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La mitad oscura de la esfera

RAFAEL ESCOBAR
DE ANDREIS

La mitad oscura de la esfera

Rosa Blindada
Rosa Blindada
EDICIONES
Ediciones
http://rosablindada.net
Derechos reservados
2018 Rafael Escobar De Andreis
De esta edición
Diciembre de 2018 Rosa Blindada Ediciones

Dirección Editorial: Eleazar Plaza


Corrección de estilo: Adiela Gil
Diseño y Diagramación: Darlyn Vanessa Medina Valencia
Imagen de carátula: Carlos Escobar De Andreis
Impresión y acabado: Litocolor Impresores S.A.S
litocolor@hotmail.com

ISBN: 978-958-48-4481-1
Impreso en Colombia
Printed in Colombia
Queda hecho el depósito legal

El contenido de esta publicación puede ser parcialmente reproducido,


siempre que se cite la fuente y se den los créditos correspondientes a
su autor.
NTC … edición digital-virtual del libro completo,
autorizada por el Poeta. Cali, 30 de Agosto de 2019
Información:
http://ntc-libros-de-poesia.blogspot.com/2019_03_11_archive.html
CONTENIDO

PRÓLOGO ................................................................... 11
Una puerta pintada en la muralla.............................. 11
En forma........................................................................ 17
Revelación..................................................................... 18
Sin aspavientos............................................................. 19
Incontenible................................................................... 20
El signo de la mosca..................................................... 21
Tras el telón................................................................... 22
Terquedad..................................................................... 23
Descartes mejorado...................................................... 24
Algunos pocos fijan fecha........................................... 25
Dulce compañía............................................................ 27
Tácita.............................................................................. 28
Destino........................................................................... 29
Silenciosa partida......................................................... 30
Autoinvitadas............................................................... 31
Poética............................................................................ 32
Guardadas las distancias............................................ 33
Infiel............................................................................... 34

La mitad oscura de la esfera 7


Muerte en la playa....................................................... 36
Funeral alterno............................................................. 38
Va y viene...................................................................... 40
En cualquier esquina................................................... 41
Otro lenguaje................................................................ 42
Reminiscencias............................................................. 43
Como pez en el agua................................................... 45
Último ardor................................................................. 46
Sin opciones.................................................................. 47
Presagio......................................................................... 48
Portal del olvido........................................................... 49
Certezas......................................................................... 50
A manera de haikús..................................................... 51
Tras bambalinas........................................................... 52
Presa............................................................................... 53
Mea culpa...................................................................... 55
No sabe, no responde.................................................. 56
El tiempo....................................................................... 57
Contra el cuerpo........................................................... 58
Fraterna.......................................................................... 60
Argucias......................................................................... 61
Hoy quiero dormir....................................................... 62
Ausencias...................................................................... 63
Finales............................................................................ 64
Libre............................................................................... 66

8 Rafael Escobar De Andreis


Prédica........................................................................... 68
Tanta vida cansa........................................................... 69
Fugacidad...................................................................... 70
No soy............................................................................ 72
Pírrico triunfo............................................................... 74
Ausencia deshojada..................................................... 75
Profesión de fe.............................................................. 76
¿Mañana es otro día? .................................................. 77
Imprudente huésped................................................... 78
Descenso armónico...................................................... 80
Münch grita................................................................... 82
Retornos......................................................................... 84
Remate........................................................................... 85
Vacuna........................................................................... 86
Último aliento............................................................... 87
Dupla inseparable........................................................ 89
Descargo........................................................................ 90
Puntos de vista............................................................. 91
Un poco tarde............................................................... 93
Última cita..................................................................... 94
Monólogo en el estudio............................................... 95

La mitad oscura de la esfera 9


Una puerta pintada en la muralla
Armando Ibarra

No somos más que un regocijo de la muerte


Gerardo Victoria

Aunque la muerte no se puede experimentar,


no existe presencia ni cuchilla pendiente sobre
la nuca más afilada ni más amenazadora. Y no
es tanto lo que llamamos muerte —inmaterial
como nada—, sino la certeza inevitable de su
advenimiento. Tal vez lo que nos inquieta sea el
recuerdo —en un vago sueño— de la amenaza
de los legendarios colmillos de un carnívoro ma-
ligno que se cierran sobre el cuello de nuestros
ancestros mamíferos encuevados, creídos salvos
solo por una noche. Para calmarnos, no cesamos
el trabajo de ideación individual o colectiva con
que pretendemos enfrentarla, o su equivalente:
mantenernos vivos.
Ningún conocimiento la puede abarcar, porque
la muerte no es nada. Sin embargo, a pesar de
su vacuidad, nuestra cultura la ha transfigurado
elevándola a la categoría de tabú —el pavor de
una certeza— hasta el punto que los muertos

La mitad oscura de la esfera 11


son grandes perdedores en un colectivo donde
los resultados se cuentan después de apilar los
cadáveres. Vivimos en un mundo de tensiones
felices opacadas por la muerte, por eso evitamos
mencionarla. Esta vaguedad la puede convertir
en fácil comidilla de poetas y toda suerte de
iluminados.
Generalmente en la primera infancia, cuando el
descubrimiento de que todos vamos a morir nos
toma por asalto, la estantería de las fantasías in-
fantiles se derrumba, y la inmortalidad se hace
trizas. Esto produce un malestar, que una chis-
pa de autoconsciencia enciende y nos acompaña
desde esa primera epifanía brutal hasta el temi-
ble instante que denominamos el final de la vida.
Por eso la evitamos y no la mencionamos.
No es el caso de este libro, que deviene en un
inventario de miradas sinceras y eficaces para
enfrentar el hecho de morir, sin máscaras, dig-
nificando la mortalidad e integrándola al proce-
so vital. Un acto de desnudez para enfrentar la
muerte cuando le arroja al poeta las preguntas
fundamentales que todos debemos responder
de forma personal.
Mientras la enfermedad,
la vejez
o simplemente la vida
intentan en vano
saciar tus apetitos.

12 Rafael Escobar De Andreis


¿Cómo abordar algo que no es experimentable?
Desde el poema, parece responder Rafael Esco-
bar. Y así obtenemos una singular visión llena
de metáforas: única forma de llenar un concep-
to vacío. En esta época de velocidad digital, la
muerte es una sorpresa horrible. El autor nos
invita a no dejarla a un lado porque solo se
comprende la muerte si se siente la vida como
una agonía prolongada, en la cual la vida y la
muerte se hallan entrelazadas; a las que llama
Dupla inseparable:
El río corre plácido entre lisas piedras,
oasis sereno para el caminante,
y se lleva vidas, corotos y trastes
si osan invadir los límites del cauce.
A un lado la vida, al otro la muerte.

Quien escribió este libro parece discípulo de Cio-


ran, poeta dedicado a pensar sobre los abismos
de la existencia, que desde la percepción del sen-
timiento de muerte es arrojado indefectiblemen-
te hacia los resquicios ontológicos, las grietas, las
aberturas, las hendiduras y los intersticios que
desgarran la realidad misma, o su idea de rea-
lidad, generando un vacío por el que se filtra el
espectro doloroso de la vida humana.
Sabes también
que no puedes salvarte
desde el momento mismo
en que pisas la escena.

La mitad oscura de la esfera 13


Aquí el poeta escribe de modo personal sobre
una verdad universal. Por eso la muerte se en-
trena, con la misma obsesión con que las hordas
de primates pedalean o hacen girar las poleas y
los cilindros de las máquinas de ejercicio, produ-
ciendo un quejido, un zumbido de herrajes que
no opaca el filo de la guadaña.
…sino la visión misma
de la muerte, que fiel a tu ritmo
también se entrena.

El poeta no puede “escapar” de su ejercicio pro-


fesional. Si hay alguien ligado a la vida en sus-
penso, es el médico anestesiólogo. Así que la
profesión de Rafael le brindó la oportunidad de
tenerla cerca, hasta de manipularla cuando ejer-
cía de “inductor” de una muerte temporal en los
pacientes para facilitar el trabajo de los ciruja-
nos. Seguramente la pensaba cuando el paciente
yacía en la camilla en un símil temporal de sue-
ño eterno. Además él sabe, fruto de su experien-
cia, que solo en el poema se puede intentar el
abordaje de un asunto radical y que nadie puede
experimentar. Eso lo deja saber en sus poemas.
Solo hay dos metáforas posibles para la muerte:
la muralla que representa un límite final infran-
queable; o la puerta, que se atraviesa hacia una
vida nueva. Quisiera pensar que Rafael es de los
que prefieren la muralla. Pero en sus textos va
más allá y pinta una puerta realista sobre la últi-
ma frontera: la muralla.

14 Rafael Escobar De Andreis


El alma un día se marcha,
así, sencillamente.

La muerte nunca es una experiencia interior de


vivos; así que solo podemos escribir sobre ella,
nunca experimentarla; y el autor de este poema-
rio se dedicó a hacerlo con fervor utilizando las
pinzas de la poesía en un intento por interiorizar
su propia mortalidad y así dar más sentido a la
propia vida y sostener el impulso vital.
El lema de este texto podría ser Memento mori
(Recuerda que morirás) porque en todas sus pá-
ginas se repite que como seres humanos debe-
mos recordar la mortalidad y tenemos que es-
tar pendientes de la fugacidad de la vida. Como
propone Jeff Mason, estos poemas tienen que
ver con vivir la vida desde la perspectiva más
amplia posible porque “la muerte es la sombra
de la vida, tan natural como la sombra que uno
proyecta sobre el suelo en un día soleado”. Tal
vez sea la forma en que Rafael trata de mitigar la
angustia mortal que echa raíces en la vida mis-
ma. La muerte, ese rumor permanente, como
sentenció Gustavo Ibarra Merlano:

de lo que eres es poco lo que queda,


y ese poco también es de la muerte.

La mitad oscura de la esfera 15


En forma

Vital y constante trotador,


no temas cometer el error
de la mujer de Lot.
Si algo te pudiera asustar
no sería la estatua de sal
en que puedas convertirte;
sino la visión misma
de la muerte, que fiel a tu ritmo
también se entrena.

La mitad oscura de la esfera 17


Revelación

Como mercancías en las vitrinas


de un día sin comercio,
había varios objetos cubiertos
por soledad y polvo
en el cajón de la mesa de noche.

Al reloj le faltaba una muñeca


llena de hebras blancas
y manchas color chocolate.

La lupa no tenía quien la guiara


en la fabricación de exageraciones.
Las gafas, sin ojos,
estaban más muertas que nunca.

El radiecito amarillo se resignaba


a su petrificación en off.

Comprendí entonces
que mi padre había muerto.

18 Rafael Escobar De Andreis


Sin aspavientos

Muchas cosas suceden


así sencillamente
como aplaca la lluvia
la sed de hojas de estío.

El sol de tarde en tarde


se cansa, se fatiga,
y se acuesta en el mar,
así sencillamente.

No importa que ante el muerto


los párpados vigilen
ni que demos la espalda
a espejos que se cubren.

El alma un día se marcha,


así, sencillamente.

La mitad oscura de la esfera 19


Incontenible

Nada detienes
si tiras a la basura
los calendarios.

Nada detienes
si cubres con trapos negros
los relojes.

El tictac en tu pecho
marca el tiempo.

20 Rafael Escobar De Andreis


El signo de la mosca

Después de elegante cabriola


se posa en la frente sudorosa.

Con vuelos cortos de fino aleteo


baja hasta los labios pálidos.

Haciendo gala de su perfecta máquina de alas


aterriza en la nariz.

Mete la trompa entre los pelos


para extraer algún néctar.

Atraída por el escaso brillo de los ojos


se posa en uno de los párpados
y roza las pestañas.

Sólo un leve movimiento la espanta


y vuelve sobre el ojo mismo,
ahora desértico para su sed.

El Oráculo,
consultado sobre la salud del enfermo,
ve en todo este ingenuo bagaje instintivo,
una mala señal.

La mitad oscura de la esfera 21


Tras el telón

Como si solo fuera el mar


y su legión de canoas,
como si solo fuera el balanceo
de los últimos pelícanos ciegos,
como si solo fuera el temblor transparente
del bochorno en el aire,
o el frío inmaculado
de las cumbres nevadas.

Es también el recuerdo en carne viva


de los padres ya muertos.

22 Rafael Escobar De Andreis


Terquedad

A veces,
contra toda corriente,
aunque en frente no haya
camino ni sendero,
a pesar de los monstruos
que el espejo refleja
entre el alba y la noche
y de los espantos
que vestidos de frac
se nos meten al miedo
y aun de cierto empeño
de seguir muy de cerca
las huellas del invierno.

A veces,
contra toda corriente,
se despierta uno un día
con unas ganas locas
de seguir en la vida.

La mitad oscura de la esfera 23


Descartes mejorado

No te basta con pensar que piensas


ni con sentir el tic-tac detrás del pecho
ni siquiera con saber que aún la sangre
fluye libre como el curso de un río.

Cada tres meses debes ir ante un Notario


y decirle: Aquí estoy, soy yo, todavía vivo,
y refrendar tus palabras con un dedo.

Él firma una vez más solemnemente


tu nueva visa, tu viaje a la existencia.

24 Rafael Escobar De Andreis


Algunos pocos fijan fecha

Hoy es el último día


y pareciera que el mundo se acaba
o uno se niega a cogerle el paso.

¿Por qué 365 días señalan


el final de una meta
o el inicio de otra?

Los días son todos iguales,


de 24 horas o un poco menos,
según la rotación de la tierra,
pero muy parecidos,
a veces largos
cuando toman las medidas
de una pena;
cortos cuando nos embriaga
una sonrisa; calurosos
cuando andamos de prisa,
pero suelen pasar indiferentes;
simplemente transcurren,
no está en nuestras manos
si uno se embarca o espera
a la orilla del camino.

La mitad oscura de la esfera 25


Al final alguien
no se sabe quién
toma la decisión definitiva.

Solo unos pocos valientes


se atreven a fijar
su propia íntima hora.

26 Rafael Escobar De Andreis


Dulce compañía

Que me acompañen el musgo


la ceniza,
el pulpo y sus ventosas
la silueta,
el moho, la carcoma y las virutas;
el enemigo que dejó la estela
de eructos nauseabundos.

Que me acompañen el humo y la cirrosis,


el insomnio en la noche que no acaba,
el camino sin fin, la cuerda floja,
el precipicio y los dados tramposos,
la fría luz de luna, las quejumbres,
la agrietada piel y las ampollas,
el delirio, la fiebre y las perplejidades,
la compañera fatídica de la noche fatal
y los gusanos.

Por suerte,
aún queda el recurso de escoger amistades.

La mitad oscura de la esfera 27


Tácita

Nadie habla de ti
pero eres aire bueno,
eres luz de otros mundos,
oscuridad de abismo.

No se respira entonces
ni se ve un horizonte,
quizá por eso es triste,
cuando a los ojos caen
las cortinas pesadas.

Y los pétalos huyen


y las manos escuálidas
de los árboles secos
claman una hoja verde,
una lluvia tranquila...

Nadie habla de ti.

28 Rafael Escobar De Andreis


Destino

Siempre es para ti que poso:


regreso a dar un empujoncito
a la puerta,
confirmo la visión del teléfono
bien sentado en su poltrona,
y sin ninguna llama azul de sobra
en el jardín de los alimentos.

Eres la justificación de mis obsesiones.


En el fondo quiero quedar perfecto,
justo entre el marco preciso.

Y, si es posible,
esbozando una sonrisa.

La mitad oscura de la esfera 29


Silenciosa partida
Para mi madre, in memoriam

Nunca supe si veías


a través de los gruesos lentes
que desfiguraban tus ojos.
Ni qué Babel de ondas
osaban traspasar tus tímpanos seniles,
pero los gestos eran sordos.
Los amasijos de palabras
recogidos en un platón,
no se secaban a tiempo;
sus pesadas alas sin escurrir
morían en el camino hacia los otros.
Tú, resignada,
seguiste los húmedos pasos.

30 Rafael Escobar De Andreis


Autoinvitadas

Sin que nadie les avise


son las primeras en llegar,
no por amigas ni familiares,
por su instinto de cierta manera,
desinteresado,
que les da la pista:
Calliphoras vomitorias
Sarcophagas carnerias
Muscas domesticas y por último
las verdes doradas: Lucilias caesar.

Dejan más vida sobre la muerte


y no esperan los tintos, los chistes
o las consejas del velorio.

Se marchan antes,
pero todos saben a qué vinieron.

El muerto en cambio,
ya no sabe ni a qué vino
ni hacia dónde ahora se dirige.

La mitad oscura de la esfera 31


Poética

Aunque la materia que moldeas


no sea siempre sagrada
y sólo necesites del fuego
de la pasión para purificarla;
aunque cada verso imite apenas
la respiración ritmada que promete
juventud eterna;
aunque no produzcas oro,
sino el opaco brillo de las palabras.

Aunque sólo intentes animar


con tu propia alma que se entrega
tu labor de amanuense...

Eres un alquimista,
que no posee la piedra filosofal
ni ha encontrado el elíxir
que derrote a la muerte.

32 Rafael Escobar De Andreis


Guardadas las distancias

El gusano de seda
sale de la crisálida,
agita las alas,
busca a la hembra,
tiene sexo y muere.

Los humanos somos


más complicados:

Podemos tener sexo y morir


como el gusano
o morir sin tener sexo,
tener sexo sin morir,
soñar que tenemos sexo,
soñar que morimos,
soñar que soñamos que tenemos sexo
y hasta soñar que soñamos que morimos.

La mitad oscura de la esfera 33


Infiel

No hace exigencias,
solo espera el caro regalo
o cualquier dádiva en deterioro,
su interés es nutrirse.

Le da igual que la esperes


con tus limpias arterias
o los senderos obstruidos;
con impolutos pulmones
o dos sacos de una esponja seca;
la glándula de la micción crecida
o del tamaño de un limón seco;
un corazón rebosante
o el que se cansó de latir;
pastosas articulaciones
o un juego de bisagras relucientes;
herraduras purificadoras
o filtros de adorno.

No entiende de ejercicio
o comida sana,
se conforma con que le dejes un guiñapo;
recogerá lo que sea, tarde o temprano.

34 Rafael Escobar De Andreis


Mejor dejarle entonces
un cuerpo gastado,
que hicimos todo lo posible
por consumir en vida,
guiados por el humano disfrute.

Los gusanos tampoco discriminan.

La mitad oscura de la esfera 35


Muerte en la playa

Agita su rizo azul


envuelto sobre la espalda
y deja que los bucles
acaricien su cuerpo.

La cresta de la ola viene


se recuesta y explota
sobre el acantilado.

Como la espiral de la muerte


nace de la nada del mar,
crece y se encabrita
coronada por un penacho de espumas
y acaba finalmente
entre el estruendo del agua que se agita.

La ola se retuerce sobre sí misma


y orgullosa de sus cabriolas
vuelve osada y majestuosa
al mar que la hizo nacer.

Antes deja una onda de burbujas


que sobre sus erizadas crines

36 Rafael Escobar De Andreis


luce una espuma blanca
hasta que los brazos de la orilla
acogen sus restos.

La mitad oscura de la esfera 37


Funeral alterno

Te has levantado
despacio, acariciando el vértigo,
cae el agua sobre tu cuerpo
como algo imprevisto.

Desechas el verde pantalón


que tanto te gusta,
la camisa de flores
y los zapatos anaranjados.

Hay que estar a tono.

Ahora sí la camisa de cuadritos negros,


el blanco pantalón un poco ajado,
medias negras para hacer el juego a la camisa,
y una corbata oscura entre las sobras del grado.

Te pones el rostro de todos los días,


las bolsas de los ojos no alcanzan
a cubrir las profundas ojeras parduzcas.

Frente al espejo fuerzas las comisuras


para disimular una sonrisa

38 Rafael Escobar De Andreis


mientras te preguntas:
¿Pero, por quién amanecí de luto?

La mitad oscura de la esfera 39


Va y viene

El pájaro en su canto
imita mi silbido,
el libro en su anaquel
soy yo cuando decido
no conversar con nadie;
el paisaje del cuadro
me lleva de la mano
por rutas que conozco;
el cesto de papeles
es mi mente en blanco,
pero al menos tiene
deshechos borradores.

El radio apagado
simula mi silencio.

Las cosas, otros seres


son la imagen nuestra
en el espejo,
más tarde ya seremos
los borrosos reflejos.

40 Rafael Escobar De Andreis


En cualquier esquina

Viene sin ser llamada


con pasos de paloma
o haciendo un estropicio.

Como la noche,
logrará que las sombras
parezcan más oscuras
y sea más largo el día.

No hay razón para temer


lo que solo puede ser postergado,
nunca eliminado de las vidas.

Algunos prefieren no mirar esa página,


pero está allí, no se deja arrancar,
forma parte de ese libro
que puede deshacerse
porque se ha envejecido
o porque ya nuestra vista
no alcanza a descifrarlo,
pero solo se esfuma
cuando ya nuestros ojos
irrumpan en el túnel oscuro.

La mitad oscura de la esfera 41


Otro lenguaje

Lub-dub lub-dub lub-dub


onomatopeya insistente
de aquel que late sin descanso
lub-dub lub-dub lub-dub
como si tuviera una pila inagotable.

Ella, en cambio, olvidó su memoria,


los jeroglíficos de su imaginación
son ahora silencio de palabras.

Ni siquiera escucha el tictac lastimero:


Lub-dub lub-dub lub-dub
o quizás sueñe con el cu-cú del pecho.

Mientras por un cable se nutra


los hijos la asumen como viva,
le dan a chupar alguna uva
y buscan al médico por una torcedura.

Ella tiene un lenguaje que puede eternizarse


inentendible como una clave Morse
pero señal de vida, al fin y al cabo:
lub-dub lub-dub lub-dub…

42 Rafael Escobar De Andreis


Reminiscencias

Ven, acerquémonos
nuestras manos sobre su piel,
escuchará que estamos
aunque se haya ido.

Inmóvil, la pierna izquierda


mientras la úlcera se come
la corteza de la espalda.

Abre los ojos sin vernos


nos confunde con huéspedes.

Toquémosla una vez más


no tengas miedo…
Su mirada escudriña
el océano sin límites.

Escucha cómo su cuerpo


parece levitar, confía, flota,
se sumerge en el aire, sin prisa.

Pronto extrañaremos sus gritos,


la dura cáscara de su carácter

La mitad oscura de la esfera 43


o su tierna mano en cada pecho:
tienes fiebre, te siento caliente.

44 Rafael Escobar De Andreis


Como pez en el agua

Con la cabeza en alto


funges de timonel,
braceas para mantenerte a flote.

Sorbes el aire, vives,


y andas a tus anchas —eso crees—.

A veces te seduce una presa


o un buen simulacro,
y con el anzuelo en tu garganta
convulsionas en espasmos de asfixia.

Asumes que el pez muere por la boca.

Sabes también
que no puedes salvarte
desde el momento mismo
en que pisas la escena.

La mitad oscura de la esfera 45


Último ardor

Al revés del teatro,


la función comienza
cuando cae el telón.

Se inicia entonces
el crepitar sonoro y ardiente
de dragón en celo.

Luego se achicharran la carne


y los leños de calcio.

Al final quedan: el dolor, el silencio,


la culpa, los remordimientos
y una pequeña urna con cenizas.

46 Rafael Escobar De Andreis


Sin opciones

Desahuciado
porque otros eligieron por ti
aunque nunca eligieras por ellos.

Porque los médicos


inclinaron la cabeza
ante la incertidumbre.

Porque así
se domestican las tormentas.

Es más fácil
manejar los tímidos balidos
de un rebaño anodino.

Mejor curas tradicionales


que aventuras en lo desconocido.

Porque el desahucio
es un despojo del cuerpo
que sin dejar huellas aparentes
nos obliga a un repliegue
de caracol fetal
que aún sueña con vivir.

La mitad oscura de la esfera 47


Presagio

Un día cualquiera serás un recuerdo


quizás para los otros o para nadie.

Lo que con tanto afán memorizaste


comenzará a perder su brillo,
se difuminará en un gris sin altibajos.

El entorno será plano, anodino,


los que a tu alrededor se destacaron
ahora son imágenes difusas
y no dejarán de danzar
como fantasmas.

Los lazos que hermanaban las miradas


no tendrán los entrañables nudos
de otras épocas, de otras circunstancias,
y podrás saludar sin que te toque
reconocer apegos ni amistades.

Estarás libre de las formalidades,


no te acordarás de nada
y eso te liberará de fingir,
de simular al son de una canción
que estás muy triste.

48 Rafael Escobar De Andreis


Portal del olvido

Nadie sabe qué oscuros propósitos


lo impulsaron a fijar la fecha,
buscar una confiable soga,
una cómplice viga
y anudar su garganta.

O un banco donde encaramarse


y patearlo para quedar en vilo.

Después la cara lívida;


quizás la lengua haga una mueca
y el cuerpo acompase
los vaivenes de un péndulo.

Difícil soportar la visión


de semejante escena.

Él o ella no están ya.

Un frío recorre el último sueño


y un silencio de muros enlutados
comienza a deambular
por fúnebres pasillos.

La mitad oscura de la esfera 49


Certezas

Entra de sopetón el aire


taladrando los túneles
del árbol esponjoso.

Las excrecencias del cerebro


saltan sobre las líneas
de la rayuela desvaída,
tentáculos de un pulpo
que invade
cada rincón de instantes.

Como a un penitente
caen latigazos de agua
sobre la piel erizada.

Náufrago tras largos días


de un estómago sin ecos,
salto sobre la mesa
en la que el pan se ofrece
y aun puedo disponer
de una ración.

50 Rafael Escobar De Andreis


A manera de haikús

Un hombre muerto;
la mosca no lo sabe,
lo paladea.

Insectos amortajados
esperan en la red
el apetito de la araña.

Entre los periódicos


que hablan de la guerra
una torcaza muerta.

La mitad oscura de la esfera 51


Tras bambalinas

El aire, que atiza el fuego


del cigarrillo,
es su vital alimento
y su condena.

El árbol, indiferente al alambre


que lo abraza,
ensancha orgulloso el tronco
y se estrangula.

La leña, que causa el braserío


dormita luego en cenizas
de silencio.

La muerte nace dentro


y va creciendo,
ajena a cualquier plan ilusorio.

52 Rafael Escobar De Andreis


Presa

Silenciosa teje la tela


sin prisa, sin aspavientos,
no le preocupa el tiempo,
no la acosa el apetito,
quien ha esperado lo mucho
se ríe de lo poco,
se muestra conforme
con lo que le dejan
podrido o en buen estado,
huye de esos altercados
que finalmente le darán la razón.

No permanece alerta
sobre las vibraciones de su tela
más tarde o más temprano
encontrará sin falta su ración
sin el menor esfuerzo.

Por días teje su entramado,


sabe que un día o el siguiente
alguien da su brazo a torcer,
su plato puede estar listo entonces

La mitad oscura de la esfera 53


en horas, semanas, días o años
y tiene la certeza
de que en cualquier momento,
nutrirá sus huesos.

Se entretiene tejiendo una tela


en la que tarde o temprano
cada uno se vuelve
inofensivo insecto.

54 Rafael Escobar De Andreis


Mea culpa

Se mueve entre sombras,


alumbrado quizás
por la luz oscura de la infancia.

Piensa maldades, pero no las hace;


chocan con su naturaleza protectora.

Cuando ocurre un asesinato


nadie sospecha del sospechoso
que se mueve a escondidas
aunque arrastre un caparazón de indicios.

Su pecado, si lo hubiera,
ha sido hablar de injusticias presentidas,
dirigirse como a cualquier persona;
al mar, al cielo y a la piedra,
a la ventana y a esa muerte que tras ella
se divisa.

Cuando se cierran las salidas


se declara culpable,
no sabe bien de qué…
y escribe este poema.

La mitad oscura de la esfera 55


No sabe, no responde

¿Quién tendrá lista las sábanas blancas


para que el reposo descanse?
¿De dónde vendrán las lágrimas
para alimentar los ojos ya mudos?
¿Qué saldrá de los muertos
cuando la sangre selle todas las bocas?
¿Habrá índices sobre los labios
para no despertar al silencio?
¿Quién deseará empecinado
palpar el amor con los dedos?
¿Si los miedos se guardan
quién acompañará la noche de la vida?
¿Se podrá con muñones tocar palmas
para que dance la música?
¿Quién llevará flores a las flores
que se marchitan y mueren?

56 Rafael Escobar De Andreis


El tiempo

Fluye tantas veces como apacible río


o avanza sin freno como alas cabalgando
o se aletarga tímido con los pasos cansinos
y hasta un día nos parece que se para y espera.

Y nos sorprende listos al borde del camino


o sembrando las coles que no veremos viejas.

O nos ve asombrados frente al umbral del mundo


temerosos, es cierto, pero con la certeza
de que ya no es posible devolver lo vivido.

La mitad oscura de la esfera 57


Contra el cuerpo

Cada vez más reacios los oídos


por temor a sus gritos,
quizás un día se canse
y pierda una batalla
y luego reaparezca
renovado y con bríos.

Cuando algo nace


lleva siempre la muerte a sus espaldas.

Sus intentos en cada hora que pasa


buscan tatuar en tu memoria
que las suyas son fundadas quejumbres.

En vano aparentas fortaleza.

Sí eres capaz, condénalo


como a una página en blanco
en el rincón más hondo
de una gaveta vieja.

No faltará un efluvio,
unas fuentes abiertas —o cerradas—
una vulgar ofensa de la espalda,

58 Rafael Escobar De Andreis


la mueca de una rodilla,
el alarido
de un músculo jadeante que palpita.

Pero si fuiste capaz de enmudecerlo,


si has logrado que se domestique,
entonces lo has matado,
ya no existe.

¿Dónde estás tú ahora,


si el cuerpo obedece sumiso
a tu índice en la boca?

¿Dónde estás tú, que para colmo


nunca has creído en el alma?

La mitad oscura de la esfera 59


Fraterna

Sé de tu gran boca
y de tu hambre.

Por loca paradoja


apareces escuálida
y sin carnes.

En la espera
y la paciencia
nutres tus huesos.

Mientras la enfermedad,
la vejez
o simplemente la vida
intentan en vano
saciar tus apetitos.

60 Rafael Escobar De Andreis


Argucias

Puede que el asunto sea tan fácil


como embetunar los zapatos;
recobrar con el sobo de los dedos
los pliegues del ajado pantalón;
voltear las medias para sentirlas limpias;
a falta de peinilla, acomodar el pelo con la mano;
disimular con crema los nacientes cañones de la
barba;
salvar con un buen título un mal poema;
apaciguar con dos cervezas el guayabo
y el despeñe del rostro aguas abajo;
elegir la camisa menos mala entre la ropa vieja;
con la loción más perfumada
regar los pliegues de la piel del tiempo.

Puede que el yo sucumba ante tales argucias


y ante el espejo desfile orondamente.

La mitad oscura de la esfera 61


Hoy quiero dormir
Para María Mercedes Carranza - In Memoriam

Hoy no quiero despertar


ni decir más palabras
de imágenes gastadas
de asuntos ya sabidos.

El mismo traje ajado


doblado en una silla,
la lámpara en silencio,
unos zapatos viejos
al borde del camino,
la empolvada cortina:
mampara contra el mundo
mientras voy tras el sueño.

No quiero abrir los ojos


ni decir más palabras
del ayer ya vivido.

Si no cambia el paisaje
o los ojos que miran,
que yo siga durmiendo,
por esta vez...
Por siempre.

62 Rafael Escobar De Andreis


Ausencias

Envuelto en la túnica del mar


irrumpe el terror de las desapariciones.

El barco engatusa la visión


y cae al vacío del horizonte.

Las últimas luces del sol


agonizan cada tarde
entre los brazos cansados del naufragio.

Sabemos cuándo embarca el marino


no, si verá otra vez las luces del puerto.

Disfrutas ese juego,


que aunque familiar desde la infancia
siempre contará con los espantos
en la exigente lista de invitados.

La mitad oscura de la esfera 63


Finales

Hay quienes terminan con un punto aparte,


de alguna manera su discurso se agota.

Los de la coma fueron interrumpidos


les cortaron el aire esperando otra brisa.

Quienes terminan con un punto seguido


ya notaban los pies de la fatiga,
tardaron en tomar el tren de nuevo
y aguardan en la estación de almas esquivas.

Hay quienes se van en medio de preguntas:


¿por qué yo? ¿por qué ahora?
¿por qué debo dejar almas dolidas?
¿por qué no sigo siempre
en esta inconclusa narración?

Otros han sido sorprendidos


justo en el clímax de un goce corporal
y no necesitan sino admiraciones
o por lo menos un cierre contundente.

64 Rafael Escobar De Andreis


Algunos terminaron con dos puntos flamantes,
al fin de su resuello, al último estertor,
en otras playas encallan sus palabras.

Y hay quienes huyen, se encierran,


entre arqueados paréntesis encajonan la vida.

Y muchos, mas no la mayoría,


dejan la puerta abierta, a una historia que sigue
tras el desenlace de puntos suspensivos…

La mitad oscura de la esfera 65


Libre

Ayer fueron los funerales.

Por primera vez libre,


ninguna sugerencia de cómo comportarse
ni sobre qué corbata le sale
con el vestido y las medias
o cómo luce de mal esa barba incipiente.

Convencidos de que no los oiría,


o cansados de repetirse
o crispados por la emoción
de esos momentos que inmovilizan
y obligan a dar fervorosas gracias
a quienes hacen los trabajos delicados
y pudorosos.

No tuvo necesidad de estrenar máscara,


lo mismo le daba un rostro serio
que atravesado por una sonrisa.

¿Lágrimas? ¡No faltaba más!


¿Por qué habrían de exigirle?

66 Rafael Escobar De Andreis


Por esta vez se libró de golpecitos de espalda
y de caras contritas.

Desde donde ahora nos mira sin ver


cualquier fingimiento es innecesario.

La mitad oscura de la esfera 67


Prédica

Sean fieles
como la víctima a su verdugo.

Paternales
como el río a las piedras.

Anhelantes
como el agonizante a su fin.

Necesarios
como la carroña al buitre.

Esperanzados
como el ateo a la plegaria.

Amorosos
como el loco a su delirio.

Agradecidos
como el suicida a la cuerda.

Desobedientes
a los consejos de la vida.

68 Rafael Escobar De Andreis


Tanta vida cansa

Se cansa el cuerpo de tanta vida viva,


sucumbe el fuego si cesa la llama;
el invierno se colma de tanto frío en el cuerpo;
ofusca a los marinos el ave carroñera
que huele desde lejos los preciosos cadáveres;
si el ruido se convierte en agresión continua
anhelamos el suspiro de un silencio profundo.

Todo en exceso cansa, hasta la dicha plena,


por fortuna la muerte nunca se dosifica
llega completa, intacta, no permite altibajos
nos toca recibirla con una reverencia.

La mitad oscura de la esfera 69


Fugacidad

A veces soy un cubo de hielo


protegido por las caras del clima
que prolonga mi estancia
o me deslío con la premura del agua.

Otras veces fuego


que eleva al aire sus colores vivos
mientras dura la llama que lo atiza
a la espera siempre, a la espera
del final de cenizas lastimeras.

Puedo ser un pájaro que cruza


gritando libertad en su aleteo
hasta que la piedra en la cauchera
acabe con su ímpetu de vuelo.

Puedo ser trueno, relámpago,


látigo divino que amenaza los miedos
con resplandores fugaces
que luego mueren en la quietud del cielo.

La vida dura un chasquido de los dedos


y aunque podamos soñar lo que queramos

70 Rafael Escobar De Andreis


en un instante nos cubre con un manto
la noche teneblosa.

La mitad oscura de la esfera 71


No soy

No crees tener la fuerza necesaria


ni la vehemencia para ocultar
tanto tiempo un secreto,
por lo demás la verdad nunca fluye,
se entierra con uno como fiel amante.

No eres de imprevistos ni casualidades.


Te tomaría un tiempo largo decidir
llenarte de razones, dejar atrás afectos,
pesar cada motivo, estrellar la mirada
contra cerradas puertas
y ver tras las ventanas
un cúmulo de sombras.

Luego escoger un método,


de tantas, pero tantas posibilidades,
y ver en cada uno sus fallas, los tropiezos,
situaciones incómodas.

Que si la soga se rompe antes del logro,


se atasca la pistola,
te dieron la pócima vencida,
tenía perforaciones la bolsa del mercado,

72 Rafael Escobar De Andreis


dormías antes de vaciar completamente
la jeringa.

No eres el que pareces;


mejor morir a plazos.

La mitad oscura de la esfera 73


Pírrico triunfo

Supones que frente a tu ataque


quedan pocas salidas
y casi todas vienen con su morral
de deterioros y secuelas,
pero sabes que ante el fantasma del miedo
casi todos deciden someterse
a cualquier sacrificio,
que aunque algo costoso
pueda brindarles
cualquier minúscula posibilidad
de continuar en la vida.

Ese es tu triunfo y tu orgullo


que hace crecer el ego de tus células
y las vuelve inmortales.

Quiero asegurarte,
que si por lances del destino
me enfrento a tu poder monstruoso,
no espero sucumbir ante tus amenazas,
así este sea
mi último gesto de libertad
entre cadenas.

74 Rafael Escobar De Andreis


Ausencia deshojada

¿Pensabas madre que era así la muerte


transparente y sin peso?

La espantabas primero con tu rostro de niña,


y con los años te fue cerrando el cerco.

Te sobró tiempo para aguardar los pasos


de la que asiste puntual a cada cita,
mientras tu inconsciencia se envolvía
con un ropón vaporoso, transparente.

Al final no quedó ni el olor de la tela,


solo el trémulo viento de tu ausencia.

La mitad oscura de la esfera 75


Profesión de fe

La presbicia no salva
del progresivo descenso en los espejos.

La muerte no llega, nace con cada uno


en el momento justo en que el espermatozoide
hace una reverencia frente al óvulo
y trueca su decapitación por la victoria.

¿A quién le importa
si somos optimistas o vemos todo oscuro?

Después de la muerte está la nada


y más allá de la nada…el olvido.

76 Rafael Escobar De Andreis


¿Mañana es otro día?

La esperanza se nubla al despertar,


la persiana es igual, está cerrada,
hace calor, las hojas están quietas,
el espejo refleja tu rostro sin contornos,
es mejor despertar sin contratiempos.

Las noticias siempre catastróficas


llenan el vacío de un estómago
que duda ser de nuevo un comensal.

Los sueños de anoche te recuerdan


imágenes de insistentes pesadillas.

Quizás venga en tu ayuda alguna idea


o un silencio se ofrezca en el altar del alba.

Recuerdas muy poco los libros de ayer


como si la memoria militara
en el bando contrario.

Si dejas de bracear en ese mar picado


llegarás más pronto al fondo del océano.

La mitad oscura de la esfera 77


Imprudente huésped

Ese que por las noches


se metamorfosea entre sombras
con fantasmas;
que ensañado en tu estómago
no hace exigencias cuerdas
y se empeña en contarte
que tus articulaciones
ya no son bisagras aceitadas;
te aconseja una vida sana
sin dar explicaciones convincentes.

Ese que insiste en aclararte


que cualquier trago es un mal amigo
y una grasosa comida un enemigo.

Ese huésped imprudente…

Cargado de propuestas sospechosas


que nada tienen que ver
con tus apetitos ni tus aversiones,
tendrá la posibilidad de arrepentirse
o seguir en su lucha infructuosa!

78 Rafael Escobar De Andreis


Ese curioso huésped
terminará por aceptar
que daño y placer
van de la mano.

La mitad oscura de la esfera 79


Descenso armónico

Nacimos solos, desnudos,


desprovistos de habla
imposibilitados
para decir sí o no
frente al ser o la nada.

La primera palabra fue un llanto,


que llenó los mal inflados alvéolos
y dijo de nuestro desamparo.

Paso a paso y de la mano materna


entramos a un mundo incierto
que sigue siendo extraño.

Otros nos dijeron que éramos,


les creímos a medias y partimos titubeantes
hacia nosotros mismos.

Poco hemos avanzado, pero a lo lejos


vislumbramos compañías:
la poesía, la amistad, el amor,
en secreto nos dicen
que no hay salvación ni condena;

80 Rafael Escobar De Andreis


solo el canto del hombre
baja por los escalones
de una partitura
hacia el vacío.

La mitad oscura de la esfera 81


Münch grita

Hasta ese momento era un paseo,


pronto perdí las fuerzas,
mis lentos pasos me rezagaron
y una opresión me hizo apoyar
en la baranda del puente.

Entonces apareció el alarido,


un grito perforaba mis entrañas,
mis manos en las orejas
no lograban tranquilizar el alma.

¿Estaba dirigido a mí?

Y se me vino el miedo
como lluvia ácida
y soledad de cementerio.

Quise guardarlo en la cabeza


pero me salía en ondas
que formaron un revuelto mar
de fantasmas azules y negros,
coronado por un cielo de sangre,
un cielo ondulante de naranjas y rojos
que eran el fuego de mi infierno.

82 Rafael Escobar De Andreis


Atrás dos delgadas figuras de negro
desentendidas de mi tribulación
y pequeños barcos apenas silueteados.

¡Nunca estuve tan solo!

La mitad oscura de la esfera 83


Retornos

¿Por qué he de morir?

Será por estar vivo.

Pero no me refiero
a ese final final final de todo,
ni a las células que pierdo cada día
ni a destrezas que dejo en el camino.

Hablo de ese morir morir que muero


sin aviso, sin causa, no definitivo.

Ese desalojo brutal de todas ganas,


el secuestro de cualquier moverme solo,
la serpiente del letargo en mi cabeza,
cerrados con tres llaves los sentidos.

Y que luego se va igual que vino


y abandonado queda el catafalco
y regresan la sangre, los pájaros, los nidos.

Con tantos muere ¿estaré ya en forma


para morir morir morir sin miedo?

84 Rafael Escobar De Andreis


Remate

Llega un momento
en que la vista cede,
y ya no nos engolosina
ni un eclipse.

Un instante en que las nubes


no ocultan las montañas
y esas montañas
que nos separan del sol
parecen achicarse
y el calor resplandece
libre y agobiante.

Un momento en que cualquier salida


es una puerta hermética
que solo abre hacia adentro.

En que nos toca decir


a los cercanos:
—sigan su camino—
porque al final, cada uno
escoge dónde, cuándo y cómo
quiere terminar,
sin explicar motivos.

La mitad oscura de la esfera 85


Vacuna

No intentes comprender
cada voz de tu cuerpo
ni atosigues con bálsamos
las hambres, los dolores.

Tu cuerpo eres tú mismo,


no es un huésped incómodo
ni el vecino ruidoso
de la casa de al lado.

Recibe como tuyas


sus quejumbres, los gritos
como en una gran fiesta con piñata.

Ten valor y paciencia


para no correr en pos de ayuda
de quienes no te entienden.

86 Rafael Escobar De Andreis


Último aliento

Algo parecido al último vals


o al Último tango en París.

Solo acuden
musicales imágenes
y uno quiere expresar lo diferente,
quizás el mismo miedo
decrete merodear entre las ramas.

Puede haber un temor, un desamparo,


una sospecha de que lo anunciado
pueda llegar la víspera
y es mejor no tentar al demonio.

Entonces uno piensa


eso cree, o reflexiona
sobre el afán de culminar etapas.

Todo puede quedar al libre azar


y caer como un portazo la sorpresa.

Solo quise decir que aún estoy vivo


y nadie sabe si lo estaré mañana

La mitad oscura de la esfera 87


y no se trata de hacer un testamento,
bienes no tengo,
solo podría dejar
a quien decida leerlas
mis últimas palabras
y además reconozco
que siguen inconclusas.

88 Rafael Escobar De Andreis


Dupla inseparable

Ráfagas de viento golpean con un mazo


el calor de agosto,
se destechan casas,
y árboles gigantes
caen bajo su ímpetu.

La piedra indecisa absorbe el cincel


que será escultura,
forja los cimientos,
deja su tatuaje en el pie desnudo.

En manos de un niño
agoniza el resuello de un pájaro en vuelo.

El río corre plácido entre lisas piedras,


oasis sereno para el caminante,
y se lleva vidas, corotos y trastes
si osan invadir los límites del cauce.

Descarado cielo de azul orgulloso


distrae la mirada de ojos zigzagueantes,
una regadera de fertilidad
esparce también rayos y centellas.
A un lado la vida, al otro la muerte.

La mitad oscura de la esfera 89


Descargo

No es por estar contigo,


ni porque desfallezca en esta noche
bajo tus muslos blancos y tu sedoso bosque
que la soledad se retira temerosa.

Es porque aquí, allá,


en otras latitudes y otros puertos,
en el terroso suelo de una choza,
en la oscuridad de las tabernas,
en asientos de carros vueltos lechos,
a la orilla del mar...

Muchos, como yo, viven la fiesta:


el dulce simulacro de la muerte.

90 Rafael Escobar De Andreis


Puntos de vista

No sé bien por qué


pero mis amigos de siempre
no son mis contemporáneos,
todos son menores que yo.

Mi compañera,
no sé si por animarme,
ve a los que son coetáneos
mucho más viejos.

Yo, por el contrario


los admiro a todos
por conservarse tan jóvenes
y mientras tanto
repaso el mapa que ha dejado el tiempo
como señales solo de ida
sobre mi piel.

Valoro los insoportables dolores


de unas rodillas claudicantes,
mis sueños perturbados
por la vejiga impaciente,

La mitad oscura de la esfera 91


las reticencias
para asumir cualquier riesgo.

Ese, en resumen, soy yo,


inocultable, expuesto…

Lo demás es pura fantasía


que goza recreando
a los amigos cercanos.

92 Rafael Escobar De Andreis


Un poco tarde

Dilatadas las narices


como si el aire no fuera suficiente.

Encogido el abdomen
para evitar el roce siamesino
de otra piel,
el choque accidental de los alientos.

Una que otra ablución matinal


de silencios y un feliz desapego
al sudor de cualquier alma vecina.

Logras por fin un poco tarde


la tan ansiada soledad de espacio,
cuando en realidad ya nada importa.

Petrificado el hálito de vida,


maniata en su dureza delicada
cualquier posibilidad de movimiento.

La mitad oscura de la esfera 93


Última cita

Bebamos, aunque estemos


en condiciones desiguales:
puedo caer rápidamente exhausto,
tú siempre tendrás la vida eterna,
eres la poderosa dueña de los límites.

Ahora puedo convencerte de que tomes


pero, aunque marque medidas a ese ritmo
soy el que asume el riesgo,
incluso puedes dormir un rato,
pero tu despertar impredecible
no hará sino acordarme
que más allá o más acá de tu retraso,
que en algo me alivia,
siempre estarás allí,
cumpliendo,
y nada podrá escapar
de tu victoria.

94 Rafael Escobar De Andreis


Monólogo en el estudio

No puedes ocultar una amalgama


donde hubo una antigua caries,
ahora relumbra como si fuera oro
entre tantos alvéolos
sin encías.

Tu seriedad sin el ceño fruncido


no es presunción ni una impostura
es la señal de que congenias
con los límites de un rostro
que si no tiene piel
tampoco arrugas.

Pero ¿qué eres ahora?

No una posibilidad
ni un chiste ni una broma,
ahora solo puedes mostrar
lo que resiste
después de tantos años,
lo que sobrevivió
al apetito voraz de los gusanos.

La mitad oscura de la esfera 95


Ahora estás allí, como un trofeo
como un adorno más
en la mesa de un médico
que nunca pudo escamotear la muerte,
ni siquiera la ajena.

Además sabes que si por ventura


pudieras, quebrantando toda lógica,
manifestar por fin algún reclamo
tendrías una apreciable ventaja:
nadie podrá escucharte
y mucho menos
llevarte la contraria.

96 Rafael Escobar De Andreis


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La mitad oscura de la esfera 97


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Cali, Valle, Colombia. Agosto 30, 2019

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