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FSLORIA DEL MPetALi SMO NOFcEAMECANO a LA PUGNA POR LA HEGEMONIA 1776 © 1919 ViViAN CRiAS La. obra demuestra cémo en el flujo histérico del siglo XX los grandes movi- mientos transformadores y progresistas” se alternan con otros de signo_contrarrevolu. cionario y regresivo, correlacionados con la sucesion, en el sistema capitalista, de pro- fundas crisis y épocas de auge y expansién. Estados Unidos lucha exitosamente por la supremacia mundial hasta fines de la guerra 1914-18 (primer tomo); de la Paz de Versalles a la “guerra fria” esa hegemo. nia es un hecho (segundo tomo); en la década de los 60 arriba a la cumbre y en la de los 70 se abre una crisis profunda y de porvenir incierto. El autor se preocupa por vincular las di ferentes fases de la politica exterior ame- ricana con los hondos cambios de sus es- tructuras econémicas, sociales y politicas y. concede especial atencién a las persistentes y auspiciosas tendencias progresistas que Siempre se han registrado en la historia norteamericana, Nadie puede negar el lu- gar preponderante que a los Estados Uni- dos corresponde en el presente y en el fu- turo de la humanidad; la obra trata de in’ dagar la indole y el signo de esa decisiva tendencia. En lenguaje ameno y combative, Vivian presenta una agil historia “hasta ayer’ bibliografia que ofrece es de facil dad para los lectores latinoamer canos, pues es exclusivamente en lengua espafiola, ViVian CdS I: La pugna por la hegemonia (1776-1918) T. II: La hegemonia (1919-1963) T.IH: De la cumbre a la crisis (1964-1975) BIBLIOTECA DE ESTUDIOS AMERTCANOS ! VIVIAN TRIAS I= Historia de la Argentine (1515-1943) Emesto Palacio 2—La Guerra del Paraguay y las montoneras argentinas José Maria Rost ores sits a Historia del Imperialismo Rodolfo Puigards 4-Historia de ta Nacién tatinoamericana eee Norteamericano 5— EL medio pelo en ta sociedad argentina Arturo Janretche 6— Historia de ta disgregacién rioplatense René Orsi | 7 = Manual de zonceras argentinas Arturo Jauretche Tomo I 8— Proceso al liberatismo arzentino Atilio Garcia Mellid la Pi la , 9= Nos los representantes del pueblo, Historia de ta Const a Fugna por ta Hegemonia tucién de 1853 José Maria Rosa 10 — Historia del movimiento social y la clase obrera argentina Alfredo Lépez 11 — Historia del imperialismo norteamericano Vivian Trias A, PENA LILLO EDITOR §.R, L, Tapa: Esteban Janiot @ A. PENA LILLO EDITOR S. R. L. HH. Yrigoyen 1994, Buenos Aires Queda hecho a depésito que marca la ley 11.723. Probibids la reproducetin total © parcial ahr previa autrizacion do he ediores, Tinpreso en la Argentina - Printed in Argentine OBRAS DEL AUTOR Economia y politica en el Uruguay contempordnco. Ed. Banda Oriental, 1963. EL imperialismo en la historia del Rfo de la Plata, Ed. Coyoacén, 1960. EL plan Kennedy y Ta recolucién latinoamericana. Ed. El Sol, 1952. FL Poraguay: desde Francia el Supremo 4 los Lépex. Ed. Crisis, 1975. Imperialismo, geopolitica y petréleo. Ed. Banda Oriental, 1971. Imperialismo y geopolitica en América Latina, J ed., Banda Oriental, 1967; 2%, Jorge Alvarez, 1969; B, Cimarrén, 1973. Imperiatiomo y rosea bancaria en el Banda Oriental, 1971 Juan Manuel de Rosas. JP ed, Banda Oriental, 1970; 28, Siglo XXI, 1975. La crisis del détar y ta politica norteamericuna. Ed. El Sol, 1965, 2% ed. Peninsula, 1971. La crisis del imperic 1° ed. Banda Oriental, 1970; 2%, Cimann, 197: La guerra del petréleo y la crisis econdmica interna Ed. Crisis, 1975. Las montoneras y el Imperio Britdnico Ed. Uruguay, 1960. Nessor: marsiemo y_coudillismo. Ed. Cimarrén, 1973, fi: revolucién y fuerzas armadas. Ed. Banda Oriental, 1971. Por un socialism nacional, Ed, El Sol, 1966. Reforma agraria en el Uruguay, Ed. EI Sol, 1962. Unuguay: crisis econdmica y crisis politica Ed. Banda Oriental, 197 Uruguay y sus claves geopdliticas, Ed. Banda Oriental, 1971, iguay. nal. Per PARTE PRIMERA LA ACUMULACION PRIMITIVA Y LA PRIMERA EXPANSION IMPERIAL if La crisis del alumbramiento El capitalismo no ha conocido ninguna forma de existencia capaz de prescindir de Ja expansion y explotacién colonial. Siempre ha sido colonialista; genio y figura. Lo que si es cierto, es que los mecanismos del colonialis- mo han variado segiin las épocas y etapas evolutivas del sistema, En una primera fase, el capital fue comercial y Inego comercial y_financiero. Es ol capitalismo moreantilista. A dicha modalidad co- sresponde un tipo espeeifico de imperio colonial, que impera en el mando durante los siglos xvt, xvm y xvi, En larera del mercantilismo siempre hubo potencias he- geménicas, dominantes. Primero fue Espaiia, luego Holanda y en cierto sentido Francia; por ultimo Inglaterra. Es en ella, justamente, que madura la revoluciéa indus- trial a fines del siglo de las laces. Gran Brotaiia convertida ‘en el imperio industrial del orbe, inaugura una nueva forma de dominio colonial; el imperialismo liberal. En el altimo cuarto del siglo xrx el capitalismo accede a sui fase monopolista y se abre camino un nuevo modo colo- nialista; el imperialismo monopolista. Es el que estudian Hilferding y Lenin en sus clisicos textos, 12 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) Todas Jas grandes potencias han atravesado estas tres fae ses, pero no lo han hecho de la misma manera, siguiendo las mismas pautas, recorriendo similares avatares. En cada proceso rigen las leyes universales y particulares de la Historia. Sobre una estructura biisica comin, se aprecian diferen- Glas evidentes entre los imperios mercantilistas de Espana, Holanda, Francia ¢ Inglaterra. Marx lamé acumulseién primitiva a la acumulacién pri- maria e imprescindible de capitales que permite financiar Ia revolucién industrial. Toda gran potencia capitalista actual hha realizado su acumulacién primitiva, pero cada una lo ha hhecho a su manera, segin leyes propias, dibujando_perfiles intransferibles, La independencia de los Estados Unidos en 1776 es, entre otras significacfones, un episodio sobresaliente de Ia acum ‘cién primitiva del capitalismo norteamericano, como mis tar- de lo sern Ja conquista del Oeste y Ia guerra colonial contra México. Sin la Tiberacion absoluta de la madre patria. britinica, €1 capitalismo mercantilista norteamericano no. hubiera podido madurar plenamente y, por ende, no hubicra sido posible su trinsito a la fase industrial, ' La independencia se produjo ‘cuando Jas contradicciones entre el mercantilismo de hi me- tropoli inglesa (ya tramontindo su plena saz6n, hacia la re- volucién industrial), y el de las trece colonias americanas del Norte, se tornaron inconciliables y estallaron. Louis M, Hacker da en el clavo: “El sesgo de las rel clones entre el Imperio Briténico y sus colonias de Nortea riea hacen comprensibles los acontecimientos de 1763-75. errores de los hombres, ni suefios de esplendor, ni una execien- "Samir Amin (EL deserrol'o dexigual) sostiene que Ia sociedad orteamericana es una formaciin central nuece, Inghtena no. la. ha Srgantzads come dependencis. Es wn subproducto dela proletaizacién de la. metrdpoli, Su economia’ es de pequefios comecciantes, aranjeros. ¥ artesanos; pobre pero aulocentrida. Modelo de sociedad hasido en el ‘mado de preducotin (dominante) sersaniil simple, «uc puede generat el capitalsmo si las condiciones lo kavorecen, LA CRISIS DEL ALUMBRAMIENTO 1 te diferencia de actitudes psicolégicas, sino la ruptura econd- mica del sistema mercantil: lz impotencia del capitalismo mercantil metropolitano y colonial, para operar en una esfera que se contraia y en Ja cual se agudizaban las contrapos nes ei tereses, fue la razin, bisica de la crisis y del estallido La crisis de 1763-1775 Las oposiciones se habian ido acumulando. Segtin las leyes britinicas, casi todas las mereaderias remitidas a las colonias vorteamericanas desde Europa o Asia, debian pasar por Puertos britinicos y luego ser reembarcadas, lo que, natural mente, las encareeia en favor del enriquecimiento ‘de inte tnediarios ingloses. Las Antillas, tanto francesas como inglesas, eran grandes productoras de aziicar y melaza muy apetecidas en las colo- niias del Noroeste. Con las melazas se elabora el ron y sin €ontar que por entonces a cada marinero se le adjudicaba una racién diaria del licor, el ron era esencial en el comercio de pieles con los indios y en las pesquerias. Pero el aziicar y la melaza de las colonias francesas eran més baratas y, por ende, preferidas por los colonos. El Parlamento inglés, integrado con 74 grandes propietarios de plantaciones de cafia de azticar en las Antillas, aprobs en 1733 la Molasses Act, por la cual gravaban fuertemente el azicar y melazas de procedencia colonial extranjera, Las colonias tenfan prohibido manufacturar sombreros, 6 tejidos de lanas, o herramientas de hierro, pese a que conta ban con abundantes materias primas y disponian de la tecno- Togia para hacerlo. Pero el interés metropolitano imponia. que dichas materias primas se exportaran a Gran Bretafia como tales y que fueran sus talleres y fabricas los que las transfor maran en mereancias tiles, que luego se venderian a los feonsumidores amexieanos, 2 Louis M. Hacker, Proceso 1 triunfo del cepitaliona norteamerica Buenos Aires, Sudamericana, 1942 14 HISTORIA DEL IMPERTALISMO NORTEAMERICANO (1) ‘Todo ello respondia claramente a Ja doctrina_-meroan lista, De acuerdo «la misma, la riquera de una nacién con- siste en acumular metales preciosos. La via para obtenerlos es lograr una balanza comercial favorable; es decir exportar por valores monetarios saperiores a los de las importaciones. EI pacto colonial es Ja formula perfecta para asegurar la balanza favorable de Ja metr6pol, Esta impone a sus colonlas manufacturas caras y las obliga a vender materias primas anatas, Pero ahi no termina todo. También les prohibe o traba el camercio con otras naciones, 0 colonias de otras metrépolis. Se trata de una relacién econdmica no s6lo bilateral y des- igual, sino también monopolista. ‘A medida que tanto el mercantilismo colonial, como el metropolitano, maduraban, sus contradicciones se fueron agu- Gizando porque ambos exhibjan desarrollos manifiestamente desiguales, EF] mercantilismo inglés estaba en su plenitud y en Jos albores de la era industrial; el norteamericano en el ca~ mino hacia el mismo fin, Durante un largo tiempo las oposi- ciones derivaron en querellas y en protestas, peto no pusieron cn peligro el pacto colonial. gPor qué? Sencillamente, porque ‘era posible cl desarrollo de ambos mercantilismos entrabados, porque pese las imposiciones. y_prohi to econdmico de las colonias se desenvolvia y prosperaba. Por lo pronto, no debemos olvidar que a Io largo del si- glo xvi Inglaterra obtuvo resonantes victorias en las guerras eoloniales y cada tratado de paz signified un vigoroso en- sanchamiento de su vasto imperio, con lo cual se abrian nue- vyos mercados para sus viejas colonias. Primero fuc la gueria de la sucesién espafiola (17001713) que culmina con la Paz de Utrecht, reordenamiento del man- do. que significa, en rigor, el acta de fundacién del Imperio Britinico. Luego la guerra de la sucesiin austriaca (1744-1748), que terminé con la Paz de Aquisgrin. Y, sobre todo, la gue- ra de los Siete Afios (1756-1763) que desembocd en la Paz de Paris, Gracias a este tratado Inglaterra incorporé todo el Canadi, algunas posesiones antillanas, toda la region que se extiende de los Apalaches al rio Mississippi, con exeepcién LA CRISIS DEL ALUMBRAMIENTO 15 del puerto de Nueva Orleans, en su desembocadura, Ese enorme entriquecimiento territorial multiplicaba las oportunidades para los comerciantes, cazadores y colonos de Tas trece colonias, Ademés, como sagazmente lo subraya Leo Huberman *, no todas las prohibiciones y leyes restrictivas inglesas se res: petaban escrupulosamente “en los territorios coloniales. Tal es el caso de la Molasses Act. Los impuestos tornaban mis caras las melazas de origen francés, pero el contrabando zanjaba la dificultad; y el contrabando con las Antillas fran- cesas es la rafr de numerosas y mis tarde respetables fortunas americanas, De 14.000 toneles de melaza en Rhode Island, 11.500 provenian de colonias extranjeras y lo mismo ocurrfa con 14.500 toneles que importaba Massachussetts *, Por otra parte, las guerras coloniales, pero especialmente la de los Siete Afios, eran ocasiones propisias para que los comerciantes, artesanos, agricultores y especaladores realizaran pingiies negocios. En la dura lucha contra los franceses y sus aliados indios que culmind en el Tratado de Paris de 1763, muchos traficantes ¥ prestamistas de las colonias se enriquecieron, o lenaron sus ya opulentas faltriqueras, comerciando con los enemigos, abas- teciendo sus ejéreitos, contrabandcando con sus posesiones. Pero al terminar el conflieto las cosas cambiaron radicalmente, Por lo pronto, los buenos negocios derivados de los reque- rimientos de los efércitos cesaron y muchos soldados fueron desmovilizados. El comercio cayé verticalmente, el trabajo de los artesanos empez6 a escascar, muchos operarios fueron des- pedidos, cuantiosas cosechas quedaron sin vender. La crisis ost-bélica golped implacablemente a los habitantes de lis colonias y cundié el descontento, la inquietud, la protesta, Por otro lado, Inghiterra se encontré con un Imperio no- tablemente acrecentido y, por ende, mucho mis costoxo. Su estadistas empezaron a efectuar céleulos sobre quiénes costes ban su mantenimiento y la conclusién fue que les colonos de + Leo Huberman, Nosotros el pueblo, Buenos Aires, Palestra, 1965. Huberman, op." et 16 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) América apenas si contribuian con una parle muy pequelia. La deuda publica colonial ascendia a 18 chelines per of Ja de la metrépoli a 18 libras. (La comparacién era irritante! El gobiemo de Su Majestad resolvié reorganizar y ajustar los torniquetes de la explotacién colonial. Un primer problema a resolver era el de las vastas tierras ganadas al Oeste y de la rebeldia de las tribus indias que las poblaban. Los cazadores y comerciantes emborrachaban, a los indios con ron y les estafaban al marcar sus picles. Ademis, los calonos que emigraban en busca de mejorar su condicién, os despojaban de sus comarcas ancestrales. Las tribus habjan peleado junto a los franceses y era necesario pacificarlas y atraerlas, For otra parte, si las tierras conquistadas se iban a valotizar e iban a ser Objeto de especulaciones provechosas, los ingleses querfan que ello redandara en su beneficio. De abi Ia proclama de 1763, que prohibid a los colonos y a los mercaderes en pieles pasar mis allé de los montes Apalaches. Las companiias de bienes raices, voraces especuladores, pu- sieron ¢l grito en el cielo y encontraron amplio eco en los fuertes traficantes en pieles y en los miles de familias victimas de la crisis post-bélica, a las cuales se les cerraba cruelmente el desahogo de! peregrinaje hacia el Oeste. La furia contra los ingleses se torné una fiebre erupti Por otra parte, en 1764 se sancioné la Ley del Azicar, Era uma nneva version, més habilidosa, que la_vieja_y des- gastada Ley de las Melazas. Por Ia misma, se redujo el preci del galén de melaza de 6 a 3 peniques, pero se adoptaro enérgicas y eficaces medidas contra el contrabando, Mul ples e influyentes intereses se sintieron mortalmente heridos, La animosidad antibritinica se propagaba como un in- cendio en el pastizal reseco. Como si esto fuera poco, en 1765 se dicts la Ley del ‘Timbre, por la cual se hacia obligatorio adherir un pequeto sello a los almanaques, naipes, documentos juridicos, certifi- 5 H.C. Allon, Hisoris de lor Estados Unidos. Buenos Aires, Faidés, 1964. LA CRISIS DEL ALUMBRAMIENTO ra ‘cados, avisos, diplomas de colegio, licencias, ete. La recauda- ion se destinaba a sostener las tropas coloniales. La resistencia fue estridente y eficaz, Los abogidos, afectados por el impuesto, le dieron lustre doctrinal y los cabecillas y agitadores populares empezaron a emerger como hhongos después de la llavia. El impuesto de los timbres unié a los ricos destiladores de ron, comerciantes contrabandistas en melaza, dueiios de Jas compafiias dedicadas a Ja especulacién con nuevas tierras, on el populacho, con los operarios, artesanos, peones, agri- ultores, modestos tenderos, gente del comiin ya muy excita- da por la penuria econémica que siguié a Ia guerra de los Siete Afios. Se fundaron los comités de “Hijos de Ja libertad” y los disturbios cstallaron aqut y alld, como una epidemia. Hubo violencia, incendios, turbamultas. Los revoltosos coincidieron en una téctica certera y afi- Jada como un puficl; deeretaron que nada se importaria de Inglaterra. “jNo comprar mercaderfas de Inglaterral” fue el alarido de guerra encendido en la masa popular. ‘También Gran Bretaiia suftia los efectos de la paz de 1763. Los negocios no rendian normalmente y el boicot fue Acido on Ja herida. El Parlamento fue presionado por el co- mercio y en 1766 abolié el Bill del Timbre. El jubilo se ea- cendié en las colonias y la resolucién derogatoria fue califica- da de “gloriosa noticia’. * Pero esta vietoria era parcial y pasajera, La politica de ‘ajustar los mecanismos del imperialismo mereantilista iba en serio, era una politica de fondo y a largo plazo. Sir Francis Berard, gobernador real de Mussachussets, definié claramente las relaciones entre Imperio y_colonias: “Los dos grandes objetivos de Gran Bretaia respecto del co- ‘mercio americano deben ser: 1) obligar a sus sibditos ameri- anos a tomar exclusivamente de Gran Bretafia todas las manufacturas y mereaderias europeas de que ésta puede pro- | veerlos. 2) Regular el comercio exterior de los americanos de + Huberman, op. cit, 1S HISTORIA DEL IMPERIALISMO NONTEAMERICANO (1) manera que los beneficios que éste devengue?, puedan final- mente centrarse en Gran Bretafia, 0 ser aplicados al mejora~ miento de su imperic”. Londres estaba decidido a cefiirse a sta definicién hasta sus witimas consecuencias. Asi lo exigia a madurea del capitalismo mercantilista inglés, que ya mero- deaba los inicies do la fase industrial. Pero la tentativa se Incla nando el desarrollo det capitalismo mereantilista ame- icano era incapaz de tolerar tal asfixiante ortopedia, La nueva politica imperial se tradujo en las Leyes Towns- hend de 1767. Impusieron gravimenes al plomo, al té, al vidrio y otras mercaderias de trifico corriente con’ Norteamé- rica. Eran los tradicionales impuestos indirectos que jands Iabian levantado protestas. Es cierto que esta vez los acom- pifigban disposiciones que entrafiaban riesgos evidentes. Por ejemplo, una de las razones del relativo éxito que tenfan las presiones americanas sobre los funcionarios ingleses consistia en, que los sueldos de éstos se pagaban con dinero de las cajas Coloniales y Ios agentes del rey siempre actusban temerosos de perder sus emolumentos. Esa situacin cosba con las Leyes Townshend. Ahora Jos muevos impuestos sufragarfan esas erogaciones y Tos fin- ionarios de la Corona ya nada tenian que temer de los ame- ricanos. El pueblo fue nuevamente soliviantado y menudearon Jos atropellos, tumultos, incendios. 1 boicot al comercio tinleo se reanuds con vigor. Los dirigentes de la revolucién en ciernes comenzaron fa perfilarse, Benjamin Frinklin derroché sa agrio sarcasmo en su alegato: “Reglas para reducir un gran tmperio, convir- tiéndolo en uno pequeiio” Los incidentes arrojaron las primeras vietimas y en mar- z de 1770 fueron muertos cinco colonos en una rifia con soldados en Boston, Es interesante puntualizar que a esta altura ta burguesia ‘americana ya empezaba a alarmarse por el avance y por las {nfulas del ‘pucblo, ol atrevimionto o Ta intrepidez de los que ‘por entonces se Ilaman radicales. El gobernador Morris fue 7 Gtado por Huberman, op. cit, LA CRISIS DEL ALUMBRAMIENTO 19 vardedero portavoz de los tices cuando afirmé: “Los cabeci- Mas de Ja gentuza so toran peligrosos para la clase acomoda- da y la cuestién es cémo mantenerlos sujetos”. * Los americanos obtuvieron otro triunfo; en 1770 el Par- lamento abolié las Leyes Townshend, con excepeién del. im- puesto al té, Era, sin duds alguna, la oportunidad de las clases alias para formar a su quicio 2 las clases populares en pleno fermento. Hubo tres afios de calma. Pero la propaganda radical no cesaba, Samuel Adams oseribia en le Gaceta de Boston: “Es buena hora de que el pueblo de nuestro pais declare explici- tamente si éste ha de ser de hombres libres o de esclavos, ..* Se constituyeron los “Comités de Correspodencia” que intercambiaban noticias y sugerencias entre unas colonias y ottas, De ese modo se fue conformando el esbozo de Io que mis tarde seria la unidad nacional norteamericana y, 10 que ‘es muy importante, el sortimionto de ella, El proceso maduraba a ojos vistas y un nuevo paso en falso del Parlamento inglés precipité In tormenta: la ley del té, en 173, La East India Company, gigantesea compafiia colonial briténica, atravesaba por dificultades financieras y el Parl mento resolvié adoptar disposiciones para auxiliarla. La com- Paiifa tenia sus depésitos abarrotados con 17 millones de Ubras de té, sin poder venderlo. Se entendié que lo mejor era facili- tar su colocacion en las colonias. Alli se consumia, por cierto, mucho té, y su comercio daba de ganar a mucha gente. La propia Fast India Company lo vendia a comerciantes expor- tadores, que lo revendian con ganancia a los importadores en América. Estos, a su vez, obtenian sus beneficios al vendérse- Jo a los comercios esparcidos en pueblos y ciudades, los que, por supuesto, sacaban su tajada al expenderlo al consumidor. Ademis, una gran cantidad de té entraba de contrabando, traido desde Holanda y generando otra ringla de beneficiarios. * Citedo por Huberman, op. elt * Citedo por Huberman, op. ot 20 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) La meva ley otorgé a la compuiia el privilegio de Ile- varlo en sus propios barcos, abrir sus propios comercios en Jas colonias y venderlo directamente a los minoristas. La ca- dena de intermediarios quedaba climinada y el té resultaba incluso més barato que el contrabandeado. Pero eran incon- tables les americanos perjudicados. No tardaron en aparvcer, y circular febrilmente, apasio- nados alegatos contra la East India Company. El Boston Evening Post alertaba que vendiendo té més barato la empresa inglesa arruinaria a los competidores y Iuego de obtener el ménopolio, impondrla su mercaderfa a precios may caros.'* El Pennsyloania Chronicle anunciaba que tras la East India, vendrian otras compaiias britinicas y que los empresarios Tocales serfan_ arrojados a Ia indigencia. '* La agitaciin se tomé multitudinaria al grito de: “jEL té no debe ser desem- barcado!”. Hubo grandes mitines y centenares, miles de dis- cursos, Una cosa lleva a la otra y pronto fue’ cuestionado el propio derecho del Parlamento inglés para imponer gravime- nes a los colonos amerieanos En noviembre de 1773 arrojaron al agua, en Boston, un eargamento de té por valor de 75 mil délares. En Londres estimaron que las cosas habian ido demasiado lejos. Jorge IIT ‘escribié a Lord North: “El dado ha sido echado; las: colonias © bien triunfan o bien se someten’. ** Las “Comisiones de Correspondencia” organizaban Ia resistencia y extendian la agitacién. El general Gage n0 pudo conseguir en ninguna colonia trabajadores para mejorar sus fortificaciones. La solidaridad popular unia_a unos con otros, donde antes no existia el menor vinculo. El 19 de abril de 1775, en Lexington, estallé Ia chispa; se produjo el primer enfrentamiento armado entre tropas inglesas y americanos ar- mados. En mayo se reunié el Segundo Congreso Continental en Filadelfia. Los sepresentantes de las colonias designaron a 4" Huberman, op. cit. 4 Ibid, 13 Ibid, LA CRISIS DEI ALUMBRAMIENTO a George Washington comandante en jefe del ¢jército continen- tal. En enero de 1776 Thomas Paine publieé su famoso Sen do Comiin, en que abogaba abiertamente por la independen- cia, Su escrito, penetrantemente persuasivo, tuvo un éxito re- sonante, En tres meses se vendieron 120.000 ejemplares. EL desenlace no se hizo esperar. El 4 de julio de 1776 el Congieso de Filadelfia aprobaba la Declaracién de la Inde- pendencia, En gran parte fue redactada por un brillante jo- ven do Virginia, Thomas Jefferson. La lucha popular Hev6 el proceso mucho mis lejos de Jo que supusieron los instigadores de le burguesia mercanti norteamericana y su huella quedé honda en algunos pasajes de la Declaracién: “Sostenemos que estas verdades son evidentes por si mismas; que todos los hombres nacieron iguales, que su. Grea- dor los ha dotado de ciertos derechos inalienables, entre los cuales figuran la vida, la libertad, y Ia busqueda de la feli- cidad. Que para asegurar estos derechos se instituyeron Go- biemos entre los hombres, euyos justos poderes derivan del consentimiento de los gobematlos. Que toda vez que una forma cualquiera de gobierno destruya esos fines, el Pueblo tiene el derecho de modificarlo 0 derogarlo, y de instituir un tmuevo gobierno, estableciendo sus bases de acuerdo con tales principios y organizando sus facultades en forma tal que, a su juicio, le garanticen su seguridad y su felicidad”. La historia de Estados Unidos ha sido, en muy buena medida, una pugna entre su puchlo por sfianzar tales prin- cipios y su burguesia por trampearlos. La insurreccién y la guerra wternacional Una de las razones por las que Gran Bretaia no pudo contener a los. patriotas americanos, consistié en su impoten= ‘cia para impedir que la revolueién colonial se convirtiora. en ‘guerra internacional. 13 Ibid. 22 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) El sigle xvm es recorrid por sucesivas y cada vez mis amplias y encamizadas guerras coloniales. La concepcién, tanto como el funcionamiento de la economia mercantilista, conducea, inevitablemente, al nacionalismo econémico y a la agresiva competencia econémica y politica de los Estados por el control de los mares, las fuentes de materias primas y los mereados extranjoros. La ley dol desarrollo desigual y combinado rige el no- table proceso en que los Austria pierden Ia Corona espafiola ¥ en que culmina la decadencia del formidable Imperio don- de, en tiempos de Carlos V, “jams se ponia el sol”; en que Holanda pierde su fngaz supremacia mercantil y Francia Ia batalla por el dominio mundial, frente a Inglaterra. En este juego de imperios que se hunden 0 pasan a se- gundo plano, 0 se transforman on satélites de otro mayor, como Portugal de Gran Bretaiia, mientras otros ascienden Ta eseala de su poderio y terminan por imponer su hegemonia, Norteamérica fue, desde el principio, una especie de “nifia mimada” de la ley del desarrollo desigual Ello ya puede observarse en el mismo acto de su inde- pendencia, pero a lo largo del libro. iremos puntualizando cémo el desarrollo desigual operé siempre en su favor y en ceircunstancias eniciales de su historia La vietoria patriota de Saratoga, el 17 de octubre de 1777, fue una baza poderosa en manos de Ja delegaciin americana que, eneabezada por Benjamin Franklin, viajé a Francia en procura de ayuda, Lo cierto es que alli enconti6 terreno fér- til, abonado por el revanchismo, remanente de la derrota en 1a guerra de los Siete Afios y del tremendo golpe que $ para el poderfo francés. Cuando Burgoyne se rindié con cinco mil hombres al general Gates en Saratoga, el gobiemo francés aprecié que no se trataba de una rebelién sin porvenir, ni mucho menos La ocasién fue asida por los cabellos y en febrero de 1778 se incorporé a la lucha. La slianze francesa no sélo implied, para Jos americanos, la presencia del marqués de Lafayette, sino que, ademis, recibieron el refuerzo de un ojército de 6 mil hombres a las drdenes de Rochambeau, considerables. subven- LA CRISIS DEL ALUMBRAMIENTO 2 ciones y armamentos y gran parte de los siete millones de délares que los insurgentes recolectaron en el extranjero. Pero no todo termind ahi. En 1779 Espafia, otra poten- cia con viejas heridas causadas por el le6n briténico, declaré Ja guerra a los ingleses, pero sin formalizar alianza’ con los americans. Las propias peripecias de la guerra, la prepotencia bri ténica con el comercio neutral y su propio revanchismo em- pujaron a Holanda a la contienda un aio después. Y aun las potencias del Norte de Europa asumieron una hostil neutra- lidad para defender su propio comercio de Gran Bretaii En suma, que ésta se vio absorbida por una gravisima guerra internacional cuya significacion relegé la misma im- Portancia de las colonias rebeladas. Bs natural que los amecica- nos se beneficiaran grandemente con la coyuntura. Entre 1780 y 1781 Inglaterra perdié, por perfodos breves pero vitales, cl control sobre las costas maritimas norteameri- canas, cuyo bloqueo constitufa una de sus armas esenciales. En 1782 el gabinete North fue sustituido por el de Rock- Ingham, y a nadie extraflé que éste iniciara negociaciones con Jos insurgentes. EI 19 de octubre de 1781 Cornwallis se rindié_ a Wash- ington con sus siete mil hombres en Yorktown. Sp afirma que los soldados ingleses se entregaron al son de la melodia EL mundo se ha trastornado” **. ;Y vaya que se habia trastorna- do! Antes de 200 aftos los vencedores serian la superpotencia del capitalismo mundial y el imperio inglés tramontaria un 0c glorioso y definitive ocaso. Benjamin Franklin, John Adams, Jay y Laurens fueron puntos altos de la delegicién norteamericana que firmd ol tratado anglo-norteamericano de 1782. En rigor, sus conse- ‘euencias efectivas no se produjeron hasta que Francia ¢ In- glaterra firmaron la Paz de Paris en 1783. A pesar de la paz, Por separado con Inglaterra, Franklin pudo obtener de los franceses un empréstito de seis millones de libras. * En cuan- 1 Allen, op. elt. 4 Allen, op. cit 24 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERIGANO (1) to a los términos reales del convenio, es dificil que en tierra americana se hubiera sofiado con nada mejor. El primer articulo estipula que los Estados Unidos son “Estados libres, soberanos e independientes”, La nacién habfa nacido y al nacer obtuvo una extensa frontera que comenzaba al norte en Nueva Inglaterra, desde allf segufa a lo largo del San Lorenzo, bajando. por el cur del Mississippi en el oeste y una frontera con la Florida guiendo el paralelo Al en el sur. Eran. unos Himites plenos de ambigitedades ¢ indefiniciones, semillas de futuros con- flictos y puntos de partida del crecimiento arrollador del nue- ‘vo Estado, Gran Bretafia hubo de ceder el este y el oeste de Is Flo- rida a Espata en 1783; otro cabo para atar en cl poivenir. Estados Unidos obtuvo vitales derechos de pesca en las costas britinicas de Jo que hoy es Canadi y la libre navega- cién del Mississippi. Las compensaci en verdad, gran cos 2) los acreedores ingleses podian trater de obtener el pago de sus deudas en América y b) se recomendaba varios Estados restaurar las propie- dades’ confiscadas a los realistas. Par. un devenir mas 0 menos mediato, quedé el planteo de un posible tratado comercial anglo-norteamericanc. es arrancadas por los ingleses no son, El miedo @ los radicales La independencia, In gestacién de una neva nacién, el surgimiento de una verdadera burguesia nacional que pro- ccurara la unidad del mercado interno y el desarrollo industrial mediante el proteccionismo, es un paso decisivo en el proceso de la acumulacién primitiva, en cl trinsito del mercantilismo, aun en agraz, a la revolucion industrial. Pero el pals doberia atravesar por otras instancias deci- sivas antes de que adviniera aquélla: Ia Constitucién Federal aprobada en 1787, la conquista del Oeste, la rebatifia de mis LA CRISIS DEL ALUMBRAMIENTO 5 do la mitad do su territorio a México, hasta: culminar en la vietoria del norte industrial en la guerra de Secesién. ePor qué la sanciin de la Constituciin es un episodio fundamental en la gestacién del capitalismo industrial norte- americano? Conviene detenerse en la respuesta, Los “Articulos de a Confederacién’, aprobados en 1751, ‘eran un nexo de muy exeasa consistencia y el poder central =el Congreso, de ellos emanado— excesivamente débil. En igor, la sustancia del poder politico radicaba en cada Esta- do, A esta dispersiin institucional, a esta laxitud en la arqui- tectum juridica, se sumaba cl avance, el empuje, desordena- do y a veces castico, pero indiscatiblemente yigoroso de los Mamados “radicales”; pequefia burguesia getivisia, trabajado- es, agricultores pobres, ex soldados y obreres, El retofio de burguesia nacional no s6lo no disponia de un gobierno fede- al fuerte, sino que se encontraba muchas veces acorralado 1 Jas exigencias de los radicales en un vastisimo campo de lucha. No es de extrafiar Ia tensa situacién que los historia- dores noiteamericanos Haman “el periodo critico”. La revolucién de la independencia fue, en mis de un sentido, uma revolucién social en que vetustes normas y po- erosos intereses se vieron irroversiblemente afectados. En todos los Estados se abolieron los mayorazgos; muchos. gran- Mes propietarios realistas fueron expropiados. Se calcula que 1 total de pérdidas realistas, por esta mzén, fue de unos 40 millones de délares. * El fundo de Fairfax en Virginia superaba os seis m Tlones de his., el de los Phillips en New York las 300 millas euadradas, el de Sir William Pepperell se extendia por mis do 30 millas a To largo del Maine, ete, 7 Estas fincas fuoron tepartidas entre muchos productores; a veces, 250 nuevos pro- “Pietarios o mis, sustituyeron al antiguo dueio tory. También se adelanté mucho en la éxtincién de In escla- ‘Yitud. La primera sociedad antiesclavista de la Historia se 16 Hacker, op. eit "7 Huberman, op. ot 26 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) constituyé 4 Afas después do Ia batalla de Lexington, En mu- chos Estados se prohibié Ta importacién de esclavos; en otros se escalonaron medidas que culminaban on la total abolicién de la esclavitud. '* E] signo revolucfonario en estas y otras disposiciones, no podfa menos de chocar frontelmente con las clases dominan- tes que constitufan, por entonces, el germen de la burguesfa nacional. La paz entregaba al nuevo pais vastos territorios que se extendfan desde los Apalaches hasta el Mississippi: el Terri- torio Noroeste. La prictica histérica de de Ta época era que un nuevo territorio adquiride s© convirtio- ra en colonia. Pero el influjo de Tas mievas ideas en “el pe- iodo critico” se expresa muy bien en el hecho de que el nuevo gobierno adopt6 otra solucién. Se aprobé en el Con- reso que en cuanto cinco mil personas se agraparan en una ‘comarce, podian clegir sx propia legislatura y dictar sus pro- pias leyes y sesenta mil podfan conformar un nuevo Estado e integrarse a 1a Unidn. Ello abria grandes posibilidades de Iu- ero a Tos especuladares en tierras, poro no podian coneretarse porque el gobierno era demasiado débil. no nosela fuerzas para combatir a los indios y garantizar seguridad a las olea- das de colonos que esperaban sn oportunidad. En muy alta medida la guerra fue financiada con emisiones de papel mo- neda realizadas por diferentes Estados. Las soldados. fueron pagados con esos billetes y también Tos proveedores del ejér- cito patriots, El resultado fue la inflaeién, Ia depreciacién dol papel moneda, al punto de que 100 délares Megaron a no poser valor adquisitivo por mas de 10. La revolucién y los primeros y dificiles tiempos dejaron cl tendal de dendores pobres 0 muy pobres. A ésios les con venia, sin discusién alguna, que las deudas contrafdas se pudieran pagar con billetes depreciados diez veces en su va- lor. Pero los acreedores, los ricos prestamfstas, nonfan el grito en cl ciclo y reclamaban un gobierno central, fuerte, que ga- 18 Huberman, op. elt LA CRISIS DEL ALUNBRAMIENTO a santizara cl contenido oro de la moneda © impidiera a los Estados inundar cl mereado de papsles dosvalorizados. El Estado se habfa endeudado hasta los tuétanos con la guerra. Eran muchos los americanos que habfan comprado bonos ‘Por precios reales irtisorios, pagando por 5 lo que nominal- mente valia 500. Los soldades enyas pagas se cubrieron mu has veces con bonos fueron presas ficiles de los especulado- ses con la deuda ptiblica, ya que acosados por la miseria los ‘xendieron por un poco de pitanza 0 tabaco, o ron. Pero estos honos valdrfan mientras no hubiera un gobiemo central faerte que garantizara su conversién por su valor nominal. Durante la guerra y el consiguiente bloqueo inglés, mu- cchas industrias locales se desarrollaron al amparo de un’ mer- ‘ado desabastecido. Cuando la paz se firmé y las manufactu- nis de Europa y Gran Bretafin anexaron el mercado america- no, esos flamantes industriales lamaron por leyes proteccio- niistas, pero no habia un gobierno central fuerte capaz. de tarlss. y hacerlas cumplir. Lo mismo ocurrié a los armadores ¥ comerciantes que sufrian restrieciones y vejaciones en los Puertos extranjeros. Pedian un gobierno nacional que impul- sara una gran flota mercante y que fuera capaz de responder ‘con agresividad y enorgia a las medidas antiamericanas de Tas naciones competidoras. La lucha entre la burguesin_y Tos radicales se agudizé urante la crisis econémica de 1785-1786. Hubo disturbios, _ chogues; Jas clases dominantes pedian en todos los tonos un _ gobierno federal que dispusiera de tropas para implantar el ‘orden, Quizé la revuelta del eapitin Daniel Shays, en Massa- ghusetts, colné el vaso. El general Knox escribié a George Washington asustado de Tas ideas de Shays, que proclamaba Ta “propiedad comin de todos”. '? Es natural que fueran las clases ricas, grandes propieta- ios, opulentos comerciantes, recientes y' ambiciosos indus- tales, prestamistas, especuladores en tierras y en bonos (la -deuda péblica interna del gobierno central ascendtia a 49,400,000 “a tame: 17 Hacker, op. et 28 HISTORIA DEL IMFERIALISMO NORTEAMERICANO (1) ‘élares y la de los Estados a 25 millones?*), etc. —matriz de Ia Burguesia nacional— quienes promovieron decisivamente la reanién de una Convencién para redactar una Constitucién con un gobierno central provisto de las facultades necesarias para proteger sus intereses que eran, hay que reconocerlo, los del ‘capitalismo en. desarrollo, No se puede afirmar, como lo hace R. G. Allen *, que la tesis de Charles A. Beard, segiin la cual los constituyentes de- fendieron ante todo sus interoses privados, sea un “invento” Pero su labor no se coneret sélo a salvaguardar sus negocios: mis allé de ello otorgé al capitalismo norteamericano las an- daduras politico-jurfdicas sin las cuales no hubiera podido acceder a la revolucién industrial. Chailes Beard documenta su panto de vista inspelable- mente. El resumen de sus minuciosis investigaciones sobre los constituyentes es impresionante, “La mayoria eran abogedos... Ninguno representaba por sus intereses personales directos a las clases de pequeiios agri- ciltores y menestrales. La abrumadora mayorfa, por lo menos cinco sextos, estaban de manera directa, inmediata y personal, interesados en el resultado de su labor en Filadelfia y se bene- ficiaron con la Constitucion en mayor 0 menor grado, Los inte- resados en papeles puiblicos tenfan una extensa representaciin fen lu Coustituyente. De los 55 miembros que asisticron a las ‘sesiones, no menos de 40 registran en los archivos del Depar- tamento del, Tesoro com sumas que varian desde unos pocos délares a més de cien mil”. * La Constitucién fue una obra maestra de equilibrio entre tun fuerte Ejecutivo, un Congreso bicameral y una Suprema Corte de Justicia; con una ajustada combinacién de clecciones indirectas y directas, como para garantizar, razonablemente, el poder a las clases dominantes. También es muy importante no 28 Hacker, op, eit. 3 Allen, op. cit, % Charles A. Beard, Interpretaciin econdmica de la Gonsttucién de tos Estados Unklos, Buenos Aires, 1958. 22 Beard, op. elt LA CRISIS DEL ALUMBRANIENTO 2 dar que incorporé a sus disposiciones la filosofia econémica Adam Smith. La adopeién del liberalismo econdmico que eosté a Inglaterra ais de dura lucha politics y lenta madu- raci6n, se realiz6 vertiginosamente en Filadelfin, Los Estados perdicron muchas de sus potestades y conser- on otras, con lo que el derecho politico se enriquecié con una peién prictica del fedcralismo llamada a tener grandes rcusiones en el mundo. info de 1788 New Hampshire se promun- 1ei6 a favor de la Constitucién, se cubrieron los nieve Estados ‘que se requerfan para considerarla vigente. Desde entonces Ia guesia norteamericana dispuso de un mercado interno sin remis aduaneras interiores, de un gobierno fuerte, de un co juridico liberal, ete en una palabra, del “habitat” poli- fi fticico imprescindible para continuar su marcha ascei te. Charles A. Beard demostré que esa burguesia en forma- i6n, en la ctapa de la acumulacion pine os vorar, inte- esacla, sordida, i No hay ninguna, en la historia, que se haya ie N2 tay cg storia, que se haya comportado de doctrina Monroe: el rostro y la mascara La independencia significé para Estados Unidos, y como atrapartida, el quedar fuera de los protegidos circuitos mer untilistas del Imperio Briténieo. Su comercio no estaba prepa- do para la intemperie del agresivo nacionalismo econémico Ja época; pero pronto habria de recuperarse. Es més; las dificultades de la coyuntura fueron estimulo leroso para cl desarrollo. Apenas establecida la paz. en 1783, Inglaterra regula el comercio con sus ex colonias. La situa- cion mejora bastante. La madera y el tabaco, destinados a la portaciOn, son liberados de derechos. El hierro, los pertse- navales y las maderas en bruto pagan los mismos derechos similares productos provenientes de colonias britinicas. En nbio, se cicrran lineas esenciales de las exportaciones ame- canas y se excluye a los bareos de esa bandera de las rutas lel Tmperio, salvo para transportar sus propias mercaderias. ‘marina mercante y el desarrollo desigual __La neva nacién contaba con un factor may importante a fayor; su experiencia en construceiones navales y la abun- ia de materias primas para sus astilleros En el momento de Ia independeneia, e! 309% de la marina ante inglesa se habia construido en las colonias norte- 92 HISTORIA DEL IMPERIALISMO. NORTEAMERICANO (1) americanas.** Duefios de su propio destino comercial, no es de extraiiar que la marina mercante nacional experimentara un salto de siete leguas. En 1789 el 23,75 % de su. comercio ex- terior es conducido en sus propios barcos. En 1826 ese porcen- taje se ha elevado al 92,50.* El desarrollo. desigual y las consiguientes pujas entre los imperios mercantilistas, contiguran el otro factor que hinché las velas del comercio de Estados Unidos. Hacia 1780 Espaia, Francia y Holanda han liberalizado elacceso a sus colonias americanas. Nuevos mercados se abren y pronto los barcos norteamericanos myegan en todas direc- ‘ciones y hacia Jos més exdticos confines. Ein 1784 aribé"a Canton el primer barco norteamericano, con escala en El Cabo y en la India, En 1788 abrié allé su primer consulado y en 1789, de 46 barcos extranjeros que Me- geron a ese puesto, 18 provenian de la flamante nacion. * En 1790 el comercio exterior suma 43 millones de délares, en 1795, 118 millones, en 1801, 204 millones y en 1861, 500, *” Las importaciones predominan sobre las exportaciones, por Jo menos hasta la década de 1880. En el cuadio N? 1 se muestra eémo se distribuia su co- mercio en 1831: *#* Cusdro Ne 1 ugs_113.000.c00 +» 8.000.000 4/000 000 3 13:000.000. 2 7.000.000 ora 252.000.000 2 Manuel Medina Castro, Eados Unidos y América Latina, st elo XIX. La Habana, Haitoral’ Casa de las Amérieas, 1968, % Medina Castro, op. el 2 Tia. » Ibid. 2 Ibid. LA DOCTRINA MONROE: EL ROSTRO YLA MASCARA 93 En las importaciones prevalecen Jas manufacturas hasta 1 filo del siglo xx. En las exportaciones, las materias primas hhasta casi las visporas do la primora guerra mundial; de 1791 a 1860, el algodén cubre los 2/3 del total. ** Es importante para disear el marco en que se gest6 la Doctrina Monroe, puntualizar que mientras Europa consume Jas materias primas de U.S.A., América Latina absoibe princi- palmente sus manufacturas. Los tejides de algodén se venden ¢n México y América Central y en América del Sur se colocan harinas. Estados Unidos se va erigiendo en un importante in- termediario mercantil entre Europa y América Latina. Hacia -el viejo continente reexporta azicar, melaza y café; desde allt tme y revende en el Sur manufacturas, especialmente britinicas, Es importante consignar la evolucién del comercio norte- americano con América Latina en esta época. Guadro Ne 2 Exportaciones norteamericanas hacia América Latina, incluidas tas reesportaciones 3700) fs 5.000.000 795, » 14.000-000 1800 » 28,000,000 1805 » 30.000.000 asi0 18.000.000 1815 19,000.00 1820 30.000 000 Se aprecia la brusca cafda provocada por las guerras de independencia al sur del Rio Grande, de 1810 a 1820. Al comenzar el siglo xix, Estados Unidos es una respetable Potencia comercial en el mundo. = Ibid. 3 Ibid. 34 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) Cuadro. Ne 3 Extados Unidos en el comercio. mondial Porcentaje de cada pais en las operaciones totales de ventas?! 1800 1850 Tngaterra nae 20,3 Alemania ins Ba Francia... 78 go Estados Unidos 56 15 Walia cess. 33 a6 Holanda élyica so 16 India Brit eee 36 Rusia. a ae aq Anutris-Hinngria . 26 35 Es un cnarto puesto anspicioso para una nacién recién ‘emergida de su matriz colonial. Cuerras internacionales y diplomacia En 1793 estalla una nueva guerra entre Inglaterra y la Fran- cia revolucionaria, Estados Unidos esté atado a la segunda por los compromisos de 1778, pero George Washington se opo- ne a la guerra, En su perspectiva el gran negocio de los Es- tados Unidos la preseindencia en los continuos conflictos ‘europ2os y la explotacién comercial de su neutralidad. En rigor, y desde ese enfoque, la neutralidad es un negocio. Esa politiea es Ja raz de la doctrina aislacionista que durante tantos periodos ha de presidir la politica exterior de la nueva potencia. ‘Washington es, sin duda, quien primero la formulé con claridad: “Europa tiene un sedimento de intereses primitivos del ‘cual carecemos nosotros, 0 con el cual, no tenemos mis que una remota relacidn, De ahi que ella pueda ser arrastrada a frecuentes controyersias que nos son fundamentalmente extra- fas. Por lo tanto, debe considerarse desacertado que nos li- * Wid. LADOCTRINA MONROE: EL ROSTRO Y LA MASCARA 35 guemos por lazos artificiales a las vicisitudes ordinarias de su ‘politica 0 a las habituales alianzas 0 choques que provienen de sus amistades 0 enemistades. Nuestra posieiin apartada y Tefana nos induce a seguir por otto camino... Nuestra. buena politica ha de consistir en mantenernos alejados de alianzas Pamanentes con cualquier parte del extranjero... Cuidando siempre de manienernos, tomando las medidas necesarfas, en vuna actitud defensiva que imponga respeto, ensayar alianzas temporales en contingencias extraordi Esta regla de oro guia a ka joven diplomacia. En 1795 se firma el Tratado de Pinckney con una Espaiia debilitada, por el cual se obtiene el derecho al depésito de mercancias en la desemboeadura del Mississippi y garantiza Ia libre nayegacién por dicho rio, que se erige en el limite natural con la Louisiana por eneima del paralelo 31. Un afio antes John Jay ha firmado en Londres cl convenio mis discutido de la historia norteamericana, A tal punto que tl Senado lo aprobé apenas, en sesién secreta y luego de agrio debate. Segtin el mismo U.S.A. reeonocid al Reino Unido el dominio de los mares. Pero a cambio se aseguré la paz, Ia personerfa de la nacién y, como consceuencia, la solidex de su crédito en la economia mundial. ‘Tan es asi, que en 1800 se habjan colocado en el extranjero mis de la mitad de los valores federales y de Ins acciones del Banco de los Estados Unidos. Ademés, Inglaterra termind por evacuar los fuertes del este, donde los amerieanos habjan ido sometiendo a los in- dios. ‘De esta manera todo di territorio de Ohio quedé abierto a la colonizacién, Fueron los dos grandes éxitos diplomaticos de Washington: libre curso del rfo Mississippi y la exploraciin del Oeste. Las relacion’s con Francia se enturbiaron a causa del ‘Tratado de Jay, pero finalmente pudieron superaise las liga- duras del Tratado de 1778 y on 1800 se firm un nuevo con- #2 Samuel Eliot Morison y Henry §. Commager. Historia de los Estados Unidos de Norteamerica. Mexico, Fondo de Cultura Econd- ‘ica, 1951. Hacker, Proceso y triunfo del capitlismo norteamericano, op. cit. 36 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) yenio con el gobierno de Napoleén Bonaparte por el cual aquél era derogado expresamente. Las guerras napolednicas significan la gran oportunidad para el “negocio de Ja neutralidad”. Napoleén conducia la lu- cha de la burguesia francesa contra la hegemonia del capita- lismo inglés en el mundo. Su primera estrategia consistié en golpear al Imperio en lo que él consideraba, con acierto, su punto ms vulnerable: la India. En busca de una ruta que le abriera paso a ese objetivo realizé la expedicién a Egipto. Fracasada esa primera concepcién (sin duda la mas lici- da), ensayd la estrategia de la invasién directa a las Islas Britdnicas. La Tercera Coalicién y el fracaso naval de Trafal- gar la echaron por tierra. Duefio del continente, pero habiendo perdido el acceso a los mares, pone en juego su tercera estrategia: el bloqueo continental instituido en los decretos de Berlin y Milan. A la asfixia que para las industrias britdnicas significaba cerrarles sus mejores mercados europeos, Londres respondidé con sus “Order-in-Council”, por las cuales contrabloqueé al con- tinente usando su indomable flota, duefia de los mares. Bloqueo y contrabloqueo fueron la jauja para comerciantes y armadores norteamericanos, que Ienaban sus faltriqueras vendiendo a unos y a otros, bajo el manto de la sagrada neu- tralidad. La guerra franco-inglesa era a muerte y ello habria de erizar las relaciones de Londres con los americanos. El xeclutamiento forzoso que los briténicos practicaban en el mar y en los puertos, arrasando también con marinos americanos e ingleses desertores que trabajaban en barcos de banderas americanas, es una de las causas de la guerra de 1812. Otra causa decisiva fue la disputa en torno a los “dere- chos de la neutralidad”, con los que se cubrian los pingties trAficos norteamericanos con los territorios dominados por Bo- naparte. De las controyersias jurfdicas, muy pronto se pasé a los hechos. El gobierno norteamericano recurrié a los embargos de Jos barcos extranjeros y de ese modo el comercio con Eu- ropa cay6 verticalmente. Una grave depresién en Nueva In- LA DOCTRINA MONROE: EL ROSTRO Y LA MASCARA 37 glaterra maritima y en el Sur exportador de algodén y tabaco fue la consecuencia. Desde ambos lugares se realizaron presiones Ja - tura definitiva con Gran Bretafia. eee Pero tal vez la causa principal de la raices en el Oeste. i 3 rine ne ie Madison acusé a Londres de estimular Ja hostilidad de las tribus de pieles rojas, pero en rigor en esa regién ardian las Sanas de invadir y apoderarse de Canada. Los “jévenes halcones” del Oeste, encabezados por Henry Clay, portaban un nacionalismo entusiasta y agresivo, preludio del Destino Manifiesto”, y sus ojos miraban hacia las prome- ae ae canadienses. La victoria de W. H. Harrison sobre los indios en Tippecanoe —1811— avivé | pasion chauvinista, ** pence et La guerra de 1si2 entre Estados Unidos y Gran Bretafia fue breve y muy importante. En ella surgié la avasallante popularidad del general Jackson y al amparo del eventual des- abastecimiento, la industria americana avanz6 a zancadas. Terminé en diciembre de 1814 con el Tratado de Gante. TIn- por iat ee con sus ex colonos, lo que afianzé su orgullo nacional. A tal punto qu habl. a“ i pene Pp que se habla de una “segunda indepen: Bien escribe H. C. Allen que la guerra de 1812 “infundié nuevo feryor al nacionalismo norteamericano”. Por otro lado, fue un golpe de racia para sus vinculaciones europeas. Las energias de Ja nacién se orientaron a su inmediato contorno: el Oeste y las vastas dreas al Sur del Rio Grande. i Un oleaje inmigratorio sacudié sus costas. El censo de 1810 arroja la cifra de 7.239.881 habitantes. En 1850 la po- Dlacién se ha triplicado: 23.191.867 habitantes, ** Las grandes haciendas agricolas trabajadas por esclavos en el Sur, multiplicaron su produccién. La desmotadora de algodén de Eli Whitney contribuyé, decisivamente, a que la 34 Allen, Historia de los Estados Unidos, op. cit, 2 Allen, op. cit, 98 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) produceién de “oro blanco” creciera de 178.000 fardos ch 1810, a 2 millones en 1850. * La industria americana empezaba a usar pantalones largos al finnarse la paz. Pero la marejada de mamufacturas britini cas posterior al Tratado de Gante, mostré su inexperiencia y debilidad. El clamor proteccionista subié rapidamente de tono y en 1816 se instituye el primer arancel vigorosamente protec- tor de Ja historia norteamericana: los derechos variaban entre el 75 y el 30% ad talorem.*" ‘Tales eran lay tendencias profundas de la nacién, cuando hubo de enfrentar ol hecho ireversible de la independencia de la “otra América”. La independencia de la otra América Los aiios de 1809 y- 1810 fueron los de la erupeidn juntista ‘en Hispanoamérica. En lineas generales, la lucha se prolongs diez afios, aunque la altima y definitiva batalla, Ayacucho, se and a fines de 1824. En 1821 se produjo el primer reconoei- miento de la independencia hispanoamericana: fue el del breve régimen liberal de Portugal. Al afio siguiente sobrevino €l reconocimiento de Estados Unidos. De los primeros, sin duda. Una versién oficial, y con indisimulable sabor “pan- famericang”, sostiene que se tratS de un arriesgado acto de gensrosidad diplomatica. Sin contar con que es muy dificil que ninguna nacién del mundo adopte um. decisién de politica internacional tras- cendente y comprometida por puras motivaciones de nobleza, no cabe duda de que el reconocimiento norteamericano de Ja Independencia de las Repiblicas del Sur fue parte de su in- teresada politica de neutralidad, con los ojos puestos en sus requerimientos mercantiles y como un factor en el complicnda juego de sus relaciones con Inglaterra y Espafia. Samuel Flagg Bemis, pese a sus esfuerzos por idealizar la decisién de 1822, reconoce: 3 Allen, op. cit, 2 Ibid, LA DOCTRINA MONROE: EL ROSTRO YLA MASCARA 49 “in lugar de hacer de las guerras de Europa una ocasién para una extonsa politica do ayuda a la liberacién de la Amé- “rica espafiok, Jefferson y Madison subordinaron su politica ce ecietcene a las exigencias de Ja disputa con Ingh- Y con respecto « la metripoli thérica: “Una cosa era cierta en 1815, al terminarse las guerras con Europa y Norteamérica: Estados Unidos, habiendo conseguido salir indemme del embrollo de las guerras europeas, no queria enzarzarse seguidamente en otra guerra con Fxpafia —para “10 menefonar los posibles aliados de ella— con el fin de lbertar ala América espafiola. Proferfa, mAs bien, aprovecharso del ‘agotamiento de Espafia en Europa y de sus constantes angus- ‘ias en América, con objeto de conseguir por la diplomacia la _Posesion de Tos estratésiens teitorcs fronterizns tan vtales "para su propia seguridad. En consecuencia adopté una do noutralidad”, ** ee En efecto, desde 1810 Estados Unidos estaba al acecho “de las Floridas v el Gral. Jackson dio sus buenas dentelladas “en elles, pero hubo de abandonar los trozos del pastel. sin “deglutirlos. Sin embargo, y a rafz de su invasién de 1818, Ma- “Gi Tegé a la conclusién de que era mis conveniente vender- “Tis que perderlas en una guerra sin esperanzas. El tratado Firmé a1 29 do febrero de 1810. Se le conoce como el tratads Adams-Onis (por U.S.A.) firmé Tohn Quiney Adams y por Espa- ia cl Ministro Luis de Onis) o Transcontinental, porque merced él la nacién se extendié de océano a océano. Espaiia cedié sus tierras al Este del Mississippi, y sus -antigues derechos sobre Oregon por cinco millones de déleres. ‘Aems se determinaron Ios tinites entre Estados Unidos México Espaiia pretendié incluir el no reconocimiento de los mue- ‘wos Fstados australes on vias de independizarse de su tutela, ‘pero Adams se negé a titulo de que ello equivalia 2 violar la Sanniel Flagg Bemis, Le diplomacta de Estados Unidos en Amé- rea Latina, Mbxico, Ponto de Cult Bonbiica, 194. zi 3" Plage Bemis, op. ct, 40 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) « neutralidad. La diplomacia espaiiola recurrié, entonces, a las demoras, a dejar pasar el tiempo y enfriar el problema, dila- tando al reconocimiento. Bien sabia Madrid que hasta que el convenio Adams-Onis no se ratificara, U.S.A. no reconoceria Ta independencia hispancamericana. Pero la revolucién Hberal de Riego y la convicciin de que el postergado acto era inevitable, indujo al gobierno espafial a ratificarlo el 24 de octubre de 1820. Entre tanto, en Estados Unidos habia fuerzas que pugna- an por el reconocimiento. Hemry Clay, el hombre det oeste, “el joven haleén” expansionista de 1812, vislumbré les. posibi Tidades comerciales de América Latina y realizé una terca y muy eficaz, eampafin en su favor. Sus esfuerzos tropezaron ‘con muchas resistencias. El litigio con Espafia sélo fue una de cllas. La insistente y habil presiin del Ministro espafiol Luis de Onis logré que, a propnesta de Madison, el Congreso san- cfonara una nueva ley de neutralidad el 3 de marzo de 1817. En los hechos fue un acto abierto contra Ia lucha indepen- dontista del Sur. En efecto, disponfa que cualquiera que arma- ya um buque privado contr 1m Estado en paz con Estados Unidos, seria castigado con 10 aiios de prisién 0 10 mil délares de multa. Por otra parte, el contrabando de armas para los ejércitos espafioles no era infrecuente, ni mucho menos. Las frases de Ja siguiente carta de Bolivar 20 de agosto de 1818— son muy expresivas: “Mr. Cobbet ha demostrado plenamente en su_semana- rio la parcialidad de los Estados Unidos a favor de Espaiia en nuestra contienda, Negar a una parte los elementos que no tiene y sin los enales no puede sostener su pretensién cuando Ja contraria abunda en ellos es lo mismo que condenarla a ‘que se someta, y en muestra guerra con Espafia es destinarnos al suplicio, mandamos exterminar. El resultado do la. proh bieién de exteacr armas y municiones califica claramente esta parcialidad, Los espaiioles que no las necesitaban las han adquirido fécilmente al paso que las que venian para Vene- zuela se han detenido”. ** 4° Gitido en Melina Gastio, op. cit ; 5 om LADOCTRINA MONROE: EL ROSTRO Y LA MASCARA 41 El corso practicado por los insurgentes fue otro tépteo de “rida disputa, Estades Unidos, como potencia comercial, apoya la tesis de que “el pabelién libre hace igualmente libres Jas mereaderfas”. Pero para las nuevas naciones, peleando a ‘razo partido por su libertad, el principio corecto es otro: fl pabellén libre no hace libres las mercaderias, y si éstas proceden o son para el enemigo, pueden ser incautedas. Ya Yeremos cimo Estados Unidos impuso su tesis en el primer | tratado firmado con Colombia en 1824, La marina mercante orteamericana hacia gran negocio con el comercio espaiiol y de ahi su negativa a reconocer amplios derechos a los barcos corsarios al servicio de la lucha independentista. Con todo, muchos norteamericanos favorecieron los. intereses del sur y a Jos tribunales les exa engorroso condenarlos. Tampoco fue muy galante el tratamiento concedido a Jos ‘primero; representantes consulares de las nuevas Repiblicas. Madison se negé a recibir a los representantes de Buenos es, Diego de Saavedra y Juan Pedro de Aguirre, en 1811, La misma actitud adopté con Alvarez Thomas en 1816 y tampoco el presidente Monroe quiso recibir a Manuel Hermenegildo Aguirre, que representaba tanto a Buenos Aires como a Chile" Los argumentos de Clay fueron, sin duda, sembrando in- tter’s y reflexiones sobre la convenieneia del ‘reconocimiento, F110 de marzo de 1820 eleva el yuclo de su concepeién: “Es- t4 ahora a nuestro alcance crear un sistema del cual sorfamos cl centro, y en el cual toda la América actuarfa de, concierto on nosotros. Respecto al comercio, seriamos los mayores be- Reficiados...” ** El Oeste, avido de mereados para su pro- duceién en ascenso, hucia resonar tan proféticas palabras. En el mensaje al Congreso del 8 de marzo de 1822, Mon- roe —jpor fin!— se pronuncia por cl reconocimiento. Hablan pasado diez afios desde que arriharon a Estados Unidos tos primeros representantes de la revolucién hispano-americana. Morosidad contrastante, como bien lo hace notar Manuel Me- dina Castro, con otros “reconocimientos” relimpagos. +" Medina Casto, op. ett © Did. 42. HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) EI Siniestro_aventurero William. Walker desembareé en Nicaragua en julio de 1855 y su esptireo gobiemo fue reco- nocide el 10 de noviembre de ese ao. La “Repitblica de Texas” se independiz6 en 1836 y fue reconocida en 1837. Panamé se segregs de Colombia el 3 de noviembre de 1908 y fue reconocida jtres dias después! Parece que Bolivar lo hubiera adiyinado, cuando eseribié fa Santander ¢] 13 de junio de 1826: ~...recomiendo a usted que haga tener la mayor vigilancia sobre estos [nortelame- Hicanos que frecuentan las costas; son capaces de vender a Colombia por un real...” La “ley de no transjerencia” La definicién aislacionista de George Washington (més arriba citada) es, en buena medida, una vertiente en la ges- tacién de la Doctrina Monroe, Pero su antecedente més cereano, conereto y_rectamente apuntado a ta sustancia de la Doctrina, es, sin duda, la Tha- mada “ley de no transferencia” de 1811. La disgregacién, a ojps vistas, del antafio poderoso. Im- perio Espaiiol sombré de inquictudes y expectativas los cfrou- Jos dominantes de Estados Unidos. Por un lado. las apete- cidas Floridas abrian perspectivas tentadoras al hambre de territorio que exiendieran la naciin a lo ancho de In mast continental. Por otro, temfan que Inglaterra, con el pretexto de prevenir cualquier accién de algunas naciones de Ta Santa Alianza, ocupara cualquiera de esos “vacios de poder” que dejaba el Imperio hispinico en retirada, El. temor podfa cor porizarse bien en las Floridas, bien en Ia ist de Cuba, tan rica en azticares y melazas, y hacia la cual los norteameriea- nos miraron desde muy temprano. Existia ademis el antece- dente del traspaso de la Louisiana espaftola al dominio, fran- cés, de acuerdo al segundo Tratado de Fontainebleau fitma- do por el ministio Godoy y el régimen de Bonaparte. El Congreso rospondié a tales escozores autorizando al LADOGTRINA MONROE: EL. ROSTROY LA MASCARA 43, “presidente a ordenar, con fines preventivos, la ocupacién del ‘pais situado al este del rio Perdido, al sur de Georgia y el “propio territorio del Mississippi. Por otro lado, autoriz6 a to- amar en custodia y de acuerdo con las “autoridades locales” la “Florida oriental. Ya veremos que lo de “autoridades locales”, ‘tanto podia interpretarse como una referencia a los pocos 'y aislados funcionarios espafioles, como a rebeldes alentados lesde Estados. Unidos, Dichos avales son el carozo de la ley del 15 de encro de 1811 —“ley de no transferencia”— que expresa: “Teniendo en cuenta la peculiar situacién de Espaiia y de sus provincias americanss; y considerando Ta inffluencia que el destino de os tevrtorior contizuos a la frontera sur de Estades Unidos puede ejercer sobre su seguridad, su tmnquilidad y su comercio; Por tanto, Fl Senalo y la Cimara do Representantes de log Estados Unidos de América, reunidos en Congreso, resuelven: que Estados Unidos, fn las circunstancias especiales do la crisis actual no pueden ver sin graves inquietudes que tina parte cvalqaiem do dichos torto- ros pase a manos de cualquier poreneia extmnjera; y que la debi consideracién de su propia seguridad le obliga a proveer en ciertas Contingoncias Ia oovpacion temporal de dichos terstorios, al ‘mismo tiempo, dechra que dichos terrtorios continuaria, en’ sus manos, sujetos’ a futuras negoviaciones”. EI principio asf formulado para las Floridas, seria: reto- ‘mado por Adams en relacién con Cuba en 1893. Es un escalén Tucia la Doctrina Monroe, aunque en su texto no se le men- eiona, Pero sj existe una declaracién paralela en ese sentido, Teida al ministro ruso en Washington. Canning y Monroe En 1828 la Santa Alianza declinaba ostensiblemente, pero no por eso dejaba de ser una amenaza peligrosa. Era una po- sibilidad, no una disparatada conjetura, que apoyara efect vamente a Fernando VII para reconquistar sus posesiones 7 Citado por Flagg Bemis, op. cit, 44 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) del Nuevo Mundo, Sobre todo, después que los “100,000 hi- Jos de San Luis” (asi se designd el efército francés) lo ayuda- ron a liquidar la revolucién liberal del general Riego y a re- implantar el absolutismo. No se podia descartar, tampoco, Ia ambiciosa politica del zar Alejandro I en el drea ameri- ‘cana del Océano Pacifico y a partir de sus tierras de Alaska, El imperio inglés s» preocupaba con ese flanco de Ia situa- cién. Pero también le hormigueaba Ja chance, muy tangible, de una vigorosa expansiin norteamericana hacia el antiguo imperio espafiol. S. Flagg Bemis sintetiza insuperablemente en cinco pun- tos Ja politica britanica después de dertibar a Napolein y de pulsar las probabilidades de Ja alianza surgida en el Congreso do Viena. 1) Lograr la paz internacional, mientras 1 victorioso leén inelés se Tamla las heridas y se recuperaba. Le era esencial ¢l reordenamiento de su economfe, en la fase culminante de Ja revolucién industrial, para sprovechar los nuevos y suct- Tentos mereados que se abrian en el mundo y, muy especial- mente, en las nuevas naciones hispano-americanas, Alf ya s¢ estaban firmando tratados comerciales con el Reino Unido a perpetuidad y las bancas Baring y Rothschild cursaban prés- tamos multimillonarios que enfeudarfan financieramente por Afios y afios a Tos jévenes estados. 2) Para ello cra necesario cumplir el fin especifico de la cnidmple alisnza (Austria, Gran Bretafia, Rusia y Prusia); mantener Ja paz en Europa v ahogar cualquier retorno revo- Tucionario en Francia. No debe olvidarse qjue este dltimo ten- dria signo burgués y capitalista, insoslayable, 3) Defender Ja institucién monirquica, pero sin aries- gat demasiado, Salvo en Francia y por las razones aludidas. 4, Conservar en Europa el equilibrio de poderes que le dejaba las manos libres en ultramar. 5) Impedir el surgimiento de cualquier imperio naval capaz de dispatarle el dominio de los mares y de las colonias. Acababa de liquidar a pretensi¢n napoléonica; pero ahora LA DOCTRINA MONROE: EL ROSTROY LA MASCARA 45 ergia, inquietante, la novisima y voraz potencia constitui- por sus ex colonias de América del Norte, * Es en el marco de esta compleja ¢ inteligente politica hay que insertar la habilidosa carta enviada por el tit: del Foreign Office, George Canning, al ministro plenipoten- io de Washington en Londres, Richard Rush, el 20 de gosto de 1823. Es el origen ditecto del famoso mensaje del {dente Monroe: “Muy estimalo sefor: Antes de sali de la ciudad quiero dejar ‘asd de an modo is preeisd, aunque stempre ex forma extra ffeil y confidenial,mle"Llee’sabre la euestén que dlssutimas brevemente en la tina ocasién que tuve el gusto de verle. eNo habri Hogado ain el momento en que nuestros gobiemot estchiyan ini acuerdo sobre les colons bispanoarmerianas? Tal Dedlemos ultinar ese atrego, gio seria eonventente para noxatros Y benelico para el mua entero que los prncpios en que a> busie ya mato ety queen caves tain > que Ie soni: Por lo que a nosotros respecta, nada hay oculto, 1) Gansideramos imposible le reconguiste de las colonins por Espa. 2) Consideramos Ia urtlin de su recmocimicnte ome Katar dos" independents, supta al tiempo y a hs clremstancla, 3) No extanos, sin embargo, dispuesios a poner obsticalos pra un arreglo entre ellis y tn mmde pit, por medio de negocaciones sensors 4) No pretesdemos apropiamos ninguna porctin de esae colo. nls 5) No veriamos con indiferencia que una poreién de ellas pa sase al dominio de otra potencia. Si hubiers una potencia europea que acariclaw otros proyectos © aue quisiera apoderarse de las colonias por Ia fuerza, con el fin de subyugalas para Espafa 0 en nombre de Espatia, 0 que tara Ja adquisicioa de una parte de ellas para st misma, por ceesiin 0 conauista, Ia referida declaracién del gobiemo de usted y del nuestro seria ef medio mis efieaz y ala vez el menos. vio Tento park tottinar nuestra desaprobacion comin de tales proyectos Cree, asted que, de acnerto con los pedens que accba de recibir, esté debidameate autoriaado para sobre él particular, y firmar una conven “+ Flagg Bemis, op. cit. 48 IISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) hullara dentro de sus fagulades, gquerria usted cambiar algunae tas oficiales conmigo?” +* Tales los pirrafos esenciales de la nota recibida por Rush Su sompresa y su satisfacciin fueron grandes y legitimas. Era visible la, preocupacién de Canning porque alguna potencia de la Santa Alianza se pusiera efectivamente del lado de Es- pafia en la empresa de la reconquista de su perdido imperio colonial y muy posible que dicha potencia aprovechara la ecasién —que pinta al ladrén— para quedarse con su buena tajada, Eso de “alguna potencia”, era, en rigor, un eufemis- mo diplomitico. La aludida era Francia, tinica en condiciones de aventurarse en tales andanzas. Pero la oportunidad para convertir a Estados Unidos en potencia mundial de primera fila, con un solo y afortunado tuyile diplomitico, tampoco escapé a la perspicacia de Rush. Firmar, codo a codo, con la potencia dominante del capita. lismo mundial, en situacién paritaria, una declaraciin Ilama- daa zanjar, sin més ni mas, asunto internacional de tamatia trascendencia, no era poca cosa. Mr. Rush no tenia facultades para aceptar de plano, ni mucho menos. Pero dgilmente record6 sus iiltimas instruccio- nes y respondié que si Inglaterra estaba dispuesta a reconocer ya la independencia de las nuevas Reptiblicas, él se arriesgaba 2 suseribir, por su cuenta y responsibilidad, la declaracién conjunta planteada. De inmediato, naturalmente, comunios las refulgentes novedades a su gobierno, presidido por Monroe, El entusiasmo de Rush tuvo nuevas ocasiones para en- cenderse. Sin esperar su respuesta, Canning yolvid a escribirle desde Liverpool el 23 de agosto. Acababa de enterarse, via Francia, que, en cuanto terminara la guerra en Espaiia (ya a punto de expirar), se convocarla un Congreso para conside- rar el tema colonial. Esos Congresos quitaban el suefio a Washington. Canning lo sabfa bien y su jugada no pass desa- percibida al representante notteamericano. * 4* Citado on Carles Pereyra, EI milo de Monroe. Buenos Aires, El Buho, 1959, 46 Arhur P. Whitaker, Estador Unidos y la independencie de América Latina. Buenos Aites, Eudebs, 1904. LA DOCTRINA MONROE: EL ROSTRO Y LA MASCARA 47 El inglés subrayaba en su misiva: “No necesito sefialarle {odss las complicaciones a que esta proposicién, Ik encaremos ‘como Ia encaremos, podria eonducix”. | Pero atin habria mas lea para la fogata, Hasta ahora todo habia sido reservado, confidencial. Dos ‘dias después de esta segunda carta, Canning concurrié a una “ena ofrecida en Liverpool, en Ja cual también fue comensal 1 nuevo enviado norteamericano en Suecia, Christopher Hughes (de paso para su destino), Canning volvié a jugar ‘eon smacstria, Al brindar por el diplomitico. estadounidense, describié la unided entre ambas potencias “por un lenguaj ‘comtin, un espiritu comin de empresa comercial y una consi- Geracion comtin hacia la libertad bien regulada {...}. La fuerza de la sangre yuelve a predominar, y la hija y la ma- ‘dre estin juntas contra el mundo”. #* Si ardoroso fue el afin de Rush, en Washington el revue- Jo sacudi5 a todas las expectabilidades. El presidente Mon- zoe consulté a las dos sagradas venerabilidades de la politica iorteamericana; en ta nota adelantabs su opinién favorable. E] ex presidente Jefferson medits el punto en sa resi- dencia virginiana de Monticello. El ex presidente Madison Jo hizo en su también retiro virginiano de Montpellier. Dos ex presidentes y otro en. el ejercicio de su alta fun- ‘en, reflexionando en Virginia (pues Monroe estaba en sus plantaciones de Cakhill) sobre el gambito de Canning. Morison y Commager comentan: “No habela podido me- nos de divertir a George Canning el saber la conmocién que Habia.producido entre los patriarcas, en un momento en que ya daba por terminado el incidente”. En efecto, en Londies Rush no salia de su angustia y de su asombro. Después de_un arranque tan espectacular y pro: metedor, nada mis habfa sabido del asunto briténico. Pasé setiembre y nada. Pas6 octubre y nada. La correspondencia 47 Citado en A. P. Whitaker, op. eit bid. 49S. E, Morison y HS, Commager, Historia de los Estados Uni- os, op. ct. 48 IHISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) de Rush exudaba ansiedad y nerviosismo. Hasta que un dia, el 7 de noviembre, Canning extrajo negligentemente un papel do una gaveta y devels la inodgnita al aténito o ingenuo di- plomiitico. #* E19 de octubre Canning y el principe de Po- lignac, a nombre de Francia, celebraron una reunién de la que se redacté un memorindum con dos ejemplares; uno para el gobiemo francés y otro para el britinico. Inglaterra, en 1a voz de Canning, habia manifestado: 1) A pesar de su neutralidad, la intervencién de una ter- cera potencia en favor de Espafia plantearia un hecho mevo, ante el cual se reservaba una actitud acorde con sus intereses. 2) No ambicionaba ninguna ex posesién espafola, 3) No aspiraba a tener con las nuevas relugiones que las del comercio y Ja amistad. Por su lado Polignae expres6: 1) Francia considera irvoalizable Ia reconquista de las ex colonias espaiiolas. 2) No se propone adquirie ningsn teritorio en América. 3) Que tampoco aspira a obtener ventajas de las recien- tes Repitblicas y que repudia toda tentativa violenta contra elas, Siendo Francia la (mica potencia “santaliancista” capaz de contribuir afectivamente a la reconquista, las declaracio- nes formales y solemnes de Polignac significaban la clausura del asunto. Como Canning dijo a Rush, Ia Santa Alianza ha- bia dejado de ser un peligro y la declaracién conjunta anglo- nortemericana ya no era necesasia. # .ciones, otras EL mensaje Monroe Pero Ja maquinaria que se habia echedo a andar en Es- tados Unidos ya no podia detenerse. Jefferson y Madison se 4° Camilo Darcia Trelles, Doctrina Monroe y cooperacién interna- ional. Raltorial Mundlo Latino, Madrid, 1981. + Pereyra, op. cit. y Barcia Trees, op. cit. 2 Peceym, op. cit. LADOCTRINA MONROE: EL. ROSTRO YLA MASCARA 49 Thabjan pronuneiado a favor de un acto politico que encum- Ibraba, definitivamente, a la nacién en el mundo internacional. John Quincy Adams, Secretario de Estado, enfocd el asunto ‘en forma global. Por conducto de Gallatin sabia que la Santa Alianza ya no prescupaba a Canning. Pero. pens6 que la Proposicién del inglés tendia una sutil tampa en la formulae teién de que ‘ninguna de las dos potencias”, Estados Unidos y.el Reino Unido, aspiraban a ninguna ex pasesién espafiola Eso significaba renunciar, por ende, a Cuba. * Y siempre quedaria en pie, con declaracién o sin ella, que la perla de Tas Antillas cayera en manos francesas o inglesas, Eso por un fado, Por el otto, los avances y contoneos rusos no podian de- far de inquietar ala Unién. Ya Alejandro I la habfa invitado a integrar Ia Santa Alianza, Jo que motivé una respuesta negativa de Adams, on Ta que se decia: “...para tranquilidad de Europa y para la de América, los sistemas politicos europeos y_ norteamerica- nos deben mantenerse tan separados y distintos uno de otro como sea posible”. “ En sctiembre de 1821 el zar public un Glase que extendia Alaska hasta el paralelo 51, 0 sea bien adentro de Oregon, y declaraba mare clausum las aguas, des- de alli hasta el estrecho de Behring. En octubre de 1823 el ministro ruso en Washington, bardn de Tuyll, elevé dos notas. Por la primera. comunicaba su dspera negativa a admitir mn fepresentante de Colombia, La segunda deslizaba expresiones sobre “el republicanismo expirante’, ** Lo de Rusia, en yerdad, no era desdefiable. En opinién de Adams, oftecia una oportunidad excelente para deslindar feampos con la Santa Alianza. Pero también era imprescindi= ble no cerrarse el camino futuro hacia Cuba. De estas entretojidas y complejas vertientes, emergieron los pasajes relativos a politica exterior del 2 de diciembre de 1823, enviado por l presidente Monroe al Congreso segin el mandato constitucional. Es lo que mis tarde se conoceré * Morison y Commager, Historia de los Estados Unidos, op. et. * Citudo en Moron y Commager, op. ott 5% Morison y Commager, op. cit, 50 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) como Ja “Doetrina Monroe”. En ella es inocultable el pensa- miento de Adams. Morison y Commager la resumen: 2) Principics postieon es americatos, yraciss «Ta Me © tnde= pendiente condictin por ellos alemzada yy coaservada, fo deben ser corsiderados ya como objeto de futuns Cilonizacionss por parte de las petencias europeas” ) “El sistema politico de his potencine aliadas et xencal- mente distinto ..-] del de Améica [...] Cualguice tentativa de elas para extender si sistema a cualquiee poreiin de nucste hemisferio seria. consiloreda por no fotros como peligeesa para muestra paz y segoridad’ 2) Princpioe negeticos: 2) “No hemos tutervenilo ni en adelante intervendicros en kes coloniss 0 dependencias actuales de cualquier ‘potencia europea”, tb) Pin las queries entre potencias europeas por avestiones propins de ellac. no hemos tomado nunea. parte’ akeuna, Di ineresa a auestr politica que la tomemos™* La interpretacién rosida de la Doctrina, se_sintetiza en la frase “América para los americanos”. Pero la realidad rara vyez ¢s color rosa. Como hemos de verlo, U.S.A. intervendré a destajo en la América pobre del Sur y’ siempre a socaire de sus intereses. También lo hardin las potencias eurogess y en- tonces, Washington, siempre también de acuerdo con sus in- tereses, mirard para otro lado, cuando no incurtiré en. actitu des ambiguas 0 desembozadamente cémplices. Bien habria de sufrirlo Juan Manuel de Rosas cuando, desde 1845 a 1850, defendié valerosamente la soberanfa rioplatense del embate anglofrancés. La experiencia histérica, las amargas vieisitudes de la historia, han hecho pensar @ tos latinoamertcanos que mis bbien la’ yersiGn sintética deberia. ser: “América para los norte- ‘americanos. Did. La rapiiia de México La acumulacién primitive de todas las sociedades que Hogar culninar excsamerte su revluctén industria por ‘via capitalista, es inseparable de una vigorosa expansi “aritorial, a is cpansi6n te- Las potencias europeas, en general, la realizaron en ul amar, cn comarcas lejanas y rezagadas, pobladas por pueblos color. Es el caso de Tonic de Panes as Holanda, Bélgica. En cambio, los Fstados Unidos, se’ suelo afirmar, protagonizaron esa expansién de la época mercantilista den- de su propio territorio. Es una expansion, se explica, inter. 1nd, una especie de “intra-imperialismo”, Un ejemplo de lo dicho es ln siguiente cita de Fritz snberg: ___ “El capitalismo norteamericano no tuvo que socavar un Sistema feudal y destruirlo, como lo hizo el europeo, sino “due se expandié en rogioncs que anteriorments apenas esta: ban pobladas. Tampoco se extendis materialmente més alld “de sus propias fronteras en la segunda mitad del siglo XIX, “sino que siguié realizando st expansidn dentro de su propio torio, amplidndolo. constantemente, En Europa, el hecho que el capitalismo fuese el centro de una gigantesea peri- ria que se hallaba cconémica y a menudo politicamente nada por los centros metropolitanos europeos, {uv una apertancia decisiva para el desarrollo de las crisis cconémi- Y Para le estratificacién de clases en conjunto, pero en 52. HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) Norteamériea Ja influencia mas vigorosa a este respecto la ejercid la tremenda expansién que se realizé en el interior del pais’. Todavia, H. C. Allen resalta, segtin vimos, como un sesgo visiblemente democritico en la formacién de los Estados Unidos, que en los nuevos territorios conquistados no se es- tablecicran colonias, al uso europeo, sino nuevos Estados in- corporados a la Unibn. ** Unos y otros olvidan algo esencial: gran paite de esos territories colonizados por la formidable explosién norteame- ricana en el siglo xx, no eran norteamericanos. Pertenecian ta Hamante Repiblica independiente de México, que tue so- metida a una mutilante ¢ inexcusable rapiiia. Perdié el 55 6 de su territorio nacional, 1.528241 km2.; tanto como el area ocupada por Inglaterra, Inlanda, Escocia, Francia, Espaia, Yortugal, italia y Alemania juntas, “* En terras anteriormente mexicanas en su totalidad, se organizaron los nuevos Estados de Nuevo México, Arizona, Utan, Nevada y California. Con ‘01 66 % de tierras mexicanas se fundaron los Kstados de Wyom- ing, Nebraska, Arkansas, Oklahoma y Colorado. Y por supues- to Texas, que antes fue integramente mexicana. ** La acumulacién primitiva de Estados Unidos se autre, también, como la de todos los imperios mercantilistas, de te- sritorios ajenos, a Jos cuales no tenia otro derecho que el de su fuerza y rapacidad. Lo que lo diferencia y singulariza es, eso si, que en esta primera olt expansiva, es0s territorios e3- taban junto a sus fronteras iniciales, eran parte do la: masa continental que habsia de ocupar desde el Atldintico all Pa- cifico. , Fondo de Tats Sternberg, Figuran a lo largo do toda Ia historia de las relaciones de los Estados Unidos con los paises latinoamericanos en el siglo xrx. Podria decirse que son una de las constantes de la politica ‘norteamericana para América Latina en este pe- leh : John Quincy Adams instruye a su representante en Bue- nos Aires, M. Forbes —I2 de julio de 1890— “.. el Presiden- te desea que usted apoye y ayude,a Mr. Hakey 0 a sus agen- tes para que se les haga justicia. ..”” Forbes es designado ministro y averigua acerca del com- ppatriota apoyado por todo el peso del Departamento de Es- tado en sus redamos, Sus conclusiones son inequfvocas. Le escribe a Adams: “Thomas Lloyd Halsey, el sujeto mas in- moral ¢ inescrupuloso en este 0 en cualquier otro pals...” ¥se era el hombre que el Presidente ordensba apoyar en su querella con el gobiemo de Buenos Aires. El 14 de junio de 1844, William M. Blackford, encargado de negocios norteamericano en Bogoti, urde la trama de otra reclamacién. Escribe al Secretario de Estado John C. Cal- houn: jue seme instruya pam demandar a ‘por indemnizacién equivalente a 18.000 pagados por Venezucla; que estas instrucctones se te bia Ne Ibid, EL CAZADOR DE SOBERANIAS sr traidss Santo Marta por un oficial al mando de im pequetio ecuadréa de cuatro o cinco chalnpas de guerra, y que s° To frdene s8 queen en la costa hasta que sepan de Tos resultados de mis exigencias; y que en caso de rechazo tengan sutorizacién ‘para bloquear los puertos de Santa Marta y Cartagena, propésito vara el cual tal fuerza seré sufisiente, a pesar de que seria acon sejable sea algo mayer". 117 En 1850 la victima fue Brasil, que, el 20 de mayo, ratk fied Ja convencién brasileso-norteamerieana del. afi anterior, por a cual so obligaba a pagar unos 300.000 délares por con: cepto de reclamaciones. Geo P. Fisher fue encargado por el gobiemo de pagar & Jos reclamantes. Una vez cumplida su tarea, informa al De- Ppurtamento de Estado: “La cantidad entregada por el gobier- no del Brasil, por virtud de Ia coaveneiin de 1849, fue de 500 millones de rois, que hacen 300.000 délares. Ahora bien, pagadas las cantidades que ya fueron aplicadas, y las recla- madas, quedaré un sildo de 130,000 a 150.000 délares, esto ‘¢s, mas 0 menos, la mitad de Io que entregé el Brasil, Veo que muestro gobiemo va a quedar en posicion dificil ante aquél, aque con razén se quejari de la injusticia de que ha sido vic tima”. "+ Es una prucba de Ia seriedad de las “reclamaciones” 1859 el Min‘stro en Chile, John Bigler, eseribe al presidente Buchanan sobre el mejor modo de obtener éxito en ciertas reclamaciones. “En mi opiniin silo existe una manera para obtener sn ajuste adecuado y'comecto de estas cuestiones y esto ¢s mediante un espliegus’do fuermas y 1a sexuridad de que seran wtilzadas <1 la jiticia mo sigue su curso”. 11 Toda una doctrina. Ya vimos, por otra parte, cémo fueron usadas las “reela- maciones” contra México. Mis de una vez la Unién se alined ‘em otras potencias para estrangular la nacién deudora, Al filo del siglo xx fue Venezuela la presa. Entre ocho potencias hr rota, We Wid M9 Ibid. 88 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) le exigian 154.943.311 bolivares. El monto més alto corres- ponde a U.S,A.; 82 millones. Més o menos la mitad del total. Un tribunal designado las examiné cuidadosamente. De los 82 millones reclamados por los norteamericanos js6lo fueron reconocidos 9! '2° Los pasillos del Congreso y de la Casa Blanca, eran el Ambito dedicado al fructifero negocio de “reclamar”. Se desa- rroll6 una yerdadera fiebre especulativa con las “reclama- ciones”, El 11 de mayo de 1880 El Mercurio, de Valparaiso, lo denuncia sin pelos en la lengua: “;Por qué no decirlo clara y publicamente? El Sr. Buchanan estd totalmente a merced de ciertos especuladores en reclamaciones a Sudamérica que deambulan por aqui y que desgraciadamente se encuentran entre los que frecuentan la Casa Blanca 0, como es Mamado, el «gabinete de cocina» del presidente”, '! Tal vez por eso Gorki eseril “Un norteamericano no rehusa dinero ni siquiera al dia siguiente de su muerte”. '7? 20 Ibid. tat bid. (el subreyado en el texto). 122 Ibid. a Los piratas andan sueltos Flagg Bemis sostiene que el expansionismo norteameri- cano del siglo xix, el que impulsé la rapifia de México, tenia como seiiero objetivo la conquista del espacio nacional, del territorio continental, '?? Que ése fue el significado del “Des- tino Manifiesto” en su primera época. Satisfecha esa meta, el imperialismo reapareceré recién al filo del fin del siglo, cuando las estructuras dominantes de la sociedad norteameri- cana sean de indole capitalista monopolista. Sin embargo, los hechos dicen otra cosa. En los tiempos de la primera expansién hubo tentativas de llevar la aventura de la conquista a la América Central. Responden a las mismas causas que la invasién de México. Son fenémenos histéricos encuadrados en los mismos condi- cionamientos. Que hayan sido exitosos 0 no, es harina de otro _ costal. La siguiente opinién del Senador Brown prueba que la conquista de Centroamérica rondaba el pensamiento de los altos circulos oficiales: “...acaso se encontrara extraordina- rio que yo... manifieste la necesidad en que estamos de to- mar posesién de la América Central; pero si tenemos necesi- dad de eso, lo mejor que podemos hacer es obrar como amos, ir a esa tierra como sefiores”. '?* '23 Samuel Flagg Bemis, La diplomacia de Estados Unidos en la América Latina, México, Fondo de Cultura Econémica, 1944, ‘26 Manuel Medina Castro, Estados Unidos y América Latina, siglo XIX. La Habana, Casa de las Américas, 1968, 90 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) William Walker, el insélito filibustero William Walker es el fruto de su época, un hombre de la naturaleza_y la catadara de Sam Houston 0 Dave Crockett. Sus extraordinarias aventuras, su carencia dé eseripulos, su audacia sin limites, © incluso su crucldad, son parte de la historia de esos afios febriles en que todo parecia posible, en que cualquier tierra ajena estaba al alcance de la mano para cierto tipo de norteamericanos. En 1853 desembared, con un grupo de mereenarios yan- quis, en La Paz, capital de la Baja California, y se proclamé su Presidente, En mayo de 18% se anex6 Sonora, Su tentativa segufa las huellas de Texas. Agotados sus medios se rindi, ya solicitud de México fue procesado por las autoridades nor- teamericanas, Pero los aventureros de su estirpe no se arredran facil- mente. En 1855 el general Castellin —jefe de los liberales de Nicaragua— se rebela contra el gobierno conseryador y Jegitimo del general Chamorro. La fama de Walker ha lega- do hasta sllf y Castelién lo lama. Desembarca en El Realejo y los insurgentes no sélo le otorgan Ia ciudadanfa nicaragiien- 10 que lo nombran coronel y le prometon pagar sus ser- ro y con 52 mil acres de tierras. El gobierno de Managua protesta una y ora vez, pero el presidente Pierce y el secretario de Estado Marcy permane- ‘een impasibles y_sordos. Walker es soldado de fortuna. Gana combates y el 13 de octubre toma Granada. Desde alli proclama: “Continuaré la ‘ocupacin de otras ciudades del Estado, y ordenaré Ia muerte imperial de mis Saquea la ciudad y los habitantes huyen. Les promete respetar sus vidas y retornan. Entonces los fusila en ‘gmpos. Negocia con el general Ponciano Corral, jefe de las fuerzas gubemamentales, la deposicién de Chamorro y la de- signacién de Patricio Rivas como presidente. 38 Ibid, LOS PIMATAS ANDAN SUELTOS on Tuego fusila a Corral, sustituye a Rivas por Ferrer, de- “pone a Ferer y asume personalmente la jefatura del Estado. En su discurso inaugural afirma con desenfa se establecer Ja mayor libertad posible de comereio con vistas 4 hacer de Nicaragua lo que la naturaleza pretendia que fue- 80, el camino real del comercio entre ambos océanos...” El 22 de setiembro de 1856 las patas de la sota son inocul- fables. Dicta un decreto restableciendo Ja esclavitud que los *birbiros” centroamericanos habfan abolido hacia més de 90 afios: “En In conservacién de la esclavitud descansan las re- Taciones vitales entre el capital y el trabajo, porque poniendo al trabajo sobre una base slide, permite a la sociedad inteli- gente avanzar resuelta a Ja conquista de nuevas formas de Civilizacion...” "7 El inglés se convierte en idioma oficial, ‘en paridad con el. esp Nicaragua se “civilize” con rapidez. John H. Wheeler, ministro norteamericano, escribe al Secretario de Estado: “Esta repiiblica se esti lenando ripidamente de emigrantes de Jos Estadas Unidos. Una gran eantidad de capitalistas, hacenda- dos, comerciantes, mceinicos y obreres han Megados en Tos sc timos baques de, vapor de Nueva Orleans, Nueva York y Cali- fornia. Algunos de ellos con molinos de harina, y otros eon a raderos y otros con maquinaris. Coajuntamente vinieron cit cientos hombres Ios cuales, se unieron al ejéreito de Nicaragua, Io cual inerementa dicho ejéreito a 1,900 rifles de la ayada ex tranjera”, 18 En otra carta: “La fuerza de este gobiemo es cerca de 1.200, pricticamente todos amerfcanos...” ___, Nicaragua emula a Texas, a Califomia, El ministro con tintia su entusiasta informe: “‘Colonos en pos de In mineria, de la agricultum y de otros Propisits, se estin reuniondo en Nicaragua, localizando ti Tevantando 9s maquinarias; el ruido de las cuales y el bullicio 126 Ibid. (Subrayado a ol testo). 137 Ibid. 38 bid fn Ibid. 92 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NONTEAMENICANO (1) de los carror de Tes yanquis @ través de Tas calles, Ia musstan y advierten a los ciutadanos de Nicaragua, que la indolencia debe dar paso a las empresas...” 1 Por otra parte, Walker distribuye tiefras entre los hom- bres de su falange y cancela la licencia del cénsul briténico. Por fin, sus tropelias despertaron a resistencia popular. La solidaridad continental envolvié al pueblo. nicaragiiense. Pert facilité 100.000 pesos al gobierno de Costa Rica para nanciar la campafia contra Walker. Costa Rica, Guatemala, ‘Honduras y El Salvador unieron sus fuerzas contra el filibus- tero, Su tiltimo gesto de audacia consistié en proclamarse pre- sidente de El Salvador. Pero ya habia sido vencido en Santa Rosa el 20 de marzo de 1856. En Estados Unidos se recolectaba dinero y se rechutaban yoluntarios para sus fuerzas. S6lo en un mes, se le sumaron 1.200 yanquis. . Inremedieblemente derrotedo, incendié Granada, Wash- ington ordend a Ja flota cubrir su retirada. El buque de gue- rra Saint Mary’ lo condujo con 26 sceuaces a Nueva Or- leans, donde fueron reeihidos en trivnfo. Pertinaz, porfiado, prepare una segunda expedicién. El 11 de noviembre de 1857 desembarea 400 hombres en Punta Arenas, protegido por el Saratoga, de la flota de guerra ame- ricana, Pero un capitin de la misma, falto de instrucciones, impide la culminacidn de Ia aventura. En 1860 reincide. Desembarea en Trujillo, Honduras; sa- quea la cindad y ocnpa sus fortalezas. Esta vez la suerte le a la espalda, La armada britinica resuelve intervenit y con Ja armada de Su Majestad no se juega, méxime si corren ries- {gos sus intereses imperiales. Walker es capturadoy entrega- do al gobierno hondurefio que lo fusila sin vacilaciones. Quien a hierro mata, a hierro muere. EL general Grant y Santo Domingo El manotazo lanzado a Santo Domingo por el héroe de la guerra de Secesiin ya no responde, estrictamente, a Ta época Ibid. LOS PIRATAS ANDAN SUELTOS 93 del robo de tiermas a México y de las piraterias walkerianas en Centroamérica. Como lo verémos, la guerra de Secesiin tuvo onsecuencias muy profundas para las estructuras econémico- sociales de Ja Unién, La victoria del capitalismo industrial y el vertiginoso desenvolvimiento de las grandes empresas mo- nopolistas, caracterizan los tiempos de Ulises Simpson Grant en la presidencia, ‘Tras la expansi6n imperial alientan nuevas causas. Pero ¢l estilo del fallido zarpazo a Santo Domingo, es de afios an- teriores. Recuerda a Houston y a Polk. Em cierto sentido, Puede alirmarse que es el ltimo grito de aquel tumultuoso y rapaz expansionismo. El gobierno de la isla era ejercido, con legitimidad turbia ¥ Yergouzante, por un inescrupuloso politico, Baez, que no sine {U6 1 menor estremecimiento al vender su soberania al coro- nel Babcock, secretario de Grant, éa un millon y medio de délares. El tratado de compra se suscribié el 29 de noviembre de 1869. Grant lo remitié al Congreso y lo justified como una “anexion antiapada’. Si U.S.A. no ponia as manos alli, las ‘podia poner alguna otra potencia, Otra vez Texas, “En caso ‘we guerra —decia en el mensafe— nos dard un dominio sobre ‘todas las islas mencionadas, y asi se impedird que un ene- migo se establezca en nuestra propia costa’, Es yerdad que Francia y Espafa habian tanteado Ja posibilidad de un pro- tectorado, Es més: Francia propuso arrender 0 comprar la ba- hia de Samand e interfirié en el anendamiento concedido a Estados Unidos en 1854. EI Congreso da larga al asunto y en mayo de 1870 Grant enyia un segundo mensaje, en que alude a las deudas que agobian a la Repdblica Dominicana e insiste en la anexion, Pero en julio de 1871 el Senado rechaza sus pretensiones, En cambio resulté macho més afortunada la compra de los extensos y promisorios territorios de Alaska, que desde 1790 pertenecian a los zares de Rusia. En 1867 y por 38 millones de francos (siete millones y 43) Ibid, 4 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) ‘medio de ddlares), pasaron a la soberania norteamericana, 1% Otro brillante negocio al estilo de la primera época del “Des. tino Manifiest. Qf Monroe? Las islas Malvinas pertenecen, sin duda ni alegato posible, a la Repiblica Argentina. Qcupadas por Espanta en 1774 y como consecuencia del tratado anglo-hispénico de 1771, pass- ron a la soberania de las Provincias Unidas y luego de la Confederaciin Argentina. El gobierno de Buenos Aires eje- cuté la “solemme” posesion en 1820 y los gobiernos extranje- 105 fueron informades de la tajante prohibicién de pescar en sus aguas y de cazar el ganado de su suelo. Pese a ello, ¢1 30 de julio de 1831 tres goletas norteameri- canas fueron sorprendidas in fraganti, en plena violacién de aquellas_disposiciones. Una huyé, otra fue dejade en libertad y se retuyo a la Harriet, que fue conducida a Buenos Aires. Entonees gobemaba don Juan Manuel de Rosas. Vale decir, que las cuestiones atingentes a Ja soberania eran cosa muy se- ia y firmemente atendidas. El capitin fue procesado, El vbi- sul norteamericano no silo protests, sino que se negd a reco- nocer la jurisdiccin argentina en las islas. Rosas rechazé la protesta y reafirmé los derechos legitimos de la nacién a Ta posesiin de aquéllas, El presidente Jackson refiere el suceso al Congreso y re- sume las medidas asumidas: “Por contiguiente, he dado drdener para el despacho de un Tmque armado que se retina con nuestra Escutdm en aquellos mares y proporcione toda In aytda que sea necesaria para la pro- tecelin legal de suostro gobierno, y enviaié sin demora a un ‘instr que investigue Ja naturaleza de ks circanstancias, asi como fa reclamaciin de soberania astablecida por aquel gobierno sobre debe ides, Ere tanto romeo ol ave 8 cousderaén, de . a fin de que provea al Ejecutivo de la antorizacion y des medios necesaios para formar una fuerza adecuada tle 122 Morison y Commager, Historia de los Estados Unidos de Nor- teamérica. México, Fondo de Cultura Econémica, 1951. LOS PIRATAS ANDAN SUELTOS 95 completa protocsién de los derochos de pesca y de comercio de nuestros consiudadanos en aquellos mares", 19) E15 de diciembre 1a corbeta de guerra Lerington arribo @ Buenos Aires. El cénsul Slacum comunicé al gobierno que Lexington “demoraria” su viaje hasta el 9, esporando que se spararan. los derechos norteamericanos al comercio y a la en Jas Malvinas, que fuera devuelta la Harriet y se re- ¢ al comandante politico y militar de las islas de toda ges- fn que intervinicran ciudadanos 0 intereses norteamerica- nos. Un ultimatum con toda la barba. El gobierno de la Confederacién no cedié, El 28 de di- ciembre la corbeta se presenté en Puerto Soledad, de las Mal- yinas. Enatbolaba bandera francesa y su actitud aparentaba mormalidad y mansedumbre. Era una treta para facilitar el desembarco. La colonia argentina fue arrasada, sus defensas desnan- teladas y se deciard el tertitorio “libre de todo gobiemo”. La Cancilleria argentina interrumpid las zelaciones con el ‘ebnsul y reclamé con energia En 1882 lead 2 Buenos Aires el nuevo eneargado de ne- igocios americano, Mr. Baylis. Entre sus muchas insolencias, se destaca la negativa a ‘reconocer la soberania argentina y reconocer, en cambio, la de Anglaterra que designaba a las islas con el nombre de Falkland. “La “Doctrina Monroe” en accién. En un litigio entre un pais Jamericano y una potencia europea, en que al primero Ie sobm- than razones, U.S.A. se coloca del Indo de la segunda, Buenos Aires aclaré que nada tenia quo tratar con el aministro y que plantearia sus reivindicaciones directamente a “Washington. Baylies hizo sus maletas y se volvié a sus lares. Antes incluyd en la delegaciin al cénsul Slacum y pretend "que se le extendiese el correspondiente pasaparte diplomatico. “La Caneillerfa respondié que lo consideraba “un delinenente fislado en la casa de un ministro”. Hubo tratativas y acuerdes anglo-norteamericanos sobre 433, Medina Castro, op. lt 96 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) las Malvinas en Londres y a principios de 1833 los ingleses se apoderaron de ellas. = El fallo de la “Doctrina Monroe” se reitera una y otra vez. Inglaterra extiende su vieja colonia de Belice, se apropia de Ruataén, declara su protectorado’sobre la estrafalaria Mos- quitia, etc. La actitud de Washington es el entendimiento y el reparto con el imperio rival. Tal el convenio Clayton-Bulwer de 1850, por el que se dispone el control conjunto, anglo-norteamericano, sobre las vias interocéanicas a construirse en el istmo centroamericano. Los ejemplos son infinitos. Un libro sobre el desprecio del pretendido “monroismo”, seria un tratado en varios tomos. El buen monroista Perkins resume muy bien la larga historia: “Los Estados Unidos no opusieron veto alguno du- rante el siglo x1x al castigo de los ingobernables Estados del Nuevo Mundo por sus fechorias o su turbulencia...” '* El espiritu de Monroe, estuviera donde estuviese, aplau- dia de gozo. Lo habian interpretado a la perfeccién. 134 Ibid. PARTE SEGUNDA EL DESARROLLO DEL CAPITALISMO MONOPOLISTA Y LA “DIPLOMACIA DEL DOLAR” a guerra de Secesién y el desarrollo del capitalismo monopolista La guerra de Secesién es un hito claye en la historia de a nacién nortcamericana. Marca el fin de su constitucién bi- naria, dual, en que dos tipos de sociedad expansivos e incom- patibles entre si, pugnan por el predominio en todo el terri- orio. Sefiala, a la vez, el fin de la acumulacién primitiva yla libre para un impetuoso crecimiento del capitalismo in- ‘ial; formacién dominante —después del triunfo del Norte en todo el Ambito nacional. Tan rapido y tumultuoso, que muy pronto, y en medio de desigualdades flagrantes de desa- Arollo, se adentra, inconteniblemente, en su fase monopolista e imperialista. ‘La vicioria del Norte y sus consecuencias Al filo de los 60 la situacién interna de la Unién era explosiva. Un barril de pélvora seca en un edificio en lamas. Mas arriba estudiamos el cardcter insoslayablemente ex- sivo de la sociedad surefia, fundada en las grandes plan- taciones y la mano de obra esclaya. También consideramos el rol de valvula de escape, y mecanismo desahogante que tu- vieron la movilidad de la frontera y las guerras de conquista ‘l espacio continental —en rigor dos fases de un mismo omeno— para las contradicciones primordiales del conjun- de la sociedad norteamericana. Entre ellas, la principal 100 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) entonces, el enfrentamiento de vida o muerte entre el sistema agricola-esclavista del Sur y el cqpitalismo industrial del Norte. Ambos inapelablemente expansivos y constrefiidos a disputar su predominio que significaba la destruccién del perdedor, en el escenario cerrado del espacio continental norteamericano, una yez que éste hubo sido adquirido. Como dos gatos furiosos encerrados en una bolsa y con una sola racién de carne para subsistir. Cuando la valvula por donde se posponia el conflicto fron- tal se obturd, cuando el mecanismo de desahogo se atascé, la colisién se hizo inevitable y terrible. Hay historiadores que la califican como la primera de las guerras modernas; sangrienta, movilizadora de toda la sociedad y donde el desarrollo econédmico de los contendientes resulta capital. een La génesis de la burguesia industrial norteamericana se asemeja mAs a los modelos de Inglaterra y Francia, que a los de Alemania o del Japé.n Lenin define la “reyolucién de tipo norteamericano” como “supresién de la economia terrateniente’. El campesino se convierte en granjero libre. El poder del pueblo. Régimen democritico burgués. La mayor igualdad en la poblacién campesina como punto de partida y condicién del capitalismo libre™.'3* La siguiente y extensa cita de Louis M. Hacker es defi- nitiva al respecto: - “De dénde proving, entonces, Ia clase de los industriales? Como en Ja Inglaterra del siglo xvi, procedieron en su mayor parte de los agricultores medios. Fueron a menudo los labradores © sus hijos quienes comenzaron a trabajar en el aserradero 0 en el molino a orillas de los rios y a montar pequefias instalaciones textiles en los mismos lugares. Fueron otras veces jévenes bien dispuestos quienes trabajaron con mAquinas viejas, hasta estar preparados para hacerlo en pequeiios talleres; 0 campesinos sa- gaces en el regateo quienes se dedicaron a corretear las mercade- 135 V. I. Lenin, Fuerza y debilidad de la revolucién rusa. Obras completas. Buenos Aires, Editorial Cartago, 1970. Los subrayados son nuestros. EL CAPITALISMO MONOPOLISTA lol tias de los comerciantes o a llevar sus libros de contabilidad, hasta convertirse en pequefios capitalistas que abrian un taller. Eli Whitney, Cyrus Me Cormick y Philip D, Armour tuvieron tal origen, antes de la guerra civil. Lo mismo puede decirse de esa multitud de industriales que hicieron tan extraordineria nuestra historia econémica de la post-guerra. "El padre de Andrew Carnegie fue tejedor rural; el de John Rockefeller fue un buhonero errante y traficaba en las pequefias poblaciones; el de Henry Clay Frick, lo mismo que el de John W. Gates, fueron simples labradores”. 12+ Esos grupos sociales colmaron los ejércitos de Cromwell en la revolucién inglesa del siglo xvm y condujeron la revolu- cién francesa de 1789. Justamente, en las visperas de Ja guerra civil, cuando Abraham Lincoln fue electo presidente por el joven Partido Republicano, la burguesfa industrial norteamericana estaba en situacién semejante a la de la burguesia francesa en el momento de la convocatoria de los Estados Generales. Nece- sitaba imperiosa, impostergablemente, el poder politico sobre toda la sociedad, el poder politico nacional. Lo requerfa para imponer el trabajo libre, asalariado, y aventar definitivamen- te la posibilidad de que la esclavitud se extendicra a todo el pais. Lo precisaba para garantizar el dominio total del mer- cado interno, la preservacién de la unidad nacional, para in- corporar la agricultura surefia a su régimen. Marx y Engels sintetizaron admirablemente la esencia de Ta guerra de Secesién: “La actual contienda entre el Sur y el Norte no es otra cosa que una lucha entre dos sistemas so- ciales, entre el sistema de Ja esclavitud y cl sistema del tra- bajo libre. La guerra ha estallado porque los dos sistemas ya no pueden coexistir pacificamente en el continente norteame- ticano. Sélo puede terminar mediante la victoria de uno u otro sistema”. 137 El famoso discurso pronunciado por Lincoln en agosto de 1862, es inequivoco: th” '36 Louis M. Hacker, Proceso y triunfo del capitalismo norteame- ricano. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1942. '37 Karl Marx y Friedrich Engels, La guerra civil en los Estados Unidos, Buenos Aires, Lautaro, 1946, 102 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) “Mi objetivo primordial en esta lucha es salvar a la Unién, no el de salvar o destruir la esclayitud. Si pudiera salvar a la+Unién sin liberar ningtin esclavo, lo haria; y si pudiera salvarla libe- rando a algunos y dejando de lado a otros, también Jo haria...” '?* La unidad nacional era, asimismo, vital, absolutamente vital, para los estados del Oeste. Los de la costa atlantica, vin- culados de una y mil maneras a los circuitos econdmicos y politicos europeos, podian concebir su existencia segregados de la Unién. Pero no los del Oeste, creados por la Unidn, sdlo vincu- Jados a ella, sin otro acceso ni otra salida mds alla de sus fronteras. Para el Noroeste cl dilema era, atm, mas grave; la red fluvial del Mississippi, con su puerto en Nueva Orleans, era Ja fuente de su vida, el oxigeno de sus pulmones. La se- gregacién del Sur implicaba la asfixia irremediable. Es claro que no es facil deslindar Ia cuestién nacional, el problema del dominio econémico y politico de todo el espacio nacional, del sistema de trabajo. Dos tendencias hondas, vigorosas, gravitantes, de la so- ciedad norteamericana pugnan tenazmente por la abolicién de la esclavitud. Por un lado, la numerosa pequefia burguesia de intelec- tuales, artesanos, modestos fabricantes y comerciantes, agri- cultores, etc., del Norte y del Oeste. Sus motivaciones son éti- co-doctrinarias y encuentran gran eco en las masas_trabaja- doras. La esclavitud es una infame yiolacién de la democra- cia rustica, igualitaria, individualista, dinamica que inspira el “espfritu de la frontera”. Por otro Jado, la burguesia industrial; la clase mas ma- dura, la que expresa cabalmente a las nuevas fuerzas produc- tivas que se abren paso, la que accede clamorosamente al poder con el triunfo militar del Norte. Para ella el trabajo libre, el régimen del salario y la plusvalia, son sustentos cla- ves del sistema que aspiran a construir. Ambas tendencias se entrelazan en el pensamiento de 138 Citado por Jacques Neré en La guerra de secesién, Buenos Aires, Eudeba, 1965, EL CAPITALISMO MONOPOLISTA 103 Lincoln, Nos parece errénea e injusta la apreciacién de que su decreto sobre Ja libertad de los negros fue una mera ma- niobra tdctica, oportunista y afortunada. Esa tesis confunde la oportunidad del decreto, con sus razones de fondo. En efecto, Lincoln lanza su proclama de emancipacién el 23 de diciembre de 1862, inmediatamente después de la victoria militar nortefia de Antictam y en circunstancias pe- culiares. Hasta dicho combate, el Norte viene siendo vapuleado y la guerra amenaza con transformarse en un conflicto muy largo y desangrante, perspectiva propicia para los gambitos diplomaticos de Londres y de Napoleén III, que apoyan des- caradamente al Sur. El plan francés es simple; reconocer la beligerancia su- refia, proponer una mediacién franco-inglesa y al ser recha- zada por el Norte, intervenir en beneficio de sus protegidos. No hay que olvidar que Ja guerra de Secesién se inscribe en esa decisiva década que transcurre entre la crisis mundial de 1857 y la crisis mundial de 1872, en la que culminan su constitucién los estados nacionales de Alemania, Italia, Japén y Estados Unidos, Pero en la que, también, las grandes poten- cias imperiales de entonces —Inglaterra y Francia— se opo- nen, con ufias y dientes, al surgimiento de estados nacionales capitalistas y soberanos, que entren a tallar en la economfa mundial. Es un perfodo de intensificacién del colonialismo mer- cantil y financiero, puesto que, como con tanta perspicacia lo sefiala Paul Bairoch, '** en esos afios ocurre la gran revolucién de los transportes, que permite a las metrépolis acceder a los mas lejanos y antes aislados confines de la tierra. Es cierto que Bismarck, Cavour, Lincoln y los “Meiji” resultan vence- dores pero, a Ja vez y dialécticamente, son aplastadas Ia re- belién de los “cipayos” en la India, la de los “taiping” en China, México es invadida por los franceses y el Paraguay de los Lépez es arrasado en la guerra de la Triple Alianza. "39 Paul Bairoch, El Tercer Mundo en la enorucijade. Madrid, Alianza Editorial, 1971, 104 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO () Para el joven capitalismo industrial norteamericano la amenaza franco-briténica es muy peligrosa y una lucha pro- longada favorece al enemigo. De modo que en cuanto una victoria militar rodea del prestigio y la credibilidad impres- cindibles a las decisiones de Lincoln, éste decreta la abolicién de Ia esclavitud respondiendo a las mentadas tendencias pro- fundas de su pais y asestando, al mismo tiempo, un golpe demoledor a la posible intervencién europea. En efecto, es imposible para Londres, sobre todo, combatir a un gobierno que lucha por la abolicién de la esclavitud, su bandera pre- ferida desde comienzo del siglo. ; La guerra civil fue una guerra fotal, que agudizé al maximo las contradicciones de ambos campos y tensé hasta Jos ultimos lfmites sus fuerzas econémicas y sociales. Para el Norte Ja guerra fue un promotor, un poderoso estimulante de fuerzas latentes, una solera eficaz de procesos inmaduros. una partera experta de Ja nueva sociedad industrial. Para cl Sur significé el colapso. Su economia enyejecida, su sociedad cristalizada, su anacronismo politico y cultural no podian re- sistir la prueba de una guerra moderna. Algunas cifras simbolizan esta desigualdad de destinos. En 1863 el délar papel del Sur se cotiza a razén de 3 por 1 dolar oro; en enero de 1865 se ha depreciado a 53. En cambio, en 1864 el délar papel de la Unién se encuentra en la réla- cién 1,5 x 1 délar oro. En julio de 1861 el Norte posee 186,000 soldados y el Sur 150.000. En marzo de 1865 el Norte tiene 990.000 y el Sur 175.000; sin contar con las enormes diferencias de equi- po y alimentacién, La era premonopolista El desarrollo del capitalismo monopolista es precedido por breves afios de intenso y febril capitalismo liberal, en que ya surgen las condiciones que han de preparar y enmarcar Ja nueva fase. 149 Neré, op. cit, EL CAPITALISMO MONOPOLISTA 105 Son un conjunto de factores que estimulan y aceleran el nacimiento del capitalismo monopolista y_ que, también, crean las coordenadas en que éste se ha de desenvolver ver. tiginosamente. 1) En primer lugar, Ja propia guerra es un poderoso ca- talizador del desarrollo capitalista. “El capital que hizo posible el progreso industrial durante Ja guerra civil, procedié de la propia guerm. El Gobiemo Federal, mediante la emisién de valores y “greenhacks” papel moneda de reverso verde (green) emitido desde 1862—, afiadié unos 3.000 millones de délares a las disponihilidades del crédito, y el aumento en la velocidad de circulacién debida a las compras y grandes beneficios en tiempo de guerra, permitié una acumul consi- derable. Los gastos del Gobierno, los contratos de suministro, el acaparamiento y la especulacién, son las verdaderas claves de ese enigma. Por algo un hombre javen como Andrew Camegie, con clara vision de las posibilidades de su tiempo, se hizo millonario en s6lo cinco afios”, '41 El gobierno republicano estimulé abiertamente el proceso con diversas medidas. El proteccionismo es creciente: antes de la guerra el Dorcentaje medio de las tarifas aduaneras era del 18,9 Dy al fin de la misma, ascendia a 47 Toe Su politica agraria, destinada a soldar Ja alianza con el Oeste, multiplicé las granjas familiares, aceleré la distribu- cién de tierras publicas; la produccién agricola y ganadera erecié espectacularmente, al punto de que las exportaciones de sus productos sostuvieron Ia balanza de pagos positiva, Es — uno de los rasgos de lo que Lenin lama “el modo norteame- vicano”. te Otro aspecto se refiere a la politica financiera y bancaria, “En Ia historia financiera de Estados Unidos la guerra civil ha sido tan importante como la produccién del oro. Todo conflicto interior modifica el desarrollo ordenado y previsto; y la guerra civil no fue una excepcién de esa regla, Los gastos anteriores, durante Jos tiempos de paz, se reducian a cifras triviales, en tanto que los '4) Hacker, op. cit. 142 Ibid. 106 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) gastos del Gobierno del Norte, durante la guerra y con esa finalidad, se aproximaron a tres mil millones de dolares. Las me- didas adoptadas para hacer frente al esfuerzo dejaron una heren- cia de nuevos métodos financieros, por ejemplo: una circulacién de billetes inconvertibles y la nacionalizacién de todo un sistema Bancario y de nuevos deseos de experimentaciones”. '* 2) La explosién inmigratoria es un factor decisivo del crecimiento capitalista. En la década 1850-60 Hegaron al pais 2 millones y medio de inmigrantes. De 1860 a 1900 la cifra subid a 14 millones. En los primeros treinta afios del siglo xx, pasé a 30 millones. Hubo ademas un cambio cualitativo en el origen de la inmi- gracién. A partir de 1890 decrecié notablemente Ja provenien- te de Alemania y Gran Bretafia, cuyos integrantes tendian a radicarse como agricultores en el Oeste. A fin de siglo ya era un torrente anegador la inmigracién proveniente del Sur y del Este europeo, que se instalard en las ciudades y surtird de mano de obra a las nuevas industrias, presionando a la baja los salarios, En 1861-70 la corriente procedente del Este v Sur de Europa, significa apenas un 1,4 % del total. En 1901-10 ese porcentaje es del 70,8 %. '** 3) Una verdadera revolucién en los transportes, sobre todo por Ja extensién inusitada de los ferrocarriles. En 1865 la Uniédn posefa 56.000 km. de vias, casi todas al este de] Mis- sissippi. En los siguientes ocho afios, esa cantidad se dobl6. En 1900 habfa 321.000 km. de rieles que recorrfan el territorio nacional en todos los sentidos, constituyéndose en las fluidas arterias de un acrecentado mercado interno, al cual se han incorporado millones de granjeros y trabajadores. "4% 4) Otra condicién esencial de la era premonopolista es 143 Edward C. Kirkland, Historia econdémica de Estados Unidos. México, Fondo de Cultura Econémica, 1947. 144 Samuel Eliot Morison y Henry Steele Commagor, Historia do los Estados Unidos de Norteamérica. México, Fondo de Cultura Econé- mica, 1951. 188 Ibid. EL CAPITALISMO MONOPOLISTA. 107 el agotamiento de la “frontera mévil”, Durante la guerra civil se inicié una yerdadera inundacién del Oeste, por centenares de miles de agricultores y miles de mineros en busca de nue- vos yacimientos. Lo que forma parte de Ja honda revolucién agricola que se fusiona con el explosivo crecimiento industrial. La invencién del alambre de ptias en 1874 por J. F. Glidden tesolvié el problema de los cercos y facilité el dominio de las infinitas Manuras por el trabajo del hombre, En 1883 la com- patia Glidden despachaba mil kilémetros diarios de alambre y el costo de las cercas se habia reducido a una fraccién in- significante de su costo inicial. El pozo artesiano también contribuyé a esta colonizacién masiva del Oeste, resolviendo el problema de la sequia y per- mitiendo satisfacer la insaciable demanda de trigo en el mer- cado intemo e internacional De 1870 a 1890 se produce la mas grande expansién de la frontera, Ferrocarriles e inmigrantes contribuyeron a ello. En ese lapso Ja poblacién de California se duplicé, la de Texas se triplicé, la de Kansas se cuadruplicé, la de Nebraska se multiplics por ocho. En el Oeste trans-Mississippi, pasd de 6.877.000 a 16,775,000. Entre la ola que desde el Atlantico buscaba las costas del Pacifico y la ola inversa, desaparecié Ia zona intermedia, co- lonizable, “frontera” en el sentido norteamericano. Esa regién media abarcaba unos 1.600 km. hacia 1870. En 1890 se habia esfumado. La “nueva frontera” consistfa en Ja transformacién de las estructuras econdmico-sociales inter- nas. Era la hora del capitalismo industrial y su desarrollo se ‘erigié en uno de los cursos mas dindmicos y tumultuosos de la Aistoria del hombre. 5) La revolucién tecnolégica es otro rasgo sobresaliente de la era premonopolista y monopolista. Hasta 1860 se habian concedido 36.000 patentes de in- Yencién. Un débil arranque de la avalancha de invenciones que se precipita desde la misma guerra civil en adelante. Entre 1860 y 1890 se extendieron 440.000 patentes y en cl 196 Tbid, 108 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) primer cuarto del siglo xx, 969.428. '*7 Pr4cticamente no hay sector en la vida humana que no haya sido revolucionado por la inventiva tecnolégica. Desde 1a maquina de coser de Elias Howe en 1846, pero popularizada por Isaac Singer después del 60, hasta los pro- digios —sobre todo en el campo de la electricidad— del “he- chicero de Menlo Park”, Thomas Edison. 6) Una honda y auténtica revolucién agraria condiciona el proceso. De 1860 a 1910 se triplica el nimero de granjas. La superficie cultivada se duplica, superando los 351 millo- nes de has. La produccién de trigo crece —siempre en el mismo lap- so— de 173 a 635 millones de bushels, la de maiz de 838 a 2.886 millones de bushels y la de algodén, de cerca de 4 millones de balas a mas de 11 millones y medio. '4* Las innovaciones técnicas transformaron el agro, como a toda la sociedad norteamcricana. La poblacién agricola au- menté en términos absolutos, pero descendié en términos re- Jativos; la m4quina sustituye cada vez mas al hombre en el campo. Es fundamental el crecimiento vertiginoso de las expor- taciones agricolas, que preservan —segtin quedé dicho— el signo positivo de la balanza de pagos. En 1875 se estiman en 389 millones de délares; 72,2 % del total. En 1881, 738 millo- nes; 80,3 % del total. '** 7) Desde la guerra de Secesién se intensifica la compe- tencia industrial al maximo, preparando, en la selva impla- cable y destructiva de la guerra econdmica, las absorciones, entendimientos y fusiones de la cra monopolista. El crecimiento de la industria es impresionante. '47 Ibid. 149 Ibid. 149 Hacker, op. cit, EL CAPITALISMO MONOPOLISTA 109 Cuadro Ne 4 Crecimiento industrial 15¢ Millones de délares - No de obreros en miles Aumento en % de 1850-1880 1850-60 1870 1880 Capital invertido . .. . 533.2 1,694.6 2.790.3 435.5 % Valor de los productos 1.019 3.386 5.369.6 426.9 % Valor agregado por la 463.9 1.395.1 1.792.8 325.2 % Salarios abonados . . 236.8 320.5 947.9 300.4 % N° de asalariados . 958.1 2.054 2.732.6 185.2 % Los trusts con las banderas desplegadas E] desarrollo acelerado y pujante del capitalismo mono- polista norteamericano forma parte de un proceso general que trastoca a todo el sistema capitalista mundial, regido por la Jey del desarrollo desigual. Es, justamente, en esta época de los monopolios y del imperialismo, que aquella ley se con- vierte, segtin Lenin, en la ley clave del curso histérico, . Al iniciarse el desenvolvimiento de los monopolios, Gran _ Bretana_es la potencia dominante y en un lejano segundo plano, Francia. La nueva época se caracteriza por el ascenso yertiginoso de las nuevas potencias a expensas de las Viejas. La hegemonia inglesa es gravemente cuestionada por los jOvenes capitalismos de Alemania, Japén y Estados Unidos. Muy pronto la potencia econémica de los capitalismos recien- tes aventaja a la de los anticuados. Una lucha implacable, inescrupulosa, tremenda, se entabla entre unas y otras poten- ‘Gias por el control de las colonias y de las esferas de influen- cia, La primera guerra mundial es su natural desemboque, Aunque a ella se arriba por etapas que iremos considerando ‘mas adelante, Por ahora nos interesa el rol desempefiado, en ese com- lejo, intrincado y cruento proceso por los E.E.U.U., los os mimados” del desarrollo desigual. La historia del capitalismo monopolista e imperialista 180 Thid. 110 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) norteamericano se puede dividir en tres grandes etapas que pautan su ascenso a potencia dominante e integradora del conjunto del capitalismo internacional. a) La primera etapa —es la que estudiamos en esta Se- gunda Parte— es la de su maduracion y plenitud, pero todavia sigue siendo una economia deudora de Europa. Se extiende, aproximadamente, y teniendo en cuenta las dificultades de establecer periodizaciones demasiado nitidas, desde la crisis general de 1873 hasta la primera guerra mundial. 3 b) La segunda etapa se inicia con un cambio sustancial y decisivo de situacién: de nacién deudora, U.S.A. pasa a ser nacién acreedora de Europa. Durante su transcurso, Wall Street sustituye a la City como centro financiero internacional. Pero sigue subsistiendo una pluralidad de potencias im- perialistas, independientes, con cierto equilibrio entre sus po- sibilidades aunque U.S.A. sea a més rica y poderosa— empe- Hadas en una lucha franca y mortal, que desagua en el holo- causto de la segunda guerra mundial. c) La tercera etapa se desarrolla desde la fase final de Ja segunda guerra de redivisién a nuestros dias, y es la his- toria del capitalismo monopélico-estatal y de la’ integracién mundial capitalista en torno a los Estados Unidos. Gran beneficiario del desarrollo desigual, U.S.A. asciende al cenit de su poderio; configura el mayor poder jamas habi- do en la historia. Al filo de la década de los 70 estalla una crisis profunda del sistema, cuyo curso vivimos y que puede marcar el punto de partida de una nueva etapa histérica. La primera etapa es, ahora, nuestro tema. En ella pode- mos distinguir dos periodos claramente diferenciados: El primero se inicia con la crisis de 1873 —que Lenin consideraba un suceso histérico fundamental— y se prolonga hasta la crisis de 1892-1896. En rigor, la larga depresién de 1892-96 es una inflexién muy importante en una onda larga de prosperidad, que se prolonga desde el fin de la crisis del 73, hasta la recesién de EL CAPITALISMO MONOPOLISTA lL 1907. En ella madura, hasta su completa sazén, el capitalis- mo monopolista, no sélo en Estados Unidos, sino en el mundo. El ejemplo norteamericano no hace otra cosa que ratifi- car las ideas de Lenin al respecto. Escribe: “ ..el balance principal de desarrollo de la historia de los monopolios es e] siguiente: 1) 1860-1880, punto culminante de desarrollo de la libre con- eurrencia, Los monopolios no coustituyen mas que gérmenes apenas perceptibles. 2) Después de la crisis de 1873, perfodo de yasto desarrollo de los cartels, pero éstos constituyen todavia una excepcién, no son atin sélidos, representan un fendmeno pasajero. 3) Periodo de prosperidad de fines del siglo xx y crisis de 1900-1903; los cartels se convierten en una de las bases de toda la vida econdmica. El capitalismo se transforma en. imperialis- mo”, 1st Es lo ocurrido en U.S.A., pero con Ja singularidad de que Ja recesién de 1892-96 juega un rol muy importante y preci- pita la plena sazé6n de la nueva estructura del capitalismo. Esta tesis coincide con la teoria del capital monopolista de Baran y Sweezy. Segtin dichos autores, éste genera una enorme cantidad de excedente econdmico, pero no crea me- canismos apropiados y eficaces para su realizacién; de ahi su tendencia profunda y persistente a la crisis crénica. Si ésta no se produce, si el capitalismo monopolista la evita y logra largos perfodos de expansién y prosperidad, es porque se conjugan factores externos que contrarrestan aque- lla tendencia y facilitan la realizacién del excedente. Tales factores externos son de dos clases: 1) innovacio- nes tecnoldgicas “que hicieron época” y 2) “las guerras y Sus cOnsecuencias”. '*? Los definen asi; “Llamamos innoyaciones «que hacen €poca» a aquellas que sacuden todo el patrén de la economia, ereando asi vastas salidas a la inyersién, ademas del capital 1st V, I, Lenin, El imperialismo, fase superior del capitalismo. Mosci, Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1961, 's2 Paul A. Baran y Paul M. Sweezy, El capital monopolist. Mé- xico, Siglo XXI. 112 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) que absorben directamente”. '** Sélo tres innovaciones son de ese tipo en la historia de la técnica: a) la maquina a va- por —eje de la revolucién industrial en Inglaterra—; b) el ferrocarril y c) el automévil. En U.S.A. ello es evidente. Baran y Sweezy explican: “...durante las dos tilltimas décadas del siglo x1x, época en que eché rafces el proceso de monopolizacién, entre el 40 y el 50 por ciento de la formacién de capital privado estaba en ferrocarriles”. '54 gCuando termina la gravitacién de la inversién ferrovia- ria en la realizacién del excedente generado por el capital mo- nopolista norteamericano? Los autores responden que su _in- cidencia se agota recién en la depresién de 1907, aunque “hu- bo en verdad una marcada disminucién de la inversién duran- te la década de 1890, especialmente durante la larga depre- sién de 1892 a 1896, pero luego tuyo lugar un fuerte renaci- miento...” '°* A partir de 1907 —los datos lo confirman plenamente—, se extiende un extenso lapso de estancamiento econémico, en que el capitalismo norteamericano tropieza con graves difi- cultades para realizar su excedente. Recién sale de él con la guerra 1914-18. La crisis 1899-96, pues, es causada, principal- mente, por la caida circunstancial de la inversién ferroviaria. Se inaugura con la quiebra de la “National Cordage Compa- ny”, pero luego se desbarrancan el ferrocarril de Eric, el Nor- thern Pacific, el Union Pacific y el de Santa Fe. La depresion agricola iniciada en 1887 merma la capacidad de consumo y perjudica, en primer término, a los ferrocarriles. No es una casualidad el estallido de la gran huelga ferroviaria de esos afios. Por supuesto que también otros motivos concurren a la depresién: las repercusiones de la crisis en Europa y Aus- tralia, etc. Lo cierto es que esa recesién prueba a los capitalistas las ventajas de la trustificacién, condena a la desaparicién a 183 Ibid 184 [hid. 188 Ibid. EL CAPITALISMO MONOPOLISTA 113 ees empresas pequefias y medianas, provoca Ja derrota lel Partido Deméerata en las elecciones de 1896 y la asun- cién de la Presidencia por el republicano Me Kinley, que po- ne en marcha una vigorosa politica proteccionista de Ja gran industria, instituye el patrén oro y se lanza a la expansién pepe en la eee contra Espaiia por el control de Cuba. sea, es el punto de partida del segundo period , : , lo de la Primera etapa, en la evolucién del capital nan nelise, La inversién ferroviaria retorma con brio, la prosperidad vuelve y asegura a Mc Kinley su reeleccién en 1900 y un extraordinario desarrollo de los monopolios. a Morison y Commager sefialan que el movimiento de trus- tificacién tiegé a su climax en los afios de prosperidad coin- cidentes con la guerra contra Espafa”, '** a Por su parte, Hacker contirma: “Al terminar la depre- sion de Rae una era de integraciones gigantes- cas, cuya direccién habia sido ya asumida por | tinancieros”. ‘57 m ng ae En etecto, como bien lo observa Sweezy, el triunfo del Norte no solo signitico la victoria del capitalismo industrial, sino de todo e1 capitalismo y especialmente del jinanciero, Sus primeras experiencias de control de la industria se reali- zan, justamente, en los terrocarriles. '3° Y agrega: “En resumen, Wall Street conquisté muy pronto un: ci6 econsinica de predominio como sesultado de i gucte ott occ 1a importancia capital del ferrocarril en el desarrollo norteame- nicano. Cuando ia manufactura se puso los pantalones largos quedé bajo el ala protectora de Wall Street”, 1s — i Sweezy recuerda asimismo que el ferrocarril ha sido de- Signado como “la encarnacién de la revolucién industrial”. No hay historiador de la economia norteamericana que #86 Morison y Commager, op. cit, 187 Hacker, op. cit. ‘8 Paul M. Sweezy, Capitalismo e imperialismo norte Buenos Aires, Jorge Alvarez Editor, 1963, ts fn een: 159 Tbid. 114 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO. (1) no recuerde que el primer trust importante lo organizé John D. Rockefeller en 1870: la Standard Oil. Pero en esos afios finales del siglo xix y en los iniciales del xx, el eje del crecimiento del capitalismo monopolista, el 4rea de imbricacién del capital financiero con el industrial, es el ferrocarril. » De ahi la trascendencia de mostrar un breve cuadro del control financiero de los ferrocarriles en esa época. A la vuelta del siglo estaban dominados por seis grupos: los grupos Morgan y Morgan Belmont controlaban 38.912 kms. de lineas férveas. El grupo Harriman 32.776 kms., el grupo Gould 26.023 y el grupo Hill 16.793. '** La red ferro- viaria en manos de los banqueros y financieros superaba los 108 kms. En manos independientes restaban cerca de 38.000. Tal era el panorama en 1900. Es en tomo a este sector “de punta”, donde la concentra- cién capitalista se desarrolla primero y donde el capital fi- nanciero asume, anticipadamente, su papel rector, donde se producira la avalancha de fusiones, entendimientos, pujas a muerte, etcétera, que acompafia a todo proceso acelerado de trustificacién, Ya en 1873 una Comisién del Congreso se alarma ante las “gigantescas sociedades” y su poder ascendente. '*' En 1860 habia 140.433 establecimientos industriales, que giran productos por mas de 1.895 millones de délares. En 1900 el numero de establecimientos pasa a 207.514; no lega a duplicarse, pero el valor de la produccién roza los 11.500 millones de délares; se multiplica por ocho. En 1860, 2.116 fabricantes de maquinaria agricola pro- ducen un yalor medio de 9.845 millones de délares. Cuarenta afios después las empresas se han reducido a 715, entre tanto la produccién se multiplica por 15. También en 1860, 542 empresas productoras de hierro y acero, producen por un valor medio de 100,000 délares. Vein- 148 Morison y Commager, op. cit. ‘1 Ibid. EL CAPITALISMO MONOPOLISTA 15 te afios mds tarde el numero de empresa: i produceién se multiplica por 12." ™mbene y i En_ 1849 los establecimientos industriales : empleaban un Promedio de 7,7 obreros y producian prouiedial mente 8.202 délares anuales. En 1919 empleaban un promedio de 31,4 Obreros y producian una media anual de 215.160 délares. ee a Site 3 que a a4 % de los establecimientos ocupan ,9 Zo de los trabajadore: i r Fe cna, ee a sy producen el 67,8 % del valor El ascenso de la trustificacién fue es iah Be ad i sti > especialmente acele- fies Ei Ge fin de la crisis 1892-96 hasta los primeros afios Luego se torna més lento, de acuerdo al |. F , lapso de estanca- miento que se prolonga hasta la primera os de redivision, i Las asociaciones tomaron primero la forma de “acuerdo le caballeros” 0 de “pools”, pero a partir de 1880 prolifera- Ton los trust, en que los accionistas de varias compafifas coa- ligadas cours la direecién a manos de un directorio tmico. No sélo los ferrocarriles y el petroleo irrumpen. ; _ de siete leguas, en esta fase. fe ee En la Spoca de la guerra contra Espafia cinco mil em- Presas se habian consolidado en 300 trusts o corporaciones (ésta es la denominacién propia en Estados Unidos), de los r cuales 196 se constituyen entre 1898 y_ 1902. Sélo las consoli- daciones de 1899 suman casi 2.244 millones de dolares, cifra superior a Ja deuda nacional en ese momento, '# Las combinaciones mas poderosas, a E } i 8, aparte de la Standard Oil, son la United States Steel Corp., la Amalgamated Copper Co., la American Sugar Refining Co., la American Tobacco Co., la United States Leather Co., la International Harvester Co., y la Pullman Palace Car Co, Ninguna de ellas posefa un capital inferior a los 50 millones de dodlares, '* 142 Ibid. 143 Kirkland, op. cit. ‘44 Morison y Commager, op. cit. 168 Ibid, 116 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) La Western Union obtuvo el monopolio virtual de las co- municaciones telegraficas y la American Telephone & Tele- graph Co. —con 250 millones de capital— iba en camino de ocupar el yértice de los gigantes en 1900. En los afios siguien- tes se configuran los dos grandes del automévil: General Motors y Ford. '* Se inaugura la era de auge para el banquero inversor. A fin de siglo la alianza Standard Oil-Harriman-Rockete- ler-City Bank controlaba ferrocarriles, los metales de cobre y hierro, servicios publicos, ete., y le quitaba el suefo a J. 2, Morgan. En 1908 ya Morgan y el National City Bank se habian unido en un solo grupo financiero, que en 1912 habia parti- cipado en 67 operaciones, invirtiendo, en conjunto, mas de mil millones de délares. '*? Los holdings estén en la orden del dia. Los comienzos impetuosos del capitalismo monopolista significan un crecimiento espectacular de las fuerzas produc- tivas y de Ja riqueza nacional. ,Cuadro Ne 5 Riqueza Nacional 16* 1850 ..... “ 7 mil millones de ddlares 1870 30 mil millones de délares 88 mil millones de ddlares 186,3 mil millones de dolares E] desarrollo desigual sigue inflando las velas del capi- talismo americano. En 1912 la riqueza nacional de Inglaterra era de 79,3 mil millones de délares, la de Alemania de 77,8 mil millones y la de Francia de 57,1 mil millones, '** El Cuadro N° 6 sobre la evolucién de la fundicién de ts Kirkland, op. cit. 167 Ibid. 162 J, B. Duroselle, Politica exterior de los Estados Unidos, 1913- 1945, México, Fondo de Cultura Econémica, 1965, 169 Ibid. EL CAPITALISMO MONOPOLISTA 17 acero evidencia los efectos del desarrollo desigual en estos anos. Cuadro Ne 6 Fundicidn de acero en millones de toneladas 17° 1880 = 1900 1913 Toho) 77 07 64 169 Francia o4 16 47 BE ULU Ly. 1g 10,2,» (31.8 El poderio funambulesco que los trusts fueron adquirien- do y la jungla inhumana, al margen de toda ética, que signaba su loca carrera, leyantaron naturales recelos en el pueblo nor- teamericano. i aaa Su eédigo moral Io resumiéd H. O. Havemeyer, presidente del trust del azticar, ante una comisién del Congreso, en 1889: “El negocio no es filantropfa... vuestra ética no me importa un comino. No la conozco Io bastante para aplicarla. Como principio para los negocios, os diré que es legitimo sacar de ellos todo lo que sea posible”. '7' ___La opinién publica en ebullicién se tradujo en Ia ley an- titrust, conocida por “Ley Sherman”. Pero su aplicacién es prueba excelente de la hegemonia que las corporaciones ya ejercen en Ja vida norteamericana. Morison y Commager escriben: “...no hay que cargar exclusivamente al poder judicial la responsabilidad del fraca- so de la ley contra los trusts, La legislatura claudicé al no en- mendar la ley y el ejecutivo al no aplicarla”. ‘7? Mas claro, agua. El Imperio deudor Hacia 1897 —visperas de la guerra con Espafia— las in- versiones norteamericanas en el extranjero sumaban un monto nada desdefiable. La mitad se concentraba en América Latina. Inglaterra Alemania 170 L. Vladimirov, La diplomacia de los Estados Unidos durante i core hispanoamericana. Moscti, Ediciones en Lenguas Extranjeras, 171 Morison y Commager, op. cit. 172 Ibid. 118 HISTORIA DEL IMPERIALISMO” NORTEAMERICANO (1) Su distribucién por pafses y por rubros y su evolucién de 1897 a 1914 inclusive, se exhiben en el Cuadro N® 7. Cuadro No 7 173 Inversiones norteamericanas en América Latina por paises en millones de ddlares Inversiones directas Total invertido 1897 1908 1914 1897 1908 1914 49 196 281 49 226 33€ 200 Al6 587 «200 672 854 21 38 90 21 Al 93 38 104 323 38 130-366 308 754 1.281 308 1.069 1.649 635 1.639 2.652 685 2.595 3.514 Guba y Antillas . México... 0s América Central .... América del Sur .. Total América Latina Total mundial Inversiones norteamericanas en América Latina por rubros en millones de dédlares 1897 1908 1914 58. 162 243 79 303 549 5 57 110 141 162 274 3 30 37 20 37 57 2 3 il 308 754 1.281 Agricultura Mineria ... Produccién petrolera . Ferrocarriles y servicios publicos . Tndustrias_manufactureras Distribucién Varias . Totales A diferencia de las inversiones europeas en este periodo, que en gran parte se dirigian a valores publicos, las norte- americanas se orientan a empresas privadas, principalmente de servicios publicos (ferrocarriles) y explotaciones agricolas y mineras que exportan al mercado estadounidense. En mate- ria agricola el azicar y las bananas recogen la preferencia En materia mineral, el oro y la plata y Inego el petréleo y el cobre. Veamos el panorama de la inversién extranjera global en América Latina hacia 1897 y hacia 1914: 173 Naciones Unidas, Inversiones extranjeras en América Latina, 1965. EL CAPITALISMO MONOPOLISTA 119 Cuadro Ne 8 174 1897: en millones de délares Inglaterra 3 587 (estimada) E.E.U.U. 308 1914; Inglaterra « 3.700 E.E.U.U. . 1.700 Francia - 1.200 Alemania . 900 Otros paises - 1.000 Sin embargo, y pese a que en 1897 se lanza el primer empréstito extranjero en U.S.A., 0 sea, que a las inversiones directas empiezan a sumar las inversiones de cartera, el pais sigue siendo deudor del capital ajeno. Hacia el fin del periodo 1874-1895, las inversiones fora- neas se estiman en 3 mil millones de délares (mas de cuatro veces las inversiones americanas fuera de fronteras en 1897). '7* La balanza de pagos de ese lapso es muy ilustrativa, Cuadro Ne 9 Balanza de pagos para 1873-95 en millones de délares 178 Entradas (créditos) Exportaciones de mercaderias y plata . 17. 231.1 Exportaciones de oro. 809.5 Fletes ganados .... 148 Aportes de inmigrantes .... 180 Nuevo capital invertido por extranjeros 1.000 Total 1. 19.368.6 Salidas —_ (débitos) Importaciones de mercaderias y plata .... 14.738.3 Importacién de oro 697.6 Fletes pagados .... Sieben 708 Gastos de ciudadanos americanos fuera de frontera 770 Remesas de inmigrantes y varios ........... Intereses abonados a los inversores extranjeros . TOA ss ecazes ale 174 Ibid. "78 Hacker, op. cit. 176 Ibid. 120 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO. () En suma, balanza comercial favorable en casi 2.500 mi- ones de délares, balanza de pagos apenas favorable por 134.7 millones. La razén es la elevada suma pagada por inte- reses devengados por la inversién extranjera; unas tres veces mas que el total de Ja inversién americana en el exterior. 7 El primer geopolitico: Alfred Thayer Mahan El estudio de la gravitacién determinante de Ja geografia sobre la politica puede rastrearse muy lejos, pero es a fines del xmx y principios del xx cuando realmente se consolida como disciplina diferenciada y cultivada con ahinco. En rigor, el término “geopolitica” fue creado por el pro- fesor sueco Rudolf Kjellen, pero en general, se considera su fundador al alemén Federico Ratzel. r Lo cierto es que en esos afios, montados sobre el filo del _ cambio de siglo, se aglomeraban los més reputados tedricos en la materia. No es una casualidad que sea en ese lapso, precisamente, que el imperialismo madure hacia su plenitud. La geopolitica nace vinculada a la expansién imperial de las magnas poten- cias. Cada imperio tiene su maestro geopolitico, El imperio inglés a Halford J. Mackider; el imperio ale- man exhibe una galeria de ellos, hasta culminar con Karl Haushofer en Ia era nazi. También los Estados Unidos poseen su riguroso sistematizador y tedrico del “destino manifiesto”, Su primer geopolitico de la época de la “diplomacia del dé- Jar”; el Almirante Alfred Thayer Mahan, nacido el 27 de setiembre de 1840 en la academia militar de West Point, donde su padre era afamado catedratico y entusiasta admira- “dor de Napoleén Bonaparte. : Su vocacién lo Ievé a la marina y allf hizo una carrera ‘sin sobresaltos ni resplandores. Fue guardiamarina en 1856 y 122 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) se retir6 como capitan de navio en 1896; en 1906 fue designado almirante de la reserva. Murié el 1 de diciembre de 1914. '” Tal vez su capo lavoro sea The influence of Sea Power upon history, su primer libro, publicado en 1890, También es- cribié una obra sobre la influencia del poder naval en la Re- volucién francesa y durante el Primer Imperio, una vida de Nelson y mas de 150 articulos. ‘ Toda una generacién de politicos, estadistas, intelectuales y periodistas, partidarios vehementes de la expansién imperial norteamericana, fueron sus discfpulos. Entre ellos, Henry Ca- bot Lodge y Theodore Roosevelt son los mas destacados. Es esta influencia sobre los “mandarines” de la politica americana lo que transforma al mahanismo en la verdadera doctrina de la segunda época del “destino manifiesto”. A tal punto, que J. B. Duroselle habla, con acierto, de una “Era de Mahan”. '78 Pero el almirante es hijo de su tiempo, condicionado por las grandes coordenadas que enmarcan el poder imperial en esos intensos afios. Entre ellas, dos sobresalientes: el prin- cipio del “equilibrio de poderes” y la hegemonfa mundial del imperio britanico. Quieras que no, Mahan es hombre del “siglo victoriano”. El equilibrio de poderes Nicholas J. Spykman escribe: “Desde el Renacimiento y la Reforma, el equilibrio del poder ha venido siendo tema pre- dilecto de especulacién de los filésofos politicos de Europa. Cuando cl Emperador y el Papa dejaron de ser las piedras angulares del orden politico del Viejo Continente, se comenzé a buscar un nuevo principio integrador, y se encontré el “Equi- librio de poder”, que se convirtis en tema de cultas diserta- ciones”. '7° 177 J. B. Duroselle, Politica exterior de los Estados Unidos. 1918- 1945. México, Fondo de Cultura Econdmica, 1965. 178 Ibid. 179 Nicholas J. Spykman, Estados Unidos frente al mundo. México, Fondo de Cultura Econémica, 1944. EL PRIMER GEOPOLITICO: ALFRED THAYER MAHAN 123 Pero, en definitiva, los supuestos esenciales del equilibrio de poderes no maduran hasta el siglo x1x. Ellos son: a) El triunfo del capitalismo industrial y sus inherentes incontenibles tendencias expansiyas. Ninguna de las Asperas querellas, ni de las feroces guerras de esta épo- ca entre las potencias, pone en cuestién la vigencia del capitalismo. Napoleén, vencido en Mosc, sélo tiene una po- sibilidad: un incendio campesino, una turbulenta jac- querie al estilo de la rebelién de Pugatchef en tiempos de Catalina II. Pero lo detiene el miedo al desborde sans.culotte, lo paraliza cl recuerdo de la repitblica igualitaria y pequefio burguesa de Robespierre. Por ningtin motivo se propone atentar contra los cimientos del sistema que él expresa. Prefiere retirarse hacia su ocaso irreversible. Después de la Primera Guerra Mun- dial, los magnates de las finanzas de la City y Wall Street proveen generosamente a los reaccionarios ger- manos —sus enemigos a muerte de la vispera—, con tal de salvarlos de la revolucién proletaria. b) La existencia de varias potencias capitalistas indepen- dientes, expansivas y con cierta equivalencia en sus posibilidades. Es que, como tan bien Jo expresa Spykman: Ja politica de equilibrio de poder, es en primer término una politica para uso de grandes potencias. Los pe- quefios estados, a menos que se unan entre si, no pue- den ser mas que pesas de la balanza usada por otros. Pero aun siendo mas bien postores que jugadores, no por ello estaran menos interesados en el desenlace de la partida. El pequefio estado es un vacio en el area de alta presién politica. No vive por razén de su propia fortaleza, sino porque nadie necesita su territorio 0 porque su con- servacién como estado amortiguador o como pesa en la 124 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) balanza del equilibrio de poder interesa a otra nacién mas poderosa”. '*° En qué consiste, en fin, la politica del equilibrio de po- deres? Spykman responde: “Se codicia aquella forma de equili- brio que, neutralizando a los dems estados, deje al nuestro en libertad para ser la fuerza y la vox que decidan” (Los subraya- dos son nuestros). '*' La enconada puja entre Jas potencias imperiales, que por dos veces Ilevé a millones de hombres al matadero, no sélo se produce por acrecer sus Areas colonitles, sus zonas de influen- cia, sino, también, por retener en sus manos las riendas, el timon del equilibrio de poderes. Ese rol lo cumplié Inglaterra desde su revolucién indus- tial hasta Ja primera guerra mundial; es el siglo de la Paz Britanica. Luego fue ardorosamente disputado, hasta que los Estados Unidos se alzaron con él en la segunda guerra. Pero en los afios de la “diplomacia del délar”, durante la “era Mahan”, Gran Bretaiia seguia en el pindculo, jugando, con maestria, los envites del equilibrio de poderes. Por entonces, era el emporio industrial del mundo; econo- mia exportadora por excelencia, vende fuera de fronteras el 70 % de las manufacturas que produce. Para ella exportar es vivir. Por otro lado, es un pequefio territorio insular, pero dotado de una ubicacién geografica excepcional. Situada en pleno hemisferio Norte, escenario principal de Ja historia, campo concentrado de las maximas fuerzas his- toricas, se interpone entre la masa continental de Europa y los Estados Unidos. Ninguna potencia europea puede atacar el hemisferio occidental sin su ayuda o su conquista. Y lo mismo ocurre, a Ja inversa, para un posible ataque americano sobre Europa. Esta, desde el punto de vista del poder maritimo inglés, se encuentra encerrada dentro de un tridngulo cuyo vértice 490 Ibid. 181 Ibid. EL PRIMER GEOPOLITICO: ALFRED THAYER MAHAN 1295 _ es el Pefién de Gibraltar. El lado occidental de ese tridngulo “mira hacia las Islas Britdnicas, ubicadas més 0 menos a mitad ' de camino del litoral que se extiende desde el Cabo Norte a _ Marruecos. Del interior de ese triingulo puede salir, y ha salido, la " potencia capaz de desafiar la supremacéa ultramarina de Gran Bretafia. Los intereses del imperio inglés, de los cuales no es el menor el normal funcionamiento de la economia liberal, deter- minan Ja politica britanica. Por un lado, procura controlar las Haves de las rutas maritimas. Las bases de Alejandria, Malta y Gibraltar le aseguran Ja ruta del Mediterraneo que conduce al Océano Ailéntico. La isla de Chipre y la tutela sobre Egipto (a partir de 1882) le aseguran la ruta del Canal de Suez que lleva al Mar Rojo y al Océano Indico. Era ésta lo que solia Hamarse Ia life line (linea de la vida) para el Reino Unido, ya que conduce directamente a su mayor posesién, la India, y, mas tarde, al petroleo del Medio Oriente. Las islas Shetland y sus propias costas le aseguran el control de las salidas del Mar del Norte al Océano Atléntico. Y asi podriamos seguir des- cribiendo esta estratégica red de bases ‘y estaciones carboneras que cubre todo el orbe. Por cierto que no fue construida en un dia, Tres guerras Victoriosas en el siglo xvut, la de la sucesién espaiiola, la de la Sucesién austriaca y la de los siete afios, que culminan en tres trabajosos y elaborados acuerdos —la Paz de Utretch, la Paz de Aquisgrin y la Paz de Parfs—, disefiaron la trama principal de aquélla. Y también concurrieron a montar el complejo dispositivo equilibrante, de pesas y contrapesas, estados amortiguadores y cufias Oportunas, con que Londres se afsla de los conflictos intracontinentales y a la vez mantiene la mano en su pulso, para Guiarlos siempre al equilibrio. En efecto, la situacién éptima, para los ingleses, es mante- ner en equilibrio y rivalidad tal a las potencias continentales, de modo que en la tarea de vigilarse y compensarse mutua- mente se desgasten, y nada les sobre para disputar la hege- 126 HISTORIA DEL IMPERTALISMO NORTEAMERICANO (1) monfa briténica en las tierras de ultramar y en las rutas oced- nicas. En la época del imperialismo la clave de ese equilibrio radicaba en Ja relacién Francia-Alemania. Dos expedientes uti- lizé el Foreign Office para lograrlo: a) Las alianzas pendu- lares, los cambios continuos de aliados que hicieron procla- mar a un Canciller inglés que “Gran Bretaiia no tiene amigos permanentes, sino intereses permanentes” y que le valieron el titulo poco halagador de la “pertide Albion”. En efecto, cuando surge una potencia continental que logra superar la ‘telarafia del equilibrio de poderes y desafiar el poder maritimo inglés, Londres la enfrenta buscando “un soldado afortunado en Europa”, o financiando coaliciones con- tra el enemigo. '*? Pero en cuanto lo ha yencido y el peligro ha desaparecido, cambia de aliados. Se acerca al perdedor para evitar que el triunfador —su socio de la vispera— crezea demasiado y sea Ja préxima potencia retadora. Asi la banca de Lombard Street financié ocho coaliciones contra Ja Francia bonapartista (sdlo en la tltima, pelearon soldados y generales britinicos; lo que demuestra que las bra- sas quemaban) hasta reducirla, Prusia y Austria fueron pilares de las mismas. Pero en 1914 se lig6 con Francia para enirentar al Imperio Alemén, asistido por el Imperio Austro-Hiing: b) El otro expediente fueron los “estados tapones”, Paises que revinen cuatro condiciones: 1) Constituyen una cufia entre dos grandes potencias y garantizan el equilibrio de la regién. Basta que una de esas potencias lo conquiste, 0 se asocie con él, para que aquélla se destruya. 2) Son la lave de alguna gran via fluvial. 3) No son demasiado grandes, para que no puedan des- prenderse de la proteccién, ni de la guia inglesa. 4) Ni demasiado pequefios, que no puedan funcionar co- mo estado independiente. 483 Vivian Trias, Le crisis del délar y le politica norteamericana. Barcelona, Peninsula, 1971. EL PRIMER GEOPOLITICO: ALFRED THAYER MAHAN 197 Los Paises Bajos en Europa y el Uruguay en el Rio de la Plata son ejemplos conspicuos de “Estados Tapones”. Todo este complicado y sutil edificio se basa en el poder maritimo britanico. En los tiempos de paz —clima éptimo para la economia liberal digitada desde la City—, la flota del Reino Unido debe ser lo suficientemente fuerte como para batir a las flotas com- binadas de las demas potencias. Las ideas de Mahan La clave de la concepcién de Mahan es el “poder mariti- mo” (Sea Power). Escribe Duroselle: “Para Mahan, el poderio durable, esen- cial, es el poder maritimo. “A la larga, el que domina los mares yence siempre. La supremacia mundial de Inglaterra —notable en la época vic- toriana— se debe al hecho de que Inglaterra es duefia del mar. Al decir “poderio nayal’, Mahan no entiende sdlo la supe- tioridad en la marina de guerra. Para él, existe una relacién indisoluble entre marina de guerra poderosa, comercio mariti- mo y colonias. Un pais adquiere colonias si tiene una fuerte marina, “Las colonias —bases o fuentes de riqueza econémica— incitan al trafico comercial por mar y la amplitud de la ma- rina mercante contribuye a fortalecer la marina de guerra. Todo, Ja fuerza y la riqueza, se deriva, pues, del poderio maritimo”. '*3 El mahanismo es una reaccién radical, con respecto a la tesis predominante desde el fin de la guerra civil— que no es otra cosa que Ja herencia teérica de las ideas napoleénicas—, acerca de que el eje del poder militar es el ejército de tierra. Su padre ensefié esa doctrina, Era —segin dijimos— admirador de Bonaparte. Pero cl ejemplo, para el hijo, es Inglaterra. Dedica su 183 Duroselle, op. cit. 128 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) obra a evitar que la Unidn sea ganada por una especie de “pereza” naval (Duroselle). '** P Cree en la grandeza de su nacién y predica el egoismo nacional; “El interés egofsta (self interest) es un objeto no s6lo legitimo, sino fundamental para la politica nacional... Resulta vano esperar que los gobiernos acttien permanente- mente con fundamentos distintos del interés nacional. No tienen derecho a hacer otra cosa”. '** gCuAl es ese interés primordial de los Estados Unidos? E] ideal de la frontera ha caducado, pero no por eso debe detenerse el impulso expansivo de la nacién. Hay que ir mas alla de las fronteras continentales, adquirir bases, conquistar colonias. Ese es el nuevo sentido del “destino manifiesto” . Debe ponerse en marcha el ciclo del éxito; marina fuerte -colonias-flota comercial, ; Es Ja leccion de Europa: “Los armamentos de los Estados europeos se constituyen menos para su proteccién contra la conquista que para asegurarse ellos mismos la mayor partici- pacion posible en las regiones inexplotadas o imperfectamente explotadas del mundo”. '*¢ De acuerdo a este esquema, la expansién imperial norte- americana, es, segtin Mahan, un hecho “natural”. Su principal y primera preocupacién son las bases y esta- ciones carboneras; la infra-estructura imprescindible para una gran flota. En 1911 reclama: “uma marina tan fuerte como cualquiera, con excepcién de la marina britanica”. Comenta Duroselle que esa “reserva se debe a su realismo, no a su falta de ambiciones”, '*7 La idea clave de la estrategia naval de Mahan es una fuerte marina de guerra concentrada en un solo océano. El corso es un recurso secundario y la defensa “lineal” de las costas le parece una propuesta absurda y riesgosa. 104 Ibid. 188 Tbid. 186 Citado por Duroselle, op. cit. 187 Duroselle, op. cit. EL PRIMER GEOPOLITICO: ALFRED THAYER MAHAN 129 Ta guerra ruso-japonesa de 1904-1905 sirve de apoyo a su tesis. Rusia dividié su flota en dos: la del Pacifico y la del Baltico. De esa forma Japén derroté primero a la del Pacifico y luego a la del BAltico en Tsoushima. A ia luz de tales reflexiones, el canal interocednico se toma imprescindible, vital. Mahan entiende que en las circunstancias finiseculares, debe concertarse un equilibrio naval norteamericano-japonés en el Pacifico. Pero es intransigente en cuanto a la hegemonfa de la Unién en el Golfo de México y en el Mar de las Antillas. El Mar Caribe debe ser, para los americanos, un “Mare Nos- trum”. No puede tolerarse ninguna estacién carbonera extranjera a menos de 300 millas de San Francisco. “Esta debe ser una resolucién inviolable de nuestra politica exterior”. ™* La prédica de Mahan produjo frutos tangibles. A partir de la disputa por las islas Samoa —1889-1890— la politica de Washington se orienta, decididamente, hacia la construccién de una poderosa flota de guerra. Por entonces la marina de guerra de U.S.A. era la sexta del mundo con 122.000 tone- ladas y por debajo de la inglesa con 802.000 toneladas, de la de Francia con 515.000, de la rusa con 246,000, Italia con 203.000 y Alemania con 188.000. El secretario de Marina, Benjamin F, Tracy —sin duda mahanista—, dirige un vasto plan de construcciones navales. En 1900 Ja marina norteame- ticana ocupa el cuarto lugar, por encima de Italia y de Ale- “tania. Bajo la presidencia de Theodore D. Roosevelt pasa al tereer lugar, pese al gran esfuerzo aleman. En 1907 es la Segunda, con 611.000 toneladas. Sigue en ese sitial hasta 1911. El presupuesto naval trepa de 21 millones de délares en 1885 a 31 millones en 1891, 104 millones en 1906 y 137 millones en 1907. '*9 E] mahanismo sufre un eclipse durante la administracién Wilson, cuando éste prohibe a los oficiales de marina —en 188 Citado por Duroselle, op. cit. 189 Duroselle, op. cit. 130 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) actividad o retiro— expresar sus opiniones en materia politica o militar, El presupuesto nayal desciende a 127 millones y se pierde Ja meta mahanista: “second to none but British”. Se afirma que todo ello precipito la muerte de Mahan. Pero después de la guerra, sus ideas retornan al primer plano y su consigna, “second to none”, conduce la politica na- val; la cifra destinada a la marina se multiplica por dieciocho. Cabot Lodge y Roosevelt fueron los mas ardientes disci- pulos del gran geopolitico y los més entusiastas ejecutores de sus ideas, el primero como miembro de la comisién de marina de la Camara de Representantes y el segundo como subsecre- tario de marina de McKinley y luego como Presidente. El pe- riplo de la flota americana por el Pacifico, de 1907 a 1909, destinado a inquietar al Japén, fue ordenado por Roosevelt con el apoyo de Mahan. En los articulos reunidos en el libro El interés de América en la potencia maritima, desarrolla la idea de redistribuir las Areas coloniales en favor de Estados Unidos y postula el apro- vechamiento de las contradicciones entre las demAs potencias para incrementar el comercio exterior, la exportacién de capi- tales y la conquista de nuevos mercados. '*° Mahan es la estrella mayor de una constelacién de teéricos de la expansién imperial norteamericana, en que también se destacan el profesor John W. Burgess y el socidlogo Frank H. Giddings. '"! EI siguiente pdrrafo de un articulo de Henry Cabot Lodge sintetiza vivamente las aspiraciones inmediatas del joyen im- perio: “Desde cl Rio Grande hasta el Océano Artico no debia haber més que un pais y una bandera [...| En interés de nuestro comercio [...] debiéramos construir el canal de Nicaragua, y, 196 L. V. Viadimirov, La diplomacia de Estados Unidos durante Ia guerra hispano-americana, Mosct, Ed. en Lenguas Extranjeras, 1958. 191 Samuel Eliot Morison y Henry Stecle Commager, Historia de los Estados Unidos de Norteamérica, México, Fondo de Cultura Econémica, 1951. EL PRIMER GEOPOLITICO; ALFRED. THAYER MAHAN 131 pata proteger dicho canal y mantener muestra y 7 cial en el Pacifico, debiéramos controlar las islas’ Hawais yy mene tener nuestra influencia en Samoa. Inglaterra ha sembrado las Antillas de plazas fuertes que son tna amenaza constante a nuestes navegacién atléntica. Debiéramos tener en aquellas isles al me, nos una fuerte estacién naval y, cuando el canal de Nicaragua esté listo [...] Cuba serd una necesidad [...] Los tiempos modernos tienden a la consolidacién, Los Estados pequefios per- tenecen al pasado y no tienen porvenir. Las grandes naciones estiin absorbiendo ripidamente, para su defensa actual y su future expansién, todos los espacias libres de Ia tera. Es un movimiento en bien de la civilizacién Ia raza. Como una de las grandes naciones del meant, ee eecaes Unidos no pueden apartarse de este camino”, 92)” **3 Citado por Morison y Commager, op. cit. 8 Cuba: la perla y la presa La guerra hispano-norteamericana es el episodio central del primer pujo expansionista de la Union fuera del territorio continental. Pero antes de abordar su anilisis, son necesarias algunas precisiones liminares. En primer lugar, esta segunda etapa del “destino mani- fiesto” responde a una nueva estructura de la formacién eco- némico-social de U.S.A. Ahora es una sociedad predominan- temente industrial y en la fase monopolista del capitalismo. La tendencia imperialista del capitalismo monopolista es un tema agotado por los textos cldsicos; Lenin e Hilferding en primera fila. Lo que nos exime de ocupamos de ella. Sin embargo, se ha cuestionado el caracter de “necesidad econémica” del expansionismo americano finisecular. Es té- pico que merece atenta consideracién. Estrategia geopolitica y monopolios en el pujo imperialista de Estados Unidos a fines del siglo xx Hasta 1876 la balanza comercial americana fue: deficitaria. A partir de entonces, fue casi continuamente favorable. Ademas; y segiin quedé dicho, la exportacién de manu- facturas adquiere creciente gravitacién. En 1865 el volumen del comercio exterior era de 404 mi- Mones de délares y en 1890 ha ascendido a 1.635 millones. 134 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) En 1897 habia 308 millones de délares invertidos fuera de fronteras. . De ahi que sea corriente la interpretacién de que el ca- pitalismo norteamericano ya no cabia dentro de su territorio, requeéria imperiosamente derramarse hacia fuera para colocar excedentes, que cada vez tropezaban con mayores dificulta- des para invertirse en el mercado interno. A ella se afilian autores justamente encumbrados, como Scott Nearing y Joseph Freeman. '%? ‘ Sin embargo, en 1900 la riqueza total del pais cifraba 88 mil millones; 0 sea, que las inversiones en el exterior eran apenas el 0,0000035 % de ese monto. En cuanto al total del comercio exterior, era un porcen- taje infimo de la riqueza nacional; alrededor del 0,02 %. ; Sobre la base de estos célculos se afirma que el imperia- lismo norteamericano se inicia como consecuencia de la pro- paganda chauvinista, '% del jingofsmo '* delirante de la prensa, de la demagogia sin frenos de ciertos politicos, pero que no enraiza hondamente en las estructuras econdémicas de la sociedad. f La verdad es que el eje del imperialismo son los intere- ses econdmicos del capitalismo monopolista, pero éstos, para obtener satisfaccién, requieren cumplir determinados obje- tivos politicos y estratégicos imprescindibles. st No hay duda de que la estrategia, la geopolitica, son. esen- ciales en el primer pujo imperial-monopolista de Ja Unién. Su territorio nacional posee extensas costas a Salas »éanos, pero sdlo puede comunicarse, conectarse entre si por a 0 for el ‘ean Cabo de Hornos. Desde el punto de vista econédmico y militar ello significa una real y muy peli- grosa debilidad. La necesidad de un canal fstmico que una al Pacifico con el Atlantico y permita una répida movilidad de 195 Scott Nearing y Joseph Freeman, La diplomacia del délar. La , Ed. El Faro, 1961. " at : ee De Nicolas Chauvin, soldado de Napoledn de patriotismo exa- cerbado. 195 De la exclamacién “By jingo!”, nombre que dan, en Inglaterra y Estados Unidos a los patrioteros exagerados, CUBA: LA PERLA Y LA PRESA 135 la marina de guerra, asf como su concentracién en el sitio conveniente (tesis clave de Mahan) se hizo vital, como el agua para cl sediento, cuando la economia industrial norte- americana maduré, La guerra civil mostré la debilidad estra- tégica que significa esa incomunicacién maritima, asi como Ta avalancha hacia California que produjo el descubrimiento del oro probé Ja insuficiencia econémica y politica que de ella derivan, Una ojeada al mapa del Mar Caribe demuestra que un canal fstmico, sin Ia hegemonia politico-militar de U.S.A. en el 4rea, no significarfa ms que un aumento de su flaqueza estratégica. En efecto, la nacién quedarfa a merced de la flota de guerra iriglesa. El Reino Unido posce las Bahamas, que controlan el acceso por el estrecho de La Florida, importantes posesiones en las Antillas y las Guayanas, que custodian el otro paso desde el Atléntico. A ello debe agregarse Jamaica, la Malta del Mediterrénco americano, y Honduras Britanica, Un canal istmico que asegure Ia interconexién de ambas Costas atlanticas de los Estados Unidos, que complete sus cir- cuitos mercantiles internos, que fortalezca adecuadamente sus defensas militares, exige bases Y posesiones (directas o indi- rectas), que implican la hegemonia indiscutida de la Union en el Caribe. Una vez que el tertitorio continental fue colo- nizado, que el capitalismo industrial triunfé, que se agoté la frontera del oeste, el Mar Caribe debe ser un “Mare Nos- trum” indispensable para 1a nacién, Motivaciones estratégicas Y geopoliticas primordiales en Ja primera explosién imperial-monopolista norteamericana, pe- zo cuyas raices son, precisamente, las necesidades econdémicas del sistema. Por otra parte, el desarrollo desigual otorga a los trusts una incidencia decisiva en la politica interior y exterior. El comercio y las inversiones relativas a Cuba no son €senciales para el conjunto de Ja economia americana, pero Son fundamentales para Jos trusts azucareros, y éstos pesan 136 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) incontrastablemente en cl Departamento de Estado y en la politica militar del pais, La redistribucién de las colonias antes de la I* guerra mundial L. Vladimirov acierta cuando afirma que la guerra his- panoamericana de 1898 es la primera guerra de redivisién colonial de Ja época imperialista. '** Desde el ultimo cuarto del siglo xxx a 1914 hay un dra- matico crescendo en las rebatifias interimperialistas, una pug- na de vida o muerte entre las potencias satisfechas (con am- plios imperios coloniales) y las insatisfechas, sin suficientes colonias y por eso mismo, retadoras, E] climax del proceso es la primera guerra de redivisién, en que millones de muertos y mutilados pagan la voracidad insaciable de los monopolios. La primera guerra es el acontecimiento axial de una lar- ga e intensa época critica del sistema monopolista-imperialista. Pero, en rigor, se Iega a aquélla por ctapas, a través de otras fases o instancias criticas en que se va preparando el gran holocausto final. Una de ellas, Ja mds préxima a la guerra mundial, su antesala, es la que transcurre, aproximadamente, entre 1910 y 1914. Sus hechos principales son Ia crisis econdmica de 1913, Jas dos guerras balkAnicas, la revolucién mexicana, la revoli- cién china, ete, Pero la primera época critica, la que inaugura el molto vivace hacia la guerra, discurre desde mediados de Ja década 1890-1900 hasta fines de la década 1900-1910. Sus hechos principales son la guerra chino-japonesa de 1895, la crisis econédmica de 1892-96, la guerra hispano-norte- americana de 1898, la crisis econédmica de 1900, la rebelién boxer en China, Ia guerra anglo-boer, el incidente de Fashoda que enfrenta a Gran Bretafia y Francia en Africa, la guerra 1% L.. Vladimivov, La diplomacia de los Estados Unidos durante Te guerra hispano-americana, Mosci, Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1958, CUBA: LA PERLA Y LA PRESA 137 ruso-japonesa de 1904.05, la revolucién rusa de 1905, la crisis econdémica de 1907, ete. En ambas épocas criticas previas a la primera guerra mundial de redivisién se producen guerras coloniales como la chino-japonesa, o la anglo-boer, insurrecciones anti-impe- tialistas como la revuelta boxer en China y guerras de redis- tribucién colonial en que las nuevas y pujantes potencias cnes- tionan las Areas de influencia colonial de los viejos imperios. Por supuesto, los primeros perdedores en esta terrible vigen- cia de la ley de la selva entre las potencias, son los eslabones mis débiles; los antiguos imperios en decadencia como los de Espafia y Turquia, duramente golpeados en la guerra hispa- no-americana. y en las guerras balkdnicas. Pero también la derrota del imperio ruso en la guerra con Japén exhthe ese cardcter. Otro aspecto del proceso es que el mayor y més agudo cuestionamiento afecta al imperio inglés, potencia dominante durante muchos afios y la mds vasta Area colonial de Ia his- toria hasta entonces, Ello resulta fundamental para explicar la facilidad con que Estados Unidos derroté a Espafia y se alz6 con un es- pléndido botin. Para convertirse en la potencia hegeménica del Caribe, U.S.A. debe retar y vencer la supremacia britanica en la zona. Por el tratado Clayton-Bulwer de 1850, segin el cual ambas naciones se comprometen a no ejercer dominio exclusi- vo sobre el canal istmico que ha de abrirse, Londres frena la expansién norteamericana hacia el sur. En definitiva, la victoria contra Espafia y mds tarde el episodio panamefio, son sucesos que no hubieran ocurrido sin antes destruir el compromiso Clayton-Bulwer, lo que acaecié en dos fases. Ahora nos interesa la primera, que nace con la disputa entre Inglaterra y Venezuela por los limites con 1a Guayana Britanica. Los ingleses habfan duplicado su territorio colonial de facto a expensas de Honduras, merced a la debilidad adoles- 138 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) cente de los Estados Unidos. Corrfan los afios de 1823 a 1836. Otro gallo ha de cantar cuando pretendan hacer lo mismo a costa de Venezuela, a fines de la década de 1880-90, Londres se vio acicateado por el descubrimiento de oro en la regién y por su afan de controlar la desembocadura del rio Orinoco. En 1886 reclamaba un territorio 40 % més gran- de que el que poseia en 1885, '*? Washington se opuso, sin mucho fervor al principio. Era un desafio a la “Doctrina Mon- roe”, pero més de una vez habfa cerrado los ojos ante situa- ciones similares, La administracién demédcrata de Cleveland no expresaba cabalmente los nuevos y vigorosos intereses im- perialistas que despertaban Avidamente en la nacién, como pichones hambrientos. Pero la presién monopolista era fuerte y creciente. Washington reclamé, ante el pedido de ayuda de Cara- cas, que el litigio se sometiera a arbitraje. Londres se negé. La prensa chauvinista puso el grito en el cielo y el cli- ma antibritdnico se fue enardeciendo. El Secretario de Esta- do, Olney, definié la Doctrina Monroe como “de legislacién publica norteamericana” y dlardeé audazmente: “...ademds de todas las otras razones, sus infinitos recursos unidos a su posici6n aislada hacen (de los E.E.U.U.) que domine la situacién y que sea practicamente invulnerable contra todas las demas potencias. *Todas las ventajas de esta superioridad se ponen a la vez en peligro si se admite el principio de que las potencias europeas pueden convertir estados americanos en colonias o provincias suyas”, '%* Ya no se trata de motivaciones éticas, ni de principios; se trata, lisa y Hanamente, de la fuerza, del poder. Hacia muy poco que U.S.A. podia usar tal lenguaje. Lord Salisbury demoré la respuesta y luego declaré que en este caso la “Doctrina Monroe” no era aplicable. Cleve- land reaccionéd con rapidez Ievando el tema al Congreso y poniendo el asunto en incandescencia, con el apoyo entusiasta 197 Samuel Flagg Bemis, La diplomacia de Estados Unidos en América Latina, México, Fondo de Cultura Econémica, 1944, 198 Citado por Flagg Bemis, op. cit, CUBA: LA PERLA Y LA PRESA 139 _ de Theodore Roosevelt y de Cabot Lodge. Hasta el profesor Woodrow Wilson aprobé su conducta, La opinién publica se indignd y el reto borded los Ii- mites del conflicto. En Londres cundié Ja alarma. Jaqueada por Rusia en el Lejano Oriente, por Francia en Africa, con Ja noticia del te- legrama solidario del Kaiser al Presidente Kruger de los boers, lo que menos deseaba el Leén britdnico era una guerra con Estados Unidos. Lord Salisbury capitulé y accedié al arbi- traje. De ahi en adelante, el gobierno britdnico procurara con- cretar una alianza con la nueva y audaz potencia, Renuncié al equilibrio de poderes en el Caribe y cedié el terreno a los U.S.A. Disraeli habia sido profético; en 1856, refiriéndose a E. E.U.U. expresd: “Es un deber del hombre de Estado reco- nocer la necesidad de un aumento en el poder de dicho pais”, 1% La Unién salié tiunfante y con las manos libres en las Antillas. : 8. Flagg Bemis escribe: “La aceptacién de la doctrina Monroe bajo esas circunstancias por la mayor potencia naval del siglo dio a aquélla un prestigio y una fuerza sin prece- dentes”, 2° La yerdad es que los ingleses demostraron sagacidad, Perspicacia para la apreciacién del futuro. Comprendieron que Ja real potencia insatisfecha era Alemania ys por ende, que su desafio era irreductible por vias diplomaticas. En cam- bio, las necesidades americanas no pasaban, entonces, del Ca- tibe. Cediendo alli, tendrfa a los yanquis, satisfechos, al lado de Jas potencias cuestionadas. Cuando en 1917 la Unién entré en Ja guerra contra los Imperios Centrales y al lado de la ma- dre patria, se probé la sabiduria britdnica. ‘9 Citado por Manuel Medina Castro, Estados Unidos y América Latina, siglo XIX. La Habana, Casa de las Américas, 1968, 200 Flagg Bemis, op. cit, 140 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) La guerra hispano-americana Desde los tiempos de Jefferson, Cuba se consideraba comprendida en la esfera de influencia norteamericana. John Quincy Adams escribié: “Al examinar el curso pro- bable de los acontecimientos diffcilmente puede resistirse la conviecién de que la anexién de Cuba a nuestra repiiblica fe- deral se hace indispensable para la continuidad y la integri- dad de la unién misma”, 2°! Los antectdentes, las tentativas de compra de la isla, los manifiestos anexionistas (como el de Ostende), etc, constitu- yen un verdadero embarras de richesse. Por otra parte, la soberanfa espafiola estaba seriamente deteriorada, La larga, extenuante decadencia del anacrénico imperio espafiol se prolongaba desde el siglo xvi. Ahora vivia su creptisculo sangriento, tratando de reprimir ferozmente los anhelos independentistas del pueblo cubano. En 1868 estallé una revolucién que se prolongé hasta 1878, en medio de cruentos sucesos, de heroicidades asombrosas y crueldades repudiables de los opresores. Esa década terrible forjs, a golpes de yunque, la con- ciencia nacional cubana. En ella crecieron hacia la leyenda sus grandes libertadores. E] general Maximo Gémez, dominicano de nacimiento, cubano por decisién propia y entrafiable, genio de la guerra popular, emerge de Ja guerra perdida como el caudillo mili- tar indiscutible. Extrafia combinacién de coraje, fiereza y ternura, cuando afios después sale, con José Marti, de su casa en Monte Cris- ti, en las sombras de la noche, para embarcarse hacia la nue- va aventura libertaria en Cuba, su esposa le pide que bese a su hijita. “No, respondid, porque es un crimen turbar el suefio de los nifios”. 7°? 2°! Citado por Samuel Eliot Morison y Henry Steele Commager, en Historia de los Estados Unidos de Norteamérica. México, Fondo de Cultura Econémica, 1951, 202 Juan Bosch, Cuba, la isla fascinante, Santiago, Ed. Universita- tia, 1935. CUBA: LA PERLA Y LA PRESA 141 Antonio Maceo, mulato, pequefio propietario, tenia 23 aos cuando Carlos Manuel Céspedes se rebelé en “La Dema- jagua”. Era arriero y entré en la guerra, como soldado. Apren- did a combatir con Gomez y junto a él crecié en la admiracién popular. No cedié ante la derrota del 78. Bajo unos mangos de Baragua reunid hombres para seguir la pelea. Fue la “Protesta de Baragud”, que encendié a los cubanos y lo roded de un prestigio mistico, Los negros de Cuba lo Iamaban el “general Antonio”. Murié en 1896, en un encuentro sin importancia. Pero ya su accién y su mito habfan calado muy hondo en la historia de Cuba. La “perla antillana” habia madurado para la independen- cia, para la soberan{a plena, Posefa tradiciones heroicas, mu- chos muertos que recordar, caudillos inconfundibles y capa- ces, sufrimientos insoportables y cadenas corroidas que ya no podian sujetarla. Si los Estados Unidos no hubieran intervenido, es mas que probable que su pueblo hubiera triunfado igual. Con mas sacrificios, con mas afios de lucha, con mds dolores, pero hubiera sido verdaderamente libre. En la contienda de 1868-78 los americanos no intervi- nieron, ni se entusiasmaron. Pese a que también fue asesina- da una tripulacién suya, la del Virginius. ¢Qué diferencia hay entre la capacidad desencadenante que tuvo el Maine y no tuvo el Virginius? En general, el triunfo irreversible del capitalismo mono- -polista en la Unién. En particular, que en 1895 habfa 50 millones de ddlares inyertidos en la isla y el comercio con ella superaba los 100 millones. Sobre todo, que los intereses del trust azucarero no “podian prescindir de los cafiaverales cubanos. El ministro norteamericano en Madrid confes6é: “La in- dustria azucarera de Cuba es tan vital para nuestro pueblo ‘como lo son para la Gran Bretafia el trigo y el algodén de la India y Egipto”. 2° 202 Citado por Morison y Commager, op. cit. 142 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) La insurreccién cubana de 1895 se inscribe en la crisis de esos afios. Fue precipitada por las nuevas tarifas protec- cionistas de Estados Unidos sobre el tabaco y el azticar cu- bano. La tarifa Mc Kinley elevé los derechos sobre el tabaco y el azitcar y abolié los que gravaban al azicar crudo, El golpe fue duro para los cultivadores de tabaco, pero estimulé la extensién de las plantaciones de caiia en la isla. De 1889 a 1894 la produccién de azticar erecié de 630.000 a 1,044 millones de toneladas. Pero la tarifa Wilson, conse- cuencia de Ja crisis econémica 1892-96, impuso al crudo tari- fas hasta del 40 % y el mercado azucarero se desplomé. El precio del azticar habia sido de 18 centavos en 1884 y bajo a 2 centayos en 1895, 2° Tal fue el gatillo, el detonante de una situacién explosi- va por razones de fondo. La economia islefia qued6 derruida Inego de la guerra de “los diez afios’, y apenas si se habia recuperado cuando las nuevas tarifas la sumieron de nuevo en la ruina. Las contradicciones profundas entre las masas populares, la incipiente burguesfa local y la’ oligarquia espafiola domi- nante asociada a la sigida administracién de la metropoli, fueron agudizadas a temperatura de estallido. Las viejas ten- siones hirvieron. El nacionalismo, ya maduro, barrié la isla y la guora de liberacién se renové con pasion y fiereza. Es una revolucién singular, que no puede asimilarse a las luchas independentistas de la década 1810-1820. Partici- pa, mas bien, de los rasgos de las nuevas insurgencias de los pueblos colonizados en el siglo xx. El antiimperialismo ha dejado de ser una nocién vaga, confusa, instintiva. José Mar- ti se ha encargado de ello. Formidable e infatigable organi- zador, orador de palabra magica, idedlogo inspirado, ilumind el caudillaje popular de Gomez y Maceo. Para Marti resulta muy claro que el enemigo no es sélo el carcomido y reumitico imperio espanol. Conoce muy bien el riesgo del naciente imperialismo yanqui: 204 Morison y Commager, op. cit. CUBA: LA PERLA Y LA PRESA. 143 “Vivi en el monstrno y le conozco las. entrafias; y mi honda es la de David”. 205 “Una vez en Cuba los Estados Unidos, gquién los saca de ella? éNi por qué ha de quedar Cuba en América, como segtin este precedente quedari, a manera —no del pueblo que es, propio y capaz—, sino como una nacionalidad artificial, creada por razones estratégicas? Bases mas seguras quiero para mi pueblo”, 26 Es un nacionalista empecinado, ama lo suyo: “El vino, de platano; y si sale agrio jes nuestro vino!” 797 Ha percibido, con sagacidad, que el destino de una real patria soberana para su isla, no puede deslindarse de la Pa- tria Grande; Ja de Bolivar, San Martin y José Artigas, Para Cuba, mds que para cualquier otra nacién latino- americana, esto es cierto, puesto que estd a un paso del co- loso del norte, ya que aquel poderoso polo magnético la en- vuelve en su campo de fuerzas, “..,el horror y vergiienza en que me tuvo el temor legitimo de que pudiéramos los cubanos, con manos parricidas, ayudar el plan insensato de apartar a Cuba, para bien imico de un nuevo amo disimulado, de la patria que la reclama y en ella se completa, de Ja patria hispanoamericana. , .” 208 A la vez, el pueblo norteamericano, movido por su tra- dicional democratismo, por el ideal fundador, es una fuente de ayuda preciosa para los revolucionarios. Marti crea el Partido Revolucionario Cubano y es esta activa organizacién la que retine fondos, propagandea las reivindicaciones legiti- mas de los cubanos, denuncia las atrocidades del opresor, edita un periddico, compra armas, adiestra combatientes, Los intereses imperiales dejan hacer. Piensan utilizar ha- bilmente fuerza tan diligente y prestigiosa. Con la madurez del imperio ha nacido la prensa “ama- villa” jingoista, inescrupulosa en la explotacién del patriote- tismo y repugnante en el uso mercantil de los padecimientos 208 Citado por Emilio Roig de Leuchsenring en Marti, antiimpe- tialista. La Habana. 206 Leuchsenring, op. cit, 207 Citado por Leuchsenring, op. cit. 208 fd, 144 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) del guajiro, Pugnando por ensanchar sus tirajes, Pulitzer y Hearst remueven a fondo las emociones populares del norte- americano medio, al tiempo que predican el expansionismo como sinénimo de grandeza nacional. El siguiente editorial del Post es un paradigma de ese tipo de periodismo: “Una nueva conciencia parece haberse revelado entre nosotros: Ja conciencia de la fuerza; y con ella un nuevo deseo; el de hacer gala de ella. Ambicién, interés, hambre de tierra, orgullo, la mera alegria de luchar; sea lo que fuere, estamos animados por una nucya llama. Nos enfrentamos a un extrafio destino, El sabor del imperio esta en la boca del pueblo, como el sabor de la sangre en la selva. Significa una politica imperial: la repiblica renaciente ocupando su puesto entre las naciones armadas”, 2°° Las reticencias de la administracién demécrata de Cle- yeland eran juguete de las presiones de los grandes intereses y de la marejada de opinién piblica, manipulada por el nue- Vo estilo periodistico sin ética ni ideales nobles, pero eficaz y desprejuiciado. E] Alliance fue cafioneado por un barco espafiol y el olea- je intervencionista se encrespd. A un incidente sucedia el otro. La parsimonia de Cleveland es, justamente, una de las yazones de la victoria republicana en las elecciones de 1896. Comicios de la crisis y del griterio imperial. El progra- ma republicano expresa puntualmente el nuevo “destino ma- nifiesto” y el nuevo Presidente, William Me Kinley, es hom- bre muy vinculado al trust petrolero, como Cabot Lodge lo es al grupo Morgan. Empieza la presién diplomatica norteamericana. Propo- ne una mediacién, reclama humanidad en el trato a los in- surrectos, Madrid comprende que las cosas han cambiado en Washington. Retira al general Weyler, llamado “el carnicero”, promete abandonar la practica de amontonar a los patriotas en verdaderos campos de concentracién y conceder cierta autonomfa a la isla. Pero el caballo esté desbocado. Ya nada puede detener las ambiciones imperiales, ni a la opinién pi- blica encendida por la candela de la prensa “amarilla”. 20 Citado por Morison y Commager en op. cit. CUBA: LA PERLA Y LA PRESA 145 E19 de febrero de 1898 el Journal de New York revela una carta privada del embajador espaiiol, Enrique de Léme, que ha sido robada del correo. Son palabras imprudentes: desealifica a Mc Kinley por débil ante los “jingos” de su par- tido y por oportunista. ?'* Mis lefia en Ia hoguera, pese a que de Léme dimitié. La leche esté a punto de derramarse, la olla lleva mucho tiempo al fuego, cuando en el puerto de La Habana estalla el buque de guerra noretamericano Maine, con pérdida de 260 vidas. Todo el mundo atribuye la responsabilidad a los espaiio- Jes, aunque una investigacién posterior sembr6 fundadas sos- pechas sobre un acto de provocacién de parte del chauvinis- mo americano, El grito de “Remember the Maine”, rememora el de “Re- member E] Alamo”. El Congreso vota 50 millones para gastos militares. Mc Kinley envia a Madrid un memordndum que tiene la traza de un ultimatum. El gobierno Sagasta retrocede. Busca desesperado Ja mediacién del Papa. Trata de montar una especie de nueva Santa Alianza con las potencias euro- peas, para contener a la noyel competidora. Pero las contra- dicciones interimperialistas absorben las preocupaciones de aquéllas en Asia, Africa y los Balkanes. Ademds, Londres se mueye sutilmente para despejarle el camino diplomitico a ‘nese Madrid apenas logra una nota desabrida y desdemia- le, Mc Kinley vacila, pero esté cercado. El 11 de abril envia un mensaje al Congreso. Indica, al pasar, que Espaiia ha ca- pitulado ante todas las exigencias americanas, pero, afirma, “Si fracasa seré una nueva justificacién a la accién que con- templamos”, ?!? Morison y Commager comentan: “Esta accién era, natu- ralmente, la guerra”. ?!? 210 Morison y Commager, op. cit. 211 Viadimiroy, op. cit. 212 Morison y Commager, op. cit. 213 Ibid. 146 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) El 20 de abril se autoriza a las fuerzas yanquis para li- berar a Cuba. Es una resolucién a no olvidar, porque en ella se ha introducido Ja Enmienda Teller, de acuerdo con la que “declinan toda disposicién o intencién de ejercer la sobera- nia, jurisdiccién o control sobre dicha isla...” ?'* Palabras al viento, Fue una guerra popular, como la de México. El pueblo americano fue confundido y engatusado. Se alistan 200 mil yoluntarios, Theodore Roosevelt comanda sus “Rough Riders” sin caballos, Los patriotas Ievan tres afios de lucha, las fuerzas es- Pafiolas estén desgastadas y hartas. La oposicién interna en Espafia es acuciante. Al gobierno le es muy dificil sostenerse. O sea, que la victoria rebelde no estaba lejos cuando los americanos entran en accién, Es importante consignarlo para que no prospere la patrafia “panamericanista” de que merced a E.E.U.U. Cuba obtuvo su independencia. En diez semanas los espaioles estén liquidados. El almi- yante Dewey ha destrozado a la afiosa flota espafiola en la bahia de Manila. La escuadra del almirante Cervera queda afrapada en Santiago, sale y es destruida en pocas horas. Los modestos contingentes de tierra americanos, desembarcan sin contratiempo y vencen con facilidad. Los cubanos han ablan- dado al adversario, lo han desmoronado. Bismarck comenta el triufo yanqui en Cuba: “Hay una Providencia especial para los locos, los borrachos y los Esta- dos Unidos”, 3'* La conquista de Puerto Rico es un paseo militar. La cosa es algo mas compleja en las Filipinas. Alli también est& en marcha una insurreccién popular y liberadora. Ha explotado en 1896 y es conducida por Ja Katipunan (organizacién clan- destina: “Alianza Suprema y Honorable de Hijos del Pue- blo”). Sus lideres son Andrés Bonifacio, el caudillo popular, y Aguinaldo, hombre de prestigio entre las clases acomoda- das filipinas. 214 Ibid, 215 Gitado por Morison y Commager, op. cit. CUBA: LA PERLA Y LA PRESA 147 Dos meses antes de estallar la guerra, el subsecretario de marina, T. Roosevelt, ordend al almirante Dewey, al mando de Ja flota del Pacifico, que se dirigiera a Hong Kong, se abas- teciera de carbén, cuidara que la flota espafiola no se alejara de la costa asiatica y atacara a las Filipinas. 7! Como en Cuba, los americanos montaron su operativo bélico sobre el esfuerzo de los patriotas filipinos que ya ha- bian asestado golpes demoledores a la ocupacién hispdnica. Aguinaldo residia entonces en Hong Kong y alli se sellé un pacto con los americanos, por el que se les ayudaria a derrotar a los espaiioles y se respetaria la independencia fi- jipina, *!7 Es importante destacar que ya existia un gobierno pro- visional rebelde, que habia declarado la independencia el 12 de junio en Cavite. Cuando el primer transporte de tropas norteamericanas Jlegs a Luzén —30 de junio— el poder espaiiol estaba corrot- do hasta los tuétanos. La inconsistencia de las promesas formuladas a Aguinal- do, queda en evidencia en el pacto secreto sellado por De- wey con las autoridades hispanicas de Manila, para entregar Ja ciudad a los yanquis y no a los patriotas. El “asalto” fue mas bien una operacién concertada. Ocurrié el 13 de agosto; un dia después de firmado el Protocolo de Paz entre Espafia y E.E.U.U. La isla de Guam habia sido ocupada sin incon- yenientes el 21 de junio, *!* La historia de esta guerra relatada por la mayorfa de los historiadores americanos subestima la contribucién mili- tar de cubanos y filipinos. Pero los propios datos recogidos de los jefes de las fuerzas americanas, prueban que su desorga- nizacion, indisciplina e ineficacia eran tales, que diftcilmente _ hubieran podido ganar sin la lucha enconada y valerosa de los patriotas. Morison y Commager exponen con honestidad la si- tuacion: 21 Morison y Commager, op. cit. 217 Viadimirov, op. cit. 218 Ibid, 148 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) “Habia bastantes rifles para los regulares; pero los doscientos mil voluntarios que el Presidente se empeiié en movilizar tuvieron que ser armados con fusiles Springfield y pdlvora negra [...] millares de soldados tuvieron que luchar en’ Cuba, en pleno verano, vestidos con los uniformes azules de invierno |...] Los voluntarios desatendian los principios fundamentales de sanidad [...] por cada uno de los doscientos ochenta y nueve hombres muertos en combate, murieron trece de enfermedades. El transporte de die- ciocho mil hombres a Cuba causé mas confusién que el de dos millones a Francia, veinte afios mas tarde”. 2"? Vladimiroy sostiene que la conferencia de paz de Paris, es la primera conferencia de redivisién colonial de la época imperialista. 77° Las negociaciones no fueron sobre ruedas, Espajia resistié con ufias y dientes la cesién de las Filipinas, pero su declinacién, su deteriorada situacion interna, la obli- garon a capitular. El 10 de diciembre de 1898 se firmé la Paz de Paris. Por la misma Espafia renuncié a Cuba, cedié a E. E.U.U. Puerto Rico, las demas islas que estaban bajo su so- berania en las Indias Occidentales y la isla de Guam. Tam- bién les cedié las Filipinas a cambio de 20 millones de dolares. Morison y Commager comentan: “...los Estados Unidos quedaron oficialmente convertidos en potencia mundial. En efecto, no solo dieron una larga zancada para conyertir al Caribe en «su Mar»”, #24 sino que echaron los cimientos para erigirse en una gran potencia en el Océano Pacitico. Los filipinos, estafados, engaiiados, levyantaron, bien pron- to, las banderas de la insurreccién. Al ganar la primera gue- rra de redivision colonial, ya U.S.A. se encontré enredada en otra guerra colonialista contra el pueblo filipino que duré mu- cho tiempo y costé muchas vidas y mucha destruccién. Morison y Commager reconocen: “Al poco tiempo, los Es- tados Unidos se encontraron haciendo en Jas Filipinas exacta- mente lo mismo por lo que habfan condenado a los espafioles en Cuba”, 777 319 Morison y Commager, op. cit. 220 Vladimirov, op. cit. 321 Morison y Commager, op. cit. 222 Ibid. CUBA: LA PERLA Y LA PRESA 149 Es importante subrayar que hubo una hermosa reaccién antiimperialista en el pueblo americano. Politicos de la talla de Bryan, el sindicalista Samuel Gompers, The Nation, el rec- tor Eliot de Harvard, el filésofo William James, el escritor Mark Twain, tuvieron amplio auditorio para su condena al impe- rialismo naciente. E] yiejo y sano democratismo fundacional de la nacién norteamericana reverdecié y dio una gran ba- talla por una causa perdida. La Suprema Corte se vio en serios apuros para conciliar la nueva condicién imperial con la Constitucién de 1789. No vale Ja pena ocuparse de sus subterfugios y leguleye- rias para condenar la adquisicién real y concreta de colonias, lo que era inconciliable con los sustentos juridicos de la de- mocracia americana. Basta con leer el siguiente galimatias del Juez Supremo Fuller: “...si una provineia organizada y poblada pertene- ciente a otra soberanfa es adquirida por los Estados Unidos, el Congreso puede mantenerla como una sombra incorpérea, en una situacién intermedia de existencia ambigua, por un tiempo indefinido; y atin més; después de haberla sacado del limbo, ¢l comercio con ella est4 sujeto en absoluto a la vo- luntad del Congreso, sin consideracién a los preceptos cons- titucionales”, #2# EI colmo del cinismo acerca de la “sombra incorp6rea y del limbo”, es lo ocurrido con Cuba. La enmienda Teller era inconvenientemente clara y precisa para una anexidn lisa y Ilana y, sobre todo, el pueblo cubano demasiado decidido y valiente para permitirlo, E] general Wood convocé una Constituyente para organi- zar la nueva nacién y se obligé a sus integrantes a incluir en el texto constitucional una férmula del secretario de gue- 1ra, Elihu Root, que hizo suya el Senador Platt. Se la conoce como la “Enmienda Platt” y otorgé a la Unién el veto sobre las relaciones exteriores de Cuba, y el derecho de “interyenir para cl mantenimiento de la independencia cubana, y un gobierno adecuado para la protecci6n de la vida, la propiedad y 223 Citado por Morison y Commager, op. cit. 150 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) Ja libertad individual, asi como para el cumplimiento de las obligaciones relativas a Cuba, impuestas a los Estados Uni- dos por el Tratado de Paris”, Con Ja luz verde de Ja Enmienda Platt, U.S.A. intervi- no militarmente en Cuba en 1906, 1909 y 1912. Luego de una serie de tentativas frustradas, en 1917 com- praron las islas Virgenes a Dinamarca por 25 millones de délares. Pasaron a ser una dependencia politica del depar- tamento de marina. Hawaii y Samoa Las islas Hawaii 0 Sandwich constitufan una escala obli- gada para el comercio con China y un centro de reclutamien- to para los balleneros yanquis. Luego de algunos intentos fracasados de anexién, en 1875 se firmé con el rey un conve- nio que aseguraba privilegios comerciales a la Unién, y nueve afios més tarde, otro que cedia Pearl Harbor, en la isla Oahu. El capitalismo americano afluy6, la produccién azucarera se multiplicé por cinco y en 1890 el 99 % de los 20 millones de délares de exportaciones de Hawaii se vendia en Estados Uni- dos. En 1881 el secretario Blaine afirmé que formaban parte del “sistema americano” ** y aplicé a ellas el principio de “no transferencia” a ninguna potencia extranjera. Pero en 1891 la xeina Liliuokalani inauguré una vigorosa politica antinorteamericana. Se puso en marcha el reiterado y exitoso operativo de la “revolucién promoyida”. Desembarcaron ma- tines del Boston y se constituy6 un “Comité de Salud Publi- ca” con los hijos de los misioneros, en mds que presumible connivencia con el ministro norteamericano John L. Stevens. La reina fue depuesta el 17 de enero de 1893 y se formé un gobierno provisional que abriéd negociaciones para pactar la anexién a los Estados Unidos. El presidente Cleveland se mostré contrario a ella, pero se vio obligado a reconocer la “reptblica”. Pero el gobierno Mc Kinley, fiel a su programa 224 Morison y Commager, op. cit. CUBA: LA PERLA Y LA PRESA 151 imperial, y ante el temor fundado o artificial de que los ale- manes rondaban la presa, decreté la anexién en julio de 1898, como una necesidad de guerra y porque las islas son parte “del continente americano”. Las islas Samoa son en el Pacifico Sur lo que las Hawaii en el Pacifico Norte. En 1898 se ratified definitivamente un tratado, tramitado algunos aiios atras, que otorgé a la Unién el control exclusi- vo del puerto de Pago-Pago, en la isla de Tutuila. Pronto se trabé una intrincada puja con Inglaterra y Alemania; cada potencia sostenia a un pretendiente propio al trono. La rivalidad desembocé primero en un acuerdo tri- partito, pero en 1900 se reinicié Ja triple querella, con Ia con- siguiente guerra entre los indigenas, y finalmente se repar- tieron entre U.S.A. y Alemania, compensando al Reino Uni- do en otra parte. Tal es el origen de lo que William Apple- man lama el “imperio informal” 2** de los Estados Unidos. 228 William Appleman Williams. La tragedia de la diplomacia Norteamericana. México, Ed. Grijalbo, 1960. 9 China: la politica de “‘puertas abiertas” La era republicana inaugurada con Mc Kinley a rafz de la crisis 1892-96, y que se tradujo en el primer y triunfal Ppujo imperial de Estados Unidos, acarreé un perfodo de pros- peridad que se prolongé, con una breve interrupcién en 1900, hasta la crisis de 1907. En ese clima de victoria y holgura no puede sorprender el nuevo triunfo de Mc Kinley en las elec- ciones de 1900. A los seis meses fue asesinado por un anar- quista y lo sustituyé el vice Theodore Roosevelt. Con él, pero de un modo distinto, salpicado de picantes sucesos y sorpre- sivos arranques presidenciales, continuaron el expansionismo _ y la bonanza econémica. Muy poco costé a Roosevelt hacerse reelegir en 1904, ¢ imponer a William Taft en 1908, Pero en 1907 una profunda recesién habia inaugurado un lapso de €stancamiento y dificultades econémicas que minaron el pres- tigio republicano y abrieron cauce al auge progresista, Asi como el populismo obtuvo un gran éxito en los comicios de 1896, con el trasfondo de la crisis que recién terminaba, la eleccién de 1912 se realizé en el marco critico, tenso, de la ‘onda depresiva iniciada en 1907. El profesor Woodrow Wil- son, candidato progresista del Partido Demécrata, gand, el Partido Progresista de Roosevelt entré en segundo lugar, ter- ceros los republicanos, y los socialistas recogieron casi un mi- Ilén de yotos. La polftica de “puertas abiertas” para el Lejano Oriente ‘Se inscribe, pues, en ese lapso en que expansionismo y pros- 154 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) peridad van de la mano, Como dice W. Appleman: “La gene- ralizacién sobre el vinculo entre la expansién, la democracia y la prosperidad Megs a ser bien conogida como la tesis de Ja frontera presentada por Frederick Jackson Tumer en 1893", 77 En octubre de 1896 se inicia un ascenso vertical de las exportaciones y la balanza internacional del oro se yuelca en favor de la Unién en 1897. No es correcta la objecién de que Ja expansién econédmica americana en ultramar apenas Ile- gaba al 10 o 12 por ciento de la produccién nacional antes de la primera guerra, puesto que el 10 % puede ser la fron- tera entre la riqueza y la prosperidad para cualquier empresa importante. 227 Ya explicamos que en el primer flujo imperial las moti- vaciones estratégicas y geopoliticas fueron decisivas desde el punto de vista de la nacién en su conjunto, pero que para determinados y muy influyentes intereses afiliados con pasién al expansionismo, éste era imprescindible por razones econémicas. Para el caso del Lejano Oriente ello es avin mas evidente. También fue considerable la influencia de la conyiccién de que el imperialismo habia sustituido a la “frontera”, como valvula de desahogo para las tensiones sociales. Esta relacién entre imperialismo y conciliacién de clases en la metrépoli, ha sido definitivamente esclarecida por Lenin, pero tan bien como él la percibieron Bismarck, en Alemania y Benjamin Disraeli, en Inglaterra. E] senador norteamericano William Frye fue muy expli- cito: “Necesitamos el mercado (de China), o tendremos una reyolucién’” . 27° Antecedentes Mas arriba hemos aludido al vuelo que iban tomando las 226 William Appleman Williams, La tragedia de la diplomacia norteamericana, México, Ed. Grijalbo, 1960. 237 Ibid. 228 Cit. por Appleman Williams en op. cit. CHINA: LA POLITICA DE PUERTAS ABIERTAS 155 operaciones comerciales con China. En 1844, Washington en- vid la _misién Cushing, reclamando las ventajas que otras po- tencias venfan obteniendo, en especial después de la primera “guerra del opio” y del Tratado de Nanking. En ese afio la dinastia manchtt, presionada por los americanos, firmé el Tra- tado de Wanghia. 22° En 1855 el gobierno hizo llegar instrucciones a su enviado Parker, siguiendo las huellas de la estrategia britdnica, por las que exigia el cumplimiento de tres puntos primordiales: 1) Permiso para que los diplométicos yanquis residieran en Pekin. 2) Supresién de todas las restricciones al comercio con E.E.U.U 3) Abolicién de toda restriccién a las actividades de los americanos en el territorio chino. En la intervencién imperialista para sostener el régimen manchti contra la rebelién campesina Taiping, los norteameri- canos tuvieron participacién relevante. Entonces ya tenfan importantes posiciones para defender. En 1858, en plena rebelién y cuando las potencias extranjeras empezaban sus operaciones militares, el gobierno manchii fir- mé una serie de tratados con Rusia, Estados Unidos, Inglate- tra y Francia, lamados los “tratados de Tientsin”, que satis- facian casi totalmente las exigencias anglo-americanas ya men- cionadas. Un americano, Ward, organizé una considerable fuerza militar, designada por los manchies como el “Siempre Victo- tioso Ejército”. Es verdad que al estallar Ja guerra civil en 1860, la flota americana fue retirada de los puertos chinos, pero el grupo entrenado por Ward quedé como una fuerza *privada”. ?3° Tuvo actuacién destacada en Ja represién de los Taiping, hasta que Ward fue muerto en el combate de Tsechi. El ministro Anson Burlingame fue el campeén de Ja ayuda 229 Hu Shen, Historia de las relaciones entre China y las. potencias Aimperialistas. Montevideo, Ed. Pueblos Unidos, 1960. 23° Ibid. 156 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) militar a la dinastfa y el primer diplomético que pasé a residir en Pekin. Pero, en rigor, la penctracién norteamericana en China no aleanza yerdadera enjundia hasta la guerra hispano-americana de 1898, Con una facilidad sorprendente, los yanquis se erigieron en potencia asidtica al conquistar las Hawaii, Filipinas y las Samoa. Al afio siguiente, John Hay anunciaba la politica de “puertas abiertas”. *** La politica de “puertas abiertas” A fines del siglo x1x las grandes potencias, que ya se ha- bian repartido el continente africano, estaban empefiadas en enredada pugna por adquirir privilegios y “esferas de influen- cia” en China. La guerra chino-japonesa de 1894-95 revelé la debilidad del Celeste Imperio y permitié al Japén hacerse de un lugar de primera fila en Ja rebatifia interimperialista. Se puede de- cir que, luego de la revolucién meiji que los pusiera en camino de ser una potencia industrial, la guerra chino-japonesa fue, para los nipones, lo que la guerra hispano-americana para los Norteamericanos: su estreno como gran potencia imperial a los ojos del mundo. Japén se apoderé de Ia isla de Formosa y de las islas Ryu- kuyu, y establecié su dominio sobre Corea. Pero la victoria sobre China y el Tratado de Shimonoseki no sélo le significaron reparaciones y nuevos territorios, sino que lo situaron en pie de igualdad con las poderosas metrépolis europeas. Hasta entonces habia jugado como una especie de mastin guardian al servicio, especialmente, de Gran Bretafia y de los E.E.U.U. Ahora empezaba a jugar por su cuenta y con impactante vigor. De inmediato las demas potencias se lan- 231 Git. por Samuel Eliot Morison y Henry Steele Commager en Historia de los Estados Unidos de Norteamérica. México, Fondo de Cultura Econémica, 1951. CHINA; LA POLITICA DE PUERTAS ABIERTAS 157 zaron en busca de mayor botin en China. En 1897 y 1898 Rusia tomé Puerto Arturo y la peninsula de Liaotung, que le dio acceso al interior de Manchuria. Alemania se apoderé de Kiaochow en Shantung. Francia arrendé la bahia de Kwa- mangchow junto a Indochina, Italia pesed la bahia de Sen- mun, al Sur del rio Yangtzé, y el Reino Unido, la potencia mds poderosa en China, acrecenté sus enormes ventajas con el Puerto de Wei-hai-wei. #5? Pero un nuevo problema se planteaba en China: el peli- §roso ascenso japonés. Rusia propuso a Francia y a Alemania ejercer presién sobre Tokio para frenar sus ambiciones. El hostigamiento rindié sus frutos; Japén debié devolver la pen- insula de Liaotung a cambio de una mayor indemnizacién y los rusos echaron en seguida su zarpa sobre aquélla. En cambio, Inglaterra y E.E.U.U. continuaron apoyando a la nacién nipona. Tal el alineamiento de fuerzas en el momento en que Hay envia su primera nota a las demas potencias, el 6 de setiembre de 1899, Hay reconoce alli la existencia de las “csferas de influencia” y requiere a cada potencia la declaracién de que, en su esfera, mantendré Ja tarifa china vigente e impondrA los mismos derechos portuarios y los mismos fletes en los barcos y mercancias de todas las naciones. Todas aceptaron, menos Rusia, aunque sélo Londres dio su formal consentimiento. 73? No es de extranar. Las “puertas abiertas” fayorecian a U.S.A., pero mas a Gran Bretana. En efecto, significaba igualdad de oportunidades y en esas condiciones los americanos confiaban en su superioridad econémica y los ingleses en su superioridad imperial, en el dominio que ya poseian sobre territorios y puertos clayes de China, para competir victoriosamente con sus rivales. En ri- gor, la idea fue concebida por Mr. Hippisley, antiguo funcio- nario britanico en las aduanas chinas, y fue transmitida a 232 Morison y Commager, op. cit. 233 Ibid, 158 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) Washington por medio de su ministro en China, Mister Rock- hill. 23+ La politica de “puertas abiertas” venia a institucionalizar una compleja situacién de rivalidades mutuas, que ninguna potencia tenia la seguridad de poder alterar en su provecho. Luego del Tratado de Shimonoseki, la rebatifia furiosa de Jos imperios acarreé efectos tremendos para China. Los puer- tos mas importantes de sus costas fueron arrendados a los extranjeros. China perdié el derecho de construir vias férreas y explotar sus propios recursos minerales. Todo indicaba que su territorio seria distribuido en pedazos como el de Africa, pero ello no era posible porque la larga tradicion unitaria de la nacién china, la combatividad de su pueblo en insurrec- ciones multitudinarias como la de los Taiping, prevenia de los giayes riesgos que podria significar una particién que quebrara irremediablemente Ja soberania nacional. Era, eyidentemente, mas seguro sostener a los corruptos manchtes en el poder, usarlos para reprimir las rebeldias de las masas y arrancarles todas las concesiones apetecibles. La politica de “puertas abiertas” vino a convalidar esta trama intrincada, este cquilibrio inestable y dificil; ésa es la razon de que fuera aceptada r4pidamente por todas las poten- cias. Con el fin de institucionalizar el statu quo, obligaron a la dinastfa reinante a comprometerse a no ceder en arriendo ningtin territorio que ya estuviera dentro de la “esfera de in- fluencia” de alguna de las potencias. Los manchtes también aceptaron la nueva politica, Los asistian razones de peso. En primer lugar, los imperios extran- jeros los consideraban el tmico poder legitimo de China, a ellos acudian a formular sus demandas y los apoyaban contra las insurgencias campesinas. Por entonces era muy popular en Ja corte mancht el dicho: “Preferible dar a las naciones amigas que a los esclavos del interior”. Por otra parte, la dinastia manchi se beneficiaba con los empréstitos que les concedian los bancos extranjeros. Cada empréstito se acompafiaba de nuevas concesiones territoriales, 234 Hu Shen, op. cit. CHINA: LA POLITICA DE PUERTAS ABIERTAS 150 0 ferroviarias. Era un negocio pingiie para ambos contratantes. éCual era el punto de vista norteamericano? ¢Cudles las ventajas que U.S.A. obtenia de las “puertas abiertas”? Hiu Shen Jo desentrafia con perspicacia:’ “En primer lu- ar, la “politica de puertas abiertas’, tal como fue sugerida por Estados Unidos, no signifieaba que ese pais se opusiera a Ja agresién a China. Sdlo significaba que Estados Unidos exigia su parte en el botin. Esa fue la razon por la que Estados Unidos no elevé ninguna protesta conira las “esferas de influen- cia” establecidas por las potencias europeas, sino que se li- mité a oponer el principio de “igualdad de oportunidades’ para todos. Con lo cual queria decir: “Yo también quiero com- partir los privilegios que vosotros gozdis en China. Vosotros obtenéis vuestra parte, yo la mia. Compartdmoslo todo. Con- tinuemos reconociendo ai actual gobierno de China y gocemos en comun todos los privilegios en China”. 75 Pero era Gran Bretafia la mas beneticiada con la pro- puesta de Hay, puesto que ahora se sentia aliviada de la termble presion a que la yenian sometiendo sus rivales por ser la metropoli con mayores concesiones en China: todo el valle del Yangtsé era su “esfera de influencia” y habia arre- batado el puerto de Wei-hai-wei. Las “puertas abiertas” eran un aspecto del entendimiento anglo-norteamericano establecido a raiz de la querella yene- Zolana, U.S.A. obtuyo manos libres en el Caribe, a cambio de apoyar a Inglaterra en China, pero extrayendo, también, su propio botin. _ La rebelién Yi Ho Tuan Después de la guerra chino-japonesa las contradicciones internas de la sociedad china se agudizaron; la inquietud yla protesta latentes ganaron a crecientes sectores de la poblacién, Las concesiones de los manchtes a las potencias foraneas causaban pronunciado descontento y Ia explicacién de la corte 235 Ibid. 160 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) acerea de que se “aproyechaban de las contradicciones entre aquéllas” no engafiaba a nadie. us Al principio el régimen*fue jaqueado por un movimiento reformista de la nobleza media, encabezado por Kan Yu-Wei. Pero el golpe de estado de 1898, inspirado por la empera- triz madre, lo hizo abortar. #*¢ Luego fue el turno de algo mucho mas hondo y grave: Ja insurrecci6n Yi Ho Tuan, una gran rebelion campesina y de Jas clases populares de Pekin, dirigida esencialmente contra los extranjeros. El Yi Ho Tuan era una rama de la sociedad secreta “Loto Blanco”. pts Su nombre era “Sociedad de los pufios armoniosos’; de ahi el nombre de “boxers” (boxeadores) con que se le conoce fuera de China La insurgencia se extendid en llamaradas y sembré el panico en la corte, al punto que la dinastia no tuvo otro remedio que asumir una actitud ambigua ante Jos insurgentes. Por un lado, los apoyé con dinero y la incorporacion a ellos de altos funcionarios y por otro, traté de no perder la ayuda de las potencias para poder, al fin, aplastar a Jas Ae rebeldes. También influyé en esta actitud dual el hecho le que las potencias no reconocieron al hijo del Base nate, impuesto por la emperatriz madre en el golpe de estado se 1898. La siguiente nota, enviada a los diplomaticos extranjeros por el gobierno desnuda la ambivalencia de su actitud: «| los rebeldes de Chihli y de Shantung han unido sus ae y no pueden ya ser dominados. Por mucho que Ia corte dese reprimirlos, tememos que, debido a que estin tan cerca, cualquier accién imprudente pueda dejar a las legaciones sin preteen y causar grades calamidades. Las potencias deben comprender que China, aun en el caso de que no estuviera al tanto de sus propias limitaciones, no llegaria al extremo de iniciar pee me todas las potencias simultaneamente, y no confiaria en la plebe rebelde para combatir a Jas potencias...”. 238 236 Ibid. 237 Tbid. 238 Cit. por Hu Shen, op. cit. CHINA: LA POLITICA DE PUERTAS ABIERTAS 161 Pero los asesinatos de misioneros, la quema de negocios y almacenes, el cariz intensamente antiimperialista que fue ad- quiriendo ¢l movimiento, alarmé a los imperios. Estados Unidos tomé la iniciativa de una intervencién militar conjunta, En su nota del 3 de julio, Hay explica a las demds po- tencias: “La politica del gobierno de los Estados Unidos consiste en buscar una solucién que traiga la seguridad y la paz permanente a China, mantenga la integridad territorial y administrativa de Chi- na, proteja todos los derechos garantizados a las potencias amigas por tratados o por derecho internacional y deje a salvo para el mundo el principio del comercio igual e imparcial con todas las partes del imperio chino”. 229 En suma, defender el statu quo de las “puertas abiertas” contra Ja embestida popular, Una fuerza de cinco mil soldados fue la contribucién americana a la alianza imperialista que aplasté a los boxers y expulsé de Pekin a la emperatriz-madre y al emperador, Bien lo hace notar Hu Shen; ésa es la gran diferencia con la intervencién conjunta contra los Taiping. Entonces la uerra se habia hecho contra los subleyados y en favor de los manchiies. Ahora también se combatié a la dinastia. Pero las razo- nes por las que las potencias sostenian al régimen mancht, Seguian vigentes. El nuevo sentido de la politica de “puertas abiertas” fue, precisamente, preservar al decrépito Celeste Imperio con los manchites en el poder, para poder digerirlo economicamente. En setiembre de 1901 el gobierno chino inicid negocia- ciones de paz y el 7 capitulé al firmar el Iamado “Protocolo Boxer”, Merced a I la dinastia manchi se mantuvo en el gobierno, no sin antes reconocer su error al asociarse a los boxers y sin haber castigado a los funcionarios que més se com- prometieron con ellos. Por supuesto que, ademas, tuvieron que admitir nuevas y 289 Cit. por Morison y Commager, op. cit, 162 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) mas humillantes concesiones. Una indemnizacién de a ia Hones de “taels” de plata, que con los intereses acumulados se elevé a la suma de 980 millones. Permitir a Jas Gs mantener tropas en Pekin y otros puntos de China. También las “aduanas nativas”, o sea las que afectaban sdlo al comercio local, pasaron a ser fiscalizadas por los funcionarios extran- jeros. 4° ; i La penetracién imperialista en China se eons. ae 1900 y Iuego de ardua puja, Gran Bretafia, Alemania, ere y Estados Unidos constituyeron un consorcio para construir © ferrocarril Cantén-Sechuen y concedieron un empréstito de siete millones de libras al gobierno. El National City Bank instal6 sucursales en territorio chino. , ' A partir de entonces, los intereses americanos crecieron verticalmente . , ‘ En 1850 las exportaciones a Asia y Oceanta solo oe 22% del total: en el quinquenio 1926-30 subieron al 15, . En 1900 habia 50 millones de délares invertidos en Ee Lejano Oriente; en 1929 la suma ascendia a 1,443.400.000. : Wall Street se relamfa con el nuevo “sabor del imperio”. 24¢ Hu Shen, op. cit. f aa Edward C. Kirkland, Historia econémica de Estados Unidos. México, Fondo de Cultura Econémica, 1947. 10 El tajo de Panam& La clave de béveda de ; la primera expansién norteame- ticana es el canal istmico, Su apertura es un viejo suefio de los nayegantes; se re- monta al siglo xvi, cuando la Seografia lindaba con la leyenda. Pero no se convierte en una necesidad histérica hasta que los Estados Unidos se constituyen como Estado nacional capi- talista, e incorporan definitivamente California a su comunidad econémica El siguiente pasaje del mensaje del Presidente Hayes al Congreso, en marzo de 1880, muestra hasta qué punto la cuestién del canal era un problema interno nacional de los Estados Unidos: “Un canal interoceanico a través del Istmo americano, modi- ficard radicalmente las relaciones geognificas entre nuestras costas del Atlantico y el Pacifico, virtualmente una parte de la linea de costas de los Estados Unidos. Nuestro interés comercial, por si silo, es mayor que el de todos los otros paises, a Ia vez que las relaciones del canal con nuestro poder nuestra prosperidad como nacién, con nuestros medios de defensa, nuestra unidad, nuestra paz y nuestra seguridad, son materias de un interés preferente para el pueblo de los Estados Unidos”. (Los subrayados son nuestros) . 164 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) Pero no sélo la Unién ha puesto los ojos en la futura Have de la navegacién internacional. La pugna interimperialista por el control del canal interocednico E.E.U.U. y la Gran Bretafia son los grandes postores del juego; en un segundo plano, también Francia hace lo suyo. La querella se desata sobre tres puntos geograficos posi- bles; Panamé, provincia Colombiana, Nicaragua y Tehuante- pec en México. El gobiemo inglés reclama, a nombre de su protegido, el Rey de los indios Mosquitos, la posesién de la boca del rio San Juan, uno de los extremos de la via indicada para cons- truir el canal por Nicaragua, Un buque inglés irrumpe en la zona y el pueblo alli ubicado cambia de nombre; desde ahora se Ilamara Greytown. Por otro lado, mientras se negociaba el convenio comercial entre Washington y Bogoté, Ilegé la noticia de una expedicién espafiola con el propésito de reconquistar Nueva Cranada. Su gobiemo se alarmo y solicité a Estados Unidos proteccién para su soberania, a cambio de un favorable trato mercantil. Es el origen del importante convenio Mallarino-Bidlack, de diciembre de 1846, por el que los americanos garantizan Ja soberania granadina en el istmo (Panam4). Fue ratificado por los yanquis en 1848, cuando la conquista de California conyirtié el canal en un objetivo primordial. 747 ‘A su vez, el norteamericano Efreim George Squier firma con Nicaragua, en setiembre de 1849, un convenio que abre la puerta a otras naciones para que se sumen a la garantia que Washington concede al futuro canal por tierras nicara- giienses, Se refiere a un contrato firmado en agosto de ese afio 242 Manuel Medina Castro, Estados Unidos y América Latina, Si- glo XIX. La Habana, Ed. Casa de las Américas, 1968 . EL TAJO DE PANAMA 165 entre Nicaragua y la “American Atlantic and Pacific Ship Ca- nal Co.”, para construirlo. 24 Los ingleses responden lanzAndose sobre la isla hondu- refia del Tigre, en el golfo de Fonseca. Esta incisiva puja anglo-norteamericana culmina en un arreglo, el Tratado Clayton-Bulwer, del 19 de abril de 1850, que estipula: “Los gobiernos de Estados Unidos y de la Gran Bretafia declaran por el presente que ni el uno ni el otro ob- tendra ni sostendré jamds para si ningtin predominio sobre dicho Canal...”, 44 Los U:S.A. acaban de digerir el 52 % del territorio mexicano; con el Tratado Clayton-Bulwer, Londres detiene su avance hacia el sur, pone limite a la expansién. Pero, por su lado, Washington acepta, en violacién in- ocultable de la “Doctrina Monroe”, compartir con Inglaterra, wna potencia europea, el control de tierras americanas tan esenciales como son aquellas por donde se abrir el futuro canal y también las que sirvan para preservarlo militarmente. Todayia hubo lucha en torno al istmo de Tehuantepec. Los ingleses obtienen una concesién en 1846 y la traspasan a contratistas yanquis en 1848. Sohre el juego de transferencias se desata un pleito que durara hasta 1937. *4* “Yo tomé el Canal”; Theodore Roosevelt E] 20 de marzo de 1878 el ministro de relaciones de Co- lombia (ex Nueva Granada) firma con el francés Lucien Napoleén Bonaparte Wise un contrato para construir un canal por Panama. La emprésa era francesa y su direccién estaba a cargo del famoso Lesseps, constructor del Canal de Suez. El pri 342 Gregorio Seler, El rapto de Panamd. Buenos Aires, Ed. Alean- dara, 1964. 24* Medina Castro, op cit, ate Thid. 166 HISTORIA DEL. IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) legio duraba 99 afios, pero Ja obra debia terminarse en doce, plazo que podrfa prorrogarse por acuerdo entre las partes. La “Compaiifa Universal del Canal de Panama” no estaba vinculada a ningtin estado europeo. Tanto que bused, afano- samente, fondos en Estados Unidos y, al no obtenerlos, se hhundiéd en una quiebra escandalosa, plagada de maniobras dolosas y estafas flagrantes, el 4 de febrero de 1889, El barro salpicé al mundillo bolsistico y parlamentario de Paris. Desde entonces la palabra “panamista” fue sinéni- mo de malandrin. Washington se interesa, naturalmente, en el asunto. Es- tamos al filo del siglo xx, la Unién es ya una potencia mundial y el conyenio Clayton-Bulwer la incomoda y restringe como un corset estrecho. En el marco de la “entente” anglo-norte- americana de entonces (més arriba considerada) se llega a un nuevo acuerdo que deroga expresamente lo estipulado en el viejo tratado, fruto de otra época y de otra correlacién de fuerzas. El entendimiento fue convenientemente enfatizado por la designacién de James Bryce en la embajada americana en Londres. John Hay y Sir Julian Pauncefote signaron el nuevo sta- tu quo el 5 de febrero de 1900. Se adoptan las reglas de la Conyencién de Constantino- pla, que rigen la navegacién por Suez, y se le agrega suges- tivamente: “Los Estados Unidos, sin embargo, quedan en libertad de man- tener la politica militar que creyeren necesaria para proteger el canal contra cualquier desorden...” y “Dicho Gobierno tendra y gozara de todos los derechos incidentales de la construccién, asi como el derecho exclusivo para regular y gobernar el canal”. 24 Otra compaiiia ha sustituido a la de Lesseps. Retuyo los derechos, pero tampoco obtuvo los capitales imprescindibles. La situacién se tornéd dramatica para la “Nueva Compa- fifa del Canal de Panama”, puesto que el 31 de octubre de 246 Cit. por Selser, op. cit, EL TAJO DE PANAMA 167 1904 se le venefa el plazo para terminar la obra y no podia cumplirlo de ninguna manera. Corria el riesgo de que Bogota se quedara con todas sus pertenencias y la concesién caducara. Su nica salvacién consistia en vender sus derechos, an- tes de que se redujeran a papel pintado, al Gnico cliente via- ble: Estados Unidos, Monsieur Philippe Bunau-Varilla, representante de los ac- cionistas (también se decia que era el principal poseedor de acciones, pero siempre lo negé), lo entendid rapidamente y se puso en movimiento con rara sagacidad y muy pocos es- crépulos. Duefio del diario Le Matin, hombre de fortuna y acos- tumbrado a deslizarse por pasillos y antesalas donde se ba- rajan los naipes del poder, contraté al cabildero (lobbyst) William Nelson Cromwell, miembro de la notoria firma de abogados Cromwell & Sullivan y con los nexos debidos en la banca, la polftica y la diplomacia. El primer éxito del cabildero sucedié en la convencién del partido republicano, donde se nominé a Me Kinley por segunda vez. En el programa figuraba la construccién de un canal en Nicaragua y Cromwell logré que se sustituyera el item por “Canal en el Istmo”. Por este primer triunfo cobré 800 mil délares. Bien encaminado, en la ruta correcta, ha- biendo apostado al caballo ganador, doné 60 mil délares a Jas arcas de los republicanos, #47 Una comisién Jegislativa, presidida por el almirante Wal- ker, estudiaba el tema, Dos posibilidades tenia ante si: a) El canal por Nicara- gua con un costo de 189,864,062 délares y b) El canal por Panama con costo de 144,141,000 délares, mas casi 110 millo- nes para adquirir los derechos de los accionistas franceses. Con esta suma la opcién panamefia cra més cara; de ahi que Ja Camara de Representantes se pronunciara por el proyecto Hepburn, que significaba elegir a Nicaragua. Bunau-Varilla ya estaba en Washington como pez en el agua. Tenia amis- toso trato con Mark Hanna, capitoste republicano, y con otros 247 Selser, op. cit, 168 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) hombres de influencia. Maniobré sin perder un minuto. Re- bajé los derechos de la compaiiia a 40 millones de délares y de ese modo la opcién panamefia resulté mds barata. *4* Los andaces, con ética y Sin ella, suelen hacer buenas migas con la suerte, Por lo menos las hizo el avispado francés. En mayo de 1902 el volean Mont Pelé de Martinica vo- mité lava y amas, resquebrajando la ticrra y matando més de 30 mil seres humanos. También el Momotombo de Nica- ragua entré en actividad. El gobierno de Managua se desga- fiitaba diciendo que en su territorio no habia voleanes, pero Bunau-Varilla mostr6 sonriente a los congresistas una estam- pilla nicaragiiense con una montafia Iameante. E] 28 de junio de 1902 se aprobé la Ley Spooner, que autorizaba al Presidente a comprar los derechos de la compa- fifa francesa por 40 millones de ddlares, siempre que Colom- bia cediera, en condiciones razonables, una franja de terreno para construir el canal. *** EI 22 de enero de 1903, el secretario de Estado Hay ob- tuyo del encargado de negocios de Colombia, Herran, un convenio por el cual se arrendaba la zona necesaria a la Union por 100 afos, a cambio de 10 millones de délares y de una renta anual de 250 mil, Sin embargo, el pacto Hay-Herrén no permitia a Colom- bia entablar negociaciones independientes con la compafia, lo que implicaba que nada verfan los colombianos de los 40 millones de délares que los yanquis pagarian a la empresa de Bunau-Varilla. Ademas, establecia tribunales americanos en la zona del canal. 7*° Hasta el propio y desaprensivo francés admitié que era una lesién intolerable de la soberanfa de Colombia. El Con- greso de Bogota dio largas al asunto y, pese a las presiones 2a Thid. 247 Samuel Eliot Morison y Henry Steele Commager, Historia de los Estados Unidos de Norteamérica, México, Fondo de Cultura Econd- mica, 1951. 250 Selser, op. cit, EL TAJO DE PANAMA 169 y_amenazas el Senado rechazé el tratado por unanimidad el 12 de agosto de 1903. Theodore Roosevelt ya era Presidente. Cuando se habla de él, siempre se trae a cuento la amargura de M. Hanna al morir Me Kinley y su exclamacién: “Este maldito cowboy es ahora Presidente de los Estados Unidos”. #2 En rigor, los jefes del aparato del partido lo designaron vice para sacudirselo como gobernador de New York. La imagen de furibundo imperialista, irrazonable y fa- natico, que de Teddy se ha hecho circular al sur del rio Bravo, es demasiado simple para ser real. No fue, por cierto, un “malo” de historietas, Personalidad brillante y extrovertido, causeur cautivante, orador arrebatado, fue un moralista y un progresista que se atrajo la adhesién de las masas, Pero era mas ruido que nueces, Hombre de charangas y banderas, de agitaciones y ade- manes, cazador de leones y soldado en Cuba, atacd a los trusts sin casi rozarles Ia piel y defendié a los pobres mas con ilusiones que con hechos. El asunto del canal lo tomé con Ja pasién, en negro y blanco, bien a un Jado y mal al otro, con que se pronunciaba en los grandes tépicos; poco importaba que estuviera en lo cierto, o en lo falaz. En definitiva, su politica exterior, pese a sus evidentes contradicciones y en su singularisimo estilo, expresa cabalmente los intereses del joven imperio. Pese a que el Senado colombiano resolvié reanndar Jas tratativas con Estados Unidos de inmediato y que con al- gunas concesiones el proyecto hubiera salido adelante, la occasion de un tajo espectacular era demasiado tentadora para los intereses imperialistas y para cl propio Roosevelt, como para dejarla pasar. El Presidente no ahorré insultos a las “criaturillas colom- bianas”; “corruptores insensatos y homicidas”, obstruccionis- tas” de la civilizacién, “liebres de monte”, ?5? 251 Git. por Morison y Commager, op. cit. 232 Solser, op. cit, 170 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) Ya antes de que se produjera el rechazo, Hay habia es- crito a su patrén de la Casa Blanca: “,..habra una insurrec- cién en el Istmo contra el gobierno desafortunado y malver- sador de Bogota. Nuestra intervencién no debe ser una inter- vencién al azar ni casual... juegue un poco con la idea...” Dos dias después Roosevelt contestaba: “Apruebo entera- mente su idea...”, *5? En una coyunfura asi, Bunau-Varilla estaba en su salsa. Habia anudado sus conexiones en Panama; Joshua Lindo, banquero, y Manuel Amador, médico de la compaiiia de ferro- carril, subsidiaria de la Compaiiia del Canal y, por ende, su- bordinado suyo. De esos contactos salieron los hilos para tejer la conju- ra que, como siempre, nunca se sabraé por qué cabo suelto empez6, Asi como todos, Bunau-Varilla, Cromwell y Pierpont Morgan negaban que fueran accionistas. Ya habian salido ha- cia Panama oficiales norteamericanos a reconocer la regién. Una junta de hombres de negocios y politicos ambiciosas to- mé a su cargo la conspiracién “revolucionaria”. Con los bomberos y los trabajadores del ferrocarril se constituyé el “ejército libertador”. Para mayor seguridad, el 19 de octubre tres barcos de guerra yanquis se dirigicron a la escena del levantamiento y recibieron érdenes de ocupar el ferrocarril y de impedir el desembarco de tropas colom- bianas en un radio de 80 kms. del istmo. E] secretario Hay escribi6 a su cénsul: “Avisese levanta- miento en el Istmo. Tenga al corriente al departamento in- mediatamente y con todo detalle”. La respuesta fue: “Toda- via no; dicese que serd de noche”. Y horas después otro des- pacho; “Efectuado levantamiento esta tarde a la seis sin de- rramamiento de sangre. Esta noche se organizard gobierno”. 2 Bueno, lo de “sin derramamiento de sangre” era algo exagerado. Un barco colombiano Iegé a efectuar unos dispa- 253 Cit. por Selser, op. cit. 254 Cit. por Morison y Commager, op. cit, EL TAJO DE PANAMA 171 ros, hirié a un burro y maté a un chino. Las tnicas victimas registradas en la “gloriosa revolucién”, Roosevelt y Hay manipularon como los magos bajo las candilejas, sin que se les vieran las manos, pero dando el truco por sobreentendido. Bunau-Varilla era mucho mejor entendedor que eso; se sobraba. El mismo redacté el tele- grama que le debia enviar el flamante gobierno, designéndo- lo Ministro Plenipotenciario para obtener el reconocimiento del Departamento de Estado, negociar un nuevo tratado y ob- tener créditos, Consiguié los délares con que se soborné al gobernador de Panamé, a las tropas colombianas y a sus jefes:, 7** Las ceremonias fueron sencillas en el istmo. Amador arengé a las tropas: “jEl mundo esti asombrado por vuestro heroismo! Ayer éramos esclavos de Colombia; hoy somos li- bres. El Presidente Roosevelt ha cumplido...”. De inmediato procedié a entregar 50 délares a cada uno. 25* Roosevelt fue notificado de la buena nueva a las 11.35 de la maiiana del 6 de noviembre. A las 12.51 se ordené el reconocimiento de la nueva nacién. **’ Prisa indecente, Segiin Bunau-Varilla, 61 mismo redacté el proyecto del nuevo tratado que fue firmado el 18 de noviembre y que es conocido como “Tratado Hay-Bunau-Varilla”. Panama cede nia del Canal y a Ja del Ferrocarril de Panamé a traspasarle a la Unién la Zona del Canal y autoriza a la Nueva Compa- sus bienes y derechos. La ratificacién en el Senado norteamericano dio lugar a otra entusiasta y combativa campafa antiimperialista que conmovid a toda la nacién, Esa corriente democratica y ho- nesta que desde Ia independencia no deja de actuar en la sociedad norteamericana, Roosevelt estuvo infeliz en la elec- cién de sus argumentos. Se basé en el tratado Mallarino-Bid- lack de 1846, que, justamente, garantizaba la soberania de Colombia y no autorizaba a quebrantarla y desconocerla. 358 Selser, op. cit. 286 Ibid, 387 [bid. 172 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) También fueran cedidas varias islas en la Bahia de Pa- nam; la concesién es a perpetuidad; y en el momento de la ratificacién se pagaron 10 millones de ddlares a la Repi- blica de Panama y nueve afios después se pagara una anua- lidad de 250 mil mientras duré el convenio, 7** Afios después, en una conferencia dictada en la Univer- sidad de Califomia, Theodore Roosevelt expresé: “Estoy in- teresado en el Canal porque yo lo empecé. De seguir los métodos tradicionales, yo hubiera sometido al Congreso un serio y digno documento de Estado, de doscientas paginas, probablemente. El debate sobre el mismo duraria aun... Pero yo tomé el Canal (1 took the Canal) y dejé al Con- greso debatir el asunto...” 75? Y luego... E! Canal se abrié al tréfico comercial en 1914. Su costo fue de 145 millones de dolares. Hasta 1927 rindié una ganan- cia anual de casi siete millones, pero Panam4 sélo recibia 250 mil. Recién a partir de 1934 se le pagaron 430.000 anuales. Después de larguisimas discusiones, de idas y venidas, y ya muerto Teddy Roosevelt, en 1921 se indemnizé a Co- lombia con 25 millones de délares para “remover todos los desacuerdos surgidos de los acontecimientos politicos de Pa- nama en noviembre de 1903”. 7*° Las intervenciones militares yanquis asolaron a la débil repiblica en 1918 y en 1921. Luego sobrevendrian cambios importantes y sorpren- dentes. Pero se trata de otra historia que relatamos mas adelante. as@ Demetrio A. Porras, Tratado del Canal de Panamd, Buenos Aires, Américalee, 1947. 259 Selser, op. cit, ave Thid. ll Mar Caribe: Mare Nostrum Las intervenciones militares norteamericanas en Santo Domingo, Haiti y Nicaragua que se suceden a partir del go- biemo de Theodore Roosevelt, siguen en el de William Taft y eulminan en el de W. Wilson, son las que dieron pie para que la politica de Washington en la xegién caribefia se desig- nara como “diplomacia del délar”. Sobre todo durante la pre~ sidencia de Taft, la expresién se populariz6, Dichas intervenciones no son mas que un capitulo de la primera expansién imperial, cuyo objetivo es la hegemonia en el Mar Caribe y cuyo eje estratégico es el Canal de Pa- nama, Una vez que el tajo de Panamé se hubo producido, determinadas posiciones y hegemonias se convirtieron en ne- cesidades histéricas del “destino manifiesto”; maduraron como frutas en el Arbol a punto de ser cosechadas por el joven e insaciable imperio. Scott Nearing y Joseph Freeman definen muy bien la transformacién del Mar Caribe en un “Mare Nostrum” para los yanquis: “La importancia estratégica del mar Caribe ha obligado a los Estados Unidos a adquirir estaci “Ademas de varias bahias buenas en el golfo de México y de la base naval de Cayo Hueso (Florida), en su propio territorio, han adquirido puertos pertenecientes a las pequefias Reptblicas del Sur. Desde Guantanamo (Cuba) los Estados Unidos dominan el Paso de Barlovento entre Cuba y Santo Domingo; los Estados 174 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) Unidos han adquirido el muelle de San Nicolis en el primero y la bahia Semana en el ultimo, como bases navales de primera clase. Un tratado con Nicaragua concede a los Estados Unidos la posesiin de las islas Great Corn y Little Com y el derecho de establecer una estacién naval en el golfo de Fonseca. “Las islas Virgenes, adquiridas a Dinamarca en 1917, también prestan grandes facilidades para una excelente base naval, en tanto que el Canal de Panama constituye el centro del poder naval yanqui’’. 24" En tigor, si bie la descripcién del poderfo norteameri- cano en la zona es casi exhaustiva, se queda corta. Durante csos afios, Cuba es, de hecho, un protectorado norteamerica- no y ello significa no sdlo el control del paso Barlovento (ca- nal del Viento), sino del estrecho de Florida que une el Atlaintico con el Caribe y del estrecho de Yucatan que une el Caribe con el Golfo de México. De modo que, decidida la superioridad yanqui sobre la inglesa en la regién y teniendo en cuenta el “principio de no transferencia” y la Doctrina Monroe, eran de esperar drdsti- cas intervenciones politicas y militares en Centroamérica, para impedir que su hegemonia fuera siquiera discutida por nin- guna potencia extra-hemisférica, y para consolidar el propio poder, Todo ello desde una dptica geopolitica y estratégica, a Ja que hay que sumar el interés en las materias primas y en los mercados centroamericanos por parte de influyentes gru- pos econdmicos de Wall Street. Los origenes de la “Diplomacia del délar” Al comenzar el siglo xx Venezuela se vio amenazada por una intervencién extranjera multipartita, originada en deudas impagas con bancos curopeos y norteamericanos. A las deudas se agregaron reclamos de distintos ciuda- danos pertenecientes a otras naciones europeas y todo fue 261 Scott Nearing y Joseph Freeman, La diplomacia del délar. La Habana, El Faro, 1961. MAR CARIBE: MARE NOSTRUM. 175 sometido al Tribunal Internacional de La Haya, merced a la presién del gobiemo de Roosevelt y a la aquiescencia bri- tanica, Alemania, Gran Bretafia e Italia eran las potencias que habfan recurrido a la fuerza en apoyo de sus exigencias, y cuando el 22 de febrero de 1904 el Tribunal Permanente de Arbitraje de La Haya dicté su fallo, otorgé preferencia a esas tres potencias con respecto al activo asignado para satisfacer las reclamaciones, y sobre los derechos de otras que se habian ayenido a una solucién pacifica desde un principio. E] fallo es un verdadero desafio a la Doctrina Monroe. El Tribunal de La Haya respaldé el uso de la fuerza para ob- tener la satisfaccién de deudas impagas, dando prioridad a los estados que recurrieron a ella. En buen romance eso significaba que las potencias eu- ropeas disponfan, ahora, de un aval juridico internacional para sus entrometimientos forzados en los asuntos internos de paises turbulentos, inestables y casi siempre endeudados e insolventes frente a la banca internacional. Todo el edificio de bases, posesiones, controles que el nuevo imperio venia construyendo en torno al Canal de Pa- nama, resultaba, a los ojos de la administracién Roosevelt, peligrosamente amenazado, Estados Unidos opté por la solucién consagrada por la practica imperialista: lo que en sus casos mds extremos se ha llamado Ja “anexién anticipada”. Es decir, organizar su propia intervencién y tomar a su cargo que las cuentas impagas de los inquietos estados cari- befios fueran puntualmente saldadas para que nadie tuviera motiyos de intervencién con el respaldo juridico del Tribunal de La Haya. 24 En su Mensaje al Congreso de 1904, Roosevelt expresd; “El desacierto crénico 0 una impotencia que produce un aflo- jamiento general de los lazos de la sociedad civilizada pue- den [...] requerir la intervencién de alguna nacién civili- 262 Samuel Flagg Bemis, La diplomacia de Estados Unidos en América Latina, México, Fondo de Cultura Econémica, 1944, 176 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) zada [...] y la fidelidad de los Estados Unidos a la doctri- na Monroe pucde obligarles [...] en casos flagrantes de mal proceder 0 impotencia, a ejercitar la policia internacional”, ** Muy pronto se presenté la ocasién de concretar la tesis en Sato Domingo. Morison y Commager dicen al respecto: “Roosevelt anun- cié en seguida un corolario a la doctrina Monroe, a saber: que como no podiamos permitir a las potencias europeas que se cobraran por la fuerza sus créditos en el hemisferio oc dental, debiamos asumir la responsabilidad de que los Esta- dos “atrasados” hicieran honor a sus compromisos financie- 208), At Esta compleja coyuntura no sdélo dio nacimiento al “co- rolario Roosevelt de la Doctrina Monroe”, sino también a la “Doctrina Drago”. A raiz de la intervencién europea en Venezuela en 1902, el Ministro de Relaciones Exteriores de la Repttblica Argenti- na, doctor Luis Maria Drago, envié una nota a las potencias —29 de diciembre de 1902— en la que desarrollaba la tesis de que las deudas no pueden ser cobradas por la fuerza a ningun estado soberano. 7 El acreedor sabe que contrata con una entidad soberana y, al hacerlo, contrae un compromiso con la condicién inhe- rente a toda soberania. Y, por ende, no puede disponer contra ella un acto que cuestiona su propia existencia. La “Doctrina Drago” recibié apoyo de encumbrados es- pecialistas en derecho internacional y el consenso politico de América Latina. Fue considerada en la Conferencia Panameri- cana de Rio de Janeiro en 1906 y en la Conferencia Interna- cional de La Haya de 1907. Alli se aprobé la Convencién Porter (propuesta por el general Porter en nombre de los E.E.U.U.) que limita el uso de la fuerza en el cobro de 262 Cit. por Samuel Eliot Morison y Henry Steele Commager, Historia de los Estados Unidos de Norteamérica, México, Fondo de Cul- tura Econémica, 1951. 264 Ibid. 268 Alberto Cuani, La solidaridad internacional en América. Mon- tevideo, Ed. Claudio Garcia, 1942. MAR CARIBE: MARE NOSTRUM 177 deudas entre Estados, pero no Ja elimina. En efecto, establece que s6lo se podra usar la fuerza cuando los estados deudores no se hayan sometido al arbitraje o hagan caso omiso de él, 2*¢ Las repiblicas latinoamericanas objetaron seriamente la nueva versién; sin embargo, Washington no sdlo no acepté la Doctrina Drago”, sino que usé y abusé de la fuerza para ase- Surarse la satisfaccién de sus propias reclamaciones, Maxime que estaba en plena vigencia la entente con Gran Bretafia. A raiz del affaire venezolano, un vocero del primer minis- tro A. J. Balfour declaré en los Comunes: “Si Estados Uni- dos pudiera ver la manera de que se adoptara algun procedi- miento eficaz para que cesaran esas dificultades casi peri dicas que surgen entre las grandes potencias y algunos de los Estados de Sudamérica, creo que podria asegurarse que encontraria la mejor acogida en este pais”. ?*7 Con el apoyo britanico, las manos de la Unién quedaban enteramente libres en el Caribe, Santo Domingo Mas arriba nos ocupamos de las tentativas del presidente Grant en torno a Santo Domingo. Antecedente interesante de la “Diplomacia del délar” en la desdichada tierra dominicana, En 1893 la “Santo Domingo Improvement Co.”, empresa yanqui de New York, compré los derechos de una deuda que el gobierno de la isla habia contrafdo con una firma holandesa, Ello le dio acceso al cobro de los impuestos aduaneros de la Republica Dominicana. En 1902 el presidente Jiménez designé una comisién de su confianza para entenderse con las aduanas, lo que motivé que el consorcio reclamara Ja asistencia del Departamento de Estado, En ese momento circularon rumores sobre el arribo de barcos franceses ¢ italianos con el fin de imponer, por la fuer- za, el cobro de deudas contrafdas con sus connacionales, 24 266 Ibid. 267 Cit. por Bemis, op. cit. 341 Nearing y Freeman, op. cit. 178 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) El Secretario de Estado, Hay, realizé las presiones nece- sarias para que el gobierno dominicano accediera a que los Estados Unidos asumieran el control de Jas aduanas y super- visaran el pago de las deudas con extranjeros. Si bien el Se- nado no aprobé el convenio firmado en ese sentido, Roosevelt lo sustituyé por un arreglo similar de facto. En 1907 el Senado sancionéd un nueyo tratado que no sélo dejaba en manos nor-~ teamericanas las recaudaciones, sino que permitia al recauda- dor emitir bonos por 20 millones de ddlares, cuyas obligacio- nes serfan cubiertas por las rentas aduaneras, La banca Kuhn, Loeb and Co. tomé a su cargo el negocio. Otros bancos acu- dieron a la presa. El National City Bank presté a Santo Domingo un millén y medio de délares. **” Esta situacién se trastocd en intervencién armada, cuando en 1916, una insurreccién en la Rep. Dominicana derivé en el desembarco de los marines —la célebre y siniestra Infan- teria de Marina, el ejército colonialista de los E.E.U.U.— el 4 de mayo de ese aio. Corria ya el periodo del Presidente Woodrow Wilson y Bryan era Secretario de Estado. La po- litica exterior de Wilson es muy compleja; exhibe, incluso, rasgos contradictorios y debe ser atentamente analizada, Lo hacemos en Ja Tercera Parte de este libro. Por ahora nos li- mitamos a considerar sus decisiones en el Caribe, que conti- nian la linea de Roosevelt y Taft. En uno de sus mas difun- didos discursos, el primero definié su conducta para con los paises atrasados y revueltos: “Habla quedamente y Ileva un buen garrote (big stick), y asi Iegar4s lejos”. 27° En efecto, mas de una vez blandié el big stick en el Ca- ribe, Pues bien, ni Taft ni Wilson le hicieron ascos al big stick. En Io que concieme a la nacién dominicana, Bryan de- signO su representante en Santo Domingo, con la guerra civil en ciernes, a James M. Sullivan. Era un ex promotor de peleas en New York, habitué del mundillo del hampa e {ntimamente conectado al grupo financiero neoyorkino que posefa el con- 269 hid. 27° Flagg Bemis, op. cit. MAR CARIBE: MARE NOSTRUM 179 trol del Banco Nacional dominicano y tramaba apropiarse de los depésitos de la receptorfa de aduanas norteamericana en el pais. La designacién no auguraba nada bueno y nada bueno ocurrié para el pueblo dominicano. Sullivan fue nominado por la presién de los intereses a quienes servia; alli se comport6 como un agente de la banca yangqui y su mayor preocupacién fue su propia fortuna. Su pri- mo Timothy J. Sullivan se convirtié en aprovechado conce- sionario del Departamento de Obras Publicas. Los manipu- leos ¢ intrigas del diplomitico le rindieron pingiies utilida- des, segén denuncias irrebatibles del World de Nueva York, 27! Ante la intervencién directa de los marines el presidente Jiménez dimitié y Washington se negé a reconocer a su su- cesor, a menos que aceptara un nuevo y leonino tratado, Las exigencias norteamericanas fueron resistidas. El ca- pitén de marines H. S. Knapp instauré la ley marcial, destitu- y6 a las autoridades legales y organizé una dictadura militar que duré hasta 1924, 27? Los banqueros beneficiarios de la intervencién armada, propagandeaban sus valores exhibiendo, con descaro, sus con- nivencias con aquélla. Speyer and. Co., la Equitable Trust Co., Lee, Higgison and Co., etc, se dedicaron a la lucrativa sangria de los recursos dominicanos al amparo de las bayone- tas americanas, 773 El ddlar y la bandera de la mano. Haiti Estados Unidos ya habia obtenido la posesién de la ba- hia de Samand en la costa oriental de Haiti y el muelle de San Nicolds en el noreste, cuando el National City Bank co- menz6 sus operaciones en la isla. 371 Arthur S. Link, La politica de Estados Unidos en América Latina (1913-1916). México. Fondo de Cultura Econémica, 1960, 274 Nearing y Freeman, op. cit. 273 Ibid. 160 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) Bancos franceses estaban a punto de apoderarse del con- trol del Banco Nacional de Haiti, cuando el Secretario Knox, durante la presidencia de Taft, intervino reclamando la par- ticipacién de intereses norteamericanos, De una conferencia de banqueros en New York resulté la participacién del Na- tional City Bank, Hallgarten, Speyer y Thaliman en el ca- pital del nuevo banco, Corria el afio 1911. 2 Con la presién asociada del Departamento de Estado, el National City Bank se apropié del total en 1917. Su meta era el control de las aduanas haitianas, pero el gobierno, resistia porfiadamente la pretensién. En ocasion de una rebelién interna en el Norte, la intervencion de los mari- nes se precipito. Puerto Principe fue ocupada, la caja del Banco Nacional saqueada y sus 500.000 ddlares depositados en las arcas del National City en New York. Algin tiempo antes el gobierno habia reasumido el control del Banco Na- cional. Se inician negociaciones en busca de una salida al embrollo, cuando estalla Ja insurreccién en la propia capital. Nuevo desembarco de marines al mando del almirante Ca- perton, En nota explicativa enviada a sus superiores culpa de los endémicos desordenes haitianos a una especie de merce- narios llamados “cacos” y propone Ja ocupacion militar en to- da la regién. 27° El alimirante impuso un presidente décil, Sudre Dartiguenave, quien devolyié el Banco Nacional al National City. Las fuerzas americanas se apoderaron de las aduanas y de los diez principales puertos, y declararon la ley marcial, En tales condiciones se firma el tratado tutelar del 16 de setiembre de 1915. Su texto institucionalizaba la ocupacién yanqui de la economfa haitiana. En 1920 se firmé un nuevo convenio que perfeccionaba el yasallaje y erigia al City en eje financiero del pais. ?”* La marina norteamericana estimd en tres mil los muertos a raiz de la resistencia a la ocupaci6n. Se desenvolvié el antiguo derecho de Corvée o “Ley del Ca- 274 Ibid. 278 Ibid. 376 Ibid. MAR CARIBE: MARE NOSTRUM 181 mino”, que obligaba a los ciudadanos a trabaj i r a c jar por un cierto tiempo en los trabajos piblicos. Condiciones fe opresivas motivaron la rebelién encabezada por Charlemagne Peralte. que fue muerto, mientras se reprimia sangri fue , jangrientamente partidarios, 277 rus Tee Nicaragua El gobiemo liberal de José Santos Zelaya resistid las Presiones americanas sobre la bahia de Fonseca, asi como los derechos para abrir un canal interocéanico y ventajas para Jos inversores de Wall Strect. En 1909 estalla una insurreccién anti-zelayista acaudillada por Adolfo Dfaz, empleado local de la Cia. “La Luz y los Angeles” del grupo Fletcher. Aporta a Ja revolucién 600 mil délares y cuenta con el apoyo del Cénsul Thomas C. Moffat. 27* El agente especial designado por el Departamento de Estado, Thomas C. Dawson, reunié en un barco de guerra a diferentes lideres de la rebelién triunfante y convino con ellos un arreglo Hamado el “Pacto Dawson”. De acuerdo a sus estipulaciones se instaura un nuevo gobierno ie por Estrada y se designa perito financiero yanqui a ixnesto H. Wands, cuya misién era el control de las recauda- ciones aduaneras para garantizar los eréditos de la banca ame- po El Partido Liberal publicé el texto secreto del “Pacto ‘awson” y agité a las masas en su contra. Una Constituyente muy sensibilizada por dicha campajia, aprobé una Constitucién que aseguraba la independencia de la Repiiblica. Rechazada _ Por Jos yanquis, aparejé la renuncia de Estrada (que habia disuelto la Constitu € istituyente y anulad bi el Presidencia de Adolfo Diaz. chine aaa El senado norteamericano se negé a ratificar el convenio Knox-Castrillo, por considerarlo un despojo inaudito. Pero los banqueros lograron, de cualqui i b 0 ron, de cualquier modo, imponer el Hamads pevetionde Billetes del Tesoro”, merced A ae Baie Bie ther y Seligman prestaban a Nicaragua 1.500.000 délares, pa- 277 Ibid. 278 Ibid. 182 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) saban a controlar el 51 % de las acciones de un Banco Nacio- nal a constituirse y recibfan como garantfa los derechos adua- neros a cargo de un recaudador designado por ellos. 77° Nicaragua tuvo su nueva Constitucién con algunas normas nacionalistas, pero los banqueros yanquis y el presidente Diaz, sostenido por un barco americano, hicieron caso omiso de ellas. E] 26 de marzo de 1912 firmaron un contrato por un em- préstito de medio millén de délares, garantizado por los ferro- carriles, Jas lineas de navegacién y el reclamo que el gobierno habia entablado contra el Sindicato Ethelburga de Londres, por otro viejo empréstito no cumplido. * Todos los ferrocarriles y Imeas navieras del pais se trans- fieren a una corporacién cuyo capital accionario se pone a dis- posicién de los banqueros. EI 29 de julio los liberales se levantaron contra el régi- men. Los banqueros solicitan proteccién al Departamento de Estado y el 15 de agosto desembarcan los marines al mando del comandante Butler. La represién de la revolucién no fue facil. Se requirieron mas de 2.500 hombres, provenientes de ocho barcos de guerra. 2*" Managua fue bombardeada, rindieron al general Mena y a su ejército rebelde y ganaron la decisiva batalla de Co- yotepe. En nuevas elecciones, controladas por los ocupantes, Diaz fue reelecto. Los gastos de la guerra civil se cubrieron con otro empréstito de medio millén de délares cedido por Jos banqueros neoyorquinos. El 8 de octubre de 1913 se firmé un nuevo contrato. Esta vez fue por un millén y los banqueros compraron el 51 % de las acciones del Banco Nacional. Paralelamente se desarrollaban negociaciones para que Estados Unidos obtu- viera las concesiones imprescindibles para construir un canal interocéanico por tierras nicaragiienses, por 3 millones. De ese modo serian reembolsados los banqueros presta- mistas. Negocio redondo como una rueda. 279 Ibid, 280 Ibid. 291 Ibid. MAR CARIBE: MARE NOSTRUM 183 El 18 de febrero de 1916 culminaron las conversaciones. Washington, a cambio de los tres millones, adquiere el dere- cho de abrir un canal en la ruta de San Juan y el Gran Lago, o en otra cualquiera. Arrienda por 99 afios las islas de Great Corn y Little Corn y una base naval en el Golfo de Fonseca. Es el tratado Bryan-Chamorro. Costa Rica y El Salvador en- tendieron que lo convenido atentaba contra sus soberanias y reclamaron en el Tribunal de Justicia Centroamericano, que les dio razén, Pero por presién yanqui, Nicaragua se desen- tendié del Tribunal, que fue disuelto. 2¢? En los hechos, Nicaragua, como Haiti y Santo Domingo, se convirtieron en protectorados americanos. O “cuasi-protec- torados”, como le gusta decir a Link, ?*? El] Almanaque de Gotha los designa de ese modo, pese a las protestas de la prensa yanqui. De ese modo, basta una ojeada al mapa para comprobar- lo; el Mar Caribe se convirtié en el “Mare Nostrum” norte- americano. Los procedimientos no fueron muy rectos, no les sobré sustento ético, pero fueron efectivos. El general Smed- ley D. Butler, activo oficial de los marines, ha confesado: “Fui, en suma, un pandillero del capitalismo”. 2% Los origenes del panamericanismo James G. Blaine —presidencia de Garfield— convocéd en 1881 a la primera Conferencia Panamericana, con el objetivo de crear una unién aduanera con los americanos del sur. La muerte del presidente frustré la tentativa, pero Blai- ne (presidencia Harrison) reunié la primera conferencia en 1889 (asistieron 18 naciones) en Washington. 7** Los latino- americanos rechazaron sus propuestas; sin embargo, el cami- no quedé abierto para el futuro. 382 Ibid. 283 Link, op. cit. 24 Cit. por Leo Huberman, Nosotros, e! pueblo. Buenos Aires, Ed. Palestra, 1965. 285 Morison y Commager, op. cit. 12 Retorno a México La Reyolucién Mexicana de 1910 es parte del periodo critico que precede a la Primera Guerra Mundial y al cual pertenecen, también, la crisis de 1907, la Revolucién China de 1910, las guerras balkdnicas, ete. Al tiempo que maduraba Ja primera de las grandes cri- sis histéricas que el sistema imperialista ha sufrido en este siglo, el capitalismo monopolista maduraba desigualmente en las distintas potencias. Tendiendo al estancamiento, a la escle- rosis, en Inglaterra y Francia; joven, vigoroso, pujante en los Estados Unidos, Japén y Alemania. En 1911, el lamado Comité Pujo arribé a conclusiones explosivas, luego de hondas indagaciones en los laberintos de las altas finanzas neoyorkinas, 2° Los directores de los gigantes financieros de Wall Street, Morgan y Rockefeller, ostentaban 118 puestos directivos en 34 bancos y compafifas fiduciarias con recursos por 2.679 mi- lones de délares; ademas, 30 puestos directivos en 10 compa- fias de seguros con un activo de 2.293 millones de délares. Si les sumamos los puestos en directorios de compafias comerciales, industriales, ferrocarriles, etc., son 341 en 112 compaiiias con un capital de 22,245 millones. 286 Samuel Eliot Morison y Henry Steele Commager, Historia de los Estados Unidos de Norteamérica. México, Fondo de Cultura Econémica, 1951. 186 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) Entre tanto, el grupo del National City Bank of New York controla 150 puestos directivos en 110 de las mas gran- des empresas. **7 Es el apogeo del banquero inyersor; l capital financier esta en el cenit y, por ende, es natural que, aceleradamente, se sienta miembro del statu quo mundial, miembro del selec- tisimo “Club” de las potencias satisfechas. Vale decir, que ve a las revoluciones populares como un ataque intolerable con- tra sus ricos baluartes. Desde ese Angulo, vieron a la Revolucién Mexicana de 1910 como un acontecimiento repudiable. Tanto mds que los Estados Unidos ya han impuesto su hegemonia en la regién caribefia, el Canal de Panama pronto sera habilitado y el “destino manifiesto” habré dado un inmenso salto hacia su culminacién, jCémo no indignarse con esos harapientos peo- nes mexicanos que han derrumbado el aparentemente sdlido y décil régimen de Porfirio Diaz, en que las inversiones ex- tranjeras eran duefias y sefioras! Pero la década iniciada en cl 10 es muy complicada; son tiempos de declinacién econédmica y de sombrias perspecti- vas en Europa y Asia. ;Como para pensar en nuevas y fulmi- nantes aventuras expansionistas! Washington y Wall Street se aferran al mal menor en México: el gobiemo de Madero. Taft recibié complacido sus declaraciones del 16 de fe- brero de 1912, acerca de “aplicar medidas més estrictas” con- tra el movimiento reyolucionario, *** Las relaciones de los E.E.U.U. con el régimen made- rista son ambiguas, ambivalentes. Por un lado lo apoyan, por el otro arman a los norteamericanos residentes y en setiem- bre de 1912 Taft reclama contra el desorden y los riesgos que corren sus compatriotas en tierras aztecas. 7°? 287 Thid. 288 M.S. Alperovich y B. T. Rudenco, La revoltcién mexicana de 1910-1917 y la politica de los Estados Unidos, México, Ed. Popular, 1960 Arthur S. Link, La politica de Estados Unidos en América Latina (1913-1916). México, Fondo de Cultura Econémica, 1960. RETORNO A MEXICO 187 Veracruz En ese momento las inversiones yanquis en México son el 40 % del total invertido en el extranjero, México importa mucho, La reaccién conspira contra el gobierno legal y la em- bajada norteamericana no es ajena a ello. Cuando envia la nota de advertencia de setiembre, le explican al embajador Henry Wilson que es de enorme “importancia [...] que esta nota sea entregada [...] antes de que se pueda produ- cir el golpe de Estado del que el Departamento de Estado ha tenido conocimiento tiltimamente”. #7 A principios de febrero de 1913 el general Victoriano Huerta se subleva contra Madero. La participacién yanqui en la caida del régimen legal es inocultable. Wilson encabeza al cuerpo diplomatico para solicitar la renuncia de Madero y se concierta, para el mismo fin, con el ministro Lascurain, A esa altura ya Wilson se mantenfa en contacto con Huer- ta por medio de un tal Enrique Cepeda. **' Las fuerzas mo- tineras reducen a prisin a Madero y a sus mis fieles cola- boradores. Pero surgen desaveniencias entre Huerta y su compinche de conjura, el general Félix Diaz. Wilson los re- tne en su sede diplomatica y promueve el arreglo; Huerta ser presidente y Diaz presentard su candidatura para el pré- ximo periodo. Es el “Pacto de la Embajada”, 27 Cuando se habla, entre los diplomaticos, de interceder por la vida de Madero, Wilson declara que no deben inmis- cuirse en los asuntos internos de México. Madero fue ase- sinado el 22 de febrero, _ Muy pronto la dictadura huertista levanta tremendas resistencias. Pancho Villa se rebela en el norte y Emiliano Zapata en Morelos. También lo hace Venustiano Carranza, con mucho arraigo en el ejército, que publi Oude oe je , que publica su Plan de 299 Morison y Commager, op. cit, 29" Thid. 292 Ibid. 293 Link, op. cit. 188 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) Huerta es el abanderado de las antiguas fuerzas porfi- ristas: los terratenientes, el clero, los militares reaccionarios y los inversores éxtranjeros. Aun en el marco de la entente anglo-norteamericana, Jas contradicciones no han cesado. En 1913, y de manera brusca, los intereses britdnicos predominan. Sus inversiones suman 807.622.000 dédlares contra 800 mil de los americanos. *%* Huerta se apoya, principalmente, en los ingleses. El pe- trolero britdnico lord Cowdrey, antiguo favorito de don Porfi- rio, contribuye a la financiacién de la revuelta, se erige en consejero inmediato del presidente y recibe, en pago, nume- rosas concesiones. Esa es la rafz de la oposicién norteameri- cana al nuevo régimen, durante la administracién de Woo- drow Wilson, aunque no hay que subestimar ¢l calvinismo moral que nutre las concepciones wilsonistas y que lo indu- cen a condenar el origen espireo y la conducta siniestra de Ja dictadura mexicana. Es una coyuntura singular desde ¢l punto de vista del pe- tréleo. De acuerdo al plan de W. Churchill y Fisher, la arma- da briténica ha resuelto adoptar el oro negro como combus- tible. La politica pro-huertista se oficializa. Todo ello pre- Ocupa, y con razén, a los petroleros norteamericanos y espe- cialmente a mister E. Doheny. Su influencia es decisiva en el Departamento de Estado, donde confluyeron los escrispulos morales del presidente Wilson con los intereses imperiales americanos, Pero no todos los inyersores yanquis coinciden en cl antihuertismo. Los hay, industriales y comerciantes, a quienes el duro freno contrarrevolucionario de la tirania les convie- ne. Es a esos intereses que responde, precisamente, el em- bajador Henry Wilson De ahi su retiro de sus funciones y el acercamiento nor- teamericano a Carranza. Vale decir que retomnaban a Ja tictica del mal menor. Carranza, reformista moderado, muy vinculado a los sectores mas activos de la burguesfa nacional era, desde la éptica del 294 Morison y Commager, op. cit. RETORNO A MEXICO 189 Departamento de Estado, preferible al radicalismo popular de Villa y Zapata. Las presiones intervencionistas se multiplicaron en U.S.A. No s6lo los grupos petroleros deseaban que se les des- brozara el camino, smo que la opinién publica fue encendida con los relatos de las atrocidades huertistas y se entusiasmé con las hazaiias de los peones villistas y zapatistas. La figura de Emiliano Zapata, austero, valeroso, carismatico, destella- ba romanticismo y autenticidad. Héroe a propdsito para el democratismo ético ¢ idealista, que siempre ha inspirado a grandes capas del pueblo norteamericano. Pero la pugna con Inglaterra frenaba al intervencionis- mo, hasta que se presenté la ocasién de un oportuno arreglo. El tratado Hay-Pauncefote estipula tratamiento tarifario igual a Estados Unidos y a las potencias europeas, pero una ley aprobada por el Congreso en 1912 otorgé privilegios a los yanquis. Londres protests y el coronel House, colaborador de extrema confianza del presidente Wilson, pacté con el Canciller Grey un convenio por el cual la Unién cedia en Panama a cambio de que el gobiemo de Su Majestad reti- ara su apoyo a Huerta. ?%* Dicho y hecho: la ruta de Ja in- tervencién qued6 expedita. Si bien Alemania y Japon se acer- caron al gobierno mexicano, éste acusé el golpe de la nueva actitud britanica. Su sistema financiero se desmorond, el peso mexicano bajé de 45 centavos de délar a 29 en cuatro me- ses, 27° El 9 de abril de 1914 desembarcan en Tampico, sitiado por los constitucionalistas de Carranza, un oficial y siete ma- rinos del crucero Dolphin. Como el desembarco de marinos extranjeros estaba prohibido, la administracién huertista los aprehendié, y pese a que el jefe de las tropas en Tampico, el general Zaragoza, dispuso su inmediata libertad y pidid excusas, el intervencionismo estallé ruidosamente. Wilson se salié de las casillas al referirse al incidente en el Congreso, y en una reunidn en la Casa Blanca con sus 298 Ibid. 296 Ibid. 190 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) principales allegados se decidié la ocupacién del puerto de Veracruz. Tres barcos de guerra desembarcaron 800 infantes y fueron ocupados los ferrocarriles, el correo, el telégrafo y Jos depésitos. *"” Las baterias del fuerte de San Juan de Ulta abrieron fue- go, mas fueron silenciadas por la artillerfa enemiga. Las tro- pas huertistas evacuaron Veracruz. Sin embargo, la resisten- cia popular continud. Los jévenes cadetes de la Escuela Na- val, al mando del capitén Rafael Carrién, lucharon bravamen- te. El bombardeo fue despiadado y mas de 300 mexicanos perdieron la vida. La bandera de las barras y las estrellas ondeé triunfal y cl general Fenston Ilegé para hacerse cargo de la ciudad. Las arcas de Veracruz fueron saqueadas y sus escuelas transformadas en cuarteles. Carranza protest6 airadamente contra Ja ocupacién ex- tranjera y América Latina fue sacudida por una marejada de antiimperialismo en la que Manuel Ugarte hizo oir muy cla- ramente su voz. Se inician negociaciones y Washington exige la renuncia de Huerta. Entre tanto, la victoria de los carrancistas se pre- cipita y el general Obregon toma México el 15 de agosto. La caida de Huerta esfuma el motivo declarado de la interven- cién, a lo que se suma la enérgica demanda de Carranza contra ella. Finalmente, el 23 de noviembre de 1914 Veracruz fue definitivamente desocupada. Persiguiendo a Pancho Villa La guerra civil siguid asolando a la tierra azteca, Carran- za, Villa y Zapata no se entienden y luchan entre si. En 1915 se puede decir que las fuerzas se disponian de la siguiente manera: Carranza controla Veracruz y Tampico, Zapata, México y Villa el norte. El fantasma de la revolucién nacio- 257 Link, op. cit, RETORNO A MEXICO 191 nalista, popular y antiimperialista en México ensombrece las discusiones en la Casa Blanca. El gobierno de Carranza empieza a adoptar decisiones inequivocamente perjudiciales para el capital extranjero. Se triplican los impuestos a las empresas petroleras, se anuncia que seran revisadas las concesiones, se obliga a los terrate- nientes “gringos’ a declarar el valor de sus tierras. Eso signi- fica un brete para ellos; si declaran un valor alto, deben pagar impuestos elevados, si declaran un valor bajo, pueden ser ex- propiados por poca plata. Por primera vez se hace didfanamente ostensible una li- nea de la politica exterior norteamericana que ird desarro- landose, paulatina e inexorablemente, hasta ser su eje prin- cipal después de la segunda guerra mundial; su rol contra- rreyolucionario, William Appleman escribe al respecto: “. ..su (de Wilson) filosofia expansionista de la historia, su calvi- nismo y su nacionalismo —que también eran parte integrante de su liberalismo— lo impulsaron a oponerse a las revolucio- nes como barricadas en el camino de Norteamérica hacia el bienestar nacional y la hegemonfa mundial”. 2"* La causa real de la nueva intervencién armada al sur del Rio Bravo, es el propésito de decapitar a la revolucién popular mexicana. Pero otro serA el pretexto. México no tiene un gobierno tinico y responsable, Esta desgarrado por ejérci- tos rivales que se destrozan entre si, lo que, arguye Washing- ton, pone en serio peligro los intereses y las vidas de Ios re- sidentes norteamericanos, El primer enyite consistié en escudarse tras un planteo del ABC latinoamericano —Argentina, Brasil y Chile, apoya- dos por Uruguay, Bolivia y Cuatemala— inspirado por el Departamento de Estado. Los representantes de dichos paises y Lansing envian a Carranza, Villa y Zapata lo que se co- noce como “Nota Panamericana”. En ella se ofrecen como mediadores para establecer un gobierno tnico y apaciguar a la Republica Mexicana. El gobiemo de Carranza rechaza la 29° William Appleman Williams, La tragedia de la diplomacia nor- teaniericana. México, Ed. Grijalbo, 1960. 192 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (I) nota por ser una indebida intromisién en los asuntos internos de México y la misma levanta protestas en las propias re- publicas signatarias. El doctor Luis Alberto de Herrera interpela al canci- ller uruguayo con ese motivo, 7”? Por otra parte, de a poco, pero con solidez, Carranza se va haciendo con el control del pais. Washington ve cémo su pretexto se le escabulle de los dedos. Entonces un incidente, de los muchos que se suceden en la frontera entre villistas y yanquis, da pie a la inter- yencién. Un destacamento de 500 villistas ataca Columbus el 9 de marzo de 1916. Son muchos los historiadores que afirman que el ataque fue provocado. Lo cierto es que llama Ja aten- cién que sélo haya habido 15 victimas americanas y, en cambio, los mexicanos dejaron més de 200 muertos en la accion. La cubierta para Ja invasién se ha configurado. El 15 de marzo el general Pershing, al mando de 12.000 hombres, cruza la frontera para castigar a Villa. Lansing escribe a su presidente: “Tengo la opinién de que debemos eyvitar el empleo de la palabra «

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