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GEOGRAFÍA
✓ Región.
✓ Paisaje.
✓ Territorio.
✓ Territorialidad.
✓ Lugar.
✓ Escala geográfica.
TEMA Nº 17
C. Sanz Herráiz afirma que los estudios sobre las regiones naturales se han hecho más en un
plano teórico que en el práctico. La ciencia del paisaje sería el camino para avanzar en estos
estudios prácticos sobre ellas. De igual modo se muestra partidaria de establecer su
dimensión espacial. Además, considera que es preciso situar la región natural dentro de un
orden geológico, y subraya su articulación como «sistema abierto», formando un
conjunto de elementos interrelacionados en sucesivas estructuras internas que dirigen sus
evoluciones y sus estados (Sanz Herráiz, C., 1980).
1.2. La región geográfica
Desde finales de la segunda década del siglo XX se produce en el campo de la Geografía un
claro rechazo a la corriente positivista dominante hasta ese momento, y cuya expresión más
clara había sido el determinismo físico a la hora de abordar el concepto de región. Comienza
a partir de entonces una renovación y la conformación de una nueva etapa en la Geografía.
El inicio de la misma parte del paradigma de la región concebida por la escuela francesa,
cuyo edificio humanístico fundado a principios del siglo XX por P. Vidal de la Blache, se
mantendrá vigente desde entonces hasta por lo menos el quinto decenio.
Frente al rígido determinismo de la corriente positivista, la región geográfica es concebida
ahora como un espacio claramente individualizado de sus ámbitos periféricos, por cuanto
que en él se produce una estrecha relación entre los elementos físicos y humanos, conexión
que se ha ido gestando a lo largo de la historia y cuyo resultado más notable es la
configuración de un paisaje determinado.
La región geográfica, tal y como fue definida por los trabajos publicados a lo largo del primer
tercio del siglo XX, es un espacio construido por una larga sucesión de intervenciones
humanas que han dominado las dificultades de un marco natural más o menos homogéneo,
pero de extensión limitada y muy individualizada con relación a su entorno.
Los elementos en juego pertenecen a una serie de factores más o menos imperativos, pero
en número relativamente reducido y constituyendo una armonía: las condiciones naturales,
el peso del patrimonio acumulado a lo largo de un tiempo histórico de duración variable
(George, P., 1988).
La región natural, tradicionalmente homogénea, se ha ido transformando en región
humanizada, también llamada región geográfica, entendida como un espacio en el que, por
encima de los rasgos físicos e, incluso, de los mismos límites administrativos más o menos
artificiosos, las pautas del comportamiento humano, tanto culturales como económicas,
tenderían a la homogeneización, más funcional que fenomenológica, de ámbitos físicos muy
diferentes y de grupos sociales originariamente distintos y cada vez más próximos (Bosque
Maurel, J., 1982).
Las actuaciones de la comunidad humana en el medio no son entendidas como un efecto
exclusivo del ambiente físico, sino como el resultado de la influencia que ejerza la cultura -
sistema de valores- y la tecnología -sistema de medios de intervención-, por lo que, en
definitiva, todo ambiente físico contiene un espectro de posibilidades de organización de los
pág. 9 – Introducción a la Geografía – Unidad Nº 3
recursos. La región es ahora producto de la acción humana sobre el medio y se define, como
afirma G. Cano García (1985), más por el contenido que por el continente. Sin embargo, a la
hora de efectuar delimitaciones se seguirán manteniendo los criterios tradicionales ya sean
de orden físico o político-administrativos.
La mayor aportación de esta nueva etapa hay que centrarla en la sistematización del método
de análisis empleado para caracterizar los espacios regionales que, a partir de entonces,
supondrán el estudio encadenado de: medio físico, historia y población, actividades
económicas y división regional (Méndez, R. y Molinero, F., 1984). Se parte, pues, de una
exposición previa de los caracteres físicos preferentemente de las formas del relieve y el
clima, y es que, efectivamente, como afirma J. Vilá Valentí, en los trabajos de los geógrafos
franceses se parte del supuesto de que existía una región natural con unos determinados
caracteres físicos, pero sobre ella actúa el hombre otorgando singularidad a la región, es
decir, es lo que el hombre ha realizado lo que la hace original y distinta (Vilá Valentí, J.,
1983).
No obstante, esta sistemática en la metodología, constantemente repetida en las distintas
publicaciones, y la ausencia de visión sintética, reflejaron las contradicciones entre teoría y
praxis geográfica (Méndez, R. y Molinero, F., 1984).
1.3. La región funcional
A partir de la década de los años cincuenta del siglo XX la ciencia geográfica entra en una
nueva etapa, debido a que experimenta una profunda mutación tanto teórica como
metodológica, que afecta a los contenidos y a los enfoques clásicos o tradicionales de la
materia, dándoles un sentido más especulativo y deductivo que antes. Esta nueva
orientación, denominada «Geografía Teorética» o «Nueva Geografía», lleva a una
renovación en el planteamiento que se ve reflejada en los estudios regionales.
El artículo de F.K. Schaefer Excepcionalism in Geography (1953) es el punto de partida para
la renovación conceptual y la Geografía Regional se justifica en cuanto que sirve como fuente
de información y ámbito de experimentación o verificación de las leyes y modelos teóricos
elaborados por la Geografía Teórica (Méndez, R. y Molinero, F., 1984).
La región se define como un espacio individualizado donde se combinan elementos físicos y
humanos, pero en la que el papel jugado por la actividad humana resulta el más destacado
«como modelador y conformador de la región, de tal manera que puede llegar
a aparecer como un factor exclusivo a casi exclusivo» (Vilá Valentí, J., 1980).
La región, en este caso, viene caracterizada no ya por la morfología o por el paisaje, sino por
las funciones expresas de las estructuras que dirigen o que influyen en la organización del
territorio. En definitiva, si en épocas pasadas el concepto de región se establecía por la
existencia de una uniformidad tanto física como humana, en esta nueva etapa, el elemento
determinante es la presencia de interrelaciones (económicas, sociales, ...) que enlazan los
diversos componentes de un territorio, creando, en consecuencia, una red de flujos a partir
de la cual queda organizada una determinada estructura espacial. Surge así la región
funcional o polarizada, donde frente a la idea de uniformidad sostenida para delimitar
espacios regionales en etapas anteriores, va cobrando pujanza el criterio de unidad, pues,
como afirma V. Bielza de Ory «se trata de individualizar la superficie o el espacio
terrestre en una serie de conjuntos en cuyo seno exista unidad, cohesión entre
pág. 10 – Introducción a la Geografía – Unidad Nº 3
sus partes, un principio de organización y funcionamiento», (Bielza de Ory, V.,
1980).
El proceso de crecimiento urbano iniciado a partir del siglo XVIII derivado de la Revolución
Industrial en los países de Occidente y después generalizado hasta llegar al momento
presente es uno de los rasgos más característicos de nuestra sociedad. La ciudad en estas
áreas de la Tierra ha ido adquiriendo un papel creciente en todos los órdenes. Su importancia
radica no sólo en que en ella habitan un número elevado de personas, sino también porque
se ha convertido en el ente ordenador y organizador de aquellos espacios que la rodean y
que se encuentran de manera constante vinculados a la misma (Serrano Martínez, J.M.,
1995). Este hecho ya lo pone de manifiesto R.E. Dickinson hace varias décadas cuando
afirma que «la verdadera originalidad del carácter urbano radica en su función
de servicio a un área tributaria. Las ciudades no crecen por sí mismas, sino
merced a las regiones, que las crean con el fin de realizar ciertas tareas en
lugares centrales. El trabajo y la organización de la sociedad civilizada
requieren la existencia de centros de servicio. Por tal motivo tienen singular
importancia las fuerzas centrípetas en la localización y estructura de la
comunidad urbana como sede de la industria, del comercio, de la cultura y de
la administración» (Dickinson, R.E., 1961).
Con estos planteamientos, la región se identifica en ocasiones con el área de influencia de
uno o varios polos o nudos donde población y actividades se concentran y que actúan como
centros dominantes, mientras que el resto del territorio es funcionalmente dependiente y
actúa como abastecedor de factores productivos (Méndez, R. y Molinero, F., 1984).
Los estudios regionales utilizados con estos planteamientos comienzan con el análisis de los
vínculos de interdependencia, por un lado, las relaciones entre los elementos ubicados en el
territorio y, por otro, de éstos con los recursos físicos, ambos constituyen el eje del análisis
geográfico. Es precisamente el reconocimiento de las conexiones existentes en el interior de
un espacio regional, lo que permite individualizarlo de los circundantes, es decir, distinguir
unas regiones de otras.
La adopción de esta nueva sistemática ha supuesto el acercamiento de la ciencia geográfica
a las formulaciones de otras disciplinas sociales y, básicamente, son criterios
socioeconómicos los que adquieren la prioridad a la hora de proceder a caracterizar e
individualizar la región, hasta el punto de que el destacado papel jugado por los economistas
en la definición del concepto. Algunos autores han cambiado el término de «región
funcional» por el de «región económica».
1.4. La región sistémica
A partir de los años sesenta del siglo XX se produce la incorporación de la Teoría General de
Sistemas al ámbito de los estudios geográficos, lo que abre enormes posibilidades de
desarrollo y puede constituir una perspectiva de futuro para el análisis regional.
La región se concibe como un sistema territorial abierto, entendiendo por sistema un
conjunto de elementos interdependientes, regidos por los mismos procesos que lo conducen
hacia determinados objetivos.
El paisaje
Numerosos autores (Max Sorre, 1952; Étienne Juillard, 1962; Jean Brunhes, 1964; Pierre
George, 1974; Olivier Dollfus, 1978; Milton Santos, 2000, entre otros), en distintos
momentos, se han ocupado de discutir este concepto. Para algunos, el estudio del paisaje es
algo importante, pero no primordial; para otros, no habría geografía sin paisaje, pero
también están los que pregonan la existencia de una ciencia propia de los paisajes.
Pero, ¿por qué el paisaje es tan importante para la geografía? Si la manera más simple de
definir paisaje es mirar lo que tenemos ante nuestros ojos, y si a su vez, la geografía, como
bien lo afirma Milton Santos (2000: 16) es una “disciplina que siempre ha pretendido
construirse como una descripción de la Tierra, de sus habitantes y de las
relaciones de éstos entre sí y de las obras resultantes”, es evidente que este
concepto es clave para esta disciplina. Siendo el paisaje entonces lo visible, lo que abarca el
ojo humano, su percepción por parte del observador será diferencial, ya que la misma estará
en función de la localización de éste, lo que le confiere en consecuencia escalas disímiles.
Pero también diferentes personas pueden ver de manera distinta una misma configuración,
por lo que la dimensión del paisaje sería también la de la percepción, en tanto que ésta
implica un proceso selectivo de lo que se ve. Si la realidad es una sola, los seres humanos
tenemos una visión deformada de ella, ya que puede ser percibida de tantas maneras como
observadores existan.
Paisaje natural, paisaje humanizado
Muchas veces hemos leído que el paisaje natural es aquel que no ha sido modificado por el
trabajo del hombre; mientras que el que si lo ha sido es humanizado para diferenciarlo del
primero. Carl Sauer (1925), fundador de la llamada Geografía Cultural, es el primero que
propuso que se diferenciara entre lo natural y las obras de los hombres que a éste se le han
superpuesto. Para Sauer, el área geográfica es, por definición, el paisaje cultural y sostiene
que, para llegar a ella, la cultura es el agente y el medio es lo natural. Tal vez la demostración
más palpable de que un mismo medio natural puede dar origen a diversos paisajes lo
represente la selva ecuatorial (no importa a cuál se esté haciendo referencia: amazónica,
sudeste asiático, África -los Congos-, ya que en función de la organización que revele, el
grado de modificación (incorporación de objetos), etc. puede mostrar diversos tipos y
combinaciones de formas de uso que van a definir contenidos diferenciales para el
observador.
Sea que estemos ante un paisaje no intervenido como ante uno que, si lo ha sido, lo cierto es
que en la actualidad no hay un lugar que no sea objeto de interés y de intenciones
económicas y políticas. Por tanto, esta distinción entre lo natural y lo construido por el
hombre (¿artificial?) tiene cada vez menos sentido. Santos (1991: 65) es muy enfático cuando
sostiene que “el paisaje es un conjunto heterogéneo de formas naturales y
Introducción
Intentando contribuir al debate de los nuevos enfoques y resignificación del concepto de
territorio, este trabajo presenta dos objetivos bien definidos: por un lado, resaltar las
múltiples contribuciones del campo de la Geografía para este concepto y por otro, señalar la
importancia de relacionar el concepto de territorio con los factores – sociales – que en él
intervienen
La interpretación del territorio en sus diferentes escalas de análisis y sus variadas
dimensiones complejizan su comprensión si no se tiene en cuenta los múltiples factores y
actores sociales que él intervienen. Ya no podemos pensar espacios (como territorios)
aislados, sino más bien en espacios conectados (en red) con otros que van convirtiendo al
escenario mundial, producto del avance tecnológico, de los pactos y asociaciones entre los
estados (países), entre muchos de otros factores que inciden directa o indirectamente en la
configuración de la nueva manera y forma de ver el mundo.
Es por eso que, por medio de este trabajo se pretende abordar el concepto de territorio a
partir de la selección de algunos autores contemporáneos, como un concepto clave no sólo
para la Geografía sino para el mundo científico en general, como una manera de explicar “la
realidad”.
En este contexto el enfoque territorial se presenta como una noción que permitiría explicar
el papel de los entornos en que están insertas las comunidades y del espacio social como
factor de desarrollo.
El concepto de territorio: una agenda para el debate
El concepto de territorio es un tema que se viene trabajando en muchas disciplinas desde
hace ya mucho tiempo. El proceso de globalización ha corrompido con las fronteras y los
límites territoriales bien definidos geográficamente por elementos naturales o humanos,
desde el punto de vista tradicional. En la actualidad todo está conceptualización ha
cambiado, se ha complejizado – y lo sigue haciendo – cada vez más.
En compañía de la globalización, la tecnología, el avance de las comunicaciones y los medios
de comunicación han producido – y lo siguen haciendo – nuevos escenarios sociales.
Las escalas ya no son entendidas como unidades geográficamente bien definidas, sino más
bien, son elementos que nos permiten – no solo al campo de la geografía sino a todas las
1 La visión del territorio según R. Sack se fundamentan en la cuestión del “Poder” (de Foucault) – como
sinónimo de control – que los individuos que residen en él, más allá de ser sus protagonistas los cuales le dan
ese toque de identidad y particularidad que denomina: “Territorialidad”, entendida por Sack (1986: 1)
como: “el intento por parte de un individuo o grupo de afectar, influenciar, o controlar
personas, fenómenos y relaciones, a través de la delimitación y el establecimiento de un control
sobre un área geográfica”
los grandes cambios socioculturales de los que todos hemos sido partícipes y percibidos a la vez,
manifestándose a su vez en el territorio dando origen a nuevos fenómenos espaciales (las otras dos fuerzas
mencionadas por Soja corresponden a la reestructuración económica y las nuevas tecnologías de la
información).
4Es necesario aclarar aquí que cuando hablamos en este trabajo de “escalas” hacemos mención a la escala de
análisis y no a la escala numérica o gráfica. Cabe recordar que la importancia de la escala en geografía radica
en el análisis local, es decir, en estudios puntuales de “los lugares”.
Claudia Tomadoni
1. Introducción
La parcialización de la historia como dueña del tiempo y la geografía como dueña del espacio
es una posición anticuada en el análisis de los desafiantes procesos geohistóricos
ambientales que enfrenta la sociedad de comienzos de milenio. El hecho de recurrir al
tiempo solo como un factor explicativo y no como parte inherente del espacio es fuente de
un equívoco singular: considerar al espacio como un escenario en el cual transcurren hechos.
Decir espacio significa decir proceso lo cual implica decir tiempo. Por lo tanto, el espacio es
un proceso social construido a través del espacio-tiempo.
La visión kantiana de tiempo y espacio como nociones separadas tenía soporte en la física
de Newton. A partir de la física Einstein (Hawking, S. 2005) esta separación no es posible.
Tiempo y espacio son una unidad para el análisis de las problemáticas sociales; de allí la
necesidad de superar los recortes disciplinares y abrir el juego de la investigación a la
interdisciplinariedad con un renovado significado social crítico ante una sociedad que
necesita de intelectuales comprometidos.
2. Grafías, significaciones y nuevos sentidos
Viajeros como Humboldt, Mutis y otros tantos contribuyeron al conocimiento de diferentes
territorios a lo largo del planeta. Estos geógrafos realizaron a través de sus registros, mapas,
ilustraciones y narrativas de viajes, una «grafía del territorio». Estas grafías construidas
bajo la impronta de la ciencia moderna consagraron, a través de su búsqueda de la razón, de
la fe en el poder de la experimentación y su apoyo vehemente en la clasificación, una ciencia
geográfica caracterizada por la descripción de lugares.
Esta contribución al conocimiento de los territorios fue utilizada por los nacientes Estados
modernos para extender sus dominios políticos y económicos; a la vez que representaban
las miradas particulares de quienes estaban convencidos de que para conocer la naturaleza
había que medirla y cuantificarla. De esta manera, se construyó una forma de dominación
simbólica del territorio que tendría implicancias en las formas posteriores con que la ciencia
geográfica abordó sus objetos de conocimiento.
Sin embargo, este haz de significaciones construidas por la ciencia moderna se encuentra
desde hace tiempo en crisis. Hacia fines del siglo XX, el mundo viene experimentando un
proceso de reestructuración socioeconómico cuyas implicancias territoriales son
fundamentales para interpretar el derrotero seguido por las sociedades. Así, se está
estableciendo un nuevo orden de significaciones, de normas, de reglas y de valores que dan
sentido a nuevas y diferentes prácticas expresadas en una creciente diversidad de estrategias
sociales.
Esta nueva construcción de sentidos es un proceso social y el lenguaje es una de las formas
de representación de ese nuevo orden social específico en construcción (Porto Gonçalves, C.
5 Podría usarse el término repensar, pero adhiriendo a los planteos de Wallerstein, con su minuciosa crítica al
legado de las ciencias sociales del siglo XIX, se comparte su idea de que repensar es algo normal. Es necesario
ir un paso más allá de pensarlas nuevamente. Impensar supone desarraigar de nuestra mentalidad
suposiciones que -engañosas y constrictivas-, son la principal barrera para analizar con algún fin útil el mundo
social (Wallerstein, Immanuel. 1998).
6 Al respecto Edward Soja señala que ha existido una suerte de preponderancia de las dimensiones de la
historicidad y la socialidad por sobre la espacialidad en el intento de explicar las complejidades del mundo
moderno. Asimismo, recuerda que, si bien ya Henry Lefebvre había vinculado estas tres dimensiones en su
propuesta de la “dialéctica de la triplicidad”, Soja rescata esta triple dialéctica, pero a diferencia de
Lefebvre, elige al “espacio” “como hebra interpretativa primaria de esta dialéctica” y construye una
nueva alternativa interpretativa que denomina “trialéctica de la triplicidad” que supone un rebalanceo
ontológico, epistemológico y teórico de las tres dimensiones (Soja, Edward, 1999)
7Aún no hay consenso entre los especialistas ambientales en relación a si ambas nociones refieren a lo mismo.
Existen diferencias ideológicas aseguran unos, diferencias epistemológicas, señalan otros, mientras que
algunos prefieren tratarlos como sinónimos.
8 En este sentido, recordemos que el territorio es un campo de fuerzas de aceleración desigual (Santos, M.
2000) en el cual no todos los agentes sociales participan con igual poder.
9 Santos definió estos testimonios como rugosidades (Santos. M. 1996)
10 Johnston citando a Erickson (1980) señala que el término territorio puede ser utilizado como equivalente
del concepto de lugar (Johnston, R. J. 2001: 562)
11 Sack define a la territorialidad como una estrategia para establecer diferentes grados de acceso a las personas,
cosas y relaciones. De este modo coloca a la territorialidad dentro del contexto de las motivaciones y objetivos
humanos (Sack 1986: 2)
12En realidad, Santos define de este modo al espacio geográfico. Aquí se propone que el territorio es una
porción asequible de ese espacio.
Los agentes sociales producen en su devenir el territorio. Ahora bien, ¿Cómo interpretar las
prácticas sociales en espacio-tiempo? La economía de las prácticas sociales, dice Bourdieu,
es producto de la relación dialéctica entre campo y habitus, es decir, entre las estructuras
sociales externas y las estructuras sociales incorporadas respectivamente, por los agentes
sociales a lo largo de su historia. Así el campo se define como sistema de posiciones y
relaciones de posiciones de los agentes y el habitus como la tendencia a pensar, sentir,
percibir, valorar de los agentes. Un campo se delimita «definiendo aquello que está en
juego y los intereses específicos, que no son irreductibles a lo que se encuentra
13 La aplicación de esta metodología analítica se ha utilizado para la consideración de la actividad del sector
industrial automotriz en la Región Metropolitana Córdoba. Trabajo de doctorado en geografía de la autora
(Universidad Nacional de La Plata,2005).
14 La teoría de la praxis de Pierre Bourdieu, de raigambre estructuralista constructivista (Bourdieu, P. 1988;
1990 (b); 1991; Gutiérrez, A. 1995), se presenta como una de las perspectivas analíticas, cuyos conceptos y
lógica de funcionamiento permiten una aproximación a los principios a partir de los cuales se estructuran las
prácticas de los agentes sociales en distintos campos. Un aporte fundamental de esta perspectiva teórica es el
de extender la lógica económica al análisis de toda práctica social. Bourdieu recupera a Marx en su lógica de
análisis en términos de lógica económica, pero marca una ruptura al extender esa lógica a otros campos
diferentes que el económico. De este modo, construye una serie de conceptos que permiten interpretar las
prácticas sociales sin reducirlas exclusivamente a causas económicas, explicándose de esta manera incluso
prácticas que pueden aparecer como desinteresadas o gratuitas.
Según la lógica que se considere, existen diferentes estrategias diseñadas por los agentes
sociales involucrados. Cada una de ellas tiene correlatos diferenciales según el territorio.
Algunas estrategias pueden ser convergentes como las de las empresas, y otras impuestas
desde «otros» y no «desde nosotros» como la de los trabajadores, e inclusive algunas
pueden oscilar entre estos dos extremos como la de los gobiernos. Aquí cabe preguntarse
cuál es la dinámica de las lógicas. Básicamente se podría afirmar que las nuevas lógicas
responden a estrategias de reproducción de los agentes sociales involucrados y que, en el
caso de agentes institucionales como cámaras empresariales y sindicatos, no
necesariamente están acorde a la de sus representados, tal como se podría suponer.
Ahora bien, la resultante territorial de cada una de estas lógicas da cuenta del tipo de
territorialidad construida por los agentes; o, dicho de otro modo, de las estrategias a través
de las cuales los grupos humanos ejercen su control sobre una determinada porción de
espacio.
Pero al considerar un territorio en particular emerge un inconveniente: las actividades de
algunos agentes exceden ampliamente los límites de ese territorio tanto por sus implicancias
productivo-comerciales como por sus impactos socio-territoriales. Tal es el caso del juego
desarrollado por las empresas transnacionales.
Por ejemplo, una empresa transnacional farmacéutica, automotriz y/o alimenticia puede
describir una territorialidad, diferente a la de otra del mismo rubro; es que cada empresa
construye una estrategia territorial y en ella, el territorio es sólo un eslabón más. En estos
términos, se podría hablar de un territorio de la industria cuya territorialidad se expresa
acorde al accionar de estas empresas que operan no sólo a escala local, es decir de una
determinada región -urbana, metropolitana o rural-, sino también a escala nacional, a escala
macroregional -Mercosur, Alca, UE-, y a escala mundial.
Acaso resulte necesario hacer un alto e indicar que la noción de territorialidad es entendida
como estrategia territorial de un individuo o grupo en el intento de acceder al control de
personas, cosas y relaciones sobre un área geográfica delimitada que se configura como
territorio (Sack, 1986). En estos términos, la territorialidad, es decir las estrategias
construidas por diferentes agentes sociales para apropiarse de un lugar, resulta de un juego
deliberado e intencionado que involucra una lógica propia de la sociedad que construye esa
territorialidad. Sociedad que contiene tanto a quienes ejercen el poder para acceder al
control del territorio, como a quienes posibilitan ese dominio. Es decir que la territorialidad
se construye socialmente y es en consecuencia, una expresión territorial que adopta el poder
a través del ejercicio de estrategias territoriales y no territoriales.
Uno de los conceptos más hablados y difundidos dentro del actual dominio del pensamiento
geográfico, ha sido el lugar. Por ello hablar de lugar es hablar de una multiplicidad de ideas
y elementos. La identidad, el cotidiano, la percepción, la dialéctica global-local son solo
algunas de las distintas visiones y acepciones del concepto lugar. En cuanto a la geografía,
es importante distinguir la gran apropiación del concepto por parte del enfoque
humanístico, es decir, la geografía humanista; aunque tampoco se debe desconocer la
relación con la Geografía Cultural. De la mano de geógrafos como Yi Fu Tuan, Anne
Buttimer, Edward Relph, Robert Sack, se ha generado una importante revalorización a los
temas de carácter experiencial y el rol de la mente como sujeto transformador, entendedor
y creador de las relaciones del espacio.
De manera general para adentrarnos del cómo podemos iniciar una aproximación del lugar
daremos una importante reflexión planteada por Delgado refiriéndose a Soja, que dice lo
siguiente: “Soja (1996) considera que la geografía, al estudiar la espacialidad,
debe partir de una epistemología del espacio fundamentada en una relación
trialéctica entre la espacialidad percibida (espacialidad física), la espacialidad
concebida y la espacialidad vivida. Ninguna de las espacialidades en
compartimentos disciplinares especializados, ni dotada de prioridad
antológica sobre las otras. Por lo que tiene que ver con la geografía, esta
disciplina ha confinado el conocimiento espacial al “primer espacio” (espacio
percibido) y al segundo espacio (espacio concebido) y a sus teorizaciones
asociadas con el análisis empírico y las prácticas sociales. El “tercer espacio”
(espacio vivido) ha sido marginado” (Delgado, 2003).
Según Delgado (2003), “Para Tuan, el lugar es una clase especial de objeto cargado
de significados, que existe en diferentes escalas; un rincón, la casa, una
esquina, el barrio, la región, el país o el planeta, son lugares en donde se
materializa el acto de vivir en el mundo. El espacio es una entidad geométrica
abstracta definida por lugares y objetos; es una red de lugares y objetos que las
personas pueden experimentar directamente a través del movimiento y el
desplazamiento, del sentido de dirección, de la localización relativa de objetos
y lugares, y de la distancia y la expansión que los separa y los relaciona. Espacio
y lugar, sin ser sinónimos, son dos conceptos que se articulan en la geografía
humanística de tal forma que no es posible que se puedan comprender el uno
sin el otro” (Delgado, 2003).
Siguiendo con la idea Delgado, afirma lo siguiente: “Tuan (1977) recalca en la idea de
que es imposible discutir la experiencia del espacio sin tener en cuenta los
objetos y lugares que definen el espacio. El espacio abstracto se vuelve concreto
en el lugar y se llena con significados. Su conocimiento se logra más por la
experiencia que por la instrucción formal; para aprender sobre el espacio y el
lugar es necesario vivirlos en plenitud” (Delgado, 2003).
Siguiendo con los humanistas, según Delgado refiriéndose a Relph plantea lo siguiente: “El
lugar es esencial para la existencia humana, pues este es el contexto de la vida
cotidiana; la localización o posición del mismo no es suficiente para su
comprensión, como lo pretende la geografía positivista. Para Relph, la
geografía es una disciplina comprensiva cuyo objeto es el lugar, y la
fenomenología el camino apropiado para alcanzar su objetivo” (Delgado, 2003).
Acá se refleja uno de los aspectos más significativos de la historia de la geografía, la gran
discusión en sus campos de aproximación a la realidad, en este caso, el positivismo versus
el idealismo.
Por otro lado, Buttimer sostiene que “el espacio está constituido por un mosaico de
lugares marcados por la impronta de la intención humana, de sus valores y de
su memoria” (Delgado, 2003). Lo que hace esta gran geógrafa, es considerar al sujeto
Otro de los grandes enfoques del concepto lugar viene desde la razón cultural y las prácticas
de los entes culturales de los diferentes espacios. Dentro de este contexto que se vincula el
tema de la identidad como eje fundamental en la consolidación de cualquier colectivo social,
que por lo demás, posee diferentes relaciones topológicas. Para Córdoba, el lugar es un
espacio de identidad, en donde existe un ambiente especial. La Identidad se entiende como
un sentimiento de apego colectivo, el cual se puede caracterizar por un conjunto de símbolos
que responden a diferentes escalas. Por otro lado, la identidad se relaciona al concepto de
Topofilia, es decir, los sentimientos, percepciones que generamos con los distintos lugares
(CORDOBA, 2007).
Siguiendo con la idea anterior, para un autor desconocido “El lugar y el hombre se
funden mutuamente; el lugar participa de la identidad del que está en él -cada
uno se define, y define su entorno, especialmente según su pertenencia
espacial- y los individuos dan una identidad, e incluso fundamentalmente una
existencia, al lugar. Esta relación estrecha permite la metáfora del arraigo y
supone una dimensión temporal. El lugar se inscribe en la duración; es
memoria y tiempo cristalizados”. En este mismo contexto Sáenz plantea: “el
lugar es una construcción histórico-social, resultado de las prácticas (sociales,
económicas, culturales) de agentes, actores e instituciones situados a
diferentes escalas, que desarrollan actividades en tiempos y espacios
diferenciados. La yuxtaposición de dichas prácticas, a veces conflictivas entre
sí, es la que otorga singularidad a dicho ámbito geográfico. El lugar no es un
dato sino una construcción social. No es mero reflejo de una comunidad, sino
que participa activamente en la constitución de la misma, particularmente en
la conformación de su identidad” (SAENZ, 1998).
Desde un enfoque marxista, existen claras dudas con respecto al enfoque humanista. Según
Delgado y con respecto al desconfianza del materialismo histórico hacia el concepto de lugar,
señala lo siguiente: “en la conformación de los lugares, se dice, que producto al
énfasis en la acción humana desestructurada, no permite investigar los
procesos generales de producción del espacio y de los lugares, regidos por
fuerzas sistémicas que no están al alcance y control de los individuos; de modo
que la teorización de la geografía humanística soslaya las relaciones de poder
que estructuran los lugares y el espacio, y no es apropiada para explicar y
comprender la dinámica y la historicidad del capitalismo, ni la producción y
reproducción del espacio geográfico capitalista, lo que a la postre limita su
capacidad de transformar el mundo” (DELGADO, 2003).
Siguiendo con lo anterior, el autor señala que: “Algunos tildan de romántico, místico
y hasta reaccionario el discurso de la geografía humanística, puesto que la
excesiva identificación con el sentido y la nostalgia del lugar se presta para la
manipulación política y religiosa, particularmente si se aplica a territorio,
región y localidad, lo que puede fomentar el espíritu nacionalista, el
conservadurismo localista y el comunitarismo” (DELGADO, 2003).
Finalmente, desde el gran Milton Santos, veremos las relaciones del lugar en torno a un
proceso de Globalización, quien según sus propios escritos nos lleva a redescubrir la
Según Santos, cada lugar tiene una razón global y una razón local, la discusión se torna en
cuanto a la estimación es hasta qué medida el lugar se genera de lo local, o hasta que medida
el lugar se genera desde lo global. Cito textual: “todos los lugares son virtualmente
mundiales. Pero cada lugar, inexcusablemente inmerso en una comunión con
el mundo, se vuelve también exponencialmente diferente de los demás. A una
mayor globalidad corresponde una mayor individualidad. Es a ese fenómeno al
que G. Benko denomina “glocalidad”, alertando sobre las dificultades de su
tratamiento teórico. Para aprehender esa nueva realidad del lugar no es
suficiente adoptar un tratamiento localista, ya que el mundo se encuentra en
todas partes” (SANTOS, 1996).
La localidad se opone a la globalidad, pero también se confunde con ella. El Mundo, sin
embargo, nos es extraño. No obstante, aunque por su esencia puede esconderse, no puede
hacerlo por su existencia, que se realiza en los lugares. En el lugar, nuestro Próximo, se
superponen dialécticamente el eje de las sucesiones, que transmite los tiempos externos de
las escalas superiores y el eje de los tiempos internos, que es el eje de las coexistencias, donde
todo se funde, enlazando definitivamente las nociones y las realidades de espacio y tiempo
(SANTOS,.1996).
En el lugar, un orden cotidiano compartido entre las más diversas personas, empresas e
instituciones, cooperación y conflicto son la base de la vida común. Debido a que cada uno
ejerce una acción propia, la vida social se individualiza; y debido a que la contigüidad es
creadora de comunión, la política se territorializa, con la confrontación entre organización y
espontaneidad. El lugar es el marco de una referencia pragmática del mundo, del cual le
vienen solicitaciones y órdenes precisas de acciones condicionadas, pero es también el
escenario insustituible de las pasiones humanas, responsables, a través de la acción
comunicativa, por las más diversas manifestaciones de la espontaneidad y de la creatividad
(SANTOS,.1996).
A modo de síntesis final nos identificamos con la reflexión de Oslender quien plantea lo
siguiente: “Sería equivocado ver a los tres componentes de lugar como
separados. Más bien actúan como momentos fluidos cuyas interacciones se
influencian y forman entre sí. Es precisamente esta fluidez la que da al
concepto de lugar su fuerza analítica. Un sentido de lugar particular modela las
relaciones sociales e interacciones de la localidad (y viceversa), y ambos
elementos están influenciados por las estructuras políticas y económicas más
amplias y las formas en que éstas están visiblemente expresadas y
Otra conclusión pertinente es la señalada por Delgado quien señala: “Es importante
reconocer que la geografía humanística no circunscribe el lugar a la escala
local, sino que le asigna un carácter multiescalar que abarca desde las micro
escalas de las experiencias íntimas de las personas, hasta el planeta entero
como lugar constituido en el hogar de la humanidad” (DELGADO, 2003).
Empezaré con un vistazo somero a la geografía en relación a las ciencias naturales, las
ciencias sociales y las humanidades. Luego trataré la cualidad integradora del lugar en la
experiencia ordinaria y también sus usos fragmentarios a modo de construcción intelectual,
situando las ciencias naturales, las ciencias sociales y las humanidades en un debate más
general, entre los ámbitos fragmentados de la naturaleza, las relaciones sociales y el
significado. Finalmente trataré de tos esfuerzos de nuestra disciplina en la reconstrucción
del lugar, analizando el lugar en el contexto del consumo de masas.
Los ejemplos u problemas provienen principalmente de la experiencia norteamericana de la
geografía académica y del lugar en la vida cotidiana. Creo, sin embargo, que tales
experiencias se basan en procesos que la mayoría de los países industrializados de Occidente
comparten, por lo que este análisis también les es aplicable. No se pretende hacer una
revisión general del tema, por lo que escasearán las referencias.
La geografía en relación a las ciencias naturales, las ciencias sociales y las
humanidades
A nivel abstracto, los geógrafos sostienen que su campo abarca elementos de las ciencias
naturales, las ciencias sociales y las humanidades. Las dos primeras son reflejadas
claramente por la mayoría de departamentos, a través de planes de estudio que ofrecen
asignaturas de geografía física y de geografía cultural o humana. La mayoría de
departamentos norteamericanos no hacen distinción alguna entre geografía humana y
cultural y, si la hacen, piensan en esa última como un apéndice de la primera. El componente
humanístico constituye ciertamente una faceta de la cultura, pero éste ha llegado por su
EL SIGNIFICADO DE LA TERRITORIALIDAD
Robert Sack
Definir la territorialidad
La territorialidad, entendida simplemente como “el control de un área”, ha servido hasta
ahora como definición corta: Pero esta descripción no es lo suficientemente precisa ni rica
como para llevarnos mucho más allá. A partir de nuestros ejemplos sobre padres e hijos, una
secretaria en su lugar de trabajo, y los miembros de una sociedad de cazadores-recolectores,
puede verse que la territorialidad supone el intento de un individuo o grupo para influenciar
o afectar las acciones de otros, incluyendo a los no-humanos. Este efecto importante, aunque
general, debe ser enfatizado y lo elaboraremos en la siguiente definición formal de
territorialidad. En este libro la territorialidad será definida como el intento por parte de un
individuo o grupo de afectar, influenciar o controlar personas, fenómenos y relaciones, a
través de la delimitación y el establecimiento de un control sobre un área geográfica. Esta
área será llamada el territorio. Antes de explorar la significación de esta definición, es
necesaria cierta clarificación acerca de su dominio.
Una vez más, debe enfatizarse que un lugar puede ser usado como territorio en un
determinado momento y no en otro, es decir, al crear un territorio también estamos creando
un tipo de lugar. Pero es importante distinguir entre un territorio como lugar y otros tipos
de lugares. A diferencia de muchos lugares ordinarios, los territorios requieren un esfuerzo
constante para su establecimiento y mantenimiento. Son el resultado de -estrategias para-
afectar, influenciar y controlar personas, relaciones y fenómenos. Circunscribir cosas en el
espacio; o en un mapa, como cuando un geógrafo delimita un área para ilustrar donde se
cultiva maíz o donde se concentra la industria, permite la identificación de lugares; áreas o
regiones en el sentido común del término, pero no crea por sí mismo un territorio. Esta
delimitación se convierte en territorio sólo cuando sus límites son utilizados para afectar el
comportamiento mediante un control del acceso. Por ejemplo, un lugar o región geográfica
inicialmente ordinarios tales como una zona maicera o un área industrial podría ser
designada por el gobierno como una región que recibirá asistencia financiera especial o
como un área que será administrada por determinada rama del gobierno. En este caso los
límites de la región afectarían el acceso a los recursos y al poder. Están modelando el
comportamiento y por lo tanto el lugar se convierte en territorio. Por el mismo motivo, lo
que los geógrafos llaman regiones nodales, áreas de mercado o hinterlands de un lugar
central no son necesariamente territorios. Pueden ser simples descripciones de la extensión
geográfica de ciertas actividades en el espacio: Sin embargo, ellas se convertirían en
territorios si sus límites fueran utilizados por alguna autoridad para moldear, influenciar o
controlar actividades. De este modo, una cadena de supermercados puede usar áreas de
mercado -el verdadero limite geográfico del poder de atracción de un supermercado- para
definir la jurisdicción del gerente de cada supermercado (por ej. sus responsabilidades de
publicidad). Desde luego que una persona o grupo puede controlar más de un territorio, y la
Introducción
Se destaca en la actualidad, “… que el territorio es importante en los procesos de
planeación y desarrollo implementados por los gobiernos… [y] promovidos por
transnacionales a través de políticas públicas. [Pero] “¿…en qué contexto están
aconteciendo las políticas y las disputas territoriales? Lo que está en disputa es
desde un pedazo de tierra, donde la persona vive, en la comunidad, en el barrio,
hasta las formas de organización espacial y territorial de los campos, ciudades y
bosques, que constituyen los países.” (Mançano, 2009)
El territorio, comprendido sólo como un espacio de gobernanza, es utilizado como
una forma de ocultar los diversos territorios y garantizar el mantenimiento de la
subordinación entre relaciones y territorios dominantes y dominados. El territorio
comprendido por las diferencias puede ser utilizado para la comprensión de las
diversidades y la conflictividad de las disputas territoriales. (Mançano, 2009).
Al parecer, cotidianamente el territorio es empleado como sinónimo de tierra, espacio y en
no pocas ocasiones, de región. Sin embargo, su significado y composición conceptual dista
mucho de los significados con los cuales es referido analógicamente. En los siguientes
párrafos se presentará de manera muy general, un panorama conceptual sobre este término,
exponiendo algunas de las diversas conceptualizaciones que sobre él han sido efectuadas,
basándose principalmente en los siguientes autores: Rogério Haesbaert, Milton Santos,
Robert Sack y Bernardo Rodríguez Mançano.15
De forma preliminar vale la pena destacar que cada uno de los conceptos propuestos sobre
territorio depende en su formulación de diversas variables: concepción del mundo, intereses
y posición respecto de las relaciones de poder, así como de la postura filosófica y los valores
de quien lo construye, o en otros casos, de las preocupaciones e intereses académicos y/o
políticos del investigador, la comunidad o las personas (naturales o jurídicas) que lo refieran
(Haesbaert, 2009b). También del contexto histórico social en el cual se construye.
Algunos autores colombianos han definido el territorio partiendo de la base de que toda
relación social tiene ocurrencia en el territorio, expresándose en territorialidad, viendo el
territorio como el escenario de las relaciones sociales y no sólo como un marco delimitador
15El autor propone tres tipos de territorios: primero territorio, constituido como una totalidad por el territorio
Estatal y sus subdivisiones. El segundo territorio, conformado a partir de propiedades individuales o colectivas,
que configuran espacios de vida, tales como la casa por ejemplo o las propiedades en zonas rurales y urbanas.
Un tercer territorio, denominado territorio Inmaterial, relacionado con “…el control o dominio sobre el
proceso de construcción de conocimiento y sus interpretaciones… El territorio inmaterial
pertenece al mundo de las ideas, de las intencionalidades, que coordina y organiza el mundo
de las cosas y de los objetos: el mundo material.” (Mançano, 2009) La tipología de territorios aquí
presentada está organizada en dos formas, tres órdenes y tres tipos de territorio. Los territorios materiales e
inmateriales están representados en el primero, segundo y tercer territorio (fijos y flujos), considerando el
territorio como espacio de gobernanza, como propiedades y como espacio relacional. (Rincón, 2010)
16Con relación al poder, señala Haesbaert, que no se trata de estudiarlo en sí mismo. Se trata, desde la
perspectiva de Michel Foucault, de estudiar cómo el poder se adquiere y se ejerce a partir de innumerables
puntos: “Las relaciones de poder no están en posición de exterioridad en lo que se dice respecto
a otros tipos de relaciones (económicas, sociales, etc.) más son inmanentes a ellas. El poder
[también] viene de abajo no hay una posición binaria y global entre dominador y dominados.
Se parte de la base establecida por Foucault en la que el poder no es un objeto o una cosa, sino
una relación social desigual que no se caracteriza por tener un centro unitario del cual emane
el poder como lo pudieran sugerir algunas teorías marxistas ortodoxas al atribuir al Estado
esta realidad. Desde esta perspectiva el poder también es productivo: fábricas, prisiones,
sexualidad, etc. Desde esta concepción del poder, la noción de Territorio en Raffestin se torna
bastante amplia, definiéndolo como la prisión que el hombre construye para sí, o como el
espacio socialmente apropiado, producido, dotado de significado. La idea de control del
espacio es bastante evidente a través del término prisión. Sin embargo, el territorio no la
territorialidad, no se restringe a un conjunto de relaciones de poder, o mejor, pues la noción
en Raffestin es tan amplia que incluye también la propia naturaleza económica y simbólica del
poder.” (Haesbaert, 2007a).
18 El mismo tema había sido objeto de reflexión del autor en el año 2001, siendo publicadas sus reflexiones en
el Boletim Goiano de Geografía. (Zambrano, 2001)
Introducción
La selección de una escala como punto de partida del trabajo geográfico determina la
relevancia de los fenómenos, su impacto y significado, y supone considerar a la escala elegida
como la más apropiada, al mismo tiempo que se presenta como inevitable e implícita a todo
estudio que parta de acontecimientos específicos que suponen coordenadas
espaciotemporales concretas.
El concepto de escala ha sido tradicionalmente asociado al nivel de generalización. A medida
que se toma distancia de la realidad, se generaliza, siendo posible establecer niveles de
análisis. Gutiérrez de Manchón y De Civit (1993:14) señalan que “La escala o nivel de
resolución es un fenómeno consustancial a todo análisis geográfico, ella
condiciona la profundidad de los temas abordados”. Sin embargo, y a pesar de su
innegable importancia en la Geografía, Gutiérrez Puebla (2001:89), resalta acertadamente
que “se ha teorizado sorprendentemente poco sobre la escala en comparación
con lo que se ha teorizado sobre otros conceptos como lugar y espacio” (Howitt,
1998). Posiblemente sea el creciente interés por la interacción entre los procesos globales,
regionales y locales, lo que renueve la reflexión geográfica sobre las escalas espaciales y
temporales.
El objetivo de este trabajo es contribuir a la discusión sobre el tema, subrayando la
importancia de las conceptualizaciones sobre las escalas espaciales y su aplicación en las
distintas corrientes del pensamiento geográfico contemporáneo.
Las definiciones de escalas geográficas
Gutiérrez Puebla (2001:90) señala la necesidad de distinguir en primera instancia a la escala
como categoría ontológica y como categoría epistemológica. En la primera, la idea de escala
se asocia a la perspectiva que adopta el ser humano para aprehender y contextualizar la
realidad; en la segunda, la escala significa la adopción de un nivel (magnitud, dimensión) a
partir del cual se ha de analizar la realidad.
Para precisar el concepto y los alcances del término “escala” este autor establece cuatro
concepciones: la escala como tamaño, como nivel, como red y como relación. La primera se
corresponde con la escala cartográfica, y establece órdenes de magnitud y de nivel de detalle
o resolución. El segundo concepto alude a la escala como nivel jerárquico (local, nacional,
global), mientras que la escala como red rechaza la idea de escala asociada a determinadas
áreas y niveles y plantea la idea de redes de agentes que operan a distintos niveles y
profundidades de influencia. Por último, el concepto más rico y de mayor potencial para el
análisis geográfico es la escala como relación, apoyada en la idea de que cuando se cambia
Allí donde Lefebvre escribe la palabra momento, Bachelard habla de instante y Whitehead de ocasión. Para
Russell un hecho resulta de una serie de instantes..., siendo el instante una estructura compuesta por una
selección adecuada de acontecimientos. Cada acontecimiento será parte integrante de muchas de esas
estructuras, que serán instantes durante los cuales él existe: él existe “en” cada instante, que es una estructura
de la cual el acontecimiento forma parte. Según Lefebvre el “momento” es la tentativa con vistas a la
realización total de una posibilidad... Si consideramos el mundo como un conjunto de posibilidades, el
acontecimiento es el vehículo de una o alguna de esas posibilidades existentes en el mundo. Pero el
acontecimiento también puede ser el vector de las posibilidades existentes en una formación social, en un país,
en una región, o en un lugar, consideradas como un conjunto circunscripto y más limitado que el mundo. El
lugar es el depositario final, obligatorio, del acontecimiento.
21 Por otra parte, la palabra escala debería estar reservada al área de incidencia y en este sentido se puede decir
que la escala es un dato temporal y no propiamente espacial; o aún mejor, que la escala varía con el tiempo, ya
que el área de incidencia viene dada por la extensión de los acontecimientos.
En cuanto a la escala de las fuerzas operantes, debemos considerar la posición geográfica, económica o política
desde donde actúan las variables. Por ejemplo, un acontecimiento mundial se origina en una empresa
multinacional, en un banco transnacional, en una institución supranacional. El Banco Mundial y el FMI crean
acontecimientos mundiales. Y en las respectivas dimensiones territoriales existen acontecimientos nacionales,
regionales, locales (Santos, óp. cit.:129).
22El tema del límite de una región admite una interminable discusión, pero siguiendo a Méndez y Molinero
(1994:28), es posible considerar que cada región se diferencia de las restantes por discontinuidades que
generalmente adoptan la forma de áreas de transición o indeterminación. Entre el centro regional y la periferia
se desdibujan progresivamente los rasgos que distinguen a la región. La necesidad del trazado de un límite
regional obliga a introducir cierta artificialidad en su trazado, lo que siempre conlleva un componente
subjetivo.
23 Es igual de importante considerar cómo se producen las diferencias geográficas aquí y ahora que contemplar
las materias primas histórico geográficas que nos han legado anteriores rondas de actividad (Harvey,
2003:101).
24 Estefanell (1997 et al:9.) define a la globalización como un proceso de alcance internacional consolidado en
la década de los noventa producido por la concurrencia de varios factores tales como el avance tecnológico de
las telecomunicaciones (con una homogeneización cultural y política implícita) y el crecimiento de la inversión
extranjera directa y de las transacciones financieras internacionales, procesos que no ocurren sin conflicto.
BOURDIEU, Pierre, 1993 (2000), “Efectos de lugar”, en P. Bourdieu, 1993 (2000), La miseria del mundo,
25
A tal efecto, trataremos los conceptos de campo geográfico, objeto geográfico, nivel de
análisis, escala de análisis, escala geográfica, escala gráfica, escala espacial, escala temporal,
escala histórica y escala geohistórica.
Los conceptos nominados son interdependientes, motivo por el cual el uso y operación de
cada uno de ellos deberá ajustarse a ciertas reglas de correspondencia recíproca en el
momento de definir la “idea” y la “matriz de anclaje” de cada investigación, es decir, en
el momento inicial en el que se “fijan” (al menos tentativamente) el conjunto de
coordenadas conceptuales, teóricas y operativas mediante las cuales se va organizando
paulatinamente el proceso de investigación conjuntamente con la predefinición del objeto
investigado.
Los dos primeros conceptos, si bien no son nuevos, son tematizados recientemente por los
expertos de los Sistemas de Información Geográficos (SIG) a partir de la necesidad de
modelar representaciones gráficas en base a los datos observables relacionados con ciertas
propiedades continuas de la superficie terrestre, -tales como la temperatura, las
precipitaciones, las densidades de población, etc.-, o en función de la superficie ocupada por
los objetos – tales como redes viales, aglomeraciones urbanas, puentes, establecimientos
industriales, viviendas, parques, campos de cultivo, etc.27
En los estudios empíricos es frecuente apelar a la metodología de los campos y de los objetos.
En el primer caso el nivel de análisis explicita la extensión geográfica o territorial, tales como
“local”, “barrial”, “regional”, “provincial”, “nacional”, “continental” y
26 El término “región” lo utilizamos aquí para designar cualquier área de la superficie terrestre que es
recortada de acuerdo con algún criterio objetivo u ostensivo.
27 VVAA, 1996, Anatomía de Sistemas de Informação Geográfica, INPE, TELEBRÁS, IBM, UNICAMP, Brasil.
En geografía física se denomina “escala” a cada uno de los niveles de análisis. En efecto,
para Tricart (1952) y Cailleux y Tricart (1956) la escala es una “unidad espacial” de una
determinada extensión propuesta a los fines de describir y explicar los diferentes paisajes y
formas de modelado terrestre. Los autores clasifican a las escalas en 10 órdenes o
magnitudes superficiales de “unidades espaciales”. Asignan el orden I a la escala de mayor
extensión (≥ 10 millones de km2), correspondiente a continentes, placas, cuencas oceánicas
y zonas climáticas. La menor escala, denominada de orden X (de aproximadamente 1
milímetro cuadrado, es decir 10-12 Km2) corresponde a la “microrugosidad
representada por el diámetro de pequeños cantos y granos de arena, porosidad
de un suelo, detalles de erosión, etc.” (M. Sala Sanjaume y R. J. Batalla Villanueva,
1999).28
La extensión superficial por sí sola no es suficiente para distinguir, por ejemplo, una
localidad de una región, un barrio de una localidad y una región de una provincia. En
consecuencia, la subordinación de los aspectos cuantitativos a los cualitativos constitutivos
de cada nivel de análisis es fundamental para recuperar la territorialidad de los fenómenos
28Los autores destacan la necesidad de sumar a la definición espacial, la resolución analítica y la duración de
los procesos involucrados en cada escala. La resolución analítica depende de las necesidades descriptivas y
explicativas de los fenómenos que se estudian. Sobre este aspecto los autores no especifican criterios. La
duración es directamente proporcional a la extensión de las unidades espaciales, variando entre algunas horas
para los fenómenos correspondientes a la escala de orden X y 1000 millones de años para la escala de orden I
(Bermúdez y otros (1992, páginas 35 a 37). Los autores omiten la “escala planetaria”, es decir, la
correspondiente a la extensión superficial de fenómenos globales, tales como el conjunto de fenómenos
relacionados con la circulación global y el cambio climático global.
29Sobre el tema es una referencia obligada las reflexiones de F. Braudel acerca de los aspectos cualitativos y
extensionales involucrados en la definición del “Mediterráneo” (F. Braudel)
Si las magnitudes de superficie son la base para definir las diferentes escalas espaciales, las
magnitudes del tiempo (duración) son la base para definir las diferentes escalas temporales.
Dentro de la perspectiva puramente temporal, se apela normalmente a las diferentes formas
de “cronometrar” la duración o evolución de los fenómenos: segundos, minutos, horas,
días, semanas, meses, años o períodos intercensales. Podría afirmarse que la noción de
“escala temporal” es un recurso para la definición del recorte histórico de los problemas
cuando se carecen de marcos auténticamente históricos de los fenómenos que se estudian,
es decir, de marcos que destacan los aspectos estructurales que otorgan significado cultural,
políticos y económicos a los procesos que se investigan.
Con excepción del concepto de escala gráfica, los otros conceptos y sus relaciones no son
coincidentes con los significados tradicionales y normales dentro de la cultura disciplinaria
y de otras disciplinas afines, tal como los presenta, además de otros, Rolando García (1986)
en su propuesta de “Estudio de sistemas complejos”.30
30 Para García (1986) lo sistemas complejos son “totalidades organizadas” constituidas por aspectos
naturales y sociales, tales como los geográficos o geohistóricos. García propone distinguir en los estudios de
los sistemas complejos “las escalas de los fenómenos” (equivalente a “las escalas espaciales”), las
“escalas de tiempo” (equivalente a la extensión o profundidad histórica de los fenómenos), los “niveles de
procesos” (encadenamientos de subordinación de lo general a lo singular) y “niveles de análisis”
(respuestas operativas de los niveles de análisis teniendo en cuenta los propósitos de la investigación) Algunos
aspectos propuestos por García los considero en otro texto de Apuntes dispersos (Ver).
31 No confundir con igualdad e identidad formal, tales como las de la matemática o la lógica formal. La noción
Un ejemplo gráfico. Observemos dos “mapas” (cartas) de un partido del Gran Buenos
Aires: el primero a “escala gráfica” 1:500.000 y el otro a 1:250.000. Si solamente
“dibujamos” las mismas curvas de nivel, ríos y arroyos, perímetros urbanos y vías de
comunicación interurbanas, nos encontramos con el mismo nivel de análisis
(departamental) y la misma escala de análisis. Salvo los aspectos “visuales”, ambas
expresiones tienen las mismas resoluciones de nivel y de escala, motivo por el cual la
segunda no aporta ningún elemento diferente de análisis. Si en cambio en la segunda se
agregan más curvas de nivel, los perímetros de las manzanas y las vías de comunicación
secundaria, nos encontramos con un caso de igual nivel de análisis y una mayor escala de
análisis.
En términos operativos, la regla implica que cada resolución gráfica tiene que tener cierta
correspondencia con el nivel de análisis y la escala de análisis, es decir, con la escala
La definición del horizonte de análisis o matriz de anclaje, del nivel de análisis, la escala
geográfica, la escala histórica, la escala geohistórica y la escala gráfica son procesos
artificiales y relativamente arbitrarios. El mayor o menor grado de arbitrariedad se logra con
el menor o mayor grado de correspondencia entre las opciones elegidas y los marcos
epistémicos que organizan el horizonte de análisis o matriz de anclaje. En tal sentido
solamente una adecuada fundamentación teórica y metodológica posibilita limitar la
arbitrariedad del recorte artificial y subjetivo del universo de análisis. Por tal motivo,
cualquier investigación geográfica debería fundamentarse epistemológicamente
comenzando por “el psicoanálisis del conocimiento objetivo” (Bachelard)
involucrado en el nivel de análisis y las diferentes escalas.