SUMARIOel malpensante n°159 • diciembre de 2014
© mateo rivano
[8] iceberg
¿Puede un acusad0 de defraudar la bolsa dar clases de
ética y mercado de valores? Los directivos de la Ser-
gio Arboleda parecen no ver contradicción en ello.
[10] La policía de la decencia
Pocos escenarios han sufrido tan intensamente la
mojigatería de las comunidades virtuales de internet
como el mundo del arte. ¿Qué pasa cuando la estética
está subordinada a la corrección política y cuando la
crítica debe estar mucho más atenta a las acusaciones
de racismo y sexismo que a las obras de arte?
por jerry saltz
[14] Pico de oro
De un lado la heroína, del otro el saxofón; así
transcurrió durante décadas la tormentosa carrera de
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Art Pepper. En medio de la adicción, de las intensas
giras y las recaídas constantes, solo existía una tabla
de salvación para el saxofonista californiano.
por juan forn
[16] Nueva York era esto
Mientras la Costa Oeste de Estados Unidos veía la
explosión del hippismo, Nueva York vivía su propia
revolución cultural a ritmo de punk. Cuatro décadas
después, ¿en qué han convertido el maquillaje
vintage y la gentrificación a esa ciudad en la que
reinaron Patti Smith, Sid Vicious e Iggy Pop?
por david granda
[24] Mellizos
un poema de charles bukowski
[24] Algunas lecciones de Proust
En busca del tiempo perdido es una de las novelas
fundamentales de la literatura del siglo xx. Tras una
cuidadosa relectura, el autor de este ensayo arroja
una luz distinta sobre la esencia de esta obra y
repara en su condición reveladora acerca del género
novelístico.
por juan gabriel vásquez
[30] Los positivos del cabo Mora
El de los falsos positivos ha sido uno de los más
grandes escándalos en los que se han visto involucra-
das las Fuerzas Militares colombianas. El principal
testigo del caso es precisamente un miembro del
Ejército. En esta entrevista, el cabo Mora repasa en
detalle las circunstancias en que decidió decir la ver-
dad y la persecución que ha sufrido desde entonces.
entrevista de juan miguel álvarez
[42] El subrayador
tres columnas literarias
En algunos casos la columnística logra trascender su
función como espacio de opinión y alcanza a pro-
yectarse sobre horizontes literarios. Tal es el caso de
estas piezas escritas por Pedro Mairal para el diario
Perfil, y que hacen parte de un volumen reciente-
mente publicado por Libros del Laurel. En esta serie de fotografías, el lente de uno
por pedro mairal
[46] Los panfletos de la Procuraduría
La publicación de libros académicos está muy lejos
de las funciones de la Procuraduría. Sin embargo, en
julio de 2012, la entidad editó 8 mitos sobre la guerra
contra las drogas. Además de constituir una extrali-
mitación de sus tareas, al abrir las páginas el texto
revela muchas otras flaquezas. ¿Torpeza intelectual
o intención propagandística? ¿Pieza informativa o
panfleto ideológico? Leer ilustra
por mauricio garcía villegas
[50] Gay Talese en el cuadrilátero
Entre la diversa fauna de personajes que pueblan las
crónicas de Gay Talese, los boxeadores ocupan un
lugar protagónico. ¿En qué radica la fascinación de la
figura capital del Nuevo Periodismo por estos atletas
que escriben su historia a punta de golpes? Fotografía de José Eustasio Rivera
entrevista de carlos a. cortés-martínez
[54] Ribeyro en su terraza
Flaco hasta los huesos, adusto y con un cigarro siem-
pre apretado entre los labios, Julio Ramón Ribeyro
solía lucir a flor de piel sus malestares internos.
Este retrato coral, tomado del libro Un hombre flaco,
muestra otros rostros del más reconocido cuentista
peruano.
por daniel titinger
[60] Hundert vierundsiebzig fünf hundert siebzehn
elegía a primo levi por héctor abad faciolince
[62] Más que visible
una conversación con mark strand
El pasado 29 de noviembre, Mark Strand murió en
Nueva York. En esta entrevista inédita, concedida
en 2012, el poeta canadiense desplegó el mismo fino
humor y sentido de la ironía presentes en muchos
de sus versos, y en particular en los que conforman
su libro de poemas en prosa titulado Casi invisible.
por andrea aguilar
[67] Cinco poemas en prosa
Testículos soñados, vaginas desvanecidas, En la otra
vida, Agotamiento al atardecer, Sala de emergencias en el
crepúsculo y Armonía en el boudoir.
por mark strand
[68] portafolio gráfico
La línea
de los más acuciosos retratistas de la realidad
latinoamericana apunta hacia la frontera entre el
norte de México y el sur de Estados Unidos.
por francisco mata rosas
[76] ficción
Espiar a los felices
un cuento de javier zamudio
[80] coda
La pasión por el fútbol es capaz de encender y
apagar otras pasiones. Esta historia de hinchas obse-
sionados y amores fallidos revela una versión de los
tristes excesos del fanatismo.
por juan villoro
[82] álbum de la literatura colombiana
y Antonio Gómez Restrepo
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 LOS
PANFLETOS
DE LA PROCURADURÍA POR
MAURICIO GARCÍA VILLEGAS
La publicación de libros académicos
E
está muy lejos de las funciones de la
Procuraduría. Sin embargo, en julio
de 2012, la entidad publicó 8 mitos
sobre la guerra contra las drogas. Además
de constituir una extralimitación
de sus tareas, al abrir las páginas
el texto revela muchas otras flaquezas.
¿Torpeza intelectual o intención
propagandística? ¿Pieza informativa
o panfleto ideológico?
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Quien solo conoce su propia posición sobre un tema conoce
muy poco de ese tema. Sus argumentos pueden ser buenos y es
posible que nadie sea capaz de refutarlos. Pero si él mismo es in-
capaz de refutar los argumentos de su adversario, o si ni siquiera
los conoce, entonces no tiene ni siquiera razón para preferir una
opinión sobre la otra.
john stuart mill
N COLOMBIA escasea la crítica intelectual seria.
Quizás eso se deba a la pobreza de muchos de nues-
tros círculos académicos, al espíritu de adulación que
suele reinar entre nuestros profesores universitarios
y al frecuente talante insípido y marginal que tienen las
publicaciones académicas en nuestro medio. Lo que sí te-
nemos (y cada vez más) es una crítica pseudointelectual,
escrita con las formas propias del lenguaje académico
(citas, cifras, gráficos y referencias bibliográficas) pero
inspirada en la defensa de posiciones ideológicas o reli-
giosas, de lo cual resulta un híbrido engañoso, entre cien-
cia y panfleto, muy eficaz para adoctrinar incautos. En
este tipo de literatura la crítica es apenas una mascarada;
no se dialoga con los otros, solo se hace la pantomima
de estar demoliendo las ideas opuestas. Parafraseando a
Gaston Levy, en esos casos la crítica es como el impuesto
que el dogmatismo le cobra a la razón.
 El libro 8 mitos de la legalización de la droga, escrito
por Juan David Gómez y publicado por la Procuraduría
colombiana en julio de 2012, es un buen ejemplo de este
tipo de escritos panfletarios (otro ejemplo célebre son
los libros de José Obdulio Gaviria aparecidos durante el
primer cuatrienio del presidente Uribe para defender la
doctrina de su jefe político), con el agravante de que en
este caso lo hace, con dineros públicos, una institución
del Estado encargada de proteger los derechos de la
sociedad.
EL LIBRO de la Procuraduría tiene el propósito,
como su título lo indica, de desmontar los argumentos
de quienes critican la llamada “guerra contra las drogas”,
pero nunca logra ese objetivo. Eso se debe, en buena
parte, a que en lugar de tener un hilo conductor claro,
el libro es una agregación de citas larguísimas (algunas
de ellas de más de diez páginas) encadenadas por un
comentario lapidario entre esos textos ajenos. Una sana
costumbre en el mundo académico recomienda reducir
al mínimo los textos entrecomillados, y en todo caso
nunca sobrepasar la mitad del escrito. Cuando se lee
un libro en donde otros hablan más que el autor (algo
común en cierta literatura jurídica de baja calidad), uno
empieza a sospechar de la capacidad de este último para
argumentar.
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Pero eso sería lo de menos si no fuera porque las citas
son, con demasiada frecuencia, inconducentes, redun-
dantes o incluso contrarias a lo que el texto se propone
demostrar. No sé si hay en esto menos intención ma-
nipuladora que torpeza intelectual, o una mezcla de
ambas cosas. Por ejemplo, cuando se intenta demostrar
que ha habido un incremento del consumo de drogas
en Colombia a partir de la sentencia C-221 de 1994 de la
Corte Constitucional (que despenalizó el consumo de la
dosis personal) se citan datos de incremento de consumo
extraídos de un reciente estudio de la Universidad de los
Andes; sin embargo, el libro se abstiene de mencionar
las conclusiones del mismo estudio en donde se dice que
“no hay una relación de causalidad entre este aumento
1
y la sentencia de la Corte” . En lugar de probar el nexo
1. “…la evidencia disponible no permite afirmar con certeza
que el consumo de drogas aumentó drástica y súbitamente a
partir de la despenalización de la dosis personal. Los datos son
perfectamente consistentes con una hipótesis alternativa, con un
quiebre en la tendencia de crecimiento del consumo previo, no
posterior, a la sentencia c-221 de 1994”. A. Camacho, A. Gaviria
y C. Rodríguez, “El consumo de droga en Colombia”, en A.
Gaviria y D. Mejía (comps.), Políticas antidroga en Colombia: éxitos,
fracasos y extravíos, Universidad de los Andes, Bogotá, 2011, p. 59.
causal entre la despenalización de la dosis personal y el
incremento del consumo, la Procuraduría supone que,
como no se ha probado que dicho nexo es falso, enton-
ces el nexo es verdadero. Esta manera de argumentar es
una falacia que se conoce como “apelación a la ignoran-
cia”: no se puede refutar A, por lo tanto A es verdadero;
así, la carga de la prueba recae en quien sostiene que
la premisa A es falsa (si usted dice que Dios no existe,
demuéstrelo).
Por momentos el libro parece adoptar el lenguaje
objetivo de los estudios científicos fundados en datos.
Sin embargo, el lector empieza a dudar cuando encuentra
que buena parte de las citas utilizadas para respaldar los
argumentos provienen de organismos cuya imparciali-
dad en el tema de la guerra contra las drogas es, cuando
menos, cuestionable (la dea y la Junta Internacional de
Fiscalización de Estupefacientes, jife). La objetividad de
las fuentes es otra de esas sanas costumbres académicas
que muchas veces hacen la diferencia entre un escrito
respetable y otro que no lo es. Por ejemplo, si alguien
pretende demostrar que el uso de condones no es una
herramienta útil en la lucha contra el sida en África, no
lograría su objetivo si para ello se contenta con citar los
datos que sobre el asunto tiene el Vaticano.
EN OTROS CASOS el libro distorsiona el argumento
de quienes se oponen a la guerra contra las drogas y lo
hace de tal manera que resulte fácil criticarlo. Verbi-
gracia: cuando se quiere atacar la idea de que la despe-
nalización de las drogas acabaría con el problema del
hacinamiento en las cárceles, la Procuraduría dice que
si se saca de las prisiones a los simples consumidores,
seguirían sobrepobladas, lo cual intenta demostrar con
cifras de la dea referidas a los Estados Unidos. Pero esta
afirmación distorsiona el argumento que se quiere atacar.
Los críticos de la guerra contra las drogas no se refieren
a los simples consumidores sino a los narcotraficantes
de poca monta, a los chichipatos, a los lavaperros. Si se
retira la población encarcelada por motivos relacionados
con droga, excluyendo de esa cifra a los mandos medios y
altos del narcotráfico, habría una disminución sustancial
del hacinamiento en cárceles. Así, en 2009, la sobrepo-
blación carcelaria habría pasado del 38,9% al 18,3%, y en
2011 de 24.831 a 5.2972. La misma Procuraduría presenta
estas cifras, pero no saca las conclusiones que son, a
todas luces, evidentes: que la despenalización ayudaría
2. R. Uprimny y D. Guzmán, “Políticas de drogas y situa-
ción carcelaria en Colombia”, en Sistemas sobrecargados. Leyes de
drogas y cárceles en América Latina, wola, Ámsterdam-Washing-
ton, 2010, pp. 40-49.
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a resolver el problema actual de hacinamiento en las
cárceles del país3.
EN OTRAS PARTES el problema no son las cifras, ni
las fuentes, sino la concepción del derecho. La Procura-
duría estima que los adictos deben ser recluidos en un
establecimiento de rehabilitación. Semejante conclusión
es una derivación lógica de la premisa según la cual quien
consume droga es una persona potencialmente violenta.
De ahí el carácter indisociable entre enfoque de salud
pública y política criminal, lo cual conduce a que el con-
sumidor dependiente sea sometido a un riguroso trata-
miento vigilado y aislado. No solo la Comisión Global de
Política de Drogas condena la internación forzada de los
adictos, sino también el relator especial de la onu sobre
tortura y tratos crueles e inhumanos; según este último,
es vejatorio obligar a la persona a abstenerse forzosamen-
te de consumir drogas y más aún sin acceso a atención
médica o medicación efectiva4.
Este argumento, una vez más, supone que el adicto
es violento, lo cual no está demostrado. No hay ninguna
evidencia empírica que relacione causalmente los efectos
de la droga con actos de violencia. La violencia asociada
a las drogas es un efecto de la prohibición, no del consu-
mo, con lo cual carece de fundamento el tratamiento de
los adictos basado en el aislamiento.
Pero incluso si se probara que quien consume drogas
tiene una probabilidad mayor de convertirse en una per-
sona violenta, de allí no se deriva la conclusión de que el
Estado tenga derecho a encarcelar o a aislar a tal persona.
Eso sería violar uno de los principios clásicos del dere-
cho penal que es la exclusión de la peligrosidad, es decir,
la prohibición de condenar a una persona por el simple
hecho de considerar que representa un peligro eventual
para la sociedad, antes de que incurra en una conducta
delictiva. Si así fuera habría que encarcelar a quienes
consumen alcohol para divertirse, entre ellos a quienes
toman whisky en los clubes sociales mientras despotrican
de la despenalización.
3. Para tener una idea más clara del asunto, en lugar de los
informes de la dea, hay que leer el estudio hecho por wola y
tni sobre drogas y cárceles en América Latina, que es el único
estudio comparativo que existe en la región. Más concreta-
mente, ver vv. aa., “Sistemas sobrecargados: leyes de drogas
y cárceles en América Latina”. Disponible en: http://www.
druglawreform.info/images/stories/documents/Sistemas_so-
brecargados/sistemas_sobrecargados_web2.pdf
4. Juan E. Méndez, Report of the Special Rapporteur on Tor-
ture and other Cruel, Inhuman or Degrading Treatment or Punish-
ment, Naciones Unidas, 1o de febrero de 2013, pp. 9 y 22.
 LA ÚLTIMA PARTE del libro intenta mostrar que el
debate sobre la legalización solo puede hacerse a partir
de argumentos éticos. Aquí uno esperaría, dada la inclina-
ción del procurador por los temas morales, que el libro
presentara argumentos de mayor peso, con los cuales se
pudiera adelantar una discusión seria. Sin embargo, esta
es quizás la parte más confusa, contradictoria e incondu-
cente del libro.
El problema empieza con el punto de partida. Según
la Procuraduría, quienes se oponen a la guerra contra las
drogas sostienen que la ética debe excluirse de la discu-
sión. Pero ese supuesto es falso. La defensa de la libertad,
de la dignidad y del derecho a la salud está en el corazón
de los argumentos antiprohibicionistas. Lo que hace
Gómez es, una vez más, deformar el pensamiento de la
contraparte para poder atacarlo a conveniencia.
Es verdad que los críticos del prohibicionismo no
solo tienen argumentos morales; también se valen de
argumentos prácticos, de utilidad, de economía y de
eficiencia. El hecho de que las razones éticas estén
acompañadas de otras razones no significa que aquellas
terminen teniendo un menor peso. Eso sería como afir-
mar, por ejemplo, que la defensa ética de la lucha contra
la desigualdad es menos fuerte por el hecho de sostener
que las políticas a favor de la igualdad también promue-
ven el desarrollo económico.
En lugar de entender que los argumentos éticos y de
utilidad se complementan (no se anulan), Juan David
Gómez concluye, a partir de esta variedad de razones,
que los fundamentos morales son inexistentes y que por
ello los enemigos del prohibicionismo son unos defen-
sores de la inmoralidad utilitarista, motivados por la sola
búsqueda del placer, del dinero o del poder.
Para demostrar semejante afirmación cita una co-
lumna de Rodrigo Uprimny, en la cual este se defiende de
la acusación que le hace el procurador de obedecer a los
intereses de las farmacéuticas internacionales interesadas,
por razones económicas, en la legalización de las drogas.
Sin embargo, la descalificación que hace la Procuraduría
es, por decir lo menos, disparatada. En primer lugar acusa
a Uprimny de ser discípulo de Bentham –cosa que, incluso
de ser cierta, carecería de relevancia–; luego sostiene que
Dejusticia (el centro de investigación que dirige Uprimny)
recibe dineros de la Fundación Ford y del “especulador
financiero” Georges Soros (como también lo hace el
portal La Silla Vacía), y que por todo lo anterior Uprimny
es un sofista irredento, defensor de las ideas utilitaristas,
recicladas por Peter Singer, otro “eugenesista promotor
del aborto, la eutanasia, la legalización de las drogas y los
supuestos derechos de los animales”. Después dice que
una prueba de su estrategia utilitarista consiste en de-
fender, no la legalización pura y simple, sino un mercado
regulado, solo posible por monopolios farmacéuticos que
compren la producción de los actuales controladores de
los insumos, como las Farc ¡y los talibanes! Más adelante
sostiene que el libre desarrollo de la personalidad ha sido
interpretado por los críticos del prohibicionismo como
un derecho a la autodestrucción y que eso tiene sus funda-
mentos en la ética kantiana y el marxismo.
Para enfrentar semejante acumulación de disparates
solo diría que Alejandro Ordóñez y Juan David Gómez
tienen una tremenda confusión mental que les impide
entender bien cuáles son las fronteras conceptuales que
separan pensamientos tan diversos como el utilitaris-
mo, el kantismo, el liberalismo y el marxismo. Parecería
como si Gómez y Ordóñez pensaran que la ausencia de
Dios en estas corrientes fuera una razón suficiente para
decir que todas ellas son iguales.
EN UN PAÍS que garantiza la libertad de expresión,
la mediocridad intelectual tiene todo el derecho a salir a
la luz pública. Lo que no está claro es si una institución
como la Procuraduría General de la Nación, encargada
por norma constitucional de defender a la sociedad, tiene
derecho a gastar parte de sus recursos, que vienen de los
impuestos de la gente, en una publicación panfletaria
como esta, incapaz de superar la más básica prueba de
seriedad intelectual o académica.
Las instituciones públicas, y con especial razón la
Procuraduría, tienen el deber de ser neutrales frente a los
grandes debates públicos y por eso no deben convertirse
en centros de propaganda destinada a defender una de las
posiciones presentes en esos debates. Cuando eso ocurre
estamos, ni más ni menos, en presencia de una captura de
las instituciones por parte de los intereses privados que
toman partido en esos debates, en este caso los intereses
religiosos y políticos de Alejandro Ordóñez.
La portada del libro ilustra bien esta captura: allí se
reproduce un grabado de Durero en donde aparece un
detalle de “La puta de Babilonia” montada sobre la bestia
de siete cabezas y diez cuernos, tal como se describe en
el Apocalipsis. En la parte de arriba del grabado están
los ángeles, pero esa parte está cortada y en su lugar se
encuentra –¿adivinen qué?– el logo de la Procuraduría5. 
mauricio garcía villegas (medellín, 1959). Es
profesor de la Universidad Nacional, socio fundador de
Dejusticia y columnista de El Espectador.
El autor agradece la ayuda de Jorge Alberto Parra.
5. Una explicación más detallada de esa portada puede verse
en el blog de Mauricio Albarracín en La Silla Vacía: http://lasi-
llavacia.com/node/43943