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LA MEDITACIÓN DE PABLO SOBRE SU PRESENTE Y FUTURO

En la anterior exposición del texto de la Carta a los filipenses notábamos cómo


luego de la salutación Pablo pasa a una sección de acción de gracias en el
capítulo 1 vv. 3 al 8, la cual hacía parte de una oración que se extiende hasta el v.
11.

En esta acción de gracias, Pablo agradece a Dios por sus amigos en Cristo, los
creyentes filipenses, tanto por lo que Dios ha hecho y sigue haciendo en sus vidas
y (particularmente) por su participación con él en el Evangelio; seguidamente—
hasta el v. 11— describe su oración de petición por el testimonio del Evangelio de
la iglesia en Filipos, y que éste sea fructífero.

Lo que aparece después de las acciones de gracias y las peticiones es algo


característico de las cartas antiguas: el escritor informa al receptor sobre la
situación en la que se encuentra. Un ejemplo de esto es presentado por Frank
Thielman en su Comentario, en el que, hacia el año 168 a.C., una mujer egipcia
escribe a su esposo, Hefestión, pidiéndole que regresara de su reclusión religiosa
en el templo de Menfis. Después de saludar a su esposo usando la forma habitual,
escribió:

“Si te encuentras bien y todos tus demás asuntos se encuentran del mismo modo,
esa era mi continua petición a los dioses; yo también me encuentro bien, y tu hijo y
todos los que aquí están pensamos en ti constantemente”.

Esta parte de la carta, posterior al saludo y a la descripción de la acción de


gratitud y peticiones, suele ser breve y, en ocasiones, comprende toda una carta
(cuando se trata de una carta muy breve), como en el ejemplo citado. En el caso
de Filipenses, no obstante, es una sección bastante extensa (que comprende los
vv. 12-26). Y esto es lo que hace a este pasaje singular dentro del corpus paulino;
no hay ningún texto parecido, donde reflexione de forma tan extensa sobre sus
«asuntos». En ningún otro lugar en los escritos de Pablo encontramos un texto
como el que tenemos ante nuestros ojos: una reflexión profundamente espiritual
sobre sus propias circunstancias presentes y futuras, centrada en Cristo y su
evangelio.

Podemos dividir esta reflexión sobre sus circunstancias actuales y futuras en dos
secciones, a partir del uso que Pablo hace del tiempo presente y futuro del verbo
regocijar en primera persona del singular, en el v. 18. Así, en los vv. 12-18a,
leemos la reflexión que hace Pablo sobre su propio presente, marcado por su
encarcelamiento en Roma. En este análisis de sus circunstancias actuales, hace
notar que su reclusión ha servido en última instancia para el avance del Evangelio,
que es causa de gozo. En lo que respecta a la meditación sobre sus deseos y
expectativas en torno a su inminente juicio (su futuro), que leemos seguidamente
en los vv. 18b-26, expresa que su deseo en cuanto al juicio al que le van a
someter en breve es que Cristo sea magnificado, ya sea mediante la vida o la
muerte (v. 19-20); si el resultado fuera la muerte (su ejecución), significaría que
por fin ha alcanzado la meta de su vida –estar con Cristo– y sabemos que si
pudiera elegir, tomaría ese camino (v. 20-23); pero lo más probable es que el juicio
sea para vida (libertad), lo que hará que los filipenses tengan más motivos para
regocijarse y alabar a Jesucristo (que es lo que dicen los vv. 24-26).

I. Abordaremos entonces, en primer lugar, el análisis que Pablo hace sobre sus
propias circunstancias actuales, es decir, SU REFLEXIÓN SOBRE SU
PRESENTE (en vv. 12-18b). Lo más destacable de esta reflexión inicial es lo poco
que explica Pablo sobre sí mismo, a pesar de la frecuencia de los verbos en
primera persona del singular y de los pronombres en primera persona. Hay dos
razones que explican por qué esto es así. En primer lugar, los filipenses ya han
oído de su encarcelamiento, como muestra la ofrenda que le han enviado. Por
tanto, en este momento no está haciendo hincapié en su persona –probablemente
espera que Epafrodito les informe sobre cuestiones más personales–, sino que lo
que quiere transmitir es su forma de ver lo que le ha sucedido, sin perder de vista
a los filipenses. Dado que acaba de dar gracias a Dios por la participación de
ellos. con él en el Evangelio, es natural que piense en su encarcelamiento en
estos términos, viendo qué beneficio pueden sacar ellos. En segundo lugar, la vida
personal de Pablo está tan ligada a su llamamiento (ministerio), que reflexionar
sobre la forma en que su encarcelamiento ha revertido en el progreso del
Evangelio es, de hecho, reflexionar sobre su vida.

Para un mejor entendimiento de esta reflexión que Pablo hace sobre su presente,
la dividiremos en dos partes muy relacionadas (v. 12-14, 15-18a). En la primera
parte (que titularemos El Evangelio progresa dentro y fuera de prisión), Pablo
comienza haciendo que los filipenses fijen su atención en «el progreso del
Evangelio». Su confinamiento ha hecho que el Evangelio avanzara de dos formas:
sus captores y los guardas de prisión han oído acerca de Cristo (v. 13); y los
creyentes de Roma están proclamando a Cristo más activamente (v. 14).

La segunda parte (rotulada El Evangelio avanza fuera de prisión a pesar de las


motivaciones erróneas) es un sub-párrafo que se descuelga del v. 14, y en el
cual Pablo reflexiona acerca de la doble motivación –envidia y buena voluntad–
que hay detrás de este renovado impulso evangelístico (v. 15). Los versículos 16 y
17 reiteran esta doble motivación, en términos de hostilidad y amor dirigidos hacia
él. El v.18 expresa su conclusión sobre todas estas acciones positivas o negativas:
Cristo está siendo proclamado, y Pablo se regocija por ello. Por eso, a pesar del
sufrimiento, Pablo soporta el encarcelamiento sin desmayar. Sin duda, toda esta
sección es un magnífico ejemplo de cómo responde a las adversidades alguien
cuya prioridad es Cristo y el Evangelio.

Pero profundicemos sobre el contenido de esta sección. Decíamos que el primer


párrafo o, lo que es lo mismo, la primera parte de la reflexión de Pablo sobre su
presente recoge las dos formas en las que el Evangelio ha progresado dentro y
fuera de prisión. Por tanto, Pablo informa a sus amigos filipenses de que su
encarcelamiento, por extraño que les parezca, ha servido para lograr lo mismo que
ellos deberían haber deseado: el progreso del Evangelio.

En otras palabras, lo que Pablo quiere que sepan los filipenses es que «las
circunstancias en que se ha visto han redundado en el mayor progreso del
Evangelio (v. 12). La expresión repetida por triplicado «mis prisiones» (v. 13, 14,
17; cf. v. 7) atestigua que se está refiriendo a su encarcelamiento. La intención es
que entiendan que el resultado ha sido justo el contrario del que esperaban. Está
muy claro cuál es la preocupación de Pablo. Quiere que no estén preocupados por
él, ya que sus circunstancias, más que un «impedimento» para el Evangelio, como
ellos creían, han resultado servir para su «avance». «El progreso del Evangelio»
ha sido la pasión de su vida; por tanto ha organizado su vida de modo que nada
impida el mensaje sobre Cristo y que todo redunde en su progreso. Y esto es
porque él entendía que el Evangelio era el «mensaje divino de la verdad» (Gá. 2:5,
14) y que por ello contiene las únicas buenas noticias para un mundo desesperado
y sumido en el pecado. El creía con firmeza que el evangelio era la panacea para
todos los males que azotan la humanidad.

Así que, en resumen, su primera preocupación aquí es asegurarse de que sus


amigos en Filipos entienden claramente el efecto que su situación ha tenido sobre
el Evangelio. Las dificultades (en palabras del apóstol “las cosas que me han
sucedido”, especialmente su encarcelamiento) han servido para que el Evangelio
avance, por lo que Pablo puede gozarse. La parte siguiente del párrafo (vv. 13-14)
describe la forma en la que ha ocurrido este avance, ofreciendo una doble
evidencia de ello.

La primera evidencia se relaciona con el efecto de su encarcelamiento sobre los


no creyentes: “mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el
pretorio, y a todos los demás” (v.13), o “No sólo la guardia imperial en pleno,
sino todos los demás han visto claramente que Cristo es la única razón de mi
encarcelamiento” (BLP). En otras palabras, el aprisionamiento de Pablo había
servido para dar testimonio público de Cristo a estas personas. Esto significa que
todos los que han tenido alguna relación con Pablo saben que su encarcelamiento
tiene que ver con su fe cristiana, con su «Evangelio». Los paganos que han
estado en contacto con él se han enterado de que no está en la cárcel por
cuestiones criminales o políticas, sino por estar «en Cristo» (por ser un seguidor
de Cristo).

El término que traducimos por «guardia pretoriana» (praetorium), en el primer


siglo, se utilizaba frecuentemente para referirse a la guardia pretoriana, las tropas
de élite del mismísimo Emperador, ubicadas en Roma. Como los guardas
vigilaban básicamente en turnos de cuatro horas, Pablo habría tenido contacto con
muchos de ellos, o con casi todos, por lo cual, con el tiempo, «toda la guardia» se
habría enterado de la causa de su encarcelamiento.

«Todos los demás» también se enteraron de que Pablo estaba en prisión «por la
causa de Cristo». Aquí tenemos un grupo de gente diferente a la guardia
pretoriana, seguramente gente que tenía otros cargos imperiales. Por tanto,
cualquier persona de Roma que tenía la ocasión de saber acerca del
encarcelamiento de Pablo, también sabía que estaba allí por propagar la recién
nacida religión cristiana.

No deberíamos ignorar el claro deleite de Pablo en esta dócil «victoria» sobre su


arresto, el mismo tono que podemos percibir al final de la carta, cuando manda
saludos de «todos los santos, especialmente los de la casa del César» (4:22). La
intención del apóstol es alentar a los filipenses en su sufrimiento, causado en parte
por su falta de lealtad al Emperador. Para el mundo –y especialmente para los
ciudadanos de una colonia romana– César podía ser el «señor»; pero para Pablo
y para los creyentes de Filipos, Jesús es el único Señor (2:11), y su señorío
sobre el César ya se está haciendo notar porque el Evangelio se está
introduciendo en la vida política romana y en la misma casa del Emperador.

La otra evidencia del avance del Evangelio del que Pablo habla en el v. 12 tiene
que ver con los efectos que su encarcelamiento ha tenido sobre la comunidad de
cristianos en Roma: “Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el
Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin
temor” (dice el v. 14).

Noten que de nuevo enfatiza la expresión «mis prisiones». Sus «prisiones», que
han servido para que Cristo sea conocido entre los que han encarcelado a Pablo,
también han valido para que sus «hermanos y hermanas» de Roma sean más
valientes. Hay que destacar la forma en la que Pablo medita sobre este asunto.
Aunque sin duda Pablo preferiría estar libre para poder evangelizar, reconoce que
Dios ha utilizado su confinamiento para motivar a otros. El regocijo resultante (v.
18) debe tomarse en serio. Estamos ante alguien para el cual el Evangelio (la
causa de Cristo) es más grande que su propio papel en divulgarlo.

Es necesario aclarar que, en última instancia, «el convencimiento/la certeza»


presentes de los romanos no son producto de su encarcelamiento, sino de la obra
anterior de Dios en sus vidas. La expresión «en el Señor», por tanto, se refiere a la
base de su confianza, mientras que la siguiente expresión, «por causa de mis
prisiones», es instrumental (=el medio que Dios ha utilizado). Por tanto, sus
«prisiones» han servido para hacerles confiar más en el Señor, y para proclamar a
Cristo con más valentía.

La respuesta de la iglesia romana al encarcelamiento de Pablo se describe con


dos adverbios enfáticos, que traducimos por «mucho más» y «sin temor». En
primer lugar, los romanos se han llenado de una increíble valentía para testificar
de Cristo después de recobrar la confianza en el Señor, confianza que ha sido
fortalecida por el encarcelamiento de Pablo. Es muy probable que esto refleje la
situación histórica de Roma en los años 60 d.C., cuando la locura de Nerón estaba
en su punto álgido y la iglesia había comenzado a ser perseguida. Es probable
(y comprensible) que la situación en Roma para los seguidores de Cristo les había
llevado a una forma de evangelización más pasiva que la que había caracterizado
a los primeros cristianos. Por eso Pablo les explica a los creyentes filipenses que
el efecto que su encarcelamiento ha tenido sobre sus hermanos y hermanas de
Roma ha sido llenarles de un extraordinario valor para proclamar a Cristo en el
lugar más difícil, el mismísimo centro del Imperio.

Podemos pensar que los creyentes romanos razonaban de esta manera: si Dios
había hecho el testimonio de Pablo fructífero en medio de sus difíciles
circunstancias (como lo era la privación de su libertad por causa su
encarcelamiento) entonces ellos podían confiar en el que el Señor podía obrar de
la misma manera en sus propias vidas en libertad también.

En segundo lugar, su valentía les ha llevado a «hablar la palabra de Dios sin


temor». Por tanto, aparte de la otra razón del gozo de Pablo, el apóstol está
entusiasmado porque su arresto ha ayudado en cierto modo a erradicar el miedo
entre los creyentes de Roma; no solamente están proclamando más a Cristo, sino
que lo hacen «sin temor».
Resumiendo, Pablo dice en los versículos 12-14 que, sorprendentemente, su
encarcelamiento ha servido para el avance del evangelio. Ese avance se puede
medir por la forma en que el evangelio ha llegado a todos los diferentes rangos de
palacio y por la manera en que Pablo afronta sus circunstancias, que ha inspirado
a los creyentes a proclamar el evangelio con una valentía sin precedentes.

El progreso del Evangelio lo es todo para Pablo. A pesar de que su


encarcelamiento ha sido una restricción para él, el hecho de que Dios lo haya
utilizado para el avance del Evangelio es una fuente de gozo genuino (v. 18). Pero
antes de llegar a ese tema, tenemos un pormenor, ya que su gozo tiene lugar en
el contexto de otra realidad: aunque llenos de valor gracias al encarcelamiento de
Pablo, la motivación de algunos no es tanto el amor por el Evangelio como el
deseo de meterle el dedo en la llaga a Pablo.

II. Y aquí es donde llegamos al segundo subtítulo de nuestro primer punto: El


Evangelio avanza fuera de prisión a pesar de las motivaciones erróneas
(leemos los vv. 1:15-18a). En los vv. 15-17 Pablo describe, en relación con su
motivación, dos tipos de evangelización que están teniendo lugar en Roma como
respuesta a su encarcelamiento.

El primer tipo es adelantado por aquellos que anuncian a Cristo por envidia y
rivalidad. No debe olvidarse que en Roma había una iglesia mucho antes que
Pablo llegase allí. Y por lo tanto, casi sin lugar a dudas, es lógico pensar que
ciertos predicadores habían adquirido cierta fama entre los hermanos. Es fácil
imaginar que, con la llegada de Pablo y especialmente con la divulgación de su
fama por toda la ciudad (que inferimos de los vv. 13 y 14), estos conocidos
predicadores comenzaron a perder algo de su reconocido prestigio. No pasó
mucho tiempo sin que sus nombres se fueran empalideciendo, y que en
consecuencia se despertase en ellos la envidia hacia Pablo. Su predicación de
Cristo no era, pues, por motivos puros y nobles.

El segundo tipo de proclamación era realizada por los que eran movidos por
buena voluntad. Es evidente que la esencia de esta buena intención o buena
voluntad era el amor por Pablo y por el evangelio que éste proclamaba, porque
más adelante dice: “pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la
defensa del evangelio” (v. 17). A estos no les molestaba la autoridad que Pablo
ejercía por mandato divino, ni los grandes dones que había recibido de
Dios, ni el honor que muchos le dispensaban.
Con el apóstol ellos entienden su encarcelamiento como un hecho designado por
Dios: «estoy puesto para la defensa del evangelio». Saben que están llamados a
tomar el relevo –en cuanto a la evangelización– porque Dios ha designado a Pablo
para defender el Evangelio en medio de los niveles más altos del Imperio.

Por el contrario, la proclamación de Cristo que hace el otro grupo está basada en
«la ambición egoísta», porque se han enzarzado en una batalla contra Pablo, para
ver quién logra el objetivo primero. Están, por tanto, predicando a Cristo, pero con
«motivaciones impuras». Están equivocados porque creen que todo eso añadirá
aflicción a las prisiones de Pablo. Ellos tienen en mente el encarcelamiento y la
aflicción de Pablo; él tiene en mente el Evangelio, para cuya defensa ha sido
nombrado. Por tanto, aunque el grupo sea, en cierto sentido, un incordio, no
logran angustiar a Pablo; el apóstol reconoce que ¡incluso su «impureza» sirve al
progreso del Evangelio!

Por lo que, en el v. 18ª, indica cuál es su respuesta a todo esto: «Cristo es


anunciado; y en esto me gozo». Esta expresión de gozo, que fácilmente podía
haber seguido al v. 14, el apóstol decide colocarla después de los versículos 15-
17. Sin duda, el valor para predicar el Evangelio que sus amigos habían
recuperado habría sido un gran motivo de gozo en cualquier circunstancia. Pero
Pablo quiere que los filipenses oigan que la predicación que pretendía angustiarle
también está siendo un motivo de gozo.

APLICACIONES

Sólo quiero hacer unos comentarios finales sobre el texto expuesto que sirvan de
aplicación a nuestras vidas:

i. El principio teológico que hay detrás de este pasaje, y que motiva a Pablo a
expresarse de este modo, es que las circunstancias humanas están en manos de
Dios y que Dios las usa para el avance del evangelio. Cuando nos enfrentemos a
situaciones difíciles, incluso situaciones que ponen en peligro nuestra vida,
deberíamos tomar a Pablo como ejemplo y preguntarnos de qué modo puede Dios
obrar en medio de esas circunstancias para hacer que el evangelio avance, tanto
en nuestra vida como en la de los demás.

ii. Cuando otros cristianos, en lugar de aliviar nuestro dolor, nos aprietan, cuando
se aprovechan de nuestras circunstancias para promover sus propios objetivos,
deberíamos recordar la perspectiva del apóstol. Lo que más importa es
preguntarse si el evangelio está avanzando. Si está avanzando, deberíamos
gozarnos.
iii. Cuando nos preguntamos ¿es posible que individuos tan egoístas pudieran
prestar algún servicio al evangelio? Sí, porque los que los escuchaban no sabían
lo que Pablo sabía. Los oyentes oían solamente la buena predicación, pero no
veían la causa reprobable que la motivaba. Lo que importaba, pues, era que de
todas maneras, por pretexto— como aquellos que sabían encubrir sus intereses
egoístas—o por verdad—como aquellas cuya única aspiración era la verdadera
gloria de su Señor y Salvador—Cristo era anunciado.

iv. La lógica de Dios es muy distinta de la nuestra. Nosotros suponemos que las
circunstancias deben ser propicias si hemos de ser cristianos verdaderamente
eficaces. Pero Dios no está esperando hasta que las circunstancias sean
propicias: está comprometido a producir cristianos verdaderamente eficaces,
cuales quiera que sean sus circunstancias.

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