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ATENCIÓN SEXUAL PLENA: UNA MEDITACIÓN PARA

REALIZAR DURANTE EL SEXO.

UNA MEDITACIÓN PARA UTILIZAR LA ENERGÍA DE LA RESPIRACIÓN Y LLEGAR AL ÉXTASIS


ERÓTICO
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Nunca antes en la historia de la humanidad se había hablado tanto


sobre el sexo, y nunca antes se habían elogiado tanto los beneficios
de una vida sexual plena. Sin embargo, aunque esto puede ser digno
de celebrarse, también tiene sus aspectos negativos, pues ante la
inundación y banalización de lo sexual, en ocasiones el sexo pasa a
ser algo ordinario que se realiza más como un deporte o una
obligación y no se cataliza su potencial transformador, extático,
espiritual. Asimismo, el bombardeo de imágenes sexuales y la
profusión de la pornografía hacen que muchas personas introyecten
una imagen sexual basada en una (ir)realidad falocéntrica o
simplemente egoísta y hedonista, que incluso llega a ser patológica.
Generalmente, llevamos estos fantasmas culturales a nuestras
relaciones y podemos distraernos del presente desnudo de los
cuerpos, la respiración y la energía, al enfocar nuestra atención en
estas fantasías que no son auténticamente nuestras.

No obstante, el sexo nos presenta una oportunidad magnífica de


desnudarnos tanto física como emocional y espiritualmente; de ser
realmente quienes somos y de entrar en contacto con nuestros
cuerpos de una manera no mediada. El placer como gran eje nos
ancla y nos centra y nos lleva al presente, si nos mantenemos atentos
y fluimos. En otras palabras, nuestra práctica sexual se beneficia
enormemente si dejamos de pensar a la hora de relacionarnos y, más
bien, sentimos y nos dejamos llevar por las sensaciones. Para esto,
sin duda la meditación puede ayudar mucho. Meditar antes, pero
también meditar durante el sexo.

Para numerosas culturas -aunque especialmente aquellas que nacen


en la India- el sexo es un momento de enorme potencial espiritual. En
gran medida, se entiende que la misma energía creativa del universo
-aquella que hace galaxias, planetas, plantas y personas- se puede
sintonizar en el sexo, una energía que sube y baja por la columna, en
un circuito entre la cabeza y los genitales. La mejor forma de
sintonizar y hacer consciente esta energía, según enseñan diversas
tradiciones espirituales, es observando la respiración. El aliento o aire
de la respiración es llamado el caballo (la energía) que la mente
monta. Como dice el Atharvaveda en su famoso himno al prana:

Alabado sea el Aliento Vital,

Él gobierna el mundo, maestro de todas las cosas...

Alabado seas tú, Aliento,

cuando vienes y alabado seas cuando vas.

Cuando te alzas y cuando te quedas quieto,

a ti nuestras alabanzas.

El maestro tántrico shaíva Abhinavagupta escribe: "La creación y la


absorción están establecidas juntas dentro del aliento vital". En la
inhalación y en la exhalación se repite la creación y destrucción del
universo. Tener esto presente, aunque sea sólo como un fondo
poético, crea una dimensión de erotismo cósmico que nos permite
darle un significado más vasto a la respiración y en general a todos los
actos, pues en todo acto existe este prototipo de expansión-
contracción, sístole-diástole, el solve et coagula alquímico.

Con esto en mente, proponemos aquí una sencilla meditación.


Fundamentalmente, esta meditación consiste en ser conscientes de la
respiración durante el acto sexual y, mejor aún, desde el coqueteo
previo. Se puede llevar la atención a la zona abdominal donde se
presentan movimientos rítmicos en relación a la inhalación y a la
exhalación, o también se puede llevar la atención a las sensaciones
que produce el aire en las fosas nasales.

Estar atentos a la respiración permite dos cosas. Por una parte, nos
hace darnos cuenta de que la relación sexual funciona como un ritmo
y con ello nos acerca a la posibilidad de sincronizar nuestros ritmos,
hacer del sexo una danza. Asimismo, nos hace mantenernos
necesariamente en el presente; esto nos da, obviamente, más
presencia, nos mantiene en el cuerpo plenamente y nos ubica en la
riqueza de las sensaciones. Así, no entramos en el mundo de la
fantasía, el miedo y la esperanza y demás rumiaciones mentales que
hacen que no estemos del todo ahí. La atención al presente
es plenitud.

Un nivel más sofisticado es percatarse de los movimientos sutiles de


la energía que van ligados al flujo del aire en el cuerpo,
particularmente en lo que en el yoga se conoce como el canal central,
una especie de conducto en el cual se reúnen las energías masculinas
y femeninas, o las energías solares y lunares.

La cúspide de esta meditación es sincronizar la respiración, mantener


los ojos abiertos, mirándose de frente hasta llegar al orgasmo. Esto
puede ser algo bastante difícil de lograr, ya sea porque el placer tiende
a hacernos cerrar los ojos (en la llamada petite mort del sexo) o
porque sostener la mirada de alguien durante mucho tiempo puede ser
difícil, pero si hay mucha confianza y apertura aquí yace una especie
de portal de claridad y compasión hacia la luz infinita que brilla en la
mirada. Se recomienda practicar esta meditación en la posición que en
el budismo tántrico llaman yab-yum, con la mujer sentada sobre el
hombre, frente a frente, como aparece en el arte tántrico.

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