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TEMA 39

LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL Y


PRIMEROS INTENTOS DEMOCRATIZADORES EN LA
ESPAÑA DEL SIGLO XIX

0- INTRODUCCIÓN.
1- LOS INICIOS DE LA CRISIS: GUERRA Y REVOLUCIÓN (1808-1814)
2- FERNANDO VII: ABSOLUTISMO FRENTE A LIBERALISMO.
3- INDEPENDENCIA DE HISPANOAMÉRICA
4- REVOLUCIÓN LIBERAL Y GUERRA CARLISTA (1833-1843)
5- FUERZAS POLÍTICO SOCIALES EN LA ÉPOCA DE LA IMPLANTACIÓN DEL
ESTADO LIBERAL.
6- LA ERA ISABELINA (1844-1868)
7- EL SEXENIO REVOLUCIONARIO (1868-1874)
8- LA RESTAURACIÓN CANOVISTA:
8.1- BASES SOCIALES Y SISTEMA POLÍTICO.
8.2- EVOLUCIÓN POLÍTICA, ECONÓMICA Y SOCIAL.
8.3- EL DECLIVE DE LA RESTAURACIÓN Y EL CAMBIO DE SIGLO (1898-1912)
9- BIBLIOGRAFÍA.

0-Introducción.

La crisis del antiguo régimen de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX marca
el inicio para los países occidentales de un profundo cambio en la estructura política,
económica, social y cultural. Lo que hasta entonces era considerado inamovible y sagrado
(monarquía absoluta, sociedad estamental y régimen señorial) será modificado por la
burguesía liberal: estado liberal y constitucional, sociedad de clases (base en la riqueza y
no en el nacimiento), capitalismo (propiedad individual, liberalismo económico), y nuevos
valores culturales (racionalismo, método experimental, etc.) y sociales (libertad de
expresión, reunión, sufragio universal a largo plazo, etc.)

En España el momento decisivo corresponde al período de Fernando VII (1808, y


1814-1833), en concreto a partir de la invasión francesa, que pone de manifiesto la
fragilidad del poder español, tras siglos de estéril imperialismo.

Los efectos de la implantación del sistema liberal (o de la sociedad contemporánea)


en España presentan diferencias con el resto de Europa occidental, por la violencia de las
reacciones que conlleva: a- sucede en un siglo de subdesarrollo económico. El período
1790-1808 está jalonado por una grave crisis económica: malas cosechas, motines
antinobiliarios, dificultades de la hacienda, guerras contra Francia e Inglaterra, feudalismo
y atraso agrícola (propietarios absentistas, especuladores) que hacen que los agricultores
apenas lleguen el nivel de subsistencia, impidiendo la falta de modernización de las
técnicas de cultivo. Nobleza y clero monopolizan la tierra (mayorazgo y vinculaciones),
con contratos de arrendamiento a corto plazo. La deuda pública alcanzaba en 1807 los
7.000 millones de reales (lo que se ingresa en 10 años: no hay ni para pagar los intereses
bancarios o amortizaciones), lo que impulsa a Godoy (primer ministro de Carlos IV) a
adoptar las primeras medidas desamortizadoras (se vende una sexta parte de los bienes de
la iglesia)

b- de crisis de la unidad interna (por las regiones que pretenden mantener sus fueros y
privilegios, como el País Vasco y Navarra), y de retracción en el mundo internacional:
pérdida de las colonias americanas.

c- también son condicionantes: el período bélico inicial (invasión de tropas napoleónicas),


las diferencias entre la España rural y la urbana (tradicionalismo en el campo: guerra civil
entre liberales y carlistas opuestos al nuevo régimen; y luego del anarquismo); oposición
de la Iglesia por la reforma unilateral de la misma por los legisladores (desamortización,
pérdida de privilegios, Estado laico, etc.)

1-LOS INICIOS DE LA CRISIS: GUERRA Y REVOLUCIÓN (1808-1814)

Cuando estalla la revolución francesa (1789), en España reina Carlos IV. Su reinado
supuso el fin de la etapa reformista de la ilustración (lema: "todo para el pueblo, pero sin el
pueblo"), con resultados frustrantes. Su ministro Floridablanca emprende una campaña de
censura contra la propaganda revolucionaria francesa (se revive la Inquisición, el Códice
de libros prohibidos, etc.)

El nuevo ministro Godoy, se inclina por intentar salvar al rey absolutista francés
Luis XVI de los revolucionarios, provocando una guerra con Francia: paralización del
tráfico marítimo con las colonias, crisis del algodón catalán, etc. España es derrotada, y
cuando Napoleón llegue al poder, la obligará a participar en el bloqueo contra Inglaterra.
Las tropas francesas entran en España so pretexto de ir a invadir Portugal. Godoy intenta
reaccionar contra lo que en realidad es una invasión.

La nobleza y clero se sublevan contra el intento de Godoy de llevar a los Reyes a


Andalucía para ponerles a salvo: motín de Aranjuez (1808), pidiendo la caída de Godoy y
que suba al trono Fernando VII. Este y su padre abdicarán en Bayona, siendo hechos
prisioneros de los franceses por Murat (será el oficial que dirija la ocupación española).

El dos de mayo, sin gobernantes legítimos, el pueblo reacciona: el vacío de poder es


llenado por autoridades de rango inferiores y nuevas instituciones: juntas provinciales,
locales, y la Junta Suprema Central. Se trata de un poder improvisado, nuevo: no estaban
previstas legalmente, pero su participación supone un sentido de continuidad. Las
autoridades del antiguo régimen, pese a oponerse a algo que nace del pueblo, finalmente se
integran. Y hay que pensar que los franceses traían un régimen liberal, por lo que las
autoridades españolas han de mostrarse liberales para contrarrestar el progresismo de los
franceses: sólo así podemos entender que en poco tiempo se llegue a una Constitución tan
liberal como la de Cádiz de 1812.

-DESARROLLO DE LA GUERRA.

La guerra tiene un doble carácter: de liberación nacional, y liberal, porque muchos


ilustrados aprovechan la ocasión (el partir de cero) para realizar cambios desde hacía
mucho tiempo pretendidos.

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Los franceses subestiman a los españoles: hasta entonces Napoleón (un genio
militar) no había sido derrotado en Europa. El 2 de mayo comenzará la resistencia. La
"carga de los mamelucos" fue decisiva para el levantamiento del pueblo en armas: junto a
un ejército regular, participará la guerrilla (junto a la dispersión de fuerzas que provoca, su
efecto psicológico será importante, amén del boicot de las comunicaciones por las partidas
de bandidos o nuevos milicianos), con apoyo inglés.

Fue de gran importancia la derrota de los franceses en Bailén, lo que obliga al rey
intruso José I a retirarse tras la línea del Ebro. Pero Napoleón, al frente de una Grand
Armée de 250.000 soldados veteranos destruye a los ejércitos españoles (mejor
organización e intendencia). Surge entonces la resistencia de varias ciudades (Zaragoza
-Agustina de Aragón-, Gerona, Tarragona, Valencia: para el pueblo, se trata de una lucha en
favor del catolicismo). Sin embargo, el último ejército español es derrotado en Ocaña.

En la última fase, el ejército anglo-luso-español, al mando del general Wellington (y


coincidiendo con la campaña de invierno francesa en Rusia, también invadida) derrota a
José I, que tiene que abandonar España.

Los efectos de la guerra son negativos: muchas veces ingleses y franceses destruyen
intencionadamente industrias textiles catalanas. Por otro lado, permite a las colonias
españolas independizarse.

-JOSÉ I Y LOS "AFRANCESADOS".

Mientras reina, promulga el Estatuto de Bayona (los diputados españoles


convocados sólo pueden exponer sugerencias, sin que se discutan los proyectos). Es un
texto autoritario (gran poder del rey, cortes estamentales), pero hubiera supuesto una
transformación sociopolítica y administrativa novedosa para España: libertad de imprenta,
inviolabilidad del domicilio, supresión de privilegios, abolición de aduanas interiores,
libertad de industria y comercio, unidad de códigos legales. También promueve la
abolición de la Inquisición, reducción de conventos, etc: hubiera supuesto el fin del antiguo
régimen.

Algunos españoles (Llorente, Azanza, Cevallos) piensan que el nuevo régimen es


positivo, mostrando su apoyo: "afrancesados". Cuando acabe la guerra, 12.000 familias
"afrancesadas" habrán de abandonar España.

-LAS CORTES DE CADIZ Y LA CRISIS DE LA SOCIEDAD ESTAMENTAL.

Su obra legislativa (Constitución de 1812) supuso uno de los hitos de la historia de


España, una ruptura radical con los principios hasta entonces vigentes: asombró a muchos
contemporáneos, y a veces sirvió de modelo para otras constituciones, que la transcribieron
literalmente (Portugal, Hispanoamérica, constituciones liberales españolas como la de 1931
reproducen artículos enteros, etc.).

Es fruto de una afectuosa pasión, un deseo de renovación total. ¿Fue fruto de la


improvisación, como afirma Díez del Corral, o de un proceso evolutivo lógico, como opina
Comellas?

Lo cierto es que cuenta con un soporte social reducido: quienes la aprueban


(burgueses, intelectuales, funcionarios...) no son representantes de la verdadera realidad

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social y aspiraciones de la población: una población mayoritariamente tradicionalista.

Es cierto que no se trata de una ruptura radical con el pasado (por ejemplo,
instituciones como la Regencia y la Junta Central Suprema en caso de fallar la línea
sucesoria real datan en España de tiempo inmemorial). Se inspiraba en antiguas leyes y
fueros españoles (¿o simplemente se "usan" éstas para enmascarar, para que se tomen como
legítimo un nuevo orden social?): ideas de pensadores españoles iusnaturalistas (derecho
natural) como el jesuita del siglo XVII Francisco Suárez (por ejemplo, considera que el
poder debe volver al pueblo cuando el monarca ha incurrido en traición, como es el caso).

Lo cierto es que implica una crisis de la sociedad, incluso de las costumbres:


estamos en un período de apasionamiento, donde el nuevo héroe es el tribuno (el orador,
los que dan mítines): predominio de un romanticismo de fondo; a veces se les denomina
"hijos díscolos de la Ilustración" (del racionalismo del siglo XVIII: ahora sus cambios se
ven acelerados).

Quienes elaboran la Constitución de Cádiz de 1812, son los depositarios del poder
surgido: eclesiásticos, clases instruidas (que no operan según la opinión popular, sino según
estímulos constituyentes: allí no está representado ni pueblo ni la clase media silenciosa),
funcionarios (demora en cobrar sus salarios, deseo de racionalizar la administración para
verse beneficiados), militares (siempre se recurre al ejército para determinados servicios
especiales), nobleza con actitudes liberales.

Como estímulos actúan la reacción aristocrática (Aranjuez), los últimos coletazos


del despotismo ilustrado (Jovellanos), y la línea criptoliberal (filoliberal). Además, existe
un malestar difuso, que lleva a la convocatoria de las Cortes, tras consultar Jovellanos y
Quintana a las autoridades vigentes: la opinión pública muestra interés en limitar el poder
absolutista del rey, rechazar los estamentos y privilegios, división de poderes, etc.

Jovellanos representa la postura moderada: pretende un régimen intermedio entre el


viejo absolutismo y los que creen que el poder debe residir en la nación. Propone dos
Cámaras, una de las cuales correspondería a los estamentos privilegiados.

En cambio, Quintana y los liberales propone una Cámara única que asuma la
soberanía liberal y lleve a cabo la constitución de un nuevo estado con una Constitución
que recoja las novedades aportadas por la revolución francesa. Se ven favorecidos los
liberales porque muchas regiones estaban ocupadas por los franceses, y no pueden mandar
sus representantes (clases privilegiadas, partidarias del antiguo régimen): sólo las regiones
periféricas (donde hay más burguesía, más liberales entonces) mandan representantes.
Nobleza y clero van a estar en minoría frente a las clases medias: 60 abogados, 55
funcionarios públicos, 97 eclesiásticos, 37 militares, 16 catedráticos, 43 comerciantes,
propietarios, escritores y médicos, y 8 nobles. Así, es lógico que la Constitución sea liberal.

Tras año y medio de discusión, se promulga la Constitución (19 de marzo de 1812).


Sus principios serán:

-soberanía nacional (el poder reside en la nación), y reconocimiento de los derechos


individuales.
-división de poderes: el legislativo corresponde exclusivamente a las Cortes, de Cámara
única, y con diputados inviolables.

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-la religión católica es la única de la Nación española (sin embargo, la Constitución no
cuenta con el consenso de la Iglesia)
-establecimiento de un sistema de representación: aunque reduce la participación de los
privilegiados, exige a los electores una determinada posición económica (sufragio
censitario).
-creación de milicias nacionales, cuerpo armado para la defensa del régimen nuevo.
-Rey: promulga las leyes, tiene derecho de veto transitorio, propone su discusión.
-libertad económica: fin de los gremios, abolición señoríos, libertad de cerrar fincas
(supone el fin del predominio ganadero trashumante), libertad de industria, de contratación,
programa de desamortización de las propiedades colectivas o de manos muertas, etc.

Así, los señoríos jurisdiccionales (tierras en las que tiene derecho de juzgar el señor
o propietario) pasan a incorporarse a la nación (todos los ciudadanos pasan a la jurisdicción
común del Estado). También se suprimen los mayorazgos. La desamortización estuvo
ligada a la penuria de la hacienda española (esto será constante en el siglo): los que poseen
vales reales (especialmente burgueses) piden que se les paguen a cambio de la venta de
bienes nacionales: por eso se inicia una tímida desamortización de las órdenes religiosas
reducidas por José I (los jesuitas, como en 1936, son expulsados) y militares (Calatrava,
etc.) que sólo favorece a los poderosos (no se crea una clase media campesina que apoyara
al régimen liberal, lo que va a impedir que éste se consolide sin problemas a lo largo del
siglo). Pero cuando el absolutista Fernando VII regrese, la desamortización es
interrumpida.

-DESAPARICIÓN DE LA SOCIEDAD ESTAMENTAL.

El cronista de la época Mesonero Romanos lo percibe: el catalizador histórico es la


guerra: el pueblo ha asumido un protagonismo que se resiste a abandonar. Cuando en 1814
regrese Fernando VII, pronunciará la frase "que todo vuelva al ser y estado que tenía en
1808": pero se equivoca, aunque retome las antiguas leyes, hay algo que ha cambiado, la
mentalidad.
Asistimos a una disminución de la nobleza: es el 2,94% de la población en 1826
(tras la radical poda de Carlos III, aunque aumentan los títulos del Reino por servicios). En
1812 el 68% del suelo está bajo régimen señorial: su dominio es abrumador en Galicia, La
Macha, Extremadura, Asturias, León, Andalucía, en partes rurales: sólo afecta al 25% de la
población. Con la supresión de los señoríos (aunque pasan a ser propiedad individual), y de
las prestaciones personales, los señores pierden jurisdicción pero reafirman la propiedad de
la tierra. Galdós refleja los nuevos valores de la sociedad: amor a lo utilitario, exaltación de
la riqueza, y libertad del matrimonio (fin de la endogamia), lo que supone una mayor
movilidad social.

2-FERNANDO VII: ABSOLUTISMO FRENTE A LIBERALISMO.

España se abstuvo de firmar el acta final de Viena, tras la derrota de Napoleón, que
supone la alianza de las potencias absolutistas (Austria, Prusia y Rusia) contra los
regímenes revolucionarios, y la vuelta a la situación internacional anterior a la oleada
revolucionaria francesa (los "legítimos" reyes son repuestos, las fronteras antiguas
respetadas, etc.)

La aprobación de la Constitución de 1812 no significa que España fuera un país de

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mayoría liberal: se había aprobado sin respaldo popular, como prueba el hecho del
entusiasmo con que el pueblo acogió a Fernando VII ("el Deseado"). Este será liberado por
el tratado de Valençay: Napoleón le devuelve los derechos al trono.

Se inicia así un absolutismo monárquico: el rey repudia totalmente el régimen


nacido en Cádiz, y restablece casi todas las estructuras y usos del antiguo régimen: censura,
Inquisición, derogación de la desamortización, devolución a la nobleza de su poder
privilegiado, etc. Las Cortes quieren hacerle jurar la constitución, pero él se negará.

Además, contaba con el apoyo de 69 diputados "serviles" (redactan el "Manifiesto


de los Persas", que comparaba las Juntas provinciales con las Asambleas francesas, y pide
la recuperación de la "constitución histórica" española: usos y costumbres) y del general
Elio. Mediante un golpe de estado, en 1814 abolió la Constitución de Cádiz. El pueblo
acogió con indiferencia esta medida.

La obra del absolutismo estuvo presida por los continuos vaivenes de los
ministerios (cada ministro permanece de media 6 meses en su cargo), por la grave situación
financiera, y la pérdida irreversible de las colonias españolas. La crisis demográfica y
económica originada por la guerra y la pérdida de los mercados americanos explican la
inestabilidad y debilidad de los gobiernos absolutistas más todavía que las intrigas de la
llamada "camarilla" fernandina. El único intento de solucionar la crisis fue propuesto por
Garay en 1817: un sistema de contribución proporcional a los ingresos y universal (los
privilegiados se opondrán).

Fernando VII promovió una represión que alcanza a liberales y afrancesados,


teniendo que emigrar o pasar a la clandestinidad. Los liberales saben que su debilidad es no
tener base popular, por lo que su única salida será contar con el apoyo de los militares. La
conexión de los grupos civiles (agrupados en logias masónicas) y los militares
descontentos se traduce en los sucesivos pronunciamientos militares: Espoz y Mina
(antiguo guerrillero, descontento con la disolución de las guerrillas), Porlier (1815), Lacy
(1817), etc. Todos fracasan por ser facciones minoritarias del ejército.
No sucederá lo mismo en 1820: el indisciplinado ejército acantonado en la Isla de
León y San Fernando (Cádiz) a la espera de ir a Buenos Aires a aplastar a los insurrectos
americanos se subleva (es importante la labor de captación ideológica de los liberales):
sublevación de Cabezas de San Juan, dirigida por Riego. La revolución se extenderá por
Andalucía y otras ciudades españolas (el propio O'Donnell, enviado a reprimirle se suma a
la revuelta): a Fernando VII no le queda más remedio que jurar la Constitución de 1812:
"Marchemos todos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional" (¿fue una
frase irónica?; en todo caso, sus intenciones eran muy distintas). Se inicia así el Trienio
Constitucional.

-EL TRIENIO CONSTITUCIONAL (1820-23)

La burguesía se mostrará mucho más moderada y temerosa de la revolución


popular. Se trató de un intento de modernizar el Estado, pero "cojo" por las divisiones del
liberalismo:

-liberales "moderados", como Martínez de la Rosa, que desean alcanzar un


compromiso con las antiguas clases dominantes y el rey, para que sean aceptadas para
siempre las reformas. Son partidarios de admitir un Senado aristocrático, dar mayor poder

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al rey, y controlar la prensa exaltada.
-liberales "exaltados": que pretenden la vuelta a la Constitución de 1812 y plantean
reformas radicales en aplicación de los principios de un liberalismo más “popular”, que en
algunos casos llega a ser republicano.

Los problemas con los que se enfrenta el Trienio son varios:

1- Problema de la "confianza regia": la Constitución de 1812 prevé la necesidad de


confianza entre el gobierno y el Rey (puede poner vetos): y hemos de pensar que ahora
copan el gobierno excondenados por el rey el año 1815: tras crisis de gobierno, entra
Martínez de la Rosa, moderado, opción que no desean ni los liberales exaltados ni los
realistas (o absolutistas) contrarrevolucionarios: piden su dimisión.

2- La supresión de órdenes monacales y regulares (se prohibió fundar conventos),


exclaustración, desamortización eclesiástica, etc. provocan conflictos con Roma,
desgobierno en las diócesis: la futura guerra civil de 1822 se revista de apariencia religiosa:
el liberalismo contra el catolicismo tradicionalista (propio del antiguo régimen: en España,
la Iglesia será un enemigo acérrimo de la modernización liberal)

3- La Hacienda, por lo escaso de las recaudaciones, recurre a préstamos exteriores, y el


endeudamiento exterior aumenta: la moneda se devalúa. Sigue el problema de la
conversión de la Deuda.

Otras medidas tomadas son la aprobación del primer reglamento de Instrucción


Pública (Informe Quintana), se elabora el primer Código Penal, se crea la Milicia Nacional
(ejército popular, para ganar adeptos al liberalismo y defender al gobierno de la Guardia
del Rey), supresión definitiva de la Inquisición y los jesuitas, abolición del régimen
señorial, etc.

El descontento de las clases tradicionalistas se plasma en la existencia de partidas


realistas, que en 1822 llegan a instaurar la Regencia de Urgel y a controlar amplias zonas
de Navarra y Cataluña. El ejército liberal finalmente dominará la situación.

Pero las potencias extranjeras absolutistas consideran que el ejemplo revolucionario


liberal español es perjudicial. La Santa Alianza (unión de Austria, Prusia y Rusia) se decide
a intervenir. En verano de 1823 un ejército francés repone en el trono absoluto a Fernando
VII.
El pueblo ve con indiferencia la entrada de los "Cien Mil Hijos de San Luis" en 1823,
aumentado el malestar por la mala cosecha de 1822: incluso el elemento campesino lo
apoya. Los liberales han de exiliarse.

-CONTRARREVOLUCIÓN: LA "DECADA OMINOSA" (1823-1833.)

Un decreto en el Puerto de Santa María restablece todas las anteriores instituciones


de 1820 salvo la Inquisición (sin embargo, sí una "Juntas de Fe": muchas instituciones no
podrán subsistir (Consejo de Estado no funcionó). Pero ya no se trata de una simple
restauración del antiguo régimen: hasta Fernando VII es consciente de que hay que
modernizarse, aunque bajo las pautas de un despotismo anacrónico.

Los primeros años son de una acentuada represión política, con juicios de

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purificación del ejército.

Entre 1825 y 1830 se intentan algunas reformas: creación de una Junta de Fomento
de la Riqueza del Reino, etc. Persiste el desbarajuste de la Hacienda: los gobiernos
extranjeros congelan el crédito porque España no reconoce la deuda generada durante el
Trienio. López Ballesteros propone un plan de la minería (alquiler a compañías
extranjeras), creación de la Bolsa, y posteriormente medidas de cierta rectificación
liberalizante.

Estas medidas provocan el recelo de Carlos, hermano del rey (más intransigente) y
la revuelta de los absolutistas o ultrarrealistas (1827), en lo que algunos historiadores ven
el primer levantamiento carlista. Piden: disolución del ejército liberal, restauración de la
Inquisición, que se concedan ministerios a los tradicionalistas.

Otro de los problemas básicos es la crisis dinástica. En 1830 se promulga la


Pragmática Sanción, que anula la Ley Sálica que prohibía reinar a las mujeres. Tras el
matrimonio de Fernando VII con María Cristina de Borbón-Nápoles, nace Isabel, lo que
dejaba al ultrarrealista Carlos María Isidro sin acceso al trono. Con Fernando enfermo, el
ministro Calomarde logra que se retracte y anule la Pragmática. Pero el rey sana y Cea
Bermúdez la restablece. Además, Cea adopta ciertas medidas aperturistas para atraerse las
simpatías de los liberales hacia la futura reina: se otorga una amnistía. Será el origen de la
guerra carlista.

3-INDEPENDENCIA DE HISPANOAMÉRICA

El reformismo borbónico del siglo XVIII promovió un estrecho control económico


y administrativo (los puestos son dados a peninsulares). Además, se da una progresiva
liberalización del comercio peninsular con América, lo que significa que Hispanoamérica
ha de sujetarse a los intereses de la metrópoli: la burguesía criolla (americanos
descendientes de los españoles) se ve perjudicada, pierde confianza en el gobierno, que
amenaza su posición privilegiada. En esta situación, es natural que al estallar la crisis de
1808, rápidamente los criollos ocupen el vacío de poder antes de que se produzca la
sublevación popular.

La lucha contra el régimen colonial no se inspira (como tradicionalmente se ha


dicho) en las ideas revolucionarias francesas (soberanía nacional), sino que es ante todo
pragmática: descontento de los criollos por ser excluidos de los altos cargos. También tuvo
gran importancia la independencia de los EE.UU, así como los jesuitas exiliados y las
sociedades económicas: se va creando una conciencia cultura americana (se recuperan los
mitos del pasado.
De 1808 a 1815 se crea en América un vacío legal similar al de España. Pronto se
constituyen juntas leales a Fernando VII, pero en la que poco a poco el elemento criollo va
desplazando al peninsular. El proceso culmina con las primeras declaraciones de
independencia. México, Caracas y Buenos Aires son los focos principales de la
emancipación.

La vuelta de Fernando VII (1814) cierra esta fase: las expediciones españolas a
Venezuela y la decidida actuación del Virrey del Perú, Abascal, logran restablecer el poder
español excepto en el Virreinato del Río de la Plata (cono sur). En México son los propios
criollos los que hacen fracasar la revolución de Hidalgo y Morelos por temor a su

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contenido social y a su radicalismo agrario.

En una segunda etapa (1816-1824) la lucha está más organizada. Simón Bolívar y
San Martín emprenden una serie de campañas que culminarán en la Conferencia de
Guayaquil, donde ambos líderes llegan a un acuerdo sobre sus respectivas áreas de
influencia. San Martín atravesará la cordillera andina, derrotando a los ejércitos realistas en
Chacabuno y Maipú: independencia de Chile (1818). En 1820 avanza hasta Perú.

Bolívar tiene que llegar a un armisticio con el general español Morillo, tras lo cual
se alía con los llaneros de Páez (más radicales), hasta vencer juntos a los españoles en
Carabobo y Ayacucho (1824).

En México, tras el fusilamiento de Morelos se reinstaura el poder español. Pero el


conservador mexicano Iturbide, que había combatido a Morelos, se convierte en líder de
los independentistas, instaurando en 1821 una dictadura militar.

4-LA ESPAÑA DE ISABEL II: REVOLUCIÓN LIBERAL Y GUERRA CARLISTA


(1833-1843)

Entre 1834 (muere Fernando VII) y 1868 (Sexenio revolucionario), tiene lugar un
período de transformación de la estructura social y política de España. En realidad es
cuando tiene lugar la transición del antiguo régimen al sistema liberal: unas veces a través
de la lucha política, otras gracias a la alianza de las nuevas elites políticas con las antiguas
clases dominantes.

Los liberales moderados son quienes tendrán casi el monopolio del poder, lo que se
plasma en que en España la configuración del régimen liberal tenga un signo claramente
conservador, oligárquico (dominio de unas pocas familias), y centralista (negación del
regionalismo). La exclusión de los progresistas del sistema hace que nunca se plante cara al
problema social (reforma agrícola, etc.): la crisis del sistema se planteará en 1868.

-REVOLUCIÓN LIBERAL (1833-43)

El gobierno de Cea Bermúdez, absolutista moderado, pretende mantener intactas las


estructuras del antiguo régimen, ofreciendo al país unas reformas puramente
administrativas, como la división de España en provincias. Pero los liberales, militares de
prestigio e intelectuales rechazarán sus pretensiones, exigiendo convocatoria de Cortes.

Por este motivo, Martínez de la Rosa (liberal moderado) es nombrado por la


Regente. Pretende un sistema constitucional "respetable" tanto para los liberales como los
absolutistas (una solución intermedia), manteniendo la iniciativa de la Corona: se trata del
Estatuto Real de 1834, con un parlamentarismo extremadamente conservador. La Corona
sigue ejerciendo el nombramiento de los miembros de la Cámara Alta (Próceres,
pertenecientes a las clases altas), convoca y disuelve libremente las Cortes, tiene iniciativa
legal y sanciona las leyes. Pareció poco progresista a los liberales y demasiado a los
absolutistas.

Parte de los liberales no aceptaron el Estatuto (el antagonismo entre moderados y


progresistas, debilita al propio liberalismo español, sin posibilidad de reconciliación). Los
movimientos revolucionarios de 1835, instigados por la burguesía urbana a través de la

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Milicia Nacional, dan lugar de nuevo a la formación de juntas locales. Exigen la
convocatoria de Cortes, la reforma de la ley electoral y libertad de imprenta. Para calmar
los ánimos, la Regente recurre a nombrar un gobierno con liberales radicales: es el
gobierno del Conde Toreno, que anuncia el nombramiento como ministro de Hacienda a
Mendizábal, antiguo liberal exaltado. Así, se acelerará la desamortización eclesiástica, se
expulsará a los jesuitas, y se cierran los conventos de menos de 12 profesos: con ello se
pretende castigar las inclinaciones carlistas de la mayoría del clero.

Mendizábal, jefe de gobierno desde 1835, pretende reunir los recursos para permitir
al ejército cristino acabar con la guerra contra los carlistas. Para ello propone la
desamortización de los bienes de monasterios y conventos. El objetivo es triple: tener más
tierras sometidas a impuestos; obtener dinero con la venta de sus tierras para pagar la
deuda y abastecer al ejército; crear una clase de pequeños y medianos propietarios
agrícolas que se sienta partidaria del sistema liberal. Pero lo cierto es que las ventas fueron
desastrosas: lotes demasiado grandes de los que se apropian las clases dominantes, precios
más bajos de lo real (abstencionismo por la conciencia religiosa, y amaños), etc. Supuso
una expansión agrícola (según G. Anés) y una deforestación. Además, absorbió capitales
para el campo, que así no se dedican a la industrialización, y son tierras que se explotan a
costa de pagar poco a la mano de obra y no mediante inversiones modernizadoras.

Pero cuando Mendizábal trate de introducir cambios revolucionarios en el sistema


político (hasta entonces con sufragio censitario: vota menos del 2% de la población), no
será aceptado en las Cortes, teniendo que dimitir en 1836. Entonces estalló la insurrección
de las Milicias Nacionales, pronunciándose los sargentos del cuartel de la Granja: exigen el
restablecimiento de la Constitución de 1812. Su triunfo se traduce en la CONSTITUCIÓN
DE 1837: todavía la Corona tiene amplias atribuciones (convoca/disuelve las Cortes), pero
las Cortes bicamerales tienen iniciativa legislativa, son inviolables, etc: no hay tanta
desconfianza frente al rey como en la Constitución de 1812. No es una ley "partidista" sino
que trata de contentar a todos, es moderada aunque liberal. La modernización del sistema
electoral se completa con la Ley de Ayuntamientos de 1840: los vecinos eligen libremente a
sus alcaldes.
Además, se cuenta con el apoyo del héroe de la guerra carlista el comandante B.
Espartero (de origen social humilde y carrera militar meteórica): desde ahora, los generales
se van a convertir en un factor clave del cambio político. El choque entre Espartero y la
Regente, se saldará con la abdicación de ésta.

-GUERRA CARLISTA

Con la regencia de María Cristina (Isabel II es menor de edad) comienzan los


levantamientos carlistas a favor de Carlos María Isidro, apoyado por los absolutistas,
carlistas
o apostólicos: principalmente el clero, nobleza antiliberal, y campesinos del Norte. Para
asegurar el trono a la heredera, Isabel, es preciso hacer reformas que atrajesen a los
liberales más moderados: así, se implantará el régimen liberal, con la participación de la
burguesía y del ejército, protagonistas constantes de los movimientos "revolucionarios".

Carlos firma el Manifiesto de Abrantes, haciendo valer sus derechos. Cea


Bermúdez, valedor de la Regente, trata de atraerse a la derecha realista: dice que la Reina
no admitirá "innovaciones peligrosas", y su gobierno será "tecnócrata" ("técnicos":
expertos en economía, derecho, etc.) Los liberales apoyan a la reina, llenando de contenido

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político su causa, su defensa.

El ideario carlista consiste en: oposición a las reformas (realismo exaltado,


estamentalismo); creen que la Iglesia está amenazada; piden que se respeten los fueros (el
liberalismo es centralista, todas las regiones con iguales leyes, etc.): piden la autonomía,
tener jueces propios, exenciones fiscales (los vascos pagan 13 a 15 reales por habitante,
Castilla 66) y de quintas. Pero no hemos de pensar que únicamente se trata de una
aspiración de los carlistas: también los liberales vascos y catalanes fueron foralistas.
Únicamente, que el foralismo es capitalizado por los carlistas en su favor, y finalmente el
liberalismo habrá de abrazar la centralización (su lema: "centralización es libertad").

Un coetáneo de la época, Balmes, habla del enfrentamiento de la sociedad antigua


con la nueva (es un tiempo de cambios de mentalidad veloces, según relata Larra). Sólo en
parte podemos identificar al carlismo con lo rural.

Hay una falta de organización espontánea del carlismo, excepto en Bilbao (obra de
la "aldeanía" según Bacon, testigo excepcional). También hay un apoyo de las clases
campesinas más pobres, perjudicadas por las ventas de los terrenos comunes. Carece de
una buena organización: nunca llegan a controlar una ciudad importante, y entre sí había
gran disparidad de criterios. El ejército profesional era poco numeroso, y se basa en
partidas y bandas de guerrilleros, sin jefes capaces a excepción de Zumalacárregui. Su
único apoyo es la ayuda financiera de Prusia, Austria y Rusia.

El bando cristino o isabelino está compuesto por: el poder administrativo, los títulos
del reino, gentes ilustradas: en general minorías que arrastran a la masa inerte.

La guerra se caracteriza por las partidas, el localismo (pequeños focos locales, no


hay grandes batallas. En la primera etapa, el ejército de Zumalacárregui se afianzó en el
territorio vasconavarro, e incluso se extiende a Aragón, Cataluña y Valencia (también a
Burgos). El fracaso del sitio de Bilbao y la muerte de Zumalacárregui cierran esta etapa.
Posteriormente, el ejército liberal se contentará con aislar al carlismo. Sin embargo, hubo
un momento en que una expedición con el propio Carlos llega hasta Vallecas, sin que
incomprensiblemente tome Madrid. En la tercera etapa, el ejército liberal, mandado por
Espartero, tiene suficientes hombres y medios como para derrotar al desmoralizado ejército
carlista mandado por Maroto: el abrazo de Vergara supone el fin de esta primera guerra,
prometiéndose a los carlistas el respeto a los fueros vasconavarros.

-LA REGENCIA DE ESPARTERO

No era un político, sino un general que ha alcanzado la popularidad por su origen


modesto. Se convirtió en regente de un partido, el liberal, y nombró cargos importantes a
sus compañeros de ejército (los "ayacuchos", los que han participado junto a él en esta
batalla, generalmente personajes de segunda fila). Lo cierto es que los liberales, pese a
estar en el poder, se encuentran muy divididos. Durante su mandato se consolida la labor
legislativa de la Constitución de 1837 y la desamortización.
Desde el primer momento se ve una gran oposición a Espartero: en Cataluña por las
concesiones aduaneras a tejidos ingleses (mandó bombardear Barcelona en 1842), por el
fusilamiento del general sublevado Diego de León, etc. También disolvió las Cortes,
procediendo a una elección fraudulenta denunciada por Joaquín Mª López (1843). Ello
conllevó el alzamiento a cargo del general Narváez, apoyado por los moderados: fin de su

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cesarismo liberal.

5-FUERZAS POLITICO SOCIALES EN LA ÉPOCA DE LA IMPLANTACIÓN


DEL ESTADO LIBERAL.

-CORONA Y PARTIDOS POLITICOS

El liberalismo español, según hemos visto, aparece dividido entre moderados y


exaltados. Pero es en la fase decisiva de la construcción del estado liberal cuando surgen en
España los partidos políticos: el moderado y el progresista.

El partido moderado pretende una conciliación de las antiguas clases dirigentes con
los principios del liberalismo: es una síntesis entre lo nuevo y lo viejo, como dice el
historiador Comellas. Creen que la soberanía emana de dos instituciones: el rey y las
Cortes, atribuyendo al primero la capacidad de nombrar al jefe del gobierno y disolver las
Cortes. También defienden la existencia de una Cámara en la que estuvieran representados
los intereses de las antiguas clases dominantes: nombrada por el rey y mediante miembros
natos (por título nobiliar, académico, etc.), y otra elegida por sufragio censitario que
represente los intereses de la burguesía y clases medias. Quieren un estado centralista y un
gobierno fuerte, capaz de mantener el orden. Como cuentan con el apoyo de la Corona, a
los progresistas no les quedará más remedio que recurrir a la insurrección.

Los progresistas aceptan a las Cortes como única institución representativa y


soberana, aunque admiten el poder moderador de la Corona: quieren contener su poder.
También admiten el sufragio censitario, pero con una base social más amplia. Pretenden
extender las libertades (de prensa, de culto, de asociación), democratizar los ayuntamientos
(sólo en este punto y en la creación de la Milicia Nacional se aproximan a las fuerzas
populares). Sólo alcanzan el poder en períodos cortos (1835-37, 1840-43, 1854-56), por la
negativa de la Corona a recurrir a los progresistas. De su ala izquierda surgirán entonces
los que rechacen totalmente el sistema: demócratas y republicanos (sufragio universal,
descentralización administrativa, etc.)

-EL PAPEL DE LOS MILITARES.

De 1840 a 1868 podemos hablar de un "régimen de los militares": Espartero,


Narváez, O'Donnell, y tras 1868 hasta la Restauración Prim, Serrano, Pavía. ¿Cuáles son
las causas de esta intervención continua en la política de los militares?

¿Hay una pugna entre políticos civiles y militares o simplemente una maniobra de
los civiles para hacer intervenir a los militares en sus luchas de partido?. Lo cierto es que se
recurre a la fuerza militar para solucionar conflictos políticos. Además, existe una aureola
de prestigio que rodea a éstos tras la guerra carlista, así como una incapacidad del sistema
electoral para crear un poder firme: el vacío político previo es llenado por los militares.

Pocos militares participan en los levantamientos (un 10% de los generales).


Además, cuentan con una experiencia previa: la necesidad de hacer política y guerra al
mismo tiempo mientras la guerra carlista. Otro factor es que hay una plétora de mandos
que desean destacar ante la dificultad de ascender por vía reglamentaria. Fueron los civiles
llamaron a los militares. Son generalmente constitucionales.

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6-LA ERA ISABELINA (1844-1868)

En este período de neto predominio de los moderados (excepto en el paréntesis del


bienio progresista de 1854-56) se consolida realmente el régimen liberal y sus instituciones
político-administrativas.

-DECADA MODERADA 1844-54

La mayoría de edad legal de Isabel II se adelanta: la Reina, igual que la Regente,


concederá casi por sistema el gobierno (como prevé la Constitución) a los moderados. La
llegada a la presidencia del gobierno de Narváez se explica por la sensación de fatiga que
había en la sociedad, la necesidad de orden (armonizado con libertad): hacer falta construir.

Se ha consumado ya la destrucción del antiguo régimen, pero tampoco se espera ya


el "paraíso" de la Revolución: hay un sentimiento realista y desengañado. Predominio de lo
pragmático: la sociedad siente la necesidad de codificar, de administrar y hacer leyes
permanentes.

¿Quiénes son los moderados? Para Tuñón la respuesta es clara: los conservadores.
Para Carlos Seco, no sólo son reaccionarios a la revolución anterior, sino personas en
búsqueda de un equilibrio: clases medias, militares, realistas evolucionados. Suponen una
conjunción de intereses (clientelas personales), no siente con cohesión. El antagonismo
entre liberales moderados y progresistas sigue siendo aniquilador.

Es una sociedad elitista, que va recurriendo por sistema al fraude electoral:


profesionalización del cacique. Se trata de personas que aprovechan el cargo público en
beneficio propio, que se "adueñan" de un distrito electoral mediante fraudes: compra de
votos, violencia ante los votantes, hacen "votar" a los muertos, denuncian a los posibles
votantes en contra (para que, al menos provisionalmente, pierdan el derecho al voto),
falsifican las actas...

La prensa comenzará a tener gran importancia en la vida política española.

Suprimen la milicia nacional (que es una fuerza que siempre está a favor de los
progresistas, y en la cual hay permanentemente la figura, descrita por Mesonero Romanos,
de los "junteros": personas más ocupadas de sublevar a los soldados que de ejercer su
función militar). En cambio, se crea la Guardia Civil (1844, por el duque de Ahumada:
cuerpo rural, disciplinado, con función de ayuda social).

Su obra cumbre es la Constitución de 1845: otorga mayores poderes a la Corona


(que nombra íntegramente el Senado). Frente a la 1837, más conciliadora, ésta es una
Constitución de y para los moderados. El Estado será confesional, lo que posibilita que el
Papa acabe por reconocer a Isabel II (Concordato de 1851, primer momento en que Roma
reconoce al régimen liberal tras la desamortización).

Las leyes electorales dan el control político a la oligarquía terrateniente y burguesa.


Tiene derecho al voto el 1% de la población, privando así a los progresistas de sus apoyos
en las clases medias urbanas, forzándoles a la lucha política fuera del marco constitucional.
La ley de Ayuntamientos de 1845 da a la Reina capacidad de nombrar a los alcaldes en
poblaciones de más de 2.000 habitantes.

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La reforma fiscal de Alejandro Mon reduce los privilegios: se paga en función de la
riqueza territorial y urbana, sin distinción de regiones. También crea un impuesto, muy
impopular, sobre el consumo.

El sistema educativo, con la Ley de Claudio Moyano de 1857, dispone una


educación obligatoria y gratuita, pero con grandes disimetrías (escuelas distintas en
categoría y dotación: según el tamaño de la población; desigualdad sexual; una educación
secundaria muy cara y "aristocratizante", limitada en la práctica al 2% de los jóvenes
-clases dominantes-) Frente a los planes de estudios de predominio técnico (como en
Alemania o EE.UU) se opta por estudios muy retóricos: predominio del latín, filosofía, etc.

Las reformas administrativas se basan en la centralización: se crean las


diputaciones provinciales, mandadas por el gobernador civil nombrado por el gobierno. La
administración está presidida por la "empleomanía" y el "cesantismo".

-REVOLUCIÓN DE 1854.

La caída del régimen moderado tiene lugar en 1854, a raíz de un pronunciamiento


de militares conservadores que encontraron apoyo en los progresistas y en una revuelta
popular:

-los progresistas, ante la imposibilidad de usar la vía legal para acceder al poder, adoptan la
forma clásica de lucha política: conspiración.

-la lucha armada contra el régimen tuvo un mayor protagonismo en el nuevo levantamiento
armado carlista (1846-1849), del pretendiente Carlos Luis de Borbón, hijo de Carlos María
Isidro. Las partidas carlistas se centrarán en Cataluña.

- pero la principal amenaza proviene de las propias filas del moderantismo,d e las
fracciones internas del partido y de la evolución de sus gobiernos hacia posturas
ultraconservadoras y excluyentes. La caída del régimen se inicia en 1851, con el proyecto
de reforma constitucional de Bravo Murillo. La aplicación de la reforma suponía la
imposición de un régimen ultraconservador. Sus objetivos eran restringir la participación
política y las libertades, ampliar las competencias de la Corona (que pueda legislar por
decreto, nombrar senadores hereditarios, natos y vitalicios). Además, se encuentra
desacreditado por los fraudes, por favorecer los intereses privados de amigos personales (el
conde de Salamanca), etc. La oposición de los propios moderados a la reforma propuesta
conduce a la caída de Bravo Murillo. Sus sucesores practican una gran represión, cerrando
casi sistemáticamente las Cortes. El malestar se incrementa así: apoyarán un golpe de
estado que debía únicamente cambiar del gobierno y suspender la reforma constitucional.

-finalmente, existe un pronunciamiento protagonizado por el general O'Donnell en


Vicálvaro, que da lugar a un encuentro indeciso con las tropas leales al gobierno, mientras
se generalizaban los levantamientos populares en las grandes ciudades (Barcelona, Madrid,
Zaragoza, Valladolid.)

-EL BIENIO PROGRESISTA- (1854-6).

La revuelta se irá radicalizando: los demócratas se unen a ella por la promesa de


reforma de la Constitución y reimplantación de la Milicia Nacional. Ante la amenaza, la

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reina ha de recurrir al viejo líder progresista Espartero, para así salvar el trono. Es decir,
habrá una coalición progresista-moderada: junto a él, O'Donnell obtiene la cartera de
Guerra.

Abordan un programa de reformas liberales, que en su mayor parte tratan de


resucitar el régimen progresista de 1837. No obstante, durante este breve período de tiempo
una notable labor legislativa que no se llega a culminar: Constitución non nata de 1856.
Tiene un espíritu de revancha frente a la de 1845: soberanía nacional, libertad de prensa y
milicia popular, relativa libertad religiosa, etc.

También tiene lugar una nueva fase de la desamortización, a cargo de Pascual


Madoz: para amortizar la Deuda y financiar obras públicas, recurre a quitar las propiedades
de las "manos muertas": terrenos municipales -lo que supone una ruina social, el fin de la
beneficencia local- y de órdenes religiosas.

Las leyes de bancos, ferrocarriles, minería, etc. ponían las bases de la


modernización económica del país, pero se verán interrumpidas.

Pero las medidas sociales no satisfacen a las clases bajas ni a los demócratas. A raíz
de la crisis de 1855, se producen desórdenes sociales: primera huelga general española en
Barcelona, levantamiento de campesinos en Valladolid, Burgos y Palencia (incendian las
cosechas), etc. Ello, junto a la petición de "orden" por parte de los conservadores,
provocará la caída de Espartero, en su enfrentamiento con O'Donnell.

-CRISIS DEL LIBERALISMO MODERADO Y DESCOMPOSICIÓN DEL


RÉGIMEN de la UNIÓN LIBERAL (1856-68)

Este período se caracteriza por el retorno a las instituciones de la década moderada.


El primer gobierno de O'Donnell suprime la Milicia Nacional, reorganiza los
ayuntamientos, implanta la Constitución de 1845 (aunque con un Acta Adicional en el que
se recogen algunos de los principios progresistas como el jurado para los delitos de
imprenta.) El protagonismo corre a cargo de O'Donnell y su partido, la Unión Liberal:
pretende ser un partido de centro liberal, ecléctico (a medio camino entre progresistas y
moderados) ¿Logró este equilibrio? Sólo parcialmente.

O'Donnell, Posada Herrera -ejemplo máximo de cacique, al que se conoce como


"El Gran Elector"- son los pilares del Gobierno, marcado por la gran disciplina interna.
Tratan de liberalizar el régimen político, para atraerse la confianza de los progresistas.

Es un tiempo de estabilidad política, de impulso del desarrollo económico (tendido


ferroviario, expansión agraria y textil, de la banca, de la explotación minera). Se centrarán
en las obras públicas, así como una política de prestigio que se traduce en: participación
francoespañola de la expedición al Annam en 1859, en la guerra de Marruecos;
participación junto a Francia e Inglaterra en México; la efímera anexión de Sto. Domingo...
pero no enardeció el entusiasmo patriótico.

Tras la llamada crisis de "Doña Manuela" (la mujer de O'Donnell, que no cesa hasta
colocar a su sobrino en Gobernación), sucede una inestabilidad del régimen: desfile de
moderados y unionistas cada vez más autoritarios que va desprestigiando a la Corona: la
caída del presidente González Bravo (nombrado en 1866), en parte por la crisis económica,

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arrastró con él a la monarquía: progresistas y demócratas acuerdan en Ostende (Bélgica) un
programa conjunto: rechazar el régimen isabelino, cambio de gobierno. La muerte de
O'Donnel y Narváez en 1867 y 1868 facilitó sus intenciones.

-LA SOCIEDAD Y ECONOMIA ISABELINAS.

Hay 15,6 millones de habitantes en 1860, con un crecimiento interanual del 0,60%
(muy escaso, aunque similar al de otras potencias europeas), con una fecundidad elevada
(38 por mil) y una gran mortalidad.

Tiene gran importancia de cara al crecimiento de la población el consumo ya


masivo de maíz y patata, así como el freno a la emigración americana que supone la
pérdida de las colonias. Todavía son frecuentes las epidemias como la del cólera y crisis de
subsistencias en las que la mortalidad se dispara, como sucede en 1866. Es una población
mayoritariamente rural (82% del total vive en el campo.)

En este período se asiste a la ruina de gran número de nobles, y a la creación de una


nueva aristocracia y nueva clase alta burguesa de los negocios modernos. También van
cobrando importancia las clases medias, grupo que habría que situar en la indecisa frontera
entre la burguesía y el proletariado (desde funcionarios a gentes instruidas). Como cambio
mental, hay que señalar la vigencia del individualismo, así como un aburguesamiento
mental (nuevas formas de vida, escalas de valores, etc.). Hay una creciente proletarización
rural, y un empeoramiento de las clases bajas, del obrero.

La economía está condicionada por la adversidad del factor geográfico, la carencia


de materias primas y fuentes de energía (máxime cuando comienza a no emplearse la huya,
energéticamente pobre), así como por la escasez de capitales. La deuda publica, la falta de
inversión, y las estructuras arcaizantes impiden la modernización de la economía. Para
paliarlo, se recurre al proteccionismo, aunque también existe un leve incremento de los
rendimientos. Hay una expansión del viñedo.

Industria: Siderurgia en Marbella y Mieres, Vizcaya -Ibarra-Se desaprovechó la


ocasión que supone la implantación de la red de ferrocarriles. Tiene gran desarrollo la textil
en Cataluña (superado el antimaquinismo inicial). Hay una mejora de los caminos,
articulación de la costas: pero no mediante un plan global, sino favoreciendo los intereses
de las compañías extranjeras (exportación), con una estructura radial.

7-EL SEXENIO REVOLUCIONARIO (1868-1874)

Ante el fracaso de la implantación de un régimen progresista por la vía legal (tras la


frustración de la conciliación de 1837 se agudizó la radicalización del ala de izquierda
progresista), el liberalismo radical inicia una etapa revolucionaria que pretende, sin
conseguirlo, instaurar un régimen democrático. La rápida sucesión de fases, desde la
monarquía democrática a la Primera República Federal, terminando con la República
conservadora de Serrano, son un claro exponente del fracaso y falta de cohesión y
capacidad de los sectores sociales burgueses que inspiraron la revolución septembrina ("La
Gloriosa"). En parte ésta triunfa por esa característica tan propia del carácter latino como es
el mesianismo del caos: confianza ciega en lo destructivo, en el empezar de cero.

Su fracaso impedirá la modernización del país, y en parte explica las precariedades

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de nuestra historia reciente. Y por otra parte, su fracaso es un muestra de la imposibilidad
de cambiar "desde arriba" (por deseo de una minoría de intelectuales) la verdadera
estructura arcaica de la sociedad.

A pesar de ello, el sexenio propició la coyuntura favorable para la aparición del


asociacionismo obrero. La Primera Internacional difundió entre las clases trabajadoras una
conciencia de clase y un nuevo ideario.
El Sexenio Revolucionario supone sin embargo una profunda decepción para las
clases humildes: pese a las tímidas medidas en favor de las clases desfavorecidas, la
cuestión social (la desigualdad social de una España "desvertebrada", "dual", con
diferencias enormes entre las clases dominantes y el pueblo) no es abordada en
profundidad.

7.1- La revolución de 1868.

-JUNTAS REVOLUCIONARIAS Y GOBIERNO PROVISIONAL.

La revolución de septiembre de 1868 ponía fin al exclusivismo de los moderados, y


tiene como objetivo un cambio de régimen. Comenzará con el clásico pronunciamiento
militar, sólo después secundado con las barricadas populares: especialmente en Cádiz.

El fin primordial es derrocar a Isabel II, y secundariamente lograr el sufragio


universal. ¿Quienes protagonizan el alzamiento? Participan unionistas, progresistas con
Prim, demócratas (los firmantes del Pacto de Ostende). Los militares sublevados son Prim,
Dulce y Topete. Esta heterogeneidad explica la poca cohesión entre los sublevados. Un
detalle de la misma es que la financiación económica de la revolución corre a cargo del
cuñado de la reina, duque de Montpensier, la recopilación de dinero de las Juntas, y la
ayuda de la burguesía catalana: ésta, luego no se mostrará solidaria con el cantonalismo
(independentismo de pequeñas regiones, lo que supone un caos que perjudica sus
negocios), ayudando finalmente a costear el propio entierro del Sexenio.

Además, si los militares sublevados apenas tienen un programa de reivindicaciones,


las juntas populares sí se harán eco de amplias demandas de democratización de la
sociedad: sufragio universal, convocatoria de Cortes Constituyentes, abolición de los
derechos de puertas y consumos, supresión del odiado sistema de quintas militares,
petición de libertad de imprenta, asociación, reunión, cultos y enseñanza. Sus
reivindicaciones serán asumidas por el Gobierno Provisional.

Las juntas están dominadas por los demócratas, que hacen revivir las milicias
nacionales, ahora con el nombre de Voluntarios de la Libertad. La transferencia de poderes
de las juntas, que son las que protagonizan el peso de la revolución tras el pronunciamiento
militar, al Gobierno, no fue fácil. De hecho, durante tiempo hay una dualidad de poderes,
Juntas y Gobierno. La decisión de la Junta de Madrid de otorgar el poder al general Serrano
no será bien acogida por las restantes juntas.

El Gobierno Provisional (con Serrano y Prim como hombres fuertes) se apresuró a


tomar las medidas necesarias para estabilizar la revolución (sí asumen el programa de las
juntas, pero no medidas que hubieran llenado de contenido social el régimen, que hubieran
modificado la estructura social del país), controlando la Administración y desarmando a los
Voluntarios. Se reconocen las libertades fundamentales, la libertad de asociación, reunión,

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prensa, libertad enseñanza, implantación del sufragio universal para los varones de más de
25 años, emancipación de los hijos de esclavos de las colonias, y convocatoria de Cortes
Constituyentes.
Los principales problemas del régimen son el choque con la Iglesia, la guerra de
Cuba, los motines de los republicanos y las reivindicaciones del movimiento obrero.

Las elecciones dan la mayoría a la coalición unionistas-progresistas-demócratas,


aunque obtienen un importante número de diputados los republicanos, sobre todo en
ciudades y periferia mediterránea.

-CONSTITUCIÓN DE 1869.

Es la primera democrática en la historia de España. Se proclama la soberanía


nacional como el más alto poder por el que se establece la monarquía como forma de
gobierno. Generalmente se ha dicho que es una obra de la masonería. Sus principios son la
confesionalidad y mantenimiento del clero, la supresión de regalías (impuestos para el rey),
admisión de otros cultos; la monarquía es elegida por una vez, y a partir de ahí hereditaria.
El rey nombra y separa ministros, es un poder moderador. Se asegura la inmunidad de
jueces, así como la libertad de asociación.

Pero el Gobierno Provisional abortó otras reformas en la administración local y en


el sistema judicial y fiscal. La ley municipal de 1870 restablecía la democratización de los
ayuntamientos, al disponer el carácter electivo de todos los cargos municipales (concejales
y alcaldes), se elaboró un nuevo Código Penal (1870) y una Ley de Enjuiciamiento
Criminal que desarrollaba el jurado. Las reformas fiscales, supresión de los derechos de
puertas y consumos, reducción de los monopolios (sal, tabaco, lotería), incrementaron la
deuda del Estado y obligó, por lo tanto, a sustituirlos por otros impuestos como la
capitación al que estaban obligados todos los ciudadanos mayores de 14 años.

El Gobierno Provisional reemprendió las medidas desamortizadoras. A nivel de


aduanas fue librecambista (para consternación de la burguesía textil catalana): arancel
Figuerola de 1869.

Mientras se busca "un rey" para España, Serrano es nombrado regente, y Prim
nombrará gobierno.

-CUESTIÓN CUBANA.

Cuba era la más preciada de las colonias españolas (Puerto Rico, Filipinas y las
Islas Carolinas), por su riqueza económica (tabaco y caña) y por ser un mercado donde
vender los productos peninsulares sin competencia. Dominan la situación los grandes
hacendados y comerciantes españoles, apoyados por el capitán general de la isla. Desde
hacía años se había prometido para la isla una serie de "leyes especiales" para dotarla de
una relativa autonomía.

Los criollos irán siendo progresivamente más importantes: el desarrollo de


comercio azucarero con EE.UU. disminuye su dependencia con la metrópoli. La falta de
respuesta del Gobierno Provisional a los problemas cubanos condujo a que los partidarios
de la secesión (independencia) se pronunciaran en el "grito de Yara" por una República
cubana independiente, tras rechazar la oferta de anexión por parte de EE.UU.

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El necesario apoyo de los esclavos a los independentistas radicalizó el movimiento.
El poder pasó de manos de la burguesía criolla a los dirigentes mestizos. La naturaleza
selvática dificultó la intervención del ejército español, por lo que la sublevación se extiende
hasta 1878.
Pero el problema no está resuelto, como se demostrará en 1898.

7.2- El reinado de Amadeo I de Saboya.

La regencia de Serrano se caracterizará por la inestabilidad: 5 elecciones en 6 años,


motines federalistas a cargo de Capdevila, Angulo, Orense (piden "contratos entre las
partes libres": que formen una nación los territorios que libre e igualitariamente lo deseen.

Pero el principal problema es la elección del rey: Todos los países, pese a los
recelos de los conservadores, acaban por reconocer al nuevo régimen (excepto la Santa
Sede). Además, existe un gran interés por la situación: España necesita un rey
(¿Montpensier, el propio Prim, Hohenzollern...?), por lo que se multiplican las
candidaturas. Casi todas las potencias europeas presentan la suya: en Portugal, Fernando de
Coburgo; Alemania, Luis de Hohenzollern (a lo que se opone Francia, llegándose a la
guerra); Italia presenta a Amadeo, finalmente "elegido" (en parte por la presión de las
logias masónicas). Para muchos fue un alivio: es un rey moderado, y las fuerzas
internacionales no se alteran. Pero los unionistas, y sobre todo la Iglesia, tachan de
anticlerical al rey. Lógicamente republicanos y carlistas tampoco le aceptan: será un rey de
un partido político.

Por si fuera poco, justo antes de su llegada, su principal valedor, Prim, es asesinado
(¿por el anarquista-loco visionario Paul y Angulo, o tan solo fue un chivo expiatorio?)

A partir de ahora, la frágil unión de progresistas, demócratas y unionistas se irá


rompiendo. Amadeo reinará entre enero de 1871 y febrero de 1873, con escasos apoyos y
enconadas oposiciones. Habrá seis gabinetes y tres elecciones generales mientras tanto. El
clero está enfrentado con el Estado por la libertad de cultos, la nobleza y latifundistas
temen por la posibilidad de que no se respete la propiedad privada, los españoles con
negocios en Cuba se unen al partido alfonsista (que apoya a Alfonso XII, hijo de Isabel II)

Los republicanos se opondrán a la solución monárquica, tratando de alentar varios


levantamientos. Pero existen varias tendencias opuestas dentro de ellos: republicanos
defensores de la estructura federal del Estado frente a los unitarios; republicanos que
desean una progresiva transformación desde la legalidad y republicanos que desean un
cambio revolucionario y con grandes reformas sociales. Mientras los primeros se muestran
abiertos a colaborar con los radicales, los segundos protagonizan un levantamiento en El
Ferrol (1872), aunque sin consecuencias. El republicanismo experimentó un gran avance
electoral desde las elecciones de 1869, en las que obtuvieron una cuarta parte de los
escaños.

La crisis de la monarquía provendrá de la ruptura del progresismo por las continuas


crisis ministeriales. En 1871 la ruptura entre los partidarios de Sagasta o
constitucionalistas, y los radicales de Ruiz Zorrilla, es ya definitiva. El gobierno de Sagasta
cada vez es más conservador, lo que provoca la reacción de los radicales y los
republicanos.

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La vuelta al poder de Serrano suponía un giro aún más conservador, en un intento
de conservar el orden. Propuso a Amadeo I la suspensión de las garantías constitucionales
mientras siguieran los desórdenes y protestas, a lo que el monarca se negó. Ante esta crisis,
se convocan elecciones, con una abstención de más del 50% y una victoria de los radicales.
Amadeo se verá así obligado a abdicar: el Congreso y el Senado, reunidos en sesión
conjunta, proclaman el 11 de febrero de 1873 la República.

-AUGE DEL OBRERISMO: LA PRIMERA INTERNACIONAL EN ESPAÑA.

Hasta la revolución de 1868, las organizaciones obreras de resistencia


desarrolladas, en particular, en la única región industrializada de España, Cataluña, habrían
sobrevivido en la clandestinidad. Con el triunfo de la revolución se abre un período
fructífero para el obrerismo y para la toma de conciencia de clase.

El en el auge del asociacionismo obrero español confluyen varios factores: el


reconocimiento del derecho de asociación por el Gobierno Provisional y la activa
propaganda de la Asociación Internacional de Trabajadores (A.I.T., o Primera
Internacional), fundada bajo influjo de C. Marx y F. Engels en Londres en 1864.

En el Congreso Obrero de Barcelona (1870) se ponen las bases de la A.I.T.


española. Participan unos 40.000 afiliados. El ideario internacionalista se había extendido
desde su primitivo marco catalán a otras ciudades españolas (Valencia, Cádiz, Málaga)
dando cabida a los jornaleros del campo andaluz.

A finales de 1871 llegó a Madrid Paul Lafargue, yerno de Marx, poniéndose en


contacto con las asociaciones obreras de la capital, especialmente con los redactores del
periódico "La Emancipación": se consagrará a difundir las ideas de C. Marx sobre la
participación activa de la clase obrera en la lucha política mediante un partido netamente
obrero, cuyo objetivo sería la emancipación de los trabajadores.

7.3- La primera República federal.

El régimen republicano había llegado como una necesidad a España, gracias a la


unión de los radicales y los republicanos. En realidad, no había en España una mayoría de
republicanos: han de buscar por ello el apoyo de las clases bajas más extremistas.

El poder ejecutivo recae en Figueras, quien forma un gobierno en coalición con los
radicales, en el que destacan Pi y Margall en Gobernación, Castelar en Estado y Salmerón
en Justicia. El primer problema era decidir si se trataría de un Estado unitario o federal: los
radicales no aceptarían esto último. Además, existe la necesidad de conjugar la república y
el orden, sin por eso desoír a las clases populares y sus reivindicaciones. Ambos extremos
decepcionarán a buena parte de los republicanos más intransigentes, que se harán más
extremistas: así tenemos los intentos de ocupación de tierras en Andalucía, el intento de
proclamar el Estado Catalán independiente dentro de la República Federal española.

Ello conlleva inevitablemente a la ruptura entre los radicales y republicanos:


aquéllos tratan de derribar al gobierno por la fuerza. Los republicanos gobernarán en
solitario hasta el fin de la etapa tras el golpe de estado de Pavía (1874). Los únicos
proyectos aprobados fueron la abolición de la esclavitud en Puerto Rico y supresión de

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quintas (provoca el descontento de los militares). En las elecciones los republicanos ya no
lograrán mayoría.

La Constitución de 1873 prevé la organización federal de la República, sanciona la


separación de la Iglesia y el Estado (según el médico ateo Sunyer Capdevila, "hay que
acabar con las tres plagas del siglo: la tuberculosis, la monarquía y la religión"), amplía el
derecho de asociación y concede autonomía a Cuba y Puerto Rico.

Pero los problemas se sucederán:

-la guerra carlista se ha reavivado, por la falta de control del gobierno sobre los militares y
la indisciplina de las unidades. Los carlistas toman Estella, Tolosa y Durango, y sitian
Bilbao, llegando a formar un verdadero Estado carlista independiente y organizado.

-varios cantones (pequeñas regiones con pretensión de ser independientes) son


proclamados, por la impaciencia de la masa, instigada por los intransigentes. Así sucede
con los de Valencia, Andalucía y Murcia. En Cartagena, Antonete protagoniza lo que algún
historiador ha calificado de "tragicomedia huertana": crea un estado independiente, con
moneda propia, leyes propias, etc., llegando a controlar el comercio.

-la burguesía está asustada por la participación de los líderes obreros internacionalistas en
España.

En estas condiciones (falta de "orden"), llegará la república conservadora de


Castelar: su fin primordial es robustecer el ejército. Se trata de un giro conservador, más
autoritario: obtuvo de las Cortes poderes excepcionales para controlar las distintas
revueltas. Pero estas medidas debían ser ratificadas por las Cortes tras prescribir: Castelar
se niega a prolongar su poder sin su apoyo, por lo que Pavía dará un golpe de estado en
1874, siendo nombrado presidente Serrano.

-GOBIERNO DE SERRANO. UNA TRANSICIÓN.

El gobierno estará integrado por radicales y constitucionalistas de Sagasta, dando


así un giro conservador a la República. Se restablece el orden público, disolviendo la
Internacional, limitando el derecho de asociación, represión de los republicanos, etc.
Dedica todas sus fuerzas a poner término a la guerra carlista, llamando a filas a 125.000
hombres. Pero quienes tendrán mayor protagonismo son los alfonsinos, que cuentan con el
apoyo de la burguesía catalana, aristocracia madrileña, etc: es necesario orden y prestigio.

Cánovas del Castillo será el principal artífice de la vuelta de los borbones,


preparando el regreso de Alfonso XII. De hecho, había cuidado esmeradamente el
momento: los propios estudios militares del rey para contentar a los militares y clases
conservadoras, la firma del Manifiesto de Sandhurst (finales de 1874) en el que Alfonso
XII dice que respetará el régimen constitucional, hará que conservadores y moderados sean
partidarios del rey. Lo cierto es que el golpe de Martínez Campos en Sagunto proclamando
rey de España a Alfonso XII no fue bien visto por el propio Cánovas, que hubiera preferido
una entrada del rey más honrosa. Él será el encargado de la Restauración borbónica.

8- LA RESTAURACIÓN CANOVISTA.

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8.1- BASES SOCIALES Y SISTEMA POLITICO.

En 1873, y "a falta de algo mejor" España se había convertido en una república
federal, (y posteriormente en un caos cantonalista, lo contrario del total centralismo de la
etapa del liberalismo moderado), a la que, de nuevo mediante la fórmula del golpe de
estado, el general Pavía pone fin.

La nobleza de sangre había mostrado una oposición visceral al régimen de clases


medias del sexenio. José Varela Ortega relata como los principios restauracionistas se
habían gestado en los salones madrileños de la alta sociedad. El ejército a partir de los
sucesos de 1873 va mostrándose progresivamente cauto en política. La Iglesia, tras
reconocer el régimen isabelino con la firma consiguiente del Concordato, se ha decantado
por apoyar el orden social establecido y el antiliberalismo, antisocialismo y
antidemocratismo, especialmente en época de Pío IX.

La situación será percibida con claridad por Antonio Cánovas del Castillo, quien,
consciente de que es la única forma de proteger los atropellados derechos conservadores, y
ante el temor generalizado de la burguesía y clases medias por el proceso de
proletarización de las esferas de la vida pública, recurrirá a la fórmula de reinstauración
borbónica, ahora en la figura del cadete de Sandhurst, futuro rey Alfonso XII. Precisamente
su formación militar habría de ser garantía del desplazamiento definitivo de la esfera del
poder de los distintos clanes de generales, ahora que la sociedad civil asume
autónomamente el poder político.

Bajo la consigna de que la constitución de la monarquía restaurada "estaría


construida sobre principios tan liberales como permitiesen las condiciones del país",
procurará atraerse a los posibilistas de izquierda, como al futuro líder liberal, Sagasta. Por
su parte, el papel de los liberales (encabezados por Sagasta) que aceptan las reglas del
juego político va a consistir en una ardua batalla hacia la consecución de los puntos básicos
del liberalismo: sufragio universal, libertad de asociación, libertad de cátedra, libertad de
expresión, etc.

La Restauración se apoyó en unos deseos generalizados de mayor estabilidad


política después de las alteraciones revolucionarias anteriores. Pero ésta no se entiende sin
la figura de su artífice, Alfonso Cánovas del Castillo. Sustentaba el principio de que la
soberanía recae conjuntamente en la nación (a través de sus representantes parlamentarios,
por sufragio censitario) y el rey. La monarquía hereditaria sería la que garantizase los
derechos de todos los ciudadanos. Cánovas, que admira la vida política inglesa, pretende
implantar un sistema bipartidista: conservadores y liberales, en riguroso turno de poder.

La CONSTITUCIÓN DE 1876 recoge estos principios. Pretende ser duradera, no


una "constitución de partido" que durara tanto como éste en el poder. De hecho, fue la más
larga de la Historia española. Tras unas Cortes Constituyentes elegidas por sufragio
universal (único momento en el que éste es considerado necesario por Cánovas), se aprobó.
Establece que el poder reside en las Cortes con el rey, con dos cámaras: Congreso de los
Diputados (uno por 50.000 habitantes) y Senado (con senadores por derecho propio, de
nombramiento real, elegidos por corporaciones como las Universidades, etc). La
importancia concedida al rey (es inviolable, con iniciativa y sanción de leyes, derecho de
veto) y al Senado son los aspectos conservadores, mientras los aspectos liberales son el
reconocimiento de los derechos individuales (procedentes de la Constitución de 1869) de

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reunión, expresión, inviolabilidad del domicilio, etc. Pero no reconoce la tolerancia
religiosa: la única religión será la católica.

Por otro lado, se reduce el régimen foral en las provincias Vascongadas y Navarra,
las cuales perdieron sus órganos administrativos propios y se unificaron con el resto del
país en cuanto al servicio militar y a ciertos impuestos.

Se trata de un sistema artificial, donde la manipulación de los resultados electorales


(al arbitrio del ministro de la Gobernación) y el caciquismo son partes indispensables del
proceso. La excesiva burocratización (dominada por los agentes de la red caciquil) y la
apatía del electorado, la adscripción regional de las circunscripciones electorales (con lo
que implica de discriminación geográfica, respondiendo al deseo de control en las áreas
rurales, campo de acción del cacique), y en definitiva la aplicación de una estructura
democrática sobre una España de predominio rural e iletrado (subdesarrollada,
"socialmente anémica" que diría Ortega) y con graves desequilibrios internos, así como la
centralización férrea de una administración cuyos mandatarios municipales eran servidores
del Gobierno, son las condiciones sobre las que se basa tal situación, denunciada por los
reformistas como Joaquín Costa: "oligarquía y caciquismo".

El propio rey no podía fiarse de la "farsa" electoral, teniendo presente de cara a la


designación gubernamental lo que Moret definía como "el viento que precede al huracán",
el peso previsible de las distintas candidaturas, incluso su fuerza ideológica y capacidad de
imponerse a los demás:

"Fueron sucediéndose en el poder los liberales o conservadores según el infalible


mecanismo siguiente: la monarquía otorgaba su confianza a un juego político -Cánovas o
Sagasta-; éste sacaba de las urnas, en elección falseada, un cupo suficiente de diputados
para respaldar su acción parlamentaria; quedaba constituida una "situación" que duraba
más o menos, según la apetencia de poder del partido opuesto o las crecientes rencillas del
que disfrutaba las poltronas ministeriales. La única realidad viva, ante un país al que se
negaba sistemáticamente todo aprendizaje cívico, fue el caciquismo."

Mateo Sagasta reunió en el partido liberal a elementos procedentes del progresista y


del demócrata (restablecerá el sufragio universal en 1890), en tanto que los conservadores
defienden los intereses de los sectores sociales aristocráticos y de grandes terratenientes y
burgueses, en especial los de las tres burguesías: cerealista castellana, textil catalana y
siderúrgica vasca.

El carlismo sufrirá una derrota total en 1875. El general Jovellar dominó el


Maestrazgo, y Martínez Campos venció a los carlistas en Cataluña, ocupando la Seo de
Urgel. Poco después, los partidarios de Carlos han de huir a Francia.

Las ideas católicas y reaccionarias (antiliberales) que hasta entonces habían


defendido con las armas los carlistas serán defendidas en el futuro por un partido político
que acepta participar en el régimen de la restauración: la Unión Católica de Pidal y Mon
(como "compensación" a la Iglesia por su apoyo a Cánovas, éste otorgará una parcela tan
importante como el Ministerio de Fomento -que engloba a la educación- a católicos
intransigentes como Orovio, o el propio Pidal y Mon).

8.2-EVOLUCIÓN POLITICA, ECONOMICA Y SOCIAL: 1875-1898. EL REINADO

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DE ALFONSO XII (1875-1885) Y LA REGENCIA DE MARIA CRISTINA (1885-
1902).

Alfonso XII muere dejando un hijo póstumo, en cuya minoría de edad será regente
María Cristina. En ambos casos, se trata de reyes que apenas sí intervienen en la vida legal
del país, o lo hacen con suma prudencia.

La Restauración comenzó con una obra de pacificación cuyo logro más importante
es la conclusión de la guerra carlista. La otra contienda, el intento de separación de Cuba,
quedará zanjada provisionalmente con las promesas de autonomía hechas a los cubanos:
sin embargo, nunca se abordarán los cambios, hasta que la situación estalle en 1898.

Durante los primeros años de Alfonso XII gobernarán los conservadores, pero de
1881 a 1883 lo harán los liberales. Posteriormente, al morir el rey habrá una fase de
incertidumbre, con agitaciones de carlistas y republicanos. Cánovas cree más conveniente
conceder entonces el poder a los liberales (mal llamado "Pacto del Pardo"). La larga
regencia de María Cristina, la esposa de Alfonso XII, comenzará mientras acaba su
embarazo, y durante 5 años gobernará Sagasta: se reforma la ley electoral, se aprueban las
asociaciones, se suprime la esclavitud en Cuba, y finalmente en 1890 se aprueba el sufragio
universal masculino.

Tras recobrar el poder los conservadores, de 1893 a 1895 hubo otro período de
gobierno de Sagasta, al que sucede Cánovas hasta ser asesinado en 1897 por un anarquista.

Los problemas sociales que se plantean no serán afrontados realmente por


conservadores ni liberales. Un problema a abordar era el del proteccionismo arancelario. Si
en los primeros años de la Regencia aún predominaba el librecambismo implantado en
1869 (ley Figuerola), que favorecía a los comerciantes y viticultores pero perjudicaba a
otros agricultores cerealistas (que se agrupan en 1887 en la Liga Agraria) y a los
industriales catalanes y vascos, que sostuvieron una prolongada campaña en favor del
proteccionismo. Este llegó, al fin, con el arancel de 1891, debido a Cánovas.

Otro problema es el regionalismo: la reacción de muchos españoles ante los


aspectos negativos del régimen restaurador: caciquismo, inoperancia social, etc. Así, el
regionalismo en Cataluña arranca tanto del descontento de la burguesía industrial ante la
política del poder central, y de la decepción de parte de la clase media ante el fracaso del
federalismo y del carlismo, como del movimiento cultural y lingüístico de la Renaixença.
El excesivo centralismo, que no respetó las peculiaridades regionales, había suscitado en
Cataluña gran malestar. El político Valentín Almirall promoverá una acción catalanista, que
dirigirá unas peticiones al rey en 1884. Al ser desoídas, elaborarán las "Bases de Manresa"
(1892), en las que exponían todo un programa de organización autónoma de la región.

La situación de las clases obreras experimentó un empeoramiento con el paso del


tiempo: el progreso demográfico no se vio compensado con una mejora de la economía que
pudiera emplear a más mano de obra. Es cierto que la tasa de crecimiento demográfico
continuará decreciendo a los largo de la segunda mitad del siglo, por las epidemias de
cólera, crisis de subsistencias y guerras. Pero el estancamiento de la agricultura, y el retraso
de la industrialización siguen generando un excedente de mano de obra.

Teniendo en cuenta que hasta 1900 dos tercios de la población vive del campo, se

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explica el que se haya calificado el subdesarrollo agrario como "la espina dorsal" del atraso
general del país hasta el último decenio del siglo XIX.

En cuanto al proletariado urbano, sufrió las penosas condiciones de vida habituales


en los comienzos de la revolución industrial: jornadas de trabajo de 10 a 12 horas, paro,
falta de protección laboral o social, malas condiciones laborales... Mientras, los sucesivos
gobiernos apenas hacen nada: en 1883 el ministro liberal S. Moret creó una "Comisión de
Reformas Sociales" cuyos estudios registran la penuria y explotación de los trabajadores,
pero sin que se solucionaran los problemas denunciados.

En estas circunstancias, nacerá el PSOE, fundado por Pablo Iglesias, en 1889, y


poco después su sindicato, la U.G.T, los anarquistas fundarán la F.R.E. (su brazo armado
clandestino, la Mano Negra, cometerá numerosos asesinatos en Andalucía en 1883).

Las medidas permisivas del gobierno de Sagasta entre 1881-83 (libertad de


asociación, reunión e imprenta), y en 1887 (Ley de Asociaciones y Sufragio Universal en
1890) fomentan el asociacionismo obrero.

8.3- EL DECLIVE DE LA RESTAURACIÓN EN EL CAMBIO DE SIGLO (1898-


1912)

Durante el gobierno de Sagasta de 1893 a 1895 el ministro de Ultramar Antonio


Maura elaboró un plan de reformas por el cual se concedía cierta autonomía a Cuba,
organizada ahora como una Diputación Provincial. Pero los separatistas combatirán este
plan, y lo harán fracasar. Con la salida de Maura del gobierno, las concesiones son
recortadas, mientras estalla en Cuba el llamado "grito de Baire" (1895) que iniciaba la
definitiva guerra de emancipación.

También en Filipinas existen problemas: a las eternas cuestiones de la colonización


y la piratería se añaden intentos nacionalistas de las minorías tagalas.

Fruto de todo ello, en 1896 se extiende por las islas una insurrección en la que
actuaban conjuntamente los ideales independentistas y facetas raciales y religiosas
(igualdad racial, religiosa...) Los rebeldes llegan a dominar parte de las provincias de
Manila y Cavite, hasta que F. Primo de Rivera negocie con los insurrectos una paz, luego
rota en 1898 cuando España entre el guerra con EE.UU. por el conflicto cubano.

En Cuba murió el ideólogo y jefe de los independentistas José Martí en 1895.


Martínez Campos es nombrado por Cánovas capitán general para dominar la situación,
reforzando las tropas españolas. Ante su fracaso, se nombra al intransigente Weyler, quien
se gana el odio de la población cubana.

Por otro lado, los EE.UU. están interesados en Cuba, por su riqueza azucarera. Los
estadounidenses protestan por el modo en que Weyler está llevando la represión. En ese
momento, Cánovas le releva y concede autonomía a Puerto Rico y Cuba. Con un mínimo
pretexto, EE.UU. envía a Cuba al crucero "Maine", cuya explosión (por razones
desconocidas) sirve de pretexto para declarar la guerra a España.

Esta apenas tuvo historia, dada la desigualdad de fuerzas existente. La escuadra


yanqui también entró en la bahía de Manila y destruyó la flota española en Filipinas.
España tuvo que renunciar a Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam a cambio de

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una indemnización de EE.UU. de 20 millones de dólares.

Ello originó un sentimiento de impotencia en España. Una de sus manifestaciones


será el regeneracionismo (Joaquín Costa).

9- BIBLIOGRAFÍA.

ARTOLA GALLEGO, M.: Constituciones y períodos constituyentes en España (1808-


1936). Madrid, 1975.
ARTOLA, M.: La burguesía revolucionaria, 1808-1874. Madrid, 1979.
CARR, Raymond: España, de la Restauración a la democracia, 1875-1900. Barcelona,
Ariel, 1983.
CASARES, A.: Estudio histórico-económico de las construcciones ferroviarias españolas
en el siglo XIX. Madrid, 1973.
DIEZ DEL CORRAL: El liberalismo doctrinario. Madrid, IEP, 1974.
ESPADAS BURGOS, Manuel: Alfonso XII y los orígenes de la Restauración. Madrid,
C.S.I.C, 1975.
ESTEBAN, Jorge: Constituciones españolas y extranjeras. Madrid, Taurus, 1977.
NADAL OLLER, Jordi: La población española (Siglos XVII-XX). Barcelona, Ariel, 1980
(9ª d.)
NADAL, J. y TORTELLA, G.: Agricultura, comercio y crecimiento económico en la
España contemporánea. Barcelona, Ariel, 1973.
NADAL, J.: El fracaso de la revolución industrial en España, 1814-1913. Barcelona,
1975.
PALACIO ATARD, Vicente: La España del siglo XIX (1808-1898). Madrid, Espasa-Calpé,
1978.
PAYNE, Stanley: Los militares y la política en la España contemporánea. París, Ruedo
Ibérico, 1976.
ROLDÁN, S.L. y GARCÍA DELGADO, J.L.: La formación de la sociedad capitalista
española, 1914-1920.

Esta bibliografía es algo anticuada. Ver mi tema 39PD.


Este tema está bastante bien, aunque pesa demasiado el enfoque de la escuela
historiográfica de Navarra (Comellas, Suárez, etc.), que es de carácter claramente
conservadora. No coincide el enfoque con la bibliografía citada al final.
G.R.A.

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