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Hay una frase que me gusta mucho y el encuentro muy cierto: “En la medida en que
la gente de un país se preocupe por la educación de sus niños demuestra que tanto
quiere a su nación”. Se dice que para que un país pueda prosperar es necesaria la
educación, pero ¿Por qué?
Bien se dice que el futuro de nuestro país está en manos de los niños y como buenos
ciudadanos debemos preocuparnos por esto, para ello debemos procurar que los
niños reciban una buena educación, que propicie valores y experiencias. Ésta
educación iniciará en la casa, donde se deberá inculcar desde pequeños el gusto por
la lectura que se seguirá reforzando cuando estos pequeños lleguen a nosotras, las
educadoras, quienes sentaremos las bases de la educación, pero no sólo
transmitiremos conocimientos, también inculcaremos valores, buenos hábitos y
romperemos la idea que muchas personas tienen acerca de nuestro trabajo, que solo
enseñamos a pintar y jugar, cuando lo que hacemos es mucho más que eso.
Todo esto será con el fin de buscar un mejor futuro para cada niño, cada familia y en
conjunto un mejor futuro para la Nación. Es por eso que hoy les invito a reflexionar
de lo importante que resulta la educación; si en verdad están aprovechando y
valorando el esfuerzo que sus padres hacen por mandarlas a la escuela, y piensen
que hay muchas personas a las que les gustaría estudiar, pero por alguna razón no
pueden hacerlo. Por último, pregúntense: sin esfuerzo y educación, ¿Cómo quieren
superarse?, ¿Cómo quieren vivir mejor?, en fin, ¿Cómo quieren un país mejor?
Se dice que nunca es demasiado tarde para intentar, y es verdad ya que, aunque se
falle se puede volver a realizar, quizás no siempre las veces que creemos necesarias,
pero si las suficientes para definirnos como personas.
Cada caída no marca el final, sino el comienzo de algo más grande. Hoy puedo optar
por dejar que todo me aplaste y devaste lo que con trabajo e forjado y mantenido en
pie hasta este instante o pueda empezar con un nuevo proyecto que refuerce lo ya
vivido y con lo que con trabajo he aprendido.
Las victorias son gratas y necesarias, más también lo son las caídas ya que con ellas
se ven los errores, las soluciones y nuevos caminos que en las victorias se confunden
y se es difícil de reconocer.
Nadie puede hacer lo mismo que los demás, nadie puede imitar mejor a una persona
que uno mismo. La vida es ahora un juego donde el más fuerte tiene que sobresalir y,
aunque a veces el que calló brille más que el vencedor no se le da la oportunidad de
demostrar de lo que es capaz y nadie se preocupa por eso.
Por ello, ¡hoy me miro en el espejo y me digo a mí mismo” Podre hacerlo! ¡No hay
nadie mejor ni peor que yo! ¡Inténtalo! Y si fracasas” Levántate, ¡que aun eres joven y
tienes mucho por delante! y nunca, nunca digas “No puedo”, que con solo pensarlo
fracasaras antes de comenzar.
El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que
exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia. Recuerde que nuestro
tiempo es finito, las personas exitosas saben esto y en vez de deprimirse por ello, lo
utilizan a su favor como un estímulo para perseguir sus metas con mayor fervor,
pasión y dedicación, y usted también puede comenzar a hacerlo a partir de este
mismo momento.
Sea desde hoy el Arquitecto de su Destino Diario, inclínese en descubrir sus talentos
únicos que lo llevaran a poner en práctica, recuerde que la vida es eterna y hemos
venido para conocernos, interactuar, compartir y amarnos.