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En efecto, durante 2017, el sector minero energético registró una contracción del -
3,6% real anual, completando contracciones en tres de los últimos cuatro años. De
esta forma, luego del auge de 2010-2014 cuando el sector crecía al +6,8% en
promedio anual, se pasó a contracciones promedio del -3,5% en 2015-2017. Esto
fue consecuencia, principalmente, de la marcada reversión de los precios del
petróleo de niveles promedio de US$102/barril en 2010-2014 hacia US$44/barril
en 2016 y US$54/barril en 2017, lo que ahondó algunos problemas estructurales
que ya acarreaba el sector y cambió las perspectivas de rentabilidad y producción-
exploración de los proyectos minero-energéticos en el país.
Esto obedeció a la caída del -1,2% anual en los niveles de producción, alcanzando
89,4 millones de toneladas en 2017 (vs. 90,5 millones de toneladas en 2016) que
no alcanzó a ser compensada por la recuperación del precio hacia niveles de
US$76/tonelada gracias a un incremento en la demanda de China, luego de varios
años de descensos pronunciados.
Para el año 2018 (como un todo), ANIF proyecta que el PIB-real del sector minero-
energético volverá al plano positivo al registrar un crecimiento del 1,5% anual, muy
superior al -3,6% observado en 2017. Esto obedecería principalmente a un mejor
desempeño de los subsectores de carbón (gracias a una elevación del +27% en el
precio promedio internacional) y de petróleo y gas natural (que es el que tiene
mayor ponderación dentro del sector). En este último caso, el mejor desempeño
sería consecuencia de: i) una caída del -8% en los costos de operación de las
empresas del sector petrolero, según la ACP, elevando su rentabilidad; ii) una
mayor inversión en la exploración y producción de hidrocarburos, la cual pasaría
de unos US$3.400 millones en 2017 a US$4.500 millones en 2018, lo que podría
tener algunos efectos positivos desde 2018; y iii) la recuperación del precio
promedio del petróleo hacia US$65/barril en 2018 (+20% anual), gracias al recorte
de producción de la OPEP (y de algunos países no miembros, como Rusia) que se
mantendría hasta finales de este año.
La causa más importante tiene que ver con costos muy altos, la tendencia del
gobierno a financiar programas sociales con impuestos al trabajo, los mismos
programas sociales del gobierno que hoy están incentivando la informalidad
laboral y la conducción de la política económica asimétrica, en el sentido de que
se han brindado muchos auxilios y favores tributarios a la inversión, a la
acumulación de capital, pero no a la generación de empleo. El gobierno pone
todos los huevos en la canasta de la inversión y deja desatendido el empleo, por
tanto las empresas han venido invirtiendo con mucha celeridad pero no han
generado empleo.
Uno puede decir eso, pero es una posición que desde un punto de vista
económico encierra algo de demagogia. Creo que la generación de empleo para
que sea sostenible y alcance las dimensiones que uno quiere tiene que ser un
buen negocio para los empresarios. Si seguimos considerando la generación de
empleo como una decisión altruista o como parte de la responsabilidad social
empresarial algo lograremos, pero en el fondo lo que uno debe tener es una
política económica que incentive, que haga rentable la generación de empleo.
El marco regulatorio del sector eléctrico clasifica las actividades que desarrollan
los agentes para la prestación del servicio de electricidad en: generación,
transmisión, distribución y comercialización de energía eléctrica.
Teniendo en cuenta las características de cada una de las actividades o negocios,
se estableció como lineamiento general para el desarrollo del marco regulatorio, la
creación e implementación de reglas que permitieran y propendieran por la libre
competencia en los negocios de generación y comercialización de electricidad, en
tanto que la directriz para los negocios de transmisión y distribución se orientó al
tratamiento de dichas actividades como monopolios, buscando en todo caso
condiciones de competencia donde esta fuera posible.
Regulación
La expedición de las leyes 142 y 143 de 1994, permitieron la conformación de un
nuevo esquema para el sector eléctrico nacional. Dentro de los aspectos más
importantes de estas dos leyes tenemos: se permitió la participación del sector
privado en la prestación de los servicios públicos, la división de la cadena de
producción en segmentos (generación, transmisión, distribución y
comercialización) y se diseñó un sistema de regulación con la creación de la
Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG), además identificó
mecanismos para la defensa de la calidad y confiabilidad del servicio a través de
la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios (SSPD).
El Código Minero
El Decreto 2655 de 1988
En 2017 las exportaciones del sector minero crecieron 35% frente al año anterior y
la inversión revirtió su tendencia. Sin embargo, el impulso se dio por los precios y
persisten dificultades.
La situación no fue exclusiva del carbón. Lo mismo pasó con el cobre, la plata, el
níquel y el mineral de hierro. El reflejo de esta recuperación se dio en dos cifras:
por un lado, las exportaciones que crecieron 35% frente a 2016, al superar los
US$12.000 millones, de los cuales cerca de US$7.400 millones fueron de carbón.
Y, por el otro lado, los flujos de inversión extranjera directa, que el año pasado
registraron una recuperación al alcanzar US$1.000 millones, luego de reportar –
US$125 millones en 2016 y unos US$640 millones en 2015.
La explicación de este repunte en las cifras es la estrecha relación que tienen los
productos del sector con los precios de los commodities: según cálculos de la
Asociación Colombiana de Minería (ACM), el año pasado el índice de precios fue
cercano a 10 en 2016 fue apenas superior a 5, pero, como advierte el gremio,
lejos del boom de 2008, cuando llegó a 20.
Pero persisten serias dificultades en el sector minero por cuenta de los fallos
jurídicos, las diferencias con las comunidades y los retos ambientales.
Uno de los principales indicadores está relacionado con los Proyectos de Interés
Estratégico Nacional (Pines) que deben conducir a crecimientos en la producción
de oro de 130%, de 17% adicional en carbón y de 14% más de níquel, entre otras.
Diferentes fallos de las cortes han generado preocupación entre las empresas por
la inseguridad jurídica que generan. Un análisis sobre sentencias de 2010 a 2017
de la ACM muestra que en la Corte Constitucional se han proferido 60 sentencias
con impacto sobre el sector minero: 27 de constitucionalidad, en las que 50% se
ha declarado inexequible total o parcialmente la norma; 33 tutelas seleccionadas y
resueltas 90% de ellas en contra.
¿Qué hacer?
La estrategia del Gobierno para potenciar el sector pasa por diferentes ejes. Uno
es el relacionamiento con el territorio y dialogar con los actores sobre los temas
que preocupan, “para llevar información cierta y qué significa la llegada de una
empresa minera.
Otro aspecto es la formalización que, además, permita la coexistencia entre
mineros grandes, pequeños y medianos. Los resultados desde 2016 muestran
cerca de 40 contratos de operación que involucran más de 2.500 mineros que
antes estaban en la ilegalidad y 62 subcontratos de formalización, que involucran
unos 2.000 mineros pequeños, entre otros logros. El tercero es seguir avanzando
con la garantía del desarrollo de los Pines.
La cifra no es despreciable, pues equivale a 25% del presupuesto anual del Sena,
27% de los recursos del Departamento de la Prosperidad Social (DPS), 2,4 veces
mayor que el presupuesto anual de Colciencias y 2,6 veces más grande que el del
Ministerio de Ambiente, tomando como referencia el Presupuesto General de la
Nación para 2019.
De las compañías que hicieron parte del ranking, 82% cuenta con un comité de
reputación o ética en su junta directiva. 96% afirma tener estrategias definidas
para dirigir su contribución a la comunidad y 44% tiene mecanismos para evaluar
el retorno de la inversión social. En 2018 este indicador era de 37%.
La energía eléctrica ha sido fundamental para las regiones a nivel global, llevando
desarrollo, crecimiento y una mejora en la calidad de vida de sus
habitantes. Según el último dato del Índice de Cobertura de Energía Eléctrica
(ICEE) reportado en 2015, el 96,9% de la población cuenta con energía eléctrica
en sus hogares. La cadena de energía eléctrica está compuesta por cuatro
actividades: generación, transmisión, distribución y comercialización, las cuales
permiten integrar el Sistema Interconectado Nacional (SIN), mediante el cual la
energía es transportada desde el lugar en que es generada, hasta el consumidor
final. Las áreas que no tienen acceso al SIN son denominadas las Zonas No
Interconectadas (ZNI) y en estas habita cerca del 3,04% de la población de
Colombia (Unidad de Planeación Minero Energética -UPME- 2015). Allí el
consumo de energía se abastece mediante plantas diésel, pequeñas centrales
hidroeléctricas y, más recientemente, paneles solares. Adicional al Sistema
Interconectado local, Colombia tiene conexiones con Venezuela y Ecuador, lo que
permite hacer intercambios de energía según la situación de cada mercado,
incluidos los eventos hidrológicos y la disponibilidad de recursos hídricos, los
cuales son determinantes en las fuentes usadas para el suministro eléctrico.
Colombia se posiciona como uno de los países con mayor riqueza hídrica tanto a
nivel global como en Latinoamérica. Por eso, en la actualidad, la matriz de
generación de energía eléctrica del país está basada en un 70% en el recurso
hídrico, lo que la hace una matriz limpia, compuesta por recursos renovables como
lo es el agua, y menos contaminante que el común de matrices energéticas a nivel
mundial, al no tener una alta dependencia en condiciones normales de recursos
fósiles, los cuales generan mayores emisiones de CO2 a la atmósfera.
El consumo de energía eléctrica anual del país está cerca de alcanzar los 70.000
GWh/año y para los próximos 11 años, según las proyecciones realizadas por la
UPME, se espera un incremento promedio del 2% anual, teniendo en cuenta las
expectativas de dinámica del sector industrial, la electrificación de la economía y
un incremento en el número de vehículos eléctricos, que para 2030 se estima
sean 400.000 en circulación en las vías colombianas.
Soluciones energéticas para Colombia
Subasta
En total, son 392 proyectos de energía solar los que aparecen registrados ante la
UPME entre las tres fases y que suman 5.339 MW, 19 proyectos de energía eólica
que generarían 2.747 MW y 14 proyectos de biomasa para generar 59 MW. Cifras
que muestran un panorama alentador frente a la coyuntura que se está viviendo
en el sector eléctrico en Colombia.
En los dos últimos años (ver Figura N° 2), el precio promedio del petróleo
(promedio WTI, Brent y Dubai) marcó un sendero estable que lo llevó de US$/bbl
43 en 2016 y US$/bbl 53 en 2017 a superar los US$/bbl 70 en 2018 (de hecho,
mientras el Brent llegó a rozar los US$/bbl 81 en octubre, el WTI alcanzó los US$
70 el mismo mes). Siguiendo las proyecciones del Banco Mundial hacia 2030 –las
que fueron elaboradas en base a información estadística que llega solo hasta
octubre de 2018–, podría decirse que el precio del crudo estaría hallando su
promedio máximo en alrededor de los US$/bbl 70, ya que la mencionada fuente
estima que el precio de este recurso se mantendrá alrededor de esa cifra en el
mediano a largo plazo, seguramente como resultado de la puja que hoy llevan
adelante los principales productores de crudo y sus efectos sobre los valores que
pueda alcanzar éste durante 2019, teniendo en cuenta el impulso que EE.UU.
sigue dando a la extracción de no convencionales y el impacto que ello podría
tener en el mercado internacional, más aún luego del inédito superávit que esta
economía ha logrado en la cuenta comercial del crudo durante 2018. En tanto, con
el gas natural ocurre algo similar ya que en igual período el precio de este
hidrocarburo, entendido como el promedio del producido en EE.UU. y la Unión
Europea (UE) por millón de BTU (MMBTU), pasó de US$ 3,5 en 2016 a un
aproximado de US$ 5,3 en 2018. Para este producto, el Banco Mundial, a
diferencia de la revisión efectuada en 20176, sostiene que el precio mantendrá
una tendencia alcista que lo podría llevar a los US$/MMBTU 6 en 2030, con cifras
algo más elevadas para el gas natural licuado proveniente de Japón, que se
ubicaría en torno a los US$/MMBTU 10 para ese mismo año.