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DERECHO COMERCIAL

TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS DE CREDITO, LETRA DE


CAMBIO, PAGARE, CHEQUE Y TITULOS ELECTRONICOS O
DESINCORPORADOS

TOMO II
MANUALES JURIDICOS Nº 84
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Inscripción Nº 109.173, año 1999
Santiago - Chile

Se terminó de imprimir esta quinta edición de 1.000 ejemplares en el mes de junio de 1999

IMPRESORES: Productora Gráfica Andros Ltda.

IMPRESO EN CHILE/PRINTED IN CHILE


ISBN 956-10-1261-8
RICARDO SANDOVAL LOPEZ
Doctor en Derecho Privado, Universidad de Grenoble, Francia, 1974
Doctor de Estado en Derecho Privado, República de Francia, 1979
Profesor de Derecho Comercial, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Concepción
Profesor de Derecho Comercial, Escuela de Derecho, Universidad Diego Portales, Santiago
Profesor Catedrático Visitante, Universidad Carlos III, Madrid, España
Miembro de “International Academy of Commercial and Consumer Law” (USA)

DERECHO COMERCIAL
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS DE CREDITO, LETRA DE
CAMBIO, PAGARE, CHEQUE Y TITULOS ELECTRONICOS O
DESINCORPORADOS

TOMO II

5a edición actualizada
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS DE CREDITO, LETRA
DE CAMBIO, PAGARE, CHEQUE Y TITULOS ELECTRONICOS
O DESINCORPORADOS
1. Introducción.
La actividad mercantil es, en su esencia, actividad mediadora en el
desplazamiento de bienes, derechos o servicios de un patrimonio a otro, de un
titular a otro. Dicho de otra manera, el tráfico mercantil está destinado
siempre a la circulación de valores patrimoniales. La circulación, a su turno,
puede asumir variadas formas: se presenta cuando el titular de un bien lo
transfiere definitivamente a otra persona (cambio); cuando sólo transfiere su
goce en forma temporal (crédito), como en el supuesto de que dicho bien pase
a ser gozado conjuntamente por dos o más titulares (asociación). Como
podemos apreciar, el cambio, el crédito y la asociación son tres
manifestaciones claras del fenómeno circulatorio que caracteriza la actividad
económico-mercantil.
En la circulación destacan hoy en día dos aspectos: la cantidad y la
velocidad. Se entiende por cantidad la suma de valores que se transfieren en
un determinado tiempo. Por velocidad, la rapidez del movimiento de la
cantidad de bienes en circulación. No cabe duda de que si una misma cantidad
de bienes se moviliza más rápido, esto es, si circula con mayor velocidad,
acrecienta el rendimiento y es generadora de mayor riqueza. Siendo esto así,
la circulación, desde el punto de vista comercial, tiene actualmente
características nuevas: es masiva y permanente, vinculando en una cadena sin
fin los factores de la producción. Por ello es que en nuestros días se habla de
“tráfico”, es decir, que donde un acto termina empieza otro y así
sucesivamente, tejiéndose una inmensa red de intereses.
Corresponde al derecho comercial regular las diferentes formas que puede
revestir la circulación de los bienes o tráfico mercantil, creando las figuras,
estructuras o mecanismos jurídicos que permitan lograrlo, cautelando al
mismo tiempo los intereses en juego. Básicamente, dos son los instrumentos
jurídicos que facilitan la circulación: el contrato y los títulos de crédito. El
contrato es el primer mecanismo que aparece en el tiempo para llevar a cabo
la actividad mediadora entre un patrimonio y otro y sigue siendo uno de los
más utilizados e importantes en la actualidad. La función básica del contrato,
tanto civil como comercial, es realizar jurídicamente la circulación de los
bienes, derechos o servicios. Por esta razón, las normas reguladoras de la
Teoría General del Contrato son comunes a los contratos civiles y comerciales;
por ejemplo, en lo relativo al acuerdo de voluntades. Con todo, las
codificaciones mercantiles, al tratar en general de los contratos comerciales,

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contienen reglas especiales relativas a su forma, prueba, interpretación,
efectos, etc.
El contrato como instrumento jurídico de la circulación es una de las
instituciones más permeables a las nuevas ideas y cambios del sistema
económico. La debilitación del carácter individualista y liberal del derecho
comercial se manifiesta con mayor intensidad a propósito de los contratos.
El principio de la libertad en cuanto a la forma se ha visto afectado por el
intervencionismo estatal, que obliga a realizar un buen número de operaciones
de acuerdo a fórmulas rígidas preestablecidas, contrariando de esta suerte la
rapidez de las transacciones mercantiles, pero destinadas a proteger el interés
de terceros y del público en general. Por otra parte, el principio clásico de la
autonomía de la voluntad imperante en la materia, resulta asimismo
disminuido. La realidad demuestra que no es frecuente en la actualidad que el
contrato sea discutido por las partes en un plano de igualdad y con absoluta
libertad de contratar o no. En la mayoría de los contratos comerciales la
igualdad es meramente teórica, por ocupar una de las contratantes (el
empresario) una posición económica privilegiada que le permite imponer su
ley a los clientes. La rapidez misma del tráfico mercantil impide la discusión
minuciosa de los contratos para adecuarlos al interés específico que puedan
tener las partes contratantes, lo que les lleva a establecer contratos tipos, de
contenido rígido y predeterminado que se repite en una serie interminable de
contratos iguales, en los que la voluntad de las partes juega apenas un papel
visible. En el comercio bancario, en el bursátil, en el de seguros, en el de
transportes, por señalar algunos, los contratos se elaboran sobre bases
uniformes, cuyo contenido está determinado de antemano en cláusulas que
rara vez sufren modificaciones por exigencias de los clientes, prácticamente
obligados a contratar en esas condiciones unilaterales impuestas por el
empresario.
El título de crédito, al incorporar en su contenido una prestación que puede
exigirse al obligado a su vencimiento, constituye un vehículo privilegiado de
circulación. En efecto, el título de crédito en cuanto a su contenido puede ser:
representativo de dinero, de mercaderías o de participación social. En el título
de crédito representativo de dinero, la prestación consiste precisamente en
pagar una suma de dinero a su vencimiento. Permite, en consecuencia, realizar
actos de cambio o tráfico mercantil sin moneda, llegando así, en cierta forma,
a sustituirla. Además, como la circulación se realiza con un documento que
contiene una promesa de pago diferido, se posterga con ello la exigibilidad de
la deuda, realizándose, en esta forma, la función de crédito. A su turno, como
esta promesa de pago diferido está contenida en un documento, puede
circular, como la moneda, mediante la circulación del título que la contiene. En
fin, nada impide que el acreedor pueda cambiar el valor futuro que representa
la promesa de pago diferido por un valor presente, mediante la operación de
descuento. Así, podemos apreciar cómo un título de crédito representativo de
dinero cumple la función de reemplazar a la moneda, de realizar la circulación
con pago diferido y de servir de base al crédito en el descuento.
En el título representativo de mercaderías la prestación contenida en el
documento permite exigir al obligado la entrega de determinados bienes.

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DERECHO COMERCIAL TOMO II

Entre los títulos de esta clase figuran: la carta de porte, el conocimiento de


embarque, los certificados warrants. Lo importante es que estos títulos
permiten, mediante la transferencia del documento, transferir las mercaderías,
sin que sea necesaria la tradición material de las mismas, sin desplazamiento
físico de ellas. Esto facilita enormemente la circulación de los bienes, dándole
al tráfico seguridad, rapidez y certeza, evitando demoras, inconvenientes de la
celebración de contratos y de realizar la tradición o entrega de los bienes, en
cada caso.
Los títulos de participación social son aquellos que reconocen determinados
derechos, ya sea de asociado o de acreedor, de la entidad que los emite.
Mediante el título el poseedor puede ejercer los derechos que éste le confiere,
pero puede también cederlo, con lo cual transfiere su cuota social o parte de
interés social, su derecho de usar conjuntamente de los bienes sociales y otras
prerrogativas de orden institucional o pecuniario que comporta la calidad de
socio. De esta suerte también se facilita, en este plano, la circulación.

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Capítulo I
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS DE CREDITO
Sección I
NOCIÓN DE TÍTULO DE CRÉDITO Y ELEMENTOS CARACTERÍSTICOS
2. Noción de título de crédito.
Los títulos de crédito son una de las más significativas creaciones del
derecho comercial. Tullio Ascarelli afirma que “si nos preguntasen cuál es la
contribución del derecho comercial a la formación de la Economía moderna,
tal vez no podríamos apuntar otra que haya influido más típicamente en esa
Economía que la institución de los títulos de crédito”. Ellos se han convertido
en instrumentos de representación y movilización de la riqueza, aportando la
certeza, rapidez y seguridad que requiere el tráfico mercantil de nuestros días.
La noción de título de crédito, que corresponde a la traducción literal de la
expresión alemana Wertpapiere, evoca un documento que no sólo acredita la
existencia y contenido de un derecho, sino que lo constituye y sirve para su
transferencia. Por ello es que se dice que estos documentos incorporan o
materializan un derecho en su texto. A partir de esta idea la doctrina ha
elaborado mayoritariamente una noción esencial de título de crédito, que
consiste en un documento transferible cuya posesión es necesaria para ejercer
el derecho literal y autónomo que en él se representa. Se trata de un concepto
restringido o estricto, afirmado por la doctrina italiana y acogido por las reglas
del Código Civil italiano de 1942. La jurisprudencia del Tribunal Supremo
español se ha hecho eco de esta noción en una sentencia de 27 de diciembre
de 1987, señalando que al título-valor “conviene la definición descriptiva de
documento de un derecho literal destinado a la circulación, capaz de atribuir
de modo autónomo la titularidad del derecho a su propietario y que confiere
suficiente legitimación al poseedor para recabar el cumplimiento del derecho
que incorpora”.
Sin embargo, en la doctrina alemana ha predominado una concepción más
amplia del título de crédito, que se ha recogido en el artículo 965 del
Obligationenretch suizo de 1936, según la cual se trata de un documento que
incorpora un derecho de carácter privado de tal forma que para su ejercicio es
necesaria la posesión del documento.
La noción amplia de título de crédito alude a los documentos cuya tenencia
es necesaria para ejercer el derecho representado en el documento,
independientemente de que el documento sea o no también necesario para la
transferencia de dicho derecho.

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RICARDO SANDOVAL LOPEZ

A falta de definiciones legales de títulos de crédito, el empleo de la noción


restringida o del concepto amplio responde a los fines de funcionalidad que se
quieran satisfacer con estos instrumentos.-
3. Evolución histórica.
Los requerimientos que planteaba el desarrollo de la actividad mercantil
dieron origen a los títulos de crédito, que aparecen justamente cuando los
mecanismos del derecho común que se utilizaban para la circulación
resultaron insuficientes para llenar las necesidades de mayor rapidez,
facilidad, certeza y seguridad. La circulación de los bienes y derechos se
realizaba mediante la cesión de créditos, cuyas características esenciales son:
a) El acreedor cedente responde sólo de la existencia y legitimidad del
crédito;
b) Para que la cesión del crédito surta efecto respecto del deudor cedido es
necesario notificarle la transferencia del título;
c) El crédito arrastra los posibles defectos, vicios y limitaciones que se
hayan ido acumulando en cada una de las transferencias; en otras palabras, se
acumulan las excepciones, lo que conspira en contra de la rapidez, certeza,
seguridad que exige la circulación.
Otra noción que se utilizó con fines circulatorios fue la delegación. El
delegante, deudor primitivo, es reemplazado por el delegado, nuevo deudor,
respecto del delegatario, que es el acreedor de la deuda. Este mecanismo
presenta dos variantes, según que el acreedor delegatario acepte
expresamente la sustitución del deudor, liberando al deudor primitivo de su
obligación, caso en el cual estamos en presencia de la delegación perfecta o
novación; en cambio, en la delegación imperfecta, el acreedor delegatario no
libera al deudor primitivo, quedando subsistente la obligación originaria entre
ambos, constituyéndose el deudor delegado en un nuevo deudor junto al
anterior. En el fondo, no es otra cosa que la cesión de deuda.
Tanto la cesión de crédito como la delegación no cumplen hoy en forma
idónea las exigencias de la circulación económica, industrial y bancaria.
Frente a las dificultades del sistema tradicional de la circulación, fue
necesario crear documentos que reunieran las siguientes características:
a) Certeza, en la existencia del crédito al tiempo de la adquisición del
instrumento jurídico. A quien se le transfiere el crédito instrumentalizado debe
tener la evidencia de que el crédito existe de acuerdo con el sistema
normativo;
b) Rapidez, en las negociaciones que se suceden en la circulación del
crédito. Nuevas formas de obtenerla o racional simplificación de las ya
existentes para hacer ágil y fluido el cambio;
c) Seguridad, en la ejecución final del título. La persona que recibe el título
tiene la certidumbre de que el crédito documentado permanece inalterable
luego de las sucesivas transferencias.
Para superar los inconvenientes de la instrumentalización tradicional del
crédito fue necesario que se elaboraran dogmáticamente documentos que,
llevando en sí el valor económico jurídico, fuera indispensable su exhibición

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DERECHO COMERCIAL TOMO II

para ejercer los derechos que representaban. Tales exigencias han sido
satisfechas con la creación de los títulos de crédito.
El origen de la Teoría General de los Títulos de Crédito fue, sin duda, la
aplicación y desarrollo de uno de ellos; la letra de cambio, que motivó estudios
doctrinarios y elaboración de normas legales. La letra de cambio conjugaba
adecuadamente el aspecto teórico con el aspecto práctico de su
funcionamiento en el tráfico comercial y bancario. Es en realidad Vivante el
creador de la Teoría General de los Títulos de Crédito contenida en su Tratado
de Derecho Comercial, editado por primera vez en 1896. El insigne
jusmercantilista italiano siguió las siguientes pautas: a) extrajo los caracteres
esenciales de la letra de cambio, que eran comunes a todos los títulos de
crédito; b) separó los elementos constitutivos de la letra de cambio como título
de crédito de aquellos otros caracteres que le daban el rango de papel de
comercio; c) distinguió de los títulos de crédito aquellos documentos que no
contaban con los caracteres esenciales y que eran simplemente documentos
probatorios, y d) describió su forma de circulación según las diversas clases de
títulos de crédito: nominativos, a la orden o al portador.
4. Definición y elementos del título de crédito.
La doctrina de los autores define los títulos de crédito señalando que son
documentos que llevan incorporado un derecho literal y autónomo que se
puede ejercer por el portador legítimo contra el deudor a la fecha de su
vencimiento. De acuerdo con esta definición, es necesaria la concurrencia de
una serie de elementos que configuran la esencia de la noción definida.
El documento es necesario para dar origen al derecho, para su conservación
y disposición. “Sin él no es posible hacer efectivo el derecho contra el
obligado, ni transmitirlo a un tercero, ni darlo en garantía.” Por lo mismo, toda
operación relativa al derecho deberá consignarse en el título para que
produzca sus efectos.
El derecho consignado en el título de crédito, llamado “derecho
documental”, no vive por sí solo, porque desde el momento en que se produce
su consagración en el instrumento, irá ligado a él dondequiera que éste vaya,
corriendo su misma suerte, expuesto a las mismas contingencias y vicisitudes,
a tal punto que, si el documento se destruye o se pierde, desaparece también
el derecho en él incorporado, a menos que su propietario tome algunas
medidas, las que tendremos ocasión de señalar más adelante. En
consecuencia, la posesión del documento decide de modo soberano la
titularidad del derecho en él consignado. “No es un juego de palabras –ha
escrito Bolaffio– decir que la posesión del título es título de posesión.” La
fórmula es verdadera en el sentido de que la posesión del instrumento titula,
funda y legitima la posesión del derecho. “Poseo el derecho porque poseo el
documento.” Se trata, pues, de un derecho causado por la cosa (el título),
derecho propten rem. Es asimismo un derecho reinhaerens, adherido a la cosa,
inmanente en ella.
Queda de manifiesto entonces la absoluta preponderancia que el documento
ejerce sobre el derecho contenido en él. Sin embargo, debemos dejar
constancia de que antes de plasmar el derecho en el instrumento que lo

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RICARDO SANDOVAL LOPEZ

consigna, existía ya una relación fundamental a la cual se sigue la documental,


pudiendo existir entre ambas una completa identidad de contenido económico.
Pero desde el instante en que el derecho se instrumentaliza, queda dotado de
una serie de atributos de que carecía antes, algunos de naturaleza tan propia
como extraña y de efectos tan desconcertantes que justifican las palabras del
ilustre maestro de Bolonia Tulio Ascarelli en orden a que esta institución “es
una de las mejores demostraciones de la capacidad creadora de la ciencia
jurídica de los últimos siglos”.
Por otra parte, siendo el título de crédito un instrumento destinado a la
circulación, era necesario que se le sometiera a una disciplina especial, a un
mismo tiempo de rigor y de privilegio, que fundamentalmente se propusiera
afianzar en beneficio del público, aun sacrificando a veces intereses
respetables, la más segura y rápida transmisibilidad de estos documentos.
En consecuencia, la relación jurídica primitiva, el derecho preexistente al
nacimiento del título, sufre profundas modificaciones al perder su condición
estática, para adquirir una condición dinámica distinta de la primera. Tal
variación no se advierte con la misma claridad cuando el documento
permanece en manos del primer poseedor, teniendo el deudor enfrente al
sujeto de la relación primitiva o fundamental, como cuando éste entra en
circulación desplegando las características que le son propias.
Messineo pone de manifiesto la preponderancia del documento sobre el
derecho contenido en él, distinguiendo los títulos de crédito de los títulos
ordinarios o constitutivos. A su juicio, en los títulos ordinarios, el documento
es algo accesorio respecto del derecho mencionado en él; de ahí que la
titularidad del crédito (derecho) decida también la pertenencia del documento.
Pero en materia del título de crédito –agrega–, por el contrario, lo accesorio no
es ya el documento sino el derecho, en el sentido de que el derecho sobre el
documento decide la pertenencia del derecho mencionado en él y de que la
posibilidad de ejercer tal derecho depende de la conservación del mismo
instrumento.
Con mayor agudeza, yendo al fondo mismo del asunto, Rocco distingue tres
situaciones:
a) En la mayoría de los casos el documento desempeña una función
meramente probatoria, para acreditar la existencia de la relación jurídica,
pero sin tener con ella ninguna conexión necesaria. La relación existe por sí
sola con independencia del instrumento, el que, por estar destinado a
probarla, la presupone. En consecuencia, la relación jurídica produce todos
sus efectos, aun cuando falte el documento, con tal que pueda acreditarse de
otra forma.
b) En otros casos el documento desempeña una función más importante,
uniendo a su valor probatorio el carácter de constitutivo de la relación
jurídica, condición necesaria para su existencia; lo que ocurre en los casos en
los cuales la ley exige que la voluntad se exteriorice en forma escrita. El
documento no puede faltar, porque es la forma como se manifiesta una
voluntad generadora del derecho. El instrumento y la relación jurídica están
en estrecha conexión, pero ésta es incompleta, porque si bien es cierto que el
documento es necesario para generarla, subsisten sin embargo como dos

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DERECHO COMERCIAL TOMO II

entidades separadas, en el sentido de que una vez creada la relación jurídica,


ésta vive en forma independiente del documento.
c) Por último, hay situaciones en las cuales la conexión entre el documento y
la relación jurídica es no sólo originaria sino permanente. En estos casos; no
sólo no nace el derecho si la declaración de voluntad que le dio origen no se
consigna en un documento, sino que el documento y el derecho subsisten
compenetrados, de tal manera que el instrumento es condición necesaria y
suficiente para atribuir el derecho. De esta suerte, quien tiene el documento
tiene a la vez el derecho. “Los documentos que tienen la virtud de atribuir un
derecho son, precisamente, los títulos de crédito.”
Esa compenetración del derecho en el título, esta objetivación de la relación
jurídica en el papel, es el fenómeno que en doctrina se conoce como
incorporación, rasgo característico de los títulos de crédito.
El concepto de incorporación criticado por Vivante por su esterilidad
dogmática y por Bracco por carecer de una elaboración adecuada a la
preeminencia que se le otorga para explicar los caracteres de los títulos de
crédito, es sin embargo ampliamente aceptado por la doctrina de otros
autores. Felipe de J. Tena señala que no existe el menor peligro de que alguien
tome la expresión “derecho incorporado en el título” en su sentido natural y
propio y de que sea un elemento de confusión. “Nadie va a creer que el
derecho –elemento ideal– pueda residir en un pedazo de papel, porque nadie
ignora que el único sujeto posible de derecho es el hombre.” De modo que
cuando hablamos de incorporación del derecho en un título de crédito, lo que
queremos significar, sencillamente, es la “relación de necesidad” de que nos
habla el propio Bracco, en virtud de la cual el que es poseedor de un título es,
por eso mismo, titular del derecho, y para ser titular del derecho es preciso ser
poseedor del título, conforme a un principio que apenas si sufre excepciones.
Tal metáfora, por lo demás, como algunas otras de que se vale el lenguaje de
la ciencia, nos parece feliz, ya que lejos de oscurecer o perturbar la exposición
de las ideas, las simplifica y aclara, lo cual depende de que los efectos propios
de la llamada incorporación se producen en el terreno jurídico como si
realmente existiese.
La incorporación, que consiste en el consorcio indisoluble del título con el
derecho que representa, es la característica fundamental y primera de los
títulos de crédito. Como tal ha sido acogida por algunos ordenamientos
jurídicos que definen la noción de título de crédito, como ocurre con el artículo
5º de la ley mexicana de Títulos y Operaciones de Crédito, que señala que “son
los documentos necesarios para ejercitar el derecho literal que en ellos se
consigna”. Si el título de crédito es el documento necesario para ejercitar el
derecho que en él se consigna, es porque sin el documento no existe el
derecho, el derecho fundamental, el derecho cartolare, como diría cualquier
jurista de Italia. Otro tanto ocurre con el artículo 619 del Código de Comercio
de Colombia, de 1971, que dice que “los títulos-valores son documentos
necesarios para legitimar el ejercicio del derecho literal y autónomo que en
ellos se incorpora”. En fin, el Proyecto de Ley Uniforme sobre Títulos-Valores
para América Latina, elaborado por el Instituto para la Integración de América

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RICARDO SANDOVAL LOPEZ

Latina, define los títulos-valores como “los documentos necesarios para


ejercitar el derecho literal y autónomo que en ellos se consigna”.
5. Estructura del título de crédito.
Los elementos del título de crédito son, fundamentalmente, dos:
– El documento en cuanto soporte material (bien mueble), y
– La relación obligacional en él representada que constituye su contenido
económico.
Estos dos elementos al reunirse dan origen al título de crédito, que no
solamente es la suma de ambos, sino que nace a la vida jurídica como un ente
nuevo. Entre ambos elementos existe una especialísima vinculación; en el
decir de algunos autores, se encuentran compenetrados en un consorcio
indisoluble. Sin embargo, a pesar de esta compenetración entre el documento
y la relación obligacional en él representada, los elementos del título de
crédito son autónomos.
a) El sustrato material: el título de crédito es una cosa mueble. No cabe
duda que pertenece a la categoría jurídica de los bienes muebles debido a su
materialidad de instrumento documental (papel). Como tal puede ser objeto de
relaciones reales: tenencia, posesión, propiedad, usufructo, puede
reivindicarse, como lo reconoce el artículo 82 de la Ley de Quiebras.
Se reafirma el carácter de cosa mueble desde el punto de vista cartular, ya
que su régimen de circulación está regulado según esa naturaleza, con las
modificaciones propias que resultan de los títulos de crédito. Sin embargo,
este bien mueble que es el título de crédito se sujeta a un régimen específico
que atiende a una serie de connotaciones propias de los títulos de crédito,
entre las cuales se puede señalar que prevalece el valor intrínseco o
representativo por sobre el valor extrínseco, que es nulo; el intercambio mutuo
de características propias que opera entre los elementos estructurales del
título de crédito no aparece en las cosas muebles por naturaleza; la
simplificación de las formalidades en la transferencia del título que habilitan al
adquirente para ejercer los derechos.
El fundamento de esta falta de identidad absoluta entre el título de crédito
cosa mueble y las cosas muebles por naturaleza radica en que el primero está
estructurado para circular, esto es, para facilitar el desplazamiento del crédito
de portador en portador.
Desde el punto de vista material, el título de crédito es un documento. En
este instrumento escrito el sujeto firmante ha incorporado
representativamente una declaración de voluntad con contenido económico.
Para el derecho tal instrumento es considerado un documento en cuanto
acredita la existencia de un hecho que puede producir consecuencias jurídicas.
De esta suerte, el valor jurídico del documento está representado por su
aptitud probatoria. Con todo, además de esa función probatoria, el título de
crédito juega un rol constitutivo. Los derechos no nacen si la voluntad no se
expresa según las formas previstas para el otorgamiento del título. Además de
la función probatoria (acreditar un hecho), constitutiva (el documento es
esencial para que nazca la obligación), el título de crédito tiene una función
dispositiva, en el sentido de que el instrumento es necesario para disponer del

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DERECHO COMERCIAL TOMO II

derecho a que él se refiere. La aptitud probatoria existe, pero resulta


absorbida por la función constitutiva y la dispositiva, que permiten adquirir,
ejercer y disponer del derecho representado en el documento.
b) La declaración documental. El título de crédito contiene una declaración
documental con valor económico. La declaración documental puede estudiarse
como fuente de obligación y como representación documental.
Desde el punto de vista de la fuente de obligación, se trata de una
declaración unilateral que da nacimiento a un vínculo jurídico obligacional. La
promesa unilateral contenida en el documento tiene las siguientes
características: es una declaración documental no recepticia, en el sentido de
que no depende de la voluntad del sujeto a quien se dirige; es incondicionada,
en cuanto a que su exigibilidad no está sujeta a contraprestación por parte de
quien favorece; es irrevocable, ya que una vez formulada el declarante no
puede revocarla; y es vinculante, en orden a que obliga a cumplir la prestación
correspondiente. No obsta para reconocer el carácter vinculante de la
declaración documental el hecho de que el portador deba cumplir
determinadas actividades, que la doctrina denomina “cargas”, pues el
cumplimiento de tales diligencias no dice relación con la existencia de la
obligación, sino que se refiere a ciertos resguardos instrumentales impuestos
para asegurar la fácil, rápida y segura comprobación de su circulación.
La declaración documental en cuanto representación documental contiene
un vínculo representado que tiene la naturaleza de un crédito, esto es, un
derecho a exigir una prestación con contenido económico, como: pagar una
suma de dinero, entregar ciertas mercaderías, disponer de ciertos derechos o
prerrogativas. Los elementos del derecho representado jurídicamente
considerados son una deuda y un crédito.
El documento es una cosa representativa de un hecho, por lo general de una
declaración. El título de crédito es un documento representativo de un derecho
de crédito. Tal es la naturaleza de la declaración documental en tanto
representación documental.
6. Vinculación de los elementos de la estructura del título.
La conexión entre el sustrato material y el elemento obligacional tiene
características muy particulares y, además, genera un mutuo intercambio de
rasgos y de efectos recíprocos.
El elemento material, en tanto instrumento, cuando se le incorpora la
declaración de voluntad con contenido económico, pasa a ser un documento
constitutivo, toda vez que se convierte jurídicamente en condición necesaria
para la existencia y el ejercicio del derecho en él representado.
El elemento voluntario, esto es la declaración de voluntad obligacional,
cuando se representa en un documento, da origen a un derecho de naturaleza
documental (diritto cartolare).
Este mutuo intercambio se ha conceptuado como una recíproca
compenetración entre el documento y el derecho, que da nacimiento a un ente
jurídico distinto: el título de crédito. Esta vinculación de elementos
estructurales se denomina también “conexión permanente” o “consorcio
indisoluble”. Asimismo, este fenómeno jurídico de la vinculación entre el

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sustrato material y el elemento voluntario se ha tratado de explicar a través de


la llamada “doctrina de la incorporación”, según la cual el derecho se
incorpora o se fusiona con el documento, idea que no compartimos, porque los
elementos no obstante estar unidos mantienen su autonomía conceptual.
7. Autonomía conceptual de los elementos estructurales del título.
La recíproca compenetración del documento y el derecho no debe
magnificarse, pues éstos no llegan a fusionarse de modo que pierdan su
autonomía conceptual. En otros términos, el documento y el derecho no
desaparecen en su individualidad.
Sentada la premisa anterior, es preciso explicar en qué consiste el
mantenimiento de la individualidad de los elementos estructurales del título de
crédito. El documento sólo puede transferirse con voluntad del tradente
mediante la entrega del mismo, por lo que este traspaso siempre es a título
derivativo. En cambio, el derecho representado o conectado en el documento
es objeto de transferencia originaria, puesto que no se requiere voluntad
alguna para traspasarlo; el derecho nace nuevo para cada sujeto que reciba el
documento.
También se pone de manifiesto esta autonomía conceptual de los elementos
propios del título en aquellas hipótesis legales que autorizan desligarlos o
romper el consorcio indisoluble, como ocurre en los casos de extravío, hurto o
robo, en los cuales, cumplidas ciertas formalidades legales, el documento
pierde su contenido económico o declaración obligacional.
8. Concepto de legitimación.
Siendo los títulos de crédito documentos necesarios para legitimar el
ejercicio del derecho literal y autónomo incorporado en ellos, no basta con
adquirir su posesión de cualquier modo para hacerlos efectivos, sino que es
necesario obtenerla según sus propias normas de circulación, que son
diferentes según se trate de títulos nominativos, a la orden o al portador. La
posesión del título adquirida en tal forma permite al portador ejercitar su
derecho contra el deudor y asegura a este último su liberación definitiva
mediante el cumplimiento de la prestación a la fecha de su vencimiento.
Adquirida la posesión del título conforme a sus reglas de circulación, se
producen los efectos indicados tanto a favor del portador como del deudor.
Esta doble función que desempeña el título de crédito adquirido legalmente se
conoce en doctrina con el nombre de legitimación.
La legitimación consiste, por lo tanto, en “la propiedad que tiene el título de
crédito de facultar a quien lo posee, según la ley de su circulación, para exigir
del suscriptor el pago de la prestación consignada en el título y de autorizar al
segundo para pagar válidamente su obligación, cumpliéndola en favor del
primero”. el acreedor se legitima exhibiendo el título; si carece de él por
cualquier causa, nada podrá hacer para legitimarse aunque realmente sea
propietario del título y aunque por otros medios pudiera demostrar
plenamente su carácter de tal y el hecho de la pérdida de la posesión. La
legitimación es, desde este punto de vista, una carga para el acreedor, pero al
mismo tiempo, y fundamentalmente, una gran prerrogativa, porque para

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DERECHO COMERCIAL TOMO II

justificar su derecho y ponerse en aptitud para ejercitarlo, en una palabra para


quedar legitimado, le basta con exhibir el título, sin que sea necesario
demostrar que es propietario del mismo y, por consiguiente, titular del derecho
que lleva incorporado. Podrá no serlo, en el fondo; podrá existir en su favor
una apariencia, la apariencia que resulta de haber llegado el título a sus
manos por el camino que la ley ha trazado para su circulación. Eso nada
importa. Aquí la apariencia vale más que la realidad, la legitimación más que
el derecho, y para emplear una terminología usada por Vivante, la propiedad
formal vale más que la propiedad material. La apariencia ha sido elevada al
rango de la esencia misma.
Como puede apreciarse, la legitimación está dominada por el dogma de la
apariencia jurídica. La posesión del título engendra apariencia de titularidad
del derecho, y con el fin de favorecer la circulación se libera al poseedor de
demostrar que es titular del crédito. La apariencia actúa así tanto en favor del
tenedor como respecto del obligado. A este último se le libera de la deuda si
paga en favor de quien tiene la apariencia, aunque no sea el verdadero titular
del derecho; al tenedor le exime de demostrar su condición de acreedor y es el
deudor quien tendrá que demostrar que el poseedor no tiene derecho de
recibir la prestación para negar válidamente el pago. Pero sería peligroso
extender al máximo los efectos de la apariencia. La buena fe juega también en
esta materia un rol importante. En rigor, sólo el poseedor legítimo tiene
derecho a la prestación contenida en el título, y si el deudor sabe que no es
legítima la posesión de quien se presenta como tenedor del documento, debe
rehusar el pago. En definitiva, sólo libera el pago hecho de buena fe.
No obstante, la legitimación por la posesión sobre la base de la apariencia
hace posible el ejercicio del derecho por quien siendo titular aparente no sea
en realidad titular verdadero. Este es un fallo de esa construcción jurídica –
señala Uría–, siendo las exigencias del tráfico y la rápida circulación las que
imponen ese eventual sacrificio del verdadero titular (propietario del título),
no poseedor, frente al poseedor, titular aparente. Pero ese sacrificio sólo es
compatible con la buena fe del deudor.
Messineo es, sin embargo, quien expone en forma más profunda el
contenido y los efectos de la legitimación que caracteriza a los títulos de
crédito: “Por el hecho de exonerar al poseedor del título de la demostración de
que él es titular del derecho que contiene, no se establecen únicamente reglas
particulares en materia de prueba; en definitiva, se habilita para el ejercicio
del derecho aun al que eventualmente no es en realidad titular del mismo
derecho, con tal que se halle en posesión del documento y lo exhiba.
Ciertamente, puesto que el deudor está siempre dispensado de investigar el
modo con que el presentante del título obtuvo su posesión y de indagar, por lo
mismo, la efectiva pertenencia del derecho, estándole más bien prohibida
semejante investigación; y puesto que al poseedor del documento le
corresponde, sobre la base de la exhibición, el ejercicio del derecho en él
contenido, deviene elemento del todo secundario la persona del titular del
derecho, mientras alcanza máximo relieve la calidad de poseedor
(presentante) del título. De producir tamaños resultados, es susceptible el
mecanismo descrito.

19
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

Tal posibilidad convierte, pues, la exhibición del título en medio jurídico, en


virtud del cual la veste de titular efectivo del derecho es indiferente para
determinados efectos (ejercicio del derecho), por cuanto se establece una
ficción (iuris) (de acuerdo o en contraste con la realidad, según el caso) de que
el que exhibe el título es titular del derecho, estableciéndose así la ecuación:
exhibición del título = posibilidad de ejercicio del derecho; una ficción por la
cual es virtualmente posible que nunca el presentante del título sea titular del
crédito, a pesar de lo cual siempre logra ejercitar el derecho relativo y obtener
la prestación, como si fuese el titular. Por sí misma, la legitimación que se
obtiene mediante un título de crédito no afirma la titularidad del derecho (más
bien hace abstracción de ella); pero siempre hace posible su ejercicio, lo cual
prácticamente basta para el fin que trata de alcanzarse.
Aquí es donde se muestra justamente la conquista realizada por el
mecanismo antes descrito: el significado pleno del concepto de legitimación lo
da precisamente el hecho de poder abstraerse totalmente de la investigación
sobre la pertenencia del derecho de crédito que pueda corresponder al que ha
sido admitido a ejercitarlo; o sea, el reconocimiento de una forma técnica de
posesión del crédito, actuada mediante la particular eficacia conferida a la
posesión del título en que el derecho se halla incorporado”.
Y agrega más adelante: “No es que la ley se desinterese de la posición del
propietario del título y titular del derecho para los efectos de la legitimación,
pues, a condición de ser poseedor, está en aptitud de legitimarse. Es que la ley
se contenta con la sola calidad de poseedor, que por lo común acompaña a la
calidad de propietario.
Mas si en hipótesis el propietario no es al mismo tiempo poseedor del título,
la ley, aunque sin privarlo de la titularidad del derecho y aunque consintiendo
en que readquiera, si lo logra en tiempo oportuno, la posesión del título, da
preferencia –para los fines de la legitimación– al poseedor del título, aun con
detrimento del propietario.
Claro se ve ahora que el concepto de legitimación (como todo concepto) está
fijado sobre la base de un contenido mínimo, de un contenido indispensable,
pero suficiente; no sobre la base de una hipótesis privilegiada, cual es la
propiedad unida a la posesión del título de crédito, hipótesis en que los
requisitos de la legitimación salen sobrando. No se dice que el propietario no
pueda legitimarse; se dice que puede legitimarse aun el no propietario, con tal
que también sea poseedor”.
Por último, digamos que la ley, al prescribir la forma como se adquiere un
título de crédito, establece al mismo tiempo como se obtiene la legitimación.
Tal afirmación pudiera parecer inexacta y contradictoria si se piensa que la
legitimación hace abstracción de la titularidad del derecho, contentándose con
la propiedad formal, con la apariencia nacida de la regular posesión del
instrumento, pero tal contradicción no existe si tenemos presente que la
legitimación no muestra sus caracteres peculiares ni produce sus efectos tan
propios sino cuando el derecho incorporado en el documento se ejercita por
poseedores sucesivos, distintos del primero. Unicamente entonces tienen
aplicación las normas propias de la institución, porque únicamente entonces la
propiedad material queda en la sombra, tan sólo vislumbrándose a través del

20
DERECHO COMERCIAL TOMO II

ropaje exterior de la posesión lograda conforme a la ley de la circulación del


título.
Tratándose de títulos nominativos, es decir, de aquellos que se expiden en
favor de una persona determinada, la legitimación produce sus efectos cuando
el propietario los ha adquirido mediante su ley de circulación, esto es,
cumpliendo con el mecanismo de la cesión, ya sea contando con la aprobación
del deudor cedido o mediante su notificación.
Cuando se trata de títulos a la orden, vale decir, aquellos en los que se
consigna una obligación contraída a la orden de una persona determinada, es
necesario distinguir dos situaciones para saber cómo opera la legitimación. En
primer lugar, es propietario del título, y por tanto legitimado, el beneficiario
del mismo, o sea el que como tal figura en el texto del documento, y, en
segundo lugar, se considera propietaria a la persona que justifique su derecho
mediante una serie no interrumpida de endosos, que constituyen la forma
como ellos circulan. En el primer caso el título no ha circulado, en tanto que
en el segundo ha entrado ya en circulación. El poseedor de un título a la orden
que lo presenta a su cobro sin que haya sido endosado, no sólo prueba que
está legitimado, sino que acredita además que es propietario del mismo. En
cambio, el tenedor que lo presenta al cobro habiéndolo adquirido no
directamente del suscriptor sino de algún endosante, no demuestra con ello su
derecho de propiedad sobre el título, sino que acredita solamente su derecho a
cobrar del deudor la prestación respectiva, comprobando que es aquella
persona cuyo nombre cierra la cadena de endosos que figuran en el
documento. En consecuencia, puede ser falso alguno de los endosos, puede
que alguno de los endosantes haya sido incapaz, puede haberlo adquirido por
robo y aprovecharse de un endoso en blanco contenido en él, etcétera. En
ninguno de estos casos puede decirse que el tenedor del título sea también su
propietario. Sin embargo, el suscriptor debe reputarlo dueño y tiene derecho a
hacerlo, por cuanto si cumple la obligación respecto de él queda
definitivamente liberado. Este es el significado pleno de la legitimación.
Tratándose de títulos al portador, es decir, aquellos documentos que, sin
tener la designación del acreedor, permiten al que los presente exigir la
prestación en ellos contenida, su cesión se hace entregando el título, con lo
cual la legitimación se simplifica en grado sumo. Este es el único requisito
formal para obtener la legitimación. Al igual que en el caso de los títulos a la
orden, es jurídicamente irrelevante la buena o mala fe del poseedor, siempre
que de la mala fe no tenga noticia el suscriptor, o siempre que teniéndola se
encuentre en la imposibilidad de demostrarla.
Lo normal es que la legitimación, la propiedad y la titularidad sean lo mismo
o que se radiquen en una misma persona. Propiedad es un concepto de
señorío, es la plenitud de las potestades que se pueden ejercer sobre una cosa
determinada. La titularidad, en cambio, se ubica en el ámbito de las relaciones
personales entre acreedor y deudor. En virtud de ella el sujeto activo tiene
derecho a exigir la prestación del sujeto pasivo. El titular es el acreedor del
vínculo obligacional.
Entre ambos conceptos del derecho común se sitúa la legitimación. Ella es
una situación jurídica propia del derecho cambiario, que exige sólo la

21
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

investidura formal para ejercer los derechos que emergen de un título de


crédito. La preeminencia del documento sobre el derecho justifica la
legitimación y sus efectos. Cuando se habla de propiedad del título se refiere a
la propiedad del derecho incorporado en el documento o cosa nueva cuya
adquisición es originaria.
9. Denominación.
A estos documentos se les han dado diferentes denominaciones, algunas de
las cuales señalamos a continuación:
a) Títulos-valores, nombre que resulta inapropiado toda vez que comprende
documentos que no cuentan con las tres características esenciales comunes a
los títulos que estudiamos; podría incluso aplicarse tanto al papel moneda
como a un título de propiedad; es demasiado amplio;
b) Títulos circulatorios; tampoco es la denominación correcta, ya que la
circulación no es esencial para que exista un documento como el que
analizamos; el título que no circula no por eso deja de ser tal;
c) Efectos o papeles de comercio; tampoco designa apropiadamente a estos
títulos esta denominación, ya que sólo incluye aquellos cuyo contenido es una
suma de dinero;
d) Títulos de crédito; parece ser el mejor nombre que pudiera dárseles. Con
todo, es censurable en cuanto no comprende documentos cuyo contenido no es
un derecho de crédito.
Se justifica esta última denominación, que ha tenido consagración práctica y
legislativa, porque para el titular del instrumento existe un crédito que
permite exigir la prestación contenida en él y para el deudor hay una conducta
debida, que en el campo de las relaciones negociables puede ser objeto de una
avaluación o estimación económica.

Sección II
CARACTERÍSTICAS DE LOS TÍTULOS DE CRÉDITO
10. Enumeración.
Es preciso distinguir las características esenciales y comunes de todos los
títulos de crédito, que son: la necesariedad, la literalidad y la autonomía; y las
características particulares de algunos títulos de crédito, que son: la
abstracción y la formalidad.

Párrafo I
Caracteres esenciales y comunes de los títulos de crédito
11. La necesariedad.
Es la característica esencial del documento, que hace imprescindible tener
el título para contar y poder disponer del derecho documental representado en
él.
El fundamento de la necesariedad radica en la especial estructura del título
de crédito. Se basa en la íntima vinculación funcional que existe entre los

22
DERECHO COMERCIAL TOMO II

elementos que constituyen tal estructura, que hace al documento


jurídicamente constitutivo y dispositivo. El hecho de que la declaración
documental esté conectada indisolublemente al documento, justifica esta
relación de necesariedad entre ambos, de tal suerte que el portador debe
contar con el documento para ejercer el derecho.
Los efectos del carácter necesario del documento pueden resumirse
diciendo que el derecho documental sólo puede nacer, existir y ser ejercido por
el legítimo portador del documento.
Debido al carácter necesario del documento, el acreedor no puede suplir
con otro instrumento jurídico la carencia de posesión del título para disponer
del derecho.
Es asimismo la característica necesariedad la que legitima al deudor para
negarse a cumplir la obligación si el requirente no le ofrece la entrega o
restitución del documento. De ahí que es acertado afirmar que no hay derecho
cambiario sin título y que no se concibe título de crédito sin un derecho
individualizado en el mismo; pues donde va el título va el derecho, y si bien el
documento no lo perfecciona, pues sólo le sirve de soporte, puede afirmarse
que lo lleva consigo, debido a que el derecho cambiario establece que el
derecho sobre el título conlleva el derecho del título.
Esta característica esencial y común a todos los títulos de crédito tiende a
cautelar los valores de certeza, rapidez y seguridad que son propios de esta
clase de títulos.
12. La literalidad.
Los títulos de crédito se caracterizan, además, por ser documentos literales,
en el sentido de que su contenido, extensión y modalidades dependen
exclusivamente del tenor del título. Es decisivo, en consecuencia, el elemento
objetivo de la escritura. Cualquier modificación, disminución o mutación debe
resultar de los términos textuales del título.
El concepto de literalidad tiene su origen en el derecho romano, donde se
aplicaba a los llamados “contratos literis”, en los cuales la causa eficiente de la
obligación consistía en la literalidad, en su texto escrito. En el derecho
medieval italiano, los títulos de crédito comenzaron siendo simples
documentos confesorios que sólo se distinguían de los demás de igual
naturaleza en razón de la causa que los originaba. Tenían como origen
generalmente el contrato de cambio (ex causa cambii) o bien el contrato de
mutuo (ex causa mutui), sin que la diversidad de su causa implicara alguna
diferencia respecto de su régimen jurídico. El título confesorio ex causa cambii
era ejecutivo, por ser otorgado ante notario, cuya función para estos efectos se
equipara a la de un juez (confessio iudicialis ante litem contestatam). En la
concepción medieval, el instrumento confesorio constituía sólo un medio de
prueba de la relación jurídica confesada, sin atribuírsele ninguna otra función.
Más tarde, gracias a una evolución fundada en repetidas prácticas
estatutarias, el documento confesiario se convierte en documento constitutivo
de una nueva obligación, la cual se inscribe en la primera línea, ya sea
concurriendo con la nacida de la relación jurídica confesada o bien
sustituyéndose a ésta, a la cual sólo se hace referencia ficticia.

23
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

Lo que interesa remarcar en esta evolución del título de crédito es el hecho


de que el derecho estatutario enfrentado con el derecho común con el
propósito de derogar sus normas por insuficientes hizo que los documentos
que llevaban incorporado un derecho perdieran su carácter meramente
probatorio, para transformarse en documentos constitutivos de un derecho
autónomo. Este derecho autónomo subsiste en virtud exclusiva del documento,
rompiéndose para siempre la dependencia respecto del derecho confesado.
Desde el momento en que el derecho documental deviene autónomo, en cuanto
a que es independiente de la relación fundamental, y cuando el documento
deja de ejercer su función simplemente probatoria, surge una nueva categoría
de títulos. Ahora bien, si el derecho consignado en el título no se origina en el
derecho subyacente, sino que nace ex novo del título en el que se incorpora, es
natural que la redacción del documento da la medida de su contenido, de su
extensión y de sus modalidades, que el tenor del título sea decisivo al respecto
y que sus cláusulas sean su única norma y disciplina.
Este carácter literal del documento está íntimamente relacionado con la
característica necesariedad analizada anteriormente.
Si el derecho cambiario sólo vive y existe en el documento, el fundamento de
su carácter literal estriba en la naturaleza documental adquirida por ese
derecho al conectársele indisolublemente al documento. El fundamento del
carácter literal es la naturaleza documental que adquiere el derecho al ser
representado en el título de crédito.
En virtud de esta característica de literalidad, se producen los siguientes
efectos:
–El acreedor no puede exigir ni percibir más de lo expresado en el título;
–El deudor no puede valerse de elementos jurídicos extraños que no estén
literalizados en el documento;
–El carácter literal supone una carga de atención para las personas que
intervienen en el documento, pues cada cual debe atenerse a lo escrito en el
título para determinar sus derechos y obligaciones;
–Cualquiera de los sujetos intervinientes que no cumpla esta carga de
atención verá perjudicados sus intereses, por falta de diligencia que se exige
en el sistema regulador de los derechos y obligaciones cambiarias;
–La literalidad contribuye a dar certeza, rapidez y seguridad a los títulos de
crédito. Así el deudor que abona exige la literalización de este abono en el
documento;
–La literalidad adquiere su mayor expresión o significado cuando el
documento circula frente al portador de buena fe, por el hecho de que este
último sólo cuenta al recibir el título con lo expresado literalmente en su texto.
Así, el deudor deberá cumplir la prestación según lo contenido en el título, sin
tener ninguna posibilidad de enervar la pretensión del acreedor con otro
documento extraño al título;
–El carácter literal no desaparece cuando el requerimiento es entre librador
o beneficiario y librado, quienes generalmente están ligados por un negocio
causal o relación fundamental que originó la emisión del título. El derecho
documental en el ámbito de esas relaciones podrá ser enervado por alguna

24
DERECHO COMERCIAL TOMO II

excepción basada en el mencionado negocio causal, lo que no empece para


considerar la existencia de la característica literalidad.
Numerosas disposiciones de la Ley Nº 18.092, sobre Letra de Cambio y
Pagaré, consagran la característica en estudio: a propósito de la emisión de la
letra, de las cláusulas facultativas, de la alteración, adulteración, aceptación,
endoso y aval de la misma. La jurisprudencia también la reconoce.
13. Carácter autónomo de los títulos de crédito.
En el derecho común, la circulación de los créditos entre el tradente o
cedente y el adquirente o cesionario implica una relación de sucesión a título
particular, que origina una transmisión derivada con todos los efectos propios:
acumulación de vicios, limitaciones y excepciones. En el sistema cambiario, las
investigaciones jurídicas lograron la derogación del principio romanista de la
cesión de crédito.
El carácter autónomo de un título de crédito se explica porque el titular del
mismo no adquiere en forma originaria, es decir, su derecho no deriva del
tradente, sino que nace nuevo en el adquirente al recibir el documento según
su ley de circulación. El nuevo titular no es sucesor del sujeto que le transfirió
el título de crédito, sino que lo adquirió en forma originaria. El portador
ejerce, en consecuencia, un derecho propio, distinto e independiente de las
relaciones jurídicas existentes entre los anteriores poseedores del título y el
deudor.
El fundamento de la autonomía reside en el principio de la incorporación
representativa del derecho en el documento, en donde se encuentran unidos
en conexión íntima y permanente. Por tal razón es evidente que toda
adquisición opera sin la cooperación del tradente, es decir, que si bien es
cierto éste efectúa la tradición del título, la adquisición del derecho
documental se produce exclusivamente en virtud de que el nuevo titular ha
recibido el documento de acuerdo con su ley de circulación. Al recibir el
documento el portador adquiere la titularidad del derecho documental que se
halla objetivado en el mismo.
Siendo esto así, la autonomía del derecho cambiario radica,
fundamentalmente, en la posición asumida por el legislador al instituir el
sistema regulador de las relaciones cambiarias, en cuanto a que simplifica los
requisitos legales de la circulación.
En los títulos de crédito se prescinde de las relaciones jurídicas y por
aplicación del principio de la autonomía la intervención de los sucesivos
poseedores queda relegada entre los elementos irrelevantes, pues se le
confiere una función meramente instrumental, puesto que el acto de
transmisión que realizan sólo sirve para vincular al deudor con el último
poseedor del título de crédito. Cualquiera sea la situación de los sujetos en la
transmisión, legítima o ilegítima, cumplen una función instrumental que
permite al último poseedor vincularse en forma directa con el deudor por
medio del documento. Tal es la justificación lógica de la adquisición originaria
del derecho y por consiguiente el fundamento del principio de la autonomía en
los títulos de crédito.

25
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

La consecuencia más importante del carácter autónomo de los títulos de


crédito es que durante la circulación del derecho incorporado no se produce la
acumulación de vicios o defectos que pudieran derivarse de cada
transferencia, originando excepciones de carácter personal. Cada sujeto que
transfiere asume una relación jurídica independiente de los demás, por lo que
se puede afirmar que la función que cumple, al tiempo del vencimiento del
título, es simplemente instrumental y consiste en relacionar al deudor con el
portador legítimo del documento. Por otra parte, la prescindencia subjetiva de
las situaciones jurídicas intermedias hace que la relación portador-deudor sea
objetiva e impersonal, pues no interesa quién requiera el cumplimiento de la
obligación, sino que lo importante es que tenga la posesión del documento y
que haya cumplido con la ley de circulación. En fin, recordando que en la
estructura del título de crédito existe un elemento externo (el documento, cosa
mueble) y otro elemento interno (la declaración documental o prestación
incorporada), dejamos en claro que si bien la transferencia del título en cuanto
documento se puede considerar como tradición derivada, la tradición que
efectúa el tradente origina el nacimiento de un derecho nuevo para el
adquirente, que no se recibe del antecesor, sino que, transferido el documento,
el derecho incorporado en éste ingresa a su patrimonio como consecuencia de
ello. En otras palabras, la adquisición del elemento externo hace adquirir la
titularidad del derecho interno o prestación incorporada.
Podría pensarse que la autonomía de los títulos de crédito, esta
prescindencia subjetiva de las relaciones anteriores o intermedias, va en
contra del principio que nadie puede transferir más derechos que los que tiene
(nemo plus iuris in alium transfere potest quan ipse habet), ya que el derecho
pudo no haber existido en la persona del endosante por haberse extinguido o
por no haber nacido jamás, pero no ocurre así. En efecto, entendida la
autonomía en el sentido de que el derecho del tenedor no es dependiente sino
originario, nacido nuevo en su persona, no se vulnera el principio nemo plus
iuris…
El principio de la autonomía opera en los títulos de crédito desde un punto
de vista activo y pasivo. Desde el punto de vista activo significa para el titular
del crédito la imposibilidad de acumular excepciones personales. En sentido
pasivo implica la total y absoluta independencia de las obligaciones cambiarias
asumidas por cada uno de los sujetos firmantes del título. En los títulos a la
orden, la ley de circulación es el endoso, que es a la vez: legitimante,
traslaticio y vinculante. Analizada una cadena de endosos desde el punto de
vista activo, cada sujeto que recibió el título de crédito adquirió un derecho
autónomo, es decir, cada endosatario tendrá un derecho originario respecto de
cada uno de los firmantes anteriores. Desde el punto de vista pasivo, la
obligación jurídica es independiente para cada uno de los firmantes, quienes
han quedado obligados al pago, responsabilizándose cambiariamente al
mismo, con prescindencia de las demás obligaciones.
En la práctica, el portador legitimado, que adquiere el título según su ley de
circulación, puede exigir su pago de cualquiera de los firmantes obligados, no
importando que las firmas intermedias hayan sido efectuadas por incapaces,
por personas inexistentes o por mandatarios que actúen fuera de su poder.

26
DERECHO COMERCIAL TOMO II

Tales circunstancias que afectan a uno o varios firmantes no obstan a la


validez de las firmas restantes y, por ende, a sus respectivas obligaciones,
permitiendo exigir su cumplimiento independientemente de las demás
obligaciones. Así se establece en los artículos 7º y 8º de la Ley Nº 18.092,
sobre Letra de Cambio y Pagaré.

Párrafo II
Características particulares de algunos títulos de crédito
14. Títulos de crédito y relación subyacente.
Es indispensable para calificar el título de crédito de abstracto o de causal
considerar el rol que la causa juega en ellos.
Antes de dar una noción de títulos abstractos y causados, se requiere
explicar la vinculación existente entre los títulos de crédito y la relación
fundamental que les dio origen y que pertenece al derecho común. En otros
términos, se trata de precisar de qué manera nace el título de crédito, a qué
relación debe su creación y qué relaciones interdependientes se generan entre
el título y la relación fundamental.
En este orden de idea, dejamos constancia, en primer término, que el título
de crédito puede emitirse con motivo de cualquier contrato, que pasa a ser su
antecedente o relación fundamental o relación subyacente. El nacimiento del
derecho documental no significa necesariamente la extinción de la relación
fundamental, sino que ambas relaciones jurídicas (documental y subyacente)
pueden coexistir y en principio coexisten. El libramiento de un título de crédito
no origina novación de la relación que le dio origen, a menos que se convenga
expresamente (art. 12 de la Ley Nº 18.092, art. 37 de la Ley de Cuentas
Corrientes Bancarias y Cheques y art. 76 Nº 2 de la Ley Nº 18.175).
Durante esta coexistencia se produce una serie de recíprocos efectos
jurídicos. Así, en el caso en que el deudor deba hacer frente al pago de ambas
relaciones jurídicas, como debido al hecho de que el cumplimiento de una de
ellas extingue a la otra, tendría acción de repetición en contra del sujeto que
se enriqueció sin causa exigiendo el pago de ambas.
Otro tanto sucede cuando la acción cambiaria se encuentra supeditada al
cumplimiento de determinadas cargas o deberes cambiarios (protesto), que en
el evento de que el sujeto no las satisfaga pierde la posibilidad de ejercer la
acción causal.
Por último, esta coexistencia de relaciones origina la supervivencia de la
acción fundamental frente a los posibles vicios de la acción documental.
15. La causa en los títulos de crédito.
En el derecho de las obligaciones se distingue entre causa-fuente y causa-
fin. La causa-fuente es el acto por el cual una persona exterioriza su voluntad
de obligarse. Esta voluntad, elemento subjetivo, resulta fuente de obligaciones
cuando se exterioriza, aspecto objetivo. Siendo así, ante la interrogante ¿por
qué se obligó?, debemos responder: porque ese acto voluntario exteriorizado
es un hecho al cual se le atribuye por el derecho la virtud de crear el vínculo
obligacional. En cambio, en la noción de causa-fin se considera la finalidad

27
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

económica que el sujeto tiene en cuenta o a la cual aspira mediante el acto de


voluntad exteriorizado, que dio existencia a la obligación.
Establecida esta distinción, digamos que la causa-fin, aunque subjetiva e
interna, es anterior a la causa-fuente, pero jurídicamente será coetánea con
esta última, por cuanto para el derecho los actos o hechos voluntarios sólo
tienen relevancia cuando se exteriorizan.
En materia de títulos de crédito, el problema se plantea y se resuelve
respecto de la causa-fin. Diversas teorías se han formulado acerca de la causa
en los títulos de crédito, de las cuales analizaremos las más conocidas.
Para una primera posición doctrinaria, la causa de los títulos de crédito es
una convención ejecutiva, que permite ejecutar o cumplir la relación
fundamental. En otros términos, según esta teoría, entre la relación
fundamental y la relación cambiaria existe una convención ejecutiva, que
resulta ser la causa del título de crédito, toda vez que mediante la
concertación de esta convención, el acreedor y el deudor cumplen la relación
fundamental.
En opinión de otro sector de la doctrina, la causa de los títulos de crédito se
localiza en el negocio jurídico por el cual se entrega o transmite el título, que
se denomina “pactum cambiando”.
En las dos doctrinas expuestas se distinguen tres tipos de relaciones, a
saber:
–La relación fundamental;
–La convención ejecutiva o pactum cambiando, que sirve para cumplir la
relación fundamental o para entregar o transmitir el título, y
–La relación cambiaria, en virtud de la cual se contrae la obligación
cambiaria.
Esta relación abstracta reconoce su causa –aunque se halla desvinculada
jurídicamente de ella– en el pactum cambiando o en la convención ejecutiva.
Por último, una tercera teoría postula que la causa de los títulos de crédito
se encuentra en la relación fundamental, porque es el presupuesto económico
jurídico que justifica la obligación documental asumida por el girador. Es una
posición más precisa y evidentemente más lógica que permite dar una solución
más realista al problema de la causa en los títulos de crédito.
Si volvemos a considerar la distinción causa-fuente y causa-fin, en relación
con la causa de los títulos de crédito, puede afirmarse que la causa-fuente no
puede faltar porque es su propia forma de exteriorizarse, documentalmente,
con virtudes constitutivas y dispositivas. La causa-fin es la relación
fundamental.
Establecida la conclusión que formulamos, veamos a continuación las
diversas proyecciones que tiene en el ámbito de las relaciones cambiarias.
1. Teniendo presente la vinculación de los dos elementos que forman la
estructura del título de crédito (documento y declaración documental), hay
que concluir que es el título, en tanto instrumento que documenta la relación
en él incorporada, el que está informado del carácter abstracto y no la
obligación, que se encuentra vinculada a una relación fundamental.

28
DERECHO COMERCIAL TOMO II

2. Si la causa-fuente nunca puede faltar por ser el acto externo de voluntad,


la causa-fin puede faltar y ella es la causa del título de crédito, supuesto el
caso de su emisión con fines económicos.
3. La relación entre quienes están vinculados por la relación fundamental y
quienes no lo están, tiene distinta relevancia jurídico-doctrinaria. La situación
entre el emisor y el beneficiario directo no ofrece duda porque están ligados
por la relación fundamental. No ocurre lo mismo con los terceros sucesores
del documento. Para la legislación cambiaria el portador legitimado es un
tercero de buena fe, que no participó en el negocio o relación fundamental, y
como su voluntad no se tuvo en cuenta al convenirse dicha relación, es
ajustado a derecho que las consecuencias jurídicas de tal negocio no le sean
oponibles.
4. Al ser así no se lesionan el rigor cambiario ni el favor de la circulación,
porque el sistema cambiario presume la existencia de la causa del título,
dando la posibilidad al sujeto pasivo de la relación fundamental de enervar la
relación cambiaria. En tal caso, la forma de hacerlo es acreditar la
inexistencia, la ineficacia o el carácter viciado de la relación subyacente. Sólo
que se invierte el peso de la prueba, porque éste recae en el sujeto que se
excepciona.
16. Concepto de título de crédito abstracto.
Puede decirse que es aquel documento cambiario que, por estar
desvinculado de su causa, no menciona la relación fundamental, y, en caso de
hacerlo, ello resulta irrelevante.
La abstracción se produce respecto de los portadores de buena fe, pero no
en relación con quienes celebraron el negocio causal. Ello equivale a decir que
no es que los títulos de crédito carezcan de causa-fin, sino que ella se presume
en el ámbito cambiario, resultando irrelevante respecto del portador de buena
fe, que no intervino en la relación fundamental.
Como no pueden existir obligaciones sin una fuente de la cual emanen, es
preciso afirmar que el ente que se encuentra informado del carácter abstracto
es el título de crédito cambiario y no la obligación misma. Mientras la causa-
fuente nunca puede estar ausente, la causa-fin puede faltar. Siendo irrelevante
la causa-fin, ella no afecta el derecho del portador legitimado para demandar
el pago del título, el que podrá reclamarse prescindiendo de la relación
fundamental de la cual no es parte. El deudor, por estar vinculado con el
portador sólo por la relación documental conectada al título, no tiene otras
excepciones que no sean las que emanan del propio documento.
17. Abstracción y autonomía en los títulos de crédito.
La abstracción cambiaria es la característica que impone al deudor
cambiario una prescindencia objetiva de la relación fundamental frente al
portador del título, tercero de buena fe. Mediante esta prescindencia objetiva,
exclusiva de los títulos abstractos, se concreta la total irrelevancia del negocio
causal en las relaciones cambiarias, que se producen entre los sujetos
vinculados por estas últimas.

29
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

La autonomía, en cambio, es una prescindencia subjetiva, en virtud de la


cual el deudor no puede oponer al portador excepciones basadas en las
relaciones personales con anteriores portadores del documento. Es de esta
manera porque, como quedó dicho, de cada transferencia del documento nace
un derecho nuevo para el portador, desvinculado del derecho de quien se lo
transfiere y de los demás portadores del título.
Por la característica de la autonomía, se considera que el actual portador se
ha vinculado directamente con el deudor primitivo, por lo que se prescinde de
las relaciones subjetivas ocurridas entre los tenedores intermedios. Mientras
que en virtud de la característica abstracción, el deudor requerido de pago por
el portador de buena fe debe prescindir objetivamente del negocio
fundamental que originó la creación del título de crédito.
Gracias al carácter abstracto, como así también a las otras características
comunes, el documento es un medio de circulación y cambio muy eficaz.
18. Características de formalidad de los títulos abstractos.
Los títulos de crédito abstractos son completos, en cuanto a que las
relaciones cambiarias quedan determinadas por su contenido literal, sometido
en algunos casos al cumplimiento de ciertos requisitos formales (artículo 1º de
la Ley Nº 18.092).
Los títulos de crédito abstractos, formales, se oponen a los títulos de crédito
causales, que son aquellos que pueden mencionar en su texto la causa o
relación subyacente que motivó su emisión. La causa tiene relevancia en este
caso, en el campo de las relaciones cartulares, en la medida que se haga
referencia literal a ella. Si la causa no se encuentra referida en el tenor literal
del título, no puede hacerse valer en el dominio de las relaciones cambiarias.
Estos títulos se denominan “no formales” o “incompletos”, porque en alguna
medida la cuantía, modalidad y eficacia se encuentran complementadas por la
referencia a la relación fundamental que motivó su libramiento. Ejemplo: los
bonos o debentures hacen referencia a la escritura de emisión y a la escritura
fundacional de la sociedad emisora.
19. Aspecto jurídico-real del título de crédito.
Incorporado el derecho en el título, se consigue la objetivación de ese
derecho, o, si se quiere, la objetivación del crédito, en el sentido de que al
quedar vinculado el crédito al documento material y correr la misma suerte de
éste, por una parte el documento adquiere un valor que no tenía en sí (valor de
crédito o derecho), convirtiéndose en una cosa nueva (res nova), y, por otra
parte, permite la circulación de ese valor incorporado con la circulación del
documento.
Junto con el aspecto puramente obligacional, derecho a la prestación, el
título de crédito comporta también un aspecto jurídico-real muy importante. El
documento funciona en el comercio como cosa que puede ser objeto de
negocios jurídicos y de derechos reales, recibiendo el tratamiento jurídico de
cosas muebles. Los títulos de crédito pueden ser objeto de compra, de venta;
pueden transarse en bolsa y fuera de ella; se transmiten y adquieren por
sucesión por causa de muerte y por donación; pueden ser objeto de depósito,

30
DERECHO COMERCIAL TOMO II

de prenda o de usufructo, y, en fin, ser judicialmente embargados y enajenados


en procedimiento de apremio. En todos los casos indicados, la relación jurídica
recae directamente sobre el título o documento como cosa en sentido corporal,
y sólo indirectamente sobre el derecho incorporado, aunque en verdad es éste
el que da valor a aquél.
20. Influencia de la relación obligacional sobre la relación real.
Debido al mutuo intercambio de los elementos que integran la estructura
del título de crédito, siendo el documento cosa mueble, no se le aplican
íntegramente las reglas del derecho común que fijan el régimen de esta clase
de cosas, pues si bien puede ser objeto de relaciones reales, su valor está dado
por el derecho que representa.
El documento está regido por el derecho común en cuanto cosa mueble, y la
relación obligacional, en cuanto derecho incorporado, está regulada por el
derecho comercial. Este último consagra un régimen de circulación propio de
los títulos de crédito, en el cual importa la propiedad formal sobre la materia;
incluso puede resultar legitimado el portador de un título robado.
21. Influencia de la relación real sobre la documental.
Todas las relaciones documentales están subordinadas al documento. La
conexión del derecho es imposible sin el título. En otras palabras, el derecho
se cosifica en el documento.
La emisión se concreta en el acto de entrega del documento; la legitimación
pasiva supone la presencia del documento para exigir la prestación y esta
última se cumple a cambio de la entrega del título, para evitar que siga en
circulación.
22. Adquisición y extinción de los derechos sobre el título y de los
derechos emergentes del documento.
Los derechos sobre el título pueden adquirirse originalmente por
apropiación, usurpación, expropiación, etc. En forma derivada, pueden
adquirirse esos derechos por cesión o endoso, lo que supone un tradente y un
adquirente.
La relación real sobre el título puede extinguirse en forma absoluta o
relativa. Hay extinción absoluta por destrucción accidental del título, por
destrucción voluntaria del mismo y cuando la destrucción es coetánea con la
extinción de la obligación documental. La extinción es relativa en caso de
pérdida, robo o hurto o extravío, porque mediante decreto judicial se
“desincorpora” la prestación que el documento llevaba prendida. Esta misma
extinción se origina en caso de fraccionamiento de un título en varios otros, y
en el evento de convención de varios títulos, en un solo documento.
Los derechos emergentes del título nacen nuevos en su integridad. Se
establece una relación directa y personal entre el portador y el deudor, aun
cuando existan intermediarios en la circulación del documento. Por tratarse de
una adquisición originaria de los derechos emergentes del título, no se pueden
oponer excepciones personales al portador del documento.

31
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

Nada impide que los derechos emergentes puedan adquirirse en forma


derivada por alguno de los modos del derecho común.
Los derechos conectados indisolublemente al documento se extinguen por
pago, novación, confusión, renuncia o remisión y prescripción. Todos estos
modos deben ir acompañados de la destrucción material del documento,
debido a la preeminencia que éste tiene sobre la relación documental.

Sección III
LA CLASIFICACIÓN DE LOS TÍTULOS DE CRÉDITO
23. Criterios de clasificación.
Podemos clasificar los títulos de crédito teniendo en cuenta su contenido y
la forma en la cual se han emitido. De acuerdo con el primer criterio, el
contenido normal del título de crédito lo constituyen los derechos de crédito
pecuniarios en él incorporados. Siguiendo el segundo criterio, la forma como
el título se emite determina con mayor o menor precisión la persona del
beneficiario del derecho documental, al mismo tiempo que es la base para
determinar su ley de circulación y, por ende, la forma como se legitima el
poseedor del mismo.
24. Títulos de pago, representativos de mercaderías y de participación
social.
Atendiendo al contenido del documento, o lo que es lo mismo al objeto de la
presentación, se distinguen tres grandes categorías de títulos de crédito:
–Títulos de pago o efectos de comercio;
–Títulos representativos de mercaderías, y
–Títulos de participación social o valores mobiliarios.
Si el título de crédito obliga al deudor a una presentación consistente en
pagar una suma de dinero, recibe el nombre de “título de pago” o “efecto de
comercio”. Pertenecen a esta categoría de títulos: la letra de cambio, el pagaré
a la orden, el cheque, la carta orden de crédito y la libranza.
Cuando el título de crédito incorpora el derecho de disposición sobre
determinadas cosas materiales, se denomina “título representativo de
mercaderías”. Forman parte de esta especie de títulos: los certificados o vales
de depósito en almacenes generales (warrants), las cartas de porte, los
conocimientos de embarque, las facturas, etc. La posesión del título equivale a
la posesión de las mercaderías en él especificadas y, en consecuencia,
transfiriendo el documento se transfieren también las cosas. De esta suerte, la
circulación material de las mercaderías (tradición de las mismas) se reemplaza
ventajosamente por la circulación del título, que resulta a todas luces más
rápida y más económica.
Por último, el contenido de los títulos de crédito puede no consistir en un
derecho de crédito concreto (pago de una suma de dinero) ni en el derecho a
exigir determinadas mercaderías, sino en un conjunto de derechos de diversa
naturaleza inherentes a la calidad de socio de la entidad que lo emite o a la
condición de acreedores de la misma. Estos son los títulos de participación

32
DERECHO COMERCIAL TOMO II

social. En ellos los caracteres del título de crédito que hemos estudiado se
encuentran un tanto debilitados e incluso la denominación común de títulos de
crédito respecto de ellos no es muy adecuada, por lo que se estima preferible
denominarlos “títulos-valores” o “valores mobiliarios”, como se les llama en
nuestro medio, expresión que es más amplia y comprensiva del término
“valor”. Son valores mobiliarios los títulos emitidos por las sociedades
anónimas: las acciones, que confieren a su titular el carácter de asociado y un
conjunto de derechos inherentes a esta calidad; los bonos o debentures,
emitidos también por las sociedades anónimas, que convierten a su portador
en acreedor de la sociedad emisora; los pagarés emitidos por instituciones
públicas, como los de la Tesorería General de la República, los del Banco
Central de Chile, los de la Caja Central de Ahorros y Préstamos, etcétera. Son
instrumentos muy eficaces para la circulación de los derechos y de la riqueza
en general.
25. Títulos al portador, a la orden y nominativos.
Esta clasificación se hace atendiendo a las condiciones formales para que
los títulos circulen y cumplan la función económica correspondiente. Este
criterio de clasificación toma en cuenta los requisitos que deben considerarse
para que los portadores queden legitimados y puedan ejercer los derechos
documentales. En ella están involucrados los valores de certeza, rapidez y
seguridad frente a los valores genéricos de justicia y equidad.
26. Títulos al portador.
Son aquellos que se emiten sin mencionar en su texto al beneficiario o que
apareciendo éste se les adiciona la cláusula “al portador”. Esta clase de títulos
contribuyó a la elaboración de la teoría general de los instrumentos de crédito;
actualmente se les considera como la expresión última de la propiedad
mobiliaria.
Los títulos al portador son los que más se identifican con las cosas muebles
y respecto de la incorporación del derecho en el documento, podemos señalar
que ella aparece realizada íntegramente. Tal identificación con las cosas
muebles es el fundamento de la circulación de los títulos al portador que debe
efectuarse por la entrega del documento. Es preciso enfatizar, en esta clase de
títulos, la innegable preeminencia que existe del documento sobre el derecho.
Por tratarse de título-cosa, la simple tradición del documento es suficiente
para quedar legitimado en el ejercicio del derecho. Los requisitos de
legitimación de un título al portador son, en consecuencia:
–Posesión del título;
–Presentación al sujeto requerido de pago.
Atendidas las características ya destacadas, los títulos al portador no son
susceptibles de reivindicación. En efecto, la posibilidad de ejercer la acción
reivindicatoria se dificulta porque frente al interés del que ha perdido
involuntariamente la posesión, por hurto, robo o extravío, están los derechos
del poseedor de buena fe que lo adquirió según su ley de circulación. Además,
hay un interés indirecto representado por la seguridad y confianza que deben
informar los negocios mercantiles. Ante esta pugna de intereses se prefiere el

33
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

derecho del nuevo portador de buena fe del título y no obsta a la regularidad


de su legitimación la circunstancia de que el transmitente u otro anterior se
apropiare indebidamente del documento, siempre que el portador actual
desconozca este hecho. Es precisamente esa ignorancia la que legitima al
portador y lo pone a salvo de la reivindicación del título. Lo complejo de la
solución radica en fijar, legislativamente, un principio general que teniendo en
cuenta los valores jurídicos y económicos de la circulación no lesione el interés
indirecto.
La doctrina se ha pronunciado por la no revindicación de los títulos al
portador, fundándose en el hecho de que no pueden ser determinados o
individualizados, exigencia fundamental de toda acción de dominio. Sin
embargo, se reconoce la importancia que tiene por parte del portador el
conocimiento de la circunstancia de haber sido perdido, hurtado o robado el
título al portador. La ley determina cuándo debe presumirse ese conocimiento
y ello ocurre cuando ha vencido el plazo de los avisos que dan cuenta del
extravío. Desde entonces el portador pasa a ser de mala fe, pues supo o debió
saber la circunstancia de la pérdida del título, y por ende puede sufrir la
reivindicación de parte del verdadero titular. Es indudable que la publicación
de que se trata debe ser anterior a la primera negociación del título, porque si
esta última se realiza antes del primer aviso, será válida y, por consiguiente, lo
serán también las posteriores.
27. Títulos a la orden.
Son los que, concebidos en forma esencial a nombre de determinada
persona, facultan a ésta, de modo expreso o implícito, a transmitirlo sin
intervención del deudor. Es fundamental destacar el carácter facultativo que
tiene la transmisión del documento, de tal modo que, si no circula mediante
endoso, siempre sigue siendo un título de crédito.
No existen fórmulas sacramentales para concebir esta clase de títulos.
Cuando el documento lleva las palabras “a la orden”, se deja constancia en
forma explícita que se trata de esta clase de títulos. En cambio, se hace
constar en forma implícita este carácter cuando en la redacción del documento
se incluye una denominación que tácitamente comprende la cláusula “a la
orden”.
Los títulos a la orden circulan mediante endoso, que es una declaración
documental literalizada al dorso del instrumento, con la firma de quien la
otorga. El endoso es traslaticio, legitimante y vinculatorio.
El portador de un título a la orden, para ejercer los derechos documentales,
debe acreditar su legitimación activa por los siguientes actos:
–Posesión del documento;
–Exhibición del mismo al requerido;
–Cadena ininterrumpida y regular de endosos.
La referida continuidad de los endosos supone la regularidad formal del
sistema documental. Basta que ella sea formal y externa para que el título
circule válidamente y puedan hacerse valer los derechos en él contenidos, sin
que ella resulte afectada por endosos en blanco o extendidos por incapaces o
por mandatarios fuera de los límites de sus poderes.

34
DERECHO COMERCIAL TOMO II

También se exige como requisito legitimante la identificación personal del


portador. Este requisito debe probarlo el portador y si no cumple con él no
puede ejercer los derechos del título. El deudor tiene la carga pasiva de
comprobar la concurrencia de los otros requisitos para que su pago sea
liberatorio.
28. Títulos nominativos.
Son los documentos que se giran a favor de determinado sujeto y tanto su
emisión como sus sucesivas trasmisiones deben inscribirse en el registro del
emisor. Estos títulos no son completos en su literalidad, porque no puede
prescindirse del registro del emisor. El creador del documento ha querido
mantener el control del nombre del tenedor y con ese propósito los emite a un
nombre individual.
En doctrina se les niega el carácter de títulos de crédito a los documentos
nominativos. León Bolaffio sustenta esta posición fundado en los siguientes
argumentos:
a) Por estar sometido al registro, el documento no es atributivo en cuanto a
derecho documental. No puede considerársele autónomo ni literal;
b) Tal registro reviste la forma de consentimiento del emisor, que es
imprescindible para que opere la transferencia, y
c) El emisor al estar facultado para no permitir la transmisión lesiona los
caracteres esenciales de los títulos de crédito.
Se refuta la doctrina negatoria señalando que el creador al girar el título en
esta forma asume el deber o carga de registrar cada transferencia, por lo que
jurídicamente no puede negarse a ello. Vivante destaca que la inclusión de los
títulos nominativos está justificada tanto en la práctica mercantil como por su
naturaleza jurídica. Agrega que el que niega el carácter de título de crédito al
documento nominativo, porque es necesaria la cooperación del deudor, comete
el error de buscar en todos los títulos de crédito el carácter de títulos al
portador, que circulan sin cooperación alguna y sin conocimiento del deudor.
Siendo así, debería negar tal carácter a los títulos de crédito a la orden, que
deben circular con la cooperación del deudor inmediato. Ahora bien, en el caso
de que el emisor de un título nominativo pueda oponerse a la transmisión,
indudablemente que ese documento deja de ser título de crédito.
Los títulos que se emiten nominativamente son las acciones, los bonos o
debentures. En algunos casos la carta de porte, el conocimiento de embarque
y los certificados warrants se emiten en forma nominativa. Los requisitos de
legitimación de esta clase de títulos son los siguientes:
– Posesión del título;
– Presentación al deudor;
– Cadena de traspasos y registro de los traspasos en el registro del emisor
del título;
– Identificación del portador.
Se denomina transfert el hecho de registrar las transmisiones del título
nominativo en el registro del emisor. Este acto es una carga sustancial o una
conducta debidamente fundada en la voluntad expresada por el emisor del
título al crearlo en esta forma.

35
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

El transfert es un requisito para la legitimación activa del titular. En el caso


de las acciones de sociedades anónimas, que deben emitirse en forma
nominativa, siendo títulos esencialmente negociables, la Ley Nº 18.046 y su
reglamento contienen las reglas aplicables a los traspasos, en cuanto a sus
formalidades y efectos. Asimismo se prohíbe el establecimiento de cláusulas
que limiten la libre negociabilidad de las acciones en las sociedades anónimas
abiertas.
29. Títulos públicos y privados; comerciales y civiles.
Atendiendo a la persona que los emite, los títulos de crédito pueden ser
públicos o privados. Se denominan efectos públicos los títulos de crédito
contra el Estado reconocidos como negociables; los de los establecimientos
públicos y empresas autorizadas para hacerlos circular, y los emitidos por los
gobiernos extranjeros, siempre que su negociación no esté prohibida (art. 68
del Código de Comercio).
Los títulos de crédito privados son aquellos emitidos por los particulares.
Atendiendo al carácter civil o mercantil de la relación jurídica que les da
origen, los títulos de crédito pueden clasificarse en civiles o comerciales. Con
todo, vale la pena señalar que, según lo previsto por el artículo 3º Nº 10 del
Código de Comercio, en su texto actual fijado por la Ley Nº 18.092, las
operaciones sobre letras de cambio, pagarés, cheques y sobre documentos a la
orden son comerciales, cualesquiera sean su causa y objeto y las personas que
en ellas intervengan. Se trata de una mercantilidad formal que no da lugar a
los actos mixtos o de doble carácter ni a la aplicación del principio de lo
accesorio. En su nuevo texto, la disposición se extiende a toda clase de
pagarés, no sólo a los girados a la orden como antes, a las operaciones sobre
cheques y sobre documentos a la orden. Al ser así, el campo de la
comerciabilidad formal se amplía notablemente, por lo que resulta que los
títulos de crédito civiles vendrían ahora a ser una excepción frente a los
comerciales.
30. Títulos unitarios y múltiples.
Esta agrupación se hace teniendo en cuenta la posibilidad de fraccionar el
documento. Son títulos unitarios los que no admiten fraccionamiento, y
múltiples, aquellos que sí lo posibilitan.
Finalmente, atendiendo a la forma de emisión, los títulos pueden emitirse
masiva o individualmente; ejemplos: acciones y bonos, en el primer caso, y
cheques, en el segundo.
31. Los efectos de comercio.
Efecto de comercio es aquel que puede jugar entre comerciantes un rol
análogo al de la moneda, tanto como ésta tiene un poder liberatorio.
Partiendo de ahí, podemos reconocer la existencia de un efecto de comercio
cuando se reúnen las características siguientes:
–Que se trate de un título negociable, es decir, transmisible por
procedimientos rápidos de derecho comercial no sometidos al régimen más
solemne del derecho civil;

36
DERECHO COMERCIAL TOMO II

–Que el valor en moneda corriente esté indicado en él, bajo el beneficio de


los riesgos de insolvencia, y veremos cómo la ley se ingenia para reducir estos
riesgos. Se sabe entonces lo que ellos representan y no se tiene que suponer lo
que ellos podrían significar en caso de ser vendidos. Un cheque de $ 20.000
vale $ 20.000, en tanto que un conocimiento que da derecho a la entrega de tal
cantidad de mercadería, que será descargada de un navío en tal puerto, no
tiene un valor absolutamente determinado;
–La indicación del valor en moneda no es solamente apreciativa, ella es
normativa; el efecto da derecho a percibir una suma de dinero; en otros
términos, él representa un crédito en dinero;
–Por último, este crédito es pagadero a corto plazo. La rapidez es una ley del
comercio. Si bien es cierto que los comerciantes piden a veces créditos a
mediano y largo plazo, no es ésta la forma usual empleada para pagar sus
deudas.
Sin embargo, el efecto de comercio no es moneda. Tres diferencias lo
separan por lo menos: en primer término, la moneda, se presenta bajo la forma
de cortes fijos de valor redondo, en tanto que los efectos de comercio,
correspondiendo a operaciones dadas y diferentes las unas de las otras, tienen
valores irregulares. Por otra parte, la moneda tiene curso forzado, vale por ella
misma y la confianza que ella inspira corresponde a la confianza en los
destinos de la nación, en tanto que el efecto de comercio vale primero por la
firma de aquel que se obliga. En fin, la moneda representa por naturaleza un
valor vencido o, más exactamente, posee un valor extratemporal, en tanto que
el efecto de comercio tiene un valor limitado en el tiempo y medido en el
tiempo: limitado, porque él no valdrá nada después de cierto lapso; medido,
porque corrientemente no da derecho al pago de la suma indicada sino a la
llegada de una fecha de vencimiento.
Esta última diferencia parece la más característica. Cuando el comprador de
un establecimiento de comercio paga a su vendedor suscribiendo pagarés de
valor igual, por ejemplo de $ 100.000 pagaderos de mes en mes, el 15 de cada
mes, y cuando esos pagarés son garantidos o avalados por un gran banco, las
dos primeras diferencias se escurren. Queda la tercera, que parece entonces
esencial. Sin embargo, todo efecto de comercio no comporta la estipulación de
un término: así, por ejemplo, el cheque; pero el valor del cheque está ligado a
la provisión constituida por el librador; y encontramos aquí una diferencia que
anteriormente parecía secundaria: la inseguridad relativa del efecto de
comercio en relación con la moneda.
Es bastante difícil pasar por un análisis más estricto la noción de efecto de
comercio. Respondiendo a los caracteres que hemos indicado más arriba, el
efecto de comercio no debe en definitiva parecerse mucho a la moneda. En
resumen, la diferencia irreductible es de orden psicológico: emitir, suscribir,
firmar un efecto de comercio es un acto normal en la vida de un comerciante;
recibir un efecto de comercio no equivale en absoluto, en el espíritu del
accipiens, a la seguridad de un pago hecho en moneda.

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RICARDO SANDOVAL LOPEZ

32. Diferentes efectos de comercio.


En nuestro país, los efectos de comercio más conocidos son: la letra de
cambio, el pagaré, el cheque y la carta orden de crédito. No existe, como en
otros países, la factura protestable, aun cuando en un proyecto de ley sobre
instrumentos negociables está prevista su creación.
En los capítulos IX y X estudiaremos en particular los aspectos principales
de los efectos de comercio que hemos mencionado.
En fin, hemos señalado que las personas jurídicas emiten títulos que
confieren derechos de asociados o de acreedores, denominados “valores
mobiliarios”, que son susceptibles de una negociación fácil, de una cotización
en bolsa de valores y que, al igual que los otros instrumentos que hemos
analizado, facilitan la circulación del crédito y de la riqueza.
33. Títulos causales y abstractos.
Atendiendo a los efectos que la causa tiene en la vida del título, pueden
clasificarse en causales y abstractos.
Son títulos de crédito causales aquellos en los cuales se menciona
expresamente la causa en el documento y ella se mantiene unida al mismo en
todos los aspectos jurídicos. El ejemplo clásico de esta categoría de títulos está
representado por las acciones de sociedades anónimas. En el derecho
nacional, el artículo 19 del Reglamento de Sociedades Anónimas, Decreto
Supremo Nº 587, publicado en el Diario Oficial de 13 de noviembre de 1982,
dispone que “Los títulos de acciones llevarán el nombre del dueño, el nombre
y sello de la sociedad, la fecha de escritura social y la notaría en que se haya
otorgado, la indicación de la inscripción de la sociedad en el Registro de
comercio…”. La indicación del nombre de la sociedad emisora y sus
formalidades de creación constituyen la expresión de la causa de los títulos de
crédito llamados acciones.
Por el hecho de mencionar la causa y vincularse constantemente a ella,
estos títulos son incompletos, en el sentido de que no se bastan a sí mismos
para determinar el contenido, las modalidades y el alcance del derecho que en
ellos se representa, por lo que se precisa recurrir a la relación subyacente que
constituye su causa.
Los títulos de crédito abstractos son aquellos que no mencionan en su texto
la causa o mencionándola esta indicación carece de efecto jurídico. La causa
está desvinculada del título abstracto y, por tal razón, no tiene ninguna
relevancia en su creación, circulación y ejecución. La letra de cambio es el
ejemplo por excelencia de esta clase de títulos. No cabe duda que los títulos
abstractos tienen como causa fin o causa mediata una relación jurídica, de
cualquier tipo, que le da origen, porque no se concibe que alguien pueda
obligarse sin una causa. Pero esta causa fin no es necesaria, porque basta la
existencia de la causa fuente o causa inmediata, consistente en la declaración
unilateral de voluntad a la que la ley le concede el efecto de generar la
obligación que se incorpora en el título y que se exterioriza a través de la
suscripción del documento, generalmente mediante la firma autógrafa del
obligado. De esta suerte, si nos preguntamos ¿por qué se obligó el aceptante
de la letra de cambio? La respuesta a esta interrogante es simple, se obligó

38
DERECHO COMERCIAL TOMO II

porque mediante un acto de su voluntad exteriorizada, firmó la letra en señal


de aceptación y a ese acto el derecho cambiario le atribuye el mérito suficiente
para dar nacimiento a la obligación cartácea. Ahora bien, si nos preguntamos
¿por qué razón se obligó el aceptante? Responderemos que se comprometió
porque entre él y el librador y beneficiario de la letra existe una relación
subyacente en la cual este último es acreedor del aceptante, pero esta razón
no necesita ser mencionada en la letra para que ella tenga eficacia cambiaria.
34. Títulos con soporte material cartáceo y títulos informáticos o de
representación electrónica.
Tal como lo expresamos a propósito de los elementos de su estructura, el
título de crédito se compone de un sustrato material, cosa mueble, documento,
y una declaración de contenido obligacional incorporada en dicho soporte. Así
nacieron los títulos de crédito que ahora denominamos con soporte material
cartáceo, para distinguirlos de la nueva categoría que ha surgido en los
últimos tiempos, en la cual el soporte material se sustituye por una anotación
en cuenta que se anota en un registro informático o electrónico.
Dedicaremos una sección aparte al estudio de los títulos de crédito sin
soporte material cartáceo, o títulos informáticos, electrónicos, cuya circulación
se realiza en forma telemática.
35. Los títulos de crédito impropios.
Existe una serie de documentos respecto de los cuales se llega a la
conclusión que no son títulos de crédito, porque no tienen todos los caracteres
esenciales y comunes que les son propios, a los que se les denomina títulos de
crédito impropios.
Pertenecen a esta categoría documentos tales como los pasajes marítimos,
aéreos, de autobuses, de ferrocarriles y del metro. También se encuentran en
este mismo grupo los billetes de lotería, la tarjeta o ficha de la guardarropía, la
entrada, el abono o contraseña para un espectáculo, la tarjeta de cualquier
apuesta o juego de azar, el ticket de estacionamiento, los recibos de bienes
entregados en reparación o para limpieza, la tarjeta de embarque o boarding
pass, el recibo del equipaje, el carnet de socio y todas las tarjetas de crédito
bancarias o comerciales o de cajero automático.
En la doctrina los títulos impropios se han agrupado en dos categorías,
atendiendo a su grado de complejidad; los comprobantes de legitimación y los
títulos de legitimación. Los primeros son simples documentos probatorios que
permiten al deudor cumplir la prestación, respecto del sujeto que presente el
documento, quedando en consecuencia liberado de ella, como por ejemplo, los
pasajes de ferrocarril, de autobuses o de metro, que se emiten por lo general
al portador, aunque frecuentemente se les declara intransferibles, porque se
refieren a derechos que no pueden ser objeto de circulación.
Los títulos de legitimación son también instrumentos probatorios de una
obligación nacida de un contrato cuya celebración acredita el título, de suerte
que si hay divergencia entre el tenor del título y el documento que contiene el
contrato, prevalece este último. Así, por ejemplo, si hay diferencia entre un

39
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

recibo de depósito y contrato mismo, primará lo previsto en el documento que


contiene el contrato.
Los títulos valores impropios son documentos que se emiten masivamente y
los destinatarios o acreedores son un conjunto de personas anónimas. En esta
clase de documentos el acreedor sólo tiene que exhibir el título para exigir la
prestación de que se trata, por lo que queda legitimado activamente y por
parte del deudor, el cumplimiento de la obligación frente al tenedor aparente,
importa liberación o legitimación pasiva. Constituyen ejemplos de esta clase
de títulos los billetes de lotería, el pasaje del metro o del autobús, la entrada o
el abono para el espectáculo.
Por su parte, los documentos de legitimación no se emiten en masa y el
beneficiario no es totalmente anónimo, de manera que el documento cumple
solamente la función de legitimación pasiva, en cuanto a que el deudor se
libera pagando al portador aparente. Sin embargo, estos documentos no
constituyen títulos de legitimación activa, en el sentido que se pueda exigir el
cumplimiento de la prestación con la sola exhibición de ellos, sino que más
bien el deudor puede negarse a cumplir la obligación exigiendo pruebas de su
condición de tenedor legítimo. Corresponde a esta clase de instrumentos la
contraseña de un guardarropa, un recibo de depósito, etc.
Lo esencial es la aptitud legitimadora de estos títulos, puesto que ellos
carecen de la función circulatoria o movilizadora de riqueza propia de los
títulos valores.

Sección IV
LOS VALORES MOBILIARIOS
36. Concepto y caracteres distintivos.
Se llaman valores mobiliarios o títulos de participación social los
documentos emitidos por las personas morales, públicas o privadas que
confieren derechos de asociados o de acreedores idénticos para una serie
dada, de tal suerte que esos títulos, por lo demás negociables según los modos
previstos por el derecho comercial, son susceptibles de una venta, de una
cotización colectiva, la cotización en la bolsa.
Estos valores mobiliarios son principalmente las acciones de las sociedades,
los bonos o debentures y títulos de préstamo del Estado o de las colectividades
públicas.
Estos valores son derechos mobiliarios. De ahí su nombre. Sirven de
colocación al ahorro y son objeto de especulaciones. Permiten alcanzar estos
dos objetivos porque su forma, que facilita su negociación, hace de ellos
bienes de fácil realización.
Existen tres formas de negociación aplicables a los títulos de participación
social, según su forma de emisión: la transferencia, que se aplica a los títulos
nominativos; la tradición, que se aplica a los títulos al portador, y el endoso,
que se aplica a los títulos a la orden.

40
DERECHO COMERCIAL TOMO II

Un valor mobiliario está siempre representado por un título, en su sentido


de instrumento. Sin embargo, un valor mobiliario es, en primer término, un
derecho o un conjunto de derechos.
Veamos en seguida con mayores detalles algunos aspectos de estas tres
formas de valores mobiliarios.
37. Valores mobiliarios al portador.
Son aquellos en los que el suscriptor se compromete a efectuar una o varias
prestaciones en dinero, a vencimientos determinados, en manos de quien le
presente el título, sin exigir ninguna justificación. El suscriptor está obligado
desde el momento que el título se encuentra en manos de otra persona distinta
de él mismo; ejemplo: bonos o debentures emitidos al portador.
Su obligación es, según nosotros, formal y literal; el alcance está fijado por
el tenor material del título y ella incumbe al suscriptor por el solo hecho de
haberlo emitido, independientemente del contrato que al origen puede haber
intervenido o debía intervenir entre el primer portador beneficiario y él
mismo.
Esta teoría, discutida por numerosos autores en Francia, explica la
existencia de un derecho propio y directo en todo poseedor del título, sin que
se le puedan oponer excepciones nacidas de los otros portadores anteriores. El
título al portador termina por incorporar en el instrumento el derecho de su
poseedor a exigir la prestación.
Sin embargo, los títulos al portador son individualizados por cuanto pueden
identificarse por un número de orden en una serie, indicada por letras o por
cifras. En materia de sociedades anónimas, la mayoría de las legislaciones
prohíbe la emisión de acciones al portador, como es el caso particular de
nuestro derecho.
38. Valores mobiliarios nominativos. Definición.
Se llaman así porque ellos contienen el nombre del titular. Más
exactamente, ese nombre es mencionado en un registro que lleva la
colectividad que lo ha emitido y que se llama Registro de Transferencia. Esta
inscripción en el registro es el título mismo de propiedad, y las mutaciones se
manifestarán por los cambios inscritos en dicho registro.
Por otra parte, es usual otorgar al titular un certificado nominativo que le
permite probar sus derechos, pero si bien esta prueba basta en general, ella es
débil en el evento de conflictos con las inscripciones en el Registro de
Transferencias.
Las reglas relativas a los títulos nominativos son el objeto de una atención
permanente de los legisladores. Ellas traducen, generalmente, la preferencia
que los legisladores sientan por esta clase de títulos y su hostilidad respecto
de los títulos al portador. Desgraciadamente no se han encontrado los medios
para conciliar dos órdenes de exigencias: la seguridad de las transacciones
sobre títulos nominativos y su rapidez. Los textos se esfuerzan en conseguirlo,
pero ellos son numerosos y poco eficaces. La razón profunda ha sido dada: si
en Inglaterra, por ejemplo, los títulos nominativos son de fácil negociación y
de empleo corriente, es porque el derecho inglés conoce en materia de

41
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

incapacidades un sistema infinitamente más simple y menos protector que el


nuestro, porque el régimen matrimonial de derecho común es la separación de
bienes. Nuestro sistema es complicado porque nuestro derecho matrimonial y
el régimen de incapacidades multiplican las pruebas que hay que rendir y las
trabas.
39. Grados en la forma nominativa.
Las sociedades o colectividades emisoras pueden disponer que los títulos
que ellos emiten serán y deberán permanecer nominativos. Los títulos cuya
conversión es así prohibida se llaman esencialmente “nominativos”. La misma
ley impone esta forma a ciertos títulos: acciones no pagadas, acciones en
garantía de los administradores, etcétera.
Cuando la ley no prohíbe y los estatutos permiten la forma al portador, todo
propietario de valores mobiliarios puede optar entre una y otra forma. Si él
elige la forma nominativa, sus títulos son simplemente nominativos, porque la
conversión al portador es posible en todo momento.
En fin, se llaman títulos “mixtos” aquellos en que el titular ha requerido el
otorgamiento.
40. Valores mobiliarios a la orden.
Todos los valores mobiliarios no pueden adoptar esta forma. Es más, en
algunos casos, como los valores emitidos por las sociedades anónimas,
concretamente en el caso de las acciones, está prohibido que ellas sean títulos
a la orden (art. 12 de la Ley Nº 18.046).
Lo mismo ocurre con los bonos o debentures que emiten las sociedades
anónimas, que sólo pueden ser nominativos o a la orden. Así lo establece en
nuestro medio el artículo 16 de la Ley Nº 18.045, de 22 de octubre de 1981,
sobre Mercado de Valores.
41. Diferentes valores mobiliarios.
En nuestro país, los valores mobiliarios más conocidos son las acciones de
las sociedades anónimas, los bonos o debentures que éstas mismas emiten y
los pagarés que emiten diferentes servicios del Estado, personas jurídicas de
derecho público. Tuvimos la ocasión de estudiar las acciones como partes
alícuotas en que se divide el capital de una sociedad anónima y en cuanto a los
derechos que ellas confieren a su titular. Aquí nos referimos a ellas desde otro
punto de vista, consideradas como instrumentos negociables que contribuyen
a la circulación de la riqueza.
Los bonos o debentures son títulos de crédito de tipo uniforme que se
emiten en serie y que representan un derecho de crédito (una obligación) en
contra de la sociedad anónima que los ha emitido. En nuestro medio, sólo las
sociedades anónimas constituidas y domiciliadas en Chile y las agencias de
sociedades anónimas extranjeras autorizadas pueden emitir bonos o
debentures (arts. 1º y 5º de la Ley Nº 18.045, sobre Mercado de Valores).
Conviene destacar, finalmente, que los bonos son documentos negociables
que dan a su titular el carácter de acreedor de la sociedad anónima emisora,
pero no el carácter de socio de ella.

42
DERECHO COMERCIAL TOMO II

Sección V
TÍTULOS REPRESENTATIVOS DE MERCADERÍAS
42. Ideas generales.
El contenido de la prestación representada en el título puede asimismo
consistir en el derecho a reclamar la entrega de ciertas mercaderías que se
mencionan en el documento. Pertenecen a esta categoría de títulos de crédito,
entre otros, la carta de porte, el conocimiento de embarque, conocido también
con la expresión inglesa bill of lading (BL), el certificado de depósito de
mercaderías en un almacén general, al que se le denomina certificado
warrants.
Estos títulos cumplen la importante función de movilizar las mercaderías en
ellos representadas, toda vez que al ser transferidos de acuerdo a su ley de
circulación, permiten al portador legítimo exigir la entrega de ellas. Ahora
bien, como dichos instrumentos pueden ser objeto de sucesivos traspasos, las
mercaderías circulan de un titular a otro, sin necesidad de recurrir a los
mecanismos tradicionales de mutación del dominio propios del derecho
común, esto es, título traslaticio y modo de adquirir, que sin duda harían
menos expedito el tráfico de las mismas. Trataremos por separado los
principales aspectos de estos títulos, no obstante que nos veremos obligados a
volver sobre ellos cuando analicemos los documentos propios del transporte.
43. Carta de porte. Definición legal.
En conformidad con los términos del artículo 173 del Código de Comercio,
“llámase carta de porte del documento que las partes otorgan para acreditar la
existencia y condiciones del contrato, y la entrega de las mercaderías al
porteador”.
El concepto legal tiene la virtud de describir el origen y las funciones
propias de la carta de porte. En efecto, el documento proviene de un acuerdo
de las partes del contrato de transporte terrestre y no de la voluntad ni como
una obligación impuesta a una de ellas, lo que se confirma con el tenor del
artículo 174 del Código de Comercio, que dispone: “Convenidos los
contratantes en el otorgamiento de la carta de porte, deberán extenderla y
firmarla por duplicado”.
44. Aspecto formal de la carta de crédito.
A diferencia de lo que ocurre con la letra de cambio, el pagaré y el cheque,
la carta de porte no es un título abstracto, porque en ella se menciona la
relación subyacente, en este caso el contrato de transporte terrestre, al cual se
mantiene vinculada y ejerce influencia sobre ella. En consecuencia, no se
puede prescindir del contrato de transporte en la carta de porte, toda vez que
el documento acredita su existencia como así también sus estipulaciones o
condiciones y la entrega de las mercaderías por el cargador al porteador. Se
trata de un título causado, porque el derecho incorporado se literaliza en el
documento mismo y los alcances y el contenido de la prestación están ligados
a la relación subyacente, esto es, al contrato de transporte terrestre.

43
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

En todo caso conviene reafirmar que la carta de porte es un título de


crédito, en cuanto a que participa de las características de necesariedad del
documento, literalidad y autonomía del derecho contenido en él. Por estos
rasgos definitorios esenciales y comunes de todos los títulos de crédito, la
carta de porte es un instrumento privilegiado para la movilización del derecho
a reclamar las mercaderías que en ella se representa, sólo que carece de las
ventajas que conllevan las características de abstracción y de formalidad que,
como ya expresamos, sólo acompañan a ciertos títulos valores.
De conformidad con lo previsto en el artículo 175 del Código de Comercio,
la emisión de la carta de porte está sujeta a ciertas enunciaciones que la
citada disposición señala. Sin embargo, al contrario de lo que sucede con la
letra de cambio y el pagaré, la omisión de indicaciones esenciales no implica
que la carta de porte deje de producir los efectos que le son propios, sino que
las menciones omitidas pueden acreditarse por cualquier medio de prueba
legal. En efecto, según el artículo 177 del Código de Comercio, “la omisión de
alguna de las enunciaciones que prescribe el artículo 175 no destruye el
mérito probatorio de la carta de porte, y las designaciones omitidas podrán ser
suplidas por cualquiera especie de prueba legal”.
Una vez que las partes han convenido en su emisión, la carta de porte debe
otorgarse al menos en dos ejemplares, suscritos por el porteador y el cargador,
que son las partes del contrato de transporte terrestre. En conformidad con el
artículo 175 del Código de Comercio, el documento ha de contener
indicaciones relativas a: nombre apellido y domicilio del cargador, porteador y
consignatario; la calidad genérica de las mercaderías, su peso y las marcas y
número de bultos que las contengan; el lugar de la entrega; el precio de la
conducción; el plazo en que debe hacerse entrega de la carga; el lugar y fecha
de su otorgamiento y cualesquiera otros pactos o estipulaciones que acuerden
los contratantes.
En cuanto a la modalidad de circulación del documento, ella queda
determinada por la forma en que éste se extienda, que puede ser nominativo, a
la orden o al portador, según lo previene expresamente el artículo 176 del
Código de Comercio. En consecuencia, el cesionario, el endosatario o portador
de la carta de porte se legitima para ejercer todos los derechos emergentes
del título y cumplir todas las obligaciones y cargas derivadas del mismo.
Aunque en un lenguaje impropio, el inciso 2º, del artículo 176 del Código de
Comercio reconoce las funciones constitutivas y dispositivas de este título de
crédito al establecer que: “el cesionario, endosatario o portador de la carta de
porte se subroga en todas las obligaciones y derechos del cargador”.
45. Efectos de la carta de porte.
Como todo documento y de acuerdo a los términos que nuestro legislador
emplea en su definición, la emisión de la carta de porte tiene por efecto
acreditar la existencia y condiciones del contrato de transporte terrestre y la
entrega de las mercaderías al porteador. Si las partes han convenido en la
expedición de este documento y en el hecho lo han otorgado, la prueba de la
existencia del contrato, de sus estipulaciones y de la obligación del cargador
de entregar las mercaderías al porteador, debe hacerse sólo al tenor de la

44
DERECHO COMERCIAL TOMO II

carta de porte. Como se trata de un instrumento privado suscrito por las


partes, reconocida la firma por cualquiera de ellas, no se admiten contra el
tenor de la carta de porte otra excepciones que las de falsedad, omisión o
error involuntario (art. 178, Código de Comercio). Sin embargo, dado que el
documento no tiene un carácter formal, la omisión de alguna de las
enunciaciones que la ley prescribe no destruye el mérito probatorio de la carta
de porte, y las indicaciones omitidas pueden suplirse por cualquier especie de
prueba legal. Asimismo, habida consideración que el libramiento de la carta
guía no constituye solemnidad del contrato de transporte terrestre, en su
defecto la entrega de las mercaderías hecha por el cargador al porteador
puede justificarse por cualquier medio de prueba.
Conviene destacar que las funciones del instrumento que analizamos no se
agotan en la prueba de la existencia del contrato ni de su contenido, sino que,
además, el documento cumple el rol de dar nacimiento al derecho para
reclamar la entrega de las mercaderías objeto de la conducción, es decir, dicha
facultad se constituye gracias a la emisión del título y no podría generarse
prescindiendo de él. En la carta de porte, como en los demás títulos de crédito,
el documento cumple la función constitutiva del derecho mencionado en ella.
Por otra parte, la única forma de disponer de las mercaderías representadas
en el título consiste en transferir el documento de acuerdo a la ley de
circulación, por lo que no cabe duda alguna que él asume también una función
dispositiva que facilita la circulación.
46. Conocimiento de embarque.
Este documento tiene su origen en el desarrollo del transporte marítimo en
el sistema jurídico del Common Law, propio de los países que constituyeron y
de algunos que aún siguen formando parte de la denominada mancomunidad
británica, donde se le conoce con el nombre de bill of lading.
En la legislación nacional el artículo 977 del Código de Comercio define el
título de crédito que nos ocupa en los siguientes términos: “El conocimiento de
embarque es un documento que prueba la existencia de un contrato de
transporte marítimo, y acredita que el transportador ha tomado a su cargo o
ha cargado las mercancías y se ha obligado a entregarlas contra la
presentación de ese documento a una persona determinada, a su orden o al
portador”.
Al igual que en el caso de la carta de porte, la definición legal del
conocimiento de embarque describe las funciones del título, pero en este
último caso el concepto es más completo en cuanto a contener las funciones
constitutivas y dispositivas propias del documento, en aquella parte de la
disposición citada que señala “y se ha obligado a entregarlas (las mercancías)
contra la presentación de ese documento o una persona determinada, a su
orden o al portador”.
El documento ha cumplido y sigue cumpliendo unas funciones importantes
en el desarrollo del transporte de mercancías por mar, puesto que es poco
frecuente, por no decir inusual, que se lleve a cabo un contrato de este tipo sin
la expedición del conocimiento de embarque. Durante el siglo XIX y buena
parte del siglo XX, el contrato de transporte marítimo se regulaba sobre la

45
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

base de este documento, pero a partir de las Reglas de Hamburgo de 1978,


que entraron en vigencia el 1 de noviembre de 1992, hay normas,
generalmente imperativas, que reglamentan este contrato, que no se
circunscriben sólo a este documento.
47. Aspectos formales del conocimiento de embarque.
Sin duda que el primer aspecto formal que se deduce de la definición legal
del conocimiento de embarque es que se trata de un documento y que se
otorga por escrito. A este respecto interesa considerar la disposición del
artículo 978 del Código de Comercio, que previene que cuando se emplea la
expresión por escrito, en el párrafo 3º, que regula el transporte marítimo, se
entiende que ella comprende el telegrama, el télex, u otros medios que
estampen, registren o repitan lo expresado por cada parte mediante
instrumentos o aparatos diseñados para tal efecto. De esta suerte, el
conocimiento de embarque como documento emitido por escrito puede
expedirse por cualquiera de los medios antes señalados e incluso está
reconocida la posibilidad de emitirlo mediante el empleo de computadores.
Por otra parte, una de las indicaciones del conocimiento de embarque es la
firma del transportador o de la persona que actúe en su nombre. Según el
artículo 1014, inciso 2º, del Código de Comercio, se entiende que el
conocimiento de embarque firmado por el capitán de la nave que transporte
las mercancías, lo ha sido en nombre del transportador. La firma del
conocimiento de embarque, de acuerdo con lo previsto en el inciso 3º de la
disposición recién citada, puede ser “manuscrita, impresa en facsímil,
perforada, estampada en símbolos o registrada por cualquier otro medio
mecánico o electrónico”. Es interesante destacar que las diversas alternativas
de estampar la firma en el conocimiento de embarque que admite nuestra
legislación son el fruto de la inspiración del Libro III del Código de Comercio,
relativo al comercio y la navegación marítimos, en el Convenio de las Naciones
Unidas sobre el Transporte Marítimo de Mercancías suscrito el 31 de marzo de
1978, en Hamburgo, más conocido como Reglas de Hamburgo. El aludido
convenio es obra de la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho
Mercantil Internacional (CNUDMI o UNCITRAL).
Las estipulaciones propias del conocimiento de embarque están señaladas
en el artículo 1015 del Código de Comercio, entre las cuales destaca la
naturaleza general de las mercancías, las marcas principales necesarias para
su identificación; una declaración expresa, si procediere, sobre su carácter
peligroso; el número de bultos o de piezas y el peso de las dichas mercancías o
su cantidad manifestada de otro modo; el estado aparente de las mercancías;
el nombre y el establecimiento principal del transportador; el nombre del
cargador; el nombre del consignatario; el puerto de carga; el puerto de
descarga; el número de originales, si hubiere más de uno; el lugar de la
emisión; la firma del transportador o de la persona que actúe en su nombre; el
flete, en la medida que deba ser pagado por el consignatario; la fecha de
entrega de las mercancías en el puerto de descarga y todo límite o límites
superiores de responsabilidad que se hayan pactado en conformidad con el
artículo 977 del Código de Comercio.

46
DERECHO COMERCIAL TOMO II

Como se trata de un documento que no tiene carácter formal, la omisión de


una o varias de las enunciaciones del artículo 1015 del Código de Comercio no
afecta la eficacia jurídica del conocimiento de embarque, siempre que se
ajuste a la definición que de él da el artículo 977 del mismo cuerpo legal.
Por último, el transportador o el transportador efectivo cuando se hace
cargo de las mercancías, debe emitir el conocimiento de embarque al
cargador, si éste lo solicita. La obligación de expedir el título de crédito
mediante el cual se reconoce haber recibido las mercancías pesa sobre el
transportador marítimo cuando el cargador lo pide.
48. Funciones del conocimiento de embarque.
Si nos atenemos a la definición legal contenida en el artículo 977 del
Código de Comercio, las funciones del título de crédito que estudiamos son las
siguientes:
– probar la existencia del contrato de transporte marítimo;
– acreditar que el transportador ha tomado a su cargo o ha cargado las
mercancías, esto último cuando se emite con la mención embarcado; y
– constituir la obligación del transportador marítimo de entregar las
mercancías contra la presentación del título a una persona determinada, a su
orden o al portador.
Atendida la función probatoria que el título desarrolla, la legislación
nacional establece la facultad del transportador o de la persona que emita el
conocimiento de embarque en su nombre, para estampar en él determinadas
reservas en los casos que señala el artículo 1017 del Código de Comercio, de
las que trataremos en el análisis del contrato de transporte de mercancías por
mar. Fuera de los casos en que se haya hecho reserva y en la medida de esta
última, el conocimiento de embarque hace presumir, salvo prueba en
contrario, que el transportador ha tomado a su cargo o, en el evento de
haberse extendido con la indicación embarcado, que ha cargado las
mercancías, tal como aparecen descritas en dicho documento.
El carácter de título de crédito representativo de mercancías del
conocimiento de embarque se reitera con la disposición del artículo 1020 Nº
2º del Código de Comercio, según la cual no se admite al transportador prueba
en contrario, si el conocimiento de embarque ha sido transferido a un tercero,
incluido el consignatario, que ha procedido de buena fe basándose en la
descripción de las mercancías que figuraba en ese documento.
Finalmente, insistimos en que las normas del Código de Comercio que
reglamentan el conocimiento de embarque, inspiradas en las Reglas de
Hamburgo de 1978, no dejan duda acerca de las funciones probatorias,
constitutivas y dispositivas del documento como elemento integrante de la
estructura de este título de crédito.
49. Otros documentos del transporte marítimo.
En los Estados Unidos de Norteamérica y en Francia se conocían unos
documentos de transporte marítimo distintos de los conocimientos de
embarque, denominados straight bills of lading, lettres de voiture maritime,
que se caracterizaban por ser no negociables. Tales documentos pueden ser

47
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

considerados como el antecedente más inmediato de otros instrumentos que


hoy tienen aplicación en el transporte marítimo, llamados seawaybills. Estos
últimos son de hecho cartas de porte marítimas, que sustituyen a los
conocimientos de embarque, en aquellos sectores del tráfico mercantil en los
que no es necesario recurrir a la utilización de títulos de crédito
representativos de las mercancías transportadas, para disponer de ellas
durante el viaje.
El seawaybill menciona en su texto el contrato de transporte en virtud del
cual se emite y describe o individualiza la carga recibida por el porteador. En
este tipo de documento la entrega deberá efectuarse a quien se identifique
como el sujeto inicialmente designado a tal fin o como su agente (o
causahabiente). Por consiguiente, el seawaybill no puede ser considerado en la
categoría de los títulos de crédito, por lo que sus eventuales transmisiones
deberán realizarse de acuerdo a las normas de la ordinaria cesión de créditos.
Un destacado autor en la doctrina italiana califica al seawaybill como un
documento de legitimación, que permite al deudor liberarse de su obligación
cumpliéndola frente a cualquier tenedor que lo presente, lo cual simplifica la
carga –onus– de comprobar la titularidad del crédito.
Pero ésta no es la postura dominante sobre los seawaybills, porque se
sostiene por la mayoría- que el deudor sólo se libera de su obligación mediante
el cumplimiento ante la persona indicada al efecto en el contrato, y, desde
luego, la eventual circulación del documento no puede considerarse sometida
a las reglas propias de los títulos de crédito perfectos o completos, sino, como
ya indicamos, a las de la cesión de créditos. El cesionario no adquiere la
titularidad de un derecho literal y autónomo, sino un derecho derivado del
cedente, con todas sus calidades y vicios, pudiendo el deudor cedido oponer
todas las excepciones que tengan su origen en el negocio subyacente, es decir,
en el contrato de transporte.
En cuanto a la eficacia probatoria de la recepción de las mercancías
atribuida al seawaybill respecto del destinatario, ella es análoga a la aplicable
respecto del tenedor de un conocimiento de embarque. Aun negando a los
seawaybills el carácter de títulos de crédito, no hay ninguna razón válida para
privarles de la eficacia probatoria que se atribuye a los conocimientos de
embarque en poder de quien no sea el cargador. Por el contrario, según el
artículo 18 de las Reglas de Hamburgo, la entrega de un documento distinto al
conocimiento de embarque crea la presunción, que admite prueba en
contrario, de la celebración del contrato de transporte marítimo y de la
recepción por el porteador de las mercancías objeto de dicho contrato en el
estado descrito en él.

Finalmente, la exclusión del seawaybill de la categoría de los títulos de


crédito representativos de mercaderías o títulos de tradición, nos lleva a la
conclusión de que este documento tiene como característica esencial la
circunstancia de carecer de la función dispositiva o, lo que es lo mismo, por no
constituir un vehículo que permita sustituir con su entrega la traditio real de
las cosas transportadas.

48
DERECHO COMERCIAL TOMO II

50. Documentos del transporte multimodal.


Esta variedad de transporte consiste en la concurrencia de una pluralidad
de porteadores en la conducción de la carga, para asegurar un resultado más
eficiente que se traduce en llevarla de puerta a puerta, sobre todo si se tiene
en cuenta que el transporte es un contrato esencialmente complementario,
porque sin duda las mercancías transportadas serán objeto de otros negocios.
Un ejemplo de esta clase de transporte es el traslado de automóviles por
ferrocarril, en buques-canguro, en barcos portacontenedores, en aviones-cargo
y en camiones especiales.
De conformidad con el artículo 1041 Nº 1 del Código de Comercio, por
transporte multimodal se entiende “el porteo de mercancías por a lo menos
dos modos diferentes de transporte, desde un lugar en que el operador de
transporte multimodal toma las mercancías bajo su custodia hasta otro lugar
designado para su entrega”. Es evidente que cuando la operación de
transporte se realiza por varios medios no puede documentarse en función de
uno solo de ellos, ya que esta simplificación implicaría desconocer la
diversidad básica e incluso el régimen de las relaciones que se establecen
entre el cargador y los porteadores. A este propósito el Convenio de las
Naciones Unidas sobre Transporte Multimodal, aprobado en Ginebra el 24 de
mayo de 1980, admite la configuración de un documento destinado a reflejar
dichas relaciones, dejando al cargador-expedidor la facultad de determinar el
carácter negociable o no negociable del documento de transporte multimodal
y en consecuencia el régimen de circulación, que puede ser el específico de los
títulos de crédito o el genérico de la cesión de créditos.
Los documentos entregados a los cargadores por los operadores de
transporte multimodal, autónomos e independientes de los títulos singulares
correspondientes a cada una de las fases de la operación, se denominan
documentos del transporte multimodal o documentos del transporte
intermodal, y su inclusión dentro de la categoría de los títulos de crédito se
basa en el artículo 6.2 del Convenio de las Naciones Unidas sobre Transporte
Multimodal, en la norma 2.6 de las Reglas de UNCTAD y de la Cámara de
Comercio Internacional, relativas a los documentos del transporte multimodal,
en su configuración de acuerdo con los formularios de la Federación
Internacional de Asociaciones de Transitarios y Asimilados (FIATA-BL) y en la
redacción dada al Combined Transport Bill of Lading de INTRANSA, como
título endosable. Siendo esto así, los documentos del transporte multimodal
confieren a sus tenedores legítimos, en virtud de su ley de circulación, la
facultad de ejercer los derechos representados en ellos, por lo que hay que
concluir que son auténticos títulos de créditos y no simples títulos de
legitimación.
51. Certificado warrants.
Este título de crédito se emite cuando se celebra el contrato de depósito en
Almacenes Generales de Depósito, conocidos con la expresión en idioma inglés
warrants. Al igual que la carta de porte y el conocimiento de embarque, se
trata de un documento en el cual se conecta indisolublemente el derecho de

49
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

reclamar determinadas mercaderías, en este caso, las que han sido objeto del
depósito.
La Ley Nº 18.690, de 2 de febrero de 1988, su Reglamento, contenido en el
Decreto Supremo Nº 152, del Ministerio de Agricultura, de fecha 27 de marzo
de 1989, y la Circular Nº 1 Normas para Almacenes Generales de Depósito y
sus Entidades Evaluadoras, de fecha 4 de abril de 1988, de la
Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras, constituyen la
normativa aplicable en esta materia.
En conformidad con lo previsto en el artículo 1º de la Ley Nº 18.690, “el
contrato de almacenajes es aquel en virtud del cual una persona llamada
depositante entrega en depósito a otra denominada almacenista mercaderías
de su propiedad de cualquier naturaleza, para su guarda o custodia, las que
pueden ser enajenadas o pignoradas mediante el endoso de los documentos
representativos de las mismas emitidos por el almacenista, esto es, del
certificado de depósito o del vale de prenda, en su caso, todo de conformidad a
las disposiciones de la presente ley”.
El contrato de almacenaje recién definido se perfecciona mediante la
entrega del certificado de depósito y del vale de prenda que el almacenista
otorga al depositante una vez recibidas las mercaderías. Los almacenistas
están obligados a inscribir estos documentos en un registro que deben llevar
al respecto.
El carácter de título de crédito del certificado de depósito, en adelante
warrants, se advierte porque el documento constituye el derecho del portador
para reclamar las mercaderías depositadas, acredita la celebración del
contrato de almacenaje al cual el título está ligado y, al mismo tiempo,
desempeña la función dispositiva, porque el traspaso de las mercaderías
depositadas se hace mediante el endoso del título. Los artículos 1º y 4º inciso
final de la Ley Nº 18.690 confirman lo señalado precedentemente en cuanto a
que las mercaderías pueden ser enajenadas o pignoradas mediante el endoso
de los documentos representativos de las mismas y, en lo relativo a que el
dominio de las especies depositadas se acreditará frente a terceros mediante
el certificado de depósito expedido por el almacenista. Por su parte el artículo
6º de la citada ley dispone que el dominio de las especies depositadas en los
almacenes se transfiere mediante el endoso del certificado de depósito.
52. Aspectos formales del warrants.
De acuerdo a lo previsto por el artículo 5º de la Ley Nº 18.690, tanto el
certificado de depósito como el vale de prenda deben emitirse con unas
mismas enunciaciones. Las menciones de esos documentos son las siguientes:
1. la designación o ubicación del almacén en que se hubiere hecho el
depósito e individualización del almacenista;
2. el número de orden y fecha del otorgamiento de los certificados;
3. el nombre, profesión y domicilio del depositante;
4. la naturaleza, calidad y cantidad de las especies depositadas;
5. el estado actual de éstas;
6. los seguros que las caucionen;

50
DERECHO COMERCIAL TOMO II

7. las marcas y demás indicaciones necesarias para determinar la identidad


y el valor de las especies depositadas, o bien, las indicaciones que exija el
reglamento para establecer las características y fijar el valor de esas mismas
especies;
8. el plazo de vigencia y las prórrogas que las partes acuerden, respecto del
depósito;
9. la declaración del depositante de su calidad de dueño de las especies
almacenadas, expresando si existe algún gravamen, prohibición o embargo
sobre tales especies, y
10. la constancia de su anotación en el registro del almacenista.
Aunque la Ley Nº 18.690 no lo dice expresamente, la emisión de los títulos
que emanan del contrato de almacenaje debe cumplir con todas las
enunciaciones que señala su artículo 5º, lo que se deduce de la frase “tendrán
las siguientes indicaciones”. En todo caso se trata de un título de crédito
vinculado tanto en la emisión como en sus efectos al contrato de almacenaje
que constituye su causa. En consecuencia, al igual que la carta de porte y el
conocimiento de embarque, el certificado warrants es un título de crédito
causado, puesto que carece de la característica de abstracción.
53. Transferencia del warrants.
No obstante que al definir el contrato de almacenaje el legislador dispone
que las mercaderías representadas en el certificado warrants se enajenan
mediante el endoso de dicho título, en verdad el título se emite en forma
nominativa, se inscribe en el registro del emisor, de manera que su traspaso no
se hace por el simple endoso, como ocurre con los títulos expedidos a la orden.
Este endoso está definido y regulado por el Reglamento de Almacenes
Generales de Depósito, en los siguientes términos: “el endoso es el escrito por
el cual el legítimo tenedor del certificado de depósito o del vale de prenda
transfiere las mercaderías depositadas o las constituye en prenda según el
caso. El endoso deberá ser firmado y fechado por el endosante”.
A juicio de un autor de la doctrina nacional, “nos encontramos frente a una
situación especial creada por la Ley de Warrants, que rebasa los moldes de la
definición clásica, dándoles a estos documentos característica de “Nominativos
y también a la Orden”. Estos documentos no pueden, en caso alguno, ser
emitidos “Al portador”, o endosados en blanco. Tampoco son documentos
“Nominativos” propiamente tales, pues su transferencia se efectúa mediante el
endoso; y tampoco son documentos “a la orden” propiamente tales, porque no
pueden ser endosados a simple firma, o en blanco, y debe individualizarse el
cesionario, el domicilio y la fecha. Todo ello sin perjuicio de las inscripciones
en los registros del almacenista y las anotaciones correspondientes en los
respectivos documentos”.

51
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

Sección VI
TÍTULOS DE CRÉDITO INFORMÁTICOS, ELECTRÓNICOS O
TELEMÁTICOS
54. Cambio de soporte.
Aparte del problema que suscita la noción de título de crédito, los elementos
de su estructura, la vinculación existente en ellos, la imposibilidad de incluir
dentro del concepto un cierto número de títulos que se emplean en la actividad
mercantil, se ha planteado desde un tiempo a esta parte la cuestión del
elevado número de títulos de crédito que se emiten, las dificultades del manejo
de ese enorme volumen y el costo que ello implica. Los títulos valores están
siendo víctimas de su propio éxito, porque las dificultades no sólo se suscitan
respecto de los que se emiten masivamente, como las acciones, bonos y
debentures, sino que también en relación con aquellos de emisión individual,
como son las letras de cambio, cheques, pagarés, etc.
La emisión masiva de títulos de crédito hace que, en ciertos supuestos, ellos
no resulten apropiados para cumplir la función económico-jurídica que se
deseaba lograr con su empleo, en especial la de ser instrumentos de
representación y vehículos de movilización de los derechos y de la riqueza en
general. Los problemas derivados de la masificación de los títulos valores se
intenta superar con el empleo de la securitización, que permite representar en
un solo documento miles de títulos, con el uso de la contabilidad y de la
informática. Gracias al empleo de la informática se puede lograr que los títulos
de crédito emitidos cumplan su función en la circulación, esto es, el traspaso
de los derechos en ellos representados, no obstante que el título permanezca
inmovilizado o que la transferencia del derecho tenga lugar aun en el caso en
que el documento mismo se haya emitido. Esto último importa que la conexión
permanente o el consorcio indisoluble entre el sustrato material (documento) y
la declaración de contenido obligacional (derecho representado), que dan
origen al título de crédito, deja de ser relevante, toda vez que el título con el
empleo de la informática se ha desmaterializado, en cuanto a que se omite el
soporte material o documento sobre papel.
Nos parece que más que haberse desmaterializado el título de crédito, ha
cambiado el soporte de su creación. Mediante el empleo de medios
electrónicos, como por ejemplo con el uso de un computador, es posible hacer
anotaciones que sirven para crear y probar la existencia de un derecho en
favor de cierto titular y mediante otra anotación es posible registrar la
transferencia del derecho hacia otra persona. Siendo esto así, en el soporte
electrónico se pueden registrar los elementos característicos de un derecho, a
saber: el sujeto titular, el contenido, extensión y modalidades del derecho, una
referencia técnica de la operación de adquisición y de traspaso de ese
derecho. Además, el soporte electrónico facilita el registro de los datos
característicos del derecho, puede reproducirlos cuando se desee, para
entregar al titular un documento para justificar su legitimación como para
permitir la negociación de dicho derecho.

52
DERECHO COMERCIAL TOMO II

El reemplazo de los títulos de crédito por anotaciones en cuenta de los


derechos que se incorporaban en dichos documentos, se debe a un significado
diferente que se le ha dado desde el punto de vista jurídico a la anotación
contable. En efecto, antes la anotación contable siempre hacía presumir la
existencia de la entrega de una cosa, por ejemplo, el pago mediante la entrega
de dinero o un documento representativo de dinero. Ahora, se considera que la
anotación contable tiene valor propio, sin que sea necesario la entrega de una
cosa o de un título de crédito. Al ser de esta manera, la anotación contable
produce los efectos del título traslaticio de dominio, sin que se requiera
conectar el derecho a un documento, siendo suficiente el sólo asiento contable.
En otros términos, la anotación en cuenta se convierte en el registro
constitutivo del derecho de que se trata, juega el papel constitutivo que
desempeña el soporte documental del título de crédito, sólo que con la
anotación en el registro electrónico no será necesario el documento de papel.
La sustitución del soporte de papel de los títulos de crédito por anotaciones
contables hechas mediante el empleo de medios electrónicos se ha recogido en
diversos ordenamientos jurídicos, tanto respecto de los títulos emitidos
masivamente como acciones de sociedades anónimas. En este caso se eliminan
los títulos como soporte de la representación de los derechos, aunque a veces
no se suprime toda utilización de papel en el sistema operativo que se
configura y además esa eliminación del soporte documental se justifica porque
existe una amplia gama de elementos o medios auxiliares, tales como recibos,
resguardos, notas, listados, que tienen carácter confesorio o informativo.
Tratándose de los títulos representativos de dinero o efectos de comercio, que
se emiten individualmente, se sigue recurriendo al título como instrumento en
el que se representan o incorporan los derechos, pero se le inmoviliza y se le
sustituye en la circulación por indicaciones o referencias hechas a través del
sistema informático con empleo de medios electrónicos, por ello se denomina
truncamiento del cheque, letra de cambio o pagaré en su caso, aprovechando
la experiencia francesa de la lettre de change rélevé, o letra de cambio
incorporada al soporte electrónico.
En la materia que estamos tratando debe considerarse la existencia del
principio de la equivalencia funcional, según el cual la anotación en cuenta de
los valores produce los mismos efectos jurídicos que la emisión y entrega de
los títulos valores con soporte material de papel. Esto implica que así como la
transferencia del derecho incorporado se produce, en los títulos valores con
soporte de papel, mediante la entrega del documento, este mismo efecto
jurídico se logra respecto de los títulos de crédito representados en
anotaciones en cuenta, gracias a una transferencia contable.
Con todo, existen notables diferencias entre los valores mobiliarios
representados por títulos con soporte material de papel y los valores
representados por anotaciones en cuenta. En efecto, al producirse en los
valores de representación tabular el cambio de soporte o la
“desincorporación” del derecho respecto del título, no cabe aplicarles el
régimen jurídico tradicional de los títulos valores, concebidos sobre sustrato
material de papel. Al ser así, hay que concluir que nos encontramos ante un
nuevo régimen jurídico de circulación de bienes inmateriales, pues la esencia

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RICARDO SANDOVAL LOPEZ

de los valores anotados está formada por derechos de contenido patrimonial y


su forma de creación y de traspaso es diferente a la de los títulos de crédito
tradicionales.
55. Consagración legal de los títulos de representación electrónica o
tabular.
Cerca de mediados del siglo XX, en 1949, se fundó la Société
Interprofesionnelle pour la Compensation des Valeurs Mobilières (SICOVAM),
en Francia, a la cual se podía en forma facultativa entregar los títulos
representativos de valores negociables. Desde 1984, la entrega de los valores
negociables, tanto nominativos como al portador, a las SICOVAM fue
obligatoria. La idea de título al portador a partir de esa época cambia, porque
dicho valor es inscrito en cuenta ante un intermediario financiero afiliado a la
SICOVAM el título nominativo es aquel que se inscribe en cuenta ante el sujeto
emisor del mismo. Los valores negociables no se emiten sobre un soporte
material de papel, sino que las entidades emisoras, la SICOVAM y los afiliados
a ésta, abren cuentas para cada emisión, anotando el nombre de sus titulares y
dejando constancia de los traspasos mediante simples asientos. El sistema se
auxilia con el empleo de la informática.
Desde 1937, mediante la Depotgesetz, se autoriza en Alemania un sistema
de títulos que admite su transferencia sin su entrega material. A partir de
dicha ley, junto con el régimen tradicional de depósito de títulos con la
obligación de restituir los mismos títulos recibidos (Sonderverwahrung),
instaura el sistema de depósito de títulos fungibles, es decir, emitidos en
blanco, que sólo obliga al depositario a devolver títulos de la misma especie y
valor nominal (Sammelverwahrung). Cuando se hace un depósito acumulativo
de esta segunda clase, el derecho de propiedad del depositante se convierte en
un derecho de copropiedad por cuotas del conjunto de títulos de la misma
especie en poder del depositario. El depósito acumulativo de títulos en bancos
permite a estas entidades transferirlos a un banco para depósito de títulos
(Wertpapiersamelwahrung o Kasenverein). En este último caso, las
transferencias de títulos se realizan por medio de simples anotaciones
contables en las cuentas recíprocas de los bancos, operando una suerte de
cámara de compensación de títulos.
En el derecho comparado, otros ordenamientos jurídicos han recogido, de
manera sucesiva y con diferente alcance, la tendencia de sustituir la
representación cartular de los derechos por la representación tabular de los
mismos. En este sentido podemos citar, en derecho español, dos textos de
derecho objetivo: el Decreto Nº 1128/1974, de 25 de abril de 1974, que
estableció el sistema de liquidación y compensación de operaciones en bolsa y
depósito de valores mobiliarios, sistema de tipo corrector respecto al
tradicional del manejo de título, y el Real Decreto Nº 505/1987, de 3 de abril
de 1987, que adoptó una solución sustitutiva de los títulos, pero restringida a
los valores representativos de la Deuda del Estado. Más tarde, la Ley Nº 24, de
28 de julio de 1988, que regula el Mercado de Valores en España, admitió, en
su artículo 5º, que los valores negociables pueden ser representados por
medio de anotaciones en cuenta o por medio de títulos con soporte material de

54
DERECHO COMERCIAL TOMO II

papel. Sobre la base del régimen establecido en la Ley de Mercado de Valores


y en el Real Decreto Nº 116/1992, el derecho español permite la coexistencia
del sistema tradicional, documental, reversible y residual de representación de
los valores por medio de títulos con soporte material de papel, con el sistema
representación de derechos mediante anotaciones en cuenta, de carácter
informático, irreversible y preferido por razones prácticas y de seguridad
jurídica. En efecto, la ley española de mercado de valores se inclinó
claramente en favor de la representación de los valores mobiliarios mediante
anotaciones contables, representación tabular, frente a los títulos de soporte
documental en papel, representación cartular. Esta preferencia se debe al
carácter irreversible de la representación de los valores por medio de
anotaciones, en cuanto a que una vez elegida esta forma de incorporación, no
podrá volverse a la representación de los mismos mediante títulos de soporte
material en papel y, además, porque la representación tabular es indispensable
para el acceso de los valores a la negociación bursátil.
En el derecho chileno, el primer atisbo de la tendencia que estamos
analizando, se advierte en la Ley Nº 18.876, de 21 de diciembre de 1989,
relativa a la constitución y operaciones de entidades privadas de depósito y
custodia de valores, que permite realizar operaciones de transferencia o de
constitución de derechos reales sobre los títulos entregados en depósito y
custodia, mediante una comunicación escrita o por medios electrónicos.
Pero la representación tabular de derechos no sólo se admite a propósito de
los títulos de emisión masiva, como los valores negociables, sino también
respecto de los de libramiento singular. Esta tendencia comenzó en Francia
con la lettre de changue rélevé, que admite la emisión, circulación de
ejecución de una letra de cambio que se representa en cintas magnéticas o
memoria de computador, que circula y se cumple sin necesidad de
materializarse en un soporte documental de papel. Más adelante se ideó el
sistema de truncamiento de cheques, los que se pueden cobrar en una
determinada sucursal de un banco, depositándolo en otra sucursal de la misma
institución de crédito, sin necesidad de remitir o presentar copia de los
cheques, sino mediante el envío de la imagen de los títulos transmitida por
medios electrónicos. Este sistema, que no sólo se aplica al cheque, sino
también a los otros efectos de comercio, ha sido acogido en Francia, España y
Estados Unidos de Norteamérica, por mencionar algunos países, consiste en
representar el derecho sobre un título con soporte material documental
tradicional, pero luego, durante su circulación y ejecución, se omite la
presentación material del documento para ejercer y disponer de los derechos
en él constituidos.
La existencia de valores sin soporte material de papel ha dado lugar a la
creación, en el derecho alemán, del denominado derecho valor (Wertrechte),
que no está conectado, incorporado ni representado, pero el cual se le da el
mismo tratamiento jurídico que a los documentos con derecho incorporado y la
tendencia se acoge en todos los países en que se trunca o inmoviliza la emisión
misma del título sobre papel.

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RICARDO SANDOVAL LOPEZ

56. Representación informática de los títulos de crédito utilizados en el


transporte.
La tendencia a la sustitución de los títulos de crédito por representaciones
informáticas se advierte asimismo tratándose de los documentos que se
emplean en el transporte, fundada no tanto en la emisión masiva de títulos,
sino más bien en el empleo de moderna tecnología de comunicación en este
sector de la actividad económica, tales como el telefax y la telemática o
conexión a distancia de sistemas informáticos.
Esto significa la concreción del cambio de los viejos títulos de crédito
representativos de mercaderías, como el conocimiento de embarque y la carta
de porte, por modernas técnicas informáticas de registro y transmisión de
datos a distancia. Así, desde 1971, en el transporte marítimo que se desarrolla
por los países escandinavos en el Océano Atlántico, se viene utilizando por la
Atlantic Container Line, un Data-freight Receipt System, mediante el cual un
aviso que se hace llegar al destinatario de la mercancía, a través de un
terminal de computación, sustituye a los documentos tradicionales. Un
posterior desarrollo de esta tendencia se encuentra en el Cargo Key Receipt
System, que ha servido de modelo para otros intentos de reemplazar los títulos
representativos de mercaderías por procedimientos informáticos o
telemáticos.
No obstante el carácter innovador que implican las nuevas soluciones, se
plantea el dilema de saber si los registros informáticos pueden cumplir las
funciones que tradicionalmente han sido asignadas a los títulos de crédito con
soporte material de papel, y si los sistemas telemáticos de transmisión de
datos son tan idóneos como para proporcionar la confianza requerida, para
satisfacer las necesidades que, hasta el momento, han sido satisfechas por
medio de los títulos representativos de mercaderías, emitidos por los
transportistas.
Se trata, pues, que los registros informáticos cumplan la función de
acreditar la existencia de determinados contratos de transporte y la recepción
de las cargas respectivas, además de facilitar la transmisión de ciertas
informaciones referentes al vínculo contractual y a las cargas. Además a las
anotaciones informáticas debe atribuirseles la función representativa de las
mercaderías transportadas, similar a la que tiene el conocimiento de
embarque.
Es claro que el hecho de haberse recibido las mercaderías entregadas por el
cargador al transportista puede ser objeto de anotación en la memoria o
registro en un computador, como así también la transmisión de datos al
destinatario de que se ha hecho la recepción de las mercaderías, de que ellas
han sido cargadas, resulta enormemente facilitada mediante el empleo de la
telemática. No cabe duda tampoco que la celebración del contrato de
transporte y la identificación del régimen aplicable a él pueden registrarse
también en la memoria electrónica del computador.
Sin embargo, otorgarles valor probatorio a los datos e informaciones
registrados y transmitidos con el empleo de medios electrónicos plantea la
dificultad de garantizar la autenticidad e inalterabilidad del contenido de los
registros electrónicos de los computadores. Por ahora, la autenticidad de los

56
DERECHO COMERCIAL TOMO II

documentos que se utilizan para acreditar la existencia de los actos y


contratos y los derechos y obligaciones emanados de ellos, radica en el hecho
que ellos contienen las firmas autógrafas de las personas que los ejecutan o
celebran. En el derecho marítimo chileno, el artículo 1014, inciso 3º, del
Código de Comercio, dispone que “la firma en el conocimiento de embarque
podrá ser manuscrita, impresa en facsímil, perforada, estampada en símbolos
o registrada por cualquier otro medio mecánico o electrónico”. De esta suerte,
tratándose del conocimiento de embarque, no existe en el derecho chileno
exigencia de suscripción autógrafa de los emisores de este documento, por lo
que no se divisa inconveniente para admitir que el conocimiento electrónico
tiene valor probatorio de haberse celebrado el contrato de transporte marítimo
y que el transportador ha tomado a su cargo las mercaderías o ha cargado las
mercaderías y se ha obligado a entregarlas contra la presentación de ese
documento a una persona determinada, a su orden o al portador (arts. 977 y
1020 del Código de Comercio).
La admisión de estos nuevos sistemas de autenticación de documentos,
actos y contratos, exige el establecimiento de fórmulas que permitan confiar
en el contenido de los registros y memorias electrónicos, de la misma manera
que respecto de los documentos con soporte material de papel. Para conseguir
tal objetivo es preciso garantizar que el contenido de los registros electrónicos
no puede ser alterado maliciosamente. Entre las técnicas empleadas para
cumplir estos fines pueden mencionarse el sistema de impresión answer-back,
en virtud del cual un determinado símbolo puede estamparse por una máquina
impresora concreta, por ejemplo, la del transportista, o transmitirse a otros
computadores por una terminal determinada; los sistemas de firma digital o
codificada, que únicamente conoce su autor; la utilización de tarjetas con
claves, de las que han sido informados los titulares de estos instrumentos, o
sistema de identificaciones biométricas, como las basadas en las huellas
digitales; el sistema penop, en que la firma se recoge y se transmite
electrónicamente o, por último, los sistemas criptográficos, en los que
exclusivamente determinados terminales poseen el módulo que permite
descifrar los mensajes. Por el momento, el empleo de los medios informáticos y
telemáticos no ofrece seguridad absoluta sobre la existencia y contenido de las
relaciones jurídicas, como tampoco lo ofrecen los instrumentos con soporte de
papel, pero se avanza en esa dirección”.---
En el caso de los documentos del transporte como el conocimiento de
embarque, que tienen una función representativa de las mercaderías
mencionadas en su tenor literal, la entrega del documento equivale a la
entrega de dichas mercaderías o cosas. Si se lleva a cabo la sustitución del
documento con soporte de papel por el documento electrónico, el
reconocimiento de la transmisión telemática de la información de los
anteriores titulares del derecho a recibir las mercaderías cargadas en el punto
de destino a otras personas, puede enfrentarse a serias dificultades, si no se le
atribuye a ese documento y a esa transmisión la función traslaticia, que se le
confiere a los tradicionales documentos sobre soporte de cartáceo o de papel.
El problema no es tan grave tratándose de carga general y de carga en
containers, porque no se dispone de las mercaderías durante el viaje, pero si

57
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

se agudiza en el caso de transporte de mercaderías genéricas (granos) y sobre


transporte de crudos, cuyos precios fluctúan constantemente, lo que hace
necesario realizar numerosas transferencias de la carga durante la conducción
de la misma, para lo cual se requiere dar eficacia traslativa a los documentos
electrónicos y a su transmisión telemática.
Para resolver estos problemas se recurre a la emisión de cartas de garantía,
cuya entrega a los receptores de carga reemplaza la entrega del conocimiento
de embarque, del cual no disponen en el momento en que les resulta muy
necesario, pero esta práctica se considera que trae consigo serios
inconvenientes y origina determinados riesgos. Asimismo, se ha intentado
sustituir el conocimiento de embarque con el empleo de los denominados
seawaybill, pero este documento no produce el efecto traslaticio del
documento tradicional del transporte de mercancías por mar. De ahí que la
solución no se halla en la sustitución del conocimiento, sino en el retiro
material del mismo para los efectos de la circulación. Se trata de depositar o
registrar todos los conocimientos de embarque en un registro electrónico
central y de comunicar telemáticamente todas las cesiones que se hagan a
dicho registro, en que se anotarían informáticamente los respectivos traspasos
en un computador.
Al llegar la nave al puerto de destino, se entregarían las mercaderías al
titular que resulte legitimado según el contenido del registro central
informático, careciendo de valor ante el transportador marítimo las cesiones
realizadas al margen del sistema informático.
En vez de proteger la buena fe proveniente de la literalidad del documento
con soporte material de papel, se cautela la buena fe originada por la
información registral que proporciona la memoria de un computador, mediante
la cual se probaría la existencia del contrato de transporte, la recepción de la
carga por el transportador, las características, estado y condición de la carga,
el ejercicio del derecho de disposición y la enajenación de las mercaderías
transportadas.
Reiteramos que en el caso del derecho marítimo chileno, las dificultades y
las soluciones que hemos venido analizando en parte se encuentran resueltas,
por el hecho de que el artículo 1014 del Código de Comercio admite
expresamente que el conocimiento de embarque pueda ser firmado en forma
electrónica, lo que implícitamente autoriza que pueda ser emitido en esa
forma y transmitido telemáticamente.
El empleo de nuevas tecnologías sin duda nos lleva a la representación de
las relaciones jurídicas derivadas del transporte en registros informáticos, con
lo cual se produciría el progresivo abandono de los documentos tradicionales
del transporte emitidos sobre soporte material documental, siempre y cuando
los nuevos documentos electrónicos cumplan funciones análogas y se sometan
a un régimen jurídico semejante al de los títulos de crédito tradicionales.
57. La Ley Modelo de la CNUDMI sobre Comercio Electrónico.
La Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil
Internacional (CNUDMI), más conocida con la sigla UNCITRAL, de su
denominación en idioma inglés, elaboró una Ley Modelo sobre Comercio

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DERECHO COMERCIAL TOMO II

Electrónico, que fue aprobada en el trigésimo período de sesiones, celebrado


en Nueva York, en mayo de 1996. Desde la constitución del Grupo de Trabajo
sobre Intercambio Electrónico de Datos, en el seno de la CNUDMI, el cual
tuvimos oportunidad de integrar en calidad de jefe de la delegación chilena
ante ese organismo, se tuvo en cuenta el denominado principio de la
equivalencia funcional, según el cual se atribuiría a los datos informáticos,
independientemente de que se envíen como mensajes de datos o que se
almacenen, el mismo valor jurídico que el de los datos estampados en un
documento con soporte material de papel.
Asimismo, quedó meridianamente claro en el Grupo de Trabajo que los
documentos electrónicos pueden ofrecer el mismo nivel de seguridad que el
documento sobre base de papel y, cumpliéndose ciertos requisitos técnicos y
jurídicos, ellos pueden proporcionar un mayor grado de certeza que los
instrumentos tradicionales.
Para comprender el aporte que representa la Ley Modelo de la CNUDMI
sobre Comercio Electrónico, conviene que transcribamos aquí algunos de sus
conceptos fundamentales, que recogen el mencionado principio de
equivalencia funcional entre escrito sobre papel y mensaje electrónico. En
efecto, en el artículo 2º del citado texto uniforme encontramos las siguientes
definiciones:
a) Por mensaje de datos se entenderá la información generada, enviada,
recibida, archivada o comunicada por medios electrónicos, ópticos o similares,
como pudieran ser, entre otros, el intercambio electrónico de datos (EDI), el
correo electrónico, el telegrama, el télex o el telefax.
b) Por intercambio electrónico de datos (EDI) se entenderá la transmisión
electrónica de información de una computadora a otra, estando estructurada
la información conforme a alguna norma técnica convenida al efecto.
c) Por iniciador de un mensaje de datos se entenderá toda persona que al
tenor del mensaje haya actuado por su cuenta o en cuyo nombre se haya
actuado para consignar, archivar o comunicar ese mensaje, pero que no haya
actuado a título de intermediario en relación con el mismo.
d) Por destinatario de un mensaje de datos se entenderá la persona
destinada por el iniciador para recibir el mensaje, pero que no esté actuando a
título de intermediario en relación al mismo.
e) Por intermediario de un determinado mensaje de datos se entenderá toda
persona que, actuando en nombre de otra persona, reciba, transmita o archive
ese mensaje o preste algún servicio en relación con el mismo.
f) Por sistema de información se entenderá todo sistema para consignar,
transmitir, recibir o archivar la información consignada en un mensaje de
datos.
El principio de la equivalencia funcional se recoge directamente en el
artículo 6º de la Ley Modelo que comentamos, en los siguientes términos:
“Cuando alguna norma de derecho requiere que la información esté
consignada o sea presentada por escrito, o de prescribir ciertas consecuencias
para el caso de que no se cumpla ese requisito, se entenderá que todo mensaje
de datos satisfará esa norma cuando la información que contenga esté
accesible para su ulterior consulta”. Así, entonces, el mensaje de datos

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RICARDO SANDOVAL LOPEZ

sustituye para los efectos jurídicos al documento escrito sobre la base de un


soporte de papel.
Otra dificultad que suele presentarse en la equivalencia funcional del
documento escrito en soporte de papel por el mensaje de datos, está
constituida por la circunstancia que el documento de papel arranca su eficacia
de la existencia de la firma, generalmente autógrafa, de quien lo suscribe. En
este sentido la Ley Modelo de CNUDMI sobre Comercio Electrónico, dispone
en su artículo 7º que el mensaje de datos cumple el requisito de la firma, en
los siguientes términos: “Cuando una norma de derecho requiere una firma, o
prescribe ciertas consecuencias para el caso de ausencia de la misma, esa
norma quedará satisfecha por un mensaje de datos cuando:
a) se utilice un método para identificar al iniciador del mensaje y para dar a
conocer que el iniciador aprueba la información en él consignada; y
b) ese método sea tan fiable como sea apropiado para los fines para los que
se creó o comunicó el mensaje de datos, a la luz de todas las circunstancias del
caso, así como el acuerdo entre el iniciador y el destinatario del mensaje”.
En el derecho de los Estados Unidos de Norteamérica, el artículo 4-A del
Uniform Commercial Code regula la transferencia electrónica de fondos y
considera que la orden de pago electrónica es el equivalente de un cheque.
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62
DERECHO COMERCIAL TOMO II

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YADAROLA, Mauricio L.: Títulos de crédito, Tea, Buenos Aires, 1961.

63
Capítulo II
LA LETRA DE CAMBIO
Sección I
ASPECTOS GENERALES
58. Origen y evolución.
Sus antecedentes son muy remotos y no corresponde en sus caracteres a los
que tiene hoy en día. Por tal razón vale la pena estudiar las diversas etapas en
la evolución de este título de crédito.
El origen de la letra de cambio se remonta a la época en que los judíos
fueron expulsados de Francia y se vieron en la necesidad de entregar a los
viajeros que se dirigían hacia ese país ciertas cartas con el propósito de
recuperar parte de los bienes abandonados en su éxodo. En un comienzo la
letra de cambio fue una simple comunicación, una carta complementaria al
contrato de cambio, forma de documentación secundaria que sólo servía para
hacer efectivo el importe convenido con su presentación.
Asimismo se postula que la letra de cambio nació para encubrir el llamado
contrato de cambio “seco”, denominado así porque carecía de la humedad de
la justicia, en contraposición al cambio real. El cambio seco se realizaba
mediante la entrega de una letra de cambio por parte del deudor al
prestamista en contrapartida de cierta cantidad de dinero que este último
facilitaba al primero. Tras el cambio seco se encubría la usura o el préstamo a
interés combatido por el derecho canónico. El contrato de cambio “seco” se
caracteriza porque no existe un librado, sino solamente una relación directa
entre el librador y el beneficiario; el librado era ficticio.
La letra de cambio es en esta etapa un instrumento probatorio y de
ejecución del contrato de cambio.
Más tarde, las funciones que cumple la letra de cambio se jerarquizan: sigue
siendo un instrumento de prueba del contrato de cambio y el documento
indispensable para su ejecución, pero se convierte en un activo medio de
crédito, expandiendo de esta forma su uso en la actividad económica
mercantil. Para que la letra de cambio sirviera como instrumento de crédito
fue necesario incluir en ella la cláusula “a la orden”, permitiendo así la
transferencia del título sin las solemnidades del derecho común. Siendo
instrumento a la orden, circula por el endoso, facilitando al mismo tiempo la
operación de descuento, mediante la cual puede mutarse el valor futuro o
prestación que contiene la letra por un valor presente, multiplicando su
función económica de instrumento de crédito.

65
En una etapa posterior se llega a la autonomía o independencia de la letra
de cambio con respecto al contrato de cambio que le dio origen. Para ello fue
necesario reestudiar los antecedentes históricos y buscar las raíces más
profundas de este tipo de instrumento. Como antecedente histórico se tiene
ahora en cuenta a la stipulatio romana, forma de obligarse que consiste en el
pronunciamiento de ciertas fórmulas sacramentales cuya omisión impide que
surja el vínculo obligacional. También se trata de explicar el origen de la letra
de cambio remontándose a los contratos literales (contratos literis del derecho
romano), entre los cuales se destaca la “nómina transcripcia”, que tiene
similitud con algunos aspectos documentales de la letra de cambio tal como
existe en la actualidad.
Pero lo más destacado son los aportes doctrinarios. Karl Einert, jurista
alemán, expuso en forma orgánica los avances científicos logrados hasta
entonces, sistematizando las ideas que rompieron con las nociones
contractualistas y causales, mantenidas hasta su época, haciendo resaltar el
carácter autónomo del instrumento. Por su parte, los juristas alemanes Liebe y
Thöl sostuvieron que la obligación nace y tiene eficacia en el ámbito de las
relaciones cambiarias por el solo acto o negocio formal y abstracto, originado
por el firmante de la letra, independientemente de las motivaciones prácticas
o económicas que pudo tener en cuenta este sujeto para suscribir el
documento. Se aprecia aquí el grado de abstracción y su corte esencialmente
racionalista que rompe con los antiguos moldes del derecho común.
El jurista Einert proclamó sus famosos cuatro principios que, gracias a su
admirable y equilibrado fundamento teórico, constituyen hoy en día la base
esencial del sistema bancario. Los principios formulados por Einert son los
siguientes:
a) La letra de cambio es la moneda de los comerciantes. Tan pronto como lo
planteara fue criticado aduciendo que la letra de cambio no tiene curso
forzoso como el dinero, que no se le atribuye poder liberatorio y que el
acreedor la recibe por la solvencia del acreedor, es decir pro solvendo y no pro
soluto. Sin embargo, se sustenta el principio distinguiendo las funciones
técnico-jurídicas de las funciones económicas que cumple la letra de cambio.
Sólo bajo este último aspecto se identifica la letra de cambio con el papel
moneda, lo que es cierto desde el punto de vista económico. Tampoco puede
perderse de vista que la letra de cambio funciona como instrumento de pago
impropio, cuyos efectos liberatorios o cancelatorios quedan postergados hasta
el vencimiento del mismo y a su pago efectivo.
b) El título no es un simple documento probatorio, ya que contiene una
promesa de pago. Este segundo principio pone de relieve el carácter
constitutivo de la letra de cambio. El documento es portador de una promesa
de pago y no se limita simplemente a servir de prueba de la relación
fundamental o subyacente.
c) La letra de cambio es independiente de la relación fundamental. Es una
promesa abstracta de pago. Destaca que existen dos relaciones: una
fundamental o subyacente y otra documental o cambiaria. Teniendo como base
la idea de abstracción, se dice que hay una desvinculación entre ambas
relaciones. Las obligaciones cambiarias que asume cada firmante de la letra

66
DERECHO COMERCIAL TOMO II

de cambio son independientes de la relación fundamental, como asimismo son


independientes los derechos que adquiere cada sujeto al cual se le transfiere
el documento por su mecanismo de circulación, tanto de la relación
fundamental como respecto del individuo que le hizo la transferencia o endoso.
Nace un derecho nuevo.
d) El vínculo obligacional de pago se funda en una promesa unilateral
dirigida al público. Esto significa que la promesa asumida por el firmante al
tiempo de suscribir la letra, en el instante de su creación, giro o emisión, debe
considerarse hecha a persona indeterminada. Nada impide ni contradice esta
afirmación el hecho de que la letra sea girada a la orden, pues, como veremos,
esto permite que el documento pueda ser transferido sin intervención del
deudor mediante el endoso.
59. Función de la letra de cambio.
El contrato de cambio. Hemos señalado que la letra de cambio nació como
un medio para probar y ejecutar el contrato de cambio; en lugar de cambiar
monedas de una plaza a otra, los comerciantes de la Edad Media empleaban
este instrumento para evitar los riesgos y los gastos que implicaba el traslado
del dinero. De ahí entonces que tengamos que referirnos, aunque
someramente, al contrato de cambio.
El contrato de cambio está definido en el artículo 620 del Código de
Comercio: “…es una convención por la cual una de las partes se obliga,
mediante un valor prometido o entregado, a pagar o hacer pagar a la otra
parte o a su cesionario legal cierta cantidad de dinero en un lugar distinto de
aquel en que se celebra la convención”. Los elementos fundamentales del
contrato son: las partes, librador y librado, el precio del contrato o valor
prometido o entregado, el objeto, la cantidad de dinero y la distancia loci. El
instrumento de ejecución por excelencia era la letra de cambio, ya que
mediante ella el librador o creador del documento ordena al librado que pague
una cierta cantidad de dinero al beneficiario o a su cesionario legal en un
lugar diverso al del giro o emisión. Si deseo hacer un pago en Santiago, en vez
de viajar con el dinero, puedo tomar una letra de cambio en el Banco
Concepción, sucursal Concepción, librador, que ordenará al Banco Concepción
de Santiago (librado) que pague la cantidad de dinero, en Santiago, a mi orden
(beneficiario) o a la persona a quien yo haya cedido o endosado el documento
(portador). Como puede apreciarse, en toda esta operación no hay traslado
material de dinero. El banco me cobrará un precio o comisión por este
contrato.
El contrato de cambio se perfecciona por el solo consentimiento de las
partes acerca de la cantidad que debe ser pagada, el precio de ella, el lugar y
época de pago. Se trata de un contrato oneroso, conmutativo y consensual.
Puede ser ejecutado por otros documentos, como el pagaré a domicilio; incluso
el giro postal constituye una forma de este contrato.
Ahora bien, cuando la letra de cambio fue considerada por su valor propio,
independiente del contrato de cambio, se convirtió en un instrumento de pago,
para lo cual fueron necesarios los siguientes perfeccionamientos del título:

67
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

a) Inclusión de la cláusula “a la orden”, que permite su transferencia


simplificada por el endoso;
b) El tomador o beneficiario debe tener certeza de que el librado estará
dispuesto a cumplir la orden o promesa de pago que ella contiene: la
aceptación del librado le dará esta certidumbre;
c) La circulación no debe debilitarse por el juego de las excepciones que el
librado pueda oponer a los portadores sucesivos. El endoso traslaticio origina
la inoponibilidad de excepciones y fortalece la letra obligando al pago solidario
de ella a los endosantes.
La letra de cambio al permitirse que pudiera girarse a favor del mismo
beneficiario, es decir, que librador y beneficiario pudieran ser una misma
persona, se separa del contrato de cambio, lo que es aún más evidente cuando
se suprime la cláusula o elementos distancia loci. En la legislación chilena fue
el Decreto Ley Nº 777 de 19 de diciembre de 1925, el que permitió la
separación de la letra de cambio con respecto al contrato de cambio,
eliminando requisitos en la forma de emisión de la letra.
En la actualidad, la letra de cambio, puede utilizarse tanto para ejecutar el
contrato de cambio, como medio de pago y circulación y como instrumento de
crédito.
60. Definición de la letra de cambio.
Según Ripert, la letra de cambio es un título que remitido por el librador al
beneficiario da a este último el derecho de hacerse pagar a una letra
determinada, en general fijada por la costumbre, de una suma de dinero por el
librado. El Código de Comercio chileno, en su artículo 632, derogado por la
Ley Nº 18.092, de 14 de enero de 1982, definía la letra de cambio en los
siguientes términos: “…es un mandato escrito, revestido de las formas
previstas por la ley, por el cual el librador ordena al librado pague una
cantidad de dinero a la persona designada o a su orden”. Se trataba de una
definición clásica, inspirada en el Código de Comercio francés, que no
correspondía al verdadero rol de la letra de cambio en la actividad económica
de nuestros días y que, además, tenía el inconveniente de emplear la expresión
“mandato”, la que podía interpretarse en el sentido que ella tiene en el
derecho común, vinculando a la letra con la idea de contrato y en
consecuencia con la noción de causa, que le son ajenas.
La Ley Nº 18.092 no da una definición de letra de cambio, sino que se limita
a señalar sus aspectos formales. Para fines didácticos podemos definir la letra
de cambio como un título de crédito que contiene la orden, no sujeta a
condición, de pagar una cantidad determinada o determinable de dinero, en la
época fijada en ella o a su presentación, que obliga a cumplirla para con el
beneficiario designado o a su orden o con el portador legítimo, al aceptante, al
librador, a quienes la hayan hecho circular por endoso traslaticio y a los que
garanticen su pago por alguno de los nombrados.
La Corte de Apelaciones de Santiago, en sentencia de 25 de noviembre de
1983, publicada en Gaceta Jurídica 1983, Nº 42, p. 39, ha dado la siguiente
definición de letra de cambio: “Dentro del concepto contemporáneo de la letra
de cambio, ésta aparece como un documento incausado, propio del comercio

68
DERECHO COMERCIAL TOMO II

humano, que reemplaza al dinero y en virtud del cual su portador tiene


derecho a exigir del ejecutado el pago de la suma de dinero que ella consigna”.
61. Personas que intervienen en la letra de cambio.
En la letra de cambio pueden intervenir varias personas cuyo rol jurídico es
diferente. Nos referiremos a las principales:
a) Librador o girador es la persona natural o jurídica que emite el título, que
lo crea o gira. El derogado artículo 623 del Código de Comercio definía al
librador como “el que contrae la obligación de hacer pagar la cantidad
convenida y gira la letra”. Esta definición vinculaba al librador con el contrato
de cambio;
b) Librado o girado es aquel a quien se ordena que pague la cantidad
girada, a cuyo cargo se gira la letra;
c) Tomador o beneficiario es la persona designada o a cuya orden debe
pagarse la suma de dinero. Cuando la letra de cambio ejecuta el contrato de
cambio debe, necesariamente, ser distinto el librador del beneficiario;
d) Aceptante es el librado que admite el encargo de pagar la letra. Su
aceptación se perfecciona por la firma del documento;
e) Endosante es el que transmite a otro el documento en virtud del endoso;
endosatario o cesionario es quien adquiere la promesa de pago incorporada en
el documento por el endoso;
f) Avalista es el que afianza el pago del documento por alguno de los
obligados;
g) Portador, tenedor o poseedor es quien adquiere el título según su ley de
circulación y tiene derecho a exigir la prestación convenida.

Sección II
LA EMISIÓN O GIRO DE LA LETRA DE CAMBIO
62. Carácter formal.
La letra de cambio, como algunos títulos de crédito, participa del carácter
formal, esto es, debe emitirse respetando determinadas solemnidades
prescritas por la ley, bajo sanción de que si no se cumple con ellas, no vale
como tal (art. 2º de la Ley Nº 18.092). Reunidos los requisitos formales, la
letra de cambio tiene plena eficacia jurídica debido a su carácter de título
autónomo y literal.
Las enunciaciones que debe contener la letra de cambio obedeciendo a su
carácter formal están determinadas por el artículo 1º de la Ley Nº 18.092, de
14 de enero de 1982.
63. Enunciaciones de la letra de cambio.
Según el precepto legal recién citado, la letra de cambio deberá contener
las siguientes enunciaciones:
1. La indicación de ser letra de cambio, escrita en el mismo idioma
empleado en el título. Se trata de una exigencia destinada a fijar en la
literalidad del título su carácter de efecto de comercio, letra de cambio, para
que así se le distinga de otros de la misma categoría que contienen la promesa
69
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

de pagar una suma de dinero. De suerte que quien adquiera el documento


sabrá, por su contenido literal, que se trata de una letra de cambio. Es una
enunciación esencial en el contenido de la letra; no puede suplirse por otra,
aunque sea equivalente. -
2. El lugar y fecha de su emisión. Tiene importancia esta enunciación para
los siguientes efectos:
a) Aplicación del principio lex locus regis actum: la ley del lugar de la
emisión rige la forma del documento (arts. 17 del Código Civil y 263 del
Código de Derecho Internacional Privado);
b) Para establecer la época de vencimiento cuando se trata de una letra
girada a un plazo contado desde la fecha del giro;
c) Determinar la capacidad del librador, librado y tomador o beneficiario del
documento. Deberá estudiarse dicha capacidad al tiempo de la emisión del
título.
La mención de la fecha de emisión es esencial, no así la relativa al lugar,
pues la ley señala que si la letra no indicare el lugar de la emisión, se
considerará girada en el domicilio del librador, lo que es materia de prueba,
por cuanto en el contenido literal del documento no se expresa dicho
domicilio.
3. La orden, sujeta a condición, de pagar una cantidad determinada o
determinable de dinero. Esta cláusula es esencial porque se refiere a la
finalidad que se persigue al emitir la letra de cambio: pagar una suma de
dinero. Esto es el contenido de la prestación incorporada o conectada al título,
que permite diferenciar la letra de cambio de otros títulos de crédito que
otorgan derechos respecto de determinadas mercaderías (carta de porte,
conocimiento de embarque, certificados warrants) o participación social
(acciones). Por el hecho de que mediante la letra se promete pagar una suma
de dinero es ella que pertenece a la categoría de los efectos de comercio. Vale
la pena destacar que el legislador se interesa en poner de relieve, en la
emisión misma de la letra, que la promesa de pagar la suma de dinero no
puede quedar sujeta a condición, lo que concuerda con los requisitos de fondo
de la aceptación, que debe ser pura y simple, para dar certeza, seguridad y
seriedad a la prestación.
Interesa asimismo señalar que la cantidad de dinero puede ser determinada
o determinable, toda vez que se permite ahora girar la letra en moneda
extranjera, en unidades de fomento, y convenir intereses, todo lo cual hace
que la cantidad o suma de dinero deba determinarse en fecha posterior,
generalmente a la época del pago. No se exige que el importe de la letra se
escriba en palabras y en cifras, como lo exigía el Código de Comercio en su
artículo 636. Según el artículo 6º de la Ley Nº 18.092, vigente en la materia, si
el importe de la letra de cambio apareciere escrito a la vez en palabras y
cifras, valdrá la suma escrita en palabras en caso de diferencia entre unas y
otras. Según el artículo 20 de la Ley Nº 18.010, no hay inconveniente en girar
una letra en moneda extranjera o pagadera en moneda extranjera y su forma
de pago se determinará por las reglas de esa disposición.
4. El nombre y apellido de la persona a que debe hacerse el pago o a cuya
orden debe efectuarse. Se trata del tomador o beneficiario de la letra de

70
DERECHO COMERCIAL TOMO II

cambio, a quien debe hacerse el pago de la suma librada o a su orden. Como la


letra de cambio se ha desvinculado del contrato de cambio, lo que en el
derecho chileno se logró con el Decreto Ley Nº 777, de 19 de diciembre de
1925, puede girarse a la orden o a cargo del propio librador, principio que se
reitera en el artículo 3º de la Ley Nº 18.092, de 14 de enero de 1982. No es
esencial que la letra de cambio se gire a la orden; ella puede ser también
nominativa. La cláusula “a la orden” es un elemento de la naturaleza de la
letra de cambio. Aun no librada expresamente a la orden, la letra es
transferible por endoso, mecanismo que se aplica sólo para la circulación de
los títulos emitidos a la orden (art. 18 de la Ley Nº 18.092).
En relación con la enunciación del beneficiario, se ha planteado la cuestión
de determinar la validez de la letra de cambio cuyo tomador o beneficiario se
designa por el cargo o función que desempeña. Una interpretación exegética
de la ley conduciría a pensar que en este caso no estamos en presencia de una
letra de cambio (art. 1º Nº 4º y art. 2º de la Ley Nº 18.092). Sin embargo,
creemos que cuando la determinación del beneficiario por cargo o función no
ofrece dudas, debería admitirse el título como letra de cambio, siguiendo la
costumbre que se aplica en materia de cheques, en los cuales es frecuente que
la orden de pago librada contra un banco beneficia, por ejemplo, al “tesorero
provincial”.
5. El nombre, apellido y domicilio del librado. Es una mención esencial
destinada a determinar en la letra de cambio la persona a cuyo cargo se gira el
documento. El librado no toma parte en el acto de emisión del título –salvo el
caso que sea a la vez librador–, cuyas obligaciones nacen por el acto unilateral
de quien la suscribe, sobre todo cuando la letra se emplea en la ejecución de
un contrato de cambio. El librado no contrae obligación alguna mientras no
admita o acepte pagar la letra poniendo su firma en el documento. Desde que
acepta asume responsabilidad cambiaria y está obligado frente al portador
legítimo a satisfacer el importe del efecto de comercio. Generalmente el
librado presta su aceptación coetáneamente con la emisión o giro de la letra,
porque es deudor del librador-beneficiario o ha recibido mercaderías u otros
valores para cubrir su aceptación.
De conformidad con la regla contenida en el inciso final del artículo 1º de la
Ley Nº 18.092, si hubiere varios librados deberá indicarse un domicilio único
para todos ellos. Se admite en el derecho vigente la pluralidad de librados. Así,
el artículo 4º de la Ley sobre Letra de Cambio y Pagaré dispone: “Si una letra
se girare contra varias personas, todas ellas se considerarán librados, a menos
que expresamente se hubiere designado algún orden, en cuyo caso se
entenderá como librado sólo al que aparezca en primer lugar en el documento
y los demás como librados subsidiarios en el orden señalado”. La legislación
anterior, bajo la vigencia del Código de Comercio, admitía la pluralidad de
librados, que podría ser simplemente conjunta o alternativa. Es importante la
pluralidad de librados y forma como se les señala en la letra para los efectos
del protesto por falta de aceptación. Mediante ella el librador ofrece varios
deudores.
6. El lugar y la época de pago. Durante la vigencia del artículo 633 del
Código de Comercio, el lugar en que debía verificarse el pago sólo se incluía

71
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

en el documento como enunciación obligatoria del mismo, si éste era distinto


de aquel en que el librado se hallare domiciliado.
En la actualidad, el artículo 1º de la Ley sobre Letra de Cambio y Pagaré
contempla, entre las enunciaciones que debe contener la letra, el lugar y la
época del pago. El lugar del pago es sin duda importante de señalar para saber
dónde debe cumplirse la prestación que consiste en pagar una suma de dinero
y para los efectos del protesto por falta de pago, que debe recabarse ante el
notario del lugar del pago.
Cuando la letra de cambio se emplea como medio de circulación, de pago o
de crédito, no es trascendente señalar el lugar del pago. Concordante con lo
que acabamos de expresar, el artículo 1º Nº 6 de la ley en estudio prescribe:
“No obstante, si la letra no indicare el lugar del pago, éste deberá hacerse en
el domicilio del librado señalado en el documento”. Así guarda también
relación con la regla del derecho común que dispone que el pago debe hacerse
en el domicilio del deudor cuando no se ha estipulado en la convención (art.
1588 del Código Civil). La enunciación del lugar del pago no es esencial en la
letra de cambio; es un elemento de la naturaleza.
Con respecto al lugar del pago conviene asimismo tener presente la regla
contenida en el artículo 5º de la Ley Nº 18.092, de 14 de enero de 1982, sobre
Letra de Cambio y Pagaré. Esta norma establece que la letra de cambio puede
girarse para ser pagada en el domicilio de un tercero, ya sea en la localidad en
que el librado tenga el suyo o en otra distinta. Como la letra de cambio es un
título de crédito, uno de cuyos rasgos característicos es la literalidad, tal
convención debe figurar en el texto de la misma, de manera que el obligado y
el portador legítimo puedan, con el simple examen o lectura del título, advertir
que ella debe pagarse en el domicilio de un tercero. Esta norma contiene en el
fondo una modalidad que puede emplearse en el giro o emisión de la letra de
cambio, pero para que tenga efectos cambiarios debe estar literalizada.
Asimismo, vale la pena señalar que, de conformidad con lo previsto por el
artículo 43 de la Ley Nº 18.092, el librado puede indicar en su aceptación un
domicilio o residencia diferente del que resulte del texto de la letra, para que
en ella se efectúe el pago, siempre que esté ubicado en la misma provincia.
Agrega esta disposición en su inciso 2º que “la aceptación para pagar en
cualquier lugar fuera de dicha provincia produce los efectos señalados en el
inciso segundo del artículo precedente”, esto es, equivale a un rechazo de la
aceptación.
Finalmente, digamos que, según el artículo 53 de la Ley Nº 18.092, siempre
que el tenedor de una letra de cambio aceptada fuere un banco o una sociedad
financiera, ya sea como beneficiaria o como endosataria del título, el pago
deberá hacerse en la oficina que tenga en su poder la letra y que esté situada
en la comuna en que corresponda hacer el pago. Debe informarse al aceptante
del lugar preciso en que se efectuará el pago.
En cuanto a la época de vencimiento o del pago, el legislador, al igual que en
el artículo 633 del Código de Comercio, hoy derogado, emplea correctamente
esta expresión, ya que efectivamente, según la forma como se gira la letra de
cambio, hay un período, lapso o época de pago. Cuando la letra no contiene
una fecha de vencimiento se considera pagadera a la vista o presentación. La

72
DERECHO COMERCIAL TOMO II

época de vencimiento es también una enunciación de la naturaleza del


documento; no es esencial.
En virtud de lo previsto por el artículo 48 de la Ley sobre Letra de Cambio y
Pagaré, la letra puede ser girada: a la vista, a un plazo de la vista, a un plazo
de la fecha del giro y a día fijo y determinado. Agrega esta norma que no vale
como letra de cambio la girada a otros vencimientos o a vencimientos
sucesivos. Cuando tratemos del vencimiento y pago de la letra de cambio
explicaremos estas diversas formas de convenir la época del pago.
7. La firma del librador. El girador o librador es quien crea o emite el efecto
de comercio denominado “letra de cambio”, de suerte que su firma no puede
faltar en el título de crédito, pues es un elemento esencial. Si no contiene la
firma del librador, no debe considerársele como letra de cambio (art. 2º de la
Ley Nº 18.092). Bajo la responsabilidad del librador, su firma puede
estamparse por otros procedimientos que se autoricen en el reglamento (que
deberá dictarse) y en los casos y con las formalidades que en él se establezcan
(art. 1º).
Girar o librar una letra puede hacerse por cuenta propia o en nombre y
representación de otra persona, siendo aconsejable, en este último caso, que
se exprese por cuenta de quién se actúa. Sin embargo, de acuerdo con la
norma contenida en el artículo 8º de la Ley sobre Letra de Cambio y Pagaré, la
persona que firma una letra de cambio como representante o a ruego de otra,
de la que no tiene facultad para actuar, se obliga por sí misma en virtud de la
letra; y si hubiere pagado, tiene los mismos derechos que tendría el supuesto
representado. Agrega la disposición que esta misma regla se aplica al
representante que se ha excedido en su poderes.
64. Sanción por falta de requisitos esenciales.
La sanción está contenida en el artículo 2º de la Ley Nº 18.092, que señala
imperativamente: “El documento en que no se cumpla con las exigencias del
artículo precedente no valdrá como letra de cambio”. La norma es más precisa
que la contemplada en el derogado artículo 641 del Código de Comercio, que
establecía que la letra en la que faltara alguna de las formalidades legales
sería considerada como simple pagaré firmado por el librador a favor del
tenedor.-
Por otra parte, el artículo 7º de la ley vigente dispone que la incapacidad de
alguno de los signatarios de una letra de cambio, el hecho de que en ésta
aparezcan firmas falsas o de personas imaginarias, o la circunstancia de que,
por cualquier motivo, el título no obligue a alguno de los signatarios o a las
personas que aparezcan como tales, no invalidan las obligaciones derivadas
del título para las demás personas que lo suscriben. Esta norma consagra el
principio de la independencia de las firmas, que ya había sido recogido por el
artículo 635, hoy derogado, del Código de Comercio.
Revela asimismo el carácter autónomo de la declaración instrumental
incorporada en la letra de cambio, en cuanto a que se prescinde
subjetivamente de los vicios que puedan originarse en las sucesivas
transferencias del documento. Equivale también a decir que la declaración
documental que contiene el título de crédito letra de cambio es de naturaleza

73
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

unilateral, abstracta, con prescindencia objetiva de la relación fundamental


que pudo existir al origen del documento, ya que la incapacidad de alguno de
los firmantes, la existencia de firmas falsas o de personas imaginarias o la
circunstancia de que por cualquier motivo el título no obligue a alguno de los
signatarios, no invalida las obligaciones que derivan del título para las demás
personas que lo suscriben. En otras palabras, quienes intervienen en la letra
con la aposición de su firma quedan obligados por este hecho, con
prescindencia de la relación fundamental y los vicios que se generen en la
transferencia del título.
65. Enunciaciones posteriores al giro.
No obstante que el legislador reglamenta detalladamente las menciones que
debe contener la letra de cambio, bajo sanción de que si no las contempla el
documento que se extienda no será considerado como letra, ello no significa
que el giro o emisión sea un acto único en el cual el librador llene todas las
exigencias legales del título.
Se permite, en consecuencia, que puedan incorporarse enunciaciones al
contenido de la letra con posterioridad de su creación o libramiento. En efecto,
el artículo 11 de la Ley sobre Letra de Cambio y Pagaré señala: “Sin perjuicio
de lo dispuesto en el artículo 2º, si la letra de cambio no contiene las
menciones de que trata el artículo 1º, cualquier tenedor legítimo podrá
incorporarse antes del cobro del documento, sujetándose en todo ello a las
instrucciones que haya recibido de los obligados al pago de la letra. Si se
llenare en contravención a las instrucciones, el respectivo obligado podrá
eximirse de su pago probando tal circunstancia. Esta exoneración de
responsabilidad no podrá hacerse valer respecto del tenedor de buena fe.
Todo lo anterior no obsta al ejercicio de las acciones penales que fueren
procedentes”.
Es curiosa esta disposición legal, no sólo porque constituye una novedad con
respecto a la legislación anteriormente en vigencia, sino porque crea una
excepción que puede oponerse al pago por el obligado probando que se
incorporaron las enunciaciones de la letra en contravención a sus
instrucciones, a menos que se trate de un tenedor de buena fe. Como la buena
fe se presume, el obligado deberá probar la mala fe del tenedor legítimo que
no cumplió sus instrucciones en el lleno del documento, para eximirse del
pago, sin perjuicio de intentar las acciones penales correspondientes por
abuso de firma en blanco, falsificación, etc., según sea procedente. Esta norma
importa el reconocimiento de la letra en blanco, es decir, aquella que al tiempo
de su emisión está incompleta.
66. Giro de la letra y relaciones jurídicas de origen.
En la mayoría de los casos, la emisión de un título de crédito tiene su origen
en la existencia de una relación jurídica subyacente o fundamental; interesa en
consecuencia saber qué efecto tiene el libramiento, aceptación o transferencia
del documento respecto de dicha relación. El legislador, en el artículo 12 de la
Ley número 18.092, ha venido a poner término a las cuestiones a que daba
lugar la interpretación de los artículos 124 del Código de Comercio hoy

74
DERECHO COMERCIAL TOMO II

derogado y 37 de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques, haciendo


hincapié en que la redacción del precepto tampoco ha sido afortunada. En
efecto, según la norma legal citada: “El giro, aceptación o transferencia de una
letra de cambio no extinguen, salvo pacto expreso, las relaciones jurídicas que
les dieron origen, no producen novación”. Es claro que no es lo mismo la
extinción de las relaciones jurídicas subyacentes que la novación, que siendo
un modo de extinguir obligaciones comporta el nacimiento de un nuevo vínculo
obligacional. El legislador debió dejar en claro que la emisión, aceptación,
endoso o circulación de la letra no producen la extinción de las relaciones
jurídicas que le dieron origen ni tampoco causan novación.
Agrega la disposición del artículo 12 de la ley que comentamos que el pago
de una letra emitida, aceptada o endosada para facilitar el cobro de una
obligación o para garantizarla, la extingue hasta la concurrencia de lo pagado.
Aquí se mantiene un principio de general aplicación en el derecho, porque la
letra de cambio ha sido utilizada como documento para instrumentalizar un
determinado crédito, en todo o en parte, de forma que su pago
consecuencialmente extinguirá el todo o parte del crédito que le sirve de
soporte.-
67. Menciones facultativas.
A ellas se refiere el artículo 13 de la Ley sobre Letra de Cambio y Pagaré, de
14 de enero de 1982. Se trata de enunciaciones facultativas que pueden
agregarse a la letra de cambio, que no son de su esencia, de modo que si no se
pactan su omisión carece de efectos jurídicos. Las menciones facultativas a
que alude el precepto legal recién citado son las siguientes:
a) Indicación de la comuna dentro de la cual esté ubicado el lugar del pago.
Esta enunciación puede ser útil sobre todo en las grandes aglomeraciones
urbanas, como Santiago, Concepción, Valparaíso, Viña del Mar, que han debido
dividirse por razones de orden administrativo en numerosas comunas. Así, el
obligado tendrá mayor información para ubicar el lugar del pago del título de
crédito.
b) La cláusula de ser reajustable la cantidad librada, que se expresará
mediante la palabra “reajustable” u otra igualmente inequívoca. Esto
constituye efectivamente una novedad en relación con el derecho
anteriormente aplicable en la materia. Al permitir que la cantidad girada
pueda variar como consecuencia de la variación que experimenta un indicador
determinado, se está reconociendo que se pretende preservar “el valor” de lo
que se ha dado o pagado con motivo de la creación del título. Se trata de
mantener el valor de la prestación que contiene la letra: pagar una suma de
dinero, reconociendo los efectos jurídicos que ocasiona la depreciación
monetaria.
Establecida la posibilidad de agregar la cláusula de reajuste en la letra de
cambio, el legislador reglamentó asimismo la forma como opera. En efecto, de
acuerdo con lo previsto por el artículo 14 de la ley en estudio, en las letras con
cláusula de reajuste la cantidad librada se ajustará conforme a las reglas que
el documento señale. Si no se indica el sistema de reajuste en el título de
crédito, se aplica el de las operaciones de crédito de dinero vigente a la época

75
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

de la emisión de la letra. El régimen de reajuste en las operaciones de crédito


de dinero está reglamentado por la Ley Nº 18.010, de 27 de junio de 1981,
sobre la base del valor de la unidad de fomento.
Finalmente se expresa que la indicación de sistemas de reajuste prohibidos
por la ley se tendrá por no escrita.
c) La cláusula de intereses, los que corren desde la fecha en que la letra se
gira hasta la de su pago efectivo, a menos que en el título se indiquen otras
fechas. Los intereses se calculan sobre la cantidad reajustada, si la letra
contiene la cláusula de reajuste, salvo mención expresa en contrario. Con la
reajustabilidad de la cantidad librada se pretende, como dijimos, conservar el
valor de la prestación, que siga siendo el mismo desde la fecha de la emisión
del título hasta la de su pago, que se pueda pagar la misma cantidad de bienes
o servicios con la suma librada en una u otra ocasión. En cambio, con la
cláusula de intereses se pretende remunerar al capital por el crédito que se
instrumentaliza en la letra de cambio. De ahí que el interés se calcule sobre la
cantidad reajustada, en su caso, a menos que se exprese lo contrario.
Constituye asimismo una novedad interesante permitir que en la letra de
cambio se puedan pactar intereses, lo que antes quedaba sólo reservado al
pagaré. Concordante con la posibilidad de agregar la enunciación sobre
reajuste y sobre intereses es que el artículo 1º Nº 3 de la ley se refiere a la
orden, no sujeta a condición, de pagar una cantidad determinada o
determinable de dinero, como mención esencial en el contenido de la letra de
cambio.
d) La cláusula “devuelta sin gastos” o “sin obligación de protesto”. Con la
mención facultativa “devuelta sin gastos” se establece la primera relación
entre el librador y el beneficiario. Si llegado el día del vencimiento el librado
no paga la letra, debe protestarse el documento, en tiempo y forma, bajo
sanción de caducidad de los derechos del portador en contra del librador y
endosantes (perjuicio). Mediante la cláusula “devuelta sin gastos” el librador
deja establecido en el título que él no paga los gastos que ocasione el protesto
de la letra, que normalmente le corresponden; éstos son de cargo del portador
de la letra.
La cláusula “sin obligación de protesto”, como lo expresa, tiene el efecto de
relevar al portador de la carga de dejar constancia fehaciente de la no
aceptación o pago de la letra, libera del protesto. Sin embargo, el legislador,
en el Nº 4 del artículo 13 de la Ley Nº 18.092, parece hacerlas sinónimas al
emplear las expresiones “la cláusula ‘devuelta sin gasto’ o ‘sin obligación de
protesto’”. Si hubiere querido hacerlas diferentes las habría ubicado en
diversos numerandos dentro de la disposición citada.
Nuestro criterio de interpretación queda corroborado con lo establecido en
la regla del artículo 74 de la ley, que dice: “La cláusula ‘devuelta sin gastos’ o
‘sin protesto’ y la que fija el plazo para presentar la aceptación, puestas por el
librador, producen efectos respecto de todos los firmantes de la letra.
Estampadas por algún otro obligado, sólo producen efectos respecto de éste”.
e) Otras menciones que no alteren la esencia de la letra. Entre éstas podría
agregarse a la letra la cláusula “sin más aviso”, que significa que el librado
debe pagar sin esperar nueva orden del librador. Asimismo puede enunciarse

76
DERECHO COMERCIAL TOMO II

facultativamente la cláusula “según aviso”, en virtud de la cual el librado no


debe aceptar o pagar el documento mientras no reciba aviso del librador
confirmándole el encargo de pagar la suma librada. Es importante esta
cláusula porque permite al librado conocer con anticipación la fecha del pago
y la autenticidad del título.
68. Adulteración de la letra.
La adulteración de la letra puede considerarse como una alteración del
documento hecha contra la voluntad de los emisores o suscriptores, con fines
maliciosos. El legislador mercantil no puede ocuparse de sancionar esta figura
delictiva desde el punto de vista represivo, porque ello corresponde a la
legislación penal. De ahí se explica que la ley que comentamos se limite sólo a
regular los efectos que desde el punto de vista del título de crédito implica su
adulteración.
De conformidad con la norma del artículo 15 de la Ley sobre Letra de
cambio y Pagaré, en caso de adulteración de una letra los signatarios
anteriores se obligan conforme al texto original y los posteriores conforme al
nuevo texto. Constituye aspecto separado la sanción que pudiera merecer el
autor de la adulteración.
Reitera este artículo el principio de la independencia de las firmas llevado a
sus consecuencias más extremas, con tal de preservar la eficacia del título de
crédito.
69. Alteración del texto de la letra de cambio.
No obstante que la letra de cambio, como todo título de crédito, se
caracteriza por su literalidad, es decir, que el contenido, extensión, alcance o
modalidad del derecho incorporado en ella se determina por su tenor literal, el
legislador permite, mediante cierta forma, la alteración de su texto. En efecto,
según lo previsto en el artículo 16 de la Ley sobre Letra de Cambio y Pagaré,
cualquiera de los obligados al pago de una letra puede, mediante una nueva
firma, consentir en una alteración de su texto, quedando obligado en los
nuevos términos que se indiquen. No se vulnera el principio de la literalidad
porque la alteración exige nueva firma del obligado y sólo éste queda
comprometido a cumplir la prestación en la forma que se indique. La
alteración de la letra debe literalizarse en su texto con la nueva y obliga a
quien la suscribió en los nuevos términos.
70. Ejemplares de la letra.
El extender la letra en varios ejemplares era una obligación que la antigua
legislación hacía pesar sobre el librador con respecto del tomador o
beneficiario. El giro de varios ejemplares hace desaparecer los riesgos de una
eventual pérdida del título y facilita su negociación, permitiendo, por ejemplo,
descontar un ejemplar mientras los otros estén en circulación. Tales emisiones
de la letra en varios ejemplares suponen que el segundo y demás deben llevar
la cláusula de que no se les considera valederos sino en el caso en que el pago
no se verifique por la primera o alguna de las anteriormente libradas.

77
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

La Ley Nº 18.092, sobre Letra de Cambio y Pagaré, no contiene reglas sobre


la emisión de la letra de cambio en ejemplares ni tampoco reglamenta la copia
del título de crédito en estudio. El legislador seguramente eliminó del texto
legal el problema de los ejemplares y copias de la letra de cambio,
considerando que se trataba de resabios de la época en que se empleaba el
documento en la ejecución del contrato de cambio, fundamentalmente. Nada
impide sin embargo que puedan librarse varios ejemplares expresando que
sólo tendrán valor los segundos y siguientes no habiéndose efectuado el pago
por los anteriores. Deberá expresamente indicarse esto último en el texto del
documento como una de aquellas menciones facultativas que no alteran la
esencia de la letra.
71. Obligaciones del librador.
El librador común, esto es, el que gira la letra en su propio nombre y por su
propia cuenta, tiene obligaciones con los tomadores o beneficiarios y con el
librado. Trataremos separadamente de estas obligaciones.
72. Obligaciones del librador con el o los tomadores.
Bajo la vigencia del Código de Comercio (art. 627, hoy derogado), el emisor
o creador de una letra de cambio tenía como obligación, en primer término, la
de extender a favor de los tomadores el número de ejemplares que ellos
exigían, con tal que lo pidieran antes del vencimiento. Esta obligación no se
consigna en el texto de la Ley Nº 18.092, en actual vigencia.
Fundamentalmente, el librador de una letra de cambio está obligado a
garantizar a los beneficiarios, hasta el último portador, la aceptación y pago
del documento. Siendo el girador el que crea el título, es el primer obligado al
pago del mismo, lo que es totalmente normal, salvo cuando el librado admite el
encargo y acepta pagar el documento, caso en el cual el librador se mantiene
sólo como garante de la promesa incorporada al título.
La garantía se refiere a la aceptación y al pago de la letra. Cuando el
artículo 623 del Código de Comercio, hoy derogado, definía el concepto legal
de librador, definición que hoy echamos de menos en el nuevo texto legal, no
había duda que siendo el girador el que contrae la obligación de hacer pagar
la cantidad convenida y libra o emite el documento, garantizaba o estaba
obligado a la aceptación y pago de la letra.
El artículo 10 de la Ley sobre Letra de Cambio y Pagaré dispone que el
librador garantiza la aceptación y el pago de la letra de cambio. Si el
beneficiario no obtiene del librado la aceptación de la letra, debe protestarla
por falta de aceptación y hacer efectivos sus derechos contra el librador, aun
antes del vencimiento, como se desprende de los artículos 79 y 81 de la ley en
vigencia. La ley permite en la actualidad que el girador pueda eximirse de la
responsabilidad de aceptación de la letra de cambio, y aun cuando no se indica
expresamente cómo debe formalizarse esta exoneración, creemos que debe
constar en el texto del documento para que esté literalizada y produzca
efectos. Pero lo que no se admite es que el librador pueda librarse de su
obligación de garantizar el pago de la letra o limitarla en alguna forma,
teniéndose por no escrita cualquiera enunciación o cláusula en este sentido.

78
DERECHO COMERCIAL TOMO II

73. Obligaciones del librador con el librado.


Durante la vigencia del Código de Comercio en la materia, el emisor o
creador de la letra de cambio tenía una serie de obligaciones con el librado
fundadas en el supuesto vínculo contractual existente entre ambos: el mandato
que el primero confería al segundo. Así, de acuerdo con los artículos 648 y
649, hoy derogados de nuestra principal codificación mercantil, el librador
debía comunicarle oportunamente al librado el encargo que le hacía en la
letra; estaba obligado a cubrirle los desembolsos que hubiere verificado para
llevar a cabo el mandato; a pagarle la comisión respectiva y a poner en sus
manos, antes del vencimiento, los fondos destinados al pago de la cantidad
librada.
La Ley Nº 18.092, de 14 de enero de 1982, no consigna ninguna de las
obligaciones antes mencionadas del librador para con el librado. Sin duda que
no se trata de un olvido del legislador en este sentido, sino de un cambio
fundamental destinado a desvincular la letra de cambio, título de crédito, de
toda raigambre contractual o convencional. Lamentablemente el legislador de
1982 no fue lo bastante osado como para establecer en forma expresa que la
letra de cambio contiene una promesa unilateral de pagar una cantidad de
dinero; que esta declaración documental es no recepticia, en el sentido de que
no depende de la voluntad del sujeto a quien se dirige; que es una declaración
incondicionada, en cuanto a que su exigibilidad no está sujeta a
contraprestación por parte de quien favorece; que es, en principio, una
declaración irrevocable, en cuanto a que una vez formulada e
instrumentalizada no puede dejarse sin efecto, y que se trata de una promesa
de pago vinculante, que obliga a cumplir la prestación correspondiente.
Sin embargo, no puede negarse el avance que significa la promulgación de
la Ley Nº 18.092, sobre Letra de Cambio y Pagaré, en cuanto a la
consagración de algunos principios de la Teoría General de los Títulos de
Crédito que analizamos en esta obra, particularmente el de la independencia
de las firmas, contenido expresamente en el artículo 7º, y el de la autonomía,
en el artículo 28. De las disposiciones de los artículos 7º y 79 de la ley se
desprende que la declaración incorporada al documento en la cual está
formulada la promesa de pagar la cantidad girada, obliga a los firmantes en la
medida que hayan intervenido en el título poniendo su firma, con
prescindencia de la relación jurídica subyacente que dio origen al libramiento
de la cambial y de las relaciones que tengan con quienes le transfieren el
documento por su ley de circulación, esto es, el endoso.

Sección III
LA CIRCULACIÓN DE LA LETRA DE CAMBIO: EL ENDOSO
74. Ideas generales.
La letra de cambio es un efecto de comercio que se emite a la orden,
pudiendo girarse también nominativamente. Esto significa que se concibe en
su forma esencial a nombre de una determinada persona, facultando a ésta de
modo expreso o implícito a transferir el documento sin la intervención del

79
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

librador. Es importante destacar el carácter facultativo que tiene la


transferencia o circulación del documento emitido a la orden, de tal modo que
si no circula mediante el endoso, en todo caso es un título de crédito. Los
documentos a la orden tienen como ley de circulación el endoso, esto es, un
acto jurídico documental que se hace efectivo mediante una declaración de
voluntad exteriorizada formalmente al dorso del título, con la firma de quien lo
otorga. El endoso como declaración documental participa de las
características de las declaraciones de este tipo, que integran la estructura del
título de crédito, es decir, es no recepticio, incondicionado y vinculante.
75. Definición legal de endoso.
Según el artículo 17 de la Ley sobre Letra de Cambio y Pagaré, la noción de
endoso se define en los siguientes términos: “El endoso es el escrito por el
cual el tenedor legítimo transfiere el dominio de la letra, la entrega en cobro o
la constituye en prenda”. No cambia fundamentalmente los términos que
empleaba el artículo 655, hoy derogado, del Código de Comercio, para definir
este concepto. El texto de la nueva ley no destaca en la definición misma que
el endoso es un escrito puesto al dorso de la letra de cambio y demás
documentos a la orden, con lo cual la idea definida quedaba más clara y con un
ámbito de aplicación más vasto, sino que lo expresa en el inciso 2º del artículo
17, donde se refiere a la forma de este mecanismo de circulación del título de
crédito letra de cambio.
En la definición legal de endoso que transcribimos más arriba se advierte
que el legislador le interesa poner de relieve las diversas funciones o efectos
jurídicos que pueden conseguirse con el endoso: en primer término y
esencialmente, transferir el dominio del título; en segundo lugar, entregarlo en
cobro, y, finalmente, constituirlo en prenda.
Cualquiera que sea su finalidad, el endoso debe cumplir con tres exigencias
formales básicas: debe ser un acto escrito; debe contener la firma del
endosante, y debe literalizarse al dorso del documento.-
76. Naturaleza jurídica y función económica del endoso.
Antiguamente la circulación de los derechos se realizaba mediante el
procedimiento de la delegación y con este criterio se ha pretendido explicar
también la función de los títulos de crédito en las operaciones de cambio. De
esta manera, el endoso aparece como una nueva delegación en la cual el
beneficiario juega, a su turno, el rol de delegante y el nuevo portador asume el
carácter de delegado. Se complementaba esta doctrina señalando que el
librado habría aceptado de antemano al nuevo acreedor. Ya hemos destacado
que tanto la cesión de créditos como la idea de delegación fueron
reemplazadas en el proceso de circulación de los bienes y derechos por los
títulos de crédito. Son nociones superadas y lo propio puede decirse respecto
del endoso concebido como una nueva delegación.
El endoso debe considerarse como una forma particular de hacer circular
los títulos a la orden, diversa de la cesión de créditos mercantiles, cuya
naturaleza es la de un acto jurídico unilateral, documental, escrito, mediante

80
DERECHO COMERCIAL TOMO II

el cual se hace efectiva la declaración destinada a transferir el documento, a


entregarlo en cobro o a darlo en prenda.
Nos interesa asimismo destacar la función económica que cumple el endoso
en los títulos de crédito a la orden. En efecto, el beneficiario o portador de una
letra de cambio puede hacer circular la promesa de pago contenida o
incorporada al documento mediante el endoso. De esta suerte, como la letra se
adquiere por su valor nominal, hoy incluso reajustable y con intereses, en
razón de las garantías que recubren su pago, un comerciante puede, en
consecuencia, pagar a sus acreedores endosando el documento sin necesidad
de recurrir al dinero efectivo o a otros títulos de crédito. Puede también,
gracias a la circulación del título por el endoso, transferir la promesa de pago
que el documento contiene, generalmente librada a una fecha futura, a un
Banco, que estará dispuesto a cambiar ese valor diferido por uno presente,
aplicando un interés o cobrando una remuneración por esta operación,
llamada “descuento”.
Como podemos apreciar, el endoso, junto con permitir jurídicamente la
transferencia del título, facilita la circulación del crédito incorporado en él, lo
que en definitiva acelera la circulación evitando la repetición de los pagos.
Otro tanto ocurre cuando el título contiene una prestación consistente en la
entrega de determinadas mercaderías: carta de porte, conocimiento de
embarque, certificados warrants, etc., y es emitido a la orden: el endoso
permite al portador legítimo reclamar las mercaderías o continuar haciéndolas
circular sin desplazamiento físico de las mismas con un nuevo endoso.
77. Diferencias entre la cesión ordinaria de créditos y el endoso.
El endoso traslaticio de dominio presenta las siguientes diferencias con la
cesión ordinaria de créditos:
a) En el endoso, la transferencia del documento a la orden opera por el
simple hecho del escrito puesto al dorso y firmado por el endosante. No
requiere, como la cesión ordinaria, de la notificación o de la aceptación del
deudor cedido;
b) Quien transfiere un documento a la orden por el endoso queda obligado
solidariamente a su pago (art. 25 de la Ley Nº 18.092); en cambio, el cedente
de un crédito por el procedimiento de cesión ordinaria sólo responde de la
existencia del crédito al tiempo de la cesión (art. 1907 del Código Civil).
c) La cesión ordinaria es una forma de tradición del título y el cedente no
puede transferir más derechos de los que tiene. Siendo esto así, el deudor
cedido puede oponer al cesionario las excepciones personales que tenía contra
el cedente. En la transferencia de un título de crédito a la orden mediante el
endoso, el adquirente obtiene un derecho nuevo, que nace en él mismo,
porque la tradición es originaria y no derivativa, desvinculando de la relación
fundamental y de la persona que se lo transfirió. En consecuencia, el deudor
cedido de un crédito por endoso no puede oponer al cesionario las defensas o
excepciones que tenía contra el endosante.

81
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

78. Características del endoso.


Este mecanismo de circulación de los títulos de crédito tiene las siguientes
características como acto jurídico:
a) Es accesorio, en cuanto a que está supeditado a la existencia de la letra
de cambio o de cualquier otro título de crédito a la orden. El endoso no existe
por sí solo sino cuando se ha creado un título (acto principal) al cual sirve
como vehículo de transferencia (acto accesorio);
b) Es solemne, toda vez que se trata de un acto escrito que lleva la firma o
impresión digital del endosante, puesta al dorso del documento;
c) No condicionado, porque su existencia no puede sujetarse a condición,
pero sí en cuanto a alguno de sus efectos. Así, por ejemplo, el endosante puede
exonerarse de la garantía de aceptación o de pago o bien de ambas; puede
asimismo agregar a su endoso la mención “no endosable”. El carácter no
condicional del endoso en lo relativo a su existencia, es de la esencia de este
acto jurídico que facilita la circulación de los créditos. El artículo 19 de la Ley
Nº 18.092, sobre Letra de Cambio y Pagaré, expresa esta característica: “El
endoso debe ser puro y simple. Toda condición a que se subordine el mismo se
reputa no escrita…”.
d) Debe ser total, por cuanto el endoso parcial no produce efecto alguno. Así
lo expresa el mismo artículo 19 de la ley de la materia.
79. Idea de endosatario.
Bajo la vigencia del Código de Comercio que reglamentaba la letra de
cambio, y a propósito de ella el endoso, no existían reglas sobre endosatario.
La Ley Nº 18.092 dispone en su artículo 20 en favor de quiénes puede
efectuarse el endoso. Dicho en otros términos, nos está indicando quiénes
pueden ser endosatarios. Según la norma legal recién citada: “El endoso
puede efectuarse en favor de un tercero, del librado o aceptante, del librador o
de cualquier otro obligado. Dichas personas pueden volver a endosar la letra”.
Los efectos del endoso serán diferentes según cual sea la calidad que el
endosatario tenga en la letra: librado o aceptante, librador o cualquier otro
obligado, como otro endosante, aval, etc. Si se trata de un tercero, los efectos
serán los que correspondan al tipo de endoso que se haga: en dominio, en
cobro o en garantía.
El hecho de que cualquiera de los endosatarios pueda volver a endosar la
letra da origen a la figura jurídica denominada “endoso de retorno”.
80. Diversas clases de endoso.
Este mecanismo de circulación de los créditos a la orden puede clasificarse
atendiendo a sus requisitos formales y a las finalidades que con él se
persiguen. Según el primer criterio enunciado, debe distinguirse entre endoso
regular, endoso irregular y en blanco. Es endoso regular aquel que, además de
la firma del endosante o de la persona que lo extiende a su ruego o en su
representación, contiene el lugar y la fecha de su otorgamiento, el nombre del
endosatario y la calidad del endoso. Constituye endoso irregular aquel en el
cual estampándose la firma del endosante se le agregan alguna o algunas de
estas enunciaciones: nombre del endosatario, fecha, lugar, pero no todas ellas

82
DERECHO COMERCIAL TOMO II

en conjunto. La ley se ha encargado de suplir la falta de expresión de alguna


de las enunciaciones en el endoso: cuando se omite el lugar de su
otorgamiento, se presume hecho en el domicilio del endosante; si no contiene
la fecha, se presume hecho antes del vencimiento de la letra. En fin, el endoso
firmado por el endosante que no contenga el nombre del endosatario, es
endoso en blanco (art. 23). La sola firma del endosante constituye también
endoso en blanco.
El endoso en blanco autoriza al portador para llenarlo, anteponiendo a la
firma del endosante su propio nombre o el de un tercero, y para transferir la
letra, sin llenar el endoso, por la sola entrega del documento. El tenedor puede
asimismo endosar la letra en comisión de cobranza o en prenda (art. 24).
Según sus efectos, el endoso puede ser: traslaticio de dominio, en comisión
de cobranza o en garantía. El endoso traslaticio del dominio es el escrito
puesto al dorso de un título de crédito a la orden (letra de cambio en este
caso), por el cual se transfieren el dominio del documento y la prestación
incorporada a él. Para la legislación nacional vigente, el endoso que no
expresa otra calidad es traslaticio de dominio y transfiere al endosatario todos
los derechos que emanan de la letra (art. 21). Con mayor razón, si se expresa
la finalidad de transferir el título de crédito en el escrito puesto a su dorso,
estamos en presencia del endoso traslaticio de dominio.
Cuando el endoso contiene la cláusula “valor en cobro”, “en cobranza” u
otra equivalente, importa mandato para el cobro. Cuando se expresa la
cláusula “valor en prenda”, “valor en garantía” u otra equivalente, el endoso
importa constitución en prenda del título.
81. Endoso traslaticio de dominio.
Como ya dijimos, mediante él se transfiere el dominio del título y de los
derechos que emanan de él. En cuanto a la forma, el endoso traslaticio de
dominio puede ser regular o en blanco.
En cuanto a sus efectos, este endoso, por esencia, transfiere el dominio de la
letra, constituye al endosante en garante solidario de la aceptación y pago de
la letra y origina la inoponibilidad de excepciones personales. Trataremos
separadamente de cada uno de estos efectos del endoso en propiedad.
82. Transferencia de dominio de la letra.
Mediante el endoso traslaticio de dominio la cesión se perfecciona no sólo
entre endosante y endosatario, sino también respecto del aceptante y de
terceros que lleguen a ser portadores de la letra. Conviene insistir que, según
la Teoría General de los Títulos de Crédito, el endosatario adquiere un derecho
nuevo, autónomo e independiente tanto de la relación subyacente cuanto de
los anteriores tenedores del documento.
El endoso traslaticio de dominio es uno de los elementos o requisitos de
legitimación tratándose de la circulación de los títulos a la orden.
La legitimación en los títulos de crédito es la situación jurídica regulada por
el derecho cambiario, en virtud de la cual el portador regular de un título se
halla facultado para ejercer todas las potestades jurídico-económicas
emergentes del documento que presenta o exhibe al sujeto requerido para

83
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

cumplir la prestación representada y en virtud de la cual éste cumple y se


libera válidamente. Tiene un aspecto activo y otro pasivo. La legitimación
activa es el conjunto de condiciones formales para que el acreedor o portador
pueda ejercitar válidamente las acciones que emanan del título. Tratándose de
títulos a la orden, estas condiciones son:
–Posesión del documento;
–Presentación o exhibición del título, e
–Identificación del portador.
La legitimación pasiva significa que el deudor se libera si paga el título a
quien ha llegado a poseerlo formalmente por su ley de circulación. No tiene
para qué ni por qué investigar quién es el dueño o verdadero titular del
derecho, sino que basta la legitimación formal.
La justificación económica y jurídica de la institución de la legitimación en
los títulos de crédito, tanto en su aspecto activo como pasivo, radica en el
acrecentamiento de la confianza que, a través de la simplificación de las
formas, redunda en favor de la circulación.
83. Legitimación activa y pasiva.
La Ley sobre Letra de Cambio y Pagaré Nº 18.092, de 14 de enero de 1982,
en el artículo 26 reconoce el rol del endoso traslaticio de dominio como
requisito de legitimación en la circulación de los títulos a la orden,
particularmente en la letra de cambio. En efecto, la regla legal citada dispone:
“El tenedor de una letra de cambio se considera portador legítimo si justifica
su derecho por una serie no interrumpida de endosos, aunque el último esté en
blanco”. Más adelante agrega que, para este efecto, los endosos tachados o
borrados se tienen por no escritos. En fin, señala que cuando a un endoso en
blanco sigue otro endoso, se reputa que el firmante de éste ha adquirido la
letra por el endoso en blanco.
Por su parte, el artículo 31 de la ley que comentamos contempla el aspecto
pasivo de la legitimación cuando establece que el pagador de una letra de
cambio no está obligado a cerciorarse de la autenticidad de los endosos, ni
tiene facultad para exigir que ésta se le compruebe; pero debe verificar la
identidad de la persona que la presente al cobro y la continuidad de los
endosos, so pena de quedar responsable si paga a portador ilegítimo del
documento. Para liberarse el obligado al pago de la letra debe pagarla al
acreedor cambiario, esto es, a quien formalmente aparezca legitimado del
título después de una serie de endosos ininterrumpidos, sin necesidad de
comprobar la autenticidad de los endosos y sin poder exigir que ella se
acredite.
Las palabras del legislador sin duda vienen a confirmar que en materia de
circulación de títulos de crédito interesa más la apariencia, la posesión formal
que la propiedad del documento. Lo normal es que la legitimación, la
propiedad y la titularidad sean una misma cosa, o radiquen en una misma
persona, situación en la cual no se originará conflicto alguno. Pero sabemos
que los conceptos de legitimación –ya definidos–, de propiedad y de titularidad
no tienen el mismo alcance. La propiedad involucra la plenitud de potestades
sobre una cosa determinada (uso, goce, disposición). La idea de propiedad es

84
DERECHO COMERCIAL TOMO II

un concepto de señorío. La titularidad, en cambio, se ubica en el ámbito de las


relaciones personales entre el acreedor y el deudor y en virtud de ella el
primero tiene derecho a exigir del segundo el cumplimiento de la prestación.
Es titular el acreedor del vínculo obligacional. Por último, la legitimación
queda situada entre las ideas de propiedad y de titularidad, propias del
derecho común, pero ella juega en el campo de las relaciones cambiarias
exigiendo solamente la investidura formal para ejercer los derechos que
emergen del título de crédito. Hemos destacado la preeminencia del
documento sobre el derecho conectado o incorporado en él, lo que justifica la
legitimación y los efectos que estamos analizando. El antecedente de la
legitimación es el consorcio indisoluble o conexión permanente entre el
documento y la declaración o derecho incorporado. De esta suerte, cuando se
habla de propiedad del título se refiere a propiedad del derecho incorporado
que se adquiere de modo originario por la ley de circulación del documento: en
este caso, el endoso. Esto explica la preeminencia de la propiedad o
investidura formal sobre la propiedad material.
84. Responsabilidad del endosante.
Según la regla contenida en el artículo 25 de la Ley Nº 18.092, el endoso en
propiedad garantiza la aceptación y pago de la letra y el o los endosantes
serán solidariamente responsables de los efectos de la falta de aceptación o
pago, salvo estipulación en contrario estampada en el dorso mismo del
documento. Agrega esta norma que el endosante puede prohibir un nuevo
endoso y, en tal caso, no responde ante los endosatarios posteriores de la letra.
La responsabilidad solidaria del endosante tiene también su fuente legal en
el artículo 79 de la Ley sobre Letra de Cambio y Pagaré: “Todos los que firman
una letra de cambio, sea como libradores, aceptantes o endosantes, quedan
solidariamente obligados a pagar al portador el valor de la letra, más los
reajustes e intereses, en su caso”. Para que el portador pueda ejercer acciones
en contra de los endosantes se requiere que proteste en tiempo y forma la
letra por falta de pago; si no lo hace, el título se perjudica, esto es, caducan
dichas acciones, como asimismo aquellas contra el librador y los avalistas. No
obstante, no caducan estas acciones en caso de quiebra del librado o
aceptante ocurrida antes del vencimiento, o de haberse estampado en la letra
la cláusula “devuelta sin gastos” o “sin protesto”.
El endosante puede excluir mediante una estipulación agregada al endoso
su responsabilidad solidaria por la aceptación y pago de la letra. Así se
desprende del artículo 25 inciso 1º de la Ley Nº 18.092. Esta exoneración de
responsabilidad debe estar literalizada o estampada en el dorso mismo del
documento. Se permite también que el endosante pueda prohibir un nuevo
endoso y el efecto de esta enunciación agregada al endoso es que él no
responde ante los endosatarios posteriores de la letra.
La disposición del artículo 1749 del Código Civil, incisos 5º y 6º, en su texto
actual fijado por la Ley Nº 18.802, publicada en el Diario Oficial de 9 de junio
de 1989, que empezó a regir desde el 9 de septiembre del mismo año,
establece: “Si el marido se constituye aval, codeudor solidario, fiador u otorga

85
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

cualquiera otra caución respecto de obligaciones contraídas por terceros, sólo


obligará sus bienes propios”.
En los casos a que se refiere el inciso anterior para obligar los bienes
sociales necesitará la autorización de la mujer.
Como hemos señalado, en virtud de los artículos 25 y 79 de la Ley Nº
18.092, el endosante que transfiere el dominio de la letra garantiza la
aceptación y el pago de la misma y responde solidariamente de los efectos de
la falta de aceptación o de pago del título endosado.
Existe una relación entre el artículo 1749 incisos 5º y 6º del Código Civil y
los artículos 25 y 79 de la Ley Nº 18.092. En la situación prevista en el artículo
1749 incisos 5º y 6º del Código Civil, la codeudoría solidaria, la fianza y otras
cauciones, el supuesto contemplado por el legislador es la existencia de dos
obligaciones: una principal contraída por un tercero, y otra accesoria,
contraída por el codeudor solidario y/o fiador, que tiene por objeto garantizar
la primera. No debemos perder de vista que en la norma señalada, el
legislador alude a “cualquiera otra caución”, y caución es toda obligación que
se contrae para seguridad de otra obligación propia o ajena (art. 46 del Código
Civil).
El endoso en dominio de títulos de crédito a la orden es una forma de cesión
de créditos emitidos a la orden, con caracteres mercantiles propios, tales como
la circunstancia de que no interviene el deudor cedido, la ausencia de
formalidades, ya que la sola firma puesta al dorso importa esta clase de
endoso, y el hecho de que genera la responsabilidad solidaria del endosante,
como elemento de la naturaleza de este tipo de endoso. No obstante esta
última característica, el endoso en propiedad de un título de crédito mantiene
su naturaleza de una simple cesión de crédito. En consecuencia, el endoso
tiene por objeto transferir el dominio de un título de crédito y no significa en sí
mismo una caución o garantía. En cambio, tratándose del aval, de la fianza, de
la codeudoría solidaria, la finalidad perseguida es precisamente caucionar el
pago de la obligación propia o de un tercero. Específicamente, en el caso del
artículo 1749 incisos 5º y 6º del Código Civil, se trata de garantizar por el
marido obligaciones principales de un tercero. De manera que la exigencia que
consiste en la autorización de la mujer no se aplica tratándose del endoso que
el marido haga de una letra de cambio, pagaré o cheque, toda vez que en esta
forma de circulación de los títulos de crédito no existen dos obligaciones, una
principal y otra accesoria, sino que en estos últimos se trata de la
incorporación o de la documentación de obligaciones literales, autónomas y
abstractas que contraen los diversos sujetos que intervienen en su emisión o
traspaso, garantizando el pago al portador, debido a la circunstancia de
haberlos suscrito.
Mediante el endoso traslaticio de dominio cada adquirente del título recibe
un “derecho nuevo” desvinculado del anterior portador, por lo que no puede
pensarse que sea por efecto de dicho traspaso que el endosante garantice
obligaciones de terceros, como el librador, endosantes anteriores y el
aceptante. La función del endosante es meramente instrumental, se limita a
vincular directamente al tenedor legítimo con el deudor, prescindiendo de las
relaciones intermedias con anteriores portadores del documento, por lo que su

86
DERECHO COMERCIAL TOMO II

intervención en el perfeccionamiento del acto jurídico unilateral endoso no


puede vincularse desde el punto de vista cambiario con obligaciones
contraídas por terceros.
Por otra parte, las disposiciones de la Ley Nº 18.092 relativas al endoso,
aplicables a otros títulos de crédito a la orden en virtud de la Ley Nº 18.552,
establecen tan sólo dos requisitos esenciales del mismo. Desde el punto de
vista de la forma, el endoso debe ser firmado por el endosante al dorso de la
letra o en una hoja de prolongación adherida a ella (art. 17 de la Ley Nº
18.092). En cuanto al fondo, el endoso es un acto puro y simple, toda condición
a la que se subordine el mismo se reputa no escrita (art. 19 de la Ley Nº
18.092).
Admitir que las limitaciones del artículo 1749 incisos 5º y 6º del Código Civil
no son aplicables tratándose del endoso de títulos de crédito a la orden, no
importa burlar dicho precepto. En efecto, para ejercer las acciones cambiarias
que emanan de un título de crédito es necesario ser portador legítimo (art. 26
de la Ley número 18.092), uno de cuyos requisitos es ser portador de buena fe,
y esto consiste en la conciencia de haber adquirido el título de conformidad a
la ley de la circulación y de manos de su legítimo tenedor dentro de las
relaciones cambiarias, de modo que se puede probar que el portador lo
adquirió de mala fe, o que no puede menos que conocer su origen irregular
desde el punto de vista cambiario, entre lo que debería contarse configurar un
endoso y un portador legítimo con ánimo de burlar a la cónyuge del endosante.
Por último, debido al hecho de que los títulos de crédito tienen fisonomía
propia, derivada de sus características, efectos y naturaleza jurídica –que se
advierten en las disposiciones legales que consagran el principio de
independencia de las firmas, el efecto cambiario no obstante existir
adulteración del contenido, el lleno del documento por un tercero y las
acciones cambiarias de reembolso–, en ellos no se aplican, por generalización,
las normas del derecho común.
No hay duda de que en el otorgamiento de avales en la letra de cambio o en
el pagaré, el marido garantiza claramente obligaciones de terceros y en este
caso es indiscutible que existen dos obligaciones, una principal y otra
accesoria, por lo que se aplican las limitaciones del artículo 1749 incisos 5º y
6º del Código Civil.
85. El endoso traslaticio de dominio y las personas que intervienen en
la letra.
El endoso en propiedad puede dar origen a diversas situaciones con
respecto a las personas que intervienen en la letra. Veremos algunas de ellas:
Endosada la letra al librador, éste sólo puede dirigir acción contra su propio
endosante o los endosantes anteriores. Si la letra se endosa al aceptante, se
extingue la obligación por confusión, toda vez que el endosatario pasa a ser
acreedor de sí mismo. Cuando la letra se endosa a un endosante anterior, los
endosantes intermedios quedan libres de responsabilidad.

87
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

86. La inoponibilidad de excepciones.


Con anterioridad a la Ley sobre Letra de Cambio y Pagaré Nº 18.092, de 14
de enero de 1982, nuestros tribunales de justicia habían reconocido este
efecto fundamental del endoso traslaticio de dominio, no obstante que no
estaba establecido en ningún texto legal expreso. Los fundamentos se
encuentran en la Teoría de los Títulos de Crédito y lo hemos explicado
detenidamente a propósito del concepto de autonomía.
La Ley Nº 18.092 consagra expresamente esta consecuencia del endoso en
propiedad y por esta vía el principio de la autonomía de los títulos de crédito,
lo que significa un gran avance de nuestra legislación positiva. En efecto, el
artículo 28 señala: “La persona demandada en virtud de una letra de cambio
no puede oponer al demandante excepciones fundadas en relaciones
personales con anteriores portadores de la letra”.
Se confirma de esta suerte que el cesionario de una letra de cambio
transferida por el mecanismo del endoso traslaticio de dominio adquiere un
derecho que nace nuevo en él, desvinculado del derecho que tenía el cedente y
de la relación subyacente que originó la emisión del título.-
No obstante la consagración legislativa del principio de la inoponibilidad de
excepciones que surge cuando la letra circula mediante el endoso, existen
algunas defensas que puede intentar el obligado en contra del portador
legítimo. En efecto, pueden oponerse las siguientes excepciones:
–Las que se funden en una irregularidad formal del documento, puesto que
la letra es un título de crédito que tiene entre sus caracteres la formalidad
(art. 1º en relación con el art. 2º de la Ley Nº 18.092);
–La falsedad del título, cuando se ha alterado su contenido, sin perjuicio del
principio de la independencia de las firmas, consagrado en el artículo 7º de la
Ley Nº 18.092, vigente en la materia;
–Las de naturaleza extracambiaria, derivadas de las relaciones personales
entre demandante y demandado;
–Las de novación, compensación, remisión, confusión y pago, cuando se
fundan en relaciones personales entre demandante y demandado. La de pago
debe fundarse en una cancelación otorgada en la letra misma.
87. Endoso de letra vencida.
Está reglamentado por el artículo 32 de la ley vigente en la materia: “El
endoso de una letra vencida o protestada por falta de pago no tiene más valor
ni produce otro efecto que el de una cesión ordinaria; y en este caso el cedente
y el cesionario podrán ajustar los pactos que les convengan”.
El derogado artículo 664 del Código de Comercio contenía este mismo
efecto, pero en relación con las letras perjudicadas, la nueva ley se refiere al
endoso de letra vencida o protestada por falta de pago. Bajo la vigencia del
Código se sostuvo que la letra no perjudicada conservaba todo su valor y era
susceptible de endoso según las reglas generales. Por el contrario, se sustentó
que la letra vencida no perjudicada no podía ser endosada porque la voluntad
de quienes intervienen en ella fija una época para el cumplimiento de la
prestación que el documento contiene y no puede seguir circulando después.

88
DERECHO COMERCIAL TOMO II

En la Ley Nº 18.092, sobre Letra de Cambio y Pagaré, el endoso de letra


vencida o protestada por falta de pago produce sólo el efecto de una cesión
ordinaria, quedando al arbitrio de cedente y cesionario convenir los pactos que
les convengan sobre la transferencia del título. Se admite, según lo dispuesto
en el inciso final del artículo 32, el endoso en comisión de cobranza de letra
vencida o protestada por falta de pago, con los efectos que le son propios
indicados en el artículo 29 del mismo texto legal.
88. Endoso en comisión de cobranza.
El efecto que se persigue con esta forma de transferencia de la letra es
encomendar su cobranza. En los términos del artículo 29 de la ley sobre la
materia, el endoso que contiene la cláusula “valor en cobro”, “en cobranza” o
cualquiera otra mención que indica un simple mandato, faculta al portador
para ejercer todos los derechos derivados de la letra, salvo los de endosarla en
dominio o garantía.
La persona que recibe una letra de cambio por endoso en cobro puede, en
consecuencia, cobrar y percibir incluso judicialmente, la cantidad librada en el
documento. El endosatario en cobranza facultado para cobrar judicialmente la
letra tiene todas las facultades propias del mandatario judicial, comprendidas
también aquellas que conforme a la ley requieren mención expresa. Sin
embargo, el mandatario sólo puede comparecer ante los tribunales en la forma
que exige la ley (art. 29).-
El cesionario de la letra por endoso en cobranza puede a su turno endosar el
documento, pero este endoso sólo produce los efectos propios del endoso en
cobro.
Por otra parte, la letra de cambio que contiene la cláusula “no endosable” es
susceptible de ser transferida por endoso en comisión de cobranza, con los
efectos que hemos señalado.
Aun cuando la ley vigente en la materia ha reglamentado con mayor detalle
y claridad este tipo de endoso, vale la pena tener presente que siendo ante
todo una comisión, se originan los siguientes otros efectos:
–El endosante no puede revocar a su arbitrio la comisión aceptada cuando
su ejecución interesa al comisionista (art. 241 del Código de Comercio);
–Las facultades del endosatario cesarán desde que tengan lugar, respecto de
él o del comitente, las circunstancias que según la ley ponen fin a la comisión;
–En todo caso, el librado u obligado conserva el derecho de oponer al
endosatario todas las excepciones que tenía contra el endosante. No siendo
traslaticio de dominio, el endoso en cobro no purga las excepciones;
–Aceptado el encargo de cobrar el documento, el endosatario deberá
cumplirlo, y no haciéndolo sin causa legal, responde al endosante de los
perjuicios que le sobrevinieren (art. 245 del Código de Comercio).
89. Endoso en garantía.
Se reconoce este endoso porque lleva las expresiones “valor en garantía”,
“valor en prenda” u otra equivalente, que traducen el propósito del endosante
de constituir en prenda el título.

89
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

Según la norma del artículo 30 de la ley aplicable en este dominio, el endoso


en garantía faculta al portador para ejercer todos los derechos emanados de la
letra, cobrarla judicial y extrajudicialmente y aplicar sin más trámite su valor
al pago de su crédito, con obligación de rendir cuenta al endosante.
Transferida la letra por endoso “valor en garantía”, el endosante no
responde de la aceptación o pago del documento, salvo pacto expreso en
contrario.
El endosatario en garantía, mientras mantenga la letra en su poder, debe
practicar todas las diligencias necesarias para conservar los derechos
emanados de ella. En efecto, debe cumplir todas las cargas legales que se
imponen al portador: protestar la letra por falta de aceptación, por falta de
fecha de aceptación y por falta de pago, para evitar que caduquen los
derechos.
El endosatario en garantía puede asimismo endosar la letra. Sin embargo,
su endoso sólo vale como endoso en cobro.
Es interesante destacar que el legislador atribuye al endoso en garantía el
efecto indicado en el artículo 28 de la Ley sobre Letra de Cambio y Pagaré, es
decir, que el deudor cedido de una letra por endoso en garantía no puede
oponer al demandante las excepciones fundadas en relaciones personales con
anteriores portadores del documento. Normalmente este efecto es propio del
endoso traslaticio de dominio.

Sección IV
LA ACEPTACIÓN DE LA LETRA
90. Noción previa.
Cuando la letra de cambio se emite por el librador sólo contiene su firma, lo
que convierte a éste en el primer obligado al pago del documento. Durante la
corta vida del título se va recubriendo de otras firmas que tienen la virtud de
crear la obligación al pago: la firma del librado cuando admite pagar la
cantidad girada; la del o los avales que garantizan el pago; la del beneficiario
que la endosa transfiriendo su dominio y constituyéndose también garante del
pago; y, en fin, las de los demás endosantes, asimismo responsables. Estas
firmas generan obligaciones independientes, según lo previsto en el artículo 7º
de la Ley sobre Letra de Cambio y Pagaré. La aceptación de la letra es un acto
formal de comercio.
91. Concepto de aceptación.
Puede decirse que la aceptación no es sino el compromiso contraído por el
librado de pagar la cantidad girada en la letra. Mientras el librado no presta
su aceptación no contrae obligación de pagar la cantidad girada. Surge, en
consecuencia, el problema de determinar por qué el librado admite el encargo
y paga la letra. La doctrina clásica francesa supone una relación causal entre
el librador que emite el documento y el librado que lo acepta. La aceptación,
según esta doctrina, hace presumir que existe una provisión de fondos para
cubrir la cantidad girada.

90
DERECHO COMERCIAL TOMO II

Se explica asimismo la aceptación recurriendo a la figura de la delegación.


El librado (delegado) se obliga por orden del delegante hacia el beneficiario
que vendría siendo el delegatario. Si así fuera, como señala Ripert, la deuda
del librado respecto del girador desaparecería; sería reemplazada por la deuda
con el beneficiario. Pero la novación no se produce, el librado sigue siendo
obligado respecto del creador de la letra, no obstante haberla aceptado. Más
simple es explicar el compromiso del librado por el hecho de poner su firma en
la letra. El librado que acepta, a juicio de Ripert, participa de esta suerte en la
“operación de emisión”, juega en ella un rol esencial, toda vez que su firma da
al beneficiario la certeza de que el título no es ficticio. Sin embargo,
predomina en la doctrina francesa la idea de que el compromiso del librado no
está exento de causa, ya que en el comercio no pueden suponerse actos
gratuitos.
Creemos que la aceptación constituye una declaración unilateral de
voluntad en virtud de la cual el librado se constituye en deudor cambiario.
Esta declaración unilateral da origen a una obligación literal y abstracta que
pesa sobre el aceptante y lo convierte en deudor directo y principal, sin
consideración alguna a la validez de sus relaciones con la persona que le
requirió la aceptación. Para mayor profundidad en el análisis de esta cuestión
nos remitimos a lo expresado en el desarrollo que hiciéramos de la Teoría
General de los Títulos de Crédito.-
92. Pluralidad de librados.
Suele ocurrir que el librador gira la letra en contra de varias personas.
Según el artículo 4º de la ley vigente en la materia, en este caso todas ellas se
consideran librados, a menos que expresamente se hubiere designado algún
orden, situación en la cual se entiende como librado sólo al que aparezca en
primer lugar en el documento y los demás como librados subsidiarios en el
orden señalado. Lo que el legislador quiso indicar en la disposición recién
citada es que cuando existe pluralidad de librados, el creador del título
promete al tomador o beneficiario y a todos los portadores sucesivos un
conjunto de personas como aceptantes, llamadas conjuntamente a la
aceptación. De esta suerte, si todos los librados conjuntos se niegan a prestar
la aceptación, el girador no cumple con lo prometido al tomador y portadores
sucesivos, naciendo en consecuencia, su responsabilidad por garantía de
aceptación. Pero nada impide que el llamamiento a la aceptación contenga un
orden según el cual deba requerirla el portador. En este caso el llamado es
alternativo, pues se entiende librado el mencionado en primer lugar y los
demás son librados subsidiarios en el orden indicado.
Cuando la letra se gira a varios librados conjuntos, sin designar algún
orden, denegada la aceptación el título deberá protestarse por falta de
aceptación respecto de todos ellos. Si el llamado es alternativo, el portador
debe ir protestando la letra por falta de aceptación a medida que ella se va
negando por los librados en el orden señalado.
En fin, conviene destacar que, según el artículo 45 de la ley, habiendo varios
librados, cualquiera que sea la forma en que estén designados, el que acepta
la letra se obliga al pago.

91
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

93. Presentación de la letra a la aceptación.


Para requerir la aceptación es necesario presentar la letra al librado. La
presentación del documento a la aceptación puede hacerla el portador por sí o
por mandatario especial, aun cuando no la haya endosado en favor de éste
(art. 34). La mera tenencia de la letra hace presumir el mandato y confiere la
facultad necesaria para presentarla a la aceptación y, en su defecto, para
requerir el protesto. La presentación de la letra a la aceptación es un acto
voluntario para el portador de la misma. La ley no obliga al tenedor o dueño de
la letra a exigir la aceptación de parte del librado. El artículo 34 de la ley
vigente en la materia dispone: “El propietario de la letra puede presentarla a
la aceptación…”. Sin embargo, la necesidad de requerir la aceptación se hace
evidente tratándose de letras giradas a un plazo contadero desde la vista, con
el objeto de determinar su época de vencimiento. La aceptación debe
solicitarse o rechazarse para fijar así el vencimiento del título. También puede
ocurrir que, mediante cláusula facultativa agregada a la letra, se convenga
que el título debe presentarse a la aceptación en un determinado plazo. En
este evento, el tenedor tendrá asimismo interés en presentar la letra a la
aceptación del librado, quien deberá fecharla. Esta fecha debe ser la del día en
que la aceptación fue dada, a menos que el requirente exija que se ponga la
del día de su presentación. A falta de fecha, el portador, para conservar sus
derechos contra los endosantes y el librador, debe protestar la letra. En este
caso, el término para pagar la letra girada a un plazo contadero desde la vista
corre a partir del día del protesto (art. 36).
Cuando el portador decide presentar la letra a la aceptación debe hacerlo en
el domicilio o residencia del librado, a menos que se señale en el título de
crédito un lugar determinado para este efecto (art. 37).
En este mismo orden de ideas, debe indicarse que la aceptación de la letra
no puede requerirse en días feriados, en día sábado ni el 31 de diciembre (art.
38). Esta disposición concuerda con la regla contenida en el artículo 33 de la
Ley General de Bancos. Decreto con Fuerza de Ley Nº 252, de 4 de abril de
1960, que establece que los bancos no atenderán al público los días sábados
de cada semana y el 31 de diciembre, sin que por esta circunstancia deban
considerarse esos días como festivos o feriados para los efectos legales,
excepto en lo que se refiere al pago y protesto de letras de cambio.
Agrega el artículo 38 de la ley de la materia que la aceptación sólo puede
requerirse entre las 9 y las 18 horas, salvo que el lugar señalado para la
aceptación fuere el de una institución bancaria o financiera, en cuyo caso sólo
puede hacerse dentro del horario de funcionamiento para la atención al
público.
No podemos dejar de destacar que la nueva ley ha reglamentado en forma
más adecuada que el Código de Comercio la presentación de la letra a la
aceptación, precisando lo relativo al lugar, tiempo y forma, manteniendo su
carácter facultativo para el portador, salvo las excepciones indicadas.
Por último, conviene remarcar que el portador de la letra no está investido
de poder suficiente para exigir del librado la aceptación de la misma; carece
de derecho para ello, por cuanto entre él y el girador no existe vínculo jurídico
alguno. El portador no tiene intervención en el acto de emisión del título de

92
DERECHO COMERCIAL TOMO II

crédito; sólo ha llegado a ser su titular por alguna forma que legitima su
derecho. En cualquier caso, requerido el librado de la aceptación de la letra,
debe prestarla o negarla en el día en que el portador se la presente, salvo que
aquél exija que se le haga una segunda presentación al día siguiente (art. 41).
Agrega esta norma que los interesados sólo pueden alegar que tal exigencia
(la relativa al hecho de que se haga segunda presentación) ha quedado
incumplida si así consta del protesto. El librado carece de facultad para exigir
este segundo requerimiento, si el primero se efectuó en el último día del plazo
en que la letra puede ser presentada a la aceptación. Finalmente, el artículo
41 establece que el portador no está obligado a dejar la letra en poder del
librado.
Bajo la vigencia del artículo 667 del Código de Comercio se contemplaba la
posibilidad de que el portador dejara la letra en poder del librado al requerirle
su aceptación, en cuyo caso éste debía devolvérsela en el día de su
presentación. Agrega la norma citada que no devolviendo la letra en el término
indicado, el librado quedaba responsable de su pago, aun cuando no la hubiera
aceptado. La doctrina había atribuido distinto fundamento a este caso de
aceptación de la letra de cambio, que, a nuestro juicio, era una sanción por la
conducta antijurídica del librado que impedía de esta suerte al portador
protestar oportunamente el documento para conservar sus derechos contra el
librador y endosante. La nueva ley no reglamenta de manera alguna esta
situación y se limita sólo a disponer que no es obligatorio para el tenedor dejar
la letra en poder del librado al tiempo de requerir su aceptación.
94. Actitud del librado al requerírsele la aceptación.
Durante la vigencia del Código de Comercio en la materia, el librado admitía
el encargo de pagar la cantidad librada porque estaba obligado convencional o
legalmente a hacerlo. En efecto, el deber de aceptar la letra de cambio podía
tener su origen, por ejemplo, en un contrato de promesa, del cual nace una
obligación de hacer: aceptar el documento. De suerte que si el contrato de
promesa cumple los requisitos del artículo 1554 del Código Civil, en caso de
incumplimiento, el que prometió la aceptación está obligado a recubrir los
gastos de protesto y recambio si la letra se giró por cuenta del librador. Girada
la letra por orden o cuenta de un tercero, los daños y perjuicios comprendían,
a más del protesto y recambio, las sumas que el librador por cuenta hubiera
anticipado al ordenador bajo la fe de la promesa de aceptar (art. 666 del
Código de Comercio, hoy derogado). Pero en este caso se trataba de una
aceptación extracambiaria y el incumplimiento de la promesa originaba
responsabilidad contractual del que la había formulado y podía verse expuesto
a la demanda de cumplimiento forzado o de resolución, en ambos casos, con
indemnización de perjuicios.
Por otra parte, la obligación de aceptar podía tener su origen en la propia
ley; ello ocurría cuando el girador había hecho previamente la provisión de
fondos al librado para que admitiera el encargo de pagar la suma librada. El
Código reglamentaba en el artículo 649 los casos en que se entendía hecha la
provisión de fondos. Siendo esto así, el librador podía exigir del librado la
indemnización de los gastos que por la falta de aceptación o de pago había

93
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

cubierto al portador de la letra. La indemnización comprendía los gastos de


recambio y de protesto, siempre que el librador probara que había hecho la
provisión de fondos. El librado que se negaba a aceptar no quedaba en ningún
caso obligado a pagar el importe de la letra, sino a reparar los perjuicios
directos y previstos que originaba su falta de aceptación.
La Ley Nº 18.092, de 14 de enero de 1982, no expresa fundamento
convencional ni legal de la obligación de aceptar la letra. Ello se explica
porque creemos que el propósito del legislador ha sido precisamente el de
desvincular la emisión de la letra de cambio de las relaciones contractuales
que puedan darle origen. La aceptación, siendo un acto unilateral que se
perfecciona por la firma del obligado en la letra, mediante la cual queda
responsable cambiariamente de su pago, no necesita de un fundamento
convencional o legal para producir sus efectos.
Esto último explica también que la legislación actual no contenga reglas
relativas a la provisión de fondos como existían bajo la vigencia del Código de
Comercio en materia de letra de cambio (arts. 648, 649, 650, 651, 652, 653,
654, 676 y 677), lo que hace innecesario todo el estudio relativo a estos
medios que debía poner el librador en manos del librado para que cumpliera el
encargo de pagar la letra.
95. Requisitos de forma y de fondo de la aceptación.
La aceptación de la letra está sujeta a un conjunto de condiciones de forma
y de fondo que vale la pena analizar para su validez y efecto fundamental de
constituir al librado que la otorga en deudor cambiario.
96. Requisitos de forma de la aceptación.
Para que la aceptación tenga valor cambiario, esto es, para que se incorpore
al documento, debe darse en la letra misma. Nuestra afirmación resulta
confirmada por la regla contenida en el artículo 33 de la ley vigente: “La
aceptación debe constar en la letra misma…” Siendo así, la aceptación queda
conectada indisolublemente al documento y circula juntamente con él; en otros
términos, equivale a decir que ella se literaliza, de manera que el tenedor que
la recibe advierte, por la simple lectura del título, que el librado ha admitido
pagar la cantidad librada.
La aceptación se hace constar en la letra por medio de las palabras
“acepto”, “aceptada” u otras equivalentes y la firma del librado. Asimismo, la
sola firma del librado puesta en el anverso del documento importa aceptación
(art. 33).
La Ley Nº 18.092, sobre Letra de Cambio y Pagaré, no reglamenta, como lo
hacía el Código de Comercio en su artículo 670, hoy derogado, los efectos de
la aceptación dada fuera de letra, en copia de ella, en cartas misivas o en
cualquier otro documento privado o público que se consideraba valedera, pero
los derechos que por ella adquiría el tenedor contra el aceptante no eran
transferibles por la vía del endoso.
Desde el punto de vista formal la aceptación se perfecciona poniendo la
firma el librado en el anverso de la letra. No es necesario fechar la aceptación
en el día que se otorga, a menos que se trate de una letra girada a un plazo

94
DERECHO COMERCIAL TOMO II

contadero desde la vista o que deba ser presentada a la aceptación dentro de


un plazo determinado en virtud de cláusulas especiales; el librado, en estos
casos, debe fechar su aceptación. Esta fecha debe ser la del día en que la
aceptación fue dada, a menos que el requirente exija que se ponga la del día
de su presentación. A falta de fecha, el portador, para conservar sus derechos,
debe protestar la letra (art. 36). La fecha de la aceptación o del protesto por
falta de aceptación es el elemento fundamental para determinar la época de
vencimiento de la letra girada a la vista.
97. Requisitos de fondo de la aceptación.
La aceptación da origen a la obligación del librado de pagar la cantidad
girada a su cargo; en consecuencia, ella debe darse en los términos en los
cuales el documento ha sido emitido. En otros términos, la aceptación debe
estar exenta de modalidades, ser pura y simple, absoluta y concordante con la
orden emanada del librador.
A la aceptación pura y simple se opone la aceptación sujeta a condición. Al
crear la letra de cambio, el girador, cumpliendo con las enunciaciones
esenciales a que alude el artículo 1º de la ley vigente en la materia, emite una
orden, no sujeta a condición, de pagar una cantidad determinada o
determinable de dinero. El librado, al requerírsele la aceptación del
documento, concordante con lo anterior, debe prestarla o negarla, pero si la
admite debe hacerlo en los términos en los cuales la letra viene girada, sin
condiciones.
Según lo previsto en el artículo 42 de la ley de la materia, la aceptación
debe ser pura y simple. No se reglamenta, como lo hacía el artículo 672 del
Código de Comercio, la aceptación con la calidad para pagarme a mí mismo,
que aunque condicional era legal y valedera, cuando al tiempo de prestarla el
aceptante era acreedor del portador por una suma líquida de dinero y exigible
igual a la que se expresaba en la letra. La ley aplicable en la actualidad se
limita a señalar, en el inciso 2º del artículo 42, que cualquiera otra reserva o
declaración por la cual se modifique el contenido original del título equivale a
un rechazo de la aceptación. Agrega que, sin embargo, el aceptante queda
obligado en los términos de su aceptación.
A la idea de aceptación absoluta se opone la de aceptación parcial. Esta
última tiene acogida en la Ley sobre Letra de Cambio y Pagaré que estamos
estudiando. En efecto, después de consagrar la exigencia de que la aceptación
debe ser pura y simple, la ley dispone: “…pero el librado puede restringirla a
una parte de la suma librada”. Esto significa que el librado admite sólo
parcialmente la orden contenida en la letra de cambio. Durante la vigencia del
Código de Comercio en este dominio, el portador podía admitir una aceptación
parcial por una suma de dinero que no bajara de la mitad del valor de la letra,
protestándola por el resto (art. 671, hoy derogado). En la actualidad, la ley
vigente no señala a qué monto de la suma librada puede restringir su
aceptación el librado. Tampoco lo indica a propósito del pago parcial hecho a
la fecha del vencimiento, que el portador no puede rehusar (art. 54 inc. 2º),
agregando que después de vencida la letra podrá rechazarlo si fuere inferior a
la mitad del valor del documento.

95
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

Si la aceptación de la letra es limitada o parcial, el portador puede admitirla


y protestar la letra por el saldo para conservar sus derechos contra el librador.
En efecto, si bien el legislador no lo dice expresamente, cuando trata de los
requisitos formales del protesto en la letra b) del artículo 62 señala: “La
relación de que el librado no aceptó la letra en los términos en que ella fue
girada…” De aquí se deduce que el protesto por falta de aceptación completa o
absoluta es admitido en la nueva ley.
En fin, la ley permite que el aceptante pueda señalar en su aceptación un
domicilio o residencia diferente del que resulte del texto de la letra, para que
en dicho lugar se efectúe el pago, siempre que esté ubicado en la misma
provincia. La aceptación para pagar en cualquier lugar fuera de dicha
provincia equivale a un rechazo de la misma (art. 43).
98. Retiro de la aceptación.
En términos generales, las declaraciones que se incorporan en un título de
crédito son irrevocables. Así, la promesa de pagar una suma de dinero que el
título contiene sólo puede “desincorporarse” en la hipótesis de pérdida o
extravío del documento u otras que señale el legislador, cumpliéndose
determinados requisitos. Resulta curioso que el legislador haya contemplado
en el texto de la Ley Nº 18.092, sobre Letra de Cambio y Pagaré, la posibilidad
de retirar, “desconectar” o “desincorporar” la aceptación dada por el librado
de una letra. Según el artículo 44 de la citada ley, el librado que ha estampado
en la letra de cambio su aceptación, puede borrarla o tacharla antes de
restituir la letra, debiendo en este caso agregar la expresión “retiro mi
aceptación” y volver a firmar. Cumplidos estos requisitos, se considera que la
aceptación se ha negado.
99. Negativa de aceptación.
Si el librado se niega a admitir la orden de pagar la cantidad librada, este
hecho no origina para él responsabilidad alguna frente al portador del título
con el cual no le une ninguna relación jurídica. Por el contrario, la negativa del
librado de aceptar la letra hace nacer la responsabilidad del girador de la
misma, quien al emitir el documento garantiza su aceptación al tomador o
beneficiario y a todos los portadores sucesivos del mismo. Sin embargo, para
que pueda hacerse efectiva la responsabilidad del librador es necesario que el
portador proteste la letra por falta de aceptación. Transferida la letra por
endoso traslaticio de dominio, el o los endosantes son solidariamente
responsables de los efectos de la falta de aceptación o pago, salvo estipulación
expresa en contrario estampada en el dorso mismo del documento. Para que el
portador pueda hacer efectivos sus derechos en contra de los endosantes,
debe asimismo protestar oportunamente la letra por falta de aceptación.
Cuando tratemos en detalle de los protestos, volveremos sobre este punto.

96
DERECHO COMERCIAL TOMO II

Sección V
LA GARANTÍA Y EL AVAL
100. Generalidades.
El crédito que emana de una letra de cambio puede ser caucionado de
diferentes formas, a saber:
– Por la solidaridad de las obligaciones cambiarias;
– Por el aval, y
– Por otras garantías extracambiarias.
101. Solidaridad cambiaria.
Se trata de una modalidad que tiene su fuente en la propia ley. En efecto, es
la ley la que contempla una responsabilidad solidaria de todos los obligados al
pago de la letra de cambio: ella afecta al librador, al aceptante y a los
endosantes. Esta solidaridad pasiva alcanza al total de la prestación cambiaria.
En efecto, según el artículo 79 de la ley vigente, todos los que firman una letra
de cambio, sea como libradores, aceptantes o endosantes, quedan
solidariamente obligados a pagar el valor de la letra, más los reajustes e
intereses, en su caso. Los endosantes pueden exonerarse de la responsabilidad
solidaria estipulándolo en forma expresa en el endoso mismo del documento.
Además, conviene recordar que sólo el endoso traslaticio de dominio genera la
responsabilidad solidaria del endosante (art. 25).
La solidaridad cambiaria es distinta de la solidaridad modalidad de los actos
jurídicos en el derecho común. En efecto, en este último la obligación solidaria
es común a los diferentes deudores, quienes sólo tienen una parte en la deuda,
aun cuando pueda exigírseles el total de ella. En la solidaridad cambiaria, los
distintos endosantes no son codeudores de la letra, sino más bien fiadores
solidarios que sólo pueden ser perseguidos en defecto del pago por el deudor
principal y que pagando la letra tienen acción de reembolso contra el deudor
principal. En nuestra legislación, el principio está contenido en el artículo 82
inciso 2º, que dice: “El endosante que paga la letra tendrá acción cambiaria de
reembolso a su elección en contra del librador, aceptante y endosante
anteriores y de sus avalistas”. Se justifica que el endosante que paga la letra
no tenga acción en contra de cualquiera de los demás endosantes sino
respecto de los endosantes anteriores, ya que de ellos derivó la transferencia
del título y éstos al hacerla garantizan al endosatario que la letra va a ser
pagada.
Respecto del librador debemos tener presente que al crear la letra garantiza
a todos que ella va a ser pagada por el librado, de suerte que cualquiera que
pague podrá dirigir acción de reembolso en su contra, menos desde luego el
aceptante. El artículo 82 de la ley, aplicable en la materia, dispone que el
librador o el aceptante que pague la letra no tendrán acción cambiaria de
reembolso entre sí, ni contra los demás firmantes de la letra.
En fin, digamos que la solidaridad del librador y de los endosantes queda
sujeta a la condición de que la letra haya sido protestada oportuna y
eficazmente por falta de pago. En caso contrario, la letra se perjudica, esto es,
caducan las acciones cambiarias que el portador puede tener contra el
97
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

librador, endosante y los avalistas de ambos. Con todo, el perjuicio no produce


sus efectos en caso de quiebra del librado o aceptante ocurrida antes del
vencimiento, o de haberse estampado en la letra la cláusula “devuelto sin
gastos” o “sin protesto”.
102. El aval.
El pago de la letra de cambio puede asimismo caucionarse con una fianza
cambiaria denominada “aval”. El concepto de aval está definido por la ley
sobre Letra de Cambio y Pagaré en los siguientes términos: “El aval es un acto
escrito y firmado en la letra de cambio, en una hoja de prolongación adherida
a ésta, o en un documento separado, por el cual el girador, un endosante o un
tercero garantiza, en todo o en parte, el pago de ella” (art. 46).
A diferencia del concepto de aval definido en el artículo 680, hoy derogado,
del Código de Comercio, que autorizaba la fianza cambiaria sólo a un “tercero
extraño a la letra de cambio”, la legislación vigente en la actualidad permite
que ella pueda darse por el girador o librador, por un endosante y por un
tercero, siendo esto último lo que sólo se admitía antes. En efecto, el inciso
final del derogado artículo 684 del Código de Comercio señalaba que el
librador, endosante y aceptante de la letra no pueden otorgar aval.
Resulta curioso que el propio girador pueda ser aval, porque este tipo de
garantía no es sino una fianza cambiaria y la fianza siempre implica que un
tercero extraño responde por el deudor principal. Por otra parte, no se divisa
el interés en que el librador sea también aval, por cuanto, como acabamos de
tratarlo, él es solidariamente responsable del pago de la letra al portador,
junto con los endosantes y aceptantes, aunque esta garantía no significa que
sea codeudor solidario sino simplemente subsidiario.
Por lo demás, en la definición de aval del artículo 46 de la Ley Nº 18.092,
sobre Letra de Cambio y Pagaré, no se dice expresamente que el aval
garantice solidariamente, en todo o en parte, el pago de la letra. La ley se
limita a indicar que el girador, un endosante o un tercero garantiza, en todo o
en parte, el pago de ella. En cambio, la definición del artículo 680, hoy
derogado, del Código de Comercio, indicaba sin lugar a duda alguna,
expresamente, que un tercero extraño a la letra de cambio afianzaba
solidariamente su pago. Ahora bien, como la solidaridad sólo nace de la
convención, del testamento o de la ley, requiere texto expreso para que se
entienda que se ha establecido. Sin embargo, del inciso final del artículo 47 en
relación con el artículo 79 se colige que el aval está solidariamente obligado al
pago de la letra, siempre que no haya establecido limitaciones al otorgar su
aval. En los demás casos deberá estarse a la forma como el aval fue concedido
para determinar su alcance.
Creemos, asimismo, que tampoco representa una apreciable ventaja el que
se permita que el endosante se constituya en aval, ya que vale respecto de él
lo que dijimos a propósito del librador. Con todo, si el endosante otorga aval
sin limitaciones, se entenderá obligado en los mismos términos que el
aceptante y no será sólo deudor subsidiario en defecto de los demás
endosantes y del librador.

98
DERECHO COMERCIAL TOMO II

Pensamos que la legislación actual, en este aspecto, no logra mejorar


técnicamente la institución del aval.
103. Formalidad del aval.
La ley señala que el aval es un acto escrito y firmado en la letra, en hoja de
prolongación adherida a ésta, o en un documento separado. Agrega que la sola
firma en el anverso de la letra o de su hoja de prolongación constituye aval, a
menos que esa firma sea del girador o del librado.
Asimismo, el aval puede perfeccionarse en el dorso del documento, letra de
cambio, y en este caso debe contener, además de la firma del avalista, la
expresión “por aval” u otra equivalente.
Según la forma como el aval se constituye en la letra misma o en documento
separado, su alcance es diverso. Cuando el aval se otorga en la letra misma y
en la hoja adherida a ella o al dorso con la expresión “por aval”, está
literalizado, incorporado al documento, soporte material del título de crédito.
De suerte que tendrá efectos cambiarios, esto es, circulará juntamente con la
letra y cualquiera que tenga el título en su poder se informará del contenido,
extensión y modalidades del aval otorgado. Por el contrario, los derechos que
emanan de un aval otorgado en instrumento separado no se transfieren por el
endoso. Otorgado el aval en documento separado, debe, además de la firma
del avalista, expresar que el acto es un aval e identificar claramente la letra a
la cual concierne.
El aval conferido en documento separado carece de valor cambiario, porque
no circula junto a la letra, no tiene mucho atractivo como caución para este
tipo de título de crédito, en el cual la literalidad juega un rol importante.
104. Efectos del aval.
La fianza cambiaria puede otorgarse con o sin limitaciones. En el primer
caso, el artículo 47 de la ley sobre la materia repite lo que establecía el
artículo 682 del Código de Comercio, en cuanto a que el aval puede limitarse a
tiempo, caso, cantidad o persona determinada.
a) Tiempo. Como la prestación de pagar una suma de dinero contenida en la
letra de cambio por lo general está diferida a un plazo determinado, época de
vencimiento, puede el avalista limitar su responsabilidad a esa época y
exonerarse si ella se prorroga.
b) Caso. Significa que el aval puede sujetar su garantía al evento de una
condición, o bien señalar que responderá subsidiariamente en caso de que no
cumpla la persona afianzada.
c) Cantidad. Esto es, que la garantía se otorgue por una cantidad inferior a
la que viene librada en la letra.
d) Persona determinada. Implica que la caución puede limitarse al
aceptante, al librador, a cierto endosante, etcétera.
Limitado el aval a alguna de estas circunstancias, sólo comporta la
responsabilidad que el avalista se hubiere impuesto.
Otorgado el aval sin limitaciones, el fiador cambiario responde del pago de
la letra en los mismos términos que el aceptante.

99
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

El avalista puede oponer todas las excepciones de la persona caucionada,


aun las de carácter personal, cuando éste pueda oponerlas al que reclama el
pago.
En fin, el aval que paga la letra tiene acción cambiaria de reembolso en
contra de la persona a quien él ha garantizado y de los demás firmantes de la
letra respecto de los cuales tuviere acción cambiaria de reembolso la persona
avalada. Habiendo avalistas conjuntos, se aplicará a ellos la regla del art. 2378
del Código Civil.
105. Otras garantías.
Aparte de la solidaridad cambiaria y del aval, puede caucionarse el
cumplimiento de la promesa de pagar la suma librada en una letra de cambio
mediante garantías reales; prendas o hipotecas. Estas obligaciones accesorias
de garantía se constituirán según las reglas generales del derecho común,
teniendo especial cuidado en determinar con toda precisión la letra de cambio
cuyo pago se cauciona.
Las cauciones reales señaladas no tienen carácter cambiario, no se
literalizan ni se incorporan al título de crédito que garantizan, por lo que no
pueden circular con él mediante el endoso.

Sección VI
EL VENCIMIENTO Y PAGO DE LA LETRA
106. Forma de determinar el vencimiento.
Para saber la época de pago de una letra de cambio es preciso establecer su
vencimiento, que depende de la forma como el documento se ha girado. La ley
permite que la letra pueda girarse:
–A la vista;
–A un plazo de la vista;
–A un plazo de la fecha del giro, y
–A día fijo y determinado.
No vale como letra de cambio la girada a otros vencimientos o a
vencimientos sucesivos. El artículo 48 de la Ley 18.092, de 14 de enero de
1982, suprime la posibilidad de girar la letra a uno o muchos usos y a una feria
como se establecía en el artículo 642, hoy derogado, del Código de Comercio,
formas que correspondían a épocas pasadas y que no tenían aplicación
práctica.
La letra emitida a la vista es pagadera a su presentación. En ella la
prestación consistente en pagar la suma girada no tiene plazo; debe cumplirse
en el momento en que el portador requiere el pago presentando la letra al
cobro. La ley establece que si la letra girada a la vista no se paga dentro del
plazo de un año contado desde la fecha de su giro queda sin valor, a menos
que se proteste oportunamente por falta de pago (art. 49).-
El término de la letra girada a cierto plazo a contar de la vista, corre desde
el día de la aceptación o desde su protesto por falta de aceptación o por falta
de fecha de aceptación. Ya señalamos que cuando la letra de cambio se libra a
la vista es indispensable fechar la aceptación, con el propósito de determinar
100
DERECHO COMERCIAL TOMO II

su vencimiento. La ley obliga en este caso al librado a fechar su aceptación;


esta fecha debe ser la del día en que la aceptación fue dada, a menos que el
requirente exija que se ponga la del día de su presentación. A falta de fecha, el
portador, para conservar sus derechos contra los endosantes y el librador,
debe protestar la letra por falta de fecha de aceptación. Cuando la aceptación
es denegada deberá protestar el título por falta de aceptación y la época de
vencimiento comienza a correr desde dicho protesto (arts. 36 y 50).
Cuando la letra se gira a un plazo de la fecha de emisión, el término corre
desde el día de su giro (art. 50).
La letra librada a un día fijo y determinado es pagadera en el día designado.
Es éste el caso de más frecuente aplicación práctica y el que no presenta
dificultad alguna, como no sea que se gire a una fecha inexistente: por
ejemplo, 30 de febrero, caso en el cual se vicia el título de inexistencia.
Por último, si el vencimiento de la letra de cambio cae en día feriado, en día
31 de diciembre o en día sábado, se entiende prorrogado para el primer día
hábil siguiente. Esta regla concuerda con lo que ya se había establecido a este
respecto por el artículo 33 de la Ley de Bancos, Decreto con Fuerza de Ley Nº
252, de 4 de abril de 1960.
107. El pago de la letra.
Interesa tanto al acreedor cambiario, que de esta suerte obtiene el valor
prometido en la letra, como al deudor, que haciéndolo, conforme al título y la
ley, se libera de su obligación.
Conviene, en consecuencia, plantear y responder las interrogantes clásicas
que se formulan en esta materia: ¿cuándo debe hacerse el pago?, ¿a quién
debe pagarse?, ¿cómo debe hacerse el pago?
108. Presentación de la letra al pago.
Según la norma prevista en el artículo 52 de la Ley sobre Letra de Cambio y
Pagaré, el portador de una letra pagadera a día fijo, a un determinado plazo
contado desde la fecha, o desde la vista, debe presentar el documento para el
pago el día de su vencimiento o al día siguiente hábil si fuere éste festivo o
feriado bancario.
El pago puede requerirse sólo entre las 9 y 18 horas, a menos que el lugar
señalado para el pago sea el de una institución bancaria o financiera, en cuyo
caso sólo podrá hacerse dentro de las horas de funcionamiento para la
atención del público.
La letra debe pagarse el día de su vencimiento o al día siguiente hábil si
fuere festivo o feriado bancario. El librado que paga antes del vencimiento
queda responsable de la validez del pago (art. 56). Ello se explica porque la
letra puede ser negociada hasta el día de su vencimiento, de suerte que debe
garantizarse a todas las personas que adquieran el título que el aceptante no
pague antes del vencimiento. Es una simple aplicación del brocardo jurídico:
“el que paga mal paga dos veces”, ya que si anticipa la solución del crédito su
pago no se presume liberatorio, porque puede beneficiarse a quien no es
acreedor. Por el contrario, el aceptante que paga la letra a su vencimiento
queda válidamente liberado, a menos que lo haya hecho a sabiendas para

101
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

consumar un fraude. Lo que se dice del aceptante es aplicable a los otros


obligados.
Sin embargo, nada impide que el deudor cambiario pueda pagar antes del
vencimiento. Para regular los efectos de este pago, se aplican las normas sobre
operaciones de crédito de dinero, vigentes a la época de la emisión de la letra
de cambio. El artículo 10 de la Ley Nº 18.010, de 27 de junio de 1981, sobre
operaciones de crédito de dinero, establece que el derecho de pagar
anticipadamente que él consagra es irrenunciable.
El pago anticipado del deudor está sujeto a las siguientes normas.
1. Tratándose de una letra de cambio con cláusula de reajuste, deberá
pagarse: el capital, el reajuste hasta el día del pago efectivo y los intereses
estipulados, calculados sobre el capital reajustado, hasta el día del
vencimiento de la letra. Ejemplo: una letra de cambio girada por $ 50.000 con
vencimiento a seis meses de la fecha de su giro, con intereses del 3% mensual
y reajuste según variación unidad de fomento, que suponemos del orden del
1% mensual. Si se anticipa el pago tres meses antes de su vencimiento, las
sumas a pagar serían las siguientes:
Capital $ 50.000
Reajuste1.5003%(1% mensual)
Intereses9.27018%sobre capital reajustado.
TOTAL$ 60.770
Si el deudor paga al vencimiento de la letra, los valores serían los
siguientes:
Capital $ 50.000
Reajuste 3.0006%(1% mensual)
Intereses 9.54018%sobre capital reajustado.
TOTAL$ 62.540
Con el pago anticipado el deudor ahorra en cuanto al reajuste del capital y
en cuanto al interés que se aplica sobre ese capital reajustado. En el ejemplo
el ahorro es de $ 1.770.
2. En el caso de una letra de cambio que no contiene la cláusula de reajuste,
el deudor que anticipa el pago debe enterar el capital y los intereses hasta el
vencimiento de la letra. Para el deudor no hay ninguna ventaja por el pago
anticipado.
La letra girada a la vista es pagadera el día de la presentación y si no se
paga dentro del plazo de un año contado desde la fecha de emisión, queda sin
valor, salvo que se proteste oportunamente por falta de pago.
109. ¿A quién debe hacerse el pago?
Al igual que en el derecho común, el pago debe hacerse al acreedor (art.
1576 del Código Civil); sin embargo, en este caso conviene precisar que debe
tratarse del acreedor cambiario. Se trata de la persona que está legítimamente
en posesión del título. Puede tratarse del tomador o beneficiario si la letra no
ha circulado y nada obsta a que éste sea el propio librador. Cuando la letra ha
circulado por el mecanismo del endoso traslaticio de dominio, el acreedor
cambiario es el portador legítimo, el que obtiene su derecho por una serie no
interrumpida de endosos formalmente ejecutados. A este respecto el artículo

102
DERECHO COMERCIAL TOMO II

26 de la ley vigente en la materia dispone: “El tenedor de una letra de cambio


se considera portador legítimo si justifica su derecho por una serie no
interrumpida de endosos, aunque el último esté en blanco”. En consecuencia,
no debe haber “saltos” en la cadena de endosos. Estos últimos deben ser
formalmente válidos en cuanto a que debe cumplirse con la ley que regula la
circulación del título, sin atender a vicios de fondo como, por ejemplo,
incapacidad, mandatario sin atribuciones, etcétera.
El que paga una letra de cambio no está obligado a cerciorarse de la
autenticidad de los endosos; ni tiene facultad para exigir que ésta se
compruebe; pero debe verificar la identidad de la persona que la presenta al
cobro y la continuidad de los endosos, so pena de quedar responsable si paga a
portador ilegítimo del documento (art. 31).
110. Constancia del pago.
Interesa al obligado que paga el tener el documento en su poder con
constancia de que está pagado. Hemos puesto de relieve al tratar la Teoría
General de los Títulos de Crédito la importancia que tiene el documento para
exigir la prestación en él contenida. Quien detenta el documento puede ejercer
los derechos que de él emanan. De esta suerte, una vez pagado, el obligado
que cumple la prestación tiene un interés primordial en obtener la restitución
del título y su cancelación, pues así tendrá la certeza de que no le será
cobrado otra vez y él a su turno, contando con el documento, podrá exigir
reembolso de quien corresponda, según el caso.
A este respecto, el artículo 54 de la Ley Nº 18.092, vigente en la materia,
dispone: “El librado que paga la letra de cambio puede exigir que ésta se le
entregue con la constancia del pago”.
111. El pago parcial.
La nueva ley vigente en la materia establece que, al vencimiento de la letra,
el portador no puede rehusar un pago parcial. Después de vencida la letra
podrá rechazarlo si fuere inferior a la mitad del valor del documento. El
librado puede exigir que se haga mención de este pago parcial en la letra y,
además, que se le otorgue recibo.
El portador puede protestar la letra por el saldo insoluto (art. 54). Bajo la
vigencia del Código de Comercio, artículo 713, hoy derogado, en ningún caso
el portador era obligado a recibir su importe parcialmente; pero si admitía
voluntariamente un pago parcial, debía protestar la letra por el saldo.
112. Lugar de pago.
La letra debe pagarse en el lugar que ella indica. No obstante, si la letra no
indica el lugar del pago, éste debe hacerse en el domicilio del librado señalado
en el documento. Por otra parte, no debemos perder de vista que el librado
puede señalar en su aceptación un domicilio o residencia diferente del que
resulte del texto de la letra, para que en él se efectúe el pago, siempre que
esté ubicado en la misma provincia. Cuando la aceptación se hace para pagar
en cualquier lugar fuera de dicha provincia, equivale al rechazo de la misma.

103
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

Conviene, asimismo, señalar que cuando el portador de una letra aceptada


es un banco o una entidad financiera, ya sea como beneficiaria, ya como
endosataria, el pago deberá hacerse en la oficina que tenga en su poder la
letra y que esté situada en la comuna en que corresponda hacerse el pago.
Este hecho se informa al aceptante mediante comunicación escrita dirigida por
el banco o entidad financiera, con diez días de anticipación, a lo menos, a su
vencimiento, indicando el nombre del beneficiario, monto de la letra, fecha de
vencimiento y lugar preciso en que debe efectuarse el pago.
113. Prohibición del pago.
La letra de cambio como título de crédito que interviene en la actividad
mercantil sirviendo de medio de circulación, de pago y de crédito, debe estar
revestida de cierta seguridad, es decir, que, salvo hipótesis muy excepcionales,
la promesa de pago que ella contiene no puede “desincorporarse” del
documento ni entrabarse su pago.
Siguiendo este principio, el artículo 57 de la Ley 18.092, de 14 de enero de
1982, aplicable en la materia, establece que no puede prohibirse ni entrabarse
por resolución judicial el pago o circulación de la letra de cambio, salvo en
caso de quiebra de su portador o de cualquier otro suceso que prive a éste de
la libre administración de sus bienes. Como veremos más adelante, en caso de
sustracción o extravío se prohíbe también el pago de la letra de cambio.
La ley permite decretar la retención, prohibición o embargo sobre el crédito,
juntamente con la aprehensión del documento mismo, en juicio o gestión
judicial seguida contra su tenedor legítimo y siempre que el documento se
encuentre en sus manos o en las de un mandatario de éste para su cobranza
(art. 57).
Si el pago no se verifica al vencimiento, el acreedor cambiario puede tener
interés en dejar constancia fehaciente de este hecho, con el objeto de
conservar los derechos que emanan del título contra el librador, endosantes y
avalistas. Esta constancia fehaciente es la diligencia del protesto, que procede
asimismo, cuando se rehúsa la aceptación o cuando ésta no se fecha, que
trataremos a continuación.

Sección VII
EL PROTESTO DE LA LETRA DE CAMBIO
114. Concepto.
La ley vigente en la materia no define la idea de protesto. Puede decirse que
se trata de un acto solemne por medio del cual se deja constancia fehaciente
de la falta de aceptación, de la falta de fecha de aceptación o de la falta de
pago de una letra de cambio. Se trata de un acto solemne porque la ley lo ha
revestido de una serie de formalidades: aviso, acta o constancia escrita de la
diligencia, intervención de ministro de fe pública, etc., debido a las
consecuencias o efectos jurídicos que le atribuye.

104
DERECHO COMERCIAL TOMO II

115. Clases de protesto.


En principio, las formalidades de las diversas clases de protesto son las
mismas. La diferencia entre ellas estriba en la causa que lo origina y las
consecuencias que producen.
La Ley 18.092, sobre Letra de Cambio y Pagaré, establece tres clases de
protesto: por falta de aceptación, por falta de fecha de aceptación y por falta
de pago, atendiendo a las causas que lo originan (art. 59).
El protesto por falta de aceptación pone en evidencia que no se cumplió la
promesa de aceptación que el librador hace al girar la letra respecto del
tomador o beneficiario y de los portadores sucesivos del título. Al portador le
conviene dejar constancia fehaciente de este hecho, pues de esta forma puede
hacer efectiva la responsabilidad del librador y endosante del documento. Este
es el efecto normal del protesto por falta de aceptación (art. 10). Pero la ley le
atribuye, asimismo, otras consecuencias: el protesto por falta de aceptación
dispensa de la presentación de la letra al pago y del protesto por falta de pago.
Durante la vigencia del Código de Comercio en materia de letra de cambio, el
protesto por falta de aceptación no dispensaba de la carga de protestar la letra
por falta de pago (art. 723 inc. 2º, hoy derogado).
El protesto por falta de fecha de aceptación es elemento esencial para
determinar la época de vencimiento de la letra girada a la vista, caso en el cual
la aceptación debe fecharse por el librado. Si el librado rehúsa fechar su
aceptación, el portador debe protestar la letra por falta de fecha de
aceptación, para conservar sus derechos contra el librador y endosantes (art.
36). El término para pagar la letra girada a un plazo contadero desde la vista,
corre, en este caso, a partir del día del protesto.
El protesto por falta de pago hecho en tiempo y forma hace nacer las
acciones cambiarias del portador en contra del librador, endosantes y avalistas
de ambos. La omisión del protesto o su falta de oportunidad origina la
caducidad de dichas acciones.
116. Oportunidad del protesto.
Es necesario hacer un distingo según la causa que origina el protesto. El
protesto por falta de aceptación debe hacerse el día siguiente hábil de la
presentación de la letra a la aceptación. Recordemos que cuando la letra es
girada a un día fijo y determinado o a un plazo contadero de la fecha de giro,
puede ser presentada para la aceptación dentro del plazo de su vencimiento
(art. 35). Si se rehúsa la aceptación, se dejará constancia auténtica de este
hecho al día siguiente hábil de la presentación de la letra a la aceptación.
Tratándose de letra girada a un plazo contadero de la vista o que deba ser
presentada a la aceptación en un plazo determinado en virtud de cláusulas
especiales, el librado debe fechar su aceptación. La fecha debe ser la del día
en que la aceptación se ha dado, a menos que el requirente exija que se ponga
la del día de su presentación. Si el librado rehúsa fechar su aceptación, el
portador para conservar sus derechos contra el librador y los endosantes, debe
protestar la letra por falta de fecha de aceptación, al día siguiente hábil de
aquel en que se produjo dicho hecho.

105
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

El protesto por falta de pago debe hacerse al día siguiente hábil del
vencimiento de la letra. Deberá tenerse en cuenta lo que ya se ha dicho
respecto de los días que no son hábiles para requerir la aceptación y el pago
(sábados, feriados y 31 de diciembre), caso en el cual deben requerirse al día
siguiente hábil; en consecuencia, el protesto deberá practicarse, a su turno, el
día subsiguiente.
Sin embargo, no podemos perder de vista que la letra de cambio puede
protestarse antes de su vencimiento, en los casos señalados en el artículo 67
de la Ley de Quiebras, que contiene el efecto inmediato de la declaratoria
denominado exigibilidad anticipada de las deudas del fallido. Según la norma
recién citada, estos casos son los siguientes:
– Quiebra del aceptante;
– Quiebra del librador de una letra de cambio no aceptada, y
– Quiebra del suscriptor de un pagaré a la orden.
En todos estos casos la exigibilidad anticipada afecta a los demás obligados
al pago del documento, quienes pagarán inmediatamente.
Por otra parte, el artículo 73 de la Ley Nº 18.092 reglamentó una situación
en la cual el protesto puede hacerse dentro de los treinta días de vencida una
letra de cambio. Ello ocurre cuando se da en pago de una letra de cambio un
cheque cuyo pago se rehúsa por el banco librado, siempre que se hubieren
hecho constar en la misma el nombre del banco girado, la numeración del
cheque y la cuenta corriente sobre la cual se ha girado. Agrega la disposición
que el plazo de treinta días se ampliará si el banco librado que ha protestado
el cheque con el cual se pagó la letra o rehusado su pago hubiere suspendido
sus operaciones y por los días que durare la suspensión. En caso de duda ese
plazo será determinado por la Superintendencia de Bancos e Instituciones
Financieras.
En relación con la oportunidad del protesto conviene, en fin, tener presente
la norma contenida en el artículo 75 de la Ley sobre Letra de Cambio y Pagaré.
Según este precepto, en el evento de fuerza mayor o caso fortuito, el portador
de la letra deberá presentarla para su aceptación o pago, y en su defecto
requerirá el protesto, el día siguiente hábil de cesado el impedimento.
Por último, destacamos que el portador de la letra de cambio no queda
dispensado de la obligación de protestarla por la quiebra, interdicción o
muerte del librado (art. 78). Para el portador el protesto es una carga legal
que debe cumplir si pretende hacer efectiva la responsabilidad por garantía
del librador, endosante y avalistas de ambos. Si no se cumple con protestar
oportunamente la letra, caducan los derechos del portador en contra de los
deudores por garantía. No queda dispensado el portador de la carga que la ley
le impone de protestar la letra, para hacer efectivos sus derechos contra el
librador y demás obligados, por la declaración en quiebra, interdicción o por la
muerte del librado.
117. Formalidades del protesto.
La constancia auténtica de que la letra no fue aceptada, fechada su
aceptación o pagada está sujeta a una serie de formalidades que se refieren
tanto a la intervención de un ministro de fe, a las actuaciones o diligencias que

106
DERECHO COMERCIAL TOMO II

comprende, como al acta en que se estampa, cuyo contenido está determinado


por el legislador.
118. Notario competente para el protesto.
De conformidad con lo previsto en el artículo 60 de la Ley Nº 18.092, los
protestos deben hacerse por los notarios, pero en las comunas que no son
asiento de notario pueden efectuarse por el oficial de Registro Civil del lugar
del pago o del lugar donde deba prestarse la aceptación, según corresponda.
El protesto por falta de aceptación o por falta de fecha de aceptación debe
hacerse ante el funcionario correspondiente al lugar en que deba prestarse la
aceptación (art. 65).
Está habilitado para realizar el protesto por falta de pago el funcionario
competente del lugar en que éste deba hacerse (art. 68). Tanto respecto del
protesto por falta de aceptación o de fecha de aceptación como del protesto
por falta de pago, cuando la ley emplea la expresión “funcionario”, debemos
entender que se trata del notario competente o del oficial de Registro Civil, en
su caso, sin perder de vista que el protesto por falta de pago puede, asimismo,
hacerse por los bancos e instituciones financieras.
119. Diligencias que verifica el notario.
El protesto comprende una actuación fundamental que es el requerimiento
de aceptación, de fecha de aceptación o de pago que debe practicar el
funcionario competente en los lugares y oportunidades que la ley señala. Si el
requerimiento no conduce al resultado que con él se pretende, se deja
constancia en el acta de protesto de la respuesta del librado. El requerimiento
se practica previo aviso dirigido al librado o aceptante.
120. El aviso.
El funcionario encargado de practicar el protesto debe entregar, en los
lugares y oportunidades que señalan los artículos 68 y 69 de la Ley sobre
Letra de Cambio y Pagaré, un aviso dirigido al librado o aceptante, por el cual
se le cita para el día siguiente hábil que no fuere sábado a su oficio, a fin de
realizar el requerimiento que corresponda. Los notarios pueden, bajo su
responsabilidad, delegar la función de entregar el aviso en un empleado de su
dependencia, con autorización de la Corte de Apelaciones respectiva.
Tratándose de los protestos por falta de pago, el aviso se entrega en el lugar
donde aquel deba efectuarse, y en el primero o en el segundo día hábil
siguiente que no fuere sábado, al vencimiento de la letra o al vencimiento del
plazo fijado en el artículo 49 de la ley de la materia, si ella fuere girada a la
vista (art. 69).
En los protestos por falta de aceptación o falta de fecha de aceptación, el
aviso debe entregarse en el lugar en que haya de efectuarse la aceptación, a
más tardar el segundo día hábil siguiente al vencimiento del plazo para la
presentación a la aceptación (art. 66).
El aviso lo entrega el funcionario a alguna persona adulta que encuentre en
los lugares en que debe ser entregado, y cuando ello no fuere posible, lo deja
de la manera que estime más adecuada (art. 61 inc. 2º).

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RICARDO SANDOVAL LOPEZ

121. El requerimiento.
El requerimiento de aceptación, de fechar la aceptación o de pago, en su
caso, se hace en el oficio del funcionario competente, al día siguiente hábil al
de la entrega del aviso (arts. 61, 66 y 69 inc. final).
Si el librado o aceptante no comparece a la citación contenida en el aviso
entregado en los lugares y oportunidades ya señaladas, se practica el protesto
de la letra sin necesidad de requerimiento.
122. Acta de protesto.
El escrito que contiene la diligencia del protesto se denomina “acta de
protesto”. La Ley Nº 18.092, sobre Letra de Cambio y Pagaré, dispone que se
estampa al dorso de la letra o en hoja adherida de prolongación de ella. El
contenido es el siguiente:
a) La constancia de haberse entregado el aviso de citación para el
requerimiento y la fecha en que tal entrega se realizó;
b) La relación de que el librado no aceptó la letra en los términos en que ella
fue girada, o que no fechó la aceptación o que no pagó íntegramente, según el
caso. En el evento de pago parcial debe expresar su monto;
c) Un resumen de lo que exprese el librado para no aceptar, no fechar la
aceptación o no pagar la letra, si comparece a la citación; o la constancia de
que el librado no compareció o nada dijo;
d) El número con que el protesto aparece en el registro de protesto que
lleva el funcionario que lo efectuó;
e) El monto de los impuestos y derechos cobrados;
f) La fecha, hora y lugar del protesto, y
g) La firma del funcionario que practica la diligencia.
123. Depósito del importe de la letra.
Aun cuando la nueva ley ha formulado mayores exigencias en orden a
precisar el lugar de pago de la letra de cambio y evitar dificultades para el
obligado en este orden de cosas, se le permite asimismo que pueda depositar
su importe en la Tesorería Comunal respectiva, cuando en ella se hubiere
señalado la comuna que corresponda al lugar del pago. Por tal razón, el
artículo 70 de la ley sobre la materia dispone que el funcionario, antes de
estampar la diligencia del proceso por falta de pago, debe verificar en la
Tesorería Comunal correspondiente si se ha efectuado algún depósito
destinado al pago del documento, siempre que en él se hubiere señalado la
comuna correspondiente al lugar del pago.
Agrega la norma recién citada que cuando el depósito fuere suficiente para
pagar la letra, intereses y reajustes, en su caso, se omite el protesto. Por el
contrario, si el depósito no fuere suficiente para pagar la letra, sus intereses,
reajustes y gastos, en su caso, el funcionario debe dejar constancia de ello y
protestar la letra por el saldo insoluto. Tratándose de letras reajustables no
necesita indicar el monto de dicho saldo insoluto.
En fin, el funcionario a cargo del protesto retira el depósito bajo recibo y
entrega la letra al depositante con la constancia del pago estampada en ella o,

108
DERECHO COMERCIAL TOMO II

en su caso, le entrega el recibo de pago parcial. Los fondos retirados se


entregan al portador de la letra de cambio.
124. El Registro de Protestos.
En virtud de lo dispuesto por el artículo 63 de la Ley sobre Letras de
Cambio y Pagaré, todo funcionario encargado de efectuar protestos de letras
debe llevar un Registro de Protestos, en el cual deja constancia día a día de los
que haya realizado, con número correlativo de cada uno de ellos, con las
enunciaciones contenidas en las letras b), d), e) y f) del artículo 62, relativo a
los requisitos del acta de protesto. En el Registro de Protestos se especifica
además el documento protestado con los nombres del librado o aceptante, del
requirente, del beneficiario, monto de la letra y época del vencimiento.
Una vez realizada la diligencia del protesto, el notario o el oficial de
Registro Civil, en su caso, debe devolver al portador la letra original, con las
constancias del protesto, a más tardar el día siguiente hábil que no fuere
sábado, y responde de los daños y perjuicios que resulten de su demora o de
cualquiera irregularidad u omisión en el protesto que le sean imputables o si la
letra se extravía.
125. Protesto por banco o financiera.
La Ley número 18.092, de 14 de enero de 1982, que establece normas sobre
letra de cambio y pagaré, autoriza a los bancos o sociedades financieras para
efectuar el protesto por falta de pago, con los requisitos y formalidades que
señala en su artículo 71.
Este tipo de protesto lo realizan los bancos y las financieras cuando
concurren dos requisitos copulativos indicados por la norma legal citada, a
saber:
1. Que el banco o la sociedad financiera no reciba instrucciones en contrario
del portador del documento. Las instrucciones en contrario se refieren
precisamente al hecho de que el tenedor de la letra exprese que el protesto lo
haga un notario;
2. Que el banco o la entidad financiera tenga la letra en su poder, ya sea
como beneficiario, ya sea como endosatario. La ley no indica qué clase de
endoso se requiere en este caso para que el banco o la financiera estén en
posesión del documento, pues cualquiera que sea su clase, siempre se
entiende facultado para protestarlo o requerir su protesto.
126. Formalidades del protesto efectuado por bancos o financieras.
Cuando esta clase de protesto procede con los presupuestos ya indicados,
deben cumplirse las siguientes formalidades:
a) El banco o sociedad financiera, en su caso, enviará aviso escrito al
aceptante comunicándole que tiene la letra en su poder, con diez días, a lo
menos, de anticipación a su vencimiento, e indicará el nombre del beneficiario,
monto de la letra, fecha de su vencimiento y lugar preciso en que debe
efectuarse el pago. Las sociedades anónimas bancarias o las entidades
financieras deberán llevar un registro diario en el que se hará constar el envío
de cada uno de dichos avisos, su fecha y el nombre y domicilio del destinatario.

109
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

Al término de cada día un funcionario autorizado del mismo banco o sociedad


financiera certificará el cierre del registro respectivo;
b) La falta de pago del documento se certifica al dorso del documento o en
hoja de prolongación con expresión, además, de la constancia de haberse
enviado el aviso a que se refiere la letra a), el número que se asigne a esta
actuación en el Registro de Letras no Pagadas, la fecha y lugar de la diligencia
y la firma del representante autorizado del banco o de la sociedad financiera,
según corresponda.
127. Registro de Letras Protestadas.
Los bancos o sociedades financieras deben llevar, en cada oficina, un
Registro de Letras Protestadas, en el que día a día dejarán constancia de los
protestos por falta de pago que hayan practicado, el número correlativo de
cada uno de ellos, mención de haberse enviado el aviso, la fecha del protesto y
los nombres del aceptante, del beneficiario, monto de la letra y época de
vencimiento. Al término de cada día un funcionario autorizado del banco o de
la entidad financiera certifica el cierre de este registro.
Tanto el Registro de Letras Protestadas como el Registro de Avisos Enviados
son de carácter público y se presume la veracidad de lo expresado en ellos. Se
trata, sin duda, de una presunción simplemente legal.
128. Ineficacia del protesto hecho por bancos o financieras.
Carecen de efectos jurídicos los protestos hechos por estas entidades
cuando se hubieren omitido el aviso al aceptante, el número, la fecha de la
actuación o la firma del representante del banco o sociedad financiera, según
el caso.
129. Alcance y utilidad práctica del protesto por bancos o financieras.
No se trata de juzgar, por ahora, los resultados que en la práctica origina la
aplicación de este tipo de protestos, cuya implementación aún no está
completamente afinada. Sin embargo, se puede anticipar que la reforma
parece no tendrá gran acogida por las limitaciones con que se creó este
sistema de protestos. En efecto, sólo se aplica en los casos ya señalados
cuando los bancos o las entidades financieras tienen las letras en su poder
como beneficiarios o endosatarios y salvo instrucciones en contrario. Por otra
parte, las formalidades a que está sujeto este protesto suponen la existencia
de registros de avisos remitidos y de letras protestadas, que deben llevarse día
a día y certificarse su cierre diario, la remisión misma de los avisos y
constancia de la falta de pago con las enunciaciones que la ley indica, todo lo
cual supone que los bancos o las sociedades financieras dediquen uno o más
funcionarios, por oficina, para efectuar estas labores, por las que dichas
entidades no pueden cobrar suma alguna y son responsables de las
obligaciones tributarias que ellas generan. Siendo esto así, creemos que los
bancos o las sociedades financieras cuando sean beneficiarios de las letras las
remitirán al notario para que las proteste y cuando sean endosatarios pedirán
al cliente instrucciones expresas de hacer protestarlas ante notario.

110
DERECHO COMERCIAL TOMO II

En fin, la utilidad de estos protestos es, asimismo, relativa si se piensa que


no tienen el carácter de personales para los efectos de contar con un título
ejecutivo según el artículo 434 Nº 4 del Código de Procedimiento Civil. Será
siempre necesario, en consecuencia, preparar la vía ejecutiva cuando una letra
de cambio se haya protestado por un banco o por una sociedad financiera,
poniendo dicha diligencia en conocimiento del obligado por notificación
judicial.
130. Nulidad del protesto.
La nulidad del protesto por falta de alguno de los requisitos que la ley exige
para su validez puede intentarse ante los tribunales por quien tenga interés en
ella.
Sin embargo, el artículo 77 de la ley de la materia establece que el tribunal
podrá desechar la nulidad de un protesto cuando el vicio no hubiere causado
un efectivo perjuicio al que lo invoca.

Sección VIII
ACCIONES PARA EL COBRO DE LA LETRA DE CAMBIO
131. Acciones cambiarias y extracambiarias.
La letra de cambio, como título de crédito que contiene una prestación
consistente en pagar una suma de dinero, está revestida de ciertos
mecanismos para garantizar su cumplimiento. Estos mecanismos no son otra
cosa que las acciones que pueden intentarse por el portador para hacer
efectivo el pago de la suma de dinero contenida en la letra. Estas acciones
emanan tanto de la letra de cambio como de la relación subyacente que le da
origen. En el primer caso se trata de las acciones cambiarias, que están
reguladas por la Ley Nº 18.092, y en el segundo supuesto, nos encontramos
frente a las acciones extracambiarias, regidas por el derecho común, que
pueden ser ejecutivas u ordinarias.
Las acciones cambiarias son directas, indirectas y de reembolso. La acción
directa la tiene el portador en contra del aceptante y de sus avalistas, la acción
indirecta se ejerce en contra del librador, endosantes y avalistas de ambos, y la
acción de reembolso la ejercita el endosante o el avalista que ha pagado la
letra de cambio para recuperar su dinero. Veremos por separado estas
acciones.
132. Acción cambiaria directa.
Es la que tiene el portador legítimo de la letra en contra del aceptante, de
su avalista y del avalista que otorga su garantía en términos generales y que
no requiere de protesto para ser ejercitada. El aceptante es sujeto pasivo de la
acción directa por ser el único deudor directo del título, el avalista que limita
su aval a la persona del aceptante responde como si fuera él mismo, de igual
manera que el avalista que confiere su aval en términos generales.
La acción cambiaria directa la ejerce el portador legítimo actuando por sí o
representado por el endosatario en cobro o por un mandatario general o
especial. También pueden ejercitarla el endosatario en garantía y el tercero
111
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

que paga la letra de cambio sin haber intervenido en ella. Normalmente la


acción directa se hace valer al vencimiento de la letra, pero puede ejercerse
antes de esa época en los casos indicados en el artículo 81 de la ley sobre la
materia, a saber:
a) Si se hubiere protestado la letra por falta de aceptación del librado, de
cualquiera de los librados conjuntos o de todos los librados subsidiarios, en su
caso. Al ser así, es evidente que el librador no cumplió con la garantía de
aceptación prometida al crear el título y no vale la pena esperar la época de
vencimiento para que el portador pueda intentar sus acciones, ni tampoco se
requiere que la vuelva a protestar por falta de pago.
b) Si cae en quiebra el librado o cualquiera de los librados conjuntos, hayan
o no aceptado la letra. En este caso es evidente que por el efecto del
desasimiento que la declaración de quiebra comporta, el o los librados no
podrán dar su aceptación ni pagar la letra, porque estarán privados de la
administración y disposición de sus bienes.
c) Si, antes de la aceptación, cae en quiebra uno de los librados subsidiarios
y ninguno de los restantes accede a aceptar la letra, o cae en quiebra el
librado subsidiario que otorgó la aceptación. En tales situaciones es inconcuso
que la letra no podrá ser aceptada o que la aceptación que se dio carece ahora
de eficacia, por lo que la ley permite al portador ejercer su acción antes del
vencimiento; y
d) Si el librador de una letra no aceptada cae en quiebra. Por encontrarse
declarado en falencia el creador del documento, no puede disponer de bienes
para cumplir la relación subyacente que lo vincula con el librado y que sirve de
fundamento a la orden que emite en su contra, lo que sin duda determinará al
librado a no prestar la aceptación, razón por la cual el portador puede
accionar sin esperar el vencimiento de la letra.
En cuanto al objeto o contenido de la acción cambiaria directa, diremos que
ella permite demandar el importe de la letra, más los reajustes y los intereses,
si se hubieren incorporado al documento mediante cláusulas accidentales. En
el caso que la letra no tenga intereses estipulados, se devengan los intereses
corrientes desde el vencimiento. Tratándose de la letra girada a la vista, los
intereses corren desde el protesto.
133. Acción indirecta, de recambio o de regreso.
Es aquella que la ley confiere al portador legítimo de la letra de cambio en
contra del librador, de los endosantes y de los avalistas de ambos y tiene como
exigencia ineludible el protesto oportuno y formal del título.
La acción indirecta se ejercita por el portador, por sí o representado por el
endosatario en cobro u otro mandatario; por el endosatario en garantía y por
el tercero extraño que paga la letra. En este caso ante el no pago por el
aceptante en la época del vencimiento, el portador legítimo regresa hacia el
librador, quien responde del pago por ser el emisor del título, o se dirige hacia
los endosantes, quienes responden por haber hecho circular el documento, o
se encamina hacia los avalistas de ambos, por haberlos caucionado. De ahí que
la acción indirecta se denomina también de regreso o de recambio.

112
DERECHO COMERCIAL TOMO II

El requisito imprescindible para ejercer la acción indirecta es efectuar el


protesto por falta de pago oportuna y formalmente, para dejar testimonio que
el aceptante como deudor directo no la pagó cuando correspondía. La falta de
cumplimiento de esta carga que la ley impone al portador hace caducar la
acción indirecta en contra del librador, endosantes y avalistas de ambos,
situación que se conoce como perjuicio de la letra. El portador legítimo puede
impetrar esta acción en contra de cualquiera de los sujetos pasivos de la
misma, sin tener que observar ningún orden de precedencia, aunque en la
práctica habrá que dirigirla contra el más solvente.
El objeto de la acción indirecta es obtener de los sujetos pasivos el importe
de la letra, con reajustes e intereses, si los hubiere, o los intereses corrientes
que se devengan desde el vencimiento.
134. Perjuicio de la letra.
Se denomina de esta forma a la caducidad de las acciones indirectas del
portador en contra del librador, endosantes y los avalistas de ambos, por no
haberse efectuado el protesto de la letra en tiempo y forma.
El perjuicio implica que el librador, los endosantes y los avalistas de ambos
quedan exonerados de su responsabilidad solidaria al pago de la letra, como
consecuencia de la inobservancia por el portador de la carga que la ley le
impone de protestar oportuna y formalmente el documento para conservar sus
acciones indirectas. De manera que el perjuicio de la letra favorece a los
mencionados deudores por garantía de la letra, pero nunca beneficia al
aceptante, por ser deudor directo del título, ni a su avalista ni al avalista que
otorga su garantía en términos generales.
Conviene asimismo precisar que el perjuicio de la letra no produce el efecto
de caducidad de las acciones indirectas, en los siguientes casos:
a) cuando quiebra el librado o aceptante antes del vencimiento de la letra; y
b) cuando la letra lleva la cláusula accidental devuelta sin gastos o sin
obligación de protesto. En las dos situaciones indicadas el portador conserva
sus acciones indirectas contra los obligados solidarios al pago de la letra de
cambio. En el primer caso se justifica que se mantengan las acciones
indirectas en contra del librador, endosante y avalistas de ambos, porque el
obligado directo está en falencia, y aunque se puede reclamar el pago de la
letra verificando el crédito en la quiebra, siendo un crédito valista es muy
difícil que sea pagado. Tratándose de la segunda situación, las acciones se
conservan, porque se relevó por el librador al portador de la carga de
protestar el documento, para el ejercicio de las mismas.
135. Acciones cambiarias de reembolso.
Hemos señalado que el girador al emitir la letra de cambio es quien primero
se obliga a su pago. Ahora bien, cuando el librado admite la orden de pagar la
suma girada, se convierte en el obligado directo o principal, pero no por eso se
libera de responsabilidad el emisor del documento. Tanto el librador como el
aceptante se mantienen obligados al pago de la letra, de manera que si uno de
ellos la paga, no tiene acción de reembolso en contra del otro ni en contra de
los demás obligados (art. 82, inc. 1º).

113
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

La acción cambiaria de reembolso sólo puede ejercitarse por alguno de los


firmantes de la letra que no sea el librador ni aceptante, cuando ha debido
efectuar el pago del título. En consecuencia, están legitimados para su
ejercicio el endosante y el avalista que pagan la letra de cambio. Trataremos
por separado la situación del pago de la letra y del ejercicio de esta acción.
136. Pago hecho por el endosante.
El endosante que paga la letra de cambio tiene acción de reembolso a su
elección en contra de:
• El librador, que ha garantizado la aceptación y el pago del título al
tomador o beneficiario, a todos los endosantes y hasta el último portador;
• El aceptante, quien al admitir la orden del librador queda obligado en
forma directa y principal al pago de la letra;
• Los endosantes anteriores, quienes al transferir el documento mediante
esta forma de circulación, comprometen su responsabilidad solidaria al pago
del mismo. Sólo puede intentar la acción de reembolso contra los endosantes
anteriores, de quienes ha derivado su derecho, el endosante que paga, pero no
respecto de los endosantes posteriores, y
• Los avalistas del librador, del aceptante y de los endosantes anteriores.
Tratándose del pago hecho por endosante, el artículo 84 de la ley cambiaria
le autoriza para tachar su endoso y los que le siguen.
137. Pago hecho por avalista.
Cuando paga la letra de cambio el avalista, tiene acción de reembolso en
contra de la persona que ha garantizado con su aval y de los demás firmantes
del título respecto de los cuales tenga acción cambiaria de reembolso la
persona avalada. Así, el avalista de un endosante que paga la letra tiene acción
cambiaria de reembolso en contra de dicho endosante y podrá dirigirse
asimismo contra el librador, aceptante y endosantes anteriores y de sus
avalistas.
Cuando se trata de avalistas conjuntos se les aplica la norma contenida en el
artículo 2378 del Código Civil, que dispone que el fiador que paga más de lo
que proporcionalmente le corresponde es subrogado por el exceso en los
derechos del acreedor contra los cofiadores.
138. Alcance de la acción cambiaria de reembolso.
El titular de esta acción puede reclamar de las personas obligadas al
reembolso los siguientes valores:
1. La suma íntegra que hubiere desembolsado con arreglo a la ley. Esta
suma se reajusta desde la fecha del desembolso hasta la del reintegro, según
las reglas del artículo 14;
2. Los intereses corrientes sobre la cantidad reajustada, en la forma
indicada precedentemente, calculados desde la fecha del desembolso hasta la
de su reintegro.
Se advierte que el legislador ha querido que el titular de la acción de
reembolso obtenga el reintegro de todos los valores que salieron de su

114
DERECHO COMERCIAL TOMO II

patrimonio como consecuencia del pago y que éstos mantengan su poder


adquisitivo y devenguen intereses corrientes.
139. Pago parcial y acción cambiaria de reembolso.
Tratándose de pago parcial, el que lo hace sólo tiene derecho a exigir que se
haga constar en la letra y que se le entregue copia íntegra del documento,
certificada por notario. Esta copia de la letra tiene el mismo valor que la letra
original para los efectos de intentar acciones cambiarias. Si el pago parcial no
proviene del librador ni del aceptante, cualquiera de los demás obligados que
lo haga podrá exigir su constancia en la letra y copia íntegra de ella certificada
por notario, para ejercer las acciones cambiarias de reembolso por lo pagado.
140. Pago hecho por extraño a la letra.
La ley permite, siguiendo las reglas generales del derecho común (art. 1572
del Código Civil), que cualquier tercero extraño puede pagar la letra y
haciéndolo se subroga en todos los derechos del portador emanados del
documento. En este caso, el portador debe dejar constancia en la letra del
nombre de la persona que le hizo el pago.

Sección IX
EL EXTRAVÍO DE LA LETRA DE CAMBIO
141. Generalidades.
La letra de cambio, como título de crédito, lleva incorporada una
declaración instrumental de pagar una suma de dinero. Dicha prestación
conectada indisolublemente al título es no recepticia, incondicional, vinculante
e irrevocable. Esta última característica implica que una vez hecha la
declaración no puede revocarse, salvo hipótesis legal que autorice
“desincorporarla” del documento. El extravío de la letra es precisamente una
de ellas, que el legislador reglamenta estableciendo determinados requisitos
para que se declare judicialmente y surta efectos jurídicos.
142. Declaración de extravío.
Para que el hecho del extravío produzca consecuencias jurídicas se requiere
que sea constatado por una declaración judicial. En efecto, en virtud de la
norma prevista en el artículo 88 de la Ley sobre Letra de Cambio y Pagaré, el
portador de una letra extraviada puede solicitar que se declare el extravío de
ésta y se le autorice para ejercer los derechos que le corresponden como
portador del documento.
La solicitud para que se declare el extravío se presenta ante el juez de letras
de turno en lo civil del domicilio del peticionario, con los datos necesarios para
identificar la letra de que se trata (art. 88). Presentada la petición, se confiere
traslado por cinco días hábiles a los obligados y al librado. El tribunal decreta
asimismo que se dé noticia del extravío de la letra y de la solicitud del
portador, mediante un aviso que se publica en la edición del Diario Oficial
correspondiente a los días 1º ó 15 de cualquier mes o en la del día siguiente
hábil si no se editare en esos días, para que dentro del plazo de treinta días,

115
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

contado desde el aviso, los demás interesados comparezcan a hacer valer sus
derechos.
Vencidos el plazo del traslado conferido y el término de treinta días desde el
aviso, sin que los obligados o el librado formulen oposición o sin que nadie
comparezca invocando la calidad de portador legítimo de la letra, el tribunal
autoriza al solicitante para requerir la aceptación o el pago.
El tribunal, al otorgar la autorización al solicitante para requerir la
aceptación o el pago, puede exigir que éste rinda garantía de resultas, cuya
calificación y duración determinará prudencialmente (art. 90 inc. 2º). Es
interesante destacar que sólo en el caso en que se venzan los plazos sin que se
deduzca oposición o sin que nadie aparezca invocando la calidad de portador
legítimo de la letra, se autoriza por el tribunal al solicitante para requerir la
aceptación o el pago de la letra extraviada, pudiendo exigirle que rinda
caución de resultas que el juez califica, como asimismo su duración.
Por el contrario, cuando se deduce oposición por los obligados, por el
librado o por quien se pretenda portador legítimo de la letra, se tramita como
incidente. En este incidente son partes el que solicita la declaración de
extravío del documento, y el o los oponentes (librado, obligados o portador
legítimo). Cuando se formula oposición, el tribunal puede ordenar de oficio los
medios probatorios que estime convenientes. Cualquiera cuestión accesoria
que se promueva en el curso del procedimiento de declaración de extravío de
una letra de cambio, se resuelve en sentencia definitiva.
En cualquier estado de la gestión de declaración de extravío, el solicitante
puede pedir al tribunal que se decrete la suspensión provisional de la
aceptación y el pago. Para acoger esta solicitud, el tribunal puede exigir la
constitución de una garantía de resultas. Con todo, puede procederse a la
aceptación o pago, previo otorgamiento de caución suficiente, por quien exige
la aceptación o requiere el pago (art. 94).
143. Resolución que se pronuncia sobre el extravío.
La ley dispone que la sentencia que se dicta para acoger la solicitud de
declaración de extravío debe contener la determinación de la letra de cambio
de que se trata. La petición del solicitante debe aportar precisamente los
antecedentes que permitan la individualización del título de crédito extraviado.
Una copia autorizada de esta resolución reemplaza el documento perdido
para los efectos de requerir la aceptación o el pago. El título que se declara
extraviado por esta sentencia judicial queda, así, vacío de su contenido; en
otras palabras, la declaración documental queda de esta suerte
“desconectada” o “desincorporada” del documento. Sin embargo, conviene
tener presente que el reemplazo de la letra por la copia de resolución judicial,
no impide a los obligados oponer al cobro las excepciones o defensas que
habrían podido hacer valer en relación con el documento extraviado.
Una vez ejecutoriada la resolución judicial que declara el extravío de la
letra, los plazos para presentar el documento a la aceptación o al pago se
prorrogan hasta el tercer día hábil siguiente de quedar ejecutoriada la
sentencia, siempre que tales plazos vencieren durante el curso del
procedimiento.

116
DERECHO COMERCIAL TOMO II

Contra la resolución que pone término al procedimiento de declaración de


extravío de la letra de cambio sólo procede recurso de apelación, que se
concede en ambos efectos.
144. Efectos de la aceptación o pago autorizado por resolución judicial.
En virtud de la norma contenida en el artículo 96 de la Ley Nº 18.092, sobre
Letra de Cambio y Pagaré, de 14 de enero de 1982, la aceptación o el pago
autorizado por la resolución judicial que recae en el procedimiento de
declaración de extravío, producen los mismos efectos que los derivados del
ejemplar auténtico de la letra. Dicho en otros términos, esto implica que
reemplazada la letra extraviada por la resolución judicial, la aceptación o el
pago producen efectos cambiarios. Así, conferida la aceptación en la
resolución judicial que reemplaza la letra extraviada, debemos entender que
ella puede circular con dicho documento. Asimismo, hecho el pago sobre la
resolución judicial que contiene la individualización de la letra extraviada,
habrá lugar, en su caso, al ejercicio de acciones cambiarias.
La ley establece expresamente que, no obstante que la aceptación o el pago
autorizados en virtud de la resolución que admite el extravío producen los
mismos efectos que los derivados del ejemplar auténtico de la letra, no se
perjudican los derechos del portador legítimo frente a quien, invocando
indebidamente esa calidad, haya obtenido la aceptación o el pago.
Vale la pena poner de relieve que el procedimiento que se contempla en la
Ley sobre Letra de Cambio y Pagaré para el caso de extravío es total y
absolutamente diverso del que estaba previsto en el Código de Comercio que
suponía un aviso del portador al librado comunicándole la pérdida de la letra y
manifestándole su oposición a la aceptación o pago; luego, una solicitud al
tribunal para que éste prohibiera la aceptación o el pago, y, finalmente, aviso
de pérdida a su endosante y exigencia de expedición de un nuevo ejemplar.
El procedimiento de extravío se aplica también en caso de destrucción
parcial de la letra.

Sección X
LA PRESCRIPCIÓN DE LAS ACCIONES CAMBIARIAS
145. Acciones del portador.
Las acciones del portador contra los obligados al pago de la letra de cambio
(aceptante, librador, endosantes y avalistas de ellos) prescriben en el plazo de
un año, contado desde el día del vencimiento del documento. Así lo dispone el
artículo 98 de la Ley Nº 18.092, de 14 de enero de 1982, sobre Letra de
Cambio y Pagaré.
Como puede apreciarse, el plazo de prescripción de estas acciones se
reduce bastante en relación con el que contemplaba el Código de Comercio
(art. 761), que era de cuatro años. Aunque la nueva ley no lo dice
expresamente como lo hacía el Código de Comercio, debemos entender que la
prescripción es una forma de extinción de las acciones cambiarias que opera
sin perjuicio de la caducidad de las mismas en los casos señalados por la ley.

117
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

Aquí se plantea el problema en relación con la prescripción iniciada bajo el


imperio del Código de Comercio, que normalmente, según lo dispuesto en el
artículo 25 de la Ley de Efecto Retroactivo de las Leyes, debería regirse por la
legislación elegida por el prescribiente. Sin embargo, el artículo transitorio de
la Ley Nº 18.092 establece que las letras de cambio giradas y los pagarés
suscritos con anterioridad a su vigencia se regirán por las disposiciones
aplicables en el momento de su emisión, lo que vino a crear dudas al respecto.
La prescripción extintiva de las acciones cambiarias del portador en contra
de los deudores principales y en contra de sus garantes, provenientes de letras
de cambio giradas antes del 15 de abril de 1982, cuyo plazo de cuatro años
corrió totalmente antes de la fecha indicada, no presenta dificultad alguna
pues debe entenderse que se rige solamente por el artículo 761 del Código de
Comercio, vigente en esa época.
Cuando el tiempo de prescripción de estas mismas acciones no alcanzó a
cumplirse antes del 15 de abril de 1982, la tutela de certeza jurídica, según
una primera interpretación, se regiría por los artículos 761 del Código de
Comercio y 25 de la Ley de Efecto Retroactivo de las Leyes, lo que equivale a
decir que podrían prescribir en cuatro años o en un año, a elección del
prescribiente. Los cuatro años deberán contarse desde que empezaron a
transcurrir, esto es, desde el vencimiento del documento, y el plazo de un año
se contaría desde la vigencia de la Ley Nº 18.092. Para postular esta
interpretación se argumenta que el artículo transitorio de la Ley sobre Letra
de Cambio y Pagaré no habría modificado la norma del artículo 25 de la Ley de
Efecto Retroactivo de las Leyes, porque cuando el legislador ha querido
hacerlo lo ha señalado expresamente, como sucedió en el caso de la Ley Nº
6.162, que redujo los plazos de prescripción, a la cual le dio efecto retroactivo
para aplicarla a los plazos cuyo transcurso ya se había iniciado con
anterioridad a su vigencia. Otro tanto ocurrió con la Ley Nº 16.952, cuyo
objeto fue asimismo reducir plazos de prescripción.
Según esta primera doctrina, es lógico que el prescribiente elija el plazo de
prescripción de un año, que le será más favorable a su interés de ver
extinguida la deuda.
Puede también sostenerse que la Ley de Efecto Retroactivo de las Leyes sólo
es aplicable en aquellos casos en los cuales una ley no ha contemplado normas
para regir situaciones intermedias o anteriores a su vigencia, ya que ésa es la
finalidad de dicha ley, como su nombre lo indica. Ahora bien, la Ley Nº 18.092,
sobre Letra de Cambio y Pagaré, contempla expresamente una regla para
determinar su efecto en el tiempo y ella es la contenida en el artículo
transitorio, según la cual las letras de cambio giradas y los pagarés suscritos
con anterioridad a su vigencia se regirán por las disposiciones aplicables en el
momento de su emisión. Agrega que, sin embargo, se aplicarán sus normas en
cuanto a la forma de realizar los protestos si vencieren con posterioridad a su
vigencia. Como puede apreciarse, el legislador se ha preocupado de señalar
reglas destinadas a regir situaciones anteriores a su entrada en vigor, lo que
excluiría la aplicación de las reglas de la Ley de Efecto Retroactivo de las
Leyes, dentro de las cuales está el artículo 25 de ella, que conduce a la
solución anterior. Cuando la Ley Nº 18.092 en su artículo transitorio se refiere

118
DERECHO COMERCIAL TOMO II

a las “disposiciones aplicables en el momento de su emisión”, sólo se está


refiriendo a las reglas aplicables en materia de letras de cambio y pagarés y
no a las normas sobre efecto retroactivo de las leyes, las que huelga aplicar
porque es la propia ley cambiaria como ley especial la que resuelve el
problema.
Al ser de esta manera, la prescripción se regiría por el artículo 761 del
Código de Comercio y no habría elección para el prescribiente que lo conduzca
a un plazo más breve.
Creemos que es ésta la doctrina que debe primar, porque la Ley Nº 18.092,
norma especial, contiene una regla especial, artículo transitorio, que tiene que
prevalecer sobre la ley de carácter general que es la de Efecto Retroactivo de
las Leyes.
El plazo de prescripción de las acciones cambiarias del portador contra los
obligados al pago de una letra de cambio emitida antes del 15 de abril de
1982, es de cuatro años. La acción ejecutiva que emana de la letra de cambio,
cuando ella constituye un título ejecutivo, prescribe en el plazo de tres años,
conforme a lo dispuesto en el artículo 442 del Código de Procedimiento Civil.
El problema que planteamos acerca de la prescripción de las acciones
cambiarias, cuyo plazo está transcurriendo en la época de la entrada en
vigencia de la Ley Nº 18.092, ha llegado a conocimiento de los tribunales de
justicia, que han dado soluciones diferentes en los litigios que les ha
correspondido resolver.
La Corte de Apelaciones de Concepción, en fallo de fecha 29 de abril de
1985, causa rol 296-84, redactado por el señor Ministro don Víctor Hernández
Rioseco, se inclina por la segunda doctrina expuesta y que compartimos, en
orden a que, como se expresa textualmente en la sentencia referida, “…la
intención del legislador al dictar la Ley Nº 18.092 fue considerar
inconveniente dejar sometida a la Ley de Efecto Retroactivo la solución de los
problemas que surgirían con la sustitución de los artículos 623 a 781 bis
contenidos en los títulos X y XI del Libro Segundo del Código de Comercio y
con este fin decidió dictar una ley especial para el caso, de manera que en lo
que atañe a cualquiera de las materias regladas en dichas normas no
procediere hacer las diferentes distinciones que hace la expresada ley general
(artículo 25)”. El mismo fallo agrega más adelante que el precepto transitorio
de la Ley Nº 18.092, por ser especial, prevalece sobre la ley general de Efecto
Retroactivo de las Leyes en caso de conflictos, por lo que la prescripción de las
obligaciones debe sujetarse a dicho artículo transitorio y en consecuencia el
plazo de prescripción es de cuatro años, según el artículo 761 del Código de
Comercio, vigente al tiempo de la emisión de la letra de cambio.
En sentencia de 3 de diciembre de 1983, don Nelson Mariángel Toledo,
secretario titular del Primer Juzgado de Punta Arenas, subrogando legalmente,
llegó a la misma conclusión; haciendo aplicable el artículo transitorio de la Ley
Nº 18.092, excluyó la posibilidad de dar cabida a las normas de la Ley de
Efecto Retroactivo de las Leyes, decidiendo que el plazo de prescripción es de
cuatro años, según el artículo 761 del Código de Comercio que regía al
emitirse el documento. La Corte de Apelaciones de Punta Arenas revocó dicha
sentencia y sostuvo la tesis de la aplicación del artículo 25 de la Ley de Efecto

119
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

Retroactivo de las Leyes, que conduce a la elección del plazo por el


prescribiente. La Corte Suprema, en fallo de 15 de noviembre de 1984, causa
rol 6208, acogió un recurso de queja interpuesto por el demandante,
declarando que se confirma el fallo apelado de 3 de diciembre de 1983,
dictado por el juez del Primer Juzgado de Punta Arenas, porque sus
fundamentos son los adecuados para decidir acerca de la excepción de
prescripción deducida por los ejecutados.
Ahora bien, los plazos de prescripción establecidos para las acciones
cambiarias directas y de reembolso, ¿se aplican sólo a ellas o a toda otra
acción que pudiera emanar con ocasión del libramiento de una letra de
cambio? En primer término, la nueva ley no distingue entre acción ejecutiva y
acción ordinaria, como ocurría bajo el imperio del Código de Comercio, y sólo
se refiere a las acciones cambiarias, esto es, a las que emanan de la letra de
cambio. Pues bien, como el giro, aceptación o transferencia de una letra no
extinguen, salvo pacto expreso, las relaciones jurídicas que les dieron origen
ni producen novación (art. 12) habría que pensar que mientras subsista la
relación fundamental se mantienen vigentes las acciones que de ella emanan,
hasta que no se extingan por la prescripción que les corresponde, según su
naturaleza. Con todo, las acciones que surgen de la relación subyacente sólo
pueden hacerse efectivas entre quienes han sido partes en ella.
146. Acciones cambiarias de reembolso.
Estas acciones, contempladas en el artículo 82 de la Ley sobre Letra de
Cambio y Pagaré, prescriben en el plazo de seis meses contado desde el día
del pago cuyo reembolso se reclama.
Como puede advertirse, el plazo de prescripción es más reducido en el caso
de las acciones de reembolso que tratándose de las acciones del portador
contra los obligados directos e indirectos al pago de la letra. Al parecer, al
legislador le interesa que esta tutela que resguarda la seguridad jurídica
opere, en este caso, en breve tiempo. El que ha pagado por el aceptante
(endosante o avalista) debe ejercer la correspondiente acción de reembolso
antes que transcurran seis meses desde que hizo ese pago.
147. Interrupción de la prescripción.
El transcurso del plazo de prescripción se interrumpe sólo respecto del
obligado a quien se notifique la demanda judicial de cobro de la letra, o la
gestión judicial necesaria o conducente para deducir dicha demanda o
preparar la ejecución (art. 100 inc. 1º). No hay duda alguna de que la demanda
de cobro judicial de la letra interrumpe, respecto del demandado, la
prescripción de las acciones cambiarias, desde la notificación. Sin embargo, no
parece tan clara la situación cuando el legislador alude a “gestión judicial
necesaria o conducente para deducir dicha demanda”, por lo cual podrían
entenderse las medidas prejudiciales y las precautorias prejudiciales. Tampoco
presenta duda alguna cuando se trata de la notificación de gestiones
destinadas a preparar la ejecución sobre las que trata el Código de
Procedimiento Civil en el juicio ejecutivo.

120
DERECHO COMERCIAL TOMO II

Asimismo se interrumpe la prescripción respecto del obligado a quien se le


notifique la solicitud del procedimiento de declaración de extravío de la letra
de cambio, contemplado en los artículos 88 y 89 de la ley que comentamos.
Esta es una excepción a los efectos de la solidaridad.
Finalmente, la prescripción se interrumpe, también, respecto del obligado
que ha reconocido expresa o tácitamente su calidad de tal. Puede advertirse
que el legislador mercantil dio cabida a las dos formas de interrupción de la
prescripción extintiva que establece el Código Civil: la interrupción civil que
opera en virtud de demanda judicial y la interrupción natural por el hecho de
reconocer el deudor la obligación, ya expresa, ya tácitamente (art. 2518 del
Código Civil).
En lo demás, la prescripción de las acciones provenientes de la letra de
cambio se rige por las reglas generales del Código de Comercio.
148. La tacha de falsedad de la firma en la letra.
Con el objeto de poner fin a los numerosos abusos que se cometían en las
gestiones de preparación de la vía ejecutiva por los obligados que oponían
tacha de falsedad a su firma, obligando al ejecutante a renunciar al
procedimiento de apremio y a plantear un juicio ordinario, que generalmente
nunca se iniciaba, la Ley Nº 18.092, sobre Letra de Cambio y Pagaré,
establece una figura delictual y una pena para sancionar esta práctica dolosa y
un procedimiento para continuar la ejecución.
De conformidad con lo previsto en el artículo 110 de la ley sobre la materia,
cualquiera persona que en el acto de protesto o en la gestión preparatoria de
la vía ejecutiva tachare de falsa su firma puesta en una letra de cambio o
pagaré y resultare en definitiva que la firma es auténtica, será sancionada con
las penas indicadas en el artículo 467 del Código Penal, salvo que acredite
justa causa de error o que el título en el cual estampó la firma es falso. Claro
está que después de tachada la firma que finalmente resulta ser auténtica, se
pretenderá siempre la justa causa de error o se pretenderá que el título en el
cual ella se estampó es falso. Es de esperar que el hecho de que el legislador
haya establecido un delito tipo en estos casos constituya un elemento para
disuadir a quienes intenten tachar de falsa su propia firma.
Por otra parte, cuando se tachare de falsa la firma, en los casos de que trata
el inciso 1º del Nº 4º del artículo 434 del Código de Procedimiento Civil, la
tacha se tramita como incidente y corresponde al demandante acreditar que la
firma es auténtica. Puede hacerlo por los medios probatorios que la ley
franquea, en particular, informe de peritos, peritaje calígrafo.
Si se acredita la autenticidad de la firma, el tribunal lo declara así y el
documento constituye título ejecutivo. Las apelaciones que se interpongan
durante el incidente de tacha de falsedad de la firma se conceden en el solo
efecto devolutivo.
A pesar de que la ley contempla ahora un procedimiento a seguir cuando se
opone tacha de falsedad en la gestión preparatoria de la vía ejecutiva, el
incidente de tacha de falsedad, el demandado en un juicio civil y el inculpado o
procesado en el juicio criminal por el delito establecido en el artículo 110 de la

121
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

ley sobre la materia pueden oponer como defensa o excepción la falsedad del
título o la de su firma y justificarla en dichos procesos.
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124
Capítulo III
EL PAGARE Y LA CARTA ORDEN DE CREDITO
Sección I
ASPECTOS GENERALES
149. Noción de pagaré.
El pagaré es un título de crédito que contiene una prestación consistente en
pagar una suma de dinero. Pertenece, en consecuencia, a la categoría de los
llamados efectos de comercio, dentro de la cual se encuentran la letra de
cambio, el cheque, la carta orden de crédito, la tarjeta de crédito, etc.
Este instrumento negociable permite a una persona reconocerse deudora de
otra de una cantidad determinada o determinable de dinero. Se trata de un
acto jurídico unilateral que se genera por la voluntad de una sola persona, que
confiesa adeudar la cantidad determinada o determinable de dinero. No es,
como la letra de cambio, un documento que esté sujeto a aceptación; basta la
declaración instrumental del suscriptor que confiesa adeudar y se obliga a
pagar la cantidad de dinero, los intereses y reajustes. En esencia, como título
de crédito, basta que la declaración documental contenga las exigencias de
forma y de fondo para que quede obligado el suscriptor.
La emisión, suscripción, endoso y fianza cambiaria o aval de un pagaré
constituyen acto de comercio formales, en virtud de la regla contenida en el Nº
10 del artículo 3º del Código de Comercio, en su texto actual fijado por la Ley
Nº 18.092, de 14 de enero de 1982.
150. Definición de pagaré.
El artículo 766, hoy derogado, del Código de Comercio, daba una definición
legal de pagaré en los siguientes términos: “Vale o pagaré es un escrito por el
que la persona que lo firma se confiesa deudora a otra de cierta cantidad o
valor de dinero y se obliga a pagarlo a su orden dentro de un determinado
plazo.
Cuando el pago debe hacerse en distinto lugar de la residencia del deudor,
el pagaré toma la denominación de pagaré a domicilio”.
La Ley Nº 18.092, sobre Letra de Cambio y Pagaré, no define el concepto de
pagaré, sino que se limita a señalar el contenido formal del documento en el
cual se emite, como asimismo sus requisitos de fondo.
Podemos decir que el pagaré es un documento escrito que contiene una
promesa, no sujeta a condición, de pagar una cantidad determinada o

125
determinable de dinero al beneficiario, a su orden o al portador, que obliga a
la persona que lo suscribe, a los endosantes y avales de una u otros.
151. Diferencias entre el pagaré y la letra de cambio.
Nos limitaremos a indicar las principales diferencias entre ambos títulos de
crédito.
En cuanto a su creación, el pagaré es una verdadera confesión de deuda,
aunque la ley actual no lo dice expresamente, formulada por la voluntad del
suscriptor que se manifiesta mediante la firma del documento. Por el
contrario, en la emisión de la letra de cambio deben intervenir a lo menos dos
personas, el librador o girador, que puede ser a su vez beneficiario, quien
emite la orden, y el librado, contra quien se libra o gira la cambial, que puede
convertirse en aceptante si admite pagarla.
El pagaré no es un título de crédito sujeto a aceptación, puesto que surge
por la sola voluntad del suscriptor. La letra de cambio, siendo una orden,
requiere la aceptación del librado para que resulte obligado.
Consecuencia de lo anterior es que el pagaré sólo puede protestarse por
falta de pago, en tanto que la letra de cambio puede protestarse por falta de
aceptación o de fecha de aceptación.
El pagaré admite vencimientos sucesivos, en tanto que la letra de cambio
debe tener un solo vencimiento. El no pago de una cuota puede hacer exigible
la totalidad del saldo insoluto, cuando así se establece en el documento. Esta
“cláusula de aceleración” no se puede introducir en la letra de cambio.

Sección II
LA CREACIÓN DEL PAGARÉ
152. Personas que intervienen en el pagaré.
En el acto de creación del pagaré interviene sólo la persona del suscriptor,
quien confiesa la deuda y firma el documento. El suscriptor es, pues, el
creador y primer obligado al pago del documento. Debe tratarse de una
persona capaz de obligarse y con la libre administración de sus bienes.
Además del suscriptor, el pagaré puede contener la designación de una
persona como beneficiario, quien es el acreedor de la cantidad que se promete
pagar. Basta que el beneficiario tenga capacidad para adquirir derechos.
Cuando contiene la cláusula “a la orden” puede circular mediante el endoso,
interviniendo en la vida del documento endosante y endosatarios. Asimismo,
una vez creado el documento por la sola voluntad del suscriptor, puede
garantizarse su pago por el o por los endosantes con la intervención de
avalistas de aquel o de éstos.
153. Aspectos formales de la creación del pagaré.
Del concepto de pagaré y de su carácter de título de crédito se deduce que
debe tratarse de un acto solemne, contenido en un documento escrito, cuyas
enunciaciones están determinadas expresamente por el legislador, bajo
sanción de que si el instrumento no los lleva no vale como pagaré.

126
DERECHO COMERCIAL TOMO II

154. Enunciaciones que debe contener el pagaré.


De conformidad con lo previsto en el artículo 102 de la Ley Nº 18.092, de 14
de enero de 1982, sobre Letra de Cambio y Pagaré, este último documento
debe contener las siguientes enunciaciones:
1. La indicación de ser pagaré, escrita en el mismo idioma empleado en el
título. Se trata de una enunciación que no se exigía bajo la vigencia del Código
de Comercio y pensamos que la intención del legislador ha sido la de no dejar
duda alguna sobre la naturaleza del título de crédito, que ahora dirá
expresamente que se trata de un pagaré y en el mismo idioma en que está
escrito el documento.
2. La promesa, no sujeta a condición, de pagar una determinada o
determinable cantidad de dinero. Es el objeto o contenido del título de crédito
pagaré. Esto permite clasificarlo en la categoría de los efectos de comercio. Es
un requisito esencial que mira al fondo de esta clase de instrumentos, de
suerte que si la promesa no sujeta a condición se refiere a otra cosa que a una
cantidad determinada o determinable de dinero, no se trata de un pagaré sino
de otro tipo de título de crédito o bien de otro documento. Que la cantidad de
dinero sea determinada o determinable depende de otras cláusulas del
contenido del documento, como las relativas a reajustabilidad, convención de
intereses, etc., que no son contrarias a su naturaleza y que se rigen por las
normas sobre letra de cambio, que son aplicables al pagaré en virtud del
artículo 107 de la Ley Nº 18.092, de 14 de enero de 1982.
3. El lugar y época de pago. Son enunciaciones no esenciales, por cuanto la
ley contiene reglas supletorias en defecto de ellas. Así, cuando el pagaré no
indica el lugar de pago, se entiende que éste debe efectuarse en el lugar de su
expedición, y si no contiene la fecha de vencimiento, se considera pagadero a
la vista.
El lugar del pago se enunciará expresamente cuando él deba efectuarse, por
ejemplo, en uno distinto de aquel en que se emite. El pagaré se utiliza en este
supuesto como un instrumento para la ejecución de un contrato de cambio.
La época de vencimiento está determinada por la forma como el pagaré se
emite y, de acuerdo con lo establecido en el artículo 105, puede ser extendido:
a la vista, a un plazo contado desde su fecha y a un día fijo y determinado. El
pagaré puede tener también vencimientos sucesivos y, en tal caso, para que el
no pago de una de las cuotas haga exigible el monto total insoluto, es
necesario que así se exprese en el documento. Si nada se dice al respecto,
cada cuota morosa debe protestarse separadamente.
4. El nombre y apellido del beneficiario o la persona a cuya orden se ha de
efectuar el pago o la indicación de que es pagadero al portador. Esta cláusula
es esencial y determina la forma como el pagaré va a circular. Cuando se emite
en forma nominativa, será transferible por el mecanismo de la cesión de
créditos; si se gira a la orden, circula mediante el endoso, y, en fin, girado al
portador, se traspasa por entrega manual.
5. El lugar y fecha de expedición. Esta mención es interesante para
determinar la capacidad del suscriptor al tiempo de crear el documento, como
asimismo para fijar la época de vencimiento de los pagarés girados a un plazo
contado desde su fecha. El lugar es importante porque si no se indica dónde

127
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

debe hacerse el pago, se entiende que éste ha de efectuarse en el lugar de su


expedición. Interesa también el lugar de expedición para la aplicación del
principio lex locus regis actum (la ley del lugar rige la forma del acto).
6. La firma del suscriptor. Es precisamente este elemento o enunciación el
que traduce el propósito de obligarse del emisor del título. Es sin duda una
enunciación esencial del documento. La ley establece que bajo la
responsabilidad del suscriptor, sus firmas pueden estamparse por otros
procedimientos que se autoricen en el Reglamento en los casos y con las
formalidades que en él se establezcan.
155. Sanción por falta de enunciaciones en el pagaré.
Ya hemos dicho que el pagaré como título de crédito tiene como
característica la formalidad. Siendo así, el documento que no cumpla con las
exigencias del artículo 102 de la Ley Nº 18.092 no vale como pagaré. Sin
embargo, de las menciones exigidas por la disposición legal citada, pueden
omitirse el lugar y la época de pago, que no son esenciales, ya que la propia
ley suple el silencio del emisor en estos casos. Si el pagaré no indica el lugar
del pago, se entenderá que éste debe efectuarse en el lugar de su expedición,
y si no contuviere la fecha de vencimiento, se considera pagadero a la vista.
156. Aspectos de fondo del pagaré.
Estos son, fundamentalmente: la promesa, no sujeta a condición, de pagar
una determinada o determinable cantidad de dinero; la indicación de ser el
documento un pagaré y la firma del suscriptor.
El contenido del pagaré como título de crédito no puede ser otro que una
promesa no sujeta a condición de pagar una cantidad determinada o
determinable de dinero. Si la promesa se refiere a otra cosa –por ejemplo, a la
entrega de determinadas mercaderías–, no estaremos en presencia de un
pagaré, sino de otro tipo de título de crédito o de documento. Asimismo, si la
promesa de pagar la suma de dinero se sujeta a condición, tampoco se trataría
de un efecto de comercio denominado pagaré.
La enunciación en el documento que contiene la promesa de pagar una
suma determinada o determinable de dinero de que es un pagaré es un
elemento de fondo que permite diferenciarlo de otros efectos de comercio cuyo
contenido es similar.
Por último, la firma del suscriptor es el elemento que traduce y expresa la
voluntad unilateral de la persona que promete pagar la cantidad de dinero y
que le obliga a cumplirla. Sin ella no se crea el documento ni nace la
obligación incorporada en él. La ley vigente en la materia expresa que el
suscriptor del pagaré queda obligado de igual manera que el aceptante de una
letra de cambio.
157. Legislación aplicable.
Este título de crédito se rige por las normas contenidas en el Título II de la
Ley Nº 18.092, de 14 de enero de 1982, sobre Letra de Cambio y Pagaré. En lo
que no sean contrarias a su naturaleza y a las disposiciones del Título II de la

128
DERECHO COMERCIAL TOMO II

Ley Nº 18.092, son aplicables al pagaré las normas relativas a la letra de


cambio (art. 107).

Sección III
LA CARTA ORDEN DE CRÉDITO
158. Concepto.
Mediante este documento una persona se dirige a otra para que entregue a
un tercero la cantidad que necesita o que determina. Se denomina “carta”
porque antiguamente se adoptaba la forma epistolar para redactar estos
documentos. Es una carta orden porque efectivamente contiene una orden y
de crédito porque se funda en el crédito que gozan los que intervienen en ella.
El artículo 782 del Código de Comercio señala que “las cartas órdenes de
crédito tienen por objeto realizar un contrato de cambio condicional, celebrado
entre el dador y el tomador, cuya perfección pende de que éste haga uso del
crédito que aquél le abre”. Ese título de crédito tiene la ventaja sobre la letra
de cambio y el pagaré que permite retirar dinero sobre varias plazas a la vez,
en tanto que la promesa de pago que contienen tanto la letra como el pagaré
sólo se cumple en un lugar determinado. Siendo así, se emplea por personas
que se desplazan de un lugar a otro para evitar el riesgo de llevar dinero en
efectivo, aun cuando este último objetivo se consigue con el empleo de otros
títulos, como el cheque viajero, la tarjeta de crédito, el vale vista bancario, etc.
Sin embargo, la carta orden de crédito conserva su utilidad práctica
tratándose de individuos que desean efectuar diversas operaciones
mercantiles en distintos lugares y no saben de antemano, con certeza, las
cantidades de dinero que requerirán para concluirlas. Por esta misma razón, la
carta orden de crédito, por lo general, se emite a la vista, quedando a
disposición del beneficiario determinar la época de pago dentro de un plazo
máximo fijado en el documento.
159. Naturaleza mercantil de la carta orden de crédito.
Hemos visto que la carta orden de crédito es un mecanismo jurídico para
ejecutar un contrato de cambio condicional (art. 782 del Código de Comercio).
Por su parte, el artículo 3º Nº 10 del Código de Comercio, en su texto fijado
por el artículo 108 de la Ley Nº 18.092, sobre Letra de Cambio y Pagaré,
declara formalmente comerciales “…las remesas de dinero de una plaza a otra
hechas en virtud de un contrato de cambio”. De esta suerte, la carta orden de
crédito como instrumento que realiza un contrato de cambio condicional es un
acto de comercio.
160. Personas que intervienen en ella.
En la emisión de la carta orden de crédito intervienen, básicamente, tres
personas:
1. El dador;
2. El tomador, y
3. El corresponsal o persona a quien va dirigida.

129
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

En el fondo, hay dos relaciones distintas: una entre el dador y el tomador de


la carta y otra entre el dador y el corresponsal, que cumple el encargo. La
relación que une al dador con el tomador es sin duda un contrato de cambio
condicional, en cuanto a que depende de la voluntad de este último hacer uso
de la carta: indeterminado, en cuanto a las sumas que se retiren dentro de un
máximo fijado, e indeterminado, en cuanto a las plazas de las indicadas en la
carta circular. Como precio del servicio el tomador debe abonar cierta
cantidad de dinero al dador de la carta.
Entre el dador de la carta orden de crédito y la persona a cuyo cargo se gira
existe una relación jurídica que calificamos de mandato, que impone al
mandatario cumplir la orden de su mandante. Siendo así, el dador debe
abonarle al corresponsal la cantidad que el beneficiario o tomador pague por
el servicio.
161. Requisitos de la carta orden de crédito.
Nos ocuparemos de las enunciaciones esenciales que deben cumplirse para
la emisión de este título de crédito.
1. Debe extenderse a nombre de persona determinada y no a la orden. Esta
exigencia reitera el carácter de instrumento nominativo que tiene la carta
orden de crédito en el derecho nacional. Así lo dispone el artículo 783 del
Código de Comercio, que dice: “Las cartas de crédito deben ser dadas a
persona determinada y no a la orden.
Expedidas en esta última forma, el tomador podrá cobrarlas personalmente,
pero no endosarlas.
El endoso de una carta de crédito no transfiere al endosatario el derecho de
cobrarla”.
2. Debe expedirse a una cantidad fija o a una o más cantidades
indeterminadas, todas comprendidas dentro de un límite máximo, que debe
asimismo señalarse. Así se desprende de las normas contenidas en los
artículos 784 inciso 1º y 793, ambos del Código de Comercio. La carta que no
tenga la designación de cantidad es considerada como simple carta de
introducción y recomendación; y el dador de ella no responde a quien fuere
dirigida de las resultas de cualquier contrato que éste celebre con el tomador,
salvo el caso de dolo justificado en forma legal (art. 794).
3. El instrumento designará la época dentro de la cual el beneficiario deba
hacer uso de él. Esta enunciación está establecida en el artículo 784 del
Código de Comercio: “En la carta de crédito se designará el tiempo dentro del
cual el tomador deba hacer uso de ella...”. Cuando se omite esta mención, se
considera como época dentro de la cual debe hacerse uso del documento, el
plazo que fije el tribunal, atendidas las circunstancias del dador y tomador y la
naturaleza de la operación mercantil que dio origen a la apertura del crédito
(art. 784 inc. 2º).
4. La carta debe contener la firma del dador, del tomador y de los
corresponsales, cuando estos últimos sean varios.

130
DERECHO COMERCIAL TOMO II

162. Obligaciones del dador de la carta.


La persona que expide la carta orden de crédito debe cumplir las siguientes
obligaciones:
a) Redactar el documento cumpliendo con las formalidades legales ya
indicadas;
b) Pagar al corresponsal la cantidad que éste entregue al tomador en virtud
de la carta (art. 787);
c) Mantener el crédito dentro del plazo establecido o, en subsidio, dentro
del plazo fijado por el tribunal, sin poder revocarlo, a menos que sobrevenga
una circunstancia que deteriore el crédito del tomador. Revocando el crédito
intempestivamente y sin motivo serio y bien justificado, el dador se hace
responsable de los daños y perjuicios que se originen al tomador (art. 786).
Por último, digamos que la carta de crédito, aunque no sea pagada, no
confiere al tomador derecho alguno contra el dador ni contra la persona a
cuyo cargo fue expedida (art. 788). En consecuencia, este título de crédito no
se protesta y la ley no le otorga la garantía suficiente para asegurar su pago.
163. Obligaciones del tomador.
El beneficiario es la persona que va a cobrar el crédito contenido en la
carta, que recibe asimismo el nombre de tomador. Tiene las siguientes
obligaciones:
a) Poner su firma en el documento o entregar al dador de la carta un modelo
de ella (art. 785);
b) Está obligado a probar su identidad si el corresponsal lo exige (art. 789);
c) Debe devolver la carta de crédito al dador cuando no hiciere uso de ella,
tan pronto como sea requerido al efecto, o rendir fianza de su importe hasta
que llegue la revocación a conocimiento del corresponsal (art. 790);
d) Pagada la carta de crédito, el portador debe reembolsar sin demora al
dador la cantidad que hubiere recibido. Si no lo hace, el dador puede exigir el
pago de la cantidad entregada más el de los intereses corrientes desde el día
de la entrega.
Este título de crédito implica que el valor no ha sido cubierto previamente al
dador por el tomador y este último debe reembolsarlo sólo una vez que haya
hecho uso del crédito; no tiene gran aplicación en la práctica donde ha sido
reemplazado por otros títulos más eficaces, como el cheque viajero, los
pagarés bancarios o vales vistas y por la tarjeta de crédito.
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133
Capítulo IV
EL CHEQUE
Sección I
NOCIONES GENERALES
164. Generalidades.
Todos los sujetos de la actividad económica mercantil que emplean el
cheque en sus negocios tienen una idea aproximada de lo que es este
documento, como asimismo las personas que ocasionalmente lo emplean para
satisfacer una necesidad de la vida cotidiana, como por ejemplo el pago del
suministro de electricidad domiciliaria.
Nadie ignora que el cheque es un documento que contiene una orden de
pago relativa a una suma fija de dinero, que se hace efectivo ante el banco que
el mismo título señala.
Interesa analizar el cheque en cuanto a la función económica que
desempeña, en lo relativo a su carácter de título de crédito y en lo
concerniente a las relaciones jurídicas que le dan origen y que están
representadas en él.
En el cheque existen, fundamentalmente, dos relaciones jurídicas:
– Una entre el girador del documento y el banco girado, y
– Otra entre el girador y el beneficiario del documento.
La relación entre el girador y el banco es una cuenta corriente bancaria, en
virtud de la cual el banco girado se obliga a cumplir las órdenes de pago que
emite el titular de la misma o comitente, hasta la concurrencia de los fondos
depositados en ella o hasta el monto del crédito convenido. La cuenta
corriente bancaria puede ser de depósito o de crédito. En la actualidad no se
utiliza la cuenta de crédito, sino que se conviene una operación paralela a la
cuenta corriente, que es la apertura de crédito, gracias a la cual se concede
crédito al acreditado por el monto y el tiempo convenidos. El cliente provee la
cuenta corriente con depósitos en dinero efectivo o en documentos
representativos de dinero girados a la vista, como cheques, vales vistas o
pagarés bancarios, o hace uso de la apertura de crédito para cubrir los montos
que excedan los valores depositados. Las órdenes de pago se emiten en
formularios especiales con número y serie proporcionados por el banco,
denominados “talonarios de cheques”.
El girador del cheque se encuentra asimismo vinculado con la persona en
cuyo favor extendió el documento, esto es, el beneficiario del mismo. Este
vínculo puede tener su origen en una relación jurídica subyacente de la cual

135
emana la obligación de pagar una suma determinada de dinero, como por
ejemplo una compraventa, en la cual el comprador tiene que pagar el precio y
en vez de cumplir esta obligación entregando dinero efectivo, gira un cheque
en favor del vendedor. Lo mismo sucede en otros actos o contratos en los que
se pague el precio, la renta, el canon, la prima, el porte o el flete sustituyendo
el dinero por este documento.
Si el banco cumple la relación que lo une con su cliente –a la cual podemos
denominar relación intrínseca–, pagando el cheque al beneficiario, se extingue
no sólo esa obligación, sino también la relación que une al girador con el
beneficiario del documento –que denominaremos la relación subyacente o
extrínseca, hasta la concurrencia del valor pagado en virtud de este título.
La extinción de las obligaciones intrínseca y extrínseca se produce en virtud
de lo dispuesto en el artículo 37, de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y
Cheques, D.F.L. Nº 707, publicado en el Diario Oficial de 7 de octubre de 1982,
cuya redacción no es feliz para expresar el objeto de la norma. En el artículo
12 inciso 2º de la Ley Nº 18.092, sobre Letra de Cambio y Pagaré, aplicable al
cheque pago de obligaciones, en conformidad a lo establecido en el artículo 11
inciso 3º de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques, el efecto de la
extinción está claramente establecido.
Cuando el banco contra el cual se gira el cheque rehúsa su pago, porque no
se cumple alguno de los supuestos de la relación intrínseca, como por ejemplo
que la cuenta corriente no está provista de fondos suficientes y disponibles,
tampoco resulta satisfecha la relación extrínseca. Ahora bien, la circunstancia
que no obtenga el pago del documento ante el banco librado no implica que el
cheque deje de tener eficacia respecto de su girador, quien se mantiene
obligado al pago del mismo con el beneficiario, el que ejercerá las acciones
civiles y penales que la ley concede. Lo que acabamos de indicar pone en
evidencia la naturaleza jurídica del cheque como título de crédito, que impone
al que lo suscribe el cumplimiento de la obligación cartular o relación
documental representada en él. Esta obligación cartácea adquiere las
características de necesariedad, literalidad y autonomía que son comunes a los
títulos de crédito.
165. Origen y evolución del cheque.
Aparece vinculado al negocio bancario en las ciudades medievales italianas.
Era un documento mediante el cual el depositante de fondos en un banco
podía disponer de ellos cedule di cartulario, contadi di banco. Tiempo después
tienen gran aplicación documentos similares en la práctica bancaria inglesa. A
raíz de la quiebra del banquero Goldschmith, que había girado gran cantidad
de Goldschmith-notes, con cargos a los depósitos confiados por sus clientes, se
creó el Banco de Inglaterra en 1742, con el monopolio de la emisión de los
billetes de banco bank notes. Los clientes de los otros bancos se vieron en la
necesidad de disponer de sus depósitos mediante el giro de letras de cambio a
la vista y a cargo del banquero depositario. Estos documentos fueron los
primeros cheques ingleses. El cheque tiene consagración legislativa en la Bill
of Exchange Act de 1882, habiéndose empleado en la práctica por mucho
tiempo antes. El cheque fue regulado en el continente europeo por la ley

136
DERECHO COMERCIAL TOMO II

francesa de 14 de junio de 1865, en el Código de Comercio italiano de 1882,


en el Código de Comercio español de 1885, en la ley alemana de 1908.
La utilización del cheque en los pagos internacionales justificó la
celebración de tres convenios destinados a la unificación de su régimen
jurídico. Los convenios originaron la Ley Uniforme de Ginebra de 1931, que se
ha ido introduciendo en los Estados que los ratificaron. Inglaterra quedó al
margen y regula el cheque por la Ley de 1882 y por la Checks Act de 1957.
La Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil
Internacional CNUDMI, más conocida con la sigla de su denominación en
idioma inglés UNCITRAL, aprobó el 8 de agosto de 1982 un Proyecto de
Convenio sobre Cheques Internacionales, para pagos internacionales, con la
aspiración de ser adoptado por los Estados como derecho uniforme universal
sobre la materia.
166. Funciones económicas del cheque.
El cheque se utiliza, ante todo, como sustituto del dinero o instrumento de
pago. Cumple efectivamente tal función cuando el banco contra el cual se
emite el documento lo paga al beneficiario. Para desempeñar esta función es
esencial que el cheque se conciba tan sólo como un documento a la vista, esto
es, pagadero a su presentación al banco. El cheque empleado como
instrumento de pago sirve al mismo tiempo como medio de prueba de haberse
efectuado el pago, cuando efectivamente es pagado por el banco librado. El
cheque es un medio de pago ágil y rápido que puede emplearse para efectuar
múltiples pagos independientes entre sí; por ejemplo, A deudor de B le entrega
un cheque girado a su orden contra el Banco X, el beneficiario del cheque
puede endosarlo a C, de quien es a su vez deudor, y C puede entregarlo a su
acreedor D y así sucesivamente puede transferirse cuantas veces se desee,
hasta que su último portador lo cobre ante el banco girado.
El cheque es un instrumento de pago por compensación. Ello ocurre cuando
se deposita en el mismo banco contra el cual ha sido girado (compensación
interna) o en un banco distinto (compensación externa). Sabemos que la
compensación tiene lugar cuando dos personas son acreedoras y deudoras
recíprocas de una suma de dinero y las deudas se extinguen hasta la
concurrencia de la menor. La compensación interna implica que el beneficiario
recibe el cheque de un tercero y lo deposita en su cuenta en el mismo banco
contra el cual está girado. En tal caso, mediante anotaciones contables se
determina el saldo correspondiente de las cuentas en referencia, sin que la
institución bancaria tenga que realizar ningún pago (el banco se limita a
“cargar” en la cuenta del girador el valor del cheque procediendo a “abonarlo”
en la cuenta del portador). La compensación externa se presenta porque, en la
mayoría de los casos, el beneficiario del cheque lo deposita en una cuenta
corriente en otro banco distinto de aquel contra el cual se emitió. Se procede
al final de la jornada a compensar entre los bancos las sumas de las cuales son
acreedores y deudores recíprocos por los cheques depositados en ellos.
Asimismo el cheque puede emplearse como medio de efectuar
transferencias de fondos, lo que ocurre cuando el banco librado abona en la

137
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

cuenta corriente del titular el importe de un “cheque cruzado” que sólo puede
cobrarse por un banco.
El cheque se puede extender también a la orden del propio girador, caso en
el cual se utiliza para retirar fondos de su cuenta corriente.
167. Utilidad del cheque.
El cheque resulta útil para el cuentacorrentista en la medida en que es un
sustituto del dinero. Mediante el cheque el girador dispone de dinero sin
asumir los riesgos que la tenencia del efectivo le puede ocasionar.
Además, como el cheque supone la existencia de la cuenta corriente
bancaria, el banco le presta al cliente servicio de caja, para pagar a terceros
sin necesidad de recurrir previamente al retiro de dinero. El banco
proporciona al cliente un servicio contable, porque le facilita la verificación del
cumplimiento de sus obligaciones que se han pagado mediante el uso del
cheque.
La existencia de la cuenta corriente bancaria puede determinar, en su caso,
la obtención de un interés por el dinero depositado (art. 8 DFL Nº 707 de
1982).
Para el banco la ventaja principal del cheque consiste en poder prestar un
servicio que presupone el mantenimiento de una cuenta corriente por parte
del cliente. El banco utiliza el dinero de los depósitos en las cuentas
corrientes, sabiendo que los titulares de éstos no acudirán masivamente a
retirar los fondos existentes. De esta suerte el banco realiza operaciones de
crédito activas, como por ejemplo colocar los depósitos en préstamo a otros
clientes.
Por último, para la economía nacional los cheques constituyen una ventaja,
porque la emisión de los mismos con cargo a los depósitos en las cuentas
corrientes origina el llamado dinero giral o moneda bancaria escritural. Por
cada peso depositado en los bancos, ellos pueden prestar una cantidad mayor,
de manera que con ciertas limitaciones el cheque es uno de los medios de que
se vale el Estado para cumplir con los fines de su política monetaria.
168. Definición legal de cheque.
El artículo 10 de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques señala:
“El cheque es una orden escrita y girada contra un banco para que éste pague
a su presentación, el todo o parte de los fondos que el librador pueda disponer
en cuenta corriente…”.
La definición legal nos parece criticable, por cuanto sólo destaca la relación
intrínseca entre el girador y el banco librado, dejando traslucir que si alguno
de los supuestos de esta relación no concurre, el cheque deja de ser tal, lo que
no es efectivo. Como ya lo señaláramos, en el evento que no se cumpla la
relación intrínseca porque la cuenta corriente no existe, no está vigente o no
está provista de fondos suficientes, disponibles y oportunamente depositados,
el girador se mantiene ligado al beneficiario, quien mediante acciones
ejecutivas civiles y acciones penales puede obligarlo a cumplir con el pago de
la suma de dinero. De suerte que el cheque protestado por el banco conserva
su carácter de título de crédito para hacerlo efectivo contra el girador y los

138
DERECHO COMERCIAL TOMO II

endosantes traslaticios de dominio, quienes, según las normas de la letra de


cambio aplicables en esta materia al cheque, responden solidariamente de su
pago frente al portador legítimo.
El mérito de la definición legal es el de destacar que el cheque es un
documento pagadero a la vista o a su presentación al banco y cualquiera
mención contraria se tendrá por no escrita. Si un cheque se presenta al cobro
antes del día indicado como su fecha de emisión, es pagadero el día de la
presentación. De manera que el cheque postdatado o cheque a fecha carece de
reconocimiento legal, por lo que el banco lo paga o lo protesta el día de la
presentación al cobro.
De aquí surge la diferencia fundamental entre el cheque y la letra de
cambio, pues mientras el primero es un medio de pago a la vista, la segunda es
un instrumento de crédito cuyo vencimiento puede ser diferido en el tiempo.
169. Definición doctrinaria de cheque.
Nosotros definimos al cheque como un documento formal que contiene una
orden incondicionada del girador al banco de pagar, a su presentación, una
suma determinada de dinero, quedando obligado a pagarla al portador
legítimo en todos aquellos casos en que el banco no la cumpla.
170. Legislación aplicable al cheque.
El cheque está regulado por el Decreto con Fuerza de Ley Nº 707, publicado
en el Diario Oficial de 7 de octubre de 1982, que fija el texto refundido,
coordinado y sistematizado de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y
Cheques.
El primer proyecto de ley relativo al cheque fue presentado al Congreso en
1862, pero nunca llegó a convertirse en ley de la República. La Ley Nº 3845,
de 8 de febrero de 1922, fue la primera que reguló esta materia, siendo
modificada y posteriormente sustituida por la Ley Nº 7498, de 17 de agosto de
1943. Esta última experimentó sucesivas modificaciones que obligaron a dictar
el D.F.L. Nº 707, del Ministerio de Justicia, que fija texto refundido, coordinado
y sistematizado de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques, en
actual vigencia.
La legislación nacional sobre cheque no se inspira en la ley inglesa de 1882
Bill of Exchange Act ni en la Checks Act de 1957, que son las verdaderas
creadoras del documento, sino en las leyes europeas continentales, francesas e
italianas, que modificaron en gran parte el cheque original.

Sección II
EL GIRO DEL CHEQUE
171. Menciones del cheque.
Al igual que los otros títulos de crédito, el cheque debe emitirse cumpliendo
ciertas enunciaciones o menciones indicadas por la ley.
De conformidad con lo previsto en el artículo 13 de la Ley de Cuentas
Corrientes Bancarias y Cheques, las menciones son las siguientes:

139
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

a) Nombre del librado. Se trata de una enunciación esencial que en nuestro


medio, pone en evidencia que el cheque sólo puede emitirse en contra de un
banco. En la práctica esta indicación viene impresa en grandes caracteres en
el formulario que se emplea para girar el cheque.
Como el cheque es un documento pagadero a la vista o presentación no
requiere la aceptación del banco librado. El girador del cheque y el banco al
cual se ordena su pago están vinculados, como ya vimos, por la operación de
cuenta corriente bancaria.
b) El lugar y la fecha de expedición. El lugar del giro es una enunciación de
la naturaleza del cheque, porque si no se indica, la ley presume que se ha
extendido en la plaza donde funciona el banco librado (art. 13, inciso 5º).
Puede advertirse que el lugar del giro tiene importancia para determinar el
plazo de caducidad del cheque. El portador debe presentarlo al cobro dentro
del plazo de sesenta días, contados desde su fecha, si el banco librado
estuviere en la misma plaza de su emisión, y dentro de noventa días, si
estuviere en otra. Este plazo es de tres meses para los cheques girados desde
el extranjero. El plazo de días es de días corridos. Con todo, el girador puede
revalidar un cheque caducado expresándolo así con su firma en el documento.
La fecha del giro nunca puede faltar. Ella es fundamental para establecer la
capacidad del girador, quien puede verse afectado por alguna situación que lo
prive de la libre administración de sus bienes, por ejemplo, en el caso de ser
declarado en quiebra. Además, la fecha de expedición del cheque es el punto
de partida para contar el plazo de la presentación al cobro del documento (60
ó 90 días o tres meses);
c) La cantidad girada, en letras y números. Es el objeto o contenido del
título y siempre debe referirse a una suma fija de dinero, que puede ser
moneda nacional o extranjera, según el tipo de cuenta corriente bancaria
contra la cual se expida.
En caso de diferencia entre la suma expresada en letras y números, el banco
protesta el cheque “por mal extendido”, en circunstancia que, tratándose de
un cheque pago de obligaciones (art. 11, inciso 3º), debería aplicarse la
solución prevista para la letra de cambio, en el artículo 6º de la Ley Nº 18.092,
según la cual valdrá la suma escrita en palabras, y
d) La firma del librador. La firma traduce la intención del girador de emitir
la orden y obligarse a su pago. Es la causa fuente de la obligación cartácea
incorporada al título de crédito. Se trata simplemente de la rúbrica del
librador, pues la ley no exige que se señalen su nombre y apellido. En la
práctica reciente los bancos suelen, con el consentimiento del cliente, indicar
en el formulario donde se emite el cheque, el nombre, apellido e incluso la
profesión del girador. Tales datos no se exigen por la ley, pero contribuyen a
“personalizar” un tanto el cheque.
Los bancos pueden autorizar a determinadas personas, generalmente
empresas o instituciones, para estampar en sus cheques, mediante
procedimientos mecánicos, la cantidad girada y la firma. Para los efectos
civiles y penales, la firma estampada mecánicamente se entiende manuscrita
por la persona cuya rúbrica ha sido reproducida.

140
DERECHO COMERCIAL TOMO II

De conformidad con lo previsto en el artículo 9 de la Ley Nº 18.092, sobre


Letra de Cambio y Pagaré, aplicable al cheque pago de obligaciones en virtud
de la regla contenida en el artículo 11, inciso 3º de la Ley de Cuentas
Corrientes Bancarias y Cheques, puede sostenerse que, en lugar de la firma,
toda persona puede estampar su impresión digital en un cheque, siempre que
lo haga ante un notario o ante un oficial del Registro Civil, si en la localidad no
hubiere notario. Tratándose de un endosante o del portador, cuando se hace
circular el cheque o se le cancela, respectivamente, no habría ningún
inconveniente en admitir que en vez de su firma se estampe la impresión
digital, cumpliendo el requisito legal ya expresado. Sin embargo, en el caso de
la firma del girador es discutible que pueda reemplazarse la firma por la
impresión digital, aun haciéndolo ante notario, porque el banco para pagar el
cheque debe proceder al cotejo de la firma que aparece en el documento con
la dejada por el comitente al abrir la cuenta corriente. De lo anterior resulta
evidente que la firma del girador es un requisito esencial e insustituible en el
cheque. Confirma lo aseverado la norma contemplada en el artículo 16 Nº 1º,
de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques, según la cual, en caso
de falsificación de un cheque, el banco librado es responsable si la firma del
librador es visiblemente disconforme con la dejada en poder del librado para
cotejo.
172. Otras enunciaciones en el cheque.
A diferencia de la letra de cambio y del pagaré, que admiten enunciaciones
accidentales, indicadas por la propia ley e incluso introducidas por los
obligados, siempre que no alteren la esencia de dichos títulos de crédito, el
cheque no tolera la inserción de otras cláusulas. En efecto, el artículo 13 inciso
3º de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques expresa textualmente:
“Cualesquiera otras circunstancias o cláusulas que se agregaren al cheque, se
tendrán por no escritas”.
Con excepción de la cláusula para mí, que distingue al cheque mandato o
cheque comisión de cobranza del cheque pago de obligaciones, ninguna otra
indicación puede agregarse al documento y en el evento que se le inserte, no
lo invalida, sino que la enunciación se tendrá como no escrita.
173. Diversas clases de cheques.
Atendiendo a la persona que aparezca como beneficiario de ellos, existen las
siguientes clases de cheques:
– cheque expedido a favor del mismo girador;
– cheque girado a favor del mismo banco, y
– cheque girado a favor de terceras personas.
Si se tiene en cuenta la finalidad que persigue el girador cuando libra el
cheque en favor de terceras personas, se distingue entre:
– cheque pago de obligaciones, y
– cheque mandato o comisión de cobranza.
Atendida la posibilidad de cobrarlo mediante depósito en bancos o por caja,
se distingue entre cheque cruzado y cheque no cruzado. El cheque cruzado
puede ser cruzado simple y cruzado especial, atendiendo a la circunstancia

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RICARDO SANDOVAL LOPEZ

que indique o no el banco ante el cual se puede cobrar. El cruzamiento del


cheque obedece a razones de seguridad.
Por último, considerando la forma en que se emite para su circulación, el
cheque puede ser nominativo, a la orden o al portador.
Trataremos por separado las principales clases de cheques.
174. Cheque mandato o comisión de cobranza.
Este tipo de cheque, como su nombre lo indica, comporta un mandato por el
cual el girador encarga al beneficiario que lo presente al cobro en el banco. El
beneficiario está autorizado para recibir la cantidad de dinero que el banco
paga por el cheque, pero no se hace dueño de ella sino que la recibe a nombre
del girador.
Se trata de una verdadera comisión de cobranza que se perfecciona
insertando el librador en el texto del cheque las expresiones para mí. El
beneficiario o comisionista debe rendir cuenta al girador o comitente. Se
presume que el tenedor de un cheque comisión de cobranza ha entregado la
cantidad cobrada al girador si éste no deduce su acción judicial dentro de los
15 días siguientes al pago del cheque por el banco. Transcurrido ese plazo, se
extingue la obligación del comisionista de rendir cuenta y se presume que la
comisión fue cumplida en buena forma.
El cheque mandato o comisión de cobranza se rige por las normas
especiales que a su respecto contempla la Ley de Cuentas Corrientes
Bancarias y Cheques, en los artículos 11, inciso final, 12 y 36. Se sujeta
además a las reglas generales del mandato y en especial a las de la diputación
para recibir.
Este tipo de cheque suele emplearse en la práctica por las empresas
girándolo en favor de un empleado de confianza, que de esta suerte retira una
cantidad importante de dinero, por ejemplo, para el pago de remuneraciones.
Sin embargo, en los últimos tiempos, gracias al empleo de cajeros
automáticos, los bancos convienen con las empresas en efectuar el pago de
sueldos suministrando al personal de la misma tarjetas para el uso de tales
máquinas, sin necesidad de establecer una relación de cuenta corriente
bancaria. Esto contribuye a que el cheque mandato tenga cada vez menos
aplicación en la práctica.
175. Cheque pago de obligaciones.
Esta clase de cheque es la que se emplea frecuentemente en la práctica. Se
le reconoce porque no lleva las expresiones para mí. La ley de cheques señala
al respecto: “Si se omitieren las palabras ‘para mí’, se entenderá girado en
pago de obligaciones o estipulaciones equivalentes” (art. 13 inciso 3º).
En consecuencia, atendiendo al objeto que persigue el girador, la ley chilena
reconoce sólo dos clases de cheques: el cheque mandato o comisión de
cobranza, y el cheque pago de obligaciones (art. 11 inciso 1º).
El cheque pago de obligaciones se rige por las reglas generales de la letra
de cambio, salvo en lo previsto expresamente en la Ley de Cuentas Corrientes
Bancarias y Cheques (art. 11 inc. 3º).

142
DERECHO COMERCIAL TOMO II

176. Cheque cruzado.


Se denomina así porque en el anverso del documento se le trazan dos líneas
paralelas que lo cruzan transversalmente. Puede ser cruzado en general o
cruzado en especial.
El cheque es cruzado en general si no lleva entre las líneas paralelas la
designación de algún banco. Es cruzado en especial si entre las líneas
paralelas lleva el nombre de un banco determinado. El tenedor de un cheque
puede cruzarlo en general y cuando ya está cruzado en general, puede
cruzarlo especialmente.
La característica esencial del cheque cruzado consiste en que no puede
presentarse al cobro sino por un banco, por cualquier banco si es cruzado en
general y por el banco designado si es cruzado especial.
El banco designado está autorizado para endosarlo en comisión de cobranza
a otro banco.
El cruzamiento del cheque le da seguridad al documento en su circulación
por cuanto no puede ser cobrado en ventanilla, sino por medio de un banco.
177. Otras clases de cheques.
Nuestra legislación admite además la distinción entre cheques en moneda
nacional y en moneda extranjera. Estos últimos corresponden a las cuentas
corrientes bancarias en moneda extranjera autorizadas a partir de la Ley Nº
13.305. El cheque en moneda extranjera se rige por las normas especiales del
título III de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques. En lo no
previsto en dicho título, se regula por las demás normas de la misma ley.
El plazo de caducidad de un cheque en moneda extranjera es más extenso,
porque puede presentarse al cobro dentro del término de doce meses contados
desde su fecha de giro.
Se reconoce asimismo en nuestra normativa vigente el cheque viajero, que
es un documento endosable e individualizado como tal en el cual un banco
promete pagar, a su presentación, determinada suma de dinero a la persona
que acredite ser su portador legítimo. Estos documentos, conocidos por su
denominación en idioma inglés de travellers-checks, son adquiridos por el
tomador en el banco emisor, quien debe pagar su valor en la moneda
correspondiente y firmarlos en el ángulo superior izquierdo del formulario.
Dicha firma se presume de derecho como legítima y perteneciente al tomador.
Para dar curso a este cheque, el tomador deberá llenarlo de su puño y letra
con el nombre del adquirente, lugar y fecha de su lleno y además poner su
firma en el ángulo inferior izquierdo del documento. En la actualidad los
cheques viajeros han perdido su utilidad con el empleo de la tarjeta de crédito
bancaria internacional, que permite el pago de bienes y servicios y autoriza
para hacer retiros en efectivo.
178. Cheque en garantía y cheque a fecha.
Ninguno de ellos está expresamente consagrado en la Ley de Cuentas
Corrientes Bancarias y Cheques. Se trata de “creaciones” de la práctica, que
en algunos casos han sido reconocidas por la jurisprudencia de nuestros
tribunales y por la doctrina de los autores.

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RICARDO SANDOVAL LOPEZ

179. El cheque en garantía.


Puede definirse señalando que es aquel que se entrega para caucionar una
obligación principal y que sólo puede hacerse efectivo como cheque pago en el
evento en que no se cumpla la obligación garantizada. Lo característico del
cheque en garantía es que se trata de un documento sujeto a condición y la
condición consiste en que se incumpla la obligación caucionada. Esta
condición no puede constar en el documento mismo, porque según el artículo
13 de la ley sobre la materia, “cualesquiera otras circunstancias o cláusulas
que se agregaren al cheque, se tendrán por no escritas”. Tal cláusula no anula
el cheque, sino que ella no produce efectos. Quien desee acreditar que el
cheque se dio en garantía debe comprobarlo por otros documentos u otros
medios probatorios. Generalmente el cheque en garantía se firma dejando en
blanco su fecha de emisión e incluso la cantidad girada, porque debe hacerse
efectivo después del incumplimiento de la obligación principal del girador y
por el monto de ésta.
El cheque en garantía, por ser un documento sujeto a condición,
desnaturaliza la función del cheque, que es la de servir de medio de pago en
cualquier momento, sin condiciones de ninguna clase.
Fundados en el principio de la autonomía de la voluntad, que permite
celebrar toda clase de contratos no prohibidos por las leyes y de convenir
libremente sus estipulaciones, algunos fallos de nuestros tribunales superiores
de justicia han reconocido la validez a los cheques en garantía.
180. Cheque a fecha.
Otra creación de la práctica es el cheque a fecha, es decir, aquel cuya fecha
de expedición es posterior a la real y efectiva. Dichos documentos se utilizan
como instrumentos de crédito contraviniendo expresamente lo establecido en
la ley. En efecto, según el artículo 10, inciso 2º: “El cheque es siempre
pagadero a la vista. Cualquiera mención contraria se tendrá por no escrita. El
cheque presentado al cobro antes del día indicado como fecha de emisión, es
pagadero el día de la presentación”.-
Para el Banco no existe el cheque a fecha, la entidad crediticia se limita a
pagarlo o protestarlo, según el caso, el día de la presentación al cobro.
Entre el girador y el beneficiario puede estipularse, válidamente en
instrumento distinto del cheque, que se respetará la fecha del título, para su
cobro ante el banco, estableciéndose una indemnización en caso que se cobre
o proteste antes de la fecha; esto es válido entre las partes, mas no respecto al
banco.

Sección III
LA CIRCULACIÓN DEL CHEQUE
181. Clases de cheques según su circulación.
La orden de pago contenida en el cheque puede transferirse de un titular a
otro, atendiendo a la forma como el documento se ha emitido. Es preciso
distinguir tres clases de cheques: nominativo, a la orden y al portador.

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DERECHO COMERCIAL TOMO II

182. Cheque nominativo.


Tiene este carácter cuando indica la persona a quien debe ser pagado sin
facultar expresa ni implícitamente su circulación. En un formulario en el cual
se emiten los cheques se le borran las cláusulas “a la orden” y “al portador”,
de manera que la orden queda redactada “Páguese a Pedro Pérez Pereira”.
Para ceder un cheque así redactado y la suma en él contenida es preciso
recurrir al mecanismo de la cesión ordinaria de créditos (arts. 1901 y
siguientes del Código Civil). Por excepción, el artículo 14 de la Ley de Cuentas
Corrientes Bancarias y Cheques admite que el cheque nominativo pueda ser
endosado en comisión de cobranza a un banco. El endoso permite que un
banco lo cobre depositándolo en la cuenta corriente del endosante.
De acuerdo con lo previsto en el artículo 11 inciso 3º de la ley del ramo,
algunos fallos posteriores a la vigencia de la Ley Nº 18.092, sobre Letra de
Cambio y Pagaré, admiten que el cheque nominativo pueda ser endosado en
comisión de cobranza a un abogado, en conformidad con lo establecido en los
artículos 18 y 29 de la citada ley cambiaria.
183. Cheque a la orden.
Este documento contiene el nombre y apellidos del beneficiario, pero éste
queda expresamente facultado para transferirlo, porque lleva la cláusula “a la
orden”. Se borra la cláusula “o al portador”, de manera que su forma de
circulación es mediante endoso traslaticio de dominio.
El endoso es un acto escrito al dorso del documento por el cual el portador
legítimo transfiere el dominio del mismo. El endoso traslaticio de dominio es
regular cuando además de la firma del endosante expresa la fecha y el lugar
de su otorgamiento, el nombre del endosatario y la calidad del endoso; por
ejemplo: “Páguese a la orden de Ricardo Ríos Marchant, Valor en dominio,
Concepción, 15 de marzo de 1994”. Puede asimismo ser endoso en blanco, que
contenga la sola firma del endosante al dorso del cheque. Tal endoso es
siempre traslaticio de dominio y el cheque puede circular de tres maneras:
– Puede llenarse en el endoso en blanco con el nombre de un tercero;
– Puede traspasarse de documento por la simple entrega manual del mismo;
– Puede hacerse un nuevo endoso regular o en blanco.
En los dos primeros casos el sujeto que transfiere el documento no
compromete su responsabilidad solidaria al pago. En el último caso responde
solidariamente al portador si el cheque no es pagado por el banco.
A la circulación del cheque a la orden se le aplican las mismas normas de la
letra de cambio (arts. 17 a 32 de la Ley Nº 18.092), en lo que no sean
contrarias a su naturaleza.
184. Cheque al portador.
Es aquel que no designa la persona del beneficiario o designándolo
mantiene la cláusula “o al portador”. Este documento circula por la entrega
manual.
El que cede un cheque al portador sólo responde de que el documento es
auténtico, porque después de cedido no se puede identificar al cedente. El
cheque, como todo título de crédito, tiene la característica de literalidad, esto

145
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

es, que su contenido y extensión se determinan por el tenor literal del


documento. Como en el título no consta el nombre ni la firma del cedente, no
es posible hacerlo responsable de su pago, como ocurre en el endoso, donde se
estampa la firma del endosante.

Sección IV
EFECTOS JURÍDICOS DEL CHEQUE
185. Explicación previa.
Los efectos jurídicos del cheque son las obligaciones y derechos que se
generan tanto en la relación entre el banco y el girador como en la relación
entre este último y el beneficiario.
Analizaremos, en primer lugar, las obligaciones del beneficiario o del
portador, para referirnos posteriormente a las obligaciones del girador.
Las obligaciones del beneficiario del cheque son fundamentalmente dos, a
saber:
1ª Presentar el cheque al cobro dentro de los plazos legales, y
2ª Protestar el cheque por falta de pago.
186. Obligación de presentar el cheque al pago.
El beneficiario del cheque o quien llegue a ser su portador legítimo, tiene
derecho a que se le pague la cantidad indicada en el documento. Para ello es
esencial que cumpla con la obligación de presentar el cheque al cobro dentro
de los plazos fijados por la ley, en cualquier momento, pero dentro de tales
plazos.
De conformidad con lo previsto en el artículo 23 de la ley de Cuentas
Corrientes Bancarias y Cheques, el portador de un cheque debe presentarlo al
cobro dentro del plazo de sesenta días, contados desde su fecha, si el banco
girado estuviera en la misma plaza de su emisión, y dentro de noventa días, si
estuviera en otra plaza. Cuando se trata de los cheques girados en el
extranjero, el plazo es de tres meses, contado de la misma manera.
Se advierte que el documento debe presentarse al cobro en los plazos
indicados, so pena que el portador pierda su acción en contra de los
endosantes. El banco al cual se le presente un cheque al cobro después de
expirados los términos legales, debe negarse al pago, salvo que el girador lo
revalide, es decir, que éste indique por escrito que consiente en que se pague
fuera de plazo.
En todo caso, aunque el cheque no se presente al cobro en los plazos
legales, el girador debe responder de su pago al portador, sin que pueda
excusarse de esta obligación por el hecho de que no se cobró a tiempo. Sólo
pierde el portador su acción contra el girador si el pago se hace imposible por
hecho o culpa del librado, posteriores al vencimiento de dichos plazos.
Los plazos de presentación del cheque al cobro son de días corridos, pero se
aumentan con los días hábiles durante los cuales el banco librado hubiere
suspendido, por cualquier motivo, sus operaciones.

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DERECHO COMERCIAL TOMO II

187. Actitud del banco.


Cuando el portador presenta el cheque al banco dentro de los plazos legales,
éste procede a examinar su conformidad desde el punto de vista formal, es
decir, si contiene las enunciaciones propias de su libramiento. Si el banco
determina que el cheque no está conforme, puede negarse a pagarlo. Ante esta
actitud del banco, el portador no puede reclamar, porque ninguna relación
jurídica lo vincula con la entidad financiera. Cuando el banco estima que el
cheque está conforme, procede a su pago, siempre que la cuenta corriente
contra la cual se ha girado esté vigente y provista de fondos suficientes,
disponibles y oportunamente depositados. En este caso la institución bancaria
formula al portador dos exigencias. La primera consiste en que el portador
cancele el cheque, es decir, que extienda recibo de pago, lo que generalmente
hace firmando el documento en el anverso. La segunda exigencia es que el
portador se identifique, lo que de ordinario se cumple con la cédula nacional
de identidad. Estas precauciones se adoptan porque la ley hace responsable al
banco si paga el cheque a “persona desconocida” en circunstancias que pudo
haberse falsificado un endoso y quien se presentó a cobrar el cheque no era su
portador legítimo.
188. Obligación de protestar el cheque.
Cuando el cheque no se paga por el banco girado es preciso dejar
constancia fehaciente de este hecho.
En verdad el portador no está obligado a exigir el protesto del cheque, pero
debe hacerlo para poder ejercer las acciones civiles y penales en contra del
girador.
189. Formalidades del protesto del cheque.
Es un acto escrito sujeto a ciertas formalidades, que son básicamente las
siguientes:
a) que el protesto se estampe al dorso del documento o en una hoja de
prolongación adherida a él;
b) que se exprese la causa de la negativa de pago;
c) que se indique la fecha y la hora del protesto, requisito para determinar
el plazo de prescripción de las acciones;
d) que se contenga la firma del banco librado. En virtud de lo previsto por la
Ley Nº 18.818, de 1º de agosto de 1987, no se exige ahora que el protesto
contenga la firma del portador. No se necesita la intervención de ningún
ministro de fe en el protesto del cheque;
e) que el protesto se realice en el momento de la negativa de pago.
Todo protesto debe ser requerido por el portador al banco, salvo en el caso
del protesto por falta de fondos, que se realiza sin necesidad de requerimiento.
190. Objeto del protesto.
Al igual que en la letra de cambio, la finalidad del protesto del cheque es
conservar los derechos del portador en contra de los endosantes, quienes son,
en este caso, los únicos responsables por garantía del pago del documento.

147
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

191. Acciones de cobro del cheque.


La acción de cobro del cheque se ejerce en contra del girador y de los
endosantes, para lo cual es imprescindible que el documento esté protestado
por falta de pago.
Sin embargo, debido a que no interviene ningún ministro de fe, el protesto
del cheque no lo transforma en un título ejecutivo, como ocurre en el caso de
la letra de cambio, cuando ella se protesta requiriendo personalmente al
obligado por el funcionario competente.
Para iniciar un juicio ejecutivo con un cheque protestado es preciso
“preparar la vía ejecutiva” notificando judicialmente el protesto del cheque al
girador o al endosante, en su caso. Podría entablarse inmediatamente el juicio
ejecutivo en el caso especial en que la firma del girador o del endosante del
cheque hayan sido autorizadas ante notario, situación que no se presenta con
frecuencia en la práctica.
El protesto del cheque es indispensable para iniciar el juicio criminal en
contra del girador del documento. El protesto debe fundarse en alguna de las
causas indicadas en el artículo 22 de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y
Cheques, que analizaremos más adelante, al referirnos a los delitos
relacionados con el cheque.
El portador del cheque tiene, pues, dos acciones para cobrarlo. La acción
civil ejecutiva, que puede hacerse valer cuando la firma del girador o la del
endosante han sido autorizadas por notario o bien cuando el protesto del
cheque se ha notificado judicialmente a ellos. De conformidad con lo previsto
en el artículo 34 de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques, la
acción ejecutiva prescribe en el plazo de un año contado desde el protesto del
cheque.
Puede cobrarlo ejerciendo la acción penal una vez protestado el cheque y
notificado judicialmente su protesto al girador. La acción penal prescribe en el
plazo de un año, contado desde la fecha del protesto del documento.
Aun cuando el cheque no se proteste, el portador siempre podrá cobrarlo al
girador, mediante un procedimiento ordinario en el cual se declare el derecho
en su favor. Concluido este juicio, deberá impetrar el cobro ejecutivo del
cheque embargando y rematando bienes para el pago de la suma adeudada.
192. Falta de protesto.
Mientras el cheque se encuentre vigente, el portador puede presentarlo al
cobro cuantas veces lo desee y no protestarlo. Sin embargo, si los plazos
legales para presentar el cheque al cobro se extinguen y el documento no ha
sido protestado, en este caso el portador pierde sus derechos contra los
endosantes y tampoco puede ejercer las acciones judiciales de cobro. Otro
tanto ocurre en el evento que el protesto sea ineficaz por no haberse cumplido
las exigencias formales. Con todo, mientras el cheque no esté caducado, puede
volver a protestarse en forma correcta y dicho protesto origina todas las
consecuencias que ya hemos señalado.

148
DERECHO COMERCIAL TOMO II

193. Causales de protesto.


A diferencia de lo que ocurre con la letra de cambio y con el pagaré, el
cheque tiene una sola causa de protesto, que es la falta de pago. Sin embargo,
la negativa de pago del cheque por el banco librado puede obedecer a diversos
motivos o causales, que analizaremos a continuación.
1º Falta de cancelación. Si falta el timbre o la firma de cancelación, el banco
debe rehusar el pago del cheque, porque no puede pagarlo sin cumplirse esta
formalidad.
Sólo ocurre en los cheques que se echan por canje, porque en ventanilla se
exige la cancelación como trámite para el pago.
2º Mal extendido. Cuando faltan algunos requisitos para considerar el
documento como cheque (ejs.: enmendado, no corresponde al talonario
entregado al titular de la cuenta).
3º Caducado. Cuando se presenta al cobro fuera de plazo.
4º Falta de portador legítimo. Cuando el cheque lo cobra una persona que
no es su legítimo portador. Los bancos indican la causa de la falta de portador
legítimo: “falta endoso”, “cheque nominativo”.
5º Falso o firma disconforme. Cuando la firma es visiblemente disconforme,
el banco protesta el cheque por “falso”. Cuando la firma es dudosa, no es
idéntica a la del cliente y el banco tiene duda, protesta por “firma
disconforme”.
6º Orden de no pago. Puede ser del portador, en cuyo caso tiene valor
suspensivo.
Puede provenir del girador. Puede estar fundada en causas legales o no.
Cuando no existan causas formales para repeler el cheque, el banco debe
protestar por orden de no pago.
Es conveniente que se trate de una orden de no pago legítima; el banco lo
expresa en el protesto: “orden de no pago legítima y extravío”.
7º Cuenta cerrada. Si presenta al cobro un cheque girado con posterioridad
al cierre de la cuenta, debe protestarse por cuenta cerrada.
Si el cheque se ha girado antes del cierre de la cuenta y se presenta al cobro
dentro de los plazos de caducidad después del cierre de la misma, éste deberá
pagarse o protestarse en forma ordinaria. Si se han reservado fondos, los
cheques se pagan. Si no hay fondos, el protesto se hará por falta de fondos.
8º Falta de fondos. No existen fondos disponibles suficientes para pagar el
cheque.
Disponibles. Que no estén embargados. Que no se trate de valores en canje.
Otros protestos:
– Falta firma giradora;
– Falta firma registrada.
194. Obligaciones del girador.
El girador del cheque está vinculado con el banco, mediante el contrato de
cuenta corriente bancaria, y con el beneficiario del cheque a quien se lo
entrega generalmente en pago de una obligación.

149
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

La cuenta corriente bancaria es un contrato que obliga esencialmente al


banco a cumplir las órdenes de pago del cuentacorrentista, con cargo de los
depósitos que éste ha efectuado en ella.
Sin embargo, el cliente o comitente debe cumplir ciertos deberes durante la
vigencia del contrato, que son básicamente los siguientes:
– proveer de fondos suficientes al banco librado. Esta obligación es esencial
para que el banco cumpla con pagar los cheques. Si el comitente gira en
descubierto o sin fondos, el banco puede, por su sola voluntad, cerrarle la
cuenta corriente;
– girar los cheques en los talonarios entregados por el banco;
– verificar la serie y número del talonario entregado por el banco para girar
los cheques;
– cuidar el talonario de cheques para evitar el extravío. El banco se libera de
toda responsabilidad si el cheque que paga es de la serie y número entregados
al girador y si su firma no resulta visiblemente disconforme con la dejada para
cotejo, aunque en definitiva sea falsa.
Respecto del beneficiario, el girador responde del pago del cheque en todos
aquellos casos en los cuales el banco librado no lo haya pagado. Esto pone en
evidencia que el cheque es un título de crédito que obliga a la persona que lo
ha suscrito a cumplir la prestación de contenido económico representada en
él, en este caso, a pagar la cantidad de dinero. Como ya lo indicáramos, el
portador debe protestar el documento para iniciar la acción civil ejecutiva y la
acción penal por delito de giro fraudulento de cheque.
No obstante la omisión del protesto, el portador puede constituir un título
ejecutivo citando al girador al tribunal a reconocer su firma y/o a confesar la
deuda.
195. Responsabilidad por el pago del cheque.
En contra del pago del cheque efectuado por el banco pueden reclamar:
– el portador legítimo del cheque, que no fue quien lo presentó al cobro, y
– la persona de cuya cuenta corriente se debitaron impropiamente los
fondos.
El portador legítimo puede reclamar cuando el banco paga el cheque a otra
persona que lo presentó al cobro. Ello ocurre cuando se ha notificado la
pérdida, hurto o robo del cheque y no obstante el aviso del portador o la orden
del juez, el banco lo paga a quien lo cobra. En este caso, la responsabilidad del
pago es para el banco, quien deberá indemnizar los perjuicios irrogados al
portador legítimo del cheque. La situación planteada no se presenta a menudo
en la práctica, porque el banco admite y obedece las órdenes del portador, del
girador o los decretos judiciales y suspende el pago del cheque en tales casos.
Asimismo el banco responde al portador legítimo del valor del documento,
cuando se acredite que el endoso fue falsificado y el banco lo ha pagado “a
persona desconocida”, sin exigir que se identificara. Tampoco esto es de
ordinaria ocurrencia, porque el banco exige la cancelación del cheque por el
portador, mediante la firma de éste puesta en el anverso y además requiere su
identificación dejando constancia del número de su cédula nacional de

150
DERECHO COMERCIAL TOMO II

identidad en el mismo cheque. Con tales precauciones el banco se libera de


responsabilidad y además facilita la posibilidad de perseguir al falsificador.
196. Pago de cheque falsificado.
El banco responde del pago que haya realizado de un cheque falsificado o
adulterado, en los siguientes casos:
a) Cuando la firma del girador es visiblemente disconforme con la dejada en
poder del banco para su cotejo o comprobación;
b) Cuando el cheque tiene raspaduras, enmendaduras u otras alteraciones
notorias, y
c) Cuando el cheque no es de la serie entregada al girador para su uso.
Por el contrario, responde el girador cuando la firma es falsificada en un
cheque de su propia serie y no es visiblemente disconforme. Ello implica que
el girador ha sido descuidado con su talonario permitiendo que otras personas
puedan falsificar su firma, lo que no atrae la atención del banco pagador
porque dicha firma no es visiblemente disconforme.
Lo mismo sucede cuando las raspaduras, enmendaduras u otras alteraciones
no son notorias, esto es, perceptibles a simple vista.
197. Reclamo del titular de la cuenta.
El titular de la cuenta corriente puede alegar que le descontaron los fondos
para pagar un cheque que no debió ser pagado por el banco, imputándole
culpa o negligencia por haber efectuado dicho pago.
El pago del cheque se hace bajo la responsabilidad del banco, por lo que se
presume su responsabilidad si éste se lo efectúa indebidamente. El cliente no
tiene nada que justificar. Es el banco el que tiene que acreditar que el pago se
hizo respetando todas las normas legales.
Asimismo el comitente puede reclamar que se contravino una orden de no
pago impartida por él y que el banco siempre debe obedecer sin examinar sus
fundamentos ni la legalidad de la misma.
Por último la persona cuya cuenta fue debitada puede reclamar si el banco
pagó el cheque fuera de los plazos legales para su presentación al cobro, sin
que haya sido revalidado.

Sección V
INEFICACIA DEL CHEQUE
198. Requisitos de eficacia.
Antes de examinar las situaciones en las cuales el cheque carece de eficacia,
analizaremos las exigencias que deben cumplirse para que tenga pleno valor.
Los requisitos de eficacia del cheque dependen tanto del banco librado como
del girador y del documento mismo.
En relación con el banco, el cheque será eficaz cuando se cobre ante librado
competente, esto es, el que aparece designado en el documento mismo. Es
preciso que el banco se encuentre en ejercicio de su giro, porque éste puede
haberse suspendido por decisión de la autoridad administrativa
(Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras), por huelga del
151
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

personal o cualquiera otra circunstancia. También el ejercicio del giro puede


haber concluido por disolución, liquidación o quiebra del banco librado. En
todas estas situaciones el cheque pierde eficacia ante el banco, pero la
mantiene respecto del girador y de los endosantes.
Tratándose del girador, la eficacia del cheque radica en que éste haya sido
girado por una persona capaz, que tenga la libre administración de sus bienes.
La interdicción, la muerte o la quiebra del girador son sucesos que restan
eficacia al cheque girado después de ellas.
Respecto del documento mismo, éste debe cumplir todas las exigencias
formales de su emisión. Debe asimismo girarse contra una cuenta corriente
existente, vigente y provista de fondos suficientes, disponibles y
oportunamente depositados.
Finalmente el documento como tal debe mantener su integridad, esto es, no
debe sufrir destrozos ni mutilaciones.
199. Causales de ineficacia del cheque.
Dividiremos el análisis de las causas de ineficacia del cheque en relación
con el banco librado, respecto del girador y en cuanto al documento mismo.
200. Ineficacia del cheque en relación con el banco.
El documento puede perder su valor por la disolución del banco contra el
cual se ha expedido.
La disolución del banco puede ser voluntaria o forzada. Los bancos en
nuestro país deben organizarse como sociedades anónimas abiertas sujetas a
autorización y fiscalización de la Superintendencia de Bancos e Instituciones
Financieras. Un banco puede disolverse por la expiración del plazo por el cual
fue convenido o por acuerdo de la Junta General de Accionistas. Estas causas
de disolución no son frecuentes en la práctica, porque las sociedades
anónimas bancarias se pactan con plazo indefinido y resulta inusual que
puedan disolverse anticipadamente. Más corriente es que un banco pueda
disolverse por revocación de la autorización de existencia. Tal medida puede
adoptarla la autoridad de control, esto es, la Superintendencia de Bancos e
Instituciones Financieras. De hecho esta medida se adoptó respecto de ciertos
bancos durante la crisis del sistema bancario chileno en el año 1982. También
el banco puede disolverse con motivo de su declaratoria en quiebra.
En todos los casos de disolución del banco librado, las cuentas corrientes
concluyen y los depósitos deben ser devueltos a sus titulares. En caso de
quiebra del banco, el titular de la cuenta corriente puede verificar su crédito
en el procedimiento concursal y obtener de esa suerte su restitución. De todas
maneras el cheque pierde su eficacia respecto del banco librado, pero el
girador y sus endosantes se mantienen responsables ante el portador legítimo
del documento.
201. Ineficacia respecto del girador.
El documento carece de valor en caso de revocación de la orden de pago, en
caso de muerte o de quiebra del girador.

152
DERECHO COMERCIAL TOMO II

a) Orden de no pago. Consiste en dejar sin efecto la orden contenida en el


cheque; jurídicamente se trata de una revocación del acto de emisión del
documento.
Atendida la circunstancia que el cheque es un medio de pago que se usa
para sustituir el dinero, la orden de no pago sólo puede fundarse en las
causales que autoriza el artículo 26 de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias
y Cheques, a saber:
1º Cuando la firma del girador haya sido falsificada;
2º Cuando el cheque hubiere sido alterado con respecto a la suma o a la
persona del beneficiario, con posterioridad a su emisión, y
3º Cuando el cheque hubiere sido perdido, hurtado o robado.
Si el girador da orden de no pago por causas diversas de las legales comete
delito de giro fraudulento de cheque, de conformidad con lo previsto en el
artículo 22 de la ley del ramo;
b) Muerte del girador. Tratándose del cheque mandato o comisión de
cobranza, según lo establecido en el artículo 36 de la ley sobre la materia, la
muerte del girador no hace caducar el documento mientras el hecho no se
haya puesto por escrito en conocimiento del banco librado por cualquier
persona interesada.
En el caso del cheque pago de obligaciones, que es el de mayor aplicación
práctica, es preciso distinguir algunas situaciones. Cuando el cheque se ha
expedido antes de la muerte del girador y se presenta al cobro después de ella,
dentro de los plazos de caducidad, generalmente el banco lo paga. Si el
cheque aparece emitido con fecha posterior a la del fallecimiento del girador y
el banco está en conocimiento de esta última, no lo paga.
Los bancos cuando toman conocimiento de la muerte de sus comitentes
proceden a cerrar la cuenta corriente después de pagar los cheques girados
antes de ese suceso;
c) Quiebra del girador. Declarada la quiebra del girador, éste pierde la
administración de los bienes comprendidos en ella y por lo mismo no puede
disponer de los fondos depositados en la cuenta corriente. El banco no puede
pagar el cheque, porque los fondos depositados forman parte del activo de la
quiebra y su administración corresponde al síndico. Además, el banco debe
cerrar la cuenta corriente de su cliente declarado en quiebra, en conformidad
con lo dispuesto por el artículo 9º de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y
Cheques, en relación con el artículo 611, inciso 2º, del Código de Comercio.
El portador del cheque puede cobrarlo ejerciendo la acción penal
directamente contra el quebrado, porque su responsabilidad criminal es
personalísima y puede perseguirse aun estando declarado en falencia.
También podría hacerse parte en el juicio de quiebra verificando el crédito y
ateniéndose a las resultas de este procedimiento.
Si el cheque aparece emitido después de la quiebra del girador, tampoco es
pagado por el banco, pero el portador tiene además una acción criminal por
delito de estafa en contra de éste.

153
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

202. Ineficacia respecto del documento.


Varias causas motivan la falta de eficacia del cheque derivada del
documento mismo. Las principales son las siguientes:
a) Inexistencia de la cuenta corriente. La razón por la cual el banco paga el
cheque girado en su contra es porque entre él y el girador existe un contrato
de cuenta corriente bancaria. Si esta cuenta no existe porque nunca la hubo, el
cheque no será pagado por la institución de crédito, quedando a salvo la
acción civil y criminal contra el girador que defraudó al portador.
b) Cuenta corriente cerrada. Cuando entre el librador y el banco existió una
cuenta corriente, pero ésta se cerró antes de la presentación del cheque al
cobro, el documento carece de eficacia ante el banco. El portador puede, no
obstante, requiriendo el protesto, ejercer las acciones civiles y penales en
contra del girador. La acción penal, en este caso, es por delito de giro
fraudulento de cheque, según el artículo 22 de la Ley de Cuentas Corrientes
Bancarias y Cheques;
c) Falta de fondos. Es la causa más común por la cual el banco rechaza el
pago del documento. Ello puede deberse a:
– que los fondos son insuficientes;
– que se ha sobrepasado el monto del sobregiro autorizado en virtud de la
línea de crédito;
– que los fondos fueron retirados con posterioridad al giro;
– que los fondos no estén disponibles por haberse trabado embargo sobre la
cuenta corriente en un juicio seguido contra el girador o por corresponder a
valores que han sido acreditados provisoriamente mientras el banco procede a
su cobro ante otros bancos;
d) Destrozo del cheque. Cuando el documento, elemento material del título,
pierde su integridad por destrozo o mutilación, el banco rehúsa su pago.
Teóricamente si se presentara la mitad del documento al banco no podríamos
suponer que el banco pagaría la mitad del valor del cheque;
e) Pérdida del cheque. El ejercicio del derecho representado en el cheque,
esto es, la facultad de cobrar la suma girada, requiere estar en posesión del
documento. Si el cheque se extravía, el beneficiario no podrá ejercer los
derechos emanados del documento.

Sección VI
DELITOS RELACIONADOS CON EL CHEQUE
203. Diversos delitos.
Con motivo del giro o del uso del cheque pueden cometerse varios delitos, a
saber:
– giro fraudulento de cheque;
– estafa;
– abuso de firma en blanco;
– tacha de firma auténtica;
– otras defraudaciones y engaños.

154
DERECHO COMERCIAL TOMO II

204. Delito de giro fraudulento de cheque.


Se trata del mal denominado “giro doloso de cheque”, expresión que se
consagró en la práctica judicial debido a que la primera Ley sobre Cuentas
Corrientes Bancarias y Cheques Nº 3.845, de fecha 21 de febrero de 1922,
disponía que el librador que girare sin tener de antemano fondos disponibles
suficientes en poder del banco, era responsable de los perjuicios irrogados al
portador y en caso de dolo se le castigaba como reo de estafa. De ahí en
adelante la expresión “giro doloso de cheque” hizo escuela y sigue
empleándose en la actualidad, no obstante que, como veremos, la figura
delictual no requiere de dolo del girador para tipificarse.
205. Elementos del delito.
El giro fraudulento de cheque es un delito complejo que se configura
realizando una cualquiera de ciertas acciones seguida de una omisión, todas
ellas señaladas por el artículo 22 de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y
Cheques.
La acción puede consistir en la ejecución de cualquiera de estos hechos:
–girar el cheque sin tener previamente fondos suficientes y disponibles en la
cuenta corriente;
–retirar los fondos después de expedido el cheque;
–girar contra cuenta corriente inexistente, y
–revocar la orden de pago fuera de los casos previstos en la ley.
En todas estas situaciones el banco rechazará el pago del cheque y el
portador deberá requerir el protesto del documento.
La omisión, que se une a una cualquiera de las acciones indicadas
anteriormente, consiste en:
–no consignar fondos suficientes en la cuenta corriente del tribunal para
cubrir el capital, intereses y costas, dentro de tres días hábiles, contados
desde la notificación judicial del protesto del cheque al girador.
El delito se entiende configurado cuando concurren tanto la acción como la
omisión indicadas.
206. Procedimiento para perseguir el delito.
El portador del cheque protestado debe hacer notificar judicialmente el
protesto del documento al girador.
Notificado judicialmente, el girador tiene tres días hábiles contados desde la
notificación para depositar en la cuenta corriente del tribunal fondos
suficientes para cubrir el cheque en capital, intereses y costas. Vencido dicho
plazo fatal sin que se verifique la consignación de fondos, se certificará este
hecho por el secretario del tribunal en el expediente.
El portador, con el mérito de la gestión realizada, puede denunciar el delito
de giro fraudulento de cheque o, como se acostumbra en la práctica,
querellarse contra el girador.
207. Delito de estafa.
El uso del cheque también puede ser constitutivo de delito de estafa, como
sucede, por ejemplo, cuando una persona engaña a otra, con ánimo de

155
RICARDO SANDOVAL LOPEZ

defraudarla, valiéndose de un cheque del cual no es beneficiario ni portador


legítimo. La estafa puede revestir numerosas formas, que en el ámbito de este
trabajo no podemos describir.
208. Delito de falsificación.
En todos los casos en los cuales se falsifica la firma del girador o se altera el
nombre del beneficiario o la cantidad girada, se comete delito de falsificación
de instrumento privado mercantil, sancionado por el artículo 197, inciso 2º,
del Código Penal.
También se comete falsificación cuando ello se refiere al endoso del cheque.
209. Abuso de firma en blanco.
Este delito puede cometerse cuando el cheque se extiende con la sola firma
del girador, sin llenar las enunciaciones de su contenido.
El artículo 470 Nº 3 del Código Penal sanciona a los que cometieren alguna
defraudación, abusando de firma de otro en blanco y extendiendo con ella
algún documento en perjuicio del mismo o de un tercero.
210. Tacha de firma auténtica.
El artículo 43 de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques, en su
texto actual fijado por la Ley Nº 18.092, establece que cualquiera persona que
en la gestión de notificación de un protesto de cheque tache de falsa su firma y
resultare en definitiva que dicha firma es auténtica, será sancionada con las
penas que contempla el artículo 467 del Código Penal (estafa), salvo que
acredite justa causa de error o que el título en el cual se estampó la firma sea
falso.
Se creó este nuevo delito para sancionar a las personas que tachaban su
firma de falsa, siendo ella auténtica, y de esa suerte restaban eficacia a los
títulos de crédito (letra de cambio, pagaré y cheque).
211. Comentario final.
El cheque es un título de crédito representativo de una suma de dinero
pagadera a la vista, que se emplea ordinariamente como sustituto de la
moneda de curso forzoso emitida por el Estado.
Es preciso que, como tal, esté respaldado por acciones civiles y penales
eficaces, que garanticen su pago por el girador y los endosantes cuando el
banco librado no lo paga. En la medida que tenga este respaldo en la
legislación, podrá mantener la confianza del público para recibirlo en
reemplazo del dinero.
La naturaleza del cheque como instrumento de pago a la vista no debe
desvirtuarse propiciando reformas que admitan el cheque a fecha, porque en
nuestro ordenamiento existen otros títulos que cumplen la función de
instrumentos de crédito.
Por último, atenta contra la naturaleza del cheque la circunstancia de que se
le emplee como documento de garantía, finalidad con la cual la ley no lo
concibió, y que para obtenerla se recurra a toda clase de arbitrios, que
redundan en abusos con las personas que han intervenido en la operación,
especialmente con el girador del cheque.
156
DERECHO COMERCIAL TOMO II

Indudablemente que nuestra ley sobre la materia requiere ser reformada de


manera total y profunda, para adaptarla a la realidad económica mercantil.
BIBLIOGRAFIA
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Madrid, España, 1987.
BORINSKY, Carlos: Derecho Penal del Cheque, Editorial Astrea, Buenos
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BROSETA PONS, Manuel: Manual de Derecho Mercantil, 8ª edición,
Editorial Tecnos, Madrid, España, 1998.
FERRI, GIUSEPPE: Manuale de Diritto Commerciale, 7ª edición, UTET,
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Corrientes Bancarias y Cheques”, Memoria de Prueba, Universidad Católica de
Valparaíso, 1986.
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JIMENEZ LOOSLI, Wilma C.: “Análisis de jurisprudencia sobre algunos
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edición, tomo II, Editorial Ariel: Derecho, Barcelona, España, 1998.
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PRADO PUGA, Arturo: Manual de Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques,
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SANCHEZ CALERO, Fernando: Instituciones de Derecho Mercantil, tomo II,
18ª edición, Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, España, 1995.
SANDOVAL LOPEZ, Ricardo: El Cheque, Editorial Jurídica de Chile,
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SILVA SILVA, Hernán: El delito de giro doloso de cheques, Editorial Jurídica
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URIA GONZALEZ, Rodrigo: Derecho Mercantil, 23ª edición, Editorial Marcel
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VERDUGO MARINCOVIC, Mario: Ley sobre Cuentas Corrientes Bancarias y
Cheques: jurisprudencia y doctrina, Editorial Ariete, Santiago, Chile, 1979.
ZALAZAR B.J.: Manual sobre cheques, 4ª edición actualizada, Editorial
Jurídica de Chile, Santiago, 1982.
ZUÑIGA SAN MARTIN, Ana María: Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y
Cheques, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1985.

157
INDICE

RICARDO SANDOVAL LOPEZ


DERECHO COMERCIAL
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS DE CREDITO, LETRA DE
CAMBIO, PAGARE, CHEQUE Y TITULOS ELECTRONICOS O
DESINCORPORADOS
Tomo II

1. Introducción................................................................................................5

Capítulo I
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS DE CREDITO

Sección I
NOCIÓN DE TÍTULO DE CRÉDITO Y ELEMENTOS
CARACTERÍSTICOS
2. Noción de título de crédito..............................................................................7
3. Evolución histórica...........................................................................................7
4. Definición y elementos del título de crédito....................................................8
5. Estructura del título de crédito......................................................................10
6. Vinculación de los elementos de la estructura del título...............................11
7. Autonomía conceptual de los elementos estructurales del título..................11
8. Concepto de legitimación..............................................................................11
9. Denominación................................................................................................14

Sección II
CARACTERÍSTICAS DE LOS TÍTULOS DE CRÉDITO
10. Enumeración................................................................................................14

Párrafo I
CARACTERES ESENCIALES Y COMUNES DE LOS TÍTULOS DE
CRÉDITO
11. La necesariedad...........................................................................................14
12. La literalidad................................................................................................14

159
13. Carácter autónomo de los títulos de crédito................................................15

Párrafo II
CARACTERÍSTICAS PARTICULARES DE ALGUNOS TÍTULOS DE
CRÉDITO
14. Títulos de crédito y relación subyacente.....................................................17
15. La causa en los títulos de crédito................................................................17
16. Concepto de título de crédito abstracto......................................................18
17. Abstracción y autonomía en los títulos de crédito.......................................18
18. Características de formalidad de los títulos abstractos..............................19
19. Aspecto jurídico-real del título de crédito...................................................19
20. Influencia de la relación obligacional sobre la relación real.......................19
21. Influencia de la relación real sobre la documental......................................19
22. Adquisición y extinción de los derechos sobre el título y de los derechos
emergentes del documento................................................................................20

Sección III
LA CLASIFICACIÓN DE LOS TÍTULOS DE CRÉDITO
23. Criterios de clasificación..............................................................................20
24. Títulos de pago, representativos de mercaderías y de participación social.
...........................................................................................................................20
25. Títulos al portador, a la orden y nominativos..............................................21
26. Títulos al portador........................................................................................21
27. Títulos a la orden.........................................................................................21
28. Títulos nominativos......................................................................................22
29. Títulos públicos y privados; comerciales y civiles.......................................22
30. Títulos unitarios y múltiples........................................................................23
31. Los efectos de comercio...............................................................................23
32. Diferentes efectos de comercio....................................................................24
33. Títulos causales y abstractos.......................................................................24
34. Títulos con soporte material cartáceo y títulos informáticos o de
representación electrónica................................................................................24
35. Los títulos de crédito impropios..................................................................25

Sección IV
LOS VALORES MOBILIARIOS
36. Concepto y caracteres distintivos................................................................25
37. Valores mobiliarios al portador....................................................................26
38. Valores mobiliarios nominativos. Definición................................................26
39. Grados en la forma nominativa....................................................................26
40. Valores mobiliarios a la orden......................................................................26
41. Diferentes valores mobiliarios.....................................................................26

160
RICARDO SANDOVAL LOPEZ - DERECHO COMERCIAL - TOMO II - INDICE

Sección V
TÍTULOS REPRESENTATIVOS DE MERCADERÍAS
42. Ideas generales............................................................................................27
43. Carta de porte. Definición legal...................................................................27
44. Aspecto formal de la carta de crédito..........................................................27
45. Efectos de la carta de porte.........................................................................28
46. Conocimiento de embarque.........................................................................28
47. Aspectos formales del conocimiento de embarque......................................29
48. Funciones del conocimiento de embarque..................................................29
49. Otros documentos del transporte marítimo.................................................30
50. Documentos del transporte multimodal......................................................30
51. Certificado warrants....................................................................................31
52. Aspectos formales del warrants...................................................................31
53. Transferencia del warrants..........................................................................32

Sección VI
TÍTULOS DE CRÉDITO INFORMÁTICOS, ELECTRÓNICOS O
TELEMÁTICOS
55. Consagración legal de los títulos de representación electrónica o tabular.
...........................................................................................................................33
56. Representación informática de los títulos de crédito utilizados en el
transporte..........................................................................................................35
57. La Ley Modelo de la CNUDMI sobre Comercio Electrónico.......................37

Capítulo II
LA LETRA DE CAMBIO

Sección I
ASPECTOS GENERALES
58. Origen y evolución.......................................................................................41
59. Función de la letra de cambio......................................................................42
60. Definición de la letra de cambio..................................................................43
61. Personas que intervienen en la letra de cambio..........................................43

Sección II
LA EMISIÓN O GIRO DE LA LETRA DE CAMBIO
62. Carácter formal............................................................................................43
63. Enunciaciones de la letra de cambio...........................................................44
64. Sanción por falta de requisitos esenciales...................................................46
65. Enunciaciones posteriores al giro................................................................46
66. Giro de la letra y relaciones jurídicas de origen..........................................47
67. Menciones facultativas................................................................................47
68. Adulteración de la letra...............................................................................48

161
RICARDO SANDOVAL LOPEZ - DERECHO COMERCIAL - TOMO II - INDICE

69. Alteración del texto de la letra de cambio...................................................49


70. Ejemplares de la letra..................................................................................49
71. Obligaciones del librador.............................................................................49
72. Obligaciones del librador con el o los tomadores........................................49
73. Obligaciones del librador con el librado......................................................49

Sección III
LA CIRCULACIÓN DE LA LETRA DE CAMBIO: EL ENDOSO
74. Ideas generales............................................................................................50
75. Definición legal de endoso...........................................................................50
76. Naturaleza jurídica y función económica del endoso..................................50
77. Diferencias entre la cesión ordinaria de créditos y el endoso.....................51
78. Características del endoso...........................................................................51
79. Idea de endosatario......................................................................................52
80. Diversas clases de endoso............................................................................52
81. Endoso traslaticio de dominio......................................................................52
82. Transferencia de dominio de la letra...........................................................52
83. Legitimación activa y pasiva........................................................................53
84. Responsabilidad del endosante....................................................................53
85. El endoso traslaticio de dominio y las personas que intervienen en la letra.
...........................................................................................................................55
86. La inoponibilidad de excepciones................................................................55
87. Endoso de letra vencida...............................................................................56
88. Endoso en comisión de cobranza.................................................................56
89. Endoso en garantía......................................................................................56

Sección IV
LA ACEPTACIÓN DE LA LETRA
90. Noción previa...............................................................................................57
91. Concepto de aceptación...............................................................................57
92. Pluralidad de librados..................................................................................57
93. Presentación de la letra a la aceptación......................................................57
94. Actitud del librado al requerírsele la aceptación........................................58
95. Requisitos de forma y de fondo de la aceptación........................................59
96. Requisitos de forma de la aceptación..........................................................59
97. Requisitos de fondo de la aceptación..........................................................59
98. Retiro de la aceptación................................................................................61
99. Negativa de aceptación................................................................................61

Sección V
LA GARANTÍA Y EL AVAL
100. Generalidades............................................................................................61
101. Solidaridad cambiaria................................................................................61
102. El aval........................................................................................................62

162
RICARDO SANDOVAL LOPEZ - DERECHO COMERCIAL - TOMO II - INDICE

103. Formalidad del aval....................................................................................62


104. Efectos del aval..........................................................................................62
105. Otras garantías..........................................................................................63

Sección VI
EL VENCIMIENTO Y PAGO DE LA LETRA
106. Forma de determinar el vencimiento.........................................................63
107. El pago de la letra......................................................................................64
108. Presentación de la letra al pago................................................................64
109. ¿A quién debe hacerse el pago?.................................................................65
110. Constancia del pago...................................................................................65
111. El pago parcial...........................................................................................65
112. Lugar de pago............................................................................................65
113. Prohibición del pago..................................................................................66

Sección VII
EL PROTESTO DE LA LETRA DE CAMBIO
114. Concepto....................................................................................................66
115. Clases de protesto......................................................................................66
116. Oportunidad del protesto...........................................................................67
117. Formalidades del protesto.........................................................................68
118. Notario competente para el protesto.........................................................68
119. Diligencias que verifica el notario.............................................................68
120. El aviso.......................................................................................................68
121. El requerimiento........................................................................................68
122. Acta de protesto.........................................................................................68
123. Depósito del importe de la letra................................................................69
124. El Registro de Protestos............................................................................69
125. Protesto por banco o financiera.................................................................69
126. Formalidades del protesto efectuado por bancos o financieras................69
127. Registro de Letras Protestadas..................................................................70
128. Ineficacia del protesto hecho por bancos o financieras.............................70
129. Alcance y utilidad práctica del protesto por bancos o financieras............70
130. Nulidad del protesto..................................................................................70

Sección VIII
ACCIONES PARA EL COBRO DE LA LETRA DE CAMBIO
131. Acciones cambiarias y extracambiarias.....................................................70
132. Acción cambiaria directa...........................................................................70
133. Acción indirecta, de recambio o de regreso..............................................71
134. Perjuicio de la letra....................................................................................71
135. Acciones cambiarias de reembolso............................................................72
136. Pago hecho por el endosante.....................................................................72
137. Pago hecho por avalista.............................................................................72

163
RICARDO SANDOVAL LOPEZ - DERECHO COMERCIAL - TOMO II - INDICE

138. Alcance de la acción cambiaria de reembolso...........................................72


139. Pago parcial y acción cambiaria de reembolso..........................................73
140. Pago hecho por extraño a la letra..............................................................73

Sección IX
EL EXTRAVÍO DE LA LETRA DE CAMBIO
141. Generalidades............................................................................................73
142. Declaración de extravío.............................................................................73
143. Resolución que se pronuncia sobre el extravío.........................................74
144. Efectos de la aceptación o pago autorizado por resolución judicial..........74

Sección X
LA PRESCRIPCIÓN DE LAS ACCIONES CAMBIARIAS
145. Acciones del portador................................................................................74
146. Acciones cambiarias de reembolso............................................................76
147. Interrupción de la prescripción.................................................................76
148. La tacha de falsedad de la firma en la letra..............................................76
BIBLIOGRAFIA...................................................................................................77

Capítulo III
EL PAGARE Y LA CARTA ORDEN DE CREDITO

Sección I
ASPECTOS GENERALES
149. Noción de pagaré.......................................................................................81
150. Definición de pagaré..................................................................................81
151. Diferencias entre el pagaré y la letra de cambio.......................................81

Sección II
LA CREACIÓN DEL PAGARÉ
152. Personas que intervienen en el pagaré......................................................82
153. Aspectos formales de la creación del pagaré............................................82
154. Enunciaciones que debe contener el pagaré.............................................82
155. Sanción por falta de enunciaciones en el pagaré......................................83
156. Aspectos de fondo del pagaré....................................................................83
157. Legislación aplicable..................................................................................83

Sección III
LA CARTA ORDEN DE CRÉDITO
158. Concepto....................................................................................................83
159. Naturaleza mercantil de la carta orden de crédito....................................84
160. Personas que intervienen en ella...............................................................84

164
RICARDO SANDOVAL LOPEZ - DERECHO COMERCIAL - TOMO II - INDICE

161. Requisitos de la carta orden de crédito.....................................................84


162. Obligaciones del dador de la carta............................................................84
163. Obligaciones del tomador...........................................................................85
BIBLIOGRAFIA...................................................................................................85

Capítulo IV
EL CHEQUE

Sección I
NOCIONES GENERALES
164. Generalidades............................................................................................87
165. Origen y evolución del cheque...................................................................88
166. Funciones económicas del cheque.............................................................88
167. Utilidad del cheque....................................................................................89
168. Definición legal de cheque.........................................................................89
169. Definición doctrinaria de cheque...............................................................89
170. Legislación aplicable al cheque.................................................................89

Sección II
EL GIRO DEL CHEQUE
171. Menciones del cheque...............................................................................90
172. Otras enunciaciones en el cheque.............................................................91
173. Diversas clases de cheques........................................................................91
174. Cheque mandato o comisión de cobranza.................................................91
175. Cheque pago de obligaciones....................................................................92
176. Cheque cruzado.........................................................................................92
177. Otras clases de cheques.............................................................................92
178. Cheque en garantía y cheque a fecha........................................................92
179. El cheque en garantía................................................................................92
180. Cheque a fecha..........................................................................................93

Sección III
LA CIRCULACIÓN DEL CHEQUE
181. Clases de cheques según su circulación....................................................93
182. Cheque nominativo....................................................................................93
183. Cheque a la orden......................................................................................93
184. Cheque al portador.....................................................................................94

Sección IV
EFECTOS JURÍDICOS DEL CHEQUE
185. Explicación previa......................................................................................94
186. Obligación de presentar el cheque al pago...............................................94
187. Actitud del banco.......................................................................................95
165
RICARDO SANDOVAL LOPEZ - DERECHO COMERCIAL - TOMO II - INDICE

188. Obligación de protestar el cheque.............................................................95


189. Formalidades del protesto del cheque.......................................................95
190. Objeto del protesto....................................................................................95
191. Acciones de cobro del cheque....................................................................95
192. Falta de protesto........................................................................................96
193. Causales de protesto..................................................................................96
194. Obligaciones del girador............................................................................96
195. Responsabilidad por el pago del cheque...................................................97
196. Pago de cheque falsificado.........................................................................97
197. Reclamo del titular de la cuenta................................................................97

Sección V
INEFICACIA DEL CHEQUE
198. Requisitos de eficacia................................................................................98
199. Causales de ineficacia del cheque.............................................................98
200. Ineficacia del cheque en relación con el banco.........................................98
201. Ineficacia respecto del girador...................................................................98
202. Ineficacia respecto del documento............................................................99

Sección VI
DELITOS RELACIONADOS CON EL CHEQUE
203. Diversos delitos........................................................................................100
204. Delito de giro fraudulento de cheque......................................................100
205. Elementos del delito.................................................................................100
206. Procedimiento para perseguir el delito...................................................100
207. Delito de estafa........................................................................................100
208. Delito de falsificación...............................................................................100
209. Abuso de firma en blanco.........................................................................101
210. Tacha de firma auténtica.........................................................................101
211. Comentario final......................................................................................101
BIBLIOGRAFIA.................................................................................................101
INDICE.............................................................................................................103

166

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