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Presentado por:
Mirta Milena Diaz
Daivis Sierra Regino
Iván Rada Lugo
Colombia se ha caracterizado por ser un país con grandes extensiones de tierra; donde su
riqueza reside en sus grandes fuentes hídricas, minerales, petroleras y en su agricultura. Estas
cualidades presentes en nuestro territorio han captado la atención de un sin número de
multinacionales que desde varios años han consumido desaforadamente las riquezas
naturales de nuestro país. Todo esto permitido por el sistema político y sus actores de turno,
que han buscado llenar sus arcas personales, antes que beneficiar el desarrollo de nuestro
País. En este sentido nos preguntamos, ¿de qué manera podríamos frenar la explotación
indiscriminada de recursos naturales de nuestra tierra, impulsando verdaderamente un
desarrollo económico, participativo y al mismo tiempo igualitario y consciente para nuestra
nación?
La historia de Colombia nos ha mostrado una problemática entorno a la tierra, que aún en
nuestros días bajo matices y condiciones diferentes siguen teniendo a los mismos afectados
(indígenas, afrodescendientes y campesinos). Durante la llegada de los españoles al
continente americano a finales del siglo XV hasta finales del siglo XVI, los nativos indígenas
sufrieron el despojo de sus tierras por parte de los colonizadores, la explotación del trabajo y
la tierra permitió la consolidación de grandes latifundios y el exterminio casi total de los
aborígenes americanos. Para la época independentista no aconteció algo diferente, grandes
extensiones de tierra pertenecían a terratenientes y las poblaciones afectadas no eran más que
trabajadores mal remunerados sin derecho a poseer y trabajar sus propias tierras.
Como se puede notar, el panorama no es del todo alentador; con el neoextractivismo el país
se ha convertido en un exportador de naturaleza, las políticas neoliberales defienden todas
esas prácticas aludiendo principalmente a que ellas ayudan al sostenimiento del estado a
luchar contra la pobreza y la justicia social; sin embargo esto es una bola de nieve que va
creciendo cada día y a medida que se invierte en programas para erradicar la pobreza, se
tendrá que diseñar nuevos proyectos extractivistas que nuevamente generaran perdidas
ambientales y sociales.
Para contrarrestar todas estas problemáticas de orden social, económico, político y cultural,
se han venido desarrollando a lo largo de los años en varias comunidades del país, políticas
emergentes que se enfocan en dar soluciones a prácticas del contexto local dándole un manejo
reflexivo que busque dar una viabilidad directa con el problema que ocurre en ese grupo
social específico. Todo este proceso gira entorno a la participación directa de los sujetos
involucrados en ese grupo social y su propósito es principalmente, evitar que se sigan
violentando sus derechos y el de los territorios los cuales habitan. Harcourt y Escobar (como
citó Escobar 2010) opinan al respecto que las políticas emergentes: “constituyen una nueva
forma emergente de política, un nuevo imaginario político en el cual se afirma una lógica de
la diferencia y una posibilidad que desarrollan multiplicidad de actores y acciones que operan
en el plano de la vida diaria” (p. 86). Un ejemplo de las políticas de lugar que han nacido en
el contexto colombiano y que dan cuenta de las características antes mencionadas son: el
movimiento social de comunidades negras rivereñas del pacifico colombiano, movimiento
Kwe´sx Uma Kiwe (Nuestra Madre Tierra) – Infikuk, Caldono - Cauca, la corporación casa
amazonia entre otras. Estos movimientos se caracterizan porque no solo retan, sino que
también proponen nuevos horizontes de significado.
Atendiendo a esas políticas de lugar y a sus características, consideramos que son un punto
de partida para ir alejando las malas prácticas políticas que tiene el país, ya que no hay nadie
que pueda defender el territorio de manera más certera que aquellas personas que lo han
habitado y que por años han subsistido gracias él, son ellas las encargadas de erradicar el
despotismo de la clase dominante, a través de la unión, la fraternidad y el trabajo en equipo.
Se podría pensar que con la realidad que afronta el país (con una paz neoliberal, con una
polarización política de izquierda y derecha, y las grandes y dañinas explotaciones mineras)
la unidad que se necesita está muy lejos de ser alcanzada de esta forma, pero la historia nos
habla y nos recuerda que la contundencia revolucionaria de movimientos sociales, ha hecho
eco en otros países, entonces, ¿por qué no ha de lograrse aquí?
Referencias Bibliográficas.