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I
Placer y displacer, dos dimensiones donde el sujeto
encuentra su determinación, dos dimensiones que separa
síntoma y fantasma y a su vez los une. Dos caras de una
misma moneda. Síntoma y fantasma, ese algo con el cual el
sujeto se enfrenta, camina, disfruta y sufre.
Es indudable que la búsqueda de análisis es empujada por la
queja, el sufrimiento del paciente, donde hay un algo que lo
supera y desborda, y a su vez traza su camino. Un
determinante ruidoso que da la posibilidad de buscar su
análisis.
Con relación al síntoma, el paciente tiene mucho que decir. -
no se hace necesario preguntar sobre él- Es ese algo que el
paciente vive desde un lugar de sufrimiento. Aunque se
reconoce un goce, debemos entender un goce donde la
satisfacción se mescla con una suerte de frustración, de
dolor, una suerte de displacer. (Miller 1983) “el paciente, a
propósito de su síntoma, habla y habla mucho (…) y habla
para lamentarse de él.”
El síntoma demanda interpretación. En su queja constante,
agobiante en algunos casos, el analizante asume una
posición de demanda. Teniendo en cuenta que toda demanda
es una demanda de amor, hay una demanda de amor al
analista, y es este el encargado de responder a dicha
demanda a través de la interpretación. Miller utiliza una
metáfora con relación a la demanda, “el analista responde
con pechos de significante” dando a entender que la
respuesta es desde el amor, pero con la única posibilidad que
el psicoanálisis permite, la palabra a través de la
interpretación. Es entonces la interpretación esencialmente
del síntoma, interpretación de síntomas.
II
La relación del fantasma fundamental con el Otro es claro
para Freud, lo señala en sus “intelecciones” en “pegan a un
niño”, donde resalta que “la persona que pega sigue siendo la
misma, el padre.”Además nos indica que por regla general, la
segunda fase permanecerá inconsciente dando a entender su
intensidad en la represión y la aparición de la pasividad como
lo que protege al fantasma de permanecer inconsciente. “yo
soy azotado por el padre”
III
IV
(Miller 1983) “El fantasma como un axioma no sólo para el
sujeto, sino que así también se presenta en la práctica
analítica”
El fantasma, entonces se reduce a una fórmula significante, lo
que no quiere decir que obedece a su estructura. De esto nos
advierte Freud “las fantasías permanecen apartadas del
restante contenido de la neurosis”. A demás, siendo el
sistema significante un sistema lógico, presenta fórmulas
inmodificables, sus axiomas.
Aun así, Miller nos recuerda como en los matemas, Lacan
liga al fantasma con la estructura neurótica. El matema
S(Abarrada) se refiere a ese significante donde ocupa un
lugar el fantasma como axioma simbólico.
El sujeto en análisis desvanece, depura su fantasma, dice y
habla de todo lo que puede saber, pero llega a un punto visto
como resistencia pero que en la experiencia analítica es
tomado como falta de palabras y de saber. En esta falta de
significante se aloja el resto, resto simbólico resistente en
tanto axioma fantasmático.
La importancia del fantasma como un axioma reside en la
medida que se entienda la logia de los axiomas como un
punto de partida. Frases que no tienen discusión dado que a
partir de ellas se puede producir verdades y falsedades. Pero
antes de los axiomas no hay nada. “son un punto de partida y
un punto límite”
Lo que implica que el fantasma es una creación significante
pura. En la medida que antes de poder nombrar algo, algo no
existe. El significante surge de la nada y es a partir de
nombrar la nada el mundo se crea. El sujeto crea sus
personajes y su medio en la medida que lo nombra, pero su
inicio es la nada.
A su vez es el punto límite, en tanto se depura el fantasma
volviendo hacia esa nada, encontrando en su lugar el axioma
fantasmático, el fantasma fundamental. En este sentido el fin
de análisis va en dirección de un cambio subjetivo con
relación al axioma.
(Miller 1983) “el fantasma fundamental, para Lacan, está
ligado a una significación absoluta. A una significación
despegada, separada de todo. La significación de: se pega a
un niño no tiene motivación anterior y es en sí misma un
comienzo absoluto.”
Siguiendo a Lacan, nombra esta significación absoluta en
muchos apartes de sus seminarios. Es su enseñanza aparece
de diferentes formas. En el seminario de 1957-1958 nos
muestra como el sujeto con relación a lo deseado “lo
simboliza en ultima instancia por medio del falo. El
significante del significado general, es el falo”.
A destacar acá el falo como lo velado, y “estará velado hasta
el fin de los siglos” dado que las posibilidades de que se
muestre como falo, será solo a través del signifícate que hará
su presencia. Significante último en relación con el
significado.
Referencias:
Ya en Los signos del goce (versión española del curso de 1986 "Lo que hace insignia") señala
que Lacan ha introducido una renovación del concepto de síntoma al escribirlo como sinthome:
con un solo trazo, sigma, escribe significante y goce, S1 + a, incluyendo las operaciones de
alienación – separación (alienación por el significante amo y el "a" aislado como operación de
separación).
El fantasma es construido al mismo tiempo que se interpreta el síntoma y de ese modo la
pulsión enmascarada, interferida, por el fantasma se desenmascara con su atravesamiento (p.
251).
En las "3ras. Conferencias Brasileñas" ( publicadas en "El síntoma charlatán") Miller escribe el
síntoma, en su ultima definición, en el medio del rombo del fantasma, como una mediación entre
el sujeto y el goce a través de la significación del Otro
$ <> a
$ < s(A) > a
El goce es entonces lo que le permite superar el clivaje: extrayendo del fantasma y de la pulsión
el concepto de goce, introduce la novedad que lo conducirá al sinthome, goce opaco, ya no goce
del sentido sino el fuera de.
Ese goce opaco que no cambiará, solo puede ser encarnado (tal como lo ha encarnado Joyce),
plus perturbador y doloroso, irreductible, no condicionado por el lenguaje sino por lalangue.
En el curso actual Miller piensa el fantasma como una molécula de dos átomos: significante y
goce y "la interpretación opera separando ambas"
Así como Lacan en "La Tercera" propone una interpretación que haga "reventar el síntoma" aquí
Miller propone una que haga "explotar el fantasma".
Entiendo que la construcción es la operación que permite la formalización del fantasma pero es
la interpretación la que opera su fractura.
Y no cualquier interpretación: "una interpretación que hace explotar la molécula del fantasma"
dice Miller en la clase 17, e introduce el valor de la interpretación que se hace jaculación.
Define su síntoma como "síntoma obsesivo, una combinatoria de desprecio por el otro sexo,
algunos sonidos articulados, algunas imágenes del entorno cultural y sobre todo, un gran
esfuerzo por domesticar la mirada (…) querer mirar la muerte cara a cara "
"La mirada del Otro causa mi división…", "¿eso es todo?", se pregunta, ya que saberlo no le evita
volver a precipitarse en lo que él llama su "neurosis de fracaso".
Elabora el contexto edípico de esa mirada, dice: "era la mía, frente a la escena primitiva; (…) Y
era también la mirada de un viejo, mi abuelo, escudriñando a través de una rendija transparente
el goce de su primogénito.
No fue difícil desligar el mandato superyoico con el que lo indecible del objeto "a" se traducía al
lenguaje. Quiero saber más que mi hermano, el sabio; por ello soy castigado a desaparecer por
el agujero y las tinieblas.".
La construcción y la fractura están escandidas en 3 tiempos y señala en cada uno el efecto del
análisis:
1. "He visto algo que no debía ver; por ello no puedo decir lo que vi. El análisis me permitió
levantar la prohibición y transformarla en obligación".
2. "He visto algo que debo decir. Ello me abrió paso al cultivo del concepto, la posición de
enseñante" ( en su familia varios ejercían la enseñanza)
3. "No he visto ‘nada’. En efecto, nada había que ver tras la débil pantalla. ‘Nada’ era lo
que hacia de mi madre una mujer, aquello que mi padre no sabia muy bien cómo
tratar."
"En las ultimas sesiones se presentó otro objeto, ocultado por la mirada fulgurante, esta vez sin
sueño, es una deducción lógica: es el ‘Vete’, que una voz sin sonido profería desde el abismo"
Ubica esa repetición a la que llama "demoníaca" del "¡Vete!" como lo que dominaba su síntoma :
"¡Vete de casa!"- "¡Vete a la guerra!"…"¡Vete!" "¡Vete!".
En lo que llama "un nuevo pacto con la vida", "un nuevo síntoma", el analizante dice: "ya no
necesito la destrucción (…) por el pensamiento para amar la vida, la vida porta la destrucción, la
vida, ella misma".