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2006
EXP. 0012-2006-PI-TC Declaran fundada en parte demanda de
inconstitucionalidad interpuesta contra determinadas
normas del D. Leg. Nº 961, Código de Justicia Militar
Policial
EXP. 0026-2006-PI-TC Declaran infundada demanda de inconstitucionalidad
contra modificatoria del segundo párrafo del artículo 16 y
del inciso d) del artículo 20 del Reglamento del Congreso
de la República
EXP. 0005-2006-PI-TC Declaran infundada demanda de inconstitucionalidad
interpuesta contra los artículos 2, 4, 5, 6 y 7 de la Ley Nº
28476 y por conexión, contra los artículos 5 y 10 del D.U.
Nº 122-2001
EXP. 0031-2005-PI-TC Declaran fundada demanda e inconstitucional la Ordenanza
Regional Nº 009-2005-CR/GOB.REG.TACNA que
estableció la libre comercialización de ropa y calzado
usados
EXP 00007-2007-PI-TC Declaran inconstitucional el artículo único de la Ley Nº
28642, modificatoria del artículo 5, numeral 8) de la Ley
Nº 28237, Código Procesal Constitucional
EXP 00010-2006-PI-TC Declaran infundada demanda de inconstitucionalidad
interpuesta contra la Ley Nº 28686, norma que modifica y
deroga diversos artículos del D.L. Nº 21210, norma que
crea el Colegio de Obstetrices del Perú
EXP 0017-2005-PI-TC Declaran infundada e improcedente demanda de
inconstitucionalidad contra el Art. 1 de la Ordenanza Nº
027-2004-MDA que aprueba el Reglamento del Concejo
Municipal de Ancón y contra el Art. 1 de la Ordenanza Nº
045-2004-MDA que modifica el Art. 61 del mismo
Reglamento
EXP 0002-2006-PI-TC Declaran inconstitucional la Disposición Transitoria Única
de la Ley Nº 28647, que “precisa” el ámbito de aplicación
temporal del Decreto Legislativo Nº 953.
EXP 0014-2006-PI-TC Declaran infundada demanda de inconstitucionalidad
presentada por el Colegio de Abogados del Cono Norte de
Lima contra la Ley Nº 28726
EXP 00017-2006-PI-TC Declaran inconstitucional el Art. 1 de la Ordenanza Nº 105-
MDLM modificado por la Ordenanza Nº 122-MDLM
emitidas por la Municipalidad Distrital de La Molina
EXP 0019-2006-PI-TC Declaran infundada demanda de inconstitucionalidad
interpuesta contra la Ordenanza Nº 373-2006-MPA
expedida por la Municipalidad Provincial de Arequipa
EXP 0024-2006-PI-TC Declaran inconstitucionales las Ordenanzas Nºs. 005-2005-
REGIÓN CALLAO-CR, 009-2005-GORE-ICA, 019-2005-
REGIÓN ANCASH-CR, 002-2006-CR/RLL y 096-2005-
GRP-CR, promulgadas por los Gobiernos Regionales del
Callao, Ica, Ancash, La Libertad y Piura
EXP 007-2006-PI-TC Declaran fundada en parte demanda de
Inconstitucionalidad interpuesta contra las Ordenanzas Nºs.
212-2005 y 214-2005 expedidas por la Municipalidad
Distrital de Miraflores
EXP 0008-2006-PI-TC Declaran infundada demanda de Inconstitucionalidad
interpuesta contra la Ordenanza Nº 052-2005-MPHCO
expedida por la Municipalidad Provincial de Huánuco
EXP 0025-2006-PA-TC Declaran fundada en parte demanda de
Inconstitucionalidad interpuesta contra la Ley Nº 28637 -
Ley que deroga las Leyes Nºs. 26302 y 26554 y restituye
los artículos 35, 36 y 37 de la Ley Nº 23733, Ley
Universitaria
EXP. 0012-2006-PI-TC Declaran fundada en parte demanda de
inconstitucionalidad interpuesta contra determinadas
normas del D. Leg. Nº 961, Código de Justicia Militar
Policial
Expediente Nº 0046-2004-PI-TC
(Se publica la sentencia a solicitud de la Secretaría del Tribunal Constitucional
mediante Oficio Nº 248-2006-SR/TC, recibido el 24 de marzo de 2006)
LIMA
ASUNTO
ANTECEDENTES
1. Demanda de inconstitucionalidad
El recurrente impugna la Ordenanza Nº 181 emitida por la Municipalidad
Distrital de Santiago de Surco, por contravenir el artículo 198 de la Constitución,
conforme a su redacción vigente, que establece que la capital de la República tiene un
régimen especial en la Ley Orgánica de Municipalidades, y la Municipalidad
Metropolitana de Lima debe ejercer sus competencias dentro del ámbito de la provincia
de Lima; asimismo, refiere que contraviene el artículo 51 de la Constitución, que
establece la jerarquía del ordenamiento jurídico peruano; el artículo 195.6 de la
Constitución y al artículo 79 de la Ley Orgánica de Municipalidades, Ley Nº 27972, que
establecen las funciones específicas y exclusivas de las Municipalidades Provinciales en
materia de organización del espacio físico y uso del suelo.
En ese sentido, sustenta su demanda en las normas precitadas, así como en los
artículos 151, 152, 154, 161, 73, 79.1.1, 79.1.2, 79.3.1 y 75 de la Ley Orgánica de
Municipalidades, entre otras.
2. Contestación de la demanda
FUNDAMENTOS
El Bloque de Constitucionalidad
5. Por ello, debe precisarse que la Constitución y las normas que conforman el
bloque de constitucionalidad establecen tanto la competencia material así como la
competencia territorial, entre otros aspectos vinculados al tema, siendo la nota
condicionante de la competencia estatal, la de ser indelegable, taxativa, razonable y
proporcional.
6. Este desarrollo del bloque de constitucionalidad fue posteriormente
complementado en la sentencia recaída en el Exp. Nº 0007-2002-AI, y reproducida en
algunos extremos en la resolución que recayó en el Exp. Nº 0041-2004-Al, en donde se
expuso que el parámetro de control en la acción de inconstitucionalidad, en algunos
casos comprende a otras fuentes distintas de la Constitución “(...) en concreto, a
determinadas fuentes con rango de ley, siempre que esa condición sea reclamada
directamente por una disposición constitucional (...). En tales casos, estas fuentes
asumen la condición de ‘normas sobre la producción jurídica’ en un doble sentido; por
un lado, como ‘normas sobre la forma de la producción jurídica’, esto es, cuando se les
encarga la capacidad de condicionar el procedimiento de elaboración de otras fuentes
que tienen su mismo rango; y, por otro, como ‘normas sobre el contenido de la
normación’; es decir, cuando por encargo de la Constitución pueden limitar su
contenido” (Fund. 5).
[...]
(d) Emitir las normas técnicas generales, en materia de organización del espacio
físico y uso del suelo así como sobre protección y conservación del ambiente.
15. De allí queda claro que, para el ejercicio de las funciones antes citadas,
corresponde a las municipalidades provinciales: (i) promover e impulsar el
planeamiento para el desarrollo de la provincia en coordinación con las municipalidades
distritales; (ii) promover la coordinación entre las municipalidades distritales en la
implementación de sus planes de desarrollo, las que deben sujetarse a las normas
municipales provinciales; y, (iii) actuar como un órgano técnico normativo cuando se
trate de regular la organización del espacio físico y el suelo.
16. Especialmente relevante es el último párrafo del artículo 73, cuando hace
referencia a que en el ejercicio de sus competencias y funciones las municipalidades
deben tener presente su condición de municipalidad provincial o distrital, disposición
que necesariamente debe ser interpretada de modo concordado con el artículo 3 al que
ya se hizo referencia y a cuyo análisis volveremos más adelante.
“79.4.1. Aprobar el plan urbano o rural distrital, según corresponda, con sujeción
al plan y a las normas municipales provinciales sobre la materia”.
18. Corresponde también hacer referencia a los artículos 154 y 155 de la Ley
Orgánica de Municipalidades, en tanto que el primero de ellos, desarrollando el artículo
198 de la Constitución, dispone que “La Municipalidad Metropolitana de Lima ejerce
jurisdicción, en las materias de su competencia, sobre las municipalidades distritales
ubicadas en el territorio de la provincia de Lima. Se rigen por las disposiciones
establecidas para las municipalidades distritales en general, en concordancia con las
competencias y funciones metropolitanas especiales, con las limitaciones comprendidas
en la presente ley y las que se establezcan mediante ordenanza metropolitana”, mientras
que el segundo, refiere que las disposiciones de la Ley Orgánica de Municipalidades
también se aplican a la Municipalidad Metropolitana de Lima, así como a las
municipalidades distritales de su jurisdicción, en todo aquello que no se oponga a lo
expresamente regulado en la parte pertinente de la Ley Orgánica de Municipalidades.
20. De ello resulta que, cuando se revisan las facultades otorgadas en cada caso
tanto a las municipalidades provinciales como a las distritales, aparece una estructura
claramente ordenada y que permite distinguir las competencias otorgadas en cada caso,
siendo necesario que entre los gobiernos locales provincial y distritales exista la debida
coordinación en el desempeño de sus atribuciones y que, en su actuación, cada uno de
los gobiernos locales proceda en el ejercicio regular de sus atribuciones, respetando las
competencias otorgadas o reconocidas a los otros gobiernos locales.
22. Así, aunque la Constitución no haya distinguido entre uno y otro gobierno
local, es evidente que, en el ejercicio de sus atribuciones, las municipalidades distritales
deben observar no sólo el mandato constitucional, sino también las reglas contenidas en
las normas que conforman el bloque de constitucionalidad, con lo que el ejercicio de la
atribución contenida en el artículo 79.4.1 no puede contravenir los artículos art. 3 y
79.1.2 de la Ley Orgánica de Municipalidades, dado que, de hacerlo, estaría
contraviniendo el bloque de constitucionalidad e indirectamente a la Constitución.
24. Al disponer en su artículo primero que “El Plan Urbano prevalece respecto
de otras normas urbanísticas en la jurisdicción distrital de Santiago de Surco”, se está
afectando el contenido del artículo 3 de la Ley Orgánica de Municipalidades, que
establece que las municipalidades provinciales ejercen su jurisdicción sobre el territorio
de la respectiva provincia; de ser así, se podría colegir que la Municipalidad
Metropolitana de Lima no tendría jurisdicción sobre el territorio de la Municipalidad
Distrital de Santiago de Surco y, que por otro lado, el Plan de Desarrollo Urbano
aprobado por la primera no resultaría vinculante respecto de la segunda o de otras
municipalidades distritales; a ello hay que agregar que por las mismas razones, la
Ordenanza es contraria a lo regulado en el artículo 154 de la Ley Orgánica de
Municipalidades.
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
Expediente Nº 0030-2004-AI-TC
SENTENCIA
DEL PLENO JURISDICCIONAL DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DEL
PERÚ
(Publicado: 20-01-2006)
PROCESO DE INCONSTITUCIONALIDAD
SÍNTESIS
Proceso de inconstitucionalidad
contra el artículo 1 de la Ley Nº
28047.
Magistrados firmantes
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
I. ASUNTO
* Petitorio constitucional
Los demandantes alegan que el artículo 1 de la Ley Nº 28047 atenta contra sus
derechos sociales y económicos previstos en las disposiciones contenidas en los
artículos 2, inciso 2 (derecho a la igualdad); 10 (derecho universal y progresivo a la
seguridad social); 11 (derecho al libre acceso a la pensión); 12 (derecho a la
intangibilidad de los fondos y reservas de la seguridad social); 70 (derecho de
propiedad), y contra la Primera y Cuarta Disposiciones Finales y Transitorias de la
Constitución. Se sostiene que, con la emisión de dicho artículo, se ha vulnerado el
principio de proporcionalidad de los aportes, que fluye de los artículos 10, 11 y 12, en
concordancia con el artículo 71 del Convenio Internacional de Trabajo Nº 102 de la
OIT. Asimismo, se alega que el Estado ha vulnerado sus obligaciones en materia
previsional con el desconocimiento de los artículos 2, 4 y 9 del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales; del artículo 2 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, y de la jurisprudencia emitida por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.
LEY Nº 28047
IV. ANTECEDENTES
A. Demanda
Con fecha 10 de mayo de 2004, don Adolfo Urbina Nizama y don Pedro
Carrasco Narváez, en representación de cinco mil seiscientos sesenta y cinco
ciudadanos, interponen demanda de inconstitucionalidad contra el artículo 1 de la Ley
Nº 28047.
B. Contestación de demanda
Con fecha 19 de julio de 2004, don Jorge Campana Ríos se apersona al presente
proceso en calidad de apoderado del Congreso de la República, en mérito del Acuerdo
de Mesa Nº 273-2003-2004-MESA/CR, para solicitar que se declare infundada la
demanda de inconstitucionalidad promovida, sosteniendo que el artículo 1 de la Ley Nº
28047 no contraviene la Constitución directa o indirectamente, parcial o totalmente, ni
por el fondo o forma.
A partir de los argumentos vertidos tanto por los demandantes como por el
demandado, este Colegiado considera conveniente centrar el análisis de
constitucionalidad en los siguientes aspectos:
* ¿Cuáles son los efectos de una sentencia como la que estamos emitiendo?
VI. FUNDAMENTOS
De esta forma, para que la aplicación del test sea conveniente, corresponde
utilizar los tres principios que lo integran: idoneidad, necesidad y proporcionalidad, a
fin de determinar si el criterio de porcentajes de aportación establecido en el artículo 1
de la Ley Nº 28047 es constitucional o no.
4. Hasta agosto del año 2003, año en el que entró en vigencia la Ley Nº 28047,
el régimen pensionario del Decreto Ley Nº 20530 se encontraba enmarcado dentro de lo
establecido por la Primera Disposición Transitoria y Final de la Constitución, la cual,
reconocía derechos adquiridos a los trabajadores y pensionistas de los regímenes
pensionarios a cargo del Estado. El régimen pensionario del Decreto Ley Nº 20530, si
bien fue concebido como un régimen cerrado, fue en varias oportunidades reabierto por
leyes e interpretaciones administrativas y jurisdiccionales. Así, en este régimen, la
nivelación de las pensiones se efectuaba de acuerdo con la remuneración de un
trabajador sujeto al régimen laboral público, siendo el tope de las mismas el equivalente
al sueldo de un congresista (Decreto Legislativo Nº 817). Precisamente, con el artículo
2 de la Ley Nº 28047, se reduce este tope al monto de una unidad impositiva tributaria
(1 U.I.T.) para aquellas pensiones que se generen a partir del 1 de agosto de 2003, es
decir, para los trabajadores que cumplan los requisitos para obtener su pensión a partir
de la entrada en vigencia de dicha norma. El artículo señala que:
“El monto máximo de las pensiones derivadas del régimen previsional del
Decreto Ley Nº 20530, que se generen a partir del 1 de agosto de 2003, no podrán
exceder de 1 U.I.T”.
“A partir de julio de 1979 el aporte para las pensiones de los trabajadores del
Sector Público Nacional comprendidos en los regímenes a que se refieren los Decretos
Leyes 19846, 20530 y 22303, será equivalente al 12% del monto de las remuneraciones
pensionables, del cual, 6% será descontado al trabajador y 6% será a cargo del Estado”.
El artículo 7 del Decreto Ley Nº 20530 dispuso que los descuentos por
pensiones estaban referidos a los montos de las remuneraciones pensionables, toda vez
que dicho monto trataba de justificar el principio de justicia. De esta manera, a los que
más ganaban, se les exigía un mayor aporte al fondo pensionario, máxime si tomamos
en cuenta que el régimen público pensionario se rige por una regla redistributiva. La
escala prevista era la siguiente:
En el año 2004, se emite la Ley Nº 28389, Ley de Reforma de los artículos 11,
103 y Primera Disposición Final y Transitoria de la Constitución, que establece,
principalmente, que se declara cerrado definitivamente el régimen del Decreto Ley Nº
20530, por lo que no estarán permitidas nuevas reincorporaciones; que por razones de
interés social, se deroga la disposición que reconoce derechos adquiridos y se determina
la prohibición de nivelar las pensiones con las remuneraciones; que se dispondrá la
aplicación progresiva de topes a las pensiones que excedan de una U.I.T.; y, que el
ahorro presupuestal que provenga de la aplicación de las nuevas reglas pensionarias
estará destinado a incrementar las pensiones más bajas. Asimismo, La Ley Nº 28449,
Ley que establece las nuevas reglas del régimen de pensiones del Decreto Ley Nº
20530, establece que el monto máximo mensual de las pensiones de cesantía, invalidez
y sobrevivencia del régimen de pensiones regulado por el Decreto Ley Nº 20530 es de
dos (2) Unidades Impositivas Tributarias, vigentes a la fecha en que corresponda el pago
de la pensión, y que se establecerán reajustes progresivos de determinadas pensiones
teniendo en cuenta las previsiones presupuestales, el costo de vida, la capacidad
financiera del Estado y las posibilidades de la economía nacional.
5. Por tal motivo, en el contexto jurídico y fáctico en que se emitió la norma sub
litis, la aplicación de un porcentaje único de aportación podría haber representado una
medida idónea para resolver el problema del progresivo desfinanciamiento del régimen
y evitar un inminente colapso del mismo. No obstante, este Tribunal presenta reparos
respecto de la idoneidad per se del criterio porcentual previsto en el artículo 1 de la Ley
Nº 28047, por cuanto la aplicación de un porcentaje único a todas las remuneraciones,
estableciéndose, además, un aumento progresivo de los mismos, no respeta los valores
superiores de justicia e igualdad en tanto que, pasar de una deducción del 6% al 13%,
20% y 27%, genera una afectación económica sustancial a los trabajadores cuyas
remuneraciones son más reducidas. Por ello, si bien se trata de reponer una situación de
desigualdad, al hacerlo genera otra situación de desigualdad que afecta a los que menos
monto de pensión reciben.
De tal manera que, en el contexto jurídico actual, esta medida no es idónea, por
cuanto el principio de idoneidad se interpreta en concordancia con los principios de
necesidad y proporcionalidad, y, como se analizará en los acápites siguientes, el criterio
establecido deja de responder al fin de financiar el régimen para evitar su desplome y
podría propiciar que, a través de los aportes que realicen en adelante los trabajadores,
sólo se restituya el forado de fondos existente en el sistema de pensiones sin que haya
una contraprestación proporcional en la futura pensión que dichos trabajadores vayan a
recibir.
6. Un principio de este tipo significa que, para que una injerencia en los
derechos fundamentales sea necesaria, no debe existir otra medida igualmente efectiva y
adecuada para alcanzar el objetivo deseado y que suponga una menor restricción para el
derecho fundamental o una menor carga para el titular. Para ello, deben analizarse todas
las medidas que el legislador podría haber utilizado y escoger la más benigna para el
ejercicio del derecho fundamental, en tanto que la finalidad que sostiene este principio
es la de realizar el mínimo de intervención en el derecho fundamental.
De otro lado, este monto máximo ya no empezará a regir para las pensiones
generadas a partir del 1 de agosto de 2003, sino para toda pensión, inclusive las que
están siendo entregadas, cambio que ha sido considerado constitucional por la sentencia
del Expediente Nº 0050-2004-AI/TC, 0051-2004-AI/TC, 0004-2005-PI/TC, 0007-2005-
PI/TC y 0009-2005-PI/TC. Ello, desde luego, proporciona al Estado un financiamiento
que le permite evitar el colapso dicho régimen pensionario.
Por tal motivo, este Tribunal considera que, al haberse efectuado una reducción
progresiva del monto de pensión a ser recibida por los pensionistas del régimen del
Decreto Ley Nº 20530, y establecer, por otro lado, un aumento progresivo del monto de
los aportes, resulta desproporcionado, sobre todo, respecto de aquellos trabajadores
cuya remuneración es más reducida. Es así como la incidencia económica no es la
misma respecto de los trabajadores que perciben las remuneraciones más bajas respecto
de los que perciben las más altas.
Sobre la base del Convenio Nº 102 de la OIT, los recurrentes han precisado en su
demanda que:
“Al establecer la norma supra citada una equivalencia en los aportes de los
trabajadores y del Estado al Fondo de Pensiones, introdujo una corrección necesaria a la
regulación hasta entonces vigente (...). Como podrá apreciar este honorable Tribunal, los
aportes estatuidos en el citado Decreto Ley Nº 20530, si bien provenían exclusivamente
de las remuneraciones de los trabajadores, a la vez contemplaba escalas a efectos de que
el crecimiento en el porcentual de los aportes mantuvieran una proporcionalidad con el
nivel de ingresos remunerativos de los servidores civiles del Estado. Situación (...) que
no se contempla en el artículo primero de la Ley Nº 28047, objeto de la presente
acción”.
Este Tribunal considera que el artículo 1 de la Ley Nº 28047 es inconstitucional
por el fondo en tanto que el criterio de porcentajes de aportaciones en él establecido
resulta desproporcionado e irrazonable. En ese sentido, proponemos que se retorne a un
sistema de porcentajes escalonados como el que ya fue establecido en el artículo 7 del
Decreto Ley Nº 20530.
Sin perjuicio del resultado del test de razonabilidad, no superado por el artículo
1 de la Ley Nº 28047, es necesario precisar que éste no vulnera lo dispuesto por el
artículo 71 del Convenio Nº 102 de la OIT, en tanto los porcentajes en él previstos no
superan el 50% de la remuneración.
De lo expresado, queda claro que la(*)NOTA SPIJ señalado por los recurrentes
no es óbice para señalar que, al establecerse un monto único de porcentaje de
aportación, el cual irá aumentando progresivamente y de forma paralela a una
progresiva reducción del monto de los(*)NOTA SPIJ pensiones, podría generarse una
situación en la que el Estado termine expropiando parte de la remuneración a los
trabajadores sin que, posteriormente, obtengan una pensión proporcional a sus aportes.
En ese sentido, el bien a ser considerado como bien real no es, en este caso, la pensión
sino la remuneración; es decir, el dinero del trabajador, que como señalamos, no puede
ser tomado por el Estado sin que exista un justo título habilitante.
14. En esa medida, la presente sentencia comenzará a surtir efectos una vez que
el legislador haya promulgado la norma correspondiente, que reemplace la actualmente
vigente y que ha sido declarada inconstitucional, de tal manera que no quede un vacío
en la regulación del porcentaje mensual de pago de pensión correspondiente al régimen
pensionario del Decreto Ley Nº 20530.
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
Expediente Nº 0012-2005-PI-TC
(Publicado: 02-02-2006)
PEDRO PABLO FERNÁNDEZ SOLIS
MÁS DEL 1% DE CUIDADANOS
1. ASUNTO
Demanda de Inconstitucionalidad interpuesta por don Pedro Pablo Fernández
Solís, en representación de la Asociación de Propietarios y Residentes de la
Urbanización Las Moras (APRULM) del distrito de San Luis y más del 1% de
ciudadanos del referido distrito, contra las Ordenanzas Distritales Nºs. 003-2004-
MDSL, 006-2004-MDSL y 016-2004-MDSL, así como contra las Ordenanzas que
regularon el régimen de arbitrios de la Municipalidad de Miraflores en el período 1998 a
2003.
De igual modo, niega que las ordenanzas materia del presente proceso adolezcan
de vicios de inconstitucionalidad, señalando lo siguiente:
- Que, respecto a las demás ordenanzas materia del presente proceso, sólo se
puede solicitar la inconstitucionalidad de las ordenanzas municipales que no cumplan
con el requisito de la ratificación (artículo 40 de la Ley Nº 27972) desde la vigencia de
la Ley Orgánica de Municipalidades, Nº 27972, es decir, a partir del 28 de mayo de
2003. Y que, en concordancia con el artículo 103 de nuestra Constitución Política, la
inconstitucionalidad de ordenanzas municipales de carácter tributario sólo se puede
plantear para las emitidas después de la fecha en que entró en vigencia la referida Ley.
- Sólo a partir del día siguiente de la publicación de dicho acuerdo dentro del
plazo, la municipalidad distrital estará legitimada para cobrar arbitrios.
14. Siendo así, este Colegiado descartó la posibilidad de un fallo con efecto
retroactivo, en la consideración de que las cuantiosas devoluciones a que daría lugar,
pondrían en riesgo la propia continuidad y mantenimiento del servicio que deben
suministrar los municipios. En tal sentido, la decisión de no otorgar retroactividad a los
efectos de la sentencia 0053-2004-PI/TC, determinó las siguientes reglas vinculantes
para todos los municipios del país:
- De estar en el supuesto b), las ordenanzas habilitadas para cobrar las deudas
impagas por los períodos no prescritos deberán tramitarse conforme a los plazos del
procedimiento de ratificación que hayan establecido las municipalidades provinciales.
El trámite deberá realizarse igual que en el caso del procedimiento de ratificación de las
ordenanzas que regirán por el período 2006, a fin de que puedan surtir efectos desde el 1
de enero de dicho año.
§ 2. Ordenanza Nº 003-2004-MDSL
24. Los demandantes afirman que las referidas ordenanzas también adolecen de
inconstitucionalidad porque se relacionan con los importes de los arbitrios municipales
fijados por la Ordenanza Nº 003-2004-MDSL.
Por otro lado, aun cuando la norma que reguló los arbitrios para el año 2004
(Ordenanza Nº 003-2004-MDSL) ha sido declarada inconstitucional, lo cierto es que
este Tribunal, en estos casos, ha optado por no otorgar efectos retroactivos a su
sentencia, de modo que no proceden las devoluciones -salvo en los casos particulares
accionados antes de la publicación de la Sentencia Nº 053-2004-PI/TC-; por tanto, si
quienes cumplieron con el pago del arbitrio -en base a la Ordenanza Nº 003-2004-
MDSL- lo hicieron acogiéndose al beneficio otorgado mediante la Ordenanza Nº 006-
2004-MDSL, mal podría desconocerse dicho beneficio en perjuicio de dichos
contribuyentes.
30. Como quiera que los efectos de la STC 0053-2004-PI/TC (17.09.05) resultan
vinculantes a partir del día siguiente de su publicación, y siendo anual la vigencia de las
ordenanzas por arbitrios, corresponde tomarlos en cuenta para las ordenanzas que rijan
desde el período 2006 en adelante; asimismo, excepcionalmente para la emisión de
nuevas ordenanzas para el cobro de deudas impagas por los períodos no prescritos
(2001-2004), según lo dispuesto en la propia sentencia; por tal motivo, respecto a las
ordenanzas aprobadas para el período 2005, rige lo dispuesto en el Decreto Legislativo
Nº 952, es decir, operan como criterios válidos, entre otros, el uso, tamaño y ubicación
del predio, sin la precisión de ser agrupados de modo específico dependiendo de cada
tipo de arbitrio.
31. Sin perjuicio de lo antes señalado, con la precisión hecha por el Tribunal en
la STC 0053-2004-AI/TC se ha establecido el único sentido interpretativo válido del
artículo 69 de la Ley de Tributación Municipal para los criterios de distribución del
costo y el uso de la capacidad contributiva en materia de arbitrios, respecto a los
períodos observados en la sentencia e, indudablemente, a partir del período 2006 en
adelante -aunque, desde luego, ello no impide una revisión motu proprio del período
2005-. De modo que la agrupación de los mismos, en fórmulas o parámetros mínimos
de validez constitucional, según el tipo de arbitrio, resultan de cumplimiento obligatorio
en virtud de la fuerza de ley, carácter vinculante y cosa juzgada de las sentencias
declaratorias de inconstitucionalidad.
VII. EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL COMO SUPREMO INTÉRPRETE
DE LA CONSTITUCIÓN Y EL EFECTO VINCULANTE DE LA SENTENCIA
VIII. FALLO
HA RESUELTO
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
Expediente Nº 0030-2005-PI-TC
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL PLENO JURISDICCIONAL 0030-2005-
PI/TC
SENTENCIA DEL PLENO DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
(Publicado: 13-02-2006)
Más del 25% del número legal de miembros del Congreso de la República
(demandantes)
c. Congreso de la República (demandado)
Asunto:
Demanda de inconstitucionalidad interpuesta por más del 25% del número legal
de miembros del Congreso de la República contra la Ley Nº 28617 -Ley que establece
la Barrera Electoral-.
Magistrados firmantes:
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
EXPEDIENTE Nº 0030-2005-PI/TC
LIMA
MÁS DEL 25% DEL NÚMERO
LEGAL DE MIEMBROS DEL
CONGRESO DE LA REPÚBLICA
I. ASUNTO
Demanda de inconstitucionalidad interpuesta por más del 25% del número legal
de miembros del Congreso de la República contra la Ley Nº 28617, que modifica los
artículos 20 y 87 de la Ley Nº 26859 -Ley Orgánica de Elecciones-, y el artículo 13,
inciso a), de la Ley Nº 28094 -Ley de Partidos Políticos-.
Norma sometida
a control : Ley Nº 28617.
Artículo 20.- Las Elecciones para Congresistas se realizan conjuntamente con las
elecciones para Presidente y Vicepresidentes de la República.
Artículo 87.- Los partidos políticos y las alianzas que para el efecto se
constituyan pueden presentar fórmulas de candidatos a Presidente y Vicepresidentes, y
listas de candidatos a congresistas en caso de Elecciones Generales, siempre que estén
inscritos o tengan inscripción vigente en el Jurado Nacional de Elecciones. Se considera
vigente la inscripción de los partidos políticos y alianzas de partidos que hayan obtenido
representación parlamentaria en el último proceso de Elecciones Generales.
IV. ANTECEDENTES
1. Demanda
f) La Ley impugnada evita que las elecciones al Congreso sean expresión fiel de
la voluntad de la ciudadanía, tal como lo exige el artículo 176 de la Constitución. Se da
prioridad al interés de un partido político antes que al interés del pueblo.
2. Contestación de la demanda
a) La Ley dificulta a los partidos pequeños el acceso a las curules, fomenta las
alianzas y coaliciones partidarias, y disuade la proliferación de pequeños partidos. Evita
la dispersión electoral que debilita la gobernabilidad y la estabilidad del sistema político
nacional. Favorece el sistema de partidos políticos.
i) No es cierto afirmar que los 120 parlamentarios electos son aquellos 120
candidatos que obtuvieron el mayor número de votos, pues nuestro sistema electoral
emplea el mecanismo de la cifra repartidora que, inevitablemente, lleva a que algunos
miembros de un partido no lleguen al Parlamento pese a haber obtenido más votos
preferenciales que los de otro partido.
IV. FUNDAMENTOS
El poder del Estado emana del pueblo. Quienes lo ejercen lo hacen con las
limitaciones y responsabilidades que la Constitución y las leyes establecen (...).
10. Dejada de lado la idea de que en la sociedad reside una única verdad
homogénea susceptible de ser descubierta por la razón, se comprende que, por el
contrario, a la sociedad es inherente una fragmentación de distintas dimensiones,
desencadenante, a su vez, de un pluralismo materializado en distintos ámbitos. De esta
forma, a diferencia de lo que pudo haber concebido el primer liberalismo, puede
afirmarse que a las sociedades contemporáneas no es inherente la uniformidad, sino, por
el contrario, el pluralismo.
Aunque utilizando como ejemplo a la sociedad italiana, Norberto Bobbio explica
en estos términos la realidad internamente heterogénea de las sociedades
contemporáneas, singularmente descriptiva, por cierto, de la realidad social peruana:
11. Bien puede decirse que hemos ingresado -hace tiempo ya- a un escenario de
“democratización de la sociedad” en el que, si bien cobran singular protagonismo los
mecanismos de democracia directa, un primer peligro consistiría en creer que lo hacen
como si fueran la antítesis de la democracia representativa, cuando no son más que su
natural complemento.
13. Los partidos políticos, tienen por función, entre otras, evitar que la legitima
pero atomizada existencia de intereses, al interior de la sociedad, se proyecte en igual
grado de fragmentación al interior Congreso de la República, pues, si ello ocurre,
resultará minada la capacidad deliberativa y, con ella, la posibilidad de adoptar oportuna
y consensuadamente decisiones para afrontar los distintos problemas políticos, sociales
y económicos del país.
[e]l poder ejercido por la mayoría debe distinguirse de todo otro en que no sólo
presupone lógicamente una oposición, sino que la reconoce como legítima desde el
punto de vista político, e incluso la protege, creando instituciones que garantizan un
mínimo de posibilidades de existencia y acción a distintos grupos religiosos, nacionales
o económicos, aun cuando sólo estén constituidos por una minoría de personas; o, en
realidad, precisamente por constituir grupos minoritarios. La democracia necesita de
esta continuada tensión entre mayoría y minoría, entre gobierno y oposición, de la que
dimana el procedimiento dialéctico al que recurre esta forma estatal en la elaboración de
la voluntad política. Se ha dicho, acertadamente, que la democracia es discusión. Por
eso el resultado del proceso formativo de la voluntad política es siempre la transacción,
el compromiso. La democracia prefiere este procedimiento a la imposición violenta de
su voluntad al adversario, ya que de ese modo se garantiza la paz interna5.
17. En ese sentido, se puede decir que el gobierno representativo está inspirado
por cuatro principios6, a saber: la elección de representantes a intervalos regulares, la
independencia parcial de los representantes, la libertad de la opinión pública y la toma
de decisiones tras el proceso de discusión.
Por ello el artículo 44 establece como uno de los deberes primordiales del Estado
[e]n realidad, (...) no hay dos objetivos que la Constitución deba cumplir, sino
uno, puesto que sólo de una manera (mediante el Estado Constitucional) puede el poder
organizarse para preservar la libertad. El único fin de la Constitución es, pues, la
libertad (la libertad en igualdad); la división de poderes es sólo una forma de
asegurarla.10
22. Sin embargo, tal como ha tenido ocasión de sostener este Tribunal11, el
principio democrático, inherente al Estado social y democrático de derecho, alude no
sólo al reconocimiento de que toda competencia, atribución o facultad de los poderes
constituidos emana del pueblo (principio político de soberanía popular) y de su voluntad
plasmada en la Norma Fundamental del Estado (principio jurídico de supremacía
constitucional), sino también a la necesidad de que dicho reconocimiento originario se
proyecte como una realidad constante en la vida social del Estado, de manera tal que, a
partir de la institucionalización de los cauces respectivos, cada persona, individual o
colectivamente considerada, goce plenamente de la capacidad de participar de manera
activa “en la vida política, económica, social y cultural de la Nación”, según reconoce y
exige el artículo 2, inciso 17, de la Constitución.
[e]I sistema electoral tiene por finalidad asegurar que las votaciones traduzcan la
expresión auténtica, libre y espontánea de los ciudadanos; y que los escrutinios sean
reflejo exacto y oportuno de la voluntad del elector expresada en las urnas por votación
directa.
Pero desde una óptica más restringida, que es la que interesa ahora destacar, el
sistema electoral es concebido como
[e]I modo según el cual el elector manifiesta por medio del voto el partido o
candidato de su preferencia, y según el cual esos votos se convierten en escaños.16
31. Como quedó dicho, el artículo 187 de la Constitución exige que las
elecciones pluripersonales -como lo es la elección al Congreso- se rijan por la fórmula
proporcional y no por la de la mayoría, derivando a la ley la configuración concreta del
sistema proporcional que se adopte. De este modo, en criterio del Tribunal
Constitucional, la inconstitucionalidad del artículo 1 de la Ley cuestionada (en cuanto
modifica el artículo 20 de la LOE, estableciendo la “barrera electoral”) sólo podría
verificarse en el caso de que: a) desvirtúe el principio de representación proporcional
previsto en el artículo 187 de la Constitución, o b) carezca de finalidad
constitucionalmente válida.
e) El número de Congresistas de cada lista está definido por la parte entera del
cuociente obtenido a que se refiere el inciso anterior. En caso de no alcanzarse el
número total de Congresistas previstos, se adiciona la unidad a quien tenga mayor parte
decimal; y,
f) El caso de empate se decide por sorteo entre los que hubieran obtenido igual
votación.
Es por ello que, con relación a una supuesta identidad entre el sistema de
representación proporcionalidad y un sistema de correspondencias proporcionales
exactas, o lo que podría denominarse un sistema “puro” de proporcionalidad, el Tribunal
Constitucional español ha señalado, en criterio que este Colegiado comparte
plenamente, que
[s]i con tal expresión se entiende que la única opción constitucionalmente válida
sería la que atribuyese, sin desviaciones, los escaños de modo exactamente proporcional
al porcentaje de votos conseguidos, debe decirse que semejante sistema ni existe entre
nosotros, desde luego, ni en el Derecho comparado en parte alguna, ni acaso en sistema
imaginable. La proporcionalidad es más bien una orientación o criterio tendencial,
porque siempre, mediante su puesta en práctica, quedará modulada o corregida por
múltiples factores del sistema electoral, hasta el punto que puede afirmarse que
cualquier concreción o desarrollo normativo del criterio, para hacer viable su aplicación,
implica necesariamente un recorte a esa “pureza” de la proporcionalidad abstractamente
considerada.18
35. Así las cosas, siendo que la “barrera electoral” en modo alguno puede
considerarse, en sí misma, contraria al sistema de representación proporcional, sino
simplemente una variante más de dicho sistema, queda tan sólo por analizar si ella se
encuentra orientada a cumplir fines constitucionalmente válidos.
Es por ello que el artículo 45 de la Constitución dispone que el poder del Estado
emana del pueblo y todo aquel que lo ejerce lo debe hacer con las limitaciones y
responsabilidades que la Constitución y las leyes establecen. Consiguientemente, velar
por el respeto de la supremacía de la Constitución y la plena vigencia de los derechos
fundamentales (artículo 2 del CPConst.) no son funciones que competan de modo
privativo al Congreso de la República, sino que las comparten, in suo ordine, todos
lo(*)NOTA SPIJ poderes públicos.
46. Si bien entre los órganos constitucionales no existe una relación de jerarquía,
al interior del Poder Jurisdiccional sí existe una jerarquía constitucional, pues aún
cuando todo juez se encuentra obligado a preferir la Constitución frente a las leyes
(artículo 138 de la Constitución) y, consecuentemente, facultado a interpretarlas, el
Poder Constituyente ha establecido que el contralor, por antonomasia, de la
constitucionalidad es el Tribunal Constitucional (artículo 201 de la Constitución).
47. Es por ello que así lo tiene estipulado actualmente el artículo 1 de su Ley
Orgánica -Ley Nº 28301- y el artículo 1 del Reglamento Normativo del TC. Y es por
ello que el artículo VI del Título Preliminar del CPConst., luego de recordar el poder-
deber de los jueces de inaplicar las leyes contrarias a la Constitución (artículo 138 de la
Constitución), establece que no pueden dejar de aplicar una norma cuya
constitucionalidad haya sido confirmada por este Colegiado en un proceso de
inconstitucionalidad, y que deben interpretar y aplicar las leyes o toda norma con rango
de ley y los reglamentos, según los preceptos y principios constitucionales, conforme a
la interpretación de los mismos que resulte de las resoluciones dictadas por el Tribunal
Constitucional. Éstas no son creaciones ex novo del legislador del CPConst., sino
concretizaciones de una interpretación conjunta de los artículos 138, 201 y 203 de la
Constitución.
48. Desde luego, cuando se establece que determinados criterios dictados por
este Tribunal resultan vinculantes para todos los jueces, no se viola la independencia y
autonomía del Poder Judicial, reconocidas en el artículo 139, inciso 2, de la
Constitución, sino que, simplemente, se consolida el derecho a la igualdad en la
aplicación del ordenamiento jurídico (artículo 2, inciso 2); máxime, si es a partir del
reconocimiento de su supremacía normativa que la Constitución busca asegurar la
unidad y plena constitucionalidad del sistema jurídico y su consecuente aplicación
(artículos 38, 45 y 51 de la Constitución). Debe recordarse que ninguna garantía
conferida a un órgano constitucional tiene su última ratio en la protección del poder
público en sí mismo, sino en asegurar la plena vigencia de los derechos fundamentales
como manifestaciones del principio-derecho de dignidad humana (artículo 1 de la
Constitución).
De otro lado, dado que en la generalidad de los casos las sentencias aditivas e
integrativas, buscan reparar la desigualdad derivada de aquello que se ha omitido
prescribir en la disposición sometida a control, el fundamento normativo para declarar
la inconstitucionalidad de la omisión descrita, a efectos de entender incluido en el
supuesto normativo de la disposición al grupo originalmente discriminado, se encuentra
en el artículo 2, iniciso(*)NOTA SPIJ 2, de la Constitución, que proclama la igualdad
ante la ley y proscribe todo tipo de discriminación, en su artículo 200 in fine, que
reconoce el principio de razonabilidad (principio que transita y se proyecta a la totalidad
del ordenamiento jurídico), y en el artículo 51, que exige la unidad constitucional del
ordenamiento jurídico.
55. Sin duda, la jurisdicción no puede legislar desde un punto de vista formal; es
decir, no tiene la capacidad de creación jurídica ex novo dentro del marco
constitucional, pues dicha competencia ha sido reservada constitucionalmente al
Congreso (artículos 90 y 102º 1) y, en su caso, al Poder Ejecutivo, a través del dictado
de decretos legislativos (artículo 104) o decretos de urgencia (artículo 188, inciso 19).
Sin embargo, dado que la sentencia constitucional conlleva una función interpretativa
(concretizadora) de la Constitución y las leyes, es también fuente de derecho, pues
permite definir con carácter vinculante y efectos generales los alcances normativos de
sus disposiciones. Por ello, cuando los artículos 138, 201, 202, inciso 1, y 204,
establecen el control difuso y concentrado de constitucionalidad de las leyes, no
reservan a la jurisdicción constitucional solamente garantizar el respeto por la
Constitución, sino también, en el marco del proceso constitucional, promocionar y
proyectar su postulado normativo (artículos 38 y 45 de la Constitución).
56. De otro lado, las sentencias exhortativas propiamente dichas, en las que el
Tribunal Constitucional modula los efectos en el tiempo de sus sentencias de manera tal
que el Congreso de la República pueda, por vía legal, adoptar las medidas que eviten las
consecuencias inconstitucionales que puedan derivarse de la expulsión de una ley del
ordenamiento, no sólo tienen sustento constitucional en el artículo 45, que exige a este
Tribunal medir resposablemente(*)NOTA SPIJ las consecuencias de sus decisiones, sino
también en la fuerza de ley de dichas sentencias, prevista en el tercer párrafo del artículo
103 de la Constitución, y, en consecuencia, en los distintos efectos temporales que
aquellas pueden alcanzar, sobretodo cuando versan sobre materias específicas, como la
tributaria (artículo 74) y penal (artículo 103).
62. Sin perjuicio de lo dicho en el punto §4 de esta sentencia, dado que los
recurrentes han considerado que el referido extremo del artículo 1 de la Ley cuestionada
vulnera también el derecho fundamental de los ciudadanos a elegir libremente a sus
representantes (artículo 31 de la Constitución), este Tribunal considera necesario
ocuparse sobre determinados alcances del referido derecho.
[t]iene naturaleza personal, no [es] posible (...) que un derecho con tales alcances
pueda convivir con una ley que establezca un condicionamiento respecto de la
participación de un determinado partido político del Congreso. (sic).
Sin embargo, en aras de forjar una identidad ciudadana con los principios
consubstanciales a la participación política y la democracia, el constituyente no
solamente ha estatuido el voto como un derecho, sino como un deber, de modo tal ha
optado por estatuir el voto obligatorio, dando lugar a que, sin perjuicio de lo expuesto,
ante la ausencia de causas justificadas, pueda derivarse alguna sanción administrativa
por no acudir a las urnas.
65. Pues bien, expuestos así los ámbitos protegidos por el derecho fundamental
de todo ciudadano a elegir a sus representantes, resulta evidente que el artículo 1 de la
Ley impugnada, al establecer la “barrera electoral”, no resulta contrario a este derecho.
En efecto, dicha disposición no impide el ejercicio personal del voto. Tampoco genera
discriminación de ningún tipo entre los votantes o entre los partidos o movimientos
participantes, pues absolutamente a todos les serán aplicables las mismas reglas
constitucionales y legales. No impide acudir libremente a las urnas. Menos aún, exige
revelar la identidad del candidato, partido, movimiento, alianza o lista a la que se ha
decidido apoyar.
66. Los demandantes justifican así la razón por la que consideran afectado el
referido derecho fundamental:
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
EXP Nº 0030-2005-PI/TC
LIMA
MÁS DEL 25% DEL NÚMERO
LEGAL DE MIEMBROS DEL
CONGRESO DE LA REPÚBLICA
El proceso penal contra los autores de los delitos contra los Poderes del Estado y
el Orden Constitucional, perpetrados el 5 de abril de 1992 está aún sin sentencia, a pesar
de que los nombres de los principales agentes aparecen en el decreto ley Nº 25418.
Es difícil legislar sobre esta temática. Pero hay que hacerlo. Los partidos
políticos deben tener potestad para someter a consulta popular (referéndum revocatorio)
a los congresistas que actúan deslealmente. Si se produce la revocación, debe ingresar el
accesitario a efecto de que no se desequilibre la representación proporcional. Si el
sistema es distinto, el reemplazante debe emanar de una nueva elección.
Los diputados eran elegidos por provincias y los senadores por Departamentos,
hasta el proceso de 1945. En las elecciones de 1950, 1956 y 1963 los diputados, al igual
que los senadores, fueron elegidos por Departamentos. En 1980, 1985 y 1990 los
diputados continuaron siendo elegidos por Departamentos y los Senadores por distrito
único, que abarcó toda la República.
Con tal sistema empírico, podía ocurrir (y de hecho ocurrió) que los candidatos
obtuvieran, por ejemplo, el 20% de los votos para ser elegidos y proclamados. El 80%
de los ciudadanos que dispersaron sus votos entre los demás candidatos quedaban sin
representación. Con el referido sistema, el Congreso representaba sólo a la minoría.
Con la Ley Nº 14669 (sobre elecciones municipales), los alcaldes, elegidos con
mayoría relativa, afrontaron dificultades insalvables para el gobierno municipal, por
cuanto tenía mayoría adversaria de regidores. Fue necesaria la Ley Nº 23903 para
afrontar esa situación. Tal ley dispuso que el alcalde victorioso tuviera la mitad más uno
de los regidores, aplicándose la cifra repartidora a las otras listas. Parecería aconsejable
que una nueva ley disponga se realice una segunda elección entre los dos candidatos
más votados, a efecto de que haya una efectiva representación vecinal.
La igualdad ante la ley. El principio de igualdad ante la ley de que es titular toda
persona humana, se sustenta, además del artículo 2-2 de la Constitución, en los artículos
7 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y II y 24 de la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, entre otros convenios
internacionales.
Los tratados internacionales forman parte del derecho nacional, según el artículo
55 de la Constitución y se interpretan conforme a la Cuarta Disposición Final de la
Constitución de 1993.
La cédula única y el voto preferencial. La cédula única fue usada, por primera
vez, en el proceso electoral de 1963, de acuerdo al decreto-ley Nº 14250. Permite que
los nombres de todos los partidos y candidatos aparezcan en las cédulas impresas por
mandato del Jurado Nacional de Elecciones (actualmente la ONPE) y que lleguen hasta
las mesas de sufragio por conducto del órgano electoral. Los electores, por lo tanto,
tienen la posibilidad de marcar sus votos por los candidatos de su preferencia.
Antes de la cédula única, los candidatos debían mandar imprimir sus respectivas
cédulas (con formatos previamente aprobados) y distribuirlas hasta las mesas de
sufragio, todo lo cual requería tener una organización que abarcara todo el territorio
nacional. Los ciudadanos frecuentemente no podían votar por sus candidatos por falta
de cédulas.
La cédula única, con dos o más secciones, contiene los símbolos que identifica a
cada lista inscrita, según el artículo 122 de la Ley 26859. O sea que hay tantos símbolos
como listas hayan sido inscritas. En el proceso político electoral del 9 de abril de 2006
la proliferación de listas obliga a que la cédula electoral sea de dimensión insólita.
Con ese objeto se tendría que suprimir el voto preferencial (que requiere el
número del respectivo candidato). El voto preferencial, introducido en la elección de la
Asamblea Constituyente y mantenido hasta el proceso electoral en curso, pues ha sido y
es un factor que atenta contra la unidad y armonía de los integrantes de las listas de
candidatos al Congreso.
Vigente ya la Ley de Partidos Políticos (28094) corresponde a estas
agrupaciones políticas determinar el orden de colocación de los candidatos, de acuerdo
al cual se haría la distribución de los cargos alcanzados.
Con el mismo criterio, tendría que ser nula la elección de congresistas si los
votos a favor de las listas que no sobrepasan la barrera electoral superan los dos tercios,
puesto que se habría vaciado de contenido al artículo 187 de la propia Constitución,
según el cual
S.
ALVA ORLANDINI
Expediente Nº 034-2004-PI-TC
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
PLENO JURISDICCIONAL
00034-2004-PI/TC
SENTENCIA
Asunto:
Magistrados presentes:
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
EXP. Nº 034-2004-PI/TC
LIMA
LUIS NICANOR MARAVI ARIAS
Y MÁS DE 5000 CIUDADANOS
ASUNTO
DATOS GENERALES
I. NORMA CUESTIONADA
c) Escolares.
Artículo 2.- Los pases libres son aplicables a los miembros de la Policía
Nacional. No se encuentran comprendidos el personal de Sanidad ni especialistas de la
Policía Nacional.
Artículo 4.- El uso del pasaje universitario sólo procederá entre las 5:00 y las
24:00 horas, en días laborables.
El pasaje escolar se hará efectivo previa presentación del carné expedido por el
Ministerio de Educación y en los horarios que determine la norma pertinente.
Artículo 5.- El cobro del pasaje universitario se realiza previa presentación del
Carné Universitario o del Carné de Instituto Superior; expedidos por la Asamblea
Nacional de Rectores y el Ministerio de Educación, respectivamente, que constituyen
documento único de acreditación para acogerse al beneficio del pasaje diferenciado.
II. ANTECEDENTES
1. Argumentos de la demanda
Alegan que los deberes constitucionales del Estado para promover y garantizar
la libre empresa, así como su obligación de ayudar a los sectores que sufren
desigualdad, no se concreta en el caso de las pequeñas empresas del sector privado
dedicadas al servicio público de transporte urbano e interurbano, toda vez que, a
consecuencia de la ley materia de acción de inconstitucionalidad, se les impone cobrar
los servicios que prestan a un precio subvencionado -en el caso de los pases libres y
pasajes diferenciados a favor de la Policía Nacional, cuerpo de bomberos, pasajes
universitarios y escolares-, sin que se tome en cuenta que para producirlos adquieren sus
insumos (combustible autopartes, lubricantes, etc.) a costo de mercado. Señalan que este
trato sólo es aplicable a su sector y no al resto de empresas, por lo que se vulnera el
principio de igualdad establecido en la Constitución.
Asimismo, indican que esta situación hace que las empresas progresivamente se
descapitalicen y no puedan reponer sus unidades vehiculares debido al deterioro y la
depreciación ocasionada por el transcurrir el tiempo.
De otro lado, argumentan que no puede existir libre competencia, cuando a las
empresas dedicadas al servicio público de transporte urbano e interurbano se le resta
competitividad en relación con el gran universo empresarial dedicado a otro rubro de
servicios y bienes.
El apoderado del Congreso solicita que la demanda sea declarada infundada, por
no contravenir materialmente la Constitución.
Alega que cuando la ley otorga a los policías y bomberos pases libres y a los
estudiantes universitarios de institutos superiores y escolares el medio pasaje en el
transporte público urbano e interurbano de pasajeros, lo hace para favorecer, como dice
el artículo 59 de la Constitución, a ciertos sectores que se encuentran en condiciones de
desigualdad y que demandan del Estado un trato diferente por la naturaleza especial de
su condición, así:
a) los policías, por la naturaleza de la función que ejercen, están encargados del
orden público, la protección de los derechos fundamentales y la seguridad ciudadana;
FUNDAMENTOS
1. Una cuestión que conviene revisar de manera previa, son los antecedentes
legislativos de la norma -Ley Nº 26271-cuya constitucionalidad se cuestiona, puesto que
el tema de los beneficios a determinados sectores de la población, con pasajes
diferenciados y/o pases libres una no es medida legislativa que se haya introducido en
nuestro ordenamiento jurídico en tiempos recientes y específicamente con la Ley Nº
26271, sino que data de antaño.
Tal revisión resulta importante puesto que a través de este desarrollo legislativo
podrá advertirse la forma como ha fluctuado la relación estado- sociedad en materia
económica; específicamente, en lo concerniente al trasporte(*)NOTA SPIJ urbano e
interurbano; más aún cuando el desarrollo de esta relación y el beneficio en ciernes, ha
transitado bajo el marco de diferentes textos constitucionales.
14. Lógicamente, ello no supone que el Estado, entendido como uno Social y
Democrático de Derecho, deje de ejercer su poder de policía administrativa o delegue
toda su responsabilidad a la esfera del mercado, puesto que, en aquellos casos donde el
ideal de igualdad material no se logre mediante la sujeción a las reglas del mercado
-como se podrá apreciar en los fundamentos siguientes-, es necesario e indispensable
que el Estado intervenga de manera excepcional.
20. De manera que, dado el carácter “social” del modelo económico establecido
en la Constitución vigente, el Estado no puede permanecer indiferente a las actividades
económicas, lo que en modo alguno supone la posibilidad de interferir
arbitaria(*)NOTA SPIJ e injustificadamente en el ámbito de libertad reservado a los
agentes económicos.
21. Más aún, lo hasta aquí expuesto por este Colegiado, resulta a su vez
concordante con el principio de subsidiariedad del Estado. En efecto, conforme se
señaló en el fundamento 19 de la STC Nº 0008-2003-AI/TC, la subsidiariedad en el
plano horizontal supone que la relación existente entre el Estado y la ciudadanía se
desarrolle en el marco del respeto a la autonomía y la libre determinación de los
individuos, reduciéndose la intervención pública a lo esencial.
22. Ello por cuanto, desde la perspectiva de este principio, el Estado emerge
como garante final del interés general, desde el momento en que su tarea consiste en la
intervención directa para satisfacer una necesidad real de la sociedad, cuando la
colectividad y los grupos sociales, a los cuales corresponde en primer lugar la labor de
intervenir, no están en condiciones de hacerlo.
24. Ahora bien, si por un lado, el respeto al contenido esencial de las libertades
económicas, constituye un límite al poder estatal, también es cierto que, por otro lado, la
Constitución reserva al Estado, respecto del mercado, una función supervisora y
correctiva o reguladora. Ello sin duda, es consecuencia de que, así como existe consenso
en torno a las garantías que deben ser instauradas para reservar un ámbito amplio de la
libertad para la actuación de los individuos del mercado, existe también la certeza de
que debe existir un Estado que, mantenga su función garantizadora y heterocompositiva.
A juicio de este Tribunal, dicha cláusula no sólo determina un rol negativo para
el legislador, de no interferir irrazonablemente en tales libertades económicas, sino que
al mismo tiempo le otorga un margen de actuación a fin de garantizar condiciones
materiales de igualdad.
Ello en razón a que, el contenido del concepto servicio público, así como, el
hecho que determinadas actividades económicas califiquen dentro del mismo, resulta
una tarea que se resuelve en cada ordenamiento jurídico de manera particular. Su
importancia radica por el hecho que de tal definición, depende el régimen de
obligaciones y cargas a distribuir entre el Estado y los particulares.
38. En el caso específico del servicio de transporte, los conflictos que se susciten
deberán resolverse tomando en cuenta el tipo de instrumento que habilita la
participación del particular en la prestación del servicio, sea que se trate de concesiones,
autorizaciones o permisos. Sólo de esta forma podrán determinarse las cargas que a
consecuencia de estas distintas modalidades operantes en la legislación vigente, se
deriven tanto para el Estado como para el privado.
En ese sentido mientras una actividad económica pueda ser realizada por un
particular, el Estado debe respetar su libertad de actuación y determinación económica;
contrariamente, - y dado que el fin último es fomentar la competencia-, cuando la oferta
privada resulte inexistente o cuando existiendo sea insuficiente, es evidente que no sólo
está habilitado a intervenir reconstruyendo el mercado, sino que tal intervención resulta
imperiosa ante los riesgos que una situación como ésta produciría en la población. Este
es el caso de muchos de los servicios públicos calificados por la legislación y que
responden al tipo de monopolios naturales, en cuyo caso, el Estado a través de los
denominados Organismos Reguladores, controla la calidad y condiciones del servicio,
fija la tarifa y garantiza, a su vez, generar condiciones de competencia en los segmentos
donde ésta sea posible.
41. Resulta relevante tomar en cuenta que hoy en día, lo fundamental en materia
de servicios públicos, no es necesariamente la titularidad estatal sino la obligación de
garantizar la prestación del servicio, por tratarse de actividades económicas de especial
relevancia para la satisfacción de necesidades públicas; y en ese sentido, deviene en
indistinto si la gestión la tiene un privado o la ejerce el propio Estado.
42. Por ello, aun cuando el Estado -en ejercicio de su libre configuración
política-, haya concedido u autorizado la gestión del servicio a los particulares, debido a
objetivos de orden económico tales como lograr una mayor eficiencia en la prestación,
ello no le resta capacidad de intervención, pues la garantía de disfrute efectivo de los
servicios públicos es una obligación frente a la cual el Estado no puede verse ajeno; de
ahí que aun subsista el deber estatal de garantizarlo, regularlo y vigilarlo, dada su
naturaleza esencial y continua para toda la población.
45. En cuanto al alegato central expuesto por los demandantes es que la Ley Nº
26271, que establece el beneficio de pases libres y pasajes diferenciados, involucra una
afectación constitucional del deber de promover el bienestar general; así como del de
garantizar la libertad de empresa, de conformidad con los artículos 44 y 59 de la
Constitución.
50. De otro lado, la Ley cuestionada no impide en modo alguno que las
empresas ejerzan su capacidad de organización y puedan acceder al mercado, a la vez de
ejercer su libre iniciativa privada, puesto que su acceso sólo está condicionado al
cumplimiento de determinados requisitos administrativos cuya finalidad última es
asegurar la prestación efectiva y eficiente del servicio. De manera que no es la Ley Nº
26271, lo determinante para la obtención de la autorización o concesión de la gestión
del servicio. Aún más, ya se ha señalado, que por el especial interés público que reviste
esta actividad, es perfectamente entendible que el Estado refuerce los controles sobre su
prestación, sobre todo cuando se pone en riesgo la seguridad pública a consecuencia de
una prestación deficiente.
51. Por otro lado, también se advierte que tanto demandantes como demandados
apelan conjuntamente al trato igualitario para sustentar, por un lado, la afectación
constitucional, mientras que, por el otro, para justificar la medida. Esto es, de una
misma norma se han extraído dos posibilidades de interpretación, lo que en otras
palabras grafica la amplia periferia de algunas disposiciones constitucionales.
60. La razón, en el primer caso, es que los márgenes de apreciación política del
legislador para garantizar el interés público en materia económica son de periferia
amplia. En el segundo caso, se toma en cuenta que estos regímenes especiales anteceden
a la propia Constitución de 1993; y han surgido como una permanente reinvindicación
social hecha norma.
b) Subprincipio de necesidad.
De acuerdo con éste, para que una injerencia en los derechos fundamentales sea
necesaria, no debe existir ningún otro medio alternativo que revista, por lo menos, la
misma aptitud para alcanzar el objetivo propuesto y que sea más benigno con el derecho
afectado. Se trata de una comparación de la medida adoptada con los medios
alternativos disponibles, y en la cual se analiza, por un lado, la idoneidad equivalente o
mayor del medio alternativo; y, por otro, su menor grado de intervención en el derecho
fundamental.
66. A estos efectos, en el informe oral del presente caso, la defensa del Estado
señaló que las situaciones de hecho objetivas en las cuales el legislador basó su decisión
fueron las siguientes:
68. En efecto, la medida adoptada es idónea para los fines establecidos, puesto
que en una economía social de mercado, la subsidiariedad no excluye a la solidaridad
como principio, encontrándose este directamente relacionado con la naturaleza misma
del Estado Social y Democrático de Derecho y se derivada del principio-derecho de
dignidad del artículo 1 de la Constitución. Cuando el Estado interviene en este sector
liberalizado al mercado, no le impone una carga directa a los transportistas, sino que,
siendo la tarifa fijada en oferta y demanda, se determina que a través del propio
mercado sea donde finalmente se equilibre la carga, distribuyéndola entre el resto de los
usuarios en base al principio del Estado solidario.
71. De manera que el especial interés público que reviste a esta actividad
económica y fundamenta el beneficio de pases libres y diferenciados, no resulta ser una
medida de gravosidad extrema, que afecte de manera desproporcionada el ejercicio de la
libertad de empresa de los transportistas. En consecuencia, este Colegiado confirma la
constitucionalidad de la Ley Nº 26271.
§ Otras consideraciones
72. Mediante escrito de fecha 17 de febrero del 2005, los demandantes invocan
la intervención del Tribunal Constitucional, a través de una sentencia exhortativa o
aditiva, para que el Congreso corrija las anomalías de la Ley Nº 26271 -sea en esta o
mediante otra ley- referidas a la omisión del Estado en otorgar una retribución
equitativa a los empresarios del sector de transporte, para compensar los servicios que
vienen subvencionando.
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
Expediente Nº 0046-2004-PI-TC
(Se publica la sentencia a solicitud de la Secretaría del Tribunal Constitucional
mediante Oficio Nº 248-2006-SR/TC, recibido el 24 de marzo de 2006)
LIMA
ALCALDE DE LA MUNICIPALIDAD DE LIMA
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
(Publicado: 27-03-2006)
ANTECEDENTES
1. Demanda de inconstitucionalidad
En ese sentido, sustenta su demanda en las normas precitadas, así como en los
artículos 151, 152, 154, 161, 73, 79.1.1, 79.1.2, 79.3.1 y 75 de la Ley Orgánica de
Municipalidades, entre otras.
2. Contestación de la demanda
La emplazada contesta la demanda a través de su procurador público, quien
solicitó que la demanda sea desestimada en la medida que la parte demandante no ha
precisado de qué manera se contravienen los artículos 198, 195.6 y 51 de la
Constitución, limitándose a realizar una interpretación errónea de lo que la Ley
Orgánica de Municipalidades ha regulado, como funciones específicas y exclusivas de
la Municipalidad Metropolitana de Lima.
FUNDAMENTOS
El Bloque de Constitucionalidad
5. Por ello, debe precisarse que la Constitución y las normas que conforman el
bloque de constitucionalidad establecen tanto la competencia material así como la
competencia territorial, entre otros aspectos vinculados al tema, siendo la nota
condicionante de la competencia estatal, la de ser indelegable, taxativa, razonable y
proporcional.
10. Así, dado que la Ley Orgánica de Municipalidades ha sido dictada dentro del
marco constitucional para determinar la competencia de los gobiernos locales, también
forma parte del bloque de constitucionalidad y constituye un parámetro que puede y
debe ser utilizado cuando se trate de realizar un control de constitucionalidad; la
afirmación de que la precitada Ley Orgánica forma parte del referido bloque ya ha sido
expuesta por el Tribunal Constitucional en la sentencia del Exp. Nº 0689-2000-AC
(fund. 4.), lo que también ha sido afirmado cuando se ha hecho referencia a otras
normas que forman parte del bloque de constitucionalidad, como es el caso de la Ley
Orgánica del Poder Judicial (resoluciones recaídas en los Exps. Nº 2483-2002-AA
[fund. 2.] y Nº 0669-2003-AA [fund. 4.]).
[...]
(d) Emitir las normas técnicas generales, en materia de organización del espacio
físico y uso del suelo así como sobre protección y conservación del ambiente.
15. De allí queda claro que, para el ejercicio de las funciones antes citadas,
corresponde a las municipalidades provinciales: (i) promover e impulsar el
planeamiento para el desarrollo de la provincia en coordinación con las municipalidades
distritales; (ii) promover la coordinación entre las municipalidades distritales en la
implementación de sus planes de desarrollo, las que deben sujetarse a las normas
municipales provinciales; y, (iii) actuar como un órgano técnico normativo cuando se
trate de regular la organización del espacio físico y el suelo.
16. Especialmente relevante es el último párrafo del artículo 73, cuando hace
referencia a que en el ejercicio de sus competencias y funciones las municipalidades
deben tener presente su condición de municipalidad provincial o distrital, disposición
que necesariamente debe ser interpretada de modo concordado con el artículo 3 al que
ya se hizo referencia y a cuyo análisis volveremos más adelante.
“79.4.1. Aprobar el plan urbano o rural distrital, según corresponda, con sujeción
al plan y a las normas municipales provinciales sobre la materia”.
18. Corresponde también hacer referencia a los artículos 154 y 155 de la Ley
Orgánica de Municipalidades, en tanto que el primero de ellos, desarrollando el artículo
198 de la Constitución, dispone que “La Municipalidad Metropolitana de Lima ejerce
jurisdicción, en las materias de su competencia, sobre las municipalidades distritales
ubicadas en el territorio de la provincia de Lima. Se rigen por las disposiciones
establecidas para las municipalidades distritales en general, en concordancia con las
competencias y funciones metropolitanas especiales, con las limitaciones comprendidas
en la presente ley y las que se establezcan mediante ordenanza metropolitana”, mientras
que el segundo, refiere que las disposiciones de la Ley Orgánica de Municipalidades
también se aplican a la Municipalidad Metropolitana de Lima, así como a las
municipalidades distritales de su jurisdicción, en todo aquello que no se oponga a lo
expresamente regulado en la parte pertinente de la Ley Orgánica de Municipalidades.
20. De ello resulta que, cuando se revisan las facultades otorgadas en cada caso
tanto a las municipalidades provinciales como a las distritales, aparece una estructura
claramente ordenada y que permite distinguir las competencias otorgadas en cada caso,
siendo necesario que entre los gobiernos locales provincial y distritales exista la debida
coordinación en el desempeño de sus atribuciones y que, en su actuación, cada uno de
los gobiernos locales proceda en el ejercicio regular de sus atribuciones, respetando las
competencias otorgadas o reconocidas a los otros gobiernos locales.
22. Así, aunque la Constitución no haya distinguido entre uno y otro gobierno
local, es evidente que, en el ejercicio de sus atribuciones, las municipalidades distritales
deben observar no sólo el mandato constitucional, sino también las reglas contenidas en
las normas que conforman el bloque de constitucionalidad, con lo que el ejercicio de la
atribución contenida en el artículo 79.4.1 no puede contravenir los artículos art. 3 y
79.1.2 de la Ley Orgánica de Municipalidades, dado que, de hacerlo, estaría
contraviniendo el bloque de constitucionalidad e indirectamente a la Constitución.
24. Al disponer en su artículo primero que “El Plan Urbano prevalece respecto
de otras normas urbanísticas en la jurisdicción distrital de Santiago de Surco”, se está
afectando el contenido del artículo 3 de la Ley Orgánica de Municipalidades, que
establece que las municipalidades provinciales ejercen su jurisdicción sobre el territorio
de la respectiva provincia; de ser así, se podría colegir que la Municipalidad
Metropolitana de Lima no tendría jurisdicción sobre el territorio de la Municipalidad
Distrital de Santiago de Surco y, que por otro lado, el Plan de Desarrollo Urbano
aprobado por la primera no resultaría vinculante respecto de la segunda o de otras
municipalidades distritales; a ello hay que agregar que por las mismas razones, la
Ordenanza es contraria a lo regulado en el artículo 154 de la Ley Orgánica de
Municipalidades.
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
Expediente Nº 045-2004-PI-TC
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
(Publicado: 14-04-2006)
SUMARIO
I. ASUNTO
IV. ANTECEDENTES
A. DEMANDA
B. CONTESTACIÓN
VI. FUNDAMENTOS
FALLO
I. ASUNTO
Vicio de inconstitu-
cionalidad alegado: Inconstitucionalidad por el fondo. Infracción del principio-
derecho. igualdad enunciado en el artículo 2 inciso 2 de la
Constitución.
Los magistrados titulares del Poder Judicial y del Ministerio Público que
postulen al cargo inmediatamente superior, así como aquellos postulantes, que hayan
cursado el programa de formación académica, tendrán una bonificación de hasta un
10% (diez por ciento) del total del puntaje obtenido”.
IV. ANTECEDENTES
A. Demanda
B. Contestación
Por último, afirma que la bonificación establecida reconoce sólo un rango entre
0.1% hasta 10% que el Consejo Nacional de la Magistratura ha de examinar. Asimismo,
la disposición cuestionada constituiría un estímulo para que las personas que deseen
ingresar a la magistratura, realicen los estudios necesarios para el efecto del desarrollo
de la función jurisdiccional.
“Los magistrados titulares del Poder Judicial y del Ministerio Público que
postulen al cargo inmediatamente superior, así como aquéllos postulantes, que hayan
cursado el programa de formación académica, tendrán una bonificación de hasta un
10% (diez por ciento) del total del puntaje obtenido”.
Las leyes temporales son definidas también como aquéllas “(...) cuya eficacia no
es proyectada ilimitadamente en el futuro, sino fijada a una caducidad. También en este
caso el dies ad quem puede estar constituido por un dato fijo o por un verdadero y
propio término que detenta decurso vario (pero de cualquier modo cierto) o puede ser
reconducido al suceso de una condición (...)”2. En este sentido, cobra sentido que en
doctrina se haya afirmado que en estos supuestos se produce la “caducidad” de la
norma, caracterizada por la “(...) pérdida de eficacia que obtiene una ley sujeta a plazo
final o a una condición resolutiva por el acaecimiento de la fecha o por producirse la
condición”3.
“Déjase en suspenso por el plazo de tres años el inciso c) del artículo 22 (...) de
la Ley Orgánica del Consejo Nacional de la Magistratura (...)”.
Así las cosas, el artículo 3 de la Ley Nº 27466 impugnado, constituye una ley
temporal, cuyo ámbito de vigencia ya concluyó; es decir se trata de una norma que ya
no conforma el ordenamiento jurídico.
10. La circunstancia que una disposición no esté vigente no es óbice para que no
se examine su constitucionalidad. Si bien el objeto del proceso de inconstitucionalidad
es el examen de normas vigentes, las normas que carecen de vigencia o que ya no
forman parte del ordenamiento jurídico pueden también serlo. Tres son los supuestos en
los que una disposición que carece de vigencia puede ser sometida al examen de su
constitucionalidad.
d) Examen de idoneidad.
e) Examen de necesidad.
- Intensidad grave.
- Intensidad media.
- Intensidad leve.
Ahora bien, el presupuesto de este examen es que se esté ante un medio idóneo,
puesto que si el trato diferenciado examinado no lo fuera, no habría la posibilidad
conceptual de efectuar tal comparación entre medios. En el examen de necesidad se
compara dos medios idóneos. El optado por el legislador -la intervención en la igualdad-
y el o los hipotéticos alternativos. Por esta razón, si el primero estuviera ausente, debido
a que no habría superado el examen de idoneidad, el test de necesidad no tendrá lugar.
“Los magistrados titulares del Poder Judicial y del Ministerio Público que
postulen al cargo inmediatamente superior, así como aquellos postulantes que hayan
cursado el programa de formación académica, tendrán una bonificación de hasta un
10% (diez por ciento) del total del puntaje obtenido”.
58. Corresponde ahora dilucidar si, además, hay idoneidad entre el objetivo y el
fin. Es decir, si existe una relación entre la conformación de una judicatura con
experiencia (objetivo) y la idoneidad de la judicatura (fin). Evidentemente, la
experiencia desempeña un rol trascendente en el adecuado ejercicio de la función
jurisdiccional. Esto se infiere de la propia Constitución cuando establece, entre los
requisitos para ser Vocal de la Corte Suprema, el de haber sido magistrado de la Corte
Superior o Fiscal Superior durante diez años (artículo 147, inciso4). De modo diferente,
a postulantes que no son magistrados se exige un período mayor en sus respectivas
actividades (ejercicio libre de la abogacía o cátedra universitaria): quince años. La ratio
de esta distinción parecería indicar que el propio Constituyente ha valorado la
experiencia judicial como un elemento de mayor valor respecto a la experiencia en el
ejercicio libre o en la cátedra universitaria para la magistratura. Esta conclusión debe
empero ser relativizada. Se trata de un especial requisito para la más alta instancia del
ejercicio de la magistratura (Vocales y Fiscales Supremos) que, por tanto, no puede ser
proyectada a magistrados de instancias menores. La ratio se circunscribe a explicar un
requisito de esta específica instancia judicial, no extensiva, por tanto, al de la segunda
instancia -Vocales y Fiscales Superiores-.
62. Por otra parte, la adopción de este medio no ocasiona una intervención en el
principio-derecho de igualdad. Tanto magistrados como postulantes que no tienen tal
condición pueden, en igualdad de condiciones, ascender o postular a la magistratura y
puede, por otra parte, igualmente, alcanzarse la conformación de una judicatura con
experiencia.
79. En este supuesto, no cabe hablar de que entre la disposición que enuncia la
norma inconstitucional y la que la reproduce exista una relación de conexidad o de
consecuencia, en los términos antes expuestos. Las relaciones de conexidad o de
consecuencia presuponen por definición la existencia de normas “distintas”, se dan entre
normas “diferentes”. Por el contrario, en el supuesto analizado se trata sólo de una
reproducción o redundancia de una norma que ya ha sido declarada inconstitucional.
Aquí, entre la norma declarada inconstitucional y la otra que reproduce su contenido no
existe relación de conexidad o de consecuencia, sino una relación de identidad. En este
sentido, este supuesto no se encuentra comprendido por la disposición procesal antes
mencionada.
80. Ahora bien, aunque este supuesto no se halla comprendido en sentido estricto
por el artículo 78 del CPConst, desde su literalidad, sí es posible, por el contrario,
entender que ella subyace a la ratio de dicha norma. En efecto, si ella habilita la
expulsión de normas distintas a la declarada inconstitucional, a fortiori, ha de admitirse
la expulsión de otras normas que tienen el mismo contenido que la declarada
inconstitucional. El citado artículo 78 constituye una excepción al principio procesal de
congruencia, pero si el objeto del control abstracto puede ser extendido por el Tribunal a
comprender normas distintas a la impugnada y declarada inconstitucional, con mayor
razón esa consecuencia ha de proyectarse sobre otras disposiciones que reproducen el
contenido de aquella.
86. Esta disposición contiene dos normas. La primera -todo el texto con
excepción del que está en cursiva- que reproduce el contenido de la norma
inconstitucional, aunque en términos algo diferentes. La segunda -el texto en cursiva-
que establece el órgano del Consejo que ha de adjudicar la bonificación. De estas dos
normas, la primera constituye un supuesto de redundancia o reproducción de la norma
inconstitucional; la segunda, en cambio, un caso de conexidad. Se trata de una relación
de conexidad debido a que concretiza la norma inconstitucional al especificar el órgano
que ha de adjudicar la bonificación inconstitucional.
VII. FALLO
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
Expediente 0004-2006-PI-TC
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
PLENO JURISDICCIONAL 0004-2006-PI/TC
SENTENCIA
DEL PLENO JURISDICCIONAL DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Síntesis
Magistrados firmantes:
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
Sumario
I. Asunto
II. Datos generales
III. Antecedentes
IV. Materias constitucionalmente relevantes
V. Fundamentos
§1. La jurisdicción especializada en lo militar y los principios de unidad,
exclusividad, independencia e imparcialidad de la función jurisdiccional
a) Los artículos 139 inciso 1), 141 y 173 de la Constitución y las competencias
del Legislador en la regulación de la jurisdicción especializada en lo militar
2.7. La igualdad “ante la ley” y sus dos manifestaciones: igualdad “en la ley” e
igualdad “en la aplicación de la ley”
2.9. El test de igualdad. Los pasos a seguir para verificar si una “diferenciación”
es válida o si se constituye en una “discriminación”
VII. Fallo
EXP. Nº 0004-2006-PI/TC
LIMA
FISCAL DE LA NACIÓN
En Lima, a los 29 días del mes de marzo de 2006, el pleno jurisdiccional del
Tribunal Constitucional, integrado por los magistrados García Toma, Presidente;
Gonzales Ojeda, Vicepresidente; Alva Orlandini, Bardelli Latirigoyen, Vergara Gotelli y
Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia.
I. ASUNTO
Demanda de inconstitucionalidad interpuesta por la Fiscal de la Nación contra
determinados extremos de las siguientes disposiciones: artículos I y XII del Título
Preliminar, artículos 1, 5, 8, 9, 10.1, 10.2, 14, 15.3, 15.4, 15.5, 16.1, 17.5, 23, 24.2, 28,
31, 36.1, 49.1, 49.2, 53, 54, 55, 56, 80, 81.1, 82.1, Primera, Sexta y Séptima
Disposiciones Complementarias, Cuarta y Quinta Disposiciones Transitorias de la Ley
Nº 28665, Ley de Organización, Funciones y Competencia de la Jurisdicción
Especializada en Materia Penal Militar Policial.
IV. ANTECEDENTES
1. Argumentos de la demandante
Con fecha 24 de enero del 2006, la Fiscal de la Nación solicita que se declare la
inconstitucionalidad de determinados extremos de los artículos de la Ley Nº 28665, de
Organización, Funciones y Competencia de la Jurisdicción Especializada en Materia
Penal Militar Policial, publicada el 7 de enero del 2006 en el Diario Oficial “El
Peruano”, por considerar que vulneran los principios constitucionales de unidad y
exclusividad de la función jurisdiccional, de autonomía del Ministerio Público, de
independencia e imparcialidad, así como el derecho a la igualdad ante la ley.
a) Artículo 10, inciso 2; que dispone que la presidencia de la Sala Suprema Penal
Militar Policial se encuentre a cargo de uno de los tres vocales supremos del Cuerpo
Judicial Penal Militar Policial. Aduce que vulnera el mencionado principio, toda vez que
se excluye sin causa objetiva a los dos vocales supremos de la jurisdicción ordinaria.
Por otro lado, señala que las disposiciones cuestionadas también vulneran los
principios de unidad y exclusividad de la función jurisdiccional, recogido en el artículo
139, inciso 1), de la Constitución. Precisa que la “unidad en el caso del Poder Judicial
importa que todos los jueces se sujeten a un estatuto orgánico único, el que será de
naturaleza y características que garanticen su independencia”.
el Poder Judicial sea un ente orgánico, cohesionado, jerarquizado y con una sola
cabeza directriz, podrá decirse que está en aptitud de ser independiente. Pero si -como
hace la Ley-, se introduce en él un cuerpo extraño, ajeno a su organización, el principio
de unidad desaparece y se abren las puertas para minar su independencia.
a) Artículo XII del Título Preliminar, el cual dispone que el Cuerpo Fiscal Penal
Militar Policial depende funcionalmente del Fiscal Supremo Penal Militar Policial.
Alega que este artículo vulnera el mencionado principio, toda vez que los Fiscales
Penales Militares Policiales dependen administrativa, funcional y orgánicamente de la
Fiscalía Suprema Penal Militar Policial, quedando fuera del ámbito de control de los
órganos de línea del Ministerio Público.
a) Artículo 16, inciso 1, que establece que el Consejo Superior está conformado
por vocales con grado militar o policial de General de Brigada, o equivalente en
situación de actividad.
b) Artículo 24, inciso 2, que dispone que los miembros de cada Sala de los
Consejos Territoriales Penales Militares Policiales tengan grado militar o policial de
Coronel, o equivalente en situación de actividad.
c) Artículo 31, que establece que los Jueces Penales Militares Policiales del
Cuerpo Judicial Penal Militar Policial deban tener grado militar o policial de Teniente
Coronel o equivalente en situación de actividad.
d) Artículo 49, que dispone que los Fiscales Penales Militares Policiales que
actúan en la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial, son oficiales
en situación de actividad, a excepción de los Fiscales Supremos Penales Militares
Policiales, quienes deberán pasar a la situación de retiro para ejercer dicho cargo.
Con relación a los principios de unidad y autonomía del Poder Judicial, sostiene
que no se ha transgredido la Constitución, dado que el artículo 139, inciso 1, establece
que la jurisdicción militar es excepcional, por lo que su estructura independiente y la
vinculación en el vértice de ambas jurisdicciones (la militar policial y la ordinaria)
tienen fundamento constitucional, de manera que solo al Congreso le compete
estructurar la organización de la jurisdicción militar.
Por otro lado, alega que la Constitución no establece un único sistema de control
disciplinario de los jueces. Añade, que lo dispuesto en el artículo 154, inciso 3, no es
óbice para que a través de la Ley Orgánica del Poder Judicial se establezca un sistema
de control disciplinario distinto del CNM. Así, el demandado llega a la conclusión de
que aceptar que sea la Corte Suprema (jurisdicción ordinaria) la que se encargue del
control disciplinario de los jueces de la jurisdicción militar, sería un atentado contra la
independencia y autonomía de esta jurisdicción, garantizada por la Constitución.
VII. FUNDAMENTOS
(...) afecta, de un lado, al status jurídico de los magistrados y, por otro, al orden
funcional del órgano de la jurisdicción ordinaria.
De acuerdo con el primero, los jueces que forman parte del Poder Judicial están
dedicados única y exclusivamente a ejercer la juris dictio, esto es, a ejercer funciones de
naturaleza judicial, de modo que el ejercicio de la función que se les confía a los jueces
y magistrados es incompatible con cualquier otra actividad pública y privada, con la
única excepción de la docencia universitaria, y siempre que ella se ejerza fuera del
horario de trabajo judicial, como precisa el artículo 146 de la Norma Suprema.
De acuerdo con el segundo, sólo el Poder Judicial ejerce la función
jurisdiccional del Estado, sin que algún otro poder público pueda avocarse al ejercicio
de dicha función. Así, es el Poder Judicial, en principio, el único de los órganos estatales
a quien se ha confiado la protección jurisdiccional de las situaciones subjetivas y de los
intereses y bienes jurídicamente relevantes, no pudiéndose establecer ninguna
jurisdicción independiente (artículo 139, inciso 1), o que otros órganos realicen el
juzgamiento de materias confiadas a él ya sea por comisión o por delegación, o por
“órganos jurisdiccionales de excepción o comisiones especiales creadas al efecto,
cualquiera que sea su denominación” [incisos 1 y 3, artículo 139 de la Constitución].2
8. Por ello, todo órgano que posea naturaleza jurisdiccional (sea ordinario,
constitucional, electoral, militar y, por extensión, los árbitros) debe respetar,
mínimamente, las garantías que componen los derechos a la tutela jurisdiccional
“efectiva” y al debido proceso, entre las que destacan los derechos al libre acceso a la
jurisdicción, de defensa, a la prueba, a la motivación de las resoluciones judiciales, a la
obtención de una resolución fundada en Derecho, a la pluralidad de instancias, al plazo
razonable del proceso, a un juez competente, independiente e imparcial, a la ejecución
de resoluciones judiciales, entre otros derechos fundamentales. Como este Colegiado ha
establecido en anterior oportunidad:
por el cual los jueces (y por extensión, también los árbitros) quedan vinculados a
los preceptos y principios constitucionales conforme a la interpretación de los mismos
que resulte de las resoluciones del Tribunal Constitucional; sin perjuicio del precedente
vinculante con efectos normativos del artículo VII del título preliminar del Código
Procesal Constitucional.5
14. Asimismo, cabe recordar, respecto del nivel de vinculación que debe existir
entre el Poder Judicial y la jurisdicción especializada en lo militar, lo que este Colegiado
ha sostenido en anterior oportunidad, en el sentido de que “(...) es competencia del
Congreso de la República delinear, dentro de los márgenes de la Constitución y, por
ende, con pleno respeto de los derechos fundamentales, la nueva estructura,
organización y funcionamiento de la justicia militar, de conformidad con el artículo 173
de la Constitución”. De otro lado, ha precisado que “(...) no es de su competencia
establecer si el juzgamiento de los delitos de función, de acuerdo con la ley futura, deba
realizarse por un tribunal militar completamente desvinculado de la jurisdicción
ordinaria. La decisión sobre la intensidad y el alcance de la vinculación entre la
jurisdicción ordinaria y la militar le corresponde al Congreso”6.
15. De otro lado, fuertemente vinculado con el principio de unidad se encuentra
el mencionado principio de exclusividad de la función jurisdiccional. En general,
conforme al primer y segundo párrafos del artículo 146 y al artículo 139 inciso 1, de la
Constitución, y como se desprende de lo expuesto en las aludidas sentencias de este
Colegiado, este principio posee dos vertientes:
Es por esta vía, mucho mejor que a través de las sanciones jurídicas o políticas,
como se ejerce el control popular sobre la justicia, se rompe la separación de la función
judicial, se emancipan los jueces de los vínculos políticos, burocráticos y corporativos,
se deslegitiman los malos magistrados y la mala jurisprudencia, y se elabora y se da
continuamente nuevo fundamento a la deontología judicial.8
19. Finalmente, cabe precisar que, en general, “[e]l sometimiento del juez a la
ley supone su no sometimiento a cualquier otra voluntad, incluida la suya propia, en
forma de preferencias personales (lo que más bien podría denominarse imparcialidad).
En realidad, la justificación del juez como tercero imparcial se reconduce a la
justificación del juez en cuanto sujeto a la ley. Todas las garantías del proceso se
orientan a que se haga posible la realización de la voluntad de la ley, eliminando
aquellas distancias que pudieran resultar de la falsificación, o supresión, de los
supuestos en los que la aplicación de la ley debía basarse”.9
i) En primer lugar, que los mencionados extremos de los artículos 141 y 173
consagran una competencia “material” de la Corte Suprema, al otorgarle la competencia
sobre una materia como es la aplicación de la pena de muerte. En otros términos, esta
disposición constitucional tiene por finalidad que, en los casos de pena muerte, el poder
jurisdiccional “civil” (mediante una Sala de la Corte Suprema en la que no participe
ningún magistrado de la jurisdicción militar) pueda revisar lo resuelto por el poder
jurisdiccional “militar”.
28. Finalmente, cabe precisar que cuando este Colegiado ha establecido que “La
decisión sobre la intensidad y el alcance de la vinculación entre la jurisdicción ordinaria
y la militar le corresponde al Congreso”14, no lo ha hecho en el supuesto de si debe
existir, o no vinculación entre el Poder Judicial y la jurisdicción especializada en lo
militar, puesto que, como ya se ha sostenido, queda claro, de una interpretación conjunta
de los artículos 139.1, 141 y 173 de la Constitución, que esta vinculación ya existe. Lo
que el Tribunal Constitucional ha destacado, atendiendo a las competencias
constitucionales atribuidas del Congreso de la República, es que éste, conforme a su
potestad de libre configuración, regule el nivel de intensidad y alcance de la vinculación
entre el Poder Judicial (mediante su Corte Suprema, por ejemplo) y la jurisdicción
especializada en lo militar.
34. En general, puede afirmarse que el estatuto jurídico básico del Poder Judicial
es precisamente su Ley Orgánica (Texto Unico Ordenado de la Ley Orgánica del Poder
Judicial, aprobado por Decreto Supremo 017-93-JUS), estatuto jurídico cuya existencia
no sólo viene exigida por el principio de unidad de la función jurisdiccional (artículo
139.1, Const.), sino porque así lo dispone el artículo 106 de la Constitución al establecer
que “Mediante leyes orgánicas se regulan la estructura y el funcionamiento de las
entidades del Estado previstas en la Constitución”, así como el artículo 143, cuando
dispone que “El Poder Judicial está integrado por órganos jurisdiccionales que
administran justicia en nombre de la Nación, y por órganos que ejercen su gobierno y
administración. Los órganos jurisdiccionales son: la Corte Suprema de Justicia y las
demás cortes y juzgados que determine su ley orgánica”. [énfasis agregado]
36. Asimismo, por idéntica razón a las expuestas en los parágrafos precedentes
es inconstitucional, en parte, la Cuarta Disposición Modificatoria y Derogatoria de la
Ley 28665, en cuanto modifica el artículo 30 del Texto Único Ordenado de la Ley
Orgánica del Poder Judicial, agregando un segundo párrafo que dispone que “El trabajo
jurisdiccional en materia penal militar policial es realizado a través de la Sala Suprema
Penal Militar Policial, cuya conformación y Presidencia se regulan en la Ley de
Organización, Funciones y Competencia de la Jurisdicción Especializada en Materia
Penal Militar Policial”. [énfasis agregado]
40. Al respecto, el Tribunal Constitucional estima que los citados extremos son
inconstitucionales por vulnerar los principios de unidad e independencia de la función
jurisdiccional del Poder Judicial, el principio de igualdad, así como las atribuciones
constitucionales del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), toda vez que, además
de encontrarse establecidos en un estatuto jurídico “especial”, introducen en la Corte
Suprema de Justicia de la República una sala que va a estar compuesta, en parte, por
oficiales en retiro nombrados por el CNM, mediante un concurso “público” realizado
sólo con los miembros provenientes de un organismo como el denominado Cuerpo
Judicial Penal Militar Policial, y que van a tener incluso los mismos derechos que los
Vocales de la Corte Suprema, pese a que su designación es de carácter temporal.
42. En efecto, los artículos 150 y 154 inciso 1, de la Constitución estipulan que
el Consejo Nacional de la Magistratura “se encarga de la selección y el nombramiento
de los jueces y fiscales”, y de “Nombrar, previo concurso público de méritos y
evaluación personal, a los jueces y fiscales de todos los niveles (...)”. [énfasis agregado]
Los cuestionados extremos de los artículos 10 y 12, desnaturalizan las atribuciones del
Consejo Nacional de la Magistratura, toda vez que establecen que éste sólo podrá
realizar el concurso “público” de méritos y la evaluación personal exigidos por la
Constitución con los postulantes que formen parte del Cuerpo Judicial Penal Militar
Policial y ostenten el grado de General de Brigada o su equivalente; es decir, que en el
caso de la elección de los integrantes de la Sala Suprema Penal Militar Policial, el
Consejo sólo podrá realizar el concurso “público” con los integrantes de una entidad
como el denominado Cuerpo Judicial Penal Militar Policial.
45. Por otra parte, el Tribunal Constitucional estima que son inconstitucionales
un extremo del inciso 6, y el inciso 7, del artículo 9, así como el inciso 5, del artículo 17
de la Ley 28665. En cuanto al extremo del inciso 6, que establece que la Sala Suprema
Penal Militar Policial dirime las cuestiones de competencia que se susciten sobre el
conocimiento de los delitos de función, este es inconstitucional porque tal asunto
constituye una competencia material propia de la jurisdicción ordinaria y no de la
jurisdicción militar. Si como lo establecen los artículos I del Título Preliminar, 1, inciso
1 y 8 de la Ley 28665, la mencionada Sala Suprema forma parte de la jurisdicción
militar, entonces es inadmisible que sea esta misma jurisdicción la que vaya a dirimir
aquellas contiendas en las que se discuta precisamente la competencia de la jurisdicción
militar para conocer de los delitos de función. Determinar la competencia en aquellos
casos en los que exista duda respecto de la jurisdicción que debe conocer un delito de
función es una competencia exclusiva de la jurisdicción ordinaria, que tiene su
fundamento en el principio de imparcialidad judicial, estrechamente vinculado con el
principio de independencia judicial previsto en el artículo 139, inciso 2, de la
Constitución.
46. En concordancia con lo expuesto por el Tribunal Constitucional, la
Defensoría del Pueblo, coincidentemente ha sostenido que “la configuración
excepcional o restrictiva que hace la Constitución de la justicia castrense, determina de
manera directa que la justicia ordinaria y sus órganos se conviertan o actúen como
jurisdicción atrayente respecto de aquella. De este modo, ante dudas o conflictos entre
ambos, debe prevalecer la justicia ordinaria. En esa medida, corresponde a los órganos
de la justicia ordinaria dirimir los conflictos de jurisdicción con la Justicia Militar, a
efectos de preservar la configuración excepcional que hace la Constitución de esta
especialidad, así como las reglas de competencia generales establecidas para la justicia
ordinaria. Lo contrario, es decir, que los órganos excepcionales diriman los conflictos de
jurisdicción con los órganos ordinarios, supondría desconocer la excepcionalidad
constitucional de la justicia castrense, toda vez que serían sus órganos los que decidirían
su competencia frente a la justicia ordinaria”.15
47. En cuanto al inciso 7, del artículo 9 y al inciso 5, del artículo 17, que
disponen que la Sala Suprema Penal Militar Policial es competente para designar, entre
los nombrados por el Consejo Nacional de la Magistratura, al Vocal Presidente del
Consejo Superior Penal Militar Policial, a los Vocales de cada una de las Salas y al
Vocal Instructor, ellas son inconstitucionales por vulnerar el principio de independencia
judicial (dimensión interna), toda vez que la Sala Suprema Penal Militar Policial se
encuentra imposibilitada de realizar tal designación, pues al constituir un órgano de un
nivel jurisdiccional superior al mencionado Consejo y tener el poder de revisar las
decisiones jurisdiccionales de éste, la realización de tales actos administrativos
(designaciones del Presidente del Consejo Superior Militar Policial y Vocales de este
Consejo) crea un vínculo de dependencia respecto de tales órganos jurisdiccionales
inferiores. Por la misma razón, son inconstitucionales el inciso 1, del artículo 36 de la
Ley 28665, y por conexión, los incisos 2 y 3 del mencionado artículo, por cuanto otorga
a órganos jurisdiccionales de nivel superior la competencia para cautelar el
“cumplimiento de las labores jurisdiccionales” de órganos de nivel inferior.
48. Finalmente, en cuanto al inciso 1 del artículo 9 de la Ley 28665, que otorga a
la Sala Suprema Penal Militar Policial el conocimiento del recurso de casación, el
Tribunal Constitucional estima que esta disposición no es inconstitucional siempre y
cuando sea interpretada en el sentido de que el recurso de casación que pueda conocer
esta sala no sea el relativo a la aplicación de la pena de muerte, pues, como ya se ha
expuesto, ésta constituye una competencia “material” de la jurisdicción ordinaria, y no
de la jurisdicción militar, debiendo ser interpretado más bien en el sentido de que el
mencionado recurso de casación que pueda conocer esta sala sea aquel que pueda
regular el Legislador como competencia “orgánica” de la jurisdicción militar.
51. Esta distinción no implica que ambos puedan tener una existencia
independiente, pues se encuentran en una relación de mutua dependencia, no pudiendo
existir una norma que no encuentre su fundamento en una disposición, ni una
disposición que, por lo menos, no albergue una norma.
54. Conforme a ello, toca ahora analizar los sentidos interpretativos (normas)
que posee el inciso 1 del artículo 9 de la Ley 28665 (disposición). La mencionada
disposición establece lo siguiente:
55. Este Colegiado estima que la aludida disposición, que establece una
competencia de la Sala Suprema Penal Militar Policial, posee mínimamente dos
sentidos interpretativos:
Norma 1: El recurso de casación que puede conocer esta sala es aquel que
procede cuando se haya aplicado la pena de muerte, ámbito que constituye una
competencia “material” de la jurisdicción ordinaria.
Norma 2: El recurso de casación que puede conocer esta sala es aquel que
procede en el estricto ámbito de la jurisdicción militar y que haya sido regulado por el
Legislador como competencia “orgánica” de esta jurisdicción.
56. Efectuado el análisis de constitucionalidad de estas dos normas (Norma 1 y
Norma 2), este Colegiado estima que la Norma 1 es inconstitucional por vulnerar el
extremo final del artículo 173 de la Constitución que establece como competencia
material de la jurisdicción ordinaria, el conocimiento, mediante el recurso de casación,
de los casos en los que se haya aplicado la pena de muerte, por lo que resultaba
prohibido para el Legislador otorgar el conocimiento de estos casos a la jurisdicción
militar.
57. No sucede lo mismo con la Norma 2, que este Colegiado estima compatible
con la Constitución, toda vez que, dentro del ámbito propio de la jurisdicción militar, el
Legislador, conforme a sus atribuciones constitucionales, puede establecer como
competencia “orgánica” de la Sala Suprema Penal Militar el conocimiento del recurso
de casación en aquellos casos en que se trate de los delitos de la función militar.
16.1 El Consejo Superior está conformado por diez (10) Vocales Superiores del
Cuerpo Judicial Penal Militar Policial con grado militar o policial de General de
Brigada o equivalente en situación de actividad, en razón del nivel jurisdiccional que
ejercen. (...) [énfasis agregado]
Apreciaciones de la demandante
68. A lo antes expuesto por este Colegiado, cabe agregar las siguientes
consideraciones:
72. Por conexión con las disposiciones cuestionadas en el punto anterior, cabe
analizar los siguientes artículos, los cuales regulan el funcionamiento del denominado
Cuerpo Judicial Penal Militar Policial:
81.1 El Cuerpo Judicial Penal Militar Policial está constituido por todos los
Vocales, Jueces y auxiliares jurisdiccionales con formación jurídico-militar policial, que
cumplen funciones en cada instancia de la Jurisdicción Especializada en Materia Penal
Militar Policial; dependiendo, jurisdiccionalmente, de la Sala Suprema Penal Militar
Policial (...).
74. El segundo, que tales organismos poseen una naturaleza que podría
denominarse asociativa, toda vez que son creados precisamente para agrupar o asociar a
un conjunto de personas que desempeñan una misma profesión o una misma función.
En el caso del Cuerpo o Servicio Jurídico, para asesorar, orientar o coadyuvar, entre
otras actividades, en las funciones propias de la administración castrense. En el caso del
Cuerpo Judicial Penal Militar Policial, para agrupar o asociar a los jueces militares, sin
que ello pueda significar la atribución a este cuerpo de funciones de naturaleza
jurisdiccional, pues, como ya se ha mencionado, solo tienen una naturaleza asociativa.
Quienes administran justicia en el ámbito militar son los jueces militares, y no
organismos como el Cuerpo Judicial que sólo los agrupa. Veamos esto con mayor
detenimiento.
Apreciaciones de la demandante
DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
SÉTIMA.- Oficina de Control de la Magistratura de la Jurisdicción
Especializada en Materia Penal Militar Policial
Esta facultad no excluye la evaluación permanente que deben ejercer los órganos
jurisdiccionales al conocer de los procesos en grado.
Apreciaciones de la demandante
90. La demandante aduce que la ley cuestionada crea una Oficina de Control de
la Magistratura de la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial, la
cual se encarga de hacer efectivas las responsabilidades funcionales de los vocales,
jueces y personal auxiliar de la jurisdicción especial en materia penal militar policial. Al
respecto, sostiene que las respectivas disposiciones vulneran el principio de autonomía
del Poder Judicial, toda vez que la Oficina de Control de la Magistratura del Poder
Judicial es el ente encargado del seguimiento de los jueces vocales y personal auxiliar
del Poder Judicial.
92. Sobre el particular, este Colegiado debe reiterar lo expuesto respecto del
principio de unidad de la función jurisdiccional, según el cual el Estado peruano, en
conjunto, posee un sistema jurisdiccional unitario, en el que cada uno de sus órganos
deben poseer no sólo similares garantías y reglas básicas de organización y
funcionamiento, sino también un mismo régimen disciplinario. En ese sentido, si el
Legislador, conforme a sus atribuciones constitucionales, ha optado por crear una Sala
Suprema Penal Militar dentro de la Corte Suprema de Justicia de la República, entonces
esta Sala debe someterse al régimen disciplinario existente dentro del Poder Judicial y
no como ha establecido la disposición cuestionada, que permite la coexistencia de dos
regímenes disciplinarios dentro del Poder Judicial; uno para los miembros de la Sala
Suprema Penal Militar Policial, y otro para el resto de órganos jurisdiccionales de este
Poder del Estado. Por tanto, el Tribunal Constitucional estima que los incisos 1 y 2 del
artículo 5, así como la Sétima Disposición Complementaria de la Ley Nº 28665 son
inconstitucionales por crear un régimen disciplinario especial dentro del Poder Judicial
para los miembros de la Sala Suprema Penal Militar Policial, vulnerando el principio de
unidad de la función jurisdiccional.
55.2 Para ser nombrado Fiscal Supremo Penal Militar Policial se requiere tener
necesariamente formación jurídico-militar policial e integrar el Cuerpo Fiscal Penal
Militar Policial. [énfasis agregado]
Apreciaciones de la demandante
105. Como ya se ha mencionado en el caso del Poder Judicial, los artículos 150
y 154, inciso 1, de la Constitución estipulan que el Consejo Nacional de la Magistratura
“se encarga de la selección y el nombramiento de los jueces y fiscales”, y de “Nombrar,
previo concurso público de méritos y evaluación personal, a los jueces y fiscales de
todos los niveles (...)”. [énfasis agregado] Los cuestionados extremos de los incisos 1, y
2, del artículo 55, desnaturalizan las atribuciones del Consejo Nacional de la
Magistratura, toda vez que establecen que éste solo podrá realizar el concurso “público”
de méritos y la evaluación personal exigidos por la Constitución, con quienes formen
parte del Cuerpo Fiscal Penal Militar Policial; es decir, que el denominado “concurso
público” no será precisamente público, pues se realizará solo con los integrantes de una
entidad como el Cuerpo Fiscal Penal Militar Policial.
113. En general, el concepto de igualdad forma parte del acervo cultural del
pensamiento occidental. El punto de partida del análisis de la igualdad es la clásica
fórmula de Aristóteles, quien sostiene que “Parece que la justicia consiste en igualdad, y
así es, pero no para todos, sino para los iguales; y la desigualdad para ser justa, y lo es,
en efecto, pero no para todos, sino para los desiguales”.22
114. Como tal, hoy en día la igualdad expresa una concepción propia del Estado
Democrático y Social de Derecho. En efecto, “En su dimensión liberal, la idea de
igualdad conlleva la prohibición de arbitrio, tanto en el momento de creación de la
norma que introduce la diferencia como en el de su aplicación. La igualdad, desde la
perspectiva del principio democrático, excluye que ciertas minorías o grupos sociales en
desventaja puedan quedarse ‘aislados y sin voz’. Desde el punto de vista social , la idea
de igualdad legitima un derecho desigual a fin de garantizar a individuos y grupos
desventajados una igualdad de oportunidades”.23
119. Es importante precisar que el derecho a la igualdad ante la ley debe ser
interpretado, entre otras disposiciones, conforme al artículo 14, del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos, que establece que “Todas las personas son iguales ante
los tribunales y cortes de justicia”; y al artículo 24 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, que dispone que “Todas las personas son iguales ante la ley. En
consecuencia, tienen derecho, sin discriminación, a igual protección de la ley”.
2.7. La igualdad “ante la ley” y sus dos manifestaciones: igualdad “en la ley” e
igualdad “en la aplicación de la ley”
123. El principio-derecho de igualdad, a su vez, distingue dos manifestaciones
relevantes: la igualdad en la ley y la igualdad en la aplicación de la ley. La primera
manifestación (igualdad en la ley) constituye un límite para el Legislador, en tanto la
actividad de legislar deberá estar encaminada a respetar la igualdad, encontrándose
vedado establecer diferenciaciones basadas en criterios irrazonables y
desproporcionados. En otros términos, el actuar del legislador tiene como límite el
principio de igualdad, en tanto que dicho principio le exige que las relaciones y
situaciones jurídicas determinadas que vaya a determinar deban garantizar un trato igual
y sin discriminaciones.
126. En efecto, no basta que el legislador verifique que dos situaciones jurídicas
son diferentes y que por tanto les puede aplicar un tratamiento legal diferente, sino que
también debe verificar si el fin que se pretende obtener con la diferenciación legislativa
es constitucional y si en todo caso la diferenciación legislativa resulta proporcional con
el fin que se pretende obtener, de manera que resulte razonable.
2.9. El test de igualdad. Los pasos a seguir para verificar si una “diferenciación”
es válida o si se constituye en una “discriminación”
128. Con la finalidad de evaluar si una medida limitativa de derechos o
principios constitucionales resulta conforme con el principio-derecho de igualdad
establecido en la Norma Fundamental, es necesario someter esta medida a una
evaluación estructurada en distintos pasos. Dicha evaluación es entendida, a juicio de
este Tribunal, como un test de igualdad, el cual será desarrollado a continuación, para
luego aplicarlo en el examen de la disposición legal cuestionada.
131. En este punto, cabe preguntarse ¿qué es una situación jurídica? Una
situación jurídica es la relación existente entre un supuesto de hecho (o categoría de
persona) y su consecuencia jurídica (norma que regula a una categoría de persona).30
Así por ejemplo, P1 y P2 constituyen dos personas y N1 y N2 constituyen dos normas
que regulan la actuación de las mencionadas personas, de modo tal que P1 y N1 forman
una situación jurídica y P2 y N2 forman otra situación jurídica. Lo que se exige en el
presente juicio es realizar una apreciación comparativa entre las aludidas personas y las
normas que las regulan, es decir, comparar P1 N1 (situación jurídica en la que se
cuestiona N1) con P2N2 (término de comparación). Como N1 y N2 son diferentes
(normas que establecen diferencia de trato), en este juicio se debe determinar si P1 y P2
son iguales o diferentes. Sin son iguales y se cuestiona N1, entonces N1 es
inconstitucional por regular un trato diferente a dos personas (P1 y P2) que son iguales.
Si P1 y P2 son diferentes entonces efectivamente les corresponde una regulación
normativa diferente: N1 y N2, por lo que si se cuestiona N1 ésta ya ha superado el
primer paso, quedando pendiente la evaluación de los siguientes pasos.
132. Como lo ha sostenido este Colegiado, en este paso deben evaluarse los
diferentes grados o intensidades de la medida legislativa que va a intervenir en el
principio-derecho de igualdad. Así:
a) Una intervención es de intensidad grave cuando la discriminación se sustenta
en alguno de los motivos proscritos por la propia Constitución (artículo 2, inciso 2:
origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica) y, además, tiene
como consecuencia el impedimento del ejercicio o goce de un derecho fundamental
(vgr. derecho a la participación política) o un derecho constitucional.
136. Uno de los problemas que se puede presentar en este paso, es ¿cómo
identificar la finalidad de la diferencia de trato? Al respecto, cabe precisar que la
respuesta a tal interrogante exige una labor interpretativa, la que deberá tomar en
consideración las siguientes fuentes: “la propia Constitución -por ejemplo, en el
supuesto de las reservas específicas de regulación de los derechos fundamentales-; el
texto de la ley enjuiciada -mediante una interpretación teleológica-objetiva de las
disposiciones que la componen e incluso de su preámbulo-; y su exposición de motivos
y los trabajos parlamentarios en que constan los debates en que se fraguó -interpretación
teleológica-subjetiva-”.35
140. Este paso exige que la medida legislativa que establece la diferencia de
trato deba ser congruente con el fin legítimo que se trata de proteger. En otras palabras,
se evalúa si la medida legislativa es idónea para conseguir el fin pretendido por el
Legislador. Por el contrario, si se verifica que la medida adoptada por el Legislador no
guarda ninguna relación con el fin que se trata de proteger, esta limitación resultará
inconstitucional.
141. El principio de igualdad exige, entre otros requisitos, que exista coherencia
entre las medidas adoptadas y el fin perseguido y, especialmente, que la delimitación
concreta del grupo o categoría así diferenciada se articule en términos adecuados a
dicha finalidad.
142. Este paso exige que la medida legislativa que establece un trato diferente
para conseguir una finalidad legítima, deba resultar la menos gravosa para los principios
y derechos afectados. En otros términos, “la limitación ha de ser necesaria para alcanzar
el fin en la medida en que cualquier otra opción supondría una carga mayor sobre el
derecho afectado”.37
148. En el caso del test de igualdad, este subprincipio exige que, habiéndose
determinado previamente el peso de los bienes jurídicos en pugna, las ventajas que se
vayan a obtener con la medida legislativa que establece una diferenciación deban ser
proporcionales con la intervención en otros bienes constitucionales, es decir, que el trato
desigual no “sacrifique” principios o derechos fundamentales (incluido el principio-
derecho de igualdad) que tengan un mayor peso que el bien constitucional que se quiere
satisfacer mediante el aludido trato.
152. Por conexión, este Colegiado estima que debe evaluarse el artículo 33,
inciso 1, de la Ley 28665, que establece lo siguiente:
33.1 Previo concurso público de méritos y evaluación personal, solo los
miembros del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial pueden ser nombrados por el
Consejo Nacional de la Magistratura, como Vocales o Jueces en cualquiera de las
instancias de la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial; a
excepción de los dos (2) Vocales Supremos provenientes de la jurisdicción ordinaria,
que integran la Sala Suprema Penal Militar Policial. [énfasis agregado]
156. Por tanto, efectuado el respectivo examen, este Colegiado estima que las
medidas legislativas cuestionadas superan este primer nivel, toda vez que otorgan un
tratamiento diferenciado a dos situaciones de hecho que, a su vez, resultan diferentes.
164. Por conexión con las disposiciones cuestionadas, toca ahora examinar la
Segunda Disposición Transitoria de la Ley 28665, que establece lo siguiente:
SEGUNDA.- Designaciones temporales de Vocales, Jueces y auxiliares
jurisdiccionales, que actúan en la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar
Policial
- Dos (2) Oficiales jurídicos militares policiales con grado militar o policial de
General de Brigada o equivalente en situación militar o policial de retiro, que hubiesen
desempeñado labor jurisdiccional en la justicia militar policial, designados por el
Consejo Supremo de Justicia Militar.
- Dos (2) Oficiales jurídicos militares policiales con grado militar o policial de
General de Brigada o equivalente en situación militar o policial de retiro, que hubiesen
desempeñado labor fiscal en la justicia militar policial, designados por el Consejo
Supremo de Justicia Militar.
(...) Luego de la designación de los tres (3) Vocales Supremos Jurídicos Militares
Policiales de la Sala Suprema Penal Militar Policial; la Junta Transitoria, Calificadora y
Designadora, cuenta con un plazo máximo de treinta (30) días naturales para señalar los
requisitos, evaluar y designar temporalmente por dos (2) años prorrogables a dos (2)
años más, a los Vocales Superiores, luego de lo cual tiene un plazo máximo de sesenta
(60) días naturales para evaluar y designar temporalmente por dos (2) años prorrogables
a dos (2) años más a Vocales Territoriales, Jueces Penales Militares Policiales, Relatores
y Secretarios de Sala y de Juzgado de la Jurisdicción Especializada en Materia Penal
Militar Policial, entre los oficiales en situación de actividad provenientes de los Cuerpos
o Servicios Jurídicos de las Instituciones de las Fuerzas Armadas y/o Policía Nacional.
(...)
166. El hecho de que esta Junta Transitoria se encuentre conformada por tres
representantes del CNM no la legitima para “designar” temporalmente a los jueces y
fiscales de la especialidad penal militar. Si la Norma Fundamental ha establecido que
los jueces y fiscales deben ser seleccionados y nombrados por el CNM entonces el
Legislador se encuentra prohibido de crear un organismo como la mencionada Junta
Transitoria. La jurisdicción militar forma parte del Poder Jurisdiccional del Estado y
como tal se encuentra vinculada por el conjunto de disposiciones constitucionales
relacionadas con su naturaleza de órgano jurisdiccional, dentro de las cuales destaca
claramente las que regulan el sistema de nombramiento de los jueces militares. En lo
que se refiere al Ministerio Público, si bien la especificidad de la materia penal militar
puede justificar la existencia de Fiscales Penales Militares dentro del mencionado
órgano constitucional, éstos no se encuentran desvinculados de la Norma Fundamental,
la que ha establecido, como ya se ha mencionado, que el ente encargado de nombrar a
los fiscales, en todos los niveles, es el Consejo Nacional de la Magistratura.
De otro lado, dado que en la generalidad de los casos las sentencias aditivas e
integrativas, buscan reparar la desigualdad derivada de aquello que se ha omitido
prescribir en la disposición sometida a control, el fundamento normativo para declarar
la inconstitucionalidad de la omisión descrita, a efectos de entender incluido en el
supuesto normativo de la disposición al grupo originalmente discriminado, se encuentra
en el artículo 2, iniciso(*) 2, de la Constitución, que proclama la igualdad ante la ley y
proscribe todo tipo de discriminación, en su artículo 200 in fine, que reconoce el
principio de razonabilidad (principio que transita y se proyecta a la totalidad del
ordenamiento jurídico), y en el artículo 51, que exige la unidad constitucional del
ordenamiento jurídico. [resaltado agregado]
175. Ello, sin lugar a duda, no implica una total discrecionalidad o arbitrario
accionar por parte del Tribunal Constitucional, sino todo lo contrario. Como sostiene
Zagrebelsky, esta potestad de diferir los efectos de sus decisiones, “empleada con
prudencia y, al mismo tiempo, con firmeza por parte de la Corte Constitucional, sería
una demostración de un poder responsable y consciente de las consecuencias”. “[E]I
orden y la gradualidad en la transformación del derecho son exigencias de relevancia,
no simplemente de hecho, sino constitucional”. Es por ello que “La Corte no puede
desinteresarse de los efectos de los pronunciamientos de inconstitucionalidad, cuando
éstos pueden determinar consecuencias que transtornen aquel orden y aquella
gradualidad. En tales casos ella no puede observar pura y simplemente -es decir,
ciegamente- la eliminación la ley inconstitucional, tanto para el pasado como para el
futuro. La ética de la responsabilidad exige esta atención”.44
- Treinta y cinco (35) días de publicada la presente Ley, los artículos 8 al 15.
[resaltado agregado]
186. Finalmente, es necesario tener en cuenta que, tal como lo ha sostenido este
Colegiado en anterior oportunidad, “la organización y funcionamiento de representantes
del Ministerio Público para que ejerzan sus atribuciones en el ámbito de la jurisdicción
militar no requiere inexorablemente del dictado de legislación ad hoc”.46
HA RESUELTO
1. Declarar FUNDADA, en parte, la demanda de inconstitucionalidad de autos,
en consecuencia, inconstitucionales las disposiciones de la Ley Nº 28665, de
organización, funciones y competencia de la jurisdicción especializada en materia penal
militar policial, que a continuación se mencionan:
7. Declarar que el Ministerio Público puede ejercer las atribuciones que señala
su Ley Orgánica para designar los fiscales con formación especializada que actúen ante
la jurisdicción militar policial.
Publíquese y notifíquese.
SS.
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
Expediente Nº 0028-2005-PI-TC
SENTENCIA
DEL PLENO JURISDICCIONAL DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DEL
PERÚ
DEL 18 DE NOVIEMBRE DE 2005
PROCESO DE INCONSTITUCIONALIDAD
Publicado: 26-04-2006)
Síntesis
Se rechaza la inconstitucionalidad de la norma que permite la unificación de
departamentos contiguos en macro regiones (artículo 22 de la Ley Nº 28274).
Magistrados firmantes
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
EXPEDIENTE Nº 0028-2005-PI/TC
LAMBAYEQUE
CONSEJO DEL GOBIERNO REGIONAL DE LAMBAYEQUE
I. ASUNTO
* Petitorio constitucional
El demandante alega que el artículo 22 de la Ley Nº 28274 restringe el contenido
previsto en el artículo 190 de la Constitución, respecto a la integración de regiones, y
afecta lo desarrollado en el artículo 31 de la Constitución respecto al referéndum.
Además, considera que se vulneran los derechos a la igualdad (artículo 2, inciso 2, de la
Constitución) y al voto (artículo 31 de la Constitución), así como los principios
democráticos del Estado constitucional de derecho (artículo 3 de la Constitución).
LEY Nº 28274
Ley de incentivos para la integración y conformación de regiones
IV. ANTECEDENTES
A. Demanda
B. Contestación de demanda
A partir de los argumentos vertidos tanto por los demandantes como por el
demandado, este Colegiado considera conveniente centrar el análisis de
constitucionalidad en los siguientes aspectos:
* ¿Se deben aceptar los votos nulos y blancos en el escrutinio que se realice?
VI. FUNDAMENTOS
Con ello se quiere expresar que el fin del proceso es garantizar la condición de la
Constitución como norma suprema y, por lo tanto, como aquella norma que presta el
fundamento de validez de la legislación de inferior jerarquía. En ese sentido, en el seno
del proceso de inconstitucionalidad se confía al Tribunal Constitucional verificar si el
legislador cumplió o no con observar a aquellos límites impuestos por la Constitución
en un tema tan complicado como es la descentralización.
3. Ante todo, lo que debe tomarse en cuenta es que la propuesta que se hace al
elector es el resultado de un acto político (el deseo de dos o más gobiernos regionales de
unirse), la misma que sólo adquiere validez gracias a una propuesta técnico-
administrativa, aprobada por el Consejo Nacional de Descentralización, de conformidad
con los artículos 16.1 y 18 de la Ley Nº 28274.
“El sistema electoral tiene por finalidad asegurar que las votaciones traduzcan la
expresión auténtica, libre y espontánea de los ciudadanos; y que los escrutinios sean
reflejo exacto y oportuno de la voluntad del elector expresada en las urnas por votación
directa (...)”.
Por eso, es claro que la propia norma constitucional exige que el referéndum de
unificación pueda realizarse únicamente a través del desarrollo legislativo, el mismo que
ha sido efectivizado gracias a la Ley Nº 28274. Entonces, la reserva legal ha sido
plenamente reconocida, garantizada y aceptada.
Sobre la base de tal reserva legal, el órgano que tiene la capacidad para
determinar cuál es la opción válida para llevarse a cabo el referéndum es el Poder
Legislativo, y mal haría el Tribunal Constitucional en asumir funciones de tal índole. En
fin, lo que se ha realizado a través de la Ley Nº 28274 es, simplemente, cumplir con
legislar en una materia que es de su entera competencia.
Entonces, hay que tener en cuenta para la conformación de las regiones una serie
de condiciones que deben cumplirse necesariamente para una integración y la
posibilidad de dichas regiones, máxime si deberán compartir una serie de beneficios que
serán utilizados al máximo, gracias a una serie de recursos.
Es decir, que si bien la Ley Nº 26300 es la que expone con mayor claridad la
forma en que debe realizarse un referéndum (sobre todo en su artículo 42, según el cual
no se toma en cuenta para el escrutinio, los votos nulos o en blanco), queda claro que ha
remitido el tema de descentralización a una ley especial. Esta ley especial es la Nº
28274.
Por las razones expuestas, queda claro que no puede aceptarse la utilización los
parámetros brindados por la Ley Nº 26300 respecto a la contabilización de los votos
nulos o blancos, toda vez que la Nº 28274 tiene reglas propias y está aceptada su
especialidad en la materia.
9. También alega el recurrente que no han aplicado los criterios vertidos por la
Ley Nº 26859, Ley Orgánica de Elecciones, en la cual también se hace un desarrollo del
tema del referéndum. En esta norma se ha señalado a través del artículo 314 que
“Para el cómputo del sufragio no se toman en cuenta los votos nulos ni los votos
en blanco”.
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
Expediente Nº 047-2004-Al-TC
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL PLENO JURISDICCIONAL EXP. Nº 047-
2004-Al-TC
Asunto:
Magistrados presentes:
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
SUMARIO
I. Asunto
IV. Antecedentes
a. Demanda
b. Contestación de la demanda
VI. Fundamentos
2.1.3.2. La jurisprudencia
2.1.3.3. La ostumbre(*)NOTA SPIJ
2.1.3.4. Los principios generales del derecho
2.1.3.5. El contrato (autonomía de la voluntad)
2.1.3.6. La doctrina
4.3.1. Requisitos de aplicación del criterio “ley posterior deroga ley anterior”
para resolver una antinomia entre normas de similar jerarquía
4.3.2.3. Relación entre las fuentes de los subsistemas normativos del Estado
regional y el principio de competencia
IV. Fallo
EXP. Nº 0047-2004-AI/TC
LIMA
GOBIERNO REGIONAL DE SAN MARTÍN
I. ASUNTO
Petitorio
IV. ANTECEDENTES
A. Demanda
De otro lado, refiere que la ley impugnada vulnera la autonomía regional en los
ámbitos político y administrativo, por cuanto considera que, de acuerdo al artículo 191
de la Constitución, y los artículos 46 y 47, literal a), de la Ley Orgánica de Gobiernos
Regionales, es de competencia exclusiva de los gobiernos regionales el nombramiento
de los maestros en sus respectivas plazas. Añade que dentro de las competencias
exclusivas del gobierno nacional, estipuladas en el artículo 26 de la Ley Nº 27783, Ley
de Bases de la Descentralización, no se contempla la de nombrar al personal de las
regiones, entre ellas, la de la Región San Martín.
B. Contestación de demanda
2. Con carácter previo al análisis del presente caso desarrollará una serie de
consideraciones relacionadas al sistema de fuentes del derecho que diseña la
Constitución.
VI. FUNDAMENTOS
2. Los motivos por los que a juicio del Gobierno Regional de San Martín debería
declararse la inconstitucionalidad de “la Ley” son dos:
6. Por ello, con el objeto de que el hilo argumental resulte lo más claro posible,
el Tribunal se pronunciará sobre cada uno de los extremos de la controversia,
identificando en cada caso el parámetro de control que utilice. Antes, sin embargo, y
dados los tópicos relacionados con el sistema de fuentes, es preciso que este Tribunal
desarrolle el marco constitucional de las fuentes de derecho.
§ 2. Consideraciones previas sobre el sistema de fuentes que diseña la
Constitución
Hoy día parece comúnmente pacífico que la regulación de las fuentes del
Derecho se sitúe en el campo de la teoría de la Constitución3.
(La) Constitución Política de la República del Perú” ... toda ella posee fuerza
normativa (...)9
(...) además, la fuente que incorpora las normas fundacionales del ordenamiento
mismo, a partir de las cuales se determinara la legitimidad del resto de las normas del
sistema jurídico”.17
(...) ostenta el máximo nivel normativo, por cuanto es obra del Poder
Constituyente; reconoce los derechos fundamentales del ser humano; contiene las reglas
básicas de convivencia social y política; además de crear y regular el proceso de
producción de las demás normas del sistema jurídico nacional. En efecto, la
Constitución no sólo es la norma jurídica suprema formal y estática, sino también
material y dinámica, por eso es la norma básica en la que se fundamentan las distintas
ramas del derecho, y la norma de unidad a la cual se integran. Es así que por su origen y
su contenido se diferencia de cualquier otra fuente del derecho. Y una de las maneras
como se traduce tal diferencia es ubicándose en el vértice del ordenamiento jurídico.
Desde allí, la Constitución exige no sólo que no se cree legislación contraria a sus
disposiciones, sino que la aplicación de tal legislación se realice en armonía con ella
misma (interpretación conforme con la Constitución).19
12. En el caso Colegio de Abogados del Cusco, este Tribunal trató ampliamente
el tema del poder constituyente, y su condición de titular para la creación o producción
de la norma normarun de nuestro ordenamiento jurídico. En concreto, se dijo que:
El Poder Constituyente originario, por ser previo y sin control jurídico, tiene la
capacidad de realizar transmutaciones al texto constitucional, ya que este órgano
representativo es el encargado de ‘crear’ la Constitución. Ello es así porque aparece
como una entidad única, extraordinaria e ilimitada formalmente.21
13. De otro lado, siendo el poder constituyente el “plenipotenciario del pueblo”,
no puede establecerse con anterioridad un único modo de producción. Sin embargo, el
Tribunal Constitucional, conforme a la doctrina constitucional comparada, ha
reconocido que existen algunas características del poder constituyente que pueden
también ser consideradas como las reglas básicas para la formulación de una
Constitución:
Artículo 206.- Toda reforma constitucional debe ser aprobada por el Congreso
con mayoría absoluta del número legal de sus miembros, y ratificada mediante
referéndum. Puede omitirse el referéndum cuando el acuerdo del Congreso se obtiene
en dos legislaturas ordinarias sucesivas con una votación favorable, en cada caso,
superior a los dos tercios del número legal de congresistas.
Del mismo modo, con relación a los límites materiales del poder de reforma
constitucional debemos considerar que pueden ser expresos o implícitos. A Ambos se
les considera principios supremos del ordenamiento constitucional y son intangibles
para el poder reformador de la Constitución28. Sobre los límites materiales expresos el
Tribunal Constitucional ha señalado que el artículo 32 de la Constitución reconoce
como límite expreso el impedimento de reducir o restringir los derechos
fundamentales29. Y, en cuanto a los límites materiales implícitos este colegiado ha
subrayado como los más importantes a la dignidad del hombre, la soberanía del pueblo,
el Estado democrático de derecho, la forma republicana de gobierno y en general, el
régimen político y la forma del Estado30.
(...) el inciso 4 del artículo 200 de la Constitución establece las normas que, en el
sistema de fuentes normativas diseñado por ella, tienen rango de ley: leyes, decretos
legislativos, decretos de urgencia, tratados, reglamentos del Congreso, normas
regionales de carácter general y ordenanzas.31
Agregando que:
Ahora bien, no debe confundirse el tipo de ley, en este caso ordinaria, con su
denominación. En efecto, contrariamente a lo que ocurre con la forma normativa ley y
sus tipos básicos (ley ordinaria y ley orgánica), la denominación de la ley puede ser
diversa y variada, sin que por ello se afecte el modo de producción y el órgano que la
expide. Al respecto, se ha acotado que:
Por otro lado, y siempre dentro del tipo de ley ordinaria, nuestra Constitución
establece algunos subtipos de la ley ordinaria, con especiales características, pero que en
esencia mantienen la condición de ley ordinaria porque su modo de producción es el
establecido por la Constitución.
Los proyectos de ley orgánica se tramitan como cualquier proyecto de ley y para
su aprobación o modificación, se requiere el voto de más de la mitad del número legal
de miembros del Congreso.
- Poder Judicial.
- Tribunal Constitucional.
- Ministerio Público.
- Las municipalidades
En términos generales, puede afirmarse que las materias citadas son las
reguladas por las resoluciones legislativas del primer tipo, mencionadas en el artículo 72
del Reglamento del Congreso, cuya numeración es correlativa a la de las leyes y que en
la actualidad consta de cinco dígitos, Asimismo, mediante este tipo de resoluciones
legislativas se conceden pensiones de gracia y se nombra a los directores del Banco
Central de Reserva y al Defensor del Pueblo.
Las resoluciones legislativas, de ambos tipos, son aprobadas por el pleno del
Congreso, pero también lo pueden ser por la comisión permanente.
2.1.3.1.1.3. Tratados
18. Los tratados son expresiones de voluntad que adopta el Estado con sus
homólogos o con organismos extranacionales, y que se rigen por las normas,
costumbres y fundamentos doctrinarios del derecho internacional. En puridad, expresan
un acuerdo de voluntades entre sujetos de derecho internacional, es decir, entre Estados,
organizaciones internacionales, o entre éstos y aquellos.
Los tratados celebrados por el Estado y en vigor forman parte del derecho
nacional.
Como puede apreciarse, nuestro sistema de fuentes normativas reconoce que los
tratados de derechos humanos sirven para interpretar los derechos y libertades
reconocidos por la Constitución. Por tanto, tales tratados constituyen parámetro de
constitucionalidad en materia de derechos y libertades. Estos tratados no sólo son
incorporados a nuestro derecho nacional -conforme al artículo 55 de la Constitución-
sino que, además, por mandato de ella misma, son incorporados a través de la
integración o recepción interpretativa40.
“El Congreso elabora y aprueba su Reglamento, que tiene fuerza de ley (...)”.
24. En igual sentido se manifestó respecto al Reglamento del Congreso, que este
no sólo tiene fuerza de ley, sino también naturaleza de ley orgánica. Más precisamente:
25. Esta forma normativa de fuente con rango de ley está prevista en el artículo
104 de la Constitución, que establece:
Por ello, la regulación a través de este tipo normativo, el decreto legislativo, está
limitada directamente por la Constitución y también por la ley autoritativa. Podía darse
el caso de que el Congreso de la República delegue una materia prohibida, con lo cual
no sólo será inconstitucional la ley autoritativa, sino también el decreto legislativo que
regula la materia en cuestión. De otro lado, también puede darse el caso de que la ley
autoritativa delegue una materia permitida por la Constitución y, sin embargo, el decreto
legislativo se exceda en la materia delegada, con lo cual, en este caso también se
configurará un supuesto de inconstitucionalidad por vulneración del artículo 104 de la
Constitución.
En el caso de los decretos de urgencia, los requisitos formales son tanto previos
como posteriores a su promulgación. Así, el requisito ex ante está constituido por el
refrendo del Presidente del Consejo de Ministros (inciso 3 del artículo 123 de la
Constitución), mientras que el requisito ex post lo constituye la obligación del Ejecutivo
de dar cuenta al Congreso de la República, de acuerdo con lo previsto por el inciso 19)
del artículo 118 de la Constitución, en concordancia con el procedimiento contralor a
cargo del Parlamento, contemplado en la norma de desarrollo constitucional contenida
en el artículo 91 del Reglamento del Congreso.43
(...) la legitimidad de los decretos de urgencia debe ser determinada sobre la base
de la evaluación de criterios endógenos y exógenos a la norma, es decir, del análisis de
la materia que regula y de las circunstancias externas que justifiquen su dictado. En
cuanto al primer tópico, el propio inciso 19 del artículo 118 de la Constitución establece
que los decretos de urgencia deben versar sobre “materia económica y financiera.
Este requisito, interpretado bajo el umbral del principio de separación de
poderes, exige que dicha materia sea el contenido y no el continente de la disposición,
pues, en sentido estricto, pocas son las cuestiones que, en última instancia, no sean
reconducibles hacia el factor económico, quedando, en todo caso, proscrita, por
imperativo del propio parámetro de control constitucional, la materia tributaria (párrafo
tercero del artículo 74 de la Constitución). Empero, escaparía a los criterios de
razonabilidad exigir que el tenor económico sea tanto el medio como el fin de la norma,
pues en el común de los casos la adopción de medidas económicas no es sino la vía que
auspicia la consecución de metas de otra índole, fundamentalmente sociales44
27. Si bien es cierto que los requisitos formales y materiales son indispensables
para la producción de los decretos de urgencia, no lo es menos que, como se señaló en
el caso citado, el Tribunal Constitucional ha reconocido las existencia de determinados
criterios para evaluar, caso por caso, si las circunstancias fácticas que sirvieron de
justificación para la expedición del decreto de urgencia respondían a las exigencias
previstas por el inciso 19 del artículo 118 de la Constitución y por el inciso c) del
artículo 91 del Reglamento del Congreso. Tales criterios son:
Dado que las ordenanzas regionales son normas con rango de ley (artículo 200 4
de la Constitución), no se encuentran jerárquicamente subordinadas a las leyes
nacionales del Estado, por lo que para explicar su relación con éstas no hay que acudir
al principio de jerarquía, sino al principio de competencia, pues tienen un ámbito
normativo competencial distinto. Lo cual no significa que éste pueda ser desintegrado,
ni mucho menos, contrapuesto. De hecho -según se ha podido referir, y respecto de lo
cual a continuación se profundizará-, en tanto existen leyes a las que la Constitución ha
delegado la determinación de las competencias o límites de las competencias de los
distintos órganos constitucionales, los gobiernos regionales no pueden expedir
ordenanzas que resulten contrarias a ellas, so pena de incurrir en un vicio de
inconstitucionalidad indirecta.47
La fuerza o el valor de ley de estas normas se determina por el rango de ley que
la propia Constitución les otorga -artículo 200, inciso 4 de la Constitución-. Se trata, por
tanto, de normas que, aun cuando no provengan de una fuente formal como la
parlamentaria, son equivalentes a las emitidas por ella y, como tales, se diferencian por
el principio de competencia y no por el de jerarquía normativa. De este modo, la
ordenanza, en tanto ley municipal, constituye un instrumento importante a través del
cual las municipalidades pueden ejercer y manifestar su autonomía.49
2.1.3.2. La jurisprudencia
Está fuera de duda que el Poder Judicial es el órgano estatal que tiene como
principales funciones resolver los conflictos, ser el primer garante de los derechos
fundamentales (...) canalizando las demandas sociales de justicia y evitando que éstas se
ejerzan fuera del marco legal vigente.50
Sin embargo, con igual énfasis debe tenerse presente que en el ámbito de las
competencias y funciones que el Poder Constituyente le encomendó sí ocupa un lugar
privilegiado. En efecto, así como el Congreso de la República cuando ejerce su función
legislativa o la función contralora del Poder Ejecutivo, tiene primacía sobre los otros
poderes u órganos constitucionales, de igual manera sólo el Tribunal Constitucional, en
sede jurisdiccional, declara la constitucionalidad o inconstitucionalidad de las normas
con rango de ley con efectos generales para todos, conforme al artículo 204 de la
Constitución, y resuelve los casos relativos a derechos constitucionales, confiriéndole el
sistema jurídico una primacía a través del precedente de la jurisdicción constitucional51.
De ahí que en el ámbito de sus competencias, el Tribunal Constitucional es un primus
inter pares en relación a los Poderes del Estado y los demás órganos constitucionales.
En ese sentido, es claro que para la Constitución tanto el Poder Judicial como el
Tribunal Constitucional son órganos constitucionales productores de la fuente de
derecho denominada jurisprudencia. Respecto de esta última se ha sostenido que:
En ese sentido, debe enfatizarse que del artículo 103 de la Constitución se deriva
que las sentencias de inconstitucionalidad expedidas por el Tribunal Constitucional
tienen rango de ley.
36. Queda claro entonces que la jurisprudencia es una fuente de derecho que
también tiene un fundamento constitucional a través de los órganos jurisdiccionales que
la producen. Asimismo, que la labor interpretativa que realizan todos los jueces,
inherente a tal función, es la razón de ser de la actividad jurisdiccional, en sede
constitucional u ordinaria, y que tiene su fundamento en el principio de independencia
consagrado por la Constitución en sus artículos 139, inciso 2 (Poder Judicial) y 201
(Tribunal Constitucional). Sin la interpretación la actividad de los jueces estaría
condenada al fracaso, pues la Constitución y la ley no pueden prever todos los casos
posibles que presenta la realidad según cada época.
39. De ahí que todo acto de los poderes públicos u órganos constitucionales que
pretenda restringir dicha función interpretativa no sólo es uno que priva a los órganos
jurisdiccionales de su función, sino que es inconstitucional. Es como si se estableciera
que el Congreso no legisle, a pesar de que en base al principio de soberanía política
tiene un amplio margen de configuración política de la ley, pero siempre dentro del
parámetro de la Constitución. No puede existir un órgano jurisdiccional limitado en la
función interpretativa inherente a todo órganos jurisdiccional, a menos que esa
restricción derive directamente de la Constitución. Hacerlo es vulnerar el equilibrio
entre los poderes del Estado y los órganos constitucionales y, con ello, el sistema
democrático. Pretender limitar las funciones inherentes del Tribunal Constitucional sería
como condenarlo a la inacción por cumplir su deber.
2.1.3.3. La costumbre
40. Esta noción alude al conjunto de prácticas políticas jurídicas espontáneas que
han alcanzado uso generalizado y conciencia de obligatoriedad en el seno de una
comunidad política.
Hay (...) una segunda categoría de normas que se expresan siempre como
prácticas sociales y nunca en forma de enunciados lingüísticos escritos y publicados;
son, en consecuencia, normas eficaces por definición, y en ese sentido existentes;
también pueden gozar de validez cuando reúnan determinadas condiciones exigidas por
el sistema jurídico, pero no ha de ser necesariamente así. Esto significa que
determinadas prácticas o usos sociales; en suma que determinados hechos son
susceptibles de crear normas, de generar obligaciones (cuando menos, de
exteriorizarlas), de manera que quien se aparte de los mismos puede padecer una
consecuencia análoga a la que sufriría quien desconoce el mandato contenido en una
prescripción legal; tales prácticas o usos reciben el nombre de costumbre o, mejor, de
Derecho consuetudinario.55
Por ende,
(...) son conceptos básicos que presentan diversa gradación y diversa extensión,
pues los hay que cubren todo el campo de la experiencia jurídica universal, mientras que
otros se refieren a los ordenamientos jurídicos pertenecientes a una misma “familia
cultural”, y otros son propios y específicos del Derecho patrio.
(...) el ordenamiento jurídico nacional se distribuye en “niveles o estratos
normativos” o sistemas de modelos jurídicos diversos y que corresponde a las diferentes
regiones o esferas de la realidad social. Cada “región jurídica” presupone, a su vez,
directrices y conceptos básicos que aseguran la unidad lógica de los institutos y figuras
que la componen.58
Reale recomienda estudiar los principios generales según la rama jurídica de que
se trate. Por ejemplo a nivel de la doctrina nacional expresa que:
(...) los principios generales del Derecho existen en diversos niveles del Derecho
y que todos pueden ser utilizados para fines de integración jurídica.59
Así, el artículo VIII del Título Preliminar del Código Civil establece:
43. Los principios generales, en relación a las normas y a los valores, han
adquirido gran importancia para la interpretación jurídica, además de su indispensable
aplicación para fines de integración jurídica. En ese contexto, un sector importante de la
doctrina considera que los principios generales también pueden ser considerados como
normas, aun cuando en algunos casos los principios no sean expresos. Hay casos en que
los principios adoptan expresamente la estructura jurídica de normas; por ejemplo,
cuando el principio es incorporado a la disposición o texto normativo. En esa línea se ha
sostenido que los principios son una clase de norma60. En cuanto a esta postura Bobbio
precisa que:
(...) los principios son normas, y los principios jurídicos son normas jurídicas: en
palabras del Tribunal Constitucional, “allí donde la oposición entre leyes anteriores y
los princpios(*)NOTA SPIJ generales plasmados en la Constitución sea irreductible,
tales principios, en cuanto forman parte de la Constitución, participan de la fuerza
derogatoria de la misma, como no puede ser de otro modo” (STC 4/1981, de 2 de
febrero).65
2.1.3.6. La doctrina
45. Esta noción alude al conjunto de estudios, análisis y críticas que los peritos
realizan con carácter científico, docente, etc.
En puridad, una norma jurídica sólo adquiere sentido de tal por su adscripción a
un orden. Por tal consideración, cada norma está condicionada sistémicamente por otras.
El orden es la consecuencia de una previa construcción teórica-instrumental.
49. Ahora bien, el ordenamiento jurídico está compuesto por una diversidad de
disposiciones o normas producidas por diversas fuentes, muchas de las cuales pueden
llegar a contraponerse afectando la coherencia del ordenamiento.71 Por ello existen en
todo ordenamiento principios o criterios para subsanar estos conflictos. Desde el punto
de vista del momento en que se realiza la coherencia, se distingue:
El ámbito temporal se refiere al lapso dentro del cual se encuentran vigentes las
normas.
El ámbito espacial se refiere al territorio dentro del cual rigen las normas (local,
regional, nacional o supranacional).
El ámbito personal se refiere a los status, roles y situaciones jurídicas que las
normas asignan a los individuos. Tales los casos de nacionales o extranjeros; ciudadanos
y pobladores del Estado; civiles y militares; funcionarios, servidores, usuarios,
consumidores, vecinos; etc.
52. Las antinomias pueden ser clasificadas según el tipo de conflicto que
generan y su grado de relación.
Cuando dos normas que sin tener referencia mutua entre sí llegan a
contradecirse. Dicha contradicción se produce por la diferencia o dispersidad en los
patrones axiológicos o teleológicos en que se sustentan, y se resuelve mediante alguno
de los modos de integración.
a) Incompatibilidad entre una que manda hacer algo y otra que lo prohíbe.
b) Incompatibilidad entre una norma que manda hacer algo y otra que permite no
hacerlo.
c) Incompatibilidad entre una norma que prohíbe hacer algo y otra que permite
hacerlo.
Excepcionalmente, puede presentarse el caso que una norma quede sin valor
legal alguno, como consecuencia de una sentencia que declara su inconstitucionalidad.
b) Principio de posterioridad
Esta regla dispone que una norma anterior en el tiempo queda derogada por la
expedición de otra con fecha posterior. Ello presume que cuando dos normas del mismo
nivel tienen mandatos contradictorios o alternativos, primará la de ulterior vigencia en
el tiempo. Dicho concepto se sustenta en el artículo 103 de la Constitución y en el
artículo 1 del Título Preliminar del Código Civil.
c) Principio de especificidad
Esta regla dispone que un precepto de contenido especial prima sobre el de mero
criterio general. Ello implica que cuando dos normas de similar jerarquía establecen
disposiciones contradictorias o alternativas, pero una es aplicable a un aspecto más
general de situación y la otra a un aspecto restringido, prima esta en su campo
específico.
En suma, se aplica la regla de lex posteriori generalis non derogat priori
especialis (la ley posterior general no deroga a la anterior especial).
d) Principio de favorabilidad
Es una regla solo aplicable a materias de carácter penal, y supone aplicar la
norma que más favorezca al reo. Este criterio surge de lo dispuesto en el artículo 103 de
la Constitución.
e) Principio de envío
Esta regla es aplicable en los casos de ausencia de regulación de un hecho, por
parte de una norma que debió contemplarlo. Ante ello, se permite o faculta accionar a
otro precepto que sí lo prevé. Debe advertirse que este principio solo se cumple cuando
una norma se remite expresamente a otra, para cubrir su falta de regulación. Es el caso
de las normas del Título Preliminar del Código Civil.
f) Principio de subsidiariedad
Esta es una regla por la cual un hecho se encuentra transitoria o
provisionalmente regulado por una norma, hasta que se dicte o entre en vigencia otra
que tendrá un plazo de vida indeterminado.
g) Principio de complementariedad
Esta regla es aplicable cuando un hecho se encuentra regido parcialmente por
una norma que requiere completarse con otra, para cubrir o llenar la regulación de
manera integral. Es el caso de la relación existente entre una ley y su reglamento.
h) Principio de suplementariedad
Esta regla es aplicable cuando un hecho se encuentra regulado por una norma
base, que otra posteriormente amplía y consolida. En puridad, el segundo precepto
abarcará al primero sin suprimirlo. Tal el caso de lo establecido en el artículo 25 de la
Constitución que señala que la jornada ordinaria de trabajo fijada en ocho horas diarias
o de cuarenta y ocho horas semanales, puede ser reducida por convenio colectivo o por
ley.
En este sentido, la parte in fine del artículo 1 del Título Preliminar del Código
Civil la ha recogido con suma claridad.
La Constitución prevalece sobre toda norma legal; la ley, sobre las normas de
inferior jerarquía, y así sucesivamente. La publicidad es esencial para la vigencia de
toda norma del Estado.
Agregando que:
Con ello se postula una prelación normativa con arreglo a la cual, las normas se
diversifican en una pluralidad de categorías que se escalonan en consideración a su
rango jerárquico. Dicha estructuración se debe a un escalonamiento sucesivo tanto en la
producción como en la aplicación de las normas jurídicas.
57. Hasta aquí nos encontramos con criterios formales para determinar la
prevalencia de una fuente normativa sobre otra. Sin embargo, del concepto de fuerza
pasiva deriva directamente una condición de validez de las normas jurídicas, pero
también, indirectamente, una condición de validez de las disposiciones jurídicas en las
que tales normas están contenidas. En efecto, la fuerza pasiva de las normas supone que:
A su vez, como una disposición puede contener varias normas jurídicas (es decir
es susceptible de varias interpretaciones), es inválida la disposición que no contenga ni
una sola norma (ni una sola interpretación) válida. Dicho de otro modo, es válida la
disposición que contenga al menos una norma válida.80
Los requisitos para que una norma pueda condicionar la validez de otra,
imponiéndose jerárquicamente, son los siguientes:
a) Relación ordinamental
La prelación jerárquica aparece entre normas vigentes en un mismo
ordenamiento constitucional.
b) Conexión material
La prelación jerárquica aparece cuando existe un enlace de contenido, objeto o
ámbito de actuación entre una norma superior y otra categorialmente inferior.
c) Intersección normativa.
La prelación jerárquica aparece cuando la legítima capacidad regulatoria de una
norma contraría al mandato u ordenación de contenidos de otra norma.
Ello denota la existencia de una clara correlación entre la fuente de la que emana
una norma, la forma que ésta ha de adoptar y su fuerza jurídica.
En toda estructura jerárquica existen tres tipos de normas, a saber, las normas
productoras, las normas ejecutoras y las normas ejecutoras-productoras.
Las normas productoras, en un sentido muy amplio, son aquellas que revelan la
expresión y ejercicio de un poder legislativo (originario o derivado), que promueven y
condicionan la expedición de otras normas a las cuales se les asigna una jerarquía
inferior. Es el caso de la Constitución y de buena parte de las leyes.
61. La pirámide jurídica nacional debe ser establecida en base a dos criterios
rectores, a saber:
a) Las categorías
Son la expresión de un género normativo que ostenta una cualificación de su
contenido y una condición preferente determinada por la Constitución o por sus normas
reglamentarias.
b) Los grados
Son los que exponen una jerarquía existente entre las normas pertenecientes a
una misma categoría. Tal el caso de las resoluciones (en cuyo orden decreciente
aparecen las resoluciones supremas, las resoluciones ministeriales, las resoluciones
viceministeriales, etc.)
Primera categoría
Las normas constitucionales y las normas con rango constitucional
Segunda Categoría
Allí aparecen las leyes, los tratados, los decretos legislativos, los decretos de
urgencia, el Reglamento del Congreso, las resoluciones legislativas, las ordenanzas
regionales, las ordenanzas municipales y las sentencias expedidas por el Tribunal
Constitucional que declaran la inconstitucionalidad de una ley o norma con rango de
ley.
Tercera categoría
Cuarta categoría
Las resoluciones.
1er. grado:
Las resoluciones ministeriales, las resoluciones de los órganos autónomos no
descentralizados (Banco Central de Reserva, Superintendencia de Banca y Seguros,
Defensoría del Pueblo, etc.).
Quinta categoría
Esta regla señala que a falta de una asignación específica de competencia, prima
la norma producida por el funcionario u órgano legislativo funcional de rango superior.
Su aplicación se efectúa preferentemente hacia el interior de un organismo.
En ese orden de ideas, las normas de competencia son aquellas que de modos
diversos establecen “el ámbito de materia” sobre el que puede ejercerse una
competencia normativa y que, en consecuencia, condicionan la validez de los actos
normativos, y, derivadamente, la de las disposiciones o normas creadas por ellos83.
(...) El Tribunal Constitucional, ha sostenido que entre los vicios que puede
acarrear la declaración de inconstitucionalidad de una Ley o una norma con rango de
ley, se encuentra la transgresión de los límites de orden competencial establecidos por la
Constitución. Dicho límite se manifiesta de la siguiente manera:
64. Con relación a los conflictos de formas normativas del mismo rango o fuerza
jurídica pero producidos por diferentes fuentes productoras, se ha expresado que:
En ese sentido, la articulación de las fuentes del derecho regional, tanto con las
fuentes del derecho nacional como con las del derecho local, exige que se delimiten los
ámbitos competenciales a través de la técnica constitucional del test de la competencia,
postulada en el artículo 13 de la LBD al distinguir entre competencias exclusivas,
compartidas y delegables. Ello es así puesto que no sólo el ámbito competencial
constitucionalmente garantizado de los gobiernos regionales está supeditado a que su
ejercicio se efectúe “en los términos que establece la Constitución y la ley” (artículo 189
de la Constitución), sino, adicionalmente, sin perder de vista que sus atribuciones deben
realizarse “en armonía con las políticas y planes nacionales y locales de desarrollo”
(artículo 192 de la Constitución), no pudiendo interferir en el ejercicio de las funciones
y atribuciones de los gobiernos locales (artículo 191 de la Constitución).
68. Es claro y notorio que las normas jurídicas no tienen una vida independiente,
sino que se encuentran enlazadas doblemente:
69. Sobre la base del marco constitucional descrito, tocante a las fuentes de
derecho y sus principios ordenadores y articuladores, se procederá al análisis de las
impugnaciones a la Ley cuestionada en el caso de autos.
72. Si “la Ley” impugnada tiene o no efectos retroactivos, es una cuestión que
este Tribunal debe resolver a la luz del artículo 103 de la Constitución. Dicha
disposición constitucional constituye el parámetro o canon de control conforme al cual
se analizará este primer motivo impugnatorio.
Pueden expedirse leyes especiales porque así lo exige la naturaleza de las cosas,
pero por razón de las diferencias de las personas. La ley, desde su entrada en vigencia,
se aplica a las consecuencias de las relaciones y situaciones jurídicas existentes y no
tiene fuerza ni efectos retroactivos; salvo, en ambos supuestos, en materia penal cuando
favorece al reo. La ley se deroga sólo por otra ley. También queda sin efecto por
sentencia que declara su inconstitucionalidad.
La ley sólo se deroga por otra ley. También queda sin efecto por sentencia que
declara su inconstitucionalidad.
En sus términos,
(...) la Ley Nº 27491 no estuvo derogada por desuso sino fue derogada por la
Ley Nº 27971 que es materia de la presente Acción de Inconstitucionalidad.
81. Este argumento no tendría mayor incidencia si es que no fuera porque tiene
la virtualidad de reproponer, bajo otra causa petendi, el problema inicialmente planteado
a este Tribunal.
82. El artículo 103 de la Constitución establece que “(...) una ley sólo se deroga
por otra ley”. También queda sin efecto por sentencia que declara su
inconstitucionalidad. Las formas que puede asumir la derogación de una ley han sido
precisadas por el artículo I del Título Preliminar del Código Civil. Y si bien las
disposiciones de dicho Título Preliminar tienen formalmente rango de ley, en la STC Nº
2235-2004-AA/TC este Colegiado ha sostenido que algunas de ellas, como su artículo I,
en realidad constituyen “normas materialmente constitucionales”97, puesto que su
objeto es regular un aspecto vinculado con la creación y vigencia de las normas
jurídicas estatales98.
83. Dicho artículo I del Título Preliminar del Código Civil establece que
La ley se deroga sólo por otra ley. La derogación se produce por declaración
expresa, por incompatibilidad entre la nueva ley y la anterior o cuando la materia de ésta
es íntegramente regulada por aquélla. Por la derogación de una ley no recobran vigencia
las que ella hubiere derogado.
En lo que aquí interesa, la derogación de una ley puede ser expresa o tácita. Es
expresa cuando una ley posterior declara que la anterior cesó en su vigencia. Es tácita
cuando el objeto regulado por la ley vieja es incompatible con la efectuada por la ley
nueva, o cuando la materia de aquella es regulada íntegramente por la ley nueva.
Si de derogación tácita puede hablarse, ésta sólo es predicable de las reglas del
procedimiento de nombramiento de aquellos que en su momento, por diversas razones,
no fueron nombrados, pese a obtener una calificación aprobatoria. Nombramiento, por
cierto, que debería realizarse de acuerdo con las nuevas reglas fijadas la Ley Nº 27971
(artículo 2 y siguientes) así como las que, por vía reglamentaria, el Ministerio de
Educación estableciese, conforme lo dispone el artículo 8 de la Ley impugnada.
86. Cualquiera fuera el caso, es claro que estas nuevas reglas no alcanzan en sus
efectos a los profesores que ya fueron nombrados al amparo de la Ley Nº 27491, por lo
que el Tribunal Constitucional considera que la Ley Nº 27971 no viola el artículo 103
de la Constitución.
(...) y después que la Ley Nº 27491 había caído en desuso, por vencimiento de su
plazo, el Congreso dio la Ley Nº 2797199
90. A juicio del Tribunal, el plazo allí establecido no es uno cuyo transcurso
ponga fin a la vigencia de la Ley Nº 27491. Su propósito era precisar que, dentro de él,
el Ministerio de Educación tenía que realizar el proceso de gestión administrativa al que
se refería el objeto de la referida Ley Nº 27491. A saber, el contemplado en su artículo
1, según el cual:
92. Aunque es lícito imaginar que el plazo comprendía también la realización del
concurso público, sin embargo este Tribunal no considera que este mismo plazo se
extienda para el proceso de nombramiento de los ganadores del concurso público de
méritos. En efecto, la obligación de nombrar a los ganadores del concurso público de
méritos tiene como fundamento el resultado de dicho concurso público, y no el plazo
para su ejecución. Precisamente, el objeto de la Ley Nº 27971, expresado en su artículo
1, es autorizar al Ministerio de Educación para que continúe el proceso de
nombramiento “entre los que obtuvieron calificación aprobatoria en el concurso público
autorizado por la Ley Nº 27491”.
95. Alega, asimismo, que “la Ley” impide que el Gobierno Regional de la
Región San Martín cumpla con el mandato constitucional del artículo 191, al otorgar
facultades administrativas al Ministerio de Educación que son de competencia exclusiva
del Gobierno Regional. Agrega que hacia el 29 de abril de 2003, fecha en la que se
expidió la ley impugnada, ya el Ministerio de Educación no tenia la competencia para
nombrar al personal en las regiones, puesto que el artículo 26 de la LBD, para entonces
ya vigente, no la había previsto como una competencia exclusiva del gobierno nacional.
97. Aduce, asimismo, que las competencias exclusivas del gobierno nacional, si
bien han sido precisadas por el artículo 26 de la LBD, no pueden considerarse como las
únicas, pues allí se deja a salvo
4.3.1. Requisitos de aplicación del criterio “ley posterior deroga ley anterior”
para resolver una antinomia entre normas de similar jerarquía
(...) un típico problema de antinomia (..), que se resuelve conforme a las técnicas
que existen en nuestro ordenamiento jurídico (v.g. “ley especial deroga ley general”,
“ley posterior deroga ley anterior”, etc.)104.
100. Sin embargo, para que una antinoma semejante pueda ser resuelta bajo el
criterio de lex posterior derogat lex anterior, no sólo es preciso que se trate de normas
que tengan la misma jerarquía en el sistema de fuentes del derecho, sino, además, que
ambas hayan sido dictadas por autoridades normativas con competencia para regular la
misma materia. Por ejemplo, que una materia haya sido regulada inicialmente mediante
un decreto legislativo y, posteriormente, de modo distinto por una ley parlamentaria.
102. Por ello, antes de resolver si este criterio ha de ser aceptado, o no, por este
Tribunal, deberá precisarse el régimen constitucional vigente al momento de expedirse
la ley impugnada.
104. Para entonces, el capítulo XIV del Título IV de la Constitución Política del
Estado, denominado “De la descentralización”, no había sido objeto de reforma
constitucional, de modo que la competencia para nombrar profesores prevista en dicha
Ley Nº 27491 correspondía, tour court, al gobierno nacional, habida cuenta de la
inexistencia de competencia normativa sobre dicha materia a favor de los gobiernos
regionales.
Los Poderes del Estado y los Organismos Autónomos así como el Presupuesto
de la República se descentralizan de acuerdo a ley.
106. Su artículo 189, por otra parte, después de precisar cómo se encuentra
distribuida territorialmente la organización política de la república, estableció que la
constitución y organización del gobierno nacional, regional y local, se efectúa
(...) siendo el Estado peruano un Estado unitario, sin embargo, éste no ha sido
configurado como un Estado centralizado. En efecto, el tercer párrafo del artículo 43 de
la Constitución establece que el Estado unitario es de carácter descentralizado,
entendiendo por descentralización, “una forma de organización democrática [y] una
política permanente de Estado, de carácter obligatorio, que tiene como objetivo
fundamental el desarrollo integral del país.106
La descentralización, tal como anota Prélot, responde, fundamentalmente, a las
siguientes características:
Mientras que, tal como disponen los artículos 191 y 194 de la Constitución, los
gobiernos regionales y locales, respectivamente, gozan de autonomía política,
económica y administrativa”108.
4.3.2.3. Relación entre las fuentes de los subsistemas normativos del Estado
regional y el principio de competencia
122. Por ello, una adecuada articulación de las fuentes del derecho regional,
tanto con las fuentes del derecho nacional como con las del derecho local, exige que se
delimite los ámbitos para los cuales cada una de ellas es competente. Obviamente, tal
delimitación no puede realizarse sino mediante el ya referido principio de competencia.
123. El principio de competencia, como técnica de articulación del sistema de
fuentes, presupone una pluralidad de autoridades normativas capaces de expedir normas
que formalmente tienen el mismo rango, aunque, algunas veces, no tengan el mismo
ámbito de vigencia y aplicabilidad territorial.
124. En ese sentido, para que una antinomia entre dos normas del mismo rango
sea resuelta mediante el principio de competencia, es preciso que:
131. Por todo ello, el juicio de validez constitucional que se realice sobre la Ley
Nº 27971 presupone que este Tribunal identifique las disposiciones constitucionales y
legales que regulan la competencia del gobierno nacional y/o gobierno regional en
materia de nombramiento de profesores de colegio estatales.
(…)
g.- Conducir el proceso de evaluación y de ingreso del personal docente y
administrativo y desarrollar acciones de personal, atendiendo los requerimientos de la
Institución Educativa, en coordinación con la Dirección Regional de Educación(...) (art.
74).
144. Según la LGE, dicha competencia debe ejercerse en armonía con las
funciones otorgadas a la Dirección Regional de Educación, que es
(...) Asegura(r) los servicios educativos y los programas de atención integral con
calidad y equidad en su ámbito jurisdiccional, para lo cual coordina con las Unidades de
Gestión Educativa Local y convoca la participación de los diferentes actores sociales
(art. 76 LGE).
145. En ese sentido, se ha previsto, dentro del elenco de sus funciones, además
de las previstas en el artículo 47 de la Ley Orgánica de los Gobiernos Regionales, y “en
el marco de la política educativa nacional”, que corresponde a la Dirección Regional de
Educación
(…)
b) Formular, ejecutar y evaluar el presupuesto educativo de la región en
coordinación con las Unidades de Gestión Educativas Locales (art. 77 LGE).
146. Dentro de ese marco, el artículo 80 de la LGE dispone que las funciones del
Ministerio de Educación, se circunscriben a
(…)
h) Definir las políticas sectoriales de personal, programas de mejoramiento del
personal directivo, docente y administrativo del sector e implementar la carrera pública
magisterial
147. En suma, una revisión del marco legal en materia de reparto competencial
entre gobierno nacional y gobiernos regionales en materia de nombramiento de
profesores de colegios estatales, demuestra que la gestión de los servicios educativos,
entre los cuales se encuentra la provisión de profesores para la prestación del servicio
público de educación, es una competencia compartida que debe realizarse en forma
coordinada entre el gobierno nacional y los gobiernos regionales.
152. Dentro de la primera de las etapas, se contempló que el director del Órgano
Intermedio y/o Desconcentrado debía adjudicar las plazas a todos aquellos que
cumplieran con los requisitos previstos en la Ley Nº 27971 y los artículos 2, 3, 4 y otros
del Decreto Supremo Nº 020-2003-ED; luego de lo cual procedería a emitir las
resoluciones de nombramiento, así como enviar la relación de profesores nombrados a
la Unidad de Personal de la Oficina de Administración de la sede central del Ministerio
de Educación.
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LATIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
Expediente Nº 0016-2005-PI-TC
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
(Publicado: 28-05-2006)
EXP Nº 0016-2005-PI/TC
LIMA
VÍCTOR RAÚL AGUILAR CALLO
Y MÁS DE 5000 CIUDADANOS
ANTECEDENTES:
FUNDAMENTOS
§ 1. LA DISPOSICIÓN IMPUGNADA
14. El artículo 1 de la Ley Nº 28603 enuncia dos aspectos. Por un lado, deroga la
disposición impugnada en el presente proceso -la citada Décima Disposición Final- y,
por otro, restituye la vigencia del artículo 53 de la Ley Universitaria que había sido
suspendida por aquella. En consecuencia, la suspensión de la aplicación del artículo 53
de la Ley Universitaria es dejada sin efecto por la norma derogatoria. Desde entonces, el
artículo 53 de la Ley Universitaria ha recobrado su aplicabilidad, su eficacia. La
prohibición de su aplicación como consecuencia de su suspensión declarada por la
norma impugnada ha cesado. Así, la disposición impugnada no despliega ningún efecto
que amerite el pronunciamiento sobre su validez constitucional.
18. Ahora bien, dado que el artículo 53 de la Ley Universitaria constituye una
norma eficaz, en el sentido de que ya no se encuentra suspendida, no compete a este
Tribunal Constitucional “exhortar” la aplicación de la misma. Por otra parte, un
pronunciamiento de este Colegiado en relación a los procesos de cumplimiento
pendientes en el Poder Judicial le está totalmente vedado, pues el eventual conocimiento
de las mismas a través del recurso de agravio constitucional demandará un
pronunciamiento al respecto. No puede, así, peticionarse al Tribunal un
pronunciamiento indirecto sobre un problema planteado en procesos de cumplimiento a
través de un proceso de inconstitucionalidad. El pronunciamiento de este Tribunal sobre
el problema planteado en procesos de cumplimiento pendientes habrá de ser emitido en
su momento y con motivo del conocimiento de dichos procesos, de ser tal el caso.
HA RESUELTO:
Publíquese y notifíquese.
SS.
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
Expediente Nº 0018-2005-PI-TC
( Publicado: 19-07-2006)
OSCAR LOAYZA AZURÍN
COLEGIO DE ABOGADOS DE ICA
I. ASUNTO
A) Demanda
Los demandantes plantean demanda de inconstitucionalidad contra la Ordenanza
Nº 047-2004-MPI que regula el régimen de arbitrios de limpieza publica,
mantenimiento de áreas verdes y seguridad ciudadana de la Municipalidad Provincial de
Ica para el período 2005, por considerar que dicha norma vulnera los principios
recogidos en el artículo 74 de la Constitución, por lo siguiente:
B) Contestación de la demanda
La emplazada contesta la demanda y la niega en todos sus extremos, señalando
lo siguiente:
Con respecto a los criterios utilizados para la distribución de costos por arbitrios,
argumenta que ha utilizado el criterio de la razonabilidad con el fin de obtener mayor
fidelidad en el monto que corresponda pagar a los contribuyentes. En esa línea, señala
que de acuerdo al artículo 69 de la Ley de Tributación Municipal, los criterios que
deben utilizarse para determinar el costo de arbitrios son: el uso, el tamaño y la
ubicación del predio, entre otros; en consecuencia, afirma que son los criterios que la
emplazada ha tomado en cuenta, y no únicamente el valor del predio, por lo tanto, no se
ha violado ningún precepto constitucional. Asimismo, expresa que los anexos que
forman parte de la Ordenanza Municipal materia de este proceso, ponen en clara
evidencia el fiel cumplimiento a las normas que regulan la tasa de arbitrios y siendo así,
no existe la inconstitucionalidad alegada.
Claro está, que ello no impide que cualquier Municipio de propio acuerdo, opte
por ajustar el período 2005 a los criterios de validez material, tal y como fueron
desarrollados en la referida sentencia; o que, de darse el caso, sus efectos en casos
particulares, sean reclamados o apelados en un procedimiento administrativo, e incluso,
puedan ser sometidas al control de constitucionalidad.
(*) El propio Decreto Legislativo 952 del 03.02.04, dispuso que los artículos que estén
referidos a arbitrios municipales, recién debían
entrar en vigencia el 01.01.05
13. Ahora bien, el hecho que se haya respetado uno de los requisitos de
constitucionalidad formal, referidos al período de cálculo y la publicación de la
Ordenanza, no garantizan su constitucionalidad in toto, pues aún debe verificarse si
dicha Ordenanza, también cumplió con otros requisitos de constitucionalidad formal y
material. En ese sentido, con relación a la distribución del costo del arbitrio, los
demandantes han señalado que la Ordenanza Nº 047-2004-MPI, ha utilizado criterios
proscritos como la UIT y el valor de predio, los cuales no guardan relación con el coste
efectivo del servicio. Asimismo, sostienen que el Informe Técnico no ha justificado de
manera detallada la estructura de costos del arbitrio.
14. El artículo undécimo de la Ordenanza en cuestión, establece una lista de
criterios para la determinación del arbitrio, considerándose: a) el uso de la actividad
desarrollada en el predio, b) la ubicación del predio en referencia a las áreas verdes, c)
el valor del predio determinado en la declaración jurada para el pago del impuesto
predial, entre otros.
17. En efecto, en el caso de los tres tipos de arbitrios regulados por la Ordenanza
Nº 047-2004-MP, ninguno de ellos, incorporó el informe técnico que sustente la
estructura de costos; y no sólo ello, sino que en los casos de los arbitrios de
mantenimiento de áreas verdes y seguridad ciudadana, no se establece con claridad
cuáles son los diversos criterios utilizados por el Municipio para que la distribución
singularizada del servicio, guarde una conexidad lógica entre el servicio prestado y
presunto grado de intensidad de su uso.
20. Más aun, debe dejarse en claro que los principios de publicidad de las
normas, de conformidad con el artículo 51 de la Constitución, y de seguridad jurídica no
se constatan “por partes” sino de manera integral, pues estos, a su vez, se manifiestan
como principios esenciales del propio ordenamiento jurídico. Por ello, resulta
inadmisible publicar detalles sobre los montos del servicio de manera posterior a la
publicación de la ordenanza como ocurrió en el presente caso con el anexo Nº 3.
24. Con ello, lo que se viene a precisar en esta oportunidad, es que si bien los
parámetros interpretativos dados por el Tribunal en el punto VIII, A, § 3 de la STC
0053-2005-PI/TC, resultan bases presuntas mínimas, estas no son rígidas, pues tampoco
lo es la realidad social y económica de cada Municipio. De manera que, será obligación
de cada Municipio, sustentar técnicamente aquellas otras formulas que partiendo de la
base dada por este Colegiado, incorporen otros criterios objetivos y razonables que,
adaptados mejor a su realidad, logren una mayor justicia en la imposición.
VI. FALLO
HA RESUELTO
SS.
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
Expediente Nº 0001-2005-PI-TC
(Se publica la Sentencia a solicitud del Tribunal Constitucional mediante Oficio
Nº 760-2006-SR/TC, recibido el 18 de julio de 2006)
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL PLENO JURISDICCIONAL 0001-2005-PI-
TC
SENTENCIA
(Publicado: 20-07-2006)
DEL PLENO DEL
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
José Alfredo Chinchay Sánchez, Procurador Público Municipal del Gobierno Provincial
de Huarmey, antes Municipalidad Provincial de Huarmey (demandante), c. Congreso de
la República (demandado)
Asunto:
Magistrados presentes:
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
Expediente Nº 0001-2005-PI/TC
LIMA
JOSÉ ALFREDO CHINCHAY SÁNCHEZ
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
ASUNTO
DATOS GENERALES
I. NORMAS CUESTIONADAS
I. ANTECEDENTES
2. Argumentos de la demanda
III. FUNDAMENTOS
2. El artículo 121 del Código Procesal Constitucional establece que “(...) Contra
los decretos y autos que dicte el Tribunal, sólo procede, en su caso, el recurso de
reposición ante el propio Tribunal. El recurso puede interponerse en el plazo de tres días
a contar desde su notificación (...)”.
18. El daño que origina una responsabilidad civil puede ser definido bajo la
fórmula del daño jurídicamente indemnizable, entendido como toda lesión a un interés
jurídicamente protegido, bien se trate de un derecho patrimonial o extrapatrimonial. En
tal sentido, los daños pueden ser patrimoniales o extrapatrimoniales. Serán daños
patrimoniales las lesiones a derechos patrimoniales, y daños extrapatrimoniales las
lesiones a los derechos de dicha naturaleza, como el caso específico de los sentimientos
considerados socialmente dignos o legítimos y por ende merecedores de la tutela legal,
cuya lesión origina un supuesto de daño moral. Del mismo modo, las lesiones a la
integridad física de las personas, a su integridad psicológica y a sus proyectos de vida,
originan supuestos de daños extrapatrimoniales por tratarse de intereses jurídicamente
protegidos, reconocidos como derechos extrapatrimoniales7.
23. La noción de riesgo creado alude a la idea de que todos los bienes que se
utilizan en la vida moderna para la satisfacción de las necesidades suponen un riesgo
común u ordinario; empero, también hay actividades que suponen un riesgo adicional,
como es el caso de los vehículos automotores, para lo cual no es necesario examinar la
culpabilidad del autor, pues bastará con acreditarse el daño causado, la relación de
causalidad y que se ha tratado de un daño producido mediante un bien o actividad
riesgosa.10
24. En estos términos, queda claro que en nuestro ordenamiento jurídico existen
dos criterios de responsabilidad civil bajo los cuales toda acción o conducta que genera
daños y perjuicios, dependiendo de la existencia de una obligación o sin ella, así como
del cumplimiento de cada uno de los elementos de la responsabilidad civil
(antijuricidad, daño causado, relación de causalidad y factores de atribución), trae como
consecuencia el resarcimiento indemnizatorio a favor de la víctima, por lo que sólo bajo
estos criterios se desarrollan fórmulas indemnizatorias.
27. Sin embargo, vistos los alegatos del demandante y teniendo en cuenta que la
revisión de constitucionalidad del artículo 29 de la Ley Nº 27181 se encuentra
directamente relacionada con el artículo 30 de la misma ley, respecto del Seguro
Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT), pero cuya constitucionalidad ya ha sido
confirmada mediante la STC Nº 0010-2003-AI/TC, este Colegiado estima pertinente
ampliar algunos conceptos sobre el particular, a fin de exponer las razones por las cuales
la creación de este seguro obligatorio resulta plenamente constitucional, al perseguir la
protección de valores y derechos constitucionalmente superiores.
30. El seguro obligatorio puede ser entendido, sea como un régimen general que
cubre todo tipo de accidentes personales, sea como un régimen que comprende riesgos
específicos. En muchos países existen seguros específicos de acuerdo al tipo de riesgos.
Así por ejemplo, en el ámbito laboral, los seguros obligatorios por accidentes de trabajo
o por responsabilidad profesional; en el campo del transporte, los seguros obligatorios
para el transporte público de pasajeros; en el campo de actividades recreativas y
deportivas, los seguros obligatorios en carreras de automóviles, competencias
deportivas, entre otros.
34. De lo expuesto queda claro que los seguros obligatorios como fórmulas
legislativas en materia de responsabilidad extracontractual vienen a ser mecanismos
preventivos frente a la producción de daños y perjuicios previstos por las normas
correspondientes, y que resultan eficientes frente al resarcimiento inmediato -total o
parcial- de los mismos.
44. Así, este Tribunal ha establecido que otro principio que informa a la totalidad
del modelo económico es el de la libre iniciativa privada, prescrito en el artículo 58 de
la Constitución y que se encuentra directamente conectado con lo establecido en el
inciso 17) del artículo 2 del mismo texto, el cual consagra el derecho fundamental de
toda persona a participar, ya sea en forma individual o asociada, en la vida económica
de la Nación. De ello se colige que toda persona natural o jurídica tiene derecho a
emprender y desarrollar, con autonomía plena, la actividad económica de su preferencia,
afectando o destinando bienes de cualquier tipo a la producción y al intercambio
económico con la finalidad de obtener un beneficio o ganancia material. La iniciativa
privada puede desplegarse libremente en tanto no colisione los intereses generales de la
comunidad, los cuales se encuentran resguardados por una pluralidad de normas
adscritas al ordenamiento jurídico; vale decir, por la Constitución, los tratados
internacionales y las leyes sobre la materia.12
iv) En último término, la libertad para cesar las actividades es libertad, para
quien haya creado una empresa, de disponer el cierre o cesación de las actividades de la
misma cuando lo considere más oportuno.
Por otra parte, la libertad de empresa está íntimamente relacionada con las
libertades de comercio y de industria. La primera consiste en la facultad de elegir la
organización y llevar a cabo una actividad ligada al intercambio de mercaderías o
servicios, para satisfacer la demanda de los consumidores o usuarios. Tal libertad
presupone el atributo de poder participar en el tráfico de bienes lícitos, así como
dedicarse a la prestación de servicios al público no sujetos a dependencia o que
impliquen el ejercicio de una profesión liberal. Por su parte, la libertad de industria se
manifiesta en la facultad de elegir y obrar, según propia determinación, en el ámbito de
la actividad económica cuyo objeto es la realización de un conjunto de operaciones para
la obtención y/o transformación de uno o varios productos.14
52. Por ello, en atención a que el artículo 2.14 de la Constitución establece que
toda persona tiene derecho a contratar con fines lícitos, “siempre que no contravenga
leyes de orden público”, este Tribunal ha precisado que “(...) es necesaria una lectura
sistemática de la Constitución que, acorde con lo citado, permita considerar que el
derecho a la contratación no es ilimitado, sino que se encuentra evidentemente
condicionado en sus alcances, incluso, no sólo por límites explícitos, sino también
implícitos; límites explícitos a la contratación, conforme a la norma pertinente, son la
licitud como objetivo de todo contrato y el respeto a las normas de orden público.
Límites implícitos, en cambio, serían las restricciones del derecho de contratación frente
a lo que pueda suponer el alcance de otros derechos fundamentales y la correlativa
exigencia de no poder pactarse contra ellos”.17
53. Así las cosas, el orden público al que hace alusión el numeral 2.14 de la
Constitución hace explícita la carga institucional de todo derecho fundamental que
supone que la libertad de contratación no pueda ser apreciada como una isla oponible a
costa de la desprotección de otros derechos fundamentales. Por ello, en criterio de este
Tribunal, en un Estado social y democrático de derecho (artículo 43 de la Constitución),
el orden público y el bien común se encuentran instituidos en el propio contenido
protegido del derecho fundamental a la libre contratación, actuando sobre él, cuando
menos, en una doble perspectiva: prohibitiva y promotora. Prohibitiva en el sentido de
que, como quedó dicho, ningún pacto contractual puede oponerse al contenido
protegido de otros derechos fundamentales. Y promotora, en cuanto cabe que el Estado
exija a la persona la celebración de determinados contratos, siempre que, de un lado, no
se afecte el contenido esencial del derecho a la libertad de contratación, y de otro, se
tenga por objeto conceder debida protección a otros derechos fundamentales.18
55. Sin embargo, toda vez que el artículo 11 de los Decretos Supremos Nºs. 049-
2000-MTC y 024-2002-MTC que lo regulan, imponen la contratación del seguro con las
compañías de seguros autorizadas por la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS) a
todo vehículo automotor que circule en el territorio de la República, corresponde
analizar si dicha medida cumple en su totalidad con el test de razonabilidad y, por ende,
si ésta no afecta más allá de lo estrictamente necesario el derecho fundamental a la
libertad de contratación, y si en el estudio integral de la problemática, los derechos
fundamentales comprometidos resultan optimizados en su conjunto.
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
I. ASUNTO
IV. ANTECEDENTES
A. DEMANDA
B. CONTESTACIÓN
C. ALEGATOS DE LOS PARTÍCIPES
FALLO
I. ASUNTO
Vicio de inconsti-
tucionalidad: Inconstitucionalidad por el fondo.
Infracción del derecho de acceso
a la función pública en condiciones
de igualdad (Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos:
artículo 25, inciso c; Convención
Americana de Derechos Humanos:
artículo 23, numeral 1, literal c).
Artículo 22, inciso c), de la Ley Nº 26397, Orgánica del Consejo Nacional de la
Magistratura
IV. ANTECEDENTES
A. Demandas
B. Contestación
VI. FUNDAMENTOS
A. EXCEPCIONES PROPUESTAS
§1. LEGITIMIDAD PARA OBRAR DE LOS DEMANDANTES
“La exigencia de ciertas calificaciones para ocupar un cargo público -de jueces y
fiscales- por sí misma no constituye una afectación del inciso 2) del artículo 2 de la
Constitución, pues dicho precepto debe interpretarse, tratándose del acceso al trabajo, y
fundamentalmente del acceso a un cargo público, de acuerdo con la cláusula 1.2 de la
Convención sobre la Discriminación de la Organización Internacional del Trabajo, por
cuya virtud,
Desde esta perspectiva, debe señalarse que si bien la imposición de tal condición
coloca en una mejor posición a los que lo han seguido, tal tratamiento no carece de base
objetiva, puesto que no obedece a ninguna de las circunstancias del artículo 2 de la
Carta Magna.
“La exigencia de ciertas calificaciones para ocupar un cargo público -de jueces y
fiscales- por sí misma no constituye una afectación del inciso 2) del artículo 2 de la
Constitución, pues dicho precepto debe interpretarse, tratándose del acceso al trabajo, y
fundamentalmente del acceso a un cargo público, de acuerdo con la cláusula 1.2 de la
Convención sobre la Discriminación de la Organización Internacional del Trabajo,
(…)”2.
13. Una primera diferencia es que la mención del “acceso a un cargo público” se
efectúa sólo tangencialmente, sin considerar si se trata de un derecho constitucional o
no. La cita de la Convención sobre Discriminación se efectúa con el objeto de afirmar
que la exigencia de calificaciones para acceder a un trabajo, a un cargo público, no
resulta contraria al derecho de igualdad. Sin embargo, resulta evidente que en dicha
sentencia este “acceder al trabajo, al cargo público”, no se configura como un derecho
constitucional, pues de haber sido tal el caso, el primer paso que hubiere dado habría
sido fundamentar el por qué se emplea como parámetro de juicio un derecho no
enunciado como tal en el texto de la Constitución. Sin embargo, ello no se efectuó. En
definitiva, en la presente sentencia el parámetro es el acceso a la función pública en
cuanto derecho constitucional, en aquella no lo es. No debe omitirse que la mención del
“acceder al trabajo, al cargo público” se efectúa con motivo de la referencia que a ella
hace la Convención sobre Discriminación, pero no con respecto al derecho de acceso,
en cuyo caso, la referencia al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y a la
Convención Americana sobre Derechos Humanos serían indispensables.
25. Los tratados internacionales sobre derechos humanos de los que el Estado
peruano es parte integran el ordenamiento jurídico. En efecto, conforme al artículo 55
de la Constitución, los “tratados celebrados por el Estado y en vigor forman parte del
derecho nacional.” En tal sentido, el derecho internacional de los derechos humanos
forma parte de nuestro ordenamiento jurídico y, por tal razón, este Tribunal ha afirmado
que los tratados que lo conforman y a los que pertenece el Estado peruano, “son
Derecho válido, eficaz y, en consecuencia, inmediatamente aplicable al interior del
Estado”12. Esto significa en un plano más concreto que los derechos humanos
enunciados en los tratados que conforman nuestro ordenamiento vinculan a los poderes
públicos y, dentro de ellos, ciertamente, al legislador.
31. Por otro lado, el artículo 57, segundo párrafo, establece que “Cuando el
tratado afecte disposiciones constitucionales debe ser aprobado por el mismo
procedimiento que rige la reforma de la Constitución, antes de ser ratificado por el
Presidente de la República.” Esta norma regula la fuente constitucional de producción,
admisión y/o control de los tratados en la medida que de afectar la Constitución por el
fondo se establece una forma agraviada de su incorporación al orden jurídico nacional,
siguiendo el proceso de la reforma constitucional. Si bien todo tratado que verse sobre
materia constitucional no significa una afectación constitucional, por cuanto podría
solamente complementarla o desarrollarla, en cambio se deriva de dicha norma suprema
la constitucionalización de determinados tratados internacionales. Dentro de ellas es
fácilmente reconocible los tratados de derechos humanos establecidos analógicamente
en el artículo 3 y reforzados en su ejecución en la Cuarta Disposición Final y
Transitoria.
34. El que los tratados sobre derechos humanos detenten rango constitucional no
implica sustraerlos en cuanto objeto de control del proceso de inconstitucionalidad. El
rango constitucional de una norma no es óbice para que, de ser el caso, tales sean objeto
de control a través del mencionado proceso. Tal es el caso de las normas de reforma
constitucional tal como este Tribunal ya ha tenido ocasión de esclarecer14. La jerarquía
constitucional de una Ley de Reforma Constitucional no lo sustrae en cuanto objeto de
control de constitucionalidad. Del mismo modo, el rango constitucional de un tratado
internacional, como el caso de un tratado sobre derechos humanos, no lo sustrae del
control de constitucionalidad, tanto en cuanto al fondo como respecto a la forma. Esto
es válido también para el caso de los tratados que han sido incorporados a través del
procedimiento de reforma constitucional (Art. 57, 2 párrafo).
“Artículo 25
“Todos los ciudadanos gozarán, sin ninguna de las distinciones mencionadas en
el artículo 2, y sin restricciones indebidas, de los siguientes derechos y oportunidades:
(…)
“c) Tener acceso, en condiciones generales de igualdad, a las funciones públicas
de su país.
40. Si esto es así, habría que concluir que el mandato de igualdad en el derecho
de acceso a la función pública es una proyección específica del enunciado en el Art. 2,
Inc. 2) de la Constitución. Tal ha sido justamente la interpretación del acceso a la
función pública enunciado en el Art. 33, numeral 2 de la Ley Fundamental15 y en el
Art. 51 de la Constitución italiana16. Ahora bien, se trata de una proyección pero
justamente sobre un derecho en particular: el derecho de acceso a la función pública.
41. Sin embargo, ello no debe conducir a omitir que el derecho de acceso a la
función pública detenta un bien jurídico autónomo de protección: el acceso a la función
pública, la participación en la función pública. La igualdad de las condiciones del
acceso representa, así, sólo un contenido, una parte, mas no el todo, de este derecho
fundamental.
43. Este Tribunal entiende que los contenidos de este derecho son los siguientes:
44. La razón por la que este derecho comprende también el ejercicio pleno y sin
perturbación de la función pública y el ascenso en ella es que, siendo la participación en
la función pública el bien protegido de este derecho, el menoscabo, restricción o
limitación ilegítima del pleno desenvolvimiento de la función pública o del ascenso en
la misma, pueden conducir a una afectación del bien protegido por este derecho. La
participación en la función pública tiene que ser entendida como un bien cuya
concretización debe desarrollarse en toda su magnitud, es decir, con todas las
implicancias que su pleno desarrollo lo exija. Ello se debe a que los derechos
fundamentales deben ser comprendidos como mandatos de optimización, lo cual
significa, precisamente, que su contenido protegido alcanza a todos los aspectos que
contribuyen a un mayor grado de realización del bien jurídico que protege.
47. El ejercicio de una función pública está condicionado a los requisitos que el
legislador ha establecido. Se trata, como señala el Tribunal Constitucional alemán, de
que el acceso a la función pública “puede ser restringido en especial por requisitos
subjetivos de admisión, cuyo cumplimiento depende de la capacidad laboral de la
persona del aspirante, y por requisitos objetivos de admisión, los cuales, prescindiendo
de la capacidad laboral del postulante, aparecen necesarios por razones obligatorias de
interés público (Gemeinwohl).”19 Tal restricción, empero, habrá de respetar los
derechos fundamentales20.
48. Cabe señalar que el acceso a la función pública no representativa está regido
por el principio de acceso por mérito a través de oposición. En el Estado Constitucional
de derecho, tal como se halla configurado el Estado peruano, es el principio basilar que
ha de regir la regulación de las condiciones de acceso a la función pública.
“(…) Tous les Citoyens (…) sont également admissibles à toutes dignités, places
et emplois publics, selon leur capacité, et sans autre distinction que celle de leurs vertus
et de leurs talents.”
Esto es:
“(…) Todos los ciudadanos (…) son igualmente admisibles a toda dignidad,
cargo o empleo público, según su capacidad y sin otra distinción que aquella de sus
virtudes y de sus talentos.”
Según esto, desde los albores del derecho de acceso a la función pública, ha sido
un principio consustancial a este derecho, diríase un límite inmanente o interno, que el
mérito es el único criterio selectivo para acceder a la función pública. El Consejo
Constitucional francés, interpretando esta disposición, ha sostenido “(...) que se deriva
de estas disposiciones, (…), en primer lugar, que no se tengan en cuenta sino
capacidades, virtudes y talentos; en segundo lugar, que las capacidades, virtudes y
talentos así tomados en cuenta estén en relación con las funciones (…)”21. Esto sin
perjuicio de “tener en cuenta tanto la variedad de los méritos a tomar en consideración
como los de la necesidad del servicio público.”22
“Todo alemán tiene igual acceso a toda función pública según su aptitud,
capacidad y competencia profesional.”
54. Las condiciones para acceder han de ser iguales. Se configura un mandato de
igualdad en la determinación de las condiciones, lo que significa, correspondientemente,
la institución de una prohibición de discriminación. Así, condiciones iguales significa
condiciones no discriminatorias.
55. El acceso en igualdad de condiciones implica, en principio, la lectura
sistemática de la exclusión de motivos constitucionalmente prohibidos de
discriminación impuesta por el derecho-principio de igualdad (art. 2, inc. 2 de la
Constitución). Con ello, ha de concluirse que la igualdad de condiciones supone una
prohibición de establecer discriminaciones en motivos de origen, raza, sexo, idioma,
religión, opinión, condición económica, o de “cualquier otra índole”. De esta forma,
prima facie, ninguno de estos motivos podrían ser considerados razones para el
establecimiento de un requisito o procedimiento para el acceso a la función pública.
58. En los supuestos donde las condiciones de acceso son cuestionadas por
infringir el mandato de igualdad, ellas han de ser examinadas de conformidad con el
principio de proporcionalidad. Tal como este Tribunal Constitucional ya dejó
establecido en sentencia reciente25, para determinar si una norma ha infringido el
derecho-principio de igualdad ha de emplearse el principio de proporcionalidad. En la
medida que el problema reside en determinar si las condiciones de acceso a la función
pública son o no contrarias al mandato de igualdad de tales condiciones, el principio que
ha de emplearse para examinarlo será también el principio de proporcionalidad. Desde
esta perspectiva, se trata de examinar a la luz de este principio las correspondientes
normas que establecen requisitos, procedimientos y factores de valoración de las
aptitudes de los postulantes, para acceder a una función pública.
59. El cargo de magistrado del Poder Judicial o del Ministerio Público, juez o
fiscal, hace parte de la “función pública”; por lo tanto, en los supuestos como el caso
donde se examina el acceso al cargo de Juez o de Fiscal, se halla en debate el derecho de
acceso a la función de la magistratura.
62. La alusión al “cargo de Magistrado del Poder Judicial o Fiscal del Ministerio
Público” comprende los diversos niveles de la carrera judicial o del desempeño de la
magistratura en el Ministerio Público. En el primer caso, se comprende el de Juez,
Vocales Superior y el de Vocal Supremo; en el segundo, se tiene el de Fiscal Provincial,
Fiscal Superior y el de Fiscal Supremo.
e) Examen de necesidad.
- Intensidad grave.
- Intensidad media.
- Intensidad leve.
72. Ahora bien, una intervención -grave- puede ser, a su vez, de dos tipos. El
primero se tiene cuando la intervención se sustenta en alguno de los motivos proscritos
por la Constitución (“origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición
económica”), como el caso de condiciones que refieren directa o indirectamente al
origen, raza o religión. El otro supuesto tiene lugar cuando las condiciones de acceso a
la función pública se sustentan en motivos distintos a los proscritos por la propia
Constitución.
74. La finalidad del tratamiento es una variable compleja que comprende dos
aspectos: objetivo y fin. “El objetivo es el estado de cosas o situación jurídica que el
legislador pretende conformar a través del tratamiento diferenciado. La finalidad o fin
viene a ser el derecho, principio o bien jurídico cuya realización u optimización se logra
con la conformación del objetivo. La finalidad justifica normativamente la legitimidad
del objetivo del tratamiento diferenciado.”29
El objetivo
La finalidad
86. No cabe duda que la formación especializada del futuro magistrado conduce
a la conformación de una magistratura idónea. Precisamente, un medio contemporáneo
para la formación de profesionales en derecho que han de ejercer la magistratura
-judicial o fiscal- es la formación especializada en centros específicos para tal propósito,
como el propio derecho comparado lo evidencia, tal como el caso de la Escuelas
Judiciales, Institutos de la Judicatura, Academias Judiciales. Al margen de las
particularidades de cada uno de estos sistemas, es claro que tienen un rasgo y propósito
común. El rasgo es que a través de este tipo de centros se imparte cursos de formación
especializada para quienes han de ejercer la magistratura o, mejor expresado aún, se
trata de escuelas de formación de magistrados; el propósito común es proveer
magistrados de profesión con elevada idoneidad. El entendimiento de la magistratura
como un “cuerpo profesional” constituye así un presupuesto de la concepción de las
escuelas judiciales32 . En este orden de consideraciones, puede concluirse en que la
formación especializada de profesionales que han de ejercer la magistratura es una
medida adecuada para la conformación de una magistratura idónea.
88. Ahora bien, no puede omitirse que si bien, en vía de principio, la formación
especializada del futuro magistrado conduce a la conformación de una magistratura
idónea, el mayor o menor éxito de tal cometido depende en gran medida del nivel de la
formación que en concreto preste la Academia de la Magistratura. Esto significa que la
plena satisfacción del vínculo de idoneidad está supeditado en gran medida al nivel y
características de la preparación que en ella se provea. Esta variable es importante, ya
que si la formación no fuera del nivel requerido, no podría afirmarse que el PROFA sea
un medio adecuado para la conformación de una magistratura idónea.
89. Este matiz sobre la idoneidad del PROFA no enerva que él represente, en
principio, una medida idónea; sin embargo, tal matiz permite advertir que en el caso el
nexo entre medio y fin no es absoluto, sino más bien relativo, condicionado a las
características y nivel del PROFA. Dicho en otros términos, la idoneidad del PROFA no
depende sólo de su exigencia, de su condición de requisito en sí mismo, sino del nivel y
características de la formación que provea.
92. Los medios alternativos. La realización del objetivo puede ser efectuado
también a través medios hipotéticos alternativos. El objetivo de conformación de una
magistratura idónea puede alcanzarse proveyendo formación especializada a través del
programa de formación académica a abogados antes de iniciar el ejercicio de la
magistratura. En tal supuesto, el concurso para el ingreso a la magistratura queda abierto
para todos los abogados y, luego, sólo aquellos que han ganado en el concurso y que han
de desenvolverse en la magistratura reciben el curso del PROFA, condicionado su
nombramiento como juez a la superación de tal curso. En este caso, la formación
especializada se ocupa del aprestamiento, adiestramiento de abogados que, al cabo de
un periodo de formación y luego de haberlo superado satisfactoriamente, han de realizar
de sus funciones de magistrado. La formación no se extiende a todos quienes pretendan
ser magistrados, sino únicamente a quienes están próximos a ser magistrados. La
formación extendida a todo abogado que pretenda ser magistrado carece de sentido dado
que del conjunto de los que reciban tal formación, sólo un restringido grupo accederá a
la magistratura, de modo que se llega al contrasentido de formar como magistrados a
personas que, en definitiva y por definición, no han de ser magistrados.
93. Por otra parte, a diferencia del medio optado por el legislador en la norma
impugnada, el que se describe aquí no ocasiona afectación en el derecho de acceso a la
función pública de quienes carecen del PROFA. En efecto, conforme a este medio, la
totalidad de abogados que deseen intervenir en el concurso para el cargo de magistrado,
pueden efectuarlo; pero, a la vez, este medio posibilita la realización del objetivo del
legislador: la conformación de una judicatura idónea. En suma, se concretiza el objetivo
sin afectar el derecho de acceso a la función pública.
Ello tiene lugar sólo en el caso de que la consecuencia pueda ser eventualmente
lesiva de derechos o principios constitucionales, de modo que las medidas ordenadas
estarán orientadas a evitar tales consecuencias.
109. Las personas que logren ingresar a la magistratura y que ya han llevado a
cabo el PROFA podrán ser eximidas del mismo y asumir sus funciones; en cambio, las
personas que no lo han cursado, en el supuesto que ingresen, no podrán ejercer el cargo,
sino hasta después de llevar el citado curso.
Desde luego, esta situación es temporal y se justifica sólo para mitigar las
consecuencias del cambio -la no necesidad del PROFA para postular a la
magistraturarespecto a personas que ya lo han efectuado, situación que, una vez
superada, no requerirá excepción alguna a la realización de dicho curso antes del
ejercicio de funciones de quienes han ingresado a la magistratura.
VI. FALLO
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
EXPEDIENTE Nº 0010-2005-PI-TC
LIMA
HILSO CLADIO RAMOS COSME Y MÁS DE 5000 CIUDADANOS
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
(Publicado: 16-09-2006)
En Arequipa, a los 29 días del mes de agosto de 2006, el Tribunal Constitucional
en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los señores magistrados García
Toma, Presidente; Gonzales Ojeda, Vicepresidente; Alva Orlandini, Bardelli
Lartirigoyen, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia, con el
voto singular adjunto, del magistrado Gonzales Ojeda.
I. ASUNTO
Normas
sometidas a control: Algunas disposiciones de las
Leyes Nºs. 27487, 27586,
27803 y 28299.
Normas constitucionales
cuya vulneración
se alega: Derecho al trabajo (artículo 22)
y adecuada protección contra
el despido arbitrario (artículo
27).
Ley Nº 27487
Ley Nº 27586
Artículo 2.- Creación de la Comisión Multisectorial
(...)
La aludida Comisión Multisectorial podrá, asimismo, revisar las razones que
motivaron los despidos y determinar los casos en que se adeude el pago de
remuneraciones o beneficios sociales devengados e insolutos, siempre que tales
aspectos no hubiesen sido materia de reclamación judicial.
Ley Nº 27803
Ley Nº 28299
1. Argumentos de la demanda
Con fecha 15 de marzo de 2005, Hilso Cladio Ramos Cosme y más de cinco mil
ciudadanos interponen demanda de inconstitucionalidad contra algunas disposiciones de
las Leyes Nºs. 27487, 27586, 27803 y 28299.
Manifiestan que el Decreto Ley Nº 26093, que posibilitó los ceses colectivos, era
inconstitucional. Por ello a partir de junio del año 2001 el Congreso de la República
dictó un grupo de leyes con el objeto de revisar los ceses colectivos en el sector público
producidos en la década de los noventa a fin de restituir los derechos laborales de las
personas afectadas; que, sin embargo, algunas de las disposiciones de ese grupo de leyes
vulneran el derecho al trabajo y el derecho a la adecuada protección contra el despido
arbitrario reconocidos en los artículos 22, y 27 de la Constitución. En ese sentido,
manifiestan que las disposiciones que a continuación se indican vulneran los artículos
constitucionales citados conforme a los siguientes argumentos:
a) Estiman que la expresión condicional “si los hubiera” del segundo párrafo del
artículo 3 de la Ley Nº 27487 predetermina una interpretación contrario sensu de que
hubieron trabajadores regularmente cesados al amparo del Decreto Ley Nº 26093, que,
aunque derogado por la Ley Nº 27487, era inconstitucional. Añaden que, aprovechando
tal expresión, el Ejecutivo reglamentó restrictivamente la ley, que por lo demás no
promulgó.
b) Consideran, asimismo, que la frase “revisar las razones que motivaron los
despidos” del segundo párrafo del artículo 2 de la Ley Nº 27586, Ley que regula
complementariamente la Ley Nº 27487 y que creó la Comisión Multisectorial, permite
que se pudieran dar por válidas esas razones. En ese sentido estiman que dicha frase es
contraria a la Constitución, pues las razones del despido masivo eran inconstitucionales
y no podía el Parlamento delegar en una Comisión del Ejecutivo la interpretación de
esas razones como si fueran ajustadas a la Carta Magna.
a) La expresión “si los hubiera” del segundo párrafo del artículo 3 de la Ley Nº
27487 debe entenderse en el sentido de que los despidos fueron llevados a cabo en el
marco de una norma que siempre estuvo vigente y que no fue declarada
inconstitucional. Si es que hubo despidos arbitrarios las Comisiones Especiales que se
crearon para evaluar si hubo ceses o destituciones arbitrarias tenían el deber de
identificarlos y encontrar una forma de reparación si se desconocieron sus derechos.
V. FUNDAMENTOS
1. Petitorio
1. La demanda tiene por objeto que se declare la inconstitucionalidad del
segundo párrafo del artículo 3 de la Ley Nº 27487, del segundo párrafo del artículo 2 de
la Ley Nº 27586, del primer párrafo del artículo 1 y del segundo párrafo del artículo 6
de la Ley Nº 27803, del artículo 1 de la Ley Nº 28299, que incluye un párrafo en el
artículo 5 de la Ley Nº 27803, y del artículo 2 de la Ley Nº 28299, que modifica el
numeral 2 del artículo 19 de la Ley Nº 27803.
Los demandantes alegan que las disposiciones impugnadas vulneran los artículos
22 y 27 de la Constitución. Por tanto, en el presente caso, cada una de las disposiciones
será evaluada con relación al conjunto de los artículos constitucionales mencionados.
4. Por su parte, el apoderado del Congreso afirma que la expresión “si los
hubiera” del segundo párrafo del artículo 3 de la Ley Nº 27487 debe entenderse en el
sentido de que los despidos fueron llevados a cabo en el marco de una norma que
siempre estuvo vigente y que no fue declarada inconstitucional. Si es que hubo despidos
arbitrarios, las comisiones especiales que se crearon para evaluar si hubo ceses o
destituciones arbitrarias tenían el deber de identificarlos y encontrar una forma de
reparación si se desconocieron sus derechos.
Al respecto este Colegiado ha establecido que este derecho tiene dos aspectos:
(...) El de acceder a un puesto de trabajo, por una parte y, por otra, el derecho a
no ser despedido sino por causa justa... en el primer caso, el derecho al trabajo supone la
adopción por parte del Estado de una política orientada a que la población acceda a un
puesto de trabajo; si bien hay que precisar que la satisfacción de este aspecto de este
derecho constitucional implica un desarrollo progresivo y según las posibilidades del
Estado. El segundo (...) se trata del derecho al trabajo entendido como proscripción de
ser despedido salvo por causa justa.1
6. Por su parte, el artículo 27 de la Constitución dispone que:
11. Este Colegiado estima que la expresión “si los hubiera” en el texto del
artículo impugnado no viola el derecho al trabajo o el derecho a la adecuada protección
contra el despido arbitrario porque, fundamentalmente, se trata de un artículo que tiene
una función reparadora y no incide o afecta el contenido de tales derechos. En efecto,
una de las formas adecuadas de reparar ha sido mediante un mecanismo de revisión de
ceses por etapas, y por casos individualizados, en la vía administrativa.
12. Por virtud del artículo cuestionado se inició la revisión de casos de despidos
en el ámbito del sector público. La expresión “si los hubiere” permite detectar los casos
en que realmente hubo excesos o abusos. La evaluación caso por caso es común en el
análisis de los despidos, más aún si se trata de despidos producidos en un tiempo tan
prolongado -una década-, además de la cantidad y complejidad de ellos. Así lo
demuestra la evaluación efectuada, posteriormente, por la Comisión Ejecutiva, creada
por la Ley Nº 27803, a lo largo de un amplio período, ya que de la revisión de 102,300
solicitudes de supuestos ceses irregulares, solo calificaron como tales 28,123
solictudes4.
13. Considerar que todo despido efectuado durante el período 1991 a 2000 fue
violatorio del derecho al trabajo, como lo sugieren los demandantes, hubiese
comportado que el Congreso de la República dicte una ley donde se diga que todos los
despidos producidos durante la década precedente al 2001 fueron violatorios del
mencionado derecho y, en consecuencia, se hubiera tenido que compensar a todos los
despedidos sin evaluar caso por caso, como corresponde a esta materia.
14. Por ejemplo, de procederse como pretenden los demandantes, a mediados del
año 2001 el Congreso de la República habría tenido que reincorporar o compensar,
como mínimo, a 102,300 ex trabajadores del Estado5, que corresponden a la cantidad de
solicitudes presentadas dentro del plazo contemplado en el artículo 6 de la Ley Nº
278036, sin considerar que podrían haber casos donde el despido fue justificado. La
mencionda cifra correspondería al 14% de los casi 700,000 mil empleados activos que
dependían del Estado en mayo de 20057.
15. Por tanto, el Tribunal Constitucional considera que la expresión “si los
hubiera” no viola los artículos 22 y 27 de la Constitución.
17. Los demandantes consideran que la frase “revisar las razones que motivaron
los despidos”, permite que se pudieran dar por válidas esas razones. Estiman, por ello,
que dicha frase es contraria a la Constitución, pues las razones del despido masivo eran
inconstitucionales y no podía el Parlamento delegar en una comisión del Ejecutivo la
interpretación de esas razones como si fueran ajustadas a la Carta Magna. Añaden que
todos los despidos eran inconstitucionales y cuestionan las conclusiones de la Comisión
Multisectorial.
23. Para llegar a su informe final la Comisión Multisectorial tenía como tarea
principal uniformizar criterios y sistematizar los informes de las Comisiones Especiales
que provenían de una diversidad de entidades públicas. Es por ello que el segundo
párrafo del artículo 2 de la Ley Nº 27586, al disponer que la Comisión Multisectorial
podía revisar las razones que motivaron los despidos, posibilitaba que, bajo criterios
comunes y uniformes, se definan los parámetros para evaluar qué casos debían ser
considerados como ceses irregulares. No se debe perder de vista que, al tratarse de un
proceso dirigido por el Congreso de la República, para compensar a quienes fueron
cesados irregularmente, era razonable que se otorgara a la Comisión Multisectorial la
facultad de revisar las razones que motivaron los despidos. Por tanto, este Colegiado
tampoco encuentra razones que justifiquen el alegato de una violación al derecho al
trabajo.
25. Los demandantes sostienen que dicho párrafo da fuerza de ley a las
conclusiones de la Comisión Multisectorial, creada por la Ley Nº 27586. Por su parte, el
apoderado del Congreso de la República manifiesta que la supuesta inconstitucionalidad
del artículo 1 de la Ley Nº 27803, que daría fuerza de ley a las conclusiones de la
Comisión Multisectorial creada por la Ley Nº 27586, se funda en apreciaciones
subjetivas de los demandantes y no en las conclusiones de la Comisión Multisectorial.
31. Los demandantes consideran que el segundo párrafo del artículo 6 de la Ley
Nº 27803, que establece el plazo de cinco días, desde su promulgación, para la
presentación de solicitudes y pruebas de quienes consideren que su cese fue irregular,
también vulnera el derecho a la protección adecuada contra el despido arbitrario. Por su
parte, el apoderado del Congreso de la República sostiene que mediante la norma
cuestionada no se ha declarado la caducidad del derecho, y que las comisiones fueron
creadas por un plazo determinado y, una vez cumplido, dejaron de tener competencia
administrativa para producir consecuencias jurídicas.
33. De otro lado, debe tenerse presente que la Comisión Ejecutiva desarrolló la
labor de revisión de las 102,300 solicitudes desde octubre de 2002 hasta setiembre de
2004; durante este período se publicaron tres listados de ex trabajadores que debían ser
inscritos en el Registro, a fin de que tales personas pudieran obtener los beneficios
extraordinarios. Los listados en mención fueron aprobados por las siguientes
Resoluciones:
36. Los denominados ceses colectivos, así calificados por la legislación dictada a
partir del año 2001 para reparar los ceses irregulares, se produjeron a lo largo de un
período prolongado. El Congreso de la República, basado en los principios de soberanía
política (artículo 45 de la Constitución) y de representación (artículo 43 de la
Constitución), decidió iniciar un proceso, a través de la legislación correspondiente
(Leyes Nºs. 27452, 27487, 27586, 27803 y 28299), para reparar aquellos ceses que,
luego de una evaluación individual, fueran considerados como irregulares.
Por resolución suprema se fijará el plazo para que la Comisión Ejecutiva remita
la relación de ex trabajadores correspondiente al Registro Nacional, cuyo plazo máximo
vencerá indefectiblemente el 26 de julio de 2004.
41. Los demandantes alegan que la modificación que fija un plazo para el cierre
del Registro de Trabajadores Irregularmente Despedidos sin que se hubiera solucionado
el problema social, incumpliéndose con evaluar verdaderamente los expedientes de la
mayoría de los trabajadores, también vulnera la Constitución. Por su parte, el apoderado
del Congreso de la República estima que la Comisión Ejecutiva tenían un plazo
provisional y temporal, cumplido el cual ya no había posibilidad de presentar solicitud.
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
GARCÍA TOMA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
1. La década de los años 90, desde que se produjo el golpe de Estado del 5 de
abril de 1992, estuvo caracterizada, entre otros deplorables factores, por hacer del
trabajador público objeto de una política estatal inconstitucional, orientada a
reestructurar la composición de la Administración Pública, a costa de relativizar, en
algunos casos, y negar abiertamente, en otros, el principio-derecho de dignidad humana
que, de conformidad con el artículo 1 de la Constitución, preside e informa todo el
compendio institucional y social de valores en que se sustenta el Estado social y
democrático de derecho (artículo 43 de la Constitución).
Los varios miles de decenas de despedidos sin causa justa de los que da cuenta el
Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, me relevan de un mayor análisis para
sustentar la verdad de cuanto afirmo.
No tengo duda de la buena intención que subyace en todas y cada una de dichas
previsiones. El objetivo que las anima no podría ser en modo alguno confundido con la
envilecida finalidad de la anterior legislación, a la que, antes bien, pretende hacer frente.
3. Las razones por las que considero que la legislación impugnada no resulta
proporcional al daño ocasionado a los derechos laborales de los trabajadores públicos,
son las siguientes:
Sólo los casos de los trabajadores que, de conformidad con este irregular
procedimiento, fueron incluidos en el “Registro Nacional de Trabajadores Cesados
Irregularmente” instituido por el artículo 4 de la Ley Nº 27803, fueron analizados por la
Comisión Ejecutiva creada por el artículo 5 de la referida Ley.
Resulta evidente que, sin perjuicio de reconocer que las remuneraciones dejadas
de percibir como consecuencia de un inconstitucional despido, no pueden ser
computadas en el proceso del amparo, sino que son materia de un proceso laboral, ello
en modo alguno autoriza a considerar que el trabajador se encuentra privado de tal
derecho, pues ello contraviene el artículo 24 de la Constitución.
S.
GONZALES OJEDA
EXPEDIENTE Nº 0033-2005-PI-TC
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
PLENO JURISDICCIONAL
EXP. Nº 0033-2005-PI/TC
SENTENCIA DEL PLENO JURISDICCIONAL DEL TRIBUNAL
CONSTITUCIONAL
(Publicado: 23-09-2006)
Asunto:
Demanda de inconstitucionalidad interpuesta por don Víctor Raúl Espinoza
Soto, en representación del Gobierno Regional de Pasco, contra la Ley 26458 (Ley de
creación de la Provincia de Lauricocha en el departamento de Huánuco).
Magistrados presentes:
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
SUMARIO
I. Asunto
IV. Antecedentes
1. Demanda de inconstitucionalidad
2. Contestación de la demanda
VI. Fundamentos
§1.Petitorio
IV. Fallo
EXP. Nº 0033-2005-PI/TC
LIMA
GOBIERNO REGIONAL DE PASCO
I. ASUNTO
a. El bloque de constitucionalidad.
Petitorio
“Artículo 3.- Los límites de la provincia Lauricocha han sido trazados sobre la
base de la Carta Nacional Fotogramétrica escala 1/100,000 hojas La Unión 20- j,
Yanahuanca 21-j y Ambo 21-k publicadas y elaboradas por el Instituto Geográfico
Nacional y el Mapa Distrital de Chavinillo de la provincia Dos de Mayo, elaborado por
el Instituto Nacional de Estadística e Informática y son los siguientes:
1. Demanda de inconstitucionalidad
Manifiestan que, sin embargo, la ley que creó la Provincia de Lauricocha incluye
territorios y centros poblados que corresponden al departamento de Pasco, y que, si bien
se sustenta en la voluntad de los centros poblados que pertenecen al departamento de
Huánuco, no ocurre lo mismo en el caso de Pasco. Enfatizan que el artículo 3 de la Ley
26458, al fijar los límites sureste y suroeste de la Provincia de Lauricocha, toma como
puntos de referencia puntos geográficos que ocasionan la disminución del territorio del
departamento de Junín, en el sector de la Provincia de Daniel A. Carrión, Distrito de
Páucar, cuyos habitantes no han sido consultados sobre el particular, incumpliéndose lo
dispuesto en el artículo 43.2.2.4. del Decreto Supremo 044-90-PCM.
Además, subrayan que la norma impugnada fue emitida sin que se verifique el
procedimiento de consulta, en lo que respecta a las comunidades campesinas de Páucar
y San Juan de Yacán, y que la norma es inconstitucional porque viola el derecho a la
participación ciudadana y a la igualdad, conforme al artículo 3 de la Constitución,
situación que resulta lesiva a la dignidad de la persona humana y al principio de Estado
democrático.
También expone que es falso que los pueblos del distrito de Páucar, San Pedro
de Pillao y Yanahuanca, pertenezcan a la Provincia de Lauricocha, pues siguen
formando parte de la Provincia de Pasco y no han sido incorporados al Departamento de
Huánuco por la Ley 26485, por lo que no se entiende el rechazo de la Provincia de
Lauricocha, sobre todo si no han dejado de pertenecer al Departamento de Pasco. De
otro lado, sostiene que el expediente técnico para la creación de la Provincia de
Lauricocha contaba con todas las exigencias técnicas, por lo que es un contrasentido
pretender alcanzar la inconstitucionalidad de una norma legal amparándose en supuestos
de hecho, cuando el proceso adecuado para ello es uno de puro derecho.
FUNDAMENTOS
§1. Petitorio
Artículo 190.- Las regiones se crean sobre la base de áreas contiguas integradas
histórica, cultural, administrativa y económicamente, conformando unidades
geoeconómicas sostenibles.
Esto es que, según se infiere del precepto citado, las regiones se “constituyen” o
son “creadas” dentro del proceso de regionalización, el cual -conforme a la norma
original-, lo será a iniciativa y por mandato de las poblaciones, mientras que el artículo
actualmente en vigencia, precisa que dicho proceso se iniciará cuando se elijan los
gobiernos regionales sobre la base de los “actuales departamentos”.
5. Por ello, debe precisarse que, al momento de promulgarse la Ley 26458, esto
es, el 2 de junio de 1995, no existían en nuestra organización política territorial un
proceso de regionalización en desarrollo, de modo que el argumento sustentado en la
necesidad de un referéndum para la aprobación de la creación de la Provincia de
Lauricocha, debe ser rechazado.
Dentro de dicho esquema, detalla las fuentes normativas con rango de ley
(fundamento 16), entre las cuales considera a la ley de reforma constitucional, a la ley
ordinaria, a la Ley de Presupuesto de la República, a la Ley de la Cuenta General de la
República y a la ley orgánica; del mismo modo, a las resoluciones legislativas que
representan la excepción a la característica de generalidad de la ley (fundamento 17),
para lo cual, conforme a lo expuesto en el artículo 102.1 de la Constitución se recurre a
los artículos 72,75 y 76 del Reglamento del Congreso.
Por esta razón tales normas forman parte del denominado bloque de
constitucionalidad, aunque no por ello gozan del mismo rango que la lex legum, pues,
en tales supuestos, las normas delegadas actuarán como normas interpuestas; de ello se
concluye que su disconformidad con otras normas de su mismo rango que sean
impugnadas a través de un proceso de inconstitucionalidad, acarreará su invalidez.
12. Por consiguiente, habiendo quedado demostrado en autos que la Ley 26458
no contradice a la Constitución Política del Estado, por la forma o por el fondo, de
manera directa o indirecta, y que no afecta el bloque de constitucionalidad, la demanda
debe ser desestimada.
V. FALLO
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
Síntesis
Magistrados presentes:
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
SUMARIO
I. Asunto
IV. Antecedentes
VI. Fundamentos
§9. La función constitucional de la tutela cautelar y los deberes que ello impone
§10. La tutela cautelar como contenido implícito del derecho al debido proceso
§14. La igualdad “ante la ley” y sus dos manifestaciones: igualdad “en la ley” e
igualdad “en la aplicación de la ley”
VII. Fallo
EXP. Nº 00023-2005-PI/TC
LIMA
I. ASUNTO
Tercer y cuarto párrafo del artículo 15 del Código Procesal Constitucional que
establece lo siguiente:
Cuando la solicitud de medida cautelar tenga por objeto dejar sin efecto actos
administrativos dictados en el ámbito de aplicación de la legislación municipal o
regional, serán conocidas en primera instancia por la Sala competente de la Corte
Superior de Justicia del Distrito Judicial correspondiente.
IV. ANTECEDENTES
1. Demanda
2. Contestación de la demanda
- Con respecto al hecho de que la apelación sea concedida con efecto suspensivo,
si en los procesos principales se debe respetar la regla del efecto suspensivo de la
sentencia apelada, no se incurre en inconstitucionalidad cuando se ha previsto el efecto
suspensivo del auto apelado que concede una medida cautelar. Más aún, en un contexto
como el peruano en el que el litigante “no se caracteriza precisamente por una actuación
de buena fe”. Es por ello que la suspensión del auto que concede la medida cautelar
tiene como propósito salvaguardar la ponderación, ya que se correría el riesgo de
utilizar las medidas cautelares en contra de los gobiernos locales y regionales como
medios de presión frente a autoridades que sólo han actuado de modo regular y correcto,
evitándose la interposición de medidas sin correlato con la realidad jurídico-material o,
en el peor de los casos, en la concesión por parte de la autoridad judicial de medidas
inadecuadas e irreversibles.
- La norma parte de un hecho práctico de que, tanto los gobiernos locales como
los regionales son los más afectados en sus atribuciones y competencias
constitucionales por el abuso del amparo y las medidas cautelares, que en los últimos
tiempos -o desde que estaba en vigor la Ley Nº 23506- sólo han servido para enervar el
principio de autoridad. Así, la finalidad de la norma cuestionada, se encuentra
constituida por el respeto del principio de autoridad, el que se traduce en el acatamiento
de las normas que emiten los gobiernos locales y regionales (artículo 38 de la
Constitución). En suma, las medidas cautelares del Código Procesal Constitucional, en
el caso de los actos administrativos de los gobiernos locales y regionales, no vulnera el
principio de igualdad al resistir con suficiencia el test de razonabilidad.
3.3. ¿La tutela cautelar se encuentra incorporada como contenido implícito del
derecho al debido proceso?
VI. FUNDAMENTOS
Así, los derechos fundamentales y los procesos que los tutelan se constituyen en
el presupuesto indispensable para un adecuado funcionamiento del sistema democrático
y en el instrumento concretizador de los valores, principios y derechos constitucionales.
23. De este modo, el artículo 15 del CPConst., que contiene cinco párrafos,
estableció en los dos primeros que “Se pueden conceder medidas cautelares y de
suspensión del acto violatorio en los procesos de amparo, hábeas data y cumplimiento.
Para su expedición se exigirá apariencia del derecho, peligro en la demora y que el
pedido cautelar sea adecuado para garantizar la eficacia de la pretensión. Se dictan sin
conocimiento de la contraparte y la apelación sólo es concedida sin efecto suspensivo.
Su procedencia, trámite y ejecución dependen del contenido de la pretensión
constitucional intentada y del aseguramiento de la decisión final”, y “El juez al conceder
la medida atenderá al límite de irreversibilidad de la misma”.
24. Tal como se aprecia, los aludidos párrafos establecen, entre otras previsiones,
las características esenciales de toda medida cautelar, como son el fumus boni iuris
(apariencia del derecho), el periculum in mora (peligro en la demora), así como la
adecuación (uso de medida adecuada a los fines perseguidos). Asimismo, se exige que
a) una vez presentada la solicitud de medida cautelar, ésta será resuelta sin
conocimiento de la parte demandada; b) de apelarse la decisión adoptada en primera
instancia, ésta sólo será concedida sin que se suspendan sus efectos, y c) en el momento
de concederse la medida cautelar, el juzgador deberá tener en consideración que ésta es
irreversible.
25. Sin embargo, en los párrafos tercero y cuarto del referido artículo 15 se
establece que “Cuando la solicitud de medida cautelar tenga por objeto dejar sin efecto
actos administrativos dictados en el ámbito de aplicación de la legislación municipal o
regional, serán conocidas en primera instancia por la Sala competente de la Corte
Superior de Justicia del Distrito Judicial correspondiente”, y que “De la solicitud se
corre traslado por el término de tres días, acompañando copia certificada de la demanda
y sus recaudos, así como de la resolución que la da por admitida, tramitando el incidente
en cuerda separada, con intervención del Ministerio Público. (...) La resolución que
dicta la Corte será recurrible con efecto suspensivo ante la Corte Suprema de Justicia de
la República, la que resolverá en el plazo de diez días de elevados los autos, bajo
responsabilidad”.
26. Este procedimiento cautelar especial creado por el Legislador para el caso de
los gobiernos locales y regionales se diferencia del procedimiento cautelar “general” por
las siguientes características:
a) Una vez presentada la solicitud de medida cautelar, ésta será resuelta con
conocimiento de la parte demandada.
Pues, tal como ha sido establecido supra, el proceso de amparo debe ser leído
como una garantía iuspublicista que debe satisfacer las legítimas pretensiones subjetivas
pero en consonancia con otros bienes que integran el orden público constitucional.
Siendo que la efectividad querida por la Constitución es aquella que es capaz de realizar
y optimizar de mejor manera la dimensión subjetiva y objetiva que confluyen en el
proceso de amparo; y en el caso específico del procedimiento cautelar especial
cuestionado, supone puedan armonizarse la actuación gubernamental legítima de los
gobiernos locales y regionales con la tutela de urgencia del proceso de amparo.
31. En consecuencia, la efectividad que se busca garantizar, si en el
procedimiento cautelar en el ámbito jurisdiccional civil está orientada a la anticipación
provisional de la pretensión interpuesta por el actor; la situación no es la misma en el
proceso de amparo, donde la medida cautelar no pasa de ser una medida provisional de
conservación de un derecho fundamental22. En este sentido se debe sostener que la
medida cautelar no puede anticipar lo que es el contenido de la pretensión de amparo,
sino la verosimilitud de la afectación de un derecho; de lo contrario la medida cautelar
excedería la finalidad perseguida por el artículo 15 del CPConst.
32. Seguidamente, se debe verificar si los párrafos del artículo 15 del Código
Procesal Constitucional, que establecen un procedimiento cautelar especial, vulneran el
derecho al libre acceso a la jurisdicción.
36. Por ello, es que mediante este pronunciamiento afirmamos la plena validez
constitucional de la medida legislativa cuestionada. Esto no atenta contra el derecho al
libre acceso a la jurisdicción ni contra la tutela jurisdiccional efectiva, sino que
desarrolla el principio-derecho, en virtud del cual la defensa de la persona humana y el
respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado.
37. Respecto del argumento del apoderado del Congreso en el que se hace
referencia a cierto nivel de independencia que posee el procedimiento cautelar respecto
del proceso principal, es necesario precisar que de ningún modo puede interpretarse tal
independencia como una de carácter teleológico, sino únicamente de carácter funcional.
Es decir, tanto el procedimiento cautelar como el proceso principal son dependientes
uno del otro básicamente porque el primero configura provisionalmente el principal, que
en suma persiguen los mismos fines, establecidos en el artículo II del Título Preliminar
del CPConst., cuales son garantizar la primacía de la Constitución y la tutela de los
derechos fundamentales. Así, el proceso tiene por finalidad solucionar un conflicto
jurídico o despejar una incertidumbre de naturaleza también jurídica, para lo cual el
procedimiento cautelar garantiza la efectividad sustantiva y adjetiva del precitado
proceso.
Mutatis mutandi se podría señalar que en los procesos constitucionales los fines
esenciales de los mismos, en tanto fines sustantivos y adjetivos, también son atribuibles
al procedimiento cautelar, para que éste no termine por desnaturalizarlos; sino, por el
contrario, haga eficaz la justicia constitucional.
40. Finalmente, el Tribunal Constitucional estima que por idénticas razones a las
expresadas en los parágrafos precedentes son constitucionales los extremos del artículo
15 del Código Procesal Constitucional, referidos a la intervención del Ministerio
Público, a la posibilidad de solicitar informe oral, a la concesión del recurso de
apelación con efecto suspensivo y el otorgamiento de audiencia a la parte demandada,
en el caso del pedido de medida cautelar contra actos administrativos de gobiernos
locales y regionales, por no suponer una restricción ilegítima del derecho al libre acceso
a la jurisdicción.
42. Mediante ambos derechos se persigue garantizar que cuando una persona
pretenda la defensa de sus derechos, la solución de un conflicto jurídico o la aclaración
de una incertidumbre jurídica sea atendida por un órgano jurisdiccional mediante un
proceso dotado de un conjunto de garantías mínimas. Asimismo, estos derechos poseen
un contenido complejo (pues se encuentran conformados por un conglomerado de
mecanismos que no son fácilmente identificables) que no se limita a los derechos
fundamentales reconocidos en el artículo 139, el segundo párrafo del artículo 103 u
otras disposiciones de la Constitución, sino también a aquellos derechos que resulten
esenciales para que el proceso pueda cumplir con su finalidad y que se deriven del
principio-derecho de dignidad de la persona humana (artículo 3 de la Constitución).
En cuanto a los bienes objetivos, tenemos los deberes de todos los peruanos
(artículo 38), los deberes primordiales del Estado (artículo 44), el principio político de
soberanía popular (artículo 45), el principio jurídico de supremacía constitucional
(artículo 51), los principios constitucionales del proceso de descentralización (artículo
188), por señalar los principales.
46. De otro lado, es necesario precisar que la delimitación del contenido de los
referidos derechos no puede prescindir de las circunstancias de hecho que rodean cada
caso concreto. En efecto, si bien es cierto que el análisis armónico y sistemático de las
disposiciones constitucionales, así como la revisión de la jurisprudencia nos van a
proporcionar un concepto del derecho fundamental del que se trate, este análisis se
encontrará incompleto si es que se prescinde de los hechos que caracterizan cada caso y
lo distinguen de otros, pues el contenido de todo derecho fundamental no es posible
determinarlo en forma general o abstracta -de modo que pueda tener validez para todos
los casos, al igual que sucede con las fórmulas matemáticas-, sino que deberá fijarse a la
luz de cada caso, teniendo en cuenta las particulares circunstancias que rodean el
mismo.
47. Dentro de las características principales del derecho al debido proceso cabe
destacar las siguientes:
De allí que convenga ahora analizar con mayor detalle el acceso a la tutela
cautelar en los procesos constitucionales, toda vez que podría constituirse en uno de los
componentes del aludido derecho, alegado como vulnerado por el demandante.
§9. La función constitucional de la tutela cautelar y los deberes que ella impone
§10. La tutela cautelar como contenido implícito del derecho al debido proceso
53. Son dos, entre otros, los órganos que desempeñan una labor de primer orden
en cuanto al adecuado funcionamiento de tutela cautelar como mecanismo que busca
garantizar el derecho al debido proceso.
57. Finalmente, es preciso reconocer que si bien la regla general es que todo
proceso jurisdiccional deba contar con mecanismos que aseguren una tutela cautelar,
caben determinadas excepciones como sucede, por ejemplo, en el caso de la ausencia de
tutela cautelar en el proceso de inconstitucionalidad. En este caso, se presentan
diferentes razones que justifican tal ausencia.
En segundo lugar, la existencia de razones de orden práctico, según las cuales “la
eficacia erga omnes que la suspensión tendría como lógica consecuencia del control
concentrado de inconstitucionalidad comprometería en gran medida la certeza de las
relaciones jurídicas, al afectar con carácter general tanto a los procesos en curso como a
las relaciones jurídicas pendientes”30.
59. Desde la Teoría general del proceso se establece que los presupuestos para la
concesión de una medida cautelar están determinados para garantizar la efectiva tutela
de una pretensión principal que tiene apariencia de encontrarse protegida por el Derecho
(fumus boni iuris), mediante una medida idónea (adecuación), para evitar el peligro que
puede significar la demora en la tramitación o vaciar de contenido final el respectivo
proceso (periculum in mora).
60. Sin embargo, el desarrollo civilista realizado de la tutela cautelar debe ser
leído desde la Constitución, de lo contrario estaríamos ante una medida cautelar vacía
de contenido constitucional sustantivo, propia de un modelo de Estado de Derecho
formalista y ritualista, donde el legislador regulaba los procesos de forma abstracta,
avalorativa y neutral frente a la Constitución. Sin embargo, en el Estado Democrático y
Social de Derecho, la Constitución, y no la ley, es la fuente del derecho; pero no
cualquier noción de Constitución -normativa, avalorativa y formal-, sino una
Constitución que adquiere fuerza normativa en el cumplimiento de los fines y deberes
del Estado en sus distintos niveles de gobierno, sobre la base del respeto de la persona
humana.
En consecuencia, la medida cautelar es un instituto procesal, pero al igual que
existen procedimientos especiales, también resulta legítimo que se diferencie por la
naturaleza de los bienes a cautelar.
61. De allí que podamos establecer que, en cuanto a los presupuestos que debe
contener toda medida cautelar dictada en un proceso constitucional, destacan, prima
facie:
Y en este punto cabe destacar los límites al perjuicio del demandante de amparo,
reconocidos por la doctrina y la jurisprudencia comparada:
Asimismo, adujo que, si la medida cautelar solo busca la eficacia, entonces, una
vez concedida, aun cuando su trámite pueda ser más agravado, no tiene por qué ser
inconstitucional. Y si el amparo termina primero, mejor aún, ya que será más eficaz que
el proceso cautelar; y la sentencia, si le es favorable al demandante, se tendrá que
ejecutar en su propios términos.
68. Así, la efectividad que pueda tener la tutela cautelar se materializa a través de
un procedimiento que se utiliza para modular -no para eliminar- la protección razonada
de bienes constitucionales incluso superiores a la tutela procesal. De este modo, el
referido procedimiento cautelar especial supone un límite razonable a la tutela cautelar.
Y es que el Tribunal Constitucional, atendiendo a su función pacificadora, que está
orientada a crear certidumbre, estabilidad y seguridad respecto de los hechos que,
directa o indirectamente, sean sometidos a su conocimiento o que puedan tener lugar
como consecuencia de la expedición de sus sentencias, pretende, mediante el presente
pronunciamiento, resolver las situaciones de tensión - no de colisión- entre la protección
del interés general, que representan los gobiernos locales y regionales, y los intereses
privados, para alcanzar su más óptima realización en el marco de los principios de la
Constitución.
De allí que no existe argumento válido que demuestre cómo el procedimiento
cautelar especial creado por el legislador para el caso de los actos administrativos de los
gobiernos municipales y regionales podría vulnerar, per se, una efectiva tutela cautelar
acorde con los principios constitucionales de la descentralización. Con la regulación
cuestionada, la tutela cautelar sólo podría hacerse efectiva si no afecta la garantía de la
seguridad jurídica, ni desconoce el dato de la realidad derivado de la experiencia
judicial negativa de utilización masiva y no ética de las medidas cautelares, que
lograron dejar sin efectos actos administrativos legítimos dictados por gobiernos
municipales en ejercicio de sus funciones de fiscalización, control y sanción -v.gr.
funcionamiento de discotecas y bares clandestinos para menores de edad-.
69. Examinemos con más detalle los extremos cuestionados. La intervención del
Ministerio Público en el procedimiento cautelar tiene justificación, sobre todo si se toma
en consideración que el Ministerio Público es el defensor de la legalidad. Si bien,
respecto de la pretensión principal del proceso constitucional, el propio legislador no ha
considerado indispensable la participación del Ministerio Público en procesos de
defensa principalmente de intereses particulares, en cambio sí lo ha previsto para los
gobiernos municipales y regionales.
Por ello, las características del procedimiento cautelar general, previstas en los
procesos sobre controversias privadas, no pueden trasladarse, sin más, cuando se está
ante el cuestionamiento del interés público. En el caso de los actos administrativos de
los gobiernos locales y regionales, las disposiciones cuestionadas tienen por finalidad,
conforme se desprende del respectivo debate de aprobación del Código Procesal
Constitucional realizado en el pleno del Congreso de la República, evitar que se
interpongan medidas cautelares que dificulten la actuación de los gobiernos locales y
regionales. Se concluye que no existe fundamento válido que justifique cómo tales
disposiciones cuestionadas puedan resultar violatorias de los fines de la tutela cautelar,
siendo evidente, por el contrario, que su establecimiento representa la existencia de
mecanismos que garantizan una tutela cautelar razonable, en cuanto buscan persuadir a
los justiciables de la presentación excepcional de los respectivos pedidos de medida
cautelar, en el caso del cuestionamiento a los actos administrativos de los gobiernos
locales y regionales.
Como tal, hoy en día la igualdad expresa una concepción propia del Estado
Democrático y Social de Derecho. En efecto, en su dimensión liberal, la idea de
igualdad conlleva la prohibición de arbitrio, tanto en el momento de creación de la
norma que introduce la diferencia como en el de su aplicación. La igualdad, desde la
perspectiva del principio democrático, excluye que ciertas minorías o grupos sociales en
desventaja puedan quedarse ´aislados y sin voz`. Desde el punto de vista social, la idea
de igualdad legitima un derecho desigual a fin de garantizar a individuos y grupos
desventajados una igualdad de oportunidades”36.
De allí que este Tribunal postule una igualdad ante los principios, que integra
una moralidad social de tipo democrático y una igualdad social en libertad, lo que
constituye la forma superadora de la visión de la igualdad formal ante la ley propia del
Estado liberal. Por ello, los fines esenciales del Estado Democrático y Social de
Derecho son conformes a la realización de la igualdad material en la protección de los
menos favorecidos.
§14. La igualdad “ante la ley” y sus dos manifestaciones: igualdad “en la ley” e
igualdad “en la aplicación de la ley”
Por tanto, efectuado el respectivo examen, este Colegiado estima que las
medidas legislativas cuestionadas superan este primer nivel toda vez que otorgan un
tratamiento diferenciado a dos situaciones de hecho que, a su vez, resultan diferentes. El
procedimiento cautelar general es aplicable a aquellos justiciables que pretendan una
medida cautelar en casos que no se dirijan contra actos administrativos de gobiernos
locales y regionales; y el procedimiento cautelar especial es aplicable a aquellos
justiciables que pretendan una medida cautelar en el caso de actos administrativos de
gobiernos locales regionales.
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
Artículo 1.- Apruébase los proyectos de Ley Orgánica del Poder Judicial y de
Ley de Notariado, formulados por el comité de reforma procesal y sometidos para
sanción a la legislatura de 1909 por el Poder Ejecutivo.
b) Suprímese también el artículo 611, que trata de la acción ejecutiva para cobrar
arrendamientos con el alza hecha por el locador.
Por virtud de sólo una norma -La Ley Nº 1510- se activó (1) la Ley Orgánica del
Poder Judicial, que reemplazó al Reglamento de Tribunales, promulgado por el
Presidente Echenique, por Ley de 23 de noviembre de 1953; (2) la Ley de Notariado, y
(3) el Código de Enjuiciamientos en materia civil.
A solicitud de parte y en cualquier etapa del proceso, por cuenta, costo y riesgo
del solicitante, podrá disponerse la suspensión del acto que dio origen al reclamo.
A solicitud de parte, en cualquier etapa del proceso y siempre que sea inminente
la amenaza de agravio o violación de un derecho constitucional, por cuenta, costo y
riesgo del solicitante, podrá disponerse la suspensión del acto que dio origen al reclamo.
De la solicitud se corre traslado por el término de un día, tramitando el pedido como
incidente en cuerda separada, con intervención del Ministerio Público. Con la
contestación expresa o ficta, el Juez o la Corte Superior resolverá, dentro del plazo de
dos días, bajo responsabilidad. La resolución que dicta el Juez, o, en su caso la Corte,
será recurrible en doble efecto ante la instancia superior, la que resolverá en el plazo de
tres días de elevados los autos, bajo responsabilidad.
Sustituirá, por lo tanto, a las leyes de hábeas corpus, amparo, hábeas data y de
acción popular; así como a todas las otras normas legales que las modifican o amplían
sus alcances. Deroga, también, 43 artículos y dos disposiciones finales de la Ley
Orgánica del Tribunal Constitucional y 162 artículos de 11 leyes. Queda pendiente el
debate y aprobación de la nueva ley orgánica, cuyo proyecto fue enviado hace algunos
meses al Congreso de la República por el Pleno del Tribunal.
Debemos felicitarnos todos los peruanos por la promulgación del CPC. Sin duda,
se ha dado un paso trascendental para preservar el Estado social y democrático de
derecho.
Los Jueces no pueden dejar de aplicar una norma cuya constitucionalidad haya
sido confirmada en un proceso de inconstitucionalidad o en un proceso de acción
popular.
¿Pueden estar excluidos cinco preclaros peruanos de los deberes para con la
patria a que alude el artículo 38 de la Constitución que dispone que
Todos los peruanos tienen el deber de honrar al Perú y de proteger los intereses
nacionales, así como de respetar, cumplir y defender la Constitución y el ordenamiento
jurídico de la Nación.
cuando esos peruanos vacan sin sentencia a un ciudadano elegido por el pueblo?
Hecho el cómputo de ambos períodos no alcanza a los seis años. Por lo tanto, el
TC puede pronunciarse, como efectivamente lo hace, sobre el fondo de la demanda.
Mientras tanto es atribución del TC poner atajo al abuso que perpetran algunos
Jueces que, con tales arbitrarias medidas cautelares, prorrogan los efectos de sus
decisiones más allá de las provincias y de los Distritos Judiciales en los cuales ejercen
jurisdicción. Se llega, con esa conducta funcional irregular y punible, al absurdo de
avasallar la autoridad municipal, emanada de la voluntad popular; pues mientras que un
Alcalde sólo puede conceder o negar licencias en el ámbito de su provincia o distrito,
las medidas cautelares se aplican indebidamente en cualquier lugar de la República
S.
ALVA ORLANDINI
EXPEDIENTE Nº 003-2005-PI-TC
(*) RECTIFICADO
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
PLENO JURISDICCIONAL
003-2005-PI/TC
SENTENCIA
DEL PLENO JURISDICCIONAL DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
De 9 de agosto de 2006
PROCESO DE INCONSTITUCIONALIDAD
(Publicado: 18-12-2006)
SÍNTESIS
Magistrados firmantes:
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
ÍNDICE
I. ASUNTO
IV. ANTECEDENTES
5.5. Sobre la validez de las pruebas usadas en un proceso actuado frente a juez
incompetente en el caso concreto
5.6.2 ¿El proceso predeterminado por ley está regido por el principio tempus
regis actum?
5.6.3 ¿En que consiste la prohibición del avocamiento indebido con relación al
principio de independencia judicial?
5.7.3. ¿Cuáles son los límites del derecho a no ser condenado en ausencia?
5.8. La competencia de los jueces razone materiae distinta de los jueces ad hoc o
de excepción
VI. FUNDAMENTOS
- Justificación de la intervención
- Cuestiones preliminares
- Arrepentido y derecho a no autoincriminarse
- Determinación de la intervención en el derecho a no autoincriminarse
- Beneficio por colaboración eficaz y presunción de inocencia
VII. FALLO
EXP. Nº 003-2005-PI/TC
LIMA
MÁS DE CINCO MIL CIUDADANOS
I. ASUNTO
“CAPÍTULO V
Revisión de la Pena de Cadena Perpetua
Artículo 59-A.- Procedimiento.
5. Contra la decisión del órgano jurisdiccional procede, dentro de los tres días,
recurso impugnatorio ante el superior. El expediente se elevará de inmediato y se
correrá vista fiscal dentro de 24 horas de recibido. El dictamen se emitirá dentro de diez
días y la resolución que absuelve el grado se dictará en igual plazo.
6. Cada vez que el órgano jurisdiccional resuelva mantener la condena, después
de transcurrido un año, se realizará una nueva revisión, de oficio o a petición de parte,
siguiendo el mismo procedimiento”.
Artículo 5.- Pronunciamiento del Fiscal acerca del ejercicio de la acción penal.
Declarada la nulidad, se remitirá el expediente al Fiscal Provincial Penal
Especializado en el plazo de veinticuatro horas. El Fiscal, dentro del plazo de tres días,
se pronunciará formalizando o no denuncia ante el Juez Penal Especializado. Si no
formaliza denuncia, la resolución inmediatamente se elevará en consulta al Fiscal
Superior, quien se pronunciará sin trámite alguno en el plazo de cuarentiocho horas y, si
es aprobada, se procederá a la excarcelación inmediata.
Los elementos probatorios, sin perjuicio del derecho de contradicción que asiste
a las partes, serán valorados con arreglo al criterio de conciencia conforme al artículo
283 del Código de Procedimientos Penales, entre otros:
5. Acumulación de procesos. Los procesos por delitos conexos, entre los que se
encuentren los delitos de terrorismo se acumularán ante el Juez Penal que conoce de
estos delitos. La acumulación podrá disponerse de oficio o a pedido de parte.
Corresponde tramitar dicha solicitud y decidir al Juez Penal que conoce del delito de
terrorismo.
Las medidas de protección para testigos, peritos o víctimas podrán incluir si así
lo decide la Sala y siempre que sea posible, el uso del medio técnico de video
conferencia para que éstos declaren en el juicio oral.
a. El juicio oral por delito de terrorismo será público, bajo sanción de nulidad. El
público y los medios de comunicación social tendrán acceso a la Sala de audiencias, no
estando permitido el ingreso ni la utilización de cámaras de video, grabadoras de
sonido, cámaras fotográficas u otros medios técnicos similares.
b.3) Cuando pueda afectar los intereses de la justicia, el derecho de las partes,
otro jurídicamente relevante, o cuando sucedan manifestaciones por parte del público
que turben el regular desarrollo de la audiencia.
c.2) Impedir el acceso del público en general u ordenar su salida para la práctica
de pruebas específicas;
c.3) Prohibir a las partes y a sus abogados que entreguen información o formulen
declaraciones a los medios de comunicación social durante el desarrollo de la audiencia.
Tan pronto como se autorice la presencia del acusado la Sala, lo instruirá sobre
el contenido esencial de aquello sobre lo que se haya actuado en su ausencia y le dará la
oportunidad de pronunciarse sobre esas actuaciones.
“Si la apología se hace del delito de terrorismo o de la persona que haya sido
condenada como su autor o partícipe, la pena será no menor de seis ni mayor de doce
años. Además se le impondrá el máximo de la pena de multa previsto en el artículo 42 e
inhabilitación conforme a los incisos 2, 4, y 8 del artículo 36 del Código Penal”.
Artículo 2.- Beneficios penitenciarios a los que podrán acogerse los condenados
por delito de terrorismo.
Los condenados por delito de terrorismo podrán acogerse a los beneficios
penitenciarios siguientes:
10. Los demás deberes que el Juez estime convenientes a la rehabilitación social
del agente, siempre que no atente contra su dignidad.
IV. ANTECEDENTES
5.1.1. ¿La revisión de la pena de cadena perpetua es acorde con el fin de la pena?
5.1.2. ¿La audiencia privada dispuesta en la revisión de la pena de la cadena
perpetua, respecto al principio de publicidad judicial, supera el test de proporcionalidad
y razonabilidad?
5.6. Sobre la validez de las pruebas usadas en un proceso actuado frente a juez
incompetente en el caso concreto
5.8. Las reglas procesales para los procesos por delito de traición a la patria
anulados
5.6.4 ¿En qué consiste el derecho a no ser sometido a procedimiento distinto de
los previamente establecidos por la ley?
5.6.5 ¿El proceso predeterminado por ley está regido por el principio tempus
regis actum?
5.6.6 ¿En qué consiste la prohibición del avocamiento indebido con relación al
principio de independencia judicial?
5.15.7. ¿Cuáles son los límites del derecho a no ser condenado en ausencia?
5.16. La competencia de los jueces razone materiae distinta de los jueces ad hoc
o de excepción
VI. FUNDAMENTOS
El Tribunal toma nota de que, al amparo de dicha Ley 27913, se expidieron los
siguientes decretos legislativos:
d) Decreto Legislativo 924, por el cual se agrega un párrafo al artículo 316 del
Código Penal en materia de apología del delito de terrorismo.
f) Decreto Legislativo 926, que norma las anulaciones en los procesos por delito
de terrorismo seguidos ante jueces y fiscales con identidad secreta y por aplicación de la
prohibición de recusación.
8. Por otro lado, aducen que el artículo 3 del Decreto Legislativo 921, que
penaliza la reincidencia con cadena perpetua, lesiona el principio ne bis in ídem (nadie
puede ser juzgado dos veces por un mismo delito), y la prohibición de revivir procesos
fenecidos; y representa un retorno al denominado “derecho penal de autor”, lo que, a su
vez, quebranta el derecho de igualdad ante la ley, puesto que sólo ha sido establecido
para el delito de terrorismo y no para los demás delitos. Por último, alegan que los
artículos 1 y 3 del Decreto Legislativo 921 reintroducen el régimen jurídico de la cadena
perpetua, pese a que había sido derogado.
11. Sostiene, por otro lado, en lo referente a la audiencia privada para la revisión
de la cadena perpetua, que ella no vulnera derecho alguno porque el artículo 139, inciso
4), de la Carta Magna establece que la publicidad en los procesos se cumple salvo
disposición contraria de la ley, lo cual permite la existencia de una regulación permisiva
en contrario. En cuanto a la infracción del ne bis in ídem por el establecimiento de la
reincidencia, refiere que en la STC 0010-2002-AI/TC el Tribunal declaró la
conformidad constitucional del artículo 9 del Decreto Ley 25475; y que dicho precepto
no es inconstitucional porque no se trata de un nuevo procesamiento por los mismos
hechos, sino por otros distintos realizados posteriormente.
13. En nuestro ordenamiento jurídico, las penas pueden ser de distintas clases:
privativas de la libertad (entre ellas la de cadena perpetua), restrictivas de la libertad
(expatriación y expulsión), limitativas de derechos (prestación de servicios a la
comunidad, limitación de días libres e inhabilitación) y la pena de multa. El Tribunal
Constitucional estima que tras la impugnación de diversos artículos del Decreto
Legislativo 921, los demandantes denuncian la constitucionalidad de la cadena perpetua.
En esencia, los argumentos que se esgrimen se apoyan en las consideraciones que este
Tribunal efectuó en la STC 0010-2002-AI/TC. En dicha sentencia, efectivamente, se
sostuvo que la cadena perpetua era incompatible con los fines constitucionales de la
pena, previstos en el inciso 22) del artículo 139 de la Constitución, puesto que
(...) si bien la imposición de una pena determinada constituye una medida que
restringe la libertad personal del condenado, es claro que, en ningún caso, la restricción
de los derechos fundamentales puede culminar con la anulación de esa libertad, pues no
solamente el legislador está obligado a respetar su contenido esencial, sino, además,
constituye uno de los principios sobre los cuales se levanta el Estado Constitucional de
Derecho, con independencia del bien jurídico que se haya podido infringir. Por ello,
tratándose de la limitación de la libertad individual como consecuencia de la imposición
de una sentencia condenatoria, el Tribunal Constitucional considera que ésta no puede
ser intemporal sino que debe contener límites temporales.
En ese sentido, debe recordarse que el Estatuto en referencia forma parte del
derecho nacional, al haber sido ratificado mediante Decreto Supremo Nº 079-2001-RE,
y ella contempla la posibilidad de disponer la reducción de la pena, la que puede
efectuarse sólo después de que el recluso haya cumplido las 2/3 partes de la pena o 25
años de prisión en el caso de la cadena perpetua3.
21. Así, el Capítulo V establece que dicha pena será revisada de oficio o a
petición de parte cuando el condenado haya cumplido 35 años de privación de libertad,
para lo cual se someterá al interno a exámenes mentales y físicos y se formará un
cuaderno, corriéndose traslado al Ministerio Público y a la parte civil. Se precisa
además que, en audiencia privada, se actuarán las pruebas ofrecidas, se examinará al
interno y el órgano jurisdiccional resolverá, atendiendo a la concurrencia de factores
positivos en la evolución del interno, a efectos de establecer si se han cumplido los fines
del tratamiento penitenciario. El Tribunal Constitucional considera que el régimen
jurídico de la cadena perpetua establecido en el Decreto Legislativo 921 ha salvado las
objeciones de inconstitucionalidad y, por ello, cumple lo dispuesto en la STC 0010-
2002-AI/TC. Y constata que el legislador ha introducido diversos mecanismos para
hacer que una pena, prima facie, sin límites temporales, como la cadena perpetua, sea
susceptible de devenir en temporalmente limitada a través del referido procedimiento de
revisión.
25. Para determinar si los objetivos de la pena se han cumplido en los términos
previstos por el inciso 22) del artículo 139 de la Constitución, ciertamente, existe algún
grado de discrecionalidad judicial, si es que por ella se entiende la existencia de un
margen de apreciación jurídica que el ordenamiento delega en el Juez para que éste
evalúe en cada caso concreto si se han cumplido las condiciones de rehabilitación y
resocialización para conceder un beneficio penitenciario; lo cual, sin duda, comporta un
mandato ineludible: la obligación del Juez de motivar su resolución aplicando al caso
concreto la ley y la Constitución.
26. Por ello, con el propósito de que ese margen de apreciación no se desvíe del
sentido constitucionalmente adecuado en el que debe ejercerse esta competencia
judicial, se ha dispuesto también la formación de un expediente al cual debe adjuntarse
una serie de documentos enumerados por el artículo 54 del Código de Ejecución Penal,
como refiere el inciso 1) del artículo 59-A del mismo cuerpo de leyes, introducido por el
artículo 4 del Decreto Legislativo 921; a ello debe sumarse el establecimiento de un
parámetro que debe observar la decisión judicial, previsto en el inciso 4) del mismo
artículo 59-A. Este dispositivo establece que
28. Dos son las observaciones que este Tribunal debe efectuar en torno a esta
pretensión. En primer lugar, que la pena de cadena perpetua para el delito de terrorismo
se encuentra contemplada en el artículo 3 del Decreto Ley 25475. Dicha pena no fue
declarada inconstitucional por la STC 00010-2002-AI/TC. En aquella oportunidad,
luego de advertir su incompatibilidad con la Ley Fundamental, este Tribunal se limitó a
expedir una sentencia de mera incompatibilidad, exhortando al legislador para que
realice las modificaciones legislativas a que hubiera lugar. En la misma STC 00010-
2002-AI/TC, el Tribunal precisó que en una sentencia de este tipo se advierte
30. Por tanto, este Colegiado no comparte el argumento de que la pena de cadena
perpetua ha sido reintroducida por el Tribunal Constitucional (sic) con la STC 00010-
2002-AI/TC. Tampoco que la misma pena haya sido reintroducida por el artículo 1 ó 3
del Decreto Legislativo 921. Igualmente, el Tribunal descarta la posibilidad de volverse
a pronunciar en torno a la validez constitucional del artículo 3 del Decreto Ley 25475 y,
en todo caso, se remite a las consideraciones expresadas en su oportunidad en la STC
0010-2002-AI/TC.
35. A su vez, la pena máxima para los ilícitos cometidos desde el día en que
entró en vigencia el Decreto Legislativo 895, hasta el día anterior en que entró en
vigencia el Decreto Legislativo 921, será la mínima contemplada en el Decreto Ley Nº
25475. Es decir, en ese lapso, la pena mínima deberá entenderse también como la pena
máxima, salvo que los tipos penales correspondientes del Decreto Ley 25475
contemplaran otra pena máxima, como sucede, por ejemplo, con la cadena perpetua. Al
realizar estas apreciaciones, el Tribunal recuerda que simplemente se está limitando a
precisar cuál es la ley aplicable en el tiempo, de modo que no constituyen criterios que,
ex novo y en sustitución de una ley penal, se pueda estar estableciendo
jurisprudencialmente. Por lo expuesto, el Tribunal considera que debe desestimarse este
extremo de la pretensión.
El principio del ne bis in ídem material tiene conexión con los principios de
legalidad y proporcionalidad, ya que si la exigencia de lex praevia y lex certa que
impone el artículo 2, inciso 24, ordinal d), de la Constitución obedece, entre otros
motivos -como lo ha expresado este Tribunal en el Caso Encuestas a Boca de Urna,
Exp. Nº 0002-2001-AI/TC, fundamento 6- a la necesidad de garantizar a los ciudadanos
un conocimiento anticipado del contenido de la reacción punitiva o sancionadora del
Estado ante la eventual comisión de un hecho antijurídico, tal cometido garantista
devendría inútil si ese mismo hecho, y por igual fundamento, pudiese ser objeto de una
nueva sanción, lo que comportaría una punición desproporcionada de la conducta
antijurídica. Por ello, el elemento consistente en la igualdad de fundamento es la clave
que define el sentido del principio: no cabe la doble sanción del mismo sujeto por un
mismo hecho cuando la punición se fundamenta en un mismo contenido injusto, esto es,
en la lesión de en un mismo bien jurídico o un mismo interés protegido.
51. Con tales alcances, debe enfatizarse que el análisis para determinar si el
principio es objeto de vulneración debe circunscribirse a un solo acto delictivo y a un
solo sujeto perpetrador. Si se constata que sobre el mismo sujeto y respecto a un mismo
delito concurren las aplicaciones de dos penas, se configurará un supuesto de
vulneración del principio ne bis in ídem. Pero no será así en el caso de que se trate de
una pena con sanciones múltiples. Desde esta lógica, lo que comporta la reincidencia es
la manera como se ha constatado anteriormente la agravación de la pena impuesta para
un mismo acto delictivo y para un mismo sujeto, sobre la base de valorar la existencia
de antecedentes de comisión del mismo delito en una oportunidad anterior.
53. El principio de la culpabilidad es uno de los pilares sobre los que descansa el
Derecho Penal. Concretamente, constituye la justificación de la imposición de penas
dentro del modelo represión que da sentido a nuestra legislación en materia penal y,
consecuentemente, a la política de persecución criminal, en el marco del Estado
constitucional. El principio de culpabilidad brinda la justificación de la imposición de
penas cuando la realización de delitos sea reprobable a quien los cometió. La
reprobabilidad del delito es un requisito para poder atribuir a alguien la responsabilidad
penal de las consecuencias que el delito o la conducta dañosa ha generado.
[e]n términos generales puede decirse (...) que de acuerdo con el principio de
culpabilidad se requiere que la aplicación de una pena esté condicionada por la
existencia de dolo o culpa, de conciencia de la antijuridicidad o de la punibilidad, de
capacidad de comportarse de acuerdo con las exigencias del Derecho (imputabilidad),
de una situación normal para la motivación del autor (exigibilidad). Asimismo, en el
momento de la individualización de la pena, el principio de culpabilidad exige que la
sanción sea proporcionada al hecho cometido7
59. Esto es consecuencia del hecho de que solamente puede ser sancionado aquel
comportamiento calificado como reprobable al sujeto que lo realiza. En este aspecto se
aprecia la convergencia entre el principio de legalidad penal y el principio de
culpabilidad anteriormente descrito y que consiste en la calificación de reprobable que
debe recaer sobre cierta conducta humana y su consecuente tipificación, para poder ser
objeto de punición estatal. Por ello, al consagrarse expresamente el principio de
legalidad, de modo implícito queda a su vez consagrado el principio de culpabilidad.
61. Dentro de ellos, el contexto relevante para efectos del cuestionamiento hecho
por los accionantes es el de determinación de la pena, es decir, el momento en que el
legislador genera una norma que establece un tipo penal y le impone un cierto tipo de
sanción. En este escenario, el principio de proporcionalidad de las penas es una
limitación dirigida al ejercicio de las facultades legislativas en materia penal, revelada
como el equilibrio cuantitativo y cualitativo que debe existir entre un delito cometido y
la pena aplicable prevista por ley. Este principio ha sido descrito en la aludida sentencia
(fundamentos 197 y 198) en los siguientes términos:
63. De este modo, el principio de culpabilidad guarda estrecha relación con los
principios de legalidad penal y de proporcionalidad de las penas, derivándose aquél de
estos. En tal sentido, la constitucionalización de los últimos permite afirmar que el
principio de culpabilidad se encuentra constitucionalizado y es un principio rector de
nuestro ordenamiento jurídico. Corresponde, ahora, establecer si la reincidencia como
factor a considerar para establecer la pena por delito de terrorismo vulnera el principio
de culpabilidad.
64. Ha sido señalado que la reincidencia consiste en una circunstancia en la cual
se constata la existencia de antecedentes delictivos en la persona que está siendo
juzgada, para efectos de agravar la pena que se le pretende imponer como consecuencia
de haber cometido un delito. Se trata, pues, de una comprobación desde la criminología
de la forma de vida delictiva del procesado, que posibilita la imposición de una mayor
punición a una persona, allende a la que le corresponde por la comisión del delito,
considerada de modo aislado. El principio de culpabilidad clásico previsto para delitos
comunes exige que el grado de reprobación de una persona por un acto ilícito sea
configurado desde la valoración de tal acto y no otro. En virtud de este principio, el
límite para saber qué conductas deben evaluarse y cuáles no, lo establece el propio tipo
penal que subsuma la conducta. Esto acarrea la proscripción de evaluar circunstancias
ajenas a la conductas descrita en el tipo penal, como podrían ser otros delitos
anteriormente perpetrados.
68. Es evidente que los comportamientos de las personas que se tipifiquen como
delitos y el establecimiento de la pena que corresponda a ellos, constituirá una
intervención en los derechos fundamentales por parte del legislador, por cuanto la
Constitución reconoce, por un lado, el derecho fundamental a la libertad personal
(artículo 2 inciso 24) el cual se concreta también en que nadie está obligado a hacer lo
que la ley no manda, ni impedido de hacer lo que ella no prohibe. Esto no significa, sin
embargo, que las intervenciones del legislador o las restricciones que recaigan en los
derechos fundamentales sean ilimitadas o absolutamente abiertas, sino, por el contrario,
deben de ser plenamente justificadas -proporcionales- respecto a la protección de otros
derechos fundamentales o de otros bienes o valores constitucionales.
69. Siendo ello así, se debe aplicar en el control constitucional del artículo 3 del
Decreto Legislativo 921 el principio de proporcionalidad, en su variante de prohibición
o interdicción de exceso, a fin de determinar la legitimidad constitucional de la
disposición antes aludida. En primer lugar, se debe efectuar el análisis a la luz del
principio de idoneidad. Este subprincipio exige que la ley penal, dado que interviene en
el derecho a la libertad personal y otros derechos fundamentales, tiene que ser idónea
para la consecución de un objetivo constitucionalmente legítimo; lo cual exige, de un
lado, que ese objetivo sea legítimo; y, de otro, que la idoneidad de la medida examinada
tenga relación con el objetivo, es decir, que contribuya de algún modo con la protección
de otro derecho o de otro bien jurídico relevante.
70. A juicio de este Tribunal, el artículo 3 del Decreto Legislativo 921 cumple
con el subprincipio de idoneidad. En efecto, el legislador ha previsto, a través de
talñ(*)NOTASPIJ dispositivo, un objetivo constitucionalmente legítimo si se considera
que son deberes fundamentales del Estado garantizar la plena vigencia de los derechos
fundamentales de las personas, proteger a la población de las amenazas contra su
seguridad y promover el bienestar general, de acuerdo con el artículo 44 de la
Constitución. Asimismo, es claro que existe una relación fáctica entre la pena
establecida para la reincidencia y el objetivo constitucionalmente legítimo perseguido.
76. No obstante ello, refieren, el artículo 3 del Decreto Legislativo 922 faculta a
la Superior Sala declarar de oficio la nulidad de los procesos por el delito de traición a
la patria seguidos ante la jurisdicción militar, así como sus respectivas sentencias,
soslayando el derecho del interesado a poder solicitar la realización de nuevos procesos,
e inobservando, así, el mandato de la sentencia precitada.
80. Sin embargo, como refieren los demandantes, el Decreto Legislativo 922,
mediante el cual se regula la nulidad de los procesos por el delito de traición a la patria
y el proceso penal aplicable, en su artículo 3 estableció que:
81. El Tribunal advierte que entre ambas fórmulas -la expresada por el Tribunal
en la STC 0010-2002-AI/TC y la opción recogida por el legislador en el artículo 3 del
Decreto Legislativo 922- existe, como han expresado los demandantes, una diferencia.
Aprecia, igualmente, que la diferencia del tratamiento formulado por el legislador en el
artículo 3 del Decreto Legislativo no está dirigido a enervar los alcances del
pronunciamiento del Tribunal Constitucional, sino a introducir una regla procesal más
favorable para todos aquellos que fueron condenados por el delito de traición a la patria
contemplado en el Decreto Ley 26569, declarado inconstitucional.
82. Si el legislador estaba facultado, o no, para introducir una regla procesal más
favorable, es una cuestión que este Tribunal ha de absolver afirmativamente recordando
que las indicaciones y directrices que este Tribunal formula en una sentencia
constitucional, como la expresada en la STC 0010-2002-AI/TC, son apenas pautas de
cómo un problema de inconstitucionalidad puede ser solucionado por el legislador,
ejercicio que se efectúa en el marco de la función de colaboración de la jurisdicción
constitucional con la función legislativa, pues, como se sostuvo en la STC 00030-2005-
AI/TC,
83. Por ello, este Tribunal considera que, a no ser que en la misma sentencia se
exprese que las exhortaciones formuladas constituyen las únicas alternativas que
salvarían la situación de inconstitucionalidad advertida, en aquellas donde este Tribunal
no lo haya declarado así, la solución que puede brindar el legislador al problema
derivado de una sentencia de inconstitucionalidad (advertida o declarada) ha de
adoptarse dentro del margen de discrecionalidad con que éste cuenta en el ejercicio de la
función legislativa. Lo que quiere decir que si en la solución de un problema de
inconstitucionalidad, además de la opción planteada por el Tribunal Constitucional,
existen otros medios o medidas con las que pudiera remediarse tal situación y sean
igualmente conformes con la Constitución, la adopción de alguna de ellos es una
facultad que corresponde, en exclusiva, al legislador. Así las cosas, el Tribunal es de la
opinión que la opción asumida por el artículo 3 del Decreto Legislativo 922 no puede
considerarse como un incumplimiento de la STC 0010-2002-AI/TC.
84. B) El otro extremo de la pretensión está relacionado con la denuncia de
violación del derecho de petición. Dicho derecho se encuentra reconocido por el inciso
20) del artículo 2 de la Constitución Política del Estado, según el cual
97. Como se ha visto ya, el ordinal “b” del artículo 2.24 de la Constitución
prohíbe las restricciones de la libertad personal que se ejecuten con violación de la
reserva de ley que dicho dispositivo consagra. Cualquier restricción, en efecto, sólo se
ha de realizar en los casos “previstos por la ley” y de conformidad con el procedimiento
en ella contemplado. Sin embargo, el derecho a la libertad personal no solo prohíbe las
restricciones al margen de la ley; también proscribe las restricciones arbitrarias. Una
restricción deviene en arbitraria cuando, a pesar de haberse efectuado por un supuesto
contemplado en la ley y de conformidad con el procedimiento que ella indica, es
irrazonable o desproporcionada en su configuración y/o aplicación.
99. Por un lado, porque, como los propios demandantes han argumentado en la
demanda, dicho supuesto de restricción se encuentra contemplado en una fuente legal,
como el Decreto Legislativo 922, que tiene rango de ley. Dicha circunstancia satisface,
de suyo, las exigencias del principio de reserva de ley que consagra el ordinal “b” del
inciso 24 del artículo 2 de la Constitución.
100. Por otro, porque se trata de una norma con rango de ley que no es
incompatible con el mandato previsto en el tercer párrafo del ordinal “f” del artículo
2.24 de la Ley Fundamental, puesto que, como se ha expresado anteriormente, la
restricción se prolonga por un lapso que no excede los 7 días. En el párrafo tercero
precitado del texto constitucional se prevé que, en casos de terrorismo, espionaje o
tráfico ilícito de drogas, la restricción se puede prolongar hasta por 15 días. La
delimitación temporal de la duración de la detención (inferior a los 15 días) dota a la
norma de razonabilidad y proporcionalidad, pues no desborda los márgenes que acota la
Constitución.
(...) según la Convención [art. 29.a)] es ilícito todo acto orientado hacia la
supresión de uno cualquiera de los derechos proclamados por ella. En circunstancias
excepcionales y bajo condiciones precisas, la Convención permite suspender
temporalmente algunas de las obligaciones contraídas por los Estados (art. 27). En
condiciones normales, únicamente caben restricciones al goce y ejercicio de tales
derechos. La distinción entre restricción y supresión del goce y ejercicio de los derechos
y libertades resulta de la propia Convención [arts. 16.3, 29.a) y 30]15.
103. Una situación sin duda excepcional como la descrita en el párrafo anterior
requería de un tratamiento ad hoc por parte del legislador, que atendiera a la
singularidad fáctica suscitada y que, por ello, tuviese como impulso normativo la
naturaleza de las cosas, como así se contempla en el artículo 103 de la Ley
Fundamental. En la STC 0001-2003-AI/TC, sobre este tema, el Tribunal señaló que
8. [Esta] naturaleza (...), se encuentra inserta en una realidad social que puede
tender hacia la disfuncionalidad de la cosa, esto es, a desvirtuar su finalidad. En estos
casos, el orden constitucional debe permitir a la ley incidir en aquella realidad de hecho
y componer la funcionalidad de la naturaleza de las cosas. Así pues, cuando el artículo
103 de la Carta Fundamental estipula que pueden expedirse leyes especiales “porque así
lo exige la naturaleza de las cosas”, no hace sino reclamar la razonabilidad objetiva que
debe fundamentar toda ley, incluso, desde luego, las leyes especiales. Respetando el
criterio de razonabilidad legal, el Estado queda facultado para desvincular a la ley de su
vocación por la generalidad y hacerla ingresar en una necesaria y razonable
singularidad. Necesaria, porque está llamada a recomponer un orden social que tiende a
desvirtuarse, y razonable, porque se fundamenta en un elemento objetivo, a saber, la
naturaleza de las cosas.
106. Por su parte, el artículo 6 del mismo Decreto Legislativo 922 prevé que:
“El Juez Penal, dentro del plazo de tres días de formalizada la denuncia dictará
la resolución que corresponda de conformidad con el artículo 77 del Código de
Procedimientos Penales.
(...)
b) Independencia interna. De acuerdo con esta dimensión, la independencia
judicial implica, entre otros aspectos, que, dentro de la organización judicial: 1) la
autoridad judicial, en el ejercicio de la función jurisdiccional, no puede sujetarse a la
voluntad de otros órganos judiciales, salvo que medie un medio impugnatorio; y, 2) que
la autoridad judicial, en el desempeño de la función jurisdiccional, no pueda sujetarse a
los intereses de órganos administrativos de gobierno que existan dentro de la
organización judicial.
115. El principio de independencia judicial prohíbe, sí, que esos otros medios
puedan constituir instrumentos de sometimiento de los jueces inferiores. El instituto de
la consulta, previsto en los artículos 5 y 6 del Decreto Legislativo 922, no tiene esa
finalidad encubierta. Su objeto es permitir que el órgano jurisdiccional superior revise si
el derecho fue debidamente interpretado y aplicado por las instancias de menor grado, y
que, en aquellos casos en los que considere que no se ha obrado correctamente, disponer
que se rectifique sobre la base de estrictas consideraciones jurídicas. Por lo expuesto, el
Tribunal es de la opinión que este extremo de la pretensión también debe desestimarse.
Los elementos probatorios, sin perjuicio del derecho de contradicción que asiste
a las partes, serán valorados con arreglo al criterio de conciencia conforme al artículo
283 del Código de Procedimientos Penales, entre otros:
“Las pruebas actuadas con los procesos ante la jurisdicción militar no resultan
viciadas o inutilizables por el hecho de que se haya violado el derecho al juez
competente”. Arguyen que de este modo se da validez a pruebas nulas y que el Decreto
Legislativo 922 es, por ello, inconstitucional, ya que avala esta aberración jurídica que
contraviene el principio de legalidad de la prueba, que en la doctrina tiene su sustento en
la teoría del “fruto del árbol envenenado”, acogido por la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos en el caso Lori Berenson contra la República del Perú.
(...) recibirán el mérito que las reglas de la sana crítica y el criterio de conciencia
del juzgador les asigne, al igual que todas las demás que se actúen en los procesos19.
(...) no puede olvidarse (...) que aunque el control concentrado de las normas
tiene una finalidad inmediata, que es defender la supremacía normativa de la
Constitución, depurando el ordenamiento de aquellas disposiciones que la
contravengan, tiene, como fin mediato, impedir su aplicación, es decir, impedir que
éstas puedan generar afectaciones concretas (subjetivas) a los derechos fundamentales
de los individuos. Pudiendo, incluso, en determinados casos, declarar la nulidad de
aplicaciones pasadas22.
124. Por ello, ante la imposibilidad de realizar un análisis concreto y caso por
caso respecto a si las declaraciones prestadas ante la Policía Nacional del Perú se
efectuaron bajo torturas físicas o psicológicas, o sin contarse con el asesoramiento de un
abogado defensor, el Tribunal se ve en la necesidad de volver a recordar su doctrina
establecida en el fundamento 157 de la STC 0010-2002-AI/TC, sentada a propósito del
atestado policial, y que es perfectamente aplicable al caso de las manifestaciones
prestadas ante la Policía Nacional del Perú contempladas en el inciso 4) del artículo 8
del Decreto Legislativo 922, según la cual
(...) en los casos que corresponda, (...) las pruebas actuadas en los procesos ante
la jurisdicción militar no resultan viciadas o inutilizables por el hecho de que se haya
violado el derecho al juez competente. En efecto, la eventual lesión de tal derecho
constitucional no afecta de manera automática la validez de los medios de prueba que
hubiesen sido recopilados o actuados antes de que se declare la existencia de ese
vicio25.
(...) mientras (...) las primeras son realidades extra procesales cuya existencia es
independiente al proceso, los segundos son actos procesales y por ende constituyen una
realidad interna del proceso. De este modo las fuentes de prueba ingresan al proceso
para dar lugar a los medios de prueba, pero la nulidad del proceso, dada la
diferenciación recién expuesta, sólo puede acarrear la invalidez de los medios de
prueba, es decir, la proposición, admisión, práctica y valoración de las pruebas en el
proceso, pero no la invalidez de las fuentes de prueba (...)26.
131. Igualmente, toma nota de que en el segundo párrafo del mismo artículo 8
del Decreto Legislativo 922,
Los elementos probatorios, sin perjuicio del derecho de contradicción que asiste
a las partes, serán valorados con arreglo al criterio de conciencia conforme al artículo
283 del Código de Procedimientos Penales, entre otros:
(...)
2. Las actas de las declaraciones de los arrepentidos llevadas a cabo de
conformidad con lo dispuesto en el Decreto Ley Nº. 25499 y su Reglamento”.
(...) éste no garantiza que se respeten todas y cada una de las reglas del
procedimiento que se hayan establecido en la ley, de modo que cada vez que éstas se
hayan infringido sea posible, desde un punto de vista sustancial, su protección en sede
constitucional. En la STC 2928-2002-HC/TC, en efecto, precisamos que éste “no
protege al sometido a un procedimiento por cualquier transgresión de ese
procedimiento, sino sólo vela porque las normas de procedimiento con las que se inició
su investigación, no sean alteradas o modificadas con posterioridad” (fundamento 3).
(...) proscribe (...) que una persona pueda ser juzgada bajo reglas procesales ad
hoc o dictadas en atención a determinados sujetos procesales28.
143. No es esa la situación jurídica del artículo 12 del Decreto Legislativo 922.
Las reglas procesales que en él se establecen no han sido contempladas en forma ad hoc
para el enjuiciamiento de una persona en particular, sino para ser aplicadas en el
juzgamiento de un tipo especial de delito, como es el de terrorismo. El Tribunal aprecia,
igualmente, que esas reglas procesales aplicables para los procesos que se sigan por el
delito de terrorismo tienen, in suo ordine, carácter general.
144. Frente a la objeción, como parece desprenderse de la demanda, de que tales
reglas no deberían aplicarse a los procesos que se inicien como consecuencia de la
declaración de nulidad de los procesos por traición a la patria, sino que deben aplicarse
las que estuvieron vigentes en el momento en que se cometieron los hechos por los que
se juzgan, el Tribunal ha de recordar que un planteamiento de esa naturaleza ha sido
constantemente rechazado en su jurisprudencia.
145. La aplicación del principio tempus dilicti comissi, que late en un argumento
de esa naturaleza, ha sido circunscrita por este Tribunal al caso de normas
sancionatorias, y no para el caso de normas procesales, para las que rige el principio
tempus regis actum. Así, por ejemplo, en la STC 2822-2004-HC/TC, el Tribunal
recordó que, a su vez, en la STC 01594-2003-HC/TC, se estableció
(...) que no son de aplicación retroactiva las disposiciones que tienen carácter
sancionador, como, por ejemplo, las que tipifican infracciones, establecen sanciones o
presupuestos para su imposición, o las restrictivas o limitativas de derechos. La
aplicación de la norma vigente al momento de la comisión del hecho delictivo
constituye, en efecto, una consecuencia del principio de legalidad penal, en su variante
de lex praevia. La exigencia de ley previa constituye una garantía emergente de la
propia cláusula del Estado de derecho conforme a lo dispuesto por él artículo 43 de la
Constitución, que permite al ciudadano conocer el contenido de la prohibición y las
consecuencias jurídicas de sus actos. En cambio, tratándose de disposiciones de carácter
procesal, ya sea en el plano jurisdiccional o netamente administrativo penitenciario, el
criterio a regir, con las especificaciones que más adelante se detallarán, es el de la
eficacia inmediata de la ley procesal”.
146. Demás está decir que un supuesto como al que se hacía referencia en la
última parte de la STC 2822-2004-HC/TC, relativo a una eventual modificación de una
regla procesal, ya iniciado un proceso, no es aplicable al supuesto contemplado por el
artículo 12 del Decreto Legislativo 922, que contempla, conforme dispone su artículo 1,
que
“(...) las normas aplicables a la nulidad de los procesos por traición a la patria
derivados de la sentencia del Tribunal Constitucional Expediente 010-2002-AI/TC,
además, las reglas de competencia y reglas procesales específicas aplicables a los
nuevos procesos, así como la revisión de las penas y adecuación del tipo penal en el
caso del artículo 316 segundo párrafo del Código Penal y el artículo 2 del Decreto Ley
Nº 25475”.
“3. Iniciado el proceso penal, el Juez Penal podrá ordenar a la Dirección contra
el Terrorismo de la Policía Nacional, bajo la conducción del Ministerio Público, la
realización de investigaciones complementarias sobre puntos específicos materia de la
instrucción o para el hallazgo y, en su caso, aseguramiento de documentos o de pruebas
practicadas por la propia Policía u otro órgano del Estado, fijando el plazo
correspondiente, a cuya culminación deberá elevar un Informe documentado
conteniendo todas las diligencias que hubiera realizado. Las partes podrán intervenir en
las diligencias practicadas por la Policía y tendrán acceso a las actuaciones
complementarias realizadas”.
Dicho párrafo del artículo 139.2 de la Ley Fundamental contiene dos normas
prohibitivas. Por un lado, la proscripción de avocarse el conocimiento de causas
pendientes ante el órgano jurisdiccional; y, de otro, la interdicción de interferir en el
ejercicio de la función confiada al Poder Judicial.
152. Por ello, la cuestión de si el artículo 12.3 del Decreto Legislativo 922 afecta
la prohibición del avocamiento de causas pendientes ante el Poder Judicial, el Tribunal
ha de absolverla en forma negativa. A tal efecto, el Tribunal recuerda que de
conformidad con la Ley 27238, Ley de la Policía Nacional, entre las finalidades
fundamentales de la Policía Nacional del Perú, a la cual pertenece la Dirección contra el
Terrorismo, se encuentra la prevención, investigación y combate de la delincuencia. Con
tal propósito, se ha previsto, entre otras funciones, las de
“(...) Cumplir con los mandatos escritos del Poder Judicial (...) en el ejercicio de
sus funciones” (art. 7, inciso 10 de la Ley 27238)
así como
“Ejercer las demás funciones que le señalen la Constitución y las leyes” (art. 7,
inciso 16 de la Ley Nº. 27238)
153. La función confiada por el artículo 12.3 del Decreto Legislativo 922 se
inserta dentro de las funciones que puede ser confiada a la Policía Nacional. En ese
sentido, el Tribunal aprecia que la realización de investigaciones complementarias a
cargo de la Dirección contra el Terrorismo de la Policía Nacional, y confiadas por un
órgano judicial que se ha dispuesto por el referido artículo 12.3 del Decreto Legislativo
922, no constituye ni comporta la posibilidad de que el juzgamiento por el delito de
terrorismo se efectúe por dicha institución policial.
“(...)
9. Facultad disciplinaria de la Sala Penal.
a. Corresponde a la Sala mantener el orden y el respeto durante la audiencia
(...).
Si el defensor es el expulsado, será reemplazado por el que se designe en ese
acto o en su caso por el de oficio.
(...)
b. La inasistencia del defensor del acusado a dos sesiones consecutivas no
frustrará el juicio oral (...).
156. Por lo que hace al derecho de defensa, el Tribunal observa que el artículo
139, inciso 14 de la Constitución, reconoce como derecho de todo justiciable, el de
“ (...) no ser privado del derecho de defensa en ningún estado del proceso. Toda
persona será informada inmediatamente y por escrito de la causa o las razones de su
detención. Tiene derecho a comunicarse personalmente con un defensor de su elección y
a ser asesorada por éste desde que es citada o detenida por cualquier autoridad”.
157. El Tribunal tiene dicho que la observancia y respeto del derecho de defensa
es consustancial a la idea de un proceso debido, propio de una democracia
constitucional, que tiene en el respeto de la dignidad humana al primero de sus valores.
Por su propia naturaleza, el derecho de defensa es un derecho que atraviesa
transversalmente todo el proceso judicial, cualquiera sea su materia. Este derecho
garantiza que un justiciable no quede en estado de indefensión en la determinación de
sus derechos y obligaciones de orden penal, civil, laboral, fiscal o de cualquier otro
carácter, como se expresa en el artículo 8 de la Convención Americana de Derechos
Humanos.
158. Entre los atributos que éste garantiza, se encuentra el derecho de todo
procesado a elegir libremente a un abogado defensor y a ser asistido por éste, además de
poderse comunicar libre y privadamente con él. Tal atributo tiene un fin instrumental,
pues con su libre ejercicio se permite que una persona sometida a una investigación
penal tenga la oportunidad dialéctica de alegar y justificar, técnica y procesalmente, los
cargos que se le imputan en el proceso.
159. En el caso de los ordinales “a” y “b” del artículo 12.9 del Decreto
Legislativo 922, el Tribunal advierte que ellos contemplan la posibilidad de que, en
ejercicio de sus facultades disciplinarias, la Sala Penal pueda expulsar de la audiencia a
un abogado defensor a fin de preservar el orden y el respeto durante una audiencia
judicial, y disponer su reemplazo por el que designe el acusado o por un abogado de
oficio; y, a su vez, que determine su relevo, en caso no asistiese tres ocasiones
consecutivas, por un defensor de oficio o por otro que nombre el acusado.
160. Advierte el Tribunal que una medida así constituye una limitación del
derecho a ser asistido por un abogado defensor de libre elección. Pero, como en
innumerables oportunidades se ha advertido, la limitación de un derecho no es sinónimo
de su violación. Los derechos fundamentales (y, entre ellos, el derecho aquí en cuestión)
no son absolutos. Pueden ser restringidos cuando así lo demande la necesidad de
armonizar su ejercicio con otros derechos fundamentales y/o bienes constitucionalmente
relevantes29.
161. El Tribunal observa que en una medida de esta naturaleza existen fines
constitucionales que se buscan optimizar. En el caso del ordinal “a” del artículo 12.9,
esa finalidad no es otra que la de garantizar que la prestación de tutela jurisdiccional, a
cargo de la Sala Penal, se realice adecuada y eficazmente. A su vez, en el caso del
ordinal “b”, la finalidad es evitar que se frustre el ejercicio del ius puniendi estatal y,
adicionalmente, que se preste de modo pronto y eficaz, la tutela jurisdiccional.
“(...) Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las
siguientes garantías mínimas:
(...)
e) derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el
Estado, remunerado o no según la legislación interna, si el inculpado no se defendiere
por sí mismo ni nombrase defensor dentro del plazo establecido por la ley”.
169. En el caso, el ordinal “c” del artículo 12.9 del Decreto Legislativo 922
faculta a la Sala Penal, entre otras cosas, que pueda dictar una sentencia condenatoria
sin contar con la presencia del acusado, cuando en el acto procesal de lectura de
sentencia éste incurra en una falta de carácter grave. El Tribunal aprecia que, en el
contexto en que dicha facultad puede ejercitarse, no se está frente a un supuesto de
condena en ausencia o de contumacia. El acusado no ha sido ajeno a la existencia del
proceso. Tampoco ha sido rebelde a participar en él, conociendo de la existencia del
proceso. En la hipótesis abstracta a la que se refiere la disposición impugnada, el
acusado ha estado presente en el desarrollo del proceso y aun en el acto procesal de
lectura de sentencia, en la que incluso ha podido expresar los argumentos que mejor han
convenido para su defensa. Su desalojo, que presupone su participación en la audiencia
de lectura de sentencia, por el contrario, se origina en una falta grave por él cometida,
que perturba la culminación eficaz del proceso.
(...) manifestación del derecho al `debido proceso legal´ o, lo que con más
propiedad, se denomina también `tutela procesal efectiva´30,
cuya finalidad es
180. En segundo lugar, el Tribunal observa que los órganos jurisdiccionales a los
que se refieren las disposiciones legales impugnadas han sido dotados de una
competencia ratione materiae: el juzgamiento de todas aquellas conductas que se
encuentren tipificadas en el ordenamiento como parte del delito de terrorismo. En tal
medida, más que de jueces de excepción, en realidad, se tratan de jueces penales
“especializados” en el juzgamiento de determinados delitos. Conforme a su
jurisprudencia, el Tribunal recuerda que la especialización de los jueces no es
incompatible con el contenido constitucionalmente protegido del derecho a no ser
desviado de la jurisdicción predeterminada por la ley33, puesto que como dijimos en la
STC 1076-2003-HC/TC, es legítima la
(...) los alcances del principio de reserva de la ley orgánica, a los que ha de
vincularse el derecho a la jurisdicción preestablecida por ley, sólo aluden: a) al
establecimiento en abstracto de los tipos o clases de órganos a los que se va a
encomendar el ejercicio de la potestad jurisdiccional (antes, este mismo Tribunal, por
ejemplo, declaró que era inconstitucional el establecimiento de jueces y Salas de
Derecho Público mediante una fuente distinta a la ley orgánica); y, b) a la institución de
diferentes niveles jurisdiccionales y a la definición genérica de su ámbito de
conocimiento litigioso, pues es evidente que la unidad del Poder Judicial no impide, en
modo alguno, la especialización orgánico-funcional de juzgados y tribunales por razón
de la materia35.
186. Asimismo, refieren que los procuradores tienen un poder amplio, extremado
y privilegiado para hacer lo que les parezca, desde denunciar y quejar, hasta recurrir a la
autoridad jurisdiccional para que sea notificado en caso de que no se le hubiera hecho,
pasando por tener autoridad sobre toda entidad pública o privada para obtener
información, con la facultad de denunciar sin necesidad de autorización. Por último,
precisan que la norma coloca al Procurador o parte civil del Estado en condiciones por
encima de la otra parte, del fiscal y del propio Poder Judicial. Igualmente, consideran
que el mismo artículo 4 del Decreto Legislativo 923 afecta el debido proceso porque la
parte civil, que es el Estado, está en ventaja y tiene privilegios, en contra de lo
establecido por el artículo 57 del Código de Procedimientos Penales.
“La defensa de los intereses del Estado está a cargo de los Procuradores Públicos
conforme a ley. El Estado está exonerado del pago de gastos judiciales”.
Este precepto constitucional no delimita el ámbito de actuación de la
procuradoría pública, es decir, si la defensa de los intereses del Estado sólo se ha de
efectuar en el ámbito estrictamente judicial o, por el contrario, si éste puede también
realizarse en la etapa previa (vg. en los procedimientos previos a la formulación de la
denuncia). Según el artículo 47 de la Ley Fundamental, la determinación de dicho
ámbito de competencia públicas se encuentra sujeta a reserva de ley.
190. Los artículos 1 y 2 del Decreto Ley 17537 han previsto las funciones y el
marco de actuación de las procuradorías públicas. Según su artículo 1,
“La defensa de los intereses y derechos del Estado se ejercita judicialmente, por
intermedio de los Procuradores Generales de la República a cargo de los asuntos de los
diferentes Ministerios.
(...)”.
192. El Tribunal observa que de conformidad con el artículo 5 del Decreto Ley
17537, los artículos 7 y 25 del Decreto Ley 25993, Ley Orgánica del Sector Justicia, y
el artículo 1 del Decreto Supremo 002-2002-JUS - Reglamento del Consejo de Defensa
Judicial del Estado- , los procuradores públicos forman parte del Consejo de Defensa
Judicial del Estado:
“El Consejo de Defensa Judicial del Estado coordina y supervisa la defensa del
Estado; además, es un órgano de consulta y asesoramiento respecto de las cuestiones
legales sobre los asuntos relacionados con dicha materia”.
(...) siempre que sean compatibles con su naturaleza y fines, los mismos que
deben ser interpretados de conformidad con el artículo 1 de la Constitución (...) [STC
6167-2005-PHC/TC, fundamento 32].
sino también la de investigar las circunstancias que puedan enervar las denuncias
que recaen sobre el denunciado.
`Si la apología se hace del delito de terrorismo o de la persona que haya sido
condenada como su autor o partícipe, la pena será no menor de seis ni mayor de doce
años. Además se le impondrá el máximo de la pena de multa previsto en el artículo 42 e
inhabilitación conforme a los incisos 2, 4, y 8 del artículo 36 del Código Penal´”.
(...) que el artículo 7 del Decreto Ley Nº. 25475 y, por extensión, el artículo 1 del
Decreto Ley Nº. 25880, son inconstitucionales en cuanto tipifican el delito de apología
del terrorismo, en su versión genérica y agravada.
214. Las razones por las cuales en aquella oportunidad este Tribunal declaró la
inconstitucionalidad de las referidas disposiciones legales, en esencia, fueron las
siguientes. En primer lugar, porque
(...) dichos tipos penales no describen con precisión el objeto sobre el que ha de
recaer la apología y lo que debe entenderse por ella. Ello constituye, por un lado, una
infracción al principio de legalidad penal y simultáneamente una violación de la libertad
de información y expresión, pues conjuntamente considerados permiten una limitación
desproporcionada e irrazonable de dichas libertades [STC 00010-2002-AI/TC,
fundamento 88).
219. Con tal propósito, lo primero que este Tribunal está en la obligación de
declarar es que la determinación del quantum de la pena por la comisión de un delito
que afecta o pone en peligro bienes jurídicos constitucionales o de relevancia
constitucional, es un asunto que ordinariamente corresponde adoptar al legislador penal.
Su establecimiento forma parte del amplio margen de discrecionalidad que debe
reconocerse al titular de la política criminal del Estado, en virtud del principio de
separación y distribución de funciones en el Estado Constitucional de Derecho. En
ejercicio de dicha discrecionalidad, corresponde al legislador penal determinar la
graduación de las penas aplicables, su magnitud o, lo que es lo mismo, el quántum
correspondiente a los delitos y la intensidad del daño social generado por la infracción a
un bien jurídico digno de tutela por la ley penal.
Justificación de la intervención
225. La intervención en el ámbito prima facie protegido por un derecho
fundamental, no obstante, no se constituye como una violación. Los derechos pueden
ser limitados; sin embargo, para que una limitación no devenga en una violación
constitucionalmente prohibida, es preciso que la intervención se encuentre justificada.
La justificación constitucionalmente necesaria de una intervención en el ámbito de un
derecho fundamental depende del régimen jurídico al que el derecho limitado se
encuentre sujeto. En el caso de la libertad física, intervenido con la eventual aplicación
de la pena contemplada en la disposición impugnada, esa justificación debe absolverse
desde una doble perspectiva.
“La libertad de manifestar (...) las propias creencias está sujeta únicamente a las
limitaciones prescritas por la ley y que sean necesarias para proteger la seguridad, el
orden, la salud o la moral públicos o los derechos y libertades de los demás”.
“Estará prohibida por la ley toda propaganda a favor de la guerra y toda apología
del odio nacional, racial o religioso que constituyan incitaciones a la violencia o
cualquier otra acción ilegal similar contra cualquier persona o grupo de personas, por
ningún motivo, inclusive los de raza, color, religión, idioma u origen nacional”.
(ii) Relación entre el objetivo que se busca conformar y el fin que se persigue
alcanzar
238. El objetivo del artículo primero del Decreto Legislativo 924 es sancionar
discursos que alaban la comisión del delito de terrorismo o de la persona que haya sido
condenada como su autor o partícipe. Se sanciona una conducta consistente en incitar a
la comisión de un nuevo delito terrorista, o hacer loa, alabanza o exaltación de un
delincuente terrorista, ya sea en su condición de autor o partícipe. La finalidad de la
pena allí prevista es preservar los bienes jurídicos tutelados por la ley penal, de valor o
relevancia constitucional. Esos bienes que se busca garantizar son varios y de distinta
entidad. En la STC 0010-2002-AI/TC, el Tribunal declaró que la
(...) dañosidad social [del delito de apología del terrorismo] radica en que
acentúa las consecuencias del terrorismo, contribuyendo a legitimar la acción delictiva
y, sobre todo, la estrategia de los propios grupos armados. Ese propósito de legitimación
constituye un objetivo fundamental del terrorismo. (...). Las actividades delictivas
cometidas por grupos armados o elementos terroristas crean un peligro efectivo para la
vida y la integridad de las personas y para la subsistencia del orden democrático
constitucional (STC 199/1987). La apología del terrorismo no es una conducta
irrelevante desde el punto de vista de los bienes jurídicos atacados por esos delitos.
Por lo expuesto, el Tribunal considera que entre el objetivo perseguido por la ley
penal y la finalidad constitucional que subyace a ella, existe una relación causal.
241. Del mismo modo, conforme a los fines que cumple la pena en un Estado
Constitucional de Derecho, la prevista en la disposición impugnada sanciona la
afectación de bienes jurídicos tutelados en la ley penal. Por tanto, el Tribunal considera
que el medio empleado por el legislador penal contribuye con la protección de los
bienes constitucionalmente protegidos que se buscan garantizar con el delito de
apología del terrorismo.
243. Del mismo, el Tribunal toma nota de que si la apología es de delitos contra
la seguridad y tranquilidad pública, contra el Estado y la defensa nacional, o contra los
poderes del Estado y el orden constitucional [es decir, para delitos que no constituyan el
delito de terrorismo], el legislador ha previsto que ésta sea reprimida con una pena no
menor de cuatro ni mayor de seis años. Entre tanto, si la apología se realiza del delito de
terrorismo o de la persona que haya sido condenada como su autor o partícipe, la pena
prevista por el legislador penal será no menor de seis ni mayor de doce años, además del
máximo de la pena de multa previsto por el artículo 42 del Código Penal y la
inhabilitación conforme a los incisos 2, 4 y 8 del artículo 36 del Código Penal.
Apreciadas las sanciones que en los dos primeros párrafos del artículo 316 del Código
Penal el legislador penal ha determinado para otras variantes del delito de apología, el
Tribunal considera que la pena contemplada por el artículo primero del Decreto
Legislativo 924 no es excesiva ni patentemente innecesaria, por lo que juzga satisfecho
el juicio de necesidad.
“(...) incita a la comisión de un nuevo delito terrorista, ya sea a través del elogio
o de cualquier otra forma directa o indirecta (...) “.
“(...) su dañosidad social radica en que acentúa las consecuencias del terrorismo,
contribuyendo a legitimar la acción delictiva y, sobre todo, la estrategia de los propios
grupos armados. Ese propósito de legitimación constituye un objetivo fundamental del
terrorismo (...)”.
247. A diferencia de otros delitos, también vinculados con el terrorismo, para los
cuales se ha contemplado penas cuya duración máxima excede las 2 décadas, en el caso
del delito de apología del terrorismo el lapso de privación de la libertad se extiende,
como máximo, a los 12 años. En consecuencia, siendo el grado de realización del fin
constitucional de intensidad media, y el grado de afectación de la libertad física
equivalente a aquella, es decir, también de intensidad media, el Tribunal considera que
la intervención en la libertad física de las personas con el quantum de pena previsto en
el artículo primero del Decreto Legislativo 924 para el delito de apología del terrorismo,
no viola el principio de prohibición de exceso o, dicho de otra forma, no es
desproporcionado. Por tanto, el Tribunal considera que este extremo de la pretensión
debe ser rechazado.
249. La pena prevista por el legislador en la ley para cada delito se denomina
pena abstracta o pena conminada, la cual puede presentarse bajo diversas modalidades.
Una de ellas es la pena compuesta:
250. Dado el concepto de sanción y de pena, una sola sanción podría comportar
la restricción de más de un bien jurídico, de modo tal que podría configurarse una pena
compuesta sin que ello implique la imposición de más de una pena. En nuestro
ordenamiento, según el Código Penal, las penas pueden ser: 1) privativa de libertad, 2)
restrictiva de libertad, 3) limitativa de derechos o 4) multa43. En atención a dicha
variedad de penas que ha previsto la Parte General del Código Penal, el legislador puede
configurar para determinado delito una reacción penal que se exprese a través de más de
una manifestación, estableciéndose, por ejemplo, además de la pena privativa de
libertad, la de inhabilitación o la de multa. Así se ha previsto por el legislador, además
de la apología del terrorismo, para los delitos de tráfico ilícito de drogas [296 CP],
contaminación ambiental [304 CP], pánico financiero [249 CP], delito informático [207
CP], abuso de poder económico [232 CP], desaparición forzada 320 CP], falsificación
de documentos [427 CP], usura [214 CP], receptación [194 CP], contabilidad paralela
[199 CP], entre otros.
253. De ello se deduce que existe una conexión fundamental entre el ne bis ídem
sustantivo, como interdicción de la doble sanción, y el principio de proporcionalidad, en
la determinación legal de la pena. Con respecto al principio de proporcionalidad en la
determinación legal de la pena, este Tribunal ha señalado que:
261. En ese sentido, precisa que los beneficios que se otorgan por la
colaboración eficaz se han diseñado dentro del marco de las disposiciones
constitucionales vigentes y de los tratados internacionales en materia de derechos
humanos, los que, conjuntamente, recuerdan que no es posible utilizar la coacción para
obtener declaraciones. Asimismo, refiere que de la lectura de las disposiciones previstas
en el Decreto Legislativo en cuestión no es posible advertir que se produzcan dichas
situaciones proscritas, atendiendo a que las manifestaciones se producen por propia
voluntad de las personas; y que el hecho de obtener beneficios no implica considerar
que exista una situación violenta, sino, por el contrario, se basa en un incentivo premial
que dista mucho de la coacción. Asimismo, en cuanto a la prohibición de declaración
contra sí mismo, alega que la norma en cuestión no afecta tal derecho, ya que dispone
un mandato imperativo de colaboración, sino que la persona tiene el libre albedrío de
acogerse a no a los beneficios respectivos (sic).
263. Por otro lado, sostiene que si bien es cierto que la admisión y práctica de
los denominados testigos o arrepentidos protegidos con la reserva de su identidad
restringe en cierto modo el derecho de defensa en su vertiente de contradicción, en la
medida que el defensor desconoce la identidad de quien prestará su declaración en
juicio, también lo es que el legislador ha impuesto una cláusula especial para la
valoración del testimonio de un testigo con reserva de identidad, siendo ésta la
exigencia de que esté corroborada con otra prueba, tal como lo establece expresamente
el artículo 283 del Código de Procedimientos Penales, modificado por la Ley 27378.
Cuestiones preliminares
264. El Tribunal toma nota de que una de las objeciones en la que se sustenta la
presunta inconstitucionalidad de diversos artículos del Decreto Legislativo 925, es su
eventual contradicción con el artículo 132 del Código de Procedimientos Penales, es
decir, una norma con rango de ley, semejante a la que tiene la cuestionada mediante la
presente demanda. Al respecto, en la medida que un cuestionamiento como el que se ha
formulado es ajeno al tipo de controversia constitucional que es propio del proceso de
inconstitucionalidad, tal extremo de la pretensión debe desestimarse.
265. Por otro lado, el Tribunal observa que los motivos expuestos en torno a la
inconstitucionalidad del Decreto Legislativo 925 no atañen a todos sus artículos. Así
sucede, por ejemplo, con el artículo 1 del referido Decreto Legislativo 925, que se limita
a establecer cuál es el objeto de la norma. “El presente Decreto Legislativo establece las
normas que regulan la colaboración eficaz en delitos de terrorismo y conexos, de
apología del delito en el caso de terrorismo y de lavado de dinero en supuestos de
terrorismo”.
266. Lo mismo sucede con el artículo 3 del mismo Decreto Legislativo 925, que
excluye la posibilidad de que determinadas personas se acojan al beneficio de
colaboración eficaz en delitos de terrorismo y conexos, así como de apología del
terrorismo y de lavado de dinero en supuestos de terrorismo; mientras que las razones
por las cuales los demandantes han planteado que se declare la inconstitucionalidad de
diversos artículos del Decreto Legislativo se basan en la admisión al régimen jurídico de
colaboración eficaz. Por tanto, el Tribunal no se pronunciará sobre la validez
constitucional de ambas disposiciones.
273. Lo mismo sucede con el ordinal “g” del artículo 14.3 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que establece que entre las garantías
mínimas que tiene una persona acusada de un delito, se encuentra el derecho
274. Dicho derecho garantiza a toda persona no ser obligada a descubrirse contra
sí misma (nemo tenetur se detegere), no ser obligada a declarar contra sí misma (nemo
tenetur edere contra se) o, lo que es lo mismo, no ser obligada a acusarse a sí misma
(nemo tenetur se ipsum accusare). Sin embargo, su ámbito normativo no se agota en
garantizar la facultad de no ser obligado a declarar contra sí mismo o a confesar su
propia culpabilidad, de modo que pueda entenderse que, respecto a sus coinculpados, el
imputado sí tenga la obligación hablar o acusar. La incoercibilidad del imputado
comprende ambos supuestos y, en ese sentido, debe indicarse que este derecho garantiza
la potestad del imputado o acusado de un ilícito penal a guardar silencio sobre los
hechos por los cuales es investigado o acusado penalmente, tanto en lo que le atañe
como en lo que incumbe a terceros.
275. Por cierto, el contenido prima facie protegido por el derecho a no declarar
la culpabilidad contra sí mismo se encuentra relacionado con una serie de derechos
fundamentales, de cuyo registro es posible individualizar una serie de obligaciones de
abstención a cargo del Estado. Como ha recordado el Comité de Derechos Humanos, al
examinarse este derecho
“(...) debe tenerse presente las disposiciones del artículo 7 y del párrafo 1 del
artículo 10 [del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, concordante con el
artículo 2.24. “h” de la Constitución] (...)”49,
276. Por tanto, para los efectos de que este derecho no sufra un menoscabo que
pueda ser calificado como arbitrario, el Estado está prohibido de ejercer violencia
psíquica o física sobre el inculpado o acusado y ejecutar métodos engañosos o de
naturaleza análoga que pudieran estar destinados a obtener involuntariamente
información sobre los hechos criminales por los cuales se le investiga o acusa en un
proceso penal. Del mismo modo, si el derecho a no autoincriminarse comprende el
derecho a guardar silencio, en el ámbito jurisdiccional, los jueces y tribunales tienen la
obligación de no asumir una aceptación tácita del silencio, pero sí a darle un sentido
interpretativo del mismo que pueda ayudar a dilucidar la causa. Y es que sí existe un
deber de respetar, cumplir y defender la Constitución y el ordenamiento jurídico de la
Nación, según dispone el artículo 38 de la Constitución.
277. Desde luego, los jueces y tribunales también tienen la obligación de negar
valor a las declaraciones obtenidas por la violencia, lo que no debe entenderse en
términos restrictivos, con referencia únicamente a la violencia psíquica o física, sino en
un sentido amplio, como omnicomprensiva de toda información obtenida del
investigado o acusado sin su voluntad. Como se ha dicho antes, el derecho a no confesar
la culpabilidad garantiza la incoercibilidad del imputado o acusado. Sin embargo, dicho
ámbito garantizado no es incompatible con la libertad del procesado o acusado para
declarar voluntariamente, incluso autoincriminándose.
278. Claro está, siempre que ello provenga del ejercicio de su autonomía de la
voluntad o, dicho en sentido negativo, no sea consecuencia de la existencia de cualquier
vestigio de coacción estatal o de autoincriminaciones inducidas por el Estado por medio
del error, engaño o ardid. Un ejercicio de la libertad en ese sentido está también
garantizado por el deber de no mentir, sino más bien de contribuir al cumplimiento de
las normas legales. No obstante, para que una declaración autoinculpatoria pueda
considerarse como libremente expresada a través de los órganos de control penal, el
Estado tiene el deber de informar al investigado, denunciado, procesado o acusado las
ventajas y desventajas que una conducta de esa naturaleza podría generar. Impone
también a los órganos judiciales la obligación de no sustentar una pena sólo sobre la
base de tal autoincriminación, puesto que, como ha expuesto el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos,
282. Por lo que se refiere a los delitos a los que se refiere el Decreto Legislativo
925, el Tribunal toma nota que, con excepción de muy pocos delitos, el quántum de la
pena previsto ordinariamente para las diversas modalidades del delito de terrorismo
oscilan entre 20 años como mínimo, y se extienden, en determinados casos, hasta la
cadena perpetua. La amenaza de privación de libertad por un número de años tan
considerable, y los efectos que ello acarrea en la vida personal y familiar del procesado
si no se acogiera al beneficio de colaboración eficaz, constituye un factor constitucional
que condiciona, en uno u otro sentido, el ejercicio que se pueda hacer del derecho a no
autoincriminarse.
283. En tales casos, sólo desde una perspectiva formal podría señalarse que la
decisión de confesar se realiza en ejercicio pleno de la autonomía de la voluntad,
garantizado por el artículo 2 inciso 20 literal “a” de la Constitución, es decir, en
ejercicio de la libertad a no estar obligado a ello. Esto vale tanto para el caso del
investigado o acusado que realmente se encuentre arrepentido de los hechos ilícitos que
se le imputan, como para aquel que con fines estrictamente utilitarios, ve en la
concesión de los beneficios un medio para aplacar la intensidad de la privación de
libertad que pende sobre él, tras la posible expedición de una sentencia condenatoria. En
ambos casos, son disposiciones plenamente constitucionales, en la medida que se
respete la autonomía de la voluntad y el deber de colaboración en el ordenamiento
jurídico nacional. Por tanto, este extremo de la pretensión debe desestimarse.
(...) advertir que tal garantía de la libertad personal (orden judicial o flagrante
delito) no se extiende a cualquier supuesto de restricción, sino que está directamente
relacionada con la “detención” de una persona, es decir, con medidas que supongan una
privación de la libertad. Evidentemente, ese no es el caso ni del denominado arresto
simple ni del denominado arresto de rigor, que más bien constituyen o implican una
restricción de la libertad. Y para ambos, no es de aplicación el ordinal “f” del inciso 24)
del artículo 2 de la Constitución, sino su ordinal “b”, a tenor del cual “No se permite
forma alguna de restricción de la libertad personal, salvo en los casos previstos por la
ley” (...).
“Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las causas y en las
condiciones fijadas de antemano por las Constituciones Políticas de los Estados Partes o
por las leyes dictadas conforme a ellas”.
“(...) por causas y métodos que -aun calificados de legales- puedan reputarse
como incompatibles con el respeto de los derechos fundamentales del individuo por ser,
entre otras cosas, irrazonables, imprevisibles, o faltos de proporcionalidad”51,
298. El Tribunal observa que, de conformidad con el ordinal “f” del inciso 24)
del artículo 2 de la Constitución, una privación de la libertad deviene en arbitraria, entre
otros supuestos, cuando ésta no se funda en un
“(...) mandamiento escrito y motivado del Juez o por las autoridades policiales
en caso de flagrante delito”
a. las
y,
“(...) por delito de terrorismo seguidos ante la jurisdicción penal ordinaria en los
que se aplicó el artículo 13 inciso h) del Decreto Ley 25475 (...)” [artículo 3 del Decreto
Legislativo 926],
302. En ese sentido, el Tribunal advierte que, una vez superada la reserva de
jurisdicción, la prolongación de la detención judicial de una persona tendrá que
sujetarse a las exigencias que plantea el contenido constitucionalmente protegido del
derecho al plazo razonable de la detención judicial preventiva, cuyas directrices este
Tribunal destacó en la STC 02915-2004-HC/TC, a las cuales se remite. La cuestión de
si el mandato previsto en la Primera Disposición Complementaria del Decreto
Legislativo 926 es incompatible con el contenido constitucionalmente garantizado del
derecho a la detención judicial preventiva, este Tribunal ha de absolverla en forma
negativa.
306. Por otro lado, aducen que el artículo 8 del Decreto Legislativo 927 da carta
blanca para la persecución del liberado condicionalmente porque dispone que la
Dirección contra el Terrorismo de la Policía Nacional y sus unidades especializadas se
encarguen del control e inspección del cumplimiento de las reglas de conducta de los
beneficiados con liberación condicional. Añaden que, de esta forma, se extiende la
prisión para el liberado más allá de la cárcel y se hace extensiva a sus familiares,
vulnerándose no sólo los artículos 1 y 2 de la Constitución, sino también el artículo 1
del Código de Ejecución Penal, que reconoce al sentenciado los mismos derechos de las
personas en libertad. Asimismo, argumentan que el artículo 8.2 del mismo Decreto
Legislativo 927 vulnera el derecho a la inviolabilidad del domicilio, puesto que autoriza
que se realicen constataciones e inspecciones tanto de la persona liberada como de su
vivienda; que éstas son equivalentes a las “requisas” que se realizan a los internos en un
establecimiento penitenciario; y que en la norma se prevé el hecho de que, si los
liberados se oponen, el Juez podrá ordenar el allanamiento de su vivienda, lo que
implicaría el robo y saqueo de sus pertenencias y la de sus familiares y quizás hasta su
detención con nuevos cargos.
307. Arguyen, de otro lado, que también se viola el derecho a la inviolabilidad
de las comunicaciones y a la privacidad, puesto que, sin que sea puesto en conocimiento
del liberado, el juez podrá autorizar el levantamiento del secreto de sus comunicaciones
a través de una filmación electrónica, que grabará lo que dice y hace en locales
públicos, en su casa o donde simplemente se sospeche que se desarrollan actividades
vinculadas con el terrorismo. Manifiestan que, de esta forma, el liberado no tendrá
privacidad, ni sus familiares, ni paz ni tranquilidad, ni podrá disfrutar del tiempo libre y
el descanso, ni tampoco podrá desenvolverse con libertad, buscando el bienestar y el
desarrollo de su vida. Agregan que tampoco podrá expresar libremente sus ideas, sus
creencias y pensamientos, sus opiniones, y que su libertad condicional en realidad será
una tortura para él y para sus familiares; y que ello se configura como un trato
inhumano, humillante y degradante.
(...) En el caso de las normas de ejecución penal (...) sus disposiciones deben
considerarse normas procedimentales, por cuanto a través de ellas se establecen los
presupuestos que fijan su ámbito de aplicación, la prohibición de beneficios penales y la
recepción de beneficios penitenciarios aplicables a los condenados. En suma, el
problema de la ley aplicable en el tiempo a normas (...) [sobre beneficios penitenciarios]
ha de resolverse bajo los alcances del principio tempus regis actum (...)
314. Por tanto, el Tribunal Constitucional considera que, en la medida que los
artículos 1, 2 y 3 del Decreto Legislativo 927 no disponen un mandato incompatible con
el contenido constitucionalmente garantizado del derecho a no ser desviado del
procedimiento predeterminado por la ley, reconocido en el inciso 3) del artículo 139 de
la Constitución, ni tampoco comportan una infracción del principio de irretroactividad
de las leyes, contemplado en el artículo 103 de la Ley Fundamental, este extremo de la
pretensión debe desestimarse.
318. Por ello, al destacar que los principios de tolerancia y del pluralismo son
valores consustanciales del sistema democrático, en la misma STC 0003-2006- PI/TC el
Tribunal recordó que
319. En la medida que una de las formas cómo se puede poner en peligro la real
vigencia de los principios de tolerancia, pluralismo y democrático, es a través del
desconocimiento del ejercicio de la libertad de opinión, el inciso 3) del artículo 2 de la
Ley Fundamental ha prohibido tajantemente el llamado delito de opinión. El Estado no
puede criminalizar las opiniones, aún cuando éstas sean de las minorías. Por el
contrario, tiene para con ellas un deber especial de protección, que no sólo se traduce en
deberes positivos de protección, ante supuestos de lesión, sino también en deberes de
promoción y garantía a través de sus diversos canales institucionales.
4. Examen de idoneidad.
5. Examen de necesidad.
“El presente Decreto Legislativo establece las normas que regularán los
beneficios penitenciarios y los procedimientos en materia de ejecución penal relativos a
los condenados por delito de terrorismo” [art. 1 del Decreto Legislativo 927].
325. En la medida que se trata de una norma especial, el Tribunal entiende que
los condenados por delito de terrorismo sólo pueden acogerse a los beneficios
penitenciarios previstos en el Decreto Legislativo 927, encontrándose excluidos de la
posibilidad de acogerse a aquellos otros que se encuentran regulados por el Código de
Ejecución Penal (vg., la semilibertad). Tal exclusión, así como el establecimiento de
reglas ad hoc distintas a las contempladas en el referido Código de Ejecución Penal para
los beneficios penitenciarios contemplados en el artículo 2 del Decreto Legislativo 927,
comporta una intervención en el ámbito garantizado por el derecho/principio de
igualdad, puesto que, conforme a la jurisprudencia de este Tribunal,
(...) los beneficios penitenciarios pueden ser estimados como derechos subjetivos
de los internos, ciertamente condicionados, porque su aplicación no procede
automáticamente por el solo hecho de que quien lo solicita se encuentra privado de su
libertad, sino que está sujetos a presupuestos establecidos en la norma, los que aun si
fueran cumplidos por el sentenciado no constituyen un factor decisivo para su
concesión, pues su otorgamiento estará librado a la evaluación judicial de si el
condenado se encuentra apto para ser reincorporado a la sociedad, habida cuenta que la
justificación de las penas privativas de la libertad es la de proteger a la sociedad contra
el delito [STC 2196-2002-HC/TC, fundamento 11].
326. Con respecto al segundo paso, el Tribunal Constitucional toma nota que la
intensidad de la intervención en el ámbito del derecho/principio de igualdad es “leve”,
pues el tratamiento diferenciado no se sustenta en motivos proscritos por el inciso 2) del
artículo 2 de la Constitución (origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición
económica, etc.) y, además, tiene como consecuencia el impedimento del ejercicio o
goce de un derecho de rango legal. El carácter de derecho meramente legal ha sido
sostenido reiteradamente en nuestra jurisprudencia. Por ejemplo, en la STC 1593- 2003-
HC/TC, el Tribunal señaló
(...) El fin del tratamiento diferenciado comprende dos aspectos que deben ser
distinguidos: objetivo y fin. El objetivo es el estado de cosas o situación jurídica que el
legislador pretende conformar a través del tratamiento diferenciado. La finalidad o fin
viene a ser el derecho, principio o bien jurídico cuya realización u optimización se logra
con la conformación del objetivo. La finalidad justifica normativamente la legitimidad
del objetivo del tratamiento diferenciado.
332. Por ello es que en la misma STC 00019-2005- PI/TC, se sostuvo que
337. Dentro de los medios alternativos referidos a las reglas a las que están
sometidas la concesión de la redención de la pena por el trabajo y la educación y, en
particular, la regla según la cual el interno podrá redimirla a razón de un día de pena por
siete días de labor efectiva, bajo la dirección y control de la Administración
Penitenciaria [art. 3 del Decreto Legislativo 927]; se pueden observar los siguientes:
a) que el interno redima la pena a razón de un día de pena por seis días de labor
efectiva;
b) que el interno redima la pena a razón de un día de pena por cinco días de
labor efectiva;
c) que el interno redima la pena a razón de un día de pena por cuatro días de
labor efectiva; y,
d) que el interno redima la pena a razón de un día de pena por tres días de labor
efectiva.
341. Por tanto, en la medida que el grado de realización u optimización del fin
constitucional es mayor que la intensidad de la intervención o afectación de la igualdad,
o dicho de otra forma, dado que la afectación sobre el derecho de igualdad es mínima,
comparada con la máxima importancia de la realización de la ejemplaridad del ius
puniendi estatal, el Tribunal considera que los medios empleados por el legislador han
superado el examen de proporcionalidad en sentido estricto y no son inconstitucionales,
por lo que este extremo de la pretensión debe desestimarse.
“La vigilancia electrónica filmando y grabando qué dice y qué hace el liberado
en locales públicos, en su casa o donde simplemente se sospeche que se desarrollan
actividades vinculadas con el terrorismo u organizaciones o grupos terroristas que
actúen en servicio o colaboración con los mismos.53”
346. Esa protección del espacio personal es lo que subyace como telos en el
inciso 9) del artículo 2 de la Ley Fundamental, al prescribir que el contenido
constitucionalmente declarado del derecho a la inviolabilidad del domicilio no consiente
que alguien pueda
353. Igualmente, el Tribunal recuerda que tampoco podrá considerarse como una
injerencia arbitraria el allanamiento realizado en un contexto de flagrancia en la
comisión de un delito o de muy grave peligro de su perpetración. Como recuerda el
referido inciso 9) del artículo 2 de la Ley Fundamental, en tales situaciones fácticas no
rige el principio de reserva de jurisdicción antes aludido.
354. El Tribunal enfatiza, del mismo modo, que el supuesto de grave peligro de
perpetración de un delito no puede determinarse en abstracto, por lo que su evaluación
deberá realizarse en cada caso concreto. En la medida en que sólo el juez podrá
establecer, con las garantías del derecho a la intimidad personal y familiar, el espacio
que puede ser sometido a vigilancia electrónica, el Tribunal estima que la disposición
impugnada es constitucional.
356. Pero, en principio, los actos que se realicen en lugares públicos o abiertos al
público están garantizados por el derecho a la intimidad. Este último derecho, según
tiene declarado este Tribunal en su jurisprudencia, protege los actos que se realizan en
zonas ajenas a los demás, espacios en los que uno tiene derecho a impedir intrusiones y,
por ello, vedados a toda invasión (Cf. STC 6712-2005-PHC/TC, fundamento 39; STC
0004-2004-AI/TC, fundamento 34). No es el caso que aquí el Tribunal tenga que
analizar si determinados lugares públicos, o abiertos al público, en situaciones
singulares, puedan constituir espacios físicos en los que se despliegan actos
eminentemente íntimos [vg. en los servicios higiénicos]. Conviene subrayar que no
siempre un lugar público o abierto al público constituye un espacio ajeno a la injerencia
de terceros por cuanto, en principio, no pueden considerarse como íntimos o como parte
de un ámbito propio y reservado, los actos y comportamientos que se realizan en
público y que son de acceso general.
exige del legislador la imposición de ciertos requisitos que tienen que ver con la
calidad de la ley. La presencia de estos requisitos de calidad tiene una doble función.
Por un lado, permite a los ciudadanos conocer en qué circunstancias y bajo qué
condiciones se pueda disponer la intervención o interceptación de comunicaciones57; y,
de otro, constituyen un parámetro dentro del cual el juez encuentra delimitada y limitada
su competencia discrecional para autorizarla.
367. En párrafo anterior de esta sentencia, el Tribunal destacó que el ordinal “c”
del artículo 8.3 del Decreto Legislativo 927 constituía una injerencia en el ámbito del
derecho al secreto e inviolabilidad de las comunicaciones. La existencia de una ley que
autoriza la vigilancia secreta, mediante medios electrónicos, de las comunicaciones,
constituye por sí misma una intervención en el ámbito prima facie del derecho al secreto
y a la inviolabilidad de las comunicaciones, independientemente de su aplicación a un
caso concreto58. Por tanto, el Tribunal analizará si las exigencias planteadas en dicho
párrafo de esta sentencia han sido previstas por la disposición impugnada y la Ley
27697, que desarrolla constitucionalmente el artículo 2.10 de la Ley Fundamental.
368. El artículo 8.3 del Decreto Legislativo 927 prescribe que la vigilancia
electrónica mediante filmaciones y grabaciones de audio podrá ser autorizada por el
Juez, a pedido del Fiscal. La disposición impugnada respeta, por tanto, el principio de
reserva jurisdiccional exigido por el artículo 2.10 de la Ley Fundamental para todo caso
de intervención sobre el derecho al secreto e inviolabilidad de las comunicaciones.
Igualmente, el Tribunal aprecia que el Decreto Legislativo 927 establece la categoría de
personas cuyas comunicaciones en locales públicos o abiertos al público, son
susceptibles de ser intervenidas. Éstas personas son los que han obtenido su libertad
mediante la concesión de beneficios penitenciarios, después de haber sido objeto de una
condena por el delito de terrorismo.
370. El Tribunal toma nota de que, si bien el ordinal “b” del artículo 8.3 del
Decreto Legislativo 927 no establece un límite temporal en la ejecución de la
intervención sobre la comunicación interpersonal, sin embargo, dicho plazo existe, y es
el previsto en el artículo 2.7 de la Ley 27697. Dicho plazo, cuya aplicabilidad a la
disposición impugnada fue objeto de tratamiento en esta sentencia, no puede ser
superior a 6 meses, susceptibles de ser prorrogados a solicitud del Ministerio Público, y
siempre que se encuentre debidamente sustentada. Igualmente, el Tribunal observa que
los artículos 2.8, 2.9, 2.10, 2.11, 2.1 y 2.13 de la misma Ley 27697 establecen las
condiciones que deberán observarse mínimamente en el tratamiento de las
comunicaciones intervenidas. Y que dicho tratamiento no sólo está contemplado en la
ley sino, además, se prevé que esté delimitado en forma puntual en la resolución judicial
que autorice la vigilancia electrónica.
VI. FALLO
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
Exp. 0003-2005-PI/TC
Walter Humala y 5186 ciudadanos
“... Por ello, son los efectos de la vertiente positiva de la prevención general los
que alcanzan mayor relevancia. Claus Roxin, los resume del siguiente modo:
(...) el efecto de aprendizaje motivado socio-pedagógicamente, el ejercicio de la
confianza en el derecho que se produce en la población por medio de la actividad de la
justicia penal; el efecto de confianza que resulta cuando el ciudadano ve que el derecho
se impone; y finalmente, el efecto de satisfacción que se instala cuando la conciencia
jurídica se tranquiliza como consecuencia de la sanción por sobre el quebrantamiento
del derecho, y cuando el conflicto con el autor es visto como solucionado.” (Fin y
justificación de la pena y de las medidas de seguridad. En: Determinación judicial de la
pena. Compilador Julio B. J. Maier. Buenos Aires: Editores Del Puerto, 1993, p. 28) ...”
S.
JUAN FRANCISCO VERGARA GOTELLI
Rectificación
Expediente Nº 003-2005-PI-TC
SENTENCIA
DEL PLENO JURISDICCIONAL DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
De 9 de agosto de 2006
PROCESO DE INCONSTITUCIONALIDAD
(Publicado: 19-12-2006)