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Teoría tradicional y teoría critica – Max Horkheimer.

Es lo normal partir de una común, y desvalorizada, visión de la teórica critica, que le


reduce a solo un filosofar critico-negativo, contrario a toda metafísica idealista y a todo
cientificismo-positivista, desenmascarador de los ídolos de lo finito y reductor de
grandes ideas, que tantas veces han sido tomadas como absolutas; un filosofar que
representa un designio emancipatorio éticamente modulado, una renovada
sensibilidad critica estética y literaria, y la conciencia de las grietas operantes en un todo
social falso (esto es entre libertad/administración social, razón/realidad,
concepto/objeto, naturaleza/historia, teoría/practica, ideología/realidad). Sin
embargo, la teoría critica, como contexto científico y filosófico paradigmático desde el
que se desenvuelve todo el devenir del pensamiento de la Escuela de Frankfurt, va mas
allá y conlleva mucho trabajo científico-social y critico ideológico; así como un
insistente y multidimensional análisis de la evolución económica, social, psicosocial,
ideal, artística y política del siglo xx.

Teoría tradicional.

Se entiende por teoría el sistema de proposiciones, cerradas en sí mismo de una ciencia


en general, que hace referencia sobre un ámbito de objetos conectadas entre sí de tal
manera que a partir de una puedan deducirse las demás, estas reciben su validez de su
concordancia con acontecimientos efectivos, por lo que, respecto a los hechos, siempre
tienen el carácter de hipótesis. Se presenta como objetivo general de la teoría, desde el
inicio de la filosofía moderna (tercera máxima del método científico de Descartes), es
superar la separación de las ciencias en un sistema general, reduciendo a las mismas
premisas las proposiciones de ámbitos distintos.

Como consecuencias de esta visión se da que cada vez más símbolos matemáticos
sustituyen los nombres de objetos de la experiencia, por lo que, en gran parte de la
ciencia natural, la teoría se ha convertido en una construcción matemática. Dicho
modelo ha resultado tan exitoso que busca ser imitado por las ciencias del hombre y de
la sociedad, principalmente por el carácter fluctuante de su valor de mercado, donde es
indiscutible el campo de aplicación de las ciencias naturales; por lo que, en las ciencias
espirituales, se abandonan las amplias exposiciones teóricas por el trabajoso asenso de
la descripción de fenómenos sociales a la comparación detallada y la formación de
conceptos generales, donde estos últimos, como hipótesis, hacen de leyes esenciales
que buscan corresponder con los hechos que van apareciendo.

La explicación teórica es establecer la relación entre la mera percepción, o constatación


de los hechos, y la estructura conceptual del saber. A esta teoría le son externos, tanto
el origen de los estados de cosas determinados como la utilización practica en de los
sistemas conceptuales en los que aquellos se recogen, esta alienación, como separación
entre valor e investigación, saber y actuar, por mencionar algunos; protege al científico
de si misma y dota a su trabajo de un marco fijo.

Critica a la era burguesa.

En la división social del trabajo el científico debe integrar los hechos en ordenes
conceptuales y mantener dicho orden de tal manera que tanto el mismo y todos los que
deban servirse de ellos puedan dominar un ámbito de objetos lo mas amplio posible, en
formulaciones claras y simples de modo que cada uno pueda manejar los
conocimientos como quiera.

La concepción tradicional de teoría es el resultado de la abstracción de la labor científica


tal como se da en un contexto de la división del trabajo, aquí no aparece la verdadera
función social de la ciencia, ni lo que la teoría significa para la existencia humana, sino
solamente, se considera su función, desde esa esfera desprendida del resto de la
actividad social en el que tiene lugar la producción de teoría en condiciones históricas.

Donde, aunque, la forma de producción de modo capitalista funciona mal, sus ramas,
como la ciencia no se pueden considerar autónomas e independientes, sino solo como
especializaciones del modo en que la sociedad se enfrenta a la naturaleza y se conserva
en su forma dada, esto es, como momentos del proceso social de producción.

En el sistema económico burgués la actividad de la sociedad es ciega y concreta y la


actividad del individuo es abstracta y consciente.

La libertad de los sujetos económicos de la sociedad burguesa nos es mas que ilusoria,
porque mientras creen actuar siguiendo decisiones individuales, aun en sus cálculos
mas complicados, nos son mas que exponentes del inabarcable mecanismo social. Los
sistemas filosóficos de la era del liberalismo son un reflejo de esta condición que se
muestra en la falsa autoconciencia del científico burgués, porque mientras que la
profesión científica es un momento independiente respecto del trabajo y la actividad
histórica del hombre, resulta que para la filosofía liberal la ciencia no ocupa más que el
lugar de estos.

La filosofía de Kant, desde su doctrina de la sensibilidad pasiva y el entendimiento


activo, parte de la cuestión de como puede el entendimiento prever con seguridad que
la multiplicidad de la sensibilidad podrá ser sometida en todo momento a sus reglas.
Resuelve esta cuestión asegurando que los objetos sensibles están ya configurados por
el sujeto trascendental, esto es una actividad racional, por esta actividad es que puede
el científico asegurar que tras las discrepancias entre los hechos y sus teorías se oculta
la subjetividad universal, como unidad mas profunda y posibilidad del conocimiento de
todo individuo; la actividad social es aquí un poder trascendental, esto es, un conjunto
de factores espirituales. El doble carácter de estos conceptos kantianos, que por un lado
designan la mas alta unidad y orientación finalística y por otro lado algo oscuro e
inconsciente, corresponde a la forma de la actividad humana, cargada de
contradicciones, de la modernidad, aquí el modo en que existe su razón es el modo en
que se afirma a si mismo y el modo en que se da en sociedad, sin embargo esta proceso
también le es ajeno y se presenta con todo su derroche de trabajo y vida, así como con
sus situaciones de guerra, su miseria absurda y su inalterable violencia de la naturaleza.

Dada la división de la sociedad en grupos y clases se entiende que las construcciones


teóricas mantengan su distancia de la praxis general, que busca la simplificación y
depuración de las contradicciones de los sistemas conceptuales disponibles, en función
de su dependencia a uno u otro grupo.

Cuando se formó la clase social burguesa en la sociedad feudal, la teoría puramente


científica que se desarrolló mostraba una tendencia disolvente y destructiva en contra
aquella época, la vieja forma de praxis, mientras que en el liberalismo la teoría científica
caracterizo al tipo de humano dominante. Mientras el pensamiento teórico no se
adapte intereses externos, sino que permanezca en los problemas que le asalten desde
su desarrollo, donde entonces solo se dedique a formular nuevos problemas y
reformular viejos conceptos, tiene derecho a considerar los rendimientos de la técnica
y de la industria como su legitimación. La formación de hipótesis es un trabajo para el
que existe, en las condiciones sociales dadas, una posibilidad de utilización, es decir,
una demanda. Aun así, una actividad que contribuya a perpetuar una sociedad en su
forma dada no necesita se productiva para pertenecer a ese orden y hacerlo posible,
este es el caso de las ciencias especializadas.

En una sociedad ciega, mecánica y opresiva, solo son comprensibles los individuos, y
los grupos individuales, hasta cierto punto, incluso la historia se hace incomprensible,
porque en su dependencia a una sociedad inhumana sus acciones se reducen a meras
funciones mecánicas. Cuando la acción determinada por la razón pertenece al hombre
individual, y no a la praxis social, que determina toda la existencia del hombre, de hace
inhumana, y como tal revierte todo lo hecho por la praxis social; asi entonces, la
sociedad no queda solamente frente a la naturaleza, lo eternamente externo a la
actividad intelectual y material del hombre, sino también las relaciones de trabajo y su
propia historia, que dependen de los hombres; es decir, queda, la sociedad, frente a su
lamentable impotencia.

La teoría crítica.

Los progresos técnicos no pueden disociarse de la configuración estructurada del


material científico en forma de hipótesis. Los hechos se hacen fructíferos frente a un
saber que es aprovechable en las condiciones socioeconómicas dadas, donde el saber
disponible se aplica a los hechos. Cuando el concepto de teoría se automatiza -desde la
esencia interna del conocimiento, o desde otro modo ahistórico- se transforma en una
categoría ideológica.

La fertilidad de las nuevas relaciones descubiertas entre los hechos para la


transformación del conocimiento disponible como la aplicabilidad de este a los hechos
son cualidades que no se remiten a elementos lógicos o metodológicos, sino que solo
pueden ser comprensibles en procesos sociales reales, esto es, en contextos históricos
concretos, entonces la modificación de las estructuras científicas depende de su
situación social correspondiente, tanto en la teorías más amplias (sistema copernicano)
como en los problemas especiales de la investigación cotidiana.
Existe una diferencia esencial entre el individuo, como pensar organizador, y la
sociedad, como conjunto de las relaciones sociales, a las que el individuo pertenece, y
que se adaptan a sus necesidades; esta es la forma en que el mismo mundo que para el
individuo es existente en sí, que el contempla y debe aprehender; es al mismo tiempo,
en la forma en que existe y subsiste, un producto de la praxis social.

Así es que, el hombre es un resultado de la historia, dado que la forma en que ven y oyen
es inseparable del proceso vital social como se ha dado en milenios; así los hechos que
los sentidos nos presentan están preformados por el carácter histórico del objeto
percibido y el carácter histórico del órgano percipiente, donde objeto y órgano no son
naturales, sino productos de la actividad humana.

El modo en que la contemplación receptiva se separa y compone en partes, de tal


manera que algunos elementos no se perciben mientras que otros se acentúan, es un
producto de las condiciones sociales e históricas de la existencia humana. Se puede
invertir la tesis de que los instrumentos son una extensión de los órganos, afirmando
que los órganos son también una extensión de los instrumentos. En los niveles elevados
de civilización la praxis consciente determina inconscientemente no solo al sujeto que
percibe, sino también al objeto percibido, donde no se puede establecer la diferencia
entre lo que pertenece a la naturaleza inconsciente y lo que pertenece a la praxis social,
incluso en referencia a la percepción de los elementos naturales, donde su carácter
natural se determina en contraste con el mundo social, y por lo tanto, dependen de
este.

En contraposición con que el individuo generalmente acepta las determinaciones


fundamentales de su existencia tal como le son dadas y aspira a cumplirlas, la actitud
crítica se caracteriza por carecer de confianza respecto a las pautas sociales que le son
dadas a cada uno, relativizando los límites que le son dados por la separación entre
individuo y sociedad, por lo que se desarrolla, en sujetos de actitud crítica, una
contradicción consciente reconociendo la totalidad de la cultura como su propio
mundo, esto a partir de concebirla como voluntad y razón; reconociendo al mismo
tiempo que este mundo no es el suyo, sino el del capital, dado que pueden comparar a
la sociedad con meros mecanismos, donde las actividades se basan en la lucha y la
opresión.
Entender a la sociedad desde el modelo biológico tiene como consecuencia una forma
de existencia humana enmohecida de la que es necesario emanciparse, la teoría critica
es la actividad que está orientada hacia esa emancipación y tiene como propósito la
transformación de la totalidad, así se puede servir del trabajo teórico disponible dentro
de los órdenes de la realidad existente, sin embargo, no se puede considerar el carácter
pragmático, de dicho trabajo teórico, entendido como una profesión socialmente útil.

El pensamiento crítico está motivado por el intento de trascender la tensión, asentada


en la sociedad burguesa entre científico (ajeno a la sociedad) y ciudadano (ajeno a si
mismo), que hay entre el hombre, como conciencia de fines, espontaneidad y
racionalidad; y la sociedad, como relaciones del proceso de trabajo, por lo que, mientras
no se consiga esa identidad, el pensamiento crítico contiene un concepto de hombre en
conflicto consigo mismo.

Ejemplos:

El sistema copernicano se llegó a convertir en un poder revolucionario que constituye


una parte del proceso histórico en el que el pensamiento mecanicista conquisto el
poder.

Los positivistas y los pragmatistas parecen especialmente atentos al entrelazamiento


del trabajo teórico con el proceso vital de la sociedad, caracterizando la previsión y la
utilidad de los resultados como tareas de la ciencia.

El científico y su ciencia están insertos en el aparato social, sus rendimientos son un


momento de la autoconservación, de la reproducción permanente de lo existente,
donde ya no importa la interpretación personal.

La percepción del hombre durante la era burguesa, en relación a los elementos de su


percepción que se acentúan sobre otros que se ignoran, es resultado del modo de
producción moderno de la misma manera que la percepción de una tribu de cazadores
o pescadores es el resultado de las condiciones de su existencia.

La razón no puede hacerse transparente a si misma mientras los hombres actúen como
miembros de un organismo irracional, esto porque el reconocimiento critico de las
categorías que dominan la vida social contiene al mismo tiempo su condenación,
descubre, por ejemplo, la oscuridad de la crítica kantiana de la razón a partir de la
autointerpretación del hombre actual que se reconoce en una forma enmohecida de
existencia porque el modelo natural de crecer y perecer no es un modelo para la
sociedad.

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