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Quien se comporta de esta manera comete una falta grave. Pues todos los
pecados mortales cometidos después del bautismo deben ser acusados en la
Confesión.
Si uno, por vergüenza o por otros motivos, calla un pecado mortal, no sólo
no obtiene ningún perdón, sino que comete un nuevo pecado de sacrilegio, el
de profanación de una cosa sagrada.
PECADOS MORTALES
Es importante entender que todo pecado es malo. Todo pecado tiene un efecto negativo en
nosotros y en los demás, aunque algunos son más dañinos que otros. De hecho, algunos son
tan dañinos que pueden ser mortales. Obviamente – y aclaro por si es necesario – esto no
quiere decir que cometiendo ciertos actos podemos caer muertos allí mismo, sino que,
algunos pecados pueden causarnos una muerte espiritual. Estos pecados que nos causan la
muerte espiritual es lo que la Iglesia llama pecados mortales. Mientras que, aquellos que son
dañinos pero no mortales, son los que la Iglesia llama pecados veniales.
Ante esta realidad, la Iglesia nos da ciertos criterios para poder definir si algo puede ser
considerado pecado mortal o venial. Esto, no con el fin de convertirnos en fariseos, y mucho
menos para caer en escrúpulos confesándose hasta cinco veces a la semana.
La Iglesia nos enseña que hay tres aspectos que uno debe cuestionarse para determinar si algo
es o no un pecado mortal:
En otras palabras, ¿es una ofensa seria y directa contra los Mandamientos de Dios? Una guía
práctica para responder esta pregunta la encontramos en los Diez Mandamientos[2]. Se debe
considerar el pecado en sí mismo, pero también el daño que ha causado (un pecado contra
nuestros padres puede ser mucho más grave que si lo hubiésemos cometido a un extraño), y
así como también el daño causado por el mismo (por ejemplo, robar $20000 a tu jefe, es
mucho más grave que robarte un lápiz del trabajo).
Básicamente, para que un pecado sea considerado como “de materia grave”, debe ser una
gran ofensa a las Leyes de Dios – y por tanto a Dios –, y que puede además causar mucho
daño.
Plena consciencia implica saber con certeza que lo que se hace es pecado. Por ejemplo, si
alguien jamás estuvo consciente de que la contracepción (control artificial de la natalidad) era
un pecado y contrario al plan de Dios con respecto al sexo, esa persona no podría considerarse
plenamente culpable (es decir, merecer una culpa) por dicho pecado. Así es señores, el
conocimiento es un poder que implica una gran responsabilidad, algo que san Pedro conocía
muy bien y nos lo transmitió mucho antes que el tío de Spiderman[3].
Quiere decir que el acto se realizó libremente luego de una decisión consciente. Las acciones
que son realizadas bajo amenaza o algún tipo de fuerza (como que nos apunten con un arma
en la cabeza, o algo así de dramático), o acciones que son efectuadas en un momento en que
la consciencia no es plena y hay falta de lucidez (por ejemplo, bajo la influencia de drogas,
alcohol o una situación psicológica particular) pueden limitar el grado de culpa de la persona.
Pero OJO, esto en ningún momento quiere decir que la acción en sí misma no es un pecado;
sino que la persona puede no ser culpable del todo.
Y así, para que un pecado sea considerado pecado mortal, deben estar presentes LAS
TRES condiciones. En resumen: un pecado es mortal cuando hay materia grave, y hay pleno
conocimiento de su pecaminosidad, y se ha elegido libremente cometerlo. Si alguna de estas
condiciones no se cumple, el pecado no sería mortal sino venial.
Nunca falta quienes tratan de decir que no existe tal cosa como “pecados mortales”, debido a
que Dios es un Dios de Amor, y por tanto perdona todo (algo que es correcto). Sin embargo, si
nos damos cuenta de las tres premisas antes mencionadas, nos daremos cuenta que no es Dios
quien nos “retira” su Gracia, sino que somos nosotros quienes consciente, libre y
deliberadamente decidimos apartarnos de ella. Para hacerlo más gráfico, al cometer un
pecado mortal, el mensaje es el siguiente:
“Sé que lo que estoy haciendo es una ofensa seria contra Tu ley y que tendrá un efecto mortal
en mi relación contigo, pero no me importa. Voy a hacerlo libremente de todas maneras.”
… Eso suena a un rechazo bastante GRANDE de Dios, así que el nombre de “pecado mortal” lo
tiene bien merecido.
¿Y el pecado venial?
¿Qué hay de los pecados veniales? ¿No son gran cosa entonces? ¡Claro que sí! Recordemos
que todo pecado es una ofensa a Dios y daña nuestra relación con El y con los demás. Mientras
más pecamos (así sean pecados veniales) más se debilitará nuestra capacidad de amar y servir
a Dios.
Hay que entender que a Dios no le basta con darnos la gracia suficiente para sobrevivir, sino
que quiere darnos todo lo necesario para ser perfectamente santos
IMPORTANTE
Un pensamiento final para que tengamos en mente: aunque seamos capaces de observar las
acciones de otros y determinar si lo que hacen es de materia grave (por ejemplo, si
escuchamos de alguien que cometió un asesinato), no podemos determinar el estado de su
alma. Tampoco tenemos idea de hasta qué punto la persona es consciente de su pecado y
mucho menos el grado de libertad con el que lo cometió.
Aunque podamos decir que objetivamente un asesinato es un una grave ofensa contra Dios,
no podemos decir que esa persona sea culpable de pecado mortal, o que ha sido separada de
la gracia de Dios. Confiamos por ello a todos los pecadores (incluyéndonos a nosotros) a la
misericordia de Dios.