Principios de selección seguidos de antiguo y sus efectos.
Uno de los rasgos característicos de las razas domésticas es que vemos en
ellas adaptaciones, no ciertamente para él propio bien del animal o planta, sino para el uso y capricho del hombre. La clave está en la facultad que tiene el hombre de seleccionar acumulando; la Naturaleza da variaciones sucesivas; el hombre las suma en cierta dirección útil para él. En este sentido puede decirse que ha hecho razas útiles para él. Se habla del principio de la selección como por ejemplo de «lo que permite al agricultor y al ganadero, no sólo modificar los caracteres de su rebaño, sino cambiar éstos por completo. Es la vara mágica mediante la cual puede llamar a la vida cualquier forma y modelar lo que quiere». Selección inconsciente. Se procura mediante selección metódica obtener una nueva línea o sub-raza superior a todo lo de su clase en el país. Una forma de selección que puede llamarse inconsciente, y que resulta que cada uno procura poseer y sacar crías de los mejores individuos. Pero sin tener deseo ni esperanza de modificar permanentemente las razas. La difusión de una nueva sub-raza sería un proceso lentísimo. Tan pronto como los rasgos característicos son conocidos, el principio, de la selección inconsciente tenderá siempre -quizá más en un período que en otro, según que la raza esté más o menos de moda; quizá más en una comarca que en otra, según el estado de civilización de los habitantes- a aumentar lentamente los rasgos característicos de la raza, cualesquiera que sean éstos. Pero serán infinitamente pequeñas las probabilidades de que se haya conservado alguna historia de estos cambios lentos, variantes e insensibles.