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1
Bachelard se refiere al lenguaje significante cenñ ido a los caó nones de la loó gica formal, como
instrumento en tanto es instrumento del pensamiento. El lenguaje poeó tico no se situó a entonces
en un nivel formal loó gico sino en un aó mbito no conceptual, en el lenguaje poeó tico no es aplicable
el teó rmino de verdad formal.
2
Bachelard, Gaston, La poética del espacio, Meó xico, FCE, 2006. p. 15.
3
Ibid., p. 18.
4
Este es el punto maó s poleó mico del discurso bachelardiano, pues queda abierta la problemaó tica
de la causa de la imagen poeó tica.
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Revista Mathema
5
Valdivia, Benjamíón, Indagaciones de lo poético, Meó xico: CONACULTA/Instituto Cultural de
Aguascalientes [“Fondo Editorial Tierra adentro”, 59], 1993, p. 13.
6
Bachelard, Gaston, Op. Cit., p. 13.
7
Valdivia, Benjamíón, Ibid., p. 15.
8
En palabras de Wilbur Urban: en la poesíóa se da una “objetivacioó n de caraó cter cualitativo del
espíóritu interno del hombre” (Urban, Wilbur Marshall, Lenguaje y realidad, Meó xico, FCE, 1952, p.
408).
9
Hoü lderlin citado en: Heidegger, Martin, Hölderlin y la esencia de la poesía, Barcelona,
Anthropos, 2000, p. 29.
10
Bachelard, Gaston, El aire y los sueños, Meó xico, FCE, 2006, p. 14.
11
Cfr. Bachelard, Gaston, La poética del espacio, p. 21.
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La imagen poética en la ontología de la ensoñación de Gaston Bachelard
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Revista Mathema
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Bachelard, Gaston, La poética de la ensoñación, Meó xico, FCE, 2002, p. 12.
19
Bachelard, Gaston, El aire y los sueño , p. 57.
20
Heidegger, Martin, Hölderlin y la esencia de la poesía, Barcelona, Anthropos, 2000, p. 25.
Heidegger senñ ala en todo el texto con mayuó sculas los teó rminos Palabra y Hombre, pues se
refiere a la palabra como manifestacioó n príóstina del logos humano, siendo de esta manera un
bien (el maó s peligroso de los bienes), y de igual manera se refiere al hombre como aquel ser que
ha de dar testimonio de lo que es, entonces el Hombre «es el que es, precisamente al dar y por dar
testimonio de su propia realidad de verdad (Dasein) » (cfr. Ibid., pp. 22-25).
21
Bachelard, Gaston, La poética de la ensoñación, p.52. Atendiendo a la teoríóa junguiana del
animus y el anima, Bachelard identifica las palabras femeninas con el gozo intríónseco que da la
esteó tica de dichas palabras, las palabras masculinas implican instrumentacioó n del lenguaje.
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La imagen poética en la ontología de la ensoñación de Gaston Bachelard
“Lleno de méritos está el hombre; mas no por ellos, por la poesía hace de esta
tierra su morada”22.
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Hoü lderlin, Friedrich, citado en: Heidegger, Martin, Op. Cit., p. 8.
23
Urban, Wilbur Marshall, Op. Cit, p.383. “Esta representacioó n intuitiva es, pues, la forma
primaria de la representacioó n poeó tica. Expresada en teó rminos puramente psicoloó gicos, es una
funcioó n de la imaginacioó n” (Loc. Cit).
24
Urban describe la vis poética como: “el poder de conjurar la realidad viva de un modo que les
estaó velado a las proposiciones «literales» y abstractas” (Ibid. p. 384).
25
Valdivia, Benjamíón, Op. Cit., p. 32.
26
Cfr. Supra, 2.3.1.1., pp. 63-65.
27
Urban, Wilbur Marshall, Ibid, p. 407.
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La imagen poética en la ontología de la ensoñación de Gaston Bachelard
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Bachelard, Gaston, El aire y los sueños, p. 74.
31
Cfr. Bachelard, Gaston, La poética del espacio, pp. 107-108.
32
Es verdad que la metaó fora se puede encontrar en el aó mbito de la retoó rica, pero tambieó n en el
aó mbito poeó tico como lo afirma Beuchot: “La metaó fora es un recurso de la retoó rica, pero tambieó n
lo es de la poeó tica. Difiere seguó n la funcioó n que adquiere en cada una. En la primera funciona
para la persuasioó n, en la segunda, para la purificacioó n (kátharsis)” (Beuchot, Mauricio, Ibid., p.
122).
33
Bachelard, Gaston, La poética del espacio, p. 110.
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Moral, Joseó AÁ ngel del, Hacia una noción analógico simbólica de la poesía, Guanajuato, UG, 2006,
p. 77 (Tesis presentada para acceder al grado de Maestro en Filosofíóa).
35
Ricoeur, Paul, Freud, una interpretación de la cultura, Meó xico, Siglo XXI, 2004, p. 18.
36
Zambrano, Maríóa, Filosofía y poesía, Meó xico, F.C.E., 2005, p. 81.
37
No estamos hablando aquíó del síómbolo psicoanalíótico al que Bachelard se opone tajantemente,
sino del síómbolo con valor ontoloó gico, del síómbolo que nos da indicios de la situacioó n humana en
el aó mbito del ser. Se habla aquíó del síómbolo arcaico que se situó a en la base de nuestra estructura
profunda y que nos relaciona con lo real. De tal manera que (creemos) este síómbolo al que se
refiere Ricoeur síó tiene una relacioó n con la imagen poeó tica en tanto se entrevera lo oníórico y lo
coó smico en la misma.
38
Ricoeur, Paul, loc. Cit.
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La imagen poética en la ontología de la ensoñación de Gaston Bachelard
La imagen arquetípica
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Desde nuestra perspectiva, no podemos distanciar tajantemente las nociones de imagen,
metaó fora y síómbolo. Por ser zona de emergencia del símbolo, la imagen tiene tambieó n
caracteríósticas simboó licas al unir dos realidades escindidas. El mismo Bachelard llega a afirmar
que en algunos poemas (sobre el vuelo) se pueden ver “ejemplo [s] muy claro [s] de un síómbolo,
o maó s exactamente de una fuerza simboó lica, que existe antes de las imaó genes” (Bachelard,
Gaston, El aire y los sueños, p.89. Los corchetes y su contenido son nuestros). De esta manera el
eranista Gilbert Durand (considerado en muchos aspectos como uno de los principales
receptores del pensamiento bachelardiano) identifica, en el marco de su antropologíóa filosoó fica,
imagen y síómbolo (Cfr. Durand, Gilbert, Las estructuras antropológicas del imaginario, Meó xico,
FCE, 2004. Principalmente pp. 25-66; Durand, Gilbert, La imaginación simbólica, Buenos Aires,
Amorrortu, 2000. pp. 15-60); la metaó fora se relaciona con la imagen en tanto eó sta es tambieó n de
caraó cter analoó gico y se refiere a sentidos no presentes en ella. El autor de El aire y los sueños
afirma en este sentido que “toda imagen debe enriquecerse de metaó foras para dar vida a la
imaginacioó n” (Bachelard, Gaston, Ibid., p. 118), de tal manera que la poesíóa se enriquece con el
caraó cter mimético de la metaó fora, sin embargo se entiende siempre que esta mímesis o imitacioó n
“nunca es copia servil, sino reescritura creativa” (Beuchot, Mauricio, Ibid., p. 122), asíó Bachelard
(cuando sigue a Shelley cuando dice «la poesíóa es un arte míómico») afirma que “es necesario
entender que efectuó a una pantomima de lo que no se ve: la vida humana profunda” (Bachelard,
Gaston, Ibid., p. 56).
Si bien, nuestro autor senñ ala los alcances de la imagen y las diferencias existentes entre eó sta y
las demaó s realidades analoó gicas, esto no implica que se tenga que prescindir de las nociones de
metaó fora y síómbolo en el estudio de la imagen. En esta toó nica entendemos que el filoó sofo franceó s
no excluye las realidades simboó licas y metafoó ricas de la poesíóa, sino que se centra en lo que
considera, otorga el caraó cter ontoloó gico a la poesíóa: la imagen. Es asíó que es necesario establecer
una justa proporción a estas realidades analoó gicas, sin embargo, ameritaríóa una tesis completa
para dilucidar estas nociones, en el contexto de la presente investigacioó n soó lo nos limitamos a
senñ alar las distinciones bachelardianas entre las nociones citadas.
40
Valdivia, Benjamíón, Ibid., pp. 18-19.
41
Bachelard, Gaston, La poética del espacio, p. 7. Al ser un resaltar súbito, el filoó sofo borgonñ oó n no
identifica a la imagen con la metaó fora o el síómbolo cuyo sentido es mediato en tanto que signos.
Existe en ellos un referente, pero se accede a su significado de manera mediata, por medio del
discurrir mismo que obliga el uso del lenguaje significante (instrumento del pensamiento). En la
imagen poeó tica se manifiesta una especie de embriaguez, que en todo caso, es una embriaguez
contemplativa manifiesta en el lenguaje mismo. Es una embriaguez que contempla el cosmos.
Asíó (seguó n nuestro autor), para que la embriaguez del poeta sea verdadera “bebe en la copa del
mundo. La metaó fora no le basta, necesita la imagen” (Bachelard, Gaston, La poética de la
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La imagen poética en la ontología de la ensoñación de Gaston Bachelard
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se debe “situar a la imagen no soó lo antes del pensamiento, antes del relato,
sino antes de toda emoción”49.
La verdadera poesíóa se entiende entonces como aquella poesíóa
primitiva, arquetíópica, que no tiene propiamente una causa eficiente definida
pues su origen es impersonal o general, aunque síó una causa material y
final el bienestar del hombre en el mundo.
Las imaó genes poeó ticas concebidas como imágenes primordiales,
ejemplifican arquetipos. La imagen poeó tica es la manifestacioó n evolutiva del
arquetipo; la manifestacioó n concreta de “las impresiones primarias y de las
primeras palabras”50. Asíó entendida la imagen fundamentalmente en su
funcioó n arquetíópica, podemos decir que la función primordial de la imagen
poética es resaltar la función verbal primitiva (funcioó n del lenguaje no
conceptual) como enteramente separada de la funcioó n semaó ntica en el
contexto actual; se muestra entonces como pura inactualidad51. Su funcioó n
central es remontarnos a las realidades oníóricas primeras. En la imagen
poeó tica se encuentra, seguó n nuestro autor “una virtud de originalidad a las
variaciones mismas que actuó an sobre los arquetipos maó s fuertemente
arraigados”52, sin embargo, en esta toó nica no se entiende a la imagen como
(metafoó ricamente hablando) una simple válvula de escape que se abre para
liberar instintos relegados, pues en la imagen no soó lo emerge el onirismo de
manera anárquica (si se nos permite el uso del teó rmino), sino que, al emerger
en el lenguaje, se da una toma de conciencia. Es esta toma de conciencia del
lenguaje la que posibilita las variaciones sobre los arquetipos, la conciencia
ilumina al arquetipo, ya no es onirismo puro (recordemos que en la analogíóa
se da un movimiento de trasgresioó n y asimilacioó n por medio del logos).
Hemos mencionado anteriormente que existe en la poesíóa una
oscilacioó n entre la evocacioó n y la invocacioó n; ninguna de estas es propiamente
actualidad. El filoó sofo franceó s afirma que en la imagen poeó tica rumiamos lo
primitivo, existe una emergencia de onirismo arcaico que surge desde el fondo
de lo inmemorial. Se rememora lo no vivido53. Lo primitivo de la imagen nos
49
Ibid., p. 129.
50
Bachelard, Gaston, Lautréamont, Meó xico, FCE, 1997, p. 129. Nuestro autor no se refiere a las
primeras impresiones del individuo, sino a las de la especie: “Las imaó genes encontradas en los
hombres evolucionan lenta, difíócilmente […] Una imagen le cuesta tanto trabajo a la humanidad
como un caraó cter nuevo a la planta” (Bachelard, Gaston, El agua y los sueños, Meó xico, FCE, 2003,
p. 10).
51
“El sentido poeó tico es la inactualidad del lenguaje. Y por ello mismo su inutilidad, su falta de
uso real, su ausencia de practicidad trivial” (Valdivia, Benjamíón, Ibid., p. 31).
52
Bachelard, Gaston, La poética de la ensoñación, p. 12.
53
“Llegamos a dudar de haber vivido donde hemos vivido. Nuestro pasado esteó en otra parte y
una irrealidad impregna los lugares y los tiempos. Parece que se ha permanecido en los limbos
del ser […] si maó s allaó de los recuerdos se llega al fondo de los suenñ os, en este antecedente de la
memoria, parece que la nada acaricia al ser, penetra el ser, desata dulcemente los lazos de ser”
(Bachelard, Gaston, La poética del espacio, Meó xico, p. 90).
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La imagen poética en la ontología de la ensoñación de Gaston Bachelard
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“[…] la imaginacioó n […] principio primero de una filosofíóa idealista, supone que se coloca el
sujeto, todo el sujeto, en cada una de sus imaó genes” (Bachelard, Gaston, El aire y los sueños,
Meó xico, p. 118).
55
Bachelard, Gaston, La poética de la ensoñación, p. 64.
56
En el presente apartado nos limitamos a senñ alar la influencia junguiana en el pensamiento de
nuestro autor, sin embargo, consideramos pertinente anotar que, Seguó n Gilbert Durand, las
nociones de arquetipo, inconsciente colectivo y (sobre todo) de líóbido conducen al pensamiento
Junguiano a una «especie de pansimbolismo psíóquico» (similar al «pansimbolismo racional» de
Cassirer manifiesto en la nocioó n de pregnancia simbólica), pues el síómbolo se mueve en el
terreno de un subconsciente personal y universal. En este sentido, considera Durand, que
Bachelard precisa de manera maó s clara ese buen y mal uso de los síómbolos al especificar los tres
sectores en que se divide el universo: el de la ciencia objetiva, el del suenñ o y el del lenguaje
poeó tico (esta nocioó n de divisioó n de los síómbolos coincide con las definiciones ricoeurianas de las
tres zonas de emergencia del síómbolo) (Cfr. Durand, Gilbert, La imaginación simbólica, pp. 70-
76).
57
Cfr. Bachelard, Gaston, El agua y los sueños, p. 31.
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grandes imaó genes tienen a la vez una historia y una prehistoria” 58, una
historia, porque la imagen surge en un contexto histoó rico especíófico, el poeta
(al igual que todos los grandes genios de la humanidad) es hijo de su tiempo,
estaó insertado en una sociedad con caracteríósticas culturales propias, sin
embargo la ensonñ acioó n poeó tica, manifestada en la imagen (que tiene como
base el lenguaje) es a-temporal, es inactualidad, estaó maó s allaó de las
limitaciones del pasado, del presente y del futuro. Asíó mediante el discurso
bachelardiano “se llega al convencimiento de que las imaó genes no
envejecen”59.
La poesíóa se revela como “sincretismo psíóquico natural” 60
constituyeó ndose como una experiencia psicoloó gica profunda, experiencia que
hace posible la comunicabilidad de la imagen a traveó s de la adhesión
fenomenológica total del lector de poesíóa con respecto al autor del poema.
58
Bachelard, Gaston, La poética del espacio, p. 64.
59
Bachelard, Gaston, El aire y los sueños, p. 63.
60
Bachelard, Gaston, Lautréamont, p. 129.
61
Bachelard, Gaston, El aire y los sueños, p. 22.
62
Loc. Cit (Los corchetes y su contenido son nuestros).
63
Sobre la clasificacioó n de los arquetipos reconocidos por Jung veó ase: Jung, Carl Gustav, Obra
completa. Volumen 9/1: Los arquetipos y lo inconsciente colectivo, Madrid, Editorial Trotta, 1999.
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La imagen poética en la ontología de la ensoñación de Gaston Bachelard
imagen poeó tica; esta ambivalencia es la que nuestro autor ve en los elementos
materiales, pues
64
Bachelard, Gaston, El agua y los sueños, p. 13.
65
Bachelard, Gaston, La poética del espacio, p. 91.
66
Cfr. Bachelard, Gaston, El agua y los sueños, pp. 36-42. En las comunidades rurales de nuestro
Estado se puede observar el hecho de estas ensoñaciones naturales, las zonas de captacioó n de
agua son naturalmente llamadas ojos de agua.
67
Bachelard, Gaston, El agua y los sueños, p. 10. De aquíó se deriva el estudio de otros arquetipos
como: la caverna, la maternidad de las aguas, la muerte, el vuelo, ente otros.
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La imagen poética en la ontología de la ensoñación de Gaston Bachelard
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73
Lyotard, Jean-françois, La fenomenología, Argentina, Editorial Universitaria de Buenos Aires,
1960, p. 5
74
Ibid., p. 6.
75
Loc. Cit.
76
Loc. Cit (Los corchetes y su contenido son nuestros).
77
Garcíóa AÁ lvarez, Jesuó s, Ibid., p. 37.
78
Lyotard, Jean-françois, Loc. Cit.
30
La imagen poética en la ontología de la ensoñación de Gaston Bachelard
Asíó, los alcances y los líómites de la hermeneó utica bachelardiana son los
líómites mismos de su manera particular de hacer fenomenologíóa de su estilo
fenomenoloó gico, que posibilita un acceso a lo «ante-racional» la
imagen, corriendo incluso el riesgo de caer tambieó n en lo «anti-racional».
El meó rito de nuestro autor es el inaugurar un acceso alterno a la
realidad poeó tica, pues antes de captar a la poesíóa como objeto lo cual
constituye una decisioó n de caraó cter metafíósico, considera necesario
explicitar el sentido mismo del hecho de hallarse en lo poético79.
Se entiende entonces que esta filosofíóa de la poesíóa sea coherente. Su
inacabamiento, su parcialidad se da en el entendido de que se encuentra
inmersa en la realidad que estudia. La modestia de la fenomenologíóa
bachelardiana es, pues, una exigencia metodoloó gica que le da sentido al
estudio mismo de la imagen.
79
En estas líóneas parafraseamos a Lyotard (Cfr. Ib id., p. 7).
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