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Presentación
Objetivos
No existe una definición única y consensuada del concepto de derechos humanos. Más
bien, este concepto es dinámico y se va complejizando a medida que se reconocen
nuevas dimensiones de los derechos para distintos grupos humanos, en determinados
contextos sociales, históricos, culturales y/o políticos.
Cada persona tiene una noción particular sobre lo que son los derechos humanos, que
está mediada por su experiencia y sus circunstancias. Por la proximidad que nuestra
actual sociedad chilena tiene respecto del período de la Dictadura civil-militar ocurrida
entre 1973 y 1990, es probable que muchos/as relacionen casi automáticamente el
concepto de derechos humanos con las violaciones cometidas durante la dictadura,
tales como la desaparición, el exilio y la tortura, entre otras. Así lo corroboró la primera
Encuesta Nacional de Derechos Humanos realizada por el Instituto Nacional de Derechos
Humanos (INDH) en 2011, que entre una de sus preguntas consultaba a la ciudadanía
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“¿qué conceptos se le vienen a la mente con la palabra derechos humanos?” a lo que
un 87% respondió “con las violaciones ocurridas en el régimen militar”.
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BOBBIO, R. (1991) El tiempo de los derechos. Madrid: Editorial Sistema.
PECES BARBA, G. (1995) Curso de derechos fundamentales. Madrid: Universidad Carlos III de Madrid.
Pp. 154-205.
SQUELLA, A (2000) Introducción al Derecho. Cap. III. Los derechos fundamentales de la persona
humana. Santiago: Editorial Jurídica de Chile. pp. 212-225.
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Derechos Humanos y con él el establecimiento de un conjunto de instrumentos
internacionales e instituciones, que han contribuido a la profundización de la
comprensión de los derechos humanos y a una creciente formalización, precisando el
contenido de los derechos y avanzando en su consolidación.
Esta idea sobre los derechos humanos reconoce tres dimensiones estrechamente
interrelacionadas. Una que refiere al carácter normativo, es decir, que los derechos
humanos son un conjunto de normas contenidas en los pactos, tratados y convenciones
internacionales, pero también en la Constitución y las leyes de cada país. Otra
dimensión de carácter ético, que los reconoce como un conjunto de valores que
permean la cultura y que orientan el comportamiento social y una tercera dimensión,
de carácter utópico y político que refiere a los derechos humanos como un ideal que
no ha sido alcanzado y al cual se aspira, por el cual las naciones deben esforzarse, tal
como dice el preámbulo de la Declaración Universal (DUDH).
Ninguno de estos aspectos por sí solo puede definir lo que son los derechos humanos.
Una comprensión solo normativa reduce los derechos humanos a los aspectos que están
legalmente regulados. Una perspectiva que solo releva lo valórico, hace recaer toda la
responsabilidad en la formación moral o ética individual, diluyendo el carácter de
obligaciones exigibles para los Estados. Por último, una mirada sólo en torno al ideal,
sin comprender que la norma y la cultura constituyen caminos para alcanzarlo, no logra
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la movilización política y estanca el proceso de materialización de los derechos
humanos.
Esta comprensión tridimensional aún no ha logrado permear los procesos formativos con
los que se educa en materia de derechos humanos, ya que en este campo aún predomina
la propuesta de generaciones de derechos planteada originalmente por Karel Vasak en
1979, que distingue generaciones de derechos, en un símil con los valores de la
revolución francesa. Esta clasificación contiene elementos erróneos desde un punto de
vista histórico pero además, no favorece la comprensión de las características y
principios de los derechos humanos, por lo que es muy relevante que la academia pueda
hacer una revisión crítica de esta propuesta clasificatoria. Para ello, se propone la
lectura de Rabossi “las generaciones de derechos humanos; la teoría y el cliché” quien
plantea con claros argumentos y evidencia las dificultades e inconveniencia de la
utilización de esta mirada que jerarquiza derechos.
Junto con una comprensión multidimensional de lo que son los derechos humanos, es
muy relevante poder establecer cuáles son las características que le dan una naturaleza
diferente al derecho común o contractual. Sin embargo, al momento de enumerar las
características y principios de los derechos humanos se advierte una disparidad entre
las distintas fuentes.
Aún con las diferencias en las definiciones, hay un consenso en que el fundamento de
los derechos humanos es la dignidad de las personas y los pueblos, es decir, se
reconoce a todas las personas su condición de ser humano, y ser todas igualmente
valiosas por compartir esta cualidad. Los derechos humanos buscan responder a esa
dignidad inherente a todos los seres humanos, a través de un conjunto de facultades
que la protegen y resguardan sin distinción de ningún tipo, es decir,
independientemente de nuestra nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen étnico,
color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Es por ello que todos y todas tenemos
los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna. Pese a ello, la forma en que
esos derechos se satisfacen es distinta en cada contexto socio-histórico, dado que cada
pueblo entiende la dignidad en dependencia con su cultura, su organización política y
el desarrollo socioeconómico, además de su historia.
La principal fuente de los derechos humanos está constituida por diversos instrumentos
internacionales de derechos humanos como, por ejemplo, los tratados, pactos y
convenciones. Sin embargo, estos no identifican ni definen de manera explícita las
características de los derechos humanos, salvo algunas excepciones.
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La Conferencia Mundial de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que se llevó a
cabo en 1993 en Viena y que también es parte del derecho internacional de los derechos
humanos, sistematizó estas características, señalando que “todos los derechos humanos
son universales, indivisibles e interdependientes y están relacionados entre sí”. A su
vez, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos,
que surgió de esta Conferencia, incorpora de manera explícita su carácter inalienable,
elementos que han sido retomados y manifestados en los preámbulos y articulados de
los tratados internacionales más recientes. .
Con todo y pese a las diferencias que se pueden constatar al momento de enumerar las
características de los derechos humanos existe un consenso amplio en reconocer las
siguientes:
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Debido a circunstancias históricas relacionadas con las tensiones propias del
período de la Guerra Fría, que dieron origen a la firma del Pacto Internacional
de los derechos Civiles y Políticos (PIDCP) por una parte y al Pacto Internacional
de los derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) por otra, los derechos
se han clasificado en estas dos categorías. Por una parte los derechos civiles y
políticos que refieren a libertades civiles y participación en la vida democrática
(como el derecho a circular libremente, a la seguridad personal y a votar, entre
otros), y por otra a los derechos económicos, sociales y culturales (DESC) que
refieren a las condiciones mínimas que satisfacen la dignidad de las personas y
que les permiten vivir de manera adecuada (como el derecho a la salud y a la
educación). Esta tipología de ninguna manera implica que hay derechos más
relevantes que otros, al contrario, no hay jerarquías entre ellos y en ambos
pactos se afirma la igualdad del conjunto de los derechos.
Con relación a los principios de los derechos humanos, si bien los instrumentos
internacionales de derechos humanos tampoco hacen una definición explícita, desde el
Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (2012) se ha
señalado que éstos refieren a “normas transversales que orientan al Estado y a otros
garantes de derechos en su aplicación de los derechos humanos”. Además, y como
operan con dicho criterio, son vinculantes para los Estados, es decir, exigibles desde el
punto de vista jurídico.
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los derechos. Este principio, implica no sólo reconocer a todas las personas como
sujetos de derecho, sino que además asegurar el goce de esos derechos sin
discriminación, especialmente de quienes han estado en una situación de desventaja
social por barreras estructurales, culturales, políticas, económicas o de otro tipo y que
les han impedido disfrutar de sus derechos en condiciones similares con respecto al
resto de la población.
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d) Principio Pro persona/ pro-homine. Implica reconocer que se ha de aplicar la norma
que mejor proteja y de mayores garantías de goce de derechos a la persona o colectivo.
Este principio es necesario de considerar en situaciones de colisión de derechos y en los
contextos nacionales, dado que los países pueden tener normas más favorables que los
mínimos que establecen las convenciones y pactos del derecho internacional de los
derechos humanos. En este sentido, algunos instrumentos de derechos humanos como
la Convención Americana de Derechos Humanos (artículo 29) y el PIDESC (artículo 5),
establecen indicaciones que permiten resguardar las normas de interpretación que
pudieran limitar, restringir o menoscabar los derechos humanos a pretexto de que leyes,
convenciones, reglamentos o costumbres no los reconocen o los reconocen en menor
grado.
Las obligaciones del Estado recaen en sus instituciones, pero los funcionarios y
funcionarias estatales también tienen obligaciones y su incumplimiento no solo
compromete su propia responsabilidad sino también la responsabilidad internacional
del Estado en materia de derechos humanos. Esto se refiere a los/as funcionarios/as
públicos del gobierno central y regional, municipalidades y organismos autónomos, así
como los/as agentes de fuerzas armadas, de orden y seguridad pública o cualquier
persona que se encuentre ejerciendo funciones públicas, sin importar el régimen
contractual que tenga con el Estado. El ámbito jurídico también extiende esta
responsabilidad a las personas que trabajan con aquiescencia del Estado, es decir, con
su consentimiento o acuerdo. De este modo, organismos colaboradores de SENAME, las
y los funcionarios/as a honorarios y todos los que prestan servicios vía subvenciones del
Estado, tienen obligaciones. Incluso, también se vuelve responsable un privado que
actúa con conocimiento de un agente estatal
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A pesar de todo, el Estado sigue siendo el primer titular de obligaciones en virtud del
derecho internacional y no puede revocar su deber de poner en pie y hacer efectivo un
entorno reglamentario adecuado para las actividades y responsabilidades del sector
privado. Las leyes y las políticas nacionales deben detallar cómo se cumplirán las
obligaciones del Estado en materia de derechos humanos en los niveles nacional,
provincial y local, y la medida en que los individuos, las empresas, las entidades de
gobierno local, las ONG u otros órganos de la sociedad compartirán directamente la
responsabilidad de la ejecución.
Entre los/as autores/as existen diversas formas de clasificar las obligaciones del Estado
para garantizar el reconocimiento y ejercicio de los derechos humanos, y a pesar de
que no hay pleno consenso sobre la forma de hacerlo, es posible afirmar como tales las
siguientes:
Por un lado, hay medidas inmediatas, que se hacen exigibles de manera completa al
Estado desde que ratifica el Pacto, incluyendo los principios de derechos humanos,
como por ejemplo la obligación de tomar medidas hasta el máximo de los recursos
disponibles. Por otro lado, hay medidas progresivas que no pueden dilatarse en el
tiempo, es decir, el Estado debe al menos tomar alguna medida de forma inmediata y
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comprometerse a avanzar en algunas dimensiones con respecto a las características y
alcances del derecho establecidas en los instrumentos internacionales de derechos
humanos.
Un último tema fundamental en las obligaciones dice relación con el origen de estas en
el sistema internacional de protección y su aplicabilidad en el ámbito interno de cada
país. Sobre este punto y sobre cómo se constituyen, reconocen y se genera
responsabilidad internacional de los Estados en torno a estas obligaciones, les
solicitamos que revisen el texto de lectura obligatoria de Claudio Nash, “La protección
internacional de los Derechos Humanos en contexto”. Así también este texto introduce
el tema de los límites legítimos que tiene el ejercicio de derechos humanos, puesto que
muy con el contrario a lo que se entiende en el sentido común, los derechos humanos
no son absolutos, es decir, pueden y requieren de ser regulados en función de la
convivencia de las sociedades democráticas, ý en atención a los contextos culturales y
sociales específicos. De allí que su carácter universal implica un reconocimiento de
diversidades sociohistóricas y económicas, que dan pie a la fijación de mínimos comunes
capaces de acoger y atender a esas particularidades, sin renunciar al fundamento base
del reconocimiento de la dignidad ontológica de todo ser humano, la búsqueda de
mayor igualdad, libertad y paz entre los grupos y las naciones.
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4. Fuentes del Sistema Internacional de Protección y Promoción de Derechos
Humanos
En la sección anterior revisamos las obligaciones que tienen los Estados con respecto a
los derechos humanos. Estas obligaciones están contenidas en instrumentos que los
Estados han firmado y ratificado y son parte de un sistema complejo de protección y
promoción de derechos humanos, que tiene una organización y formas de actuación que
revisaremos ahora.
Para comprender mejor estos mecanismos, es necesario conocer las fuentes del sistema
universal de protección y promoción de los derechos humanos, llamadas también
convenciones. Estas se dividen en instrumentos denominados convenciones generales,
como la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH, 1948), el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PDCP, 1966), Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC, 1966) y las convenciones
específicas que abordan el reconocimiento y ejercicio de derechos para grupos en
situación de vulnerabilidad, como por ejemplo la Convención de los Derechos del Niño
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(1989), la Convención sobre los derechos de las Personas con Discapacidad (2006), entre
otras. También están otras convenciones temáticas, como es el caso de la Convención
contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (1984) o la
Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
Racial (1965), entre otras.
La Corte Interamericana tiene como funciones dictar sentencias sobre los casos
presentados y emitir opiniones consultivas cuando los Estados preguntan sobre cómo
interpretar alguna convención del sistema.
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Cada Estado tiene su sistema nacional de protección de los derechos humanos, el cual
al reconocer el sistema universal y el regional correspondiente, debiera recoger el
conjunto de estándares internacionales de derechos humanos, es decir, ir incorporando
o adecuando las normas e institucionalidad estatal vigente para una correcta protección
y promoción de los derechos humanos.
La Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas (ACNUDH) para los Derechos
Humanos, señala que cuando hablamos de Instituciones Nacionales de Derechos
Humanos nos referimos a instituciones especiales de carácter administrativo que tienen
por mandato promover y proteger los derechos humanos. Si bien dentro de este
concepto caben disímiles tipos de instituciones, éstas presentan características
comunes: son siempre de carácter administrativo (no son judiciales ni legislativas);
tienen, por regla general, atribuciones para prestar asesoramiento en materia de
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derechos humanos, ya sea de manera general, mediante informes, recomendaciones, o
a través de casos individuales, examinando denuncias y pronunciándose al respecto.
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El INDH tiene diversas funciones, entre las que podemos destacar: (1) elaborar un
informe anual de la situación nacional de derechos humanos y hacer recomendaciones
para su debido resguardo y respeto; (2) comunicar al Gobierno y a los distintos órganos
del Estado su opinión sobre situaciones relativas a derechos humanos que ocurran en
nuestro país; (3) proponer a los órganos del Estado medidas para favorecer la promoción
y protección de los derechos humanos; (4) iniciar ciertas acciones legales ante los
Tribunales de Justicia1; (5) cooperar con la ONU y otras instituciones relacionadas,
regionales o de otros países, en la promoción y protección de los derechos humanos;
(6) difundir el conocimiento de los derechos humanos, favorecer su enseñanza en todos
los niveles educacionales.
Por otro lado, el 5 de enero de 2016, mediante la Ley número 20.885, se creó la
Subsecretaría de Derechos Humanos, dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos. Esta nueva institución tiene como fin concentrar en un solo órgano la función
de proponer y coordinar las políticas públicas en el ámbito de los derechos humanos.
La Subsecretaria, responde a la necesidad de generar e implementar una política
unitaria desde el gobierno que permita coordinar las distintas iniciativas sectoriales en
materia de derechos humanos, para lo cual contará con un Comité Interministerial de
Derechos Humanos, encargado, entre otras materias, de la elaboración de un Plan
Nacional de Derechos Humanos. El primer Plan fue presentado en diciembre de 2017 y
se encuentra en proceso de ajuste e implementación por las nuevas autoridades de
gobierno.
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Lecturas obligatorias
Lecturas complementarias
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