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Poesía no eres tú

Porque si tú existieras
tendría que existir yo también. Y eso es mentira.

Nada hay más que nosotros: la pareja,


los sexos conciliados en un hijo,
las dos cabezas juntas, pero no contemplándose
(para no convertir a nadie en un espejo)
sino mirando frente a sí, hacia el otro.

El otro: mediador, juez, equilibrio


entre opuestos, testigo,
nudo en el que se anuda lo que se había roto.

El otro, la mudez que pide voz


al que tiene la voz
y reclama el oído del que escucha.

El otro. Con el otro


la humanidad, el diálogo, la poesía, comienzan.

Rosario Castellanos
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón, ¿Pues cómo ha de estar templada
sin ver que sois la ocasión la que vuestro amor pretende,
de lo mismo que culpáis. si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?
Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén, Mas entre el enfado y pena
¿por qué queréis que obren bien que vuestro gusto refiere,
si las incitáis al mal? bien haya la que no os quiere
y queja enhorabuena.
Combatís su resistencia
y luego con gravedad Dan vuestras amantes penas
decís que fue liviandad a sus libertades alas
lo que hizo la diligencia. y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco ¿Cuál mayor culpa ha tenido
al niño que pone el coco en una pasión errada:
y luego le tiene miedo. la que cae de rogada
o el que ruega de caído?
Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis, ¿O cuál es más de culpar,
para pretendida, Tais, aunque cualquiera mal haga:
y en la posesión, Lucrecia. la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo, ¿Pues para qué os espantáis
él mismo empaña el espejo de la culpa que tenéis?
y siente que no esté claro? Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual, Dejad de solicitar
quejándoos, si os tratan mal, y después con más razón
burlándoos, si os quieren bien. acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata, Bien con muchas armas fundo
si no os admite, es ingrata, que lidia vuestra arrogancia,
y si os admite, es liviana. pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
Siempre tan necios andáis
que con desigual nivel
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis. Sor Juana Inés de la Cruz

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