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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN SUPERIOR


CIENCIA Y TECNOLOGÍA
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR
UPEL

PROFESOR (A): INTEGRANTE:


ALEXANDRA CARDENAS KAROLY GONZÁLEZ
CI.: 25.337.162

DICIEMBRE DE 2016
i
ÍNDICE
Pág.
INTRODUCCIÓN 4
EL PROBLEMA DE LA VIRTUD Y LAEDUCACION EN SOCRATES 6
EL PROBLEMA DEL SER EN LA METAFISICA PLATONICA 12
EL PROBLEMA DE LA VIRTUD Y LA EDUCACION SEGÚN PLATON 18
PRIMERA PARTE:
 La Educación del Individuo. 21
 La Alegoría de la Caverna. 22
 El Mito del Carro Alado 23
EL BIEN Y EL PLACER SEGÚN PLATON 26
EL CONFLICTO ENTRE LA RAZON Y LA VOLUNTAD 28
LAS VIRTUDES SEGÚN PLATON 28
 Virtud como sabiduría 29
 Virtud como purificación 29
 Virtud como armonía 30
EL ESTADO SEGÚN PLATON 32
 Productores 33
 Guerreros o guardianes 33
 Gobernantes o Filósofos 33
EL PROBLEMA DEL SER EN LA METAFISICA DE ARISTOTELES 36
Explicación de la Metafísica o la Filosofía Primera de Aristóteles 36
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES 37
 Sustancia y Accidente 37
 Materia y Forma 38
 Potencia y Acto 38
 Esencia y Existencia 38
EL PROBLEMA DEL SER EN LA LOGICA DE ARISTOTELES 38

ii
ETICA, POLITICA Y EDUCACION SEGÚN ARISTOTELES 40
EL IDEAL DEL SABIO EN LAS ESCUELAS: ESTOICISMO,
EPICUREISMO, ESCEPTICISMO Y ECLECTICISMO DURANTE EL
PERÍODO DE HELENISMO
 Rasgos de la filosofía en este período 47
RECONOCIMIENTO DEL PRINCIPIO PLANTEADO POR CADA
ESCUELA
 Epicureísmo 48
 Los Estoicos 49
 Los Escépticos 49
 Los Eclécticos 50
DIFERENCIAS Y SEMEJANZAS ENTRE ESTOICOS, EPICÚREOS Y
ESCÉPTICOS
 Estoicos (Estoicismo) 51
 Escépticos (Escepticismo) 51
 Epicúreos (Epicureísmo) 52
CONCLUSION 53
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 58

iii
INTRODUCCIÓN

El presente trabajo contiene los nombres de los filósofos que con sus logros e
ideas sentaron las bases de la filosofía. La filosofía no es más que el intento del
espíritu humano de establecer una concepción racional del universo mediante la auto
reflexión sobre sus propias funciones valorativas, teóricas y prácticas. El termino
filosofía, etimológicamente significa "amor a la sabiduría"; pero fue utilizado por los
griegos clásicos como "la búsqueda del conocimiento por sí mismo".

La filosofía, en el sentido que generalmente se daba a la palabra en el mundo


antiguo, puede definirse como la búsqueda de la verdad sobre la naturaleza del
universo y del hombre. El saber filosófico no sólo es universal sino que pretende
conocer las causas y razones de esa totalidad que constituye su objeto. La filosofía
griega inicia su andadura en el siglo VI a.C. en las colonias de Jonia (en la costa del
Asia Menor), y la concluye en el 529 d.C., año en que el emperador Justiniano
prohíbe las enseñanzas paganas.

En ocasiones se denomina Filosofía Clásica o Filosofía Antigua. Esta


comprende todas las áreas del pensamiento e incluye a la reflexión. Se divide
frecuentemente en cuatro ramas principales: ética (es el estudio de la moral y el
juicio), estética (es el estudio de la naturaleza de la belleza), epistemología (es el
estudio de los orígenes, validez y limites del conocimiento) y metafísica (el estudio
de la realidad ultima).

En la filosofía griega, se inaugura la razón como un instrumento para la


búsqueda de la verdad, se siembran los principios de la ciencia moderna. Surge como
una respuesta a los mitos, para dar argumento acerca de su naturaleza (el porqué de
las cosas), ya que la mitología no es un pensamiento filosófico, puesto que no da una
afirmación racional y deductiva de sus afirmaciones. Históricamente, la filosofía tiene
4
sus comienzos hace dos mil quinientos años, pero antes de ella existía una forma de
pensar pre filosófica. Y poco a poco se dio un paso de un saber irracional a un saber
lógico, y de un saber dogmático a un saber que daba razones y explicaciones, hasta
llegar a un saber basado en las demostraciones.

5
EL PROBLEMA DE LA VIRTUD Y LAEDUCACION EN SOCRATES

Después de los primeros filósofos, que giraron sobre la preocupación del origen
y de un estatuto material para él; aparecen otros con una nueva preocupación, el
hombre y su perfeccionamiento moral y social. Entre sus representantes, Sócrates
(Atenas, -470-399), bella y exageradamente expuesto por su discípulo Platón. A
través de Sócrates no sólo se va a manifestar la preocupación por la verdad sino, por
un hombre que ha de perfeccionarse en lo que es, como ser perteneciente a una
ciudad o una sociedad. El método para tal propósito es la mayéutica o arte de
preguntar; indagar en el hombre mismo su verdadera razón de ser y desarrollo de sus
fuerzas es el objetivo.

Un par de ejemplos nos lo puede ilustrar; el primero dado en una obra titulada
Gorgias o de la retórica. Allí, Sócrates le pregunta a un interlocutor: ―¿Es posible ser
feliz siendo injusto y en medio mismo de la injusticia? ¿Es más doloroso cometer una
injusticia que tener que sufrirla? ¿Qué es lo más bello, lo que procura el mayor placer
o la mayor utilidad?‖

En el Fedón, o de la inmortalidad del alma, la cuestión sobre el alma y el


cuerpo lleva a la situación de la virtud y sobre el mismo método mayéutico Sócrates
interpela a sus interlocutores con estas palabras: ―…no es un camino que conduce a la
virtud el cambiar voluptuosidades por voluptuosidades, tristeza por tristeza, temores
por temores, como los que cambian una moneda grande por piezas pequeñas. La
sabiduría es la única moneda de buena ley por la cual hay que cambiar todas las otras.
Con ella se compra todo y se tiene todo, fortaleza, templanza, justicia; en una palabra:
la virtud no es verdadera más que unida a la sabiduría, independientemente de las
voluptuosidades, tristezas, temores y todas las demás pasiones; tanto, que todas las
demás virtudes sin la sabiduría y de las cuales se hace un cambio continuo, no son

6
más que sombras de virtud, una virtud esclava del vicio, que no tiene nada de
verdadero ni sano. La verdadera virtud es una purificación de toda clase de pasiones‖

Un Sócrates superficializado por Platón, y en esencia con un objetivo claro, la


verdad y el supremo bien encarnado en el hombre, la sabiduría. Sócrates es un
excelente ejemplo de que aún las cosas más nobles de la vida, han de ser alcanzadas
con esfuerzo. La rivalidad ofrecida por los sofistas y los políticos de su época
muestran la resistencia a la aceptación de un mundo libre de intereses.

El problema de la virtud y la educación, tal como se presenta en su evolución


desde Sócrates hasta los estoicos y epicúreos, nos ilustra sobre tres aspectos de la
evolución histórica de Grecia. En primer término alcanza con Sócrates su discípulo
platón y el de este Aristóteles, el rango de una ética normativa que busca la felicidad
del individuo dentro de las normas sociales. Con platón considerado con razón el
fundador del idealismo filosófico, la ética logra niveles insospechados cuyos reflejos
alcanzarán incluso hasta nuestros días.

Con los estoicos, surge el segundo aspecto del drama heleno: la ética comienza
a representar la salvación del individuo frente a la disolución del estado, y por último
con los epicúreos, se llega a la negación de todos los valores consagrados, al ateísmo
completo, a la anarquía mas absoluta en lo social, a una vida cuyo único valor está en
que se realice dulcemente. En cuanto a la educación, el problema aparece ligado al de
la virtud. Al contrario de lo que afirmaban los presocráticos, la virtud no es innata,
como no lo es el mal, o si son innatos pueden ser corregidos por la educación. De
aquí la posibilidad de enseñar al hombre a ser virtuoso en cualquiera de las
concepciones (sentido de la distinción entre el bien y el mal) el hombre cae en el mal
o se atrinchera en el bien por obra de la educación.

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El concepto de la virtud como producto de la educación aumenta la fuerza del
carácter y el valor de la acción porque el hombre actúa sabiendo que es el bien
y el mal. Para aristóteles, la virtud ética exige e implica la virtud dianoética: con la
primera salimos del campo de la virtud meramente física, del hábito casi natural, en
tanto que con la segunda unida a la primera brinda la verdadera virtud, constitución
que no es natural sino moral del espíritu.

La definición de la virtud resulta así integrada es un hábito conforme con la


recta razón.de aquí resulta la máxima de que "no es posible ser bueno sin sabiduría ni
sabio sin virtud". Estas consideraciones llevan a la fuente misma de la moralidad, al
centro activo de la creación del bien, a la acción. El hombre es el principio y
progenitor de sus acciones como lo es de sus hijos; en su poder está la virtud y el
vicio, tiene el poder de hacer y de no hacer, y con esta potestad de sus acciones surge
el concepto de responsabilidad. "sin virtud no hay filosofía y sin filosofía no hay
virtud""

La virtud es conocimiento, el error humano es involuntario y el cuidado del


alma es condición de sabiduría y felicidad. Nos referiremos por separado a cada una
de ellas. La primera afirmación se relaciona directamente con la problemática de la
virtud recién mencionada. En este sentido, no olvidemos que con el término ―arete‖
(excelencia, pericia o virtud) los griegos designaban aquellas cualidades de
perfección humana que hacían a un hombre un líder natural de su comunidad, o bien
le permitían el cumplimiento satisfactorio de alguna tarea o función específica.

Sócrates en su diálogo Menón se plantea el problema de si la virtud se puede


enseñar. No deja de ser sorprendente que, aunque a lo largo de todo el diálogo él
considera que la virtud es conocimiento, sin embargo insiste una y otra vez en la tesis
la cual la virtud no puede enseñarse. Sin embargo, Sócrates sigue un método
hipotético como estructura lógica del diálogo. Si la virtud es conocimiento, entonces
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debería poderse enseñar. Si puede enseñarse, entonces debería haber maestros de
virtud.

Por lo tanto, parece difícil aceptar que la virtud pueda enseñarse. Pero no hay
que olvidar, además que el autor del diálogo no es Sócrates sino Platón, y que Platón
si tiene su propia conclusión en a que Sócrates queda implicado en forma decisiva. En
efecto, hacia el final del diálogo Sócrates adelanta dos proposiciones. La primera dice
que podría ser que la virtud fuese un don divino. En la segunda, afirma que la virtud
se podría enseñar si hay un modelo real de virtud tal que pudiera enseñarse.

La virtud puede enseñarse si hay un modelo de virtud que pueda comunicarla a


los demás, es decir servir de paradigma real. Es así, como la posición iluminista de
Sócrates plantea que la virtud es conocimiento, y el que obra mal es porque no sabe,
por ignorancia. Sócrates pensaba que las virtudes son razones o conceptos,
teniéndolas a todas por formas de conocimiento científico, mientras que nosotros
pensamos que toda virtud es un hábito acompañado de virtud.

Por otra parte, Sócrates hace mención que la virtud nos permitirá resolver las
mejores calificaciones y con ella podremos distinguir entre el final, el mal, el bien y
lo irrespetuoso. También dice que la virtud se puede alcanzar por medio de la
educación fundamentada en nuestra moral y en nuestra vida cotidiana. Cree en el
intelectualismo moral, el cual se basa en la idea de que la sabiduría se basa en la ética.
Si alguien es buena persona automáticamente será sabio. También Sócrates opina que
la virtud es aquello que nos ayuda a conseguir el bien mediante razonamientos y la
filosofía. Sócrates identificaba la virtud con el conocimiento: no se puede hacer lo
justo si no se lo conoce, pero también es imposible dejar de hacer lo justo una vez que
se lo conoce. Según este intelectualismo moral, lo único que hace falta para hacer a
las personas virtuosas es enseñarles en qué consiste la virtud verdadera.

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Las valoraciones individuales del hombre, son sustituidas por las valoraciones
de la sociedad. La educación no puede consistir en un barniz superficial sino en una
radical transformación del hombre. Lo que es preciso en la tarea educativa no es
intentar cambiar las opiniones de un modo superficial, sino modificar radicalmente la
naturaleza humana. Los dos principales objetivos de la educción son: el aprendizaje
de la virtud y la práctica de la virtud en el seno de la sociedad. Ahora bien, la
diferencia entre el hombre virtuoso y el hombre que no lo es, es que el hombre
virtuoso sabe calcular los placeres y escoger el mayor, mientras que el que no es
virtuoso no puede hacer éste cálculo y se entrega a los placeres del momento.

Para Sócrates la virtud no es ni puro placer ni puro esfuerzo, sino cálculo


inteligente. La ciencia o sabiduría que busca el filósofo Sócrates, es esencialmente
virtuosa, mientras que quien permanece en la ignorancia incurre en el vicio. El primer
paso para alcanzar esa virtud del saber, es reconocer la propia ignorancia. El obrar
moral del hombre responde a los mandatos que cada uno lleva en su alma. Pero
Sócrates introdujo también el concepto de la jerarquía entre los valores, considerando
que existe una graduación interna de los valores. Por lo tanto, para obrar justamente,
es preciso atenerse a la tendencia del hombre a la perfección que se consigue con el
ejercicio de la virtud.

Actuar según la virtud es posible cuando se posee el conocimiento del Bien y


del Mal, porque, en tal posesión del saber, la práctica del bien es el resultado
espontáneo del obrar humano. El hombre que actúa mal, en consecuencia, no lo hace
por ser malo, sino porque está en la ignorancia de la virtud. Las primeras
preocupaciones por este tema surgen en los diálogos platónicos, cuando Sócrates,
como iniciador de la Ética se pregunta: ¿se puede enseñar a vivir virtuosamente? Él
contesta afirmativamente identificando virtud con saber, y por lo tanto, todo hombre
que conoce lo bueno actúa virtuosamente. Concibe la moralidad como el problema de

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las experiencias vividas, como el proceso, profundizado por la reflexión, del
descubrimiento de la íntima naturaleza humana.

Jaeger (1944) escribe: ―Sócrates es el más poderoso fenómeno educativo en la


historia de occidente‖. Su verdadera grandeza y significación para la cultura
occidental radica en la nueva base sobre la que asienta la ética. Lo que conforma su
actitud moral podría resumirse así: Una interiorización del bien moral, o de la virtud,
en cuya atención preferente cifra la máxima sabiduría; una interiorización que implica
el principio de que es preferible sufrir la injusticia que cometerla; una interiorización
de la que se desprende el desprecio de los bienes externos o las riquezas.

Sobre la base de que el conocimiento de la virtud produce la virtud misma, la


verdadera educación para Sócrates será la educación moral en la que se integrará la
intelectual, que en sentido estricto, no es educación, ya que sólo nos interesan los
conocimientos intelectuales que mejoren la conducta ética de nuestra vida. Pero él no
persigue la enseñanza de la pura teoría moral, la ética abstracta; él se interesa por los
hombres y por su conducta. La primera virtud será la sabiduría o ciencia general del
bien. Las otras virtudes son ciencias de bienes particulares: así por ejemplo, la
Templanza es el conocimiento de los bienes que se oponen a los placeres o falsos
bienes; la justicia tienen un alto valor y hace referencia a lo permitido o prohibido por
las leyes.

Ahora bien, en la apología de Sócrates la virtud, a la cual se llega con la


práctica continua del bien, no es obtenida con privaciones ni sacrificios rituales. La
virtud es la práctica continua de la reflexión racional sobre los actos propios. De allí
concluimos que un acto es bueno cuando tiene una justificación racional sólida.
Tenemos que toda justificación racional es válida universalmente. Al ser las
justificaciones éticas producto de la razón, coinciden con las características del
conocimiento: validez y universalidad. Si dos cosas poseen características idénticas,
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podemos concluir fácilmente que estamos hablando de la misma cosa. Así se
demuestra que la virtud es un conocimiento de lo racionalmente válido en el actuar
humano.

Finalmente, el hombre sabio ha de ser virtuoso, pues la virtud es consecuencia


del conocimiento. Luego ciencia y perfección moral son una misma cosa: ―saber es
virtuoso‖, decía Sócrates. Saber cuál es el bien para nosotros es lo mismo que
hacerlo. Si se conoce qué es bueno para nosotros, lo haremos indefectiblemente. Un
acto virtuoso para Sócrates es un acto conducido por la razón, y no uno místico ni de
privaciones y castigos religiosos. Señala explicando por qué los siguientes casos son
virtuosos, o por qué no.

Se puede establecer una relación desde el punto de vista que Sócrates se


comportó en su juicio de una manera virtuosa (aunque conocía y sabia de su posible
futuro), ya que él pudo tener en cuenta para su defensa el aplicar todo su
conocimiento como un hombre virtuoso sin llegar al punto de auto denominarse
sabio. Sócrates tenía conocimiento y gracias a esto tenía la capacidad de dar juicio
(epoge) y dentro de la virtud el juicio y el conocimiento se relacionan para lograr un
funcionamiento social en función de lo justo; es aquí donde se da la relación.

EL PROBLEMA DEL SER EN LA METAFISICA PLATONICA

La metafísica es una parte fundamental de la filosofía, que trata el estudio del


Ser en cuanto tal y de sus propiedades, principios, causas y fundamentos primeros de
existencia. Experimenta una fuerte relación con la teología y frecuentemente tratan
los mismos temas. El término, «metafísica», se originó como título de uno de los
tratados de Aristóteles, y algunos piensan que se deba quizá a que este volumen fue
escrito después de su obra Física.

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Aristóteles nunca usó la palabra ―metafísica‖ en su obra conocida como
Metafísica. Dicho título se atribuye al primer editor sistemático de la obra del
estagirita, Andrónico de Rodas, que supuso que, por su contenido, los trece libros que
agrupó debían ubicarse después de la ―Física‖ y por esa razón usó el prefijo ―meta‖
(mas allá de…o que sucede a…). En su análisis del ente, Aristóteles va más allá de la
materia, al estudiar las cualidades y potencialidades de lo existente para acabar
hablando del Ser primero, el motor inmóvil y generador no movido de todo
movimiento, que más tarde sería identificado con Dios.

Para Aristóteles la metafísica es la ciencia de la esencia de los entes y de los


primeros principios del ser. El ser se dice de muchas maneras y éstas reflejan la
esencia del ser. En ese sentido elabora ser, independientemente de las características
momentáneas, futuras y casuales. La sustancia es aquello que es independiente de las
características (accidentes), mientras que las características son dependientes de la
sustancia. La sustancia es lo que existe en sí, en contraposición al accidente, que
existe en otro.

A la pregunta de qué sería finalmente la esencia que permanece inmutable, la


respuesta de Aristóteles viene a ser que la sustancia es una forma determinante – el
eidos- es el origen de todo ser, es decir, que por ejemplo en el eidos de Sócrates, lo
que en su forma humana, determina su humanidad. Y también la que determina que
siendo el hombre por naturaleza libre y no siendo el esclavo libre, determina que el
esclavo sea parte constitutiva de su amo, es decir, que no sea sólo esclavo de su amo
en determinada coyuntura y desde determinada perspectiva, sino que sea esclavo por
naturaleza.

Aunque Aristóteles no reduce la filosofía a la física, ya que afirma la existencia


de seres no sensibles (esencias), sí renuncia al carácter trascendente y separado de las
ideas, ya que éstas, en última instancia, deben explicar los acontecimientos y seres del
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mundo en que vivimos, si se quiere construir una ciencia (episteme) que nos incumba
y no sólo una idea de la ciencia.

Por ello, las esencias (que otorgan la necesidad y permanencia que lo sensible
no posee) deben ser inmanentes a las cosas mismas si queremos reconocerlas como
tales y que cumplan su función: determinar a las cosas a ser esto o lo otro. Si las ideas
se encontraran separadas no podrían determinar a las cosas de ninguna manera, por
ser trascendentes a ellas. Además, los conceptos platónicos de imitación y
participación tampoco explican realmente nada y añaden mayor confusión al asunto.
Se trata de hacer ciencia, no de crear bellos mitos.

La teoría de las ideas tampoco cumple su función explicativa de la realidad,


porque ellas, en su eternidad inmóvil son incapaces de explicar la existencia del
movimiento y del cambio de los seres, y mucho menos, de ser causa de ellos.
Efectivamente, al platonismo se le presenta el siguiente problema: si las ideas son
eternas e inmóviles, cómo dan razón de los cambios y movimientos a los que están
sometidos los seres de este mundo, sobre todo teniendo en cuenta que éste mundo
nuestro no es más que una copia e imitación de aquel. Mala copia es este mundo ya
que asume atributos que el original no posee: el movimiento, el cambio, la pluralidad.

Si se trata de hacer ciencia sobre el mundo que nos interesa, en el que vivimos,
las ideas no satisfacen su función causal. Por ello, Aristóteles asegura que es
imposible que las esencias de las cosas estén separadas de las cosas mismas. Las
ideas son quimeras, hipóstasis de lo sensible mismo. Y, por lo tanto, podemos
prescindir de la teoría platónica de las ideas porque más que explicar la realidad, la
complica.

Sin embargo, Aristóteles no se separa del todo de su maestro: al igual que


Platón, admitirá la existencia de seres no sensibles, las esencias, pero esta vez
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inmanentes (inoculadas) dentro de las cosas singulares como su ―forma‖ para formar,
junto con la materia, un compuesto unitario: la substancia. En ello consiste la teoría
hilemórfica de Aristóteles: introducir el mundo ideal platónico dentro de nuestro
propio mundo, como un coelemento de éste, sin que perdamos nuestra unidad. Esto
tiene la ventaja de que podemos hacer ciencia de lo que es inmutable y universal sin
perdernos en las alturas: solo hay ciencia de las esencias, pero éstas se encuentran en
las cosas mismas: lo universal se halla subsumido en lo particular en un vínculo
íntimo que nos permite la unidad del hombre con la naturaleza y el privilegio de su
conocimiento.

Aristocles, posteriormente llamado Platón (el de las anchas espaldas, 427-347


antes de Cristo), fue quizá el más importante filósofo de la historia. En variedad,
calidad y originalidad, no hay posiblemente ningún otro pensador que le iguale,
y no parece probable que nazca, en el futuro, nadie como él. De Platón ya hemos
comentado algo en estas páginas en cuanto a su comunidad utópica, así como también
por lo que respecta al conocimiento y la necesidad de los mitos. Hoy nos centraremos
en su metafísica, es decir, en la conocida "Teoría de las Ideas", de forma muy breve y
sintética.

En nuestra búsqueda de conocimiento sobre el mundo natural deberíamos,


pensaba Platón, tropezar con dificultades insalvables, puesto que si el mundo físico se
halla en un continuo flujo (el devenir de Heráclito, con el que estaba de acuerdo
Platón) y el saber de la realidad, o al menos su definición, es únicamente aplicable a
aquello que permanece, de alguna manera, estable y sin modificación, entonces
¿cómo logramos dicho conocimiento, tales definiciones, que a todas luces poseemos?
Este es el punto del que parte Platón para explicarnos su metafísica.

Platón arguyó que era posible porque, más allá de los seres y sus diferencias
(las cuales permiten, naturalmente, definirlos), hay una configuración especial, una
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suerte de molde inmaterial o "idea" que permite identificarlos, sin confundir una
liebre de un ser humano o un rayo de un libro. Así, aunque yo pueda morir y
desaparecer de este mundo, existe un modelo inteligible de mi persona, mi propia
causa formal, que me sobrevive y pervive. Este modelo es eterno e invariable; de
hecho, tal modelo es lo único verdaderamente eterno e inmutable. Los distintos
principios a los que recurrieron los presocráticos con anterioridad para describir y
explicar cómo se formó nuestro mundo carecen de tales atributos, porque no son más
que copias de lo verdaderamente existente, esto es, las ideas inmateriales. En otras
palabras, lo eterno no es el mundo físico o lo que contiene, sino las ideas a cuya
imagen está construido.

Ahora bien, especifiquemos a qué nos referimos al hablar de 'ideas'. Hay que
distinguir nuestras propias ideas mentales de las ideas que son las causas metafísicas
del mundo sensible. Éstas últimas se hallan más allá de lo humano, subsisten en otro
plano, en otra esfera, si se quiere, en el mundo de las ideas. Y es imitando o copiando
los modelos inmateriales (o ideas), pues, como el mundo físico ha sido constituido
por parte del Demiurgo. De este modo, la realidad suprasensible formada por las
ideas es la causa última de todo lo que existe y percibimos. Desde las estrellas a los
átomos, cualquier objeto físico o proceso mental tiene su procedencia en el mundo de
las ideas.

Esto tiene unas implicaciones muy profundas en nuestro entendimiento del


mundo. Necesitamos una explicación suprasensible de lo existente porque la física, la
ciencia, no nos puede dar respuesta a todo; las causas físicas definen y esclarecer el
ámbito natural, pero ¿cómo explicar una causa no física? Por ejemplo, si nos
hallamos en lo alto de una montaña podremos inferir que han sido nuestras piernas y
brazos, el cuerpo, quien nos ha llevado hasta allí. Sabremos el cómo, pero no el por
qué. La causa de estar allí radicará en algo muy diferente (nuestra voluntad, un
rescate, un trabajo, etc.).
16
Así, Platón diferencia y dispone de dos planos de ser, separados pero
conectados; la realidad material que percibimos es el efecto de una causa no material.
Estos dos planos son el fenoménico, el plano visible, de los sentidos, y el inteligible,
accesible tan sólo por la mente. Ambos planos permiten explicar y analizar toda
acción, toda causa, lo cual es un paso adelante en relación a las tesis monistas de
Parménides y Heráclito y su confrontación.

Las ideas, supuso posteriormente Platón en una de sus muchas revisiones de


esta teoría, están jerarquizadas entre sí. Forman una especie de pirámide en cuya cima
se halla la idea del Bien, la idea Suprema. Toda idea verdadera participa del Bien, y
este supone la causa y la comprensión de todas ellas. Hay tantas ideas como
realidades distintas hay en el mundo sensible; por esto, toda idea mental propia,
concepto o pensamiento, ya sea moral, estético, matemático o filosófico, así como
todo cuerpo u objeto, presentan su contrapartida en el mundo suprasensible. No
obstante, las ideas platónicas son mucho más 'reales' que aquello a lo que nosotros
denominamos como tal, porque aquellas son la causa y la posibilidad del mundo
físico. Aquellas existen por sí mismas, independientes, pero este no tendría lugar sin
ellas, es dependiente directo de su existencia.

Echemos un vistazo a algunas de sus características fundamentales: en primer


lugar, y como ya hemos dicho, son inmutables, lo que permite poder definirlas.
Repetimos: un gato puede nacer, crecer y morir, pero la idea de gato jamás cambia,
porque supone el sustrato o molde del que parte todo gato. Las ideas se hallan fuera
del tiempo, son atemporales, por tanto el universo y todo lo que contiene, vida o
materia, podría dejar de ser y, sin embargo, las ideas que los forjan seguirían siendo
como son. Por otra parte, toda idea es única en sí misma; puede haber muchos gatos
diferentes, pero su idea es la misma para todos, porque todos ellos parten de un molde
único. Además, son inteligibles, esto es, la razón puede llegar a saber de ellas, pero

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no así los sentidos, que tan sólo son aptos para comprender el mundo sensible que nos
rodea.

Por último, aunque todo lo presente en el cosmos, así como nosotros mismos,
somos entes y objetos imperfectos (pues, ¿cómo podría ser una copia algo perfecto?),
sólo las ideas alcanzan la perfección.

La teoría de las Ideas de Platón supone, por una parte, una superación completa
del escepticismo de los sofistas, porque se propone la existencia de un conocimiento
verdadero, al que podemos acceder inteligiblemente. Y, por otra, una abolición del
relativismo ético de Protágoras, pues también existen nociones morales universales.
Asimismo, esta teoría sugiere la posibilidad de construir un estado perfecto, de modo
que la política pueda participar de la excelencia del mundo suprasensible (algo que
Platón trató de mostrar en su República).

La parte racional del alma debe gobernar a la parte irascible y a la parte


apetitiva, pues sólo así hay armonía entre ellas. La justicia en la polis (ciudad)
también tiene que ver con la armonía entre sus partes. Cada función deberá ser
desarrollada por una ―clase social‖. Así podemos distinguir tres clases sociales, que a
su vez están relacionadas con los tres tipos de alma irascible y el filosofo-rey en el
que predomina el alma apetitiva; los guardianes, entre los que predomina el alma
irascible, y el filosofo-rey, en el que predomina la parte racional. Sólo si se encarga
del gobierno aquél que conoce la idea de bien en sí, podrá la sociedad ser dirigida con
justicia.

EL PROBLEMA DE LA VIRTUD Y LA EDUCACION SEGÚN PLATON

Platón nació en el seno de una familia de la nobleza ateniense, en el año 427


a.C. Por su origen aristocrático, se vinculó con la vida política de Atenas desde su
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más temprana edad. Él mismo cuenta, en su Carta VII, que desde muy joven quiso
intervenir en los asuntos públicos. Platón comprendió, aún siendo joven, que la
educación del hombre, y en especial del gobernante, es el único camino para llegar a
conformar una sociedad justa. Sólo quien vive en el diálogo directo con lo inteligible,
quien se eleva de lo mudable y sensible a lo inmutable y eterno, posee la mirada
profunda que necesita el hombre de Estado para conducir la sociedad real hacia la
sociedad ideal.

La política debe plasmar en la ciudad terrena el arquetipo que contempla en el


mundo ideal, y la educación es el cincel que permite modelar la sociedad ideal en este
mundo limitado por el devenir, el cambio y la materia. Una virtud es una cualidad
humana que permite a quien la posee tomar y llevar a término las decisiones correctas
en las situaciones más adversas para cambiarlas a su favor. El virtuoso es el que está
en camino de ser sabio, porque sabe cómo llegar a sus metas sin pisar las de los
otros, porque pone a los demás de su lado y los lleva a alcanzar un objetivo
común.

Platón plantea que el ser humano dispone de tres poderosas herramientas: el


intelecto, la voluntad y la emoción. Para cada una de estas existe una virtud: la
sabiduría, el valor y el autocontrol. La sabiduría permite identificar las acciones
correctas, saber cuándo realizarlas y cómo realizarlas. El valor permite tomar estas
acciones a pesar de las amenazas, y defender los ideales propios. El autocontrol
permite interactuar con las demás personas y ante las situaciones más adversas
cuando se está realizando lo que se debe hacer para lograr los fines propios. A estas
tres virtudes se añade una cuarta, la justicia, que permite respetar las ideas de los
demás, sin abandonar las nuestras, para compartir los frutos de nuestras acciones y
ayudar a los otros a realizar las suyas.

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Las ideas de platón sobre la educación son como el corolario de su concepción
ético- política. En Platón por primera vez se encuentra una doctrina pedagógica
orgánica, claramente encuadrada en su grandioso sistema filosófico; el ordenamiento
educativo está constituido en estrecha relación con el ordenamiento político, el cual
halla su justificación en un ideal ético en el que se fundamenta en una concepción
metafísica del ser universal.

La educación es función del estado: sólo a través de un perfecto ordenamiento


educativo es posible realizar el Estado perfecto, y a la inversa, sólo el Estado puede
ser verdaderamente educador. Siendo el estado la encarnación absoluta del orden
según justicia, él sólo puede saber cuál es el puesto que debe ocupar cada ciudadano
en tal orden, y obrar de tal modo que a cada uno se le asigne el puesto que le
corresponde. Solamente el Estado puede formar en el individuo la conciencia de la
verdad, pues el valor espiritual de ésta se agota al ser parte de ese todo racional que es
el estado mismo, y por consiguiente sólo éste puede asegurar el predominio de la
parte racional sobre las partes inferiores del alma.

La educación así entendida se limita a la clase de los guerreros, de entre quienes


son elegidos después los filósofos- regidores; el Estado se despreocupa de la
educación de la gran masa de los mercaderes y de los trabajadores. Platón no cree ni
en la universal educabilidad de todos los individuos, ni en la eficacia incondicionada
o en la omnipotencia de la educación: la acción educativa halla constituida ya una
base natural, determinada tanto por la herencia como por un obscuro factor de
fatalidad, límite de la educabilidad del individuo.

Junto con el impulso que arrastra al hombre al conocimiento, el hombre que ha


salido de la caverna, y que por tanto posee la verdad, siente la necesidad de mostrar a
los demás el camino que él ha seguido. El saber no es tal si no se comunica, y a partir

20
de este sentimiento solidario o necesidad de compartir desarrolla Platón su teoría de
la educación o paideia.

En relación con la necesidad de la educación, Platón se pregunta si puede el


hombre aprender la virtud (areté), es decir, si puede mejorar su propia naturaleza. El
objetivo de ese aprendizaje de la virtud o excelencia no es el dominio de los otros
hombres, sino el dominio de sí mismo, el «conócete a ti mismo» de la inscripción del
templo de Apolo en Delfos. En consecuencia, la enseñanza ha de basarse en la
reflexión, como forma de despertar el deseo del bien que duerme en nuestra memoria.

Platón enfoca la filosofía como la fuente del saber sobre lo que es bueno y
justo, tanto en la vida privada como en la pública. En sintonía con esta distinción,
Platón aborda las ideas sobre educación desde dos perspectivas: en la primer parte,
centrando la atención sobre el individuo, y en la segunda, destacando la dimensión
política del hecho educativo.

PRIMERA PARTE:

La Educación del Individuo.


Suele llamarse ―educación‖ al proceso de transmisión y asimilación de
costumbres, normas, técnicas e ideas mediante el cual cada sociedad incorpora a
quienes se integran a ella. En los textos de Platón el término educación tiene un
significado diferente. Quien transita la verdadera educación se ve obligado a superar
el sentido común, la forma media de ver las cosas, para descubrir lo que hay detrás.
La verdadera educación implica la adopción de una óptica "nueva" que se adquiere
cuando uno se aleja de lo cotidiano o, mejor aún, cuando comienza a mirar lo
cotidiano con ojos diferentes.

21
El hombre es su alma, y el alma es primordialmente razón. Junto a la razón se
encuentran las dos partes lógicas del alma: la irascible y la concupiscible. Estas dos
fuerzas irracionales, que imprimen dinamismo a la vida anímica, pueden conducirla
por caminos equivocados, llevando al hombre a vivir una vida indigna, irracional. La
"alegoría de la caverna", pasaje del diálogo La república en el que Platón habla del
"estado de nuestra naturaleza según esté o no esclarecida por la educación" (Platón
1988), presupone esta concepción de hombre. El hombre educado es aquél que,
comprendiendo que el mundo sensible es sólo una imagen confusa del realmente real,
se eleva de lo sensible, mudable y material a lo eterno, inmutable, inteligible e
inmaterial, a las ideas; y al hacerlo descubre que está llamado a vivir como un dios,
en trato directo con lo eterno.

La Alegoría de la Caverna.
Platón inicia el libro séptimo de La república relatando una historia imaginaria
con el fin de clarificar qué es la educación. La misma se conoce como "mito de la
caverna" o "alegoría de la caverna".

Un grupo de hombres vive dentro de una caverna. Los separa del mundo
exterior un camino escarpado. Ellos, que nunca lo han visto, toman a las sombras por
realidad, viviendo así en el error y el engaño. Están tan convencidos de ello que
educarlos, es decir, ayudarlos a transitar el camino hacia el exterior, se torna muy
difícil. Si a un hombre que vive en la caverna de la ignorancia ―se lo obliga a mirar la
luz misma del fuego, ¿no herirá ésta sus ojos?‖ (Platón 1988). El aprendizaje es
doloroso. Se necesita esfuerzo para superar las opiniones cotidianas y elevarse a lo
que verdaderamente es. Sin embargo, la recompensa vale el esfuerzo: ―Si[quien ha
salido de la caverna] recordara la antigua morada y el saber que allí se tiene, y
pensara en sus compañeros de esclavitud, ¿no crees que se consideraría dichoso en el
cambio y se compadecería de ellos?‖ (Platón 1988)

22
El hombre que ha realizado el proceso, que se ha educado, sufre y se confunde
al enfrentarse con el mundo superficial y sensible; sus ojos quedan ―como cegados
por las tinieblas al llegar bruscamente desde la luz del sol‖ (Platón 1988). Pero, a
pesar de ello, el filósofo debe volver a la caverna para iluminar a quienes aun viven
en la oscuridad. La educación es vocación para quien ha sido educado, es un llamado
que exige renuncia y que no se acepta buscando placer u honor sino soportando las
molestias en pos de la superación social de la ignorancia.

La educación es entonces el proceso que permite al hombre tomar conciencia


de la existencia de otra realidad, más plena, a la que está llamada, de la que procede y
hacia la que se dirige. El hombre educado comprende que esta vida no es sino un
paso, un eslabón de una cadena de reencarnaciones que deben aprovecharse para
dejar lo sensible en pos de lo inteligible, haciendo el mérito necesario para superar
esta condición corporal de modo definitivo. El hombre es burlado sin siquiera
saberlo. Vive en el engaño, despreocupado, ignorante. Pero esa situación no es
necesariamente definitiva. El hombre posee los medios para escapar de ella: la razón
y la educación. Por eso para Platón ―la educación es desalineación, la ciencia es
liberación y la filosofía es alumbramiento‖ (Droz 1992).

El Mito del Carro Alado


En el Fedro, Platón compara al alma humana con un carro alado tirado por dos
caballos y conducido por un auriga. Los dos caballos son de razas distintas y es difícil
conducirlos. El auriga representa a la razón, los dos caballos a las partes
concupiscible e irascible del alma. Se hace arduo el camino de este carro alado hacia
la cumbre del cielo, debido a que el caballo de la concupiscencia tira hacia abajo.
Este mito es un complemento necesario del "mito de la caverna" para
comprender cómo entiende Platón la educación. Desde este último su concepción
parece demasiado intelectualista, como si educar fuese sólo formar a la razón para
que conozca la verdad. Desde este nuevo mito se destaca la importancia de las
23
pasiones que, de ser conducidas por la razón, pueden llevar al hombre a vivir según
su condición divina, y, de ser indisciplinadas, pueden impedir al hombre su
realización. Se percibe así el riesgo de una formación que descuide las pasiones, que
las deje crecer, hacerse fuertes y desordenadas. Un acaballo así crecido y mal
educado se torna difícil de conducir y, en vez de servir a los fines de la razón, lleva al
hombre a perderse en sus caminos caprichosos y carentes de destino. El hombre debe
ser formado en la virtud, en el dominio de sí. Cuando la razón domina y gobierna al
hombre, el caballo concupiscible se torna templado, el irascible fuerte, la razón actúa
con prudencia y el hombre adquiere en sí mismo el valor de la justicia.

Todo aquel que haya leído más de dos Diálogos del viejo maestro ateniense se
percatará enseguida de que la educación no es para Platón un aspecto secundario, sino
que constituye una preocupación constante en su quehacer filosófico. Para él, la
educación es el punto de partida en virtud del cual el alma adopta una posición ante el
mundo y ante la vida. Por ello, no puede ser abandonada al azar de las circunstancias
ni dejada en manos de cualquiera. Así, en su afán de alcanzar el modelo más acabado
posible para una educación «de excelencia», desarrolla cuidadosamente todo lo que
será el entorno de los niños desde su nacimiento, escogiendo lo mejor para su cuerpo,
su corazón y su mente, según se van sucediendo las distintas etapas de la vida.

Vemos también que pone de manifiesto lo que es perjudicial para ellos,


explicando en cada punto los motivos, y llama la atención sobre un sinfín de detalles
que, por ser cotidianos carecen, de «malicia» y pasan inadvertidos, pero tienen
profundas huellas psicológicas y espirituales. No menos importante es la atención que
dedica a la figura de los pedagogos, los que están al cargo directo de esa enseñanza,
puntualizando que, ante todo, enseñarán con el ejemplo en sus propias vidas.

Sin embargo, el ideal platónico tiene un aporte muy genuino y consiste en que
esa educación, si bien se organiza y canaliza desde fuera, se realiza y manifiesta
24
desde dentro: es cada persona la que debe dar a luz a su propio ser. De esta idea
surgirá el posterior concepto latino del que deriva la palabra educar: educaré, guiar
hacia fuera lo que está dentro. Con esto no se minimiza la trascendental importancia
que ocupa el que enseña, pero nos ayuda a comprender que la educación, por más que
forme parte de un sistema establecido por y para un conjunto de hombres, es un
proceso totalmente individual, que el filósofo vincula con la innata capacidad de
acceder a los arquetipos: «En efecto —afirma Platón en su diálogo Menón—, todo lo
que se llama buscar y aprender no es otra cosa que recordar». Y sigue: «Hemos de
rechazar la concepción de la educación profesada por aquellos que dicen que pueden
introducir en la mente un conocimiento que antes no estaba allí… Nuestra
argumentación indica que esta capacidad [de llegar a las verdades últimas o
arquetipos] es innata en la mente de todos los hombres».

Como decíamos al principio, en todos los diálogos, más allá del tema sobre el
que se discuta, aparece en uno u otro momento la cuestión de la educación. Esto es
así hasta el punto que, en algunas ocasiones, aunque en apariencia el texto parezca
encaminado hacia otros derroteros, de pronto comprendemos que la cuestión
planteada es la educativa. Es el caso, por ejemplo, de Laques, subtitulado «del valor».
En esta obra se discute qué es el valor, cómo se manifiesta, qué teme o no teme el
valiente, pero, al acabar, no se resuelve qué es el valor. Y es que si atendemos bien al
principio del texto, veremos que lo que Sócrates plantea no es descubrir qué es el
valor; la cuestión a dilucidar es si los interlocutores (todos padres) saben educar a sus
hijos. Al darse cuenta de su incapacidad para definir el valor, deben aceptar que
tampoco pueden enseñarlo, concluyendo que todos deben buscar un maestro y
disponerse a aprender.

Así, Platón utiliza un diálogo entero para mostrar cómo a menudo se da por
hecho que cualquier persona puede educar, cuando en realidad hace falta una gran
experiencia, estudio y conocimiento de los arquetipos para poder ayudar a otros a
25
aducirlos. Este ejemplo nos sirve también para aclarar que los subtítulos que se han
impuesto a los diálogos platónicos son añadidos posteriores que, como en este caso,
desorientan la lectura inicial; incluso se puede llegar a pensar como algunos han
hecho que en el momento en que Platón escribió la obra no sabía definir qué es el
valor, cuando, sencillamente, el objetivo del escritor era otro.

EL BIEN Y EL PLACER SEGÚN PLATON

Lo primero que hace Platón es rechazar la ética hedonista de algunos discípulos


de Sócrates, marcando la diferencia que existe entre el BIEN y el PLACER, y
negando que puedan identificarse. Tampoco admite Platón aquel apotegma de
Protágoras según el cual el hombre es la medida de todas las cosas. Por eso, y ahora
frente al sofista, establece "la medida de todas las cosas es Dios", y "Dios es el bien
en sí, la medida de todas las medidas". Al identificar a Dios con el Bien, Platón ha
dado el viraje, y ha convertido su ética y política en teología. La idea del Bien sigue
siendo el fin a que tienden todas las ideas, las cosas y el hombre.

Para Platón la felicidad verdadera para el hombre es lograr el desarrollo pleno


de su genuina personalidad dentro de la razón y la moral, el crecimiento de su alma y
el bienestar armónico general de su vida. El bien se encuentra entre el placer y la
sabiduría. Es un estado del alma que no puede reducirse al placer corporal, sin tener
en cuenta las necesidades del espíritu, porque si así fuera, el hombre sería como una
ostra; ni tampoco centrarse únicamente en el espíritu dejando de lado los placeres
corporales, porque aunque el intelecto sea lo esencial del hombre no es lo único en él.

En cuanto a los placeres mundanos Platón se refiere a la satisfacción de los


deseos inocentes con moderación. Una vida verdadera y buena no implica alejarse del
mundo ni despreciar los placeres de la vida, sino reconocer que esta realidad no es la
mejor, porque es sólo una modesta copia de la vida verdadera. El secreto es tener en
26
cuenta la medida para tener una buena vida, porque el bien es un aspecto de lo bello
que tiene su justa proporción. La felicidad contiene también el conocimiento de Dios,
ya que la perfección de las formas es su obra y con sólo contemplarlas lo harían
semejante a Él.

El Sumo Bien se alcanza con la práctica de la virtud que significa ser lo más
semejante posible a Dios con ayuda de la sabiduría. Por lo tanto también el culto
religioso es un bien para el hombre, porque este bien es más que nada una condición
del alma. Platón coincidía con Sócrates al considerar la virtud como conocimiento,
porque lo que es realmente bueno es de sabios. Todas las virtudes se unen en la
prudencia del conocimiento de lo que es verdadero. La bondad no puede ser nunca
relativa sino que es algo absoluto, porque sólo lo inmutable se puede conocer. Lo que
no es bueno es ininteligible. Platón estaba convencido que nadie hace mal sabiéndolo
o a propósito. La persona que actúa mal no sabe y cree que lo que hace es bueno.

Platón reconocía el carácter urgente de las pasiones, pero sólo el que no conoce
se deja llevar por sus impulsos. En ―La República‖ Platón señala las cuatro virtudes
más importantes: la sabiduría, el coraje o la fortaleza de ánimo, la templanza y la
justicia.
La sabiduría corresponde a lo racional del alma, el coraje es la vehemencia, la
templanza es el equilibrio entre la razón y la pasión, y la justicia es la armonía del
alma. La Buena Forma no admite la presencia de su opuesto, la mala. El alma es la
Forma de la vida por lo tanto no admite la muerte, de manera que cuando el cuerpo
físico deja de existir el alma o perece con él o lo abandona y se aleja. Para Platón no
perece. No hacer el bien no destruye al alma de los hombres injustos, cobardes,
intemperantes e ignorantes, ya que pueden vivir tantos o más años que un hombre
bueno, de modo que es lógico pensar que tampoco puede ser destruida por algo
externo.

27
En los mitos del Fedón, del Giorgias y de la República, Platón propone la teoría
de la inmortalidad del alma, poniendo en labios de Sócrates que esta vida es la
oportunidad de prepararse para la eternidad, ya que el alma es eterna y podrá vivir en
el más allá de acuerdo a como haya sido la conducta en este mundo. Sólo el hombre
sabio podrá liberarse del ciclo de reencarnaciones mientras el necio se precipitará en
el Tártaro (el lugar más oscuro del Hades donde irán después de muertos los
enemigos de los dioses y los terribles criminales).

EL CONFLICTO ENTRE LA RAZON Y LA VOLUNTAD

Para Platón el conflicto entre la razón y la voluntad o lo que es lo mismo, entre


las partes racional y volitiva del alma, es la peor forma de ignorancia, ya que la
voluntad debe de estar sometida a la razón. Este predominio de la voluntad,
exceptuada la razón, hace del hombre platónico un ser libre, dotado de
responsabilidad, y creador, por su libertad del propio destino. Con esto apunta algo
que es capital en el existencialismo sartriano: "Dios dejó librado a la voluntad de cada
uno de nosotros las causas de la formación de sus cualidades personales. Tal y
efectivamente como es el tipo y especie de alma que uno desea ser así casi todas las
veces, deviene cada uno de nosotros"
Esta purificación a que tiende la ética platónica se alcanza mediante la virtud y
la ciencia, porque la verdadera virtud no es otra cosa sino la purificación de toda
pasión, ya que la templanza, la justicia, la fortaleza y la ciencia misma no son cosas
distintas de ella.

LAS VIRTUDES SEGÚN PLATON

Cuando hablamos de virtud nos referimos a un preciado valor. Lo virtuoso es


lo bueno, lo que se ajusta a todo lo normado, lo que no defrauda. Para Platón, alumno
de Sócrates, la virtud es una cualidad que permite el acceso al mundo verdadero, el de
28
las ideas, pues solo por la virtud podrá desprenderse de su corporalidad, y acceder a
las tres Ideas: al bien, a la belleza y a la justicia; estas dos últimas derivadas del bien.

1. Virtud como sabiduría: Platón acepta la identificación socrática entre


virtud y conocimiento (intelectualismo ético o moral). La falta de virtud es
debida a la ignorancia (recordar el dicho socrático: "Nadie hace mal a
sabiendas") porque por naturaleza el hombre busca el bien para sí, pero si
desconoce el bien puede tomar como bueno erróneamente cualquier cosa y,
en consecuencia, actuar incorrectamente. Por lo tanto sólo quien conoce la
idea de Bien puede actuar correctamente, tanto en lo público como en lo
privado.

Esta forma de entender la virtud supone el intento de superación del relativismo


de los sofistas. Los conceptos morales no son fruto de una convención o pacto entre
los hombres, ya que se refieren a realidades existentes y permanentes (ideas) que son
independientes de la razón y la voluntad humanas. Los valores morales existen por sí
mismos y por ello es posible definirlos objetivamente y una vez conocidos, llevarlos a
cabo en la vida práctica. Sólo quien tenga un conocimiento perfecto de lo que es justo
podrá obrar con justicia. La ciencia se convierte así en una condición de la ética.

2. Virtud como purificación: En su diálogo Fedón, Platón dice que el hombre


virtuoso es aquel que purifica su alma de las pasiones y desórdenes del cuerpo
para volverse hacia el mundo de las Ideas, la única capaz de realizar
humanamente al hombre.

En diálogos posteriores como Filebo, Platón matizará esta postura


antihedonista. El conocimiento de las ideas debe ir acompañado de salud, moderación
en el disfrute de los bienes materiales y placeres. Por lo tanto Platón admitirá que la
vida buena y virtuosa es una vida "mixta" en la que hay que saber aceptar también el
29
placer con moderación. De tal modo que la idea de que Platón de un modo absoluto
lo corporal o sensible está injustificada. También en el diálogo Banquete, Platón
concibe el ascenso hacia la Ideas partiendo del amor a la belleza que observamos en
las cosas sensibles, hasta alcanzar la contemplación de la belleza en sí (Idea de
belleza).

3. Virtud como armonía: esta concepción de la virtud se desarrolla en su


diálogo República. Aquí la justicia es considerada como la virtud
fundamental y consiste en "el acuerdo de las tres partes del alma". La armonía
surge en el alma cuando "cada parte hace lo que le es propio", lo cual
significa que la parte racional del alma (a la que corresponde la virtud de la
sabiduría y prudencia -sophia y phronesis-) debe guiar a la parte irascible del
alma (a la que corresponde el valor de la fortaleza o valor -andreia-) y ambas
partes del alma, racional e irascible, dominar a la apetitiva (que así será
atemperada: templanza -sophrosyne-).

La justicia es la armonía del hombre. De modo que Platón formula por primera
vez, la división de la virtud en cuatro categorías fundamentales: prudencia, fortaleza y
templanza (correspondientes a las tres partes del alma) y la justicia como la armonía
que resulta de las tres anteriores.
El tema de la virtud en Platón incluye dos cuestiones fundamentales: la relativa
al modo en que se puede poseer la virtud y la relativa a su esencia o naturaleza. En
cuanto a la primera cuestión vemos en este filósofo la huella del punto de vista
intelectualista de su maestro Sócrates: quien posee una virtud posee un cierto
conocimiento: no se puede hacer el bien o la justicia si no se sabe qué es el bien y la
justicia, del mismo modo que no se puede hacer un trabajo físico determinado,
levantar un puente o construir una mesa si no se tiene un conocimiento de ello.

30
En cuanto a la segunda cuestión, el tema de la esencia de la virtud, Platón la
concibe como el estado que le corresponde al alma en función de su propia
naturaleza. Como en el alma humana encontramos varias partes, a cada una de ellas le
convendrá un tipo de virtud determinado: así, la virtud de la parte racional es la
sabiduría o prudencia que consiste en el conocimiento de los fines verdaderos de la
conducta humana, en el conocimiento de lo que se debe hacer en cada ocasión
particular; a la parte irascible le corresponderá la virtud de la fortaleza, disposición de
la voluntad merced a la cual podemos realizar la conducta que la prudencia enseña
como adecuada en cada momento, realización que pasa en muchas ocasiones por la
renuncia a placeres y beneficios propios; finalmente, a la parte concupiscible le
corresponderá la virtud de la templanza: disposición moderada de los apetitos que le
permite al alma no ser perturbada continuamente por deseos abundantes y
excesivamente intensos.

El verdadero bien del hombre, la felicidad, habrá de alcanzarse mediante la


práctica de la virtud. Pero ¿qué es la virtud? Platón acepta fundamentalmente la
identificación socrática entre virtud y conocimiento. La falta de virtud no supone una
perversión de la naturaleza humana; por su propia naturaleza el hombre busca el bien
para sí, pero si desconoce el bien puede tomar como bueno, erróneamente, cualquier
cosa y, en consecuencia, actuar incorrectamente; la falta de virtud es equivalente,
pues, a la ignorancia.

Sólo quien conoce la Idea de Bien puede actuar correctamente, tanto en lo


público como en lo privado, nos dice Platón en la República, al terminar la
exposición y análisis del mito de la caverna. Cuando alguien elige una actuación que
es manifiestamente mala lo hace, según Platón, creyendo que el tipo de conducta
elegida es buena, ya que nadie opta por el mal a sabiendas y adrede. En este sentido
la virtud cardinal sería la prudencia, la capacidad de reconocer lo que es
verdaderamente bueno para el hombre y los medios de que dispone para alcanzarlo.
31
La dependencia con respecto al intelectualismo socrático es clara en la reflexión ética
de Platón.

En la República nos habla Platón de cuatro virtudes principales: la sabiduría, el


coraje o fortaleza de ánimo, la templanza y la justicia. Como hemos visto, establece
una correspondencia entre cada una de las virtudes y las distintas partes del alma y las
clases sociales de la ciudad ideal. La parte más elevada del alma, la parte racional,
posee como virtud propia la sabiduría; pero la justicia, la virtud general que consiste
en que cada parte del alma cumpla su propia la función, estableciendo la
correspondiente armonía en el hombre, impone los límites o la proporción en que
cada una de las virtudes ha de desarrollarse en el hombre. El hecho de que Platón
tenga una concepción absoluta del Bien hace que la función de la parte racional
del alma siga siendo fundamental en la organización de la vida práctica del
hombre, de su vida moral.

EL ESTADO SEGÚN PLATON

El Estado ideal, según Platón, se compone de tres clases. La estructura


económica del Estado reposa en la clase de los comerciantes. La seguridad, en los
militares, y el liderazgo político son asumidos por los reyes - filósofos. La clase de
una persona viene determinada por un proceso educativo que empieza en el
nacimiento y continúa hasta que esa persona ha alcanzado el máximo grado de
educación compatible con sus intereses y habilidades.

Los que completan todo el proceso educacional se convierten en reyes-


filósofos. Son aquellos cuyas mentes se han desarrollado tanto que son capaces de
entender las ideas y, por lo tanto, toman las decisiones más sabias. En realidad, el
sistema educacional ideal de Platón está, ante todo, estructurado para producir reyes-
filósofos.
32
Asoció las virtudes tradicionales griegas con la estructura de clase del Estado
ideal. La templanza es la única virtud de la clase artesana, el valor es la virtud de la
clase militar y la sabiduría caracteriza a los gobernantes. La justicia, la cuarta virtud,
caracteriza a la sociedad en su conjunto. El Estado justo es aquel en el que cada clase
debe llevar a cabo su propia función sin entrar en las actividades de las demás clases
Las clases sociales que existen en el Estado Ideal de Platón y su correspondencia con
la estructura de persona. En el cuadro se ve la relación entre las partes del alma, las
clases sociales y las virtudes.

Platón decía que las sociedades debieran tener una estructura tripartita de clases
la cual respondía a una estructura según el apetito, espíritu y razón del alma de cada
individuo:

 Productores: Los trabajadores correspondían a la parte de ―apetito‖ del alma.


Se corresponde con la parte apetitiva del hombre, posee como virtud principal
la templanza y está encargado de satisfacer las necesidades de los ciudadanos;
en él se integran los labradores, comerciantes y artesanos.
 Guerreros o guardianes: Los guerreros aventureros, fuertes, valientes y que
formaban el ―espíritu‖ del alma. Representan la parte volitiva, ostentan como
la virtud la fortaleza o valor, y tiene la misión de defender el orden interno del
estado mismo contra los enemigos internos y externos respectivamente.
 Gobernantes o Filósofos: Aquellos que eran inteligentes, racionales,
apropiados para tomar decisiones para la comunidad. Estos formaban la
―razón‖ del alma. Representan en el estado la parte racional del hombre y
ostentan como virtud peculiar la prudencia, y es la clase encargada de la
educación de los ciudadanos y de establecer las leyes de lo bello, lo bueno, y
lo justo.

33
Para las dos primeras clases reinan la comunidad de bienes, de mujeres y de
hijos, no sucediendo así con la tercera. Y las tres clases están relacionadas entre sí, en
unidad, mediante la justicia. Y como quiera que al hacer esta distinción de clases
Platón sólo se atuvo a la distinción de funciones de los ciudadanos, de ahí que
conceda a la mujer el privilegio de formar en cualquiera de ellas.

De acuerdo con este modelo, los principios de la democracia ateniense, como


existía en aquella época, eran rechazados en esta idea y muy pocos estaban en
capacidad de gobernar. En lugar de retórica y persuasión, Platón dice que la razón y
la sabiduría son las que deben gobernar. Esto no equivale a tiranía, despotismo u
oligarquía. Como Platón decía:

Hasta que los filósofos gobiernen como reyes o, aquellos que ahora son
llamados reyes y los dirigentes o líderes, puedan filosofar debidamente, es decir,
hasta tanto el poder político y el filosófico concuerden, mientras que las diferentes
naturalezas busquen solo uno solo de estos poderes exclusivamente, las ciudades no
tendrán paz, ni tampoco la raza humana en general.

Platón describe a estos ―reyes filósofos‖ como aquellos que ―aman ver la
verdad esté donde esté con los medios que se disponen‖ y soporta su idea con la
analogía de un capitán y su navío o un médico y su medicina. Navegar y curar no son
prácticas que todo el mundo esté calificado para hacerlas por naturaleza. Gran parte
de La República está dedicada a indicar el proceso educacional necesario para
producir estos ―filósofos reyes‖.

Se debe mencionar, sin embargo, que la idea de la ciudad que se describe en La


República la califica Sócrates como una ciudad ideal, la cual se examina para
determinar la forma como la injusticia y la justicia se desarrollan en una ciudad. De
acuerdo a Sócrates, la ciudad ―verdadera‖ y ―sana‖ es la que se describe en el libro II
34
de La República, que contiene trabajadores, pero no tiene los reyes-filósofos, ni
poetas ni guerreros.

La justicia del individuo y en el Estado está considerada dentro del propio tema
de la República, en donde se trata de una utopía política en la cual el gobierno
―pertenecería‖ a los filósofos, siendo aristocrático o monárquico, pero en el cual,
obviamente, la aristocracia tiene que ser del saber y la virtud. Los gobernantes se
inspirarán en la contemplación propia del orden inmutable de las Ideas, y no por
ambiciones y cuestiones puramente personales, interesadas.

No en vano, el conocido mito de la caverna, del cual nos ocuparemos


detenidamente en un futuro próximo, es un buen ejemplo de ello, llegando a expresar
este concepto de forma muy completa, dado que aquellos que consiguen escapar de
ella, pudiendo contemplar así el sol de la Justicia, del Bien, de la Verdad, deben
volver nuevamente tras sus pasos (esto es, a la caverna), para guiar humildemente a
aquellos que aún continúan en ella.

En este Estado, no todos los hombres están igualmente dotados por la propia
naturaleza, y no deben llevar a cabo las mismas funciones. Se trataría de una
organización política pura y estrictamente jerarquizada. En cada uno de estos
individuos predominaría el alma, debiendo ser educado de acuerdo a aquellas
funciones que, como se ha dicho, tiene que realizar. Es por ello por lo que se
considera que el Estado platónica es, principalmente, una institución educativa, en
donde la existencia de los ciudadanos está en función misma del bien de la propia
colectividad, del pueblo… del vulgo.

Y es que Platón se inscribe en un movimiento más extenso de la crítica a la


democracia, en donde incluso prevé la abolición de la familia, de la propiedad
privada, y la existencia de guerreros y gobernantes a salvo de los peligros de esa
35
ambición personal estará supuestamente justificada. Este proyecto platónico irá
dirigido única y exclusivamente contra la doctrina relativista de los sofistas,
pretendiendo escapar a la temporalidad, y cuyo modelo de Estado encontraríamos
inscrito en el cielo de las Ideas.

El Estado está regido por las leyes, y para Platón la definición se descompone
en dos elementos, que son: la distribución racional y la decisión común del estado. La
variedad de las leyes implica la necesidad de que todas posean un fondo común de
verdad, y que estén dirigidas, como a un fin a la paz y a la benevolencia y al bien de
todos, siendo preferido el bien espiritual al bien material.

EL PROBLEMA DEL SER EN LA METAFISICA DE ARISTOTELES

El llamado problema del Ser constituye una de las principales cuestiones


filosóficas y se suscitó ya en los primeros momentos de la especulación filosófica en
la antigüedad griega. La expresión griega para plantearse la interrogante, presenta
dificultades de traducción; ya que si bien suele expresarse bajo la forma ―¿Qué es el
Ser?‖, en realidad sería más apropiado al sentido conceptual preguntarse ¿Cuál es la
cosa que propiamente Es?

Los primeros filósofos, se preguntaron si el Ser es un atributo propio de todo lo


que es, y que pertenece a todo lo que es, en un mismo sentido. De manera que, al
hablar del Ser, se hablaría de algo más general que una sustancia determinada, de
modo que, como expresaba Parménides ―del Ser no puede predicarse otra condición
que aquella de que Es.‖

1. Explicación de la Metafísica o la Filosofía Primera de Aristóteles:

36
Buena parte de los escritos de la Metafísica trataban un tema central para la
filosofía: el ser. La tradición griega ya había utilizado este concepto, que aparece en
el horizonte filosófico con Parménides, pero Aristóteles sería su gran teórico llamó la
Filosofía primera que es el saber primario, a la ciencia que estudia el Ser en cuanto
Ser, conocimiento de los primeros principios y causas del Ser, que se remonta a la
primera causa del Ser. Sostuvo que el Ser puede ser interpretado de dos maneras:
a) como el ser común a todo, que se aplica a todos los entes y por lo tanto posee
una extensión máxima,
b) como que es un Ser superior a todos y principio de todos.

La metafísica aborda problemas centrales de la filosofía, como lo son los


fundamentos de la estructura de la realidad y el sentido y finalidad última de todo ser,
todo lo cual se sustenta en el llamado principio de no contradicción. La metafísica
tiene como tema de estudio dos tópicos: el primero es la ontología, que en palabras de
Aristóteles viene a ser la ciencia que estudia el ser en tanto que ser. El segundo
estudio es el de la teología, o también llamada «filosofía teológica», que es el estudio
de Dios como causa última de la realidad.

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES

La ciencia del Ser, dentro de la Primera Filosofía, consta de cuatro principios


fundamentales:

a) Sustancia y Accidente: el ser está allí donde se da una realidad determinada


con la que los sentidos se encuentran. La sustancia es algo que existe en sí
mismo, individualmente. Las cualidades como frío o pesado no son sustancia
aunque la determinan, son estos accidentes que pueden variar, ser distintos en
cada sustancia sin que ésta deje de serlo y que solo se da en algo que ya es
sustancia.
37
b) Materia y Forma: en su análisis de la realidad, Aristóteles descubre otra
distinción. Hay algo que parece que están hechas las cosas y una hechura o
forma que, sin embargo, las distingue. No existe nunca una materia sin forma,
aunque puede haber superposición de formas en una materia: por ejemplo el
mármol, su forma de mármol antes de ser estatua. La materia no existe como
pura materia prima en el mundo real, aunque tal vez haya que intuir una
primera materia determinada como fundamento último de todo ser y todo
cambio. Se plantea entonces el deseo de la materia a ser informada, como si la
materia saliese en busca de su forma.

c) Potencia y Acto: esta pareja de concepto presenta una semejanza con la


anterior, porque la forma es algo como el acto, la energía que pone en obra la
posibilidad de la materia. Pero la potencialidad o posibilidad de las cosas
supone que, en ellas, caben y esperan los actos y energías que se realizan.

d) Esencia y Existencia: desde el punto de vista de lo existencial, ser es la


estructura fundamental de las cosas, su presencia real, incluso el aparecer, su
manifestación (esos árboles, ese hombre, esas casas). Pero hay también una
consideración esencial y es la que va a desarrollar, de una manera original,
Aristóteles. Ese otro carácter del ser aparece sobre todo al predicar alguna
cualidad de un sujeto: el hombre es joven, el cielo es azul. Esta presencia del
ser estaba en la estructura de la lengua griega e implicaba una especie de
identificación entre dos partes aparentemente separadas por el lenguaje. Los
sentidos dan una única realidad.

EL PROBLEMA DEL SER EN LA LOGICA DE ARISTOTELES

La Lógica puede definirse como la ciencia que trata de los principios válidos
del razonamiento y la argumentación. Su estudio es el esfuerzo por determinar las
38
condiciones que justifican a una persona para pasar de unas proposiciones dadas,
llamadas premisas, a una conclusión que se deriva de aquellas. La validez lógica es la
relación entre las premisas y la conclusión, de manera que si las premisas son
verdaderas la conclusión también lo es. La validez de una proposición se tomará de la
veracidad de la conclusión. Si una de las premisas, o más, es falsa, la conclusión de
una proposición válida será falsa.

El mayor sistematizado de lo que se conoce por Lógica Clásica fue Aristóteles


cuya influencia perduró hasta la época contemporánea. Según las pautas aristotélicas,
el estudio clásico de la filosofía se iniciaba distinguiendo tres formas lógicas
elementales:

a) El Concepto: Idea obtenida de ciertos caracteres de un objeto y generalizada


a todos los que la poseen.

b) El Juicio o Proposición: Operación mediante la cual se establecen relaciones


de afirmación o de negación entre los conceptos y consta de tres elementos:
sujeto, predicado y proposición o cópula.

c) El Razonamiento: Operación por la que se llega a la verdad o falsedad de una


proposición y puede ser deductivo e inductivo. Es deductivo si a partir de una
proposición general, se prueba la verdad o falsedad de una proposición
particular. Es inductivo si se procede al contrario.

Una de las formas tradicionales de razonamiento deductivo es el silogismo.


Aristóteles distinguió tres principios fundamentales de la lógica:

a) Principio de Identidad: que afirma que toda cosa es igual a sí misma.

39
b) Principio de No Contradicción: es imposible que una cosa sea y no sea al
mismo tiempo y bajo el mismo respecto.

c) Principio del Tercero Excluido: señala que una cosa podrá ser otra o distinta
de esa otra sin que exista ninguna otra posibilidad.

ETICA, POLITICA Y EDUCACION SEGÚN ARISTOTELES

El tema principal de la ética de Aristóteles consiste en delimitar qué es el


―bien‖ y qué significado tiene para el hombre. Aristóteles es considerado el fundador
de la ética como disciplina filosófica que busca alcanzar, definir y distinguir los
conceptos del bien y del mal, de la virtud y del vicio; y que se ocupa del estudio del
accionar humano, frente a sí mismo y a sus semejantes; examina las cuestiones
relativas a su libertad, su albedrío, de su valoración moral y de las responsabilidades
frente a las consecuencias de la propia conducta, ya sea para sí mismo como para los
otros hombres.

En su libro ética a Nicómaco, Aristóteles trata de determinar cómo debe


comportarse el ser humano, partiendo de que el ser humano tiende por naturaleza a la
felicidad. Sin embargo la felicidad puede ser entendida de muchos modos. Así, para
unos consiste en esculpir, para otros en amasar riquezas. Para Aristóteles, la autentica
felicidad del ser humano dependerá del ejercicio correcto de la actividad propiamente
humana.

Ahora bien, las actividades humanas son muchas, pero mientras algunas son
comunes al ser humano y los animales, como comer o andar, otras son propias y
exclusivas de los humanos, como estudiar. Pero, entre las actividades propiamente
humanas destacan las racionales. Luego la felicidad consistirá en el ejercicio correcto
de las actividades racionales.
40
Según Aristóteles, la virtud respecto de una cosa es aquello que es su bien; pero
no entendido como un bien general o supremo, sino su bien propio y específico. La
virtud es lo que completa y perfecciona esa cosa, que hace que la cosa sea más
propiamente lo que ella es. Cuando ese concepto de virtud se traslada al hombre, es el
poder más propiamente humano, lo que caracteriza al hombre; y por lo tanto es
extensiva a todas las actividades humanas y no solamente a las morales. A este
propósito se distinguen dos clases de virtudes: las éticas o morales y las dianoéticas o
intelectuales.

A las virtudes dianoéticas pertenecen las virtudes fundamentales, que son el


fundamento y el principio de las virtudes éticas, que se refieren al ejercicio de la
inteligencia. Son la Ciencia de conocer las cosas mediante la verdad; la Inteligencia;
el Arte; la Sabiduría de conocer los conceptos generales; la Razón; y la Prudencia que
conjunta la teoría y la práctica, y es la aplicación de la sabiduría en la vida diaria.

Estas virtudes perfeccionan la parte racional del alma. ―La virtud dianoética
debe su origen y desarrollo a la instrucción, por lo cual requiere experiencia y
tiempo‖, escribió Aristóteles.

La ética de Aristóteles es eudemonista, porque toma en consideración los fines


que el hombre tiene como motivantes de sus conductas. Para él, el fin último del
hombre es obtener la felicidad, la cual no consiste en un estado afectivo, ni radica en
los placeres; porque esas cosas son extrínsecas al hombre. Los honores (fama, status,
prestigio, éxito), no son fines sino medios; que pueden conducir a la felicidad o no,
dependiendo del modo en que sean usados.

El hombre debe buscar la felicidad en la vida intelectual. La felicidad consiste


en el ejercicio de la libertad suprema del hombre, que resulta de vivir conforme a su
naturaleza. Debe tener una vida intelectual, consistente en el desarrollo y
41
perfeccionamiento de la capacidad racional; y una vida virtuosa, consistente en el
desarrollo y perfeccionamiento de la voluntad. Aristóteles percibió que no todos los
seres humanos son iguales en su capacidad de desarrollar su capacidad intelectual; y
que, por lo tanto, no todos pueden alcanzar la felicidad en el mismo grado. Ello no
excluye el goce moderado de los placeres sensibles y de los demás bienes, con tal de
que no impida la contemplación de la verdad.

Para Aristóteles, el mundo de la historia y de la cultura, y por lo tanto también


lo que se refiere a la ética y a la política, no se rige por leyes inalterables como las
demás ciencias; sino que sus principios generales se extraen de los actos de conducta
observados en los ciudadanos de una comunidad, y a lo largo de su historia. Por lo
tanto, como hay que atenerse a esa realidad humana, el grado de certeza que se puede
obtener depende de la variabilidad de las actitudes humanas.

Aristóteles consideraba que las que denominaba las ―ciencias prácticas‖ como
la política o la ética, sólo pueden llamarse ciencias por cortesía o por analogía;
porque la libertad de elección del individuo hace imposible realizar un análisis
preciso y completo de las cuestiones a que se refieren.

a) Política: Para Aristóteles, la política es un examen del modo en que los


ideales, las leyes y las costumbres y las propiedades, se interrelacionan en los
casos reales. La conducta individual debe ajustarse a los requisitos de la vida
de la sociedad política, pero también la política debe ajustarse a los criterios
que resultan de la tradición, la cultura y el sentido común.

La ética de Aristóteles se complementa con su política. Según él, el ser


humano únicamente puede alcanzar su perfección, es decir, su felicidad, en la
sociedad. En este sentido, Aristóteles indica que el ser humano es un animal político
por naturaleza, o sea, que por naturaleza tiene que vivir en la polis o ciudad. Además,
42
Aristóteles también manifiesta la superioridad y la anterioridad de la polis sobre la
aldea, la familia y el individuo, como el todo lo es a la parte.

Aristóteles distingue que existen tres formas de gobierno legítimas, y tres


ilegítimas:

Las formas legítimas son:


 La monarquía, que es gobierno de uno ejercido en el interés de la
comunidad, o de la ciudad.
 La aristocracia, que es el gobierno de unos pocos, que son los
mejores, también ejercido en el interés de todos los integrantes de la
comunidad.
 La democracia - en la versión latina designada como la república -
que es el gobierno de la mayoría, siempre ejercido en el interés general
de la comunidad, o de la ciudad.

Las formas ilegítimas son:


 La tiranía, que es gobierno de uno, pero ejercido en el interés de sí
mismo.
 La oligarquía, que es el gobierno de unos pocos, ejercido
exclusivamente atendiendo al interés de los integrantes del grupo
gobernante.
 La demagogia, que es el gobierno de la masa popular ejercido
exclusivamente atendiendo a sus apetitos, pero prescindiendo del
interés de la comunidad como una entidad total.

Aristóteles no compartió el concepto de Sócrates y de Platón acerca de la


retórica como una habilidad para disfrazar lo falso, y para convencer de ello mediante

43
los artificios de la expresión. Por lo contrario, consideró que era una habilidad
necesaria al hombre político, porque de su capacidad para exponer en forma
convincente sus argumentos, dependía que la Asamblea resolviera de manera
adecuada los asuntos importantes para la vida de la ciudad.

b) Educación: El pensamiento educativo de Aristóteles se basa principalmente


en sus estudios: éticos, políticos y lógicos.

Aristóteles menciona que los ciudadanos pertenecen al estado, pero considera


que uno de los deberes indiscutibles del legislador es cuidar y vigilar la educación. Lo
cual demuestra que la pedagogía de Aristóteles forma parte de su política. Considera
también que el desarrollo del cuerpo precede al del alma, así que determina que se
ocupe a los niños en ejercicios gimnásticos de acuerdo al desarrollo de sus fuerzas
físicas y que no se le imponga durante los primeros cinco años ningún trabajo
intelectual que exija grandes demostraciones de conocimiento

Aristóteles supone que la inteligencia y la razón se desarrollan más tarde que


las demás facultades del alma, fundándose en la pronta manifestación de los
sentimientos y las pasiones en la infancia. Por esta razón divide en dos partes a la
educación: educación moral, la cual tiende a formar hábitos en el discípulo, y la
educación intelectual, que se forma por la instrucción, por lo cual debe habituarse a
los niños desde pequeños realizar continuamente acciones en beneficio de la
educación.

Para desarrollar la las facultades intelectuales propone el estudio de la


gramática, el de las matemáticas, que habitúa a operaciones abstractas, el de la
retórica que hace referencia al arte de persuadir o conmover mediante el lenguaje
verbal o escrito y el de la dialéctica la cual Aristóteles nombro como la búsqueda de

44
la base filosófica de la ciencia, aunque también utiliza este término como sinónimo de
ciencia de la lógica. El estudio de la política lo reserva para la edad adulta.

La política desempeña un papel muy importante en el pensamiento educativo de


Aristóteles, pues es en su obra política ofrece una descripción de los diversos
modelos de gobierno que existieron en el siglo de oro de la Grecia antigua. Se
preocupó de las relaciones entre educación y sistema de gobierno en una sociedad
integrada por hombres libres. El principal objetivo de la educación, para Aristóteles,
era formar buenos ciudadanos y propiciar la adaptación de la educación a cada
régimen.

La educación de los jóvenes debe ser pública y común para todos, en beneficio
del estado ya que no es el azar el que asegura el progreso, sino la voluntad inteligente
del hombre. Es verdad que hay diferencia entre la virtud privada y la virtud
ciudadana, y que no puede haber identidad entre ellas. Sin embargo, en la república
perfecta todos deben participar en la virtud cívica.

En la actualidad es de llamar la atención la preocupación social y política de los


individuos en sus relaciones sociales, por lo que se han desarrollado programas de
formación que reciben varios nombres: educación de carácter, educación moral,
educación cívica, educación en valores, educación social, entre otros, pero también es
hay que destacar la influencia que han tenido los antiguos pensadores en este ámbito,
tal es el caso de Aristóteles que en su obra hace referencia de la moral de la
educación, a la cual llama educación del carácter. Desde el punto de vista aristotélico,
la educación del carácter es siempre moral porque hacer del individuo un ser humano
pleno es hacerle bueno.

Para Aristóteles la educación del carácter es algo natural del ser humano porque
es natural su sociabilidad, por lo cual da a entender que solo mediante la relación del
45
individuo con otras personas se puede hacer hombre: si esa relación es cualificada
puede llegar a ser un buen hombre.

EL IDEAL DEL SABIO EN LAS ESCUELAS: ESTOICISMO,


EPICUREISMO, ESCEPTICISMO Y ECLECTICISMO DURANTE EL
PERÍODO DE HELENISMO

El período helenístico abarca desde la muerte de Alejandro Magno (323 a.C.)


hasta la invasión de Macedonia por los romanos (148 a.C.). Las ciudades griegas
pierden su independencia y Atenas su hegemonía comercial, política y en menor
medida la cultural. A las ciudades-Estado suceden las monarquías helenísticas. Hay
una situación continua de inestabilidad política. Se acentúan las diferencias entre
clases sociales.

Suele ser considerado como un período de transición entre el declive de la


época clásica griega y el ascenso del poder romano. Sin embargo, el esplendor de
ciudades como Alejandría, Antioquía o Pérgamo, la importancia de los cambios
económicos, el mestizaje cultural y el papel dominante del idioma griego y su
difusión, son factores que modificaron profundamente el Oriente Medio antiguo en
esta etapa. Esta herencia cultural será asimilada por el mundo romano, surgiendo así
con la fusión de estas dos culturas lo que se conoce como cultura clásica, fundamento
de la civilización occidental.

En filosofía, el Helenismo se refiere a los filósofos que vinieron tras


Aristóteles, quien fue maestro de Alejandro Magno. Tras Aristóteles, la filosofía se
ocupa más sobre cuestiones éticas y la búsqueda de la felicidad (ideal del sabio)
surgen múltiples escuelas, como las socráticas menores (cínicos, cirenáicos,
megáricos) el escepticismo, el epicureísmo, el estoicismo y el eclecticismo. Abarca el

46
final de la antigüedad y se entrelaza con las primeras manifestaciones de filosofía
cristiana.

Rasgos de la filosofía en este período:

 Cambia el concepto de «hombre»: Aristóteles hablaba de un «animal cívico»,


porque sólo la pólis era autosuficiente y sólo en ella podía realizarse
plenamente. Hundida la pólis, el ser humano es entendido más bien como
«animal social», cuyo marco de referencia es la naturaleza y la humanidad,
reclamando para sí la autosuficiencia y autonomía que antes se reconocía a la
ciudad.

 Por la inestabilidad de la época, la seguridad personal y la felicidad individual


se convierten en las grandes aspiraciones del momento.

 Se busca la seguridad tomando como referencia las leyes inalterables de la


Naturaleza, del Cosmos. Se elabora una nueva Física y una nueva Ética de
carácter naturalista y cosmopolita.

 La filosofía estoica y epicúrea de la época sistematiza buena parte de su


doctrina, pero queda subordinada a los fines prácticos de la existencia:
«sabio» no es sólo el que sabe sino «el que sabe vivir».

 La filosofía ahora se concibe como un saber unitario, dividido en lógica, física


y ética, pero con una finalidad fundamentalmente moral. La especulación
abstracta carece de valor.

47
 En esta época florecen numerosas escuelas. Hay muchas influencias mutuas
pero también muchas polémicas. Eso explica el eclecticismo que vendrá a
continuación.

RECONOCIMIENTO DEL PRINCIPIO PLANTEADO POR CADA


ESCUELA

Epicureísmo: Para Epicuro de Samos (341 a 271 a. C.) como para Lucrecio
(Roma, 98 – 55 a. C.), la finalidad de la Filosofía está en liberar a los hombres del
temor a los dioses y a la muerte, conduciéndoles a la paz del alma: ―Los dioses viven
por su cuenta y no se preocupan de nosotros‖. La moral de Epicuro se califica de
―hedonista‖: la finalidad del hombre es el placer, pero entendido éste como ausencia
de dolor.

Epicuro propone a sus discípulos la búsqueda de la felicidad en el placer; pero


se trata de un placer moderado y espiritual («alegría»), que huye del desorden y la
ambición. La alegría es posible porque Epicuro afirma que el hombre puede
considerarse libre de todo temor y de toda angustia: no hay que temer al destino (todo
sucede al azar), ni a la muerte (el alma es material y no hay otra vida), ni a los dioses
(que no se ocupan de los hombres). Consideran la amistad como un gran valor para
alcanzar la felicidad.

Sabio es aquel que procura no multiplicar sus necesidades, ya que la necesidad


es fuente de dolor. En su escuela cabían hombres y mujeres, esclavos y libres. No
podían ser ni políticos ni comerciantes. Prescinden de Dios en su concepción
filosófica (son atomistas influidos por Demócrito), pero admiten a los dioses para
evitar conflictos. Fueron perseguidos y mal interpretados por los estoicos. Estos les
identificaban con las corrientes hedonistas de Arístipo de Cirene (435 a. C.) que

48
resumía su filosofía en la frase siguiente: ―Puesto que el pasado ya no existe y el
futuro es más que incierto, goza del día de hoy‖.

Los Estoicos (IV a. C. hasta II d. C.): ZENON de Citio (336-263) fundó la


escuela llamada «Stoa» (pórtico). Para los estoicos lo fundamental es vivir de acuerdo
con nuestra razón (Vive razonablemente). La filosofía de Zenón recoge elementos de
la filosofía griega anterior (Heráclito, Aristóteles, etc.), y, en principio, es también
materialista. Pero el mundo está penetrado por una fuerza viva, se destruye en
el fuego y vuelve a reconstruirse de nuevo en un nuevo ciclo idéntico (eterno
retorno). Hay una razón eterna que rige el universo (la Providencia; posteriormente se
le llamará «Dios»).

El «sabio» es aquel que vive de acuerdo con la naturaleza o con la razón y sabe
dominar y aún destruir sus pasiones (que son perturbaciones de la razón). El sabio
acepta su destino serenamente ya que el universo está regido por Dios (Providencia).

Se identifican con el deber y la providencia frente a los epicúreos que se


centran en el placer y el azar. Defienden la ―apatía‖, la indiferencia: no dejarse llevar
por las pasiones (placer, dolor, deseo, temor,...) Predican el determinismo más
riguroso. ―Todo está determinado‖. ‖Debemos cumplir con nuestra misión‖. Son
panteístas al admitir que todo es materia, incluso Dios y el alma. ―Si todo proviene de
Dios, todo es Dios‖.

El estoicismo se prolongó mucho más que el epicureísmo y arraigó en Roma:


Séneca (┼ 65) y el emperador Marco Aurelio (┼ 180).

Los Escépticos (S. IV a.C. hasta S. II d. C.): Esta corriente filosófica tiene
influencias orientales debido a la expedición de Alejandro Magno. Su punto de
partida es la duda y la relatividad del conocimiento: para poder alcanzar la serenidad
49
del alma se debe estar absolutamente seguro de lo que es verdad y bueno. De aquí la
imposibilidad de alcanzar la verdad y la necesidad del hombre de buscar la verdad a
través de la filosofía.

Los pilares de su pensamiento son: No escuchar: Así no se acepta ni se rechaza


las ideas de los demás. Suspensión del juicio. No definirse por la verdad: nada por
naturaleza puede ser considerado bueno o malo, bonito o feo, verdad o falsedad,...
¿Por qué? Porque no es fácil determinar los extremos. Mostrar imperturbabilidad,
incluso ante los tormentos: que nada turbe tu paz. Destacan: Pirrón, Timón, Sexto
Empírico...

‖La suspensión del juicio es ese equilibrio de la mente por el que ni rechazamos
ni ponemos nada. Y la ataraxia (tranquilidad del alma) es bienestar y serenidad de
espíritu‖. Sexto Empírico (S. III d.C.)

Los Eclécticos (S. IV a.C. hasta S. I d. C.): Es una corriente filosófica que
consiste en ―escoger‖ lo mejor de las diversas doctrinas y hacer un resumen. Surge
del espíritu de compromiso y conciliación y toma de una doctrina y de otra para
componer sistemas que superen las divergencias existentes entre las distintas posturas
filosóficas.

Los filósofos más destacados son Cicerón (106- 43 a. C.), filósofo romano
que incorporó a su pensamiento teorías del estoicismo, del escepticismo y de los
peripatéticos (aristotelismo). Filón de Alejandría (20 a. C. – 50 d. C.), filósofo judío
heleno que pretende conciliar la filosofía griega (sobre todo la de Platón) con los
preceptos del Antiguo Testamento.

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DIFERENCIAS Y SEMEJANZAS ENTRE ESTOICOS, EPICÚREOS Y
ESCÉPTICOS

Estoicos (Estoicismo): Para los estoicos, todo es corporal en la naturaleza, cuya


fuerza es siempre material (lo es incluso el espíritu, por sutil que sea su corporalidad):
una fuerza que origina el movimiento y la armonía y que es el alma del mundo,
vivificadora de todas las cosas, sometidas siempre a la fatalidad.

Los estoicos fundaron una lógica proposicional, caracterizada por la búsqueda


de antinomias, una semántica que analizaba las relaciones significante/significado, y
sobre todo una moral, basada en cierta concepción sicofisiológica del hombre y de la
naturaleza. Para ellos la noción de cuerpo era indisociable de la noción de esfuerzo y
recíprocamente. No hay percepción desde que existe esfuerzo; si no, hay pasividad.
La experiencia es el origen del saber, pero el bien supremo reside en el esfuerzo
realizado para alcanzar la virtud.

Así pues, la virtud consiste en vivir según la naturaleza, es decir, en aprovechar


la vida tal como es, ni poco ni demasiado. Una máxima de esta moral es: ―soporta y
abstente".

Escépticos (Escepticismo) Doctrina epistemológica que pone en duda la posibilidad


del conocimiento de la realidad objetiva. Según Hegel, el escepticismo es el momento
interior de la verdad, en virtud del cual la conciencia se ve obligada a renunciar a toda
verdad finita y parcial para así progresar de forma dialéctica en el camino de lo
absoluto, de la totalidad. Precedido por la sofística, que cuestionó la posibilidad de
alcanzar una verdad absoluta, el escepticismo defendía el hábito de la duda y la
necesidad de suspender todo juicio absoluto, como condición para practicar la
indagación continua.

51
A medio camino entre las ideas de Descartes y Hegel se suele situar el llamado
escepticismo metódico, propio de la ciencia, que consiste en la actitud de poner en
duda todo lo que se presenta a la conciencia natural como verdadero y cierto, para
eliminar de este modo todo lo falso y llegar a un saber absolutamente seguro.

Epicúreos (Epicureísmo) Los epicureístas se proponen la búsqueda exclusiva del


placer. El objetivo de esta filosofía es (como el del resto de escuelas morales
helenísticas) el arte de la vida, la realización de una vida buena y feliz. Para el
cumplimiento de este objetivo Epicuro consideró que la filosofía tiene una doble
tarea: combatir las ideas falsas que fomentan el medio y el sufrimiento y crear en el
sabio un estado de ánimo o talante favorable en toda circunstancia y lugar. Entre
aquellas ideas hay que incluir el miedo al dolor, el temor a la muerte, a los dioses y al
destino; la parte de la filosofía que permite resolver estas cuestiones será la física. La
segunda tarea está en manos de la ética. La física y la lógica son solo medios para
conseguir la felicidad. Esta filosofía se divide en ética, física y canónica.

52
CONCLUSION

Después del recorrido que hemos transitado en el presente trabajo podemos


afirmar que los conceptos de ser humano, ciudadano y conocimiento político se
encuentran estrechamente relacionados con una serie de preferencias políticas
específicas en el mundo clásico. Tales preferencias están sostenidas y justificadas por
una serie de posiciones metafísicas respecto a la composición existente de la entidad
humana en específico y de la realidad en general. Las nociones de conocimiento
político que aparecen expresadas en Grecia Clásica nos dan muestra de la influencia
de las concepciones metafísicas en la construcción de las ciencias positivas, pues
dichas concepciones vienen expresadas en los paradigmas y principios por mor de los
cuales se erigen. El objeto de estudio de la ciencia política en el mundo clásico, que
es el ser humano en tanto que animal político y social, contiene en su definición
elementos que son de suma importancia para entender conceptos tales como ser
humano, ciudadano y conocimiento político.
Detrás de los principios y de los conceptos que se forjan en derredor de una
ciencia positiva como la política, según lo que hemos visto, aparecen expresadas
nociones muy precisas de la naturaleza y la condición humana, pues su objeto de
estudio es fundamentalmente tal entidad en su dimensión social y civil. Por un lado,
los filósofos que piensan que dicha naturaleza es objetiva y que depende
fundamentalmente de la dimensión moral e intelectual apelan a la erección de un
saber político epistémico para consolidar y realizar las facultades subsistentes a la
especie. Mientras tanto, los pensadores que consideran que las convenciones sociales
son las determinantes apelan a la erección de un saber político doxástico. Para los
primeros, el conocimiento político no puede separarse jamás de la disciplina ética o
moral son riesgos de perder su orientación original. Para los segundos, dicho
conocimiento debe distanciarse enteramente de tales disciplinas, pues las
considerarán como relativas a lo que cada espacio y época pueden considerar como
justo o injusto, como nocivo o provechoso, como bueno o malo. Para los pensadores
53
que consideran al conocimiento político como un saber doxástico, la realidad social e
individual que es el ser humano se encuentra más afectada por nociones artificiales
provenientes de los contextos socio-culturales que por su propia naturaleza.
Como es natural pensarlo, la concepción metafísica de Platón respecto a la
composición dual de la realidad y de la entidad humana afecta la forma en la que
concibió el conocimiento político. El pensó que existía una gran posibilidad de que el
saber epistémico se pudiera realizar en distintas dimensiones, entre las cuales se
encuentra el conocimiento político. Creyó firmemente que dado que el conocimiento
político tenía que ser un saber cierto que contemplará la visión de la justicia y el bien
en sí, entonces los mejor preparados deberían asumir el papel de gobernar a las
sociedades humanas para conducirlas al mayor grado de virtud posible. La
justificación de su ciudad ideal, gobernada por un rey filósofo o por un marco jurídico
que mirará a la procuración de la virtud, se encuentra enraizada en ciertas posiciones
metafísicas de vital importancia entre las cuales se encuentra el concepto de ser
humano y ciudadano. Platón consideró en todo momento que el ser humano era una
entidad compuesta de cuerpo y de alma, y creyó que los apetitos del alma se
relacionaban de forma directa con las formas de gobierno implantadas en la ciudad.
Sostenía firmemente que lo más importante en la vida moral y social era el gobierno
de la individualidad y de la comunidad, pues dichos regímenes tendrían que estar
orientados a la consolidación de las partes mejores sobre las partes menos
determinantes. Su nivel de racionalización lo llevó a sostener que el gobierno más
divino tendría que ser por necesidad una monarquía con tintes absolutistas en la que
la mayoría de los seres humanos no tendrían participación directa del poder.
Aristóteles, siguiendo en cierto sentido el camino construido por Platón, pensó
que el conocimiento político tenía una parte consistente que pertenecía a lo
epistémico. Creyó igualmente en la analogía entre formas de gobierno y los apetitos
del ser humano, matizando tal analogía con su propia visión metafísica respecto a la
composición de la realidad y la entidad humana. Sin embargo, debido a la naturaleza
de las realidades políticas que son el ser humano y la ciudad, explica que los aspectos
54
técnico y prudencial son también importantes para la realización de dicho
conocimiento. En Aristóteles existe un concepto natural y un concepto social del ser
humano, que si bien es cierto que no se contradicen pero tampoco son iguales, se
complementan. Contrariamente a Platón, Aristóteles sostuvo la necesidad de crear un
régimen en el que el aspecto de la opinión recta jugaba un papel preponderante. Por el
mismo motivo, Aristóteles mantuvo una posición moderada en lo que compete al
conocimiento político, pues consideró que los gobernantes debían poseer el aspecto
epistémico, técnico y prudencial, mientras que a los gobernados les bastaba con tener
una opinión correcta de los asuntos públicos orientada por la educación pública. El de
Estagira se decantó por el gobierno republicano de las clases medias por el mismo
motivo, ya que consideró a tal régimen como el mejor protegido contra las sediciones
y las pugnas internas. Si Platón pensó que la ciencia política tenía que ser algo
epistémico que debía contemplar el mayor grado de racionalización, Aristóteles dotó
a su teoría de elementos realistas para afirmar que el saber político no debía
orientarse apodícticamente a conceptos trascendentales como el bien y la justicia en
sí. Contrariamente, sostuvo que los principios del conocimiento político tenían que
ser buscados en la naturaleza misma del ser humano. Para Aristóteles era fundamental
que la ciudadanía tuviera participación en el poder, pues en dicha participación
observó el mejor garante para proteger a los gobiernos rectos de los desviados. Creía
en la naturaleza humana, pero también pensó que dicha naturaleza tenía que ser
orientada para realizar el bien de la ciudad entidad que superaba al propio individuo
concreto.
El pensamiento sofista en general se caracteriza por su oposición para admitir
que en la naturaleza del ser humano y del ciudadano existe un aspecto moral
relevante. Contrariamente, pensaban que eso que se llama conocimiento político no
forma parte ni puede ser deducido del equipamiento natural de la entidad humana.
Por lo mismo, pensaban fehacientemente que el conocimiento político pertenecía
fundamentalmente a lo doxástico. De tal manera, especulaban que conceptos tales
como lo justo, lo provechoso y lo bondadoso eran el producto de convenciones
55
sociales y no de esencias o ideas trascendentes. Los sofistas mantuvieron como cierta
la tesis de Protágoras respecto a la naturaleza y a la condición humana expresada en
el Mito de Prometeo. Para ellos, el ser humano no podía ser por naturaleza un animal
político o parlante, dotado de razón. La razón siempre les pareció un concepto
dinámico que dependía de cada contexto socio-cultural, de manera tal que los
conceptos trascendentales defendidos por Platón los hacían consistir en
construcciones relativas. Creían que los conceptos trascendentales del de anchas
espaldas podían ser explicados única y exclusivamente como nociones históricas que
son privativas a cada espacio y época. De tal manera, su posición respecto a la mejor
forma de gobierno idónea fue de raigambre democrática al considerar que no existían
elementos importantes para diferenciar a unos seres humanos de otros. Pensaron que
la condición ciudadana era relativa y que tenía más que ver con imposiciones
culturales que con argumentos que apelen a la condición o naturaleza humana.
En suma, consideramos que la hipótesis central del presente trabajo queda
demostrada con los argumentos presentados. Así pues, tanto para los que piensan que
ética y moral deben estar distanciadas o hermanadas con el conocimiento político, en
el pensamiento griego, se aplica la tesis según la cual: la forma de observar el
conocimiento político está estrechamente vinculada con una visión metafísica y
axiológica muy precisa acerca del ser humano y/o ciudadano. Nos parece claro, en tal
sentido, que las posiciones respecto al conocimiento político se encuentran escritas en
lenguaje metafísico. Si se carece de esa visión integral que permite observar en qué
medida los conceptos de ser humano, ciudadano y conocimiento político se
encuentran vinculados se carece a la par de un horizonte de interpretación amplio
para explicar el origen y las cusas de los giros paradigmáticos. De tal manera, las
distintas fundamentaciones filosóficas del conocimiento político en el mundo clásico
necesitaron tener siempre una base teórica sólida acerca de la composición de la
entidad humana y de la realidad en general. Dicha teoría se encuentra escrita en
lenguaje metafísico y no tiene únicamente que ver con ética o con los status
ontológico del ser humano y el ciudadano. Tiene que ver además con teoría del
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conocimiento, pues precisamente lo que intenta desvelar es qué tipo de relación puede
tener el ser humano con la realidad y consigo mismo a través de la cognoscibilidad.
En general, lo que llegamos a conocer con certeza es por amor de cierta unidad e
identidad de carácter universal que hace a los paradigmas conciliarse con sus propios
móviles y principios. En tanto que las distintas posturas del conocimiento político en
el mundo clásico asumen una serie de principios y axiomas como necesarios para su
desenvolvimiento, esa misma ciencia no puede por sí mismas cuestionarse acerca de
la veracidad de sus principios y axiomas. Por el contrario, tendrán que hacer uso en
mayor o menor medida de la metafísica para replantearse la naturaleza de su objeto
de estudio ya que aquel se asume siempre como preestablecido. La filosofía, en ese
sentido, se mantiene siempre en vigencia y actualidad, pues continúa planteándose
preguntas que las ciencias positivas dan siempre por resueltas, en este caso la
naturaleza del ser humano y de la sociedad en la que existe en tanto que ciudadano.

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