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r e s e ña s narrativa

local, y que Pablo Sergio Arias Barrera rísticas sentadas páginas atrás, y que los trabajos que darán a la imprenta.
(1986) prefiera, pese al material que los diálogos, algunos muy buenos y Algunos se excusarán en la intransi-
tiene entre las manos, convertir la de- útiles, también están mal escritos. Si gencia y el ego de los autores; es cierto
nuncia en un suceso íntimo, ligado al a eso agregamos que las repeticiones pero no es disculpa suficiente. Lo cier-
dolor y la locura, y que se aparte de las campean, algunas involuntarias, otras to es que uno lee esta segunda novela
técnicas propias del género policíaco deliberadas –la mayoría sin fortuna de un autor menor de treinta años con
para hacer que su relato avance. Incluso en su esfuerzo humorístico–, es fácil el ceño fruncido, ceño con c, una letra
hay que agradecerle que Amparo, una cerrar el libro en un capítulo interme- sin la cual es muy complicado cruzar
adolescente madurada biche, se quede dio, sobre todo cuando es obvio por la calle.
en la memoria con sus formas perfec- las apreciaciones tendenciosas de las
tas, sus prendas cortas, su ternura y sus diferencias sociales, que la visión del Octavio Escobar Giraldo
contradictorias conductas con respecto novelista no ha madurado todavía: Profesor, Universidad de Caldas
al amor y la sexualidad, y que sus más “En menos de un par de estertores del
de doscientas páginas en el pequeño motor de la moto, el barrio y el estrato
formato de la Colección Generación son diferentes. Pareciera otro mundo,
del bicentenario de la Universidad In-
dustrial de Santander, inspiraran una
los colores de la calle son diferentes,
la acera con menos huecos, la mujer
“Una novela
carátula en colores planos que resulta esbelta y bien maquillada bajándose de amor”
tan apropiada y tan grata. del auto último modelo que su feo
Pero hay cosas que no se agrade- pero adinerado marido le compró para La serpiente sin ojos
cen en Cruzando la calle, y lo peor que se volviera a dejar hacer el amor” william ospina
de todo es que algunos las pueden (pág. 47). Mondadori, Bogotá, 2012, 318 págs., il.
considerar accesorias, pero son muy
irritantes para quienes buscamos en la trilogía sobre la conquista,
la literatura un placer, una forma de escrita por William Ospina (n. 1954),
enriquecer nuestro ocio. La primera es llamativa por varios aspectos. Es la
es la ortografía, y no me refiero a dos obra de un escritor maduro y no la de
o tres tildes mal puestas, me refiero a un joven que tantea irreverentemente
errores gruesos, de esos que el com- en los terrenos narrativos. Son tres
putador corrige automáticamente y novelas, por ello mismo, que poseen
que entonces uno no entiende porqué rasgos tradicionales de escritura y nin-
están allí, ya que no obedecen a trans- guna experiencia extrema o novedosa
gresiones estilísticas o a apropiaciones en la forma y el estilo las caracterizan.
de la oralidad. La historia de la lite- Representan, por otro lado, las ma-
ratura está plagada de escritores con neras en que un poeta y un ensayista
mala ortografía –claro que no muchos reconocido en el ámbito hispanoame-
de ellos estudiaban para ser profesores ricano, se lanza a construir su universo
de español y literatura–, pero en tales novelístico de tal modo que en él se
casos siempre hay, o debe haber, un dialoga coherentemente con temáticas
editor atento que entienda que a ve- Pero como la novela tiene ritmo y y modos de comprender a Colombia y
ces el vértigo de la creación conlleva tiene entraña, el lector decide ejercer a América Latina y su historia plantea-
ciertos descuidos por parte de algunos un cierto tipo de miopía que le permite dos en sus otros libros. Lo que aparece
autores. Ese editor atento también llegar hasta el final, un final que cierta- en Ursúa (2005), El país de la canela
debió llamarle la atención sobre los mente no decepciona, y que guarda su (2008) y La serpiente sin ojos (2012)
cambios de tono de la narración, a sorpresa, aunque sepa a melodrama. tiene mucho que ver con los poemas
veces cercana a los personajes, como Cruzando la calle es una novela que de El país del viento (1992) y el ensayo
si oyéramos a un vecino de la cuadra, necesitaba de unas semanas de trabajo sobre Juan de Castellanos Las auroras
y otras, sin razón aparente, distancia- de un editor cuidadoso, como las ne- de sangre (1999). En este sentido, como
da y neutra, cuando no francamente cesitan muchas otras. Es lamentable toda obra digna de tenerse en cuenta,
prejuiciosa: “El oficial es bruto, gordo, que nuestras editoriales, comerciales la de Ospina está bien fundamentada
fuerte y de acento basto, tan parecido y no –en este caso universitaria–, y su articulación no es fortuita y acci-
a todos los demás oficiales” (pág. 58). acompañen tan poco al escritor, que dental. El subtítulo del libro dedicado
Poco a poco el lector se da cuenta de de ninguna manera puede sabérselas a Castellanos alude al “descubrimiento
que en estas variaciones no hay nada todas y que quizá está convencido de poético de América” que, según Ospi-
deliberado y entonces se decepciona, que sus carencias serán corregidas en el na, realiza el cronista español que se
se previene, y comienza a percibir que momento de la publicación. I­ mitadores radicó en Tunja y que es quien da la
hay descuido en el uso de los tiempos consuetudinarios, no se entiende clave al escritor colombiano para que
verbales y que aquí y allá, por fortuna ­porqué no seguimos la costumbre de siglos después cuente en tonos también
no muchas veces, nuevos rasgos de los los editores estadounidenses de inter- poéticos las aventuras de Ursúa y su
personajes contradicen las caracte- venir, incluso de manera ­exagerada, en amigo Cristóbal, narrador de las tres

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novelas. Narrador que transita, aten- con respecto a las crónicas de Indias y heroico y, al mismo tiempo, desventu-
gámonos a lo dicho por Ospina, de la los libros de historia que las sostienen. rado y trágico. Luego de las alabanzas
visión de América de un conquistador Pero esto es una reseña y no una de Cristóbal hacia su amigo guerrero,
(Ursúa), a la de un mestizo (El país de memoria académica sobre La serpiente viene el balance de sus equívocos que
la canela), para terminar en la de un sin ojos y lo que se puede sonsacar, son, en definitiva, los equívocos de la
indígena (La serpiente sin ojos). acabada la trilogía, son algunas con- conquista española. La obra deja en-
clusiones. Se trata de la novela en la tonces a un lado la preocupación fiel
que, en principio, se ofrecen las claves por lo que pasó –se sabe que Ospina
para respondernos porqué Ospina, el insiste, en sus notas paratextuales, que
escritor, y Cristóbal, el narrador, se todo lo que ha narrado en sus novelas
han dado a la tarea de escribir estas es verdad y que solo uno que otro
especies de memorias poéticas de la personaje o situación es inventada
conquista de la Nueva Granada y el aunque sugerida por las fuentes que
Perú en pleno siglo xxi. Entendemos consulta; de la misma manera aper-
que lo acaecido en Cristóbal a lo largo trecha sus novelas, al principio y al
de su existencia agitada es la mutación final, con mapas fechados sobre los
de una sensibilidad y de una concien- eventos que recrea– y se lanza con
cia. Que lo intentado por William claridad hacia el terreno de la ficción.
Ospina es mostrar desde nuestros Con la transformación de la identidad
días lo que pudo haber sucedido en de Cristóbal se toca, incluso, el meollo
el sangriento siglo xvi con las jorna- mismo de la frecuente discusión sobre
das de conquista. Al final del libro se la verdad real que supuestamente hay
Así mismo, la trilogía de Ospina asiste a la fusión entre la comprensión en la narrativa histórica. La serpiente
es interesante porque, pese a su re- de la historia y el presente americanos sin ojos, de hecho la trilogía misma,
visionismo florido de la historia –la propia de Ospina, manifiesta a través se afirma en la convicción de que lo
expresión es de Pascual Gaviria– y a de sus diversos ensayos, y el modo en que leemos en estos artefactos litera-
su a veces malograda eficacia narra- que Cristóbal propone comprender rios llamados novelas históricas es tan
tiva por su excesiva retórica poética, los pasos crueles de su amigo Ursúa. solo la proyección imaginada por un
ha logrado acaparar la atención de En esta sección de la novela, surge un escritor actual de lo que pudo haber
la crítica y el medio literario interna- inesperado perfil que lo podríamos sucedido en el ayer.
cional. Esto se debe al carácter de la vincular, por otro lado, con la literatu- Cuando Cristóbal habla en estas
escritura misma de Ospina que es de ra de moraleja. No podemos construir, páginas, explica Ospina en su nota
corte ostensiblemente americanista. plantea Cristóbal en un tono bastante final, pretende decirle al lector que su
En su apuesta narrativa resuenan con contemporáneo, una conquista en la conciencia ha sido penetrada por la
frecuencia las voces de Pablo Neruda, que el otro no existe y es exterminado. cosmovisión indígena. De hecho, los
de Gabriel García Márquez y de Walt No podemos ejercer una conquista sin capítulos del libro van acompañados
Whitman. Voces que este narrador pensar, por ejemplo, en la madre na- por poesías ahítas del animismo y el
sui géneris recrea para transmitir una turaleza y, sobre todo, en ese inmenso panteísmo propios de los textos sagra-
forma de comprender la historia del río que construye una inmensa selva dos de la literatura mesoamericana.
Nuevo Mundo y sus relaciones con y que es el tesoro natural del planeta. Estos poemas, que podrían ser atribui-
España y Europa anclada de manera Las últimas páginas de La serpiente sin dos al narrador, no convencen mucho
fuerte en la tradición literaria hispano- ojos se escriben, sin duda, para trans- mientras leemos la novela. Marcan una
americana que va del siglo xvi hasta mitir una enseñanza a los lectores. Esta pausa que incomoda el buen ritmo de
nuestros días. Las novelas de Ospina podría resumirse así: preservemos las los acontecimientos. Pero cuando se
están en perfecta consonancia, enton- civilizaciones amerindias, cambiemos nos presenta el c­ ambio de perspectiva
ces, con este tipo de novelas históricas nuestros hábitos occidentales que de Cristóbal, cuando comprendemos
que en Colombia, por ejemplo, inició tienden a la verdadera barbarie y a que el propósito de Ospina ha sido
Felipe Pérez con otra saga novelísti- la destrucción, tengamos en cuenta seguir en sus tres novelas el itinerario
ca de corte neoclásico y romántico y las invaluables fuentes culturales de de una metamorfosis cultural, entonces
que también trata sobre la conquista América, apreciemos la riqueza in- el sentido y la ubicación de los poemas
del Perú. Y que posee, a su vez, como finita de la selva y vivamos para que adquiere un mayor sentido.
fuente nutricia los libros sobre el siglo esta serpiente sin ojos no muera y al Una novela de amor, así la define
xvi americano escritos por el célebre agitarse en su agonía acuática nos des- Ospina. El amor es entre Pedro de
y exitoso historiador William Prescott. truya. Con un final de esta índole, en Ursúa e Inés de Atienza y el final,
Este es otro motivo, por último, que la última novela de Ospina se cumple como toda novela de amor, debería
atrae a la hora de querer establecer con una de las funciones de la narrativa ser la muerte de este amor o la de los
un balance analítico de las novelas de histórica de corte más conservador: dar amantes respectivos. Sin embargo, ni
Ospina: los elementos intertextuales, pautas para vivir en forma adecuada en lo uno ni lo otro sucede en la novela.
valga decir los aspectos paródicos, un presente que está profundamente Acaso esto es lo que hace vacilar al
que pueda haber en sus narraciones signado por un pasado esplendoroso y lector frente a la definición de Ospina.

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La serpiente sin ojos, es verdad, aborda desenlace histórico de estos eventos, e­ cología. ¿No son estos, por lo demás,
en buena parte los pormenores de esta ocurridos entre 1559 y 1561, y se aso- los pilares, a grosso modo, sobre los
relación trágica. El modo en que se en- man a la novela de Ospina para saber que levanta la obra del William Ospina
cuentran los dos amantes, liquidados cómo éste los enfrenta. Se trata de un ensayista? En realidad, en La serpiente
finalmente por el crimen, está condi- conquistador español célebre en el arte sin ojos se concentran diversas tenden-
mentado con unos giros narrativos mundial por las diversas maneras en cias de la literatura de este escritor:
hiperbólicos pertenecientes al género que ha sido abordado: Lope de Agui- una narrativa histórica de la conquista
de los cuentos de hadas y las leyendas rre. El de Ospina empieza pisando americana, una poesía alimentada por
populares y que en nuestro territorio duro como corresponde a semejante cierto barroquismo retórico y los te-
ha terminado por catalogarse como hombre: contrahecho y feo, ignorante mas de la cosmovisión indígena y una
realismo mágico. Ella es la más bella y burdo, vengativo y rebelde como el ensayística que formula lo urgente que
mujer del Perú, o de la descendencia de que más. El capítulo dedicado a contar es reaccionar ante una cultura occiden-
los primeros conquistadores que mues- su popular prosapia y sus crímenes en tal decadente, equívoca y destructiva,
tran con acierto los exóticos frutos del Europa y América es uno de los mejo- y plantea, en esta dirección, el espacio
mestizaje; y él, ya lo sabemos, es el más res de la novela. Vertiginosa, dueña de vital que América debe ocupar en tales
hermoso príncipe de Navarra heredero un poder evocativo y de una proyec- circunstancias.
de romanos audaces y temerarios, im- ción erudita desbordante, esta parte de
parable matador de indios y capaz de la novela termina siendo en realidad Pablo Montoya
hacer estremecer de placer a esta inca un atentado contra el buen equilibrio
maculada por lo español e insatisfecha de la misma. Lope de Aguirre, con
por sus malogrados matrimonios. La semejante presencia en La serpiente
novela inicia con los pormenores de
otro enamorado, el padre de Inés, Blas
sin ojos, promete un desenlace que
no se da. Es más, desde el final del
Todo lo que se supo
de Atienza que, nos dice Cristóbal, en capítulo, la novela visibiliza, una tras
vez de estar pensando a toda hora en el otra, sus imperfecciones. La muerte Lo que nunca se sabrá
pillaje y en el oro, miró para otro lado de los amantes carece de fuerza: la de maría cristina restrepo
y se encontró con otra mujer bella, Ursúa por su carácter postizamente Editorial Planeta, Bogotá, 2011,
hija de Atahualpa según los decires, dramático: yo mato por eso, yo mato 226 págs.
con quien se unió para que naciera la por esto otro, yo mato por aquello,
protagonista de esta novela. dicen cada uno de los asesinos de Ur- la permanente tensión entre la
El punto de unión entre Ursúa e súa como si estuvieran recitando mal y ficción y la no ficción suele ponerse a
Inés de Atienza es la feroz conquis- apresurados un pasaje de Shakespea- prueba con la adaptación cinemato-
ta por supuesto, pero también es re. La muerte de Inés, extraviada en gráfica, dramatúrgica o televisiva de
Cristóbal. Este es quien comenta sus la selva, asombra también por ser tan obras literarias basadas en la realidad
aventuras a Ursúa en Panamá. Aventu- rápida e igualmente frágil. Y cuando (memorias, biografías, documentos,
ras que aparecen en la anterior novela, el lector piensa que lo que viene, ya novela histórica), pero es más escaso
El país de la canela. El viaje a este es- que la novela de amor no ha terminado encontrarla en los mismos predios de
pejismo andino y el otro, a través del muy bien con la muerte de sus repre- la literatura, entre géneros como la
río Amazonas con Orellana, bastan sentantes, es el vértigo implacable de novela y la crónica, y la experiencia de
para encender la proteica ambición de Lope de Aguirre, éste se minimiza y se lectura es tan contrastante que dan de-
Ursúa. Al español no le han bastado torna como un eco. O más bien, como seos de leer las dos historias al trasluz
las jornadas de conquista que suceden el objeto de una excusa no del todo para ver sus similitudes y diferencias.
en la actual Colombia porque todas aceptable. Excusa que puede ser com- Eso me ocurrió cuando leí Lo que
ellas han sido en nombre de otros y prensible desde cierto punto de vista y nunca se sabrá de la escritora antio-
jamás ha sido el gobernador de nada. que reside en que este energúmeno de queña María Cristina Restrepo, y luego
Mientras que las tierras de El Dorado Dios no es el verdadero protagonista cayó en mis manos la versión manus-
y Omagua, en plena selva amazónica, de la novela. Por lo tanto, su vida y crita de la crónica “Aguas turbias”,
pueden darle el lustre que su apellido su obra se despachan en el libro sin del periodista e historiador, Jorge
y su nombre y sus sueños exigen. Según provocar mayor interés ni conmoción.
Cristóbal, esto hubiera sido posible de La novela trata nuevamente de le-
no haberse atravesado el fátum o el vantarse con el balance de Cristóbal
amor disfrazados de Inés de Atienza. y su vida de conquistador. Pero aquí,
Lo que sigue es la preparación del viaje en esta última parte, entramos en otra
al Amazonas desde Lima y Trujillo y el dimensión de la obra de Ospina: la
modo en que el amor desbordado de ensayística y poética. El lector asiste,
los dos personajes malogra la eficacia entonces, a una prosa que se sumerge
de estos preparativos. en el poder didáctico de un pensa-
La novela alcanza un momento alto miento que podría leerse hoy como
cuando aparece una figura esperada, la expresión de un multiculturalismo
sobre todo para quienes conocen el americano y el de una ética de la

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