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ADMINISTRACIÓN Y DERECHO.
IDEA DE ADMINISTRACIÓN.
Sin embargo, la idea de ADMINISTRACIÓN adquiere otra connotación cuando recae sobre intereses
colectivos relativos a las exigencias básicas de la comunidad.
Es aquí donde surge la figura de la ADMINISTRACIÓN como función del Estado promotor del bien
común, esto es, de quien distribuya los recursos y los aplica a cada una de las necesidades existentes
para su satisfacción; y que sean calificadas de públicas.
En cambio, como se dijo precedentemente, cuando se trata de intereses públicos, debe propenderse
a su completa satisfacción con miras a la obtención del bien común, esto es, del bienestar de todos y
cada uno de los miembros de la comunidad; lógico es, entonces, que su administración sea también
pública, en cuanto está destinada a satisfacer intereses globales y no parciales, que ciertamente han
de primar sobre estos últimos, con arreglo al ordenamiento jurídico.
Administración Pública: la que tiene lugar en el Estado como parte de su organización y actividad.
Enmarcada la Administración Pública dentro del Estado, no puede sino estar enderezada hacia el bien
común, dando satisfacción a las necesidades colectivas que se hayan puesto a su cargo.
Administración Pública goza de prerrogativas o potestades que le permiten imponer sobre los
administrados sus decisiones aun sin su consentimiento de los interesados, porque debe hacer
prevalecer el interés público a ella confiado sobre el mero interés de los particulares.
La figura típica de su actividad es por eso el acto unilateral e imperativo y no el contrato, aun cuando
puede recurrir también a este procedimiento en el logro de sus objetivos.
Sus órganos son públicos y se hallan así constreñidos a actuar sólo mediante habilitación legal previa
y bajo condicionamientos que el ordenamiento jurídico les impone.
ESTADO Y ADMINISTRACIÓN.
ANTECEDENTES GENERALES.
Tratándose de Estados Policiales, no existe contrapeso real a la autoridad del Príncipe o Monarca por
cuanto, siempre como último órgano decisorio está él.
La evolución de las teorías políticas, repudia paulatinamente esta práctica, deslizando algunas críticas.
John Locke en su obra “Dos Tratados del Gobierno Civil” (1860), es el más claro precursor de la teoría
que, en 1748, formuló Montesquieu en su “Espíritu de las Leyes”.
Corresponde a un criterio mecanicista en el ejercicio de las funciones clásicas del Estado. Trátase en
efecto de un sistema compuesto por 3 órganos independientes de tal manera que, el conflicto entre
dos de ellos lo rompe o resuelve la decisión de un tercero.
Por último en esta teoría se trasunta un sentido pesimista de los gobiernos, de la eterna experiencia
que consiste en el abuso del poder y la corrupción de quienes están en torno a él. Por eso resulta
indispensable fragmentar el poder, limitándolo en competencias conferidas a tres órganos diferentes,
separados, independientes y recíprocamente controlados, creándose impedimentos entre si que
previenen o rectifican los excesos de cualquiera de ellos.
B) Pluralidad de órganos: El ejercicio de cada una de las distintas funciones queda en manos
de otros tantos órganos, independientes y separados entre sí.
C) Competencia exclusiva y excluyente: Cada órgano tiene una competencia asignada por la
Constitución y las leyes en forma previa, escrita y clara, en principio o como norma general
de modo exclusivo y excluyente.
Sin embargo en esta teoría esta separación no es absoluta o total, porque entonces quedaría
suprimida la vigilancia de los demás poderes con el propósito de controlar al tercero para que
encuadre en las competencias que le han sido conferidas por la Constitución o las Leyes. En
resumen, ninguna atribución puede ser conferida sin que, al mismo tiempo, la Constitución
señale el control ejercitable sobre ella, para que resulte ejercida con rectitud.
D) Decisión final por cada órgano: Las decisiones de un poder, no pueden ser invalidadas,
neutralizadas, o impedidas por los demás poderes, sólo cuando han sido válidamente
adoptadas por el primero.
E) Vigilancia Recíproca: Nunca el ejercicio de una competencia por el órgano titular de ella
puede quedar sustraída a la vigilancia de los otros órganos, pues si ello fuera posible,
entonces también sería posible abusar de esta facultad, frustrando el propósito completo de
esta teoría.
2º.- Función Legislativa: es la que se encarga de dictar normas de carácter general y obligatorias
para toda la comunidad, corresponde al Parlamento o Congreso.
3º.- Función Jurisdiccional: es la parte de la actividad del Estado que consiste en interpretar el
derecho y aplicar la legislación a casos concretos, resolviendo conflictos de intereses de relevancia
jurídica (tribunales independientes).
"Teoría del Fisco", que como veremos constituye a su vez el antecedente inmediato de la
personificación del Estado.
Sin embargo, con el tiempo, se dieron algunos pasos en favor de la perfección de la juridicidad,
principalmente con la denominada “teoría del Fisco”.
ESTADO
DERECHO DERECHO
PUBLICO PRIVADO
IRRESPONSABLE RESPONSABLE
La Teoría del Fisco surge con la distinción que comenzó a efectuarse entre este derecho de policía, y
el patrimonial (referido a los bienes).
Los juristas, inspirados en el Derecho Romano, llamaron Fisco a una persona moral distinta del
monarca, pero sólo para efectos patrimoniales.
Sobre esa base se permitió que todo este derecho patrimonial pudiera ser amparado frente a un acto
de la autoridad lesivo para un particular mediante un reclamo que podía entablarse ante los tribunales
ordinarios.
La teoría del Fisco o fiskustheorie, surgió en una etapa histórica previa a la aparición del Estado de
Derecho y del Derecho Administrativo como una necesidad técnica para designar a una parte o faceta
del Estado de la época.
Como se ha visto, la personificación del Estado tuvo como motor principal el sometimiento de este a
la jurisdicción. Afirmar su capacidad para ser parte sometiéndolo a las mismas normas que regían a
los particulares.
Los juristas dijeron que el Estado en sus relaciones patrimoniales constituye una persona distinta que
como poder público. Es a esta persona que le dieron el nombre de Fisco.
Ventajas de esta doctrina:
En consecuencia, en un primer momento histórico esta personificación de una parte o faceta del
Estado persiguió una finalidad netamente técnica y práctica, someter ciertas actuaciones del príncipe
al Derecho y a la Jurisdicción convirtiendo en una realidad la capacidad del Estado para ser parte en
juicio.
ESTADO DE DERECHO.-
Normas deben revestir, además, caracteres de certeza, fijeza y estabilidad, todo ello en pro de la
seguridad jurídica, principio que informa todo ordenamiento jurídico.
5. Control jurídico: La juridicidad del actuar de la Administración exige que existan sistemas
de control jurídico y que éstos sean eficaces, destacándose el control jurisdiccional sobre
la Administración como principal resguardo de los ciudadanos en contra de posibles
abusos o arbitrariedades de ésta.
1º.- La introducción de una eficaz limitación de la actividad gubernamental por medio del derecho.
2º.- Por la determinación precisa de los límites mencionados por medio de Constituciones Escritas.
Sería este aspecto jurídico o de Corporación el que nos va a dar la idea de personificación del Estado
y como tal esta persona jurídica estatal podrá actuar en relaciones con los otros sujetos de derecho,
esta idea de personificación del Estado viene del jurista Albrech, también aparece en nuestra
legislación (primer Código Civil) cuando se habla de Nación, Fisco y Municipalidades.
La persona jurídica como ente ficticio que es, necesita expresar su voluntad a través de una ficción ya
que carece de voluntad propia, frente a esta interrogante nacen distintas concepciones que intentan
explicar esta ficción, la primera fórmula que se usó es la:
a.- Teoría del Mandato: era la persona representante del Estado como ente ficticio, pero esta
concepción no tuvo gran acogida, frente a lo cual nace una nueva concepción:
b.- Teoría del Órgano: Otto Von Gieke dice que es un órgano:
Esto trae como consecuencia que el órgano no actúa con voluntad propia sino con la voluntad de la
persona jurídica.
Relaciones que se producen entre los Órganos: las relaciones que se producen son de
competencia o poder y las relaciones al interior del órgano dan origen a 2 tipos de relaciones:
a.- Una Relación Orgánica: Es aquella que existe al momento en que la persona titular del órgano
actúa, no está actuando como persona natural, sino que lo hace como órgano y con la voluntad de la
persona jurídica estatal.
b.- Una Relación de Servicio: consiste en un conjunto de derechos, deberes y obligaciones entre la
persona y el órgano.
1).-EXISTENCIA DE UNA CONSTITUCIÓN→ se dice que el Estado debe tener una Const., que
cumpla con ciertos requisitos de forma y de fondo para encontrarnos frente a un estado de Derecho.
Como requisitos de forma se exige que sea escrita, rígida y que establezca un mecanismo especial
para su reforma. En cuanto a los requisitos de fondo debe existir un reconocimiento y protección de
los Derechos Fundamentales, así como el establecimiento de los Poderes Públicos. También se ha
ido incorporando la idea de establecer un Preámbulo donde se contengan las ideas principales que
inspiraron la Const. Cuestión esta última que ha provocado una discusión sobre el valor mayor que
éstas tendrían sobre el resto del articulado constitucional.
En Chile la Constitución de 1980 cumple formalmente con las exigencias anteriores ya que es escrita,
rígida y establece un mecanismo especial de reforma. En cuanto al fondo podemos señalar lo
siguiente:
Este sometimiento al derecho significa que el Estado debe ajustarse al llamado Bloque de Legalidad,
que es el conjunto de normas y principios que integran nuestro ordenamiento jurídico, de ahí que
algunos autores lo denominen Principio de Juridicidad.
Opera sobre el ser, esto significa que todos los órganos que integran el Estado deben ser creados ya
sea por la Constitución o por la Ley, esto es, su origen sólo puede tener rango constitucional o legal.
Por ejemplo: son órganos constitucionales la Contraloría General de la República y el Banco Central;
los demás órganos son de origen legal de acuerdo a lo que señala la propia Constitución. Esto quiere
decir que la creación de los órganos y servicios públicos son materia de ley de iniciativa exclusiva del
Presidente de la República.
La norma fundamental se encuentra en el Art.6 in1°, que señala que los órganos del Estado deben
someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas conforme a ella. Además, la propia
Constitución obliga a los titulares o integrantes de dichos órganos (norma que dice que cualquiera
puede aplicar directamente la ley). El Art.7 indica cuáles son los requisitos para que la actuación del
órgano estatal sea válida; se exige:
a) Investidura regular, esto es, que el funcionario haya sido nombrado legalmente.
b) Debe actuar dentro de la competencia establecida por la ley tanto en la materia, en el territorio,
en el grado y en el tiempo.
c) Debe someterse al procedimiento legalmente establecido (concordarlo con el Art.60 n°8).
En el inciso 2° del Art.7 se consagra la regla de oro de Derecho Público chileno en cuanto a que
los órganos deben estar habilitados en forma previa y expresa para actuar, y que su incumplimiento
según el inciso 3° acarrea la nulidad de los actos y las responsabilidades y sanciones establecidas
por la ley (no en la Const. ni en inventos).
Cabe hacer presente que la Ley de Bases en su Art.2 consagra el principio de Legalidad en términos
muy similares a los referidos en los Art. 6 y 7. Este Art.2 señala que las infracciones al principio de
Legalidad pueden cometerse de dos formas:
Por abuso en el ejercicio de las potestades. Hay abuso cuando se tiene la potestad,
pero se utiliza con un fin distinto. En doctrina se llama Desviación del fin.
Por exceso en el ejercicio de las potestades. Hay exceso cuando se va más allá del
límite establecido por la potestad.
En caso de Abuso o Exceso se pueden interponer las acciones jurisdiccionales correspondientes o los
recursos administrativos (ver Art. 9 Ley de Bases 18.575: Los actos administrativos serán impugnables
mediante los recursos que establezca la ley. Se podrá siempre establecer el de reposición ante el
mismo órgano del que hubiere emanado el acto respectivo y, cuando proceda, el recurso jerárquico,
ante el superior correspondiente, sin perjuicio de las acciones jurisdiccionales a que haya lugar.)
Art.6: “Los órganos del estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas
conforme a ella.
Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o integrantes de dichos órganos como
a toda persona, institución o grupo.
La infracción de esta norma generará la responsabilidad y sanciones que determine la ley”.
Art.7: “Los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura regular de sus integrantes, dentro
de su competencia y en la forma que prescriba la ley.
Ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de personas pueden atribuirse, ni aún a pretexto de
circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que expresamente se les hayan
conferido en virtud de la Constitución o las leyes.
Todo acto en contravención a este artículo es nulo y originará las responsabilidades y sanciones que
la ley señale”.
Art.2 LB: “Los órganos de la Administración del Estado someterán su acción a la Constitución y a las
leyes. Deberán actuar dentro de su competencia y no tendrán más atribuciones que las que
expresamente les haya conferido el ordenamiento jurídico. Todo abuso o exceso en el ejercicio de sus
potestades dará lugar a las acciones y recursos correspondientes”.
* La Vinculación Positiva supone que la actuación del Estado debe ser conforme al derecho, esto
es, la ley no es un límite, sino, una condición. El Estado sólo puede actuar si existe una habilitación
jurídica previa y expresa.
II.- Control de la Cámara, (IMP) es la Cámara de Diputados a través de la fiscalización de los actos de
Gobierno. Esta atribución se encuentra en el Art. 52 C.P.R n°1 y Arts.310 y ss del Reglamento de la
Cámara de Diputados.
De acuerdo al Art.52 sólo se fiscalizan los actos de gobierno, se excluyen, en consecuencia, las
autoridades que no forman parte del Gobierno sino que pertenecen a la Administración del Estado.
B.- CONTROL ADMINISTRATIVO: el control administrativo es realizado por los propios órganos de
la Administración, y se clasifica en Interno y Externo:
1.-Control Adm. Interno, lo realiza la llamada Administración Activa. Éste es realizado ya sea por los
jerarcas del servicio o bien, por las unidades de auditoria interna o control interno que posee cada
servicio.
a) El control jerárquico es realizado por las autoridades y jefaturas de la institución recayendo sobre
el funcionamiento del organismo y la actuación del personal de su dependencia. Su fuente legal se
encuentra en los Art.10 LB, Art. 64 letra “a” Ley 18.834 (Estatuto de los funcionarios públicos) y Art.61
letra “a” Ley 18.883 (Estatuto de los funcionarios municipales).
El control de las autoridades y jefaturas, de acuerdo al Art.10 LB, debe ejercerse de manera
permanente, y en el evento de que no se realice, acarrea responsabilidad para la autoridad o jefatura.
Este control interno jerárquico puede dar origen a dos potestades típicas de la Administración:
* Potestad Revocatoria, es aquélla potestad mediante la cual la autoridad deja sin efecto un acto por
razones de “oportunidad, mérito o conveniencia”. Ejemplo: que la autoridad ponga fin a un contrato de
arrendamiento por necesitar el inmueble.
* Potestad Invalidatoria, es aquella potestad que deja sin efecto un acto por razones de “ilegalidad”.
Estas dos potestades se pueden ejercer de oficio o a petición de parte, ya sea cuando así la ley lo
exija o se haga uso del D° de Petición.
autoridades jefaturas
Fuentes
Art.10 y
11 LEY Art. 61 “a” Art. 64 “a”
DE LEY LEY18.83
Funcionamient Actuación de
BASES 18.883 4
o del servicio los
funcionarios
del organismo
OPRTUNIDAD
MÉRITO
LEGALIDA EFICIENCI EFICACI CONVENIENCIA
D A A
2.- Control Adm. Externo, éste se realiza por la Contraloría General y por las Superintendencias.
CONTRALOR GENERAL
FISCALIA
SUBCONTRALOR GENERAL
DIVISIÓN DE DIVISIÓN DE
CONTABILIDAD VVOPT
DIVISIÓN DE DIVISIÓN DE
MUNICIPALIDADES COORDINACIÓN E
INFORMACIÓN
JURIDICA
CONTRALORÍA
S REGIONALES
(SON 12)
a) Es un control preventivo
b) Es un control de juridicidad
c) Una vez tomado razón el acto nace a la vida del Derecho.
d) Es un control impeditivo por cuanto los actos contrarios a Derecho que son representados impiden
su entrada en vigencia.
* ¿De qué se toma razón?:
1.- de los Decretos Supremos
2.- de las Resoluciones de los Jefes de Servicios, que “en conformidad a la ley” deben someterse a
ese trámite
3.- se excluyen las Instrucciones, las Circulares, las Órdenes Ministeriales, los Oficios y las
Peticiones de los particulares.
Este se realiza preferentemente por los Tribunales Ordinarios de Justicia, y en ciertos casos, por el
Tribunal Constitucional.
CONTENCIOSO
ADMINISTRATIVO EN CHILE
ESPECIAL ORDINARIO
Reclamación Tributaria
Proceso Aduanero
Proceso Sanitario
Ilegalidad Municipal
*Art.19n°24
*Art.12
*Art.20
*Art.21
*Ley 18.971
(amparo econ.)
El “Contencioso Administrativo Especial” se refiere a la existencia de acciones que tienen por especial
objetivo discutir sobre la procedencia de un acto administrativo. Estas acciones se encuentran tanto a
nivel constitucional como a nivel legal; y pueden ser conocidas tanto por los Tribunales integrantes del
Poder Judicial como por Tribunales insertos en la Administración.
Finalmente, el contencioso declarativo busca que los Tribunales declaren una determinada situación
que afecta las potestades de un órgano administrativo. Ejemplo: TVN con Fisco (primera acción
declarativa en Chile: la Contraloría pretendía fiscalizar a TVN, y TVN dijo que se regía por su LOC y
por las Sociedades Anónimas abiertas).
B.-ESTADO JUEZ→ esta responsabilidad se encuentra consagrada en el Art.19 n°7 “i” C.P.R
conocida también como el error judicial, procediendo sólo en aquellos casos en que se den los
supuestos de la norma.
Estos supuestos (requisitos) son:
1.-Que una persona haya sido sometida a proceso o condenada en cualquier instancia (procesado o
condenado)
2.-Que posteriormente haya sido sobreseída definitivamente o hubiese obtenido sentencia absolutoria.
3.-Que la Corte Suprema declare injustificadamente errónea o arbitraria la resolución que sometió a
proceso o condenó a la persona.
3.-ESTADO ADMINISTRADOR→ esta responsabilidad afecta a todos los órganos que integran la
Administración del Estado, los cuales se encuentran enumerados en el Art.2 LB.
Acción u omisión i
RESPONSABILIDAD Acción u omisión ilícita
OBJETIVA
Daño o perjuicio. Daño o perjuicio.
Relación de causalidad entre acción u omisión y daño
A.-Por vía eleccionaria: tiene su fundamento en el Art.5 donde se señala que si bien la soberanía
reside en la Nación, ésta se ejerce por el pueblo a través de elecciones periódicas y plebiscitos. En
Chile se eligen las siguientes autoridades:
-Presidente de la República
-Los Senadores y Diputados
-Los Alcaldes y Concejales
B.-Por vía de Nombramiento: estas son las autoridades que se designan por aquellas que fueron
elegidas por votación popular, por ejemplo:
-Los Ministros
-Los Subsecretarios
-Los Intendentes
-Todos los funcionarios de la Administración Pública
Esto también se fundamenta en el Art.5 donde se señala que la Soberanía también es ejercida por las
autoridades que ella misma señala.
A.-) Principio de Legalidad y la Atribución de Potestades→ la ley no sólo constituye una limitación
negativa de lo que la Administración pueda hacer, sino que también es un medio de habilitación para
que actúe, esto es, le otorga potestades positivas que van a ajustarse a dicha legalidad.
2) Teoría Anglosajona: se relaciona con el concepto de Trust (confianza), esto es, con un negocio
fiduciario y en el cual un tercero maneja los intereses de otro que es el verdadero titular, pero esta
gestión se hace en nombre propio y no por representación.
3) Teoría Alemana: trata de resolver el problema a través del concepto de habilitación, esto quiere
decir que en un Estado de Derecho y aplicando el principio de Legalidad, la ley le atribuye a la
Administración determinados poderes de una manera concreta y tasada. Esto significa que no existen
poderes que puedan atribuirse indeterminadamente.
Relación entre D° Subjetivo y Potestades como nota común: las potestades y los D° Subjetivos son
poderes jurídicos o facultades de obrar o de querer, conferidas por el ordenamiento jurídico.
2) En cuanto al objeto, las potestades no tiene un objeto concreto y determinado, sino que se
caracterizan por ser genéricas. En cambio, en los contratos o convenciones el objeto es la
Prestación (dar, hacer o no hacer).
3) En el D° Subjetivo siempre hay sujetos pasivos obligados, esto es, no hay D° Subjetivo sin
una obligación contrapuesta. En las Potestades no existe un sujeto pasivo, ya que no existe
el concepto de obligaciones, lo que existe es una sujeción o sometimiento a soportar los
efectos del ejercicio de la potestad
En definitiva las Potestades emanan del Ordenamiento jurídico, tienen un objeto genérico, son
atribuciones o poderes que se confieren para realizar determinada acciones (que es el ejercicio de la
Potestad) y no tienen un sujeto determinado, toda vez que éstos sólo aparecen cuando incurren en el
supuesto de la Potestad.
1) La Potestad deriva directamente del Ordenamiento jurídico, el ejercicio de la potestad requiere una
habilitación expresa de Ley.
III.- a) Potestades Regladas: son aquellas que se ejercen cuando se cumplen todos los supuestos de
la norma; esto significa que el ejercicio de esta Potestad se encuentra predeterminado en su totalidad
por el ordenamiento jurídico, y la Administración sólo se limita a constatar la concurrencia de dichos
supuestos (A+B+C=D). Ejemplo: si un funcionario de exclusiva confianza no presenta su renuncia
dentro del plazo de 48 horas, la autoridad debe declarar vacante el cargo.
NOTA: No existen en verdad Potestades Regladas que sean puras, sino que siempre existe un margen
de discrecionalidad.
b) Potestades Discrecionales: son aquellas en que la norma no contiene todos los supuestos,
sino que le da un cierto margen de actuación a la Administración, la que debe actuar en base a las
alternativas que la misma norma le otorga. Lo anterior no significa que frente a una potestad
discrecional la autoridad actúe aplicando el Principio de la Autonomía de la Voluntad, sino que es la
misma norma que otorga la potestad la que fija los criterios de actuación. Lo importante es entonces
la posibilidad de elegir que tiene la Administración respecto de las alternativas que se le ofrecen.
(A+B+C=D, E ó F, etc. no hay una solución determinada - preestablecida, pueden ser varias). Ejemplo:
“Si el Profesor tiene que elegir como ayudante al mejor promedio del curso”: es reglada; “si lo tiene
que elegir entre los tres primeros promedios”: es discrecional; “si tiene que elegir al más ordenado”:
es discrecional porque las alternativas son todos los alumnos del curso.-
Estructura de la Potestad
1.-QUIÉN, es el titular de la potestad, que será generalmente el Jefe del Órgano o servicio, o uno
inferior que tenga atribuida la potestad. En este caso se puede dar la figura de la desconcentración
administrativa (las Direcciones Regionales o las Secretaría Ministeriales) o bien, puede existir una
delegación de facultades.
2.- CÓMO, ésta se realiza mediante el procedimiento general que debe seguirse tanto para la dictación
del acto como para la suscripción de un contrato.
4.-POR QUÉ, hecho configurado por el legislador como necesidad pública que debe satisfacer la
Administración y constituye el estímulo para que el órgano decida actuar o no según el criterio del Bien
Común.
5.-PARA QUÉ, es la finalidad que persigue la potestad para satisfacer la necesidad pública, puesta a
cargo del órgano administrativo.
6.-QUÉ, es la decisión que en definitiva adopta la Administración. En este caso el legislador puede
configurar un deber concreto de actuar, o bien, de dar un margen de libertad para decidir si se actúa
o no.
Ámbito de la Potestad
1.-MATERIA: se dice que es el vínculo de intereses puesto bajo el cuidado del órgano administrativo
para satisfacer las necesidades que se le presenten.
2.-TIEMPO: tiene un ámbito temporal, toda vez que puede haber sido otorgada en forma indefinida, o
bien, por un plazo.
Elementos Extranormativos: están los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana,
por cuanto para algunos son anteriores y superiores al ordenamiento jurídico, algunos de ellos están
regulados en la Constitución (estatalizados) y otros aún no han sido incorporados.
Derechos No Estatalizados :
Derecho al Trabajo
Derecho a la Autodeterminación
Derecho a la No Prisión por Deudas
Derecho al Nombre
Derecho a la Dignidad
Nuestra Constitución tiene una orientación Cristiano Occidental (Familia, Derechos Naturales), es de
corte liberal social.
a) Va a ser el instrumento técnico que va a utilizar el Estado para satisfacer las necesidades públicas
y obtener el Bien Común.
A) Estructura normativa compleja→ significa que existe una serie de disposiciones que de una u
otra manera se refieren a la Administración o provienen de ella.
Sus normas se encuentran dispersas en rangos o valores diferentes tales como leyes, decretos,
reglamentos u otros (ya que como sabemos, no existe un código administrativo).
Finalmente existe fugacidad de sus normas (tienen poca permanencia en el tiempo) frente a la
permanencia de las disposiciones de otros ordenamientos.
B) Apego a circunstancias políticas e históricas→ se da una conexión directa entre las normas
técnicas y categorías jurídico-administrativas con la realidad política de cada país y con su historia.
C) Multiplicidad del contenido de las normas→ ya que los fines de la actividad administrativa se
pueden lograr a través de diversos caminos.
II.-TEORÍA NEGATIVA o RESIDUAL→ ésta considera que la función administrativa es aquella que
queda de la actividad estatal, prescindiendo de la actividad legislativa y jurisdiccional.
En nuestro país existe una tendencia a considerar la función administrativa desde un punto de vista
subjetivo y también objetivo.
En sentido objetivo, se entiende que función administrativa es “aquella actividad que en forma
inmediata, permanente, concreta, práctica y normalmente espontánea desarrollan los órganos
estatales para alcanzar el Bien Común, conforme a regímenes políticos de Derecho Público”.
En este sentido, cualquier actividad estatal que fuera concreta, práctica e inmediata, y que persiguiera
fines como el interés público o la satisfacción de necesidades colectivas, sería función
administrativa.
No obstante lo anterior, también se considera en Chile función administrativa “toda aquella que emane
de los órganos integrantes de la Administración del Estado”,
a.- Para algunos, el derecho administrativo es el conjunto de principios y normas jurídicas que regulan
el sector público, desde un punto de vista orgánico y funcional, estableciendo los derechos y deberes
de la administración del Estado, y fijando las reglas de procedimientos de lo contencioso
administrativo.
b.- Para otros, el derecho administrativo es el derecho de la función administrativa que siendo una de
las manifestaciones del poder del Estado, es una actividad ordenada a un fin público que es el de
satisfacer y realizar concretamente las necesidades y prestaciones, requeridas por la comunidad.
El Derecho Administrativo “es el derecho que regula la función administrativa”. (El servicio público
es un instrumento, un medio, lo que importa es la función).
La función administrativa, como toda función pública, “es un conjunto de potestades otorgadas a un
órgano en particular dirigidas a un fin: dar satisfacción permanente a las necesidades de la
comunidad”.
Su propio fin hace, entonces, que deba asumir y desplegar múltiples tareas o cometidos que
conduzcan a él.
Son éstas las diversas actividades, funciones o tareas de bien común que el Estado toma a su
cargo, dando origen a las funciones estatales que serán realizadas a través de sus distintos órganos
estatales.
El fin que está llamado realizar ha hecho, entonces, que se le reconozcan al Estado tres
funciones estatales o públicas clásicas o tradicionales junto con el atributo de la personalidad que le
permita realizarlas: se trata de la función y potestad o competencia legislativa, la función y potestad
o competencia judicial y la función y potestad o competencia ejecutiva; que comprende, esta última,
las tareas de gobierno y de administración conjuntamente.
Estas funciones son posibles de realizar porque el Estado, para alcanzar su fin superior de bien
común ya mencionado, ha sido dotado por el ordenamiento jurídico de personalidad jurídica y, por
tanto, de órganos habilitados para cumplir con ellas dotados de una atribución o poder de
dominación - soberanía/competencia- , poder estatal, poder público o simplemente potestad
pública que le es propia y que no posee ningún otro sujeto o ente.
De lo señalado queda en claro que la actividad o función administrativa del Estado presenta las
siguientes características:
(1) Es una actividad orientada a un fin – que consiste en servir a la persona humana,
promover su bien común atendiendo sus necesidades públicas y fomentar el desarrollo del país
– vale decir una verdadera función estatal y, por tanto, irrenunciable, obligatoria y orientada a ese
preciso fin;
(3) Tiene por objeto atender de manera inmediata los intereses públicos que el Estado
toma a su cargo para realizar sus cometidos ( salud, vivienda, educación, seguridad, etc. ) lo que
no puede decirse de la función legislativa o la jurisdiccional, pues, mientras la primera establece
de qué manera deben atenderse determinados intereses mediante normas jurídicas generales y
abstractas (leyes) , sin satisfacerlos directamente, la segunda se limita a asegurar que se cumpla
la voluntad legislativa, en un caso concreto de conflicto, y donde sea necesarios sustituir esta
voluntad a la de los particulares que no se conforman a ella.
Lo que primero cabe señalar, en la búsqueda de su noción, es que desde el punto de vista
etimológico “administrar”, proviene de la voz latina administrare, que significa “servir a”, por lo con el
vocablo administración se haría mención a una actividad de contenido específico de servicio, alusiva
a la gestión, para el logro de ciertos objetivos, fines o propósitos.
Ahora bien, junto con una administración pública existe una administración privada, que tiene
lugar, esta última, en una empresa, en una corporación o fundación, asociación gremial, club deportivo,
organización no gubernamental, etc.
La administración pública o del Estado, en cambio, que es la que se rige y regula por la rama
especial del Derecho Administrativo, es la que sirve a los ciudadanos y que ejecuta, despliega o realiza
el Estado a través de sus órganos, dotados de la competencia necesaria para ello dentro de la cual
deben actuar, que forman parte del Poder Ejecutivo.
Esta ley es la Ley N° 18.575 sobre “Bases Generales de la Administración del Estado”
(LOCBGAE), cuyo texto actualizado y refundido se contiene en el D.F.L. N° 1-19.653 del Ministerio
Secretaría General de la Presidencia, publicado en el D.O. de 17.11.2001. Su artículo 1° señala:
Artículo 1º: “El Presidente de la República ejerce el gobierno y la administración del Estado con la
colaboración de los órganos que establezcan la Constitución y las leyes.
La Administración del Estado estará constituida por los Ministerios, las Intendencias, las
Gobernaciones, y los órganos y servicios públicos creados para el cumplimiento de la función
administrativa, incluidos la Contraloría General de la República, el Banco Central, las Fuerzas
Armadas y las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública, los Gobiernos Regionales, las Municipalidades
y las empresas públicas creadas por ley.”
La expresión Administración del Estado no está definida por la Constitución ni por la ley, pero
de las disposiciones que se refieren a ella es posible identificar y establecer que tiene un doble sentido
o significado, que es necesario precisar para comprender el objeto del Derecho Administrativo como
disciplina autónoma de las ciencias jurídicas.
1.- En primer lugar, por Administración del Estado ha de entenderse una actividad estatal
específica, un quehacer público (administración) determinado, necesario e indispensable para
promover el bien común, esto es, un conjunto de actos, acciones y operaciones ( jurídicas y
materiales), que se ejercen, de manera concreta, hacia el fin servir a las personas, atender
necesidades públicas, promover su bienestar y desarrollo y el del país, o sea, una función pública o
estatal especial destinada a satisfacer el interés general. (art. 1 inciso 1° Ley 18.575 ). Se trata de
un sentido objetivo o material. Así, el Derecho Administrativo sería el ordenamiento jurídico especial
regulador de la función estatal aquella, denominada administrativa, consistente en servir a las
personas, resguardar el orden y seguridad, atender sus necesidades colectivas, promover su
bienestar, desarrollo y progreso ( económico, social, cultural, deportivo, etc. ) y el del país.
2.- En segundo lugar, por Administración del Estado ha de entenderse un conglomerado de
entes, instituciones u órganos estatales específicos dotados de personalidad jurídica de derecho
público, que por disposición de la ley forman un conjunto de órganos públicos u organización estatal
determinada, constituida por los Ministerios, Servicios Públicos, Municipalidades, las Fuerzas
Armadas y de Orden, la Contraloría General de la República, Gobernaciones, Intendencias, el Banco
Central y las Empresas Públicas; organización encabezada o liderada por el Presidente de la
República ( art. 1 inciso 2° ley 18.575). Este es el sentido subjetivo u orgánico de la expresión
Administración del Estado. Desde esta óptica, el Derecho Administrativo sería el ordenamiento jurídico
especial por el que se regirían las Municipalidades, las ramas de las Fuerzas Armadas, el Presidente
de la República, los Ministerios, las Intendencias, los Servicios Públicos, etc.
Vale decir, por Administración del Estado o Administración Pública hemos de entender tanto:
la existencia y organización conjunta (conglomerado) de aquellas entidades y órganos
estatales específicos que la ley identifica y menciona determinadamente (Ministerios,
Intendencias, Gobernaciones, Servicios Públicos, Municipalidades, Gobiernos
Regionales, Contraloría General de la República, Banco Central, Fuerzas Armadas y
de Orden y Seguridad Pública, Empresas Públicas que conforman una Administración
Territorial de orden Nacional, Regional, Provincial y Comunal o Local ); como:
el funcionamiento o actividad propia que ellos despliegan o realizan. (de administración
de los intereses públicos, satisfacción de necesidades públicas, fomento, progreso y
desarrollo del país), o sea, de ejecución de las tareas de gobierno.
No obstante lo anterior, prima aquella que entiende por “Administración del Estado” o
“Administración Pública” a la pluralidad de órganos o entidades estatales mencionadas por la ley
colaboradoras del Presidente de la República adscritas al Poder Ejecutivo o Gobierno, encargadas de
satisfacer las necesidades públicas, reguardar el orden público y procurar el progreso y desarrollo,
esto es, el sentido subjetivo u orgánico al que nos hemos referido.
CLASIFICACIÓN DEL DERECHO ADMINISTRATIVO
el sujeto regulado por esta rama del Derecho es el Estado; más específicamente, una
categoría específica de órganos, entidades y estructuras estatales que jurídicamente
constituyen un conglomerado denominado genéricamente “Administración del Estado”
o “Administración Pública “ que integran el Gobierno o Poder Ejecutivo;
las normas y principios que integran esta rama de las ciencias jurídicas:
(1) Protegen y resguardan el interés público, vale decir, a la colectividad en sus intereses
superiores y generales;
(2) Según ya decíamos, tienen como sujeto regulado al Estado o a otro ente público de
origen estatal (municipalidad, empresa pública, servicio público, fuerzas armadas, etc. ), vale
decir, a unos sujetos o personas determinadas que, como veremos, lo son jurídicas y de
derecho público; y
(3) Rigen y regulan las relaciones jurídicas que estos sujetos o personas establecen con
los demás sujetos o personas, denominados, para estos efectos, administrados; pero no en
términos de igualdad o equivalencia (bilaterales-horizontales), sino que a través de relaciones
de superioridad, predominio o poder (unilaterales-verticales o jerárquicas).
Establecida la circunstancia que el Derecho Administrativo estudia, con sus normas y principios,
a la Administración del Estado, subjetiva y objetivamente considerada o, si se quiere, concebida como
un conjunto específico de órganos estatales y una función estatal determinada, corresponde precisar
cuáles son las principales características de esta rama del Derecho Público.
Estas son:
1.- Se trata de un Derecho nuevo, dinámico, en evolución y, por tanto, con cierta
imprecisión conceptual. En efecto, el Derecho Administrativo es una rama jurídica de reciente
creación pues tiene como supuesto de existencia el Estado de Derecho (puesto que regula a la
Administración de un Estado de Derecho), noción que sólo viene a surgir, históricamente, a partir de
la Revolución Francesa, con sus pilares distintivos:
(i) separación de los poderes del Estado;
(ii) existencia de un régimen de garantías , derechos y libertades públicas;
(iii) establecimiento del principio de legalidad o sujeción del poder del Estado a la ley;
(iv) control jurídico sobre la actividad estatal para resguardar esa sujeción a la ley;
(v) existencia de un régimen de responsabilidad públicas para el caso de no acatamiento de
la ley por el Estado, etc.
Por su corta existencia, esta rama del Derecho se encuentra en plena elaboración y desarrollo,
a través de sus diversas fuentes (la jurisprudencia administrativa y judicial, la costumbre y practicas
administrativas y la ley administrativa), por lo que todavía presenta una cierta imprecisión conceptual
(inmadurez), si se le compara con el Derecho Civil, al estar muchas de sus instituciones desarrolladas
sólo a nivel de jurisprudencia, prácticas y costumbres administrativas (y aún no de ley administrativa).
2.- Se trata de un Derecho no codificado. Por su carácter reciente, evolutivo, dinámico, con
gran influencia en él de las concepciones políticas y filosóficas imperantes, se trata de un Derecho no
codificado (no contenido en una recopilación de leyes debidamente sistematizada o código), por lo
que no ha existido nunca en Chile y es probable que sigamos, por un buen tiempo, sin un Código de
Derecho Administrativo a diferencia de otros ramas o disciplinas jurídicas que si cuentan con uno.
Se trata, por tanto, el administrativo, de un Derecho u ordenamiento jurídico con sus propios
principios y normas, autónomo, encargado de regular a un sujeto específico y determinado (constituido
por los Ministerios, Intendencias, Gobernaciones, Servicios Públicos, Gobiernos Regionales,
Municipalidades, Empresas Públicas, Contraloría General de la República, Fuerzas Armadas y de
Orden y Seguridad Pública, Banco Central), en el ejercicio de una actividad también específica (función
administrativa), por lo que no reconoce relación de especialidad con el derecho común o civil, en los
términos de los artículos 4 y 13 del Código Civil.
Frente a ello los particulares, ciudadanos o administrados les han sido reconocidos y conferidos
cada vez más derechos subjetivos que limitan aquellos poderes desde que el ejercicio de éstos no
pueden afectar a estos en su esencia.
Por ello se sostiene que el Derechos Administrativo es una disciplina que pretende equilibrar o
armonizar los poderes atribuidos a la autoridad estatal con los derechos subjetivos reconocidos y
garantizados a las personas.
Sin duda que esta es una de las características de la disciplina. Y la expresión forma en el
derecho administrativo chileno admite dos acepciones. En un primer sentido, forma es sinónima de
procedimiento, de conjunto de diligencias encaminadas a la dictación de un acto público. Por tanto,
todo acto jurídico público (ley, sentencias judiciales, decreto o resolución administrativa) es la
consecuencia terminal de un procedimiento (legislativo, judicial o administrativo).
Con este carácter formal del Derecho Administrativo se quiere expresar entonces que para la
válida aplicación de las reglas y normas que lo constituyen es preciso que la autoridad u órgano
administrativo se atenga al procedimiento y a la solemnidad de expresión previstos, por la Constitución
o la ley, para sus actos propios (administrativos: decretos y resoluciones), que son siempre formales.
El Derecho Administrativo tiene, entonces, una aplicación formal en la medida que las normas
jurídicas que lo integran solo pueden ser válidamente puestas en movimientos, en la medida que
adopten la forma de decretos y resoluciones, como lo señala el inciso 3 del artículo 3º de la ley 19.880,
y sometidos a la tramitación procedimental o procedimiento administrativo previsto en el ordenamiento
jurídico.
El Art. 8 de la LOCBGAE refrenda esta característica cuando, al velar por la eficiencia y celeridad
de la Administración Pública, insta, para lograr aquello, a que: “Los procedimientos administrativos
deberán ser ágiles y expeditos…”.
También queda remarcada esta característica del derecho administrativo con la circunstancia que
nuestros ordenamiento contemple (art. 63 N° 18 de la Carta Fundamental) especial y específicamente
una ley (N° 19.880 de 29 mayo 2003) para regular los procedimientos administrativos a los cuales
deben necesaria e imperativamente someterse los actos de la Administración del Estado (decretos
supremos y resoluciones) para poder ser emitidos o dictados.
El Derecho Administrativo estudia, entonces, las potestades públicas de que gozan los
sujetos o entes que integran la Administración del Estado (Ministerios, Intendencias,
Gobernaciones, Servicios Públicos, Municipalidades, etc.); potestades que, materializadas en
decisiones unilaterales e imperativas de autoridad (decretos y resoluciones), son las que le
permiten alcanzar sus fines de servicio público e interés general.
Las potestades que, el Derecho Administrativo, reconoce a los órganos, organismos y entes
que integran la Administración del Estado (Ministerios, Intendencias, Gobernaciones, Servicios
Públicos, Municipalidades, etc.) se denominan potestades administrativas.
Concepto:
Clasificación:
Estas potestades administrativas pueden ser de diferente tipo, tomando el nombre de potestad
imperativa o de mando; potestad reglamentaria; potestad ejecutiva; potestad sancionatoria; potestad
invalidatoria; potestad revocatoria, etc.;
* Potestad Ejecutiva: permite a los órganos de la Administración del Estado hacer cumplir sus
reglamentos, ordenanzas, decretos y resoluciones en la forma prevista por la ley, incluso con el
auxilio directo de la fuerza pública si fuere del caso.
Como se aprecia, cada una de estas categorías permite a los órganos y autoridades de la
Administración dictar una categoría especial de actos - los que se denominan administrativos y
adoptan la forma de decretos y resoluciones -, ya de nombramiento, ya invalidatorios, ya
discrecionales, ya reglamentarios, etc., según la naturaleza de la potestad administrativa ejercida,
puesto que la potestad es elemento necesario e indispensable para la dictación del acto o decisión.
Los contenidos básicos del Derecho Administrativo son las materias temáticas específicas de
la Administración del Estado que aborda o estudia esta rama del derecho público.
2.-. La actividad de la Administración del Estado que debe realizar para alcanzar sus fines
propios y específicos de bien común (servicio público, fomento, fiscalización, policía, regulación y
gestión económica o empresarial) y fundamentalmente los actos jurídicos de la Administración del
Estado que deben, sus órganos y autoridades, emitir o dictar y luego ejecutar o cumplir como actividad
funcional suya para alcanzar el fin que le ha sido impuesto por la Constitución. Estos actos jurídico
serán de carácter unilateral y denominados actos administrativos (tales como: decretos,
resoluciones, reglamentos); ya de carácter bilateral, denominados contratos administrativos (tales
como: contratos de ejecución de obra pública, contrato de concesión de servicio público, contrato de
suministro, etc.).
Esta fiscalización o control, según veremos, puede ser y es, en nuestro sistema, de diversa
índole: ya administrativo, ya parlamentario, ya judicial-jurisdiccional.
Concepto y Clasificación.
Se denomina fuente del derecho a los distintos modos o formas de gestación de sus normas y
principios;
El conjunto de estas fuentes del Derecho Administrativo, ordenadas en forma jerárquica (de
mayor a menor valor o rango normativo), se denomina pirámide normativa.
Las normas que componen el Derecho Administrativo son de diversa clase, origen y jerarquía
producto que las fuentes de la disciplina son múltiples o plurales y heterogéneas.
La normas que jurídicas que conforman el Derecho Administrativo provienen tanto de fuera
de la Administración (Congreso Nacional), cómo la Constitución y las Leyes, por lo que se les
identifica por la doctrina como fuentes positivas (sancionadas por el Estado) externas, como
de la propia Administración que genera, ella misma, las normas por la que se rige, conocidas
como fuente positivas internas, cuyo es el caso de los Reglamentos, Decretos o Resoluciones,
Ordenanzas, Instrucciones y Circulares. Junto a todas ellas se suman las que se encuentran
en una situación especial o intermedia cómo es el caso de los Decretos Leyes y los Decretos
con Fuerza de Ley.
Fuentes Positivas:
- Constitución Política de la República
- Ley en todos sus estamentos y jerarquías ( interpretativas de la constitución,
orgánicas constitucionales, quórum calificado, de base, ordinarias o comunes,
tratados internacionales )
- Decretos con Fuerza de Ley (legislación delegada)
- Decretos Leyes ( legislación Irregular o de emergencia)
- Reglamento Administrativo
- Decreto Supremo
- Decreto de Insistencia
- Decreto de Emergencia
- Las Ordenanzas
- Las instrucciones y circulares
LA CONSTITUCION POLITICA.
Todas las referencias que la carta fundamental tiene sobre el Estado y su Administración
constituyen, entonces, fuente del Derecho Administrativo.
Es, así como, la Constitución la que establece, en su artículo 1º inciso 4º, como base de
toda nuestra institucionalidad, que “El Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad
es promover el bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que
permitan a todos y cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización
espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y garantías que esta Constitución
establece “
La Administración del Estado, como parte integrante de él, está sujeta a este deber de
servicio y promoción del bien común, por lo que le corresponde actuar directa y concretamente en
la contribución creacional de las condiciones necesarias para el máximo desarrollo espiritual y
material (íntegro) de las personas que formen parte de la comunidad nacional. Deber de servicio
que no puede descuidar o sacrificar sino que debe llevar a efecto con pleno respeto a los derechos
y garantías constitucionales de las personas.
Art. 6: “los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas
dictadas conforme a ella… La infracción de esta norma generará las responsabilidades y
sanciones que determine la ley.”
Art. 7: “los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura regular de sus
integrantes, dentro de su competencia y en la forma que prescriba la ley… Todo acto en
contravención a este artículo es nulo y originará las responsabilidades y sanciones que la ley
señale… “
De esta manera, la Administración del Estado sólo actuará válidamente en la promoción del bien
común en la medida que lo haga a través de agente investido regularmente, dentro de su competencia
y en la forma que prescriba la ley, siempre sujeto a la Constitución y a las demás normas dictadas
conforme a ella, so pena de nulidad de sus actos, responsabilidad y sanciones para los sujetos que
así no lo hicieren.
Lo anterior ha determinado que la Constitución consagre un Estado realizador de fines humanistas
y solidarios y una Administración para el servicio público y el desarrollo integral y sustentable,
orientada a crear “las condiciones sociales que permitan a todos y cada uno de los integrantes de la
comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible, con pleno respeto a los
derechos y garantías que esta Constitución establece”.
Son tantas y tan variadas las fuentes constitucionales del Derecho Administrativo que cabe
considerar, a modo de evidencia, que conforme a la Carta Fundamental:
Relacionado con lo anterior, cabe destacar que una importantísima fuente extraída de la
Constitución Política y de gran valor para el Derecho Administrativo Nacional, la constituye el art.
38, inc. 1° de la Carta Fundamental, que bajo el epígrafe de “Bases Generales de la
Administración del Estado”, señala literalmente que: “una ley orgánica constitucional determinará
la organización básica de la Administración Pública, garantizará la carrera funcionaria y los
principios de carácter técnico y profesional en que deba fundarse, y asegurará tanto la igualdad
de oportunidades de ingreso a ella como la capacitación y perfeccionamiento de sus integrantes”.
Finalmente, la manera como hacer efectiva la responsabilidad tanto civil como penal y
administrativa de algunos funcionarios, que incide en el interesante campo de la responsabilidad
de los funcionarios por los actos derivados del ejercicio de sus funciones , materia esta que
corresponde al Derecho Administrativo, tiene asimismo su fuente en la Constitución Política, arts.
52 N° 2 y 53 N° 1.
Considerar a la Constitución como norma suprema y fuente del Derecho supone que ésta
produzca algunos importantes efectos, tales como: efecto derogatorio de las normas anteriores
de contenido contrario a lo dispuesta en ella; interpretación conforme a la Constitución de la
ley y las demás normas de inferior rango; ordenación de las fuentes por la vía de establecer
órdenes de prelación o jerarquía de las diversas fuentes y regulando el campo de acción de cada
fuente (por ejemplo, sólo son materias de ley, conforme al artículo 63, las que allí se mencionan).
CONCEPTO:
La ley es también una fuente positiva del Derecho Administrativo de singular importancia.
El artículo 1° del Código Civil la define como una declaración de la voluntad soberana que
manifestada en la forma prescrita por la Constitución manda, prohíbe o permite.
La ley es, en esencia, aquella norma preeminente -sólo subordinada a la Constitución- que
desarrolla inicialmente aquellas materias consagradas constitucionalmente como del “ dominio de la
ley “ o “ de la reserva legal “ (mencionadas en el art. 63 CPE), a través de preceptos generales y
abstractos, y que, en su elaboración o formación, se sujeta al procedimiento indicado en la
Constitución (presentación proyecto presidencial o moción parlamentaria- discusión- aprobación-
promulgación-publicación).
Por su parte, para una para importante de la doctrina la ley no es otra cosa que “la creación de
normas jurídicas por el Estado”. Para nosotros, a la ley la concebimos como fuente de Derecho
Administrativo en su carácter de regla obligatoria, establecida por la autoridad con arreglo a la
Constitución, con carácter de generalidad y obligatoriedad y sancionada por la fuerza.
Así, en el Derecho Administrativo, la ley juega un rol fundamental en el triple aspecto de:
Por “ley administrativa” hemos de entender aquellos actos legislativos que regulan los
contenidos del Derecho Administrativo, ya vistos, y reúnan las características de generalidad,
obligatoriedad y coercitividad, con independencia de su jerarquía.
Serán leyes administrativas, entonces, las leyes orgánicas constitucionales, las de quórum
calificado y las comunes u ordinarias, los tratados internacionales, como se verá, y la también llamada
legislación delegada (Decretos con Fuerza de Ley) y legislación irregular (Decretos Leyes).
DOMINIO DE LA LEY
El dominio de la ley es ilimitado en el sentido que no tiene otro límite que aquel que le señalen
los términos de la Carta Fundamental.
En esta materia existe, como se recordará, una marcada diferencia entre el sistema establecido
en la Carta Constitucional de 1925 y la actual. En efecto, la doctrina señala que mientras la Carta del
25 establecía un sistema de dominio legal mínimo, la segunda ha instaurado una modalidad de
“dominio máximo legal “.
Lo anterior, se expresa en el art. 63 CPE, cuando señala que: “Sólo son materias de ley…“ los
asuntos que la disposición señala, quedando las restantes materias entregadas exclusivamente a la
Potestad Reglamentaria del Presidente de la República, vale decir, reguladas a través de reglamentos,
decretos y resoluciones emanadas del Gobierno- Administración y no mediante ley del Parlamento.
No están, éstas últimas, definidas en la Constitución pero esta se refiere a ella en diversas
disposiciones.
Por su parte, la Ley Orgánica Constitucional se consulta en forma directa en los arts. 66 y 93
N° 1 CPE, y puede definirse como aquellas leyes referidas a materias específicas que el constituyente
ha considerado de suma trascendencia, por lo que para su aprobación, modificación, o derogación, se
requiere de un quórum especial equivalente a las cuatro séptimas partes de los Diputados y Senadores
en ejercicio además de su control previo obligatorio de constitucionalidad por el Tribunal
Constitucional. Esta fuente del derecho, por la importancia de las materias que regula, presenta una
importancia indiscutible para el Derecho Público en general y para el Derecho Administrativo en
particular. Tales son la LOC del Congreso Nacional N° 18.918, la LOC de las Fuerza Armadas N°
18.948, la LOC. del Tribunal Constitucional N° 17.997; la LOC. De los Estados de Excepción N°
18.415; la LOC. De la Enseñanza N° 18.962; LOC de los Partidos Políticos N° 18.603: LOC sobre
sistema de Inscripciones Electorales y Servicios Electorales N° 18.556; LOC sobre Tribunal Calificador
de Elecciones N° 18.460; LOC sobre Votaciones Populares y Escrutinios N° 18.700; LOC sobre Bases
Generales de la Administración del Estado N° 18.575; LOC sobre Gobierno y Administración Regional
N° 19.175; LOC sobre Municipalidades N° 18.695, LOC. sobre Concesiones Mineras N° 18.097.
La jerarquía como nexo relacional propio de sus funcionarios, autoridades y órganos (art. 7)
El personal de la AE se regirá por las normas estatutarias que establezca la ley, sometido a
unos deberes, derechos, estabilidad y responsabilidad especiales (arts. 12 y ss)
Por último, las Leyes de Quórum Calificado son aquellas referidas a materias que el
constituyente ha estimado de cierta importancia, por lo que para su aprobación, modificación o
derogación se requiera de un quórum especial de la mayoría absoluta de los Diputados y Senadores
en ejercicio. Entre las leyes de esta clase que han sido dictadas pueden mencionarse la N° 18.838,
sobre organización y funcionamiento del Consejo Nacional de Televisión. Ley sobre Transparencia de
la Función Pública y Acceso a la Información de la Administración del Estado N° 20.285 de 20 de
agosto de 2008.
Finalmente cabe señalar que tendrán el carácter de Ley Común u Ordinaria, aquellos actos
legislativos que no presentan las características de las tres fuentes antes señaladas, relativas a
materias específicas y quórums, y que regule, por ende, aquellas materias comunes que indica el art.
63 CPE, y que para su aprobación, modificación o derogación, solo precisará de la mayoría absoluta
de los diputados y senadores “presentes” y no “en ejercicio”.
Respecto de la Ley de Bases, son aquellas que, conforme al Art. 63 Nº 20 CPE, establecen las
bases esenciales de un ordenamiento jurídico.- Entre las leyes de esta clase se encuentra la Ley de
Bases de los Procedimientos Administrativos de los Actos de los Órganos de la Administración del
Estado, la Ley de Bases de los Contratos Administrativos de Suministro y Prestación de Servicios, el
Código Civil, el Código Penal, etc.
En todo caso, la distinta naturaleza de cada una de las fuentes examinadas, marca a su vez la
jerarquía y orden de prelación entre ellas, de modo que su estructura piramidal será, después de la
Constitución Política, la Ley Interpretativa de la Constitución, la Ley Orgánica Constitucional, la Ley de
Quórum Calificado, la Ley de Bases y cerrando el estamento de los actos legislativos, la ley Común u
ordinaria.
Todo tratado internacional tiene dos aspectos desde los cuales se puede considerar su
obligatoriedad; uno de ellos es en el plano de la comunidad internacional entre las partes que lo han
suscrito (sujetos de Derecho Internacional), ratificado y canjeado; y, el otro, desde el ámbito interno,
donde constituye una ley de la República, luego de su promulgación y publicación en el Diario Oficial.
Si sus disposiciones afectan de cualquier manera que sea a la Administración (aborda, con sus
cláusulas y estipulaciones, algunos de los contenidos del Derecho Administrativo), el tratado será
fuente legal del Derecho Administrativo, salvo que se refiera, regule o aborde derechos esenciales
que emanan de la naturaleza humana en cuyo su caso su valor será de rango constitucional.
Dentro del marco del Estado de Derecho y de normalidad institucional, lo ordinario será que
cada Poder actúe dentro de su órbita privativa de acción y no interfiera en la esfera jurídica de los
otros. No obstante, circunstancias de todo orden que a menudo se producen en la vida de los Estados,
por ejemplo, la necesidad de buscar una solución adecuada a determinados problemas que a veces
no puede conocer a fondo el legislativo, la obligación de solucionar problemas de emergencia, o aún,
causas sobrevivientes, como el advenimiento de un régimen de facto, hacen que la normalidad jurídica
se rompa y que nos encontremos así en presencia de actuaciones de un Poder que rebasan los
moldes clásicos bosquejados por el principio de separación de los poderes públicos para entrar a
dictar normas en materias que normalmente escapan del marco de sus atribuciones.
Nace así, por una parte, la legislación delegada, en que el Poder Legislativo, consciente de la
necesidad de dar soluciones ajustadas a los problemas por los que atraviesa el país, entrega a otro
poder del Estado, el Ejecutivo, la facultad de emitir normas con fuerza de ley, que remedien la situación
antedicha. Aparecen así en la vida jurídica los Decretos con Fuerza de Ley.
Y, por otra parte, producida la situación de facto ya referida, esto es, derrocado el régimen
constitucional , el nuevo gobierno, ante el imperativo de continuar con la actividad del Estado,
prescinde de la normalidad constitucional ( disolviendo el Congreso, por ejemplo ), que forzosamente
desaparece con el régimen de hecho, y arrogándose facultades que no pueden legítimamente
corresponderle, sanciona también normas que son materia de ley, y, que naturalmente no cumplen en
su forma y muchas veces en su fondo, con las disposiciones constitucionales pertinentes. Nos
encontramos frente a los Decretos Leyes.
La diferencia entre ambas categorías es clara y no admite confusión. En los Decretos Leyes no
hay delegación expresa de facultades legislativas, pues el Gobierno de facto se las atribuye lisa y
llanamente; los DFL, en cambio, son consecuencia de una ley, en que el Congreso autoriza al
ejecutivo, con mayores o menores limitaciones, para legislar.
Además, debe recordarse que la institución del Decreto con Fuerza de Ley fue
constitucionalmente reconocida y aceptada por la ley N° 17.284, de 24 de enero de 1970, modificatoria
de la Constitución de 1925. Es por ello, que con anterioridad la doctrina nacional estimaba que el
Decreto con Fuerza de Ley exorbitaba las normas constitucionales de la época. Se adicionó al artículo
44 un numeral 15, confiriéndole al Congreso la facultad de delegar determinadamente en el Ejecutivo
parte de sus atribuciones. Tal regulación se mantuvo en la Carta Política de 1980, por intermedio de
sus arts. 32 N° 3, 64, 93 N° 4 y 99 inciso 1°, 2° y 3°.
En el DFL, al igual que respecto de la ley y el decreto, es posible distinguir entre requisitos de
forma y requisitos de fondo. En cuanto al fondo contiene materias propiamente legales. Sin embargo,
desde el punto de vista formal, el Decreto con Fuerza de Ley no es un acto legislativo, sino, por el
contrario, un acto administrativo. De allí entonces que los requisitos formales del DFL sean los mismos
del simple Decreto Supremo, acto administrativo éste emanado del Presidente de la República que
nos corresponderá estudiar seguidamente. En otras palabras, se trata de un acto emanado del Poder
Administrador (Ejecutivo-Presidente de la República) que reviste las formas de decreto, pero que, en
cuanto al fondo, se trata de una ley y su valor es de tal. El DFL debe respetar no sólo las disposiciones
constitucionales, sino que también y de manera muy especial, las estipulaciones y limitaciones
contenidas en la ley autorizante o delegatoria de facultades. Esto último es lo esencial porque
debemos tener presente que cuando el Ejecutivo dicta DFL, no lo hace en virtud de su potestad propia,
sino que en uso de facultades legislativas que le han sido transitoriamente otorgadas. De allí entonces
que no pueda salirse del marco de aquellas a riesgo de viciar el acto que así produce.
El control del cumplimiento de sus exigencias de forma y fondo se realiza a través de la
Contraloría General de la República, mediante el trámite de toma de razón, conforme lo disponen los
arts. 64 inc. 6° y 99 inc.1 CPE.
No puede dejar de mencionarse la facultad que el inciso 7 del artículo 93 CPE, confiere para
impugnar- ante el Tribunal Constitucional - la constitucionalidad de un DFL, que entró en vigencia, a
cualquiera de las Cámaras Legislativas o a una cuarta parte de sus miembros en ejercicio, bajo la
condición de que el requerimiento se formule dentro del plazo fatal de treinta días contados desde la
fecha de su publicación en el Diario Oficial.
La tramitación del DFL es la misma que un simple decreto y por expresa disposición del art. 99
inciso 2° están sujetos al trámite de toma de razón por la Contraloría General de la República,
actuación mediante la cual se controla su conformidad con la Constitución (constitucionalidad) y la Ley
(legalidad); y a su respecto procede la insistencia, salvo en tres situaciones específicas:
cuanto el acto ordena egresos que excedan los límites señalados por la Constitución,
cuando contraviene la ley delegatoria, y,
cuando es contrario a la Constitución.
En cuanto a la interpretación de los DFL rigen al efecto los mismos principios ya señalados
para el ley administrativa, con dos consideraciones especiales:
b) el DFL debe interpretarse estrictamente en relación con al ley delegatoria de la cual emana, y esta
última, como quiera que es una ley de excepción, debe interpretarse a su vez en forma restrictiva. De
allí que en caso de duda sobre si una determinada facultad está o no comprendida en la delegación,
habrá que llegar necesariamente a la conclusión de que no hay delegación.
Estos principios de modificación y derogación tienen una excepción que consiste en que si la
ley delegatoria ha consultado un mecanismo particular de modificación y derogación se estará a él.
Los DFL han tenido pleno reconocimiento por los Tribunales de Justicia quienes han tenido
oportunidad de aplicarlos en innumerables oportunidades dándole el mismo valor que las leyes.
Los Decretos Leyes: Los Decretos Leyes constituyen la actividad legislativa de los Gobiernos
de Facto (en los que se ha suprimido el funcionamiento del Congreso o Parlamento) y son, junto a los
DFL, una fuente importantísima del Derecho Administrativo. Por ejemplo, la regionalización que hoy
rige en el país fue establecida mediante decretos leyes que se encuentran vigentes hasta hoy.
Con el Reglamento Administrativo iniciamos el estudio de las fuentes positivas del Derecho
Administrativo denominadas internas, es decir, aquellas normas jurídicas que corresponden
genuinamente y son generadas por la Administración, pues se trata de actos, ya no legislativos
(producidos por el Congreso o Parlamento) sino administrativos (producidos, como normas jurídicas,
por la propia Administración a través de sus órganos habilitados para ello cómo el Presidente de la
República, las Municipalidades, los Servicios Públicos); y dentro de estas la más importante, sin duda,
por sus caracteres de generalidad y obligatoriedad, es el reglamento administrativo.
Jurídicamente los reglamentos son actos administrativos. Se caracterizan porque, como tales,
no emanan del Órgano Legislativo sino que de los órganos de la Administración del Estado (
autoridades administrativas) que se encuentran habilitadas para poder dictarlos en razón de ser
titulares de la potestad necesaria para hacerlo, denominada potestad reglamentaria. Desde el punto
de su contenido los reglamentos son normas jurídicas escritas de carácter general y permanente
emanadas o dictadas por la Administración del Estado.
Así es posible establecer un paralelo entre ambas en el cual las semejanzas están dadas por
el carácter obligatorio, permanente, abstracto y general de ambas y sus diferencias por el órgano del
que emanan, materias que abordan (reserva legal), la función de cada uno, su posición en el
ordenamiento jurídico, el control o fiscalización al que están sujetos y la forma en que nacen a la vida
jurídica.
Concepto de Reglamento
En un sentido más técnico administrativo, el profesor Jorge Bermúdez Soto , lo define como: “
un acto de carácter normativo emanado del Poder Ejecutivo y, específicamente de entre
aquellas autoridades que tiene poder para dictarlo, subordinado a la ley, y, por tanto de rango
inferior a la misma, cuyo objeto es ejecutar la ley o regular materias que no son propias de ella
“.
El reglamento como acto de carácter normativo emanado del Poder Ejecutivo es producto o
consecuencia de la potestad reglamentaria conferida a aquel.
Art. 24: “El gobierno y la administración del Estado corresponden al Presidente de la República,
quien es el Jefe del Estado. Su autoridad se extiende a todo cuanto tiene por objeto la conservación
del orden público en el interior y la seguridad externa de la República, de acuerdo con la Constitución
y las leyes”
Art. 32: “Son atribuciones especiales del Presidente de la República: Nº 6: Ejercer la potestad
reglamentaria en todas aquellas materias que no sean propias del dominio legal, sin perjuicio de la
facultad de dictar los demás reglamentos, decretos e instrucciones que crea convenientes para la
ejecución de las leyes “.
Del análisis de ambas disposiciones no podemos sino deducir que la potestad reglamentaria,
en nuestro país, es mucho más amplia que el simple papel de mecanismo ejecutor de la ley, y que,
estando determinada, en su alcance, por la misión esencial de administrar el Estado que se le
encomienda al Presidente de la República, ella se extiende a las materias que no deben ser objeto de
ley conforme al art. 63 de la Carta Fundamental, y aún a ellas, en los casos no legislados, siempre
que mediante ella no se atente contra los principios fundamentales y esenciales que consagra la
Constitución y del texto expreso de la Carta Política y de la Ley.
Las diversas clases de reglamentos dependen de las múltiples maneras como el Órgano
Administrativo ejercita la potestad reglamentaria y en cómo ha sido atribuida ésta.
(1) Los reglamentos de ejecución o ejecutivo son aquellos que abordan materias propias
de ley, una vez que la ley las ha regulado directamente, a modo de complementar la
regulación normativa realizada sobre una materia por ésta, extendiéndola a los
aspectos de detalle y menos permanentes (más mutables). Esta categoría de
reglamentos resulta ser el complemento indispensable de la ley, pues debe aportar
toda la regulación necesaria para conseguir la correcta y plena aplicación del texto
legal.
(2) Los reglamentos autónomos son aquellos que abordan materias no reguladas por las
leyes y sin autorización o remisión por parte de éstas.
(2) Los reglamentos externos o que afectan a particulares, sea aplicando normas de
derecho legalmente establecidas, sea actuando en el campo de la potestad discrecional,
frente al silencio de la ley. Ejemplos de estos últimos son el que reglamenta las carreras
de vehículos motorizados; las piscinas abiertas al uso del público, la entrada a los casinos
de juegos; etc. En estos casos, el ejercicio de la potestad reglamentaria está
fundamentado siempre en razones de orden público o de beneficio general cuya tutela
entrega la CPE al Presidente de la República en su carácter de Administrador del Estado.
Pero a menudo sucede que, a pesar de ser la potestad reglamentaria facultad privativa del
Presidente de la República, como norma general, y que por lo tanto ella se aplica en forma
independiente por el Presidente de la República, el Legislador, adoptando diversos sistemas, le indica
u ordena el ejercicio de esta facultad y con ella la dictación de un Reglamento. Esto da lugar a otra
forma de reglamentos que conviene analizar en cuanto a sus efectos y alcances.
Es el caso de los Reglamentos que son dictados en virtud de una disposición imperativa de la
ley, en que el legislador, junto con ordenar o prescribir su dictación, implícitamente permite que el
Ejecutivo dé normas propias de ley. Es el caso, por ejemplo, del artículo 695 del Código Civil que, al
referirse al Conservador de Bienes Raíces, dice: “un Reglamento especial determinará en lo demás
los deberes y funciones del Conservador, y la forma y solemnidad de las inscripciones“. En virtud de
esta disposición se dictó el Reglamento del Registro Conservatorio de Bienes Raíces, de 24 de junio
de 1857, que contiene múltiples materias propias de ley, complementarias de las disposiciones
pertinentes del Código Civil.
El reglamento, como fuente del derecho administrativo, reconoce límites formales y límites
materiales o sustanciales.
Los límites sustanciales están constituido principalmente por la materia, lo que se traduce en lo
siguiente:
(i) el reglamento no puede entrar en materias reservadas a la ley o propias del dominio legal.
(ii) el reglamento no puede entrar en materias que no están reservadas a la ley, pero que sí
lo están por éstas, en la situación prevista en el artículo 5º transitorio de la Constitución.
(iii) el reglamento no puede innovar en la regulación legal que ejecuta.
Valor del Reglamento como fuente del Derecho Administrativo:
Es forzoso constatar que el Reglamento es fuente positiva interna del Derecho Administrativo,
de carácter secundario, con relación al valor que, en tal sentido, ostenta la ley, puesto que el
reglamento debe subordinarse y ceñirse a ella. Esta sujeción a la ley del Reglamento podría sugerir
que el Reglamento no crea derecho toda vez que este habría sido ya establecido por la ley.
Sin embargo esta premisa no es del todo exacta, ni siquiera cuando el reglamento se dicta
dentro del ámbito de las facultades regladas –en oposición a las discrecionales- dado que no puede
discutirse que la facultad de reglamentar una ley implica un necesario complemento de aquella en
forma de que Ley y Reglamento conforman un solo todo armónico que en conjunto constituyen
Derecho. Lo anterior demuestra el valor innegable del Reglamento como fuente positiva del DA; valor
que, a nuestro juicio, es mayor cuando el Presidente de la República actúa en el ejercicio de su
potestad discrecional (reglamento autónomo pues aquí el Derecho, la norma jurídica, se crea pura y
simplemente por el Reglamento.
El R.A. es general en cuanto rige, esta norma creada por la Administración del Estado, para un
grupo más o menos considerable de personas. Esta es la característica más relevante del reglamento,
el que siempre habrá de ser general, aún cuando, por excepción, regule situaciones que afecten sólo
a determinada categoría de individuos. Es también obligatorio y en este sentido tiene la misma fuerza
de la ley, pues su obligatoriedad no sólo se extiende al ámbito de la Administración Pública, en el cual
no puede ser discutido, sino que aun a los particulares a quienes se les aplica. El reglamento es, por
último, permanente, es decir, rige situaciones estables y su vigencia dura mientras no sea derogado
o modificado por otro.
Lo anterior para evitar el ejercicio abusivo de esta potestad reglamentaria y velar porque ella
sea ejercida con estricta sujeción a la Constitución y a la ley, conforme al art. 6 y 7 de la CPE.
A este control, se suma el que puede realizar el Tribunal Constitucional por la vía de, conforme
al artículo 93 Nº 16 de la Constitución Política, resolver sobre la constitucionalidad de los decretos
supremos incluyendo aquellos que fueren dictados en ejercicio de la potestad reglamentaria autónoma
del Presidente de la República.
También lo pueden realizar los Tribunales de Justicia cuando se persiga ante ellos anular un
Reglamento mediante el ejercicio de la acción de nulidad de derecho público o bien conozcan de un
juicio en que se pretenda la aplicación de un determinado Reglamento y se oponga como excepción,
que el Tribunal deba fallar, la inconstitucionalidad o ilegalidad del mismo.
El reglamento contiene y crea normas jurídicas, por lo que es de efectos obligatorios tanto para
quién lo emite o dicta – la Administración del Estado – cuanto para sus destinatarios sean éstos
funcionarios o ciudadanos o administrados (particulares). El reglamento se integra al ordenamiento
jurídico, formando parte de él, al igual que la ley.
Este carácter obligatorio que el reglamento tiene para la administración del Estado se expresa
en el efecto llamado de “inderogabilidad singular del reglamento”. Vale decir, que una vez dictado
y vigente el reglamento no puede ser dejado sin efecto sino por otro Reglamento y no por un acto
distinto de la Administración ( un simple decreto supremo o resolución).
Hay que distinguir para estos efectos entre las distintas clases de reglamentos:
Aquellos que se dictan en virtud de una disposición expresa de una ley (reglamento delegado),
que según vimos se entienden incorporados a ella y tienen fuerza de ley, no pueden ser modificados
en uso simplemente de la potestad reglamentaria; necesitan por el contrario de una ley para ser
modificados.
Aquellos, en cambio, que son dictados en virtud de las facultades privativas del Presidente de
la República pueden ser modificados por éste. Pero la jurisprudencia administrativa, sentada por la
Contraloría General de la República, ha establecido una lógica cortapisa a esta facultad presidencial,
resolviendo que un decreto reglamentario dictado para reglar situaciones generales no puede ser
modificado por un simple decreto para resolver un caso particular. En otros términos el reglamento
dictado en ejercicio de la potestad reglamentaria, sólo puede ser modificado por otro reglamento, pero
no puede serlo por un simple decreto. A esta característica o efecto se le denomina “inderogabilidad
singular del reglamento.”
De otro lado, hay que dejar en claro que un decreto reglamentario puede ser modificado por
una ley, aun cuando sea de aquellos dictados en virtud de la facultad exclusiva del Presidente de la
República. Ello, no obstante la separación de poderes existentes, en atención al valor superior de la
ley como fuente positiva del Derecho Administrativo. Esta afirmación ha sido, sin embargo discutida,
por estimarse que, de ser aceptada, el Legislativo invadiría atribuciones propias de otro poder.
El Reglamento Administrativo puro y simple, en cambio, esto es, el que ha sido dictado en virtud
de la potestad reglamentaria, puede ser revocado por el Presidente de la República, o reemplazado
por otro. Naturalmente que esta revocación o este reemplazo sólo pueden operar para el futuro porque
en otra forma irían en contra del principio fundamental de la irretroactividad del acto administrativo
realizado al amparo de las disposiciones reglamentarias vigentes.
Por entes autónomos hemos de entender, en el Derecho Administrativo chileno, a las Entidades,
Servicios Públicos u Órganos de la Administración del Estado (ej: Gobiernos Regionales, Servicios
Públicos Descentralizados como los Servicios de Salud y los Servicios de Vivienda, entre otros) que
forman parte de la Administración del Estado, a quienes el legislador ha dotado de independencia,
mayor o menor, con respecto al Presidente de la República para realizar su función administrativa.
El ente u órgano autónomo ha sido investido por el legislador de la competencia para dictar
normas de carácter reglamentario y que serán, por tanto, de general aplicación, por lo que debemos
reconocer la existencia de una “potestad reglamentaria del ente autónomo” y de unos “reglamentos
de los órganos autónomos de la Administración del Estado” como la materialización de aquella
potestad.
Emana, por lo tanto, directamente de la ley y para nosotros no constituye una potestad originaria
sino una delegación de aquella potestad reglamentaria que corresponde al Jefe del Estado. Con esta
potestad reglamentaria se persigue una más correcta y expedita administración. Por último debe
tenerse presente que las autoridades inferiores dentro del régimen de administración centralizada
están premunidas también de esta potestad como un mecanismo para proporcionar una
administración más rápida y eficaz, siendo la naturaleza jurídica de esta atribución la ya señalada, la
potestad del Jefe del Estado, que la ley ha delegados en sus subordinados respecto de ciertas
materias. De allí que el ejercicio de esta facultad deba cumplir con los mismos requisitos de control y
tramitación que se exigen para los actos reglamentarios del Presidente de la República.
Cuando lo dictan los Jefes de Servicio u otras altas autoridades de la Administración del Estado,
distintas del Presidente de la República, estos decretos se denominan, en nuestro derecho positivo,
“Resolución”.
El Decreto Supremo, mirado desde ésta óptica, es la facultad que la Constitución Política
otorga al Jefe del Estado, en orden a dictar normas encaminadas a obtener la ejecución de las leyes
y a realizar la función privativa de administrar el Estado.
El profesor Rafael Bielsa define al decreto como: “todo acto administrativo de autoridad
ejecutiva, dictado ya sea en carácter de ejecutor de la ley, ya ejerciendo la potestad
reglamentaria autónoma o bien por delegación legislativa”. Por su parte, la ley chilena, define al
Decreto Supremo como la orden escrita que dicta el Presidente de la República o un Ministro
por orden del Presidente de la República sobre asuntos propios de su competencia.
Los fundamentos constitucionales expresos del Decreto Supremo se encuentran en los arts.
32 N° 6 y 32 N° 20 y art. 100 de la CPE de 1980, en cuanto corresponden a atribuciones especiales
del Presidente de la República. La fuente implícita esta dada por el art. 24 de la CPE.
En cuanto al valor jurídico de los decretos supremos y su obligatoriedad ha sido este un aspecto
arduamente debatido y puede ser abordado de diferentes ángulos.
En efecto, cabe distinguir entre su obligatoriedad respecto de los distintos Servicios y Órganos
de la Administración del Estado y sus funcionarios y respecto de particulares o terceros ajenos a la
Administración (ciudadanos o administrados).
En primer término, es evidente que un Decreto Supremo, legalmente tramitado, tiene pleno valor
dentro de la Administración Pública y debe, por lo tanto, ser cumplido y respetado por los funcionarios
públicos. El decreto, así tramitado, goza de una verdadera presunción de legalidad- luego del control
jurídico efectuado por la CGR a través del trámite de toma de razón -, además de imperio,
obligatoriedad, ejecutividad y exigibilidad frente a sus destinatarios.
Ahora bien, ¿qué valor tiene el Decreto supremo respecto de los particulares? Sin perjuicio de
las discusiones que ha motivado el punto, para nosotros un Decreto Supremo, legalmente tramitado,
es total y absolutamente obligatorio para los particulares en sus relaciones con la Administración. En
efecto, si los particulares están obligados a prestar cumplimiento a una ley que ha cumplido con todos
sus trámites constitucionales, aun cuando ella sea inconstitucional en el fondo, mientras tal
inconstitucionalidad no sea declarada expresamente y para cada caso particular, ¿por qué habría de
excusarse en el cumplimiento de un Decreto Supremo legalmente tramitado que constituye también
la resolución de un Poder del Estado, dictado dentro de sus facultades constitucionales? Con la
dictación de la ley 19.880 (DO de 29.05.2003) la discusión quedó zanjada en razón de lo dispuesto en
su art. 3° inciso 8 (estos decretos al igual que todos los actos administrativos gozan de una presunción
de legalidad y son de suyo imperativos, obligatorias para todos).
Los requisitos de fondo que debe cumplir todo decreto dicen relación con la circunstancia de
que el Presidente de la República obre dentro de sus competencias o en el marco de sus atribuciones
y con apego a la Constitución y a la ley. En efecto, siendo el decreto uno de los medios de que se vale
el Pdte. de la República para proveer a la correcta ejecución de las leyes, o a la Administración del
Estado, es indudable que su contenido debe ajustarse a las disposiciones generales de la Constitución
Política o a las especiales de la ley.
Tanto uno como otro requisito deben ser analizados por la Contraloría al pronunciarse sobre la
constitucionalidad y legalidad de los decretos que se le remitan para fiscalización o control a través de
su toma de razón y la omisión de tales requisitos obligará a la representación de tales decretos, por
inconstitucionales o ilegales, por parte de dicho organismo.
En cuanto a la forma, los decretos supremos deben reunir también determinados requisitos.
En efecto, el decreto debe ser:
Uno) un mandato u orden escrita. Es decir, las meras órdenes verbales impartidas por el
Presidente de la República o por sus Ministros, por orden del Presidente de la República, no tienen el
valor jurídico de decreto ni en cuanto a su fondo ni en cuanto a su forma.
Dos) El D.S. debe ser firmado por el Presidente de la República y por el Ministro de la cartera
respectiva o sólo por éste último actuando por orden del Presidente de la República. Al efecto, debe
estimarse como requisito de forma esencial del D.S. la firma del Ministro correspondiente, atendidos
los términos del art. 35 de la CPE, que estatuye que: “Los reglamentos y decretos del Presidente de
la República deberán firmarse por el Ministro respectivo y no serán obedecidos sin este esencial
requisito”. La firma del Ministro de Estado correspondiente es, pues, un requisito de forma esencial
del Decreto Supremo cuya omisión está explícitamente sancionada por la Constitución con el no
cumplimiento u obedecimiento de dicho decreto.
Hemos dicho que el DS debe ser firmado por el Presidente de la República. Esta es la regla
general. Hay, sin embargo, decretos que pueden ser firmados sólo por el Ministro de Estado
correspondiente con la indicación “Por Orden del Presidente de la República”, o aún, en ciertos casos,
por los Subsecretarios. Así lo ha establecido el Legislador respecto de ciertas y determinadas
materias que ha cuidado de especificar en forma detallada (Ley N° 16.436), persiguiendo con esta
especie de delegación para la firma, simplemente hacer más expedita la marcha de la Administración
y descongestionar las actividades administrativas del Presidente de la República. Esta facultad de los
ministros de firmar “Por Orden del Presidente de la República” es típica del régimen presidencial de
gobierno, en que el Presidente nombra a su voluntad a los Ministros de Estado, que son funcionarios
de su exclusiva confianza, como lo dicen los arts. 32 N° 7 y 33 inciso 1° de la CPE. A esta delegación
de firma se refiere expresamente el inciso final del art. 41 de la Ley 18.575 orgánica constitucional de
Bases Generales de la Administración del Estado.
Existe otra clase de Decretos que no solo debe ser firmado por el Presidente de la República y
un Ministro de Estado, cómo es la regla general, sino que requieren la firma de varios Ministros, sea
por la naturaleza de las materias sobre que recaen, la mayor solemnidad que pueda derivarse de su
dictación o la necesidad de hacer responsable de ellos a todo el Gabinete Ministerial. Entre los
primeros, tenemos por ejemplo los decretos que aprueban anualmente el presupuesto y planta de las
Instituciones de Administración Autónoma que requieren, además de la firma del Ministro
correspondiente, la del Ministro de Hacienda.
El artículo 32 N° 20 de la CPE exige la firma de todos los Ministros de Estado para que el
Presidente de la República pueda decretar pagos no autorizados por la ley, en la forma y condiciones
taxativas que dicho texto señala. En este caso la firma de todos los Ministros ha sido exigida por el
Constituyente como solemnidad y en atención a la responsabilidad derivada de esta clase de actos.
Finalmente se exige la firma de todos los Ministros de Estado respecto de los Decretos de
Insistencia, es decir, aquellos que expide el Presidente de la República ordenando cursar un Decreto
que ha sido representado por la Contraloría General de la República, por estimarlo ilegal (art. 42 Ley
N° 10.336, orgánica de la CGR y art. 88 inc. 1° y 3° CPE).
En este caso la firma de los Ministros se exige precisamente para perseguir la responsabilidad
que pudiere corresponderles, pues copia del decreto y de todos los antecedentes deberán enviarse al
Congreso Nacional por la CGR.
Tres) numerado por orden correlativo en cada Ministerio, fechado, imputado correctamente, y
no debe contener alteraciones o enmiendas.
(i) puede referirse tanto a materias de general aplicación como a casos particulares; ejemplo
del primero tenemos un reglamento, y del segundo, el decreto de nombramiento de un empleado
público (ministro de estado, embajador, general de ejército, director de un servicio público, seremi,
etc.)
(ii) el decreto puede ser de efectos permanentes o transitorios, según sea la materia sobre que
recaiga. El decreto, por otra parte, tiene fuerza obligatoria en la forma ya analizada y debe ser
oportuno, es decir, debe dictarse de manera que con él se provea a la consecución de la finalidad que
se persigue con su expedición.
El dominio del DS es más restringido que el de la ley, pues el DS debe ajustarse a esta y a la
Constitución, respetando el dominio legal. Sin perjuicio de esto, el decreto puede recaer en el amplio
campo de la actividad discrecional y actuando en el silencio o a falta de ley, pero respetando siempre
las normas genéricas de la CPE.
1.-. Decretos Políticos y Decretos Administrativos. Los primeros son aquellos que dicen
relación con el gobierno del Estado, como por ejemplo aquellos que tienen por objeto llamar a
elecciones, los que atañen a las relaciones con otros países, los de nombramiento de Ministros de
Estado, etc. Decretos Administrativos son aquellos que, emanando de la misma autoridad presidencial
que los anteriores, persiguen la finalidad de desarrollar la actividad o función administrativa de manera
de obtener una correcta y expedita administración del Estado. Tienen, por ejemplo, este carácter los
que aprueban un contrato de obra pública u otorgan una concesión de obra pública o de un bien
nacional de uso público; aquellos que se relacionan en general con el movimiento de los empleados
de la Administración del Estado, ascensos, nombramientos; los que autorizan un gasto, ordenan una
adquisición, etc.
2.-. Decretos simples y Decretos reglamentarios. Los primeros persiguen solucionar uno o
más casos particulares, haciendo cumplir o aplicando las leyes (nombramiento de un ministro de
Estado o de un jefe de Servicio), en tanto que, los segundos, dan normas de general aplicación, ya
sea para el cumplimiento de una ley o para la buena marcha de un Servicio Público.
3.-. Decretos controlados y no controlados. La distinción se formula atendiendo a si los
actos de la administración activa que se materializan en un decreto, están o no sometidos a control
preventivo de juridicidad por la Contraloría General de la República. Si estimamos el control de la
administración como una “base orgánica de la Administración del Estado” habremos de concluir en
principio, que todos los decretos deben ser controlados y que, por lo tanto, no tendría razón de ser
este criterio de clasificación. Pero, como veremos en su oportunidad, existe una multiplicidad de actos
administrativos – decretos y resoluciones - que están exentos del trámite de toma de razón y con ello,
del control jurídico que a través de dicho mecanismo efectúa la Contraloría General de la República.
4.-. Decretos Promulgatorios de Leyes: son aquellos que dicta el Jefe de Estado para
sancionar una ley que ha sido aprobada por el Congreso Nacional. Los decretos promulgatorios de
las leyes deben cumplir los requisitos generales de todo Decreto Supremo, entre otros, ser tramitados
por la Contraloría General de la República
La tramitación inicial de los Decretos Supremos (DS) está señalada en el art. 17 del DFL N°
7.912, de 30 de noviembre de 1927, Ley Orgánica de Ministerios, que textualmente dice:
“El trámite de los Decretos Supremos será el siguiente: Firma del Presidente de la
República cuando corresponda, o en su caso, sólo la del Ministro, numeración y anotación en
la Contraloría General y comunicación a la Tesorería General cuando se trate de compromisos
para el Estado. Ninguna Oficina de Hacienda, Tesorería o Contraloría, etc., dará cumplimiento a
decretos que no hayan pasado por los trámites antes indicados. El funcionario público que no de
cumplimiento a esta disposición, perderá por este solo hecho su empleo. Para este efecto, los jefes
de servicios no serán considerados como tales”.
Por su parte, el art. 99 de la Constitución Política en actual vigor consulta el trámite de toma de
razón para los Decretos y resoluciones que en conformidad a la ley, deben tramitarse por la
Contraloría o su representación por la ilegalidad o inconstitucionalidad de que puedan adolecer. Para
este último evento, se consulta – por la Constitución- el trámite de la insistencia presidencial (a través
del decreto supremo de insistencia).
Cabe señalar que todo decreto consta por escrito y generalmente de una parte considerativa:
en que se exponen los fundamentos y motivos de su dictación y las disposiciones constitucionales y
legales en que se basa o que habilitan para su emisión, y una parte dispositiva: que es la que
contiene la orden o mandato administrativo que ha de ejecutarse.
Finalmente y antes de la firma del Ministro respectivo, y del Presidente de la República cuando
procede, el decreto lleva una serie de palabras que son significativas de otros tantos requisitos
(anotación, toma de razón, refrendación, registro, comunicación y publicación) que el decreto debe
cumplir en su tramitación. Se trata de las siguientes expresiones: “Anótese, tómese razón,
refréndese, regístrese, comuníquese y publíquese”; fórmulas que la jurisprudencia administrativa
distingue con el nombre de “Imperativos del Decreto”.
Toma de razón: Sin lugar a dudas, es éste el requisito de mayor interés que el Decreto
Supremo debe cumplir durante su tramitación, puesto que consiste nada menos que en el
pronunciamiento que debe hacerse acerca de su constitucionalidad y legalidad. Sabemos que este
pronunciamiento corresponde al Contralor General de la República, de acuerdo con el art. 13 de la
Ley Orgánica de la Contraloría (N° 10.336), pero pueden hacerlo también el Subcontralor, los jefes y
subjefes de División y los Contralores Regionales, todos ellos por orden del Contralor respecto de
determinadas materias que el Contralor haya señalado por resolución escrita.
Para realizar este estudio, la Contraloría dispone generalmente del plazo de 30 días, según lo
dispone el art. 13 de la ley N° 10.336.
Art. 13 Ley 10.336: “El Contralor General tomará razón de los decretos supremos y de las
resoluciones de los Jefes de Servicios, que deban tramitarse por la Contraloría, representará la
inconstitucionalidad o ilegalidad de que puedan adolecer, dentro del plazo de treinta días contados
desde la fecha de su recepción, pero deberá darles curso cuando, a pesar de su representación, el
Presidente de la República insista con la firma de todos sus Ministros.”
b) puede que se detecten vicios de fondo que importen transgresiones a las disposiciones
constitucionales o legales vigentes. En tal caso “representa el decreto”, es decir, prepara
un oficio en que fundamenta los motivos o causales porque a su juicio el decreto adolece
de ilegalidad o inconstitucionalidad y lo devuelve, en consecuencia, al Ministerio respectivo
donde se originó. No obstante, dice el art. 99 inc. 1° de la CPE y el art. 10 de la Ley de
Contraloría “deberá darles curso cuando, a pesar de su representación, el Presidente de
la República insista con la firma de todos sus Ministros“, a lo que añade el inc. 3° del art.
99 de la Carta que la insistencia no es procedente si la representación del decreto es por
causa de inconstitucionalidad. De aquí nace el Decreto de Insistencia que se verá, en
detalle, más adelante.
Registro: El trámite de registro de los decretos dice relación con la necesidad de llevar una
nómina detallada, por así decirlo, una hoja de vida, tanto de las personas como de los bienes del
Estado. Deben registrarse todos los decretos y resoluciones que dicen relación con el personal de la
Administración del Estado (funcionarios y empleados); nombramientos, ascensos, traslados,
permutas, medidas disciplinarias, licencias, feriados, permisos, expiración de funciones, etc. En una
palabra, mediante el registro se lleva una relación completa de todos los servicios prestados al Estado
por un determinado empleado y es, en virtud de este registro, que después se otorgan las hojas de
servicios de los funcionarios para ajustar determinados beneficios, como por ejemplo, bienios,
jubilaciones, desahucios, etc. Deben registrarse igualmente los decretos que se refieren, en general,
al movimiento de los bienes raíces fiscales. Así, por ejemplo, deben registrarse los decretos de ventas
y arrendamientos de terrenos fiscales, las concesiones, etc.
¿Qué ocurre con el Decreto si no cumple con estas exigencias? Sobre este particular, cabe
precisar que a ningún funcionario público le está permitido anticipar el cumplimiento de un Decreto
Supremo que no haya terminado su tramitación. La ley ha sido extremadamente rígida para condenar
este tipo de actuaciones, incluso con la pérdida de su empleo, según ya hemos visto (art. 17 de la Ley
Orgánica de Ministerios, DFL N° 7.912).
Estos requisitos o exigencias, ya vistos, que debe cumplir el Decreto Supremo para poder
perfeccionarse y producir efectos – denominados imperativos del decreto- también se aplican a las
resoluciones que dictan los órganos y autoridades de la Administración del Estado, distintos del
Presidente de la República, dotados de poder de decisión.
Revocación y Modificación de los Decretos Supremos:
Conviene tener presente, para estos efectos, que el decreto es un acto formal, una orden escrita
emanada del Presidente de la República, un acto administrativo como lo señala el art. 3 de la ley
19.880 (D.O. de 29.05.03).
De allí entonces que las reglas que atañen a su extinción serán, en general, las aplicables a
los actos administrativos (revocación e invalidación), que estudiaremos en su oportunidad y en detalle
al tratar la teoría general del acto administrativo y particularmente sus modos o causas de extinción.
En general, la duración de los Decretos Supremos está determinada por la naturaleza de éste
y especialmente por la materia sobre que recae, por lo que resulta difícil dar un principio general sobre
el particular. No obstante, puede señalarse que derogada una ley, se entiende implícitamente
derogado también y sin necesidad de una declaración especial, el decreto que la ha reglamentado. A
su vez, caducada una ley de efectos transitorios, caduca automáticamente el decreto que la ha
reglamentado, pero si la disposición de la ley transitoria se renueva posteriormente, renace igualmente
el reglamento, sin que sea necesario reglamentar de nuevo el precepto legal cuestionado.
Tratándose los decretos supremos rigen a su respecto las normas generales que para todos los
actos administrativos se contienen en la ley 19.880 (D.O. de 29.05.03), que será objeto de un estudio
en particular más adelante tratándose de la actividad jurídica de la Administración, al abordar la teoría
general del acto administrativo y que, en términos muy simples, dispone que los decretos para entrar
en vigencia han de publicarse (en el Diario Oficial) o notificarse (por carta certificada o personalmente),
en la forma prevista por la ley.
Decretos de Urgencia: es aquel decreto supremo que, por la índole de las materias sobre
que recae, debe cumplirse sin más trámite, es decir, se ejecuta in actum, para lo cual se publica de
inmediato en el Diario Oficial, cuando tal publicación es legalmente exigible, o se ejecuta al instante
en los casos en que no ha menester de esa publicación. Toda la tramitación formal del decreto queda
pospuesta, incluso el pronunciamiento sobre su legalidad y constitucionalidad que debe realizar la
Contraloría, a través del trámite de toma de razón.
El Decreto de Insistencia: Es aquel que dicta el Presidente de la República con la firma de todos
los Ministros de Estado, ordenando a la Contraloría General de la República que tome razón de un
Decreto Supremo o de una Resolución de un Jefe de Servicio, que previamente ha sido representada
por dicho organismo, por estimar que no se ajusta a la Constitución o a la ley (Arts. 98 y 99 de la CPE
y Art. 13 Ley 10.336). Sólo con la Constitución de 1980 el mecanismo de la insistencia alcanza
reconocimiento y rango constitucional.
Esta norma señala textualmente: “El Presidente de la República, con la firma de todos los
Ministros de Estado, podrá decretar pagos no autorizados por ley, para atender necesidades
impostergables derivadas de calamidades públicas, de agresión exterior, de conmoción interna, de
grave daño o peligro para la seguridad nacional o del agotamiento de los recursos destinados a
mantener servicios que no puedan paralizarse sin serio perjuicio para el país. El total de los giros que
se hagan con estos objetos no podrá exceder anualmente del dos por ciento (2%) del monto de los
gastos que autorice la Ley de Presupuestos. Se podrá contratar empleados con cargo a esta misma
ley, pero sin que el ítem respectivo pueda ser incrementado ni disminuido mediante traspasos. Los
Ministros de Estado o funcionarios que autoricen o den curso a gastos que contravengan lo dispuesto
en este número serán responsables solidaria y personalmente de su reintegro, y culpables del delito
de malversación de caudales públicos.”
Este decreto supremo fue dictado, por ejemplo, para paliar el déficit financiero experimentado
por el Sistema de Transporte Público de Santiago (Transantiago).
Este decreto es especial y excepcional por cuanto el principio rector y regla general es la
“legalidad del gasto”, esto es, que los órganos y autoridades de la Administración del Estado sólo
pueden disponer y ordenar los gastos que previa y expresamente les autoriza la ley (de presupuesto
u otras leyes especiales, como por ejemplo, la llamada “ ley del cobre” a las Fuerzas Armadas).
El ordenamiento jurídico ha sido muy estricto con ellos. Sus requisitos son los siguientes:
d) Una vez cursado el decreto por la Contraloría, pues está sujeto al control
obligatorio de constitucionalidad y legalidad d este organismo a través del trámite de toma
de razón para la verificación del cumplimiento de todos sus requisitos y exigencias, este
organismo deberá enviar copia íntegra de él y de sus antecedentes a la Cámara de
Diputados, por exigirlo así expresamente el art. 99 de la CPE. Este último requisito tiene
por finalidad hacer posible que la Cámara, fiscalizadora de los actos del Gobierno, quede
en condiciones de ejercitar sus facultades respecto de este decreto en particular.
Los dos primeros requisitos – a y b - deben constar en el decreto mismo; los últimos
corresponde comprobarlos y cumplirlos a la Contraloría General de la República.
LAS ORDENANZAS.
El léxico nos dice que “ordenanza” es el conjunto de preceptos dictados para el buen gobierno
de una ciudad o comunidad, o para regir la organización militar”.
Este concepto peca de excesiva amplitud pues otras fuentes, de las ya estudiadas, persiguen
o pueden perseguir análogos fines. Pero sí puede decirse que la ordenanza contiene siempre normas
de general aplicación. En esto se asemeja al reglamento con la salvedad que éste es siempre acto
administrativo en tanto la ordenanza puede o no serlo.
No obstante, respecto de ella podemos hacer una constatación a partir del derecho positivo y
es que no ha sido atribuida originariamente en el Derecho chileno al Presidente de la República, puesto
que no figura como una de sus atribuciones en el artículo 32 de la CPE.
En cambio, las leyes la contemplan – a las ordenanzas -como forma de actuación de los
Municipios (art. 10 de la Ley N° 18.695 Orgánica Constitucional de Municipalidades).
Lo cierto es que es posible hablar de dos clases de ordenanzas: las dictadas por los órganos
centralizados de la Administración del Estado, y las que emanan de los órganos descentralizados. Las
primeras se llaman comúnmente administrativas y las segundas, municipales.
Derogación y Modificación:
Estos organismos se encuentran facultados, por su propia ley orgánica constitucional, para
emitir ordenanzas (Arts. 5 letra d), 12 y 63 letra i) de su Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades
N° 18.695).
Según esta ley (Art. 12) las ordenanzas son normas generales y obligatorias aplicables a la
comunidad y en ellas podrán establecerse multas para los infractores.
Ellas se dictan para abordar materias relativas a aseo y ornato, tránsito, construcciones y otras
de competencia de las Municipalidades.
Se trata, entonces, de una atribución otorgada por la Ley y no por la Constitución al Municipio.
Esta potestad de fuente legal y de naturaleza siempre reglada tiene una doble limitación: en el
aspecto territorial, únicamente habrán de surtir efectos dentro del respectivo territorio jurisdiccional
(comuna o agrupación de comunas) de cada Municipio, y en cuanto al fondo, sólo pueden incidir en
aquellas materias que indica explícitamente su ley orgánica.
Sin perjuicio de ello, el control se efectúa por dos vías: una interna a cargo de la “Unidad o
Dirección de Control Municipal”, con facultad para fiscalizar la actividad presupuestaria y financiera de
la Corporación y, asimismo, para “representar” al alcalde los actos municipales cuando (dicha Unidad)
los estime ilegales (art. 24 ley 18.695); y un control externo que efectúa la Contraloría a través del
trámite del “registro”, en conformidad con lo dispuesto en los arts. 43 al 46 de la Ley de Municipalidades
N° 18.695.
LAS INSTRUCCIONES.
Constituyen finalmente fuentes positivas del Derecho Administrativo, las instrucciones, es decir
las órdenes que la autoridad administrativa imparte a los funcionarios o agentes públicos, relacionadas
con el correcto cumplimiento de la ley administrativa, o con la necesidad de desarrollar una más eficaz
y expedita administración. Las instrucciones son sin duda fuentes secundarias, si hemos de
compararlas con las demás fuentes hasta aquí analizadas y se supeditan a la Constitución, a ley,
reglamentos y decretos.
Las instrucciones admiten diversas clasificaciones según cuales sean sus efectos, la autoridad
de quien emanan, la materia sobre que recaen o las formalidades que invisten.
Características:
D) Sus finalidades no son otras que las de complementar las funciones de administrar
que a aquél corresponden, salvo por lo que hace a las instrucciones que hemos llamado de
fiscalización.
Si bien la instrucción es de carácter interno, esto es, rigen dentro y para la Administración, tienen
valor y fuerza obligatoria como fuente de Derecho Administrativo en las siguientes dimensiones:
Con esto terminamos el estudio de las fuentes positivas del Derecho Administrativo.
La Jurisprudencia.
La jurisprudencia no es sino, siguiendo a Claro Solar, “el hábito de juzgar una cuestión de la
misma manera y el resultado de este hábito”, o bien, el modo como las leyes son interpretadas por los
Tribunales, siguiendo a Planiol. Especial importancia tiene esta fuente tratándose del Derecho
Administrativo, mucho mayor por cierto que en el Derecho Privado, dado que la nuestra es una rama
más moderna, aún en gestación, y que no se encuentra codificada.
Esta jurisprudencia puede ser judicial o administrativa según emane de los Tribunales de
Justicia, a través de sus sentencias y fallos, o de la Contraloría General de la República, a través de
sus dictámenes jurídicos sobre las múltiples materias que le corresponde conocer de manera
exclusiva; del Director Nacional del Servicio de Impuestos Internos, a través de las denominadas
“Circulares”, en la interpretación y aplicación de las leyes tributarias, etc.
La Costumbre Administrativa:
Dice un autor que: “la costumbre es una norma jurídica que no resulta de una manifestación de
voluntad, sino de un simple comportamiento uniforme y constante, practicado con la convicción que
corresponde a una obligación jurídica”. Para nosotros la costumbre jurídica, como fuente de Derecho,
no es más que un conjunto de usos generalmente observados en un país o región, por tiempo
indeterminado y que han llegado a adquirir valor jurídico, lo que ocurre con las prácticas, usos y
hábitos, desplegados por los funcionarios públicos, existentes al interior de la Administración del
Estado.
La Doctrina Científica
Entendemos por tal, a las opiniones y teorías sustentadas por los tratadistas de Derecho
Administrativo que exponen su criterio en textos, libros, monografías, tratados y artículos ante los
tribunales, en la cátedra, o, en general, ante los organismos encargados de fallar o resolver un asunto
administrativo. No tiene fuerza obligatoria, pero su valor lo es moral y está dado por el prestigio y
reputación jurídica del autor que la sustenta. Particular relevancia ha tenido junto a la jurisprudencia
administrativa en la formación, desarrollo y modernización del Derecho Administrativo. Como dice un
autor la doctrina es fuente “indirecta”, porque su influencia es incuestionable sobre “el Legislador,
sobre los jueces y sobre la determinación de los principios generales del Derecho”.
Para terminar lo relativo a las fuentes del Derecho Administrativo es menester señalar la
preferencia con que corresponde aplicar unas fuentes con respecto a otras, en otras palabras, el mayor
o menor valor que jurídica y legalmente es posible asignar a unas en relación con las demás. En
definitiva, resolver lo relativo a su prelación.
Desde el punto de vista de su valor jurídico la prelación estará determinada por la jerarquía de
la norma y el órgano de quién emana. Así nos parece indudable que en el Derecho Administrativo
Chileno la prelación –que determina el mayor valor y preeminencia de una norma o fuente sobre otra
- es la siguiente:
1.-. Constitución Política del Estado, emanada de lo que, con razón, ha sido denominado por la
doctrina el “Poder Constituyente”;
2.-. La ley, en sus múltiples formas y en el siguiente orden: a) ley interpretativa de la
Constitución; b) ley orgánica constitucional; c) ley de quórum calificado y d) ley de bases; e) ley común
u ordinaria. A su vez, incluimos en el mismo rango de la ley común u ordinaria a los Decretos Leyes y
al Decreto con Fuerza de Ley, en atención a que su eficacia jurídica es idéntica a la ley común, en la
forma y términos analizados en su oportunidad.
3.-. Las ordenanzas; nos referimos a la condición jurídica que revisten las ordenanzas en el
Derecho Administrativo chileno, en donde, como según vimos, tienen prácticamente el valor de leyes.
4.-. Los reglamentos. El reglamento, por ser acto administrativo, tiene una graduación
jerárquica inferior al acto legislativo, a pesar de su generalidad y obligatoriedad.
5.-. Los decretos y resoluciones; dentro de este concepto genérico se comprende no sólo el
simple decreto, sino que también al de insistencia y al de emergencia y, mirado, desde otro aspecto,
se incluye no sólo al emanado del Presidente de la República, sino que al proveniente de los órganos
autónomos (decreto alcaldicio municipal) y al dictado por las autoridades jerárquicamente inferiores
llamadas resoluciones.
6.-. Las instrucciones,
7.-. La Costumbre, dado su carácter de fuente no escrita, queda por debajo de las fuentes
positivas, si bien en casos particulares adquiere una tremenda importancia y valor.
8.-. La jurisprudencia,
9.-. La doctrina científica,
Finalmente, cabe señalar que en nuestro Derecho Administrativo, el valor real y la eficacia real
de las fuentes se confunden y coinciden.