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(Lacan 1957-58) “Está pues el mensaje, el que no llega al

lugar del sujeto. Por otra parte, lo único que queda es el


material del significante, ese objeto, el látigo, que permanece
como un signo hasta el final, hasta el punto de convertirse en
el eje, y casi diría el modelo de la relación con el deseo del
Otro.”

I
Placer y displacer, dos dimensiones donde el sujeto
encuentra su determinación, dos dimensiones que separa
síntoma y fantasma y a su vez los une. Dos caras de una
misma moneda. Síntoma y fantasma, ese algo con el cual el
sujeto se enfrenta, camina, disfruta y sufre.
Es indudable que la búsqueda de análisis es empujada por la
queja, el sufrimiento del paciente, donde hay un algo que lo
supera y desborda, y a su vez traza su camino. Un
determinante ruidoso que da la posibilidad de buscar su
análisis.
Con relación al síntoma, el paciente tiene mucho que decir. -
no se hace necesario preguntar sobre él- Es ese algo que el
paciente vive desde un lugar de sufrimiento. Aunque se
reconoce un goce, debemos entender un goce donde la
satisfacción se mescla con una suerte de frustración, de
dolor, una suerte de displacer. (Miller 1983) “el paciente, a
propósito de su síntoma, habla y habla mucho (…) y habla
para lamentarse de él.”
El síntoma demanda interpretación. En su queja constante,
agobiante en algunos casos, el analizante asume una
posición de demanda. Teniendo en cuenta que toda demanda
es una demanda de amor, hay una demanda de amor al
analista, y es este el encargado de responder a dicha
demanda a través de la interpretación. Miller utiliza una
metáfora con relación a la demanda, “el analista responde
con pechos de significante” dando a entender que la
respuesta es desde el amor, pero con la única posibilidad que
el psicoanálisis permite, la palabra a través de la
interpretación. Es entonces la interpretación esencialmente
del síntoma, interpretación de síntomas.

Durante el análisis se puede encontrar un “bienestar” del


sujeto con relación a su queja, a su síntoma como formación
del inconsciente. Una relación diferente del sujeto con su
síntoma, pero estamos advertidos que esto es solo un efecto
terapéutico del análisis, donde en algunos casos es
indispensable para entrar en análisis.
A pesar de que el sujeto pueda hablar mucho de su síntoma
recordemos que lo hace desde el sufrimiento. Pero el síntoma
aparece ante el sujeto como enigmático, no tiene conociendo
sobre él y por eso demanda al analista su interpretación. En
este camino, el sujeto puede encontrar un bienestar del
sufrimiento, asumir una posición diferente con su síntoma. Es
acá donde se juega la ética del analista, poner en juego eso
de lo subversivo del análisis, ir más allá del bienestar, más
allá de lo esperado y buscar la depuración de lo fantasmático
donde ha encontrado su lugar el sujeto para defenderse de su
síntoma. El fantasma como lo placentero para el sujeto.

Es así como podemos pensar al fantasma como un residuo,


un residuo de la interpretación del síntoma. La dirección
entonces del análisis es la depuración de lo fantasmático, la
búsqueda del fantasma fundamental del cual el sujeto no se
queja, no nombra, pero encuentra lo placentero, encuentra un
lugar en el lugar del fantasma.
(Freud 1919) “A esta fantasía se anudan sentimientos
placenteros en virtud de los cuales se la ha reproducido
innumerables veces o se le sigue reproduciendo (…) la
fantasía era investida regularmente con elevado placer y
desembocaba en un acto de satisfacción autoerótica
placentera”.
Con relación al fantasma, el paciente no se lamenta,
encuentra en él un placer, una especie de seguridad con el
cual se enfrenta a su mundo. El fantasma es entonces este
recurso del paciente para enfrentarse al síntoma, “una
especie de consuelo a su sufrimiento”.
El sujeto no habla del fantasma en análisis, aparece
sentimientos de vergüenza demostrando cómo está en
contradicción a sus valores morales. Es notable ver como en
el obsesivo, tomando el ejemplo de Miller, aparece el
fantasma relacionado con el discurso de la perversión, pero
su fantasía se hace vergonzosa.
En mi experiencia clínica, un paciente neurótico obsesivo,
llega a consulta por sus problemas de consumo de sustancias
psicoactivas, que no le permiten vivir.
Su historia está rodeada de actos delincuenciales,
nombrándose “trucho” ante los demás, habla de ser un
“pistolero”, o mejor, de querer ser un “pistolero”. En el
recorrido que hizo por casi un año, encuentra cómo estos
actos delictivos “siempre terminan mal” no podía sostener sin
cometer un error. Este reconociendo del fracaso lo
avergonzaba mucho, le lleva tiempo reconocer su falta de
habilidad en lo delincuencial. Recordando que su
presentación de si mismo estaba basado en lo hábil como
delincuente.
Acompañado con ser pistolero, aparecía siempre una
posición de benefactor, de protector de los débiles; asumía
responsabilidades de proteger a los otros, familia, amigos y
demás. Creía tener esta responsabilidad que en algunos
momentos lo mostraba culposo.
Luego de un año de consultas semanales, se logra nombrar
como un “no tan hombre para ser pistolero”se reconoce en el
miedo al momento de ejecutar algún acto delictivo, y
reconoce cómo hacia algo para que las cosas le salieran mal.
En este paciente, al parecer, su fantasma es construido con
características particularmente agresivas, relacionada con su
historia de infancia, y alguna identificación con referentes
delictivos en sus padres, o los que funcionaron como tal.
Sentimientos de abandono acompaña lo referido por el
paciente hacia estos padres. Es notable el placer que
encontraba al narrar sus historias de “fechoría” y como al
reconocer sus errores en estos actos aparece la
vergüenza, “me siento como estúpido” refiere.
Por supuesto el consumo de drogas se relacionaba poco con
su fantasma, aunque él lo intentaba justificar en las primeras
sesiones, después de un año, logra hacer una separación de
las cosas, y encarar cada uno a su tiempo.
Es importante seguir la enseñanza de Freud en el tema del
fantasma, nos señala la presencia del fantasma y la
importancia dentro del análisis aunque reconoce cierta actitud
de desprecio por parte del analista que debe ser advertida.
(Freud 1919) “es verdad que el médico analista, siempre que
debe confesarse que esas fantasías las mas de las veces
permanecen apartadas del restante contenido de la neurosis
y no ocupa un sitio legitimo dentro de su ensambladura,
siente la sospecha que el problema no ha quedado resuelto
con ello; empero, uno suele desdeñar de buen grado tales
impresiones”.
Hay que remarcar acá la sospecha de lo no resuelto, para
poder seguir la importancia y lo determinante del fantasma en
el sujeto. Es así como lo remarca Miller al advertir como fin
del análisis, un cambio en la posición subjetiva con relación al
fantasma fundamental, un cambio construido en análisis.
Siguiendo la sospecha podemos ubicar, además de la
posición del sujeto, la función de consolación y al fantasma
como un transformador, para dirigir el goce al placer. Es
decir, dar al goce del síntoma insoportable, un sentido
placentero en el fantasma, una especie de defensa por parte
del sujeto a lo enigmático del síntoma. Aunque hay relación
entre síntoma y fantasma, se debe remarcar que el fantasma
fundamental nunca es interpretado, se puede tomar como un
residuo de la interpretación.

Pero ¿qué podemos entender por fantasma fundamental?


En “pegan a un niño”, Freud vacila si concederle a la primera
fase de la fantasía, del fantasma, el carácter de fantasma, y
duda en relación a la posibilidad de ser recuerdos o deseos
de diversas ocasiones. Dando a entender que “estas dudas
no tienen importancia alguna”.
Acá podemos pensar, algo que se intentará desarrollar más
adelante, si a lo que se refiere como la primera fase en
“pegan a un niño”, se le podría equiparar con el fantasma o lo
fantasmático, dado que la segunda fase nos dará la entrada
al termino fantasma fundamental y sus características.
Es así como debemos remarcar la gran importancia del
fantasma o lo fantasmático dentro del trabajo analítico, dado
que, aun siendo poco referido por el paciente, el fantasma
recubre todo el comportamiento del sujeto. Haciendo
necesario su decantación, el desmonte de eso fantasmático
para dar a la construcción en análisis del fantasma
fundamental.
(Freud 1919) “La fantasía se ha teñido de placer en alto
grado y se ha llenado con un contenido sustantivo (…) Esta
segunda fase es, de todas, la más importante y grávida en
consecuencias; pero en cierto sentido pudo decirse de ella
que nunca ha tenido una existencia real. Se trata de una
construcción del análisis.”
En el recorrido que hace Miller explica que este segundo
tiempo no aparece en la experiencia analítica, dado que está
ubicado en un lugar imposible de acceder. En esta dirección
pensamos el fantasma fundamental como una construcción
en análisis; es tomado como un punto límite.
Los fantasmas son evidentes en el comportamiento del
sujeto, pero aun siendo tan evidente, el sujeto no habla de
ellos, no intenta depurarlos. Fantasma y fantasma
fundamental se diferencian: fantasma es con lo cual el sujeto
se muestra y aparece frente a él; fantasma fundamental se
construye en análisis y “se refiere a ese punto límite”
(Miller 1983) “El fantasma fundamental es correlativo a lo que,
en lo reprimido, nunca podría salir a la luz. (…) hay una
represión originaria que no es un contenido o cosa que no
pueda decirse, sino que siempre habrá una represión más.
Siempre habrá un significante más que pueda advenir. (…) el
fantasma fundamental corresponde a la represión originaria”
Así entonces lo fantasmático se va “limpiando poco a poco en
dirección a una formalización”, en dirección de la
singularización del fantasma. Es ir desvaneciendo la suerte
de personajes, las hojas y ramas del tronco, eso que puede
cubrir y proteger el fantasma fundamental.
(Freud 1919). “Se habría desarrollado sobre la fantasía, una
superestructura de sueño diurnos muy ingeniosa y sustantiva
para la vida de la persona en cuestión, y que tenía como
función posibilitar el sentimiento de excitación satisfecha”.
El fantasma se extiende en toda la vida del sujeto, y lo
paradójico es que, el fantasma es lo más escondido que
tiene, y a su vez es lo más evidente en su comportamiento.

II
La relación del fantasma fundamental con el Otro es claro
para Freud, lo señala en sus “intelecciones” en “pegan a un
niño”, donde resalta que “la persona que pega sigue siendo la
misma, el padre.”Además nos indica que por regla general, la
segunda fase permanecerá inconsciente dando a entender su
intensidad en la represión y la aparición de la pasividad como
lo que protege al fantasma de permanecer inconsciente. “yo
soy azotado por el padre”

¿Cuál es la relación del fantasma con el Otro?


Podemos decir que es en la ausencia del Otro donde se
puede preguntar por su deseo, ¿qué va a buscar?, ¿Qué me
quiere? ¿Qué desea?. El mensaje, la respuesta del Otro a las
preguntas del sujeto por su ausencia “no llegan al lugar del
sujeto”, dice Lacan.
Esta ausencia produce o provoca los momentos angustiosos
donde entra en juego la construcción del fantasma como
respuesta a lo angustiosos de la ausencia, dando lugar al
placer en el fantasma, trasformando así el displacer en
placer.
En análisis se produce la presencia del fantasma, y es acá
donde la angustia hace su presencia, dice Miller, es acá
donde la angustia encuentra su ubicación. Lo que angustia es
el deseo del Otro y el fantasma se ubica como lo que tapona,
cubre la angustia suscitada por el deseo del Otro. Estructuras
fantasmáticas muy ingeniosas y sustantivas, dice Freud.
En el grafo del deseo, el matema lacaniano S(Abarrado) da
dos significaciones. Por un lado muestra la falta de un
significante en el campo del Otro, significante que nombra al
sujeto. Así pensamos al Otro como no completo necesario
para pensar el deseo en tanto que la falta permite al Otro
desear. Es entonces el matema S(Abarrado) el deseo del otro
y la falta de un significante que nombre al sujeto.
En el texto de lacan “el mito individual del neurótico”, se hace
un recorrido del caso clínico freudiano “el hombre de las
ratas”, y da a entender cómo el sujeto ante la falta del Otro,
tapona con su fantasma:“existe por un lado la frustración,
incluso una suerte de castración del padre”. Es en esta falta
donde el sujeto de las ratas pone su fantasma como tapón,
por ejemplo en el intento de pagar a toda costa la deuda,
deuda que ocupa el lugar de la deuda que castra al padre.
Esta falta es insoportable para el sujeto dando lugar a su
respuesta, tapona la falta del Otro con el fantasma. Como
insoportable la falta se juega en la clínica en tanto resistencia,
siendo así un tapón y a su vez un tope en la intervención,
donde en la medida en que se depura el fantasma hace su
presencia lo angustioso.|
El sujeto se queda sin lugar en el Otro en la medida que la
falta es falta de significante que nombre al sujeto, es
entonces el fantasma el lugar del sujeto. Funciona como un
dispositivo, que permite una articulación significante con el
objetivo de sujetar al goce, sostenerlo y tranquilizarlo. “es una
articulación significante fantasmática que permite dominar el
goce por vía de una relación con el objeto”, con esto le
permite al sujeto mantener al goce dentro de los límites del
principio del placer, vinculando así, a través del fantasma, el
goce y el placer.
Dado la falta de significante para el fantasma por parte del
sujeto, se presenta en la experiencia analítica como lo no
tocado, lo no alcanzado directamente por el significante. En
este sentido, Miller marca el fin de análisis del lado del
fantasma fundamental y no del síntoma, en el sentido que se
puede lograr un “bienestar” del síntoma, una relación
diferente del sujeto con su síntoma. Pero es solo en el cambio
de la posición subjetiva con su fantasma fundamenta cuando
podemos pensar el fin de análisis como una modificación. “es
el residuo de la interpretación del síntoma”.

III

Miller en su conferencia de 1983 propone tres dimensiones


del fantasma dando a entender que ayudará en la
comprender el tema.
En primer lugar, su aspecto imaginario:
En su texto de 1919, Freud anuncia esta dimensión del
fantasma, “Se había desarrollado sobre la fantasía, una
superestructura de sueños diurnos muy ingeniosa y
sustantiva para la vida de la persona…”
Por su parte Miller lo explica diciendo que es el
aspecto “correspondiente a todo lo que un sujeto puede
producir como imágenes”, es en esta dimensión imaginaria
donde se sitúan todos los fantasmas, correspondiente a los
aspectos del mundo en tanto imágenes y hasta sus
personajes del medio. Pertenece a la relación del “individuo y
sus imágenes”. Esta dimensión se va simplificando,
reduciendo, depurando en el análisis en la dirección de la
cura.

En segundo lugar, su dimensión simbólica:


Su aspecto simbólico, dimensión mucho más escondida. Se
refiere a una “pequeña historia” construida con las leyes de la
lengua. A lo simbólico del fantasma se llega ya en la caída de
las hojas de lo imaginario, apareciendo como una pequeña
historia. A este aspecto del fantasma se llega solo en la
eliminación, limpieza de la abundancia de lo imaginario.
En el texto freudiano se muestra con claridad el aspecto
significante del fantasma en el sentido de ser una frase, y sus
tres tiempos se construyen con variaciones de la lengua,
pegar, pegarse, hacerse pegar.
El carácter esencial del fantasma fundamental es su claridad,
al punto de no necesitar su demostración, es un tipo de frase
donde en lógica es un axioma, que va a estar en relación con
el Otro barrado, el matema S(Abarrado).

En tercer lugar, su dimensión real:


Con relación a la dimensión real del fantasma, su lógica se
puede ver en la definición del fantasma fundamental como un
residuo de la interpretación del síntoma. Un residuo que no
puede modificarse. Así siendo lo real lo imposible de
modificar, es entonces el fantasma fundamental un real en el
sentido de no poder cambiar. Se propone entonces el fin de
análisis en la modificación subjetiva, en la modificación de la
relación del sujeto con lo real del fantasma. Con su axioma.
Por eso se hace indispensable conocer la distinción entre
síntoma y fantasma, dado que podemos ubicar el síntoma y
el bienestar del sujeto, en el campo de la terapéutica como
efecto del análisis. Pero la obtención del fantasma
fundamental en la dirección de la cura, en el sentido ético del
análisis, ir más allá del bienestar.
En el síntoma vemos una dinámica, pero en el fantasma se
presenta una “estática”. Se presenta una inercia que tiene el
sentido de lo real como residuo de la interpretación. “un
componente real de inercia”.
En esta reducción, depuración del fantasma hasta el
fantasma fundamental, se va reduciendo “cada vez más a un
instante esencial, al punto del instante”.
Este instante fantasmático fija al sujeto en un lugar distintivo.
Dice Miler: “el sujeto del significante como tal no tiene lugar.
Se mueve con el significante y puede aparecer aquí o allá
siendo su ubicación siempre equivoca”. Con relación a la
fórmula del fantasma $◊a, siempre tiene un lugar para el
sujeto, un lugar fijo.
En la formula se propone la relación del sujeto con el objeto
a, “la fijación del sujeto por un objeto especial”. Se propone la
dirección del análisis en relación con el fantasma y no con el
síntoma. El lugar fijo del sujeto es con su objeto a en lo real,
el cambio va dirigido a un cambio subjetivo con esta relación.
No una interpretación del fantasma.
En esa decantación del fantasma como operación del acto
analítico, se presenta el objeto a como producto, como
residuo es su aspecto frase. Es entonces lo ético del análisis
en la medida que el deseo del analista “sea obtener de un
sujeto su fantasma fundamental”. Lo que el fantasma
manifiesta es que hay un real en lo simbólico. Un real en el
sentido de residuo y su articulación con su aspecto frase
como simbólico.
Esta articulación del fantasma se puede explicar con su
aspecto de axioma, como un sistema lógico que no cambia,
su aspecto real con relación a su aspecto simbólico.

IV
(Miller 1983) “El fantasma como un axioma no sólo para el
sujeto, sino que así también se presenta en la práctica
analítica”
El fantasma, entonces se reduce a una fórmula significante, lo
que no quiere decir que obedece a su estructura. De esto nos
advierte Freud “las fantasías permanecen apartadas del
restante contenido de la neurosis”. A demás, siendo el
sistema significante un sistema lógico, presenta fórmulas
inmodificables, sus axiomas.
Aun así, Miller nos recuerda como en los matemas, Lacan
liga al fantasma con la estructura neurótica. El matema
S(Abarrada) se refiere a ese significante donde ocupa un
lugar el fantasma como axioma simbólico.
El sujeto en análisis desvanece, depura su fantasma, dice y
habla de todo lo que puede saber, pero llega a un punto visto
como resistencia pero que en la experiencia analítica es
tomado como falta de palabras y de saber. En esta falta de
significante se aloja el resto, resto simbólico resistente en
tanto axioma fantasmático.
La importancia del fantasma como un axioma reside en la
medida que se entienda la logia de los axiomas como un
punto de partida. Frases que no tienen discusión dado que a
partir de ellas se puede producir verdades y falsedades. Pero
antes de los axiomas no hay nada. “son un punto de partida y
un punto límite”
Lo que implica que el fantasma es una creación significante
pura. En la medida que antes de poder nombrar algo, algo no
existe. El significante surge de la nada y es a partir de
nombrar la nada el mundo se crea. El sujeto crea sus
personajes y su medio en la medida que lo nombra, pero su
inicio es la nada.
A su vez es el punto límite, en tanto se depura el fantasma
volviendo hacia esa nada, encontrando en su lugar el axioma
fantasmático, el fantasma fundamental. En este sentido el fin
de análisis va en dirección de un cambio subjetivo con
relación al axioma.
(Miller 1983) “el fantasma fundamental, para Lacan, está
ligado a una significación absoluta. A una significación
despegada, separada de todo. La significación de: se pega a
un niño no tiene motivación anterior y es en sí misma un
comienzo absoluto.”
Siguiendo a Lacan, nombra esta significación absoluta en
muchos apartes de sus seminarios. Es su enseñanza aparece
de diferentes formas. En el seminario de 1957-1958 nos
muestra como el sujeto con relación a lo deseado “lo
simboliza en ultima instancia por medio del falo. El
significante del significado general, es el falo”.
A destacar acá el falo como lo velado, y “estará velado hasta
el fin de los siglos” dado que las posibilidades de que se
muestre como falo, será solo a través del signifícate que hará
su presencia. Significante último en relación con el
significado.

El fantasma fundamental es entonces la presencia del objeto


en forma de significante, en forma de una frase como axioma
sin posibilidad de saber más, “no sé mas, pegan a un
niño” nos dice Freud en su escrito sobre la importancia del
fantasma. Es entonces en esa imposibilidad de cambio de lo
axiomático, donde se articula la dirección de la cura en la
medida de un cambio de posición del sujeto ante su axioma.
(Lacan 1957-58) “La función del fantasma terminal es
manifestar un relación esencial del sujeto con el significante.”

Referencias:

1. Jacques Lacan. Las formaciones del inconsciente


(Paidos Bs. As 1957-58), pag 241-256.
2. Jacques Lacan. Intervenciones y textos 1(Manantial
Bs. As 1953), pag 37-59.
3. Jacques-Alain Miller. Dos dimensiones clínicas:
síntoma y fantasma (manantial. Bs.As. 1983). Pag 11-69
4. Sigmund Freud. Pegan a un niño (Amorrortu, tomo
XVII. Bs.As 1919). Pag 175-200

5. I- Binario síntoma - fantasma


"Del síntoma al fantasma y retorno" (curso del año 1982/83) es el referente que tiene
"Síntoma y fantasma", seminario dado en por J-A.Miller en Buenos Aires, centrado en la
primera enseñanza de Lacan, donde, con su predilección por los binarios, acentúa las
diferencias entre síntoma y fantasma, con una distinción que en ese momento considera
"esencial" para la dirección de la cura.
6. Destaca en el síntoma la primacía de lo simbólico, su articulación significante, su
importancia en la entrada en análisis y en el fantasma la fuerza de lo imaginario, la
prevalencia del objeto y su atravesamiento jugándose al final.
7. Se refiere a la experiencia en la práctica analítica diciendo que el analizante habla de su
síntoma para lamentarse, en cambio busca consuelo en el fantasma del que no habla, ya
que la vergüenza lo hace permanecer inconfesable.
8. El síntoma es enigma, "opacidad subjetiva" a descifrar (a diferencia de "la opacidad del
síntoma" presente en el título de nuestras próximas jornadas donde ya no hay nada a
descifrar…) y el fantasma fundamental no es objeto de interpretación sino de
construcción. Se trata de pasar de la selva fantasmática a su formalización con la
posibilidad que, al final, el sujeto cambie su relación con él.
9. Hay un residuo de la operación analítica sobre el fantasma al que llama cara "real" del
fantasma, "fantasma reducido" (como podemos leer en la p. 31 de "Síntoma y
Fantasma"), inmodificable, "escritura de la fijación del sujeto por un objeto especial".
10. Nos presenta ese "a", como producto del discurso analítico, coincidente con la caída del
Otro, es lo reducido, lo inmodificable (términos con los que solemos aludir también al
síntoma).
11. Podemos ver la implicación del fantasma en el síntoma, cosa que ya es notable en el
grafo entre s(A) -lugar del síntoma- y $ <> a -lugar del fantasma.
12. Volveré más adelante sobre este punto, a partir de las consideraciones que hace
actualmente Miller en su curso "Cosas de finura".

II- Salida del binario


En un momento dado, Lacan deja de hablar del fantasma y con una nueva definición supera la
dicotomía, forma un compuesto, comienza a hablar de sinthome y Miller se interroga acerca de
qué lo lleva a salir de ese clivaje.

Ya en Los signos del goce (versión española del curso de 1986 "Lo que hace insignia") señala
que Lacan ha introducido una renovación del concepto de síntoma al escribirlo como sinthome:
con un solo trazo, sigma, escribe significante y goce, S1 + a, incluyendo las operaciones de
alienación – separación (alienación por el significante amo y el "a" aislado como operación de
separación).
El fantasma es construido al mismo tiempo que se interpreta el síntoma y de ese modo la
pulsión enmascarada, interferida, por el fantasma se desenmascara con su atravesamiento (p.
251).

Logrando el aislamiento del objeto se desimaginariza el fantasma, reduciéndolo a la pulsión, y si


además se define al síntoma como goce que resiste, la dicotomía fantasma –síntoma queda
cuestionada y superada por un término tercero, sinthome, que incluye el goce que ambos tienen
en común.

En las "3ras. Conferencias Brasileñas" ( publicadas en "El síntoma charlatán") Miller escribe el
síntoma, en su ultima definición, en el medio del rombo del fantasma, como una mediación entre
el sujeto y el goce a través de la significación del Otro

$ <> a
$ < s(A) > a

El goce es entonces lo que le permite superar el clivaje: extrayendo del fantasma y de la pulsión
el concepto de goce, introduce la novedad que lo conducirá al sinthome, goce opaco, ya no goce
del sentido sino el fuera de.

Ese goce opaco que no cambiará, solo puede ser encarnado (tal como lo ha encarnado Joyce),
plus perturbador y doloroso, irreductible, no condicionado por el lenguaje sino por lalangue.

III- Nuevas intervenciones


¿Qué agrega o cuestiona el actual curso "Cosas de finura" (2008/ 9) a sus "intervenciones" de
los años ochenta?

Destaco tres puntos:

1. "el punto exquisito del fantasma"


Miller sigue afirmando que el fantasma es una pequeña historia que se rodea de silencio, que
hay dificultad para su confesión y que "representa un punto exquisito", punto exquisito que
Lacan extiende al síntoma cuando el síntoma es conceptualizado como condensador de goce (a
<> J).
Se trata aquí de un goce no encapsulado, goce por todas partes, fondo de goce…como dice en El
Seminario XX.

2. "la interpretación que hace explotar el fantasma"


El sujeto está encaramado en su fantasma y la fractura de éste lo destituye como sujeto y se
pasa a hablar de parlêtre, "el pase del parlêtre no es la travesía del fantasma, es la elucidación
de su goce", diferenciando la salida por atravesamiento de la salida por identificación al síntoma
(clase 9).

En el curso actual Miller piensa el fantasma como una molécula de dos átomos: significante y
goce y "la interpretación opera separando ambas"
Así como Lacan en "La Tercera" propone una interpretación que haga "reventar el síntoma" aquí
Miller propone una que haga "explotar el fantasma".

Entiendo que la construcción es la operación que permite la formalización del fantasma pero es
la interpretación la que opera su fractura.

Y no cualquier interpretación: "una interpretación que hace explotar la molécula del fantasma"
dice Miller en la clase 17, e introduce el valor de la interpretación que se hace jaculación.

La interpretación como jaculación tiene su referencia en Lacan, en el seminario RSI, en la clase


del 11 de febrero, donde da una vuelta sobre el efecto y el alcance de la interpretación analítica,
y menciona a la jaculación como forma lograda de interpretación, aquella que anuda.

En la lectura de ese seminario J. C. Indart investigó el origen de la jaculación: es un término que


en latín significa "lanzar", usado en la Edad Media para designar el lanzamiento, a caballo, de
una especie de jabalina para hacerla caer en determinado lugar. De ahí pasó a ser usada como
forma de elevar una plegaria y fue tomando un sentido religioso…donde lo importante es el
fervor con que se lanza la oración. No se trata entonces de las palabras sino de cómo ellas son
"lanzadas".

El valor de la interpretación como jaculación es entonces aquella interpretación eficaz que no


tiene por finalidad la significación sino hacer resonar el goce, hacer "explotar la molécula del
fantasma"

3- El fin como "acomodamiento"


J-A.Miller, con cierta gracia, se burla un poco de las maravillas que hemos esperado del fin de un
análisis y propone una meta más modesta: obtener "arreglos", que el displacer del síntoma
disminuya y se esté más confortable: "La satisfacción del fin no es un atravesamiento sino un
acomodamiento". Acomodamiento que entiendo como "saber hacer", "saber desembrollarse".
No se trata entonces sólo del atravesamiento, fractura del fantasma con extracción de saber
sobre el goce que deja siempre un grado de insatisfacción. Es un "acomodamiento" como
encarnación del síntoma con satisfacción por una nueva relación con lo que no cambia.

IV- Construcción y fractura del fantasma, su relación con el


síntoma y la satisfacción del final
Brevemente me serviré del testimonio que Antoni Vicens dio, aquí, en ocasión del último
Congreso de la AMP y que llamó así: "Testimonio".

Define su síntoma como "síntoma obsesivo, una combinatoria de desprecio por el otro sexo,
algunos sonidos articulados, algunas imágenes del entorno cultural y sobre todo, un gran
esfuerzo por domesticar la mirada (…) querer mirar la muerte cara a cara "

El fantasma es presentado en su construcción y fractura.

Parte de lo que llama "El sueño de mi vida":


"Subo la escalera tras mi hermano mayor, pero luego lo adelanto, yo subo más aprisa. Al llamar
a la puerta del final, ésta se hunde; en la oscuridad hay dos ojos brillantes. Aterrorizado me
arrojo por el ojo de la escalera" Despierto.

"La mirada del Otro causa mi división…", "¿eso es todo?", se pregunta, ya que saberlo no le evita
volver a precipitarse en lo que él llama su "neurosis de fracaso".

Elabora el contexto edípico de esa mirada, dice: "era la mía, frente a la escena primitiva; (…) Y
era también la mirada de un viejo, mi abuelo, escudriñando a través de una rendija transparente
el goce de su primogénito.

No fue difícil desligar el mandato superyoico con el que lo indecible del objeto "a" se traducía al
lenguaje. Quiero saber más que mi hermano, el sabio; por ello soy castigado a desaparecer por
el agujero y las tinieblas.".

La construcción y la fractura están escandidas en 3 tiempos y señala en cada uno el efecto del
análisis:

1. "He visto algo que no debía ver; por ello no puedo decir lo que vi. El análisis me permitió
levantar la prohibición y transformarla en obligación".
2. "He visto algo que debo decir. Ello me abrió paso al cultivo del concepto, la posición de
enseñante" ( en su familia varios ejercían la enseñanza)
3. "No he visto ‘nada’. En efecto, nada había que ver tras la débil pantalla. ‘Nada’ era lo
que hacia de mi madre una mujer, aquello que mi padre no sabia muy bien cómo
tratar."

Concluye: es una "bella construcción que me llevó al desanudamiento de un análisis."

Fracturado el fantasma, el síntoma es presentado de esta manera:

"En las ultimas sesiones se presentó otro objeto, ocultado por la mirada fulgurante, esta vez sin
sueño, es una deducción lógica: es el ‘Vete’, que una voz sin sonido profería desde el abismo"

Ubica esa repetición a la que llama "demoníaca" del "¡Vete!" como lo que dominaba su síntoma :
"¡Vete de casa!"- "¡Vete a la guerra!"…"¡Vete!" "¡Vete!".

El viraje se produce al descubrir la ambigüedad "desatinada" que encerraba el imperativo: el


"¡Vete!" era siempre un "No te vayas" surgido de una demanda incapaz de transmutarse en el
amor que hace que una vida merezca su muerte. De aquella ambigüedad surgía la mortificación
de todo amor y toda esperanza".

En lo que llama "un nuevo pacto con la vida", "un nuevo síntoma", el analizante dice: "ya no
necesito la destrucción (…) por el pensamiento para amar la vida, la vida porta la destrucción, la
vida, ella misma".

Como el análisis se desarrollaba en francés "ella misma" sonó "ella me ama".


Finaliza su testimonio: "‘La vida me ama’ es una frase absurda, delirante. Yo la acepté como
salida". "La ironía del mensaje me confirmaba el desanudamiento de la obsesión tenaz y mi
existencia se aligeraba".

Modo precioso y preciso de dar cuenta de la construcción y fractura de su fantasma


fundamental, la relación con el síntoma y la satisfacción en una nueva posición vivificante.

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