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DICIEMBRE DE 2016
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ÍNDICE
Pág.
INTRODUCCIÓN 4
EL PROBLEMA DE LA VIRTUD Y LAEDUCACION EN SOCRATES 6
EL PROBLEMA DEL SER EN LA METAFISICA PLATONICA 12
EL PROBLEMA DE LA VIRTUD Y LA EDUCACION SEGÚN PLATON 18
PRIMERA PARTE:
La Educación del Individuo. 21
La Alegoría de la Caverna. 22
El Mito del Carro Alado 23
EL BIEN Y EL PLACER SEGÚN PLATON 26
EL CONFLICTO ENTRE LA RAZON Y LA VOLUNTAD 28
LAS VIRTUDES SEGÚN PLATON 28
Virtud como sabiduría 29
Virtud como purificación 29
Virtud como armonía 30
EL ESTADO SEGÚN PLATON 32
Productores 33
Guerreros o guardianes 33
Gobernantes o Filósofos 33
EL PROBLEMA DEL SER EN LA METAFISICA DE ARISTOTELES 36
Explicación de la Metafísica o la Filosofía Primera de Aristóteles 36
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES 37
Sustancia y Accidente 37
Materia y Forma 38
Potencia y Acto 38
Esencia y Existencia 38
EL PROBLEMA DEL SER EN LA LOGICA DE ARISTOTELES 38
ii
ETICA, POLITICA Y EDUCACION SEGÚN ARISTOTELES 40
EL IDEAL DEL SABIO EN LAS ESCUELAS: ESTOICISMO,
EPICUREISMO, ESCEPTICISMO Y ECLECTICISMO DURANTE EL
PERÍODO DE HELENISMO
Rasgos de la filosofía en este período 47
RECONOCIMIENTO DEL PRINCIPIO PLANTEADO POR CADA
ESCUELA
Epicureísmo 48
Los Estoicos 49
Los Escépticos 49
Los Eclécticos 50
DIFERENCIAS Y SEMEJANZAS ENTRE ESTOICOS, EPICÚREOS Y
ESCÉPTICOS
Estoicos (Estoicismo) 51
Escépticos (Escepticismo) 51
Epicúreos (Epicureísmo) 52
CONCLUSION 53
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 58
iii
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo contiene los nombres de los filósofos que con sus logros e
ideas sentaron las bases de la filosofía. La filosofía no es más que el intento del
espíritu humano de establecer una concepción racional del universo mediante la auto
reflexión sobre sus propias funciones valorativas, teóricas y prácticas. El termino
filosofía, etimológicamente significa "amor a la sabiduría"; pero fue utilizado por los
griegos clásicos como "la búsqueda del conocimiento por sí mismo".
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EL PROBLEMA DE LA VIRTUD Y LAEDUCACION EN SOCRATES
Después de los primeros filósofos, que giraron sobre la preocupación del origen
y de un estatuto material para él; aparecen otros con una nueva preocupación, el
hombre y su perfeccionamiento moral y social. Entre sus representantes, Sócrates
(Atenas, -470-399), bella y exageradamente expuesto por su discípulo Platón. A
través de Sócrates no sólo se va a manifestar la preocupación por la verdad sino, por
un hombre que ha de perfeccionarse en lo que es, como ser perteneciente a una
ciudad o una sociedad. El método para tal propósito es la mayéutica o arte de
preguntar; indagar en el hombre mismo su verdadera razón de ser y desarrollo de sus
fuerzas es el objetivo.
Un par de ejemplos nos lo puede ilustrar; el primero dado en una obra titulada
Gorgias o de la retórica. Allí, Sócrates le pregunta a un interlocutor: ―¿Es posible ser
feliz siendo injusto y en medio mismo de la injusticia? ¿Es más doloroso cometer una
injusticia que tener que sufrirla? ¿Qué es lo más bello, lo que procura el mayor placer
o la mayor utilidad?‖
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más que sombras de virtud, una virtud esclava del vicio, que no tiene nada de
verdadero ni sano. La verdadera virtud es una purificación de toda clase de pasiones‖
Con los estoicos, surge el segundo aspecto del drama heleno: la ética comienza
a representar la salvación del individuo frente a la disolución del estado, y por último
con los epicúreos, se llega a la negación de todos los valores consagrados, al ateísmo
completo, a la anarquía mas absoluta en lo social, a una vida cuyo único valor está en
que se realice dulcemente. En cuanto a la educación, el problema aparece ligado al de
la virtud. Al contrario de lo que afirmaban los presocráticos, la virtud no es innata,
como no lo es el mal, o si son innatos pueden ser corregidos por la educación. De
aquí la posibilidad de enseñar al hombre a ser virtuoso en cualquiera de las
concepciones (sentido de la distinción entre el bien y el mal) el hombre cae en el mal
o se atrinchera en el bien por obra de la educación.
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El concepto de la virtud como producto de la educación aumenta la fuerza del
carácter y el valor de la acción porque el hombre actúa sabiendo que es el bien
y el mal. Para aristóteles, la virtud ética exige e implica la virtud dianoética: con la
primera salimos del campo de la virtud meramente física, del hábito casi natural, en
tanto que con la segunda unida a la primera brinda la verdadera virtud, constitución
que no es natural sino moral del espíritu.
Por lo tanto, parece difícil aceptar que la virtud pueda enseñarse. Pero no hay
que olvidar, además que el autor del diálogo no es Sócrates sino Platón, y que Platón
si tiene su propia conclusión en a que Sócrates queda implicado en forma decisiva. En
efecto, hacia el final del diálogo Sócrates adelanta dos proposiciones. La primera dice
que podría ser que la virtud fuese un don divino. En la segunda, afirma que la virtud
se podría enseñar si hay un modelo real de virtud tal que pudiera enseñarse.
Por otra parte, Sócrates hace mención que la virtud nos permitirá resolver las
mejores calificaciones y con ella podremos distinguir entre el final, el mal, el bien y
lo irrespetuoso. También dice que la virtud se puede alcanzar por medio de la
educación fundamentada en nuestra moral y en nuestra vida cotidiana. Cree en el
intelectualismo moral, el cual se basa en la idea de que la sabiduría se basa en la ética.
Si alguien es buena persona automáticamente será sabio. También Sócrates opina que
la virtud es aquello que nos ayuda a conseguir el bien mediante razonamientos y la
filosofía. Sócrates identificaba la virtud con el conocimiento: no se puede hacer lo
justo si no se lo conoce, pero también es imposible dejar de hacer lo justo una vez que
se lo conoce. Según este intelectualismo moral, lo único que hace falta para hacer a
las personas virtuosas es enseñarles en qué consiste la virtud verdadera.
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Las valoraciones individuales del hombre, son sustituidas por las valoraciones
de la sociedad. La educación no puede consistir en un barniz superficial sino en una
radical transformación del hombre. Lo que es preciso en la tarea educativa no es
intentar cambiar las opiniones de un modo superficial, sino modificar radicalmente la
naturaleza humana. Los dos principales objetivos de la educción son: el aprendizaje
de la virtud y la práctica de la virtud en el seno de la sociedad. Ahora bien, la
diferencia entre el hombre virtuoso y el hombre que no lo es, es que el hombre
virtuoso sabe calcular los placeres y escoger el mayor, mientras que el que no es
virtuoso no puede hacer éste cálculo y se entrega a los placeres del momento.
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las experiencias vividas, como el proceso, profundizado por la reflexión, del
descubrimiento de la íntima naturaleza humana.
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Aristóteles nunca usó la palabra ―metafísica‖ en su obra conocida como
Metafísica. Dicho título se atribuye al primer editor sistemático de la obra del
estagirita, Andrónico de Rodas, que supuso que, por su contenido, los trece libros que
agrupó debían ubicarse después de la ―Física‖ y por esa razón usó el prefijo ―meta‖
(mas allá de…o que sucede a…). En su análisis del ente, Aristóteles va más allá de la
materia, al estudiar las cualidades y potencialidades de lo existente para acabar
hablando del Ser primero, el motor inmóvil y generador no movido de todo
movimiento, que más tarde sería identificado con Dios.
Por ello, las esencias (que otorgan la necesidad y permanencia que lo sensible
no posee) deben ser inmanentes a las cosas mismas si queremos reconocerlas como
tales y que cumplan su función: determinar a las cosas a ser esto o lo otro. Si las ideas
se encontraran separadas no podrían determinar a las cosas de ninguna manera, por
ser trascendentes a ellas. Además, los conceptos platónicos de imitación y
participación tampoco explican realmente nada y añaden mayor confusión al asunto.
Se trata de hacer ciencia, no de crear bellos mitos.
Si se trata de hacer ciencia sobre el mundo que nos interesa, en el que vivimos,
las ideas no satisfacen su función causal. Por ello, Aristóteles asegura que es
imposible que las esencias de las cosas estén separadas de las cosas mismas. Las
ideas son quimeras, hipóstasis de lo sensible mismo. Y, por lo tanto, podemos
prescindir de la teoría platónica de las ideas porque más que explicar la realidad, la
complica.
Platón arguyó que era posible porque, más allá de los seres y sus diferencias
(las cuales permiten, naturalmente, definirlos), hay una configuración especial, una
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suerte de molde inmaterial o "idea" que permite identificarlos, sin confundir una
liebre de un ser humano o un rayo de un libro. Así, aunque yo pueda morir y
desaparecer de este mundo, existe un modelo inteligible de mi persona, mi propia
causa formal, que me sobrevive y pervive. Este modelo es eterno e invariable; de
hecho, tal modelo es lo único verdaderamente eterno e inmutable. Los distintos
principios a los que recurrieron los presocráticos con anterioridad para describir y
explicar cómo se formó nuestro mundo carecen de tales atributos, porque no son más
que copias de lo verdaderamente existente, esto es, las ideas inmateriales. En otras
palabras, lo eterno no es el mundo físico o lo que contiene, sino las ideas a cuya
imagen está construido.
Ahora bien, especifiquemos a qué nos referimos al hablar de 'ideas'. Hay que
distinguir nuestras propias ideas mentales de las ideas que son las causas metafísicas
del mundo sensible. Éstas últimas se hallan más allá de lo humano, subsisten en otro
plano, en otra esfera, si se quiere, en el mundo de las ideas. Y es imitando o copiando
los modelos inmateriales (o ideas), pues, como el mundo físico ha sido constituido
por parte del Demiurgo. De este modo, la realidad suprasensible formada por las
ideas es la causa última de todo lo que existe y percibimos. Desde las estrellas a los
átomos, cualquier objeto físico o proceso mental tiene su procedencia en el mundo de
las ideas.
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no así los sentidos, que tan sólo son aptos para comprender el mundo sensible que nos
rodea.
Por último, aunque todo lo presente en el cosmos, así como nosotros mismos,
somos entes y objetos imperfectos (pues, ¿cómo podría ser una copia algo perfecto?),
sólo las ideas alcanzan la perfección.
La teoría de las Ideas de Platón supone, por una parte, una superación completa
del escepticismo de los sofistas, porque se propone la existencia de un conocimiento
verdadero, al que podemos acceder inteligiblemente. Y, por otra, una abolición del
relativismo ético de Protágoras, pues también existen nociones morales universales.
Asimismo, esta teoría sugiere la posibilidad de construir un estado perfecto, de modo
que la política pueda participar de la excelencia del mundo suprasensible (algo que
Platón trató de mostrar en su República).
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Las ideas de platón sobre la educación son como el corolario de su concepción
ético- política. En Platón por primera vez se encuentra una doctrina pedagógica
orgánica, claramente encuadrada en su grandioso sistema filosófico; el ordenamiento
educativo está constituido en estrecha relación con el ordenamiento político, el cual
halla su justificación en un ideal ético en el que se fundamenta en una concepción
metafísica del ser universal.
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de este sentimiento solidario o necesidad de compartir desarrolla Platón su teoría de
la educación o paideia.
Platón enfoca la filosofía como la fuente del saber sobre lo que es bueno y
justo, tanto en la vida privada como en la pública. En sintonía con esta distinción,
Platón aborda las ideas sobre educación desde dos perspectivas: en la primer parte,
centrando la atención sobre el individuo, y en la segunda, destacando la dimensión
política del hecho educativo.
PRIMERA PARTE:
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El hombre es su alma, y el alma es primordialmente razón. Junto a la razón se
encuentran las dos partes lógicas del alma: la irascible y la concupiscible. Estas dos
fuerzas irracionales, que imprimen dinamismo a la vida anímica, pueden conducirla
por caminos equivocados, llevando al hombre a vivir una vida indigna, irracional. La
"alegoría de la caverna", pasaje del diálogo La república en el que Platón habla del
"estado de nuestra naturaleza según esté o no esclarecida por la educación" (Platón
1988), presupone esta concepción de hombre. El hombre educado es aquél que,
comprendiendo que el mundo sensible es sólo una imagen confusa del realmente real,
se eleva de lo sensible, mudable y material a lo eterno, inmutable, inteligible e
inmaterial, a las ideas; y al hacerlo descubre que está llamado a vivir como un dios,
en trato directo con lo eterno.
La Alegoría de la Caverna.
Platón inicia el libro séptimo de La república relatando una historia imaginaria
con el fin de clarificar qué es la educación. La misma se conoce como "mito de la
caverna" o "alegoría de la caverna".
Un grupo de hombres vive dentro de una caverna. Los separa del mundo
exterior un camino escarpado. Ellos, que nunca lo han visto, toman a las sombras por
realidad, viviendo así en el error y el engaño. Están tan convencidos de ello que
educarlos, es decir, ayudarlos a transitar el camino hacia el exterior, se torna muy
difícil. Si a un hombre que vive en la caverna de la ignorancia ―se lo obliga a mirar la
luz misma del fuego, ¿no herirá ésta sus ojos?‖ (Platón 1988). El aprendizaje es
doloroso. Se necesita esfuerzo para superar las opiniones cotidianas y elevarse a lo
que verdaderamente es. Sin embargo, la recompensa vale el esfuerzo: ―Si[quien ha
salido de la caverna] recordara la antigua morada y el saber que allí se tiene, y
pensara en sus compañeros de esclavitud, ¿no crees que se consideraría dichoso en el
cambio y se compadecería de ellos?‖ (Platón 1988)
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El hombre que ha realizado el proceso, que se ha educado, sufre y se confunde
al enfrentarse con el mundo superficial y sensible; sus ojos quedan ―como cegados
por las tinieblas al llegar bruscamente desde la luz del sol‖ (Platón 1988). Pero, a
pesar de ello, el filósofo debe volver a la caverna para iluminar a quienes aun viven
en la oscuridad. La educación es vocación para quien ha sido educado, es un llamado
que exige renuncia y que no se acepta buscando placer u honor sino soportando las
molestias en pos de la superación social de la ignorancia.
Todo aquel que haya leído más de dos Diálogos del viejo maestro ateniense se
percatará enseguida de que la educación no es para Platón un aspecto secundario, sino
que constituye una preocupación constante en su quehacer filosófico. Para él, la
educación es el punto de partida en virtud del cual el alma adopta una posición ante el
mundo y ante la vida. Por ello, no puede ser abandonada al azar de las circunstancias
ni dejada en manos de cualquiera. Así, en su afán de alcanzar el modelo más acabado
posible para una educación «de excelencia», desarrolla cuidadosamente todo lo que
será el entorno de los niños desde su nacimiento, escogiendo lo mejor para su cuerpo,
su corazón y su mente, según se van sucediendo las distintas etapas de la vida.
Sin embargo, el ideal platónico tiene un aporte muy genuino y consiste en que
esa educación, si bien se organiza y canaliza desde fuera, se realiza y manifiesta
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desde dentro: es cada persona la que debe dar a luz a su propio ser. De esta idea
surgirá el posterior concepto latino del que deriva la palabra educar: educaré, guiar
hacia fuera lo que está dentro. Con esto no se minimiza la trascendental importancia
que ocupa el que enseña, pero nos ayuda a comprender que la educación, por más que
forme parte de un sistema establecido por y para un conjunto de hombres, es un
proceso totalmente individual, que el filósofo vincula con la innata capacidad de
acceder a los arquetipos: «En efecto —afirma Platón en su diálogo Menón—, todo lo
que se llama buscar y aprender no es otra cosa que recordar». Y sigue: «Hemos de
rechazar la concepción de la educación profesada por aquellos que dicen que pueden
introducir en la mente un conocimiento que antes no estaba allí… Nuestra
argumentación indica que esta capacidad [de llegar a las verdades últimas o
arquetipos] es innata en la mente de todos los hombres».
Como decíamos al principio, en todos los diálogos, más allá del tema sobre el
que se discuta, aparece en uno u otro momento la cuestión de la educación. Esto es
así hasta el punto que, en algunas ocasiones, aunque en apariencia el texto parezca
encaminado hacia otros derroteros, de pronto comprendemos que la cuestión
planteada es la educativa. Es el caso, por ejemplo, de Laques, subtitulado «del valor».
En esta obra se discute qué es el valor, cómo se manifiesta, qué teme o no teme el
valiente, pero, al acabar, no se resuelve qué es el valor. Y es que si atendemos bien al
principio del texto, veremos que lo que Sócrates plantea no es descubrir qué es el
valor; la cuestión a dilucidar es si los interlocutores (todos padres) saben educar a sus
hijos. Al darse cuenta de su incapacidad para definir el valor, deben aceptar que
tampoco pueden enseñarlo, concluyendo que todos deben buscar un maestro y
disponerse a aprender.
Así, Platón utiliza un diálogo entero para mostrar cómo a menudo se da por
hecho que cualquier persona puede educar, cuando en realidad hace falta una gran
experiencia, estudio y conocimiento de los arquetipos para poder ayudar a otros a
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aducirlos. Este ejemplo nos sirve también para aclarar que los subtítulos que se han
impuesto a los diálogos platónicos son añadidos posteriores que, como en este caso,
desorientan la lectura inicial; incluso se puede llegar a pensar como algunos han
hecho que en el momento en que Platón escribió la obra no sabía definir qué es el
valor, cuando, sencillamente, el objetivo del escritor era otro.
El Sumo Bien se alcanza con la práctica de la virtud que significa ser lo más
semejante posible a Dios con ayuda de la sabiduría. Por lo tanto también el culto
religioso es un bien para el hombre, porque este bien es más que nada una condición
del alma. Platón coincidía con Sócrates al considerar la virtud como conocimiento,
porque lo que es realmente bueno es de sabios. Todas las virtudes se unen en la
prudencia del conocimiento de lo que es verdadero. La bondad no puede ser nunca
relativa sino que es algo absoluto, porque sólo lo inmutable se puede conocer. Lo que
no es bueno es ininteligible. Platón estaba convencido que nadie hace mal sabiéndolo
o a propósito. La persona que actúa mal no sabe y cree que lo que hace es bueno.
Platón reconocía el carácter urgente de las pasiones, pero sólo el que no conoce
se deja llevar por sus impulsos. En ―La República‖ Platón señala las cuatro virtudes
más importantes: la sabiduría, el coraje o la fortaleza de ánimo, la templanza y la
justicia.
La sabiduría corresponde a lo racional del alma, el coraje es la vehemencia, la
templanza es el equilibrio entre la razón y la pasión, y la justicia es la armonía del
alma. La Buena Forma no admite la presencia de su opuesto, la mala. El alma es la
Forma de la vida por lo tanto no admite la muerte, de manera que cuando el cuerpo
físico deja de existir el alma o perece con él o lo abandona y se aleja. Para Platón no
perece. No hacer el bien no destruye al alma de los hombres injustos, cobardes,
intemperantes e ignorantes, ya que pueden vivir tantos o más años que un hombre
bueno, de modo que es lógico pensar que tampoco puede ser destruida por algo
externo.
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En los mitos del Fedón, del Giorgias y de la República, Platón propone la teoría
de la inmortalidad del alma, poniendo en labios de Sócrates que esta vida es la
oportunidad de prepararse para la eternidad, ya que el alma es eterna y podrá vivir en
el más allá de acuerdo a como haya sido la conducta en este mundo. Sólo el hombre
sabio podrá liberarse del ciclo de reencarnaciones mientras el necio se precipitará en
el Tártaro (el lugar más oscuro del Hades donde irán después de muertos los
enemigos de los dioses y los terribles criminales).
La justicia es la armonía del hombre. De modo que Platón formula por primera
vez, la división de la virtud en cuatro categorías fundamentales: prudencia, fortaleza y
templanza (correspondientes a las tres partes del alma) y la justicia como la armonía
que resulta de las tres anteriores.
El tema de la virtud en Platón incluye dos cuestiones fundamentales: la relativa
al modo en que se puede poseer la virtud y la relativa a su esencia o naturaleza. En
cuanto a la primera cuestión vemos en este filósofo la huella del punto de vista
intelectualista de su maestro Sócrates: quien posee una virtud posee un cierto
conocimiento: no se puede hacer el bien o la justicia si no se sabe qué es el bien y la
justicia, del mismo modo que no se puede hacer un trabajo físico determinado,
levantar un puente o construir una mesa si no se tiene un conocimiento de ello.
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En cuanto a la segunda cuestión, el tema de la esencia de la virtud, Platón la
concibe como el estado que le corresponde al alma en función de su propia
naturaleza. Como en el alma humana encontramos varias partes, a cada una de ellas le
convendrá un tipo de virtud determinado: así, la virtud de la parte racional es la
sabiduría o prudencia que consiste en el conocimiento de los fines verdaderos de la
conducta humana, en el conocimiento de lo que se debe hacer en cada ocasión
particular; a la parte irascible le corresponderá la virtud de la fortaleza, disposición de
la voluntad merced a la cual podemos realizar la conducta que la prudencia enseña
como adecuada en cada momento, realización que pasa en muchas ocasiones por la
renuncia a placeres y beneficios propios; finalmente, a la parte concupiscible le
corresponderá la virtud de la templanza: disposición moderada de los apetitos que le
permite al alma no ser perturbada continuamente por deseos abundantes y
excesivamente intensos.
Platón decía que las sociedades debieran tener una estructura tripartita de clases
la cual respondía a una estructura según el apetito, espíritu y razón del alma de cada
individuo:
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Para las dos primeras clases reinan la comunidad de bienes, de mujeres y de
hijos, no sucediendo así con la tercera. Y las tres clases están relacionadas entre sí, en
unidad, mediante la justicia. Y como quiera que al hacer esta distinción de clases
Platón sólo se atuvo a la distinción de funciones de los ciudadanos, de ahí que
conceda a la mujer el privilegio de formar en cualquiera de ellas.
Hasta que los filósofos gobiernen como reyes o, aquellos que ahora son
llamados reyes y los dirigentes o líderes, puedan filosofar debidamente, es decir,
hasta tanto el poder político y el filosófico concuerden, mientras que las diferentes
naturalezas busquen solo uno solo de estos poderes exclusivamente, las ciudades no
tendrán paz, ni tampoco la raza humana en general.
Platón describe a estos ―reyes filósofos‖ como aquellos que ―aman ver la
verdad esté donde esté con los medios que se disponen‖ y soporta su idea con la
analogía de un capitán y su navío o un médico y su medicina. Navegar y curar no son
prácticas que todo el mundo esté calificado para hacerlas por naturaleza. Gran parte
de La República está dedicada a indicar el proceso educacional necesario para
producir estos ―filósofos reyes‖.
La justicia del individuo y en el Estado está considerada dentro del propio tema
de la República, en donde se trata de una utopía política en la cual el gobierno
―pertenecería‖ a los filósofos, siendo aristocrático o monárquico, pero en el cual,
obviamente, la aristocracia tiene que ser del saber y la virtud. Los gobernantes se
inspirarán en la contemplación propia del orden inmutable de las Ideas, y no por
ambiciones y cuestiones puramente personales, interesadas.
En este Estado, no todos los hombres están igualmente dotados por la propia
naturaleza, y no deben llevar a cabo las mismas funciones. Se trataría de una
organización política pura y estrictamente jerarquizada. En cada uno de estos
individuos predominaría el alma, debiendo ser educado de acuerdo a aquellas
funciones que, como se ha dicho, tiene que realizar. Es por ello por lo que se
considera que el Estado platónica es, principalmente, una institución educativa, en
donde la existencia de los ciudadanos está en función misma del bien de la propia
colectividad, del pueblo… del vulgo.
El Estado está regido por las leyes, y para Platón la definición se descompone
en dos elementos, que son: la distribución racional y la decisión común del estado. La
variedad de las leyes implica la necesidad de que todas posean un fondo común de
verdad, y que estén dirigidas, como a un fin a la paz y a la benevolencia y al bien de
todos, siendo preferido el bien espiritual al bien material.
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Buena parte de los escritos de la Metafísica trataban un tema central para la
filosofía: el ser. La tradición griega ya había utilizado este concepto, que aparece en
el horizonte filosófico con Parménides, pero Aristóteles sería su gran teórico llamó la
Filosofía primera que es el saber primario, a la ciencia que estudia el Ser en cuanto
Ser, conocimiento de los primeros principios y causas del Ser, que se remonta a la
primera causa del Ser. Sostuvo que el Ser puede ser interpretado de dos maneras:
a) como el ser común a todo, que se aplica a todos los entes y por lo tanto posee
una extensión máxima,
b) como que es un Ser superior a todos y principio de todos.
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
La Lógica puede definirse como la ciencia que trata de los principios válidos
del razonamiento y la argumentación. Su estudio es el esfuerzo por determinar las
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condiciones que justifican a una persona para pasar de unas proposiciones dadas,
llamadas premisas, a una conclusión que se deriva de aquellas. La validez lógica es la
relación entre las premisas y la conclusión, de manera que si las premisas son
verdaderas la conclusión también lo es. La validez de una proposición se tomará de la
veracidad de la conclusión. Si una de las premisas, o más, es falsa, la conclusión de
una proposición válida será falsa.
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b) Principio de No Contradicción: es imposible que una cosa sea y no sea al
mismo tiempo y bajo el mismo respecto.
c) Principio del Tercero Excluido: señala que una cosa podrá ser otra o distinta
de esa otra sin que exista ninguna otra posibilidad.
Ahora bien, las actividades humanas son muchas, pero mientras algunas son
comunes al ser humano y los animales, como comer o andar, otras son propias y
exclusivas de los humanos, como estudiar. Pero, entre las actividades propiamente
humanas destacan las racionales. Luego la felicidad consistirá en el ejercicio correcto
de las actividades racionales.
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Según Aristóteles, la virtud respecto de una cosa es aquello que es su bien; pero
no entendido como un bien general o supremo, sino su bien propio y específico. La
virtud es lo que completa y perfecciona esa cosa, que hace que la cosa sea más
propiamente lo que ella es. Cuando ese concepto de virtud se traslada al hombre, es el
poder más propiamente humano, lo que caracteriza al hombre; y por lo tanto es
extensiva a todas las actividades humanas y no solamente a las morales. A este
propósito se distinguen dos clases de virtudes: las éticas o morales y las dianoéticas o
intelectuales.
Estas virtudes perfeccionan la parte racional del alma. ―La virtud dianoética
debe su origen y desarrollo a la instrucción, por lo cual requiere experiencia y
tiempo‖, escribió Aristóteles.
Aristóteles consideraba que las que denominaba las ―ciencias prácticas‖ como
la política o la ética, sólo pueden llamarse ciencias por cortesía o por analogía;
porque la libertad de elección del individuo hace imposible realizar un análisis
preciso y completo de las cuestiones a que se refieren.
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los artificios de la expresión. Por lo contrario, consideró que era una habilidad
necesaria al hombre político, porque de su capacidad para exponer en forma
convincente sus argumentos, dependía que la Asamblea resolviera de manera
adecuada los asuntos importantes para la vida de la ciudad.
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la base filosófica de la ciencia, aunque también utiliza este término como sinónimo de
ciencia de la lógica. El estudio de la política lo reserva para la edad adulta.
La educación de los jóvenes debe ser pública y común para todos, en beneficio
del estado ya que no es el azar el que asegura el progreso, sino la voluntad inteligente
del hombre. Es verdad que hay diferencia entre la virtud privada y la virtud
ciudadana, y que no puede haber identidad entre ellas. Sin embargo, en la república
perfecta todos deben participar en la virtud cívica.
Para Aristóteles la educación del carácter es algo natural del ser humano porque
es natural su sociabilidad, por lo cual da a entender que solo mediante la relación del
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individuo con otras personas se puede hacer hombre: si esa relación es cualificada
puede llegar a ser un buen hombre.
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final de la antigüedad y se entrelaza con las primeras manifestaciones de filosofía
cristiana.
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En esta época florecen numerosas escuelas. Hay muchas influencias mutuas
pero también muchas polémicas. Eso explica el eclecticismo que vendrá a
continuación.
Epicureísmo: Para Epicuro de Samos (341 a 271 a. C.) como para Lucrecio
(Roma, 98 – 55 a. C.), la finalidad de la Filosofía está en liberar a los hombres del
temor a los dioses y a la muerte, conduciéndoles a la paz del alma: ―Los dioses viven
por su cuenta y no se preocupan de nosotros‖. La moral de Epicuro se califica de
―hedonista‖: la finalidad del hombre es el placer, pero entendido éste como ausencia
de dolor.
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resumía su filosofía en la frase siguiente: ―Puesto que el pasado ya no existe y el
futuro es más que incierto, goza del día de hoy‖.
El «sabio» es aquel que vive de acuerdo con la naturaleza o con la razón y sabe
dominar y aún destruir sus pasiones (que son perturbaciones de la razón). El sabio
acepta su destino serenamente ya que el universo está regido por Dios (Providencia).
Los Escépticos (S. IV a.C. hasta S. II d. C.): Esta corriente filosófica tiene
influencias orientales debido a la expedición de Alejandro Magno. Su punto de
partida es la duda y la relatividad del conocimiento: para poder alcanzar la serenidad
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del alma se debe estar absolutamente seguro de lo que es verdad y bueno. De aquí la
imposibilidad de alcanzar la verdad y la necesidad del hombre de buscar la verdad a
través de la filosofía.
‖La suspensión del juicio es ese equilibrio de la mente por el que ni rechazamos
ni ponemos nada. Y la ataraxia (tranquilidad del alma) es bienestar y serenidad de
espíritu‖. Sexto Empírico (S. III d.C.)
Los Eclécticos (S. IV a.C. hasta S. I d. C.): Es una corriente filosófica que
consiste en ―escoger‖ lo mejor de las diversas doctrinas y hacer un resumen. Surge
del espíritu de compromiso y conciliación y toma de una doctrina y de otra para
componer sistemas que superen las divergencias existentes entre las distintas posturas
filosóficas.
Los filósofos más destacados son Cicerón (106- 43 a. C.), filósofo romano
que incorporó a su pensamiento teorías del estoicismo, del escepticismo y de los
peripatéticos (aristotelismo). Filón de Alejandría (20 a. C. – 50 d. C.), filósofo judío
heleno que pretende conciliar la filosofía griega (sobre todo la de Platón) con los
preceptos del Antiguo Testamento.
50
DIFERENCIAS Y SEMEJANZAS ENTRE ESTOICOS, EPICÚREOS Y
ESCÉPTICOS
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A medio camino entre las ideas de Descartes y Hegel se suele situar el llamado
escepticismo metódico, propio de la ciencia, que consiste en la actitud de poner en
duda todo lo que se presenta a la conciencia natural como verdadero y cierto, para
eliminar de este modo todo lo falso y llegar a un saber absolutamente seguro.
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CONCLUSION
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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OVIEDO, Julián. http://www.fgbueno.es/ Biblioteca [en línea] Actualizada:
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