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2018
UNIVERSIDAD AZTLÁN
Entiendo que en México, como en cualquier otra nación, la educación de nivel
superior es parte del interés público que en ocasiones se traduce en beneficios de carácter
privado. Aunque la mayor trascendencia colectiva es la que corresponde al ámbito público,
el sector privado es parte del conglomerado social y participa en una amplia variedad de
ámbitos entre ellos, por supuesto, el educativo. Al concluir sus estudios, los profesionales
de todas las áreas del conocimiento terminamos laborando en las filas de ambos sectores
sin importar, o casi sin importar, a qué sector, público o privado, pertenece la institución en
la que nos formamos. Estoy convencido de que la mayor relevancia radica en el hecho de
que una población que cuente con una educación más amplia y de mayor calidad puede
formar una ciudadanía mejor informada, más participativa y sumamente crítica. Aunado a
ello, una nación que cuente con un amplísimo sistema de estudios de nivel superior de
calidad, podrá contar con mejores condiciones de desarrollo económico y social y con ello
ser un país socialmente incluyente.
Los números señalan que dos de cada cinco egresados de estudios superiores son
parte de la enorme fila de desempleados mexicanos. El ser profesional universitario no
garantiza ser poseedor de un proyecto de vida que asegure el futuro ya que el 41 por ciento
de personas de esta categoría y que sean, además, menores de 30 años no cuentan con
un contrato laboral estable o son parte de la llamada economía informal, misma que en
México abarca casi el 60 por ciento del total de los trabajadores. Ser taxista, vendedor o
elemento de seguridad privada, son las expectativas que enfrenta un gran número de
personas que gastaron mucho tiempo o dinero para dedicarse una gran parte de sus vidas
a sobrevivir.
“la trayectoria de la educación superior en los años recientes está marcada por un crecimiento
cada vez más vigoroso de la matrícula total: mientras que en el ciclo escolar 2006-2007 alcanzó
alrededor de 2 millones 525 mil estudiantes (sin incluir el posgrado), en 2011-2012 se situó en
cerca de 3 millones 274 mil y se prevé que en 2012-2013 alcanzará una cifra cercana a 3
millones 500 mil (La educación superior en México 2006-2012 Un balance inicial)”
“del conjunto de ciudades que integran en la actualidad el sistema urbano nacional, 153
ciudades de todos los tamaños han ingresado a la etapa de ‘masificación’; 136 ciudades
permanecen en la etapa anterior (la de ‘minorías’); y 69 ciudades —las más pequeñas— aún
no cuentan con oferta educativa de tipo superior (La educación superior en México 2006-2012
Un balance inicial)”.
Dicha “masificación” no pudo ser posible sin la participación del sector privado que
vio multiplicar considerablemente su presencia. Por ejemplo en Cuernavaca: durante la
década de los noventas la existencia de estas instituciones era irregular y no rebasaba las
10, para la primera década del nuevo siglo ya sobrepasaban las 50. Luego de 2001 han ido
abriendo sus puertas nuevas instituciones y en 2014 se podían calcular cerca de 70. En
2018 el Directorio de Universidades Privadas y Públicas del Estado de Morelos enlista 56
instituciones de estudios superiores privadas pero deja fuera a que, está comprobado,
existen.
• Una evaluación diagnóstica (mediante 133 diferentes indicadores) del servicio educativo que
prestan las instituciones particulares que cuentan con RVOE federal, la cual permite a dichas
instituciones obtener una constancia de clasificación en alguno de los 5 niveles y 10 subniveles
identificados.
Hasta el 4 de septiembre pasado, el instrumento de evaluación había sido respondido por poco
más de 1,000 planteles de educación superior con algún RVOE federal. En la clasificación oficial
de estos planteles sólo uno de cada diez se ubicó en los últimos tres niveles y seis subniveles
de la pirámide (los que tienen un innegable compromiso con la calidad), mientras que el resto
fue clasificado en los dos primeros niveles y cuatro subniveles (los que cumplen estrictamente
con los requisitos que establece la legislación actual para obtener un RVOE o bien los que
apenas superan los estándares y requisitos para lograrlo) (Véase gráfica 7).
Pero los resultados informados por Tuirán no sólo representaban el triunfalismo del
entonces funcionario de la SEP, sino que mostraban, por decir lo mejor, una realidad
inobjetable y que lejos se encontraba de ser satisfactoria. Los datos son claros, sólo el 20.1
por ciento de las escuelas que participaron en el diagnóstico señalado, presentaron
resultados satisfactorio o sobresaliente. Se señala que fueron más de mil planteles
investigados, considerando el número cerrado (1000) sólo doscientas escuelas merecerían
tener permiso para operar, el resto, 800 no podrían seguir funcionando pues lo que están
haciendo es empobrecer la calidad del servicio educativo que prestan a la sociedad. Y de
esos 800 sólo 140 se habían comprometido a realizar mejoras. Esa es la realidad del país,
excluyendo, afortunadamente, a las universidades públicas cuyas administraciones
enfrentan otros tipos de problemas pero que también afectan la calidad de sus servicios.
Con todo ello, algunas de las instituciones señaladas, además de contar con los
RVOE’s de las carreras que ofertan, poseen la acreditación de la Federación de
Instituciones Mexicanas Particulares de Educación Superior (FIMPES), este organismo
cuenta con el Convenio de Concertación y Aceptación de los Mecanismos de Evaluación
de la Calidad en el Servicio Educativo, firmado con la SEP.
REFERENCIAS.
Márquez Jiménez, Alejandro. (2011). La relación entre educación superior y mercado de trabajo
en México. Perfiles Educativos, vol. XXXIII, número especial. IISUE-UNAM.
Martínez Riso, Felipe. (2001). Las políticas educativas mexicanas antes y después del 2001.
Revista Iberoamericana de Educación, septiembre-octubre, número 027. Organización de
Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI). Madrid, España, pp.
35-56.