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Un producto puede ser técnicamente perfecto, estar elaborado con los materiales
más adecuados y disponer de un proceso de producción optimizado. Sin embargo,
no ser aceptado por los clientes a quienes va dirigido; no tener éxito en el mercado.
Es decir, el concepto de Calidad empleado por los técnicos de las organizaciones
(conformidad con la especificación) y la acepción de los consumidores, no siempre
es coincidente.
Productos ajustados a sus especificaciones no tienen, por esa única razón, que ser
exitosos.
Entonces, ¿para qué sirve la Calidad? Si, a pesar ajustarse a las especificaciones
de diseño, lo producido no tiene la aceptación suficiente para generar el retorno que
la organización necesita para perdurar, tal vez haya que revisar el concepto
tradicional y redefinirlo.
La idea de calidad como ajuste a las especificaciones únicamente era útil en un
entorno en el que la relación demanda/capacidad era superior a la unidad. Es decir,
se tenía asegurada la venta del producto.
Esta situación era común en los años 50 y 60. En la medida en que cristalizó un
mayor equilibrio entre estos dos términos, vender se tornó más difícil, siendo
necesario acudir a otras estrategias. Por ello, la función de Marketing alcanzó un
importante desarrollo, como un medio para colocar productos que se enfrentaban a
una mayor competencia (años 70).
En la actualidad, pueden encontrarse mercados saturados junto a consumidores
cada vez más exigentes. Ya no basta con producir bien, sino que, además, es
preciso facilitar a los clientes aquello que esperan. Ajustarse, en suma, a sus
necesidades y expectativas.
Por esta razón es imprescindible que el concepto de calidad tenga en cuenta al
cliente. Es a este a quien se dirige el producto. Y, más que tenerlo en cuenta, que
lo sitúe en el eje central de las actividades de la organización.
Haciendo una integración de los dos conceptos anteriores, se puede definir a los
costos de la calidad, como “el esfuerzo económico que debe realizar la organización
para satisfacer las expectativas del cliente”.
10. Comprador y proveedor deben prestar siempre la debida atención a los intereses
del consumidor Distinguimos dos tipos de “cadena “: