Tradition», tesis doctoral, 91 Por ejemplo, J. H- El Hull, The Holy 8 Jolmlelssd Peters, drii/ian ftr/if-
179-180 Vanderbilt University, 1 9b6, especial¬ Spirit in the 4rli of the Aposttri, ikM and American Methodism, Abing¬
74 tina de John Westey a Joseph Ben¬ mente pp. 176-190. Algo del material World, Ule ve land. 196R, p. 170. don, Nueva Vari, 1956, p. 97.
son, fechada el 9 de marco de 1771, de interés está Incorporado en el cn- 92 Gerhard Friedrich. ed_, Theological 9 Ve re] análisis de Timothy l~ Smith de
11 Impresa e n la edición de TeJfbnJ de uvu de Knight. «John Rcirhcr'i In¬ Dictionary of the Hew Testament. este desarrollo Cn The History of
las can** de Wcstey, letters, 5, p. 128. fluence on the Development of trad, de Geoffrey W. Drumiley. Wm American Methodism. Emory Stevrns
75 Esta propuesta de Telford fue alara- Wesleyan Theology in America*, H. lirtl mans. Grand Rapids, 1968.6, Burke. c4. 3 volúmenes. Abingdon.
lía parUmothy L Smith, en 1w artícu¬ H'íjjíyan Theological Journo! 13, pn- pp. 407-408. Nueva York. 1964. 2, pp, 6ÍW-627 De
los «The Doctrine Of the Sanctifying mavera de 1978, pp 13-33- dcvtisosesiudioc más (mown*, el .más

m m
NOTAS
RAICES TEOIJQGICAS DEL PENTECOSTALISMO

giaterra cornocn k* Estados Unidos, 31 Phoebe Palmer, The Way of Holiness.


útil actualmente para esta cuestión es tionism, Oxford University Press,
y tuvo varias ediciones, with Notes by the Way. Lane and Tip-
el de Melvin E. Dieter, The Holiness Nueva York, 1931, reimpreso en una
Revival of the Nineteenth Century, edición de un sólo volumen por Pres¬ •
23 Mark Guy Pearsc, prefacio Mary M.
Boardman, Ufe and Labors of (he
pelt, Nueva York. 1845, p. 33. En 1867
los Palmer ya publicaban I* quin¬
Studies in Evangelicalism, número 1. byterian and Reformed Publishing
Rev. W. E. Boardman, D. Appleton, cuagésima edición de este trabajo.
Scarecrow Pics*. Metuehen, N- J-, Co, 1958.
Nueva York, 1887, p. viL 32 Ver un resumen de esto en Palmer,
1980. 17 George Peck, TV Scripture Doctrine 24 Ibidÿ pp- v-vii. The Way of Mnlinrn, pp. 60s*.
10 Autor anónimo. The Christian's Ma¬ of Christian Perfection Stated and
25 A. B. Earle, Bringing in (he Sheaves. 33 Phoebe Palmer, Faith and Its Effects,
nual; a Treatise on Christian Perfec¬ Defended, lane and Sand ford. Sueva
James H. Earle. Boston, 1870. Suscn- publicación de la autora, Nueva York,
tion, with Directions for Obtaining York, 1842.
18 Methodist Quarterly Review 23, abril
se llanas se encuentran especialmen¬ 1852, p. 51
That State, N. Bangs and J. Emory,
te cn The Rest of Faith, James H. 34 Ver Las primeras páginas de Asa Ma¬
Nueva York, para la Iglesia Metodis¬ de 1641, pp. 307-308.
Earle, Boston, 1876, han, Scripture Doctrine of Christian
ta [Episcopal, 1825. Este volumen con¬ 19 No he podido localizar Ja publicación
26 William E. Boardman, Faith Work Perfection, o sus conferencias sobre la
siste en extractas lomados en especial original de este comentario, atribuido
Under Dr. Culiis in Boston, Willard perfección Cristiana, cn Charles G.
de Wesley y cn segundo término de en diversas partes a «Congregational
Tract Repository, Boston, 1874, y Wi¬ Finney, Lectures to Professing Chris¬
Fletcher. paper»,, y a Guide to Holiness. Aquí se
lliam H- Daniels, edÿ Dr, Caffix and tians, H- J- Goodrich, Oberlin, Ohio,
11 Abel Stevens A Compendious His¬ ha tomado de George Hughes, Fra¬
His Work, Willard Tract Repository, 1879. El último volumen se publicó
tory of American Methodism, Carlton grant Memories of the Tuesday Mee¬
ting and the Guide to Holiness, Palmer
Boston, 1886, por primera v« en Nueva York en
and Porter, Nueva York, 1863, p. 371.
12 Timothy L. Smith, «The Doctrine of and Hughes. Nueva York, 1886, pp. 27 Vet Robert EL Chiles, Theological 1837.
38SS. Thomas Upham, profesor con- Transition in American Methodism, 35 William Cochran, «Simplicity of Mo¬
I he Sanctifying Spirit: Charles G. Fin¬
gregario Balista de filosofía moral cn Abingdon, Nueva Yort, 1965: Leland ral Actions», Oberlin Evangelist 4, 16
ney's Synthesis of Wesleyan and Cove¬ II, Scott, «Methodist Theology in
Theology», Wesleyan Bowdoin College, expenme ntó la san¬ de marro de 1842, p. I- Esta cs fa se¬
nant America in lite Nineteenth Centuty»,
Theological Journal 13, primavera de tificación bajo la influencia de Phoebe gunda pane de un ensayo que con¬
Palmer, y dio una expresión popular a
tesis doctoral, Universidad de Yale, tinúa desde el número anterior. 2 de
1978, p. 93.
13 Edward Beecher, «Six Sermons», la doctrina en una serie de libros, ins¬
I9S5. resumida bajo el mismo lituloen marco de 1842.
Religion in Ufe 25, invierno de 1955- 36 Sobre estas diferencias, ver William
American National Preacher, ID, junio pirados en el misticismo católico y el
y julio de 1835. pp. 193-224. quietismo, Ver George Peck, «Di. IftSfit PP' 87-98; David Llark Shipley, G. MrLoughJJn, Modern Retivalism,
-The Development of Theology in Ronald Press. Nueva York. 1959, es¬
14 Este desarrolla aparece esbozado en Upham’s Work», Afettodixr Quarterly
American Methodism in the Nine¬ pecialmente p. 8$, nota 37.
el capitulo 7, «The I loliness Reviva) al Review 28, abril de 1846, pp. 248-265, y
teenth Century», London Quarterly 37 William Warren Sweet, The American
Oberiin», en Smith, Revivaliim and un ensayo en la obra de Warfield, Per¬
and tloibom Bnfew 134, juliodc 1959, Churches: tu Interpretation, Abing-
Social Reform, pp. 103-113, Ver tam¬ fectionism.
bién de James H- Fairchild, «The Doc¬ 20 Nelson R. Burr, ó Critical Biblio¬
pp. 249-2*4. don-Cokcsbuiy, Nueva York. 1947, p.
trine of Sanctification at Dbertin», graphy of Religion in America, Reli¬ .
28 Adam Clarice, The Holy ffWt „ with 126.
a Commentary and Critical botes, sets 38 George Peck, The Scripture Doctrine
Congregational Quarterly 18, 1876, gion in America. Princeton University
Press, Prifleelon, 1961, 3, p. 165. volúmenes, Ezra Sargent, Nueva of Christian Perfection Stated and
pp. 237-259.
15 Asa Mahan, The Scripture Doctrine of Smith, Boúviiim and Social Reform. York. 1811-1825. Esta obra sc convir¬ Defended, ilarltoe and Porter, Nueva
Christian Perfection, D. S. King, Hes¬ estudia estas comentes; también Die¬ tió en la norma eiegéiica deímeíodis- York, 1842.
mo y se ha seguido publicando en 39 Jesse T. Peck. The Central ¡dea of
ton, 1839, p. 188. ter. The Holiness Revival.
varias ediciones desde su publicación Christianity, Henry V. Degen, Boston.
16 Aparecieran diez ediciones de este li¬ 21 Ver Maty E, Bushnell Cheney, Life
bro cn el lapso de una década, como and Letters of Horace Bushnell, Char¬ original. 1856.
29 Adam Clarke. Christian Theology. Sa¬ 40 Hester Ann Rogers, /lecduni of the
también ediciones posteriores, aun en les Scribner's Sons, Nueva York, 1880,
muel Dunn ed., Carlton and Porter, Erperiotic of Hester Ann Rogers, J
el siglo XX. El análisis más completo pp. 190-193. Entre las muchas celebra¬
de estos temas puede verse en la disc r- ciones q vc realizó el Movimiento de la
Nueva York, IKlS. pp, 207-208. Ver el Emory and B. Waugh. Nueva York.
estudio de este desarrollo cn John L 1831, pv 35, Nótese adc más la descrip¬
tación doctoral de Barbara 7ikmund, Santidad si respecto, ver S. A. Keen, Peters, Chriman Perfection and Ame¬
«Dr. Bushnell, the 5aml», Divine Life ción de las conversaciones de sobre¬
«Asa Mahan and Oberlin Perfectio¬ rican Methodism, pp. 103-107,
nism», Duke University, 1969, Ver and Bible Expositor 21, septiembre de mesa de Fletcher, en el pasaje
30 H. Ray Dunning, «Nazarene Ethics as correspondiente ai 24 de agosta de
también los ensayos de Benjamin B. 1893. pp. 77-80,
Warfield sobre Obcrtin, en el Prince¬ 22 William E. Boardman, The Higher Seen in a Theological. Historical and 1781, pp. lilis. Esta obra apareció en
ton Theological Review, 1921, luego Christian Life, Henry Hoyt. Boston,
Sociological Context», tesis doctoral, numerosas ediciones durante el siglo
Vanderbilt University. 1969. XIX.
recogidos en el volumen 2 de Perfec- 1858. Este librase publicó tanto en In¬

140 141
RAICES TLüLOG ¡CAS DEL FENTEOUSTAUSMO NOTAS

i860, p. 44 El tíhile de una sección dedicada a es¬ la Cuestión, en La colección de Steele 's
41 Pueden encontrarse otras ilustracio¬ 56 Guide lotiulineuM, abril dr
124. ta cuestión, por Charles W. Carter, Answers, Christian Witness, Chicago,
nes de este desarrollo, en Coppedge. The Person and Ministry of the Holy
Sanctification in Early Ame ri- 57 tin inferrme de autor no identificado 1912.
en Warren Candler, Great Revivals Spirit: A Wesleyan Perspective, Baker,
can Methodism*, pp. 45s. y Timothy Grand Rapids, 1974, pp. 178-181. Car¬
Smith, «11k Doctrine of the Sanctif¬ and the Great Republic, Publishing
House of the M. E. Church, South, ter tiene problemas porque, a pesar
ying Spirit», pp. Í0ÉSS. del subtítulo de su libro, su trabajo Capítulo [V
42 Smith, «Ihc Doctrine of the Sanctif¬ Nashville, 1924, pp. 197-198.
58 Pentecost; or, the Work of God in representa de hecho la posición de la
ying Spirit», pp. lOOss. teología del Movimiento de la Santi¬
43 Charles G- Finney', Views of Sanctifi¬ Philadelphia, A, D IASS, preparado 1 «Preface to the new American edi¬
por la Asociación Cristiana de Jóve¬ dad de lines del sigla XIX, mis que la tion», Harper and Brothers, Nueva
cation, James Steele, Obertia, Ohio,
nes, Parry and McMillan, Filadelfia, posición weslcyana que afirma tener. York, 1880.
1840. La respuesta de Cárter a un informe
44 A. M. Hills, Ufe of Charles G- Finney, 1859. Compárese el título elegido por 2 Richard Wheatley, The Ufe and Let¬
Russell E. Francis, «Penlccral: 1858, anterior sobre las conclusiones de es¬ ters of Mrs, Phoebe Palmer, W. C
God's Revivalist Office, Cincinnati,
A Study in Religious Revivals», Tesis te estudio se puede encontraren una Palmer, Jr., Nueva York, 1874, pp.
1902, p, 226- nota extensa a! pie de las páginas 188-
45 Ls posible que cato está reflejado eil doctoral, Universidad de Pensilvania, 336-327. Ver asimismo la colección de
1948, 189 de la edición original¬ cartas de Phoebe Palmer, The Promi¬
el apéndice de Finney a las ediciones es Charles Ewing Brown, 7he Meaning
británicas de la obra de Asa Mahan, 59 Un análisis de mucha ayuda paca com¬ se of the Father, H- V. Degen, Boston,
Baptism of the Hoiy Ghost, Elliot prende r el desatrol lo de Tines del siglo of Sanctification, Warner, Anderson, 1859, pp. I9lss.
XIX puede vene en Arthur M, Settle- Ind., 1915, pp. 114*113. 3 Estos informes se recogieron bajo el
Stoct, Londres, sin fecha.
singer, Sr, «A Critical Period in Ame¬ 66 Smith. «Christian Perfection and título Four Yews in the Old World,
46 Oherlin Evangelist 2, 1840, p. 93.
rican Religion», Massachusetts American Idealism*, especialmente Foster and Palmer. Publishers., Nueva
47 Henry Cowles, On Being pilled wit*
Historical Society Proceedings 64, oc¬ pp. 21ss. Ver lambida su prefacio a York, 1866. p. 107, al imprimir una car¬
the Holy Ghost, J. M. Rich, Oberlin,
tubre de 1930-junio de 1932. pp. 523- Charles G- Finney, The Promise of the ta fechada el 12 de octubre de 1859.
Ohio, 1848.
546; reimpreso bajo el mismo título Spirit, Bethany Fellowship, Minnea¬ 4 Palmer, The Promise of the Father, p.
48 Esto también apareció en forma de fo¬
con una introducción por Richard polis, I'm 55.
lleto, segunda edición, J. M. Filch,
Oberün, Ohio, 1817, y más reciente¬ Wólí. Fortress, Filadelfia, 1967. 67 C. I. Scofield, Plain Papers on the 5 Esta información fue extraída de dos
60 Donald M_ Scott, from Office lo Pro¬ Doctrine of the Holy Spirit, Fleming cartas de 1870 {kll fechas exactas no
mente en edición económica, Bethany
Fellowship. Minneapolis, 1967. fession: The New England Ministry, H. Revell, Nueva York, 1899, prefacio, son claras) de Asa Mahan a Phoebe
I7ÍO-HÜO, University of Petwylvania p.9. Palmer, entre los papeles de Palmer,
49 Oberlin Quarterly Review 1, agosto de
Press, FiladelBa, 1978,cap. 8 titulado 68 Ver e| sermón número 40 de Wesley, Biblioteca de Drew University.
1845, p. 115. Este ensayo se publicó en
la Reforma ai Refugio: La Trans¬ •la Perfección Cristiana*, Sermones 6 AH Mahan Autobiography, Intellec¬
forma separada con una introducción por el ffcv. Juan Wesley, lír pp. 286-
de Finney, E í, Goodrich, Obcrtin, formación devotional», pp. 133-147. tual, Moral and Spiritual, T. Wool-
La cita se encuentra en la página 147. >1> mer, Londres. 1882, p 414.
Ohio, 1875.
61 Smith, fffwvutijm and Social Reform, 69 DanielSleele.»BapiismoftheSpinl». 7 Dc las cartas de Mahan a PhDehc Pal¬
50 Q&erfin Quarterty Review 1, agosto de Guide to Holiness 20, febrerode 1874,
1845, pp- 95-96. pp- 211-212. mer, en la colección e n I* Bi b lioteca de
62 Ver la documentación para esto en p. 38. Los escritos posteriores de Stee¬ Drew University.
51 Ver «Christian Perfection and Amen-
Donald W. Dayton. Discovering an le revelan más ambivalencia sobre es¬ 8 AH Mahan. The Baptism of the Hoiy
can Idealism, 1820-1900», Asbury Se¬
Evangelical Heritage, Harper and ta identificación. Su Defense of Ghost, Palmer and Hughes, Nueva
minarian 31, octubre de 1976, pp. 7-34.
Row. Nueva York, 1978, especialmen¬ Christian Perfection. Hunt and Baton, York, 1870, pp. 52ss.
52 Henry C Fish, Primitive Piety Revi¬
ved; or, the Aggressive Power of the te capítulo 9. Nueva York, 1696, una respuesta a 9 George Hughes, Days of Power iii ihc
Christian Church, Congregational 63 Estos cuestionamientos surgen de James Mudge por su ataque al ele¬ Forest Temple A Review of the H'an-
George M. Mariden, Fundamenta¬ mento instantáneo de la santificación derful Work of God at Fourteen Na¬
Hoard of Publication. Boston, 1855.
53 Smith. Revivalism and Social Reform, lism and American Culture; The Sha¬ en Growth in Holiness Toward Per¬ tional Camp- Meetings from IS67 to
p. 49. ping of Twentieth Century fection; or. Progressive Sanctifica¬ IB72, 1. Bent, Boston. 1873; reimpre¬
54 Fish. Primitive Piety Revived, pp. 244- Evangelicalism. IS70-I92Í, Oxford tion, Hunt and Eaton. Nutva York. so por Allegheny Wesleyan Me thodist
University Pres*, Nueva York, 1980. y 1895, reconoce claramente la reticen¬ Connection, Salem, Ohio, 1975, p. 55.
245.
55 William Arthur, The Tongue of Fire; Robert Mapes Anderson, Vision of cia de Wesley a identifica r la san tifica- 10 A. McLean yJ.W. Eaton, eás,,Penuel;
or. rhe True Power of Christianity, the Disinherited: The Moling of Ame¬ clón con Pentecostés. Nótese or. Face to Face with God, W. C Pal¬
Harper and Brothers, Nueva York, rican Pentecostalism, Oxford Univer¬ asimismo un rasgo de vacilación en los mer, Jr., Nueva York, 1869, pp. 59-69.
1856, p. 354. sity Press. Nueva York, 1979 diferentes lugares en lós que aparece

142 143
4|¡iáJ!
gfSiatl
jiy*i-|ij *ísl
i'lsl
I
í “í «I* i Siíií
ii'iíi'í iáíM i5 aü*i
#il®S «|ESl S3
110155 j|é» fal*jfij]lf*f
síJíPl ÍSSÍ5E5íS , Ja j ¡ijil *i|“5| g! l{jí
Íi*a|ils ají!

&
a
¡§
¡j Js5j jf
5
|tS|o
Sí $ —
$5 á||oc¿ á| I ¡Jf] g f
c o 5

B¿
í -i

iá s s Í
5
* Jsf *|f ||gf{J fj
is í í 6.t.írsÍJ'íí>"o S í
un et 3
$


I 'if g Jais aÿ||
íS5|iiiiiJI!íiN|í|lí
Jf Slÿl ¡j|fflllíl1 í 1
11 -J f £
si ¿i| ¡t > !lili í|lllíllliit I IfílílJ «I
á

-
-S á S
¡| j
ill
Bl
M fill
tí J°í ¡fiílHÍ>6lll5i1al1ií!
í|esl««íí
íijl Í||l4
Ítffí
Jí]H!|Mi||!f«|lií
fil|fj.fj!í Is*
JUJS til*
S Sí 8$
IfllJlil imlíMilJlíí
lllíllliiíi jiíl
s ¡»J
I3íí»li-Síi
m
*
!N
5 í

i mi *!
s í|jif wi| ii lis
P fill iíltlíilfi í *1 *

1 i\ |l lili }1 illiii |5*-


* %¡I1 íl liilíiflppilü! fi II
3 s “

S a ¡q S R S a 3 R qK a

3
g iislilllill! If -I ITí ¡u i|!!111 fiii 2 EJjU
§ íl'-pllÿll! la la P| “*li §3* ¡llalli *¡ii * 11 f
1 ülllfli ¡íll lígjáilül I Ut ÍH> T mills Sil
S lí ! ¡. -li líll íiü Ijl i íliÜHi laílf
q q
í¡ s a 3 r - i
RAICES TEOljOOlCAS DEL PLSTECOSTAlJSMO NOTAS

Sanctification Before Pentecost: Is It go, 1900, pp, 42-43, bajo el título «Mr. 70 R. A. Toney, 77ie Baptism With the August 29 to September 7, 1074, dis¬
Method!Stic and Scriptural T, Chris¬ Moody's Fenlaoa». Holy Spirit, Fleming FL Revell, Nueva tribuido por una cantidad de editoria¬
tian Witness, Chicago, 1934; John R. 63 Litas palabras son de «Mr. Moody, al York, [c. 1895 y 1897}. les de lo<s Estados Unido*, como
Church, de la Iglesia Metodista Epis¬ relatar el incidente afros después», en 71 pp. 9-14. Wiltari Tract Repository, Fleming H.
copal del Sui, Which is RighiT Onr- el informe de su hijo William R. 72 Ibid* p. 15, Revejí, y otras.
Two- or Three -Works of Grace t, Moody, The Lift of Dwight L Moody, 73 A. M. Hills, Pentecost Rejected and 80 Record of the Convention fot the Pro¬
Pentecostal Publishing. Louisville, sin Fleming H- Reve11, Nueva York, 1900. the Effect on the Churches, God's Re¬ motion of Scriptural Holiness Held ai
fecha; Charle* V, Fairbaim, un meto¬ p. 147. El relato más largo se encuen¬ vivalist Office, Cincinnati, 1902, Brighton, May 29 to June 7, 1ST5, W,
dista canadiense que llegó a ser obis¬ tra en J. C Pollock, Moody: A Bio¬ 74 Ver William G. McLoughlin. Jr. Mo¬ J, Smith, Brighton; S. W. Partridge,
po de la Iglesia Metodista Libre, graphical Portrait of the Pacesetter in dern Revivalism, Ronald Press, Nueva Inndres, 1875,
Purity and Power; or. the Baptism Modern Mass Evangelism, Macmillan, York, 1959, pp. 377»., y Ford C Olt- 81 Acerca deesus enseñanzas, ver Bala¬
with the Holy Ghost, Christian Wit¬ Nueva York, 1963, ppc 84-91. man. John Wilbur Chapman, Double¬ bas, So Great Salvation, y Bishop
ness, Chicago, 1930. 63 «Mr. D, L Moody cm the Baptism of day, Page, Nueva York, 1920. Handley C C. Moule, y oíros, Holi¬
54 Ve r Home r.fiihfe Doctrines, especial¬ the Holy Spi tit», en King s Highway. 75 J. Wilbur Chapman, Received Yt the ness by Faith: A Manual of Keswiek
mente el volumen 2- a Journal of Scriptural Holiness 8, Holy Ghost Fleming H. Rcve]l, N ue Teaching, Religious Tract Society,
55 Homer, Pentecost, p. 14Í). Londres, 1879, p, 66, v* York, 1894. Londres, 1904.
56 Syrian, The Old-Time Power, p. 84. 64 W. H, Daniel*, ed,, Moody: His 76 Ford C, Ol [man, Have Ye Known the 82 Estas opiniones se reflejan cn lo* in¬
57 He visto dc Ralph C- Homer, Feast of Words. Wori. and Workers, Nelson Holy Ghost I, Evangelistic Publishing, formes mencionados más arriba, aun¬
¡90S, Feast of 1907 y Feast of 1909, and Phillips, Nueva York, 1877, pp. Albany, 1895, que no proporcionan textosconcretos
Holiness Movement Publishing Hou¬ 396-403, 77 Sobre este metimiento, ver David D. que reflejen las ensehanzas de Mahan
se, Ottawa, 1905, 1907y 1909. cada uno 65 D, L. Moody, Secret Power: or The Bundy, Keswick: A Bibliographic in¬ de ese momento.
de los cuales termina con «testimo¬ Secret of Success in Christian Life and troduction to the Higher Life Move¬ 83 Para obtener mayor bibliografía y Las
nios» y «experiencias» de los partici¬ Christian Work, Fleming If. Revell, ments. Occasional Bibliographical listas de los Trabajos de estas figuras,
pantes. Chicago. 1881. Papers de la Biblioteca B. 1_ Fisher. ver Bundty, Kerwiri, y Charles E- Jo¬
58 Ver Rosa, «Ralph Cecil Homer». es¬ 66 Stanley N, Gundry, Lcwe Them in: The número 3, Fisher Library, Asbuiy nes, A Guide to the Study of the Holi¬
pecialmente p. 99. Proclamation Theology of D. L. TheologicaJ Seminary, Wilmoie, Ky., ness Movement, la tercera parte,
59 R. C- Horner, Wesley ott Prostration, Moody, Moody, Chicago. 1976, p. 154. 1975. La interpretación más corriente dedicada a los «Metimientos die Kes¬
etc., William Briggs. Toronto, 1889, 67 Las diferencias entte Moody y Toney ti la de Steven Baratas, 5b Great iií- wick», Scarecrow Press, Mctuchcn, N,
una colección de pasajes ext raídos del pueden captarse más fácilmente ha¬ VütJúrt. The History and Message
of Jn 1974, pp, 48S-51L
diario y de las cartas de Wesley, sobre ciendo una comparación cuidadosa de the Keswick Convention, Fleming H. 84 Ver la exposición de A. B, Simpson so¬
«postración, gritos y risas» comoocu¬ las sermones de días sucesivos du can¬ Revell. Westwood, N.J., 1952. Una co¬ bre esto* temas, en The Four-Fold
rrieran durante el ministerio de Wes¬ te las conferencias de 1894 en North- lección representativa de trabajos pre¬ Gospel, Christian AH ¡anee Publishing.
ley; y W. B. Bums. Otuiínjlrsiioni of field: D.L- Moody. «The Anointing of sentidos en las convenciones puede Nueva York, 1890, reimpreso en 1925
the Spirit, Holiness Movement Publis¬ the Holy Spirit for Service», y R. A. encontrarse en la obra de Herbert F. COrt una introducción de Frederic H.
hing House, Ottawa, 1908, una edición Toney, «The Baptism with the Holy Stevenson, Keswick 'jA ulhentic Voice, Senil, o una exposición anterior titu¬
reducida de un i rebajo anterior de G. Spirit.», en D. L. Pierson, ed.. North- Zondervan, Grand Rapids, 1959, aun¬ lada «The Fullness of Jesús», en G P
W. Henry. Shouting-’ Genuine and field Echoes, Conference Book Store, que se consiguen mis detalles por lo Patdinglon. Twenty -Five Wonderful
Spurious, publicado y encuadernado East North field. Mass., 1894, pp. 323- general en el anuario Keswick Week. Years, IS&9-I914. A Popular Sketch
por el autor, Oneida, N- Y-, 1859. 328 y 329-339. 78 La más redenle síntesis de estas rela¬ of the Christian and Missionary
60 Charles G_ Fmney, «The Enduemcnt 68 Esto aparen en ei cap- 7 del libro de ciones te encuentra en Dielcr, The Alliance. Christian Alliance Publis¬
of Power», agregado a la obra de Asa amplia circulación de R. A. Toney, Holiness Revival of the Nineteenth hing, Nueva York, 1914, cap. 3-
Mahan, The Baptism of the Holy Why God Used D. L. Moody, Moody Century, cap, 4, resumida cn «From 85 Simpson, The Four-Fold Goipef, ed.
Ghost, Elliot Stork. Food res, sin fe¬ Bible Institute, Chicago, 1923; reim¬ Vineland and Mannheim to Brighton 1925, pp, 33, 46.
cha, especialmente pp. 231-234. preso por Banner Publications, Mon¬ and Berlin The Holiness Revival in 86 Ibid., pp. 39-40,
61 Estas mujeres eran «Sitter Hawx- roeville, Pa, sin fecha, pp. 55-63. Nineteenth Century Europe», Wesle¬ 87 A. J . Gordon, The Two-Fold Ufe: or.
hurswy «Aunlie Sarah Cooke». 13 re¬ 69 R. A. Torrcy./finv to Obtain Fullness yan Theological Journal 9, primavera Christ's Work for Us and Christ's
lato de esta última acerca del evento of Power, Fleming H- Revell. Nueva de 1974, pp. 15-27. Work In Ut, Fleming H. RcvelL Nueva
puede encontrarte en Sarah A. Goo- York. 1897. 79 Informe obtenido en icccuml of the York, 1895, p. 12.
kc, The Handmaiden of the Lord; or, Union Meeting for the Promotion of
Wayside Sketches, S. B. Shaw, Chics- Scriptural Holiness Held at Oxford

146 147
RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTAl JSMO NOTAS

88 A.J. Gordon, The Ministry of ¡he Spi¬ g Ver Henry J. Cadbury. cd„ George 18 Este desarrollo fue esbozado por Wi- de Charles G. Finney, Lectures on Re¬
rit, Fleming H. Revell, Nueva York, Fax's «Boot of Miracles», University lliam G. Bodamcr. Jr.. «The Life and vivals of Religión, Leavitt, Lord, Nue¬
1894, pp. ixx Press, Cambridge, 19*8- «Milagros de Work of Johann Christoph Ilium. va York, 1835, edición critica de
89 Ibid , p. 67. Sanidad» también san dcscriptos en hardt», tesis doctoral, Seminario William Mclxwgtilin, Harvard Uni¬
90 Tbii-, pp, 69-70-
91 A, B. Simpson, The Holy .Spirit; or.
Hs Journal.
9 W. B- Godbcy, Spiritual Gifts and
Teológico de Princeton, 1966, pp. 16]
171.
- versity Press, Belknap Press, Cam¬
bridge, Mass., I960, pp. 32-88.
Power from on High, Christian Allian¬ Graces, God's Revwiliil Office, Cin¬ 19 ffetó, pp. 34A4. 26 R. Kelso Carter, «Earth Healing » Hr-
ce Publishing. Nueva York. 1895-1896, cinnati, 1893, p. 27. 20 El informe de Blumhardt sobre este viewed. Christian Witness, Boston y
2, p. 43- 10 Dudley Wright, ed„ The Epworth evento se difundió ampliamente, pero Chicago, 1897, p. 109. Par* algo más
Phenomena, William Rider and Son, contra su col untad. Ver Blumhardt ' j general acerca de Cullts, ver W, If. Da¬
Londres, I9l7. Comparar con el Battle: A Conflict with Satan, traduc¬ niels, Or, Otitis and His Wort , Wi¬
articulo de J, Gordon Melton, «John ción de Prank S. Boshotd, Thomas E, llard Tract Repository, Boston, 1885;
Ca pítulo V Wesley and the Supernatural» en Spi¬ Lowe, Nueva York, 1970. W. E- Board man. Faith-Work; or. the
ritual Frontiers 6/7, otofto-invie mo de 21 Bodamcr, «The Life and Work of Jo¬ Labours of Dr. Qdlls In Boston, W. Is-
1 Morton T. Kelsey, Healing and Chris¬ 1974, pp. 113-173, y algo similar en cl hann Christoph Blumhardt >, pp. 44- bister, Londres, 1874; y Raymond
tianity in Ancient Thought and Mo¬ capitulo 9 de Paul Lambcumc Hig¬ i? Cunningham, «From Holiness lo
dem Times, Harper and Row, Nueva gins, John Wesley: Spiritual Hltness, 22 Vet Answers to Prayer; or, Dorothea Healipg; The Faith Cure in America,
York, 1976 T. S. Denison, Minneapolis. 1960, que Trudei, I len ry Hoyt, Boston, sin fecha. 1872-1892», Church History 43, di-
2 Evelyn Frost, Oirirfion Healing. A. R. también representa la perspectiva del 23 Ver Arthur T. Pierson, Forward Mo¬ ctembrede 1974, pp, 499-513, en gran
Mowbray, Londres, 1940. grupo Spiritual Frontiers Fellowship. vements of the Last Half Century, parte extraído de su trabajo «Ministry
3 En una carta al Elector de Bnindcm- II Ver la moderna edición de la obra de Funk and Wagnalls, Nueva York y of Healing: The Origins of the
burgo, Techada el 4 de diciembre de Wesley. Primitive PAyec, con una in¬ Londres, 1905, especialmente el Psychotherapeutic Role of the Ameri¬
1539, y diada por Benjamin B. War- troducción de A, Wesley Hill, Kp- capítulo 9, «The Growth OÍ Faith- can Churches*, tesis doctoral, Johns
field, Counterfeit Miracles, Charles wonh, Londres, I960, y el tratamiento Work». Hopkins University. 1965,
Scribner's Sons, Nueva York. I91&; más extenso del editor en John Wes¬ 24 La literatura sobre Müller es muy n- 27 Board man, Faith-Work, pp. 22-23.
reimpreso por Banner of Truth, Lon¬ ley Among the Physicians: A Study of lensa y com ¡enía tn 1837 con Ja publi¬ 28 Charles Cult is, Faith Cures; or. Ans¬
dres, 1972, p. 306. Ver también el co- Eighleenth-Ceni ury Medicine, Ep- cación del propio Müiler de la primera wers to Prayer in the Heating of the
mentario de Lutero sobre la worth, Londres, 1958. Sección de A Narrative of Some of the Set, Willard Tract Repository, Bos¬
extremaunción en «La cautividad ba¬ 12 Kelsey, Healing and Christianity, p. Lord's Dealings with George Miller, ton, 1879. p. 13-
bilónica de la Iglesia* en Obras de 233, especialmente la lista de citas en written by himself, posteriormente 29 Dorothea Trudei; or. The Prayer of
Martin Latera, Editorial Paióós, Bue¬ la nota 44. recogida por Fred Berjpn en su Auto¬ Edith, con una introducción de Char-
nos Aires, 1967, 1, pp. 252» 13 The Journal of the Rev. John Wesley, biography of George Muller, cuya edi¬ les Cullis, tercera edición, Willard
4 Ver Morton Kelsey, Healing and A, M-, Nehemiah Cuntock ed., lip- ción centenaria de 1905 contiene un Tract Repository, Boston, 1872,
Christianity, p. 213, y Bengt k. Hoff¬ worth, Londres, 1912,3. pp. 55-56. prefacio y capitulo final por ArthurT- 30 Daniels, Dr. Cullis and His Work, p.
man, Luther and ¡he Mystics, Augs¬ 14 Carta del 16 de noviembre de 1762 al Pictson, J. Nisbet, Londres, 2da. ed., 339
burg, Minneapolis, 1976; el auteur está Dr. Warburton. Obispo de Glouces¬ 1906. Ed 1861 el presidente retirada, 31 W. E. Boardman, «The Lord That
convencido de que Lulero sostuvo, en ter, en la edición dcTelforddc lascar¬ de 1a Browú University, Francis Way- Healeth Thee*, Morgan and Scott,
efecto, una forma de sanidad ea- ías de Wesley, Letters, 4, p. 344. land, escribió una introducción elo¬ Londres, 1881. pp. 10-11. Este libro
rismátiea, al tratar la cuestión en las 15 Ver Endre Z&irtdety. Krarttheir and giosa en la edición americana de las también fue publicado en los Estados
pp. 195-301. Halting Im Alteren Ptetismus, Zwingli primeras secciones bajo el título The Unidos, bajo el título The Great
5 Juan CaM no, Institución de la reli¬ Verlag, Zu rich, 1962, especialmente la Life of Trust, H. t Jncoln Wayla nd ed, Physician, Willard Traci Repository,
gión cristiana, Nueva Creación. Bue¬ sección 3C sobre «Gcbctsbeilung ¡m Gould and Lincoln, Boston, 1861. La Boston, 1881.
nos Ames-Grand Rapids, 1988, libro 4, Pietismus», biografía más completa publicada has¬ 32 Ibid., p. 11.
cap. 19, scc. 19, pp. 1154-1155. 16 John Albert Benge I, Gnomon of the ta la fecha parece ser la de Roger 33 Ibid., p. 47.
6 Ver e|articulo de Owen, Discourse On New Testament, revisión y edición de Steer, George Milter; Delighted in 34 Mary M- Boardman, Life and Istbors
Spiritual Gifts en The Works of John Andrew Faussetl.T.yT-Óait, Edim¬ God. Harold Shaw, Wheaton, III., of the Rev. W. E- Boardman, P. Ap¬
Owen, William Gould, ed.r T. y T. burgo, ISS7, l,pp. 575-576. 1975. pleton, Nueva York, 1887, p. 232.
Clark, Edimburgo, 1862. vol 4. cap. 4, 17 Ver los comentarios de Bengcl sobre 25 Veren sus conferencias, la número 4, 35 Señora M. Baxter, Divine Healing,
pp. 462-463. .Santiago 5. 14 en Gnomon, 5, pp. 3940. sobre «La oración de triunfo», y la 5, Christian Herald, Hrighlon, sin fecha.
7 En Counterfeit Miracles. sobre «Ira oración de fe», en la obra Esta obra consiste en artículos rcim-

148 149
í
RAICES TEOLOGICAS DELFENTEOOSTAI-ISMO NOTAS

Reviewed, pp. 153-161- de ios trabaje* mis importantes de Divine Healing Association, Chicago,
presos del Christian Herald and the
Prophetic News. 53 Ibid., p. 167 Moody revela poco, Moody evidente- 1891. pp, 172, 174-175.
54 Esta carta aparece en Boardman, ItiMM evr tab* referirte eífaí, y apa¬ 70 Ibid., p. 168.
36 Came F. Judd, «Faith Reckonings» en *
Tniunphj of Faith 1, enero de 1881, « The Lord That Healeth Thee», pp. rentemente, a partir de ciertas
pp. 2-3. Este editorial se publicó tam¬ 135-138 refererunas en temas acerca de la ora
55 Ibid., p. 138. rióft, no hubiera acogido ninguna doc-
bién como tratada con el apellido de
casada de la autora, Señora de Mont¬ 56 William McDonald, Modem Faith irina mecánica sobre «la oración de Capítulo VI
Healing, McDonald and Gill, Boston, fe». Acerca de Torrey, ver T. J,
gomery.
1892. Este resumen pertenece a Shanks, ed., College Students at 1 Asambleas de Dio*, Combined Minu¬
37 K- L. Stanton, Gospel Parallelisms:
Illustrated in the Healing of Body and Carter, uFailh Healing* Reviewed, p. Northfleld, Renting}!. Revelt, Nueva tes. First General Council Í7974f,p_ 2,
Soul, Office of Triumphs of Faith, 13 Vork, 1SS8. pp. 201-203. Lo mismo citado por Robert Mapes Anderson
57 Daniel Steele, Half Hours will Si. que en el caso del bautismo del Espíri¬ en Vision of the Disinherited: The Ma¬
Buffalo. 1884, p. 13. tu, Torrey parece involucrarse mis,
38 Ibid , pp 15-17. Paul, McDonald and Gill, Boston, king of American Penlecoslalism. Ox¬
39 Ibid., p. 152. 1894, especialmente el cap. 35, «Faith pero su libio —una defensa de la sani¬ ford University Press, Nueva York,
Healing», p. 250. dad milagrosa y una doctrina mode¬ 1979, JL 79.
40 Ibíd., p. 174.
58 Asbury Lowrey, «Spirit Leading and lada de la sanidad por medio de la 1 2 Ver Anderson, Vision of the Disinhe¬
41 Narrado en The life of A. if. Saijuai,
por A. E. Thompson, Christian
Alliance Publishing, Nueva York,
1920, cap, 8,
42 Ibid., p, 64.
Other Truths Carried to Excess* en
Divine Ufe and Bible Expositor 20,
mayo dc 1893, p. 133.
59 N. Hammond Follín, en la introduc¬
tales corno negarse a usar «medios»

expiación, si bien crítica los extremos

fue escrito en 1924, cerca de un cuarto


de siglo después del surgimiento del
rited, cap 5, «The Pentecostal Messa¬
ge». David William Faupel, del
Seminario Teológico Asbuiy, Wilmo-
re. Kentucky, sostiene esta posición en
ción a J, N- Short, Drvfiif Healing. penleccsu litfrtO. movimiento que To¬ una disertación para la U niversidad de
43 A, B. Simpson, The Gospel of Hea¬
ling, edición revisada, Christian Christian Witness, Chicago, sin fecha. ney aborrecía. Gomo sucedía en mu, Birmingham, Inglaterra.
Alliance Publishing, Nueva York, p.1 chas partes, Torrey pudo haber 3 Neilt O, Hamilton, The Holy Spirit
1915, p. 34; ver The Lord for the Body. (O C B. Jemigan, Pioneer Days of the modificado sus enseñanzas para evita r and Eschatology in Paul, Scottish
Christian Alliance Publishing, Nueva Holiness Movement in the Southwest, cualquier confusión con Jas doctrinas Journal of Theology Occasional Pa¬
Pentecostal Nazarene Publishing pcntecostales. Su libróse titulaba Di¬ pers, número 6, Oliver and Boyd.
Y orit, 1925, p.JD.H segundo libro am¬
House, Kansas City, Mo,, [1919], p, vine lleahng. Fleming H- Revell, Nue¬ Edimburgo, 1957, p.33. Ver asimismo
pliaba The Discovery of Divine Hea¬
165. va York, 1924; reimpreso, Baker, Marie E. Isaacs. The Concept of the
ling, publicado en 1903.
61 B. T. Roberts, «The Lord Our Hea¬ Grand Rapids, 1924. Ver asimismo e| Spirit, Heythiop Monographs 1, Lon¬
44 Simpson. The Gospel of Healing, p.
ler* en Earnest Christian and Golden análisis sota re Torrey en I. Sid low Bax¬ dres, 1976, y Eduard Schweizcr y
70.
Rule 4, julio de 1862, pp. 1-7. ter, Divine Healing of the Body, Zon- otros.. Spirit of God, Adam y Charles
45 A. J. Gordon. The Ministry of Hea¬
ling: Miracles of Cure in All Ages, II, 62 Asa Mahan, « Faith-Healing», Earnest deivan. Grand Rapids. 1979, pp, 96-97. Black, Londres, 1960.
Gannett, Boston, 1882, p. 16- Sobre tas Christian 48, setiembre de 1884, p. 76. Si' sabemos que en una oportunidad 4 Sobre el montañismo, vrr especial¬
enseñanzas de Gordon, vcrel cap. 2 de 63 (iotfbey. Spiritual Gifts and Graces, p, Torrey le pidió* John Alexander Do- mente Maurice Bameti, The Living
Ernest B. Gordon, Adoniram Judson 25 wirque Otara por su hija. Dowie apro¬ Flame: Being a Study of the Gift of the
Gordon: A Biography, Fleming 11. Re- 64 Ibid , p, 27, vechó este incidente en su revista Spirit in the New Téstameos With Spe¬
veil, Nueva York. 1896, 65 Rees, The Ideal Pensecnsial Church, Leaves of Healing 5. 8de ab ni de 1899, cial Referente to Prophecy, Gtossota-
46 Gordon, The Ministry of Heating, p. p 81. pp. 457-464. Hay una breve referencia lia , Montanism and Perfection,
43. 66 S. B. Shaw, ed„ Echoes of the General a este episodio en la tesis doctoral de Epworth, Londres, 1953.
47 Roben KeÜO Carter, The Atonement Holiness Assembly Held in Chicago Edith Lydia Waktvogcl, «The 'Over¬ 5 Para ver el uso que Joachim de Fiore
May J-7J, 7907, S. B. Shaw, Chicago. coming Life': A Study of the hace de textos e imágenes apocalípti¬
for Sen and Sickness: or, a pull Salva¬ Reformed Evangelical Origins of Pen-
tion for Soul and Body, Willi td Tract sin fecha, p. 31. ca*, ver tos trabajos de Marjorie Ree¬
Repository, Boston. 1384, pp. 12-13. 67 Guide lo Holiness 75, julio de 1901, p. lecostaiilm». Harvard University, ves, especialmente Joachim of llore
48 Ibid., p. 17, 23. 1977, pp. 123-124 and the Prophetic Future, SPCK, Lon¬
lift No he logrado encontrar enanamente 69 Ver cl apéndice que contiene «Full dres, 1976,
49 Ibid., p. 38
SO Ibid., p. 1. cuál era la posición de la tradición Report of the First General Conven¬ 6 Lo* cinco volúmenes de Collected
51 Ibid., p. 38. «avTvamentista» de Moody7Torrey.cn tion of the Divine Healrng Associa¬ Writings of Edward Irving, ed. G.
esta cuestión- 1 as biografías tradicio¬ tion», preparado para John Alexander Carlyle, Alexander St «han, Londres,
52 Una descripción de MIC desa nolle
está incluida en el apéndice a La obra nales guardan completo silencio sobre Dowie y la señora Dewit, en Out 1864. son complementado* por dos
de R- Kelso Carter, 'Faith Healing, aquellas cuestiones, y la investigación Second Year's Harvest, International volúmenesde The Profe tieal Works of

150 151
g
mmm
tl 1i í i Sf í M i r ii F i!11í ísi HI i. tjn||¡oin|
1
I tirito*lílíllilifl" It U| £
M

llplffl jiiilifliUllflflllifHiilfiiillHliiill 3
s
a F
TT
ex
I
5*1 5 Ella***? 5 i i si. I? s®l p*S Jj&i

Vi
51
mil! ;í|§I? líUliU*fí íf!]li !FII!iI|II ?l 1
fiiiBi 5!í|i|i fililí í!m!i i SiiRlSh? I
llífflJ Mllitl fíl*?3 !s ?f!í S-íri* l Hí
t| ?í? í

K r-j
•á £ 5 S

i !l]l [ííi.tíl jlli'í lÉniilfi$# [! ji


4 ír HUÍflíiliÜirf}» fí'ltHiUlJHííWil jflift
íllU" í Sill! Hüfffii? i! !¡ii!tfí Jfí'tlrü !l¡i;ll
? |í
s
in
r i litlhí iffiíüíti lliftciilHl! M\
? ,
£

n r f ¡! H lí’.f ipil |*i ni í«I<I;I


H K K Si tí

If
! «[[ 1 1!ijlf!| jrjhi í t ¡i í! i íí¡ I
Hf } Mi* jill ’«!ÿ I itiiíl I j II
Í ’oil-- It 1 iff -5i!!? lift?
111
If I fil l? lililí Mite i Hit *fhlifllHI |d5?l
w liinlMPt ml!
RAICfcS TEOLOGICAS DLL PE-NTFCOSIALISMO
NOTAS

SO Edwards, «The Distinguishing 43 fW„ pp. 17, 31. 55 Georgp D- Watson, Steps to the Thro¬ Temple, 1966; Arthur S. Yates, The
Marts* in The Great 4waternng, 4, p, 44 ¡bid,, p. 12. ne, Cod's Revivalist, Cincinnati,
45 The Cuming and Kingdom of iiriji, Doctrine of Assurance, Epworth, lon-
2*1- [IWSj.p.5. dres, 1952; Mirk Noll, «John Wesley
31 No be visto el sermón de Bellamy, pe¬ Bible Institute College Colpartage 56 W. B. Godfrey y Seth Cook Rees, The
Associitioq, Chicago, [1914|. pp. 75- and the Doctrine of Assurance», f#-
ro ha sido aparentemente agregado a Retan of Jfm, Cod's Rcvivalsi Of¬
1* edición de 1794 de It obra de Fd» 7ft. bliotheca Sacra 132, abril-junio dc
fice, Cincinnati, sin fecha, p. 16. 1975, pp. 161-177.
wards, Humble A llempt. Samuel Hop 46 A L Moody oi Home, Morgan and 57 Relatado por A. M. Hills en A Hero
Scot!, Londres, [1910]. p. 163.
6 En cuanto a la controversia sobre el
kins, A Treatise on the MUtennum, of Faith and Prayer; or. Ufe of Rev. «testimonio», ver Melvin K. Dieter,
Isaiah JTiamai and Ebcnezet An¬ 47 A, T, Pierson, «Wor+d Wide Evenge- Martin Welle Knapp, Mrs. M. W.
drews, Bovion, 1793: reimpreso Amo |i*m» en Prophetic Studies of the In¬
The Holiness Revival of the nine¬
Knapp. Cincinnati, 1902, p. 154. teenth Century, Studies in Evangelica¬
Press. Nueva York. 1972, ter national Prophecy Conference, 58 Electric Shock*from Pentettntai Bat¬ lism, número 1, Scarecrow Press,
32 «The Pernicious Altitude or the Chicago, 1&A6, Fleming H Revell, teries; at, Food and Fin
Chinch on the Reforms of the Age», Chicago, 1886, p, 31.
from Salva¬ Mctochen, NJ., 1980, pp. 35-37.
tion Pari Camp- Meeting, M- W. 7 Ray Strachey, Group Movements
en una serie dc «artas* publicadas 48 Ver. por ejemplo, la influyeme defen¬ Knapp, Cincinnati. 1899, p, 122: the Past and Experiments in Guidan¬
of
por Finney en Oberlin Evangelist. Es¬ sa del prcmiltnarii.no dr W. E. ce, Faber and Faber, Londres, 1934, p.
ta cane se publicó originalmente el 21 tHaetslone, lesus ir Coming, Demin g
167.
dc enero dc 1846, peto fue omitida de H, Revell, Nuevi York, 1898, iraduci-
8 Divine Life 16, abril de 1891, pp. 85-87.
ediciones prure rinies de las anas co¬ do aun» cuarenta idiomas, otamb if n Epílogo Un articulo similar bajo tac mismo
leccionadas en forma de libro hasta estudios mis recientes con» el de
que se incluyó en Otarles G. Finney, Henry Clay Morrison, fa I be World
nombre por el mismo autor apareció
1 Electric Shocks— No.ll, from Pente¬
Growing Setter, or Is the World Gro¬ anteen ¿>>i/irU/c10, marzode 1887,
Reflections on Revival, compilación costal Batteries; or, Pentecostal Glo¬
pp 235-237
de Donald W. Dayton, Bethany Fe wing Worse t, Pentecostal Publishing. ries from íslvílítPB PurJt 9 Respecto de este punto se ría ilustrati¬
Üowrtiip, Minneapolis, 19TJ. Louisville, 1932. Camp -Meeting— 1$00, M_ W, Knapp. va la lista compilada por William W.
33 Esto aparece en una lista de propósi¬ 49 Hi esiudio más reciente dc U teología Cincinnati, 1900, pp. 34.
tos que se publicaba regularmente en dc Moody estibe Stanley N. G undry , Menaes, Anointed lo Serve,
2 ibid., p, 4.
ios primeros números del Oberlin love Them In: The Proclamation 3 Electric Shocks—Wo-Vd, from Pente¬
Publishing House, Springfield, Mo.,
1971, pp 29-31
Evangelist, Theology of D. U. Moody. Moody, costal Batteries; or, Salvation Park
Henry Cowles, «The Millennium - Chicago. 1976. Sobre Toney, ver Ro¬ 10 A. M KJcrgan, Historical Seiches
34 Camp-Meetings, 1902. M, W, Knapp, of
the Revived of True IfalinHJ and Lo¬
No. 1», Oierfin Evangelist 3. 17 dc fe¬ ger Martin, ft, A. Torrey: Apostle of Cincinnati, 1902, p. 115. cal Church Polity, Church Advocate
brero de 1K41, p. 2ti. Certainly. Sword of the Lord. Mur- 4 B. W. Hut tabee. Pentecostal Advoca¬
35 Henry Cowles, «Tltt Millennium - freesboni, Tennÿ j1976 j. and Good Way. Fort Scoil, Kans,
te. 14 de marzo de 1907, p. 8. 1971, p 31.
Nd. 9», dtcriin Evangelist 3 9 k ju- 50 G. W. Wilson. Hie Signs of Thy Co¬ 5 Sobre la doctrina de Wesley see tra dc
11 Lewi Peihras, A Spiritual Memoir, Lo¬
36
nio de 1841, p. 91
Henry Cowles. «The Millennium

No, 10». Oberlin Evangelist 3, 23de ju¬
nio de 1 841, p 101,
ming, Christian Witness, Rost on,
1899.
51 Daniel Steele, Steele i Answer jr A
Subs rrfutf for Holiness, or Antino-
la seguridad de la sshabAnyius ante¬
cedíales. ver Forest T. Be nner, «The
Immediate Antecedents of Ihe Wesle¬
yan Doctrinen!the Witness of the Spi¬
gos InlematfOn.il, Plainfield, N. J„
[1973] p. 20.
12 Parham, The Life of Charles F- Par¬
ham, pp. 51-52,
37 Ibid. mianism Revived, reimpreso. Sc h mu I rit», tesis doctoral, Universidad de
38 Henry Cowles. «The MilPcimiivitt- Publishers,Salem, Ohio, Sin lecha, pp.
NP 11», Oberlin Evangelist 3, 7 de ju- 91412,
liadc 1841. p. 110. 52 Ver, pot ejemplo, Whalen, «Mine ta¬
39 Henry Cowles, «The Millennium
No. llslOhtrlinfriii||tl»l 3.21 de ju¬
— rjan ism and MiiknnialBm in Ameri¬
ca. 1790-lhfKj..
lio de 1841, p 1)9, 53 A. H. Hills, Fundamental Christian
4fl Henry Cowles, «The Millennium
No. 23», Oberlin Evangelist L22de di¬
- Theology, Nar arene Publish i ng Hou -
sc. Kansas City, Mo , ¡Ml.
ciembre de 1841, p. 204.
4l Paul 13. Hanson, The Down of Apo¬
54 W. 13. Godbey.An Appeal to Posittti
líenrúatisls, Pentecostal Mission Pu¬
-
calyptic. Fortress, Fil&deifia, 1975. p. blishing, Nashville, sin fecha, pp, 5-6.
11.
42 /bid.pp 11-12.

154 155
I
I Indice de personas
Aliaros, Benjamín M_, 58 Eddy, Maty Baker, 89
Anderson, Robert Mapes, 99 Edwards, Jonathan, 43, 108-110
Arthur, William, 47, 55 EUysoo, (L P„ 62
Barth, Kart, 82 Fa upel, David W„ 6, 99
Baxter, Sja. Michael, 86 Finney, Charles Gmndison, 38, 40, 43, 45-
Baxter, Richard, 19 46. 62, 68-69, 71, 73, 83, 110, 116
Beecher, Edward, 40 Rsh, Henry C., 47
Bell, George. 105 Fiscal, J. E, 34
Bellamy, Joseph, 109 Fletcher,John, 30-35,42,44-45, 48, 53,60,
Bengei. John Albert, 81, 104-105 63, 105-106,1»
Benson, Joseph. 30, 45 Fowler, Charles J., 60
Blumhardl, Johann Christoph, 82 Franeke, August Hermann, 83
Boaidmaj), W, 41, 71, 84-87 Frost, Evelyn, 77
Boland, Jeremiah, 66 Godbey, W, B, 94-95, 116-19
Boole, William H.,58 Goes. C. G, 108
Booth, William, 63 Goodwin. Thomas, 19
Bosanquet, Maty, 31 Gordon, Adoniram Judson. 72-73, 88-90.
Bresee, Phmcas, 60 117, 125-26 »
Brown, Charles, 52 Gossner, Johannes Evangelista, B3
BrumbeeIt, Cart, 3 Hamilton. N. O- 100
Brunner, Emil, 100 Hanson, Paul, 113
Burwash, Nehcraiah, 67 Hills. AM., 45, 61, 70, 118
BushneJl, Horace, 41 Holknwcgcr, W, J„ 10
Byrum, Russell R., 62 Hopkins. Samuel, 109
Caivtno. Juan, 78 I lomer, R. C. 66457
Carter, IL Kelso, 90, W Horton. Stanley, B
Carwardine, Richard, 38 Huckabce, U. W., 125
Clarke, Adam, 42-13 I lughes, George, 51
Gib bom, Arthur S., 63 Insktp, John, 92-93
Condesa de 1 lutUtngdon, 30 Irwin, Benjamin Harden, 64-65. 67, 94
Cooxelmann. Hans, 34 Jambs, SiftWSn P.. 65-66
Cowles, Henry, 45-46. 115 Javier, Francisco, 83
Cullis. Charles. 41, 71, 84-86, 88-90, 93 Joachim de Fiore, 100
Chapman,!. Wilbur, 68, 71 Jones. Charles Edwin, tin
Chiles, Robert, 42 Judd, Carrie F. Ver Montgomery, Carrie
Darby, John .Nelson, 1 00 Judd
Davies, Edward, 60 Keefet, Luke, Jr„, 23
de Fleury, Claude, 22-23 Keen, S. A. 58
Dcgen, Henry V„ 41, 49 Kellett. Norman Laurence, 24
Dittus, Gottliebin, 82 Kelsey, Morton. 77-78, 80
Dowic, John Alexander, 96-97 Kendrick, Klaude, 6
Dunning, II. Ray, 42 Knapp, Martin Wells, 59, 119, 124-25
Duraba ugh, Donald. 21 Lankford. Sarah, 39
Earle, A. B„ 41,63,85 LindSlimtt, liara Id., 25

157
RAICES TEOI.OGICAS O EL PENTECOSTAU5MO

Lowraan, Moses, 109 Pope, Howard W., ] 15-1 16


Ixrwrey, Asbury, 64, 93, 127 Rees, Seth Cook, 59. 61, 95, 124-125
Lulero, Martin, 7, 78, 137n4 Roberts, B, T, 94
MrCalla. George, 90
McDonald, William, 84,92-93
Rogers, Hester Aon. 45
Ruth, C W.. 120
Indice de temas
McDonnell, Kilian, 3 Sangslcr, W. F., 13
McKilliam, Robert. 85 Schafl, Philip, 37 Abolicionismo, 48-49, 56, 114 China Inland Mission, 7]
McNeill, John T. 20 Schweitzer, Albert, 17 Adrian College- 56 Ciencia cristiana. 52, 89
McPherson, Aidti Semple, 9 Schweizer, Eduard, 34 AldeRgate, 23 Confirmación, doctrina de, 18
Mahan, Asa, 4CM1,43-44.56-57, 59-61, 63, Scofield, C- I., 52 Anglocatólicog 18, 22-23 Consagración, 8, 43, 47, 63, 68, 73-74, 84,
68.71-72,94 Seoti, Donald, 50 Alianza Cristiana y Misionera, 9, 72, 90, 91.128
Mclanchthon, Felipe. 78 Shirley, Walter, 30 92,97,123 Conversión, 6, 20, 39, 43-44, 62, 83, IOS,
Metates, William, 11 Sibbes. Richard, 19 Antinoinianistno, 21, 154 112, 115, 117, 123-124, 128; de judíos
Merritt, Timothy, 39, 44. 49 Simpson, A. B , 72-73. 88-90, 92, 97, 117, Arminianismo, 30, 37-38, 43, 11», 110-111, 103-104, 111; y bautismo del Espíritu
Meyer, F, B-, 72, 74 125 114,117,139, 153 Santo, 8, 11, 18, 33, 69, 73. Ver tambión
Middleton, Conyers, 26 Smith, Hannah W'hitall, 71,126 Arrepentimiento, 8, 27, 66, 90 Salvación
Mi*. Si*. Edward, 86 Smith, Robert Pearsall, 71 Asambleas de Dit», 8,99, 101, 151 Crisis, 29, 42, 44
Moltmann, Jürgen, 19 Smith, Timothy L, 38, 45-46, 52 Asbuiy College, 59 Cristo, 12; ascensión, 31, 61; y bautismo
Montgomery, Carrie Judd, 86-87, 92 Spcncr, Philipp Jakob, 103 “Asociación de la santidad», 65 del Espíritu Santo, ¡rv, 63-64, 125: co¬
Montgomery, George, B7 StantDci, R. L, 87 Avivamienio evangílieo, 20. 24 mo modelo, 64, 74, 78, 90; Santifica -
Moody, Dwight L. 68-72, 89, 116-17 Steele, Daniel, 53, 60, 84, 93, 117-118 Avivamientos; el de 18574858, 41, 4748, dor, 68; Salvador, 85-86, i®, 131n22;
Moore, Everett, 6 Stoe filer, F- Ernest, 23 53,84; lo* grandes dels, XVHL38, 108; -Sanador, 86; «Salvador, SaniüVcador,
Morgan, G, Campbell. 72 Sweet, William Warren, 43 el segundo, 110; e| de la calle Azusa , 4 , Sanador, y Rey que viene». 9, 72, 97,
Morgan, John, 46, 73 Taylor, Nathaniel, 40 8, 87,128, 131 123, 125; señales, obras y milagros, 12
Morrison, H- C, 59,62 Telford, John. 30 Avivamientismo: y bautismo del Espíritu Cnsíocentrismo vs. neumocentnsmo, 25-
Mullet, George, 82 Thornton, L, S,, 18 Santo 57, 67-71, 74; influencia de, 38. 26, 32-33, 72, 136n40
Murray, Andrew, 12, 72 Torrey, Reuben A., 68-72, 126, I39n68 40.43. 46-47, 55, 102-103, 120, 123; co¬ Dispensación del Espíritu Santo, 33, 59,
Murray, Charlotte C-, 86 Tnidel, Dorothea, 81, 85 rrientes milenarias en, 108-112, 116- 61,64,90, 106
Myiand, D. Wesley, 14 Upham, Thomas, 41, 129rtJ9 117, 125; y Wcsley. 22, 4345 Dis pe nsarionalismo, 6, 15. 33. 52, 101,
Ottman, Ford C, 71 Walters, Orville, 29 Bautismo (en agua) 18 107-108, 152nll
Outler, Albert, 27 Warfield, Benjamin B-, 12, 72 Bautismo del Espíritu Santo, i, jji, v, bc.4- Dispensaciones, 6, 31-32, 34, 60, 64-65, 68,
Owen, John, 19, 78 Watson, George D-, 64, 1 19 12 18, 20, 30-31, 33. 4547, 52-53, 55-75, 101, 105-106, 133n80; de Fletrher, 31-
Orman, Agnes N\, siii. 8, 128 Webb-Feplot, H, W., 72 77, 91, 96. 102, IOS. 107, 126, 128. 33,60, 63, 105-108, 118, 138n80
Palmer, Phoebe, 39, 42-44, 46, 49, 55-57, Weiss, Johannes, 17 132n22, 138n75, 151n68; adicionales, «Doble cura», 80
61,64, 126 Welch, Claude, 11 65; segrí d Gordon, 74; Pentecostalís- Don del Espíritu Santo, 4. 47, 59-61, 64,
Parham, Charles F„ 4. 8, 10. 12, 128 Wesley, John, nv, 20-29, 32-34, 4245, 50- mo y, *v, 4, 6-8, 10-| 1. 18, Sí, 74. 10(2, 69,70,74
Peatse, Mart Guy, 41 52,66,79-81, 104-109, I34ni3 123; doctrina anrinamienlista del. 67- Dones espirituales, 4, 12-15, 22-23, 25-26,
Peck. George, 40, 44 Whitby. Daniel, 109 71, 125; y santificación, 51, 53; y len¬ 43. 59, 61, 66, 78-79. 82-83. 93, 97, 101,
Peck. Jesse. 44 WhitefiekJ, Georgy, 30 guas. xv, 126-128; segiínTorrcy,69,71; 125; estraoidmarioe, 26, 78, 109; Wes¬
Peters, John, 38 Williams, Gatin, 21 vanantes de la doctrina del, 57; tema ley sobre, 22-26,93
Pc thru:, Lewi, 127 Wilson, Garth. 19, 117 wesleyano del, 37-58 Ver tambiín "Do* bendiciones», ensenanra sobre ¡as.
Pierson, A. T, 116 Wood, A. Skevinglon, 25 Conversión: relativo al b 62, 65-67
Pike, J. MH 64 Woodworth-Ener, Mary B„ 15 “Bautismo de fuego», 7, 64-65.67, 119 Ejómto de Salvación, 63
Pope, Edwin, 64 Zeller, Samuel, 32 Calvin ismo. 21, 30, 38, 40. 79, 111, 117 Encuentro* al aire libre, campa mentes, 17
Cambio social. 48-51,111 Era apostólica, 12-13.47. 78
Carismata, lis liacatologÍB. 15, 17. 19, 32, 34, 99-109, 113-
"Casa de la Bendición», 88 114, 117-119. I33n44. 139nR9, ]52n15.
Catolicismo, vü, Jóí, 20, 23, 78. ||4. 119. 153nl8; apocalíptica, 113; dtspensa-
132, 140; y movim iento cansina tico, 99. cioniiista vs. peniecosial, 10J; posmi-
131; y pentecostalií mo. irv, 18 icnarista vs. pcrttecostal, 112-113;

158 159
RAICES TEOI JOG I CAS DEI, PENTECOSTTALLMO INDICE DE TEMAS

«profética», 113; «realizada», 28, 105, 130, 123, 125-28, 13tn22;yelpCíilMos- 83,85.127-128, 131n22 encía de, 57-58, 67, 125-126; sobre la
tos tálamo, xv, 3, 5-6, 14, 133. 12S. Ver Pactos, 32 sanidad. 77-79; sobre el milenio, 117
Esclavitud, 48-49, 114 también Gloraoialia Pentecostés; evento, vii-viii, II, 13-14, 18, Regeneración, 8, 18, 60, ¿2 70, 90. 103;
Espíritu Santo, el- Ver varios temas; Bau¬ «Lenguas de furgón, 47, 53 30-33,45-48, 56. 59-60, 65-68, 71, 73-74. bautismal, 20
tismo del EH; Dispensación del ES.; «Limpieza de pecado», 27, 57, 61-63, 65, 95,99, 105-107, 118, 127. Wesley sobre. Reino, 108, 110; de Cristo, 109-110; de
Don del ES.; Eruto del ES.; Plenitud 68-70, 90-91 143n69; «nuevo», 47 Dice, 88; de gracia, 108; milenario, 99,
det ES.; Recibir el E.S.; Ungimiento, «Lluvia temprana», 14 Pentecnstalismo: análisis teológico, 3-15; 101
del ES «Lluvia tardía», ix, 10, 14-15, 133n44, 56, y bautismo del Espíritu, 55-74; y cato¬ Resistencia pacifica, 49
Espiritual ismo, 52 », 101 licismo, via, 3, 18-19; y cultura, viü, 5. Restauración, 27, 47, 86-87, 88. 101, 109
Evangelio cuadrángulas, 9-11, 14, 123 «Medios», oposición a, 39, 91,94, 151n68 4749, 114; y crecimiento de la iglesia, Sacramentos, 18, 20, 78
Hrpciknnr: tupe ri «nial, 6, 12, 24, 43, 61 Meiodismo: sobre d biuliinH del Espío
tu Sanio. 58; en Estados Unidos, 37-
- viü; definición de. 3-4; y escaiología, Salvación, nt,9, 10-12 20, 24-27, 4344, 46,
65T 83-85, 119, 128; posterior a otra, ó, 102 y hermenéutica, 9-12 e historia, 65,80. 96-97, HM-106, 108, 111; com¬
9, 29-30, 41, 43, 57, 62 M-óí, 72-74, 84 38, 48-49; influencis del. 19-34, 102. xüt-xiv,7; «idea», 59; lenguaje y simbo¬ pleta, 62-63, 127; y perfección, 42;
«Fe apostólica», la, 10, 13 136; sobre el milenio, 107, 109-110; y lismo, 44-48; lógica interna, 8-9, 14-15; «univesai», 30; Wesley sobre, 26-28
Fechas, fijación de, 104s pe ntefiKsialbSmo, 17-34; wcsleyano, 48- metodismo, 17-34; y prcmilenarismo, Sanidad: y el catolicismo, 18-19; corporal
Fruto del Espíritu Santo, 25-26, 126 49,56 99-120; y sanidad divina, 77-97; temas, 5-6, 9, 18-19,73-74, 77.97. 117-118, 124-
Fundamentalismo: dispensación alista, Milagroso, 10,61, 78-79, 82, 109, 111 58-61, 74,99, 123, 128; tipología de gru¬ 125, 128, 13ln22 espiritual, 87-88; en
101; controversia, 48 Miiertarismo, 19 pos, 6. Ver también Cestatl la Expiación, 86-94. 92-95. 116-118,
Gestoit de temas pentcccetaleS, 4, 6, 15, Milenio, el, 109-112,114,130 Perfección, doctrina de, 24-25, 27-28, SO- 123-126, 15 ln.68; Favor especial, 92
73,99-100,123 Misión de Pe Apostólica, 8 SI, 33. 37, 46, 49-50, 52 55, 61. 107; instantánea. 90-91, 124; milagros de,
Glossotatia. 34. 55, 120. 129n2, 129n3, Montañismo, 100 carácter ideológico, 42-14; «sin peca¬ 1 2 14, 18-19, 78, 80-83, 90; y pcntccos-
131n22 132n23, Moral iimo. 21 do», 28 lalismo, ix. 7-8, 11-13, 6(161 , 77-97, 101,
Gracia, 19, 27, 4243, 56, 63-64, 66, 77-81, Murmones, 3 Perfeccionismo, ix, 37-53, 72, TI, 79, 103, 116-117, 124, 127-128; y píctismo, 19-
93, 109, 117-1lfi, 153; y justificación, Motifs, 7, 22-23, 27. 37, 61, 99, 107 107-1 0B, 110, 113. Ver también 20; Simpson sobre, 72-73, 88-89, 92 97;
20; reino de, 108; preventiva. 27, 66; Movimiento de santidad, 9-10, 34-25, 39, Oberiín, teología de Wesley sobre, 79-81, Ver también Me¬
obra» de, 42 57, (0, 62-63, 43, 49, 65-67, 74, 89, 93-95, 110, U7- Píctismo: influencia de, 18-20, 80-82 99, dios
93; «terapéutica», 27, 77, 80; «tres 120, 124-125, 127-128; y bautismo del 103; teología de, 10, 103; y Wesley, 22- Santidad de vida, 6-7,4242 61-63, 67, 71,
obras» de, 6-9, «dosobras» de, 6-7, 57, Espíritu, 74, 126-128; sobre la sanidad, 24,79-80 93-H 110-111,
62 64; Wesley sobre, 28-29, 32-33 90-91, 93-96; influencia de, 7, 84, 87, Plenitud del Espíritu Samo. 47, 60-63, 70- Santificación, 8, 65; influencia de, 8-9, 44-
Guerra Civil, la, 38, 42, 46, 48-50, 55, 58, 123-126; y pciuecosulismo, 9-10, 41, 72 106, 124-12S, I38n75 46, 51-53, 57-58, 65-66, 84, 118; ins¬
114 47-53, 99, 101-102; y perfeccionismo. Poder, 12, 31, 34, 48, 51. 56-58, 61-67, 70, tantánea, 4244, 66, 118, 123; Mahan
Hermanos libres, K3, 100 72; y premiknansmo, 117-120; aviva. 71,73,77,88,97,127.128, sobre la, 63-64, 68, nazarenos sobre la,
Hermenéutica, 10-14 miento, 39-41, 55; tcmasy lenguaje, 45- Posesión demoníaca, 82 62 Pentecostal, 4647, 51-52 55.57-S8,
Iglesia: como esposa. 15; era de la, 106; 46, 51-52, 69; teología, 42-43, 52 62-63, Posmilenansmo, 102-118 65-66, 70; proceso de, 29, 44, 73; Simp¬
perfecta, 14; primitiva, 11-12, 33, 46- 7297, 123-124; ensenaría de «las tres Prcmilenarismo, 8, 93, 99-120, 124, son sobre la, 72-74; Wesley sobre la. 6,
47. 77. 79. 100 bendiciones», 62-67; tradición, 59, 86, I34n13, dispensacionai, ICO; y movi¬ 27-29, 4145, 51-52, 66-67, 105, 106,
Iglesia Anglicana, 20-24. 27, 71-72, 79, 90.97, 101-102, I35n28 miento de santidad, 117-120; surgi¬ 143n69, Ver también Santificación
I35n27 National Holiness Association, 93-94, 97, miento del, 99-120; y Wesley, 19, completa
Iglesia Episcopal, 41 117 134ttl3 Santificación completa, 6, 9, 28-30. 33, 40,
Iglesia Metodista Libre, 48, 50, 94 bíeumatulogía, 24, 99-100, 107. Ver lam- Profecía, don de. 61 4246. 51 -53, 57-58ÿ 60.62-64. 66-68. 81,
Igualitarismo, 49 biíti Criítocentrismo Protestantismo, viü, 19, 21 93-95, 97, 105, LOS, 110, 118. 123
Investimiento con poder, i 1-12, 58,68-70, Obcrlin College, 4041, 49. 51-52. Ver Puritanismo, 18-20, 78, 99, 10(3, 108, 125- Secularización. 49
7* también Obcrlin, teología de 126 -Segunda bendición» , 11, 39. 40, 42, 65. 69,
IsracJismo británico, 101 Obcrlin, teología de: bautismo del Espíri¬ Radicalismo: doctrinal 67, 85, 89, 92, 96, 72-73,90,118,177
Jesús solo. Movimiento, 6-7 tu Santo, 68; sobre el milenio, 110-112 123, 126; y Wesley, 25, 50-51 Segunda venida, la. u. 6-9, 14, 33-34, 73-
Juicio, 32 105, 118 114, 120; sobre el perfeccionismo, 38, Recibir el Espíritu Santo, 30-31 74, 96, 99-120, 125, 128, I31n22; inmi¬
Justificación, 10-11, 27, 29, 62 65-66, 80, 4046,49-50,53,72, 109-110, 112; sobre Redención, expiación. 32 y sanidad, 88- nencia del retomo de Cristo, 8, 14-15,
103 la santificación, 40, 4243, 4445, 120 91, 123. Ver también Sanidad en la ex¬ 33, 49, 50, 74, 100-102 103-104, 105-
Kenswick, Movimiento de, 71-72 Oración: y fe. 80. 82«, 85, 93, 95-96. piación 106, 109-112 114, 13ln22- Ver también
Lenguas, hablar en, xv, 3, 5-6. 11, 14-15, 150nó8; fu noón de la, 36,63,78,80,82- Reforma protestante: tradición, 38; influ- Premilenarismo y Posmilenansmo

160 161
__
RAICES TEOLOGICAS DEL PEMniCOSTAIiMO

Segundad, doctrina de la, 25 Trinídad, la, 6, 100


Seminario Teológico de Asbury, 59 Trinitaria, la fórmula, 6
Seflales, 11-12, 15,01,88,97, 127. Ver tam¬ «Teología del aliar», 42
bién Milagroso, lo Tercer mundo, 13ln22
Sotendogia. 7, 24-25. 97, 107-108, 110; y Tradiciones cristianas clásicas, 5, 12, 15,
IB, 21-22, 24, 31-32
Indice Bíblico
Wesley, 23. Ve r también Salvación
«Tres bendiciones», enseñanza de las, 62- Ungimiento.del Espíritu Sanio, 15, 48, 64-
Salmos

_
3.16. 7 1* Cori utlos

__
67 65; «de lo alto», 46, 107
63.12 Bl 3.21,22 65 12-14 127
Trcveoca College, 30 Vida cristiana profunda, 123, 128 ]03.._, B6 11.13- 65
104.4 65 Cálalas
Juan 4.16.,,, 18
Isaías libio de:..., 33
í,l-8...-_„ 65 3.16 9 ETernos
33.14 65 1.13-14., _, 19

_ _ -_-_-
532-5 88 Hechos
63.1 61 Libro de;.,.. 6,10-14, Col Usenet*
30. 33, 107.

_
2.9 6
Eírquid 130n9
Libio de: 33 1.1-28.31™ 7 1* Tesalonlceitses
1.4-14 ,, 65

.........
1.4.. 9 4.16-17 9
102-7 6S 65
1-11 7 1* Tesalonlcenses
JoH 1.15
- 7 2-13.. 84

.—.........
Libio de:,..- 14,56,99, 1.18 58
133n39 2,
- 56,99,
133n39
Santiago
Libio de:.„ 33,78
Mateo 2.1-4,. 65 5-7-8 14
libio de:.., 33 2-4 7.9 5.14,15 7,9,78,81,
111 ... 64 238 6 &S-86
28.19 „ 6 8,14-17 18
8,16-17 SS, 94

...
10-44-46 7 1* Juan
12.29 65 Libio de: 33
Marcos 19J6.„- 7.65 1-7 65
6,. 78 38. 65
16,17-18 7,81 Apocalipsis
Romanos Libro de: .... 119
Lucas 5,1 7 15-2™. 65
libio de:..- 10 20 103

¡62 163

Vous aimerez peut-être aussi