Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
DEPARTAMENTO DE ARTE
Dirección: Sandra Donin
(L ey 11.723)
su f o t o c o p ia .
Kapelusz editora S.A. Prohibida
Si bien todos los teóricos coinciden en la tal entre las especies literarias, y se analizan
extrema dificultad de enmarcar el género sus características a través de un sinnúmero
dentro de límites y condiciones precisos, en de opiniones, que suelen ser al mismo
la actualidad se le da una importancia capi- tiempo, breves ensayos sobre el ensayo.
¿Qué es un ensayo?
Se trata entonces de una composición literaria, generalmente breve, que tiene por
centro exponer la opinión del autor sobre los más variados temas: una mirada crítica que
combina arte y verdad, reflexión y voluntad de estilo.
Sin embargo, muchas veces el ensayo estilísticos del escritor que de la veracidad o
excede la brevedad que usualmente lo ca coherencia de sus afirmaciones. No preten
racteriza y puede alcanzar la extensión de de Jgotar los temas ni respetar un orden si
un volumen completo. logístico* sino opinar con talento. Nunca
abandona la matriz dialéctica que le dio ori
Las ideas son el corazón del ensayo, ma gen, es decir, la permanente apelación al in
nifiestas según una óptica crítica y una lógi terlocutor y tampoco, su oculta intención
ca retórica*1, que requiere un especial do didáctica, que se evidencia en un fuerte de
minio del lenguaje artístico. La persuasión seo de compartir un punto de vista sobre el
en el ensayo proviene más de los recursos mundo.
¿Cuáles son los límites del ensayo como género y qué relación tiene con el pensamien
to critico?
w1 *1» l ensayo, al cual alguien alguna vez llamó "el centauro de los géneros” porque
11 l i . mezcla todos a la vez, es el género propio de personas que necesitan poner el cuer-
po en la escritura. El ensayista comienza un texto pero nunca sabe hacia dónde va
a derivar, a diferencia de los ‘papers" universitarios o los llamados libros de investigación
Obsérvese, por ejemplo, cómo plantea del libro El pecado original de América,
H. A. Murena (1923-1975), destacado ensa que resulta una colección de ensayos.
yista argentino, su modo de composición
Una breve noticia biográfica de las aurores nombrados puede consultarse al final de este volumen.
Advertencia
Las páginas de este libro componen una especie de autobiografía mental. Así las escribí,
esto es, tratando de esclarecer la posición en que me bailaba en el mundo en que me toca
vivir, y de saber también cómo gira este particular mundo.
Son, si se quiere, los mitos que me forjé para explicarme el juego de las fuerzas humanas
y sobrehumanas que hacen que este trozo de orbe llamado América milagrosamente ande
y que su andar sea a la vez tan extraño y tan dificultoso.
Por esto, por considerarlos mitos -y no en el sentido peyorativo que no sé por qué se ha
dado a veces a esta palabra- preferí publicarlos tal como los había escrito, no me preocupó
la posibilidad de organizar las ideas que en ellos hay en un sistema más coherente. Violen
tos, desiguales, modificando o alterando o negando unos los puntos de vista de otros -com o
que fueron pensados a lo largo de siete años-, versando sobre un tema tan virgen y discu
tible, concebidos incluso con una acentuada voluntad estética, más como intuiciones que
como mesurados raciocinios, cerrado cada uno de los ensayos en sí como definitivo, tampo
co me parecía lícito-aunque crea que el ensayo que va en último término resume mi posi
ción final sobre el tema, un poco porque es el último, y otro poco porque lo he escrito con la
serenidad qite da el haber llegado “al medio del camino de la vida”-, no era lícito alterar
los, presentarlos en una visión sistemática.
Bastante voluntad de sistema tiene de por sí cada ensayo, para que pensara en aumen
tarla mediante una nueva sistematización. En sus versiones originales, la discrepancia de
cada uno con los demás servirá para que al cabo el lector descubra los granos de duda cu
ya ausencia en una obra humana significa locura o tontería y que yo, peregrinamente, pre
ferí expresar en un tono axiomático y mediante el ejercicio de la contradicción conmigo
mismo.
Los espíritus desprevenidos (¿o deberíamos llamarlos prevenidos, dado que utilizan la le
tra para prevenirse contra el espíritu?) hallarán a causa de ello contradicciones y equívocos,
repeticiones fatigosas y omisiones intolerables. Pero los lectores que este libro busca sabrán,
no obstante, descubrir, más allá de las ambigüedades de la letra, el aliento de una única in
tuición, de una idea básica que procura manifestarse a través de cualquierforma. Yacaso
esos lectores también reconocerán que dicha idea, a pesar de su carga de subjetividad -y
por la necesidad que tiene de conocer el mundo quien quiere conocerse a sí mismo-, no ca
rece al fin de algún fundamento en sus pretensiones de objetividad.
Héctor A. Murena
El pecado original de América, Buenos Aires, Sur, 1954.
1. Analizar en grupo las definiciones presenta ensayo el "centauro de los géneros"? Redactar al
das y señalar cuáles proponen puntos de vista respecto un texto que conste de un párrafo único.
extremos y qué rasgo definitorio del ensayo tie
3. ¿Qué concepto del ensayo se desprende
nen en común.
de la advertencia de Murena? Hacer una lis
2. Señalar las ¡deas principales en el texto de ta de las justificaciones de su ensayar, partiendo
Cristian Ferrer. ¿Qué quiere decir cuando llama al de "autobiografía mental".
El ensayo como género literario
Ambos definen el ensayo como una Este marco nos permite revisar breve
prosa literaria sin estructura prefijada que mente las otras especies literarias que se
admite la exposición y argumentación ló vinculan con el ensayo y al mismo tiempo
gica, junto a las digresiones*, en un escri establecer diferencias y conexiones con los
to breve, sin intención de exhaustividad. géneros tradicionales.
Se relaciona con la lírica en cuanto su con sus convenciones retóricas que recla
pone la presencia de ún yo fuerte aunque man la complicidad del lector.1
no encaminado a la emoción sino a la ló
Por lo tanto, el ensayo es un género de
gica persuasiva. Difiere de la novela pues
ideas, que enfoca parcialmente la reali
to que en ella el mundo objetivo es un to
dad desde una innegable voluntad de esti
do acabado con absoluto detallismo y
lo y participa con los otros géneros de esa
concentración, que busca un lector múlti
irrenunciable intención estética, que el en
ple y usualmente pasivo. El ensayo prefie
sayista expresa por vía del ingenio, el uso
re más bien el esbozo, la sugestión, el jui
de la paradoja* y la digresión.
cio incompleto sobre los objetos tratados.
Comparte con el drama la presencia del En conclusión y según las definiciones
interlocutor, el elemento conversacional comparadas:
I i i
N a rra tiv a Lírica Dram a
1 Consultar Selección de ensayistas argentinos. Estudio preliminar de José Edmundo Clemente, Buenos Aires,
Kapelusz, 1974. GOLU.
Un ejemplo de ensayo a propósito de estas cuestiones:
El género perpetuo
3. Investigar las funciones del lenguaje propuestas p osib le. C o n su lta r, al respecto, tos juegos del
por Jakobson y contestar por qué se da cabida lenguaje de A lic ia Fa isa l, en esta misma co
aquí al ensayo entre los otros géneros literarios. lección.
Form atos afines
Por otra parte, vale la pena detenerse pan un espacio anterior al ensayo propia
en las diferencias con otros formatos mente dicho y se vinculan con los denomi
afines. nados géneros científicos. Este tipo de
Si bien en el cuadro expuesto aparece el obras requiere una rigurosa argumentación
tratado en el mismo nivel del ensayo, es lógica y erudita, basada en silogismos com
conveniente considerar que este, tanto co pletos y citas de autoridad, prolijamente
mo la tesis, el inform e y la m onografía ocu asentadas.
La monografía1
Se trata de un trabajo de aná lisis y crítica sobre descubre el tema, que luego desarrolla en base
un tema puntual, cuya argumentación se basa en a citas directas o indirectas, testimonios u opinio
citas de autoridad, convenientemente asentadas nes calificadas. Para se r efectiva, debe mantener
en la bibliografía. Sigue las reglas lógicas en rigurosa coherencia entre las afirmaciones del
cuanto plantea una hipótesis o un problema y autor, el valor de las fuentes y el peso de los a r
expone la s razones que aporta como prueba, se gumentos, de modo que la conclusión se des
gún un esquema fijo. En los prim eros párrafos prenda claramente del razonamiento.
Otros
#•
Al mismo tiempo, en un dominio poste intención fija, que abandona el “ordo fo r
rior al ensayo y más cerca de los géneros t u i t a u orden casual para centrarse en un
específicamente artísticos debemos situar tema único que intenta convencer más que
las biografías, autobiografías, diarios, m e persuadir al destinatario. En cuanto al a r
m orias y libros d e viaje. El discurso y la tículo, se verá más adelante junto con la
epístola o carta se asimilan muchas veces especialización del ensayo y su gran con
al ensayo, pero cuentan siempre con una tacto con el periodismo escrito.
El Gran Je fe d e Washington m an da decir que desea com prar nuestras tierras. El Gran Je
f e tam bién nos envía p alab ras de am istad y buena voluntad. Apreciamos esta gentileza por
qu e sabem os qu e p o c a fa lta le hace, en cam bio nuestra amistad. Vamos a considerar su ofer
ta, p u es sabem os que, de no hacerlo, el hom bre blanco p o d rá venir con sus arm as de fu ego
y tomarse nuestras tierras. El Gran Je fe en Washington ¡podrá con fiar en lo que dice el Jefe
Seattle con la mism a certeza con que nuestros herm anos blancos p o d rá n con fiar en la vuel
ta d e las estaciones. Mis p alab ras son inmutables com o las estrellas.
1 C onsultar e ste tem a e n E l texto instrum ental, de G raciela Piantanida y M én ica C. d e R o jo e n esta m ism a c o
lecció n .
¿Cómo p odéis com prar o vender el cielo, el ca lo r d e la tierra? Esta idea nos p a r e c e ex
traña. No som os dueños d e la frescu ra del a ire ni del centelleo del agu a. ¿Cómo podríais
com prarlos a nosotros? Lo decim os oportunamente. H abéis d e sa b er qu e c a d a p artícu la de
esta tierra es sagrada p a r a m i pueblo. C ada h oja resplandeciente, c a d a p la y a aren osa, c a
d a neblina en el oscuro bosque, c a d a claro y c a d a insecto con su zu m bid o son sagrados
en la m em oria y la experien cia d e m i pu eblo. La savia q u e circu la en los árboles p orta las
m em orias del hom bre d e p ie l roja.
Los muertos del hom bre blan co se olvidan d e su tierra n atal cu an d o se van a cam in ar
p o r entre las estrellas. Nuestros muertos ja m á s olvidan esta herm osa tierra p o rq u e ella es
la m ad re d el hom bre d e p ie l roja. Somos p arte d e la tierra y ella es p arte d e nosotros. Las
frag an tes flo res son nuestras herm anas- el venado, el caballo, el águ ila m ajestuosa son
nuestros herm anos. Las crestas rocosas, las savias de las praderas, el ca lo r corporal del p o
trillo y el hom bre, todos pertenecen a la m ism a fa m ilia .
P or eso, cu an d o el Gran Je fe d e Washington m an d a d ecir qu e desea com p rar nuestras
tierras, es m ucho lo qu e p id e. El Gran Je fe m an da decir qu e nos reservará un lu gar p a r a .
q u e p od am o s vivir cóm odam en te entre nosotros. Él será nuestro p a d r e y nosotros serem os
sus hijos. P or eso considerarem os su oferta d e com prar nuestras tierras. Mas, ello no será
fá c il p orq u e estas tierras son sagradas p a r a nosotros. El a g u a centelleante qu e corre p o r
Kapelusz editora S A P r o h ib io a
los ríos y esteros no es m eram ente ag u a sino la sangre d e nuestros antepasados. Si os ven
dem os estas tierras, tendréis que record ar que ellas son sagradas y deberéis en señ ar a
vuestros hijos que lo son y qu e c a d a reflejo fa n ta sm a l en las agu as claras d e los lagos h a
bla d e acontecim ientos y recuerdos d e la vida de m i pu eblo. El m urm ullo d el a g u a es la
voz del p a d r e de mi p ad re.
Los ríos son nuestros herm anos, ellos calm an nuestra sed. Los ríos llevan nuestras c a
noas y alim entan a nuestros hijos. Si os vendem os nuestras tierras, deberéis reco rd a r y en
su f o t o c o p ia .
señ ar a vuestros hijos qu e los ríos son nuestros herm an os y herm an os d e vosotros; deberéis
en ad elan te d a r a los ríos el trato bon dadoso qu e daríais a cu alqu ier h erm an o.
Sabem os qu e el hom bre blan co no com prende nuestra m an era d e ser. Le d a lo mismo
(L e y 11.723)
un p e d a z o de tierra qu e el otro p orqu e él es un extraño qu e llega en la n och e a sa c a r de
Ia tierra lo qu e necesita. La tierra no es su h erm an o sino su enemigo. C uando la h a con
quistado la a b a n d o n a y sigue su cam ino. Deja detrás d e él las sepulturas d e sus p a d res
sin qu e le importe. Despoja d e la tierra a sus hijos sin qu e le importe. Olvida la sepultura
d e su p a d r e y los derechos d e sus hijos. Trata a su m adre, la tierra, y a su h erm an o el cie
lo, com o si fu esen cosas qu e se p u ed en comprar, sa q u ea r y vender, com o si fu esen cord e
ros y cuentas d e vidrio. Su in saciable apetito devorará la tierra y dejará tras s í sólo un d e
sierto.
No lo com prendo. Nuestra m an era d e ser es diferente a la vuestra. La vista d e vuestras
ciu dades h a ce doler los ojos a l hom b re d e p ie l roja. Pero qu izás es a s í p o rq u e el hom bre
d e p ie l roja es un salvaje y no com prende las cosas. No h a y ningún lugar tranquilo en las
ciu dades del hom bre blanco, ningún lu gar don de p u ed a escucharse el desplegarse d e las
hojas en prim avera o el ro z a r d e las a la s d e un insecto. P ero qu izás sea a s í p o rq u e soy un
salvaje y no p u ed o com pren der las cosas. El ruido de la ciu d a d p a r e c e insultar los oídos.
¿Y qu é clase de vida es cu an d o el h om b re no es ca p a z d e escu ch ar el solitario grito d e la
g a rz a o la discusión n octu rn a de las ran as alred ed or d e la laguna? Soy un h om b re d e p ie l
roja y no lo com prendo. Los indios preferim os el suave son ido d el viento qu e a ca ricia la
c a la d el lago y el olor d el mism o viento p u rificad o p o r la lluvia d el m ed iod ía o p er fu m a
do p o r la fr a g a n c ia d e los pinos.
El aire es algo precioso p a r a el hom bre d e p ie l roja p o rq u e todas las cosas com parten el
mismo aliento: el an im al, el árbol y el hom bre. El h om b re blan co p a r e c e no sentir el aire
qu e respira. Al igual qu e un hom bre m uchos d ías agonizante, se h a vuelto insensible a l
hedor. Mas, si os vendem os nuestras tierras, debéis record ar qu e el a ire es precioso p a r a
nosotros, qu e el aire com parte su espíritu con toda la vida qu e sustenta. Y, si os vendem os
nuestras tierras, debéis dejarlas aparte y m antenerlas sag rad as com o un lugar a l cu a l p o
d rá llegar incluso el hom bre blan co a sa b o rea r el viento du lcificad o p o r las flo res d e la
p rad era.
C onsiderarem os vuestra oferta d e com p rar nuestras tierras. Si d ecid im os aceptarla,
p o n d ré u n a con dición : qu e el h om b re b lan co d eb erá tratar a los an im a les d e estas tie
rras com o herm an os. Soy un salvaje y no com p ren d o otro m odo d e con du cta. H e visto
miles d e bú falos pu d rién d ose sobre las prad eras, a b a n d o n a d o s a llí p o r el h om b re bla n
co qu e les disparó desde un tren en m arch a. Soy un salv aje y n o com p ren d o cóm o el
h u m ean te ca b allo d e vapor p u e d e ser m ás im portante q u e el bú falo a l qu e sólo m a ta
m os p a r a p o d e r vivir. ¿Qué es el h om b re sin los an im ales? Si todos los a n im ales h u b ie
sen desaparecido, el hom bre m oriría d e u n a g ra n so led a d d e espíritu. P orqu e todo lo
qu e ocu rre a los an im ales p ron to h a b rá d e ocu rrir tam bién a l h om bre. Todas las cosas
están relacion ad as entre sí.
Vosotros debéis en señ ar a vuestros hijos q u e el suelo b ajo sus p ies es la cen iz a d e sus
abuelos. P ara qu e respeten la tierra, debéis d ecir a vuestros hijos qu e la tierra está p len a
d e la vida d e nuestros an tepasados. D ebéis en señ ar a vuestros hijos lo qu e nosotros h e
m os en señ ado a los nuestros: q u e la tierra es nuestra m adre. Todo lo qu e a fecta a la tie
rra afecta a los hijos d e la tierra. C uando los hom bres escupen en el suelo se escupen a
sí mismos.
Esto lo sabem os: la tierra no perten ece a l hom bre, sino q u e el hom bre perten ece a la tie
rra. El hom bre no h a tejido la red d e la vida: es sólo u n a h ebra d e ella. Todo lo qu e haga
a la red se lo hará a s í mismo. Lo qu e ocu rre a la tierra ocurrirá a los hijos d e la tierra.
Lo sabem os. Todas las cosas están relacion ad as com o la san gre que u n e a u n a fa m ilia .
Aun el hom bre blanco, cuyo Dios se p a se a con él y conversa con él - d e am igo a a m i
g o - no p u ed e estar exento del destino com ún. Q uizás seam os herm anos, después d e todo.
Lo veremos. Sabem os algo que el hom b re blan co descubrirá algún día: qu e nuestro Dios
es su mismo Dios. A hora pen sáis qu izás qu e sois du eñ o d e nuestras tierras p e r o no podréis
serlo. Él es el Dios d e la hu m an id ad y Su com pasión es igual p a r a el hom bre d e p ie l roja
qu e p a r a el hom bre blanco. Esta tierra es p reciosa p a r a Él y el cau sarle d a ñ o significa
mostrar desprecio h a c ia su Creador. Los hom bres blan cos tam bién p asarán , tal vez antes
qu e las dem ás tribus. Si contam ináis vuestra cam a, moriréis algu n a n oche sofocad os p o r
vuestros propios desperdicios. P ero aú n en vuestra h ora fi n a l os sentiréis ilum inados p o r
la id ea d e que Dios os trajo a estas tierras y os dio el dom in io sobre ellas y sobre el hom
bre d e p ie l roja con algún propósito especial. Tal destino es un misterio p a r a nosotros p o r
qu e no com prendem os lo qu e será cu an d o los búfalos h ay an sido exterm inados, cu an d o
los caballos salvajes hayan sido dom ados, cu an d o los recónditos rincones d e los bosques
exhalen el o lo r a m uchos hom bres y cu an d o la vista h a c ia las verdes colin as esté cerrada
p o r un en jam bre d e alam bres parlantes. ¿Dónde está el espeso bosque? D esapareció. ¿Dón
d e está el águila? D esapareció. Así term ina la vida y com ien za el sobrevivir.
Carta del Jefe Seattle de la tribu Suwamish al presidente de Estados Unidos Franklin
Pearce, 1855. En revista El A rca del nuevo siglo, Buenos Aires, diciembre de 1998.
Un modelo de discurso
Nuestra América
Señoras y señores:
¿Qué sucede de pronto, que el mundo se para a oír, a maravillarse, a venerar? ¡De deba
jo de la capucha de Torquemada sale ensangrentado y acero en mano, el continente redi
mido! Libres se declaran los pueblos todos de América a la vez. Surge Bolívar, con su cohor
te de astros. Los volcanes, sacudiendo los planeos con estruendo, lo aclaman y publican. ¡A
caballo, la América entera! Y resuenan en la noche, con todas las estrellas encendidas, por
llanos y por montes, los cascos redentores. Hablándoles a sus indios va el clérigo de México.
Con la lanza en la boca pasan la corriente desnuda los indios venezolanos. Los rotos de Chi
le marchan juntos, brazo en brazo, con los cholos del Perú. Con el gorro frigio del liberto
van los negros cantando, detrás del estandarte azul. De poncho y bota de potro, ondeando
las boleadoras van, a escape de triunfo, los escuadrones de gauchos. Cabalgan, suelto el ca
bello, los pehuenches resucitados, voleando sobre la cabeza la chuza emplumada. Pintados
de guerrear vienen tendidos sobre el cuello los araucos con la lanza de tacuarilla corona
da de plumas de colores; y al alba, cuando la luz virgen se derrama p or los despeñaderos,
se ve.a San Martín, allá sobre la nieve, cresta del monte y corona de la revolución, que va,
envuelto en su capa de batalla, cruzando los Andes. ¿Adonde va la América y quién la jun
ta y guía? Sola, y como un solo pueblo, se levanta. Sola pelea. Vencerá, sola.
De aquella América enconada y turbia, que brotó con las espinas en la frente y las p ala
bras como lava, saliendo, junto con la sangre del pecho, por la mordaza mal rota, hemos
venido, a pujo de brazo, a nuestra América de hoy, heroica y trabajadora a la vez, y fran
ca y vigilante, con Bolívar de un brazo y Herbert Spencer de otro; una América sin suspica
cias pueriles, ni confianzas cándidas, que convida sin miedo a la fortuna de su hogar a las
razas todas, porque sabe que es la América de la defensa de Buenos Aires y de la resisten
cia del Callao, la América del Cerro de las Campanas y de la Nueva Troya.
iSólo perdura, y es para bien, la riqueza que se crea, y la libertad que se conquista con
las propias manos! No conoce a nuestra América quien eso ose temer. Rivadavia, el de la cor
bata siempre blanca, dijo que estos países se salvarían,•y estos países se han salvado. Se ha
arado en la mar. También nuestra América levanta palacios y congrega el sobrante útil del
universo oprimido; también doma ¡a selva, y le lleva el libro y el periódico, el municipio y el
ferrocarril; también nuestra América, con el sol en la frente, surge sobre los desiertos coro
nada de ciudades. Y al reaparecer en esta crisis de elaboración de nuestros pueblos los ele
mentos que los constituyeron, el criollo independiente es el que domina y se asegura, no el
indio de espuela, marcado de la fusta, que sujeta el estribo y le pone adentro el pie, para que
se vea más de alto a su señor.
Por eso vivimos aquí, orgullosos de nuestra América, para servirla y honrarla. No vivimos,
no, como siervos futuros ni como aldeanos deslumbrados, sino con la determinación y la
capacidad de contribuir a que se la estime por sus méritos, y se la respete por sus sacrificios;
porque las mismas guerras que de pura ignorancia le echan en carados que no la conocen,
son el timbre de honor de nuestros pueblos, que no han vacilado en acelerar con el abono
de su sangre el camino del progreso, y pueden ostentar en la frente sus guerras como una
corona.
En vano-faltos del roce y estímulo diario de nuestras luchas y de nuestras pasiones, que
nos llegan ¡a mucha distancia! del suelo donde no crecen nuestros hijos-, nos convida este
país con su magnificencia, y la vida con sus tentaciones, y con sus cobardías el corazón, a
la tibieza y al olvido. ¡Donde no se olvida y donde no hay muerte, llevamos a nuestra Amé
rica como luz y como hostia; y ni el interés corruptor, ni ciertas modas nuevas del fanatis
mo, podrán arrancárnosla de allí!
Enseñemos el alma como es a estos mensajeros ilustres que han venido de nuestros pue
blos, para que vean que la tenemos honrada y leal, y que la admiración justa y el estudio
útil y sincero de lo ajeno, el estudio sin cristales de présbita ni de miope, no nos debilita el
amor ardiente, salvador y santo de lo propio; ni por el bien de nuestra persona, si en la con
ciencia sin p az hay bien, hemos de ser traidores a lo que nos mandan hacer la naturaleza
y la humanidad. Yasí, cuando cada uno de ellos vuelva a las playas que acaso nunca vol
vamos a ver, podrá decir, contento de nuestro decoro, a la que es nuestra dueña, nuestra es
peranza y nuestra guía: "¡Madre América, allí encontramos hermanos!¡Madre América, allí
tienes hijos!".
1. Revisar por qué razón la monografía, el por una idea principal que luego decora con
tratado, la tesis, etc., se distancian del ensa mucho estilo: ¿cuáles son esas ideas?
yo.
su fotocopia .
3. En la carta del ¡efe Seattle, rastrear las di 6. Componer una carta abierta a los padres o
vergencias entre los conceptos del indio y los
profesores, exponiendo ideas originales. Por
del hombre blanco.
ejemplo: desarrollar la frase inicial: Ustedes no
4. Cada párrafo de José M a rtí está dominado nos comprenden...
Quedan por considerar las formas de Luego esta denominación se hizo ex
pensamiento breves, inscriptas dentro de tensiva a otro tipo de frases breves y sen
los géneros epigramáticos, que por su tenciosas de uso común, que encierran
construcción o diseño dan pie al desarro ligeras variantes, mencionadas a conti
llo de distintas maneras de ensayo. Origi nuación.
nalmente, el epigrama es una frase satí
rica en verso creada por los griegos y • Refrán: Dicho agudo y sentencioso,
apreciada por los poetas romanos: tradicional y popular.
Ciña quiere parecer pobre: lo es. (M. Más vale pájaro en mano, que cien vo
Valerio Marcial, s. I ) lando.
f:
Al que madruga, Dios lo ayuda. alma. (Montaigne, s. XVI) i;
En casa de herrero, cuchillo de palo. Divide y reinarás. (Nicolás Maquiave-
lo, s. XVI)
• Apotegma: dicho o anécdota de céle
bres personajes históricos. • Proverbio: frase sentenciosa de autor
conocido. A menudo se usa como sinóni
Después de mí, el diluvio. (Luis XV de
mo de refrán. En la Biblia, parte del libro
Francia)
que lleva ese nombre se atribuye a la sa
América p ara los americanos. (James
biduría del rey Salomón.
Monroe, Presidente de los Estados
Unidos) Quien va derecho, va seguro,
Muero contento: hemos batido al ene quien va con rodeos, pronto es descu
migo. (Atribuido al sargento Juan B. bierto.
Cabral) Por el fruto de su boca, se sacia de bien
el hombre,
• Aforismo: dicho que, en general, se
cada cual recibe el salario de sus obras.
aplica a algún arte o ciencia.
Proverbios 10 y 12..
Mente sana en cuerpo sano. (Juvenal,
• Greguería: Fórmula creada por el es
s*I)
critor español Ramón Gómez de la Serna
Pienso, luego existo. (René Descartes,
T2>
1. Producir textos breves que tomen como 3. Producir un texto oral o escrito sobre el te
punto de partido algunas de las frases cita ma de la moda, que implica en s í mismo la
das. oposición entre lo permanente y lo transitorio.
Oscar Wilde, por ejemplo, expresó: Moderno
2. Reflexionar en grupos sobre alguna forma
es aquello que pasa de moda. O también: la
breve de pensamiento y aislar los dos planos,
moda es algo tan abominable que debe ser
el real y el figurado, que contenga -la frase.
cambiada constantemente.
Por ejemplo "Quien va derecho va seguro":
4. Buscar otros ejemplos para cada una de
expresa la metáfora (figuradol del caminar
las formas epigramáticas comentadas.
vinculada a la ideas (real! de eficacia y recti
tud. Después, desarrollar el plano de pensa 5. Preparar una meditación oral breve, a par
miento puro, con imágenes o comparaciones, tir de un epigrama, para ser expuesta ante los
enriqueciéndolo. compañeros.
P
.................................................
Antología
El mito de Superman
Una imagen simbólica que reviste especial interés es la de Superman. El béroe dota
do con poderes superiores a los del hombre común es una constante de la imaginación
popular, desde Hércules a Sigfrido, desde Orlando a Pantagruel y a Peter Pan. A veces
las virtudes del héroe se humanizan y sus poderes, más que sobrenaturales, constituyen
la más alta realización de un poder natural, la astucia, la rapidez, la habilidad bélica
o incluso la inteligencia silogística y el simple espíritu de observación, como en el caso
de Sberlock Holmes.
Pero en una sociedad particularmente nivelada, en que las perturbaciones psicológi
cas, las frustraciones y los complejos de inferioridad están a la orden del día; en una
sociedad industrial en la que el hombre se convierte en un número dentro del ámbito
de una organización que decide por él; en la que la fu erza individual, si no se ejerce
en una actividad deportiva, queda humillada ante ¡a fu erza de la máquina que actúa
p or y para el hombre, y determina incluso los movimientos de este; en una sociedad de
esta clase, el héroe positivo debe encarnar, además de todos los límites imaginables, la
exigencias de potencia que el ciudadano vulgar alimenta y no puede satisfacer.
Superman es el mito típico de esta clase de lectores: Superman no es un terrícola, si
no que llegó a la Tierra, siendo niño, procedente del planeta Kriptón. Kriptón estaba a
punto de ser destruido por una catástrofe cósmica, y su padre, docto científico, consi
guió poner a salvo a su hijo confiándolo a un vehículo espacial. Aunque crecido en la
Tierra, Superman está dotado de poderes sobrehumanos. Su fu erza es prácticamente ili
mitada, puede volar por el espacio a una velocidad parecida a la de la luz, y cuando
viaja a velocidades superiores a esta traspasa la barrera del tiempo y puede transferir
se a otras épocas. Con una simple presión de la mano, puede elevar la temperatura del
carbono hasta convertirlo en diamante; en pocos segundos, a velocidad supersónica,
puede cortar todos los árboles de un bosque, serrar tablones de sus troncos, y construir
un poblado o una nave; puede perforar montañas, levantar transatlánticos, destruir o
construir diques; su vista de rayos X, le permite ver a través de cualquier cuerpo, a dis
tancias prácticamente ilimitadas, y fundir con la mirada objetos de metal; su superoí-
do, lo coloca en situación ventajosísima p ara poder escuchar conversaciones, sea cual
fu ere el punto donde se celebran. Es hermoso, humilde, bondadoso y servicial. Dedica
su vida a la lucha contra las fuerzas del mal, y la policía tiene en él un infatigable co
laborador.
No obstante, la imagen de Superman puede ser identificada p or el lector. En realidad
Superman vive entre los hombres, bajo la carne mortal del periodista Clark Kent. Y bajo
tal aspecto es un tipo aparentemente medroso, tímido, de inteligencia mediocre, un p o
co tonto, miope, enamorado de su matriarcal y atractiva colega Lois Lañe, que lo despre
cia y que, en cambio, está apasionadamente enamorada de Superman. Narrativamente,
la doble identidad de Superman tiene una razón de ser, ya que permite articular de mo
do bastante variado las aventuras del héroe, los equívocos, los efectos teatrales, con cier
to suspense de novela policíaca. Pero desde el punto de vista mitopoyético*, el hallazgo
tiene mayor valor: en realidad, Clark Kent personifica, de form a perfectamente típica,
al lector medio, asaltado por los complejos y despreciado p or sus propios semejantes; a
lo largo de un obvio proceso de identificación, cualquier accountznt* de cualquier ciu
dad am ericana alimenta secretamente la esperanza de que un día, de los despojos de
su actual personalidad, florecerá un superhombre capaz de recuperar años de medio
cridad.
Umberto Eco
en Apocalípticos e integrados, Barcelona, Lumen, 1995.
/ T
A ese palo solitario que ahora veis yacer sin gloria en ese abandonado rincón, yo lo
conocí una vez en estado floreciente, en un bosque; estaba lleno de savia, lleno de ho
ja s y lleno de ramas; pero en vano pretende ahora el activo arte del hombre competir
con la naturaleza, atando a su tronco sin savia ese marchito manojo de ramitas; aho
ra es, cuando mucho, el reverso de lo que era, un árbol dado vuelta, con las ramas en
la tierra y la raíz en el aire; abora lo empuña cualquier sucia criada, y vive condena
do a hacer el trabajo de ella y, p or suerte caprichosa, destinado a limpiar las cosas de
ella y estar él sucio; al fin, gastado hasta la raíces, al servicio de las criadas, o lo echan
afuera o lo condenan finalmente a servir para avivar el fuego.
Cuando veo esto, suspiro y me digo para mis adentros: ¡En verdad, el hombre mortal
es un palo de escoba! La naturaleza lo echa al mundo fuerte y lozano, en floreciente es
tado, llevando cabello propio sobre la cabeza, ramas convenientes p ara esta planta ra
zonadora, hasta que el hacha de la intemperancia pode sus ramas verdes dejándole un
tronco desnudo; entonces acude apresuradamente el arte y se pone peluca, valiéndose
de un manojo artificial de pelos, cubierto de polvo, que jam ás crecieron en su cabeza;
pero si ahora nuestro palo de escoba pretendiera entrar en escena, orgulloso de esos des
pojos de abedul que nunca fueron suyos, y todo cubierto de polvo, aun cuando sean las
basuras de la escoba de la más fin a dama, nos inclinaríamos a ridiculizar y despreciar
la vanidad. Ju eces así parciales somos de nuestras propias excelencias y de los defectos
de otros hombres!
Pero un palo de escoba, podréis decir, es el emblema de un árbol parado sobre su pro
pia cabeza; ¡y decidme, qué es el hombre sino una criatura patas arriba, con faculta
des animales perpetuamente encaramadas sobre su ser racional, con la cabeza donde
deberían estar los talones..., arrastrándose por la tierra! Y sin embargo, con todos sus
defectos, se presenta como reformador universal y enm endador de abusos, como extir
pador de injusticias y arm a tremendo alboroto sin ninguna razón, participando siem
pre de las corrupciones que pretende eliminar. Sus últimos días los pasa esclavo de las
mujeres, y generalmente de las menos merecedoras; basta que gastado hasta las raíces,
como su hermana escoba, o lo echan a patadas de la casa, o lo usan para encender lla
mas para que otros se calienten a su lado.
1. ¿Cuál es el tema de cada uno de estos en acechan al escritor latinoamericano y poner
sayos? ¿Es posible suponer una tipología o cla en común las conclusiones.
sificación a partir de sus diferencias? |v. M ó
5. En dos grupos: adherir a la postura de Saer
dulo 41
con argumentos propios y polemizar con él,
2. Analizar en grupos la siguiente definición, defendiendo la "especificidad latinoamerica
propuesta por M arshall Mcluhan y relacionar na" de nuestros escritores, sobre la base de los
la con mitos clásicos y modernos: "El mito es la argumentos desechados (idiosincrasia, natura
manera de conocer simultáneamente un grupo leza exuberante, situación socio-política).
complejo de causas y efectos".
6. ¿En qué consiste la originalidad de Swift y
3. Preparar en equipo una exposición oral so cuáles son los dos planos de su ensayo?
bre algún "mito" argentino, argumentando, se
7. Escribir una meditación sobre cualquier tema
gún la definición anterior, qué lo convierte en
que se preste a ser comparado con la condi
tal y cuáles son sus sentidos ocultos.
ción humana. Por ejemplo: el cambio de las es
4. Analizar cuáles son los tres peligros que taciones y la vida del hombre.
r
Los caminos del yo
El ensayo como síntoma de la modernidad. Antecedentes. Nace una estrella: la
invención del ensayo. Miguel de Montaigne. Francis Bacon. El ensayo en
España. Francisco de Quevedo. José Cadalso. Mariano José de Larra.
La generación del 98. Azorín. Antología: Tres ensayos de nuestro tiempo.
A ntecedentes
Sus antecedentes remotos deben buscar del ensayo, en forma de diálogos, cartas o
se en la diatriba de los antiguos filósofos discursos.
gnegos, conocidos con el nombre de sofis Se ha prestado especial atención a la
tas, el quodhbef medieval o disertaciones li obra del sirio Luciano de Samosata (s. II),
bres sobre distintos temas y la miscelánea* Diálogos de los dioses, como fundacional
erudita o retórica. Ciertas obras de Platón, del ensayo, en cuanto asume el tema po
Cicerón o Séneca se consideran precursoras lémico, la opinión vivaz, la conjunción
Ver Textura de ideas. La modernidad en cuestión, de Vicente Ja sé Durante, en esta misma colección.
dei moralista, el retórico y el orador, dis de liberarse del dogmatismo. Su obra, de
puesto a cuestionarse, dudar y también, dicada al humanista inglés Tomás Moro
por qué no, fustigar los defectos del (1478-1535), autor de una famosa Utopía
hombre. o modelo de sociedad ideal, propone,
...
Algunos destacan la figura de Erasmo bajo el disfraz de una primera persona
de Rotterdam (1469-1536), autor de El encarnada en la necedad, el retorno a los
elogio de la locura, como pionero del gé ideales evangélicos del Cristianismo y la
nero, habituado a escribir opiniones críti proclamación de las aspiraciones huma
cas al margen de sus estudios, con el fin nistas de fraternidad universal.
anciónese, pues, como primera ley de la amistad, esta: pidam os a los amigos co
sas honestas, hagamos cosas honestas a fav or de los amigos, sin esperar siquie
ra a que nos las pidan; haya siempre en nosotros afán de servir; lejos de noso
tros toda vacilación; los consejos osemos darlos con toda franqueza. Que valga mucho
en la amistad la autoridad de los amigos que bien aconsejan, y en las amonestaciones
úsese de esta no sólo abiertamente sino acremente, si el asunto lo pide, y obedézcase en
tonces a ella.
Digo esto porque, a lo que oigo, algunos que pasan en Grecia p or sabios creo que se
complacen en sostener paradojas (no hay cosa que escape a sus argucias): unos dicen
que hay que evitar las amistades exageradas, para que no se vea uno solo en la necesi
dad de preocuparse por muchos;■basta y sobra a cada cual con sus propios asuntos; es
molesto enredarse demasiado en los ajenos; lo más cómodo es dejar a la amistad las
riendas lo más flojas posible, p ara tirar de ellas y soltarlas según te parezca; pues lo
esencial para la felicidad es la seguridad, y el alma no puede gozar de ella si, p or de
cirlo así, uno ha de parir p or muchos.
Otros en cambio dícese que sostienen con palabras todavía más inhumanas (y este
punto poco antes lo rocé brevemente) que deben buscarse las amistades en vistas al apo
yo y amparo que proporcionan: no por benevolencia ni afecto; y así, cuanto menos fir
meza tiene uno y menosfacultades, más apetece las amistades; de ello viene que las mu
jercillas busquen más el amparo de la amistad que los varones, los pobres más que los
ricos, los desgraciados más que los que pasan por dichosos.
tFSn r» f
De la brevedad de la vida
La amistad
No faltan personas que se complacen en el amor y el trato de los amigos, diciendo que la
amistad se ha de anteponer a todo, porque es una cosa tan necesaria que no lo son más el ai
re ni elfuego ni el agua; tan placentera que prescindir de ella valdría tanto como prescindir del
sol y finalmente tan honesta, si es que el serlo sirve para algo, que los mismos filósofos no vaci
lan en colocarla entre los más señalados bienes. Bueno: ¿pues qué diríais si os demostrase que
también de este beneficio soy yo elprincipio y elfin? He aquí lo que voy a probar aunque no va
liéndome de crocodilites, sorites, ceratines, ni de ningún otro género de triquiñuelas dialécti
cas*, sino a la pata llana, según la frase vulgar y como mostrándolo con el dedo.
Decidme: hacer la vista gorda, confiarse en extremo, cegarse, dejarse alucinar por lasfal
tas de los amigos y, en ocasiones, tomar y admirar como virtudes sus mayores vicios, ¿no es
i
• I
J
algo muy semejante a la estulticia* ? ¿Cómo pensar que no lo es, y de la fina, la del que be
sa tiernamente las pecas de su amiga, o la del que se extasía con la voz gangosa de su Inés,
o la del padre que asegura que su hijo tiene no más que un pequeño estrabismo, cuando es
completamente bizco de los dos ojos? Llámese los estultos a boca llena; fiero no se niegue que
sólo la estulticia une y conserva las amistades.
La condición humana es tal, que no se hallará nadie, sin excluirá los hombres de buen
entendimiento, que deje de tener sus flaquezas; y si agregáis a esto la suma diversidad de
temperamentos, de educaciones, los muchos errores, desaciertos y peligros de la vida, com
prenderéis que entre aquellos Argos no sería posible la plácida amistad por más de una ho
ra si no la mantuviese lo que los griegos llaman con tanta exactitud la falta de seso, es de
cir, la estulticia, o, si queréis, la indulgencia para con las debilidades del prójimo.
Erasmo de Rotterdam
en Elogio de la locura, 2‘ ed., México, Porrúa, 1990.
(L e v 11.723)
1. Investigar la situación histérico-cultural de Eu 4. Comparar en grupo los textos sobre la amis- j
ropa desde la invención de la imprenta hasta fi tad en contenido y tono.
nes del siglo XVI.
5. Componer de manera individual un texto so
su f o t o c o p ia .
2. Averiguar quiénes fueron Nicolás Maquiave-
bre el mismo tema. ¡I
lo y Tomás Moro, cuáles fueron sus obras más
destacadas y determinar por qué estas no se 6. Leer el fragmento de Séneca y determinar: a <- j
3. Redactar un breve informe que desarrolle el te la brevedad de la vida y cuál, la conclusión a la j
ma: El ensayo como el género de la modernidad. que llega.
En el segundo piso de su decaído castillo, hacia marzo de 1571, Miguel de Montaigne in
ventó el ensayo. “La palabra es nueva, pero la cosa es vieja", poóos años después anota, sin
embargo, Bacon (Letters and Life, IV) y agrega: “Las Epístolas de Séneca a Lucilo son ensa
yos, vale decir, meditaciones dispersas, aunque en form a de epístolas". Con este criterio, ca
bría incluir en el catálogo de los precursores a Jenofonte, a Aristóteles, a Valerio Máximo, a
Cicerón, a Plutarco, a Aulo Gelio, a Macrobio: todos ellos escribieron ensayos, de acuerdo con
la calificación de “meditaciones dispersas", o de "composiciones irregulares, no trabajadas",
que prefiere Johnson. Pero desde la primavera de 1571, la “nota personal", la sombra del au
tor mezclándose con el tema, caracteriza para siempre el género. Así, con mayor compren
sión que felicidad, Edmundo Gosse define: “El ensayo es un escrito de moderada extensión,
generalmente en prosa, que de un modo subjetivo y fácil trata de un asunto cualquiera”.
Los demás form an al hombre; yo lo relato como representante que soy de uno parti
cular y form ado con tal imperfección, que si hubiera de modelarlo de nuevo lo haría
otro muy diferente; pero el presente ya está hecho. Los fragmentos de mi pintura no se
contradicen, aun cuando varíen y resulten diversos. El mundo no es sino un balanceo
perenne; todo se agita sin cesar, desde ¡as rocas del Cáucaso a las pirámides de Egipto,
ya con el movimiento general, ya con el suyo propio. Incluso el reposo no es otra cosa
que un movimiento más lánguido. Trato de asegurar mi objeto, el cual se altera y on
dula; lo tomo en este punto, conforme es en el momento de considerarlo. No pinto el ser,
sino lo transitorio; y no lo transitorio de una edad a otra, o, como el pueblo dice, de sie
te a siete años, sino de día en día, de minuto en minuto. Es la mía una fiscalización de
diversos e inestables accidentes, de fantasías irresolutas y contradictorias; ya porque me
convierta yo mismo en otro, ya porque reciba los objetos en diferentes circunstancias,
lo cierto es que me contradigo con facilidad; pero la verdad, como decía Damedes, j a
más la desfiguro.
Propongo una vida sencilla y sin esplendor, aunque para el caso sería indiferente
que lo fuera. Lo mismo se aplica la filosofía moral a una existencia vulgar que a una
vida de la más rica contextura. Cada hombre lleva en sí la forma cabal de la condición
humana. Suelen comunicarse los autores con el mundo en virtud de una cualidad espe
cial. Yo, sobre todo, en virtud de mi ser total, como Miguel de Montaigne, y no como gra
mático, poeta o jurisconsulto. Ysi el mundo me censura porque bable dem asiado de mí,
yo lo censuro a él p or no pensar en sí mismo.
¿Es razonable que pretenda yo mostrarme al conocimiento público? ¿Lo es también
que escríba p ara la sociedad -en la cual gozan de tanto crédito los artificios y mane
ras- efectos de naturaleza crudos y desnudos, y además de enteca naturaleza? ¿No
equivale a construir una muralla sin piedras o algo semejante, este escribir libros sin
ciencia ni arte? El arte acom oda las fantasías de ¡a música, pero mis fantasías sólo el
azar las acomoda. Pero, al menos, trato mi tema conociéndolo mejor que hombre algu
no ha conocido el que tratara, pues soy en él el hombre más sabio que existir pudiera.
En segundo lugar, ningún hombre penetró más profundamente en su tema, ni exami
nó con más distinción los elementos y consecuencias del mismo, ni llegó con mayor p le
nitud y acierto a la fin alidad propuesta. No expuse la verdad hasta el hartazgo, sino
dentro de tos límites en que me atreví a manifestarla; y ahora, algo más envejecido, me
atrevo a mayor discreción en el hablar de mí mismo, pues parece que la costumbre con
cede a esta edad mayores libertades. No puede suceder en esto lo que sucede con mucha
frecuencia: que el hombre y su obra se contradigan. Solemos oír: ¿Cómo es que este hom
bre, de tan sabrosa conversación, ha podido componer libro tan insulso? O viceversa:
¿Cómo es que escrito tan relevante haya emanado de espíritu tan flojo en el hablar?
Quien conversa vulgarmente y escribe con habilidad evidencia que su capacidad está
en el lugar donde la recoge, no en él mismo. Un sabio no lo es en todo; pero la suficien
cia en todo se basta, basta en el ignorar. Aquí estamos de acuerdo mi libro y yo. Podrá
recomendarse la obra, independientemente del artista, en cualquier otra parte, que no
aquí. Pues aquí quien se las ha con la una también se las ha con el otro...
Pasemos por alto lo que suelo decir con frecuencia; es decir, que mi conciencia se sa
tisface a sí misma y que me arrepiento muy rara vez; no como la conciencia de un á n
gel o la de un caballo, sino como la de un hombre. Y añadamos que yo hablo como
quien ignora e investiga, dejando la solución pura y simplemente a las creencias comu
nes y legítimas. No enseño ni adoctrino; lo que hago es relatar.
Se lo conoce como iniciador del método recibió los títulos de Barón de Verulam y
científico experimental y el razonamiento Vizconde de Saint Alban. Llegó al cargo de
inductivo* en oposición a la escolástica Canciller del Reino y más tarde, debido a
medieval. Su vida representa la asombrosa sus avances sobre el Parlamento en favor
combinación entre la ambición de conoci del absolutismo real, fue acusado de sobor
miento y las apetencias de poder. Tal vez, no y condenado a prisión. El rey le conce
ambos rasgos heredados de su padre, guar dió clemencia, con la condición de que
dasellos de la reina Isabel I, y su madre, abandonara la Corte y se alejara de la vida
mujer de gran cultura y religiosidad. Estu pública.
dió en la Universidad de Cambridge y lue Los Ensayos (1597) le han asegurado
go ejerció como abogado y formó parte de un lugar en la historia de la literatura, así
la Cámara de los Comunes. Acusado de al como sus dos grandes obras filosóficas, El
ta traición su protector, Lord Essex, favori avance del conocimiento y el Novum Or-
to de la reina, Bacon lo impugnó con tal ganum o indicaciones relativas a la inter
vehemencia que contribuyó a su condena a pretación de la naturaleza, señalan el ad
muerte, sin lograr por ello el favor de la so venimiento de una nueva época, que
berana ni el aprecio de sus conciudadanos. abandona la autoridad y acude a la obser
Su suerte mejoró con el advenimiento de vación y la experiencia como fuentes del
Jacobo 1 Estuardo, durante cuyo reinado saber científico.
De la ambición
La ambición es como la cólera: un humor* que, si no se detiene, hace a los hombres ac
tivos, diligentes, llenos de presteza y animación. Pero si se la detiene y no puede hacer lo
que quiere, se seca, volviéndose totalmente maligna y venenosa. Así los hombres ambicio
sos, si encuentran abierto el camino para su ascenso y mientras medran, son más bien ac
tivos que peligrosos. Pero si se refrenan sus deseos, se vuelven secretamente descontentos y
miran a hombres y asuntos con inquina y se sienten más complacidos cuando las cosas
van mal, lo cual es la peor propiedad que pueda tener un príncipe o Estado.
Por ello es bueno que los príncipes, si emplean hombres ambiciosos, lo bagan de ma
nera que siempre adelanten y nunca retrocedan y como eso no puede carecer de incon
venientes, es bueno no hacer uso de tales caracteres. Porque si ellos no se elevan con su
cargo, se encargarán de que el cargo caiga con ellos. Pero ya que hemos dicho que es
bueno no emplear hombres ambiciosos, salvo que sea necesario, es apropiado que diga
mos en qué casos son necesarios. Deben ser aceptados los buenos jefes de guerra por muy
ambiciosos que sean, porque el uso de sus servicios dispensa de lo demás y tomar a un
militar sin ambición es como arrancarle las espuelas. También pueden ser muy útiles los
hombres ambiciosos como barrera para los príncipes en cosas de peligro o envidia, por
que ningún hombre asumirá ese papel a menos que sea como una palom a ciega, que su
be y sube porque no puede ver a su alrededor. También pueden emplearse los hombres
ambiciosos para echar abajo la grandeza de cualquier súbdito que descuelle, como Ti
berio usó a Macro para echar abajo a Seyano.
Ya que por lo tanto han de emplearse en tales casos, resta decir cómo hay que refre
narlos para que sean menos peligrosos. Hay menos peligro en ellos si son de cuna humil
de que si son nobles, y si son más bien de genio áspero que graciosos y populares y si son
más bien recién encumbrados y no astutos y fortalecidos en su grandeza. Algunos repu
tan como debilidad de los príncipes el tener favoritos, pero es el mejor remedio de todos
contra los grandes ambiciosos. Porque cuando el camino de agradar y desagradar des
cam a en el favorito, es imposible que cualquier otro sea demasiado grande. Otros me
dios de ponerles fren o es equilibrarlos con otros tan orgullosos como ellos. Pero entonces
debe haber algunos comejeros intermedios, para mantener las cosas firm es porque sin
ese lastre el barco se bambolearía demasiado. Por lo menos un príncipe puede anim ar y
avezar a algunas personas más humildes para que sean azote, p or decirlo así, de los
hombres ambiciosos. En cuanto a tenerlos sujetos a la ruina: si fueran de carácter teme
roso puede surtir buen efecto, pero si fueran intrépidos y osados, puede precipitar sus p la
nes y resultar peligroso. En cuanto a derribarlos, si los negocios lo requieren y no puede
hacerse bruscamente sin que afecte la seguridad, el único camino es el intercambio con
tinuo de favores y disfavores, con lo cual no sepan qué esperar y se hallen, por decirlo
así, en un laberinto.
Entre las ambiciones, es menos dañina la ambición de prevalecer en grandes cosas
que el deseo de aparecer en todas, porque eso engendra confusión y estropea negocios.
Pero aun es menos peligroso tener un hombre ambicioso que se agite en negocios, que
uno grande en las cosas de dependencias. Quien busca ser eminente entre hombres ca
paces se señala una gran tarea, pero siempre resulta para beneficio común. Pero quien
pretende ser la única figura entre nulidades, es el desastre de toda una época. El honor
encierra en sí tres cosas: el terreno ventajoso para hacer bien, la cercanía de reyes y per- ,
sonajes principales y la prosperidad de la fortuna de un hombre. Quien tiene las mejo
res de esas intenciones cuando pretende, es un hombre honesto y el príncipe que puede
discernir esas intenciones en aquel que tiene aspiraciones, es un príncipe prudente. Por
lo general, que príncipes y Estados elijan ministros más sensibles al deber, más por con
ciencia que por ostentación y que disciernan entre un carácter activo y un espíritucon
voluntad.
1. ¿Cuál es el hecho que Bioy Casares señala 5. ¿Quiénes se supone que son "los demás" y
como decisivo para la invención del ensayo? por qué la insistencia "no enseño, ni adoctrino,
Redactar un texto breve con una cita textual. lo que hago es relatar"?
2. ¿Cuál es el tema del ensayo de Montaigne y 6. Después de leer el ensayo de Bacon, consi
por qué no se trata de una autobiografía? (Re derar cada uno de los párrafos y abstraer cuál
cordar la frase de Murena.) es la ¡dea que los ordena. A continuación, de
3. Buscar en el texto tres palabras clave que batir los pro y los contra de ser ambicioso se
4. ¿Qué frase de Montaigne es equivalente a 7. ¿Qué diferencia visible hay entre ambos
la sentencia: "nada de lo humano me es ajeno" fragmentos (tener en cuenta: "no enseño, ni
y qué propósito cumple en su discurso? adoctrino...")?
El ensayo en España
España es considerada, junto con In Entre los antecedentes del ensayo en la
glaterra, patria del ensayo, género que península, se encuentran las cartas de Fer
cuenta en ella con antecedentes remotos. nando del Pulgar, las Epístolas Familiares
Baltasar Gracián (1601-1658) se refirió a de Fray Pedro de Guevara, conocidas por
la “libertad de ingenio” y al “discurrir a lo Montaigne; las glosas de Fernando de He
libre” como caracteres esenciales que per rrera a la poesía de Garcilaso; la miscelánea
mitieron el auge del género, que alcanzó o Silva de Varia Lección de Pedro Mexía; el
siglos después su máximo esplendor con discurso, utilizado como sinónimo de ensa
la llamada Generación del 98. Montaigne yo en las primeras traducciones de Mon
fue conocido en el siglo XVII y ejerció in taigne y la digresión ensayística en la nove
fluencia sobre Quevedo, pero no se editó la, ya presente en el Quijote (Discurso de
una traducción de sus Ensayos hasta fines las armas y las letras, Discurso de la Edad
del siglo XIX. de Oro).
No se ve cosa en el sol que no sea real. Es vigilante, alto, infatigable, solícito, puntual, dadi
voso, desinteresado y único. Es príncipe bienquisto de la naturaleza, porque siempre está enri
queciéndola y renovándola de los elementos vasallos suyos: si algo saca, es para volvérselo me
jorado y con logro. Saca nieblas y vapores, y restitúyelas en lluvias que fecundan la tierra. Re
cibe lo que le dan, para dar más y mejor lo que recibe. No da a nadie parte en su oficio.
Con la fábula de Faetón enseñó que a su propio hijo no tefu e lícito, pues fu e despeñado
y convertida en cenizas. Fábula fu e Faetón; más verdad será quien le imitare: cosa tan in
digna, que no pudo ser verdad en el sol, y lo puede ser en los hombres. Finja la fábula que
fu e de manera que atemorice para que no sea. También mintieron que el sol se enamoró de
Dafne, que se volvió en laurel, para enseñar que los amores de los reyes han de ser laurea
dos más que agradecidos, y no quejosos han de premiar la honestidad que huye dellos.
El secreto del gobierno del sol es inescrutable. Todo lo hace; todos ven que lo hace to
do; venlo hecho, y nadie lo ve hacer. No carecen de doctrina política sus eclipses. En
ellos se aprende cuán perniciosa cosa es que el ministro se junte con su señor en un p ro
pio grado, y cuánto quita a todos quien se le pone delante. Lecciones son estas en traje
de meteoros. Es el sol sumanente llano y comunicable; ningún lugar desdeña. Mandóle
el gran Dios que naciese sobre los buenos y los malos. Con un propio calor hace dife-
rentes efectos; porque, como grande gobernador, se ajusta a las disposiciones que halla.
Cuando derrite la cera, endurece el barro. Tanto se ocupa en asistir a la producción de
la ortiga com o a la de la rosa. Ni a intercesión de las plantas trueca los frutos. Y cf>n
ser excesivam ente al p arecer tratable, es inmensamente severo.
Él da luz a los ojos para que lo vean todo; y juntamente con la propia luz, no consiente
que le vean los ojos; quiere ser gozado de los suyos, no registrado.
En esto consiste toda la dignidad de los príncipes.
Ypara que conozcan los reyes cuán temeroso y ejecutivo riesgo es el levantar a grande
altura los bajos y ¡os ruines, apréndanlo en el sol, que sólo se anubla y se anochece cuando
alza más a sí los vapores humildes y bajos de la tierra, que, en viéndose en aquella altura,
se ciuijan en nubes y lo desfiguran.
Mas en la cosa que más importa a los monarcas imitar al sol, es en los ministros que tie
ne, en quien se sustituye. Delante del sol ningún ministro suyo aparece ni luce; no porque
los deshace, que fu era crueldad o liviandad, sino porque los desparce* en el exceso de luz,
que es soberanía. La luz que les da no se la quita cuando los esconde, sino se la excede. No
crecen sino de lo que él les da; por eso menguan los ministros muchas veces y el sol ningu
na. Yen el señor que los ministros crecieren de la que toman del señor y de los súbditos, las
menguantes se verán en él y no en los ministros.
Es eterna, digo perpetua, la monarquía del sol, porque en su estilo, desde que nació al mun
do, ningún siglo le ha acusado novedad. Es verdad que llamarán novedad pararse en Josué,
volver atrás en Achab, eclipsarse en la muerte de Cristo. Novedades milagrosas permitidas son
a los reyes. Pararse para que venza el capitán que pelea, volver atrás porque se enmiende y
anime el afligido, oscurecerse con el sentimiento de la mayor maldad: son novedades y dili
gencias dignas de imitación, como, las que no son de esta casta, de aborrecimiento.
1. ¿Qué quiere decir Gradan con ‘discurrir a lo sué y Achab y cómo se relacionan con el tema.
libre" y por qué puede resultar una buena defi
5. Aplicar, en exposiciones orales, los rasgos de
nición del ensayo?
la metáfora solar a las virtudes de los podero
2. ¿Qué tiene en común Quevedo con Bacon? sos.
3. ¿Cuáles son los planos planteados en su en 6. A partir de la investigación histórica realizada,
sayo sobre el monarca? confeccionar un cuadro cronológico comparativo
desde la invención de la imprenta, que incluya las
4. Investigar quiénes fueron Faetón, Dafne, Jo-
obras y los autores mencionados.
E1ensayo ilustrado
En el Siglo de las Luces, surge con fuer délo tradicional de ensayo, en plena ex
za toda una generación de pensadores pansión hacia el periodismo, la carta, el
que si bien no ajustaron sus obras al mo- informe e incluso el tratado, afianzan su
«ffí
aspecto didáctico al ocuparse de la situa dismo, como veremos más adelante. Por
ción político social de España, al amparo ahora, baste decir que muchos de estos es
de las ideas de la Revolución Francesa. critores, a menudo en la prensa gráfica, uti
lizan un seudónimo como protección para
Avanzado el siglo XVIII, el ensayo va expresar sus ideas y tomar distancia de
perdiendo su carácter personalista original ellas, al mismo tiempo que se acercan al
y se va adentrando en el mundo del perio lector con quien comparten el anonimato.
Conocido por su obra satírica con el ficticia entre dos amigos marroquíes, que
seudónimo de Dalmiro, cabe mencionarlo le sirve de pretexto para la crítica de las
en el ámbito del ensayo por sus célebres costumbres, la sociedad y la política en
Cartas Marruecas, una correspondencia España.
Carta XX X V
En España, como en todas partes, el lenguaje se muda al mismo paso que las costumbres; y
es que, como las voces son invencionespara representar las ideas, es preciso que se inventen p a
labras para explicar la impresión que hacen las costumbres nuevamente introducidas. Un es
pañol de este siglo gasta cada minuto de las veinticuatro horas en cosas totalmente distintas de
aquellas en que su bisabuelo consumía el tiempo; este, por consiguiente, no dice una palabra
de las que al otro se le ofrecían. —Si me dan boy a leer—decía Ñuño— un papel escrito por un
galán del tiempo de don Enrique el Enfermo refiriendo a su dama la pena en que se halla au
sente de ella, no entendería una sola cláusula por más que estuviese escrito de letra excelente,
moderna, aunque fuese de la mejor de las Escuelas Pías. Pero en recompensa, ¿qué chasco lle
varía uno de mis tatarabuelos si hallase como me sucedió hace pocos días, un papel de mi her
mana a una amiga suya que vive en Burgos? Amigo mío, te lo leeré, lo has de oír y como lo en
tiendas tenme por hombre extravagante. Yo mismo, que soy español por todos cuatro costados,
y que si no me debo preciar de saber el idioma de mi patria a lo menos puedo asegurar que lo
estudio con cuidado, yo mismo no entendí la mitad de lo que contenía.
José Cadalso
de Cartas Marruecas, Madrid, Espasa Calpe, 1950.
Firmaba sus críticas con el seudónimo de brillante pluma satírica. No hubo tema que
Fígaro y sus artículos de costumbres como dejara sin escudriñar, siempre dotado de un
“El pobrecito hablador”, uno de los periódi agudo temperamento romántico que le per
cos de su propiedad, y exponía una amar mitía percibir intensamente los males socia
ga visión de la vida española, a través de su les de su patria.
En este país...
Hay en el lenguaje vulgar frases afortunadas que nacen en buena hora y que se de
rram an por toda una nación, así como se propagan basta los términos de un estanque
las ondas producidas p or la caída de una piedra en medio del agua. Muchas de este gé
nero pudiéram os citar, en el vocabulario poético sobre todo; de esta clase son aquellas
que halagando las pasiones de los partidos, han resonado tan funestam ente en los años
que han pasado de este siglo, tan fecu n do en mutaciones de escena y en cam bios de de
coraciones.
Cae una p alabra de los labios de un perorador* en un pequeño círculo y un gran
pueblo, ansioso de palabras, la recoge, la pasa de boca en boca y con la rapidez del gol
p e eléctrico, un gran número de m áquinas vivientes la repite y la consagra, las más ve
ces sin entenderla, y siempre sin calcular que una palabra sola es a veces palan ca sufi
ciente a levantar ¡a muchedumbre, inflam ar los ánim os y causar en las cosas una revo
lución.
Estas voces favoritas han solido siempre desaparecer con las circunstancias que las
produjeran. Su destino es, efectivamente, como sonido vago que son, perderse en la lon
tananza, conform e se apartan de la causa que las hizo nacer.
Unafrase, empero, sobrevive siempre entre nosotros, cuya existencia es tanto más difí
cil de concebir, cuanto que no es de la naturaleza de esas que acabam os de hablar; estas ,
sirven en las revoluciones para lisonjear a los partidos y hum illar a los caídos, objeto que
se entiende perfectam ente una vez conocida la generosa condición del hombre; pero la
frase que form a el objeto de este artículo se perpetúa entre nosotros, siendo sólo un fu n es
to padrón de ignominia para los que la oyen y para los mismos que ta dicen; así la repi
ten los vencidos como los vencedores, los que no pueden como los que no quieren extir
parla; los propios, en fin , como los extraños.
En este país... Esta es la frase que todos repetimos a porfía, frase que sirve de clave
p ara toda clase de explicaciones, cualquiera que sea la cosa que nos choque en m al sen
tido.
Creo entrever la causa verdadera de esta humillante expresión. Cuando se halla un
p aís en aqu el crítico momento en que se acerca a una transición y en que, saliendo de
las tinieblas, com ienza a brillar en sus ojos un ligero resplandor, no conoce todavía el
bien, em pero ya conoce el mal, de donde pretende salir para probar cualquier otra cosa
que no sea lo que hasta entonces ha tenido.
Este es acaso nuestro estado y este, a nuestro entender, el origen de la fatu id ad que
en nuestra juventud se observa: el medio saber reina entre nosotros; no conocem os el
bien pero sabem os que existe y que podem os llegar a poseerlo, si bien sin im aginar el có
mo. Afectamos, pues, hacer ascos de lo que no tenemos, para dar a entender a los que
nos oyen que conocem os cosas mejores, y nos queremos engañar miserablemente unos a
otros, estando todos en el mismo caso. » /'
3. Hacer una encuesta entre los adultos que verifi 5. Después, redactar un texto fuertemente opi-
que el grado de distancia generacional en el len nativo cuyo tema sea la diferencia o, eventual
guaje. Por ejemplo: ¿Qué quiere decir "copado"? o mente, el conflicto entre generaciones.
..........................................
La Generación del 98
Ya a fin del siglo XIX, estos nombres Pero, hacia fin de siglo, la fe pragmáti
sirvieron de modelo a la llamada “Gene ca se desintegra: aparecen las teorías rela
Kap elusz e d ito ra S.A. P r o h ib id a su f o t o c o p ia . (Le y 11.723)
ración del 98", un grupo de escritores y tivas sobre el tiempo, la física y la psico
pensadores que vivieron la dura realidad logía humana. El mundo moderno de la
de la decadencia española después de la sociedad industrial muestra sus ventajas y
pérdida de sus últimas colonias. El ensa desventajas en un abanico multitudinario
yo inicia, entonces, su curva hacia el es de expresiones críticas, firmadas por los
plendor, acaso inspirado en la necesidad grandes maestros de la pluma.
de buscar explicaciones para los vertigi Entre los ensayistas más inspirados de
nosos cambios que sobrevinieron desde este grupo de jóvenes rebeldes, cabe
1850 en adelante. La ciencia modifica la mencionar a José Martínez Ruiz, conocido
visión del universo: Darwin da a conocer como Azorín, autor de Los pueblos y El al
la teoría evolucionista; el mundo de la ma castellana, entre otras obras, y Miguel
economía y las relaciones sociales ad de Unamuno, también novelista y filóso
quieren otro sentido después del mani- fo, que descubrió su intensa lucha interior
%. fiesto comunista de Carlos Marx. El posi entre la razón y la fe, en obras ensayísti-
tivismo se adueña de todas las esferas de! cas de gran aliento: Del sentimiento trági
pensamiento y la creación artística. co de ¡a vida y La agonía del cristianismo.
Durante el siglo XX, el ensayo español ñera, Tilósofo del hombre y sus circuns
ha contado con ilustres cultores. Baste tancias, dueño de títulos memorables co
nombrar a José Ortega y Gasset (1883- mo M editaciones del Quijote, El especta
1955), el más joven de la generación se dor, La deshum anización del arte, La re-
belión de las masas, etc. Y también María Ya entre los contemporáneos, Femando
Zambrano (1907-1991), quien meditó con Savater (1947), autor multifacético, catedrático
esperanza acerca de los grandes misterios de filosofía y periodista, produjo, entre mu
de la vida humana, escritora de H acia un chas otras obras, Ética para Amador, Invita
saber del alm a (1950) y El hom bre y lo ción a ¡a ética, e Instrucciones para olvidar
divino (1955). el Quijote, miscelánea de ensayos y artículos.
1. En coordinación con los profesores de histo 3. Aislar, en grupos, una sentencia de Azorín
ria, filosofía, literatura, física y psicología, inves que revele una gran intensidad de pensamien
tigar las teorías que produjeron el gran cambio: to y realizar su defensa o su crítica. Por ejemplo:
la teoría evolucionista, el manifiesto comunista, "la s obras comienzan siendo nuestras, y noso
la teoría de la relatividad, la psicología profun tros acabamos siendo de las obras". Después,
da, la crisis española del 98, la nueva literatura poner en común, y extender las implicancias a
de vanguardia. Redactar un informe que combi cualquier otro aspecto de la vida.
ne los datos para dar un panorama del mundo
4. Buscar textos sobre el tiempo (Pablo M ila -
a comienzos del siglo XX.
nés, Antonio Machado, los Beatles, el tango,
2. Enumerar en un cuadro a dos columnas los pun artículos periodísticos, etc.l, leerlos en clase y
tos de comparación que desarrolla Azorín en su componer un breve ensayo individual sobre el
texto sobre ambos clásicos de la lengua castellana. tema.
...............................................
Antología
I
Octavio Paz
en La llama doble, Buenos Aires, Seix Barral, 1994.
Kapelusz e d ito ra S.A. P r o h i b í a su ío t o c o p ia . (L ey 11.723)
H ace ya bastantes años que la ingeniosa m alicia de Umberto Eco nos sugirió otra
división dicotóm ica* más de los hom bres. Los apocalípticos y los integrados* form an
parte desde entonces de los arquetipos taxonóm icos* de la m odernidad: los prim eros m
K a p c fu sz e d it o r a SJK. P r o h ibid a su f o t o c o p ia . (L e y 1 1 . 7 2 3 )
descubriendo la pezu ñ a satán ica del dom inio y la m anipulación en cad a fa c eta cul
tural, técnica o ideológica de nuestro tiempo, los segundos dispuestos a apuntarse con
una sonrisilla cómplice a todas las pom pas y obras del rem ozado principe de este mundo.
Todo esto, aunque no lo parezca, viene a propósito del video y tam bién de la lectu
ra. Cuando n ació el libro impreso, individual, los apocalíticos se llevaron las m anos a
la cabeza con enferm izo escándalo. La situación era más o menos la siguiente: los li
bros se conservaban y reproducían p or medio de copistas; muy pocos particulares -sólo
algunos potentados- disponían de biblioteca propia y la mayoría de las colecciones de
obras pertenecían a monasterios, universidades, etcétera. Y los apocalípticos de aquellos
tiempos clam aron contra el nuevo estado de cosas. “Se perderá el arte de la exégesis* y
del comentario", decían los catastrofistas, “que es la base de la lectura inteligente y ca
da cu al se dedicará sin m iram iento a atesorar libros, convertidos ya en puros objetos
sin espíritu, m aniáticas piezas de colección. ” Y otros, p or último, más nítidos, se alar
m aban de la posible difusión sin control de ideas peligrosas o disolventes.
Pues bien, ¿no nos recuerdan todas estas objeciones los reproches más com unes que
nuestros actuales apocalípticos suelen hacer a la proliferación ya incontenible del vi
deo? Y no es que aquellas viejas suspicacias ante el joven libro impreso careciesen de to
do fundam ento, com o hoy tam bién lo tienen las que se enfrentan a la videom anía: lo
que ocurre es que en am bos casos se pierden entre denuestos las posibilidades que se
abren. Los valores previos no sirven p ara ju zgar lo nuevo porque se verán trastocados
por ello: ¿acaso la aventura del libro impreso no ha valido a fin de cuentas la pena?
Toda revolución es am bigua. Con el paso del tiempo, lo más subversivo se hace reac
cionario, pero tam bién lo que riace con designio conservador puede llegar a trastocar
lo todo. La muerte de las salas cinem atográficas puede ser lam entable, pero no sería el
fin del cine, lo mismo que la desaparición de la lectura com unitaria en voz alta no a c a
bó con el vicio de leer.
Femando Savater
en Instrucciones para olvidar el Quijote, Madrid, Taurus, 1995.
1. Enumerar, en el fragmento de Octavio Paz, con empleo de citas textuales si es necesario.
los argumentos que relacionan y distinguen el
6. Después de considerar "Los apocalípticos y
amor de la amistad.
el video", contestar el siguiente cuestionario:
2. Analizar en equipo sus asertos sobre la ca al ¿Quién es un apocalíptico según el contexto?
pacidad de amistad de la mu¡er. Debatir. Luego b) Repensar ejemplos y analogías para aplicar
poner las conclusiones en común. el concepto de apocalíptico o integrado a un
individuo de acuerdo con diferentes situacio
3. Producir un texto personal sobre los alcances
nes. el ¿Quiénes son los apocalípticos y quie
de la amistad entre el hombre y la mujer, consi
nes los integrados en la Carta XXXV de Cadal
derando las ideas de los fragmentos sobre el te
so? ¿Qué relación puede tener con la edad o
ma aparecidos en el Módulo. c
los prejuicios? d) ¿Qué conexión encuentra Sa-
4. ¿Cuál es la idea central que desarrolla Lipo- vater entre el video y el libro y cómo le permi (
vetsky; mediante qué argumentos y a qué con te precipitar la conclusión del ensayo? e) ¿Cuál
clusión llega? es la conclusión del autor en relación con el te (
ma ensayado?
5. ¿Qué diferentes motivos llevaron al autor (
de "Los discretos encantos de lo político’ a
destacar en su ensayo las siguientes pala
7. Comparar los tres ejemplos de esta antolo
gía y buscar semejanzas o diferencias de tono, c
bras: "escala humana"; mass media; y valo género e intención. Poner en común las conclu
v
res? Explicarlo en argumentaciones breves, siones.
* - • ........................................................... (
(
(
(
c
(
c
(
c
(
(
(
c
43
i
(L ey 1 1 :723)
s u f o t o c o p ia .
Kapeiusz editora S.A. P r o h i b i o a
Basado en dos pilares fundamentales: la del cual ejerce su esencial libertad. Como
expresión del yo con sus caprichosos parece punto de partida, hemos preparado un decá
res, dotados de un estilo literario y la libre ar logo que enumera cinco aspeaos referidos a
gumentación, adornada de recursos precisos, la actitud del ensayista, y otros cinco que ha
el ensayo se encuadra en un marco dentro cen al discurso propio del género.
Los que siguen son una suerte de “diez 5. Tampoco puede prescindir del lector,
mandamientos" a tener en cuenta para la implicado como en una conversación tácita.
caracterización de un ensayo:
6. La argumentación, base del ensayo,
1. Supone el descubrimiento de un yo no no sigue una secuencia hiperlógica sino
autobiográfico ni confesional: un ejercicio que fluctúa entre opuestos, contemplando
de introspección libre, en una interioridad los pro y los contra, lejos de la exactitud
abstracta, reveladora de la diversidad huma matemática.
na.
7. Por lo tanto, adscribe a un “ordo for-
2. Al mismo tiempo, conlleva una fuerte tuitus”, es decir, un orden azaroso, dictado
voluntad de estilo que lo convierte en una más por la retórica que por la lógica.
pieza de orfebrería literaria, por momentos
cercana a la conversación, al discurso mo 8. Rara vez recurre a la cita textual sino
ral o al artículo de costumbres. que busca en otros la apoyatura, el pie pa
ra la polém ica, el comentario anecdótico.
3- Su naturaleza fragmentaria, inacaba
da y abierta le permite abordar todos los te 9. La digresión forma parte de su propia
mas, aproximarse a todos los géneros y al naturaleza: ese vaivén entre el rigor lógico
mismo tiempo, diluirse en una imprecisa y la dispersión literaria.
delimitación.
10. Su artificio preferido es el uso^de la
4. Se ha dicho también que no hay ensaparadoja (contraste violento) y la analogía
yos sino ensayistas porque la autoridad del fundada en anécdotas y citas metafóricas
escritores la piedra fundamental del género. que le sirven de sostén argumenta!.
Escritor y lector
Miguel de Montaigne
“Advertencia al lector", en ob. cit.
r\
Voluntad de estilo
Todas las rayas que vieres en las manos, oh curioso lector, significan que la mano se do
bla por la palm a y no por arriba, y que se dobla por las junturas; y por eso están las gran
des en las coyunturas, y de esas, como es cuero delicado, residían las otras más menudas.
Ypara ver que esto es así, mira en el pescuezo y frente, caderas, corvas y codos, y sangra
duras y nalgas, por donde se arruga el pellejo, y en las plantas de los pies hay rayas. Y así,
había de baber si fu era verdad (como hay quirománticos), nalguimánticos, y firontimánti-
cos, y codimánticos, y pescuecimánticos y piedimánticos.
Francisco de Quevedo
"Quiromancia o arte de adivinar por las rayas de
las manos en un capítulo bien breve”, en ob. cit.
Naturaleza fragmentaria
Hay un mundo de diferencia entre el aida y el ambiente de inform ación eléctrica inte
grada del hogar moderno. Al niño televidente de hoy se lo afina con el diapasón de las no
ticias "adultas" a l minuto: inflación, disturbios, guerra, impuestos, delincuencia, beldades
en traje de baño y queda perplejo cuando ingresa en el ambiente del siglo XIX que caracte
riza todavía el sistema educacional, con información escasa pero ordenada y estructurada
por patrones, lemas y programas fragm entados y clasificados. Se trata, naturalmente, de un
ambiente muy semejante al de cualquierfábrica con sus inventarios y líneas de montaje.
El “niño“ un invento del siglo XVII; no existía en los tiempos, digamos, de Shakespeare.
Hasta entonces estaba fundido en el mundo adulto y no había nada que pudiera llamarse
infancia en el sentido que nosotros damos a la palabra.
El niño de hoy está creciendo absurdo, porque vive en dos mundos y ninguno de ellos lo im
pulsa a crecer. Crecer: esta es nuestra nueva tarea, y ella es total. La mera instrucción no basta.
Marshall McLuhan
El medio es el masaje, Barcelona, Paidós, 1992.
Polémica
¿Monólogo? Así han dado en decir mis... los llam aré críticos, que no escribo sino monólo
gos. Acaso podría llamarlos monodiálogos; pero será mejor autodiálogos, o sea diálogos con
migo mismo. Y un autodiálogo no es un monólogo. El que dialoga, el que conversa consigo
mismo repartiéndose en dos, o en tres, o en más, o en todo un pueblo, no monologa. Los dog
máticos son los que monologan, y hasta cuando parecen dialogar, como los catecismos, por
preguntas y respuestas. Pero los escépticos, los agónicos, los polémicos, no monologamos. Lle
vo muy en lo dentro de mis entrañas espirituales la agonía, la lucha, la lucha religiosa y la
lucha civil, para poder vivir de monólogos. Job fu e un hombre de contradicciones, y lo fu e
Pablo, y lo fu e Agustín, y lo fu e Pascal, y creo serlo yo.
La frecuencia de trato con lagente produce maravillosa claridad de juicio. Todos estamos
como encerrados en nosotros mismos y no vemos más allá de nuestras narices. Le pregunta
ron a Sócrates de dónde era; no contestó que era de Atenas sitio del mundo. Como tenía ima
ginación más cabal y amplia, abarcaba el universo lo mismo que su ciudad,...
Sólo quien sabe representarse la imagen de la m adre Naturaleza en su total majestad,
sólo quien sabe leer en su semblante variedad tan general y constante...
En suma, quiero que sea este espejo el libro de mi escolar...
'a i
r\
Paradoja
El libro es corto; mas para entenderlo como merece, ninguna vida será larga. Escribió po
co y dijo mucho. Si los que gobiernan ¡o obedecen, y los que obedecen se gobiernan por él,
ni a aquellos será carga ni a estos cuidado.
Quiero irme de esta página con dos anécdotas que creo bellas y justas. La prim era es a
la intención -y ojalá al escarmiento- de los musicólogos almidonados. En un restaurante
de la rué Monmartre, entre porción y porción de almejas a la marinera, ca í en hablarle a
Jan e Bathori de mi cariño por Gardel. Supe entonces que el azar los había acercado una
vez en un viaje aéreo. “¿Y qué le pareció Gardel?’’. Pregunté. La voz de B athori-esa voz por
la que en su día pasaron las quintaesencias de Debussy, Fauré y Ravel- me contestó emo
cionada: “II était cbarmant, tout á fa it charmant. C’était un plaisir de causer avec lui. ’’(E-
ra encantador, absolutamente encantador. Daba placer conversar con él.) Y después, since
ramente: “Et quelle voix!" (¡Yqué voz!)
La otra anécdota se la debo a Alberto Girri, y me parece resumen perfecto de la adm ira
ción de nuestro pueblo por su cantor. En un cine del barrio sud, donde exhiben Cuesta Aba
jo, un porteño de pañuelo a l cuello espera el momento de entrar. Un conocido lo interpela
en la calle: "¿Entrás a l biógrafo? ¿Qué dan?’’ Y el otro, tranquilo: "Dan una del mudo..."
K a p e lu s z e d it o r a S.A. P r o h i b i d a s u f o t o c o p i a . ( L e v 11.723)
( C Z ¿ 'l l * n ) •vM oaoiQ á n s vaiaiMO»d v s « jo i i p a zsn/»dBy
Julio Cortázar, “Gardel”, en La vuelta al día en ochenta mundos,
Buenos Aires, Siglo Veintiuno, 1967.
1. Resumir en un párrafo breve las característi 3. Buscar anécdotas, citas, paradojas y digre
cas del ensayo. Después, traducirlo a un cuadro siones.
El discurso argumentativo
Contextos latinoamericanos
Tesis adversa
Dicen algunos que la psicología del latinoam ericano no está definida y ah í están los
premiosos, vacilantes, vergonzantes ensayos de ubicación que se acercan a la realidad
de esa psicología sin alcan zar una definición válida.
Argumentación
Basta leer una novela de Carlos Fuentes para ver que ha dado, certeramente, con la
psicología del m exicano de México. El chileno es chileno y el venezolano es venezolano
por razones y características más operantes y vigorosas que aquellos factores som áticos y
mentales que diferencian a un napolitano de un piam ontés, sin olvidar que hay diferen
cias más sensibles entre el fran cés y el belga, recordándose, al respecto, la brom a de Al-
fred Jarry (en el Docteur FaustrolU del mono a quien se intenta enseñar a hablar elfra n
cés y sale hablando belga...
Hay, adem ás de un ligero acento que en nada daña un castellano realm ente muy
bien hablado en nuestro continente, un concepto de la vida, del amor, de la alim enta
ción -u n a filosofía del vivir cotidiano- que no es la del cubano si se es boliviano, que no
es la del m exicano si se es peruano o ecuatoriano.
Nunca he entendido por qué el novelista tiene tantos malestares de creación cuando
trata de situar a l hom bre nuestro en un paisaje nuestro, de centrar, de cercar, ubicar,
relacionar, su psicología. Todo lo que hay que hacer es dejarlo actuar. “¿Qué sabe usted
hacer?, pregunta a Chaplin el em presario de El circo. "Soy como soy y no com o tú quie
res", reza una canción cubana que viene a servirle de respuesta.
¥
Conclusión
1 .7 2 3 )
D ejar los personajes en libertad con sus virtudes, sus vicios, sus inhibiciones -¡y cui
^
K a p e iu s z e d ito r a S .A . P r o h i b i d a s u f o t o c o p i a . (L e y
dado que los hay, en América Latina!- partiéndose de la verdad profunda que es ¡a del
escritor mismo, nacido, am am antado, criado, educado en el ám bito propio, pero lúcido
únicamente a condición de que desentrañe los móviles de la praxis circundante.
1. Sobre temas variados y triviales, practicar en grama televisivo, película, etc.). Quien toma la
equipo el esquema de argumentación tratado: palabra debe necesariamente exponer sus
Tesis adversa; tesis del autor; argumentos; refu puntos de vista en tres instancias: hipótesis, ar
tación; contrarrefutación; conclusión. Ensayarlo gumentos, conclusión.
de manera oral, como puesta en común de gru
4. Comparar el fragmento de Carpentier con
po, o individualmente, por escrito. ■
el ensayo de Saer (Módulo 1) y debatir en equi
2. Formar equipos; cada uno transcribe el es pos ambas posiciones sobre la especificidad de
quema de argumentación expuesto por otro la literatura latinoamericana.
equipo; identifica el punto débil y lo rebate oral
5. Escribir un ensayo sobre la Importancia de
mente.
las características nacionales, a partir de una
3. Producir un debate sobre un tema en común tesis adversa imaginaria o tomada de los textos
(libro, acontecimiento social o deportivo, pro- vistos.
................................................................................................................
La argumentación retórica1
¿Quées la retórica?
Según la más escueta enciclopedia castellana, la p alabra retórica tiene una prim era
acepción que la define como arte que enseña las reglas del buen decir. En una segunda
acepción, que se usa de m anera despectiva, retórica es el rebuscamiento, artificio u os
curidad en el lenguaje. Según el contexto, la retórica puede tener un valor positivo o ne
gativo.
A lo largo de la historia, la retórica también sufrió cambios bruscos en su valoración.
Mientras que en la Edad Media y el Renacimiento la retórica aristotélica vivió una época de
esplendor, durante la Edad Moderna, con el auge del racionalismo, la práctica de conven
cer por medio de la palabra fu e marginada. Esto significa que la suerte histórica de la retó
rica ha estado ligada a la valoración que, en las distintas épocas, se ha hecho de la opinión
en relación con la verdad.
Para quienes piensan que la verdad puede surgir de la discusión y el contraste de p a
receres, la retórica será algo más que un simple medio expresivo o un elenco de técnicas
estilísticas. Para quienes creen que la verdad es fruto exclusivo de una evidencia racional
o sensible, la retórica es un conjunto frívolo de expresiones y técnicas que multiplican
ociosamente las palabras. Esto explica que, con el predom inio del racionalism o y el empi
rismo en la filosofía de los siglos XVII a l XIX, la retórica fu ese reducida en los planes de
estudio a una especie de estilística o fórm ulas de un lenguaje decoroso y ornam entado.
Afin es del siglo XIX, con el auge del historicismo, el pragmatismo, el vitalismo, el existen-
cialismo, la retórica y la teoría de ¡a argumentación comienzan a tomar nuevo impulso. Por
supuesto que el desarrollo y asentamiento de la dem ocracia influye para que la retórica, co
mo se la conoció en la Grecia clásica, tome nuevos bríos.
La retórica, que basa su práctica en la confrontación de ideas, necesita un entorno de
mocrático para desarrollarse. Estructuras sociales dogmáticas, autoritarias y coercitivas
tienden a elim inar la retórica del uso social.
El discurso ensayístico
1 Ver Vicente José Durante, No-sí estoy de acuerdo. Claves de la argumentación, en esta misma colección.
R1
Partes del discurso
E1 buen decir
Como la retórica es el "arte del buen de te no caen dentro de la esfera literaria del
cir", seguían a las etapas anteriores las de género, resulta'muy conveniente su ejerci
“elocutio”, correspondiente a la oratoria y cio. El ensayo oral permite la preparación
“actio", referida a la gestualidad del hablan sobre un tema, el análisis agudo, la ponde
te. Si bien la argumentación oral y el deba- ración de los pro y los contra, una correcta
jerarquizadón de las ideas y una plena co- na los turnos y tiempos de participación
herenda en el discurso. Asimismo, puede de los equipos para debatir temas de in
contribuir a un mejoramiento de las aptitu terés general, a partir de una tesis básica,
des del orador, que debe superar la prueba favoreciendo al mismo tiempo la genera
de hablar en público y dominar su cuerpo, ción de ideas originales y el respeto por
en un accionar sereno, que ayude a la co las opiniones ajenas.
municación y compromiso del auditorio.
Para nuestros fines, conviene revisar las
No menos importante es la discusión herramientas lingüísticas necesarias para lo
organizada por un moderador, quien asig grar el efecto deseado en un ensayo escrito.
Tipos de lengua
En primer término, una buena exposición ciones. Recurrimos para ello a uno de los cua
y disposición de los argumentos requiere re dros más habituales, donde podemos apreciar
pasar los tipos de lengua utilizados en la li y confirmar la ubicuidad del ensayo en cuan
teratura ensayística y sus posibles combina to reclama para sí distintas formas discursivas:
Tipo de escritura
Característica Forma
poemas cartas
Objetivo básico: crear.
mitos
5
•E
Audiencia: el autor y otras personas. ensayos
comedias
1 Expresa sensaciones y opiniones privadas.
canciones
u Vigila con suma atención el lenguaje.
cuentos
anécdotas chistes
En segunda instancia, conviene recordar mente de la polémica, sin recurrir a una re
que no importa qué tipo de lengua usemos lectura analítica.
en cuanto podamos lograr una buena dis
Puede considerarse párrafo a esa unidad
posición de los argumentos. Para ello, es discursiva que gráficamente se señala con
esencial centramos en el párrafo, elemento una sangría y que termina en un punto y
básico para lograr un orden deseado, pre aparte, pero que, conceptualmente, se con
sentar con claridad una tesis, los asertos centra en el desarrollo de una sola idea que
tendientes a confirmarla y la pausa necesa puede estar o no explícita. Comprender ca
ria para que el lector pueda incorporar la je da párrafo revela siempre la forma en que
rarquía de ideas e incluso, participar tácita el escritor ordena su estrategia.
Los conectores
T5S?lu5?T3Rorl2*?!5?*P5oM¡!¡oA,^o,T3Tt5co¡»!í"tL?v*,íT?7Í?3T
tes, son los nexos básicos que unen la
denamiento de las ideas, señalan la progre
causa y el efecto, que trazan el camino
sión de los párrafos y permiten la compa
entre el problema y su solución. Entre
ración, la objeción, la introducción de
ambos extremos, las dudas pautadas por
ejemplos, el contraste de argumentos, la
aunque, no obstante, sin em bargo... Y las
coherencia de las conclusiones:
afirmaciones: pero, tam bién, adem ás, p or
Pienso, LUEGO existo.123 otra parte...
1. Investigar el tema de los conectores, tan úti dejaban de discutir ya que la situación era com
les para la concatenación y los matices de una pleja.
narración o una argumentación.
4. O b se rva r en equipo cualquiera de los
2. Practicar con esquemas de causa y con ejemplos de las antologías; a n a liza r el uso de
secuencia. Por ejemplo: la situación era los conectores y, luego, poner en común las
compleja, en consecuencia (de modo quel, conclusiones: re fe rirla s al orden, la claridad,
no dejaban de discutir. V ariar en los ejerc i la afirmación, la duda, la causa, el efecto, la
cios el conector hasta lo g ra r un conjunto hipótesis. *
consistente.
5. Exponer oralmente argumentaciones sobre
3. Invertir el esquema: a partir de la consecuen temas de actualidad periodística, en tres pasos,
cia o efecto, obtener la causa. Por ejemplo: no prestando especial atención a los conectores.
............................................................... ♦••••
Cuando se escribe un ensayo se puede que aúna los opuestos en un solo término
recurrir a numerosas figuras que sirven pa y siempre la m etáfora, el decir una cosa por
ra realzar el razonamiento o marcar fuertes otra, como condensación de significados en
contrastes. La paradoja se cuenta entre las la argumentación. Elementales resultan la
más señaladas y supone un contraste vio com paración y la an alogía, que saltan a
lento, a veces reforzado por el oxímoron*, la vista en el siguiente modelo:
Actualmente el mundo se ha comprim ido bajo un torrente inform ativo que lo cubre des
de todas las direcciones. Vivimos, p or decirlo así, en una aldea global. Las noticias llegan
hasta nosotros velozmente, con electrónica celeridad, desde todas partes. Es com o si viviéra
mos en el am biente casi auditivo d e una pequeña aldea universal. Yo, M arshall McLuhan,
y quienes se hallan conmigo, Robert S hafery Hariey Parker, intentarem os un viaje a través
de las últimas cinco centurias de cultura gutenbergiana. la G alaxia Gutenberg.
Ante nosotros tenemos dos objetos enteram ente discordantes■una m áscara de los mares
del Sur, representativa de una cultura prim itiva y prealfabética y un televisor, sím bolo del
hom bre posalfabetizado y electrónico. Entre am bos extrem os se extiende la G alaxia Guten
berg, o sea, cinco siglos de imprenta, culm inación d e un m ilenio de alfabeto fonético.
Existen, sin embargo, muy interesantes analogías entre esta m áscara y el televisor que se
halla en el otro extremo. La m áscara es una talla y la im agen de TV creo que tam bién lo
es... ya que exige cierta com plem entación p o r parte de todos nuestros sentidos. La m áscara,
a su vez, proviene d e un mundo en que todos los sentidos actu aban simultáneam ente.
La televisión com pleta el ciclo del sensorio hum ano. Con el omnipresente oído y el ojo mó
vil hemos abolido la especializada m etáfora acústico-visual qu e estableció la dinám ica de
la civilización occidental.
En la televisión se prolonga el tacto activo, exploratorio, que im plica a todos los sentidos
simultáneam ente, más que el de la vista p or sí solo. Uno tiene que estar “con" eso. Pero en
los fenóm enos eléctricos, la visual apenas es un com ponente de una com pleja interacción.
La televisión exige participación e im plicación en profu n didad de todo el ser. No fu n cio
na com o un segundo plan o: nos compromete. Quizás sea p or eso que tanta gente siente am e
n azada su identidad. Esta carga de la brigada ligera de los hechos ha acrecentado nuestro
conocim iento general de la form a y sentido de las vidas y los hechos hasta un nivel de ex
trem a sensibilidad.
Losfunerales del presidente Kennedy probaron con la m ayorfuerza la capacidad de la te
levisión para lograr la participación colectiva en un acontecim iento determ inado. Envuelve a
toda una población en un proceso ritual (a su lado, la prensa, el cine y la radio ofrecen m a
terial de consumo en bloque, burdo e indiscriminado). La televisión proyecta las imágenes so
bre usted. Usted es la pantalla. Las imágenes lo envuelven. Usted es el punto de visión.
Expresa una paradoja global por medio ne al mundo visual y alfábetico menciona
del oxímoron aldea-universo. Prosigue el do con la metáfora “galaxia Gutenberg",
juego de oposiciones máscara-TV como como situación espacio-temporal de Occi
símbolos de un mundo sensorial, que opo dente.
A través de ese paréntesis, la TV recupe dios tecnológicos como prolongación de
ra su contacto con el primitivismo multi- los sentidos humanos, a través de una ver
sensorial y, por lo tanto, surge una nueva sión del primitivismo aludido: la televisión
paradoja: compromiso del ser-temor a la se transforma en un rito y por lo tanto, arre
pérdida de identidad, a través de la imagen bata al espectador, al punto de que este se
de “la carga de la brigada ligera”, famosa metamorfosea en la pantalla. A través de
hazaña de la caballería inglesa durante la una metáfora implícita, sugiere un acto má
guerra de Crimea (1854-1855).
gico, semejante al de las pinturas rupestres,
Cierra con su teoría de los modernos me que confunden la imagen con la caza real.
1. Partiendo del texto de M c luho n como tesis 2. Este ensayo fue escrito en 1967. ¿Qué vigencia
adversa, o pinar en forma individual acerca tiene en el contexto actual, en cuanto al optimis
del mundo auditivo de los medios masivos y el mo con que se juzga la TV?
mundo visual que atribuye a la era de la im Para ilustrarse, leer el siguiente párrafo de Um-
prenta. berto Eco:
la TV no es enemiga del libro, sino que aumentó la lectura. E l mundo está lleno de gente que no
lee lib ros n i diarios y sólo m/ru la TV. Estas personas hace 5 0 años habrían sido analfabetas. Por
lo tanto, no fue una pérdida para los libros. M ira todo el tiempo la TV quien ¡amás hubiese le í
do o quizá después comience a leer... Claro que existe el loco que a la s 9 de la mañana pren
de la tele y sigue todo e l día mientras toma cerveza. Pero, seguramente, su padre tampoco leía
libros. r
3. ¿Cuál es la falacia* en el argumento de mense en cuenta la carta del ¡efe Seaftle, el dis
McLuhan sobre el funeral de Kennedy con res curso de M a rtí, la conferencia de García M á r
pecto al resto de los medios? quez y el fragmento de Galeano, estos dos úl
timos citados más adelante.)
4. Sobre la base del ejemplo de Carpentier,
organizar un debate, a partir de una hipótesis 5. Escribir un ensayo sobre la televisión o sobre al
sobre algún aspecto de América latina. (Tó- gún aspecto de la problemática de América latina.
Antología
Zapping
El control remoto es una m áquina sintáctica, una movióla* hogareña de resultados im
previsibles e instantáneos, una base de poder sim bólico que se ejerce según leyes que la tele
visión enseñó a los espectadores.
Prim era ley: produ cir la m ayor cantidad posible de im ágenes de alto im pacto p or unidad
de tiempo y, paradójicam ente, baja cantidad de inform ación p or unidad de tiempo o alta
cantidad de inform ación indiferenciada (que ofrece, sin em bargo, el “efecto de inform a
ción ”).
Segunda ley: extraer todas las consecuencias del hecho de que la retrolectura en los dis
cursos visuales o sonoros que se suceden en el tiempo, es im posible (excepto que se grabe un
program a y se realicen las operaciones de los expertos en medios y no de los televidentes). La
televisión explota este rasgo com o una cualidad que le perm ite una enloquecida repetición
de imágenes; la velocidad del medio es superior a la capacidad que tenemos de retener sus
contenidos. El medio es más veloz que lo que transmite. En esa velocidad, m uchas veces,
compiten hasta anularse los niveles de audio y video.
Tercera ley: evitar la pau sa y la retención tem poraria delflu jo de imágenes porque cons
piran contra el tipo de atención más adecu ada a la estética m assm ediática y afectan lo que
se considera su m ayor valor: la variada repetición de lo mismo.
Cuarta ley: el montaje ideal, aunque no siem pre posible, com bina planos muy breves; las
cám aras deben moverse todo el tiempo p ara llenar la pan talla con im ágenes diferentes y
conjurar el salto de canal.
(L e y 1 1 . 7 2 3 )
En la atención a estas leyes reside el éxito de la televisión pero, también, la posibilidad es
tructural del zapping. Los alarm ados ejecutivos de los canales y las agencias publicitarias
ven en -el zapping un atentando a la lealtad que los espectadores deberían seguir cultivan
s u f o t o c o p ia .
do. Sin em bargo, es sensato que acepten que, sin zapping, hoy n adie m iraría televisión. Lo
que hace casi m edio siglo era una atracción basada sobre la im agen se ha convertido en
una atracción sustentada en la velocidad. La televisión fu e desarrollando las posibilidades
de corte y em palm e que le perm itían sus tres cám aras, sin sospechar que en un lugar de ese
Kapelusz ed ito ra S.A . P r o h ib id a
cam ino, p or el que transitó desde los largos planos generales fijos hasta la dan za del swit-
cher*, tendría que tom ar de su propia m edicina: el control remoto es mucho más que un
switcher p ara aficionados.
América latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de qui
mérico que sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración
occidental. No obstante, los progresos de la navegación que han reducido tantas distancias
entre nuestras Américas y Europa, parecen haber aum entado en cam bio nuestra distancia
cultural. ¿Por qué la originalidad que se nos adm ite sin reservas en la literatura se nos nie
ga con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cam bio social? ¿Por
qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus p a í
ses no puede ser tam bién un objetivo latinoam ericano con métodos distintos en condiciones
diferentes? No, la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de in
justicias seculares y am arguras sin cuento, y no una confabulación urdida a mil leguas de
nuestra casa. Pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilis
mo de los abuelos que olvidaron las locuras fructíferas de su juventud com o si no fu era posi
ble otro destino que viinr a m erced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el
tam año de nuestra soledad.
Sin em bargo, fren te a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vi
da. Ni los diluvios ni las pestes, ni las ham brunas ni los cataclism os, ni siquiera las guerras
eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vi
da sobre la muerte. Una ventaja que aum enta y se acelera: cada añ o hay 74 m illones más
de nacim ientos que d e defunciones, una can tidad de vivos nuevos com o p ara aum entar
siete veces cad a añ o la población de Nueva York. La m ayoría de ellos nacen en los países
con menos recursos, y entre estos, p or supuesto, los de A m érica latina. En cam bio, los p a í
ses más prósperos han logrado acum ular suficiente p od er de destrucción com o p ara an i
qu ilar cien veces no sólo a todos los seres hum anos qu e han existido hasta hoy, sino la to
talidad de los seres vivos que han p asad o p or este plan eta de infortunios.
• Un día com o el de boy, mi m aestro William Faulkner dijo en este lugar: “Me niego a
adm itir el fin del hombre". No me sentiría digno de ocu par este sitio que fu e suyo si no tu
viera la con cien cia plen a de que p o r prim era vez desde los orígenes de la hum anidad, el
desastre colosal que él se negaba a adm itir hace 32 añ os es ahora n ada m ás que una sim
p le posibilidad científica. Ante esta realid ad sobrecogedora qu e a través de todo el tiempo
hum ano debió de p arecer una utopía, los inventores de fáb u las que todo lo creem os nos
sentim os con el derecho a creer que todavía no es dem asiado tarde p ara em prender la
creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde n adie
pu eda decidir p o r otros hasta la form a de morir, donde de veras sea cierto el am or y sea
posible la felicid a d y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan p o rfin
y p a ra siem pre una segunda oportunidad sobre la tierra.
Han quedado atrás, afortunadam ente, los novelones románticos, elpatem alism o de los
escritores “indigenistas 'y el “nativism o” mentiroso escrito en las ciudades p ara las ciu da
des. En los últimos veinte o treinta años, la literatura latinoam ericana ba reflejado una nue
va conciencia de la realidad, que se incubó en algunos sectores juveniles de la clase m edia
y se proyectó, en el plan o cultural, con tanto vigor com o en el p lan o político.
Los especialistas en confundir la cáscara con el fru to nos dicen: “Es la revolución del
lenguaje. El lenguaje es el verdadero protagonista de la nueva novela latinoam ericana".
¿Voces o ecos? Lás m odas de la alta costura cultural llegan a nuestras tierras, com o siem
p re con atraso, y cuando ya se les presta escaso interés en los centros de origen. Los Pierre
Cardin de las letras han inventado la teoría, o la han resucitado, porqu e es antigua, en
París; y los copiones la han aplicado a la literatura latinoam ericana em ergente p ara se
cuestrarle el contenido crítico. Pero el lenguaje es el instrumento, no la m elodía; y los ver
daderos protagonistas de la nueva narrativa latinoam ericana no son los pronom bres y los
adjetivos, sino hom bres y mujeres de carn e y hueso.
No será, p or cierto, a través de una revolución de la sintaxis que se devolverá a la p a la
bra la dignidad perdida. El sistema vacía el lenguaje de contenido, no p or el p lacer de una
pirueta técnica, sino porque necesita aislar a los hom bres p ara dom inarlos mejor. El lengua
je im plica com unicación y resulta, p or lo tanto, peligroso en un sistema que reduce las re
laciones hum anas a l miedo, la desconfianza, la com petencia y el consumo.
La reducción de la literatura a la pura pirotecnia revela, en el plan o estético, un culto
p or las form as equivalente a l que en el cam po político m anifiestan quienes confunden de
m ocracia con elecciones, y una confusión de m edios y de fin es sim ilar a la de los tecnócra-
tas que creen que el desarrollo económ ico es el objetivo único y último de toda sociedad.
1. Después de leer el texto de Beatriz Sarlo, de 3. A nalizar en equipo la secuencia de ideas ex
batir acerca de sus puntos de vista y lo que des puesta por García Márquez en su Conferencia.
prende de las "leyes" modernas de la televisión Adaptar los esquemas de argumentación estu
y el uso del control remoto. diados en el Módulo.
2. Con las conclusiones del debate y los ejem- 4. Analizar, finalmente, el ejemplo de Galeano
píos ya estudiados sobre el mismo tema, redac- y distinguir, en un cuadro a dos columnas, los
tar un ensayo individual que dé cuenta de las dos planos de su construcción polémica. Contra
opiniones personales obtenidas. Prestar aten- qué o quién escribe el autor y cuál es su pro-
ción a los párrafos, tipo de lengua, conectores y puesta. A continuación, redactar un texto propio
recursos retóricos utilizados. Adjudicar un titulo que contenga la opinión personal sobre lo ex
fuerte, que incite inmediatamente a la lectura. puesto por el escritor. Se podría partir de la
Por ejemplo: "Auxilio, la pantalla está cargada". pregunta: ¿es un apocalíptico o un Integrado?
.................................................................................................................
/
m m m
Del amigo
qu í siempre sobra u n o-pien sa el solitario-, ¡Siempre uno por uno a la larga son
dos!
Yo y Mi están siempre trabados en empeñoso diálogo; esto sería insoportable sin un amigo.
Siempre p ara el solitario el am igo es el tercero; el tercero es el flotad or que impide que se
vaya a p iqu e el coloquio de los dos.
Hay dem asiadas profundidades, ¡ay!, p ara todos los solitarios. Por eso ansian un am igo
y su altura.
Nuestra f e en otros revela en qué quisiéramos creer nosotros mismos. Nuestro anhelo de
am istad nos delata."
Así habló Zaratustra.
Fríedrich NIetzsche
Así habló Zaratustra, 4* ed., Buenos Aires, Poseidón, 1969.
Ensayo artístico
Antes que nada, es una obra literaria so convierte en una suerte de juez.
bre temas relativos a la creación artística,
Para distinguirlos, a veces se recurre a las
construida sobre un pensamiento original, categorías de lo particular y lo general, atri
un enfoque tan talentoso como el de los au buyendo al ensayo una visión más abstracta
tores tratados. Siempre con un aire fragmen y a la crítica, un enfoque puntual. Sin em
tario, de algo inacabado, sugerente, que de bargo, se dan casos complejos en que am
ja librada al lector su definitiva plenitud. bos aspectos se mezclan, pero en el ensayo
Se diferencia de la crítica en que no se suele prevalecer la opinión por sobre el jui
refiere específicamente a la valoración de cio de valor dogmático*.
una obra según los parámetros de una Obsérvese un ejemplo, a propósito de es
teoría estética, donde el especialista se te debate:
Bioy y La Celestina
Alberto Glordano
en Modos del ensayo, Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 1991.
El escribir, según los diálogos platónicos, no pasa de ser una diversión. La escritura, acci
dente del lenguaje, pudo o no haber sido: el lenguaje existe sin ella. Pero la escritura, a l dar
fijeza a la flu id ez del lenguaje, fu n da una de las bases indispensables a la verdadera civili
zación. Al menos, lo que nosotros entendemos p or tal. Cierta dosis de conservación en las co
sas nos p arece una cláusula sine qua non1para aceptar el contrato de la existencia. No quie
re esto decir que sea inconcebible un apetito de lo efím ero. En Bali, las industrias parecen
calculadas p ara produ cir artículos de corta duración, en cuya constante m utabilidad reside
1 el encanto. Ya el fenóm eno de la moda, tan característico de las sociedades evolucionadas,
1 Sine qua n o n •lat. expresión que significa requisito indispensable para que algo se cumpla.
nos está diciendo que también la m udanza es un aliciente de la vida. A m edida que las cla
ses modestas alcanzan la moda, la moda deja de ser moda. La clase superior, que la creó, la
sustituye entonces por otra, en un maratón desenfrenado. Pero las fu erzas que vehiculan el
cam bio persisten en su afán y sentido. De suerte que aquí, como en la herencia, la unidad y
la variación juegan en campo repartido; aquella p ara lo esencial, para lo que no debe olvi
darse; esta para lo que, pasajero en sí mismo como la flor, no ha de perpetuarse más allá de
su naturaleza, sino al contrario, mudarse siempre p ara mantenerse siemprefragante. Mudar
se para mantenerse. Este mantenerse, esto que no debe olvidarse, es la civilización. Y si la Me
moria es m adre de las Musas, sospechamos que la enferm edad de la memoria dio el ser a otras
musas menores, a las que podem os llam ar las artes archivológicas. Entre ellas, la escritura.
La palabra -hu m o de la boca en el jeroglífico chino— quiere deshacerse en el aire; se la
lleva el viento. Verba volant, scripta manent121. Para que persista la palabra, p ara que ligue y
comprometa la conducta del que la profiere, nació el derecho burocrático que, mientras lle
gaba el derecho constitucional, p or lo menos obligaba a l soberano a no desdecirse constan
temente. Para que no se pierdan las creaciones de la palabra, los fastos hum anos que ella
recoge y perpetúa, el museo y la escuela del hom bre que ella p o r sí sola representa, p ara to
dos estos fin es mágicos se inventó la fijación del lenguaje.
Alfonso Reyes
en La experiencia literaria, 2‘ ed., Buenos Aires, Losada, 1961.
El arte, como el sueño, incursa en los territorios arcaicos de ¡a raza hum ana y, por lo tanto,
puede ser y está siendo el instrumento para rescatar aquella integridad perdida, aquella de que
inseparablemente form an parte la realidad y la fantasía, la ciencia y la magia, la poesía y el
pensamiento puro. Y no es casualidad ninguna que haya sido en los países más dom inados por
la razón abstracta donde los artistas hayan ido en busca del paraíso perdido: el arte de los ni
ños o de los negros o de los polinesios, aún no triturado por la civilización tecnolátrica.
Ernesto Sabato
en El escritor y sus fantasm as, Buenos Aires, Aguilar, 1963-
1. Señalar, utilizando el texto de Giordano so 3. ¿Cuál es la tesis de Sabato en relación con
bre Bioy Casares, las diferencias esenciales en el arte? ¿Mantiene alguna semejanza con Al
tre el ensayo y la crítica literaria. fonso Reyes, o su opinión difiere por completo?
2. ¿Qué concepto de civilización formula Alfon 4. Identificar los ensayos artísticos citados en los
so Reyes y qué relación tiene con la unidad y la módulos anteriores; analizar el tema y los pro
variación? cedimientos utilizados para probar la tesis.
1 Verba volant, scripta manent: lat. Las palabras vuelan, los escritos permanecen.
Ensayo sociológico
La libertad de prensa
Cuanto más considero la independencia de la prensa en sus principales efectos, más al
can zo a convencerm e de que, en los pueblos modernos, la independencia de la prensa es el
elem ento capital y, p or así decirlo, constitutivo de ¡a libertad. Un pueblo que quiere perm a
necer libre tiene derecho, pues, a exigir que se la respete a cualquier precio.
(...)
En América, la mayoría traza un círculo form idable alrededor del pensam iento. Dentro
de esos límites, el escritor es libre; pero pobre de él si se atreve a salir de ellos. No es que ten
ga que tem er un auto de fe , pero se enfrenta con disgustos de todos los géneros y con per
secuciones de todos los días. La carrera política le queda cerrada: ha ofendido al único po
der que tiene la facu ltad d e abrirla. Se le niega todo, hasta la gloria. Antes de pu blicar sus
opiniones creía tener partidarios; le parece que y a no los tiene, ahora que se ha descubierto
ante todos; porque los que lo censuran se expresan en alta voz, y los que piensan com o él,
sin tener su valor, se callan y se alejan. Cede, se pliega p or fin , ante el esfuerzo de cada día
y vuelve a l silencio, com o si sintiera remordimientos de haber dicho la verdad.
Alexis de Tocquevllle
en La dem ocracia en América, Madrid, Guadarrama, 1969.
Hemos elegido una obra fundamental del bierno dictatorial. Veamos ahora, una pági
análisis político, casi un tratado, que reúne na de un autor norteamericano contemporá
las experiencias y conclusiones de Tocque- neo, que documenta precisamente la lucha
ville en 1835, a propósito de la democracia de las minorías contra la guerra de Vietnam.
en los Estados Unidos de Norteamérica. En Se trata de una especie de ensayo-autobio
ella, entre otras consideraciones, critica la ti gráfico, ejemplo de la llamada literatura de
ranía de la opinión pública mayoritaria, que no ficción , que combina lo documental e
considera tan peligrosa como la de un go ideológico con un discurso narrativo.
Marcha de perdedores
Si uno iba a tom ar parte en una m anifestación de literatos, convenía que se asegurase
antes de su éxito, y a que los novelistas-com o los astros del cin e- prefieren gu ardar en el bol
sillo sus opciones políticas en lugar de llevarlas com o cenizas en la frente: si a las gentes del
mundillo literario les resulta difícil aplaudir cualquier acto más valeroso o sacrificado que
los propios, les es materialm ente imposible perdonar cualquier au dacia no celebrada uná
nimemente com o un éxito.
A llí estaba, pues, M ailer al teléfono, hablando com o un viejo am igo de conciencia lúgu
bre cuyo instinto p ara las jugadas ganadoras no era - a prim era vista- dem asiado especta
cular. M ailer detestaba dedicar tiempo a los perdedores. Como muchos otros hom bres de
ocupaciones diversas considerados dignos de encom io p or unos y carentes de todo mérito
p or otros, durante muchos años le había sido endosada una reputación de perdedor. Y ello
le había costado caro. Cuando ahora, en aquella etapa de su carrera, apenas podía ver a
su espalda una sucesión de triunfos oportunos y generalm ente aceptados, su consuelo en los
momentos menos piadosos p ara consigo estribaba en que, en el peor de los casos, era digno
a l menos d e figu rar com o personaje en una novela de B alzac: gan ador un día, perdedor el
FOTO COftA. (L e y 11.723)
otro, pero siempre con ruido y estilo barroco. Si bien h abía perdido muchas dolorosos bata
llas, tam bién había ganado algunas, y lo detestable del hábito de tratarse con perdedores re
side en que estos le transfieren a uno sus sutiles problem as.
Norman Mailer
en Los ejércitos de la noche, Barcelona, Anagrama, 1995.
su
Kap elusz ed ito ra S.A. P r o h i b i o a
1. ¿Qué relación existe en el texto de Tocqueville bezar una marcha contra la guerra de Yietnam?
entre la libertad de prensa y el despotismo de las Comparar las imágenes de Tocqueville sobre el
mayorías? Escribir un texto que parta de la si opositor y las de M ailer sobre el "perdedor".
guiente afirmación: Se dice que los Estados Uni
3. Proponer ideas sobre la importancia de la
dos son una democracia de la opinión pública...
libertad de expresión en la sociedad demo
2. ¿Cuál es la posición de M ailer como intelec crática y componer un eslogan . Por ejemplo:
tual de las minorías ante la posibilidad de enca O p inar es gobernar.
Ensayo filosófico
Algunos autores se inclinan por pensar compás de la precariedad de toda opinión
que todo ensayo es fundamentalmente fi humana.
losófico ya que, sea cual fuere el tema, se
La filosofía es reflexión racional sobre la
trata siempre de un cuestionamiento pro
fundo, aunque no científico, nunca su naturaleza de las cosas, y un ensayo que abor
perficial ni frívolo. El ensayista, más que de su terreno requiere necesariamente preci
formular una lectura de la realidad y ofre sión, conocimiento, analogías y citas, que per
cerla bajo especie literaria, es un curioso mitan, no obstante, acercarla al lector común
insaciable, un signo de pregunta, que va y abrirle paso hacia una dimensión metafísi
sembrando afirmaciones provisorias, al ca*, que indague su misma razón de ser.
El filósofo y su doble
Hoy la filosofía ha vuelto, com o género expresivo, a ubicarse mucho más cerca de los ca
rriles del ensayo que del tratado magistral y sistemático. El hecho es significativo. Indica que
el filósofo se ha volcado a la form ulación de hipótesis y aproxim aciones cuyo valor relativo
y subjetivo no desconoce ni niega, apartándose del enunciado contundente, que reclam a
para sí la altiva condición de lo inequívoco.
Ello no im plica que haya renunciado a buscar la verdad en su tiempo y de su tiempo. Pe
ro denota que el filósofo tiende a proponerse mucho más com o un modesto buceador de
aguas difusas e inabarcables, que com o el gran nadador cuya intrepidez lo llevará, infali
blemente, hasta el tesoro que yace en el fon d o de esas aguas.
Santiago Kovadloff
en Una cultura de catacum bas y otros ensayos, Buenos Aires, Botella al mar, 1982.
Cuando abrim os los ojos-se habrá observado- hay un prim er instante en que los objetos pe
netran convulsos dentro del campo visual. Parece que se ensanchan, se estiran, se descoyun
tan como sifu eran de una corporeidad gaseosa a quien una ráfaga de viento atormenta. Mas
poco a poco entra el orden. Primero se aquietan y fijan las cosas que caen en el centro de la
visión, luego las que ocupan los bordes. Este aquietam iento y fijeza de los contornos procede
de nuestra atención que las ha ordenado, es decir, que ba tendido entre ellas una red de re
laciones. Una cosa no se puede fija r y confinar más que con otras. Si seguimos atendiendo a
un objeto este se irá fijan do más porque iremos hallando en él más reflejos y conexiones de las
cosas circundantes. El ideal sería hacer de cada cosa centro del universo.
Y esto es la profundidad de algo: lo que hay en ello de reflejo de lo dem ás, de alusión a
lo dem ás. El reflejo es la form a más sensible de existencia virtual de una cosa en otra. El
“sentido" de una cosa es la form a suprema de una coexistencia con las demás, es su dim en
sión de profundidad. No, no me basta con tener la m aterialidad de una cosa, necesito, ade
más, conocer el "sentido" que tiene, es decir, la som bra mística que sobre ella vierte el resto
del universo.
tenido filosófico. Volcar las conclusiones en un jefe Seattle (Módulo 1): la relación del hombre
informe. con la naturaleza.
*••••♦..............................................................
En Inglaterra, a principios del siglo XVIII y periodistas, con ensayos sobre la vida so
al amparo de la renovación política, surge cio-política de su tiempo y luego trasladan
una generación de precursores, que harían esa imaginación crítica a la novela. Sus in
del ensayo y la novela los grandes géneros de mediatos sucesores, Joseph Addison y Ri
su tiempo. A través de las publicaciones pe chard Steele, ambos dedicados de lleno a
riódicas, sin alcanzar todavía el grado de po publicaciones periódicas señeras como El
pularidad, libertad y poder que tendrían más conversador y El espectador, profundizan
adelante, se difunde una forma de ensayo, a el estilo indirecto de aproximación al te
menudo denominada artículo, que desecha ma, característica del ensayo inglés, y re
el molde impuesto por Bacon y no busca la crean en sus artículos un mundo ficticio,
verdad sino la reforma de las costumbres, a que les permitía distanciarse de sus opi
través de la sátira franca o la ironía sutil. niones y a la vez, acercarse al lector, fir
Daniel Defoe y Jonathan Swift son los mando con seudónimo como parte del
grandes precursores que se inician como pueblo común.
El club
,#**h
m oda, qu e h a b ía com id o m u chas veces con Lord R och estery S ir G eorge E thereje, qu e tu
vo un d u elo a p o co d e lleg ar p o r vez p rim era a la ciu dad, y qu e d io d e p u n tap iés a Bully
D aw son en un café, p o r h aberlo llam ad o m ozalbete. P ero a l verse m altratad o p o r la
m en cion ad a viu da estuvo m uy serio d u ran te añ o y m edio, y au n qu e su tem peram ento
era n atu ralm en te jo v ia l, a l ca b o cam bió p o r com pleto en su m an era d e ser, se a b a n d o
n ó y d esd e en ton ces n o volvió a vestir con eleg an cia; con tin ú a u san do ca sa c a y ju stillo
d el corte qu e estaba d e m od a cu an d o lo rech azaron y qu e según n os cu en ta en sus ra
tos d e bu en hum or, h an vuelto a u sarse y ca íd o en desuso p o r lo m enos d oce veces desde
qu e las llevó p o r prim era vez. A hora fr is a r á en los cin cu en ta y seis añ os, y siem pre está
risu eñ o, con ten to y an im ad o. T iene u n a bu en a ca sa en la ciu d a d y otra en el cam po; es
m uy am an te d e la h u m an id ad , y h ay un rasgo tan aleg re en su con du cta, qu e qu ien es
lo con ocen le tien en , m ás qu e estim ación , cariñ o. Sus arren d atarios se h acen ricos; sus
cria d o s están satisfech os; tod as las jóv en es le p rofesan un v erd ad ero cariñ o, y los jóv en es
g ozan d e su com p añ ía. C uando en tra en u n a ca sa llam a a los criad os p o r sus nom bres,
y h a b la con las visitas m ien tras su be las escaleras. No d ebo om itir qu e Sir R oger es ju e z
d el Q uorum ; qu e ocu p a con g ran d es aptitu des un pu esto en u n a Q uarter-Session y qu e
h a c e tres m eses qu e g an ó ap lau so u n iversal a l ex p licar un p a sa je d el a cta d e ca z a .
Richard Steele
en Ensayistas ingleses, ed. cit.
Nos precipitam os dem asiado a l cen su rar a l conjunto de nuestros antepasados com o tontos
p o r las m onstruosas con tradicciones (a nuestro p arecer) im plicadas en su creen cia en la he
chicería. En las relacion es d e este m undo visible encontram os qu e han sido tan racion ales y
perspicaces com o nosotros p a ra descubrir una an om alía histórica. Pero una vez qu e se supo
n ía abierto el m undo invisible, y se d aba p o r sen tada la arbitraria fu n ción d e los m alos espí
ritus, ¿qué m edida d e probabilidad, d e decen cia, de adap tabilid ad o d e proporción —de eso
qu e distingue lo p robable d el absurdo p alpable—p od ían tener qu e los gu iara p a ra rech azar o
adm itir cu alqu ier testim onio particular? Que las doncellas se consum ieran, gastándose inte
riorm ente m ientras sus im ágenes d e cera se consum ían delan te del fu eg o; qu e los cereales se
volcaran y el g an ad o se m an cara; qu e torbellinos arran caran en orgía d iabólica los robles del
bosque, o qu e asad ores y m arm itas bailaran en horrendo-inocente capricho alred edor de al
gu n a cocin a rústica cu an do no corría el m enor viento; todo ello era igualm ente p robable don
de no se veía intervención alguna d e agentes extraños. Ni cu an do se sim bolizaba expresam m -
te a l m alvado en una cabra era de adm irarse tanto qu e él ap areciera tom ando esa form a, y
realizara su m etáfora. Que el intercam bio estuviera absolutam ente abierto entre am bos mun
dos era qu izá el error, p ero una vez supuesto no veo razón p a ra descreer m ás una historia
atestiguada d e esta natu raleza qu e otra porqu e sea absu rda. No hay ley p ara ju zg ar lo qu e no
tiene leyes, o can on qu e p u ed a servir p a ra criticar un sueño.
Charles Lamb
en Ensayistas ingleses, ed. cit.
U n m odelo único
A caballo entre el siglo XIX y el XX, ton excede los límites del ámbito periodís
surge la figura de un ensayista ejemplar, tico y retoma un camino clásico, con
más conocido por sus narraciones policia apuntes breves caracterizados por el uso
les protagonizadas por un simpático y de la paradoja, la libertad imaginativa de
perspicaz sacerdote: el Padre Brown. La sus temas y el tono polémico de sus opi
Kapelusz ed ito ra S.A. Prohibida
Los surcos
son com o flech as: vuelan a lo largo d el arco celeste. Son com o an im ales en acción de saltar;
dan un salto sobre una inviolable colin a y ruedan p o r la otra parte. Son cóm o escuadrones
batalladores, se abalan zan sobre una colin a con alad os escu adron es y la tom an con una
carga d e caballería. Tienen el aspecto d e unos árabes rastreando el desierto o de cohetes ras
trean do e l cielo, o de torrentes rastreando el curso d e las aguas. N unca m e h a p arecid o n a
d a tan viviente com o esas lín eas m arrones qu e se alargan disparadas su rcan do la tierra des
de el alto d e u n a cum bre y bajan do en rem olino hasta un valle silencioso. Eran m ás rápidas
qu e las flech as, m ás fero ces qu e los árabes, m ás bulliciosas y alegres qu e los cohetes. Y, sin
em bargo, eran solam ente unas líneas delgadas, d ibu jadas con dificultad, com o un diagra
m a hecho p o r un hom bre p acien te y sufrido. El hom bre qu e ara trata de hacerlo en lín ea rec
ta; no tiene la noción d e ofrecer a los ojos grandes carreras de torbellinos. Esos caracteres de
nubes d e tierra fu eron dados p o r la g racia d e Dios.
(...)
C uando m iro esos torrentes d e surcos paralelos, esos gran des rastros de rígidas líneas, me
p a rece ver la gran h azañ a d e la d em ocracia. Se trata m eram ente de la igu aldad; p ero la
igu aldad vista en volum en es m ás soberbia qu e cu alqu ier su prem acía. La ig u aldad libre de
volar, la igu aldad corrien do sobre las colin as y los valles, la igu aldad im poniéndose a l mun
do, en su en ergía. Esculpen colin as y valles con fu ertes curvas, sim plem ente p orqu e no ban
p en sad o curvarse en ningún m om ento. Form an las fu ertes lín eas d el p aisaje con sus obsti
n adas y ergu idas hojas d e espada.
No solam en te es u n a m ajadería, sin o una blasfem ia d ecir qu e e l hom bre h a arru in ad o
e l cam po. El hom bre h a cread o el cam po; fu e su tarea com o im agen d e D ios. N inguna co
lin a cu bierta d e h ierbas com unes y p ed azos d e pu rpú reos brezos p u ed e h a b er sid o tan su
blim em ente m ontuosa com o aqu ella lom a en la qu e las h ileras d e su rcos rosas p arecían
am biciosos ángeles. Ningún valle, en el qu e se con fu n den inútiles casas y ciu dades, p u ed e
h a b er sido tan com pletam ente valle com o aqu el abism o en e l qu e cortian los su rcos en h i
leras com o dem onios en el torbellino d e u n a fo sa .
Las lín eas duras d e la disciplin a y d e la igu aldad son las qu e m arcan un p a isa je y le dan
su m olde y su sign ificación . Yp o r eso ju stam en te las lín eas d e los surcos son fe a s au n cu an
d o el p a isa je sea viviente y esplendoroso. Y creo, com o lo h e h ech o n otar en otra parte, qu e
la repitblica está basad a sobre el arado.
Periodism o y ensayo
El cuarto poder
De esta manera bautizó el orador parla por los escándalos y el valor de la publici
mentario británico, Edmund Burke, a la dad gráfica.
prensa escrita, después de la fundición
La popularidad de las publicaciones es pro
del prestigioso diario The Times, en 1783.
porcional al aumento de la instrucción públi
Ya desde la invención de la imprenta exis
tían en Europa gacetas o coramos* dirigi ca y al avance de la tecnología, primero en la
dos a un público limitado pero entusiasta aplicación del vapor, la tinta industrial, la fabri
por estar al día con las noticias de su me cación de papel con pasta de madera, las mo
dio. En el siglo XVII, los franceses estre dernas rotativas y la revolucionaria linotipo,
nan su primer periódico en la corte de con una lógica reducción de costos que hacen
Luis XIII y los ingleses descubren el gusto del diario un objeto accesible e indispensable.
n o
Se cum plen las profecías de Tocqueville
Muy pronto, los Estados Unidos descu de la prensa crece de tal modo que corre
brirán el enorme poder de la prensa y ha el peligro de manipular la opinión públi
rán de su libertad, apoyada en una en ca y provoca no pocos cuestionamientos
mienda constitucional, uno de los pilares sobre la ética periodística. Advertidos de
de la democracia, al punto que se atribu que el público masivo parece reclamar
ye al presidente Jefferson haber senten sensacionalismo y emociones fuertes, al
ciado que prefería una prensa libre sin gunos periodistas audaces como el hún
gobierno antes que un gobierno sin pren garo Joseph Pulitzer, cuya memoria se re
sa libre. cuerda en un codiciado premio, director
Después de la Guerra Civil entre el del W orld de Nueva York, renuevan sus
Norte y el Sur (1861-1865), que contó con esquemas conservadores y se lanzan a lo
una notable actividad de corresponsales que se llama la prensa “amarilla”, en opo
para gran cantidad de publicaciones y al sición a la tradicional prensa “seria" o
compás del progreso económico, el poder “blanca".
El ciudadano Kane
Con este título presentó Orson Welles, Habiendo incitado desde sus periódi
en 1941, su filme inspirado en la vida del cos a atentar contra la vida del presidente
magnate de la prensa, William Randolph McKinley, cuando este fue asesinado,
Hearst (1863-1951), creador de un imperio Hearst cayó en desgracia y perfiló su in
todopoderoso, que inició con el E xam i- mensa fortuna durante la depresión eco
n er de San Francisco. Pronto su influencia nómica de 1930. Welles, su célebre biógra
llegaría a Nueva York, donde logró arreba fo cinematográfico, supo seguir sus pasos,
tar a sus competidores las mejores plumas en cuanto advirtió el enorme poder de la
periodísticas de su tiempo. radio al transmitir, en 1939, una supuesta
La guerra del “Yellow Kid”, una de las pri invasión de los marcianos, basada en La
meras historietas gráficas, protagonizada por g u erra d e los m undos de H. G. Wells, que
un chico violento vestido con una túnica los norteamericanos creyeron real y vivie
amarilla, en la que el Jou rn al de Hearst se ron con pánico.
quedó finalmente con los autores de la tira, Hearst, aunque ya anciano y despresti
dio lugar a lo que se llama “amarillismo” o giado, hizo sentir su venganza sobre el jo
gusto por lo escandaloso y catastrófico. ven y talentoso cineasta, presionando a
Se sabe de Hearst que envió corresponsa los estudios para que no estrenaran la pe
les a Cuba hacia fin de siglo para alentar el lícula y promoviendo una campaña de
conflicto con España y lograr la intervención persecución ideológica contra Welles,
de los Estados Unidos. Alentó a la opinión quien pronto quedó aislado e imposibilita
pública de su país contra los españoles, cul do de seguir su promisoria carrera en el
pándolos de la explosión en el acorazado séptimo arte. No fue sino hasta mediados
Maine, anclado en La Habana. Fustigó a su de los 50 que El ciu d a d a n o K an e pudo
gobierno hasta conseguir una declaración de verse libremente y muy pronto se conver
guerra, que determinaría la pérdida de las úl tiría en uno de los mejores filmes de la
timas colonias hispánicas en América. historia del cine.
71
El discurso periodístico
Conviene reseñar los rasgos principales blico, que se identifica con su ideología y es
de los formatos periodísticos, a modo de co tilo.
nexión o contraste con el ensayo. En un dia En algunos casos, el editorial desaparece,
rio, la función informativa prevalece sobre se remarcan con título los artículos de opi
cualquier otra, pero en la actualidad, es cada nión, crece el número de firmas, no sólo en
vez más difícil establecer una división tajan columnas fijas o comentarios y se recurre a
te entre lo puramente noticioso y la opinión notas de periódicos extranjeros. Los límites
del autor. precisos entre amarillismo y prensa seria ya
Tradicionalmente la prensa seria o blanca no son tan nítidos y muchos diarios impor
tenía por misión informar de manera impar tantes recurren a una titulación o fotografía
cial, sin tomar partido, ni emitir juicios sobre catastrófica como sello original.
los hechos mencionados. Para ello contaba Surge, además, en Estados Unidos y
con la noticia a secas, que enumera los he también en nuestro país una forma inédita
chos ocurridos o por ocurrir en algún ámbi llamada “nuevo periodismo”, que combina
to; la crónica, un relato de los hechos en especies narrativas, documentales y ensa-
pasado y la nota, que no necesariamente se yísticas en el tratamiento de algunas noti
refiere a hechos de actualidad sino que im cias de trascendencia. Estas innovaciones
plica una investigación más exhaustiva. obedecen a la complejidad del consumo
En cuanto a la opinión, esta se ve refleja moderno y la competencia con los medios
da en el editorial, que expresa la palabra de audiovisuales.
la dirección del periódico o el comentario No debe olvidarse que el periódico tiene
con la firma de algún periodista o correspon una vida efímera y la televisión proporciona
sal autorizado. la información necesaria hoy día, al instante
A partir de los años 60, los diarios tienden y desde el lugar de los hechos, según el le
a la interpretación de las noticias de una ma ma “una imagen vale más que mil palabras”.
nera explícita y mezclan ambas modalida De modo que la prensa escrita debió ampliar
des. Más allá del “entrelineado" que podía necesariamente la elaboración, calidad y ex
leerse en la prensa clásica, ningún periódico tensión de sus ofertas, no sólo con opiniones
puede ser verdaderamente neutro sino que relevantes sino con más secciones de entre
está dirigido a un sector determinado de pú-1 tenimiento y servicios.
1. ¿Cuáles son los tres poderes del Estado a los los títulos, las fotografías, el carácter escanda
que se suma el periodismo? loso de las noticias).
2. Eleg ir el periódico preferido y marcar las no 5. Buscar alguna película que trate la influencia
nombres célebres, muchos de ellos próce- gena y las circunstancias geográficas fue el
res en sus respectivos países, estadistas, ju gran tema que abordaron los hombres de
risconsultos y escritores de renombre. ideas desde los albores de la independencia
hasta fines del siglo XIX.
'K apelusz ed ito ra 5.A. P r o h i b i d a
Carta de Angostura
Cuanto más adm iro la excelencia de la constitución fed era l de Venezuela, tanto m ás me
persuado d e la im posibilidad d e su aplicación a nuestro estado. Y según mi modo de ver, es
un prodigio que su m odelo en el norte d e Am érica subsista tan prósperam ente y no se tras
torne a l aspecto d el prim er em barazo o peligro. A p esar de que aqu el pu eblo es un m odelo
singular d e virtudes políticas y d e ilustración m oral) no obstante qu e la libertad ha sido su
cuna, se ha criado en la libertad y se alim enta d e p u ra libertad; lo diré todo, aunque bajo
de m uchos respectos, este pueblo es único en la historia del género hum ano, es un prodigio,
repito, qu e un sistem a tan débil y com plicado com o el fed era l haya podid o regirlo en cir
cunstancias tan difíciles y delicadas com o las pasadas. Pero sea lo que fu ere de este gobier
no con respecto a la nación am ericana, debo decir, qu e ni rem otam ente h a entrado en mi
id ea asim ilar la situación y naturaleza d e dos estados tan distintos com o el inglés am erica
no, y el am ericano español. ¿No sería muy difícil ap licar a España el código de libertad po
lítica, civil y religiosa d e Inglaterra? Pues aun es m ás difícil adap tar en Venezuela, las leyes
del norte d e A m érica. ¿No dice El espíritu de las leyes qu e estas deben ser propias p ara el
pu eblo qu e se hacen? ¿que es una gran casu alidad que las de una nación pu edan convenir
A
a otra? ¿que las leyes deben ser relativas a lo físico del país, a l clim a, a la calid ad del terre
no, a su situación, a su extensión, a l género de vida de los pueblos?, ¿referirse a l grado de
libertad que la constitución pu ede sufrir, a la religión de los habitantes, a sus inclinaciones,
a sus riquezas, a su número, a su com ercio, a sus costumbres, a sus modales? ¡He aqu í el
código qu e debíam os consultar y no el de Washington!
Simón Bolívar
discurso pronunciado ame el Congreso, en Angostura, 1819.
En Discursos y proclam as, París, Garnier, 1913-
"Discurrir a lo libre"
K a p e lu s z e d ito r a S .A . P r o h i b i d a s u f o t o c o p i a . ( L í y 1 1 . 7 2 3 )
gar de ella desde el punto de vista ideoló do la actualidad con los temas morales que
gico. En forma de carta, discurso, diálogo o afectan al género humano. Tal es el caso
artículo periodístico se abre paso hasta cul del ecuatoriano Juan Montalvo, que cultiva
minar en la originalidad del Faciendo, mez una prosa crítica, caracterizada por la de
cla de teoría, narración y documento bio fensa de la lengua castellana y la unión en
gráfico. tre los pueblos de origen hispánico.
El cosmopolita
Ypues nos proponem os escribir p ara el público, no p a ra los partidos, bueno será ponerle
a l cabo de qu é y cuánto h a de esperar d e los que con él se obligan voluntariam ente. Desde
luego nos ha d e ocupar la suerte del continente am ericano, sin que tengam os p o r ajenos a
nuestro propósito los grandes acontecim ientos de Europa y del m undo entero, si el caso lo
pidiese.
De "Cosmopolita ”hem os bautizado a este periódico y procurarem os ser ciu dadan os de to
das las naciones, ciudadanos del universo, com o decía un filósofo de los sabios tiempos. Las
revoluciones, las guerras, los desastres y progresos de las repúblicas qu e m ás de cerca nos to
can, llam arán nuestra atención con preferen cia y hablarem os de ellas, no com o de patrias
ajenas, no com o extranjeros neutrales, sino com o hijos de su seno, com o ciu dadan os de sus
estados, com o obedecedores de'sus leyes; pues tenemos bien creído qu e la sangre que corre
p or las venas d e los hispanoam ericanos, la lengua, los com unes intereses y la sem ejanza de
p asad o y porvenir, infunden en el corazón afeccion es de viva fratern idad, ideas de unión y
favorecim ien to en la cabeza y en el corazón no m ezquinos ni egoístas.
Juan Montalvo
en Prosa escogida, Buenos Aires, Plus Ultra, 1966.
Vtl
Al mismo tiempo que mantiene su destino que Rodó quien afirmaba: “Ser escritor y
popular, el ensayo vuelve a su origen y se no haber sido, ni aun, accidentalmente,
convierte en género mayor, al influjo de los periodista, en tierra como la nuestra, sig
grandes renovadores de la filosofía, la socio nificaría más que un título de superioridad
logía y la teoría literaria europeas, sin renun o selección, una patente de egoísmo". Ha
ciar al eterno tema de la identidad latinoame cia 1900, el autor propone una visión que
ricana, que cada país plantea según su propia recupera la herencia espiritual latina y la
óptica para tratar de resolver sus conflictos. opone al utilitarismo materialista atribuido
Tal es el caso del uruguayo José Enri a los Estados Unidos.
Ariel
Ante la posteridad, an te la historia, todo gran pu eblo debe aparecer com o una vegetación
cuyo desenvolvim iento ha tendido arm oniosam ente a produ cir un fru to en el qu e savia acri
solada ofrece a l porvenir la id ealidad d e su frag an cia y la fecu n d id ad de su sim iente. Sin
este resultado duradero, hum ano, levantado sobre la fin a lid a d transitoria d e lo útil, el p o
der y la gran deza d e los im perios no son m ás qu e una n oche de sueño en la existencia de
la hum anidad; porque, com o las visiones personales del sueño, no m erecen contarse en el
encadenam iento de los hechos qu e form an la tram a activa d e la vida.
Una sociedad definitivam ente organ izada qu e lim ite su idea de la civilización a acum u
lar abundantes elem entos de prosperidad, y su idea d e la ju sticia a distribuirlos equitativa
mente entre los asociados, no h ará de las ciu dades donde habite n ada qu e sea distinto, p or
esencia, del horm iguero o la colm ena. No son bastantes ciudades populosas, hpulentas,
m agníficas, p ara p robar la constancia y la intensidad d e una civilización. La gran ciu dad
es, sin duda, un organism o necesario d e la alta cultura. Es el am biente natural de las más
altas m anifestaciones del espíritu.
Pero así la gran deza cuantitativa de la población com o la gran deza m aterial de sus ins
trumentos, de sus arm as, d e sus habitaciones, son sólo m edios del genio civilizador, y en nin
gún caso resultados en los que él p u ed a detenerse.
1. Buscar en el texto las razones históricas que las leyes y cuál es su propuesta para la organi
dan preeminencia al ensayo en Hispanoam éri zación republicana.
ca y opinar sobre su necesaria vinculación con
4. Ver el M ódulo 5 y comparar la idea de civi
el periodismo.
lización como sinónimo de ciudad en Sarmiento
2. C om parar la C arta de B o lív a r con el tex y Rodó.
to de M a rt í (M ódulo 1) y el de Rodó. ¿Qué
5 . Redactar un ensayo breve sobre “el fin y
tienen en común en cuanto a la propuesta
lo s medios", basándose en la oposición entre
para “nuestra Am érica"? Sa c a r la s citas re
lo "humano" y lo "ú til". Se puede p a rtir de lo s
levantes.
dichos: "N o sólo de pan vive el hombre" o "El
3. Investigar quién es el autor de E l espíritu de hombre es la medida de todas la s cosas."
75
Antología
Si m iram os prim ero un buen vitral y luego un buen vidrio de ventana, tendríam os que
carecer totalm ente d e discernim iento p a ra no ver qu e el prim ero es una obra de arte
m ientras qu e el segundo es tan sólo un objeto utilitario.
Y sin em bargo, y a en e l tercer siglo antes de Cristo se h acían vitrales de gran valor
artístico con vidrios d e colores, m ientras qu e la fa b rica c ió n d el vidrio de ventana sólo
se logró acabad am en te en el siglo diecisiete.
En otras p alabras, llevó dos m il añ os progresar desde el vidrio de colores con el qu e se
h acían vitrales m aravillosos basta algo tan sim ple y "nim io” com o el vidrio transparente,
sin rayas, n i ondulaciones, ni burbujas. Qué extraño qu e algo tan "simple" sea tanto más
d ifícil d e fa b r ic a r qu e algo “artístico”.
r
Y lo m ism o ocurre en literatura. Si uña historia está escrita muy artísticam ente, muy
poéticam ente, muy estilísticam ente, es fá c il ver qu e fu e d ifícil escribirla y qu e exigió una
gran h abilid ad en su construcción. P ero si otra historia está escrita con tanta sim plicidad
y clarid ad qu e uno no repara en la redacción , esto no sign ifica qu e no haya habido nin
gún tipo de p roblem a a l escribirla, bien pu ed e h aber sido m ás d ifícil in trodu cir claridad
qu e introducir p oesía. H ace fa lta m ucho arte p a ra crear algo qu e p arezca desprovisto de
arte.
E scribir d e tal m anera qu e el estilo p ase inadvertido, y qu e los hechos descriptos entren
en el cerebro com o si uno mismo estuviera viviéndolos, es un arte muy d ifícil y necesario.
A veces uno qu iere ver lo que está p asan do en la calle y aun la m ás p equ eñ a im perfec
ción en el vidrio d e la ventana p u ed e resultar un estorbo. Y a veces uno qu iere leer una
historia y verse llevado p o r los hechos rápida y suavem ente, sin la m enor im perfección de
estilo qu e p u ed a recordarle a uno qu e uno está sólo leyendo y no viviendo.
Bueno, supongam os entonces qu e tenem os dos historias: una tipo vitral y una tipo vi
drio d e ventana. No son directam ente com parables, sin duda, p ero supongam os que las
dos (cad a cu al a su m an era) son d e igual calidad. En tal caso, ¿cuál elegir? Si y o fu era el
qu e elige, optaría siem pre p o r el vidrio d e ventana. Es lo qu e m e gusta escribir y lo qu e me
gusta leer.
/
Isaac Asimov
Tomado de Daniel Link (comp.), E scalera a l cielo. Utopía y cien cia ficción ,
Buenos Aires, La Marca, 1994.
El nacionalismo y la utopía
La idea mism a d e nación es fa la z , si se la con cibe com o expresión de algo hom ogéneo
y peren n e, una totalidad hum ana en la qu e lengua, tradición, hábitos, m aneras, creen
cias y valores com partidos configurarían una person alid ad colectiva nítidam ente diferen
ciad a de las de otros pueblos. En este sentido no existen n i han existido nunca naciones
en el m undo. Las qu e m ás se acercan a este quim érico m odelo son, en verdad, sociedades
arcaicas y algo bárbaras a las qu e el despotism o y el aislam iento han m antenido fu era de
la m odern idad y, casi, de la historia. Todas las otras son apen as un m arco don de convi
ven diferen tes y en con tradas m aneras de ser, d e hablar, d e creer, de pensar, qu e tienen
qu e ver cad a vez m ás con el oficio qu e se practica, la vocación qu e se ha elegido, la cul
tura qu e se recibió, la creen cia qu e se asum e, es decir, con una elección individual, y ca
da vez m enos con la tradición o fa m ilia o m edio lingüístico dentro del qu e se n ació. Ni
siqu iera la lengua, acaso la m ás gen u in a de las señ as d e iden tidad social, establece hoy
una característica qu e se con fu n da con la d e la nación. Pues en casi todas las naciones
se hablan distintas lenguas -au n q u e una d e ellas sea la o ficia l- y porqu e, con excepción
de muy pocas, casi todas las lenguas desbordan las fron teras n acion ales y trazan su pro
p ia geografía sobre la topografía d el m undo.
No hay nación que resultara del desenvolvimiento natural y espontáneo de un grupo ét
nico o de una religión o de una tradición cultural. Todas nacieron de la arbitrariedad polí
tica, d el despojo o las intrigas imperiales, de crudos intereses económ icos, de la fu erza bruta
conjugada con el a zar y todas ellas, aun las más antiguas y prestigiosas, levantan sus fro n
teras sobre un cam po siniestro de culturas arrasadas o reprim idas o fragm entadas, y de pu e
blos integrados y m ezclados a la m ala, p or obra de las guerras, las luchas religiosas o la me
ra necesidad de sobrevivir. Toda nación es una mentira a la que el tiempo y la historia han
id o-com o a los viejos mitos y a las leyendas clásicas- fragu an do una aparien cia de verdad.
Ser de Racing
Cuando eran chicas y me veían sufrir p or cad a derrota d e Racing, mis hijas apelaban a
un cierto dem oledor sentido común infantil qu e acon seja correrse de todo aquello que sue
ne a infortunio y declaraban : "¿Por qué no te hacés d e otro cuadro?”Nunca dejé de sonreír
an te sem ejante insinuación, así com o indefectiblem ente m e mantuve fie l a mis antiguas
lealtades futbolísticas. D ebe h aber sido claro el mensaje, y a que ellas tam bién siguen man
teniendo fie l el corazón racinguista.
¿Qué les d ije entonces? Que la elección d el club fu tbolístico es un capítulo qu e se abre
en la in fan cia y no d ebe cerrarse nunca. Ser hin cha d e R acing es una señ al de identidad,
com o ser varón, porteño, periodista, p ad re, can oso. Les d ab a un ejem plo: “Sería com o
cam biarm e el nom bre o el ap ellid o”.
En tan alta form a de traición pen saba cuando m e d i cuenta d e qu e a quien realm ente
estaba traicion an do era a ese estandarte de la patria d e m i in fan cia qu e fu e mi padre, la
persona que m e transfirió p ara siem pre tres o cuatro m andatos esenciales, entre ellos qu e yo
debía ser de Racing, cuando me hubiera dado lo mismo hacerm e de B oca o de Atlanta. Pe
ro qu e él fu era de Racing sign ificaba en ese momento garan tía suficiente p a ra respaldar la
elección.
H ablé de esto con todos mis am igos futboleros, y la gran m ayoría ofrece testimonios de
una historia com ún: fu im os convertidos a la f e racinguista en los prim eros cin co años de vi
da, evangelizados p o r un tío inolvidable, p or el herm ano m ayor y, fundam entalm ente, p or
el padre.
“Racing es m i p a p á ", suelo pen sar desde h ace mucho, qu izá desde antes de estos fastid io
sos 31 años sin ver la luz de un cam peonato oficial. Cerca de 60 torneos sin mojar, miles de
ju gadores qu e pasaron sin pen a, con escasa gloria, casi 65 directores técnicos, un desastre
iotal. Años vividos entre el dolor d e los propios, el escarnio de los ajen os y últim am ente con
Ia insoportable conm iseración de hinchas d e otros cu adros qu e pretenden hacem os creer
qu e n ada les en can taría más que Racing volviera a salir cam peón.
Racing es todo un tema en mi vida. Desde h ace tiempo es un motivo central de sufrim ien
to y desilusión perm anentes, de am or y odio a raudales. Desde aqu elfestivo 4 de noviem bre de
1967 en el estadio Centenario de Montevideo, Racing condenó a sus simpatizantes, seguido
res, asociados y fan áticos a treinta años de pisoteos deportivos y de hum illaciones increíbles.
No exagero: h e pen sado en el numen de esa desdicha perm anente tanto com o en la ver
d ad de la vida, del mundo y sus alrededores, incluida la A rgentina. H ace varios añ os que
no voy a la can cha. Sigo a Racing, com o sufriente de gabinete, p o r radio y p o r televisión,
apelan do a todo tipo de cábulas que rinden menos cad a vez. He aprendido a sufrir en si
lencio, a aguantarm e todas las cargadas, a devolver una razon able sonrisa cad a vez que
alguien m e pregunta si conozco el último cuento, si y a m e enteré de cóm o le dicen a Racing.
Continúo siendo un bin cha de Racing en estado puro. De esos qu e vuelven a ilusionarse
cuando arm a un buen plan tel o gan a cuatro partidos seguidos o se p on e a tiro en la Super-
copa. Con Racing atravesé p or toda clase de sentim ientos: del dolor a la indignación, pero
jam ás el escepticism o o la indiferencia. Lo que más bron ca m e d a es que cuando supongo
qu e va a perder, pierde, o que cuando espero una h azañ a conm ovedora ju ega p eor que
nunca.
Persisten en m í sentim ientos encontrados. Mi corazón de hin cha m e h ace estar alerta
fren te a la natu raleza de un triunfo posible o en la fan tasía de un nuevo cam peonato, p e
ro mi cabeza ju iciosa y observadora sabe que ninguna institución con sem ejante nivel de
problem as y de dirigentes tan in eficaces y tan m al rum beados pu ede alcan zar un suceso de
portivo a corto p lazo. Igual m? siguen em ocionando las banderas celestes y blancas con le
yen das dictadas p or la ironía, el dolor y el am or: Racing te am o, Una sensación alucinan
te, Una pasión inexplicable, Racing si no existieras te inventaría. Todo vuelve a cobrar algo
m ás de sentido cuando p or la calle veo a cualquier chico que nunca lo vio salir cam peón
vestido con su cam iseta, orgulloso de la m ano de su pad re. A hí vuelve a em pezar la ilusión.
Carlos Ulanovsky
en Revista La Nación, 9 de noviembre de 1997.
1. C onsiderar el ensayo de Asimov y clasificar de nación, si es verificable o a rb itra ria , y qué
lo según alguno* de los tipos propuestos en el relación puede tener la postura del autor de El
módulo; argumentar la elección. nacionalismo y la utopía con el concepto de glo-
balización. Poner en común las conclusiones.
2. ¿Cuál es el plano figurado y cuál el tema de
fondo que le interesa a Asimov? D efinirlo s y ob 5. Reescribir el ensayo de Ulanovsky en relación
serva r su evolución en el texto. con un grupo musical. A na liza r prim ero el desa
rro llo del modelo para imitarlo desde una pers
3. Después de encontrar los criterios para la pectiva netamente personal.
clasificación del ensayo de Vargas Llosa, con
6 . Elaborar un informe sobre el ensayo como
signar con una cita textual cuál es la tesis ad
género literario. Revisar las nociones de los mó
versa que el escritor procura rebatir con su a r
dulos anteriores y exponer su problemática de
gumentación y cuáles las ideas principales que
finición, las características que le son propias y
desarrolla para refutarla.
las posibilidades de clasificación relacionadas
4. Reflexionar en grupo en qué consiste la idea con su evolución histórica.
* ...............................................................
!
iiimwí)
El ensayo argentino
Ensayos de la Organización Nacional. Dos gigantes del género: Alberdi y
Sarmiento. La generación del 80 y el ensayo positivista. Ensayos de interpretación
nacional. Las variantes nacionalistas. E l h om b re q u e está so lo y espera. El
desencanto de los años 30. Sarmiento en el siglo XX: Ezequiel Martínez Estrada.
Los parricidas. Un argentino universal: Jorge Luis Borges. La crítica y las revistas
literarias. El artículo de costumbres. Antología: Cuatro ensayos argentinos.
K a p e tu s z e d it o r a S .A . P r o h i b i d a s u f o t o c o p i a . (L e y 1 1 . 7 2 3 )
Con más justicia que en el resto de His devenir de la prensa, al calor de la lucha
panoamérica, puede decirse que el ensayo ideológica encaminada a la organización na
es el género fundacional y estelar de nues cional y luego, a la interpretación de nuestro
tra literatura, claramente relacionado con el ser histórico y sociocultural.
Desde mayo de 1810 y con la aparición de las ideas en la Argentina son noticia:
La Gaceta de Buenos Aires, dirigida por Ma ¿quién’, ¿qué?, ¿cómo?, ¿cuándo? son las pre
riano Moreno, la prensa, aunque limitada en guntas que se formulan los ensayistas desde el
tonces a una minoría ilustrada, sirve como ve inicio mismo de la patria y todos intentan un
hículo para la expresión de los ideales que diagnóstico, seguido de propuestas durante la
alentaron la independencia y la creación de etapa fundacional y muchas veces desencan
un gobierno propio, adecuado a las necesida tado por el fracaso, ya entrado el siglo XX.
des del país.
Es justamente en ese terreno donde se en
A partir de entonces, el ensayo, y aun la frentan las dos grandes figuras que dominan
literatura de ficción, encuentran su espacio el pensamiento a lo largo de casi todo el siglo
en las innumerables publicaciones periódi XIX. Véase la respuesta de Juan Bautista Al
cas, testimonio de las crisis de crecimiento berdi (1810-1884) en la prensa chilena a los
que van forjando la historia y la cultura na ataques de Sarmiento contra Urquiza, el ven
cionales. cedor de Rosas:
El buen sentido
m
1 .1 n la R epública A rgentina se ven a un tiempo dos civilizaciones distintas en un
>I M | mismo suelo -d e c ía el señor Sarm iento-: una n aciente qu e sin conocim iento de
lo qu e tiene sobre su cabeza, está rem edando los esfuerzos ingenuos y poptdares
de la E dad M edia; otra qu e sin cuidarse de lo qu e tiene a sus pies, intenta realizar los úl
timos resultados d e la civilización europea: el siglo XIX y el siglo XII viven juntos; el uno
dentro de las ciudades, el otro, en las cam pañas.
La idea de dos civilizaciones intempestivas en presencia, tiene m ucho de cierto, pem el
au tor se equivoca en la localización qu e h ace d e ellas, fijan d o una en las ciudades y otra
en las cam pañas. Tenemos y a claram ente establecido p o r el au tor d e Facundo que el parti
do opuesto a lo que él llam a cau dillaje representaba una civilización irrealizable p or ina
decu ada a la m anera d e ser presente y norm al del p aís y qu e su rival no era menos utopis
ta en sus conatos d e retrogradación.
Un partido estaba un siglo atrás; el otro, un siglo adelante, ninguno estaba en su siglo.
Faltó el buen sentido que no está ni adelan te ni atrás: está siem pre donde debe estar. Y el
buen sentido en Sudam érica está más cerca d e la realid ad inm ediata y palpitan te que de
los libros qu e nos envía la Europa del siglo XIX, que será el siglo XXI de Sudam érica.
Esteban Echeverría
Dogma Socialista: O jeada Retrospectiva, Buenos Aires, CEAL, 1979.
Alberdi, nacido en Tucumán, participa ac cación superadora y una propuesta que se
tivamente en el grupo y compone su ensayo asemeja a la del texto precedente, en cuanto
Doble arm onía para ser leído en sus tertulias. a la necesidad de encontrar un rumbo propio
Estamos en presencia de un intento de expli para las naciones hispanoamericanas.
El desarrollo, señores, es el fin , la ley d e toda la hum anidad, pero esta ley tiene tam bién
sus leyes. Todos los pu eblos se desarrollan necesariam ente, p ero cad a uno se desarrolla a su
m odo; porqu e el desenvolvim iento se opera según ciertas leyes constantes, en una íntim a su
bordinación a las condiciones del tiempo y del espacio. Y com o estas con dicion es no se re
produ cen jam ás d e una m anera idéntica, se sigue que no hay dos pu eblos qu e se desenvuel
van del mismo m odo. Este m odo individual de progreso constituye la civilización de cad a
pu eblo; cad a pueblo, pues, tiene y debe tener su civilización propia, qu e b a d e tom arla en
la com binación d e la ley gen eral del desenvolvimiento hum ano con sus condiciones indivi
duales d e tiem po y espacio.
De suerte que es perm itido opinar, qu e todo pu eblo qu e no tiene civilización propia, no
cam ina, no s e ’d esenvuelve, no progresa, porqu e no bay desenvolvim iento sino dentro de las
condiciones d el tiempo y del espacio; y esto es p o r desgracia lo qu e a nosotros nos h a suce
dido. Al caer bajo la ley del desenvolvim iento progresivo del espíritu hum ano, nosotros no
hem os subordinado nuestro movimiento a las condiciones propias de nuestra ed ad y de
nuestro suelo; no hem os procu rado la civilización especial qu e d ebía salir com o un resulta
do norm al de nuestros m odos de ser nacionales; y es a esta fa lta , qu e es m enester referir to
da la esterilidad d e nuestros experim entos constitucionales.
A la luz de estas ideas, se vuelve claro su ensayo fue su medio de expresión natural.
reproche posterior a Sarmiento: no a las Toda su producción, aun las críticas teatra
utopías y sí a la realidad de una extensión les, las cartas públicas o sus autobiografías,
que no se domina exterminando a los cau está signada por la originalidad, el vigor es
dillos sino armonizando los intereses, a tra tilístico y la opinión audaz, propias del gé
vés de una acción civilizadora, que más tar nero.
de sintetizará en la máxima “gobernar es
Facundo, publicado en folletín* hacia
poblar”.
1845, es la obra en prosa más eminente del
Al mismo tiempo, es perceptible un pen siglo y ocupa, junto al Martín Fierro, un si
samiento riguroso, que lo diferencia de la tio señero en las letras argentinas. Resulta
poderosa energía literaria de su oponente, curioso señalar que ambos textos han sido
que en Facundo resume las categorías del motivos de debate en cuanto a stf inclusión
ensayo, la biografía y la especulación polí en uno u otro género literario. En la actua
tica. Alberdi tiende a separar los ámbitos de lidad, nadie discute a la obra de Sarmiento
lo puramente creativo y lo ideológico: por su carácter de ensayo, bien que la origina
un lado escribe documentos tan valiosos lidad de su forma y más aún, la de su enfo
para la Organización Nacional como las que, que se anticipa en mucho a las ideas
Bases y por otro, se ha destacado como cos europeas sobre la influencia del medio,
tumbrista y audaz dramaturgo. pueden desconcertar al lector.
Faustino Valentín Sarmiento (1811-1888), Sin embargo, leída en su contexto, se ad
más conocido por Domingo Faustino, reci vierte que el procedimiento elegido por el
bió también en su provincia natal de San autor, evidentemente destinado a persuadir
Juan los influjos de la generación del 37 y, sobre lo pernicioso de la figura de Rosas, si
a través de una larga carrera que se confun gue un patrón muy utilizado por la novela
de con las vicisitudes mismas del país, dejó romántica, que intenta dinamizar la historia
testimonio de un pensamiento lúcido, una a través de un telón de fondo (geografía,
enérgica capacidad de acción y un porten costumbres, personajes secundarios) en el
toso estilo literario.
que sobreimprime las figuras centrales. En
Como era de rigor, también se inició en este caso, la del caudillo riojano, Juan Fa
el periodismo, fundando El Zonda en su cundo Quiroga, cuya biografía se extiende
provincia natal y luego colaborando en El a lo largo de nueve capítulos. Todo ello co
M ercurio y El Progreso de Chile, donde tu mo vehículo de su tesis: la oposición entre
vo que exiliarse. Desde un principio, su ca civilización y barbarie, que Sarmiento adju
rácter y la originalidad de sus ideas lo lleva dica al enfrentamiento entre la ciudad y el
ron a la polémica fuerte, de modo que el campo.
Así expone en la Introducción los ele- ta para la comprensión del problema ar
memos que es necesario tomar en cuen- gemino:
Un Tocqueville criollo
A la América del Sur, en general y a la República Argentina, sobre todo le ha hecho falta un
Tocqueville que, prem unido del conocim iento de las teorías sociales, com o el viajero científico
de barómetros, ociantes y brújulas, viniera a penetraren el interior de nuestra vida política, co
mo en un cam po vastísimo y aún no explorado ni descrito p or la ciencia, y revelase a la Euro
p a, a la Francia, tan ávida de fases nuevas en la vida de las diversas porciones de la hum ani
dad, este nuevo modo de ser, que no tiene antecedentes bien m arcados y conocidos.
Hubiérase, entonces, explicado el misterio de la lucha obstinada que despedaza a aquella
República; hubiéranse clasificado distintamente los elem entos contrarios, invencibles, que se
chocan; hubiérase asignado su parte a la configuración d el terreno y a los hábitos qu e ella
engendra; su parte a las tradiciones españolas y a la con cien cia nacional, inicua, plebeya,
que han dejado la Inquisición y el absolutismo hispano; su parte a la influencia de las ideas
opuestas qu e han trastornado el mundo político; su parte a la barbarie indígena; su parte a
la civilización europea; su parte, en fin , a la dem ocracia consagrada p or la revolución de
1810, a la igualdad, cuyo dogm a ha penetrado hasta las capas inferiores de la sociedad.
r
Domingo F. Sarmiento
en Facundo, Buenos Aires, Kapelusz, 1972.
El Nuevo Gobierno
Pero el elem ento prin cipal de orden y m oralización con que la R epública Argentina
cuenta hoy, es la inm igración europea, que d e suyo, y en despecho de la fa lta de seguridad
qu e le ofrece, se agolpa, de d ía en día, en el Plata, y si hu biera un G obierno cap az de diri
g ir su movimiento, bastaría, p o r s í sola, a san ar en d iez años, no más, todas las heridas que
han hecho a la patria, los bandidos, desde Facundo hasta Rosas, qu e la han dom inado.
El día, pues, qu e un gobierno nuevo dirija a objetos de utilidad nacional, los m illones que
hoy se gastan en h acer guerras desastrosas e inútiles y en p ag ar crim inales; el día que por
toda Europa se sepa que el horrible monstruo que hoy desola la República y está gritando,
diariam ente, "muerte a los extranjeros" h a desaparecido, ese día, la inm igración industrio
sa de la Europa se dirigirá en m asa a l Río d e la Plata; el Nuevo Gobierno se encargará de
distribuirla p o r las provincias: los ingenieros de la República irán a trazar, en todos los pu n
tos convenientes, los plan os de las ciudades y villas qu e deberán construir p ara su residen
cia, y terrenos feraces les serán adjudicados, y en d iez añ os quedarán todas las márgenes
de los ríos cubiertas de ciudades, y la República doblará su población con vecinos activos,
m orales e industriosos. Estas no son quim eras, pues basta quererlo y que haya un gobierno
m enos brutal que el presente p ara conseguirlo.
1. Buscar las ¡deas comunes a los tres autores ci en la que coinciden Alberdi y Sarmiento y de
tados y compararlas con los textos de Bolívar y qué manera se cumplió?
M a rtí. ¿Cuál es la contradicción implícita en la
5. O rg a n iza r un debate, previa investigación
necesidad de lo propio y la de seguir modelos
sobre el tema con otras cátedras, sobre los re
más antiguos o mejores?
K apelusz e d ito ra S.A. P ro h ib id a su f o t o c o p ia . (L ey 1 1 .723)
3. Consultar con el profesor de Historia Argen Sarmiento: "el Nuevo Gobierno se encargará
tina para la confección de un cuadro que resu de distribuirla por las provincias".
Hacia 1880, una vez lograda la organiza centro económico, ya que a su puerto con
ción constitucional del país, el dominio so vergen los nuevos fenocarriles, hace que se
bre el territorio ganado a los aborígenes produzca una intensa especialización hacia
con la campaña militar de Roca, la paz in el escritor profesional.
terior y la llegada masiva de inmigrantes eu
Es una época de acción más que de re
ropeos al territorio argentino, se cumplen
flexión, de cosecha más que de ensayo.
en apariencia los ideales de las generacio
Eduardo Wilde, ministro; Miguel Cañé, di
nes precedentes.
plomático e intendente; Eugenio Cambace-
A pesar de que casi todos los escritores res, beligerante diputado, escriben sus obras
de la llamada generación del 80 son políti literarias y sus libros de viajes, sin perder pi
cos y hombres públicos, el progreso econó sada a lo que ocune en Europa, atentos a
mico del país y, sobre todo, el prodigioso las innovaciones estéticas, aunque también
cambio que se cumple en la ciudad de Bue con un ojo nostálgico en el pasado provin
nos Aires, transformada en capital federal y ciano de la metrópoli, tal como lo atestigua,
entre otras, L ogran ald ea de Lucio V. López. ba alrededor de Buenos Aires o en la ciu
dad misma, se inclina, hacia fin de siglo,
La excepción es, quizás, Lucio V. Mansi-
por un cientificismo positivista*.
Jla, a quien consideraremos en el artículo
de costumbres, que cristaliza otro aspecto Después de 1890, el fracaso del gobierno
llamativo de la sociedad culta de su época: para instrumentar una política de desarrollo
la conversación refinada, ya sea en tertu integral, la dependencia del capital inglés, la
lias* o cafés como en acalorados debates corrupción generalizada, y la no incorpora
parlamentarios, que constituyeron el signo ción de las nuevas masas poblacionales a la
de los tiempos, en la confrontación de las democracia, hacen que la visión del país se
ideas liberales, inspiradoras de nuevas leyes vuelva más tensa y escéptica, tal como la
y la tradición nacionalista católica. profetizara Sarmiento en sus últimos días, al
atribuir a la ineptitud de la raza latina e indí
Por su parte, el periodismo también si
gena, todos los males recurrentes.
gue un camino hacia el oficio imparcial,
abandonando, a partir de la fundación de Surge así una generación de pensadores,
La C apital de Rosario (Ovidio Lagos, 1867) que a tono con las ideas corrientes en Eu
La P rensa (José C. Paz, 1869) y La N ación ropa, intentan explicar la realidad a través
(Bartolomé Mitre, 1870), la condición de de un fatalismo naturalista, que aplica al
palestra en la lucha partidista para conver hombre y la sociedad las mismas caracterís
tirse en “tribuna editorial”, que desde luego ticas que al comportamiento de otras espe
ejerce, como en Europa, enorme influencia cies, en la lucha por la supervivencia del
sobre la opinión pública. más fuerte, expuesta por Charles Darwin.
El ensayo no queda ajeno a tal separa La figura de José Ingenieros (1877-1925),
ción de terrenos y si bien continúa su afán a quien cabe el inicio, en nuestro medio, del
de interpretación de los males criollos, so ensayo filosófico, encarna cabalmente esta
bre todo a la luz de los problemas que ha opinión pesimista, deseosa de establecer
generado el aluvión inmigratorio, ya que la principios científicos para la sociología, afi
mayoría de los recién llegados se aglomera nes con la medicina y las ciencias naturales.
El fracaso de España
Más aislada y multifacética, la figura del tica de su propia clase gobernante, sin
riojano Joaquín V. González (1863-1923), abandonar el optimismo básico y recupe
varias veces ministro durante el período rando, como puente para la próxima ge
conservador, legislador de proyectos im neración, el respeto por las raíces hispáni
portantes sobre temas laborales y autor de cas, base de un pensamiento nacionalista
textos literarios que rescatan la tradición que se irá desarrollando de distintas ma
de su paisaje nativo, encarna la visión crí neras en el siglo XX.
La madre patria
Las n acion alidades no son árboles adventicios, nacidos en tierra m ovediza, de la sem illa via
je ra qu e el viento transporta a su capricho d e una región a otra; ellas son com o los gigantescos
olivos, om búes o encinas d e los solares paternos, cuyas raíces se pierden en las m ás profundas
capas del suelo, recogen su satna d e los m ás rem otos países, y cuya som bra h a cobijado gen era
ciones y m ás generaciones d e abuelos y nietos; la historia es la relación d e esas genealogías con
el inventario crítico d e las influencias d e los ciclos anteriores, y lo qite constituye la person ali
dad, el alm a, el timbre, la fiterza y vitalidad d e una nación, es la constancia y convencim ien
to de la ley d e u n idad qu e vincula el núcleo viviente con sus rem otos orígenes ancestrales.
Será van agloria p u eril en nosotros, en un siglo qu e equ ivale ap en as a u n a m itad d e vida
consciente y libre, p reten d er siqu iera con ocer nuestro p asado, restau rar la ram azón íntegra
d e nuestro árbol gen ealógico n acion al; y error m ucho m enos tolerable sería el preten d er le
vantar un estado firm e e inm utable, sobre los solos elem entos acu m u lados desde 1810 hasta
el día, com o si nos fu ese d ad o rom per la u n idad d el tiem po y d e la raza p o r el solo hecho de
u n a d eclaración soberan a d e em an cipación política. Nuestra n acion alid ad será, pues, m ás
p erfecta y consciente m ientras m ás hondam ente p u ed a atestiguar las raíces d e su gen ealogía;
y los fen óm en os, lecciones y caracteres d e su historia, serán tanto m ás ejem plares y docentes,
cuanto con m ayor precisión p u ed an determ inarse sus orígenes, sus conexiones, sus ascen
dencias, en el p asad o inm ediato d e los tres siglos colon iales y en el m ás rem oto d e la raza m a
terna, en la cu n a eu ropea de la civilización d e qu e proced en su san gre y su genio.
Joaquín V. González
en El ju icio d el siglo, Buenos Aires, CEAL, 1980.
I
le z con el de Va rg a s Llo sa y red a c ta r un e n nacionalidad? Im aginar coincidencias sim ilares
sa yo, a p a rt ir de uno de e llo s como te sis y esc rib ir textos breves. Por ejemplo: río o mar/
a d ve rsa . tiempo o infinito.
....................................................
Ensayos de interpretación nacional
Hacia 1900, la fuerte influencia del posi hispanas, en parte provocado por la inmi
tivismo europeo y la admiración por el mo gración masiva, que cambia la fisonomía
delo norteamericano, ya anticipadas en la del país; en otra, por el intercambio cultu
obra de Sarmiento y reiteradas en el pensa ral creciente con el resto del mundo y la ne
miento de fin de siglo, dejan paso a una ac cesidad de diferenciarse, en una etapa de
titud revisionista, ya puesta de relieve en franco optimismo, que llega a su punto más
A riel de José Enrique Rodó. alto con la celebración del Centenario en
1910 .
Nuestra América se hace cargo de sus va
lores espirituales frente al utilitarismo des El ensayo artístico extenso se manifiesta
camado que sólo parece ocuparse del pro en la obra de Leopoldo Lugones (1874-
greso económico; a la voz de Martí, que ha 1938), El payador, que atribuye al M artín
encarecido la dignidad de los países hispa Fierro de Hernández el carácter de poema
noamericanos, antes de morir luchando por épico fundacional de nuestra literatura y, al
la independencia de Cuba, pronto se suma mismo tiempo, de nuestra nacionalidad ar
la de Rubén Darío, el revolucionario poeta gentina.
nicaragüense, que devuelve al idioma su
La despojada antinomia de Rodó entre
máximo prestigio literario, en el llamado
“lo útil" y “lo humano”, se convierte en Lu
movimiento modernista*.
gones, por obra y gracia del lenguaje mo
En la Argentina, aflora un pensamiento dernista, en reivindicación de un linaje des
nacional tendiente a revalorizar las raíces tinado a la belleza.
La raza de Hércules
N uestra vida actu al, la vida d e ca d a uno d e nosotros, dem u estra la existen cia con ti
n u a d e un ser qu e se h a transm itido, a través d e u n a no interrum pida ca d en a d e vidas
sem ejan tes. N osotros som os p o r ah ora este ser: el resum en fo rm id a b le d e las g en eracion es.
La b elleza p rototíp ica qu e en nosotros llevam os, es la qu e esos in n u m erables an tecesores
p ercib ieron ; in n u m erables, p orqu e sólo en m il añ os son y a d ecen as d e m illones, según lo
dem u estra un cálcu lo sen cillo. Y d e tal m odo, cu an d o el p rototip o d e belleza revive, el a l
m a d e la raza p a lp ita en ca d a uno d e nosotros. A sí es com o Martín Fierro p ro ced e verda
d eram en te d e los p alad in es; com o es un m iem bro d e la casta h ercú lea. Esta con tin u id ad
d e la existen cia qu e es la d efin ición d e la raza, resulta, así, un h ech o real. Y es la belle
z a qu ien lo ev iden cia, a l n o constituir un concepto in telectu al o m oral, m u dable con los
tiem pos, sin o u n a em oción etern a, m an ifiesta en p red ileccion es constantes. E lla viene a
ser, así, el vín cu lo fu n d am en tal d e la raza.
Leopoldo Lugones
en El payador, 3* ed., Buenos Aires, Centurión, 1961.
"E l hom bre que está solo y espera"
Se publica en 1931, con notable éxito edi con el “Hombre de Corrientes y Esmeralda”.
torial que dará reconocimiento a su autor, Le atribuye rasgos arquetípicos, que lo dis
Raúl Scalabrini Ortiz (1898-1959), vinculado tancian del inmigrante, aunque sea hijo de
a los círculos literarios y a los periódicos más extranjeros, y del habitante de la pampa, ta
influyentes de su época. Intenta también les como el sentido de la amistad, el culto a
atrapar el “espíritu de la tierra" y hace una los ídolos populares, el descreimiento en la
semblanza del porteño, a quien identifica política y el famoso “no te metás’’.
No te metás
dram ien to las in cu m ben cias d el Estado. “No te metás", d ice el porteñ o. Esta es fr a s e qu e
despertó la aten ción d el con d e d e K eyserling. El “no te m etás" es verdaderam en te una
p au ta d e la id iosin crasia p orteñ a, p ero no es un con sejo dirig ido a rectifica r decision es
person ales. N adie d ice “no te m etás" a qu ien va a p resen tar la ren u n cia a su cargo, a
qu ien se d eclara dispuesto a p elea r con sus p arien tes, a qu ien se d ecid e a con ven ir un
n egocio. “No te m etás" es u n a p rev en ción trascen dente, no dom éstica. Q uiere recordar:
“No te m etás en un asu n to qu e n o es tuyo y es p riv ileg io d el Estado. A visá a los represen
tantes d e la a u to rid a d ." “No te m etás qu e si te va bien n o te lo ag rad ecerán y si te va mal,
se reirán d e vos". "No te m etás a ap a g a r ese p rin cip io d e in cen dio". "No te m etás a d ela
tar ese con traban do". “No te m etás a cu id ar la vida d e los bañ istas qu e se ad en tran en
el río". “No te m etás en las cosas qu e el E stado d eb e cu idar". "No te m etás en las p erte
n en cias en qu e señ orea la n ación . En el resgu ardo d e las p erson as y los bienes, en el
m an ten im ien to d el orden y la m oral". Q uien tran sgrede estas prerrogativas estadu ales es
p a sib le d e p en a . El rid ícu lo es la qu e gen eralm en te en d osa la clem en cia d el H om bre de
C orrientes y E sm eralda.
1. ¿Cuáles son lo s dos modelos comparados por 3. ¿Cuál es la connotación de la fra se "no te
Rodó y lo s escritores nacionalistas desde 1 9 0 0 metás" en Sca la b rini O rt iz (positiva o negati
Civilización y barbarie
Los creadores d e ficcio n es eran los prom otores d e la civilización , en fren te d e los obreros
d e la barbarie, m ás próxim os a la realid ad repu diada. Al m ism o tiem po qu e se com batía
p o r desalojar lo europeo, se lo in filtraba en g rado suprem o d e ap elación contra el caos. El
procedim ien to con qu e se quiso extirpar lo híbrid o y extranjerizo, fu e ad op tar las form as ex
ternas d e lo europeo. Y a sí se añ ad ía lo fa ls o a lo auténtico. Se llegó a h a b la r fra n cés e in
glés; a u sar fr a c ; p ero el g au ch o estaba d ebajo d e la cam isa d e p lan ch a, y precisam en te se
afirm aba un estado d e barbarie con su stan cial con la ap arien cia, convirtiéndose en m ate
ria de cultura lo qu e era abigarram ien to d e las exterioridades d e la cultura.
Los m ales eran muy graves, p ero los bien es qu e se p ropon ían en su lugar, p o r la im pren
ta, d el sistem a d e gobiern o, la reiterada im itación d e Virgilio y la hipervalu ación d el cosm é
tico cultural, resultaron p eores todavía. Eran los m ales d e la ap arien cia, de la p arod ia, qu e
p od rían d u rar vigentes m ayor o m enor can tid ad d e años, p ero qu e a l cab o h abían d e caer,
com o el d isfraz h eroico d el coreu ta a l fin d el espectáculo, d ejan d o visible la p ie l d el cabrío.
Se tapaba con estiércol el alm acigo d e la barbarie, sin advertir qu e los {m eólos no pu eden
vivir de utopías y qu e la civilización es u n a excoriación natural, o no es n ad a. Se g an ab a
en el tiem po an ticipan do largos p eríod os d el proceso, y en cam bio se construía com o la he
rida qu e cierra en fa lso . A lberd ifu e el qu e m ás claro vio ese peligro, y su fisiológ ica enem is
tad con Sarm iento y su p equ eñ a fig u ra an te el coloso, es la pu n tería d e D avid qu e asesta a
G oliat u n a p ed ra d a en la fren te.
Lo qu e Sarm iento no vio es qu e civilización y barbarie eran una m ism a cosa, com o fu er
zas centrífugas y centrípetas d e un sistem a en equilibrio. No vio qu e la ciu dad era com o el
cam po y qu e dentro d e los cuerpos nuevos reen carn aban las alm as d e los muertos. Esa barba
rie vencida, todos aqu ellos vicios y fa lla s d e estructuración y d e contenido, habían tom ado el
aspecto d e la verdad, d e la prosperidad, d e los adelan tos m ecánicos y culturales. Los baluartes
de la civilización h abían sido invadidos p o r espectros qu e se creían aniquilados, y todo un
m undo som etido a los hábitos y norm as d e la civilización, eran los nuevos aspectos d e lo cier
to y d e lo irrem isible. Conform e esa obra y esa vida inm ensas van cayendo en el olvido, vuel
ve a nosotros la realid ad profu n da. Tenemos qu e aceptarla con valor, p a ra qu e deje de pertur
bam os; traerla a la con cien cia, p ara qu e se esfum e y podam os vivir unidos en la salud.
2 . ¿Cuál es la realidad profunda para M a rtín e z 4. Exponer oralmente en equipo sobre la s cau
Estrada? Resumir su postura pesimista subrayan sas que llevan a Sarm iento y M a rtín e z Estrada
do en el texto la s palabras clave. a la antinomia entre civilización y b a rbarie, se
gún el contexto de cada época.
3. C om parar 'fa lso y auténtico" según M a lle a y
M a rtín e z Estrada, teniendo en cuenta que en el 5 . Esc rib ir un ensayo breve titulado: El mal que
prim ero se sobreentiende lo aparienclal por to nos aque|a...
III. Losparricidas
Con esas palabras de H. A. Murena se ca perador, ya fuera atribuyendo los males a la
lificó a los discípulos de Martínez Estrada, dependencia foránea o a deficiencias pro
que vivieron una Argentina cada vez más pias del sistema económico y social de
compleja y sus avatares políticos, fuente de nuestro país.
disensos aún más fuertes y enconados que
En El p eca d o origin al d e A m érica, que
los del siglo anterior.
en su conjunto incluye varios textos sobre
Con el advenimiento y caída del peronis escritores reconocidos y un trabajo breve
mo, en un panorama mundial enteramente que da origen al título, Murena expone su
cambiado después de la Segunda Guerra, teoría sobre el destierro histórico que pade
los jóvenes se vieron forzados a tomar par cen nuestros países y la necesidad de “ma
tido e intentar una consideración de nues tar" al padre europeo para asumir un desti
tros problemas desde un punto de vista su no propio.
Entre 1925 y 1930, aparece la obra de un vista a múltiples temas literarios y filosófi
ensayista joven, que trae desde España la cos, reivindicando en ese momento la nece
renovación ultraísta*, vanguardia que se ha sidad de un idioma propio para una nueva
K apelusz ed ito ra S.A. Prohibida su fotocopia . (L ey 11.723)
(£Z¿‘ l l >-31)
rá notar desde la revista Martín Fierro con el mitología urbana: la del guapo porteño.
propósito de instaurar una “criolledá” origi
Pero, del mismo modo que había aban
nal y superar la retórica del Modernismo,
donado el ultraísmo teórico, a la hora de
v w od oio j ns voibihoim
Una confidencia
Séam e perm itida aq u í una confidencia, una m ínim a confidencia. D urante m uchos años,
en libros ahora felizm en te olvidados, traté d e redactar el sabor, la esencia de los barrios extre
mos d e Buenos Aires; naturalm ente abu n dé en palabras locales, no prescin dí de p alabras co
mo cuchilleros, milonga, tapia, y otras, y escribí así aquellos olvidables y olvidados libros; luego,
hará un año, escribí una historia qu e se llam a La muerte y la brújula qu e es una suerte de p e
sadilla, una pesadilla en qu e figu ran elem entos d e Buenos Aires deform ados p o r el horror de la
pesadilla,■pienso a llí en el Paseo Colón y lo llam o Rué d e Toulon, pien so en las quintas de Adro-
gu é y las llam o Triste-le-Roy; pu blicada esa historia, mis am igos m e dijeron qu e a l fin habían
encontrado en lo qu e yo escribía el sabor de las afu eras de Buenos Aires. P recisam ente porque
no m e h abía propuesto encontrar ese sabor, porqu e m e h abía aban d on ad o a l sueño, pu de lo
grar, a l cabo d e tantos años, lo qu e antes busqué en vano.
La labor crítica, que enfoca particular descuidar otros aspectos de la cultura na
mente una obra de arte o un autor para juz cional.
garlos según ciertos parámetros técnicos, se
La revista Sur, fundada en 1931 por Vic
inicia muy temprano en nuestro país, aún
toria Ocampo, a instancias de Eduardo Ma-
con una literatura en pañales, como forma
llea, se propuso intensificar el contacto con
de repulsa frente a lo español, en la pluma
los intelectuales y artistas extranjeros, por
de Juan María Gutiérrez, miembro de la ge
medio del intercambio de visitas, colabora
neración del 37. ciones y publicaciones en la editorial del
Con la especialización que se produce a mismo nombre. Por ella desfilaron ensayis
fin de siglo, la crítica literaria adquiere sin tas notables: Aldous Huxley, Thomas Mann,
gular importancia y entre sus cultores cabe Octavio Paz, Martínez Estrada, Murena, Bor
destacar a Paul Groussac (1848-1929), fran ges y Ernesto Sabato.
cés de nacimiento, director de la revista La
Por otra parte, Contorno (1953), dirigida
B iblioteca, donde supo exponer sus juicios
por los hermanos David e Ismael Viñas, reú
certeros e insobornables sobre los escrito
ne a la generación de “los parricidas” en tes
res de su tiempo.
timonio de una época conflictiva del país y
En 1907, se funda la revista Nosotros, reclama un compromiso vital de la literatu
dirigida por Roberto Giusti y Alfredo Bian- ra, ya expuesto desde el inicio, a través de
chi, que se dirige fundamentalmente a Juan José Sebreli (1930), quien se propone
promocionar la literatura argentina y hace un análisis sociológico serio, superador de
hincapié en la crítica especializada, sin la “rebelión inútil" de Martínez Estrada.
El artículo de costumbres
(
M i nombre y mi plan (
(
c
H e explicad o m i nom bre: voy a ex plicar m i p la n , qu e p o co tien e qu e explicar, a la ver
dad . Soy hijo d e español, y y a se sab e qu e todo h ijo d e españ ol n o d ebe h a cer toda su vida (
sin o lo m ism o qu e h izo su p ad re; no d ebe ser m ás qu e u n a im itación, u n a copia, u n a tra
d ición d e su p ad re, es decir, siem pre im itación, siem pre copia, siem pre rutina, com o v. g .1
(
nuestra patria, d e su m adre p atria. (
¿Qué h a hecho, ah ora bien, m i p a d re du ran te su corta, p ero aprov ech ad a y provechosa
inda? A labar a sus abuelos, recom en d ar sus tradiciones, respetar lo qu e el tiem po b a respe
tado: p u es tal será tam bién m i constante a fán : alabar, ap robarlo todo, com o hijo d e espa
ñol, y en especial, lo qu e traiga origen peninsular, porqu e, en virtud d e la ín dole ibérica, el
m ejor hijo, es aqu el qu e n o sólo im ita a l p ad re, sin o tam bién a l abu elo, a l bisabuelo, y a sí
d e gen eración en gen eración hasta llegar h asta nuestro p rim er p a d re A dán, exclusive, p o r
h ab er caíd o él d e p u ro in n ovador y experim entador; p o r lo cu al los españ oles y descen den
cia, siem pre hem os ten ido horror a l árbol d e la cien cia, d e qu e no serem os nosotros, a buen
seguro, los qu e volverem os a com er d el fru to. P ienso no d ejar m i nom bre n i mi p lan m ien
tras viva, y d ejaría d e ser hijo d e Fígaro si a s í n o lo h iciera. A bien que, corta será m i vida
p a ra a la b a r todo lo qu e tengo d e a la b a r en esta tierra llen a d e recu erdos y de legados de
nuestras p a sa d a s gen eracion es, qu e D ios p erd on e.
(
Juan B. Alberdi (
en La época d e Rosas, Buenos Aires, CEAL, 1979.
Hasta 1880, se produce un largo parén generación, pero entre ellos se destaca una
tesis en la producción de artículos de cos figura emblemática de la intensa vida cultu
tumbres, aunque también Sarmiento y Vi ral vinculada con Europa y la buena con
cente Fidel López los cultivaron desde su versación de las tertulias porteñas.
destierro. Ya hemos señalado el placer por Lucio V. Mansilla (1831-1913), sobrino de
la evocación del viejo Buenos Aires puesto Rosas, militar y enviado diplomático, contri
en evidencia por las mejores plumas de esa buyó no poco con el acceso al poder de
Siem pre lo dije: si las cosas siguen com o van hasta hoy y o tendré qu e a b an d on ar estos b a
rrios... ¿Quién d iablo p u ed e vivir hoy en el Sur, a m enos qu e n o sea algún p ay u ca d e esos.
qu e se m antienen con chu rrasco y le h acen cara fe a a un caracol?
¡Si esto está ca d a d ía m ás im posible!... ¡Antes siqu iera ten ía uno los rezagos d el M ercqo
Viejo o la sopa e San F rancisco, p ero au ra!... ¿Y del río, qu é m e dicen?... ¡Siem pre era un re
curso!... Lo tenía uno “ah icito no m ás”, com o d ecía ño P antalión, y siem pre se h allab a en
tre la resaca un sábalo asonsao, una boga con la je ta rota o un bagre atorao con el an zu e
lo... ¿Y aura?... ¡Vaya uno a d a r con el río!
¡No!... ¡Eso sí... p a vivir bien, el Norte; esa es gen te qu e sa b e... y después, la m u n icipalidad
ayu da siqu iera!... ¡Se acu erd a d el vecin dario!... ¡Uno va p o r la vedera y cam in a trom pezan
d o con la com ida... un caracú aquí, un espin azo allá!... ¡Los basu reros siqu iera son a llí
hom bres d e socied á y a veces p o r un com prom iso u p o r otro, se les pegan las sában as!... Y
d an un calce... ¿Y qu é m e dicen d e las diversiones? ¡Se sien ta uno en u n a pu erta y aqu ello
es un veinticinco e M ayo! ¡C oches llen os d e m u chachas alegres, biciclistas, casas en qu e to
can el p ian o, carreros satisfechos con las propin as y qu e hasta p ag an una copa... alm ace
neros qu e tiran cach os d e salchichón !...
¡No!... ¡A quello es otra cosa: no se p u ed e negar! Y después Palerm o, La R ecoleta, las quin
tas llen as d e flores... ¡No, no!... ¡He sido un bárbaro!... ¡Me m udo a l Norte!
Hacia 1930, como testigo paciente de la como cronista policial, en el célebre vesper
crisis que amenaza con desintegrar la socie tino Crítica. Roberto Arlt, (1900-1942) du
dad y desenmascarar los problemas del rante el breve lapso de su vida, revoluciona
desmesurado crecimiento de Buenos Aires, las letras argentinas con la publicación de
a expensas de las provincias, aparece un es su primera novela, El ju gu ete rabioso, en la
critor iniciado en las lides del periodismo que deja traslucir la desesperación de los
marginales en medio de un anonimato ur dea ya desaparecida, tal como se manifies
bano, hostil y sin salida. ta en el Evaristo C arriego de Borges, pero
agregan cierto sesgo de crueldad desespe
Al mismo tiempo, en el diario El Mundo, ranzada, en un lenguaje vital que no ahorra
da a conocer sus A guafuertes porteñas, cua los aportes del lunfardo, ya muy lejos del
dros de la ciudad cosmopolita, que reiteran cocoliche* piadosamente burlón de Fray
de algún modo la nostalgia por la gran al Mocho.
Fiacún y flaca
....................................................................♦••••
Antología
su fotocopia .
D esde 1853 toda la p olítica consistió en atraer capitales y brazos p a ra aplicarlos a las in
dustrias n acion ales, qu e se estu diarían y crearían después. Llegaron los capitales y los bra
zos, unos y otros con su p lan . Nosotros no sabíam os siqu iera p o r d ón d e em pezar. Los cap i
tales obed ecían a las leyes universales d e la riqu eza y los brazos a las leyes universales del
(Ley 11.723)
trabajo. Unos y otros qu ed aron ju n to a l m uelle p o r si ten ían qu e volverse, m ientras las em
p resas d e colon ización traficaban con la industria d e los p asajes y los fletes.
No se alejaron m u cho d e B uenos A ires los cap itales n i los brazos, y a qu e en tre s í h a
bían lleg ad o a un con ven io priv ad o. C asi todos los capitales se ap licaron a explotacion es
u rban as o vin cu ladas estrecham en te con la urbe. Tuvieron a q u í su sed e cen tral y el nexo
d e en tron qu e con otras em presas, constituyendo la estación d e con m u tacion es d el cap ital
in d u strializad o. Una p erfecta red d e com u n icacion es y d e circu lación d e la riqu eza, con
nosotros ad en tro p a r a qu e no. nos qu ejáram os.
En el in terior estaba el peligro, la incógnita d el desierto qu e desde Sarm iento fu e un p ro
gram a en tero d e gobiern o y desde Echeverría un tem a econ óm ico y p oético.
Con esos aportes destin ados a l interior, p ero siem pre in terceptados en su curso p o r la
capital, B u en os A ires creció con form e d ebió h acerlo p o r con tribu ción volu n taria d e las
provin cias.
La situ ación g eog ráfica e histórica d e B uenos A ires y la con dición de desven taja fa tíd ic a
d e los p aíses lim ítrofes la pred estin aban a su actu al g ran d eza, p u es su hegem on ía estaba de
cid id a desde an tes d e existir.
P ero m ientras d ev an aba un sueño d e trescientos años, el p a ís qu edó enjuto, aném ico,
ten dido a lo largo y a lo an ch o d e su soledad. B uenos A ires ten ía la respon sabilidad d el p ro
no
greso de varias n aciones, com o la tuvo en la in depen den cia d e A m érica. P or eso es, m ás qu e
un p roblem a d e todo el organism o n acion al, un p roblem a su dam erican o. Era no sólo la ca
beza p a ra represen tar un p a p el d e gigante, sin o p a ra p en sar en lo p o r venir.
C uando sea llam ado a ren d ir cu en tas - y esto siem pre ocu rre-, n o sabrá cóm o litigar su
absolu ción . Ú nicam ente p od rá aleg ar qu e estaba con deriado a la suerte d e los seres terato-
lógicos, qu e es la d e vivir p a r a s í m ism os y no p a ra la especie.
r\
Llego a u n a tercera opinión qu e h e leíd o h a ce p o co sobre los escritores argen tin os y la tra
dición , y qu e m e h a asom brado m ucho. Viene a d ecir qu e nosotros, los argentinos, estam os
desvinculados d el p asad o; qu e b a h abid o com o una solu ción d e con tin u idad entre nosotros
y Europa. Según este sin gu lar p arecer, los argen tin os estam os com o en los prim eros días de
la creación ; el h echo d e bu scar tem as y procedim ien tos europeos es u n a ilusión, un error;
debem os com pren der qu e estam os esen cialm en te solos, y no podem os ju g a r a ser europeos.
Esta opinión m e p arece infundada. Com prendo qu e m uchos la acepten, p orqu e esta decla
ración de nuestra soledad, d e nuestra perdición, d e nuestro carácter prim itivo tiene, com o el
existencialism o, los encantos d e lo patético. M uchas personas pu eden aceptar esta opinión p or
qu e una vez aceptada se sentirán solas, desconsoladas y, d e algún m odo, interesantes. Sin em
bargo, h e observado qu e en nuestro país, p recisam en te p o r ser un p a ís nuevo, hay un gran
sentido d el tiem po. Todo lo qu e h a ocu rrido en Europa, los dram áticos acon tecim ientos de
los últim os añ os d e Europa, h an reson ado profu n dam en te aqu í. El h ech o d e qu e una perso
n a fu e ra p artid aria d e los fran qu istas o d e los repu blican os du ran te la gu erra civil españo
la, o fu era p artid aria d e los n azis o d e los aliados, h a determ in ado en m uchos casos p eleas
y distan ciam ien tos muy graves. Esto no ocu rriría si estuviéram os desvinculados de Europa.
En lo qu e se refiere a la historia argentina, creo qu e todos nosotros la sentim os p rofu n d a
m ente; y es n atu ral qu e la sintam os, p orqu e está, p o r la cron ología y p o r la sangre, muy cer
ca d e nosotros; los nom bres, las batallas d e las gu erras civiles, la gu erra d e la independen
cia, todo está, en el tiem po y en la tradición fam iliar, m uy cerca d e nosotros.
Esto n o qu iere d ecir qu e todos los experim entos argentinos sean igualm ente felices; creo
qu e este problem a d e la trad ición y d e lo argen tin o es sim plem ente una fo rm a contem porá
nea, y fu g a z d el eterno p roblem a d el determ inism o. Si y o voy a tocar la m esa con una de
m is m anos, y m e pregunto: ¿la tocaré con la m an o izqu ierda o con la m an o derecha?; y lue
go la toco con la m an o derecha, los determ inistas d irán qu e y o no p o d ía ob rar d e otro m o
d o y qu e toda la historia an terior d el universo m e oblig aba a tocarla con la m ano derecha,
y qu e tocarla con la m an o izqu ierda hu biera sido un m ilagro. Sin em bargo, si la hu biera
tocado con la izqu ierda m e h abrían dich o lo mism o: qu e h a b ía estado obligado a tocarla
con esa m ano. Lo m ism o ocu rre con los tem as y procedim ien tos literarios. Todo lo qu e h a
gam os con fe lic id a d los escritores argen tin os p erten ecerá a la tradición argentina, d e igual
m odo qu e él h ech o d e tratar tem as italian os p erten ece a la tradición d e Inglaterra p o r obra
d e C hau cer y d e Shakespeare.
P or eso repito qu e n o debem os tem er y qu e debem os p en sar qu e nuestro patrim on io es el
universo; en sayar todos los temas, y no podem os con cretarn os a lo argen tin o p a ra ser a r
gentinos: p orq u e o ser argen tin o es u n a fa ta lid a d y en ese caso lo serem os d e cu alqu ier m o
do, o ser argen tin o es u n a m era afectación , u n a m áscara.
Creo qu e si nos aban d on am os a ese sueño voluntario qu e se llam a la creación artística,
serem os argen tin os y serem os, tam bién, buenos o tolerables escritores.
Desventuras en el País-Jardín-de-Infantes
El celador, a qu ien en ad elan te llam arem os cen sor p a ra abreviar, su ele m antenerse en el
an on im ato, salvo un fa m o so calificad or d e cin e ju b ila d o qu e alcan zó en vid iable g rad o de
n otoried ad y adhesión popular.
El censor no exhibe docum entos ni obras com o exhibim os todos a cad a paso. Suele ignorar
se su currículum y en qu é necrópolis se doctoró. Sólo sabem os, p o r tradición oral, qu e fu e ca
p a z d e in cin erar "La historia d el cubism o” o las “M emorias de (G roucho) M arx”. Que su cultus
ra p u ed e ser an ch a y ajen a com o p a ra recordar que Stendhal escribió las novelas "El rojo "y “El
n egro”, y qu e am bas son sospechosas, es dato folklórico y resultaría tem erario atribuírselo.
Tam poco sabem os, salvo excepciones, si trabaja a sueldo, p o r vocación , p orqu e la vida lo
en gañ ó o p o r m an dato d e Satanás.
Lo qu e s í sabem os es qu e existe desde qu e tenem os uso d e razón y g an as d e usarla, y qu e
d e un m odo u otro sobrevive a todos los gobiern os y ren ace siem pre de sus cen izas, com o el
G ato Félix. Y qu e fu ero n ¡ay! efím eros los p eríod os en qu e se m antuvo entre parén tesis.
La m ayoría d e los au tores som os m oralistas. Q uerem os -d eb em o s- d en u n ciar p a ra sa
near, in form ar p a ra corregir, sab er p a ra transmitir, a n a liz a r p a ra optar. Y decirlo todo con
nuestras p alabras, qu e son las d el d iccion ario. Y con nuestras ideas, qu e son p o r lo m enos
las d el siglo X X y no las K hom eini.
El produ ctor-con su m idor d e cultura n ecesita saber qu é p a sa en el m undo, p ero sólo a c
ced e a libros extran jeros preseleccion ados, a un cin e m utilado, a n oticias veladas, a dram a-
tizacion es m ojigatas. Se su scribe en tonces a revistas eu ropeas (n o son p orn og ráficas p ero
qu ién va a p robarlo ¿no son obscen as las lám in as d e an atom ía?) qu e significativam ente el
correo no distribuye.
Un au tor tien e d erech o a com u n icarse p o r los m edios d e difusión, p ero an tes d e ser con
vocado se lo bu sca en u n a lista com o las qu e consultan las A duanas, con delincuentes o “de
sacon sejables’’. Si tien e la suerte d e no fig u ra r en tre los réprobos h ab lará an te un m icrófo
n o tan rod ead o d e testigos tem erosos qu e se sentirá com o u n a rtena lam pen a la m esa de
M artínez d e H oz: todos la vigilan p a ra qu e no se vuelque en cim a la sém ola n i pron u n cie
p alab rotas. Y e l oyente no sa b e p o r qu é su au tor p referid o tartam udea, v acila y vierte a l fin
conceptos d e sém ola ch irle y sosa.
H ace tiem po qu e som os com o niños y no podem os d ecir lo qu e pen sam os o im aginam os.
C uando e l C ensor d esa p a rez ca ,porqu e algu n a vez sucum birá dem olido p o r una autopista!
estarem os decrépitos y sin sab er y a qu é decir. H abrem os olvidado el cóm o, el dón de y el
cu án do y nos sentarem os en u n a p la z a com o la p a reja d e viejitos d el dibu jo d e Quino qu e
se pregu n taban : "¿Nosotros qu é éram os...?”
El u bicu o y diligen te C ensor tran sform a uno d e los m ás lú cidos centros cu ltu rales d el
m undo en un Ja rd ín d e In fan tes fa b ric a d o r d e em belecos qu e sólo p u ed en a b o rd a r lo p u e
ril, lo p rocaz, lo frív olo o lo histórico p a sad o p o r ag u a ben dita. H a convertido nuestro lla
m ado am bien te cu ltu ral en un pestilen te hervidero d e sospechas, den u n cias, intrigas, y
presu n cion es y an atem as. Es, en defin itiva, un estafad or de en ergías, un ladrón d e nues
tro d erech o a la im agin ación , qu e d ebería ser constitucional.
El hincha
La elección de un cu adro responde prim ordialm ente en el hin cha a factores subjetivos, con
tingentes e irracionales: se es hin cha de tal cu adro porqu e el padre, o el herm ano m ayor o el tío
predilecto lo son, o bien porqu e se vive en el barrio donde el club tiene su sede, o porqu e es el
qu e está gan an do en el m om ento de la in fan cia cuando se hace la elección. Esta irracionali
d ad en la elección h ace qu e no exista razón alguna qu e haga cam b iara un hin cha "de cam i
seta ", Se p u ed e cam biar de p areja, d e amigo, de país, d e partido, de ideas, hasta de religión; no
se cam bia nunca de equipo; no hay apóstoles ni herejes ni heterodoxos ni renegados en elfú t
bol. Sea com o fu ere, la adhesión a un club no h a sido buscada de acu erdo a una evaluación
de los valores de cad a club, le h a sido im puesta p o r el contorno en qu e sS desenvuelve el hin
cha. El hin cha no elige el club, com o no elige el estilo d e la ropa qu e usa, sino qu e sim plem en
te sigue la corriente, la m oda vigente en el grupo a l qu e pertenece, com o en últim a instancia
tam poco elige sus opiniones políticas o religiosas qu e tam bién son de confección.
Estos rasgos d e carácter d el hin cha corresponden a un tipo hum ano estudiado p o r la psico
logía social: la person alidad autoritaria. El hin cha es un autoritario pasivo, se som ete ciega
m ente a la au toridad y es fácilm en te sugestionable, ad h iere a l cu adro p o r lo qu e la gente que
lo rodea d ice d e él, respeta la opinión reinante sin form u larse du das ni reflexiones sobre la ca
lid ad d el mismo. C arece d e espíritu crítico y d e sentido del humor, apoya todos los convencio
nalism os consagrados p o r el grupo en qu e se mueve. Es in capaz d e ir contra la corriente, p or
fa lta d e voluntad e im aginación. Es intolerante, susceptible, orgulloso y con un sentim iento de
irresponsabilidad surgido d e la ilusión d e p od er qu e le d a su perten en cia a un club. El carác
ter m onótono y reiterativo d elfú tbol que repite m ás o m enos las mism as in ciden cias partido a
partido y deja una sensación d e tristeza y aburrim iento a l term inar, contribuye, p or su parte,
a increm entar la reacción autom ática y a adorm ecer toda fo rm a d e actitud personal.
.............................................
ríi*ÍTr
Kapelusz editora S A P rohibida su fotocopia . (Ley 11.723)