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Platón - Menón - Comentario crítico

Enviado por Javi y clasificado en Filosofía y ética

Escrito el 4 de Noviembre de 2007 en español con un tamaño de 9,16 KB

Concluiremos este comentario prestando atención a estos interrogantes y estableciendo


algunos paralelismos con otros autores.

La respuesta a la primera pregunta ha quedado esbozada anteriormente. El objetivo de


Platón es encontrar un saber científico incontrovertible; por ello el conocimiento sensible en
cierto modo carece de relevancia, es un tránsito en la marcha hacia el saber fundamental,
propiamente hablando podría decirse que el conocimiento sensible alcanza su valor
precisamente cuando alguien admitiendo su no-saber propicia la liberación de sus ataduras
y da pie para el inicio en la ascensión del conocimiento inteligible contenido en su propia
alma.

En este punto se advierte una cierta semejanza entre Platón y Sócrates. Este había afirmado
que el saber científico está contenido en el alma, de manera tal que puede ir obteniéndose
sin ninguna aportación del exterior. Platón añade que la presencia de la ciencia en el alma
obedece al carácter inmortal de la misma que le ha permitido conocer las esencias. Pero no
sólo esto, Platón también amplía el ámbito de la ciencia adquirida por el alma: no sólo es la
ciencia moral, tal y como había sostenido Sócrates, sino además la ciencia matemática.
Posiblemente, esta ampliación se debe a la influencia que los pitagóricos ejercieron sobre
Platón. De este modo, Platón incorpora las matemáticas al rango de ciencia que se
encontraba en el alma. En el Menón Platón ilustra esta concepción cuando el joven esclavo,
dirigido por las preguntas de Sócrates, extrae de su propia alma el teorema de Pitágoras,
entendiéndolo sin mayores problemas.

Esta ciencia o saber fundamental, ¿puede ser comunicable?, ¿puede llegar a ser lenguaje?
Del conjunto de la obra platónico se desprende que el saber fundamental no puede ser
sistematizado y, por tanto, no puede comunicarse de un modo directo. En la Carta VII, al
referirse a este saber, indica que "no puede expresarse por palabras, sino que dé un trato
científico y prolongado con el objeto... surge de improviso en el alma cual luz encendida".
Lo único que cabe, pues, es una comunicación indirecta a través del diálogo en la que debe
excluirse cualquier forma de información doctrinal o de sistematización. En cierto modo, no
deja de sorprendemos esta tesis platónica de la incomunicabilidad del saber fundamental,
ya que, en contradicción con la misma, Platón nos legó una obra filosófica de una
profundidad y amplitud temática innegables.
La adquisición de la ciencia se fundamenta sobre el hecho de que el alma es inmortal. Pero
¿puede realmente mostrarse su inmortalidad? En el texto, como hemos visto, Platón recurre
al testimonio oral. Tal vez consciente de la debilidad de este argumento, en el Fedón retorna
el tema y elabora otras pruebas que considera mejor fundamentadas, es el caso, por
ejemplo, de la prueba ética: es necesario que el alma sea inmortal para que ningún acto,
bueno o malo, deje de recibir su premio o castigo en otra existencia. Llegados a este punto
resulta necesario establecer una comparación con las tesis cristianas. Las semejanzas entre
la concepción platónica del alma y la concepción cristiana son evidentes. Al igual que en
Platón, para el pensamiento cristiano, el alma es también un principio vivificador y es
susceptible de recibir premio o castigo en otra vida en función de su comportamiento en
conjunción con el cuerpo. Pero también existen diferencias sustanciales; para Platón, por
ejemplo, el alma existe eternamente, para la tradición cristiana, el alma surge de la nada por
la voluntad creadora de Dios; para Platón, el alma es aquello que asciende hacia el saber
fundamental, para el cristianismo, el alma es aquello que puede salvarse y vivir entre los
justos en el reino de Dios. En cualquier caso, cabe indicar que la concepción platónica del
alma, inspirada en las aportaciones de los pitagóricos y de Empédocles, influyó
enormemente en todos los pensadores de tradición cristiana.

La inmortalidad del alma posibilita la reminiscencia. Pero ¿cuál es el carácter de la


reminiscencia? Sobre esto se han dado a lo largo de la historia de la filosofía dos
interpretaciones. Para unos, la reminiscencia debe considerarse como una metáfora que
expresa un mito, que puede

Esta ciencia o saber fundamental, ¿puede ser comunicable?, ¿puede llegar a ser lenguaje?
Del conjunto de la obra platónico se desprende que el saber fundamental no puede ser
sistematizado y, por tanto, no puede comunicarse de un modo directo. En la Carta VII, al
referirse a este saber, indica que "no puede expresarse por palabras, sino que de un trato
científico y prolongado con el objeto... surge de improviso en el alma cual luz encendida".
Lo único que cabe, pues, es una comunicación indirecta a través del diálogo en la que debe
excluirse cualquier forma de información doctrinal o de sistematización. En cierto modo, no
deja de sorprendemos esta tesis platónica de la incomunicabilidad del saber fundamental,
ya que, en contradicción con la misma, Platón nos legó una obra filosófica de una
profundidad y amplitud temática innegables.

La adquisición de la ciencia se fundamenta sobre el hecho de que el alma es inmortal. Pero


¿puede realmente mostrarse su inmortalidad? En el texto,c omo hemos visto, Platón recurre
al testimonio oral. Tal vez consciente de la debilidad de este argumento, en el Fedón retorna
el tema y elabora otras pruebas que considera mejor fundamentadas, es el caso, por
ejemplo, de la prueba ética: es necesario que el alma sea inmortal para que ningún acto,
bueno o malo, deje de recibir su premio o castigo en otra existencia. Llegados a este punto
resulta necesario establecer una comparación con las tesis cristianas. Las semejanzas entre
la concepción platónica del alma y la concepción cristiana son evidentes. Al igual que en
Platón, para el pensamiento cristiano, el alma es también un principio vivificador y es
susceptible de recibir premio o castigo en otra vida en función de su comportamiento en
conjunción cm el cuerpo. Pero también existen diferencias sustanciales; para Platón, por
ejemplo, el alma existe eternamente, para la tradición cristiana, el alma surge de la nada por
la voluntad creadora de Dios; para Platón, el alma es aquello que asciende hacia el saber
fundamental, para el cristianismo, el alma es aquello que puede salvarse y vivir entre los
justos en el reino de Dios. En cualquier caso, cabe indicar que la concepción platónica del
alma, inspirada en las aportaciones de los pitagóricos y de Empédocles, influyó
enormemente en todos los pensadores de tradición cristiana.

La inmortalidad del alma posibilita la reminiscencia. Pero ¿cuál es el carácter de la


reminiscencia? Sobre esto se han dado a lo largo de la historia de la filosofía dos
interpretaciones. Para unos, la reminiscencia debe considerarse como una metáfora que
expresa un mito, que puede

rastrearse en antiguas tradiciones órficas. Para otros, la reminiscencia debe considerarse


como una hipótesis de trabajo, semejante a laque utilizan los matemáticos: cuando se
desconoce la solución de un problema, se formula y admite provisionalmente una
proposición no demostrada hasta que se verifique su validez o quede disconfirmada.

Por último, apuntar que el Menón constituye la obra en la que se dan las bases para el
desarrollo ulterior de la teoría de las Ideas. Sin embargo, en esta obra no se efectúa un
desarrollo de dicha teoría. Sorprende que no se relacione la reminiscencia con las Ideas. El
saber fundamental al que se refiere Platón,como hemos visto, es el saber matemático y el
moral. Y ningún otro. Habrá que esperar otras obras, tales como el Fedón,el Fedro y
las Leyes para que se efectúe tal conexión y se desarrolle con toda amplitud el núcleo central
de toda la filosofía platónico: la teoría de las Ideas.

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