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E L MITO DE LA HISTORIA DEL ARTE

CARMEN GRACIA
Departament d’Història de l’Art. Universitat de València

Abstract: Discuss about the creation of the myth of the History of the Art, that is to say the conversion of the
artistic experience in historical and ideological reflection. The development of this one discipline removes
to end from a concept taken of the religion: the canon. One will see also the way how the art turned into
religion, it promotes the appearance of the discipline that will take charge creating the body of beliefs ne-
cessary for the maintenance of this religion, and the successive series of challengings that it generates.

Key words: Myth / History of the Art / Canon.

Resumen: Reflexiones sobre la creación del mito de la Historia del Arte, es decir la conversión de la experien-
cia artística en reflexión histórica e ideológica. El desarrollo de esta disciplina se lleva a cabo a partir de un
concepto tomado de la religión: el canon. Se verá también la manera cómo el arte convertido en religión,
promueve la aparición de la disciplina que se encargará de crear el cuerpo de creencias necesarias para el
mantenimiento de esta religión, y la serie sucesiva de impugnaciones que genera.

Palabras clave: Mito / Historia del Arte / Canon.

El amor a los grandes maestros tuvieron más estrechamente ligados. Pero, a par-
es una religión o no es nada tir del siglo XVIII, se produce en occidente una
Walter Scott, Diario drástica separación entre religión y estado. La reli-
gión pierde el sólido soporte político del que ha-
Introducción bía disfrutado durante siglos y la fuerza de su im-
pacto social empieza a disminuir. Las imágenes re-
Este ensayo es el desarrollo de una conferencia
ligiosas pierden fuerza en una sociedad abocada a
que cerró un curso de extensión universitaria de-
valorar la religión como una práctica privada al
dicado al estudio y valoración del mito en la His-
margen de la actividad pública.
toria del Arte organizado por la Universitat de
València en el curso académico 2004-2005. Es en esta tesitura cuando la actividad creadora
que en este momento empieza a ser calificada co-
Es conocido y estudiado el hecho de que a lo lar-
mo arte se establece como sistema de conocimien-
go de la historia la capacidad de creación de imá-
to independiente tanto de la religión como del
genes por parte del ser humano con frecuencia ha
estado. Y es en este momento de desvinculación
servido como vehículo para transmitir mitos. En
respecto a la religión cuando, aparentemente, el
este caso se entendía por mitos una serie específi-
arte deja de representar mitos. Pero sólo en apa-
ca de relatos relacionados con dioses, héroes o su-
riencia, puesto que más que un abandono de la
perhombres envueltos en acontecimientos o cir-
imaginería mitológica lo que se produce es un
cunstancias extraordinarias en un ámbito intem-
cambio en el tipo de mitología representada. De
poral, donde su existencia transcurre indepen-
hecho el cambio más relevante consistió en que una
dientemente de la existencia y las experiencias del
vez abandonada la representación de las creen-
ser humano ordinario.
cias religiosas y constituirse en sistema de conoci-
Aquella función creativa como transmisora de mi- miento independiente, el arte pasaba a convertir-
tos se produjo de una manera manifiesta en épo- se a sí mismo en religión y los artistas darán forma
cas de la historia en que la religión y el estado es- a la imaginería de esta nueva creencia. De esta

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manera, el arte se reconstruía en una religión con presentan a nuestra consideración en el interior
su dios: el genio; su cuerpo doctrinal: la estética; de una narrativa construida por alguien: el res-
sus templos: los museos; sus sacerdotes: los exper- ponsable del museo, el autor del libro o el profe-
tos; y su narrativa simbólica y constructora de mi- sor de la asignatura. El proceso artístico queda re-
tos: la historia del arte. fundido o reconstruido bajo una particular luz se-
gún el tipo de reflexión proporcionada en cada
Es posible que estas afirmaciones produzcan re-
uno de estos casos. Estas reflexiones pueden esta-
chazo, ello se debe a un hecho verificable. Mien-
blecer y alterar determinadas relaciones entre ca-
tras que nos resulta fácil identificar los mitos rela-
da uno de los autores presentados, las secuencias
cionados con las creencias del pasado o bien con
de presentación; pero sobre todo deciden los au-
culturas ajenas a la nuestra, resulta singularmente
tores que son incluidos así como los que son ex-
difícil identificar los mitos que constituyen nues-
cluidos.
tro propio cuerpo de creencias y vivencias dentro
de la cultura actual. Para tratar de clarificar la te- Estas diferentes formas de presentación nunca es-
sis planteada, este ensayo se desarrollará en las si- tán moldeadas a partir de puntos de vista o crite-
guientes direcciones: rios de gusto individuales, sino que, muy significa-
tivamente, dependen de determinadas tradicio-
1. Se rastrearán los diferentes caminos por los
nes intelectuales, marcos conceptuales y prácticas
que ha tenido lugar la naturalización del mito de
sociales e ideológicas.2 Desde Vasari en el siglo
la historia del arte, es decir la conversión de la
XVI la historia del arte se ha presentado, de ma-
experiencia artística en reflexión histórica e ideo-
nera estándar, dentro del marco de una narrativa
lógica.
de progreso evolutivo desarrollado en torno a ar-
2. Se verá también la manera cómo el arte conver- tistas individuales y con una estructura más o me-
tido en religión, promueve la aparición de una nos fija: biografía, obras y movimientos.
disciplina que se encargará de crear el cuerpo de
El patrón de valores, supuestos y preconcepciones
creencias necesarias para el mantenimiento de es-
subyacentes que envuelven aquellas narrativas
ta religión.
constituye el canon del arte occidental. El término
3. Y se concretará, por último, cómo el desarrollo canon es una herencia clásica. En la antigua Gre-
de esta disciplina se lleva a cabo a partir de un con- cia la palabra canon aludía a la caña donde se en-
cepto, de nuevo, tomado de la religión: el canon. rollaba un cuerpo de leyes. Posteriormente, el
cristianismo adoptó este término para designar al
La creación del mito y la construcción cuerpo de textos doctrinales que habían sido se-
del Canon leccionados como idóneos para impartir la ense-
ñanza religiosa. Mientras algunos textos eran ca-
Con frecuencia se percibe la historia del arte co-
nonizados, es decir aceptados como válidos, otros
mo una disciplina académica cuyos objetivos dis-
quedaban fuera de la ley canónica. Estos últimos
currirían por cauces que afectarían poco o nada a
eran rechazados y considerados como apócrifos o
la manera cómo la mayoría de público afronta su
irrelevantes para el conocimiento de la doctrina
disfrute y su experiencia personal de los trabajos
cristiana. Es importante reparar en este origen del
artísticos. Historia del Arte e Historia del Gusto
término canon para la comprensión de los proce-
discurrirían por caminos diferentes. Esto, sin em-
sos que han llevado a la construcción de la Histo-
bargo, ocurre únicamente en apariencia. De he-
ria del arte. Y es importante porque nos permite
cho las obras de arte se presentan siempre organi-
reparar en el hecho de, que desde los orígenes del
zadas según unos esquemas de presentación, que
término, la tradición canónica está basada en un
invariablemente dirigen al observador hacia unos
proceso activo de selección y eliminación. Pues
determinados modelos de arte históricamente pre-
bien, algo semejante ha ocurrido en la construc-
concebidos.1
ción canónica de la historia del arte. En este caso,
Cuando se visita una exposición, cuando se reco- canon es el término que da cobertura a un con-
rre un museo, cuando se hojea un libro de arte, junto de obras artísticas de las que se considera
exactamente igual que cuando se asiste a una cla- que, en un momento determinado, constituyeron
se universitaria sobre la disciplina, las obras se la cima de la civilización occidental.

1
Ver “Introduction”, The Subjects of Art History. Historical Objects in Contemporary Perspective (edit. Mark A. Cheetham,
Michael Ann Holly y Keith Moxey), Cambridge University Press, Cambridge, 1998, pp. 3-4.
2
Un trabajo seminal para este ensayo ha sido la introducción de Steve Edwards a reader, Art and its Histories, Yale University
Press / The Open University, 1999, 1-15.

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Aunque muchos aficionados al arte e incluso algu- cer lugar estaban los paisajes y en el nivel más ba-
nos historiadores todavía están persuadidos de jo las naturalezas muertas. Pero las academias im-
realizar sus juicios de gusto sobre la base de valo- ponían también una serie de valores formales je-
res universales, en realidad lo que todos hacemos rarquizados: la línea fue valorada por delante que
es centrarnos en el estudio, análisis y difusión de el color; el efecto general por encima del detalle
obras específica cuya selección ha sido realizada particular; la figura antes que el fondo etc. Estas
por determinadas personas en momentos concre- valoraciones formales se concretaron en una esté-
tos de la historia reciente. Estas obras específicas tica que tuvo como principal propagandista a Ra-
son, precisamente, aquellas que se ajustan a los fael Mengs.
criterios canónicos y por tanto son consideradas
Gracias a estudios como el de Nikolaus Pevsner3
como cumbre de la excelencia artística y los valo-
conocemos hasta qué punto la tradición académi-
res estéticos. Son, por otro lado, las obras artísti-
ca no fue homogénea. Dependiendo de las dife-
cas que tradicionalmente, los historiadores del ar-
rentes tradiciones desde las que partía y las pecu-
te han visto como merecedoras de análisis y ade-
liaridades de los gobiernos concretos, las acade-
cuadas para sus propios estudios.
mias se desarrollaron en cada país con diferentes
grados de radicalismo y rigor. Sin embargo, todas
La función de las academias en la
ellas coincidieron en estimular la reflexión teórica
consolidación del canon
sobre el arte y la práctica basada en una serie de
El cuerpo de normas y criterios de gusto en el que unas prioridades preestablecidas. Las personas en-
se consolidó el canon se basó inicialmente en los cargadas de introducir y asentar estas novedades
modelos clásicos. Las academias europeas del siglo fueron distintas aunque compartían como punto
XVIII fueron las instituciones que asumieron la de referencia último las ideas de Winckelmann.
responsabilidad de desarrollar, afianzar y propa- En España, por ejemplo, fue decisiva la estancia
gar este cuerpo normativo. Y lo realizaron con tal de Mengs en la Corte así como la publicación de
eficacia que, todavía a principios del siglo XX, las algunos de sus escritos como Reflexiones sobre la
normas establecidas por estas academias se man- belleza y gusto en la pintura, publicado en 1780
tenían como criterios dominantes en la aprecia- por la Imprenta Real. En Gran Bretaña, sin embar-
ción artística. go, el gran mentor académico fue sir Joshua Rey-
nolds, y la difusión de sus ideas se realizó a partir
La estrategia elaborada por las academias para el
de la publicación de sus Discourses on Art (1769-
establecimiento del canon como criterio de gusto
1790).
con carácter universal dentro del ámbito de la cul-
tura occidental es compleja. A través de las escue- Un siglo después del declive de las academias, es-
las de Bellas Artes se desarrollaron una serie de tas preferencias y valores académicos continúan
programas docentes que transmitían una educa- definiendo, consciente o inconscientemente, la
ción basada en el canon. Pero además, la política compresión mayoritaria del arte. Pero constatar el
de exposiciones, concesión de premios, galardo- papel esencial que la tradición clásica ha jugado
nes y becas así como la publicación o censura de en la formación del gusto actual y en nuestra
los discursos académicos establecía una densa red comprensión del arte no significa que estos valo-
de actuaciones dirigidas a un mismo fin de conso- res hayan sido fijos e inmutables. En el ámbito del
lidación de los criterios establecidos. Estos crite- arte histórico, pintores como Rembrandt o Goya
rios no se limitaban a establecer el ranking de ca- han disfrutado de una gran valoración a pesar de
lidad entre los considerados como más destacados sus planteamientos anti-clásicos susceptibles de
artistas de todos los tiempos. Trataban también ser interpretados como anti-académicos. Ello no
de dirigir la educación y formas de actuación y ha impedido que, incluso en épocas recientes, al-
trabajo de los artistas del momento. Para ello se gunos autores hayan llegado a aplicar el canon de
estableció una jerarquía de valor que afectaba a gusto académico al estudiar manifestaciones artís-
los formatos, los temas y las técnicas. En el punto ticas especialmente anti-clásicas o anti-académicas
más alto de esta jerarquía se situaban los grandes como son gran parte de las realizadas en el siglo
formatos que debían desarrollar, exclusivamente, XX. Esto se aprecia en la manera de desarrollar,
temas mitológicos, históricos o bíblicos. En segun- metodológicamente, las entradas de catálogo de
do lugar se situaban los formatos medios que po- muchas obras de vanguardia, que son analizadas
dían incluir retratos y escenas de género. En ter- formalmente según los criterios de valoración an-

3
Nikolaus Pevsner, Academias de Arte: pasado y presente (1940), Cátedra, Madrid, 1982.

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teriormente descritos. Se observa también en el marco evoluciona y se adapta a los criterios, ideas
mayor énfasis que muchas historias del arte dedi- y valores de cada generación. Pero aunque los
can al estudio de la Escuela de Paris y su inciden- juicios canónicos estén constantemente someti-
cia en valores como el orden, el equilibrio y la ar- dos a revisión y cambios, dentro de esta estructu-
monía, frente a las aportaciones de las vanguar- ra, relativamente abierta, si se han mantenido
dias de Berlín o Moscú basadas en criterios forma- con pocos cambios una serie de puntos de refe-
les y expresivos diferentes. rencia concretos, a lo largo de periodos muy am-
plios de tiempo. El más importante y constante
Todas estas adaptaciones y readaptaciones no in-
ha sido la preferencia por lo que se ha definido
validan la vigencia del canon sino que evidencia
como clásico.
su flexibilidad y por tanto su capacidad de adap-
tación y supervivencia. Consecuentemente, el ca- Esta constancia en el mantenimiento del valor de
non debe ser entendido más bien como un cuerpo lo clásico ha tenido altibajos que, sin embargo, no
de valores sobre arte, relativamente fluido que es- han impedido que los valores clásicos se reaviva-
tá sujeto a constante disputa y redefinición. ran y reforzaran. Por ejemplo, a principios del si-
Uno de los teóricos españoles más influyentes del glo XX el movimiento de vanguardia desarrolló
siglo XVIII, Acísclo Antonio Palomino dejó cons- uno de los ataques más fuertes hacia el concep-
tancia escrita de sus preferencias canónicas en su to de canon académico. Pero simultáneamente,
libro El Museo Pictórico y Escala Óptica, publicado Wölfflin proponía en sus Principios fundamenta-
en 1724. En la tercera parte de este libro4 redactó les de la Historia del Arte (publicado en 1915) una
una serie de biografías de artistas valiosos entre serie de comparaciones formales, posiblemente
los que incluía a los pintores canónicos como Juan inspiradas en Vitruvio a través de las cuales de-
de Juanes, Murillo, Morales, Velázquez y Lucas bían analizarse los trabajos artísticos. Estos princi-
Jordán. La actitud actual sobre estos pintores, por pios fundamentales: lineal y pictórico, plano y
parte del público y de los propios historiadores, profundo, forma abierta y forma cerrada, multi-
ha cambiado sensiblemente. Sin duda Velázquez plicidad y unidad, claridad y oscuridad, se basan
sigue valorado actualmente como figura incontro- en las diferencias entre modelos de raíz clásica y
vertible. Juan de Juanes, si bien es aceptado, sin modelos de raíz anti-clásica. Estas reflexiones for-
embargo se le valora como un pintor con menos males dieron nueva vitalidad y actualización al ca-
fuerza, algo blando y sentimental. Una valoración non en el ámbito universitario. En consecuencia,
que comparte con otros pintores como Bartolomé su éxito no sólo sirvió para reforzar el canon sino
Esteban Murillo. Morales, por su parte, parece que la enorme influencia que ejercieron en el ám-
ahora a los investigadores y público algo enfermi- bito universitario dificultó una verdadera aprecia-
zo y almibarado. Mientras que Lucas Jordán se ha ción del arte de vanguardia por parte de los inves-
hecho casi invisible en muchas historias generales tigadores universitarios contemporáneos.
y diccionarios de arte, quedando del interés exclu-
Los esfuerzos de E.H. Gombrich a partir de 1963,6
sivo de expertos e investigadores universitarios.
por demostrar que estas categorías lejos de pre-
Sin embargo se han elevado artistas como el Gre-
sentar criterios objetivos, eran relativas e inesta-
co a quien Palomino consideraba como inferior a
bles no han impedido la enorme influencia en his-
Luis Tristán.5
toriadores posteriores. Gracias a Wölfflin, los uni-
Por tanto, ha de entenderse el canon como un versitarios se veían abastecidos de una gramática
marco que contiene una serie de diferentes eva- básica de conceptos que les permitía reflexionar
luaciones y puntos de vista a través de los cuales sobre la construcción formal de las obras artísticas
se considera que deben ser vistas, consideradas y y eludir interpretaciones más comprometidas des-
estudiadas las obras de arte. Sin embargo, este de un punto de vista ideológico.

4
Titulada “El Parnaso Español Pintoresco laureado...con las vidas de los pintores y estatuarios eminentes españoles que con
sus heroicas obras han ilustrado la Nación y de aquellos extranjeros ilustres, que han concurrido en estas Provincias y las han
enriquecido con sus eminentes obras; graduados según la serie de el tiempo, en que cada uno floreció: para eternizar la me-
moria, que tan justamente se vincularon en la posteridad tan sublimes y remontados espíritus”.
5
Ver Acisclo Antonio Palomino, El Museo Pictórico y Escala Óptica, Poseidón, Buenos Aires, 1944 y Aguilar, Madrid, 1988. Un
extracto puede encontrarse en Juan Antonio Gaya Nuño, Historia de la Crítica de Arte en España, Ibérico Europea de Edicio-
nes, S.A., Madrid, 1975, pp. 91-110.
6
E.H. Gombrich, Norm and Form: Studies in the Art of the Renaissance, vol. I, Phaidon, London, 1966, pp. 83-94.

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Manuales y Museos de Historia del Arte cidido que no alcanzan el nivel adecuado dentro
del canon establecido y suelen ser, también, las
Los libros de divulgación y manuales universitarios
más frecuentemente olvidadas en las historias del
son los más reveladores a este respecto. Dos casos
arte.
paradigmáticos, en las universidades españolas,
son la Historia del Arte de Diego Angulo y la de La historia de los museos revela los cambios en las
J.J. Martín González a las que más recientemente maneras de presentar y apreciar el arte. Desde el
se unieron las traducciones de la Historia del Arte gabinete de curiosidades a la moderna galería de
de E.H. Gombrich y la de H.W. Janson. arte, todos los museos han coincidido en poten-
ciar el desarrollo de una visualidad seleccionada y
En todos estos libros, las restricciones de espacio
dirigida por la utilización ideológica de la produc-
impuestas por los criterios editoriales impulsaban
ción individual. En este sentido el Museo no sólo
a sus autores a centrarse en las obras canónicas de
ha dado imagen a la historia, sino que ha creado
cada época. Unas obras a su vez seleccionadas en
el espacio de encuentro con aquellas figuras del
un momento histórico. De hecho, lo que en estos
pasado con las que, en un momento dado, se ha
libros se presenta es aquello que unos investiga-
considerado que era conveniente establecer un
dores universitarios han seleccionado en un mo-
contacto visual.8
mento concreto. Pero, incluso dentro de esta se-
lección canónica, se establece un ranking adicio- En resumen podría decirse que el canon crea, y la
nal dependiendo de la extensión concedida a ca- historia del arte justifica normas, supuestos cultu-
da trabajo, los que son ilustrados y los que no, e rales y lleva a cabo la consolidación y difusión de
incluso aquellos que merecen ilustración en color la selección del canon. Actúa sobre las obras selec-
y los que únicamente aparecen en blanco y negro. cionadas y las relaciona con otras disciplinas veci-
Todo lo cual constituye una serie de juicios y elec- nas en el mismo espacio cultural. En consecuencia,
ciones, en cuyo proceso se establece un criterio de el campo de la historia del arte llega a tener unos
prioridades junto a una significativa ceguera res- contornos y unos límites que inscriben prácticas
pecto a todo lo excluido. aceptadas y realizadas por determinados autores,
cuyos objetos pueden ser comparados, redefini-
Pero los libros no han actuado de manera aislada.
dos y reconsiderados, en una espiral, progresiva-
Desde su creación en el siglo XVIII los museos pú-
mente agrandada, que se alimenta a sí misma.
blicos han participado de esta construcción del ca-
non tanto como los propios textos escritos. Incluso
La reacción contra el mito de la Historia del
se podría afirmar que han sido los museos quienes
Arte y los desafíos al canon
han actuado como depositarios del canon artístico
y quienes han creado una imagen de la historia, Reflexionando sobre lo expuesto se llega a la con-
tal como debía transmitirse. La museología y las clusión de que la historia del arte no ha permane-
diferentes formas de museografía han dado so- cido al margen de las manipulaciones, valoracio-
porte a las prácticas ideológicas particulares atri- nes y exclusiones producidas por el canon y que
buyendo a cada obra valor, significado y posición en consecuencia no es inocente.
relativa respecto a otras obras.7
Desde sus mismos orígenes el canon ha sido im-
Los cuadros que cuelgan de las paredes de las ga- pugnado por determinadas individualidades des-
lerías son el resultado de lo que historiadores del de dentro y fuera de la propia academia. Pevsner
arte y conservadores deciden o han decidido que cita, entre otros muchos, por ejemplo a Goethe
es más adecuado para su exhibición. Es fácil de quien afirmaba en 1773 “la escuela y los princi-
comprobar cómo las obras de arte a las que se da pios encadenan todo poder de conocimiento y to-
prioridad en la exhibición suelen coincidir con da eficacia”, mientras que Goya en 1792 afirma-
aquellas más frecuentemente ilustradas en los li- ba: “Haced que las academias dejen de ser restric-
bros y a cuyas reproducciones se suele tener ma- tivas eliminando la esclavitud servil que es habi-
yor acceso. De la misma manera, las obras de arte tual en los colegios para niños...”; Blake declaraba
que permanecen invariablemente en los almace- rotundo en 1808 “el gusto y el genio no se pue-
nes de los museos lo hacen porque alguien ha de- den enseñar”.9

7
Ver Donald Preziosi, “Collecting/Museums” en Critical Terms for Art History (edit. Robert S. Nelson y Richard Shiff), The Uni-
versity of Chicago Press, Chicago, 1996, pp. 281-291.
8
Una interesante reflexión sobre estos aspectos puede encontrarse en Didier Maleuvre, Museum Memories. History, Techno-
logy, Art, Stanford University Press, Stanford, California, 1999.
9
Ver Pevsner, 1982, pp. 11-12.

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Pero fue desde principios del siglo XX cuando el clase social. Esta perspectiva desafiaba el punto
canon del arte occidental y los valores que defien- de vista dominante que sugería que hacer y con-
de han sido desafiados de una manera más siste- templar el arte era una actividad, llevada a cabo
mática, y desde una mayor variedad de puntos de por seres espiritualmente superiores, y cuyo obje-
vista. Y uno de los más importantes, desde la pro- to gozaba de alcance intemporal al situarse por
pia práctica del arte. En concreto, como ya se ha encima de intereses políticos y sociales.
señalado, el canon académico fue discutido por
La historia del arte tradicional pretendía hablar
artistas y teóricos de las vanguardias. Pero estas
en nombre de experiencias humanas universales.
actuaciones tuvieron precedentes y consecuencias
Defendía la idea de que el canon elevaba moral-
a lo largo de todo el siglo XX. Los impresionistas
mente a quienes disfrutaban de las obras estable-
destruyeron las normas técnicas, contravinieron la
cidas por él. Un planteamiento que implicaba el
marginación del paisaje y la naturaleza muerta
supuesto de grupos sociales con moral laxa sus-
pero, sobre todo, rompieron con la tradicional se-
ceptibles de superarse a través del disfrute o estu-
paración boceto/obra acabada. Los expresionistas
dio de las obras canónicas. Defendía igualmente
exaltaron el valor del color sobre la línea y cues-
que los valores de discernimiento, gusto, refina-
tionaron la validez de la supuesta objetivación del
miento, cultura etc. eran consecuencia de la visión
mundo exterior al reparar en las alteraciones de
discriminadora del experto a quien se convertía
la forma a través de la percepción individual. Los
en árbitro de los valores estéticos. Frente a esta
cubistas distorsionaron la figura y fragmentaron
postura, los historiadores marxistas insistían en
el plano pictórico desatendiendo la captación vi-
que las obras de arte tenían que ser vistas como
sual del mundo exterior. A partir de la década de
productos de unos actores específicos trabajando
1960 los creadores, incluso abandonaron los so-
en unas condiciones sociales particulares y enfati-
portes tradicionales de pintura y escultura a favor
zando la producción y el consumo históricos de
de nuevos procedimientos, materiales y prácticas
significados y valores. En cierto modo, la visión
artísticas.
marxista veía el canon como un arma empleada
En los últimos treinta años, la reacción contra el por las clases medias en su lucha ideológica por el
canon se ha radicalizado en el campo de la Histo- dominio cultural, frente al poder de la burguesía
ria del Arte. Y lo ha hecho en el sentido de que ya industrial que detentaba el poder económico.
no se cuestiona cómo se han elaborado, hasta
En opinión de los historiadores marxistas, este do-
ahora, determinados juicios canónicos, sino que se
minio en parte estaba promovido por la figura eli-
está tratando de desenmascarar los verdaderos
tista del experto. Es evidente que el estudio rigu-
criterios sobre los que están basados aquellos jui-
roso requerido para desarrollar los modos de
cios, independientemente de sus cambios, evolu-
atención, y la inclinación por realizar su trabajo
ciones y adaptaciones. Es decir, se busca poner de
sin buscar beneficio económico, limitaba esta acti-
manifiesto la serie de mitos culturales que subya-
vidad a miembros de una clase social ociosa y pu-
cen en el gusto artístico generalmente aceptado.
diente. A partir de esta afirmación no debe en-
Esta reacción se ha llevado a cabo en dos fases di-
tenderse, sin embargo, que los expertos carecie-
ferentes por dos generaciones consecutivas de his-
ran de unos conocimientos serios sobre historia
toriadores. La primera en torno a las décadas de
del arte. De hecho, con frecuencia estos expertos
1960 y 1970 y la segunda, a partir sobre todo, de
tenían unos conocimientos incluso superiores a los
la década de 1990.10
de sus críticos posteriores. Pero, en general, su
En la primera fase esta reacción contra el canon y trabajo estaba marcado por ciertos modelos utó-
la revisión del mito de la intemporalidad y la uni- picos de conocimiento. Por ello, sin disminuir el
versalidad del juicio estético, fue consecuencia de valor de sus conocimientos, los historiadores mar-
un despertar del interés por el marxismo desde el xistas veían los juicios de los expertos, incrustados
ámbito universitario. La revisión del marxismo en de valores de clase y manifestados en un tono de
las décadas de 1960 y 1970 facilitó a muchos his- cierto esnobismo. Efectivamente la retórica del
toriadores del arte una guía para indagar el papel buen gusto, en la que se envuelve con frecuencia
ideológico del arte en una sociedad de clases. Per- el experto, le ayuda a marcar la diferencia respec-
mitió, además, investigar aquellos casos en que to al resto de la gente. En este sentido el conoci-
los artistas se habían identificado con una u otra miento del canon, sus normas y valores ha podido

10
Una sistematización de estas críticas al canon y a la historia del arte convencional puede verse en el Reader de Edwards,
1999 y un resumen de las mismas en la introducción del libro pp. 5-10.

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ser utilizado para colocar a las clases bajas en una bargo, en opinión de otras historiadoras feminis-
categoría de inferioridad cultural. tas, esta actitud de sus compañeras mantiene los
criterios del canon como correctos y, sólo, se aspi-
La segunda etapa de revisión de los presupuestos
ra a su ampliación cuando se demuestra que otros
culturales e ideológicos del canon coincide con
sectores de la práctica artística, en este caso las
una revisión crítica de la historia del arte, y en
mujeres, han aceptado sus criterios de calidad.
general en humanidades, deriva del impacto pro-
ducido por lo que se ha llamado “nuevos movi- Este segundo grupo de historiadoras feministas
mientos sociales”, concretamente: el movimiento entre las que se encuentran Linda Nochlin y Gri-
de liberación de la mujer, los queer studies y toda selda Pollock han argumentado que la exclusión
la serie de movimientos anti-racistas y anti-colo- de las grandes mujeres artistas no se soluciona in-
nialistas. troduciéndolas, junto a los grandes artistas, como
mujeres artistas. Esta solución aditiva asume, en
El historiador del arte que trabaja dentro de estas
su opinión, que la estructura del canon es neutral
diferentes perspectivas fija su atención en las sis-
y que los procedimientos de evaluación y selec-
temáticas exclusiones y presupuestos que subya-
ción son objetivos. Pero, de hecho, si los juicios
cen en el canon. A este respecto, Edwards narra
que sostienen la estructura de la historia del arte
una anécdota recogida por Preziosi.11 En una en-
se mantienen y las mujeres son simplemente aña-
trevista realizada por Eleanor Dickinson, esta pre-
didas en un sub-capítulo de “mujeres artistas” es-
guntó a Janson por qué no había incluido el tra-
tas automáticamente son apreciadas con un signi-
bajo de ninguna mujer en su Historia del Arte, a
ficado inferior o secundario.
lo que Janson contestó que por no haber encon-
trado a ninguna suficientemente buena. Dickin- Por tanto, en opinión de estas historiadoras la ta-
son insistió preguntando cuál había sido el crite- rea a realizar no es tanto exigir la inclusión de las
rio empleado y Janson contestó: “Los trabajos ci- mujeres dentro de la historia del arte sino poner
tados en el libro son representativos de logros de de relieve cómo el canon establece presupuestos
la imaginación que de un modo u otro han cam- profundos sobre diferencias de género, y no sim-
biado la historia del arte. Yo todavía estoy espe- ples anomalías superficiales sobre la inclusión de
rando un argumento convincente que demuestre unos artistas u otros. Estos argumentos han per-
que Mary Cassat ha cambiado la historia de la pin- mitido, sobre todo a Griselda Pollock12 demostrar
tura”. Esta postura de Janson, convencido de que la profunda base de diferenciación de género so-
ninguna mujer ha hecho una aportación sustan- bre la que se asienta el canon. Y ha demostrado,
cial a la historia del arte, implica una aceptación adicionalmente, que no es posible incluir en él el
del canon sin discusión, aunque este canon sea en trabajo de las mujeres sin una profunda transfor-
la actualidad sustancialmente diferente al estable- mación de las vías por las que reflexionamos so-
cido en Inglaterra por Reynolds o en España por bre el arte y sus valores.
Palomino.
Por su parte, los historiadores del arte que parten
Frente a la postura de Janson que podría definirse de los queer studies han insistido en esta teoría
de conservadora, ha surgido una generación de de Pollock, para demostrar que la historia del arte
historiadoras del arte feministas que tratan de convencional ha asumido modos de ver exclusiva-
averiguar la razón por la que el canon está, exclu- mente heterosexuales. Como alternativa, la histo-
sivamente, compuesto por trabajos realizados por ria del arte queer establece modelos de identifica-
hombres. El empeño se ha realizado en diferentes ción de trabajos artísticos que están abiertos a
fases. una mayor diversidad de vivencias sexuales y emo-
cionales del ser humano. En este sentido, los his-
El primer paso fue señalar el gran número de mu-
toriadores del arte queers colaboran con la histo-
jeres que han realizado obras de arte a lo largo
ria del arte feminista en desenmascarar las ficcio-
de la historia y proponer que el canon se amplíe
nes sobre identidad de género asumida por la tra-
para incorporarlas. Esta respuesta ha sido muy útil
dición canónica.
para manifestar el volumen y la variedad de arte
realizado por las mujeres que, tradicionalmente, Por otro lado, el canon de la historia del arte está
ha sido ignorado por la historia del arte. Sin em- construido bajo la consideración preferente del

11
Ver Donald Preziosi (ed.), The Art of Art History: A Critical Anthology, Oxford University Press, Oxford, 1997, p. 347, cit. por
Edwards, 1999, p. 8.
12
Ver Griselda Pollock, Vision & Difference. Feminity, Feminism and the Histories of Art, Routledge, Londres, 1988.

EL MITO DE LA HISTORIA DEL ARTE 261


[núm. 14-15, 2005-2006]
trabajo de artistas europeos. Este punto de vista propia cultura. Es precisamente para romper con
ha sido también discutido por muchos historiado- todas estas limitaciones de apreciación y prejui-
res del arte, aunque los intentos de ampliar la vi- cios por lo que está surgiendo una historia del ar-
sión tradicional, con la inclusión de experiencias te post-colonial, que trata prioritariamente de
humanas de ámbito universal, han sido incluso romper con la visión euro-céntrica del arte. Es de-
más problemáticos que los planteados por estu- cir que trata de romper con otro de los mitos tra-
dios feministas y queer. Razones de cronología y dicionales que fundamentan el canon.
de establecimiento de periodos históricos hacen
difícil los intentos de incluir en un canon occiden- Los intereses de mercado en el
tal obras realizadas en diferentes periodos de la mantenimiento del canon.
evolución de otras culturas. La última impugnación

Pero la dificultad se extiende incluso en ámbitos Muchas de las actitudes críticas respecto al canon
que van más allá de los problemas de cronología y artístico se dan también en otras disciplinas de las
periodización. Uno de los fundamentos teóricos humanidades: particularmente en la historia de la
del canon ha sido la idea de belleza que le da literatura y la historia de la música. Sin embargo,
cuerpo. Un ideal de belleza basado en criterios ex- la historia del arte en particular ofrece una dificul-
clusivamente occidentales y que necesariamente tad adicional: la especial relación de algunas obras
habría de romperse como paso previo a la inclu- de arte con el mercado. Mientras que los trabajos
sión de obras no occidentales. De hecho cuando de la literatura o de la música pueden llegar a un
objetos de culturas no occidentales han sido acep- amplio público, incluso ser adquiridas en ediciones
tados dentro de la historia del arte es porque, asequibles, las obras de arte suelen ser objetos po-
previamente, artistas occidentales se han apropia- co asequibles económicamente, incluso cuando no
do de estos objetos para sus propios fines. Esto es forman parte de una relación canónica.
lo que ocurre con la utilización de grabados japo- Se ha hablado ya de la influencia de los museos
neses por los pintores impresionistas o de másca- en la construcción de la historia del arte. Las disci-
ras africanas por el cubismo y el expresionismo. plinas universitarias proporcionaban la formación
Con frecuencia, esos trabajos no occidentales han requerida para ocupar puestos en el ámbito mu-
sido tomados por artistas europeos con la inten- seológico. Pero, además, estas disciplinas han ser-
ción deliberada de romper con las normas acadé- vido también para facilitar criterios de actuación
micas de su propia cultura. Y es este deseo de rup- empresarial en las galerías y salas de subastas de-
tura el que proyecta sobre aquellos objetos una sarrolladas por el mercado artístico. De manera
supuesta vitalidad y espontaneidad que se consi- consciente o no, la investigación universitaria ha
dera perdida en la cultura occidental. Pero esta desarrollado una forma de trabajar las obras artís-
apropiación implica una serie de preconcepciones. ticas basada en la monografía de artistas y en el
En primer lugar, proyecta el concepto de arte a la catálogo razonado. La monografía de artistas que
actividad creativa de otros pueblos cuyas obras aísla el valor de un creador concreto, sustenta la
han sido realizadas con unos objetivos y criterios idea de que un valor de mercado alto se basa en
diferentes a los artísticos. En segundo lugar, man- la singularidad de un artista excepcional, de un
tiene el tópico del arte no occidental como el pro- genio. Por su parte, el catálogo razonado desarro-
pio de cultura simple y auténtica. Una visión, mu- llaba esquemas básicos tales como: procedencia,
chas veces, deformada por los propios prejuicios que establece la historia de la propiedad; atribu-
occidentales. En algunos casos, como el interés ción, que dilucida por ejemplo si una pieza es
obra de Goya o simplemente de Agustín Esteve;
por el orientalismo en el siglo XIX, esta visión pro-
autenticidad que define si, por ejemplo, una obra
yectaba las fantasías sexuales de los occidentales
fue realizada por Zurbarán, o por el contrario se
sobre las culturas exóticas. Por último, la utiliza-
trata de una copia, o de un trabajo de taller. To-
ción de estas obras por artistas europeos mantie-
dos estos conceptos, que tienen poco que ver con
ne, con frecuencia, un punto de interés preferen-
el disfrute estético, sólo cobran verdadero sentido
te sobre las obras de los artistas occidentales que
y utilidad cuando se emplean para dilucidar la
las descubren y no sobre la obra no occidental
exacta valoración de la obra en el mercado.
descubierta. Incluso cuando estas obras son vistas
o juzgadas por sí mismas se hace proyectando so- Estas conexiones entre investigaciones académicas
bre ellas criterios estéticos y de interpretación pu- e intereses de mercado explican las violentas reac-
ramente occidentales muy alejados de los verda- ciones contra las críticas al canon, y la pervivencia
deros objetivos y significados de la obra en su de este a pesar de aquellas. Estas reacciones se

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han realizado a partir de una variada serie de que cualquier reflexión formal o estética que se
aproximaciones diferentes en el campo de la his- pueda hacer sobre ella. Siguiendo este camino
toria del arte. metodológico la obra se vacía de contenido esté-
tico y se convierte en una evidencia histórica en-
Una respuesta que podríamos definir como con-
tre otras.
servadora insiste en la vigencia de verdades eter-
nas y ve las nuevas líneas de la historia del arte Este planteamiento coincide con el de Henry Louis
como una especie de terrorismo intelectual. Se ha Gates14 quien propone descentralizar las humani-
visto que esta es la postura por ejemplo de Jan- dades, lo que significa investigar sobre algo más
son, pero se trata, también, de la que subyace, allá de los estándares hombre blanco euro-céntri-
consciente o inconscientemente, en muchas acti- co. Si los historiadores del arte empezaran a tra-
tudes de los historiadores del arte españoles. bajar desde una perspectiva multicultural y conti-
nuaran cuestionando los modelos aceptados de
Una segunda respuesta, posiblemente la domi-
progreso, desarrollo e influencias de las obras de
nante en el ámbito anglosajón, es ampliar la serie
arte convencionales, automáticamente, la repre-
tradicional de objetos artísticos y alterar el voca-
sentación proporcional de los artistas masculinos
bulario utilizado al hablar de ellos. En esta ver-
blancos en los textos de historia del arte, cambia-
sión de la historia del arte se enfatiza el trabajo
ría de forma dramática. El desequilibrio entre el
de las mujeres, o en general los relacionados con
arte y la cultura occidental y el no occidental en
cuestiones de identidad de género, se estudian
estos textos se vería igualmente alterado. Las de-
sin prejuicios las imágenes de culturas no occi-
finiciones sobre calidad, belleza y relevancia serán
dentales, mientras que términos como poder, ide-
trastocadas o eliminadas. De esta manera, la his-
ología o deseo reemplazan a términos más con-
toria del arte, tal como la entendemos ahora, de-
servadores como genio, exquisito o sublime. La
saparecería sustituida por nuevas vías de conoci-
historia social constituye el fondo de esta aproxi-
miento que reflejaran las demandas de más voces
mación pero los valores fundamentales de la his-
y más culturas.15
toria del arte, y sus actores básicos, se mantienen
sin cambios. Se trata, en realidad, de una versión
Conclusión
moderna y ampliada de la historia del arte tradi-
cional. Podemos concluir, por tanto, que el canon consti-
tuye la base estructural de la historia del arte. Sus
Existe, por último, una tercera versión que lleva la
cambios a lo largo de los últimos tres siglos han
crítica del canon a unos extremos, que si se man-
demostrado la capacidad del canon de adaptarse
tuviera hasta las últimas consecuencias la historia
a los diferentes modos sociales. El hecho de que,
del arte, tal como la entendemos hoy, desapare-
también a lo largo de estos tres siglos haya sido
cería.
valorado de diferentes maneras, pone igualmente
Es la línea que sigue la llamada New Art History y de manifiesto su capacidad para generar debate y
algunos de sus representantes como Adrian Rifkin discusión. Al destacar a determinados artistas, pe-
y Henry Louis Gates. riodos y escuelas nacionales, el canon establece
puntos de referencia que son los requeridos para
En opinión de Rifkin13 en lugar de recontextuali-
generar el diálogo o la discusión. De esta manera
zar las obras artísticas el historiador del arte debe-
el canon del arte proporciona una infraestructura
ría descentralizar el objeto de su estudio. En su
para el debate colectivo que sigue discutiéndolo y
opinión, mientras muchos estudios recientes de
renegociándolo sobre la base de las definiciones y
arte sitúan las obras en un amplio contexto histó-
selecciones que él mismo genera.
rico y social, muchas veces se falla a la hora de
analizar el papel central ocupado por la obra en De hecho, incluso las historias del arte no canóni-
concreto en un momento dado. Este cambio me- cas dirigen gran parte de sus esfuerzos a discutir
todológico permitiría observar como algunos as- el canon. Las historias del arte feministas, queer y
pectos sugeridos o narrados por determinadas post-coloniales se definen a partir de criterios o
obras contienen un interés social mucho mayor contra criterios canónicos. En este sentido histo-

13
Ver Adrian Rifkin, “Art’s Histories”, en The New Art History (edit. A.L. Rees & F. Borzello), Camden Press, Londres, 1986.
14
Ver Henry Louis Gates, Loose Canons: Notes on the Culture Wars, Oxford University Press, Oxford, 1992.
15
Ver Vernon Hyde Minor, Art History´s History, Prentice Hall, Inc., Englewood Cliffs, New Jersey, 1994, pp. 204-205.

EL MITO DE LA HISTORIA DEL ARTE 263


[núm. 14-15, 2005-2006]
ria canónica y no canónica se complementan y re- de negar esto llevaría necesariamente a un fraca-
fuerzan mutuamente. La historia del arte alterna- so intelectual.16
tiva no tendría razón de ser sin su objetivo de
Podríamos terminar este ensayo con una cita de la
destruir el canon. Por su parte la historia canóni-
obra teatral El doctor Dilema escrita por Bernard
ca consolida la importancia y difusión de sus co-
Shaw en 1908. En esta obra el pintor en su lecho
nocimientos gracias al aporte de discusión y polé-
de muerte recita un credo que sintetiza todo lo
mica que sus detractores aportan al criticarla. No
expuesto:
hay que olvidar que la historia canónica está
asentada sobre una base de poder político y eco- Creo en Miguel Ángel, Velázquez, Rembrandt, creo
nómico, pero también en la fuerza estética del en el poder del diseño, en el misterio del color, en la
arte que exalta y de la agudeza de los juicios que redención de todas las cosas por la Belleza perma-
se han emitido sobre él. En definitiva el canon y nente, y el mensaje del Arte que han producido es-
su crítica coexisten en necesaria tensión. Tratar tas manos bienaventuradas. Amén, amén.17

16
Edwards, 1999, pp. 13-14.
17
Las citas de introducción y de conclusión están tomadas de Jacques Barzun, The Use and Abuse of Art, Princeton University
Press, Princeton, 1974, pp. 27 y 46.

264 CARMEN GRACIA


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