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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES (UBA)

FACULTAD DE PSICOLOGÍA
T EORÍA Y TÉCNICA DE EPLORACIÓN Y DIAGNÓSTICO
PSICOLÓGICO. MODULO II
CÁTEDRA I – PEKER

COMISIÓN DE TRABAJOS PRÁCTICOS NRO.: 20

DOCENTE A CARGO: Batista, Florencia

ALUMNA: Díaz, Claudia (L.U.: 357024660)

FECHA DE ENTREGA: 30 de agosto de 2019


Juego de roles…

En la vida cotidiana uno actúa en consecuencia, basándonos en rutinas y


hábitos que terminan por comandar nuestra vida, dándole un rumbo fijo, y evitando
caer en turbulencias que nos generen y llenen de interrogantes. Nos movemos
evitando el equívoco e intentando llevar el rol que nos toca de la mejor manera. ¿Será
que de eso se trata la vida, de seguir un camino prefigurado sin darse siquiera la
posibilidad de cometer un equívoco, transitar nuevos rumbos, sin dejarse empapar por
lo extraño?

Como sujetos arribamos a este mundo y comenzamos a construir nuestra


identidad, con el tiempo nos apropiamos de ella y suponemos que ella nos pertenece
por completo. Sin embargo no somos los escritores de nuestra propia historia, debido
a que ya somos pensados de antemano por un otro, que crea un relato, nos aporta un
guión, el cual nos empeñamos en seguir, generalmente al pie de la letra. Actúa como
un sujeto tácito que nos guía, nos comanda, estando presente pero a la vez sin notar
su presencia. Es decir, para lograr una identidad no solo dependemos de lo que
nosotros creemos acerca de nosotros mismos, sino que también dependemos del
contexto, de otras voces que nos completan y no solo de nuestra propia voz.

Nuestra vida sería como una ficción en la que cada sujeto es el actor principal
de la suya, llevando como bandera un discurso que no nos pertenece, es decir un
guión preestablecido. ¿Pero cuándo comienza uno a salirse de ese guión? ¿Cómo uno
logra salir de aquello que nos empieza a generar incomodidad? Cuando nuevas voces
comienzan a resonar, a generar cuestionamientos, y uno logra permitirse caminar
junto a ellas, permitiéndose convivir con aquello que resulta novedoso o simplemente
extraño.

Sucede que a veces uno transita la vida sin tan solo notar lo que acontece a
nuestro alrededor, ignorando, mirando sin mirar. Todo ello posibilita, favorece, que el
guión que actuamos se nos haga costumbre, y por lo tanto actuemos en
consecuencia, basando nuestra mirada en uno mismo y no en aquel otro que nos
rodea, otros que también forman parte de la ficción de la cual somos protagonistas.
Sin embargo el ser protagonista de nuestra propia ficción no nos deja exentos del
cambio de roles de manera permanente, no evita que en tu propia ficción, en otra
escena, sea otro el que ocupe el, por así decirlo, papel principal. Por lo tanto se
plantea el estar abierto a distintas posibilidades, ya que en este afán de ser
individualista uno pareciera olvidarse del contexto, de los otros, que son los que
comienzan a generar incomodidad, preguntas y quienes inician una cierta
preocupación por querer buscar esas respuestas. Son los otros, aquellos que nos
empieza a generar cuestionamientos sobre lo que creíamos propio, individual y propio
de nuestra identidad.

Las vivencias propias de cada sujeto ocupan en el rol un eje fundamental, ya


que éstas atraviesan el rol y permiten que cada uno sea sentido por cada sujeto de
manera diferente. Un imitador, como el Pato Benegas, debe dejarse invadir por esas
vivencias, utilizando la observación de lo corporal en un principio, para luego crear una
voz y finalmente pensar como su personaje. Para lograr ese punto fundamental lleva a
cabo un recorrido por la historia del mismo, para conocer y poder crear una buena
imitación; es decir que necesita de la observación para lograr capturar de algún modo
las vivencias, pensamientos y modos de actuar del personaje, debido a que cada uno
está atravesado por diferentes voces que lo guían. Sumado a ello son las vivencias
propias que, al propio Pato Benegas lo atraviesan, las que permiten que éste
elija o no imitar a ciertos personajes, y que el mismo salga o no lo mas similar
posible.

Por otra parte en una ficción se pone en juego cómo el rol es adjudicado y
asumido por los participantes en una escena que los contiene. El rol que se adjudica
conmueve a los distintos sujetos de diversas maneras, pero no solo esto pude notar
improvisando junto a Mosquito Sancineto, o en los ejercicios de psicodrama, sino
también el modo en que en uno mismo comienzan a resonar otras voces,
distintas a las que uno acostumbra a escuchar y el modo en que la pluralidad de
voces, pese a ser diferentes, logran un objetivo común, un objetivo logrado en
conjunto. Poniéndose en juego lo grupal, dejando a un lado todo tipo de
individualismos y creando en conjunto, creando pese a los diferentes roles, una
escena común.

Al ejercer un rol se pone en juego no solo la palabra, si no también el


cuerpo, que dará vida a ese discurso que es enunciado, el cual se deja
conmover por ese rol que se ejerce en determinado momento y realizando
determinadas funciones. Ello se observó no solo a través de la improvisación, en
donde el cuerpo comenzó a cobrar importancia, sino también a través del relato del
Psicólogo Social Carlos Sicca, quien actuando en emergencias psicosociales destaca
la enunciación que puede tener el cuerpo más allá de la palabra misma, el modo
en el que éste pone en entre dicho lo que le sucede al “asistido” al momento de la
tragedia, y el modo en que el “asistente” debe observar, percibir, desde las vivencias
propias, pero no dejándose impregnar por ellas, sino dando un lugar a la empatía y
permitiéndose conmover, evitando individualismos para llevar a cabo el sostén del
afectado, y actuando en pos del otro y no de las creencias propias. Para lograr ello,
para lograr el destaque del cuerpo y la distinción de roles es necesaria una
observación que contemple de manera profunda la escena en la que se llevan a
cabo determinados roles, y no solo una mirada superficial de lo acontecido o
una mirada individualista del hecho.

Los diferentes roles dependen también de que haya un otro que capte los
mensajes que se desean transmitir, es decir de espectadores, gracias a los cuales por
ejemplo existen las redes sociales, debido a que el contexto lo permite, y surgen
personajes como Mic & Mouse quien logró tener miles de seguidores en la red social
Twitter; de no ser por el público y lo que generan en otros sus palabras no hubiese
acontecido tal fenómeno, que culminó con la publicación de un libro. Resulta llamativo
el modo en que una comunicación unilateral termine repercutiendo de alguna u otra
manera en otros, demostrando una vez más que la interacción no es de a uno,
siempre exige de otros.

En lo grupal se ponen en juego las diferentes voces y también los diferentes


roles. ¿Pero realmente uno se anoticia de ello? ¿O simplemente se cree lo bastante
individualista como para oír a los otros? Se establece que siempre debe haber una
gran distancia entre un rol y otro, y ello se acepta como normal/naturalizado,
pero a nuestro alrededor hay un mundo de posibilidades que se permiten
atravesar no solo por el presente, sino también por el pasado y por el futuro. Se
trata de roles que no generan cuestionamientos hasta que nuevas voces hacen
su aparición y logran un cambio en esos roles determinados. El rol de paciente,
el rol de analista, el de estudiante o profesor, el de padre o hijo, o cualquier otro,
debería dejarse conmover por lo extraño, por lo diferente, por lo otro, y no
conformarse con ser simplemente un espectador de lo ya predeterminado, sino
dejarse inquietar por aquello que nos resulta incómodo, insostenible o caótico.

Como estudiante de psicología uno se nutre de diferentes teorías,


siguiendo una lógica ya preestablecida, en la que se hace una total
discriminación de los roles paciente-analista, y también de las líneas teóricas a
seguir, pero basándose solo en las teorías uno se olvida que es posible, hacer
un clínica permitiéndose nutrir desde todos las ramas teóricas para evitar que
una sola voz predomine en nuestro discurso, es decir dejarse incomodar. Pero
también que no sea solo la voz de la pura teoría la que nos maneje. Por ejemplo
se toma por sentado que el analista debe tomar distancia con su paciente, que el
cuerpo no se destaca sobre el énfasis que tiene la palabra, pero sin embargo si
uno logra dejarse invadir por el contexto podrá comenzar a poner en tela de
juicio algo que se da como justo y necesario en el rol de analista.

Oyendo y dejándonos oír se pueden conocer mundos nuevos, crear no


solo a partir de lo que uno cree, sino también a partir de lo que el contexto nos
ofrece, lo que los otros dicen. Pareciera resultar de algún modo fructífero el que
se rompa el status quo para comenzar a cambiar los guiones, para dejar de ser
un simple espectador y comenzar a construir en conjunto. Permitirse incomodar,
salir de los marcos preestablecidos, comenzar a observar mas allá de lo simple,
cuestionar lo que se impone, nos da una gran herramienta para ejercer esta
profesión que como estudiantes estamos construyendo de a poco, dejarse
invadir por lo nuevo, permitirse conmover para lograr algo que eche raíces no
solo como estudiantes, sino también como futuros psicólogos, nos ayuda a
tener una mirada mucho mas amplia de lo que en verdad queremos lograr con
esta profesión.

En estos momentos me resuena la pregunta ¿A quien quiero curar? Y tan solo


se me viene como respuesta que no depende de lo que yo quiera, del pensamiento
egoísta que yo pueda tener de ello, porque no depende solo de mi, depende también
de los otros. Acaso quien soy yo para decir que una persona puede curarse o no.
Depende, al igual que en una ficción, de la escena que se presente, de mi capacidad
de escucha, del modo en que me invada el rol de analista, de mi capacidad de
observación, y eso es algo que podría lograr construirlo con otros, escuchando nuevas
voces, observando, permitiéndome salir de lo preestablecido para conocer nuevos
rumbos, dejándome invadir por lo que me parece extraño. Quien dice, tal vez afuera
de toda teoría impuesta, de todo modo de actuar prefigurado, se encuentra realmente
la riqueza de una profesión que no solo se basa en textos sino también en distintas
voces que nos pueden resultar propias y ajenas, pero que al final y al cabo terminan
por formar parte de una historia, una historia que no solo nos pertenece a cada uno
como sujetos, sino una historia que es creada en conjunto, una historia mucho mas
rica escrita con otros.

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