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EL MILAGRO DEL MAGNESIO

Las almendras

 ¿Sabías que el magnesio...?


 El magnesio es un tranquilizante natural que mantiene el equilibrio
energético en las neuronas y actúa sobre la transmisión nerviosa,
manteniendo al sistema nervioso en perfecta salud. Ampliamente
recomendado para los tratamientos antiestrés y antidepresión.
 El magnesio (mg.) ayuda a fijar el calcio y el fósforo en los huesos y
dientes.
 Previene los cálculos renales ya que moviliza al calcio.
 El magnesio actúa como un laxante suave y antiácido.
 Es también efectivo en las convulsiones del embarazo: previene los partos
prematuros manteniendo al útero relajado.
 Interviene en el equilibrio hormonal, disminuyendo los dolores
premenstruales.
 El magnesio actúa sobre el sistema neurológico favoreciendo el sueño y la
relajación.
 Autorregula la composición y propiedades internas (homeostasis)
 Actúa controlando la flora intestinal y nos protege de las enfermedades
cardiovasculares. Favorable para quien padezca de hipertensión.
La refinación de alimentos produce una perdida entre el 85 - 99 % de
magnesio y la cocción produce un 50 % de pérdida.
Antes los alimentos eran más ricos en Magnesio ya que los agricultores
utilizaban estiércol animal. Ahora con los abonos químicos los
alimentos lo contienen en menor cantidad.
Los minerales son componentes inorgánicos, es decir, aquellos que se
encuentran en la naturaleza sin formar parte de los seres vivos.

Juegan un papel importante en la formación de tejidos, síntesis de hormonas


y en la mayoría de las reacciones químicas.
El magnesio es esencial para la asimilación del calcio y de la vitamina C. Es
importante para la transmisión de los impulsos nerviosos, equilibra el
sistema nervioso central y aumenta la secreción de bilis.
Aquí le presentamos una tabla con alimentos ricos en Magnesio, el
contenido se expresa en miligramos por cada 100 gr. de porción comestible
del producto

El magnesio es un mineral muy beneficioso para los deportistas, que podemos encontrar en
una gran variedad de alimentos. Lo ubicamos en la clorofila, el pigmento vegetal que
proporciona el color verde a ciertas verduras, como la espinaca, la acelga, la achicoria, la
lechuga, entre otras.
CONTENIDO EN
ALIMENTOS
MAGNESIO

Almendras, cacahuetes... 250


Caracoles 250

Garbanzos, judías blancas, guisantes... 150

Avellanas, pistachos, nueces... 150

Maíz 120
Chocolate 100
Pan integral 91

Lentejas 78
Cigalas, langostinos, gambas... 76

Acelgas 76

Dátiles 59
Pasta 57
Chocolate con leche 50

Espinacas 50

Sardinas en conserva 50
Almejas, berberechos... 50
Gruyere, Emmental 50

Pasas, ciruelas secas... 40

Queso manchego semicurado 39

Castañas 36

Plátano 36
Langosta y bogavante 34
Galletas 32
Queso de bola, manchego fresco... 28

Judías verdes, habas... 28

Sardinas en conserva 26

Patatas 25

Conejo 25
Besugo, dorada, salmonetes, merluza... 23

Denominado por muchos expertos el mineral antiestrés, ya que ha demostrado ser un


tranquilizante natural que relaja los músculos esqueléticos y actúa positivamente sobre la
transmisión nerviosa. Se asegura que previene la ansiedad, las fobias, los tics y el
insomnio por lo que está recomendado en tratamientos contra la depresión y el estrés.
Es tal su importancia que se le considera absolutamente imprescindible para un correcto
funcionamiento del organismo y, de forma muy especial, del corazón, las arterias, el
aparato músculo esquelético y los sistemas nervioso, endocrino y digestivo.Se ha
descubierto que su ingesta previene el ACV.La sangre contiene más calcio que magnesio
pero los músculos tienen más magnesio que calcio.

El magnesio queda absorbido por nuestro organismo y después se libera gracias a la


función renal y a las heces. Un 45% del magnesio ingerido en las comidas es aprovechado
mientras que un 55% se deshecha. El intestino delgado y el estómago, el segundo en menor
medida, son los encargados de la absorción.

Las tareas del magnesio dentro del cuerpo humano aluden al ATP que, al usar la glucosa
por fosforilación anaeróbica o por la decarboxilación oxidativa para la producción de
energía desde las células. También nos servimos de este mineral en la contracción y
relajación muscular.
Otra función del magnesio es la disminución de la excitabilidad del sistema nervioso
central. Específicamente, el magnesio inhibe la liberación de acetilcolina. En cuanto al
medio intracelular, el magnesio equilibra el ácido-base, participa de la actividad
electrolítica celular, la respiración y los intercambios entre las mismas.

El magnesio es el octavo elemento más abundante en la Tierra, el segundo -tras el sodio- en


el mar y el quinto más abundante del organismo humano.
El magnesio capta la energía solar y la potencia, formando compuestos químicos que los
organismos son después capaces de sintetizar. Al mismo tiempo, permite liberar el oxígeno
necesario para las funciones respiratorias.

El 60% de las necesidades diarias se depositan en los huesos, el 28% en los músculos y el
resto en los tejidos blandos -principalmente, corazón, cerebro, hígado y riñones-, y el 2%
restante en los líquidos corporales.

Toma parte en el mantenimiento de la glucosa y otras partículas nutrientes, para que


posteriormente se pueda aprovechar la energía de éstas.

La ingesta diaria de magnesio debe estar entre los 300 y 350 mg./día para los hombres,
280 mg/día para las mujeres y entre 320 a 350 mg/día para las embarazadas.
Las necesidades medias diarias de magnesio son de aproximadamente 0’0067 gramos por
kilogramo de peso corporal. Esta cantidad debe ser el aporte mínimo, y a condición de estar
en consonancia con los otros elementos de la llamada tétrada catiónica (potasio, sodio y
calcio). Además, debe administrarse en la alimentación; de otro modo no surtiría ningún
beneficio ya que no sería absorbido y se arrastraría junto con las heces.

¿Que sucede con su carencia?

Este mineral es esencial para el buen rendimiento de los niños en la escuela, de los
estudiantes en general y de las demás personas en el ámbito laboral y cotidiano.
Al parecer la carencia de magnesio afecta principalmente a las personas que sólo consumen
alimentos procesados, es decir, a quienes no ingieren habitualmente frutas, hortalizas u
otros alimentos crudos o que, en general, mantienen una alimentación pobre. También es
frecuente en alcohólicos y en personas con cirrosis hepática, diarreas prolongadas, mala
absorción intestinal y enfermedades renales o bien están a tratamiento diurético o han
sufrido una intervención quirúrgica.
Asimismo, las embarazadas y las personas que realizan grandes esfuerzos físicos, ya sea
por razones deportivas o laborales, también se encuentran expuestas a sufrir carencias de
este mineral.

El Magnesio en los alimentos


Hay alimentos que, de por sí, son muy ricos en magnesio. Las fuentes más conocidas de
magnesio son el cacao, las semillas y frutas secas, el germen de trigo, la levadura de
cerveza, los cereales integrales, las legumbres , las verduras de hoja y el pescado.
También se encuentra, pero en menor cantidad, en carnes, lácteos y frutas.Así, una lista no
exhaustiva contendría comidas como la remolacha, las espinacas, el trigo, la avena, la
patata, la zanahoria, las almendras, las nueces, las avellanas, las castañas, el arroz, las
cerezas y los plátanos, entre otros.
La sal marina sin refinar también aporta una importante cantidad de este elemento.

La refinación de alimentos produce una perdida entre el 85 - 99 % de magnesio y la


cocción produce un 50 % de pérdida.
La aplicación de calor a las comidas elimina una cantidad considerable de cloruro de
magnesio. Es preferible, por tanto, comer los alimentos crudos (donde abunda es en los
vegetales, frutas y verduras). Todos los procesos tampoco destruyen igualmente las
reservas del mineral; el tostado no es tan perjudicial como la ebullición.

Antes los alimentos eran más ricos en Magnesio ya que los agricultores utilizaban estiércol
animal. Ahora con los abonos químicos los alimentos lo contienen en menor cantidad.

La necesidad diaria de este mineral, se cubre consumiendo alguna de las siguientes


comidas:

*
Una taza de chocolate con leche, y tres rebanadas de pan integral.
*
Una porción de carne acompañada de ensalada verde*
Una taza de legumbres cocidas
*
Una banana de tamaño grande.

El magnesio ejerce una acción antiinflamatoria, protege contra infecciones, mejora la


resistencia ante el estrés, el frío y la fatiga. La ansiedad, el insomnio, el exceso de
emotividad hacen que se descarguen cantidades de magnesio intracelular.

Una dieta pobre en magnesio puede producir, espasmofilia, temblores, depresión, vértigos,
confusión, arritmia, alopecia, artritis… los casos de déficit de este mineral se observan en
pacientes dependientes del alcohol, que han sufrido quemaduras, diarreas, vómitos
excesivos, cirrosis o cáncer. La falta de magnesio está unida a las carencias de potasio y
calcio.

Por ello te recomiendo que controles bien tu dieta, al practicar Yoga, y la complementes
con este mineral imprescindible:EL MAGNESIO.

Adriana Paoletta
Fuente:http://alimentacionadecuada.blogspot.com/

Síntomas déficit de magnesio


El magnesio es un importante mineral que participa en procesos enzimáticos y metabólicos
necesarios para el organismo.

Un déficit o bajo nivel de magnesio en el consumo diario puede generar en enfermedades


crónicas y comprometer seriamente su salud.

Si usted se siente cansado y estresado es posible que usted tenga un déficit de magnesio en
su dieta.

Debido a que el magnesio se degrada fácilmente con la cocción, la mayoria de las personas
presentan deficiencia de este mineral esencial
Cómo Saber si usted Tiene un Déficit de Magnesio
El siguiente test indica si usted tiene déficit o nivel bajo de magnesio. Sume el valor de
cada síntoma que presente.

Un total entre 30-50 puntos, usted probablemente tiene el magnesio bajo.


Por encima de 50 puntos con seguridad usted tiene el magnesio en un nivel bajo.

 Permanece bajo excesiva tensión emocional. 2


 Es irritable, o se encoleriza fácilmente. 3
 Es inquieto, o hiperactivo 2
 Se sobresalta fácilmente por ruidos o luces. 4
 Tiene dificultad para dormir. 2
 Presenta dolores de cabeza crónicos o migrañas. 3
 Presenta convulsiones. 3
 Tiene temblor o inestabilidad en sus manos. 3
 Espasmos musculares alrededor de sus ojos, cara, u otras zonas del cuerpo.3
 Calambres musculares. 3
 Espasmos musculares en manos o pies. 3
 Espasmos del esófago. 4
 Asma o dificultad para respirar. 3
 Enfisema, bronquitis crónica, o respiración difícil. 2
 Osteoporosis. 5
 Ha tenido cálculos renales. 3
 Sufre de una enfermedad renal crónica. 2
 Padece de diabetes. 4
 Tiene aumento de la actividad de la tiroides o de la paratiroides. 3
 Padece de hipertensión.3
 Presenta prolapso de la válvula mitral.4
 Presenta latidos del corazón muy rápidos, irregulares o arritmias.3
 Toma Digital (Lanitop). 3
 Toma algún diurético.5
 Ha tenido terapia con radiación o exposición a ella. 5
 Bebe mas de 7 copas semanalmente.4
 Ha tenido problemas por el alcohol en su vida? 3
 Toma diariamente más de 3 tazas de café.2
 Toma alimentos con azúcar diariamente.2
 Desea comer carbohidratos (harinas) o chocolates.2
 Tiene deseo anormal por la sal.2
 Su comida es altamente procesada / (comidas rápidas).2
 Su dieta es pobre en verduras, semillas y / o frutas. 2
 Su dieta es pobre en proteínas.2
 Presenta comida no digerida o grasa en las deposiciones.2
 Padece colitis ulcerativa o de intestino irritable. 3
 Presenta diarrea frecuente o estreñimiento. 3
 Padece de síndrome premenstrual o de calambres menstruales.3
 Está embarazada o lo ha estado recientemente. 2
 Tuvo hipertensión o pre-eclampsia en un embarazo anterior.4
 Padece de fatiga crónica. 2
 Tiene debilidad muscular.2
 Presenta manos o pies fríos. 2
 Ansiedad.3
 Depresión crónica sin razón clara.2
 Presenta desorientación de tiempo o lugar.2
 Nota que su personalidad es fija o mecánica.2
 Alucinaciones.2
 Tiene ideas persecutorias. 2
 Presenta la cara pálida o abotagada. 2
 Tiene pérdida considerable de su energía sexual. 2
 Su medico le ha dicho que su nivel de calcio en sangre es bajo. 2
 Su medico le ha dicho que su nivel de potasio en sangre es bajo.3
 Toma suplementos regulares de calcio sin magnesio.2
 Toma suplementos regulares de hierro o zinc sin magnesio.2
 Ha tenido exposición crónica a fluoruros.2
 Usa con frecuencia antibióticos, esteroides, anticonceptivos, antiinflamatorios o
estrógenos sintéticos. 3

Si usted toma un suplemento diario de por lo menos 600 magnesio de magnesio reste 15 del
total de su cuenta.

Características importantes sobre el consumo de


magnesio
El magnesio se absorbe en presencia de la piridoxina (Vitamina B6), la que actúa como
enzima. En ausencia de un nivel razonable de ésta, el ion Magnesio no es absorbido. Por
esta razón siempre debe administrarse en forma conjunta, con esta Vitamina del Complejo
B para que sea asimilado por vía hepática.

Una norma práctica para administrar magnesio es administrarlo en conjunto con el ion de
calcio para mantener el equilibrio. Y siempre alejado de las comidas grasas para asegurar
su absorción.

La principal causa de pérdida de magnesio por vía renal es el uso de diuréticos sin control.

El magnesio tampoco se adhiere a las proteínas en medio ácidos o acidosis. Ejemplo:


las hipomagnesemias derivadas de procesos inflamatorios crónicos, como el caso de la
disfunción de la articulación témporomandibular (ATM) o bruxismo que genera acidosis
1200-1500 veces al día.

Cuando existe acidosis en los tejidos, se produce un excesivo consumo del magnesio y por
ello se altera el sistema hormonal femenino.
Esta situación de consumo excesivo de magnesio es válido también para otras formas de
cuadros inflamatorios crónicos, de alta frecuencia de aparición (artritis, reumatismos,
inflamaciones pelvianas, etc.).

Debe señalarse que son las mujeres las que esencialmente experimentan este tipo de
problemas en relación 3-1 con respecto a los varones.

La pérdida del ion magnesio se traduce en una disminución de la función reguladora del eje
hipotálamo-hipófisis y de la glándula tiroides.

La resistencia eléctrica del magnesio es de 4.46 microhms/cm. y sus efectos orgánicos se


pierden a temperaturas sobre los 60 grados Cº. Por eso se pierde el magnesio al cocinar los
alimentos.

Una de las causas de hipomagnesemia o tener niveles bajos de magnesio es por que el
cuerpo tiene mayor requerimiento de magnesio para defender al organismo de los
contaminantes ambientales.

El magnesio reduce el monóxido de carbono, el dióxido de carbono, el dióxido sulfuroso y


el óxido nítrico. Se combina además, directamente con el nitrógeno, arsénico, azufre,
halógenos y el fósforo. De aquí, su importancia, como defensa biológica natural contra la
contaminación ambiental.

En el alcohólico y en el adicto al tabaco presentan serias carencias de magnesio, reducen su


dependencia de estos tóxicos al administrárseles en forma de sales de sulfato de magnesio.

En pocas palabras, el fosfato de calcio que forma parte del sarro o tártaro dentario, es una
manifestación de una pérdida de calcio, en forma anormal y a su vez de bajo niveles de
magnesio.

Se aprecia que en las dietas ricas en fitatos tales como los alimentos de tipo integral o con
germen de trigo, el magnesio es poco absorbido, generando hipomagmesemia.

Alimentos que contienen Magnesio


En orden de prioridad los siguientes alimentos y vegetales contienen magnesio: algas
marinas, salvado del trigo, germen del trigo, almendras, anacardos, melaza, levadura de
cerveza, nueces del Brasil, avellanas, maní, millo, trigo entero, nueces de nogal, centeno,
tofu, coco seco, soya cocida, espinaca, arroz integral, higos secos, albaricoques secos,
dátiles, palta o aguacate, queso Cheddar, perejil, ciruelas, semillas de girasol, frijoles o
porotos, cebada, diente de león, ajo, pasas de uvas, guisantes verdes frescos, papa con
cáscara, plátano, coliflor, zanahorias, apio, espárragos.
Es el responsable de la energía del cuerpo, ayuda a prevenir enfermedades serias tales como
la depresión y la enfermedad al corazón…

La primera versión de este libro, en el 2003. en ella atribuyen propiedades casi milagrosas
al mineral magnesio. Se señalan entre otras la relación entre la deficiencia de magnesio con
la diabetes, el síndrome pre menstrual, la osteoporosis y los cálculos renales. En este libro
se descubre las muchas necesidades de este mineral para una dieta saludable. Debemos
cuidar que la cantidad adecuada de magnesio llegue a nosotros diariamente, recordando
siempre que es preferible prevenir, es necesario puntualizar que actualmente nuestra
alimentación adolece de muchos minerales importantísimos debido a que la tierra donde se
siembra los productos que consumimos en nuestra alimentación esta exhausta.

El magnesio alivia los síntomas de las siguientes enfermedades: ansiedad y ataques de


pánico, asma, coágulos sanguíneos, enferma intestinal, cistitis, depresión, desintoxicación,
diabetes, fatiga, enfermedad del corazón, hipertensión, hipoglucemia, insomnio,
enfermedad al riñón, migraña, condiciones músculo -esqueléticas. Problemas nerviosos,
problemas obstétricos, osteoporosis, síndrome de Raynaud y caries dentales.

Quien escribe tenía diarias palpitaciones al corazón, calambres a las pantorrillas, tensión al
cuello y al hombro que desaparecieron al consumir 500 mg. de óxido de magnesio dos
veces al día. .

El magnesio es cofactor en reacciones químicas, produce y transporta energías, sintetiza


proteínas, transmite señales nerviosas y relaje los músculos…el calcio y el magnesio
comparten igual importancia en nuestro cuerpo y deben coexistir en un adecuado equilibrio
para que nuestro cuerpo funcione con corrección…el exceso de calcio sin magnesio puede
ser perjudicial…el calcio sin magnesio se pierde…los alimentos procesados carecen de
magnesio…la acidez estomacal es esencial para la absorción del magnesio…o sea que el
ácido clorhídrico produce un cambio químico en los minerales y los hace
absorbibles…consumir moderadamente los antiácidos de carbonato de calcio porque
originan que mayor cantidad de magnesio sea expulsado…al magnesio lo obstruyen ciertos
alimentos entre los que mencionaremos a la soya y el Tolú…la comida chatarra no es una
dieta con magnesio y abunda en aceites trans, también podemos decir que la tierra pobre y
cansada de producir nos brinda alimentos deficitarios en magnesio…

Algunos fármacos producen deficiencia de magnesio como diuréticos, insulina, otros, por el
contrario, interactúan con él como los relajantes musculares, los barbitúricos, los hipnóticos
y los narcóticos…antes no se hablaba del magnesio porque los laboratorios hacen sus
investigaciones sobre fármacos no sobre minerales.

Cada año muchas personas entran a tratamiento psiquiátrico por causas que pueden deberse
a deficiencia de magnesio…aparte de ansiedad puede causar ataques de PANICO…aparte
puede aliarse con la glucosa y producir hipoglucemia con todos sus molestos síntomas…en
los niños se asocia la deficiencia de magnesio con desórdenes como déficit de atención e
hiperactividad, DDAH, delincuencia juvenil y depresión…la serototina, químico cerebral
natural llamado ”me siento bien” precisa del magnesio para
Se puede usar el magnesio como protocolo oral de la QUELACION CON EDTA…

Los diabéticos necesitan más magnesio y pierden más magnesio…el magnesio es necesario
para la producción y transporte de la insulina….

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Evita las piedras en los riñones porque mantiene el calcio disuelto en la sangre…para tratar
la osteoporosis se debe unir el calcio al magnesio…. Para evitar la osteoporosis comer
frutas y verduras y
calcio,potasio…
Sobreel magnesio las investigaciones y pruebas continúan…es importante saber
que la deficiencia de magnesio origina el síndrome de fatiga crónica y la fibromialgia y que
por lo tanto es parte muy importante en su tratamiento porque disminuye la fatiga, el dolor
muscular y la sensibilidad química…la ausencia o déficit de magnesio origina también
enfermedad ambiental y asma…el magnesio ayuda a eliminar químicos y metales pesados
del cuerpo…el magnesio mejora ostensiblemente a los personas atacadas por el asma…

SALUD Y LONGEVIDAD…CUANTO MAS AVANZAMOS EN EDAD REQUERIMOS


UNA DOSIS MAYOR DE MAGNESIO EN FORMA DE SUPLEMENTO…unido a otros
alimentos elimina químicos tóxicos y metales que nos envejecen…el magnesio cumple
todos los criterios de las drogas para la inteligencia con menos costo y sin efectos
colaterales…los radicales libres hacen mucho mas daño a un organismo que adolece de
magnesio…es necesario confiar en los antioxidantes en esta lucha contra los radicales
libres…se ha identicazo a los pesticidas como la causa de la enfermedad de parkinson… la
enfermedad de Alzheimer esta unida a los metales tóxicos especialmente el ALUMINIO,
ollas, latas cubiertos pueden envenenarnos…el parkinson se rumora que es causado
también por pesticidas calcio y aluminio…

CONCLUSION: Para protegernos del Parkinson y del Alzheimer recurramos al magnesio


acompañado de una alimentación sana de frutas y verduras…el Alzheimer es tipificado
como una gran concentración de aluminio en el cerebro…cuando en una persona de la
tercera edad se presentan desbalances críticos de niveles de magnesio se debe recurrir a la
administración de magnesio por via intravenosa…un gran especialista francés concluye sus
investigaciones con las siguientes aseveraciones:

La deficiencia de magnesio acelera el envejecimiento porque tiene malos efectos en el


aparato neuromuscular, cardiovascular y endocrino, también en los riñones y huesos y en
los sistemas inmunológico, antiestrés y antioxidante…

Las personas estamos consumiendo 4 mg/kg/al día cuando óptimo es 6 mg/kg/al dia.
ALIMENTOS RICOS EN MAGNESIO: algas marinas, salvado de trigo, germen de trigo,
almendras anacardos, melaza, levadura de cerveza, trigo sarraceno, castañas, avellanas,
maní, pecanas, nueces, tofu, centeno, …hierbas como el culantro, diente de leon, verdolaga,
algas, hortiga…es muy rica el agua mineral con magnesio…y si tiene calcio que no sea mas
del doble del magnesio

OPTIMO 6 8 mg/dia/kilo de peso…

por Ignacio Puig, S. I.


1978
del Sitio Web Scribd
contribución de Daniel Piovezan

Compilación de Estudios de eminencias médicas,


zootécnicas y agronómicas sobre los beneficiosos
efectos del magnesio en el hombre, en los animales
y en las plantas

Índice
 Prologo
I. Capítulo - ¿Posee El Magnesio Virtudes
Curativas?
II. Capítulo - El Magnesio En El Organismo
Humano
III. Capítulo - El Magnesio En Zootecnia
IV. Capítulo - El Magnesio En Agricultura
 Epilogo
I. Apéndice - ¿Como Debe Tomarse El
Magnesio?
II. Apéndice - Contenido De Magnesio y De
Calcio En Los Principales Elementos
III. Apéndice - Principales Dolencias Para
Las Que Se Recomienda El Empleo De
Las Sales De Magnesio
IV. Apéndice - Bibliografía
PRÓLOGO
La presente obra recoge varios artículos de diferentes autores, consagrados a divulgar el
importante papel que desempeña el magnesio en los organismos vivientes, como sus efectos
curativos en el hombre y en los animales, los prodigiosos resultados del mismo aplicado a las
plantas y, en general, su poderosa intervención en el metabolismo vital.

Sobre todo, los diez artículos de Francisco Manzanal, S. I., han tenido la virtud de interesar a
gran número de personas que han practicado, con excelente resultado, la cura del magnesio en
ellos recomendada y que luego, espontáneamente, se han constituido en los grandes
propagadores de las virtudes curativas del magnesio.

No se crea, sin embargo, que con estos artículos se descubre algo totalmente nuevo o ignorado
respecto al magnesio.

Desde hace años se conocía su intervención en el metabolismo orgánico y no pocas de sus


virtudes curativas, según lo dan a entender los excelentes preparados hechos a base de sales de
magnesio, tales como,
 DELBIASE (en forma de comprimidos y de crema)
 LIDACRÓN (en forma sólida)
 LIDATINE (en forma líquida)
 MAGNOGENE (en grajeas)
 HALMAGNOL (en ampollas)
 más recientemente HALÓGENOS JULIÁ-4 (en forma líquida), etc.
Sin embargo, hablando en general, se había prestado escasa atención a la importancia que el
elemento tiene en el mundo orgánico, hasta que recientes experiencias, llevadas a cabo
principalmente en Francia y en los Estados Unidos y recopiladas con gran maestría por el Padre
Manzanal, han tenido la virtud de llamar la atención del público sobre lo mucho que puede
esperarse del elemento magnesio, ingerido, no en forma metálica naturalmente, sino en sales,
particularmente de cloruro y carbonato.

Que, por lo menos en Barcelona, son muchas las personas que, se sirven de las sales de
magnesio para alivio de sus males y aun como alimento (pues autoridades médicas aseguran que
el magnesio debería figurar en la dieta ordinaria), lo demuestra la admiración de algunas
droguerías de dicha ciudad que en un mes venden más sales de magnesio que antes vendían en
diez años.

No vamos a extendernos, en este prólogo, haciendo la apología del magnesio, puesto que ésta ya
se hace - y por cierto bien cumplida, según creemos - en el decurso del presente libro.

Solamente queremos precisar, antes de terminar, el carácter del mismo, que es más bien una
complicación o refundición de lo que especialistas en las respectivas materias (médicos,
ganaderos y agricultores) han observado y experimentado con respecto al papel biológico del
magnesio.

Aunque el fondo básico de este libro, sobre todo en lo que respecta al hombre, son los aludidos
artículos del Padre Manzanal, quien a su vez se ha servido principalmente de la obra del doctor
Delbet, hemos de hacer constar, que en él figuran extractos de otros varios autores.

Asimismo, hemos utilizado los informes que nos han proporcionado cuantos se han servido
darnos a conocer los efectos beneficiosos del magnesio que en sí han experimentado.
En esta complicación de datos o, si se quiere, refundición de trabajos de otros autores, hemos
procurado la mayor unidad y orden, reuniendo en capítulos separados lo referente al hombre, a
los animales y a las plantas, lo que no siempre se encuentra bien delimitado en otros autores.

Esperamos que la presente obra servirá para ampliar el campo de acción del magnesio.

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CAPÍTULO PRIMERO
¿POSEE EL MAGNESIO VIRTUDES CURATIVAS?
Entendemos que, en todo libro, revista y, en general, en cualquier escrito, lo primero que debería
hacerse - y no siempre se hace - es justificar el título que se le ha puesto, a no ser que él mismo
se caiga por su peso o que, en el decurso de la exposición, aparezca claramente justificado.

Al encabezar esta compilación de escritos sobre el magnesio le hemos puesto por título «Virtudes
Curativas del Magnesio», con lo cual parece queremos dar a entender que el magnesio posee
virtudes curativas, como así es en efecto.

A) MARAVILLOSOS EFECTOS DEL MAGNESIO


A no pocas personas que tan sólo habrán oído hablar del magnesio al designar
los polvos de que se sirven los fotógrafos para producir chispazos de luz blanca
deslumbradora, o al tratar del purgante denominado magnesia, les ha de parecer
raro que se pueda escribir un libro que trate exclusivamente de las virtudes
curativas del magnesio.

Por esto hemos creído del caso comenzar esta compilación justificando el título
que le hemos puesto, a fin de que nadie nos pueda tildar de que no ponemos en
práctica lo que creemos debe hacerse en todo libro y de que en él caemos en el
mismo defecto que reprochamos en otros.

Dice el refrán que la mejor manera de demostrar el movimiento es andando; pues


esto es lo que ahora vamos a hacer en este capítulo introducción:
describiremos una serie de maravillosos efectos curativos,
obrados con el magnesio, no precisamente bajo la forma
metálica, sino de sales, como el cloruro, sulfato o carbonato en
lectores de esta obra, los cuales además de experimentar en sí
sus saludables efectos, nos lo han escrito o comunicado de
palabra.
En la imposibilidad de aducirlos todos, nos limitaremos a dar a conocer en este
lugar algunos pocos.

1. Cura la artrosis debida al ácido úrico


(De una carta fechada el 28 de octubre de 1956):
Un amigo mío me recomendó el libro las «Virtudes
Curativas del Magnesio», el que, una vez leído, me
decidió a poner en práctica el tratamiento a base de
cloruro de magnesio.

»Los resultados no han podido ser más sorprendentes ni


más halagüeños, ya que, al poco más de un mes de
tomarlo todas las mañanas en ayunas, me vi casi
totalmente restablecido (hoy completamente) de las
dolencias que me aquejaban. Me encontraba
excesivamente sobrecargado de ácido úrico y, como
consecuencia de ello, sufría una grave artrosis en ambos
rodillas, particularmente en la izquierda, y estaba
decidido a dejarme operar, sabiendo que me tenía que
quedar la articulación rígida, o sea, cojo para toda la
vida; pero es que hacía cerca de cinco meses que me
tenía imposibilitado y con unos dolores terribles.
Afortunadamente este peligro desapareció tomando el
cloruro de magnesio y hoy me encuentro mucho mejor
que diez años antes.

»También sufría de dilatación de la aorta (tengo


cincuenta y dos años) y hoy puedo decir que ya no me
inspira ninguna preocupación; pues, en opinión del
doctor que me ha mirado últimamente en la pantalla, me
encuentro perfectamente.

«Aparte de lo que antecede, se siente uno a los pocos


días de tomar el cloruro, con una gran energía y vitalidad,
que hace que hasta el carácter se transforme, ya que le
proporciona una euforia y optimismo sin igual.

»Me complazco en proporcionarle los detalles de este mi


caso, para que sirva de estímulo y de ejemplo a aquellos
que sufren, no solamente de las dolencias reseñadas,
sino de todas aquellas que son propias de las personas
de edad.»

2. Hace desaparecer el temblor senil


(De una carta fechada el 2 de marzo de 1956):
«Desde que terminaron de publicarse los artículos del P.
Francisco Manzanal sobre «Virtudes Curativas del
Magnesio», he sido un propagandista del cloruro de
magnesio.

»Yo lo tomo desde entonces y sus efectos han sido más


y mejores de lo que yo esperaba. Empecé por tomarlo
para aliviarme del temblor senil que me impedía escribir y
hasta poner mi firma, si no era sujetándome la mano
derecha con la izquierda, y me temblaba la mano al
beber, y demás usos. A los cuatro días de tomar una
dosis bastante floja, ya noté sus efectos, pero no quise
dar crédito, hasta a los trece días en que, sin querer, di
un grito de entusiasmo al ver la facilidad y constancia en
poder manejar la pluma y demás enseres.

«Padecía desde muchos años hemorroides constantes y


se me han curado totalmente, y esto que ya trataban de
operarme. Ahora, a pesar de los tiempos reinantes, esto
era en febrero de 1956, sin usar bufanda y saliendo de
casa varias veces al día, no he cogido ningún resfriado.
Otra ventaja he observado en mi ya achacoso cuerpo;
optimismo, alegría de vivir, agilidad de mis piernas y
rodillas a mis 62 años.

»Son muchas las personas que me agradecen les haya


aconsejado el cloruro de magnesio. Es un laxante eficaz
y el más económico.»

3. Desvanece el agotamiento intelectual


(De una carta fechada el 17 de junio de 1957):
«Me dirijo a usted para solicitarle el libro «Virtudes
Curativas del Magnesio». Tengo interés en tenerlo; pues
conozco el resultado satisfactorio que ha obtenido con el
tratamiento del magnesio un señor que sufría desgaste y
agotamiento intelectual y ahora sigue trabajando
incansable. Como soy enfermera y también otros me han
hablado de los efectos del magnesio, es por eso que
deseo tener este libro.»

4. Otros notables efectos beneficiosos del magnesio


A. Un hombre de carrera, de unos 60 años de edad,
padecía de cierta infección intestinal crónica. Un
amigo le proporcionó «Virtudes curativas del
magnesio». Después de dos meses, escribió
estas textuales palabras:
«Hace un mes que tomo magnesio y me he
librado de un achaque que hacía 35 años lo
llevaba conmigo».
B. Hace algún tiempo se presentó un individuo
diciendo que, poco antes, apenas podía valerse
por el reuma; incluso le habían de vestir. A los
pocos días de tomar magnesio, le desapareció el
mal y «ahora - dijo - me siento como un atleta», y
comenzó a gesticular como tal. Todavía dijo más:
«Mi madre - añadió - que ya pasa de los 80
años, desde que toma magnesio se encuentra
como una joven».
C. Un lector que toma magnesio y que está
entusiasmado con él por los buenos efectos que
le ha producido, fue a visitar a un amigo suyo
que sabía estaba enfermo. Se lo encontró en
cama aquejado de fuertes dolores, pues padecía
de la próstata y le habían de operar. Le
recomendó tomara magnesio, como
efectivamente lo hizo. A los pocos días, se lo
encontró en la calle, tranquilo, sin haber sido
operado y como si nada hubiese tenido.

B) ¿EN LOS CASOS REFERIDOS NO SE TRATARÁ DE


SUGESTIÓN?
Antes de contestar directamente a esta pregunta, hay que saber qué es
sugestión, lo cual vamos a hacer aduciendo dos casos: uno provocado por el
profesor Slosson y el otro referido por el psicólogo Gillet.

Primer caso: Un día el profesor Slosson llega a clase con un frasco de un líquido
transparente. Sus alumnos, al entrar, concentran sus miradas intrigantes en el
frasco. El profesor, a su vez, fija sus ojos centelleantes en los discípulos y les
dirige unas breves palabras de aclaración para justificar su modo de proceder. Se
trata de un experimento sumamente delicado para el que reclama la cooperación
de los jóvenes del aula.

El doctor Slosson infunde a sus alumnos el convencimiento de que jamás han


percibido un olor tan fuerte como el del líquido que conserva en el frasco; con
todo, les advierte que, durante la experiencia que piensa realizar, no se sentirán
excesivamente molestados por el olor del líquido.

Les ruega encarecidamente que, una vez haya destapado el frasco, le vayan
indicando cuándo empiezan a percibir la acción odorífica del líquido, para que él
pueda precisar la velocidad de propagación de las partículas existentes.

El profesor quita cuidadosamente el tapón del pequeño frasco, echa unas gotas
del líquido sobre un pedazo de algodón y se retira convenientemente para no
dejarse inficionar tan de cerca por el influjo del líquido. ¿Qué sucede?

A los quince minutos, los alumnos de la primera hilera de los bancos levantan la
mano: han notado ya el escozor del líquido. Unos intervalos más, los de la
segunda serie dan también señales de haber respirado el aire contaminado por
las partículas del líquido. Apenas ha transcurrido un minuto, las tres cuartas
partes de la clase se sienten impresionados por el olor, hasta el punto de que
muchos pretenden abandonar el aula.

La voz del profesor resuena de nuevo, entremezclada con una sonrisa.


«No han de temer los jóvenes universitarios: el líquido del frasco
que ha producido efectos tan alarmantes, no es sino agua pura,
de clara transparencia, cuyas moléculas gozan íntegramente de
las propiedades esenciales del agua.»
Los alumnos de aquella clase han sido víctimas, no de la peligrosa contaminación
de un líquido mefítico, sino de un fenómeno psicológico, conocido vulgar y
científicamente con el nombre de sugestión.
«Este hecho - anota José O. Martínez, S.L., al reproducirlo en su
libro ¿Cómo curar la neurastenia? - que, tal como acaba de ser
escrito, parece extraordinario e increíble, en sus caracteres
generales es muy frecuente.»
Este primer caso es un ejemplo palpable de heterosugestión, es decir, de
sugestión provocada por otro.

El que a continuación ofrecemos, presentado por Gillet, es de autosugestión, de


sugestión provocada por uno mismo.

A un hotel de ínfima calidad llega un hombre de mediana edad. Las tinieblas


densísimas de la noche se avecinan. El forastero, después de haber cenado se
retira al aposento.

A altas horas de la noche, el huésped se despierta por el acceso de tos. Es


asmático y el ahogo le oprime. Anda a tientas por la habitación, hasta que al fin
llega a los cristales. La asfixia aumenta. No puede hallar la falleba de la ventana.
Impaciente, acosado por el dolor, destroza con sus puños los cristales.
¡Ah! ¡Qué diferencia! ¡Qué mejoría! - exclama.
Devora el aire puro de la noche... La tos va desapareciendo. El forastero se
calma. Se acuesta de nuevo.

Pasa lo restante de la noche con normalidad absoluta.

Al día siguiente, al despertarse, advierte con horror que ha aporreado el cristal


del reloj de pared..., ¡cuyo aire apolillado había estado respirando la noche
anterior, y en el que había encontrado el remedio para el asma que le asfixiaba!
«Ejemplo notable de autosugestión» - exclama José O. Martínez,
S. I. al reproducirlo en el libro antes citado.

«Si bien es verdad - añade - que la sugestión es muy frecuente


en todos los órdenes de la vida, hay que tener, con todo,
presente la posición de los que, imbuidos en ideas psicológicas
nada científicas y a las veces supersticiosas, ensanchan
desmesuradamente el campo de este hecho y atribuyen a
sugestión lo que, en realidad, no lo es. Ya que hablamos de
sugestión y tenemos ante la vista ese número de falsos
psicólogos... Se trata de los milagros de Lourdes.»
Al llegar a sus oídos las relaciones de esas curaciones, los influidos de doctrinas
perniciosas, sin detenerse a examinar, sólo tienen unas palabras.
«¿Todo eso...? ¡Superchería...!, ¡no es sino sugestión!»
Lean los tales, lo que escribe el doctor Boinerie acerca de este particular:
«En Lourdes no hay sugestión, pues las curaciones que allí
suceden no corresponden a ningún tipo de sugestión, pues las
curaciones son súbitas, como las curaciones funcionales, pero
estables como las curaciones orgánicas.»
Y a todo esto se dirá: ¿qué es sugestión?

Se han dado muchos definiciones de sugestión, las más de las veces


incompletas o inexactas.

Una de las que más satisface es sin duda la que propone el psicólogo Fernando
María Palmes, S.I., en un artículo aparecido en la revista madrileña «Razón y
Fe»:
«Sugestión - dice - es un proceso psíquico que se verifica con
cierto grado de automatismo por parte de las actividades
inferiores, es a saber: de la razón y del libre albedrío.»
He aquí delineados, según esta definición, los dos elementos esenciales a toda
sugestión.

En primer lugar se requiere:


a. un proceso psíquico inferior, que se reduce a un
fenómeno más o menos complicado de asociación, por el
cual un fenómeno suscita a otro, hasta llegar a un
movimiento corporal interior o exterior, o a una tendencia,
a un sentimiento, a un conocimiento o a cualquier otro
fenómeno mental, sin exceptuar actividad mental alguna;
y, además
b. un grado más o menos pronunciado en el psiquismo
superior, respecto de dicho proceso. Ni el primer
elemento separado del segundo, ni éste separado del
primero son sugestión. Esta se halla constituida
esencialmente del complejo o junta de los dos.
A la vista de esta definición de sugestión y de los casos particulares antes
referidos, vean nuestros lectores, si las curaciones anteriormente expuestas,
obtenidas con el tratamiento de sales de magnesio, pueden explicarse puramente
por sugestión.

C) SE DESCARTA QUE EL MAGNESIO OBRE SOLO POR


SUGESTIÓN
Por si alguno de nuestros lectores no queda, con lo hasta aquí expuesto,
enteramente convencido de que el magnesio obra física y químicamente en el
organismo humano y no puramente por sugestión, le ofrecemos a continuación
un caso notable, referido verbalmente por el mismo interesado.

El aludido relator enfermó de tifus cuando tenía unos 33 años de edad. Salió bien
de la enfermedad; pero el médico le advirtió que, después de algún tiempo,
experimentaría a media tarde fuertes dolores intestinales debidos a
fermentaciones provocadas por algún alimento, que él entonces no podría prever
cuál sería.

Y así fue en efecto: Algún tiempo después, le vinieron dichos dolores.

Acudió a otro médico, pues entonces residía en otra población, y éste le dijo que
debía averiguarse el alimento que se los ocasionaba; cosa no siempre fácil,
añadió. Le preguntó si solía tomar leche, y, al responderle afirmativamente, le
sugirió que pasase tres días sin tomar otro alimento más que leche. Como no se
le reprodujeron los dolores, la conclusión fue que el responsable del mal no era la
leche.

Entonces el médico le dijo que añadiese pan a la leche, y al primer día de hacer
esto, le repitieron los dolores. El médico ya no dudó de que el causante del mal
era el pan y, en consecuencia, que debía abstenerse de tomarlo.

Con esta abstención fueron pasando los meses y aun los años, sin que nuestro
informante fuera molestado de los dolores; con la particularidad de que podía
comer macarrones, fideos y sémola, sin que le sobrevinieran los dolores
intestinales, a pesar de estar hechos de harina dichos alimentos: es que esta
harina no ha sufrido fermentación previamente como la del pan.

Después de transcurrido mucho tiempo, un buen día le repiten los dolores, no


obstante estar persuadido de que no había comido pan. Acudió de nuevo al
médico.

Éste le sugirió le fuese nombrando los manjares que había comido y, al saber
que uno de ellos eran albóndigas, exclamó el médico:
«No diga más; es que una buena parte de albóndigas están
hechas de pan.»
Años más tarde, un cocinero, que sabía que nuestro individuo no podía comer
pan, quiso probar si esto era pura aprensión, dándole a comer pan sin que el
interesado se diese cuenta.

A este fin calentó en el horno miga de pan sin que llegara a tomar el color
tostado, y la trituró de manera que pareciese sémola. Naturalmente, el individuo
en cuestión, ignorante de la treta, comió de aquella sémola como lo venía
haciendo con la sémola legítima, y esta vez le volvieron los dolores. El cocinero,
pues, pudo convencerse de que los malos efectos del pan eran realmente
debidos al pan y no fruto de la imaginación.

En tiempo rojo y durante los primeros años de la posguerra, nuestro comunicante


podía comer pan sin dolor alguno: es que aquel pan negruzco todo lo era menos
pan legítimo. Volvió el tiempo del pan blanco y ya no podía comer de él.

En 1954, al enterarse de las maravillas que obraba el magnesio, comenzó a


tomar cada día alguna de sus sales, y desde entonces puede comer todo el pan
que quiera y sin que se le reproduzca la pasada dolencia, después de más de 40
años que debía abstenerse de él: ahora tiene ya 77 años.
Que el magnesio tiene virtud intrínseca para actuar favorablemente en el
organismo humano y que no obra por pura sugestión, se deduce también por los
testimonios médicos de gran competencia que lo aseguran y por los muchos
casos que se refieren en el segundo capítulo de este libro, como también
científicamente estudiando las propiedades inherentes a este elemento
introducido en el organismo bajo la forma de alguna de sus sales, es decir, no
bajo la forma metálica, sino iónica.

Y todavía queda descartado cualquier resquicio de sugestión sabiendo que las sales de magnesio
no sólo previenen y curan muchas enfermedades en los animales como largamente se explica en
el capítulo 3.° de este libro, sino también en los vegetales, en los que por testimonio de
agricultores han obrado verdaderas maravillas.

¿Va a hacer sugestión en los animales que ingieren sin saberlo, o en las plantas que carecen de
todo conocimiento?

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CAPITULO II
EL MAGNESIO EN EL ORGANISMO HUMANO
Las carencias y desequilibrios en la parte orgánica de los alimentos del hombre causan terribles
estragos.

Conocidas de todos son las carencias de vitaminas, las cuales han atraído de tal manera la
atención de los sabios, que han emprendido contra esas carencias una lucha seguida de
victorias. No así con respecto al desequilibrio mineral del hombre que continúa haciendo
estragos, sin encontrar oposición.

Pues, por una parte, este desequilibrio ha sido menos estudiado por los sabios, y por otra, sucede
que los poderes públicos lo fomentan inconscientemente y la opinión pública continúa
ignorándolo.

A) LA SALUD Y EL EQUILIBRIO MINERAL EN EL HOMBRE


Como hace notar Francisco Manzanal, S. I., la atención de todo el mundo se
dirige a conseguir el don natural que juzga más precioso: su salud.

Es que la conservación de la salud, la preservación y cura de las enfermedades


infecciosas, admite una solución diversa y más eficaz que la que se sigue
ordinariamente, es decir, la de la lucha contra los microbios por medio de
antisépticos, vacunas y sueros. Éstos van creciendo continuamente y no pocas
veces dan lugar a efectos perniciosos y aun contraproducentes, que ya no tratan
de ocultar los galenos que quieren ser sinceros.

Hoy día, desde hace algún tiempo, empieza a dirigirse más la atención sobre el
terreno donde se desarrolla el microbio, que sobre el microbio mismo; en una
palabra: atiende más a la disposición del organismo que al microbio que lo invade
continuamente. Y con razón. Es que la fuerza del microbio, según se ha
comprobado, radica en la pobreza del terreno, cuya resistencia natural queda
frecuentemente paralizada por causas diversas.

Por esto, Pasteur pudo decir a este respecto:


«El microbio no es nada, el terreno es todo.»
Pues bien, una de las causas más importantes de la mala disposición del terreno
del organismo humano en su lucha contra los microbios es el desequilibrio
mineral.

He aquí un pasaje del doctor Alexis Carrel, que da luz sobre el particular:
«Los microbios y los virus se encuentran por doquier: en el aire,
en el agua, en nuestro alimento.

Se hallan siempre presentes en la superficie de la piel y en las


mucosas digestivas y respiratorias. Sin embargo, en mucha
gente permanecen inofensivos. Entre los seres humanos, unos
están sujetos a ciertas enfermedades y otros son inmunes a las
mismas. Este estado de resistencia proviene de una constitución
especial de los tejidos y de los humores, que impide la
penetración de los agentes patógenos o los destruye cuando han
penetrado.

Esta es la «inmunidad natural».

»Ella preserva a ciertos individuos de casi todas las


enfermedades - prosigue diciendo el doctor Carrel.

Es una de las cualidades más preciosas que el hombre puede


desear. Ignoramos su naturaleza. Parece depender, a la vez, de
cualidades provenientes de los progenitores y de otras adquiridas
en el curso del desarrollo.

Hay razas sensibles o resistentes a ciertas enfermedades. Se


observan familias predispuestas a la tuberculosis, apendicitis,
cáncer, enfermedades mentales. Otras, en cambio, resisten a
todas las enfermedades excepto a las degenerativas que
sobrevienen a la vejez. Pero la inmunidad natural no se debe
solamente a la constitución hereditaria; proviene también del
género de vida y de la alimentación, como lo ha demostrado Reid
Hundt hace tiempo.

«Nosotros no sabemos todavía qué modo de vida podrá producir


en el hombre la resistencia natural a las infecciones. La
prevención de cada enfermedad por inyección de vacunas o
sueros específicos, los exámenes médicos repetidos en la
población, la construcción de gigantescos hospitales y sanatorios
son medios costosos y poco eficaces para desarrollar la salud de
una nación.

La salud debe ser una cosa natural de la que no hay que


preocuparse. Además, la resistencia innata a los individuos un
vigor y una intrepidez de la que carecen los que deben su vida a
la medicina y a la higiene.

Las ciencias médicas, en adelante, deberían orientarse a la


búsqueda de esos factores de la inmunidad natural.»
Tales son los nuevos puntos de vista del doctor Carrel, respecto de la salud y la
manera de conservarla o de recuperarla cuando se ha perdido, que a más de uno
podrán parecer revolucionarios.

De dos fuentes principales hace provenir el citado médico la inmunidad natural


espontánea: de las propiedades hereditarias del organismo y de las conseguidas
en el curso de su desarrollo continuo por el régimen de vida y de la alimentación.
El terreno de nuestro organismo, cualquiera que éste sea, se puede disponer
mejor o peor contra los agentes que le van a atacar por medio de las segundas
propiedades.

Respecto de las primeras propiedades, las ciencias no pueden nada: cada uno
deberá contentarse con las que le han caído en gracia. Las otras, sin embargo,
son susceptibles de perfección y mejoramiento, y los hombres de ciencia han
dado pasos, con sus estudios y experiencias, para encontrar esos factores de la
inmunidad natural.

Múltiples estudios y experiencias han llevado a la conclusión de que, en la


inmunidad natural, tiene una parte principalísima lo que muy ajustadamente se ha
dado en llamar equilibrio mineral. En este capítulo nos esforzamos en divulgar,
según lo hace el P. Manzanal, los modos concretos de conseguirlo y fomentarlo.
En el organismo humano hay dos clases de elementos químicos, llamados
respectivamente orgánicos y minerales.

Los elementos orgánicos son el carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, por ser
los que principalmente constituyen los compuestos orgánicos. Los elementos
minerales, que en conjunto forman del 4.3 y 4.4 por 100 del peso del cuerpo
humano adulto, son, por orden decreciente en cantidad, el calcio, fósforo, potasio,
azufre, cloro, sodio y magnesio.

Todavía deben señalarse los llamados oligoelementos, por hallarse en


cantidades insignificantes, los cuales, por orden decreciente en cantidad son: el
yodo, flúor, hierro, bromo, aluminio, cobre, manganeso, cinc, arsénico, silicio y
boro.
Los elementos minerales, considerados en conjunto, desempeñan un triple papel:
unos sirven a la formación del esqueleto y tejido; otros intervienen en la
formación de fermentos y diversos catalizadores bioquímicos; otros forman
disoluciones iónicas e intervienen en sus condiciones de equilibrio, tan
importantes en los fenómenos vitales.

Frecuentemente, cuando la proporción de los elementos minerales no tienen el


valor deseado en el cuerpo humano, las perturbaciones que de ello se siguen
puédense atribuir indiferentemente, ya al exceso de uno de los elementos, ya a la
carencia del antagónico, que no está en cantidad suficiente para equilibrar al otro
que es, relativamente, demasiado abundante.

Pongamos por ejemplo la proporción que hay en un terreno entre el potasio y el


magnesio (K/Mg), que es de especial importancia para los vegetales. Si abunda
mucho el potasio con relación al magnesio, podemos decir que las plantas son
envenenadas por un exceso de potasio, o también que son envenenadas a causa
de la carencia de magnesio, que no contrarresta en las plantas la absorción de
potasio o sus efectos.

Es una ley universal la necesidad de un equilibrio mineral determinado para


asegurar el desarrollo y funcionamiento armónicos, tanto del hombre, como de
los animales acuáticos y terrestres y de las plantas. Si éste falta, vendrán
trastornos del organismo. Un desequilibrio pronunciado hace sentir prontamente
sus efectos, pero también un desequilibrio pequeño puede causar trastornos
considerables, si continúa durante mucho tiempo.

Puede servir de ejemplo el caso de aquellas regiones pobres en yodo; algunos de


sus habitantes, al faltarles este alimento insignificante, sufrirán trastornos de la
glándula tiroidea y tendrán el llamado vulgarmente mal de «paperas» o bocio.

B) DESEQUILIBRIO MINERAL EN EL HOMBRE POR FALTA DE


MAGNESIO
Entre los elementos minerales del organismo humano hay tres que constituyen
un interesante trío de mutua dependencia, a saber:
 magnesio
 calcio
 sodio
Estos tres elementos para formar equilibrio deben encontrarse en el hombre,
según se cree, tal como se encuentran en la naturaleza, por ejemplo, en las
cáscaras de los huevos de pájaros salvajes.

Repetidas experiencias, de las que más adelante se hablará, han llevado a la


afirmación de que el magnesio juega un papel importante en la vida de las
plantas, de los animales y, por extensión, del hombre, con el mismo derecho que
otros tres elementos más conocidos: el nitrógeno, el fósforo y el potasio.

En el hombre los huesos son el principal depósito de magnesio, aunque


contienen ocho veces más calcio que magnesio; también existe en los tejidos
muscular y nervioso y en la sangre.

Copisarov señala en el hombre la siguiente proporción de magnesio: huesos,


31.7 a 46.6 por 1000; hígado, 22.5 por 1000; bazo, 6.2 a 7.5 por 1000; pelo, de
9.2 a 127 por 100. El plasma del hombre adulto contiene de 2.4 a 3 miligramos de
magnesio por 100 centímetros cúbicos; los glóbulos rojos, de 61 a 7.1 miligramos
por 100 y la sangre completa, 4.5 miligramos por 100 centímetros cúbicos.

Es un hecho innegable que una gran parte de las personas se hallan bajo los
efectos del desequilibrio mineral, particularmente por falta de magnesio en su
organismo. Naturalmente que esta escasez proviene de una alimentación
deficiente en este elemento mineral.

El agricultor francés H. Vilain señala tres causas principales del desequilibrio


mineral en el organismo humano, en una conferencia pronunciada en Lachapelle
(Francia), donde posee y cultiva una gran finca.

1. Una ley mal hecha, que no conoce como abonos más


que tres elementos: nitrógeno, potasio y fósforo. Un
abono que los contenga es legalmente completo, de
suerte que el cultivador es impulsado a creer que a las
plantas no les faltará sustancia útil, si han recibido estos
tres elementos. Somos un rebaño - dice - dirigido por un
pastor, bueno o malo, a quien seguimos con sus
consecuencias.

La ley sobre los abonos - continúa el mismo autor


refiriéndose a la ley francesa - nos obliga a contentarnos
con tres elementos, siempre los mismos, para todos los
terrenos, para todas las especies y variedades de
plantas. Esto es sencillamente absurdo.

Vosotros - dirigiéndose a sus conciudadanos - habéis


contactado conmigo este error y yo soy feliz al mostraros
que la aldea de Lachapelle revive, aunque sea fuera de
la ley.

2. El abono de la potasa y el empleo de sales de potasio


puras: Por todas partes se repite: «Cuanto más potasa
empleéis, tanto más abundantes serán vuestras
cosechas». Y el resultado es que el exceso de potasa ha
creado un envenenamiento potásico crónico, sobre todo
allí donde, en lugar de silvinita, que aporta con la potasa
otros muchos elementos útiles, se han empleado sales
puras: cloruro, sulfato, nitrato.

El análisis ha revelado que los abonos ordinarios, con


mucha potasa o poco o nada de magnesio y de sodio,
acarrean modificaciones importantes en el equilibrio
mineral de los vegetales, aumentando el porcentaje del
potasio con relación al del magnesio. Se han obtenido,
sin abonos, remolachas que contienen cinco veces más
potasa que magnesia. Con la aplicación de distintos
abonos, las remolachas de la misma variedad contenían
150 veces más de potasa que de magnesia.

3. El abuso del superfosfato como fuente de ácido fosfórico:


El superfosfato contiene un 50 por 100 de yeso. Donde el
superfosfato es empleado con exceso, las plantas
absorben demasiada potasa del suelo; de ahí la
perturbación del equilibrio mineral y el riesgo de
intoxicación del ganado.

El «kuhima-phos» o «escorias Thomas», que es


superfosfato sin yeso, no tiene estos peligros últimos.

Descubierta la raíz de los males, ya se ve dónde debe


aplicarse la segur: evitar el exceso de potasa, yeso y
amoníaco en los terrenos, y suministrarles magnesio en
forma de fosfato, nitrato, carbono y sal marina no
purificada. De este modo se asegura el equilibrio mineral
en los vegetales y animales y, consecuentemente, en el
hombre que se alimenta de ellos.
La prodigiosa influencia que se atribuye al cambio de aires para la salud, no
puede explicarse por un mero cambio de éstos.

Pero, teniendo en cuenta que cambiar de aires es cambiar también de agua,


suelo y de alimentos de composición mineral distintas, entonces se explica
fácilmente este influjo tan extraordinario sobre la salud. La eficacia indiscutida de
las estaciones termales es debida primeramente a la mineralización característica
de las aguas, y también a los alimentos producidos sobre el suelo, que lleva
consigo algunos de los elementos tan raros que escapan a veces al análisis
corriente.

Por su parte el médico francés Pedro Delbet aduce las siguientes razones para
demostrar que la alimentación de los pueblos civilizados es actualmente menos
rica en magnesio que en otros tiempos.

La primera es el refinamiento de la sal. Antes se usaba en la mesa y en la cocina


la sal gruesa y gris, es decir, la sal sin especial refinamiento. En tiempo húmedo
se licuaba, en tiempo seco y caluroso se convertía en masa un poco dura. Esta
delicuescencia de la sal se debía a la presencia del cloruro magnésico.

El análisis de dicha sal gruesa y gris mostró que contenía por kilogramo 1.7
gramos de magnesio. Para evitar la incomodidad que representa el
humedecimiento de la sal, se comenzó a eliminar una gran parte del cloruro
magnésico, de suerte que ahora la sal refinada sólo contiene de 0.35 a 0.45
gramos de magnesio, en vez de 17 que tenía antes, o sea una cuarta parte. De
sólo este hecho resulta que la ración magnesiana ha disminuido unos 50 gramos
cada año por persona.

La segunda causa de la disminución del magnesio es el cernido de las harinas,


siguiéndose de ello un pan desmineralizado.

Sobre este punto leamos, en primer lugar, estas líneas de Alexis Carrel:
«Nuestra vida está influenciada en muy grande escala, por los
diarios. La publicidad está hecha únicamente en interés de los
productores y nunca de los consumidores. Por ejemplo, se ha
hecho creer al público que el pan blanco es superior al moreno.
La harina ha sido cernida de un modo cada vez más completo, y
así ha sido privada de los principios más útiles.
Se conserva mejor y el pan se hace más fácilmente. Los
molineros y panaderos ganan más dinero. Los consumidores
comen sin duda un producto inferior. Y en todos los países donde
el pan es la parte principal de la alimentación, las poblaciones
degeneran. Sumas enormes se invierten en la publicidad
comercial.

Gran cantidad de productos alimenticios y farmacéuticos, inútiles


y frecuentemente nocivos, han venido a ser una necesidad del
hombre civilizado.»
Alexis Carrel está perfectamente de acuerdo con Pedro Delbot, quien nos dice:
«El pan era antiguamente el alimento más rico en magnesio. Era
la principal fuente de él para la humanidad occidental que se
alimentaba de pan. El pan y la sal solamente eran el símbolo de
la hospitalidad, eran los elementos fundamentales de ella. Ahora
bien, se ha llegado a eliminar del pan la mayor parte del
magnesio contenido en el trigo.

Esta falta grave contra la higiene alimenticia no tiene otra


explicación que la satisfacción de la vista. La única razón de
preferir el pan blanco es el agrado que su blancura produce a la
vista. Se paga esta elegancia con una disminución de la energía
y de la salud. El magnesio se acumula en las envolturas del
grano, envolturas a las que se aplica la molinería perfeccionada,
y las logra descartar.»
Se han analizado las distintas harinas y salvados.

Los resultados, por cada 100 gramos, en miligramos de magnesio, son:

La aberración sobre esta cuestión es tal, que la harina que contiene una notable
cantidad de magnesio (62 miligramos por 100 gramos) recibe el calificativo de
baja.
Y por este error insospechado, la mayor parte del magnesio está destinado a los
animales en la harina de baja calidad y en el salvado.

Por consiguiente, con razón se puede decir que los perfeccionamientos de la


molinería son una causa importante de la degeneración, que es causada por la
mala mineralización de los alimentos.

Pedro Delbet viene de nuevo sobre este punto capital:


«En este asunto la molinería tiene la primacía, pues en nuestro
país el pan es el alimento principal. Por un error inimaginable, el
cernido de las harinas ha sido apurado tanto, que el precioso
magnesio del trigo ha sido eliminado del pan blanco. Yo he
demostrado que el pan blanco es cancerígeno.»
Por su parte, Schrumpf-Pierron nos notifica que, en el país donde se come
mucho pan, éste, si es bueno, suministra la mayor parte del magnesio alimenticio.

Pero, he aquí que nuestro pan contiene siete veces y media menos de magnesio
(MgO) que el que toman los campesinos de Egipto. Si nuestro pan europeo
tuviese la conveniente mineralización magnesiana, un individuo que consumiese
500 gramos de pan ingeriría 830 miligramos de magnesio, mientras que ahora
sólo ingiere 320 miligramos.

La tercera causa de la pobreza del magnesio en la vida moderna proviene de la


agricultura. P. Delbet experimentaba que las patatas degeneraban en cierta
región al cabo de tres años que se habían plantado en ella.

Era preciso importarlas de los Países Bajos, Flandes y Monte San Miguel, es
decir, de terrenos particularmente ricos en magnesio.

Es cosa enteramente averiguada que las plantas fijan el magnesio en tiempo de


su maduración; que unas especies lo fijarán más que otras, supuesta siempre
una relación proporcional entre el contenido de la planta en magnesio y el del
suelo.

C) MANERA DE OBTENER EL EQUILIBRIO MINERAL EN EL


HOMBRE
Acabamos de ver que el organismo humano se halla en desequilibrio mineral
particularmente por la falta de magnesio.

Ahora bien, este desequilibrio mineral produce estragos sin cuento en los seres
humanos, por no encontrar apenas oposición, es decir, reacción para alcanzar el
debido equilibrio.

Hombres de ciencia que se han preocupado de este grave problema y lo han


estudiado a fondo han estampado frases como éstas:
«Los microbios patógenos son muy temibles en los organismos
desequilibrados; pero en el mundo equilibrado, no serían quizá
más que una curiosidad de laboratorio.»
Pero es el caso que estos microbios llevan tras sí la mayor atención de los
médicos e impiden así - y por eso sobre todo son temibles - descubrir la
verdadera causa de las enfermedades que aquejan al género humano: el
desequilibrio mineral, y de poner ahí el remedio.

Mientras que la lucha contra los microbios acapara una mayor actividad de los
sabios y la diligencia de los servicios sanitarios, se asegura la multiplicación de
estos mismos microbios a quienes se pretende combatir, se aumenta su
virulencia, ofreciendo por todas partes una excelente disposición para su
desarrollo: los organismos desequilibrados del hombre, animales y plantas.

Y los abonos minerales que pueden restablecer, al menos en parte, un equilibrio


mineral más perfecto, se emplean frecuentemente de tal manera que son
responsables de un desequilibrio mineral que no cesa de aumentar.

Y bajemos a casos concretos. El doctor Hurfez-Sacleux ha constatado cada año


casos de enteritis graves en los niños, y ha establecido una relación proporcional
entre los casos de esta enfermedad y la cantidad de leche de vaca que toman los
niños.

H. Vilain hace notar que precisamente se dan estas enfermedades cuando el


alimento de las vacas es a base de remolachas, cuya composición mineral es
muy poco variada, sobre todo si en los abonos predominan las sales de potasio,
como se aconseja desatinadamente a los cultivadores. En consecuencia, que el
desequilibrio mineral de la leche de dichas vacas es la causa de las
enfermedades graves de estos niños que se alimentan de ella.

Una buena y equilibrada alimentación mineral será la base de nuestra salud y de


la recuperación de excelentes cualidades en la sociedad.

Para evitar la deficiencia alimenticia de magnesio, es preciso intensificar el cultivo


de las especies y variedades más aptas para fijarlo, y poner a disposición de la
planta todo el magnesio que ella pueda fijar útilmente. Éste es el camino que se
debiera seguir. Pero se ha elegido otro camino, con la subsiguiente perturbación
del equilibrio mineral.

Se siembran trigos híbridos que se desenvuelven en terrenos pobres en


magnesio, en vez de enriquecer los terrenos con abonos de magnesio. Se
siembran variedades incapaces de fijar el magnesio del suelo en proporciones
convenientes.

Los ingenieros agrónomos han de determinar qué variedades son las de mejor
constitución para la salud. Cuando éstas estén bien determinadas, quedará el
trabajo de hacerlas adoptar. Las variedades, incapaces de fijar el magnesio en
las proporciones debidas, deberían ser proscritas.

Un punto muy importante para llegar a la obtención del equilibrio mineral estriba
en el conocimiento de su relación con las glándulas endocrinas.

Sabido es que estas glándulas rigen, en su mayor parte, la salud y el desarrollo


vital del organismo. En este punto podemos asentar como cierto este principio: a
todo desequilibrio mineral prolongado corresponde un desequilibrio endocrino,
que repercutirá notablemente en los individuos sometidos a él.

De ahí no nos extrañará que los individuos de una región presenten especiales
características respecto de los de otras regiones, que tienen un influjo mineral
distinto en las glándulas endocrinas, rectoras de la vida y del desenvolvimiento
del organismo.
Los nuevos planes a realizar son numerosos:
 determinar cuál es la mineralización ideal, característica
del alimento perfectamente sano
 determinar cuáles son las plantas que pueden adquirir
una mineralización mejor
 precisar el modo de cultivo de las distintas plantas y las
fórmulas de abonos más aptas
La producción de tales alimentos se generalizaría, haciendo ver a los cultivadores
que ellos pueden producir tales alimentos, que ellos deben producirlos y que esto
es en su provecho propio, consiguiendo frutos no sólo de excelente calidad, sino
también en mayor cantidad.

El pan, por ser primero de los alimentos, ha ocupado la atención de H. Vilain.


Insiste en que se siembren las mejores variedades de trigo para la salud del
consumidor.

A estos trigos se les debe dar un cultivo que mejore todavía las cualidades de su
excelente composición mineral, pues ésta puede variar entre límites no
pequeños. Y, por fin, hay que utilizar debidamente estos trigos. Elimínese el
salvado, que no es digerible; pero, sobre todo, de ningún modo se quiten el
germen y las envolturas internas, tan ricas en vitaminas y minerales útiles, a fin
de obtener un pan más blanco.

La panificación directa es un excelente medio y muy poco conocido por


aprovechar perfectamente el trigo de buena calidad. El trigo no se muele, sino
que se pone en agua a temperatura conveniente durante cierto tiempo.

Los granos de trigo absorben agua, se hinchan, se reblandecen, el germen pasa


de la vida de letargo a la vida activa, se enriquece en vitamina, segrega
diastasas, que le permiten digerir las reservas nutritivas del albumen. Entonces
se machaca y se transforma directamente en pasta de pan.

Se elimina el salvado, pero las sales solubles del salvado quedan en la pasta. No
queda más que echarle sal, hacerlo fermentar y cocerlo. Este pan es muy fácil de
digerir, por contener las diastasas del germen y las solubles del salvado. Este
pan es además, más económico.

De todo lo dicho hasta aquí ya no puede dudarse de que nuestra salud exige una
alimentación más abundante en magnesio, sobre todo si se tiene en cuenta los
efectos saludables y el gran número de enfermedades que previene o remedia
las ingestión de las sales magnésicas, según hemos de ver más adelante.

Parece, pues, que para evitar donde se pueda las enfermedades sin número, que
son la consecuencia directa o indirecta de la carencia o desequilibrio mineral, es
preciso y urgente asegurarnos una alimentación más rica en magnesio. ¿Cómo
obtenerla? Los medios son dos: uno artificial, natural el otro.

Sin duda, cada uno puede añadir, en forma de sales, a su alimentación los
minerales deficientes. Este procedimiento tiene su eficacia, como lo demuestran
los enfermos curados que lo han tomado siguiendo los consejos del doctor
Delbet. Pero por dos razones este método no es plenamente satisfactorio; pues
así los beneficiarios serían una minoría, y es un medio anormal, porque se
tomarían como medicamentos pedidos en la farmacia, ingredientes que deberían
estar en nuestra alimentación ordinaria.

El medio que mejor conviene seguir es el natural.

Dado que los desequilibrios, o al menos su aumento cada día más acusado, son
consecuencia de algunos errores señalados por P. Delbet, el medio mejor es
corregir estos errores, de la siguiente manera:
1. Es preciso, en primer lugar, asegurarse un pan
convenientemente mineralizado. Un pan de esta clase
sería suficiente para aumentar nuestra ración
magnesiana en proporciones considerables.

Para llegar a esto, se deberían tomar las siguientes


medidas:

A. No usar para la panificación más que trigos ricos


en magnesio (2 gramos al menos por kilo) y
relativamente pobres en potasio
B. Prohibir por una ley el cernido de las harinas por
debajo del 80 por 100
C. Volver a los procedimientos de panificación
integral de antes. Las personas robustas que
deben hacer un trabajo fatigante, preferirían el
pan íntegramente completo. La generalidad de la
gente adoptaría el pan moreno. El pan blanco
sería reservado para los dispépticos
D. Se debiera tener presente y estudiar la
panificación directa, sin harinas, de que hemos
hablado antes.

2. Esta modificación del pan debería hacerse posible y ser


completada por una reforma de la agricultura. La
agricultura debe producir buen trigo, sin el cual no se
puede hacer buen pan, y procurar que las demás
plantas, y consecuentemente los animales, tengan la
mineralización conveniente, el equilibrio deseado.

Hemos indicado antes que los abonos químicos pueden


traer perturbaciones perniciosas en la composición de los
vegetales; pero también se pueden obtener con otras
fórmulas de abonos minerales de una alta calidad
mineral. Los señores Vilain y Kuck, curando a sus
animales con simple modificación de la fórmula de sus
abonos, han puesto de manifiesto la importancia de esta
cuestión y lo que se puede lograr en este punto.

Parece urgente dar a este problema el lugar que se


merece. Podría tener lugar la institución de un control
para el análisis de los productos de la tierra. Aquellos
cuya composición fuese juzgada malsana, deberían ser
apartados del consumo.

3. La vuelta a la buena sal, gruesa y gris, a pesar de su


ligero inconveniente de la higroscopia, no debiera ser
descuidada. Pedro Delbet ha sido el heraldo de estas
ideas. El ha tomado el trabajo de publicar libros, para dar
a conocer estas verdades, semillas de resurrección.

El no está contento con la sola administración de las


sales halógenas del magnesio, en forma de comprimidos
o de solución en agua. Este es un medio individual, no la
solución de este problema serio y universal de la
sociedad moderna, a que siempre ha aspirado.

A ésta conducirán los medios últimamente expuestos.


Otro médico francés, el Dr. Víctor Pauchet, de la Facultad de Medicina de París,
se esfuerza como su connacional, el Dr. Pedro Delbet, en dar la receta para la
incorporación de magnesio en el organismo: el pan integral y la sal sin refinar.

Y así en su obra «Permaneced jóvenes», escribe (págs. 56 y 57):


«El magnesio se introduce normalmente en el organismo
consumiendo pan integral o salmuera, que lo contienen en
abundancia. El pan blanco y la sal blanca no contienen magnesio
y, por lo tanto, el individuo se halla privado de ese precioso
auxiliar. Esta laguna puede colmarse absorbiendo sales de
magnesio, preparadas en los laboratorios; pero, ¿para qué
recurrir a este medio artificial, cuando el uso del pan integral y de
la salmuera constituyen medios tan simples y naturales?»
Y para que nadie se llame a engaño acerca del verdadero pan integral, el mismo
Dr. Pauchet explica claramente de qué pan integral habla, cuando dice:
«Una palabra sobre el pan integral. Se le desacredita mucho; se
le echa en cara que es indigesto. A esto respondo que hay pan
integral de muchas maneras. El pan que se vende generalmente
bajo el nombre de pan integral no tiene de éste más que la
etiqueta. Lo hacen con harina blanca a la que añaden un poco de
centeno y de salvado.

Esta horrible e indigesta mezcla no tiene nada de común con el


pan integral, cuya fabricación es muy difícil, si el panadero no
posee una instalación especial. La molienda de «Graham»
necesita una manipulación especial y una serie de tamizajes para
obtener una harina fina.

»Los molinos actuales - continúa diciendo el doctor Pauchet - no


están montados, por lo general, para poder llevar a efecto esta
molienda. Hace algunos años, bajo la influencia del Dr.
Montennis, se creó en París, en la calle Las Casas, una
panadería moderna, pero quebró, pues el filántropo que sostenía
aquella obra se desalentó ante la indiferencia de los parisienses.
Más tarde Heudebert, e] gran fabricante de productos
alimenticios higiénicos, ha emprendido la fabricación de un pan
integral que corresponde a la fórmula perfecta. Hace poco le
preguntaba yo cuál era el resultado comercial de sus ensayos.

«Sí, sí, ya se vende el pan integral, pero..., sobre todo, a los


extranjeros. Es lástima que, ante el esfuerzo de un compatriota,
los franceses no se preocupen de sostenerle y de aprovecharse
de este alimento natural. El verdadero pan integral recuerda, por
el gusto y el aroma, el exquisito pan moreno o campestre de otro
tiempo. Todos cuantos padecen de estreñimiento han de
consumir pan integral.»

D) EL MAGNESIO Y SU PAPEL EN TERAPÉUTICA HUMANA


Por lo dicho, ya no es de maravillar que el magnesio haya adquirido, desde hace
algunos años, una importancia terapéutica cada vez más considerable.

Elemento de transición entre metales y metaloides, presenta gran actividad como


agente catalítico o de fijación para los metales alcalinotérreos, especialmente
para el calcio y el fósforo.

La fijación del calcio sólo puede realizarse por intermedio de ciertos agentes
orgánicos, ayudados por agentes químicos en los que se han fijado los fisiólogos
en estos últimos años y han estudiado su papel. En todos los trabajos, los
autores, se han dedicado a establecer el papel de fijador representado por el
magnesio, y a precisar, en los estudios sobre el raquitismo experimental, que el
magnesio ayuda enérgicamente a fijar el calcio sobre los huesos de los animales
hechos raquíticos.

El magnesio, cuya acción sobre las secreciones de las glándulas endocrinas es


muy importante, parece actuar como intermediario de las glándulas paratiroides,
cuyo papel sobre el metabolismo del calcio es primordial. Las glándulas
paratiroides contienen 5.8 por 100 de magnesio y la ingestión experimental del
magnesio aumenta claramente la actividad de las glándulas paratiroides.

Hoy día está bien establecido que, entre las substancias que poseen la secreción
más fijativa sobre el calcio orgánico, la que mejor papel desempeña, es la
hormona paratiróidica en primer plano.

La hipoparatiroidía conduce a una serie de trastornos entre los cuales los


principales caracterizan la tetania, y, a consecuencia de la diferencia de la fijación
del calcio orgánico y por aumento de la excreción del calcio resultante, se ha
observado la aparición de una serie de estados patológicos caracterizados por
estados convulsivos en los niños, así como en los deprimidos, cualquiera que sea
la causa de la depresión general.

El magnesio juega un papel considerable en el equilibrio de la fijación


paratiroídica y se puede igualmente considerar como el verdadero regulador de
esta secreción. Las experiencias han mostrado que las sales magnésicas actúan
en sentido inverso que las sales de calcio.

La hiperparatiroidía aumenta la excreción del magnesio, mientras que disminuye


la del calcio. La ingestión de las sales magnésicas excita la secreción
paratiroídica oponiéndose a la descalcificación paratiroídica, derivada de la
hiperparatiroidía, y los trastornos convulsivos que se presentan.

Los trabajos de Tibberts y Arch muestran claramente que la asociación del


magnesio y del calcio favorece la eliminación del calcio orgánico en- exceso, y
puede concluirse de sus experiencias que el magnesio y sus sales constituyen
agentes terapéuticos de primer orden contra los trastornos de la ateroma,
favoreciendo diferentes órganos, particularmente sobre las arterias y tejidos
articulares.

Se ha podido comprobar, en el servicio hospitalario, el aclaramiento sobre


pantalla de las aortas oscuras y la desaparición de los ostiofitos, como
consecuencia de un tratamiento de yoduro magnésico.

La acción del magnesio sobre la asimilación del fósforo no es menos importante.


La experimentación ha demostrado que el magnesio representa un papel
considerable en la formación de los fosfatos. Es necesario en la hidrólisis de las
lecitinas, que dan el ácido glicerofosfórico, y el ácido ortofosfórico. La mezcla de
sales cálcicas y de estos dos ácidos da origen al glicerofosfato de cal, compuesto
particularmente asimilable, tanto en cuanto al fósforo como al calcio, utilizado
para regular el equilibrio en fósforo y calcio del organismo.

No deja de ofrecer interés indicar aquí los resultados de algunas experiencias.


Mientras que la ingestión de fosfato tricálcico no determinó ninguna absorción del
calcio, la del fosfato cálcico-magnésico permitió comprobar una disminución de
un 50 por 100 de la cantidad de calcio eliminado por las orinas, demostrando que
la presencia del magnesio ayuda a la retención de la cal, tanto alimenticia como
medicamentosa.

Por tanto, aquí para ayudar a la medicación cálcica, es oportuno una indicación
importantísima que permita comprobar la necesidad de una asociación de sales
magnésicas con las de fósforo y de calcio para facilitar la absorción. Estas
experiencias, rigurosamente ejecutadas, permiten su comprobación y
establecimiento.

Por otra parte, el magnesio asociado al bromo o al yodo da origen a dos


productos halogenados (bromados y yodados) de magnesio, cuya utilidad
terapéutica es de las más importante. En el bromuro magnésico, el magnesio
aumento su buena tolerancia y refuerza su actividad por su acción
antiespasmódica. En lo concerniente al yoduro de magnesio, la absorción es aún
más prometedora.

Su actividad terapéutica es mucho más poderosa y también más durable que la


de los productos yodados utilizados por la acción hipotensora del magnesio que
refuerza la acción hipotensa del yodo. Así se han podido expresar los resultados
quimioterapéuticos obtenidos en las sales yodadas de magnesio.

Inspirándose en esta importante documentación y en el tratamiento


quimioterápico del cáncer, por H. Hartmaan, se ha estudiado y redactado la
fórmula de un complejo yodoyodurado magnésico, en el cual el magnesio debe
ejercer una acción terapéutica.

Este complejo fue experimentado primero sobre animales en aplicaciones locales


para el tratamiento de diversas afecciones cutáneas, llagas infecciosas,
ulceraciones, etc.

P. Groulade, veterinario, dio a conocer en una comunicación los resultados


experimentales constitutivos de una prometedora labor que pueda conseguir su
aplicación a la medicina humana.

También el doctor Graciansky, dermatólogo, ha experimentado ampliamente la


acción del yodoyodu-ro magnésico sobre las diversas variedades de úlceras
infecciosas de los miembros. Esta medicación fue utilizada, sea en tintura diaria o
bien en un día sí y otro no, resultando indiscutible que el tratamiento determinó
una cicatrización de las úlceras.

Según la citada comunicación del doctor Graciansky, esta cicatrización fue a


veces notablemente rápida. La úlcera, hasta este momento abierta, se cerró
rapidísimamente.

Al cabo de un día o dos, la serosidad se concretó en forma de costras, que se


curaron rápidamente, dejando aparecer una piel delgada, pero que desde el
primer momento fue suficiente para que la lesión pudiera considerarse como
curada. Más frecuentemente la curación fue más lenta. La costra se formó como
antes, pero más o menos rápidamente. La conclusión que se sacó fue que, en
general, se requieren tres semanas para conseguir la curación de una úlcera de
importancia media.

Recientes estudios han demostrado, en detalle, cómo el magnesio interviene en


acciones bactericidas y virucidas del organismo humano.

Lo daremos a conocer, según lo refiere el director del Hospital de la Cruz Roja,


de Madrid, doctor D. Carlos Blanc-Soler.
«El organismo humano - dice - dispone de una serie de recursos
para luchar contra el paso de bacterias y virus al torrente
circulatorio a partir del intestino o de cualquier otro órgano, no
sólo por la acción macrófaga y destructora de los leucocitos, sino
principalmente por la acción bactericida de determinadas
substancias, como la lisozina, la espermina, etc.

Una de las últimas substancias descritas con poder bactericida y


virucida, que existe normalmente en la sangre, es la
«properdina».

Es ésta una globulina que se une al «complemento» y al «ion


magnesio», dando lugar así a un sistema enzimático. Es
suficiente la falta de una parte del «complemento» o del «ion
magnesio», para que el sistema enzimático de la «properdina»
deje de tener acción virucida, según se ha demostrado
recientemente por el virus de la enfermedad de Newcastle».

E) DELBET, PALADÍN DE LA TERAPÉUTICA MAGNESIANA


No cabe duda que el médico francés doctor Pedro Delbet ha contribuido como
nadie a valorizar la terapéutica del magnesio.

En los apartados siguientes hemos de hacer desfilar una serie impresionante de


efectos curativos, obrados por medio de las sales de magnesio. Por esto
agradecerán sin duda nuestros lectores que les demos a conocer al héroe de
tantas hazañas curativas, al paladín de la terapéutica magnesiana; lo que vamos
a hacer presentándolo tal como nos lo ofrece el doctor F.A. Cid.

Al leer esta descripción, no podemos menos de representarnos al doctor Delbet,


no ya como en una foto estática, sino como en un película cinematográfica
sacada a lo largo de sus muchos años de vida (más de 90).
El famoso profesor Delbet, discípulo de Dastre, mantuvo tenazmente - a pesar de
sus noventa y tantos años - un férreo índice en dirección al polo de la ciencia
inexpugnable: la que trasciende al conocimiento humano, la que cada día, en
mayor cuantía, suma sus misterios con más muertes.

Las particularidades del cloruro de magnesio no podían menos que fascinar,


desde el primer instante, al abigarrado grupo de sus contemporáneos. Y como el
espíritu humano tiende constantemente a buscar analogías, no es de extrañar
que en un principio le pretendieran asignar casi un papel, si se nos permite la
palabra, telepático.

Pero, allí donde surgen regiones sombrías, comparece en seguida el espíritu


investigador de Delbet con su penetrante mirada, saturada de curiosidad. Su
voluble fantasía científica, ya frívola, ya genial, pero siempre inquieta, transformó
inflexiblemente esta confusa hipótesis de sus contemporáneos en una patética
afirmación: las virtudes curativas de las sales halógenas de magnesio.

Muchas cosas, si el espacio nos lo permitiera, podríamos decir de este paladín de


la ciencia, coronado, ahora, por una vejez gloriosa. Mas, preferimos recordar
aquel hombre de ancha frente y bien formado, que ya exteriormente llamaba la
atención por su elevada estatura y porte imponente, que se establece - a fines de
siglo - en el laboratorio de su maestro, en la calle de Ulm.

Sus rasgos reflejan un rostro armonioso y bien dibujado, labios finos, mentón
lleno y carnoso y frente magníficamente abombada sobre unos indefinibles ojos
de mirada de acero. Cuando por las mañanas atraviesa, con su andar amplio y
decidido, la puerta de la trastienda de su laboratorio, irradia una seguridad
bienhechora; todos sus contemporáneos le reconocen una paciencia infinita,
incansable.

De temperamento más melancólico que impetuoso, más tenaz que impulsivo, el


animoso Delbet - entonces joven sabio Delbet - observaba cuidadosamente los
fenómenos, y, de la misma manera que cruza por sus habitaciones con grandes
pasos firmes y rudos, así camina con pausa y decisión en sus investigaciones,
pasando de una observación a otra, lenta, pero inflexiblemente.

No procede por arranques fulminantes y arrebatadores, sino por conclusiones


prudentes y, por lo mismo, irrecusables, y no hay impugnación ni
encarnizamiento capaces de alterar su profunda calma.

Esta tranquilidad, este tesón, esta grandiosa y perseverante paciencia, esta


entrega de la vida para la vida de la ciencia, este ex profeso olvido del
pensamiento en la penumbra del misterio, tenían que resurgir. En 1891
demuestra que el lavaje del peritoneo con antisépticos favorece la infección. La
antisepsia, basada en los descubrimiento de Pasteur, había revolucionado el
campo de la cirugía. Pero, si la esterilización de los instrumentos y de las manos
permanecía igual, la acción de los antisépticos sobre las llagas era puesta en
duda.

El licor de Labarraque, el ácido fénico y un sin fin de productos atacan los


microbios y destruyen las células. Para el pensamiento científico de su época, la
segunda conclusión no reza la mayoría de las veces.

Pero Delbet va más lejos; sabe, desde Metchnikoff, el papel de los glóbulos
blancos en la lucha contra la infección, y constata que una solución de cloruro de
magnesio aumenta su poder fagocitario. En un momento, las obscuras horas de
soledad en el laboratorio y los días enterrado en sus estudios prorrumpen en un
estallido que hace volver todas las miradas hacia él.

Y es entonces cuando Delbet concreta parsimoniosamente un método que


bautiza de «citofiláctico». Su objeto: exaltar la vitalidad de las células; un medio
de acción: una síntesis de compuestos órgano-magnésicos, que sus enfermos
del Hospital Necker llaman su «droga» y a la cual denomina «Delbiase».

A partir de este momento, queda aparentemente oscuro dentro de su gloria. Y de


la misma manera que la vida de su juventud linda casi en lo desconocido, los
quince años que transcurrirán hasta la nueva comunicación, serán de un íntimo
recogimiento que le permitirá ir desmenuzando la trascendencia de su eslabón.

Y así en la Academia de Medicina expone que en el mundo civilizado la ración


magnesiana va disminuyendo: el pan es demasiado pobre de magnesio, la sal
refinada, las conservas se consumen con exceso.

Y habla de la desmineralización fisiológica magnesiana del hombre hacia los


cuarenta años, desmineralización agravada todavía por la alimentación deficiente
en magnesio. Llega a afirmar que el agricultor debe incorporar el magnesio en
sus abonos para mejorar las cualidades higiénicas de los vegetales alimenticios y
restituir al suelo el magnesio sacado por sus cosechas.

Esto debe ser política del Estado:


«Del Ministerio de Agricultura depende la salud pública» - dice.
Y mientras sus estudios - sobre la enfermedad que agota más a la humanidad: el
cáncer - prosiguen infatigablemente consumiendo sus horas, van surgiendo
nuevas comunicaciones:
«Acción frenadora del cloruro de magnesio en la multiplicación de
las células atípicas en el desarrollo anárquico (Academia de
Medicina, 1.° de mayo de 1932).
«El cloruro de magnesio favorece la evacuación biliar y mejora la
digestión» (Academia de Medicina, 1.º de mayo de 1936).
«De la resistencia general conferida al organismo por las sales
de magnesio» (Academia de Medicina, con el Dr. Palios, 1.° de
julio de 1939).
«Delbiase y prostatismo. Disminución de pH urinario» (Academia
de Ciencias, 25 de mayo de 1940).
Y citando obras y más trabajos, trazaríamos la vida del profesor Delbet.

Como todos los hombres de ciencia, su existencia está alejada del mundo y
oscura entre su luminoso pensamiento. La humanidad sólo premiará al
descubridor del medicamento efectivo del cáncer, y es muy posible que olvide en
él uno de sus precursores.

No querríamos que ocurriera al profesor Delbet, el primero de los médicos


modernos que ha debido tomar sobre sí la suerte ingrata eternamente reservada
a los que llegan antes de tiempo, aquello de que en todas las épocas los
precursores han de ser sacrificados.

Este ha sido el motivo de que hablásemos de él, a través de sus obras.


F) MÚLTIPLES EFECTOS CURATIVOS DEL MAGNESIO
Ante la multitud de efectos curativos atribuidos al magnesio, que nuestros
lectores podrán luego apreciar, si continúan leyendo este libro, no ha faltado
quien le haya llamado despectivamente «panacea».

Podemos, sin embargo, llamarle panacea - como advierte el Padre Manzanal - en


el verdadero sentido de la palabra, con una pequeña acotación explicativa.

Si se consideran las sales de magnesio como medicamentos, entonces con razón


se las puede llamar en sentido peyorativo panacea; pero, si se las considera
como alimentos necesarios, a cuya falta se deben muchas enfermedades, que
desaparecen con la toma de cloruro de magnesio o de otra sal magnésica,
entonces la experiencia ha demostrado que son una verdadera panacea, por la
multitud de enfermedades que curan.

Esta son tantas, que si no las viésemos confirmadas por los hombres de ciencia,
nos parecerían sospechosas.

Pero he aquí que son casos realmente sucedidos y comprobados por la


experiencia. Nos bastará para nuestro intento revisar los comunicados que el
doctor Delbet ha dirigido a la Academia de Medicina francesa. P. Delbet, de la
Academia de Medicina, es nombrado Presidente de la Asociación Francesa para
el Estudio del Cáncer. Por un camino distinto ha llegado a las mismas
conclusiones que H. Vilain.

Los dos proclaman la necesidad del magnesio en la economía mineral del mundo
actual.

Esta necesidad proviene, en parte al menos, del refinamiento meramente


caprichoso y poco racional de los alimentos, que han sufrido menoscabo de su
equilibrio mineral, especialmente por la deficiencia del magnesio.

Vamos a exponer brevemente cómo P. Delbet ha comprobado


experimentalmente que el cloruro de magnesio obra en multitud de curaciones,
dejando para más adelante tratar con detenimiento de las enfermedades
infecciosas, tales como la difteria y el cáncer, que también son curados o, cuando
menos prevenidas, por el cloruro de magnesio.

1. El cloruro de magnesio y la fagocitosis:


En el año 1914, el doctor Delbet se admira de los daños
de la antisepsia (conjunto de procedimiento destinados a
eliminar, alejar y destruir los microbios patógenos).
«Esta - nos dice - dirige sus tiros a los microbios y mata
las células».

Por eso, en vez de ir directamente a la destrucción del


microbio, se prefiere aumentar la resistencia y actividad
de las células, para que ellas triunfen de los microbios. A
esta acción protectora y exaltación de la actividad celular
la ha llamado citofilaxia; concepto que debe añadirse, si
es que no sustituir, al de antisepsia.

En el tratamiento de las llagas con diversas soluciones


investiga el doctor Delbet cuál de ellas exalta más las
propiedades citofilácticas de los glóbulos blancos, tan
importantes en la lucha contra la infección. Hasta
entonces se creía que la solución del cloruro de sodio al
8 por 100 era lo mejor.

Las nuevas experiencias del doctor Delbet han


demostrado que el cloruro de magnesio cristalizado en
solución acuosa el 22 por 1.000, ejerce una acción tal
sobre los glóbulos blancos, que duplica la acción de
éstos en la destrucción de los microbios.

La solución de cloruro de magnesio ejerce benéfica


influencia sobre las llagas, y conserva esta influencia
cuando es inyectada en el sistema circulatorio. La
experiencia se hizo en un perro. Se le inyectaron en una
vena 150 centímetros cúbicos de esta solución. Se
tomaron muestras de sangre antes y después de la
inyección. A los glóbulos blancos de estas muestras se
les inyectaron microbios de un mismo cultivo. De esta
manera, los glóbulos blancos bajo la influencia del
cloruro de magnesio destruyeron triple número de
microbios que se habían tomado antes de inyectar la
solución al perro.

Con las debidas precauciones el doctor Delbet ha hecho


pruebas en el organismo humano, y ha experimentado
los mismos efectos: los glóbulos de la sangre reaccionan
más activamente contra los microbios, invasores del
organismo humano, si les ha sido inyectada la solución
del cloruro de magnesio.

2. Euforia y resistencia a la fatiga:


Además de estimular la acción fagocitaria de los glóbulos
blancos, tanto externa como internamente, se podría
pensar si el cloruro de magnesio favorece a otras células
de distinta actividad.

Fue en el Hospital de Necker cuando se usó, por primera


vez, por vía bucal. Había un soldado gravemente herido
que rehusaba la inyecciones.

El doctor Delbet dijo una mañana a las enfermeras:


«Probemos de darle la solución por vía bucal».
A estas palabras las enfermeras insinuaron una sonrisa.
«¿Por qué se ríen ustedes?», les pregunta el doctor.
«Todas lo tomamos», respondieron ellas».
«¿Por qué lo toman?»
«Es que nos da ánimo en el trabajo. Hemos notado que
los enfermos mostraban cierto bienestar, y a nosotras
nos ha producido el mismo efecto.»

Por este suceso, que podríamos llamar casual, el doctor


Delbet administraba esta solución a todos los heridos de
su servicio. Las enfermeras, satisfechas por la sensación
de euforia, de energía y de resistencia a la fatiga,
hicieron propaganda de la solución. Muy a menudo, un
gran número de personas tomaban regularmente esta
solución. Este paso debía traer otros consigo.

Sucedió que muchas personas que buscaban el efecto


tonificante del cloruro de magnesio, sufrían distintos
padecimientos que desaparecían. Se produjeron
curaciones en extremo variadas, que fueron relatadas al
doctor Delbet.

El doctor Víctor Pauchet, de la Facultad de Medicina de


París, en su obra «Permaneced jóvenes», exalta de
varias maneras el poder del magnesio para el bienestar
corporal. Así, por ejemplo, para gozar de salud
recomienda «consumir cloruro de magnesio» (pág. 51).

Esta recomendación es consecuencia de lo que antes


había dicho (pág. 37):
«Los que consumen regularmente cloruro de magnesio
excitan las tiroides y experimentan una impresión
legítima de rejuvenecimiento y de vida. No consumáis sal
blanca ni pan blanco, que no contienen magnesio;
consumid pan moreno y salmuera que lo contienen».

3. Desórdenes digestivos:
Un médico envió al doctor Delbet su propia observación.
Tenía perturbaciones intestinales penosas y persistentes.
A pesar de un severo régimen y un tratamiento de
agentes físicos (diatermia, rayos infrarrojos), su estado
no había cambiado apenas.

Se somete, por fin, a la acción del cloruro de magnesio


con una dosis de 2 gramos por día, suprimiendo todo
medicamento. Los resultados fueron excelentes:
desaparecen los dolores de la región epigástrica y las
perturbaciones intestinales. Aumenta 10 kilos de peso, su
aspecto exterior se transforma y puede llevar las
ocupaciones ordinarias sin fatiga.

El cloruro de magnesio, tomado de una manera continua,


reduce las evacuaciones en los diarreicos. En otros,
aunque al principio traiga algunas perturbaciones, el
resultado de su acción habitual es una regulación. Hace
también que las materias fecales pierdan su olor
desagradable.

El doctor Rodríguez Méndez, en su obra titulada


«Apuntes sobre Medicamentos», dice ponderando las
ventajas de los bizcochos de peróxido de magnesio
(págs. 133 y 479), conocidos con los nombres de
«hopogán» y «perhidrol magnésico», que están
destinados a combatir muchos padecimientos
gastrointestinales, y, al mismo tiempo, hace constar
expresamente que el peróxido «no irrita ni causa
accidente alguno».

En una obra de los doctores S. Milne Edwards y P.


Vacasseuh, publicada nada menos que en 1835, con el
título de «Manual de Materia médica», al referirse al
carbonato de magnesio calcinado, se dice textualmente
(pág. 289):
«Es muy ventajoso su uso, en casos de acidez de las
primeras vías, que se observa mayormente de esta
manera como antiácido y absorbente para neutralizar los
ácidos que se desenvuelven con demasiada frecuencia
en el estómago en ciertas circunstancias. Ofrece
igualmente grandes recursos, en casos de
envenenamiento por los ácidos, en razón de la facilidad
con que se combina con estos cuerpos y de no ser
nocivas las sales que resultan de esta combinación». Un
poco más adelante (pág. 299), tratando del subcarbonato
de magnesio, asegura que «sus usos son los mismos
que los de la magnesia calcinada y se emplea mucho en
los mismos casos».

Y termina diciendo:
«En fin, se emplea con mucha ventaja en casos de mal
de piedra, que dependen de la superabundancia de ácido
úrico».

4. Acción sobre la piel:


Es interesante la acción del cloruro de magnesio sobre
picores que quizá se deban a alteraciones de la piel o a
lesiones nerviosas.

Una criada no podía lavar sin sentir después picazones


en las manos, que no la dejaban dormir, acompañados a
menudo de eczema. Había sufrido muchos tratamientos
sin resultado satisfactorio. Tomando 2 gramos de cloruro
de magnesio diarios, le desapareció la molestia. Puede
lavar sin inconveniente ni molestia.

La señora de un médico sufría mucho de sabañones.


Después de la ineficacia de los tratamientos preventivos
y curativos, renuncia a ellos, comenzando a tomar un
poco de cloruro de magnesio en el mes de septiembre.
Con este tratamiento se pasó el invierno sin sabañones.
Otras personas han constatado la eficacia del cloruro de
magnesio como preventivo de los sabañones.

Hablando concretamente de una enfermedad de la piel


curada por las sales de magnesio, el doctor Delbet
expone a qué se deben estos efectos curativos, dentro
de su teoría general de la citofilaxia.

Se expresa en estos términos:


«Una dosis de 2 gramos de cloruro de magnesio, tomada
por vía digestiva, no puede tener ninguna acción
antiséptica sobre los microbios de las glándulas
sebáceas. A causa, pues, de una modificación de las
células, las glándulas triunfan de los agentes patógenos.
Puede considerarse esto como acrecentamiento de la
actividad celular. Yo repito que el magnesio debe
considerarse como alimento, no como medicina».

5. Operaciones quirúrgicas e intoxicaciones de cloroformo:


Varios efectos del cloruro de magnesio indicaban el uso
de los enfermos antes de sufrir una operación: una
reacción más rápida y eficaz contra las infecciones,
desodorificación de las materias fecales y, sobre todo, su
acción sobre el sistema nervioso.

Se evita, ante una operación de esta clase, una emoción


desordenada y el agotamiento que ella trae, mediante el
uso regulador del cloruro de magnesio que, al cabo de
unos cuantos días, proporciona una especie de equilibrio
del sistema nervioso. También modera las sensaciones
superexcitadas y, a la vez, da más energía.

Un punto quedaba oscuro: su acción sobre el narcótico.


Delbet hizo la experiencia sobre el cloroformo, realizando
la prueba con conejos. En ella llegó a la conclusión de
que varias dosis de inyecciones de cloruro de magnesio,
administradas en los días anteriores a la operación,
reducen la toxicidad del cloruro, por lo cual Delbet
recomienda se practiquen inyecciones de cloruro de
magnesio, como preparación a las operaciones
quirúrgicas.

El antes citado doctor Rodríguez Méndez, en su libro


«Apuntes sobre Medicamentos», dice, a propósito de las
sales de magnesio (pág. 404):
«Los estudios de Mcltzer prueban que sus sales (cloruro
y sulfato) poseen gran poder inhibitorio y anestésico.
Bajo su acción ha efectuado (Meltzer) intervenciones
quirúrgicas».

6. Los achaques de la vejez:


Los avanzados en edad, por debilitación del sistema
nervioso, tienen cierta rigidez muscular que se manifiesta
en diversas acciones: la marcha es un poco sacudida, al
bajar de una escalera necesitan apoyo... Personas de
esta clase han recuperado, bajo la influencia del cloruro
magnésico, la marcha flexible y elástica de su juventud.

La primera manifestación de esta rigidez es una


modificación de la escritura, que se hace irregular. En un
grado más avanzado está el temblor senil. Todos estos
inconvenientes, pequeños o grandes, desaparecen bajo
la acción del cloruro de magnesio.

En un hombre de sesenta y nueve años, el temblor


comienza a disminuir a las tres semanas de tomar todos
los días 2 gramos de cloruro de magnesio. Al cabo de
cinco semanas, la escritura, que le era imposible desde
hacía dos años, se hace normal.

Una anciana de sesenta y siete años tenía, además de


otros temblores más pequeños, temblor de los miembros
superiores, con grandes oscilaciones, de manera que no
podía llevar nada a la boca. Toma una dosis de 3 gramos
por día. El temblor disminuye rápidamente. Cesa la dosis
de cloruro magnésico, sobreviene a los pocos días el
temblor.

El cloruro de magnesio se lo hace desaparecer de nuevo


y definitivamente.
Las sales de magnesio obran también sobre algunos temblores patológicos y
hacen desaparecer las sensaciones de calambres.

Entre las enfermedades más propias de la vejez figuran las perturbaciones en la


próstata, que se manifiestan en desórdenes molestos, frecuentemente penosos,
a veces graves. Pues bien, en todos los desórdenes de micción, graves o leves,
el uso regular de comprimidos de magnesio ha hecho desaparecer o disminuir el
mal.

Un anciano retentista completo se disponía a una operación de próstata. Como


preparación para ella toma cloruro de magnesio. Y he aquí que comienza la
mejoría, y sale curado del hospital, sin haber sido operado, por el benéfico influjo
del cloruro de magnesio.

El aumento de la ración de magnesio detiene la evolución de la hipertrofia


prostática, que es una plaga de la humanidad, y a veces la hace desaparecer.
Además, parece ser un preservativo de los desórdenes prostáticos, pues los que
lo usan comúnmente, no los han tenido.

Las investigaciones que se han hecho sobre órganos muy importantes de los
ancianos, nos dicen que las características de estos órganos afectados por la
edad son la disminución del magnesio y el aumento del calcio; y, por
consiguiente, la proporción, el equilibrio debido, disminuye entre estos dos
importantes elementos.

En los adultos el valor de esta proporción es doble que el valor de esta misma
proporción en los ancianos. Esta disminución del magnesio no es un hecho
secundario, ya que el aumento del calcio; y, por consiguiente, la proporción de
accidentes y caídas de la vejez. Por eso es necesario que el contenido en sales
magnésicas de los alimentos sea tanto más rico, cuando la edad es más
avanzada.

El magnesio favorece la fijación del calcio allí donde su presencia juega un papel
fisiológico normal, por ejemplo, en los huesos; mientras que lo elimina de las
partes donde su presencia es patológica. Ejerce, pues, una acción reguladora.

Al eliminar el calcio patológico, el cloruro de magnesio es un excelente preventivo


de la hipertensión. Los depósitos de calcio, que hacen perder su elasticidad a las
arterias, desempeñan un papel importante en ciertas hipertensiones y en los
accidentes que de ellas provienen. La eliminación de estos depósitos calcáreos
tiene, pues, una importancia grande en la práctica, que es favorecida por el
cloruro de magnesio. Según esto, el magnesio resulta un medicamento muy
indicado para evitar la arteriosclerosis.

No hay contradicción en que el magnesio fije en unas partes del calcio y lo


elimine de otras, pues el calcio se encuentra formando distintos compuestos en
las diversas partes del cuerpo.

La acción del cloruro magnésico también se manifiesta en la actividad cerebral.


Un escritor agradecía al doctor Delbet el efecto de las sales de magnesio; pues,
gracias a ellas, escribió su última obra con suma facilidad. El reuma también
desaparece mediante la toma de la solución del cloruro de magnesio. Se deberá
tomar en pequeñas dosis (una copita), mañana y tarde, hasta que se note la
curación, con alguna breve interrupción.

En el organismo débil de los ancianos los efectos del magnesio son magníficos;
sin embargo, en el organismo lleno de vida de los jóvenes puede aún acelerar el
ritmo vital produciendo efectos no saludables. Por eso, advertimos - dice Delbet -
por bien de los jóvenes, que no es conveniente que ellos abusen de ello, sino que
lo usen con moderación.

En las mismas ideas abunda el Dr. Pauchet antes aducido en su obra


«Permaneced jóvenes» (página 57), cuando escribe:
«Y para acabar este capítulo, dos palabras sobre el magnesio.
Actualmente los médicos se ocupan mucho de la cuestión del
magnesio introducido en el organismo como medio terapéutico.
Se ha demostrado que, en todo individuo, la presencia del
magnesio está en relación directa con el grado de vigor.

Rico en magnesio al principio de la existencia, el organismo


posee cada vez menos a medida que el individuo envejece y se
torna senil. Parece ser que, para prolongar el período de vigor en
el adulto, para combatir las diferencias orgánicas, la absorción de
sales de magnesio prestaría grandes servicios».

G) TERAPÉUTICA MAGNESIANA DE LAS ENFERMEDADES


INFECCIOSAS
Los efectos curativos del magnesio se extienden, en general, a todas las
enfermedades infecciosas.

Podríamos narrar minuciosamente casos de curación en distintas enfermedades,


pero nos limitaremos a las líneas generales de esta materia. Iremos extractando,
según lo hace el P. Manzanal, las observaciones y notas del doctor Neveu en las
principales enfermedades que ha tratado.

1. Gripe y afecciones de las vías respiratorias:


El doctor Neveu atendía desde 1923 a 1939 a los
enfermos de las Hermanitas de los Pobres en Rochefort-
sur Mer. La cuarta parte de los ancianos, físicamente
agotados, moría cada año de bronconeumonía, siendo
tratados por los medicamentos usuales.

El año 1934 comienza el doctor Neveu el tratamiento


magnesiano en el asilo. Daba a todos los enfermos con
fiebre la solución de cloruro de magnesio, en dosis de
125 centímetros cúbicos cada seis horas. Los efectos
fueron excelentes: los enfermos curaban rápidamente.

En el invierno de 1934-1935 vino una fuerte epidemia de


gripe, que atacó a todos los ancianos. Todos salieron
incólumes de ella por la solución de cloruro de magnesio.
Ésta les cortaba la fiebre. Los que fueron atacados de
bronconeumonía gripal, recibieron el mismo tratamiento,
además se les inyectaba aceite alcanforado. Curaban
todos en el espacio de tres a cinco días.

En el mes de mayo, pasada la epidemia, había muerto


en el asilo un solo enfermo de bronconeumonía gripal,
mientras que la mortalidad en la ciudad había sido muy
elevada. Este contraste inesperado fue señalado en el
Ayuntamiento de la ciudad. En lo sucesivo los ancianos
adoptaron este método curativo, y cuando se sentían
indispuestos o con fiebre, iban a pedir a la Hermana
Enfermera la solución de cloruro de magnesio a la que
habían puesto el nombre de «la bebida que corta la
fiebre».

El doctor Neveu nos narra su propia curación.


Sintiéndose insomne y con malestar general, aparecieron
los síntomas claros de la neumonía. Acostado en el
lecho, se hizo llevar la solución. Era un viernes cuando
empezó a tomar la solución. Al domingo siguiente,
aunque no perfectamente curado, se levantaba para
visitar a un amigo suyo que estaba enfermo. A partir de
este momento, se puede decir que su neumonía había
sido cortada por el cloruro de magnesio.

Dice el doctor Neveu que ha tratado en su clientela


desde 1934, no pocos casos de gripe, neumonía y
bronconeumonía por el cloruro de magnesio, con un éxito
constante: «He tratado en particular - son sus palabras -
niños, en bronconeumonías consecutivas a la gripe o a la
tosferina, que sin duda no hubieran curado por un
tratamiento distinto del magnesio.

Estas palabras del doctor Neveu se ven perfectamente


confirmadas por las distintas observaciones que de cada
enfermedad nos transmite. No es nuestro intento
reproducirlas. Baste decir que la curación, en general, es
rápida; si se ha dado al paciente una dosis
suficientemente fuerte de la solución al principio de la
enfermedad, habrá que aumentar esta dosis en cantidad
o en número, hasta conseguir una mineralización
magnesiana suficiente.

Estas observaciones muestran el poder citofiláctico de la


mineralización magnesiana en las afecciones
pulmonares agudas, ya sean de gripe o
bronconeumonía, pleuroneumonía o bronconeumonía. La
solución magnesiana cura, en efecto, las enfermedades
agudas de las vías respiratorias.

La tosferina también ha sido tratada por la solución de


cloruro magnésico. La experiencia fue hecha en un
orfelinato en 1935. Es preciso comenzar el tratamiento
muy a los comienzos, al notar la primera tos. De esta
manera el tratamiento magnesia-no corta la tosferina.
Comenzando un poco tarde, modera los accesos de tos y
corta la enfermedad.

Estos resultados en la tos ferina se pueden tener por


ciertos, dado el suficiente número de casos tratados por
el doctor Neveu. En un caso desesperado cuando la
penicilina y la estreptomicina se mostraban impotentes
para combatir la enfermedad, la. solución de cloruro de
magnesio salvó del inminente peligro a una niña de siete
meses.

El tratamiento magnesiano posee igualmente una notable


acción contra el asma, bronquitis crónica y el enfisema.
El doctor Neveu nos dice:
«He obtenido resultados admirables en enfermos que
habían agotado todos los recursos de la terapéutica
clínica, y que varias veces habían tenido tratamientos de
aguas medicinales».

A estos enfermos hacíales tomar por la mañana y por la


tarde 125 centímetros cúbicos de la solución durante
veinte días. Este tratamiento era renovado cuantas veces
su estado de salud lo hacía necesario. En caso de crisis
aguda, de congestión o de fiebre, les hacía tomar la
misma dosis cada seis horas.

Para el doctor Neveu el mejor tratamiento contra el asma


y la bronquitis crónica es éste de la solución de cloruro
magnésico.

2. Afecciones de otros aparatos:


Restan todavía muchas enfermedades cuya curación
puede realizarse por la solución de cloruro de magnesio.
Es suficiente para nuestro intento mencionar las más
principales.

Comenzaremos por el forúnculo. El tratamiento


magnesiano se opone a la evolución de un forúnculo, al
principio de su formación. (Forúnculo, en lenguaje vulgar,
«divieso».)

Varios enfermos atacados de forúnculos y que habían


ensayado todos los remedios, se han curado con el
siguiente tratamiento: 125 centímetros cúbicos de la
solución de cloruro de magnesio, mañana y tarde,
durante veinte días. Los forúnculos que tenían tendencia
a renovarse, reventaban después de un corto período
inflamatorio; luego desaparecían definitivamente. El
tratamiento magnesiano es, a juicio del doctor Neveu, el
mejor tratamiento de la forunculosis.

El doctor Neveu también ha curado por este tratamiento


varios ántrax.

La intoxicación alimenticia también ha desaparecido por


la solución de cloruro magnésico. Asimismo la
enfermedad de eczema desaparece mediante el
tratamiento magnesiano. La dosis es de 125 centímetros
cúbicos, mañana y tarde.

Se registran varios casos de poliomielitis curada por el


mismo tratamiento. La poliomielitis se distingue
clínicamente como una atrofia muscular. Dos
observaciones nos muestran la eficacia del cloruro de
magnesio en el período agudo de la poliomielitis. Una
tercera observación nos muestra que, administrado dos
meses después de los primeros síntomas, ha hecho
desaparecer una atrofia muscular y una parálisis que, sin
duda, hubieran sido definitivas.

El doctor Neveu ha aplicado el tratamiento magnesiano a


todos los enfermos atacados de erisipela, ostiomielitis,
escarlatina, sarampión y adenitis, para los cuales ha sido
consultado. Bajo la influencia de este tratamiento, las
curaciones son siempre rápidas. En particular ha
experimentado curaciones muy interesantes en erisipela
y ostiomielitis. Ningún enfermo de ostiomielitis ha tenido
que sufrir intervención quirúrgica; todos se han curado
perfectamente por el cloruro de magnesio.

Los atacados de estas cinco enfermedades últimas no


tienen complicaciones con otras enfermedades
infecciosas, tratados por la solución del cloruro de
magnesio.

H) TERAPÉUTICA MAGNESIANA DE LA DIFTERIA


En las primeras horas de un jueves, el doctor Neveu es llamado junto a una niña
de nueve años atacada de una angina sospechosa.

La niña presenta señales claras de una difteria grave. El análisis de los bacilos de
sus amígdalas confirmó el diagnóstico. Para atacar la enfermedad, había que
inyectar a la niña suero a grandes dosis, como lo había hecho el doctor Neveu en
muchos casos con feliz resultado. Con el fin de evitar las perturbaciones debidas
al suero que pensaban inyectar, el doctor Neveu prescribió la solución siguiente:
Cloruro de magnesio cristalizado, 28 gramos; agua natural, como disolvente,
medio litro.

Esta solución debía ser tomada en tazas de café, cada cuatro horas.

El sábado por la mañana pasa por la casa de su enferma y comprueba con


admiración que está en vías de curación. A las cinco de la tarde vuelve junto a la
enferma. Había acabado de tomar la solución, y ya estaba curada. Es preciso
reconocer que el cloruro de magnesio había curado una difteria, como lo hubiera
hecho el suero, si se hubiera administrado. Esto lo veremos confirmado a medida
que se multipliquen las experiencias del doctor Neveu y sus compañeros de
profesión.

El cloruro de magnesio no ha obrado como antibiótico o como un suero, los


cuales, o bien atacan directamente la vitalidad de los microbios, o bien
neutralizan sus toxinas. No ha podido causar la curación más que por una acción
favorable ejercida sobre el mismo organismo.

Esta es la citofilaxia del cloruro de magnesio de que hemos hablado antes, es


decir, el aumento de vitalidad de las células que las hace triunfar por sí solas de
los microbios, según la doctrina del doctor Delbet confirmada por muchas
experiencias.

Y si éste es el método de obrar del cloruro de magnesio, es claro que no es un


remedio particular y específico de la difteria, como lo es el suero antidiftético, y
que la inmunidad que proporciona no debe ser limitada a la sola difteria, ya que,
fortaleciendo el organismo, lo dispone para superar ésta y otra infección
cualquiera que sea su clase.

El doctor Neveu ha tratado con este método otros cinco casos con los síntomas y
exámenes positivos de los bacilos de la difteria (bacilos de Loeffler).

Todos se han curado rápidamente, después de haber tenido gran cuidado de


probar que se trataba de casos de difteria. Neveu, seguro de la eficacia de su
método, ha suspendido los exámenes bacteriológicos y la redacción de las
observaciones clínicas, que ya no tenían interés para él, y en los años siguientes
trató por la solución de cloruro de magnesio al 20 por 1.000 más de 60 casos de
anginas diftéricas, siempre con feliz resultado.

Notemos solamente que el doctor Neveu, en un caso difícil de difteria, en el que


después de siete días de tratamiento por la solución de cloruro de magnesio no
aparecía franca mejoría, usó una inyección antidiftérica de 10.000 unidades,
continuando el tratamiento por la solución de cloruro de magnesio con una sola
dosis.

Este tratamiento dio por resultado la curación del paciente. Las 10.000 unidades
de suero, dosis mínima y tardía, no bastan según el doctor Rouche, para justificar
la curación de este caso. La dificultad provino de haber comenzado tarde el
tratamiento, que fue al cuarto día de la enfermedad, viniendo a aumentar la
dificultad el frío y la falta de higiene.

En 1943 el doctor Neveu se conmovió, al saber que sus colegas estaban


insuficientemente armados contra la difteria por la escasez de sueros, y que ésta
hacía estragos lamentables. Entonces creyó deber suyo dar a conocer un
tratamiento cuya eficacia había experimentado.

Reveló, pues, las observaciones clínicas de cuatro nuevos casos de difteria, tres
de los cuales eran extremadamente graves, confirmados todos por el laboratorio,
y dirigió estas observaciones juntamente con las precedentes al doctor Duvic,
Inspector-Médico de la Charente-Marítima.

Este comunicó los documentos al director regional de la Salud y Asistencia de


Poitiers.
«Ellos me impulsaron - escribe Neveu - a publicar sin retraso un
artículo en la prensa profesional. El primero de enero de 1944, el
diario de medicina «Concours Medical», me incluía una nota
sobre el tratamiento de la difteria por el cloruro de magnesio...»
El quince de abril del mismo año publicaba otro artículo el «Concours Medical».

He aquí una síntesis de sus ideas:


Desde hace diez años he tratado con éxito más de sesenta casos
de difteria por la solución siguiente:
 Cloruro de magnesio cristalizado, 33 gramos
 agua ordinaria, como disolvente, 1 litro
Empleo esta solución en dosis de 125 centímetros cúbicos que se toman de una
vez o en el espacio de cinco minutos. Después de dos horas, viene una segunda
dosis de 125 centímetros cúbicos. Esta dosis se renueva cada seis, ocho o doce
horas, según la gravedad del caso.

Las dos primeras dosis, bastante próximas, permiten obtener rápidamente una
concentración sanguínea suficiente. El intervalo de las dosis siguientes tiene por
fin mantener o disminuir progresivamente esta concentración, según el estado del
enfermo.

Este tratamiento es sumamente sencillo y rápido. Frecuentemente el análisis del


cultivo de los bacilos llega del laboratorio, cuando el enfermo está casi ya curado,
pues el examen del cultivo se hace después de diecisiete horas.

No he tratado niños menores de cinco años. La dosis para éstos debería


reducirse a 100, 80 ó 60 centímetros cúbicos. Hasta aquí la exposición del doctor
Neveu.

Con este artículo comienza a extenderse, con feliz augurio, el procedimiento del
doctor Neveu. Llega a muchos médicos y será presentada a la Academia de
Medicina una comunicación sobre él. Vamos, pues, ahora a decir algo sobre la
acogida y resultados del nuevo método expuesto en este artículo. Los mismos
doctores nos cuentan cómo lo recibieron y con qué resultados lo aplicaron.

Naturalmente, la primera reacción no fue de franca acogida. Se mostraban


indecisos ante el tratamiento; pero, después que experimentaron los mismos
efectos que el doctor Neveu, la acogida fue incondicional. René Fortin lo empleó,
por primera vez, con un poco de escepticismo. El resultado fue rápido y feliz.
Cree que la desaparición de las adenitis es más rápida que con el suero.
(«Adenitis» se llama a la inflamación de las glándulas y de los ganglios linfáticos.)

F. Bouyssi empleó con desconfianza el tratamiento en un joven. La falta de


suero le movió a emplearlo.

Su impresión posterior, al visitar al día siguiente al joven, la describe así en carta


al doctor Neveu:
«Yo me permito manifestarle mi gran satisfacción por el método
de la angina diftérica que Vd. ha preconizado. He quedado muy
satisfecho y, al mismo tiempo, sorprendido» (ante el efecto
curativo).
El doctor Roussi, inspector adjunto de la Salud, se expresa así:
«Hemos conocido con vivo interés su artículo sobre el
tratamiento de la difteria por el cloruro de magnesio... Después
de pequeñas epidemias que han castigado nuestro sector, y
cuando comenzaban a faltar los sueros, hemos avisado a los
médicos y les hemos aconsejado el tratamiento preconizado.
Hasta ahora este tratamiento parece haber obtenido muy buenos
resultados en los adultos, los muy pequeños absorben con
dificultad la bebida.»
Otros doctores han experimentado el método del doctor Neveu en la curación de
la difteria, y han enviado también sus observaciones de feliz resultado.

Entresacamos de ellas, siguiendo al P. Manzanal, algunas ideas de especial


interés e importancia. Este tratamiento es en extremo interesante para aquellas
personas a quienes es perjudicial el suero, en general, por su complexión
hipersensible.

El tratamiento magnésico no hay que cortarlo, tan pronto como el paciente se


encuentre bien; hay que prolongarlo algún día. Pues pueden quedar todavía
bacilos que, multiplicándose rápidamente y encontrando al organismo sin la
defensa que le proporcionaba el cloruro de magnesio, puedan prevalecer y
producir de nuevo la enfermedad.

Por eso conviene seguir el tratamiento, hasta que el primer examen del cultivo de
la flora bacteriológica sea negativo de los bacilos de la enfermedad. Un segundo
examen se hará siete días después.

Esta última observación de tomar, por ejemplo, un litro de la solución de cloruro


de magnesio en la convalecencia de la difteria, es aplicable a toda difteria, sea
cualquiera el tratamiento empleado.

Sólo el doctor Couturier escribió al doctor Neveu diciéndole que su tratamiento no


había producido efectos satisfactorios en tres casos de difteria. El doctor Neveu
le escribió dudando de que hubiese seguido sus prescripciones y comunicándole
un consejo práctico para tales casos.

Dice así:
«Yo le agradecería que hiciese el favor de responderme a lo
siguiente. Como el medicamento suministrado debe ser cloruro
de magnesio desecado, si se emplea el cloruro de magnesio
cristalizado, es preciso emplear la fórmula de 43 gramos de
cloruro magnésico por un litro de agua. Así que, véase de nuevo
con el farmacéutico que ha hecho la preparación y pregúntele
cuál era la naturaleza del cloruro de magnesio empleado.

«Por otra parte - añade - le agradecería que, en el próximo caso


de difteria que haya de tratar, siga los consejos del doctor
Metzquer, es decir, prescribir el tratamiento de cloruro magnésico
en la primera visita, al mismo tiempo que hace una toma de la
flora bacteriológica, esperando el resultado del análisis para
comenzar o no la seroterapia, según el estado del enfermo. Esto
no compromete en nada su responsabilidad. Y comuníqueme sus
resultados.»
Al día siguiente el doctor Couturier respondió a Neveu:
«Acabo de ver al farmacéutico. Las tres veces ha empleado
cloruro de magnesio cristalizado. Quiero, pues, comenzar en la
primera ocasión con 43 gramos de cloruro magnésico
cristalizado, tanto más cuanto que he tenido en octubre último
una muerte cinco minutos después de 1.000 unidades de suero.»
En el mismo mes Couturier comunicaba a Neveu cuatro casos de difteria curados
rápidamente con el tratamiento del cloruro de magnesio debidamente empleado.

A un niño que por los vómitos arrojó el cloruro de magnesio, agravándose su


estado, fue preciso inyectar 40.000 unidades de suero para conseguir su
curación. El doctor Couturier llama la atención sobre las perturbaciones
gastrointestinales: vómitos, intolerancia del cloruro de magnesio en el tubo
digestivo.

Dos causas principales explican estas frecuentes perturbaciones en los enfermos


del doctor Couturier:
 1.a No atenerse al horario de la dosis señalado por el
doctor Neveu.
 2.ª Un error de cálculo en los gramos de cloruro de
magnesio, según reconoció el doctor Neveu.
Con la solución de cloruro de magnesio cristalizado (33 gramos por un litro de
agua), conformándose el horario con las directrices del doctor Neveu, las
reacciones digestivas no son frecuentes y se reducen a poca cosa.

El doctor Neveu ha suministrado el cloruro de magnesio por medio de


comprimidos de 0.6 gramos de cloruro de magnesio desecado. La dosis es de
cuatro comprimidos con el mismo horario que la solución. Los efectos son tan
excelentes como los de la solución. Se cuentan multitud de curaciones aportadas
por muchos doctores que han adoptado el método terapéutico del doctor Neveu.

Vamos a concluir este punto dando la estadística de los casos de difteria tratados
por el método del doctor Neveu. El mismo la dio en una comunicación a las
«Jornadas Terapéuticas de París».

Dice así:
«He aquí, por orden cronológico, los nombres de los
compañeros, que con conocimiento mío, han ensayado el
tratamiento de la difteria por el cloruro de magnesio y la
estadística:
«En resumidas cuentas, 59 curaciones en 62 casos tratados (por
el cloruro de magnesio sólo); un 95 por 100 de resultados
favorables en el procedimiento citofiláctico del tratamiento de la
difteria por el cloruro de magnesio.

Los tres diftéricos que han recibido suero, además de cloruro de


magnesio, se han curado, lo que supone un 100 por 100 en los
dos procedimientos asociados: citofilaxia y seroterapia.»

Hasta aquí el doctor Neveu en su comunicación.

Digamos dos palabras sobre la asociación de estos dos métodos.


El doctor Funeron tuvo siete casos de difteria en una familia.
Tratado el primero por la seroterapia en el hospital, el resultado
fue desfavorable y el niño murió. A los demás enfermos aplicó el
método del doctor Neveu, curándolos todos.

«Después de esta experiencia - nos dice - adopté definitivamente


el método propuesto por el doctor Neveu para el tratamiento de la
difteria, añadiendo con todo, en los casos más graves, 10.000
unidades de suero.» Todos los enfermos así tratados, que fueron
unos treinta, han curado.

«¿Qué puedo sacar de esta experiencia? Que, en la difteria, el


tratamiento que actualmente (julio de 1950) parece dar el
máximun de garantías es el siguiente: Cloruro de magnesio
cristalizado, 33 gramos; agua común como disolvente, 1 litro. En
los casos más graves añádase 10.000 unidades de suero»
(Doctor F. Funeron).

Estos dos métodos, en esta forma empleados, no se oponen, sino que se ayudan
y complementan.

La citofilaxia aumenta la resistencia y vitalidad del organismo en general; la


seroterapia tiene una acción más propia y específica contra las toxinas de
determinados bacilos y microbios.

I) EL MAGNESIO, PREVENTIVO DEL CÁNCER


Como es sabido, el cáncer es un tumor maligno de células anárquicas, que no se
someten a la subordinación y correlación del organismo.

Se multiplican excesivamente y segregan substancias tóxicas para las células


normales. Hay dos clases importantes de cáncer; unos que proceden del tejido
epitelial; otros, del tejido conjuntivo. Estas dos clases de tumores son muy
diferentes, y son mucho más abundantes los del tejido epitelial, a los cuales nos
referimos exclusivamente en todo lo que vayamos diciendo.

Además de los tumores claramente cancerosos, hay lesiones o vegetaciones de


carácter precanceroso; hiperplasia epitelial, leucoplasia, etc. Las lesiones
precancerosas no son ciertamente la causa del cáncer que se desarrolla sobre
ellas; ellas tienen la misma causa que el cáncer.
El estado interno del individuo se manifiesta primero en las lesiones de este
género; si el estado del individuo sigue empeorando, al no poner remedio,
aparecerá con signo trágico el tumor maligno del cáncer; pero, si se pone
remedio al aparecer las primeras lesiones posibles de curar, se habrá detenido
en muchos casos el curso de un futuro cáncer.

En primer lugar fijaremos nuestra atención en los efectos del cloruro de magnesio
sobre estas manifestaciones precancerosas, siendo nuestro guía el competente
médico doctor Delbet en todo lo que vayamos diciendo. Después, entraremos de
lleno en el estudio del magnesio con relación al mismo cáncer.

Nuestra conclusión será: un mayor contenido de magnesio en nuestra


alimentación disminuiría notablemente el número de cánceres.

A. Curación de afecciones precancerosas:


Una auto-observación del doctor Delbet nos hace pensar.
Algunos de sus antepasados habían muerto de cáncer
por línea materna y paterna. Lo que, supuestas las leyes
mendelianas, implica una probabilidad de caer en esta
misma enfermedad o, al menos, tener una
predisposición.

Delbet tenía vegetaciones epidérmicas en las orejas, que


venían a ser lesiones de carácter precanceroso. Se hizo
operar tres veces, pero al cabo de las operaciones
reaparecían las mismas lesiones.

Ante tal resultado se resigna a sufrirlas, sin aplicar


intencionadamente ningún remedio curativo. Por otras
razones comienza a tomar continuamente cloruro de
magnesio. Y el resultado fue que, al cabo de veinte
meses, desaparecen las vegetaciones epidérmicas, que
no hicieron desaparecer las operaciones quirúrgicas.

Un hombre de 45 años se presenta al doctor Delbet para


agradecerle la curación de una leucoplasia afección
netamente precancerosa, gracias a las salas halógenas
de magnesio. Vuelve a aparecer la enfermedad al cesar
el tratamiento de magnesio; pero reanudado éste,
desaparece enteramente. Sigue una observación de
leucoplasia lingüo-papilar completamente curada. En seis
meses y medio las sales de magnesio la hicieron
desaparecer a una. dosis cotidiana de 2.40 gramos.

Las mamitis crónicas han atraído la atención de P.


Delbet. Es una cuestión de importancia, pues, a su juicio,
nadie puede ignorar que haciéndolas desaparecer,
disminuiría el número de cánceres. Ninguno, de quince
casos, se ha agravado al ser tratado con sales halógenas
de magnesio. De ellos se han curado doce y tres han
mejorado.

Estos hechos clínicos permiten atribuir a las sales


halógenas de magnesio una acción preventiva contra el
cáncer. Hechos experimentales demuestran también una
acción centra la célula cancerosa. Animales tratados con
magnesio han tendido hacia la prevención contra
sustancias cancerígenas y, al serles injertados cánceres,
éstos se han desarrollado más lentamente que en
animales ordinarios.

No se vaya a creer que los compuestos halógenos del


magnesio son venenosos para las células cancerosas.
Su acción es distinta, aunque ciertamente va contra ellas.
Su acción consiste en impedir que se formen tales
células o hacer que su proceso sea más lento. Su acción
es preventiva, aumentando la resistencia y actividad de
las células sanas.

Sean éstas suficientemente aumentadas, y veremos un


enderezamiento de la dirección patológicamente viciada
de las células. Cerremos este apartado con las palabras
de J. Lasage, profesor honorario de la Universidad de
Buenos Aires.

Dice así: «A título de medicamento anticanceroso el


magnesio goza actualmente de gran aceptación.»

B. A menos magnesio en la alimentación, mayor número de


cánceres.
Una afirmación tan atrevida, aun apoyándose en pruebas
clínicas y experimentales, pide ser confirmada. ¿Dónde
encontraremos esta confirmación?

Si es posible probar:

a. Que el aumento de número de cánceres en


todos los países civilizados marcha a la par con
la disminución de la ración magnesiana en estos
mismos países.
b. Que, en los países civilizados, las regiones más
probadas por el cáncer son precisamente
aquellas donde el magnesio alimenticio es más
deficiente, y que, inversamente, allí donde la
alimentación lleva más magnesio, los cánceres
causan menos estragos.
c. Que las colectividades no civilizadas, en las que
no ha entrado el refinamiento de la civilización y
en las que el cáncer es prácticamente
desconocido, tienen una alimentación rica en
magnesio.

Será prueba de que esta inmunidad es consecuencia de


la alimentación, no de la raza, si se puede probar que los
individuos de estas mismas zonas son atacados como
los blancos, cuando adoptan su régimen alimenticio.

De todo ello parece que se podrá legítimamente concluir


que, actualmente, una carencia de magnesio es, de
hecho, no una causa cualquiera entre otras muchas, sino
la causa principal del cáncer, y que bastará asegurar una
alimentación más rica en magnesio para reducir, tarde o
temprano, notablemente el número de cánceres.

4. El aumento de cánceres marcha a la par con una


disminución de la ración magnesiana: El hecho
del aumento del número de cánceres en las
regiones civilizadas no lo pone en duda ningún
médico.

En 1939 escribía el doctor Chirié:


«No es preciso que nos enteremos por los
médicos, sobre todo de los que se acercan a los
sesenta años, que el número de tuberculosos y
cancerosos aumenta cada año, que el cáncer
hiere cada vez más a los individuos jóvenes.»

En los años anteriores a 1944, nos advierte P.


Delbet que la media anual de muertos por el
cáncer en Francia era de 40.000. En 1948,
según el doctor Denoix, Director de la Sección
del Cáncer en el «Instituto Nacional de Higiene»,
morían 73.000 personas de cáncer en Francia,
mientras que de tuberculosis morían 30.000
personas.

5. Las regiones más probadas por el cáncer son


aquellas donde la alimentación es más pobre en
magnesio: En los países civilizados hay unas
regiones severamente atacadas por el cáncer,
otras donde esta enfermedad es relativamente
rara. ¿Esta diferencia estará en proporción con la
diferencia de estas regiones en la riqueza
magnesiana?

Dice el doctor Delbet:


«Se oye decir, de vez en cuando, acerca de un
municipio, de un cantón, de una provincia: es un
país donde hay muchos cánceres, o, al contrario,
donde los cánceres son raros. Estas impresiones
corresponden a la realidad. Las investigaciones
que se han hecho desde hace algunos años
sobre la repartición geográfica del cáncer, han
mostrado que vastas regiones del globo son casi
inmunes a esta plaga, mientras que otras son
gravemente castigadas. Las diferencias de
proporción son tales que no podríamos ni
sospecharlas: van de 1 a 10, 12 y aun a 14.»

M. Robinet ha establecido para Francia dos


mapas: el uno geográfico, el otro cancerológico.

En el primero ha señalado en amarillo las


regiones ricas en magnesio, en azul las regiones
pobres. En el segundo ha señalado de amarillo
las regiones donde la mortandad por cáncer es
baja; en azul, aquellos donde la mortandad es
elevada. La comparación de estos dos mapas es
sorprendente. Se les puede confrontar. Los
colores amarillos y azules de cada mapa
superpuestos coinciden casi exactamente.

Lo que equivale a que, donde el magnesio es


abundante, el cáncer es raro; allí donde el
magnesio es raro, el cáncer es abundante.
Tengamos presente que los vegetales
alimenticios contienen más o menos magnesio,
según que el terreno donde se asientan sea más
o menos rico en este elemento.

Y por consiguiente, también los animales que se


alimentan de los vegetales tendrán mayor o
menor proporción de magnesio, y como estas
dos fuentes suministran el alimento del hombre,
la influencia del terreno en la salud o enfermedad
del hombre es muy posible y aun natural. Si el
terreno está debidamente equilibrado, el hombre
gozará de salud; de lo contrario, sufrirá
debilidades o quebrantos en ella.

M. Robinet ha hecho el mismo trabajo en


Inglaterra y en otras partes. En todos los sitios el
resultado es el mismo: las regiones ricas en
magnesio son pobre en cáncer, e inversamente.

En Egipto, el suelo laborable, que es el limo del


Nilo, es muy rico en magnesio. A todos los
médicos europeos que han ejercido en este país,
ha llamado la atención los raros que son los
cánceres en los campesinos egipcios.

Tchermy muestra, por medio de una tesis, que


en Argelia las regiones más ricas en magnesio
son las más pobres en cáncer.

Bablet y Bader, apenas comenzada una


investigación de Indochina, ya sacaron esta
conclusión:
«Los primeros resultados de nuestra encuesta en
las zonas délticas de Cochinchina y de Tonkín
parecen favorables a la concepción de Delbet»,
que es la que vamos exponiendo.

Esta última conclusión es tanto más importante,


cuanto que la población examinada pertenece a
una raza distinta, que es la amarilla.
Apoyándonos en este conjunto de hechos,
hemos de pensar que una alimentación rica en
magnesio reduciría el número de cánceres.
6. La alimentación de las colectividades poco
atacadas por el cáncer es rica en magnesio.
La encuesta de Schrunph-Pierron nos muestra
que en Egipto mueren 10 veces menos de
cáncer en el estómago que en los países
supercivilizados de Europa y América.

Por otra parte, acabamos de ver que los


campesinos egipcios, que constituyen para
nuestro intento el 90 por ciento de la población,
tiene una alimentación cuatro o cinco veces más
magnesiana que la media de las poblaciones de
Europa y América. Y el hecho de que estas razas
son también tan atacadas como nosotros,
cuando aceptan nuestra alimentación, es
suficiente para demostrar que la inmunidad de
que ellos gozan, no debe atribuirse a su raza,
sino a su régimen alimenticio.

Los negros que viven en la sabana africana, en


vida llamada salvaje, son poco más o menos
inmunes al cáncer. Sin embargo, los negros que
viven en la vida llamada civilizada, ya sea en
África o en América, tienen tantos cánceres
como los blancos. Esto ha conducido a Tripper a
afirmar que el cáncer es una enfermedad de la
civilización.

Médicos europeos que han ido a colonias africanas y no


han encontrado cánceres, han examinado los alimentos
que forman la base de la alimentación de sus habitantes,
y los han hallado notablemente ricos en magnesio.

La conclusión se impone: si la alimentación de los


blancos fuese tan rica en magnesio como la de los
negros que viven de los productos de sus suelos, el
cáncer sería tan raro en los blancos como en los negros.

C. Relación entre el cáncer y el exceso de potasio en los


alimentos:
El abuso que se hace de abonos potásicos en los
cultivos acarrea en los alimentos un notable aumento de
potasio con relación al magnesio, que en las remolachas
se ha encontrado ser de hasta 250 veces. Ahora bien, el
exceso de potasio en la alimentación predispone al
cáncer, como se deduce de los hechos siguientes:

Se han analizado los productos procedentes de huertos


abonados con exceso de potasio, cuyos propietarios se
alimentaban de ellos, y murieron de cáncer. Todos los
análisis revelaron un gran exceso de potasio en relación
al magnesio. Tenían hasta 18, 20 y 26 veces más de
potasio, y la causa estaba en que los abonos eran a base
de este mineral.
Las patatas, ordinariamente, tiene poco magnesio con
relación al potasio. Usando desde hacía mucho tiempo
abonos potásicos, se producían patatas que contenían
146 y 174 veces más de potasio que de magnesio. Los
propietarios que se alimentaban de tales productos
murieron de cáncer.
En resumen: el uso de abonos químicos en agricultura ha tenido por
consecuencia una notable disminución del magnesio en la alimentación.

Esta causa, sumándose al refinamiento de la sal y, sobre todo, el cernido de las


harinas, nos ha conducido a un empobrecimiento magnesiano, cuya importancia
no se sospecha generalmente.

En Egipto es fácil determinar la composición mineral de los alimentos que, desde


hace varios siglos, vienen consumiendo unos trece millones de individuos, pues
su régimen alimenticio no ha variado. La alimentación suministra cada día a estos
habitantes de Egipto de dos a tres gramos de magnesio.

La ración magnesiana en los pueblos europeos, antes de los abonos químicos y


del cernido de las harinas, era inferior a la de los egipcios, pero la diferencia no
debía ser considerable, pues la composición mineral de los vegetales no difería
mucho de la que tienen las mismas plantas cultivadas hoy en Egipto.

Notemos solamente que el pan europeo contiene siete veces menos de


magnesio que el pan de estos habitantes de Egipto. Mientras que los campesinos
de Egipto consumen de 2.5 a 3 gramos de magnesio por día, contra 3 gramos a
lo sumo de potasio, la alimentación de los ciudadanos de Europa y América
contiene a lo sumo 0.5 gramos de magnesio contra 3 ó 4 gramos de potasio.

Nuestra ración magnesiana es unas cinco veces más débil que la de los
campesinos de Egipto y unas tres veces más débil que la nuestra de otro tiempo.
Estas últimas referencias son datos positivos de la Ciencia, que ponen de manifiesto que el
aumento del número de cánceres marcha a la par con una disminución de la ración magnesiana.

Queda bien claro, con lo dicho, que la disminución del magnesio no es despreciable por tres
causas principales, y que a esta disminución corresponde un mayor número de cánceres.

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CAPÍTULO III
EL MAGNESIO EN ZOOTECNIA
La salud del hombre depende, en gran parte, del equilibrio mineral de su alimentación.

Ahora bien, como este equilibrio mineral falta con frecuencia por deficiencia del magnesio en el
organismo humano, de aquí que este elemento, desde el punto de vista de la química biológica,
sea considerado como un elemento fundamental y del que no se puede prescindir en la
alimentación.

Esto que hasta ahora suele referirse al hombre tiene también su aplicación a los animales, y por
consiguiente, no puede menos que afectar al ganado y, en general, a todos los animales
domésticos según se podrá apreciar en la exposición que sigue.

A) PORCENTAJE DE MAGNESIO EN LOS ANIMALES


Al tratar del porcentaje del magnesio en los animales, débese hacer una
distinción que no tiene razón de ser en el hombre, y es la referente a los animales
terrestres, a los acuáticos.

Con respecto a los animales terrestres, las variaciones de magnesio dependerán


de la especie zoológica de que se trate, y, dentro de la misma especie, de que
tengan más o menos magnesio los alimentos de que se sustentan.

Copisarov señala en el perro las siguientes proporciones de magnesio: suero de


su sangre, 27 a 2.3 por 1000; hígado de 3.6 a 3.9 por 1000, este último en
proporción muy inferior a la del hombre, que es de 22.5 por 1000, según el mismo
doctor.

El doctor V.L. Ferrándiz, en su publicación «Armonías alimenticias», señala para


100 gramos: en las carnes frescas 277 mg. de óxido de magnesio o magnesia
(MgO); en la leche sin azúcar, 13 mg:; en la nata, 4.5 mg; en la mantequilla, 1.0
mg.; en el queso fresco, 132 mg.; en el queso fermentado, 141 mg.; en el huevo
completo, 6.1 mg.; y en la yema de huevo, 8.5 mg.

La carne de pescado tiene un contenido mineral comprendido entre el 1 y el 2 por


100. En este porcentaje van incluidos, no sólo el magnesio, sino también los otros
elementos minerales, tales como el calcio, fósforo, potasa, azufre, cloro y sodio;
además de los oligoelementos yodo, flúor, hierro, bromo, aluminio, cobre,
manganeso, cinc, arsénico, silicio y boro; con la particularidad de que, en los
animales marinos, dentro de cada especie, suele haber mayor uniformidad que
tratándose de los animales terrestres en los porcentajes de los diversos
elementos minerales.

Esto se debe a que el mar es el receptáculo en que van acumulándose todos los
elementos minerales conocidos, y, por tanto, los seres marinos, a diferencia de
los terrestres, tienen siempre a su disposición todos los elementos necesarios
para la constitución normal de los principios inmediatos, sin el peligro de hallarse
sometidos a carencia o escasez de algunos de ellos, como les sucede a veces a
los animales terrestres.

Entre otros, el máximo interés de la parte mineral del pescado, de los moluscos y
mariscos, estriba en proporcionar a los seres humanos magnesio, yodo, arsénico,
manganeso, cinc, cobre y otros «elementos trazas», en forma de combinación
orgánica natural; todos ellos reconocidos como esenciales a la vida, desde los
trabajos de Armando Gautier y Gabriel Bertrand; elementos que los alimentos
de origen terrestre no siempre proporcionan en cantidad suficiente.

Diversos autores, entre ellos Lowern, MacCance, Winddewson y Atwater, han


determinado y hecho público el contenido de magnesio de algunos pescados,
moluscos y crustáceos.

Así, según Lowern, el bacalao tiene 20 miligramos de magnesio por 100 gramos;
la pescadilla, 30; la merluza, 35; el róbalo, 25, y la platija, 25.

Según MacCane y Widdown, el rodaballo tiene 32 miligramos de magnesio por


100 gramos; según Atwater, el esturión tiene 150 mg.; la anguila, 48, y la
robaliza, 86 mg.

Con respecto a los moluscos, Lowern señala 20 mg. de magnesio por 100
gramos en la almeja, 40 en la ostra, 50 en la coquina, 40 en la venera, 160 en el
bucino y 385 en el caracol. Por lo que hace a los crustáceos, el mismo autor
señala 50 miligramos de magnesio por 100 gramos en el cangrejo, 35 en la
langosta, 40 en el camarón y 105 en la quisquilla.

Los animales domésticos son víctimas, en los actuales tiempos, lo mismo que el
hombre, de falta de magnesio en su organismo. Los suelos, con el cultivo,
intensivo tienen poco menos que agotadas sus reservas de magnesio y la
generalidad de los agricultores no las incrementan con adiciones de compuestos
magnésicos.

Natural es que los animales domésticos (ganado, aves de corral y conejos), que
se nutren casi exclusivamente de vegetales, estén también faltos de magnesio y,
en consecuencia, que experimenten los mismos o parecidos efectos dañinos que
esta misma falta ocasiona en el hombre.

B) EL EQUILIBRIO MINERAL EN LOS ANIMALES


La salud de los animales, al igual que en los seres humanos, no se debe
solamente a la constitución hereditaria; proviene también del género de vida y de
la alimentación, como lo ha demostrado Reid Hunt hace tiempo.

Así, se ha comprobado que cierta alimentación aumenta la receptibilidad de los


ratones a la fiebre tifoidea experimental. Asimismo, la frecuencia de la pulmonía
es también modificable por el alimento, como lo demuestra la siguiente
experiencia verificada en el Instituto de Rockefeller. En el criadero de ratones de
este Instituto para fines experimentales, vivían ratones de raza pura que,
sometidos a un régimen habitual, eran atacados de pulmonía en la proporción de
un 52 por 100.

Un grupo considerable de estos animales recibió una alimentación más variada.


La mortalidad bajó al 32 por 100, al 14 por 100 y hasta al cero por 100, después
de añadir a la alimentación ciertas substancias químicas.

Los fisiólogos sostienen que uno de los factores más importantes de la


resistencia natural de los animales a los agentes patógenos, es el llamado
equilibrio mineral; y, cuando hablamos de equilibrio mineral, no nos referimos
directamente a los animales, sino más bien a los alimentos y medios por los
cuales éstos logran conservar su existencia, lánguida o pletórica de fuerzas.

Si los alimentos y medios de vida suministran a los animales la variada gama de


elementos naturales que necesitan, diremos que en tales alimentos y medios, hay
equilibrio mineral para aquel determinado animal, que desarrollará con ellos su
existencia perfectamente.

Sin embargo, estos mismos alimentos y medios de vida fácilmente no


suministrarán a otro animal los elementos necesarios y convenientes para vivir, y
entonces habrá desequilibrio mayor o menor para ese otro animal, que morirá o
tendrá menos salud.
Como se ve, hay que comprobar cada caso determinado, tratándose de animales
domésticos, si hay suficiente y completa alimentación mineral; si la hay, habrá el
equilibrio, si no, el desequilibrio. El hombre, conocedor de estos desequilibrios
minerales, los empleará según le convenga: en los vivientes dañosos a los
animales domésticos empleará el desequilibrio, para hacerlos desaparecer; en
cambio, para los que les son útiles, procurará un buen equilibrio para favorecer
sus intereses.

Se han llevado a cabo varias experiencias relacionadas con el magnesio en la


materia e ideas que acabamos de exponer. Las que a continuación vamos a
narrar, muestran, bien a las claras, la influencia que tiene el cambio en la
alimentación y medio de vida.

El Gammerux pulex, o pulga de agua, vive en las aguas corrientes de los ríos;
pero su adaptación a ellas es reciente, viviendo unas especies semejantes a él
en el agua del mar. Por esto, la pulga de agua puede vivir en una mezcla de agua
de mar y agua dulce, y también en agua de mar artificial que contenga las
principales sales marinas: cloruro de sodio, cloruro de potasio, cloruro de
magnesio, sulfato de magnesio y cloruro cálcico, en las mismas proporciones que
se encuentran en el agua del mar.

Si a esta agua de mar artificial se le quita el cloruro de magnesio, el medio se


hace para este animal tóxico. Seguimos suprimiendo el sulfato de magnesio, el
cloruro cálcico y el cloruro de potasio, dejando sólo el cloruro de sodio. A cada
nueva supresión aumenta la toxicidad del medio, que adquiere su máximo con el
cloruro de sodio solo.

Hechas nuevas experiencias y en orden inverso, J. Loeb ha anunciado algunas


leyes concretas:
1. Todas las soluciones de una sal única son tóxicas.
2. Toda solución de una mezcla de sales de catión
monovalente y toda solución de una mezcla de sales de
catión bivalente es tóxica.
3. Si a una de estas soluciones tóxicas, las de sales de
catión monovalente, por ejemplo, se añade una solución
de sales de catión bivalente, se atenúa su toxicidad, y
baja a cero para una proporción determinada. En este
caso la solución está equilibrada. Todo desequilibrio
equivale a una toxicidad.
En las experiencias que acabamos de referir, la notoxicidad, es decir, el equilibrio
se realiza para el Gammarus cuando la proporción entre cationes monovalentes y
bivalentes, tiene el mismo valor que en el agua del mar.

Con cualquier otro valor, el medio está más o menos desequilibrado y, por lo
mismo, es también más o menos venenoso.

Los elementos minerales que entran formando un medio, no tienen valor


meramente aditivo o absoluto, sino relativo. Éste depende de la proporción,
mayor o menor, en que estén con relación a otros elementos que se oponen o
favorecen a su acción.

Clarke también hizo sus experiencias.

Con diversas sales regaba rosales plantados en arena, que llevaban hembras
partenogenéticas y sin alas del pulgón Aphis rosae. Con sales de magnesio
obtuvo pulgones con alas. De nuevo hizo estas experiencias Shinji, obteniendo
semejantes resultados: regando con sales de magnesio, antimonio y níquel,
obtuvo pulgones con alas; con sales de calcio, potasio y estroncio, sin alas.

Para obtener estos resultados fue suficiente una variación en la composición


mineral de la savia de que se alimentaban los pulgones. La variación mineral del
alimento, bastó para modificar la disposición del organismo de estos insectos.

De donde se deduce cuán grande es el influjo de una distinta composición


mineral de los alimentos.

C) EL EQUILIBRIO MINERAL VISTO POR UN GANADERO


NORTEAMERICANO
Mr. Kuck es el propietario de las granjas Brookside, en New Knoxville (Ohío).

Esta es una vasta explotación de producción de leche y de cría de ganado, de un


rendimiento considerable. Más que esto, M. Kuck es un granjero de espíritu
investigador y deseoso de saber, de imaginación siempre despierta. Es uno de
esos hombres que, a lo largo de la historia de las ciencias, han ejercido una
acción estimulante, renovando los temas de discusión y abriendo el camino a
nuevas investigaciones científicas.

En cuanto Mr. Kuck ve surgir problemas en su explotación lechera, quiere saber


de dónde vienen estos problemas y cuál es su solución. Muy a menudo ha
triunfado por sus propios medios y fuerzas. Con interés y entusiasmo ha montado
su laboratorio y hecho experiencias, sacando gran provecho de las
observaciones y conocimientos antes adquiridos.

En la historia de Mr. Kuck hay un episodio íntimamente unido con el tema que
vamos tratando del equilibrio mineral.

Expondrémosle a continuación, según ampliamente lo refiere el P. Manzanal.

En 1933 fueron adquiridas las granjas Brookside y se inauguró un plan que


comprendía la explotación de vacas de leche de pura raza Guernesey, de
puercos y de gallinas. Primeramente la explotación comprendía dos granjas de
72 hectáreas, a las que más tarde se unieron otras tres granjas de 97 hectáreas.
La mayor parte de los terrenos se comenzaba a cultivar por primera vez, desde
hacía cien años.

Teniendo su debida formación agrícola y naturalmente interesado en los estudios


científicos, introdujo en el tratamiento del terreno y en la cría del ganado los
métodos y las ideas más modernas que habían llegado a su conocimiento. Se
llevaba escrupulosamente nota de cuanto se emprendía y de sus resultados.

A pesar de la aplicación de los principios científicos más recientes, concernientes


a las aves, cerdos y vacas lecheras, los resultados no fueron mejores que los
ordinarios de los vecinos. Un porcentaje elevado de mortalidad en los pollitos
obligó en 1939 a renunciar al plan de las aves. La mortalidad elevada también
hizo abandonar la cría de cerdos en 1940.

Después, las granjas Brookside se consagraron enteramente a la cría de vacas


lecheras, y en esta empresa se han probado sinsabores de todas clases:
mortalidad elevada de terneros, enfermedades mamarias en las vacas lecheras,
y, naturalmente, el problema siempre actual de la esterilidad.

Había en Brookside unas 100 vacas lecheras, 50 novillos, 70 terneras y 49


terneros. Cada año nacían unos 120 terneros, de los cuales algún año murieron
49, lo cual no sólo era motivo de desaliento, sino una verdadera pérdida.

Este porcentaje elevado de mortalidad hizo concebir y llevar a cabo el plan de un


establo moderno para los terneros y sus madres. Este establo, de grandes
dimensiones (8 metros de alto, 50 de largo y 22 de ancho), tiene asegurada la luz
por grandes ventanales y una ventilación perfecta por el techo. Además, está
debidamente dispuesto para la esterilización y fumigación. En abril de 1945 se
había terminado la construcción. Las paredes de 16 apartados individuales para
los terneros habían recibido una capa gruesa de revocado.

En seis de ellos este revocado estaba recubierto de capa más fina. Todos estos
apartados fueron ocupados rápidamente.

Se tenía especial cuidado en alimentar debidamente al ganado. En todo tiempo


se daba grano a los animales, añadiendo el complemento conveniente, de
manera que se aseguraba una ración con el 16 por 100 de prótidos. El
complemento utilizado era suministrado por una empresa nacional fabricadora de
alimentos. Estos contenían, según garantía, todos los elementos necesarios para
una gran producción de leche. Añadiendo, además, 18 kilos por tonelada de una
mezcla de creta pura, huesos y sal.

A pesar de los esfuerzos por tener una habitación y alimentos excelentes para las
vacas y terneros, las desgracias continuaron siendo las mismas: los terneros
seguían muriéndose con los mismos síntomas. Nacían débiles, sus actos reflejos
eran lentos, no tenían apetito; la descomposición era general, con un 50 por 100
de una especie de neumonía que hacía toser mucho a los terneros.

Convulsiones fuertes eran el prestigio de la próxima muerte. Se gastaron miles de


dólares en buscar un tratamiento eficaz. Remedios de tales clases: sulfamidas,
vitaminas, sueros, vacunas, etc. Todo fue inútil; no se consiguió ningún cambio
en los resultados generales.

Advertimos antes cómo seis de los apartados para los terneros habían sido
recubiertos de un fino revestimiento. No se tardó en notar que los terneros
deterioraban con sus bocas estas paredes. Al principio no hicieron ningún caso
de esto. Más bien pensaron no terminar los restantes; pues sería un gasto inútil.

Hasta que un día Mr. Kuck se hizo esta pregunta:


¿Por qué a los terneros les gusta comer el revestimiento más fino
de la pared, mientras el más grueso permanece intacto?
Había quedado en un saco parte del material utilizado para el revestimiento fino.

En seguida pidió al fabricante que le mandase el análisis de las substancias del


material. Éste se componía de carbonato de calcio y de carbonato de magnesio
principalmente. Por otra parte, la sociedad fabricadora de este material envió a
las granjas de Mr. Kuck un químico que, durante varios días, hizo exámenes
completos de la composición mineral de los campos. Prescindiendo de otros
elementos menos importantes, aparecía claro que había buena proporción de
nitrógeno y fósforo, muy excesiva de potasio y muy baja de magnesio.

Teniendo presente que en la alimentación mineral no entraba el magnesio, la


conclusión fluía por sí sola: la falta de magnesio en la alimentación del ganado,
que no lo recibía de las plantas ni de las semillas, al no tenerlo el suelo, ni
tampoco la alimentación mineral. El alimento estaba desequilibrado en su
composición mineral: ésta es la raíz del mal.

Sin más tardar, Mr. Kuck hizo un pedido grande de dolomita (compuesto de
magnesio): 4 toneladas molidas y cribadas como complemento mineral
alimenticio y 40 toneladas para abonar los campos y pastizales.

En seguida cambió la mezcla alimenticia mineral. Sustituyó el carbonato cálcico


puro por la dolomita, añadiendo 18 kilos por tonelada, de modo que, quedando
prácticamente el mismo calcio, aumentase notablemente el magnesio.

Los terneros eran alimentados por las vacas que habían recibido el buen
alimento. Al cabo de dos semanas, se atenuó el olor fétido del establo de los
terneros y se notó un cambio notable en la mortalidad. Los terneros parecían más
despiertos.

Se terminaron de revocar los apartados de los terneros con el mismo


revestimiento que los anteriores. Los terneros no tocaron ahora este
revestimiento, pues no tenían necesidad del magnesio que les venía por otra
parte.

Desde entonces se comenzó a hacer una larga serie de experiencias, algunas de


las cuales mostraban con evidencia clarísima, la importancia de un equilibrio
conveniente entre ciertos alimentos y de la acción de unos respecto de los otros.

Con los nuevos elementos desaparecieron las mamitis de las vacas. Trece vacas
estaban en cuarentena por mamitis: al cabo de 20 días, las trece estaban
curadas sin ningún tratamiento especial. En un examen de todo el ganado sólo
aparecieron dos vacas con un pequeño toque en sus mamas, mientras que antes
un 50 por ciento estaban con mamitis en un tiempo u otro de su lactación.

Desapareció la infecundidad. Un año entero dieron leche veintitrés vacas, sin que
se pudiera asegurar su fecundación. Fueron conducidas a pastizales abonados
con dolomita, que con oportunas lluvias dieron excelente vegetación. Este fue el
alimento de las vacas.

Además, tenían acceso libre en su establo a cajones de dolomita. Al tiempo


debido, veinte tuvieron su ternero pudiéndose comprobar que su fecundación
había sido inmediata al cambio de alimentación distintamente mineralizada.

Los nuevos terneros eran fuertes, normales, sin síntomas de descomposición. Sin
embargo, las vacas que para prueba no tomaron la nueva alimentación, dieron
terneros débiles, que presentaban los mismos síntomas y evolución que antes.

La prueba era bien clara: el equilibrio mineral hacía prodigios en los animales.

D) EL MAGNESIO COMO MEDICAMENTO DE LOS ANIMALES


El magnesio desempeña en los animales vertebrados un papel bioquímico de
importancia parecida a la señalada en el hombre como cofermento en varias
reacciones de óxidorreducción y de fosforilación de glúcidos.

McCollum, experimentando con ratas encontró que una dieta deficiente en


magnesio engendra la llamada «tetania por carencia de magnesio»,
caracterizada por fuerte vasodilatación tan intensa que los animales adquirían
color rosado, taquicardia, convulsiones tetánicas y muerte. En esta tetania, el
contenido de magnesio en la sangre desciende a un décimo del normal. El
ganado vacuno padece también una tetania llamada del «heno», debida,
igualmente, a deficiencia de magnesio en la alimentación. Ambas tetanias se
curan con sales de magnesio.

El sulfato de magnesio, como todas las sales de magnesio, ejerce una acción
abiertamente sedante en el sistema nervioso en inyección intravenosa,
subcutánea o intrarraquídea, o en aplicación local sobre un tronco nervioso. Por
todo ello se ha empleado en solución al 10 por 100 en el tratamiento del tétanos
del caballo, hasta la dosis de 30 gramos por día en inyecciones intravenosas.
También se administra en brevaje y mezclado con la leche caliente en el perro.

El agricultor francés H. Vilain, quien ha conseguido notabilísimos éxitos agrícolas


con el empleo de sales de magnesio, refiere él mismo, en una conferencia dada a
los habitantes de Lachapelle (Francia), donde radica su granja, cómo ha curado
enfermedades de animales domésticos gracias a la utilización de compuestos
magnesianos.
Para mí - dice - el secreto de la salud de los animales es el
equilibrio mineral de sus alimentos. Noté que el veterinario
recetaba a mi ganado enfermo sales de sodio: sulfato sódico,
bicarbonato sódico, cloruro sódico. Y me vino a la idea de hacer
pasar estas sales por las remolachas destinadas a la
alimentación.

Así, además del nitrato de magnesio y calcio y de fosfato de


magnesio, eché 400 kilogramos de carbonato sódico; 300, de
cloruro de sodio (sal marina sin purificar), y 20, de borato sódico.
La calidad de estos alimentos preparados con estos minerales
curó enfermedades graves sin ningún medicamento.
Se curó radicalmente un caballo de enteritis crónica muy grave; un buey, de
enteritis paratuberculosa; una yegua, de mal de cruz declarado incurable; una
yegua, anémica-tifoidea, dada por perdida.

Un caballo sano estuvo junto a ella y comió de su mismo pesebre. Así queda
también demostrado que la enfermedad declarada contagiosa no lo es, si se
puede comunicar al animal una resistencia natural a los microbios.

La anemia tifoidea no es para mí más que un envenenamiento potásico que


podría ser remediado por un poco de sosa y magnesia en los abonos. Vosotros
decís - dirigiéndose a sus oyentes de Lachapelle - que las plantas tiernas vienen
bien a vuestros animales. Y la causa de ello es que las plantas tiernas son más
ricas en sodio y en magnesio, minerales que influyen benéficamente en la salud.

Hice una encuesta entre los poseedores de vacas lecheras y observé que no
tenían fiebre aftosa las de los que habían puesto en sus abonos sodio, cloro y
magnesio. Es que no se había olvidado de los elementos necesarios para la
producción de leche, que contiene una proporción no despreciable de cloro, sodio
y magnesio.
Por el descuido de estos minerales y excesivo empleo del superfosfato, se
produce en el ganado vacuno un desarrollo rápido del volumen del vientre por la
acumulación de gases, enfermedad conocida con el nombre de meteorismo. El
superfosfato contiene un 50 por 100 de yeso y éste es malo para la calidad de los
forrajes, que, entre otras especialidades, producen el meteorismo. La acción del
yeso es contrarrestada por la sal natural no purificada, que, siendo del mar,
contiene magnesio. Así, en los terrenos salados no se da el meteorismo.

He creído como muchos o como todo el mundo, en el contagio. Hoy ya no creo


en él; y cuando al cabo de algún tiempo, recibo una aviso urgente: «Venid en
seguida, epidemia en el rebaño», mi disgusto es nulo. Voy a verlo; cambio el
régimen alimenticio y la epidemia se para.

Como se ve, por esta conferencia, para Vilain el equilibrio mineral es la base de
la buena salud de los animales. Todo el desequilibrio mineral crea un estado de
menor resistencia, que deja al organismo casi sin defensas contra los microbios y
parásitos; y, cuando la epidemia o la enfermedad hace estragos, no es lo más
urgente andar a la caza del microbio o del parásito y luchar contra él; lucha
ruinosa y decepcionante, sino encontrar el desequilibrio mineral que ha abierto la
puerta el mal y poner allí el remedio.

Microbios y otros parásitos desaparecen como por encanto, sin que se haya
empleado ningún otra remedio.

Antes de terminan este punto, queremos subrayar el papel del magnesio como
oligoelemento, por la acción específica que manifiesta sobre la materia viva.
Como advierte el doctor F.A. Cid, nuestros conocimientos bioquímicos no son
suficientes para permitir una explicación adecuada de sus acciones referidas a
propiedades fundamentales; por esto, los hechos que el citado autor refiere
deben ser considerados como observaciones cuyo mecanismo no ha sido todavía
esclarecido, a pesar de haberse aventurado algunas hipótesis para explicarlo.

Entre los varios oligoelementos que se han hecho acreedores a ser estudiados
de una manera especial, figura, según el doctor Cid, el magnesio y el potasio, por
cuanto existen un buen número de hechos que permiten afirmar la singularidad
de su comportamiento, sobre todo cuando se trata de sales haloideas, como son
las que se contienen en el producto farmacéutico conocido con el nombre de
«Delbiase».

La carencia de magnesio influye sobre la membrana superficial de la célula o


actúa alternando la reacción actual del interior de la misma. Experimentando
sobre el corazón de la rana, si se suprime experimentalmente el magnesio del
líquido de perfusión, se producen de un modo inmediato los típicos efectos
debidos a la falta de aquél, debilitándose la intensidad de las contracciones.

Más notable son todavía a este respecto los efectos que se producen por la
acción del magnesio sobre el músculo del intestino del conejo.

Al añadir este oligoelemento, se produce un aumento de tono, y, tan pronto el


músculo se lava con solución salina corriente, tiene lugar un segundo aumento de
todo.

Esto se explica diciendo que su efecto farmacológico se manifiesta mientras pasa


a través de la membrana, siendo el primer aumento de tono, debido al paso del
magnesio hacia el interior de la célula, y el segundo aumento de tono que se
produce al lavar el músculo con solución fisiológica, exenta de magnesio, a
consecuencia del paso de la droga detenida dentro de las células musculares del
exterior.

La solución pura de cloruro potásico (que aumenta paralelamente a la


disminución de magnesio) ejerce invariablemente una acción paralizante sobre
los tejidos contráctiles o conductores. En el caso del músculo cardíaco, por
ejemplo, la contracción cesa tan pronto como se sustituye el líquido de perfusión
normal con soluciones de cloruro potásico químicamente puro.

Todas estas disquisiciones han permitido aclarar que el magnesio, al igual que
otros oligoelementos, desempeña el papel de catalizador de las funciones vitales
de los organismos animales.

Cuatro son los procesos, de importancia fundamental para la vida, que se ven
influenciados por el magnesio:
1. La síntesis y destrucción de los elementos de los tejidos,
particularmente de las proteínas
2. Los procesos energéticos cuales son las oxirreducciones
3. La desintoxicación de venenos de origen endógeno
4. La transmisión de los estimulantes nerviosos
Estos hechos, como advierte el doctor F. A. Cid, abren perspectivas nuevas en lo
que se refiere a la alimentación, tratamiento de las enfermedades en los animales
y en lo que concierne al problema del cáncer, es decir, el problema del trastorno
de la formación y variaciones hasta ahora oscuras del epitelio y tejido conjuntivo.

No deja de ofrecer interés el conocimiento de la acción del magnesio sobre los


narcóticos aplicados a los animales.

El médico francés Delbet quiso aclarar un punto oscuro con respecto al


magnesio: su acción sobre los narcóticos en animales, para luego deducir la que
podrían ejercer sobre el hombre. Para ello se sirvió del cloroformo que suministró
a dos conejos: a uno de los cuales había inyectado previamente cloruro
magnésico y al otro no, y fue repitiendo la operación de dar al mismo tiempo igual
dosis de cloroformo a los dos conejos hasta que uno de ellos murió, lo que
sucedió a las siete veces.

Otro tanto hizo con otras binas de conejos. El resultado de tales experiencias fue
que murió doble número de conejos de los que no habían tomado la solución
magnesiana, que de los que la habían tomado.

Estas experiencias han permitido concluir que el aumento de magnesio en el


organismo hace a los conejos más resistentes a la toxicidad del cloroformo. Se
ha probado que una sola inyección antes de la operación no tiene ningún efecto.
Son necesarias varias dosis en los días anteriores. Otras experiencias han
mostrado que el cloruro de magnesio no aumenta la hemorragia de la operación.

Antes de dar por terminado este punto vamos a señalar algunos de los efectos
sorprendentes que el tratamiento con sales de magnesio produce en las
principales enfermedades de los distintos animales domésticos.

Por de pronto la solución más corrientemente usada para estos casos es la de 33


gramos de cloruro magnésico cristalizado en un litro de agua. Esta solución se
puede preparar con la antelación que se quiera, pues se conserva
indefinidamente.

A continuación proponemos en forma esquemática la dosificación veterinaria,


según los distintos tipos de animales domésticos.
 GATOS: La enfermedad principal que suele afectar a los
gatitos es la gastroenteritis infecciosa y tifus; ésta se cura
con dos cucharaditas de las de café, de la citada
solución, cada tres horas.

 AVES DE CORRAL:
1. Tratándose del cólera, tifus, difteria y pesie aviar,
el tratamiento para diez animales será de un litro
de solución por día, mezclado con el alimento
2. En el caso de la pepita, habrá que extirpar la
parte córnea de la lengua y dar dos o tres
cucharaditas de la solución, de las de café, por
ave.

 CERDOS: Si se trata de bronconeumonía o


neumoenteritis, en animales de 50 kilogramos, la dosis
será de medio litro cada seis u ocho horas, durante
cuatro días; en animales de 100 kilogramos, un litro en
las mismas condiciones.

 CABRAS Y CONEJOS: El tratamiento que habrá de


dárseles será poco más o menos como el indicado para
los cerdos, o sea de 50 kilogramos de peso.

 CABALLO Y JUMENTO:
1. Si se trata de la erupción pustulosa denominada
usagre y el animal tiene un peso del orden de los
500 kilogramos, el tratamiento es un litro cada
seis u ocho horas, durante cuatro días, según la
gravedad del caso y las reacciones del animal
enfermo
2. En el aborto se les dará un litro mañana y tarde,
durante cinco días. Con todo, en animales de
peso bastante superior a 500 kilos, la dosis
habrá de ser de litro y medio.

 BOVINOS:
1. Tratándose de fiebre aftosa y de vacas adultas
de 400 a 500 kilos de peso, la dosis ha de ser de
un litro cada seis u ocho horas, según la
gravedad del caso, durante cuatro días; para
becerros de 200 kilos, las mismas dosis; para
terneros de leche, medio litro cada seis u ocho
horas, durante dos días
2. La mamitis requiere el mismo tratamiento que
para la fiebre aftosa
3. La enteritis exige idéntico tratamiento al de la
fiebre aftosa, renovándolo una o dos veces
4. En el aborto, bajo la influencia de este
tratamiento, la vaca expulsa las envolturas
fetales ella sola, sin cólico y, hecho notable, sin
olor, a los pocos días que siguen el tratamiento,
y la lactación será normal. El tratamiento curativo
consistirá en un litro de solución magnesiana
mañana y tarde, durante cinco días. El
tratamiento preventivo consistirá, durante la
gestación, en un litro cada dos días, si la vaca
presenta señales de aborto, y en un litro por día
durante cinco días.
Unas atinadas advertencias del doctor Neveu servirán de colofón a cuanto
acabamos de exponer acerca del empleo de las salas de magnesio por la cura y
prevención de enfermedades de los animales.
1. El doctor Neveu ha observado la inocuidad absoluta de
las dosis altas del cloruro de magnesio, siempre que ha
creído deber prescribirlo. Por eso no es de temer
traspasar las dosis que parezcan suficientes para curar
algunas enfermedades.

2. Para movilizar, tan rápidamente como se pueda las


reacciones de defensa del organismo, la regla es, en los
casos graves, comenzar con dosis próximas, por
ejemplo, cada seis horas. En los casos
excepcionalmente graves, las dosis iniciales serán
prescritas con dos horas de intervalo.

3. Cuando una mejoría clara del enfermo muestre que éste


reacciona eficazmente, se pueden aplazar las dosis, al
principio cada ocho horas, después cada doce
prolongando el tratamiento algún día después de la
curación aparente o quizá real, para consolidar los
resultados obtenidos. Estos ofrecen el máximum de
garantías con las dosis que se han prescrito.

4. Dado el modo de obrar de la solución de magnesio, que


consiste en activar las reservas del organismo con el fin
de disponerlo y vigorizarlo para la lucha contra los
microbios que lo invaden, fácilmente se entiende que su
acción es extensiva a otras muchas enfermedades no
mencionadas aquí. Por consiguiente, también lo
recomendamos para ellas, con las debidas proporciones
y prudencia.
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CAPITULO IV
EL MAGNESIO EN LA AGRICULTURA
El magnesio, en la vida de las plantas, desempeña un papel importantísimo, que no siempre ha
sido debidamente valorado.

Por de pronto, en las cenizas de todos los vegetales, y especialmente en las de sus semillas, el
análisis encuentra magnesio. Este hecho dio una pista a los agrónomos sobre el papel que en la
vegetación debe desempeñar dicho metal. Fue en los comienzos del siglo cuando se observó su
presencia y de ella se dedujo que debía ser indispensable en la vida vegetal, si bien entonces no
se llegó a aclarar su función específica.

Se le solía confundir con el calcio y se creía que su acción ignorada podría realizarse en
presencia de otras sales metálicas.

Experimentos realizados en estos últimos años en diferentes ensayos, han comprobado de una
manera evidente la gran eficacia del magnesio, así como también el calcio, como fertilizantes de
extraordinaria importancia.

Esta confirmación experimental de sus valiosas propiedades alimenticias para las plantas ha
contribuido bastante a su empleo, que se ha ido generalizando a medida que se han divulgado los
ensayos e investigaciones de destacados agrónomos. De sus trabajos se deduce que el
magnesio y el calcio no sólo deben considerarse como los elementos que facilitan la asimilación
del amoníaco y del ácido fosfórico a las plantas, sino que, además, representan valiosos
elementos para la vegetación.

E. Canals, en su tesis para el doctorado en ciencias físicas, presentado en la Facultad de


Ciencias de París, resume sus investigaciones acerca del papel fisiológico del magnesio en los
vegetales diciendo que este metal, generalmente extendido en todas las plantas, les es tan
indispensable como los elementos fundamentales carbono, hidrógeno, oxígeno, etc.

Más aún, según este autor, el magnesio está dotado, además, de aptitudes especiales
comparables a las de los infinitamente pequeños elementos químicos, conocidos con el nombre
de «oligoelementos», gracias a su acción catalítica establecida antes que nadie por G. Bertrand.

En nuestra exposición daremos cuenta, algún tanto detallada, de cuanto se acaba de apuntar
acerca de la importancia del magnesio en la agricultura.

A) EL MAGNESIO EN LAS TIERRAS DE CULTIVO


Como es natural, el origen del magnesio de las tierras de cultivo debe buscarse
en los minerales y rocas de donde aquéllas provienen.

Los principales minerales magnesianos son: la magnesita, el talco, la serpentina,


ciertas micas, los piroxenos y los anfíboles. Todos estos minerales son silicatos
de diversos metales (aluminio, hierro, calcio, sodio, potasio, etc.), entre los que
figura el magnesio, los cuales forman parte de las llamadas rocas ígneas o
eruptivas.

Entre las rocas magnésicas de origen neptúnico cabe señalar el carbonato


magnésico o dolomita, que en algunos puntos del globo constituye enormes
montañas, como en los Alpes del Tirol. La formación de esta roca se debe a la
acción del anhídrido carbónico sobre el calcio y el magnesio de los silicatos antes
mencionados.

También hay magnesio en el agua del mar y de algunos lagos, en aguas


minerales y en yacimientos salinos. En estos casos, generalmente lo está bajo la
forma de sulfatos y cloruros, y constituyendo también sales dobles o triples con
las de otros metales, en particular de potasio y sodio.

El magnesio se encuentra en la tierra en proporción relativamente baja, pues sólo


se halla en la proporción de 2 al 2.5 por 100 de la masa de la corteza terrestre;
proporción ésta análoga a la asignada al sodio y potasio y ligeramente mayor que
la del calcio. Pero, a pesar de esta relativamente pequeña cantidad del magnesio,
debido a su gran actividad mineralizante respecto al silicio y anhídrido carbónico,
su difusión es tan extraordinaria que con mayor o menor abundancia se
encuentra en la mayoría de los terrenos.

Sin embargo, esto no quiere decir que todos los terrenos de cultivo tengan
suficiente magnesio para las necesidades biológicas de las plantas:
 En primer lugar, por la escasa solubilidad de la dolomita,
cuyos componentes calcio y magnesio tienen tan fuerte
unión que difícilmente se rompe por agentes naturales.
Todo esto hace que los terrenos cultivados, a pesar de
contener compuestos magnésicos en relativa
abundancia, no puedan ser éstos utilizados por los
vegetales en proporciones necesarias.

 En segundo lugar, la insuficiencia de magnesio se da en


tierras que primitivamente contenían este elemento en
cantidad suficiente para que las plantas se pudieran
desarrollar normalmente en ellas. Recientes
investigaciones agronómicas han comprobado una
constante reducción del magnesio en los terrenos
arenosos y en aquellos otros donde las lluvias suelen ser
torrenciales, cuyas pérdidas se han manifestado en los
trastornos experimentados por las cosechas.
Otra causa de la reducción del magnesio en las tierras se debe a las mismas
plantas que lo toman y, si no se restituye, puede, tras una o varias cosechas,
agotarse en detrimento de la fertilidad.

Todavía el investigador F.B. Johnston señala como factores que contribuyen a la


deficiencia de los suelos en magnesio, además de los ya señalados, la elevada
acidez del terreno (pH = 4.5 a 5.2), la aplicación intensiva de fertilizantes acídicos
(super) y el escaso contenido en materia orgánica.

Con todo, es de notar que la carencia total de magnesio en los suelos es


desconocida; pero la deficiencia en magnesio asimilable - como atinadamente
observa el doctor L. Blas - es más frecuente de lo que podría suponerse, después
de examinar los análisis químicos de su composición.

Es que no basta que el suelo contenga suficiente cantidad de magnesio para la


vida de las plantas; sino que es necesario que éste sea asimilable; pero dicha
asimilación es un fenómeno bastante complicado, en el que intervienen factores
físicos, físicoquímicos y biológicos. Basta un exceso de cationes más fuertes,
cuales son los de potasio, sodio, calcio, etc., para determinar una enorme
disminución en la absorción de magnesio.

Garman y Markle han ideado un método para determinar la riqueza de los suelos
en magnesio, el cual se basa en la extracción de una muestra de tierra por
solución de acetato sódico 0.25 normal de pH = 5 y valoración del magnesio en el
extracto. Este método tiene indudablemente un valor positivo para altos niveles
de magnesio.

Así, por ejemplo, riquezas del orden de 80 a 100 kilogramos de magnesio por
hectárea indican la no deficiencia de magnesio y experimentalmente se
comprueba la exactitud de ello; pero, cuando los niveles son bajos, no puede este
método definir carencia. Por esto, al método de Garman-Markle sólo se atribuye
un carácter aproximado y un cierto valor informativo.

Algunos autores han dado, como cifra de deficiencia de magnesio en los suelos,
el valor de 50 kilogramos por hectárea; pero la experiencia demuestra que mucha
plantas pueden vivir con normalidad en suelos con menor cantidad de magnesio
determinado por el método de los autores antes citados. Como conclusión de lo
que se acaba de exponer se deduce que el magnesio extraíble por la solución de
acetato es ciertamente un índice de seguridad; pero el recíproco no es exacto
siempre.

Hablando en general, puede sospecharse la deficiencia de magnesio en el suelo


en todas las regiones sometidas a intensos riesgos o de gran pluviosidad;
particularmente las tierras arenoso-arcillosas en regiones húmedas son las que
muestran más destacados los fenómenos de esta carencia.

Esta disminución en rendimientos puede agravarse aún más por el inadecuado


empleo de ciertos abonos, tales como el cloruro potásico, nitrato cálcico o sulfato
amónico, cuyos aniones solubilizan rápidamente las escasas reservas de
magnesio existentes en el suelo, hasta el punto de poder llegar a producir la
carencia casi total del mismo.

Los agricultores desean, para poder obrar en consecuencia, que se les señalen
cifras o valores medios del contenido en magnesio de los suelos, desde el punto
de vista de su importancia con las necesidades de las plantas. Pero deben
hacerse cargo de que es difícil, o poco menos que imposible, como se deduce de
lo anteriormente expuesto.

Una información, que no pasa de aproximada, se puede obtener por el método ya


indicado de extracción con acetato, para lo que pudiéramos llamar magnesio
fácilmente asimilable; pero el dato «magnesio total» deducido del análisis posee
un valor que, sin previa experimentación biológica, carece de interés desde el
punto de vista de su utilización y empleo por la planta.

B) PAPEL DEL MAGNESIO EN LA BIOQUÍMICA VEGETAL


El magnesio y el calcio son indispensables para la vida vegetal, si bien su papel
fisiológico es diferente, según lo pone de manifiesto el distinto predominio de uno
y otro en las varias partes de los vegetales.

En general, las semillas, bulbos y tubérculos contienen el magnesio bajo las


formas de carbonato y fosfato, y esto en proporción generalmente mayor al
calcio, salvo algunas excepciones.

El magnesio y el calcio de los vegetales se determinan en las cenizas bajo la


forma de óxidos, llamados magnesia (MgO) y cal (CaO), respectivamente, en
miligramos por 100 gramos :
Una de las partes de la planta donde más abunda el magnesio son las hojas, por
razón del pigmento verde, llamado clorofila, que impregna la materia
protoplasmática incolora de los cloroleucocitos.

La riqueza de la clorofila es del 27 por 100. Una gran deficiencia de magnesio en


el suelo provoca necesariamente el amarilleamiento de las hojas, llamado
clorosis, y - lo que es más importante - una disminución de la fotosíntesis
clorofílica. Según Rabino-with, pueden presentarse deficiencias en el fenómeno
clorofilo-fotosintético, antes de que aparezca la clorosis en las hojas, si la
cantidad de magnesio asimilable en el suelo no es suficiente para las
necesidades de la planta.

Para comprender el proceso biológico que en las hojas tiene lugar, es de saber
que, en el protoplasma de la célula vegetal, existen los leucocitos, que son unos
corpúsculos destinados a elaborar principios esenciales necesarios para la vida
vegetal. A los leucocitos coloreados se les designa con el nombre de
cromoleucitos que, con distintas materias colorantes, producen la rica gama
cromática de flores y frutos.

Los leucocitos incoloros, llamados cloroleucitos, son a los que colorea de verde la
clorofila, substancia de vital interés para las plantas, por cuanto mediante esa
substancia los vegetales asimilan el carbono del anhídrico carbónico contenido
en la atmósfera.

La clorofila «trabaja» cuando se halla expuesta a la luz solar, pero su actividad


desaparece al desecarse las plantas. Está mezclada con otras dos materias
colorantes: la xantofila amarilla y la carotina roja.

Comparando la clorofila con la hemoglobina, que es el pigmento colorante de la


sangre, se observa que el núcleo fundamental de aquélla es idéntico al de ésta,
con la diferencia de que, así como en la hemoglobina el metal principal y típico es
el hierro, en la clorofila el metal característico es el magnesio que forma parte de
un «derivado órgano-magnésico».

Ahora bien, como hay dos tipos de clorofila (a y b), resulta que el total de los
pigmentos de las hojas verdes son cuatro: clorofila a, clorofila b, carotina y
xantofila.

La clorofila a se obtiene sometiendo el polvo de las hojas secas a la acción de la


acetona al 80 por 100 y al fraccionamiento sistemático en frío con el alcohol
metílico y un éter de petróleo, del que se separa en forma de un polvo azul
oscuro. La clorofila b se encuentra en el alcohol metílico del tratamiento anterior;
es menos abundante que la clorofila a y se presenta como un polvo verde oscuro.

El conjunto de los dos productos de la clorofila es soluble en alcohol absoluto, en


éter, bencina, cloroformo y sulfuro de carbono, a los que tiñe de color verde. El
rendimiento total del tratamiento que se acaba de exponer es de 6 a 8 gramos
por kilogramo de hojas secas.

Ahora bien, se ha comprobado que los compuestos órgano-magnésicos tienen


afinidad de absorción del anhídrido carbónico, y la función clorofílica se ha
esquematizado de la siguiente manera en dos reacciones de equilibrio:
1. El gas carbónico es atraído por la clorofila a que, por la
energía lumínica absorbida, se transforma en clorofila b y
da lugar a la formación de productos hidrocarbonados.
2. La clorofila b, formada, desprende oxígeno y pasa a
clorofila a, repitiéndose el ciclo, en el que el magnesio
actúa de agente catalítico. La absorción del anhídrico
carbónico llega a su límite, cuando el magnesio se
separa del núcleo clorofílico, porque entonces termina la
reacción. Sin embargo, se produce una reacción
intermedia, por la que se regenera de nuevo la clorofila.
Pero el magnesio clorofílico no es el único indispensable para la planta; en las
mismas hojas, en los tallos, frutos, etc., existen otras cantidades de magnesio no
clorofílico, que son también esenciales para el normal desarrollo del vegetal.

La relación magnesio total (magnesio clorofílico en las hojas, por ejemplo) puede
alcanzar hasta el valor 26 y, según Garret y colaboradores, la deficiencia
magnésica sólo se evita cuando esta razón es superior a 6 ó 10 como mínimo: es
decir, normalmente en la hoja verde de una planta debe haber, por lo menos, diez
veces más magnesio no clorofílico que el incorporado a esta molécula. Esta es la
cifra dada por Carolus.

Pero en las plantas de tabaco se ha demostrado, que sólo el 0.03 por 100 del
contenido total de magnesio de la planta (hojas y tallos) era el necesario para
satisfacer las necesidades de magnesio clorofílico.

Para Jacks y Schesbatoff, toda deficiencia de magnesio en los suelos se traduce


inmediatamente en deficiencia de clorofila y disminución, por tanto, de la
importante función fotosintética, disminución de glóbulos, almidón, etc.

Más aún, se ha llegado a la conclusión de que el hierro, a pesar de no


encontrarse en las cenizas de la clorofila, es indispensable para la formación de
este producto, cuando en la economía vegetal no haya pirrol. De aquí que la
ausencia de este último compuesto obligue a añadir una sal de hierro para activar
la acción clorolítica combatir la clorosis. La conclusión de que todo este proceso
sacan los biólogos es que en formación de la clorofila se requiere el magnesio y
el pirrol, o, en defecto, de éste, el hierro.

En la obra titulada «En los próximos 100 años», de C.C. Furnes, profesor de
ingeniería química de la Universidad de Yale (EE.UU.), al tratar de la granja
perfecta, señala el magnesio entre los alimentos indispensables para las plantas
(pág. 369).
Anteriormente (pág. 45) había dicho:
«Unos pocos metales, como el hierro, cobre y magnesio,
intervienen en los procesos y prestan su ayuda a la tarea
constructiva de las plantas.»

C) EL MAGNESIO AGENTE ASIMILADOR DEL FÓSFORO


Desde hacía tiempo existía la presunción de que una de las funciones adscritas
al magnesio en la fertilización de los vegetales es la de ser agente que favorece
la asimilación del fósforo, por cuanto es indispensable para el normal
metabolismo fosforado en los procesos de síntesis de fosfolípidos, nucleínas, etc.
de los vegetales.

De ser esto así se puede esperar una correlación entre el fósforo y el magnesio
contenidos en las plantas.

Pero los investigadores E. Trong, Goates y K.C. Berger, en una revisión de la


literatura acerca del magnesio, no lograron ver demostrada de manera
concluyente la existencia de esta relación. Esto les lleva a realizar una serie de
experiencias, que vamos a exponer en este lugar.

Por de pronto, los citados autores se dieron cuenta de que, para hacerse un
exacto criterio sobre el particular, no es suficiente el análisis químico de los
tejidos de las plantas, sino que es necesario el análisis de la semilla. Para
comprobar estos extremos, verificaron experimentos en un terreno que contenía
el porcentaje requerido en magnesio, o sea 30 kilogramos por hectárea, y
cultivaron en él melocotones y maíz.

El abonado consistió en los fertilizantes clásicos de nitrógeno, fosfatos, potasa.


Pues bien, los resultados de los análisis llevados a cabo en las semillas,
mostraron un aumento de 10 a 18 por 100 en el contenido del magnesio cuando
se utiliza como abono fosfatado. Esta constatación confirma la suposición de que
el magnesio es el agente asimilador del fósforo.

Pero, a pesar de esta comprobación experimental, la teoría del proceso


permanece aún inexplicada.

Esto sí, dicha comprobación experimental ha sido siempre confirmada


brillantemente, y de ella se muestra que, al aumentar la cantidad de magnesio
asimilable del suelo, se produce simultáneamente un aumento de fósforo
asimilado por la planta, como lo han experimentado Bartolomew y otros
investigadores.

K.C. Berger, por ejemplo, ha cultivado guisantes en suelos abonados con


distintas proporciones de fosfatos y magnesio, y ha comprobado de un modo
irrefutable que, al incrementar el suministra de magnesio, la respuesta del cultivo
ha sido siempre un enriquecimiento de fósforo en la semilla, superior al obtenido
por sólo incrementar el abono fosfatado.

Estas definitivas experiencias, realizadas con toda clase de cuidados y controles,


han llevado al autor a la conclusión, quizá no absoluta, de que la mayoría de los
fallos, que a veces se observan después del abonado con fosfatos, pueda
obedecer a faltas de magnesio asimilable en los suelos.
El doctor L. Blas sospecha que, con este fenómeno, tenga relación otro hecho
observado, cual es la mayor riqueza en magnesio no clorofílico en los tejidos
jóvenes, raíces y frutos; es decir, en aquellos lugares donde el dinamismo
bioquímico es más intenso.

De no menos importancia práctica son los trabajos realizados sobre semillas de


judías en la Universidad de Wisconsin (EE.UU.).

Diversos investigadores han cultivado dicha planta, en un suelo en el que la


relación magnesio-fósforo era variable, y también comprobaron que, a mayor
cantidad de magnesio asimilable en el suelo, correspondía un incremento en
fósforo absorbido por la semilla. De estas experiencias se dedujo que la
disminución del valor nutritivo del fósforo en muchas cosechas, obedece
simplemente a no haber incorporado al abono fosfatado magnesio asimilable por
la planta.

Es decir: con esto ha quedado demostrado prácticamente que el elemento


magnesio es un transportador o movilizador del fósforo y, por tanto,
imprescindible para el éxito de los abonos fosforados.

Al conocer los rusos los trabajos que se acaban de relatar, se pusieron a emplear
en aquel país mezclas de superfosfatos con silicatos de magnesio y los
resultados han sido verdaderamente satisfactorios. Las primeras experiencias
hechas en Rusia consistieron en adicionar al superfosfato ordinario un 8 a 9.5 por
100 del mineral «dunita», rico en olivino; luego, también lo aplicaron al
superfosfato triple.

Esta adición, además de incorporar sales de magnesio al abono, neutraliza el


exceso de acidez del superfosfato, absorbe la humedad y proporciona un abono
que, según estadísticas rusas, es superior al superfosfato aislado, no obstante, la
disminución efectiva de fósforo que supone su mezcla con un 10 por 100 del
mineral no fosforado.

Pruebas semejantes a las rusas se llevaron a cabo en Norteamérica y Nueva


Zelanda. En este último país el mineral magnesiano era serpentina, la cual,
finamente pulverizada, se mezclaba con el superfosfato ordinario en la proporción
del 10 por 100. La mezcla tardaba de dos semanas a cuatro días, según la
humedad, en fraguar y quedar seca y homogénea.

El producto así obtenido no ataca a los sacos de yute, no se pega a las manos y
se derrama con facilidad en las máquinas distribuidoras de abonos, únicamente
el análisis químico revela una ligera disminución de la cifra del fósforo soluble al
agua, pero no al citrato. Los resultados experimentales han demostrado que el
abono llamado «serpentina-super» tiene igual valor como abono fosfatado que el
superfosfato ordinario, y a veces algo superior.

En 1942 se emplearon en Nueva Zelanda 31.000 toneladas de «serpentina-


super», y en 1943, más de 62.000 toneladas.

Este descubrimiento, reputado como de trascendental importancia en la química


de los abonos, explica hechos que hasta ahora eran incomprensibles. Por
ejemplo, en Alemania se había observado que escorias básicas del desfosforado
del acero daban mejores resultados, como abono fosforado, que el superfosfato
ordinario a igualdad de riqueza en fósforo.
Análisis cuidadosos han demostrado que las citadas escorias contenían un 6 por
100, aproximadamente, de óxido de magnesio.

Nuevas experiencias verificadas por la Universidad de Wisconsin, posteriormente


a las antes citadas, en hidrocultivos y tierras, han comprobado una vez más, la
enorme importancia de la adición de las sales de magnesio, ya que la respuesta
ha sido siempre un incremento en el fósforo de la cosecha.

D) EL MAGNESIO EN LAS SEMILLAS Y FRUTOS


El magnesio que absorben las plantas por las raíces se redistribuye de los tejidos
viejos a las partes jóvenes, concentrándose preferentemente en las semillas y en
las hojas.

De aquí que la cantidad que de dicho elemento contiene cada uno de los órganos
de la planta, difiera mucho de uno a otro. Así, por ejemplo, en el maíz el 34 por
100 se encuentra en el grano, el 32 por ciento en las hojas, el 21 por ciento en el
tallo y el resto en las raíces.

Willsttater halló que el trigo contiene en sus cenizas más magnesio que calcio, y
Czapek amplió esta conclusión a casi todas las semillas, lo cual hizo pensar a los
fisiólogos en la posible importancia del elemento magnesio como elemento
modificador de la cuantía de las cosechas.

Este hecho, de que el magnesio se acumule en las semillas y frutos de las


plantas, es considerado como el corolario de su papel antes expuesto de
elemento conductor del fósforo. Loew encuentra, como un hecho general, que las
semillas aceitosas contienen de ordinario menos magnesio que las ricas en
glúcidos, almidón, etc.; en una palabra, en hidratos de carbono, e incluso señala
el valor de 2.5 como relación normal.

Durante la maduración de los frutos y semillas, se observa siempre un


incremento en la riqueza de magnesio y fósforo; más aún, parece demostrado
que este incremento se debe a una translocalización del magnesio contenido en
las hojas hacia el fruto. La clorosis de muchas hojas y su caída, coincidente con
la maduración de la semilla y del fruto, obedece, según Reed y Haar, a este
fenómeno.

Para otros autores, que consideran este hecho desde un punto de vista
demasiado simplista es evidente que el fruto o semilla, que necesariamente
precisa magnesio para su maduración, lo toma de las reservas de dicho elemento
existente en las hojas próximas.

Este proceso parece fuera de duda al iniciarse la fructificación, según


comprobaciones de Fudge. Este autor ha analizado hojas verdes próximas a los
frutos y hojas algo alejadas de los mismos, y ha demostrado para las primeras
valoraciones del 0.013 por 100 y en las segundas hasta el 0.20 por 100 de
magnesio. De aquí es dado concluir que, haya o no clorosis y caída de hojas, las
reservas de magnesio de las hojas son las abastecedoras de dicho elemento
para el fruto.

Algunos fisiólogos, basados en estos hechos, han querido ver, precisamente en


esta modalidad del magnesio, la explicación del fenómeno de las cosechas
alternativas de ciertas plantas y árboles: por ejemplo, el caso del olivo. Como es
sabido, la floración de nuestros frutales y del olivo mismo se realiza
preferentemente en las ramas jóvenes del año anterior, y el magnesio se ha
demostrado que puede fácilmente transferirse de una rama joven sin fruto a otro
adyacente con él, pero no de una rama vieja sin fruto a otra que lo tenga.

Por ello es frecuente ver en los árboles ramas con frutos y hojas amarillas junto a
vigorosas ramas con hojas intensamente verdes, pero sin fruto.

En el caso particular del olivo se sugiere que las necesidades en magnesio sean
posibles responsables de la cosecha alternativa, Su carencia, como se ha
demostrado, produce la no fructificación.

El doctor L. Blas aduce, como ejemplo de esto, los olivos de algunas regiones,
que de jóvenes dieron abundante cosecha; pero que, al transcurrir los años, la
frecuencia alternativa de su fructificación fue ampliándose de período, hasta que
el labrador, cansado de ver la inutilidad de sus esfuerzos, optó por la radical
medida de su talado.

En algunas tierras donde esto sucede, el análisis demuestra carencia de


magnesio asimilable.
«Si esta hipótesis se confirma - son palabras del referido autor;
si, en efecto, las cosechas alternativas del olivo en muchas
regiones españolas obedecen a la escasez de magnesio o a la
falta de movilidad del mismo en el suelo, y se consigue, por
métodos químicos de abonado, la disminución del período de no
fructificación, el resultado práctico de esta mejora representaría
para los olivares de España un incremento fantástico en su
importancia económica.

Pero - añade - no nos dejemos sugestionar por ideas o teorías


más o menos atrayentes; el análisis, la experimentación
sistemática y los estudios técnicos cuidadosos son los únicos
procedimientos de estudio, y sobre sus resultados es solamente
sobre los que se pueden formular hipótesis e ideas.»
Pero lo que sí ya está probado experimentalmente en muchos árboles frutales es
la importancia del magnesio como elemento modificador de la calidad del fruto.

Harley, trabajando en perales, ha llegado a la conclusión de que el mal desarrollo


y calidad de ciertas especies era sólo debido a las deficiencias de magnesio,
acompañadas de exceso de potasio en el suelo.

Damond Bounton, de la Cornell University, publicó hace algunos años un


extenso trabajo acerca de la importancia del magnesio en los manzanos.

Las primeras noticias acerca de esta deficiencia aparecieron el año 1939, siendo
Hill y Wallace los primeros que estudiaron y diagnosticaron la presunta
enfermedad como carencia de magnesio, basándose en la semejanza de
síntomas con otros árboles cultivados en huertos arenosos y de bajo contenido
en magnesio.

Los investigadores de Nueva Zelanda corregían dicha deficiencia con inyecciones


de sulfato magnésico en el propio árbol. Pero, cuando intentaban combatir la
carencia por la adición de sales magnésicas del suelo, los resultados eran
totalmente negativos. Iguales hechos ocurrieron en los Estados Unidos, y esta
ineptitud del suelo para suministrar magnesio asimilable está siendo en la
actualidad estudiada, ya que el sistema de corrección por inyecciones no es
práctico ni económico.

Los síntomas visibles de la deficiencia magnesiana en los manzanos son: palidez


de las hojas entre las nervaduras de las hojas viejas y de algunos brotes, y
amarilleamiento subsiguiente, manchas morenas de necrosis entre las venas que
asemejan islas; las hojas se arrugan y caen prematuramente, y los frutos de las
ramas donde la deficiencia aparece son pequeños, de pobre calidad y con
frecuencia caen prematuramente.

Químicamente por su análisis, se puede diagnosticar y prevenir la enfermedad de


carencia, pues para ello basta analizar las hojas. Si su riqueza en óxido de
magnesio, es superior al 0.40 por 100 con respecto a la sustancia seca, el árbol
raramente muestra fenómeno alguno de carencia y el fruto es normal.

Riquezas comprendidas entre 0.25 y 0.40 por 100 de óxido de magnesio eran
indicios de posible aparición de la enfermedad, y, cuando el contenido en óxido
de magnesio era inferior a 0.25 por 100, entonces, sin excepción el árbol acusaba
claramente los síntomas de deficiencia anteriormente indicados.

Ante hechos tan evidentes, se procedió al análisis sistemático de los suelos


donde el proceso de carencia apareció. Wallace, por ejemplo, encontró la
enfermedad en suelos ricos y pobres de calcio, con lo cual eliminó este factor.
Otros investigadores achacaron la enfermedad a los suelos de baja acidez.

Finalmente, se llegó a la conclusión más probable de que lo que influye


definitivamente en la asimilación del magnesio por los manzanos es la relación
potasio-magnesio. Se comprobó, además, que siempre que hay deficiencia de
magnesio en dichos árboles se advierte, por el análisis de sus hojas,
enriquecimiento simultáneo en potasio y que, fertilizando con exceso de sales
potásicas, se producen deficiencias de magnesio.

A.F. Camp, en un notable trabajo acerca de la importancia del magnesio en el


cultivo de los limoneros, hace resaltar el decisivo papel que tiene este elemento
en las cosechas de dicho fruto.

Según él, la causa de cosechas deficientes en algunas regiones de Florida,


Brasil, Argentina, etc., es sólo debida a deficiencias de magnesio en el suelo
donde se cultivan. El follaje del limonero tiene normalmente dos tercios más de
fósforo que magnesio, mientras que el fruto es tres cuartas partes más rico en
magnesio que en fósforo.

Por esto dice el citado autor que resulta incomprensible el dar tanta importancia
al abono fosfatado solamente, cuando del magnesio depende el éxito de la
cosecha.

Los síntomas de deficiencia magnesiana del limonero son: amarillo de las hojas,
frutos de menor tamaño y baja calidad, facilidad de invasión de las ramas por
hongos.
E) EL MAGNESIO EN LA PRODUCCIÓN DE CARBOHIDRATOS Y
VITAMINAS
Una vez demostrado que toda deficiencia de magnesio se traduce por inmediata
disminución del proceso fotosintético determinado por la clorofila, se comprende
que la falta de magnesio asimilable ha de producir menores rendimientos.

Raume fue el primero que relacionó el transporte del almidón de las hojas al tallo
y, como para este proceso se necesita el fósforo como coenzima, de aquí que el
magnesio transportador del fósforo, según antes se ha explicado largamente, sea
teóricamente un elemento indispensable para este fenómeno.

Esto se ha comprobado prácticamente en cultivos de patata, por ejemplo, ya que


en esta planta la acumulación del almidón en los tubérculos se realiza de una
forma bien ostensible. Para esta comprobación Chuck realizó múltiples cultivos
en diversas condiciones de abonado y observó que, en las plantas deficientes en
magnesio, con hojas ya cloróticas, una adición de sales solubles de magnesio, y
hasta de dolomita, provocaba a los pocos días (cinco o seis), una respuesta
favorable.

Las hojas cloróticas no recuperaban ciertamente su color verde, pero el proceso


de amarilleamiento cesaba de producirse y todos los nuevos brotes presentaban
un aspecto normal. Además, en las plantaciones testigo no tratadas, la muerte de
la planta ocurría siempre. El mismo investigador llegó a la conclusión de que el
abono magnesiano producía, en todas las experiencias, un notable incremento en
los rendimientos de las cosechas de patatas.

No menos importante, sobre todo para la agricultura española, es la intervención


del magnesio en la producción de lípidos o aceites: mejorar y aumentar la
producción y rendimiento del aceite de oliva, por ejemplo, supondría una
adquisición de extraordinario interés para la economía nacional.

Se da como comprobado que el magnesio estimula algunos procesos reductores.


De aquí que se hayan realizado múltiples experiencias para averiguar si las
respuestas del cultivo de plantas oleaginosas a adiciones de magnesio se
traducían o no en aumentos de lípidos en las semillas. Poca es la información
experimental obtenida hasta ahora al respecto, y ésta referida únicamente a un
reducido número de plantas oleaginosas.

Con todo, en el caso particular del girasol, por ejemplo, se ha demostrado


experimentalmente y de un modo indudable que la cantidad de aceite en los
cultivos abonados con sales de magnesio era superior a la cosecha testigo.

En estos últimos tiempos se han comenzado a realizar ensayos en olivares


españoles acerca de la influencia del abonado magnesiano en la calidad y
cantidad del aceite obtenido. Pero aún es pronto para decir nada concreto, ya
que las citadas experiencias precisan varios años para su comprobación.

Con respecto a la influencia del magnesio en la producción de vitaminas,


debemos manifestar que los resultados experimentales hasta ahora obtenidos
son incompletos, a pesar de hacer bastante tiempo que han sido iniciados. Es
que los trabajos de este género - como no puede ser menos - se realizan en
series y son largos y laboriosos; además, se trata, no de una o pocas vitaminas,
sino de múltiples de ellas.
Por de pronto, está ya comprobado que, por ejemplo, la adición de magnesio al
suelo aumenta la riqueza en ácido ascórbico en las naranjas, cereales,
espinacas, repollos, etc., en cambio, apenas tiene influencia su riqueza en la
patata, tomate y remolacha.

Sobre otras vitaminas, los resultados no son aún definitivos; pero, desde el punto
de vista bromatológico e industrial, estos ensayos revisten la mayor importancia
en ganadería, y su mejora o corrección significaría un gran progreso en la
economía ganadera.

F) CONSECUENCIAS DE LA FALTA DE MAGNESIO EN LOS


VEGETALES
Para apreciar las consecuencias perniciosas que la falta de magnesio produce en
los vegetales hay que saber los efectos beneficiosos a que su presencia da lugar.

Ante todo, se ha comprobado la virtud que reúne de dotar a los vegetales de una
extraordinaria resistencia a las invasiones criptogámicas, y esto en mayor escala
que el calcio, sin duda alguna a causa de la más pronunciada basicidad del
magnesio.

En segundo lugar, este elemento facilita la asimilación del amoníaco y del ácido
fosfórico a las plantas. Asimismo, como el magnesio transforma los silicatos de
calcio, al ponerlos en libertad, permite que las plantas aprovechen importantes
cantidades de potasio que, de otro modo, quedarían inutilizadas. Pero, para que
el magnesio surta todos estos efectos en grado máximo, debe ir asociado al
calcio, pues la incorporación combinada de ambos elementos favorece las
reacciones químicas, sin las cuales la asimilación de los abonos minerales deja
de producirse.

El magnesio se encuentra en las plantas bajo tres formas diferentes:


constituyendo parte de la molécula de clorofila, según vimos anteriormente;
combinado o absorbido en el protoplasma celular, y en forma iónica en la savia y
jugos vegetales.

En líneas generales, las plantas más ricas en magnesio son las leguminosas, ya
que su contenido medio es del 0.3 por 100. Pero existen otras plantas en que el
contenido de magnesio es hasta cien veces menor.

Es de notar que, en estos análisis del total del magnesio contenido en la planta,
los resultados de distintos investigadores son muy diversos, puesto que el
proceso de absorción y emigración del magnesio es muy variable y depende,
además, de la vejez de la planta. Hawkin, en su experiencia con tomates, ha
demostrado que esta planta absorbe del suelo el 3 por 100 de su riqueza total de
magnesio durante el primer mes, el 20 por 100 durante el segundo y el 77 por
100 en el último mes.

Las hojas marchitas, antes de caer, transfieren su contenido de magnesio, hacia


las semillas u otras partes de la planta. Así se explica que, según sea la edad de
la planta, la cantidad de hojas caídas, etc., los resultados analíticos referidos a la
totalidad del peso de la planta puedan ser variables.

También es menester distinguir entre necesidades de magnesio para la


germinación y fase primera de la vida de la planta y necesidades para la
fructificación y desarrollo. En un interesante trabajo de Walters, sobre las
necesidades de magnesio para el desarrollo normal de las semillas, se llega a la
conclusión de que las plantas inferiores (líquenes, musgos, etc.) son más
sensibles a la carencia magnesiana que no las plantas superiores.

Esto viene confirmado por los análisis de magnesio de los gérmenes o semillas
de ambas, y, como advierte el investigador citado, la deficiencia de magnesio se
deja sentir en las cosechas de cereales cuando el medio germinativo adolece de
escasez de magnesio.

La pobreza de magnesio determina en las plantas una decoloración anormal,


consistente en un tinte verde claro y hasta casi blanco, que toman algunas zonas
cloróticas y que terminan por invadir toda superficie foliar. Como es natural, no
todas las plantas sufren con igual intensidad los efectos de la deficiencia del
magnesio.

Entre las más perjudicadas figuran el maíz, el tabaco y la espinaca. Las


gramíneas y las patatas presentan mayor resistencia, si bien esto no quiere decir
que se encuentren del todo libres de estos perniciosos efectos, y así algunos
investigadores agronómicos han comprobado que la falta de magnesio en los
terrenos de cultivo de patatas ha dado por resultado numerosos casos de
clorosis.

En la mayoría de los casos, el agricultor puede conocer por sí mismo la falta de


magnesio en los suelos que explota. Sin embargo, el publicista agronómico don
Luis Catalina advierte que el tal no debe fiarse de una manera absoluta en sus
propias apreciaciones, por lo cual aconseja que se acuda a los laboratorios para
cerciorarse, mediante serios análisis, del porcentaje verdadero de magnesio
existente en las tierras de cultivo.

La dificultad en atribuir precisamente a la deficiencia de magnesio determinadas


anomalías observadas en los cultivos se debe a que, en algunos casos, no es
posible diagnosticar si los trastornos se deben a la falta de unos o al exceso de
otros, como bien dice Mc. Murtey.

Asimismo importa recordar que muchos elementos son tóxicos cuando falta otro
de los necesarios; pero, en presencia de algunos que contrarrestan los efectos
nocivos, desaparecen los síntomas, como sucede con el magnesio y el calcio,
pues el primero elimina las influencias tóxicas del segundo. Además, se da la
particularidad, tratándose del magnesio, de que no sólo es el defecto del mismo
lo que produce efectos perniciosos en las plantas, sino también su exceso, que
llega a ser tóxico.

Pero todavía hay más; y es la comprobación de síntomas de deficiencia de


magnesio en los cultivos de determinados terrenos, a pesar de que el análisis
químico revela cantidades de dicho elemento más que suficientes para satisfacer
las necesidades del vegetal, lo cual puede deberse a condiciones desfavorables
para que pueda ser aprovechado por las plantas, como sucedería si la tierra
contuviese el magnesio en combinaciones químicas que no permitiesen a las
plantas el asimilarlo.

Los síntomas visuales de la falta de magnesio pueden aparecer en las raíces,


tallos, hojas, flores, frutos y semillas.
El ingeniero agrónomo colombiano Mesa-Bernal dice haber comprobado que la
deficiencia del magnesio no afecta sensiblemente al crecimiento de la raíz, como
lo hace la pobreza de calcio; sin embargo, otros investigadores opinan más bien
lo contrario, cuando afirman que el crecimiento queda interrumpido y que
aparecen nuevas ramificaciones.

En las tomateras de tierras pobres de magnesio, el crecimiento de la raíz


principal es normal, si bien con pocas ramificaciones; en cambio, la corteza
muere rápidamente y adquiere color de café. En todas las especies los tallos son
relativamente flexibles y débiles, pobres en materia leñosa, y los nuevos brotes
mueren muy pronto.

En algunas plantas de jardín la falta de magnesio perjudica sensiblemente la


belleza natural de las flores, que les hace perder sus vivos colores, a la vez que
son más pequeñas. La deficiencia de magnesio resulta asimismo nociva para los
árboles frutales, cuyos botones florales ofrecen reducido volumen y, si en algunos
llegan a formarse los frutos, la mayoría de ellos se desprenden antes de llegar a
su madurez, como le sucede al manzano.

La carencia o pobreza de magnesio se revela principalmente en las hojas. Ya


hemos dicho algo de ello, pero ahora lo vamos a hacer con más detalle, por
tratarse del defecto más general y más fácilmente reconocible. La tonalidad
amarilla de las hojas comienza a manifestarse por manchas verdes claras, que
van extendiéndose hasta cubrir toda la superficie foliar.

Estas anomalías se inician en las hojas más viejas, al paso que el tejido
intranervioso se vuelve amarillo o blanquecino, bronceado, rojo púrpura, hasta
que, finalmente, sobreviene la necrosis o muerte de los tejidos. La clorosis se
presenta en el ápice de las hojas y avanza con mayor o menor rapidez, según los
casos, hasta la base de las mismas, mientras que a veces se curvan.

Otro pernicioso efecto es que las hojas se tornan quebradizas, diferenciándose


de las cloróticas más resistentes.

G) RESTITUCIÓN DEL MAGNESIO EN LAS TIERRAS


Pocos son los agricultores que se preocupan del magnesio de sus tierras de
labor, lo que contrasta con la práctica adoptada por la generalidad de los mismos
de abonarlas con compuestos nitrogenados, potásicos, fosforados y cálcicos.

Es que no ha entrado todavía en la generalidad de los agricultores la conciencia


de la necesidad de los abonos magnésicos. El mal no es de ahora, viene de hace
muchos años, pues se debe en gran parte a las manifestaciones del agrónomo
francés Jorge Ville.

Este investigador realizó, a mediados del siglo XIX, amplios ensayos culturales,
prescindiendo del empleo de sustancias minerales.

De ellos dedujo:
1. sin fosfatos las plantas mueren
2. sin potasa, los tallos carecen de rigidez
3. la supresión del magnesio determina una vegetación
pobre, hasta el punto de llegar a reducir las cosechas en
un 75 por 100
Pero también afirmó que, con los compuestos magnésicos existentes
naturalmente en el suelo, había suficiente magnesio para nutrir la vegetación, sin
necesidad de nuevas adiciones.

Esto indujo a los agricultores a que hicieran caso omiso de la fertilización


magnesiana.

Al hacer la afirmación que se acaba de recordar, Jorge Ville no tuvo en cuenta


que no todas las tierras tienen suficiente magnesio nativo utilizable, bien sea
porque se halla formando parte de compuestos no asimilables para las plantas,
bien porque principalmente nunca lo tuvo en cantidad conveniente, bien porque,
aun cuando en otro tiempo lo tuvo, paulatinamente ha ido desapareciendo por los
agentes atmosféricos o por los mismos cultivos.

Pues, en efecto, de la tierra cultivada, se extrae, por cosecha y hectárea, un


promedio de 6 a 8 kilogramos de magnesio, en los cereales, que llega a 10
kilogramos en las leguminosas, de 12 a 15 en las patatas, de 15 a 20 en los
viñedos y de 30 a 35 en la remolacha azucarera. Esta última, muy ávida de la
potasa, se la suministra el agricultor incluso con exceso; pero suele prescindir del
magnesio; que debe intervenir para dar al producto agrícola más abundancia y
riqueza, que naturalmente repercute en el rendimiento industrial.

Debido a esta paulatina ablación de magnesio, sobre todo por determinados


cultivos intensivos, se produce escasez de magnesio que se advierte en
sucesivas cosechas por un descenso de las mismas, al principio imperceptible,
pero que puede superar el 50 por 100.

Sin embargo, la propaganda sólo trata, y esto con insistencia, de fertilizantes


nitrogenados, fosfatados y potásicos y también cálcicos (aunque de éstos mucho
menos), pero no menciona los magnesianos. No cabe duda de que los tres
primeros son los que en mayor proporción asimilan los vegetales y que los
magnesianos y cálcicos se necesitan proporcionalmente en menores cantidades.

Estos dos últimos, además de constituir un alimento indispensable para las


plantas, influyen ambos (magnesio y calcio) aumentando la eficacia de los
aportes de estiércoles y de los abonos minerales de uso corriente, que son los
tres primeros antes citados.

Existe en agronomía la ley de restitución del suelo de los elementos que extraen
de él sucesivas cosechas. Esta restitución se practica de dos maneras: por
enmiendas y por abonos. Las enmiendas modifican las propiedades físicas de los
campos, haciéndoles aptos para los cultivos, mediante adición de tierras
adecuadas que cumplan con la finalidad deseada.

Los abonos restituyen a los terrenos de cultivo los principios nutritivos que de
ellos extraen las cosechas. Ahora bien, tratándose del magnesio, no es suficiente
efectuarlo con enmiendas; ha de hacerse empleando abonos magnesianos, al
igual que se hace con los potásicos, nitrogenados y fosfatados.

¿Qué clase de compuestos de magnesio pueden o deben emplearse?

El publicista de temas agrícolas, don Luis Catalina, dice a este propósito:


«Se recomienda la agregación de los compuestos de magnesio
en cantidades variables y en relación con las necesidades de los
diferentes cultivos. Los más utilizados son los hidróxidos,
carbonatas, cloruros, nitratos, fosfatos y algunos silicatos».
Por las razones antes expuestas existía, hasta hace pocos años, una gran
resistencia por parte de los agricultores norteamericanos y de casi todo el mundo
al empleo de sales o compuestos magnésicos con abono.

No obstante, sin darse cuenta, en muchas de las mezclas que empleaban, o bien
añadían magnesio en el suelo (sales potásicas impuras, encalado con cales
dolomíticas, etc.), o incorporaban correctivos que unas veces contenían
magnesio (cenizas de plantas, yeso impuro), y otras inmovilizaban parte del
magnesio insoluble del suelo (sulfatos, cloruros, nitratos, etc.).

Es decir, aunque no se reconocía como tal, el hecho es que abonaban con


magnesio y como los síntomas de las deficiencias magnesianas no son lo
espectaculares que otras carencias, el labrador suponía que nada más que los
tres clásicos fertilizantes conocidos (fósforo, nitrógeno y potasio) eran los
necesarios para el normal desarrollo de sus plantaciones y cosechas.

Según McMurtrey, el tabaco fue la primera planta en que de un modo


experimental se reconoció la gran importancia del magnesio como abono. Los
síntomas de deficiencia magnésica en ella se llamaban «sand drown», antes que
el origen del mal fuera conocido, y consistía en la pérdida del color verde en las
hojas bajas, comenzando por las puntas y luego extendiéndose en todas las
fases del desarrollo de las plantas, desde la semilla hasta la completa madurez.
Se presenta de preferencia en suelos muy permeables, después de períodos de
grandes lluvias.

La consecuencia pronto se sacó, al comprobar los efectos perniciosos


observados en las plantas por efecto de la carencia o escasez de magnesio
aprovechable en el suelo, y fue la necesidad de añadir magnesio al terreno
laborable.

Lo que aún no está muy claro es la forma como se ha de añadir este magnesio.

Precisamente para llegar a una información práctica al respecto, los


investigadores McIntire, Shaw y Joung han llevado a cabo experiencias, que han
durado cuatro años, con dos minerales: la serpentina y el olivino, como fuentes
de magnesio. Entre las ventajas que desde un principio vieron los citados
investigadores en estos silicatos son: ser abundantes y baratos y prestarse a
utilizarlos mezclados con los abonos clásicos.

Sin embargo, no pudieron precisar el grado de compatibilidad con el potasio,


nitrógeno y fósforo, utilizados como abono. Más bien sacaron la conclusión de
que ambos silicatos (serpentina y olivino) originan un desequilibrio de los
elementos propios del suelo y no garantizan una aportación efectiva de magnesio
en los terrenos desencalados.

Al principio, en los Estados Unidos, se adicionaba magnesio al suelo en forma de


enmiendas calcáreas, es decir, empleando calizas dolomíticas, o sea de
carbonato cálcico-magnésico. Pero pronto se vio que tales calizas solamente
debían aplicarse a suelos ácidos, de un pH comprendido entre 4.5 y 5, pues sólo
entonces producen efectivamente un enriquecimiento del magnesio utilizable.
After y Hartwel, estudiando experimentalmente el efecto de la dolomita como
abono en terrenos are-no-arcillosos, deficientes en magnesio, han comprobado
que esta forma de abono suple las necesidades de magnesio a la tierra durante
varios años, lo cual ha hecho que pudiera llamarse tipo «standard» de abono
magnésico. Dicha adición dolomítica está particularmente indicada para cosechas
de gran período de desarrollo. Se considera que la adición de dos toneladas de
dolomita pulverizada por hectárea es suficiente abono magnésico durante tres
años.

En el caso de cosechas de período corto, como tabaco, patatas, etc., no es


aconsejable alterar el pH del suelo por adición de carbonatos de calcio y
magnesio; es mucho mejor entonces, o bien el supermagnesiano, con un 8 a 10
por 100 de silicato de magnesio, o las sales solubles, tales como el sulfato de
magnesio, la kieserita, etc.

De 20 a 30 kilogramos por hectárea son suficientes una vez al año, aunque estas
cifras, según otros autores, pueden reducirse hasta 10 a 12 kilogramos
solamente, cuando se emplean el sulfato o el cloruro de magnesio, siendo
además importante el advertir que en estos casos de cosecha de período corto,
la dolomita, a unas dosis diez veces mayores, no responde satisfactoriamente.

Ciertas materias orgánicas, como raíces, residuos de industriales forestales,


algodón, etc., cuando se aplican en grandes cantidades, pueden considerarse
como abonos magnesianos y prevenir las deficiencias de magnesio en el suelo.
Pero la calcita sola, los turtos de purificación del azúcar, por ejemplo, no sólo
carecen de magnesio, sino que actúan como insolubilizantes del magnesio
existente, por lo que su empleo debe ser proscrito en los suelos deficientes del
citado elemento.

En suelos ácidos, un abonado excesivo con sales potásicas puede provocar la


carencia del magnesio sobre todo en los árboles frutales; en estos casos se
reducirá al mínimo el abonado potásico y se aplicará la dolomita y el sulfato
magnésico. No hay que olvidar que el empleo del sulfato amónico en cantidad
excesiva produce marcada acidificación del suelo, y que el exceso de potasio
impide la absorción del magnesio por las raíces y hace decrecer las cantidades
de magnesio reemplazable del suelo.

Según Croper, el abono magnesiano resulta singularmente efectivo en las tierras


margoso-arenosas; pero siempre, después de comprobar por el análisis la
deficiencia del magnesio asimilable y acidez o no del suelo.

Suelos calizos y de baja acidez no deben ser abonados con óxido ni carbonato
magnésico, pero sí con sulfatas amónico y magnésico. El rociado con sal de
Epson (epsomita, que es sulfato magnésico) e incluso las inyecciones sólo deben
realizarse cuando los demás métodos fallan.

El ingeniero español don Luis Adelantado recuerda que, ya a fines del pasado
siglo, se aconsejaba mezclar con los abonos compuestos sulfato magnésico, que
se encontraba nativo cristalizado o se obtenía de las aguas madres de las salinas
marítimas o en el beneficio de los yacimientos potásicos. Sucesivamente se
elaboró el nitrato cálcico-magnésico partiendo de dolomías, con lo que se
disponía de un fertilizante nitrogenado y magnésico a la par.

También se utilizó el fosfato bimagnésico que, por su insolubilidad en el agua y


fácil reacción con ácidos débiles, proporciona a los vegetales fósforo y magnesio
en las mejores condiciones de asimilación.

El cloruro magnésico llegó a ensayarse, pero no se generalizó su uso a causa de


la higroscopicidad y ser peligroso el ion cloro en determinados cultivos.

El producto que mayor éxito consiguió fue el fosfato doble amónico-magnésico


que, aparte de las características esenciales de solubilidad, proporciona a las
plantas tres elementos muy apreciados en la fertilización, como son:
fósforo, nitrógeno y magnesio, en la proporción respectiva de
28/29 de P2O5, 6/7 de NH3 y 15/16 de MgO, soluble en agua
cargada de anhídrido carbónico y en disoluciones al 2 por 100 de
ácido cítrico, que equivale a decir que es utilizable por los ácidos
vegetales del suelo.
El fosfato amónico-magnésico, por ser insoluble en el agua, no es arrastrable a
las capas inferiores del suelo por las aguas de lluvia y de riego.

Esto hace que su aprovechamiento sea casi integral, a medida que se solubiliza,
con un rendimiento fertilizante de utilización mayor que el de los otros fosfatos y
demás abonos solubles en el agua.

Su proporción normal de empleo es de 100 a 200 kilogramos por hectárea,


pudiéndose elevar entre los límites de 250 a 500 kilogramos cuando los terrenos
son muy pobres y las plantas que se trata de cultivar ricas en hidratos de
carbono. Apenas habría necesidad de decir que, si se emplea fosfato amónico-
magnésico, su contenido fosfórico y nitrogenado reduce la cantidad que haya que
emplear de dichos fertilizantes.

Como fórmula más adecuada para acelerar el crecimiento de las plantas jóvenes
y los rendimientos herbáceos, se recomienda la siguiente composición: 150
gramos de nitrato de sodio, 200 gramos de superfosfato mineral, 100 gramos de
cloruro potásico y 10 de sulfato de magnesio. Se distribuirá primero en dosis de
20 gramos por metro cuadrado y, posteriormente, en forma de riego en una
solución de 200 gramos por cada hectolitro de agua, alternando un riego con
fertilizantes con otro de agua pura.

Para favorecer y desarrollar la floración, al mismo tiempo que obtener un mayor


rendimiento frutícola, la fórmula debe consistir en 50 gramos de nitrato sódico,
300 gramos de superfosfato mineral, 150 gramos de cloruro potásico y 25 de
sulfato de magnesio. La distribución se practicará, en igual forma que la anterior y
en las dos etapas mencionadas.

Para aquellos lectores que pretendan adquirir abonos magnésicos, les indicamos
a continuación algunas casas que les podrán facilitar carbonato, cloruro o sulfato.

El carbonato al por mayor puede adquirirse en,


«Industrias Químicas del Carbonato magnésico y sus
Derivados», Aragón, 89, PALMA DE MALLORCA
«S. E. de Productos Dolomíticos, S. A.», General Mola, número
24, SANTANDER
El cloruro puede adquirirse al por mayor en,
«Aprovechamientos Salineros, S. A.», Rambla Estudios, 109,
BARCELONA
«Productos Toht, Sociedad Limitada», Huertas de la Villa, 9,
BILBAO
El sulfato,
en «Aprovechamientos Salineros»
en «Cándido García Vaquero» VILLACAÑAS (Toledo)
en «Agencia General de Productos Químicos», Paseo de Gracia,
11, BARCELONA
Los productos magnésicos de esta última casa merecen los precisemos más, ya
que sobre ellos tenemos una mayor información.

El cloruro magnésico cristalizado se entrega envasado en bidones tipo CAMPSA,


pues se trata de un producto muy delicuescente (higroscópico), el precio es de
270 pesetas el kilogramo; el envase cuesta 225 pesetas la unidad y su cabida es
de 170 a 190 kilogramos.

El sulfato magnésico se ofrece en tres tipos:


 industrial, con 3 a 4 por ciento de cloro (a 115 pesetas
100 Kg.)
 refinado, con un máximo de 0.5 por 100 de cloro (a 200
pesetas los 100 Kg.)
 refinado, con un máximo de 0.2 por 100 de cloro ( a 250
pesetas los 100 Kg.)
Las tres categorías van ensacadas y el precio de cada saco es de 14 pesetas.

H) ÉXITOS AGRÍCOLAS GRACIAS A LAS SALES DE MAGNESIO


Para apreciar en su justo valor la importancia del magnesio en la agricultura, más
que ponderaciones, nada hay tan aleccionador como los éxitos obtenidos como
su aplicación a los cultivos agrícolas; por esto señalaremos algunos.

Einsenmenger no circunscribe la necesidad de magnesio solamente a


determinados tipos de cultivos, sino a todas aquellas tierras de este elemento.

Este autor ha podido comprobar que no hay ninguna planta de entre las
malváceas, geraniáceas, papaveráceas y otras, que no reaccione favorablemente
a la aplicación del magnesio, sobre todo en lo que respecta a los síntomas de
clorosis. Este efecto - añade - es muy marcado en las gramíneas.

En los Estados Unidos existen terrenos muy eficientes en magnesio,


precisamente aquellos donde se hallan las pomeradas más importantes del Este
de la Nación. Poco menos que agotados de magnesio aquellos suelos, después
de muchos años de sucesivas cosechas de manzanas, comenzaron a
presentarse en los frutales síntomas evidentes de deficiencia de magnesio.

Pero, gracias a los trabajos llevados a cabo por Boyton y Cain, se ha logrado la
completa normalización de aquellas tierras, mediante la aplicación constante de
sales magnésicas en sus diversas formas (epsomita, kieserita, magnesia o
calizas dolomíticas). Especialmente la pulverización en verano de disoluciones de
sulfato magnésico ha hecho desaparecer los síntomas perniciosos, incluso en la
cosecha del año siguiente.

F.B. Johnston ha emprendido un estudio de las deficiencias en magnesio de las


provincias marítimas del Canadá, y por él ha comprobado la importancia de este
metal en las plantaciones de patatas, tabaco, manzanas y otros frutales. Con
respecto a las patatas, ha demostrado ser indispensable el magnesio para lograr
buenos rendimientos; pues, aplicando de 75 a 750 kilogramos por hectárea de
caliza dolomítica, ó 60 a 120 kilogramos de sulfato magnésico, ha conseguido
incrementos insospechados.

Con respecto a la aplicación de sulfato magnésico, señala dicho autor la


posibilidad de «sulfatar» las cosechas con un caldo bordelés que contenga un
kilogramo de aquel sulfato por cada 6.5 litros. Los resultados logrados - al decir
de Johnston - han sido sorprendentes.

El mismo investigador ha logrado combatir la clorosis del tabaco, mediante la


adición de una cantidad prudencial de dolomita, mezclada con los abonos
ordinarios; pero advierte - al decir esto - que no se agregue demasiado producto
magnésico, porque entonces se perjudicaría a la combustibilidad del tabaco
recolectado.

Tratándose del manzano, en suelos fuertemente ácidos, Johnston ha logrado


excelentes rendimientos con la aplicación de 50 a 70 kilogramos de caliza
dolomítica por hectárea; pero, al mismo tiempo, señala la posibilidad de practicar
pulverizaciones de una disolución de sulfato magnésico al 2 por 100 sobre las
hojas de los árboles.

No podemos omitir en este lugar los éxitos agrícolas obtenidos con el empleo de
compuestos magnesianos por Mr. Kuck, propietario de las granjas Brookside, en
New Knoxville (Ohío, EE. UU.). Las cosechas obtenidas en sus campos
abonados con dolomita dieron la prueba más manifiesta de la acción del
magnesio. Con una primavera extraordinariamente húmeda, seguida de la sequía
más rigurosa, los resultados se podían apreciar a simple vista.

Los campos de maíz, por el exceso de lluvia en la época de su plantación


presentaban toda una gama de colores variados, desde el amarillo al verde
intenso. Las plantas amarillas estaban en los terrenos elevados y en las
depresiones. Sin embargo, en los campos abonados con dolomita, el maíz
guardaba un mismo color verde, excepto en algunos puntos aislados que habían
estado tres o cuatro días debajo de agua, con dolomita no tardaron en recobrar
su color verde.

Y así, mientras casi todos los campos de la vecindad estaban muy exhaustos, las
42 hectáreas de Mr. Kuck permanecieron verdes y dieron una cosecha muy
superior a la media de la región. Los tallos de la alfalfa no abonada con dolomita
estaban amarillos después del tercer corte, mientras que la abonada con dicho
mineral tenían, a la entrada del invierno, un bonito color verde oscuro.

Sin embargo, los éxitos agrícolas más espectaculares de cuantos se conocen,


logrados con el empleo de sales de magnesio, son los del agricultor francés H.
Vilain. Se trata de un hombre que ha trabajado, experimentado y leído mucho. Su
activismo le ha llevado a cultivar unas 40 heredades de 15 departamentos
franceses diferentes, durante unos 50 años. Habiendo hecho sus primeras
experiencias agrícolas en terrenos muy pobres de Plachet, pasó más tarde a
Lachapelle.

En 1918 Lachapelle era una región desolada entre todas.

Sobre el suelo, pobre y arcilloso, las plantas crecían difícilmente y eran presa de
los más variados parásitos. Los animales, mal alimentados, eran arrebatados por
las epidemias. Los campesinos, arruinados y desalentados, abandonaron el
terreno. H. Vilain se enteró de que por 3.500 francos le vendían 31 hectáreas de
terenos y los edificios de habitación. Así se lo anunció su amigo el abate Renand,
antiguo párroco de Lachapelle.

En seguida aceptó la oferta y se puso en camino del nuevo domicilio.

En 1928 reinaba en Lachapelle la misma desolación en todas partes,


exceptuados los terrenos que cultivaba H. Vilain a «su manera». Allí todo había
cambiado: las cosechas eran magníficas, las plantas y las bestias gozaban de
una salud perfecta, y sin remedios, sin pulverizaciones y sin vacunas, se
defendían victoriosamente contra la invasión de parásitos y contra el contagio de
las enfermedades que hacían estragos en todo el rededor. Más aún: si
sobrevenía una helada en el momento de la floración de los centenos, los de H.
Vilain quedaban intactos.

Los campesinos, llenos de admiración, se preguntaban cómo explicar este


prodigio y H. Vilain les respondía:
«Yo no tengo más que un secreto, un buen equilibrio mineral.
Esto es todo.»
El 24 de abril de 1938 todos los campesinos de Lachapelle se reunieron en las
casas consistoriales para escuchar una conferencia de H. Vilain, que comenzó
así:
«Hace varios años que estoy con vosotros. Habéis seguido con
interés mis experiencias, y hoy es el día en que he llegado a tales
resultados, que se puede hablar de un verdadero resurgir de la
tierra de Lachapelle y, por extensión, de todas las tierras
semejantes».
Expondremos a continuación las principales ideas de la conferencia de H. Vilain,
según la ha dado a conocer el P. Manzanal a los lectores de lengua española:
«Comencé - dice - empleando los abonos comunes y clásicos:
superfosfato, nitrato de sodio, etc., llegando a echar 1.200
kilogramos de superfosfato por hectárea. Las cosechas fueron
bien escasas. Después de muchas experiencias y fracasos, me
dije: la falta absoluta de magnesio soluble es perjudicial, y así
hice fabricar nitrato de magnesio y calcio. Con este abono
mineral hubo una gran mejoría en la vegetación, pero el
rendimiento de semilla no era proporcional a la paja.

»Fue preciso suministrar nuevos abonos al terreno. Hice fabricar


fosfato y superfosfato de magnesio, que se echó a la tierra a
razón de 200 Kg. por hectárea. El peligro de las heladas que
amenaza a la cebada desaparece si echan 100 ó 200 kilos de
carnalita o cainita por hectárea. La sal marina bruta, es también
uno de los excelentes abonos empleados. De esta forma los
resultados fueron excelentes: las cosechas muy abundantes,
recogiendo, según años, 3.000 Kg. de trigo, 50.000 Kg. de
remolacha forrajera 2.400 kg. de guisantes y 20.000 kg. de
patatas por hectárea.

»Con la buena alimentación mineral yo evito los parásitos y las


epidemias. El brujo, por ejemplo, ese insecto que agujerea las
semillas, no hace en mis sembrados daño alguno. La misma
teoría - la alimentación mineral - hace frente a la enfermedad del
corazón de la remolacha. Para ello se echan 5 kg. de ácido
bórico por hectárea. De esta manera tampoco son temibles las
enfermedades que, según dicen, vienen por invasión: la caries, la
roña, etc.

»En el Canadá se trabajó durante muchísimos años en la


destrucción del espino agracejo, en el que se suponía vivía el
parásito de la roña. Al cabo de algunos años, cuando creían que
habían desaparecido, tuvieron más roña que antes. También en
Francia tenemos bastante roña. Yo os doy un remedio: la buena
y adecuada alimentación mineral. En caso de invasión, yo no
temo más que las invasiones guerreras, que no dejan nada tras
de sí, pues he podido comprobar en mis propios cultivos la
verdad de aquellas palabras de Pasteur: El microbio es nada, el
terreno es todo.»
Como se ve por su conferencia, para H. Vilain el equilibrio mineral es la base de
la buena salud en los vegetales.

Todo desequilibrio crea un estado de menor resistencia que deja al organismo


casi sin defensas contra los microbios y parásitos; y cuando la epidemia o la
enfermedad hace estragos, no es lo más urgente andar a la caza del microbio o
parásito y luchar contra él, la lucha ruinosa y decepcionante, sino encontrar el
desequilibrio mineral que ha abierto la puerta al mal y poner allí remedio.

Microbios y otros parásitos desaparecen como por encanto, sin que se haya
empleado ningún otro remedio.

Terminaremos esta exposición con unas atinadas recomendaciones de don Luis


Catalina, que vienen muy a propósito para el tema que hemos tratado.
«Los agricultores - dice - interesados en los rendimientos de las
cosechas deben cerciorarse si las deficiencias vegetativas
obedecen a falta de magnesio o a otras causas meteorológicas,
para en el primer caso efectuar las correspondientes
correcciones.

Se trata de una cuestión de enorme trascendencia económica


para la economía agraria, que es preciso prestarle la debida
atención, a fin de que las fructificaciones sean remuneradoras
para el cultivador.

Finalmente, no podemos olvidar que la explotación continuada e


intensiva de los tierras de labor provoca un acentuado y
progresivo agotamiento, que únicamente podrá ser
contrarrestado con abundantes aportaciones de adecuados
abonos minerales.»
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EPÍLOGO
Vamos a terminar esta compilación de trabajos acerca de las virtudes curativas del magnesio,
reproduciendo - pues nos las hacemos nuestras - las palabras con que el P. Manzanal dio término
a la serie de sus artículos.

En el transcurso de este estudio hemos relatado numerosos hechos que muestran que la salud
de las plantas, de los animales y del hombre depende, en gran parte del equilibrio mineral de su
alimentación.

Hemos visto asimismo cómo H. Vilian y Mr. Kuck obtuvieron buenas cosechas y curaron a sus
animales enfermos por medio de un mejor equilibrio mineral, aportando particularmente
magnesio. Este elemento, pues, desde el punto de vista de la química biológica es un elemento
fundamental. En la producción vegetal no se puede prescindir de la alimentación magnesiana de
la planta. Lo mismo hay que decir respecto de los animales y del hombre.

No vayamos a creer, que cualquier tenor de magnesio en el organismo es bueno. También la


proporción de magnesio tiene sus límites. Este elemento parece estar en excelente proporción en
la alimentación de los campesinos egipcios, por los efectos de buena salud que en ellos produce.

El campesino egipcio, insuficientemente vestido tirita cuando hace frío; pero no se constipa, ni
enferma de gripe, neumonía ni pleuresía. Sus dientes no se carian. Se sabe que las caries eran
antes desconocidas en los esquimales. Ha aparecido en ellos solamente cuando ha penetrado en
sus tierras el pan blanco y los alimentos refinados de nuestra alimentación, que, por otra parte,
están más o menos desequilibrados.

El campesino egipcio resiste muy bien a las enfermedades europeas. Sus mujeres dan a luz con
mucha facilidad, sin la fiebre subsiguiente, y alimentan a sus hijos durante dos años o más. Los
que escapan a las enfermedades parasitarias, viven hasta una edad muy avanzada, conservando
una salud perfecta, física y psíquica.

Estos mismos efectos podemos nosotros conseguir mediante el buen equilibrio mineral, que
hemos propugnado en todas las páginas de este estudio. Y, bajo este punto de vista, se han de
considerar todas las curaciones que hemos relatado. Este equilibrio estará en el terreno de
nuestro organismo.

No olvidemos que la enfermedad es un verdadero drama en el cual intervienen dos actores: el


agresor (microbio o agente patógeno) y el organismo del viviente (terreno), que el agresor intenta
invadir; pero que se apresta, con todas sus reservas, a la defensa. Si su defensa es débil, el
agresor la vencerá, que, en circunstancias normales, el agresor no puede penetrar en él.

Siendo esto así, tenemos dos modos de intervenir en este drama, para prevenir la enfermedad o
para curarla; o bien atacar al asaltante, sea fuera o dentro del terreno, para debilitarlo o destruirlo,
si es posible, o bien reforzar la defensa del organismo, mejorar el terreno, para que él, por sí
mismo, supere fácilmente al asaltante.

Fuera del terreno la lucha contra el agresor presenta notables ventajas; pero dentro del terreno
esta misma táctica, si el terreno es deficiente, por ejemplo, en su equilibrio mineral, no puede dar
más que resultados fragmentarios y rara vez definitivos, después de un período más o menos
largo.

Pero el agresor no puede dejar de perder mucha de su importancia, si nos acordamos menos de
él, para dar una mayor importancia al perfeccionamiento del terreno. Y este es el segundo modo
de combatir al agresor.

¿No es, en efecto, la débil resistencia del terreno, de la cual el desequilibrio mineral es
actualmente, una de las principales causas, que, no activando su defensa, transforma enemigos
ocasionales e inofensivos en parásitos peligrosos o en microbios virulentos?
Y, por el contrario, en un terreno resistente los microbios pierden poco a poco su virulencia
agresiva.

Recientemente, la importancia del terreno ha sido puesta a plena luz por los trabajos de médicos
que estudian enfermedades misteriosas hasta entonces incurables, y por los trabajos de sabios
biológicos que han estudiado el problema de la alimentación.

Éstos trabajos han revelado que muchas enfermedades - y de las más graves - tienen por causa,
«no la presencia de un elemento nocivo que el organismo ha dejado penetrar en
su seno, sino la ausencia en la alimentación de una o varias substancias
indispensables a la vida o a una de las manifestaciones de la vida».
(Randoin)

La trascendencia de mirar la defensa del organismo desde el punto de vista de su perfecto estado
de resistencia y de explotar las energías latentes que puede desarrollar, más que perseguir o
destruir el microbio con medios venidos de fuera, una vez introducido en el organismo, es de unos
límites insospechados. Un organismo en tal disposición triunfa solo y fácilmente de sus enemigos.

Un cultivador francés, un ganadero norteamericano, un eminente cirujano y biólogo, un médico de


mucha práctica hacen pasar a segundo plano la lucha directa contra el agresor, para tener
delante y en primer término el perfecto estado del terreno y explotar sus energías.

Y precisamente el equilibrio mineral es uno de los factores de ese perfecto estado.

A esto se han dirigido nuestras líneas, a presentar este punto de vista menos atendido, no
precisamente a despreciar y rebajar en su importancia otros medios que, estudiados por los
sabios, dan lugar a muy apreciables éxitos, pero sí a decir que éstos no son exclusivos de ellos,
porque hay otros medios que proceden de otra dirección y que también dan excelentes
resultados.

Creemos haber puesto en claro la importancia de que los organismos tengan en sí la excelente
defensa de un equilibrio mineral perfecto, que los defienda de muchos ataques por sí mismos, sin
requerir ninguna defensa extraña, que a veces, entrando en conflicto con el organismo, le puede
perjudicar.

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APÉNDICE PRIMERO
¿COMO DEBE TOMARSE EL MAGNESIO?
En los varios trabajos extractados para componer este libro, hemos podido advertir tres cosas:
1. que se preconiza casi exclusivamente la ingestión de cloruro de
magnesio;
2. que las más de las veces no se indican las dosis
3. que, cuando la señalan, no coinciden los diversos autores en la cantidad.
Para orientar en este punto a nuestros lectores, vamos a presentar unas normas de orientación.

Efectivamente, la sal magnesiana más comúnmente aconsejada es el cloruro de magnesio; y ésta


es, por consiguiente, la que deberían tomar las personas que tratan de practicar la cura del
magnesio y que la pueden tolerar, ya que para algunos les resulta muy laxante. Otras sales
magnesianas, que en ciertos casos se aconsejan en la cura del magnesio, son: el sulfato y el
carbonato de magnesio.

Vamos, pues, a explicar en qué consisten estas tres sales, cómo se deben tomar y dónde se
pueden adquirir.

En el comercio se presenta el cloruro de magnesio bajo tres formas:


1. cristalizado
2. desecado
3. anhidro
 el cloruro de magnesio cristalizado contiene seis moléculas de agua
llamada de cristalización y tiene por fórmula Cl2Mg6H20
 el cloruro de magnesio desecado tiene sólo dos moléculas de agua, por
haber perdido gran parte de ella al ser sometido a la temperatura
comprendida entre 200° y 300°, y su fórmula es Cl2MgH20
 el cloruro de magnesio anhidro carece de agua, por haberla perdido
totalmente al ser calcinado a una temperatura superior a 700°, y su
fórmula química es simplemente Cl2Mg
De estas tres formas de cloruro la más corriente es la cristalizada y ésta es la que ordinariamente
deberá usarse.

Puede adquirirse en farmacias o en droguerías algo bien surtidas, como suelen serlo las de
poblaciones importantes. Se expende en frascos de 100 ó 250 gramos muy bien tapados, y en la
misma forma se han de conservar, por tratarse de un producto delicuescente (higroscópico), es
decir, que toma la humedad del aire y se licua. Es inodoro y de sabor amargo.

La otra sal magnésica es el sulfato de magnesio, que cristaliza con siete moléculas de agua y
tiene por fórmula S04Mg7H20. Expuesta al aire enflorece, perdiendo agua. Es inodora y de sabor
muy amargo. Puede adquirirse también en farmacias o en droguerías.

La tercera sal magnésica es el carbonato de magnesio, C03Mg. Se presenta bajo la forma de un


polvo blanco, insípido, inodoro, inalterable al aire y sumamente ligero. Al igual que las otras sales
de magnesio, puede adquirirse en farmacias o en droguerías.

Todavía debemos mencionar los comprimidos DELBIASE, que contienen las cuatro sales
halogenadas del magnesio (cuales son el fluoruro, el cloruro, el bromuro y el yoduro de Mg), y la
crema DELBIASE, de composición parecida a la de los comprimidos del cloruro, para ser aplicada
a la piel, como regeneradora de los tejidos y frenadora del desarrollo anárquico de las células.
Estos preparados se venden exclusivamente en las farmacias.

Lo mismo puede decirse del MAGNOGENE, del HAL-MAGNOL y de los HALÓGENOS JULIA-4H.

En el empleo de sales de magnesio, débese distinguir, según se trate de curar alguna


enfermedad o achaque ya contraído, y entonces reviste carácter medicinal, o sólo como
preventivo, y en este caso debe considerarse, no como medicamento, sino simplemente como
alimento poco menos que necesario. Por regla general, cuando se trata de curar alguna
enfermedad, se recomienda tomar doble dosis al día.

Una de las maneras prácticas de tomar el cloruro magnésico es sirviéndose de una solución
dispuesta previamente al efecto, que puede prepararse disolviendo 33 gramos de cloruro
magnésico cristalizado en un litro de agua. Si se tratase de sulfato magnésico, la solución se
habría de preparar con 50 gramos de esta sal en un litro de agua.

Si no se desea preparar previamente la solución de sales, entonces se toma una cucharita de


café, no muy colmada, de cloruro sódico o una cucharita de café, esta vez bien colmada, de
sulfato magnésico.

En ambos casos se disuelve cualquiera de estas sales en un poco de agua, lo que se obtiene
muy rápidamente, por tratarse de sustancias muy solubles.

Si la sal que se toma es carbonato, se ha de desleír una cucharada sopera, colmada, en un poco
de agua en un vaso (como dos dedos) o bien en la leche del desayuno, pues no le comunica
ningún sabor. Cada toma de comprimidos DELBIASE consiste en dos comprimidos en medio
vaso de agua. La aplicación de la crema DELBIASE a la piel comporta un masaje, a fin de hacerla
penetrar bien en la epidermis.

Téngase presente que las cantidades indicadas se refieren a una dosis; por tanto, en los casos de
utilizar las sales de magnesio como medicinas, se habrían de tomar dos dosis al día: una por la
mañana y otra por la tarde. Con todo, por razón de la edad, las dosis para obtener los efectos
curativos deberán atenerse a otras cantidades, según lo ha expuesto el doctor Neveu y nosotros
reproducimos a continuación.

Las cantidades que a continuación se expresan se refieren a la solución de 33 gramos de cloruro


de magnesio cristalizado en un litro de agua.
1. Adultos y niños hasta 5 años: 125 centímetros cúbicos de la solución de
cloruro antes indicada para seis horas. En casos muy graves: dos dosis
iniciales, con dos horas de intervalo; las siguientes dosis, con seis horas
de intervalo.
2. Inferiores a 5 años: 100 centímetros cúbicos para los de 4 años, 80 para
los de 3,60 para los de 2, y 40 para los de 1 año. El horario es el mismo
que para los anteriores.
3. Inferiores a un año: Dos cucharadas (30 centímetros cúbicos) a los de
más de seis meses, una cucharada muy llena (20 cm cúbicos) a los seis
meses, una cucharada (16 cm. cúbicos) a los de menos de seis meses.
La separación de estas dosis es de tres horas.
Las dosis que acabamos de mencionar se refieren a las fases agudas de la enfermedad.

Se les irá desplazando progresivamente, cada 8 horas, más tarde cada doce, a medida que el
enfermo mejore. Después de la curación aparente, es necesario continuar el tratamiento algunos
días, para que el enfermo no se exponga a recaídas.

Tratándose de los HALÓGENOS JULIÁ-4H, se señala como dosis preventiva o de conservación


una cu-charadita de las de café (5 c.c.) cada día, mezclada con dos dedos de agua natural,
mineral, sifón o gaseosa, que se tomará antes o después de una comida, sea la que sea.

Pero, cuando se trata de atacar en su fase aguda, los adultos y niños de más de 5 años deberán
tomar dos cucharaditas cada 6 horas; en casos muy graves, 2 cucharaditas iniciales, y a las dos
horas otras 2; las siguientes dosis, con seis horas de intervalo.

Repetimos que la sal magnésica más recomendada de los médicos es el cloruro. Sin embargo, a
algunos les resultará molesta de tomar. En primer lugar por ser amarga; con todo, a la larga uno
se acostumbra y ya nota menos el amargor. Otra propiedad del cloruro magnésico es la de ser
bastante laxante y, para algunos, poco menos que purgante.

Con todo, este efecto suele ser más pronunciado en los primeros días; después, el cuerpo ya se
habitúa y se regularizan las evacuaciones. A los tales, les convendrá ingerir el cloruro magnésico,
no en ayunas, sino poco después de la comida, pues entonces el efecto laxante es menos
pronunciado. En cambio, en las personas que padecen de estreñimiento, el cloruro de magnesio
resulta un excelente regularizador de las evacuaciones.

A las personas que no pueden tomar cloruro magnésico por resultarles demasiado laxante, les
convendrá ingerir el magnesio en forma de carbonato, de la manera que luego se explica.

El carbonato de magnesio, por ser insoluble en el agua, no es directamente asimilable por el


organismo; pero sí lo es indirectamente, por convertirse en cloruro dentro del estómago, gracias
al ácido clorhídrico que de ordinario contiene el jugo gástrico.

Para las personas, pues, que por padecer de hiperclorhidria (exceso de ácido) suelen tomar
bicarbonato de sodio, el carbonato de magnesio resulta ser un excelente neutralizador de la
acidez para calmar el dolor de estómago, sin los inconvenientes del bicarbonato, que suele ser
desaconsejado por los médicos; porque, si bien de momento quita el dolor, fomenta la causa de la
acidez y, por consiguiente, el que se vaya reproduciendo con más intensidad en adelante.

En cambio, a las personas que padecen de hipoclorhidria (falta de acidez) no es aconsejable que
diariamente ingieran este neutralizador, que es el carbonato de magnesio.

El sulfato de magnesio conviene más a las personas que padecen del hígado, dado que
precisamente los sulfates suelen recetarse para este género de dolencia.

Se dirá, ¿no ha salido últimamente otro producto que hace en el organismo humano lo mismo y
tal vez más que las sales de magnesio, la jalea real?

Así, por lo menos, se anuncia, si bien no parece que tenga carácter de tanta universalidad como
las sales de magnesio. Una diferencia grande hay entre ambos productos y es lo referente al
precio: Cada cajita de jalea real viene a costar unas 500 pesetas, y cada toma, de 30 a 35
pesetas; en cambio, el precio del cloruro de magnesio, cuando menos en Barcelona, es de 10
pesetas el frasco de 100 gramos, comprado en droguería; el precio del sulfato es por el estilo, y
un kilo de carbonato de magnesio a granel cuesta sólo 25 pesetas comprado en droguerías.

Todavía debemos hacer resaltar entre los preparados magnesianos, citados en el decurso de
esta obra (DELBIASE, HAL-MAGNOL, MAGNOGENE, LIDATINE...), los llamados HALÓGENOS
JULIA-4H, de Villanueva y Geltrú (Barcelona), definidos como «estimulante biológico general, a la
vez que sustancia plástica, base de toda célula».

En el prospecto de este preparado farmacéutico se señalan unas orientaciones, con respecto a su


uso, que conviene tengan presentes cuantos toman sales de magnesio, sea en forma de cloruro,
de carbonato o de sulfato, sea en cualquiera de los preparados farmacéuticos que se acaban de
citar.
1. Después de los 40 años, este alimento o medicina es conveniente
tomarlo todos los días sin interrupción, a pesar de que parezca hallarse el
individuo orgánicamente perfecto. De esta necesidad se habrá dado
cuenta el lector por lo que precedentemente se ha expuesto.
2. Naturalmente que su uso no crea hábito; puede dejarse en cualquier
momento, sin perjuicio orgánico; pero, al abandonarla, queda el sujeto sin
la protección hasta entonces conseguida.
3. Esta medicación es compatible con cualquier otra que se pueda hacer, y
no hay que suspenderla, aunque se vayan a tomar otros medicamentos.
4. No crea el que tome sales magnésicas que quedará exento de dolencias
y contratiempos; habrá enfermedades y trastornos entre los
consumidores; pero buena parte de ellas, y no despreciable, serán
atenuadas y muchas eliminadas.
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APÉNDICE II
CONTENIDO DE MAGNESIO Y DE CALCIO EN LOS PRINCIPALES
ALIMENTOS
A continuación presentamos una lista, bastante completa, del contenido de magnesio de un gran
número de alimentos, de origen animal y, sobre todo, de origen vegetal, y para que esta
información sea más completa, hemos añadido el contenido de calcio de los mismos alimentos,
ya que este elemento es necesario también para el organismo humano, tanto o más que el
magnesio.

La diferencia que hay entre el uno y el otro estriba en que, modernamente, los vegetales suelen
contener el calcio requerido para su buen desarrollo, porque si las tierras no lo tienen se les
añade en forma de abonos o de enmiendas, al paso que los vegetales y también los animales que
se alimentan de aquéllos, suelen ser deficitarios de magnesio, puesto que las tierras lo tienen en
gran parte agotado por los cultivos sucesivos, y entre los agricultores no ha entrado hasta ahora,
si no es con raras excepciones, el abonado con compuestos magnesianos, como se hace con los
de fósforo, nitrógeno y potasio.

El contenido de magnesio que se señala en la lista que a continuación presentamos se refiere al


que suelen tener los vegetales que se han desarrollado en tierras dotadas de suficiente
magnesio.

Pero debemos advertir que, de hecho, muchas veces no se aprovecha este magnesio de los
alimentos, por cuanto, al prepararlos, se deja perder miserablemente.

En efecto: la mayor parte de las materias minerales y también de las vitaminas de los vegetales
se hallan en las frutas y, muy particularmente, en las verduras; por lo cual es una mala
costumbre, reprobada con razón por los higienistas y dietéticos, desechar el agua de cocción de
las mismas, porque en ellas están disueltas las materias minerales y las vitaminas, y así se
desperdicia lo que más conviene para evitar la desmineralización del organismo.

Por lo tanto - y así lo recomienda el doctor V. L. Ferrándiz - se ha de aprovechar, para


confeccionar sopas, el caldo resultante de la cocción de las verduras, y no tirarlo al fregadero,
como frecuentemente se hace.

Esta inveterada y mala costumbre tiene en algunos casos su justificación, y es cuando el caldo
resultante ofrece gusto desagradable, como sucede al cocer garbanzos secos y judías tiernas;
pero, en otros casos, no hay nada que lo justifique, si no es la rutina, como, por ejemplo,
tratándose del caldo resultante de hervir las patatas y las judías secas, pues ambos caldos,
además de ser muy sustanciosos, porque contienen la mayor parte de las materias minerales y
las vitaminas de los respectivos vegetales, dan lugar a sopas de gusto delicioso para la mayoría
de paladares.

Los valores de magnesio y calcio se dan en miligramos de óxido, es decir, de magnesia (MgO) y
de cal (CaO) por 100 gramos de sustancia.

El orden escogido es el de porcentaje de magnesia.


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APÉNDICE III
PRINCIPALES DOLENCIAS PARA LAS QUE SE RECOMIENDA EL
EMPLEO DE SALES DE MAGNESIO
Con objeto de que, cuantos se sienten aquejados de alguna dolencia puedan saber
inmediatamente si en este libro se citan autoridades médicas que recomiendan las sales de
magnesio para alivio de su mal o si efectivamente se han dado casos que lo han prevenido,
aliviado o curado, nos ha parecido poner en este apéndice un catálogo de las dolencias que en él
se citan. Y al hacer esto, mucho nos tememos que alguno de los lectores tilde, despectivamente,
de Panacea a las sales de magnesio.

Si hubiese alguno que así procediese, le diríamos que efectivamente las sales de magnesio
pueden llamarse panacea - y no en sentido despectivo—, por cuanto es un hecho bien
comprobado que a su falta se deben muchas enfermedades que desaparecen con la ingestión de
cloruro de magnesio o de otra sal magnésica.

Precisamente en farmacia, desde tiempo antiguo, se llama «panacea inglesa» - y no ciertamente


en tono despectivo - el carbonato de magnesio mezclado con carbonato de calcio.

He aquí, pues, la serie de dolencias que se citan en el libro, con indicación de la página o páginas
en que esto se hace:
Aborto de los caballos y bovinos (El Mg previene
el), 96.
Adenitis (El Mg cura la), 61, 64.
Aftosa (El Mg cura la fiebre), 96.
Agotamiento intelectual (El Mg desvanece el),
12.
Alimento (El Mg es considerado como), 53.
Anginas diftéricas (El Mg cura las), 62, 64.
Antrax (El Mg cura el), 60.
Arterias (El Mg da elasticidad a las), 56.
Arterioesclerosis (El Mg evita la), 56.
Artrosis (El Mg cura la), 10.
Asma (El Mg suaviza el), 59.
Atrofia muscular (El Mg hace desaparecer la),
60.

Bactericida del magnesio (Acción), 43.


Biliar (El Mg favorece la evacuación), 46.
Bioquímica vegetal (Papel del Mg en la), 104-
108.
Bronconeumonía (El Mg evita y cura la), 57, 58.
Bronquitis (El Mg reduce la), 59.

Calcio patológico (El Mg elimina el), 56.


Cáncer (El Mg preventivo del), 46, 69-77.
Cicatrización de úlceras por el Mg, 42.
Citofiláctico (Método), 45, 49.
Citofilaxia del magnesio, 62, 68.
Cloroformo (El Mg cura las intoxicaciones del),
53,

Desequilibrio mineral (El Mg remedia el), 22.


Desodorante (El Mg como), 52.
Difteria (El Mg cura la), 60-68.
Digestivos (El Mg modera los desórdenes), 50.
Enfisema (El Mg reduce el), 58.
Enteritis del ganado (El Mg cura la), 91, 96.
Equilibrio mineral (El Mg contribuye al), 30-38.
Erisipela (El Mg cura rápidamente la), 60.
Escarlatina (El Mg cura rápidamente la), 60.
Euforia (El Mg produce), 49.
Eczema (El Mg cura el), 60.

Fagocitario (El Mg aumenta el poder), 43, 48, 49.


Fatiga (El Mg alivia la), 49.
Fiebre aftosa (El Mg cura la), 95.
Forúnculo (El Mg se opone a la evolución del),
60.
Fósforo en las plantas (El Mg asimilador del),
108-111.

Gastroenteritis de los gatos (El Mg cura la), 95.


Gripe (El Mg previene la), 57, 58.

Hemorroides (El Mg cura las), 11.


Hiperclorhidria (El C03Mg modera la), 50.
Hipertensión (El Mg previene y rebaja la), 55.
Hipertrofia prostática (El Mg detiene la), 54.

Infección intestinal crónica (El Mg cura una), 12.


Infecciosas (El Mg cura las enfermedades), 56.
Inmunidad natural (El Mg confiere), 23.
Intestinales (El Mg suprime perturbaciones), 50.
Intoxicación alimenticia (El Mg cura la), 59.

Juventud (El Mg alarga la), 50.

Laxante (El Mg es un excelente), 12.


Leucoplasias (El Mg cura las), 69-70.

Magnesio virtudes curativas (Posee el), 9-20.


Mal de piedra (El Mg alivia el), 51.
Mamitis crónicas (El Mg. cura las), 70, 88.
Meteorismo del ganado (El Mg evita el), 91.

Narcóticos en los animales (El Mg da resistencia


a los), 93, 94.
Neumonía (El Mg cura la), 58.

Olivo (El Mg suprime la cosecha alternativa del),


113.
Ostiomielitis (El Mg cura rápidamente la), 61.

Panacea de todos los males? (¿Es el Mg), 47.


Parálisis (El Mg hace desaparecer una), 60.
Paratiroidea (El Mg determina la fijación de la),
39.
Peste aviar (El Mg da resistencia contra la), 94.
Piel (El Mg cura los picores de la), 51.
Poliomielitis (El Mg cura la), 60.
Próstata (El Mg previene y cura la), 13, 54.
Rejuvenecimiento por el magnesio, 50.
Reuma (El Mg hace desaparecer el), 12, 55.

Sabañones (El Mg cura y previene los), 52.


Sarampión (El Mg cura rápidamente el), 61.
Sugestión? (¿El Mg obra por), 13-20.

Temblor senil (El Mg cura el), 11, 54, 55.


Terapéutica humana (El Mg en la), 38, 42.
Tifus de las aves (El Mg previene el), 95.
Tonifica (El Mg), 50.
Tosferina (El Mg cura y previene la), 59.

Usagre de los caballos (El Mg cura la), 96.

Vejez (El Mg aleja la), 50.


Virucida del magnesio (Acción), 43.
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APÉNDICE IV
BIBLIOGRAFÍA
Para cuantos quieran estudiar algo más a fondo las virtudes curativas del magnesio y su acción
sobre los animales y las plantas, nos ha parecido bien añadir un cuarto apéndice dedicado a
bibliografía sobre estas cuestiones.

Sin pretender, ni mucho menos, haber agotado la materia, podemos ofrecer a nuestros lectores
una lista de libros y artículos de revista acerca de los efectos salutíferos del magnesio.
ADELANTADO (L.) : Fertilizantes magnesianos. («Revista Industrial y Fabril, abril
1953, pág. 210, Madrid).
ANÓNIMO: El magnesio en la producción de cosechas. («Ion», marzo 1950, pág.
172, Madrid).
ANÓNIMO: El magnesio regulador del calcio, fósforo y halógenos en el
organismo de ciertas especies de plantas. («Ion», noviembre 1946, Madrid.
ANÓNIMO: El magnesio y el calcio. («El Monitor de la Farmacia, 20 mayo 1947,
pág. 193, Madrid.)
ANÓNIMO: Sales de magnesio y manganeso en el crecimiento del trigo. («El
Cultivador Moderno», agosto 1954, pág. 302, Barcelona.)
ANÓNIMO: Virtudes curativas del magnesio. («Ibérica», volumen, 20, 1954-II,
pág. 252, Barcelona.)
BLAS (L.): El magnesio como abono. («Ion», marzo 1949, pág. 137, Madrid.)
BOYTON Y CAÍN: El magnesio en la manzana. («Ion», febrero 1941, pág. 106,
Madrid.
CAMP (A. F.): El magnesio en la fertilización del limón en Florida. («Ion», marzo
1947, pág. 193, Madrid.)
CANALS (E.): Du role physiologique du magnesium chez les végétaux. 134 págs.
Montpellier, Roumegous et Déhan, 1920.
CID (F. A.): Una página sobre el profesor Delbet, investigador del cáncer.
(«Ibérica», vol. 21, 1955-I, pág. 26, Barcelona.)
CID (F. A.: Los oligoelementos son catalizadores de nuestras funciones vitales.
(«Ibérica», vol. 21, 1955-I, pág. 104, Barcelona.)
COOPER (E. H.): Factores que modifican la asimilabilidad del magnesio en el
suelo.
DELBET (P.): Acción frenadora del cloruro de magnesio en la multiplicación de
las células alípicas, en el desarrollo anárquico. («Academia Francesa de
Medicina», París, 1.° de mayo de 1932.
DELBET (P.): El cloruro de magnesio favorece la evacuación biliar y mejora la
digestión. («Academia Francesa de Medicina, París, 1.° de mayo de 1936.)
EISENMENGER (W. S.): Relación entre el desarrollo las plantas y la necesidad
de magnesio. («Ion», noviembre 1946, pág. 619, Madrid.)
EISENMENGER (W. S.): Relación entre el desarrollo de de las plantas en los
cultivos de sementera y la necesidad del magnesio. («Ion», febrero 1947, pág.
105, Madrid.)
FAVIVE (J.): Equilibre mineral et Santé. 403 págs. París, Librairie «Le François»
(Boulevard Saint-Germain, 91), 1951.
GOYTISOLO (José M.a): El magnesio fulminante vital. «Ibérica», vol. 11, 1950-I,
pág. 100, Barcelona.)
GOYTISOLO (José M.a): El magnesio y el calcio en el metabolismo vital.
(Ibérica», vol. 14, 1951-II, pág. 32, Barcelona.)
JOHNSTON (F. B.): El magnesio en la producción de cosechas. («Ion», marzo
1950, pág. 172, Madrid.)
KRAUSE (M.): Magnesio para el diagnóstico diferencial de las enfermedades
agudas. (Arzt. Weschr.», 9, 283, 1954.) En este trabajo se habla de la sedación
de los espasmos viscerales abdominales, pero no de los procesos inflamatorios,
con respecto al tiosulfato de magnesio.
MANZANAL, S. I. (Francisco): ¿Qué se entiende por equilibrio mineral? («Ibérica,
vol. 19, 1954-I, pág. 302, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): El equilibrio mineral visto por un agricultor.
(«Ibérica», vol. 19, 1954, pág. 314, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): El equilibrio mineral del hombre. («Ibérica», vol.
19, 1954-I, pág. 387, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): El equilibrio mineral visto por un granjero
norteamericano. («Ibérica, vol. 19, pág. 425, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): Multitud de efectos curativos del cloruro de
magnesio. («Ibérica», vol. 19 pág. 462, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): El magnesio y el cáncer. («Ibérica», vol. 20, 1954-
I, pág. 28, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): Deficiencia de magnesio en la alimentación actual
de los pueblos. («Ibérica», vol. 20, 1954-II, página 68, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): Terapéutica magnesiana de la difteria. («Ibérica»,
vol. 20, 1954, pág. 105, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): Terapéutica magnesiana de las enfermedades
infecciosas. («Ibérica», vol. 20, 1954-II, pág. 146, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco: Las enfermedades infecciosas de los animales
domésticos. («Ibérica», vol. 20, 1954-II, pág. 187, Barcelona.)
MC INTIRE, SHAW y YOUNG: Empleo de silicatos magnésicos en el abonado de
tierras. («Ion, mayo 1953, pág. 280, Madrid.)
MC MURTREY: Efectos del magnesio sobre el crecimiento y composición del
tabaco. («Ion, marzo 1947, página 193, Madrid.)
MATONS (A.) y ROSELL-VITA (M.): Magnesio. («Diccionario de Agricultura,
Zootecnia y Veterinaria», vol. II, pág. 506, Salvat Editores, Barcelona.)
NEVEU (Dr.: El tratamiento de la poliomielitis por el cloruro de magnesio. (Revista
«L.Ouest medical», Francia, 10 noviembre 1951.)
PALIOS (Dr.) De la resistencia general conferida al organismo por las sales de
magnesio. («Academia Francesa de Medicina», París, 25 de mayo de 1940.)
PEVEN (Dr.): Traitement cytophylactique des moladles infectieuses par le
chlorure de magnésium. A propósito de este libro ha escrito el Dr. A. L.: «Se
puede afirmar que este mineral (el magnesio) protege contra toda infección y
ciertamente abrevia siempre la convalecencia reduciendo la astenia tan molesta.»
PRIECH (J.) y CONSTANT (J. P.), dan cuenta de los resultados favorables
obtenidos por el glutanato de magnesio en sujetos afectados de «petit mal»
epiléptico y en niños deficientes mentales. Con este tratamiento - añaden -
disminuye la frecuencia de las crisis mentales, se normaliza el comportamiento,
se eleva el coeficiente intelectual y se mejora el estado somático.
(«Medicamenta», número 265, pág. 45, 15 mayo 1955.)
PUIG, S. I. (L): .Posee el magnesio virtudes curativas? («Ibérica», vol. 26, 1957-
II, pág. 95, Barcelona.)
PUIG, S. I. (I.): El magnesio en zootecnia. («Ibérica», vol. 26, 1957-II, pág. 135,
Barcelona.)
RIBAS MARQUES (I.): Los bioelementos del pescado. («Ion», octubre 1944, pág.
603, Madrid.)
ROCASOLANO (C): La cal y la magnesia en fruticultura. («El Cultivador
Moderno», noviembre 1956, página 118, Barcelona.)
SCHLIEPHAKE (E.): Empleo de preparados de magnesio en trastornos
circulatorios. («Deustch. Med. Wschr.», 77, 1508, 1952). En este artículo se dice
estar indicadas las combinaciones de tiosulfato y nicotina-to de magnesio en
inyecciones intramusculares o intravenosas en varias afecciones y trastornos
circulatorios.
SUÁREZ-GARCÍA (B.): El magnesio en agricultura («Ibérica, volumen 25, 1957-I,
pág. 343, Barcelona.)
SYMPOSIUM OF THE AMERICAN CHEMICAL SOCIETY: El contenido en
magnesio de los fertilizantes. «Ion», febrero 1947, página 105, Madrid.) TRIGO
MEZQUITA (A.): Importancia del magnesio en la vida de las plantas. («Ibérica»,
vol. 3, 1946-I, pág. 39, Barcelona.)
TROUG (E.), GOATES Y BERGER (K. C): Relación magnesio/fósforo en la
nutrición de las plantas. («Ion», marzo 1947, página 193, Madrid.)
VIDAL FREIRE (A.): Catión magnesio en la terapéutica. (La Prensa médica
argentina, XLII, 3.075, 1955.) En este trabajo se dice ser el magnesio muy
importante para la vida, por cuanto desempeña en ella un decisivo papel en los
procesos de síntesis y oxidación del organismo, y da cuenta de los alentadores
resultados de su empleo.
VITORIA, S. I. (E.): Los elementos químicos y su olio-godinamia en los seres
vivos. («Memorias de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona», vol.,
XVIII, núm. 4, 1946.)
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