Vous êtes sur la page 1sur 289

See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.

net/publication/301954249

La familia como institución. Cambios y permanencias

Book · April 2016

CITATIONS READS

2 5,020

1 author:

Gerardo Romo Morales


University of Guadalajara
34 PUBLICATIONS   30 CITATIONS   

SEE PROFILE

Some of the authors of this publication are also working on these related projects:

Políticas públicas e instituciones View project

Las instituciones de la modernidad. View project

All content following this page was uploaded by Gerardo Romo Morales on 06 May 2016.

The user has requested enhancement of the downloaded file.


La familia como institución.
Cambios y permanencias
La familia como institución.
Cambios y permanencias

Gerardo Romo Morales


(Coordinador)

Universidad de Guadalajara
Centro Universitario de Tonalá
Primera edición 2016

D.R. © 2016, Universidad de Guadalajara


Centro Universitario de Tonalá
Av. Nuevo Periférico 555, Ejido San José Tatepozco,
48525, Tonalá, Jalisco, México

ISBN: 978-607-742-475-8

Impreso y hecho en México


Printed and made in Mexico
Contenido

Sobre los autores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Presentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Gerardo Romo Morales

Primera parte
La perspectiva psicoanalítica

Capítulo 1. La familia: trayecto de una investigación psicoanalítica


de la Fundación Psicoanalítica Madrid/1987. . . . . . . . . 27
Xóchitl Romo
Capítulo 2. Violencias de Estado: exilio y desaparición forzada . . 51
Helí Morales
Capítulo 3. Mutantes. El psicoanálisis interpelado
por las formas de subjetivación contemporáneas . . . . . . . . 81
Ana Hounie

Segunda parte
La perspectiva sociológica

Capítulo 4. La familia como institución y universal.


Análisis de los cambios modernos. . . . . . . . . . . . . 103
Gerardo Romo Morales
Capítulo 5. Transmisión familiar, migración y exilio.
Su vínculo con la formación e innovación. Análisis de un caso. . . 135
Rosa Martha Romo Beltrán
Capítulo 6. Las familias, la sociedad y el sujeto. . . . . . . . 157
Elvia Taracena
Capítulo 7. Mujeres que han decidido no tener hijos. . . . . . 183
Francisco Javier Cortazar Rodríguez
Capítulo 8. La influencia de la capacitación empresarial
para la profesionalización en la empresa familiar: el caso de los
artesanos de Tonalá, Jalisco . . . . . . . . . . . . . . . 219
Aimée Pérez Esparza
Tercera parte
La perspectiva política

Capítulo 9. Contribución de las acciones colectivas identitarias


a las nuevas configuraciones de familia en América Latina. . . . 241
Mary Luz Alzate Zuluaga
Capítulo 10. Derechos humanos, familia y democracia.
Apuntes para políticas públicas. . . . . . . . . . . . . . 261
Carlos E. Quintero
Sobre los autores

Mary Luz Alzate Zuluaga


Docente adscrita al Departamento de Ciencias Políticas de la Facul-
tad de Ciencias Humanas y Económicas, Universidad Nacional de
Colombia-Sede Medellín, y perteneciente al grupo de investigación
“Derechos Fundamentales y Teoría Política”  de la misma institu-
ción. Doctora en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad
Complutense de Madrid. Socióloga por la Universidad de Antioquia.
Su línea de investigación tiene que ver con acción colectiva, movi-
mientos sociales y políticas públicas. Ha sido profesora huésped de
la Universidad de Guadalajara. Sus trabajos de investigación publica-
dos versan sobre acción colectiva en contextos de violencia, análisis
de la construcción de agendas locales y estudios de organización ciu-
dadana.

Francisco Javier Cortazar Rodríguez


Profesor adscrito al Departamento de Estudios Socio-Urbanos (Desu)
del cucsh, Universidad de Guadalajara. Licenciado en Sociología
y Maestro en Ciencias Sociales con especialidad en comunicación,
ambas por la Universidad de Guadalajara. Doctor en Ciencias de la
Información y la Comunicación por la Universidad de París 13. Sus
líneas de investigación giran en torno a la sociología del cuerpo; los
estudios sobre cultura, consumo y sociedad; así como la violencia
de género y los medios de comunicación. Ha publicado diversos ar-
tículos y capítulos de libros sobre leyendas urbanas, la construcción
social de la belleza y el fisicoculturismo, el consumo de cine y los
usos sociales de las tecnologías digitales.

Ana Hounie
Profesora Titular del Instituto de Psicología Clínica de la Facultad de
Psicología de la Universidad de la República del Uruguay, donde es
responsable del grupo de investigación Clínica psicoanalítica y lazo
social y coordinadora del Programa Clínica psicoanalítica y fronteras
disciplinares, junto a la doctora A. Bielli. Doctora por la Universidad
Complutense de Madrid, en el Programa de Investigación en
Psicoanálisis de la Facultad de Filosofía. Sus líneas de investigación

9
Sobre los autores

principales son: los procesos de construcción de saber en clínica y


las dimensiones: ética, estética y política de las intervenciones en di-
cho ámbito. Ha publicado numerosos artículos y capítulos de libros e
intervenido en múltiples actividades académicas a nivel internacio-
nal como conferencista y profesora invitada.

Helí Morales
Psicoanalista y profesor del Centro Universitario Emanuel Kant y
miembro de la Escuela de la Letra Psicoanalítica. Doctor en Filosofía
y Ciencias Sociales por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias
Sociales de París. Tiene maestrías en Teoría Psicoanalítica, por
el CIEP, en México, y en Psicoanálisis y Campo Freudiano, por la
Université de La Sorbonne, en París. Su trabajo académico gira en
torno a la epistemología y el análisis sobre el sujeto.

Aimée Pérez Esparza


Profesora del Departamento de Ciencias Económico-Administrativas
del Centro Universitario de Tonalá de la Universidad de Guadalajara.
Licenciada en Administración de Empresas por la Universidad
Autónoma de San Luis Potosí. Maestra en Negocios y Estudios
Económicos y Doctora en Ciencias Económico-Administrativas, am-
bos por la Universidad de Guadalajara. Sus trabajos académicos tie-
nen que ver con teoría de la organización y emprendurismo.

Carlos E. Quintero
Profesor del Departamento de Ciencias Económico-Administrativas
del Centro Universitario de Tonalá de la Universidad de Guadalajara.
Maestro en Políticas Públicas de Gobiernos Locales por la Universidad
de Guadalajara. Licenciado en Ciencias Políticas y Gestión Pública
por la Universidad iteso. Sus líneas de investigación tienen que ver
con gobernanza regional, reforma administrativa y análisis organiza-
cional.

Xóchitl Romo
Psicoanalista miembro de la Fundación Psicoanalítica/Madrid 1987.
Licenciada en Psicología y Maestra en Estudios Cinematográficos por
la Universidad de Guadalajara. Doctora en Fundamentos y Desarrollos
Psicoanalíticos por la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido
profesora en la Universidad de Guadalajara, Universidad Iteso y en
Espacio Psicoanalítico A. C. Ha participado en jornadas y conferen-
cias dentro y fuera del país. Ha escrito diversos artículos en libros

10
Sobre los autores

colectivos y revistas en el ámbito psicoanalítico y universitario. Su


investigación aborda las relaciones entre el cine, la clínica psicoana-
lítica y la condición humana.

Rosa Martha Romo Beltrán


Profesora del Departamento de Estudios Socio-urbanos del Centro
Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad
de Guadalajara. Posdoctorado en Ciencias Humanas y Sociales,
Universidad de Buenos Aires (uba). Doctorado en Pedagogía,
Universidad Nacional Autónoma de México (unam). Maestría en
Formación y Capacitación de Recursos Humanos, Universidad
Autónoma de Nuevo León (uanl). Licenciatura en Educación,
Universidad Autónoma de Nuevo León (uanl). Sus trabajos de in-
vestigación tienen que ver con historias institucionales, identidades
profesionales y trayectorias académicas.

Gerardo Romo Morales


Profesor titular de tiempo completo del Departamento de Ciencias
Económico Administrativas del Centro Universitario de Tonalá
de la Universidad de Guadalajara. Doctor en Ciencias Políticas y
Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Maestro en
Administración Pública por el Centro de Investigación y Docencia
Económicas, ac (cide). Licenciado en Sociología por la Universidad
de Guadalajara. Sus trabajos y productos de investigación tienen que
ver con análisis institucional, estudios organizacionales y políticas
públicas.

Elvia Taracena
Profesora Investigadora Titular C de Tiempo Completo de la Facultad
de Estudios Profesionales-Iztacala, unam. Desarrolló un postdoctorado
en psicología del niño y del adolescente, donde obtuvo en 1986-1987
el diploma de estudios especializados superiores en la Universidad
de Aix en Provence, Francia. Doctora en Ciencias de la Educación
(1982-1985) por la Universidad de París viii París, Francia, y tiene
además el Diploma de Estudios de Profundidad de Psicología Clínica
y Psicopatología del Desarrollo (1989-1990), por la Universidad de
Aix en Provence, Francia. Sus trabajos académicos tienen que ver con
relatos e historias de vida, la violencia en la coyuntura del México ac-
tual y el uso de las redes sociales por jóvenes universitarios y grupos
vulnerables (jóvenes de calle, grupos indígenas).

11
Presentación

Gerardo Romo Morales

E
l presente libro aborda desde tres perspectivas discipli-
nares, dos preguntas clave de las ciencias sociales. La pri-
mera: ¿es la familia una institución? Y derivada de ésta, la
segunda que es compuesta: la familia como institución, ¿cambia?,
¿de qué manera?
La forma en la que se argumentan las respuestas no es nece-
sariamente directa, y por lo tanto la aproximación que hacen los
diez autores incluidos enriquece lo expuesto a partir de incluir te-
mas que problematizan la noción de instituciones y la de cambio
como categoría analítica, pero sobre todo, la de la familia como tal.
Con respecto a esta última, el lector podrá encontrar argumentos
y planteamientos relacionados con sus funciones, tipos, actores, o
relaciones contextuales, desde una perspectiva crítica que abona a
un conocimiento cada vez más complejo y profundo de este cons-
tructo que por una razón u otra está en el centro de muchas discu-
siones en espacios tan disímiles como podría ser el de la intimidad
de una pareja en su vida cotidiana, el espacio que genera el diván
de un analista, o algo tan amplio y público como una manifesta-
ción a favor o en contra de los derechos de grupos alternativos, o
la discusión política sobre el mismo tema en congresos nacionales.
En términos temáticos, es importante tener en cuenta que la
institución es un referente conceptual que permite entender la ac-
tividad social de los individuos como actores que interpretan un
guión bajo restricciones, condicionamientos y modelos de com-
portamiento validados como legítimos, y que sin embargo, a pesar
de inducir ciertos comportamientos, contienen en sí otros posi-
bles. Es decir, que como todo papel de un libreto, éste será siempre
interpretado. El actor tiene, por lo tanto, disponible la posibilidad
de decisión, de cierta libertad, y de un determinado desempeño.

13
Gerardo Romo Morales

Si esto es así, la discusión entonces está, por una parte, en re-


construir conceptualmente la formación de la restricción junto
con su forma de operación, funcionamiento y cambios posibles,
y por la otra, en develar el peso del guión institucional frente al
albedrío de los actores en diferentes momentos de la historia.
Dilucidar lo anterior supone trabajar con las formas particula-
res en que las instituciones se presentan a los sujetos, en que son
vividas por los mismos, a partir de que éstas se constituyen en el
referente en el cual la interacción social se realiza.
Entre el referente institucional y la acción de los sujetos hay
acciones organizadas concretas con diferentes niveles de formali-
zación, que dependen del contexto histórico-social en que se desa-
rrolla la con-vivencia. Para la época actual —que por mucho sigue
siendo moderna— hay algunos referentes ineludibles: la empresa o
la universidad (como un referente particular de escuela), por ejem-
plo; pero ocupando un lugar central y destacado está la familia.
De esta manera, y como un reconocimiento al hecho de que el
conocimiento, como actividad y producto es siempre colectivo, se
presentan en esta obra diez ensayos que son resultado de una con-
vocatoria por invitación que se hizo a intelectuales y académicos
de diferentes disciplinas y países de América Latina, los cuales,
además de ser todos profesionales reconocidos en su campo, se
relacionan en su actividad cotidiana, como práctica o reflexión,
con alguno de los aspectos en que es posible vivir y entender a
esta institución.
La propuesta se justifica a partir de los cambios que se le atri-
buyen a la familia como importante referencia institucional en su
composición, en su función, en la legislación que le norma, y en el
imaginario con el que se le concibe socialmente.
Estos cambios tienen que ser considerados en el marco de la
añeja discusión filosófica que tiene a universalistas de un lado y a
nominalistas del otro. El litis de esta diferencia se podría explicar
de la siguiente manera: para los primeros, hay una idea o concepto
que pre-existe de manera independiente a la realidad que nombra;
mientras que para los segundos, la existencia posible es la de los
particulares concretos.
Es la concepción universalista la que sustenta, por ejemplo, la
explicación cristiana de la creación o las utopías que surgen con
14
Presentación

la modernidad al asumir que la idea precede al hecho; y será ésta


también la que legitime cosas tan concretas como la pretensión de
ajustes normativos o programáticos de las acciones, individuales o
sociales, a los ideales generales de la política o las visiones organi-
zacionales.
Por su parte, la corriente nominalista argumenta a favor del re-
conocimiento de las particularidades de los concretos, y propone
una única heurística posible que parte, podríamos decirlo así, de
abajo hacia arriba.
Es decir, en un caso existe primero el Hombre, la Universidad
o la Familia, por ejemplo, como categorías o ideales a los que se
ajustan los casos concretos de la vida cotidiana para existir. Mien-
tras que, para el otro, las cosas existen como entidades concretas a
partir de que se les nombra en su realidad tangible, y por lo tanto,
sólo existe un hombre x, la universidad y, o la familia z, los cua-
les, a partir de compartir algunas características con sus similares,
podrán pertenecer a un conjunto común para algunos fines prác-
ticos, sin que eso implique como consecuencia lógica la identidad
de los ahí incluidos.
Estas diferencias tienen importantes consecuencias para la
comprensión sociológica o antropológica de la realidad y sus prin-
cipales categorías, y por supuesto, para la vida política de las so-
ciedades y sus grupos.
Para explicar lo anterior, se propone aquí la idea de una com-
prensión ideológica de los conceptos que se podría llamar fala-
cia Hanna-Barbera. El nombre hace referencia a los caricaturistas
creadores de las series “Los Picapiedra” y “Los Supersónicos”. Es-
tas historias transcurren en diferentes tiempos históricos: la pri-
mera en una supuesta edad de piedra, pasado remoto, y la otra
en un futuro muy lejano. Sin embargo, en ambos casos, la base
de las historias ahí contadas es la de una familia mononuclear, de
padre trabajador, madre ama de casa, hijos bonitos y mascota. Pa-
reciera que para estos autores hay una idea de familia que precede
a la existencia de los sujetos y que por lo tanto, será la misma e
inmutable en las diferentes etapas de la existencia humana (sin
considerar que no pueda ocurrir en ningún caso que la forma de
organización para la reproducción social y de la especie sea dife-
rente a esta de la familia). Se podría entonces considerar a estos
15
Gerardo Romo Morales

creadores norteamericanos como universalistas, y vislumbrar el


riesgo que para las ciencias sociales tiene el asumir esta noción
peligrosamente conservadora.
Sin embargo, en aras de la posibilidad de mantener cierto nivel
de generalización metodológica que permita la sobrevivencia del
mismo discurso científico, y que políticamente garantice un míni-
mo de estabilidad, también habría que estar atentos a los riesgos
de aquellas posturas que bajo la pretensión nominalista apuestan
por un relativismo a ultranza que vuelve imposible o denostable
cualquier generalización metodológica o conceptual.
Esta discusión y los riesgos asociados para las ciencias y la so-
ciedad no se dan sólo en reducidos y selectos espacios intelectua-
les. Tiene una traducción para los colectivos actuales que se vuel-
ve cada vez más evidente con respecto a las instituciones funda-
mentales de la modernidad, entre las que está incluida la familia.
La confusión e incertidumbre que hoy genera la proliferación
de formas diversas que hoy incluimos bajo estos nombres, es una
muestra clara de que hay al respecto algo que decir desde la re-
flexión académica. Para ello se presentan los ensayos y artículos
contenidos en esta obra.
Las preguntas que convocaron a los diferentes autores que po-
drán ser leídos a continuación, asumiendo que a la familia se le
ha considerado bien como reproductora de formas sociales, como
trasmisora y garante de valores o, incluso, como trasmisora del
deseo, se derivan de las dos que están planteadas al inicio de este
texto, son las siguientes: ¿es prudente hablar de familia o habrá
que considerar tipos de familias?, ¿hay algo que esencialmente la
constituya?, ¿existe una categoría o definición univoca que la re-
presente?, ¿cuáles serían sus rasgos mínimos que habría que con-
siderar a los entes que agrupamos en un mismo conjunto con esa
definición?, ¿la sociedad produce a la familia o ésta a la primera?
Frente a estos cuestionamientos generales, el lector irá encon-
trando —en los diferentes autores y ensayos— respuestas parcia-
les, no necesariamente comunes, que al reunirlas en su lectura, le
permitirán advertir la complejidad del tema, la riqueza de las pers-
pectivas posibles, y vivir una sensación de haber juntado piezas
importantes en un rompecabezas imaginario, en donde se distin-
guen trazos fundamentales con los perfiles y límites construidos,
16
Presentación

y es posible dar cuenta de lo que se representa, tener una imagen


suficiente para la comprensión pero en la que también se podrá
intuir que algo falta, y que tendrá que ser completado con sus pro-
pias opiniones para contestar las preguntas que, de otra manera,
tendrían que ser respondidas en futuras investigaciones.
Con la finalidad de presentar los trabajos de tal manera que se
vayan completando con la lectura de percepciones parciales del
todo que representa la obra, se agrupan en las tres perspectivas
anunciadas antes, las cuales mantienen un hilo conductor.
La relevancia de esta agrupación es que permite un inicio, es-
tablece un punto de partida —a todas luces artificial, pero indis-
pensable— para entrar a la comprensión de algo que transita de lo
íntimo de los sujetos a lo estructural de las sociedades, sin ruptu-
ras o fronteras, en un devenir permanente, como en una cinta de
Moebius.
La primera perspectiva comienza con un trabajo que permite
constatar que la reflexión y análisis de la familia es algo recurrente
en los espacios académicos e intelectuales, como en una espiral
virtuosa, a veces estacionada y a veces ascendente, se piensa y se
escribe sobre el tema.
Se trata del artículo de Xóchitl Romo, La familia: trayecto de
una investigación psicoanalítica de la Fundación Psicoanalítica Ma-
drid/1987. Este trabajo recupera las reflexiones teóricas construi-
das de manera colectiva por un grupo de psicoanalistas que par-
ticipan en la fundación a que refiere el nombre del artículo, y que
reunidos en Madrid, llevaron a cabo durante dos años —a partir de
2009— teniendo precisamente como tema aglutinador a la familia.
La psicoanalista mexicana relata las coordenadas de ese tra-
yecto colectivo, apoyada con referencias a importantes obras ar-
tísticas, películas, y escritos académicos de los compañeros de su
fundación, también presenta algunas conclusiones importantes,
relacionadas con la forma en que en la familia —como estructura
donde sus miembros son posiciones significantes— se trasmite la
subjetividad, el deseo y la condición humana, pero cabe la posibili-
dad dialéctica de la negación de la función. Es decir, que la familia
también puede ser, de manera paradójica, el lugar donde no se
trasmiten esas condiciones.

17
Gerardo Romo Morales

El segundo trabajo de esta primera parte lleva por título Vio-


lencias de Estado: exilio y desaparición forzada y es presentado por
Helí Morales. El texto narra el trayecto de la lucha política y social
de los familiares y amigos de los desaparecidos, secuestrados y/o
asesinados, en Argentina durante la época de la dictadura, en tres
momentos que nombra: de la permanencia de la memoria, la con-
secución de justicia como segundo, y como tercero y último, el del
develamiento de la verdad.
Helí Morales plantea su texto como un intento por coadyuvar
en la reflexión del proceso reseñado como trauma social, a través
del análisis del suceso mediante las categorías del duelo, las ex-
humaciones y el nombre propio. La familia se vincula con esos
procesos a partir de que el autor la concibe como una instancia
compleja que cumple la función de estructuración del sujeto, y
que le vincula con la otredad desde lo imaginario y lo simbólico:
en el primer caso, ligándole a los semejantes, y en el segundo, al
Otro, a la instancia de la ley.
La gran pregunta a la que el texto intenta responder es: “¿qué
ocurre cuando las instancias de administración de justicia y vida,
se trastocan en instituciones de muerte y persecución?” El proce-
so que la pregunta supone, lo ejemplifica con una revisión analíti-
ca del caso de Argentina durante la época de la dictadura.
Para este autor, el Otro, que es función y no personaje singu-
lar, hospeda la sustancia de la ley, y es al mismo tiempo, su garante
y ejecutor. El Otro tendrá esa capacidad de presentarse de manera
dialéctica como positivo, existente o bien como su negación, su
falta.
Ana Hounie cierra esta primera parte con su trabajo Mutantes.
El psicoanálisis interpelado por las formas de subjetivación contempo-
ráneas. En este caso, hay una coincidencia con el texto anterior en
el sentido de que la familia tiene un lugar importante en la trasmi-
sión del deseo para los sujetos y es, además, en la opinión de esta
autora uruguaya, garante de subjetivación. Para ella, preguntarse
en la actualidad por la familia, “supone escuchar las resonancias
que en dicho espacio tiene la multiplicidad de discursos y saberes
(antropológico, jurídico, filosófico, económico, educativo)”.
Para esta autora, la familia ha cambiado, pero principalmente
en las formas, lo cual da lugar a nuevas configuraciones que obli-
18
Presentación

gan al psicoanálisis a repensar la teoría relacionada con los proce-


sos de subjetivación.
Estos cambios tienen consecuencias para constructos teóricos
que son centrales en la teoría psicoanalítica como el del complejo
de Edipo, por ejemplo, y para reflexionar sobre ello propone la
idea de los mutantes, como aquello que se re-crea en los cambios
que bajo un modelo cibernético generan nuevas formas vivas.
Hounie nos propone salir de la perspectiva intimista de la com-
prensión familiar, para darnos cuenta de que se trata de un asunto
que está construido en un sentido de red con otros elementos que
lo vuelven social. Es decir, es una institución, y por lo tanto, su tra-
ma se radica en diferentes nudos de relación. Así, la condición de
cambio en las familias, lo que se ha llamado crisis de parentalidad,
lo único que hace es evidenciar que las formas nuevas albergan
distintos modos de ejercer la maternidad y la paternidad.
Con este trabajo se cierra la primera parte del libro, la llamada
perspectiva psicoanalítica. Tiene como características comunes y
destacables concebir a la familia como espacio de subjetivación
y de trasmisión de la condición deseante de los sujetos. Por otra
parte, la mirada establece la posibilidad funcional a la par de la que
podría ser entendida como disfuncional para la familia de manera
sincrónica.
Además queda evidente el papel de lo social como contexto
para el entendimiento de la familia como institución, y por último,
se establecen condiciones comunes para entender el cambio de la
familia relacionado con el contexto social, y cuáles son los proce-
sos asociados de subjetivación.
La segunda parte incluye cinco artículos que conforman la
perspectiva sociológica. Comienza con el trabajo de Gerardo
Romo Morales, donde se analizan los cambios en la familia, se ar-
gumenta, a partir de las categorías dialécticas de universal, par-
ticular y singular, que los cambios ocurren en estos dos últimos
niveles, sin modificaciones significativas en el primero.
En este trabajo se revisan con detalle los cambios en el nivel
particular, derivando del análisis las nuevas formas de familia ac-
tuales, y se relaciona al universal con una definición sociológica de
instituciones. Se incluye en esta comparación, con fines analíticos
a la familia.
19
Gerardo Romo Morales

Se revisan diferentes definiciones de familia y se propone una


categorización a partir de incluirlas en una de las siguientes tres
miradas: fundacional-esencialista, tradicional-funcional y políti-
ca-alternativa.
Como una constante con el resto de los artículos hasta aquí
reseñados, el texto de Gerardo Romo Morales también trabaja el
asunto del cambio en la familia. Se revisa en términos estadísticos,
a partir de las formas consideradas como momentos particulares
del universal familia. Los resultados permiten respaldar la idea
propuesta por el autor de que a pesar de que existen cambios sig-
nificativos en los registros de las formas de familia, éstos no mues-
tran una tendencia común que permita concluir que la familia
como institución, esté en crisis. Se explica cómo es que elementos
externos, culturales o económicos, van a estar explicando en mu-
chos casos los cambios advertidos; sin embargo, se mantienen los
referentes conceptuales o imaginarios, las prácticas y los roles, sin
grandes perturbaciones.
El segundo trabajo en esta perspectiva es el de Rosa Martha
Romo Beltrán y aborda el tema de la transmisión familiar, la mi-
gración y el exilio desde una perspectiva socio-antropológica, ana-
lizando el caso de una profesora universitaria argentina que ahora
vive en la ciudad de Monterrey, en México.
Para esta autora la familia se puede entender como sujeto so-
cial o como institución que cumple funciones de socialización pri-
maria y de mediación subjetiva para los individuos, con respecto a
los contextos y condiciones particulares en que la viven. Se analiza
en el trabajo el caso particular señalado, mostrando cómo es que
la vivencia personal de familia que la profesora tuvo, sirvió preci-
samente de mediación subjetiva que facilitó o predispuso a ésta a
migrar.
La trasmisión familiar a la que se refiere la autora, tiene que ver
con un cierto capital que incluye recuerdos y olvidos, entre otros
elementos que generan los “marcos interpretativos socialmente
compartidos y cuya ubicación en un tiempo y espacio histórico
inclina(n) a sus integrantes a formas de pensamiento colectivo”,
los cuales, van a caracterizar a grupos próximos, que si lo son en
términos sincrónicos, constituyen las generaciones. Es decir, una

20
Presentación

caracterización muy cercana a lo que otros de los autores en este


mismo libro han denominado instituciones.
Un aporte importante de este trabajo es la recuperación meto-
dológica que implica el “pacto autobiográfico” para tratar lo mejor
posible el asunto de la implicación del investigador cuando se trata
con la narrativa de “otro”.
Aunque el artículo hace una descripción amplia, sobre todo de
su perspectiva metodológica, del proyecto de migración y exilio
de la profesora argentina y su participación en proyectos de refor-
ma universitaria, la recuperación que hace del capital familiar y de
trasmisión asociado al asunto del exilio, es valioso porque mues-
tra la “concatenación de factores estructurales y personales en la
configuración de estos procesos de predisposición para migrar”.
Por su parte, Elvia Taracena, con su trabajo sobre Las fami-
lias, la sociedad y el sujeto, plantea a la familia como grupo social
de transmisión de lo social, en un doble sentido, de la familia a
la sociedad y viceversa. En este sentido ella considera que: “Los
cambios sociales producen nuevos modelos de familia y la familia
reproduce los cambios sociales”. En este mismo sentido, establece
que los cambios en la familia tienen también una repercusión en
lo individual, en la medida en que genera nuevas subjetividades e
identidades.
Para esta autora, hay una relación directa entre familia y so-
ciedad, y los cambios en la primera, corresponden a cambios en la
segunda. A partir de ahí, se explica que la modernidad y la posmo-
dernidad van a generar nuevas formas de subjetividad. Para docu-
mentar estas conclusiones, la autora hace un recorrido histórico
del desarrollo de la familia a nivel global, de América Latina y de
México en particular. De esta última, hace un análisis estadístico
de la composición de las familias en el México actual y llega a con-
clusiones similares a las de Gerardo Romo Morales, en el sentido
de que la familia nuclear sigue siendo mayoritaria.
Hace un análisis de formas alternativas de familia como la mo-
noparental, la homoparental o la de la reproducción asistida.
En esta misma perspectiva sociológica se incluye el trabajo de
Francisco Javier Cortazar Rodríguez: Mujeres que han decidido no
tener hijos. Aquí se podrán apreciar y analizar relatos de mujeres
que han decidido no tener hijos, a partir de los cuales el autor re-
21
Gerardo Romo Morales

flexiona teóricamente sobre la recomposición de la vida familiar y


algunos dilemas que estos cambios suponen.
El autor plantea la discusión sobre la familia como categoría
social, a la que le atribuye tres condiciones simultáneas: como
categoría social objetiva (que prescribe el orden social normal)
como categoría subjetiva (que estructura las relaciones familiares)
y como categoría mental (que ordena las representaciones y las
acciones, como los matrimonios y las relaciones de compadrazgo).
Con esta concepción de familia es que se relaciona otra dis-
cusión importante planteada por el sociólogo mexicano, la de la
maternidad, a la que también asume como categoría construida
socialmente, es decir, como un comportamiento “social e históri-
co aprendido y transmitido a través de las generaciones y grupos
sociales, mismo que varía con las épocas y las costumbres”.
Para cerrar este apartado, se presenta el trabajo de Aimée
Pérez Esparza, La influencia de la capacitación empresarial para la
profesionalización en la empresa familiar: el caso de los artesanos de
Tonalá, Jalisco, donde discute la relación que hay entre dos insti-
tuciones fundamentales, la empresa y la familia, y cómo es que
se tienen que hacer esfuerzos importantes de conciliación y de
ejercicio de roles dobles —como hijo y empleado, por ejemplo—
para lograr ciertos niveles de eficiencia a través del cumplimiento
de objetivos y metas, que es la finalidad de cualquier organización
lucrativa. Se analizan algunas pequeñas empresas familiares de-
dicadas a la producción de artesanías en un municipio de la zona
conurbada de Guadalajara.
En la parte final, está la perspectiva política relacionada con
la familia, con dos trabajos. El primero, de Mary Luz Alzate Zu-
luaga, Contribución de las acciones colectivas identitarias a las nue-
vas configuraciones de familia en América Latina, permite apreciar
cómo es que ciertas demandas de grupos no convencionales de
la sociedad generan movimientos a favor del reconocimiento de
ciertos derechos que los pongan en igualdad de condiciones con
los grupos normalizados.
Estos derechos tienen que ver con lo que los sujetos viven aho-
ra alrededor de la familia. Esta última es vista desde la perspectiva
de los movimientos sociales de grupos alternativos que podrían
considerarse posnucleares.
22
Presentación

Para esta autora, se viven en la actualidad cambios en la con-


figuración de la familia que se deben en parte a las luchas por el
reconocimiento de los derechos de grupos alternativos, como los
de la diversidad sexual y reproductiva.
Finalmente, cerrando esta parte y el libro también, se encuen-
tra el trabajo de Carlos E. Quintero: Derechos humanos, familia y
democracia, el cual analiza el trato que recibe la institución familia
en diferentes dispositivos normativos multinacionales, nacionales
y locales, y cómo es que éstos conforman en muchos sentidos la
comprensión de lo legítimo y estructuran, desde estos dispositi-
vos formales, arenas de disputa por derechos de los ciudadanos.
Lo anterior se enmarca en una discusión teórica sobre la de-
mocracia (procedimental y sustantiva) y la libertad (positiva y
negativa), así como la relación de estas dos categorías con las ra-
cionalidades posibles para las políticas públicas. Se hace el análisis
de cómo es que la familia está considerada en diferentes normas,
desde la Constitución de México, hasta reglamentos del ámbito
municipal. En este sentido, se analiza a través del caso de la mo-
dificación en la legislación de la Ciudad de México con la promul-
gación de las sociedades de convivencia para parejas del mismo
sexo, y los cambios derivados en las normas federales como las del
Seguro Social, lo cual —en su opinión— permitió un acercamiento
entre las prácticas civiles y el marco institucional formal, lo que,
siguiendo el argumento, implicaría como consecuencia un cambio
en la manera de entender a la familia.
Para finalizar, es importante señalar que si bien esta presenta-
ción junto con los diez ensayos o artículos están pensados como
una unidad, las perspectivas como tales, o incluso los trabajos de
cada uno de los autores en particular, son sin duda interesantes en
sí mismos.

23
Primera parte
La perspectiva psicoanalítica
Capítulo 1
La familia: trayecto de una investigación
psicoanalítica de la Fundación
Psicoanalítica Madrid/1987

Xóchitl Romo

Resumen

E
l texto despliega la investigación realizada por una aso-
ciación de psicoanalistas llamada Fundación Psicoanalí-
tica Madrid/1987, sobre el tema de la familia en y desde
el psicoanálisis. En dicha investigación, los analistas discuten el
lugar de la familia como grupo que transmite la condición humana
en las situaciones sociales y políticas de la actualidad. El énfasis
de la investigación está puesto en los enigmas de los caminos por
los que la condición deseante se transmite o deja de hacerlo. Es
una investigación sobre la estructura misma del sujeto del incons-
ciente y el Edipo, que según la teoría analítica no son individuales
sino que son urdimbre de goces, deseos, amores y cuerpos familia-
res. Se piensa a la familia más allá de su presentación diversa en la
fenomenología; es decir, se estudia en su complejidad. La familia,
además del sexo, género o cantidad de los integrantes, se toma
como grupo matemático donde se establecen funciones y opera-
ciones y a la vez, la familia como tejido de relatos articulados no
anónimos que son acogidos y escuchados por los analistas.
Se analiza una parte del célebre caso de Daniel Paul Schreber,
la película La caja de música de Costa-Gavras, la práctica clínica en
instituciones de salud mental y la doctrina psicoanalítica.

27
Xóchitl Romo

Es una muestra del trabajo entre analistas-investigadores que


es presentado como una almazuela de los escritos y las voces de
los participantes en el trayecto de dos años de trabajo conjunto.

Introducción

En cada operación de pasaje por la sexuación y la pro-


creación discursiva somos más y somos menos. Mo-
rimos y nacemos, nacemos y morimos. Como en la
meiosis antes que en la mitosis. Como en los pasos del
tiempo lógico. Es lo que se dirime también en las repe-
ticiones estructurantes, en los puntos triples y en las
conjunciones de conexión con los puntos iniciales.
Ricardo Saiegh

Alguien me contó que en la infancia, cuando había un aconteci-


miento importante, escuchaba a su abuela decir: “Maktub, Maktub”
que en árabe significa “estaba escrito”; el nieto que escuchaba,
un día entró en el enigma de la frase de su abuela y le preguntó:
“Abuela: ¿Si todo está escrito, da igual lo que uno haga?” La abuela
respondió, para fortuna de su nieto, que no: “No da igual lo que uno
haga porque todo está escrito, pero no está leído”.1 Más allá de la
conmovedora relación entre abuela y nieto, se abren las preguntas:
para un sujeto, ¿qué es eso que está ya escrito?, ¿es el destino asig-
nado en lo familiar?, ¿es lo que irremediablemente nos constituye?;
¿cómo y dónde se escribe? y, sobre todo, ¿cómo y dónde se lee?

***

A partir del año 2009 y hasta el 2011 la Fundación Psicoanalítica


Madrid/19872 llevó a cabo su seminario de investigación con el

1. El relato lo escuché de Ricardo Saiegh, psicoanalista, miembro de la Fundación


Psicoanalítica de Madrid 1987.
2. Como su nombre lo indica en el año 1987 en Madrid, España, se fundó esta asociación
de analistas que intentaban, sobre todo, pensar su experiencia conjunta en relación al
tratamiento de la psicosis en un hospital de Día. Con el paso de los años, se sumaron

28
La familia: trayecto de una investigación psicoanalítica de la Fundación Psicoanalítica Madrid/1987

tema de “La familia” en la sede de Santa Engracia 122 en la ciudad


de Madrid, España. Partimos del libro escrito tempranamente por
Jacques Lacan titulado precisamente de ese modo La familia, donde
afirma que “se debe comprender a la familia humana en el orden
original de realidad que constituyen las relaciones sociales […] La
familia como objeto y circunstancia psíquica, nunca objetiva ins-
tintos sino, siempre, complejos [….] La familia dejó de ser tema de
paráfrasis moralizante y se convirtió en objeto de análisis concreto
[…] La estructura familiar posee una fuerza que supera toda racio-
nalización educativa” (Lacan, 2003, 25-30). La familia en la com-
plejidad de su estructura, como grupo no natural, que puede ser
mirado más allá del discurso moralista, ideal o educativo nos reunió.
En la discusión participaron todos los miembros que formaban
parte de la Fundación en esos años: Ignacio Anasagasti, Remedios
Arroyo, Andrés Brunelli, Concha Cerdeira, Mabel Dorin, Roberto
García, Karina Glauberman, Dina Fariñas, Bernardo Ferrante, Ja-
vier Frere, Dori Martínez, Xóchitl Romo y Ricardo Saiegh.3
En el transcurso de esos años abrimos un espacio quincenal
de discusión de textos de los fundamentos del psicoanálisis y pro-
blemáticas clínicas a las que los psicoanalistas se enfrentan actual-
mente. En el transcurso de esos años se produjeron escritos de los
miembros de la Fundación y de un par de invitados externos con
quienes se compartió el diálogo. La indagatoria se entrelazó con
películas, textos filosóficos, obras de teatro, casos, conceptos fun-
damentales del psicoanálisis y discusiones sobre lo que acontece
en relación a la familia en lo social. Finalmente se organizó un foro
público para discutir las conclusiones de dicha investigación.
Las preguntas de base para nuestros encuentros tenían que
ver con la formación, no biológica, de la condición humana de-
seante, la estructura del sujeto del inconsciente, la vigencia del

otros analistas y se han desplegado distintos seminarios de investigación conjunta:


sobre el tiempo lógico, sobre la estructura, sobre la clínica psicoanalítica, sobre los
fundamentos del psicoanálisis, etc.
3. La producción de textos, resúmenes, despliegues escritos etc., fue constante y estuvo
a cargo de todos los miembros de la Fundación. Intentando acotar, aquí se retoman
los escritos que fueron presentados tanto en las Jornadas como en algún otro foro
público.

29
Xóchitl Romo

Edipo freudiano y su lectura lacaniana, por un lado, y por otro, la


relación de los cambios en los “tipos” de familias con la clínica psi-
coanalítica actual. Resistiendo a la idea de un supuesto “progreso”
que promovería un deslinde de los problemas que el psicoanáli-
sis ha planteado desde sus inicios, hicimos una lectura conjunta
de los fundamentos —sin fundamentalismos— de nuestra praxis.
Para todo ello era indispensable una investigación sobre la familia.
El presente escrito da cuenta de algunas coordenadas de ese
trayecto colectivo y de la lectura que hago sobre ese recorrido en
la asociación de analistas a la que pertenezco. Es importante decir
que la investigación no fue sin consecuencias para cada uno de los
participantes en su clínica y su relación con el psicoanálisis.
Para trazar la ruta voy a citar los textos escritos por mis cole-
gas de la Fundación, comenzando con el de Javier Frere; texto en
el que me extiendo ampliamente puesto que expone con claridad
nuestra investigación en su primera parte. El título del trabajo que
presentó Frere era “La familia es el grupo donde se transmite la
condición humana”; durante un tiempo dijimos también “la fami-
lia es el grupo donde se transmite (o no) la condición humana”.
Será importante rescatar esa posibilidad del paréntesis en el pre-
sente artículo, pues la familia no siempre cumple con su función
o, mejor dicho, su función no está dada por sí misma sino que
incluye paradojas.4 Los analistas enfrentan la complejidad de su
práctica frente a ese “no” en la transmisión.

4. Serge Vallon (2008) describe: «Une litanie de cruels faits divers met en lumière les
violences et les crimes intrafamiliaux. Plus discrètes mais durables seront les haines
enchaînées aux séparations mal vécues. Le maintien parfois des apparences policées
cultive des destructions psychiques sournoises qui resurgiront une génération plus
loin sur l’empêchement d’être parent. Elles pourront parfois se dire et s’apaiser un peu
sur le divan d’un psychanalyste. Celui-là sera payé pour faire tri sélectif et recyclage
! Il sait que la famille est la matrice du « tressage de notre triple identité, identité
généalogique, sexuelle et sociale » selon la formule heureuse de Ricardo Saiegh.
Matrice qui doit en réguler les attachements nécessaires et les violences inutiles.
… Faut-il s’horrifier de ces violences, s’en détourner, les minorer en disant que la plupart
des familles y échappent, ou au contraire y voir le cœur du paradoxe familial » (…)
Una letanía de hechos crueles diversos ponen a la luz las violencias y los crímenes
dentro de las familias. Más discretos pero duraderos serán los odios encadenados a
separaciones mal vividas. A veces el mantenimiento de apariencias civilizadas cultiva
destrucciones psíquicas disimuladas que resurgirán una generación posterior con el
impedimento de ser padre. A veces podrán decirse y calmarse un poco en el diván

30
La familia: trayecto de una investigación psicoanalítica de la Fundación Psicoanalítica Madrid/1987

Quedarán intercalados los textos y mis comentarios sobre lo


escrito por mis colegas, intentando respetar el espíritu que condu-
cía nuestra discusión:
Cito el comienzo del escrito de Javier Frere (2011):

El interés de discutir el problema de la Familia está vinculado con el de


avanzar en la investigación sobre la estructura, asunto que nos ocupa en la
Fundación hace ya décadas. Sin embargo, tampoco somos indiferentes al he-
cho de que la familia es motivo de debate social y político en nuestro mundo;
o, para decirlo en palabras de Lacan: no renunciamos a unir a nuestro hori-
zonte la subjetividad de nuestra época. Lo que intentamos sostener es que
el debate social actual se puede entender mejor si lo observamos desde el
prisma estructural (p. 1).

Cuando hablamos de la estructura en psicoanálisis nos referimos


a que investigamos la estructura del sujeto del inconsciente. En
psicoanálisis las primeras dos tópicas de Freud se consideran
estructuras del psiquismo: la primera distingue pre-consciente e
inconsciente y la segunda tópica ello, yo, súper yo. Dichas estruc-
turas son armadas en la relación con los otros del entorno familiar
y en tensión constante con la cultura, el cuerpo y el lenguaje. Con
Lacan, que es estudioso de Saussure y de Lévi-Strauss, la estruc-
tura del sujeto permite pensar más allá de la descripción de un
individuo aislado y alude no a las propiedades o cualidades inhe-
rentes de una persona, sino al descubrimiento del tejido de las
relaciones que han marcado al sujeto y a los puntos de encuentro
con los otros semejantes, con los acontecimientos reales y con el
Otro5 simbólico, que lo van configurado constantemente.
Nada más alejado del psicoanálisis que la noción de “indivi-
duo”. El sujeto se constituye —decimos en la Fundación— entre

de un psicoanalista. Se pagará para realizar separación (o selección) de basuras y


reciclado. Él sabe que la familia es la matriz del “trenzado de nuestra triple identidad,
identidad genealógica, sexual y social” según la feliz fórmula de Ricardo Saiegh.
Matriz que debe regular los vínculos necesarios y las violencias inútiles. Hay que
horrorizarse de estas violencias, mirar a otro lado, quitarles importancia diciendo que
la mayor parte de las familias se libran de eso, o por el contrario ver ahí el corazón de
la paradoja familiar (traducción libre de Cerdeira, 2010: 1).
5. Lacan distingue otro con minúscula y Otro con mayúscula para diferenciar las
relaciones entre los semejantes y la relación con el mundo de lo simbólico.

31
Xóchitl Romo

varios, en distintos tiempos y por partes. La cría humana se encuen-


tra al llegar al mundo con un complejo cruce de historias y cuer-
pos deseantes que lo esperan. Se trata de lo que se forma en cada
historia con los familiares que lo pinchan, lo abrazan, lo violentan,
le hablan, le cantan, lo filman, le ponen nombre y apellidos y le
cuentan sus historias. Es esta invasión del espacio del hijo con lo
que en principio ni demanda ni cuestiona, esta llamada violencia
primaria del Otro, la que al tiempo lo humaniza y lo puebla de
personajes que ni conoció ni conocerá, de recuerdos de tiempos
donde ni estuvo ni estará, y que sin embargo le pertenecerán para
siempre. Los tiempos de abuelos y padres se urdirán con los suyos
y el porvenir.
El recién llegado no es nunca pasivo. De lo que se le ofrece va
eligiendo, sin saberlo, una forma de sentir placer y una posición
en el mundo. Dichos empalmes de cuerpos apalabrados y sucesos
históricos constituyen su estructura que no sólo le es escrita sino
que él mismo está llamado a leer.
En uno de los textos que propuso para esta investigación. Ig-
nacio Anasagasti (2014) apunta que: “Para que el campo del Otro,
identificado al lugar de la familia, acoja, reciba, hospede al sujeto,
es conditio sine qua non que acepte a su vez recibir una mordedura,
un corte, la marca de una hendidura, de una incisión, hecha con un
hierro candente” (pp. 435-436).
Cuando Ignacio dice “a su vez” entendemos que no sólo es el
hijo quien recibe el hierro candente (simbólico) en su cuerpo que
lo signa, sino que “a su vez” la familia es marcada por esta llegada
de un modo que la transformará radicalmente; si no es así, habrá
sujeto en precario.
La importancia de la estructura del sujeto hace que en la Fun-
dación seamos un tanto renuentes a aferrarnos a las distinciones
en la clínica de la triada neurosis, psicosis, perversión. Esa distin-
ción aunque tiene su lógica y hace trabajar mucho a los analistas,
responde más bien a un intento de manual diagnostico psicoa-
nalítico-psiquiátrico que acota la angustia de la intervención. No
negamos la existencia de las diferencias entre los mecanismos de
la represión, la forclusión y la renegación; pero asumimos que la
intervención ética se organiza según lo particular de cada historia
donde privilegiadamente estará el itinerario familiar.
32
La familia: trayecto de una investigación psicoanalítica de la Fundación Psicoanalítica Madrid/1987

Si en psicoanálisis nos interesa la familia, en sus diversas pre-


sentaciones (tradicional o posmoderna), es porque investigamos
la estructura del sujeto del inconsciente y a la familia, caso por
caso, como un tejido de hilos que conducen o que transmiten la
condición humana: apalabrada y deseante y al mismo tiempo, irre-
petible en cada uno. Verificamos en el consultorio, por ejemplo,
que aun los hermanos pertenecientes a una misma familia, gene-
ración, escuela, cultura, idioma, sexo, color de piel, etc., son sin-
gulares estructuralmente, de un modo que nos toca indagar. Puede
ocurrir, por ejemplo, que uno de ellos haga un delirio y el otro
no. Otras veces constatamos que padres delirantes producen hijos
neuróticos y también viceversa; ¿cómo explicamos esto? Ahí co-
mienzan los enigmas de qué y cómo se transmite la subjetividad
en el ámbito familiar más allá del diagnóstico o de la biología.
Sabemos que la investigación que llevamos a cabo en la clínica
no está aislada de la polis. Cito otra vez a Javier Frere (2011):

Este debate sobre la familia se ha estimulado últimamente con la aprobación,


en algunos países, de leyes que cambian de una manera importante el modo
en que los Estados regulan las relaciones que en la sociedad se da de hecho,
en el sentido en que plantea la relación entre los usos sociales efectivos y su
regulación legal (Marx y Engels, 1977).
Se ha generado así una discusión política, mediática y social en muchos
países, lo que hace que la problemática esté en la calle. La difusión de las
aprobaciones legales en algunos países genera debates en otros, en tanto sin-
toniza con algo que es ya una práctica social efectiva en muchos casos; y, por
eso mismo, afecta a nuestra clínica.
Por situar más concretamente la cuestión, el abanico de leyes va desde
las muy extendidas del divorcio o del aborto, hasta la de matrimonio de pa-
rejas del mismo sexo. Pero no sólo, también las que intentan regular la pro-
blemática intra-familiar como las de violencia de género, de abusos sexuales
y, también, lo que se llama Violencia Ascendente (la de los hijos hacia los
padres). Tampoco es ajeno a este debate todo lo relativo a la disciplina y la
autoridad en las aulas escolares y los hogares.
Pero lo más interesante es que la aprobación de las leyes muestra ense-
guida que la regulación jurídica de la complejidad familiar genera ella misma
sus propios obstáculos. Esto da lugar a la intención, situada sobre todo en los
medios de comunicación pero no menos en el “ejemplo” de los personajes
públicos, de ejercer una “pedagogía social” que busca “educar” a la ciudada-
nía; suele decirse que en todo esto se trata de un problema de “educación”.
En la medida en que las diferentes formas de violencia y de expresiones

33
Xóchitl Romo

incestuosas siguen ahí, en esa medida las leyes se muestran impotentes, pero
propician que se hable de ello. Probablemente sea la primera vez que el dis-
curso social recoge tan ampliamente este tipo de problemáticas. No pode-
mos olvidar el escándalo que suscitó en su día la reflexión freudiana sobre
la sexualidad infantil y el complejo de Edipo, que ponían sobre la mesa la
cuestión del incesto y su presencia en todo vínculo familiar. Bien es verdad
que retomar la cuestión de la violencia familiar y el incesto respondiendo
con la educación no promete más que un nuevo choque contra la impoten-
cia; ¿volverá, así, el tema a ser reprimido? (p. 1).

El analista se encuentra ahí con una dificultad en la intervención


pues si hace de policía contra el incesto o intenta educar y proteger
a quien le consulta, algo le retornará una y otra vez como síntoma.
El análisis participa de la discusión social porque no está aislado de
lo que ocurre en la cultura ni es refractario a las reflexiones polí-
ticas, sin embargo tiene una posición que bien podemos plantear
como éxtima (al mismo tiempo interior y exterior a la cultura).
Seguimos el texto de Frere:

En este sentido, creo que se equivocan quienes toman como algo anacrónico
la aparición de las posiciones de la Iglesia Romana en el debate moral mo-
derno. Al contrario, la considerable fuerza que muestra en algunos lugares
de Occidente (América de norte a sur, por ejemplo; o en Europa las masas de
jóvenes que convocó el Papa en Madrid en el verano de 2011) nos hablan de
una vitalidad que tiene causas que la explican. El retorno de la Moral religio-
sa, con toda su secuela de hipocresía y culpa, se apoya en cierto fracaso de
una Moral laica que pretendió sostenerse del Principio del Placer. Frente a
una tal propuesta, quizá, no debería sorprendernos demasiado a los analistas
el retorno de la figura del Padre, del Santo Padre, en su vertiente de un ser
consciente, de un padre que está vivo —por contrastar con el padre simbó-
lico freudiano, que está muerto— y que tiene a bien decirnos qué debemos
hacer todos y siempre frente a lo imposible de la relación sexual o frente al
misterio de la procreación y la muerte.
De los fracasos de una Moral laica —ya que también hay que decir que
ella introdujo convicciones en la Sociedad Civil que han supuesto una mayor
libertad en la expresión de la complejidad sexual y que van a tener difícil
vuelta atrás— no es un responsable menor cierto Materialismo vulgar, que
ha dejado en manos de la Religión la noción de Espíritu. El Psicoanálisis per-
mite sostener, desde el concepto de la materialidad del significante, una hipótesis
materialista del alma, si me lo permitís decir así.
Nuestra propuesta consiste en responder con la estructura. Es decir, con
lo que ninguna religión, ni ideología política pueden responder: todos estos
fenómenos que se denuncian son parte necesaria de la estructura familiar.

34
La familia: trayecto de una investigación psicoanalítica de la Fundación Psicoanalítica Madrid/1987

Ningún ideal laico o religioso puede dar cuenta de las problemáticas fami-
liares en cuestión, pues las expulsa como “malas” o “erróneas”; de la misma
manera ninguna perspectiva científica que no reconozca su necesidad (ni
la imposibilidad de escribirla) en la dinámica familiar podrá conjeturar con
rigor y, por lo tanto, seguirá deudora de los Ideales cívicos o religiosos que
profese el investigador (pp. 1-2).

Urdimbre familiar

En lo que atañe al psicoanálisis propiamente, seguimos el texto de


Javier Frere (2011) de nuevo:

Entrando ya en nuestra propia materia, tomar a la familia como una estruc-


tura supone, en primer lugar, que sus miembros son ante todo posiciones
significantes; lo cual deja de lado cualquier impedimento a priori para que
cumplan con las funciones, aquellas personas que estuvieran implicadas por
su deseo inconsciente para ocupar ese lugar. Es decir, con independencia de
su anatomía o de si las une un tipo de vínculo conyugal u otro, o si se trata
de madres o padres solos, etc. Imprimiendo así a la cuestión otro tipo de
análisis, uno que tome en consideración al discurso y allí pueda situar quién
ha hecho de padre, madre, hijo, hermano, etc. Esto permite sostenerse en
una posición epistemológica, no moral. En todo lo referente a las irrupciones
de la violencia o de la sexualidad en el seno familiar, éstas no pueden ser
entendidas fuera de lo que se ponga en evidencia en el discurso que sosten-
ga alguien impelido a hablar del asunto. Es decir, no hay ninguna respuesta
Universal que no se recoja en un Particular.
Para empezar, resulta necesario considerar que todos esos fenómenos
son expresiones de un goce que todo vínculo familiar pone en juego y, sin
el cual, no existe ese mismo vínculo. De ningún modo ha de suponerse que,
por el hecho de que las funciones familiares son posiciones significantes, se
trataría de abstracciones anónimas que, no se sabe cómo, hallarían su encar-
nadura. Se trata de implicaciones muy poderosas de las personas que juegan
esos papeles, donde la conmoción del cuerpo no es una excepción sino la
condición sine qua non; precisamente, ésa es la tela sobre la que se corta
la función familiar: sobre la parte de goce que implica. Si alguien entrara a
cumplir una función familiar exclusivamente movido por un ideal ideológico
o un deber moral, algo quedaría forcluído6 en esa estructuración.

6. La forclusión es un concepto lacaniano que indica el “no ha lugar” en el derecho


jurídico. Un juez cierra un caso diciendo “no ha lugar”. En el sujeto la forclusión es
un mecanismo distinto de la represión o la renegación, que expulsa fuera del universo

35
Xóchitl Romo

Se trata, una vez más, de la implicación de la historia de alguien en lo


actual del golpe de lo real que supone el nacimiento de un hijo o de un her-
mano, por poner algunos ejemplos. Ese golpe de lo real conmueve al cuerpo
en su dimensión de cuerpo gozante y esa encrucijada existencial puede dar
lugar a diferentes modos de violencia o de realización sexual —entender algo
no significa justificarlo, obviamente—; cómo no, el Sexo y la Muerte se ha-
cen presentes como preguntas fundamentales del sujeto ante un objeto-cau-
sa: “¿estoy vivo o muerto?”, “¿soy hombre o mujer?” para lo cual debe contar
con Otro para sostenerlas; si no cuenta más que con otro y la pregunta no se
sostiene, el pasaje al acto7 está servido (ibidem, pp. 2-3).

Freud denominaba trauma a lo que con Lacan decimos que es un


golpe de lo real. Las experiencias de la maternidad o paternidad,
no son de orden “natural” sino que requieren de una acogida en el
sujeto que tiene su punto de partida en la historia familiar y cul-
tural en el sentido de tejido de relaciones y representaciones sim-
bólicas. Momentos de un enlace. Lo mismo ocurre con la muerte
o el encuentro sexual. Si no hay con quién y con qué compartir, la
experiencia puede ser enloquecedora. Nada garantiza que por “sí
mismo” el sujeto pueda asumir lo que aparece con un encuentro,
separación, muerte o nacimiento. Por otro lado, hemos de contar
también con el azar puesto que nadie sabe por anticipado lo que
tendrá que enfrentar: una guerra, una enfermedad, un asalto, un
amor, un tsunami, un despido, una sorpresa, un gozo, una pérdida,
un deseo; y cada vez será una prueba para el sujeto y su histo-
ria; vez por vez, tendrá que re-armarse y re-leer su historia (en el
mejor de los casos).
Siguiendo las marcas de lo familiar y la estructura, Ignacio
Anasagasti propuso el trabajo en referencia a la clínica de pacien-
tes que han hecho algún delirio, y a las preguntas que se generan
sobre el deseo familiar en el texto del delirio o en un hijo que se
suicida. Ignacio Anasagasti retomó un caso de su propia experien-

simbólico o de la palabra, es decir, fuera de lo inconsciente, alguna función, por


ejemplo la paterna. Algo de la función paterna queda como no registrada en la historia
del sujeto.
7. Pasar al acto es también un modo de no integración del funcionamiento de lo simbólico.
Se tiene que actuar lo que no se puede apalabrar. Lo radical de esta experiencia que
conocemos en psicoanálisis como “pasaje al acto”, es que el sujeto está totalmente
desligado de su propio acto.

36
La familia: trayecto de una investigación psicoanalítica de la Fundación Psicoanalítica Madrid/1987

cia y más ampliamente el famoso libro publicado de las memorias


de un jurista y escritor alemán, Daniel Paul Schreber (1985): Me-
morias de un neuropata. Texto que fue analizado por Freud (2000)
en 1911 y que constituye uno de los análisis más exhaustivos de la
obra del padre del psicoanálisis.
El caso Schreber es muy importante en la historia del psicoa-
nálisis; su delirio consistía en ser el objeto de la persecución de
dios quien le hablaba en una lengua fundamental; pensaba que sus
nervios atraían a dios y que este último quería poco a poco con-
vertirlo en mujer para fecundarlo y repoblar la tierra. Por otro
lado atribuía a su psiquiatra Flechsing una conspiración y el gran
crimen del “asesinato del alma”. Mucha tinta ha corrido sobre este
caso. En especial con la sorpresa de que Schreber hizo un delirio
que le permitió curarse, al tiempo que puso a funcionar algo en la
escritura y publicación de su delirio; algo que lo aliviaba del lugar
faltante del padre.
Anasagasti (2014) lo toma por el costado del capítulo censu-
rado en las memorias por la familia de Schreber. Este capítulo iii,
bloqueado por la familia se llamaba precisamente “El asesinato del
alma”. Si partimos de que la escritura es un intento de hacerse un
lugar en el mundo de lo simbólico, ¿qué significa que la familia
censure lo que Schreber pretendía decir? Es un evento que nos
da la noticia de una familia con cierta incapacidad para acoger la
palabra de este hombre o los acontecimientos a los que pretendía
referirse y la censura se conecta con el delirio.
Cito a Anasagasti:

Hay algo inconveniente que debe ser silenciado. No ha lugar a la palabra. Un


agujero en la historia. Una página en blanco. Un capítulo rechazado por el
Otro de la Familia.
Intento fallido de Schreber, a través de la escritura, de penetrar en el
campo del Otro, de horadarlo, de encontrar ahí su lugar de sujeto, de inscri-
birse en el discurso familiar, de revertir el capítulo forcluido de su historia
(imposible de separar del de su familia)
La (no) respuesta del Otro de la Familia: la censura forclusiva, que no
deja rastro, huella, tachaduras, que cierra lo que podría haberse abierto, que
calla lo que podría haberse dicho, que no registra (no se da por enterado, no
hay acuse de recibo… silencio administrativo) la afirmación (Be-jahung) del
sujeto, expulsándolo (Ausstossung) del discurso compartido (Ibidem, 435).

37
Xóchitl Romo

Se puede entender el motivo del escándalo (social, el “qué dirán”) si uno


se fija en dos hechos (atinentes a la buena fama y al prestigio de las per-
sonas). El primero de ellos es que su autor, el doctor en Derecho Daniel
Paul Schreber, era hijo del célebre médico, ortopedista y pedagogo, Daniel
Gotlieb Moritz Schreber. El Dr. Schreber firmó numerosos, difundidos y lu-
crativos trabajos en los que promovía sus puntos de vista sobre la educación
física y espiritual de los niños y jóvenes de Alemania. Junto con sus escritos
y las noticias sobre las instituciones gimnásticas por él fundadas y los jardi-
nes que llevan su nombre (esparcidos por toda Alemania), han llegado hasta
nosotros sus máquinas ortopédicas, que permitían, por ejemplo, mantener
tiesa la columna vertebral del niño durante la lectura.
La segunda circunstancia que pudo provocar la censura de ese capítulo
es que el hijo mayor de D. G. M. Schreber, Daniel Gustav, se graduó como
abogado y en 1877 poco después de ser designado Gerichtsrat (Consejero
Judicial) se descerrajó un balazo poniendo fin a su vida. Tenía 38 años y
Daniel Paul 34.
[…] ¿Hablaría Schreber sobre estas cuestiones intolerables, insoporta-
bles, en el capítulo censurado? ¿De qué otra cosa podría hablar sino de esto?
¿No habla uno de lo que irrumpe desde lo real precisamente para no volverse
loco?... ergo, con más razón lo hará aquel que ya lo está, el que ha palpado la
dureza, la concavidad, el borde cortante de lo que no tiene nombre, el goce
no rubricado por el Otro, no sancionado simbólicamente (a-palabrado)…
(Anasagasti, 2014, 435-450).

El rechazo de la familia Schreber a que se publicara algo de lo


familiar fallido, doloroso o vergonzoso, muestra de modo metafó-
rico los efectos delirantes de un sujeto que no encuentra acogida
simbólica en la familia.
Existe una estrecha relación entre las rígidas teorías educati-
vas del padre y el deliro del hijo que fue censurado. No ha lugar a
lo que no esté “derecho”.
El delirio y el lenguaje escrito intentarán construir un lugar
para el sujeto y por eso el analista acompaña al delirante en esa
travesía.
Anasagasti toma momentos de la escritura de Schreber que
demuestran su intento de construir una alteridad indispensable,
unos otros familiares, o un espacio donde los familiares sean su
otredad necesaria. Le es imprescindible denunciar el asesinato del
alma y, como de la familia (padre y hermano) no se puede hablar,
aparecen Dios y el psiquiatra relacionados con el asesinato:

38
La familia: trayecto de una investigación psicoanalítica de la Fundación Psicoanalítica Madrid/1987

Schreber, en este capítulo, se propone hacer referencia a “algunos otros


miembros de su familia” con el fin de desentrañar lo que le resulta más mor-
tificante, ese nudo imposible de desatar de su psicosis, el denominado ase-
sinato del alma (las almas examinadas dixit). La paradoja de esta expresión
es que este asesinato, aunque afecta a Schreber, que sufre sus consecuencias,
no es de su competencia, no pertenece a su negociado, siendo asunto del
Otro, que es un des-almado, que carece de alma, al haberla vendido al diablo.
Es patrimonio de ese Dios infausto que no quiere saber nada de los seres
vivos, que se relaciona sólo con cadáveres (cuerpos sin alma). El alma es la
verdad del sujeto, lo real, lo más irreducible del goce (ibidem).

De ahí que podamos decir que la familia es el lugar donde se trans-


mite (o no) la condición humana. Ponemos ahora el énfasis en el
paréntesis puesto que las familias son también los espacios donde
encontramos lo peor de un grupo: la censura de un lugar en lo sim-
bólico, el recibimiento catatónico, indiferente y callado; la nega-
ción radical de una verdad del sujeto; o el gozo incestuoso, abusivo
y doloso que genera los síntomas más dramáticos y dañinos.
Ricardo Saiegh planteaba en nuestro seminario a la familia
como el espacio donde sucede lo mejor y lo peor.
Sin embargo, sostenemos que el delirio, la alucinación, las in-
hibiciones, las angustias o cualquier síntoma, constituyen un in-
tento de armar con pocos elementos a veces, una lectura distinta
de lo que se ha escrito o silenciado en la familia. Se trata de una
apuesta del sujeto de hacer y hacerse un lugar; y si resulta que
alguien acoge esa apuesta, habrá reescritura (por ejemplo en un
psicoanálisis). Diremos que aún en lo peor, algo de la familia ten-
drá que ponerse en juego otra vez, metafóricamente, para hacer
esta operación de pase.
Retomo el escrito Ricardo Saiegh (2012):

Son habituales los relatos en los que el parentesco, lo sexual, lo social, resul-
taron horribles “infiernos” por los que evitar volver a pasar. Pero no requiere
mucha agudeza constatar cuántas catástrofes ocurren por tratar de evitarlas.
En cuestión de infiernos preferible descubrir lo contradictorio y enigmático
de los del Bosco, los del Brueghel el Viejo, el de Orfeo y Eurídice o el del
genio de Dante que tras anunciar el “Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate” en
las puertas del Averno, al suponer a Beatrice atravesando el infierno, hace
que la excursión sea por lo menos más graciosa.
“Se gana la luz desde el infierno”, decía León Felipe. Y además advertía:
“Ni llanto ni ufanía. Vamos al gran taller, a la gran fragua donde se enderezan

39
Xóchitl Romo

los entuertos. ¡Arre! ¡Arre!... Allí sitúo las palabras de los marineros fenicios
para cuando la nave esta por hundirse, recordadas por Jorge Luis Borges
como ejemplo de fuerza poética:
-Madre de Cartago, devuelve el remo.
-Duermo, luego vuelvo a remar.
-Dioses, no me juzguéis como a un dios
sino como a un hombre a quien ha destrozado el mar (pp. 94-95).

Función padre y anudamiento

Se dice una y otra vez que los padres han perdido su autoridad y
su poder con una especie de melancolía por la falla de los padres.
El famoso caso de Daniel Paul Schreber nos demuestra con
claridad que la función de un padre no está en lo buen educador
que sea, en su prestigio, en el gran poder que tiene o la supuesta
autoridad. Dice Javier Frere (ibid):

El padre de Schröeber está plenamente investido del gran poder jurídico


que la época le concede y, sin embargo, el libro de Daniel-Paul es el mayor y
más contundente testimonio de que allí no hubo lugar a la función paterna.
En relación a esto, hay una paráfrasis que hacía Ricardo Saiegh de la cita
lacaniana en la que se dice que la operación del Nombre del Padre depende
del caso que hace la madre a la palabra del padre; Saiegh planteaba que tam-
bién depende del caso que hace el padre a la palabra de la madre. Podríamos
seguir el juego diciendo que depende también del caso que hagan el padre
y la madre a la palabra del hijo, para insinuar con firmeza que depende del
caso que se haga en la familia a la palabra del Otro. Es ahí donde se juega
la fuerza de la metáfora paterna. Y si bien es cierto que el debilitamiento
jurídico tiene su referente social y puede, por ejemplo, generar dudas sobre
su autoridad para ejercer la responsabilidad paterna en muchas personas, y
que una cierta ideología igualitaria ha hecho estragos en la crianza y en la
educación modernas...; sin embargo de todo esto, la operación paterna ha
de encontrar (como de hecho sucede) sus vías en distintas conjugaciones de
actores diversos.
Esto nos permite reflexionar sobre cómo los miembros de la estructura
familiar tienen lugares significantes y, por eso, sólo son verificables en el
plano del discurso (p. 3).

No negamos las transformaciones en la formas familiares; sin


embargo la caída de un padre todopoderoso más que una realidad
cultural nos parece sobre todo parte del mito paterno antiguo que

40
La familia: trayecto de una investigación psicoanalítica de la Fundación Psicoanalítica Madrid/1987

sigue vivo (Marinas, 2011): en el mito se muestra al padre en déficit


una y otra vez. Desde el mito de Edipo vemos que él mismo tiene
el pie hinchado, Layo, su padre, es el zurdo y su abuelo Lábdaco era
cojo. Con lo cual el mito es ya una puesta en relato del padre que
falla y de la transmisión de esa manquedad. (Romo, 2012).
Sin embargo, para el psicoanálisis no hay mejor padre que al
que le falta algo. El padre que tiene un deseo más que una grandio-
sidad es el padre que nos interesa. O el padre que le hace falta a la
madre, ese también nos interesa… o el padre que el hijo piensa al
modo de un enigma, etc. Es decir, el padre en su contexto familiar
donde circula un deseo.
Una de nuestras invitadas al diálogo fue la analista argentina
Lidia Alazraqui. Ella lo dice de este modo:

Cuando se habla de debilitamiento del lugar del padre parece más concerni-
do a referencias ideológicas que sostienen roles imaginarios; desde el psicoa-
nálisis el padre revela el lugar del nombre del Padre no entraña una cuestión
de cantidad, de más o de menos, está o no está, lo cual no ahorra nada de los
avatares neuróticos. Ese nombre estará a cargo del sujeto, en cada contingencia
donde advenga para él la posibilidad de un acontecimiento (Alazraqui, 2009,
28. El subrayado es mío).

Subrayamos que el nombre está a cargo del sujeto, no del individuo


y que el acontecimiento es el anudamiento. Se trata, siguiendo el
texto de Alazraqui, de lo inapelable e indispensable de cierto vín-
culo, siempre enigmático y singular, con el Otro: ninguno puede
nombrarse a sí mismo, ni siquiera el padre.
Parafraseando algunas propuestas de Ricardo Saiegh, y reto-
mando una clínica de nudos, decimos que un padre se anuda con
una mujer que desea un hijo; que un hijo se anuda a un padre que
desea a la madre y una madre se anuda a un hijo que lanza una
pregunta por su padre. En la misma tónica, decimos que una mujer
se anuda con un hombre que insiste en su deseo y que, a su vez,
un hombre se anuda a la relación entre una mujer y el enigma de
su sexualidad. En esos anudamientos está lo que abordamos con el
término de “nombre del padre” (Romo, 2011).
Un fragmento del seminario rsi muchas veces citado aborda el
tema. Dice Lacan (1989):

41
Xóchitl Romo

Un padre no tiene derecho al respeto ni al amor, más que si [...] está [...] pé-
re-versement orientado, es decir, si hace de una mujer el objeto a minúscula
que causa su deseo. [...] Poco importa (que el padre) tenga síntomas si añade
a ellos [...] que su causa sea una mujer que él se haya conseguido para hacerle
hijos y que a éstos, los quiera o no, les brinde un cuidado paternal (p. 59).

El padre es quien sólo puede articularse (para decirse y para posi-


bilitar el movimiento) en el deseo que se anuda con la diferencia
sexual y la diferencia generacional en la familia: a la mujer la hace el
objeto de su deseo y a los hijos los cuida: es decir, no los hace el
objeto del deseo; en cambio son todos efecto de un enlace (Romo,
2012).
Indagamos las dificultades y lo que hace propicio ciertos anu-
damientos y enlaces a través de este operador denominado nom-
bre del padre.
Diferencia sexual, diferencia generacional y relación con la ciu-
dad (trabajo, escuela, lenguaje, cultura etc.) son funciones que se
ponen en juego en la familia y que abren la condición de enlace
creativo y deseante entre sus miembros.

Presentaciones subjetivas

Un analista que trabaja en una institución pública ha de plan-


tearse constantemente una interrogación sobre la intervención en
relación al tejido familiar del sujeto por el que se le consulta y la
expectativa institucional-social sobre su quehacer profesional. El
analista enfrenta la complejidad de lo que ocurre en las familias.
Andrés Brunelli (2011) dice en su texto:

Como punto de apoyo tomaré algunas situaciones clínicas que prefiero de-
signar “presentaciones subjetivas” más que “nuevos modos subjetivos”, sim-
plemente porque no me creo autorizado a realizar esta afirmación. No citaré
estadísticas ni porcentajes de ocurrencia y recurrencia ni criticaré las diver-
sas modalidades desde la impotencia de la queja, sino que me centraré en
aquellas presentaciones que más dificultad provocan a la hora de la interven-
ción, es decir, las que suponen un mayor obstáculo para la reconstrucción de
la condición humana.
Un primer grupo perteneciente a la casuística de una institución pública
dedicada a la atención de menores en riesgo y sus familias, la cual se encua-

42
La familia: trayecto de una investigación psicoanalítica de la Fundación Psicoanalítica Madrid/1987

dra en lo que se denomina el campo de la “protección”, significante con gran


poder de determinación en la práctica que en él se desarrolla:
• Una madre de un chico de 16 años denuncia que su hijo la maltrata, hace
lo que quiere y, si ella pretende instaurar un límite, él reacciona agre-
sivamente, incluso ha llegado a pegarle. Por eso lo expulsa de su casa y
pasa a vivir con el padre, quien se declara impotente para ordenar a este
chico y opta por dejarle hacer lo que le parezca. Ambos esperan que
alguien “cambie” al menor o, si no, se lo interne en un centro de pro-
tección. No aceptan poner en juego su parte en todo esto, incluyendo
antecedentes de abandono, violencia verbal y física, agresión conyugal
cuando convivían, abuso de alcohol y otras sustancias, prohibiciones
arbitrarias debido a conflictos neuróticos graves sin resolver, etcétera.
• Una familia “reconstituida” intercultural, donde el “problema” es otro
adolescente que hace regañar a su madre y padrastro, quienes no dudan
en llamar a la policía cuando surgen dificultades en casa. Las preguntas
que el menor empieza a plantear se orientan hacia la reconstrucción de
su historia personal, desmentida hasta ese momento por una madre y pa-
drastro evidentemente muy angustiados, y que pone en primer término
la intriga por su padre biológico y la deriva deseante entre éste y su ma-
dre. Estas cuestiones incómodas suscitan actuaciones por parte de todos,
como amenazas e intentos autolíticos, agresiones verbales y expulsiones
del hogar. Lo más difícil de tolerar para el chico es la idea de que la madre
reniegue de él en tanto hijo y de que se mantenga la renegación de la his-
toria familiar. Cuando el joven empieza a hablar algunas de estas cosas en
sesión, aparecen toda clase de resistencias parentales a la intervención.
• Unos padres separados se presentan muy preocupados por las actuaciones
graves de su hija de 17 años, quien presenta diversas conductas de ries-
go, como un intento autolítico y dos embarazos “no buscados”. La madre
muestra una actitud fría emocionalmente, al parecer en especial hacia esta
hija, quien es la mayor de dos; el padre, por su parte, fomenta una ligazón
un tanto incestuosa con la hija, y ha llegado a denunciar judicialmente a la
madre, cuando todavía vivían juntos, porque no estaba de acuerdo con el
trato que ésta le dispensaba a la hija. Aceptan acudir a entrevistas sólo para
hablar de la joven, a sus ojos el objeto exclusivo de la intervención.
• Una mujer está embarazada de su quinta hija, y los antecedentes deve-
lan una negligencia histórica de gravedad: la primera hija fue acogida
por unos familiares, la segunda resultó muerta por asfixia (razón por
la cual la madre y la abuela materna fueron condenadas a una pena de
prisión por el delito de homicidio involuntario), mientras que la tercera
y la cuarta fueron dadas en acogimiento familiar pre-adoptivo con una
familia alternativa. Los servicios de protección de menores y de salud
intervinientes valoran tutelar a esta bebé cuando nazca.
• Unos padres, ambos incapacitados legalmente para trabajar y percepto-
res de sendas pensiones, acuden preocupados por ciertos paroxismos
emocionales y conductuales de su único hijo, adolescente, al que se em-

43
Xóchitl Romo

peñan en caracterizar como “enfermo”, a pesar de innumerables opinio-


nes profesionales contrarias. Pero no parecen preocuparse demasiado
por el hecho de que su hijo sólo come purés, como un bebé pequeño
(pp. 1-3)

Continúa Brunelli (ibidem):

Así, muchas familias tienden a actuar en la pretendida realidad lo que no lo-


gran poner en juego en el campo simbólico, formalizando denuncias policia-
les y judiciales, pasando al acto de la agresión y expulsión, o capitulando de
sus funciones. En este caso, se produce tanto el abandono literal (del menor
o de la intervención) como la asunción de un papel absolutamente pasivo y
de sometimiento al accionar del profesional, al que se entregan como a una
divinidad salvadora o, al menos, tranquilizadora.
Se pueden ubicar funciones pero aparecen aisladas, sin vinculación,
coartándose así el desarrollo de la sexualidad. Las funciones materna y pa-
terna no quedan referidas mutuamente en su vertiente erótica sino en la de
derechos y obligaciones; concomitantemente, la función de hijo no logra ins-
cribirse en una trama de transmisión donde se ponga en circulación la ley.
El fracaso de estas operaciones es el causante del malestar de los usuarios-
pacientes que quedan objetivados en el sufrimiento y las quejas respecto a
diversos fenómenos imaginarios.
También se verifican posiciones de “lucha”, especialmente en madres y
abuelas acogedoras, pero que no están dispuestas a poner en cuestión esta
modalidad goce.

El “fracaso” del enlace sexual, genera impotencia en el anuda-


miento generacional y malestar en la cultura. El analista está con-
vocado al lugar de la falla para introducir algo del juego del deseo.
No se trata de hacer que “se quieran” o que se “entiendan” sino de
re-introducir algo de un acto significante.
Incluimos en nuestra discusión el libro de Engels (Marx y En-
gels, ibidem), sobre el tema y el texto de Andrés Brunelli lo puntúa
en relación a su clínica institucional:

[…] A partir del trabajo de F. Engels sobre la familia podemos pensar que la
prohibición creciente de la sexualidad en la que se asienta su desarrollo es
fecunda cuando instaura una ley. Caso contrario, la mera prohibición sólo
provoca actuaciones, inhibiciones y más impotencia.
Para prohibir algo, negarlo, primero hay que afirmarlo (bejahung como
condición de la verneinung); y si la prohibición pivota sobre el deseo inces-
tuoso, entonces éste debe ser reconocido.

44
La familia: trayecto de una investigación psicoanalítica de la Fundación Psicoanalítica Madrid/1987

Esto para hacer notar la necesidad de reintroducir la dimensión pulsio-


nal como condición para la instauración de cualquier orden familiar y social,
incluyendo las tan mentadas ideas de norma y límite hacia los hijos, alumnos
o usuarios. Dimensión que debería encuadrarse en lo que Engels llama “ver-
daderos vínculos de la familia”, que a menudo están en contradicción con los
sistemas de parentesco que sostiene el discurso oficial.
Frente a las presentaciones apuntadas anteriormente, el profesional pue-
de intentar responder a la demanda (del usuario o paciente, de su propia ins-
tancia moral, así como de alguna de las instituciones intervinientes) tratando
de ordenar, limitar, educar, cuidar, etc., certificando, de este modo, la impo-
tencia de la posición de los padres y, por supuesto, también de la suya propia.
Ante padres impotentizados y profesionales conminados a responder,
resulta de interés recordar el concepto de Erik Porge (1990) acerca de lo que
denomina “transferencia à la cantonade”, en el que aquel que está en el lugar
del analista soporta el Sujeto Supuesto Saber Hacer para devolverlo, luego, a
los padres, lo cual define como una contribución social al edipismo. Se trata
no tanto de capacitar a los padres en el sentido de dotarlos de conocimientos
y técnicas de crianza sino de rehabilitar un lugar que soporte ese saber que
es el del inconsciente (pp. 4-5).

Un hijo se dirige a alguno de sus padres suponiéndole algún saber


que lo calmará de su angustia. Si los padres no son capaces de reci-
bir esa petición de sus hijos y hacerle lugar a las inquietudes de
estos últimos, el lugar de la transferencia hacia los padres cae. A
veces ocurre que los padres más bien se sienten agredidos u ofen-
didos por sus hijos cuando estos están investigando o formulando
con comportamientos y síntomas, una pregunta. Cierta ansiedad
entra en escena y los padres se descolocan de su lugar. El analista se
hará el destinatario de la investigación que está en curso, por ejem-
plo, en los casos que describe Brunelli: ¿dónde está el padre?, ¿soy
hijo de mi madre?, ¿qué es la maternidad?, ¿qué es tener un hijo?
Suponemos que esas preguntas no se responden en directo
sino haciendo un recorrido por el Otro ¿dónde está el padre, para
la madre?, ¿soy hijo de cuál encuentro entre dos?, ¿una madre pue-
de serlo en relación a qué hijo?

Karina Glauberman (2011), por su parte, demuestra en su texto


siguiendo cuidadosamente a Freud y a Lacan que el sujeto bien
puede hacer un trayecto desdoblando al padre de su supuesta
45
Xóchitl Romo

unicidad; itinerario que le permitirá librarse de la creencia de un


padre de la exaltación. Glauberman trabaja en contrapunto con la
película La caja de música (1989) y aprovechando el nombre y la
trama del filme dice que:

[…] el Edipo es una caja de música, que el diccionario define como un ins-
trumento musical mecánico, que funciona por medio de unos remaches ubi-
cados en un cilindro giratorio o disco, que al ser tocados por un cepillo de
metal, producen el sonido, no siempre pero casi siempre, el mismo. Es decir,
un espacio cerrado que abierto, si le damos bastante cuerda —y en esto los
neuróticos nos afanamos bastante—, repite la misma música, que sólo cesa
al volver a cerrarla (p. 6).

Para esta analista se trata de una línea de investigación que abre


la puerta a aquello que permita liberarse de una especie de servi-
dumbre al padre ideal o al Otro imaginado omnipotente o, agrega-
mos, al Dios Oscuro.
Es interesante la posición de Glauberman, pues aun cuando
hemos sostenido que lo familiar y el Edipo constituyen un entra-
mado que permite el acceso a la condición deseante, son también
relaciones que pueden generar sometimientos y culpabilización
excesiva ante un padre exaltado.
En la película La caja de música vemos a una hija descubrir en
su amado padre un inquietante pasado nazi. El paso que da no es
sencillo pues va de defenderlo como abogada, a optar por la ley
que condena al padre en tanto criminal.
Propone Glauberman un cambio de posición del tamaño del
cambio de país, el pasaje que lleva de Un padre totalitario al Otro
que permite la relación con la polis, con la ley común: … tal vez
esta sea la gran emigración, la de la Novela Familiar al padre de la
versión que posibilita el lazo social, que nos inscribe en una genea-
logía, en una historia colectiva.
Saiegh (ibidem) cita en su texto a Lacan en su seminario del 24
de junio del 64:

Hay algo profundamente enmascarado en la crítica de la historia que hemos


vivido: el drama del nazismo, que presenta las formas más monstruosas y su-
puestamente superadas del holocausto […] ese resurgimiento, por el que se
revela que la ofrenda a los dioses oscuros de un objeto de sacrificio es algo a lo

46
La familia: trayecto de una investigación psicoanalítica de la Fundación Psicoanalítica Madrid/1987

que pocos sujetos pueden no sucumbir, en una monstruosa captura. La igno-


rancia, la indiferencia, la desviación de la mirada, puede explicar bajo qué velo
sigue todavía oculto ese misterio. Pero para cualquiera que sea capaz de dirigir,
hacia ese fenómeno, una valerosa mirada —y, una vez más, poco hay de seguro
para no sucumbir a la fascinación del sacrificio mismo— el sacrificio significa
que, en el objeto de nuestros deseos, intentamos encontrar el testimonio de la
presencia del deseo de ese Otro que aquí llamo el “Dios Oscuro” (p. 92).

Hacemos este enlace entre los textos de Glauberman y Saiegh —


enlace que por sí mismo no está hecho— para indicar que la ética
del psicoanálisis propone que el sujeto es efecto del anudamiento
con los otros de su historia pero, al mismo tiempo, ha de atravesar
el sometimiento, la indiferencia o la fascinación por el sacrificio.
Es una ética con ciertas consecuencias políticas de comunidad
opuestas al funcionamiento de la masa que enaltece a un líder
ideal y no da lugar a lo particular de cada sujeto. El Edipo que
enlaza las diferencias en la ley del deseo tiene consecuencias polí-
ticas por investigarse.

Conclusión

Propongo como conclusión una idea de Javier Frere (op. cit.) sobre
la familia como un grupo matemático:

En el intento de avanzar en la elaboración del problema de la estructura


familiar propuse, en su momento, pensarla como un grupo matemático. La
definición de grupo estimuló una primera aproximación que pareció inte-
resante: un conjunto sobre cuyos elementos se ha definido una operación.
Hasta ahí, la familia responde bien a la definición.
Enseguida llegan las propiedades del grupo: asociatividad, elemento
neutro y elemento simétrico. Forzando quizás un poco las significaciones,
podemos decir que la primera se cumple:

p F (m F h) = (p F m) F h
(donde F representa a la operación propia del grupo Familia)

Es decir: que la operación de un padre sobre el vínculo entre una madre y un


hijo equivale a la operación que el hijo hace sobre el vínculo entre el padre
y la madre. En lo que escuchamos un eco muy potente del oportuno juego
de palabras, propuesto por R. Saiegh, sobre el caso que hace la madre a la
palabra del padre y sus variantes ya reseñadas.

47
Xóchitl Romo

Pero hay algunos problemas con esta definición, además de la sensación


de forzar demasiado las matemáticas. Pero tomemos la cuestión desde un
principio.
La familia es el grupo donde se trasmite la condición humana. Grupo
entendido en el sentido de un grupo matemático, como modo de quitarle
cualquier connotación que pudiera tener en el sentido de una Masa en rela-
ción a un Líder; es con esta noción freudiana de Masa con la que confronta-
mos a la de estructura. El padre —o la madre, para esto es igual— como líder
de una masa no opera la función paterna. La familia no es una unidad donde
los objetos de todos quedan identificados en uno, sino una diversidad de
objetos. Así, grupo matemático se define como un conjunto sobre cuyos ele-
mentos se ha definido una operación. Podríamos decir que la Castración es
la operación que se define para la familia. Si decimos que es el grupo donde
se trasmite la condición humana, allí ya estamos definiendo una operación y
¿qué puede ser trasmitir la condición humana si no la introducción del infans
en la función hablante, a partir de lo cual quedará afectado por la operación
sobre el goce que el Psicoanálisis llama Castración?
Se dice que la estructura (F, F) —donde F es el nombre del grupo y F la ope-
ración que lo define— es un grupo con respecto a la operación “F” si satisface
las siguientes propiedades: operación interna, asociatividad, elemento neu-
tro y elemento simétrico. De las dos primeras propiedades podemos obtener
algunas intuiciones interesantes:
Operación interna: para cualesquiera dos elementos del conjunto A ope-
rados bajo “F”, el resultado siempre pertenece al mismo semigrupo A. Es
decir: cualquier operación que se produce entre miembros de la familia pro-
duce un resultado que afecta (pertenece) a la familia.
Asociatividad: para cualesquiera elementos del conjunto A no importa
el orden en que se operen las parejas de elementos siempre dará el mismo
resultado. Es decir:
Reemplacemos x, y, z por p, m, h y tendremos que:

F: p F(m F h) = (p Fm) F h

la operación de un padre sobre el vínculo entre una madre y un hijo equivale


a la operación que el hijo hace sobre el vínculo entre el padre y la madre.
Al reemplazar x,y,z por p,m,h, se desprende que usamos los Esquemas
R y L de J. Lacan para seguir las características del grupo Familia. En él se
localizan las posiciones padre, madre, hijo y falo, siguiendo la proposición
freudiana del Complejo de Edipo. Estas posiciones deben entenderse como
funciones diferenciadas de las personas que eventual y alternativamente las
ejercen. En una segunda lectura de las posiciones del grupo podemos afinar
su significación nombrándolas como un lugar de Otro (de Ley), de otro pri-
mordial, del Yo y del sujeto, respectivamente.

48
La familia: trayecto de una investigación psicoanalítica de la Fundación Psicoanalítica Madrid/1987

Tratándose de posiciones significantes y no estrictamente de personas,


podemos pensar que diferentes grupos humanos pueden cumplir con las fun-
ciones que se requieren para lo que hemos llamado la trasmisión de la condi-
ción humana, siempre que se cumplan las cuatro funciones citadas. Este punto
puede ser una aportación rigurosa del Psicoanálisis al debate social en torno a
los efectos de la adopción de niños por parejas personas del mismo sexo o a las
circunstancias de las llamadas familias mono-parentales, etcétera.

Pensar la familia como un grupo matemático nos ayuda a hacer


operaciones en vez de sostenernos en sistemas puramente ideo-
lógicos; sin embargo, se trata de operaciones que no pueden ser
“objetivas” pues tratamos con lo peculiar de cada historia.
Concha Cerdeira (2011: 5), en uno de los textos que presentó
durante el seminario, hablaba de “la importancia de la praxis ana-
lítica en el trabajo que hemos ido haciendo sobre la familia y el
lugar privilegiado del relato del paciente para construirla. [...] No
hay manera de tejer sin hilos”.
No podemos decir que “da igual” de quien se trate y cómo
lo diga. Todo lo contrario, es indispensable el recorrido de cada
relato y de su estética narrativa, invocante, escópica, etc; se jue-
ga en ello el acto creativo de cada historia y la lectura de lo que
—“¡maktub!”—, estaba escrito.

.…

Estos son algunos avances de una investigación que sigue su curso


por otras vías. La estructura nos sigue convocando al diálogo y la
escritura; con el tiempo, diremos algo más.
Se trata de seguir pensando la clínica psicoanalítica en relación
intensa con la polis, tratando de releer la historia del psicoanáli-
sis y su centro de gravedad que es el Edipo, como estructura que
transmite la condición humana pero que no es ni ideal ni fija.
Como dije al inicio, este despliegue no fue sin consecuencias,
tuvimos que atravesar algunas angustias de la práctica y de lo co-
lectivo en tanto asociación. Sin embargo, como para la estructura
y las familias, sostenemos que un analista no es por sí mismo sino
que le es imprescindible pensar su práctica, entre varios, en dis-
tintos tiempos y por partes. De ello intentamos dar testimonio.

49
Xóchitl Romo

Referencias bibliográficas

Alazraqui, Lidia (2009). Intrincaciones: familia y sociedad. Revista


Psicoanalítica, 13: “los complejos familiares”. Buenos Aires, pp. 17-29.
Anasagasti, Ignacio (2014). Schreber, la familia, el asesinato del alma. en
Los caminos del psicoanálisis. Madrid: Quantor Ensayos.
Anasagasti, Ignacio (2011). La transmisión del deseo en la familia.
Manuscrito inédito. Madrid: Fundación Psicoanalítica Madrid/1987.
Brunelli, Andrés (2011). Vicisitudes de la impotencia y contingencia
del amor Manuscrito inédito. Madrid: Fundación Psicoanalítica
Madrid/1987.
Cerdeira, Concha (2011). Un modo de conclusión del seminario sobre
la familia. Manuscrito inédito. Madrid: Fundación Psicoanalítica
Madrid/1987.
Engels, F. (1977). El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.
En Marx y Engels. Obras Escogidas (tomo ii). Madrid: Editorial
Fundamentos.
Frere, Javier (2011). La familia es el grupo que transmite la condición
humana. Manuscrito inédito. Madrid: Fundación Psicoanalítica
Madrid/1987.
Freud, Sigmund (2000). Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso
de paranoia (Dementia paranoides) descrito autobiográficamente. OC,
Tomo xii. Buenos Aires: Amorrortu.
Glauberman, Karina (2011). Familia y fraternidad. Manuscrito inédito.
Madrid: Fundación Psicoanalítica Madrid/1987.
Lacan, Jacques (1989). El seminario, libro 22, R.S.I. Buenos Aires: efba.
Lacan, Jacques (2003). La familia. Buenos Aires: Editorial Argonauta.
Marinas, José Miguel (2011). Lacan y la comunidad de lo inconsciente.
Buenos Aires: Mar por medio.
Porge, Erik (1990). La transferencia a la cantonade, Revista Littoral.
Buenos Aires, pp. 65-80.
Romo, Xóchitl (2012). Del padre en sí al padre en su contexto. Revista
Trazo Unario, 7, Revista electrónica de psicoanálisis. México.
Saiegh, Ricardo (2012). Religación de los tiempos/tiempos de la religa-
ción. Revista Trazo Unario No. 7, Revista electrónica de psicoanálisis.
México.
Schreber, D. P. (1985). Memorias de un neurópata (Legado de un enfermo
de los nervios). Barcelona: Argot.
Vallon, Serge (2008). Familles, Je vous hais Dans la peau!, Revista elec-
trónica VST: Vie Sociale et Traitements, 98, 3-5. Francia.

Filmografía

Costa-Gravas (1989). La caja de música. eu.

50
Capítulo 2
Violencias de Estado:
exilio y desaparición forzada

Helí Morales

A mi familia argentina
A José María Martinelli Herrera

Resumen

L
a familia es la instancia compleja de la estructuración del
sujeto y ésta se constituye en vinculación con la otredad, en
lo imaginario ligado a los semejantes y, en lo simbólico, al
Otro, instancia de la ley. Pero, ¿qué sucede si la ley se convierte en
una máquina institucional de contravención de ella misma? Nos pre-
guntamos por los efectos que el exilio y la desaparición forzada ejer-
cen en la configuración de los lazos sociales. En Argentina existieron
30,000 desaparecidos políticos y 340 campos de concentración y
exterminio. La perspectiva que aquí presentamos se circunscribe a
la importancia que, para esta configuración social, implica el nombre
propio, concepto fundamental para el psicoanálisis.
No debiera arrancarse a la gente de su tierra o país, no
a la fuerza. La gente queda dolorida, la tierra queda do-
lorida.
Nacemos y nos cortan el cordón umbilical. No des-
tierran y nadie nos corta la memoria, la lengua, los ca-
lores. Tenemos que aprender a vivir como el clavel del
aire, propiamente del aire.
Soy una planta monstruosa. Mis raíces están a miles
de kilómetros de mí y no nos ata un tallo, nos separan

51
Helí Morales

dos mares y un océano. El sol me mira cuando ellas res-


piran en la noche, duelen de noche bajo el sol.

Juan Gelman

El exilio y sus dolores

El psicoanálisis se presenta como un discurso. Es un discurso en


acto. Su fundamento es una clínica que atañe al sujeto. A sus dolo-
res, síntomas, heridas e infinitos. Es una praxis de los quebrantos
del sujeto. Pero esta dimensión clínica no agota su enunciado dis-
cursivo. Desde sus laderas textuales y doctrinales, pueden reali-
zarse análisis del campo de lo social porque lo social es también
su campo. No hay sujeto sin el Otro como no hay singularidad sin
otredad. El Otro en psicoanálisis atañe al lenguaje, al tesoro de
significantes, a la consistencia en movimiento de lo simbólico. Se
trata de una función, no de un personaje. Esa función hospeda la
sustancia de la ley y es la ejecutora metafórica de sus incidencias
en el sujeto. Este Otro, sin embargo, no constituye un todo. Para el
psicoanálisis —de allí una de sus aportaciones— este Otro, garante
y ejecutor de la ley, está en falta. No sólo no existe un universo
cerrado del discurso sino que la constitución misma del Otro se
establece a partir su falla. Esta falla y esta función del Otro son
estructurales. Sin embargo, eso no se hace de espaladas a la his-
toria y a los acontecimientos. El Otro como función opera a ese
nivel de lo simbólico de la ley y sus avenencias pero, los modos
específicos como se presentan distintos derroteros del ejercicio de
su función y, las maneras como se establecen las modalidades de
su falta, no son sin relación con el tiempo y el espacio.
La familia es el dispositivo de la instauración de la subjetividad
a partir de su relación con el Otro. Es el escenario de la fundación
del lazo social. Es el dispositivo social del advenimiento existen-
cial. El sujeto es social. La ley, el deseo, la vida y la muerte son sus
coordenadas.

52
Violencias de Estado: exilio y desaparición forzada

Ahora, ¿qué ocurre cuando las instancias de administración de


justicia y vida, se trastocan en instituciones de muerte y persecu-
ción?
Aquí se tomará la cuestión del nombre propio para dar cuenta
de esas incidencias, para señalar sus incisiones y para presentar
un campo de reflexión que incluye tanto al sujeto como a lo social.
Presentaremos diversas lecturas de acontecimientos sociales
que se vinculan directamente a lo político y que, desde nuestro
punto de vista, abren cauces importantes de pensamiento para
analizar las configuraciones familiares modernas y actuales. Nos
referimos al ejercicio violento de regímenes militares o sosteni-
dos sobre la fuerza del ejército y la policía en vinculación con el
gobierno en turno que provocan el abandono del país, la desapa-
rición, el asesinato y el secuestro ilegal de miles de ciudadanos y
ciudadanas.
Para poder analizar de cerca estas dimensiones es menester
partir de una evidencia social que ha marcado nuestro continente
en los últimos tiempos: el exilio.
A partir de sistemas militares y la implementación del Plan
Cóndor instrumentado por la administración política de los Esta-
dos Unidos en contubernio con los gobiernos golpistas de Argenti-
na, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, en los años setenta,
muchos litigantes, guerrilleros organizados, líderes políticos de
izquierda, ciudadanos inconformes, abogados democráticos, mili-
tantes de partidos de oposición, y defensores de los derechos hu-
manos sufrieron el peso de la violencia y la represión. En esos paí-
ses se intentó, bajo un régimen de terrorismo de Estado, erradicar
lo que los militares llamaban, “elementos subversivos”. A partir
de perseguir, encarcelar y asesinar a sus opositores, generaron un
clima de terror entre la ciudadanía y la clase política democrática.
Muchos civiles y militantes tuvieron que salir ante la amenaza
inminente de su vida, su integridad o su libertad. Quienes dejaban
su tierra de origen, lo hacían por distintos medios. Algunos “le-
gales” a partir del asilo político pero, la mayoría, debía atravesar
fronteras y escapar a países vecinos donde buscaban protegerse de
la persecución policíaca y militar. Muchos y muchas consiguieron
papeles falsos o se trasladaron de manera clandestina a diversas
laderas. Los exiliados llegaban a otros lugares con sus historias y
53
Helí Morales

sus memorias. Con sus heridas y sus sueños. Traían pocas cosas
del lugar de donde vinieron. Algunos bártulos y muchos recuer-
dos. Perdieron mucho, perdieron tanto pero, cada uno y cada una,
tenía su nombre propio y su apellido para recordar e intentar anu-
darse a la historia de su gente y de su pueblo. Lo podía llevar en
su documento de identidad, en su pasaporte, escondido bajo otras
rúbricas o entre la piel y la memoria para no olvidarlo. El nombre
era el hilo de Ariadna en el laberinto de la geografía agreste.
En este movimiento, no sólo se exiliaba el padre. Familias en-
teras debieron abandonar sus ciudades. Muchas casas quedaban
rotas cuando la madre, el abuelo o alguno de los integrantes de
ese clan debían salir del país ante las amenazas militares. Quienes
se quedaban debieron vivir muchas veces un exilio en sus propias
localidades por la persecución política que se experimentaba en
aquellos años. Un agujero se abría tanto en los que se iban como
en los que se quedaban. El tejido social se desgarraba. Las familias
se quebraban y los vínculos que los enlazaban eran desbaratados.
El rostro de América Latina se escribió con las cicatrices de esas
violencias. Miles de vidas cambiaron por la intromisión violenta
de estos gobiernos impuestos. Existencias rotas que se rearmaban
a medias o bajo circunstancias muy adversas en otros países. En
algunos casos fueron bien recibidos, en otros el exilio se volvió
una pesadilla. También hubo historias de amor y encuentros vi-
tales con habitantes de otras ciudades y otras latitudes. Las len-
guas se mezclaban igual que los corazones. Imposible hacer aquí
el recuento de esa lírica del destierro y la emigración forzada, de
esas leyendas íntimas y públicas de quienes se vieron forzados,
sin importar edad o afiliación política, a abandonar sus casas, sus
ciudades, su país y sus afectos entrañables.
Uno de los países más lastimados por la represión fue la Re-
pública Argentina (Yanquelevich, 2007). A partir del golpe de Es-
tado perpetrado por una junta militar en 1976 y de la acción los
grupos paramilitares que aparecieron incluso antes del garrotazo
castrense, miles de familias fueron desgajadas, muchas mujeres y
hombres fueron perseguidos, encarcelados o torturados, así como
muchos niños fueron trastocados por la emigración forzada y la
errancia geográfica.

54
Violencias de Estado: exilio y desaparición forzada

En relación al exilio, durante muchos años, los gobiernos mili-


tares intentaron borrar de la memoria social, la existencia y la im-
portancia de este acontecimiento político. Sea que buscaran urdir
un manto de olvido sobre ellos, sea que, cuando los recordaban, era
para imputarles diversos delitos o actos ilegales. A mediados de los
años setenta, se intentó desacreditar a los exiliados acusándolos de
organizar movimientos de desestabilización social y de poner en
mal el nombre de la nación. La propaganda de la dictadura asegura-
ba que muchos de los exiliados eran los culpables de la violencia que
lastimaba al país, amén de acusarlos de personajes subversivos y
peligrosos. Es curioso: entre los exiliados y las exiliadas había bebés
recién nacidos, niños de tres años que comenzaban a hablar o niñas
cuya edad fluctuaba entre los cuatro y los doce años.
Con la llegada de la democracia a principios de los años ochen-
ta, las cosas comenzaron a cambiar. Lentamente, es cierto, sin em-
bargo en 1998, se presentó una iniciativa de ley que tendrá un gran
valor simbólico. A partir de las leyes 24.043 y 24.411 que estable-
cía la obligación por parte del Estado ofrecer “reparaciones” eco-
nómicas a los presos políticos y familiares de “desaparecidos”, se
propuso, en ese espíritu, resarcir económicamente también a los
exiliados. Esta iniciativa, ubicaba, como nunca se había hecho, la
cuestión del exilio como un suceso político de incumbencia social
y abría al espacio público discusiones de orden tanto legal como
existencial. Pablo Yankelevich (2007) señala al respecto que, a
partir de la iniciativa:

En primer lugar, se reconocía al exilio como una consecuencia de “la acción


del terrorismo de Estado en la Argentina”, y en tal sentido muchos com-
patriotas, “en salvaguardia de sus vidas, debieron abandonar nuestra patria
con la ayuda de países amigos u organismos internacionales”. Así mismo se
reconocía: “…que el fenómeno del exilio tuvo consecuencia aún vigentes en
algunos casos, como desarraigo, la pérdida de identidad, la irrupción vio-
lenta de todas las actividades de la vida cotidiana […] la ruptura de los lazos
familiares, los niños nacidos en el exterior muchas veces en condiciones de
apátridas, las secuelas psicológicas y los costos —no sólo económicos— de la
reinserción social” (p. 207).

La ley fue dejada en suspenso pero, en 2002, el gobierno democrá-


tico del presidente Kirchner la rescató del tiempo y sus vientos.

55
Helí Morales

El exilio fue una experiencia plural. Las y los que dejaron la


Argentina venían de distintas ciudades como Buenos Aires, Cór-
doba, Rosario, Santa Fe, Tucumán, Salta y Rosario, entre otras, y
se refugiaron en diversos países como Brasil, México, Venezuela y
Cuba, también en España, Italia, Francia y Suecia, principalmente.
Tenían distintos oficios y diversas situaciones socioeconómicas.
Había obreros, militantes de grupos políticos, abogados, profeso-
res universitarios, estudiantes, artistas, periodistas y psicoanalis-
tas. Según algunas organizaciones de derechos humanos, el exilio
involucró alrededor de dos millones de argentinos y argentinas.
Amén de las diferencias de experiencias, ciudades y de accio-
nes, algo que distinguió al ejercicio ciudadano de muchos de las y
los exiliados, además de trabajar en universidades, consultorios,
en las letras y la vida cotidiana de distintos países, fue su labor
de denuncia y difusión de los crímenes y las violaciones a los de-
rechos humanos que se realizaban en Argentina, poco antes del
golpe por grupos paramilitares y, principalmente, por el gobierno
de la junta militar durante la dictadura.
Un eje fundamental de esas denuncias fueron los “desapareci-
dos” y los presos políticos.
Muchos ciudadanos y ciudadanas no sólo debieron abando-
nar el país sino que tuvieron que sufrir el horror de saber que
sus amigos o seres queridos habían sido detenidos ilegalmente y
“desaparecidos” por agentes del gobierno y las fuerzas militares.
De este modo, surgen dentro del territorio argentino como fuera
de él, diversos grupos de defensa de los derechos civiles y huma-
nos que pugnaban, no nada más porque no se olvidara lo sucedido
durante la dictadura militar, sino que exigían encontrar vivos o
saber el destino de quienes se habían llevado por la fuerza y de
manera ilegal.

Les llaman desaparecidos

Una de las experiencias más dolorosas que puede vivir tanto un


pueblo como un sujeto es la negación de los derechos ciudadanos
vía la violencia ejercida contra su cuerpo, su existencia o contra la
de sus amigos y familiares.
56
Violencias de Estado: exilio y desaparición forzada

No sólo el exilio cambió la geografía social y existencial de


muchos latinoamericanos, no sólo el destierro rompió familias,
sueños y vuelos, también la evidencia de la desaparición forzada
incidió de manera violenta en la vida de miles de personas. Nos
abocaremos aquí a lo sucedido en Argentina.
A partir del golpe de 1976, la junta militar diseñó una política
de terror, amén de un plan económico y social. De hecho, estos
tres factores estaban indisolublemente ligados. La tarea de “lim-
piar el país” de los “elementos subversivos” estaba anudada a una
propuesta de construcción de una sociedad con la estructura po-
lítica de un cuartel y una economía subsidiaria del orden y el pro-
greso (Calveiro, 2007).
De este modo, se instrumenta de manera sistemática la perse-
cución, encarcelamiento y ejecución de diversos ciudadanos. La
mayoría de los perseguidos pertenecían a movimientos de opo-
sición, integrantes de organizaciones de izquierda o a grupos de
defensa de los derechos civiles o humanos. Sin embargo, no se
redujo a militantes o disidentes. Muchos abogados, estudiantes,
periodistas, así como familiares de todos los señalados o personas
que presenciaban una detención o un asesinato podían ser captu-
rados y encarcelados.
La sistematización de la persecución basó la brutalidad de su
fuerza en la construcción de una figura dolorosa como son los
“desaparecidos”. Hombres, mujeres, ciudadanos, activistas o dis-
conformes podían ser detenidos sin orden legal. Las personas no
desaparecían, lo que desaparecía eran sus derechos ciudadanos.
Además, su “desaparición”, se sabía, tenía un destino: los campos
de concentración creados ex profeso para eso.
En la Argentina entre 1976 y 1980, existieron al menos 300
campos de concentración. Allí se torturaba, humillaba, encarcela-
ba y se hacían “desaparecer” a miles de personas. Se calcula que
hubo alrededor de 30,000 “desaparecidos” en esos años.
La función de los campos de concentración era clara: exponer
sin mostrar el poder de violación de los derechos humanos por
parte del ejército y la policía. Esos campos demostraban a la pobla-
ción que los que tenían el poder podían violar la ley y hacer valer
su fuerza amparados en las armas y no en la Constitución.

57
Helí Morales

En el horizonte de su crueldad, lo que parecía ser el objetivo


no era sólo arrasar con cualquier posible opositor o movimiento
de rebeldía, sino desaparecer la vida, el cuerpo y la historia de
los sujetos. El gobierno militar intentaba imponerse como Otro
absoluto a partir del uso de la violencia y el horror. Este Otro se
presentaba como la ley y, al mismo tiempo, como su trasgresión
pero, sobre todo y por ello mismo, como un poder total e ilimitado
sobre el sujeto.
La tortura era el método inmediato para lograrlo. Esta toma-
ba diversos caminos: podía ejercerse como humillación, violación
sexual, quebrantamiento brutal sobre los cuerpos de los encarce-
lados, asilamiento o fusilamientos simulados y realizados ante la
población del campo. Se trataba de violencia física y psíquica con-
tra los detenidos ilegalmente.
La función de esta violación era la destrucción del sujeto. Esta
demolición se daba como desmoronamiento de su integridad tan-
to corporal como mental, se trataba de un intento de borrar sus
lazos con el exterior, de someterlo bajo la égida de una ilegalidad
ilimitada y la violencia sin lógica aparente. El terror era el medio y
el fin de esta devastación subjetiva.
Había otro modo de pretender arrancarle al sujeto su historia.
Uno de los primeros pasos en este intento de borramiento del sujeto
era que, al llegar a eso campos, se le quitaba su nombre y se le im-
ponía una cifra que lo identificaba desde entonces. Sí, como en los
campo de exterminio nazi. Al respecto dice Pilar Claveiro (2007):
“Con el ingreso a las prisiones clandestinas, el individuo sufre un
corte, una escisión entre el antes y el después, marcado por la tor-
tura, en la que aprende que ni siquiera su cuerpo le pertenece […]
Pierde de un plumazo su identidad política e incluso su identidad
primera, el nombre, para pasar a ser un número” (p. 198).
Con estos campos, la junta militar creaba un espacio de ex-
cepción a la Constitución y a la legalidad. Se trataban de cárceles
clandestinas que operaban al margen de la ley, su función y sus
caminos. Dentro de los campos de concentración había también
un cautiverio que hacía excepción. Se trataba de las mujeres que
estaban esperando un hijo. Según el testimonio de algunos y algu-
nas sobrevivientes a estos campos de la muerte, las mujeres em-
barazadas eran tratadas de manera distinta a los demás cautivos.
58
Violencias de Estado: exilio y desaparición forzada

Habitaban con ciertas comodidades, tenían atención médica du-


rante la gestación e, incluso, después del parto. Una vez nacido el
infante, se le permitía estar con el niño o la niña el primer mes o
los dos primeros meses para que lo amantara y le cuidara. La vio-
lencia se volvía crueldad a sueldo con los actos que los militares
perpetraban contra estas mujeres. Su estado de excepción abría la
ilusión de que serían liberadas junto con sus hijos. Se le hacía creer
que ambos vivirían como un gesto de humanidad de su captores.
Pero el desenlace era otro muy diferente. Una vez que había dado
a luz o algún tiempo después de ejercer los cuidados maternos,
eran ejecutadas y, su hija o hijo, era entregado a alguna familia
de militares, allegada a ellos o vendido a personas que estaban al
tanto de su procedencia.
Si las dictaduras militares incidieron de manera terrible en la
vida de muchas personas, el secuestro de bebés y de recién naci-
dos no sólo marca una contravención a todo concepto de familia
tradicional sino que muestra en toda su estatura la feroz propuesta
de imposición como Otro absoluto de estos gobiernos de la trans-
gresión.

De la memoria, sus palabras, sus silencios y sus monumentos

El 15 de diciembre de 1983, asume la presidencia Raúl Alfonsín.


Con su llegada al poder retorna la democracia y termina el llamado
Proceso de Reorganización Nacional que comandaba la junta mili-
tar. Su tarea inmediata en lo político y lo social era intentar recons-
truir la república, los derechos civiles y las libertades, visualizar
un tiempo venidero sin dejar atrás el pasado inmediato. Para ello,
la convocatoria a la sociedad era un recordatorio de las generacio-
nes y sus gestas. En su discurso del 23 de marzo de 1984, dice al
pie de la letra: “Yo no los convoco, argentinos, los convoca toda la
historia, los convoca el futuro, los convoca la dignidad nacional,
los convocan nuestros hijos…” (citado por Palermo, 2007: 127).
Dentro de sus acciones de gobierno resalta la creación de la
Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Esta comi-
sión redacta y presenta el 20 de septiembre de 1984, el famoso
Informe Nunca más que revela las atrocidades cometidas por los
59
Helí Morales

militares en contra de la ciudadanía y da personalidad jurídica al


delito de desaparición forzada, abriendo con ello el espacio do-
loroso de la evidencia de las detenciones ilegales, el secuestro de
recién nacidos, el ejercicio de la tortura y el asesinato a manos de
agentes militares y policíacos.
Este informe precipita también la posibilidad de construir una
memoria colectiva que permite hablar a cielo abierto a sobrevi-
vientes del proceso y a testigos presenciales de las violaciones a
los derechos humanos. El testimonio de quienes vivieron en carne
propia y de personas cercanas a los secuestrados y “desapareci-
dos” genera no sólo el estupor, el dolor y la condena tanto nacional
como internacional sino que inicia un periodo de denuncias lega-
les en contra de los perpetradores de tales atrocidades.
Sin embrago, no mucho tiempo después, el 24 de diciembre de
1986, el mismo presidente Alfonsín recibe la Ley 23.492 llamada
de Punto Final donde se posibilita la caducidad de la acción penal
contra los responsables de las desapariciones forzadas. Así mismo
se consolida la ley de Obediencia Debida, que desecha la acción
penal contra diversos agentes de la represión con el argumento
que actuaron bajo órdenes de sus superiores.
La ley de Punto Final dice en su artículo 1º:

Se extinguirá la acción penal respecto de toda persona por su presunta parti-


cipación en cualquier grado, en los delitos del artículo 10 de la Ley nº 23.049,
que no estuviere prófugo, o declarado en rebeldía, o que no haya sido orde-
nada su citación a prestar declaración indagatoria, por tribunal competente,
antes de los sesenta días corridos a partir de la fecha de promulgación de la
presente ley. En las mismas condiciones se extinguirá la acción penal contra
toda persona que hubiere cometido delitos vinculados a la instauración de
formas violentas de acción política hasta el 10 de diciembre de 1983.

El artículo primero de la Ley de Obediencia 23.521 debida señala:

Se presume sin admitir prueba en contrario que quienes a la fecha de comisión


del hecho revistaban como oficiales jefes, oficiales subalternos, suboficiales y
personal de tropa de las Fuerzas Armadas, de seguridad, policiales y peniten-
ciarias, no son punibles por los delitos a que se refiere el artículo 10 punto 1 de
la ley nº23.049 por haber obrado en virtud de obediencia debida.
La misma presunción será aplicada a los oficiales superiores que no hu-
bieran revistado como comandante en jefe, jefe de zona, jefe de subzona o

60
Violencias de Estado: exilio y desaparición forzada

jefe de fuerza de seguridad, policial o penitenciaria si no se resuelve judicial-


mente, antes de los treinta días de promulgación de esta ley, que tuvieron
capacidad decisoria o participaron en la elaboración de las órdenes.
En tales casos se considerará de pleno derecho que las personas men-
cionadas obraron en estado de coerción bajo subordinación a la autoridad
superior y en cumplimiento de órdenes, sin facultad o posibilidad de inspec-
ción, oposición o resistencia a ellas en cuanto a su oportunidad y legitimidad.

Estas leyes permitieron —junto con los indultos otorgados por el


presidente Carlos Saúl Menem en los Decretos 2343, 2344, 2345
y 2346 del 30 de diciembre de 1990— un resguardo y una protec-
ción legal a quienes habían sido reconocidos, por muchos de los
perseguidos, torturados, encarcelados y testigos de secuestros de
aquellos años, como los agentes directos o mandos superiores de
las fuerzas armadas y de la policía que habían ejercido violaciones
a sus derechos y a sus libertades.
Las leyes otorgaban protección y una especie de perdón a los
asesinos y torturadores. Desde diversas esferas del poder se inten-
tó imponer una nube de olvido a lo ocurrido durante la dictadura.
Sin embrago, había voces que no permitirían que eso ocurriese.
Los familiares y amigos de los “desaparecidos” así como diver-
sas organizaciones de derechos humanos, pugnaron desde diver-
sos frentes por el esclarecimiento y la aparición con vida de los
detenidos y las detenidas ilegalmente.
La familia pasó de ser un receptáculo de transmisión de valo-
res tradicionales, a una voz y un agente de la memoria y el respeto
a la ley y a la vida. La familia ya nunca será vista como antes de que
de ocurrieran estos crímenes contra sus allegados más cercanos.
El término “familia política” cambiaba radicalmente de signo.
Y hay que decirlo claro: las voces de los familiares no espera-
ron al advenimiento de la democracia para expresar sus demandas
y realizar acciones efectivas y enérgicas en contra de la impunidad
y la violencia del Estado.
En abril de 1977, en pleno auge de la dictadura, Azucena Villa-
flor de Vicenti invitó a diversas madres a manifestarse en contra
de la “desaparición” de sus hijos e hijas. La razón era que los nom-
bres de sus familiares no estaban dentro de la lista de los deteni-
dos. Era como si hubieran “desaparecido”. Ante la certeza de que
se trataba de acción de ilegalidad por parte del Estado, deciden
61
Helí Morales

manifestarse en la simbólica Plaza de Mayo. Se reúnen para tal


motivo el día 30 y, como los policías les ordenan moverse porque
estaba prohibida la agrupación de personas, comienzan a caminar
alrededor del obelisco. Comienza así uno de los movimientos más
emblemáticos de la lucha por los derechos civiles de familiares y
personas “desaparecidas”. Movimiento que fue ensangrentado por
las mismas manos que acusaba. En diciembre de ese año, Azucena
Villaflor y otras madres son secuestradas y asesinadas.
A este movimiento que después se divide en la Asociación Ma-
dres de Plaza de Mayo y Asociación Madres de la Plaza de Mayo
línea fundadora, se suman dos más: Abuelas de la Plaza de Mayo
e h.i.j.o.s.
h.i.j.o.s,1 cuyas siglas significan Hijos e Hijas por la Identidad
y la Justicia contra el Olvido y el Silencio, nace en 1995 y está
constituida por hijos de detenidos-“desaparecidos”, presos polí-
ticos, asesinados por las dictadura, ex detenidos-“desaparecidos”
y exiliados. También por todos aquellos y aquellas que se sienten
hijos de ese tiempo de persecución y asesinato. Su apuesta princi-
pal es la reivindicación de la lucha de sus familiares y amigos, tam-
bién dedican sus esfuerzos a la búsqueda de sus padres, madres,
hermanos o compañeros así como a la exigencia de juicio, castigo
y condena de los genocidas militares y sus cómplices civiles. Se
constituyen a partir de distintas comisiones para lograr sus obje-
tivos. Estas comisiones son: la de Juicio y Castigo, de la Memoria,
Legal, de Prensa, Recepción, Radio y Finanzas. Existen dos comi-
siones más, harto significativas para lo aquí trabajado: la Comisión
de los Hermanos que investiga y busca la aparición con vida de al
menos 400 jóvenes que fueron “desaparecidos” por las fuerzas del
orden y la de Identidad, que trabaja en la colocación de baldosas
en reivindicación y la memoria de “desaparecidos” y detenidos.
La otra asociación es la que congrega a madres de madres ase-
sinadas a las que les fueron sustraídos sus hijos y sus hijas. Es-
tas mujeres, autodenominadas Abuelas de la Plaza de Mayo,2 se
reúnen para denunciar el secuestro de sus nietos y la existencia

1. Para información detallada de la organización, véase: www.hijos.org.


2. Para información detallada de la organización, véase: www.abuelas.org.

62
Violencias de Estado: exilio y desaparición forzada

durante la dictadura de centros de tortura como Campo de Mayo,


Escuela de Mecánica de la Armada y Pozo de Banfield, que servían
como espacios de maternidades clandestinas donde las madres
eran despojadas de sus bebés recién nacidos. Acusan la existen-
cia de listas de espera para la adopción por parte de familias de
militares. Así mismo, revelan que había un plan de secuestro sis-
temático de recién nacidos que servían como “botín de guerra” y
que eran entregados a familias ajenas a su nacimiento, registrados
con nombres que no eran los de su linaje, vendidos o entregados
a orfanatos bajo las siglas de NN: sin nombre. Mismas siglas que
eran utilizadas para marcar las tumbas clandestinas de los “desa-
parecidos” que eran asesinados. Se calcula que al menos 300 niños
y niñas nacieron en estos centros de detención.
La junta militar y sus brazos represores no sólo perseguían,
“desaparecían” y eliminaban opositores, ciudadanos críticos, ci-
viles rebeldes o guerrilleros organizados, también secuestraba in-
fantes y asesinaba impunemente a sus madres para robarles sus
hijos y enviarlos a un destino brutalmente trastocado por las ins-
tancias del poder y el despotismo. El sueño del Otro absoluto se
presentaba con uniforme, botas y rostro de asesino sin permiso
pero con poder. Ese Otro se arrogaba la facultad de la ley como si
fuera absoluto y, además, hospedaba su contradicción, a saber, la
trasgresión de la misma. El círculo del terror se cerraba sobre sí
mismo.
El Otro, sede de la ley, se apertrechaba en su propia natura-
leza legal. Las leyes presentaban, una vez más, a una semblante
del Otro sin falta… sin falta imputable por las leyes que desde esa
instancia se ordenaban. Sin embargo, no hay Otro sin falta, ni atro-
pello que sea infalible.
Frente a la posible impunidad de los torturadores y la adopción
de leyes por parte de algunas instancias del Estado democrático
que socorría de la justicia a militares y policías involucrados en el
asesinato, la tortura y la “desaparición” de personas, las voces y las
acciones de los familiares no dejan que el silencio y el olvido reine
sobre la pesadilla de lo ocurrido durante la dictadura. La dificultad
residía en llevar ante los tribunales a los presuntos culpables de los
delitos antes descritos. Decir, recordar, denunciar servía de mu-
cho pero, había que llegar más lejos, había que invocar a la justicia
63
Helí Morales

y buscar el castigo jurídico. La memoria era el primer paso, pero


la justicia debía ser el segundo. Para ello, en un primer frente, se
incluye a un tercer elemento: la verdad.
La imposición de las leyes de Punto Final y Obediencia Debi-
da, empuja a los familiares y organizaciones civiles a convocar un
antiguo derecho vigente en la legislación no sólo nacional sino,
también, internacional, a saber, el derecho que tiene cualquier ciu-
dadano de saber la verdad sobre la muerte de sus seres queridos.
Así, a partir de 1998 comienza un movimiento en diversos lu-
gares de la república de los llamados Juicios de Verdad. La ley se
confronta con la ley abriendo una fisura a la esfera, la esfera del
poder, al poder que se sentía infalible. Legislaciones coyunturales
se enfrentaban a leyes constitucionales. Algunos jueces negaban
esta posibilidad pero eso desacataba, no sólo a acuerdos interna-
cionales sino a la mismísima Constitución que contempla y de-
fiende ese derecho. La Corte Suprema se enfrenta a embates pero
acaba reconociendo la legitimidad de diversas demandas sobre la
verdad.3
Además, había ya un precedente. En 1996, las Abuelas de la Pla-
za de Mayo presentaron ante el Juez Adolfo Bagnasco una deman-
da judicial contra quienes resultasen responsables por el secuestro
y desaparición de al menos 200 recién nacidos cuya identidad ha-
bía sido cambiada y fueron arrancados de sus madres quienes, a su
vez, habían sido asesinadas por las fuerzas represivas.
La impugnación por el secuestro y “desaparición” de infantes
da un golpe certero al muro militar. Su investidura como delito
de lesa humanidad que implica que no prescribe ni su causa ni su
persecución, abre los cauces para que la verdad se haga justicia.
Además, dentro de las mismas leyes que permitían recovecos para
la impunidad, había dos artículos que posibilitaban diversos cami-
nos para transitar de la legalidad a la acción judicial.
El artículo 2º de la Ley de Punto Final, después de aquel que
negaba la acción penal contra ejecutores de violencia política se-
ñala a la letra: “La presunción establecida en el artículo anterior

3. Mucha de la información que aquí se retoma viene del artículo de Roniger y Sznajder
(2007).

64
Violencias de Estado: exilio y desaparición forzada

no será aplicable respecto de los delitos de violación, sustracción


y ocultación de menores o sustitución de su estado civil y apropia-
ción extensiva de inmuebles”.
Así mismo en la ley de Obediencia Debida, se leía en el artí-
culo 5º: “La presente ley no extingue las acciones penales en los
casos de delitos de sustitución de estado civil y de sustracción y
ocultación de menores”.
Sobre esa base, sostenidos en la Constitución y la misma re-
dacción jurídica de las leyes que los protegían, en 1999 son arres-
tados y procesados altos mandos del ejército y la marina. Miem-
bros destacados de las juntas militares también son detenidos, en-
tre ellos, el teniente general Jorge R. Videla, el almirante Emilio
Massera y el almirante Rubén Óscar Franco. Ante la apelación de
estos últimos de que ya habían sido juzgados, la Corte Superior
responde con la verdad del carácter permanente de los delitos de
lesa humanidad.
Los juicios no se dejan esperar y muchos de ellos son conde-
nados. No sólo eso: después de miles de enfrentamientos jurídicos
y políticos, ante la avalancha de denuncias y manifestaciones ciu-
dadanas, frente a las contundentes evidencias judiciales, a partir
de los testimonio de quienes vivieron en carne propia la muerte,
bajo el peso de la verdad convocada y en nombre de la justicia que
merece un pueblo y cada sujeto, en 2001 el juez Gabriel Cavallo
determina que las Leyes de Punto Final y Obediencia Debida son
inconstitucionales y, finalmente, el 21 de agosto del 2003, el Sena-
do y la Cámara de Diputados de la Nación Argentina reunidos en
el Congreso, declaran insanablemente nulas esas leyes. También
se logra que en marzo del 2005, se declaren inconstitucionales los
perdones otorgados a seis generales y dos vicealmirantes.
Ante la memoria, la justicia y la verdad, el Otro que se creía
y se imponía como infalible, cae rendido estrepitosamente ante
las plantas de la gente convertida en león. La historia escupe a los
tiranos que sin fuerza desparraman su pestífera hiel. Ese Otro que
enlazaba un espacio con nombres propios, acciones singulares y
órdenes precisas. Hay sujetos que quieren asumir o usurpar esa
función simbólica; ante ello, el peso de la verdad abre siempre cau-
ces a la falta en su estructura.

65
Helí Morales

Pero la memoria no sólo apela a la ley, también a su declara-


ción en los espacios de lo social. Durante los años posteriores a
la dictadura, hubo diversos intentos de levantar “memoriales” o
destruir monumentos de la represión. Menem intenta demoler el
edificio de la esma. Su iniciativa fracasa y el inmueble sigue repre-
sentando un testimonio arquitectónico del horror. En Neuquén se
crea el Parque de la Memoria, la Justicia y la Verdad; en Rosario se
constituye la Casa de la Memoria y en Buenos Aires surge el pro-
yecto, como recordatorio de los y las ciudadanas que allí fueron
arrojados, de:

[...] la realización de un paseo que contenga un monumento pluricultural


por los desaparecidos, que incluya sus nombres, en la Costanera, en el Río
de la Plata […] También se propuso en la capital, un Parque de la Memoria
que “debería contener los nombres de los detenidos-desaparecidos y asesi-
nados que presentó la Conadep, actualizados con aquellos establecidos más
tarde por la subsecretaría de Derechos Humanos” (Roniger y Sznajder, 1976:
246-247)

Nombrar lo innombrable

La memoria no es sin sufrimiento y los recuerdos no vienen sin


heridas. Es justamente alrededor de la dolorosa y compleja cues-
tión de los desaparecidos que, al interior de los movimientos
sociales de derechos humanos, surgen diferencias significativas.
Específicamente respecto a la exhumación de los cuerpos de los
“desaparecidos” y el lugar que allí ocupa el nombre propio.
Uno de los movimientos más representativos de la lucha contra
la violencia de la dictadura es el de las madres de las y los deteni-
dos ilegalmente. Este movimiento, después de un proceso de dis-
cusión interna, se divide en Asociación Madres de Plaza de Mayo
y Asociación de Madres de Plaza de Mayo, línea fundadora. Amén
de las diferencias respecto a los procesos democráticos y sus po-
siciones encontradas al interior de su organización que motivó
en gran parte el rompimiento, las diferencias apuntan también y,
fundamentalmente, a otros horizontes acontecidos ya dentro de la
existencia de los gobiernos democráticos. Las Madres de la Plaza
de Mayo, encabezadas por Hebe de Bonafini, no acepta la figura
66
Violencias de Estado: exilio y desaparición forzada

jurídica del detenido-desaparecido, por tanto se niegan a decla-


rar ante la Conadep, no suscriben la reparación monetaria por los
deudos, se oponen a las exhumaciones y no están de acuerdo con
la inscripción en los monumentos mortuorios del nombre propio,
así como su expresión en acciones específicas de las movilizacio-
nes políticas. Para ellas, están desaparecidos y deben aparecer.
Su lucha es por la aparición con vida de sus familiares y el
castigo a los culpables de su detención. No suscriben que estén
muertos y, por tanto, no aceptan el ejercicio del equipo forense
argentino que realiza exhumaciones.
Para mostrar lo anterior, demos voz, a partir de distintos dis-
cursos y declaraciones, a Hebe de Bonafini:

[...] poco a poco intentaron que las Madres aceptáramos la muerte de los
hijos, que hay que exhumarlos en los cementerios, para confirmar que están
todos muertos, sin que nadie nos diga quién, cómo, cuándo y por qué. [...],
no le prohibimos a la madre que así lo desee, la madre que cree que es su
hijo, rescatar el cuerpo, pero no con el pañuelo blanco. Y estamos en contra
de los homenajes póstumos porque así se limpian los políticos, los que estu-
vieron de acuerdo con la dictadura [...]4

Ellos fueron llevados con vida, y con vida los quieren de regreso.
Aceptar que están muertos, afirman, y realizar homenajes fúne-
bres es permitir que los militares y los represores hagan olvidar lo
sucedido y queden impunes de sus crímenes. Además, se presen-
tan no sólo como madres de los hijos de cada una de ellas que fue
secuestrado, sino de todas y todos los detenidos. Su propuesta es
hacer de la maternidad un acto socializado.

[…] en un acto absolutamente revolucionario, “socializamos la maternidad”.


Mientras todos decían “mi hijo no hizo nada, a mi hijo se lo llevaron por la
novia, a mi hija se la llevaron porque tenía una amiga”. Todos ponían una
excusa, había pocos que querían reconocer que se lo habían llevado porque
hacían algo, porque estaban comprometidos, porque amaban. Y qué quería
decir socializar la maternidad: creo que es el acto más revolucionario que las
Madres hicimos, además de ir a la Plaza. En un momento en donde todos ha-

4. Muchos de los discursos aquí referidos vienen en sitio de Internet de la Asociación


Madres de Plaza de Mayo: www.madres.org.

67
Helí Morales

blaban de la reconciliación, de la paz social, del trabajo, de todas estas cosas


que se hablan cuando se quiere que uno se quede tranquilo, de la tolerancia,
cuando se hablaba de todo eso, nosotras socializábamos la maternidad. Y
qué quiere decir esto: hacernos Madres de todos, sin elegir, desde el guerri-
llero que estuvo en el monte tucumano, al compañero revolucionario de la
ciudad, al que alfabetizaba, a los curas que defendían y protegían a nuestros
hijos y que también se los llevaron.

Mantenerlos con vida, es mantener viva la razón de su lucha y


la importancia de sus sueños revolucionarios. Su apuesta es por
seguir luchando, ahora ellas, por aquello que sus hijos e hijas
arriesgaron su vida y su suerte:

[…] no importa de qué partido u organización, querían lo mismo: la libera-


ción de la patria, querían trabajo para todos, salud, dignidad, educación y
formación política. Y eran alegres, eran felices, trabajaban, nunca estaban
cansados, estudiaban y tenían una militancia muy activa. Cada Madre tomó
su tiempo, y poco a poco, todas nos sentimos orgullosas, grandes, por tener
tantos hijos, por reivindicarlos, por decirle al mundo entero que es mentira
que “no hacían nada, se los llevaron por estar en una libreta, se lo llevó la
novia...”. Se jugaron el todo por el todo. Cuántas veces nos repitieron “no
importa, mamá, cuánto tiempo uno viva, sino para qué y por qué uno está
viviendo”. Y es verdad, tenemos un orgullo inmenso de tener estos hijos.

En un texto llamado Carta a Jesús desaparecido, Bonafini decía:

Pero quiero que sepas que te siento mi hijo; no porque yo sea como la virgen,
sino porque la lucha te transformó, porque tu pelo largo y tu barba fueron
símbolos de una época en la que nuestro hijos luchaban por la Utopía [...] La
historia se repitió y se repetirá, pero siempre habrá madres e hijos que pien-
sen que esta vida es la única que vale la pena vivir, pelear, y, si es necesario,
morir por ella y para que otros vivan.

Por todo ello, para sostener la socialización de la maternidad, no


aceptan la función memorial del nombre de los que fueran nega-
dos de sus libertades. En distintas ocasiones se ocupan, por voz de
su dirigente, de decirlo a los cuatro vientos:

A muchos les ha dado por poner placas y nombres en las paredes. Hay pibes
que no quieren. Nosotras tampoco queremos eso. No apruebo para nada esto
de poner los nombres de los desaparecidos en las paredes […] Después la gen-
te pondrá flores y velas. Eso es la muerte (Gelman y La Madrid, 1967: 63-64)

68
Violencias de Estado: exilio y desaparición forzada

En otro discurso señala:

Ninguna Madre pudo evolucionar de un momento para otro. Había que sacar
el nombre (de cada hijo) del pañuelo, dejar la foto que llevábamos en el pe-
cho colgada, dejar de pensar en nuestro hijo para pensar en todos los hijos,
porque todos, no importa de qué partido u organización, querían lo mismo:
la liberación de la patria, querían trabajo para todos, salud, dignidad, educa-
ción y formación política.
En Arquitectura había 145 jóvenes desaparecidos, y querían poner to-
dos sus nombres en una pared [...] parece que se los llevaron por estudiar
arquitectura. ¡No señores, falta lo principal, eran revolucionarios, se los
llevaron por eso! Rechazamos los homenajes, las plaquetas, los monumen-
tos. ¡Seguimos diciendo que nuestros hijos viven, cada vez con más fuerza!
(Bonafini, s/f).

En el discurso del 30 de mayo de 1998 afirma:

Si las madres duramos es porque hicimos todo colectivo. El día que dijimos
“luchamos por 30,000”, no llevamos más el nombre en el pañuelo ni la foto en
el pecho, ni siquiera los apellidos, cada uno de nuestros hijos es como el Ché,
representa a todos, a todos los desaparecidos de este país (Bonafini, s/f).

A diferencia de las posiciones aquí esbozadas, las Madres de la


Plaza de Mayo, línea fundadora, aceptan dialogar con la Conadep,
están de acuerdo con las exhumaciones, no suscriben la nomina-
ción de desaparecidos y rescatan el nombre para colocarlo en las
tumbas de sus seres queridos y los homenajes en los espacios de
la memoria.
Dice Laura Bonaparte, integrante de esta asociación en un dis-
curso del 9 de enero del 2001:

No deben quedar dudas en la justicia, que la apropiación ilegal de las vidas


y de los cuerpos de las personas es un crimen sin nombre. Eso es lo que ha
desaparecido. El nombre de tamaña crueldad. Me niego a llamar a mis hijas
e hijo, nuera y yernos y al padre de mis hijos, con la denominación de los
genocidas: “desaparecidos” (La Madrid, 2004: 234).

Así mismo, agrega frente a los legisladores y legisladoras de la pro-


vincia de Buenos Aires en junio de 1999:

69
Helí Morales

[…] también somos las mujeres que se rebelan contra el discurso único, que
insistimos para tener nuestra propia voz, sin estruendos pero con claros re-
clamos y denuncias. La impunidad todo lo corrompe, se instala y se cuela
por todos intersticios […] insistimos en la identidad de todos los “desapare-
cidos”, rechazamos que con nuestros muertos y “desaparecidos” se haga lo
mismo que hizo Hitler, socializar, que en su jerga es apoderarse de todos los
hijos “desaparecidos”, en nuestro caso borrando de esa manera la identidad
de cada uno, machacando la desmemoria y dejándonos, inclusive sin nombre
para sus restos (La Madrid, 2004: 235).

Y continúa:

Y porque es un derecho humano al que no vamos a renunciar, haremos un


tiempo y dispondremos también de un lugar para sus restos y que éstos den
el único testimonio irrebatible que verifica que aquí en este un país existe la
práctica genocida (La Madrid, 2004: 235).

Letras desde el psicoanálisis

El tema de los “desaparecidos” es harto complejo, doloroso y


puede recibirse y leerse desde distintos campos. Está, evidente-
mente, el de la reivindicación de verdad y justicia ante los secues-
tros y los asesinatos. También las posiciones antes referidas en lo
que concierne a la vinculación de los deudos con la nueva demo-
cracia y las leyes promulgadas. Así mismo, dentro del campo del
análisis político, social y jurídico, mucha tinta ha corrido y muchas
organizaciones y diversos movimientos se ocupan de los laberin-
tos históricos, de la elaboración y discusión legislativa, así como
de los efectos y las consecuencias políticas y sociales de los críme-
nes de Estado.
Algunas posiciones que surgen del psicoanálisis se han abo-
cado a analizar, por ejemplo, en el campo de la memoria, la im-
portancia de pensar las dimensiones de lo que implica un trauma
social.
En un intento por coadyuvar en la reflexión de tan compleja
y dolorosa situación y lejos de generar un espacio de cuestiona-
miento a las posiciones esbozadas, aquí sólo apuntaremos algunos
referentes a la cuestión del duelo, las exhumaciones y el nombre
propio.
70
Violencias de Estado: exilio y desaparición forzada

Cuando alguien muere, tiene el derecho de ser enterrado. Es


un derecho antiguo, histórico. Los ritos funerarios datan del prin-
cipio de lo humano y marcan, justamente, el inicio de lo simbólico
en el devenir del tiempo. Si la conciencia de muerte hace el sal-
to genealógico de lo radicalmente humano, ésta no se especifica
sino en la construcción de las primeras tumbas. Estos monumen-
tos rupestres muestran la posibilidad de pensar un símbolo que
recuerde una ausencia. Esas piedras que guardaban los restos de
alguien son la demostración de la posibilidad de hacer lenguaje de
la muerte y, con ello, de incluir en el devenir del tiempo los derro-
teros de la memoria y la significación.
Dos trazos marcan la existencia de un sujeto: el nacimiento
con sus nominaciones y la muerte con sus ceremonias luctuosas.
En ambos momentos, ya en los tiempos modernos, el nombre
cumple una función determinante. En el primer tiempo, el de ad-
venimiento, el nombre sitúa al sujeto en una genealogía que de-
vendrá el espacio de su existencia, su diferencia y su obra; en el
segundo, marca el acontecer ocurrido de esa vida que un día fue
nominada. El nombre hace historia de un devenir y demuestra que
alguien transitó por este mundo. Es nudo de historia y escritura de
tiempo. Es el acta escritural de la existencia.
Cuando se realizan las ceremonia luctuosas, los restos de los
ausentes hacen presencia simbólica en un territorio determinado.
En los sepulcros morarán para ser recordados. La tumba es el apo-
sento póstumo de la gesta de un sujeto. Es la habitación privile-
giada que habilita la despedida; es donde tienen lugar los trámites
sensibles del adiós. La inscripción de su nombre en las lápidas o
en cualquiera de las modalidades que existen para ello, permite
la instauración de un sitio donde realizar materialmente el due-
lo, ya que allí está la certeza del acontecer del fallecimiento. La
imposibilidad de asistir a esa materialidad lo deja en vilo. ¿Cómo
despedir a alguien si no se tiene la presencia material de su pasaje?
Es verdad, no se necesita ninguna tumba para recordarlo pero la
no existencia de la escritura y la recepción material de los restos
puede dejar abierto un transcurrir sin puntuación de un duelo in-
acabado.
En el caso de la incidencia política en la detención ilegal y
el homicidio desde el terrorismo de Estado, la existencia de los
71
Helí Morales

“desaparecidos” abre heridas profundas. Las personas no desapa-


recen. Son encerradas en cárceles clandestinas y, después, en la
mayoría de los casos, asesinadas. Lo que desaparece son sus dere-
chos. Derechos civiles, políticos y sociales. También humanos. Si
a los detenidos se les presenta como desaparecidos por parte de
los militares, es porque esa situación impide de manera categóri-
ca la inculpación de su asesinato. Ellos y ellas no desaparecieron,
los detuvieron, torturaron y les quitaron la vida. La no presenta-
ción de los cuerpos deja en suspenso la certeza de su muerte. Su
“desaparición” no permite la consecución jurídica del delito pero,
tampoco, la realización de un duelo porque, hacerlo, implicaría
que están muertos y, hasta que no existan pruebas de ello, subsiste
la esperanza de su aparición. Tampoco facilita el castigo de los
asesinos.
La “desaparición” es un intervalo de lo desconocido. Porque
siembra la duda siempre viva de la muerte. Pero puede suceder
que la muerte haga aparecer a quienes se llevaron. En el acaecer
de esta situación, algo que ha acontecido es la experiencia del re-
torno de los que se esperaba con vida y aparecen sin ella. Hay un
retorno como cadáver de quien se fue como joven. La violencia de
este regreso tiene mucho de insoportable.
Sea por exhumaciones o por apariciones en ríos o en distintos
lugares, la presencia de los restos de quien fuera detenido genera
una experiencia ligada a lo real. Amén del golpe por la certeza de
lo sucedido, hay un real del cuerpo de quien es desenterrado o
sale de las aguas. Hay una dimensión ominosa que retorna en eso
cuerpos.5
Dice Hebe de Bonafini en un discurso de 1995 ante la siniestra
Escuela de Mecánica de la Armada:

[…] desgraciadamente sabíamos lo que pasaba, que tiraban vivos a nuestros


hijos en la base de Punta de Indio con aviones de la base, poniendo los pies
de nuestro hijos en cemento blando y cuando el cemento se secaba los ti-
raban. Pero claro, los cadáveres volvían a aparecer. Hoy, a tantos años de
distancia, vuelven y vuelven y vuelven (Bonafini, s/f).

5. La Madrid (2004) habla de la posibilidad de pensar un duelo Unheimlich.

72
Violencias de Estado: exilio y desaparición forzada

Ante esta dimensión ominosa, eso de lo real que vuelve, convoca


de muchos modos la injerencia del orden simbólico: en el señala-
miento de las evidencias y las escrituras en los cuerpos que permi-
tan leer cómo ocurrió la muerte y la intervención de la violencia de
Estado; en el llamado a la ley para que levante acta de los aconteci-
mientos violentos que se perpetraron contra ellos y se pueda, desde
allí, convocar al derecho y a la justicia; en la posibilidad de encon-
trar un lugar para sus restos y un espacio para la inscripción de su
existencia que posibilite un puntuación en el transcurrir del duelo.
En Argentina, durante la dictadura, la práctica desde el Estado
de la “desaparición” golpeó a miles de familias. Con la llegada de
la democracia se han encontrado cementerios clandestinos donde
yacen muchos cuerpos enterrados bajo la nominación de NN, es
decir, “Sin nombre”.
Ante esta situación, ha surgido un trabajo intenso del equipo
de antropología forense que se ha dado a la tarea de examinar los
restos encontrados.
La exhumación no sólo abre la posibilidad del reconocimiento
químico y físico de un cuerpo sino, principalmente, de una histo-
ria singular; de una existencia subjetiva. Es el resurgimiento, en
ese retorno, de la posibilidad de recuperar el nombre propio. Es
voz de tiempo y apertura de despedida gravitacional. Es nudo de
espacialidades y estaciones.
Muchos y muchas han optado por la posibilidad de buscar a sus
seres queridos para poder darles sepultura, realizar una territoria-
lización del duelo y escribir allí su nombre y, con ello, su estirpe.
En el texto de Totem y tabú, Freud (1976) realiza un análisis
retomando algunas dimensiones antropológicas. Entre algunos
pueblos, existe el tabú, en el momento del duelo, de no pronunciar
el nombre del difunto. Este tabú, curiosamente, aparece en las más
distintas latitudes, por ejemplo entre comunidades australianas,
filipinas y polinesias. También en los samoyedos de Siberia, los
toda de Ceilán, los mongoles de Tartaria, los tuareg del Sahara, los
aino de Japón, los akamba y nandi de África central y habitantes
de Madagascar y Borneo.
La evitación del nombre del difunto se acata de manera rigu-
rosa. No sólo eso, en diversas culturas se le cambia de nombre una
vez que ha fallecido para no nombrarlo; en otras —como las tribus
73
Helí Morales

australianas de Adelaida— se rebautiza a todas aquellas personas


que llevan su mismo nombre, también sucede, por ejemplo entre
los guaycurués del Paraguay, que el jefe le cambia el nombre a todo
los miembros de la comunidad, así mismo se denomina de otro
modo a los animales y objetos que se relacionaban con el difunto.
En todas estas culturas el nombre es un elemento fundamen-
tal de la existencia que, incluso, se llega a fusionar con la persona
nominada o a presumir un robo del espíritu si se lo sabe sin con-
sentimiento del implicado. Las leyendas, el pensamiento mágico
que subyace a las tradiciones antes mencionadas, no atañen a la
mentira sino a un fragmento de verdad. Estos mitos, esos textos
míticos operan como contenido manifiesto de una verdad cifrada.
La verdad no corresponde a la aparición del difunto que viene del
más allá si se le nombra, sino a la dimensión de altísima significa-
ción que implica. El nombre propio, eso parece ser lo que el mito
señala, convoca un poder. Hay una fuerza, un poder que le atañe,
que le concierne; que lo singulariza. Más allá de la dimensión má-
gica, histórica y antropológica, Freud (1976) señala un peligro en
su silenciamiento: “se extiende también en el sentido de evitar la
mención de todo aquello en que ese difunto desempeñó un papel;
y de este proceso sofocador resulta la importante consecuencia de
que esos pueblos no tengan tradición ni reminiscencias históricas,
y las máximas dificultades se opongan a una exploración de su
prehistoria” (p. 62).
Si no se dice el nombre, se puede difuminar su trazo. Nombrar
el nombre es decir historia, tiempo; pertenencia social. El nombre
propio es la escritura de un linaje. Es la nominación que convocan-
do a la letra hace pronunciar una historia que se singulariza. En cada
nombre se dice la gesta de un sujeto pero también de los suyos, de la
cultura a la que pertenece; a la progenie que corresponde. Es la me-
moria al pie de la letra de una historia singular, a la vez que cultural.
Sí, el nombre propio tiene la estructura de una banda de Moebius:
su “interioridad” singular es, a la vez, diferencia y recepción de esa
“exterioridad” de la genealogía simbólica que viene del Otro. Borrar
un nombre implica tachar esa dimensión temporal.
El nombre propio, desde esta perspectiva, se consolida como
la escritura de una legalidad de existencia. Es la materialidad de
su escritura en el pergamino del Otro. Funge como garantía de
74
Violencias de Estado: exilio y desaparición forzada

presencia histórica y de asentamiento jurídico. El sujeto por su


nombre recibe garantías de la ley. El nombre es imprescriptible ya
que el derecho a portarlo y a defenderlo no decae con el tiempo;
es permanencia infinita más acá de la vida, más allá de la muerte.
También es inalienable, no puede ser objeto de negocio, no se ven-
de porque su valor es inestimable.
Desde allí, el nombre propio es un sostén escritural del sujeto.
Es su acta. Dice Lacan (1963) en el único seminario de Los nom-
bres del padre: “El nombre es esa marca, ya abierta a la lectura…
algo está impreso, quizás un sujeto que va a hablar” (s/p). Insistir
en el nombre, en la materialidad, en la inscripción, es no callar la
voz de quien lo porta o lo sostiene. Y, en tanto que infinito, soste-
ner su escritura, es no dejar que su voz cese.
El nombre propio no hace a la identidad pero la hace entrar en
juego. No es la identidad porque su función es mucho más la de ha-
cer costura al agujero, a la falta que constituye al sujeto. El sujeto
no sabe lo que es pero su nombre es la cicatriz de su enigma. Para
Lacan, el nombre propio opera como sutura que atañe al agujero
del no saber del sujeto respecto a sus incidencias. La costura que
realiza hace que el nombre propio venga al lugar de la falta.
El nombre propio es una sutura de la falta que no la hace fal-
tar. Es porque hay falta que se ejerce el cosido. Esta no la niega,
la afianza como falta que existe. Si no hubiese falta no habría hil-
vanado. Pero esa falta atañe a algo radical, atañe a la muerte. La
muerte es el único Herr, el único Signor, el único amo absoluto. El
nombre propio es aquello que hace de sutura a la falta, a la falta
que evoca la muerte. El nombre propio es materialidad temporal
del Nombre del Padre. El apellido es la escritura de una estirpe.
Viene de la muerte de los ancestros. Es su presencia en tanto au-
sencia. La historia agujerada de un sujeto está signada en su ape-
llido. También en su nombre de pila, en su prenom. El nombre, en
su origen, viene del Otro. El nombre que es nombre y apellido. Es,
desde ese espacio del Otro, donde brota; de esa función de nomi-
nación simbólica. El nombre propio sutura la genealogía que ante-
cede mi existencia. Pero también la que puede seguir en el devenir
de la historia por venir.
Este venir viaja de lejos pues es el Otro el que nombra. El su-
jeto nombra su nombre como lo nombra el Otro. Yo me nombro
75
Helí Morales

como el Otro me lee. Sí, viene del Nombre-del-Padre. En el nombre


hay una incidencia simbólica que ubica al sujeto en una genealogía.
Pero además, hay una nominación que toca otro registro. El nombre
nombrado hace decir al Nombre del Padre, es decir, lo ubica clara-
mente como nombrante. En él, la función del padre es nombre ge-
nealógico y voz que asigna. La voz que nombra es una nominación
que atañe a lo real. El nombre es un sinsentido pues no significa en
sí mismo nada y, sin embargo, conlleva un sentido que va más allá
del significante. Los nombres en tanto palabra pueden significar por
su heráldica tal o cual cosa, pero eso no significa al sujeto. Su nom-
bre no lo define como significado de un idioma, lo presenta como
portador de una nominación que lo sostiene más allá de la significa-
ción. No se trata de significados sino de sentido. Un sentido como
voz que nomina sin significar. Un sentido en lo real. Es sonido de
llamado en el túnel de la historia: la social y la personal.

Búsqueda, heridas y escritura

En el dolor de lo provocado por la represión y la violencia de la


dictadura militar se han gestado muchas historias. Historias no
sólo de madres y abuelas. También de padres. Aquí convocare-
mos una. La de un poeta, periodista y pensador político argentino.
Un hombre que transitó en su exilio por Roma, Madrid, Managua,
París, Nueva York para residir, finamente en México, desde 1988
hasta el día de su muerte. Nos referimos a Juan Gelman.
El 24 de agosto de 1976, su hijo, Marcelo Ariel Gelman y su
compañera María Claudia García Irureta Goyena, fueron secues-
trados por fuerzas estatales. Durante muchos años no se supo
nada de ellos, de su paradero o su suerte. Juan Gelman no dejó de
buscar a su hijo y de insistir en saber sobre su destino. En 1989, el
Equipo Argentino de Antropología Forense lo encontró en un ce-
menterio de Buenos Aires. La identificación de sus restos permitió
saber que fue asesinado, aproximadamente, en octubre de 1979 y
que la causa de su muerte fue un tiro por la espalda.
También permitió que exista ahora una lápida donde quedan
asentados su lugar y fecha de nacimiento, así como su nombre y
una inscripción que dice: Rescatado de la noche y la niebla genocidas.
76
Violencias de Estado: exilio y desaparición forzada

Sobre ello escribió el padre:

[...] El hecho de haber encontrado los restos de mi hijo y de haberlos podido


enterrar cerca de donde descansan mis padres me trajo un cierto alivio. El
dolor no desapareció pero se mitigó, puedo vivir mejor con él porque sé que
hay un lugar donde está su memoria. Es, además, la reinstalación de alguien
no sólo en su propia historia sino en la historia de la civilización, en la his-
toria de nuestra cultura. Es imposible que alguien desaparezca. El derecho a
una tumba es el derecho tal vez más elemental de cada ser humano que viene
del fondo de los siglos. La crueldad de mantener a los familiares a oscuras
—y que eso alimente a veces ciertas esperanzas— me parece una continua-
ción terrible de la represión misma (citado en Panizo y Campos, s/f).

Pero sus esfuerzos no quedaron allí. La compañera de su hijo, al


momento de ser detenida, tenía siete meses de embarazo. Ellos
seguramente habían tenido un hijo o una hija que los militares
habían secuestrado y también hecho “desaparecer”. Siguió con
la indagación del paradero ahora de su nieto o de su nieta. Dice
su compañera Mara La Madrid (2004): “Se trataba de devolverle
su filiación como un acto de lealtad a María Claudia y a Marcelo,
como continuidad de un linaje, como transmisión de una historia”
(p. 245).
En diciembre de 1995, Juan Gelman publicó en el Semanario
Brecha de Montevideo un texto entrañable a un niño o una niña
que no conocía personalmente pero reconocía genealógica y amo-
rosamente. Se trataba de una carta abierta para él o para ella:

Dentro de seis meses cumplirás 19 años. Habrás nacido algún día de octubre
de 1976 en un campo de concentración.
Poco antes o después de tu nacimiento, el mismo mes y año, asesinaron
a tu padre de un tiro en la nuca disparado a menos de medio metro de distan-
cia. Él estaba inerme y lo asesinó un comando militar, tal vez el mismo que lo
secuestró con tu madre el 24 de agosto en Buenos Aires y los llevó al campo
de concentración Automotores Orletti que funcionaba en pleno Floresta y
los militares habían bautizado “El Jardín”.
Tu padre se llamaba Marcelo. Tu madre Claudia. Los dos tenían 20 años
y vos, siete meses en el vientre materno cuando eso ocurrió. A ella la trasla-
daron —y a vos en ella— cuando estuvo a punto de parir. Debe haber dado
a luz solita, bajo la mirada de algún médico cómplice de la dictadura militar.
Te sacaron entonces de su lado y fuiste a parar —así era casi siempre— a

77
Helí Morales

manos de una pareja estéril de marido militar o policía, o juez, o periodista


amigo de policía o militar.
Había entonces una lista de espera siniestra para cada campo de con-
centración: los anotados esperaban quedarse con el hijo robado a las prisio-
neras que parían y, con alguna excepción, eran asesinadas inmediatamente
después. Han pasado 12 años desde que los militares dejaron el gobierno y
nada se sabe de tu madre. En cambio, en un tambor de grasa de 200 litros que
los militares rellenaron de cemento y arena y arrojaron al río San Fernando,
se encontraron los restos de tu padre 13 años después. Está enterrado en La
Tablada. Al menos hay con él esa certeza.
Me resulta muy extraño hablarte de mis hijos como tus padres que no
fueron. No sé si sos varón o mujer. Sé que naciste. Me lo aseguró el padre
Fiorello Cavalli, de la Secretaría de Estado del Vaticano, en febrero de 1978.
Desde entonces me pregunto cuál ha sido tu destino. Me asaltan ideas con-
trarias.
Por un lado, siempre me repugnó la posibilidad de que llamaras “papá” a
un militar o policía ladrón de vos, o a un amigo de los asesinos de tus padres.
Por otro lado, siempre quise que, cualquiera hubiese sido el hogar al que
fuiste a parar, te criaran y educaran bien y te quisieran mucho. Sin embargo,
nunca dejé de pensar que, aun así, algún agujero o falla tenía que haber en el
amor que te tuvieran, no tanto porque tus padres de hoy no son biológicos
—como se dice—, sino por el hecho de que alguna conciencia tendrán ellos
de tu historia y la falsificaron. Imagino que te han mentido mucho.
También pensé todos estos años en qué hacer si te encontraba: si arran-
carte del hogar que tenías o hablar con tus padres adoptivos para establecer
un acuerdo que me permitiera verte y acompañarte, siempre sobre la base
de que supieras vos quién eras y de donde venías. El dilema se reiteraba
cada vez —y fueron varias— que asomaba la posibilidad de que las Abuelas
de Plaza de Mayo te hubieran encontrado. Se reiteraba de manera diferente,
según tu edad en cada momento.
Me preocupaba que fueras demasiado chico o chica —por no ser sufi-
cientemente chico o chica— para entender por qué no eran tus padres los
que creías tus padres y a lo mejor querías como a padres. Me preocupaba
que padecieras así una doble herida, una suerte de hachazo en el tejido de tu
subjetividad en formación. Pero ahora sos grande. Podés enterarte de quién
sos y decidir después que hacer con lo que fuiste. Ahí están las Abuelas y su
banco de datos sanguíneos que permiten determinar con precisión científica
el origen de hijos de desaparecidos. Tu origen.
Ahora tenés casi la edad de tus padres cuando los mataron y pronto se-
rás mayor que ellos. Ellos se quedaron en los 20 años para siempre. Soñaban
mucho como vos y con un mundo más habitable para vos. Me gustaría ha-
blarte de ellos y que me hables de vos. Para reconocer en vos a mi hijo y para
que reconozcas en mí lo que de tu padre tengo: los dos somos huérfanos de
él. Para reparar de algún modo ese corte brutal o silencio que en la carne de

78
Violencias de Estado: exilio y desaparición forzada

la familia perpetró la dictadura militar. Para darte tu historia, no para apar-


tarte de lo que no te quieras apartar. Ya sos grande, dije.
Los sueños de Marcelo y Claudia no se han cumplido todavía. Menos
vos, que naciste y estás quién sabe dónde ni con quién. Tal vez tengas los
ojos verdegrises de mi hijo o los ojos color castaño de su mujer, que poseían
un brillo muy especial y tierno y pícaro. Quién sabe cómo serás si sos varón.
Quién sabe cómo serás si sos mujer. A lo mejor podés salir de ese misterio
para entrar en otro: el del encuentro con un abuelo que te espera.

La nieta y su abuelo se encontraron el 31 de marzo del 2000. Des-


pués de saber su verdadera identidad, cuando tenía 21 años, en
medio de tantas perdidas y tanto perdido, ella recuperó los apelli-
dos de sus padres, recuperó su nombre y, con ello, muchas cosas.
Se llama María Macarena Gelman García.
Habría muchas cosas por decir y diversas interrogaciones por
formular pero, puntuar aquí, es dejar abierta la historia y, también,
la herida.
Con la llegada de la democracia en 1983, muchos que habían
salido exigidos por la violencia, volvieron a sus pueblos con sabor
a vino Malbec, a sus calles con aroma de mate cocido. Regresaron
para caminar por la facultad donde estudió el Ché, calentarse con
ponchos rojos, comer un asado en el quincho, tomar un café de La
Paz, o bañarse en un Mar de Plata. Otras se quedaron donde lle-
garon pues las raíces se habían enredado fuerte con otras surgidas
en esos lares. Varios volvieron a su ciudad natal y, después de un
tiempo, regresaron a la que les había acogido pues la existencia tie-
ne enigmas que las geografías no saben descifrar. Hay, así mismo,
algunas que siguen buscando un lugar donde aposentar sus sueños
en la estela marina de una Ítaca posible. Pero también, hubo quie-
nes salieron de niños, se hicieron jóvenes lejos del cielo que los
vio nacer y nunca volvieron a la casa de la abuela. La tierra que les
recibió será el hogar eterno donde llevarles flores y recordarles en
su vuelo temprano.
En agosto de 2005, se anunció que posiblemente se habían
encontrado, en el Batallón 14 del departamento de Canelones en
Uruguay, los restos de la madre de María Macarena. A ciencia cier-
ta, desde el análisis de la antropología forense, no se pudo compro-
bar de manera inequívoca, sin embargo se puede decir claramente
que: “María Claudia fue asesinada de un tiro en la nuca disparado

79
Helí Morales

a menos de medio metro de distancia. Sus asesinos pertenecen


a las fuerzas de seguridad uruguayas. Está enterrada en un pre-
dio militar de la ciudad de Montevideo. Sin tumba con su nombre,
continúa, aún, ‘desaparecida’” (La Madrid, 2004: 249)

Referencias bibliográficas y documentales

Bonafini (s/f). Recuperado de: http://www.madres.org/navegar/nav.


php?idsitio=5. Fecha de consulta: 1º de mayo de 2015.
Calveiro, Pilar (2007). La experiencia concentracionaria. En Clara E.
Lidia, Horacio Crespo y Pablo Yankelevich (comps.), Argentina,
1976. Estudios en torno al golpe de Estado. México: Colegio de México.
Freud, Sigmund (1976). Tótem y tabú. Buenos Aires: Amorrortu editores.
Gelman, Juan y Mara La Madrid (1967). Ni el flaco perdón de Dios. Buenos
Aires: Planeta.
La Madrid, Mara (2004). María Claudia: duelos. De “desaparecidos” y so-
brevivientes. Temas de actualidad. Revista Litoral, 34. Buenos Aires,
pp. 233-250.
Lacan, Jacques (1963). Seminario: los nombres del padre. Mimeo.
Palermo, Vicente (2004). Entre la memoria y el olvido: represión, gue-
rra y democracia en la Argentina. En: Novaro, Marcos y Vicente
Palermo, La historia reciente. Buenos Aires: Edhasa.
Panizo, Laura y Lorena Paula Campos (s/f). Exhumando identidades.
Mimeo. Recuperado de: DOC] de isfd809esquel.com.ar.
Roniger, Luis y Mario Sznajder (2007). El legado de las violaciones de
los derechos humanos. En: Clara E. Lidia, Horacio Crespo y Pablo
Yankelevich (Comps.), Argentina, 1976. Estudios en torno al golpe de
Estado. México: Colegio de México.
Yanquelevich, Pablo (2007). Exilio y dictadura. En Clara E. Lidia, Horacio
Crespo y Pablo Yankelevich (comps.), Argentina, 1976. Estudios en
torno al golpe de Estado. México: Colegio de México.

Documentos oficiales

Ley 23.492 de Punto Final. República de Argentina.


Ley 23.521 Obediencia Debida. República de Argentina.

80
Capítulo 3
Mutantes. El psicoanálisis interpelado
por las formas de subjetivación
contemporáneas

Ana Hounie

Resumen

D
isponerse a escuchar la experiencia del sujeto que dice
de su dolor de existir requiere, necesariamente, perma-
necer alerta a las transformaciones cuya vertiginosidad
producen las singulares condiciones de subjetivación contempo-
ráneas. Ellas se expanden, se tensan, se pliegan y se difuminan,
creando un escenario complejo en el que la práctica psicoanalítica
debe reconsiderar la ética de su praxis. La institución psicoanalí-
tica, cuestionada en la exigencia de eficacia, conminada a sacudir
los ropajes con los que aseguraba la filiación de un corpus teórico
supuestamente incólume, acompaña en ese sentido los mismos
derroteros que la institución familiar. ¿Cómo pensar entonces
“la familia” hoy desde “el psicoanálisis”? Acercar una respuesta
supone entender las condiciones por las cuales no se sostiene la
existencia de ninguna entidad totalizante a cuya crisis estaríamos
asistiendo. En ese sentido, el texto propone resituar las condicio-
nes de producción de subjetividad contemporáneas por las que
el sujeto hablante se construye en ese espacio “ex-timo” (Lacan,
1965). Tal como proponen Deleuze y Guattari: “el niño está con-
tinuamente en familia; pero en familia y desde el principio, lleva a
cabo inmediatamente una formidable experiencia no-familiar que
el psicoanálisis deja escapar” (1985: 52).

81
Ana Hounie

Dilucidar el lugar de la familia hoy en la producción deseante


supone desplegar las variadas formas con las que nuestro tiempo re-
inventa respuestas para una pregunta siempre al alcance de la mano
en la demanda al psicoanálisis: la cuestión del origen. Sin embargo,
en tanto que su abordaje es siempre mítico, ello instaura la inte-
rrogante por alguna de estas ficciones verdaderas. Allí la figura del
“mutante” compone una particular condición subjetivante en la que
no deja de reconocerse el modo de pensamiento de una época pro-
puesto desde el campo de la filosofía y epistemología ( v.g. Latour,
2008), al del arte y la ciencia-ficción (v.g. Scott, 1982).
Sin “familiarismo” mediante que insista en el mantenimiento
de filiaciones que se arroguen la certitud de la respuesta por el ser
(conduciéndolo a los caminos de lo normal y lo anormal, lo sano
y lo patológico), las condiciones del lenguaje que hoy nos con-
ciernen imponen a los psicoanalistas un posicionamiento ético-
político sine qua non. Esta responsabilidad implica discernir en las
formas de la locura actual, aquellas que infructuosamente buscan
sustraerse de las coordenadas que diseñan espacios para habitar la
subjetividad.

Un tren de hierro con veinte vagones,


cuando descarrila, él sólo no se recom-
pone. La cabeza del tren o sea la máqui-
na, como es de hierro, no reacciona. Se
queda en el lugar. Porque la máquina es
un artificio fabricado por el hombre. Y
no tiene ser. No tiene destinación de
Dios. Ella no tiene alma. Es máquina.
Pero eso no ocurre con el ciempiés.
Yo tuve en la infancia una experiencia
que comprueba lo que digo. De niño, el
ciempiés siempre me pareció un tren. El
ciempiés parece que tira de vagones. To-
dos los vagones del ciempiés se movían
como vagones del tren. Ondulaban y ha-
cían curvas como los vagones del tren.
Un día nosotros tuvimos la mala idea de
descarrilar al ciempiés. E hicimos esa
maldad. Esa travesura. Cortamos todos
los tramos del ciempiés y los dejamos en
el terreno. Los tramos separados como

82
Mutantes. El psicoanálisis interpelado por las formas de subjetivación contemporáneas

los vagones de la máquina. Y los tramos del ciempiés empe-


zaron a moverse. ¡Lo que es la naturaleza! Yo no estaba pre-
parado para presenciar aquella cosa extraña. Los tramos del
ciempiés comenzaron a moverse y a acercarse unos a otros
para enmendarse. Nosotros, los niños, no estábamos prepa-
rados para presenciar aquella cosa extraña. Pues el ciempiés
estaba recomponiéndose. Un tramo del ciempiés buscaba a su
compañero, parece que por el olor. Nosotros como que reco-
nocíamos la fuerza de Dios. La cabeza del ciempiés estaba al
frente y esperaba a los vagones que se enmendaran. Después,
más tarde yo escribí este verso: Con pedazos de mi yo monto
un ser atónito... Ahora me pregunto si ese verso no vino de la
travesura de niño. Ahora quien está atónito soy yo.

Manoel de Barros (2003)1

¿Qué cosa quiere decir disponerse a escuchar palabras que invo-


can, palabras que duelen, palabras que engañan y que son la misma
experiencia de un malestar? ¿Y más aún, qué significa “hacer con
ellas” algo que algunos insisten en llamar “ciencia” y otros “arte”?
Las respuestas a estas cuestiones implican definiciones que
delimitan un campo de intervención con episteme y poiesis especí-
ficas, convocando tácticas y estrategias que resuenan en los cuer-

1. “Um trem de ferro com vinte vagões quando descarrila, ele sozinho não si recompõe.
A cabeça do trem ou seja a máquina, sendo de ferro não age. Ela fica no lugar. Porque a
máquina é uma geringonça fabricada pelo homem. E não tem ser. Não tem destinação
de Deus. Ela não tem alma. É máquina. Mais isso não acontece com a lacraia. Eu tive
na infância uma experiencia que comprova o que falo. Em criança a lacraia sempre
me pareceu um trem. A lacraia parece que puxava vagões. E todos os vagões da
lacraia se mexiam como os vagões de trem. E ondulavam e faziam curvas como os
vagões de trem. Um dia a gente teve a má ideia de descarrilar a lacraia. E fizemos
essa malvadeza. Essa peraltagem. Cortamos todos os gomos da lacraia e os deixamos
no terreiro. Os gomos separados como os vagões da maquina. E os gomos da lacraia
começaram a se mexer. O que é a natureza! Eu não estava preparado para assistir
àquela coisa estranha. Os gomos da lacraia começaram a se mexer e se encostar um
no outro para se emendarem. A gente, nos, os meninos, não estávamos preparados
para assistir a àquela coisa estranha. Pois a lacraia estava se recompondo. Um gomo da
lacraia procurava o seu parceiro parece que pelo cheiro. A gente como que reconhecia
a força de Deus. A cabeça da lacraia estava na frente e esperava aos outros vagões se
emendarem. Depois, bem mais tarde eu escrevei este verso: Com pedaços de mim
eu monto um ser atónito. Agora me indago se esse verso não veio da peraltagem do
menino. Agora quem está atónito sou eu” (De Barros, Manoel, Memorias da infancia,
2003). Las cursivas son mías.

83
Ana Hounie

pos que hablan. Pero las palabras no pertenecen al hablante. Tal es


la enseñanza del psicoanálisis. No pertenecen al analista. Son las
parias de una época.
Portando sentidos y sin-sentidos del espacio social en el que
habitan, recorren los ámbitos cotidianos de resistencia y disputa a
las imposiciones de los discursos instituidos, desplegando su po-
der, su potencia transformadora.
Esta última siempre deviene una herramienta eficaz a la hora
de conmover los espacios consolidados. Por esto, tales movimien-
tos cuyo carácter resulta eminentemente político, despliegan en el
escenario de la clínica —desatinadamente llamado íntimo— una
atmósfera que envuelve con “aires de familia” a las mismas coor-
denadas con las que nos subjetivamos singular y colectivamente.
De ahí que preguntarse hoy en día por “la familia” desde este
lugar que el psicoanálisis ofrece, suponga escuchar las resonancias
que en dicho espacio tiene la multiplicidad de discursos y saberes
(antropológico, jurídico, filosófico, económico, educativo…) que
ha llevado a ponerla en cuestión, a sacudirla, a ubicar bajo sospe-
cha su calidad de ser la garante última de subjetivación. Una escu-
cha de esta índole supone estar atento a la producción de conoci-
miento actual desde dichos campos sobre el tópico que nos ocupa.
Los desarrollos dispuestos en el “aire de los tiempos” denuncian
el lugar candente que la institución familiar ha adquirido en los de-
bates actuales debido a los cambios indiscutibles que la misma ha
encarnado y que han hecho énfasis principalmente en sus formas.
Lo que se ha dado en llamar “nuevas configuraciones familia-
res” ha promovido en el psicoanálisis la necesidad de repensar la
teoría sobre los procesos de subjetivación al seno de lo familiar, a
la luz de las nuevas modalidades vinculares que albergan al cacho-
rro humano. Éstas, designadas a través de múltiples nominaciones,
nombran la diversidad a la que asistimos cuya realidad se constata
en el mundo occidental.
Así, por ejemplo, se hablará de familias nucleares, unipersonales,
monoparentales, re-ensambladas, polinucleares, homoparentales y
otras, para dar cuenta de una experiencia cotidiana de lazo social
que muestra la inequívoca eclosión del modelo de familia burguesa
instalado por la modernidad. De este modo podemos encontrar nú-
cleos familiares conformados por padre, madre e hijos (biológicos
84
Mutantes. El psicoanálisis interpelado por las formas de subjetivación contemporáneas

o no); madre sola con hijos; padre sólo con hijos; abuelos que crían


a sus nietos; una madre o un padre con su nueva pareja y los hijos
de esa madre o ese padre con su otra pareja; parejas de mujeres con
hijos; parejas de hombres con hijos; parejas de hermanos con hijos
de uno u otro y tantas otras combinaciones posibles.
A ello hay que agregar formas familiares vinculadas a procesos
de institucionalización del lactante: distintas formas de hogares
sustitutos y otras representaciones provenientes de una escola-
rización cada vez más temprana del pequeño sujeto social. Aún
más, a estas fuentes de subjetivación, cabe añadir aquellas que han
sacudido todavía más las incesantes transformaciones a las que se
ve sometida la institución familiar a raíz del exponencialmente
creciente progreso de la tecno-ciencia en todo lo referido a la ma-
nipulación genética2 y la fertilización asistida.3

2. Un ejemplo relativamente reciente resulta dado por la autorización social de los


procedimientos para la creación de un humano con material genético de tres personas:
un padre y dos madres. El Parlamento de Reino Unido aprobó en 2013 la legalización
de una controvertida técnica científica que permite la creación de bebés utilizando el
adn de tres persona: “Aunque suene a quimera, ya hay niños que tienen dos madres
y un padre, por lo menos genéticamente hablando. En los años noventa, se creó el
primero. Un grupo de científicos estadounidenses añadieron parte del óvulo de una
madre al de otra, como tratamiento de infertilidad, según New Scientist. Por tanto, el
niño tenía material genético de dos mujeres y de un hombre. La fda (Food and Drug
Administration) lo prohibió, pero se han realizado técnicas parecidas en otros países.
En el Reino Unido, están experimentando en embriones con tres padres. El objetivo
es evitar ciertas enfermedades genéticas que se transmiten por el dna mitocondrial”.
Recuperado de: http://www.kindsein.com/es/28/2/653/.
3. Nardiz agrega a ello “la posible sustitución de las relaciones sexuales por una
intervención médica, que comenzó a practicarse en 1950 con la inseminación
artificial interconyugal, seguida por la inseminación artificial con donante a partir de
1970 y, más tarde, por la fecundación fuera del cuerpo de la madre (resultando los
“niños probetas”, como es el caso de Louise Brown, nacida en 1978, en Inglaterra) y
por la donación de óvulos, a partir de 1985. Todos estos avances hicieron factible una
serie de situaciones que, al saltar a los medios de difusión, causaron perplejidad, como
el caso ocurrido en 1985 a una joven francesa (Tubert, 1991: 275) y en 1995 a una
joven británica (El País, 18 de julio de 2002: 64), que consiguieron ser inseminadas
con los espermas congelados de sus maridos muertos; el de una mujer de cuarenta
y ocho años que daba a luz a trillizos, que eran los hijos genéticos de su hija y de su
yerno (Tubert, 1991: 276); el de una señora que a los sesenta y dos años pudo quedar
embarazada de un niño concebido de un óvulo donado y del semen de su hermano,
que estaba ciego y parapléjico a causa de un intento de suicidio (Roudinesco, 2002:
186); el de una joven virgen que tuvo un hijo, producto de una inseminación; o el del
matrimonio Stern, que se tuvo que enfrentar a la madre subrogada a la que habían

85
Ana Hounie

Esto ha promovido interrogantes acerca de la “identidad”4 de las


personas criadas en uno y otro tipo de familia, las más de las veces
como resultado de una comparación con el modelo hegemónico oc-
cidental de la misma, sobre el que la reflexión y producción teórica
parecen resultar suficientes. Para considerar tan sólo un ejemplo de
los tópicos de investigación de actualidad sobre la familia occiden-
tal, la emergencia de la pregunta acerca de cuáles son las diferencias
entre la psicología de un niño que nace en un hogar homoparental y
aquél que proviene de una familia tradicional cuyo modelo imperó
hasta mediados del siglo pasado, no carece de interés y a ella se han
abocado estudios con conclusiones diversas.5 Sin embargo, a pesar
de que los resultados procuran dar cuenta de nuevas realidades, es-
tos enfoques dejan entrever una mirada de disciplinamiento sobre
la realidad subjetiva. Ésta se asienta en la idea de un “deber ser”
en la conformación de las modalidades de relación, una suerte de
entidad previa, una explicación determinística cuyo origen se en-
cuentra en la constelación familiar, un savoir faire del erotismo que
podría aventurar los avatares del cuerpo y la pulsión.
El psicoanálisis mismo, que no es unitario ni mucho menos
incólume al pasaje del tiempo y a la necesidad de reformulación
de sus teorías, ha conservado en muchas de sus lecturas, la idea de
que las formas de ”elección de objeto”, homosexual, heterosexual,
etc., se gestan de forma inconsciente por movimientos pulsio-
nales acaecidos en el seno de la constelación de identificaciones
producidas en el seno de lo familiar, acotando esto a las figuras:
padre-madre-hijo y dando lugar a la constelación de un complejo
llamado de Edipo. Aunque aquí ya Freud ubicaba un movimien-

contratado y que se negaba a entregar el hijo gestado con el esperma del señor Stern
(Tubert, 1991: 275; Nardiz, 2009: 63).
4. Concepto altamente complejo desde la perspectiva psicoanalítica y no asimilable al
aún más complejo concepto de “sujeto” en la medida de que éste viene a nombrar la
experiencia de habitar la inconsistencia del ser en el lenguaje (Lacan, 1953).
5. La tesis doctoral de Nardiz (2009) a propósito de las nuevas organizaciones familiares,
surge a partir de algunas de las siguientes preguntas: ¿Son los homosexuales personas
que puedan ejercer adecuadamente las funciones paternas o maternas? ¿Puede una
mujer realizar las funciones paternas? ¿Y un hombre las maternas? ¿En qué consisten
estas funciones?¿Puede una persona sola ejercer adecuadamente la función materna
o paterna o es necesario la existencia de un tercero entre el padre/madre e hijo? De
padres homosexuales ¿nacerán hijos homosexuales?

86
Mutantes. El psicoanálisis interpelado por las formas de subjetivación contemporáneas

to deseante, un motor inconsciente que permitía una circulación


determinante de diferentes formas de goce, fue mérito de Lacan
haber colocado la hipótesis de la subjetivación edípica en un en-
tramado menos “familiarista”. Al referirse a funciones en una es-
tructura organizada por lugares que anteceden a aquellos que los
encarnan y que generan posiciones mutuamente condicionadas,6
Lacan acentúa ese lugar tercero que excede las personas concretas
que lo ocupan para pasar a significar en esa relación de disparidad,
de ausencia, las condiciones por las que nos constituimos en el
lazo social. Sin embargo, las críticas efectuadas al psicoanálisis por
Deleuze y Guattari al introducir la experiencia de lo “no-familiar”
en las condiciones de subjetivación, revisten suma importancia
para comprender fenómenos actuales por los que nos conforma-
mos como sujetos deseantes en distintas condiciones de produc-
ción de subjetividad. La respuesta a la pregunta acerca de ¿cómo
pensar el complejo de Edipo hoy?, se enriquece más si comenza-
mos a pensar la existencia de otros modos de comprender las con-
diciones de producción de subjetividad y por ende transformando
los referenciales teóricos, que en la reproducción de modelos de
pensamiento que operan sin que hayan sido interpelados, sacudi-
dos y cuestionados.
La potencia del concepto de “complejo de Edipo” fuera de las
consideraciones familiaristas radica en el hecho de que se trata
precisamente de un mito. Freud lúcidamente vislumbró esta fuen-
te única de verdad bajo la forma de ficción y Lacan reforzó esta
idea señalando el carácter de poder decir lo indecible:

El mito es precisamente lo que puede ser definido como otorgando una


fórmula discursiva a esa cosa que no puede trasmitirse al definir la verdad
porque la definición de la verdad sólo puede apoyarse sobre ella misma y la
palabra en tanto que progresa la constituye. La palabra no puede captarse a
sí misma ni captar el movimiento de acceso como una verdad objetiva. Sólo
puede expresarla de modo mítico (Lacan, 1952: 39).

6. Por ejemplo, la madre no es per-se sino que es tal respecto a alguien que es hijo y
recíprocamente el hijo queda determinado conforme al deseo de la madre quien a su
vez responde al entramado propio que la conforma como deseante.

87
Ana Hounie

La constatación en la experiencia de la existencia individual y


colectiva de aquello que escapa a la razón y la palabra en el enigma
del origen, confiere al mito su capacidad creadora. Cabe entonces
preguntarse por las formas míticas de las que se sirve la subjetivi-
dad contemporánea para dar cuenta de su misma producción.
El espacio que dispone el psicoanálisis en su calidad de ex-
periencia de tránsito, de aventura de subjetivación, de acceso y
revuelta de las ficciones construidas y recreadas del origen, per-
mite el pasaje del drama individual al colectivo más que nunca, al
declinar el poder de lo íntimo bajo el manto de lo obscenamente
expuesto. No es tanto la cara oculta de los síntomas la que duele
al que dice del padecer de su existencia hoy, sino la revelación
descarnada de su existencia estallada en un devenir de respuestas
ready-made, pret-à-porter. Si hay una eficacia posible para la inter-
vención en dicho espacio, ésta radica en aquello que al posibilitar
que el deseo del sujeto pueda ser nombrado, permite transitar por
una experiencia que nada tiene que ver con reconocer algo que ya
estaba allí pronto para ser captado. Contrariamente, no se trata de
ningún plus a obtener cual un objeto para acumular, puesto que al
tiempo que algo se nombra, una ausencia se enclava. Es por ello
que no se transmite ningún “bien”, sino que esta transmisión así
entendida es pasaje de ausencia, de límite. Consideramos enton-
ces el carácter de poiesis de la condición lenguajera que entrama
la experiencia analítica, en la posibilidad de la verdad (aletheia) de
producir eficacia (χραίνειν) cuando una palabra alcanza lo real,
lo fuera del sentido. Si las palabras de Lacan: “la verdad, se especí-
fica de ser poética” (1976, clase del 19/4/77) dicen de una expe-
riencia que nos concierne es porque la tarea se convierte en una
actividad de resistencia, perturbadora, de pura invención. Nada
más lejos del consabido mercado de los bienes.
Cuando definimos la clínica7 como el lugar de ese extraño
escenario en el que los sueños, el sexo y la muerte exponen sus

7. El término clínica toma como fuente el término griego Klinikós (que visita al que
guarda cama), derivado a su vez de Kliné (cama) y éste a su vez de klino (inclino).
De aquí resultan sugerentes algunas significaciones tales como “inclinarse” vinculado
a la humildad necesaria como movimiento ante lo real que la clínica presenta y

88
Mutantes. El psicoanálisis interpelado por las formas de subjetivación contemporáneas

marcas en el sujeto herido,8 nos alejamos de toda perspectiva idea-


lista tan a la mano en nuestros días debido a la manera en que el
biopoder (Foucault, 1992) expande sus acciones en el mercado
sanitario. Allí las viejas formas de lo bueno y lo malo, lo que debe
ser y lo que no, y aún más, lo que es normal y lo que es anómalo,
resultan revestidos por los paradigmas de salud con un manto in-
cuestionado.
Entendemos que la clínica consiste en la disposición, la ha-
bilitación a una producción subjetiva de ruptura con las formas
preestablecidas, a su creación a partir del vacío que nos habita,
que al igual que en la vasija que crea alrededor de éste el torno del
alfarero, encuentra en sus caras, bordes para proveerse un lugar
en el mundo. Un lugar y un tiempo en el que vivir.
Un cuerpo “pulsional” —dirá el psicoanálisis— abierto a la
contingencia, ético y político.
Miguel Marinas (2004) llamará a ello —apelando al mito de la
esfinge (tan cercano al mismo Edipo)— una ética de la resolución:

No tanto una moral del cumplimiento, del atenerse al código sino que se tra-
ta de una ética que requiere la conjetura, el cuerpo, los límites y los recursos
propios. Requiere la comprensión de las escenas enajenadas y enajenantes
de las que nos hemos distanciado radicalmente, requiere la apropiación de
nuestro idioma que tiende a hablar por sí. Requiere mirar las condiciones
de la vida. Porque la Esfinge continúa preguntando quién es hoy humano y
ciudadano.9 La forma de la pregunta puede parecer invariable. La respuesta,
obviamente, no lo es (p. 27).

Así, el enigma porta una verdad pasible de desciframiento que


siempre continuará siendo enigmática, pero que al alcanzar al
sujeto aún en su fugacidad, le provee de la experiencia de ser
habitante de un lenguaje que lo nombra y en el que se crea como
deseante.

particularmente el “lecho” como lugar de lo íntimo, donde los sueños y lo enigmático


del sexo se revelan.
8. Por aquella misma que nombraba el poeta Miguel Hernández diciendo: “vengo con
tres heridas, la de la muerte, la del amor, la de la vida” (Hernández, 1939: 217).
9. Alude al mito de la esfinge situada en la encrucijada de los caminos de la entrada a
Tebas. Sólo si resolvían el enigma por ella planteado, los caminantes podían entrar a la
ciudad (polis).

89
Ana Hounie

Cada quien se enfrenta por este hecho a sus preguntas. Y en el


origen, encarnando las mismas, la respuesta siempre mítica a la que
la institución familiar en tanto ficción política viva vino a asegurar.
En el encumbramiento de la burguesía, ésta vino a instituirse
como garante de la transmisión de los valores del Estado, regula-
dor biopolítico de los cuerpos y sus modos de relación, en el ima-
ginario social de la modernidad.
Interrogantes tales como ¿quién soy?, ¿qué puedo hacer?, ¿qué
puedo desear?, ¿a quién desear?, vienen a leerse en la red de sig-
nificantes provenientes de la constelación familiar. Pero precisa-
mente por tratarse de una red significante, el campo en el que se
generan es arbitrario. No hay “naturalidad” en la familia, ni mucho
menos un formato de la misma cuyo modelo garantice mejores
posibilidades de subjetivación.
Lo que al psicoanálisis le interesará, cuando éste no se alía con
ideales o tecnologías de biopoder, más que “la familia” es “lo fami-
liar”, aludiendo con esto último a los modos de creación de lazos en
cuyos “aires”, gestos, rasgos, nos reconocemos y que generan ám-
bitos de transmisión simbólica propicios para el proceso de subje-
tivación. Así, lo fraterno, lo filial, devienen verdaderos complejos
puestos en escena en el encuentro clínico. Construimos nuestra
imagen, nuestra consistencia, en los otros, excediendo toda gené-
tica. El sujeto mismo, en su destello, es pura invención. Y lo que la
experiencia nos muestra es que lo que entra en este juego no tiene
que ver con otra transmisión que no sea la deseante.
Al respecto, en 1969 en su texto “Dos notas sobre el niño”, La-
can establece una definición acerca de la función de la familia: “la
función de residuo que sostiene (y al mismo tiempo mantiene) la
familia conyugal en la evolución de la sociedad, resalta lo irreduc-
tible de una transmisión […] que es la constitución subjetiva, que
implica la relación a un deseo que no sea anónimo” (p. 56).
Como señala Kletnicki, “hablamos aquí de la constitución del
sujeto en el campo del deseo del Otro, de la donación del sitio don-
de un niño pueda alojarse, de abrigar al recién llegado en el calor
de un deseo no anónimo y singular. Si tal dimensión está ausen-
te, o es ignorada, degradada o reducida por otros fines, quedarán
prometidos el estrago, el déficit y el arrasamiento, antes que una
constitución subjetiva” (2006: 430).
90
Mutantes. El psicoanálisis interpelado por las formas de subjetivación contemporáneas

Así entonces no se tratará únicamente de proveer al sujeto de


un lugar simbólico, una posición que lo nombre, sino de incitar vía
un malentendido inaugural (puesto que nadie responde cabalmen-
te allí donde se lo espera) la ficción por la cual cada ser hablante
crea su relación singular a los goces en los que se entrama con los
otros.
Tal invención refleja su carácter espinoso en tanto no hay re-
fugio inaugural que no esté destinado al fracaso puesto que “dejar
la familia” es algo que se impone como modo de instituir un lugar
propio. Freud ya señalaba el dolor de esta partida:

En el individuo que crece, su desasimiento de la autoridad parental es una


de las operaciones más necesarias, pero también más dolorosas del desarro-
llo. Es absolutamente necesario que se cumpla, y es lícito suponer que todo
hombre devenido normal lo ha llevado a cabo en cierta medida. Más todavía:
el progreso de la sociedad descansa, todo él en esa oposición entre ambas
generaciones (1908 [1979]: 213).

Así:

Dejar su familia, su origen, su ciudad natal, lo ya visto, la seguridad de una


vida familiar sin fractura, ¿qué vida singular no es a este precio? Ser infiel
a aquello que ha sido no trasmitido por amor, sino ordenado, psíquicamen-
te, genealógicamente, bajo pena de destitución. La prueba iniciática de un
segundo nacimiento persiste siempre y es más que nunca necesaria. Nos es
necesario partir, deshacernos de nuestros códigos, nuestras pertenencias,
nuestras inscripciones (Dofourmantelle, 2011: 44).

Este movimiento de separación, produce en el decir de alguien un


efecto parecido al de volver a engendrarse (se-parere es volver a
parirse, a nacer).
La experiencia del análisis promueve en ese recorrido por la
constelación familiar —en términos freudianos, “la novela fami-
liar”— la producción en la otra escena, tal como llamaba Freud al
inconsciente, de una obra abierta a la multiplicidad de personajes,
roles, y atavíos, repertorios de relatos y emociones que requieren
la presencia de actores, espectadores, productores y directores, vi-
viendo, escribiendo, produciendo un texto. Deleuze (1988) afirma:
“Estamos plenamente convencidos o, en todo caso, creemos que el
inconsciente no es un teatro, no es un lugar en el que están Edipo
91
Ana Hounie

y Hamlet interpretando eternamente sus escenas. No es un teatro,


es una fábrica, es producción. El inconsciente produce. Produce, no
deja de producir. Y funciona, por lo tanto, como una fábrica” (s/p).
En esta commedia dell’arte, dirá Lacan, se expresa cierta es-
tructura social, que Freud supo ubicar en la teoría con el nombre
de “complejo”. En su texto titulado: “Más allá del principio de rea-
lidad”, afirma:

Por la vía del complejo se instauran en el psiquismo las imágenes que infor-
man a las unidades más vastas del comportamiento, imágenes con las que
el sujeto se identifica una y otra vez para representar, actor único, el drama
de sus conflictos. Esa comedia, situada por el genio de la especie bajo el
signo de la risa y las lágrimas, es una commedia dell’arte, en el sentido de
que cada individuo la improvisa y la vuelve mediocre o altamente expresiva,
según sus dones, desde luego, pero también según una paradójica ley, que
parece mostrar la fecundidad psíquica de toda insuficiencia vital. Commedia
dell’arte, además, por la circunstancia de que se la representa de acuerdo con
un guión típico y papeles tradicionales (Lacan 1936[1984]).

Nos interesa este punto pues en él se señala el pasaje de lo singular


a lo colectivo, de lo íntimo a lo “éxtimo”.10 La puesta en escena de
las preguntas que conciernen al sujeto del inconsciente, se sitúan
en el campo de la polis, pues la verdad es ante todo una verdad
política. El lugar de lo ciudad como lo “éxtimo” en la construc-
ción de la verdad que concierne a los sujetos, es fundamental: “Lo
inconsciente o, por no cernirlo tan pronto, lo íntimo está hecho
de materiales y escenas exteriores, anteriores, no tan internas,
no siempre dentro” (Marinas, 2007: 27). De este modo singu-
lar, subrayamos nuevamente la idea de la indisolubilidad entre el
sujeto y lo social, a la que Freud no cejó en referirse y que particu-
larmente expresara a su colega Groddeck recordando la empresa
exquisitamente social que es el psicoanálisis.
Asimismo, este entronque entre lo colectivo y lo particular
que abre la escena del teatro íntimo de lo familiar y la comedia

10. Neologismo creado por Jacques Lacan (1964) para dar cuenta de la extranjeridad que
habita lo más íntimo del sujeto, evidenciando una continuidad entre lo externo y lo
interno, tal como lo muestra la figura topológica de la “Botella de Klein” (Lacan, 1965,
Clase del 6/1/65).

92
Mutantes. El psicoanálisis interpelado por las formas de subjetivación contemporáneas

humana, constituye uno de los puntos principales que remarcan


Gilles Deleuze y Felix Guattari al afirmar: “el niño está continua-
mente en familia; pero en familia y desde el principio, lleva a cabo
inmediatamente una formidable experiencia no-familiar que el
psicoanálisis deja escapar” (1985: 52).
En este sentido, la salida de la perspectiva intimista ubicada
en la familia como lugar de gestación de las vicisitudes de la eró-
tica subjetiva, permite la visualización de nuevas formas del lazo
social que resultan igualmente potentes para construir procesos
de subjetivación en lo que refiere a aquello que nos concierne: la
producción deseante.
Sin “familiarismo” mediante que insista en el mantenimiento
de filiaciones que se arroguen la certitud de la respuesta por el
ser (conduciéndolo por los caminos de lo normal y lo anormal,
lo sano y lo patológico), es posible que al exponer en la clínica su
neurosis, como ya señaláramos, el sujeto despliegue el drama por
donde procesa su lugar ora como tragedia, ora como comedia, ora
en sus márgenes. Pero el espacio que encontrará será un escenario
incierto, cuya configuración prevé toda suerte de movimientos,
sin más final previsto de antemano que el de percatarse de su con-
dición deseante. De ahí en más le espera, en la contingencia de los
caminos, la responsabilidad de sus creaciones (Hounie, 2013).
“Yo quiero conocer mi origen. Saber, por oscuro que sea, mi
origen: ésa es mi decisión Irrevocable”. Así ponía Sófocles en pala-
bras el ansia de saber en Edipo rey. Condición de la pregunta erran-
te que establece una tensión fundamental al momento de interro-
gar la filiación puesto que ser hijo, ¿es una condición biológica
o una inscripción simbólica? La experiencia analítica nos enseña
esto último, lo que lleva a plantear que en rigor todo hijo es un hijo
adoptado y toda familia también lo es. Como León S. señala:

Un hijo no se reduce al encuentro de un óvulo con un espermio, como tam-


poco a una criatura eyectada de un determinado vientre: hace falta una mar-
ca, un nombre, una inscripción, un lugar simbólico donde la criatura pueda
alojarse. El deseo de hijo, tanto como su ausencia, preexiste a lo real de su
materialización. Y aquí no hay norma universal: cada pareja, cada persona
incluso, produce sus propias tentativas de respuesta para la pregunta acer-
ca de qué es un hijo. No hacemos otra cosa que sugerir una diferenciación
entre engendramiento real y adopción simbólica. La filiación simbólica es

93
Ana Hounie

una cuestión de deseo, y no meramente de procreación. Consideremos que


la palabra “ad-opción” (hacia, cerca de, o relativo a una opción o elección)
testimonia que la adopción supone una elección de objeto (2013: 58).

Se ha dado en llamar “crisis de la parentalidad” a ese tiempo por


el cual lo social constata transformaciones indudables en la cons-
telación familiar y viene a nombrar una nueva configuración, cuya
nueva forma resulte de tal apertura que pueda albergar los distin-
tos modos de ejercer la maternidad y la paternidad en nuestros
tiempos. En otras palabras, la eclosión de modos de ejercicio de
adopción cuyo carácter electivo excede lo meramente voluntario,
para pasar a representar la encarnadura de la visibilidad por la que
una época deja ver sus modos de perpetuar lo humano. Enunciar
palabras porosas, revela en su condición de borde, la posibilidad
de cambio. El espectro significativo del término “parentalidad”
representa en su porosidad, su permeabilidad, su amplitud de
alcance, pinceladas de la misma crisis que procura designar.
En este sentido resulta esclarecedora la cuestión formulada
por Claude Martin (2005), al preguntarse también por el recurso
al neologismo.11 En su interesante estudio a propósito del tema,
Martin (2005) retoma la idea de Dozelot por la que la llamada cri-
sis de la familia resulta menos una realidad que:

[...] una artimaña de las sociedades liberales a fin de, por una parte, redu-
cir el poder de la familia (en comparación con el modelo patriarcal del anti-

11. Desde hace algunos años, numerosos actores públicos, tales como hombres y mujeres
políticos, medios de comunicación y expertos, han dado un uso excesivo al término
“parentalidad”, neologismo derivado del adjetivo parental, quizá para traducir los
términos anglosajones parenthood o parenting que designan respectivamente la
condición de padre y las prácticas de los padres. Este término ha corrido con distinta
suerte, pero siempre queda relativamente indefinido. Su flexibilidad es también sin
duda uno de sus triunfos. Debido a que siempre fluye, permite que se le den variados
usos. Así que hoy en día se habla de “monoparentalidad”, de “parentalidad adoptiva”,
de “homoparentalidad” (Gross, 2000) de “abueloparentalidad” (Attias-Donfut y
Segalen, 2002), así como de la “pluriparentalidad” (Le Gall y Bettahar, 2001), para
indicar que el lugar de padre puede ser diversamente ocupado por uno solo de los
padres, por un padre homosexual o por una pluralidad que hace la función de padres.
Se puede preguntar con qué fin fue concebido este neologismo que ocupa hoy por
hoy la delantera en la escena ¿Qué más le aporta al ya rico y complejo léxico del
parentesco: padre, madre, paternidad, maternidad, maternaje, parentela? ¿De qué esta
nueva expresión es índice o síntoma?

94
Mutantes. El psicoanálisis interpelado por las formas de subjetivación contemporáneas

guo régimen) y, por el otro, hacerle cargar una responsabilidad acrecentada,


en “un doble movimiento de incriminación y de valorización de la familia.
Sospechosa de hacer daño, la familia es al mismo tiempo erigida como condi-
ción exclusiva del bienestar de cada uno, determinada como el lugar de la ver-
dadera felicidad del éxito de los niños, de la realización de sí mismo” ( p. 22).

Esta operación daría lugar así a una “policía de las familias” que
en nuestra mirada resulta un modo para designar el aparato de
corrección que permita garantizar la continuidad de las nuevas
maneras de preservación del control sobre los modos de subje-
tivación, es decir, sobre algo que Felix Guattari (1988) supo bien
llamar: máquina de subjetivación.
Que la idea de máquina o complejo maquínico no es ajena a la
construcción humana ya es asunto no sólo de la cibernética,12 sino
también de otros saberes, disciplinas y discursos. Así la filosofía, la
antropología, el psicoanálisis y las ciencias sociales han construido
conocimiento acerca de la relación del humano a la máquina, vín-
culo que opera encarnando la identidad de los cuerpos cotidianos
y que desde hace décadas viene alimentando la imaginación —y
con ello su inmenso poder— de la creación artística.
La imagen del niño-máquina que destella en la pintura de Ri-
chard Lindner (1954) que situamos al comienzo, encuentra en el
cine una manifestación princeps (The Matrix, 1999; Blade Runner,
1982, y tantos otros ejemplos).
Es claro que el progreso científico y el avance de las tecno-
ciencias han permitido la creación de tales figuras pues la ciencia-
ficción en tanto género no revela otra cosa que la capacidad de fic-
cionar —y por ello producir verdad— que posee la ciencia. Como
certeramente apunta Beatriz Preciado (2014):

Si la ciencia ha alcanzado el lugar hegemónico que ocupa como discurso y


como práctica en nuestra cultura, es precisamente gracias a lo que Ian Hacking
(1986), Steve Woolgar y Bruno Latour (1979) llaman su “autoridad material”,
es decir, su capacidad para inventar y producir artefactos vivos. Por eso la

12. De acuerdo a la rae, se refiere al “Estudio de las analogías entre los sistemas de control
y comunicación de los seres vivos y los de las máquinas; y en particular, el de las
aplicaciones de los mecanismos de regulación biológica a la tecnología”.

95
Ana Hounie

ciencia es la nueva religión de la modernidad. Porque tiene la capacidad de


crear y no simplemente de describir la realidad (Preciado, 2014: 35).

Tales transformaciones constituyen verdaderas mutaciones13 de


la realidad, cambios que dan la idea de alteraciones irreversibles
en tanto producen nuevas realidades. Estas alteraciones sugieren
que las mutaciones conllevan una fuerza ineludible cual el empuje
inexorable a mezclarse que poseen las razas en una especie.
La significación de lo “mutante” no es sólo es en nuestro caso
la constelación familiar y las subjetividades que la habitan, lo mu-
tante es la condición que toman las formas para insistir en la in-
terrogante del ser por su existencia en el mundo. Es la condición
de cambio misma quien responde a cómo se produce subjetividad
hoy. Y esta pregunta que no puede sino recorrer el fuera-de-sen-
tido que convoca al cachorro humano a toda suerte de creaciones
en las que se servirá siempre de otros para reconocerse, acercarse,
multiplicarse y separarse en lazos de familia. El cambio es poten-
cia de vida y resistencia de las instituciones porque es en la ten-
sión con él que se crean. Este movimiento, que el psicoanálisis
denominó “deseante”14 y al que hemos ubicado en la escena de

13. Según la rae, mutación se define como: 1.f. Acción y efecto de mudar o mudarse.
2. f. Cada una de las diversas perspectivas que se forman en el teatro variando el telón
y los bastidores para cambiar la escena en que se supone la representación.
3. f. Destemple de la estación en determinado tiempo del año, que se padece
sensiblemente en algunos países.
4. f. Biol. Alteración producida en la estructura o en el número de los genes o de los
cromosomas de un organismo transmisible por herencia.
5. f. Biol. Fenotipo producido por aquellas alteraciones.
6. f. Fon. Cambio fonético en que se produce un salto, sin las etapas intermedias.
14. Al respecto, Núñez (2007) refiere: Freud descubrió la máquina deseante, el
inconsciente. Deleuze y Guattari rescatan esa máquina deseante de las limitaciones en
que la dejó el psicoanálisis, y la complementan con el análisis de la máquina social. La
máquina deseante no se da sin la máquina social, y viceversa. La naturaleza también
es máquina deseante. Por ello hablan de la continuidad Naturaleza-hombre. Deleuze
y Guattari cambian radicalmente el concepto de deseo que había sido mantenido casi
siempre —con excepción de Spinoza y Nietzsche— como simple carencia de algo. Por
el contrario, el deseo es producción, voluntad de poder; afecto activo diría Spinoza.
El deseo como carencia es un concepto idealista, en realidad de raigambre platónica.
Kant, en cambio, logró ver que el deseo produce realidad. La producción de deseos es
inconsciente, como bien vio Freud. Pero en lugar de la producción de deseos Freud
instauró un teatro burgués, porque instauró en el inconsciente la mera representación.
En cambio, el deseo tiene poder para engendrar su objeto. Las necesidades derivan del

96
Mutantes. El psicoanálisis interpelado por las formas de subjetivación contemporáneas

lo “éxtimo”, agita las partes de la “máquina social” y la mantiene


produciendo nuevas realidades. Los vínculos de la institución fa-
miliar —al igual que otras— en el campo social, ya no son de con-
vergencia hacia una única autoridad que las contiene cual partes
ensambladas de Otro supuesto total, sino que se despliegan en el
espacio en formas abiertas, redes cuyo diseño incluye nuevos e
impensados anudamientos. Es que lo social no es un dominio es-
pecial o un tipo de sustancia, sino “un movimiento muy peculiar
de re-asociación y ensamblado”, “un proceso continuo de vínculos
inciertos, frágiles, controversiales y, sin embargo, permanente en
donde no hay “ningún componente establecido que pueda usarse
como punto de partida incontrovertible” (Latour, 2008: 49-50).
La amplitud semántica del término “mutante” nos permite
considerar a partir de su vertiente biológica —que implica la trans-
formación genética hacia la hibridación de especies— la introduc-
ción en la producción de subjetividad revestida de tales caracterís-
ticas de los componentes no-humanos en tal producción, en tanto
actores complejos que se ordenan en una red. Al decir de Latour:
“un actor-red, resultando la acción no una propiedad de entidades
aisladas, sino asociadas” (Latour, 2001: 2007).
En el film de Ridley Scott, Blade Runner —título que acentúa la
función policíaca de las sociedades de control y producción capi-
talista—, vemos renovarse las preguntas sobre el origen, la sexua-
lidad, la muerte, en un escenario que borronea los contornos entre
lo natural y lo artificial. Como sugiere Cimpersek (s/f), “nos habla
sobre la paradoja del perfecto facsímil (copia) de un ser tan natural-
mente imperfecto como el hombre. Un reflexionar que nos instaura
las preguntas —porque nunca respuestas definitivas— mediante
la (re)creación de los replicantes (mutantes), punto extremo en
el cual lo artificial aspira —y logra— “naturalizarse”, es decir, “hu-
manizarse”.
Al psicoanálisis le concierne una doble responsabilidad. La pri-
mera implica la necesaria renovación de su corpus teórico a la luz
de epistemologías de fronteras que le permitan ampliar sus con-

deseo, y no al revés. Desear es producir, y producir realidad. El deseo como potencia


productiva de la vida.

97
Ana Hounie

cepciones para comprender la producción de subjetividad actual.


Como señalara Lacan en 1953: “Mejor pues que renuncie quien no
pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época. Pues ¿cómo
podría hacer de su ser el eje de tantas vidas aquel que no supiese
nada de la dialéctica que lo lanza con esas vidas en un movimiento
simbólico?” (1953: 309)
La segunda concierne a la experiencia del análisis mismo en el
escenario clínico, nunca aislado, nunca tan éxtimo como nuestro
tiempo nos lo permite pensar.
Allí, asistimos a lo atónito del ser que se busca y se encuentra
en las partes de sí que lo nombran en un movimiento que nun-
ca lo consolida, sino que le permite discurrir en un movimiento
constante de recreación en lo familiar y en lo ajeno, poniendo en
suspenso las formas que lo han rigidizado.
Y retornando a la cuestión formulada en un comienzo respec-
to del destino de las vertiginosas transformaciones de las confi-
guraciones familiares nos preguntamos: además de constatar la
enorme influencia de lo no-familiar en los procesos una subjeti-
vación que nos concierne en nuestra responsabilidad como ho-
mus políticus, ¿estaremos en condiciones de aventurar la idea de
la disolución del enlace familiar como producción subjetivante?
Sería otra forma de preguntarse como Deleuze y Guattari (1985:
16-17): “¿Estarán las máquinas suficientemente estropeadas, sus
piezas suficientemente sueltas como para entregarse y entregar-
nos a la nada?”. Ellos responden: “se diría que los flujos de energía
todavía están demasiado ligados, que los objetos todavía son de-
masiado orgánicos”.
Asentimos. Y este gesto nos acerca resonancias de las palabras
que rezan en el acápite a este escrito y que describen con poesía
la sutil tarea de montaje colectivo que nos concierne. Un lugar de
resistencia y reinvención que es condición y potencia de lo hu-
mano, por lo que —parafraseando las palabras con las que Eugene
Ionesco15 finaliza su obra El rinoceronte— difícilmente se esté en
tiempo de capitular.

15. La alusión que hago es al monólogo final en el que el protagonista Berenguer, frente a
la inminencia de mutar hacia otra especie en una contienda sin esperanza (es el último

98
Mutantes. El psicoanálisis interpelado por las formas de subjetivación contemporáneas

Referencias bibliográficas

Cimpersek, D. (s/f). Blade Runner o El cuestionamiento del ser “hu-


mano”. Recuperado de: http://www.mercaba.org/Cine/blade_run-
ner_o_el_cuestionamient.htm.
De Barros, Manoel (2003). Memorias inventadas. A primeira Infancia. Sào
Paulo: Editorial Planeta.
Deleuze, G. (1988). Abecedario, D de deseo. Recuperado de: http://im-
perceptibledeleuze.blogspot.com.
Deleuze, G. y Guattari, F. (1985). El anitiedipo. Barcelona: Paidós.
—— (2002). Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Valencia: Pre-
Textos.
Dofourmantelle, A. (2011). Eloge du risque. París: Payot.
Freud, S. (1908). La novela familiar de los neuróticos. Obras completas,
tomo ix. Buenos Aires: Amorrortu editores, (1979).
Foucault, M. (1992). Microfísica del poder. Madrid: La piqueta.
Hernández, M. (1999). Cancionero y romancero de ausencias. En
Antología Poética. Madrid: Calpe Ediciones.
Hounie, A. (2013). La construcción de saber en clínica. Tesis doctoral.
Recuperado de: http://eprints.ucm.es/20464/1/T34360.pdf.
Ionesco, E. (2007). El rinoceronte. Buenos Aires: Losada.
Kletnicki, A. (2006). Tecnologías de reproducción asistida: ética y desar-
rollo científico. xiii Jornadas de Investigación y Segundo Encuentro
de Investigadores en Psicología del Mercosur. Facultad de Psicología-
Universidad de Buenos Aires.
Lacan, J. (1984). Más allá del principio de realidad. En: Escritos i. Buenos
Aires: Siglo XXI Editores.
—— (2002). El mito individual del neurótico. En: Intervenciones y textos
i. Buenos Aires: Manantial.
—— (1984). Función y campo de la palabra en el psicoanálisis. En:
Escritos i. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
—— (1964-1965). Seminario: Problemas cruciales para el psicoanálisis.
Inédito. Recuperado de: http://www.ecole-lacanienne.net/

hombre restante) se plantea: “¿Y son reversibles las mutaciones? Eh, ¿son reversibles?
Sería un trabajo de Hércules, por encima de mis fuerzas. Primero, para convencerlos,
hay que hablarles. Para hablarles hay que aprender su lengua. ¿O que ellos aprendan
la mía? ¿Pero qué lengua hablo? ¿Cuál es mi lengua? ¿Es castellano esto? Tiene que ser
castellano. ¿Pero qué es el castellano? Se lo puede llamar castellano, si se quiere, nadie
puede oponerse, soy el único que lo habla. ¿Qué digo? ¿Acaso me comprendo, acaso
me comprendo?/.../No capitulo” (Ionesco, 1959: 197).

99
Ana Hounie

—— (1993). Dos notas sobre el niño. Intervenciones y textos 2. Buenos


Aires: Manantial.
—— (1976-1977). L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre. Inédito.
Recuperado de: http://www.ecole-lacanienne.net/.
Latour, B. (2001). La esperanza de Pandora: ensayos sobre la realidad de los
estudios de la ciencia. Barcelona: Gedisa.
—— (2008). Reensamblar lo social. Una introducción a la teoría del actor-
-red. Buenos Aires: Editorial Manantial.
León, S. (2013). Problemas actuales en psicoanálisis infanto-juvenil.
Santiago de Chile: ril Editores.
Lindner, R. (1954). Boy with machine. Tomada de https://en.wikipedia.
org/wiki/Richard_Lindner_%28painter%29
Marinas, M. (2004). La ciudad y la esfinge. Contexto ético del psicoanálisis.
Madrid: Editorial Síntesis.
Martin, C. y J. Donzelot (2005). La police des familles. Suite. Informations
Sociales, 73-74.
Martin, C. (2005) La parentalidad. Controversias en torno a un proble-
ma público. Revista de Estudios de Género La Ventana, 22. México:
Universidad de Guadalajara.
Nardiz, M. (2009). Nuevas organizaciones familiares: familias de padres
homosexuales y de un solo padre. Tesis doctoral. Recuperado de: ht-
tps://www.yumpu.com/es/document/view/18076539/introduc-
cion-universidad-de-huelva/71.
Núñez, M. G. (2007). Estados maquínicos y dispositivos de resistencia:
devenir Otr@. En: A parte rei. Revista de Filosofía. Recuperado de:
http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/gracia50.pdf.
Preciado, B. (2014) Texto yonqui. Sexo, drogas y biopolítica. Buenos Aires:
Editorial Paidós.
Real Academia Española (2007, 22ª ed.). Diccionario de la Lengua
Española. Madrid: Espasa Calpe

Otras referencias

Imágenes

Lindner, R. (1954). Boy with machine.

Películas
Scott, R. (1982). Blade Runner.
Wachowski, Lana y Andy (1999). The Matrix.
100
Segunda parte
La perspectiva sociológica
Capítulo 4
La familia como institución y universal.
Análisis de los cambios modernos

Gerardo Romo Morales

Introducción

E
n el mundo occidental, en las últimas décadas, se ha gene-
rado una discusión importante sobre la categoría familia, su
configuración y límites. Esta discusión ha estado motivada,
fundamentalmente, por cambios en las condiciones contextuales
y por lo tanto, exógenas a la unidad familiar, que han inducido
modificaciones en su composición, y en el ejercicio de los roles
tradicionales.
En el presente artículo se analizan estos cambios y se elabora
una propuesta de análisis teórico sobre el tema. Para tal fin, se
utilizan las categorías dialécticas de universal, particular y singular.
Estos tres momentos que corresponden como posibles a una mis-
ma entidad en la propuesta originalmente hegeliana, se utilizan
para explicar a la Familia, desde un nivel institucional, como res-
tricción al imaginario de los sujetos, hasta la realidad más concreta
de la misma, pasando por las posibilidades de organización fami-
liar como grupos de referencia.
Con respecto al cambio en la familia, lo anterior permite expli-
car cómo es que lo que ahora aparece como dilema o crisis moral,
cuando se evidencia el hecho de que algunas formas de organiza-
ción familiar ganan espacio estadístico frente a las tradicionales,
no lo es tanto. El argumento que se presenta es que ese cambio
corresponde a un nivel particular, que no afecta la dimensión uni-
versal, conceptual y teórica de la familia como institución, la cual
permanece con alteraciones mínimas.
103
Gerardo Romo Morales

Para explicar lo anterior, en lo que sigue se revisan y discu-


ten, primero, algunas definiciones que son fundamentales: la de
institución, los momentos dialécticos de universal, particular y
singular, y la de familia misma. Se hace el ejercicio de equipar a la
institución con el momento universal, a tipos de organización con
el particular y a la acción organizada concreta con el singular en
un sentido teórico, y se argumenta que en la discusión sobre fami-
lia de las últimas décadas, el mismo nombre se utiliza de manera
indistinta para referirse a cualquiera de éstos. Es decir, que bajo
esa palabra, en las discusiones cotidianas e incluso académicas, se
mezclan los tres momentos dialécticos de la categoría.
Con base en lo anterior, un tercer y final apartado va a tratar
sobre la relación que hay entre cambio y familia. Se develarán los
cambios detectados en cada uno de los momentos del concepto,
considerando que al hacerlo así se reduce el estrés asociado con
las acaloradas discusiones de coyuntura, entendiendo que ésta
puede cambiar de manera cotidiana en un nivel singular, como
acción organizada concreta (Crozier y Friedberg, 1990), o bien,
que podrán aparecer o fortalecerse nuevas formas particulares de
identificación y agrupamiento como tipos de organización, pero
que como institución, en su momento universal, el cambio posible
será siempre gradual e imperceptible para los sujetos en su viven-
cia cotidiana, y que sólo se podrá inferir su impacto real mediante
su estudio histórico y/o antropológico.
Se asume que el cambio en la familia en el nivel singular no
es novedad y que, por lo tanto, tampoco lo es la discusión sobre
el tema. Hay en la literatura especializada abundantes ejemplos
de análisis sobre esta situación. Uno de ellos sería el de Andrea
Rodó y Ximena Valdés, quienes en un número especial sobre el
tema de la revista chilena Proposiciones, señalaban que: “repensar
la familia, no es sólo un rito contemporáneo. Es algo que las socie-
dades han hecho constantemente, sobre todo, cuando se disputan
los modelos existentes con los cambios culturales que enfrentan.
Hoy es tema pendiente, inminente, levemente (o terriblemente)
temible” (Rodó y Valdés, 1995: 9).
Atendiendo a la provocación, y de acuerdo con la idea de que
ese rito de re-pensar la familia sigue siendo contemporáneo, se

104
La familia como institución y universal. Análisis de los cambios modernos

inscribe este artículo que pretende discutir también los modelos


familiares, la cultura, y el cambio posible.

Instituciones, momentos de la dialéctica y familia.


Definiciones básicas

Por las características del entramado teórico que se propone en


este artículo para la comprensión del cambio en las familias, es
importante empezar por señalar la relación que se establece entre
el universal de la dialéctica hegeliana (Hegel, 1966) con la noción
de instituciones, entendiendo que éstas podrán luego cristalizarse
o hacerse cuerpo, en organizaciones específicas.

Institución

La definición con la que se trabaja en el texto de instituciones,


las asume como un cierto tipo de constructo social expresado en
normas, reglas, rutinas y costumbres que funcionan como restric-
ciones o incentivos para la conducta de los sujetos y sus pulsiones.
Se viven de manera individual y no necesariamente consciente,
pero con una existencia comprobable en lo colectivo y general,
por la cantidad de personas que se ven constreñidas por ellas, y
por el largo periodo de tiempo en el que se perciben como hege-
mónicas.
Las instituciones así entendidas no tienen, por lo tanto, una ex-
presión concreta y aun cuando se viven de manera personal y sobre
todo inconsciente, la generalización posible de su existencia y de su
forma sólo se puede inferir cuando particularizadas a través de ritos
y prácticas organizacionales, constriñen la actuación de un sujeto
cualquiera, en un sentido similar al que lo harían con otro en sus
condiciones. Sólo cuando los sujetos desempeñan roles determina-
dos de manera similar, con una justificación discursiva que mezcla
retazos de hábitos, costumbres, prejuicios, moral y leyes, es que se
asume la existencia de esta forma de restricción. En este funciona-
miento institucional se implican, en combinaciones y con resulta-
dos diversos, elementos sociales, económicos, culturales, políticos,
y psíquicos.
105
Gerardo Romo Morales

Al respecto, Kaës (1989) afirma que es bajo la égida de estos


dispositivos totales, unificados y unificantes, que nuestras expe-
riencias cotidianas se viven “apresadas, es decir, acaparadas por,
pero también formadas en, una red de subjetividades y de sentidos
pre constituidos y anónimos, de los cuales nos descubrimos como
parte participante y constituyente” (p. 12).
Las instituciones, a través de su concreción en los rituales y
prácticas de las organizaciones en las que de manera cotidiana se
relacionan los sujetos, se van a hacer evidentes hechas cuerpo en
las conductas de los sujeto. Lo que se apreciará de manera cons-
tatable, es lo que Weber (1974) señala como característico de las
relaciones sociales permanentes, “es decir, que exista [...] la pro-
babilidad de la repetición continuada de una conducta con el sen-
tido de que se trate es decir, la tenida como tal y, en consecuencia,
esperada” (p. 22).
Si bien las acciones organizadas en un sentido concreto buscan
la eficiencia o algún sucedáneo que signifique el cumplimiento
de lo que pueda ser expresado como motivo de fundación (asu-
miendo que las organizaciones tienen ese dato así como fecha de
fundación), y son, en un sentido axiológico, más bien neutras, las
instituciones legitiman ciertas prácticas y roles de los actores in-
cluidos en su Gestalt o configuración como orden, en un sentido
weberiano.
Para Weber (1974), respecto al contenido de sentido de una
acción o relación social, un orden existe cuando “la acción se orien-
ta (por término medio o aproximadamente) por ‘máximas’ que
pueden ser señaladas”. Y ese orden se legitima o valida, “cuando la
orientación de hecho por aquellas máximas tiene lugar porque en
algún grado significativo (es decir, en un grado que pese práctica-
mente) aparecen válidas para la acción, es decir, como obligatorias
o como modelos de conducta” ( p. 25).
De esta manera, y siguiendo con este sociólogo alemán, las
condiciones de legitimación, como contenidos de sentido en una
relación social, se harán a través del orden y la validez, y esta últi-
ma, referida a un orden específico, estará en función de la proba-
bilidad de que la acción social (o relación social) pueda orientarse
para sus participantes en la representación de la existencia de un
orden legítimo.
106
La familia como institución y universal. Análisis de los cambios modernos

A este orden legítimo y validado es al que, sin mayores friccio-


nes conceptuales, se puede relacionar aquí con la idea de marco
institucional específico, en la medida en que corresponda a un lar-
go periodo de tiempo y espacio geográfico.
Con respecto a la legitimidad del orden, hay que considerar
también que puede estar garantizada de dos maneras: puramente
íntima o por la expectativa de determinadas consecuencias externas.
El primer caso corresponde a lo que se menciona arriba como la
vivencia individual inconsciente de las instituciones. Esta manera
puramente íntima se presenta, según Weber en el mismo texto aquí
mencionado, a través de tres posibilidades: “puramente afectiva,
es decir, por entrega sentimental”, “racional con arreglo a valores:
por la creencia en su validez absoluta, en cuanto expresión de va-
lores supremos generadores de deberes (morales, estéticos o de
cualquier suerte)” y religiosa: “por la creencia de que de su obser-
vancia depende la existencia de un bien de salvación”. (p. 27). En
el caso de la segunda, la expectativa de determinadas consecuen-
cias externas supone una situación de interés, en donde interviene
la razón de los sujetos haciendo cálculos y tomando decisiones.
Tanto la posibilidad de garantía del orden válido o marco de
restricción institucional puramente íntima, como la de la expec-
tativa de consecuencias externas, se sostiene en la interacción de
los actores en sociedad. Para el primer caso, fundamentalmente
a través de la convención, condición que se presenta cuando “su
validez esté garantizada externamente por la probabilidad de que,
dentro de un determinado círculo de hombres, una conducta dis-
cordante habrá de tropezar con una (relativa) reprobación general
y prácticamente sensible” (Weber, 1974: 27). Y para el segundo,
en el derecho, que se presenta cuando el orden “está garantizado
externamente por la probabilidad de la coacción (física o psíquica)
ejercida por un cuadro de individuos instituidos con la misión de
obligar a la observancia de ese orden o de castigar su transgresión”
(Weber, 1974: 27).
La institución como convención está validada en un orden
concreto que coincide con el imaginario de los sujetos involucra-
dos, ya sea de manera puramente íntima o por la expectativa de
consecuencias externas. Como se podrá constar líneas más abajo,
esto tiene una importante cercanía conceptual con el momento
107
Gerardo Romo Morales

universal. A continuación, se analizan los momentos de la dialécti-


ca para encontrar los lazos argumentales que permitan unir a este
último con las instituciones.

Universal, particular y singular

Para la explicitación de los rasgos de los momentos de la dialéctica


que son significativos para los intereses de este escrito, es impor-
tante empezar por reconocer que los tres, “son dados inmedia-
tamente uno en otro, (y que) el género, la especie y el individuo
constituyen sin lugar a dudas tres términos o tres determinacio-
nes distintas; se puede sin embargo, decir que no son más que un
mismo pensamiento, en el sentido de que es imposible pensar uno
de ellos sin pensar los otros dos” (Noël, 1995: 109).
Esta perspectiva en donde cada momento está contenido en
el otro, permite relacionarlos en una especie de conjuntos y sub-
conjuntos, que incluyen la existencia positiva de los conceptos, así
como su ausencia o forma negativa, y que para ser comprendidos
como género, especie e individuo, se debe considerar la relación
en un sentido inclusivo o descendente.
Ahora bien, ya en detalle, con respecto a la universalidad es
importante destacar su calidad de concepto, abstracto y general.
Para Lourau (1975), por ejemplo, el universal, es “el de la unidad
positiva del concepto. Dentro de ese momento el concepto es ple-
namente verdadero, vale decir, verdadero de manera abstracta y
general” (p. 2). Para Nöel (1995) por su parte, el concepto es lo
universal a partir de que es pura identidad consigo mismo o inde-
terminación pura. Mientras que para Murillo (2010), lo abstracto
es algo que sólo puede predicarse de lo universal: “El momento
universal-abstracto es la concepción de ‘algo’, sea lo que sea, en
tanto que aislado de toda relación y contexto” (p. 356).
Por su parte, el momento de la particularidad supone un ale-
jamiento del polo conceptual para acercarse al de la concreción,
manteniendo entre los dos extremos una posición equidistante.
Este “...expresa la negación del momento precedente, (a partir
de que) toda verdad general deja de serlo plenamente tan pronto
como se encarna, se aplica en condiciones particulares, circuns-
tanciales y determinadas” (Lourau, 1975: 2). Coincidiendo en la
108
La familia como institución y universal. Análisis de los cambios modernos

interpretación, Nöel (1995), va a considerar que es la necesidad


del momento previo de determinarse o negarse a sí mismo, lo que
constituye este momento particular. Este, entonces, no será ni abs-
tracto ni concreto como tal, y será en la medida en que lo que an-
tes era universal-abstracto, se sitúe en relación con otro término
de su misma especie (Murillo, 2010).
Finalmente, en el polo de la concreción de este continuo ima-
ginario que se viene siguiendo se ubica al singular. Va a surgir de
la oposición que se genera entre la identidad en sí del universal y
la necesidad de determinarse o negarse a sí mismo en el momento
particular (Nöel, 1995). Este expresa la encarnación del univer-
sal en “formas sociales singulares, modos de organización más o
menos adaptados a una o varias funciones” (Lourau, 1975: 2). El
singular puede ser entendido entonces, como universal-concreto,
a partir de que “son partes de un mismo universo como tal, pero
ahora no como una abstracción sino como una concreción” (Mu-
rillo, 2010: 356).
Con lo señalado hasta aquí, se puede decir que lo universal se
relaciona con las instituciones, a partir de que ambas comparten
los rasgos de categoría general y abstracta, total por unificante, y
con una vivencia más bien inconsciente. Las instituciones, como
universal, se hacen cuerpo en las acciones, actitudes y decisiones
de los sujetos, cuando interactúan en acciones organizadas con-
cretas, y van a existir en la medida en que restrinjan un cierto
orden que se valida en sí. Son estas las condiciones que se debe
tener en cuenta para lo que se argumenta más adelante, y para ha-
cer evidente la relación entre los momentos dialécticos descritos
y lo institucional. Se presentan a continuación un par de ejemplos
que van más allá de los que suponen la mayoría de manuales de
difusión que explican esta relación a partir de decir, por ejemplo,
que un pino (singular) es un árbol (particular), que es a su vez una
planta (universal).
Para Lourau (1975), el régimen asalariado y la familia son nor-
mas universales que rigen nuestra sociedad actual (por lo tanto,
son instituciones) y serán tal, siempre que sean entendidas en un
sentido abstracto. La existencia del particular posibilita la aparente
negación del momento previo, con la existencia de desempleados
o solteros como categorías perfectamente validadas para este or-
109
Gerardo Romo Morales

den conceptual; mientras que el singular se explica en la medida en


que los universales no se hacen cuerpo en los sujetos directamente,
sino a través de la mediación de ciertas formas sociales concretas: el
empleado w, la desempleada x, el soltero y, o el casado z.
Por su parte, Murillo (2010) utiliza el caso del sueño de la bella
carnicera de Freud (2013), que luego retomara Lacan (1958), para
explicar también la relación entre un universal y su singular. En
este caso, referido a la histeria. Para él:

[como] el deseo histérico de la paciente es singular en tanto que único, pero


universal en tanto que pese a todo, continúa siendo de la misma especie que
el deseo de toda histérica, bajo el modo de la insatisfacción. Es decir que
hay una dimensión, universal, en que todas las histéricas se parecen, y eso
hace que se denominen como tales, que además coincide con ser la misma
dimensión en que se diferencian, por lo particular de la expresión de su
deseo (2010: 357).

A partir de los ejemplos, y si la idea recuperada de la clasifica-


ción biológica de género, especie e individuo que cita Nöel sirve
para explicar la contención de un momento por el otro, para la
re-presentación que aquí se intenta, resulta más útil identificar a
éstos con las categorías de institución, tipos de organizaciones y
acciones organizadas concretas, y hacer ese traslado de catego-
rías al caso de la familia. En este sentido, se debe entender lo uni-
versal como la institución concreta de la familia como categoría
conceptual; lo particular, como las diferentes formas de familia
(biparental con hijos o sin hijos, extensa, compuesta, monoparen-
tal, unipersonal) y lo singular, las familias concretas en las que se
cristaliza la categoría.

Familia

La familia entonces, como momento universal, puede ser enten-


dida como una institución. Y lo que va a legitimarse para constituir
un orden válido en cualquier institución será un cierto conjunto
de los siguientes elementos: a) actores, b) interacciones/interpasi-
vidades, c) dispositivos contextuales y d) el espacio indispensable
de identidad. Para el caso concreto que aquí se trata, se habla de
padres e hijos como ejemplo para el inciso a; la relación válida
110
La familia como institución y universal. Análisis de los cambios modernos

que se puede establecer entre estos para el b; cocina, dormitorio o


comedor como ejemplos, para el c; y hogar para el d.
Con fines analíticos, para el análisis de la familia en este artí-
culo se pondrá especial atención a los que corresponden con los
incisos a: con los actores característicos de esta institución y sus
roles; y b: de interacciones/interpasividades, a través de las catego-
rías de funciones y elementos restrictivos que pueden ser valores o
normas. Todos constituyen una convención específica, fortalecida
por normas explícitas que conforman un derecho particular.
Para poder caracterizar ese conjunto de roles, funciones y ele-
mentos restrictivos, se hace, en lo que sigue, un análisis breve de
las definiciones que alrededor de la misma existen. Si bien en sen-
tido estricto se podrían asumir diferentes modelos de familia, el
que quizá para el mundo occidental resulte más reconocido será el
de la familia nuclear monogámica. Al hacer la revisión bibliográ-
fica correspondiente, lo que se observa es que lo encontrado en
la literatura se puede clasificar por el énfasis que hacen, en algún
rasgo sobre otro, en las siguientes miradas: fundacional-esencia-
lista, tradicional-funcional y política-alternativa.
La visión fundacional-esencialista es aquella que con una me-
táfora biológica de fondo, naturaliza a la familia, describiéndola
como la célula básica de la sociedad. Este proceso de naturali-
zación tiene también una lectura desde la teoría de la reproduc-
ción, que concretamente con respecto a la familia, asume que ésta
puede presentarse como categoría social objetiva (estructura-es-
tructurante), que podría equipararse a lo que se ha supuesto aquí
como singular o acción organizada concreta; o como categoría so-
cial subjetiva (estructura-estructurada), que corresponde al mo-
mento universal o institución. Esta última, en opinión de Bourdieu
(1997), es la “categoría mental que constituye el principio de mi-
les de representaciones y de acciones (matrimonios por ejemplo)
que contribuyen a reproducir la categoría social objetiva” (p. 130).
En términos de definición, esta mirada supone que la familia:

[...] es un grupo unido entre sí por vínculos de consanguinidad, filiación


y alianza, vale decir, que de la unión de una pareja nacen hijos unidos por
lazos de sangre que perduran en el tiempo. La familia es, por tanto, una
especie de género en que un hombre y una mujer constituyen una alianza

111
Gerardo Romo Morales

de la cual nacen hijos, recreando un encuentro intergeneracional de dos y


más generaciones que la coloca como la “estructura fundante de la sociabi-
lidad humana” y como el cuerpo intermedio entre la persona y la sociedad
(Bernales, 1995: 14-15).

Desde esta perspectiva, la familia será entonces una institución


“autista, inmutable, con una estructura y una organización interna
invariables” (Arriagada, 2007: 23).
En esta mirada se puede incluir, también, la definición de
Therbon (2007), quien considera que “la familia es una institu-
ción social, la más antigua y extendida de todas [...] es una institu-
ción definida por normas para la constitución de la pareja sexual y
de la filiación intergeneracional” (p. 32).
A la función biológica y de sustento material se le puede añadir
la función psicológica y existencial (Bernales, 1995), y relacionar-
la entonces con la posibilidad de generar la identidad-diferencia-
ción para los sujetos, generando la socialización indispensable.
Otro autor que destaca el componente de satisfacción de ne-
cesidades biológicas como constitutivo de la familia, va a ser Je-
lin (2007), quien afirma que la familia es: “una institución social
anclada en necesidades humanas universales de base biológica: la
sexualidad, la reproducción y la subsistencia cotidiana [...] Se tra-
ta de una organización social, un microcosmos de relaciones de
producción, reproducción y distribución, con su propia estructura
de poder y fuertes componentes ideológicos y afectivos” (p. 95).
La mirada tradicional-funcional: será aquella que asuma a la
familia como perenne y con funciones de sostén del entramado
social. Va a suponer discursiva y simbólicamente la triada padre-
madre-hijo, como constitutiva de la unidad amorosa y económica
que se funda en un matrimonio indisoluble (Delsin, 1995). En esta
mirada, la familia es “el espacio en el que se obtiene cariño, afecto
y se descubre el sentido de la vida. Es allí donde brota y crece la
importancia de trabajar y vivir para alguien” (Bernales, 1995: 14).
En esta perspectiva, “la familia tradicional es una institución,
una unidad social y económica, que organiza los hogares sobre la
base de relaciones de alianza, parentesco y consanguinidad, y so-
bre la base de una división sexual del trabajo, donde el hombre es
el proveedor, y la mujer y los hijos son económicamente depen-

112
La familia como institución y universal. Análisis de los cambios modernos

dientes de él” (Delsing, 1995: 37). A las características anteriores,


otros autores como Grau (1995) y Bourdieu (1997) va a agregar la
morada común como un elemento definitorio.
Como una variante de esta posibilidad tradicional, más cen-
trada en el aspecto funcional, se incluye aquí la de Bernales Matta
(2007), para quien lo que permite considerar a una familia como
funcional o disfuncional, es el análisis de los dos ejes que en su
opinión le constituyen: la conyugalidad (la relación entre la pa-
reja) y la parentalidad (algún tipo de ejercicio de la paternidad y
maternidad realizado en conjunto o por separado). La relevancia
de lo conyugal y filial como relaciones básicas a partir de lo cual
se estructura la familia, también es destacado por Donati y Nicola
(2002).
Al respecto, Jelin (2007) va a agregar la función de la regula-
ción de la “sexualidad legítima, los patrones matrimoniales, la con-
yugalidad y la fecundidad”, así como la de normar la “transmisión
intergeneracional de capital social y económico” (p. 95).
La consanguineidad y la base del orden social como caracterís-
ticas de la familia también son destacadas por Alberti (1997), para
quien la familia:

[...] es una idea abstracta que construimos a partir de las relaciones básicas
de consanguinidad y de afinidad que vinculan a unos y otros individuos y
que constituye la base fundamental del orden social. Las familias estructu-
ran la vida social y dan al individuo el sentido básico de pertenencia, de
incorporación al grupo y a la sociedad. Y en todas las sociedades existen
formas de regulación de estas relaciones familiares (p. 73).

Piedra (2007), por su parte, va a destacar las funciones económi-


cas, socializadoras e ideológicas, así como las de la “constitución
de la identidad de género, subjetiva y simbólica, de sus integran-
tes” (p. 39).
En esta misma perspectiva se puede incluir la definición de
Sonia Montaño (2007), para quien hay que entender a la familia
como una “institución destinada a atender las necesidades básicas,
materiales y emocionales y a perpetuar el orden social” (p. 78).
Para Ortega y Mínguez (2003), lo más destacable como fun-
ción de la familia va a ser su papel como hábitat natural, como

113
Gerardo Romo Morales

estructura de acogida y de integración de los individuos en el sis-


tema social.
Por último, también existe la mirada política-alternativa que —
antes que funciones perenes o rasgos fundacionales— va a centrar
su atención en los aspectos políticos o de desviación posible frente
a las dos anteriores. Por ejemplo, Therbon (2007) supone a la fa-
milia como un “coto dentro del campo de batalla abierto del sexo
y el poder, que delimita su libre disponibilidad mediante el esta-
blecimiento de fronteras entre miembros y no miembros, donde
el libre comercio y la pugna permanente han reemplazado a los
derechos y obligaciones” (p. 32). Para este mismo autor, la familia
imperante en los últimos cien años se puede caracterizar por sus
tres principales rasgos: patriarcado y poder familiar interno, ma-
trimonio y orden sexual, y fecundidad.
Esta es una mirada crítica que incluye la idea expresada por
Olga Grau (1995) de que existe una híper-representación del con-
cepto familia que la instituye de manera restaurativa como “nú-
cleo básico o pilar fundamental de la sociedad”, la cual ha sido
muy criticada desde el liberalismo, el marxismo o el feminismo,
por ejemplo, en diferentes momentos del siglo pasado. Lo que se
pretende como objetivo académico-político en esta mirada es des-
naturalizar la concepción de la familia y presentarla como un espa-
cio político enajenante e injusto que determina ciertas relaciones
de poder y una forma específica de legitimar formas de propiedad.
Con este mismo carácter alternativo se puede pensar la idea
propuesta por Delsing (1995), quien afirma que la familia es utili-
zada por los sistemas políticos, económicos y religiosos para resol-
ver algunas de sus necesidades básicas.

Funciones, elementos restrictivos y roles comunes


en las miradas que constituyen el universal de familia

De todas estas definiciones o tipos de definiciones, es posible des-


tacar los rasgos que nos permiten pensar a la familia como una
institución o como momento universal del concepto. A partir de
los roles, las funciones y elementos restrictivos que contienen de
manera repetida o al menos similar, van permitiendo deducir las
constantes que la constituyen. Considerando que son éstos los
114
La familia como institución y universal. Análisis de los cambios modernos

que, al asumirse de manera no explícita ni consciente en un sen-


tido general y abstracto, le van a dar esa condición.
Se pueden apreciar en la siguiente lista, a manera de mapa con-
ceptual.

Tabla 1
Síntesis de la clasificación del universal familia
a partir de los rasgos que la definen

Mirada/ Fundacional- Tradicional-funcional Política-


aspecto esencialista alternativa
legitimador
Funciones - De estructura - Unidad amorosa (se - Campo de
fundante de obtiene en ella cariño y batalla para
la sociabilidad afecto). el ejercicio
humana. - Unidad económica. sexual y de
- De mediación entre - Donde se descubre el poder.
el individuo y la sentido de la vida. - Establece
sociedad. - Donde se funda la límites y
- Reproducción importancia de vivir y fronteras de
biológica. trabajar para alguien. membresía.
- Espacio de sustento - Lugar para el ejercicio de la - Espacio para la
material. paternidad y maternidad. fecundidad.
-Lugar para la - Estructuran la vida social. -Espacio donde
satisfacción de - Generan en el individuo los sistemas
necesidades sentido de pertenencia. políticos,
humanas - Propician la incorporación económicos
universales de al grupo y a la sociedad. y religiosos
base biológica: - Construye identidad en resuelven
la sexualidad, la general y de género en algunas
reproducción y particular. de sus
la subsistencia - Espacio para la vida en necesidades
cotidiana. pareja. básicas.
- Cohabitación - Espacio para la atención de -Presenta a la
(uso de morada necesidades básicas. familia como
común). - Espacio para la atención de un espacio
necesidades materiales. enajenante e
- Espacio para la atención de injusto.
necesidades emocionales.
- Lugar de reproducción del
orden social.

115
Gerardo Romo Morales

Mirada/ Fundacional- Tradicional-funcional Política-


aspecto esencialista alternativa
legitimador
Elementos - Relación de - Supone matrimonio - Relación
restrictivos consanguineidad. indisoluble. patriarcal.
(valores y - Filiación - Requiere cohabitación. - Matrimonio.
normas) intergeneracional. - Supone consanguinidad.
- Se requiere que la - Supone afinidad entre
pareja esté casada. conyugues.
- Un hombre y una - Supone la existencia de una
mujer constituyen jerarquía de autoridad.
una alianza de la cual
nacen hijos.
- Para la constitución
de la pareja sexual.
- Supone una relación
de parentesco.
- Supone la
conyugalidad.
- Supone la pater/
maternalidad.
Roles - Establece la triada - Establece la triada básica de
básica de padre, padre, madre e hijo(s).
madre e hijo(s).
- El hombre es el
proveedor y la
mujer y los hijos son
económicamente
dependientes de él.
Fuente: elaboración propia.

La tabla anterior muestra los rasgos que agrupados representan,


de manera más o menos precisa, la categoría o momento universal
de Familia. Es decir, lo que la define como una institución con
mayúscula, y que está contenido en el imaginario de los sujetos del
mundo occidental como guía y restricción para la comprensión,
así como para las decisiones y acciones vinculadas a las acciones,
los roles, valores o normas y funciones válidas de la familia.
En términos de roles, se destacan los más repetidos y contun-
dentes: existe un padre, una madre y un(os) hijo(s) junto con las
relaciones que se desprenden de la constitución de esta triada. Se

116
La familia como institución y universal. Análisis de los cambios modernos

asume un proveedor que será primero en el imaginario el hombre,


y unos dependientes del mismo.
En términos de valores y normas como restricciones comunes:
supone un matrimonio relativamente permanente, que requiere
cohabitación, consanguineidad, filiación, afinidad y jerarquía.
Y como funciones marcadas, serán las de ser una unidad amo-
rosa o afectiva, económica, de socialización, de generación de
identidad y de cobertura de necesidades básicas.
Por supuesto que, como ya se argumentó en la primera par-
te de este artículo, estos rasgos se construyen con un carácter de
contención o posibilidad, incluso negativa. Es decir, estos rasgos
podrán estar presentes como tales o en su versión de ausencia o
contradicción, en proporción o intensidad variable. Y la combina-
ción que surja de esos elementos será la que caracterice los par-
ticulares posibles, los cuales se vivirán, de manera concreta, en
acciones organizadas específicas y serán entonces, los singulares
de vivencia cotidiana.
Hasta aquí, la discusión y las definiciones básicas que per-
mitieron caracterizar un universal de familia. En lo que sigue se
presentan las discusiones sobre el cambio, especificando las po-
sibilidades de este fenómeno en cada uno de los momentos de la
categoría.

Familia y cambio

Esta no pretende ser una revisión general de los cambios que ha


vivido la unidad familiar o familia a lo largo de la historia. Con esa
finalidad se podrían consultar las obras de Donati y Nicola (2002),
de Meler (2008) o de Segalen (2013) para el mundo occidental,
por ejemplo, y para la región iberoamericana en específico, la
coordinada por Pablo Rodríguez (2004).
Se ha dicho hasta aquí que cuando se piensa a la Familia con
mayúsculas, se está hablando de ella como institución o del mo-
mento universal del concepto ya caracterizado. Se dijo también
que este universal se particulariza en pequeños subconjuntos que
la contienen en un sentido positivo o de negación incluso, y que
representan el abanico de posibilidades que sin contradicción con-
117
Gerardo Romo Morales

ceptual alguna, se pueden considerar como familias, como tipos


de familias o particulares del concepto. Se ha dicho que el singular
de la familia, la acción organizada concreta, va a ser cada una de
las unidades que se pueden encontrar en los hechos constituyendo
un hogar, y que pueda ser incluida, en un términos de conjuntos,
en alguno particular. Por supuesto, en un sentido dialéctico, el sin-
gular supone o incluye al particular y éste al universal.
Con respecto al particular, en la medida en que todo universal
para ser, en un sentido dialéctico, requiere para su existencia la
expresión de una particularidad positiva o de su negación median-
te la contradicción, para el caso del universal familia, se pueden
señalar algunos particulares identificados en la literatura y que es
importante tener en cuenta para poder apreciar de mejor manera
los cambios que se describen en seguida en cada uno de los mo-
mentos. Un particular positivo sería el de la familia en sus vertien-
tes fundacional o tradicional: la familia nuclear o biparental con
hijo(s). Pero así como el universal del mundo asalariado supone la
posibilidad del desempleado para ser, la familia supone las posibi-
lidades de las unidades unipersonal, extensa, compuesta, reconsti-
tuida o ensamblada (Segalen, 2009), así como las monoparentales
(Rodríguez y Luengo, 2003).

Cambios en el singular familia

En el momento singular, el de la organización concreta, se pueden


dar cambios de diferentes maneras. Una familia de mamá, papá e
hijo, puede ver casarse a este último y entonces transitar de una
familia biparental con hijo, a una biparental a secas. Esta última se
puede disolver por un divorcio, por ejemplo, y transitar ahora a
dos familias unipersonales. El hijo que se había casado, por algún
motivo se separa y regresa a casa de uno de los padres, y serán una
familia unipersonal, más una monoparental con hijo.
Los ejemplos de cambios en este momento se podrían multi-
plicar y volver más complejos, incorporando a los abuelos, o asu-
miendo que el hijo se casa con alguien de su mismo sexo o involu-
crando procesos de adopción; pero en cualquier caso, lo que apa-
recen son cambios en el momento singular. Cambios que pueden
ser poco o muy traumáticos a nivel personal, y que a nivel social
118
La familia como institución y universal. Análisis de los cambios modernos

se van a registrar en términos estadísticos. Y que en términos de


particulares sólo harán que un registro estadístico se debilite y que
otro se fortalezca, pero que no tienen mayor incidencia en la con-
cepción universal o institucional de la familia.
Esto a pesar de que para algunos autores, los cambios en la
familia pueden tener un origen o una repercusión cultural. Plan-
teado de esta manera, el asunto tendría que ver con patrones re-
productivos, con la manera en que se conforman los hogares y se
establecen las responsabilidades a partir de los parentescos, con
patrones de relaciones de género, con tasas descendentes de nup-
cialidad y ascendentes de divorcios, con el crecimiento estadístico
de relaciones no sancionadas legalmente o el aumento de la edad
para contraer matrimonio (Jelin, 2007) así como con la disocia-
ción del matrimonio y el ejercicio de la sexualidad, por ejemplo.
Estos cambios culturales también son relevantes para Montaño
(2007), para quien las modificaciones recientes en la composición
de las unidades familiares implican la re-conceptualización de las
nociones de matrimonio, maternidad, paternidad, adopción y filia-
ción, entre otras. En su opinión, los cambios más importantes que
condicionan la discusión actual implican dejar de concebir a la fa-
milia como un espacio de armonía e incorporar a la relación posible
en su seno del poder; la difusión de la frontera entre público y pri-
vado que antes establecía con claridad la familia, proceso en el cual
las costumbres y tradiciones se sustituyen con convenciones sujetas
a transformación; y por último, la discusión que pone sobre la mesa
el distinguir a la familia como fin, de la familia como medio.
En este mismo sentido, Ortega y Mínguez (2003) destacan el
reconocimiento relativamente reciente en la leyes de la libertad
para vincularse o desvincularse al formar una pareja o deshacerla;
el valor que le conceden las parejas en la actualidad al amor, la
pasión, la intimidad o el bienestar; o la crisis ya señalada por otros
autores de los roles tradicionales.
Lo anterior sólo señala un aspecto cualitativo de los cambios
que no altera lo aquí propuesto: que existe una noción universal
de la familia, con una identificación construida a lo largo de mu-
cho tiempo, la cual identifica a ésta con una versión tradicional o
positiva que establece roles claros y diferenciados para los actores
de la misma, y que éstos se pueden ver trastocados en los singula-
119
Gerardo Romo Morales

res por los asuntos mencionados, los cuales pueden repercutir en


las dinámicas familiares por asuntos concretos relacionados con el
trabajo, estudio u otras actividades cotidianas y generar conflictos
y crisis que, sin embargo, serán propios de reacomodos a nivel
de organización, y tendrán un alcance limitado que a lo más que
llegarán es a mover a la unidad a otro registro de los particulares
posibles, y a generar algunas disonancias cognitivas y emotivas.

Cambios en el particular familia

Con respecto al momento de los particulares, lo que se observa en


la bibliografía son cambios en los registros. Algunas apariciones
nuevas en las últimas décadas, como las familias ensambladas (Sega-
len, 2009), las familias trasnacionales (Tomé, Sánchez y Valencia,
2010), o las lat (Living Apart Together) (Ayuso, 2012), o los matri-
monios abiertos (Haag, 2011), pero sobre todo, el fortalecimiento
de uno o más particulares, en detrimento de otro(s). De nuevo, al
igual que con los cambios en los singulares, sin que éstos impliquen
cambios en el nivel institucional o momento universal de la familia.
Aun cuando los cambios en las familias singulares tienen que
ver con acciones individuales, es pertinente tener en cuenta que
toda acción supone una decisión, y que en el ejercicio de ésta
siempre hay un juicio de hecho, pero sobre todo de valor (Simon,
1947) que estará condicionado institucionalmente. Por lo tanto,
además de los asuntos referidos de la incorporación de la mujer al
mercado laboral y del empoderamiento de grupos marginales con
demandas concretas, se deben considerar como elementos que
generan trastornos y cambios en los equilibrios familiares otros
cambios exógenos como los de la migración, el abandono del cam-
po o los relacionados con la industrialización (Therbon, 2007).
Lo que es más significativo en términos analíticos es estable-
cer que en realidad, el proceso de cambios en las familias no trata
sobre una sustitución de un modelo de familia, sino más bien de
ciertas modificaciones que —incluso siendo muy importantes en
términos estadísticos— coexisten en términos concretos en los
singulares, pero todos como expresiones de un solo universal que
los contiene dialécticamente. Como lo señala Meler (2008) “coe-
xisten diversas formas de familiarización [...] los hogares mono-
120
La familia como institución y universal. Análisis de los cambios modernos

parentales, las familias ampliadas, las familias nucleares con dos


progenitores, los hogares unipersonales, las familias producto de
la reproducción asistida, las familias creadas por adopción de los
niños y las familias homoparentales” (p. 159).
Como cambio general significativo en esta parte destaca el que
histórica y estadísticamente las familias tienden a ser cada vez más
pequeñas, como lo constata Meler (2008). Pero más allá de esta
tendencia histórica, en las últimas décadas los cambios más sig-
nificativos del particular familia, al menos en América Latina se-
rían los siguientes: reducción del tamaño de las familias, creciente
inestabilidad en los arreglos familiares (más divorcios y separacio-
nes), incremento en las relaciones premaritales, aumento en el nú-
mero de hogares donde ambos cónyuges trabajan, incremento de
los hogares uniparentales, incremento de familias integradas por
convivientes que no formalizan legalmente su unión, integracio-
nes multifamiliares y nuevos arreglos para la crianza de los hijos e
hijas (Piedra, 2007).
Estos cambios que se viven como si fueran característicos de
nuestra época, y que se hubieran desatado a partir de la década de
los setenta del siglo pasado con la liberación femenina y la revolu-
ción sexual, en realidad tienen una historia de al menos varias ge-
neraciones, como lo atestiguan investigaciones como la de Segalen
(2007), quien lo prueba a través de numerosos relatos familiares
recogidos sobre desórdenes conyugales.
Como se ha venido argumentando, ninguno de los cambios
mencionados pone en crisis la noción que tenemos como imagi-
nario sobre el tema. Como se viene argumentando desde la intro-
ducción y se insistirá en el siguiente apartado.
Al respecto coinciden otros autores como Jelin (2007). En opi-
nión de esta socióloga argentina, no se trata de que estemos ante
la presencia de un proceso de desintegración familiar. Señala que
lo que está en crisis es el modelo patriarcal de familia que encie-
rra fuertes tendencias autoritarias. Para ella, las nuevas formas de
familia que se han caracterizado aquí como particulares, “deben
ser interpretadas como expresión de la posibilidad de elección, de
mayor libertad por parte de los miembros que tradicionalmente
eran subordinados, y son sus libertades y los principios de igual-
dad democrática lo que debe ser fortalecido” (p. 120).
121
Gerardo Romo Morales

Para ver los cambios en las familias en este nivel, Arriagada


—importante socióloga chilena, que durante muchos años parti-
cipó en la cepal y es de las más reconocidas especialistas latinoa-
mericanas en familia y políticas públicas para estos grupos— hizo
en 2007 un importante recuento estadístico de los cambios en la
composición de las familias en la región. Los datos corresponden
al periodo que va de 1990 a 2005, y menciona como significati-
vos los siguientes: las familias nucleares seguían entonces predo-
minando, pero su porcentaje se redujo de 63.1% a 61.4%; dismi-
nución de las familias nucleares biparentales con hijos: de 46% a
41%; las familias monoparentales crecen y para 2005 representan
13.1%; se reduce el porcentaje de familias extendidas de 23% a
21.7%; crecen los hogares unipersonales, de 6.7% a 9.7%.
Luego de analizar estos cambios, la autora chilena presenta
como síntesis el que para América Latina sólo “una de cada cin-
co familias corresponde al modelo de familia nuclear tradicional,
dado que una proporción importante de ellas son monoparentales,
sin hijos o con doble ingreso —donde ambos padres trabajan re-
muneradamente” (Arriagada, 2007: 130).
Inés Alberdi (1997), por su parte, hace también un análisis
estadístico, pero en este caso de las familias europeas y para más o
menos el mismo periodo histórico. Llega a conclusiones similares:
para finales del siglo pasado, 67.9% del total de los hogares tiene
estructura nuclear, 23.4% son hogares de una pareja, 37.1% de una
pareja con hijos y 7.4% son hogares monoparentales, es decir de
un hombre (1.3%) o una mujer (6.1%) con sus hijos (p. 76).
Si los cambios no son nuevos, como se observa en los argu-
mentos y análisis estadísticos, se puede argüir que lo que se pre-
senta es una coexistencia de diferentes particulares, con tasas de
existencia variables a lo largo de la historia. Lo relevante en este
caso serán las preguntas que se derivan de ese hecho: ¿cómo es
que se ha dado esa coexistencia en los últimos años?, ¿cuál es la
tendencia en los cambios de registro en América Latina y en Mé-
xico, en los últimos años?
Para contestar estas preguntas, en el presente artículo se ac-
tualizan los cambios en los particulares de familias, analizando la
información que está disponible en la Base de Datos Cepalstat de
la Comisión Económica para América Latina, utilizando los datos
122
La familia como institución y universal. Análisis de los cambios modernos

del presente siglo, que es más o menos donde llegaron los estudios
publicados al respecto. Algunos resultados que sirven para mos-
trar los cambios en los particulares se presentan a continuación
(el resto de las tablas trabajadas se encuentran como anexos al
final de este trabajo).
La siguiente gráfica muestra la tendencia del 2002 al 2012 por
tipo de familia en México, en el contexto del subcontinente.

Gráfica 1
Porcentaje de tipos de familia en América Latina y México

Fuente: elaboración propia con datos de Cepalstat-Comisión Económica para


América Latina y el Caribe.

Lo que se observa en la gráfica anterior es que la familia tradi-


cional, la nuclear con hijos, sigue siendo las más significativa es-
tadísticamente tanto en México como en América Latina, con una
tendencia decreciente en ambos registros. México pasa de 51.7%
en 2002, a 43.5% en 2012. Mientras que América Latina lo hace de
43.7% a 38.9% en el mismo periodo. El registro de México, como
se puede constatar, es más alto que el promedio en América Latina.
La familia biparental sin hijos, por su parte, tiene una tenden-
cia creciente tanto en México como en América Latina. En el pri-
mer caso pasa de 8.6% a 9.6%, mientras que en el segundo va de
7.7% a 9.4%. En este caso, con dos décimas, está el país por encima
del promedio regional.

123
Gerardo Romo Morales

La misma tendencia creciente se observa para el registro de


hogares unipersonales. Para el caso de México con 4.1% en los
años que cubre la tabla, contra 2.7% del registro regional.
Crece también la familia monoparental en ambos registros, y
en el caso de la familia extensa y compuesta, crece en México,
pero decrece en la región.
Los resultados pueden tener muchas interpretaciones, incluso
se podría hacer un seguimiento de cada uno de los cinco años de
los que se tiene información para el país y para la región, y tratar
de encontrar explicaciones para los cambios en cada caso (tabla
anexa 1). Pero por lo pronto, se presenta una conclusión que con-
firma la hipótesis señalada arriba: hay cambios en los particulares
y están en función de diferentes razones contextuales que habría
que develar y precisar cada vez con mayor detalle. Sin embargo, en
lo que se ve en las estadísticas no hay nada que se pueda advertir
como una crisis del modelo familiar que prediga su decadencia o
desaparición. Si la familia nuclear y tradicional estuviera en crisis
como entidad, lo estaría por igual en todas partes y las tendencias
serían paralelas, contundentes y constantes. Las tablas y gráficas
nos anticiparían su desaparición irremediable, tal y como pasa
con la televisión analógica, que va desapareciendo de los países de
acuerdo a un apagón programado.
Con la intención de ir pensando qué elementos podrían estar
detrás de estos cambios que se muestran de manera agrupada en
la gráfica anterior, se presentan a continuación algunas otras que
detallen aspectos concretos.
Por ejemplo, en la tabla siguiente se muestra el cambio en el
porcentaje de familias biparentales con hijo(s) de 1999 a 2013 en
América Latina, pero separando a la población en cinco rangos de
ingresos (quintil).
En esta gráfica 2, llama la atención la existencia de dos constan-
tes: la primera es que en cada año registrado, conforme se pasa del
quintil uno al cinco, el porcentaje de familias de este grupo decrece.
En 1999, por ejemplo, 51.1% de la población del quintil más pobre
en América Latina pertenecía a este particular de familia, mientras
que del quintil más rico sólo 39.3%. Una diferencia de 11.8 puntos
porcentuales. Esto significa que los grupos más pobres, en términos
comparativos, son los que pertenecen a este tipo particular de fami-
124
La familia como institución y universal. Análisis de los cambios modernos

lias que puede considerarse como tradicional. La otra constante es


la reducción de este tipo de familia en general: en 1999, por ejem-
plo, el grupo más significativo, el del quintil 1, representaba 51.1%
del total de familias, mientras que en 2013, para el mismo segmen-
to, es de 44.5%. Se observa en general que este tipo de familia dismi-
nuye en el tiempo, y lo hace en todos los quintiles de ingreso.

Gráfica 2
Porcentaje de tipo de familia biparental con hijo(s)
en al por quintil de ingresos

Fuente: elaboración propia con datos de Cepalstat-Comisión Económica para


América Latina y el Caribe.

Para comparar, se presenta a continuación la gráfica que muestra


la tendencia de la familia biparental sin hijo(s).

Gráfica 3
Porcentaje de familia biparental sin hijo(s) en al

Fuente: elaboración propia con datos de Cepalstat-Comisión Económica para


América Latina y el Caribe.

125
Gerardo Romo Morales

La tendencia aquí es en sentido contrario, en el tiempo, y con


respecto a los grupos de ingresos. Crece de manera constante, y lo
hace también en la medida en que cambia el registro de un quintil
pobre a uno de mayores ingresos. Para 1999 en el quintil 1 había
3.7% de este tipo de familias en América Latina, mientras que en
el quintil 5, 11.7%. Para 2013, había 5.2% y 15.3% respectivamen-
te. La diferencia entre un grupo y otro, para 1999 era de 8 puntos,
mientras que para 2013 es de 10. Se hace más grande la diferencia,
lo que nos hace pensar que con el tiempo las familias de mayores
ingresos deciden con mayor frecuencia, permanecer casados, co-
habitando, proporcionándose algunos de los beneficios que supo-
ne la idea de familia tradicional pero sin hijos.
Entonces, el nivel de ingresos, la posición en el continuo de
pobreza-riqueza económica, como elemento externo, tiene una
influencia significativa en términos estadísticos, en la manera en
la que se vive en el singular familia, algunos de los rasgos que se
han ido señalando como significativos del universal. Es decir, que
los cambios en los particulares van a tener como condicionante di-
ferencial, por ejemplo, el nivel de desarrollo económico o de otros
capitales.
Otro elemento no propio de las dinámicas familiares internas,
y más bien social-estructural que permite observar agrupaciones
diferenciadas de las familias y que por lo tanto no dependen del
imaginario que tengan los sujetos que las integran, será el de vivir
en una zona urbana o rural. Para mostrar esa situación, presento a
continuación la gráfica correspondiente.
Más allá de los datos concretos, en este caso obsérvense las
tendencias y las diferencias en los porcentajes del tipo de familias
—sobre todo en las que se ha hecho énfasis en las gráficas ante-
riores—, dependiendo de si viven en zonas urbanas y rurales. Se
verá que la familia biparental con hijos es más significativa en las
zonas rurales, a pesar de que en ambos tipos de zonas geográficas
son decrecientes. Y también, que los registros de los hogares uni-
personales son ligeramente más altos en la zona urbana que en la
rural, al menos en el primer y último año de la serie.

126
La familia como institución y universal. Análisis de los cambios modernos

Gráfica 4
Porcentaje de tipos de familia por área geográfica en al

Fuente: elaboración propia con datos de Cepalstat-Comisión Económica para


América Latina y el Caribe.

Llama la atención que las familias biparentales sin hijos sean


un poco más significativas en términos porcentuales para 2013 en
la zona rural que en la urbana. La explicación de este último dato
puede estar relacionado con la edad en que se unen las familias,
suponiendo que en la zonas rurales lo hacen a edades más tempra-
nas, y por lo tanto, el registro ahí sea más alto.
Como último ejemplo para explicar cómo es que hay condicio-
nantes externos que inducen en un sentido u otro los cambios en
los particulares que se pueden registrar en estadísticas, se presen-
ta a continuación una tabla para 2010, que señala cómo es que se
agrupan las familias en los doce países de los que se tienen datos
en la base de la cepal para ese año, mostrando las diferencias en
cada caso, entre los grupos de ingresos más bajos y más altos.

127
Gerardo Romo Morales

Tabla 2
Agrupaciones de familia por ingresos económico
en el año 2010 en países de América Latina

  Tipo de Hogares por quintil (100 por ciento por quintil)


  en 2010 en América Latina
Uni- Biparental Biparental Mono- Extensa y
personal con hijo(s) sin hijo(s) parental compuesta
Países/Quintil Q1 Q5 Q1 Q5 Q1 Q5 Q1 Q5 Q1 Q5
Colombia 5.4 26.0 42.7 28.2 4.1 13.6 14.7 12.5 33.1 19.7
Costa Rica 5.1 19.9 47.4 35.8 7.9 15.1 16.8 12.1 22.7 17.2
Ecuador 6.5 18.8 40.1 33.7 6.4 13.7 11.1 10.4 35.9 23.4
El Salvador 3.3 17.7 46.4 32.4 3.8 11.7 13.2 13.9 33.2 24.3
Honduras 1.8 10.9 49.5 32.2 2.7 9.3 6.6 12.3 39.4 35.3
México 2.4 23.6 54.3 33.8 4.6 15.2 8.6 11.6 30.1 15.7
Panamá 8.1 24.5 37.3 28.4 4.6 16.9 15.4 9.3 34.6 20.9
Paraguay 7.0 21.8 46.7 37.1 4.6 12.3 9.9 8.8 31.8 20.0
Perú 6.2 20.1 49.8 35.8 7.1 10.3 8.5 10.3 28.4 23.4
Rep. Dominicana 10.6 18.3 27.9 36.4 4.2 13.2 19.6 11.1 37.7 21.0
Uruguay 4.8 42.5 46.7 20.4 7.0 22.2 17.0 8.1 24.6 6.7
Venezuela 5.7 19.6 40.8 30.7 2.1 12.1 15.8 10.8 35.7 26.8
Fuente: elaboración propia con datos de Cepalstat-Comisión Económica para
América Latina y el Caribe.

En la tabla 2 está resaltado el valor más alto y más bajo de cada


columna, es decir, del tipo de familia por quintil de ingresos. Se ve
cómo es que para la familia biparental con hijo(s), el registro más
alto entre el grupo de población con ingresos más bajos, le corres-
ponde a México, y en ese mismo grupo de ingresos por país, el
registro más bajo le corresponde a la República Dominicana. Para
el quintil más alto por país, el porcentaje más alto de familias de
este tipo le corresponde a Paraguay y el más bajo a Uruguay.
Con respecto a la familia biparental sin hijos, entre los de me-
nores ingresos, el registro más alto le corresponde a Costa Rica, y
el más bajo a Venezuela; mientras que entre los de mayores ingre-
sos, el más alto es para Uruguay y el más bajo para Honduras.
Si el análisis se hace por filas y no por columnas, destaca el
caso del grupo con mayores ingresos de Uruguay, por ejemplo, el

128
La familia como institución y universal. Análisis de los cambios modernos

cual tiene los registros más altos en familias unipersonal y bipa-


rental sin hijo(s), y los más bajos en las otras tres categorías: bipa-
rental con hijo(s), monoparental, y extensa y compuesta.
Las divergencias tan significativas entre los países, conside-
rando sus grupos de ingresos más altos y más bajos, parece for-
talecer la idea de que hay condiciones contextuales, materiales y
económicas, que van a explicar mucho de lo que pasa con la fami-
lia actual. Que no todo depende de que haya una crisis de tradición
y que, por lo tanto, se haya modificado la concepción institucional
de la familia.

Cambios en el universal familia. A manera de conclusión

Lo que he intentado argumentar a lo largo de todo este escrito es


que no hay cambios significativos en este nivel. Para redondear
esta idea, insistiendo en que los cambios en las familias concretas
o en los tipos particulares de las mismas no implican cambios en
el nivel institucional, hago un pequeño rodeo literario a través de
un cuento.

Estaban un día plácidamente departiendo un grupo de cubiertos: había cu-


charas, tenedores y cuchillos. Ya había ocurrido en algunas ocasiones que
en la misma mesa se encontraran con cuchara cafetera o tenedor de pastel,
pero no había sido necesario que miraran más de dos segundos a los mismos.
Pasaban inadvertidos ante la certeza tácita de estar entre iguales. Lo que sí
los llevó a sonrojarse y a turbarse por algunos momentos fue el hecho de que
de repente esa tarde aparecieran en la mesa un par de palillos para comida
china, que aparentemente salían de la nada. Aunque ya habían escuchado en
alguna conversación de su existencia, no había coincidido en ningún mo-
mento. El silencio se rompió cuando el cuchillo, no sin cierto nerviosismo
que se le notaba en la voz, pero muy serio y formal interpeló en voz alta a
los nuevos: “Bien, muy bien, pero, ¿cuál de ustedes es el tenedor, y cuál el
cuchillo?”.

Más allá de lo gracioso que resulte la historia, hay algunas reflexio-


nes que se pueden hacer. Por supuesto, los palillos no son lo
mismo que un tenedor y un cuchillo. Sin embargo, pertenecen al
universal cubiertos. Y por lo tanto, para los tradicionales tenedor y
cuchillo no había otro “conjunto” en el cual incluirlos. En su ima-
129
Gerardo Romo Morales

ginario, el set de universales a los cuales podría recurrir para la


identificación, se cierra en los cubiertos. Es decir, que el marco
institucional en el que iba a adscribir a los palillos sólo tenía esos
roles disponibles para legitimar o validar como orden.
Lo que se afirma aquí es que lo mismo pasa con la familia. Sólo
que el número de roles en este caso es más amplio. Con una res-
tricción de consanguinidad, se es hijo, padre, cónyuge, hermano,
tío, primo, abuelo, sobrino, o nieto. Si se amplía el conjunto y se
agrega a los familiares políticos, habría también la posibilidad de
ser yerno, nuera, cuñado o consuegro. Cuando en cualquiera de
estas calidades posibles se encuentra uno con un equivalente a los
palillos, lo que se intentará siempre es ajustar su existencia al re-
pertorio de roles posibles que se encuentra instalado en el imagi-
nario y, por lo tanto, se esperará del mismo un comportamiento
válido.
En este sentido de roles, comportamientos (ajustados positiva
o negativamente a una función), y restricciones asociadas relativa-
mente fijos y permanentes, es que se puede afirmar que el univer-
sal o institución de la familia no ha cambiado en los últimos siglos
de manera significativa.
Aquí se podría traer a cuento, para fortalecer el argumento de
que la idea de familia está instalada en el imaginario de soluciones
para todos por igual, la pregunta de Ruodinesco (2004) pensando
en que si esto no fuera así, ¿por qué hombres y mujeres homo-
sexuales manifiestan en la actualidad un deseo de integrarse a la
norma, de tener una familia?
Esta pregunta y la hipótesis general que engloba de que no hay
cambios significativos en el momento universal o marco institu-
cional de la familia moderna, queda como pendiente para ser pro-
bada con estudios empíricos para futuras investigaciones.

Referencias bibliográficas

Alberdi, Inés (1997). La familia. Convergencia y divergencia de los mo-


delos familiares españoles en el entorno europeo.  Política y socie-
dad, 26, 73-94.

130
La familia como institución y universal. Análisis de los cambios modernos

Arriagada, Irma (2001). ¿Familias vulnerables o vulnerabilidad de las fa-


milias? Ponencia presentada en el Seminario Internacional “Las dife-
rentes expresiones de la vulnerabilidad social en América Latina y el
Caribe”. Santiago de Chile: Naciones Unidas-cepal.
Arriagada, Irma (Ed.) (2007).  Familias y políticas públicas en América
Latina: una historia de desencuentros. Santiago de Chile: Naciones
Unidas-cepal.
Arriagada, Irma (2007). Transformaciones familiares y políticas de bien-
estar en América Latina. En Arriagada, I. (Ed.). Familias y políticas
públicas en América Latina: una historia de desencuentros. Santiago de
Chile: Naciones Unidas-Cepal.
Ayuso, Luis (2012). Living apart Together en España. ¿Noviazgos o pare-
jas indepedientes? Revista Internacional de Sociología, 70, 3, 587-613.
Bernales Matta, Sergio (1995). Las relaciones familiares en el Chile de
los 90. Revista Proposiciones, 26, 14-33.
Bourdieu, P. (1997). Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción.
Barcelona: Anagrama.
Crozier, Michael y Erhard Friedberg (1990). El actor y el sistema, las res-
tricciones de la acción colectiva. México: Alianza Editorial Mexicana.
Delsing, R. (1995). La familia: el poder del discurso. Revista Proposiciones,
26, 34-47.
Donati, P. y Di Nicola, P. (2002). Lineamenti di sociologia della famiglia.
Roma: Carocci.
Freud, S. (2013). La interpretación de los sueños. Madrid: Ediciones Akal.
Grau, Olga (1995). La familia: un grito de fin de siglo. Revista Proposiciones,
26, 48-59.
Haag, Pamela (2011). Matrimonio confidencial. Barcelona: Ediciones B.
Hegel, F. (1966). Fenomenología del espíritu. México: fce.
Jelin, Elizabeth (2007). Las familias latinoamericanas en el marco de las
transformaciones globales. En: Arriagada, I. (Ed.). Familias y políticas
públicas en América Latina: una historia de desencuentros. Santiago de
Chile: Naciones Unidas-cepal.
Kaës, R (1989). La institución y las instituciones. Estudios Psicoanalíticos.
Buenos Aires: Paidós.
Lacan, J. (1958). La dirección de la cura y los principios de su poder. Escritos
2. Buenos Aires: Editorial Siglo XXI.
Lourau, R. (1975). El análisis institucional. Buenos Aires: Amorrortu.
Meler, I. (2008). Las familias. Revista Subjetividad y procesos cognitivos,
12, 158-189.
Montaño, Sonia (2007). El sueño de las mujeres: democracia en la fa-
milia. En: Arriagada, I. (Ed.). Familias y políticas públicas en América

131
Gerardo Romo Morales

Latina: una historia de desencuentros. Santiago de Chile: Naciones


Unidas-cepal.
Murillo, Manuel (2010). Universal, particular y singular en psicoanáli-
sis: palabras, conceptos y categorías. ii Congreso Internacional de
Investigación y Práctica Profesional en Psicología xvii Jornadas de
Investigación Sexto Encuentro de Investigadores en Psicología del
Mercosur. Buenos Aires: Facultad de Psicología-Universidad de
Buenos Aires.
Noël, G. (1995). La lógica de Hegel. Bogotá: Editorial Universidad
Nacional.
Piedra Guillén, N. (2007). Transformaciones en las familias: análisis con-
ceptual y hechos de la realidad. Revista de ciencias sociales, 116, 35-56.
Therbon, Göran (2007). Familias en el mundo. Historia y futuro en el
umbral del siglo xxi. En: Arriagada, I. (Ed.). Familias y políticas pú-
blicas en América Latina: una historia de desencuentros. Santiago de
Chile: Naciones Unidas-Cepal.
Ortega Ruiz, P. y Mínguez Vallejo, R. (2003). Familia y transmisión de
valores. Teoría de la educación, 15, 33-55.
Rodó, Andrea, y Ximena Valdés (1995). Presentación. Revista
Proposiciones, 26, 9-11.
Rodríguez Sumaza, Carmen y Luengo Rodríguez, Tomasa (2003). Un
análisis del concepto de familia monoparental a partir de una inves-
tigación sobre núcleos familiares monoparentales. Papers: revista de
sociología, 69, 59-82.
Roudinesco, Elisabeth (2004). La familia en desorden. Barcelona: Editorial
Anagrama.
Rodríguez, Pablo (coordinador). La familia en Iberoamérica 1550-1980.
Bogotá: Universidad de Colombia.
Romo, G. y Pavón, K. (2011) La universidad. De institución estructuran-
te a organización mercantilizada. En: Romo Beltrán, R. y Rodríguez,
M. Estudios socio-institucionales. Trayectorias, implicaciones y méto-
dos. Guadalajara: Universidad de Guadalajara.
Segalen, Martine (2009). Memorias y recomposiciones familiares. Revista
de Antropología Social, 18, 171-185.
Segalen, Martine (2013) Sociología de la familia. Mar del Plata: eudem.
Simon, H. (1947). El comportamiento administrativo. México: Aguilar.
Tomé Martín, Pedro, Sánchez Molina, Raúl y Valencia Ma. Ángeles
(2010). Cuando Cupido viaja en avión. Nuevos modelos familiares
para nuestros tiempos. En: Camarena, Margarita y Gilabert, César
(2010). Amor y poder. Replanteamientos esenciales de la época actual.
San Cristóbal de las Casas: Universidad Intercultural de Chiapas.

132
La familia como institución y universal. Análisis de los cambios modernos

Anexo 1

Anexo 2

Anexo 3

Anexo 4

133
Capítulo 5
Transmisión familiar, migración y exilio.
Su vínculo con la formación e innovación.
Análisis de un caso

Rosa Martha Romo Beltrán

Resumen

E
n el trabajo abordo el tema de la transmisión familiar, la
migración y el exilio desde una perspectiva socio-antropo-
lógica, destacando en forma especial, que si bien las “migra-
ciones políticas”, tienen como telón de fondo la descomposición
social y política en el país de origen, de igual forma, en la decisión
de migrar prevalecen determinantes personales importantes. En
este caso, destacaré la importancia de la transmisión familiar en el
proceso de migración-exilio.
Mi estudio se centra en una académica exiliada argentina en
México, quien llega a la Universidad Autónoma de Nuevo León en
el año de 1976, luego de haber abandonado su país en marzo de
ese año.
Destaco los clivajes que considero centrales respecto a la na-
rrativa de mi sujeto de indagación y que transformo en ejes cen-
trales de análisis: migración-exilio-transmisión familiar; como
formación e innovación.
Recupero en el abordaje epistémico-metodológico, entre otros
a Ferraroti (1983), para quien el enfoque biográfico permite es-
tablecer un lazo entre el contexto y la dimensión de lo vivido al-
rededor de la dialéctica de lo social, la cual define como relación
compleja, no determinada a priori entre las condiciones objetivas
y lo vivido.

135
Rosa Martha Romo Beltrán

Migración, exilio y transmisión familiar

Abordar el estudio tanto de los procesos de exilio como las migra-


ciones, significa tomar en cuenta que aquellos condensan múltiples
determinaciones, lo que nos orienta a analizarlos desde dimensio-
nes transdisciplinares. Trabajarlo nos plantea actualmente la nece-
sidad de comprender al exiliado desde abordajes tanto psicosociales
como sociológicos. Tal como lo señala Guinsberg (2005: 162):

para comprenderlo en toda su amplitud, su riqueza y vicisitudes, debe recu-


rrir a las diversas áreas de la sensibilidad y el conocimiento. Asimismo, […]
privilegiar lo subjetivo e individual frente a los hechos fríos y precisos (p.e.
estadísticas y gráficas que economía y sociología tanto exaltan).

Son estas perspectivas las que orientan los acercamientos teórico,


epistémico y metodológico del trabajo que documento.
En tanto que hablar de transmisión familiar nos sitúa dentro
de los estudios que abordan la noción de generación, consideran-
do como tal los colectivos donde se construyen marcos interpre-
tativos socialmente compartidos y cuya ubicación en un tiempo y
espacio histórico inclina a sus integrantes a formas de pensamien-
to colectivo, lo que identifica a una generación. En el caso de las
familias podemos interpretar la apropiación de dichos significados
compartidos por cohortes generacionales contiguas.
De aquí que, de acuerdo con Candau (2008), hablemos de for-
mas de pensamiento a través de las cuales se lleva a cabo la tras-
misión de un capital constituido por recuerdos y olvidos. En esta
dinámica constatamos que en la transmisión se generan tanto ten-
dencias de emisión como de recepción.
En los procesos de transmisión existe una recuperación selec-
tiva del pasado, de aquellos significados que se consideran social-
mente importantes, por lo que son rescatados y conservados en el
traspaso de una generación a otra. Al respecto, Parra (2009, 188)
señala: “en esta dinámica importan tanto estos contenidos como
el lazo social que se crea en la propia transmisión, es decir, en la
relación que se establece entre transmisores y herederos”.
Es posible advertir que la transmisión no es un proceso senci-
llo, en tanto que tiene que ver con el lenguaje y la predisposición

136
Transmisión familiar, migración y exilio. Su vínculo con la formación e innovación

hacia ciertos significantes que el sujeto recibe de las generaciones


que le preceden y que, a la vez, usa para sus propios fines.
Por ello he considerado importante el acercamiento a estos
procesos a través del trabajo biográfico, ya que posibilita el res-
cate de la memoria “activa”, así como la “rememoración”. Toda
vez que, en voz de Guinsberg (2005, 162): “Se trata de llegar al
corazón de las experiencias y las vivencias únicas e irrepetibles,
de recuperar los sentimientos, las esperanzas, las desilusiones, los
alientos y las formas diversas de reconstrucción de las vidas”.
Resulta interesante en estos abordajes constatar cómo la trans-
misión ínter e intrageneracional contribuye a conformar una me-
moria colectiva, donde lo individual se entreteje con las memorias
interpersonales del grupo posibilitando tanto el intercambio gene-
racional, como la conformación de identidades colectivas, ya que
se generan sentidos de pertenencia a una cadena de generaciones
sucesivas de las que el grupo —familiar en nuestro caso— se siente
heredero, como continuadores y/o predecesores.
Ahora bien, volviendo al encuadre general del trabajo, me in-
teresa reiterar la importancia de las dimensiones psicosociales que
tanto exilios, como migraciones producen y que en voz de Guins-
berg:

[…] comenzaron a ser analizadas apenas en las últimas décadas por la con-
junción del desarrollo de las disciplinas sicológicas y el incremento de si-
tuaciones de salidas forzosas de los países de origen en los últimos tiempos
[en especial desde la] década de los setenta, periodo de auge del exilio lati-
noamericano, donde los estudios e investigaciones alcanzaron su madurez
cuantitativa y cualitativa (2005: 161).

A la luz de estos enfoques, he orientado este trabajo para explorar


los mecanismos de transmisión familiar y herencia que predispo-
nen el proceso de migración tanto nacional como internacional.
En el caso analizado es posible apreciar las continuas migraciones
internas, como así la propensión a las inmigraciones internacio-
nales. En este último sentido, coincido con los planteamientos de
Herrera Carassou respecto a los dos tipos de migración: “la migra-
ción interna y la internacional no son independientes una de la
otra, sino que conservan una influencia recíproca muy fuerte”
(2006: 59).
137
Rosa Martha Romo Beltrán

Antecedentes al encuadre biográfico

El carácter de esta investigación tiene como antecedente las


indagaciones realizadas previamente acerca de los procesos de
refundación de la Facultad de Filosofía y Letras en la Universi-
dad Autónoma de Nuevo León, México, durante la década de los
setenta, así como los procesos grupales que se generaron a raíz
de la incorporación de jóvenes académicos, como directivos que
provenían en su mayoría de grupos de izquierda. Aunado a ello, se
incorporaron —por invitación de los directivos— exiliados argen-
tinos, con experiencia tanto académica, como de participación
política; quienes también se integraron a las nuevas discusiones
en los distintos campos de las ciencias sociales y humanidades.
De igual forma, participaron en la consolidación de procesos de
innovación institucional (Romo, 2013).

Objetivos

• En esta investigación realizo un giro en el abordaje metodoló-


gico, apuntalando a lo biográfico, a través de la selección de un
informante clave: LB, académica exiliada argentina en México,
quien dirigió —en la universidad referida— el proceso de eva-
luación y posterior reestructuración curricular de la entonces
(1976) licenciatura en Pedagogía. Proceso que luego se exten-
dió a la renovación de las seis licenciaturas que conformaban
la facultad.
• Me interesa destacar el énfasis por generar un análisis que va
de lo biográfico a lo histórico, para encontrar apoyatura en lo
teórico y volver a la interpretación, lo que significa un avance
metodológico importante, toda vez que los significados par-
ticulares son constatados y validados por información histo-
riográfica. Por lo que considero que es uno de los aportes más
importantes del trabajo, unido al análisis interpretativo, en el
cual refiero los clivajes que considero centrales respecto a la
narrativa de mi sujeto de indagación: migración-exilio-trans-
misión familiar, como formación e innovación.
• Me enfocaré a los procesos descritos, pero en especial a la
triada exilio-migración-transmisión familiar, ya que es una
138
Transmisión familiar, migración y exilio. Su vínculo con la formación e innovación

constante que se reitera en los testimonios y aparece invaria-


blemente, generando giros en la narrativa de mi sujeto de in-
dagación. El exilio para LB se manifiesta como una gran fisura
que irrumpe en las distintas líneas de tiempo que conforman
su trayecto de vida académica, familiar y personal.

Sobre la implicación

Por lo que hace al proceso analítico, considero importante la


noción trabajada por Le Jeune en cuanto a establecer el “pacto
autobiográfico”(1980: 55) como pilar necesario en el análisis de
los datos empíricos y en las interpretaciones que realizamos como
investigadores frente a la narrativa del “otro”. Lo que significa no
dejar de lado el compromiso de veracidad al escribir sobre la vida
de otro, sin limitarnos a la singularidad y, a la vez, aproximarnos a
los significantes que adquiere el discurso de acuerdo al momento
y lugar desde el cual se narra.
El reto consiste en ir transformando los datos en fuentes de
información, en el entendido de que la narrativa no es lineal. En
mi aproximación a los datos he advertido distintos y progresivos
acercamientos, con el objeto indagar, de dilucidar los significantes
que estructuran el discurso. Lo que requiere una inmersión pro-
funda, toda vez que dichos significantes no se develan a primera
vista; lejos de ello, requiere lecturas y relecturas cuidadosas, con
el objeto de llegar a entender esas distintas lógicas internas de los
relatos. Cuando llegamos a identificar esos puntos de inflexión en
los que se generan clivajes que atraviesan los distintos planos de
la vida de mi sujeto de indagación, es que es posible nominarlos:
darles nombre a dichos significantes.
El proceso de implicación se despliega no sólo con el sujeto
de indagación y nuestro vínculo con aquel, al ir reconstruyendo la
narrativa a “cuatro manos”. También lo advertimos en el trabajo
con los datos, por lo que recordando a Bourdieu (2003), nos orien-
ta a procesos de reflexividad permanente, como vía para lograr
la objetivación en el proceso de implicación, así como el distan-
ciamiento a través de la confrontación con otras fuentes con una
mirada crítica incluso frente a éstas, con el propósito de lograr la

139
Rosa Martha Romo Beltrán

deconstrucción de la red de relaciones que se nos presentan a pri-


mera vista. Toda vez, que:

Debido a la proyección necesaria y requerida por la empatía necesaria con


su sujeto, el biógrafo se encuentra no solamente alterado, transformado por
el sujeto cuya biografía escribe, sino que vive durante su tiempo de inves-
tigación y de escritura en el mismo universo, hasta el punto de no poder
discernir el fuera del dentro (Dosse, 2011: 18-19).

Por otra parte, me resulta imprescindible destacar que el individuo


en sí no es nada si lo percibimos desligado del tejido social. Ahora
bien, recurrir al proceso de análisis interno de la narrativa es lo que
nos permite dar cuenta, comunicar las constantes bajo las cuales se
conforman los diversos puntos de clivaje de los testimonios analiza-
dos y que en el caso aludido, lo constituyen: la migración y el exilio,
así como la formación vinculada a la innovación.
De nuevo resulta importante volver a la noción de pacto au-
tobiográfico (Dosse, 2011: 23), retomando ahora otra de sus di-
mensiones, aquella que abra la posibilidad de historizar los tes-
timonios particulares y establecer la fluctuación de periodos, así
como documentar la situación contextual, en el caso trabajado, en
la Argentina y en México durante la década de los setenta, para
entender cómo confluyen ambas situaciones en la decisión de mi
sujeto de estudio por migrar, por “auto-exiliarse”.

Abordaje metodológico

En este apartado describo el número total de informantes con


quienes he trabajado en el proyecto amplio: refundación de la
Facultad de Filosofía y Letras de la uanl, como las etapas por las
que ha transcurrido el trabajo de campo, en el que podemos apre-
ciar cinco fases:

Primera inmersión en campo:


• La primera consistió en realizar una serie de entrevistas a
profundidad y en forma continua con mi informante cla-
ve: LB, obteniendo un total aproximado de cuarenta horas.

140
Transmisión familiar, migración y exilio. Su vínculo con la formación e innovación

Institucionalmente ubico a LB en el grupo de académicos de


la Facultad de Filosofía y Letras de la uanl que he nombra-
do “Refundadores” (fue contratada para ello y es quien diri-
gió inicialmente el proceso de reestructuración curricular de
la licenciatura en Pedagogía). Fue invitada por las autoridades
de la facultad por poseer experiencia y título universitario en
dicho campo del conocimiento.
• Realicé dos entrevistas más a otros “Refundadores” —pares de
la primera—, jóvenes profesores, militantes o exmilitantes de
grupos de izquierda, invitados por las nuevas autoridades de
la facultad, cuya formación de origen provenía de la filosofía,
economía, psicología y que discutían con la primera la confor-
mación del campo pedagógico y su multidisciplinariedad. Se
caracterizaron por haber acompañado a LB en todo el proceso
de revisión y reestructuración curricular de la recién institu-
cionalizada licenciatura en Pedagogía. Estas entrevistas tuvie-
ron una duración aproximada de cuatro horas a cada una.
• En esta misma etapa realicé entrevistas a dos ex directivos de
la FFyL, con un promedio de dos horas cada una.
• Otro grupo con el que trabajé en esta fase fueron los “Herederos”,
a quienes nominé así ya que son a quienes LB identificó como
aquellas y aquellos egresados de la segunda y/o tercera gene-
ración de la carrera que a la vez participaron como estudiantes
en la evaluación del currículum inicial. Son considerados como
los más cercanos al grupo “Refundador”. Se caracterizaron por
identificarse con la nueva propuesta y se integraron al concluir
la licenciatura a la planta académica. Fueron tres los informan-
tes de este grupo con quienes realicé entrevistas, con duración
aproximada de cuatro horas cada una.

Esta primera fase del trabajo la realicé in situ, en la ciudad de Mon-


terrey, durante un proceso de inmersión permanente en campo a
lo largo del mes de noviembre de 2009.

Segunda etapa: la devolución


• La segunda fase de este proceso corresponde a la primera de-
volución de información que realicé al colectivo general de
académicos de la FFyL-uanl. Esto llevado a cabo, no sólo con
141
Rosa Martha Romo Beltrán

los informantes con quienes trabajé en la primera etapa, sino


con todo el colectivo de académicos que integran la actual
planta docente de la Facultad de Filosofía y Letras. Esta devo-
lución abarcó aproximadamente tres horas, inicialmente docu-
menté —a través de una conferencia magistral— los primeros
hallazgos, para luego dar la palabra al colectivo, allí fue posi-
ble corroborar información, como así también rectificar otra
y contar con mayores aportes. Fue un trabajo enriquecedor,
toda vez que el colectivo me aportó gran cantidad de datos,
ya que la devolución de información tenía que ver con las dis-
tintas temporalidades por las que fue transitando la Facultad,
desde su fundación hasta la década de los setenta. Periodo al
que denominé como fase de “Refundación” por el giro que se
lleva a cabo en todas y cada una de las licenciaturas adscritas
a Filosofía y Letras: sociología, historia, filosofía, letras, peda-
gogía, lingüística aplicada. Esta experiencia de devolución me
posibilitó a la vez, entrar en contacto con más informantes:
• Entrevisté a un exdirectivo más de la facultad y a otro profesor
“Refundador”, colega de LB. Las entrevistas fueron de aproxi-
madamente dos horas cada una.
Esta segunda fase se llevó a cabo durante enero del 2011.

Tercera fase:
• El trabajo en esta etapa consistió en la organización de datos
empíricos por líneas de tiempo. Fue un trabajo arduo, enfo-
cado a los testimonios de LB. La fase inicial abarcó ocho me-
ses aproximadamente y consistió en la búsqueda de aconte-
cimientos que marcaran temporalidades diferenciadas, como
así en la indagación de los significantes que estructuraban los
testimonios vertidos en los distintos ámbitos de vida familiar,
escolar, académica, profesional. Fase ardua, toda vez que me
era indispensable hacer lecturas sobre la historia contemporá-
nea de la Argentina desde inicios del siglo xx, con el objeto de
comprender el clima político, social y económico que se vivía
en la década de los setenta, culminando con el golpe de Estado
en marzo de 1976. De igual forma, fue necesario contextuali-
zar la situación de México, tomando como referente la crisis
de 1968 y la política de apoyo universitario e innovación pos-
142
Transmisión familiar, migración y exilio. Su vínculo con la formación e innovación

terior, así como su política externa y con ella el clima de aper-


tura que posibilitó el ingreso de exiliados de distintos países
latinoamericanos. Este trabajo —de reorganización y análisis
de datos— continúa y abarca desde marzo de 2012 a la fecha.

Cuarta etapa:
• En esta fase realicé otro proceso de devolución pero especí-
ficamente a mi informante, así como una segunda vuelta de
entrevistas in situ durante tres días. Las preguntas fueron más
específicas y orientadas a recuperar “los huecos de informa-
ción”: aquellas rememoraciones que no aparecían en el mate-
rial inicial. Le devolví sus testimonios organizados en distintas
líneas de tiempo, así como las interpretaciones teórico-empí-
ricas en las que había avanzado. Esta experiencia, además de
enriquecer la información, me confirma que el trabajo biográ-
fico genera cercanías tan profundas y estrechas que realmente
es posible denominarlo “historias de vida construidas a cuatro
manos”, con sus grandes aportes pero a la vez el recaudo nece-
sario por objetivar los testimonios y reflexionar acerca de mis
implicaciones. La fase de devolución abarcó aproximadamente
15 horas de entrevistas y la realicé en el mes de julio de 2012.

Quinta:
La quinta fase de trabajo de campo consistió en elaborar entre-
vistas con académicos que retornaron a la Argentina, su país de
origen. Universitarios que estuvieron exiliados en México pero
con la restauración de la democracia vuelven a su país. En total
fueron tres informantes, con entrevistas de dos horas de duración
aproximada a cada uno, y las llevé a cabo en la ciudad de Buenos
Aires durante los meses de octubre y noviembre de 2012.
Aquí agrego otras entrevistas extendidas a exiliados argentinos
que aún viven en Monterrey, México, y que participaron en todo
este proceso de reestructuración institucional: dos entrevistas de
más de cuatro horas de duración aproximada cada una, durante
septiembre de 2014.
En estos trabajos de largo aliento, el proceso de incorporación
de nuevos datos es permanente. En esta última estada de trabajo
de campo (septiembre 2014), realicé de igual forma otro proceso
143
Rosa Martha Romo Beltrán

de devolución de información a mi informante clave, lo que me


generó más información: dos horas adicionales de entrevista.

Aportes: LB, una académica argentina exiliada en México

En el análisis interpretativo refiero los cuatro puntos de clivaje


que he considerado centrales en la narrativa de LB, que —como ya
lo he descrito— corresponden a la migración, el exilio, la forma-
ción e innovación.
Es posible apreciar que la disposición para la migración se en-
cuentra presente ya desde los abuelos paternos, quienes inmigran
a la Argentina en los inicios del siglo xx, originarios de Italia, bus-
cando mejores condiciones de vida: llegan a “hacer la América”. Se
instalan en la región conocida como la “pampa húmeda argentina”
—región muy productiva para los cultivos y el ganado—; allí, el
abuelo paterno se desarrolló como comerciante en ascenso, por el
apoyo de la política externa de exportación, así como de comercio
local, nacional y en especial el internacional en los comienzos del
siglo xx, lo que colocó al país y la región con la nominación de “el
granero del mundo” (Rapoport, 2010), a más de que los comer-
ciantes crecieron como pequeños terratenientes y trabajadores del
campo, lo que admitió un ascenso social importante tanto para los
migrantes y en especial —en la década de los años veinte— a los
hijos de aquellos. Veamos:

Finalizada la Primera Guerra Mundial, las exportaciones argentinas conti-


nuaron, en general, su crecimiento, sustentadas esencialmente en el sector
agropecuario. Pero los componentes agrícolas fueron desplazando a los ga-
naderos, dada la sostenida demanda internacional de la producción agraria
pampeana y la crisis mundial de comercialización de carnes que se hizo sen-
tir a comienzos de la década de 1920 (Rapoport, 2010: 159).

A la luz de este contexto, me interesa retomar la constante que


tiene que ver con la predisposición familiar de LB a la migración,
desde la línea tiempo que corresponde a los abuelos paternos.
En este primer cuadro incluyo los antecedentes de los abuelos
paternos, quienes llegan a la Argentina —procedentes de Piamon-

144
Transmisión familiar, migración y exilio. Su vínculo con la formación e innovación

te, Italia—, a principios del siglo xx, con la intención de “hacer la


América”.

Cuadro 1
Migración abuelos paternos

Fuente: elaboración propia a partir de los testimonios de mi informante.

Migración interna y exilio

Con lógica semejante y sosteniendo de nuevo la predisposición


familiar y luego personal para la migración, muestro ahora los des-
plazamientos internos de LB durante su infancia con los padres,
quienes transitan por seis lugares dentro de la Argentina, antes de
que LB salga al exilio en 1976.
No obstante, la disposición a la migración, el exilio representa
para LB un acontecimiento que desde sus testimonios invistió una
perceptible fisura en todas las dimensiones de su vida.
En el proceso de exilio (marzo-septiembre de 1976) podemos
apreciar los tres países a los que migra en un plazo de siete meses:
Perú, Ecuador y México, para aquí desplazarse dos meses después
a la ciudad de Monterrey.

145
Rosa Martha Romo Beltrán

Cuadro 2
Migración y exilio de LB

Fuente: elaboración propia a partir de los testimonios de mi informante.

Finalmente, para dar cuenta de otros dos significantes que es-


tructuraron el discurso de LB (formación e innovación), muestro
el cuadro correspondiente a su permanente proceso de formación
académica, que culmina a los 62 años cuando obtiene el título de
doctora en Pedagogía por la Universidad Nacional Autónoma de
México.

Cuadro 3
Trayectoria escolar y lugares de formación de LB

Fuente: creación propia a partir de los testimonios de mi informante.

146
Transmisión familiar, migración y exilio. Su vínculo con la formación e innovación

Predisposición a migrar

Ahora bien, tal como se ha documentado (Herrera, 2006; Ricón,


1991), en la decisión de migrar se advierte una dicotomía en la
que están presentes determinantes económicos y culturales, pero
de igual forma la condición personal influye en las decisiones y en
la forma de colocarse ante situaciones críticas, así como las deter-
minaciones de quedarse, migrar, exiliarse o autoexiliarse.
La Argentina de los años setenta se convierte en un país expul-
sor, situación que se agudiza por la crisis económico-política, y que
llega al umbral con la muerte de Perón. De igual forma, encontramos
en la historia de vida y en la línea de tiempo familiar de LB, ciertos
antecedentes que apuntalaban la propensión a migrar, ya que como
lo señala Akerman (en Herrera, 2006: 135), “nada ocurriría a me-
nos que el individuo posea características psicológicas que definan
su propensión a migrar”.
Por ello presento el cuadro sobre la tendencia familiar a la mi-
gración. En esta línea de tiempo se señalan los desplazamientos
internos de ellos en la Argentina y la descripción de los distintos
lugares en los que vivió LB junto con sus padres desde su naci-
miento en 1940 hasta el momento en que sale a la Ciudad de Ro-
sario (1958) para ingresar a la universidad. Es posible apreciar, de
igual forma, la importancia que le otorgaron los padres de LB para
su formación educativa, toda vez que se puede advertir que las
migraciones internas van siendo cada vez más prolongadas y coin-
ciden con la conclusión de los diferentes ciclos académicos. Hasta
iniciar su propia migración a la Ciudad de Rosario, donde perma-
nece sólo un año ya que decide trasladarse a la Ciudad de Córdoba
en 1959, a estudiar la Licenciatura en Pedagogía y Psicopedagogía.
Lugar en el que culmina sus estudios y realiza diversos trabajos
docentes y profesionales, en especial en la Universidad Nacional
de Córdoba, hasta mayo de 1975 cuando cierran la universidad y
los destituyen del cargo académico. Posteriormente se da todo el
proceso de detención para “averiguación de antecedentes” —en
octubre de 1975—, cuando logra huir en forma clandestina de la
ciudad de Córdoba, toda vez que se encontraba bajo libertad con-
dicional, para posteriormente llegar a Buenos Aires y luego de una

147
Rosa Martha Romo Beltrán

serie de problemas obtiene un pasaporte para salir “auto-exiliada”


el 7 de marzo de 1976 (dos semanas antes del golpe militar).

Cuadro 4
Migraciones de la familia nuclear y del tío paterno
de LB dentro de la Argentina

Fuente: elaboración propia a partir de los testimonios de mi informante.

Es clara la concatenación de factores estructurales y persona-


les en la configuración de estos procesos de predisposición para
migrar, pero queda de manifiesto que estas decisiones se desenca-
denan cuando existen factores no satisfactorios en los lugares de
origen. Es así como Herrera (2006: 139) precisa que: “Cuando la
migración prevalece en una comunidad, la probabilidad de la de-
cisión de migrar se incrementa principalmente porque despierta
valores, percepciones y gustos que no se satisfacen en los lugares
de origen”.
Ahora bien, recuperando ambos niveles: el objetivo en cuanto
a la preexistencia de factores expulsivos, así como la predisposi-
ción subjetiva que incrementa o no los motivos individuales para
migrar, aflora al mismo tiempo otra dimensión no menos impor-
tante que tiene que ver con los diversos conflictos que en el plano
identitario generan estos procesos. Tales como la conformación
de “identidades escindidas”, aquellas que en el momento de la
migración se desarrollan, y que desde la postura de Prat (2007:
42), se caracterizan por sentir que: “Uno empieza a no ser casi de

148
Transmisión familiar, migración y exilio. Su vínculo con la formación e innovación

ninguna parte”. De aquí que migrantes, exiliados, auto-exiliados,


o bien migrantes políticos, carguen con la figura de la otredad,
donde se advierten una serie de tensiones; ya que si bien está pre-
sente la necesidad de cambiar de lugar a raíz de diversas tensiones
sociales y tomar la decisión con el fin de lograr una mejor vida, el
proceso de emigración significa también convertirse en extraño y,
con ello, enfrentar distintas formas de rechazo en la sociedad de
llegada.
Volviendo a nuestro caso, observamos en LB migraciones re-
petidas, esto es, múltiples duelos, uno de los cuales rememora en
la ceremonia de graduación de la Escuela Normal viviendo aún
en la población de Corral de Bustos, Argentina, pero a punto de
partir a la ciudad de Rosario para ingresar a la universidad. En
dicha ceremonia participó representando a las estudiantes que se
graduaban, y en su discurso menciona: “partir es siempre como
morir un poco”. Duelos repetidos y presentes en la vida familiar y
personal de LB, que si bien desconocemos cómo los ha tramitado,
en la narrativa está presente esa huella, en especial y cruzando
todas las líneas de tiempo: familiar, personal, académico, profesio-
nal; en las que se reitera una y otra vez la gran marca, la fisura que
ha representado el exilio.
Por ello me parece importante recordar aquí los planteamien-
tos de Grinberg y Grinberg (1993: 138), quienes refieren las ca-
racterísticas “altamente traumáticas” en estos cambios de residen-
cia, en especial de largo plazo, por las numerosas pérdidas que
implica, como considerar la magnitud de tales cambios, que pue-
den llegar a poner en riesgo la identidad por la vivencia de vacío
ante la pérdida de los roles conocidos. Además de que se aprecia
en LB la pérdida de su propia continuidad en el tiempo que —
como he señalado— aparece el exilio como un parteaguas en todas
las dimensiones de vida. Ya que tiene que ver con la “pérdida de
los vínculos de integración social y temporal”. Es precisamente el
estar “dentro y fuera”, lo que convierte a la migración en una si-
tuación traumática, toda vez que conlleva “numerosos cambios de
la realidad externa con la consiguiente repercusión en la realidad
interna” (Gringer y Grinberg, 1993: 163).
Ahora bien, es importante tener en cuenta que las condicio-
nes en que se realizan tales migraciones, toda vez que en el caso
149
Rosa Martha Romo Beltrán

aludido y en general, en el grupo de académicos argentinos que se


exiliaron en México entre 1974 y 1983:

se advierte que un elevado porcentaje […] estuvo constituido por profesio-


nales, académicos y estudiantes. […] Entre 1974 y 1983, el sector de profe-
sionistas y académicos representó cerca de 30% de los hombres y 20% de las
mujeres que residieron en México (Yankelevich, 2010: 35).

Por ello, cerraré provisionalmente este apartado, con el fin de


volver a esta temática en el próximo, ya que entre los significantes
que estructuraron el discurso de LB, y que señalé al inicio fueron:
formación e innovación y la triada: migración-exilio-transmisión
familiar; sin embargo, estos significantes conservan una interre-
lación dialéctica interesante, ya que es posible vincular de igual
forma en la trayectoria de vida profesional de mi informante la
diada: exilio e innovación.

Exilio e innovación

Como hemos visto, el mismo Yankelevich realiza un análisis de


los perfiles ocupacionales y profesionales de los exiliados argenti-
nos en México y resulta interesante la observación acerca de ellos,
en especial cuando señala el cambio en la calificación durante el
periodo de dictadura militar: “del total de argentinos que inició
trámite de residencia durante la dictadura, más del 40% contaba
con grado o posgrado universitario, frente al 27% del periodo ante-
rior” (2010: 31). En este sentido es importante tener en cuenta
que el lugar de ubicación de los migrantes políticos se da en mejo-
res condiciones que aquellos que no cuentan con cualificación;
en este sentido y dado que coincide con las políticas públicas de
ampliación e innovación de las universidades en México, permitió
a los exiliados que migraron en el período de 1976-1983, encon-
trar en general una buena integración laboral, así como institucio-
nal, social, cultural y académica.
El arribo de exiliados argentinos a México coincide con el cre-
cimiento de la izquierda y la ubicación de militantes de la misma
en cargos directivos y de decisión dentro de las universidades,
así como la difusión del marxismo. Dichos movimientos, como la

150
Transmisión familiar, migración y exilio. Su vínculo con la formación e innovación

política de innovación y apertura en las universidades, acompa-


ñan la rápida inserción de exiliados, quienes tuvieron una inten-
sa producción intelectual (Suasnábar, 2009: 88). En el exilio en
México, continúa Suasnábar, se transitó a un proceso de renova-
ción conceptual, toda vez que los exiliados darán continuidad a
las discusiones y experiencias que habían quedado pendientes en
Argentina.
Por lo anterior, y tomando en cuenta el tipo de participación
profesional de LB en la Facultad de Filosofía y Letras de la (uanl),
y posteriormente en otros proyectos de innovación, he vinculado
otra de las diadas que caracterizan los significantes que estructu-
raron su discurso: exilio e innovación.
A continuación aparece la línea de tiempo profesional, en la
que podemos advertir su experiencia y participación constante en
proyectos de innovación educativa desde los primeros años de ac-
tividad profesional en los setenta —en la ciudad de Córdoba y la de
Resistencia—. Este tipo de participación la conservó en México y
no se limitó sólo a las instituciones donde estuvo adscrita: Universi-
dad Autónoma de Nuevo León (uanl) e Instituto Tecnológico y de
Estudios Superiores de Monterrey (itesm). Fue también consultora
en distintas universidades del país, como en el Consejo Nacional de
Ciencia y Tecnología (Conacyt), en el área de currículum.

Cuadro 5
Ejercicio profesional y participación
de LB en proyectos de innovación

Fuente: elaboración propia a partir de los testimonios de mi informante.

151
Rosa Martha Romo Beltrán

Exilio y transmisión familiar

En la temática trabajada resulta de igual forma inaplazable la


reflexión sobre los procesos de exilio y la presencia simbólica y/o
real de las apoyaturas y transmisión familiar. Inicialmente es pre-
ciso tener presentes los difíciles procesos que plantea el exilio en
tanto que establece un vínculo con una nueva realidad en la que
el migrante político transita entre el reconocerse en ese nuevo
lugar, como asimilarse al mismo. El exilio ha resultado una expe-
riencia imborrable que deja huellas que se acercan de acuerdo con
Guinsberg (2005: 169): a “lo que Freud considera una experiencia
traumática, causada por un acontecimiento importante e impre-
sionante o por numerosos sucesos traumáticos parciales”.
En la dinámica descrita, el exiliado frente al proceso de asimi-
lación a la nueva situación, enfrenta de igual forma el problema de
la transculturalidad, situación difícil y que los expertos en trabajos
sobre exilios en México describen su complejidad para conocer ini-
cialmente sus códigos, como así, para adoptarlos. Al respecto cali-
fican estos procesos como “tareas que demandan mucho tiempo”,
por lo que acentúan así afirmaciones ya conocidas, tales como que:
“éste es un país surrealista o kafkiano” (Guinsberg, 2005: 178).
Otro tema no menor, tiene que ver con el impedimento que
existe en México para la participación política de los exiliados,
lo que representa de igual forma muchos límites, en especial si
recordamos que la experiencia política de estos inmigrantes fue
fundamental en sus trayectorias y proyecto de vida, como en la
militancia en su país de origen.

Migración política y prácticas transnacionales

Ahora bien, en cuanto al significado y construcciones sociales que


la familia ha representado para los exiliados, podemos apreciar
que se han generado prácticas transnacionales que resultan inte-
resantes: las de los migrantes políticos en calidad actual de acto-
res globales, al desplazarse, cruzar fronteras, generando con ello
prácticas y construcciones que trascienden los espacios locales y
nacionales. Lo que propicia nuevas redes familiares, sociales, cul-
turales y académicas.
152
Transmisión familiar, migración y exilio. Su vínculo con la formación e innovación

Lo anterior permite que autores como Martín (2007) acuñen


la noción de transmigración para referirse a la conformación y
consolidación de nuevos espacios sociales más allá de las comuni-
dades, tanto de origen como de destino; es decir, donde existe una
expansión transnacional, como espacios de comunidades donde
se generan prácticas sociales, como sistemas simbólicos transna-
cionales. Veamos: “la transmigración no define una situación tran-
sitoria, sino que refleja esta emergencia de espacios pluri-locales y
de comunidades transnacionales, en donde además, la condición
de migrante se transforma por completo” (Martín, 2007: 57).
En el proceso de migración política se generan cambios que
abarcan no sólo el medio geográfico, sino que toca también lo so-
cial, humano, objetivo, subjetivo; y en el que la familia emerge
como espacio, tiempo y lugar preferencial, toda vez que es allí
donde se vivencian con mayor intensidad las relaciones humanas;
laborales y de amistad como las redes sociales transfamiliares que
se generan en el proceso migratorio.
De aquí que la familia se constituya en la protagonista simbó-
lica y/o real del proceso migratorio y en el eje central de la diná-
mica sociocultural. Colocándose como espacio de sostén funda-
mental en la decisión de migrar, así como en el sostenimiento de
los vínculos afectivos y de apoyo transgeográfico —que en el caso
trabajado permitió la reunificación posterior de los padres en el
país de destino de la hija exiliada.
En el caso de LB no existió pérdida de relación de los lazos
familiares y de amistad en el país de origen, incluso se agregaron
nuevos lazos y socialización en el de destino; sin embargo, es vi-
sible en ella el conflicto que acompaña a muchos migrantes: “la
presencia-ausencia” o el “no ser de ninguna parte”. Veamos cómo
lo expresa:

LB [Al referirse a la plática con un tío en el país de origen]: Me decía que


tenía que decidirme dónde quería morir. [En país natal o el de destino].

O bien:

[Al ir de viaje a su país de origen]. LB: “Me doy cuenta que ya no es el lugar
que yo dejé.”

153
Rosa Martha Romo Beltrán

En síntesis, considero a la familia como sujeto social, como ins-


titución, como agente fundamental de socialización primaria, en
la que se generan procesos de transmisión transgeneracional que
facilitan los desplazamientos o migraciones tanto internas como
internacionales; por lo tanto, reafirmo la capacidad de agencia con
la que cuenta esta institución tanto como protagonista de proce-
sos migratorios, así como espacio en el que se contextualizan las
mediaciones subjetivas en los países de origen y en los de destino.

Reflexiones finales

Más que concluir, me interesa plantear las líneas de trabajo que


seguiré desarrollando en este proyecto de “largo aliento” (Fernán-
dez, 2012). Considero haber logrado en esta fase colocar el trabajo
biográfico desde la hermenéutica de la acción social (Ferraroti,
1983), la que nos posibilita la lectura sociológica de una biogra-
fía al narrarla en el marco de una interacción que el observador
no debe eludir sino, de acuerdo con Dosse (2011: 243): “vivir de
modo activo hasta el fin”. Este proceso conjunta tanto una acti-
tud de reflexividad permanente en el ínter-juego por construir y
re-significar las fuentes de información para transformarlas en
datos; y a la vez, reflexionar acerca del vínculo del investigador
no sólo con los sujetos de indagación, también con los datos a lo
largo de todo el proceso: desde la recogida de información hasta su
interpretación. He considerado insoslayable este reto en el perma-
nente tránsito de implicación con los informantes y en el manejo
y construcción de datos analíticos, toda vez que la aproximación
biográfica no se genera únicamente por la cercanía con las perso-
nas con las que indagamos, por lo que es necesario pensar cómo
tramitamos ese vínculo. Para ello me ha resultado indispensable
ir creando instrumentos para objetivar los testimonios, con el
propósito de tomar la distancia necesaria que me permita generar
conocimiento a través de instrumentos conceptuales y documen-
tales, que a la vez dan sentido a esas vidas.
Otro aporte importante ha sido la posibilidad de trabajar con
un sujeto particular, y desde allí reconstruir la situación de una
época. En este sentido, haber profundizado en la narrativa de
154
Transmisión familiar, migración y exilio. Su vínculo con la formación e innovación

mi informante me ha permitido reconstruir los significantes que


estructuraron ese discurso y que han sido los ejes básicos de mi
análisis: migración-exilio-transmisión familiar y formación-inno-
vación.
La revisión de la triada: migración-exilio-transmisión familiar
me ha permitido afirmar el importante papel de la familia como
apoyatura y simbólicamente como capital heredado en la decisión
de migrar. Ha sido de igual forma importante destacar las prácti-
cas que se generan actualmente a partir de los procesos de trans-
migración.
Una tercera aproximación inaplazable tiene que ver con poner
a discusión el estado de conocimiento sobre la línea de investiga-
ción de memorias militantes tanto en Argentina como en México,
con el fin de reconstruir un imaginario de lo que en general se
lee y se documenta en estas temáticas: sus clivajes, inflexiones y
elecciones.

Referencias bibliográficas

Bourdieu, Pierre (2003). El oficio de científico. Ciencia de la ciencia y re-


flexividad. Barcelona: Anagrama.
Candau, Joël (2008). Memoria e identidad. Buenos Aires: Ediciones del
Sol.
Dosse, François (2011). El arte de la biografía. México: Universidad
Iberoamericana.
Fernández, Lidia M. (2012). Seminarios de consulta posdoctoral. Buenos
Aires: Instituto de Investigaciones en Educación. FFyL-uba.
Ferraroti, Franco (1983). Historie et histories de vie. La méthode biogra-
phique dans les sciences sociales. París : Librarie des Mèridieus.
Grinberg, León y Rebeca Grinberg (1993). Identidad y cambio. Barcelona:
Paidós.
Guinsberg, Enrique (2005). Migraciones, exilios y traumas psíquicos.
Política y Cultura, 23, primavera, pp.161-180. México: Universidad
Autónoma Metropolitana. Unidad Xochimilco.
Herrera Carassou, Roberto (2006). La perspectiva teórica en el estudio de
las migraciones. México: Siglo XXI.
L.B. (2008). Currículum vitae. Monterrey, Ms.
Le Jeune, Philippe (1980). Je est un autre. París: Seuil.

155
Rosa Martha Romo Beltrán

Parra Ramírez, Gustavo (2009). El papel de la transmisión en la forma-


ción de las identidades generacionales: la relación entre fundadores-
adherentes y herederos. En: Monique Landesmann et al., Memorias
e identidades institucionales. Fundadores y herederos en Psicología
Iztacala. México: Juan Pablos Editor-unam-fes Iztacala.
Prat I Carós, Joan (2007). En busca del paraíso: historias de vida y migra-
ción. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, julio-diciembre,
lxii, 2, 21-61.
Ricón, Lía (1991). El autoritarismo en la sociedad argentina y su papel
en la determinación de patologías graves. En: Puget, Janine-Rene
Kaës, Violencia de Estado y psicoanálisis. Buenos Aires: Bibliotecas
Universitarias Centro Editor de América Latina.
Rapoport, Mario (2010). Historia económica, política y social de la
Argentina (1880-2003). Buenos Aires: Emecé.
Romo Beltrán, Rosa Martha (2013). Trayectorias y cambios identitarios
en dos grupos académicos: Refundadores y Herederos del Colegio
de Pedagogía. Universidad Autónoma de Nuevo León (1970-1990).
CPU-e Revista de Investigación Educativa, 17, julio-diciembre, 42-65.
Suasnábar, Claudio (2009). Intelectuales, exilios y educación: producción
intelectual e innovaciones teóricas durante la última dictadura militar.
Buenos Aires: flacso-Argentina.
Yankelevich, Pablo (2010). Ráfagas de un exilio. Argentinos en México,
1974-1983. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica-El Colegio
de México.

156
Capítulo 6
Las familias, la sociedad y el sujeto

Elvia Taracena

Resumen

E
l grupo familiar ha sido siempre una correa de transmisión
de lo social. La relación entre familia y sociedad va en ambos
sentidos. Los cambios sociales producen nuevos modelos de
familia y la familia reproduce los cambios sociales. Desde la familia
amplia que reproducía un modo holista de funcionamiento social,
hasta la familia nuclear que reproduce el individualismo, se han
caracterizado diversos modos de organización familiar entre las
que podemos mencionar: las familias monoparentales, ya sea con el
padre o con la madre como jefe de familia, mujeres solas que deci-
den tener un hijo a través de una relación pasajera o de inseminación
artificial, el préstamo o renta de úteros o bien la pareja homosexual
con o sin hijos. Toda esta diversidad de situaciones representa la
creación de nuevas subjetividades e identidades.

Introducción

Los cambios en la organización familiar se deben a los cambios en


la sociedad. La modernidad y el posmodernismo plantean nuevas
formas de subjetividad. El desarrollo del individualismo —que
le da una mayor importancia al deseo individual—, el descubri-
miento de la píldora y la utilización del control natal permiten a las
mujeres reivindicar su sexualidad separada de sus posibilidades de
procreación, esto opera un cambio importante en las representa-
ciones sociales sobre la función de la mujer y al respecto de la idea

157
Elvia Taracena

de lo que es la familia. El involucramiento cada vez mayor de la


mujer en el mundo del trabajo le permite tener más autonomía y,
por lo tanto, decidir más claramente sobre su cuerpo y su destino.
Las ciencias sociales siguen planteando que la familia es el es-
pacio de socialización más importante para el individuo, y es donde
éste encuentra seguridad psicológica y posibilidades de desarrollo;
también muestran cómo la identidad del sujeto se forja dentro de la
familia y se asegura la transmisión de valores, hábitus, ideologías.
Desde la psicología se construye a menudo un ideal de familia que
declara, en algunas ocasiones, disfuncionales a las que se alejan de
la norma. Lejos de esta idea, en algunas ocasiones la familia implica
un peligro para el desarrollo del niño; sin embargo, muchas de las
políticas sociales enarbolan la necesidad de reintegrar a los niños a
sus familias... como si ese hecho garantizara su salud mental.
Philippe Aries (1987) afirma que el matrimonio fue una res-
puesta a la necesidad de asegurar la filiación con el fin de la trans-
misión de los bienes y de la vida. Esta propuesta ha sido apoyada
históricamente por la religión católica, cuyos miembros aprove-
charon para difundir la necesidad de la indisolubilidad en el ma-
trimonio.
La familia es portadora de historicidad en el sentido de que la
historia influye en su configuración y en la creación de subjetivi-
dades y ella misma es productora de historia. Todas estas nuevas
configuraciones de familia contribuyen a cambiar la percepción
de la familia en la sociedad y abrir las posibilidades de contextos
de socialización.
En este artículo hablaremos sobre los cambios vividos en la
estructura de la familia en la historia de México para llegar a es-
tablecer un perfil social de la familia actual y reflexionar sobre la
construcción de nuevas subjetividades en estas formas diferentes
de organización. La aproximación histórica en este caso nos servi-
rá para establecer las relaciones entre el contexto social y las ma-
neras de ser en el matrimonio, así como de los roles de género. De
la misma manera que Bauman (2000) plantea una relación entre la
modernidad líquida y las formas de vivir el mundo subjetivo en la
actualidad, nosotros intentaremos establecer las relaciones entre
la familia en el mundo actual, la composición, los roles dentro de
la misma y sus raíces históricas.
158
Las familias, la sociedad y el sujeto

La modificación de la idea de familia a través de la historia

Muchos de los historiadores de la estructura familiar (Arriagada,


2002; Palacio Valencia, 2010), hablan de la familia nuclear a partir
de la modernidad y además toman como referencia autores que
estudian esencialmente la familia en Europa; así Palacio Valencia
(2010) señala que la familia pre-moderna es comunitaria y que
la Revolución Francesa y la Industrial marcaron una nueva etapa
en donde se desarrolla la familia nuclear como centro de la socie-
dad. Sin embargo Goody (2001) piensa que las hipótesis sobre la
aparición de la familia nuclear están basadas en especulaciones
etnocéntricas, ya que de acuerdo con sus estudios antropológi-
cos, la familia nuclear existe casi en todas las culturas y en todas
las épocas, así el grupo familiar es considerado como unidad de
producción. Goody (2001) se niega a aceptar el esquema evolu-
cionista que plantea que progresivamente se pasó de la familia
comunitaria a la familia nuclear. Afirma que en Europa la familia
nuclear existió desde la Edad Media. Señala también que después
de la segunda revolución industrial al final del siglo xix, las familias
obreras con recursos limitados tendieron a volverse más nuclea-
res, pero al mismo tiempo, las familias burguesas se desarrollaron
a través de un parentesco ampliado que les permitía conservar en
el seno del clan la propiedad de los medios de producción.
Por su parte, Aries (1987) plantea que la indisolubilidad del
matrimonio, que fue la base de la familia entre los siglos xii y
xviii, no provenía solo del control de la Iglesia católica, sino que
también las comunidades rurales lo habían asimilado e interiori-
zado. Por otro lado, plantea que el control sobre la indisolubilidad
ha permitido que el matrimonio no se considere solamente den-
tro del ámbito de lo privado, sobre todo con la participación de
la Iglesia, que lo incluye dentro del dominio de las instituciones
fundamentales de la lengua escrita y el espacio público.
En lo que se refiere a la historia de la familia en México, Cosio
(2005: 1) considera que el caso de México es muy diferente al de
Europa ya que en el país hay una gran movilidad espacial y racial,
la autora afirma entonces que: “Las estructuras familiares resultan
de la mezcla, en grados diferentes, de una herencia indígena pre-
colombina, de una inmigración peninsular en la época colonial,
159
Elvia Taracena

del mestizaje, de la esclavitud de población de origen africano, de


la urbanización, de la colonización del norte y del trópico más re-
cientemente”.
Cosio (2005: 3) estudia fundamentalmente el periodo de la
Nueva España en nuestro país y reconoce cuatro grandes grupos:
españoles y criollos, mestizos, mulatos e indios. Cada uno de estos
grupos practicaba en general la endogamia para el matrimonio,
aunque también coexistía el mestizaje.

Cada grupo racial presentaba su propio sistema matrimonial, con reglas de


alianza relativamente estrictas, que, por lo mismo sufrían frecuentes excep-
ciones: endogamia racial en españoles e indígenas, edades tempranas al ca-
sarse sobre todo para las mujeres, matrimonio universal entre los indígenas,
exogamia en los grupos intermedios (mestizos y mulatos), amancebamiento
e ilegitimidad de los hijos como correctivo a los desequilibrios de los mer-
cados matrimoniales segregados por raza, circulación de los hijos a edades
tempranas desde los indígenas hacia los españoles.

De acuerdo con la misma autora, las familias novohispanas eran


en general de tamaño reducido, entre 3 y 5 personas por hogar,
vivían en la cercanía de varios parientes. Solamente las familias
más ricas eran las que contaban mayor número de miembros entre
los que se incluían a parientes y no emparentados.
Los grupos indígenas son los que practicaban mayormente la
endogamia y quienes se casaban más jóvenes, rasgo que se conserva
hasta la actualidad. Los españoles y criollos también era un grupo
con un alto grado de endogamia, aunque los jóvenes se casaban más
tardíamente, y el grupo de mestizos era el que se mezclaba más.
La autora concluye que los dos aspectos que más influyeron en
las estructuras familiares en México han sido el origen étnico y el
catolicismo. Los desequilibrios en los mercados matrimoniales de
la sociedad novohispana favorecieron el concubinato y la ilegiti-
midad que dejaron huellas indelebles en nuestra sociedad.
Por otro lado, Muriel de la Torre (1986: 118) describe las ca-
racterísticas de las familias indígenas en el momento de la con-
quista basándose en la organización de los tenochcas, en donde
existía la familia nuclear (padre, madre e hijos) unida por lazos
de parentesco patrilineales que formaban los calpullis. La unidad
familiar se conformó a través de estos agrupamientos o comuni-

160
Las familias, la sociedad y el sujeto

dades, constituidos por familias (padres, hijos, nietos y bisnietos)


que habitaban comunalmente un solo edificio llamado “familia”,
cada “familia” albergaba un número de ocho a doce familias de
casados en orden patrinileal.
Coutourier (1996) estudia la familia en el siglo xviii en Mé-
xico pero lo hace a través de las actas notariales, en relación a las
dotes recibidas por las mujeres así que se concreta sobre todo a
familias de origen español y de una clase socioeconómica alta. La
autora señala que poco a poco desaparece la costumbre de dar a la
mujer una dote y aparece a finales del siglo xviii una tendencia de
los jóvenes a desafiar a sus familias y escoger a sus parejas, de ahí
que se creara la Sanción Pragmática sobre el matrimonio en 1779
para impedir los matrimonios de los jóvenes sin previo consenti-
miento de los padres.
Arraigada (2002) plantea que en América Latina las socieda-
des mestizas urbanas fueron fuertemente marcadas por la herencia
colonial española que se caracterizaba por la división entre lo pú-
blico, lo doméstico, el control de la sexualidad femenina, el con-
cepto de honor en la familia, el reconocimiento de otros varones
y la paternidad como medio de reafirmar la masculinidad. Aunque
existe una gran inconformidad sobre este modelo patriarcal, persis-
te en la sociedad un gran desfase entre representaciones, discursos
y prácticas de la población. La misma autora plantea que los nuevos
estudios sobre la desigualdad en la familia incorporan los ejes de
articulación de las relaciones entre género, etnia y clase social. Des-
de nuestro punto de vista, estas categorías permitirían comprender
mejor las singularidades de las estructuras familiares y salir de esta
tendencia de uniformización en torno a un ideal de familia.
Muriel de la Torre (1986) afirma que del siglo xvi al siglo xix
predominó en México la influencia de la Iglesia católica en las fa-
milias de diversos orígenes: españolas, criollas, mestizas en indí-
genas en donde se mantuvo un control por evitar la poligamia y
dar a la primera mujer todos los derechos y por asegurar que la
familia como célula social transmitiera los valores morales y cris-
tianos. En los tres siglos coloniales los matrimonios se normaron a
través de cédulas reales que trataban de controlar.
Los cambios políticos en la primera mitad del siglo xix in-
troducen una situación diferente para las mujeres que demandan
161
Elvia Taracena

sus derechos y participan más en el mundo del trabajo. Gutiérrez


(2000) estudia desde la perspectiva de género a la mujer del siglo
xix y plantea que, por un lado, los valores de la época porfiriana
perpetúan el rol que la mujer había tenido desde la época colonial
y por otro lado las nuevas necesidades económicas acercan a la
mujer al mundo del trabajo. La ideología de diversos pensadores:
positivistas liberales y socialistas en relación a la mujer giraba en
torno a la idea de la inferioridad de la mujer en diversos planos,
cuya tarea era consagrarse a la familia y al cuidado de la casa, y al
hombre se le reservaba la vida pública y el trabajo productivo. Sin
embargo, de acuerdo con la autora, las mujeres desde el siglo xviii
trabajaron en talleres tabacaleros, y la disminución de la población
masculina a consecuencia de la guerra de Independencia obligó a
las mujeres a emigrar a la ciudad de México en busca de trabajo.
De acuerdo con Quilodrán (2012: 41), el siglo xx en Méxi-
co se caracterizó por la consolidación del matrimonio civil y por
la postergación de la edad de la primera unión y sobre todo del
matrimonio, especialmente en las mujeres; también hubo un des-
censo de la viudez, al aumentar la esperanza de vida. En los años
sesenta comienza el proceso de transición hacia una baja fecundi-
dad. De acuerdo con la misma autora, el fin de siglo se caracteriza
por un declive del matrimonio civil y religioso y un incremento
en la unión libre y en la soltería, con ellos aumentan las relacio-
nes sexuales premaritales y la reproducción fuera del matrimonio:
“Todo apunta hacia un modelo de convivencia conyugal donde el
matrimonio pierde centralidad como la institución que legitima la
vida en pareja y, con ello, el ejercicio de la sexualidad y la forma-
ción de la descendencia”.
La autora señala que las relaciones dentro de la familia se van
haciendo menos jerárquicas y hay una mayor participación de los
miembros de la misma.
Esteinou (2009) analiza la intimidad de las parejas en varios
periodos y, como consecuencia, la constitución de roles y de la
estructura familiar. En su texto enfatiza los cambios económicos
ocurridos en el país, así como los cambios de relación entre el
hombre y la mujer.
La autora observa un nivel mayor de individualización entre
la pareja, que favorece mayores niveles de igualdad y cambios im-
162
Las familias, la sociedad y el sujeto

portantes en la crianza de los hijos. A pesar de que la mayoría de


los mexicanos escogen relaciones íntimas de largo plazo, han flo-
recido también arreglos de vivir en espacios separados pero estar
juntos (living apart together). Afirma también que se han venido
desarrollando relaciones de pareja donde hay más compañerismo,
y se le da más importancia a la relación sexual en donde las mu-
jeres han luchado por tener relaciones sexuales más placenteras y
no sólo como un deber conyugal.
Aunque las propuestas de la autora son interesantes y segura-
mente corresponden a algunas de nuestras observaciones, pensa-
mos que no se pueden generalizar. Un gran problema de los estu-
dios analizados es que pocos de ellos toman en cuenta las diferen-
cias de clase social, cultural y geográfica de las familias. El estudio
de Buelna (2014) en una zona zoque en el estado de Chiapas, nos
muestra que la concepción occidental del matrimonio no ha in-
fluido mucho en la forma de construcción de las familias. A través
de relatos biográficos, el autor muestra cómo hasta las décadas de
1950 y 1960 las mujeres no podían elegir a sus parejas sino que
eran escogidas por los padres o era el hombre quien decidía, a
veces sin consentimiento de la mujer. Las mujeres se casaban muy
jóvenes y a menudo los padres buscaban casarlas para disminuir
las bocas que alimentar. Estos datos nos hacen pensar que la idea
de familia nuclear en donde las parejas tienen la libertad de elegir-
se corresponde más a las zonas urbanas de clase media.

Las familias en el siglo xxi en México

Quilodrán (2012) afirma que la familia en el siglo xxi difiere del


modelo tradicional, en donde hay una escasa soltería; se encuentra
en general un vínculo conyugal estable y la descendencia dentro
del matrimonio es, en general, de dos a tres hijos.
De acuerdo con la autora, los modelos actuales tienden a la
soltería frecuente, a una vida sexual preconyugal generalizada, un
vínculo conyugal inestable, el nacimiento de los hijos antes del
matrimonio y aceptación de la co-residencia.
Sin embargo, aunque estos escenarios hacen eco a algunas de
las vivencias de personas próximas, si miramos las estadísticas re-
163
Elvia Taracena

cientes encontramos que la familia nuclear sigue dominando y que


los escenarios propuestos por la autora corresponden —en nuestra
opinión— a una minoría que representa en general a las personas
que tienen mayor educación y están más influidas por la cultura
occidental globalizada. El problema de los modelos propuestos,
desde nuestra perspectiva, es que no relativiza en términos de
pertenencia social la posibilidad de que influyan en las familias.
En el marco del Día Nacional de la Familia, el Instituto Nacio-
nal de Estadística y Geografía (inegi), mediante la información
del Censo de Población y Vivienda 2010,1 presenta datos relevan-
tes sobre algunas características de las familias mexicanas, en par-
ticular sobre los hogares monoparentales.

Hogar familiar

Si bien hogar no es sinónimo de familia, tradicionalmente este


concepto ha sido utilizado como aproximación, ya que por medio
del vínculo que cada uno de los miembros del hogar tiene con el
jefe(a) (ya sea consanguíneo, conyugal, de afinidad, adopción o
costumbre), se pueden conocer las distintas formas de organiza-
ción de los hogares.
En México, los hogares familiares —entendidos como aque-
llos en los que existe relación de parentesco de los miembros con
el jefe— son la principal forma en que las personas se organizan
(90.5%), mientras que los no familiares representan 9.3%. Cabe
señalar que de los hogares familiares, ocho de cada diez (77.7%)
son dirigidos por hombres y 22.3% por mujeres.
Los hogares conformados por el jefe(a) y cónyuge con o sin hi-
jos, o bien el jefe(a) sin cónyuge pero con hijos (conocidos como
nucleares), representan 70.9% de los hogares familiares; por otra
parte tres de cada diez (28.1%) son hogares extensos, constituidos
por un hogar nuclear más algún otro familiar o miembro que no
guarde parentesco con el jefe(a).

1. El levantamiento censal de 2010 usa el término de hogar censal referido al grupo de


personas vinculadas o no por lazos de parentesco que residen habitualmente en la
misma vivienda; en tanto que para las encuestas en hogares, el concepto de hogar
considera además la condición de un gasto común para comer.

164
Las familias, la sociedad y el sujeto

Distribución porcentual de los hogares familiares según clase 2010

Nota: el hogar ampliado se constituye por un hogar nuclear y al menos un pa-


riente, o bien por el jefe(a) y al menos un pariente; el hogar compuesto está
conformado por un hogar nuclear o ampliado y al menos un integrante sin
parentesco; estas dos clases conforman el extenso.
Fuente: inegi. Censo de Población y Vivienda 2010. Consulta interactiva de datos.

Estos son los resultados que resaltan más del estudio realizado por
el inegi:
La mayor proporción de hogares en México es de tipo familiar
(90.5%).
En el país, 18.5% de los hogares familiares son monoparentales.
Las entidades con una mayor proporción de hogares monopa-
rentales son el Distrito Federal (24.3%), Morelos (20.9%) y Gue-
rrero (19.7%).
Las mujeres encabezan 84% de los hogares monoparentales.
La mayoría de los hogares monoparentales son dirigidos por
un jefe cuya edad se encuentra entre los 30 y los 59 años; 65.1%
son mujeres y 49.6% son hombres.
El nivel de escolaridad que predomina en las(os) jefas(es) de
hogares monoparentales es la educación básica (61.2% mujeres y
61.3% hombres).
Nos parece interesante comparar este dato con el que mencio-
na Cosío (2005: 11) en cuanto a la proporción de hogares encabe-
zados por mujeres en la sociedad novohispana:

165
Elvia Taracena

Otro rasgo particular de las familias novohispanas consistía en la alta pro-


porción de hogares encabezados por mujeres. En Guadalajara, en 1679, en-
tre un conjunto de 296 hogares, 158 estaban encabezados por hombres, 138
por mujeres (47%). En Antequera, en 1777, 29 por ciento de los hogares
estaban encabezados por mujeres. Las mujeres jefas de hogar vivían en pe-
queñas unidades de 4 personas y menos, y eran solteras, concubinas o viu-
das, con pocos hijos.

Al parecer un rasgo que ha permanecido en el tiempo es el de la


mujer que dirige el hogar ante la ausencia del hombre. Se requiere
un análisis más fino para determinar las razones de esa ausencia
y el papel de la mujer en la sociedad frente al hecho de ser jefa de
familia.
Las estadísticas no nos permiten conocer las diferencias en
cuanto a la equidad o no de los cónyuges en la toma de decisiones,
en cuanto a la distribución de roles en el cuidado de la familia, y
respecto a la participación en el trabajo en el exterior, de la mujer
y del hombre. Para la caracterización más fina de las familias en la
actualidad hay que interrogar los estudios cualitativos.
Rojas (2010) realiza un estudio cualitativo en hogares de zo-
nas populares urbanas para conocer la inserción laboral de las mu-
jeres asalariadas y su influencia con la organización doméstica y
en la relación con sus maridos.
La autora parte del hecho de que los cambios económicos y el
aumento del empleo en el país ponen en tela de juicio el papel del
hombre como único proveedor de la familia, así como las relacio-
nes de poder y de autoridad; sin embargo, señala que esto no pue-
de generalizarse a todos los sectores ya que la literatura indica que
persisten patrones de división sexual del trabajo, siendo las muje-
res las principales responsables del trabajo reproductivo y del cui-
dado de la familia, sobre todo en sectores populares y marginados.
Rojas (2010) indica que hay un incremento de la participa-
ción de la mujer en el trabajo remunerado: de 17.3% que formaban
parte de la población económicamente activa (pea) en 1970 se
incrementa a 49% en 2009. En contraste, la población masculina
disminuye en porcentaje de aquellos que forman parte de la pea:
de 80.5 % en 2000 a 77.2% en 2010.
A través de entrevistas semi-directivas la autora interrogó a
dos grupos de mujeres: aquellas que tenían un negocio propio, a
166
Las familias, la sociedad y el sujeto

menudo ligado con el negocio familiar, y aquellas que tenían un


trabajo asalariado en el exterior.
En términos generales, las primeras manifestaban culpa por
no atender a sus hijos, así que iban y venían del negocio familiar,
pues no contaban con la participación del marido en las tareas do-
mésticas, ni en el cuidado de los hijos, no podían salir de casa sin
la autorización del marido y no participaban en la toma de decisio-
nes en lo que concierne el presupuesto familiar.
En contraste, las mujeres pertenecientes al segundo grupo se
sienten orgullosas de su actividad asalariada, cuentan con mayor co-
laboración del esposo en el cuidado de los hijos, aunque no en las
tareas domésticas —razón por la que tienen que alargar su jornada
de trabajo, ya que al llegar a casa se ocupan del trabajo reproducti-
vo—. Este grupo reporta tener mayor participación en la toma de
decisiones en lo que concierne la distribución del presupuesto.

Familias monoparentales

Las familias monoparentales en México han existido siempre,


aunque una buena proporción de mujeres que tienen hijos fuera
del matrimonio o son divorciadas con hijos regresan al hogar de
sus padres, lo que produce esta situación es que los hijos crecen
tomando como figura paterna y materna a los abuelos, lo que a
veces llega a producir confusiones genealógicas. En algunos casos,
incluso las madres conservan una función de hermanas más que
de madres. Landeros (2000) propone una tipología de las fami-
lias monoparentales en familias monoparentales simples, ya sea
con jefatura femenina (que constituye la mayoría) o masculina.
Por otro lado, plantea que hay familias monoparentales complejas
que pueden ser también con jefatura femenina o masculina. Habla
de la diversidad de estructuras en esas familias pues en algunos
casos se puede encontrar hasta dos o tres núcleos familiares. Esta
situación de diversidad en el caso de mujeres con hijos y sin una
figura estable de la pareja, ha producido que se empiece a hablar
de jefas de familia, término que implica una inclusión de las fami-
lias monoparentales pero no solamente. De hecho en 2003 se crea
un programa gubernamental denominado Mujeres Jefas de Fami-

167
Elvia Taracena

lia que a partir de 2004 es denominado Oportunidades para Muje-


res (Tepichin, 2011).
La autora menciona que el criterio para definir quiénes eran
jefas de familia fue muy ambiguo pues no se aclaró si debían tener
o no un cónyuge registrado, de manera tal que muy rápidamente el
programa se abrió a todas las mujeres como una forma de combate
a la pobreza.
Farías, Salazar, Monjardin y Calleja (2014) realizaron un estu-
dio en donde aplicaron un cuestionario a 305 mujeres residentes
de la Ciudad de México y área metropolitana en un rango de edad
de 15 a 75 años. El 61.3% de estas mujeres tenían estudios de nivel
medio o medio superior y 69.5% desempeñaban una actividad re-
munerada. El 56.7% eran casadas o vivían en unión libre y 74.1%
tenían hijos. Además del cuestionario socio-demográfico, se apli-
có otro cuestionario sobre la jefatura del hogar. Los autores en-
contraron que 34.4% de las mujeres entrevistadas consideraba que
eran la jefa de familia, 14.9% que lo era su pareja, 17.2%, la mujer y
su pareja 30.2%. De acuerdo con los resultados obtenidos, las jefes
de familia son mujeres en edad promedio de 40 años, desempe-
ñan una actividad remunerada, son solteras, viudas o divorciadas
y mayoritariamente sin pareja. Los autores contestan las conclu-
siones de otros estudios sobre familias monoparentales en donde
se afirma que las condiciones de vulnerabilidad y de pobreza se
agudizan, como es el estudio realizado por Ochoa en 2007. Farías,
Salazar, Monjardin y Calleja (2014) al hacer esta comparación no
toman en cuenta que el estudio de Ochoa se realiza con mujeres
más jóvenes y que no pertenecen a la misma situación geográfica,
ya que las entrevistas se realizan con mujeres de la zona conurba-
da de Guadalajara. El estudio de Ochoa (op. cit.) muestra que las
mujeres entrevistadas son más jóvenes, con hijos y sin pareja y
continúan apoyándose en general en su familia de origen.
Sedesol (2014) publica un texto que llama la atención por la
diversidad en la tipología de las familias y la necesidad de tomarla
en cuenta para el diseño de estrategias y programas para elevar el
bienestar de la población. Como parte del análisis sobre las estruc-
turas familiares, se incluye una gráfica que muestra la evolución de
los hogares en función de la tipología de las familias, del periodo
de 1990 a 2010. Es de llamar la atención en esta gráfica la dismi-
168
Las familias, la sociedad y el sujeto

nución de la familia biparental nuclear y el aumento de las familias


monoparentales. Así como de las parejas sin hijos que constituyen
para 2010, 9.45% de la población. La familia extensa muestra una
ligera disminución para aumentar en relación a los datos del 1990.

Gráfica 1
Evolución de los hogares según tipología
de familia en México 1990-2010

Familias homoparentales

De acuerdo con Menassé, Granados y Rodríguez (2014), siempre


ha habido familias homoparentales en México. Estas han existido
desde antes de que se legalizaran las uniones en México. Conside-
ran que la diferencia fundamental con la situación actual es que
las familias con padres de un mismo sexo pueden apoyarse en la
ley para exigir sus derechos, aunque siguen siendo objeto de dis-
criminación.
Gallego y Vasco (2010) hacen una comparación entre las legis-
laciones de varios países, comparando la situación de Argentina,
Colombia, Uruguay y el Distrito Federal en cuanto a la situación
legal de las uniones homosexuales. Los autores pretenden demos-
trar que el estudio de las homosexualidades debe pasar por reco-
nocer su especificidad como minorías culturales con titularidad
de derechos. En cuanto a la Ciudad de México, comentan que la
Suprema Corte de Justicia determinó la constitucionalidad del ma-
trimonio entre personas del mismo sexo y la posibilidad de adop-
169
Elvia Taracena

ción, en la medida en que la orientación sexual no debe ser un


elemento tomado en cuenta a priori para negar la adopción.
Menassé, Granados y Rodríguez (2014) realizan un estudio
cualitativo haciendo entrevistas a parejas homosexuales con hijos.
Para realizar esta investigación buscaron parejas pertenecientes a
diferentes clases sociales, cuatro de clase media baja y cuatro de
clase de media alta. El acceso a la parentalidad de estas familias
fue de distintas maneras: dos de las familias tuvieron hijos en una
relación heterosexual previa, pero los educan en el marco de su
relación homosexual, tres de ellas adoptaron a sus hijos, y otras
tres lo hicieron a través de inseminación artificial.
Lo que reportan las familias es que son objeto de discrimina-
ción de parte de profesores, responsables de la adopción y pro-
fesionales de la psicología. Reconocen en los profesionales una
actitud de normalización y en el último caso, de aceptación de la
homosexualidad solamente en el ámbito de lo privado.
Las familias homoparentales siguen siendo minoría en Méxi-
co. Gallego y Vasco (2010) presentan datos de 2010 que refieren
un incremento de los matrimonios homosexuales entre marzo y
julio de ese año. Se llevaron a cabo 320 matrimonios, 173 entre
hombres y 147 entre mujeres. Sin duda las familias homoparen-
tales en México siguen siendo objeto de prejuicios en cuanto a su
capacidad de criar hijos de manera armónica. Si pensamos que la
familia es influida por las actitudes y reacciones de la sociedad,
la discriminación de que son objeto puede interferir en la rela-
ción padre e hijo. En ese sentido, el análisis realizado por Gaulejac
(2002) en cuanto a la confrontación que todo individuo hace de
las características de su familia en términos sociales y personales,
podemos decir que los padres de familias homoparentales tienen
que aumentar la comunicación con sus hijos para contrarrestar
los prejuicios de diferentes sectores de la sociedad. El análisis rea-
lizado por Gaulejac (2008) sobre los sentimientos de vergüenza
que involucran la mirada social y los procesos identitarios puede
ayudarnos a comprender los problemas que enfrentan las familias
que son discriminadas por su diferencia y aquellos que pueden
tener los niños procedentes de estas familias en donde los padres
deberán estar especialmente atentos a las necesidades de conten-
ción de sus hijos.
170
Las familias, la sociedad y el sujeto

Reproducción asistida

La reproducción asistida se define como todo procedimiento para


llevar a cabo la fecundación y lograr un embarazo, que utiliza la
manipulación artificial o manipulación in vitro.
Dentro de la inseminación artificial puede haber diferentes
casos de figura: inseminación dentro del cuerpo de la madre o in
vitro, con una implantación posterior en el cuerpo de la madre (en
estos casos es clara la filiación de padre y madre). También puede
ser por inseminación del semen del padre en una mujer que ha
rentado o prestado su útero (maternidad subrogada), ya sea que
lo haga con un óvulo de la madre o uno propio. Otra posibilidad
es que se haga con semen de un donante, ya sea en el útero de la
madre, y con un óvulo de la misma o en el de una mujer que haya
accedido a prestar su útero.
Kably et al. (2012) afirman que las primeras experiencias de in-
seminación artificial con humanos se remontan al siglo xv, en don-
de se menciona como caso curioso el de Juana de Portugal casada
con Enrique IV rey de Castilla “El impotente”. Fue inseminada con
esperma de un desconocido y dio a luz a Juana La Beltraneja, aun-
que no existe un reporte médico de este hecho. El primer caso se
reconoce en 1790 en donde Hunter recoge semen de un paciente
con una jeringa, lo deposita en la vagina de su mujer y logra una
fecundación exitosa. Posteriormente hubo varios casos. Se registra
en el siglo xix la primera inseminación con semen de un donante.
En 1949 se diseñaron técnicas de congelación y descongelación del
semen. Los mismos autores consideran que para 1950, la insemina-
ción artificial ya era una industria. En México existen bancos de es-
perma desde los años noventa. De acuerdo con Ramírez (2010), hay
cuando menos uno que práctica la elección de donadores que cum-
plan con todo un estándar de fenotipo, genotipo y apariencia física.
En México la ley permite la inseminación artificial o procedi-
mientos que ayuden a procrear; sin embargo, no existe todavía una
ley que regule la reproducción asistida. La Ley General de Salud
hace referencia a la donación de gametos y el Código Civil rige los
temas de parentesco, pero ninguno de estos instrumentos trata la
complejidad de los nuevos métodos de reproducción ni protege a
los pacientes y a los futuros bebés de los posibles riesgos.
171
Elvia Taracena

De acuerdo con Brena (1995), la inseminación artificial a tra-


vés de bancos de esperma implica una serie de acuerdos jurídi-
cos de voluntades, la mujer otorga su consentimiento para que
se manipule su organismo y este consentimiento también impli-
ca la aceptación de la maternidad del hijo procreado, el donador
de semen acepta que su esperma sea objeto de una inseminación
artificial, pero no necesariamente acepta la paternidad del hijo.
Iniciado el proceso ésta se convierte en irrevocable y no podrá ser
suspendida ni por la mujer, ni por su pareja y mucho menos por
el donador.
La autora insiste en que el niño proveniente de la insemina-
ción artificial será sujeto de derechos tutelados jurídicamente, la
ley se debe encargar de no reconocer la paternidad a quienes no
hayan manifestado su voluntad de establecer lazos de filiación y
de reconocer los de quienes lo manifestaron.
De acuerdo con Hernández y Figeroa (2011: 1341), se entiende
por maternidad subrogada: “El acto productor que genera el naci-
miento de un niño gestado por una mujer sujeta a un pacto o com-
promiso mediante el cual debe ceder todos los derechos sobre el re-
cién nacido a favor de otra mujer que fungirá como madre de este”.
Los autores afirman que el primer caso de subrogación de útero
ocurrió en 1989; se trataba del matrimonio Stern, que al ser infértil
contrató a la señora Whitehead, una mujer casada, para que fuera
inseminada con los gametos del señor Stern y posteriormente en-
tregara el recién nacido a la pareja. Se fijó un precio por los servi-
cios de la señora Whithead. Sin embargo, cuando ésta dio a luz a
una niña, se negó a entregarla. El caso se resolvió en apelación por
el Tribunal Supremo de Nueva Jersey, que concedió la custodia al
matrimonio Stern. Este ejemplo muestra la complejidad en cuanto
a la filiación. Aunque jurídicamente el bebé era reconocido como
de la pareja Stern seguramente la relación que la madre biológica
estableció con el feto y el hecho de que ella hubiese donado el óvulo
hicieron dudar a la señora Whithead de su compromiso.
En México se aprobó la ley sobre la maternidad subrogada
en el Distrito Federal en el año 2010, sin embargo hasta 2013, de
acuerdo con Barboza y Torres (2013), no se había publicado en la
Gaceta Oficial, sin embargo esta ley existe en el Código Civil de
Tabasco desde 1997. La maternidad subrogada está pensada como
172
Las familias, la sociedad y el sujeto

una actividad altruista, pero los autores plantean que ha generado


un mercado ilegal debido a las necesidades económicas de muchas
mujeres que rentan su útero.
En un artículo publicado por El Informador se afirma que exis-
ten lagunas legales en cuanto a muchos procedimientos relaciona-
dos con la genética en México, incluso aquellos altamente contro-
versiales como la clonación que, salvo el Código Penal del Distrito
Federal, no está expresamente prohibida por la ley.
La Comisión Nacional de Bioética (El Informador, 2014: 1)
presentó un informe el año pasado para delimitar las líneas gene-
rales de una posible ley que regule las prácticas de reproducción
asistida. Entre ellas plantea que la “selección de sexo deberá pro-
hibirse cuando se pretenda llevarla a cabo por simple preferen-
cia; no obstante, se recomienda someter al Comité Hospitalario de
Bioética aquellos casos de excepción, en los que dicha selección
tuviera por objeto evitar transmisión de enfermedades graves, he-
reditarias e inhabilitantes a la descendencia, previo consejo gené-
tico, por medio de criterios que podrían establecerse en normas
de jerarquía secundaria”.
Sin embargo en el mismo artículo se señala que están operan-
do clínicas en México, filiales de algunas que existen en Estados
Unidos, que promueven el empleo de un menú genético que sig-
nifique el diseño de las características de los hijos deseados. Y en
todo caso, estas clínicas escogen el sexo de los fetos de acuerdo
con el deseo de los padres.
Ya Ziporyn (1986) alertaba contra el riesgo de favorecer la eu-
genesia, riesgo que está cada vez más cerca pues el diagnóstico
genético preimplantatorio (dgp) permite hoy en día visualizar ca-
racterísticas como color de ojos, cabello y piel.
El informador.mx en 2001 refiere en una nota que “los miem-
bros de la Asociación Norteamericana de Medicina Reproductiva
advierten de los riesgos que conllevan los ‘bebés de diseñador’:
“Un problema potencial de estas prácticas es que el valor que se le
da a un ser humano se base en sus características genéticas y no en
el respeto inherente a su vida y dignidad”.
Además de los aspectos éticos que implica la comercializa-
ción de la reproducción asistida y la utilización de la misma para
dar gusto a los futuros padres en cuanto a las características de su
173
Elvia Taracena

bebé, otro problema que se presenta es el del secreto alrededor de


los orígenes de los niños procreados por estos métodos.
La inseminación artificial que involucra un donante o varios
implica que el hijo desconocerá quiénes son sus padres biológi-
cos y esto puede ser vivido de diferentes maneras, algunos podrán
aceptar el hecho y otros rechazarlo y angustiarse.
Delaisi (2002) plantea que el hecho de que jurídicamente se
establezca el secreto en cuanto a la identidad del donador(a) crea
un secreto en torno a los orígenes. Pero este secreto puede crear
otros, como en el caso de las muñecas rusas: los que se desprenden
del primero son la esterilidad de alguno de los miembros de la pa-
reja y el hecho de que la sexualidad de la pareja sea estéril en con-
secuencia. La autora, psicoanalista de formación, afirma que uno
de los secretos más mortíferos son los que se refieren a la filiación.
Y que en este caso como en la adopción, cuando los jóvenes llegan
a la adolescencia, algunos de ellos manifiestan su deseo de cono-
cer la identidad del padre o madre biológico(as). La autora discute
las posiciones jurídicas de diversos países, entre ellos Suecia, que
autorizan a los jóvenes a la mayoría de edad a conocer la identidad
del donante que hasta entonces había quedado como anónimo. En
otras naciones se resuelve el asunto con una posición intermedia,
en donde el joven podría conocer algunas de las características
del donante pero no su identidad completa, como es el caso de
Australia.
Es tarea de los padres que utilizaron estas técnicas comunicar
a sus hijos las condiciones de su nacimiento, y en todo caso, de
la legislación que permite o no tener información de los padres
biológicos y favorecer así la elaboración psíquica que le permitirá
producir su verdad propia en lo que concierne a sus orígenes.

La función de la familia

Como hemos ya expresado en este texto, una de las funciones prin-


cipales de la familia es la construcción de la identidad social e indi-
vidual. Desde el punto de vista jurídico la pertenencia a un grupo
reconocido por la sociedad le da a la persona una identidad desde
el nacimiento. Por eso es que aparece en un gran número de textos
174
Las familias, la sociedad y el sujeto

la ilegitimidad como un problema social. En lo que concierne a


la identidad individual, se puede mencionar la importancia que
tiene la familia para la afirmación de la identidad de género. Singly
(2002) plantea que desde el punto de vista sociológico, tanto la
familia como la escuela tienen una función de reproducción de
las desigualdades en la sociedad, y como lo dijimos inicialmente,
la familia constituye una correa de transmisión entre el sujeto y la
sociedad, y viceversa.
Por otro lado, Gaulejac (2002) analiza cómo las elecciones y
decisiones que el sujeto hace a lo largo de su vida están relaciona-
das con la herencia familiar. Cuando una persona analiza su árbol
genealógico, toma conciencia de hasta qué punto sus creencias,
valores y actos están relacionados con los de sus ancestros. Sólo
mediante esta toma de conciencia el sujeto puede establecer dis-
tancia de la posibilidad de repetición que le hace en algunas oca-
siones vivir conflictos cuyos orígenes resultan confusos.
Una función importante de la familia es la de la transmisión de
la memoria. De acuerdo con Muxel (1996), la memoria del indi-
viduo se transmite a través de la familia y tiene varias funciones:
la de transmisión, la de reviviscencia y la de reflexividad, que se
encuentran en el corazón de la construcción de la identidad. Esta
memoria se transmite a través de las actividades cotidianas como
comidas de familia y compartir los espacios íntimos. También
la familia desempeña un rol determinante en la transmisión de
orientaciones ideológicas (Muxel, 2002). La familia cubre funcio-
nes importantes en el desarrollo afectivo y emocional de la perso-
na, es donde el individuo aprende, desde pequeño, la manera de
expresar o no sus emociones y la importancia del apego.

La representación de la familia: un campo ideologizado

Pensamos que la representación de la familia está fuertemente


influida por el concepto que se tiene desde el Estado, que regula las
políticas públicas, y por la religión, que ha tenido históricamente
una función de control en la sociedad. Por otro lado, la producción
conceptual de las ciencias sociales que recoge las representaciones
que los diferentes grupos sociales tienen de la familia, ha tenido
175
Elvia Taracena

también un papel importante en la difusión en un concepto ideal


de familia que corresponde actualmente a la familia nuclear.
Arriagada (2002: 144) plantea que el concepto de familia está
teñido ideológicamente, y que esto influye para que la familia sea
percibida “como una institución inmutable que desempeña fun-
ciones esenciales para el bienestar de las personas”. La autora afir-
ma que este hecho impide tomar en cuenta la diversidad de situa-
ciones que viven las familias.
Por su parte, Esteinou (2009) analiza la caracterización que se
tiene en la sociología hasta los años setenta de la familia nuclear
o burguesa, cuyas características principales serían las siguientes:
independencia social y económica de los cónyuges con respecto
de las familias de origen, libertad de elección de la pareja en la
formación de la misma, diferenciación de roles madre como ama
de casa, padre como proveedor, la relación de los esposos debe ser
cálida e íntima, existe una creciente preocupación en el cuidado
de los hijos que está fuertemente cargado en términos afectivos,
las relaciones entre los sexos y generaciones tienden a ser asimé-
tricas, pero se suponen complementarias y, finalmente, se le da
mucha importancia al desarrollo individual de cada miembro de la
familia. De acuerdo con la autora, esta caracterización de la familia
nuclear fue cuestionada por el movimiento feminista, el psicoaná-
lisis y algunas de las ciencias sociales, sobre todo en lo que respec-
ta la desigualdad, autoritarismo y doble moral.
Desde nuestro punto de vista, la psicología, junto con el traba-
jo social, son algunas de las disciplinas que más han contribuido
a difundir esta visión normalizadora de la familia, y a su vez, han
apoyado la noción de orden social que le interesa garantizar al Es-
tado y a la Iglesia. Desde ahí se juzga a las familias como disfuncio-
nales o patológicas sin tomar en cuenta que no existe ninguna fa-
milia que no tenga zonas obscuras, secretos familiares, problemas
de comunicación etcétera.
Un ejemplo de este fenómeno lo encontramos en el estudio
realizado por Garduño et al. (2014, 602) en donde se preguntan
sobre la dinámica familiar de estudiantes universitarios proceden-
tes de familias cuyos padres viven juntos, comparados con aque-
llos que viven separados. A pesar que en las conclusiones insisten
que los cambios no son necesariamente negativos, también hacen
176
Las familias, la sociedad y el sujeto

afirmaciones de esta naturaleza: “podemos percibir que se están


manifestando múltiples diferencias entre la dinámica de familias
que viven los estudiantes universitarios con padres juntos y pa-
dres separados, sin duda alguna el fenómeno de la separación y
desintegración familiar tiene un impacto sobre las relaciones e in-
teracciones que se dan dentro de las mismas”.
El hecho mismo de considerar la separación de los padres
como desintegración familiar, revela el apego a la idea de la familia
nuclear biparental como modelo ideal de la familia.
En nuestra opinión, este ideal de la familia influye fuertemen-
te en el desarrollo de políticas sociales que pretenden favorecer la
estabilidad de la familia y que no dan lugar a la expresión de la di-
versidad de familias en nuestro país. Como vimos anteriormente,
Sedesol (2014) plantea que es un reto el incorporar la diversidad en
las familias a las políticas sociales. Por el momento, gran parte de la
preocupación de los programas gubernamentales consiste en que
las personas que reciben ayuda hagan buen uso de la misma, por eso
es que las políticas han favorecido fundamentalmente a las mujeres
quienes se consideran proclives a utilizar el dinero para sus hijos.
Tepichin (2011) analiza el programa Jefas de Familia para el
estado de Jalisco, México, y comenta que a pesar de pretender un
enfoque de género en el discurso, en la práctica se reproduce un
modelo que se centra en la distribución de recursos y no en alen-
tar la autonomía de las mujeres.
Como se puede constatar, las ciencias sociales y las políticas
sociales están lejos de incorporar la diversidad de las familias y se
apegan fuertemente a la visión normalizadora y al concepto ideal
de familia.
La introducción de la perspectiva de género en el debate so-
bre la familia permite salir un poco de esta mirada normalizadora
ya que reivindica la diversidad en la organización de la familia e
introduce el debate sobre el poder, las jerarquías, la desigualdad y
en general contesta el modelo patriarcal como ideal de la organiza-
ción familiar. Esta discusión también está teñida ideológicamente,
aunque desde el lugar de las minorías.

177
Elvia Taracena

Conclusiones

La revisión histórica, aunque somera, muestra claramente que las


condiciones socio-históricas influyen en las modalidades subjeti-
vas y objetivas del hecho de ser mujer y su papel en la familia.
El acento puesto en diversas etapas históricas del rol de la fa-
milia y de la mujer como garante de ese rol —que es el cuidado de
los hijos y de su educación—, ha atravesado la concepción de la
familia hasta nuestros días.
Uno de los primeros hechos que aparecieron en esta revisión
histórica sobre la situación de la familia, y en particular en Mé-
xico, es la gran diversidad de familias que existen en la actuali-
dad y la imposibilidad de poder afirmar que una es mejor que la
otra. Tomando en cuenta este hecho pensamos que tanto desde las
ciencias sociales como desde las instituciones responsables de las
políticas sociales se debe hablar de familias y no de familia.
A pesar de la necesidad de tomar en cuenta estas singulari-
dades, también es claro que las modalidades de familia nuclear y
familia extensa son las que han predominado hasta el momento en
México. Es de hacerse notar que el porcentaje de familias extensas
—alrededor de 20%— no se ha modificado de manera significativa
en los últimos años. Probablemente las relaciones al interior de
las familias, la jerarquía y la circulación del poder hayan cambia-
do, sin embargo no hay datos suficientes para poder afirmarlos, ya
que como lo vimos a lo largo del trabajo muchos estudios no to-
man en cuenta las clases sociales, la pertenencia geográfica de las
familias que determinan en gran medida el acceso o no a la cultura
occidental individualizada cuya influencia se ve más claramente
en las clases altas.
Es en estas clases que se constata más claramente la influen-
cia del desarrollo de la tecnología y la comercialización de la re-
producción asistida, cuyo riesgo es mercantilizar la producción de
bebés al gusto de los padres como si se tratara de un objeto de
consumo.
Por último, nos parece que la familia ideal no existe y que en
particular la psicología debería partir de premisas diferentes y de-
jar de pensar que hay familias funcionales y disfuncionales, ya que
a nuestro parecer toda persona tiene zonas obscuras que provie-
178
Las familias, la sociedad y el sujeto

nen de la dinámica familiar y de la constitución del apego y del


desarrollo afectivo. Quizá lo importante es señalar que debe haber
un equilibrio en el funcionamiento familiar, en donde no predo-
minen situaciones que pongan en peligro el desarrollo del sujeto,
en cuyo caso la sociedad deberá buscar estructuras de contención
que permitan la socialización de los niños.
Hemos realizado un esfuerzo por no reproducir una mirada
normativa que plantee ciertas estructuras como mejores que otras.
Ya sea en una familia nuclear, extensa, monoparental, homoparen-
tal, o creada a través de reproducción asistida, podríamos encon-
trar a nuestro parecer, experiencias de familias que cumplen su
función de facilitar el desarrollo y de protección y en algunas otras
quizá éstas funciones no se cumplan.
En todo caso, esta diversidad de estructuras en las familias
abre la posibilidad de cambiar la sociedad y tener una mirada más
abierta a la aceptación de diferentes grupos familiares.
Por último, consideramos que en la agenda de las ciencias so-
ciales y de las instituciones queda la incorporación de grupos que
privilegien el análisis de las minorías y de la función que éstas
puedan tener en la sociedad.

Referencias bibliográficas

Aries, P. (1987) El matrimonio indisoluble. En: Aries P., Béjin A. y


Foucault M. (Eds.), Sexualidades occidentales. México: Editorial
Paidós Studio.
Arriagada, I. (2002). Cambios y desigualdad en las familias latinoame-
ricanas. Revista de la cepal 77, 143-161 Recuperado de: http://re-
positorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/10829/077143161.
pdf?sequence=1
Barboza, R. y Torres, K. (2013) Renta de úteros. A un click de distancia.
El Universal. MXr. Estados. Versión digital. Recuperado de: http://
www.eluniversal.com.mx/estados/2013/renta-de-uteros-a-un-
click-de-distancia-973256.html
Bauman, Z. (2000). Modernidad líquida. México: Fondo de Cultura
Económica.
Brena, I. (1995). Algunas consideraciones en torno al derecho a la repro-
ducción por medio de inseminación artificial. Revista Jurídica Virtual.

179
Elvia Taracena

Boletín Mexicano de derecho comparado, 82, iij-unam Instituto de


Investigaciones Jurídicas de la unam. Recuperado de: http://www.
juridicas.unam.mx/publica/rev/boletin/cont/82/art/art2.htm#P14
Buelna, A. (2014). Los cambios en la subjetividad ante la coexistencia
de dos sistemas de salud diferentes en una sociedad tradicional zo-
que. Documento de candidatura al doctorado (17 de septiembre de
2014). Doctorado en psicología fes Iztacala-unam. Edo. de México.
Cosio de M. (2005). Historia de la familia en México. Centro de Estudios
Demográficos. División general de investigación en ciencia y tecno-
logía. México, 1-14. Recuperado de: http://www.ced.uab.es/publi-
cacions/PapersPDF/Text109.pdf.
Coutourier, E. (1996). La mujer y la familia en el México del siglo xviii:
legislación y práctica. Historias 36, Revista de la Dirección de Estudios
Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, octubre
1995-marzo 1996, México DF, 27-38. Recuperado de: http://www.
estudioshistoricos.inah.gob.mx/revistaHistorias/wp-content/
uploads/historias_36_portada.pdf
Delaisi de Parseval, G. (2002). Le secret des origines. En: Dortier J.F.
(Ed.) Familles, permanence et métamorphoses (pp. 273-280). París:
Editorial Sciences Humaines.
Esteinou, R. (2009). Las relaciones de pareja en el México moderno.
Revista Casa del Tiempo, 4, 26, 65-75. Recuperado de: http://www.
difusioncultural.uam.mx/casadeltiempo/26_27_iv_dic_ene_2010/
casa_del_tiempo_eIV_num26_27_65_75.pdf
Falta legislar sobre reproducción asistida en México, 13 de Abril 2014
(2014). El Informador. Recuperado de: http://www.informador.
com.mx/suplementos/2014/522872/6/falta-legislar-sobre-repro-
duccion-asistida-en-mexico.htm.
Farías, S., Salazar, M., Monjardin, F. y Calleja, N. (2014). Jefas de fami-
lia en México: caracterización y rasgos instrumentales-expresivos.
Informes de investigación. Revista Mexicana de Investigación en
Psicología, 6, 1, 87-96. Recuperado de: http://www.revistamexica-
nadeinvestigacionenpsicologia.com/sitio/
Gallego, G. y Vasco, J. (2010). El reconocimiento al derecho de unión
entre personas del mismo sexo: el caso de Colombia, Argentina,
Uruguay y el Distrito Federal en México. Revista Latinoamericana
de Estudios de Familia, 2, enero-diciembre, 176-194. Recuperado de:
http://revlatinofamilia.ucaldas.edu.co/downloads/Rlef2_9.pdf.
Garduño, A. et al. (2014). Dinámica familiar de estudiantes en univer-
sitarios. Revista Electrónica de Psicología Iztacala, 17, 2, 558-605.

180
Las familias, la sociedad y el sujeto

Recuperado de: http://www.iztacala.unam.mx/carreras/psicologia/


psiclin/vol17num2/Vol17No2Art8.pdf
Gaulejac de V. (2002). Histoire de vie, héritage familiale et trajectoire
social. En: Dortier J.F. (Ed.), Familles, permanence et métamorphoses
(pp. 199-206). París: Editions Sciences Humaines.
Gaulejac de V. (2008). Las fuentes de la vergüenza. Buenos Aires: Mármol
izquierdo editores.
Gutiérrez, A. (2000). De la mujer ideal a la mujer real. Las contradic-
ciones del estereotipo femenino en el siglo xix. Cuicuilco, 18, 7, pp.
1-18.
Goody, J. (2001). L’histoire de la famille en Europe. París: Editorial Seuil.
Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (2014).
Estadística a propósito de Día Nacional de la Familia Mexicana
(2 de marzo). Datos nacionales, pp. 1-8. 27 de Febrero de 2014
Aguascalientes, AGS. México: Autor. Recuperado de: http://www.
inegi.org.mx/inegi/contenidos/espanol/prensa/Contenidos/esta-
disticas/2014/familia0.pdf
Hernández, A. y Figueroa, J. L. (2011). Ley de Maternidad Subrogada
del Distrito Federal. Boletín Mexicano de Derecho Comparado, nue-
va serie, xliv, 132, septiembre-diciembre de 2011, 1335-1348.
Recuperado de: http://biblio.juridicas.unam.mx/revista/pdf/
DerechoComparado/132/el/el11.pdf
Kably, A. et al. (2012). Consenso Nacional Mexicano de Reproducción
Asistida. Revista Mexicana de Medicina de la Reproducción, 5(2), 68-
113. Recuperado de: http://www.medigraphic.com/pdfs/reproduc-
cion/mr-2012/mr122c.pdf
Landeros, R. (2000). Las familias monoparentales: sus características y
tipología. Revista de Ciencias Sociales, 4, 90-91, 9-23. Universidad de
Costa Rica. Costa Rica. Recuperado de: http://www.redalyc.org/ar-
ticulo.oa?id=15318269012
Menassé, A., Granados, J. y Rodríguez, M. (2014). Experiencias de fami-
lias homoparentales con profesionales de la psicología en México,
Distrito Federal. Una aproximación cualitativa. Cuicuilco. Revista de
la Escuela Nacional de Antropología e Historia, 59, enero-abril, 2011-
236. Recuperado de: https://revistas.inah.gob.mx/index.php/cui-
cuilco/article/view/3881/3764
Muxel, A. (1996). Individu et mémoire familiale (183-188). París:
Ediciones Nathan. Essais et Recherches.
Ochoa, M.C. (2007). Pobreza y jefatura femenina. Revista La ventana, 25,
168-198. México.

181
Elvia Taracena

Palacio, V. (2010). Los tiempos familiares en la sociedad contemporánea:


la trayectoria de una configuración. Revista Latinoamericana de
Estudios de Familia, 2, enero-diciembre, 9-31. Manizales, Colombia.
Recuperado de: http://revlatinofamilia.ucaldas.edu.co/index.
php?option=com_content&view=article&id=59&Itemid=67
Quilodrán, J. (2012). Hacia un nuevo modelo de nupcialidad: ¿qué pa-
rejas y qué familias en el siglo xxi? En: García, B. y Ordorica, M.
(Coords.), Los grandes problemas de México (pp. 40-46). El Colegio
de México, ac. Recuperado de: http://www.colmex.mx/gpm/
images/PDF/I_POBLACION.pdf
Ramírez, C. (2010). Dr. Alfredo Góngora, director de un centro de fer-
tilidad. Letras Libres. Recuperado de: http://www.letraslibres.com/
blogs/dr-alfredo-gongora-director-de-un-centro-de-fertilidad
Rojas, O. (2010). Género, organización familiar y trabajo extradomésti-
co femenino asalariado y por cuenta propia. Revista Latinoamericana
de Estudios de Familia, 2, enero-diciembre, 31-50. Recuperado de:
http://revlatinofamilia.ucaldas.edu.co/downloads/Rlef2_2.pdf
Secretaría de desarrollo social (Sedesol, 2014). Avances y retos de la
política social. La evolución de las estructuras familiares en América
Latina. Boletín quincenal de la Subsecretaría de Prospectiva, Planeación
y Evaluación, 3, 77, junio 3 de 2014. Recuperado de: http://www.se-
desol.gob.mx/work/models/SEDESOL/Resource/142/1/images/
boletin_77_DGAP.pdf
Singly de F. (2002) A quoi sert la famille? En: Dortier, J. F. (Ed.), Familles,
permanence et métamorphoses (pp. 99-106). París: Editions Sciences
Humaines.
Tepichin, A. (2011). Reseña de Los límites de la pobreza desigualdad y
exclusión de las mujeres, de Ochoa, M. Espiral, 18, 52, 269-276.
Guadalajara, México: Universidad de Guadalajara. Recuperado de:
http://www.redalyc.org/pdf/138/13821307009.pdf
Ziporyn, T. (1986). Inquietudes médico-sociales sobre la reproducción
humana artificial. Journal of the American Medical Association, 255, 1,
289-293. Recuperado de: http://www.jstor.org/discover/10.2307/4
1608273?sid=21105603293231&uid=3&uid=2&uid=377435831&ui
d=62&uid=3738664&uid=38292&uid=38293&uid=67

182
Capítulo 7
Mujeres que han decidido no tener hijos

Francisco Javier Cortazar Rodríguez

Resumen

E
l presente capítulo se centra en los relatos de mujeres que
han decidido no ser madres. Para realizarlo se entrevistó
a 20 mujeres sin hijos, quienes ofrecieron su experiencia
a través de un cuestionario con preguntas abiertas, diseñado para
que ellas se expresaran sobre su experiencia de vida en aspectos
como el trabajo, las relaciones con hombres y mujeres, su familia
y el proceso que las llevó a tomar su decisión. La exposición se
divide en dos partes: en la primera se ofrecen algunas reflexiones
de carácter teórico sobre la recomposición de la vida familiar en
las sociedades actuales y algunos de los dilemas que estos cambios
plantean, mientras que en la segunda parte se ofrece el testimonio
de las mujeres entrevistadas, procurando dejarlas hablar a través
de bloques temáticos que se han ordenado para realizar la exposi-
ción de sus vivencias.

Introducción

Cada vez son más numerosas las mujeres que han decidido no tener
hijos para mantener un estilo de vida que les gusta (viajar, estu-
diar, salir, vivir su sexualidad, ser independientes) y para explo-
tar mejor su desarrollo profesional. ¿Qué factores han intervenido
para que adopten esa decisión? ¿Qué características sociales tiene
su perfil sociológico?¿Qué tipo de presiones sociales han vivido
por parte de sus parientes, amigos e instituciones? ¿Son percibidas

183
Francisco Javier Cortazar Rodríguez

de forma distinta a una mujer con hijos? ¿Qué hay de diferente


en esa percepción? ¿Cuentan nuestras instituciones con medidas
adoptadas al estilo de vida de ellas? Estas son algunas de las pre-
guntas a las que el presente capítulo desea contribuir a contestar.
El incremento en el número de mujeres que han decidido no
tener hijos es señalado por diversas fuentes y estudios, desde los
censos de población hasta los estudios académicos o comerciales,
tanto realizados en México como en otros países. Las causas que
convergen para explicar esta tendencia son múltiples y van desde
el cambio en los valores sociales (individualismo, independencia,
consumismo, realización personal y profesional, una sexualidad
más libre), problemas contextuales (carestía de la vida, falta de
oportunidades para conseguir un mejor empleo, deterioro de las
prestaciones sociales y del Estado de bienestar, contaminación,
inseguridad) y estructurales (falta de oportunidades para adquirir
una vivienda propia, inequidades de género, falta de legislación y
apoyos concretos para este modelo alterno de familia).
Lo que intento en este trabajo es ofrecer una interpretación
sobre los significados de esta decisión, ¿se trata de una forma de
resistencia ante los valores tradicionales y patriarcales? Son múlti-
ples los problemas a los que se enfrentan las mujeres como la do-
ble jornada (trabajar fuera de casa y ocuparse del hogar), el techo
de cristal (que no se refiere únicamente a que por el mismo tipo de
trabajo las mujeres reciben menor remuneración que los hombres,
sino que también reciben menos oportunidades de ascenso pro-
fesional). Me interesa escuchar los discursos de las mujeres que
han decidido no tener hijos porque en ellos es posible encontrar
las múltiples formas a través de las cuales se oponen a los valo-
res dominantes y a lo que se espera de ellas como mujeres. Dicha
oposición adquiere múltiples variantes: regatean, pactan, repelen,
negocian u obstruyen los sentidos hegemónicos de los valores do-
minantes a través de pequeñas luchas cotidianas en diversos ám-
bitos de su vida diaria.
De ahí que debamos cuestionarnos el concepto de familia
como institución normativa, que funciona tanto a nivel del sen-
tido común como jurídicamente, pues en las leyes y reglamentos
se le define de determinada forma, lo que en los hechos excluye a

184
Mujeres que han decidido no tener hijos

cualquier otro modelo de convivencia y, en consecuencia, limita


el acceso a prestaciones y apoyos a una gran cantidad de personas.
Otro aspecto que examino brevemente en este capítulo se re-
fiere a la constitución histórica de la familia, que por su propia ex-
tensión merecería un tratado completo. Aquí me limito a señalar
un periodo histórico en los que la familia era muy distinta en su
funcionamiento a como la conocemos en la actualidad, sobre todo
en la maternidad. En efecto, la maternidad es un concepto que ha
variado mucho a lo largo de la historia pues sus rasgos principales
no han sido los mismos en todas las épocas ni en todas las socie-
dades. Nuestra actual idea de maternidad es un concepto que pro-
viene de la sociedad burguesa de los siglos xviii y xix, entendida
como familia nuclear y fundada en valores patriarcales, donde la
mujer tiene un papel asignado y metas claras que debe cumplir
para ser considerada como normal, de ahí que esperemos que en-
tre las metas que debe cumplir toda mujer para realizarse se en-
cuentren casarse y tener hijos. No cumplir con estas expectativas
sociales hacía de la mujer un ser marginal.
Sorprende la gran cantidad de metáforas sociales, frases he-
chas, dichos y exclamaciones que expresamos a través del lengua-
je coloquial, pues al reflexionar sobre ellas y ponerlas en perspec-
tiva, son en realidad una forma a través de la cual la sociedad, el
cuerpo social, habla a través de los individuos, recordándoles las
normas sociales a las que deben someterse. El escándalo y la sor-
presa que numerosos individuos expresan ante una mujer que no
desea tener hijos es síntoma de la ruptura de los valores deseados
y de las normas que se espera todo el mundo cumpla. Estas ex-
presiones incluyen frases como: “se le fue el tren”, “el reloj bio-
lógico avanza”, “ya tendrás ganas, se te va pasar”, “el instinto ma-
ternal”, “no sabe lo que quiere”, “qué egoísta”, “seguro no puede”
[tener hijos], “no se realizó” [como mujer], “las quedadas”, “las
solteronas”, “vestir santos”, “madre desnaturalizada” y varios más.
Estas expresiones son interesantes en la medida en que justifican
un orden social normativo que damos como natural, un mandato
biológico por el que toda mujer debe atravesar para cumplir su
procesos biológico y social: ser un ser acabado, completo, cuando
en realidad se trata de un orden social con una fuerte carga cultu-

185
Francisco Javier Cortazar Rodríguez

ral que obedece a una construcción histórica cuyos rasgos son el


patriarcado y ser heteronormativo.
En la segunda parte del trabajo se ofrecen los testimonios de
las mujeres entrevistadas. He organizado la información en blo-
ques temáticos, por ejemplo: la adopción de su decisión, presiones
familiares y de amigos, sus relaciones con los hombres, trabas ins-
titucionales, expectativas. La idea es dejar que sean ellas mismas
quienes ilustren al lector en las diversas situaciones a las que se
han enfrentado a partir de su decisión de ser mujeres que no de-
sean tener hijos. Se realizaron 20 entrevistas con mujeres cuyas
edades van desde los 17 años —la menor—, hasta los 49 años —
la mayor—. En ese segundo apartado, antes de la presentación de
las entrevistas, anoto algunas consideraciones metodológicas que
garantizan la confidencialidad de las entrevistadas, sobre la estra-
tegia para la recolección de la información, el diseño del cuestio-
nario y el tratamiento de la información.
Las múltiples aristas relacionadas con las mujeres que han de-
cidido no tener hijos no pueden ser abarcadas en su totalidad en el
espacio de este escrito, por lo que queda para versiones ulteriores
otros tratamientos. Sin embargo, hay uno en particular que aquí
deseo recalcar y que surgió en varias ocasiones en las entrevis-
tas y fue sintetizado por la siguiente frase: “¿Por qué mi útero es
tema de conversación? A los hombres no les preguntan lo mismo”.
Nuestra sociedad patriarcal demanda que el cuerpo de las muje-
res sea vigilado y controlado en todo momento a lo largo de su
vida en múltiples aspectos: cómo viste, su complexión (demasiado
delgada o demasiado gorda), en su sexualidad (si hay ausencia, si
es poca o si es mucha), en las decisiones que toma, en su estilo
de vida. El comentario social, lo que la gente dice, está ahí como
sutil mecanismo de control del cuerpo femenino, que se auxilia
de otros poderes y saberes (médicos, psicológicos, sociológicos,
legislativos, laborales). Es decir, la gente, tanto conocidos como
desconocidos, se siente autorizada a opinar sobre dicha decisión,
principalmente para conminar a la mujer a retractarse o sufrirá las
consecuencias; mientras que en el caso de los hombres no exis-
te la misma presión social. Además, para una mujer mantener su
decisión a lo largo de su vida es fuente de conflictos latentes o
manifiestos en diversas épocas de su ciclo vital, conflictos que van
186
Mujeres que han decidido no tener hijos

desde el ejercicio de la sexualidad, en las oportunidades de trabajo


y desarrollo profesional, con la pareja o con los familiares. El gra-
do de reflexividad que manifiestan las entrevistadas muestra que
se trata de una decisión que no ha sido tomada a la ligera sino muy
por el contrario, tienen perfectamente claro lo que no quieren y
han ido afianzando su decisión a través de experiencias múltiples
que las reafirman en su posición.
Dada la riqueza de los testimonios y su número hay muchas
cosas que no alcanzaremos a tocar, espero que otros trabajos sobre
esta misma temática me permitan desahogar con cierta comodi-
dad las vivencias de las entrevistadas. Por último, espero no haber
traicionado su sentir y sus pensamientos y ojalá el presente traba-
jo contribuya a hace más comprensible el complejo problema de la
familia y sus mutaciones.

Primera parte

Mujeres, hogares unipersonales y cambio de valores en México

Diversos estudios sobre dinámicas poblacionales y sociológicos


en todo el mundo muestran que las mujeres están postergando la
decisión de ser madres, fundamentalmente por motivos profesio-
nales y educativos (Giddens, 2001: 249; Alberdi, 1999; Alborch,
1999). Este fenómeno afecta más a las mujeres con mayores
grados de educación de las clases medias y altas. Tanto el nivel de
estudios alcanzado como los ingresos percibidos se interrelacio-
nan para motivar un cambio de valores en la mentalidad de estas
mujeres, para quienes su realización personal ya no queda redu-
cida a casarse y tener hijos, sino que anteponen otras metas, como
seguir estudiado, avanzar en lo profesional y sostener un estilo de
vida que les gusta. Razones por las que postergan la maternidad a
edades más avanzadas. Incluso algunas mujeres toman la decisión
de no tener hijos en su vida. Para este sector de mujeres la mater-
nidad no es un aspecto relevante o deseable en sus vidas. Sobre
este sector en específico es que se enfoca el presente trabajo.
En México, desde hace varios años, se ha venido observando
un paulatino descenso en el número promedio de hijos por mujer
187
Francisco Javier Cortazar Rodríguez

en el país (Partida, 2005: 25; inegi, Censo de Población y Vivienda


2010), que en la década de 1960 se situaba en torno a los seis, has-
ta los 2.1 hijos por mujer de la actualidad. Este descenso se debe
tanto a las campañas de planificación familiar auspiciadas por el
gobierno, así como a las exigencias de la vida moderna (la necesi-
dad de trabajar por parte de la mujer para mantener el hogar), el
aumento de la escolaridad de las mujeres, el incremento en la es-
peranza de vida promedio y la presencia de nuevos valores socia-
les (individualismo, independencia, consumismo, estilo de vida).
No sólo ha descendido el número de hijos sino que los hogares
han sufrido importantes mutaciones. En términos demográficos,
el hogar es definido como el conjunto de personas que pueden ser
o no familiares, que comparten la misma vivienda y se sostienen
de un gasto común. Una persona que vive sola también constituye
un hogar. En México, 91 de cada 100 hogares son familiares y el
resto no familiares (inegi, Censo de Población y Vivienda 2010).
Un hogar familiar es aquel en el que al menos uno de los integran-
tes tiene parentesco con el jefe o jefa del hogar. A su vez, el hogar
familiar se divide en tres tipos o categorías: nuclear, ampliado y
compuesto. En cambio, un hogar no familiar es en donde ninguno
de los integrantes tiene parentesco con el jefe o jefa del hogar. És-
tos se dividen en hogar unipersonal y co-residente.
En México, de cada 100 hogares 64% son nucleares, formados
por el papá, la mamá y los hijos o sólo la mamá o el papá con hijos.
Una pareja que vive junta y no tiene hijos también constituye un
hogar nuclear. El 24% son hogares ampliados (formados por un
hogar nuclear más otros parientes como tíos, primos, hermanos,
suegros, etcétera). El 1% es compuesto, constituido por un hogar
nuclear o ampliado que incluye más personas sin parentesco con
el jefe del hogar. Mientras que 9% de los hogares en México son
unipersonales (integrados por una sola persona), otro 1% es co-
residente (formado por dos o más personas sin relaciones de pa-
rentesco) y el restante 1% corresponde a hogares no especificados.
Los hogares también se clasifican de acuerdo con la persona
que los dirige. La información del Censo 2010 muestra que de
cada 100 hogares, 25 están a cargo de una mujer. Los datos por

188
Mujeres que han decidido no tener hijos

entidad federativa sitúan a Jalisco al nivel de los datos nacionales:


de cada 100 hogares, 25 están encabezados por una mujer.1
Las cifras anteriores dan cuenta de la diversidad de hogares
que existen en el país, cada vez más heterogéneos y alejados del
modelo de la familia nuclear. Las estadísticas también reflejan el
incremento en el número de personas que viven solas, en unión
libre, en hogares recompuestos, de individuos que viven juntos sin
relación de parentesco entre ellos y en el número de hogares que
tienen al frente a una mujer.
Los cambios demográficos en la composición de los hogares
mexicanos son reflejo de los nuevos valores y tendencias que vive
la sociedad contemporánea, pero también muestra de conflictos y
fricciones. La propia redefinición de familia para ser ampliada ha-
cia nuevas categorías, como los matrimonios de gente del mismo
sexo, se ha topado con fuertes resistencias en diversos grupos so-
ciales conservadores, legisladores y la propia iglesia. Sin embargo,
parece haber una mayor tolerancia hacia colectivos antes abier-
tamente discriminados (gays, lesbianas, transexuales) y prácticas
(sexualidad a edades más tempranas, educación sexual pública,
interrupción de la natalidad, sobre todo en las generaciones más
jóvenes) (García y Guzmán, 2012).
¿Qué significa este incremento en el número de personas que
viven en pareja pero sin hijos? ¿Y aquellas que viven juntas sin
estar casadas? ¿O las solteras que viven solas o en familia pero que
rechazan tener hijos? El denominador común es el rechazo a la
maternidad. Por lo que a continuación examinaremos algunos de
los rasgos que este rol social desempeña en la sociedad, así como
algunas de sus trasformaciones.

1. Se incluyen los datos de Jalisco debido a que la mayoría de las mujeres entrevistadas
para este trabajo residen aquí, además se trata de un estado con una amplia capa
de población que profesa valores conservadores, por lo que el contraste resulta
interesante por el contexto sociocultural en que se insertan estas mujeres, así como
en algunas de las experiencias que han vivido.

189
Francisco Javier Cortazar Rodríguez

El instinto maternal como construcción social

La sociedad tiene la idea persistente de que ser mujer implica auto-


máticamente ser madre, sobre todo: una se casa para ser madre. La
presión que la sociedad ejerce sobre las mujeres es fuerte y conti-
nua, al grado de creer en la existencia del instinto maternal como
una realidad inobjetable. Sin embargo, esta idea es cada vez más
cuestionada (Saletti, 2008).
La mayoría de la gente se sorprende cuando una mujer dice
que no desea tener hijos, la reacción típica se resume en dos frases
bien conocidas: “¿no te gustan los niños?” y “dentro de unos años
cambiarás de opinión”. Para numerosas personas suena extraño
que una mujer no desee tener hijos, como si fuera algo en con-
tra de su propia esencia; sin embargo, ser mujer no implica ser
madre. Hay muchas formas a través de las que se manifiesta la
presión social para que una mujer tenga hijos. El término que apa-
rece con mayor frecuencia es designarlas como egoístas. La idea
de que toda mujer debe ser madre es tan fuerte que se considera
algo natural, instintivo, contra lo que no vale la pena oponerse y
que tarde o temprano llegará; por contraste, percibimos a la mujer
con hijos como un ser completo, realizado, de forma que la mater-
nidad se percibe como la meta que toda mujer debe cumplir para
realizarse como mujer.
En las sociedades occidentales actuales se ha ido construyendo
una imagen sobre las mujeres y la maternidad que atribuyen a la
madre sentimientos tales como bondad y generosidad, sacrificio y
felicidad gracias a los hijos, mientras que el egoísmo queda atribui-
do a aquellas mujeres que rechazan la maternidad, juzgadas como
seres individualistas que sólo se preocupan por sí mismas. Desde
este punto de vista, el de la imagen de la madre como abnegada,
sacrificada, dinámica y bondadosa, a las mujeres se les ha incre-
mentado el número de tareas y objetivos que deben cumplir para
ser mujeres actuales: deben mantener el hogar limpio, ser buenas
cocineras, cuidar de su esposo, estar al pendientes de sus hijos, ser
productivas profesionalmente y mantener una activa vida social,
lo que fomenta el modelo de una “maternidad intensiva” (Medina,
Figueras-Maz y Gómez-Puertas, 2014).

190
Mujeres que han decidido no tener hijos

En México la historia reciente del país muestra que la mater-


nidad, antes que ser una decisión personal, era ante todo un deber
nacional, lo que llevó a la instauración del 10 de Mayo como el
Día de la Madre, gracias a la intensa campaña que llevó a cabo
el periódico Excélsior en la década de 1930 (Acevedo, 1982), que
de esta forma se oponía a los intentos de control de la natalidad
impulsados por personajes de la política de izquierda en Tabas-
co y Yucatán en la década de 1920. En esa campaña el periódico
invitaba a sus lectores a celebrar la maternidad como un acto de
nacionalismo y, entre otras medidas, publicaba las fotografías de
las familias más numerosas del país es sus páginas, acompañadas
de leyendas en los que las madres pasaban a constituirse en per-
sonajes admirables gracias a su abnegación, bondad y sacrificio
en favor de sus hijos y esposo. El cine nacional, la radio y la pu-
blicidad de la época reforzaron dicha imagen que perdura hasta el
día de hoy en México. Un detalle que habla del gran impacto que
tuvo dicha campaña quedó plasmado en el primer Monumento a
la Madre, que se inauguró en la Ciudad de México en 1932. En la
actualidad no hay casi ciudad importante del país que no cuente
con su propio monumento.
Nuestra época ha sacralizado la maternidad y la ha investido
de un imaginario a través de la figura de la madre perfecta (Badin-
ter, 1991). Tal y como está concebida la maternidad en nuestra
sociedad supone una nueva presión para las mujeres, porque ante-
pone al bebé a todo. La figura de la madre perfecta difundida por
los medios y sostenida por la mayoría de la sociedad llega a causar
angustia en muchas mujeres pues sienten que no son buenas ma-
dres o no se sienten realizadas como mujeres por no tener hijos.
Nuestra sociedad está fuertemente permeada por valores patriar-
cales, que en las sociedades tradicionales crearon la figura de la
buena madre confinada al hogar, convirtiendo a la maternidad en
una profesión de tiempo completo. Hoy que la mujer también par-
ticipa en el mercado de trabajo sigue siendo ella quien debe encar-
garse principalmente de los hijos y el hogar (Saletti, 2008).
Nuestra convicción en la existencia del llamado instinto ma-
ternal o reloj biológico de la maternidad son expresiones de senti-
do común que nos hacen pensar que la maternidad es un destino
inexorable para toda mujer y no cumplirlo es un acto contra las
191
Francisco Javier Cortazar Rodríguez

leyes de la naturaleza. Sin embargo, hoy se acepta cada vez más


que la maternidad se encuentra fuertemente influenciada por las
pautas culturales. Varios estudios coinciden en señalar que el ins-
tinto maternal no existe (Alborch, 1999; Badinter, 1991; Villareal
2008), sino que es un mito que perpetúa la obligación moral de las
mujeres para que tengan hijos, creencia sostenida por la ideología
patriarcal que contribuye a mantener a las mujeres en el hogar y
en segundo plano. El “instinto maternal” hace parecer que la ma-
ternidad es un deseo intrínseco de la mujer, por lo que las mujeres
que no quieren tener hijos en realidad no sufren de ninguna ano-
malía, sino que van en contra de las expectativas sociales y cultu-
rales que esperamos de ellas.
En efecto, la sociedad estigmatiza a las mujeres cuando se sa-
len de los roles preestablecidos: si no tienen pareja son difíciles, si
no se casan están incompletas, si deciden no ser madres son raras
o estériles. En cambio, a los hombres no nos pasa esto: la sociedad
es mucho más tolerante con un hombre que no tiene pareja, si no
está casado o no tiene hijos.
La maternidad no es parte constitutiva de la llamada natura-
leza femenina, sino que es un comportamiento social e histórico
aprendido y transmitido a través de las generaciones y grupos so-
ciales, mismo que varía con las épocas y las costumbres (Badinter,
1991). Por ejemplo, la ternura y los cuidados que hoy prodiga-
mos a los niños nos parecen normales y naturales sin embargo
en épocas pasadas no se practicaba ni se vivía así, con frecuencia
los niños eran criados y alimentados por nodrizas a sueldo, que
muchas veces vivían a grandes distancias. La historiadora francesa
Elisabeth Badinter (1991) señala el caso relatado en la novela El
perfume. Historia de un asesino, donde el protagonista es rechaza-
do por su madre al nacer y él pasa a ser enviado a una nodriza del
interior del país, misma que lo rechaza y comienza un periplo que
lo llevará a múltiples situaciones y vivencias. Este caso era típico
de la sociedad europea del siglo xviii. Las madres apenas tenían
contacto con sus hijos y muchas veces apenas los veían cuando
cumplían 14 o 16 años. Es decir, que el llamado instinto maternal
tal como lo conocemos hoy es una invención social reciente.
El propio concepto de maternidad es ambiguo, pues remite
tanto a un estado fisiológico transitorio (el embarazo), como a una
192
Mujeres que han decidido no tener hijos

acción a largo plazo (la crianza y la educación). Si fuera un instin-


to, el deseo de ser madres se manifestaría en todas las mujeres con
gran fuerza y, como instinto, el amor a la pareja sería secundario e
innecesario para tener hijos. Sin embargo, es algo que en unas mu-
jeres se presenta y en otras no. Un prejuicio recurrente es que las
mujeres que rechazan la maternidad son juzgadas como liberales
o feministas, es decir, que sostienen un discurso militante. Y esto
no tiene bases en la realidad.
Hoy hay cierta tendencia a substituir el instinto maternal por
el de amor de madre, así el sentimiento materno aparece como
menos mecánico o automático que el instinto. Sin embargo persis-
te un problema, el amor es algo contingente, arbitrario y aleatorio.
Además hay una gran diversidad de actitudes y calidades de amor,
incluyendo el materno:

El amor maternal es sólo un sentimiento humano. Y es, como todo senti-


miento, incierto, frágil e imperfecto. Contrariamente a las ideas que hemos
recibido, tal vez no esté profundamente inscrito en la naturaleza femenina.
Si observamos la evolución de las actitudes maternales comprobamos que el
interés y la dedicación al niño se manifiestan o no. La ternura existe o no.
Las diferentes maneras de expresar el amor maternal van del más al menos,
pasando por nada o casi nada (Badinter, 1991: 14).

Nuestra sociedad asume como evidente que toda mujer joven


es una madre en potencia, algo más que un hecho fisiológico y
biológico para constituirlo en un instinto, una fuerza inevitable e
inexorable que a todas se les debe de presentar tarde o temprano
y esta sería, por tanto, la razón de ser de las mujeres en el mundo,
su tarea histórica. Este imperativo ha sido severamente cues-
tionado tanto por las feministas como por las ciencias sociales,
denunciándolo como parte de un discurso ideológico-político que
sirve para mantener en segundo plano a la mujer, sometiéndola y
relegándola al ámbito privado del hogar. Conforme con Foucault
(1991), se trataría de un dispositivo del biopoder (en este caso, el
patriarcado) que busca normalizar el comportamiento femenino
marcándole etapas y metas por cumplir, maneras de ser y sentir,
formas de comportarse y manifestar sus sentimientos a través de
un saber “natural” (la maternidad).

193
Francisco Javier Cortazar Rodríguez

Pero la maternidad no es un ente que exista por sí solo, sino


que forma parte de un entramado sociocultural de mayor alcance
y mucho más sutil reflejo de un orden social estructurado y es-
tructurante.

La familia como institución y prescripción

Existe una definición dominante de familia, dicha definición es


explícita y se encuentra plasmada en el derecho. Esta definición
regula los reconocimientos oficiales que el Estado brinda a los
individuos enmarcados bajo esa figura y excluye, en consecuencia,
a quienes no encajan en dicha definición de familia, negándoles
así su reconocimiento. Pero hay otra definición de familia que es
implícita y se encuentra contenida, por ejemplo, en los cuestiona-
rios censales y organismos oficiales. Esta definición se apoya en
una serie de términos asociados a ella, como hogar, que además de
describir construyen de hecho la realidad social.
Para Pierre Bourdieu, el interés de acercarnos a las represen-
taciones que la gente tiene de lo que denominamos familia, nos
permitiría vislumbrar la familia de palabras que se le asocia, pero
también y sobre todo de roles (Bourdieu, 1994: 135), así el discur-
so sobre la familia constituye una especie de ideología política que
designa una configuración valorizada de relaciones sociales y de
prescripciones normativas concernientes a la manera correcta de
vivir las relaciones domésticas (Bourdieu, 1994: 136), por lo que
el concepto familia toma modelos ideales de relaciones humanas
y las asocia a las relaciones familiares, de forma que una familia
que no se apega a dicho modelo es prescripta como disfuncional
o anormal. Como definición oficial funciona como principio de
construcción y de evaluación de toda relación social que norma la
realidad colectiva.
La familia es un concepto clasificatorio que comprende una
descripción y una prescripción, que no aparece como tal porque se
la acepta (casi) universalmente, y es admitida como normal: “ad-
mitimos tácitamente que la realidad a la que acordamos el nombre
de familia, y que nosotros ubicamos en la categoría de verdaderas
familias, es una familia real” (Bourdieu, 1994: 137).

194
Mujeres que han decidido no tener hijos

Los testimonios de las mujeres entrevistadas para este trabajo


nos permite ver lo que ellas platican acerca de las presiones so-
ciales que se ejercen sobre ellas para hacerlas entrar en el orden
social establecido y alinearse: encontrar pareja, tener bebés, criar-
los y educarlos, sacrificarse, renunciar a ellas mismas para “no
ser egoístas”. Una norma tácita y familiar se les trata de imponer
a medida que avanza la edad. Para muchas de ellas, ser mujeres
sin hijos llega a ser fastidioso y cansado, no por ellas sino por el
discurso y las actitudes persistentes de los demás: prejuicios, fas-
tidios y problemas asociados al estatus de mujer sola, como ser
invitadas a reuniones sociales (“¿vas a ir sola?”) o la dificultad de
ser tomadas totalmente en serio, pues se les percibe como seres
sociales incompletas, inacabadas o inmaduras.
Así, la familia es tanto una categoría social objetiva (que pres-
cribe el orden social normal), una categoría social subjetiva (que
estructura las relaciones familiares) y una categoría mental (que
ordena las representaciones y las acciones, como los matrimonios
y las relaciones de compadrazgo) que contribuyen a reproducir la
sociedad dominante. Así, la familia sería la más familiar de las ca-
tegorías sociales, modelo de todos los cuerpos sociales (la familia
mexicana, la empresa como una familia, los amigos como segunda
familia, el orden social que nos es familiar), categoría que funcio-
na como esquema clasificatorio y principio de construcción del
mundo social, que se adquiere en el seno mismo de una familia:
“... la familia juega un rol determinante en el mantenimiento del
orden social, en la reproducción, no sólo biológica, sino social, es
decir, en la reproducción de la estructura del espacio y de las rela-
ciones sociales” (Bourdieu, 1994: 138).
La familia es más que un dato inmediato de la realidad social,
se trata ante todo de un instrumento de construcción de esa rea-
lidad. En las sociedades modernas el responsable principal de la
construcción de categorías oficiales que estructuran las socieda-
des es el Estado, las cuales tienen efectos económicos y sociales
reales que favorecer ciertas formas de organización familiar y des-
alientan otras. La construcción de la realidad social está inscrita
en el término familia y en el discurso familiarista que prescribe un
modo de existencia; la vida familiar.

195
Francisco Javier Cortazar Rodríguez

Nuestra visión de las cosas domésticas y nuestras conductas


más privadas dependen de acciones públicas, como las definicio-
nes legales de la familia, la política habitacional o las políticas que
atañen a la familia: herencias, adopciones, derechos sexuales y re-
productivos, tutelaje, salud, bienestar. Por ejemplo, las políticas
gubernamentales que tienen por objetivo la familia, como la cons-
trucción de la vivienda, han contribuido en mucho a modelar la
familia y la representación de la vida familiar que las encuestas
demográficas y sociológicas registran como un dato natural. De
este modo, la familia es un artefacto social que tiene efectos y pro-
duce realidades concretas que afecta a los individuos en su priva-
cidad, organiza las sociedades y sanciona los modos legítimos de
existencia.
En la época de oro del cine mexicano de los años 1940-1960
eran frecuentes los dramas familiares que advertían de forma mo-
ralista de los grandes peligros de la desintegración familiar cuando
los hijos desobedecían a sus padres, las mujeres deshonraban a la
familia por sus acciones, los padres se entregaban a vicios como
el alcohol o las mujeres fáciles y las madres siempre estaban ahí,
abnegadas y sufriendo en silencio. Desde entonces la familia nu-
clear no sólo era construida por el Estado mexicano a través de
sus acciones, estadísticas y políticas públicas, sino que era dotada
de contornos simbólicos gracias al cine y festividades como el Día
de la Madre. En la actualidad el mercado ha encontrado, primero,
en la celebración a las madres poderosos motivos para inducir al
consumismo; pero más aún, ante el aumento de las mujeres que
retrasan la maternidad o las que lo rechazan, la mercantilización
ha sabido encontrar en ellas nuevos nichos de mercado.

De las pank a las mujeres reales

Algunas notas de prensa aparecidas en fechas recientes dan cuenta


de la existencia de las pank, llamadas así como acrónimo de la
frase “Professional Aunt No Kids” (tías profesionales sin hijos):
mujeres solteras, sin hijos, mayoritariamente profesionistas y de
altos ingresos, que representarían un tipo distinto a las tías tra-
dicionales estereotipadas como “solteronas” o “quedadas”. Se les
ha caracterizado así por razones comerciales debido a su poder
196
Mujeres que han decidido no tener hijos

adquisitivo como consumidoras, como compradoras de regalos


para sus sobrinos: ropa, juguetes, parques de diversiones, res-
taurantes y hasta vacaciones. En la publicidad dirigida a ellas se
estereotipa su aspecto físico pues se trata de mujeres jóvenes, de
aspecto sonriente y físico agraciado, quienes viven una mater-
nidad por procuración ocupándose de sus sobrinos los fines de
semana llenándolos de regalos costosos. En varios países desarro-
llados hay una clara tendencia en las mujeres jóvenes a posponer
la maternidad para desarrollarse en su profesión o para aumentar
sus niveles de estudios en posgrados, alcanzar ciertos niveles de
ingresos, adquirir una vivienda propia, viajar o por dificultades
para encontrar una pareja o para no perder un estilo de vida que
les satisface (como salir a restaurantes y bares o ir a fiestas).
Aunque las grandes industrias del consumo suntuario han en-
contrado en las pank un nuevo nicho de mercado, el propósito del
trabajo aquí desarrollado va más allá de su rol como consumidoras
de alto potencial. Me refiero a que esta idealización y caracteriza-
ción obedece a criterios de mercado donde las mujeres que cum-
plen con dicho perfil interesan sólo en la medida en que son vistas
como consumidoras. Lo que dicha representación estereotipada
pasa por alto son los problemas estructurales que muchas muje-
res encuentran en sus vidas y que les hacen posponer o evitar la
maternidad: el costo de la vida, el estrés cotidiano, trabajos poco
satisfactorios, salarios insuficientes, vivienda cara y escasa, conta-
minación, inseguridad y otros. También debemos considerar los
nuevos estilos de vida emergentes, donde se valora la independen-
cia, la autonomía, el compromiso con el entorno y el hedonismo
(Alborch, 1999; Giddens, 1992).
Nuestra sociedad persiste en la idealización del amor román-
tico (García, 2015) que vincula el sentimiento amoroso con el na-
cimiento de los hijos como paso lógico. Entre las ideas de sentido
común persistentes en nuestra sociedad está la mujer que al fin
encuentra el amor verdadero y se casa para en seguida tener hijos,
vistos como los frutos de la unión. Tan fuerte es esta imagen que
incluso se asegura que en el fondo eso es todo lo que quieren las
mujeres; es decir, que aunque no sepan lo que quieren en realidad,
eso es lo que están buscando. Como muestra de la escenificación
de este amor romántico tenemos el caso de algunas series de tele-
197
Francisco Javier Cortazar Rodríguez

visión de éxito, como Ally McBeal (con cinco temporadas, trans-


mitidas entre 1997 y 2002) y Sex and the City (con seis tempora-
das, de 1998 a 2004) que ponen en escena a un grupo de mujeres
jóvenes, bellas, exitosas, activas en su sexualidad y anglosajonas,
que al final se dan cuenta del vacío existencial en que se encuen-
tran gracias a que por fin han encontrado un hombre con el cual
compartir sus vidas. Se trata de un escenario profundamente es-
tereotipado e incluso conservador: mujeres profesionistas, inde-
pendientes, exitosas y activas renuncian a todo ello en nombre
del amor y el hogar. El cine es otro medio donde encontramos
la misma idea trillada, sobre todo en las innumerables comedias
románticas donde el final es el típico cuento de hadas: para ser
feliz hay que casarse y tener a un hombre al lado. En este ideal ro-
mántico del amor el matrimonio es el rito de paso necesario para
acceder a un nuevo estatus y, sobre todo, a un estadio superior de
felicidad y realización. Con la llegada de los hijos, la mujer es vista
como un ser completo.
Para terminar esta primera parte, quisiera añadir un par de
ideas. En las comedias románticas y series de televisión protago-
nizadas por mujeres independientes es frecuente presentarlas con
altos ingresos y con mucho tiempo para ir de compras y consumir
productos caros. ¿El consumismo es parte integrante de las muje-
res independientes? No necesariamente, pues el estereotipo retra-
tado en la publicidad dirigida a las pank y en las comedias román-
ticas del cine y la televisión corresponden, ante todo, al de una
mujer de clase alta, blanca y anglosajona (Shome, 2011); mientras
que en nuestras sociedades los valores son distintos, los salarios
muy desiguales y las dinámicas de trabajo diferentes. En el caso
que aquí nos ocupa, se trata sobre todo de mujeres de clase me-
dia, muchas de ellas con ingresos inciertos, por lo que mantener
un estilo de vida consumista no está entre las razones del famoso
egoísmo que se atribuye a las mujeres que no desean tener hijos.

198
Mujeres que han decidido no tener hijos

Segunda parte

Metodología

El presente apartado da voz a mujeres que han decidido no tener


hijos. Todas ellas se ofrecieron como voluntarias para ser entre-
vistadas para este trabajo. La estrategia seguida fue colocar un
aviso en un grupo de Facebook llamado “Socio-Antropología del
Cuerpo”, el cual coordino desde hace más de dos años y que al
momento de la solicitud (febrero de 2015) contaba con más de
1,100 miembros.
En total respondieron 27 mujeres interesadas en dar su tes-
timonio, de ellas no pudieron realizarse siete entrevistas debido
a que la candidata perdió interés o no fue posible ponernos de
acuerdo para hacer la entrevista. De las 20 entrevistas efectiva-
mente realizadas la más corta tiene una duración de 21 minutos y
la más larga 59 minutos, la mayoría de las entrevistas estuvo entre
los 35 y 40 minutos. Quince entrevistas fueron cara a cara y cinco
más se realizaron a través de Skype debido a que las entrevistadas
no residían en Guadalajara, sino una de Colima, dos en la Ciudad
de México, una en Venezuela y una en Colombia. Todas las entre-
vistas están grabadas, a excepción de una, que fue íntegramente
transcrita en papel. Las edades van desde los 17 años, la más jo-
ven, hasta los 49, la mayor. El grupo más numeroso los constitu-
yen las mujeres de entre 22 y 26 años.
Para preservar el anonimato de las informantes he optado por
asignarles un nombre distinto al original. Inicialmente había opta-
do por darles una clave alfanumérica (A1, A2, A3, etc.) pero sen-
tía que era una forma de despersonalizarlas, por lo que modifiqué
dicho criterio para asignarles un nombre tomando sólo la primera
letra de su nombre real y a partir de ahí asignarles uno diferente,
espero que esto contribuya a no dejar en un completo anonima-
to su voz y su experiencia. Junto al nombre especifico la edad al
momento de la entrevista, nivel de estudios y ocupación princi-
pal (estudiante de maestría, empleada en un despacho, estudiante
de licenciatura, etcétera). Para el caso de la única menor de edad
omití de forma deliberada algunas preguntas que me parecieron
invadirían su privacidad como los temas relativos a su sexualidad.
199
Francisco Javier Cortazar Rodríguez

Debido a su edad fue mucha la curiosidad que me hizo decidir en-


trevistarla, no sin antes dudarlo durante varios días.
El perfil de las entrevistadas permite ver que se trata de muje-
res con una escolaridad superior a la media, que en México es de
8.8 años para las mujeres, equivalente a segundo año de secunda-
ria (inegi, 2010), mientras que en este caso se trata de mujeres
con licenciatura en proceso o terminada y varias con maestría y
doctorado. Lo que está en concordancia con las estadísticas y estu-
dios sobre mujeres sin hijos o que han retrasado la maternidad en
otros países del mundo. Sin embargo hay un sesgo en la muestra
pues la mayoría están relacionadas con carreras de ciencias socia-
les y humanidades, lo que de ninguna manera resta valor al trabajo
sino más bien enfatiza el carácter representativo de un nuevo esti-
lo de vida emergente en cierto sector de la población y que se está
extendiendo hacia otros sectores.
El cuestionario diseñado es abierto, lo que permitió mayor fle-
xibilidad para abordar diversos temas conforme se avanzaba en
las diferentes entrevistas. Las entrevistas se realizaron de forma
intensiva entre el 20 de febrero y el 12 de marzo de 2015.
Los testimonios están organizados en pequeños bloques temá-
ticos con la finalidad de que sean ellas quienes nos hablen de sus
propios procesos, vivencias y reflexiones que las llevaron a tomar
la decisión de no tener descendencia, las presiones a las que se ven
sometidas por su entorno (familia y amistades), el trabajo, sexua-
lidad, sus planes a futuro, carencias institucionales y otros. Este
es un intento para acercarnos a la comprensión de aquellas mu-
jeres que han puesto como prioridad otras metas (el trabajo, los
estudios, el estilo de vida) por delante de la maternidad; al mismo
tiempo, es una aproximación a ciertas mutaciones que se presen-
tan en la estructura familiar mexicana.
La visión que las entrevistadas ofrecen de sí mismas son va-
riadas, unas no desean tener hijos debido a que consideran su
propio contexto como difícil (falta de mejor empleo, insuficientes
ingresos, mucha violencia en la sociedad) o porque desean hacer
otras cosas (militancia política, emprender proyectos profesiona-
les, realizar estudios de posgrado, establecer negocios). Para todas
ellas el llamado instinto maternal no se ha presentado en su vida,
algunas lo consideran una invención, otras nunca lo han sentido e
200
Mujeres que han decidido no tener hijos

incluso no lo desean. Su testimonio evidencia cambios generacio-


nales importantes en las maneras de vivir y expresar sus valores,
sentimientos, deseos, expectativas y carencias.
Procuro dejar hablar lo más posible a las entrevistadas, sin em-
bargo hago algunas acotaciones entre corchetes en ciertos pasajes
para aclarar el sentido de algunos modismos o poner en contexto
ciertas expresiones. De la misma manera, escribo algunas frases
o párrafos cortos entre algunos apartados para orientar al lector a
través de los testimonios.

¿De dónde surgió la decisión de no tener hijos?

Hay una gran cantidad de motivos por las que las entrevistadas
optaron por no tener hijos, desde vivir en contextos desfavore-
cidos en su infancia, hasta desavenencias fuertes en su fami-
lia, divorcio de los padres, la experiencia de amigas próximas
que fueron madres muy jóvenes y enfermedades hereditarias se
encuentran entre ellas. No hay causas comunes que expliquen por
sí mismas su decisión, sino una variedad de factores que las hicie-
ron reflexionar en lo que ellas quieren para sus propias vidas pero,
sobre todo, de aquello que no desean en sus vidas.

En realidad no recuerdo haber tenido alguna vez ganas de ser mamá, aunque
como a los 13 o 14 años de edad empecé a darme cuenta de que no quería
y cada vez más tengo menos ganas de ser mamá. No lo hablé con mi mamá,
nada más con mi papá y no le gustó, quedó devastado. Maité (32 años).
Maestría en proceso. Trabaja en un instituto para las mujeres.

Comencé a pensar en que no quería tener hijos desde la licenciatura para


acá. De chica sí pensaba en casarme, tener hijos y todo eso. Pero al crecer
una va cambiando de ideas, cambias de metas. La idea de no tener hijos se
me intensificó en los últimos años.
Genéticamente no me siento como para reproducirme, sufro de muchos
dolores en la espalda y la idea de cargar un bebé durante nueve meses y
todo el peso no se me antoja nada, tampoco me siento preparada para criar
y educar a un niño. Jenifer (25 años). Maestría terminada. Empleada en una
institución de investigación en ciencias sociales.

Empecé a pensar en que no quería tener hijos en la secundaria porque veía a


las mujeres con hijos siempre metidas en su casa y pensaba que yo no quería

201
Francisco Javier Cortazar Rodríguez

ser así, de su tipo, siempre pendientes de su casa, de su esposo. Nosotros


vivamos en una zona de gran pobreza en Ecatepec, los habitantes de ahí eran
pobres. Yo veía eso y no me gustaba, pensaba que si me casaba y tenía un
hijo iba a ser de ese tipo de mujeres. Tuve amigas que se embarazaron de 14,
15 años, así que yo no tuve novio ni nada durante muchos años, hasta que
entré a la universidad tuve mi primer novio. Yo quería ser mujer trabajadora,
lista, ser mujer de una manera distinta. Magdalena (35 años). Estudiante de
doctorado y profesora universitaria.

Yo empecé a pensar en no tener hijos por mi situación familiar desde chica,


me daba cuenta que la gente, las mujeres chicas, las de mi edad, si tenían
hijos empezaban a dejar de estudiar, mis amigas han dejado de estudiar.
De chicas mis primas competían por ver cuál de ellas tendría más hijos y
a mí me veían como extraña porque yo no quería seguir el mismo patrón.
Ernestina (21 años). Estudiante de licenciatura en sociología.

Mi decisión de no tener hijos empezó a los 15 años de edad, fue una mezcla
de historia personal y de familia porque mis padres no se llevaban bien pero
nunca se dejaron. También cuentan mis expectativas personales y el entorno
económico, que no está fácil y que hace que uno se la piense para traer más
personas a este mundo. Laura (28 años). Egresada de licenciatura en socio-
logía. Empleada.

Es una decisión personal, por convicción, estoy plenamente convencida.


Veo las relaciones que mis hermanas casadas tienen y no me gustan. Además
de mis estudios tengo una militancia política y en ocasiones me imagino
que si me llegaran a “desaparecer” [secuestrar por motivos políticos] no me
imagino ni quién ni cómo cuidaría de mi hijo. Además no creo en la familia.
Inés (25 años). Estudiante de licenciatura en sociología.

Comencé a pensar en que no quería ser mamá más o menos cuando tenía
14 años de edad, cuando estaba en la secundaria, porque una conocida salió
embarazada. Cuando estuvo embarazada y tuvo su bebé su mamá le exigía
mucho, es buena con su hija pero igual le exige mucho [por sentirse decep-
cionada de su hija]. Pienso que es algo ingrato para mi conocida. Es una idea
que he ido reforzando, dudé un poco pero ya no, más bien la he venido re-
forzando. La gente dice que con un hijo “te realizas” pero yo creo que como
eres persona puedes realizarte también con otras cosas y no nada más con
un hijo. También tres amigas mías de la preparatoria salieron embarazadas
y sus parejas, sus novios, las abandonaron. Alondra (17 años). Estudiante de
preparatoria y empleada en un despacho contable.

202
Mujeres que han decidido no tener hijos

A los 24 años tomé la decisión de no ser madre, por cuestiones de salud


porque tengo una enfermedad genética y si tuviera un hijo tendría 75% de
posibilidades de heredar mi mal. Así que todo eso me replanteó muchas co-
sas. Desde los 20 años de edad empecé a enfermarme hasta que los médicos
supieron qué es lo que tenía y desde los 25 años me dije que no quiero hijos.
Además de la situación como está aquí en Colombia y en el mundo y traer a
un hijo así, mejor no.
Mis padres están divorciados, soy hija única. A los 30 años pensé en
tener un hijo yo sola [sin pareja] pero ya no, quiero mucho a los niños pero
por responsabilidad no lo voy a tener. Judith (36 años). Relaciones públicas
en una agencia de publicidad.

Desde chica no estuve familiarizada con los niños, para mí eran una presen-
cia extraña, en mi infancia y primera adolescencia no tuve contacto con los
niños pequeños, soy hija única. Luz (22 años). Estudiante de licenciatura en
sociología.

Yo de chica vivía en un pueblo muy chiquito con habitantes muy tradicio-


nales. Mis amigas se empezaron a casar cuando yo estaba en la secundaria...
una amiga mía se casó cuando salimos de la secundaria porque estaba em-
barazada, a los 13 años, de uno que ella decía que era su tío, porque iba por
ella a la salida de la escuela un tipo en una moto y se iban juntos, ella decía
que era su tío. Mi mamá me dijo que ya no podía juntarme con ella porque
ya se había casado y ya no era lo mismo: “ya no puedes visitarla en su casa
ni convivir con ella”, para mí fue un choque. Su niño nació enfermito, yo
creo porque estaba ella muy joven, muy chiquita. Ahí vi que la vida cambia
cuando te casas y tienes hijos. Los comentarios de la gente eran: “mira, tan
chiquita y ya casada, que pena, ya truncó su vida”, no porque tuviera un hijo
sino porque estaba enfermito. Eso me marcó mucho, por el bebé y la situa-
ción del bebé. Rita (32 años). Estudiante de doctorado.

En la secundaria yo quería ser mamá, me imaginaba con 4 hijos, luego con


3, con 2, 1... Cuando tenía 17 ya pensaba en no querer tener hijos, también
por economía... Me di cuenta que este mundo está tan corrompido, con-
taminado, feo, que hacen bullying [acoso escolar]. Como a los 20 le pedí a
mi ginecóloga que me operara para no tener hijos y me dijo que no, no lo
hizo porque apenas yo tenía 20 años y a lo mejor luego iba a querer tener
hijos. Me dijo que fuera cuando cumpliera 25, si seguía pensando igual. En
mi cumpleaños fui y le dije “opérame”. Me dijo todas las consecuencias que
me podía traer [la operación] porque prácticamente es como una cesárea
pero sin el niño. Yo creía que era más fácil, como ir al dentista y pedirle que
te tape una muela. Me dijo lo que costaba, que necesitaría como 40 días de
reposo, pedir permiso en el trabajo y entonces ya me lo pensé. No sé si nada
más me lo dijo por asustarme, me dijo todo en lo que me repercutía y le dije

203
Francisco Javier Cortazar Rodríguez

que me esperaría hasta los 30. Sí, fue muy drástica mi decisión... Entiendo el
punto de mi ginecóloga porque si ya he tenido 3 hijos seguro no se va a opo-
ner, aparte de mi edad. Celina (26 años). Química farmacobióloga. Trabaja
en una compañía farmacéutica.

Desde que tengo 14 o 15 años empecé a pensar en lo que quieres de más


grande y la verdad yo me vi viajando, trabajando, haciendo muchas cosas
pero nunca me vi con hijos. Y cada vez más tengo la convicción de que tener
hijos no es lo mío. Todavía no me dan ganas. No tengo amigas casadas, tengo
una amiga con hijos pero no es casada, es madre soltera. Me he visualizado
(viendo a mi amiga) como madre soltera, pienso que sería una friega, no po-
dría hacer o no hubiera podido hacer todo lo que he hecho hasta ahorita, no
tendría las cosas que tengo, a lo mejor no hubiera podido estudiar o no po-
dría hacer muchas cosas porque tendría toda mi atención en mi hijo. Daniela
(25 años). Egresada de licenciatura en Comunicación. Community manager.

Las presiones para tener hijos

La mayoría de las entrevistadas manifestó que ha recibido presio-


nes para casarse y tener hijos. La presión suele venir en primer
lugar del círculo íntimo (padres, hermanos, tíos, primos), en
segundo de los amigos e incluso de los vecinos. Cuando ellas mani-
fiestan abiertamente su deseo de no procrear, la gente muestra
extrañeza y tienden a juzgarlas como raras o inmaduras. Los pri-
meros en presionar son los padres, tanto para que se casen como
para que tengan hijos pero también lo hacen los parientes, el novio
y hasta los vecinos:

Como soy la mayor de mis hermanos, mi mamá siempre estuvo ilusionada


en que le diera nietos, pero nunca se le hizo... Ahora ya me deja más tranqui-
la. Mi papá es del tipo conservador, me ve como inmadura por no tener hijos
y por vivir en unión libre con mi pareja. A mi papá le gustaría que me casara
pero ya tampoco insiste mucho sobre el tema. Ambos son del tipo tradicio-
nal pero han aprendido a respetar, más mi mamá que mi papá. Mariana (36
años). Licenciada en Biología. Trabaja en una institución forestal.

Me han dicho que estoy loca porque no quiero hacer una familia, que no es
normal, que así es la ley de la vida. Que es la ley de la vida casarte y tener
familia. Que por qué quiero eso, que estoy mal. Mi papá protesta más que
mi mamá, no me dice tanto que quiere tener nietos sino que yo debo hacer
una familia. Me dice que porque así es la vida y mi mamá me dice que para
que no esté sola, es lo que me dicen [...]. Me ha tocado salir con chavos que

204
Mujeres que han decidido no tener hijos

después de los treinta dicen “ah, sí, pues ya me quiero casar”, es como su
plan de vida, tener tantos hijos, y yo les digo que yo no, y se sacan de onda,
así como de “¿cómo?”, o sea, no te creen. Me dicen “ahhh, ¿por qué?, ¿no te
gustan los niños?”, “pues no, no me gustan y no me veo como madre”, y se
quedan asombrados como diciendo “ah, ¿qué onda?, qué liberal”. Daniela
(25 años). Egresada de licenciatura en Comunicación. Community manager.

Las amigas me preguntan “¿quién te va a cuidar cuando estés mayor?”, “si


todas nacemos con eso [el instinto maternal]”. Inés (20 años). Estudiante de
licenciatura en Sociología.

Tengo un hermano ya casado y con hijos, es cinco años mayor que yo. Mi
papá es tradicional, es militar, mi mamá es más abierta. Con mi papá no
hablo del tema, él se mete poco con mis cosas, pero con mi mamá sí he
platicado. Mis parientes no me presionan pero los vecinos que conocen a
mi mamá a veces le preguntan a ella si su hija ya se va a casar o si va a tener
hijos, aunque ellos [los vecinos] no me lo comentan ni me preguntan a mí
directamente. Con mi hermano no he platicado del tema, no me llevo mucho
con él. Lorena (25 años). Estudiante de maestría en Ciencias Sociales.

Mi papá es cristiano y es alguien importante en su iglesia, él no se opone


a que no tenga hijos pero dice: “Dios dirá”, no dice más, de eso he hablado
tres veces con él. Mis amigas mujeres me ven con cara fea: “¿qué te pasa?”,
ellas ya piensan en los nombres de sus hijos, cómo los van a vestir... Ellas sí
quieren tener hijos. Me dicen: “vas a cambiar”. Tienen ideas muy románti-
cas pero no saben cómo es la realidad [...]. Tuve un novio con el que duré
dos meses, él me preguntó si estaba embarazada porque estaba inflamada
del estómago, no le gustó nadita que le dijera que yo no quería tener bebés.
Alondra (17 años). Estudiante de preparatoria y empleada en un despacho
contable.

Un amigo psicólogo me dijo una vez que nuestra finalidad es crecer, la fa-
mosa frase de plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo, y la iglesia
católica también se opone a los matrimonios sin hijos, dice que son inútiles
porque debemos multiplicarnos [...] Mis amigos hombres me dicen poco,
que está bien, que tendría buena [bonita] descendencia y todo eso. Todos
me dicen que quieren tener hijos, incluso los que son gays quieren adoptar.
Una vez un amigo me dijo: “¿Y por qué no quieres tener? Si no eres fea”. O
sea, ¿que si fuera fea “se vale” que no tenga hijos? ¿Tú crees? [risas]. Araceli
(24 años). Licenciatura. Community manager en una agencia de publicidad.

Algunas viven con su pareja y su determinación de no tener hijos


a veces es motivo de conflicto entre ambos:

205
Francisco Javier Cortazar Rodríguez

Con mi pareja actual tengo un poco de conflictos, él presiona más que mi


padres, él sí quiere tener hijos pero yo no. Ahora me apoya en mi posición
pero se le nota que desea tener hijos, sobre todo porque también es muy
amoroso con los hijos de mis hermanas. Yo he platicado con él del tema y le
he dicho que si de verdad quiere tener hijos pues vaya viendo lo que tiene
que hacer y cómo pero hasta ahí, no entramos en mayor profundidad sobre
el tema. Mariana (36 años). Licenciada en Biología. Trabaja en una institu-
ción forestal.

Mi pareja quiere tener hijos y yo me pregunto qué hace conmigo. Le digo que
yo no quiero tener y dice que después me voy a convencer. Me ve jugando
con el bebé [hijo de la hermana de él] y trato de explicarle que no los odio,
los quiero pero es muy diferente... No me veo, no me visualizo como mamá.
Tengo planes a unos cinco años y ahora no me veo como mamá. Rita (32
años). Estudiante de doctorado.

Con mi pareja actual tengo conflictos, tenemos que pensarlo. Él sí quiere te-
ner hijos, en adopción tal vez, pero esa no es mi opción. Solamente dos veces
hemos tocado el tema. Maité (32 años). Con maestría en proceso. Trabaja en
un instituto para las mujeres.

Tuve una pareja que sí quería tener hijos, me decía “madre desnaturalizada”,
y yo así como de “o sea, ni siquiera tenemos hijos y ya me estás diciendo
madre desnaturalizada”, y de hecho corté con él porque me empezó a dar
miedo que en algún momento me la quisiera aplicar [embarazarla] porque
él quería casarse y todo y yo así de “¡hey, hey... no!”, hasta sospeché que en
algún momento le fuera a picar a los condones [perforarlos], y lo mandé al
chote [lo terminé]. Celina (26 años). Química farmacobióloga. Trabaja en
una compañía farmacéutica.

Otras encuentran apoyo en su pareja actual, incluso proyectos de


vida muy semejantes; al grado que incluso se han juntado precisa-
mente porque ninguno de los dos desea tener hijos:

Yo ya andaba con él cuando a los pocos meses hablamos del tema y me dijo
que se había hecho la vasectomía. Entonces me gustó más. Ya nos vamos
a ir a vivir juntos. Como que andamos en la misma onda. Laura (28 años).
Egresada de licenciatura en Sociología. Empleada.

Mi pareja también está seguro de no tener hijos. Ambos hemos tomado las
decisiones juntos, nos apoyamos y nos cuidamos mutuamente, sobre todo
estamos muy conscientes de nuestra sexualidad y de la planificación fami-
liar. Llevamos juntos 15 años y no somos padres [...] Yo tengo proyectos

206
Mujeres que han decidido no tener hijos

profesionales y personales, no sé si quiero estudiar un posgrado en el ex-


tranjero o en México, pero en cualquiera de los dos casos estoy segura que
mi pareja me seguiría y me apoyaría. Mi pareja tiene un negocio propio y le
gusta verme feliz con mi trabajo y con mis estudios, haciendo las cosas que
me gustan. Somos una pareja estable. Ana (41 años). Maestría terminada.
Trabaja en un instituto para las mujeres.

Con mi pareja, que ya tengo muchos años con él pero también hemos tenido
intervalos de no estar juntos, somos muy iguales, muy parejos. A veces no
nos encontrábamos [en la misma sintonía] pero nunca tuvimos un deseo
enorme de ser padres, nunca fue importante para nosotros. Lo llegamos a
platicar pero nada serio y hace mucho tiempo que ese tema desapareció de
nuestras pláticas. Llegamos a pensar en adoptar pero sin muchos ánimos
ni esfuerzos, era más una cuestión de sociedad antes que algo personal.
Finalmente, lo resolvimos con perros y gatos. Con mi pareja tengo 22 años.
Mónica (46 años). Doctorado terminado. Profesora universitaria.

Con mi actual pareja nunca hemos querido tener. Nada más una vez habla-
mos del tema, era por un cargo de conciencia mío para con él, porque yo
sentía que yo lo había influenciado a él en su decisión, así que le plantee el
tema y le dije que si quería tener un hijo, me lo dijera... Pero me dijo que
no, que él no quería tener hijos tampoco, que ya había tomado la decisión
desde antes que yo se lo dijera. Magdalena (35 años). Estudia doctorado y es
profesora universitaria.

Con mi pareja actual llevo seis años, él tampoco quiere tener hijos, en algún
momento lo discutimos, se trató más bien de un diálogo antes que de una
discusión. Él se preocupó porque pensaba que yo estaba influenciada por él
pero no fue así, yo había tomado la decisión de no tener hijos antes que él.
Judith (36 años). Licenciada en comunicación. Relaciones públicas en una
agencia de publicidad.

Varias de las entrevistadas rompen con la imagen estereotipada de


la mujer que no desea tener hijos; porque no le gustan los niños.
Simplemente no tienen instinto maternal pero pueden ser muy
buenas cuidadoras y perfectamente cariñosas con los hijos de
otras personas:

Mis tías quisieran verme como madre porque me ven muy maternal con sus
hijos porque puedo jugar con ellos y tratarlos bien. Pero no es lo mismo jugar
con ellos un rato y devolverlos a sus mamás, a que sean los tuyos y los tengas
contigo todo el tiempo. Mariana (36 años). Licenciada en Biología. Trabaja
en una institución forestal.

207
Francisco Javier Cortazar Rodríguez

Yo ahora tengo una pareja, un novio. El sí lo ha expresado lo de tener hijos,


pero yo nunca le he dicho que yo no quiero tener hijos, sólo le digo que no
está en mis planes ahora, tal vez algún día. Su hermana acaba de tener un
bebé, hace un año y medio y vamos, los vemos, lo agarro, lo cargo y él me
dice: “¿Ves? ¡Qué bonita te ves!” y le digo que yo nunca he dicho que no me
gustan los bebés, se me hacen la cosa más hermosa del mundo, pero... Sí
lo cuido, aprovecho para tener la experiencia del bebé, cuidarlo... Pero me
siento tan feliz de que en la noche va a regresar con su mamá y lo va a tener
el resto de la semana. Rita (32 años). Estudiante de doctorado.

Soy muy tacaña con mi tiempo, no tanto con el dinero. Si a un niño no le vas
a dar todo lo que necesita, que es principalmente atención... no quiero dejar
la clase de vida que llevo, aunque me digan que en algún momento me voy
a cansar de las fiestas... no, a mí me gusta mucho hacer ejercicio, me gusta
tener mi casa limpia. Cuido a mis sobrino [hijos de sus primos] y entre más
los cuido más me digo que no los quiero tener [hijos propios] porque no
puedes dejar de mirarlos porque si te pones a hacer otra cosa el escuincle2 ya
tiró algo, ya rompió algo o ya se meó, tienes que estar ahí. Entonces, cómo
voy a tener ese tiempo si no quiero [con énfasis] hacer eso. Celina (26 años).
Química farmacobióloga. Trabaja en una compañía farmacéutica.

Tener amigas casadas y con hijos vuelve la amistad un proceso


cada vez más difícil porque los hijos tienden a borrar a la mujer y
dejan en su lugar a la madre, es decir, las mujeres dejan de hablar
de ellas para hablar sólo de sus hijos. Mientras que las mujeres sin
hijos pueden hablar de sus proyectos, de cómo se sienten y lo que
han hecho, las madres tienden a substituir esos temas por lo que
han hecho y vivido sus hijos, por lo que terminan anteponiendo su
papel de madres al de individuo con proyectos propios:

Mis amigas mujeres están divididas, 60% piensan igual que yo pero el res-
tante 40% están casadas y tienen hijos. Y es difícil la amistad porque cuando
las veo ya no platico con mi amiga sino con la madre. Intento que mis amigas
me platiquen de su yo, de ellas como persona pero inevitablemente termi-
nan hablando de su papel como madres, de lo que hacen sus hijos, su mundo
gira en torno a ellos y no pueden separar su persona de su papel de mamás.
Ana (41 años). Maestría terminada. Trabaja en un instituto para las mujeres.

2. Escuincle, palabra empleada en México para referirse a los niños, proviene del náhuatl
itzcuintli, que se refería a una raza de perros de compañía.

208
Mujeres que han decidido no tener hijos

Dos de mis mejores amigas [del bachillerato] se casaron y tuvieron sus hijos
y cambió nuestra convivencia. Ellas comenzaban a invitar a parejas con hijos
a los baby showers, al bautizo y ¡adiós!, después de eso ya no te invitan. Nos
seguimos hablando pero ya no te invitan porque tienen que invitar a los que
tienen niños para que sus hijos jueguen [...]. Ahí se ve la responsabilidad que
tienen de cuidar que sus hijos socialicen con otros niños. Yo sé que si nos va-
mos a reunir vamos a tener que vernos en un Burger King o un MacDonald’s,
para que el niño tenga un espacio para jugar. Rita (32 años). Estudiante de
doctorado.

Otras metas, otros objetivos:

Tengo muchos intereses personales, quiero estudiar, bailar profesionalmen-


te. Me gustaría seguir estudiando, hacer maestría y doctorado, trabajar en
cosas prácticas como dar clases, ser profesora. Araceli (24 años). Egresada
de licenciatura en Comunicación. Community manager en una agencia de
publicidad.

Mi futuro de aquí a unos cinco años lo veo regresándome a la academia para


hacer el doctorado. Tendría que dejar mi trabajo actual de editora pero así
debe ser, renunciaría a cierta estabilidad económica para completar mi for-
mación académica. Tengo proyectos profesionales y personales. No sé si
quiero estudiar en el extranjero o en México, pero en cualquiera de los dos
casos estoy segura de que mi pareja me seguiría y me apoyaría. Mi pareja
tiene un negocio propio y le gusta verme feliz en mi trabajo, en mis estudios,
haciendo las cosas que a mí me gustan. Somos una pareja estable. Ana (41
años). Maestría terminada. Trabaja en un instituto para las mujeres.

Lo que más me interesa (ahora) es viajar y estar en una profesión que me


guste mucho. Sí me interesa tener una pareja estable pero de ahí a decir “me
quiero casar”, no. Sí encontrar a alguien pero hasta ahí, o sea, es como el pri-
mer paso... ya de ahí, quién sabe. Daniela (25 años). Licenciatura terminada
en Comunicación. Community manager.

Antes tenía una empresa de videoproducciones que dejé en standby por ha-
cer la maestría. Es la empresa que quiero retomar añadiéndole capacitacio-
nes, es un proyecto que deseo retomar ya como profesionista con el nivel
que quería de doctorado. Siento que si tengo un hijo en algún momento le
llegaría a reclamar: “entraste en un momento de mi vida en donde yo quería
hacer esto otro”... y no quiero reclamarle eso a un ser vivo. Estoy muy segura
de lo que quiero y primero quiero terminar el doctorado y después veremos
qué más hay en el horizonte. Rita (32 años). Estudiante de doctorado.

209
Francisco Javier Cortazar Rodríguez

Sexualidad

Desde la pubertad y la adolescencia algunas ya son conscientes de


cuidar sus relaciones sexuales para evitar embarazos no deseados
y esperan encontrar consejo entre los profesionales, los ginecó-
logos. Pero ahí también algunas se han llevado sorpresas. Otras
llevan control de su vida sexual de manera algo más empírica:

Cuando era adolescente y fui por primera vez con el ginecólogo me llevé
una sorpresa. En ese tiempo yo no sabía que había hospitales públicos de
monjas, yo pensaba que todos los hospitales públicos eran del gobierno. El
caso es que fui y la ginecóloga de ahí me dijo que ella no podía ayudarme a
darme anticonceptivos porque era en contra de su religión y yo me quedé
así como “¡Qué onda!!”. Salí y me fui a otro hospital. Pero te aseguro que
todas esas mocositas de 16 años embarazadas que estaban en su recepción
pues tampoco tuvieron ningún consejo sobre su sexualidad ni sabían nada
de anticonceptivos. Además, quién va a cuidar de esos niños, pues ellos no
[los médicos y monjas] sino uno mismo.
Mi mamá nos apoya mucho a las hijas, nos dice que confía más en no-
sotras que en mis hermanos, nos dice que debemos usar métodos anticon-
ceptivos siempre. Mi mamá dice que mi hermano un día puede llegar con su
sorpresa a la casa, con una novia embarazada y decir que ya se va a casar, o
sea, que una mujer cualquiera llega un día a la casa y dice que ese niño es de
mi hermano, eso le puede pasar a mi hermano. Por eso nosotras debemos
cuidarnos más, para que no nos vaya a pasar eso. Y la verdad a mí me da
mucho miedo quedar embarazada, por eso soy muy consciente de mi se-
xualidad y me cuido mucho. Araceli (24 años). Egresada de licenciatura en
Comunicación. Community manager en una agencia de publicidad.

Mi sexualidad la viví durante mucho tiempo con cierta inconsciencia, em-


pecé a los 17 mi sexualidad, pero ya al final no tengo tanta inconsciencia.
Tuve algún aborto pero fue decidido por mí. Raquel (49 años). Con grado de
maestría. Profesora universitaria.

Yo soy muy consciente de mi cuerpo y disfruto mucho de mi sexualidad,


conozco bien los métodos anticonceptivos. Ahora uso la barra en el brazo,3
nunca recurrí a la pastilla del día después. Judith (36 años). Licenciada en
Comunicación. Relaciones públicas en una agencia de publicidad.

3. Método subdérmico o subcutáneo. Se trata de una varilla de plástico flexible del


tamaño de un fósforo, que se inserta bajo la piel, en la cara interna del brazo. Su
eficacia anticonceptiva supera a las píldoras y dura tres años.

210
Mujeres que han decidido no tener hijos

De mis relaciones íntimas te diré que él se preocupaba menos que yo por


la seguridad, yo era más consciente cuando tuve una pareja de varios años.
En mis relaciones íntimas uso preservativo, además que siempre llevo bien
mis cuentas sobre mi periodo, afortunadamente nunca he tenido retrasos o
sustos. Jenifer (25 años). Maestría terminada. Empleada en una institución
de investigación en ciencias sociales.

Me cuido 100% a la perfección. Si me quedara embarazada, no quiero un


aborto [por las condiciones de clandestinidad, por no ser totalmente seguro,
es peligroso], por eso me cuido tanto. Usamos condón y nos cuidamos mu-
cho. Cuando tuve mis primeras relaciones ni siquiera confiaba en el condón
que ellos traían, porque lo traían en la cartera y ve tú a saber desde cuándo y
en qué condiciones, así que sólo confiaba en los míos. Y cuando lo sacamos
siempre es con mucho cuidado, incluso yo hasta revisaba que estuviera todo
bien, sin roturas, hasta yo me preocupaba por colocárselo a él para que todo
estuviera bien. Una vez tuve una mala experiencia con un ginecólogo, me
trató muy mal, como puta, fue una vez que fui al día siguiente de una rela-
ción, fíjate, para mí era muy importante porque yo lo veía como mi proble-
ma, no de él sino mío, ni siquiera le hablé para decirle nada. El trato que me
dio el ginecólogo al final no me importaba en ese momento, yo lo que quería
era que me diera el remedio que en ese momento yo necesitaba, hasta me
dio una charla sobre lo que son las niñas bien. Magdalena (35 años). Estudia
doctorado y es profesora universitaria.

Respecto a mi sexualidad, me he cuidado siempre. Sobre todo cuando tienes


una pareja estable cambias de método hacia algo más estable, recurres me-
nos al condón. En mi caso particular, debido a un problema hormonal, me
cuido más porque tengo fluctuaciones. A mí me han tocado hombres afortu-
nadamente informados en métodos anticonceptivos, sobre todo en el con-
dón y afortunadamente nos hemos cuidado mutuamente. Carla (26 años).
Licenciada en Letras. Profesora en una escuela superior privada.

Sobre la sexualidad, no he ido con doctores pero mi pareja actual me apoya,


me cuida mucho, me dice qué condones usar, me cuida mucho y yo ahora
me siento cómoda así con él. Ernestina (21 años). Estudiante de licenciatura
en Sociología.

Sobre la sexualidad, hay desajustes patriarcales y la educación sexual sigue


siendo tabú. Soy consciente de mi cuerpo, mi mamá me enseñó muy bien,
sin tabús de mi menstruación y todo eso. Pero hay niños y niñas que no
saben nada de nada. Cuando era chica inventaban historias muy fantásticas
que les contaban sus papás y sus abuelos, allá por los años noventa, y yo ya
sabía todo eso porque me lo había enseñado mi mamá, pero ella me dijo que
no dijera nada y pues yo no les decía nada. A los 14-15 años empecé a usar

211
Francisco Javier Cortazar Rodríguez

anticonceptivos. En casa siempre he tenido mis condones, me los dio una


prima en esos años. Maya (24 años). Estudiante de cine y fotógrafa.

Instituciones

Al meditar sobre este apartado, recordé una anécdota que me pla-


ticó una amiga hace algunos años, joven y soltera, quien solicitó un
crédito de vivienda para comprar su casa e independizarse, pero
se lo negaron porque cumplía todos los requisitos menos uno:
no estaba casada. Es decir, hay que impulsar políticas de bienes-
tar, sociales, de familia y de género para hacerlas más inclusivas,
haciendo transversales las políticas hacia todos los individuos, uni-
versalizando los derechos. Por ejemplo, las instituciones de bien-
estar y seguridad social no consideran a las madres solteras como
sujetos responsables y autónomos (Arriagada, 2006 y 2007). Esta
fue una constante sobre la que reflexionaron varias de las entre-
vistadas, en la falta de políticas públicas que faciliten a la mujer la
toma de decisiones sobre su propia vida, desde la falta de guarde-
rías, permisos de maternidad, horarios flexibles, bajos salarios, el
mercado laboral adverso y las pocas oportunidades para comprar
una casa:

Mi trabajo actual es en el sector público, en una oficina encargada del diseño


de políticas de género y salud para las mujeres y por lo mismo cuando yo
llegué el primer día esperaba encontrar facilidades o programas para apoyar
a las mujeres madres pero no había nada, ni una guardería siquiera, lo que
me parece contradictorio. Debería haber políticas públicas para apoyar a las
madres, a los padres y a las parejas. Por ejemplo, los días que se dan por
permiso de maternidad en México son muy pocos, sobre todo si los compa-
ramos con otros países. A los hombres, por ejemplo, apenas les dan algunos
pocos días y es doloroso para ellos tener que regresar a trabajar y dejar a sus
hijos en guarderías, y es doloroso también para los hijos. Además, si fuera un
hombre solo [un padre soltero] no dejan que su hijo entre a una guardería
porque él no es mujer. Ana (41 años). Maestría terminada. Trabaja en un
instituto para las mujeres.

Yo trabajo en el Instituto Nacional de las Mujeres, donde hay más mujeres


que hombres, porque atendemos más los asuntos de género y por lo mis-
mo tenemos más oportunidades de desarrollo, pero en otros lugares son los

212
Mujeres que han decidido no tener hijos

hombres los que más oportunidades tienen. Necesitamos instituciones po-


líticas incluyentes porque el mundo, tal como está, es para parejas hetero-
sexuales casadas, hasta para ir a fiestas del trabajo es un problema para los
solteros. Maité (32 años) Con maestría en proceso. Trabaja en un instituto
para las mujeres.

Las guarderías y todos los servicios para las mujeres con hijos son costo-
sísimos, lo sé porque tengo una amiga que tiene una guardería, todos los
servicios para las madres y para los padres son costosísimos porque todo es
privado, no hay casi servicios del Estado ni apoyos tampoco. No creo que el
país esté acondicionado para que las mujeres con hijos estén seguras, cuida-
das, con salud. Debería haber más servicios y oportunidades para todas, ya
sean obreras, mujeres que hacen la limpieza, hasta para la gran ejecutiva. No
hay servicios como debería haber, y lo que hay es privado. Carla (26 años).
Licenciada en Letras. Profesora en una escuela superior privada.

Con mi pareja actual ya llevamos varios años viviendo juntos y hace unos
dos años nos casamos, así de repente decidimos casarnos por el civil, sin
fiestas ni nada, no le avisamos a nadie. También nos casamos por el crédito
del Infonavit, así podíamos juntar los dos créditos, el suyo y el mío, para
comprar la casa. No me gusta la inestabilidad, nos casamos también por eso,
por los bienes legales y todo eso, para tener más certidumbre. Magdalena
(35 años). Estudia doctorado y es profesora universitaria.

Trabajo

Las entrevistadas relatan historias sobre su experiencia laboral en


las que dejan entrever las grandes presiones a las que se enfrentan
las mujeres con hijos, quienes a la larga deben dividir su tiempo
entre sus obligaciones laborales y el cuidado de sus hijos, el famoso
“equilibrio” entre el trabajo y el hogar, que suele adjudicarse a las
mujeres pero no en igual medida a los hombres (Lagarde, 2005).
También destaca el techo de cristal, donde las mujeres se encuen-
tran con falta de oportunidades laborales (equidad en los salarios,
mismas oportunidades de desarrollo) debido no a su preparación
o experiencia profesional sino a una cuestión de género donde
ser mujer es una condición que las hace disminuir para los otros
debido al machismo o al proceso de socialización. Las expresiones
van desde preguntar a una si su marido le da permiso de salir de
viaje o qué va a decir él, para otras hay que tomar una decisión
entre cuidar a los hijos o continuar trabajando y así. Aunque esta

213
Francisco Javier Cortazar Rodríguez

investigación no se lo había planteado, surge ahora la pregunta de


si algunas mujeres, de forma consciente o no, han renunciado a la
maternidad para poder tener las mismas oportunidades de desa-
rrollo profesional que los hombres, en todo caso la polémica y la
reflexión quedan para nuevas exploraciones.

En mi área [profesora en una escuela de diseño de modas] las oportunida-


des para las mujeres con hijos y sin hijos son iguales porque en el caso de la
moda, que en la ciudad todavía es algo chico o sin tanta demanda como en
otras partes, pues siempre te toman en cuenta aunque tengas hijos y te lla-
man para trabajar, la gente te busca igual. Muchas de mis alumnas son mamás
pero igual impresionan por su alto desempeño porque se saben organizar,
se hacen tiempo. Hay mucho cansancio emocional pero también muchos
despuntes de madurez en chavas de 20 años con hijos porque tienen su vida
muy estructurada. Ves que se desvelan estudiando, llegan a su casa y le dan
de comer a sus hijos, les preparan su ropa y todavía después de acostarlos se
ponen a cortar patrones, a coser y todo eso. Ser mamá es una chinga. Carla
(26 años). Licenciada en Letras. Profesora en una escuela superior privada.

Mi carrera es de bióloga y no es fácil encontrar trabajo de eso. Yo me des-


empeño en el área forestal y es un ambiente muy masculino, porque hay que
hacer mucho trabajo de campo, salir con frecuencia al bosque o al desierto,
estar varios días ahí, muchas veces rodeada de otros hombres y a veces ellos
se sacan de onda [por verla entre ellos]. A veces cuando me mandan de la
oficina me preguntan si estoy segura de poder ir a hacer el trabajo de campo
y estar una semana en el desierto, que si mi pareja me deja, si me da permi-
so o si no se molesta o qué va a decir él. También me han dicho que por la
situación del país [por el narcotráfico], al ser yo la única mujer entre ellos
mi presencia puede ponerlos en riesgo por las agresiones y esas cosas. El
trabajo forestal es un ambiente muy masculino, más para ingenieros foresta-
les, o sea, ingenieros hombres, no para licenciadas en biología, que todavía
lo ven más de estar cuidando las plantitas y esas cosas. Mariana (36 años).
Licenciada en Biología. Trabaja en una institución forestal.

En mi primer trabajo hacia trabajo administrativo, de oficina, como yo no te-


nía hijos mi desempeño era más fácil que para mis compañeras que sí tenían
hijos. Ahora soy editora de una revista y como no debo atender a otras perso-
nas [no es atención al público] sólo me concentro en el trabajo pues puedo ha-
cerlo bien. En cambio las madres deben decidir entre A o B, deben renunciar a
esto o aquello, tarde o temprano quedan mal. Tengo el caso de una compañera
del trabajo que tiene un alto cargo, es una de las jefas, que después de varios
años de trabajo va a renunciar para hacerse cargo de su hijo. Ana (41 años).
Maestría terminada. Trabaja en un instituto para las mujeres.

214
Mujeres que han decidido no tener hijos

En mi carrera [comunicación social] éramos puras mujeres. Muchas tuvimos


problemas, porque muchas de mis compañeras querían ser presentadoras de
televisión o modelos, las demás no queríamos eso, queríamos ser periodis-
tas, etc. Mucha gente piensa que estudias esa carrera porque quieres salir en
la televisión y a mí eso no me interesa. Colombia es un país de reinados [de
belleza, de Misses], los 364 días al año hay algún concurso de belleza, de 24
candidatas a reinas te aseguro que 20 estudiaron comunicación. Se vuelve
algo complicado porque cuando vas a una entrevista de trabajo la gente es-
pera encontrarse con una reina de belleza. Tus amigas casi se vuelven anoré-
xicas. Es muy competitivo trabajar en medios en Colombia. Yo veo muchas
diferencias en las oportunidades de trabajo, por decirte algo, mientras que
las mujeres que trabajan en rtn (Radio Televisión Nacional) ganan 350 dó-
lares al mes, los hombres andan ganando algunos hasta dos mil dólares al
mes. Judith (36 años). Relaciones públicas en una agencia de publicidad.

Por ahora trabajo, ando tranquila, mi jefa llega tarde, siempre anda cansada
porque trabaja todo el día, siempre anda estresada, mima a sus hijos, todos
sus pensamientos son para ellos; en cambio, yo me preocupo por mí nada
más. A veces me preguntan que cómo le voy a hacer cuando sea vieja pero
yo no quiero quedarme toda la vida con un hijo... Ya no dudo en no tener
un hijo, ahora tengo más seguridad. Tengo una prima de 43 años, con pareja,
tiene una casa hermosa, no tiene hijos, y ella me dice: “No me arrepiento, me
atacaron como no tienes idea”. Yo quiero ser como ella. Alondra (17 años).
Estudiante de preparatoria y empleada en un despacho contable.

Conclusiones

Quisiera resaltar algunos de los hallazgos encontrados en la pre-


sente investigación. Por una parte no hay una sola causa que sea
la detonante para que las mujeres decidan no tener hijos, sino que
se debe a una serie de factores estructurales, contextos familia-
res y experiencias propias de vida, por lo que hay que descartar
el egoísmo como explicación. Más aún, a partir de las entrevis-
tas destaca que la decisión no se ha tomado a la ligera y que ellas
mismas han meditado mucho sobre este egoísmo para transfor-
marlo en una cuestión de responsabilidad.
Por otra parte, tampoco se presenta el consumismo como un
rasgo distintivo de las mujeres entrevistadas, al menos no tiene un
papel central como motivo por el que no deseen ser madres. Ante
todo, los testimonios defienden la búsqueda y mantenimiento de

215
Francisco Javier Cortazar Rodríguez

un estilo de vida que les es propio y con el que se sienten cómodas,


al no sacrificar actividades y tareas que consideran agradables y
les brindan autoestima. Es decir, no es en el disfrute del dinero y
los placeres que procura donde reside la supuesta explicación en la
renuncia a ser madres, sino en otros valores vivenciales distintos:
el amor con la pareja, vivir experiencias, estudiar y trabajar.
Las políticas de género, de familia, sociales y sectoriales (tra-
bajo, educación, salud) deben ser revisadas a profundidad para
generar oportunidades de inclusión y desarrollo universales para
todos los individuos, lo cual incluye la revisión y redefinición de
nuestro concepto tradicional de familia. En el trabajo queda claro
que hay medidas concretas que se pueden impulsar para acrecen-
tar la equidad de género, disminuir los prejuicios hacia las mujeres
que realizan trabajos “de hombres” así como impulsar los trabajos
de calidad con una mejor remuneración, con vistas a desaparecer
el techo de cristal en el mundo laboral.
Tal vez con la disminución de las desigualdades en todas las
esferas de la sociedad junto con la implementación de la perspec-
tiva de género logremos una mayor tolerancia a estilos de vida di-
ferentes en la sociedad, lo que sin duda impulsaría el desarrollo y
haría de la convivencia cotidiana un asunto con menos conflictos
y roces. No es un camino fácil pero sí necesario.
La autonomía y la independencia son dos de los valores que
parecen describir mejor la situación de las mujeres entrevistadas,
quienes al asumir las consecuencias de su decisión se han topado
con frecuentes cuestionamientos y extrañezas por parte de los de-
más. A través de sus relatos destaca la diversidad de estrategias de
resistencia que han desplegado para enfrentar el orden social do-
minante y que espera de ellas que cumplan la meta “natural” que
toda mujer debe cumplir: ser madre. Mediante sus testimonios
destacan las tensiones sociales latentes, los valores que se espe-
ra respetar y hacer cumplir, así como ellas despliegan estrategias
para ir negociando las relaciones, redefinirlas, enfrentarlas, cues-
tionarlas, replegarlas, obstruirlas o repelerlas.
Es inevitable recordar a Michel de Certeau (2000) y su idea
sobre el cazador furtivo, donde el orden social regula los modos de
ser y hacer y mientras los sujetos hacen otras cosas distintas a lo
esperado a partir de los recursos disponibles con los que cuentan
216
Mujeres que han decidido no tener hijos

en un momento dado. Finalmente es ahí, en el sujeto y sus discur-


sos, donde mejor se ejemplifica el cambio social.

Referencias bibliográficas

Acevedo, M. (1982). El 10 de mayo. México: sep-Martín Casillas, vol. vii.


Memoria y olvido: Imágenes de México.
Alberdi, I. (1999). La nueva familia española. Madrid: Taurus.
Alborch, C. (1999). Solas. Gozos y sombras de una manera de vivir. Madrid:
Temas de hoy.
Arriagada, I. (2007) (Coord.). Familias y políticas públicas en América
Latina. Una historia de desencuentros. Santiago de Chile: cepal.
Arriagada, I. (2006). Cambios de las políticas sociales: políticas de género y
familia. Santiago de Chile: cepal (serie Políticas Sociales, núm. 119).
Badinter, E. (1991). ¿Existe el instinto maternal? Historia del amor mater-
nal. Siglos xvii al xx. Barcelona: Paidós.
Bourdieu, P. (1994). Raisons pratiques. Sur la théorie de l’action. París  :
Editions du Seuil.
De Certeau, M. (2000). La invención de lo cotidiano i. Artes de hacer.
México: uia-iteso.
Foucault, M. (1991). Historia de la sexualidad 1. La voluntad de saber.
México: Siglo XXI.
García, A. (2015). El amor como problema sociológico. Acta Sociológica,
66, 35-60.
García, M., Salvador, A. y Guzmán, R. (2012). Actitudes hacia la trans-
formación de la vida en pareja, soltería, matrimonio y unión libre.
Psicología Iberoamericana, (20)2, 16-25.
Giddens, A. (2001). Sociología. Madrid: Alianza Editorial.
Giddens, A. (1992). La transformación de la intimidad. Sexualidad, amor y
erotismo en las sociedades modernas. Madrid: Cátedra.
inegi (2010). Censo de Población y Vivienda 2010. México: inegi.
Lagarde, M. (2005). Los cautiverios de las mujeres. Madresposas, monjas,
putas, presas y locas. México: unam.
Medina, P., Figuera-Maz, M. y Gómez-Puertas, L. (2014). El ideal de la
madre en el siglo xxi. La representación de la maternidad en las re-
vistas de familia. Estudios sobre el Mensaje Periodístico, (20) 1, 487-
504.
Partida, V. (2005). La transición demográfica y el proceso de envejeci-
miento en México. Papeles de Población, (11) 45, 23-29.

217
Francisco Javier Cortazar Rodríguez

Saletti, L. (2008). Propuestas teóricas feministas en relación al concepto


de maternidad. Clepsydra, 7, 169-183.
Shome, R. (2011). Global Motherhood: The Transnational Intimacies of
White Femininity. Critical Studies in Media Communication, (28) 5,
388-406.
Villareal, C. (2008). La soltería en mujeres de mediana edad. Revista
Reflexiones (87) 1, 99-111.

218
Capítulo 8
La influencia de la capacitación
empresarial para la profesionalización
en la empresa familiar: el caso de los
artesanos de Tonalá, Jalisco

Aimée Pérez Esparza

Resumen

L
a empresa familiar es una organización compleja. Se le con-
sidera como un fenómeno que puede ser objeto de diversos
estudios. Dada la relevancia que tiene este tipo de empre-
sas en nuestro país, se considera de vital importancia diseñar
estrategias que les permitan lograr niveles más altos de competi-
tividad y productividad que los que tienen en la actualidad. Este
trabajo muestra la relevancia de la profesionalización a través de la
capacitación de la empresa familiar como una estrategia que logre
dichas metas.
Se observa el caso de los artesanos de Tonalá, Jalisco, quienes
en su mayoría están conformados en empresas familiares donde
existen una serie de problemas que les impiden lograr un impacto
económico en la región entre los que destacan la falta de capacita-
ción en temas de negocios, la resistencia al cambio, la toma de de-
cisiones desconectada de las necesidades del entorno, entre otras.
Dada la falta de profesionalización en las empresas artesanales
tonaltecas, se genera la necesidad de identificar las limitaciones
relacionadas con la capacitación empresarial que permitan crear
estrategias que colaboren con el fortalecimiento de la organiza-
ción como lo es el adecuado uso de los recursos existentes y el

219
Aimée Pérez Esparza

desarrollo de nuevas estrategias para incrementar el desempeño


de las empresas artesanales del municipio.

Introducción

La empresa familiar ha sido, a lo largo de las generaciones, una de


las organizaciones más complejas en términos empresariales, por
lo que continuamente la literatura se enfrenta a buscar alterna-
tivas que fomenten la competitividad y la productividad de este
tipo de empresas. La familia por sí misma en una organización
difícil de descifrar debido a que en ella se ven inmersas un cumulo
de emociones, relaciones e intereses que interactúan entre sí para
la consecución de ciertos objetivos. Al intervenir estos elementos
en la conformación de una empresa se crea una organización que
requiere una clara división de papeles: por un lado estará la familia
y por el otro, los miembros de la empresa que buscan el máximo
beneficio para la misma.
Es por ello que surge la necesidad de crear estrategias que per-
mitan a este tipo de organización las mejores prácticas administra-
tivas que colaboren para el logro de objetivos planteados. La pro-
fesionalización de la empresa familiar es un factor esencial para
crear un nuevo significado de la organización, la cual por medio de
metodologías de trabajo novedosas podrá estructurar el desarrollo
estratégico conforme a los objetivos que le permitan su máximo
desempeño acorde a los cambios que enfrenta el mercado.
La capacitación de los miembros de la empresa familiar permi-
tirá obtener nuevas competencias que le ayuden a ésta a generar
estrategias relacionadas con la innovación de procesos, diseño y
comercialización de nuevos productos, toma de decisiones basa-
das en información financiera, entre otros aspectos que colaboran
en la maximización de beneficios de la misma. Como caso especí-
fico se contempla a los artesanos de Tonalá, Jalisco, quienes en su
mayoría emprenden negocios familiares dado el dominio de algún
oficio artesanal pero carecen de estrategias que fomenten la pro-
fesionalización de la empresa, por lo que la capacitación de sus
miembros se considera una variable de desarrollo para éstos. Se
realiza un análisis de las principales limitantes relacionadas con
220
La influencia de la capacitación empresarial para la profesionalización
en la empresa familiar: el caso de los artesanos de Tonalá, Jalisco

la capacitación empresarial en los artesanos tonaltecas, para ge-


nerar estrategias que permitan fortalecer las diversas áreas de la
empresa.

La familia vista como organización empresarial

La familia es una organización compleja; aunado a esto, en la con-


formación de la empresa familiar interactúan la empresa, la fami-
lia y el capital, creando una de las organizaciones más complejas
del mundo de los negocios. Como menciona Press (2011), las
empresas son sistemas sociales formados por personas que están
en relación permanente y sus acciones se influencian recíproca-
mente todo el tiempo, por dicha razón es fundamental conocer
aquellos factores que intervienen en las empresas familiares y per-
miten el logro de los objetivos mediante el desempeño efectivo de
cada una de las partes que conforman dicho sistema. De acuerdo
con Beehr, Drexler y Faulkner (1997), se entiende por empresa
familiar un negocio en el cual el dueño y al menos un colaborador
son miembros de la misma familia.
Cabe mencionar que los primeros trabajos teóricos sobre el
tema de empresa familiar se apoyaron en la teoría de sistemas,
donde se concebía a este tipo de organizaciones como el resultado
de la intersección de dos sistemas sociales: la familia y la empresa;
el primero basado en las emociones, mientras que el segundo lo
estaba en las tareas que permitirían el logro de objetivos (Gimeno,
2004).
Los negocios familiares tienen una serie de ventajas, entre ellas
estar rodeados de colaboradores que se preocupan por su creci-
miento; sin embargo, este tipo de negocios tienden a no delimitar
las funciones de empresa y de parentela que guardan, dada la rela-
ción de dos roles; dicha relación genera en la mayoría de los casos
conflictos derivados de la claridad del comportamiento según se
requiera. También se debe considerar que sus miembros estarán
más comprometidos y serán más leales con la organización que
los que no tienen un vínculo sanguíneo, por lo que dependerá del
fundador crear un equilibrio entre las exigencias u oportunidades
de la empresa y las necesidades o deseos de la familia, median-
221
Aimée Pérez Esparza

te: el fortalecimiento de los valores, una visión compartida por


los miembros de la organización, una planificación de tareas, ade-
cuadas estructuras de dirección y acuerdos, lo que permite tener
un compromiso familiar a través de la participación activa de los
miembros e impulsar a la empresa.
El compromiso de la familia es lo que distingue a una empre-
sa no familiar de una empresa familiar. Sin el compromiso de la
familia, no existirá el logro de objetivos. De acuerdo con Carlock
y Ward (2003: 107), la participación activa de la familia es una
demostración palpable del compromiso de ésta con la empresa,
al tiempo que se convierte en una herramienta importante para
mantener el compromiso de la misma.
Algunas dimensiones importantes de la participación son:
1. Conseguir que más miembros de la familia contribuyan al futu-
ro de la empresa familiar generando un sentido de propiedad.
2. Ampliar el papel de la familia en el proceso de toma de deci-
siones, compartiendo el poder y la responsabilidad.

Para la organización es de suma importancia que cada uno de


sus miembros se identifique con el rol que está desempeñando
dentro de la empresa de familia, en el entendido de que se cola-
bora al logro de los objetivos tanto familiares como empresaria-
les, sin dejar de lado una visión clara de la meta de la empresa. El
principal reto del fundador de la empresa es generar este sentido
de propiedad entre los miembros que participan en ella. Si no se
visualiza la importancia que ésta tiene en la unidad tanto familiar
como de la empresa, será más complicado seguir adelante con el
negocio. A su vez, la toma de decisiones dentro de este tipo de
empresa requiere una participación activa de todos sus miembros
ya que de esta manera se logrará fortalecer el sentimiento de pro-
piedad antes mencionado.
En la mayoría de las ocasiones, la familia no se da cuenta de
que los conflictos de la empresa se originan por la falta de partici-
pación y de oportunidades de crecimiento. Un importante factor
de éxito en el desempeño de este tipo de organizaciones es el de-
sarrollo de un compromiso de educación, a través de la profesio-
nalización de sus miembros, impactando así en los resultados de
dicho tipo de empresas. Si bien la mayoría de las empresas fami-
222
La influencia de la capacitación empresarial para la profesionalización
en la empresa familiar: el caso de los artesanos de Tonalá, Jalisco

liares nacen de la tradición de la familia sumada al conocimiento


de algún oficio, se requiere la profesionalización de sus miembros
para la adecuada toma de decisiones y planeación estratégica que
requiera la empresa.
Otros de los conflictos percibidos en las empresas familiares
que son ligados a la falta de profesionalización y que llevan a situa-
ciones de crisis según Irigoyen (1999: 67) son:
1. Cuestionamiento de la autoridad del líder.
2. Ruptura de intercambios con el medio, es decir, una crisis de
aislamiento, como una forma de resistencia a cualquier cambio
inadecuado.
3. Introducción de rasgos culturales disociados de los vigentes,
es decir, una crisis de modernización.
4. Limitantes del cambio creativo como: dificultad para transmi-
tir la experiencia, dirección no profesionalizada, ausencia de
políticas, estrategias, programas y tácticas.

Las empresas familiares se caracterizan por no contar con estruc-


turas organizativas bien definidas, un alto grado de informalidad,
así como por la ausencia de planeación administrativa en la toma
de decisiones que llevan a cabo sus miembros, dando como resul-
tados una serie de conflictos que impiden el crecimiento de la
empresa, por lo que a través de adecuados procesos de profesio-
nalización se crea una cultura de innovación destinada a la mejora
continua tanto de procesos como de productos o servicios ofreci-
dos por la empresa familiar.
La profesionalización permite que los miembros de la empresa
desarrollen nuevas competencias creando así una cultura enfoca-
da al crecimiento de la misma, mejorando el compromiso exis-
tente entre ellos con la empresa, además de permitirle adquirir
mayores índices de competitividad y productividad.

La profesionalización como determinante para


el desarrollo de la empresa familiar

El sistema familiar está conformado por una serie de caracterís-


ticas que fomentan la resistencia al cambio, lo que impide que la
223
Aimée Pérez Esparza

empresa familiar logre altos niveles de desempeño. Si bien resulta


injusto generalizar la falta de profesionalización en la empresa
familiar, se observa una clara ausencia de ésta en la mayoría de
ellas; a pesar de que este tipo de organizaciones son la base de
la economía mexicana, enfrentan una serie de retos además del
peligro de mortalidad pues en su mayoría se concentran en micro
empresas que difícilmente sobreviven a los cambios que enfrenta
el mundo de los negocios.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (inegi)
en su censo económico de 2009, las empresas en México están
representadas por 95.2% de microempresas, 4.3% de pequeñas
empresas, 0.3% de medianas empresas mientras que únicamente
0.2% representa a las grandes empresas, dando por resultado que
las micro y pequeñas empresas en nuestro país ascienden a 99.5%
del total existente y en su mayoría son familiares.
Las organizaciones familiares no sólo ejercen una gran in-
fluencia dentro de la economía formal, sino también como parte
de la economía informal. El éxito y permanencia de estas orga-
nizaciones va de la mano con su capacidad de hacer frente a los
cambios existentes en el mercado. Cabe mencionar que la cultura
de la empresa familiar juega un papel fundamental en el éxito del
negocio ya que ésta es la que permite crear un sentimiento de uni-
dad e identidad por los miembros de la empresa.
La principal razón por la que la empresa familiar debe iniciar
su proceso de profesionalización es debido al contexto actual de
competitividad que se genera a partir de los cambios en el merca-
do, así como la globalización. Algunos autores como Leach (1993),
Sallenave (1993), Gallo (1995), Sánchez-Runde (1996), Serna y
Suárez (2005), Drucker (2006) y Ward (2006), reconocen a la
profesionalización como una herramienta estratégica que permite
hacer frente a las amenazas que enfrentan las empresas familiares
en la actualidad. Según Dyer (1989), una de las razones por la que
se debe profesionalizar la empresa familiar es “la ausencia de per-
sonas capacitadas dentro del núcleo familiar con talento para la
gestión de la compañía” (en Rueda, 2011: 8).
La profesionalización en la mayoría de las empresas fami-
liares surge del espíritu emprendedor, es decir, de la puesta en
marcha de una idea de negocio con base en las habilidades y el
224
La influencia de la capacitación empresarial para la profesionalización
en la empresa familiar: el caso de los artesanos de Tonalá, Jalisco

conocimiento del emprendedor. Sin embargo conocer un oficio


no garantiza el éxito del negocio, ya que existen otros elementos
que intervienen en ello: la innovación en cuanto al uso de nueva
tecnología, diseño de productos y mejora continua en el servicio,
entre los más importantes. Otro aspecto crucial es la capacitación
continua que requiere el emprendedor para generar ideas de im-
pacto, estableciendo estrategias que le permitan el logro de ob-
jetivos. Como menciona Belausteguigoitia (2004: 28), la empresa
familiar se conforma en un ambiente que permite adquirir hábitos,
valores, actitudes y conocimientos para desarrollar el espíritu em-
prendedor.
En la actualidad, no es suficiente contar sólo con espíritu em-
prendedor; si bien es un elemento indispensable dentro de cual-
quier empresa, se requiere también una adecuada profesionaliza-
ción. Por tal motivo se propone realizar un estudio que permita
identificar las estrategias de capacitación empresarial necesarias
para el adecuado cumplimiento de los objetivos establecidos en
empresas familiares, tomando como caso de estudio a aquellas que
se dedican a la elaboración de productos artesanales en el munici-
pio de Tonalá, Jalisco. La capacitación empresarial es un elemento
clave para la profesionalización de la organización, por lo que se
identificarán los principales factores que impiden que dichas em-
presas logren un crecimiento en el mercado, mediante el empleo
de indicadores que permitan conocer el grado de capacitación
existente en las actividades realizadas por los miembros de la fa-
milia en el negocio, esto con la finalidad de incentivar a los miem-
bros de la familia a desarrollar nuevas estrategias que permitan el
éxito del negocio familiar.
Algunas de las recomendaciones que formula Belausteguigoi-
tia (2004: 112) para llevar a la empresa familiar a la profesionali-
zación son:
• Asignación de puestos basada en competencias.
• Dirección objetiva y racional.
• Toma de decisiones basada en la información.
• Estructura organizacional definida.
• Funciones definidas.
• Planeación estratégica.
• Visión clara y compartida.
225
Aimée Pérez Esparza

Estas recomendaciones sólo podrán llevarse a cabo a través de


adecuados sistemas de capacitación empresarial, que permitan
identificar los puntos clave por mejorar dentro de la organización,
en áreas como mercado, organización, diseño, uso de nuevas tec-
nologías y finanzas, entre otras.
La profesionalización es un proceso de transformación gra-
dual que implica una apertura al cambio de los miembros que con-
forman la empresa familiar. Para cualquier empresa, profesionali-
zarse implica un gran reto. Para la empresa familiar este proceso
se vuelve más complejo dadas sus características. A través de una
visión emprendedora, en la empresa familiar se puede iniciar un
proceso de cambio para mejorar su desempeño al ser capaces de
asumir riesgos, desarrollar nuevos procesos y diseñar nuevos pro-
ductos, entre otras decisiones que marcaran el cambio.
Las organizaciones con espíritu emprendedor son capaces de
responder de manera rápida a las exigencias del mercado, ade-
cuándose a los cambios tecnológicos y creando una nueva cultura
de innovación. No se debe olvidar que la empresa familiar es más
cautelosa en la toma de decisiones y en su relación con el medio
ambiente, resistiéndose al cambio. Al generar un comportamiento
emprendedor, podrán ajustarse a los requerimientos necesarios
para su máximo desempeño. La planificación estratégica permi-
tirá a la empresa familiar considerar aquellos aspectos que se re-
quieran para la interacción y la influencia mutua de los sistemas
de familia y empresa (Carlock y Ward, 2003: 59). Todo espíritu
emprendedor lleva de la mano un proceso de capacitación empre-
sarial que ayude a empatar sus necesidades como empresario a las
buenas prácticas empresariales. Se debe destacar que dentro de las
variables que explican el éxito en los procesos de profesionaliza-
ción de la empresa familiar, se encuentra la adaptación a los cam-
bios y el control de los procesos de profesionalización (Llanos,
Pasten, Valenzuela y Huepe, 2011).
Para que la empresa familiar pueda lograr el crecimiento de-
seado, así como hacer frente a los desafíos existentes en el merca-
do, resulta necesario que ésta se capacite, de tal manera que per-
mita a sus miembros contar con las competencias necesarias para
el logro de los objetivos (Rueda, 2011). Rueda menciona algunas

226
La influencia de la capacitación empresarial para la profesionalización
en la empresa familiar: el caso de los artesanos de Tonalá, Jalisco

limitantes para el logro de la profesionalización de la empresa fa-


miliar, entre las que destacan las siguientes:
1. Separar los vínculos afectivos entre la familia y la empresa.
2. La no delegación de responsabilidades por la falta de confianza.
3. Desconocimientos de los cambios del mercado.
4. Falta de un plan estratégico para la empresa.
5. Temor de perder el control sobre la empresa.
6. Poco presupuesto para invertir en capacitación.
7. Miedo al cambio tecnológico.

Por tal motivo, la empresa familiar debe desarrollar estrategias


que le permitan el éxito a pesar de las limitaciones a las que se
enfrenta cotidianamente.

La problemática de la empresa familiar dedicada


a la artesanía tonalteca

Dado que la organización familiar fomenta un sentido de identi-


dad y pertenencia permaneciendo constante en sus creencias y
valores, al tiempo que se transforma a través de sucesivas etapas
que vive la familia, se genera un interés por el estudio de este tipo
de organizaciones. El presente trabajo de investigación pretende
analizar la importancia de la familia en las microempresas dedi-
cadas a actividades artesanales en el municipio de Tonalá, Jalisco.
El comercio artesanal es un concepto que ha cobrado mucha
importancia en el mundo y, por supuesto, ha despertado interés
en México, donde es de suma importancia para el funcionamien-
to económico del país. La mayoría de las empresas artesanales en
nuestro país nacen como micro, pequeñas y medianas empresas
(mipymes). Suelen desarrollarse en un ambiente muy competi-
tivo, lo que las pone en desventaja frente a las grandes organiza-
ciones que ya están fuertemente posicionadas en el mercado. Por
esta razón necesitan desarrollar estrategias organizacionales que
les permitan profesionalizar a los miembros de la empresa a través
de capacitación empresarial, de tal manera que se permita a los
nuevos comercios crecer y desarrollarse antes que competencia
los extinga.
227
Aimée Pérez Esparza

En este tipo de negocios, que en su mayoría resultan ser em-


presas familiares, se observa la resistencia de las nuevas genera-
ciones a seguir con la tradición que sus abuelos enseñaron a sus
padres. Algunos artesanos comentan el temor de sus hijos a no
progresar económicamente debido a la falta de mercado para sus
artesanías, o simplemente por el desconocimiento que se tiene so-
bre el potencial que en realidad existe de este oficio y sus alcances.
Por tal motivo se considera a la capacitación empresarial como un
elemento fundamental para la creación de nuevas competencias
que les permitan el uso eficiente de sus recursos y capacidades.
Dada la competencia de artesanías provenientes de otros esta-
dos y países, los artesanos tonaltecas ven en peligro su futuro en
el mercado. De manera que se vuelve urgente un cambio de pa-
radigma, en el que logren observar las bondades de implementar
nuevas estrategias de negocios y generen impactos económicos
positivos que les permitan la continuidad de su magnífico oficio
pero trasladado a negocios creativos e innovadores.
La artesanía no es sólo un objeto decorativo sino que es parte
del sustento económico del artesano, de su familia y de la comuni-
dad en general. Los productos realizados por los artesanos tienen
como objetivo la satisfacción del cliente pero también expresan
elementos culturales de su comunidad (Benítez, 2011: 03). Las ar-
tesanías son el recurso económico para las personas que viven de
ello y que por medio de este trabajo buscan mantener la tradición
familiar. Tonalá es muestra de ello, ya que es considerada la cuna
alfarera que alberga a familias de artesanos que han mantenido la
tradición por años. Dicho municipio es reconocido a nivel nacio-
nal e internacional por su amplia gama de artesanías; sin embargo,
no ha generado el impulso económico que se esperaría de la venta
de sus productos artesanales.
La mayor parte de las empresas artesanales en México se en-
cuentran conformadas por familias, algunas con mayor éxito que
otras. Son pocas las empresas artesanales que logran un alto des-
empeño, tanto a nivel nacional como internacional. La mayor par-
te de las empresas artesanales se concentran en la categoría de
micro y pequeñas empresas. La principal problemática a la que se
enfrentan los artesanos mexicanos son los productos provenien-
tes de China, la falta de interés de los clientes por productos ar-
228
La influencia de la capacitación empresarial para la profesionalización
en la empresa familiar: el caso de los artesanos de Tonalá, Jalisco

tesanales, la ausencia de diseños innovadores, el acceso a nueva


tecnología y la falta de profesionalización, entre otros factores que
detienen el crecimiento de este sector en nuestro país.
Las empresas familiares artesanales en México comienzan —
como se mencionaba anteriormente— porque el jefe de familia
conoce la elaboración de algún producto artesanal y decide inten-
tar la venta del mismo. Se le denomina empresario por el hecho
de haberse decidido a emprender su propio negocio; sin embargo,
esta actividad derivada de la tradición no ha ido de la mano con la
profesionalización del oficio y no se generan estrategias que per-
mitan su crecimiento. Lo que ocasiona, como lo mencionan Te-
jada, Bedolla y Ruiz (2009: 2): “pobreza, migración, pérdida de
tradiciones culturales, pérdida de técnicas tradicionales y la con-
siguiente desaparición de materiales tradicionales”. Las nuevas
generaciones de las empresas familiares artesanales no continúan
con el negocio de la familia debido a que no desean pasar por las
mismas carencias económicas que vivieron sus antepasados. Deci-
den emprender nuevos proyectos en los cuales no se ve involucra-
da la familia y esto trae como consecuencia la pérdida del negocio
familiar.
La falta de diseños novedosos que se adecuen a las necesida-
des contemporáneas de los consumidores es causa de la falta de
interés de éstos por adquirir artesanías mexicanas. En la mayoría
de las ocasiones se considera un trabajo poco atractivo y no se
está dispuesto a pagar el precio justo del producto. El mercado ha
influido en esta situación, ya que los diseños novedosos y costosos
que se presentan al consumidor mediante diversas campañas pu-
blicitarias influyen en el deseo de contar con ciertos diseños que
satisfagan sus aspiraciones.
De acuerdo con Novelo (2008: 124), los problemas más agu-
dos tienen que ver con la competencia. Por un lado, los demás ta-
lleres artesanales existentes y por el otro, los productos industria-
les provenientes de grandes empresas, si bien algunos artesanos
han logrado enfrentar el reto exitosamente apostando a la calidad
y originalidad de sus productos entendiendo los cambios del mer-
cado al incorporar mejoras en su organización de trabajo, no to-
dos lo logran de la misma manera. Por ello, es necesario crear una
cultura de profesionalización en la cual los artesanos accedan a la
229
Aimée Pérez Esparza

información técnica requerida por sus negocios, permitiéndoles


así contar con nuevas competencias que los lleven al éxito de sus
negocios.
Como se mencionaba anteriormente, la empresa familiar se
caracteriza por la resistencia que tiene al cambio existente en el
entorno, fenómeno que es claramente observado en las empresas
familiares artesanales las cuales difícilmente logran adaptarse a las
innovaciones que requiere este sector. Como se ha señalado a lo
largo de este trabajo, se considera que su profesionalización po-
dría generarles un impacto positivo.
Dada la problemática observada con los artesanos en México,
la innovación se vuelve un factor indispensable para su crecimien-
to. Para alcanzar los objetivos deseados por las empresas familia-
res artesanales es preciso centrarse en la profesionalización de sus
miembros, de tal manera que cada uno de ellos comparta dichos
objetivos e impacte el desempeño de la empresa.
Los objetivos de la empresa familiar artesanal deben ser fijados
más allá del conformismo de cumplir con las necesidades básicas
de la familia (alimentación, vivienda, vestimenta, educación de los
hijos), debe mantenerse una visión a largo plazo que permita el
crecimiento del negocio. La capacitación empresarial fomentará la
profesionalización de tal manera que se fijen objetivos encamina-
dos a la competitividad y a la productividad de la misma.

Metodología del estudio

Para conocer el grado de profesionalización que tienen las empre-


sas familiares dedicadas a la artesanía en Tonalá, Jalisco, se rea-
lizó una encuesta a cincuenta artesanos de dicho estado. Debido a
que no se cuenta con datos estadísticos que permitan conocer el
número exacto de artesanos existentes en este municipio, se con-
formó una muestra que fuera considerada representativa estadís-
ticamente, mediante un muestreo por conveniencia. Las encuestas
fueron aplicadas a artesanos de Tonalá que cuentan con micro y
pequeñas empresas familiares.
Se trata de una encuesta de tipo dicotómica, que permite co-
nocer algunas variables categóricas (sexo, nivel de escolaridad,
230
La influencia de la capacitación empresarial para la profesionalización
en la empresa familiar: el caso de los artesanos de Tonalá, Jalisco

especialidad, antigüedad del negocio, años de experiencia del en-


cuestado), así como algunas características del negocio (número
de empleados, origen de las artesanías, origen del oficio adquirido,
de la materia prima y maquinaria). Dentro de los indicadores que
permitieron medir la variable de capacitación empresarial se en-
cuentran los siguientes enmarcados en la tabla 1. Cabe mencionar
que estos indicadores fueron el resultado de observación directa
en negocios familiares que muestran una serie de limitantes en re-
lación a la planeación estratégica del negocio, por lo que se decidió
conocer las necesidades de capacitación que tenían otros artesa-
nos y poder así contribuir a la profesionalización de la empresa
familiar.

Tabla 1
Necesidades de capacitación

Uso de tecnologías de la información


Uso de equipo de transporte
Identificación de mercado meta
Uso de estrategias de publicidad
Conocimiento de la competencia
Originalidad de los productos
Innovación en diseño de productos
Capacitación de empleados
Medidas de seguridad
Control financiero
Exportación de productos
Disposición a recibir capacitación
Fuente: elaboración propia

A través de esta encuesta se obtuvieron resultados que permiten


conocer los principales requerimientos relacionados con capacita-
ción empresarial para los artesanos de Tonalá. Dichos resultados
fueron procesados por el programa estadístico Statistical Package
for the Social Sciences (spss), el cual permitió conocer la frecuen-
cia de los resultados mediante un análisis simple de los mismos.

231
Aimée Pérez Esparza

Análisis de resultados

De las personas encuestadas, 42% corresponde a mujeres y 58% a


hombres. Se puede observar una equidad en el género de los arte-
sanos encuestados. El rango de edad se encuentra entre los 37 y
los 50 años de edad.
La tabla 2 permite conocer las especialidades de los artesanos
encuestados. Destacan los productos elaborados en barro (26%) y
en yeso (20%).

Tabla 2
Especialidad de los artesanos encuestado

Frecuencia Porcentaje Porcentaje acumulado


Yeso 10 20% 20.0
Vidrio 7 14% 34.0
Barro 13 26% 60.0
Cerámica 5 10% 70.0
Herrería 6 12% 82.0
Pintura 4 8% 90.0
Otros 5 10% 100.0
Total 50 100%
Fuente: elaboración propia.

En relación con el nivel de escolaridad, 6% de los artesanos


encuestados no tienen estudios, 30% estudiaron sólo la primaria,
36% la secundaria, 14% la preparatoria, mientras que sólo 14%
tienen estudios a nivel licenciatura. Dado el bajo nivel académico
predominante entre los artesanos, se explica la falta de profesiona-
lización de los negocios artesanales en Tonalá. Tal como lo expli-
caba la teoría, la mayoría de estos artesanos emprenden su negocio
dado el dominio de algún oficio y su material (ya sea barro, yeso
o vidrio soplado), pero no cuentan con capacitación empresarial
que les permita la generación de estrategias para un mayor nivel
de desempeño. La carencia de una educación profesional impide
que en su mayoría logren identificar la necesidad de profesionali-
zar a la empresa.

232
La influencia de la capacitación empresarial para la profesionalización
en la empresa familiar: el caso de los artesanos de Tonalá, Jalisco

Cabe mencionar que la mayor parte de los artesanos apren-


dieron a hacer piezas artesanales por medio de otros familiares,
52%, otro 20% aprendió a través de su experiencia de trabajo en
talleres, 9% mediante la observación y 5% de los encuestados ad-
quirieron el conocimiento de otras formas. El aprendizaje a través
de las generaciones se vuelve un tradición familiar y es de vital
importancia brindar las herramientas necesarias que permitan
profesionalizar el negocio artesanal mediante la capacitación de
sus miembros.
En relación con la antigüedad del negocio, 56% tienen de cero
a diez años, se trata de negocios relativamente nuevos caracteri-
zados por ser emprendidos por artesanos que continúan con la
tradición de sus familiar y que comenzaron el negocio con la in-
tención de fortalecer el pequeño negocio que sus padres o abuelos
iniciaron en su hogar; 32% dice tener alrededor de veinte años en
el mercado, mientras que 32% tiene cerca de treinta años en él
y sólo 2% alcanza ya cuarenta años. En su mayoría los artesanos
mencionan tener más años de experiencia que los que llevan con
su negocio establecido; por tal motivo, se llega a la conclusión de
que el emprendimiento de sus negocios se vuelve una meta cum-
plida para muchos de ellos. Esto crea la necesidad de establecer
apoyos para que logren adquirir la capacitación empresarial que
requieren.
El lugar donde elaboran las artesanías se concentra principal-
mente en talleres con 62%, seguido por la casa de los artesanos
con 30%, tal como lo muestra la tabla 3.

Tabla 3
Lugar donde se elabora la artesanía

Frecuencia Porcentaje Porcentaje acumulado


Taller 31 62% 62%
Casa 15 30% 92%
Local 2 4% 96%
Otro 1 4% 100.0
Total 50 100%
Fuente: elaboración propia.

233
Aimée Pérez Esparza

En la elaboración de artesanías predomina la informalidad.


La mayoría no cuenta con maquinaria propia (como se observa
en la tabla 4), 58% dice no tener maquinaria con la cual pueda
desarrollar nuevos productos o realizar innovaciones. Entre otras
limitantes, los artesanos elaboran sus productos con métodos tra-
dicionales porque les es imposible dotar a sus negocios de recur-
sos como la maquinaria. Sólo 14% menciona tener maquinaria con
una antigüedad menor a los cinco años.

Tabla 4
Antigüedad de la maquinaria que se utiliza en los negocios

Frecuencia Porcentaje Porcentaje acumulado


Sin maquinaria 29 58% 58%
0 a 5 años 7 14% 72%
5 a 10 años 9 18% 90%
10 a 15 años 3 6% 96%
15 a 20 años 2 4% 100%
Total 21 42%
Total 50 100%
Fuente: elaboración propia.

La tabla 5 permite al lector conocer los resultados relacionados


con los indicadores tomados en cuenta en la encuesta aplicada.

Tabla 5
Resultados

Indicadores Sí No S/R
Fabricación de artesanías propias 96% 4%
Diseños propios 38% 60% 2%
Negocio familiar 98% 2%
Maquinaria necesaria para la elaboración de las artesanías 52% 46% 2%
Cuenta con computadora 26% 70% 4%
Equipo de transporte propio 56% 40% 4%
Ventas en Tonalá, Jalisco 94% 6%
Identificación del cliente 40% 60%

234
La influencia de la capacitación empresarial para la profesionalización
en la empresa familiar: el caso de los artesanos de Tonalá, Jalisco

Indicadores Sí No S/R
Publicidad de producto 50% 50%
Concientización de la importancia de productos 78% 22%
diferentes a la competencia
Concientización sobre el mejoramiento de diseño 82% 18%
Capacitación a empleados 42% 58%
Medidas de seguridad en el negocio 54% 46%
Accidentes laborales por falta de capacitación 4% 94% 2%
Uso de control contable y financiero 38% 60% 2%
Valor agregado a las artesanías 36% 62% 2%
Estrategia para reducción de riesgo 38% 62%
Estrategia para reducción de pérdidas de materia prima 38% 60% 2%
Estrategia para reducción de costos 44% 50% 4%
Estrategia para reducción de rotación de personal 16% 82% 2%
Estrategia para reducción de conflictos 20% 80%
Exportación de artesanías 38% 62%
Conocimiento de apoyo por el gobierno del Estado 24% 76%
Nota: S/R (sin respuesta)
Fuente: elaboración propia.

En los resultados se destaca la falta de diseños propios. Sólo


38% dice contar con diseños elaborados por ellos mismos. Los de-
más encuestados copian diseños ya existentes, lo que no permite
darle un valor agregado a sus productos. Como se mencionaba an-
teriormente, 98% de los encuestados provienen de empresas fami-
liares, dada la tradición del oficio artesanal en México.
La falta de uso de tecnologías de la información es otro tema
relevante: 70% de los encuestados no cuentan con computadora
e incluso la mayoría de éstos mencionan no tener conocimientos
sobre el uso de la misma. De los artesanos, 94% realizan sus ven-
tas en Tonalá y requieren ampliar su mercado a través de estrate-
gias de comercialización, ya que además 60% no tiene un mercado
meta bien establecido, 50% no hace publicidad y a pesar de que
78% está consciente de la necesidad de innovar en sus productos
para diferenciarse en el mercado, no llevan a cabo actividades re-
lacionadas con capacitación empresarial. Además, 60% no maneja
controles contables o financieros en sus negocios, por lo que la
toma de decisiones se realiza sin un enfoque basado en resultados
235
Aimée Pérez Esparza

financieros. La mayoría de los encuestados (como lo muestra la


tabla 5) no cuentan con estrategias de reducción de riesgos, pér-
didas de materia prima, costos, rotación del personal o conflictos.
Sólo 38% dice exportar sus productos. Dadas las característi-
cas de este tipo de negocios, una adecuada planeación estratégica
ayudaría a incrementar este porcentaje. Por otro lado, sólo 24% de
los artesanos conocen el apoyo que brinda el gobierno del estado,
por lo que la vinculación con éste pasa a un segundo plano.
Los resultados muestran una clara necesidad de capacitación
empresarial. Se considera que mediante la profesionalización de
las empresas familiares se logrará generar un mayor desarrollo
económico en la región objeto de estudio.

Conclusiones

La empresa familiar es una organización que debe definir clara-


mente sus objetivos como negocio. La profesionalización es un
factor de suma importancia para la adecuada implementación de
estrategias encaminadas a su desarrollo. El proceso de profesiona-
lización debe resultar motivante para los miembros de la empresa,
es preciso conocer las razones de la importancia de capacitar a
sus integrantes, para buscar una mayor estabilidad tanto familiar
como laboral.
Los continuos cambios en el mercado provocan que las em-
presas tiendan a generar estrategias innovadoras que les permitan
sobrevivir; sin embargo no todas las empresas tienen ésta oportu-
nidad, por lo que se vuelve indispensable crear mecanismos que
apoyen a los micro y pequeños empresarios en la consolidación
empresarial.
La situación específica de los artesanos de Tonalá, Jalisco, es
un claro ejemplo de la necesidad de profesionalizar a la empresa
familiar. Como se observó a lo largo de la literatura y los resulta-
dos obtenidos, este tipo de negocios tienen una serie de limitantes
en cuanto a la generación de conocimiento estratégico. Su éxito
radica en el dominio del oficio artesanal pero éste no es el úni-
co factor de crecimiento que requiere la empresa. Una adecuada
combinación entre la tradición familiar a través del conocimiento
236
La influencia de la capacitación empresarial para la profesionalización
en la empresa familiar: el caso de los artesanos de Tonalá, Jalisco

de la elaboración de artesanías y la profesionalización del negocio


permitirá identificar nuevas líneas de acción.
En relación con la problemática observada en este trabajo se
propone la creación de redes de negocio entre artesanos que for-
men parte de micro y pequeñas empresas en la región. Mediante
este tipo de organizaciones se fomenta una cultura de colabora-
ción entre los integrantes, logrando de manera conjunta aquellos
objetivos que de manera individual se vuelven más complejos de
alcanzar. La vinculación entre empresa, universidad y gobierno es
otro elemento que podría colaborar con esta problemática obser-
vada, la importancia de fomentar la creación de conocimiento y
capacitar a los emprendedores es una responsabilidad de aquellas
instancias que tienen la oportunidad de generar un cambio en el
entorno en el que se desenvuelven este tipo de empresas. Si bien
no es un camino fácil de seguir, se deben trazar estrategias de ac-
ción que fomenten la profesionalización de la empresa familiar,
específicamente de los micro y pequeños negocios artesanales de
dicho municipio.

Referencias bibliográficas

Beehr ,T., Drexler, J. y Faulkner, S. (1997). Working in Small Family


Business: Empirical Comparisons to Non-Family Businesses. Journal
of Organizational Behavior, 18(3), pp. 297-312. Recuperado de:
http://www.jstor.org/stable/3100146
Belausteguigoitia, I. (2004). Empresas familiares. Su dinámica, equilibrio y
consolidación. México: McGraw-Hill.
Benítez, S. (2011). La artesanía latinoamericana como factor de desarro-
llo económico, social y cultural: a la luz de los nuevos conceptos de
cultura y desarrollo. Revista Cultura y Desarrollo unesco, pp. 1-96.
Bhattacharya, U. y Ravikumar, B. (2001). Capital Markets and the
Evolution of Family Business. The Journal of Business, 74(2), pp. 187-
219. Recuperado de: http://www.jstor.org/stable/10.1086/209670
Carlock R. S. y Ward, J. L. (2003). La planificación estratégica de la familia
empresaria. Barcelona: Deusto.
Fairlie, R. W. y Robb A. (2007). Families, Human Capital and Small
Business: Evidence from the Characteristics of Business Owners

237
Aimée Pérez Esparza

Survey. Industrial and Labor Relations Review, 60(2), pp. 225-245.


Recuperado de: http://www.jstor.org/stable/25249072.
Gallo, M. A. y Amat, J. M. (2003). Los secretos de las empresas familiares
centenarias, claves del éxito de las empresas familiares multigeneracio-
nales. Barcelona: Deusto.
Irigoyen, H. A. (1999). La crisis de la empresa de familia. Buenos Aires:
Grupo Editor.
Llanos, O., Pasten, D., Valenzuela, F.-R. y Huepe, P. (2011). Determinantes
del éxito en procesos de profesionalización de empresas familiares.
Horizontes Empresariales.
Novelo, V. (2008). La fuerza de trabajo artesanal mexicana, protagonista
¿permanente? de la industria. Alteridades, 18 (35), pp. 117-126.
Press, E. (2011). Empresas de familia. Del conflicto a la eficiencia. Buenos
Aires: Granica.
Rueda, J. F. (2011). La profesionalización, elemento clave del éxito de
la empresa familiar. Revista unam, 1(15), pp. 1-18. Recuperado de:
http://revistacientifica.fce.unam.edu.ar/index.php?option=com_conten
t&view=article&id=232&Itemid=56
Tejeda, G., Bedolla, D., y Ruiz, A. (2009). Redes dinámicas neo-artesana-
les. Aplicaciones de la teoría de redes sociales para el estudio del arte
popular en México. Revista Hispana para el Análisis de Redes Sociales,
17, pp. 210-234.

238
Tercera parte
La perspectiva política
Capítulo 9
Contribución de las acciones colectivas
identitarias a las nuevas configuraciones
de familia en América Latina1

Mary Luz Alzate Zuluaga

Resumen

L
as movilizaciones sociales y acciones colectivas iniciadas a
finales de los años sesenta del siglo xx, a través de las cuales
se presentaron de forma inédita distintas demandas y exi-
gencias sobre derechos civiles y políticos, pero también económicos
y sociales, en Francia y Estados Unidos principalmente, propició el
despliegue de distintas identidades colectivas y la ampliación de las
visiones y creencias sociales acerca de la igualdad en el marco del
sistema democrático, denunciando la discriminación sistemática de
la que eran objeto minorías sociales y culturales.
La escenificación de las luchas por el reconocimiento de los
derechos diferenciales sexuales, raciales, religiosos, reproducti-
vos, políticos, étnicos, entre otros, así como la construcción de un
discurso académico promulgador de las diferencias y contrario a
las homogeneidades sociales y culturales, han contribuido direc-
tamente al cambio cultural que hoy se experimenta en la configu-
ración de la institución familiar.

1. La autora del artículo agradece a los estudiantes Juan Camilo Betancur Rendon    y
Maria Alejandra Baena Agudelo del programa de Ciencias Políticas de la Facultad
de Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad Nacional de Colombia, sede
Medellín, quienes se desempeñaron como auxiliares de investigación en la presente
indagación.

241
Mary Luz Alzate Zuluaga

Lo que me propongo examinar en este estado del arte sobre


la familia y el matrimonio como una de sus formas, es el grado de
influencia y contribución que la construcción de identidades co-
lectivas alrededor del género y la diversidad sexual y reproductiva
ha tenido en la transformación de la constitución familiar reciente
en América Latina.
Al fijar el foco de atención en las posibles formas de construc-
ción de identidades sexuales diversas y alternativas, no preten-
do ningún determinismo de la protesta social para el análisis de
las nuevas formas de configuración familiar, pero sí proponerlas
como factores que han sido relevantes para la conformación fami-
liar actual al poner en circulación un discurso público acerca de
situaciones de discriminación y exclusión social, de las que han
sido objeto grupos sociales en razón de su condición o elección
sexual. Tal nueva circunstancia que politiza las acciones de estos
grupos sociales tiene, a su vez, toda la relevancia social y cultural
al crear el marco de actuación y horizontes posibles de una socie-
dad incluyente.

Introducción

Los movimientos sociales clásicos de carácter masivo —campe-


sino, obrero o estudiantil— estuvieron activos y fueron el centro
de las luchas sociales en América Latina durante el siglo xx. Sin
embargo, desde hace más de veinte años se ha producido un quie-
bre y disminución del activismo de estos grupos sociales que cada
vez ha ido profundizándose, debido —entre otros factores— a la
urbanización de la población, a las transformaciones en las formas
de producción con la modernización e industrialización del agro,
a la concentración del recurso suelo y nuevas condiciones en la
contratación laboral. Lo que ha llevado a la desregulación de las
relaciones obrero-patronales, con la consiguiente precarización
y disminución de los derechos de los trabajadores, llegando a la
situación actual de lo que se ha denominado, eufemísticamente
como la “flexibilización laboral”.
Paralelo a esta situación, desde la década de los años noven-
ta han surgido acciones colectivas y movilizaciones sociales con-
242
Contribución de las acciones colectivas identitarias a las nuevas
configuraciones de familia en América Latina

cretas que demandan el reconocimiento de derechos raciales, ét-


nicos, sexuales y reproductivos. Estos movimientos sociales son
tributarios de las luchas por los derechos civiles y políticos y, pos-
teriormente, por las mismas demandas de reconocimiento que se
vivieron a finales de los años sesenta en Estados Unidos y Francia,
principalmente.
El recorrido comenzado a finales de los años sesenta del siglo
xx por distintos actores colectivos hasta el tránsito hacia concep-
ciones no hegemónicas alrededor de la mujer, el hombre y la insti-
tución familiar por fuera de su noción como conjunto monolítico
de lo heterosexual, converge en el imaginario social y cultural ac-
tual de las distintas conformaciones de familias del mismo sexo,
en pugna por la defensa de derechos en igualdad de condiciones,
con respecto a las familias de conformación tradicional, reconoci-
da como legítima, la heterosexual.
Las transformaciones de la institución familia tienen que ver
mayoritariamente con los contextos políticos y culturales dentro
de los cuales las reivindicaciones de las movilizaciones sociales
que se han producido en los últimos 30 años son uno entre otros
factores a tener en cuenta para el análisis. Las denominadas fa-
milias homoparentales, son la expresión de una de esas transfor-
maciones, entre otras más, que merecen una atención especial.
Reconocemos así las distintas denominaciones que hoy adjetivan
a la familia. Entre éstas, por ejemplo, se habla hoy de familias pos-
nucleares (Requena, 1993, citado en Márquez, 2010: 159):

[...] las cuales se conciben como un tipo de familia opuesto a la familia tra-
dicional, comprendiendo así las uniones no matrimoniales, las parejas sin
descendencia, las familias reconstituidas o combinadas (procedentes de
uniones anteriores), las familias monoparentales y las que nos ocupan en
esta investigación: las familias homoparentales, aquellas en las que niños y
niñas conviven con progenitores homosexuales (Márquez, 2010: 159).

En la presente indagación discutiré, en primer lugar, el surgimiento


de los movimientos sociales identitarios y de los mensajes movili-
zadores de transgresión de los roles sociales de mujeres y hombres
hasta la disponibilidad actual de diferentes marcos de actuación
cultural de hombres y mujeres en las emergentes conformaciones
familiares. En segundo lugar, ofreceré un panorama de la inser-
243
Mary Luz Alzate Zuluaga

ción de la región latinoamericana en ese proceso de movilización


social y cambios recientes, ya no sólo en el ordenamiento cultu-
ral sino también político y legal con relación a la configuración
familiar homoparental, y al final ofreceré unas reflexiones para la
discusión académica que está abierta frente al tema.

Surgimiento de los llamados nuevos movimientos


sociales con relación a la construcción de identidades
colectivas “transgresoras”

Los movimientos sociales son definidos como aquellas acciones


colectivas que alcanzan cierta continuidad, sostenibilidad en el
tiempo, con un carácter masivo, muchas veces con una cober-
tura geográfica de alcance internacional y amplio despliegue de
narrativas y elementos simbólicos en el proceso de identificación
y politización de grupos poblacionales incluidos o aglutinados y
clara diferenciación frente a los no incluidos.
El discurso común que se había sostenido para los llamados
movimientos sociales clásicos fue esa suerte de marco de interpre-
tación desde la teoría crítica o desde la ideología socialista, que se
utilizó para etiquetar o matricular a quienes se movilizaban con un
grupo de demandas concretas frente a lo laboral, las demandas en
el escenario rural o frente a la defensa de la educación pública y la
libertad de expresión política disidente, ya fuera por los mismos
participantes o por líderes del movimiento; pero en muchas oca-
siones esa suerte de ideología o unidad teleológica que supuesta-
mente ponía en marcha al “movimiento” y a la organización social
en general, fue atribuida por agentes externos, llámense políticos
o estudiosos y académicos del tema.
La razón fundamental que alimentaba esas demandas de los mo-
vimientos sociales durante la primera mitad del siglo xx en Europa
y Estados Unidos era la lucha por la redistribución de la riqueza a
través de las reivindicaciones de los derechos sociales y económi-
cos de los trabajadores que era, a su vez, la misma demanda desde
la que se teorizaba en las corrientes críticas del pensamiento social
frente al modelo capitalista de acumulación, en contraposición a las
demandas de los movimientos sociales contemporáneos por el re-
244
Contribución de las acciones colectivas identitarias a las nuevas
configuraciones de familia en América Latina

conocimiento de las diferencias, muy debatido en los últimos años


(véase la discusión que plantea esta dicotomía entre redistribución
o reconocimiento de Fraser y Honneth, 2003).
La legitimidad de las demandas sociales por la redistribución
económica del capital en ningún caso ha desaparecido, ni para
nuestros países ni para los que han liderado las demandas por la
cobertura de derechos sociales y económicos de los ciudadanos
en el Estado de bienestar o Estado de derecho, frente al proceso
de desregulación estatal. Bien lo plantea el economista Thomas
Piketty al afirmar en su análisis de El Capital en el siglo xxi:

En particular, es importante recalcar que la desigualdad fundamental […]


nada tiene que ver con una imperfección del mercado; muy por el contra-
rio: mientras más “perfecto” sea el mercado del capital, en el sentido de los
economistas, más posibilidades tiene de cumplirse la desigualdad. Es posible
imaginar instituciones y políticas públicas que permitan contrarrestar los
efectos de esta lógica implacable —como un impuesto mundial y progresivo
sobre el capital—, pero su instrumentación plantea problemas considerables
en términos de coordinación internacional (2014: 43).

Con todo y la vigencia de las luchas sociales y políticas suscep-


tibles de la acción colectiva en la búsqueda de nuevas formas de
producción y distribución capitalista que ya otros autores también
vienen destacando (véase De Sousa Santos, 2011; Dussel, 2014),
lo cierto es que la centralidad y el liderazgo de las luchas sociales
en búsqueda de la inclusión social y económica ha dejado de pro-
tagonizarse con la masividad y universalidad que los actores de
antaño las habían invocado y protagonizado a través de sindicatos
de obreros, plataformas estudiantiles y asociaciones de campesi-
nos, entre otras.
Uno de los grandes virajes de las estrategias y reivindicacio-
nes que los movimientos sociales ofrecen hoy es el surgimiento
de acciones colectivas que se autodefinen a partir del proceso de
construcción de identidades colectivas. De este modo, el escena-
rio de movilizaciones ha llegado a ocuparse por el sinnúmero de
colectivos y de agrupaciones sociales que por años estuvieron si-
lenciados u homogeneizados con la sociedad culturalmente hege-
mónica.

245
Mary Luz Alzate Zuluaga

La identidad nos remite a un proceso de autodefinición que


implica la autovaloración y la autopercepción que los mismos
actores involucrados realizan acerca de sí mismos y de su grupo
particular. Lo que significa un proceso dialógico y de interacción
permanente entre sus integrantes por fuera de teorizaciones o na-
rrativas teleológicas; tales como la marxista o la feminista, que le
adscribían automáticamente a los actores colectivos unos atribu-
tos que no necesariamente correspondían a las propias valoracio-
nes de los actores sociales, y desde las cuales fueron definidos en
la teoría, muchos otros grupos sociales (población gay, lesbianas,
grupos indígenas, afro-descendientes, migrantes, etc.). Posturas
académicas recientes ya lo podrán plantear de forma explícita así:

Podemos entender esta emergencia como una necesidad de avance teórico


en el conocimiento de la construcción cultural de la diferencia sexual, desde
los estudios sobre las mujeres y las identidades femeninas hacia los varones
y las identidades masculinas. En la medida en que las identidades masculinas
y las “masculinidades” son reconocidas como creaciones sociales y no son
consideradas datos naturales, se trasforman en culturalmente específicas,
histórica y espacialmente situadas. Es decir, al “de-construir” las identidades
masculinas y “desnaturalizarlas” adquieren una historia, una sociología, una
antropología, una demografía, etcétera (Olavarría, 2000: 6).

Estas identidades a las que se les asociaron atributos esenciales y


naturalizados en el pasado, se apartan reconfigurando sus expe-
riencias a partir de su historia, sus expectativas de grupo y su dis-
tancia frente a los otros grupos o la sociedad en general. Tal es
el caso de la construcción de las identidades colectivas sexuales,
dejando al descubierto la importancia de la autodefinición y la
autodeterminación que representa el concepto de identidad colec-
tiva, donde son los propios actores movilizados los que han acti-
vado su proceso de construcción de marco de interpretación o del
discurso justificador de su actuación, por fuera de una estructura
social fija y determinada que era la que condicionaba o no la exis-
tencia del movimiento social. Al punto que algunos autores han
comenzado a discutir si hoy podemos hablar de la posibilidad de
una acción sin estructura o de un movimiento sin organización
(Sádaba, 2012).

246
Contribución de las acciones colectivas identitarias a las nuevas
configuraciones de familia en América Latina

Lo que pretendo destacar de esa conformación colectiva a par-


tir de diversas identidades culturales es el carácter autónomo de
definición de su propio proceso de reivindicaciones y de horizon-
te de su acción. De este modo, “la identidad colectiva en la socie-
dad moderna ya no resulta de una imposición, sino de una elec-
ción por parte de los sujetos” (Mercado y Hernández, 2010: 237).
Aceptando así la idea de que es el propio grupo quien se define y
reevalúa permanentemente.
Uno de los retos internos para estos actores colectivos es que
en su experiencia no hay modelos a seguir, las identidades de gru-
po son un asunto mucho más móvil, dinámico, dialógico y fluido
de lo que habían sido las movilizaciones sociales del siglo xx. Y
seguramente sus experiencias fundacionales y organizativas irán
variando conforme vayan logrando los objetivos de las reivindica-
ciones que cada una de las luchas identitarias encarna.
Centrándome en el análisis de la construcción de la identidad
colectiva que reivindica la diversidad sexual, uno de los prime-
ros autores que discute el asunto, asociándolo a la transgresión
de la identidad sexual aceptada como la única, es Michel Foucault
(1987); sus análisis convergieron con el momento de inicio de la
movilización social en Europa y los Estados Unidos, que llevaron a
que hoy se pueda hablar del término que autores recientes le han
dado tal como una “conciencia homosexual” (Mérida, 2002). De
acuerdo al prólogo de Mérida:

[…] la secular dicotomía biológica entre hombre y mujer debería borrarse


en beneficio del género pues sería éste el ámbito desde el que se producirían
subjetividades más allá de la hegemonía masculina heterosexual que ha os-
tentado el poder de control en las sociedades occidentales. El sexo, por con-
siguiente, no sería ya un rango innato, una simple actividad o una dimensión
más del ser humano, sino una identidad en construcción (2002: 15).

Ese proceso de politización de su identidad, a partir del proyecto


de construcción de la identificación y elección sexual y de la
diversidad de opciones que ofrece esa sexualidad, llevó al auto-
diagnóstico de los actores sociales frente a las situaciones de dis-
criminación social, política y cultural de las que han sido objeto, a
la identificación de los otros actores a los que se enfrentaban; esto
es, la sociedad heteronormativizada, que los ha homogeneizado, y
247
Mary Luz Alzate Zuluaga

en esa homogenización excluido en sus diferencias, y a la realiza-


ción del sinnúmero de movilizaciones que se vivieron desde fina-
les de los años sesenta del siglo xx, con la adopción de estrategias
colectivas singulares y novedosas para la movilización social hasta
la actualidad.
Las distintas formas de organización social que se han llevado
a cabo han tenido resonancia, no sólo local o nacional en sus paí-
ses de origen de la movilización, el mensaje y formas de actuación
se ha ampliado hasta los grupos sociales organizados en países la-
tinoamericanos desde comienzos de los años ochenta; tal como se
sintetiza en la siguiente tabla, donde se relacionan organizaciones
y colectivos organizados por la defensa de la diversidad sexual,
así como también algunos hitos fundacionales del movimiento,
a modo ilustrativo —que no exhaustivo— de la movilización en
mención.

Movilizaciones sociales en relación con derechos/demandas


ciudadanas por reconocimiento de la igualdad y la diversidad sexual

Organización o Motivación o demanda Contexto Fechas de la movilización


acción colectiva para la movilización geográfico
Movimiento Búsqueda del Colombia.  1982: Primera marcha
de Liberación reconocimiento social por los derechos de los
Homosexual en y reivindicación de sus homosexuales.
Colombia derechos. 1982-1991: Se crean
revistas y periódicos,
además se realizan
actividades hacia adentro
y afuera del movimiento.
Gay Activists Asegurar los derechos Sede: Estados Desde 1969 (Luego de
Alliance humanos básicos, la Unidos. los famosos disturbios
dignidad y libertad Carácter de Stone Wall) hasta su
para todos los global disolución en 1981.
homosexuales.
Gay Liberation Una radical liberación Estados 1969: Participación
Front sexual para todas las Unidos, durante las protestas en
personas. Reino Unido, Stonewall (New York).
Canadá y 1969-1971: Periodo de
otros. protestas continúas por
parte del movimiento.

248
Contribución de las acciones colectivas identitarias a las nuevas
configuraciones de familia en América Latina

Organización o Motivación o demanda Contexto Fechas de la movilización


acción colectivapara la movilización geográfico
Colombia Promoción de la Colombia. Apoyo a movilizaciones
Diversa plena inclusión, como la del “Día del
respeto de derechos orgullo gay”. Entre otras.
y reconocimiento 2004- Actualidad
en los ámbitos
económico, social,
político y cultural, de la
comunidad LGTB.
ASTRAEA Defender los derechos De orden Diversas movilizaciones y
(Lesbian y lograr justicia racial, global. campañas sociales.
Foundation for económica, social y Desde 1977 hasta la
Justice) de género, evitando actualidad
discriminación y
explotación.
ILGA ( Lograr justicia y De orden Se realizan grandes
International equidad a nivel global. conferencias cada dos
Lesbian and Gay global para personas (fraccionado años, desde 1978. (La
Association) de diferentes por regiones) última fue en Ciudad de
orientaciones México en 2014). Desde
sexuales, identidades y 1978 hasta actualidad.
expresiones de género.
EPOA - Promover el orgullo Europa Anualmente se
European Pride LGTB y respaldar a conmemora el “Día del
Organizers las organizaciones orgullo gay”. Desde 1992
Association locales y nacionales hasta la actualidad.
en sus esfuerzos
de planeación y
promoción de
celebración anual
Europride.
Primera marcha Conmemoración del Nueva York, 28 de junio de 1970
del orgullo gay primer aniversario del Los Ángeles,
en Estados levantamiento en el Chicago
Unidos. bar gay Stonewall en - Estados
Nueva York. Unidos
Primera Conmemoración Colombia 28 de junio de 1982
“Marcha internacional de la
del orgullo marcha del orgullo gay.
homosexual” en
Colombia.

249
Mary Luz Alzate Zuluaga

Organización o Motivación o demanda Contexto Fechas de la movilización


acción colectiva
para la movilización geográfico
Marcha del Conmemoración México 28 de junio de 1979
orgullo gay en internacional de la
México. marcha del orgullo gay.
Países Bajos, Esta primera Países Bajos Se aprueba la ley:
se convierte enlegislación se diciembre 19, 2000.
el primer país estableció como Entra en rigor: abril 1 de
en aprobar el resultado de la 2001.
matrimonio constante demanda de
activistas en este país,
entre parejas del
mismo sexo. en Europa y alrededor
del mundo.
Primer Igualdad de derechos Colombia 24 de julio de 2013
matrimonio gay ante la ley.
en Colombia
Primer Conmemoración Londres Junio 28 de 1992
Europride en internacional del Entre 60,000 y 100,000
Londres Orgullo Gay. asistentes. Cada año se
celebra en una ciudad
europea diferente.
Elección de Participación San 1977 año de su elección.
Harvey Milk política abierta de Francisco, 1978 año en que es
(primer hombre homosexuales. Estados asesinado.
abiertamente Símbolo de la lucha Unidos
gay aspirante a por los derechos
un cargo público de la comunidad
en Estados homosexual.
Unidos)
Fuente: elaboración propia a partir de la información en páginas web de las or-
ganizaciones.

La tabla anterior ofrece sólo una pequeña muestra de las distin-


tas estrategias que en distintos países y en más de treinta años en
unos casos, y de más reciente data en otros, se han producido en
la búsqueda colectiva de ese reconocimiento pleno de derechos,
pero fundamentalmente, de su búsqueda de integración desde
las diferencias, a la sociedad amplia, que pasa por una lucha más
amplia a las mentalidades y visiones de mundo por fuera de este-
reotipos y banalizaciones de las diferencias sexuales y culturales.

250
Contribución de las acciones colectivas identitarias a las nuevas
configuraciones de familia en América Latina

De este modo, frente a la construcción de la identidad colecti-


va, tenemos el planteamiento de una autora emblemática del mo-
vimiento, Judith Butler, quien en 1993 ya expresaba esta identidad
sexual como un asunto político, explicando el sentido de todo lo
queer:

[…] quizás también entra en juego precisamente como el tabú degradante


que “convierte en raros” a todos aquellos que se resisten o que se oponen al
orden social hegemónico. […] si la crítica genealógica del sujeto consiste en
cuestionar las relaciones de poder excluyentes y constitutivas mediante las
cuales se forman los fundamentos de los discursos contemporáneos, resulta
que la crítica del sujeto queer es fundamental para la democratización cons-
tante de las políticas queer (2002: 75).

La autora explicaba así la ocupación o subversión del espacio


por la constitución de un nuevo sujeto al plantear el sentido y
significado de todo lo queer, o raro, considerado antes anormal,
diferente, transgresor, como un sujeto susceptible de derechos y
reconocimiento político y cultural. Sin embargo, Judith Butler dis-
cute la dificultad de las identificaciones masculinas y femeninas si
no se distancian de la lógica heterosexual, poniendo de presente
las cuestiones de la proliferación de opciones con las que identi-
ficarse:

[…] quizás ocurra que al reformular el parentesco —y en particular, la rede-


finición del “hogar” y de sus formas de colectividad (hacer de madre, fregar,
leer, hacerse famosa)— la apropiación y la reutilización de las categorías de
la cultura dominante posibiliten la formación de relaciones que funcionen
de manera eficaz como discurso de oposición. Estos hombres se “hacen de
madre”, se “arropan” y se “alimentan” mutuamente, y la nueva significación
de la familia en estos términos no es una imitación inútil o vana, sino que es
la creación discursiva de una comunidad, una comunidad que crea vínculos
afectivos entre sus miembros, se preocupa por ellos y les enseña, protege y
habilita (2002: 75).

Es un planteamiento que cuestiona la opción misma del matrimo-


nio, lo que llevaría al planteamiento de los que defienden una ter-
cera opción; ya no el matrimonio homoparental, mucho menos el
tradicional heterosexual, la tercera vía es la disolución total del
matrimonio o de la versión de la familia institucionalmente con-
formada legalmente, sino una comunidad de afectos que tendrán
251
Mary Luz Alzate Zuluaga

que rearmar, resignificar cada uno de sus roles, necesariamente


distanciándose de los existentes. Algunos autores van a plantear el
asunto del siguiente modo:

[...] (los matrimonios de parejas del mismo sexo) refuerzan las desigualda-
des entre casados y no casados, pues fuerza a los homosexuales (así como a
los heterosexuales) a adscribirse a un estado civil particular, amparado por
el Estado, que define la relación a partir de un esquema religioso si se quie-
re gozar del reconocimiento como padres y miembros de una comunidad
(Willis, 2004, citado en Castelar, 2010: 49).

Recordándonos así el planteamiento de Foucault (1987), quien


describía el modo en el que “las anormalidades” eran constreñidas
al marco de control eclesiástico, médico y estatal. Sin embargo, la
existencia de la demanda misma del reconocimiento de derechos
ya no sólo como condición de sujetos individualmente discrimi-
nados por el Estado y la sociedad convencional (heterosexual),
hacia una demanda por ese reconocimiento en su constitución de
unidad familiar, lo que plantea es una declaración de la negación
y discriminación sistemática a la que había estado sometido este
grupo poblacional, frente a lo cual es muy acertado el plantea-
miento de Etxazarra (2007):

[…] si hasta hace bien poco el gran desafío era construir y dar cobertura al
yo y al nosotros homosexual, con la lucha por la legalización y el reconoci-
miento de las uniones homosexuales el yo/nosotros homosexual cobra una
nueva dimensión como portador y depositario de una serie de derechos que
le permiten concebirse a sí mismo como parte legítima y reconocida del
todo social. El papel determinante del movimiento en todo este proceso es
algo que, a estas alturas, pocos se atreven a negar (p. 4)

Hasta hace muy poco tiempo —y en algunas sociedades todavía


es vigente—, en el modelo tradicional de familia nuclear y patriar-
cal existía una separación tajante entre lo público y lo privado y
una clara división sexual del trabajo entre hombre y mujer. Los
roles fueron naturalizados, esto es, no se admitía la consideración
del proceso de construcción de los roles, que se ejercían en esa
concepción familiar a partir de patrones culturales sexuales his-
tóricos, con lo cual uno de los asuntos trascendentales que llegó a
replantear el postulado de “lo personal es político” fue esa inser-
252
Contribución de las acciones colectivas identitarias a las nuevas
configuraciones de familia en América Latina

ción de los temas que habían sido exclusivos de tratamiento de


la vida íntima, de la vida privada. Es decir, ese trastocamiento de
espacios al escenificar en la vida pública los problemas diversos
que se experimentaban en el hogar, con la predominancia y hege-
monía de unos roles familiares y sociales de las mujeres y hombres
y la subsecuente discriminación y exclusión de las variaciones y
diferencias existentes entre personas que se separaban radical-
mente de esa construcción social tradicional sexual y familiar, en
las que están inmersas todas las variaciones sexuales a lo hetero-
sexual, esto es, gay, lésbico, transexual, bisexual e intersexual.
De este modo, en las relaciones asimétricas establecidas a par-
tir de la conformación familiar heterosexual tradicional, los roles
e identidades de género que se separaban de las reconocidas social
y culturalmente como moral y normativamente válidas, se reser-
vaban al ámbito doméstico y privado, por ende eran invisibles al
ámbito público. A partir del momento en el que comienzan a poli-
tizarse las relaciones establecidas al interior de ese mundo domés-
tico familiar, se altera el imaginario social y, por ende, el marco
cultural y de actuación colectiva sobre las experiencias posibles.
El proceso de identificación o no con los imaginarios sociales
prevalecientes o emergentes de la concepción de familia, se cons-
truye colectivamente de manera subjetiva y cambiante a partir de
los intereses y aspiraciones personales, las expectativas, valora-
ciones morales y exigencias sociales, y en un contexto histórico,
cultural y político particular. De acuerdo con Castelar (2010): “Se
podrá afirmar entonces que las transformaciones en el concepto
de ‘familia’ generadas por la homoparentalidad son valederas, en
la medida en que posibilitan la transformación del esquema he-
terocéntrico tradicional y desafían el vínculo naturalizado entre
consanguinidad y parentesco” (p. 48).
El sólo hecho de nombrar unas familias Otras, llámense uni-
personales, nucleares, o más recientemente homoparentales, ho-
moeróticas, homosociales, queer, diversas, etc., puede significar
una tendencia, pero también una convergencia con las tradicio-
nalmente constituidas por parejas heterosexuales, donde las dife-
rentes conformaciones familiares contemporáneas se expresen y
confluyan sin exclusión de los derechos y libertades para cada uno

253
Mary Luz Alzate Zuluaga

de sus integrantes, hasta constituirse con todo el significado ya no


solo discursivo y cultural, sino también social, político y jurídico.
A continuación, discutiré el asunto concreto de la reivindi-
cación por la defensa de las familias homoparentales, como una
de las diferentes luchas que se han desprendido del amplio mo-
vimiento social frente a la diversidad sexual. Esta defensa es una,
entre muchas otras, que se ha comenzado a considerar como muy
necesaria frente a la construcción de la identidad sexual. Para mu-
chos de los colectivos y organizaciones sociales que conforman
el movimiento —o movimientos— es necesario considerarla para
mayor comprensión, las demandas y las exigencias por el recono-
cimiento de los derechos diferenciales frente a la sexualidad no se
agotan en el reconocimiento de las formas de familia que se pue-
dan desprender de esta concepción.

Nuevas narrativas y emergencia de las diferencias


en la conformación familiar actual latinoamericana

No se cuenta aún en América Latina con la suficiente evidencia


empírica que nos permita comprender el momento de quiebre y
transformación de la familia en cuanto a su organización interna, lo
que implicaría, de acuerdo con Jelin y Paz: “la división del trabajo
intra-doméstico, las relaciones de poder entre géneros y genera-
ciones, los lazos económicos y afectivos, así como las modalidades
de transmisión de las desigualdades, conflictos y bases de solidari-
dad y afecto (1991: 11).
Algunos hitos que se señalan en los estudios (para el caso de
Chile véase, por ejemplo, Olavarría, 2000) frente a esas transfor-
maciones tienen que ver con:
• La migración rural-urbana que se vivió con intensidad a partir
de los años sesenta en toda la región latinoamericana, y con
esta movilidad la inserción de hombres y mujeres al mercado
laboral y al sistema educativo ofrecido fundamentalmente en
el ámbito urbano.
• Las nuevas adaptaciones culturales a la modernización que
experimentaban los nuevos pobladores de las ciudades, y con

254
Contribución de las acciones colectivas identitarias a las nuevas
configuraciones de familia en América Latina

ello la integración de la población al sistema industrial y de


salud.
• Los cambios en la posición social y política de la mujer, a partir
de la inserción laboral y del derecho a la elección de represen-
tantes políticos a través del voto (sufragio universal).
• A partir de la politización de las condiciones internas a la fami-
lia, la ampliación y visibilidad, por primera vez, de la variedad
de roles sexuales, sociales y reproductivos que los integrantes
de la familia pueden ejercer, y esto incluye los roles sexuales
que no habían sido reconocidos públicamente hasta el mo-
mento, diferentes al heterosexual.

Este panorama se debe, entre otros factores, a la urbanización


de una población antaño mayoritariamente rural y al proceso de
modernización e industrialización del agro para la mayoría de los
países de América Latina. Teniendo en cuenta las particularidades
sociopolíticas de cada país, tendrían que considerarse otros fac-
tores asociados; por ejemplo para el caso de Colombia, las modi-
ficaciones experimentadas en la estructura de la propiedad y el
uso de la tierra, lo que ha desembocado en el agravamiento de los
conflictos por la tierra y en la disputa por el control territorial y
por el poder local de nuevos actores, son los casos de los grupos
narcotraficantes, empresas multinacionales, y grupos armados
ilegales, caracterizados por el uso de la violencia en su accionar
(Prada, 2002).

Los procesos […] en torno a las políticas públicas y sus efectos en el or-
den familiar y salarial, los cambios demográficos, la creciente autonomía e
independencia de las mujeres, así como el debate legislativo que pone en
la discusión pública temas de la agenda del feminismo y del movimiento
de mujeres, han dado origen a nuevos escenarios que estarían afectando al
finalizar el siglo xx, a nuestro entender, directamente la subsistencia de la
familia nuclear patriarcal que hemos conocido, así como los procesos identi-
tarios de los varones/padres y las relaciones de género (Olavarría, 2000: 25).

La transformación de esa estructura heterosexual hegemónica a las


diferentes opciones —entre ellas, el reconocimiento legal constitu-
cional de las parejas de hecho y las homoparentales— es un paso
dado recientemente no sólo en América Latina, países de la Unión

255
Mary Luz Alzate Zuluaga

Europea como España han experimentado ese cambio constitucio-


nal apenas desde el 30 de junio de 2005 (Etxazarra, 2007).
Sin embargo, a pesar de que los cambios en la configuración
de la institución familiar de hoy en América Latina se pueden re-
montar a sólo un par de décadas, estudios históricos demuestran
el modo en el que desde finales del siglo xix ya ocurrían, aunque
de forma aislada, situaciones que llevaban a un replanteamiento
en la influencia que tuvo, en primer lugar, la Iglesia católica duran-
te el periodo de la colonia y, en segundo lugar, el Estado colonial,
“para Lavrin lo que estaba en juego era la necesidad de la corona
de frenar la libertad sexual en sus colonias, donde la influencia de
la iglesia ya no ejercía el freno moral que había significado en los
dos siglos anteriores (Lavrin, 1989, citado en Jelin y Paz, 1991: 9) .
De este modo, en la historia acerca de la conformación fami-
liar de América Latina, el sistema eclesiástico de la corona espa-
ñola en la época de la colonia fue el que normativizó las relaciones
entre hombres y mujeres,

Las constituciones liberales a mediados del siglo xix impulsaron las refor-
mas de la legislación basada en el derecho canónico, y el derecho se fue se-
cularizando a través de leyes como las del matrimonio civil. Este nuevo cor-
pus convalidó jurídicamente el modelo de relaciones familiares del Código
Canónico, al consagrar el matrimonio religioso, monogámico e indisoluble,
y al reafirmar el carácter patriarcal de la familia definida por una fuerte au-
toridad del varón en sus dos manifestaciones: hacia la esposa (autoridad ma-
rital) y con respecto a los hijos (patria potestad). Los nuevos códigos esta-
blecían una relación conyugal asimétrica que legalizaba el “radio de acción”
que las costumbres asignaban a las mujeres y a los varones (Pecheny y De
La Dehesa, 2011: 4).

Se pueden encontrar estudios en los que la concepción subalterna


de la mujer dentro de esa configuración patriarcal del periodo de
la colonia durante los siglos xviii y xix, se ve infringida con casos
de mujeres que se rebelaban ante maltratos y triángulos amorosos
por parte de sus cónyuges, llegando a situaciones extremas como
las de acabar con la vida de sus compañeros (López Jerez, 2012).
Otros estudios de caso, como el de la antropóloga Virginia Gu-
tiérrez de Pineda (1968) en Colombia, serán pioneros en el reco-
nocimiento de la diversidad de experiencias en la estructura fami-

256
Contribución de las acciones colectivas identitarias a las nuevas
configuraciones de familia en América Latina

liar histórica y contemporánea, alejándose de las concepciones de


sentido común que han intentado mostrar a la familia como una
unidad modélica, que ha correspondido a un único tipo ideal en su
conformación.
Ahora bien, regresando a la configuración reciente, en térmi-
nos constitucionales de esa conformación matrimonial a partir del
reconocimiento de la diversidad sexual, nos encontramos con si-
tuaciones en las que las acciones afirmativas de tipo legal son sólo
uno de los pasos para garantizar derechos, el principal y mayor
escollo sigue siendo la mentalidad social y cultural homofóbica
y discriminadora de las diferencias. Tal como lo plantean Peña y
Parada:

Entonces la Corte cumple un papel de gran importancia, no sólo en lo que


respecta a la creación de normas sino en la posibilidad de ejercer presión
sobre la sociedad y el legislativo para adaptar el ordenamiento jurídico a las
condiciones de hecho que, por carecer de regulación, generan todo tipo de
problemas sociales, como es el caso de la discriminación de la comunidad
lgbti (2014: 85).

Reflexión final

En el análisis académico de lo que se han considerado sus obje-


tos de estudio, problemas de análisis o temas de investigación, las
concepciones discriminatorias de un grupo social en particular
que ha sido relegado, invisibilizado y neutralizado por la sociedad
en general. En este caso la identidad homosexual y las demandas
concretas que este colectivo movilizado ha reivindicado en los
últimos años, se tienen que acompañar de una nueva mirada que
se reproduce con las investigaciones del tema.
Lo anterior constituye un importante aporte, ya que es la con-
sideración de la realidad conformada por los diversos proyectos
sociales y culturales en construcción, la que propicia la aceptación,
reconocimiento y garantía legal, política y cultural. Recordando
así, con Bourdieu, que la búsqueda de la mirada nueva implica la
ruptura, “que es, de hecho, una conversión de la mirada […] y esto
no es posible sin una verdadera conversión, una metanoia, una re-

257
Mary Luz Alzate Zuluaga

volución mental, un cambio en toda la visión del mundo social


(1995: 188)”.

Referencias bibliográficas

Bourdieu, P. (1995). La práctica de la antropología reflexiva. En:


Bourdieu, Pierre y Loïc Wacquant. Respuestas por una antropología
reflexiva. México: Grijalbo.
Butler, J. (2002). Críticamente subversiva. En: Rafael Mérida Jiménez
(Ed.). Sexualidades transgresoras: una antología de estudios queer (vol.
11, pp. 55-80). Barcelona: Icaria Editorial.
Castelar, A. (2010, enero-junio). Familia y homoparentalidad: una revi-
sión del tema. CS, 5, 45-70.
De Sousa Santos, B. (2011). Producir para vivir: los caminos de la produc-
ción no capitalista. México: Fondo de Cultura Económica.
Dussel, Enrique (2014). 16 tesis de economía política: interpretación filosó-
fica. México: Siglo XXI Editores.
Etxazarra, L. (2007/1). La legalización del matrimonio homosexual (el
cómo y el porqué de una movilización). Papeles del ceic, 26, pp.
1-30. Recuperado de: http://www.ehu.eus/ojs/index.php/pape-
lesCEIC/article/view/12193
Foucault, M. (1987). Historia de la sexualidad. La voluntad de saber. Vol.
1. México: Siglo XXI.
Fraser, N. y Honneth, A. (2003). ¿Redistribución o reconocimiento?: un
debate político filosófico. España: Paideia.
Giménez, G. (2005). La cultura como identidad y la identidad como cultura.
México: Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Gutiérrez de Pineda, Virginia (1968). Familia y cultura en Colombia.
Medellín: Editorial Universidad de Antioquia.
Jelin, E. y Paz, G. (1991). Familia/género en América latina: cuestiones
históricas y contemporáneas. Buenos Aires: Cedes.
López Jerez, M. P. (2012). Las conyugicidas de la Nueva Granada.
Transgresión de un viejo ideal de mujer (1780-1830). Bogotá: Editorial
Pontificia Universidad Javeriana.
Márquez, B. (2010). Discurso experto y acción social: la construcción de
la homoparentalidad como asunto político. Documentos de Trabajo
Social, 48, pp. 158-181. Recuperado de: http://www.trabajosocial-
malaga.org/archivos/revista_dts/48_08.pdf

258
Contribución de las acciones colectivas identitarias a las nuevas
configuraciones de familia en América Latina

Mercado Maldonado, A. y Hernández Oliva, A. V. (2010). El proceso de


construcción de la identidad colectiva. Convergencia, 17(53), 229-
251.
Mérida Jiménez, R. (Ed.) (2002). Sexualidades transgresoras: una antolo-
gía de estudios queer (vol. 11). Barcelona: Icaria Editorial.
Olavarría, J. (2000). De la identidad a la política: masculinidades y políti-
cas públicas. Auge y ocaso de la familia nuclear patriarcal en el siglo
xx. Hombres: Identidad/es y Violencia. Encuentro de Estudios de
Masculinidades: Identidades, cuerpos, violencia y políticas públicas
Flacso-Chile, Universidad Academia de Humanismo Cristiano/Red
de Masculinidades, 11-28.
Pecheny, M. (2001). De la “no discriminación” al “reconocimiento so-
cial”. Un análisis de la evolución de las demandas políticas de las
minorías sexuales en América Latina. xxiii Congreso de lasa,
Washington dc.
Pecheny, M. y De La Dehesa, R. (2011). Sexualidades y políticas en
América Latina: un esbozo para la discusión. Sexualidade e política
na América Latina, histórias, interseções e paradoxos. Observatório
de sexualidade e política. Rio de Janeiro: Sexuality Policy Watch-
Associação Brasileira Interdisciplinaria de aids (abia).
Peña Huertas, R. y Parada Hernández, M. M. (2014, julio/diciembre).
Tensión entre la democracia inclusiva y la mayoría: el matrimonio
igualitario en el Congreso colombiano. Rev. Derecho, 42, pp. 65-95.
Solé, C., y Parella, S. (2005). Intereses e identidad. Praxis Sociológica, 9,
9-22.

259
Capítulo 10
Derechos humanos, familia y democracia.
Apuntes para políticas públicas

Carlos E. Quintero

Resumen

E
l capítulo tiene como objetivo dilucidar el tratamiento que
desde el ámbito gubernamental ha sido concedido a la ins-
titución, y a sus expresiones, “familia”. Considerándose
como importante para el análisis de la población, la definición de
la familia ha sido tratada de manera disímbola a lo largo del tiempo.
Por un lado, es una unidad básica de tejido social; por el otro, una
unidad de consumo y desde la cual se elevan demandas a los dife-
rentes gobiernos. Después del análisis crítico de ambos cuerpos
teóricos, se evaluarán las implicaciones que tienen los conceptos y
definiciones de familia para la acción pública. La segunda parte del
escrito sistematizará los documentos institucionales, que a nivel
nacional y para el municipio de Guadalajara, Jalisco (México)
atañen a la familia. Tanto las de corte general, como las de tipo
orgánico: las que regulan a organismos gubernamentales de asis-
tencia social.

La familia como categoría para el análisis


y formulación de políticas públicas

El dieciséis de noviembre de 2006 se publicaba en la Gaceta Ofi-


cial del Distrito Federal la Ley de Sociedades de Convivencia para
el Distrito Federal. La pieza normativa indica que una sociedad
de convivencia es “un acto jurídico bilateral que se constituye,
261
Carlos E. Quintero

cuando dos personas físicas de diferente o del mismo sexo, mayo-


res de edad y con capacidad jurídica plena, establecen un hogar
común, con voluntad de permanencia y de ayuda mutua” (Ley de
Sociedades de Convivencia para el Distrito Federal, 2006). Esta
ley dicta, a la letra, que “obliga a las o los convivientes, en razón
de la voluntad de permanencia, ayuda mutua y establecimiento del
hogar común […]” y que “surte efectos frente a terceros cuando
la Sociedad es registrada ante la Dirección General Jurídica y de
Gobierno del Órgano Político-Administrativo correspondiente”.
El corolario para el gobierno sub-nacional del Distrito Federal
mexicano fue una reformulación amplia y profunda en todo el pa-
quete de políticas que llevan a cabo. Siendo, sin más, aceptadas las
sociedades de convivencia, era debido re-articular un entramado
jurídico con implicaciones vinculantes para la sociedad y los go-
biernos.
En 2010, el entonces director del Instituto Mexicano del Segu-
ro Social (imss), Daniel Karam, pedía al Congreso de la Unión que
modificara algunos artículos de la Ley Orgánica que rige al Institu-
to (cnn México, 2010). Esto debido a que el imss se había negado
a afiliar a una pareja homosexual, provocando que el gobierno del
Distrito Federal interpusiera un amparo ante la Suprema Corte de
Justicia de la Nación. Días después la Cámara de Diputados co-
menzó procesos de revisión y reforma a la legislación respectiva.
Expertos en derecho constitucional elevaron opiniones contradic-
torias. Unos consideraban innecesaria la reforma, mientras que
otros señalaban la necesaria coherencia, y supeditación, al ámbito
federal (cnn México, 2010).
Al final de cuentas, la Suprema Corte de Justicia de la Nación
dictó sentencia: el imss debía afiliar en régimen ordinario a pare-
jas del mismo sexo, no sólo en el Distrito Federal sino también en
todo el país (Meraz, 2014).
La legislación de la Ciudad de México es un caso de éxito en
innovación social. Con sostén de movimientos globales en defensa
de derechos humanos, con apoyo social sólido y un cuerpo polí-
tico progresista, se indujo un cambio en la estructura jurídica no
sólo regional sino también en la nacional. Permitió el acercamien-
to entre prácticas civiles y el marco institucional formal. Es, para

262
Derechos humanos, familia y democracia. Apuntes para políticas públicas

todo efecto, un cambio en la base de lo que entendemos y enten-


deremos como familia.
Esta historia da pie al presente estudio. Se desea analizar la
construcción jurídica de lo que es familia y lo que implica para la
definición de la política pública. El ensayo está dividido en seis
secciones. En la primera parte se discute teóricamente, la relación
que hay entre los derechos humanos, la ley y la democracia. En
la segunda, se explica el mecanismo que se adopta para el estu-
dio. Después, se presenta brevemente la agencia de asistencia so-
cial que actúa como foco de articulación de las piezas normativas
abordadas. Sigue la evaluación de las partes relevantes de ellas
para los propósitos del estudio, en clave de definición de familia.
Las últimas dos secciones cierran con el análisis concreto con base
en los lineamientos metodológicos hechos y los resultados que se
arrojan al aplicarlos.

Derechos, ley y democracia

La política pública requiere de un trabajo y definición jurídica que


exprese los valores que se han puesto en juego a lo largo de su
diseño y puesta en marcha. En el campo de política ambiental esto
ha sido profusamente estudiado, por ejemplo por Ugalde (2008).
Aunado a esto se revela un rasgo definitorio del Estado: habla en
un lenguaje jurídico y sólo desde éste puede actuar en democracia
(O’Donnell, 2004).
La democracia contemporánea se sustenta en un entramado
de derechos (Dahl, 2009; Morlino, 2005). En un primer momen-
to, este armazón incluye aquellos como los de asociación, voto,
expresión, entre otros. Todos correspondientes a los del tipo civil
y político. Los derechos desde esta óptica y estadio, llevan a una
materialización procedimental de democracia; a una concepción
restringida de la misma. Es decir, la democracia como un proceso
de toma de decisiones colectivas, haciendo uso de elecciones en
las que las decisiones que se lleguen a tomar para lo sustantivo son
ajenas a las esferas social y económica, quedándose en la esfera
propiamente política.

263
Carlos E. Quintero

La referencia a derechos humanos se da en términos de ge-


neraciones. Los primeros derechos a los que la tradición política
liberal apela son los civiles y políticos. Los de segunda generación
se describen a continuación. En cuanto a los derechos de tercera
generación, podrían sintetizarse como vinculados al medio am-
biente e identidad. La síntesis es un reduccionismo que sólo se jus-
tifica por razones de espacio. Los derechos de tercera generación
aparecen en épocas más recientes.
En un ensayo fundacional, Marshall (1998) apunta a la impe-
riosa necesidad de complementar el desarrollo político con el so-
cial. El ejercicio de los derechos políticos sólo podría ser pleno si
se aseguraba el acceso a educación, salud e ingreso: las asimetrías
en la cultura impedían un ejercicio razonado de los derechos; las
falencias en salud obstaculizaban un cálculo personal a largo plazo
y la amenaza del desempleo sesgaba a favor de terceros la inten-
ción política de los trabajadores. La asociación de iguales, ciuda-
danos; el ejercicio de la voz, con ideas deliberadas; el ejercicio del
voto, con partidos en competencia. Todos estos medios de cons-
trucción de democracia procedimental requieren contenidos sus-
tantivos para que puedan ser válidos para la vida pública.
Con esto, lo que de fondo Marshall señala no es otra cosa más
que las implicaciones de reconocer el poder en los ámbitos socia-
les y económicos. Individuos y colectivos subordinados a estruc-
turas y prácticas políticas que aparecen en lugares como la fábrica,
el hospital; en espacios como el familiar, el pedagógico. Un desa-
rrollo de los derechos civiles y políticos que, sin determinismos
históricos, lleva a la necesidad de una ciudadanía social. Aparejado
a este desarrollo histórico va el conceptualizar a la democracia y
la ciudadanía.
La teoría social crítica enseñó con claridad que la emergen-
cia y ejercicio del poder en las esferas económica y social es per-
manente. En espacios como los laborales o los educativos, existen
agentes que ejercen dominio sobre otros. Sírvanse dos ejemplos
para ilustrar. Para el primer caso, el poder en la esfera económi-
ca, Offe y Wiesenthal (1980) arguyen, desde la economía política,
que distintas estrategias de acción colectiva saldrán de distintos
arreglos institucionales, puesto que el trabajo y el capital detentan
derechos de propiedad distintos. El primero sólo cuenta con su
264
Derechos humanos, familia y democracia. Apuntes para políticas públicas

fuerza de trabajo, que no puede ser intercambiada más que por


un salario; mientras que el segundo actor puede intercambiar sus
recursos por distintos trabajadores, es decir: la mano de obra es
intercambiable desde la posición del patrón. Entonces, los costos
en que incurre el trabajo para organizarse, incluyendo el riesgo,
son mucho mayores que aquellos en los que incurre el capital. A
los obreros, trabajadores, jornaleros, etcétera, les es más difícil
asociarse y defenderse ante abusos que a los poseedores de capital.
Para el segundo tema, lo educativo, Bourdieu (2008) estudia
las relaciones de poder en el campo universitario francés. Deve-
la prácticas y relaciones de poder entre instituciones y personas,
siempre pretendidas como neutrales, como académicas. La neu-
tralidad es inexistente. Las agendas de investigación están sesga-
das y la generación de conocimiento depende de la subordinación
de unos ante otros. Los que detentan el conocimiento y los que no.
Una óptica procedimental de la democracia, entonces, no anu-
la el poder en estos ámbitos. El gran logro del abordaje crítico de
lo social y lo económico fue ampliar los horizontes de la discusión
democrática. Al compenetrarse una teoría social crítica, aguzada
observante del poder en todas sus maneras, representaciones y
manifestaciones, con la percepción de las insolvencias que tenía
una teoría democrática meramente procedimental, se llegó a una
conclusión bien intencionada: hay que democratizar todo y cual-
quier espacio. Sea el social y/o económico. El proceso político de-
bía resolver las quiebras en la sociedad y la economía.
Los estados y la sociedad civil internacional han presionado
insistentemente sobre el tema. Explicitando los derechos de las
comunidades e individuos, dotándoles de instrumentos jurídicos
para asegurar su vigencia; desde el ámbito local hasta el global. Las
declaraciones de derechos humanos, sociales, culturales y econó-
micos responden —pienso— a las presiones intelectuales y políti-
cas al respecto. La democratización de todos los espacios y hacia
dentro de instituciones, movimientos, grupos y organizaciones es
una demanda ubicua. Pero, ¿qué tan realista es? Más importante
¿es deseable por sí misma? ¿Democracia sin más?
La respuesta, correcta —sostengo— es sí. Democracia sin más.
No es posible renunciar a los derechos fundamentales y sus ex-
presiones políticas, económicas y sociales más avanzadas y cabe
265
Carlos E. Quintero

decir, civilizadas. Esto no conlleva a que en cualquier proceso de


democratización se llegue a un estado de las cosas sin fricciones.
La experiencia comparada nos lo muestra (O’Donnell, Schmitter
y Whitehead; 1994; Ortega, 2008), aun en democracia hay con-
flicto y lucha por el poder. Lo que queda ante lo irrenunciable de
la democracia y las tensiones que provoca es transparentar éstas
últimas y tratar de descargar algunas presiones innecesarias.
Shapiro (2008) sugiere que una de las más importantes labo-
res intelectuales del momento, referentes a la democracia, es re-
centrar en lo político a la teoría. Si bien es cierto que en las institu-
ciones sociales —como la familia o la escuela— hay poder y domi-
nación, dichas instituciones no se definen por esta dimensión. Lo
mismo ocurre en las relaciones laborales: los obreros y capitalistas
no se definen por sus acuerdos sino por sus fines económicos. De
acuerdo a Shapiro, es importante reducir el ruido al respecto. Con-
siderar que se pueden atender disputas sociales y económicas con
base en el proceso político pero no exclusivamente a través de él.
¿Cómo podemos conciliar una teoría amplia, general, de de-
mocracia, con teorías particulares de democracia a grupos, movi-
mientos, organizaciones, sectores y campos? La problemática no
es tanto hilvanar y adaptar principios más amplios a situaciones
particulares. Cosa medianamente loable. El dilema viene cuando
se quieren hilar todos los enunciados ¿qué quedará de eso? ¿Qué
tipo de entuerto habrá al querer conciliar una democracia urbana
con una rural, con una de género, otra ambiental, aderezada con la
religiosa y, sólo para añadir complicaciones, una democracia que
incluya los derechos de los animales? No es mi intención reducir al
absurdo pero la conclusión lógica de estas presiones políticas, que
buscan la democratización absoluta en todas las esferas societales,
obliga a preguntárselo. Esta pretensión es la que lleva al absurdo a
la democracia política.
Añádase a esto la cuestión de que, si las formas alternativas
de democracia tienen fines superiores (la emancipación del indi-
viduo, por ejemplo), la otra salida para evitar el entuerto es redu-
cir la democratización a meras formas de mediación de intereses.
Entendiéndose por esto que el ejercicio de la voz, en su vena de
protesta o contestación al poder, sólo ayuda a elevar necesidades
sentidas a los tomadores de decisiones. Esto desestima la inten-
266
Derechos humanos, familia y democracia. Apuntes para políticas públicas

ción, expresada por sus promotores, de que la deliberación y la


nivelación del poder entre pares, en cuanto a una forma superior
de ciudadanía y construcción de democracia, es sólo otra manera
de pedir productos al sistema político.
Si nos situamos en el campo de los derechos sociales, eco-
nómicos y culturales, se descubre otra tensión. Walzer (1998)
muestra que los derechos individuales están en conflicto con los
derechos de grupo. Los derechos de los pueblos, de las etnias, gru-
pos religiosos, etcétera deben, contingentemente, zanjar su orden
de prelación para con los derechos de los individuos. Usando un
provocativo ejemplo, el autor pregunta si es permisible, en una
sociedad democrática, la ablación femenina. Inmediatamente se
contesta: No, no es permisible hacerlo, a pesar de que por moti-
vos culturales la práctica se defienda. Podemos concordar en el
extremo pero ¿y los puntos intermedios? ¿Qué pasa cuando los
derechos de dos grupos distintos chocan entre sí y en contra de
los derechos individuales?
Si la respuesta sólo se puede dar a través del proceso político
amplio, creo que será parca. Más bien debe darse en los mismos
ámbitos sociales y económicos, recuperando siempre el entrama-
do de derechos sobre los que descansa el orden público y privado,
pero considerando que los ciudadanos no pretenden siempre a un
tutor estatal.
La ampliación de derechos no debiera —en esto hay que ser
consecuentes— considerarse siempre como la estrategia a adop-
tar. Como sociedad y Estado las tensiones democráticas existirán,
una respuesta definitiva es una ilusión de infancia democrática; la
madurez política, pienso, provendrá cuando aceptemos que hay
espacios que pueden autogobernarse sin una voluntad política
que medie entre los que habitan dichos lugares. No es deseable,
siquiera posible, contentarse con una visión procedimental de la
democracia, pero ¿qué tan factible es la materialización de una
democracia completamente sustantiva? La veo dificultosa en su
producción, en tanto que el choque de los derechos y ciudada-
nos requiere de un tercero imparcial, que emerja desde procedi-
mientos: el Estado. La veo peligrosa puesto que una búsqueda de
cumplimientos absolutos de derechos llevará a que haya algunos

267
Carlos E. Quintero

arbitrariamente negados en favor de otros. Donde se negaría a los


portadores de estos derechos su razón de ser.

Apartado metodológico

Los Estados no se equivocan; clasifican, ordenan y definen su rea-


lidad circundante (Scott, 1998). Uno de los procesos centrales a
través de cómo es que los Estados ejercen y mantienen su poder
en un territorio dado y frente a una población determinada, es el
clasificar a ambos. Sin ello, su poder —que bien pudiera ser demo-
crático— es meramente despótico.
Beltrán (2003) estudia el proceso a través del cual el Estado
y sus gobiernos descifran su contexto y le dan un sentido admi-
nistrativo. Problemas públicos socorridos por un entramado de
organizaciones gubernamentales para incluirse como módulos
tratables de asuntos.
Es claro que quien define, decide (Aguilar, 1992). El cómo es
que llegamos a pensar la categoría de familia desde una instan-
cia pública tiene importantes consecuencias para su atención. Tal
como arriba se ejemplificó con el caso de las sociedades de convi-
vencia, el que una burocracia pública actúe, o no, tiene por primer
requisito el ser indicado en su sustrato jurídico.
Esto se complementa con el tipo de racionalidad en cuanto a
acción pública que se imprime en y desde el Estado. Lascoumes
y Le Galès (2014) identifican cinco distintas racionalidades en la
formulación de políticas. Estas formas de justificar y explicar la
relación entre los fines y los medios de lo que hacen los gobiernos
se convierten en fuertes criterios de análisis para cualquier cuerpo
normativo.

268
Derechos humanos, familia y democracia. Apuntes para políticas públicas

Tabla 1
Racionalidades en competencia para la formulación de políticas

Tipo de Lógica interna


racionalidad
Teleológica Priva el objetivo buscado por los aparatos públicos, los tomadores
de decisión y los grupos de interés.
Utilitaria El eje de la argumentación pública gira en torno a los satisfactores
que dará la política, entendiendo a éstos como los intereses
involucrados.
Axiológica Lo relevante en esta racionalidad son los valores que promueve.
Aquello que pudiendo ser inmaterial, se encuentra digno de
preservarse.
Tradicional La racionalidad tradicional tiene por objeto la continuidad de lo
hecho hasta el momento.
Cognitiva Para este tipo de racionalidad pública, lo relevante es el
razonamiento que se da para la acción.
Fuente: elaboración propia con base en Lascoumes y Le Galès (2014).

Considerándose las discrepancias y afinidades, así como la ra-


cionalidad inherente, en las definiciones de familia que cada cuer-
po normativo provee para un gobierno concreto, podremos prever
las consecuencias de acción pública más profundas.
El último elemento para el análisis es el referente a los dos
tipos de concepciones de libertad, y por ende, de derechos que
propuso Berlin (1958): la libertad positiva y la negativa. Es posible
interpretar a la primera como la libertad que viene de habilitar a
las personas para que alcancen su óptimo, mientras que la segunda
indica la no interferencia de terceros.
A la luz de los textos, autores y propuestas arriba vistas, se
abunda en el caso de una agencia municipal mexicana de asisten-
cia social, el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, del
municipio de Guadalajara, Jalisco, México. Recuperándose las de-
finiciones que afectan a la definición de política pública para dicha
agencia municipal. Yendo desde el ámbito internacional hasta el
propiamente local.

269
Carlos E. Quintero

Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia


del municipio de Guadalajara, Jalisco, México

En México, la política social se ha mantenido en el candelero


público por décadas. Pero con un tratamiento muy distinto en cada
época. Comenzando por ser una dádiva presidencial hasta consti-
tuirse como una política de Estado y mecanismo que libera ten-
siones políticas devenidas de la situación de pobreza y exclusión
imperante en el país (Pardo, 1998). La política asistencial muestra
una necesaria complementariedad con la social. Ha tenido tam-
bién sus vaivenes políticos y se ha visto sujeta a modas adminis-
trativas.
Quien ha operado la política asistencial en México es el Siste-
ma para el Desarrollo Integral de la Familia (dif). Un conjunto de
organizaciones más o menos independientes entre sí, situadas en
cada ámbito gubernamental y por todo el territorio mexicano. Se
cuenta con un Sistema dif de alcance nacional, junto con Sistemas
dif para las entidades federativas y los municipios.
Una parte de la genealogía institucional de los Sistemas dif
está fuertemente ligada a la atención que cuerpos civiles y religio-
sos, tales como la Iglesia católica, daba a la población en pobreza.
La otra parte viene de la expansión del Estado mexicano inter-
vencionista que se constituyó después de la Revolución mexicana
(Peregrina, 1994). Es cierto, este esquema presentaba las mismas
fallas institucionales que los demás aparatos estatales del periodo:
fuerte centralización, uso clientelar de los recursos, patrimoniali-
zación de la dirección, baja profesionalización, entre otras.
La expresión local del Sistema dif se dio en 1977, con el De-
creto del Ejecutivo que constituyó a dicho organismo para el Es-
tado de Jalisco.

Definiciones jurídicas de familia para el Sistema dif


Guadalajara

Los tratados internacionales, leyes federales, estatales y munici-


pales que enmarcan su acción y fundamentan, jurídicamente, su

270
Derechos humanos, familia y democracia. Apuntes para políticas públicas

existencia y atañen al objeto de análisis del presente texto, son las


siguientes:
• Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
• Constitución Política del Estado de Jalisco.
• Convención Americana sobre Derechos Humanos.
• Convención sobre los Derechos del Niño.
• Declaración Universal de los Derechos Humanos.
• Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
• Código Civil del Estado de Jalisco.
• Código de Asistencia Social del Estado de Jalisco.
• Ley de Desarrollo Social para el Estado de Jalisco.
• Decreto de Creación del Sistema para el Desarrollo Integral de
la Familia del Municipio de Guadalajara.
• Reglamento Interno del Sistema para el Desarrollo Integral de
la Familia del Municipio de Guadalajara.

A continuación, se muestran las definiciones y enunciados que


dentro de estos documentos hay sobre la institución familia.
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en
su artículo tercero, propone que la educación en el país: “Contri-
buirá a la mejor convivencia humana, a fin de fortalecer el aprecio
y respeto por la diversidad cultural, la dignidad de la persona, la
integridad de la familia, la convicción del interés general de la so-
ciedad, los ideales de fraternidad e igualdad de derechos de todos,
evitando los privilegios de razas, de religión, de grupos, de sexos
de individuos”.
En el artículo cuarto se enuncia la igualdad del varón y de la
mujer ante la ley, e indica que esta deberá proteger la organización
y el desarrollo de la familia; permitiendo, en la siguiente línea, el
derecho de toda persona a decidir de manera libre, responsable e
informada sobre el número y el espaciamiento de sus hijos. En el
mismo artículo, séptimo párrafo, se establece el derecho de toda
familia a disfrutar de vivienda digna y decorosa, obligando a la Ley
a establecer los instrumentos y apoyos necesarios a fin de lograrlo.
En el noveno y décimo párrafo del artículo cuarto, respectiva-
mente, se obliga a los ascendentes, tutores y custodios a preservar
y exigir el cumplimiento de los derechos y principios propios de la

271
Carlos E. Quintero

niñez. El Estado también otorgará facilidades para que los particu-


lares coadyuven al cumplimiento de estos derechos.
El artículo 27 constitucional, con objeto de la tierra y las aguas
nacionales, propone que las leyes locales organizarán el patrimo-
nio de la familia, determinando los bienes que deben constituirlo
sobre la base de que será inalienable y no estará sujeto a embargo
ni gravamen alguno.
Como situación de excepción, el artículo 29, explícitamente
prohíbe que se restrinjan o suspendan, entre otros derechos el de
la protección a la familia.
Como obligación de los mexicanos, el artículo 31 obliga a que
los mexicanos hagan que sus hijos o pupilos concurran a las escue-
las, desde el nivel preescolar hasta las de media superior, así como
el que reciban educación militar.
El grueso de los derechos constitucionales concernientes a la
familia se ubica en el apartado de garantías individuales. Después
se hace mención a la familia en las secciones referentes al amparo
y en el título de derechos laborales.
En este último, se protege el salario mínimo necesario para
que un jefe de familia pueda sostener a su familia, así como que
las deudas de un trabajador no puedan extenderse a terceros, se-
ñeramente a su familia. En el apartado número 28 se cuida que los
bienes familiares sean inalienables.
En cuanto a seguridad social, la Constitución asegura que los
familiares de los trabajadores tendrán derecho a asistencia médica
y medicinas, y que deberá haber centros para vacaciones y tiendas
económicas para beneficio de trabajadores y sus familiares. Se es-
tablece que todos los ámbitos de familia provean de mecanismos
complementarios a los ordenamientos federales en su ámbito de
competencia.
La Constitución Política del Estado de Jalisco es mucho más
parca al atender el tema de la familia. En su artículo décimo quin-
to, obliga a que los órganos del poder público del Estado provean
de las condiciones necesarias para el pleno ejercicio de la libertad
de individuos y grupos, para propiciar su participación en la vida
social, económica, política y cultural de la entidad. Y que para ello,
en el caso de las familias, las autoridades colaborarán con aquellas
para su fortalecimiento.
272
Derechos humanos, familia y democracia. Apuntes para políticas públicas

En el artículo 54 se enuncia la obligación de un organismo,


la Procuraduría Social, para la defensa de los intereses sociales y
familiares.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artí-
culo 16 muestra tres numerales. Estos señalan:
1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen de-
recho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad
o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de igua-
les derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio
y en caso de disolución del matrimonio.
2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros es-
posos podrá contraerse el matrimonio.
3. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad
y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.

La Convención Americana sobre Derechos Humanos, en su artí-


culo 17, “Protección a la familia”, define como familia “[…] el
elemento natural y fundamental de la sociedad y deber ser pro-
tegida por la sociedad y el Estado”. Reconociéndose el “derecho
del hombre y la mujer a contraer matrimonio y fundar una fami-
lia si tienen la edad y las condiciones requeridas para ello por las
leyes internas, en la medida en que éstas no afecten al principio
de no discriminación establecido en esta Convención”. El cuarto
numeral en el artículo subraya el necesario libre y pleno consenti-
miento de los contrayentes. Por último, y muy importante, se dan
las obligaciones de los Estados partes para con las familias: “deben
tomar medidas apropiadas para asegurar la igualdad de derechos y
la adecuada equivalencia de responsabilidades de los cónyuges en
cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolu-
ción del mismo”. En el último apartado se reconocen iguales dere-
chos tanto a los hijos nacidos fuera del matrimonio como a los
nacidos dentro del mismo.
En el Preámbulo de la Declaración de los Derechos del Niño,
se dice que los Estados partes están convencidos de que la familia
es un grupo fundamental de la sociedad y el medio natural, que
está para el crecimiento y el bienestar de todos sus miembros, y
que por ello deberá recibir la protección y asistencia necesarias
para que asuma plenamente sus responsabilidades. En el siguiente
273
Carlos E. Quintero

párrafo se reconoce que el niño debe crecer en el seno de la fami-


lia, en un ambiente de felicidad, amor y comprensión.
En el artículo quinto de esta declaración se señala que los Es-
tados partes respetarán las responsabilidades, derechos y deberes
de los padres, o en su caso, de los miembros de la familia ampliada
o de la comunidad, de tutores u otras personas encargadas legal-
mente del niño de impartirle, en consonancia con la evolución de
sus facultades, dirección y orientación apropiadas para que el niño
ejerza los derechos reconocidos en la Convención.
El artículo octavo versa sobre el compromiso de los Estados
partes a preservar el derecho del niño a disfrutar, entre otras cues-
tiones, de relaciones familiares.
Los artículos noveno y décimo aseguran que los niños no po-
drán ser separados de sus familias. Que los Estados partes harán
todo lo que les sea posible para preservar esto. El artículo 20 pres-
cribe que cuando los niños sean temporal o permanentemente pri-
vados de su medio familiar, el Estado deberá protegerlos y asistir-
los de manera especial.
En el artículo decimosexto, se prohíbe que los niños sean ob-
jeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, familia,
domicilio o su correspondencia.
La adopción se reconoce como mecanismo válido para los Es-
tados partes de la Convención, de establecer la protección de un
niño. Tanto nacional como más allá de sus fronteras.
En el apartado F del artículo 24 se indica que a efecto de pro-
teger el más alto nivel posible de salud, los Estados partes se com-
prometen, entre otras medidas, a desarrollar servicio en materia
de planificación de la familia.
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en su
artículo 23 muestra que:
1. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad
y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.
2. Se reconoce el derecho del hombre y de la mujer a contraer
matrimonio y a fundar una familia, si tienen edad para ello.
3. El matrimonio no podrá celebrarse sin el libre y pleno consen-
timiento de los contrayentes.
4. Los Estados partes en el presente pacto tomarán las medidas
apropiadas para asegurar la igualdad de derechos y de respon-
274
Derechos humanos, familia y democracia. Apuntes para políticas públicas

sabilidades de ambos esposos en cuanto al matrimonio, du-


rante el matrimonio y en caso de disolución del mismo. En
caso de disolución, se adoptarán disposiciones que aseguren la
protección necesaria a los hijos.

Posiblemente, el cuerpo normativo que más profusamente atiende


la cuestión familiar, para los fines del dif Guadalajara, es el Código
Civil del Estado de Jalisco. El capítulo xi, en el artículo 77, señala
que: “El estado civil es la situación jurídica que guarda la persona
en relación con la familia en cuanto al nombre, al trato y a la fama”.
Siguiendo, en el 86 del mismo Código que: “Para acreditar la pose-
sión de estado civil se deberá atender, el trato y comportamiento
en el seno de la familia respectiva, la fama que sobre el particular
tenga la persona en sus relaciones sociales y de familia así mismo
se deberá tomar en consideración el nombre propio que utilice
quien posea un estado civil”. De esto se sigue que, para el estado
de Jalisco, la familia se da por la situación civil de las personas,
llevando, por consiguiente a definirse en tanto haya, o no, otro
contrato civil, el matrimonio.
El título cuarto aborda el matrimonio, regulando desde su de-
finición hasta su extinción, los derechos que se asocian con la ins-
titución y los límites de sus miembros.
El artículo 258 define: “El matrimonio es una institución de
carácter público e interés social, por medio de la cual un hombre y
una mujer deciden compartir un estado de vida para la búsqueda
de su realización y la fundación de una familia”. Y que como fin,
entre otros, el siguiente artículo señala que “con el matrimonio
se funda legalmente la familia, que es la comunidad establecida
naturalmente para la diaria convivencia”, donde “La estabilidad de
la familia, base de las instituciones sociales, contribuye a la armo-
nía social, por ello se inculcarán en su seno principios, valores y
la cultura de la igualdad y equidad de género”. Los numerales que
restan para el capítulo ii del mismo título dictaminan los demás
fines de la familia:

275
Carlos E. Quintero

v. En las relaciones conyugales tiene manifestación la complementariedad


de los seres humanos en los aspectos afectivo y biológico, ningún cón-
yuge es superior al otro y con la unión se hace posible el desarrollo de
la potencialidad humana;
vi. El hijo debe ser la expresión del amor de sus padres;
vii. La familia constituye el medio natural para el desarrollo de las interrela-
ciones de responsabilidad y solidaridad humana;
viii. En la familia debe buscarse el afecto y la fidelidad, así como darse apoyo
recíproco; y
ix. El afecto familiar es reconocido como una dignidad, no como un someti-
miento de un ser a otro, sino como un perfecto entendimiento sobre los
valores de existencia humana.

Los esposos tienen el derecho natural e inalienable de fundar una


familia y decidir responsablemente sobre el intervalo entre los
nacimientos y el número de hijos a procrear.
Un cuerpo legislativo complementario para el Sistema dif
Guadalajara es el Código de Asistencia Social para el Estado de
Jalisco. En el artículo cuarto se definen los servicios de asistencia
social. En su quinto apartado se menciona la especial atención al
momento de prestarse cualesquiera de ellos a, entre otros sujetos,
los jefes de familias monoparentales. De particular relevancia es el
noveno numeral, donde se dice que un servicio de asistencia social
es: “La promoción del desarrollo, el mejoramiento y la integración
social y familiar de la población con carencias, mediante su parti-
cipación activa y organizada en acciones que se lleven a cabo en
su propio beneficio”.
En el artículo 16 de este código, se centra como objeto de
atención pública el desarrollo integral del ser humano y la familia.
Considerando como acciones propias a este fin:

a) Fomento de hábitos de conducta y valores que contribuyan a la dignifi-


cación humana, a la protección de los grupos sociales más vulnerables y
a su superación; y
b) Promoción del servicio voluntario para la realización de tareas básicas de
asistencia social bajo la dirección de las autoridades correspondientes.

A lo largo de todo el código se cimienta la estructura de acción


gubernamental que, en el ámbito estatal, se hace para la asistencia

276
Derechos humanos, familia y democracia. Apuntes para políticas públicas

social. Tiene un marcado acento en la articulación del concepto


“familia” con programas de asistencia social.
La siguiente ley estatal que compete para el Sistema dif Guada-
lajara es la Ley de Desarrollo Social. Para ésta, un principio rector
es el respeto por la familia: “fomentará el desarrollo armónico de
la familia, procurando que ésta, en conjunto con todos sus miem-
bros, supere su situación y acceda a mejores condiciones de vida”.
Coordinándose con los municipios, el gobierno del estado de
Jalisco cuenta con atribuciones que aplican a estimular el creci-
miento de las actividades productivas de beneficio social. Entre
las atribuciones con que se dota a los gobiernos está “fomentar la
organización de personas, familias y grupos sociales en proyectos
productivos”.
Atendiendo el desarrollo de las familias, enuncia instrumentos
de política pública para que las empresas que se instalen en zonas
de atención prioritaria. Estos incentivos van desde establecer pro-
gramas de capacitación, subsidios, becas, dotación de infraestruc-
tura y equipamiento.
En cuanto al Decreto de Creación del Sistema para el Desarro-
llo Integral de la Familia del Municipio de Guadalajara, hay una
clara atención a una miríada de grupos en situación de vulnera-
bilidad y de exclusión. Específicamente se menciona a la familia
como objeto de acción pública en los numerales sextos y séptimo
del artículo 2:

VI. Investigar la problemática del niño, la madre y la familia, a fin de propo-


ner las soluciones adecuadas;
VII. Prestar, dentro de las posibilidades del Ayuntamiento, en forma organi-
zada y permanente, servicios de asistencia Jurídica y de orientación so-
cial a los menores, ancianos, minusválidos sin recursos, y a las familias,
para atención de los asuntos compatibles con los objetivos del sistema.

De acuerdo al Reglamento Interno del Sistema dif Guadalajara, se


consideran como usuarios sujetos de asistencia social, a los grupos
sociales incluidos en la siguiente tabla.

277
Carlos E. Quintero

Tabla 2
Poblaciones objetivo del sistema dif Guadalajara, de acuerdo al
manual operativo de la dirección de desarrollo comunitario

1 Adultos con discapacidad


2 Adultos mayores con discapacidad
3 Adultos mayores de 60 años cumplidos del municipio de Guadalajara
4 Embarazadas de hasta 20 años de edad
5 Familias con menores en escuelas secundarias
6 Familias vulnerables de la zona metropolitana de Guadalajara
7 Jóvenes con discapacidad
8 Menores abandonados
9 Menores de 5 años no escolarizados con algún grado de desnutrición
10 Menores en Consejos Tutelares
11 Mujeres de 18 a 60 años que atraviesan una condición de vulnerabilidad del
municipio de Guadalajara
12 Mujeres en periodo de embarazo o de lactancia
13 Mujeres migrantes indígenas
14 Mujeres víctimas de violencia familiar, sin padecimiento psiquiátrico y sin
redes familiares de apoyo
15 Niñas y niños con discapacidad
16 Niñas, niños y adolescentes de hasta 17 años 11 meses en riesgo de
incorporarse a actividades laborales al tener padres trabajadores de espacios
públicos
17 Niñas, niños y adolescentes de hasta 17 años 11 meses en riesgo de
incorporarse a actividades laborales al tener un hermano trabajador del sector
informal
18 Niñas, niños y adolescentes de hasta 17 años 11 meses en riesgo de
incorporarse a actividades laborales al vivir en zonas marginadas generadoras
de menores trabajadores
19 Niñas, niños y adolescentes de hasta 17 años 11 meses trabajadores del sector
formal o informal en espacios públicos
20 Niñas, niños y adolescentes víctimas de explotación sexual infantil en el
municipio de Guadalajara
21 Niños escolarizados de entre 3 a 12 años de edad en situación de riesgo
22 Niños, niñas y adolescentes de 6 a 17 años que sean víctimas de maltrato
infantil
23 Niños, niñas y adolescentes en situación de calle

278
Derechos humanos, familia y democracia. Apuntes para políticas públicas

24 Padres y madres adolescentes de hasta 20 años de edad


25 Población del municipio de Guadalajara que sea receptora o generadora de
violencia intrafamiliar
26 Población no amparada por los sistemas de seguridad social que cuenten con
alguna discapacidad auditiva
27 Población no amparada por los sistemas de seguridad social que cuenten con
alguna discapacidad de lenguaje
28 Población no amparada por los sistemas de seguridad social que cuenten con
alguna discapacidad intelectual
29 Población no amparada por los sistemas de seguridad social que cuenten con
alguna discapacidad motora
30 Población no amparada por los sistemas de seguridad social que cuenten con
alguna discapacidad visual
Fuente: elaboración propia con base en el manual operativo (2010)

Un universo tan amplio de potenciales usuarios de asistencia


social para el Sistema dif Guadalajara, puede sintetizarse en las
siguientes categorías:
• Menores.
• Mujeres.
• Personas con discapacidad.
• Adultos mayores.
• Personas fuera de otros sistemas de seguridad social.

Sólo se registra tres veces a la familia como objeto de la atención


social en el municipio de Guadalajara: dos que señalan la violencia
intrafamiliar y otra genéricamente llamada “familias vulnerables”.
Dichas personas deben, eso es cierto, encontrarse en riesgo
o en franca vulnerabilidad. De acuerdo al Centro Latinoamerica-
no de Demografía, dependiente de la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (2002), la vulnerabilidad se basa en
tres condiciones concurrentes para los individuos: 1) un evento
potencialmente adverso, el riesgo; 2) incapacidad de respuesta
ante dicho evento y, por último, 3) la incapacidad de adaptarse
ante el nuevo escenario generado por el evento.
Las situaciones de vulnerabilidad y riesgo no son excluyentes
entre sí. Se puede encontrar alguien en una situación de vulnera-
bilidad y, aun así, mantenerse en otro riesgo.

279
Carlos E. Quintero

Los sujetos usuarios de asistencia social, para el Sistema dif


Guadalajara tampoco se excluyen entre sí. Tanto se debe atender
a una menor embarazada como a una menor con discapacidad y
que también esté embarazada. Es decir, la condición de sujeto de
asistencia social, vulnerable, no considera distingos entre situacio-
nes que se añaden. Salvo por lo que sería una contradicción lógica
—ser adulto mayor y menor a la vez—, todas las demás categorías
de usuarios pueden ser concurrentes.
Así, el primer actor relevante es el llamado, genéricamente,
usuario sujeto de asistencia social. Por sus características presen-
ta una realidad de difícil aprehensión, baja homogeneidad y alta
rotación. A pesar de ello, encontrar sus demandas, necesidades,
problemas y patrones de comportamiento es vital para un buen
seguimiento.
El otro actor relevante en cuanto al monitoreo y seguimien-
to de casos de asistencia social son las trabajadoras sociales. Ellas
son quienes, de una forma u otra, conectan a los usuarios sujetos
de asistencia social con los servicios y programas del Sistema dif
Guadalajara. Llevan también el trabajo de evaluar a los usuarios en
cuanto a su condición de sujetos de asistencia social y, muy impor-
tante, el monitoreo de sus avances.
Las funciones que llevan a cabo, de acuerdo a la normatividad
correspondiente, son de promoción de servicios, prevención de
riesgos, intervención en situaciones de vulnerabilidad y reintegra-
ción de los usuarios sujetos de asistencia social.

Análisis de la normativa e implicaciones para política pública

Habiendo mostrado todas las definiciones, o enunciados que


pueden ser supletorios para esto, desde los cuerpos jurídicos que
sostienen la acción pública concreta del Sistema dif Guadalajara,
se procedió a su análisis.
Recuperando lo dicho en el marco de análisis, se procedió a
su estudio. Para ello se propusieron ocho variables de análisis, de
corte cualitativo:
1. Si define la estructura familiar: si explícitamente se dice quién
y qué es una familia.
280
Derechos humanos, familia y democracia. Apuntes para políticas públicas

2. Si define obligaciones para las familias: si se explicitan obliga-


ciones por cumplir para las familias como organizaciones.
3. Si delimita derechos de las personas en cuanto a miembros de
la familia: si explícitamente da derechos a las personas que for-
men parte de una familia.
4. Si propone obligaciones a las personas en cuanto a miembros
de la familia: si obliga, de manera clara, alguna obligación, aña-
dida o no a derechos, como miembro de una familia.
5. Si otorga derechos a los Estados: si permite que los gobiernos
tengan injerencia en la vida interna de las familias.
6. Si propone obligaciones para los Estados frente a las familias:
si habiendo, o no, derechos, se prescribe la acción estatal so-
bre, para o con las familias.
7. Tipo de libertad: recuperando la propuesta de Berlin, si pro-
movía la no injerencia o la habilitación de las familias.
8. Racionalidad de política pública: si la formación de metas
y medios se daba bajo alguno de los tipos propuestos por
Lascoumes y Le Galès.

Con esto en mente, se llegó a la siguiente tabla:

281
Tabla 3
Análisis de definición de familia

Pieza

Define estructura de
familia
Define obligaciones
para las familias
Delimita derechos
de las personas en
cuanto a miembros
de familia
Propone obligaciones
para las personas en
cuanto a miembros
de familia
Permite la injerencia
estatal en el ámbito
interno a la familia
Propone obligaciones
estatales
Tipo predominante
de libertad que
promueve***
Racionalidad de
política pública

cpeum* No No Sí Sí No Sí PyN Utilitaria


cpeej No No No No Sí Sí PyN Axiológica

282
Declaración Universal de los Derechos Humanos Sí No Sí No No Sí PyN Cognitiva
Carlos E. Quintero

Convención Americana de Derechos Humanos Sí Sí Sí No No Sí PyN Teleológica


Declaración de los Derechos del Niño Sí Sí Sí No Sí Sí PyN Cognitiva
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos Sí No Sí No No Sí N Cognitiva
Código Civil del Estado de Jalisco Sí Sí Sí Sí Sí Sí P Axiológica
Código de Asistencia Social para el Estado de Jalisco No No No No No Sí N Teleológica
Ley de Desarrollo Social del Estado de Jalisco No No No No No Sí N Teleológica
Decreto de Creación del Sistema DIF Guadalajara No No No No No Sí N Teleológica
Reglamento Interno del Sistema DIF Guadalajara No No No No No Sí N Teleológica
*Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
**Constitución Política del Estado de Jalisco
*** P: Predominantemente positiva, N: Predominantemente negativa, P y N: Intermedia.
Fuente: elaboración propia.
Derechos humanos, familia y democracia. Apuntes para políticas públicas

Conclusiones

El primer punto importante por considerar es que los instrumen-


tos internacionales son predominantemente axiológicos y cog-
nitivos. Es decir, no buscan dar una definición precisa y dictar
actividades concretas de programas. Proveen de una lógica que
regula un proceso más amplio de política, dejando de lado la defi-
nición de valores buscados por la misma. Así, mientras más se
acerca al ámbito de aplicación concreta de la política pública, los
cuerpos normativos ya nacionales y locales cambian a una lógica
más bien teleológica: buscan decir qué es lo que hará el gobierno
en cuanto a la familia.
Frente a esto, el Código Civil del Estado de Jalisco explícita-
mente dice qué es una familia: lo que proviene del matrimonio
entre un hombre y una mujer. Las únicas otras piezas que hacen
esto son los tratados internacionales. Curiosa y acertadamente no
definen género entre los miembros de una familia, ni si ésta deba
producirse por un matrimonio. Esto hace notar el carácter marca-
damente regresivo del código. En este mismo sentido, es la única
pieza analizada marcadamente orientada a una libertad positiva.
En la mayor parte, y en las más relevantes, dice qué debe ser una
buena familia. Los demás textos o son ambiguos, como las dos
constituciones y tres de cuatro instrumentos internacionales o, de
plano, atienden concepciones de libertad negativa.
La mayor parte de los textos estudiados no definen obligacio-
nes para las familias. Son más bien derechos y, por otra parte, obli-
gaciones de los Estados y sus gobiernos para cubrir y promoverles.
Esto pues todos los documentos aseguraban la intervención gu-
bernamental, de una u otra forma, para ello.
El Código Civil y la Constitución Mexicana son las dos piezas
que proponen obligaciones específicas para los miembros de una
familia respecto a sus propias familias.
La Declaración de los Derechos del Niño permite la injerencia
de los Estados en el orden interno de las familias. Pero siempre
bajo el criterio jurídico de la protección mayor a los derechos de
los niños. Nunca como prerrogativa no sustanciada de los gobier-
nos. En la otra mano, la Constitución de Jalisco y el Código Civil

283
Carlos E. Quintero

de Jalisco sí permiten la injerencia estatal sin, a mi opinión, un


fundamentación legal sólida para ello.
Con lo visto es fácil encontrar los problemas que en términos
de política pública significa la familia. Mientras más alejado está
del ámbito de acción pública concreta, más trata de obviarse a los
ámbitos verticales. Así también, la definición concreta de familia
tiende a ser menos restrictiva.

Referencias bibliográficas

Aguilar, V. L. F. (1992). Problemas públicos y agenda de gobierno.


México, df: Porrúa.
Beltrán Villalva, M. (2003, 2ª ed.). La realidad social. Tecnos.
Berlin, I. (1958). Two concepts of liberty: An inaugural lecture delivered
before the University of Oxford on 31 October 1958. Oxford: Clarendon
Press.
Bourdieu, P. (2008). Homo academicus. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
Código de Asistencia Social del Estado de Jalisco.
Código Civil del Estado de Jalisco.
Comisión Económica para América Latina y el Caribe; Centro
Latinoamericano de Demografía (marzo de 2002). Documentos y
Publicaciones. Recuperado de: http://www.eclac.org/cgi-bin/get-
Prod.asp?xml=/publicaciones/xml/0/9640/P9640.xml&xsl=/cela-
de/tpl/p9f.xsl&base=/celade/tpl/top-bottom.xsl. Fecha de consul-
ta: 29 de abril de 2011.
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Constitución Política del Estado de Jalisco.
Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Convención sobre los Derechos del Niño.
cnn México (2010, 24 de agosto). El director del imss pide cambiar la
ley para poder atender a parejas gay. cnn México. Recuperado de:
http://mexico.cnn.com/nacional/2010/08/24/el-director-del-im-
ss-pide-cambiar-la-ley-para-poder-atender-a-parejas-gay. Fecha de
consulta: 2 de marzo de 2015.
cnn México (2010, 21 de marzo). Los diputados analizan reformas para
dar seguridad social a parejas gay. Recuperado de: http://mexico.
cnn.com/nacional/2010/03/21/los-diputados-analizan-reformas-
para-dar-seguridad-social-a-parejas-gay. Fecha de consulta: 2 de
marzo de 2015.

284
Derechos humanos, familia y democracia. Apuntes para políticas públicas

Dahl, R. (2009). La poliarquía: participación y oposición. México, df:


Tecnos.
Declaración Universal de los Derechos Humanos.
dif Guadalajara (2010). Manual operativo. Guadalajara: Ayuntamiento de
Guadalajara.
Lascoumes, P. y Le Galès, P. (2014). Sociología de la acción pública.
México, df: El Colegio de México.
Ley de Desarrollo Social para el Estado de Jalisco.
Ley de Sociedades de Convivencia para el Distrito Federal (2006). Gaceta
Oficial del Distrito Federal. Distrito Federal, México, 16 de noviem-
bre.
Marshall, T. H. (1998). Ciudadanía y clase social. Madrid, España: Alianza
Editorial.
Meraz, A. (2014, 17 de febrero). imss afilia a parejas homosexuales;
Conapred lo reconoce. Recuperado de: http://www.excelsior.com.
mx/nacional/2014/02/17/944271. Fecha de consulta: 2 de marzo
de 2015.
Morlino, L. (2005). Democracias y democratizaciones. México, df: Centro
de Estudios de Política Comparada.
Peregrina, A. (1994). El dif Jalisco: Una aproximación a su historia.
Documento en línea. Recuperado de: http://sistemadif.jalisco.gob.
mx/sitio2013/sites/default/files/historia_dif.pdf. Fecha de consul-
ta: 3 de marzo de 2015.
O’Donnell, G. (2004). Acerca del Estado en América Latina contempo-
ránea: diez tesis para discusión. En: Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo La democracia en América Latina (pp. 149-192).
Buenos Aires: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
O’Donnell, G., Schmitter, P. y Whitehead, L. (comps.) (1994).
Transiciones desde un gobierno autoritario: conclusiones tentativas so-
bre las democracias inciertas (vol. 4) Barcelona: Paidós.
Offe, C. y Wiesenthal, H. (1980). Two logics of collective action:
Theoretical notes on social class and organizational form. Political
Power and Social Theory, 1, 67-115
Ortega, R. Y. (2008). Movilización y democracia: España y México. México,
df: El Colegio de México.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Pardo, M. d. (1998). La administración de la política social. Cuatro es-
tudios. (Tesis Doctoral). México, df: Universidad Iberoamericana.
Scott, J. C. (1998). Seeing like a state: How certain schemes to improve the
human condition have failed. New Haven: Yale University Press.

285
Carlos E. Quintero

Shapiro, I. (2008). The State of Democratic Theory. New Jersey:


Princeton University Press.
Ugalde, V. (2008). Los residuos peligrosos en México. El estudio de la po-
lítica pública a través del derecho. México, df: El Colegio de México.
Walzer, M. (1998). Tratado sobre la tolerancia. Barcelona: Paidós.

286
La familia como institución. Cambios y permanencias
se terminó de imprimir en abril de 2016
en los talleres de Ediciones de la Noche
Madero #687, col. Centro
Guadalajara, Jalisco
El tiraje fue de 500 ejemplares

www.edicionesdelanoche.com
View publication stats

Vous aimerez peut-être aussi