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Literatura
Glosario

La Literatura es una construcción humana y racional, que se abre camino hacia la


libertad a través de la lucha y el enfrentamiento dialéctico, que utiliza signos del
sistema lingüístico, a los que confiere un valor estético y otorga un estatuto de
ficción, y que se desarrolla a través de un proceso comunicativo de dimensiones
históricas, geográficas y políticas, cuyas figuras fundamentales son el autor, la
obra, el lector y el intérprete o transductor.

He aquí la definición de Literatura que se tomará como referencia y que a continuación se


examinará en cada uno de sus elementos.

La Literatura es una construcción humana que existe real, formal y materialmente, y que puede
y debe ser analizada de forma crítica mediante criterios racionales, conceptos científicos
e ideasfilosóficas[1].
Como construcción humana, la Literatura se sitúa en el ámbito de la Antropología;
como realidad material efectivamente existente, pertenece al dominio de la Ontología;
como obra de arte, constituye una construcción en la que se objetivan valores estéticos, que
exigen enjuiciarla, desde una Estética o filosofía del arte, en un espacio estético; y
como discurso lógico, en cuya materialidad se objetivan formalmente Ideas y Conceptos, es
susceptible de una Gnoseología, es decir, de una interpretación basada en el análisis crítico de
las relaciones conjugadas —que no dialécticas— entre la Materia y la Forma que la constituyen
como tal Literatura[2].

Reitero aquí un postulado fundamental que subrayaré con frecuencia: desde el Materialismo
Filosófico, la Teoría de la Literatura es el conocimiento científico de los materiales literarios,
es decir, el análisis conceptual y categorial de los materiales contenidos y formalizados en las
obras literarias y con ellas relacionados, los cuales delimitan su campo de investigación y
constituyen su objeto de conocimiento, a cuya comprensión se accede a través de una
metodología científica, de naturaleza crítica y dialéctica (no doxográfica, ni moral, ni
ideológica), la cual se fundamenta a su vez sobre una gnoseología y una ontología, en el marco
de una filosofía materialista, cuya teoría de la ciencia está formulada y justificada en la Teoría
del Cierre Categorial (Bueno, 1992, 1995a; Maestro, 2006).

Llegados a este punto conviene identificar algunas discriminaciones necesarias, que permitan
distinguir y delimitar, desde la perspectiva del Materialismo Filosófico, tres realidades
diferentes y conjugadas —y articuladas en symploké, como combinación racional y ternaria de
ideas—: la Literatura, la Teoría de la Literatura y la Crítica de la Literatura.

a) En primer lugar, se considerará que la Literatura es el conjunto de los materiales literarios


que constituyen el objeto de la Teoría de la Literatura (en tanto que Teoría de la Literatura
basada en una filosofía materialista). La Literatura es así una realidad ontológica de primer
grado (materia primogenérica: M1), a la que pertenecen los seres humanos que la construyen
(autores), difunden (copistas, impresores, editores...) e interpretan (lectores, actores, críticos,
consumidores...); el texto en que se objetiva (papiros, pergaminos, manuscritos, libros, discos
compactos y soportes informáticos...); el lenguaje literario oral y escrito, etc. Los materiales
literarios son una realidad física, es decir, formal y material, que implica a autores, lectores,
intérpretes y actores, críticos, públicos, sociedades, culturas, etapas históricas, zonas
geográficas, etc., como totalidades complejísimas, fuera de las cuales la Literatura no es
concebible ni factible como tal. Estas totalidades pueden y deben ser analizadas de forma
sistemática, crítica y científica, a través de diferentes ciencias categoriales que, cada una desde
su propia perspectiva gnoseológica, tienen como objeto de interpretación algún tipo de
material que sirve a la construcción literaria: el lenguaje (Lingüística...), el texto (Retórica,
Ecdótica...), el ser humano (Antropología, Sociología...), bien como autor (Historia,
Psicología...), bien como lector (Hermenéutica, Pragmática, Fenomenología...). La
sistematización de las diferentes disciplinas y ramas del saber, organizadas en symploké para el
estudio de la Literatura, permite la constitución de la Teoría de la Literatura como ciencia
categorial ampliada cuyo objeto de estudio específico son los materiales literarios.

b) En segundo lugar, se considerará que la Teoría de la Literatura es, en consecuencia, el


conocimiento científico de los materiales literarios. Se tratará, por lo tanto, de un
conocimiento conceptual o categorial, es decir, de un conocimiento científicamente construido.
La Teoría de la Literatura es, pues, una ciencia categorial ampliada, como conjunto sistemático
de ciencias categoriales específicas que estudian, cada una desde su propia categoría
gnoseológica, una determinada forma de materiales literarios (la palabra, el signo, el autor, el
lector, la métrica, el personaje, el tiempo, el espacio, etc...) La Teoría de la Literatura da lugar a
conceptos, porque opera como una Ciencia. Quienes niegan la posibilidad de estudiar
científicamente la Literatura deberían exponer, en primer lugar, cuál es su Concepto y su Idea
de Ciencia, y, en segundo lugar, deberían explicarnos cómo se pueden definir, por ejemplo, los
conceptos de Narrador, Cronotopo, Endecasílabo o Signo teatral, al margen de la Narratología,
la Métrica o la Semiología del teatro. Es imprescindible distinguir entre conocimiento científico
(basado en conceptos categoriales), conocimiento filosófico (basado en ideas organizadas
lógicamente) y conocimiento ideológico (basado en prejuicios psicológicos).

c) En tercer y último lugar, se considerará que la Crítica de la Literatura es un saber de segundo


grado, es decir, un saber que solo puede actuar, que solo puede ser factible, a partir del saber de
primer grado que constituye la Teoría de la Literatura, como ciencia categorial responsable de
construir los conceptos científicos que habrá de manejar el crítico en sus interpretaciones sobre
los materiales literarios (texto, autor, lector, transductor, Historia, sociedad, psique, mito,
forma, etc.) La Crítica de la Literatura actúa sobre los materiales literarios solo a partir de los
conceptos que las ciencias categoriales ampliadas, sistematizadas en una Teoría de la
Literatura, le proporcionan sobre la Literatura. La Crítica de la Literatura da lugar a Ideas, y
opera como una Filosofía, al enfrentarse, de forma dialéctica y conjugada, a la symploké de las
Ideas contenidas y formalizadas en los materiales literarios.
Es obvio que la Literatura no es una ciencia, naturalmente, sino el campo de investigación de
varias ciencias categoriales, que pueden agruparse u organizarse desde una Teoría de la
Literatura. En consecuencia, en esta exposición se han distinguido tres realidades
fundamentales, funcionalmente relacionadas entre sí, es decir, en symploké:

1) La Literatura, que es una Ontología, en la cual se objetivan físicamente Materiales y Formas


literarios, construidos por un autor e interpretables por un lector.
2) La Teoría de la Literatura, que es una Ciencia categorial, la cual construye conceptos
científicos destinados a la interpretación de los materiales y las formas literarias.
3) La Crítica de la Literatura, que es una Filosofía, la cual dispone una organización crítica,
racional y lógica (symploké) de las Ideas formalizadas en los materiales literarios.

Conviene subrayar que cuando la Crítica de la Literatura se ejerce sin criterios no cabe hablar
en rigor de crítica, pues, ¿cuáles son sus fundamentos científicos, conceptuales, materiales? No
hay crítica sin criterios. La crítica nace en la objetivación del acuerdo y del desacuerdo —es
decir, nace de la dialéctica—, planteadas estas diferencias en términos que han de ser
verificados por la Ciencia, y no por la psicología personal, ni por la ideología gregaria y gremial,
ni por la retórica del sofista, cuyas palabras carecen de referentes materiales y de contenidos
verdaderos. Lo que decimos ha de estar verificado por la realidad efectivamente existente, es
decir, por la realidad material en que vivimos. Un triángulo tiene tres lados, en el siglo XXI y en
la Babilonia anterior a Cristo, y un azteca, un posmoderno o un musicólogo, tendrán que
convenir en que la suma de sus ángulos equivale a dos ángulos rectos. La ciencia no da lugar a
libertades, ni es políticamente correcta. Ni democrática. Y si bien sabemos que la Literatura no
está hecha de triángulos, no es posible ignorar, a su vez, que esa misma Literatura no está
exenta de Geometría, es decir, de Razón.

A partir de estos criterios se expone a continuación cuál es el lugar que ocupa la Literatura,
como realidad material y formal, en los ejes fundamentales del espacio antropológico,
del espacio ontológico, del espacio gnoseológico y del espacio estético.
Adviértase que, en toda obra literaria, el estudio del espacio antropológico da cuenta ante todo
de la dimensión política, histórica, geográfica y religiosa de los materiales literarios (Maestro,
2007); a su vez, el análisis del espacio ontológico permite determinar toda una teoría de la
ficción literaria, aquella que se objetiva en su naturaleza textual (Maestro, 2006a); por su parte,
el espacio gnoseológico indica el lugar que ocupa esta misma obra en una Genealogía de la
Literatura (Maestro, 2012); finalmente, el espacio estético da cuenta de la Genología de la
Literatura, esto es, del texto en sí y de las propiedades clasificatorias de sus materiales
literarios en una Historia de la Literatura y en una Teoría de la Literatura (Maestro, 2009).
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Teoría de la Literatura
La Literatura como Concepto

La Teoría de la Literatura es el conocimiento científico de los materiales literarios. Se trata,


por lo tanto, de un conocimiento conceptual o categorial, es decir, de un conocimiento
científicamente construido. Un Concepto es un término o referente definido en términos
científicos, categoriales o lógicos. La Teoría de la Literaturaes, pues, una ciencia categorial
ampliada, como conjunto sistemático de ciencias categoriales específicas que estudian, cada
una desde su propia categoría gnoseológica, una determinada forma de materiales
literarios (la palabra, el signo, el autor, el lector, la métrica, el personaje, el tiempo, el espacio,
etc...) La Teoría de la Literatura da lugar a conceptos, porque opera como una Ciencia. Quienes
niegan la posibilidad de estudiar científicamente la Literatura deberían exponer, en primer
lugar, cuál es su Concepto y su Idea de Ciencia, y, en segundo lugar, deberían explicarnos cómo
se pueden definir, por ejemplo, los conceptos de narrador, cronotopo, endecasílabo o signo
teatral, al margen de la Narratología, la Métrica o la Semiología del teatro. Quien no sea capaz
de distinguir entre conocimiento científico (basado en conceptos categoriales), conocimiento
filosófico (basado en ideas organizadas lógicamente) y conocimiento ideológico (basado en
prejuicios psicológicos), hará bien en acudir a una escuela o centro de enseñanza primaria. A
ser posible, con el Capricho 37 de Goya bien grabado en su mente.
Un concepto es aquello que define categorial o científicamente la esencia o núcleo de un
referente. Los conceptos emanan siempre de las ciencias categoriales, es decir, de las ciencias o
saberes que estudian la realidad material en sus diferentes parcelas, ámbitos o categorías. En
suma, los conceptos son referentes científicos o categoriales materialmente fundamentados o
acreditados en la realidad efectivamente existente. Evidentemente, no hay realidades
inmateriales. Por el momento, los dioses no existen. No se puede dar por supuesta la esencia de
algo mientras los saberes categoriales no logren por sí mismos explicarlo racionalmente. Los
conceptos son claros y distintos siempre, como es en Geometría el teorema de Pitágoras, o
como es en Métrica la definición de endecasílabo.
Ideas, Conceptos y Categorías son figuras gnoseológicas diferentes que conviene discriminar
con claridad.
Una Categoría es, gnoseológicamente, una totalidad atributiva en la que ha sido posible
enlazar o concatenar, mediante cierres operatorios, unas clases de elementos con otras, es
decir, unas partes con otras, en círculos de radio más o menos amplio, intercomunicados entre
sí. Las categorías constituyen la ejecución del principio platónico de la symploké (Sofista 259 c-
e). No constituyen círculos o esferas independientes (megáricas), sino círculos tejidos por
Términos y Proposiciones vinculados conceptualmente, es decir, científicamente.
Las Ideas, por su parte, atraviesan varias categorías (o todas ellas, en algunos casos), de ahí que
―siguiendo a Bueno (1970, 1972, 1995, 1995a)― se hable de ideas trascendentes, no en el
sentido kantiano, sino en el de la lengua española, es decir, ideas que transcienden los
contenidos conceptuales de varias categorías. Las ideas no permiten una construcción científica
estricta, ya que su estudio corresponde a la filosofía, no a la ciencia. Las ciencias se mantienen
en los diferentes recintos categoriales, y constituyen el criterio más adecuado para determinar
los diferentes campos o categorías.

Desde un punto de vista gnoseológico, los Conceptos se utilizan en correlación con las Ideas. De
este modo, se habla de concepto objetivo (y no de concepto subjetivo, considerado por los
escolásticos como resultado del primer acto de la mente), como de toda determinación
(delimitada frente a otras) de cualquier contenido (Término, Relación, Operación) dado en un
proceso de cierre categorial (Bueno, 1992, 1995, 1995a). En efecto, los conceptos objetivos se
mantienen en el ámbito de una categoría, del mismo modo que las ideas se conforman
gnoseológicamente sobre conceptos que pertenecen a categorías diferentes. Las ciencias
positivas utilizan conceptos objetivos; la filosofía, ideas objetivas. Así es como la Teoría de la
Literatura, como ciencia de la literatura, construye conceptos objetivos para interpretar los
materiales literarios, y la Crítica Literaria, como ejecución interpretativa de esta ciencia, se
sirve de los conceptos objetivos elaborados por la teoría literaria (gnoseología) y contenidos en
las formas y materiales de la Literatura (ontología). La ciencia es a la Teoría de la Literatura lo
que la filosofía es a la Crítica Literaria. Las primeras se ocupan de conceptos; las segundas, de
ideas. La Teoría de la Literatura es una Ciencia, pero la Crítica Literaria, al igual que la
Filosofía, no es una Ciencia, y no necesita serlo para ejercer sus funciones críticas, como se
desprende de las palabras de Bueno (1992). Las Ideas objetivas constituyen el campo de la
Filosofía. Son determinaciones resultantes de la confluencia de diversos conceptos, y se
conforman en el terreno de las categorías (matemáticas, biológicas, poéticas...) y de las
tecnologías (políticas, industriales, económicas...), como las ideas de Causa, Materia, Ser
Humano, Ciencia, Libertad, Estructura... El análisis de las Ideas es el objetivo positivo de la
Filosofía, del mismo modo que el análisis de las Ideas literarias es el objetivo positivo de la
Crítica de la Literatura, mientras que el de la Teoría de la Literatura es el de la elaboración de
los Conceptos objetivos, a partir de las categorías en las que se encuentran los materiales
literarios. El análisis de las Ideas ha de estar orientado, en Filosofía y en Crítica Literaria, a
establecer un sistema de relación e interpretación entre tales Ideas, operación que siempre
desborda los métodos de las ciencias positivas particulares.
En un nivel conceptual, es decir, considerada como concepto, la Literatura se convierte
necesariamente en el objeto de conocimiento de una ciencia categorial (Sociología,
Antropología, Etnología, Historia...), que interpretará los materiales literarios —objetos,
formas, referentes literarios— como Términos delimitadores de su campo gnoseológico. Se
advierte de este modo que existen diferentes conceptos de Literatura, y aún conceptos
positivos, que se suponen siempre ligados denotativamente a sus correspondientes
fenómenos y manifestaciones, los cuales se delimitan y configuran en un determinado
campo categorial o científico, de tipo etnológico, sociológico, histórico o incluso
psicológico (Bueno, 1992; Maestro, 2007a).
La consideración de la Literatura como Concepto nos sitúa inequívocamente en el espacio
gnoseológico, y nos exige responder a esta cuestión: cómo interpretar conceptualmente, esto
es, formalmente, los materiales literarios.
De este modo, podemos formular y confirmar las siguientes premisas.

En primer lugar, gnoseológicamente, la Literatura es el conjunto sistemático de materiales


literarios que pueden ser analizados conceptual o categorialmente por la Teoríade la
Literatura e interpretados filosóficamente por la Crítica de la Literatura. Toda Literatura
exige un intérprete cualificado. Al margen de ese intérprete científicamente educado, la
Literatura se convierte en un discurso ilegible, es decir, en lo que Derrida denomina
groseramente escritura. Un lector incompetente reducirá el Quijote a escritura, sin
ningún tipo de pudor. La ignorancia siempre fue hermana reconocida de la osadía. La
Literatura no existe como tal al margen de un espacio gnoseológico que dote al ser
humano de la capacidad interpretativa necesaria para analizar en términos científicos y
conceptuales el sistema que constituyen los materiales literarios. La arquitectura de este
espacio gnoseológico no es otra cosa que un sistema científico y educativo, al que los
griegos dieron modestamente el nombre de paideía. La Literatura es una “invención” de la
crítica literaria, y no existe al margen de un mundo lógico (M 3) capaz de interpretarla
como tal. La Literatura no existe en la posmodernidad, porque el discurso posmoderno es
un mundo meramente psicológico y fenomenológico (M 2), cuya retinosis pigmentaria
impide ver en la escritura cualquier forma de Literatura. Hablar de “literatura
posmoderna” es hablar de un oxímoron.
En segundo lugar, metodológicamente, es decir, como método de interpretación literaria, el
Materialismo Filosófico permite desplegar una Teoría de la Literatura basada en los principios
generales de una gnoseología materialista, teoría del conocimiento organizada en torno a la
distinción Materia / Forma, cuyo campo de interpretación es el conjunto de saberes
contenidos en las obras literarias y con ellas relacionados, organizados sistemáticamente
como conceptos categoriales, y cuyo objeto de interpretación son los materiales de la
Literatura.
En tercer lugar, críticamente, desde el Materialismo Filosófico la Teoría de la Literatura es el
conocimiento científico de los materiales literarios, es decir, el análisis conceptual y categorial
de los materiales literarios (autores, obras, lectores, intérpretes, sociedades, períodos
históricos...), los cuales delimitan su campo de investigación y constituyen su objeto de
conocimiento, a cuya comprensión se accede a través de una metodología científica, de
naturaleza crítica y dialéctica (no doxográfica, ni moral, ni ideológica), la cual se fundamenta a
su vez sobre una gnoseología y una ontología, en el marco de una filosofía materialista, cuya
teoría de la ciencia está formulada y justificada en la Teoría del Cierre Categorial (Bueno, 1992,
1995).
http://jesus-g-maestro.blogspot.com.co/2014/07/critica-de-la-literatura.html

Crítica de la Literatura
Glosario

La Literatura como Idea

La Crítica de la Literatura es la interpretación de las Ideas objetivadas formalmente en los


materiales literarios. En tanto que interpretación de Ideas, toda Crítica de la Literatura habrá
de estar fundamentada en una Teoría de la Literatura, como ciencia categorial de los materiales
literarios, y habrá de ejercerse como una Filosofía, es decir, como un saber efectivamente
crítico, capaz de rebasar los conceptos literarios y de enfrentarlos con múltiples Ideas que
atraviesan o transcienden diversos campos categoriales.
La Crítica de la Literatura es, pues, un saber de segundo grado ―tal como Bueno califica a la
Filosofía―, es decir, un saber que sólo puede actuar, que sólo puede ser factible, a partir del
saber de primer grado que constituye la Teoríade la Literatura, como ciencia categorial
responsable de construir los conceptos científicos que habrá de manejar el crítico en sus
interpretaciones sobre los materiales literarios (texto, autor, lector, Historia, sociedad, psique,
mito, forma, etc.) La Crítica de la Literatura actúa sobre los materiales literarios sólo a partir de
los conceptos que las ciencias categoriales ampliadas, sistematizadas en una Teoría de la
Literatura, le proporcionan sobre la Literatura. La Crítica de la Literatura da lugar a Ideas, y
opera como una Filosofía, al enfrentarse, de forma dialéctica y conjugada, a la symploké de las
Ideas contenidas y formalizadas en los materiales literarios.
Una Idea es un término o referente considerado en términos críticos, trascendentales o
universales, esto es, no científicos ni categoriales, es decir, no limitado de forma exclusiva a un
ámbito o categoría científica, sino en relación ―de trascendencia y de implicación― con varios
campos categoriales. Las Ideas son referentes críticos o filosóficos materialmente
fundamentados o acreditados en la realidad racional humana.
El Materialismo Filosófico no admite la existencia de Ideas que desborden los límites del
racionalismo humano[1]. Las ideas son construcciones de la razón humana, y poseen su propia
genealogía y construcción, que es posible interpretar y explicar históricamente. Las ideas no
pueden desbordar los límites del espacio antropológico. Ni los orígenes ni las consecuencias de
las Ideas están fuera del espacio racional humano, ni más allá de sus posibilidades de
conocimiento. No cabe hablar, pues, ni de ideas irracionales, ni de ideas metafísicas. Las Ideas,
o tienen un referente material que las justifica y hace posibles, o son una falacia propia de
sofistas y digna de pánfilos. Las ideas son totalizaciones atributivas que se organizan, modulan
y configuran a través de la historia humana. Las ideas se organizan en symploké, a partir de la
relación (conflictiva, contradictoria, a veces incluso incompatible...) de los conceptos, los
cuales, a su vez, proceden de la actividad científica.
Considerada como sistema de Ideas objetivadas formalmente en un material estético o
poético, la Literatura es plenamente objeto de una Filosofía. No hablaremos aquí de Teoría
de la Literatura, ni de la Literatura como objeto de ciencia categorial alguna. La
Literatura como Idea sólo puede ser objeto de una Filosofía, desde el momento en que
toda filosofía o es un saber crítico o no es una filosofía, es decir, no será una ideología(que
justifica acríticamente tal o cual opción gremial), ni será una filosofía
confesional(destinada a sostener, de forma igualmente acrítica o fideísta, tal o cual
orientación religiosa en la interpretación de un autor u obra literaria).

Hay múltiples ideas de Literatura, es decir, múltiples esquemas de coordinación de los


conceptos positivos de Literatura, elaborados por las diferentes teorías literarias
históricamente desarrolladas. Tómese, por ejemplo, como referencia la doctrina de las tres
ideas fundamentales sobre las que se ha construido la teoría literaria de la Edad
Contemporánea —las ideas de autor, mensaje y receptor—, una vez superada la poética
mimética de corte aristotélico, y al margen de la implantación del intérprete o transductor,
no considerada por Jakobson (1960) en su reducción estructuralista del hecho literario.
Desde los criterios del Materialismo Filosófico, las diferentes Ideas de Literatura que se
han dado hasta finales del siglo XX podrían reducirse a tres fundamentales, que expongo a
continuación, y que, de hecho, es posible encontrar en la doxografía académica, y aún en
las opiniones comunes, mejor o peor expresadas en términos mundanos. La superación de
este esquema tripartito tiene lugar al incorporar al intérprete o transductor (Maestro,
1994) como cuarto y último término del campo categorial de la Teoría de la Literatura, de
acuerdo con la ontología materialista expuesta en Los materiales literarios (Maestro,
2007b).
Obsérvese que la Literatura como Idea nos sitúa, en primer lugar, en los tres ejes
antemencionados del espacio antropológico: circular o humano (subjetivo), radial o
natural (cósmico), y angular o teológico (metafísico); y, en segundo lugar, nos emplaza
igualmente en los tres géneros de materialidad constitutivos del espacio ontológico o
Mundo Interpretado: lo Físico (M 1), lo Psicológico y Fenomenológico (M 2) y lo Lógico y
Científico (M 3).
Así pues, en primer lugar, la Literatura como Idea, desde el punto de vista del espacio
antropológico, se define a partir de tres inferencias o ideas fundamentales:

a) Una Idea estrictamente antropomórfica de Literatura, que es la que sostiene el


materialismo filosófico, según la cual la Literatura es una construcción humana que,
determinada por múltiples causas, utiliza signos del sistema lingüístico a los que confiere
formalmente un valor estético y un estatuto ficcional, y cuyo discurso, en el que se objetivan
ideas y conocimientos que exigen ser objeto de interpretación científica, se inscribe en un
proceso comunicativo pragmático y social. Ésta es una Idea de la Literatura fundamentada en
el eje circular y humano del espacio antropológico.
b) Una Idea formalista, e incluso naturalista, de la Literatura, que identifica en
la obra o texto el material literario fundamental, y acaso exclusivo y excluyente, de la totalidad
del complejo sistema constitutivo de la Literaturay constituido desde ella. El texto literario, con
todos sus ingredientes formales, se percibe ahora como una imitación o mímesis de la
naturaleza o del mundo interpretado: es el caso de Platón, y sobre todo de Aristóteles, así como
de la preceptiva renacentista europea, la Naturnachahmungalemana, el neoclasicismo
francés... Es una Idea de la Literatura que persiste en la cultura europea hasta el teatro trágico
de un Vittorio Alfieri, en pleno Romanticismo europeo. Desde un punto de vista aristotélico, la
Naturalezasería aquí el referente fundamental de la construcción literaria, en la cúspide de un
proceso dentro del cual el ser humano quedaría reducido a un simple intermediario
entre natura y texto. En el caso de las poéticas formalistas y estructuralistas, desde el punto de
vista de Barthes, por ejemplo, el ser humano resultaría radicalmente derogado (pese a ser en sí
mismo causa eficiente de otros materiales literarios posteriores, de los que resulta
indisociable), en principio, bajo el pretexto de la supremacía de las formas literarias, aunque en
consecuencia —y en realidad— su presencia sea sólo anulada por las pretensiones de
supremacía efectiva y omnipotente del crítico o transductor, esto es, Roland Barthes, Hans
Georges Gadamer, Wolfgang Iser, Umberto Eco, Michel Foucault o Harold Bloom, entre otros
tantos “santos inocentes” de la interpretación literaria y de la hermenéutica textual. Ésta es una
Idea profundamente formalista de la Literatura, proyectada hacia el eje radial —la naturaleza o
el mundo como formas textuales, de modo que todo es texto— del espacio antropológico. Son
teorías literarias que desembocan en la hipóstasis de las formas, es decir, en el idealismo
epistemológico, en la metafísica de la interpretación.
c) Una Idea teológica de la Literatura: la obra literaria se concibe ahora como expresión de un
mundo suprasensible y trascendente. Se abstraen o derogan ideológicamente los materiales
literarios que no interesan al intérprete, convertido en un ideólogo que sirve a intereses
puramente gremiales. Así, por ejemplo, se excluyen los materiales literarios cuyos artífices son
hombres blancos, heterosexuales, europeos, etc...; las obras literarias canónicas; los textos
literarios escritos en las lenguas del Imperio; la obras literarias que contrarían o perturben el
autismo gremial, o la moral de los miembros del grupo (las listas de lecturas prohibidas
contemporáneamente por el Opus Dei, la Iglesia católica, o el mundo musulmán, etc.,
constituyen un canon fuertemente codificado de lo que no debe leerse al margen de los
permisos facilitados por un “padre espiritual”). Sólo en términos teológicos, es decir, monistas
y holistas, que defienden un fundamento único y dogmático con pretensiones de totalidad, cabe
la exaltación irracional y acientífica que practican posmodernamente múltiples movimientos
ideológicos. Esta Idea teológica de la Literatura está y ha estado en la base de mucha literatura
religiosa, nacionalista, mística (no en vano el nacionalismo es contemporáneamente una de las
experiencias místicas de las masas sociales). Es la poética como mito o referente de una
realidad suprahumana, inaprensible, incognoscible o inefable incluso. Es también la
interpretación literaria como la revelación de saberes ocultos, esencias numinosas, misterios
irracionales, creencias fideístas. Es el intérprete que penetra la literatura en busca de lo oscuro,
cual Heidegger —gran amigo de lo oscuro— con una “linterna” nietzscheana en busca del Ser, a
la caza de logos todopoderosos o de todo lo contrario —pensieri deboli vattimianos—, sea el
espíritu puro o absoluto, sea la esencia de los pueblos, la identidad de los indígenas o el sexo de
los ángeles, etc. Heidegger, Derrida, Vattimo...

Y en segundo lugar, la Literatura como Idea, desde el punto de vista del espacio
ontológico, también puede definirse a partir de tres inferencias o ideas fundamentales:

a) La idea cósmica, de corte fisicalista o formalista, de Literatura, proyectada sobre el primer


género de materialidad: el mundo físico. Esta idea interpreta la Literatura como un sentimiento
de idealismo o descriptivismo conciliador del hombre con la Naturaleza(Aristóteles) o con el
Mundo (Derrida). Es la idea aristotélica que identifica a la Literaturacomo imitación de la
Naturaleza (la mímesis como principio generador del arte). Es también la idea formalista (o
incluso materialista, en su sentido más primario y grosero, tal como la practica Siegfried
Schmidt, 1980), del mundo unificado en un texto, en una línea que, en otro de sus segmentos,
nos conduce al formalismo primogenérico de un Derrida o un Paul de Man, cuya ontología
reduce falazmente el Mundo a una sintaxis de formas —esto es, a un texto— carentes de
significado y de dimensión semántica, en un intercambio pragmático de referentes absurdos,
pues se trata de formas sin contenido[2].
b) La idea subjetiva, psicologista o anímica, de la Literatura se proyecta, a su vez, sobre los
fenómenos de la vida interior, es decir, sobre el segundo género de materialidad (las realidades
psicológicas explicadas materialmente). La Literatura se convierte ahora en una expresión de
los “anhelos del alma”, en una búsqueda del reconocimiento de la independencia o de la
libertad, del amor, de la inmortalidad, de los complejos de la infancia o de las limitaciones de la
madurez, de los impulsos frustrados o de las ambiciones sociales y psicológicas, en suma, de
cualesquiera pulsiones personales o trascendentes. Es la Idea psicologista de Literatura que
había sostenido Platón en el Ion, al referirse al poeta como un demente, si bien
en la Repúblicaparece situarse en una perspectiva más propia de la lógica y de la filosofía
crítica, al enjuiciar los géneros literarios. Es también la Idea de la Literatura que sostiene el
propio Gustavo Bueno en casi toda su exposición de la Teoría del Cierre Categorial (1992), que
apenas ha considerado a la Estética como objeto de jurisdicción de la gnoseología materialista.
Y es sobre todo la Ideade la Literatura que sostiene el psicoanálisis freudiano, jungiano o
lacaniano, la mitocrítica de los Bachelard, Mauron, Durand, Starobinski, Frye... A una aventura
psicologista ha reducido la posmodernidad la Idea de Literatura: “la Literatura es lo que a mí se
me ocurre decir después de haber leído cualquier cosa que yo considere que es Literatura”. La
interpretación se convierte así en pura psicología, en fenomenología rupestre, en vulgar
opinión, en doxa insostenible, es decir, en términos platónicos puros: en un discurso
cavernícola.
c) La idea lógica de Literatura se proyecta, sin embargo, sobre el tercer género de materialidad,
al estar articulada de acuerdo con objetos lógicos, abstractos y teóricos. Es la idea sin duda más
tradicional, filológica y filosófica, científica y crítica, al considerar que la Literatura es una
materia que debe y puede ser analizada formalmente mediante Conceptos, examinados por las
ciencias categoriales, y mediante Ideas, criticadas desde la symploké del pensamiento
filosófico. Es la Idea de Literatura desde la que Baruch Spinoza examina, por vez primera en la
historia de la exégesis bíblica, las Sagradas Escrituras, desde una perspectiva crítica y
racionalista, de corte materialista, en su Tratado Teológico-Político (1670). Es también la
Idea de Literatura desde la que Hegel enjuicia la tragedia griega en su Fenomenología del
espíritu. Es la Idea de Literatura que sostiene el Materialismo Filosófico, tal como lo he
expuesto en mis trabajos de teoría literaria, a partir de la obra de Gustavo Bueno.

Debo añadir finalmente que esta última Idea de Literatura, que propugno y desarrollo en mis
obras, como discurso lógico y crítico, es precisamente la que la deconstrucción de Derrida trata
de negar de forma completamente grotesca y estéril. Porque la Literatura, desde sus orígenes
hasta el momento mismo de escribir y de leer estas líneas, es una materia que puede estudiarse
e interpretarse conceptualmente. Digan lo que digan los textos escritos por alguien que, como
Derrida, pasó su vida ―al igual que Rousseau― escribiendo para condenar la escritura, es
decir, negando los medios que hacían posible sus fines. Pese a ellos y contra ellos, la Literatura
exige un saber conceptual, científicamente categorizable y racionalmente explicable.

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