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Filosofía
La filosofía de Platón
IES “SÉNECA”
Departamento de Filosofía
Historia de la Filosofía
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ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN.
2. BIOOGRAFÍA Y OBRAS.
2.1. Biografía.
2.2. La obra platónica: los diálogos.
3. LA POLÍTICA COMO COORDENADA BÁSICA DEL PENSAMIENTO PLATÓNICO.
4. LA METAFÍSICA Y LA ONTOLOGÍA PLATÓNICAS: LA TEORÍA DE LAS IDEAS.
4.1. Introducción.
4.2. Concepción platónica de las Ideas.
4.3. Dualismo metafísico y dualismo ontológico: mundo inteligible y mundo sensible.
4.4. Las Ideas: una realidad jerarquizada.
4.5. Relaciones entre los dos mundos: las doctrinas de la participación y la imitación.
4.6. Génesis y estructura del mundo sensible: la cosmogonía y cosmología platónicas.
5. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO PLATÓNICA.
5.1. Relación epistemología-ontología.
5.2. La epistemología platónica.
5.3. Ciencia y opinión: los grados del conocimiento.
5.4. La doctrina de la anámnesis (reminiscencia).
6. LA ANTROPOLOGÍA Y PSICOLOGÍA PLATÓNICAS: CONCEPCIÓN DUALISTA DEL HOMBRE.
6.1. El planteamiento del alma en el pensamiento griego.
6.2. La naturaleza del alma en Platón.
6.3. La naturaleza del cuerpo y la relación cuerpo-alma en Platón.
6.4. El destino último del alma.
7. LA ÉTICA Y POLÍTICA PLATÓNICAS.
7.1. La Ética en Platón.
7.2. El orden político.
8. TEXTO SELECTIVIDAD PLATÓN: REPÚBLICA, LIBRO VII ,514A-517C.
9. GUÍA DE LECTURA TEXTO SELECTIVIDAD PLATÓN.
10. VOCABULARIO BÁSICO TEXTO SELECTIVIDAD PLATÓN.
11. VOCABULARIO FILOSOFÍA PLATÓNICA.
12. ACTIVIDADES SOBRE LA FILOSOFÍA PLATÓNICA Y SOBRE EL TEXTO DE SELECTIVIDAD.
13. COMENTARIO DE TEXTO TIPO SELECTIVIDAD.
14. ACTUALIDAD DEL PENSAMIENTO PLATÓNICO.
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1. INTRODUCCIÓN.
La filosofía griega alcanza en Platón su madurez y plenitud. Sus aportaciones marcarán
de tal modo las coordenadas de interpretación racional del mundo y del hombre, que es
considerado como uno de los filósofos, junto con Aristóteles, que más han influido en el
pensamiento posterior.
La filosofía de Platón tiene como
trasfondo la reacción y el enfrentamiento al
convencionalismo y relativismo de la
sofística, a la que considera disgregadora e
incapaz de ofrecer un sustrato firme para la
organización de la sociedad y una base segura
al conocimiento. Nacido, como los sofistas y
Sócrates, en un ambiente de preocupación por
la organización de la polis, su objetivo es
encontrar unas bases sólidas en las que apoyar
la reforma que está necesitando una sociedad
que, pese a la democracia, ha sido capaz de
condenar legalmente a Sócrates.
Así pues, toda la filosofía de Platón está
animada por un claro propósito de reforma
política, ya que Platón se muestra desde muy
joven especialmente interesado en cambiar las
bases, según él corruptas, de la convivencia
ateniense. Pero, al poner en práctica este
propósito reformista, Platón construye un
amplio entramado teórico, de honda
repercusión en nuestra cultura.
A esta finalidad política de la filosofía platónica habría que añadir, por un lado, una
intención ética, ya que, frente al relativismo de los sofistas, Platón reclama la existencia de una
idea eterna e inmutable de la justicia que sirva de base a su organización política. Y, por el otro,
una intención científica, dado que, influido por las ideas de Sócrates y Parménides, está
convencido de que el auténtico conocimiento, es decir, la ciencia, sólo puede tratar de objetos
permanentes y estables, inmunes al cambio que observamos en la realidad sensible. De este
modo, buscando unos principios inmutables sobre los que asentar un orden político estable para
la polis, desarrolla su Teoría de las Ideas.
Con Platón nos encontramos por primera vez con lo que podría considerarse un sistema
completo de pensamiento, en el que se plantean prácticamente todas las cuestiones que hasta ese
momento habían ocupado a la filosofía griega: en efecto, tanto él como, posteriormente,
Aristóteles ofrecen dos explicaciones completas sobre todos los temas tratados en la tradición
filosófica anterior (problema de la Naturaleza y temas ético-políticos).
2. BIOGRAFÍA Y OBRAS DE PLATÓN.
2.1. Biografía.
Aristocles, verdadero nombre de Platón, nació en Atenas en el año 427 a. C. en el seno de
una familia aristocrática. Su padre descendía de Codro, último rey de Atenas, y numerosos
familiares suyos habían desempeñado cargos de responsabilidad política.
Su formación es la de un privilegiado: recibió enseñanzas de Cratilo, seguidor de la filosofía
de Heráclito, pero el maestro que influyó decisivamente en su pensamiento fue Sócrates. Conoció a
Sócrates en el año 407 a. C., a sus 20 años, y se hizo discípulo incondicional suyo hasta la muerte
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de aquél en el año 399 a. C. Además, aprende todo tipo de materias: matemáticas, geometría, arte,
dialéctica, etc.
Como en tantos jóvenes atenienses, su primera vocación fue la política, pero pronto se sintió
desengañado, primero por la aristocracia y, más tarde, por la democracia. En su juventud vivió de
cerca las consecuencias nefastas para Atenas de la Guerra del Peloponeso, que la enfrentó a la
militarista polis de Esparta.
En el año 404 a. C., mermada la confianza de Atenas en la democracia tras su derrota frente
a Esparta, se produjo en Atenas una revuelta política, que instauró un nuevo gobierno: el régimen de
los Treinta Tiranos. En este nuevo régimen estaban sus tíos Cármides y Critias, que invitaron al
joven Platón a participar con ellos en el gobierno de la ciudad. Platón se mostró reservado y,
después, tras la violencia desatada por este régimen, se mostró francamente decepcionado. La caída
posterior de la Tiranía de los Treinta renovó sus esperanzas de intervenir directamente en la política
ateniense, pero pronto volvieron a truncarse, al comprobar cómo la restaurada democracia llevó a su
maestro y amigo Sócrates a los tribunales de justicia, condenándole además a muerte.
Después de estos hechos, en Platón quedó marcada para siempre una profunda convicción
que inspirará toda su obra, y en la que se unen la vocación política y la vocación filosófica.
Tras la muerte de Sócrates, Platón se refugia en Megara. Más tarde, viaja a Egipto y al sur
de Italia, donde entra en contacto con las que serán su segunda gran influencia filosófica: las
doctrinas pitagóricas y órficas.
En el año 388 a. C. comienza en Sicilia su relación con
Dión, cuñado de Dionisio I, tirano de Siracusa. El sueño de Dión
era que Platón hiciese de su cuñado un gobernante filósofo de
acuerdo con su teoría política, y, de nuevo, nuestro autor ve una
excelente oportunidad para poner en práctica sus ideales políticos.
Pero esta tarea acabó fracasando porque Dionisio I no tenía ni las
cualidades ni la suficiente paciencia como para adecuarse a las
enseñanzas de Platón; de ahí que lo desterrara, ordenando que
fuese mandado a Egipto para ser vendido como un esclavo. Parece
ser que la fortuna permitió que Platón fuese reconocido por otro
discípulo de Sócrates, Anicérides, el cual pagó su rescate y le
permitió volver a ser un hombre libre.
Así pues, Platón regresa a Atenas y funda la Academia,
que se constituyó en un centro cultural de primer orden, reuniendo a un grupo de discípulos
provenientes de diferentes puntos de Grecia, entre los cuales llegará a estar Aristóteles. Allí, Platón
trató de formar una escuela siguiendo el modelo de los pitagóricos, en cuyo frontón de la entrada se
leía: “no traspasará esta puerta quien no sepa matemáticas”. Dentro, discípulos y maestros
convivían amistosamente dialogando y buscando la verdad, tal y como el propio Platón aprendiera
de Sócrates y refleja así mismo en su obra escrita: los diálogos. Esta institución educativa tenía
además, para Platón, el claro objetivo de formar y educar a la futura elite dirigente de Atenas, es
decir, su “sueño político” nunca le abandonó del todo.
De hecho, viaja por segunda vez a Siracusa tras la muerte de Dionisio I (367 a.C.). Su amigo
Dión tiene fundadas esperanzas de que su sobrino y futuro gobernante, Dionisio II, sea más
receptivo a las enseñanzas platónicas. Pero, de nuevo, tal tarea fracasa por la escasa predisposición
de Dionisio II para encarnar el ideal político del rey-filósofo. Platón regresa, desengañado otra vez,
a Atenas, prosiguiendo en la Academia su labor educativa y revisando su propio pensamiento
filosófico. Aún una última vez, y ya con 66 años, Platón volvió de nuevo a Siracusa con idénticos
objetivos a los de las dos veces anteriores, volviendo a cosechar otro rotundo fracaso. Desde ese
momento, la vida de Platón transcurrirá en Atenas, centrándose por completo en la Academia hasta
su muerte, con aproximadamente 80 años, en el año 347 a. C.
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2.2. La obra platónica: los diálogos.
Platón es un gran escritor, tal vez el más brillante de toda la filosofía griega, pues su estilo es
claro, y tiene, en muchas ocasiones, un alto valor literario. No deja de ser curioso que exponga, no
sólo su pensamiento, sino también el de sus oponentes, trasmitiéndonos así un completo y variado
retrato intelectual de su época.
Las obras de Platón están escritas, por tanto, en forma
de diálogo y suponen una ventana abierta a los problemas de
la época, tanto por los temas que en ellas se tratan como por
los personajes que intervienen. No deja, pues, tratados
sistemáticos sino conversaciones, a menudo salpicadas de
bromas, en las que continuamente aparece la anécdota. Las
razones que se han dado para explicar este hecho son varias:
• el diálogo era una costumbre profundamente
arraigada entre los atenienses;
• por afinidad con su propio método dialéctico;
• Sócrates había desarrollado su filosofía en forma de diálogo, sin escribir nunca
nada...
Además de por lo anterior, nuestro autor pudo haber recurrido al diálogo por su propia
concepción de la filosofía. Para Platón, la filosofía es, en primer lugar, ruptura, crítica, repulsa de la
opinión, de los hábitos mentales aceptados corrientemente. Y esto es lo que él pretende conseguir
con los diálogos: demostrar lo inconsistente de toda actitud mental y de toda conducta fundada en la
opinión, “doxa”; poner en evidencia el vacío de la opinión, y hacer ver que la opinión, aunque se
presente como coherente y como fundada en hechos y evidencias, no es sino expresión de la pasión,
del capricho, de la manipulación del lenguaje.
Pero como la reflexión filosófica no es sólo repulsa, sino construcción, los diálogos
platónicos, después de haber demostrado que la opinión no es válida, se esfuerzan por construir un
razonamiento que satisfaga a todo individuo de buena fe y le permita responder eficazmente a las
preguntas tanto teóricas como prácticas que se le planteen.
Platón, además, incluye en sus diálogos numerosos ejemplos y mitos para intentar hacer
más sencilla y didáctica la exposición de su obra. Y es que no podemos olvidar que Platón quería
que su pensamiento se comprendiera y divulgara, pues estaba firmemente convencido de que éste
era el único modo de educar en la verdad al pueblo ateniense. Ahora bien, eso no quiere decir que
no existan, también, en sus obras pasajes oscuros y complicados, sobre todo aquéllos en los que el
propio Platón revisa sus ideas o en los que expone los temas más abstractos de su pensamiento.
El personaje central de ellos es Sócrates y, en torno a él, aparecen personajes
reconocibles de su tiempo: sofistas, filósofos, amigos y parientes de Platón, etc. Sólo en los
primeros diálogos se refleja fielmente el pensamiento que se supone que sostenía Sócrates. En los
diálogos posteriores, aunque siga apareciendo la figura de Sócrates, en realidad el pensamiento que
expone Sócrates en ellos no era otro que el del propio Platón.
Cada diálogo se centra en un tema de investigación, normalmente una virtud o una idea;
pero en casi todos ellos aparecen los temas centrales de su filosofía: su concepción del hombre, de
la sociedad, de la realidad, su teoría del conocimiento, etc. Entre diálogos y cartas nos han llegado
36 obras de Platón, que, tradicionalmente, se ordenan de acuerdo con la siguiente clasificación:
1. Período socrático: son los diálogos que escribe Platón antes de realizar su primer viaje a
Siracusa en el 388 a. C.; reciben este nombre porque intentan reflejar la personalidad y la filosofía
de Sócrates, así como exonerarle de las inculpaciones que le llevaron a la muerte. En estos diálogos
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de juventud el tema fundamental es la virtud, todavía no aparece la Teoría de las Ideas. Títulos
importantes de este período son: Apología de Sócrates, Critón, Ión, Lisis, Protágoras, Laques,
Cármides y Eutrifón.
2. Período de transición: son los diálogos publicados entre los años 388 y 385 a. C. En ellos
empieza a despuntar la filosofía genuinamente platónica, esbozándose la Teoría de las Ideas. Entre
ellos están: Hipias Menor, Hipias Mayor, Gorgias, Menéxeno, Crátilo y Menón.
3. Período de madurez: los escritos entre los años 385 y 370 a. C., época en la que Platón escribe
sus diálogos más importantes cuyos temas centrales son las Ideas, el conocimiento, la dialéctica, la
organización del Estado. Destacan: Banquete, Fedón, Fedro y República.
4. Período de vejez: los escritos desde el 370 a. C. hasta su muerte, suponen en muchos casos una
crítica a algunas de sus teorías anteriores. Entre ellos están: Teeteto, Parménides, Sofista,
Político, Filebo, Timeo, Critias y Las Leyes.
3. LA POLÍTICA COMO COORDENADA BÁSICA DEL PENSAMIENTO PLATÓNICO.
Platón no vive apenas la época de esplendor de la Atenas de Pericles (479-431 a. C.). Crece
en el contexto de las guerras del Peloponeso (hasta que tiene 23 años), que acabarán con el poder
de la ciudad de Atenas y que desestabilizarán su democracia de manera prácticamente irreversible.
Es el tiempo de la segunda sofística, del gobierno de los Treinta Tiranos, del restablecimiento de
una democracia vigilada, de duros enfrentamientos políticos, con las venganzas de unos y otros, etc.
Platón se consideró siempre a sí mismo
un político y siempre tuvo en mente la intención
de participar activamente en la vida política de
Atenas. Sin embargo, la política ateniense se
encontraba en un estado de tal precariedad que
consideró inútil su ingreso en esta actividad.
Pensaba que había que cambiar el clima y el
sistema político de Atenas y de las demás
ciudades griegas si, de veras, se pretendía hacer
verdadera política.
Ahora bien, ¿qué entiende Platón por
verdadera política? Desde luego, nada
parecido a la actividad de los sofistas y retóricos; la política no es, como ellos pensaban un
medio para conseguir sus intereses personales. La política es, para Platón, un arte técnico; todo
arte consiste en un conocimiento que está orientado a la consecución del bien de aquello hacia lo
que se dirige. El ejemplo clásico que pone Platón es la medicina: la medicina es un arte orientado
a conseguir el bien del enfermo y el buen médico es el que aplica sus conocimientos para curar
enfermedades. Pues bien, con la política pasa igual: la política es un conocimiento que está
orientado a la consecución del bien de la ciudad, por tanto el político es aquel que aplica sus
conocimientos para conseguir este bien, no para lograr sus propios objetivos.
Pero Platón ve imposible realizar una verdadera actividad política en Atenas por lo que
decide abandonar su vocación política y dedicarse a la filosofía y a la educación. Pero no hay
que tomar esta renuncia como una completa desvinculación de la política: Platón va a hacer lo
mismo que habían hecho los sofistas años atrás; éstos habían enseñado retórica a los jóvenes
atenienses mostrándoles que, a través de la adulación y la demagogia, podían conseguir lo que
quisieran produciendo con ello una corrupción general de la vida política. Platón va a fundar la
Academia, donde desarrollará una filosofía que combata el relativismo y el escepticismo y
enseñar a la nueva juventud ateniense el valor de la verdad, de la bondad, de la justicia, como
pilares firmes de la política. Platón pretende, en definitiva, instaurar un sistema político
justo mediante la educación de la juventud griega. El propio Platón expresó, en la Carta
Séptima, la necesidad de esta nueva forma de gobierno:
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« De esta suerte yo, que al principio estaba lleno de entusiasmo por dedicarme a la política, al volver mi
atención a la vida pública y verla arrastrada en todas direcciones por toda clase de corrientes, terminé por
verme atacado de vértigo, y si bien no prescindí de reflexionar sobre la manera de poder introducir una
mejora en ella, y en consecuencia en la totalidad del sistema político, sí dejé, sin embargo, de esperar
sucesivas oportunidades de intervenir activamente; y terminé por adquirir el convencimiento con
respecto a todos los Estados actuales de que están, sin excepción, mal gobernados; en efecto, lo referente
a su legislación no tiene remedio sin una extraordinaria reforma, acompañada además de suerte para
implantarla. Y me vi obligado a reconocer, en alabanza de la verdadera filosofía, que de ella depende el
obtener una visión perfecta y total de lo que es justo, tanto en el terreno político como en el privado, y
que no cesará en sus males el género humano hasta que los que son recta y verdaderamente filósofos
ocupen los cargos públicos, o bien los que ejercen el poder en los Estados lleguen, por especial favor
divino, a ser filósofos en el auténtico sentido de la palabra. »
Esta carta expresa la preocupación y el itinerario político de Platón en el marco de los
acontecimientos descritos anteriormente. Así, siendo aristócrata, no comparte el modo de gobernar
que tuvieron los Treinta tiranos, pero, a la vez, es un férreo detractor de la democracia. Para Platón,
tanto la tiranía como la democracia son fruto de las teorías de los sofistas. De ahí que su objetivo
fuera el llevar a cabo una reforma política: fundamentar la polis y sus instituciones en un orden
de principios de carácter universal, que, primero, hay que descubrir y, después, enseñar.
En definitiva, Platón concluyó, siguiendo a Sócrates, que la única forma de gobierno
legítima es la que esté basada en el conocimiento de lo justo que aporta la verdadera filosofía. Por
eso se dedicó a esta última postergando sus afanes políticos juveniles. Así, elaboró un modelo
teórico en el que la organización de la sociedad estaba en función del conocimiento del bien por
parte de sus posibles gobernantes.
4. LA METAFÍSICA Y LA ONTOLOGÍA PLATÓNICAS: LA TEORÍA DE LAS IDEAS.
4.1. Introducción.
Platón hizo filosofía, rechazando dos corrientes, contra los físicos, y contra los sofistas.
De los físicos criticaba el “materialismo”, y de los sofistas, el relativismo. Por este doble
enfrentamiento, Platón se plantea el problema del conocimiento con dos intenciones, demostrar
que no toda la naturaleza es materia, y por otro, demostrar que es posible alcanzar la verdad, que
ésta es única y fundamenta una única moral posible.
Como comentamos anteriormente, la motivación inicial de su filosofía fue
fundamentalmente política y moral, motivación que se vio reforzada por la influencia de su
maestro Sócrates. La necesidad de pensar el fundamento de la justicia y el orden social condujo
a Platón a considerar que éstos no pueden basarse en un mero relativismo, como decían los
sofistas, ni puede ser sólo fruto de un simple pacto o contrato social, que es una mera pugna
entre contendientes que cesan sus hostilidades entre sí por el mero egoísmo de conseguir
seguridad.
Sócrates había señalado la necesidad
de una justicia en sí, de una bondad en sí. Y
pensaba que solamente por la existencia de
lo justo en sí son posibles actos justos. Más
allá de los ejemplos concretos de cosas
bellas o relaciones amistosas, debe existir la
belleza y la amistad que hacen posibles
aquellas; más allá de actos y relaciones
justas, debe existir la justicia misma que las
hace posibles. El estudio de este
fundamento, generalizado desde la ética
hasta toda realidad, conducirá a Platón a la
formulación de la teoría de las ideas o de
las formas, que es el centro de toda la
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filosofía platónica.
Así, Platón va mucho más allá de su maestro Sócrates, y considera la necesidad de
afirmar la existencia de estas ideas como medio para comprender la totalidad de lo real, y
no situarlas solamente en el ámbito de la ética.
En contra del relativismo de los sofistas, defiende Platón que, como el alma preexiste a
todo y es común a todos los que usan la razón, ha de haber algo que es inmutable, y puede ser
comúnmente conocido por todos los seres que tienen alma racional. Su pensamiento se
encaminará a buscar el auténtico objeto del conocimiento y, bajo la influencia pitagórica,
considerará las matemáticas como modelo de conocimiento. Así, de la misma manera que el
matemático habla de triángulos, círculos, esferas o números, de los que sus dibujos son sólo
meras y toscas representaciones, y no confunde el dibujo de un triángulo con el triángulo como
figura geométrica ideal, el filósofo no ha de confundir la realidad física ni los acontecimientos
particulares con las ideas de las cuales estos actos o cosas son meras representaciones.
Platón intentó conciliar posturas presocráticas ya que, dando la
razón a Heráclito, afirma que el mundo sensible está
continuamente sometido al cambio y al devenir, de forma que
nunca es propiamente, ya que siempre está siendo, con lo cual
muestra que no tiene la razón de ser en sí mismo y, por ende, es
una realidad derivada. Pero Parménides tiene razón, piensa
Platón, si en lugar de pensar en el mundo que captan nuestros
sentidos, pensamos en aquellas entidades que, como los números
o las figuras geométricas, no se alteran. Estas tres mesas concretas que están ahí, por ejemplo,
hace cien años no existían y dentro de cien años probablemente habrán dejado de existir, pero las
nociones de «tres» y de «mesa» no se alteran por ello. De la misma manera debe entenderse lo
real sensible: todo cuanto existe en el mundo físico es una representación de otra realidad
diferente, la del mundo de las ideas.
IDEAS:
- Cada Idea es única y tiene todos los rasgos que Parménides le atribuyó al Ser.
- Las Ideas son contempladas por el alma antes de su encarnación en el cuerpo: influencia clara de
Pitágoras.
- El mundo de las Ideas es un cosmos ordenado y jerarquizado: influencia pitagórica.
- Cada Idea es el modelo arquetípico que nos sirve para unificar y denominar a las cosas múltiples,
que son ejemplos o copias particulares de Ella: influencia de Sócrates en su empeño por definir con
claridad los términos universales.
- Importancia máxima de la Idea del Bien: influencia de Sócrates y de su preocupación por conocer
adecuadamente los términos morales para poder actuar de acuerdo con ellos.
COSAS:
- Son de naturaleza material: Platón las concibe con los rasgos que les otorgaron los atomistas
(múltiples, perecederas, etc.).
- Son móviles y cambiantes, tal y como las concebía Heráclito.
- No pueden constituir objeto de verdadero conocimiento (episteme), sino de percepciones
particulares y subjetivas; son, pues, relativas al juicio de cada sujeto perceptor, al modo de las tesis
sobre el conocimiento de los sofistas.
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4.2. Concepción platónica de las Ideas.
Platón afirma que la posibilidad de un conocimiento verdadero, apoyado en verdades
absolutas, hace necesaria la existencia de realidades inmutables, ya que un conocimiento que tenga
por objeto algo cambiante no es verdadero conocimiento. Así es como Platón plantea su Teoría de
las Ideas, que constituirá la base sobre la que se asiente todo su proyecto filosófico, desde la física
hasta la ética y la política pasando por la antropología y la teoría del conocimiento.
Platón siempre mantuvo la siguiente
convicción acerca de las Ideas: tras la apariencia
cambiante de las cosas hay una realidad absoluta (las
Ideas), cuyo conocimiento es necesario para dar una
base sólida a la moral y a la política, y escapar así del
relativismo de los sofistas. Esta realidad la situará
Platón en un “mundo” de esencias eternas, invisibles
y dotadas de un modo de existencia diferente al de las
cosas concretas. Se trata de un mundo de valores y
de “modelos ideales”, independientes de la opinión
de los hombres, a los que llamará “Ideas” o
“Formas”, que se descubren sólo por la razón y constituyen el objeto del verdadero
conocimiento.
El conocimiento de las matemáticas de los pitagóricos le dio la clave a Platón para suponer
que existían realidades absolutas e invariables y que éstas debían tener la misma naturaleza que los
números, ser de naturaleza intelectual. Si 2 + 3 = 5 es un pensamiento absolutamente verdadero y
es invariable ¿por qué no suponer que ocurre lo mismo con la “justicia” o con el “bien”: que
también podamos decir “la justicia es igual a....” sin tener que ser una mera opinión subjetiva, sino
un pensamiento verdaderamente objetivo? Igual que hay entidades, como los números, que son
absolutamente objetivos e inmateriales, puede ocurrir algo similar con otro tipo de objetos.
Platón inventa una palabra, que hoy nos resulta absolutamente cotidiana, para referirse a un
tipo de cosas inmateriales, inmutables eternas, etc. (las características del Ser de Parménides) que
parecen responder a la pregunta socrática por la Virtud, la Justicia, el Bien, etc. Tales cosas son
ideas o eidos (formas). Platón cree haber encontrado la respuesta a las preguntas de su maestro: la
Fortaleza, la Verdad, la Belleza, el Bien... son IDEAS.
Platón supone que las ideas no son meras representaciones mentales, sino que existen
de manera objetiva independientemente de nuestro pensamiento; hay una idea objetiva y
realmente existente de “verdad” pero otras tantas para la “virtud”, la “justicia”, el “bien”, la
“amistad”, de tal forma que no dependen de la opinión subjetiva de cada hombre. Cada hombre
puede tener su opinión particular acerca de lo que es la belleza o la justicia; se pueden tener distintas
opiniones, cambiar la opinión de un país a otro, de un hombre a otro, pero esto no significa que no
pueda haber verdadero conocimiento y que todo sea, al fin y al cabo, cuestión de opiniones, como
suponían los sofistas. La justicia en sí es independiente de lo que opinemos sobre ella. Y nuestra
opinión acerca de la justicia será equivocada si no expresa lo que la justicia es en sí misma.
Las ideas son seres, en el pleno sentido de la palabra. Son inmutables, eternas, universales e
inmateriales. Sólo hay una idea de “justicia” y sólo hay una idea de “árbol” si bien, todas las
acciones justas así como todos los árboles de la naturaleza no son sino una copia o representación
sensible de estas ideas eternas e inmutables.
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Ahora bien, no cualquier concepto mental, por el hecho de serlo, es también una idea
existente de manera separada; para Platón, las ideas son formas únicas de algo múltiple. Hoy
tenderíamos a usar un concepto propio de las matemáticas para explicar esto: las ideas son clases:
Por ejemplo, consideremos la clase de los árboles, en dicha clase están incluidos todos los árboles
particulares que nos podamos encontrar, pero la clase no se identifica sin más con ningún ejemplar
en concreto. Con las ideas ocurre lo mismo: la idea de belleza se relaciona (aún no sabemos cómo)
con todos los objetos bellos que podamos contemplar, pero no se identifica con ninguno de ellos.
En términos más generales y utilizando el lenguaje filosófico propio de la época: las ideas son
universales, no particulares (lo particular es un ejemplar concreto "este hombre" "aquel
caballo"...). Como tienen una naturaleza inteligible, sólo pueden ser alcanzadas con el intelecto o
razón y no con los sentidos, podemos concluir afirmando que las ideas o formas son universales
inteligibles. En definitiva, los rasgos esenciales de las Ideas son los siguientes:
- las Ideas son objetivas, reales, y no meros conceptos mentales o modos de pensar la
realidad.
- las Ideas tienen una existencia separada de las cosas sensibles.
- las Ideas son los modelos perfectos de los objetos del mundo físico
4.3. Dualismo metafísico y dualismo ontológico: mundo inteligible y mundo
sensible.
La primera formulación de la Teoría de las Ideas es desarrollada por Platón en los diálogos
de la etapa de madurez, en el Fedón y en La República, fundamentalmente. Ahí encontramos los
aspectos más característicos y originales de la filosofía de Platón, sobre todo la afirmación de que la
realidad está dividida en dos ámbitos completamente diferentes. De hecho, Platón, a través de su
Teoría de las Ideas, intenta responder las siguientes preguntas:
a) ¿Qué es la realidad? (Metafísica)
b) ¿Qué elementos la componen?, ¿Qué características tienen éstos? (Ontología)
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La solución propuesta por Platón puede ser denominada como “dualismo metafísico”, ya
que distingue en la realidad entre el mundo sensible y el mundo inteligible. Pero esta forma dual
de entender la realidad genera, a su vez, un dualismo ontológico. Según de qué tipo de realidad
estemos hablando, los elementos que la constituyen serán las Ideas (cuando hacemos referencia al
mundo inteligible) y las cosas (cuando hacemos referencia al mundo sensible).
Así pues existen Ideas, Pero Platón no quería llegar tan lejos como los eléatas cuando
afirmaban que el mundo que captamos por medio de los sentidos es una ensoñación, una presunta
realidad absurda e irracional (pues consiste en afirmar a la vez el Ser y el No-Ser). Al fin y al cabo
la filosofía ha de servir para explicar el mundo, no para negarlo. Por esta razón, Platón deduce que
la realidad tiene que estar dividida en dos mundos (dualismo metafísico): uno que se
correspondería con la naturaleza vista a través de los ojos de Heráclito, el mundo sensible y
material; y otro que se correspondería con el mundo tal y como lo entendían los pitagóricos y
Parménides, el mundo de las ideas o mundo inteligible.
Toda la filosofía de Platón se fundamenta en esta tesis, en el descubrimiento de que el ser
tiene dos planos: lo sensible y lo inteligible, lo material y lo ideal, lo cambiante y lo
permanente, las ideas y las cosas. Los filósofos anteriores a él consideran que la realidad tiene un
solo plano y a lo que no pueden explicar lo tachan de apariencia (como ocurre con Parménides y el
cambio), Platón divide la realidad en dos, pudiendo hablar, por un lado, de cambio y movimiento
(mundo sensible) y, por otro lado, de eternidad (mundo inteligible). Por ello la ontología platónica
defiende un dualismo ontológico.
Con esta teoría Platón soluciona el problema del movimiento que tanto preocupaba a los
filósofos griegos: el mundo que vemos y experimentamos a través de nuestros sentidos es puro
cambio, tal como suponía Heráclito; este mundo, por ser devenir constante, no puede ser fruto de
ningún conocimiento fiable. Al mismo tiempo, existe un nivel de la realidad que es eterno, estático
e inmutable: el mundo de las ideas. El conocimiento de este plano sí que suministraría un saber
firme y seguro, tal y como requiere Platón.
En cuanto a qué tipos de Ideas puede haber, Platón comenzó admitiendo la existencia de
las ideas estéticas y morales, es decir, las Ideas de Belleza, Bondad, Justicia, Valor, etc., que estaban
más próximas al propósito de Sócrates de alcanzar un conocimiento ético universal. Pero la
extensión de este criterio condujo a Platón a pensar que, detrás de cada propiedad o concepto que
defina a una clase de objetos del mundo físico, hay una Idea que es su causa. Por ello, admitió
también la existencia de Ideas que se corresponden con conceptos matemáticos, como las de
Igualdad, Unidad, Pluralidad, etc. Sin embargo, Platón dudó a la hora de admitir como Ideas las que
se corresponden con las formas de los objetos físicos o naturales, como las de agua, fuego, hombre,
etc.
Así pues, si las Ideas son únicas, eternas e incorruptibles, por el contrario, las cosas son
múltiples, están sometidas a un flujo de cambios permanentes; poseen menos realidad, no
podemos decir que "son" (recordar a Heráclito: son y no son, están en continuo cambio), sino
únicamente que "han sido" o "serán"; son captables por los sentidos, pero no son propiamente
inteligibles (justamente, por su movilidad permanente).
Así pues, el dualismo ontológico establecido por Platón le lleva a un claro dualismo
metafísico: el mundo ideal tiene las características de unidad, realidad, permanencia y esencia
frente al mundo sensible, que posee los otros pares de conceptos opuestos: pluralidad, apariencia
y cambio.
4.4. Las Ideas: una realidad jerarquizada.
Platón establece, como hemos visto, que la realidad se divide en dos planos: lo material y lo
ideal. Ahora bien, esto no significa que estos dos planos estén al mismo nivel. Evidentemente, el
filósofo ateniense considera que las ideas son mucho más reales que las cosas. Y esto es así porque
11
el fundamento de las cosas no está en ellas mismas, es decir, no son lo que son por sí mismas sino
que encuentran su existencia anclada en las ideas.
Pero esta jerarquía no se da únicamente entre el mundo material y el mundo ideal; Platón en
los diálogos de madurez (fundamentalmente en La República), insiste en que también en el mundo
de las ideas existe una jerarquía; las ideas se relacionan unas con otras formando una jerarquía
piramidal. En efecto, las ideas se disponen de forma que unas están subordinadas a otras y en la
cúspide de esta jerarquía se encontraría la idea de BIEN.
¿Qué entiende Platón por “Bien”? Esta es posiblemente una de las preguntas acerca de la
filosofía de Platón más difíciles de contestar ya que el mismo Platón no dejó demasiadas pistas al
respecto; pensaba que era una Idea tan elevada y tan difícil de conocer que requiere años de
dedicación a la filosofía y, aún así, no todos sino sólo los individuos más excelentes pueden
alcanzar su conocimiento.
La idea de Bien es el principio rector de todas las cosas; lo que es, lo es en base a su bien
y, si carece de él, deja de ser. Podemos considerar que la Idea de Bien es el principio rector de todo
en un triple sentido:
a) Fundamento ontológico. Sin el Bien no existiría nada, el resto de Ideas y, por tanto,
también el Mundo Sensible, deben su realidad a la Idea de Bien. En la “República”, Platón compara
al Bien con el Sol: de igual modo que todo cuanto existe en el Mundo Sensible debe su existencia al
Sol, de tal modo que si este dejara de existir todo lo demás desaparecería, la Idea de Bien es la
soberana en el Mundo Inteligible y el resto de las Ideas (y también todo el Mundo Sensible, que no
es más que una copia de las Ideas) deben su existencia a la Idea de Bien.
b) Fundamento epistemológico. La Idea de Bien “ilumina” el Mundo Inteligible y hace
posible el conocimiento, de la misma manera que el sol ilumina los objetos sensibles y posibilita su
conocimiento. Con esto Platón quiere destacar que el conocimiento es "conocimiento del bien". Un
médico que conoce la ciencia médica, tiene conocimientos sobre el bien del cuerpo, del mismo
modo que un arquitecto de puentes sabe cuál es el puente bueno. Quien no conoce el bien de estas
cosas, sencillamente, o no es médico o no es arquitecto. En Platón el conocimiento siempre coincide
con el conocimiento del bien de algo. La filosofía, como ciencia más elevada, sería el saber sobre el
bien en un sentido general.
c) Fundamento ético y político. Afirma Platón en el libro VII de La República que:
”...tiene por fuerza que verla (la Idea de Bien) quien quiera proceder sabiamente en su vida
privada o pública”. Que el bien sea fundamento ético y político es algo más fácil de explicar: la
ética se ocupa de reflexionar acerca de cuál es la "buena vida" y la política discute acerca de cuál es
la "buena ciudad". Por tanto, aquel que quiera tener una buena vida o dirigir hacia el bien a su
ciudad tiene, por fuerza, que conocer la Idea de Bien. Es por esto que el bien debe ser fundamento
de la ética y la política.
Platón compara la Idea de Bien con el Sol (“símil del Sol”). «Dos son los que reinan, uno en
el ámbito de lo visible, otro en el ámbito inteligible». De la misma manera que el Sol no sólo
hace visibles las cosas del mundo sensible, sino que además les da su posibilidad de ser, la Idea
de Bien hace inteligibles los objetos del mundo inteligible y les da existencia (bien como causa
ontológica y epistemológica de las Ideas).
12
En La República, por debajo de la Idea de Bien estarían el resto de ideas morales: Belleza,
Justicia, Virtud, Valor, etc. A continuación, las Ideas que determinan las relaciones entre los seres:
Igualdad- Diferencia, Grande- Pequeño, etc. Después, las Ideas de los números, la Unidad, la
Dualidad... y las figuras geométricas, la Triangularidad, la Circularidad...; las Ideas de las cosas
naturales, Caballo, Hombre.... y, finalmente, las Ideas de cosas fabricadas, Mesa, Casa....
13
únicamente emplea una serie de metáforas para señalar que la relación tiene lugar. Será este un
problema que progresivamente le irá preocupando cada vez más, hasta hacer que, en los diálogos de
vejez, fundamentalmente en el Parménides, el mismo Platón ponga en tela de juicio la Teoría de las
Ideas, puesto que los problemas de relación entre los dos mundos no han sido resueltos de forma
satisfactoria.
Platón utiliza dos conceptos para señalar de qué forma se relacionan las cosas del mundo
sensible y las cosas del mundo material: la participación (methesis) y la imitación (mimesis).
a) Participación: es la relación que se establece entre los seres sensibles (las cosas del mundo
material) y las ideas (los seres del mundo inmaterial). Con este concepto Platón quiere dar a
entender que existe esta relación, que las acciones son justas porque participan de la idea de justicia
o que un caballo lo es porque participa de la idea de caballo. Sin embargo, el concepto de
participación acarrea problemas que el mismo Platón reconoce y aborda en su diálogo
“Parménides”. En primer lugar, no puede ocurrir que esta participación sea física, es decir, la idea
de “caballo” no puede estar dentro del “caballo” a modo de esencia ya que hay múltiples caballos
pero sólo hay una idea de caballo. Tampoco puede estar una pequeña parte de ella, ya que las ideas
son indivisibles. Tampoco puede ser un elemento material del caballo ya que cuando muere el
caballo particular, la idea moriría con él, lo que no ocurre puesto que las ideas son eternas. Así pues,
la participación hay que entenderla como una metáfora para señalar que las ideas y las cosas
sensibles se relacionan; de la misma forma que los objetos visibles participan de la luz solar sin que
esta pierda su unidad.
b) Imitación: El otro concepto que Platón utilizó para señalar la relación entre las cosas y las ideas
es el de imitación. Las cosas son, por así decirlo, una imitación imperfecta de las ideas. Se
relacionan de la misma forma que se relacionan las copias con relación al modelo u original.
Tomemos como ejemplo un retrato que diversos pintores hacen de una persona: los retratos no son
esa persona, sino una copia en un lienzo de ésta. Cada retrato se relaciona con el modelo de la forma
“copia-original”. Los cuadros son menos perfectos que el original en el sentido que sólo son una
imitación de la verdadera realidad del modelo (solo son el reflejo de algunas características del
original). El problema de esta forma de concebir la relación ideas-cosas es que entonces todas las
cosas bajas y corruptas de este mundo (lodo, uñas, pelo...) deberían tener su correspondiente idea, lo
que niega Platón pues supondría introducir la imperfección en el mundo inteligible.
14
4.6. Génesis y estructura del mundo sensible: la cosmogonía y cosmología platónicas.
Para completar una explicación del mundo acorde con su Teoría de las Ideas, Platón expuso
su imagen del orden cósmico, en la cual, a diferencia de los atomistas, que recurrían al azar, el
universo era el efecto de una inteligencia ordenadora o demiurgo. El rechazo del atomismo
obedeció a dos consecuencias indeseables que, según Platón, este sistema acarreaba: por un lado,
resultaba imposible conocer la naturaleza, ya que era igualmente imposible conocer o calcular las
trayectorias, colisiones e infinitas combinaciones de átomos moviéndose en el vacío; en segundo
lugar, como el universo era para los atomistas un producto imprevisible de tales colisiones y
combinaciones, resultaba que, en este sistema, el mundo ordenado tenía que originarse a partir de
los movimientos desordenados de la materia inicial. Para Platón, sin embargo, la estructura cósmica
sólo puede ser resultado de la acción de una inteligencia ordenadora.
Además de lo anterior, Platón se planteó resolver el difícil problema de cómo se
relacionan las Ideas con las cosas particulares, es decir, aclarar satisfactoriamente, después de sus
dudas y vacilaciones, la relación entre los mundos sensible e inteligible. La solución a este problema
la expuso en el diálogo Timeo, de clara influencia pitagórica.
Así pues, ¿cuál es el origen del mundo sensible y por qué es radicalmente diferente del
mundo inteligible? Puesto que, según Platón, sólo puede haber ciencia verdadera de los objetos
estables y permanentes, es decir, del mundo de las Ideas, su cosmogonía aparece como una
narración verosímil, llena de conjeturas y suposiciones.
A diferencia del mundo inteligible, que "es eterno y no nace jamás", el mundo sensible, que
aquí denominaremos “Cosmos”, ha tenido que nacer "puesto que es visible y tangible, y porque
tiene cuerpo". ¿Cómo se ha engendrado? La cosmogonía platónica supone la inclusión de tres
factores o elementos:
- una masa material preexistente - eterna -, móvil y caótica. Es el principio físico e indeterminado
(al carecer de forma, no es propiamente nada). Constituye el sustrato material del mundo sensible.
- las Ideas: son el principio formal, el modelo - recordar que “Idea”, en griego “eidos”, significa
“forma o aspecto de una cosa”- de acuerdo con el que se genera el mundo sensible. Las Ideas
determinan, dan forma a la materia, surgiendo las cosas.
- No puede el azar ser el origen del Cosmos, el orden no puede ser el resultado azaroso del
desorden, debe provenir de una inteligencia ordenadora (inspirada en el Nous de Anaxágoras): ésta
recibe en Platón el nombre de Demiurgo. Éste actúa sobre la materia eterna y caótica, dotada de
movimientos desordenados, como causa activa e inteligente; es decir, basándose en las Ideas, que le
sirven de modelo, plasma la esencia de las Ideas en la materia lo más perfectamente posible. Pero el
cosmos resultante de la obra modeladora del demiurgo no es totalmente perfecto porque la materia
siempre supone un factor de desorden e imperfección. De este modo, queda establecida la imitación
o copia como modo de relación entre las Ideas y las cosas.
Con respecto al demiurgo, conviene recalcar que Platón lo concibe como una “divinidad
modeladora, ordenadora”, que modela y da forma a las cosas tomando como modelo las Ideas, pero
no es equiparable al concepto de una divinidad creadora, como lo será el dios del cristianismo. O,
tal vez, el demiurgo no sea sino una forma mítica de expresar la acción de las Ideas sobre la materia,
como elemento configurador que impone a la materia una estructura y de esa manera proporciona
inteligibilidad y consistencia a los seres del mundo físico. Sería, siguiendo la línea pitagórica
adoptada por Platón en el Timeo, la imposición del límite (más o menos proporción de Ideas, más o
menos participación e imitación de cada una de ellas) sobre lo ilimitado -indeterminado- (la
materia), dando como resultado las cosas particulares
El modelo cosmogónico que nos ofrece Platón es claramente teleológico, pues es claramente
finalista: todo cuanto sucede lo hace de acuerdo con un fin. El Demiurgo tiene como fin ordenar la
materia en el espacio de acuerdo con el modelo eterno de las Ideas -no es un modelo mecanicista,
15
como en Anaxágoras, donde el Nous, lo único que hacía era imprimir el primer movimiento a la
materia-. El Demiurgo "ha querido que todas las cosas fueran buenas" y por lo tanto ha hecho el
mundo lo mejor y más bello posible. Ha modelado el mundo por amor al Bien: el orden ha
aparecido porque es mejor que el desorden. La Idea de Bien, cúspide del mundo inteligible, es
también la rectora en la actuación del Demiurgo.
LA UNIDAD
RAZÓN LO PERMANENTE INTELIGIBLE
LA ESENCIA
CONOCIMIENTO REALIDAD
LAS APARIENCIAS
SENTIDOS LO CAMBIANTE SENSIBLE
LA PLURALIDAD
ONTOLOGÍA
EPISTEMOLOGÍA
16
(no cumple con el primer requisito). Si la realidad depende de la percepción que yo tenga de la
realidad, entonces es imposible el segundo requisito. La verdad será lo que yo perciba. Y,
entonces, ¿por qué vamos a las clases de Protágoras, por las que obtiene pingües beneficios, si
nadie es más sabio que nadie?
Más arriba hemos afirmado que el conocimiento es proporcional al ser. Pues bien, para
1
Platón entre el ser (Ideas) y el no-ser se encuentra una realidad intermedia: «el mundo
sensible». Éste es una mezcla de ser y no- ser, y por eso está sujeto al cambio y al devenir.
En República, Platón especifica que tanto la opinión como la ciencia poseen dos grados
distintos, que corresponden a dos grados de realidad, de ser. Se trata del famoso pasaje del libro
VI: el «símil de la Línea»; también aborda el tema en otro celebérrimo pasaje del libro VII: el
«sito de la caverna». De esta manera, al grado supremo de ser (Ideas) corresponde el grado
supremo de conocimiento (Dialéctica2), y todas las demás ciencias y artes quedan reducidas a
medios preparatorios, propedéuticos, para ascender a esta cumbre, que es la propia de los
filósofos. Platón opone la dialéctica (método científico-racional que aspira a la demostración de
la verdad) a la retórica de los sofistas, que sólo pretendían la persuasión.
GRADOS DE CONOCIMIENTO
GRADOS DE REALIDAD
1
Con ello intenta salvar la conclusión a que había llegado Parménides, a saber, que el movimiento es
ininteligible y por tanto falso, ilusorio.
2
La ciencia para Platón es una ascensión del alma hacia la verdad y hacia el Bien.
17
1. La opinión (doxa): imaginación (eikasía) y creencia (pistis).
1.1. El nivel más bajo de la opinión lo lama eikasía: se basa en la percepción y tiene por objeto las
representaciones de la realidad sensible (dibujos, sombras, reflejos...) y la imaginación
construida a partir de ellas.
Quienes profieren juicios equivocados sobre el mundo exterior se encuentran en una situación
de eikasía, es decir, de imaginación. Parece que Platón quiere decir que el estado mental del que
profiere un juicio falso es parecido al de aquel que toma las visiones de las imaginaciones o de
los sueños como cosas reales o verdaderas.
1.2. El segundo nivel, más elaborado, pero también fundado en la observación sensible es la pistis
o creencia: intenta dar razón de lo sensible a partir de hipótesis explicativas ajustadas a las
observaciones. Se sirve del método hipotético-deductivo. Tiene por objeto las cosas particulares,
sin embargo, para Platón no puede haber ciencia de ellas por carecer éstas de estabilidad y plena
realidad.
Nosotros podemos poseer una creencia razonable, basados en la experiencia pasada, de que el
cosmos y sus leyes tendrán en el futuro un funcionamiento uniforme y similar al del pasado.
Mas no poseemos absoluta certeza de ello. Además, el reino de la contingencia - por ejemplo,
las constituciones políticas- es incorrecto y / o injusto. Debemos ajustarlo a un modelo o
paradigma perfecto, ideal.
2. La ciencia (episteme): pensamiento (dianoia) e inteligencia (noesis).
La ciencia, no sólo apunta a un objeto diferente, también es de naturaleza distinta, se basa en el
Entendimiento o Razón.
2.1. Su primer grado se denomina dianoia: razonamiento o razón demostrativa (discursiva). Su
objeto son las entidades matemáticas y su método es el axiomático-deductivo: se parte de unos
axiomas (por ejemplo: punto, segmento, triángulo, etc.) -que no se demuestran- y de ellos se
obtienen una serie de conclusiones. No es un conocimiento completamente perfecto porque los
axiomas son hipótesis y porque se ayuda de representaciones sensibles para facilitar su discurrir.
Las matemáticas sirven de puente, facilitan el tránsito del mundo sensible al inteligible ya que
acostumbran a la mente a operar con entidades abstractas (recuérdese, al efecto, la admiración
que tenía Platón por el saber matemático).
Lo específico de este tipo de conocimiento radica en que se trata de un conocimiento deductivo,
así como en su coherencia interna, es decir, en la carencia de toda contradicción. Por el
contrario, lo característico de los sensibles particulares es que en ellos anida la contradicción.
2.2. El grado más elevado es la noesis: visión inmediata, intuición intelectual, de las Ideas,
saber absoluto, pleno y verdadero. Para alcanzar la noesis, Platón nos remite a la dialéctica como
método de análisis conceptual que permite descubrir el orden jerarquizado de las Ideas y ubicar a
cada una en su lugar correspondiente; ese orden es, a su vez, el conocimiento al que muy pocos
hombres tienen acceso.
La dialéctica es, entonces, el método que permite ir de lo sensible a lo inteligible, aunque
también significa para Platón el método de deducción por el que se pueden conocer las
relaciones necesarias entre las Ideas. El entendimiento, en la noesis, deja de lado todos los
elementos sensibles, captando las Ideas y sus relaciones, sus vínculos de inclusión-exclusión
(como hacía en el Sofista), elevándose de Idea en Idea hasta la suprema: la Idea de Bien. A este
momento se le denomina dialéctica ascendente. En este sentido, dialéctica es, por tanto, todo el
proceso de conocimiento, pero de un modo especial la última fase del mismo proceso, en la que
se establecen los principios de la episteme o ciencia. (Recordar que aquí la dialéctica sigue
siendo el método socrático de indagación y depuración de conceptos, que, en Platón, son Ideas
objetivas).
18
Hay también un momento de dialéctica descendente (recordar el camino de vuelta del
prisionero liberado en el Mito de la Caverna), que consiste en partir de la Idea suprema o de
Ideas generales para precisar el lugar concreto de una Idea en la estructura ordenada y jerárquica
del mundo de las Ideas sin recurrir para nada a la experiencia. Desde esta perspectiva, y una vez
alcanzada la sabiduría y la Idea de Bien, se puede ya dar razón de todas las cosas ya que, para
Platón, el conocimiento auténtico es el deductivo, pues conocer lo general nos da la clave para
conocer y ubicar lo particular.
Así, el verdadero conocimiento no se obtiene por la experiencia (sensible) sino por la
reflexión y el estudio. Existen realidades, como lo bueno, lo igual, lo bello, etc. que son
absolutamente verdaderas, si bien no pueden ser captadas por los sentidos corporales. Sólo
pueden ser captadas a través de un proceso semejante al matemático, una vez liberada la mente,
en la medida de lo posible, de los errores de los sentidos.
En definitiva, tal y como aparece descrita en La República, la dialéctica se identifica con el
destino de la existencia humana y del alma en particular, que tiende de modo natural al lugar de
donde procede, al mundo de lo inteligible y perfecto. Además, es un camino hacia el conocimiento
que conduce a la acción, ya que sólo quien tenga una visión perfecta y total de la realidad
(episteme), de lo que es justo, podrá obrar con justicia: la ciencia se convierte así en una condición
de la ética y de la política. Así pues, sólo quien conoce el Bien puede plasmarlo en la sociedad y en
el alma humana. El compromiso del filósofo, que ha completado este proceso y conoce la verdad, es
ayudar a otros a salir de su ignorancia mediante la educación ( paideia ). Queda, por tanto, superada
en Platón la concepción sofista de la dialéctica entendida como un mero arte o técnica de la
argumentación.
El SÍMIL DE LA LÍNEA, en definitiva, intenta explicar el largo recorrido que debe realizar
el alma hasta llegar a la contemplación de la luz y la verdad. El aprendizaje es un esfuerzo que
debemos hacer hasta llegar a la verdadera realidad. La liberación de las cadenas no es fácil, así
como no es fácil pasar de las tinieblas a la luz (conexión con el MITO DE LA CAVERNA). Por esa
razón, el conocimiento no puede darse todo a la vez; es preciso que el prisionero aprenda poco o
poco ya que un exceso de conocimiento y de realidad lo cegaría.
19
5.4. La doctrina de la anamnesis (reminiscencia).
1. La vida. El alma sería el principio de la vida, aquello por lo cual estamos vivos (lo que
nos “anima”, lo que nos da la vida). El alma sería aquello que abandona al cuerpo cuando
se produce la muerte. Es lo que desde la tradición judeo-cristiana se podría traducir como
“alma”.
3
La palabra griega “anamnesis” significa recuerdo. Obviamente esta doctrina supone que el alma posee en
sí misma el conocimiento de las Ideas, conocimiento que «olvida» al encarnarse en un cuerpo. Ya estudiaremos
cómo Platón en Fedro recurre al mito del «carro alado» para explicar cómo el alma conoce las Ideas antes de su
entrada en el cuerpo, y por qué llega a entrar en él.
4
Si se entiende el alma como principio vital, se entiende fácilmente que exista una estrecha conexión entre
el alma y el cuerpo (el alma es lo que hace vivir al cuerpo), pero resulta muy difícil encontrarle sentido a la
inmortalidad: ¿para qué un alma separada del cuerpo si su papel es hacer que el cuerpo viva? Pero si se adopta una
concepción del alma como principio de conocimiento racional sí tiene sentido plantear el tema de su inmortalidad,
pero resultará difícil explicar de manera satisfactoria la unión entre el cuerpo y el alma. En este segundo caso se
encuentra Platón.
20
6.2. La naturaleza del alma en Platón.
El dualismo establecido por Platón entre el Mundo sensible y el Mundo de las Ideas se
traduce, en el caso de su antropología, en un neto dualismo entre cuerpo y alma. En el
pensamiento platónico el hombre se concibe como un compuesto de dos realidades: el cuerpo y
el alma. La teoría pitagórica sobre la inmortalidad y la transmigración de las almas
(metempsícosis) está muy presente en su reflexión filosófica.
Según Platón, el alma es de naturaleza espiritual, divina e inmaterial, por lo que pertenece
al Mundo inteligible (al Mundo de las Ideas), al que se siente impulsada por su propia naturaleza.
El auténtico destino de las almas consiste en la contemplación, en el conocimiento de las Ideas
inmutables. Al ser entendida como principio (origen) de conocimiento intelectual, y no como
principio vital, Platón tuvo siempre la convicción de que el alma es inmortal y de que existía
una vida después de la muerte.
Platón aborda en Fedón el problema de la inmortalidad del alma. Entre sus argumentos
destacan los siguientes:
1. El que se refiere a LA REMINISCENCIA. Según Platón el conocimiento verdadero de las
cosas no puede venir de las cosas (sensibles) mismas. ¿Por qué? Porque el conocimiento
verdadero es el conocimiento de los principios permanentes que cumplen las cosas y les
hacen ser lo que son: el conocimiento de la esencia y de su auténtica naturaleza. Y este
conocimiento no puede venir de las cosas sensibles (que son y no son, que cambian) sino
que tiene que proceder de un conocimiento anterior a ellas. Por eso todo conocimiento,
para Platón, es recordar: las cosas sensibles nos traen el recuerdo, la reminiscencia de las
Ideas perfectas (la esencia), sin las que nuestros juicios serían imposibles. Conocer es
reconocer. Eso quiere decir que el alma ha preexistido al cuerpo, y, por tanto, es
natural que le sobreviva después de la muerte.
2. NATURALEZA AFÍN ENTRE EL ALMA Y LAS IDEAS. Si el alma humana es capaz de conocer
las esencias inmutables y eternas de las cosas, tiene que poseer una naturaleza afín
(similar) por eso serán inmortales inmortales (simples5, eternas e inmutables).
3. ARGUMENTO ÉTICO. Si el cuerpo y el alma se destruyen con la muerte, aquellos que no
han dominado las pasiones y deseos inmoderados de su cuerpo y han cometido maldades,
quedan “perdonados”, al morir. De esta manera, el bien y el mal quedarían sin premio y
sin castigo, lo que sería claramente injusto. Por lo tanto, es necesario que el alma sea
inmortal (ya que algunos no reciben su premio o castigo en esta vida).
El cuerpo, la otra realidad que forma el compuesto que llamamos ser humano, es de
naturaleza material y pertenece, por lo tanto, al mundo sensible, donde habitan las cosas
cambiables, mortales y caducas. Éste es la raíz de todo mal, porque crea necesidades al alma y le
impide buscar la verdad. Es el origen de los amores alocados, las pasiones, las enemistades, las
discordias (que impulsan a las guerras), los temores, las enfermedades... así como de las distintas
ignorancias. Así pues, queda claro que para Platón el cuerpo no es el receptáculo adecuado para
el alma, antes al contrario: es su tumba y su cárcel (un lugar de expiación). Mientras tengamos
cuerpo estamos como muertos, porque somos fundamentalmente alma, y mientras ésta se halle
en un cuerpo está como en una tumba. El cuerpo es una pesada carga de la que tiene que
liberarse poco a poco (purificación) para poder acceder a la contemplación de las Ideas.
5
Sólo se corrompe lo que está compuesto de partes.
21
El alma es superior al cuerpo; es quien lo anima y mueve, ya que éste es de por sí
inanimado (sin vida). La vida humana comienza cuando el alma cae al cuerpo transmitiéndole,
así, la vida. En Fedro, un diálogo, Platón explica en forma de mito la causa del descenso de las
almas hasta los cuerpos:
Originariamente las almas están próximas a los dioses y en compañía de éstos vivían una vida
divina. Platón describe la cabalgata celeste de las almas como una serie de carros tirados por caballos
alados, que avanzan velozmente con movimiento circular por las once esferas de los cielos, precedidos de
los dioses. Su meta consiste en llegar periódicamente, junto con los dioses, a la cumbre del cielo: lo
suprasensible (el mundo de las Ideas) o, como lo llama Platón, la «Llanura de la Verdad». En el mito
aparece el alma como un carro alado tirado por dos caballos y conducido por un auriga (conductor). Los
dos caballos de las almas humanas pertenecen a razas distintas: uno es bueno y dócil (el de color blanco)
y el otro malo y desobediente (el de color negro), por lo que se hace difícil conducirlos al auriga. Para
nuestras almas resulta una empresa difícil llegar a contemplar el Ser (las Ideas), que está más allá del
cielo, y apacentarse en la «Llanura de la Verdad», sobre todo a causa del caballo negro (de raza malvada)
que tira hacia abajo. Ocurre por ello que, a veces, algunas almas llegan a contemplar el Ser (mundo de las
Ideas) y continúan viviendo junto a los dioses, mientras que otras no llegan a alcanzar la «Llanura de la
Verdad» porque se amontonan, se apiñan y, sin lograr ascender por la cuesta que conduce hasta la cumbre
del cielo, chocan entre sí, se pisotean, ... iniciándose una riña en la que se rompen las alas y, al perder la
capacidad de sustentación, estas almas caen a la tierra y quedan encarceladas en un cuerpo, y se inicia la
vida humana.
22
6.4. El destino último del alma.
Platón aborda la cuestión del destino de las almas en el «Mito de Er», expuesto en el
libro X de República. Tras la muerte (alma separada/liberada del cuerpo) el alma se somete a
juicio ante las diosas Moiras (diosas del destino). Caben dos opciones:
1. Si ha llevado una vida sensitiva y desordenada, las diosas le indican que tiene que elegir
un nuevo cuerpo en el que encarnarse. En esta elección reside un gran peligro para el
hombre: muchos eligen un destino que les parece radiante, y luego pueden comprobar
que es algo terrible. En todo caso, como la decisión es nuestra, somos nosotros, y no los
dioses o el destino, los responsables de lo que hagamos. Lo importante es que la razón
domine las pasiones y así pueda, en sucesivas encarnaciones, llegar a la contemplación de
la verdad (Ideas).
2. Si, por el contrario, ha llevado una vida racional y ordenada, su premio será permanecer
feliz en el mundo de las Ideas. Con todo, el premio ultraterreno tiene una duración
limitada6. Quizá por influencia de la mística pitagórica del número diez, Platón mantiene
que la vida ultraterrena de las almas duraría un máximo de mil años, esto es, diez veces
más del tiempo máximo que otorgaba a la vida terrena (cien años). Una vez transcurrido
estos mil años, las almas deben volver a encarnarse.
6
Queda claro, pues, que para los griegos el ciclo temporal del desenvolvimiento de la Physis es eterno,
circular (no tiene principio ni fin).
23
convicción socrática, atribuyendo a estos conceptos morales (la justicia en sí, la bondad en sí…)
el estatuto de Ideas, cuya realidad y validez objetiva es independiente de las opiniones que cada
cual pueda tener acerca de ellas.
Platón mantiene que solamente un hombre virtuoso (excelente) puede ser feliz. Esta vida
feliz se conseguirá armonizando, en una vida virtuosa, placer y sabiduría. La realización de esta
mezcla armoniosa y medida de placer y sabiduría es labor de la razón, que es la verdadera
esencia del hombre y, por lo tanto, la que debe regir su conducta. Y lo debe hacer porque es
ella la que es capaz de contemplar (conocer) la Idea de Bien que es norma suprema y objetiva de
toda ordenación moral.
Así pues, para Platón, la virtud, es decir, la actividad excelente del alma, consiste,
fundamentalmente, en dos cosas:
1. LA VIRTUD COMO ARMONÍA. El alma virtuosa es aquella en que conviven armónicamente
sus tres partes, como resultado del sometimiento de las otras dos a los dictados de la
razón.
2. LA VIRTUD COMO PURIFICACIÓN. Para Platón, el alma no pertenece a este mundo, que es
un lugar de tránsito porque ella, por su naturaleza, es semejante a las Ideas. La virtud, por
lo tanto, tiene un sentido ascético7 y de catarsis, cuya función consiste en reprimir las
pasiones inferiores y en purificarse, para ir desprendiendo el alma del cuerpo,
preparándola para el retorno al estado feliz primitivo de contemplación de las realidades
del mundo inteligible (Ideas):
«Purificarse es separar lo más posible el alma del cuerpo, acostumbrar al alma a dejar la envoltura del
cuerpo para encontrarse a sí misma».
Platón, Fedón
La virtud fundamental es la JUSTICIA, una virtud general que comprende todas las
demás, tanto en el orden individual como en el orden social. En el orden individual, la justicia
será el ordenamiento adecuado (armónico) de las tres partes del alma. Tal ordenamiento tiene
lugar cuando cada parte del alma ejerce la función que le corresponde y posee la virtud que le es
propia. ¿Cuáles son éstas?
1. La FRÓNESIS (prudencia, cautela, precaución, ...) y la SABIDURÍA son las virtudes propias
del ALMA RACIONAL (lo más divino que hay en el hombre), cuyas funciones son:
7
La ascética es una forma de vida que consiste en un continuo perfeccionamiento espiritual, cuya finalidad
es la mística: la unión inefable del alma con la divinidad por el amor.
24
A. Ordenar la vida práctica, eligiendo la conducta que debemos hacer.
B. Ordenar los pensamientos, haciéndonos huir de la dóxa.
2. La ANDREÍA (fortaleza y valor) es la virtud propia del ánimo (ALMA IRASCIBLE), cuya
función fundamental es mantener con firmeza (sobreponiéndose al sufrimiento y al dolor)
los dictados de la razón, sacrificando los placeres por el cumplimiento del deber.
Platón concede a la ciencia política una gran importancia y muestra de ello son los
diálogos que dedica a ella: República, Leyes, Político. Pero no sólo fue un teórico de la política,
sino que a lo largo de su vida realizó esfuerzos prácticos por llevar a cabo el ideal político que
tenía en mente.
La teoría política de Platón se asienta en los siguientes principios fundamentales:
A) La correlación entre el alma y el Estado.
A los griegos les resulta difícil concebir al ser humano en estado de aislamiento. Para
vivir humanamente y conseguir su perfección material y espiritual el ser humano necesita la
ayuda y colaboración de sus semejantes. Por eso, el ser humano es un animal esencialmente
social, que encuentra en la agrupación con sus semejantes el complemento indispensable para
atender sus necesidades. Platón considera que tres son las necesidades básicas de los ciudadanos:
1. Se hacen necesarios los servicios de todos aquellos que satisfacen nuestras necesidades
materiales (alimento, vestido, vivienda...)
2. Se requieren los servicios de algunos hombres que se dediquen a la custodia y defensa
de la ciudad.
3. Es necesario el esfuerzo de unos cuantos hombres que sepan gobernar de manera
adecuada.
Por consiguiente, surgen en la ciudad tres estamentos, grupos o clases sociales con
división de funciones y de trabajo, según las necesidades de los ciudadanos. La polis posee la
misma estructura tripartita que el alma. Los seres humanos que compondrán cada estamento son
los más aptos para cubrir cada necesidad según la capa anímica que predomine en su estructura
psíquica (es decir, según sus dotes naturales), circunstancia que se conoce en el proceso selectivo
que sufren todos los individuos de la polis en el período que dura su educación. Los grupos
sociales son tres:
25
1. Campesinos, artesanos y comerciantes, o sea, los PRODUCTORES, cuya función u oficio
es satisfacer las necesidades materiales de todos los ciudadanos. Este primer estamento
estará constituido por aquellos hombres en los que predomina el aspecto concupiscible
del alma. La riqueza y los bienes producidos por ellos no deben ser demasiado escasos ni
demasiado elevados. Pueden tener propiedades y familia propia (mujer e hijos).
3. Los GOBERNANTES, cuyas funciones son legislar, velar por el cumplimiento de las leyes,
organizar la educación y administrar la ciudad. Este último estamento está constituido por
aquellos hombres en que predomina el alma racional que equivale al cerebro o
inteligencia de la ciudad. Por ser estos hombres los únicos que acceden al conocimiento
de las Ideas, en cuya cúspide se encuentra la Idea de Bien, norma de todo buen gobierno,
mediante la dialéctica8, son los encargados de gobernar. Y como los que acceden al
conocimiento de la dialéctica son los filósofos, los gobernantes deben ser filósofos.
Tanto los guardianes como los gobernantes no tendrán bienes propios, sino que vivirán a
sueldo de la comunidad como servidores suyos. Tampoco tendrán casa propia, y las
mujeres e hijos serán comunes a todos. Estas prescripciones que aparecen en la República
constituyen un auténtico comunismo de bienes, mujeres e hijos para estos miembros de
las clases superiores. Tan alta es su misión de servicio al Estado que no pueden verse
impedidos por otros asuntos: el bien privado debe transformarse en bien común.
Platón, como los griegos en general, piensa que la finalidad fundamental del Estado es de
carácter moral: promover la virtud y la justicia, tanto a nivel individual como socialmente,
porque solamente así se conseguirá una vida feliz. Con una concepción tan fuertemente
“moralizante” del Estado no tiene nada de particular que Platón conceda una importancia
fundamental a la educación, pues de ella depende que se alcance el ideal de la comunidad social.
La ciudad perfecta debe tener una educación perfecta. En la República organiza la educación en
dos niveles:
1. Nivel primario: común a todos los ciudadanos. La educación se lleva a cabo mediante la
gimnasia y la música, en sentido amplio: la música incluye también el arte y la poesía.
Por medio de ambas disciplinas se pretende educar no sólo el cuerpo sino también el
carácter, inculcando en los ciudadanos hábitos y opiniones correctas. Este nivel se
prolonga hasta los 20 años, donde se hace una selección.
2. Nivel superior. En él se encuentran los que “pasan el corte”. Se prolonga desde los 20 a
los 35 años. Este segundo nivel se desarrolla en dos etapas:
Primera fase. Tras el nivel primario, los mejor dotados moral e intelectualmente
prosiguen su formación otros diez años más estudiando de una manera más profunda
disciplinas propedéuticas útiles para el arte de la guerra: lógica, aritmética, geometría plana,
astronomía... esto es, el estudio detallado y progresivo de las matemáticas en sus distintas
ramas.
Segunda fase. A los 30 años se hace otra selección y los más aptos prosiguen su
preparación para funciones elevadas. Todos los conocimientos anteriores no llegan todavía a
8
Ciencia suprema que conduce a la comprensión de las últimas verdades de la realidad.
26
la categoría de ciencia perfecta, pues a los guerreros les basta con llegar al grado de
conocimiento de la diánoia.
Los más aptos dedicarán otros cinco años al estudio de la dialéctica y la teoría de las Ideas,
cumbre de todo ciclo de la formación intelectual. En este momento ya se podrán ejercitar
cargos administrativos secundarios, pero todavía tendrán que esperar a cumplir 50 años antes
de llegar, finalmente, a la categoría de arcontes perfectos. Estos individuos gobernarán la
ciudad por turnos. El tiempo que estén libres de sus funciones de gobierno lo dedicarán al
estudio de la filosofía. Este aprendizaje de los 35 a los 50 años era el más difícil, porque
supone reemprender los contactos con la realidad sensible, en el desempeño de los cargos
oficiales, tras el encuentro con la dialéctica. La finalidad de la educación del político-filósofo
consistía en llegar a conocer y contemplar la Idea de Bien, con el objetivo de implantar más
tarde el propio bien en la realidad social.
«“Los males de los hombres no tendrán fin hasta que los filósofos se hagan gobernantes o los
gobernantes se hagan filósofos” »
9
Gobierno de los mejores (los filósofos).
10
Gobierno del demagogo más hábil (el sofista, el embaucador). Demagogo es aquella persona que engaña al
pueblo afirmando que apoya sus intereses, cuando en realidad lo que hace es utilizar a la gente para satisfacer sus
ambiciones personales.
27
8. TEXTO SELECTIVIDAD PLATÓN: REPÚBLICA, LIBRO VII ,514A-517C.
Libro VII
11
Gobierno de los que poseen un grado determinado de riqueza.
12
Gobierno de los que poseen las riquezas (los productores).
13
Gobierno del pueblo, de las mayorías, tras rebelarse contra los oligarcas.
28
se le muestran ahora?
29
- Seguramente.
- Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que anteriormente ha
sido dicho, comparando la región que se manifiesta por medio de la vista con la morada-
prisión, y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol; compara, por otro lado, el
ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino del alma hacia el ámbito
inteligible, y no te equivocarás en cuanto a lo que estoy esperando, y que es lo que deseas oír.
Dios sabe si esto es realmente cierto; en todo caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro
de lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien. Una vez percibida, ha
de concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha
engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y productora de la
verdad y de la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría
tanto en lo privado como en lo público.
- Comparto tu pensamiento, en la medida que me es posible.
30
• Metafísicamente, la jerarquía de lo real, desde el mundo material hasta la realidad
suprema del Bien.
• Epistemológicamente, el tránsito de la ignorancia al saber.
• Pedagógicamente, el proceso educativo mismo.
• Políticamente, quién debe gobernar, por qué debe hacerlo y cómo.
• Antropológica y éticamente, el acceso a la plenitud humana.
31
El inicio del proceso de ascenso simboliza el comienzo del conocimiento y, por tanto, de
la educación. Desde el primer momento se hace patente que es indispensable un elemento externo
de coacción para que el hombre pueda llegar a cumplir su auténtica naturaleza. Se describe el paso
de un nivel de conocimiento (y, por tanto, de realidad) a otro superior; de la conjetura a la creencia.
Al igual que en el símil de la línea, hemos de tener en cuenta que hay cuatro etapas
principales y cuatro tipo de objetos distintos en la alegoría de la caverna. Hay una condición
general de la humanidad y la existencia de unos objetos que ocupan las mentes de los hombres
cuando se encuentran en esa condición. En este texto, estos objetos están simbolizados por las
sombras en el muro interior, e incluyen todo el conjunto de creencias que se basan en la aceptación
de las apariencias, tanto físicas como morales; admitir, por ejemplo, que el sol y la luna tienen más
o menos el mismo tamaño porque así lo parece se encuentra en esta condición, y también lo es
suponer que es justo vengarse de los enemigos porque está bien visto.
La segunda etapa es también una condición de los hombres “dentro del mundo visible” o
de los hombres que confían en el pensamiento empírico. Es representado por los hombres que
miran a los muñecos y al fuego. Representa seguramente la etapa en la cual un hombre evita
escrupulosamente tragarse los engaños (literales o morales). Un artesano que no es engañado por
una baratija pulida está en esta etapa, e igualmente un hombre honrado que no aceptaría una excusa
plausible para una fechoría. En este nivel pasa de captar imágenes a captar objetos. Si el
conocimiento de las sombras proyectadas de los objetos del tabique es el nivel de la conjetura o
imaginación, el conocimiento directo de estos objetos iluminados por el fuego es el de la creencia.
Por tanto, representa el saber de las realidades naturales (es decir, los que hoy llamaríamos
“ciencias experimentales” y que, para Platón, forman parte de la opinión o doxa). El fuego
simboliza al sol.
Pero, debido al encandilamiento, el prisionero no identifica los objetos de los que antes
identificaba sus sombras. Se produce la paradoja de que lo más claro (una figura iluminada) es
32
peor visto que una sombra entre penumbras. Esta situación lleva al prisionero, que sigue confiando
en sus sentidos, a considerar que lo verdaderamente real era lo que antes veía, y no esa nebulosa
a la que ahora le obligan a mirar. El prisionero deseará volver donde ni le dolía el cuerpo ni los
ojos, y donde conseguía ver con claridad. Interpretando la alegoría, podríamos afirmar que el
conocimiento de lo más real (lo inteligible) exige mayor esfuerzo, ya que inicialmente parece
más incomprensible.
Salida de la caverna.
Se insiste de nuevo en la fuerza que hay que emplear para que el prisionero participe en su
liberación, y en el sufrimiento que ese proceso le causa. Por eso no se le puede “soltar”. Si así
fuera, volvería atrás. Interpretando la alegoría podríamos afirmar que esa fuerza representa la
labor educadora de los filósofos, ya que sin las obligaciones que ellos impongan, el hombre
no querrá abandonar su ignorancia.
33
más dichosa y sentiría compasión por sus antiguos compañeros de la caverna. Juzgaría como
triviales y sin valor los honores tributados en la caverna. Los “campeones de sombras” son los
sofistas, pero ninguna persona que ha accedido al verdadero conocimiento envidia sus
triunfos.
El sabio se muestra torpe en las cosas cotidianas, pues está acostumbrado a las
realidades puramente inteligibles. Sin embargo, debe cumplir su misión educadora ya que
este es su destino; liberarse hasta la contemplación de la verdad y volver para enseñarla a los
que están encadenados.
El fuego cuya luz se proyecta dentro de ella es el sol, de manera que todo lo que se ve y
ocurre dentro de la caverna es posible gracias al fuego. Sin la luz ni el calor del sol, el
conocimiento sensible y la vida serían imposibles.
34
luz y el sol (que es así literalmente un “vástago del Bien”), mientras que en el inteligible es
responsable de la existencia de la verdad y de la inteligencia. Hay que llegar necesariamente a
la conclusión de que esta Idea es la causa de todo lo que existe en el mundo de justo y de
bello y de que quien desee obrar racionalmente, tanto en la vida privada como en la pública,
tiene forzosamente que haberla contemplado.
Con “camino del alma”, Platón se refiere a la dialéctica, o sea, el método para
ascender hasta las Ideas. Precisamente en griego método significa “camino a través del
que se llega”. Es un conocimiento indispensable para el que ha de gobernar,
distinguiéndose en ella un proceso ascendente hasta llegar a la Idea de Bien, y otro
descendente hasta llegar a la idea de la que se ha partido. En sentido amplio es el
proceso de conocimiento con dos fases: el camino de ascenso de lo sensible a lo
inteligible e incluye el proceso educativo por el que se superan los distintos niveles de
conocimiento. Este es el sentido que tiene en la alegoría de la caverna. Nos permite
pasar de la multiplicidad de lo sensible a la multiplicidad de las Ideas, y después a las
Ideas superiores hasta llegar a la Idea de Bien, último principio unificador; el camino
de descenso tras llegar a la Idea de Bien. En la alegoría está representado por el camino
de vuelta del prisionero.
BIEN. Idea de Bien. Idea que ocupa la cúspide del ser y por ello es el objeto del
estudio supremo (la dialéctica). Es causa de la bondad de los seres sensibles, de las
Ideas, de las acciones privadas (ética) y de las públicas (política). Es la causa última de
los seres sensibles, pero también de la esencia y existencia de las Ideas, y de su verdad
(su ser cognoscible). Finalmente, es causa de que nuestra alma llegue a conocer las
Ideas, es decir, de que tenga inteligencia. (Véase en los apuntes la función ontológica y
epistemológica del Bien)
35
adquiere desde el nacimiento como consecuencia de su carácter corpóreo y que le
impiden conocer lo inteligible. Al nacer, el alma olvida lo que ha conocido en su
existencia anterior y, por la acción del cuerpo en el que se aloja, se acostumbra a valorar
que lo conocido por los sentidos es lo real. Para superar esta opinión, tiene que liberarse
del encadenamiento al que el cuerpo y sus sentidos la someten, y que le impiden
conocer del modo que naturalmente le corresponde, mediante la inteligencia (ciencia
dialéctica). Esa liberación se consigue gracias a la educación.
Sólo son aptas para lograr este propósito aquellas ciencias que obligan a
contemplar las esencias y no lo que se genera. Las disciplinas que no son capaces de
elevar al alma hacia el mundo inteligible son; la gimnástica que se afana en torno a lo
que nace y muere, pues es el crecimiento y decadencia del cuerpo lo que ella preside, la
música que procura por medio de la armonía cierta proporción armónica, pero no
conocimientos, la historia o narraciones, ya sean fabulosas o verídicas, porque nos
sitúan en un pasado más o menos alejado y los historiadores lo relatan desde su punto
de vista, y en general todas las artes porque son innobles.
36
FELIZ. Esta imagen representa la situación del hombre tras completar su
educación y haber llegado a conocer la Idea de Bien. Por tanto, felicidad y conocimiento
verdadero se dan a la vez.
37
11. VOCABULARIO FILOSOFÍA PLATÓNICA.
38
10) Creencia ( o pistis): consiste en el conocimiento directo de las cosas y objetos
sensibles. En el “mito de la caverna” aparece representado por el conocimiento que
los prisioneros adquieren de las cosas reales que hay en el interior de la caverna.
11) Demiurgo: el demiurgo es un dios artífice, un dios artesano, sabio y bueno, que
aparece descrito en el diálogo Timeo como una especie de mito verosímil que
permite explicar el origen del mundo sensible. Moldea y configura el mundo
sensible a partir de una materia caótica eterna tomando como modelo las Ideas. El
mundo así “creado” es concebido como una especie de ser vivo, dotada de un alma,
el Alma del Mundo.
12) Democracia: en la teoría política de Platón es un régimen de gobierno que supone
el gobierno del pueblo, entendiendo este último término en sentido peyorativo. En
la democracia, al ser todos libres, se cae en el gobierno caprichoso e irracional de
las masas, que no saben moderar sus apetitos ni dirigir adecuadamente la sociedad.
Platón siempre rechazó este tipo de gobierno porque en él, sobre todo, se confunde
la libertad con el libertinaje y la justicia con el interés propio.
13) Dialéctica: Platón concibió la dialéctica de dos modos: como un método de
conocimiento y como la estructura propia de la realidad inteligible de las Ideas.
Desde la primera perspectiva, supone lo siguiente: buscamos lo que tienen en
común una serie de Ideas diversas situadas en un determinado nivel de la jerarquía
de las Ideas. Eso común constituye una síntesis de esa diversidad, que, a su vez, es
una nueva Idea, situada en un nivel superior de la jerarquía de las Ideas. Una vez
situados en este nivel, volvemos a repetir la operación. Y así hasta alcanzar el ser,
la esencia, de las Ideas. Este ser es la Idea de Bien, según algunos diálogos, o la
Idea de Uno, de Belleza o de Justicia, según otros. Este proceso es el que denomina
Platón “dialéctica ascendente”.
El proceso complementario al anterior es la denominada “dialéctica
descendente” ( o diáiresis). Consiste en que, una vez situados en la cúspide de las
Ideas, ir dividiéndolas de dos en dos hasta alcanzar una Idea determinada de un
nivel inferior. Esto nos dará definiciones precisas de cualquier Idea. (Así, por
ejemplo, podemos dividir todo lo que existe en corporal o no corporal. Todo lo
corporal puede ser dividido, a su vez, en animado e inerte. Todo lo animado puede
ser dividido, a su vez, en fijo al terreno o no fijo al terreno. Hecho todo esto,
podemos definir una planta como un “cuerpo, animado y fijo al terreno”).
Desde la segunda perspectiva, la dialéctica constituye, además, la estructura
de la realidad inteligible de las Ideas ya que es la que une o liga unas Ideas con
otras, dándoles coherencia y una estructura unitaria.
14) Dualismo: doctrina que explica cualquier realidad como la conjunción de dos
elementos diferentes. En el caso de Platón podemos hablar de tres tipos de
dualismos:
- un dualismo metafísico, que divide el mundo en dos ámbitos: el inteligible y el
sensible.
- un dualismo ontológico, que divide lo que existe en dos tipos de realidades: las
cosas y las Ideas.
- un dualismo antropológico, que entiende que el ser humano está compuesto por dos
elementos heterogéneos: cuerpo y alma.
15) Educación: la educación es muy importante, como lo fue para Sócrates, en Platón.
Sólo a través de ella se puede mejorar tanto a los ciudadanos como a la propia
sociedad. En Platón, además, implica una selección y formación con un profundo
sentido ético-político. De ella depende que se alcance el ideal de una sociedad justa
39
y feliz. La educación no proporciona ciencia al alma porque ésta ya la posee de
modo innato; sólo adiestra las facultades del ser humano para que pueda ir
ascendiendo desde lo sensible a lo inteligible, cuyo término es la Idea de Bien.
16) Eros ( o amor ): Platón concibió al amor como un impulso o fuerza que empuja al
ser humano hacia la belleza: primero, hacia la belleza de los cuerpos y objetos
sensibles y, luego, hacia la perfección de la propia Idea de Belleza. Pero el amor
también es anhelo de plenitud y perfección y, por ello, también es un impulso que
nos mueve a conocer lo más perfecto y completo que existe: las Ideas.
17) Estado: es la organización de la polis, la constitución política de la sociedad. La
vida griega era esencialmente una vida comunitaria, vivida en el seno de la ciudad-
estado. Para Platón, el ser humano es por naturaleza un ser social y su vida se
completa en el contexto de la polis. No se puede desarrollar una vida buena sino en
un Estado que también sea bueno y justo. Hay un claro paralelismo entre el hombre
como individuo y el Estado, que existe para satisfacer las necesidades humanas y
para hacerle vivir una auténtica vida humana.
18) Felicidad ( o eudemonía ): es el “placer racional”, de orden superior, que tiene el
que consigue captar la verdad de las Ideas. Es, por tanto, el bien al que aspiran las
almas amantes de la sabiduría y la belleza. Este tipo de felicidad no debe ser
confundido con los placeres de tipo corporal, que simplemente satisfacen los
apetitos. A nivel social, la felicidad es, además, el resultado de una organización
política justa y armónica. Por ello, podemos calificar a la ética y política platónicas
como “eudemonistas”, ya que persiguen obtener la felicidad y describen los medios
para conseguirlo.
19) Grados de conocimiento: para Platón, el conocimiento no es uniforme, sino que
varía en función del objeto o realidad conocida, que también son diferentes. De ahí
que establezca una jerarquía tanto ontológica como epistemológica, que encabeza
la episteme (noesis y dianoia ) y termina en la doxa ( pistis y eikasía ).
20) Hipótesis: Platón denomina así a una verdad que se da por supuesta, de la que se
parte en un proceso de conocimiento. Básicamente, Platón pensó que las llamadas
“artes” (aritmética, geometría y cosmología) operan con este tipo de supuestos en
sus demostraciones y, por ello, la hipótesis nunca es demostrada, nunca deja de ser
supuesta. De ahí que la dianoia (o pensamiento discursivo), que es el tipo de
conocimiento que opera mediante hipótesis, sea una forma de conocimiento
inferior al que proporciona la dialéctica, que sí demuestra y define precisamente
sus objetos de conocimiento: las Ideas. Por eso, la dianoia no es una ciencia
completa, sino sólo un “arte”, un trabajo racional bien hecho con objetos
abstractos.
21) Ideas: Platón designa con el término “Ideas” o “Formas” a las entidades que
constituyen el mundo inteligible. Tales entidades son inmateriales y de naturaleza
inteligible o racional, es decir, sólo pueden ser captadas a través del nous – el
entendimiento, la parte racional del alma -, pero no a través de los sentidos. Se
caracterizan, además, por ser universales (cada Idea es una especie), eternas,
simples e inmutables. En las Ideas reside el Ser, entendido como esencia de las
cosas; por ello, las Ideas constituyen la auténtica realidad, de la cual el mundo
sensible no es más que una imitación, una copia imperfecta. Las Ideas están
jerarquizadas: en la cúspide está la Idea de Bien ( por ser lo que tienen en común
todas las Ideas ), aunque, en otros diálogos diferentes a La República, es sustituida
por la Idea de Uno, de Belleza o de Justicia.
22) Intuición intelectual (o noesis): forma de conocimiento superior que supone la
captación, directa e inmediata, de las Ideas y su estructura jerarquizada. Presupone
el uso, como método de conocimiento, de la dialéctica y no tiene un carácter
40
hipotético, sino plenamente objetivo y necesario pues da razón de las causas
últimas de toda la realidad.
23) Mundo inteligible: dimensión ideal e inmutable de lo real que no puede ser
percibida por los sentidos, sino sólo comprendida y captada por la inteligencia o
razón (de ahí el adjetivo “inteligible”: “lo que se intelige o comprende por el
intelecto, la razón).
24) Mundo sensible: dimensión material y cambiante de lo real que podemos conocer
mediante los sentidos (de ahí el adjetivo “sensible”: “lo que es percibido por los
sentidos). Se corresponde con lo que, habitualmente, llamamos “mundo” o
“naturaleza”.
25) Imitación: forma de relación establecida por Platón entre lo sensible y lo
inteligible a la hora de solucionar el problema de la interacción entre los dos
ámbitos de la realidad. Desde este punto de vista, las ideas son los modelos o
paradigmas de las cosas concretas, siendo aquéllas únicas para cada especie de
cosas existentes, que son múltiples y corruptibles. Fue desarrollada por Platón,
sobre todo, en su diálogo Timeo, recurriendo a la figura del demiurgo como agente
que constituye lo sensible contando con la materia y el modelo de las Ideas.
26) Justicia: para Platón, es la virtud por excelencia. Pero tiene un doble sentido: por
un lado, es una virtud del alma; en este caso la justicia se da cuando cada parte del
alma cumple adecuadamente con su función y, por tanto, se atiene a su virtud
específica: esto sucede cuando en la parte racional del alma se da la sabiduría o
prudencia, en la irascible el valor o fortaleza, y en la concupiscible la moderación o
templanza. En segundo lugar, la justicia es una virtud que se da en el Estado, en la
polis, y supone el objetivo a alcanzar. Se produce cuando cada clase social cumple
adecuadamente con su cometido, con su virtud específica: cuando los gobernantes
son sabios, los guardianes valerosos y los productores o comerciantes son
moderados en sus deseos.
27) Mito del carro alado: explicación metafórica que Platón desarrolla en su diálogo
Fedro con el objeto de hacer comprensible su concepción tripartita del alma y, de
paso, ilustrar la complejidad propia del psiquismo humano, en el que se produce un
conflicto o tensión entre razón, voluntad y deseo. Además, como le ocurre a todas
las explicaciones míticas utilizadas por Platón, tiene otras posibles lecturas o
interpretaciones, como la antropológica y la ética y está relacionado con su teoría
política.
28) Mito de Er: narración metafórica que aparece al final de La República. En ella se
cuenta cómo al alma de Er se le permite separarse del cuerpo en vida de éste para
que pueda contemplar lo que le espera en el otro mundo. De ese modo, Er
contempla cómo las almas son reunidas en una gran explanada para ser juzgadas. A
las que han sido justas se les premia permitiéndoles ascender al cielo, donde
reciben todo tipo de bienes durante un tiempo proporcional a sus buenas acciones.
Las que han sido injustas son condenadas a un submundo bajo tierra donde son
atormentadas. Aquellas almas que ya han disfrutado de su recompensa o cumplido
su castigo también son reunidas para que elijan el nuevo cuerpo en el que quieren
reencarnarse. Dado que, de esa elección va a depender tanto su felicidad en la tierra
como en el más allá, es fundamental saber elegir bien, tarea a la que ayudará la
filosofía.
En definitiva, Platón recure a este mito para, entre otras cosas, explicar por qué y
cómo se produce el ciclo de las reencarnaciones, un elemento fundamental en su
concepción inmortal del alma que tomó prestado de la tradición órfico-pitagórica.
41
29) Mito la caverna: narración metafórica que Platón expone en La República y cuyo
objetivo es ilustrar la situación en la que se halla inmerso el ser humano, preso del
mundo aparente, del mundo sensible. Es el mito platónico más rico y complejo por
suponer una eficaz aproximación al núcleo esencial de su pensamiento: la Teoría
de las Ideas y su teoría del conocimiento.
30) Oligarquía: forma de gobierno deficiente e injusta en la que ostentan el poder unos
pocos, los ricos, que gobiernan movidos por la pura ambición de riqueza.
31) Participación: forma de relación establecida por Platón entre lo sensible y lo
inteligible en la que se concibe a las Ideas como modelos, causas y criterios de
valoración de las cosas sensibles, siendo aquéllas trascendentes a las propias cosas.
Esto supone que los objetos del mundo sensible son lo que son en función de que
participan, en mayor o menor grado, de su Idea correspondiente. La noción de
participación es fundamental en la filosofía platónica, aunque el mismo Platón, en
sus diálogos Parménides y El Sofista, señaló sus dificultades, intentando
solucionarlas. Aristóteles también insistió en la crítica a la participación como
dificultad radical para la credibilidad de la Teoría de las Ideas.
32) Reminiscencia (o anamnesis): Platón defendió la tesis de que los seres humanos
poseemos conocimientos innatos, no aprendidos, aun cuando éstos permanezcan
ocultos, olvidados. La explicación que da Platón de este hecho (explicación mítico-
religiosa) es la siguiente: el alma es eterna y de la misma naturaleza que las Ideas,
por ello ha podido contemplarlas y conocer el auténtico ser de las cosas, la
auténtica realidad. Pero, al “caer” en el mundo sensible, olvida tales
conocimientos. En consecuencia, conocer será, desde esta perspectiva, recordar,
hacer explícito lo implícito, esclarecer los contenidos de la memoria a través del
cultivo de nuestra faceta racional.
33) Razón discursiva o dianoia): es el modo de conocimiento propio de lo que
Platón, en algunos diálogos, llama “artes”, que serían, básicamente, la geometría, la
aritmética y la astronomía. Este tipo de conocimiento se caracteriza por lo
siguiente:
- parte de hipótesis (tales como que existen tres tipos de ángulos, que los números
han de ser pares o impares, etc.) para deducir, a partir de ellas, una serie de
conclusiones.
- utiliza en sus demostraciones figuras de imágenes sensibles aunque éstas se
refieran a objetos inteligibles o abstractos. Así, por ejemplo, se necesita trazar, o
imaginar físicamente, un ángulo para poder llegar a la conclusión de que existen
tres tipos de ángulos; o se necesita operar sobre la figura de un triángulo para poder
concluir que su área es igual a su base partida por su altura, etc.
34) Símil de la Línea dividida: narración que aparece en La República y en la que
Platón parte de una línea dividida en cuatro segmentos para ilustrar que, con
respecto a los diferentes tipos de realidad existentes, también hay diversos grados o
niveles de conocimiento: conjetura o imaginación, creencia, razón o pensamiento
discursivo y razón intuitiva o intuición intelectual.
35) Timocracia: forma de gobierno que supone, para Platón, la primera degeneración
del Estado perfecto. En ella, el gobierno está en manos de los “amantes del triunfo
y del honor”, de los que ambicionan los honores y desconfían de los sabios ya que
basan su gobierno en virtudes militares.
36) Transmigración (o metempsicosis): viaje obligado a través de diversos cuerpos (de
hombres y animales ) al que fueron condenadas las almas hasta encontrar su
purificación y conseguir, por tanto, su retorno al ámbito de las Ideas.
42
37) Tiranía: forma de gobierno absolutamente injusta en la que el gobierno está en
manos de aquellos que, movidos por el puro afán de poder y aprovechando la
inestabilidad de una crisis democrática, imponen sus criterios de forma cruel y
arbitraria. Para Platón es la peor forma de gobierno por ser la más irracional y
surgir del afán de seguridad de los que han confundido libertad y libertinaje.
38) Virtud: en Platón este término consolida el sentido moral que ya adquiriera en el
planteamiento de Sócrates. Supone la actividad propia del alma por la que el ser
humano consigue la armonía y equilibrio entre los tres tipos de alma. La virtud
constituye tanto la armonía individual como la armonía social y, por ello, se la
identifica, fundamentalmente, con la justicia.
43
12. ACTIVIDADES SOBRE LA FILOSOFÍA PLATÓNICA Y SOBRE EL TEXTO DE
SELECTIVIDAD.
A) ACTIVIDADES DE REPASO
1.- Enumera los principales sucesos y acontecimientos políticos que Platón vivió en su
juventud
2.- Según la “Carta VII”, ¿cuál es la verdadera motivación de la filosofía platónica?
3. Explica cuál es el remedio o la “medicina política” que Platón propone para acabar con los
males de los Estados de su tiempo.
4.- Enumera y resume las teorías filosóficas defendidas por los sofistas y que Platón critica
5.- Explica qué es una Idea.
6.- Explica las diferencias entre la realidad inteligible y la realidad sensible.
7.- Di cómo, según Platón, se relacionan ambos tipos de realidades.
8.- Resume brevemente qué es lo que, en síntesis, defiende la teoría platónica de las Ideas.
9.- Explica por qué, según Platón, es necesario que existan realidades inmutables.
10.- Resume y esquematiza el “símil de la línea dividida”.
11.- Explica las diferencias que Platón establece entre opinión y conocimiento.
12.- Resume y esquematiza el “mito de la caverna”.
13.- Relaciona lo narrado en el “mito de la caverna” con lo descrito en el “símil de la línea
dividida” y establece la correspondencia entre los elementos de ambos textos.
14.- ¿Qué relación hay entre la ética y la política?
1.- Haz un resumen del libro VII de La República, indicando las ideas principales que Platón
expone en este libro.
2.- Selecciona del texto los cinco párrafos que consideres más importantes y explica por qué
lo son
3.- Localiza y subraya en el texto las siguientes expresiones y, teniendo en cuenta el contexto,
contesta a qué se refiere Platón con ellas:
— “aquellos objetos cuya sombra veía antes”.
— “lo que antes habían contemplado”.
— “lo que entonces se le mostraba”.
4.- Lee el mito de la caverna desde el principio y explica a qué concepto filosófico se refiere
Platón con la metáfora “ver las cosas de arriba”. Defínelo a continuación, sirviéndote de tus
conocimientos sobre la filosofía platónica y completando la definición con la información
metafórica que el texto aporta sobre dicho concepto.
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5.- Tras leer atentamente el texto, explica el significado que Platón atribuye a estas metáforas:
los prisioneros, el prisionero liberado, las cadenas, los objetos del interior de la caverna y sus
sombras, el fuego del interior de la caverna, la morada – prisión, la subida al mundo de arriba,
el sol del exterior.
6.- ¿Por qué el “prisionero liberado” debe volver a la caverna?
7.- Explica y comenta la comparación que hace Platón entre el Bien y el Sol.
8.- Relaciona la tarea de Sócrates con lo que describe Platón en el “mito de la caverna”.
9.- ¿Qué posibles interpretaciones puede tener el mito de la caverna? Intenta actualizar lo
sugerido por Platón aplicándolo a la sociedad contemporánea.
10.- ¿Estás de acuerdo con que el gobernante debe ser el filósofo, en el sentido de que posee
más sabiduría?
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13. COMENTARIO DE TEXTO TIPO SELECTIVIDAD.
Texto:
“- Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus entonces
compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que los
compadecería?
- Por cierto.
- Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las recompensas para
aquel que con mayor agudeza divisara las sombras de los objetos que pasaban detrás del
tabique, y para el que mejor se acordase de cuáles habían desfilado habitualmente antes y
cuáles después, y para aquel de ellos que fuese capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece
que estaría deseoso de todo eso y envidiaría a los más honrados y poderosos entre aquéllos?
¿O más bien no le pasaría como al Aquiles de Homero, y «preferiría ser un labrador que fuera
siervo de un hombre pobre» o soportar cualquier otra cosa, antes que volver a su anterior
modo de opinar y a aquella vida?
(Platón, República,VII).
Cuestiones:
3ª/ Relaciona el tema desarrollado en el texto con las posiciones filosóficas de Sócrates y los
sofistas.
(2 puntos)
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14. ACTUALIDAD DEL PENSAMIENTO PLATÓNICO.
Un aspecto de su filosofía que goza de mayor vigencia es sin duda el valor otorgado a las
matemáticas. De hecho, la fundación de la ciencia moderna se produjo en gran medida a
partir de la comprensión de que las magnitudes físicas podían expresarse en fórmulas
matemáticas.
En íntima relación con la educación aparece la reflexión platónica sobre el deber ser
de la política. Platón está preocupado por cómo debe ser el gobernante, que debe mejorar a
sus ciudadanos. Platón critica a quienes utilizan la política como medio de enriquecimiento
personal o ascenso social. Actualmente, los casos de corrupción entre los gobernantes de las
distintas administraciones, la separación entre política y compromiso ético, la crisis de los
partidos políticos de corte tradicional, el ascenso de posturas integristas o de extrema
derecha, ponen de manifiesto que la política se ha separado cada vez más de su deber ser:
buscar el bien de los ciudadanos. Los gobernantes, por tanto, deben ser quienes mejor hayan
asumido los valores éticos.
La distinción platónica entre un mundo de sombras y un mundo real se
reformula en la crítica que se lanza desde tantas posiciones a los medios de comunicación,
especialmente a la televisión, por presentar un mundo deformado que entretiene a los
ciudadanos durante horas: ¿Qué modelos nos proponen? ¿Qué vida llevan los principales
protagonistas de las series de mayor audiencia? El análisis reflexivo, pausado y distanciado
de nuestra realidad social, o la propuesta de proyectos alternativos son perspectivas que
no tienen cabida en los medios. En este sentido, Emilio Lledó realiza una lectura del
mito de la caverna en sentido antropológico, y en el que podemos vernos a nosotros mismos
como prisioneros de la misma.
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