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Profesor guía
Luis Bahamondes González
PÁGINA
AGRADECIMIENTOS ................................................................................................... 2
PRÓLOGO ...................................................................................................................... 3
INTRODUCCIÓN ........................................................................................................... 5
MARCO TEÓRICO ........................................................................................................ 7
MARCO METODOLÓGICO ....................................................................................... 13
JUSTIFICACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN ............................................................. 14
DESARROLLO
CONCLUSIONES ......................................................................................................... 65
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA ..................................................................................... 69
1
AGRADECIMIENTOS
Cuando comencé el camino hace cuatro años atrás, este momento se veía
sumamente lejano. Aun así, decidí entrar, al fin, a estudiar algo que me hacía feliz desde
que era una adolescente: la Historia. Hoy miro hacia atrás, y veo a esa joven llena de
sueños que llegó a Santiago aquel año 2011 –que fue tan agitado–, y me alegro de
haberlo logrado. Pero especialmente, me alegro de haber aprendido, sin dejar de ser esa
persona llena de metas y ganas de hacer cosas. A pesar de los embates de la vida, aún
sigo de pie y sé que queda un largo trecho por recorrer. No obstante, no lo hubiese
logrado si no fuese por la ayuda de diversas personas, que han estado junto a mí en este
tiempo. El olvido siempre ha sido uno de mis grandes miedos, es por eso que decidí
agradecer en este escrito a todos los que me ayudaron a llegar a este punto.
En primer lugar, quiero agradecer a mi madre y a mi hermano, por su amor
infinito, su apoyo y comprensión, en especial a la primera, que lo ha dado todo por mi
educación. Quisiera también agradecer, en general, a todos los profesores que conocí y
que tanto me han enseñado. Mención especial para la profesora Cecilia Inojosa, quien
marcó mi paso por la carrera y me llevó por los senderos de la Historia Antigua, que se
convirtió en una de mis grandes pasiones. Asimismo agradezco a la profesora Constanza
Martínez, por su dedicación y su cercana forma de enseñar latín. A los profesores Ítalo
Fuentes y Fernando Ramírez, por entregarme nuevas maneras de comprender nuestra
disciplina y, cómo no mencionar al profesor Luis Bahamondes, que fue un guía
excepcional, pues su preocupación y orden me permitieron lograr este escrito. Así
también, quiero agradecer a mis amigos y compañeros por estar ahí en los peores
momentos y darme la mano cuando lo necesité. Especialmente a Ariel Leyton, Sebastián
Machuca, Franco Casoni, Claudio Tapia, Bárbara Hernández y Jean Salinas. También
agradezco a Natalia Escobar, por apoyarme durante el seminario de grado, y a Francisco
Brown, quien se convirtió en mi compañero y compartió conmigo los trasnoches, me
ayudó a transcribir y me dio ánimos para lograr esta difícil tarea. Finalmente, quisiera
mencionar a José Alvarado y Juan Ignacio Cofré, pues, aunque están lejos ahora, fueron
un pilar importante mientras estuvieron presentes. Gracias a todos.
2
BREVE PRÓLOGO
La brujería es una temática que ha llamado mi atención desde que era pequeña.
Desde aquel entonces, me gustaban los relatos misteriosos o terroríficos sobre personas
con poderes sobrenaturales, cuya maldad había que temer. Me interesaban también, otro
tipo de relatos, mucho más cercanos a lo que entendemos como parte de nuestras
tradiciones: los brujos rurales, leyendas que son parte de lo que podríamos llamar el
inconsciente colectivo, como por ejemplo, los brujos chilotes y los seres fantásticos que
a ellos se asocian. Creemos que ambas imágenes o representaciones son parte del
imaginario popular y folclórico de nuestro país, e incluso, podemos hallar elementos
semejantes en el imaginario latinoamericano –cuyo origen, probablemente, se remonta a
hace muchísimo tiempo–. Estas ideas se mantienen hasta hoy en forma de estereotipos,
amparados por medios de gran circulación, tales como el cine o la literatura.
Lo anterior se enlaza perfectamente con algunos recuerdos lejanos, pues, frente a
la casa en que vivimos con mi familia durante los años noventa –y según rumores de
mis vecinos y pequeñas amigas– vivía una bruja. Sí, una bruja que podía lanzar
hechizos y elevarse sobre una escoba. Ello hacía que muchos de nosotros le temiésemos
y, algunos más, se sintieran con el derecho de apuntarla con el dedo. Este hecho da
vueltas en mi cabeza hasta el día de hoy, pues demuestra que ideas que podemos
observar desde los tiempos de la colonia, se mantienen hasta nuestros días (y las
conocemos desde pequeños). Por eso, nos parece necesario no subestimar la
importancia de creencias y prácticas como las de quienes se entienden o son vistos
como brujos, pues nos permiten comprender que a pesar de la modernidad en que
supuestamente nos encontramos inmersos, aún subsisten en nuestra mentalidad
elementos que tienen su origen en nuestros antepasados, tanto indígenas como hispanos.
3
Así también, encontramos entre las creencias populares de nuestro país algunas
que explican la existencia de seres sobrenaturales, los que en muchas ocasiones se
asocian a la figura de un brujo. Tal es el caso del Tue-Tue o el Invunche, típicos de las
creencias chilotas, pero que se han ido expandiendo a lo largo de nuestro país. Es por
ello, que no nos parece lejano investigar a algunos grupos de brujos, que entre el año
1693 y el 1880 fueron perseguidos por la justicia chilena, pues habrían pertenecido a
alguna organización que fue asociada con la hechicería.
4
I. INTRODUCCIÓN
1
Jeffrey Russell denomina a este fenómeno brujomanía, además nos explica cómo en la medida en que se
demonizó la hechicería, considerando que toda hechicería implicaba un pacto con el diablo, se comenzó
también a asociar toda hechicería con la herejía, siendo la brujería la peor de ellas. (p. 93)
2
Más adelante se discutirá con mayor profundidad este concepto y sus implicancias metodológicas.
5
Tal como lo demuestran diversos estudios3, durante el período colonial y
republicano existió una cantidad no menor de personas que se consideraban a sí mismos
brujos o hechiceros, y otros que fueron acusados de llevar a cabo tales prácticas (esos
son sólo los casos documentados); y aunque se trata de un proceso muy distinto al
europeo, podemos hallar ciertas correspondencias.
En los tres lugares, y con menos de un siglo de diferencia entre cada uno,
hallamos agrupaciones de brujos que compartían sus conocimientos y tenían sus propias
reglas. Los textos mencionados anteriormente nos dan luces acerca de cómo se fue
manifestando este fenómeno, es por ello que a partir de estas lecturas nace la
interrogante del por qué surgen y se constituyen este tipo de agrupaciones. Y
específicamente, de qué manera el intento de imponer ciertas creencias y prácticas por
parte del cristianismo hispano-católico, al verse confrontadas con las que eran propias
de los pueblos indígenas del sur de nuestro país, influyó en la conformación de grupos
que aunaron a individuos en torno a la brujería/hechicería.
3
La temática de la hechicería y brujería en Chile ha sido trabajada por diversos autores, entre ellos
destacan Eduardo Valenzuela con su libro “Maleficio”, en una línea semejante también se encuentra Sonia
Montecino con el libro “Rituales de vida y muerte: Brujas y hechiceras” y por otro lado, los estudios de
casos particulares de Holdenis Casanova, que trabaja el proceso de Chillán y el libro de Gonzalo Rojas,
sobre el proceso contra los brujos de Chiloé. De todos estos trabajos se hablará con mayor extensión más
adelante, ya que todos han sido de gran aporte para nuestra investigación.
4
En particular el texto de Sonia Montecino y en el de Eduardo Valenzuela mencionados anteriormente.
6
OBJETIVOS
Objetivo general:
Comprender el fenómeno de la conformación de agrupaciones de brujos en el
Chile del período, por medio del estudio de tres casos representativos.
Objetivos específicos:
̵ Caracterizar a las asociaciones de brujos estudiadas y las prácticas y creencias de
los individuos que formaban parte de ellas.
- Identificar el corpus de creencias y prácticas sincréticas sobre la
brujería/hechicería que permitan verificar la mezcla de elementos indígenas e
hispanos.
̵ Analizar las particularidades y semejanzas entre las tres asociaciones, con la
finalidad de acercarse a las razones detrás de la aparición y proliferación de
estos grupos.
Si bien, lo que se entiende por Historia cultural ha dado pie a diversos debates, Peter
Burke en su texto “¿Qué es la historia cultural?”, nos permite efectuar un acercamiento
a los aportes y a las dificultades que ella posee. En este sentido, la llamada Nueva
Historia cultural se ha logrado posicionar como uno de los paradigmas de mayor
relevancia dentro de la historiografía, pues, con su diversidad de enfoques y temas nos
lleva a través de un mundo de posibilidades, las que sin embargo, hacen mucho más
difícil el problema de su definición. Uno de sus mayores problemas tiene que ver con la
definición del concepto “cultura”, que ha terminado por incluir casi todos los ámbitos
en que se desenvuelve el ser humano: la política, la religión, la economía, etc., mientras
que antes se entendía como un concepto mucho más acotado, reducido a las bellas artes
7
o a las “expresiones populares” y folclóricas.
Es importante destacar que el Giro cultural introdujo un renovado interés por
aspectos muchas veces olvidados, que fueron dejados fuera, ya sea de forma consciente
o inconsciente. Los otros: el subalterno, el indígena, el dominado, la mujer; sujetos
muchas veces llamados “sin historia” comenzaron a re-aparecer. A la vez, se incluyeron
temas que muchas veces se consideraron fuera de los campos que debería estudiar el
historiador.
Aunque la Historia cultural tiene también sus falencias, esto no debería restarle
méritos. No creemos –al igual que Burke– que esta sea la única, o la mejor manera de
hacer historia; sino que corresponde a una más de las diversas formas de darle una
mirada a nuestro pasado y presente, y de comprender a los individuos o a las
colectividades. Este es un campo en continuo cambio y expansión, que nos permite
acercarnos cada día a elementos nuevos, a campos olvidados e incluso a darle una
mirada distinta a temas trabajados una y otra vez. Y nos permite, así también, resolver y
plantear nuevas preguntas de investigación con las cuales trabajar5. Es por ello que
hemos escogido como guía a la Historia cultural, ya que gracias a ella esperamos tener
las herramientas que nos permitan acercarnos a sujetos que muchas veces han sido
invisibilizados por la historiografía. En nuestro caso se trata de los brujos, sujetos que
en numerosas ocasiones estuvieron al margen de la sociedad en que vivían. A ello se
suma que la temática de la brujería en sí es bastante marginal en comparación a otros
tópicos, ya que incluso la bibliografía al respecto es mucho más escasa –al menos en el
caso chileno–. El hecho de comprender este fenómeno como parte esencial de los
imaginarios y representaciones de un grupo de individuos es lo que nos permite
reafirmar el uso de esta rama de la historiografía, puesto que no sólo nos centraremos en
las razones para asociarse que tuvieron estos individuos sino que también en los factores
culturales (tradiciones, sentimiento de pertenencia, entre otros) que influyeron en dicha
conformación.
Para fijar el marco dentro del cual nos moveremos a lo largo de este escrito
pasaremos a definir y a discutir los conceptos que nos parecen indispensables para la
comprensión de nuestra posición frente al fenómeno y los casos estudiados.
Por ello, comenzaremos delimitando conceptos base en el plano teórico y
metodológico de este estudio, tal es el caso de los conceptos de imaginario y
5
Para una mayor profundización en torno a qué se entiende por Historia cultural véase BURKE, Peter.
¿Qué es la historia cultural?. Barcelona, Paidós, 2006.
8
representación. Ambos se encuentran estrechamente relacionados. Por un lado, se
entenderá la representación, dentro de lo que se conoce como ‘formas simbólicas’, “esta
noción fue acuñada por Cassirer6 para referirse a esas mediaciones gracias a las cuales
nos acercamos al mundo, lo conocemos, lo pensamos o lo configuramos, en suma: lo
representamos. Esto quiere decir que no vivimos en un mundo meramente físico,
constituido tan sólo por sense data, sino en un universo configurado por nuestro
‹‹espíritu››. Por lo tanto, se niega la posibilidad de algún tipo de conocimiento “directo”
o de cualquier aprehensión “directa” del mundo”.7 Por otro lado, se entenderá
Imaginario según François Hartog como “facultad de representación”8, para
complementar lo dicho anteriormente entenderemos imaginario: “Como el sistema de
representaciones que, en tanto comunidad determinada, un grupo de personas o grupo
social suele compartir”.9 Estos conceptos conformarán las matrices de comprensión del
mundo que poseen los individuos con los que trabajaremos, son parte de lo que
podríamos denominar cosmovisión o visión de mundo y que nos permite entender por
qué se aceptan o adoptan tales actitudes frente a ciertas situaciones o circunstancias
específicas. En este caso, los imaginarios en torno a la hechicería o la magia nos
permitirán comprender por qué se conformaron las agrupaciones que estamos
analizando y, además, verificar en qué representaciones específicas se advierte la
presencia de tales imaginarios.
El concepto de mentalidad se encuentra estrechamente asociado a los conceptos
anteriores; sin embargo, será utilizado de manera mucho más concreta, entendido como
“una compleja formación de ideas, representaciones o imágenes que se corresponden
con ciertos comportamientos y actitudes de los individuos, de tal modo que en su
conjunto funciona como la norma práctica que rige la posición concreta de los hombres
frente a su historia. Este concepto es fundamental en historia de las mentalidades, pues
el acercamiento a la dinámica social se logra mediante el análisis de esa
correspondencia entre los comportamientos concretos de los hombres y las ideas,
representaciones e imágenes mentales”.10
6
CASSIRER, Ernst. Filosofía de las formas simbólicas, tomo I, 1929. P. 21. (Referencia tomada desde el
texto de Fernando Zamora: Filosofía de la Imagen: Lenguaje, Imagen y Representación, citado más
adelante)
7
ZAMORA, Fernando. Filosofía de la Imagen: Lenguaje, Imagen y Representación. México. ENAP
(Escuela nacional de Artes plásticas), Universidad Nacional Autónoma de México. 2007. P. 313.
8
HARTOG, François. El espejo de Heródoto: Ensayo sobre la representación del otro. Argentina, Fondo
de Cultura Económica, 2003. P. 295
9
Esto según lo que se plantea en el texto resultado del seminario de grado de Soledad Vargas Ossa et al,
“Historia, imagen y memoria: el uso del documento visual como fuente histórica”, Santiago, 2005. P. 145.
10
ORTEGA, Sergio. “Introducción a la Historia de las mentalidades. Aspectos metodológicos”. Revista
Estudios de Historia Novohispana (8): pp. 127-137. UNAM, México, 1985. P. 127.
9
Por otro lado, y para comenzar con los conceptos relacionados de manera más
específica con nuestra investigación, es necesario definir lo que se entenderá por
brujería y hechicería, ambos conceptos se encuentran ligados en tanto la brujería
incluye en sí a la hechicería (no así a la inversa, puesto que no toda hechicería es
brujería).
Para Jeffrey Russell, en “Historia de la brujería”, texto que nos entrega un
completo panorama sobre el fenómeno de la brujería en Europa y Norteamérica, explica
extensamente qué es lo que se ha entendido generalmente por ambos conceptos. La
simple hechicería o “magia inferior” es la que denomina magia automática, que consiste
en “la ejecución mecánica de una acción física con objeto de producir otra” 11. Por su
parte, “la hechicería más compleja va más allá de los medios mecánicos e invoca la
ayuda de los espíritus”12. Además, hace precisión con respecto a la cercanía entre esta
“hechicería invocatoria” y la religión, exponiendo que “en líneas generales, se puede
decir que el hechicero conmina, en vez de implorar, a los poderes mágicos con el fin de
actuar a su antojo”.13 Es esta última definición la que forma la base de lo que se
considerará brujería, que implica cierta forma de demonismo y que fue resultado de las
construcciones hechas por los cristianos en torno a lo pagano y a las herejías. Por tanto,
para el autor el término hechicería se emplea “para designar la hechicería practicada en
todo el mundo, ya sea benéfica o maléfica, o ya sea mecánica o invoque a los espíritus.
Y se emplea el término brujería para significar tanto la brujería diabólica o la
brujomanía histórica (…)”.14 Algunos de estos puntos serán explicados más adelante
con mayor extensión.
16
BERGER, Peter. El dosel sagrado: Para una teoría sociológica de la religión. Buenos Aires, Amorrortu
editores, 1969. P. 40.
17
Autores como Robert Baird en su texto Category Formation and the History of Religion (La
Haya/París, Mouton, 1971) sostienen esta idea.
18
LUPO, Alessandro. “Síntesis controvertidas. Consideraciones en torno a los límites del concepto de
sincretismo”. Revista de Antropología social, (n° 5): pp. 11-37. Servicio de Publicaciones UCM, 1996. P.
12.
19
Ibíd. p. 15.
20
RUSSELL, Jeffrey. Op. cit. p. 37.
11
A estas ideas, relacionadas con los fenómenos de la religiosidad y el sincretismo,
podemos agregar el concepto de superstición, la que Russell define en relación al
concepto mismo de brujería: “La brujería no es necesariamente sinónima de
superstición. Se suele decir que una superstición es una creencia no fundada en ninguna
visión del mundo que posea vigencia actual. El credo de una época determinada es la
superstición de otra posterior: muchas de nuestras creencias actuales podrían ser
consideradas supersticiones con el tiempo. Pero resulta mucho más útil definir la
superstición como una creencia no fundada en una cosmovisión coherente”.21
Con respecto al concepto de asociatividad que será uno de los más importantes
dentro de este trabajo, nos basaremos en lo que Valenzuela y Cousiño entienden por él,
con algunas leves variaciones.
Para ellos, “la aptitud asociativa presupone, como señala el mismo Tocqueville,
que los individuos sean por un lado independientes entre sí, o sea, que no estén ligados
por lazos de afecto, consideración o dominio y, por otro lado, que sean débiles, vale
decir, individuos que se requieren mutuamente. La posición original es la independencia
de cada cual: ‘no deben nada a nadie; no esperan, por decirlo así, nada de nadie; se
habitúan a considerarse siempre aisladamente y se figuran que su destino está en sus
manos’. Pero esta misma independencia es motivo de debilidad: ‘nada, casi, son por sí
mismos, y ninguno de ellos puede obligar a sus semejantes a prestarle ayuda, de modo
que caerían todos en la impotencia si no aprendiesen a ayudarse libremente’. La
asociatividad presupone individuos libres e independientes entre sí, vale decir, extraños
unos respecto de otros, personas que no se conocen y, por ello, que no dan ni se deben
nada mutuamente. La capacidad asociativa exige que nadie esté en condiciones de
obligar a otro, ni de ser obligado por otro, pero al mismo tiempo requiere que nadie esté
en condiciones de valerse enteramente por sí mismo y que sea imperioso el concurso de
los demás.”22 Además, “el cumplimiento de las promesas es también el fundamento de
la capacidad asociativa, vale decir, de la habilidad para ‘hacer cosas’ con extraños, para
juntarse con desconocidos en torno a objetivos y tareas comunes.”23 En nuestro caso,
aunque hay objetivos compartidos y ayuda mutua, no siempre se tratará de personas
extrañas, puesto que en los casos trabajados nos encontraremos –en muchas ocasiones,
sino en la mayoría– con vínculos de parentesco entre los implicados.
21
Ibíd. P. 18.
22
VALENZUELA, Eduardo y COUSIÑO, Carlos. Sociabilidad y asociatividad. “Un ensayo de sociología
comparada”. Estudios Públicos, 77: pp. 321-339, verano 2000. p. 328.
23
Ibíd. P. 327.
12
Por último, es importante referirse también al concepto de marginalidad, que
apunta a comprender mejor el fenómeno de asociativismo, que hemos puesto como eje
central de nuestra investigación. Una de las definiciones más utilizadas para referirse a
la marginalidad y que nos parece muy acorde con nuestros objetivos es el utilizado por
Nilda Guglielmi “Los marginales son los individuos situados en los linderos de un área
determinada y relativamente estable, ya sea territorial o de cultura. El término entraña
notas de disociación, desajuste y cierto grado o forma de anormalidad”.24 Es importante
incluir además algunas aclaraciones que la misma autora realiza para comprender mejor
las causas de la condición de marginalidad “El marginal puede marginalizarse o ser
marginalizado. Es decir el alejamiento puede determinarlo la sociedad o los individuos
que se apartan de ella. La actitud puede evolucionar en algunos casos pero siempre
depende de una valoración de sí y de los otros. La sociedad aparta a quienes considera
nocivos para la vida del cuerpo social. En algunos casos, estos aceptan su condición de
marginalizados pasivamente, en otros, y con bastante frecuencia, se rebelan contra
quienes los excluyen. En ocasiones quienes se apartan no son marginalizados sino se
marginalizan. Hay en ellos un claro concepto de la propia superioridad. Relacionamos
esta actitud con una decisión y voluntad netas”.25
24
GUGLIELMI, Nilda. Marginalidad en la Edad Media. Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos
Aires, 1986. P. 345.
25
Ibíd. pp. 345-346.
13
son los únicos. Eduardo Valenzuela en el texto titulado “Maleficio. Historias de
hechicería y brujería en el Chile colonial”26, además de los casos de Chillán y
Concepción que hemos incluido, expone un caso más que tiene que ver con
asociaciones de brujos, dentro de los cuales no se incluye el de Chiloé, el que sin
embargo ha sido trabajado en diversas ocasiones por separado.
Además del trabajo de fuentes, nos apoyaremos en la bibliografía que hemos
encontrado para sentar los lineamientos de nuestra investigación. Entre los autores más
importantes que han trabajado el tema, en el caso Europeo y norteamericano, se
encuentran Carlo Ginzburg27, Jeffrey Russell y Julio Caro Baroja28 y, en el caso chileno,
autores ya mencionados como Holdenis Casanova, Eduardo Valenzuela y Gonzalo
Rojas, los que nos entregan la base para la comprensión del fenómeno de la brujería y la
hechicería. Ellos nos permitirán acercarnos a las categorías de análisis que se utilizan
recurrentemente para el trabajo de este tipo de fenómenos.
Por tratarse de fuentes judiciales es necesario acudir al análisis crítico del
discurso como metodología auxiliar, ya que podemos hallar diversas dificultades para
trabajar con la mentalidad del interrogado; esto se debe al sesgo que otorga el hecho de
tratarse de transcripciones hechas por un escriba, con los diversos cambios que este
pudiera introducir y, también, a que en muchos casos los jueces ponían énfasis en los
temas que eran de mayor interés para sí mismos, guiando así el desarrollo de los
testimonios. Por lo mismo, es necesario intentar separar, en la medida de lo posible, lo
que corresponde a elementos propios de la mentalidad de quienes juzgan y cuáles son de
los juzgados.
26
Véase: VALENZUELA, Eduardo. Maleficio: Historias de hechicería y brujería en el Chile colonial.
Santiago, Pehuén editores, 2013.
27
Las obras a las que nos referimos son: “Historia nocturna”. Barcelona: Muchnik Editores, 1991 y
“Mitos, emblemas e indicios: morfología e historia”. Barcelona: Gedisa, 2008.
28
Principalmente su obra “Las brujas y su mundo”. Madrid: Alianza, 1966.
14
se tenían de ellos en el período y a su papel dentro de la sociedad chilena.
Los casos específicos que serán analizados son: 'proceso a los brujos de Chiloé',
'proceso judicial en Chillán' y ‘proceso de Concepción 1693’, a partir de cuya revisión
esperamos acercarnos a los sujetos juzgados –a su mentalidad– por medio de las
declaraciones que les fueron tomadas durante los procesos judiciales, centrándonos en la
información que ellos entregaron acerca de las organizaciones a las que pertenecían y
comprendiendo las creencias y prácticas que describen como parte de una religiosidad
propia, esperando con esto obtener un acercamiento al valor que ellos les entregaban.
La brujería es un fenómeno que podemos hallar con patrones bastante
semejantes en todo el mundo, tal como explica Russell en “Historia de la brujería”29, y
que está lejos de ser un mero dato anecdótico o curioso, pues nos permite comprender
de mejor forma la cosmovisión de los pueblos que creen en ella y la llevan a la práctica.
En el caso chileno, es importante puesto que nos acerca a la forma en que los pueblos
indígenas y la sociedad colonial asimilaron la brujería, a partir de la influencia que
ejerció el catolicismo en el lugar, ya sea en la conformación de una religiosidad
sincrética o en el entendimiento de esta como algo negativo.
Lo que esperamos hacer es poner en perspectiva la información que nos entregan
las fuentes y bibliografía, para de esa manera comprender mejor un fenómeno que
podría tener orígenes comunes en los tres casos. Es interesante poner atención a esta
expresión de asociatividad entre individuos, quienes tal vez se identificaron como pares
o semejantes, constituyendo grupos en donde compartir conocimientos o llevar a cabo
prácticas comunes, ya sea por tradición o porque fueron vistas como una especie de
refugio para quienes no estaban dentro de la norma cristiano-católica.
Se trata de revisitar fuentes que ya han sido trabajadas desde una nueva
perspectiva, puesto que realizar este ejercicio puede arrojar nuevos datos acerca de las
creencias y prácticas en torno a la brujería en el Chile de la época.
29
Véase RUSSELL, Jeffrey. Historia de la brujería: hechiceros, herejes y paganos. Barcelona, Paidós,
1998. P. 32-34.
15
CAPÍTULO 1:
Brujería y hechicería, conceptos generales y su desarrollo en Chile y
Latinoamérica.
30
RUSSELL, Jeffrey. Op. cit. p. 36.
31
Ibíd. p. 20.
16
paganismo fue una de las más perseguidas, llegando hasta el punto en que “todas las
supervivencias de creencias, cultos y prácticas del paganismo fueron paulatinamente
reprimidas por la teología y la ley cristianas, estigmatizadas como demoníacas”.32
Asimismo, el folclore se encargó de mantener antiguas creencias asociadas a la
hechicería, las que de a poco se fueron mezclando con las ideas que se tenían acerca del
demonio, tales como su poder para inducir al pecado y el temor que se le debía tener,
que fueron propias de la inserción de las ideas del cristianismo en la población. Un
ejemplo claro de la transformación de la hechicería en brujería y, por tanto, de esta en
herejía, es expuesto por Russell: “la palabra maleficium, originalmente mala obra, pasó
ahora a significar brujería maligna, al tiempo que se suponía que el maleficus o la
malefica estaban estrechamente asociados con el diablo. Ahora se podía perseguir a la
brujería no ya sólo como un delito contra la sociedad, sino como una herejía y un
crimen contra dios”,33 como vemos, esta demonización de la hechicería actúa en todos
los niveles, incluso dentro del lenguaje.
32
Ibíd. p. 65.
33
Ibídem.
17
los conquistadores desde el Viejo continente, entre los cuales se encuentran la imagen
del Sabbat, el vuelo nocturno, los estereotipos sobre los brujos, entre otros. Con
respecto a lo anterior, Iris Gareis en el artículo “Brujería y hechicería en
Latinoamérica: marco teórico y problemas de investigación”, indica que: “a través de
documentos inquisitoriales y causas criminales contra presuntos hechiceros indígenas,
también es posible observar la introducción de ideas europeas sobre ‘brujería’ a la
tradición popular latinoamericana. Especialmente en un nivel social bajo de la población
de las ciudades, donde había una mayor comunicación entre los distintos grupos de la
sociedad colonial, se produjo una verdadera fusión de creencias indígenas, afro-
americanas y españolas”34.
34
GAREIS, Iris. “Brujería y hechicería en Latinoamérica: marco teórico y problemas de investigación”.
Revista académica para el estudio de las religiones. Tomo III, Capítulo 1: pp. 1-17, México, 2003. P. 7.
35
PODERTI, Alicia. Brujas andinas: La inquisición en Argentina. Sydney, Australia, Cervantes
Publishing, 2005. Pp. 5-6.
18
curativos o maléficos y practicarse de múltiples maneras. Existían por tanto, desde
mucho antes del arribo de los hispanos y portugueses, múltiples creencias y prácticas
asociadas a la hechicería, las que se irán transformando poco a poco con la llegada de
los colonizadores europeos, para pasar a ser entendidas en muchas ocasiones como
brujería; se pueden hallar ejemplos a lo largo de nuestro continente desde la zona norte,
en México o el Caribe, hasta el extremo sur, en Chile y Argentina. Juan Blázquez en el
artículo “Brujas e inquisidores en la América colonial (1569-1820)” reafirma la idea
anterior: “en América a la llegada de los españoles existía una antiquísima tradición
mágica, íntimamente relacionada en muchas ocasiones con la religión o la medicina y
los hispanos que a sus costas arribaban llevaban con ellos, además de sus enseres, una
carga especial: la de sus tradiciones religiosas y supersticiosas”36.
En el caso de la zona andina Argentina, la autora Alicia Poderti nos relata que
por medio de la “Extirpación de idolatrías”, tan característica del proceso de
evangelización de los pueblos del Tawantinsuyu (muchas veces denominados Incas), la
acusación de brujería respondió a la identificación de lo propiamente indígena con lo
demoniaco, en especial de sus prácticas hechiceriles. Al respecto, explica que “debe
tenerse en cuenta que la asociación ‘demonio-inca’ no fue una creación popular, sino
que respondía a una construcción ideológica de los grupos dominantes. Dentro de la
tradición judeo-cristiana se identificaron aquellas supervivencias mítico paganas con las
prácticas satánicas. La experiencia evangelizadora aplicó este esquema cuando afrontó
el problema de la conversión de los pobladores andinos al cristianismo, y reforzó la
relación entre las divinidades indígenas y el demonio”37. Siguiendo la línea anterior, es
importante destacar que en muchas ocasiones no se trató de que los acusados creyeran
realmente en el demonio (aunque hubo casos en que esto sucedió), sino de una
construcción de la clase dominante católica que demonizó “lo indígena”, el caso Inca
recién mencionado es sólo uno de los ejemplos posibles.
Por su parte, la autora agrega también que en el caso argentino las mujeres
fueron las principales acusadas de practicar la brujería, lo que veremos se dio de forma
semejante en nuestro país.
Además, en relación al funcionamiento específico de la Inquisición en estos
casos y a la semejanza con cómo funcionaba en Europa, añade que: “debemos tener en
36
BLÁZQUEZ, Juan. “Brujas e inquisidores en la América colonial (1569-1820)”, Revista Espacio,
Tiempo y Forma, Serie IV, Hª Moderna, tomo 7, pp. 71-98, 1994. p. 71
37
PODERTI, Alicia. Op. cit. p. 7.
19
cuenta que los casos de hechicería andina eran juzgados bajo criterios específicos por un
tribunal de "extirpación de idolatrías". En cada región o ciudad de cierta importancia se
destacaba un comisario del Tribunal de la Inquisición que informaba acerca de los casos
de herejía. En el Tucumán colonial no existió un Tribunal de la Inquisición, aun cuando
se había propuesto su establecimiento hacia 1641, por lo que los crímenes de sortilegio
y adivinación le competían a la justicia ordinaria. Los procesos contra la extirpación de
las idolatrías en el Tucumán (actual noroeste argentino) calcaban los procedimientos
formales instituidos por el Santo Oficio”38. Poderti expone que se replicaron en forma
tanto los interrogatorios como las torturas y castigos utilizados en el Viejo continente.
En Chile, zona marginal con respecto al resto del imperio español, no existió un
tribunal específico que se encargara de tales procesos, sino que, cuando correspondía,
estos se enviaban al Tribunal de la Inquisición de Lima para que fuesen revisados. En
nuestro país no fueron escasos los juicios en que se trabajara con la hipótesis de que el o
los acusados podrían estar asociados a la brujería, sin embargo, la mayoría de los casos
son acusaciones a individuos en particular.
Es sumamente interesante el aporte que nos entrega Eduardo Valenzuela en su
libro Maleficio, donde realiza una compilación y posterior análisis de diversos procesos
judiciales por brujería o hechicería en el Chile colonial.
Uno de los puntos que se desprenden de la información que nos entrega es que
38
Ibíd. p. 8.
39
Al respecto véase GONZÁLEZ, -WIPPLER, Migene. Santería: magia africana en Latinoamérica.
México, Editorial Diana, 1976.
20
no es posible hallar un sesgo por la proveniencia de los inculpados, puesto que se juzgó
tanto a naturales de España, como a personas pertenecientes a castas y a indígenas, con
respecto a estos últimos, sin embargo, existía otro estatuto, debido a que muchos eran
considerados ignorantes de la fe cristiana, por tanto tenían otro trato cuando incurrían en
conductas de este tipo, además del derecho a ser juzgados con un defensor de indios
siguiendo el caso. Empero, podemos hallar un patrón de semejanza entre los casos
vistos, puesto que en ninguno de ellos se halló alguna acusación contra un español
varón, sino que siempre fue contra mujeres; por su parte, cuando las acusaciones se
realizaron contra hombres, siempre fueron hacia mulatos o indígenas. Por tanto, se
podría comenzar a verificar que en la mayoría de los casos se trata de personas que
están en una posición más cercana al margen que otros individuos.
Sólo con las mujeres es posible hallar una completa indistinción, esto podría
corresponderse con la creencia tradicional europea que releva el papel del hombre
dentro de la brujería, dejando a la mujer como el ser más susceptible de creer en ella y
practicarla. La base de esa idea se puede encontrar claramente en el Malleus
Maleficarum, manual para inquisidores de fines del siglo XV, escrito por los alemanes
Heinrich Kramer y Jacobus Sprenger, que consolida la idea de que la mujer es un ser
inferior y más propenso a la brujería, idea que con el estudio de casos correspondiente
puede ser rebatida o al menos matizada, ya que tanto en algunas partes de Europa, como
en el caso específico de Chile, esta premisa no se cumple.
Con respecto a este punto, el estudio que realiza Carlo Ginzburg en su libro
Historia nocturna, demuestra que los Benandanti de Friuli, que practicaban un culto a la
fertilidad, incluían en sus filas a hombres y mujeres en cantidades semejantes. En el
caso chileno, en los apartados siguientes se podrá comprobar que incluso en algunas
ocasiones las agrupaciones están formadas por una mayoría de hombres. A pesar de
esto, es interesante verificar que, en los casos en donde nos encontramos con
agrupaciones de brujos y no con acusaciones a individuos específicos, hallamos a una
mayoría de indígenas implicados40.
40
Esto se puede comprobar con la lectura de los textos de Holdenis Casanova, Eduardo Valenzuela y
Gonzalo Rojas que ya hemos mencionado.
21
importante destacar a este respecto las tradiciones que tienen que ver con la cultura
mapuche. Si bien podemos hallar distintos grupos dentro de lo que se suele entender por
esa cultura, fueron algunos individuos de aquellos grupos los que tuvieron la mayor
participación en los casos que serán trabajados más adelante.
Con respecto a esto, Antonio Dougnac que trabaja el delito de hechicería en el
Chile indiano, explica que por ejemplo: “entre los diaguitas estaba generalizada la
costumbre de recurrir a los chamanes para adivinar el futuro. La cultura del Choapa al
Reloncaví, compuesta de picunches, huilliches, mapuches, etc., presenta un panorama
muy homogéneo en este aspecto. Dábanse ahí chamanes, llamados machis, brujos,
llamados kalku y adivinos denominados dungube o dengulfe”41. Es decir, dentro de los
diversos pueblos indígenas de nuestro país es posible encontrar todo un sistema de ideas
en torno a la magia, bastante claro y definido.
En el capítulo siguiente nos detendremos con mayor detalle en la hechicería
dentro de la cultura mapuche, puesto que se trata de un elemento central para nuestro
análisis.
Por último, es necesario también destacar las ideas de la brujería que venían
desde la misma España, puesto que en la península ibérica no se vivieron los mismos
41
DOUGNAC, Antonio. “El delito de hechicería en Chile indiano”. Revista chilena de Historia del
Derecho. (7): pp. 93-107. Editorial jurídica de Chile, Santiago, 1978. P. 96.
22
procesos que en el resto de Europa. De hecho, el fenómeno de la brujomanía que
describe Russell fue mucho más fuerte en países como Alemania o Inglaterra, no así en
España, en donde de igual forma se persiguió a diversos individuos y grupos acusados
de brujería. Esto es mencionado por Iris Gareis, para ella es preciso “recordar que la
historia de la caza de ‘brujas’ en España tomó otro rumbo que en otros países europeos
–en especial Francia, Alemania y Suiza– ya que en España no hubo grandes campañas
de persecución de ‘brujas’ posteriores al año de 1610. Por lo tanto, el fenómeno de la
histérica persecución de una presunta secta de brujas llevada a cabo en otros países
europeos, no se dio de igual manera en España”42.
42
GAREIS, Iris. Op. cit. P. 6.
23
CAPÍTULO 2:
Chillán, Concepción y Chiloé. Las agrupaciones de brujos.
Algunas de las interrogantes que nos hemos planteado para este apartado tienen
relación con el rol que estos personajes tuvieron dentro del sector de la sociedad en que
se desenvolvieron, qué importancia adquirió el ser brujo o hechicero y si estos fueron
vistos siempre de una manera negativa. Además, quisimos saber qué representaciones se
tenían sobre la figura del brujo, cómo era el perfil de quienes solían ser reconocidos
como brujos y cuáles eran las prácticas que llevaban a cabo y que permitían
identificarlos como tal, veamos a continuación algunas de las respuestas a estas
cuestiones.
Ahora, pasando a la religiosidad indígena, uno de los puntos que nos parece
trascendental destacar dentro de las concepciones religiosas mapuche, es el marcado
dualismo que estas poseen. No se trata de una separación entre las fuerzas del bien y las
fuerzas del mal, sino más bien de una constante lucha entre ambas, asimismo, las ideas
sobre los dioses y la naturaleza están marcadas por este principio. Sobre ello hace
referencia Holdenis Casanova, citando a Titiev: “Fuerzas propicias y adversas. La
sociedad mapuche está constantemente tensionada por la lucha entre ambas. Los
araucanos –observó Titiev– creen en una especie de dualismo en el cual los poderes
buenos o positivos que sostienen a la sociedad se oponen a las fuerzas del mal que
rompen el orden social. A juicio de los investigadores, la cosmovisión mapuche no
supone la existencia del mal separadamente o el triunfo de las fuerzas positivas sobre las
negativas, sino el perpetuo enfrentamiento de esas dos fuerzas antagónicas y a la vez
complementarias, necesarias para la reproducción del orden y de la sociedad.”44 Es en
este mismo contexto en el que podemos posicionar las ideas sobre la magia, ya que
dentro de la cultura mapuche encontramos a dos personajes “contrapuestos”: el kalku y
el machi.
43
MOULIAN, Rodrigo. Magia, retórica y cognición: Un estudio de casos de textos mágicos y
comunicación ritual. Santiago, Editorial LOM, 2002. P. 11.
44
CASANOVA, Holdenis. Diablos, brujos y espíritus maléficos: Chillán, un proceso judicial del siglo
XVIII. Temuco: Ediciones Universidad de La Frontera, 1994. Pp. 131-132.
25
a partir de la exposición de las ideas de Frazer, quien en un comienzo diferenciaba
completamente a la magia de la religión; no obstante, “este contraste tajante no resistirá
mucho tiempo el peso de la evidencia etnográfica. El propio Frazer debe reconocer que,
en muchas ocasiones, las creencias mágicas y religiosas tienden a amalgamarse,
confundirse y superponerse”.45 Esto se puede ver en casos donde se mezcla la magia
con las creencias religiosas oficiales, tal como veremos en ciertos momentos en los
casos trabajados (produciendo una amalgama entre ambos), y por otro lado, se puede
hallar la magia entendida como un favor de la divinidad, por ejemplo, cuando se cree
que los poderes de un mago son un don divino.
Dentro del sistema religioso mapuche, él/la machi tenía un rol preponderante y
era la oposición del kalku o brujo hechicero. Su función consistía en “combatir las
fuerzas sobrenaturales malignas, evitar el daño que provocaban y restaurar la salud
mediante ritos mágicos curativos; establecer una buena relación con los espíritus de los
antepasados, cuya mala disposición podía ser fuente de debilidad y de tensión en la
comunidad; y encabezar en el marco del Nguillatún, una solemne ceremonia que
consistía en un sacrificio y posterior rogativa mediante la cual la comunidad pedía algún
favor especial a Ngenechen.”46
Esta práctica consiste en una forma de chamanismo, el que según Gonzalo Rojas
es un fenómeno común dentro de diversas culturas a lo largo de nuestro planeta y busca
satisfacer necesidades que se presentan dentro de las culturas que lo practican y creen en
él. En el caso mapuche, los machis solían tener un gran prestigio dentro de la
comunidad, en especial cuando llevaban a cabo su labor de buena manera (guiando a los
miembros de ella, realizando sanaciones, etc.) Las curaciones, una de sus principales
tareas, eran realizadas por medio de una serie de ritos mágicos que buscaban derrotar a
los espíritus malignos y que eran acompañados por otros tratamientos como el uso de
hierbas medicinales.
En efecto, Gonzalo Rojas, afirma que fueron diversos factores los que
permitieron sostener la legitimidad de los curanderos indígenas, pues “fueron sus
conocimientos tradicionales acerca de la farmacopea y los efectos altamente
terapéuticos de la curación simbólicas los que permitieron a los chamanes legitimar su
45
MOULIAN, Rodrigo. Op. cit. P. 19.
46
ROJAS, Gonzalo. Reyes sobre la tierra: brujería y chamanismo en una cultura insular: Chiloé entre
los siglos XVIII y XX. Santiago, Chile: Biblioteca Americana, 2002. Pp. 20-21.
26
posición como curanderos ante sus respectivas comunidades, posición que de otro modo
habría resultado difícil de sostener”.47
El chamanismo tiene elementos comunes en casi todas las culturas en las que se
presentan, tal como explica Moulian, “los shamanes son especialistas médicos, mágico-
religiosos, característicos del área transiberiana. Se distinguen por sus dones místicos y
su capacidad de intermediar entre los hombres, los dioses y espíritus, estableciendo un
puente entre los espacios sagrado y profano. Generalmente, alcanzan la comunicación
con las fuerzas espirituales, induciendo estados de trance o éxtasis ritual, en los cuales
son poseídos, tomados o guiados por los dioses. Esta capacidad mística juega un rol
central en los rituales terapéuticos, a través de los que combaten las enfermedades y
desgracias. En ellos, son los espíritus quienes actúan, a través de shamán, para
contrarrestar el mal y restaurar la salud y tranquilidad”48, esta descripción se condice
claramente con la función que tenía asignada la machi dentro de la sociedad mapuche,
en especial, la condición fundamental en el ámbito religioso que aquel personaje
ocupaba como mediador entre el mundo sacro y el profano.
Sin embargo, para Gonzalo Rojas, asumir el rol de machi era “una decisión
peligrosa, pues los machis eran temidos y siempre existía la posibilidad de que los
acusaran de brujería”.49 Esto es de suma importancia, puesto que el hecho de poseer
aptitudes especiales que permitían ser machi también podía ser reflejo de que se pudiese
controlar las fuerzas malignas y, por ende, transformarse en kalku.
Por su parte, con respecto a los brujos o hechiceros malignos, conocidos como
kalku, Rojas expresa que: “bajo este término se designaba al brujo, hechicero o mago
negro que controlaba y ponía en acción a los espíritus del mal”.50 Estos efectuaban su
arte, ya sea al servicio de un cliente que les pagara para realizarle un daño a otra
persona, o en beneficio propio. “Para hacer daño utilizaban tanto a los espíritus del mal
–o wekufü– como a las almas de las personas muertas que habían sido contaminadas.”51
También realizaban maleficios utilizando pelos o uñas de las personas a quienes querían
afectar. Asimismo poseían el poder de hacerse invisibles o de transformarse en
animales.
47
Ibíd. P. 24.
48
MOULIAN, Rodrigo. Op. cit. P. 19.
49
ROJAS, Gonzalo. Op. cit. p. 30.
50
Ibíd. p. 33.
51
Ibíd. P. 34.
27
Es necesario agregar que Holdenis Casanova aclara que los Wekufü o Wekufe no
serían en principio espíritus malignos, sino que la palabra se podría traducir como “lo
prodigioso, lo tremendo o lo demoníaco en el sentido en que lo entendían los antiguos
griegos o el poeta alemán Goethe”52 y que la palabra habría tomado una connotación
negativa a raíz del contacto hispanoindígena.
52
CASANOVA, Holdenis. Op. cit. p. 130.
53
ROJAS, Gonzalo. Op. cit. p. 35.
54
Ibídem.
28
entre españoles e indígenas, además, en esta zona de nuestro país, la baja en la
población indígena no fue tan rápida como en las zonas centrales, puesto que los
indígenas estuvieron sometidos a menores cargas físicas.
55
Tal es el caso expuesto por Eduardo Valenzuela en Maleficio, el cual se titula “Las tierras de Lorenzo
Millacura” y que describe cómo se acusa a un cacique de brujos porque quienes lo acusaban estaban
interesados en obtener las tierras de dicho indígena.
29
En primer lugar, expondremos el proceso judicial llevado a cabo durante el año
1693 en la ciudad de Concepción. La fuente de este proceso se encuentra en la Sala
Medina de la Biblioteca Nacional –debido a la antigüedad del manuscrito sólo tenemos
acceso a él a través del microformato–, específicamente en Manuscritos Medina, T. 323
(Asuntos de Indios), fojas 1-202. Sala Medina, rollo Ms M85, Biblioteca Nacional, bajo
el título: “Información levantada por el Capitán Don Antonio de Soto Pedreros, por
orden del Presidente Don Tomás Marín de Poveda, contra varios indios acusados de
brujos y hechiceros, autorizada por escribano en diciembre de 1695”.56
Algunos de los autores que también han trabajado con este proceso son Eduardo
Valenzuela en Maleficio y Sonia Montecino en Brujas y hechiceras: Ritos de vida y
muerte. El primero realiza diversas observaciones de importancia a las que iremos
haciendo referencia en la medida en que avanzamos en el análisis propio. La segunda,
lleva a cabo la presentación de una selección de fragmentos de los testimonios que le
parecen más relevantes para su investigación, en este caso no encontramos análisis
específicos sobre la temática y los casos, sino que más bien se trata de reflexiones
generales.
56
Para transcribir este proceso nos basamos en el trabajo de paleografía hecho por Armando Senn en el
anexo de “La brujería entre los mapuches”. Tesis (Licenciado en Historia). Santiago, Chile. Universidad
de Chile, Facultad de filosofía y humanidades, 1985. 124 h.
30
hazen consiliábulos tratando con el demonio según se da a entender por la
común vos de ellos57
Entre las razones para llevar a cabo tales reuniones se encontraban –creemos– la
idea de protección mutua por medio de la planificación de un levantamiento contra el
orden establecido por los españoles, para lo cual recurrieron a la brujería que fue la
principal herramienta o medio para llevar a cabo tales objetivos, es decir, tal como
menciona Sonia Montecino en este caso “podemos apreciar la relación entre “prácticas
de brujería” y resistencia étnica”58. Es de esta manera que en aquellas reuniones se llegó
a acuerdo para asesinar a diversos caciques amigos de españoles por medio de hechizos
(o flechassos) para así lograr el esperado levantamiento que condujera a la guerra.
Es por ello que a estos indígenas se les juzgará allende de los actos de herejía
que cometieron, pues lo que más parece preocupar a Antonio de Soto Pedreros es la
asociación de estos brujos para lograr desestabilizar el orden establecido por los
hispanos, confabulándose (o haciendo consiliábulos) para asesinar a los caciques que
estaban insertos dentro de aquel sistema y que por ello eran vistos como enemigos para
los indígenas implicados. Esta resistencia a formar parte de un orden externo (no
indígena) es su mayor delito, más allá del uso de la hechicería para cumplir su finalidad.
Sin embargo, a ello se suman los cargos por haber participado en la muerte de varios
indios, las que fueron investigadas a lo largo del proceso y que según los declarantes
habían sido causadas por hechizos.
57
Proceso de Concepción 1693. Manuscritos Medina, T. 323 (Asuntos de Indios), fojas 1-202. Sala
Medina, rollo Ms M85, Biblioteca Nacional, bajo el título: Información levantada por el Capitán Don
Antonio de Soto Pedreros, por orden del Presidente Don Tomás Marín de Poveda, contra varios indios
acusados de brujos y hechiceros, autorizada por escribano en diciembre de 1695. Foja 1. (Desde ahora se
citará como Proceso Concepción más la foja correspondiente)
58
MONTECINO, Sonia. Ritos de vida y muerte: brujas y hechiceras. Chile: SERNAM, 1994. P. 15.
31
de usarlos.
Todos los procesados fueron defendidos por el Capitán de Caballos Gerónimo
Agustín de la Vega, que intentó buscar distintas atenuantes para reducir las penas que
serían impuestas a estos indígenas, entre las cuales destacan su desconocimiento del
cristianismo, la ignorancia y el haber sido obligados por otros indígenas a hacer tales
actos, entre otros. Aun así se condenó a cada uno de ellos, ya sea con el destierro o
teniendo que pagar con sus servicios trabajando para la corona española durante diez
años (junto con el destierro) para los que recibieron penas más altas; destaca además
que fue a la machi Guenteray a quien se le atribuyó la culpabilidad de todas las muertes,
tal como explica Armando Senn por “proporcionar los medios para asesinar a caciques
amigos de españoles”.59
La sentencia fue dictada el 20 de febrero del año 1694 en donde se condena a los
caciques Quipaina, Lemullanca, Bartolomé Yngaipill y el indio Juan Pichunante:
Que deben ser condenados por dies años a la R. Cadena para para que sirban
en las obras de Su Magestad y edificios públicos y desterrados perpetuamente
de las tierras de su orijen y avitación y por la culpa que contra los demás indios
contenidos en la dicha caussa resulta que sean desterrados perpetuamente
cinquenta leguas de su tierra y avitazión en la parte que el dicho Señor
Presidente les señalare60
En segundo lugar, se halla el proceso judicial de Chillán, que se realizó entre los
años 1749 y 1750 en contra de cerca de una veintena de indígenas. La principal fuente
para el estudio de este caso son los expedientes judiciales que se encuentran en el Fondo
59
SENN, Armando. La brujería entre los mapuches. Tesis (Licenciado en Historia). Santiago, Chile.
Universidad de Chile, Facultad de filosofía y humanidades, 1985. P. 36.
60
Transcripción de la sentencia pronunciada por don Thomas Marín de Poveda tomada desde SENN,
Armando. La brujería entre los mapuches. Tesis (Licenciado en Historia). Santiago, Chile. Universidad de
Chile, Facultad de filosofía y humanidades, 1985. P. 40.
32
Real Audiencia del Archivo Nacional de Santiago, que comprenden el juicio llevado a
cabo por el sacerdote Simón de Mandiola y, más tarde, por el maestre de campo
Francisco Riquelme de la Barrera. Sin embargo, es necesario precisar que aunque se
hizo la revisión completa de los testimonios presentes en el ANS, hemos utilizado la
transcripción hecha por Holdenis Casanova, la que incluye como anexo al final de su
libro, aunque si bien tiene el problema de haber actualizado el lenguaje de los
testimonios, a su vez lo hace más comprensible para todo tipo de lectores y,
manteniendo, en general, el sentido del documento. Este caso tiene la peculiaridad de
haber comenzado como una acusación particular en contra de dos mujeres Josefa y
posteriormente Melchora, por haber causado maleficio a Rita Dupré mujer de Alejo de
Zapata (quien realizó la acusación), que había enfermado gravemente. De esta forma, en
la medida en que se tomó declaración a cada una de ellas se obtuvo la información sobre
otros indígenas que eran brujos y que junto con las acusadas se reunían en cuevas
cercanas. Tal como agrega Casanova, “a partir de ese momento, se inició en el distrito
de Chillán una verdadera “caza de brujos” al más puro estilo europeo, siendo detenidas
en la cárcel de la ciudad y en algunas casas de particulares un total de 19 nativos, la
mayor parte de los cuales fueron mencionados en las declaraciones de los restantes
acusados”.61
El proceso de Chillán es trabajado en profundidad por la recién mencionada
autora en su libro Diablos, brujos y espíritus maléficos: Chillán, un proceso judicial del
siglo XVIII, en el cual realiza una descripción de esta agrupación de brujos, de su
contexto de aparición y, además, analiza los elementos que la caracterizaron. Junto con
eso, el proceso aparece también dentro del texto escrito por Sonia Montecino, quien
selecciona parte de los testimonios, y en el libro de Eduardo Valenzuela mencionado
anteriormente, en el caso de este último, se realiza un análisis comparativo con los
demás procesos que incluye en su obra, vale decir, el de Concepción y el de Santiago
del Estero (Argentina).
Llaman la atención la gran cantidad de puntos en común de este con los demás
procesos, pero a su vez destaca el hecho de que fue llevado a cabo en una primera
ocasión por un sacerdote y luego por un juez civil, en el primero de ellos, los diversos
implicados confesarán haberse reunido en varias ocasiones en al menos dos cuevas con
características semejantes –a las que también llamaban “cuevas doradas” por el color de
las habitaciones que habían dentro de ellas– a las que asistían transformándose en algún
61
CASANOVA, Holdenis. Op. cit. P. 60.
33
animal. Las principales razones que se esbozan para haber llevado a cabo dichas
reuniones son más bien de distracción: en aquellas cuevas se tocaba música, se bailaba y
se bebía “a la usanza de los indígenas”, en este sentido, podemos notar una gran
diferencia con los otros dos casos, en que las reuniones tenían razones que rondaban el
carácter político.
Sin embargo, es importante explicar que, además de la severidad con que
procedió el Vicario Simón de Mandiola (se detuvo a los inculpados, sus bienes fueron
confiscados y se les sometió a tormento), éste lo hizo en contra de las normas
establecidas puesto que este tipo de delitos debían ser procesados por la justicia común
y no por la Iglesia, pues “el Tribunal del Santo Oficio carecía de poder para juzgar a
indígenas; sólo le correspondía fallar delitos contra la fe cometidos por españoles”.62
En el segundo proceso, todos los acusados, sin excepción, niegan todo lo dicho
en las confesiones que fueron tomadas por Simón de Mandiola y las atribuyen a que
este los obligó a declararse culpables por medio del uso de la fuerza (azotes). A este
respecto, Melchora declara:
Que de temor de los azotes que le estaban dando se levantó testimonio, y que la
amenazaron a pegarle fuego si no le quitaba el daño a (l)a mujer de don Alejo
Zapata, atribuyéndole a que ella le había hecho el daño en la salud.63
Por ello finalmente se absolvió a los indígenas del cargo de brujería y se les dejó
libres, puesto que se consideró que las declaraciones anteriores habían sido obtenidas a
la fuerza por medio del violento proceder de Mandiola, por lo que se consideraron
inválidas.
No obstante, llama la atención la semejanza de las declaraciones de aquel primer
proceso con las que se ven en el caso de Concepción y se verán más tarde en el de
Chiloé, es aquel un punto en el que nos detendremos más adelante.
Por último hallamos el proceso judicial llevado contra los Brujos de Chiloé,
conocidos también como “La Mayoría” o “La Recta provincia”. La principal fuente que
nos permite conocer este proceso judicial se titula “Proceso de los Brujos de Chiloé”,
62
Ibíd. p. 41.
63
“Lagos Carlos, protector de los indios de San Bartolomé de Chillán, representación que hace a la Real
Audiencia sobre los excesos de justicia cometidos por el juez eclesiástico don Simón de Mandiola, cura y
vicario de dicha ciudad, en la tramitación de las causas seguidas a los indígenas acusados de hechiceros
(l749-1757)”. ANS. Fondo RA., Vol. 495, pieza 4°. Foja 146. (Desde ahora se citará como Proceso
Chillán junto con la foja correspondiente)
34
escrito y compilado por Cipriano Osorio, que fue publicado en los Anales chilenos de
Historia de la Medicina. Año II, volumen I, de la página 124 a la 162, durante el 1º
semestre del año 1960.
El documento completo es una compilación de las declaraciones de los acusados
y de documentos de la agrupación (correspondencia y otros escritos) que forman parte
del expediente judicial del proceso que el juzgado de Ancud, por orden del intendente
Luis Martiniano Rodríguez, llevó contra la agrupación de brujos conocida como “La
recta provincia”. Este documento pudo ser conocido gracias a Ramón Espech, quien
copió las declaraciones de mayor importancia y se las envió a Benjamín Vicuña
Mackenna para que las revisara, algo que este nunca llevó a cabo. Gracias a esto
pudimos conocer el proceso titulado “Copias de algunas piezas del proceso de los brujos
de Chiloé” que fue transcrito por Cipriano Osorio, para quien este “demuestra de qué
modo subsiste entre los chilotes la existencia de una firme creencia y de una constante
apelación a lo misterioso, a lo sobrenatural, a las fuerzas mágicas, nos advierte la
presencia de una psicosis individual y colectiva y nos informa con amplitud suficiente
sobre las prácticas médicas de los brujos y sobre sus concepciones mágicas primitivas y
de sus supercherías y por último nos conduce al derrumbe de la tan respetada y temida
institución secreta que ellos habían constituido, hasta degenerar en una simple horda de
asesinos”64
Junto con ello, esta agrupación fue estudiada en profundidad por Gonzalo Rojas
en el libro Reyes sobre la Tierra, esta investigación también será de gran importancia a
la hora de realizar nuestro análisis. Así también, el proceso llevado contra los Brujos de
Chiloé está incluido en el libro de Sonia Montecino, que al igual que los otros casos
corresponde a la exposición de algunas de las declaraciones de los acusados.
64
OSORIO, Cipriano. “Proceso de los Brujos de Chiloé”. Anales chilenos de historia de la medicina. Año
II, volumen I: pp. 124-162, 1º semestre de 1960. P. 124. (Desde ahora será citado como Proceso Chiloé,
incluyendo la respectiva página)
35
juicios que fueron llevados a cabo por parte de miembros de la agrupación y que en
diversas ocasiones mencionaban la muerte del sentenciado, diversos cargos por
homicidio, explicaciones sobre el origen de la agrupación (Tal es el caso del mito de la
Chillpila, que desarrollaremos más tarde), sobre su funcionamiento interno (cargos y
jerarquía), los elementos que utilizaban para atacar a quienes deseaban maleficiar
(plantas venenosas, incluyendo las curas para los males causadas por ellas, punto al que
también volveremos más tarde), entre muchos otros asuntos de suma importancia para
comprender la naturaleza de dicho grupo, el que incluía en su mayoría a indígenas con
fama de hechiceros/curanderos.
El grupo constaba, tal como se ha mencionado, con una trama de cargos
ordenados de manera jerárquica y que culminaban con la presencia de un “Rei”, que se
convertía en el mandamás de la organización a quien los súbditos debían confirmar en el
cargo, tras lo cual sus ordenanzas tenían valor y debían ser ejecutadas por sus súbditos.
Se explica por ejemplo cómo funcionaba la reposición y/o elección de un cargo una vez
que quien lo ocupaba fallecía:
Merimañ falleció poco tiempo después y entró a reemplazarlo José Chodil. A la
muerte de éste, le sucedió su mujer Aurora Quinchén, quien se mancomunó con
Cristino Quinchén hasta hace un año en que Antonia Nauto, por comisión del
Rey de las Españas (Payos), Juan Pedro Chigual, lo separaron del cargo y
nombró en su lugar a Domingo Cañuecar y al declarante, los que aún no
estaban confirmados por los pueblos. Aquí advierte que para cada
nombramiento que hace el rey, se reúnen los cabildos para aprobarlos y es sólo
entonces cuando todos les aceptan sin dificultad sus órdenes.65
Es por ello, que además de los cargos por homicidio, la principal acusación
contra esta agrupación es la de asociación ilícita, esto según la sentencia del 02 de
marzo de 1881 que condena a penas de cárcel a algunos de los acusados, en específico a
los que estaban envueltos en homicidios (generalmente por sentencias que habían
expedido estando en algún cargo de la institución):
Según la sentencia de 2 de Marzo de 1881, del juez Beytia, en el juicio de brujos
se ha seguido esta causa por el delito de asociación ilícita contra los
comprometidos en la sociedad de los brujos, que estos llaman Recta Provincia.66
65
Ibíd. P. 129.
66
“Los brujos de Chiloé: célebre proceso del juzgado de Ancud: declaraciones de los reos”. Santiago de
Chile: Ponce Hnos., 1908. P. 37.
36
Sobre las condenas a los involucrados en este proceso, llama la atención en la
parte final de la fuente la presencia de un apartado que se titula “Vista Fiscal”, que hace
una especie de sumario sobre el caso que muestra la visión de quienes estuvieron del
otro lado (juzgando):
Es una asociación secreta, compuesta en la generalidad de indígenas, y que
tiene por objeto castigar a los que hacen mal, arreglado a sus leyes que nos son
enteramente desconocidas, pero que la pena común y más general es la de
muerte.
Por último, explica que quienes fueron condenados con las más altas penas
fueron efectivamente aquellos considerados “criminales” o “reos de delito”, tal como se
dijo anteriormente, no se les juzgará por brujos, sino que generalmente por haber
cometido homicidios mientras formaban parte de una asociación que amparaba estos
crímenes.
68
Ibíd. P. II-III.
38
CAPÍTULO 3:
¿Tradiciones en común? ¿Refugio para los marginados? Una propuesta de análisis
para los casos estudiados
Los casos escogidos son –a nuestro parecer– los más importantes (y quizás los
únicos y más conocidos) que se desarrollaron de esta forma en nuestro país. Todos ellos
han sido trabajados por varios autores, quienes generalmente los han tomado por
separado o han realizado un trabajo compilatorio, en los que sólo se da cuenta de su
existencia. Es lo anterior lo que motivó la realización de este trabajo, puesto que
creemos que un análisis en paralelo de los tres casos nos permitirá llegar a conclusiones
mucho más acabadas, enfocándonos en la gran cantidad de paralelismos existentes entre
ellos y, especialmente, en por qué se conformaron estas agrupaciones tan particulares.
Quisimos también agregar otras interrogantes que nos parecen de interés para la
investigación, tales como ¿Qué motivaciones o creencias había detrás de estas prácticas,
se trataba de tradiciones o de la presencia de trastornos que pueden ser asociados a la
locura o la irracionalidad, a las supersticiones u a otros elementos? ¿Se trataba de
grupos marginales o de la reafirmación de una identidad indígena frente a las creencias
que trataban de imponer los hispanos? Iremos resolviendo estas preguntas a lo largo del
análisis que incluiremos a continuación.
El indio Juan Pichunante formaba parte del grupo de indígenas que se reunían en
la cueva de Pircún con el fin de planificar el levantamiento que comenzaría con el
asesinato de varios caciques amigos de españoles. Sin embargo, este hombre fue
expulsado del grupo y atrapado por algunos de estos caciques, siendo presentado ante
las autoridades (la primera vez que fue capturado huyó). Por otro lado, podemos ver la
reacción de Antonio de Soto y Pedreros tras lo dicho por Pichunante, cuyas
declaraciones le parecen increíbles por su contenido (ya veremos las razones de
aquello). Destacamos también la visión que tiene de los indígenas como ignorantes de la
fe cristiana y, a su vez, podemos ver que –desde su óptica de creyente– relaciona los
asombrosos hechos narrados con una intervención demoníaca:
A tres de Septiembre de mill y seiscientos y noventa y tres años el día siguiente
fue presso el yndio que havía sido hechado de los caziques que determinaron
matar a los amigos de españoles y aviendo exsaminado a dicho yndio hallé dava
40
muchas circunstancias que todas parecían yncreíbles más como en las
avilidades del demonio no ai que dudar y mas entre jente que no conose a Dios
determiné tomarle declarazión a dicho yndio69
No podremos saber con certeza si decía la verdad, pero ello no es lo que está en
discusión, sino que lo significativo es que sus declaraciones son el claro reflejo de los
conocimientos “populares” de los nativos mapuche implicados. Junto con ello, el
proceso aporta las ideas que el mismo Soto y Pedreros manejaba al respecto,
permitiéndonos obtener un panorama tanto sobre los imaginarios hispanos como de los
indígenas.
Continuando con su exposición, explica –en uno de los pasajes que nos parece
más sugestivo de todo el caso– su iniciación dentro de lo que podría corresponder
claramente a una sociedad secreta que tenía definidas sus reglas y, no menor, sus
rituales para iniciar a quienes entraran a ella.
Todos los que entraron a la cueva no hizieron más seremonias que cantar un
romanze diabólico que cantan los machis y que a él como era el principio en
que avía de entrar a dicha cueva lo graduaron dándole a bever orines de perro
y orines de buey y que le dieron a tragar un corazón de jente y que le pusieron
una máscara de un pellejo sacado de una caveza de jente con cara y todo, de
modo que entró enmascarado y estando dentro vido una culebra grande pintada
69
Proceso Concepción, foja 2.
70
Ibídem.
41
de arraias de negro y blanco y colorado y verde y que avían dos culebras
porteras que cada una guardava su puerta y muchos lagartos que llaman
Quirquez con la varriga colorada y el cuello blanco71
Por otro lado, tenemos la exposición sumamente gráfica de las razones por las
cuales se realizaron las reuniones y el acuerdo al que se llegó en ellas, en específico se
mencionan las razones para asesinar a los caciques amigos de españoles y, aún más
importante, la finalidad de tomar el poder gracias a tales hechos, en una clara
manifestación de la resistencia de los indígenas implicados a entrar dentro del orden
hispano y renunciar a sus prerrogativas como caciques y miembros de la comunidad:
Y preguntándole qué se contrató en aquella junta dentro de la cueba dijo el que
muriesen los caziques de este aillaregue amigos de españoles que son el cazique
Guenchunao y el cazique Panginaun y el cazique Gaminao y Antipan y
Llancamilla y Pilquigueno y Putapi y Maialongo y buéltole a preguntar que por
qué caussa querían quitar la vida a estos caziques referidos y a qué fin deseavan
muriesen dijo este declarante que la caussa por ser parciales con españoles y
que muriendo ellos sin fastidio ni rezelo dispondrían el govierno de sus políticas
y abría guerra y buéltole a dezir a este declarante que cómo avía muerto a
71
Ibíd., foja 4.
72
VALENZUELA, Eduardo. Maleficio: Historias de hechicería y brujería en el Chile colonial. Santiago,
Pehuén editores, 2013. P. 147.
42
avinao y an el culpan y an hecho dijo que los avía muerto por sus manos a
flechasos con encantos que se componían de una barilla de canelo mui colorada
poniéndole en los dedos y mojando la varilla en un jarro en donde ba el encanto
que cuando se amenaza al que se quiere matar sale la brujería al modo de una
chispa y al que le da lo derriba73
Más tarde, el indio Dunguiguala declarará, en primer lugar, que era verdad que:
avia a prendido el arte maxico y que avia entrado a una cueva del Cassique Quipainao
que esta en su tierra75
Por otra parte se refiere con mayor detalle a la decisión de asesinar a los
caciques amigos de españoles y las razones que motivaban aquella decisión, entre las
que destacan las razones de orden político, que serían las de mayor peso para efectuar el
levantamiento que se estaba organizando:
Y preguntándole que avian dicho en contra delos caziques y que quienes avian
73
Ibíd., fojas 4-5.
74
VALENZUELA, Eduardo. Tres notas sobre plantas medicinales en ritos de sanación y maleficio (Chile,
s. XVIII). Intus-Legere Historia, 5 (2): pp. 89-105, 2011. P. 93.
75
Proceso Concepción, foja 8.
43
sido los que desseavan la Guerra dijo que el primero que avia hablado fundado
caussa dando motivo al sentimiento fue el Dueño de la Cueva el Cazique
Quipaina y que por caussa de los caziques embiavan tan lexos algunos
mosetones y que sino los embiavan oyan malas razones de los caziques
murmurando de ellos y que los casiques de Españoles sesoberanizavan y sobre
esto el cazique Talcalabquen y el cazique Panguicheo y Lemullanca de
quilacura Dijo de Viculo Dijo combenía la muerte de los caziques para su
govierno de ellos76
76
Ibíd., fojas 9-10.
77
Ibíd., fojas 18-19.
44
principales objetos necesarios para realizar el maleficio, si este se lograba ejecutar con
éxito, resultaba en la muerte de la víctima:
Y por ultimo dijeron todos que entre la Machi y Dunguiguala y el cazique
Lemullanca avian adobado con distintas yerbas a Juan Pichunan para que fuese
adar el flechasso bolando en una figura de pajaro amodo de condor y que le
dijeron que no le avia de ladrar perro ni le avia dever ninguno y que sin rezelo
fuesse a ejecutar el echo y dize Juan Pichunante que haviendo llegado a la
puerta del rancho donde estava el dicho machi que yba a matar Aviendolo visto
enderesso el dedo con el canelo brotado que lo llevara dentro de un jarrito con
doze abuxeros que dichos abuxeros segun señalo cabria por ellos una auja y el
lo explico diziendo cabria por ellos un Retin que es un palillo delgado que a
falta de punson suelen las yndias traer para prender las mantas que se ponen y
que aviendo enderessado su dedo con el arte referido llevo en memoria el que
dicha Machi y dicho cazique Lemullanca le dijeron que luego que apuntasse al
que yba a matar ladease un poco el jarro y que amenasase y amenaso asta cinco
vezes y entonces salio el flechasso y fue relumbrado a modo de fuego con una
brasita muy pequeña o sentella y assi que le dio al machi que estava sentado
junto al fuego se levantó un rremolino tirando para el mar y que luego por la
mañana murio dicho Machi y passo a dezir este declarante de que cuando
estubieron adovados con encantos le dolio todo el cuerpo y se fue en coxiendo
que vino aquedar muy mediano en la figura referida para volar78
Podemos notar también que para realizar el maleficio era necesario efectuar un
procedimiento bastante complejo, que incluía recurrir al metamorfismo, para así no ser
visto por la víctima. Llama la atención la gran cantidad de detalles que se muestran en
algunas declaraciones y, una vez más, tal como se verá a lo largo de este análisis, nos
invita a preguntarnos hasta qué punto las ficciones de los indígenas eran tales.
Por su parte, el proceso llevado contra una gran cantidad de indígenas en Chillán
durante el año 1749 comienza cuando se hace comparecer a Josefa y, posteriormente, a
la india Melchora, ambas son acusadas de maleficiar a doña Rita Dupré, mujer de Alejo
de Zapata que se hallaba enferma, es él quien presenta los cargos en un principio. Es en
este contexto en el que empezarán a salir a la luz los nombres de otros implicados y de
las supuestas prácticas que llevaban a cabo. Tal como dijimos en el apartado anterior
(2.2), en este proceso circularon cerca de una veintena de indígenas acusados de brujos,
de causar maleficios a otras personas y de reunirse en al menos dos cuevas a las que
también llaman cuevas doradas.
A continuación se incluirán diversos fragmentos de las declaraciones,
particularmente de aquellas que fueron tomadas durante el enjuiciamiento hecho por
Simón de Mandiola. Utilizamos esos relatos puesto que aunque fuesen “inventos” de
quienes se vieron amenazados si no aceptaban los cargos en su contra, nos muestran a
su vez la visión que tenían tanto los indios inculpados como los hispanos que
intervinieron (en este caso el Vicario de Chillán).
79
Proceso Chillán, foja 97.
46
mal en la garganta y en todo el cuerpo80
Por otro lado, la misma india incluirá en su declaración el objeto con el que
habría causado el mal, al que llama llampeiquén y, además, expresa su arrepentimiento
y abjura: de su infidelidad y de el pacto implícito que tenía hecho con el demonio.82
Como expresamos en el primer capítulo de esta investigación, uno de los puntos que
caracteriza a la brujería y la diferencia de la simple hechicería tradicional, característica
80
Ibíd., foja 98 v.
81
Fue interesante realizar el ejercicio de abrir los libros de mitos y leyendas presentes en nuestra
biblioteca personal y darse cuenta de que en varios de ellos aparece mencionado el chonchón, pues tal
como explicábamos esta ave nocturna es un tópico recurrente en la mitología típica de nuestro país.
Floridor Pérez en “Mitos y leyendas de Chile”, menciona el hecho de que este pájaro siempre ha estado
asociado a los brujos, que tomaban aquella forma para desplazarse en la noche.
82
Proceso Chillán, op. cit., Foja 99.
47
de diversas culturas a lo largo de nuestro planeta, es el trato con el demonio que la
primera implica y es la principal razón de la persecución a la que fue sometida por la
Iglesia.
Luego de declarar las razones para hacerse brujo, entre las que destaca la
necesidad de protegerse de sus enemigos –lo que grafica muy bien las ideas que hemos
planteado–; nombra a una gran cantidad de brujos que se habrían estado reuniendo en la
cueva a la que también llama Casagrande. La temática de la asistencia a cuevas, en
donde celebraban sus reuniones secretas, es uno de los puntos transversales a todos los
casos, tal como vimos en el Proceso de Concepción y veremos más tarde en el Proceso
de Chiloé, aunque en este último no se realizan descripciones tan detalladas sobre ella.
Sólo tendremos una descripción de sus habitantes en la declaración de Mateo Coñuecar,
la cual presentaremos más adelante.
Refiriéndose a los moradores de la cueva, relata lo siguiente:
Que dentro de ella está un chivato pillán a quien todos los que entran primero le
han de besar el rabo y entonces pasan para dentro y encuentran con un
culebrón grueso y de el largor de media vara, y que éste se les sube por las
piernas hasta llegar a la corona de la cabeza como haciendo halagos a todos
83
Ibíd., fojas 103-103v.
48
los que han pasado con la licencia del expresado chivato.84
La cita anterior nos lleva a un tópico común dentro de los procesos por brujería:
el osculum infame, “beso inmundo” que los participantes del ritual daban en el trasero al
diablo –quien se encontraba en la forma de macho cabrío o chivato, “imagen clásica de
la demonología europea”85 –. Este punto, nos permite mostrar dos elementos relevantes
para este trabajo: la consideración de este tipo de delito como brujería (y, por ende,
herejía) y no como simple hechicería (lo cual podría permitir alegar mayor ignorancia),
pues implica un pacto explícito con el demonio y, a su vez, demuestra lo profundo que
calaron los imaginarios europeos sobre la brujería en los indígenas mapuche, creándose
una nueva forma de comprender este fenómeno, que incluye categorías indígenas y
europeas (sincretismo entre las creencias propias de la religiosidad mapuche y de la
religión cristiana).
Así también, concurre a declarar Juan Catireu, señalado por los otros declarantes
como dueño de la cueva. Catireu negó todos los cargos de que se le acusaba en primera
instancia. Luego de que se hiciera acudir a todos los acusados que lo habían identificado
como dueño y concurrente de la cueva, comienza a decir que son ciertas las
acusaciones:
Y que es cierto que para ir a la cueva tomaba la figura de zorro untándose con
unos untos o aguas de sabandijas que tenían recogidas en un jarro. Y que
untados con este unto y revolcándose se volvían zorros o perros, según querían,
en el entendimiento o voluntad y lo mismo para volverse pájaros; y que al entrar
a la cueva se encuentra con un chivato pillán al cual le daba adoración
poniéndose en cuatro pies para oscularle el rabo al chivato, y que después, más
adentro, está un culebrón del porte de una vara, poco más o menos, y que ésta
se los repecha por los pies hasta los hombros, haciéndole halagos en todo el
cuerpo y que después se baja al suelo, y que de aquí entran donde están los
demás que entraron primero, que es a una pieza que tendrá de largo como de
diez a doce varas, la cual tiene a los lados dos cuartos: y que est(e) declarante
es dueño de esta cueva junto co(n) Lorenzo Liempangui, que se la dejó a los dos,
Francisco Millaqueu, ya difunto.86
84
Ibíd., fojas 104-104v.
85
VALENZUELA, Eduardo. Maleficio… Op. cit. P. 140.
86
Proceso Chillán. Op. cit. fojas 106-106v.
49
Agrega también las razones que tenían para realizar esta clase de reuniones, que
en el caso del Proceso de Chillán, se diferencia bastante de lo que declaran los indígenas
de los otros dos procesos, pues explica que a los que entran a la expresada cueva es
solamente a holgarse87
Además, explica también las razones por las que se habría convertido en brujo.
Esto nos pareció sumamente importante porque explica que su conversión se debió a su
unión en matrimonio con la hija de un brujo, por lo que se puede inferir que se trató de
una especie de acuerdo para que él pudiese formar parte de aquella familia y ser
aceptado, por eso explica que el motivo por el que está preso es:
Haberse acompañado y casado con hija de Francisco Millaqueu quien, antes
que se casara con su hija Pascuala, le había enseñado a ser brujo, porque el
dicho tenía una cueva o Casagrande donde concurrían varios indios y indias, y
que por esta razón, persuadido de el dicho Millaqueu, aprendió el dicho arte.89
87
Ibíd., foja 107.
88
Ibíd., foja 108v.
89
Ibíd., foja 108.
90
Ibíd., foja 106v.
50
Cabe agregar igualmente un pasaje de gran importancia, que permite asemejar a
los otros procesos este caso:
Y repreguntándosele a este declarante qué se parlaba en aquella cueva cuando
se juntaban, dijo que, como habían otros que hacían cabeza dentro de la cueva,
muchas veces no oía ni sabía lo que éstos hablaban, pero que a su suegro le oyó
consultar una vez cómo un hombre le había dado de palos y que de éste se
quería vengar haciéndole maleficio, pero que no supo quién fue el nombre ni
sabe si se siguió el maleficio o no; y que en otra ocasión, dentro de dicha cueva,
le oyó decir a Juan Catireu como por consulta con los demás, que estaba
agraviado de don Valeriano Ortíz y que quería vengarse de él haciéndole daño y
maleficio a una hija suya en una sabandija, pero que no sabe lo que salió de
esta consulta, pero que si sabe que luego, inmediatamente, enfermó la dicha
niña con varios dolores en distintas partes del cuerpo, mudándosele éstos como
cosa viva y que por fin sab(e) que murió ésta sin podérsele conocer el mal,
aunque echaba por la boca varias porquerías de cabellos, cerdas, huesos, hilos
y palos, y que después oyó decir cómo en la cama de esta dicha niña se había
hallado un sapo muerto, pero que nunca supo si el dicho Juan Catireu había
sido ciertamente el que había causado este maleficio.91
Esto, porque podemos notar que el fragmento anterior confirma que las
reuniones efectuadas por este grupo de indígenas no sólo se reducirían a meras “fiestas”,
cuya finalidad era distraerse bebiendo o bailando, sino que corrobora el sentido de
asociatividad presente en la agrupación. Tal como podemos ver, en este se explica que
en algunas ocasiones, quienes tenían mayor autoridad entre los miembros se reunían
para pedir consejo a sus pares, en particular, cuando habían sido agraviados por otras
personas. Notamos en esta narración la ayuda mutua que se prestaban quienes formaban
parte de esta sociedad, es decir, queda en evidencia una forma de protección común,
para el bien de los miembros de la comunidad (que vendría siendo uno de los objetivos
para la asociación). En el caso expuesto, además, se puede interpretar que Andrés
Guentepangui cree que fueron los que discutieron sobre el tema quienes podrían tener
que ver con la enfermedad de la hija de Valeriano Ortiz, la niña habría presentado
síntomas muy claros de maleficio, pues estos se repiten en una gran cantidad de casos
revisados (un ejemplo de ello es lo que menciona sobre las porquerías que habría
“echado por la boca”).
91
Ibíd., fojas 109v-110.
51
Por último, hemos incluido la declaración de José Guaquileb, que aporta en
cuanto al peso que podrían tener las tradiciones familiares para practicar la brujería,
diciendo que tanto Catireu como su mujer eran brujos y
Que esta cueva y este arte diabólico lo practicaron y usaron sus padres de el
dicho Catireu y sus hermanos, ya todos difuntos92
El proceso llevado contra los brujos de Chiloé nos ofrece, tal como explicamos
en el punto anterior, tanto las declaraciones de doce de los imputados, así como también
algunos documentos “institucionales” entre los que se encuentran cartas a través de las
cuales se comunicaban algunos miembros y otras que fueron enviadas por miembros de
la comunidad (chilota) pidiendo que se hiciera “justicia” ante algún asunto que
generalmente implicaba el envenenamiento y/o la muerte de algún familiar u otro daño
en contra de una persona o familia.
92
Ibíd., foja 114.
93
CASANOVA, Holdenis. Op. cit. P. 92.
52
brujos94
Respecto del punto anterior, Gonzalo Rojas explica que desde los orígenes de la
agrupación sus integrantes eran exclusivamente indígenas, ya “sea de «sangre pura» o
mestizos”, pero que sin embargo, desde aquellos tiempos estuvo “bajo la creciente y
avasalladora influencia de la cultura española”.95
Además, cabe mencionar que no sólo en esta declaración, sino que en la mayoría
de las presentes encontramos a los procesados explicando que se les había amenazado
violentamente si no aceptaban los cargos (en particular, mencionan la amenaza de
muerte), lo cual se da con tanta fuerza sólo en este proceso. Este fenómeno afecta en
gran medida la idea de confraternidad en estas agrupaciones que hemos postulado, pues
si lo que dicen es cierto, y no una forma de disminuir su culpabilidad o de justificar su
entrada a la institución, le resta a la idea de que todos los miembros formaban parte de
94
Proceso Chiloé. P. 126.
95
Ambas frases aparecen en ROJAS, Gonzalo. Reyes sobre la tierra: brujería y chamanismo en una
cultura insular: Chiloé entre los siglos XVIII y XX. Santiago, Chile: Biblioteca Americana, 2002. P. 71.
96
Proceso Chiloé. Op. cit. p 127.
53
ella por objetivos similares de protección y ayuda mutua (asociatividad).
Pero, con respecto a esto, que es uno de los puntos centrales de nuestra
investigación y, por ende en nuestro análisis, la declaración de Coñuecar nos entrega
una serie de posibles motivos para formar parte de la agrupación, muy distintos de los
anteriores, entre ellos podemos identificar, en primer lugar, los lazos familiares, puesto
que Mateo Coñuecar dice haber entrado siguiendo el consejo de su hermano, Andrés
Coñuecar, que tenía el cargo de “Comandante de la Tierra” (del cual no se especifica
mucho más). Creemos que esto no sólo implica la idea de hacer lo que es costumbre o al
menos “normal” dentro de la familia, sino que también la idea de continuidad (de las
tradiciones) y pertenencia (se trata de un grupo del que posiblemente se sentía parte, por
tratarse de otros indígenas –sus semejantes– y/o de personas cercanas a su hermano).
Junto con eso está el provecho o conveniencia que conllevaba el formar parte de la
institución, en tanto esto entregaría herramientas para defenderse de otros (existe en ello
una idea de vulnerabilidad que disminuiría al hacerse parte de aquel grupo), lo que se
menciona en la siguiente frase:
Le aconsejó que entrara a esa institución para defenderse de los demás, porque
era cosa que le convenía y que no lo comprometía97
Esto nos aproxima a la idea de que la hechicería se practicaba desde hace mucho
tiempo atrás en Chiloé, por tanto, se podría tratar de creencias y prácticas comunes
dentro de la comunidad indígena, las que por lo tanto poseerían raíces ancestrales. El
97
Ibídem.
98
Ibídem.
54
mismo Coñuecar se refiere a ello:
Cree sí, que aun antes de la llegada de Moraleda, existían brujos en Chiloé,
pero de la única de quien queda conocimiento es de la ya nombrada Chillpila.
Advierte también que es tradición que la fundación que hizo esta mujer no tenía
todo el carácter perverso que se le ha llegado a dar con el tiempo, pues en el
tiempo transcurrido se han ido haciendo innovaciones como ser las sentencias
que se expiden para dar muerte o para hacer sufrir de otro modo a las
personas99
Lo explicado en la última parte del texto citada por Coñuecar nos servirá para
comprender que tal vez, la reputación y tradición de esta agrupación de brujos se debe a
que antes de transformarse (o deformar) en una horda de asesinos, tal como decía
Cipriano Osorio, eran una organización con otros fines, mucho menos perversos que los
que ahora tenía. Probablemente mucho más apegada a tradiciones indígenas ancestrales,
desde los tiempos de la Chillpila, o incluso anteriores; podría pensarse incluso que el
nombre de Médicos de la Tierra, que menciona Raúl Espech en la introducción del texto
con el que estamos trabajando se refiera al papel de curanderos que tuvieron
anteriormente. Esto podría verse sostenido por lo que Gonzalo Rojas plantea con
respecto a la “leyenda negra” sobre los brujos de Chiloé, que según su parecer fue la
idea que quedó sobre los brujos después de la serie de atrocidades que cometieron en los
últimos años de funcionamiento de la institución, la que para el autor fue mucho más
que esa triste imagen.
100
Ibíd. p. 128.
101
ROJAS, Gonzalo. Op. cit. P. 59.
56
hicieron fue un libro impreso con las tapas rotas y muy usado, más una llave,102 lo que
se podría interpretar como la entrega a su cuidado del tan famoso libro que Moraleda le
dejó a la Chillpila y que se entregaba de jefe en jefe para su uso, junto con ello podría
estar la llave de alquimia que abría la entrada hacia la cueva de Quicaví.
José Aro se reconoce a sí mismo como curandero, pero explica que su arte lo usa
para hacer el bien, dice:
Que él de su cuenta no ha envenenado a nadie pues aún cuando también es
curandero, aplica sus remedios determinados que no pueden llegar a causar la
muerte103
Es por ello que al parecer agrega el nombre de diversas personas que según él
serían brujos afamados, que han cometido muchas muertes con veneno,104 entre ellos
Mateo Coñuecar, Esteban Carimonei, Micaela Tocol, entre otros. A partir de ello se
desprende que el principal medio con el cual cometían sus delitos los brujos de Chiloé
era el veneno, que conseguían mediante la manipulación de diversas plantas que serían
de uso y conocimiento popular.
Bocado.- Bocado es un remedio que usan los brujos para causar a los hombres
una enfermedad que les hincha la barriga, que les da mucha sed, muchos
vómitos, sin que se les permita parar nada en el estómago y que los aniquila por
completo hasta que llegan a morir. Ese remedio lo hacen de lagartijas y sapos
102
Proceso Chiloé, op. cit. p. 132.
103
Ibíd., p. 133.
104
Ibídem.
57
que secan al sol y después en una pequeña narigada le ponen el polvo en alguna
bebida que se quiere dar a la víctima. Suelen llegar a restablecerse de esta
enfermedad, aplicando las mismas lagartijas y sapos tostados con sal también
en una pequeña narigada y tomando esto con agua bendita. Así en una semana
puede restablecerse.105
Incluimos estas dos descripciones porque creemos que son un claro reflejo de
los conocimiento que manejaban estas personas sobre el uso de plantas y otros
materiales para realizar curaciones o causar enfermedades. La descripción no sólo
incluye la preparación del veneno, sino también los síntomas y la forma en que se
podría sanar a quienes padecían de tales males. Sin embargo, Quinchén explica que ella
conoce esto porque se lo dijo Domingo Calbuyagüe, a su vez si lo que dice es cierto,
demuestra cómo estos conocimientos son parte de las tradiciones de la cultura chilota,
los que se van pasando de generación en generación, es un conocimiento que tiene
como mayor medio de divulgación la comunicación oral.
105
Ibíd. p. 135.
58
Levill fueron los que le dieron muerte a la expresada mujer106
Destacamos esta parte de la declaración porque no sólo explica que dos personas
murieron envenenadas, explicando los síntomas de una (los que se parecen a los
descritos por la misma Aurora Quinchén con respecto al denominado bocado), sino
también que según el imputado, las muertes habrían sido debidas a sentencias dictadas
por miembros de la agrupación, dentro del sistema judicial que ellos mismos levantaron
y al que desgraciadamente parecían acudir bastantes personas. En cuanto a este punto,
Gonzalo Rojas explica los motivos que cree que provocaron que los brujos o hechiceros
chilotes terminaran llevando a cabo esta clase de tareas: “el factor que explica el
peculiar fenómeno de la brujería de Chiloé no es la brujería europea, sino el impacto
provocado por la evangelización. Con la persecución de las prácticas y ritos mágicos, la
desaparición de las ceremonias religiosas, el desplazamiento de los machi y, en términos
generales, con la destrucción del sistema chamánico, el cristianismo potenció
indirectamente a los hechiceros. Estos no sólo aumentaron su poder e influencia en las
comunidades indígenas, sino que asumieron además nuevas funciones, tanto en el plano
de los ritos mágico-curativos, de fertilización y de adivinación como en el de la
autorregulación de la brujería y la administración de justicia”107. Esto a la vez demuestra
la posibilidad de que gracias a la contraposición entre el mundo indígena y el mundo
hispano se haya producido, como resultado de aquel conflicto, el surgimiento de este
tipo de agrupaciones.
106
Ibíd. p. 143.
107
ROJAS, Gonzalo. Op. cit. 59.
108
Proceso Chiloé. Op. cit. p. 145.
59
cargo dentro de La Recta Provincia y, de todas maneras, por la protección de todos
quienes formaban parte de ella.
Son estos los puntos que más destacan de las declaraciones de los brujos de La
Recta Provincia, en su mayoría estos hombres y mujeres niegan los cargos en su contra,
es por ello que cuesta deducir si sus declaraciones buscan reducir el castigo posterior,
creemos por ello, que muchas otras cosas de esta interesante agrupación pueden haberse
perdido entre el verdadero proceso que se encuentra desaparecido y las palabras que sus
miembros no dijeron, por miedo a sentencias mayores y a divulgar los secretos que con
tanto ahínco habían intentado guardar.
109
La definición de tradición fue tomada desde la página oficial de la RAE. Disponible en:
<<http://lema.rae.es/drae/srv/search?key=tradici%C3%B3n>>
60
En cada uno de los análisis específicos que realizamos en el comienzo de este
apartado se puede verificar la mención a la tradición como un elemento influyente en la
existencia de las agrupaciones trabajadas, puesto que el hecho de haber pertenecido a
una familia de brujos –que practicaban de generación en generación este arte– es, en
muchos casos, uno de los argumentos esbozados para justificar el hecho de ser brujos en
aquel momento. Un ejemplo de ello, es la cita del proceso de Chillán en que el indígena
José Guaiquileb menciona que Catireu es brujo y dueño de la cueva denominada
Casagrande, tal como los hicieron sus padres y hermanos antes.
110
Se entenderá por hegemonía o discurso hegemónico –basándonos en ideas aportadas por autores
marxistas como Gramsci y Lenin–, no sólo la dirección política, sino también la dirección moral, cultural
e ideológica de la clase dominante sobre una clase dominada, siendo la primera la que tiene el poder
suficiente para someter a la segunda y mantenerse en el poder. Sin embargo, la hegemonía implica
también la aceptación del discurso dominante por medio de los dominados (esto no significa que todos
ellos lo hagan, pero sí implica una cantidad suficiente de personas que lo aceptan o que no lo cuestionan).
Tal como explica brevemente la RAE, hegemonía implica supremacía.
61
contra de los indígenas que han sido absorbidos por el sistema español (caciques amigos
de españoles). Es así, como podemos ver tanto la posibilidad presente en el concepto de
Nilda Guglielmi, que utilizamos como guía, tanto de que estos individuos sean
marginales porque han decidido serlo (con respecto al sistema hispano), es decir, se trata
de una automarginación, como de una marginación desde arriba, pues al rechazar el
sistema hegemónico, estos pasarán a formar parte de quienes son nocivos para la
sociedad.
Por otro lado, podemos demostrar en varias de las citas realizadas en nuestro
análisis específico, que muchos de ellos dicen haber entrado porque ser brujos les
permitirá poder defenderse ante los ataques de sus enemigos, el ser brujo, por ende, les
daba poder cuando se sentían débiles o podía también ponerlos en una posición de
autoridad frente a los otros, ya sea por respeto o por temor.
Creemos que este rechazo a someterse por completo al orden hispano es uno de
los principales factores de la aparición de estas agrupaciones, esto no implica que
existieran grupos semejantes que compartieran la utilización de la magia, pero de la
forma en que se presentan estos tres casos verificamos que se trata de un acto que más
allá de la simple idea de compartir, implican la realización de acciones directas que
están en contra de lo que los españoles esperaban de los indígenas, en especial, de la
búsqueda de extirpar las creencias y prácticas que eran contrarias al cristianismo
característico de la sociedad española.
En este sentido, Gonzalo Rojas nos explica que diversos autores “han
vinculado” la resistencia indígena “al surgimiento de la hechicería”113, asociándolo
específicamente a la aparición de La Mayoría, lo que podría haber estado “directamente
relacionado con la rebelión de 1712 o que durante el período de la resistencia pacífica se
promovió la formación de agrupaciones o sectas clandestinas. La mayoría habría sido,
por tanto, una organización indígena que se apoyó en la brujería para resistir la
dominación española. Esta resistencia no habría sido sólo en el plano social sino
también en el cultural, rechazando la evangelización y el uso del castellano”.114
Es así como creemos que la brujería no sólo significó la persistencia de
tradiciones que tenían un origen ancestral, sino que también fue utilizada como un
medio, o incluso una herramienta, para resistir a la imposición del orden hispano por
sobre sus costumbres, sus formas de organización, sus creencias religiosas y todo lo que
112
VALENZUELA, Eduardo y COUSIÑO, Carlos. Op. Cit. P. 327.
113
ROJAS, Gonzalo. Op. cit. P. 65.
114
Ibídem.
63
conllevó la colonización hispana.
El análisis de fuentes es sin duda el mayor apoyo a la hora de realizar este tipo
de trabajos, en especial, las fuentes judiciales nos otorgan datos valiosos e
irremplazables sobre los implicados y de quienes intervinieron en los procesos. Aunque
esta pueda tener sus desventajas asociadas, entre ellas, que al ser juzgados por la justicia
y verse ante la posibilidad de ser condenados pudieron modificar sus relatos para así ir
aminorando el castigo que podrían obtener ante tales delitos. Es a su vez la mejor forma
de acceder a la mentalidad de los “otros”, es decir de los indígenas que en muy pocas
ocasiones nos darán su testimonio directo. Estas declaraciones son por eso el reflejo de
la identidad indígena, de sus costumbres, tradiciones y creencias, de su forma de ver y
comprender el mundo, de sus conocimientos y de sus ambiciones, de sus ideas sobre la
justicia y sobre los hispanos, que de una u otra manera llegaron a imponer sobre ellos un
orden completamente ajeno al que estaban acostumbrados, por ello no deben sorprender
las diversas formas de resistencia que pudieron llevar a cabo.
64
CONCLUSIONES
Con respecto a las conclusiones concretas a las que llegamos tras realizar este
trabajo, queremos destacar, en primer lugar, el rol que tiene la magia, como forma de
comprender el mundo y de comunicarse para quienes creen en ella. La magia no es sólo
un tema que atañe a indígenas o a las personas “ignorantes”, sino que es un elemento
transversal a nuestra sociedad desde sus orígenes hasta nuestros días, por ello, no debe
dejarse de lado su significancia en tanto parte de la mentalidad no sólo de quienes creen
en ella, sino también de aquellos que recurren a ella o la practican. Es parte de los
imaginarios comunes de nuestro país, desde el norte hasta el sur podemos hallar
manifestaciones de ella y aunque a veces se encuentra escondida, entre los secretos de
unos pocos es a su vez el reflejo de tradiciones que vienen desde la unión entre el
mundo indígena y el mundo hispano, cada uno con sus propias formas de concebir este
fenómeno, el fuerte sincretismo de las expresiones de lo mágico es sin lugar a dudas
producto de este choque y a veces unión entre lo indígena y lo hispano, que de todas
maneras forma parte de la identidad nacional.
La magia necesita de individuos que crean en ella para “existir”, en ese sentido,
podríamos entenderla como una construcción sociocultural nacida de las ideas que
ciertos individuos poseen en torno a las divinidades, la naturaleza u otros aspectos de
sus vidas cotidianas, es decir, es parte de su religiosidad propia. Tal como explica
Rodrigo Moulian: “En sus expresiones participan, por lo general, al menos dos
individuos: el que realiza el rito y el que cree en él; el que prescribe las prácticas
mágicas y aquellos que las realizan. Además, la magia generalmente recibe la adhesión
de grupos extendidos de la sociedad o de civilizaciones enteras. La síntesis entre la
causa y el efecto es producto del consentimiento social, surgido bajo la presión de las
necesidades colectivas. Es la creencia colectiva y unánime “la que le permite a la magia
65
franquear el abismo que separa los datos de sus conclusiones”.115
Una de las principales críticas hacia quienes ya habían trabajado con los tres
casos anteriormente estudiados –y que motivaron esta investigación–, es la
particularidad del análisis realizado, especialmente en el caso de Holdenis Casanova y
de Gonzalo Rojas. Puesto que si bien presentan análisis sumamente serios, olvidan que
hay una variedad no menor de elementos que se repiten en los tres casos, a pesar de los
diferentes lugares en que sucedieron y del tiempo de diferencia entre uno y otro. Por
ejemplo, Casanova plantea que la agrupación de brujos de Chillán tendría su origen en
la “cultura de la frontera”, en donde el mestizaje habría sido más marcado. Sin embargo,
existen lugares tan lejanos como Santiago del Estero (caso estudiado por Eduardo
Valenzuela) en donde se repiten diversos patrones dentro de los juicios que son muy
semejantes tanto al proceso de Chillán, como al de Concepción e incluso el de Chiloé,
es por ello, que creemos que la respuesta está más allá del contexto geográfico
fronterizo en el que se hallaron estos grupos de personas, sino más bien se debe a esta
“nueva realidad”, en donde los indígenas se estaban viendo dominados por un grupo de
hombres con otras costumbres, formas de comprender el mundo y, especialmente, con
otra religión que les fue tratada de imponer, muchas veces por medio de la fuerza.
Es por ello, que nos parece importante destacar el trabajo de Valenzuela, quien
realiza un análisis mucho más a fondo de tres casos distintos, aunque más bien desde
una óptica centrada en lo judicial y en el concepto mismo del maleficio, muy diferente
de lo que pudimos trabajar en esta investigación. La siguiente cita tomada del mismo
autor, nos parece que resume claramente nuestra forma de entender los trabajos
anteriores, cuyo aporte es sin duda valiosísimo, pero a la vez incompleto:
“En suma, el análisis de los procesos presentado por las autoras ofrece respuestas
115
MOULIAN, Rodrigo. Op. cit. P. 20.
66
cabales siempre y cuando las causas sean aisladas de otros juicios similares. El perfil
biográfico del cura Mandiola, como forma de explicar los elementos presentes en el
proceso de Chillán pierde operatividad cuando los mismos elementos los encontramos
en juicios llevados por jueces laicos de Santiago del Estero. De igual manera, la brutal
aplicación de tormento en dichos procesos no explica la idéntica testificación de los
indígenas de Concepción 1693, los cuales no estuvieron sometidos a dichos regímenes.
El patrón existente entre estos procesos es ineludible y para perfilar una explicación
hemos de aceptar que la operatoria de los jueces –hombres sin la preparación de los
jueces eclesiásticos– se sustenta en un conjunto de noticias, informaciones e historias
que están circulando ampliamente en la sociedad colonial. El modelo demonológico
europeo que da sustancia a los procesos inquisitoriales es, sin duda, una de sus fuentes –
una muy importante– pero no la única.”116
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FUENTES Y BIBLIOGRAFIA
Fuentes
El proceso a los brujos de Chillán se encuentra en el expediente que lleva por título:
“Lagos Carlos, protector de los indios de San Bartolomé de Chillán, representación que
hace a la Real Audiencia sobre los excesos de justicia cometidos por el juez eclesiástico
don Simón de Mandiola, cura y vicario de dicha ciudad, en la tramitación de las causas
seguidas a los indígenas acusados de hechiceros (l749-1757)”. ANS. Fondo RA., Vol.
495, pieza 4°. 90 fojas.
El proceso a Los brujos de Chiloé del año 1880 se encuentra en “Proceso de los Brujos
de Chiloé”. Compilación hecha por Cipriano Osorio, que fue publicada en Anales
chilenos de historia de la medicina. Año II, volumen I: pp. 124-162, 1º semestre de
1960. Artículo disponible en: <<http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-
68559.html>> y en “Los brujos de Chiloé: célebre proceso del juzgado de Ancud:
declaraciones de los reos”. Santiago de Chile: Ponce Hnos., 1908. Disponible en:
<<http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-9617.html>>
Bibliografía
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4. CARO, Julio. Las brujas y su mundo. Madrid: Alianza, 1966. 382 p.
18. ROJAS, Gonzalo. Reyes sobre la tierra: brujería y chamanismo en una cultura
insular: Chiloé entre los siglos XVIII y XX. Santiago, Chile: Biblioteca
Americana, 2002. 219 p.
27. VARGAS, Soledad et al, “Historia, imagen y memoria: el uso del documento
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visual como fuente histórica”. Seminario (Licenciado en Historia). Santiago,
Universidad de Chile, 2005. 179 h.
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