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Luces y sombras del ejercicio 2018

Con carácter previo y desde el punto de vista metodológico cabe reseñar que la conducción
(Gobernanza) de la Política Económica Española en 2018 sigue instalada en la vertiente
coyuntural, cortoplacista, sin que se pueda atisbar ninguna reflexión «estructural» en la que ponga
sobre la mesa el principal problema de la Economía Española: el incremento de su base
productiva; por decirlo más claro, poner en valor a todos los factores productivos, como única
solución a la convergencia real de nuestra economía con la Unión Europea.

El bajo nivel de población activa (y por supuesto ocupada) con respecto a la población en edad de
trabajar, el bajo nivel de producción de una economía con 47,5 millones de habitantes, la
alta economía regular (es real, no se la espera), el bajo nivel de industrialización (se ha dejado a
este sector productivo sin un Ministerio del ramo), la desertificación/desertización que ha llegado
para quedarse, conforman, entre otros aspectos, una Gobernanza de los asuntos económicos muy
poco preocupada en los problemas estructurales y en poner en actividad a todos los factores
productivos: incrementar la base productiva de la economía y su productividad.

El potencial de la España territorial, poblacional y tecnológica es muy superior a la España


económica (real) que estamos analizando año tras año.

Aspectos coyunturales. Resultados

No cabe duda de que la Economía Española ha seguido creciendo en 2018, pero de forma más
moderada (es también el signo de la Unión Europea). Creo que debe de hablarse de
desaceleración de la tasa de crecimiento del PIB: 2,5/2,6 estimada para este ejercicio (3,0 por
ciento año 2017).

Los indicadores en la recta final de 2018 (BE, INE) parecen apuntar a una cierta aceleración del
crecimiento del PIB hasta un 0,7 por ciento (IV trimestre), (0,6 por ciento en trimestres anteriores).
Ello no debe modificar la tendencia descrita de suave desaceleración en el crecimiento, sino más
bien interpretarla como una reaceleración puntual de nuestra economía. En definitiva, un buen
año en materia de crecimiento económico sin reformas, pero crecimiento al fin y al cabo.

Por componentes caben destacar los siguientes: tirón de la demanda nacional al 3,0/3,1 por ciento
de crecimiento, contribución negativa al crecimiento de la demanda exterior neta (-0,5 puntos),
repunte del turismo (pernoctaciones) en el último tramo del año, manteniendo niveles
productivos de 2017, leve ascenso del índice de confianza del sector de la construcción, entre
otros (BE, INE).

La estadística de movimientos turísticos en fronteras en los 10 primeros meses de 2018 nos indica
que el número de turistas que visitan España aumenta un 0,5 respecto a 2017 y roza los 73,9
millones. Un buen dato a tener en cuenta con independencia de la recuperación del sector en la
otra orilla del mar mediterráneo.
Reino Unido, Francia y Alemania siguen siendo los principales países emisores. La previsión de
turistas para todo el año 2018 se estima entre 81/82 millones de entradas. Un buen dato que ha
ayudado a mantener nuestro crecimiento por encima de la media de la Unión Europea.

En materia de empleo cabe señalar que la tasa de paro (EPA-III trimestre de 2018) se ha situado en
el 14,55 por ciento de la población activa, dos puntos por debajo del mismo trimestre del año
anterior. La previsión para el ejercicio 2018 es de 14,0 por ciento. Un buen dato sin duda, pero
insuficiente dado el elevado volumen de paro existente en nuestro país.

La tasa de actividad se sitúa en el 58,73 por ciento en el III trimestre-2018 con una proyección del
58,70 por ciento a final de año. Los parados asciendes a 3,32 millones de personas, con una
proyección a final de año en torno a 3,30 millones de parados. El empleo ha crecido un 2,51 por
ciento en los últimos 12 meses.

La inflación anual estimada del IPC en noviembre de 2018 es del 1,7 por ciento de acuerdo con el
indicador elaborado por el INE. De confirmarse este dato el mes de noviembre habría tenido un
comportamiento bajista de los precios, básicamente en energía y carburantes. La inflación
subyacente estaría por debajo del 1,0 por ciento. La Economía Española goza por tanto de
estabilidad de precios.

Problemas estructurales: una constante en el tiempo

Dentro de los problemas actuales de la Economía Española señalaría como principal y básico la
necesidad de aumentar su capacidad productiva. Aumentar la capacidad productiva en el sentido
de poner en valor todos los activos existentes, que hoy por hoy no están en producción. Ello
implica forzosamente una mirada «estructural» de la Política Económica, que sinceramente no se
ve por ninguna parte.

El cortoplacismo gubernamental impregna la acción de la Gobernanza, dejando que la Política


Coyuntural, constituya el «antídoto» por excelencia de la conducción de la Economía Española. No
se negarán desde estas páginas los avances de la economía en estos últimos cinco años, lo hemos
dicho en trabajos anteriores, pero la falta de soluciones tendentes a incrementar la capacidad
productiva de la Economía Española es una realidad.

Es evidente que la economía está creciendo (de forma desacelerada, pero creciendo), pero
también lo están haciendo las economías de nuestro entorno. Naturalmente la brecha de renta
entre España y la media de la Unión Europea sigue existiendo y tiene el nivel que tenía hace 30
años; es decir avanzamos, pero los demás también avanzan, siendo los niveles de renta
diferenciales los mismos año tras año, lo que convierte en estructural este problema así como la
dimensión del mismo. Sin un nuevo impulso, poner en valor toda la capacidad productiva, no será
posible converger en términos de renta con la media de los países de la UE/UEM.

Producimos 1,12 billones de euros (población 47,5 millones de habitantes), cifra importante pero
insuficiente, sobre todo pensando en los niveles de producción de Alemania, Francia, Gran
Bretaña e Italia. Todo ello con una tasa de actividad del 58 por ciento, muy por debajo de la media
de estos cuatro Estados de la Unión Europea. Son problemas estructurales, como ya hemos
indicado, que exigen una nueva “dimensión” de la Política Económica Española.

España ha perdido peso industrial. Uno de los sectores más importantes de la Economía Española
está rezagado, no llegaremos a los objetivos de la UE/2020, tener un peso industrial no inferior al
20 por ciento del PIB. La propia estructura del Gobierno de España deja a la Gobernanza industrial
sin ministerio, o a lo sumo con un Ministerio compartido.

Estamos delante de la IV revolución industrial y no se percibe una preocupación primaria por los
retos que ella comporta. Industria más Energía representan un 18 por ciento del PIB (20/21 por
ciento de media de la UE). Alemania por ejemplo, 25,5 por ciento: estamos muy lejos de este
registro.

El sector exterior siendo importante en volumen exportador sigue restando su saldo exterior peso
al crecimiento de la Economía Española (aportación al crecimiento de -0,5 puntos). El crecimiento
de las exportaciones, importante, sigue siendo insuficiente para compensar el volumen de
importaciones.

La Gobernanza de los asuntos económicos (eficacia y eficiencia) en términos generales es


insuficiente, lastrando posibilidades de crecimiento. Igualmente sucede con la incertidumbre
politica que disminuye las posibilidades de negocio y retrasa decisiones inversoras por parte de las
empresas.

Finalmente, no podemos olvidarnos del problema de las desigualdades derivadas de situaciones


de paro, bajos salarios, precariedad laboral, insuficiente nivel educativo, etc. Son la otra cara de la
moneda: el crecimiento económico no alcanza a todos, es un crecimiento desigual tanto en lo
personal como en lo sectorial.

Según datos de la última “encuesta de condiciones de vida” del INE, el 21,6 por ciento de la
población española vive por debajo del umbral de la pobreza. Es decir, sobrevive con unos
ingresos inferiores a 8.500 euros/año. Además, EUROSTAT nos alerta que España es uno de los
países centrales europeos en los que más ha crecido esta población en riesgo, siendo acompañado
este hecho con una menor inversión pública en protección social que en el resto de la UEM: todo
un despropósito. España viene dedicando a estas políticas sociales una inversión en torno al 17,0
por ciento del PIB, por debajo de 20,0 por ciento de la Eurozona.

Nuestro patrón (modelo) de crecimiento sigue mirando al sector terciario (con preponderancia del
sector turístico). El grado de tercialización de la Economía Española es muy alto (nos acercamos al
70,0 por ciento), pero con un sector industrial rezagado (18,0 por ciento del PIB) y no acorde con
el territorio y población de España.

Estamos por tanto, ante un verdadero problema estructural que exige al Gobierno un activismo
reformador a medio y a largo plazo frente al coyunturalismo reinante. Nos va en este cambio de
Gobernanza socioeconómica la recuperación del papel de España en la Unión Europea, en todos
sus aspectos, pero prioritariamente en la consecución de una convergencia real plena en términos
de renta y empleo.

Resultados positivos pero insuficientes: crecimiento sin reformas y con desigualdades

El año 2018 ha sido un nuevo ejercicio positivo para la Economía Española, tanto en términos de
crecimiento económico, generación de empleo, disminución de la tasa de paro y estabilidad de
precios. Pero este es un resultado coyuntural, insuficiente, que explica el devenir de una economía
en una situación concreta y compleja, tanto en el campo interno como externo, y que no ha
abordado, ni lo ha intentado, corregir los grandes problemas macroeconómicos que lastran
nuestro crecimiento potencial y que nos impiden converger en términos de renta y empleo con los
países de la UEM de la que formamos parte.

Hemos vivido un año más de los resultados de un crecimiento económico sin reformas en el tejido
productivo y en el ámbito institucional. La política tecnológica y su consecuente reindustrialización
no han sido abordadas, manteniendo el modelo de crecimiento altamente tercializado y muy
dependiente del turismo. La capacidad productiva de la economía sigue sin estar ocupada, con una
productividad media por debajo de nuestros principales competidores.

El afloramiento de la economía sumergida sigue esperando así como la puesta en marcha de un


plan de choque contra la evasión fiscal y una estrategia real de disminución del déficit público
(AIReF).

Además, nuestro entorno, la Unión Europea, camina también por la senda de la desaceleración del
crecimiento (Comisión Europea, EUROSTAT, BCE). La Comisión Europea ya ha reducido la
estimación de crecimiento para las economías más importantes de la Eurozona.

La Unión Europea crecerá un 2,0 por ciento en 2018 y un 1,8/1,9 por ciento en 2019. Italia, por
ejemplo, la Comisión Europea ha recortado su estimación de crecimiento a un 1,1 por ciento este
año. Alemania y Francia llevan meses mostrando debilidad en los indicadores coyunturales.

Todo esto coincide con el tiempo: debilitación de la economía europea y española y fin de los
estímulos financieros que para España se estima que obligará a una desinversión de 22.000
millones de euros en bonos españoles. Además, las transformaciones productivas están en la
puerta esperando (industria 4.0): las sucesivas revoluciones industriales han comportado
crecimiento económico y aumento de rentas a largo plazo. Finalmente, las desigualdades
existentes han aumentado en los últimos años.

A mayor abundamiento la incertidumbre política vuelve a cotizar, tanto en España como en la


Unión Europea (Brexit, proteccionismo, populismos, Cataluña, etc.). La Economía Española finaliza
2018 sin que el Gobierno haya presentado los PGE para 2019. Tampoco está nada claro el final del
Brexit ni tampoco el coste del proteccionismo. Ejemplos claros, todos ellos, de riesgos políticos
con claro impacto en las economías de la Eurozona.
Pero estimamos que no estamos ante un “fin de ciclo” si hay un cambio de orientación de la
Política Económica. La Economía Española está necesitada de reformas, de cambios de modelo de
crecimiento. Necesita converger realmente en términos de renta, empleo y cohesión social.

Perspectivas para 2019 y 2020

Las perspectivas de la economía mundial han cambiado: el crecimiento es menos uniforme y las
tensiones comerciales se acrecientan. El FMI proyecta crecimientos mundiales del 3,9/3,8 por
ciento para 2018/2019. Además, estamos ante una crisis de Gobernanza de la economía mundial:
las tensiones comerciales son un síntoma de ello. El G-20 reunido a principios del mes de
diciembre en Buenos Aires, ha acordado nuevas medidas restrictivas al comercio mundial
(propuesta por la OMC) con efectos muy importantes para las economías europeas.

El llamado “Contrato Social” acordado después de la II GM por empresarios y sindicatos


prácticamente no existe: es necesario alumbrar uno nuevo. Además, es necesario atenuar los
crecientes desequilibrios de los intercambios entre países así como corregir el aumento de las
desigualdades en el reparto de los beneficios de la mundialización. Todos estos elementos forman
parte de la crisis de la Eurozona que hay que encauzar, pues las economías que la conforman se
resienten de esta pérdida de confianza global.

Las tensiones proteccionistas, unidas al Brexit y al debilitamiento de los mercados europeos ya se


reflejan en la desaceleración de la Economía Española, pero aumentarán en los próximos años: el
superávit externo, puede desaparecer. Y todo ello bajo la hipótesis, de un precio del petróleo
estabilizado en una zona relativamente barata.

Las proyecciones macroeconómicas para España (2019/2020, BE-BCE) nos dejan dos grandes
conclusiones: laeconomía se sigue desacelerando, pero mantenemos un crecimiento no inferior al
2,0 por ciento (2,2 por ciento en 2019 y 1,9/2,0 por ciento en 2020). Si no hay correcciones
estructurales entraremos en una zona peligrosa en los próximos años.

La tasa de paro frenará su intensidad de caída: 13,2/13,5 en 2019 y 11,9/12,0 en 2020. La


generación de empleo según esta proyección se situará entre un 1,9 y 1,7 por ciento en el citado
bienio. De cumplirse este escenario macroeconómico se cerrará el año 2020 con una necesidad de
financiación de las AA.PP del 2,0/2,2 por ciento.

El índice armonizado de precios al consumo se situará en los niveles de crecimiento del 1,7 (2019)
y 1,5 por ciento (2020). Es decir, estabilidad de precios teniendo en cuenta lo ya expuesto en
materia de precio del crudo. La deuda del Estado que ha marcado en septiembre un nuevo
máximo de 1,033 billones de euros y sin perspectivas actuales de aprobación presupuestaria para
2019, se presenta complicado la puesta en marcha de un proceso de disminución de deuda que
aliviaría la carga por intereses.

La reducción de las desigualdades (brecha existente entre España y Eurozona) sin cambios en la
conducción de la Política Económica, no podrá llevarse a cabo en el bienio 2019/2020: la OCDE ha
recomendado a España que focalice como prioridad en materia de inversión de gasto social la
cantidad del 20 por ciento del PIB (media de la Eurozona).

Los PGE del año 2019 en estos momentos no se sabe si se van a tramitar y en su caso aprobar.
Paliar las necesidades de las personas que viven por debajo del umbral de la pobreza (el 21,5 por
ciento de la población) implica la existencia de una política presupuestaria claramente expansiva
en inversión pública y protección social, lo que técnicamente parece que no se podrá cumplir.

En definitiva, el bienio 2019 y 2020 será moderadamente expansivo (en el entorno del 2,0 por
ciento de crecimiento), pero carente de reformas de calado en el tejido productivo y ausencia de
una política de corrección de desigualdades. Probablemente seguiremos en el 2019 en el
cortoplacismo salvo cambios de calado en la Gobernanza tanto en España como en la UE. No solo
está agotado el denominado “Contrato Social” europeo, que ha permitido más de 50 años de
expansión económica, sino también la conducción coyuntural de las economías, entre ellas la
española.

La necesidad de una nueva Política Económica

La crisis de la UE/UEM, real y evidente, condiciona el devenir de la Política Económica de los


Estados miembros, entre ellos España. Los cambios en la elaboración y conducción de la Política
Económica en España son más que urgentes, urgentísimos. Falta visión de Estado y sobran
tacticismos y coyunturalismos en toda su operativa. El reformismo estructural no está ni se le
espera: vivimos pensando en el corto plazo y quedan aplazadas en el tiempo las propuestas de
reformas estructurales necesarias para el mantenimiento del crecimiento sostenido de la
Economía Española.

Resolver los problemas de la “convergencia real” en renta, empleo y cohesión social con los países
de la UEM no es tarea fácil, pero estimamos que ya no puede demorarse por más tiempo bajo las
perspectivas de un crecimiento integrador, solidario y tecnológicamente avanzado. Dicho de otra
manera, ampliar la capacidad productiva de la Economía Española sigue siendo una asignatura
pendiente año tras año.

En este sentido consideramos prioritario el establecimiento de políticas públicas de carácter


estructural-reformista para los próximos años 2019-2020/2022 en las siguientes vertientes, entre
otras: institucional, instrumental, sectorial y territorial.

Campo institucional

La necesidad de una buena Gobernanza (exigencia social de primer orden) es fundamental para el
sistema económico. Aspectos tales como la trasparencia, acceso a la información, igualdad de
oportunidades, responsabilidad social de la empresa, tienen que estar presentes en esta nueva
conducción de la Política Económica.

También cabe añadir el trabajo relacionado con el establecimiento de cláusulas anticorrupción en


todos los contratos del Estado y de naturaleza público-privada. Colaborar en la cooperación
económico-jurídica internacional para el diseño de mecanismos que permitan el fortalecimiento
anticorrupción, también tienen que estar en nuestro campo de trabajo. Resumiendo: el buen
Gobierno, la buena Gobernanza, como nuevo centro de atención de la Política Económica en
España es prioritario.

Campo instrumental

Ya hemos indicado que uno de los problemas básicos de la Economía Española está en relación
con las desigualdades y la pobreza. El crecimiento económico de los últimos años ha sido desigual
lejos de reducir diferencias entre rentas, las ha incrementado. Eliminar barreras en el campo de las
desigualdades es contribuir a una sociedad mejor y más justa.

El derecho a los servicios básicos, públicos y privados, caso del abastecimiento de agua, energía,
servicios medioambientales, etc., tiene que contemplarse en este nuevo programa de Política
Económica de lucha contra las desigualdades y la pobreza. También en materia de vivienda y
acceso a la misma, tenemos un buen ejemplo para avanzar en políticas públicas de ámbito
redistributivo: precio, alquiler, tamaño, calidad, garantía, etc., son elementos a tener en cuenta en
los posibles cambios normativos a llevar a cabo. En política de empleo es necesario avanzar en la
misma dirección.

Empleo sí, por supuesto, pero empleo de calidad y con salarios aceptables; la Política Económica
tiene que analizar más y mejor el concepto de trabajador pobre. También la nueva política pública
tiene que acercarse a los problemas derivados de la vulnerabilidad y la exclusión social derivados
de los movimientos migratorios en nuestro país.

Campo sectorial

La Economía Española necesita trabajar en materia de desarrollo industrial. La industria 4.0 se ha


convertido en una corriente principal de la economía industrial en los principales países de la
UEM. Es prioritario para la Economía Española trabajar para asumir esta gran transformación del
sector industrial.

En el momento actual es básico disponer de un Ministerio de Industria que permita caminar en el


medio y largo plazo hacia un nuevo modelo productivo más tecnológico y competitivo. Las
políticas públicas tienen aquí un rol importante, puesto que tendrán que fomentar la dimensión
empresarial y ayudar a crear un ecosistema de innovación robusto que facilite la transición de las
empresas pequeñas y medianas hacia la industria 4.0. Estamos lejos de alcanzar un PIB industrial
del 20-22 por ciento (objetivo de la UE/2020), razón por la cual la prioridad desarrollo
tecnológico–revolución industrial debe formar parte de la formulación de la nueva política
industrial en España.

Campo territorial

Desde un campo de análisis distinto a los anteriores, pero de enorme trascendencia tenemos que
referirnos a la llamada “España vacía” que tras un proceso de desertización se ha quedado (o se
está quedando) sin población. Las cifras son apabullantes: en el año 2012 más de 1.200 municipios
españoles tenían menos de 100 habitantes; más de 2.700 estaban entre 100 y 500 habitantes. Es
decir, casi 4.000 municipios españoles se encontraban por debajo de los 500 habitantes, y con
tendencia a aumentar.

Son cerca de 100.000 km2 de territorio español los que están en esta situación. Analizar la España
rural tiene que estar en los nuevos planteamientos de Política Económica, pues los riesgos
demográficos son enormes. El papel de las políticas públicas de ámbito rural es necesario y
además preferencial en estos momentos. Este fenómeno está a la altura del debate de las
infraestructuras en el litoral español, en la culminación del llamado corredor mediterráneo.

La solución de los dos problemas estructurales es necesario, pero tenemos que pensar qué tipo de
crecimiento económico queremos para España. Es un debate en el que la política economica
reformista tiene mucho que decir. Las propuestas del Comité de las Regiones de la UE y de la
Comisión de Despoblación de la FEMP, pueden ser buenos documentos de partida. La búsqueda
de un desarrollo socioeconómico integrador en España no puede permitir el deterioro (la pérdida
de confianza) de la política de desarrollo rural.

José Vallés

Catedrático de Política Económica.. Profesor en la Universidad Loyola Andalucía. Presidente de la


Academia Andaluza de Ciencia Regional (CDP/JA). Investigador senior del Instituto Andaluz de
Administración Pública. Ha sido Fundador e Investigador Principal del grupo de investigación
"Andalucía en la Europa de las Regiones”. Ex-presidente de la Asociación Andaluza de Ciencia
Regional. Ha sido Consejero Científico del Instituto de Desarrollo Regional de la Universidad de
Sevilla hasta su extinción. Sus líneas de investigación son la economía regional, el sector público y
la política económica española.

http://www.loyolaandnews.es/loyolaecon/economia-espanola-2018-perspectivas-para-2019-y-
2020/

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