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MOLINA
Código: 20150143
El egreso está cerca y pronto voy a tener que aplicar todos los conocimientos
adquiridos en mi estadía universitaria, si bien son pocos los cursos de Ciencias
y Humanidades que he llevado en mi carrera, han sido y son importantes en mi
formación profesional, es lo que me va a diferenciar de un técnico, el cual tiene
un papel importante en el ámbito laboral, sin embargo, una formación humana te
lo da los cursos de Ciencias y Humanidades. Estos cursos te incentivan
preguntarte el porqué de las cosas, nos ayuda a ser reflexivos, a no aceptar todo
lo que nos digan o nos impongan, a dudar de lo que parece verídico, en fin, nos
da un mejor desarrollo no sólo en el ámbito laboral sino en nuestra vida cotidiana.
Así mismo, estos cursos nos da una perspectiva de lo que está pasando
alrededor nuestro, lo que sucede en varios lugares y que por diferentes motivos
no lo sabíamos. Uno de estos cursos es el de Ambiente y Sociedad, el cual es
un electivo, sin embargo, fue una buena decisión matricularme, ya que me ha
permitido comprender el entorno socioambiental, los conflictos que suceden en
éste, y como poder hacer frente a estos a través de diversas perspectivas
brindadas en el curso. EL curso se ha desarrollado de una manera interesante,
didáctica, a través de presentaciones del profesor, así como con conversatorios
de lectura en los últimos minutos de clase, lecturas encargadas, lo cual nos ha
enriquecido con conceptos que antes no manejábamos, perspectivas de distintos
tipos, diversos enfoques socioambientales y también nos ha concientizado de la
situación actual del planeta, la crisis climática que estamos experimentando, así
como, ideas fuerza muy importantes como las siguientes:
Una de las varias lecturas que leí me motivo a leer otra en la cual hablaban de
la situación mundial actual y como los límites o fronteras planetarias, que se
define según Rockstrom (2009), como el espacio operativo seguro para la
humanidad, que, de ser cruzados, podrían generar cambios ambientales
inaceptables que podrían poner en peligro la existencia de la especie humana.
En estos términos, se mencionó que el planeta ya habría superado estos límites
en cuatro procesos: en la pérdida de la integridad de la biosfera, en el cambio
climático, en la interferencia en los ciclo biogeoquímicos (del nitrógeno y fósforo)
y cambios en el sistema del suelo debido a las actividades antropogénicas.
Todas estas evidencias nos lleva a pensar que el cambio global es un problema
de tal complejidad y consecuencias para nuestra calidad de vida que no hemos
de escatimar esfuerzos para comprender mejor sus causas, mejorar nuestra
capacidad de predecir sus consecuencias y desarrollar capacidad de mitigarlas
a la vez que adaptarnos a los cambios. Esta tarea no solo requiere el esfuerzo
de un puñado de personas, sino de todos sin excepción, desde los más jóvenes
hasta los mayores, y un comportamiento especialmente solidario con los más
débiles y desfavorecidos que sufrirán las consecuencias del cambio global de
forma particularmente aguda. También se recalca la necesidad de una
capacidad de liderazgo para demostrar, a nivel local, regional, nacional y global,
la visión y firmeza para afrontar este desafío.
Una de las lecturas que sirvió como una síntesis de las lecturas que tuvimos en
el conversatorio fue: La conciencia de la biósfera en una economía mundial de
clímax. Aquí se hace un llamado a tomar conciencia acerca de los problemas
que podrían acarrear si no entendemos que la Tierra funciona de hecho como
un organismo vivo, en consiguiente, la actividad humana que perturba la
bioquímica de la biósfera puede tener graves consecuencias, tanto para la vida
humana, seres vivos así como para el conjunto del planeta. Aquí se hace énfasis
en que la quema masiva de combustibles fósiles es el principal ejemplo de
“actividad humana” de escala global que actualmente amenaza el equilibrio
climático. Sin embargo, el autor tiene la percepción de que la respuesta inicial al
cambio climático, que hasta ahora ha oscilado entre el desinterés, la negación y,
en el mejor de los casos, una aceptación débil (es decir, carente de un
compromiso político y emocional proporcional), está cambiando rápidamente.
Esto nos da a entender que nos adentramos en una nueva fase del cambio
climático en la que el impacto en “tiempo real” del cambio climático comienza a
afectar a regiones enteras del mundo y a grandes sectores de la humanidad. Es
por ello, que las reacciones iniciales son de miedo e ira por parte de sus primeras
víctimas o afectados a estos cambios, y de fingido interés entre aquellos que aún
no se han visto afectados. Pero el autor, afirma que todo esto cambiará
rápidamente en décadas sucesivas, a medida que los efectos del cambio
climático se extiendan y afecten a sectores cada vez más amplios. Y que en
algún punto crítico nos daremos cuenta de que compartimos un planeta en
común, que todos somos afectados y que el sufrimiento de nuestros vecinos no
es muy diferente al nuestro ya que tarde o temprano nos tocará experimentarlo
en carne propia. En ese momento, las recriminaciones y las retribuciones
servirán de poco a la hora de enfrentarnos a una crisis de proporciones tan
enormes. Solamente una acción concertada que establezca un sentimiento
colectivo de afiliación con la totalidad de la biósfera nos dará una oportunidad de
garantizar nuestro futuro. Para ello, será necesario desarrollar una conciencia
biosférica.