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DERECHO CIVIL
DERECHO DE FAMILIA
AÑO 2019
INTRODUCCIÓN
En cuanto a las figuras que integran el régimen civil peruano para la protección
de los incapaces tenemos: La Patria Potestad que es figura principal; la tutela y
la cúratela que son subsidiarias respecto a ellas, y el consejo de familia que actúa
como órgano tuitivo de supervisión.
Es así que, desarrollaré otros aspectos en los que está involucrado la tutela en
cuanto a los deberes del tutor, comparando siempre con el cuerpo normativo de
mayor relevancia en este aspecto que es nuestro Código Civil, y el Código del
Niño y Adolescente. Para finalmente, mencionar algunas de las conclusiones a
las que se ha arribado acorde a lo tratado.
LA TUTELA
1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS
2. DEFINICIÓN DE TUTELA
2
Cornejo Chávez, Héctor., Derecho Familiar Peruano. 7ma .edición, Librería Studium S.A. Lima,1988.Pág.74
También debo de indicar que considero muy necesario e importante que los
padres sean los que deban elegir a los tutores de sus hijos, sea en la forma
testamentaria o escrita, puesto que ellos son los que conocen mejor a la persona
en la que van a confiar a sus hijos.
Con respecto al nombramiento de tutor por uno de los padres podemos indicar
que de acuerdo a la doctrina es la siguiente:
BOSSERT Y ZANNONI
La tutela es una institución destinada al cuidado y dirección de los
menores de edad que no están sujetos a patria potestad, sea porque
ambos padres han muerto ,o porque los menores son de filiación
desconocida, o porque aquéllos han sido privados de la patria potestad. 4
CABANELLAS
Señala que la capacidad jurídica es la aptitud que tiene el hombre
para ser sujeto o parte, por sí o por su representante legal en las
relaciones de derecho, ya como titular de derecho o facultades, ya como
obligado a una prestación o al cumplimiento de un deber.
MESSINEO
Podemos señalar como antecedente que la tutela es la institución
supletoria de amparo a favor de los menores que no están bajo la patria
potestad. Teniendo por finalidad cuidar de la persona y bienes de estos
menores, intentando suplir el vacío dejado por los padres. Es por ello que
es vital importancia legal, para el menor que no está bajo el régimen de la
patria potestad, el nombramiento del tutor.5
Al leer el criterio de Messineo , creo que la palabra intentando suplir a
los padres es la palabra correcta, puesto que nadie va a suplir a los
padres en toda la dimensión de la palabra, aunque también es una
institución muy necesaria puesto que estos menores necesitan de una
persona menor que se encargue de su cuidado personal y de sus bienes,
ya que ellos solos no podrían hacerlo.
3. NOMBRAMIENTO DEL TUTOR
3
Pruig Brutau,Josè Fundamentos de Derecho Civil, Barcelona, Bosch 1959
4
Bossert y Zannoni, p.593
5
Messineo Francesco, Manual de Derecho Civil y Comercial. Buenos Aires Ejea.1971, Tomo II, Pág. 173
La facultad de nombrar tutor recae en principio en los padres, bien sean
matrimoniales o extramatrimoniales, toda vez que en ellos por razones de orden
afectivo y biológico existe la necesidad de velar y garantizar el cuidado futuro de
los hijos. El inciso primero de la norma en comentario se refiere específicamente
al padre o la madre sobreviviente por cuanto se entiende que en caso de muerte
del otro, el ejercicio de la patria potestad corresponderá íntegramente al primero
y en consecuencia ser'!' éste quien se encuentre facultado para efectuar la
designación al gozar de un derecho preferente. Resulta oportuno destacar que la
facultad reconocida al progenitor supérstite debe encontrarse aparejada de
capacidad de goce y ejercicio, así como del ejercicio pleno de la patria potestad,
por cuanto de mediar suspensión o pérdida de aquella (de conformidad a las
causal es previstas en los artículos 75 y 77 del Código de los Niños y
Adolescentes), no cabe posibilidad de designación alguna. La forma de
designación de tutor queda a elección del progenitor, sea ésta por vía
testamentaria (cualquiera de las formas que reconoce el ordenamiento civil) o
por escritura pública. Como sabemos, el testamento constituye la manifestación
de voluntad de una persona capaz por la cual se decide en vida todo lo
concerniente a los bienes y a la esfera familiar o patrimonial para después de la
muerte, y que se encuentra sujeto a las limitaciones y formalidades establecidas
por ley. La segunda parte del artículo 686 del Código Civil señala que son válidas
las disposiciones de carácter no patrimonial contenidas en el testamento, aunque
el acto se limite a ellas; por lo cual el nombramiento de tutor mediante
testamento, ordinario o especial, resulta procedente. Evidentemente, tanto el
testamento como la escritura pública deben redactarse con las
formalidades requeridas por la ley, toda vez que si se declara su nulidad, carecerá
de validez la designación de tutor, quedando ésta tan solo como un referente de
la voluntad del padre o de la madre.
Por último, se confiere igual derecho al testador que hubiese instituido como
heredero o legatario a aquel que carece de tutor nombrado por el padre o madre o
de tutor legítimo. Evidentemente el propósito de la norma es que el beneficiado
con la herencia o legado cuente con una persona que se encargue de su cuidado y
de la administración del bien o bienes que forman parte del acto de liberalidad
del testador; no obstante la atribución conferida al testador tiene como límite la
existencia de padres que ejercen la patria potestad, dado su derecho preferente, la
designación de tutor efectuada por éstos o la reconocida por la ley a los
ascendientes en su calidad de tutores legítimos.
4. CLASIFICACIÓN DE TUTELA
5. IMPEDIMENTOS PARA EJERCER LA TUTORÍA
6. EXCUSAS DEL CARGO DE TUTOR
7. REQUISITOS PREVIOS AL EJERCICIO DE LA TUTELA
La Facción de Inventario
De Garantía
El artículo 98 del Código de los Niños y Adolescentes refiere que son derechos y
deberes del tutor, los prescritos en el presente código (que por cierto no señala
ninguno) y en la legislación vigente, esto es, el código Civil, por lo tanto al
analizar este tema haremos referencia al Código Civil. Pues bien, vamos a dividir
el tema en deberes y derechos en el orden personal y en el orden económico.
Se entiende que como representante legal del infante, demandara a los que
resulten ser deudores alimentarios del menor. Pero, y si no existieran tales
deudores. Entonces, en principio, vendrá obligado el tutor a alimentar al
menor con su propio peculio. Sobre el particular, parece ser que ese es el
temperamento del Código de los Niños y Adolescente, cuando en el
artículo 93, referido a los obligados a prestar a favor del niño o
adolescente, y el tutor es el responsable del menor, norma que persigue
favorecer al infante, pero que puede resultar contraproducente, por cuanto
si el tutor cuida a un incapaz sin patrimonio propio, y voluntariamente lo
alimenta, pero al conocer las implicancias jurídicas del instituto jurídico
de los alimentos, y las garantías que rodean al derecho como son las
civiles, procesales y penales, quizás no quiera seguir asumiendo tal deber
social, constituyendo una suerte de causal de excusa, con lo cual
terminamos perjudicando al menor.
María Teresa Cornejo Pava respecto al artículo 526 del Código sustantivo
dispone que el tutor debe alimentar y educar al menor de acuerdo con la
condición de éste y proteger y defender su persona; que estos deberes se rigen
por las disposiciones relativas a la patria potestad, bajo la vigilancia del consejo
de familia; y que el tutor demandará el pago de una pensión alimenticia cuando el
menor carezca de bienes o éstos no sean suficientes. El artículo 98 del Código de
los Niños y Adolescentes declara que son derechos y deberes del tutor "...Ios
prescritos en el presente Código y en la legislación vigente". La norma
sustantiva en cuestión plantea una interrogante respecto de la tutela dativa: ¿a
quién o quiénes demandará el tutor dativo el pago de una pensión alimenticia? El
artículo 474 dispone que se deben alimentos recíprocamente los cónyuges;
los ascendientes y descendientes; y los hermanos. Para la hipótesis de que sean
dos o más los obligados a dar los alimentos, el artículo 475 establece el orden en
que ellos se prestan: por el cónyuge; por los descendientes; por los ascendientes;
y por los hermanos. En concordancia con estas normas, el tutor dativo deberá
demandar el pago de una pensión alimenticia a los ascendientes; a los
descendientes; y a los hermanos de la persona sometida a tutela. Pero ocurre que
esta persona necesitada de tutela carece de tutor testamentario o escriturario y de
tutor legítimo. Por ello, el consejo de familia procedió a nombrar tutor dativo,
recayendo este nombramiento en una persona residente en el lugar del domicilio
del menor. Ello significa que, además de no existir tutor nombrado en testamento
o por escritura pública, este menor carece de abuelos y de otros ascendientes. De
otro lado, es evidente que este menor no tiene cónyuge, así como tampoco
descendientes. Así, el tutor dativo demandará a los hermanos de la persona
sometida a su tutela el pago de la pensión alimenticia a que se contrae el artículo
526 subcomento. La legislación vigente no ha resuelto expresamente la situación
que se plantea si el menor sujeto a tutela carece, asimismo, de hermanos. En esta
hipótesis, cabe entender que será el propio tutor quien deba alimentar al
menor sujeto a su tutela. Y ello por dos razones: en primer término, la tutela
existe para "cuidar de su persona y bienes"; en segundo lugar, el tutor "debe
alimentar y educar al menor de acuerdo a la condición de éste y
proteger y defender su persona". Así lo disponen los artículos 502 y 526.
Olga Castro Pérez Treviño nos dice referente al término Administrar que
significa cuidar adecuadamente de un patrimonio. Cuando la administración está
a cargo de un tutor respecto del patrimonio de un niño o adolescente, estamos
frente a la administración de un patrimonio ajeno. La administración no solo
supone el cuidado material del bien, sino también su adecuada explotación
conforme a la particular naturaleza de cada bien. Se trata pues de hacerlo
producir a favor del niño o adolescente, quienes tienen restringidos sus derechos
por ser menores de edad. La consecuencia de esta facultad de administración
supone, como en todos los casos de administración de bienes comunes o bienes
ajenos, el cumplimiento de determinadas obligaciones que van desde el
inventario de los bienes hasta la rendición de cuentas. Tratándose de la
administración por el tutor de los bienes del menor mantienen vigencia las
apreciaciones que hemos vertido en los párrafos anteriores respecto al uso del
término "menor" en el sentido de que debería sustituirse y que debe entenderse
referido tanto a niños como a adolescentes, la regla es que aquél se encuentra
facultado para ejercerla. El ejercicio de dicha facultad la deberá llevar adelante
con buena fe y actuando conforme a la conducta de un "buen padre de familia".
Las atribuciones que le están permitidas al tutor respecto a la administración de
bienes del menor son las que corresponden a una administración ordinaria. En
consecuencia, el tutor está facultado para realizar aquellos actos de
administración regular y cotidiana que tienen por finalidad proteger, cuidar,
velar y evitar el empobrecimiento del patrimonio del menor, sea mediante la
conservación por actos materiales o jurídicos de los bienes que lo integran, tales
como el mantenimiento de los mismos, el pago de tributos, las reparaciones
ordinarias; sea proveyendo a que dichos bienes produzcan económicamente de
acuerdo con el rendimiento normal propio a su naturaleza y dentro de los límites
de una administración regular. Para este efecto, el tutor podrá arrendar los
bienes inmuebles de propiedad del menor por un plazo no mayor de tres años e
iniciar las acciones de cobro de arriendos, desalojo, aviso de despedida, rescisión
y resolución de contrato, etc. Aquellos actos que excedan este concepto de
administración ordinaria requerirán de autorización judicial, como, por ejemplo,
arrendar los bienes inmuebles por más de tres años o tomarlos en locación
(artículo 538, numeral 1 y 2 del CC).
Olga Castro Pérez Treviño respecto al Art. 531, autorización para disponer de los
bienes del menor nos dice que: El legislador ha cuidado que el patrimonio del
menor no sufra menoscabo, imponiendo al tutor mayores restricciones que las
que impone a los padres que ejercen la patria potestad respecto a los bienes de
sus hijos. Tratándose de actos realizados por el tutor que afecten o que pudieran
afectar directamente los bienes singulares que componen el patrimonio del
menor mediante actos de disposición a título oneroso o gravamen el artículo 538
del Código Civil prohíbe al tutor disponer de los bienes del menor a título
gratuito se tendrán en cuenta las siguientes reglas:
El artículo 538 está referido, en primer lugar, a los límites del ejercicio de las
funciones del tutor en relación con la administración de los bienes del niño
y adolescente, estableciendo para ello prohibiciones absolutas, sancionadas con
nulidad de ser realizadas por el tutor. Cabe agregar que, para los casos
mencionados, no se puede solicitar autorización del juez para ejecutar alguno de
dichos actos. En cambio, el Código establece algunas prohibiciones que si se
quiere entender son relativas, es decir que los actos celebrados sin la autorización
respectiva pueden ser atacados con la acción de anulabilidad (artículos 531 y
532). Ahora bien, ¿por qué establecer prohibiciones absolutas? Se pueden
formular dos situaciones que las explican. Una contenida en el mismo Código
Civil y que es validada como norma general y otra que es especializada y rige
sobre un aspecto del derecho específico, obviamente sin dejar de ser
complementarias y/o concordables. Así, en cuanto a la primera, se dice que son
de aplicación las normas generales sobre el acto jurídico, en cuyo caso
observamos que un requisito de validez del acto es que sea realizado por persona
capaz (artículo 140), y concordando esta norma con los artículos sobre
representación (teniendo en cuenta que el tutor es el representante legal del
menor de edad), dicha representación no es otorgada de manera directa por el
menor de edad, ya que es representación legal otorgada por la ley. Ahora bien,
¿por qué? Porque simplemente el tutor no va a realizar actos de administración y
disposición sobre su patrimonio (sería propietario), sino sobre el patrimonio del
menor bajo tutela, de modo que dicha actuación la va a realizar en nombre, a
favor, por cuenta y en interés del menor, es decir que los efectos de dichos actos
van a recaer sobre el patrimonio del menor. Otorgarle facultades ilimitadas al
tutor implicaría la total disposición del patrimonio del menor, pudiendo
ocasionar un detrimento de dicho patrimonio, sin que menor tenga la posibilidad
de solicitar reparación del daño ni indemnización alguna al tutor, por cuanto las
acciones del tutor estarían respaldadas por la ley. Ahora, el limitar dichos actos a
tal punto de prohibirlos hace que el poder del tutor sea limitado y, en
consecuencia, de realizar alguno de ellos generaría responsabilidad de su parte
frente a terceros; la responsabilidad no sería del menor.
Con relación al inc. 4) del artículo 538 nos preguntamos: ¿por qué el legislador
ha establecido tres años como plazo máximo para el arrendamiento si el mismo
Código en el artículo 1668, respecto al plazo de duración del arrendamiento (de
duración determinada) en cuanto a bienes que pertenecen a incapaces, ha
establecido un plazo que no excede de seis años? En este aspecto consideramos
que debería primar el inc. 4) del presente artículo 538, por cuanto establecer un
tiempo límite menor al estipulado en el artículo 1668 ayudaría a que el bien
arrendado circule, es decir evitaría que el bien materia de arrendamiento pueda
sufrir una limitación en cuanto a su provecho, pues los bienes del menor al
encontrarse en circulación pueden otorgarle mayores beneficios económicos y,
asimismo, evitaría que el tutor convenga con un tercero con el ánimo de obtener
algún tipo de beneficio al arrendar un determinado bien por mucho tiempo.
Además, puede ocurrir, si el plazo del contrato de arrendamiento es muy largo,
que el menor en ese lapso adquiera la mayoría de edad, es decir podría ya
disponer de sus bienes. Como quiera que en ese supuesto se debe respetar el
contrato, se aconseja que el plazo no sea tan largo, a fin de que se le permita al
menor, ya mayor de edad, decidir sobre el destino del bien.
En España el tutor está obligado a rendir cuentas, debiendo respaldar éstas en los
asientos y documentos que debe conservar para tal efecto, tanto a la finalización
de la tutela como durante ésta si lo solicita el Ministerio de Menores o si lo hace
el menor mismo si tiene dieciocho años. Independientemente de la rendición de
cuentas general, puede exigirse una rendición de cuentas referida a un negocio
determinado, por ejemplo si el juez autoriza al tutor a realizar determinadas
enajenaciones, simultáneamente exigirá que rinda cuentas de lo actuado. Se
regula asimismo que el responsable de la administración de los bienes es el
tutor y por ello responderá de los perjuicios que hubiese ocasionado en desmedro
del menor, lo que será evaluado en la rendición de cuentas.
De otro lado, ningún convenio celebrado mientras dure la tutela, sobre las
cuentas que el tutor debe rendir, tiene validez. Solo lo tendrá el que firme el ex
pupilo después que ha llegado a la mayoría de edad, y siempre que haya
transcurrido un mes desde que el tutor presentó sus cuentas. Para el sistema
jurídico argentino (artículos 415 y siguientes), el tutor está obligado a llevar
cuenta fiel, exacta y documentada de todos sus actos administrativos, día
por día, sin que pueda excusarse de esta obligación ni aun el tutor testamentario a
quien el testador haya exonerado de rendir cuentas.
1. Término de la tutela por extinción o cese Existen dos razones que ponen fin a
la tutela. La primera es la extinción, que la suprime de modo absoluto. Es un fin
objetivo que se produce debido al hecho de la adquisición de la capacidad en el
pupilo. Por lo tanto no es necesario, ni posible un poder tutelar, debiendo éste
extinguirse.
Ante, este vacío, los llamados a enmendarlo son el consejo de familia. El consejo
de familia se compone de las personas que haya designado por testamento o en
escritura pública el último de los padres que tuvo al hijo bajo su patria potestad o
su curatela; y en su defecto, por las personas designadas por el último de los
abuelos o abuelas que hubiera tenido al menor o incapaz bajo su tutela o curatela.
A falta de las personas mencionadas, forman el consejo los abuelos y las abuelas,
tíos y tías, hermanos y hermanas del menor. Cuando los padres no tienen la
administración de los bienes de sus hijos, ellos serán miembros natos del consejo
que se conforme.
Este caso es exclusivamente aplicable al tutor dativo. Los de las otras clases
tienen que seguir ejerciendo el cargo mientras no surjan causales de
impedimento.
En este último caso, el renunciante debe continuar en la gestión hasta que se le
releve. Para así proseguir con la continuidad de la tutela. Además, el tutor dativo
debe ser sometido a ratificación cada dos años, por el consejo de familia, el cual
examinará la idoneidad del ejercicio de su función. El silencio del consejo de
familia se interpreta como ratificación en el cargo.
El fundamento del término establecido en seis años para poder renunciar, tal vez
resida en el carácter extraño del tutor dativo, generalmente un familiar.
CONCLUSIONES
1.- Los poderes del tutor son más restringidos que los conferidos al
progenitor que ejerce la patria potestad, es decir la actividad desarrollada
por el tutor está rodeada de menor confianza , de manera que son
necesarias mayores cautelas y más rigurosos controles.
2.- Resulta muy claro para entender que si existe la tutela testamentaria,
ya no operan las demos tutelas.
4.- Debemos tener en claro que tanto el testamento como escritura publica
deben redactarse con las formalidades requeridas por la ley, toda vez que si
se declara su nulidad, carecerá de validez la designación de tutor, quedando
ésta tan solo como un referente de la voluntad del padre o la madre.
BIBLIOGRAFIA
1.- María Isabel Sckolich Alva, Código Civil comentado por los 100 mejores
juristas, Gaceta Jurídica. Pág. 342
3.- Pruig Brutau, Josè Fundamentos de Derecho Civil, Barcelona, Bosch 1959
Bossert y Zannoni, p.593
5.- Plácido Vilcachagua Código Civil Comentado por los 100 mejores juristas.,
Pág.362. Gaceta Jurídica.
8.- María Isabel Sokolich Alva, Código Civil Comentado por los 100 mejores
juristas. Gaceta Jurídica Pág.360.