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TEMA 41

NACIONALISMO Y LIBERALISMO EN LA EUROPA DEL


SIGLO XIX

1– INTRODUCCIÓN: LA EUROPA DEL SIGLO XIX.


2– RESTAURACIÓN Y REVOLUCIÓN.
3– LAS REVOLUCIONES LIBERALES
3.1– LAS REVOLUCIONES DE 1820 Y LA INDEPENDENCIA DE GRECIA.
3.2– LA OLEADA DE 1830 Y LA INDEPENDENCIA DE BÉLGICA.
3.3– LAS REVOLUCIONES DE 1848.
4– LA LENTA DEMOCRATIZACIÓN DE LAS GRANDES POTENCIAS
INDUSTRIALES.
4.1– EL REINO UNIDO EN LA ERA VICTORIANA (1837–1901)
4.2– EL SEGUNDO IMPERIO FRANCÉS Y LA III REPÚBLICA.
5– LOS GRANDES IMPERIOS DEL CENTRO Y ESTE DE EUROPA.
5.1– EL IMPERIO AUSTRIACO Y LA CREACIÓN DE LA MONARQUÍA DUAL.
5.2– LA AUTOCRACIA ZARISTA.
6– LA UNIFICACIÓN DE ITALIA Y ALEMANIA.
7– BIBLIOGRAFÍA.

1– Introducción: la Europa del siglo XIX.

El Antiguo Régimen desaparecerá en Europa a partir de los acontecimientos


desarrollados en las tres grandes oleadas revolucionarias europeas: la Revolución francesa
(1789), la oleada de 1830 y la oleada de 1848 (a las que habría que añadir, para el caso de
los países mediterráneos, los sucesos de 1820). A cada ola revolucionaria le seguirá una
contrarrevolución, lo que dará lugar, a su vez, a que germine un nuevo levantamiento. Así
ocurrió hasta el año 1871, donde acabaron de definirse los grandes Estados liberales con el
surgimiento de Italia y Alemania (a partir de la guerra de 1870 franco–prusiana, germen de
lo que van a constituir los sistemas de alianzas internacionales que desembarcarán en la
Primera Guerra Mundial). Estos nuevos estados se caracterizarán por su liberalismo, que
parte de una serie de principios básicos: declaración de los derechos del hombre básicos (a
la vida, a la libertad de expresión, a la propiedad individual, etc.), derecho de los pueblos a
tener sus fronteras naturales y a su autodeterminación (nacionalismo), búsqueda del
igualitarismo, librecambismo, derecho del pueblo a la elección de sus representantes
(primero expresado en forma de petición del sufragio censitario, y en un segundo momento
en forma de sufragio universal, mientras la ideología evoluciona del liberalismo al
centralismo). La burguesía no puede aceptar la vuelta al Antiguo Régimen: no quiere
renunciar al poder político que le ha brindado la revolución, base de su poder económico.
Además, la Revolución Francesa ha despertado la conciencia nacionalista en algunos
estados alemanes, italianos y polacos.

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Si en un principio el liberalismo es un movimiento unitario (antiabsolutista), que
agrupará los intereses de burgueses, campesinos, intelectuales y obreros, cuando estallen
las revoluciones de 1830 (en Francia llegará al poder) privilegiará sólo a la alta burguesía:
surge entonces el liberalismo democrático, defensor del sufragio universal masculino. En la
Restauración, el liberalismo es la oposición, y tomará un cariz violento: creación de
sociedades secretas, crítica a la monarquía, nobleza e Iglesia (en un momento en el que
comienza a irrumpir el materialismo como doctrina). Sus características serían:

1– Libertad individual y libertad de expresión, de religión, aconfesionalidad del Estado.


Partidarios de las desamortizaciones del clero y de la enseñanza laica.

2– Piden establecimiento de una Constitución que limite el poder real (reina pero no
gobierna). En ésta se pretende la soberanía nacional: la soberanía no reside en el rey, sino
en la nación.

3– Separación de poderes.

4– Pueden defender el sufragio censitario ("doctrinarios") o el universal ("demócratas")

El nacionalismo tiende a exaltar la nación como entidad soberana, frente al


monarca absoluto. Es liberal hasta 1848 (luego es conservador): se enfrenta al legitimismo
de la Restauración promoviendo movimientos de liberación nacional: Irlanda frente a Gran
Bretaña, húngaros y checos frente a Austria. Mazzini representa el nacionalismo
democrático: libertad de los pueblos y soberanía nacional, que exige la participación del
pueblo. Entre todos los derechos liberales se halla el del respeto a la identidad nacional de
los pueblos, lo que alentó a que en los Estados que estaban fragmentados en distintas
naciones se produjera un movimiento de unión de carácter nacionalistas (causa del
nacimiento como nación de Alemania, Italia y EE.UU., de la lucha independentista de las
colonias españolas en Iberoamérica, o la independencia de Grecia respecto a los otomanos,
y finalmente de las luchas de los pueblos bálticos por obtener un estatuto de independencia,
especialmente una vez entrado el siglo XX)
Al conjunto de revoluciones que se sucedieron de 1774 a 1871 se le ha llamado
revolución atlántica, revolución liberal y revolución burguesa. Cada uno de estos nombres
tiene su justificación: el proceso afectará tanto a EE.UU. e Iberoamérica como a Europa, el
ideario por el que se lucha es el liberalismo, y el protagonismo recaerá fundamentalmente
en la burguesía, especialmente hasta que las revoluciones se radicalicen en determinados
contextos (a la lucha por un Estado liberal se unirán progresivamente reivindicaciones
democráticas, sociales y políticas que ya suponían un desplazamiento de los centros de
interés que por lo que anteriormente había luchado la burguesía, como sucede en España a
partir de 1868.)

La oleada de 1774–1789 tuvo como protagonistas a las Trece Colonias inglesas de


Norteamérica y a Francia, produciéndose la independencia de EE.UU. y la invasión de
Europa por parte de los revolucionarios en el momento en que Napoleón se haga con el
poder, iniciando una fase más conservadora, y que conlleva la paradoja de extender
implícitamente algunas de las ideas liberales y al tiempo no reconocer el derecho a la
indeterminación de los pueblos invadidos, que reaccionarán librándose en muchos casos al
tiempo de los invasores y de las autoridades propias del Antiguo Régimen hasta entonces
vigentes.

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La oleada de 1820–1825 comenzará en España con el levantamiento de Riego y el
Trienio Constitucional (1820–23), extendiéndose por los países mediterráneos y por la
América española, la mayoría de cuyos estados se independizan de España (en 1824 sólo
Cuba y Puerto Rico están bajo soberanía española). Fruto de las mismas reivindicaciones,
Grecia conseguirá la independencia respecto al Imperio otomano, en 1829.

La oleada revolucionaria de 1830 tuvo su inicio en Francia y se extendió a Bélgica


y Polonia. Fue una revolución liberal; como las anteriores. Pero también inició una
componente que será crucial en adelante: la reivindicación nacionalista, que dará lugar a la
independencia de Bélgica respecto a Holanda, mientras los polacos, en medio de la
contrarrevolución absolutista del zar ruso, perderá su autonomía dentro del Imperio ruso,
del que formaba parte desde el siglo XVIII.

La oleada de 1848–1851 volvió a centrarse en Francia, y se extendió a Italia,


Alemania y Austria, principalmente. Fue también liberal y, asimismo, nacionalista, pero
también se vio influida por las reivindicaciones del socialismo, nueva bandera de la lucha
social.

Entre 1868 y 1874 lo que se dio no fue propiamente una oleada revolucionaria, sino
un conjunto de trastornos políticos de diversa naturaleza (enfrentamientos bélicos), como la
revolución de septiembre en España, en 1868, iniciadora del Sexenio revolucionario, la
culminación del proceso de unificación política en Italia (1870) con la invasión de los
Estados Pontificios, y la guerra franco–prusiana de 1870–1871, que dio lugar a la creación
del Imperio alemán (1871) y a la caída en cambio del II Imperio francés, de Napoleón III.

2– Restauración y Revolución.

Cronológicamente la Restauración, abarcaría desde la caída de Napoleón en 1814


hasta las revoluciones de 1830 (en que se iniciaría un nuevo ciclo). Muchos gobiernos
europeos reaccionan contra la nueva realidad social, política, económica, etc. surgida de la
Revolución Francesa, con el objetivo de conseguir una vuelta al Antiguo Régimen: el rasgo
fundamental de la Quíntuple alianza firmada Gran Bretaña, Francia, el Imperio austriaco,
Prusia y Rusia –a las que en 1818 se uniría la monarquía francesa–) es su carácter
contrarrevolucionario. Se trataba de restablecer el principio de legitimidad (entendiendo
por tal la del Antiguo Régimen) e impedir que la revolución resucitase. De hecho, serán los
ejércitos de la Quíntuple Alianza los que acabaron con los brotes revolucionarios de 1820 y
1830.

Pero no puede considerarse en todos los países como un período "retrógrado": Luis
XVIII tuvo que mantener la supresión del feudalismo y reparto de la tierra. Además, el
Reino Unido no es partícipe de la reacción: el parlamentarismo está muy arraigado en la
isla, y a Gran Bretaña únicamente le importa el mantener un equilibrio entre las distintas
potencias europeas: evitar nuevas pulsiones expansionistas francesas, y no tanto evitar la
propagación de ideas liberales. La lucha partidarios–detractores del Antiguo Régimen
originará un período intenso de revoluciones de la que Gran Bretaña saldrá fortalecida, por
la debilidad e inestabilidad de las potencias europeas, sumidas en un complejo ciclo de
revolución– contrarrevolución.

En todo caso, mediante la Quíntuple Alianza se pone en vigor el concepto de

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"equilibrio europeo": no permitir la formación de una gran potencia (algo que los ingleses
habían pretendido en el siglo XVIII): como el Imperio Napoleónico había alterado el
equilibrio internacional, era necesario volverlo a reconstruir: las potencias han de ayudarse
para mantener a sus "legítimos" gobernantes, abortar revoluciones. Pero la naturaleza
contrarrevolucionaria de la Alianza fue abandonada progresivamente: primero porque hubo
que transigir con hechos revolucionarios (el principal, al negar el apoyo solicitado por
Fernando VII frente a los independentistas americanos, atendiendo a los intereses
británicos) y, después, porque llegó no sólo a tolerarse sino a protegerse actuaciones
propiamente revolucionarias, como la independencia de Grecia respecto al Imperio turco
en 1830, o la neutralidad frente a la revolución que estalló en Francia en 1848. Por otro
lado, surgirán enfrentamientos entre los propios aliados, en particular por las ambiciones
expansionistas de los zares a costa del Imperio turco. Esta ambición suscitó en las demás
potencias el temor a que se rompiera el equilibrio en el Mediterráneo a favor de Rusia y
esto llevó a frenar el expansionismo ruso por la fuerza. La excusa final la dará la ocupación
de los principados danubianos –en poder de los turcos– por Nicolás I bajo la excusa de
imponerse sobre los cristianos ortodoxos. Franceses y británicos declararán la guerra al zar
(1854) y prusianos y austriacos se inhibirán: fue la Guerra de Crimea (1854–56), que sella
en la práctica el final de la Quíntuple Alianza.

Europa en 1815 tras el Congreso de Viena

La ideología general de la Restauración estuvo parcialmente dominada por el


romanticismo, frente al "racionalismo" liberal anterior. En su primera etapa, el
romanticismo implica una visión de la Edad Media positiva, alabando el sentimiento, el
irracionalismo. En un principio, los románticos van en contra del ideario revolucionario.
Así se postula en los escritos del alemán Schlegel, o Joseph de Maistre, en los que existe
una defensa de la jerarquización de la sociedad, se postula una alianza Iglesia–Estado, etc.

En cambio, a partir de 1825 los románticos se comprometen más con las libertades

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y el progreso: Víctor Hugo defiende la libertad, exalta y defiende a los grupos sociales
inferiores (en Los Miserables). Junto a Lamartine, participan en la período revolucionario a
partir de 1848 (se crea entonces el mito del libertador, como un nuevo modelo social).

Los gobernantes europeos habían pensado en la necesidad de crear un Congreso


que definiese el nuevo mapa europeo tras caer el Imperio de Napoleón. Dicha reunión se
celebra en Viena en 1814–5 (interrumpido por el Imperio de los 100 días napoleónico). Las
decisiones adoptadas fueron:
– Creación de fronteras artificiales (lo provoca problemas nacionalistas): por
ejemplo, sostener los Países Bajos (Bélgica más Holanda) para crear un estado fuerte frente
a expansión francesa al Norte. Algunos de los cambios serán variados pronto (separación
de Bélgica), pero otros se mantendrán (las fronteras dadas a Polonia hasta 1918). Quedan
pendientes el caso de los estados alemanes e italianos, mientras el Imperio turco conserva
casi intactas sus fronteras (Belgrado, Bucarest, Sofía o Atenas son en 1815 turcas), pese a
su evidente debilidad, que constituía una amenaza para la estabilidad europea.
– Rusia consigue expandirse en la Europa del este y convertirse en la gran potencia
terrestre (al menos territorialmente)
– Vuelta del Antiguo Régimen: además de otorgar la consideración de rey
"legítimo" a los vigentes antes del Imperio napoleónico, tradicionalmente se ha hablado de
la existencia de una alianza político–religiosa (bajo el nombre de "Santa Alianza"), para la
defensa mutua de los países contra la oposición al absolutismo. La Santa Alianza podría
definirse como la unión para prevenir que sucesos como el Imperio napoleónico vuelvan a
suceder. Es un documento personal de varios soberanos europeos que se basa en los
principios del cristianismo. En principio lo potencian Alejando I de Rusia y Metternich,
pero también lo suscriben Francisco I de Austria y Federico Guillermo III de Prusia en
1815. Francia y España (Fernando VII) se unen en 1816. (Gran Bretaña alega para no
firmar que el Parlamento impide compromisos personales al rey; Turquía no lo hace por la
base cristiana, e incluso el Papa se mantiene al margen). El nexo común es la religión y el
paternalismo del rey hacia los súbditos. Algunos historiadores ven en ella la continuación
de la Universitas Christiana medieval (imperio sobre la base de la religión). Pero en
realidad nunca existió esa Santa Alianza, ya que se trató de una simple declaración de
principios, que no resuelve las dos cuestiones principales planteadas en 1815: castigar a
Francia por apoyar a Napoleón y la seguridad interior de los estados. Sin embargo hoy se
sabe que ese tratado no tuvo un efecto directo en forma de intervenciones, y lo que suele
atribuirse a la Santa Alianza fue en realidad obra de la Quíntuple alianza.
– Primacía del eje Austria (representada por el canciller Metternich)–Rusia (zar
Alejando I)–Prusia (Humboldt)– Gran Bretaña (Castlereagh). Francia (representada por
Talleyrand) inicialmente quedará relegada, e incluso tras su incorporación, ocupará un
papel secundario en la toma de decisiones.
– Al acabar el Imperio, Francia se ve reducida a sus fronteras de 1790, paga 700
millones de francos, sus plazas militares son ocupadas por tropas aliadas (Wellington)...

La Cuádruple Alianza es postulada por Castlereagh, y está vigente entre 1815–


1830. Sus actuaciones vendrían regidas por los siguientes principios:

1– Compromiso de mantener por fuerza los cambios impuestos en el Congreso de Viena.


Cada potencia aportará 60.000 hombres si se presentaban problemas. De hecho, se aplasta
la revolución napolitana de los carbonarios de 1821; en 1822 se auxilia a Fernando VII
para restaurar el absolutismo tras la sublevación de Riego ("cien mil hijos de San Luis", a
cargo del duque de Angulema, tras el Manifiesto de los Persas: debilita a los liberales

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franceses, que creen que fracasaría por las guerrillas. Anulación de la Constitución de
1812).

2– Vigilar la ideología liberal opuesta a las monarquías tradicionales (control de prensa,


universidades, teatro; fuerte policía estatal)

3– Francia será admitida en 1818. Luis XVIII regresa a Francia en 1814, dado que era el
heredero desde la muerte de su sobrino. Reinó hasta 1824. Revolucionarios, liberales como
Benjamin Constant (pretenden un sistema como el inglés), burócratas del Imperio
Napoleónico y ejército no ven con buenos ojos su vuelta. Los ultrarrealistas pretenden sin
más la vuelta al Antiguo Régimen (frase de Fernando VII: "que todo vuelva a su antiguo
ser"). Proclama una Carta Otorgada, en la que reconoce el Derecho divino, manifiesta que
los límites al poder absoluto los concede "graciosamente" el rey, quien los otorga al pueblo
francés, y mantiene la igualdad ante la ley, impuestos y servicio militar, libertad de
expresión y pensamiento, mantiene en Código Civil napoleónico, mantuvo la propiedad de
las tierras vendidas en la Revolución francesa. También se mantienen los títulos, grados y
nombramientos concedidos por los regímenes anteriores. Se mantendrá la sociedad de
clases.

4– Respecto al problema de las colonias españolas: Rusia es partidaria de mantener una


España fuerte para equilibrar el poder inglés marino, mientras el Reino Unido no apoya a
España por practicar ésta el monopolio comercial: aduce que el acuerdo es sólo europeo y
reconoce a las colonias independizadas: Argentina, México y Colombia en 1825.

Los principios teóricos en los que se apoya la Quíntuple Alianza son:

1–Legitimidad de los reyes frente a la idea de soberanía nacional: los pequeños estados de
regímenes no hereditarios son impunemente invadidos: así sucede con los principados
eclesiásticos alemanes, Venecia, Génova, Polonia...

2– Equilibrio entre las cuatro potencias vencedoras.

3– Solidaridad y ayuda mutua.

3– LAS REVOLUCIONES LIBERALES

Como reacción frente a estas medidas, liberalismo y nacionalismo se


exacerban, dando lugar a los procesos revolucionarios.

3.1– LAS REVOLUCIONES DE 1820 Y LA INDEPENDENCIA DE GRECIA.

Las características peculiares del proceso revolucionario iniciado en 1820 son:

1– Nuevas formas de lucha: la clandestinidad (clubs de conspiradores).


2– Importancia del ejército: a veces para sublevarse (como en el caso español), otras para
reprimir las revoluciones (en todo caso se trata de una sociedad militarizada)
3– Fracaso de las revoluciones por la reacción de las fuerzas de la Restauración, excepto en
las colonias americanas y el caso griego.
4– Los límites son la Europa Mediterránea y Oriental.

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Las guerras de independencia de Grecia 1820-1830

Las causas de fondo son dos:

1– ANTIABSOLUTISMO:

– En España Riego se subleva en Cabezas de San Juan, con una tropa destinada a
sofocar el levantamiento de las colonias americanas, iniciándose el Trienio Liberal.
Fernando VII se ve obligado a jurar la Constitución de 1812 ("Caminemos todos,
francamente, y yo el primero,
por la senda constitucional). El gobierno está controlado por los liberales exaltados
y provocó un ambiente de guerra civil (partidas absolutistas apoyadas por Fernando VII,
especialmente en el Maestrazgo). Llegan a España los Cien Mil Hijos de San Luís al
mando del duque de Angulema
– En Portugal se sigue el ejemplo español: el coronel Sepúlveda en 1820,
pronunciándose y estableciendo una Asamblea Provisional, con un Estatuto de 1822 similar
a la Constitución de Cádiz de 1812. Pero un hijo del rey obligará tras hacerse con el poder
a suspender la Constitución, lo que implica una vuelta al absolutismo.
– En Italia la revolución está protagonizada por los carbonarios, con la insurrección
de Nola. Se obliga a Fernando I de Nápoles a otorgar una Constitución semejante a la
española. Sicilia pide autonomía para la isla. En Piamonte existe una sublevación en 1821,
a partir de la cual Víctor Manuel I abdica y nombra rey a su hermano Carlos Félix. Pero
Austria obtiene permiso para imponer el orden en los distintos estados y suprime las
constituciones liberales.
– En Rusia en 1825 existen sociedades secretas que ven en el pronunciamiento
militar el único medio para superar el absolutismo de Alejandro I, alma de la Restauración.
A su muerte le sucede Nicolás I, claramente absolutista, pese a la sublevación que apoyaba
a Constantino (hermano del zar) menos intransigente. Los revolucionarios son aplastados.

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2– NACIONALISMO.

En la América española se aprovecha que la metrópoli se encontraba invadida por


Napoleón en 1808, por lo que reclaman su autogobierno. Además, está presente el ejemplo
de EE.UU. Los criollos tenían suficiente madurez para asumir el autogobierno, y se oponen
al absolutismo de Fernando VII. En Chile San Martín proclama la independencia, mientras
Bolívar crea la Gran Colombia, y Argentina consigue rápidamente la independencia. Gran
Bretaña y EEUU están interesados en que triunfe la emancipación.

Grecia se encontraba integrada en Turquía, pese al gran sentimiento de nación


existente (al igual que en Serbia), con una notable burguesía que financiará el movimiento
revolucionario. También existe una tradición clásica de liberalismo hacia los que
combatían la dominación extranjera. En 1829 (por el Tratado de Adrianópolis) Rusia
obtiene el derecho de protección sobre Grecia y Serbia, y sus soberanías son reconocidas
en la Conferencia de Londres de 1830: se crea una monarquía, pero no se logra el objetivo
de un sistema liberal, al ser impuesto el rey absolutista Otón I. Puede hablarse entonces de
un éxito/fracaso.

3.2– LA OLEADA DE 1830 Y LA INDEPENDENCIA DE BÉLGICA.

Es una continuación de la lucha antiabsolutista: en España se produce la Década


Ominosa (1820–30), Rusia está controlada férreamente por Nicolás I ("gendarme de
Europa"), en Portugal se da el "miguelismo" (similar al carlismo español, pero triunfa):
gran control para prevenir sucesos como los de 1820.

La revolución de 1830 se inicia en Francia, en un contexto general de crisis,


motivado por:

1– Crisis agrícola, sobre todo en las patatas (producida por el añublo): hace disminuir el
poder adquisitivo, por lo que quiebran las finanzas (a pesar de ser más grave que en 1789,
la revolución se da cuando lo peor ha pasado)

2– Malestar por la indemnización de 1.000 millones de francos a las clases dominantes del
Antiguo Régimen, que provocó una revolución en París.

3– Presión de los orleanistas para provocar un cambio de dinastía.

El desencadenante fue la ordenanza de Villèle (jefe del gobierno francés): los


ultrarrealistas presionan hasta lograr que se aprueben las Cuatro Ordenanzas de 1830, por
las que se suspenden la libertad de prensa, se disuelven las Cámaras, se gobierna por
decretos y se restringe la base electoral. Tres días de barricadas, unidos a la complicidad
del ejército hacen a Carlos X exiliarse, cambiando la dinastía, iniciándose el orleanismo
(de 1830–48), con la figura de Luis Felipe de Orleans, quien era partidario de remover las
bases de la Restauración y apoyar los brotes revolucionarios que estallan en Europa.

El rey amplió la Carta Otorgada, contemplando la soberanía nacional, iniciativa


legal de las Cámaras, separación Iglesia–Estado y libertad de prensa. Pero el poder está en
la alta burguesía, que no duda en reprimir a los obreros: éstos cada vez tendían más al
republicanismo. Hasta 1846, existe una época de prosperidad económica, comenzando
luego una crisis que conduciría a la revolución de 1848. Además, fue un régimen inestable

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(17 gobiernos)

El segundo de los sucesos de 1830 fue la Independencia belga. La Constitución que


se había promulgado, pese a darse en 1814 (años más duros de la Restauración) mantiene
un amplio régimen de libertades religiosas y económicas para el nuevo estado belga–
holandés. Pero hay que recordar las diferencias históricas surgidas entre estas dos naciones:
tras las guerras de religión del XVI, hay una Bélgica católica frente a una Holanda
calvinista.

Europa durante las revoluciones de 1830

Ante la sublevación, el premier inglés Palmerston manifestó su apoyo a los belgas;


Francia veía desaparecer el principal obstáculo al norte, y amenaza con apoyar a Bélgica si
Austria intervenía a favor de Holanda: Bélgica fue declarada nación neutral, como Suiza
(hasta 1914).

En el caso polaco, la revolución de 1830 se saldará con un fracaso. El Congreso de


Viena había consagrado la división de Polonia, que pasa a integrarse mayoritariamente en
Rusia: el zar mantiene una situación política especial para aquellas tierras. Su Constitución
de 1815, otorgada, garantiza los puestos de la Administración para los polacos, garantiza
las libertades y respeta la lengua y su sistema educativo. Pero sucesivos decretos de
Alejandro I recortan estos derechos, provocando un hondo malestar motivado por la
"rusificación" polaca. El pueblo recuerda la gran Polonia de la Edad Moderna y quiere
independizarse. Pero las otras potencias no la apoyan como a Bélgica, la escasa burguesía
no tiene interés en separarse de los rusos (principal proveedor y cliente) y el clero se siente
respetado por el Imperio. Sólo los intelectuales y nobles (por la idea de nación surgida de
las Universidades y el afán de protagonismo político respectivamente) crean sociedades
secretas.

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El detonante fue la movilización obligada al ejército polaco en apoyo del rey de
Países Bajos: muchos polacos se sublevan, ocupan Varsovia y expulsan al Virrey. Ni el
campesinado les secunda, ni las potencias liberales se interesan por la suerte de Polonia:
Gran Bretaña teme que una Polonia independiente pase a ser aliado francés, y Francia teme
enemistarse con Rusia si apoya a los revolucionarios: finalmente el general Paskievich
conquista Varsovia en 1831, deroga la Constitución e integra obligatoriamente las tierras
polacas en el Imperio Ruso, iniciando una feroz represión (la lengua rusa será la única
oficial, se persigue el catolicismo, se aniquila la independencia de Cracovia, se rusifica la
sociedad y Universidad.)

Por último, puede hablarse de las revoluciones alemanas y los focos menores del
área italiana y Suiza, en los que los movimientos más bien consisten en oleadas de protesta,
sin un carácter de enfrentamiento abierto. En el área alemana existe un descontento por la
derogación de las constituciones en 1815 (excepto en Sajonia). Las sociedades secretas
hicieron levantar en Septiembre de 1830 una revolución que impuso constituciones en
Hesse– Casel, Hannover y Sajonia. Otros estados alemanes no corrieron la misma suerte.

En el centro de Italia (Módena, Parma, Estados Pontificios) se producen revueltas


que el ejército austriaco hace fracasar. En Suiza el liberalismo triunfa en Zurich, Ginebra y
Basilea.

3.3.– LAS REVOLUCIONES DE 1848.

Son continuación de las de 1830, pero con diferencias geográficas (se suman
Francia, Italia, Alemania, pero no Bélgica o Polonia –reprimida por el ejército ruso–). Pero
las causas no son las mismas: si en 1830 se busca el liberalismo doctrinario (burgués) para
acabar con la posibilidad de vuelta al Antiguo Régimen, en 1848 el objetivo es el
liberalismo democrático (popular). Las diferencias ideológicas quedan expresadas en la
siguiente tabla:

LIBERALISMO DOCTRINARIO LIBERALISMO DEMOCRÁTICO


(burgués) (revoluciones de 1830) (popular) (revoluciones de 1848)
Sufragio censitario Sufragio universal (popular)
Soberanía nacional Soberanía popular
Libertad de prensa Prensa independiente
Igualdad jurídica Justicia social
Monarquía constitucional República en bastantes estados

En Europa central y oriental se lucha por abolir la servidumbre y la liberalización


de sus estructuras arcaicas. En la occidental, por el liberalismo democrático: elección
directa de los representantes al Parlamento por el pueblo, fin del control de la prensa por
parte de la burguesía, preocupación por la situación real de los más pobres por los políticos
(no sólo igualdad jurídica). Para algunos historiadores, se trata de la continuación de las
revoluciones que acaban con el Antiguo Régimen, siendo la Restauración un mero
paréntesis.

Las características del proceso revolucionario son:

1– Se trata de la revolución más importante del ciclo revolucionario liberal (1820–30 sería

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un ensayo): las monarquías más firmes se tambalean.
2– Son minoritarias en la mayoría de los Estados: el protagonismo es de las clases
acomodadas, pero con protagonismo popular mayor.
3– Propagación simultánea en varios países que condiciona su curso.
4– Al liberalismo y nacionalismo se une como reivindicación el socialismo.

Respecto a las causas de la Revolución:

1– Económicas: crisis de 1847 agrícola y financiera (crisis de la patata, gravísima en


Irlanda, Alemania, Bélgica y Holanda), y al año siguiente del trigo (sobre todo en Francia):
las hambrunas empujan a la población rural hacia las ciudades, dándose motines del
hambre. La venta de títulos de bolsa y la quiebra de empresas viene por la feroz
especulación anterior, sed de beneficios rápidos.

2– Fin del equilibrio internacional: el aislamiento de Francia dejará a Luís Felipe sin
posibilidad de ayuda para salvar su trono cuando estalle la revolución: ruptura con Gran
Bretaña por las diferencias respecto al matrimonio de Isabel II (Francisco de Asís de
Orleans es rechazado).

L
as revoluciones de 1848 en Europa: “La primavera de los pueblos”

En Francia las leyes restrictivas del derecho de reunión y el aumento de las


tendencias republicanas, están en la base de la Revolución. Los enemigos del ministro
Guizot celebran una serie de banquetes con cierto tono reivindicativo, que serán prohibidos
inesperadamente: ello provoca el levantamiento de barricadas en febrero, ante la pasividad
de la Guardia Nacional. La oleada de protestas se salda con la dimisión de Guizot y la
abdicación de Luís Felipe, en favor de su hijo de 10 años.

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La Asamblea nacional será invadida por tropas armadas. La presión del pueblo en
París obliga a proclamar la Segunda República, con un gobierno no fanático. Se pretende
celebrar elecciones generales con sufragio universal masculino (lo que supone un paso de
200.000 a 9 millones de votantes). Antes se crea un Ministerio del Progreso, que instaura
los Talleres Nacionales, rebaja a 10 horas la jornada en París y 11 en provincias, de regula
el derecho a la huelga.
Las elecciones se celebran el 23 de abril (83% participación), ganando
aplastantemente los moderados: en el campo, más conservador, han triunfado los "partidos
del orden": 800 de 900 escaños.

Los más exaltados, provocan motines que culminan con la insurrección de París de
junio. Gran importancia tiene la discusión sobre los Talleres Nacionales: para los obreros,
son símbolo de los triunfos revolucionarios; para la Asamblea era un escándalo financiero,
moral y político (semillero de revolucionarios). Al disolverlos, estalla el levantamiento. Las
provincias se suman al ejército y Guardia Nacional contra los insurrectos, con una gran
represión.

Los propietarios quieren "orden" y se suman, por razones distintas, a los


campesinos en apoyo de la candidatura de Luís Napoleón: es nombrado presidente de la II
República. Pero él es monárquico: en 1851 disuelve la Cámara y arresta a los líderes de la
oposición, prorroga su mandato por 10 años, y finalmente proclama el II Imperio, aprobado
en plebiscito.

En la Península Italiana en marzo estalla la revolución, por contagio francés. El rey


del Piamonte–Cerdeña, Carlos–Alberto promulga un Estatuto Constitucional. En la
mayoría de los estados se pide la proclamación de una constitución y ampliar el derecho a
voto. Pero en Lombardía y Véneto se produce una revolución anti-austriaca: en la batalla
de Custozza de julio, vencen los austriacos a las tropas italianas encabezadas por Carlos
Alberto.

Ante la noticia de la revolución, los prelados más antiliberales presionan a Pío IX,
que promueve la instauración del absolutismo en otros estados. Mientras, los austriacos
vuelven a derrotar a Carlos Alberto y ocupan Toscana, Módena y Parma, restaurando a los
"legítimos" monarcas. Carlos Alberto abdica en su hijo Víctor Manuel II en marzo.

En el Imperio Austriaco, los aristócratas húngaros y demócratas checos se


movilizan, llegando a ser destituido Metternich. El emperador Francisco se ve desbordado,
y promete una Asamblea para elaborar una Constitución: un segundo levantamiento en
Viena obliga a que las elecciones sean efectuadas por sufragio universal masculino.

Ante esta situación, en Milán y Venecia hay levantamientos antiaustriacos. Los


duques austriacos de Parma y Módena se retiran ante la fuga del ejército sin combatir:
(Carlos Alberto pensó extender su reino por la Italia del norte al comprobar la debilidad de
Austria en primavera de 1848).

Estallan múltiples conflictos nacionalistas: húngaros reclamando autonomía,


proclamando libertad de prensa, formación de una Guardia Nacional propia, fin de la
servidumbre y finalmente una secesión de hecho (no obedecer órdenes de Viena); checos
pidiendo una Cámara propia.

12
Las elecciones al Reichstag suponen un 25% de representantes campesinos, que
logran satisfacer sus pretensiones de acabar con la servidumbre, corveas y censos: ahora se
muestran adeptos al emperador, que así podrá atacar el problema nacionalista húngaro con
tranquilidad interior: se proclama el estado de sitio, y estalla el tercer levantamiento de
Viena. El emperador abdica en su sobrino Francisco José I, que inicia el ataque a los
húngaros. Francia y Gran Bretaña querían un imperio central fuerte para compensar al
ruso, por lo que apoyan a Austria: Hungría pierde su estatus anterior y se convierte en una
simple división administrativa.

En el área alemana la situación inicial es la existencia de un gran número de


parados en Berlín. Al sublevarse son reprimidos brutalmente por el ejército, lo que provoca
una insurrección generalizada: Federico Guillermo IV promete libertad de prensa, derecho
de asociación y reunión, etc. La revolución se extiende, y los soberanos alemanes han de
admitir la convocatoria de elecciones a un Parlamento Alemán, y han de acabar con las
últimas cargas señoriales.

El Parlamento se crea en Franckfurt, se comporta como soberano y nombra un


gobierno responsable ante él. Hay un predominio de los Akademiker (profesores e
intelectuales). Se discute una Constitución, a la que se opone Prusia (conserva sus órganos
de gobierno y no acepta el pangermanismo): hace languidecer el Parlamento de Franckfurt
hasta su disolución. Federico Guillermo IV disuelve la Asamblea Nacional (encargada de
preparar un estatuto para Prusia), y redacta una Constitución otorgada para Prusia.

Las consecuencias del proceso revolucionario son importantes. Si en líneas


generales las oleadas revolucionarias acabarán por desaparecer sin lograr todos los
objetivos inicialmente marcados, no hay un fracaso absoluto de las revoluciones de 1848,
puesto que se logra el sufragio universal en Francia, la abolición de la servidumbre y
liberación del campesino en Austria, se adquiere la experiencia política revolucionaria en el
área italiana, el fortalecimiento de Prusia y experimento del Parlamento de Franckfurt, y
otros acontecimientos de gran trascendencia futura. Desde el punto de vista social, se
abolió en toda Europa -excepto Rusia- el anacronismo del régimen señorial en el campo:
era la victoria de millones de campesinos europeos.

La conmoción revolucionaria había debilitado a Austria y fortalecido a Rusia y


Prusia.

4– LA LENTA DEMOCRATIZACIÓN DE LAS GRANDES POTENCIAS


INDUSTRIALES.

El predominio del Reino Unido y Francia hasta 1870 es indiscutible, aunque su sistema de
gobierno fuera opuesto: si en Francia son precisas 4 revoluciones para llegar a la
consolidación de un régimen democrático con sufragio universal masculino (1789, 1830,
1848 y 1870), en el Reino Unido la democratización se alcanza por la vía de la reforma, y
no de la revolución.

4.1– EL REINO UNIDO EN LA ERA VICTORIANA (1837–1901)

El nombre de Reino Unido, que abarca a Gran Bretaña e Irlanda, es adoptado a propuesta

13
del ministro Pitt tras obligar a Irlanda a firmar el Acta de la Unión en 1801. Se trata de la
primera potencia mundial desde el punto de vista económico: tras la derrota de Napoleón I,
mantuvo un "espléndido aislamiento" respecto a los conflictos del continente, si
exceptuamos la participación en la guerra de Crimea. Mientras, aparece volcada en la
obtención de un extenso imperio comercial. La situación de Irlanda es opuesta a esta
prosperidad.

El máximo esplendor inglés se alcanza durante la época de la reina Victoria I de


Kent, prototipo del lema "reina pero no gobierna": el gobierno se deja en manos de los
líderes de los partidos políticos, el conservador o tory y el liberal o whig.

– BASES DE LA PROSPERIDAD (1837–50)

La Reform Act de 1832 había ampliado la base electoral inglesa a 800.000 electores,
en su mayor parte propietarios de casas o tierras. Además, 52 burgos podridos casi
deshabitados pierden sus escaños, y 32 ceden alguno de ellos: éstos serán asumidos por las
ciudades industriales (burguesía). Pero el proletariado y pequeña burguesía no tienen
cabida en el Parlamento (además de mostrar éste gran hostilidad hacia las Trade Unions).

Sí se atienden las demandas librecambistas de los burgueses que piden liberalizar la


importación de cereales, formando incluso una asociación a la que apoyan los cartistas:
Anti– Corn Law Association (en el gobierno está el conservador Robert Peel).

– LA EDAD DE ORO DEL VICTORIANISMO PLENO (1850–73)

Es una etapa de gran prosperidad y exagerado puritanismo, de expansión colonial:


la sociedad deja de ser mayoritariamente rural por el extraordinario crecimiento de la
población urbana.

El gobierno es disputado entre el conservador Disraeli y el liberal Gladstone. Dos


problemas marcan su trayectoria: la reforma de la ley electoral y la cuestión irlandesa.

En la década de los 60, ante la agitación social, ambos partidos desean ganar
prestigio mediante la reforma electoral de 1867: fue aprobada por Disraeli, y mucho más
liberal que la propuesta por Gladstone, alcanzando la cifra de 2,25 millones de votantes:
cabezas de familia residentes en las ciudades, licenciados, médicos, profesores y clérigos,
arrendatarios que cobran más de 5 libras. Además, se votan leyes sociales para los
trabajadores, se reconoce el derecho a la huelga, se accede al funcionariado mediante
oposición, se reforma el ejército (prohibición de azotes y de venta de graduaciones) y la
enseñanza (proyecto de educación primaria para todos los ciudadanos, y gratuidad desde
1891), así como voto secreto en las elecciones.

– LA GRAN DEPRESIÓN (1873–1901)

El dominio inglés comienza a ser discutido por nuevas potencias en el campo


económico (EE.U. y Alemania) y en el colonial (Francia). Por eso los gobiernos
conservadores, defensores del jingoísmo (superioridad de la raza británica) se lanzan a
potenciar al máximo el imperialismo en Asia y Africa.

Mientras, en el interior crece la agitación de los obreros, organizados en torno al

14
nuevo partido laborista, y de los irlandeses. Para contentar al obrerismo, se aprueba una ley
electoral en 1884 que prácticamente implanta el sufragio universal masculino (no votan los
vagabundos, los que viven en la casa paterna y el servicio doméstico), e implanta un
diputado por cada 50.000 electores.

– NACIONALISMO IRLANDÉS.

Desde el siglo XII Irlanda es tratada por Inglaterra como una colonia, por lo que las
revueltas anti-inglesas son continuas. Las diferencias se extreman al ser Irlanda católica y
abrazar en el siglo XVI Inglaterra la religión anglicana. Además, Irlanda no participa de la
industrialización y prosperidad de la metrópoli (excepto el caso de Belfast).

Por otro lado, los irlandeses estaban discriminados políticamente: desde 1801
dejaron de tener un parlamento propio y sus representantes se integran en el inglés, pero
"con condición de que fueran de religión protestante" (sólo profesada por el 15% de los
irlandeses).

Por eso, en el nacionalismo irlandés quedan unidos los conceptos político y


religioso. Su líder, Daniel O'Connell funda en 1823 la Irish Catholic Association con el
objeto de lograr el autogobierno (Home Rule): aunque no se logra, sí se anula en 1829 la
ley que discrimina a los católicos del voto.

Con O'Connel encarcelado, surge la Joven Irlanda, organización independentista.


Sin embargo, desaparecerá tras la gravísima crisis que azota al campo irlandés en 1846–7:
por la crisis de la patata mueren 700.000 irlandeses, y unos 2 millones emigran (sobre todo
a EE.U.), quedando la población reducida a la mitad (de 8,5 m. en 1845 a 4 a principios del
XX). Los emigrantes financian desde allí los movimientos independentistas (Sociedad
Feniana, con comisión de actos terroristas desde 1858).

Gladstone se propone en 1868 pacificar Irlanda, aunque los conservadores no


aceptan su proposición de conceder la Home Rule, y se limitan a aprobar medidas que
impiden el abuso de los terratenientes.

En 1875, Parnell obtiene un escaño en la Cámara de los Comunes, convirtiéndose


en el líder del Partido Nacionalista Irlandés y de la Liga de la Tierra (defiende a los
arrendatarios frentes a los terratenientes por medios violentos, protagonizados por los
moonlights: "boicotean" al capitán Boycott).

Desde 1885 aumentan los nacionalistas en el Parlamento, contando con 86


diputados, mientras ni conservadores ni liberales tienen mayoría absoluta: Parnell decide
"boicotear" las decisiones del Parlamento: "impediremos a los ingleses tratar sus asuntos ya
que no quieren tratar los nuestros." Finalmente, la independencia será parcial y después de
la primera guerra mundial (Irlanda del Norte seguirá siendo británica).

4.2– EL SEGUNDO IMPERIO FRANCÉS Y LA III REPÚBLICA.

El presidente de la segunda república, Luís Napoleón Bonaparte, disolvió en 1851


la Asamblea con el apoyo del ejército, deteniendo a 26.000 personas que se rebelan, y
promete una nueva Constitución y sufragio universal masculino: su propuesta es sometida
a plebiscito, siéndole favorable el 90% de los votos: así, pudo mantenerse en el poder e

15
instaurar tras un nuevo plebiscito en 1852 el II Imperio.

– ÉXITOS INICIALES DEL IMPERIO (1851–60)

Los objetivos en el interior son dos: dominio de los poderes por Napoleón y control
de los desórdenes. La Constitución del 52 le concede poder ejecutivo y militar, y la
intervención en el nombramiento del Tribunal Supremo de Justicia y en el del Consejo de
Estado (órgano que propone las leyes que deben aprobar los miembros del Cuerpo
Legislativo, por sufragio universal masculino).

La gendarmería del campo y policía de las ciudades mantienen el orden, se vigila –


sin censurar– la prensa y las universidades, existe una alianza con la Iglesia, se renueva la
administración... a ello se une una prosperidad económica (revolución industrial): todo se
traduce en gran optimismo, seguridad y beneficios para toda la población, lo que dificulta
los intentos revolucionarios. Es decir: retroceden las libertades, pero mejora la situación
económica.

Los factores de la prosperidad son:

– La expansión general por el descubrimiento de oro en California (1848) y


Australia (1851): la inflación moderada favorece la acumulación de beneficios; se crea un
sistema económico estable basado en la libra esterlina; el comercio mundial triplica su
volumen.
– La intervención de Napoleón en la política agrícola (para atraerse al
campesinado) y en las obras públicas de París (solución al paro obrero y beneficios para la
burguesía de los negocios). La agricultura mejora sus rendimientos por el retroceso del
barbecho, abonado, etc.: deja de padecer crisis de subsistencia.
– La iniciativa privada de los empresarios, con la creación de bancas e industrias:
los hermanos Pereire, la Société Générale de los Rothchild, el Crédit Lyonnais, el Crédit
Foncier –préstamos a los agricultores– la construcción del canal de Suez por la compañía
del ingeniero Lesseps, etc.
– El proteccionismo de los años 50 moderniza la economía.

La industria principal sigue siendo la textil, pero la minera y siderúrgica tuvieron


gran crecimiento por la demanda del ferrocarril y construcciones públicas: en 1869, 17.000
Km de ferrocarril (también construcciones en España, Italia, etc.)

En el exterior, destaca la intervención en la Guerra de Crimea (1854–56): el zar


Nicolás I invade los territorios del Danubio que pertenecen al Imperio turco. Inglaterra no
está dispuesta a tolerar un desequilibrio en las fuerzas en Europa oriental que cuestionase
sus relaciones económicas con los turcos. Napoleón, por razones de prestigio y religiosas
(apoyo a los católicos de oriente) se une a Gran Bretaña, derrotando ambas a Rusia.
La paz de París de 1856 otorga a Napoleón prestigio. Además, el Imperio turco
deberá reconocer el derecho de algunas nacionalidades al autogobierno (caso de Rumania):
se convierte en el "enfermo de Europa".

– LA DÉCADA DE LOS CAMBIOS E INDECISIONES (1860–70)

La intervención en la lucha contra Austria a favor de la unificación de Italia supuso


el reconocimiento de la anexión de los Estados Pontificios por el rey Víctor Manuel:

16
"cuestión romana", que origina la pérdida de confianza de los católicos franceses en su
emperador, que opta por una política más liberal para ganar apoyo entre los republicanos
(tras la amnistía de 1859). También en economía la década será librecambista (para que
aumenten las exportaciones). La burguesía tolera mal este giro a la izquierda (se permite la
participación de franceses en la organización de la Internacional, la huelga, se legalizan
organizaciones obreras...).

En el exterior, se anexiona Saboya y Niza (1860), se coloniza Senegal e Indochina,


se construye el canal de Suez (59–69), y participa en la expedición a México: éxitos
parciales de Napoleón. Pero tras 1866 vendrán fracasos: no logra la anexión de
Luxemburgo por interposición de Bismarck, apoya al bando del Sur en la guerra de
Secesión estadounidense: además, EE.UU. no estaban dispuesto a tolerar que Napoleón III
impusiera en México como emperador a Maximiliano de Austria (se retiran los franceses, y
Maximiliano será fusilado en 1867). Además, tras 1866 hay oleadas de huelgas por la crisis
económica. Su último fracaso será la derrota sufrida en Sedán frente a Prusia: pierde
Alsacia y Lorena, se produce la sublevación de la Comuna de París y la proclamación de la
III República.

– LA TERCERA REPÚBLICA (1871–1914)

Se crea un gobierno revolucionario en París, la Comuna. Tras la caída del


emperador, las elecciones de 1871 dan el triunfo a los monárquicos en la Asamblea
Nacional, que rechaza la proclamación de la república y nombra jefe del Gobierno a
Thiers, quien ordena una sangrienta represión (Semana de sangre: 20.000 ejecuciones). Sin
embargo, la república es instaurada, siendo presidente McMahon. La división de los
monárquicos allana el camino a la república, proclama en 1875: se reafirma la democracia
parlamentaria y se fortalece la pequeña y mediana burguesía republicana. Pronto surge un
sector de republicanos moderados (los "oportunistas") que llevan a cabo una tímida política
de reformas: Gambetta, Ferry, Clemenceau... son anticlericales y propugnan el predominio
del poder legislativo. En estos años se consolida la República, se rompe el aislamiento
internacional a que Bismark ha sometido a Francia, se procede a la colonización de África
y Asia. Como medidas sociales, se fija la jornada laboral de mujeres y niños, hay una ley
sobre accidentes de trabajo, y un laicismo anticlerical.

En los años 90 se produce una crisis política a raíz del asunto Dreyfus, oficial judío
acusado de traición. El país se divide entre dreyfusistas (Liga de los Derechos del Hombre,
Zola) y antidreyfusistas (Liga de la Patria Francesa, defensora del ejército, Action
Française dirigida por Maurras –precursor del fascismo–). El ambiente político se
radicaliza: ley de la separación de la Iglesia y Estado (1905), laicización de la enseñanza,
etc. Pese a los problemas, Francia conoce una prosperidad económica antes de 1914.

17
La situación de Europa en 1871
5– LOS GRANDES IMPERIOS DEL CENTRO Y ESTE DE EUROPA.

5.1– EL IMPERIO AUSTRIACO Y LA CREACIÓN DE LA MONARQUÍA DUAL.

El sistema imperial austriaco negaba todo tipo de nacionalismo, fuese alemán,


checo o magiar. Pero la burocracia y el cuerpo de oficiales estaban compuestos por
alemanes de origen o de adopción. Un vigoroso movimiento de reforma, de signo liberal,
se centró en Viena; pero tenía una debilidad interna: la imposibilidad de reconciliar las
aspiraciones del liberalismo y del nacionalismo. Pese a la revolución de 1848, pidiendo un
cambio, el príncipe Shwarzenberg (sucesor de Metternich), jefe del Gobierno, clausuró la
Dieta y forzó a Fernando I para que abdicara en su sobrino Francisco José I.

18
La creación de Austria-Hungría en 1867

Tras el golpe de Luis Napoleón Bonaparte en Francia y el restablecimiento de la


Dieta de la Confederación alemana bajo hegemonía de los Habsburgo, Francisco José I
revocó la Constitución de marzo, reafirmando su soberanía por derecho divino: se volvía al
absolutismo monárquico. Incluso a la muerte de Shwarzenberg, Francisco José I no volverá
a nombrar primer ministro: el absolutismo no podía ir más lejos.
La década de los 50: existe un incremento de los gastos burocráticos y policiales
(para impedir movimientos liberales y nacionalistas); se impulsa el comercio y la industria
que mejoran los transportes (ferrocarril, acondicionamiento del Danubio), con una industria
moderna centrada en Bohemia y Moravia; consolidación de la Iglesia católica por el
Concordato de 1855 (control de la educación, privilegios de los obispos, etc.)

En los años 60 las crisis financieras incrementaron el malestar en las diversas


nacionalidades integradas en el Imperio. Francisco José I intentó atraerse a la oposición
otorgando el poder legislativo a las Dietas regionales y al Reichsrat. Tras la batalla de
Sadowa, muchos húngaros adoptaron posturas antiaustriacas, pero se llegó a una solución
que de momento satisface a todos: Hungría fue restablecida como Monarquía
Constitucional, gobernada por sus propias leyes y libre del control austriaco en asuntos
internos. Francisco José I era coronado en 1867 rey de Hungría (los húngaros eran una
minoría, 6 de los 16 millones de habitantes: el resto son eslovacos, rumanos, servios y
croatas).

Al verse obligado a renunciar a la supremacía en Alemania, el dualismo germánico


estaba resuelto en favor de Prusia, y al perder Lombardía y Véneto, el emperador cambió

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de actitud: el Imperio Austro–húngaro quedaba como un estado dual basado en la
supremacía austriaca en el oeste y en la magiar en el este. En cuanto a la política exterior,
rápidamente se formaría una sólida alianza con el naciente Imperio Alemán. Por el
momento, ni checos, ni polacos, ni croatas ni eslovacos alteraron los principios
fundamentales sobre los que se colocó la monarquía en 1867.

5.2– LA AUTOCRACIA ZARISTA.

A principios del siglo XX, el Imperio ruso abarcaba una enorme extensión
territorial: desde la Rusia europea hasta los confines asiáticos que bordean el Pacífico. Su
política se centrará precisamente en esta expansión territorial a lo largo del XIX,
especialmente hasta que la Guerra de Crimea (1853–56) frene su expansión hacia el sur.

Pero Rusia era un país atrasado: no abolió la servidumbre hasta 1861, y se basa casi
exclusivamente en la agricultura, excepto la metalurgia de los Urales, dejándose afectar
sólo por las formas más elementales del capitalismo.

Más de la mitad de los campesinos son siervos. Los movimientos campesinos de


descontento aumentarán ostensiblemente en la década de los cuarenta y cincuenta. Ante
esta situación, el nuevo zar Alejandro II, de carácter más liberal, emprenderá reformas en la
sociedad rusa, mediante la creación de los zemstvos o asambleas locales y provinciales en
enero de 1864, reformas en la justicia, la administración de las ciudades y el ejército. La
abolición de la servidumbre no vino a solucionar los problemas del campesinado ruso.

6– LA UNIFICACIÓN DE ITALIA Y ALEMANIA.

En la unificación de Italia y Alemania existen numerosas semejanzas. Si bien es


cierto que en los Estados alemanes el nacionalismo ha estado presente a lo largo de la
historia (I Reich o Sacro Imperio en la Edad Media), en Italia no existe ningún proyecto
precedente. Elementos comunes:

1º– El impacto de la revolución e Imperio napoleónico.

Las ideas de igualdad, libertad y soberanía nacional dejarán su huella y despertarán


tanto en los países europeos como en las colonias americanas un sentimiento de nación con
personalidad propia: el gobierno debe estar dirigido por personas de la misma nacionalidad
que los súbditos (no a los monarcas "extranjeros"). El pensador Herder difundirá la idea de
la correspondencia pueblo–raza–nación. Fichte piensa que la nación se caracteriza por
tener un idioma y cultura comunes.

Desde la conquista de Italia en 1797 por Napoleón I y la intervención en asuntos


alemanes tras su victoria en la batalla de Jena (1806), ambos países se encuentran ante una
situación análoga: los propios franceses, además, reducen el número de estados y crean
unos primeros núcleos de unificación territorial en torno al Reino de Italia del norte y de la
Confederación del Rhin (por el centralismo administrativo francés). Además, los galos
secularizan los territorios de la Iglesia y modernizan la administración, legislación y
ejército, reformas que luego continuarán dichos estados.

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La reacción antifrancesa genera un sentimiento de identidad entre los miembros de
cada una de las dos comunidades culturales. Es un movimiento encabezado por los
intelectuales: en Italia se denomina Risorgimento, y es defendido por grupos como los
carbonari.

La caída de Napoleón y el Congreso de Viena supone volver a la división de los


estados.

2º– Las diversas concepciones del nacionalismo entre 1815 y 1870.

Entre 1815–50 hay un período turbulento debido a las revoluciones internas de


1820–30–48, aunque ninguna de las tres potencias continentales reaccionarias (Austria,
Rusia y Prusia) consentirá el nacionalismo. Entre 1831 y 1850, al tiempo que se produce
una expansión económica en el norte de Italia y en Alemania, se plantean diversas opciones
nacionalistas.

En Italia, Mazzini y su "Joven Italia" pretenden crear una República unitaria y centralista
mediante la creación de revueltas en los estados italianos y la difusión de sus ideas en el
periódico La Joven Italia. El sacerdote Gioberti representa el nacionalismo moderado,
católico: pretende una Confederación de Estados Italianos bajo presidencia del Papa. Se
apoya en el partido neogüelfo, y tuvo bastante aceptación en los primeros momentos
(1846– 48) del mandato de Pío IX, considerado liberal. Tras 1848 su postura
antirrevolucionaria supone el fin del apoyo popular.

En dicha fecha el único estado liberal y parlamentarista es el Reino de Piamonte.


Por ello el movimiento nacionalista se integra en torno al proyecto presentado por Balbo y
D'Azeglio en el periódico Il Risurgimento. La Sociedad Nacional Italiana, dirigida por
Cavour, aglutinó desde 1856 la mayor parte de los nacionalistas y antiguos neogüelfos
como Gioberti, carbonarios como Pallavicino, o al propio Garibaldi.

En Alemania hay que destacar la postura romántica hace que se creen grupos como
la Joven Alemania en la que colaboran estudiantes universitarios. Entre 1830–48 un sector
burgués, con sentido más realista de la unificación, propone la unidad comercial: impulsan
el Zollverein o unión aduanera en torno a Prusia. Otro sector ofrece al rey prusiano
Guillermo IV la presidencia de un parlamento alemán con sede en Francfurt, elegible por
sufragio universal. La negativa del rey a aceptar un poder que proviene de los
revolucionarios de 1848 aplaza la unificación. Se dibujan dos opciones: creación de una
Pequeña Alemania, en torno a Prusia y con exclusión de Austria, o la de una Gran
Alemania, lo que implica el enfrentamiento por el liderazgo entre Austria y Prusia.

3º– La expansión económica en ambos casos y la unión comercial como preludio de la


unificación política, en el caso alemán.

El Zollverein llegó a englobar a 25 estados y 26 millones de habitantes, con lo que


se amplía el mercado agrario del este y el de las textiles de Sajonia, siderúrgicas de
Renania... Los ferrocarriles son las primeras en "unificar" comercialmente Alemania
(intereses en varios estados).

El Italia no hay unificación económica previa a la política, pero sí se conjuga el


liberalismo económico (favorable a los intereses de la burguesía industrial del Piamonte)

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con el nacionalismo. El norte de Italia se industrializará rápidamente.

4º– Disposición de un ejército moderno y de unos políticos audaces.

Piamonte y Prusia saben que la unificación pasa por tener un ejército capaz de
enfrentarse con Austria y la Francia de Napoleón III: respectivamente, La Mármola y Von
Moltke crean ejércitos modernos. El prusiano basado en la prolongación del servicio
militar y la formación de una elite de oficiales junkers (nobles), y con modernización
técnica: fusil con percutor, cañón de retrocarga, medios de transporte y comunicación –
telégrafo de Bell–, etc.

Los reyes Víctor Manuel II y Guillermo I (Prusia), y los primeros ministros Cavour
y Bismarck (junker), son piezas claves de las unificaciones: ambos nobles, conservadores,
pero hombre de acción y realismo. Cavour, antes hombre de negocios, es respetuoso con el
parlamentarismo liberal. Bismarck ("el canciller de hierro") es autoritario y cuenta con
apoyo de la nobleza y oposición del Parlamento.

La unidad italiana (1859-1924)

Las etapas de la unificación italiana son muy dispares. En el caso de Italia se lleva a
cabo durante el reinado de Víctor Manuel II de Saboya, considerado hombre liberal
(mantuvo el Estatuto aprobado en 1848 por su padre Carlos Alberto): muestra su deseo de
cortar los privilegios al clero. D'Azeglio es primer ministro de Piamonte, y en 1850 nombra
a Cavour ministro de agricultura y comercio: juntos emprenden reformas económicas,
legislativas (códigos nuevos) y la formación de un Estado laico (desamortización).

Cavour contaba con el apoyo de antiguos mazzinianos como Garibaldi, que actúan
sobre el pueblo llano: para éste, emancipación social y emancipación nacional llegan a

22
identificarse.

Para ganar colaboradores en el exterior, participa en la Guerra de Crimea junto al


Reino Unido y Francia. Napoleón III en varias ocasiones se había manifestado en favor del
nacionalismo (había pertenecido a los Carbonarios): el acuerdo de Plombiéres (1858) sella
una alianza franco–piamontesa frente a Austria. Pero si en la guerra que estalla al año
siguiente vencen a Austria en Magenta y Solferino, por temor a una posible ayuda de
Prusia a Austria, Napoleón firma la paz por separado con ésta (acuerdos de Villafranca):
Piamonte sólo recibirá la Lombardía –el Véneto seguirá siendo austriaco, se devuelven sus
posesiones a los duques de Módena y Toscana...– Cavour, por aceptar el rey estas
condiciones, dimite.

Pero él había preparado agitaciones revolucionarias que toman el poder en Parma,


Módena y la Romaña (fracasan y son reprimidas las de Las Marcas y Umbría), que
establecen gobiernos provisionales que se declaran (tras plebiscito) anexionadas al
Piamonte: Cavour es nombrado presidente del gobierno, y convence a Napoleón III para
que reconozca esta situación a cambio de la cesión de Saboya y Niza: se crea un
Parlamento común para todo el Reino de la alta Italia.

La segunda fase está marcada por el apoyo de Garibaldi a los planes de Cavour
(1860). Sicilia había sido un foco revolucionario frente al gobierno de Nápoles, y en 1860
los campesinos se sublevan. Mazzini aprovecha para relanzar el proyecto de la unión de
Italia: envía a Garibaldi y sus "camisas rojas" a la isla, donde instauran un gobierno
provisional. Cavour hace que Víctor Manuel escriba dos cartas a Garibaldi: en la pública,
le pide que se abstenga de invadir Nápoles, y en la privada le pide que acuda a "socorrer a
los napolitanos". Garibaldi sale de Sicilia e invade Nápoles, y facilita la incorporación de
los territorios al Piamonte.

Mientras Cavour fomenta revueltas en Las Marcas y Umbría, que se incorporan al


Piamonte. El nuevo Parlamento vota por unanimidad la concesión a Víctor Manuel II del
título de rey de Italia "por la gracia de Dios y la voluntad del pueblo".

La tercera fase viene determinada por la guerra de Prusia e Italia contra Austria
(1866). Faltaba la incorporación del Véneto. Esta se produce debido a la derrota austriaca
frente a los prusianos en la batalla de Sadowa: Austria acepta la cesión de Venecia a Italia,
aunque no así la de otros territorios "irredentos" como Trentino e Istria.

Por último, se producirá la denominada "cuestión romana". El Papa ve amenazados


sus estados, por lo que pide ayuda a Napoleón III: tropas francesas se establecen en los
Estados Pontificios. Pero cuando los prusianos derrotan a Francia en la batalla de Sedán
(1870), los nacionalistas italianos pudieron concluir su sueño de unidad nacional: nada más
retirarse las tropas francesas de Roma, entran las italianas, y tras un plebiscito los EE.
Pontificios quedan anexionados al Reino de Italia, siendo Roma proclamada capital. El
Papa no reconoció nunca esta anexión, considerándose prisionero en el Vaticano...
Además, Italia no cuenta con una burguesía emprendedora: el sistema liberal se
convierte en caciquil, lo que retrasa la democratización, como se verá en el momento en el
que surge (en parte como reacción) el fascismo.

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Respecto a las etapas de la unificación alemana, entre 1859 y 1864 los objetivos
prusianos son entorpecer los intentos austriacos de reformar la Dieta imperial alemana e
impedir la entrada de Austria en el Zollverein; impulsar la ampliación y mejora del ejército
con las propuestas del general von Moltke. El Parlamento se opone a aprobar estas
medidas, lo que motiva el acceso de Bismark a la cancillería en 1862.

Un primer acontecimiento de importancia se desarrolla con la crisis de los ducados


daneses (1864). Supone la primera intervención del ejército prusiano. La muerte del rey de
Dinamarca Federico VII motiva que los ducados de Schlesvig, Holstein y Lauenburg,
administrados por Dinamarca, se nieguen a reconocer al nuevo rey. Prusia y Austria
invaden estos territorios y declaran la guerra a Dinamarca (que pretendía incorporarlos),
haciéndose estas potencias con el protectorado. Pero al año siguiente, Holstein quedará
bajo tutela de Austria y Schlesvig bajo el de Prusia, aunque los tres dentro del Zollverein.

En 1866 tiene lugar la guerra austro–prusiana. Prusia sugirió a la Dieta la creación


de un parlamento alemán elegido por sufragio universal masculino, sabiendo que Austria
no podía aceptar esta propuesta. Además, firma con Italia un tratado ofensivo–defensivo, y
se asegura la neutralidad de Napoleón III.

Prusia invadirá Holstein. La mayoría de los alemanes no era partidaria de una


guerra fratricida, e incluso apoyan a Austria. Pero esta valoración cambia tras la batalla de
Sadowa, que obliga a Austria a aceptar la paz de Praga: todos aceptan la anexión de
Holstein a Prusia y la organización de la Confederación de Alemania del Norte. Además, la
unidad austriaca queda rota: estructura dual del Imperio Austro–Húngaro. Además, había
supuesto el fracaso de Napoleón III, que pretende un papel de árbitro de la situación
internacional, por lo que las relaciones franco–prusianas van empeorando.

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Bismark firma una alianza militar con los estados alemanes del sur.

Pero el acontecimiento más relevante será el conflicto franco–prusiano de 1870. El


detonante del enfrentamiento fue la candidatura propuesta en 1870 por Prim para nombrar
rey de España al príncipe de origen alemán Leopoldo de Hohenzollern: Napoleón lo
rechaza, y exige que la candidatura sea retirada. El telegrama de Ems, negándose Bismarck
a tales pretensiones, fue interpretado por Napoleón como una ofensa personal,
declarándose la guerra: los prusianos vencen en Sedán, destruyendo el ejército francés en
Metz. Así nace el Imperio Alemán, al que se incorporan los territorios franceses de Alsacia
y Lorena (la población, de origen alemán, no lo desea): origina un afán de revancha en los
franceses, que está en la base de la Primera Guerra Mundial.

Por último, se procede a fundación del II Reich. Bismarck, con el nuevo prestigio
adquirido por Prusia, acelera las conversaciones con los estados del sur. Todos los estados
aceptan, creándose un estado federal unido bajo presidencia del rey de Prusia Guillermo I,
convertido en emperador del II Reich, siendo proclamado como tal en la Galería de los
Espejos del Palacio de Versalles.

7– BIBLIOGRAFÍA.
BERGERON, L. FURET, F. Y KOSELLECK, R.: La época de las revoluciones europeas
(1780–1848). Madrid, Siglo XXI, 1976.
DUROSELLE, J.B.: Europa, de 1815 hasta nuestros días. Vida política y relaciones
internacionales Barcelona, Labor, 1978.
GODECHOT, J.: Las revoluciones (1770–1799) Barcelona, Labor, 1981.
HEFFER, J. y SERMAN, W.: De las revoluciones al imperialismo (1815–1914). Madrid,
Akal, 1989.
HOBSWAN, E.J.: Las revoluciones burguesas. Madrid, Guadarrama, 1978.
KOHN, H.: Historia del nacionalismo. Madrid, 1984.
REMOND, R.: El siglo XIX (1815–1914). Barcelona, Vicens Vives, 1978, vol. II.
SIGMAN, J.: Las revoluciones románticas y democráticas en Europa. Madrid, SigloXXI,
1978.

Una selección de mapas en castellano para este tema en:


http://www.sabuco.com/historia/atlas1.htm y en francés en:
http://www.atlas-historique.net/1815-1914/index.html

NOTA. Este tema está tomado de forma resumida del que se encuentra en nuestro libro
de Historia contemporánea COU (Valencia, ECIR, 1997), del Grupo Edetania. G.R.A.

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